32
LETRAS RARAS r e v i s t a ®

Revista Letras Raras, marzo 2014

Embed Size (px)

DESCRIPTION

Revista Letras Raras, marzo 2014. Literatura, música, entretenimiento y todo lo demás. Una publicación de Editorial Sad Face. Año 3, número 7.

Citation preview

Page 1: Revista Letras Raras, marzo 2014

L E T R A S

RARAS

r e v i s t a ®  

Page 2: Revista Letras Raras, marzo 2014

Dirección  editorial,  redacción,  mercadotecnia,  ventas,  diseño  y  todo  eso:  Editorial  Sad  Face  L.  Letras  Raras  es  una  marca  registrada.  2014.  Año  3,  número  7.  Fecha  de  circulación:  marzo  de  2014.  Revista  editada  y  publicada  por  Editorial  Sad  Face  y  Her  Majesty’s  Entertainment.  Domicilio  conocido,  código  postal  90210.  Revista  producida  en  México.  Prohibida  su  reproducción.  Portada:  Anónimo.  Todos  los  contenidos  originales  aquí  verQdos  son  propiedad  de  sus  respecQvos  autores  y  están  protegidos  por  INDAUTOR  todo  poderoso…  ¡Así  que  no  te  fusiles  nada  o  te  meteremos  una  barreta  por  el  culo!  

Todos  los  derechos  reservados.  Bajo  las  sanciones  establecidas  por  las  leyes,  esta  publicación  no  puede  ser  reproducida  total  ni  parcialmente,  ni  registrada  o  transmiQda  por  un  sistema  de  recuperación  de  información  o  cualquier  otro  medio,  sea  éste  electrónico,  mecánico,  fotoquímico,  magnéQco,  electrópQco,  por  fotocopia,  o  cualquier  otro,  sin  permiso  por  escrito  previo  de  la  editorial  y  los  Qtulares  de  los  derechos.  

CONTACTO

Facebook.com/LetrasRaras

@LetrasRaras

[email protected]

Page 3: Revista Letras Raras, marzo 2014

ÍNDICE

Editorial . . . . . . . . . . . 4 El haiku . . . . . . . . . . . 6 Ganas . . . . . . . . . . . 10 Aroma a cempoalxochitl . . . . . . . 11 Oye, sorullo . . . . . . . . . . 16 Cartas . . . . . . . . . . . 18 El camión . . . . . . . . . . 19 Ciudades abandonadas . . . . . . . 20 Ladrón . . . . . . . . . . . 24 Autores . . . . . . . . . . . 31

Page 4: Revista Letras Raras, marzo 2014

Editorial

Sí,  sabemos  que  ya  casi  es  quincena  y  apenas  va  saliendo  la  revista  pero,  eh,  dicen  que  más  

—el pinche editor—

4

marzo 2014

vale  tarde  que  nunca,  ¿no?  Bueno,  que  conste  que  no  nada  más  aventamos  los  textos  así  como  así;  los  tratamos  con  cariño  y  los  acomodamos  y  arreglamos  para  que  lleguen  a  ustedes  bonitos  y  cachetoncitos.  

 Sean  bienvenidos,  pues,  al  ejemplar  más  reciente  de  Letras  Raras  que,  la  neta,  cada  vez  nos  queda  mejor  y  mes  tras  mes  incluye  una  selección  de  excelentes  textos,  bajos  en  calorías,  libres  de  gluten  y  grasas  trans.  El  presente  número  es  rico  en  narrativa  (quizá  porque  es  lo  que  más  nos  hacen  llegar)  y,  estamos  seguros,  será  del  agrado  de  lectores  nuevos  y  recurrentes  de  esta  publicación,  así  que,  sin  más  preámbulo,  pásenle  a  leer,  diviértanse  y,  por  favor,  caminen  por  la  sombrita.  

Page 5: Revista Letras Raras, marzo 2014
Page 6: Revista Letras Raras, marzo 2014

Sergio F.S. Sixtos

EL HAIKU

El aroma a café tostado y el chocar de tazas de las mesas vecinas incitaron a Daconte a contar una de sus historias de detectives —tenía dos años retirado y aún no lo abandonaba la nostalgia—. Sin dejar de garabatear en su libreta caricaturas de las personas que ocupaban las mesas vecinas, dijo:

Una tarde, nos reunimos Ulises Luna, Pepe Daconte y yo en el Café Ik de la calle Independencia.

—Voy a contarles algo que sucedió hace años. Me llega la idea ya que no puedo quitar la vista de la portada del libro que lee la joven a la que estoy retratando.

Miré el dibujo. No era malo, pero a veces Daconte exageraba con sus pretensiones artísticas. El libro de la joven era una antología de haikus clásicos: Issa, Buson, Shiki y otros.

—El 26 de septiembre de hace cuatro años —comenzó Daconte—, recibí una llamada urgente de mi jefe: habían asesinado en su departamento a la prestigiosa poetisa Xóchitl Gua-

darrama. Tal vez recuerden el caso, la prensa amarillista hizo un escándalo del homicidio.

—Lo recuerdo, se descubrió que fue un crimen pasional, mas no tenía idea de que estuviste involucrado en el caso —dijo Ulises Luna.

—Las consecuencias del crimen me tienen sin cuidado —dijo Daconte haciendo una mueca de desdén—, lo interesante es que se cumple aquel viejo refrán: "genio y figura hasta la sepultura". Aquella mujer escribió libros de poemas, acaparó premios literarios y vivió la poesía hasta el final de su vida. No soy una autoridad en el tema ni mucho menos, pero sé distinguir entre el trabajo de un aficionado y un profesional en casi todos los campos útiles para mi profesión —Daconte, haciendo gala de su terrible modestia, hizo una pausa teatral mientras cerraba su libreta de apuntes y apuraba su café con leche. Pidió uno más a la camarera y prosiguió:

Page 7: Revista Letras Raras, marzo 2014

—Me dirigí al conjunto urbano Nonoalco Tlatelolco, al departamento 576 del edificio Cuauhtémoc. Los policías de a pie con los que me encontré estaban desconcertados por la evidencia encontrada o, mejor dicho, por la falta de evidencia; la poetisa había sido apuñalada y no había rastro de lucha en el departamento, ni arma homicida. La única pista palpable era un pequeño poema escrito, con la propia sangre de la víctima, a un lado del cadáver. Todo hacía suponer que la poetisa había escrito esos versos, quizá como testamento literario. Algunos de mis compañeros lo pensaron así. Soy escéptico en todos los campos por naturaleza y rechacé la idea desde un principio; aunque la letra era errática y

temblorosa había algo que no cuadraba. En la biblioteca de la poetisa, como es de suponer, estaban sus obras completas; revisé cada uno de los libros y leí los poemas; eran cantos al amor, la esperanza y a la vida. No estaba presente la métrica que desde pequeño me enseñaron en la escuela, todo el trabajo de la poetisa era prosa poética.

