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Revista Letras Raras, febrero 2014. Literatura, música, entretenimiento y todo lo demás. Una publicación conjunta de Editorial Sad Face y Her Majesty's Entertainment. Año 3, número 6.
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L E T R A S
RARAS
r e v i s t a ®
Dirección editorial, redacción, mercadotecnia, ventas, diseño y todo eso: Editorial Sad Face L. Letras Raras es una marca registrada. 2014. Año 3, número 6. Fecha de circulación: febrero de 2014. Revista editada y publicada por Editorial Sad Face y Her Majesty’s Entertainment. Domicilio conocido, código postal 90210. Revista producida en México. Prohibida su reproducción. Portada: Anónimo. Todos los contenidos originales aquí verQdos son propiedad de sus respecQvos autores y están protegidos por INDAUTOR todo poderoso… ¡Así que no te fusiles nada o te arrancaremos los pelos de la nariz!
Todos los derechos reservados. Bajo las sanciones establecidas por las leyes, esta publicación no puede ser reproducida total ni parcialmente, ni registrada o transmiQda por un sistema de recuperación de información o cualquier otro medio, sea éste electrónico, mecánico, fotoquímico, magnéQco, electrópQco, por fotocopia, o cualquier otro, sin permiso por escrito previo de la editorial y los Qtulares de los derechos.
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¡Lean esta revista!
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ÍNDICE Editorial . . . . . . . . . . . 4 De apuestas tontas y orgasmos inconclusos . . . 6 Te amo . . . . . . . . . . . 10 Billy y Kurt . . . . . . . . . . 11 Otra noche más . . . . . . . . . 12 Barquito de papel . . . . . . . . . 14 Flor violeta . . . . . . . . . . 15 Salchichas alemanas . . . . . . . . 16 La muerte de una bicicleta . . . . . . . 18 Contra . . . . . . . . . . . 20 Iván una mañana, en el centro . . . . . . 22 La rosa . . . . . . . . . . . 26 Estación maldita . . . . . . . . . 30 Autores . . . . . . . . . . . 31
Editorial
Bienvenidos a nuestro segundo ejemplar del año, en el cuál les ofrecemos una selección de
—el pinche editor—
4
febrero 2014
los mejores trabajos de narrativa y poesía que han llegado a nuestra bandeja de entrada últimamente, así como las sorpresas (y no tan sorpresas) que casi, casi son marca registrada de esta publicación. Como todos los meses nos esmeramos mucho en la elaboración de la revista, que esperamos sea de su agrado y tengan a bien recomendar con el amigo, la pareja, el tío, la prima, el niño, la niña o quien se les ocurra; la literatura, recuerden, es buen regalo para toda ocasión, estimula el cerebro, incrementa el vocabulario, echa a volar la imaginación y sirve como afrodisiaco… Bueno, eso último tal vez no.
Pues pásenle, diviértanse y por aquí nos leemos en marzo.
February stars!
(no, Dave Grohl no ha muerto)
se fueron en
domingo...
Philip Seymour Hoffman (1967 – 2014)
José Emilio Pacheco (1939 – 2014)
El actor fue encontrado muerto el 2 de febrero en su departamento de Nueva York, al parecer vícQma de una sobredosis de heroína. Uno de los highlights de su carrera fue la interpretación de Truman Capote en 2005, misma que le valió el Academy Award a mejor actor. Su úlQmo rol también fue literario: era uno de los personajes de las películas de The Hunger Games.
El autor de Las Batallas en el Desierto (entre otros libros) falleció en la Ciudad de México el pasado 26 de enero a la edad de 74 años. José Emilio Pacheco era uno de los escritores contemporáneos más destacados de México y dejó tras de sí una breve pero rica bibliograja.
“No hubo más +empo, de lo contrario hubiésemos terminado presos por faltas a la moral”
DE APUESTAS TONTAS Y ORGASMOS INCONCLUSOS
Mario C. González
Aún recuerdo con poco goce aquella vez que tu auto sirvió de cómplice silencioso para darnos placer. Por aquellos días no tenias para un motel; apenas y con mucho trabajo lograste comprar al Satanás, tu auto que parecía salido de la misma película barata que tú tratabas de armar en tus sueños de director frustrado.
Teníamos alrededor de veinte años cuando nos enrolamos en ese viaje de amigos. Tú siempre me pareciste interesante y oía de Q cosas realmente buenas; incluso gozabas de cierta admiración con mi familia.
menos Qempo y que llegaríamos antes para encontrar el lugar más adecuado.
