Revista Letras Raras, abril 2012

Literatura – Música – Entretenimiento – Todo lo demás D

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1 Ejemplar digital gratuito.

L E T R A S

RARAS

r e v i s t a

PA R E N T A L

EXPLICIT LITERATURE

A D V I S O R Y

LITERATURA –3– El Océano Celeste –10– Pueblo con Frontón

–16– ¿Qué pasó con los Misfits? –17– Epica –18– The Toy Dolls

–19– Wrath of the Titans –20– ¡Ay, Blanca Nieves! –21– The Avengers

–22– Laberinto –23– Sopa de Letras

MÚSICA

CINE

ENTRETENIMIENTO

Hmmm... Se ve interesante...

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- R E V I S T A L E T R A S R A R A S -

ABRIL El nombre de este mes proviene del latín Aprilis, aunque los motivos que tuvieron los antiguos romanos para bautizarle no están del todo claros. Hay quien dice que viene de aperire, que signi=ica ‘abrir’, esto porque es uno de los dos meses que abrían el año, o bien, porque es la temporada en que ‘abren’ las =lores. Otros aseguran que así como marzo es alusivo a Marte, dios de la guerra, abril, o aphrilis, lo sería a la despampanante Afrodita.

Yo fui un poquito más allá y dije que abril

provenía de un héroe mitológico llamado

Apru, aunque la verdad es que me lo inventé.

(1785 – 1863)

©Matt Groening

¡Anda la osa! ¡Es Jacob Grimm! El mayor de los hermanos que escribieron y compilaron cuentos clásicos como Rapunzel, Hansel &

Gretel, Cenicienta y Blanca Nieves.

Igual se aventaron un diccionario que es al alemán lo

que el Diccionario de la RAE al castellano.

Literatura – Música – Entretenimiento – Todo lo demás

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EL OCÉANO

CELESTE!:J:I:M:M

:

Martes, 20 de marzo del 2012.

―¡Qué bonito día! ―exclamó Dani, y Sofi y yo asentimos, y no nos cansamos de repetirlo― ¡Qué día tan bonito! ―compartiendo sushi y ensalada, cada cual descansando en su esfera de piedra. Hablamos de The Big Bang Theory, de lo injusto que es que cierren la Biblioteca Vasconcelos por el cumpleaños de Benito Juárez (¿creen que en los festivos no hay quien quiera ir a leer?), de las genealogías nostálgicas, de las clases de hoy, que son geniales, mientras (yo) cantaba algo de Mecano al acordarme del temblor de hace unas horas (“…todo el mundo miraba arriba / y es que detrás del sol, apareció una mujer de Dios…”)

―Los andenes del metro serpentearon como si fueran de gelatina ―nos contó Dani― y, de pronto, se fue la luz; todos a correr y a gritar, pero “cálmense; es más seguro quedarnos en el andén” declamó una señora cuyo instinto maternal afloró ante el mundo. Oscuridad, oscilación y altavoces: “¡permanezcan junto al muro!” (el plástico vasito no dejaba de gotear su salsa de soya en mis dedos). Mas, ¿quién tiembla? ¿Por qué algunos sintieron el temblor y otros no? O, dicho de otra forma, ¿en la mente de quién tembló? (Buena pregunta para la clase de teoría del conocimiento). A fin de cuentas, “no importa” en la mente de quién, pues estamos más allá del espacio de las causas, del ámbito del objeto; “estamos” donde a cada sujeto le es imposible pensarse como sujeto real, y, así, el sujeto queda relegado del universo a “un lugar” donde ya no importa el quién, donde toda particularidad o cosa pensable pierde sentido. En lo que a mí respecta, lo más importante es que hoy descubrí que soy como el día de hoy ―así me describió Daniela―.

Caminando de regreso a la clase del Dr. Rivas (Kant, la noche, la hojarasca…) me di cuenta de que no he visto un cielo tan hermoso en mi vida toda. Se pueden aludir muchas razones pensadas a posteriori; el resto del día pocos salieron a las calles por miedo a las réplicas con lo que ello implica a favor de la calidad del aire; aquella

fue también la primera tarde primaveral. Se pueden inventar o descubrir muchísimas razones, como he dicho, y por cierto ninguna verdadera. Aquellas nubes leves, aquellas inmensas aves celestiales, se han ido ya; se han ido… a aquel lugar de donde nadie vuelve nunca.

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Dicen los estoicos que cuando los planetas regresan al mismo signo celeste donde cada uno se encontraba al momento en que el mundo se formó, en periodos de 7empo

determinados, causan de nuevo la conflagración y destrucción de los seres que existen. Nuevamente el mundo vuelve… al inicio y, cuando las estrellas se mueven de nuevo de la misma manera, cada uno de los seres que surgieron en los periodos pasados

cumple con su come7do de manera indiscernible. En efecto Sócrates y Platón

exis7rán de nuevo, y así mismo cada uno de los seres humanos… con los mismos amigos y conciudadanos: sufrirán las mismas cosas, encontrarán las mismas cosas, y pondrán su mano sobre las mismas cosas; y cada ciudad, pueblo y pedazo de 7erra serán reconstruidos. La reconstrucción sucede, no una vez, sino muchas, más bien, los mismos seres… son

reconstruidos un número infinito de veces y sin fin. No estando sujetos a ser destruidos, los dioses, gracias a su entendimiento de este

periodo, conocen a par7r del todo lo que será en los periodos subsecuentes. En efecto, nada extraño habrá en comparación con lo que

exis7ó antes, sino que todo será de la misma manera, indiscerniblemente y hasta en los más

mínimos detalles. Nemesio de Emesa.

De Natura Hominis.

