299
PENSAR BIEN, VIVIR MEJOR. Mediante la Terapia Racional Emotivo- Conductual. 1

La Terapia Racional Emotiva Conductual nace a partir de los ... bien, vivir mejor.doc · Web viewVIVIR MEJOR. Mediante la Terapia Racional Emotivo-Conductual. Autor: J. Reguera Baños

  • Upload
    others

  • View
    25

  • Download
    1

Embed Size (px)

Citation preview

La Terapia Racional Emotiva Conductual nace a partir de los trabajos pioneros del psicólogo norteamericano Albert Ellis, quien, descontento con los escasos resultados obtenidos con la técnica psicoanalítica decide dar un giro a la Terapia que practicaba

PENSAR BIEN,

VIVIR MEJOR.

Mediante la Terapia Racional Emotivo-Conductual.

Autor: J. Reguera Baños

León, 2007

INDICE

Introducción………………………………………………………….

3

Un ejemplo de la “filosofía” de la TREC……………………………

8

El ABC de la T.R.E.C. (terapia racional emotivo-conductual)……....

11

Procesos cognitivos…………………………………………………..

17

Aplicación del ABC emocional a un caso concreto…………………

28

Creencias Irracionales de nuestra sociedad…………………………

38

Emociones negativas apropiadas e inapropiadas………………..……

59

Criterios de Salud Mental, según la TREC……………………………

83

Alternativas racionales a cuatro procesos de pensamiento irracional…

107

Distorsiones cognitivas………………………………………………..

110

Aspectos técnicos orientados preferentemente a terapeutas…………..

114

Apéndice I (Superar Círculos Viciosos)………………………………

135

Ejercicios prácticos comentados………………………………………

141

· Ejercicio de Relajación…………………………………..

141

· Formulario de Autoayuda………………………………..

149

· Formulario de autoayuda completado……………………

152

· Cuestionario sobre actitudes……………………………..

155

· Test de actitudes generales……………………………….

162

· Ejercicio sobre Creencias Irracionales…………………...

170

· ¿Razona Ud. Bien?.............................................................

180

· Prueba sobre la Ira……………………………………….

185

· Prueba sobre autoaceptación……………………………

189

Enlaces y Bibliografía recomendada…………………………………

194

INTRODUCCION

A muchas personas, la Terapia Racional Emotivo-Conductual (TREC) no les suena a nada conocido o famoso. Para los estudiantes y Psicólogos actuales si forma parte de una teoría importante de la Psicología de nuestros días. Sobre todo, para los primeros va dedicado este Libro, aunque también para los segundos. Para los no iniciados, se pretende ofrecer una visión general sobre esta corriente psicológica, muy conocida fuera de nuestras fronteras y sobre todo en los Estados Unidos, de donde era natural el principal exponente de la misma: Albert Ellis. Se pretende ofrecer un compendio sobre la TREC, de una forma condensada y clara, lo que se encuentra disperso en los muchos libros y escritos publicados tanto por Albert Ellis como otros autores como Windy Dryden, Leonor Lega, Grieger Russell, Wayne Froggatt o Janet L. Wolfe, por citar solo algunos.

Consideramos que la TREC puede ser de gran ayuda para personas que sufren de diversas afecciones, sobre todo de tipo psíquico-emocional y que tiene claridad y cercanía en sus conceptos respecto a los aspectos cotidianos que nos encontramos en nuestra vida diaria en el tipo de sociedad en que vivimos. Además, puede tener un fin práctico y útil en la construcción social y en la mejora de nuestras relaciones interpersonales.

La TREC se viene desarrollando desde los tempranos años 50-60 del pasado siglo, a partir de los trabajos pioneros de Albert Ellis, quien, descontento con los escasos resultados obtenidos con la práctica psicoanalítica, decide dar un giro a la Terapia que practicaba, creando una terapia más breve, directa y efectiva; con mayor implicación tanto por parte del terapeuta como por parte del cliente y con unas técnicas centradas en la vida actual de éste, no en el pasado; y en la influencia que ejercen los pensamientos y las creencias sobre las emociones y los comportamientos de las personas.

En un primer momento la llamó, simplemente, Terapia Racional, por la influencia en la misma de los aspectos de razonamiento en los procesos de terapia. Ello le granjeó, por autores poco conocedores de la misma y, a veces, con afán de desprestigiar, la desvalorización de la misma, por las “supuestas” connotaciones con la filosofía racional de hace unos siglos. También dio lugar, en otros ambientes, a malinterpretaciones sobre el significado del nombre, ya que algunos lo tacharon de crear una terapia para el tipo “hombre-máquina”, es decir, para un comportamiento regido, en exclusiva, por el raciocinio frío. Por todo ello, decidió cambiar el nombre por el de Terapia Racional Emotiva, para evitar el significado único de filosofía racional, incluyendo aspectos emocionales y, por tanto, de tipo psicológico; y a la vez, también evitar la crítica de terapia fría, sin sentimientos. Posteriormente, por fin, la denominó Terapia Racional Emotivo-Conductual, ya que se considera que, en la terapia, no solamente se producen respuestas de tipo emocional, sino también puede tener consecuencias conductuales, en el más estricto y perceptible sentido de la palabra, por que, en sentido amplio, una emoción, ya es un tipo de “conducta” humana. Se criticó, igualmente, el que las personas llegaran a “domesticar” mecánicamente las emociones o no tener sentimientos, al utilizar tanto los aspectos racionales en la terapia, pero, según Ellis, ocurre más bien todo lo contrario: las personas con salud mental llegarían, utilizando sus procesos racionales, a experimentar emociones más sanas e intensas, evitando en gran medida dejarse arrastrar por emociones y sentimientos que son perturbadores para el desarrollo personal. Por tanto, y como veremos más adelante, la TREC pretende, a través de la buena utilización del pensamiento y el raciocinio, además de las técnicas conductuales, conseguir, no solamente evitar las conductas y emociones insanas, sino también alcanzar un mejor desarrollo personal y una vida más plena y feliz al experimentar emocionas más sanas.

Albert Ellis, ideó la teoría del "ABC" emocional, nombre críptico que sirve para facilitar la labor didáctica y educativa de la que también hace gala. Trató de establecer las principales "Creencias Irracionales" que mayormente compartimos las personas de las sociedades occidentales, bien por educación, tendencias biológicas, influencias sociales etc., y que es conveniente combatir para lograr un mayor desarrollo personal y social. Sobre estos aspectos se tratará más adelante.

Una de las primeras aportaciones de Ellis fue distinguir entre emociones negativas (que no se trata de negarlas) apropiadas y las inapropiadas. Quizá también habría que distinguir entre las emociones positivas apropiadas e inapropiadas, pero de éstas últimas, es posible que existan menos y procuren menos problemas. Tratamos este asunto en un capítulo aparte.

Los teóricos de la TREC también han tratado de "aislar", por así decirlo, los procesos irracionales básicos, proponiendo alternativas racionales a los mismos.

El propio Albert Ellis, en uno de sus más famosos libros recogió lo que consideraba como Criterios básicos de Salud Mental, lo que reproducimos y comentamos por su valor ilustrativo y didáctico en uno de los capítulos.

Referente a las distorsiones cognitivas, diversos autores de Psicología Cognitiva como David Burns, Aaron Beck, el propio Ellis y otros, coinciden en la mayoría de ellas.  Son las causantes, principalmente, de los desajustes emocionales y conductuales.

Básicamente, la Terapia Racional Emotivo-Conductual propone un Cambio de tipo filosófico en la forma de pensar de las personas para comenzar a vivir una vida más plena y feliz. Aunque suena sencillo, esto se consigue solamente con la práctica, el empeño y el trabajo individual, no de forma mágica. Algunas sugerencias se ofrecen en el Debate de Creencias y otras técnicas, a tratar mas adelante.

Finalmente se proponen unos ejercicios prácticos ideados por mí, para realizar a modo de ejemplo. En ningún caso pueden sustituir a una terapia realizada por un profesional, a quien es conveniente acudir en caso de problemas psicológicos de importancia o con fines de mejorar lo que podemos llamar la autoactualización o desarrollo personal.

También se incluyen enlaces, y bibliografía sobre autores cognitivos e Instituciones de Terapia para quienes quieran profundizar en aspectos relacionados con la Psicología Cognitiva. 

Este Libro se realiza con una finalidad didáctica y educativa, básicamente. Se agradece al Dr. Albert Ellis (fallecido ya) la autorización que ha dado al autor de estas páginas (primeramente a través de la página Web http://users.servicios.retecal.es/jureba) para incluir algunas importantes contribuciones realizadas a la Psicología Cognitiva Conductual, como son las Ideas Irracionales, el Formulario para la Práctica de la TREC.; el A B C de las emociones etc. Muchos internautas que visitan mi página web, me agradecen la claridad y la ayuda que les brindo con la misma, tanto legos en la materia, como estudiantes y profesionales. Esto me ha decidido a plasmar por escrito lo que se puede encontrar en la misma y también para aquellas personas, por suerte cada vez menos, que por diversos motivos no pueden acceder fácilmente a las ventajas de la red electrónica mundial.

UN EJEMPLO DE LA "FILOSOFÍA" DE LA TREC:

A veces un sencillo ejercicio nos aclara mucho más un concepto que varias líneas, aunque sean magistralmente escritas, por ello vamos a realizar el siguiente para situarnos en la “filosofía” de la TREC.

Señale una de las opciones que se presentan en la siguiente casilla para ver el estado de ánimo con que se dispone a la lectura de este libro.

¿Que piensa respecto a este Libro? Posibles respuestas:

1.- ¡Qué interesante, a ver que puedo aprender!

2.- ¡Excelente! ¡Es lo que estaba buscando!

3.- ¡De qué ira todo esto! ¡No tengo ni idea!

4.- ¡Bah, Psicólogos! ¡Se creen que lo saben todo!

5.- ¡Seguro que no entiendo nada! ¡Me deprimen estos rollos!

¡Qué interesante, a ver que puedo aprender!

Actitud optimista, de curiosidad e interés, emoción correspondiente de agrado moderado por realizar una actividad que nos interesa y de la que esperamos recompensa (aprendizaje).

¡Excelente! ¡Es lo que estaba buscando!

Actitud muy optimista al encontrar algo que buscábamos o por lo que nos sentimos atraídos. Emoción correspondiente de alegría por el hallazgo de algo agradable o por lo que nos proporciona sintonía intelectual.

¡De qué ira todo esto! ¡No tengo ni idea!