Ese día el Satanás cumplía su primer año y, casualmente, en la universidad se organizo un viaje a algún parque del sur. Aprovechaste para pavonearte en tu carro, que para ese entonces lucía con el mismo aspecto al de hoy. Ya habías hecho reservas y la cajuela iba con todo lo necesario para idio7zar a media escuela: botellas de alcohol de diferentes marcas, bien acomodadas. A la salida, ya con rumbo al parque, preguntaste si quería ir conQgo. Me sugeriste que haríamos
Tu pláQca iba de lo real a la fantasía y, aunado al alcohol que ya llevábamos en tan sólo una hora de camino, supongo que me perdí en algún momento. Mi mareo y el calor hicieron de mí una fácil presa. Tú, hábilmente, comenzaste con pequeñas insinuaciones: que si te gustaba desde tercer semestre, que de cerca lucía aun más blanca y mis ojos color miel resaltaban sobre cualquier cosa, que si de pronto tu mano sobre mi pierna, y lo inevitable… nuestro primer beso.
A la fiesta llegamos cuando menos después de tres horas, y a pesar de que los tragos ya habían hecho de las suyas, las miradas de todos se posaron sobre
nosotros que, sin darnos cuenta, aparecimos tomados de la mano. De inmediato las preguntas: ¿De dónde veníamos? ¿A dónde estábamos? Y, sobre todo, ¿por qué veníamos tomados de la mano?
Esa tarde el Satanás parecía saberse el camino, y no concibo otra forma de que hayamos llegado, ya que tus ojos estaban más en mis piernas que mirando al frente. Intentaba, dentro de lo posible, que tus manos tomaran el volante y dejaran mis senos o mis piernas; luchaba incluso en contra mía tratando de pensar en otra cosa que no fuera en tenerte dentro. Bajaste la velocidad y, como podías, ya que tus labios estaban en los míos, preguntaste si me parecía bien el lugar. Traté de incorporarme y pude ver que el lugar estaba solo y, además, no pude reconocerlo. Me mirabas fijamente a los ojos, y en un gesto apenas percepQble asomaste al asiento trasero. Tú inme-‐diatamente trapeaste por el asiento y apoyaste las piernas sobre el volante para darte impulso y saltar en un sólo movimiento a la parte trasera. Yo, tratando de darme un momento para calmar mis ánimos y componer mi ropa, bajé del auto y me incliné preguntándote: “¿traes condones?”. Buscaste como loco dentro de todos tus bolsillos y, con una sonrisa que significó todo, asenQste y me dispuse a subir de nuevo por la puerta trasera.
A pesar de lo feo que era tu auto nunca hice alguna vez mayor esfuerzo por ver más allá de su estéQca exterior. Pero una vez dentro parecía más amplio en su parte
trasera, meQculosamente cuidado; parecía desQnado a tales labores amorosas. Hiciste a un lado las cosas de la escuela, me ofreciste tu mano y respondí extendiendo la mía, te recostaste y me jalaste sobre tu cuerpo, acomodándome de tal manera que tu sexo tomó su lugar justo entre mis piernas.
El Satanás y su asiento trasero eran el lugar perfecto para recibirte por primera vez. En un inicio había cierta torpeza en tus movimientos; no sé si por la más de botella y media que ya traíamos corriendo por la sangre o por los nervios de tu primera vez. Mientras intentabas quitarme la ropa como fuera, yo seguía pensando si acaso alguien pudiera vernos, o lo que hubiese sido peor: que alguien pudiera reconocernos.
Tus manos se ahuecaron en torno a mis senos desnudos, mis pezones enrojecidos entre tus dedos daban justo las sensaciones que mi cuerpo pedía, tus besos profundos y las caricias largas y
totalmente dedicadas resultaban en jadeos míos. El primer gemido vino después de senQrte dentro; poco a poco te deslizaste y, contrario a la experiencia de quitarme la ropa, pareciste más hábil.
Como pocos hombres en mi vida, resultaste halagador cuando me cediste el control de los movimientos, y en agradecimiento traté como pocas veces de que tu placer fuera el mío. A tan pocos minutos del inicio de nuestra “inQmidad” senr tus espasmos, y con tus manos apoyadas sobre mis hombros impediste que siguiera mi labor. Tú parecías tan saQsfecho que no quise turbar tu recién glorificada hombría y fingí llegar también al orgasmo.
