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L a reflexión anterior nos permitió iniciar el análisis del tema de la oración en el libro y del profeta Ezequiel. Hemos subrayado que este libro de la Biblia, además de ser Palabra de Dios, es sin duda alguna una obra literaria mayor. Sus enseñanzas, su pedagogía, es lo que realmente consigue las reacciones de todos y cada uno de los lectores que se acercan a “navegar” en las páginas de este libro. La semana anterior nos adentramos en uno de esos mensajes: el de la oración. En Ezequiel 9:4-6 podemos leer lo siguiente: “4 y le dijo Jehová: Pasa por en medio de la ciudad, por en medio de Jerusalén, y ponles una señal en la frente a los hombres que gimen y que claman a causa de todas las abominaciones que se hacen en medio de ella. 5 Y a los otros dijo, oyéndolo yo: Pasad por la ciudad en pos de él, y matad; no perdone vuestro ojo, ni tengáis misericordia. 6 Matad a viejos, jóvenes y vírgenes, niños y mujeres, hasta que no quede ninguno; pero a todo aquel sobre el cual hubiere señal, no os acercaréis; y comenzaréis por mi santuario. Comenzaron, pues, desde los varones ancianos que estaban delante del templo.” Y a vimos que Ezequiel comunica una visión en la que aparece un varón vestido de lino (ropa sacerdotal; Eze 9:2), que llevaba en su cintura un tintero de escribano. Este tintero no es otra cosa sino la capacidad para documentar e inscribir en el libro de Dios. Vimos que este varón viene entre los ángeles que han sido señalados para destruir la ciudad de Jerusalén. Vimos que este varón vestido con ropas sacerdotales es el único con la capacidad para interceder a favor de los fieles. Vimos que Él es el que puede poner las marcas de redención sobre las frentes de aquellos que gimen y que claman a causa de todas las abominaciones que se hacen en medio de la ciudad. Vimos que Él es el único que puede declarar que su obra está consumada, cuando ha hecho todo lo que le correspondía hacer (Eze 9:11). S in duda alguna que esta es una visión de Cristo. Solo Cristo Jesús puede decir “consumado es” (Jn 19:28-30). Jesucristo y el Espíritu Santo es el único (son uno solo con el Padre) que puede interceder por nosotros ante el Padre (Rom 8:26-27, 34). E zequiel responde a este momento de crisis postrándose sobre su rostro y clamando al Señor (Eze 9:8); procurando interceder por los suyos. Un dato interesantísimo es que lo hace mientras está recibiendo la revelación de las visiones de Dios. O sea, que Ezequiel nos enseña que nada puede detener los procesos de oración; ni siquiera las visiones de Dios. En esa reflexión fuimos inquietados por el énfasis que se hace acerca de la oración en la visión de Ezequiel y comenzamos a formular algunas preguntas. ¿Qué significa clamar y gemir? ¿Por qué oramos, clamamos y gemimos? ¿Por qué se nos ordena orar cuando Dios sabe todo lo que le vamos a decir en nuestras oraciones, antes de que nosotros le pidamos?. Luego de esto procedimos a utilizar un bosquejo desarrollado por el siempre recordado. 27 de septiembre de 2015 • Volumen X • No. 500

Boletín El Heraldo AMECCDAi 27 de septiembre de 2015

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Tema: Una Iglesia de Ora... Reflexiones del libro de Ezequiel. Parte II. Mensaje por el Pastor/Rector Mizraím Esquilín García. Fecha: 27 de Septiembre de 2015, Vol. X, No. 500. www.ameccda.org

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La reflexión anterior nos permitió iniciar el análisis del tema de la oración en el libro y del profeta Ezequiel. Hemos subrayado que este libro de la Biblia, además de ser Palabra de Dios, es sin duda

alguna una obra literaria mayor. Sus enseñanzas, su pedagogía, es lo que realmente consigue las reacciones de todos y cada uno de los lectores que se acercan a “navegar” en las páginas de este libro. La semana anterior nos adentramos en uno de esos mensajes: el de la oración. En Ezequiel 9:4-6 podemos leer lo siguiente:

“4 y le dijo Jehová: Pasa por en medio de la ciudad, por en medio de Jerusalén, y ponles una señal en la frente a los hombres que gimen y que claman a causa de todas las abominaciones que se hacen en medio de ella. 5 Y a los otros dijo, oyéndolo yo: Pasad por la ciudad en pos de él, y matad; no perdone vuestro ojo, ni tengáis misericordia. 6 Matad a viejos, jóvenes y vírgenes, niños y mujeres, hasta que no quede ninguno; pero a todo aquel sobre el cual hubiere señal, no os acercaréis; y comenzaréis por mi santuario. Comenzaron, pues, desde los varones ancianos que estaban delante del templo.”