—¿Había una diferencia con lo escrito en el piso? —pregunté tratando de recordar alguno de los poemas que sabía de memoria.

Page 8: Revista Letras Raras, marzo 2014

—Sí: era un haiku. Ya saben, pequeños poemas compuestos de tres versos que describen la naturaleza —contestó Daconte señalando el libro de la joven.

—Es extraño que una poetisa que escribió prosa poética toda su vida decidiera escribir un haiku en sus últimas horas —dijo Ulises Luna mirando el libro de la joven.

—Lo mismo pensé, así que leí con atención el haiku y dirigí a los policías de a pie a detener al asesino —dijo Daconte con satisfacción.

—Espera, espera. ¿Quieres decir que estaba escrita en el haiku la identidad del asesino? —pregunté incrédulo.

—Claro que no. La vida no es tan simple, amigo mío; quiero decir que el asesino quería que lo descubriera y dejó todo a mi disposición —contestó Daconte con una sonrisa burlona.

Miré ofendido a Daconte, mientras éste ordenaba su tercer café con leche.

Daconte prosiguió sin darse por aludido:

—El haiku era de lo más vulgar y decía:

Observa el cuerpo fue próxima la muerte

sigue los versos. —No entiendo —tuve que admitir.

—Está claro —apuntó Daconte sonriendo.

—Tampoco entiendo —secundó Ulises Luna frunciendo el ceño.

—El haiku, amigos, es un poema breve, una reflexión poética de la naturaleza o la vida cotidiana y sólo lo estructuran tres versos; para llamarse haiku, se necesita que el primer verso sea de cinco sílabas, el segundo de siete y el tercero verso de cinco sílabas. 575; el número del departamento del homicida; era el vecino, el amante despechado. Encontramos el arma homicida y al sospechoso que aún no se deshacía de la evidencia. —Daconte terminó su tercer café con leche y ordenó la cuenta.

fin

Page 9: Revista Letras Raras, marzo 2014

A los amantes de las bellas letras hago llegar mis mejores deseos.

Voy a cambiar de nombre a algunas cosas. Mi posición es ésta:

el poeta no cumple su palabra si no cambia los nombres de las cosas.

¿Con qué razón el sol ha de seguir llamándose sol? ¡Pido que se llame Micifuz,

el de las botas de cuarenta leguas! Nicanor Parra

A R K H A M K N I G H T

Desde   antes   del   estreno   de  Arkham   Origins   en   octubre  pasado   se   rumoró   que  Warner   Bros.   Games   y  Rocksteady   ya   trabajaban  en   un   nuevo   _tulo   de  Batman.   Los   primeros   días  

de   este   mes   el   rumor   se   confirmó   al  hacerse   público   el   primer   avance   de  Arkham   Knight,   la   esperada   secuela   de  Arkham   City  que,   según   se   afirma   al   final  del   video,   hará   su   arribo   este   año   a   las  consolas  de  nueva  generación.  Aunque  no  se  ha  revelado  gran  detalle  sobre  la  trama,  se   sabe   que   en   este   Qtulo   el   hombre  murciélago  hará   frente   a   villanos   como  el  Espantapájaros,   el   Pingüino,   Two-­‐Face,  Harley  Queen  y  un  nuevo  enemigo  creado  especialmente  para  el  juego.  

A menos de un año

del estreno de

Arkham Origins,

Batman regresará a

las consolas.

Page 10: Revista Letras Raras, marzo 2014

Ganas

¿Te parece bien que te quiera una semana? No es ni mucho ni poco, es bastante.

Mario Benedetti

Quererte  una  vez  al  mes  amarte  un  miércoles  o  un  jueves.  El  día  de  tu  cumpleaños  te  regalé  amor,  cenizas  y  fuego.  Primero  el  segundo  y  después  el  primero.      

Beatriz Torres Limones

El  muslo  o  el  codo  salados,  de  ellos  quiere  mi  lengua  beber  beberte  ver,  ver,  te  digo,  

 quiero  verte.  

10

Page 11: Revista Letras Raras, marzo 2014

Gilberto Blanco

AROMA A CEMPOALXOCHITL A mi primo Antonio le gustaba venir a visitarme todos los lunes al mediodía y todos los viernes al amanecer. Siempre nos gustaba recordar nuestros días de infancia, cuando n o s q u e d á b a m o s j u g a n d o PlayStation hasta las tres de la mañana y a las ocho ya estábamos despiertos, listos para ir al parque.

Nunca supe por qué siempre llevaba su uniforme de la secundaria; hacía mucho que habíamos pasado esa etapa de la adolescencia en la que crees que el mundo es sólo una caja de bromas que hacen enojar a tus padres o profesores y en que tomar a una chica de la mano era toda una hazaña. Tampoco entendía

Page 12: Revista Letras Raras, marzo 2014

bien por qué él no había crecido tanto como yo a pesar de que me llevaba casi cinco años, ni por qué gustaba de usar un perfume que olía a flor de cempasúchil (que sólo me recordaba los panteones). Nunca se lo pregunté por temor a que se enojara y dejara de verme.

También tenía la duda de por qué siempre venía a visitarme los mismos días, a las mismas horas. Eso sí tuve el valor de preguntárselo y su respuesta me dejó entero satisfecho: él era alguien muy ocupado y estaba demasiado lejos, por lo que las horas que pasaba conmigo eran las únicas que tenía libres. Eso explicaba también el hecho de que no pudiera salir conmigo a las fiestas de mis amigos y que nadie más lo viera, pues apenas tenía tiempo de hablar conmigo el pobre. Sin embargo, había algo más…

Siempre que le contaba sobre lo que hacía con mis compañeros, o cuando le decía que había conseguido una cita, le veía deprimirse, como si a él la vida no le alcanzara para hacer todo eso, así que procuraba no m e n c i o n a r e s o a m e n u d o y terminábamos siempre hablando del mismo tema: nuestras locuras de infancia. A pesar de ello nunca me aburría hablar con él, puesto que habíamos compartido tanto en nuestra n iñez que las h istor ias no se acababan.

