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Trimestral del Centro de Fotografía Contemporánea de Bilbao/ejemplar gratuito Bilboko Argazkigintza Garaikide Zentroaren hiru hilerokoa/doako alea julio/agosto 2013 03 Este Verano FOTOCAMPUS www.cfcbilbao.com + info págs. 58-59 944 248 890

Contratiempo 03

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Contratiempo, trimestral de fotografía del CFC Bilbao

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Trimestral del Centro de Fotografía Contemporánea de Bilbao/ejemplar gratuito

Bilboko Argazkigintza Garaikide Zentroaren hiru hilerokoa/doako alea

julio/agosto 2013 03

EsteVerano

FOTOCAMPUSwww.cfcbilbao.com

+ info págs. 58-59944 248 890

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Participa en el I Concurso de Fotografía Iberdrola-CFC Bilbao enviándonos 5 fotografías sobre uno de estos temasMedio ambiente, energía, amor, imaginación, familia, amistad… Sostenibilidad

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Participa en el I Concurso de Fotografía Iberdrola-CFC Bilbao enviándonos 5 fotografías sobre uno de estos temasMedio ambiente, energía, amor, imaginación, familia, amistad… Sostenibilidad

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En Septiembre CURSO ANUALde FOTOGRAFÍA

y nuevos Módulos Trimestrales y Talleres fin de

semana Irailean

URTEKOARGAZKILARITZA IKASTAROAzgain,Hiruhileko modulu

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Edificio Ensanche, Plaza Ensanche 11, 48009 Bilbao www.cfcbilbao.com

Tel.: 944 248 890

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editorialCasi medio año de vida a nuestras es-

paldas (¡quién lo diría!) y por delante el verano y el paréntesis estival. Pero en el CFCBilbao no descansamos: mantendre-

mos las puertas abiertas en la forma de cursos de iniciación a la fotografía y el Campus de Verano para jóvenes a lo largo de los mese de julio y agosto. Hemos recibido en las semanas de primavera el magisterio de Tiago da Cruz, Mikel Alonso y Nacho Gabrielli en sus respectivos talleres. También va creciendo el número de alumnos y de allegados al proyecto CFCBilbao, y crece la calidad y producción de sus fotografías, con la web, blog y Facebook del Centro cada vez más dinámicos y visitados. El pasado abril orga-nizamos, además, nuestra primera proyección abierta al público, con sushi, txakolí y ciento-cincuenta personas disfrutando del encuentro y de muestra visual de “Diez miradas Contem-poráneas”. Por otro lado, nuestro Concurso CFCBilbao-Iberdrola está en marcha, reci-biendo diariamente las series fotográficas de los participantes, de los que saldrán los premiados en agosto, así como los trabajos seleccionadas para su publicación en el número 4 de Contra-tiempo.Y más noticias: Éste próximo septiembre la Escuela del Centro incluirá en su programa un Curso Anual de fotografía, y la sala de exposi-ciones adscrita al Centro comenzará su dinámica de exposiciones y charlas abiertas al público: los Viernes del CFC, sin más condición para participar que la afición a esta locura maravillo-sa que es la fotografía y las ganas y la ilusión de incorporarse al proyecto CFCBilbao.

CFCBilbao

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©Jose Ramón Bas

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Contratiempo es una edición del Centro de Fotografía Contemporánea de Bilbao. Edif icio Ensanche, Plaza Ensanche 11, 48009 Bilbao. Tel.: 944 248 890

Dirección: Ricky Dávila / Diseño: Von Barelli, Moosbruger /Redacción: Érika Goyarrola / Comunicación externa y publicidad: Marta Olano.

Foto de portada Ansel Adams, Library of Congress. www.cfcbilbao.com [email protected]

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8Editorial

10Ícaro, el paraíso encontrado /Jose Ramón Bas

18Moosbruger entrevista a...

22Ansel Adams en Manzanar...

28No tengo química... /Cienojetes

30Cavanga /Godzilla

42Lux Dubia /Ricky Dávila

44Portafolio CFC

57Yoísmos /Érika Goyarrola

58Cursos CFC

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Moosbruger entrevista a:

Jose Ramon bas

Desde “Crysalida” (1998) hasta “Bango” (2011), pasando por una docena de pro-yectos en la última década, el fotógrafo madrileño Jose Ramón Bas viene alum-brando con su cámara un imaginario de

ensueño y de viaje único en el entorno peninsular. Geo-grafías exóticas, niños entregados al juego eterno de la infancia, palmeras y arenas edénicas, las imágenes de Bas recuperan para el espectador el paraíso alguna vez perdido y dibujan en quien las observa una sonrisa tin-tinesca y cómplice.

Miembro de la prestigiosa galería Vu en París, su traba-jo ha encontrado más reconocimiento fuera que dentro de su propio país. El artista se encuentra en la actuali-dad en Aix en Provence en la Non Maison Galerie en su programa de residencia de artistas durante mes y medio desarrollando proyectos.

¿Te sientes más reco-nocido fuera de Es-paña?

Bueno, no sé qué-decirte, quizá sí; pero no es un problema de reconoci-miento, creo que en este país lo que falta es un poco de respeto por la creación en general. Nos quedamos muy en la superficie, en la anécdota; y de esto te das cuen-ta cuando sales fuera. En algunos países como Francia, Estados Unidos, Alemania, etc. la gente se muestra más interesada y más respetuosa. Es un problema cultural, se respeta mas a los autores. Aquí a veces tienes que pedir perdón por dedicarte a esto.Pero cada vez me importa menos lo de ser reconocido

en tu país o no , no creo que sea lo mas importante.

