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SICA: Ocho países construyendo una región de oportunidades #VivirLaIntegración #IntegrarLaIntegración #RegiónDeOportunidades Ciclo de Diálogos por la Integración: “35 años de los Acuerdos de Paz de Esquipulas: Pasado, Presente y Futuro” 15 de junio de 2021, El Salvador Vinicio Cerezo, Secretario General del SICA Presidente de Guatemala (1986-1991) Muy buenas tardes a todas y todos. Es un verdadero placer para mí darles la más cordial bienvenida a este Primer Diálogo Regional por la Integración Centroamericana, titulado “A 35 Años de los Acuerdos de Paz de Esquipulas: Pasado, Presente y Futuro”. Este espacio es el resultado de un amplio esfuerzo conjunto entre la Secretaría General del SICA, con el apoyo de la Cooperación Española por medio del Fondo España-SICA y la Fundación “Doctor Guillermo Manuel Ungo” (FUNDAUNGO), en el marco del Programa de Gestión de Conocimiento en Integración Centroamericana, de esa Escuela de Integración del SICA. Este Programa, por medio de sus diversos ejes de trabajo, nos permitirá profundizar en las implicaciones hacia el desarrollo que tiene el proceso de integración regional en el marco del Sistema de la Integración Centroamericana (SICA). Con sus productos de conocimiento, entre investigaciones, cursos virtuales, conferencias y diálogos regionales podremos intercambiar perspectivas al más alto nivel sobre los desafíos estratégicos de cara a los grandes hitos de este año 2021. Para dar inicio, me gustaría extender un especial saludo a la Embajadora Adriana Solano, Directora de Política Exterior del Ministerio de Relaciones Exteriores de

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SICA: Ocho países construyendo una región de oportunidades

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Ciclo de Diálogos por la Integración:“35 años de los Acuerdos de Paz de Esquipulas: Pasado, Presente y Futuro”15 de junio de 2021, El Salvador

Vinicio Cerezo, Secretario General del SICAPresidente de Guatemala (1986-1991)

Muy buenas tardes a todas y todos.

Es un verdadero placer para mí darles la más cordial bienvenida a este Primer Diálogo Regional por la Integración Centroamericana, titulado “A 35 Años de los Acuerdos de Paz de Esquipulas: Pasado, Presente y Futuro”.

Este espacio es el resultado de un amplio esfuerzo conjunto entre la Secretaría General del SICA, con el apoyo de la Cooperación Española por medio del Fondo España-SICA y la Fundación “Doctor Guillermo Manuel Ungo” (FUNDAUNGO), en el marco del Programa de Gestión de Conocimiento en Integración Centroamericana, de esa Escuela de Integración del SICA.

Este Programa, por medio de sus diversos ejes de trabajo, nos permitirá profundizar en las implicaciones hacia el desarrollo que tiene el proceso de integración regional en el marco del Sistema de la Integración Centroamericana (SICA). Con sus productos de conocimiento, entre investigaciones, cursos virtuales, conferencias y diálogos regionales podremos intercambiar perspectivas al más alto nivel sobre los desafíos estratégicos de cara a los grandes hitos de este año 2021.

Para dar inicio, me gustaría extender un especial saludo a la Embajadora Adriana Solano, Directora de Política Exterior del Ministerio de Relaciones Exteriores de

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Costa Rica, en representación de la Presidencia Pro Tempore del SICA; al Excelentísimo Embajador de España en El Salvador, Carlos de la Morena, a nuestra estimada Olga del Pino y a la Cooperación Española por su dedicado apoyo en hacer realidad este espacio de conocimiento tan importante, pero sobre todo por su acompañamiento de siempre, como lo ha manifestado su Majestad el Rey Felipe Sexto y como se lo reconocí recién la semana pasada al Presidente Pedro Sánchez en la Cumbre SICA-España.

Extiendo una cordial bienvenida a nuestros panelistas: Catalina Soberanis, Alejandro Bravo y Jairo Hernández que con sus voces, testimonios y experiencias van a enriquecer este espacio de diálogo regional; a la Jefa de Gabinete de la Secretaría General, Olinda Salguero, que nos honrará con la moderación de este panel y finalmente al equipo de la Secretaría General y de FUNDAUNGO, a quienes agradezco por toda su colaboración en la organización de esta actividad.