—No entiendo por qué siempre hemos de hablar de lo que hago o de

lo que hacíamos. ¿Por qué no sé nada de ti? —me animé a decirle un día, pero al momento me arrepentí pues lo v i a r ro ja rse en su ensimismamiento-—. Lo siento, no debí molestarte.

—Mi vida no tiene nada de interesante. No me gusta el lugar donde estoy. No tiene caso hablar de ello… —quiso añadir algo más, pero ent r is tec ió aún más y rápidamente cambió de tema—. ¿Recuerdas cuando jugábamos a la Play y de pronto llegó a la tienda un t i po igua l a l pe rsona je de l videojuego y casi nos tumbamos al suelo de la risa?

Soltó una risa forzada y me obligué a no preguntarle más y seguir la conversación. Era cierto: un día estábamos jugando y en la tienda que aún hoy maneja mi

Page 13: Revista Letras Raras, marzo 2014

abuelita se apareció un tipo alto, encorvado y calvo, cuya expresión de amargura lo asemejaba mucho al villano del video juego. Nos partimos de risa como pocas veces; era bueno recordar eso… Era bueno olvidar esto. De haber sabido que sería la última vez que platicaría con él, le hubiera pedido que se quedara un rato más.

Sin embargo, no lo olvidé; ese lunes por la noche no pude dormir y estuve dándole vueltas al asunto hasta que tomé la decisión de hablarlo al día siguiente con mis padres. Y lo hice.

—Oigan, sé que ustedes no están enterados, pero quiero decirles que Toñito ha estado visitándome. Le noto deprimido; no sé a dónde irá o dónde estará pero no es feliz. Deberíamos hablar con mis tíos, quizá ellos sepan.

Yo nunca imaginé que ese martes mi vida cambiaría por completo; al ver la expresión de terror de mis padres me di cuenta de que algo no andaba bien. La respuesta me llegó de inmediato:

—Beto… —dijo mi madre.

La voz y las manos le temblaban tanto que no pudo continuar hablando, por lo que papá tomo la palabra:

13

Page 14: Revista Letras Raras, marzo 2014

—Beto… Toñito murió hace casi diez años. ¿Acaso no lo recuerdas?

Sentí una especie de congelamiento que trepó por mis pies y trepó poco a poco por mi cuerpo hasta llegar a mi cabeza, provocándome un mareo. No sé de donde saqué fuerzas para hablar una vez más:

—¿Mu... mu-muerto? ¡Pero eso no es posible! Apenas ayer hablé con él, y lleva visitándome hace tanto que ya no recuerdo la primera vez que apareció…

Pero entonces recordé la primera vez que lo vi en casa. Era viernes y me había levantado para ir a la escuela. Como todos los días, había sido el primero en levantarme. Inesperadamente, lo vi recargado en la barra de la cocina, sonriendo en medio de la oscuridad matinal. Mi susto fue tanto que ni si quiera fui capaz de soltar un grito, per él me tranquilizó y dijo que yo le había dado un juego de llaves de la casa y que así era como había entrado… Pensándolo bien, no recuerdo el día en que se lo di.

EPÍLOGO

El psicólogo me dijo que mi primo había muerto hacía mucho y que su muerte me había afectado tanto que mi cerebro “bloqueó” esos momentos de mi vida y que, tiempo después, mi cerebro mismo sustituyó su ausencia con “alu- Había pasado ya año y medio de

mis terapias. Era lunes a mediodía, por lo que el sol pegaba de lleno. Iba l l e g a n d o c o n m i f a m i l i a d e l supermercado y fui el primero en entrar a la casa. Entonces me paralicé…

Mi primo se hallaba allí, frente a mí, recargado en la barra como le gustaba colocarse cuando me visitaba y se quedaba hablando conmigo, sólo que es ta vez su un i fo rme de secundaria tenía manchas de sangre

cinaciones” de una “realidad alterna” donde él seguía vivo. Después averigüé que mi primo había sido atropellado un lunes al mediodía y que el viernes siguiente, al amanecer, había perdido la vida.

Page 15: Revista Letras Raras, marzo 2014

había sido producto de mi imaginación como en las ocasiones pasadas, cuando mamá, levantando la voz, expresó:

—La casa huele mucho a cempasúchil.

Nunca les había comentado ni a mis padres ni al psicólogo que cuando mi primo me visitaba la casa olía a flor de muerto…

por todos lados y su cara reflejaba el dolor extremo que debía sentir. Me sonrió y una línea de sangre corrió por su boca. Levantó su mano en señal de despedida y desapareció.

Tardé un minuto en reponerme. Sentí los empujones de mamá que quería pasar y me fui directo al cuarto. Quise ignorar lo que había visto diciéndome una y otra vez que todo

FIN

Local 26, plaza La Noria, Puebla, Puebla.

Un espacio para tomar un rico café hecho al instante. También es un centro cultural que le da cabida a

todas las expresiones artísticas.

Therion  regresa  a  México  en

 mayo  como  

parte  de

 su  gira

 Evil  Flowers  a

nd  Ope

ra,  en  la  

cual  promocionan  su  m

ás  re

cien

te  

lanzam

iento  de

 estud

io,  Les  Fleurs  d

u  Mal,  así  

como  el  proyecto  de

 rock  ópe

ra  que

 Christofer  

John

sson

 and

a  elaborando

.  Acá  entre  nos,  será  

un  con

cierto  só

lo  para  qu

iene

s  les  ha  gustado  

lo  m

ás  re

cien

te  de  esta  banda.  

Page 16: Revista Letras Raras, marzo 2014

Fernando de la Vara

Oye, sorullo...

En la ciudad donde vivo no existen los negros. Quiero decir los negros negros, porque aquí está plagado de morenos color llanta, pero éstos son eso: morenos. Lo que quiero decir con que no existen los negros es que no hay africanos, ni estadounidenses de color, incluso caribeños, de esos que son azul marino, casi morado oscuro.