El viaje siempre ha sido un elemento inseparable de tu trabajo. ¿Qué supone el viaje para ti?

El destino, eso es para mi el viaje; no el lugar ni el obje-tivo geográfico.Para mi el destino real del viaje es el propio destino de la persona. Porque en realidad no deja de ser una analogía de la vida, por eso es tan gratificante: son viajes dentro de otros viajes; viajamos constantemente en la memo-ria, en las lecturas, en la música… Todo es un viaje es-perando el destino último, el más fascinante, el del final de nuestra vida.

Muchas de las piezas originales de Bas aparecen envuel-tas en resina sintética, material que lleva utilizando el

artista desde sus co-mienzos. Son foto-grafías encriptadas y selladas al tiempo en un marco amba-rino, que sugieren un eco primigenio, de caverna cuater-

naria. Asoman en su interior los menudos piterpanes de Bas, congelados en el tiempo como pequeños fósi-les, niños sonrientes jugando en su arena eterna; se re-piten, también, con la misma cadencia de ensueño, las fotografías de mares y cielos tropicales, sobre los que el propio autor dibuja y escribe con la desenvoltura y el jugueteo de un escolar.

Háblanos de la relación de tus fotografías con el tiem-po y la memoria…

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Díme algo que no tenga relación con el tiempo y la me-moria. Ocurre lo mismo que con la idea del viaje, siem-pre estas preguntándote (por lo menos yo ) qué haces en ese lugar; o porqué soy yo y no otro. Son preguntas a las que intento responder con mis fotos, con mis dia-rios, de una manera inútil. Y ahí esta la belleza de todo, estoy intentando responder contínuamente a preguntas sin respuesta o, mejor dicho, que contienen todas las respuestas.

Has sido receptor, entre mucho galardones, del Foto-pres 9?,un premio de ámbito nacional orientado tra-dicionalmente a la fotografía documental. ¿Conside-ras tu trabajo documental? ¿Dónde acaba la crónica y empieza el ensueño?

No soy partidario de las etiquetas. Me da igual si la gen-te dice que es “documental” o no, no creo que haya di-ferencias. Estamos siempre igual: cuando aparece algo que la gente piensa que es diferente, entonces le ponen “nuevo” delante; como “nuevo documentalismo” o post “postdocumentalismo”. Es un simple ejercicio de redun-dancia, de pose; las cosas son más sencillas, no creo que halla que poner una etiqueta a todo o, como decía mi padre, poner vallas al campo.

Háblanos de Bango, tu proyecto más reciente. Y de la edición del magnífico libro.

Bango es la primera parte de un trabajo con chicos que comenzó en Brazzaville y Kinshasa y que ha continuado en Jaffna el norte de Sri Lanka. Es una interrelación con los niños que todavía continúa, un proyecto que hemos expuesto con los chicos en Congo. No sólo hemos tra-bajado con fotografías, cada chico construyó, además, un vagón, y de la unión de todos los vagones surgió un tren que da nombre al trabajo: Trainproject. Lo siguien-te, si todo va bien, será un documental con chicos de la calle en Brazzaville.

Que visión tienes de tu propio trabajo desde las pri-

meras series (“El viaje de la tía mercedes”, “Persi-guiendo sombras”, etc.) hasta la fecha. ¿Te han cam-biado las preguntas?

Siguen estando ahí. Son trabajos que hice hace tiempo, pero a los que regreso mentalmente en cualquier mo-mento. Y las preguntas siguen siendo las mismas, y me imagino que las respuestas, como decía antes, de todos los colores. Prefiero el mundo de las sensaciones al de la razón, aunque eso no quiere decir que no le dé valor a la razón, me parece muy importante, aunque en mi manera de comunicarme conmigo mismo prefiero las sensaciones.

Hay alguna exposición o libro sobre tu trabajo que des-tacarías especialmente. ¿Qué soporte prefieres?No especialmente. Quizá estos últimos proyectos con los niños, pero más por la interrelación con ellos. Y en referencia a los soportes, me parecen todos interesan-tes para experimentar: el libro sigue siendo algo único e imperecedero, mientras que las exposiciones son efí-meras. Pero ahora me fascina el cine documental; voy a intentar ir también a ese campo aunque supone un gran reto, ya que deja de ser algo tan individual y se hace mas colectivo e ingobernable.

Una última pregunta: ¿Cuándo te vemos por Bilbao?

He estado alguna vez y me encanta. Tengo buenos ami-gos y mis raíces paternas son cantábricas, pero de Astu-rias. Adoro este mar, es el de mi infancia. Así que apro-vecharé cualquier oportunidad para ir, estoy dispuesto a cogerla al vuelo.

Acaba la entrevista con la sorda determinación de Moosbruger de traer a Bas por estas latitudes. Aprove-cha, así, quien escribe, para hacer un llamamiento al CFCBilbao y echar las redes entre todos a este soñador y viajero impenitente. Quién sabe si podremos traer, este próximo año, al propio autor, y que nos muestre, así, en persona, el vuelo de luz y alegría de sus fotografía. Gra-cias, Bas. El Paraíso existe.