Casi de inmediato, y justo cuando subías la bragueta del pantalón, dos hombres de uniforme se acercaron al auto golpeando el vidrio.
Afortunadamente, y como oxígeno que mi cuerpo y mi mente necesitaban, la pláQca giró en torno a los policías que habían llegado tarde y no pudieron sacar más que las conclusiones de un encuentro sexual. Tus preguntas posteriores resultaron sólo en respuestas menQrosas, y por cualquier cosa yo procuraba en lo posible retomar la charla de los policías y el problema que hubiésemos tenido si hubiesen llegado minutos antes.
Mi vista dejó de alcanzar al Satanás, el auto que alguna vez fue nuestro hotel rodante, y que con cierto desdén desapareció entre las calles próximas mientras mis recuerdos volvían como lluvia fría de agosto. Recordé que perdiste el auto en una tonta apuesta. Cuando me enteré de ella reí de manera tal que parecía una loca. Tú sólo te limitaste a entregar las llaves del auto que tanto trabajo te costó adquirir y en el que presumías tus hazañas conmigo. Debiste ser más mesurado; no en7endo por qué tuviste la grandiosa idea de apostar tu auto, sabiendo que yo no había alcanzado un orgasmo con7go.
F I N 8
VANS.com.mx
Te amo:
como si am
ara
a un
a estrella lejana e inalcanzable;
como si am
ara
a un
a rosa delicada e inasible;
como si am
ara
a La Giocond
a: m
isteriosa e incompren
sible;
como si am
ara
el Claire
de Lune: p
rofund
o e intangible.
H.A. Horacio
Te!
Amo!
Kurt Cobain
Billy y Kurt En 1992 William S. Burroughs recibió una carta de un joven músico que le pedía la oportunidad de realizar una colaboración artística con él. El escritor, sin saber quién era ese tal Kurt Cobain, se encogió de hombros y le envió una grabación donde leía a viva voz un cuento titulado “The “Priest” They Called Him”. Siendo ésta una historia navideña, Cobain elaboró un acompañamiento de gui tarra —mucha distorsión, mucho feedback, como era su estilo— inspirado en el villancico “Noche de Paz”. El resultado de ambas piezas se convirtió en un EP de edición limitada titulado, obviamente, The “Priest” They Called Him, el cual salió a la venta en 1993 y en cuya portada se aprecia a Krist Novoselic vestido como sacerdote. Fue en ese mismo año que Kurt tuvo oportunidad de conocer a Burroughs en su domicilio de Kansas; el autor de Naked Lunch para entonces contaba 78 años y el frontman de Nirvana 26. Tras el encuentro, que se prolongó algunas horas, Burroughs describió a Cobain como un muchacho t imido pero muy emocionado, “frágil y perdido”, que fumaba
E.J. Valdés
pero no bebía. Apuntó también que durante la reunión no hubo drogas (su común denominador) y que “algo andaba mal con ese chico”. No volverían a verse.
Tras la muerte de Cobain en 1994, Burroughs comentó que “el suicidio de K u r t n o f u e u n a c t o voluntario. Hasta donde sé, él ya estaba muerto”.
Otra Noche Más
Yayato_
Otra noche más. Pasan los días y yo sigo escribiendo sobre ti, como siempre. Pero es que no conozco otra forma de existir más que pensándote o, mejor dicho, pensándonos.
La música suena y el café está en la mesa esperando a que salgas del baño, te pongas mi mejor camisa y te lo tomes de un sólo trago, así como a mí. Yo en cambio, me desayuno tu aroma y todo tu ser. Un beso matutino no puede faltar, también un abrazo y, por supuesto, el amor. El día comienza bien; perdón, me equivoqué: mi vida comienza bien.
Y así era cada sábado por la mañana, cuando la noche no nos alcanzaba para estar juntos y teníamos que utilizar también el día para amarnos. Pero qué va, no les quiero contar una historia de amor, porque esto es algo más que eso. Les quiero contar cómo era mi vida cuando ella estaba aquí y le daba sentido a todos mis sentidos; de cómo con una simple sonrisa daban ganas de amarla de más; de cómo con sólo una mirada hacía de mi mundo su mundo; de cómo con sólo besarla daban ganas de volar aunque no existiera un cielo.
Pero ahora todo es diferente.