Aquel día, en el supermercado, un negro llamaba la atención de todo mundo. Llevaba una camisa roja y no pude evitar pensar: le aprieta; la camisa era holgada, me refiero a que lo hacía ver más prieto. Con ese rojo era algo así como si estuviera en huelga. Lo vi en la sección de carnes frías, en la de ferretería, en la de ropa para caballeros y en todas; de verdad, en todas partes la gente le dedicaba una mirada curiosa.

Porque además de negro era alto; era un negro alto, y llevaba el coco al aire libre; era un negro alto y pelón. De seguro que el tipo estaba acostumbrado a causar un pequeño alboroto y no parecía molestarle que toda la gente lo hostigara con la mirada y enunciara uno que otro cuchicheo a sus espaldas. Un par de jovencitas se acercaron a él para pedirle que se tomara una foto con ellas y él aceptó; se agachó demasiado, porque las

16

Page 17: Revista Letras Raras, marzo 2014

chicas eran bajitas, y sonrió con unos dientes blanquísimos, perfectos para un comercial de pasta de dientes.

Era un negro alto, pelón, de dientes blancos y, al parecer, era un negro agradable. Cuando llegué a la zona de cajas para pagar mi mercancía, el negro estaba haciendo fila delante de mí. Era el turno de él para pagar y el cajero lo miraba muy extrañado. Entonces le dijo: “Oye, tú estuviste en el equipo de la uni, ¿verdad?”. “Sí, ahí entrené unos años”, contestó el negro. “¡Ah, qué bien! Yo estudié ahí, ¿te acuerdas de mí? Estuvimos juntos en una conferencia sobre actividades deportivas”. “Sí, sí me acuerdo de ti, por supuesto”. El cajero sonrió y finalizó la compra del negro. “Que tengas un buen día y gracias por tu compra, un gusto verte de nuevo”. “Igualmente, chico, un placer”.

Cuando era mi turno para pagar, el cajero volvió a sonreír y me dijo: “¡Qué cosas! Lo reconocí por la camisa”.

F  in  

Pos sí, qué cosas.

17

Page 18: Revista Letras Raras, marzo 2014

Azu hizo un truco de magia: pidió que escogiera una carta. Lo hice: cuatro de copas. Revolvió mi carta con el resto.

—Sopla.

Soplé y miré incrédula los pases mágicos que hacía con los dedos. Me devolvió las cartas y las revisé; mi carta había desaparecido. No tenía idea de cómo lo había hecho.

—¡Es magia titina! —dijo con su sonrisita burlona.

Exigí la devolución de la carta faltante, mas Azu dijo que no sabía hacer el truco a la inversa, se encogió de hombros y se marchó. Lloré hasta que terminó el receso, mientras Tere trataba de consolarme.

En casa, aguardaba el regreso de papá. Mamá me llamó a saludarlo cuando regresó de la oficina; había pensado una historia para justificar la carta perdida. Cuando me acerqué a darle un beso a papá, sentí nauseas. Tras un par de arqueos vomité la carta: el cuatro de copas… ¡La odio!

Cartas Sergio F.S. Sixtos

Papá compró un mazo de cartas. Venían empacadas en una preciosa caja de cartón. Encontré el mazo de cartas sobre el librero y, víctima de la curiosidad, las tomé. En la escuela —durante el receso—, saqué las cartas para mostrarlas a Tere y Azu. Traté de enseñarles a jugar burro castigado, pero las dos son unas cabezas huecas.

fin 5

Page 19: Revista Letras Raras, marzo 2014

Tomé  asiento,  cuade

rno  en

 mano,  a  la  m

itad  de

l  cam

ión.  Saqué

 el  bolígrafo  de  mi  

bolsillo  y  empe

cé  a  vaciar  m

i  men

te.  Entre  palabras  v

eía  las  c

aras  cansadas  d

e  las  

person

as  que

 mon

taban  y  pasaban  mi  lugar.  Fue

 enton

ces  q

ue  la  vi:  la  única  cara  

sonriente  en

 todo

 el  cam

ión  o,  cuand

o  men

os,  la  ún

ica  qu

e  me  llamó  la  atención.  Ya  

para  cuand

o  me  di  cue

nta  qu

e  mis  ojos  no  se  despe

gaban  de

 ella,  estaba  al  lado

 de  mí,  

sentada.  “¿Q

ué  escrib

es?”,  m

e  pregun

tó  con

 voz  de  niña,  y  en  ese  instante  m

e  pe

rcaté  

de  su

 aroma:  ro

sas  c

on  gotas  de  sudo

r  bailand

o  en

 una  brisa  de

 otoño

.  “Co

nque

 esto  es  

el  olor  d

e  mujer  bella,  deseo

 y  esperanza”.    

Fernando S

ilva S

ilverio

El C

amió

n

19

Page 20: Revista Letras Raras, marzo 2014

Uriel Aarón Cadena Torres

CIUDADES ABANDONADAS

Miraba a través de la ventana del autobús. Escuchaba algo de Los Piojos por mis audífonos y veía la avenida Tlalpan en su cumbre. Las cinco de la tarde. Esa hora me hacía imaginar sólo a dos tipos de personas: a las que trabajaban desde la mañana y ya habían salido y a las del turno nocturno que corrían para llegar a tiempo. Me sentía cansado, así que le avisé a Diego que me adelantaría al departamento sin él. Eran los últimos días de clases y las entregas de trabajos finales y los exámenes me complicaban el sueño.

Estaba a punto de quedarme dormido, cabeceaba, pero me despertó la voz de una joven delgada, de piel morena y cabello lacio, que me pidió hacerme a un lado para sentarse; me despertó su perfume, una esencia ligera, agradable. Presumía bajo sus ojos oscuros unas azuladas ojeras. En cuanto se sentó comenzó a bostezar; la admiré discretamente. Era atractiva. Noté la curiosa vestimenta que llevaba: una arrugada minifalda azul, una blusa blanca parcialmente oculta bajo una sudadera negra y un par de tenis que quizá antes habían sido negros también. Toda su ropa denotaba un uso excesivo y el descuido de varias gotas de cloro repartidas por las mangas. Aún así, esto no atenuaba su belleza; al contrario, la volvía interesante.