Trainproject fotografiado por Jose Ramón Bas

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No tengo química con la fotografía analógicaParece que la fotografía analógica regresa con fuerza. Yo, como ya os he dicho alguna vez, no le veo sentido a eso de tirar el dinero tontamente, con lo bien que se ven las fotos en mi pantalla de ordenador de 24”, en mi TV led de 40”, en el iPad que me dejaron los Reyes o incluso en el marco digital que tengo en el aparador de entrada a casa.

Pero un amigo muy puesto me dio un toque de atención. “¡Qué no te enteras, Pepinos!”, díjome, para pasar después a advertirme de que las sales de plata están de moda otra vez y que cada vez son más los proyectos de autor que se vuelven a hacer en película.

Me propuse entonces aprender a revelar, positivar y todas esas cosas relacionadas con el rollo fílmico. Porque tenía muchas lagunas y falsas ideas acerca del proceso argénteo. Por ejemplo, de fijador pensaba que podía valer lalaca Nelly diluída en agua. Después de investigar por internet y de leer un poco, me encaminé a una tienda de fotografía de mi localidad, que vamos a llamar ficticiamente Crimen, dispuesto a asesorarme.

- “Buenos días, señor. ¿Le puedo ayudar?”

- “Hola. Sí, señorita. Quería empezar a revelar fotos de una manera artesanal, como se hacía antes. Y venía a que me aconsejara cuál es el mejor material para empezar.”

Emulsión, cianotipia, papel baritado, exposímetro, virado, proce-so Van Dyke… Conforme iba diciéndole términos, el rostro de la muchacha iba poniéndose cada vez más rojo, como si le estuviera hablando en chino mandarín.

- “Espérese ahí un momento. Eso lo tiene que hablar usté con el encargao”, se excusó al tiempo que salía trastabillada en busca del experto.

No merece la pena reproducir la conversación que tuve con este hombre. Me dijo que lo que quería hacer era de locos. Me reco-mendó que me comprara una cámara digital y una buena tarjeta de memoria. O que actualizara mi réflex digital con un objetivo más luminoso. Que podía imprimir directamente las fotos de la tarjeta en las máquinas de la tienda, etc. En fin: tuve que ponerme serio. Viendo mi empeño, lo único que encontró para venderme fueron unos carretes Ilford (en blanco y negro otra marca no tenía), un manual sobre el sistema de zonas de Ansel Adams, un paquete de papel RC de la susodicha marca; y un tambor de revelado, cube-tas y unas pinzas llenas de polvo que encontró en el almacén del establecimiento. Salí de Crimen (y castigo) jurando como Escarlata O´Hara que jamás volvería a. Ni que decir tiene que cámaras de carrete no tenían en la tienda. Yo cuando me pongo, me pongo y quiero lo mejor. Para lograr unos cielos bíblicos al estilo de Salgado me propuse adquirir una Leica M. Además, elcírculo rojo en el rollo argénteo produce en los ana-lógicos el mismo efecto que el pero mordío en los digitales. Pasión y admiración desmedida. Pero antes de pedir el préstamo corres-pondiente, decidí probarme para ver si esto era lo mío. Por ello le pedí prestada a mi tito una férrea réflex Zenith un poco desgastada, ya que había sido usada una vez a modo de martillo. Asimismo tuve que adquirir una ampliadora de segunda mano en

internet. Mientras llegaba me dediqué a “tirar” los carretes que te-nía. Pero como tengo la costumbre de disparar a saco con la cámara digital (porque no cuesta nada), enseguida los acabé en un edificio en ruinas. Caí luego en la cuenta de que llevaba blanco y negro y que el color de los graffitis no iba a salir. ¡Cago en los tontos!

En la extracción del primer carrete casi me corto el dedo con las tijeras. Pero, salvo este accidente, lo gordo estaba por venir a la hora de positivar. Ya lo dijo Uelsmann: “El cuarto oscuro es un lugar de descubrimientos, observación y meditación…” Y no lo supe hasta que me metí dentro. Contactos, tiras de prueba, reservas, tiempos de exposición y revelado… Mira que hacía pruebas y pruebas, reservas y más reservas, pero no había manera de que aparecieran la magia esa y los cielos bíblicos. Las fotos salían de las cubetas más negras que un tizón o blancas como la nieve.

Empecé a desesperarme. Pensé que algo había mal en los químicos y decidí probar con no sé qué liquido que llevaba selenium. Y se ve que mezclé o yo qué sé: eso comenzó a desprender vapores tóxicos y empecé a marearme cada vez más. Con el atontamiento, y casi a oscuras con la débil luz roja, intenté salir de allí, palpando. Pero volqué una cubeta y resbalé con tanta mala pata que, buscando apoyo antes de caer al suelo, me tiré la ampliadora encima, que-dando en el suelo, en postura fetal, empapado en líquidos pestosos y malferido. Salí de ese infierno como pude: cegarruto, a rastras y dándome topazos. Estoy vivo de milagro.

En fin. Que para el que lo quiera. ¡Mucha paciencia hay que tener con esto de las sales de plata! Con lo fácil que es disparar en digital y si una foto es regulera mejorarla con el fotochop.

Nada. Si quiero que una foto parezca de carrete y tenga un estilo vintage, le meto un plugin que la dejo niquelá. Y con el móvil, para eso tenemos el instagram. ¡Voy corriendo al banco a anular el prés-tamo! ¡De la que me he librado!

