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LETRAS RARAS r e v i s t a

Revista Letras Raras, agosto 2013

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Revista Letras Raras. Literatura, música, entretenimiento y todo lo demás. Una publicación conjunta de Editorial Sad Face y Her Majesty's Entertainment.

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L E T R A S

RARAS

r e v i s t a

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Dirección  editorial,  redacción,  mercadotecnia,  ventas,  diseño  y  todo  eso:  Editorial  Sad  Face  L.  Letras  Raras  es  una  marca  registrada.  2013.  Año  2,  número  12.  Fecha  de  circulación:  agosto  de  2013.  Revista  editada  y  publicada  por  Editorial  Sad  Face  y  Her  Majesty’s  Entertainment.  Domicilio  conocido,  código  postal  90210.  Revista  producida  en  México.  Prohibida  su  reproducción.  Portada:  Anónimo.  Todos  los  contenidos  originales  aquí  verPdos  son  propiedad  de  sus  respecPvos  autores  y  están  protegidos  por  INDAUTOR  todo  poderoso…  ¡Así  que  no  te  fusiles  nada,  o  te  arrancaremos  la  piel  como  en  Hellraiser!  

Todos  los  derechos  reservados.  Bajo  las  sanciones  establecidas  por  las  leyes,  esta  publicación  no  puede  ser  reproducida  total  ni  parcialmente,  ni  registrada  o  transmiPda  por  un  sistema  de  recuperación  de  información  o  cualquier  otro  medio,  sea  éste  electrónico,  mecánico,  fotoquímico,  magnéPco,  electrópPco,  por  fotocopia,  o  cualquier  otro,  sin  permiso  por  escrito  previo  de  la  editorial  y  los  Ptulares  de  los  derechos.  

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¡Veinticuatro meses de circulación!

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ÍNDICE

Editorial . . . . . . . . . . . 4 “Puedo escribir que te extraño…” . . . . . 5 El vicio que cabía en un frasco . . . . . . 6 Toda ella . . . . . . . . . . . 11 “Y nos fuimos queriendo…” . . . . . . . 14 Peter Murphy . . . . . . . . . . 18 Los otros libros de… . . . . . . . . 23 Tragedia azul . . . . . . . . . . 27 Sopa de letras . . . . . . . . . 30 Autores . . . . . . . . . . . 31

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Editorial agosto 2013

Ya  llegó,  ya  está  aquí  la  revista  de  agosto,  mes  nombrado  en  honor  del  primero  de  los  

—el pinche editor—

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emperadores  romanos.  Eso  lo  sabemos  porque  durante  el  primer  año  de  existencia  de  esta  publicación  teníamos  la  costumbre  de  incluir  una  breve  nota  con  el  origen  de  los  nombres  de  los  meses  (cosa  harto  interesante,  puesto  que  descubres  también  cómo  fue  agarrando  forma  el  calendario  por  el  cuál  nos  regimos  hoy  día  y  las  curiosidades  que  se  dieron  en  el  proceso).  Échenle  un  ojo  a  ese  tema  si  tienen  oportunidad.  

 La  presente  edición  de  la  revista  es  la  número  veinticuatro  desde  que  engendramos  el  proyecto,  y  aunque  el  producto  que  hoy  ofrecemos  es  muy  distinto  del  que  se  imprimía  originalmente  en  blanco  y  negro,  nos  gusta  pensar  que  la  evolución  ha  sido  para  bien.  Nos  encantaría  saber  qué  opinan  ustedes  (pueden  contarnos  a  través  de  nuestras  redes  sociales,  que  encuentran  dos  páginas  atrás).  

 Mientras  tanto,  échenle  un  ojo  al  presente  ejemplar,  en  el  cuál,  como  siempre,  les  compartimos  nuestra  selección  de  los  mejores  trabajos  que  nos  han  hecho  llegar  los  propios  lectores  de  la  revista.  Esperamos  la  disfruten.  

 Seguimos  trabajando.  

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Puedo escribir que te extraño y no por eso tu ausencia hace menos daño. ¿Y cómo no pensarte? Si cuando escribo, aún cuando no quiero, estás presente. ¿Y cómo no extrañarte? Si es siempre el arte la forma como te encuentro. A veces, como te beso, Otras, la forma como te pierdo. Puedo escribir; pero es mi letra tan triste si una lágrima de verso se viste.

Antxonito Diem Khayyam

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EL VICIO QUE CABÍA EN UN FRASCO Camilo Sánchez

A lgunos coleccionan timbres, etiquetas, insectos, discos, envolturas de chocolates o chicles, periódicos, libros, ropa, autos, juguetes… Yo colecciono personas.

Gente que no conozco, que se cruza en mi camino.