12
La música suena y yo estoy aquí, sin saber qué hacer, haciendo de un cigarro mi único desayuno. Pero hay algo diferente: la música ya no suena a ti, ni mi vida sabe a ti. En mi cama ahora hay una mujer que ni yo conozco. Pensé que eras tú, o más bien, el whisky me hizo pensar eso. En fin: ella no es tú. ¿Pero sabes? Ayer, cuando le hacía el amor, hubo una cosa que me recordó a ti. Y es que la hice tan mía que hasta por un momento creí que la amé, así como te amaba a ti. Por un momento la abracé de tal manera que hasta te sentí allí, queriendo vivir en mi pecho. Pero no importa, ella ya se vistió y se fue. Pero, ¿y tú? ¿De qué cama estás saliendo? ¿A qué vida estás entrando? ¿Quién te está respirando?
Otra noche más. Y yo escribiendo sobre ti. Sí, así es mi vida de ahora en adelante.
Fin
barq
uito d
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el Enrique Angulo Moya
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apel
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El
niño
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dijo
que
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tán
no a
band
ona
su
barc
o. S
u m
adre
lo e
ncon
tró
ahog
ado.
Elegante, su tallo erguía la flor de color violeta. Entre murmullos crecía, ignorante de la tormenta. Meneada por el gélido viento, soñaba en fúnebre silencio. Del agua tomaba su aliento; del sol, su olor a Qempo. A orillas del camino, firme, la flor de color violeta moría, sola y libre, cual destello de fugaz cometa.
Flor Violeta H.A. Horacio
SALCHICHAS ALEMANAS
Daniel Jennings
Mi vida es un asco porque, durante mis más de quince años de estudiante, jamás cociné salchichas alemanas.
No, lector, no intentes encontrar un significado oculto en esas palabras. En el párrafo anterior no hay el más mínimo dejo de poesía, fábula o parábola: mi vida es un asco porque nunca he cocinado salchichas alemanas. ¿Sabes? Me imagino en la cocina con una sartén sobre el quemador de la estufa, el aceite esparciendo su tostado aroma por toda la casa. A un costado de la parrilla yace un paquete de delicioso embuQdo, procedente de algún rincón de Alemania donde los hombres no Qenen otra cosa qué hacer más que comer salchichas mientras contemplan las montañas, y las mujeres, anchas cual valquirias wagnerianas, dedican sus días y sus noches a reparQr espumosos tarros de cerveza en las canQnas. Un lugar en sumo feliz. Pero, eh, retornemos a mi cocina, donde el aceite está en su punto: valiéndome de una de esas tenazas con las que se coge el pan en las Qendas tomaría una salchicha para colocarla delicadamente sobre la sartén, que la recibiría con un suculento siseo. Entonces cerraría los ojos y en mis labios se dibujaría una sonrisita boba, de esas que esbozo cuando me enamoro o leo chistes de judíos. Una vez fritas, las cortaría en trozos, las bañaría con ketchup, mayonesa o alguna salsa picante y, sentado frente al televisor, las comería una a una con singular deleite. Me chuparía los dedos. Y sería feliz.
Pero hablar de esto es como hablar de esos precoces burros que retozan en el Olympus Mons, allá en Marte; yo nunca cociné salchichas alemanas cuando era estudiante y mi vida es un asco. Y lo seguirá siendo hasta el día en que vuelva a nacer y una tarde, al terminar la tarea de biología, encienda la parrilla y eche al fuego una docena de salchichas oriundas de Fráncfort.
De cierto sé que a Goethe le gustaban las salchichas.
¿Y yo qué hago en este
cuento?
F I N ( ? ) 16
¿Por qué a mí?
Hércules al 2 x 1 Pues sí: el hijo más famoso de Zeus, héroe grecorromano por excelencia, tendrá dos incursiones en el cine este año. La primera de ellas, The Legend of Hercules, se estrena este mes, y la otra, Hercules: The Thracian Wars, en julio. La segunda viene estelarizada por Dwayne “The Rock” Johnson, pero las dos pintan horribles.
