AGON, n. 1 (giugno 2014)
112
Tommaso Pietro Romeo
LA SOCIEDAD DE LA INFORMACIN
RESUMEN. Este artculo pretende responder a dos principales preguntas: Cmo nace y evoluciona la que hoy llamamos Sociedad de la informacin y tecnolgica? Qu impacto y consecuencias tiene el factor tecnolgico sobre la estructuracin de la hodierna sociedad y, por ende, sobre el desarrollo de la ciudadana? Para contestar, inicialmente trazaremos un recorrido histrico que, desde la era de la industrializacin hasta el despegue de las maquinas informticas, permitir observar el despliegue efectuado por el medio cientfico-tecnolgico. Sucesivamente, observaremos como el factor cientfico-tecnolgico ha ido influyendo la estructuracin y el metabolismo social contemporneos, detenindonos especialmente sobre las nuevas formas de desigualdad que de ello derivan, particularmente a partir del nacimiento del Estado del bienestar. Para finalizar, expondremos como el reciente fenmeno de la globalizacin tecnolgica entraa nuevas formas de desigualdad social, observando paralelamente como el emergente modelo de la ciudadana est siendo afectado por fenmenos sociales y culturales nunca experimentados hasta ahora.
Introduccin
Aunque mucho se haya escrito, estudiado y reformulado sobre la llamada
sociedad de la informacin, hasta hoy da sigue resultando bastante arduo
delimitar los mrgenes, no slo conceptuales, de la susodicha expresin. Estas
problemticas proceden, en buenas cuentas, de la dificultad de conceptualizar
los trminos involucrados los cuales, a su vez, se remontan a varias cadenas
ideales y fcticas. Adems, el peculiar dinamismo de la sociedad de la
informacin obliga a una constante reformulacin de dos ejes fundamentales de
nuestras vidas, el tiempo y el espacio, generando tal vez cierto desasosiego
frente a dicha necesidad de reconfiguracin espacio-temporal.
As pues, a pesar de la enorme cantidad de material formulado o expresado,
an parece que no se ha llegado a una convergencia de consensos acerca de lo
AGON, n. 1 (giugno 2014)
113
que es la globalizacin y de lo que comporta para todo el mundo, si bien hay
que tener en cuenta que los tericos implicados en el anlisis de dicho fenmeno
han estudiado este proceso prevalentemente a partir de su propio campo de
investigacin, reduciendo en cierto sentido las probabilidades de concretizacin
conceptual del trmino estudiado.
A ttulo de ejemplo, el francs Armand Mattelart, en el intento de
determinar los comienzos de la sociedad de la informacin, introduce un eje
fundamental para abordar nuestro discurso, es decir el de la red (Mattelart,
2001), concepto hoy da prcticamente ineludible para la mayora de las
organizaciones del contexto planetario. Mattelart sugiere que el concepto de red
precede, al menos histricamente, el de globalizacin y de sociedad de la
informacin. A tal propsito, este autor menciona un ingeniero militar,
Sbastien Le Prestre de Vauban, que utiliz los trminos sistema de ramales
todava no se pensaba en trminos de red refirindose a una estrategia militar
de defensa que prevea una configuracin reticular del propio territorio de
accin.
Otra importante y famosa aportacin ha sido la de Herbert Marshall
McLuhan que, durante el final de los aos sesenta y el principio de los setenta
del siglo pasado, en su La galaxia Gutemberg (1962), acu el trmino aldea
global indicando con ste la interconexin humana, a escala mundial, hecha
realidad gracias a la difusin a nivel global de nuevos medios tecnolgicos. En
AGON, n. 1 (giugno 2014)
114
efecto, gracias a sus estudios sobre los medios de comunicacin, ha pasado
posteriormente a ser considerado como uno de los grandes visionarios de la
sociedad de la informacin.
Volviendo a cuanto planteado por Mattelart, este autor formula la hiptesis
segn la cual la sociedad de la informacin ha surgido de la necesidad de
constituir un nuevo orden geopoltico. Con sus palabras, la idea de sociedad de
la informacin nace en la posguerra como alternativa a las naciones no libres, es
decir, totalitarias. Est ntimamente ligada con la tesis del fin de las ideologas,
pero tambin con la de lo poltico, de los enfrentamientos de clase, del
compromiso intelectual protestatario. Pero es la crisis de 1972-73 la que
desencadena su adopcin tanto por la OCDE como por la ONU. Se habla
entonces de una crisis del crecimiento, pero tambin de gobernabilidad de las
grandes democracias occidentales. (Mattelart, 2001, p. 168).