Page 21: Revista Letras Raras, marzo 2014

No necesito que recuerdes ya mi nombre.

No necesito que me digas adónde querés llegar. Ni si conmigo estás

vengándote de un hombre; no es necesario que preguntes

qué es lo que te quiero dar.

Andrés Ciro Martínez

Dejé de mirar para no incomodarla. Regresé a mi habitual rito de observar la acera en busca de inspiración para una historia. Pasaron dos canciones, es decir, poco más de seis minutos, y sentí cómo su cabeza se posaba ligeramente sobre mi hombro. Dormía. Un relámpago corrió por mi espalda; su esencia penetró mi nariz, excitándome. Mis pupilas se dilataron y sentí un espasmo en mi pierna. Como pude, me obligué a controlar las reacciones de mi cuerpo.

Quedé como estatua de sal durante unos minutos. Pasó otra canción. Ya con el cuerpo bajo control, libre de la sorpresa, pensé en pedirle a la chica que optara por una posición menos complicada para ella, pero antes que pudiera hacer algo ella se aferró a mi brazo, como buscando protección. Viéndome derrotado, traté de relajarme y me recargué un poco en el vidrio, dejando que la música pasara.

No sabía cómo pedirle que se moviera. El tráfico había hecho que la situación se prolongara, pero ya estábamos a pocas cuadras del metro y tenía que bajar allí, aunque al verla y sentirla respirar no me atrevía a perturbar su sueño. Finalmente, moví mi brazo un poco, esperando que eso la despertara, pero no bastó y tuve que hacer un movimiento más brusco (con la excusa mental de que debía buscar algo en mi bolsillo) para que despertara. Lo hizo y me soltó inmediatamente, acto seguido, se sonrojó y se disculpó:

—Perdona —dijo entre bostezos.

Page 22: Revista Letras Raras, marzo 2014

—No te preocupes —respondí entre risas nerviosas, haciendo como que me peinaba aunque no lo necesitara—. Te hubiera dejado descansar más, pero ya voy a bajar.

—Ay, no, qué pena. Me quedé dormida y aparte te usé de oso peluche.

—No fue tan malo. De verdad, no es nada.

—¿En dónde estamos? —preguntó confundida.

—Acabamos de pasar Viaducto.

—Gracias —me extendió la mano—. Me llamo Andrea.

—Uriel.

—¿Para dónde vas...?

—Voy para Chabano. ¿Y tú?

—Igual. Bueno... Puedo irme desde aquí, veo que hay mucho tráfico.

—Pues vamos, a lo mejor nos dirigimos al mismo lado —le sonreí.

—Gracias, me gustaría ir acompañada.

Nos levantamos, bajamos frente a las puertas del metro y comenzamos a hablar: ella no estudiaba y decía vivir con su hermano. No sabía explicarme en dónde vivía; supuse que era igual de mala que Diego para ubicarse, así que no le di importancia. Me dijo el nombre de una avenida y, aunque no me quedaba de paso, le dije que no había problema, que la acompañaba. Sacó un viejo celular de su bolsa,

envió un mensaje y seguimos caminando. Cruzamos un puente peatonal y nos adentramos por una calle perpendicular a San

Antonio Abad. Ésta despedía un aura de abandono; pensé que sería mejor que fuera conmigo. Ella me tomó nuevamente del brazo y seguimos adelante.

Noté cierta molestia en ella

Page 23: Revista Letras Raras, marzo 2014

cuando le hablaba sobre la escuela, así que cambié de tema y mejor hablé de música. Teníamos pocos gustos en común, como es usual. Traté de no aburrirla, cambiando otra vez de tema e ignorando el entorno. Cuando llegamos a 5 de febrero nos detuvimos; Andrea decía que estábamos cerca de su casa. Pensé que era la oportunidad de pedirle su número para invitarla a salir después, con menos prisa. Saqué mi celular y se lo pedí. De repente sentí un metal frío en mi nuca…

—Caite con todo lo que traigas —oí un dedo jugar con el gatillo—. Dale todo y muévete.

Andrea extendió las manos y evitó devolverme la mirada. Si llegué a sentir miedo o pena por ella esos sentimientos se esfumaron en cuanto tomó mi billetera y mi celular. El coraje me salía por las pupilas, pero traté de calmarme y respirar un poco. Tomé el poco cambio que llevaba en los bolsillos y se lo entregué. Ella sacó el dinero de la cartera y me la devolvió con mis credenciales dentro. Mientras ella guardaba el dinero, el individuo detrás de mí habló de nuevo:

—¿Es todo?

—Sí.

—No alcanza para ni madres.

—Ya vámonos —dijo ella, temblorosa.

Sentí cómo apartaban el cañón de la pistola; después, un golpe con la culata que me derribó. Creo recordar el sonido de una motocicleta, aunque no podría asegurarlo. No me desmayé; quizá la vergüenza me lo impidió... Me levanté sólo para sentir cómo me temblaban las piernas. Di un par de pasos erráticos y tomé rumbo hacia mi casa. Caminaba despacio, derrotado. Cuando llegué a la puerta del edificio mi cuerpo tiritaba, mi garganta estaba seca y sentía más dolor en el pecho que en el cuello.

Una de mis vecinas abrió la puerta cuando yo intentaba entrar, me vio y supo que tenía algo raro. Llamó a su hermana y ambas me preguntaron qué había pasado. Respiré y pensé mi respuesta; el asalto pasaba por mi mente pero no aún no lo asimilaba. En cuanto quise hablar me detuvo el ruido la sirena de una patrulla a lo lejos… Aunque siguió de largo.