No tengo criterios específicos para elegirlos: pequeños, grandes; delgados, gordos; mujeres, hombres; niños, ancianos…

Mediante un complicado procedimiento, que no divulgaré, logro reducirlos al tamaño de una figura de acción. Los guardo en la repisa del sótano y los catalogo rigurosamente por edad, color, sexo; lugar donde los encontré; idioma, oficio. Le asigno un código a cada uno y después los deposito en el estante.

No hago nada con ellos. Me gusta observarlos. Puedo pasar horas enteras sólo viéndolos, estudiando cada detalle.

No sé bien cómo comenzó todo. Supongo que como empiezan muchas cosas: no hay pasos definitivos, ni te levantas un día iluminado por una grandiosa idea que cambiará tu vida. Sólo los miraba pasar, en su ajetreo cotidiano. Imaginaba sus vidas, tratando de pensar cómo eran sin sus máscaras, despojados del disfraz.

Pasaron días, meses. Imaginar ya no era suficiente; tenía que ver.

Conseguí unas ganzúas y me convertí en un experto en el arte de a l l a n a r m o r a d a s . R e v i s a b a minuciosamente sus pertenencias, leía sus diarios y sus archivos de computadora; usaba sus ropas y su

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baño; comía de su comida. Si podía, me escondía en algún lugar y esperaba a que llegaran para estudiarlos de cerca.

Al cabo de un tiempo, también esto perdió sentido.

Necesitaba tenerlos más cerca.

Empecé a coleccionarlos. Para atraparlos los encerraba en un frasco de vidrio y luego los llevaba a casa. Era difícil atraparlos y en ocasiones tardaba días enteros, pero si no llegaba con un espécimen nuevo no podía dormir y los nervios me carcomían.

Dejé el trabajo y cualquier otra actividad que me quitara tiempo. La colección era mi prioridad.

Pronto empecé a quedarme sin espacio. El sótano ya estaba repleto de repisas, así que acondicioné mi cuarto y la sala. Vendí los muebles

que estorbaban, vacié los armarios y la alacena. La colección se había e x t e n d i d o p o r toda la casa, al igual que el hedor a orines y mier-

das. Desistí del aseo. Si h u b i e r a p o d i d o presumirlo, habría ga- n a d o u n

Récord Guinness.

Los vecinos comenzaban a mirarme de modo extraño, pero la que más molestias me daba era la vieja de la esquina.

Estoy seguro que fue ella quien llamó a los del manicomio.

Tenía la costumbre de salir a su jardín cada vez que pasaba con las compras o salía de mi casa. Era como si tuviera un radar. No decía nada; sólo se quedaba parada hasta que desaparecía de su vista. Si pasaba frente a mi ventana estiraba su alargado y chismoso cuello, o simplemente permanecía de pie mirando la fachada durante unos minutos. Cuando eso sucedía yo contenía la respiración, como si pudiera escucharme a mí o los chillidos de mis especímenes. Un temblor me recorría por todo el cuerpo. Sudaba frío y el estómago se me retorcía.

Ella sabía. Después se largaba como si

recordara que había dejado la estufa

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prendida o que era el capítulo final de su telenovela.

Sumado a esto, mis ejemplares comenzaron a perderme respeto, si es que alguna vez me lo tuvieron. Comenzó con 243r678: atacó a 6790KI para quitarle su ración de comida y le clavó un alfiler en el cuello. Cuando lo descubrí se abalanzó sobre mí, aunque el alfiler no me hizo tanto daño como a 6790KI. Logré desprendérmelo y lo arrojé al bote de la basura. Debí haberlo arrojado al escusado al maldito. Atendí lo mejor que pude a 6790KI, pero perdió mucha sangre. Permanecí toda la noche en vela cuidándolo.

Por la mañana había mejorado, aunque las cosas habían tomado un nuevo giro: un verdadero motín estalló durante la noche, provocado a todas luces por 243r678, quien se había erigido como el líder de la revuelta. Cuando bajé a prepararme el café, una avalancha se arrojó sobre mí. Miles de diminutos hombrecillos enfurecidos, armados con alfileres, tenedores, cuchillos de cocina y cualquier utensilio filoso. Solté manotazos a diestra y siniestra, y aunque algunos cayeron el resto no me daba respiro. Como pude, llegué a la puerta y me tiré al suelo, aplastando a varios de el los. Claramente escuché sus huesitos quebrarse y sus gritos de dolor. Me incorporé rápidamente y sal í corriendo, antes de que la oleada de

liliputienses me alcanzara.

Deambulé horas por las calles. La gente se apartaba a mi paso. Creo que iba discutiendo a grito pelado.

C u a n d o r e g r e s é h a b í a anochecido y todo estaba silencioso. Mi colección entera se había esfumado. Los busqué por todos los recovecos de la casa, en el jardín, y en la calle. Amaneció y no había rastros de ellos. Supuse que la vieja loca se los había llevado. Ya me disponía a buscarla, cuando llamaron a mi puerta.