Se trata pues de un replanteamiento holstico de las relaciones humanas
desde una perspectiva econmica y social, en el que el desarrollo de nuevas
tecnologas de la informacin era la opcin preferencial para salir de la crisis
generalizada que en aquellos aos afectaba una parte considerable de los pases
occidentales.
Otro importante autor, el socilogo Daniel Bell, ya en los aos setenta del
siglo XX afirmaba que cada sociedad es una sociedad de la informacin y cada
organizacin es una organizacin de informacin []. La informacin es
AGON, n. 1 (giugno 2014)
115
necesaria para organizar y hacer funcionar cualquier cosa, desde la clula hasta
la General Motors. (Bell, 1999, p. 169).
En su visin precursora, Bell elaboraba la hiptesis segn la cual un nuevo
ordenamiento mundial estaba a punto de configurarse, orden en cierto sentido
contrapuesto al precedente ya que caracterizado por la carencia de ideologas.
Paralelamente, a este aparente vaco ideolgico corresponder un
desplazamiento del eje econmico desde una dimensin de mera produccin a
otra basada en los servicios, consecuentemente arrastrando consigo
determinadas clases de empleo, es decir la profesional y la tcnica. En este
panorama, el conocimiento ser la fuente primaria de innovacin hasta el punto
de considerarse el nico recurso en grado de anticipar el futuro.
1.1. Breve historia de la Sociedad de la Informacin
Las races de la que se conoce hoy con el nombre de sociedad de la
informacin o sociedad del conocimiento remontan a una poca muy anterior a
la actual, adonde tampoco exista la nocin de informacin as como la
conocemos y utilizamos hoy da en nuestra lengua y cultura moderna. Ms
especficamente, hemos de reconducir esos origines al siglo XVII y XVIII,
cuando empieza a cobrar forma lo que se podra llamar el culto del nmero: es
en ese periodo histrico que adquiere solidez y sostenibilidad el hecho de que la
matemtica, y el relacionado estilo de pensamiento cifrable y medible, son los
AGON, n. 1 (giugno 2014)
116
instrumentos por excelencia de creacin de conocimiento y descubrimiento de la
verdad humana que, por ende, podra globalizarse.
Probablemente una de las personalidades que ms significativamente
contribuy a la gnesis de los conceptos de ciberntica y de sociedad de la
informacin ha sido Gottfried Wilhelm Leibniz. El aspecto ms representativo
de la aportacin del filsofo y matemtico alemn consiste en su aproximacin
al proceso de automatizacin de la razn. En efecto, en su proyecto de
comprensin de la informacin como instrumento economizador de los procesos
cognitivos, Leibniz llega a suponer que cierta forma de pensamiento pueda
manifestarse en las mquinas mediante la formulacin de una aritmtica binaria,
por l mismo elaborada. Este es un primer paso fundamental para el tratamiento
automtico de la informacin que, sin embargo, no empezar a desarrollarse
hasta el 1854, ao en el que George Boole formular la escritura algortmica,
que a su vez dar paso, un siglo ms tarde, a la disciplina informtica.
Otro aspecto que cabe mencionar sobre la perspectiva terica de Leibniz es
su tendencia universalista, esto es, una automatizacin del razonamiento que
pase por un lenguaje universal y universalizable hecho coherente con su visin
humana y religiosa cosmopolita , sin olvidar que el contexto histrico del
estudioso alemn empezaba a precisar metodologas de clculo ms rpidas, en
grado de alimentar el motor del capitalismo moderno que en aquel entonces
empezaba a arrancar.