FIN

Page 24: Revista Letras Raras, marzo 2014

E.J. Valdés

Ladrón  Es  mal   común   de   todo   escritor   que   se  precie  de   serlo   tener  más   libros  de   los  que  puede   leer.  No   importa  que  veinte  volúmenes   de   doscientas   páginas  aguarden  su  atención  en  las  repisas  del  librero  o  en  el  escritorio,  siempre  podrá  añadir   otro   título   a   su   “lista   de  pendientes”,   como   le   llamo   yo.   Total,  algún   día   se   les   habrá   de   leer,   ¿no?   Es  por  esto  que  no  tengo  inconveniente  en  deambular   por   las   librerías   del   centro  en  busca  de  tomos  que  lo  mismo  puedo  hojear  esa  misma  noche  que  dentro  de  una  semana,  un  mes  o  un  año,  y  es  que  

me  es  diNícil  entrar  a  un  establecimiento  de  estos  y  salir  con  las  manos  vacías.  “Es  mucha   tentación  para   ti”,   dice  Fernanda,   y  por  eso  procura   llevarme  por   calles  ajenas   a   estos   comercios   cuando   vamos   a   pasear   por   las   inmediaciones   del  primer   cuadro   de   Puebla,  mas   evoco   cierta   ocasión   en   que   aparcamos   en   la   7  poniente  y,  siendo  inevitable  nuestro  paso  frente  al  portal  de  Casa  de  la  Lectura,  ella   accedió   a   entrar   conmigo,   dando   pie   a   los   eventos   que   competen   a   esta  narración.    

  Resulta   que,   Nisgoneando   por   los   estantes,   me   topé   con   un   ejemplar   de  Zodiac,   de   Robert   Graysmith,   título   cuya   lectura   se  me   antojaba   desde   aquella  época  en  que  me  dio  por   leer   cuanto  Wikipedia  ofrecía   sobre  asesinos   seriales  estadounidenses.  Viendo  allí  la  oportunidad  de  saciar  esta  inquietud,  cogí  el  libro  cual   frágil   infante   y  me   dispuse   pagarlo.   Sin   embargo,   por  motivos   que   no  me  explico,  camino  a   la  registradora  titubeé.  Me  detuve  en  seco,  miré   la  cubierta  y,    

Page 25: Revista Letras Raras, marzo 2014

tras   retroceder   unos   pasos,   devolví   el   ejemplar   a   su   lugar.   Luego,   tomando   la  mano  de  Fernanda,  le  dije:  “ven,  vamos  por  un  café  y  de  regreso  paso  por  él”.  Y  eso  hicimos:  nos  sentamos  un  rato  en  un  lugar  de  la  3  sur,  tras  criticar  el  mobiliario  y  la   iluminación  caminamos  por   los  alrededores  bajo  el  crepúsculo  y,  ya  de  vuelta  en  la  7  poniente,  entramos  de  nuevo  a  Casa  de  la  Lectura  por  el  dichoso  ejemplar,  mas  cuál  sería  mi  sorpresa  al  buscar  en  el  estante  y  descubrir  un  hueco  en  el  lugar  que  le  había  dejado  menos  de  una  hora  atrás.  “¡No  puede  ser!”,  exclamé  para  mis  adentros   mientras   examinaba   el   mueble   de   arriba   para   abajo,   de   izquierda   a  derecha,   seguro  que  el   libro  debía  estar  allí,  que  no  había  puesto  atención.  Pero  ello  fue  en  vano:  Zodiac  se  había  esfumado.    

 —¿Cómo  crees?  —preguntó  Fernanda—.  Ven,  vamos  a  checar  en  servicios  al  cliente.    

  Ella   siempre   sabe   qué   hacer,   así   que   eso   hicimos,   pero   el   encargado,   al  consultar  su  base  de  datos,  dijo  que  el  libro  no  se  había  vendido.    

 —Seguramente  alguien  lo  tomó  para  hojearlo  y  lo  dejó  en  otro  mueble,  pasa  todo  el  tiempo.  Mandaré  a  buscarlo.    

  Uno   de   los   empleados   se   dio   a   esta   tarea   mientras   Fernanda   y   yo  aguardábamos  frente  a  la  computadora,  pero  los  minutos  se  fueron  sumando  y  el  libro  no  aparecía,   y  no   lo  hizo  pese  a  que  el   encargado  envío  a  dos  y   luego   tres  personas   a   que,   literalmente,   barrieran   la   librería   en   su   busca.   Era   un   hecho:  Zodiac,   de   Robert   Graysmith,   no   se   había   vendido   pero   tampoco   se   encontraba  allí.  En  ese  momento  el  dependiente  y  yo  asomamos  a  la  misma  ominosa  verdad:  lo   habían   robado,   y   esto   lo   supe  porque   él,   consternado,   dirigió   su  mirada   a   un  aNiche  pegado  al  tabloide  junto  a  la  entrada,  perdido  entre  avisos,  convocatorias  e  invitaciones  a   eventos   culturales.  Éste  mostraba  a  un  hombre   caminando  por   la  tienda,  borroso,  pues  era  ésa  una   toma  de   las  cámaras  de  vigilancia.  En   la  parte  superior   de   la   imagen   se   leía,   en   gruesas   mayúsculas,   “cuidado”,   y   en   la   parte  

25

Page 26: Revista Letras Raras, marzo 2014

inferior   la   leyenda:   “Este   individuo   es   sospechoso   de   robar   en   diversas  librerías  del  centro.  Si  lo  ve,  denuncie”.    

 Entonces,  extrañado,  miré  a  Fernanda,  que  ya  había  leído  el  aNiche  y  sabía  lo  que  yo  estaba  pensando.    

 —Pero,  ¿un  ladrón  de  libros?  ¿Existe  tal  cosa?  —le  pregunté.    

 —Ya  ves  que  sí  —dijo  ella.    

 —¿Pero  cómo?  ¿Dónde  está  su  negocio?  Está  robando  uno  de  los  productos  con  menor  demanda  en  este  país.    

 —Pues  los  venderá  a  las  tiendas  de  segunda  mano.  Algo  le  darán  por  ellos,  y  su  costo  es  nulo.    

 —En  eso  tienes  razón.  Pero,  oye,  vaya  puntería  para  robar  justo  el  libro  que  yo  quería  comprar.    

 —Yo  no  utilizaría  la  palabra  “puntería”.    

 —¿No?  ¿Por  qué?    

 —Pienso  que  lo  robó  precisamente  por  eso:  porque  tú  lo  deseabas.  Podría  tratarse  de  un  hombre  que  se  dedica  a  robar  los  libros  que  otros  quieren  comprar.    

 —¿De  verdad?  ¿Por  qué  haría  algo  así?    

