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E n nuestras reflexiones desde el púlpito hemos analizado que el Apóstol Pedro decide responder a la pregunta del epígrafe esbozando siete (7) herramientas básicas. Son principios de fe que nos permiten reír en medio del dolor y mantener las fuerzas necesarias para hacerle frente a las injusticias que trae la vida. Hemos aprendido que los primeros 9 versos de ese primer capítulo de su carta nos revelan esas herramientas, o principios. L a reflexión anterior nos permitió comenzar el análisis de 1 Ped 1:1-9. En esa reflexión esbozamos los primeros cinco (5) de estos principios. Estos son: - El primero de ellos es que no hemos sido arrojados en este planeta sin propósito para nuestra existencia. (vs 2) - El segundo principio esbozado por Pedro es que tenemos una esperanza viva, que nos hicieron renacer para una esperanza viva (vs3). - El tercer principio que Pedro nos regala es que poseemos una herencia reservada (vs 4). Esa herencia es permanente, incorruptible, incontaminada e inmarcesible. - El cuarto principio que el Apóstol Pedro define es poseemos protección divina. Esto es, nuestra fe incluye ser guardados por el poder de Dios. En esta reflexión analizaremos los principios restantes: - Poseemos una fe en desarrollo constante (vs 6-7) - Hemos aprendido a amar y a creer en el Señor sin haberle visto (vs 8) - Nuestra fe persigue una finalidad, una meta (vs 9). Y a hemos leído que el sexto principio que el Apóstol Pedro nos ofrece es que podemos enfrentar el dolor y reír en medio del sufrimiento. Esta es una aseveración categórica: nuestra fe está en desarrollo. Esta aseveración (vs 6-7) dice literalmente que podemos alegrarnos aunque ahora, por un poco de tiempo, si es necesario, tengamos que ser afligidos en diversas pruebas. Esa aseveración es seguida por la comparación que el escritor de esta carta realiza entre la fe y el oro. Pedro dice allí que la fe tiene que ser probada de la misma manera con la que se prueba el oro; con fuego. Como parte de sus aseveraciones Pedro dice que la fe es superior al oro porque el oro es perecedero y la fe no. Pero al mismo tiempo, Pedro nos va a revelar qué es lo que Dios persigue con la prueba de la fe. El Apóstol nos dice que Dios procura elevar de rango nuestra fe, promoverla, al punto de que esta sea hallada en alabanza. E sta es una aseveración muy poderosa y a la vez muy interesante. El análisis del vocabulario que Pedro usa nos revela algunas de las profundidades de la sabiduría divina. De inicio, el Apóstol nos dice acerca de la prueba (“dokimion,” G1383) de nuestra fe; un proceso de ensayos y pruebas hasta que pueda ser digna de confianza. Es entonces que dice que la fe se prueba (“dokimazo,” G1381) con fuego. Esto es, se le realizan pruebas, se le somete a rigurosas pruebas para examinarla, discernirla y aprobarla. 22 de marzo de 2015 • Volumen X • No. 473

Boletín El Heraldo AMECCDAi 22 marzo 2015

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Tema: ¿Cómo Sonreír en Medio del Sufrimiento? Parte II. Mensaje: Pastor-Rector Mizraím Esquilín García. Fecha: 22 de marzo de 2015; Volumen X. No. 473. Boletín Oficial de AMEC Casa de Alabanza, Canóvanas, Puerto Rico. www.ameccda.org. Somos una Iglesia de Presencia.

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En nuestras reflexiones desde el púlpito hemos analizado que el Apóstol Pedro decide responder a la pregunta del epígrafe esbozando siete

(7) herramientas básicas. Son principios de fe que nos permiten reír en medio del dolor y mantener las fuerzas necesarias para hacerle frente a las injusticias que trae la vida. Hemos aprendido que los primeros 9 versos de ese primer capítulo de su carta nos revelan esas herramientas, o principios.