Ya vimos que Ezequiel comunica una visión en la que aparece un varón vestido de lino (ropa sacerdotal; Eze 9:2), que llevaba en su cintura un tintero de escribano. Este tintero no es otra cosa

sino la capacidad para documentar e inscribir en el libro de Dios. Vimos que este varón viene entre los ángeles que han sido señalados para destruir la ciudad de Jerusalén. Vimos que este varón vestido con ropas sacerdotales es el único con la capacidad para interceder a favor de los fieles. Vimos que Él es el que puede poner las marcas de redención sobre las frentes de aquellos que gimen y que claman a causa de todas las abominaciones que se hacen en medio de la ciudad. Vimos que Él es el único que puede declarar que su obra está consumada, cuando ha hecho todo lo que le correspondía hacer (Eze 9:11).

Sin duda alguna que esta es una visión de Cristo. Solo Cristo Jesús puede decir “consumado es” (Jn 19:28-30). Jesucristo y el Espíritu Santo es el único (son uno solo con el Padre) que puede interceder

por nosotros ante el Padre (Rom 8:26-27, 34).

Ezequiel responde a este momento de crisis postrándose sobre su rostro y clamando al Señor (Eze 9:8); procurando interceder por los suyos. Un dato interesantísimo es que lo hace mientras está recibiendo

la revelación de las visiones de Dios. O sea, que Ezequiel nos enseña que nada puede detener los procesos de oración; ni siquiera las visiones de Dios. En esa reflexión fuimos inquietados por el énfasis que se hace acerca de la oración en la visión de Ezequiel y comenzamos a formular algunas preguntas. ¿Qué significa clamar y gemir? ¿Por qué oramos, clamamos y gemimos? ¿Por qué se nos ordena orar cuando Dios sabe todo lo que le vamos a decir en nuestras oraciones, antes de que nosotros le pidamos?. Luego de esto procedimos a utilizar un bosquejo desarrollado por el siempre recordado.

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del cielo. Ruth Graham, esposa del Dr. Billy Graham, decía algo muy interesante acerca de este asunto: “Doy gracias a Dios por no contestar algunas de mis oraciones. Si lo hubiera hecho (en 5 ocasiones en las que levanté mis oraciones), me habría casado con el hombre equivocado”

No se puede equivocar el silencio de Dios como si esto fuera la aprobación o la

afirmación de lo que estamos presentando. Hay que esperar por la dirección del cielo. Hay tres (3) clases de respuestas que podemos recibir del cielo: respuestas directas, respuestas diferentes, o respuestas retrasadas. En todas y cada una de ellas estarán repasando los anhelos y las motivaciones de nuestro corazón. Por ejemplo, para Dios es mucho más importante lidiar con la ansiedad, el coraje, la duda o el temor que nos provoca a orar, pedir y buscar, que con la respuesta a nuestras oraciones. Una respuesta retrasada debe llevarnos a examinar, con la ayuda del Espíritu Santo, cuáles son las motivaciones reales que hay en el corazón.

Rogers decía que hay muchos ejemplos de esto en la Santa Palabra. Casi todos giran

alrededor de oraciones que Dios no contestó o a las que dijo no. Uno de ellos lo encontramos cuando el Apóstol Pablo señala que dedicó tres (3) temporadas de oración para que Dios le quitara una enfermedad (2 Cor 12:7-9; RV 1960

lo traduce como debilidad). Dios le dijo que no. La dirección divina llevó al Apóstol a aceptar que aprender a vivir y confiar en la gracia era más importante que estar sano.

Otro ejemplo lo encontramos cuando el Profeta Elías le pidió a Dios que lo matara (1 Rey 9:4). Dios no solo no le contestó

la oración, sino que ni siquiera le dio explicaciones. La dirección divina llevó al profeta a aceptar que hay terrores y temores que nos pueden llevar a levantar oraciones equivocadas. Otro ejemplo lo encontramos cuando el profeta Jonás le pidió a Dios lo mismo que pidió Elías (Jonás 4: 3). Dios tampoco contestó esa oración, pero le hizo saber al profeta que su coraje le estaba llevando a levantar oraciones incorrectas y a caminar en la dirección incorrecta (hacia el desierto). Al mismo tiempo, Moisés pidió que Dios lo arrancara del libro de la vida (Ex 32:32). La respuesta que Dios le da a Moisés necesita ser analizada en otra batería de reflexiones.

Hay que buscar la dirección de Dios y hay que espera por ella. La oración nos permite afinar el discernimiento para recibir

esa dirección. La oración, conectada al factor anterior, nos permite examinar las motivaciones, los escenarios, las emociones, el entendimiento y la comprensión de nuestra realidad que le dan forma a nuestra oración.