Actitud de expectación, sin saber lo que nos podemos encontrar, aunque con ciertas reticencias sobre la utilidad de lo que tenemos delante. Emoción de sorpresa, con cierta indiferencia ante algo que no conoces y de lo que no tenemos expectativas positivas, ni negativas.

¡Bah, Psicólogos! ¡Se creen que lo saben todo!

Actitud negativa ante lo que nos encontramos, quizá porque tenemos una disposición negativa hacia los psicólogos, bien por experiencias pasadas o por convencimiento personal. Emoción negativa de desagrado o de exasperación correspondiente con la actitud.

¡Seguro que no entiendo nada! ¡Me deprimen estos rollos!

Actitud autopunitiva respecto a las propias capacidades personales, por no entender temas de los que creemos que deberíamos entender. Emoción de autoconmiseración o de depresión por lo que consideramos culpa nuestra.

De acuerdo al ABC de la T.R.E.C., el punto A (Acontecimiento activador) es el hecho de que esté Ud. ante este Libro, independientemente de como ha llegado aquí. El punto B (Creencias, pensamientos) es la elección que Ud. efectúa según las frases que se proponen (lógicamente se pueden tener otros pensamientos distintos); y el punto C (Consecuencias, conductas y emociones) viene representado en este caso por el cambio emocional (en el gráfico) sobre las diversas opciones. También se pueden producir distintas conductas (continuar viendo y leyendo el libro, dejar de leerlo y hacer otra cosa, visionarlo de mala gana etc.). El estado de ánimo con que hacemos las cosas (en gran medida determinado por lo que pensamos -"B"- sobre una situación), hace que nuestro comportamiento sea acorde con el mismo. En el caso ejemplificado; la elección primera hace que veamos el libro con cierta curiosidad y expectación positiva, la segunda con gran entusiasmo (quizá ya conocemos algo sobre el tema y estemos muy interesados), la tercera con curiosidad y sorpresa, la cuarta con espíritu crítico negativo y la última con desgana y apatía, esperando resultados negativos (quizá en este último caso, no se continúa la lectura del libro). 

EL ABC DE LA T.R.E.C. (Terapia Racional Emotivo-Conductual)

Acontecimiento activador

  El Acontecimiento activador es el hecho que nos ocurre o propiciamos que nos ocurra, porque puede provenir tanto del mundo exterior como de nuestro mundo interior; puede ser algo apreciable a simple vista o algo que no tiene concreción determinada (puede ser un accidente de carretera o una preocupación por un familiar enfermo o por algo que pueda suceder; una discusión con otra persona o un problema de relación con alguien a quien se quiere evitar ...)

Es conveniente en este punto procurar atenerse a los hechos de la manera más fiel y objetiva que se pueda, sin realizar excesivas evaluaciones subjetivas. Se puede utilizar la técnica de comprobación de cámara de video para ajustarnos fielmente a la realidad. Supongamos que lo que nos ocurre pasa a través de una película que visionamos. Intentemos apreciar los detalles del Acontecimiento activador con cierta distancia, como datos brutos. ¿Estamos siendo objetivos con nuestra anterior apreciación? ¿Estamos exagerando las cosas?

     EJEMPLO

A. Hecho activador - "Mi amante me ha dejado por otro amor". B. Pensamientos y Creencias

C. Consecuencias  Emocionales     

D. Debate

E. Efectividad de la Respuesta racional 

Pensamientos y creencias

Las creencias y cogniciones vienen referidas a lo que pensamos o las ideas que nos hacemos acerca del Acontecimiento Activador, de lo que nos ocurre en la realidad. Todos mantenemos ciertos pensamientos o creencias respecto a lo que nos sucede; aunque, a veces, los pensamientos son "automáticos", se cruzan por la mente como un "rayo", sin que seamos suficientemente conscientes de ellos. Por ello, muchas veces, tendemos a considerar que los hechos (acontecimientos activadores) nos "provocan" sentimientos o comportamientos determinados.

Las creencias pueden ser racionales o irracionales. Las primeras nos ayudan a sentirnos bien o conformes con nosotros mismos, aunque sean emociones negativas (como una tristeza por una pérdida). Las creencias irracionales suelen ser poco lógicas, no basadas en la evidencia y de tendencias extremistas, exageradas o excesivamente exigentes para con nosotros mismos o con los demás, lo que nos puede provocar tanto sentimientos inapropiados (depresión, excesiva culpabilidad, ansiedad, ira, etc.) como conductas autodestructivas (adicciones, violencia, suicidio etc.)

  EJEMPLO

A. Hecho - "Mi amante me ha dejado por  otro amor". B. Pensamientos y Creencias - "No puedo  continuar sin ella/el. Soy un perdedor debido a que me ha dejado. Es  terrible que ella/el me haya dejado"."Nunca encontrare otro amor". C. Emociones y Consecuencias.

D. Debate

E. Efectividad de la Respuesta Racional

Consecuencias emocionales y conductuales

Ya consideradas, de alguna manera, anteriormente, son las respuestas que damos a los Acontecimientos activadores. Normalmente tendemos a pensar que éstos provocan directamente las emociones y conductas. Si así fuera, todos tendríamos el mismo comportamiento ante hechos parecidos, lo que no ocurre normalmente. Ello es debido a que está mediatizado por B, las creencias y cogniciones. 

El cambio emocional y conductual, pues, viene en gran medida, determinado por el cambio en nuestra forma de pensar o cómo interpretamos los Acontecimientos activadores o hechos. Ante un mismo hecho (ruptura de una relación) se puede responder de manera diferente: Depresión, tristeza, culpabilidad, decepción, frustración, indiferencia, ira etc., de acuerdo a pensamientos racionales o irracionales que mantenemos al interpretarlo.

EJEMPLO:

A. Hechos activadores - "Mi amante me hadejado por otro amor."B. Pensamientos y Creencias - 

"No puedo estar sin el ella. Soy un perdedor debido a que me ha dejado. Es realmente terrible que me haya dejado.Nunca encontrare otro amor."

C. Consecuencias Emocionales."Me siento triste. Me siento furioso. Me siento indigno. Y(conductualmente): No como. No duermo. Bebo demasiado alcohol. Falto al trabajo."D. Debate

E. Efectividad de Respuestas racionales

Debate (de creencias irracionales)

En este punto damos un salto cualitativo, del aspecto descriptivo (A,B,C) a la práctica terapéutica. El Debate lo realizamos para superar problemas creados a raíz de la interpretación irracional de los Acontecimientos activadores que nos ha llevado a conductas y emociones inapropiadas y autodestructivas.

Para poder debatir las creencias irracionales primero hay que tratar de llegar a ser conscientes de nuestras creencias irracionales. Identificarlas, a veces, es más difícil que rebatirlas. Cuando nos ocurre un sentimiento inapropiado o nos comportamos inadecuadamente a nuestros intereses, es conveniente "rebobinar" hacia atrás y considerar qué pensamientos o creencias irracionales mantenemos respecto a los hechos. Posteriormente, se debaten las creencias irracionales con preguntas como:

¿Dónde esta la evidencia de que....?

¿Dónde está escrito o dónde está la ley que dice..?

¿Por qué esto tiene que ser así...?

¿Cómo me afecta esta forma de pensar…?

Se han de utilizar todo tipo de preguntas que contribuyan a poner en tela de juicio o en evidencia las creencias irracionales.

EJEMPLO:

 

A. Hecho activador:

"Mi amor me ha dejado por otro."

B: Pensamientos y Creencias:

"No puedo estar sin el/ella. Soy un perdedor debido a que me ha dejado.Es realmente terrible.Nunca encontrare otro amor."

C: Respuestas y ConsecuenciasEmocionales: 

"Me SIENTO triste. Me SIENTO furioso. Me SIENTO indigno. No puedo comer, dormir, no voy al trabajo. Bebo demasiado alcohol."

D: Debate o disputa sobre el autodiálogo irracional, pregunte ¿POR QUE?. . .¿DONDE ESTA LA EVIDENCIA? ¿DONDE ESTA ESCRITO? ¿Qué LEY LO DICE?

(¿Es tan terrible el que alguien te deje en una relación? ¿Dónde esta escrito o que ley dice que soy un perdedor por ello, ¿nunca encontraré otro amor?...)

Efectividad del debate de creencias

 

 

Este punto también entra dentro de lo que consideramos la estrategia para el cambio o la práctica terapéutica.

Si hemos efectuado correctamente la reestructuración cognitiva o cambio de creencias hacia un pensamiento más racional, los nuevos efectos emocionales y conductuales han de ser menos autodestructivos, nos ayudarán más en nuestros intereses y nos harán sentirnos mejor con nosotros mismos. No necesariamente hemos de sentirnos más felices, ya que hemos considerado que pueden existir emociones negativas, pero sí, hemos contribuido a no entrar en un círculo vicioso de problemas que crean nuevos problemas, como es el caso de una depresión severa o dificultades de adaptación al sentir fuerte ansiedad ante situaciones sociales.

En el ejemplo ilustrativo que hemos considerado, la efectividad del debate nos lleva a sentirnos con más fuerza para reiniciar otra relación, quizá más positiva, o a considerar la posibilidad de vivir feliz sin necesidad de una pareja, o aprender de los errores cometidos para corregirlos en el futuro.

PROCESOS COGNITIVOS

A continuación vamos a presentar una serie de gráficos y explicaciones, de manera resumida y esquemática, sobre cómo consideramos que funcionan nuestros procesos de conocimiento del mundo, tanto interior como exterior, cómo interpretamos los hechos y cómo dichas interpretaciones influyen en nuestro comportamiento posterior.

PROCESO COGNITIVO BASICO

Lectura explicativa:

De forma esquemática, podemos considerar que percibimos hechos que pueden provenir tanto del mundo exterior (mundo físico, relaciones con los demás, experimentación, etc.) como de nuestro mundo interno (basado normalmente en anteriores experiencias y el cómo las interpreta nuestro cerebro, y compuesto por sentimientos, emociones, pensamientos, concepciones, ideas, etc.). Estos hechos pueden tener una significación personal, que también de forma esquemática consideraremos como positivos, negativos o neutros (la gama de variedad significativa, obviamente, es mucho más amplia).

Se hace esta diferenciación (ya que en la realidad se crea una interacción casi continua) a efectos de entender, en términos generales, lo que está en nuestras manos cambiar (los hechos internos) y lo que no podemos de forma absoluta o está fuera de nuestro control en gran medida (aunque, dependiendo a qué nivel, si podemos influir con nuestra conducta, de forma bastante limitada, normalmente; no podemos hacer el mundo a nuestra imagen o deseo).