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El rastro del ubicuo fotógrafo bilbaíno en las calles de Managua

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cabanga. 1. f. Nicaragua. Melancolía, tenue tristeza, añoranza, nostalgia.

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cabanga. 1. f. Nicaragua. Melancolía, tenue tristeza, añoranza, nostalgia.

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NET 007, 2012

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Etienne Carjat, 1878

En estos deplorables días ha surgido una

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que ha contribuido no poco a confirmar la fe en su necedad y a arruinar lo que podía quedar de divino en el espíritu francés. Esta muchedumbre idólatra postulaba un ideal digno de ella y apropiado a su natura-leza. En materia de pintura y escultura, el credo actual de la gente de mundo, sobre todo en Francia […], es éste: “Creo en la naturaleza y nada más que en la naturaleza (y hay buenas razones para ello). Creo que el arte es y no puede ser más que la reproducción exacta de la naturaleza (una secta tímida y disidente opina que los objetos de naturales repugnante deben excluirse, tales como un orinal o un esqueleto). De este modo, la industria que nos brindara un producto idéntico a la naturaleza sería el arte absoluto”. Un dios vengador ha atendido los ruegos de la multitud. Daguerre fue su mesías. Y la masa razonó así: “Ya que la fotografía nos da todas las garantías deseables de exactitud […], el arte es la fotografía”. A partir de este momento, la sociedad inmunda se precipitó, como un único Narciso, a contemplar su imagen trivial sobre el metal. Una locura, un fanatismo extraordinario, se apoderó de todos estos nuevos adora-dores del Sol. Se produjeron extrañas abominaciones. Y los fotógrafos, al agrupar a todos esos bufones de ambos sexos, emperifollados como los carniceros y las lavanderas en carnaval, y rogar a estos héroes que tuvieran a bien mantener su mueca de circunstancias durante el tiempo necesario para la operación, se vanagloriaban de reproducir escenas, trágicas o cómicas, de la historia antigua. Algún escritor demó-crata debió de ver en ella el medio, y además económico, de propagar al pueblo el gusto por la historia y la pintura, cometiendo así un doble sacrilegio e insultando a la vez a la divina pintura y al arte sublime del comediante. Poco tiempo después, millares de ojos ávidos se pegaron a los agujeros del estereoscopio como si por ellos fueran a ver el infinito a través de una claraboya. El amor por lo obsceno, que es tan persistente en el corazón natural del ser humano como el amor a sí mismo, no dejó escapar una ocasión tan propicia de satisfacerse. Y que no se diga que los niños, al salir de la escuela, eran los únicos que se complacían en estas tonterías; fue una fiebre mundial.

[…] Como la industria fotográ-fica era el refugio de todos los pintores fracasados, demasiado poco dotados o pere-zosos para acabar sus estudios, ese entusiasmo universal llevaba no solamente el carácter de la ceguera y la imbecilidad, sino también el color de la venganza. Que tan estúpida conspiración, en la que se encuen-tran, como en todas las demás, los embaucadores y los embaucados, pueda triunfar de una manera ab-soluta, no puedo creerlo, o al menos no quiero creerlo; pero estoy convencido de que los progresos de la fotografía mal aplicados han contribuido en mucho, como, por otra parte, todos los progresos puramente materiales, al empobrecimiento del genio artístico francés, ya tan escaso. […] Si se permite a la fotografía suplir al arte en alguna de sus funciones, pronto, gracias a la alianza natural que encontrará en la necedad natural de la multitud, lo habrá suplantado o corrompido por completo […].Que enriquezca rápidamente el álbum del viajero y preste a sus ojos la precisión que le faltaría a su me-moria, que adorne la biblioteca del naturalista, exagere los animales microscópicos, fortalezca incluso con algunos informes las hipótesis del astrónomo; que sea, en fin, la secretaria y el archivo de quien tenga necesidad en su profesión de una exactitud material absoluta; hasta aquí, no hay nada mejor. Si salva del olvido las ruinas decrépitas, los libros, las estampas y los manuscritos que el tiempo devora, las cosas pre-ciosas cuya forma va a desaparecer y que reclaman un lugar en los archivos de nuestra memoria; entonces se le agradecerá y aplaudirá. Pero si se le permite usurpar el dominio de lo impalpable y de lo imaginario, sobre todo aquello que sólo vale porque el hombre pone de su alma, entonces ¡desdichados de nosotros!

Charles Baudelaire, “Le Public moderne et la Photographie”Salon de 1859

nueva industria

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“…se hace patente cómo la voluntad, en todos los grados de su fenómeno, desde el inferior al supremo, carece totalmente de un objetivo y fin último; siempre ansía porque el ansia es su propia esencia (…), vimos esto en el más simple de todos los

fenómenos naturales, la gravedad, que no cesa de aspirar e impulsar hacia un centro inextenso que, de alcanzarse supondría su aniqui-lación y la de la materia; y no cesaría aunque todo el universo estuviera aglomerado”.

Recorro estos días las páginas de El mundo como voluntad y representación del gran Arturo Schopenhauer con la avidez de quien espera, en cada comenta-rio, la explicación del Universo. Un viaje de claroscuros, con disgresiones iluminadoras y pa-sillos en penumbra, y la conclu-sión, parece que innegociable, de que el mundo, allí descrito, no ofrece para el hombre mas posibilidad que su representa-ción, condenándolo al papel de comparsa y mero espectador.