También conocida en inglés como Blue is the Warmest Color, esta cinta francesa dirigida por Abdellatif Kechiche fue una de las más aclamadas por la crítica especializada en 2013 y la merecedora de la Palma de Oro en el Festival de Cannes. La trama va más o menos así: Adèle (Adèle Exar-chopoulos) es una adolescente con problemas para encajar entre sus compañeros de la preparatoria. Un día, caminando por la calle, se cruza con Emma (Léa Seydoux), una chica de cabello azul, poco mayor que ella, con quien se obsesiona al grado de dudar de su orientación sexual. Las circunstancias eventualmente las llevan a conocerse y a desarrollar una relación lésbica tan apasionada como tormentosa, encon-trándose las dos en medio de los padres conservadores de Adèle, la familia tanto más liberal de Emma y las comunidades estudiantil y laboral de la ciudad.
Blue is the Warmest Color se estrenó en Europa en octubre pasado y llamó la atención por su trama, la profundidad de los personajes y el trabajo de las actrices principales, aunque no estuvo exenta de críticas por sus largas y explícitas escenas de sexo. Este mes llega a cines mexicanos y seguro valdrá la pena echarle un ojo, aunque, seamos francos: por su temática seguro no la encontra-remos en muchos complejos.
27
Gerardo Ugalde Luján
La Muerte de una Bicicleta
El albañil sale de su casa sin esperanza de regresar. Coge su bicicleta, enfilándose hacia el sol. Sus pulmones resienten la contaminación, el polvo y el cemento. Mas es imposible detenerse a descansar; lleva quince minutos de retraso y sería la cuarta vez que llega tarde. Cruza el barrio saludando a los camaradas, chiflándole a los perros y deleitándose con el culo de cuanta mujer se encuentra. Sin carro que esquivar, pedalea a fondo, atravesando calles y avenidas peligrosas. Después de veinte fatigosos minutos reconoce la cercanía de la construcción. En la esquina se detiene, fija en la pared la bicicleta y entra en una tienda. Compra un virote y sale, regresa otra vez y compra una cerveza; mientras paga, un cholo le roba la bicla. Cuando sale, el albañil observa a lo lejos al hijo de puta que le ha jodido el día. Toma asiento sobre el frio asfalto y descubre
que la lata tiene fondo.
Cagándose de risa va el cholo pedaleando, cantando una estúpida canción. Hace alarde de su capacidad para maniobrar sin la necesidad de usar las manos. Contento por el botín, llega con don Manuel, mejor conocido como “el fierrero”. Le enseña la bici, le jura que no es robada y cierra el trato con un apretón de manos. Camina hacia su pocilga; dentro le espera una mujer de lastimero aspecto. Se acuesta a su lado. Cierra los ojos un momento. Intenta soportar el olor de su compañera. Recuerda que debajo de la pila de agua hay una botella de aguarrás. Moja la estopa y comienza a darle a la mona. Con la menta fresca decide pasear de nuevo. El olor a carne frita lo atrae hacia un puesto de tacos. Pide unos diez y se los chinga con una Coca-Cola. Paga y se queda sin feria. Triste, piensa en la manera de conseguir más billetes. Ve al fierrero salir de su bazar. Espera a que doble la esquina y salta el muro. Busca la bicicleta; el problema es pasarla a través de la pared. Con todos sus huevos la lanza y ésta cae al otro lado. Salta otra vez y, al levantarse, recibe tres plomazos en la espalda. El fierrero escupe al cuerpo del cholo, mira alrededor como preguntando: “¿algún pedo, pendejos?” y entra al bazar jalando la bici.
Hoy cumple trece años Manuelito, el nieto del fierrero. Espera hasta la noche para abrir sus regalos: ropa, calcetines, figuras de acción; mierda, más mierda. Lo que él quiere es la promesa del
abuelo: la bicicleta. Escucha el timbre, sale corriendo a abrir la puerta. No saluda al viejo, lo empuja y coge el artefacto y de un salto está sobre ella, pedaleando. La noche le vale verga. Cruza luces y sombras con velocidad, provocando mentadas de madre, responde algunas con chingadazos pedorros.
El albañil regresa con su compadre en camión. Le va contando lo de la bicicleta. Va entristecido por la vida y la humanidad. El compadre le promete unas chelas para reposar. Endemoniadamente rápido el autobús, ofrece laminazos a quien los pida. El chofer se pasa el alto: algo se atora debajo de la unidad; gritos de viejas. El chofer huye, los pasajeros bajan, encabronado sale el albañil; ya es de noche y aún falta para llegar a la casa. El compadre le dice que se asome debajo: ve al niño hecho cagada. Sangrerío. También ve la bicicleta. La reconoce, se mete bajo del camión y la saca de ahí. Está completamente deshecha. El pobre hombre llora desconsolado por su bebé.