No recuerdo si vestían de blanco, pero supe inmediatamente quiénes eran. Me enfundaron en una camisa de fuerza y me trajeron aquí en una camioneta.

Me asignaron un código, me catalogaron y me depositaron en una celda acolchada. Ahora formo parte de otra colección.

No puedo quejarme: me tratan bien. Incluso el loquero es amable y asiente con indulgencia a todo lo que le cuento. Pero casi no duermo, en ocasiones me falta el aliento y tengo ataques de ansiedad. Por las mañanas doy largos paseos. Respiro el aire límpido. El ambiente es silencioso y tranquilo —a veces demasiado— y entonces pienso con nostalgia en mis pequeños amigos.

F I N

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La Antología Letras Raras de narrativa y

poesía reúne todos los cuentos y poemas

originales que se publicaron en la revista

durante su primer año de circulación (junio

2011-2012).

Adquiérela a un precio muy accesible en

nuestra página de Facebook.

¡HEY!

Facebook.com/LetrasRaras

(y apresúrate porque se agota)

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TODA ELLA

“La  felicidad  es  una  

adquisición.”  —Facundo  Cabral  

María Luisa Deles

Amarillo huevo, bien escotado y con muchos volantes al f r en t e . D iv ino , muy de temporada. Ya me veo, toda ella, metida en sus plieguecitos de la cintura, los brazos al aire, las piernas de fuera desde el muslo para abajo. Cuánto me voy a revolear entre las mesas brindando con todos por mi cumpleaños.

jornada en el Centro Joyero, los pies me vuelan para llegar a montar guardia frente al escaparate donde se exhibe el espectacular vestido. Una semana entera me siento con el atrio de Santo Domingo detrás y la vendedora de estampitas por compañera de banca. Al principio la buena señora me ofrece toda clase de venerables imágenes, y si me arrepiento de agarrarle un San Juditas encap- Nada más completar mi

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sulado, no es por hereje, sino por sospechar que mi causa no es asunto de su menester. Al cabo de tres días, la mujer hace a un lado los sermones y se resigna a contemplar mi arrobamiento, mientras le hinca el diente a un volován de atún del que me quiere convidar a toda costa. “Las penas con pan son menos”, apunta entre mordida y mordida al ver mi cara de angustia.

Desde ese lugar privilegiado admiro a mis anchas la prenda de mi devoción: el vestido amarillo de la Barbie Malibú, igualito al de la muñeca que nunca me quiso prestar la odiosa hija de la miss de matemáticas, nomás que de mi talla. Las manos sudorosas, la mirada fija, el alma en un hilo. Colgado en su pedestal de plástico negro, ondeando ligeramente la falda al pasar de las clientas, me deja imaginar que entre nosotros puede haber algo.

Una vez lo bajan a petición de una mocosa desnalgada que a como dé lugar quiere medírselo. La piel se me pone como papel encerado, del puro susto se me abre un hueco grande entre el esternón y las vísceras. Son los diez minutos más largos y afligidos de cuantos vivo durante la espera. El labio me revienta bajo la presión de un colmillo, me jalo los pelos, muerdo el volován de la ruca, entro en pánico y empiezo a caminar en círculos concéntricos de la banca al aparador, del aparador a la banca, atropellando a mi paso al señor de los globos y al merolico. Al final, la escuincla sale del probador con cara de fuchi, a pedir que le enseñen otros vestidos porque ése le queda guango. La respiración se me acompasa cuando mi prenda amada vuelve al sitio de honor en la vitrina.

Todos los días en punto de las ocho apagan las luces de la tienda. En medio del ir y venir de los vendedores, veo descender la pesada cortina de acero a manos de la empleada que se pone de puntitas —la bolsa prensada entre los dientes— y la baja a golpe de pujido. Empuja los pasadores con los pies, se agacha en cuclillas para cerrar los candados y se esfuma del brazo de un galán, sin sospechar que el corazón se me va arrugando despacito por el desconsuelo. En cosa de minutos la calle se queda sola y el abandono me cae encima. Sin nada mejor que hacer me alejo tristeando, aunque consciente de que el objeto de mi deseo duerme sano y salvo al otro lado de la vidriera, esperándome como una bendita promesa de amor.

El sábado llega en remedio de mis tormentos. En cuanto tengo en mi poder el sobre con el pago de la semana, echo carrera para comprar el vestido de una vez por todas. Ahí va la empleada, lo baja

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con mala cara, lo hace bola y lo mete en una bolsa nomás le entrego los cuatrocientos cincuenta pesos a la cajera que me mira burlona. No me importa, salgo deprisa en dirección a mi casa para iniciar el ritual de embellecimiento: depilación con cera, pantimedia de red, rímel súper oscuro con factor de alargamiento, postizo en el pelo sobre la cola de caballo. Luis Miguel se desgañita en el fondo de mi recámara, el humo del cigarro se me mete en los ojos. Acomodo las conchitas de silicón en las copas del bra, me meto en la faja. Hoy, fiesta en el Franco’s.

