4
L as semanas recientes nos han encontrado ocupados con el análisis del tema de esta reflexión: ¿Cómo sonreír en medio del sufrimiento? En otras palabras, cómo podemos mantener el rostro en alto de cara a los problemas y las tribulaciones con los que la vida nos sorprende con frecuencia. La Biblia nos ofrece una cantidad extraordinaria de herramientas, de instrumentos y consejos que nos pueden ayudar a manejar esos tiempos con la sabiduría, el discernimiento y el grado de confianza necesarios para hacerlo. Esos pasajes muchas veces han sido presentados alrededor de promesas que Dios nos ha hecho como hijos lavados por la sangre derramada por su Hijo en la Cruz del Calvario. En otras ocasiones, esos pasajes son ofrecidos como historias, relatos y narrativas que describen las actitudes, las luchas y las consecuencias que hombres y mujeres de fe vivieron mientras atravesaban situaciones similares a las nuestras. S in embargo, hay pasajes bíblicos que se escribieron como consejos y alternativas directas para manejar tiempo de tribulación, de gran necesidad y de angustias. Tal es el caso del primer capítulo de la Primera Carta del Apóstol Pedro (1 Pedro 1:1-9). Ese capítulo comienza identificando en su encabezado unos grupos de hermanos que Pedro llama expatriados y que están dispersos en unas regiones en particular. La historia nos enseña que las regiones del Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia fueron las primeras en experimentar persecuciones a causa de la fe cristiana. El mapa adjunto nos permite identificar la localización y la proximidad de cada una de ellas. ¿Qué consejos se les puede ofrecer a una Iglesia que ven a sus hijos y sus esposos ser castigados y sacrificados a causa de su fe en Cristo? El problema de esas congregaciones no era su fe en el futuro, en la resurrección y la vida eterna. El problema de esos hermanos que Pedro llama expatriados era otro: ¿Cómo sonreir en medio del sufrimiento? ¿Cómo mantener las fuerzas necesarias para hacerle frente a los problemas de hoy?. E n nuestras reflexiones desde el púlpito hemos analizado que el Apóstol Pedro decide responder a esas preguntas esbozando siete (7) herramientas básicas, principios de fe, que nos permiten reír en medio del dolor y mantener las fuerzas necesarias para hacerle frente a las injusticias que trae la vida. Hemos aprendido que los primeros 9 versos de ese primer capítulo nos revelan esas herramientas, o principios. El primero de ellos es que no hemos sido arrojados en este planeta sin propósito para nuestra existencia. El Apóstol Pedro nos dice que hemos sido elegidos según la presciencia de Dios Padre (vs2). En otras palabras, hemos sido señalados según la “prognosis” de Dios el Padre. Esto significa que somos parte, que pertenecemos a un plan maestro celestial diseñado por el Padre. Saber esto incentiva nuestra confianza porque nos permite mirar el dolor como algo que Dios puede permitir, haciéndolo formar parte de los escenarios de bendición, de la manifestación de la gloria del Todopoderoso y posible instrumento para hacernos 15 de marzo de 2015 • Volumen X • No. 472

Boletín el Heraldo AMECCDAi 15 marzo 2015

Embed Size (px)

DESCRIPTION

Tema: ¿Cómo Sonreír en Medio del Sufrimiento? Mensaje: Pastor/Rector Mizraím Esquilín García. Boletín Oficial de la Iglesia AMEC Casa de Alabanza, Canóvanas, Puerto Rico. Búsquenos en www.ameccda.com Edición: Volumen X, Número 472 Fecha: 15 de Marzo de 2015

Citation preview

Page 1: Boletín el Heraldo AMECCDAi 15 marzo 2015

Las semanas recientes nos han encontrado ocupados con el análisis del tema de esta reflexión: ¿Cómo sonreír en medio del

sufrimiento? En otras palabras, cómo podemos mantener el rostro en alto de cara a los problemas y las tribulaciones con los que la vida nos sorprende con frecuencia. La Biblia nos ofrece una cantidad extraordinaria de herramientas, de instrumentos y consejos que nos pueden ayudar a manejar esos tiempos con la sabiduría, el discernimiento y el grado de confianza necesarios para hacerlo. Esos pasajes muchas veces han sido presentados alrededor de promesas que Dios nos ha hecho como hijos lavados por la sangre derramada por su Hijo en la Cruz del Calvario. En otras ocasiones, esos pasajes son ofrecidos como historias, relatos y narrativas que describen las actitudes, las luchas y las consecuencias que hombres y mujeres de fe vivieron mientras atravesaban situaciones similares a las nuestras.