Hubo un tiempo en que creí que el cielo era de agua. ¡Cuánta agua! (recuerdo exclamó el amiguito a quien le dije). El océano celeste debe ser el más grande de todos; y si es tan inmenso allí debe vivir alguien, y no sólo alguien, pues es inconcebible tanta soledad. Si Dios existe y es uno e infinito, infinita debe ser también su soledad; no puedo (nadie puede) imaginar tanta tristeza. En cambio, los habitantes del océano

celeste no están solos, y les gusta mucho dialogar entre sí. De cada uno de sus diálogos surge un mundo, así como en el nuestro cada relato es un génesis. En e fec to, cr eamos mundos y los plasmamos en nuestra literatura; y ¿qué impide que sus personajes estén vivos, tan vivos o más que nosotros? ¿Por qué es más fuerte la conjetura de que aquel que tengo enfrente es “más real” y está “más vivo” que el que leo en un libro? Para mí es más real Josef K. que la mayoría de los hombres de esta tierra, y eso que no he visto o imaginado su rostro (aunque ahora que lo imagino, no es unívoco, como tampoco son una persona las personas de los sueños; se parece a Kafka, se parece a mí); a lo que voy es que a miles de millones no los he visto ni los veré, y, por eso, un personaje literario es más real que ellos (si es que “existen”), así como Humpty Dumpty es más filosofo que el autor, terrícola y genial, cuyo libro está a la mano pero ya jamás leeré (recordemos la actitud


toda de Borges ante las bibliotecas; el paraíso ahí, presente y ausente, enfrente e intocable: inabarcable).

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En el océano celeste viven seres de cuyas literaturas somos personajes. Pero ellos no escriben; imaginan y conversan ―cada conversación: un mundo― pues en su “lenguaje” no hay palabras; y, aún así, podemos imaginar lo que uno le está diciendo a otro:

―¿Qué me habías dicho de la esfera superior ―preguntó Tzbanizpal a Ursup― donde todo es disperso y entrecortado?

Ursup se acicaló la barba durante milenios, y después le dijo: ―Déjame acordarme, mi memoria es mala.

Tzbanizpal esperó diez mil años y algunos miles más, paciente e impaciente, hasta que Ursup respondió, recogiendo sus blancos mantos que tan guangos le quedaban: ―Allá en la esfera de arriba, donde todo es distinto y abigarrado, viven hombres como tú y como yo; hombres que fluyen por las venas de la esfera, así como tú y yo por las corrientes del aér. A esas venas llaman ríos, y a veces, flotando en ellas, llegan al mar; así es como ellos llaman a lo azul que rodea todo y es reflejo del verdadero océano, nuestro hogar.

―Aquello que me cuentas es extraño ―reflexionó Tzbanizpal― pues, ¿qué mueve a esos hombres? ¿Qué los hace fluir como aquí las nubes, que son lo único que

fluye en la gran corriente?

A lo que Ursup respondió: ―Es curioso que lo preguntes, pues ni ellos mismos se ponen de acuerdo en lo que es. Nosotros podemos saberlo, yo te lo puedo decir, pero si alguien de allá arriba imaginara escucharnos y quisiera contárselo a sus amigos, siempre encontraría

que son fuerzas discordantes lo que los mueve.

Entonces Ursup contó a Tzbanizpal la razón que mueve a los hombres, y luego dijo: ―Pero imaginemos que uno de ellos nos imagina, entonces no podríamos decirle la razón real de su fluir que acabamos de mencionar. Tendríamos que inventar algo, que al menos se componga de dos partes, para que él entienda ―crea entender en su imaginación al imaginarnos― la causa de su ser, su movimiento, o como a veces lo llaman ellos: devenir. Imaginemos, pues, dos principios opuestos el uno al otro y ambos infinitos, como dos océanos que limitan a cada hombre y a todos los hombres en conjunto, uno a cada lado. Uno se llama frío y el otro calor. Cada uno de los hombres y todos en conjunto tratan de huir del frío y del calor, pero al huir de uno anhelan el otro, y ya en él, si se adentran mucho extrañan al otro.



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―Qué curiosas nociones ―confesó Tzbanizpal― opuestas la una a la otra, no las entiendo; y ¿qué es eso de anhelo y extrañamiento? ―A lo que Ursup respondió― ambas son una especie de sufrimiento, de necesidad, de querer estar en otro lugar; algo que tú y yo no necesitamos entender pero debemos figurarnos como el motor de sus vidas, ya que ellos no conocen lo homogéneo. Como ves, la esfera superior es entrecortada y abigarrada. Hay cumbres y colores, valles y mezcla. Lo azul se esparce en lo otro tornándose verde y rojo. Y lo de aquí abajo sólo lo conocen por el movimiento de nubes y estrellas. Cuando alguno quiere bajar y alcanzarnos, escala una montaña y siente frío. Cuando otro quiere subir al interior hasta encontrar lo brillante, siente

―La muerte, el deseo, que conceptos tan extraños te inventas para dar sentido a esos ingenuos seres.

―Aunque aquello todo es falso, y tú y yo, amigo, lo sabemos, ellos no podrían imaginárselo de otra manera. Por eso imaginan que hay muerte y deseo, y oposición, y hasta lo opuesto a la oposición, que ellos llaman identidad. Como su mundo es heterogéneo y abigarrado, no podrían conocer su causa, como la acabamos de enunciar hace un momento.

calor y anhela el aire. El anhelo es deseo del futuro, y el extrañamiento del pasado; el deseo es lo mismo que lo otro: el lugar o el estado en el que ellos no están. Pero, incluso al deseo pueden encontrarle un opuesto, ¡ay, tan ingeniosos seres, como tú y yo pero dispersos y mezclados! A su opuesto lo llaman placer, satisfacción: sensación de estar en casa, abstracción de ser como nosotros. Se aprecia que todo se reduce para ellos a frío y calor, sin importar cual sea tal; ya sea el deseo un frío o un calor, y su opuesto lo opuesto, ya sea el futuro un calor y el pasado un frío; o el presente aquello diferente a pasado o futuro (sentido como frío o calor, indiferentemente). Y, cosa curiosa, a aquello que llaman presente, que es propiamente el estar en casa, lo sienten a veces como el no estar en casa. Están destinados a ir siempre hacia lo opuesto, y aunque no quieran, siempre van hacia la muerte, que es lo opuesto en sí.