Los pensamientos pueden considerarse la llave en la adjudicación del significado, tanto de los hechos externos como en interpretaciones de como sentimos o pensamos (valga la redundancia, ya que es una capacidad exclusiva del ser humano, tanto pensar como el pensamiento sobre nuestro propio pensamiento).

Según como interpretamos los hechos externos e internos que nos influyen en un momento determinado, provocamos nuestras emociones y nuestras conductas posteriores. A veces, esos pensamientos son tan rápidos y, digamos, "inconscientes" que no nos damos cuenta de ellos, pero es evidente que para reaccionar ante el ambiente, se necesita dotar a los hechos de un significado. Los animales, incluso, obtienen un significado que en gran medida está determinado de forma biológica, a través de los instintos. En el hombre cabe la posibilidad de reflexionar y pensar para dotar de significado a lo percibido.

A menos que la influencia externa sea tan poderosa (ataque físico, influencia de fenómenos naturales, etc.) que tengamos que reaccionar casi de forma instintiva, todas nuestras conductas y emociones o sentimientos estarán mediatizadas por la interpretación que hacemos de lo que nos sucede, es decir, por los pensamientos, valores, actitudes, creencias, ideas, etc., que tenemos formados con anterioridad o creamos en el momento de los hechos.

Nos centramos en el estudio de los pensamientos y creencias irracionales (así llamados los que no están plenamente basados en la realidad y la evidencia y formados principalmente por distorsiones de la realidad) porque son los que nos ocasionan los problemas emocionales y conductuales principalmente, hasta el extremo de podernos llevar a la psicosis o locura. De hecho, personas que viven hechos parecidos, incuso los llamados "traumas", tienen reacciones diferentes y algunas son más propensas a sufrir trastornos psicológicos y conductuales más que otras, cuando cabría esperar las mismas respuestas si no interviniera especialmente el pensamiento y las creencias que mantenemos. Hablamos de "creencias" en el sentido de que son pensamientos elaborados de forma muy personal, contrariamente a los pensamientos en general, que tienen una acepción más aséptica. Las creencias irracionales suelen estar teñidas de una valoración personal y auto referentes negativas ("voy a ser atacado por alguien...", "será mi ruina en caso de que...", "soy un fracasado si..."), por lo que fácilmente provocan emociones y sentimientos. Existen, por supuesto pensamientos o "creencias" más racionales o realistas que no nos crean tantos problemas de adaptación a la realidad ni problemas emocionales, más bien, al contrario, nos ayudan a desenvolvernos y desarrollarnos. 

PROCESO COGNITIVO AMPLIADO

Consideremos en la siguiente serie de gráficos, el proceso cognitivo de forma algo más ampliada:

Lectura adicional explicativa:

En el proceso de la percepción hemos de considerar, en términos generales, que, si bien, los sentidos captan los estímulos externos, más importante es el papel que ejerce el cerebro para interpretar y dar significado a esos estímulos. Sin la gran especialización del cerebro humano, a lo más que podríamos aspirar sería, al igual que ocurre en los animales inferiores, a reaccionar de forma "semi-automática", según lo considerado vital para nuestra subsistencia, regido básicamente por proveernos de lo necesario para mantener la vida y luchar o huir ante las amenazas externas.

La especialización de nuestro cerebro nos lleva también a que en el proceso perceptivo se seleccione lo que se considera importante para nosotros y se obvia lo que no es. Así, pues, se realiza una primera selección en la percepción. Dicha selección, igualmente, puede ser muy compleja, pudiendo estar determinada por procesos internos, como puede ser un deseo o una consideración ética, por ejemplo.

En el siguiente paso, especialmente humano, realizamos una valoración de lo percibido y seleccionado. Esta valoración puede ser más o menos objetiva o subjetiva, dependiendo de lo que se ajuste a la realidad o esté influida por aspectos muy personales. Ejemplo: "veo un hombre que viene hacia mí", valoración objetiva; "veo un hombre que viene hacia mi, para preguntarme por algo", percepción con rasgos de valoración subjetiva.

En líneas generales, podemos considerar las valoraciones subjetivas con una carga, respecto a nosotros mismos, positiva, negativa o neutra. Ejemplo: "Veo a un hombre que se dirige hacia mi, posiblemente para preguntarme por algo, ya que se encuentra desorientado": valoración subjetiva neutra. "Veo a un hombre que viene hacia mi, para preguntarme por algo, porque me considera una persona entendida": valoración subjetiva positiva. "Veo a un hombre que viene hacia mi, es posible que quiera robarme o aprovecharse de mi, no me debo fiar de los extraños": valoración subjetiva negativa.

Las valoraciones subjetivas no neutrales de un estímulo son las que pueden provocar, en mayor medida, la excitación del sistema nervioso central, transformando la percepción en fuertes emociones y sentimientos, que como tales pueden ser, así mismo, positivos o negativos.    

En la creación actual de la valoración positiva, negativa o neutral pueden influir: ciertas predisposiciones biológicas, anteriores experiencias, educación recibida, influencias culturales en general, etc. Esta valoración subjetiva es la que podemos decir que conforman los pensamientos y creencias (B).

Una vez realizada esta evaluación, que provoca nuestras emociones y sentimientos, determina conductas acordes con ella y con las emociones.

Independientemente de que las valoraciones sean positivas o negativas, se forman creencias que se pueden considerar racionales o irracionales, según se adapten correctamente o no a la realidad y favorezcan o perjudiquen a nuestro desarrollo y sirvan para nuestros intereses. Las creencias irracionales, sean de valoración positiva o negativa, son las que nos causan mayores problemas de adaptación emocionales y conductuales. En el ejemplo anterior es irracional pensar con valoración positiva: "veo un hombre que viene hacia mi, para preguntarme algo, ya que, de alguna manera, tiene que saber que soy excepcional como ser humano y tengo grandes conocimientos y una excelsa amabilidad" (deificación, engrandiosamiento). Las valoraciones subjetivas negativas crean problemas mayores como: miedo excesivo, pánico o angustia, depresión, excesiva demanda de los demás o de uno mismo, baja tolerancia a la frustración, culpabilización excesiva, baja autoaceptación personal.

Las conductas resultantes pueden dar lugar a círculos viciosos que crean más y más pensamientos, emociones y conductas autoderrotistas y por tanto, poco adaptativas. A veces, estas conductas se mantienen a pesar de ser contraproducentes, porque momentáneamente nos libran de una ansiedad a la que no sabemos dar otra salida o porque es la forma de conducta más cómoda o menos costosa; aunque el problema se vuelva a presentar casi de forma indefinida. Es lo que da lugar a las llamadas conductas neuróticas o autoderrotistas: evitación excesiva, adicciones diversas, inhibición o bloqueos afectivos y conductuales, apatía, etc.

Si bien, las nuevas conductas pueden hacernos cambiar la forma como pensamos, la terapia se centra en el cambio de pensamientos distorsionados (no acorde con la realidad o que llevan a una mayor desadaptación o a conductas autoderrotistas), para provocar un comportamiento más constructivo y superar estados de perturbación emocional que nos favorezca también en nuestras conductas posteriores.

APLICACIÓN DEL ABC EMOCIONAL A UN CASO CONCRETO

Hemos considerado este ejemplo sobre un adolescente que toma drogas, algo bastante habitual en nuestra sociedad. Ante dicho problema, los padres o tutores pueden adoptar alguna de las tres posibles interpretaciones: de tipo culpatorias, derrotistas o comprensivas, veamos algunos ejemplos sobre cada una de ellas. Sobre las culpatorias, consideramos estas cuatro posibles líneas de pensamiento:

Para el primer caso, vemos las posibles consecuencias en el aspecto emocional y conductual del pensamiento exculpatorio:

A

ACONTECIMIENTOS

Situación, hechos

“Mi hijo se droga toma heroína, cocaína, pastillas y alcohol”

B

PENSAMIENTOS AUTOMÁTICOS

Posibles interpretaciones

(Ex) Culpatorias

“Esta sociedad está corrompida, los jóvenes se ven abocados a la droga con tanto paro laboral, falta de valores, etc.”

C

CONSECUENCIAS

Emocionales y Conductuales

Emocionales: irritación indefinida hacia las instituciones, sistema, sociedad…

Conductuales: Apoyo a Asociaciones de crítica global al sistema. Crítica a las Instituciones.

Para el segundo pensamiento, también de tipo ex-culpatorio, hacia las amistades, consecuencias:

A

ACONTECIMIENTOS

Situación, hechos

“Mi hijo se droga toma heroína, cocaína, pastillas y alcohol”

B

PENSAMIENTOS AUTOMÁTICOS

Posibles interpretaciones

(Ex) Culpatorias

“Los amigos le han arrastrado al consumo de drogas, las malas compañías y el mal ejemplo”

C

CONSECUENCIAS

Emocionales y Conductuales

Emocionales: Ira, dirigida hacia las amistades del hijo

Conductuales: Solicitar al hijo que abandone sus amistades, controlar las salidas del hijo.

En el tercer tipo de pensamiento, de tipo in-culpatorio, en este caso hacia el hijo, las consecuencias podrían ser las que se establecen en el punto C:

A

ACONTECIMIENTOS

Situación, hechos

“Mi hijo se droga toma heroína, cocaína, pastillas y alcohol”

B

PENSAMIENTOS AUTOMÁTICOS

Posibles interpretaciones

(In) Culpatorias

“Este hijo mío es un desgraciado ¿lo que le faltaba, meterse en la droga!. ¡Qué desastre es para todo!”

C

CONSECUENCIAS

Emocionales y Conductuales

Emocionales: Ira contra el propio hijo

Conductuales: Culpabilización, enfrentamiento y posible ruptura familiar.

Por fin, para el cuarto caso de pensamiento, de tipo auto-inculpatorio, las consecuencias emocionales y conductuales se puede ver en el esquema siguiente:

A

ACONTECIMIENTOS

Situación, hechos

“Mi hijo se droga toma heroína, cocaína, pastillas y alcohol”

B

PENSAMIENTOS AUTOMÁTICOS

Posibles interpretaciones

(Auto) Culpatorias

“¿Qué hemos hecho mal los padres para que nuestros hijos se metan en la droga? ¿En qué hemos fallado?”

C

CONSECUENCIAS

Emocionales y Conductuales

Emocionales: Depresión, desesperanza, remordimiento

Conductuales: Inhibición, retraimiento.

En todos los casos, las consecuencias, tanto emocionales como conductuales son poco aconsejables, son pensamientos que nos pueden hacernos sentir mal o nos llevan a conductas poco productivas.