Saludo cordialmente también a la familia de Mauricio Herdocia, nicaragüense que nos ha dejado demasiado pronto, pero que jugó un rol clave en las negociaciones de los Esquipulas, por ello en este evento hacemos un homenaje póstumo, con la alegría de todo el servicio que dio en vida a la región, con la solvencia de haberlo reconocido en vida, pero también con la nostalgia de saber que ya no está entre nosotros. Mauricio nació nicaragüense, pero murió centroamericano, como decía mi amigo Roberto Carpio.

SEGUNDA PARTE Empiezo ahora con la conferencia magistral que me han invitado a ofrecer en el marco de los 35 años de los Acuerdos de Esquipulas.

Estas reflexiones no ocurren en un momento aislado, este año está repleto de mucho simbolismo para Centroamérica y República Dominicana y también de situaciones muy complejas.

Hoy vamos a reflexionar sobre un momento de la historia que sigue más vivo que nunca: Los Acuerdos de Paz de Esquipulas. Sobre todo, el Esquipulas Uno, el punto de partida que hace 35 años nos condujo hacia el camino de la paz, la democracia y la integración regional, pero sobre todo nos demuestra que a través del diálogo y voluntad podemos superar cualquier cosa, incluso en contextos mucho peores que el que tenemos en 2021.

Empiezo entonces haciendo un homenaje a las víctimas, hermanas y hermanos centroamericanos a quienes los conflictos internos robaron sus sueños, a las familias que ya no volvieron a ver a alguno de sus integrantes, a una juventud marcada por la violencia y también a todas y todos los protagonistas que frente a los reflectores, o tras de ellos, jugaron un papel determinante para poner fin a la guerra y darle una oportunidad a la región.

A todos los Presidentes firmantes de los Esquipulas, principalmente a aquellos a quienes

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la historia aún no les ha hecho justicia, pero que sacrificaron mucho por lograr la paz, porque no es verdad que todos los países pagaron el mismo costo por apostar a la paz, algunos países y Presidentes de la época pagamos un alto costo, muchos más que otros.

El contexto de Centroamérica para las décadas de los 70 y 80 era sumamente complejo. El sólido crecimiento económico que venía experimentando la región producto del Mercado Común Centroamericano y el proceso de industrialización amenazaba con detenerse. La región pasaba a ser el escenario de conflictos ideológicos entre las potencias dominantes de la Guerra Fría.

Aunque éramos más los que deseábamos la paz y la democracia, estábamos inmersos en una espiral ascendente que amenazaba con escalar a nivel regional y desangrar a nuestros países, más de lo que ya se habían desangrado en los conflictos internos para encontrar una salida a la crisis.

Los conflictos en Guatemala, El Salvador y Nicaragua pasaron a formar parte de “los conflictos de baja intensidad”, como les llamaban las grandes potencias a las guerras nacionales que se desataron a nivel global durante este período, porque para las potencias del mundo cualquier cantidad de víctimas en nuestra tierra era irrelevante, sobre todo si se comparaba con la primera o segunda guerra mundial.

Éramos el tablero de ajedrez de países extranjeros que peleaban por la Hegemonía Mundial. Nos encontrábamos atrapados en “un pésimo negocio en el que otros nos vendían las armas y nosotros poníamos los muertos”.

Para ese entonces, los conflictos ya habían cobrado la vida de más de 400 mil personas, 100 mil desaparecidos, miles de personas desplazadas de sus tierras y millones de refugiados.

Por todas estas vidas sacrificadas, por las generaciones que ofrendaron sus vidas enteras por la paz y la democracia debemos mantener las conquistas que tanto han costado a esta región.

Era necesario encontrar una solución y encontrarla pronto.

Las propuestas de mediación de paz no se hicieron esperar, los países latinoamericanos más próximos geográficamente a Centroamérica establecieron el Grupo de Contadora: México, Panamá, Colombia y Venezuela; al que luego se sumaron Brasil, Argentina, Perú y Uruguay en el Grupo de Apoyo a Contadora. Era una gran cruzada latinoamericana por la paz en Centroamérica, que nos inspiró a los Centroamericanos. De hecho, estos esfuerzos fueron el génesis para lo que hoy conocemos como la CELAC.

