TEMA: Límpiame › ClasesGf › Limpiame.pdf · La lepra separaba del hombre, de la sociedad; pero la lepra del pecado te separa de Dios. Romanos 6: 23ª “Porque la paga del pecado

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Límpiame Lucas 5: 12-16 Sucedió que estando él en una de las ciudades, se presentó un hombre lleno de lepra, el cual, viendo a Jesús, se postró con el rostro en tierra y le rogó, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme. 13 Entonces, extendiendo él la mano, le tocó, diciendo: Quiero; sé limpio. Y al instante la lepra se fue de él. Introducción En el pensamiento judío este hombre es impuro y por su enfermedad sufre un castigo de Dios, en pocas palabras: Un leproso era un maldecido destinado a la muerte. La lepra era, pues, la última miseria humana, y una


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curación de lepra es equivalente a una resurrección de muertos. Las palabras de este leproso son expresión de angustia, pero a pesar de ello no le pide a Jesús que le toque. Su actitud es humilde y con una profunda confianza en el poder de Jesús. Este hombre leproso vino donde Jesús y le dijo: Si quieres, puedes limpiarme. La respuesta inmediata de Jesús fue: Quiero; sé limpio. ¡Y al instante su lepra desapareció! Esta es la misma respuesta que Jesús sigue dándole a cada uno de los hijos de Dios que tienen esta actitud de humillación y respeto delante de su presencia… Pero hoy en día, el problema no es si Jesús quiere limpiarme, sino, si yo quiero ser


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limpio. El problema no está si yo quiero; sino, si yo deseo ser limpio.

1. Deseos de ser limpio

El deseo es la acción y efecto de desear (anhelar, sentir, aspirar a algo). El concepto permite nombrar al movimiento afectivo o impulso hacia algo que se apetece. Las motivaciones del deseo pueden ser muy variadas. En ocasiones, el deseo surge por el recuerdo de vivencias pasadas que resultaron placenteras. Ese es el caso de alguien que desea comer un determinado plato que sabe que le gusta o que quiere volver a visitar un lugar donde vivió buenos momentos.


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Cuando usted anhela por una situación del pasado se torna muy intenso y genera tristeza hasta se habla con nostalgia. Una persona ve una publicidad sobre un nuevo producto en el mercado y desea comprarlo ya que cree que el dispositivo puede proporcionarle entretenimiento y momentos agradables. Pero este hombre harapiento, con ropa sucia, pelo despeinado, sin maquillaje, sin perfume, posee solo un deseo, el deseo de ser limpio. Mientras nunca sientas la necesidad de limpiarte, nunca tendrás el deseo de estar limpio. La limpieza depende por el deseo de estar limpio.


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Salmos 73: 25 ¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra. Cuanto más nos exponemos a la santidad del Señor, mas experimentaremos la necesidad de ser purificados. Por supuesto que hoy no necesitamos un serafín que venga con un carbón encendido y toque nuestros labios; nuestro Señor Jesucristo a través de su sangre nos limpia de toda maldad.

2. Pedir ser limpio

El deseo se hará realidad cuando se hace oficialmente la petición a Dios. Este leproso no se quedó con el deseo en su corazón, fue donde Jesús para pedirle que le cumpla su


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deseo de ser limpio. Le dijo: Si quieres, puedes limpiarme. Mateo 7: 11 Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan? La Biblia acá es clara al decir: Dios dará solamente a los que le pidan… Nosotros debemos estar dispuestos que Dios nos limpie, debemos estar dispuestos a decirle: Si quieres límpiame. Este hombre era la lepra la que lo volvía sucio, inmundo. Probablemente tu problema no sea la evidente lepra en tu cuerpo, pero quizá, hay una lepra mayor dentro de tu


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corazón. Quizás es una inmundicia que te separa de Dios. La lepra separaba del hombre, de la sociedad; pero la lepra del pecado te separa de Dios. Romanos 6: 23ª “Porque la paga del pecado es muerte,…” Para eso apareció Jesús para desaparecer las obras del diablo. Juan 10: 10 El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia. Hoy Jesús quiere sanar, limpiar y purificar a todo aquel que le pida con humildad y respeto… ¿Señor, si quieres, puedes limpiarme?


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Hoy podemos decirle a Jesús: ¿Puedes liberarme? ¿Puedes transformarme? Puedes cambiarme lo necesito. El que pide es solamente el que ha eliminado toda la vergüenza… Pedir no es preguntar, este hombre no le pregunto, le pidió, pero con respeto: Si quieres, me puedes limpiar. Conclusión La lepra era discriminadora, aislaba a las personas de la sociedad, el leproso moría solo. Pero este hombre no quiso formar parte de una estadística, rompió todo protocolo y se acercó a Jesús, a pesar que la ley se lo impedía.


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El leproso, rompiendo barreras, se acercó a Jesús cosa que no le estaba permitido, y se postro de rodillas ante él; como tampoco le está permitido a Jesús extender la mano y tocarle, porque instantáneamente quedará contaminado de impureza ritual. A pesar de todas esas barreras Jesús “se compadeció” y extendió su mano y le toco. Eso quiere decir: Jesús tocó cariñosamente, sin repugnancia, al enfermo, y pronunció dos palabras: Quiero; queda limpio.

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