F I N F I N 19
C O N T R A Arturo de la Barrera Rodríguez
Tu mirada no me hechizó: sólo amo tus ojos claros y tu mirada limpia
(aunque soy adicto a la lasciva).
Tus formas no navegan etéreos mares: tu cuerpo, que con sencillez se adapta al mío,
sólo ha navegado sábanas.
Lo más que haré por Q será desadjeQvarte, porque tus caricias aniquilan las más rebuscadas metáforas,
porque tu presencia no hechiza, no invoca: exalta, dilata pupilas, prende neuronas;
segrega saliva, excreta sudores, estalla ideas; detona pasiones, yergue miembros, apresura ritmos;
genera adicciones, flaquea rodillas; excita ambiciones, Qenta dependencias, quiebra esperanzas...
La Antología Letras Raras de narrativa y
poesía reúne todos los cuentos y poemas
originales que se publicaron en la revista
durante su primer año de circulación (junio
2011-2012).
Adquiérela a un precio muy accesible en
nuestra cuenta de Twitter.
¡HEY!
Twitter.com/LetrasRaras
(y apresúrate porque se agota)
Iván una mañana, en el centro
Paseando una mañana por el centro histórico, Iván se adentró por una callejuela que se abría entre dos centenarios edificios. En uno de esos muros de caliza se abría un labrado umbral, junto al cual rezaba un anuncio: “Exposición de Arte”. Atraído más por el ocio
que por la curiosidad, Iván cruzó por este viejo pórtico y se encontró en una amplia sala desprovista de muebles o decoración alguna; el olor a yeso, los muros pintados de blanco y el parqué pulido delataban una reciente restauración. Allí se daban cita
unas veinte personas, todas de pie alrededor de un individuo que, entusiasmado, les dirigía unas palabras. Iván se acercó al grupo preguntándose si acaso el anuncio de la entrada le había engañado, pues allí no había pinturas, esculturas u objeto alguno que
E.J. Valdés
pudiese catalogarse como ‘obra de arte’; “¿qué es una obra de arte, a fin de cuentas?”, se preguntaba. Una vez se integró al círculo de curiosos pudo apreciar mejor al personaje que, eufórico, enunciaba su discurso; se trataba de un muchacho flaco, de barba y gruesos anteojos de pasta; vestía un par de jeans que alguna vez fueran azules, una camiseta de una banda de rock y un saco de pana, de esos con parches en los codos. Iván no pudo identificarle sino como un Hipster y en adelante nos referiremos a él como tal. Hablaba:
—El arte no solamente está en la arcilla, el lienzo o las paredes: es un ente vivo que embarga a las personas; ¡a la existencia entera! Se encuentra en ustedes y en mí —decía, alzando las manos como si declamase un poema. La gente a su alrededor le escuchaba con una fascinación que Iván no lograba compartir—. Hoy, amigos, no sólo vamos a apreciar el arte; ¡nosotros nos convertiremos en él! Y con ese arte, esa belleza que palpita en el centro de todas las cosas, haremos de éste un mundo mejor. Por favor, acérquense y les enseñaré cómo.
Entonces el Hipster sacó del bolsillo de su saco varios trozos de papel y con un bolígrafo comenzó a garabatear en ellos. Cuando hubo terminado, los repartió uno a uno entre los presentes. Iván, tan pronto recibió el suyo, leyó:
Invite a desayunar a un desconocido.
Iván no pudo sino dedicar una mirada de desconcierto al Hipster, quien sonreía con desmedido entusiasmo, y preguntar:
—¿Se supone que debo hacer esto?
—Sí, a cada uno de ustedes le corresponde contribuir con una acción que, de manera simbólica, haga de la nuestra una sociedad llena de armonía y consideración por el prójimo.
Confundido, Iván miró a su alrededor y descubrió que los otros asistentes ya efectuaban aquello que, supuso, el papel les ordenaba: un muchacho de gafas obscuras, por ejemplo, se había plantado en el umbral de la sala y estrechaba la mano de cuanto peatón cruzaba por allí; por su parte, una chica hablaba por su teléfono celular mirando hacia la pared, como si estuviese castigada; casi al centro del salón, un hombre de poblados bigotes saltaba sobre un pie mientras nombraba diversas flores, al tiempo que un par de afeminados repartían abrazos entre los presentes. Arqueó una ceja. Releyó el mensaje escrito en el trozo de papel: invite a desayunar a un desconocido. Sentía la mirada del Hipster sobre sí, incitándolo a que lo hiciera, a que sin-
—Pero es que yo no c o n o z c o a n i n g ú n desconocido.