Aunque se plantearon excelentes propuestas en el marco del Grupo de Contadora, y había otros escenarios que se planteaban desde fuera de la región como el Plan Reagan de los

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Estados Unidos, por el que nos presionaban constantemente; hacía falta algo esencial: un diálogo franco, abierto y sincero que involucrara a TODOS los actores, los presidentes centroamericanos, sin excepciones, algunos planteaban excluir a uno de los países y es imposible hacer la paz sin todos los actores sentados en la mesa, la exclusión era simplemente seguir con el conflicto.

Nuestro deseo era que con nuestras propias manos pudiéramos trazar caminos centroamericanos para la paz. Convencidos de que una solución entre tres o cuatro no era suficiente, era necesario un acuerdo entre los cinco países o no tendríamos acuerdo.

Hace poco tuvimos una importante actividad conmemorativa organizada por la Cancillería de Guatemala, con el Canciller Pedro Brolo y reflexionaba en ese entonces en detalles que nunca he contado, no lo hice entonces, pero lo haré ahora, no serán todos, pero algunos que para mí son importantes.

La Máster Olinda Salguero hizo un exhaustivo trabajo de investigación en torno a la construcción de la paz en Centroamérica y me ayudó a recordar muchos detalles, pero sobre todo el contexto e información que agrega valor al proceso de Esquipulas, tan valioso en sí mismo, porque fue un parteaguas para la región, marcó un antes y un después y no son solo lecciones del pasado, sino que lo son para el ayer, para el hoy y sobre todo para el futuro.

El trabajo de la “Larga Resistencia por la Democracia en Guatemala” que para mí inició en la Universidad me permitió ir generando una red de contactos en América Latina, en Centroamérica, Europa y Estados Unidos, que permitiera ir creando las condiciones para lo que después se convertiría, inspirado en Contadora, en la propuesta de paz de Esquipulas. Es importante comprender que los procesos no nacen de un día para otro, se construyen.

Siempre estuve plenamente convencido de que la única manera era reunirnos los cinco presidentes de la época en un lugar que permitiera la reflexión y el diálogo franco, sin tener presiones externas que influenciaran nuestras decisiones, pero que además fuera simbólico para los Centroamericanos.

En el discurso de toma de posesión de la Presidencia en 1986 propuse a mis homólogos, que fuéramos a Esquipulas. La propuesta significaba también aislarnos en el Seminario de Claustro de Esquipulas, donde por Ley de la Iglesia solo los Reyes y los Presidentes podían entrar, monseñor Quezada Toruño que en ese entonces era Obispo de Zacapa y cubría también Esquipulas, me ayudó a conseguir el permiso de la Iglesia.

Esquipulas tiene mucho simbolismo, un lugar fronterizo de integración entre Guatemala, Honduras y El Salvador, por eso nació el Plan Trifinio, producto también de este esfuerzo de paz. Esquipulas, la Capital Centroamericana de la Fe, y no era para menos, porque para

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alcanzar la paz en Centroamérica necesitábamos inspiración, diálogo, decisión política y también un milagro.

Pero también hubo otra razón que nunca he compartido para elegir Esquipulas. No se pueden entender los conflictos armados en Centroamérica separados del análisis de la Guerra Fría y de los Golpes de Estado en América Latina, como lo fue el Golpe al Presidente Árbenz en Guatemala en 1954. Hagamos un rápido viaje en el tiempo.

Para ese entonces mi papá era Magistrado de la Corte Suprema de Justicia, Presidente de una de las salas y cuando derrocan a Árbenz, el Gobierno que se estableció metió a la cárcel a la gran mayoría de funcionarios de la época, incluido mi papá.

Tenía solamente 12 años, iba con mi mamá a ver a mi papá a la cárcel todos los domingos. El guardia de turno siempre me decía “Patojo, despedite de tu papá porque mañana lo vamos a fusilar”, yo lloraba sin decirle nada a mi mamá, así pasó mucho tiempo. Para hacer corta la historia, mi papá era devoto del Cristo Negro de Esquipulas y le pidió que lo sacara vivo de la cárcel y el milagro se concedió. En pago al Cristo Negro mi papá ofreció, como hacen cientos de miles en toda Mesoamérica, una peregrinación a pie a Esquipulas.