Aparezco en la sala hecha una impecable muñeca, las uñas perfectas al tono del labial, las cejas oscurecidas con crayón. Mi perfume va dejando una estela igual que los aromas de las grandes divas, soy la mismísima Barbie Malibú, me convenzo al ver la figura reflejada en el ventanal. Mi padre asoma los anteojos por el horizonte de su inseparable periódico, me hace un ademán de despedida al que respondo con un “te quiero pá”. Mi madre me mira con embeleso, lanza un beso sopladito para no arruinarme el maquillaje: Mírate nomás José Felipe, te ves preciosa, me dice mientras salgo radiante y meneadora a festejar mi cumpleaños enfundada en el vestido amarillo más lindo.

FIN

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Y nos fuimos queriendo poquito a poco,

como avanza el reloj; como respira quien no tiene esperanzas.

Eran buenos los tiempos cuando no teníamos prisa

de empezar nada; cuando las apariencias engañaban

pero no nos importaba, pues bastaba tenernos cerca para no tomarlas en cuenta.

Disfrazándonos de santos para compartir pecados.

Era nuestro natural instinto encontrarnos sin motivo,

para andar solos por largo rato como hacen a medianoche los gatos;

para ver la luna y aullarle como lobos, como vagos que viven en las calles

amuebladas de recuerdos.

Para ser instante; ser momento; ser unos o ser otros.

Para que hubiese un futuro.

Un tú y yo.

Antxonito D

iem K

hayyam

Un nosotros.

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os U

nido

s.

…going away on a strange day…

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EL DESERTOR El pasado junio Jim Carrey, que interpreta al

Coronel Stars and Stripes, retiró su apoyo promocional a la película, argumentando que

es “demasiado violenta” y que no es la clase de material que el público de los Estados Unidos

necesita luego de masacres estudiantiles como la de Sandy Hook, Connecticut.

Luego  del  éxito  obtenido  por  Kick-­‐Ass  (2010)  en  las  taquillas,  la  secuela  era  un  hecho.  Este  mes  por  fin  se  estrena  Kick-­‐Ass  2,  una  de  las  cintas  de  superhéroes  más  esperadas  del  año.  La  historia  arranca  prácPcamente  donde  se  quedó  la  anterior:  luego  que  Kick-­‐Ass  (Aaron  Taylor-­‐Johnson)  desmantelara  el  imperio  criminal  de  Frank  D’Amico,  sus  hazañas  han  inspirado  a  un  número  de  personas  a  converPrse  en  vigilantes  enmascarados  para  enfrentar  a  los  malvivientes  de  la  ciudad.  Al  mismo  Pempo,  Chris  D’Amico  (el  ñoñísimo  Christopher  Mintz-­‐Plasse)  ha  adoptado  la  idenPdad  del  supervillano  The  Mother  Fucker  y  busca  ensamblar  un  conPngente  de  rufianes  que  destruyan  a  Kick-­‐Ass,  Hit-­‐Girl  (Chlöe  Grace  Moretz)y  a  todos  sus  aliados.  Así,  se  abre  el  telón  para  lo  que  promete  ser  una  espectacular  guerra  campal.  

Mmm…  Chlöe,  ya  creciste...  

Kick-Ass 2 está inspirada en los cómics Hit-Girl y Kick-Ass 2, creados por Mark Millar y John Romita Jr. Y tiene sus respectivas discrepancias...

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Peter Murphy

x  

Una   autén=ca  leyenda   vivi-­‐ente   se   pre-­‐  senta   este   8  de   agosto   en  el   corazón   de  la   Ciudad   de  México.  

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Peter Murphy: 35 años eclipsando los escenarios.

En 1978 cuatro chicos de Northampton, Inglaterra, no solamente formaron Bauhaus, una de las bandas más in!uyentes en la escena del rock inglés, sino que dieron origen a una corriente musical que nadie se pone de acuerdo en catalogar como goth-rock, darkwave o post-punk. Uno de los fundadores de esta agrupación es Peter Murphy, quien pasó de trabajar en una imprenta a ser considerado “el padrino del rock gótico” prácticamente sin proponérselo (al momento de ser reclutado por el guitarrista Daniel Ash, Murphy no contaba con experiencia alguna interpretando ni escribiendo música). La propuesta de Bauhaus resultó tan inusual que a sólo seis semanas de su formación habían entrado al estudio para grabar su primer sencillo, “Bela Lugosi’s Dead”, que se convirtió en un éxito subterráneo y les ganó un contrato con la legendaria disquera 4AD. Su álbum debut, In the Flat Fields (1980), fue repudiado por la crítica convencional pero tuvo una muy cálida recepción en la escena indie del Reino Unido, y la banda no tardó en alcanzar el reconocimiento internacional. Tres años y tres discos después, Bauhaus se desintegra súbitamente y sus integrantes se embarcan en diversos proyectos, algunos de los cuales han sido exitosos y otros de plano no. Sin embargo, al igual que otros actos han tenido “reuniones”: en 2008, por ejemplo, los integrantes originales grabaron Go Away White, que aunque fue crítica y comercialmente exitoso no los llevó a pisar escenario alguno juntos (y dicen que nunca lo harán).