―Muy bien ―dijo Tzbanizpal― pero eso no explica muchas cosas. Los he visto estremecerse, a cada uno y en conjunto, como hormigas en un

BORGES GREATEST HITS!

*El Aleph* *El Sur*

*La Casa de Asterión* *La Biblioteca de Babel*

*El Libro de Arena* *Las Ruinas Circulares*

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hormiguero, como huracanes y tempestades, como la lluvia que cae. Juntándose y persiguiéndose, separándose y huyendo (para seguir con los conceptos duales que estamos usando al describirlos). La simple oposición de dos conceptos no explica su errar.

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―Y es por eso que ellos se han visto a sí mismos en los planetas ―observó Ursup― y se han figurado a aquellos como su propio reflejo. Pero ya que lo preguntas sin preguntar he aquí una respuesta a tu inquietud, obviamente recordando que es una respuesta que ellos mismos se darían a sí mismos al imaginarnos imaginándolos, pues ellos no pueden ir más allá. Al ellos sentir una especie de deseo uno por otro, que no es más que la tendencia de su trayectoria (pues recordemos que ellos siempre fluyen) hacia otro de ellos mismos, pero, no atreviéndose a ir hacia el otro, han llegado incluso a figurarse que hay dos especies de trayectoria (he aquí otra escisión) una real y otra imaginaria, donde la real tiende a ser como la imaginaria sin lograrlo, y a esa tendencia llaman ellos atracción. Cuando la trayectoria real es imaginada como uniéndose en un punto con la imaginaria, aunque sea en un futuro lejano o un lugar inalcanzable, hay cierta fluctuación entre lo que es y lo que no es, confundiéndose lo real y lo imaginario. A esa fluctuación llaman amor, donde ellos ven, además, que se logra su anhelo más ferviente: la unificación; es decir, un deseo y un placer sentidos al mismo tiempo como algo individual. Esto no deja de ser imaginación; para que obtenga realidad, aquel otro al que uno tiende debe tender también a uno sintiendo la misma fluctuación y, al encontrarse ambos, parece el amor ser real, o sea, amor consumado. Pero he aquí un problema, cuando el amor se consuma, es decir, se fija, se torna la fluctuación de cada uno en algo más: dicha fijación de la fluctuación es la nada en sí misma, pues ya no hay oposición que dé realidad a la vida de esos seres duales; pero, a la vez, al ellos existir son algo, dando lugar a una nueva fluctuación: fluctuación existencial. Ambas fluctuaciones son sensaciones de lo infinito. Pero la primera, el amor, es sensación de un infinito imaginario; mientras la segunda, la plena existencia o el amor consumado, debe ser un infinito “real”, lo cual es imposible y, sin embargo, a veces sucede, lo cual es incongruente, inexpresable, y entonces, la plena existencia es paradójica en sí presentándose al ser como la sensación de existir y no existir al mismo tiempo; como la sensación del infinito: donde el ser toca a su opuesto, el no ser. Las circularidades que de ello emanan son el primer símbolo intelectual de aquellos seres; pero he aquí otro símbolo primero que también han dibujado desde su prehistoria; símbolo de lo opuesto, de la muerte, del deseo: el laberinto.

―En efecto la esfera superior es también un laberinto ―continuó Ursup, después de una pausa reflexiva de dos mil años y unos cientos más, en la que Tzbanizpal guardó silencio paciente― y es fácil ver porqué se han construido,


para ellos mismos, filosofías tan complicadas, donde a veces el cielo es la morada de lo real de lo que ellos son meras copias, o donde es espejo fiel, o donde es una simple extensión de su mundo, la esfera laberíntica, de montañas y valles, ríos y desiertos: colores; pues con sus máquinas han creído surcarlo y superarlo.

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―Mas no te olvides de la otra manera de hacer filosofía, una cuarta forma que debe añadirse a las tres que ya mencionaste ―precisó Tzbanizpal― pues aquellas son maneras pasivas de ver al mundo; he aquí una activa: en tanto ellos conocen y embarran al mundo de sí, también se embarran de mundo, también el mundo se adhiere a ellos ya no como lo otro. Entonces, alegres bailan, celebran ritos, se unen al mundo en amor y consuman dicho amor en el clímax de sus ritos. Vivir para aquello es la actitud religiosa, y es la forma activa de entregarse al mundo; lo que podríamos propiamente llamar filosofía laberíntica. Déjame completar tu relato de la única manera que se me ocurre, que es expresando una de las infinitas maneras en que alguno de ellos podría ―ahora― describirnos a nosotros y nuestro hogar más allá de toda pretensión unificadora u ordenadora (al menos adrede); algo que ellos, al parecer, llaman actitud poética:

Quiero levantar una queja: ¡esta página tiene demasiadas letras!

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¿Qué es el cielo? Infinito azul. Infinita gama de tonos que se tornan, de pronto, en un abismo oscuro. ¿Qué es el cielo? Aquel mar surcado por un fuego central circular que genera la luz y el tiempo. Es un mar de donde no cae agua, cuyo fondo es el incógnito infinito en el que viven las estrellas, submarinas criaturas. Un mundo de aves y peces, y otros animales. Aquél día vi millones, en parvada, sumergiéndose hasta el infinito. Y también hay hombres y mujeres, con danzas y espasmos; con amores y decepciones: ilusiones que, como algunas de las nuestras, no serán jamás. Y es que el cielo es lo inalcanzable; ni la más filosa cumbre de la montaña más alta se sumerge en


él. Aunque, a veces, algún habitante celeste, distraído o quedándose dormido, se eleva demasiado en aquel su mar (pues ellos flotan, y allá es arriba lo que acá abajo) e, incapaz de regresar, cae a nuestra tierra y ocurre lo inesperado. De cuando en cuando lo imposible sucede. Es por eso el cielo es un mar de interminables aguas e infinitos habitantes. Infinitos eventos inesperados aguardando a suceder.