AGON, n. 1 (giugno 2014)
117
Otro impacto significativo dirigido a la objetivacin y cuantificacin de las
sociedades humanas procedi de la estadstica, innovador instrumento de
gestin del presente y previsin del futuro. Esta ciencia asume cierta relevancia
a partir de los tratados de Westfalia (1648), cuando realmente se da un paso
importante hacia la formacin conceptual y prctica del Estado-nacin. De
hecho, la primera definicin del trmino estadstica es de Gottfried Achenwall,
que la denomina ciencia del estado, precisamente para indicar su propsito de
ilustrar las excelencias y las deficiencias de un pas y revelar los poderes y las
debilidades de un estado, adems de permitir una clasificacin y comparacin de
los estados mismos. Se trata, pues, de que encaje la tcnica estadstica en el
marco conceptual de la aritmtica poltica (Mattelart, 2001), hasta llegar a
formular una nueva racionalidad econmico-comercial.
Otro aspecto relacionado con el empuje hacia la universalizacin se
remonta al contexto histrico de la Francia revolucionaria y ataa el concepto de
norma. Esta palabra, normalmente utilizada en mbito geomtrico, ha sido luego
empleada en relacin a un ideal de nivelacin social, entendida como una
extensin global de igualacin ciudadana cuyo ejemplo histrico ms patente
es probablemente la declaracin de los Derechos del Hombre y del Ciudadano.
Posteriormente, el decreto sobre el sistema decimal de pesas y medidas
simbolizar de forma significativa la voluntad de transicin desde cierta
AGON, n. 1 (giugno 2014)
118
anarqua de las medidas en el marco del intercambio comercial hacia
instrumentos ms igualadores y unvocamente concordables.
Finalmente, utilizando una expresin de Max Weber, el romanticismo del
nmero ya haba arrancado y los beneficios de la comunicacin y del
intercambio, sobre todo de tipo cientfico, preparaban ya el terreno de la que
posteriormente ser denominada sociedad industrial.
1.2. La era de la industrializacin: primeros pasos
Las semillas de la industrializacin nacieron ya bastante antes de que la
sociedad industrial cobrase forma. Ya Claude Henri de Saint-Simon teorizaba la
necesidad de reconfigurar el corpus directivo de la sociedad basndolo sobre los
industriales y los que llamaba los sabios positivos, es decir fsicos, ingenieros,
gemetras y, en general, todos aquellos que se acercasen a la realidad desde una
perspectiva cientfica. Por lo tanto, esta cooperacin pretenda aunar una elite
tcnica y otra ms bien poltica, ambas orientadas hacia una traslacin de un
gobierno de los hombres a una administracin de las cosas. Cuanto descrito por
Saint-Simon anticipa de casi un siglo la aparicin del management cientfico,
cuyo aparato sistmico caracterizar la sociedad del entonces porvenir. Saint-
Simon, por tanto, partiendo del supuesto de que la Revolucin francesa haba
fracasado en su intento de reformulacin social puesto que sus bases culturales
eran de mero carcter humanista-metafsico, sostena que slo una filosofa
AGON, n. 1 (giugno 2014)
119
positiva puede poseer los requisitos necesarios para transitar realmente desde
una era feudal y teolgica hacia una industrial, en la que el factor cientfico y el
sistema industrial constituyen los pilares esenciales de la estructura social en
porvenir.
Dicha estructura, en la perspectiva de Saint-Simon, tendr un carcter
fisiolgico u orgnico y asimismo su principio estructural ser la jerarqua de
funciones, y la red el arquetipo de referencia de la organizacin (Mattelart,
2001).
Sucesivamente, uno de los discpulos de Saint-Simon, Auguste Comte,
lleg a formular una teora impactante de la evolucin histrica de la sociedad:
el padre de la sociologa afirmaba que la trayectoria evolutiva de la sociedad
pasa a travs de un ciclo compuesto por tres estados generales, el teolgico, el
metafsico y, finalmente, el positivo-cientfico, considerado en este contexto
como el pice evolutivo.
Hacia una racionalizacin del pensamiento
Un paso importante hacia la que ser la ciencia de la computacin fue dado
por Charles Babbage, estudioso britnico del siglo XIX. Este autor trat de
extrapolar el principio de divisin del trabajo teorizado por Adam Smith para
luego extenderlo a los procesos intelectivos, es decir, al trabajo mental.