Sin duda al que mejor le ha ido es al propio Peter Murphy, quien se ha mantenido vigente dentro de la escena durante ya más de tres décadas y ha colaborado como solista

E.J. Valdés

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con "guras de la talla de David Bowie, Trent Reznor, Jeordie White, Mick Karn, KMFDM y Hugh Marsh. A la fecha ha lanzado nueve álbumes por su cuenta (Ninth, de 2011, es el más reciente) y tiene contemplado lanzar el décimo (titulado Lion, tentativamente) en 2014. Desde 2011 ha realizado un par de exitosas giras, la primera para promocionar el lanzamiento de Ninth (como parte de ella se presentó en Puebla en el tristemente desastroso Festival 72810) y la segunda, llamada Mr. Moonlight Tour, para conmemorar los 35 años de la formación de Bauhaus. Es precisamente ésta la que lo trae al Teatro Metropolitan el día 8 de este mes, luego de que se presentara el pasado mayo en el Festival de la Ciudad de México y, antes, se anunciara un concierto suyo a "nales de 2012 que resultó ser fraude (ese Auditorio Blackberry estaba maldito).

B

A

THIS IS BAUHAUS!!!

QWERTY  QWERTY  QWERTY  QWERTY  

Page 21: Revista Letras Raras, agosto 2013

VANS.COM.MX  

Page 22: Revista Letras Raras, agosto 2013

“e m

an in black "ed across the desert, and the gunslinger follow

ed.” —Stephen  King  

Ilustración: Andy Factor

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Gerardo Ugalde Luján

L Los otros libros de...

Ahora que estoy a punto de morir tengo que librarme de ciertos secretos: algunos no tan importantes, otros más de alegría y simpatía que de remordimiento. Uno de ellos es terrible dado el peso de la persona que me lo confió, no sólo como el amigo que era para mí, sino por lo que representa para la gente. Sucedió un día que estaba yo en la taberna, curándomela con una botella de tequila. Juan llegó menos taciturno de lo usual, con una sonrisa que le marcaba más las arrugas, tal vez porque su rostro no estaba acostumbrado a sonreír. Él era un hombre serio, cariñoso con los suyos pero frio e imponente con los extraños, y a veces hasta con los amigos. Me levanté de la mesa para que me notara. Llevábamos tres meses de trato. Cierta afinidad por la literatura escandinava nos obligaba a relacionarnos. Yo empecé la charla con el entusiasmo de tres caballazos; Juan reía de mis palabrotas al describirle pasajes, autores, títulos... Esa vez venía en plan de platicar informalmente; podría decir que se acababa de ganar la lotería. Terminamos la botella, pero nuestra plática no había llegado ni a la mitad. Juan sacó un billete y pidió una cubeta, lo cual me extrañó, pues no creí que fuera un hombre de cervezas. Encendimos unos cigarrillos, guardamos silencio y nos miramos uno al otro, perdidos entre el alcohol y la amistad que une a los borrachos; cómplices tramando algo en una cantina. Sólo que él y yo éramos personas comunes y corrientes. En eso cometí el error de preguntarle sobre sus proyectos (todos le preguntábamos eso cada que lo veíamos); sus ojos no

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estaban enojados, sino que reflejaban una confesión. Acercó la silla a la mesa y apoyó su espalda contra la madera. Con seriedad me dijo:

—La mera verdad es que odio mi nombre.

—¿Por qué, amigo? Yo creo que es tu bien más importante.

—Eso dices tú, porque cuando te nombran no sucede una catarata de halagos, pedimentos y todas esas chingaderas que trae la fama.

—Pero Juan, ¿quién no quisiera ser tú? ¡Mírame! Yo llevo diez libros escritos: poesía, novela, cuentos y ensayo. ¡Ni en mi casa me leen! En cambio, tú eres el mejor escritor de este país. Todos comentan tu novela y tus cuentos. ¡Hasta en el extranjero te aclaman!

Puras pendejadas dicen de mí. Yo a veces quisiera no llamarme Juan Rulfo.

—Nomás dilo, amigo, y yo me quedo con tu reconocimiento.

OMFG!

—Mejor quédate con este pinche secreto que me carcome: yo he publicado más libros, bajo otros nombres.

—¿Eso como para qué?

—Para ver si realmente Juan Rulfo sabe escribir más que su nombre.

—¿Se pueden saber tus otras personalidades?