Le acompañamos un tío y yo, caminamos por más de una semana, más de 250 kilómetros, como ofrenda por el milagro de la libertad de mi papá, fue una experiencia entre mágica, pero también traumática para mí, se me cayeron todas las uñas de los pies, muchas anécdotas que guardo al respecto. En aquel entonces no era consciente de todo lo que esto significaba, pero puedo decir con certeza que, sin saberlo, allí en 1954, con 12 años, sufriendo las consecuencias familiares de un golpe de Estado a Guatemala, allí NACIÓ ESQUIPULAS.

Para 1986, después de proponerlo el 14 de enero, el Presidente Monge de Costa Rica, me dijo que por favor esperara a que fueran las Elecciones porque él tendría que entregar muy pronto el poder, por eso la reunión no fue de inmediato, aunque tuvimos ese mismo día en Casa Presidencial de Guatemala, una reunión con los Presidentes que llegaron a la toma de posesión, a excepción de Costa Rica, que llegó una delegación, porque el Presidente Monge estaba indispuesto de salud.

Para cuando llegamos al 25 de mayo de 1986, que tuvo lugar Esquipulas UNO, ya había un largo trabajo de reflexión con los Presidentes de El Salvador, Honduras y Nicaragua, generando condiciones de confianza, no crean que solo era de convocar y ya, no; hubo que generar confianza y conversar mucho para que fuera posible la reunión.

El Presidente Arias tomó posesión en Costa Rica ese mismo mes, unas semanas antes de Esquipulas I.

Los Presidentes Duarte, Azcona, Ortega, Arias y su servidor teníamos clara una cosa: no íbamos a salir de ahí, de Esquipulas, hasta que tuviéramos un acuerdo satisfactorio para todos, un acuerdo que nadie creía que se podría lograr, por las presiones de los Estados

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Unidos y la Unión Soviética, que estaban escogiendo otro campo de batalla para resolver sus conflictos por la hegemonía mundial. En el caso de Guatemala, nuestro Gobierno, ante tales hechos había definido toda la política exterior como NEUTRALIDAD ACTIVA para poder generar escenarios posibles para la paz. Era hora de que la razón, las palabras y el diálogo alzaran la voz por encima de las balas y la confrontación, que era lo que habíamos tenido por décadas. Que dejáramos de enfrentarnos entre hermanos centroamericanos y que la Comunidad Internacional respetara la firme voluntad de Centroamérica para alcanzar la paz firme y duradera por encima de cualquier interés extranjero.

Hoy no voy a contar todos los detalles, pero es importante situarse en ese contexto, de desconfianza total, de diferencias ideológicas profundas, de dos potencias disputándose la hegemonía mundial. De la Revolución Cubana y la incidencia de Fidel Castro en la región y, posteriormente el triunfo de la revolución sandinista en Nicaragua, por eso siempre reconozco la voluntad y disposición de Daniel Ortega, porque reconozco que la paz a Daniel en aquel momento le costó, entre otras cosas, perder en las urnas lo que habían conquistado por otros medios.

El diálogo abre puertas que muchos consideran imposibles de abrir, eso aplica para el ayer, para el hoy y para el mañana.

Porque sé que Napoleón Duarte tenía una situación extremadamente compleja en El Salvador, que sumaba también situaciones familiares, el secuestro de su hija que, con el tiempo, todo ello le provocó después un cáncer que acabó con su vida, solía decirme “Vinicio, yo creo en este proceso, pero si firmo me voy a tener que venir a Guatemala porque me van a dar un Golpe de Estado”.

Las presiones del Presidente Azcona con una base militar norteamericana en territorio hondureño, él era muy pragmático y quería que todo se resolviera lo más rápido posible.

En mi caso tuve muchas presiones para no seguir con el Plan de Esquipulas, entre ellas me costaron varios intentos de Golpe de Estado, porque había sectores que no solo NO querían la democracia, sino que querían seguir con la guerra.

La lucha por la democracia y la paz en Guatemala en realidad costó la vida de cientos de líderes, de miles de personas y a mí en lo particular varios intentos de asesinato y de golpes de Estado, solamente entre 1981 y 1990 tuvieron lugar nueve sucesos y ni hablar de las presiones económicas externas. Pero queríamos un mejor futuro para la región, para la juventud, frenar el derramamiento de sangre entre hermanos, tener mayores posibilidades de desarrollo.