En el segundo caso de pensamientos de tipo derrotista, podríamos considerar los siguientes:

En el primero de los casos, los pensamientos de tipo catastrofistas, nos pueden llevar a las siguientes consecuencias negativas, tanto emocionales como conductuales:

A

ACONTECIMIENTOS

Situación, hechos

“Mi hijo se droga toma heroína, cocaína, pastillas y alcohol”

B

PENSAMIENTOS AUTOMÁTICOS

Posibles interpretaciones

Derrotistas (Catastrofistas)

“Los drogadictos no tienen remedio y nunca se curan. Mi hijo sufrirá toda la vida y la familia, también”

C

CONSECUENCIAS

Emocionales y Conductuales

Emocionales: Depresión, Desesperanza, dolor.

Conductuales: Inhibición retraimiento, apatía.

En el segundo caso, los pensamientos de tipo autocompasivo hacia los padres por sentirse altamente responsables y de manera incomprensiva, pueden dar lugar a las siguientes consecuencias en C:

A

ACONTECIMIENTOS

Situación, hechos

“Mi hijo se droga toma heroína, cocaína, pastillas y alcohol”

B

PENSAMIENTOS AUTOMÁTICOS

Posibles interpretaciones

Derrotistas (Autocompasiva)

“¿Porqué tiene que sucederme esto a mí? ¿Por qué tengo tan mala suerte en la vida? ¡Qué desgracia!”

C

CONSECUENCIAS

Emocionales y Conductuales

Emocionales: Depresión, tristeza excesiva, desesperanza.

Conductuales: Lamentos, inactividad, conductas compensatorias: oración, etc.

Por fin en otro tipo de pensamiento con tintes derrotistas, con excesiva preocupación por la opinión de los demás, las consecuencias tanto emocionales como conductuales podrían ser las que se plasman en el siguiente esquema:

A

ACONTECIMIENTOS

Situación, hechos

“Mi hijo se droga toma heroína, cocaína, pastillas y alcohol”

B

PENSAMIENTOS AUTOMÁTICOS

Posibles interpretaciones

Derrotistas (Preocupación por la imagen)

“¡Qué dirán los vecinos y conocidos míos! ¡No me atrevo a salir a la calle! ¡Qué vergüenza!”

C

CONSECUENCIAS

Emocionales y Conductuales

Emocionales: Angustia, desconfianza, vergüenza, dolor.

Conductuales: Evita a los amigos, conocidos, vecinos, conducta inhibida y “fantasmagórica”.

En todos los casos propuestos, igualmente las consecuencias son poco deseables y poco adaptadas a la realidad y a la posible solución del problema.

En otro orden de pensamientos, de tipo comprensivo, podrían ser los siguientes que se proponen:

En el primero de ellos, de tipo autoprotector, con excesiva identificación con la problemática del hijo y compadeciéndose del mismo, las consecuencias podrían ser las siguientes:

A

ACONTECIMIENTOS

Situación, hechos

“Mi hijo se droga toma heroína, cocaína, pastillas y alcohol”

B

PENSAMIENTOS AUTOMÁTICOS

Posibles interpretaciones

Comprensivas (Autoprotectoras)

“¿Pobre hijo mío! ¡Qué desgracia le ha caído! ¡No ha hecho más que sufrir en la vida y ahora esto!”

C

CONSECUENCIAS

Emocionales y Conductuales

Emocionales: Compasión, tristeza.

Conductuales: Solicitud hacia exigencias del hijo, compasiva, “ayuda incondicional”.

Finalmente, se propone un tipo de pensamiento que, quizá, sea el más adecuado, en cuanto que encamina el problema hacia su solución positiva. En ningún caso decimos que soluciona el problema, ya que se ha planteado, a propósito, uno muy complejo que requiere de mucha dedicación y esfuerzo, tanto por parte de los padres como, sobre todo, del propio hijo, y quizá también con la ayuda de terceras personas, instituciones y profesionales que coadyuven en su solución.

A

ACONTECIMIENTOS

Situación, hechos

“Mi hijo se droga toma heroína, cocaína, pastillas y alcohol”

B

PENSAMIENTOS AUTOMÁTICOS

Posibles interpretaciones

Comprensivas (De ayuda)

“Tiene un grave problema. Tengo que informarme para ver como le puedo ayudar a superarlo.”

C

CONSECUENCIAS

Emocionales y Conductuales

Emocionales: Preocupación, responsabilización, cierto pesar y tristeza.

Conductuales: Tendencia a la ayuda práctica, búsqueda de profesionales, de información, comunicación...

Las consecuencias no dejan de ser de tipo negativo, ya que el problema propuesto no es baladí, pero nos prepara mejor para buscar la solución más idónea o, mejor dicho, dar los primeros pasos para su posible solución.

Como conclusión a este apartado, destacamos la siguiente reflexión:

CREENCIAS IRRACIONALES DE NUESTRA SOCIEDAD

La TREC, y concretamente Albert Ellis, ha considerado las siguientes creencias, como las creencias irracionales básicas que normalmente se nos presentan a las personas que vivimos en el tipo de sociedad occidental y de las que se llega a afirmar que son las causantes de muchas de las perturbaciones emocionales que sufrimos, debido sobre todo a su carácter dogmático y poco realista. No se presentan necesariamente de manera exclusiva ni por orden de importancia, se podrían añadir otras o expresarlas de manera algo diferente, lo importante es considerar el trasfondo exigente e irracional de las mismas. Únicamente a efectos educativos las presentaremos en un orden determinado:

1.- La idea de que es una necesidad extrema para el ser humano adulto el ser amado y aprobado por prácticamente cada persona significativa de su comunidad.

2.- La idea de que para considerarse a uno mismo valioso se debe ser competente, suficiente y capaz de lograr cualquier cosa en todos los aspectos posibles.

3.- La idea de que cierta clase de gente es vil, malvada e infame y que deben ser seriamente culpabilizados y castigados por su maldad.

4.- La idea de que la historia pasada de uno es un determinante decisivo de la conducta actual, y que algo que ocurrió alguna vez y le conmocionó debe seguir afectándole indefinidamente.

5.- La idea de que se debe depender de los demás y que se necesita a alguien más fuerte en quien confiar.

6.- La idea de que es tremendo y catastrófico el hecho de que las cosas no vayan por el camino que a uno le gustaría que fuesen.

7.- La idea de que si algo es o puede ser peligroso o temible se debería sentir terriblemente inquieto por ello, deberá pensar constantemente en la posibilidad de que esto ocurra.

8.- La idea de que la desgracia humana se origina por causas externas y que la gente tiene poca capacidad, o ninguna, de controlar sus penas y perturbaciones.

9.- La idea de que es más fácil evitar que afrontar ciertas responsabilidades y dificultades en la vida, y alcanzar la felicidad mediante la inercia y la inacción.

10.- La idea de que uno deberá sentirse muy preocupado por los problemas y las perturbaciones de los demás.

11.- La idea de que invariablemente existe una solución precisa, correcta y perfecta para los problemas humanos, y que si esta solución perfecta no se encuentra sobreviene la catástrofe.

Breve explicación sobre…

Creencias irracionales de nuestro tiempo:

A ( B ( C

Acontecimientos ( Creencias ( Consecuencias

Visión general…

Las creencias irracionales, como ya se ha dicho, suelen ser excesivamente exigentes o demandantes, inflexibles, dogmáticas o poco acordes con la realidad y la experiencia y nos suele acarrear, a la larga, grandes inconvenientes, provocándonos perturbaciones emocionales y consecuencias indeseables como: hostilidad, culpabilidad, depresión, baja tolerancia a la frustración, tendencias adictivas o conductas agresivas.

De cada una de ellas vamos a ir dando unas pequeñas explicaciones y por qué pensamos que nos pueden perjudicar más que beneficiar, a largo plazo.

Puede que no todas las personas estén de acuerdo con estas apreciaciones, no importa, quizá sea suficiente con que seamos capaces de reflexionar respecto a las mismas y ver las cosas de una forma diferente a la habitual.

Hay dos cuestiones básicas sobre las creencias irracionales:

1.- Entre un acontecimiento activador (A, evento) y una consecuencia (C, emoción y/o conducta) media una Creencia (B) que es la responsable en gran medida a cómo reaccionamos.

2.- Las perturbaciones emocionales y desajustes conductuales están provocados mayormente por creencias de tipo irracional.

Esta es la creencia irracional número uno:

1.- Es una necesidad básica el ser querido y aceptado por las personas significativas de nuestra comunidad.

La clave de irracionalidad de esta creencia es la palabra “necesidad”. Es algo deseable por todos el ser queridos y apreciados por los demás. Sin embargo, hacer de ello una exigencia o demanda excesiva es algo que no se sostiene racionalmente. Considerarlo como una necesidad, nos lleva a depender de los demás en cuanto que:

· nos pueden dar o retirar el amor, los demás, sin depender de nuestra voluntad y

· buscar el amor y la aprobación de los demás nos lleva a comportarnos de acuerdo a los intereses ajenos, no a los propios.

Hemos de considerar que si bien, es preferible contar con el apoyo de los demás, no tenemos una necesidad absoluta de nadie en concreto. No estamos “pegados” a los demás. Necesitamos de los demás y ellos de nosotros en cuanto vivimos en sociedad, pero no podemos exigir que nos concedan su amor de forma incondicional.

Del mismo modo hemos de considerar que no podemos caer bien a todo el mundo ni viceversa, pero hemos de seguir adelante con confianza en nosotros mismos. Si no buscamos obsesivamente el amor y la aprobación de los demás es posible que, paradójicamente, lo encontremos más a menudo, mostrándonos de forma abierta y sincera.

Tres consecuencias podemos sacar de esta primera creencia irracional:

1.- Buscar el aprecio y la aceptación incondicional de los demás crea lo que llamamos dependencia afectiva.

2.- El error de esta creencia irracional es considerar el “ser querido” como una necesidad básica.

3.- Si consideramos el ser querido más como una preferencia que como una necesidad estaremos menos predispuestos a sufrir perturbaciones emocionales.

Creencia irracional número dos…

2.- La idea de que, para considerarse importante, uno debe ser competente en, al menos, alguna faceta de la vida.