—Rodrigo Díaz, Eric Rojo y el apenas bautizado Sancho Cornejo.

Jamás los había escuchado mentar, y eso que me consideraba al tanto de la literatura nacional. Después de que él los dijera nuestra plática terminó abruptamente. Yo estaba paralizado, pero sabía que Juan era un bromista de primera y lo dejé pasar, considerando que ambos estábamos más fumigados que las cucarachas y quizá él solamente quería entretenerme. Al final la curiosidad me ganó: realicé las pesquisas pertinentes, y estaba por convencerme de la jugarreta de Rulfo cuando mi hijo encontró un libro de un tal

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Eric Rojo. Un libro de poesía: El viento huele a muerto. Le pregunté a mi muchacho su opinión, la cual expresó con una sonrisa desencajada y la mano tanteando el aire. “Léelo, papá, no soy muy afecto a los versos”. En la mesa, el libro de Eric Rojo, con su tapa roja y la ilustración de unas líneas que simulaban el viento formando una calavera, me obligaba a tomarlo. Salí de la cocina y fui a mi estudio. Encendí dos cigarrillos antes de hojearlo:

Ese sonido que contigo llevas no es más que la suma de aquellos que estuvieron antes, escuchando a su vez tu canto enigmático, lleno

[de mentiras alegrías y penurias. Contradicciones eternas, utilizadas para crear cosmogonías en cada rincón de la parcela. La leche y la miel, la sangre y la hiel; ambas son las promesas del

[nacer y morir a los niños ante el fuego ardiente de las entrañas…

No pude terminar el primer poema: era una total porquería. Desilusionado, me convencí de la buena broma de mi amigo: él no pudo haber mecanografiado esos intentos de profundidad; esos remedos de sueños de alguien que no entendía de literatura. No comenté mi lectura de aquel irrisorio texto con nadie, ni siquiera con él. Continúe mi vida hasta el día de hoy, en que la muerte se ha presentado en mi espejo. Escribo estos recuerdos porque hace un año, en la librería de un viejo, aconteció el desafortunado hallazgo de un libro bajo el título de El agujero, firmado bajo un nombre cuya esencia cifra a un hombre que en otro tiempo escribió con amargura y misticismo Pedro Páramo. Ese nombre era Sancho Cornejo. Compré el libro antes de que el polvo se lo comiera. Llegué a mi casa y me arrojé al sofá. La trama, interesante, iniciaba con un hombre atrapado en un pozo seco, abandonado a su suerte, esperando con desesperación la llegada de otro ser humano. En comparación con los poemas de Eric Rojo (mejor dicho, con el poema, pues apenas leí el primero y arrojé el libro a la basura) la prosa de Cornejo me sabía a cenizas. Era Rulfo, o cuando menos una consecuencia de la treta de aquel borracho… Creo que jamás se sabrá, ya que yo mismo destruí el libro de Sancho Cornejo. Por envidia, y por odio a un hombre egoísta o falto de talento, adorado por millones. El agujero era mejor que El llano en llamas y Pedro Páramo juntos.

F I N

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Mi fe en la humanidad acaba de expirar...

¡Santas películas piteras, Batman!

Pues  sí:  la  espantosa  película  de  Los  Pitufos  (2008)  engendró  una  secuela,  dirigida  por  el  mismo  individuo:  Raja  Gosnell.  Y  sí:  es  igual  de  mala  que  la  primera,  y  aunque  hasta  ahora  le  ha  ido  bastante  mal  con  la  críPca,  el  público  infanPl  ha  hecho  de  ella  un  éxito  en  taquillas,  así  que  no  será  lo  úlPmo  que  veremos  de  estos  personajes  (a  menos  que  se  acabe  el  mundo  antes  del  año  2015  —confiamos  que  así  sea—).  Para  que  te  des  una  idea  del  argumento:  Gargamel  se  ha  converPdo  en  una  celebridad  en  París  gracias  a  sus  talentos  de  hechicero,  pero  resulta  que  se  está  quedando  corto  de  magia  y  para  restaurar  sus  niveles  necesita  hacerse  de  “esencia  de  Pitufo”,  y  para  obtenerla  busca  raptar  a  Pitufina  y  lavarle  el  coco  para  que  le  diga  cómo  hace  Papá  Pitufo  para  producirla…  

 Ay,  no,  qué  horror.  Nos  negamos  a  escribir  más  al  respecto.  

Otra  película  chafa  que  se  avecina  es  Percy  Jackson  y  el  Océano  de  Monstruos.  

¡ U G H !!26

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TRAGEDIA AZUL

Rengo Ávila

Domingo, 26 de mayo, 10:00 pm.

 ¡Canta  oh  diosa  la  cólera  del  pueblo  azul!    

No lo podía creer, simplemente era inaudito. La suerte estaba echada, el mundo se vino abajo en cuatro minutos. Recordó a su padre, sus consejos, sus regaños. “Si algo puede salir mal, saldrá mal”. El escenario estaba puesto, las piezas se acomodaron; definitivamente no era su noche.