Inspirado por los estudios sobre las mquinas calculadoras realizados por Blaise
AGON, n. 1 (giugno 2014)
120
Pascal y Gottfried Leibniz, por su conocimiento de las tablas logartmicas y tal
vez por su alergia al desorden, Babbage lleg a disear un prototipo de mquina
de calcular cuyo objetivo general era compensar los errores debidos a la fatiga
mental y fsica de aquellos que eran encargados de procesar grandes series de
nmeros. En su Tratado de economa de mquinas y manufacturas, datado 1832
y procedente de estudios realizados en talleres y fbricas de Inglaterra, Babbage
sostena: Desde el momento en que se divide la tarea en varias operaciones,
cada una de las cuales exige diferentes grados de fuerza y destreza, el director de
la manufactura puede procurarse la cantidad de habilidad y de fuerza que cada
operacin reclama (Babbage, 1832, p. 175). Otro peculiar ejemplo de su visin
pronosticadora del rol de las mquinas en la gestin de la informacin ataa las
llamadas lneas telegrficas. De hecho, anticipando de cinco aos la invencin
del telgrafo elctrico (1837), el estudioso britnico afirmaba: Estas mquinas
se han instalado con el fin de transmitir informacin en tiempo de guerra. Pero
el creciente deseo del hombre pronto ser, probablemente, el de ponerlas al
servicio de finalidades ms pacficas (Babbage, 1832, p. 36). Bsicamente,
pues, Babbage crea en el potencial de las mquinas de informacin
(antepasados de los ordenadores) pensadas como instrumentos de libre
intercambio de mercancas y conocimientos entre todo el mundo, y finalmente
tradujo dicho inters en la necesidad de concertar una poltica de innovacin
tcnica con una reformulacin sistmica de los intercambios entre los propios
AGON, n. 1 (giugno 2014)
121
cientficos, incluso a nivel internacional. Un ejemplo significativo en tal sentido
se encuentra en el primer Congreso Internacional de Estadstica (1853),
propuesto por el astrnomo y matemtico belga Adolphe Qutelet y apoyado por
el mismo Babbage. La importancia de este evento consisti en representar un
primer paso concreto hacia la normalizacin internacional de las nomenclaturas
y de los mtodos de observacin estadstica, basados sobre la construccin de
una red de permanentes intercambios cientficos. Adems, las repercusiones
sobre los sistemas sociales futuros sern impactantes pues Qutelet, a travs de
su modelo organizativo de servicios estadsticos y de censo, generar una nueva
modalidad de gestin de la cosa pblica, haciendo posible calcular
probabilsticamente los comportamientos y los acontecimientos sociales. A este
propsito, destaca el concepto de hombre medio, entendido como la media en
torno a la que oscilan los elementos sociales, un ser ficticio para quien todas las
cosas ocurrirn conforme a los resultados medios obtenidos por la sociedad
(Qutelet, 1835). Por tanto, con Qutelet se empiezan a sentar las bases para una
nueva forma de gobierno, donde los resultados extrapolados por las estadsticas
desembocan en autnticos filtros de gestin poltica y social. Dicho con otras
palabras, la creacin del Instituto Internacional de Estadstica, en 1885, es una
clara seal de que la ciencia de los nmeros, en aquel entonces, iba adquiriendo
el peso considerado necesario para impostar una reestructuracin tanto de la
sociedad en su conjunto como de los rganos deputados a su gobierno; se trata
AGON, n. 1 (giugno 2014)
122
de una operacin de matemtica social cuyo eje principal descansa en el
desarrollo de dispositivos en grado de volver el individuo calculable, en lnea
con el movimiento racionalizador universalista precedentemente mencionado.