 —No   lo   sé.   Diversión   o   placer   tal   vez.   De   hecho,   ahora   que   lo   pienso,   es  probable   que   ni   siquiera   los   venda;   puede   ser   que   los   conserve   como   trofeos  inmateriales;  lecturas  que  ha  arrebatado.    

  Imaginé   lo   sucedido:   el   hombre   se   encontraba   en   la   librería   cuando  entramos  por  primera  vez,  me  vio  coger  el  libro  y  devolverlo  al  estante;  sin  duda  debió   escuchar   cuando   le   dije   a   Fernanda   que   regresaríamos   por   él,   así   que,   a  sabiendas  de   la  decepción  que  me   llevaría  al  volver  y  no  encontrarle,   lo   robó.  Y  esto,  aunque  no   lo  presenciaría,   le  daría  satisfacción;   la  satisfacción  no  de  haber  hurtado   el   libro,   sino   de   haberme   privado   de   su   lectura.   “Qué   personaje   más  siniestro”,   pensaba,   cuando   el   encargado,   que   había   puesto   atención   a   nuestra  plática,  dijo:    

 —¿Pero  cómo  pudo  hacerlo?  En  primer  lugar,  ¿cómo  entró  aquí  sin  que  lo  identiNicásemos?   El   aNiche   lo   vemos   todos   los   días,   y   si   es   tan  meticuloso   como  para  robar  un  libro  en  especíNico  quiere  decir  que  debió  estar  en  la  librería  tiempo  considerable.  ¡Forzosamente  debimos  haberle  visto!    

 —Estuvo  aquí  buen  rato,  sin  duda  —le  respondí—,  pero  una  persona  con  tal  

Page 27: Revista Letras Raras, marzo 2014

malicia  debe  tener  su  operación  minuciosamente  planeada  y  contar  con  una  cualidad  tan  rara  como  valiosa:  la  habilidad  de  no  ser  visto.    

 —¿Pero  de  qué  hablas?    

 —Por  supuesto  que  existen  tales  personas;  hombres  y  mujeres  que  van  por  el   mundo   sin   ser   detectados,   capaces   de   dar   un   saludo   que   se   olvida   en   un  instante,  de  caminar  sin  hacer  ruido  o  sin  dejar  huellas,  o  de  permanecer  en  un  lugar   sin   que   nadie   se   percate   de   su   presencia.   Gente   que   vive   en   un   susurro;  sombras   vivientes.   Estoy   seguro   que   si   revisa   la   grabación   del   sistema   de  vigilancia  descubrirá  que  estuvo  aquí  y  robó  el  libro  en  sus  narices.    

  —Hagámoslo   pues,   que   sus   palabras   me   tienen   intrigado.   Por   favor  acompáñenme.    

  Le   seguimos   hasta   una   oNicina   en   la   planta   alta   de   la  librería.   Allí,   en   una   pantalla   de   buen   tamaño,   podía  monitorearse   la   actividad   en   la   tienda   a   través   de   ocho  cámaras.  Procedió  a  rebobinar  la  grabación  más  o  menos  a  la  hora   en   que   ingresamos   por   primera   vez.   Cuando   la   dejó  correr  pude  vernos  a  Fernanda  y  a  mí  cruzar  por  la  entrada.  Nos   separamos   y,   mientras   ella   miraba   las   revistas,   yo  me  perdía   por   los   apartados   de   Nicción   y   novela   policiaca.  Entonces   llegamos   al   momento   en   que   cogí   el   libro.   Y   lo  vimos.    

 —¡Miren,  allí  está!  —señaló  Fernanda.    

  En   efecto,   a   sólo   unos   pasos   de  mí   se   encontraba   un  hombre  regordete  de  rizada  cabellera;  el  mismo  del  aNiche.    

  —No   puede   ser…  —musitó   el   encargado—.   ¡Pero   si  hasta  lleva  puesta  la  misma  camiseta  de  la  imagen!    

  Pero   incluso   más   perturbador   fue   descubrir   que,    durante   el  minuto   que   tuve   el   libro   en   las  m a n o s ,   e l   h omb r e   m e   o b s e r v ó  detenidamente   e   incluso   llegó   a   estar  exactamente   junto   a   mí,   mirando   el  ejemplar  por  encima  de  mi  hombro  sin  que  me  diera  cuenta.  Luego,  cuando  lo  devolví  y  salí   con   Fernanda,   se   apartó   hasta   el   otro  extremo  de  la  librería,  aguardó  unos  minutos,  se  acercó  al  estante  donde   le   dejé   y,   sin  más,   lo   cogió,   se   lo   guardó   en   la   chaqueta   y  salió   tranquilamente   de   la   tienda,   cruzando   frente   a   la   barra   de  

Page 28: Revista Letras Raras, marzo 2014

servicios  al  cliente  sin  que  nadie  lo  viera.  Un  golpe  impecable.    

 —Justo  en  mis  narices…  —dijo  el  encargado,   incrédulo—.   ¡Y  cuántas  veces  no  habrá  hecho  lo  mismo!    

 —Tal  parece  que  tendrán  que  tomar  otras  medidas  de  seguridad  —comentó  Fernanda.    

 —¡Vaya  que  sí!  Estoy  seguro,  sin  embargo,  que  ahora  que  me  han  hecho  ver  esto  podremos  detenerlo  de  alguna  manera.    

  —Y   si   lo   hacen   —intervine—   pídanle   que   devuelva   el   libro   de   Robert  Graysmith,  que  de  verdad  lo  quiero  leer.    

 —¡Lo  haremos!    

 Y  con  esa  declaración  los  tres  reímos  al  unísono  como  sucede  al  Ninal  de  los  dibujos  animados.  Ahora,  podría  terminar  aquí  el  relato,  pero  preNiero  hacerlo  con  una  suerte  de  epílogo:  verán,  tras  estos  hechos  las  librerías  del  centro  organizaron  una   cacería   sistemática  del   ladrón  de   libros,   la   cual,   debo  decir,   no   condujo   a   su  captura   pero   sí   puso   Nin   a   los   sucesivos   hurtos   de   los   que   eran   víctimas.   Este  hombre,   esta   “sombra   viviente”,   sigue   libre,   sí,   pero   he   llegado   a   pensar   que   el  haberle  aprehendido  no  hubiese  servido  de  mucho,  pues,  ¿quién  dice  que  no  iba  a  salir  caminando  tranquilamente  de  la  cárcel  sin  ser  visto,  como  sucedió  en  Casa  de  la  Lectura?  Pienso  que  suNiciente  se  logró  con  neutralizarle,  pues  así  se  han  salvado  libros  y   lecturas,  además  de  sentar  un  precedente  para  que  ningún  otro  lector  de  esta  ciudad  se  quede  con  las  ganas  de  leer  un  título  especíNico  como  me  sucedió  a  mí.    