Sin embargo, hay pasajes bíblicos que se escribieron como consejos y alternativas directas para manejar tiempo de tribulación, de gran necesidad y de angustias. Tal es el caso del primer

capítulo de la Primera Carta del Apóstol Pedro (1 Pedro 1:1-9). Ese capítulo comienza identificando en su encabezado unos grupos de hermanos que Pedro llama expatriados y que están dispersos en unas regiones en particular. La historia nos enseña que las regiones del Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia fueron las primeras en experimentar persecuciones a causa de la fe cristiana. El mapa adjunto nos permite identificar la localización y la proximidad de cada una de ellas. ¿Qué consejos se les puede ofrecer a una Iglesia que ven a sus hijos y sus esposos ser castigados y sacrificados a causa de su fe en Cristo? El problema de esas congregaciones no era su fe en el futuro, en la resurrección y la vida eterna. El problema de esos hermanos que Pedro llama expatriados era otro: ¿Cómo sonreir en medio del sufrimiento? ¿Cómo mantener las fuerzas necesarias para hacerle frente a los problemas de hoy?.

En nuestras reflexiones desde el púlpito hemos analizado que el Apóstol Pedro decide responder a esas preguntas esbozando siete (7) herramientas básicas, principios de fe, que nos permiten

reír en medio del dolor y mantener las fuerzas necesarias para hacerle frente a las injusticias que trae la vida. Hemos aprendido que los primeros 9 versos de ese primer capítulo nos revelan esas herramientas, o principios. El primero de ellos es que no hemos sido arrojados en este planeta sin propósito para nuestra existencia. El Apóstol Pedro nos dice que hemos sido elegidos según la presciencia de Dios Padre (vs2). En otras palabras, hemos sido señalados según la “prognosis” de Dios el Padre. Esto significa que somos parte, que pertenecemos a un plan maestro celestial diseñado por el Padre. Saber esto incentiva nuestra confianza porque nos permite mirar el dolor como algo que Dios puede permitir, haciéndolo formar parte de los escenarios de bendición, de la manifestación de la gloria del Todopoderoso y posible instrumento para hacernos

15 de marzo de 2015 • Volumen X • No. 472

Page 2: Boletín el Heraldo AMECCDAi 15 marzo 2015

llegar hasta el final de ese plan maestro. ¿Explica esto el dolor? La respuesta es que no. Esta expresión no pretende explicar nuestros dolores. Esta expresión procura enseñarnos a mirar nuestros dolores desde otro asiento en el parque de la vida.

Esto, según Pedro, trae consigo un propósito divino singular, la santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo. En otras palabras, ser santificados, aún en medio del sufrimiento es ser separados para la Gloria de Dios. Podemos reír en medio del sufrimiento porque estamos dentro del plan maestro de Dios.

El segundo principio esbozado por Pedro es que tenemos una esperanza viva, que nos hicieron renacer para una esperanza viva (vs3). El Dr. Charles Swindoll reflexiona sobre este pasaje en su libro “Hope again.” Allí nos dice lo siguiente: “Por

duro que parezca el camino, y aun cuando las situaciones que enfrentemos parezcan ser el capítulo final, este verso garantiza que solo Dios puede escribir ese capítulo y lo hará en los cielos cuando estemos frente a su presencia” (traducción libre, página 14)

Para aquellos que no conocen al Señor, la esperanza es un ejercicio mental basado en fantasías o en sueños que se desarrollan con nuestros ojos abiertos. En cambio, para aquellos que conocemos al Señor, la esperanza es el ejercicio

de estar expectantes ante la proximidad del cumplimiento de las promesas divinas. Esta esperanza es una viva porque está garantizada por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos. Si conocemos a Jesús podemos reír aún en medio de las lágrimas, sabiendo que éstas serán temporales. Nuestra esperanza, que no avergüenza (Rom 5:5), es eterna y está garantizada por la resurrección de Jesús. Podemos reír en medio del sufrimiento porque tenemos una esperanza viva y garantizada. El Dr. Billy Graham hablaba el viernes 14 de septiembre de 2001 desde la Catedral Nacional en Washington en el día de oración y recordación nacional. Allí decía lo siguiente:

“Es casi imposible concebir que los miles que perecieron el martes 11 de Sept. en NY y en Washington hayan pensado al llegar a sus trabajos y al montarse en los aviones que ese sería su último día en este planeta. Así es la vida del hombre; como la flor que hoy es y mañana deja de ser. Se entiende así en el nuevo orden mundial que se ha dibujado desde el martes 11 de Septiembre. La realidad de la brevedad de la vida estará más presente que nunca antes en la historia de la humanidad. Esta tragedia nos ha unido como nación, nos ha devuelto a los templos a orar. Está sacando lo mejor de nosotros. Ha unido el Planeta a reflexionar y a buscar a Dios. Nos obliga a mirar de cerca las prioridades reales que siempre han estado ahí: la brevedad de la vida; la necesidad que tenemos unos de los otros; la necesidad de reflejarnos en el sufrimiento de Cristo en la Cruz. Ese sufrimiento no fue el capítulo final; solo el penúltimo. La resurrección es el capítulo glorioso que sigue al sufrimiento de Cristo. Es esa resurrección la que nos garantiza una esperanza viva. Y la resurrección de Jesús será seguida de su retorno en Gloria”

El tercer principio que Pedro nos regala es que poseemos una herencia reservada (vs 4). Esa herencia es permanente, incorruptible, incontaminada e inmarcesible. Permítame

repetir este principio: podemos ser consolados en medio del sufrimiento al saber que poseemos una herencia que no admite corrupción, contaminación ni mancha alguna, y que está segura en los cielos. ¿En qué consiste esta promesa de herencia permanente? Consiste en asegurar que nuestras reservaciones en los cielos están aseguradas y no hay muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada que nos pueda separar de ellas; solo nosotros podemos cancelarla (Rom 8:38-39). El Apóstol Pablo nos habla acerca de esto diciendo: “Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse (Rom 8:18). Podemos sonreír en medio del sufrimiento porque tenemos una herencia reservada. El cuarto principio que el Apóstol Pedro

define es que poseemos protección divina. Esto es, nuestra fe incluye ser guardados por el poder de Dios. Los lectores de esta columna ya saben que dedicaremos reflexiones adicionales para tratar con este tema. La garantía de nuestra

Page 3: Boletín el Heraldo AMECCDAi 15 marzo 2015

protección es nada más y nada menos que el dunamis de Dios. Es por esto que no tememos al que puede destruir

el cuerpo. A través de la fe en Cristo, el alma está protegida por el poder de Dios.

Si esto es así, ¿De dónde sale el dolor? ¿Dónde está Dios cuando sufrimos? Lo más sensato que podemos decir

acerca del dolor es que éste es un misterio (2 Tes 2:7: “el misterio de la iniquidad” o el “misterio del resultado del pecado”). Lo que no es un misterio es que sabemos que cuando estamos en el dolor Dios se coloca entre nosotros y todo aquello que amenace nuestra esperanza o nuestra vida eterna. En otras palabras, Dios no dejará que el sufrimiento nos robe la Salvación. ¿Qué significa ser guardados por el poder de Dios?¿Cómo definimos ese poder? ¿Qué fuentes usa Dios para demostrar su poder? ¿Cómo opera ese poder? Todas estas preguntas darán forma a varias de nuestras próximas reflexiones.

Sin embargo, no podemos comenzar esa discusión y ese análisis sin haber completado el análisis del capítulo 1 de

Primera de Pedro. En nuestra próxima reflexión analizaremos los siguientes principios: Poseemos una fe en desarrollo constante (vs 6-7). Hemos aprendido a amar y a creer en el Señor sin haberle visto (vs 8). Nuestra fe persigue una finalidad, una meta (vs 9). Invito a los lectores a estudiar este capítulo con detenimiento, en oración y procurando la iluminación del Santo Espíritu de Dios. Charles Swindoll, “Hope Again.” Dallas: Word Publishing (1996). A la Hna. Carmen F. Valdes &

Familia por el fallecimiento de su nuera.

Page 4: Boletín el Heraldo AMECCDAi 15 marzo 2015

La Iglesia Casa de Alabanza se honra en felicitar a nuestro amado Pastor Miguel Martinez por su cumpleaños el 16 de marzo, gracias por bendecirnos con su vida y testimonio.

Muchas felicidades a Bryan Gonzalez por su cumpleaños el 20 de marzo, declaramos que lluvia de bendiciones inunden

tu vida de manera especial.

A mi amado esposo Mickey Martinez deseandote que pases un día bien feliz en tu cumpleaños te desean tus hijos y tu

esposa que te ama mucho, Marta.

A la Hna. Aleisa Gines por su cumpleaños el 20 de marzo, que este nuevo año de vida sea de grandes propósitos para ti

y que tu liderazgo siga fluyendo en el Espíritu Santo.