La reflexión anterior nos permitió comenzar el análisis de 1 Ped 1:1-9. En esa reflexión esbozamos los primeros cinco (5) de estos principios. Estos son:

- El primero de ellos es que no hemos sido arrojados en este planeta sin propósito para nuestra existencia. (vs 2)- El segundo principio esbozado por Pedro es que tenemos una esperanza viva, que nos hicieron renacer para una esperanza viva (vs3). - El tercer principio que Pedro nos regala es que poseemos una herencia reservada (vs 4). Esa herencia es permanente, incorruptible, incontaminada e inmarcesible. - El cuarto principio que el Apóstol Pedro define es poseemos protección divina. Esto es, nuestra fe incluye ser guardados por el poder de Dios.

En esta reflexión analizaremos los principios restantes:

- Poseemos una fe en desarrollo constante (vs 6-7)- Hemos aprendido a amar y a creer en el Señor sin haberle visto (vs 8)- Nuestra fe persigue una finalidad, una meta (vs 9).

Ya hemos leído que el sexto principio que el Apóstol Pedro nos ofrece es que podemos enfrentar el dolor y reír en medio del sufrimiento. Esta es una aseveración categórica: nuestra fe está en desarrollo. Esta

aseveración (vs 6-7) dice literalmente que podemos alegrarnos aunque ahora, por un poco de tiempo, si es necesario, tengamos que ser afligidos en diversas pruebas. Esa aseveración es seguida por la comparación que el escritor de esta carta realiza entre la fe y el oro. Pedro dice allí que la fe tiene que ser probada de la misma manera con la que se prueba el oro; con fuego. Como parte de sus aseveraciones Pedro dice que la fe es superior al oro porque el oro es perecedero y la fe no. Pero al mismo tiempo, Pedro nos va a revelar qué es lo que Dios persigue con la prueba de la fe. El Apóstol nos dice que Dios procura elevar de rango nuestra fe, promoverla, al punto de que esta sea hallada en alabanza.

Esta es una aseveración muy poderosa y a la vez muy interesante. El análisis del vocabulario que Pedro usa nos revela algunas de las profundidades de la sabiduría divina. De inicio, el Apóstol nos dice acerca

de la prueba (“dokimion,” G1383) de nuestra fe; un proceso de ensayos y pruebas hasta que pueda ser digna de confianza. Es entonces que dice que la fe se prueba (“dokimazo,” G1381) con fuego. Esto es, se le realizan pruebas, se le somete a rigurosas pruebas para examinarla, discernirla y aprobarla.

22 de marzo de 2015 • Volumen X • No. 473

A renglón seguido Pedro nos dice que el propósito de esos exámenes es que nuestra fe sea hallada (“heurisko,” G2147), percibida, vista, encontrada como una alabanza. Esta es una aseveración extraordinaria porque nos dice que Dios procura que nuestra fe

trascienda la dimensión de la certeza y la convicción (Heb 11:1) y se convierta, sea transformada; que lo que se obtenga al final del proceso; que ella pueda ser percibida y vista por otros como un alabanza a Dios.Si cree que todo lo antes expuesto es extraordinario, le invito a seguir leyendo porque hay mucho más. El Apóstol usa un concepto muy peculiar para describir la meta que Dios quiere alcanzar con la prueba de nuestra fe. Él dice allí que se trata de convertir nuestra fe en algo que él llama “epainos” (G1868). “Epainos” es una combinación de conceptos. En primer lugar, se trata del prefijo “epi” (G1909) que se usa como super-imposición, que distribuye, que está encima empujando en una dirección, que está a cargo, etc.