Todos deseamos ser competentes, no en una, sino en muchas facetas de la vida. Es normal, a todos nos llama la atención las personas que sobresalen por su talento y capacidad. La tendencia a la superación es consustancial al hombre; de hecho, es por esta tendencia por la que somos la especie más evolucionada de la Tierra. Pero cuando supeditamos a ser muy competentes o capaces en algún aspecto de la vida el considerarnos valiosos o importantes, estamos auto-exigiéndonos demasiado. Debemos saber que tenemos nuestras limitaciones y que hay personas que nacen con unas capacidades superiores a otros, que en gran medida dependen de la herencia biológica: la inteligencia, las destrezas manuales, capacidades para el arte, altura, resistencia a las enfermedades, etc.

El hecho de valorarnos por estas características u otras aprendidas nos puede llevar a fuertes frustraciones y problemas emocionales como ansiedad, depresión, culpa…, cuando no alcanzamos el nivel que, subjetivamente, nos exigimos.

Todo ello no es óbice para que, continuamente y dentro de nuestras posibilidades, intentemos superarnos en todos aquellos aspectos de nuestro interés o que consideremos importantes para nosotros mismos y los que nos rodean, sin venirnos abajo ante los fracasos o el no conseguir las metas que nos proponemos.

Consecuencias sobre esta creencia irracional:

1.- Hemos de juzgar nuestro comportamiento y desempeño en las tareas, más que los éxitos alcanzados

2.- Hay cosas que hacemos bien y cosas que hacemos mal, lo importantes es que estamos aquí y procuramos hacer bien las cosas y disfrutar.

3.- Los que alcanzan la fama y la consideración de los demás, no necesariamente son los que pueden sentirse bien consigo mismas.

Una consecuencia importante que podemos inferir de esta creencia irracional es el hecho de que, lo importante, no es tanto el juzgarnos por los resultados que alcancemos, sino nuestro desempeño y actuación para corregir errores y tratar de superarnos. Es una actitud que nos puede favorecer el desarrollo personal. No es una actitud derrotista, de aceptar nuestras incapacidades y resignarnos a ello, sino una actitud de autoaceptación incondicional, a pesar de no conseguir la competencia en alguna tarea, considerada tanto por criterios internos (autoexigencias personales) como externos (fama, riqueza, consideración, etc.)

El desear ser competentes y capaces en algún aspecto de la vida, no nos convierte automáticamente en competentes y capaces; esto solo se logra mediante el ejercicio y el trabajo continuado. Aún así, el establecer altas metas con alto nivel de exigencia nos bloquea y nos inmoviliza más, por lo general. Por el contrario, la ambición sana, moderada, por pequeños pasos, nos hace avanzar más deprisa. La base es nuestra Autoaceptación Incondicional.

Esta es la creencia irracional número tres…

3.- Existen personas viles y malvadas que merecen ser fuertemente condenadas y castigadas.

Cuando las cosas nos salen mal o tenemos algún problema, tendemos, de forma casi inconsciente a buscar un culpable de la “situación”. De aquí a considerar, mediante distorsiones cognitivas (tendencia a ver las cosas sin suficiente base real, o exagerando), que los culpables lo hacen por ser malas personas o que tienen malas intenciones, hay solamente un paso. Tanto es así que, mucha gente, tiende a hacer una división entre personas buenas y personas malas (distorsión cognitiva llamada “dicotomía”, ver las cosas en términos blanco o negro, todo o nada, sin términos medios). La catalogación de mala persona puede incluir: delincuentes, drogadictos, negros, explotadores, etc., todas las etiquetas (otra distorsión cognitiva “etiquetaje”) que queramos, que dan lugar a mantener prejuicios hacia esas personas.

De aquí, lógicamente, seguimos que esas personas “malas” merecen ser condenadas y castigadas duramente, para que escarmienten o aprendan; con ciertos componentes de venganza. El merecimiento es una consecuencia lógica al considerar a las personas en términos de malo-bueno y con actuaciones a voluntad negativa por parte de ellos.

Existen varios errores en esta creencia:

1º por lo general, las personas no son buenas o malas, como no son listas o tontas o cualquier otra categorización. Las personas, a veces, actúan mal o tienen comportamientos que perjudican a otros;

2º por el hecho de que actúen bien o mal no se sigue necesariamente un merecimiento, aunque si se les puede responsabilizar por sus actos, con el fin de que, en el futuro, se comporte de otra manera y

3º La condena y el castigo excesivos no hace a las personas mejores. Si hemos de exigir responsabilidades, pero en todo caso, en una labor educativa, intentar que las personas cambien sus conductas para que no perjudiquen a otros o a sí mismos.

Tres consecuencias, al menos, podemos sacar sobre esta creencia irracional:

1.- Ver las cosas en términos dicotómicos es una distorsión cognitiva no concordante con la realidad

2.- La condena y el castigo excesivo no hacen necesariamente a las personas mejores

3.- Para cambiar a las personas que se comportan mal es conveniente utilizar una labor educativa.

Esta es la creencia irracional número cuatro…

4.- El pasado ejerce sobre nosotros una influencia tal, que nos limita y condiciona para toda la vida.

Una parte importante de la psicología se ha dedicado a hacernos ver la importancia que ha tenido nuestro pasado sobre lo que somos en la actualidad. De aquí han surgido las teorías sobre traumas infantiles. No se duda de que el pasado sea sobre lo que está construido el presente, en gran medida, pero considerar el pasado como algo determinante no nos ayuda para nada en el presente. De hecho, el pasado influye en nosotros en la medida en que nosotros queramos que influya. Es decir, si mantenemos la idea de que el pasado ejerce una fuerte influencia, sin duda la ejercerá, porque así lo queremos nosotros.

El pasado nos sirve para desarrollarnos y aprender, principalmente. Lo hemos de utilizar para que nos sirva en el presente y de cara al futuro. Es posible que mucha gente haya tenido experiencias traumáticas o poco gratas en el pasado. En el presente, tenemos la capacidad de superar esas experiencias adoptando una actitud de no autocomplacencia, conmiseración o de darnos lástima a nosotros mismos. El pasado ya no existe. Solo existe en la medida en que nosotros queramos que exista rememorándolo y regodeándonos en él. Todo ello salvo que la experiencia vivida haya sido desastrosa, como en un accidente con secuelas físicas graves. Pero, aún así, en el plano psicológico siempre podemos hacernos el propósito de ver la vida desde el presente y, en todo caso, con proyectos de futuro.

En el pasado nos hemos creado unas actitudes y unas creencias, algunas de las cuales de tipo irracional, como las que estamos viendo, por la educación, la cultura, los medios de comunicación, etc. En el presente tenemos la opción de debatir dichas creencias y actitudes que adoptamos y cambiarlas si consideramos que no nos favorecen para nuestra adaptación o para conseguir nuestros intereses.

Tres consecuencias podemos sacar sobre esta creencia:

1.- El pasado no tiene porqué ejercer sobre nosotros una influencia de tal manera que nos limite y condiciones para toda la vida

2.- A pesar de haber tenido un pasado traumático, tenemos ocasión de cambiar las creencias y actitudes en el presente, y

3.- El pasado ejerce sobre nosotros influencia en la medida en que nosotros queramos que influya.

Esta es la creencia irracional número cinco…

5.- Es necesario confiar en alguien más fuerte e importante que nosotros.

Cuando no entiende su existencia y los acontecimientos externos, el hombre se siente desamparado. Es una experiencia común en la infancia cuando estamos tan indefensos y a merced de las personas mayores que se encargan de nuestra supervivencia y de nuestra educación. Quizá el origen de muchas religiones esté en este sentimiento de incapacidad y de desamparo para creer en seres superiores que nos protejan o de los que dependemos. Pero, aunque sea cierto que de niños necesitamos de nuestros padres y de las personas mayores para nuestro desarrollo, mantener esa actitud cuando ya nos valemos plenamente por nosotros mismos, puede resultar contraproducente.

La actitud infantil de depender de alguien más fuerte y que nos proteja de los “males” y las desgracias de este mundo, nos puede ofrecer, en un primer momento, la seguridad que tanto ansiamos. Pero, no nos engañemos, es una ilusión pretender siempre que lo necesitemos, tener a alguien detrás más fuerte y poderoso que nosotros para que nos “salve” de todos los problemas, catástrofes e injusticias. La tendencia del hombre es el desarrollarse, madurar, valerse por sí mismo y no dependen excesivamente de los demás.

Lo peligroso de creer en esa idea irracional es, además de su falsedad, ya que no siempre tenemos a alguien por encima de nosotros que nos dé seguridad, que cuando nos encontremos solos ante un problema grave o bien no sepamos solucionarlo, dependamos excesivamente de otros o suframos consecuencias emocionales desagradables como depresión, bloqueo emocional y angustia. La dependencia excesiva de los demás nos empequeñece, la tendencia natural del hombre es el valerse por sí mismo hasta donde pueda.

Consecuencias que podemos sacar sobre esta creencia irracional:

1.- Es una actitud infantil, y poco realista pensar que siempre tendremos a alguien que nos proteja y nos ampare

2.- Demandar que alguien más fuerte e importante esté sobre nosotros crea dependencia afectiva

3.- Es una ilusión pretender que alguien superior nos salve de todos los problemas e injusticias.

Esta es la creencia irracional número seis…

6.- Las cosas deberían ser como nosotros quisiéramos que fueran y en ningún caso sufrir incomodidades o frustraciones.

Las cosas “deberían” ser como nosotros quisiéramos que fueran, Sobre todo cuando vemos que las cosas son justo de manera contraria a como queremos o no de acuerdo con nuestros intereses y preferencias. Es una distorsión cognitiva también el demandar en exceso, exigir o considerar las cosas bajo el prisma del “debería”, “tendría que”, etc. No existe ninguna norma, ley o disposición general que nos diga cómo deberían ser las cosas, por lo que no podemos esperar que las cosas sean como queramos que sean.

Por otro lado, esta creencia irracional incluye otra exigencia absoluta: el no padecer incomodidades o sufrimientos ni estar sujetos a frustraciones. Esto se resume en un concepto psicológico: la “baja tolerancia a la frustración (BTF)”. Las frustraciones, tarde o temprano, en este mundo inseguro y cambiante, aparecerán. De hecho las frustraciones y tolerarlas o superarlas, constituyen el proceso mismo de maduración personal. Es una acomodación constante a las condiciones limitativas de la realidad. Lo que tampoco quiere decir que la vida sea solo un “valle de lágrimas” como tampoco un “camino de rosas”. Es bueno perseguir objetivos propios y disfrutar al conseguirlos. Lo que no podemos perder de vista es que también existen incomodidades y frustraciones en la vida que, a veces, se pueden compensar o superar y, a veces, solamente podremos soportar de la mejor manera posible.