Entonces fue como si sus palabras hubiesen roto algún embrujo: el muchacho de las gafas que, alegre, saludaba a los peatones dejó caer su mano; la chica del teléfono cortó la conversación y abadonó su rincón; el hombre de los bigotes súbitamente cayó de bruces y
tiera “la belleza que palpita en el centro de todas las cosas” y se convirtiera en arte. Sin embargo, incapaz de sentir tal arrebato por más que intentó, terminó por arrugar la nota en su puño y, enco-
giéndose de hombros, dijo al individuo:
24
Con todas las miradas clavadas en su persona, Iván se encogió de hombros una vez más y, dando la media vuelta, salió de allí, tan aburrido como había entrado. Unas cuadras más tarde, con el sol dándole de lleno en la cara, le sobrevino la impresión de que tras la experiencia yacía oculto un mensaje de la más alta trascendencia; quizá el haber arruinado el experimento artístico del Hipster había hecho del mundo un lugar mejor. Profundizaba en ello cuando una esbelta chica cruzó frente a él y sus largas p i e r n a s l o a r r a n c a r o n d e t a l e s pensamientos. Pronto se encontró a sí mismo siguiéndola por aquel las ajetreadas calles, preguntándose si acaso sería pertinente invitarla a desayunar.
los cariñosos afeminados guardaron compostura. Todos los presentes interrumpieron sus actos —cuales fueran— y miraron boquiabiertos a Iván. Incluso el Hipster borró la sonrisa de sus labios y, pensativo, agachó la cabeza como si una ominosa verdad le hubiese abofeteado. La fascinación que antes embargara la sala se desvaneció y en su lugar únicamente quedó un incómodo silencio.
FIN
We W
ill Rock You es un musical británico inspirado en las
canciones de Queen, el cual lleva presentándose con éxito en los
teatros del West End de Londres desde 2002 (es uno de los actos
más longevos de la ciudad) y ha sido m
ontado en países de los cinco continentes. Este m
es arranca una breve temporada en el
Auditorio Nacional en la Ciudad de M
éxico que llegará también a
Guadalajara y M
onterrey. Sin duda uno de los eventos im
perdibles de 2014.
¿Has visto alguna vez a la rosa? Florece en marzo, también en mayo. Floreció el año pasado, florecerá el año próximo. Fue blanca: será blanca. Fue roja: será roja. Espera el alba: aguarda la aurora. Pulcra, abre los ojos: dulce, sonríe. No teme a la lluvia, tampoco al sol, porque no sabe de dónde viene ni adónde va. Pero eso, a ella, no le preocupa ni le acongoja. Porque no necesita saber lo que ella es para poder florecer; porque no necesita saber lo que ella es para poder ser. Porque no necesita saber que es una rosa para ser una rosa. ¿Has visto alguna vez a la rosa?
H.A. Horacio
La rosa*!
*Escrito originalmen
te en otom
í
Lindsey Stirling Esta joven violinista estadounidense, quien ostenta uno de los canales más vistos de YouTube, visita México por primera vez a principios de marzo para promocionar el re-‐lanzamiento de su álbum debut.
SQrling se dio a conocer en 2007 a través de Internet gracias a sus inter-‐pretac iones coreo-‐grafiadas y altamente vistosas de música popular, bandas sono-‐ras y temas propios.
!e Lego Movie
I’m Batman!
Lego pasa de las jugueterías al cine con este ambicioso largometraje animado escrito y dirigido por Phil Lord y Chris Miller, los responsables de Lluvia de Hamburguesas. La pe l ícu la s igue a Emmet, un muchacho que de pronto se ve involucrado en una aventura para salvar el universo Lego al lado de Batman y otros aliados. Según dicen quienes ya la vieron, está muy chida.
Saving Mr. Banks Tom Hanks interpreta nada menos que a Walt Disney en esta cinta dirigida por John Lee Hancock, no para salvar al soldado Ryan, sino la adaptación al cine de Mary Poppins de 1964, pues resulta que en 1961 el señor Disney tuvo que convencer a Pamela L. Travers, autora de las novelas originales, de que le vendiera los derechos para realizar el icónico filme con Julie Andrews y Dick Van Dyke.