Los primeros impulsos hacia la mundializacin
A esta altura, las iniciativas dirigidas hacia la universalizacin de la
informacin siguen creciendo constantemente. En lnea con el intento
manifestado por Babbage en la exposicin universal de Londres, en 1851,
finalizado a impulsar una nueva poltica de innovacin tcnica de envergadura
internacional, Paul Otlet y Henri La Fontaine fundaron, en 1895 en Bruselas, el
Instituto Internacional de Bibliografa. La voluntad a la base de este proyecto
fue la de constituir una nueva forma organizativa y sistmica del saber
cientfico, todo ello a escala mundial. Este propsito cobra forma bastante
rpidamente puesto que, ya poco antes de la Grande Guerra, el susodicho
instituto consta de un repertorio bibliogrfico universal, de un repertorio
iconogrfico universal, de un catlogo central de bibliotecas y de archivos
documentales internacionales, adems de una biblioteca y un museo de mtodos
documentales, ambos de carcter internacional. Sin embargo, hecho an ms
significativo fue la institucin en 1910 de la Oficina Central de la Unin de
Asociaciones Internacionales, cuyo objetivo principal consisti en crear una red
de instituciones, federaciones, ligas, congresos, institutos, comisiones, oficinas
AGON, n. 1 (giugno 2014)
123
permanentes, etc., creadas en el transcurso de los ltimos cincuenta aos []
con vistas a la reunin de todos los sistemas particulares de unificacin y
unidades en un sistema general (Mattelart, 2001, p. 49). De todos modos, la
iniciativa generada por estos dos autores quiso llegar ms all del mismo
utilitarismo tcnico: Otlet mismo acu la palabra mundialismo para caracterizar
el enfoque de su proyecto, es decir, crear una simbiosis colectiva mediante una
formulacin universal de la red, a la vez tcnica y social.
Las evoluciones sociales y tcnicas de entonces parecen correr
paralelamente al proyecto de Otlet: el florecer de diversos tipos de redes
tcnicas (el correo universal y el cable submarino son algunos ejemplos) junto a
la explosin informativa encabezada por la libertad de prensa, de expresin y de
asociacin, hicieron que los flujos y el impacto de los intercambios de
informacin fueran ms all de las expectativas. El concepto de pblico empieza
a asumir la connotacin moderna y lo mismo ocurre con las evoluciones de los
sistemas sociales junto a una reformulacin de los mismos conceptos de lmites
espacio-temporales.
1.3. El salto tecnolgico: el despegue de las mquinas
informticas
El multiplicarse exponencial de la movilizacin en el mundo cientfico,
particularmente alrededor del sector tecnolgico, hizo posible el despegue de la
AGON, n. 1 (giugno 2014)
124
difusin de mquinas inteligentes ya durante la Segunda Guerra Mundial, lo
cual no debera extraar puesto que gran parte de las investigaciones cientficas
apuntaban a implementar nuevas y provechosas tecnologas en campo blico. A
ttulo de ejemplo, el ingls Alan Turing, ya en 1936, introdujo el concepto de
cerebro electrnico para indicar la posibilidad tcnica de dotar las mquinas de
principios de funcionamiento similares a los del cerebro humano y, por tanto,
tericamente en grado de procesar cualquier informacin que fuese debidamente
definida e introducida. En lnea con ello, no es de extraar que el mismo Turing
se incorpor en proyectos finalizados a una de las tareas protagonistas de la
Segunda Guerra Mundial: el desciframiento de cdigos enemigos.
As pues, justamente a partir de la segunda mitad del siglo XX la
tecnologa de la informacin empieza a desarrollar sus bases estructurales: el
ordenador se eleva a instrumento universal en grado de resolver cualquier
problema formulado de forma suficientemente precisa, es decir, que puede ser
sistematizado, matematizado, modelizado, reducido a un algoritmo (Edwards,
1989, p. 149).
Este tsunami de investigaciones operativas converger tambin hacia los
que en su momento se denominaron think tanks, ncleos investigativos,
constituidos por ingenieros, matemticos, fsicos y economistas, encargados de
crear conocimiento y tecnologas (en origen, con objetivos militares). El primero
think tank fue el famoso RAND (Research and Development Corporation),
AGON, n. 1 (giugno 2014)
125
fundado en California en 1946. Su origen, de marcado acento pluridisciplinario,
acabar con transformarlo en un autentico motor estratgico de creacin de
conocimiento y previsin del porvenir, orientado en su conjunto hacia la
planificacin de la sociedad del futuro: extrapolacin de tendencias,
investigacin morfolgica, estudios de tiempos de difusin de las tecnologas
son solamente algunos ejemplos del enfoque adoptado (Mattelart, 2001).
