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pedro-pablo-aguilar-crespo
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HEDDA GABLER 111
las noclies y podremos trabajar á nues-
tras anchas. ¿Eh?
Thea.—Sí ,quizá será lo mejor,
Hedda. [Desde la pieza del fondo ^ —Oigo muy bien todo lo que dices, Tes-
man. Pero, ¿y yo? ¿Qué hago, mien-
tras tanto , de las noches?
Tesman. ( Hojeando las notas. )—
¡Oh! El asesor tendrá la amabilidad de
venir á verte.
Brack. [Exclama alegremente.)—¡To-
das las noches, si le place, señora!
¡Ya encontraremos manera de distraer-
nos los dos!
Hedda. [Con mz clara y distinta. )
—
¿Verdad , asesor ? ¿Es eso lo que V. es-
pera? Galio único.
[Se oye un disparo. Tesman, Thea
y Brack saltan de sus sitios.)
Tesman.—¡Bueno! ¡Ya está otra vez
jugando con las pistolas! [Descorre mo-
lentamente las cortinas y se precipita en
la pieza delfondo. Thea lo sigue. Hedda
yace sin vida en el sofá. Todos corren ygritan. Berta, completamente desencaja-
da, acude presurosa por la puerta de la
derecha)
Tesman. ( Gritando d Brack. )—¡ Se
ha matado! ¡Se ha disparado un tiro
en la sien
!
Brack. [Medio desvanecido en el si-
llón.)—Pero, ¡Dios poderoso! , esas cosas
no se hacen
!
Enrique Ibsen.