En unas páginas de Extinción (Dios mío ¿qué leer después de Extinción?) Thomas Bernhard, por boca del narrador Franz Jo-sef Murau, reconoce su incapaci-dad para descifrar, así dice, “descifrar”, la filosofía, encriptada y brumosa, de Niet-szche y de  Schopenhauer. A pesar de ha-berse sentido “atraído y entusiasmado por ellos en el más alto grado”, Murau recuer-da haber confesado su inepcia al inefable Gambetti: “…mire Gambetti, le había di-cho, me he ocupado durante decenios de Nietschze, pero no he avanzado. Nietzsche me ha fascinado siempre, pero al mismo tiempo nunca he comprendido de él casi nada. Si soy sincero me pasa lo mismo con casi todos los demás filósofos, le había dicho a Gambetti, con Schopenhauer, con Pascal […], que nunca he conseguido des-cifrar ni siquiera en sus comienzos y que han sido siempre chino para mí”.

Cabría añadir, en este punto, un fandangillo de otro grande, José el Cabrero, cuyo cante indeleble, escrito al viento y sobre la tierra agraz del sur andaluz, alumbró el cielo todo con estas sabias palabras:    Sócrates, de unos calzones se hizo un día un delantal y dijo, con dos cojones,sólo sé que no sé na,pero las brevas, se comen.

Al fin y al cabo, pienso para mí, no queda otra sabiduría que la conciencia de nues-

tra propia ignorancia que , en mi caso, es el fermento de esta escritura sin rumbo, anegada, si se me permite la expresión, de “lagunas oceánicas” sobre las que manten-go mi nado extraviado como buenamente puedo.

***

Me introducen postrado en la cápsula infame como a un supositorio. En el puño un bombín que debo accionar en caso de abandonarme al pánico. A los pies de esta mortaja, blanca y galáctica, mi calzado espera el regreso de su dueño. En mi lenta inmersión recuerdo a Empédocles de Agri-gento, que se arrojó al Etna con el propó

sito de desvelar el secreto del interior de la Tierra, dejando una sandalia  en prueba de su identidad (y arrojo).

Inmovilizado  en  el  interior  del tubo,  pienso  en  mis ridículos calceti-nes  (rojo  chillón  salpicado de  motas azules  -elección desgraciada-) asomando en el extremo de la máquina. Mantengo, heroico, la compostura en los veinte minu-tos interminables que dura la inspección. El martilleo magnético se apaga gradual-mente. Contengo la respiración, atento a cualquier señal del mundo exterior:

bien podría salir disparado a las estrellas en el instante último de una deflagración planetaria. El aparato me devuelve final-mente a la vida; emerjo como un Lázaro de la tumba, con la auxiliar –la mirada clavada en mis pies- sujetando mi calzado en un gesto de atención, que su irónica sonrisilla desmiente. Me incorporo con la imagen fugaz de un operario encontrando, al final del día,  el cuerpo inerte de la enfermera, mi calcetín irisado anudado con fatal estridencia a su delicado cuello.

***

Atiende el conspicuo y paciente Gambetti los desahogos de Mu-rau, que reparte sus disgresiones y extravíos de iluminado bizan-tino a lo largo de las páginas insobornables de Extinción. La fotografía asoma en el relato

como objeto repetido de las invectivas del narrador: “Con la invención de la fotogra-fía, o sea, con la iniciación de este proceso de embrutecimiento hace más de cien años, el nivel intelectual de la población mundial desciende continuamente. Las imágenes fotográficas, le dije a Gambetti, han puesto en movimiento el proceso de embrutecimiento universal…”

Lo cierto es que las frecuentes lecturas de Extinción, relato sobre el que vuelvo por prescripción propia desde hace años, bien podrían estar en el origen, pienso ahora, de la aversión, creciente y enfermiza, en el límite de la náusea, podría decirse, que vengo incubando hacia la fotografía utili-zada como crónica espuria y atolondrada de la realidad: el asombro ante la

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persistencia suicida con la que el hom-bre perpetúa en los medios, fotografía a fotografía, noticiero a noticiero, cartel a cartel, los mismos clichés periodísticos, fósiles y centenarios, los mismos patrones de belleza abotargantes, dictados por las mismas casas de cosméticos y los mismos diseñadores antediluvianos, amortajados en sus trajes funerarios y momificados por la química cancerígena aplicada sin descanso a sus mejillas. Contemplo estupefacto la decidida perversión con la que el mercado invade la sesera aturdida del espectador que, obtuso y embrutecido, digiere con ceguera inusitada todas estas fabricaciones fotográficas infamantes. Esto es lo bello, anuncian, mostrando el mismo rostro una y otra vez, repitien-do hasta la asfixia las mismas imágenes, que exhiben obsce-namente como un certificado incontestable de una realidad ingeniada en sus laboratorios de mercachifles. Seguirán, entre-tanto, banqueros y marchantes de armas decidiendo el mapa de las guerras, enviando en sus aviones a políticos salvapatrias y audaces fotoperiodistas, que exhibirán con orgullo la embaja-da de sus palabras gastadas y  sus imágenes de siempre.