La baja tolerancia a la frustración nos lleva a una peor disposición para superarnos y a sentimientos y emociones perturbadoras: ansiedad, depresión, ira, hostilidad… que en algunos casos pueden degenerar en problemas psicológicos incapacitantes. La alta tolerancia a la frustración es sobre todo una disposición o una actitud no autoderrotista ante los problemas y los inconvenientes de la vida.

Podemos obtener, al menos, estas tres consecuencias, respecto a la creencia irracional número seis:

1.- Pretender no sufrir incomodidades o dolor alguno nos crea baja tolerancia a la frustración

2.- Aprender a tolerar y superar las frustraciones constituye, en sí mismo, el proceso de maduración personal

3.- Los “deberías” constituyen también una distorsión cognitiva.

Esta es la creencia irracional número siete…

7.- Debemos preocuparnos de las cosas desagradables o catastróficas que nos pudieran suceder para estar preparados cuando ocurran.

Cierta prevención o preocupación por las cosas que pudieran suceder en el futuro es algo normal. Hemos de estar precavidos ante las dificultades que nos podamos encontrar. Lo que resulta irracional es el estar excesivamente preocupados y en todo momento por las cosas desagradables y catástrofes que pudieran ocurrir. Seguramente, sobre las catástrofes, poco o nada podemos hacer para evitarlas. Algo más se puede hacer una vez que han sucedido. Pero estar de antemano preocupados, solo nos lleva a temores sin suficiente base real y a un sentimiento poco aconsejable: la angustia y, en casos extremos, el pánico.

En un mundo, hasta cierto punto imprevisible, como en el que vivimos, estamos expuestos a que nos sucedan accidentes y hechos desagradables. La precaución es un valor estimable, la preocupación excesiva es una carga innecesaria y desestabilizadora de nuestro equilibrio emocional. Esperar continuamente que nos suceda lo peor o grandes desgracias limita nuestra calidad de vida y el desarrollo de nuestro potencial vital. Lo único que conseguimos a la larga es amargar nuestro carácter y desconfiar de todo y de todos. Una vida llena de temores es una vida de sufrimiento innecesario.

El miedo ante una amenaza real, la ligera preocupación ante hechos negativos que puedan ocurrir, la inquietud ante sucesos amenazadores, etc., son emociones apropiadas y sanas, aunque sean negativas. La angustia, el pánico, la ansiedad excesiva, la preocupación excesiva por cosas que puedan ocurrir o ante amenazas probables, son todas ellas emociones que nos atenazan y nos bloquean tanto emocional como conductualmente, por lo que estaremos en peor disposición para afrontar los peligros cuando realmente se presenten, cuando no directamente favorecemos que ocurran los mismos.

Conclusiones que podemos sacar de esta creencia irracional:

1.- Los sentimientos de pánico o ansiedad excesiva pueden venir provocados por el exceso de preocupación por las catástrofes o cosas negativas que pudieran ocurrir

2.- Cierta inquietud o preocupación ante lo que pueda ocurrir constituye una actitud positiva y sana

3.- La angustia y la preocupación excesiva nos crea una disposición más negativa cuando realmente ocurran sucesos desagradables.

Esta es la creencia irracional número ocho…

8.- Las desgracias humanas se producen por causas externas y poco o nada podemos hacer para superarlas.

Ocurren tantas desgracias de las que poco o nada podemos hacer que para muchos se convierte en una regla general de vida el considerar que todas las desdichas vienen del exterior y que estamos a merced de las fuerzas de la naturaleza, cuando no de fuerzas sobrenaturales y que son las que determinan nuestro futuro y nuestro destino. Para la gente que llega a pensar así y creérselo de forma extrema, los acontecimientos se presentan sin que podamos cambiarlos. La persona es una marioneta en manos de fuerzas externas y más poderosas que uno mismo.

La consecuencia de todo ello es que nos abandonamos y no hacemos lo posible por cambiar aquello que podemos cambiar, nos consideramos indefensos, miserables víctimas que nada pueden hacer ni cambiar, no solo los acontecimientos externos sino, lo que es más grave aún, a nosotros mismos y cómo vemos el mundo. Se crea lo que los psicólogos llamamos el “lugar de control” o atribución de causalidad de tipo externo. Es decir, confiar muy poco en nuestras posibilidades y en nuestras capacidades. En definitiva nos hace más “dependientes” y menos propensos a la superación.

Es cierto que muchas cosas no las podemos cambiar, pero otras muchas sí. Para ello hacemos buena la oración a la serenidad que han considerados anteriormente algunos sabios: “Concédasenos la capacidad para afrontar lo que se pueda cambiar, la serenidad para soportar lo que no se pueda cambiar y la sabiduría para distinguir entre las dos”.

Al menos, sacamos estas dos consecuencias de esta creencia irracional:

1.- Pensar que nada podemos hacer para cambiar o que estamos sujetos a fuerzas externas nos hace ser más dependientes.

2.- Considerando que no podemos hacer nada para superar las desgracias humanas nos lleva a adquirir una actitud de víctimas indefensas.

Esta es la creencia irracional número nueve…

9.- La felicidad humana se consigue mejor evitando responsabilidades y dificultades de la vida o mediante la inercia o la inacción.

Es muy tentador evitar las responsabilidades y los problemas. Así parece como si pudiéramos tener una mayor felicidad, ya que evitamos las preocupaciones y la odiosa tarea de ponernos “manos a la obra”. Las imágenes que falsamente nos ofrece alguna propaganda va en el mismo sentido; parecen muy felices las personas que no tienen nada que hacer, nada más que estar tumbados al sol y disfrutando del tiempo, el paisaje y quizá alguna bebida tropical. Seguramente todos necesitamos tiempo de relajación y ocio, sobre todo después de haber estado trabajando duramente, durante algún tiempo. Conseguimos sacudirnos la tensión y las preocupaciones cotidianas del trabajo.

Pero de ahí, a pensar que en eso consiste la felicidad, es un error: es una sobregeneralización (distorsión cognitiva). Pronto nos podríamos cansar de no tener ninguna ocupación y no tener nada a qué dedicarnos. Sobre todo, acabaríamos sin la estimulación necesaria para continuar viviendo y buscando nuevas experiencias y emociones. A largo plazo, asumir las responsabilidades nos ayuda a adquirir más capacidad para enfrentarnos a los problemas y dificultades y a madurar en el terreno personal.

La inercia y la inacción llevan al hastío y a una vida muy restrictiva, carente de motivación y de interés. Ni que decir tiene que, el hecho de posponer la solución de los problemas y asumir responsabilidades, nos lleva a tener que enfrentarnos posteriormente con problemas, quizá, mayores en el futuro. Hay situaciones y problemas de los que tenemos que hacernos cargo, ya que si no, posiblemente nadie lo hará, y además, a su debido tiempo, antes de que se conviertan en más complicados o irresolubles. Una vida con responsabilidades, a la larga, nos provee de una mayor felicidad, con nosotros mismos y con los demás.

Sacamos las siguientes consecuencias sobre esta creencia irracional:

1.- La ausencia de responsabilidades nos puede conducir a una falta de interés suficiente para seguir viviendo

2.- Posponer la resolución de los problemas nos puede suponer mayores problemas en el futuro

3.- La inercia y la inacción nos ocasiona una vida muy restrictiva y carente de interés

Esta es la creencia irracional número diez…

10.- Para considerarse humano hay que sentirse fuertemente preocupado por los problemas y dificultades que tengan los demás.

Esta creencia puede considerarse auténticamente humana. Nadie dudaría de que tener sensibilidad y afecto hacia los demás cuando se encuentran en dificultades es una capacidad netamente humana. Hasta los animales inferiores tienden a ayudarse mutuamente cuando se encuentran en peligro, sobre todo en aquellas especies que viven en sociedad. La cuestión es cuando nos preocupamos en exceso por los problemas de los demás. El espíritu de sacrificio hacia los demás tiene que tener un límite. Hay personas que viven entregadas totalmente a los demás con la idea de que algún día pueden ser recompensadas, bien por quienes se benefician de esa dedicación o por recompensas divinas.

Cuando la entrega es de obra, quizá sirva en buena medida para aliviar las situaciones comprometidas de los demás, aunque corramos el riesgo de olvidarnos de nuestros propios asuntos. Cuando es mera preocupación y manifestación de ese sentimiento, realmente no sirve de gran cosa, excepto el regodearnos con una emoción inútil y a la larga perturbadora. Respecto a la ayuda real que se pueda ofrecer, cada uno tenemos una parcela en la vida, dentro de nuestras profesiones o trabajos en los que podamos dedicarnos a los demás, aunque sea de forma indirecta.

Pero no podemos exigirnos más de lo que se puede considerar ayuda humanitaria mínima, salvo que nos encontremos en una situación de extrema solvencia y no tengamos otras dedicaciones. En el día a día, con las personas cercanas, el espíritu muy abnegado suele pagarse injustamente con la indiferencia y el aprovechamiento por parte de los demás. Si esperamos de los demás que cumplan en la misma medida entregada que nosotros con ellos, fácilmente podemos sentirnos defraudados e incomprendidos. Quizá sea más apropiado, aunque no de manera rígida, basar las relaciones con los demás en una ayuda mutua sincera y menos en una entrega ciega.

La irracionalidad de esta creencia, sobre todo, viene referida al “exceso de preocupación” por los problemas de los demás, que sería de la misma manera que si fueran por los problemas nuestros. Con una mayor preocupación por los problemas, no necesariamente se solucionan mejor los mismos, a veces al contrario, se vuelven más irresolubles.

Se pueden sacar, al menos, las siguientes consecuencias, respecto a esta creencia irracional:

1.- El sentimiento de preocupación excesiva por los problemas de los demás se convierte a la larga en una emoción perturbadora, si no va acompañada de obras.

2.- El espíritu abnegado y de excesiva entrega suele pagarse con la indiferencia injusta por parte de los demás.

Esta es la creencia irracional número once…

11.- Existe una solución precisa y correcta para cada problema que se nos presenta y debemos encontrarla necesariamente.

Ciertamente la vida esta llena de problemas, complicaciones y retos. Los vemos, normalmente, como un impedimento, pero en realidad constituyen en sí la esencia de la vida. Constantemente tenemos que luchar y superar dificultades para continuar avanzando y desarrollándonos. De hecho, el hombre ha ido evolucionando en base a superar problemas y dificultades que se encontraba en su camino, desde el descubrimiento del fuego hasta los grandes desarrollos científicos actuales.