En segundo lugar encontramos el concepto “aineo” (G134) que significa alabanza, pero cuyo origen es el concepto “ainos” (G136) que significa historia o relato. En otras palabras, Pedro usa un concepto que puede ser traducido como “una historia que siempre

está siendo empujada, echada hacia adelante como una alabanza.”Este concepto (“ainos”) se usa en Mt 21:16 cuando Jesús habla de una alabanza que es perfeccionada. Es también usado en Lc 18:43, para describir la alabanza que ofrece el pueblo luego de vivir la experiencia de la sanidad del ciego. En otras palabras, Pedro usa un concepto que puede ser traducido como “una historia que siempre está siendo empujada, echada hacia adelante como una alabanza.” ¿No le parece glorioso? Pedro dice que podemos sonreír en medio del sufrimiento cuando aprendemos que Dios está desarrollando nuestra fe hasta convertirla en una historia que provoque alabanzas. Dios está ensayando nuestra fe hasta que ella misma sea una historia constante de alabanzas. Dios va a permitir que nuestra fe sea puesta a prueba hasta que nuestras vidas se conviertan en historias que provoquen la alabanza a Dios. De esto hay miles de testimonios que podemos compartir. Pedro no es el único que esboza este principio.

El Apóstol Pablo lo hace cuando le escribe a la Iglesia en Efeso. En el primer capítulo le deja saber que nosotros somos creados y salvados para convertirnos en alabanza del Padre

(Efe 1:3), del Hijo (1:12) y del Espíritu Santo (1:14). ¡Aleluya! Podemos reír en medio del sufrimiento porque Dios usará cada dolor que experimentemos para transformar nuestras historias en testimonios que alaben y glorifiquen a Dios.

Estos versos (1 Pe 1:6-7) son gloriosos porque nos enseñan muchas cosas. Nos hablan de una alegría aun cuando necesitemos ser

probados. Y no nos gozamos por las pruebas; eso sería psicótico; nos gozamos a pesar de ellas. Estos versos dicen que algunas pruebas son necesarias entre otras cosas para probar la fe, para probar la humildad, para revelar nuestra incapacidad, para confrontarnos ante Dios. Estas pruebas producen aflicción. Pero al mismo tiempo nos enseñan con esto compasión para los demás. ¡Cuán insensibles somos cuando evaluamos como algunos enfrentan sus pruebas a base de la forma en que otros las han enfrentado! Alguien que ha perdido un hijo no halla consuelo si le dices que tú perdiste dos. Esa persona halla consuelo al saber que Dios nos llenó de fortaleza y transformó nuestra fe en una alabanza.

El sexto principio es que tenemos un Salvador al que amamos y en quien creemos sin haberle visto (vs 8). La mejor manera para explicar esta aseveración es echando mano de

una experiencia que puede ser metafórica; un embarazo. Cualquier una mujer que se ha convertido en madre sabe esto. La mayoría de ellas aprende a amar a la criatura que lleva en su vientre desde el mismo momento en que se entera de que está embarazada. Ese amor es uno que no se puede medir. La pregunta que uno se formula es ¿cómo puede uno amar a una “personita” a quien uno no ha visto? ¿Cómo se puede creer que es real algo que ellas no han tocado ni han visto? La respuesta que dan las madres es sólida: “No lo he visto, pero lo he sentido. Es por esto que puedo amarlo y puedo creer que es real sin haberle visto: porque lo siento.” Nosotros no hemos visto al Señor, pero sabemos que él está ahí con nosotros, porque lo hemos sentido, hemos experimentado su Presencia.

El cristiano vive en unos escenarios trans-lógicos y trans-racionales (que trascienden la lógica y la razón) y que son imposibles de entender por aquellos que no conocen al Señor. AW Tozer escribía acerca de esto en uno de sus libros (“That Incredible