En esta hiprbole temporal, el ao 1958 constituye un momento crucial: en
respuesta al lanzamiento del Sputnik ruso, el Pentgono funda la agencia de
coordinacin de los contractos federales de investigaciones, DARPA (Defense
Advanced Research Projects Agency), que a su vez desarrollar una red de
intercambio entre los distintos agentes involucrados: se trata de la famosa
ARPANET, progenitor del actual internet. En efecto, el proyecto ARPANET
representar la cua conceptual en la que los principios de intercambio
igualitario y de circulacin libre y gratuita de la informacin, en el marco de una
red cooperativa gestionada por sus usuarios que constituyen el ncleo del marco
socio-tcnico del Internet universitario, se van a difundir con la nueva
tecnologa (Flichy, 1999, p. 113).
En definitiva, paralelamente al impulsar estudios dirigidos a mejorar y
optimizar la interfaz hombre-mquina, en 1965 Washington esponsoriza el
INTELSAT (International Telecommunications Satellite Consortium), un
AGON, n. 1 (giugno 2014)
126
sistema de comunicacin de alcance global, que har de trampoln para el
lanzamiento de la entonces llamada revolucin de las comunicaciones.
El 1962 es el ao del primer importante ensayo sobre la cuantificacin de
las actividades de produccin y distribucin de la informacin en relacin a las
empresas. Su autor es Fritz Machlup, economista norteamericano. En este caso,
el intento primario consisti en llegar a medir la productividad de los sistemas
de formacin. Sin embargo, hay que esperar la dcada siguiente para que el
concepto de informacin se encaje en el marco ms amplio de la sociedad del
conocimiento. En 1977, el economista franco-norteamericano Marc Uri Porat
fue encargado por el gobierno de los Estados Unidos para estudiar el concepto
de economa de la informacin (Porat, 1977) y, asimismo, establecer criterios
vlidos para su medicin. El acento que Porat puso sobre su investigacin fue
marcadamente orientado hacia los sistemas de telecomunicacin, as que la
definicin del concepto de informacin que l elabor recalc los axiomas
tradicionales de la informtica, es decir, cantidades de datos posteriormente
organizados y comunicados. Sucesivamente, la misma OCDE (Organizacin
para la Cooperacin y el Desarrollo) convoc Porat para que desarrollara una
escala que midiese la posicin de sus pases miembros sobre el camino hacia la
sociedad de la informacin.
A medida que la tecnologa avanza, la nocin de informacin se hace ms
polidrica, enlazndose a su vez con conceptos como los de conocimiento,
AGON, n. 1 (giugno 2014)
127
cultura, comunicacin, know-how. La informacin se eleva y amplia
conceptualmente hasta ser definida como genoteca de las sociedades humanas
(Morin, 1974).
Este concitado avance tecnolgico produjo cierta atencin sobre la
necesidad de reformular la relacin significante/significado o medio/mensaje.
Ms especficamente, el economista y gegrafo Harold Innis fue entre los
primeros estudiosos a postular un estrecho vnculo entre cierta tecnologa de la
comunicacin y las formas de poder (Innis, 1950) que de ella derivan. Ms en
particular, el distingui entre tendencias de la comunicacin ligadas al factor
tiempo, como la tradicin oral y el manuscrito, o ligadas al espacio, o sea
dispositivos mecanizados como la imprenta y la comunicacin electrnica. Innis
opin que a cada una de las tendencias mencionadas corresponde cierta
configuracin social. Mientras que en el primer caso se favorece la
descentralizacin social junto a cierta memoria histrica, en el segundo caso es
patente cierta tendencia centralizadora de carcter extensivo, esto es, que
aniquila las comunidades humanas a medida que el avance tecnolgico y la
relativa ratio de velocidad expresiva y comunicadora crecen.
Sucesivamente, aquel que se considerar como un simple destilador de las
teoras de Innis, consolidar an ms el vnculo ntimo entre la tecnologa de la
comunicacin y la formacin de las civilizaciones: ese estudioso era Marshall
McLuhan y uno de sus motes ms representativos es el medio es el mensaje
AGON, n. 1 (giugno 2014)
128
(McLuhan, 1962). McLuhan traz la historia de la humanidad dividindola en
tres etapas: la de la comunicacin oral y gestual, caracterizada por el tribalismo
y el pensamiento mgico; la de la escritura alfabtica y la imprenta, identificado
con la poca de las tiranas; finalmente, la edad de la comunicacin electrnica,
que trae consigo un nuevo tribalismo de extensin global y, contrariamente al
anlisis estructuralista, postula una indisolubilidad entre el contenido del
mensaje y su forma de propagacin.