Pero basta  de  esta cháchara pseudosociológica ¡Gambetti! -vpienso para mí-. El verdadero problema de este rechazo mío (irracional en sustancia, debo reconocer) hacia la fotografía como instrumento promocional de  una realidad (si no lamentable en todo su horror) cuando menos cuestionable, es la extensión del mismo, para mi enojo y desconcierto, a las fotografías domésticas y a los retratos familiares, cuya carga de nostalgia me resulta, a día de hoy, insoste-nible:

 “¿Qué hace pensar a los hombres que se dejan fotografiar” –insiste Mauer- “que han de aparecer felices en las fotografías que los muestran? (…) Todo el mundo quiere ser representado como un hombre feliz, siempre como totalmente falsifica-do, nunca como es en realidad, es decir, siempre, como el más infeliz de todos (…) Se refugian en la fotografía, se encogen deliberadamente en la fotografía que, con una falsificación total, los muestra felices

y hermosos o, por lo menos, como menos feos e infelices de lo que son (…) En sus pisos cuelgan las fotografías que se han dejado hacer como un mundo hermoso y feliz, que en verdad es el más feo e infeliz y más mentiroso. Durante toda su vida miran fijamente sus imágenes hermosas y sus imágenes felices en las paredes y se sienten contentos cuando, sin embargo, sólo tendrían que sentir aversión (…) “

Bien es cierto que nada se aproxima más a

la idea de eternidad que el fugaz parpadeo de un instante (despojados ambos de la carga inamovible del pasado y de los espe-jismos ilusorios del futuro), y que el juego fotográfico se presta del mejor modo a la falsa promesa de  intemporalidad. Ar-chivamos, así, con nuestras instantáneas fotográficas, el inventario de los mejores momentos, en la asunción descabellada y alucinatoria de hurtar al viento nuestra existencia efímera y espectral, evocando un pasado inexistente que, si acaso (y ya es mucho decir) fue, pero en ningún caso es.

Se pregunta uno si este mundo descalabra-do y en esencia mortal, esta esfera ingrávi-da que imaginamos suspendida del modo más absurdo entre el polvillo estelar o rodando descabalgada a lomos  del Tiem

po, si este mundo, digo, se merece un solo gramo de nuestra nostalgia:

“Vivimos en dos mundos, le dije a Gambet-ti, en el real, que es triste e innoble y, en definitiva, mortal, y en el fotografiado, que es por completo mentiroso…”

***

En el exterior de este centro comercial el cielo se extiende en toda su geometría sobre el asfalto del parking. Devoro una hamburguesa emborronando, al tiempo, la libreta con mi escri-tura dispersa y aturdida. E aleteo abismado de un pajarete sobre el blanco ígneo y cegador de la hoja, pienso para mi. La cristale-ra tamiza la luz del sol sobre mi escritorio improvisado; del otro lado del ventanal bailan mudos los arbustos al compás de un viento invisible. Valéry criticaba de Pascal su incapacidad para “saber mirar, es decir, olvidar los nombres de las cosas que se ven”. El acto de contemplar bien podría ser esto, me digo, dejar de aguijonear la realidad con palabras que nada explican, colgar los guantes de este com-bate inútil y ceder a la danza solazada. Para la filosofía védica, todo aquel que se eleva a través del conocimiento destruye el bienestar del cielo. Dejemos, pues, a los dioses acechantes, que todo lo vigilan, tranquilos

en su refugio aéreo.

Detengo mi escritura y observo el dibujo de las nubes sobre el mar celeste, el goteo de los coches salpicados por el aparca-miento semivacío; observo, igualmente, a las dependientas de esta cadena de comida rápida, tocadas con viseras de golfista, barriendo los deperdicios entre las mesas en un silencio cómplice. Explicaba Goethe que en cada cosa encontramos siempre una analogía de todo lo que existe y que por eso “lo que existe se nos aparece siem-pre al mismo tiempo aislado y entrelaza-do”. Bajo la campana de este firmamento infinito de extrarradio, donde todo parece suspendido en el tiempo, cerrada la libre-ta, me sobreviene un repentino deseo de silbar.

www.luxdubia.blogspot.com.es

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LIOalumnos

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De la serie “Azala” (2013), © Zaloa Fuertes

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Barbican. © Patrick Grijalbo

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De la serie “Behind blue eyes” (2013), © Elena Goñi

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Pág. Izquierda y derecha, de la serie “Latitud” (2013), © Iván Urarte

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De la serie “Tránsitos” (2013), © Judit Urquijo

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De la serie “Martioda” (2013), © Iker Aresti

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“Haziera” (2013), © Iñaki Folgado

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De la serie “Alicia en la sombra” (2013), © Mike Figgis