De aquí que, para muchas personas, y sobre todo en el terreno social, se considere que todos los problemas tienen una solución válida. Es posible que sigamos encontrando soluciones a los problemas que se nos presenten, pero no será conveniente adoptar una actitud de excesivo poder egocéntrico humano. Existieron y siguen existiendo problemas a los que no podemos dar una solución correcta, a lo sumo mitigar sus efectos: el problema de ciertas enfermedades, de la concordia social y entre las comunidades, el problema de la muerte, por citar algunos de los más importantes.

Es bueno reconocer que el hombre tiene sus limitaciones y que no existen soluciones mágicas para todos los problemas y que si se consiguen esas soluciones es a base de esfuerzo y trabajo, y en esa actitud será en la que hay que ahondar. Las soluciones no están ahí fuera esperando a que alguien las encuentre. El mundo hay que irlo construyendo y, en gran medida, depende de esa actitud de humildad por nuestra parte y de una disposición activa, el que sigamos avanzando y construyendo una sociedad mejor para todos. Para ello, a veces, hay que asumir ciertos riesgos, no altamente costosos, sin tener la seguridad de dar con la solución correcta.

Destacamos, sobre esta creencia, las siguientes consecuencias:

1.- A veces para encontrar soluciones a los problemas hay que asumir ciertos riesgos sin tener la certeza de encontrar la solución correcta.

2.- No existen soluciones mágicas a todos los problemas, normalmente se requiere mucho esfuerzo o trabajo encontrar una válida.

3.- Los problemas y la búsqueda de soluciones hace que sigamos evolucionando y creciendo en nuestro desarrollo.

Hasta aquí, las once creencias irracionales que hemos considerado como básicas. Indudablemente podemos considerar otras muchas y algunas pueden resultar algo redundantes. No son pues un “númerus clausus”, va en contra de nuestra visión flexible y abierta del mundo y de la problemática humana. Es posible también que haya personas que no consideren a alguna de ellas con la misma importancia o con el desarrollo respecto a las mismas que hemos considerado. Al menos nos servirá para realizar un ejercicio crítico sobre los “supuestos” básicos en creencias y actitudes sobre las que normalmente nos desenvolvemos y por las que actuamos en la práctica. Otros autores, a parte de A. Ellis, han considerado otras creencias que, a su juicio también influyen en nuestra manera de comportarnos y de perturbarnos.

EMOCIONES NEGATIVAS APROPIADAS E INAPROPIADAS 

Una de las primeras aportaciones de A. Ellis fue distinguir entre emociones negativas apropiadas y las inapropiadas. A continuación se comentan una serie de emociones negativas apropiadas emparejadas a las inapropiadas, consideradas así, éstas últimas, por las problemáticas que generan en las personas que las padecen.

1.- INQUIETUD  Versus  ANSIEDAD.

La inquietud es una emoción asociada con la Creencia: "espero que esto no suceda, y sería mala suerte el que sucediera". Mientras que la ansiedad aparece cuando la persona cree: "esto no debe ocurrir y sería horrible que ocurriera."

Según, prácticamente, todos los psicólogos, también avalado por experimentos prácticos, un cierto nivel de ansiedad o de tensión nerviosa es necesaria para un buen rendimiento, tanto en aspectos puramente intelectuales: estudios, concentración mental, atención etc.; como en otros aspectos prácticos y creativos: desempeño de actividades, trabajos, creación artística etc. Los experimentos realizados sobre este aspecto revelan que la gráfica rendimiento-tensión describe una U invertida, es decir, con laxitud o excesiva tensión, el rendimiento decae a las cotas más bajas y se obtienen los mejores rendimientos con un nivel óptimo de tensión.

Este asunto trasladado a los problemas sociales, equiparando tensión con ansiedad, avala la conveniencia de mantener cierta inquietud ante los problemas que se nos presentan, lo que no es conveniente es traspasar esa línea (imaginaria, no real) en la que podemos definir las manifestaciones de ansiedad, una emoción perturbadora que no nos beneficia, tanto para nuestro equilibrio emocional como para afrontar con garantías los problemas sociales con los que nos enfrentamos o tenemos necesidad de superar.

CIRCULOS VICIOSOS: ANSIEDAD:

C: Consecuencias

Fisiológicas

· Tensión muscular

· Palpitaciones

· Sudoración

· Debilitación de la voz

· Temblores, tics…

Psicológicas

· Confusión mental, desorientación

· Bloqueo mental

· Interferencia de distorsiones de razonamiento emocional debido a la activación fisiológica

Emociones

· Miedo intenso, angustia y/o pánico

· Sensación de vergüenza

· Sensación de inutilidad

· Irritabilidad

· Culpabilización

Conducta

· Escape, evitación

· Comportamiento confuso, anómalo y/o repetitivo: indecisión

· Conductas adictivas, compulsiones para inducir relajación: drogas, alcohol, etc.

Círculos viciosos

Confirmación de creencias distorsionadas, que se disparan ante nuevas As externas e incluso se generalizan a otras situaciones parecidas y que impliquen o se perciben con cierto riesgo o peligro para la integridad personal, física y/o psicológica.

La ansiedad excesiva es un denominador común para todo tipo de perturbaciones mentales, desde los simples problemas de adaptación social, pasando por las llamadas neurosis o trastornos de depresión, angustia, pánico, fobias o conductas obsesivo-compulsivas, hasta los graves problemas mentales de tipo psicótico: esquizofrenia, depresión mayor, paranoia, etc.

Por el contrario, la inquietud, es equivalente a un sistema de alerta ante las situaciones de peligro o problemáticas; emoción negativa, pero no por ello destructora, que nos ayuda a una mejor adaptación social y personal.

2.- TRISTEZA  Versus  DEPRESION.

Se considera que aparece la tristeza cuando una persona cree: "he tenido muy mala suerte por haber sufrido esta pérdida, pero no hay ninguna razón por la que esto no debiera haber pasado." Por otro lado la depresión se asocia con la creencia: "No debiera haber sufrido esta pérdida y es terrible que haya sido así.”

Desgraciadamente, en la práctica, nadie tiene la suerte en este mundo de no pasar por determinados sucesos luctuosos o traumáticos, en los que la pérdida de seres familiares, cercanos y queridos presenta la cúspide de los mismos. Igualmente, podemos pasar por situaciones de enfermedades incapacitantes o que atentan a nuestra imagen personal, separaciones de antiguos amores o amistades, pérdidas de posición social, ingresos u objetos valiosos etc. Todos estos sucesos nos provocan emociones negativas, de tipo tristeza, melancolía, dolor personal. Es legítimo manifestar esta emoción y es una emoción adaptativa, nos ayuda a situarnos en la realidad, para considerar ponderadamente lo que es importante de lo que es superfluo y para hacernos a la idea de que siempre tenemos que seguir luchando con nuestros recursos propios, teniendo que prescindir de aquellos que perdimos y que nos ayudaban en gran medida a sentirnos mejor y a superar las dificultades. Representa además un desahogo ante la congoja y el estado de aflicción y postración en que quedamos ante tales momentos desgarradores.

CIRCULOS VICIOSOS: DEPRESIÓN

C: Consecuencias

Fisiológicas

· Enlentecimiento fisiológico general

· Apatía, desgana, inmovilidad

· Inactividad, casos extremos: catatonia

· Irritabilidad

· Llanto

Psicológicas

· Bajo nivel de activación mental general

· Pensamiento lento y escaso

· Baja productividad intelectual

· Desconfianza hacia los demás

· Egocentrismo

· Pensamiento suicida

Emocionales

· Tristeza excesiva

· Sentimiento de inutilidad

· Sentimiento de culpabilidad excesiva

· Sentimiento de desesperanza

· Autodesprecio

· Sentimiento de soledad

Conducta

· Evitación, retraimiento social

· Bajo rendimiento en trabajo y actividades

· Conducta suicidad en casos extremos

Círculos viciosos

Confirmación de creencias distorsionadas que tienden a mantener el estado depresivo y la morbilidad de sentimientos y conductas. La retroalimentación funciona más a nivel interno que externo, sin necesidad de nuevas As, aunque también el retraimiento social reactiva el proceso.

Lo que no es conveniente en ningún caso es llevar más lejos la tristeza o sentimientos de dolor ante las pérdidas, hasta la depresión, situación que puede representar una grave afectación psíquica, que llega a ser incapacitante para todo tipo de actividades y que en ocasiones puede requerir internamiento psiquiátrico. En este sentido también tiene que ver el llamado “duelo patológico” en situaciones de pérdida de seres queridos cercanos. No es conveniente alargar la tristeza más allá de lo necesario, estaremos alerta ante situaciones que se nos escapan de las manos, cuando nos vamos viendo envueltos de forma perversa en emociones que nos abaten y nos hacen incapaces de enfrentarnos a la vida. No podemos detener el tiempo para regodearnos en nuestras emociones negativas, hay que estar atentos cuando llegan a invadirnos de forma morbosa.

El estudio de la depresión ha sido un tema muy controvertido. Parece por lo que hemos dicho anteriormente que depende casi exclusivamente de nuestra voluntad, de que nosotros mismos nos la auto inflingimos. Para los psiquiatras, la depresión tiene normalmente un origen o bien externo, debido a diversas situaciones sociales que la provocan o bien internos, pero sobre todo de origen biológico, por descompensaciones en la química del cerebro: los neurotransmisores o los fluidos endocrinos. Para los psicólogos, véase A. Beck sobre todo, la depresión, si bien, es una enfermedad que tiene múltiples causas, tanto externas como internas, tiene, un fuerte componente en las creencias o la visión que tiene la persona respecto a esos problemas externos con los que se encuentra o promueve la persona. En este autor concretamente tiene una influencia determinante la llamada triada cognitiva: la visión que se tiene sobre uno mismo, el mundo que nos rodea y la visión de futuro de la persona.

De aquí que según la visión respecto a la depresión de unos y otros se propongan distintas terapias o posibles tratamiento. Básicamente para los psiquiatras (no para todos, sería una exageración) la solución se encuentra en administrar fármacos adecuados para compensar los desequilibrios químicos del cerebro del enfermo, mientras que para los psicólogos la terapia debe ir encaminada a cambiar la particular visión que tiene el paciente respecto a los aspectos que antes hemos considerado; con ello se logrará que el paciente salga del estado emocional de la depresión y conseguirá también una mejor adaptación social y un mejor equilibrio químico en su cerebro, ya que, salvo en casos excepcionales, se considera que el desequilibrio biológico se produce a raíz de entrar en el proceso depresivo más que éste sea debido a aquél.

3.- DISGUSTO  Versus  IRA.