Otro estreno que nos llega atrasado; en Estados Unidos salió en diciembre.
17
A finales de los 80 no había de este lado del mundo un solo niño que no supiera quién era RoboCop; la cinta de 1987 dirigida por Paul Verhoeven, que de paso catapultó la hoy oscura carrera de Peter Weller, dejó una huella en el
Dead or alive you’re coming with me!
cine de ciencia ficción —”cyberpunk”, le dicen algunos— comparable a la de Terminator tres años antes (no por nada hasta llegaron a enfrentar a ambos personajes en cómics y video juegos). Sin embargo, la leyenda de Alex Murphy, quien tras ser asesinado por el hampa de Detroit fue convertido por la OCP en el vigilante cibernético RoboCop, se desvaneció en la siguiente década conforme se sucedieron las secuelas, las series animadas, los shows televisivos y las líneas de juguetes, todas ellas, para desdicha de la franquicia, más malas que Clarence Boddicker. Al alba del siglo XXI RoboCop no era sino un emblema ochentero empolvándose en los anaqueles del tiempo, y el esfuerzo que se hizo en 2001 por revivir sus aventuras (la miniserie Prime Directives) causó más risas que expectativas. Sin embargo, hace unos años MGM, actual poseedora de los derechos sobre el personaje, comenzó a maquinar el relanzamiento del mismo
ICON OF EVIL Clarence Boddicker es uno de los villanos más infames del sépYmo arte; millones de personas recordamos la maneral cruel y sangrienta en que él y sus secuaces acribillaron al pobre oficial Alex Murphy y casi se salen con la suya. Boddicker es, sin duda, una encarnación de la maldad, uno de los peores seres humanos en pisar la faz de la Yerra, sólo comparable a Hitler, el asesino de la mamá de Bambi y Biff Tannen.
Nah, de hecho Curt Kirkwood es un buen tipo.
Mira, oso, vamos a tomarnos una foto pa’ Letras Raras.
en un ámbito contemporáneo, y luego de una producción un poquito accidentada (cambiaron de director quién sabe cuántas veces) por fin llega el reboot de RoboCop, comandado por el brasileño José Padilha y con Joel Kinnaman en el papel principal. Como ya se apreció en los avances, el RoboCop de 2014, con un origen parecido al original, ostenta un diseño más “táctico” e intimidante que su contraparte de los 80, es más rápido, más agresivo y anda en moto. Podríamos decir que está más “actualizado” (y eso va también para el ED-209). Sin embargo, como ha sucedido a los numerosos remakes que actualmente permean Hollywood, las críticas e interrogantes no se han hecho esperar, sobre todo aquellas que dudan que esta cinta sea tan violenta y crítica como lo fue la original (tomando en cuenta que la producción le tira al público adolescente, esto es poco probable). En fin, iremos a verla por la dulce, dulce nostalgia ochentera.
Oigan, escribo y quiero publicar en esta revista, ¿cómo le hago?
Es bien fácil, señorita, sólo consulte las bases en Facebook o Twitter.�
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Arturo de la
Barrera
Rodríguez
H.A. Horacio Originario de San Pablito, Puebla. Sólo un arquitecto de formas asimétricas
sobre restos de papel. Administra el blog Nuhu.
Gerardo Ugalde Luján Escritor, dibujante, lector, creador de cortometrajes bajo el sello Tortura
Films, creado junto con Claudio García y Pablo MonQel. No Qene muchos estudios; es un autodidacta a palos. No Qene ningún logro importante qué presumir.
Mario C. González Residente de la afamada y mal ponderada Ciudad de México. Busca la técnica
de la escritura automáQca. Escribir para él significa poner en papel y Qnta o, en su defecto, en una página lo que siente, lo que piensa y nunca dice.
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Arturo de la Barrera Rodríguez Amante de los libros viejos, la literatura y la arqueología. Ha colaborado en
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Enrique Angulo Moya Hace de todo lo que pueda tener cabida en el universo de lo mínimo: haikus,
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E.J. Valdés Tu amigable escritor de vecindario. Colaborador de la revista de opinión
Effetá y locutor del programa de difusión literaria Códex, en Radio Plaza Juárez. Seis veces ganador de premios de creación literaria del ITESM.
Daniel Jennings Licenciado en literatura por la BUAP. Actualmente estudia francés y hebreo en
la ciudad de México. Es NiNi, lo presume y lo disfruta.
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