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Yoísmos

Alberto Garcia-alixAlberto García-Alix, el más internacional de nuestros fotógrafos, comenzó a disparar su cámara a finales de los setenta, poblando con sus imágenes y parpadeos, a lo largo de casi medio siglo, un inventario de sueños y reali-dades único en el panorama fotográfico actual. Durante aquellos convulsos y efervescentes años del final de la dictadura, Alix fotografió su entorno más cercano: amigos y familiares compondrían, así, en los inicios, la personal mi-rada de su autor. Estas primeras imágenes per-filaban ya el eje del dis-curso artístico de su obra que girará en torno a sí mismo. Más allá de la trascen-dencia de algunas de sus fotografías como iconos de una época, el trabajo de García-Alix (León, 1956) esconde una in-tensidad emocional de la que pocos fotógrafos pueden presumir. A me-dida que pasan los años, las imágenes de García-Alix, en lugar de emer-ger de la observación de la realidad, nacen de su propia emoción. Su obra es conmovedora y no complaciente porque su mirada confecciona imágenes a partir de la observación más sin-cera. Las fotografías son, por tanto, duras, sin concesiones al espectador y, al mismo tiempo, poseen una belleza reposada que casi roza el clasicismo. Imágenes que retratan a persona-jes en actitud férrea en un entorno natural de iluminación bucólica o escenas que encierran una gran violencia con un acercamiento repo-sado. Durante la realización de sus retratos –donde busca el enfrentamiento directo con el otro- surge lo que el fotógrafo denomina “la magia del encuentro” que es esa complicidad nece-saria para el acercamiento entre ambos suje-tos. A partir de la imagen del retratado Gar-cía-Alix establece un diálogo consigo mismo. El fotógrafo consigue retratarse a sí mismo a través de los otros: “en la soledad del labora-torio, al mismo tiempo que revelas una foto –una foto de tu hermano muerto, por ejem-plo- estás mirándote a ti mismo y preguntán-

dote quién eres, cómo has llegado hasta ahí”, afirma el propio fotógrafo. El retrato es, para García-Alix, un monólogo interior intrínseco a la fotografía.Esta obsesión por buscarse en los retratos aje-nos se traslada también a las fotografías de objetos, paisajes y arquitecturas. García-Alix fotografía elementos que de alguna manera le representan o que han formado parte de algún

episodio de su vida. Paisajes naturales o ur-banos cercanos a la abstracción y cargados de hondura poética que le ayudan al conocimien-to personal. El fotógrafo trata de huir de la rea-lidad generando nuevos espacios a partir de su trabajo y buscando correspondencias emocio-nales con esos lugares con los que se identifica en el momento de realizar la fotografía.

Volcado en una mirada profundamente intros-pectiva, a medida que pasan los años, aumen-ta también el número de fotografías donde el propio García-Alix aparece literalmente repre-sentado. Si bien en sus autorretratos de juven-tud existe una intención de retratarse dentro de parámetros formales de belleza e incluso, cierta coquetería, a medida que pasan los años el fotógrafo olvida las vanidades y es capaz de retratarse en estados de degradación. García-Alix se distorsiona, se esconde y se disfraza en sus autorretratos en un acto de revelación personal. Juega con su cuerpo retorciéndolo y fragmentándolo hasta conseguir transmitir

una emoción a través de la imagen.El artista se mira de manera especular en sus fotografías porque la cámara puede revelar lo que el fotógrafo no puede ver: “la cámara tiene la virtud de obligarte a ver”, afirma él mismo en uno de sus escritos. Autorretratarse, al igual que escribir sobre uno mismo, exige un des-doblamiento que permite mirarse desde fuera y reflexionar sobre uno mismo como si fuera otro. La fotografía se convierte en una especie de espejo pudiendo adoptar incluso caracte-rísticas de revelación y conocimiento que al-gunas culturas dotan a este utensilio. En este juego es fundamental la presencia del rostro. Principal símbolo del yo, ya que es lo que nos diferencia e identifica y ocupa el lugar princi-pal de la expresión y la comunicación.

El trabajo de este autor evoluciona así hacia una fotografía que mira hacia su interior más que al exterior. El medio fotográfico le sirve a García-Alix para resguardarse y gestionar la angustia, el miedo y la soledad sufrida en determinados momentos así como para cues-tionarse y responder a ciertas preguntas perso-nales. Debido a la necesidad de mostrarse fiel a sí mismo y reafirmarse en el mundo, sus imá-genes se convierten en retratos de sus emocio-nes. De esta manera, tanto su obra fotográfica como sus textos y trabajos en vídeo se con-vierten en su propia confesión. Las imágenes se vuelven pequeñas historias que narran sus experiencias, reflexiones y anhelos.

García-Alix es autor, protagonista y narrador de su propia historia convirtiendo así su obra en un trabajo autorreferencial casi en su tota-lidad. Más que un relato autobiográfico cons-ciente su narrativa surge del conjunto de vi-vencias y sensaciones plasmadas en imágenes a lo largo de los años donde las impresiones tienen mayor importancia que el suceso con-creto. Proyectos como No me sigas… Estoy perdido donde revisa su historia personal al hilo de las fotografías realizadas entre 1976 y 1986, o De donde no se vuelve en el que realiza un viaje introspectivo en diálogo con su pasa-do y la fotografía, forman parte de la extensa narración de García-Alix en la que se muestra y se descubre a sí mismo haciéndonos cómpli-ces de su propia historia. Un largo viaje en per-manente construcción donde va dejando hue-lla de la imperfección y brevedad de la vida.

por Érika Goyarrola

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cursos de fotografíaArgazkilaritzarako HASIERA modulua

Astebeteko ikastaro honetan argazki-kamera erabiltzen hasteko lehenengo saioa egingo dugu. Bertan irudiak egi-teko eta editatzeko jakin beharrekoak lortuko dituzue.

Programa1- Argazkilaritza, begiradaren garrantzia. Kamera eta ob-jektiboak: Teoria eta erabilera.2- Argazki-hartzea. Esposizioa egiteko moduak. Kalean praktikak egitea eta egindako lanak ikustea. 3- Argazki-hartzea, Esposizioa egiteko moduak. Praktikak egitea eta egindako lana ikustea. 4- PhotoShop: lehenengo urratsak. Argazkiak deskargatu eta artxibatzea. 5- Ikasleek egindako lanak ikustea eta ikasitakoa birpa-satzea.