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Veo las estrellas e imagino aquellos seres ―habitantes del océano celeste― sintiéndolas al nadar bajo sus pies, siempre puntuales y brillantes cual diamantes. Aquellos no conocen ni el frío, ni el calor, pero sí la vibración de las estrellas ―cada una entonando una nota―. Aquellos se divierten enmarañando constelaciones y deshaciendo nebulosas pues el tiempo no es impedimento. A veces, aquí también se quiebra el tiempo. A veces nos caen gotas invisibles de aquel mar, y, extrañados, notamos que el destino trasciende al tiempo, que el tiempo mismo está en otro tiempo, yendo más rápido o lento, tornando devenir en ir.

Contemplo extático la azul luz, diáfana, profunda... Me pregunto si los pliegues nebulares se encadenan a nosotros. Me afirmo que las aguas de aquel celestial mar contienen providencia en su sustancia. Que el cielo es representación de las mentes todas; el cielo, tan adentro de cada uno, a todos envuelve pero nadie logra asir. Qué alegría jugar cada noche a coger las joyas a tus pies, cual pececillos plateados de un

F I N

Así como en Grecia Atlas sostiene el cielo, en la tradición tolteca y

maya Atlanteótl carga con el océano celeste.

cálido mar cuyas radas mojan cuevas de islas recónditas yéndose al horizonte en los atardeceres. Aquel miedo ancestral de las noches, aquella inquietud, se torna en misterio. ¡Sentimiento de estar vivo! ¡Sensación de estar despierto al tiempo que todos están dormidos! Pues aún yace en mí y a mi alrededor, cobijándome, el sentir de un algo más que jamás develaré.


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Las pasadas vacaciones de verano me dediqué a recorrer los pueblos dispersos a lo largo la línea que divide Puebla de Tlaxcala, adentrándome por sus costumbres, su historia, su gastronomía y su folclor. Siendo muchos de éstos pequeños y no del todo pintorescos, apenas dedicaba un día o la mitad del mismo a caminar por sus calles antes de tomar el autobús al siguiente poblado. No obstante, hubo algunos sitios que encontré lo suficientemente atractivos como para invertir un par de jornadas en su exploración. De estos lugares el más memorable fue uno ubicado a unos cinco kilómetros al sur de la autopista interestatal 27, el cual tenía la peculiaridad de contar con un colosal frontón a sus afueras, mismo que sobresalía a lo lejos incluso más que el campanario y la cúpula roja de la iglesia.

PUEB

LO C

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RONT

ÓN

Arribé a esta localidad pasado el medio día. El autobús me dejó en la parada junto al quiosco y lo primero que hice al coger mi mochila fue ir a conocer esta magnífica cancha. Sus verdes muros rebasaban los diez metros de altura, y las líneas pintadas en la pared izquierda y el suelo marcaban la distancia reglamentaria de cincuenta y cuatro metros entre la principal y el rebote que, por supuesto, contaban con las faltas correspondientes. Los intensos colores de la pintura sugerían una construcción reciente, o bien, un concienzudo mantenimiento de esta instalación. Mientras rodeaba la megalítica estructura divisé a una solitaria mujer sentada en la acera vendiendo nopales bajo el sol vespertino. Hambriento de conversación, me acerqué a ella.

–En este pueblo deben practicar el frontenis –le dije.

E.J. Valdés

Espantando las moscas que, tercas, buscaban posar sus patas en las pencas apiladas cual tortillas, ella respondió:

–No, señor, aquí lo que se juega es bádminton, el frontón es para los ricos que ocasionalmente vienen a participar en los encuentros de cesta punta, pala corta y pelota paleta.

–¿Los ricos, dice?

–Sí, los ricos.

–Vaya, ¿y cada cuándo vienen a jugar?

–La verdad es que eso nadie lo sabe. Desde que construyeron la cancha hace unos siete años


ellos solamente llegan, practican su deporte y se marchan dejando todo como si nunca hubiesen estado aquí. Se dice que vienen de unas comunidades al oeste del Cerro del Cono, donde nunca se aprobó la legislación que permite la construcción y uso del frontón. Así como puede que se aparezcan mañana, es también probable que lo hagan pasado mañana, la semana que entra, dentro de un mes, el próximo año, o que sencillamente ya no vuelvan nunca.

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Las palabras de la mujer me llenaron de un añejo entusiasmo, pues cuando era joven había sido capitán de la escuadra de frontenis de la preparatoria, de modo que, ilusionado con participar en los encuentros de estos misteriosos ricos, decidí quedarme un par de días en el pueblo con la esperanza de que éstos arribaran a jugar. Mientras ello sucedía podría conocer un poco más de la

localidad y quizá trabar amistad con sus habitantes.

Agradecí a la señora por la información, no sin verme obligado a rechazar la oferta que me hacía de venderme un kilo de sus nopales, pues las moscas ya ganaban la guerra contra sus morenas manos. Echándome la mochila al hombro caminé hasta la plaza principal. Una vez allí pregunté a un bolero dónde podía pasar la noche y éste me dirigió con un hombre chaparro y bonachón, quien pronto se ofreció a alojarme en su casa a cambio de jugar dos partidas de damas chinas con él. Acepté con gusto la oferta y lo seguí hasta un acogedor domicilio de adobe y teja como los hay tantos por estas regiones. Ocupé una habitación provista de un cómodo colchón y una acolchada cómoda, la cual, según me explicó mi anfitrión, perteneció anteriormente a uno de sus hijos que se había marchado a la guerra para jamás volver. Conmovido por esta anécdota, le expresé mis condolencias y oferté marcharme para no ensuciar los aposentos de su perdido vástago, pero el hombre, sonriendo, reiteró que era más que bienvenido en su hogar.