Rdo. Dr. Adrian Rogers (1931-2005), Pastor de la Iglesia Bautista Bellevue en Memphis Tennessee (1972-2005) y tres veces Presidente de la Convención de la Iglesias Bautistas en EUA. En esa reflexión escribimos lo siguiente:

“Podemos entender mejor estos procesos, decía Rogers, cuando estudiamos con detenimiento la enseñanza de Mateo 7:7-8. En primer lugar encontramos la acción de pedir; relacionada a nuestros deseos y anhelos: “el factor de los deseos.” En segundo lugar, encontramos la acción de buscar; relacionada a la necesidad de dirección: “el factor de dirección.” En tercer lugar encontramos la acción de llamar; relacionado a la determinación y a la perseverancia: “el factor de la determinación.”

El segundo factor define la oración como un proceso y una herramienta que nos permite

hablarle a Dios para conseguir dirección: hay que buscarle. La Biblia dice varias cosas relacionadas a esta búsqueda:

• 1 Cro 16:11 Hay que buscar al Señor y su poder; hay que buscar su rostro continuamente. • Sal 27:8 Esta búsqueda tiene que ser un deseo absoluto del corazón.• Sal 69:32 Hay que hacerlo para que el corazón tenga vida. Amós 5:14 Hay que buscar lo bueno, y no lo malo, para tener vida. • Sof 2:3 Hay que buscar a Jehová para ser guardados en el día del enojo de Jehová.• Mt 6:33 Hay que buscar el reino de Dios y su justicia como la prioridad más alta.• Col 3:1 Hay que buscar las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios.

Esta parte de la definición de la oración procura darnos dirección. Este escenario posee la misma importancia que posee la necesidad

de conseguir que haya sincronización entre el palpitar del corazón de Dios y el de cada creyente. El tiempo que dedicamos a orar, clamar y gemir nos permite encontrar dirección de Dios. Es por eso que no se puede dejar de orar.

Adrian Rogers decía que el problema más grande que enfrenta el creyente no lo encontramos en las crisis o en las dificultades que

nos asaltan en la vida. El problema más grande son las oraciones que no hemos hecho.Cuando entramos en oración a este factor (el de la dirección), nos damos cuenta de que los factores están interconectados. No hay manera que un creyente pueda alinear

los deseos de su corazón con el corazón de Dios si no está dispuesto a aprender a esperar recibir la dirección

 

El tercer factor define la oración como un proceso y una herramienta que nos permite desarrollar determinación

y perseverancia. La Biblia dice que hay vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad del Señor (Rom 2:7). Ella dice que al que persevera en el temor del Señor, la esperanza no le será cortada (Pro 23:17). La Biblia dice que Dios guarda en completa paz a aquellos que perseveran pensando en Él (Isa 26:3). Ella dice que esto es una demostración de confianza en Dios. La Biblia dice que aquellos que perseveran en la perfecta ley (la de la libertad) son bienaventurados (Stg 1:25). Estos son los que tienen al Padre y al Hijo (2 Jn 1:9). La Biblia dice que hay que perseverar en la oración (Col 4:2).

Hay muchas otras referencias bíblicas que pueden ser traídas a la consideración de los lectores. Les invitamos

a conseguirlas y a estudiarlas. La conclusión será siempre la misma. ¿Por qué nos quieren enseñar a ser determinados y perseverantes? ¿Por qué usa Jesús parábolas como la que encontramos en Lcs 11:5-10? ¿Es que acaso Dios se complace en hacernos esperar?

Creemos que los lectores conocen la respuesta. Aprender a ser determinados y perseverantes trata con algo más

que la capacidad para recibir respuestas del cielo. Estas características están amarradas al fruto del Espíritu (Gal 5:22-23). Adquirir estas características significa que uno ha pasado por los exámenes aleatorios a los factores anteriores (deseo y dirección). Adquirir estas características implica que uno está convencido de que lo que está presentando en oración está alineado con el corazón de Dios y que vamos en la dirección correcta. Adquirir estas características implica que uno no va a perder la salvación, porque uno sabe que el que persevere hasta el fin es el que será salvo (Mcs 13:13).

Exponerse a estos factores significa exponerse nuevamente a ser retados. Sí, seremos retados por el mundo, por el

enemigo de las almas, por nuestra propia carne y retados por Dios. La oración y la Palabra son las herramientas más poderosas para vencer las inclinaciones del corazón hacia la dirección incorrecta y hacia la propensión a rendirnos. Estos factores son los que colocan la oración como instrumento que garantiza una señal en la frente de aquellos que claman y gimen.

Para Nuevos

Creyentes, Reconciliados y

Hermanos en Traslado de membresía.

Próxima reunión:15 de octubre de 2015

Salón: 5Hora: 8:00 PM

Ministerio Enlace-Iglesia AMEC Casa de Alabanza

(787) 256-3331

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