Txandak eta prezioaBost eguneko ikastaro trinkoa.Egunero eskola bat, 4 ordukoa. 20 eskola-orduGoizez (10:00etatik 14:00etara), edo arratsaldez (16:00etatik 20:00etara)Zenbatekoa: 290€

ARGAZKILARITZA CAMPUSAAste batez argazkizale gazteei argazkilaritzarako oinarrizkohurbilpena izango dute. Ikasleak kamara erabiltzen eta argaz-kiak ateratzen ikasiko du.Teoria orokorreko klaseak emango dira ariketa praktikoekintxandakatuz eta ukitu digital eta ordenagailu bidezko argazkienerabilera ere landuko dute.

Gaztetxoentzako programa (8-12 urte) 1. Argazkiak ateratzen ikastea, begiratzen ikastea.2. Argazki kamera: Funtzionamendua.3. Argazkia egitea. Argazkiak “egitearen” jokoa.4. Ordenagailua eta ukitu digitalak.5. Ikasleen lanen ikustaldia.

Gazteentzako programa(13 -17 urte)1. Argazkiak ateratzen ikastea, begiratzen ikastea. Ikuspuntuaeta narrazio bisuala. Kamera eta biok.2. Argazki-kamara digitalaren funtzionamendua (moduak etafuntzioak).3. Argazki egitea. Irudiak egin edo asmatzea.4. Ordenagailua eta Photoshop. Argazkien errebelatu digitala.5. Ikasleen lanen ikustaldia. Txandak eta prezioaAste bateko ikastaroak uztail eta abuztuan.4 orduko 5 klase, 20 klase-ordu, astelehenetik ostiralera.ORDUTEGIA Goizeko ordutegia: 10:00etatik 14:00etara (8-12urte bitartekoentzat) eta arratsaldez: 16:00etatik 20:00etara(13-18 urte bitartekoentzat).Gehienez 15 pertsonako taldeak.PREZIOA Orokorra: 190€. ( Programa Gaztedi Prezioa: 150€).Informatzeko eta izena emateko: 944 248 890.

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MÓDULO INICIACIÓN Semanal

En este curso semanal realizaremos un primer acerca-miento a la utilización de la cámara fotográfica. En el podréis adquirir los conocimientos básicos para la realiza-ción y edición de imágenes.

Programa1- Fotografía, introducción a la mirada. Teoría y manejo de la cámara y objetivos.2- La toma fotográfica. Modos de exposición. Práctica en exteriores y visionado de trabajo.3- La toma fotográfica, Modos de exposición. Práctica, y visionado de trabajo.4- Photoshop primeros pasos. Descarga y archivo de foto-grafías.5- Revisión de trabajos de los alumnos y repaso general.

Tarifa y duraciónCurso intensivo de cinco días de duración. 1 clase diaria de 4h. 20 horas lectivas.Horario de mañana (10h. a 14h.) o de tarde (16h. a 20h.)Precio 290€

CAMPUS CFC VERANOcursos semanalesDurante una semana realizaremos un acercamiento básico a la fotografía orientado a jóvenes aficionados. El alumno aprenderá a utilizar la cámara y a tomar fotografías.Se impartirán las nociones generales de teoría, combinadas con ejercicios prácticos y se introducirá a los participantes en los fundamentos del retoque digital y el manejo de imágenes en el ordenador. El módulo esta dirigido a jóvenes menores de 18 años. Los grupos se dividirán en dos edades: de 8 a 12 años y de 13 a 18 años.

Programa infantil (8 a 12 años) 1. Aprender a fotografiar, aprender a mirar.2. La cámara fotográfica: cómo funciona.3. La toma fotográfica. El juego de realizar imágenes. 4. El ordenador y el retoque digital.5. Visionado de los trabajos de los alumnos.

Programa juvenil (13 a 17 años) 1. Aprender a fotografíar, aprender a mirar. El punto de vista y la narración visual. La cámara y yo.2. Funcionamiento de la cámara digital (modos y funciones).3. La toma fotográfica. Realizar o inventar imágenes.4. Ordenador y Photoshop. Revelado digital de fotografías.5. Visionado de los trabajos de los alumnos. Tarifa y duración Cursos de una semana de duración en los meses de julio y agosto. 20 horas lectivas repartidas en 5 clases de 4 horas cada una, de lunes a viernes.Horario de mañana: 10h a 14h (8 a 12 años), y de tarde: 16h a 20h (13 a 18 años). Grupos Máx. 15 personas.Precio de 190€. (150€ para los miembros del Plan Gaztedi de BBK).Información e inscripción en 944 248 890.

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Cámara réflex digital de 18 millones de pixels (CMOS) * Diseño compacto y ligeroFácil manejo con diversos modos de escenas con automatismos inteligentes

Visor óptico y gran pantalla de 3” táctil * Sensibilidad hasta 25600 ISOVelocidad 30” a 1/4000 * 4 fotogramas por segundo

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A partir de septiembre de 2013 CURSO ANUAL DE FOTOGRAFÍA y nuevos cursos trimestrales y talleres en la escuela del Centro de Fotografía

Contemporánea de Bilbao.