Una vez instalado pasé al sanitario, cambié mis ropas y me enfrasqué en un prolongado juego de damas chinas, mismo que, por respeto, me abstuve de ganar. Luego, caída la noche, bebimos café de la

olla y charlamos de libros y mujeres. Nos despedimos pasadas las once, con el cansancio palpable en las miradas, y nos fuimos a dormir. Esa madrugada quise soñar que saltaba la cuerda en el patio de mi infancia, pero terminé corriendo un onírico maratón por las calles de Buenos Aires, ciudad que a la fecha no tengo el gusto de conocer.


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Los ladridos de un perro me despertaron a eso de las nueve. Sacudiéndome la pereza, tomé una ducha y acompañé a mi anfitrión a almorzar al mercado municipal. Ocupamos una banca en una fonda y mientras bebíamos atole de pistache le pregunté por las costumbres culinarias de la región. El hombre se confesó poco versado en esos temas y llamó a la cocinera del establecimiento, quien gustosa ocupó una silla frente a mí y se sumó a la conversación. Me explicó que la especialidad del pueblo eran los guisos verdes: chilaquiles verdes, enchiladas verdes, carne de puerco en salsa verde, ensalada verde, estofado de ternera al cilantro, crema de chile poblano, calabazas hervidas, nopales asados, puré de chayote, mole verde, pollo en pipián, pepinos frescos con sal, charalitos en salsa de tomate verde y cuanto platillo contemplase ingredientes de este color que, por cierto, se daban muy bien en las parcelas e invernaderos de todo el valle. Las bebidas por igual ostentaban esta coloración, como el agua de tuna, el jugo de col y las limonadas, muy populares entre los niños, al igual que el postre verde por excelencia: la nieve de limón. Incluso me contó que todos los años, a finales de marzo, se llevaba a cabo la feria patronal, durante la cual cientos de visitantes se deleitaban con los muchos manjares verdes que se ofrecían en los puestos de comida. Aquellas fechas, por cierto, eran también muy especiales para el deporte, pues era cuando se llevaba a cabo el Torneo Intermunicipal de Bádminton, evento que convocaba a jugadores de todo el país y que repartía generosas sumas de dinero entre los ganadores.

Al escucharla referirse a las raquetas recordé el propósito de mi estancia y, tras agradecerle por el desayuno, me excusé y me dirigí hacia el magnífico frontón, que encontré tan silencioso como el día anterior. Frente a la cancha se encontraba la señora de los nopales, inmutable cual centinela. Al verme me invitó a tomar siento junto a ella y charlamos un poco. Me contó que durante su juventud había estudiado filosofía en la Universidad de la Gran Ciudad y que había escrito y leído miles de millones de páginas hasta que, luego de años de reflexión y pensamiento, llegó a la conclusión de que el único propósito en la vida es vender productos en las calles como hacía ella con sus nopales. Por mi parte, le dije que veía la filosofía como una enfermedad que ensombrecía el mundo para la cual el único remedio era la medicina, que era precisamente la carrera que yo practicaba. Al caer en cuenta que nuestros pensamientos eran tan contrarios optamos por no hablar más y permanecimos sentados al filo de la banqueta, contemplando las progresiones de las nubes. Al cabo de un rato me dio hambre y me despedí para ir en busca de alimento.

Ocupé una mesa en una cocina de aspecto y aroma agradables y ordené un plato de calabazas a la mantequilla y un refresco de toronja. Mientras comía escuché la conversación que sostenían un par de ancianos a mis espaldas. Debatían sobre un artículo publicado en el semanario astronómico, el cual afirmaba que la sonda Ícaro, que orbitaba Saturno, recién había enviado al Centro Espacial una enigmática fotografía en la cual aparecía un hámster


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corriendo sobre los anillos del planeta. Uno de los hombres insistía en que esto no era posible puesto que estos animales se habían extinto hacía más de ocho décadas, mientras que el otro, de profunda voz, aseguraba que lo escrito, aunque factible, estaba errado, puesto que los que corren por los anillos de Saturno son los equinos y no los roedores. Puse atención a los argumentos que intercambiaban a favor de sus respectivas hipótesis, pero lamentablemente no me enteré de quién resultó vencedor pues terminé de comer y hube de retirarme.

El resto de la tarde lo pasé caminando en círculos por la plaza principal, al ritmo que marcaba un conjunto de tubas que tocaba en el quiosco. Como siguiendo un milenario designio, los hombres marchaban entre los jardines en sentido de las manecillas del reloj, mientras que las mujeres se abrían paso en dirección opuesta. Al toparse un varón con una dama se saludaban cordialmente y, de encontrarse mutuamente atractivos, procedían a intercambiar números telefónicos. Esta suerte de danza se prolongó un par de horas, durante las cuales, a intervalos irregulares, un ciego que descansaba en una banca se ponía de pie y declamaba versos alusivos a la lujuria y el adulterio.

Donde Matt Groening se entere que Homero Simpson aparece en

esta publicación los va a demandar hasta por los calzones... Palurdos.

Al anochecer regresé a la casa donde me hospedaba, demasiado agotado como para jugar a las damas chinas. Mi anfitrión lo entendió y, dándome un beso en la frente, me acompañó a mi alcoba y me deseó dulces sueños. Si acaso los tuve ya lo he olvidado.