Christian”). A continuación algunas frases de ese libro que describe esa persona que Dios está formando en mí. Esa clase de cristiano que Dios quiere que yo sea, que debe poseer las siguientes características: “El cristiano cree que ha muerto en Cristo, pero al mismo tiempo está más vivo que nunca antes y espera vivir para siempre. Camina en la tierra, pero está sentado en los cielos. Es uno que

cree que después que se convierte, el mundo que conocemos deja de ser su hogar. Es como el halcón de la noche, que cuando vuela en los cielos se ve majestuoso, pero en el suelo no luce bien. Uno que siente el supremo amor de alguien a

quien nunca ha visto. Uno que habla con familiaridad todos los días con uno al que no puede ver. Uno que espera ir al cielo por

la Virtud de otro (Cristo). Uno que acepta vaciarse de sí mismo para poder ser lleno de Él. Uno que admite que está mal para poder ser declarado justo. Uno que sabe ir hacia abajo para poder ir hacia arriba. Uno que es fuerte cuando es débil, rico cuando es pobre, feliz cuando atraviesa por pésimas condiciones. Uno que muere para poder vivir. Uno que se despoja para poder tener. Uno que da para poder poseer. Uno que ve lo invisible. Uno que escucha lo inaudible. Uno que comienza a conocer y entender aquello que trasciende el entendimiento. Uno que sabe que posee toda la sabiduría cuando reconoce que no sabe nada. Uno que sabe que irá más lejos cuando se queda quieto. Uno que sabe que puede manejarse en el dolor hasta regocijarse y mantener el gozo en su corazón aun en medio de las tristezas.”

Este es el mismo principio rector que sustenta la aseveración del Apóstol Pedro. Es la lógica del cielo; podemos reír en medio del

sufrimiento y del dolor porque hemos aprendido a amar y a creer en Uno a quien no hemos visto, pero que sabemos que está dentro de nosotros.El último principio que formula Pedro en 1 Pedro 1:1-9 es que nuestra fe posee una meta definida; alcanzar la salvación de nuestras almas. En otras palabras, que nuestra fe no se da como un accidente, sino que forma parte de un plan. Que ella no se da en el vacío, sino que persigue una finalidad. Charles Swindoll describe esto en un libro titulado “Perfect Trust.” Él nos dice allí que el primer secreto de una fe que sabe esto, es la confianza responsable que nos permite aceptar. Swindoll dice allí que a muchos se nos ha hecho difícil manejar algunas temporadas. Nos sentimos heridos, lastimados y solos: pero Dios nos asegura que Él tiene cuidado de nosotros. Nos sentimos con coraje y resentidos: pero Dios provee sabiduría y fortaleza. Nos sentimos avergonzados: pero Dios garantiza perdón y consuelo. Nos sentimos ansiosos: Dios promete suplir todas nuestras necesidades.

El segundo secreto de esa confianza es obediencia. Nosotros no tenemos que explicar o defender la voluntad de Dios. Nuestro

trabajo es simple; solo debemos obedecer lo que dice Dios en Su Palabra. Swindoll dice que hay muchas cosas que nosotros no entendemos y las obedecemos. Por ejemplo, el policía que da paso en la intersección cerca de nuestra casa. ¿Por qué no metemos las manos en los cables de una estación eléctrica? ¿Por qué no nos lanzamos a volar como las aves? Cuando aprendemos a obedecer Dios comienza a quitar las barreras y la meta de la fe se hace realidad. Cuando no sabemos obedecer, el instinto nos lleva a querer quitarlas nosotros mismos. GK Chesterton decía que antes de quitar una verja, había que averiguar para qué la pusieron allí. Estos son siete (7) principios que nos permiten reír en medio del sufrimiento, que nos permiten aceptar lo que nos está sucediendo y que nos llevan a obedecer aun cuando no entendamos.

A nuestras amadas hijas Ruthgalys quien cumple 18 años el 18 de marzo y Andrea Victoria por sus 14 años el 21

de marzo, de parte de tu familia que les ama Ruthy , Eduardo, y Tata Mercedes.

Como iglesia nos honramos en felicitar a nuestra amada Pastora Rebecca Parrilla por su cumpleaños el 25 de

marzo, te bendecimos y agradecemos al Señor el poder ser testigos del amor de Dios en tu vida así de los

milagros que El hará, declaramos que este es un nuevo tiempo, tiempo de la nueva canción. #louderandstronger