Se siente disgusto cuando otra persona se comporta sin tener en cuenta una norma de vida que para otra es muy importante. A la persona que le disgusta no le agrada lo que el otro ha hecho, pero no le condena por ello. Esta persona piensa: "No me gusta lo que él o ella ha hecho, y desearía que no hubiera ocurrido, pero no quiere decir que él o ella no pueda romper mis normas". Sin embargo, en la ira, la persona cree que el otro no debe de ninguna manera romper sus normas y además le condena enérgicamente si lo hace.

A la emoción negativa de la ira no se le ha dado suficiente importancia, normalmente, en el campo de la patología psicológica, debido a que no parece, en principio, que sea una emoción incapacitante para la persona que lo sufre; aparentemente, no se pierde el contacto con la realidad, suele ser pasajera y no requiere ningún tipo de medida como internamiento o, simplemente, la ingesta de algún medicamento para prevenirla. Además, parece que la padece de manera más o menos intensa una gran mayoría de la población. Sin embargo, la ira, además de las consecuencias negativas individuales que analizaremos más adelante, puede desembocar en graves consecuencias para otras personas y en definitiva para la sociedad. En la raíz de un fuerte ataque de ira se entienden conductas de lesiones graves, homicidios y asesinatos, así como todo lo relacionado con la violencia de género. En el terreno subjetivo individual, la persona que sufre de problemas crónicos de ira, acaba con bloqueos de personalidad que literalmente le “ciega” para responder a una situación de forma razonable. La ira, además consume una gran energía a la persona que la sufre y, debido a los fluidos endocrinos que libera en el organismo, se llega a convertir en una auténtica droga que crea su propia adicción y como tal, “encadena” a la persona que lo sufre, le hace entrar en un círculo vicioso del que es cada vez más difícil salir si no se adopta un cambio de mentalidad y de actitud ante las alarmas que se disparan antes de provocar una ataque de ira.

La ira es una emoción, igualmente, no superflua. Se creó en el ser humano a través de la evolución con un fin claramente adaptativo, preparando al cuerpo para la lucha, el enfrentamiento, ante situaciones en las que podía estar en peligro la integridad personal. En la actualidad, gracias a que disponemos de otras “armas” más eficaces (apenas tenemos predadores naturales) relacionadas con la capacidad mental elevada y que no tenemos que enfrentarnos, normalmente, a enemigos naturales, la ira manifestada en su más alta intensidad no tiene apenas sentido. Si nos puede servir para darnos energía ante situaciones que consideramos injustas o ante situaciones inesperadas y, de alguna manera, desesperadas. Una manifestación moderada de la ira y bien encauzada hacia objetivos apoyados por el raciocinio y la inteligencia nos puede ayudar para superar muchos problemas sociales injustos con los que nos encontramos. No esta justificada, hoy día en ningún caso para agredir a los demás salvo que estemos en una situación en la que esta en peligro nuestra vida o la de los demás. En el entorno normal de nuestra sociedad, a veces no podemos hacer nada para evitar las injusticias o para evitar que las personas se comporten de manera distinta a como nosotros consideramos que deben comportarse, por lo que, para no hacernos daño a nosotros mismos ni a los demás, es mejor rebajar el nivel de ira hasta llevarlo a un simple disgusto ante lo que consideramos que contraviene las normas. Hay que tener en cuenta además, que todas las normas sociales tienen su relatividad y se crean o modifican de acuerdo a como se plasman en la práctica, sobre todo las normas y leyes escritas. Tanto o más se puede decir de las normas morales o las que alguien las llama normas “naturales”; todas estas tienen una gran relatividad y nadie puede decir, a ciencia cierta, que son más válidas las que yo tengo que las que pueda tener otras personas. Sobre la base de esta relatividad, hemos de considerar que no tenemos autoridad suficiente para exigir a nadie que su comportamiento se adapte a nuestras normas morales o a lo que nosotros consideramos justo. Pero no todo es relatividad absoluta, hay situaciones que juzgadas con raciocinio consideramos que son negativas o contraproducentes para la vida social o que perjudican a determinas personas y benefician a otras de forma arbitraria, por lo que la injusticia social, por así decirlo, existe y, en muchos casos, es difícil solucionar. Es en esto casos en los que tenemos que evitar que la ira nos controle a nosotros en vez de controlarla nosotros a ella, y, en todo caso, evitar que nos haga más daño del estrictamente imprescindible.

CIRCULOS VICIOSOS: IRA

C: Consecuencias

Fisiológica

· Tensión muscular

· Aumento de presión sanguínea

· Descarga excesiva de adrenalina

· Temblores, nerviosismo

· Verborrea manifiesta o subvocal

Psicológica

· Activación mental de pensamiento descontrolada

· Desconfianza

· Baja capacidad de raciocinio

· Percepciones muy selectivas

Emociones

· Irritabilidad excesiva

· Desprecio hacia los demás

· Sensación de desasosiego

· Sentimiento de daño, sentirse herido

Conducta

· Agresividad hacia los demás

· Conducta descontrolada, hiperactividad

· Golpear, gruñir, gritar…

Círculos viciosos

Confirmación de creencias distorsionadas retroalimentación principal por la excesiva activación fisiológica que dispara nuevas Bs distorsionadas ante As parecidas o falsamente percibidas.

Estas son las parejas de emociones negativas básicas, aunque todas ellos tienen cierta interrelación. Comentamos también algunas otras que, en parte, se derivan de la que hemos considerado.

4.- DOLOR (PESAR)  Versus  CULPABILIDAD.

Los sentimientos de dolor o ligero pesar se producen cuando una persona reconoce que ha hecho algo malo en público o privado pero se acepta a sí mismo como un ser humano que puede cometer fallos. La persona se siente mal por su acto pero no por sí misma porque piensa: "Prefiero no hacer las cosas mal, pero si eso pasa, !Mala suerte¡." Se producen sentimientos de culpabilidad cuando la persona se juzga a sí misma como mala, perversa o corrupta por haber actuado mal. En este caso la persona se siente mal tanto por su acto, como por ella misma, y piensa: "No debo hacer las cosas mal y si eso ocurre, es horrible y !yo soy un malvado¡"

Hay personas que parecen no darse cuenta de su comportamiento anómalo y destructivo, de que se hacen daño, bien a sí mismos o, lo más normal, a otros, son los llamados psicópatas o sociópatas y de los que se suelen dar muchas explicaciones por parte de los profesionales de las ciencias de la conducta sobre el porqué llegan a este extremo, aunque parece que influyen muchos aspectos, tanto de cierta predisposición biológica o genética hasta, sobre todo, las experiencias vividas en la infancia y la educación (negativa o contraproducente) que recibieron por su familia o personas significativas de su vida en sus primeros años, ya que este trastorno se suele manifestar a una corta edad, por lo general, hacia los 12 ó 13 años. Todo ello les pudo haber llevado a adoptar formas de pensar de escasa consideración hacia los demás, sin suficiente conciencia personal. Pero para la mayoría de las personas, el realizar actos dañinos hacia los demás, llega a ser algo perfectamente consciente, si no cuando se han realizado, sí con posterioridad al analizar las consecuencias de los mismos. En estos casos, de acuerdo también a nuestra educación recibida y en definitiva a las creencias o la forma de pensar interiorizadas, la persona se puede sentir, lógicamente, con cierto grado de dolor o pesar por haber actuado mal. Es un sentimiento negativo, pero nos ayuda en la discriminación posterior para este tipo de conductas u otras parecidas que provocan un daño a uno mismo o a terceras personas. Es, por tanto, una emoción negativa pero adaptativa, necesaria para evitar posteriores errores o para que la sociedad conserve su equilibrio. Pero de acuerdo a aquello que nos referíamos de la educación recibida o las creencias imbuidas, también nos podemos sentir con un alto grado de culpabilidad, que puede ser originada por pensamientos profundos de religiosidad o por rígidos pensamientos de equidad y justicia social. La cuestión es que este exceso de sentimiento de culpabilidad puede resultar altamente perjudicial. El exceso de sentimiento de culpabilidad nos hace gastar excesiva energía en preocuparnos u ocuparnos en la misma; nos puede bloquear en nuestro desenvolvimiento natural en el momento presente o ante situaciones en las que afloran con más intensidad por asociación de estímulos externos, referentes a lo que nos produjo culpabilidad; es una emoción innecesaria llevada al extremo, ya que además de los problemas apuntados, no nos aporta solución alguna a la conducta negativa que hemos realizado y también hace que nos denostemos personalmente, con lo que conlleva de pérdida de confianza y de aceptación de nosotros mismos.

¿Debemos, entonces, considerar que, aunque hayamos cometido algún error haciendo daño a alguien o a nosotros mismos, no debemos dar importancia al suceso y seguir con nuestra vida tranquilamente, sin darle mayor importancia, todo ello para preservar nuestra salud emocional? No, exactamente, ya hemos dicho que un cierto sentimiento de pesar o de dolor ante nuestro comportamiento es adecuado. Todo ello en el plano emocional, en el plano intelectual, es conveniente darse cuenta del error cometido, en que hemos fallado y como podemos corregir nuestro comportamiento en el futuro, ya que en el pasado no podemos ya influir. Es decir, hemos de sentir responsabilidad por lo realizado, tratando de minimizar o compensar en primer lugar las consecuencias negativas provocadas y, con posterioridad, aprender de la experiencia para actuar en el futuro de forma menos destructiva.

En el fondo de este par de emociones, late el concepto, tan importante en la TREC de la autoaceptación, al que tanta importancia concedió A. Ellis; distinguiéndolo de un concepto muy en boga y de tanta aceptación general como es la autoestima. Concepto al que, en el plano intelectual, criticaba este autor, básicamente, porque la autoestima conlleva en sí, al menos según lo entienden ciertos autores como N. Branden (quien ha hecho una bandera de su teoría sobre este concepto), el sentido de considerarse uno válido, solo si somos competentes o desarrollamos esa competencia en diversos ámbitos de la vida personal, es decir si somos capaces de desarrollar aptitudes o capacidades positivas que tenemos, de alguna medida, infrautilizadas. La autoaceptación de la que habla A. Ellis, considera que cada uno de nosotros hemos de considerarnos válidos por el hecho de estar vivos, ser personas y estar aquí, independientemente de que desarrollemos o no nuestras capacidades o estemos limitados en muchas de ellas por razones diversas (físicas o psicológicas). El concepto de autoaceptación es más profundo y humano, en este sentido, que el de la autoestima. Bien es cierto que muchos psicólogos asocian la autoestima al propio concepto de autoaceptación de Albert Ellis, no de forma condicionada al buen desem