A la mañana siguiente únicamente almorcé un yogurt de guanábana y caminé hasta el frontón que, para variar, estaba desocupado. En la acera al otro lado de la calle se encontraba la señora de los nopales, demasiado ocupada espantando a las moscas como para saludarme. Sin muchos deseos de hacerle compañía me alejé de allí, decepcionado.

El aburrimiento terminó por conducirme al auditorio municipal, donde varias personas jugaban al bádminton. Al verme desocupado una mujer me invitó a unirme a su equipo, pues su hermano estaba lesionado y no podía correr muy bien. Admito que la idea me entusiasmó, así que me quité la chaqueta y ocupé mi puesto en la cancha, raqueta en mano. Lamentablemente yo jamás había practicado este deporte y mi desempeño no fue el que mis compañeros esperaban, pues al cabo de veinte minutos había sido relegado a intercambiar saques con unos niños. Mientras hacíamos volar la plumilla sobre la red les pregunté si asistían a la escuela, a lo


13

(lo bue

no que

nadie la lee)

cual todos respondieron afirmativamente, contándome incluso sobre sus lecciones de cálculo diferencial, electromagnetismo, poesía y principios de manufactura. Sorprendido, les dije que cuando yo tenía sus edades, lo cual había sido muchos, muchos años atrás, lo único que estudiábamos en el colegio era geometría analítica, ingeniería de materiales y óptica elemental, anécdota que ellos recibieron entre risas como si de un cuento se tratase. Conmovido por su ingenuidad, jugué con ellos otro rato y les compré unos caramelos antes de despedirme.

Al salir del auditorio di un breve paseo por la plaza principal y luego me encaminé de vuelta al frontón. En las calles aledañas a la cancha encontré aparcados varios automóviles de lujo, lo cual me hizo pensar que los ricos finalmente habían llegado. Poco tardé en descubrir que los tripulantes de esos vehículos no eran aficionados a la pelota vasca, sino unos payasos que ensayaban una alegre coreografía en una arboleda junto al camino.

Más decepcionado que nunca, opté por hacer los preparativos para proseguir con mi viaje, pues no tenía sentido quedarse una noche más en el pueblo; los ricos no llegarían. Antes de regresar al hospedaje eché una mirada hacia la acera donde se encontraba la señora de los nopales, quien aún luchaba enardecida contra las moscas que pretendían apoderarse de su mercancía. No obstante, algo en la escena era distinto: los bichos voladores habían multiplicado sus números dramáticamente y amenazaban con derrotar a la mujer en cualquier momento. Cruzó por mi mente la idea de ir en su ayuda, pero el pensamiento pronto cogió una bicicleta y se marchó silbando cuesta abajo, tal como lo hice yo.

De regreso en la casa encontré al dueño limpiando las hojas de sus plantas, pero tan pronto me vio las dejó y preguntó si era momento de sostener la partida de damas que teníamos pendiente. Le respondí que sí y comenzamos a mover nuestras pelotillas por el tablero perforado. El juego fue breve, pues me dejé vencer, y el hombre volvió a sus actividades mientras yo hacía mi maleta. Antes de retirarme le agradecí por su hospitalidad y le obsequié una peineta que llevaba entre mis pertenencias. Un apretón de manos selló la despedida y me dirigí en pos de la parada del autobús.

En su camino hacia la autopista el transporte cruzó por el frontón, solitario como un bolígrafo sin tinta. Los payasos se habían marchado y la mujer en la acera aún hacía la guerra contra las moscas, que para entonces revoloteaban alrededor suyo como una negruzca nube. Minutos después los muros verdes de la cancha se perdieron de vista y suspiré un último adiós al pueblo.


14

El amanecer siguiente me encontró hospedado en un hotel barato de San Fermín. El costo de la habitación contemplaba un sencillo desayuno continental, y hojeaba el periódico mientras mordisqueaba una dona. Sin muchas ganas de leer sobre la crisis económica, pasé a la sección de noticias regionales y descubrí que un par de titulares hacían referencia al pueblo del frontón. El primero decía que la tarde anterior habían arribado inesperadamente los hacendados de Santa Clara para jugar cesta punta en su cancha hasta altas horas de la noche. El segundo, en un tono más lúgubre, estaba dedicado a una conocida comerciante local que había muerto al ser atacada por miles de moscas; la fotografía junto a la nota mostraba el cuerpo picoteado recostado entre los nopales dispersos por la banqueta.

Al llegar al punto final de este texto coloqué la rosquilla sobre la mesa y tragué saliva. El día anterior, al abandonar el pueblo, no solamente había dejado a aquella desdichada a su suerte, sino que me había perdido del encuentro en el que tanto deseaba participar. Con la tristeza rodando por mis mejillas me apoyé en el respaldo de la silla y dejé caer los brazos a un costado. En ese momento hizo eco en mi memoria la rasposa voz de mi abuelo, quien solía decir que la paciencia era una inversión que arrojaba sus dividendos en el largo plazo. Vaya manera de aprenderlo la mía.

Sin más que hacer, terminé mi taza de chocolate, dejé unas monedas entre la sal y el azúcar, y salí del hotel resuelto a jamás volver a aquellas tierras.

Aváncele, lector, aváncele que este bonito cuento ya llegó a su

conclusión final.

©defensoriamultas.blogspot.com.mx


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¿QuÉ pasó con los MISFITS?

El bajista Jerry Only es el único integrante original que queda en la banda. En 2011 grabó junto con Dez Cadena (guitarra) y Eric Arce (batería) The Devil’s Rain, el más reciente material discográfico de los Misfits que, lamentamos decir, no está tan bueno como los anteriores. Mucho se ha dicho de sus habilidades vocales, pues aunque en el estudio no suena mal, en vivo desentona, se acelera y le cuesta trabajo tocar mientras canta.