Bajo ese espíritu, hace 35 años, el 25 de mayo, anunciábamos al mundo, bajo la mirada escéptica de la prensa internacional, pero frente a la Basílica de Esquipulas, resguardados por el Cristo Negro, la firma de la Declaración de Esquipulas Uno, convirtiéndose no solo en la Primera Reunión de Presidentes Centroamericanos, como espacio de diálogo político

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permanente al más alto nivel, sino que también se constituyó en el primer gran paso hacia un consenso regional por la paz y la democracia de la región.

Las reuniones de Presidentes que conocemos en el marco del SICA en este momento tuvieron su génesis en Esquipulas Uno. El Esquipulas Uno es tan valioso porque representa la voluntad política de los Presidentes para alcanzar la paz, porque todo requiere siempre, para hacerlo realidad una ALTA DOSIS DE CONVICCIÓN Y VOLUNTAD POLÍTICA, eso no ha cambiado.

Esquipulas Uno fue el primer gran paso que, en agosto del año siguiente en 1987, se consolidó definitivamente con Esquipulas Dos: el Procedimiento para alcanzar la Paz Firme y Duradera en Centroamérica. Para su construcción retomamos valiosos insumos de los esfuerzos de Contadora, más el esfuerzo y la voluntad política de los Presidentes.

Los Acuerdos de Esquipulas, más los sucesivos acuerdos de paz a nivel interno de los países en conflicto, son probablemente el momento histórico más importante para Centroamérica solamente después de la misma Independencia. Nos convertimos en los sujetos y en los actores principales de nuestra propia historia, pese a todas las condiciones adversas. Por eso cuando veo hacia atrás y recuerdo todo ello pienso que si superamos eso somos capaces de superar cualquier cosa en el presente y en el futuro.

Esta visión compartida, el momento de consenso político más alto de la región, también permitió reactivar la integración centroamericana que se había visto gravemente afectada por los conflictos. A Esquipulas Dos le siguió la Paz en Nicaragua, luego la de El Salvador y de último la de Guatemala, en un proceso de 10 años de construcción de esos Acuerdos para la Paz, también, paralelamente íbamos reactivando el proceso de integración con una visión multidimensional.

Bajo ese espíritu, al reconocer que la paz no era solo la ausencia del conflicto sino la solución de los problemas sociales y económicos de nuestra sociedad, se inició un proceso de institucionalización democrática y de reconocimiento que la región tenía un destino común, que pocos años después condujo al “Protocolo de Tegucigalpa” que renovó en 1991 por completo el concepto del proceso de integración, convirtiéndolo y consolidándolo como un modelo multidimensional e intersectorial, en el Sistema de la Integración Centroamericana (SICA).

Hoy en día, el SICA representa el proceso de integración más exitoso del mundo en desarrollo. Eso no es poca cosa y creo que no somos lo suficientemente conscientes de lo que hemos construido con tanto esfuerzo y siempre contracorriente.

En todo esto no estamos hablando de unas pocas reuniones, fueron muchísimas las reuniones para construir todos estos consensos y avanzar en la paz, la democracia y la integración. Hay una línea del tiempo que detalla todos estos sucesos.

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Desde entonces hasta este día, el proceso de integración mantiene esa firme convicción común de que las decisiones políticas, los objetivos y el destino histórico de la región debe responder a la idea de poner el desarrollo en función de la gente.

La integración es nuestro mejor instrumento para la modernización y el desarrollo de Centroamérica y ahora también de la República Dominicana, nación hermana que también forma parte del SICA.

Precisamente uno de los grandes legados de Esquipulas ha sido que la Reunión de Presidentes se ha posicionado como un espacio estratégico para la toma de decisiones sobre el desarrollo de la región. Antes de los Esquipulas los Presidentes de Centroamérica sólo se habían reunido una vez en 1968 por iniciativa de Estados Unidos con el Presidente Johnson, tratando de rescatar algo de la Alianza para el Progreso que había impulsado Kennedy.