  Lo   supo   desde   que   amaneció,   el   sabor   amargo   de   su   saliva,   la   jaqueca,   la  maldita  jaqueca.  Ni  la  pasta  de  dientes,  ni  el  enjuague  bucal  funcionaba,  el  maldito  sabor  no  se  iba.  Chicles,  pasPllas,  un  ligero  desayuno.  No.    

 La  calma  antes  de  la  tempestad  siempre  lo  incomodaba,  nunca  supo  manejar  los  nervios.  El  Profe,  con  su  opico  hablar  pausado,  levantaba  el  ánimo  del  equipo.  Todo   era   confianza   y   seguridad   entre   sus   compañeros.   Él,   disimulaba,   la  mirada  esquiva,  el  ceño  fruncido.  El  sabor  amargo  en  la  boca  persisoa.  Sabe  a  bilis,  pensó.    

 Padre  nuestro  que  estás  en  los  cielos…  La  mano  de  un  uPlero  estrechó  fuerte  la   suya,   se   sinPó   incómodo,   la   mano   sudaba.   Comenzó   a   temblar,   la   mano   lo  afianzó  con  mayor  fuerza.  Amén.  ¡Vamos,  vamos;  azul,  azul!  Todo  era  efusividad.    

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  Sin   embargo,   el   sabor   amargo   en   su  boca  no  se  iba.    

 La  mano  del  Profe  rodeó  su  cuello.  Hoy  es  la  noche,  nuestra  noche;  tu  noche.  Por  su  espalda  sinPó  el  recorrido  del  sudor  frío.  Una  palmada.  ¡Órale,  a  romperse  la  madre!    Como  si  de  un  largo  letargo  despertara,  escuchó  el  rugir  del  estadio  (¡Vamos,  vamos  ame…!),  vio  las  banderas  amarillas  ondeando  en  el  aire;  se  sinPó  pequeño,  jamás  en  la  vida  se  había  senPdo  tan  indefenso.    

 ¡Cuatro  minutos  más,  échenle  huevos,  cabrones!,  escuchó  al  enérgico  capitán,  que  esPraba  sus  piernas,  consecuencia  de  los  calambres  y  una  mala  preparación  tsica.  Miró  la  pantalla  gigante,  el  marcador  señalaba  un  raquíPco  2-­‐1,  marcador  global  (¡Vamos,  vamos  ame…!).    

 Tiro  de  esquina.  Como  una  ciudad  amurallada,  el  asedio  cimbraba  los  goznes  de  las  puertas.  Las  catapultas  apuntaban  hacia  el  corazón  del  área.    

  El   estadio   rugía,   las   banderas   amarillas   se   baoan   como   las   alas   de   un   ave  depredadora.  Se  sinPó  ausente.  Empellones,  manotazos,  la  lluvia  (¿acaso  el  sudor?)  enfriaba  su  espalda  y  nublaba  su  visión.    

 Tiempo  después  me  confesó  que  sólo  se  lanzó,  nunca  miró  la  pelota.  Tendido,  sobre  el  césped,  quedó  como  ausente.  Como  balde  de  agua  fría  lo  devolvió  a  su  siPo  el   contacto   de   unas   manos   frías.   ¡La   cagaste   cabrón,   iba   para   afuera!  ¡Goooooooooooooooool!  Pandemonium.    

 Los  once  pasos  al  paobulo.    

 De  nuevo,  el  fantasma  de  su  padre  llenaba  su  mente.  Si  algo  puede  salir  mal,  saldrá  mal.  No  debía  fallar.  Su  mirada  perdida  se  asemejaba  a  la  de  un  condenado  que  camina   la  milla  de   la  muerte.  Se  encomendó  a  un  dios  en  el  que  no  creía.   La  playera  empapada  dejaba  ver  una  respiración  frenéPca.  Miraba  fijamente  el  balón,    

tomó  poco  impulso;  todo  quedó  paralizado,  el  rugido  en  el  estadio  cesó,  las  banderas  descansaron,  la  lluvia  amainó.  Mordió  sus  labios,  pateó  con  

todas   sus   fuerzas.   El   sabor   amargo   seguía   ahí   con   el  recuerdo  de  su  padre.    

  ¡Vamos,   vamos   ame…   que   esta   noche,   tenemos  que  ganar!    

F I N

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TARJA TURUNEN

Colours   in   the   Dark,   el   nuevo   álbum   de  Tarja  Turunen,   sale  al  mercado  a  finales  de   este   mes.   “Never   Enough”   es   el  primer  sencillo  que  se  desprende  de  esta  producción,   y   la   neta   suena   chidísimo,  así   que   no   dejes   de   echarle   un   ojo   (o  mejor  una  oreja)  a  lo  más  reciente  de  la  ex-­‐vocalista  de  Nightwish.  