El ex-‐vocalista Michale Graves, quien dejó la banda en el 2000 porque no le caía bien a Jerry, se lanzó como solista y le ha ido más o menos bien. Actualmente está en Blitzkrieg, la banda de Marky Ramone, donde canta covers de los Ramones y los Misfits. También han lanzado un par de temas originales: “When We Were Angels” e “If and When”, los cuales puedes descargar de iTunes.

El enorme Doyle Wolfgang von Frankenstein fue el úlhmo integrante original en dejar la banda (2001). En 2007 lanzó su proyecto como solista, Gorgeous Frankenstein, el cual anda de gira promoviendo su material homónimo. Ha abierto presentaciones de Danzig y en 2011 hizo algunos conciertos con Michale Graves y Dr. CHUD en los cuales tocaron temas clásicos de los Misfits, que les salen mejor que a Jerry y sus actuales socios.

Luego de dejar los Misfits, Glenn Danzig fundó las bandas de heavy metal Samhain y (sic) Danzig, además de abrir su propia discográfica. Su lanzamiento más reciente es Deth Red Sabaoth (2010), donde vienen “On a Wicked Night” y “Ju Ju Bone” (que está bien chida). Se rumora que en 2002 se iba a reunir con los Misfits originales para grabar lo que fue The Devil’s Rain y hacer una gira, pero, según dicen las malas lenguas, todo se fue abajo por culpa de Jerry.

Dr. CHUD (iniciales de Cannibalishc Humanoid Undergroud Drummer) grabó un disco con Michale Graves en el 2001 y luego parhcipó con Jerry Only en el álbum de Joey Ramone Don’t Worry About Me con la canción “1969”, cover de Iggy Pop. De ahí formó su banda Dr. CHUD’s X-‐Ward, con la que no le fue muy bien, y actualmente se aparece como baterista en las tocadas de Gorgeous Frankenstein.


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! El mes pasado se estrenó Requiem for the Indifferent, el nuevo material de estudio de la banda holandesa Epica. La secuela de Design the Universe se mantiene fiel al estilo progresivo-gótico-sinfón ico que caracter iza a esta agrupación, liderada por Mark Jansen y Simone Simons. El primer sencillo es “Storm the Sorrow”, aunque también pue des checar “Requiem for the Indifferent” e “Internal Warfare”, que están po-ca-mad-re.�

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Querido Santa, para Navidad quiero una Simone Simons… Literatura – Música – Entretenimiento – Todo lo demás

17


THE TOY DOLLS DESCONOCIDOS ÍCONOS DEL PUNK

A principios de los 80 un chavito de Sheffield, en Inglaterra, llamado Michael Algar y sus cuates Pete Robson, Phillip Dugdale y Colin Scos fundaron una banda llamada The Toy Dolls con el firme propósito de patear traseros tocando música punk. Lamentablemente los planes que hacemos casi nunca finalizan como los concebimos y esta alineación pronto se resquebrajó, dejando al pobre Algar solito con su guitarra. Aunque no tardó en encontrar músicos desmadrosos como él que ocupasen las vacantes de los Toy Dolls, en aquel entonces no se imaginaba que en los siguientes veinte años la banda que terminó por liderar contaría entre sus filas la nada despreciable canhdad de 12 bajistas y 14 bateristas dishntos.

Pese a nunca haber alcanzado el éxito comercial de otros actos británicos como los Sex Pistols o The Clash, los Toy Dolls usualmente son contados entre las bandas que redefinieron el punk llevando su música más allá de las casi reglamentarias canciones de cuatro acordes, dos versos y dos coros. El excepcional elemento que los haría sobresalir entre la oleada de bandas Oi! y new wave que arrojara la segunda mitad de los 80 fue el propio Michael Algar (Olga, para los cuates), cuyo talento para la composición y su salvaje –aunque precisa– técnica en la guitarra eran no menos que inusuales en un género caracterizado por la limitada pericia de sus ejecutantes.

Considerado un virtuoso a quien la críhca-‐no-‐especializada ha comparado con Eddie Van Halen, Angus Young e incluso los barbones de ZZ Top, Algar ha escrito, producido, interpretado y llevado de gira los 15 lanzamientos de estudio de los Toy Dolls. Su música se caracteriza no sólo por dinámica, sino por irreverente y hasta chusca, como lo prueba el único sencillo en su discograza en ser un éxito en el Reino Unido: “Nellie the Elephant”, un cover de una canción infanhl (igual los {tulos de otras canciones dejan entrever el senhdo del humor que manejan, como “Peter Prachce’s Prachce Place” y “Fishcuffs in Frederick Street”). Haciendo alarde de su técnica en las seis cuerdas, Algar también se ha aventado covers de temas altamente complejos como la “Toccata en Re menor” de Johann Sebashan Bach, la “Danza de los Sables” de Aram Kachaturian o “The Devil Went Down Georgia” de la Charlie Daniels Band (checa cualquiera de esos temas en YouTube, no henen precio).

LOS TOY DOLLS SIGUEN VIVOS; EN MARZO LANZARON SU PRIMER DISCO EN OCHO AÑOS:

THE ALBUM AFTER THE LAST ONE 18

WRATH OF THE TITANS ¡Que los dioses nos agarren confesados!

Pues lo que no logró la película original en 1981 lo consiguió el remake de 2010: una secuela. 10 años después de que Perseo (Sam Worthington) derrotara a Medusa y al Kraken en Clash of the Titans, Zeus (Liam Neeson) recurre nuevamente a él para que salve al mundo de una nueva amenaza: los htanes, que están por escapar

del Tártaro para vengarse de los dioses. Perseo deberá aliarse nuevamente con Adrómeda (Rosamund Pike) para frustrar los planes de Hades (Ralph Fiennes), Ares (Édgar Ramírez) y el funesto Kronos.