 Aunque  yo  sigo  sin  leer  Zodiac.    

Dedicado  a  mi  Fer    

Fin  

28

Page 29: Revista Letras Raras, marzo 2014

Rise  of  an  Empire  es  la  conQnuación  a  300,  la  adaptación  de  2006  de  la  novela  gráfica  homónima  de  Frank  Miller.  Esta  cinta  aborda  eventos  antes,  durante  y  después  de  la  legendaria  batalla  de  las  Termópilas,  en  la  cual  el  rey  Leónidas  de  Esparta  y  trescientos  guerreros  perdieron  la  vida  enfrentando  al  ejército  persa  comandado  por  el  rey  Xerxes.  El  protagonista  de  la  película  es  Temístocles  (Sullivan  Stapleton),  quien  habrá  de  detener  una  segunda  incursión  de  Xerxes  (Rodrigo  Santoro)  y  Artemisia  de  Caria  (Eva  Green).  

N O A H

Noah  es  la  nueva  película  de  Darren  Aronofsky,  en  este  caso  un  titulo  de  fantasía  

que  reimagina  el  mito  bíblico  del  diluvio  y  el  Arca  de  Noé.  El  patriarca,  interpretado  por  Russel  Crowe,  es  adverQdo  a  través  de  visiones  sobre  el  desastre  que  se  avecina  y  se  da  a  la  tarea  de  construir  el  arca  para  proteger  a  su  familia,  desafiando  al  pueblo  liderado  por  Tubal-­‐Cain  (Ray  Winstone).  El  elenco  también  está  conformado  por  Jennifer  Connely  como  Naameh,  la  esposa  de  Noé,  Anthony  Hopkins  como  Matusalén  (su  padre)  y  Emma  Watson  como  Ila,  su  hija  adopQva  (personaje  creado  exclusivamente  para  la  película).  

 Respecto  a  la  producción  de  este  _tulo,  considerablemente  disQnto  a  sus  trabajos  anteriores,  Aronofsky  ha  comentado  que  desde  niño  se  vio  fascinado  por  el  pasaje  bíblico  y  siempre  tuvo  interés  en  realizar  un  filme  inspirado  en  él.  

TARZAN!

Este  film

e  anim

ado  es  la  m

ás  re

cien

te  adaptación  de

 la  icón

ica  no

vela  de  

Edgar  R

ice  Bu

rrou

ghs,  aun

que  con  un

 twist:  Tarzan,  luego  de

 crecer  e

n  la  

jungla  entre  los  g

orilas  y

 con

ocer  a  Ja

ne,  se  en

tera  que

 Greystoke  Ene

rgies,  

empresa  qu

e  fuera  prop

iedad  de

 sus  p

adres,  plane

a  invadir  y

 destruir  e

l  paraíso

 selváQ

co  para  explotar  una  m

isteriosa  fu

ente  de  po

der.  Med

io  

fumado  el  asunto.  Esta  pe

lícula  se  produ

jo  m

ayorita

riamen

te  en  Alem

ania,  

por  si  que

rían  sabe

r.  

29

Page 30: Revista Letras Raras, marzo 2014

La Antología Letras Raras de narrativa y

poesía reúne todos los cuentos y poemas

originales que se publicaron en la revista

durante su primer año de circulación (junio

2011-2012).

Adquiérela a un precio muy accesible en

nuestra cuenta de Twitter.

¡HEY!

Twitter.com/LetrasRaras

(y apresúrate porque se agota)

Page 31: Revista Letras Raras, marzo 2014

Sergio  F.S.  Sixtos     Ingeniero   metalúrgico   por   la   UAM.   Publicó   su   primer   microrrelato   en   la  

edición   mexicana   de   la   revista   Asimov   Ciencia   Ficción.   Ganador   del   certamen   de  microcuentos  “Las  Historias,  palabra.lab,  Ciudad  Mínima  2013”  (Ecuador).  

Beatriz  Torres  Limones    Estudiante  de   la   licenciatura  en   lengua  y   literatura  de  Hispanoamérica  en   la  

UABC.  

Fernando  de  la  Vara     Community   manager   del   proyecto   Poronorte   Social   Media.   Radicado   en  

Torreón,  Coahuila.  

Gilberto  Blanco    19  años.  Estudiante  de  historia  en  la  facultad  de  filososa  y  letras  de  la  UNAM.  

Amante   de   los   amaneceres   y   el   café;   de   los   atardeceres   y   el   chocolate.   Lector   a  Qempo  completo  y  escritor  a  Qempo  de  inspiración.  

Fernando  Silva  Silverio    24  años.  Licenciado  en  negocios   internacionales  por  el   ITESM  CCM  y  eterno  

soñador  insaciable.  

Uriel  Aarón  Cadena  Torres    20  años.  Estudia  la  licenciatura  en  lengua  y  literatura  hispánicas  en  la  FFyL  de  

la   UNAM.   Escribe   cuento   corto.   Le   gusta   el   rock,   el   cine   y   la   literatura   de  LaQnoamérica.  Quiere  dedicarse  a  rescatar  relatos  y  novelas  cortas  en  castellano.  

E.J.  Valdés    Tu  amigable  escritor  de  vecindario.  Locutor  del  programa  de  difusión  literaria  

Códex,  en  Radio  Plaza  Juárez.  Seis  veces  ganador  de  premios  de  creación  literaria  del  ITESM.  Autor  del  libro  de  cuentos  Lo  que  vino  de  las  profundidades.  

Page 32: Revista Letras Raras, marzo 2014

H e r M a j e s t y ’ s -­‐    E    n    t    e    r    t    a    i    n    m    e    t    -­‐  

Todos los derechos reservados Editorial Sad Face marzo 2014

L E T R A S

RARAS

r e v i s t a

S A D F A C E!E D I T O R I A L

®