El  año  pasado  el  cineasta  español  Pablo  Berger  (¡qué  apellido  tan  Berger!)  se  aventó  una  interesanosima  adaptación  de  Blancanieves,  el  cuento  clásico  de  los  hermanos  Grimm.  Su  filme  sitúa  los  eventos  en  la  Andalucía  de  los  años  20  y  cuenta  con  las  actuaciones  estelares  de  Maribel  Verdú  como  Encarna  (la  madrastra  malvada),  Daniel  Giménez  Cacho  como  Antonio  Villalta  (el  padre)  y  Macarena  García  como  Carmen  (Blancanieves).  Rodada  en  blanco  y  negro  y  en  silencio  (muy  al  esPlo  de  The  ArOst),  la  cinta  fue  merecedora  del  Academy  Award  a  la  mejor  película  extranjera  y  recibió  diez  premios  Goya,  sin  embargo,  es  hasta  ahora  que  llega  a  los  cines  mexicanos,  así  que  es  una  muy  buena  oportunidad  de  verla  si  no  es  que  ya  la  conseguiste  en  DVD  o  Blu-­‐Ray.  Si  te  gustan  las  adaptaciones  medio  retorcidas  de  clásicos  literarios  (y  clásicos  literarios  infanPles,  sobre  todo)  esta  película  es  para  P.  

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N  R  M  L  A  C  B  H  S  I  

M  P  Z  R  E  M  E  T  J  E  

I  N  Y  A  S  A  N  A  U  Z  

U  D  A  D  C  N  H  N  P  L  

X  L  O  S  T  Y  D  T  R  R  

E  D  D  E  B  M  C  M  C  D  

T  O  N  I  D  T  O  A  E  I  

O  R  R  S  N  Z  I  A  O  N  

M  Z  I  V  R  Q  K  N  Z  H  

C  G  U  A  D  O  L  N  R  I  

W  H  J  U  S  P  E  X  I  K  

E  T  A  E  A  T  Z  V  Y  N  

N  B  S  R  V  G  G  O  C  B  

N  A  I  D  E  M  O  C  M  O  

N  A  R  C  H  I  E  T  I  L  

E  K  A  H  C  S  R  O  R  I  

RORSCHARCH  –  MANHATTAN  –  OZYMANDIAS  –  VEIDT  –  ARCHIE  —  COMEDIAN  —  JUSPECZYK  —MINUTEMEN  

¡No dejes de enviarnos la solución!

Este  mes  nuestra  tradicional  Sopa  de  Letras  viene  inspirada  en...  

Encuentra  a  todos  los  personajes:  

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Camilo  Sánchez  Guevara     “Nació   en  el   limbo   y   se   crió   en  una   isla   desierta.   Cambió   su   residencia   a   la  

amnesia  y  fue  trapecista  de  doctrinas  y  hombre  camaleón  en  un  circo  iPnerante.  Se  enroló  en  un  ejército  de  auPstas  y  desertó  en  la  primera  ocasión  que  tuvo,  huyendo  de  la  guerra.  Actualmente  reside  en  la  espera.”  

Antxonito  Diem  Khayyam    Radicado  en  Mérida,  Yucatán.  Estudiante  de  la  carrera  de  Artes  Escénicas  en  

la  Escuela  Superior  de  Artes  de  Yucatán.  

María  Luisa  Deles    Ha  escrito  para  el  periódico  Intolerancia  y  la  revista  Insumisas.  Ha  parPcipado  

en  diversos  talleres  de  creación  literaria  en  el  estado  de  Puebla.  Actualmente  forma  parte  del  taller  de  escritura  creaPva  Duermevela  Casa  de  Alteración  de  Hábitos.  

Gerardo  Ugalde  Luján     Lector,   escritor   y   hacedor   de   cortometrajes.   Creador   de   Tortura   Films.  

Actualmente  está  escribiendo  su  cuarto  volumen  de  cuentos.  

Aarón  “Rengo”  Ávila  Pérez     Licenciado   en   Letras   Hispanas   por   la   UAM,   unidad   Iztapalapa.   Editor   de  

Hybrid2Magazine.   Ha   colaborado   con   reseñas  musicales,   relatos   breves,   crónica   y  poesía  en  las  revistas  digitales  TvMiCiudad  y  Letras  Raras.  

E.J.  Valdés    Tu  amigable  escritor  de  vecindario.  Escribe  la  columna  “Libros  y  Otros  Viajes”  

para  la  revista  Effetá.  Locutor  del  programa  Códex  en  Radio  Plaza  Juárez.  Seis  veces  ganador  de  premios  de  creación  literaria  del  ITESM.  Afamado  perverPdo.  

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H e r M a j e s t y ’ s -­‐    E    n    t    e    r    t    a    i    n    m    e    t    -­‐  

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