La trama seguramente te recordará Immortals, ese fiasco de hace unos meses que buscaba reinventar el mito de Teseo (y posicionar a Henry Cavill como un héroe de acción antes que salga el remake de Superman) y ten por seguro que no saldrás del cine con un mejor sabor de boca. Como ya te lo hemos adverhdo, la mitología griega, Hollywood y el 3D no son buena combinación. ¡Ah! Y resulta que ya están planeando secuela de la secuela para que sea Trilogy of the Titans…

©Sony

¡Para trilogías la de God of War!

Es verdad, Kratos. Esta serie de juegos de Sony Computer Entertainment, que apareció en el

Playstation entre 2005 y 2010, tiene un argumento más envolvente que el de estas

películas y unos visuales que nada envidian a los geeks de Pixar o Dreamworks. Y la música ni se diga. ¿No lo crees? Busca el opening de Gof of War III en YouTube y luego hablamos.

Está de huevos.


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- R E V I S T A L E T R A S R A R A S - ¡AY, BLANCA NIEVES!

Tal parece que este año le tocó estar de moda a Blanca Nieves, pues se vienen dos películas inspiradas en este personaje que, para su mala suerte, se ven bastante malas.

No manches, de las dos no se hace una...

¡Aaah! ¡Son los hermanos Grimm!

©Matt Groening

Julia Roberts es la bruja malvada en Mirror, Mirror, cinta cómica dirigida por Tarsem Singh que reinventa a Blanca Nieves (Lily Collins) como una chica que, con la ayuda de siete bandoleros enanos, deberá recuperar su reino y a su príncipe azul de las garras de la terrible hechicera Clemenhanna.

Había una vez un reino no muy lejos de Hollywood gobernado por la hránica reina Ravenna (Charlize Theron). Un día su espejito mágico le profehzó que su trono habrá de recaer en su hijastra Blanca Nieves (Kristen Stewart). Para cerciorarse que esto no suceda, Ravenna ordena a un cazador (Chris Hemsworth) que se lleve a Blanca Nieves al bosque y le saque el corazón. Éste se encuentra incapaz de hacerlo y decide entrenarla en una guerrera para que dirija la rebelión contra su malvada madrastra. Esta es la trama de Snow White and the Huntsman, un churro de Universal Pictures que sale por ahí de junio. Corrígenos si nos equivocamos, pero el leitmohv del cuento original es que la reina envidia la belleza de Blanca Nieves, y así que digas que Charlize Theron hene mucho que envidiarle a Kristen Stewart…

20


Una de las películas de superhéroes más esperadas del año es sin duda The Avengers, el ambicioso proyecto de Marvel Studios que reúne por primera vez en la pantalla grande a muchas de las luminarias de esta editorial que han pasado de las historietas al séphmo arte. La idea de rodar esta cinta nació en 2008 cuando, en tono de broma, la producción introdujo una escena después de los créditos de Iron Man donde aparecía Samuel L. Jackson en el rol de Nick Fury hablando sobre la ‘iniciahva avenger’. La ultra-‐posihva recepción que tuvo la cinta y el revuelo que causó este easter egg hicieron que Marvel se tomara en serio lo de la película de los Avengers y en 2011 dio los dos primeros pasos con las adaptaciones de Thor (estelarizada por Chris Hemsworth) y

I AM IRON MAN!

Captain America: The First Avenger (con Chris Evans), introduciendo de paso a otros personajes indispensables en esta serie como Hawkeye (Jeremy Renner), Black Widow (Scarles Johansson) y Loki (Tom Hiddleston), quien será el villano a vencer en la nueva aventura. El único personaje que se reinventó para esta peli fue Hulk, cuyas cintas de 2003 y 2008 no tuvieron el éxito esperado y ahora viene encarnado por Mark Ruffalo. La premisa de The Avengers es simple: luego de ser derrotado por su hermano Thor, Loki busca cobrar su venganza conquistando la Tierra.

The Avengers viene distribuida por Walt Disney Pictures y la dirige Joss Whedon.

©Marvel

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Oigan, ¿quién o qué es Gaturro?

Gaturro es un personaje de historietas creado en 1993 por el dibujante argenhno Cris7an Dzwonik cuyas aventuras abarcan más de 50 libros. Vive con sus dueños y está enamorado de una gahta llamada Ágatha que no lo pela. Es algo así como el Garfield de argenhna, pues igual hene su serie de tarjetas de regalo, y recientemente le hicieron su película animada.

Bajaaaaaan…

Octavio Paz perdió su Prem

io N

obel en el laberinto de la soledad. ¡A

yúdale a encontrarlo!

¡Síguenos en cualquiera de nuestras redes sociales y envíanos la solución!


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¡Ay, qué payasos!

¡Oigan, tarados, ya se acabó la revista y no mencionaron a Radiohead!

Lo que pasa es que una banda tan chingona como ésa no

necesita mención.

(Ay, sí, los que se justifican)�

¿Ya bajaste el Angry Birds Space? 23


S O P A D E

L E T R A S

A N I R O D M E R I

H P O I E I C I S H

C N C S D N O N L E

R C F T M I U K A N

T L Z R L O P E B T

S S C M O I D N I K

L H I E A Q N E C E

E I N L O M R H E S

B O A C M E E G U W

C O R O N C N E R F

S H N M O D E L G X

R T P P A C I F I C

HEINEKEN CARLSBERG

INDIO CORONA MODELO PACIFICO

SOL

El tema del mes es: CERVEZAS

Bien

facilita pa’ que

la re

suelvan

H e r M a j e s t y ’ s -‐ E n t e r t a i n m e t -‐

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Her Majesty’s Entertainment Abril 2012

L E T R A S

RARAS

r e v i s t a

S A D F A C E!E D I T O R I A L

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Revista Letras Raras, abril 2012