Así como hubo presiones externas también hubo mucho apoyo, como España, recuerdo haber visitado a Felipe González, y el importante rol que jugó España en la construcción de la paz, la democracia y ahora también de la integración. La Unión Europea cuya primera declaración de política exterior fue el respaldo al proceso de paz de Esquipulas. Los países de Contadora, muchos pueblos del mundo que ya no querían más derramamiento de sangre en Centroamérica y que querían evitar que Estados Unidos invadiera a uno de los países de la región. A todos ustedes, reconocimiento y gratitud.

El legado de Esquipulas vive y es importante que traigamos al presente varias lecciones que quizá en el presente estamos pasando por alto:• Por mucho que se quiera evitar, para resolver cualquier problema nacional o regional, sobre todo si es de carácter político, tarde o temprano terminaremos recurriendo al diálogo, porque es el único mecanismo que realmente brinda soluciones. Ojalá lo comprendamos y ahorremos tiempo valioso para construir las sociedades que merece nuestra gente. Las soluciones a los problemas nacionales, aunque podamos apoyar desde afuera, realmente se encuentran en la misma gente de ese país.

• La paz y la democracia son conquistas que se construyen todos los días, no podemos dar nada por sentado, sino que tenemos que trabajar un día sí y el otro también por su fortalecimiento y su construcción. Como decía mi maestro, el venezonalo Arístides Calvani: “La democracia hay que establecerla donde no la hay, consolidarla en donde se ha establecido y perfeccionarla en donde se ha consolidado” Para mi eso aplica también para la paz y la integración.

• Nuestra interdependencia no permite soluciones aisladas, la integración no es un lujo sino una necesidad inminente. Tenemos ahora con el Bicentenario, los 35 años de Esquipulas y los 30 del SICA alcanzar los impostergables de la integración, sobre todo en este contexto tan desafiante de enfrentar una pandemia, cambio climático y muchos otros retos que solo podemos solucionar JUNTOS.

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• Necesitamos el acompañamiento de una comunidad internacional que nos comprenda mejor y respete el contexto centroamericano para que puedan ayudarnos de mejor manera en las soluciones. Cuando pienso en el contexto, con las diferencias del caso por supuesto, a veces siento que estamos viviendo un Dejavú de principios y mediados de los 80. La historia ya nos ha enseñado cómo es que podemos solucionar los problemas en la región ¿Estamos dispuestos a aprender de las lecciones del pasado? Para eso sirve la historia.

• Con la paz vino la democracia y la integración y tenemos mejores bases para resolver nuestros problemas, pero hace falta mucho más desarrollo que permita resolver problemas estructurales que no permiten consolidar las consquistas institucionales y que, por otro lado, hacen que la gente se vaya.

• El pasado debe servirnos para aprender de él, para no repetir errores, para construir un mejor presente y ver con esperanza y optimismo el futuro. Veámonos en ese espejo y prestemos atención a cómo logramos poner fin a los conflictos, fue a través del diálogo y la negociación, hoy en pleno 2021, las soluciones siguen siendo también esas, diálogo y negociación, todo lo demás solo lleva a profundizar los conflictos y como les digo al final terminaremos siempre en una mesa de diálogo, pero deberíamos TODOS, sin excepción alguna, evitar erosionar las condiciones que hagan viables las soluciones.

Me he tomado un poco más de tiempo, porque no quería quedarme con mucho de esta información, finalmente es lo que todos queremos, ¿no? Aprender de los procesos, de nuestros aciertos y desaciertos para volver a darle una oportunidad a la región. Solamente podemos resolver nuestros desafios por medio del diálogo y voluntad política, no es magia, la historia nos lo ha demostrado.

Así como tuvimos un nacimiento común, estoy completamente seguro de que tenemos un destino común de desarrollo, por medio de la integración. Hacerlo posible está en nuestras manos, porque debemos prestar atención a esa ética del tiempo que de formas diferentes han señalado Victor Hugo, Federico Mayor y también Olinda Salguero porque debemos comprender que el tiempo para transformar Centroamérica ¡es HOY! Porque ¿Mañana? Mañana, siempre es tarde…

El espíritu de Esquipulas Vive, hemos superado lo impensable, con diálogo, voluntad y determinación podemos superar cualquier cosa, las soluciones del ayer, del hoy y del mañana pasarán por el diálogo respetuoso, no perdamos la fe, ni la esperanza. Muchas gracias.