Sin embargo, probablemente su mayor aportacin se puede identificar en la
excepcional capacidad de anticipar teorticamente la forma en que los medios
influirn en modelar las sociedades del futuro. Conceptos como lo de aldea
global, medios fros y calientes y medios de comunicacin como extensin de la
persona, sern destinados a impactar sustancialmente el modo de formular y
postular acerca de los medios de comunicacin y, por ende, sobre la que hoy
llamamos sociedad de la informacin. Citando las palabras del autor, Despus
de tres mil aos de explosin por medio de tcnicas fragmentarias y mecnicas,
el mundo de Occidente entra en implosin. Durante las eras mecnicas
prolongamos nuestros cuerpos en el espacio. Hoy en da, despus de ms de un
siglo de tcnica elctrica, hemos prolongado nuestro propio sistema nervioso
central en un alcance total, aboliendo tanto el espacio como el tiempo, en cuanto
se refiere a nuestro planeta. Estamos acercndonos rpidamente a la fase final de
las prolongaciones del hombre, o sea la simulacin tcnica de la conciencia,
AGON, n. 1 (giugno 2014)
129
cuando el desarrollo creador del conocimiento se extienda colectiva y
conjuntamente al total de la sociedad humana, del mismo modo en que ya
hemos ampliado y prolongado nuestros sentidos y nuestros nervios valindonos
de los distintos medios (McLuhan, 1996, pgs. 26-27).
1.4. La virada poltica hacia la Sociedad de la Informacin
Uno de los pases pioneros en adoptar la metamorfosis estructural y poltica
necesaria para la Sociedad de la Informacin fue Japn. Ya en 1971, el JACUDI
(Japan Computer Usage Development Institute) representar el smbolo de una
poltica pblica cuyo objetivo nacional para el ao 2000 fue la sociedad de la
informacin misma. El MITI (Ministerio del comercio internacional y de la
industria) se encarg de canalizar y optimizar los esfuerzos de investigacin,
industria y sector pblico y privado, con el objetivo de crear la sociedad del
futuro; dichas intenciones pueden deducirse tambin, por ejemplo, de la
voluntad de crear un banco central de datos y, asimismo, de constituir un nico
centro de documentacin cientfica y tcnica, en una programacin formativa
finalmente dirigida al desarrollo de un estado de nimo informtico (Mattelart,
2001), hasta evidentemente configurar globalmente el pas con las estructuras
tecnolgicas (cables, redes de comunicacin electrnica, terminales, etc.) aptas a
dar lugar a la sociedad-red anhelada.
AGON, n. 1 (giugno 2014)
130
En efecto, se podra individuar una evolucin temporal que situara Japn
como el predecesor de la sociedad de la informacin. El primer periodo (1945-
1970) se caracteriz por la megaciencia y la fortificacin del pas; el segundo
(1955-1980) por su reformulacin organizativa y empresarial; el tercero (1970-
1990) por los servicios sociales; finalmente, el cuarto (1980-2000), por una
vuelta al humanismo y, por ende, al potencial de la dimensin particular.
Desde el informe Nora-Minc hasta la sociedad global de la informacin
Despus de la oleada global de crecimiento econmico, sucesiva al
segundo posguerra, el fantasma de la crisis empez a flotar sobre los grandes
pases industriales, asumiendo rasgos ms preocupantes que una mera
fluctuacin del ciclo econmico. A raz de ello, en enero de 1978, Simon Nora y
Alain Minc elaboraron un informe-diagnstico sobre la relacin entre el grado
de informatizacin de la sociedad y el preocupante estado de crisis del modelo
de crecimiento econmico-estructural hasta entonces adoptado.
Bsicamente, Nora y Minc identificaron en el factor informacin el mnimo
comn denominador de la sociedad, sin que a priori ello fuese identificado como
causa o solucin del las turbulencias econmicas arriba mencionadas. A ttulo
de ejemplo, los dos autores escribieron: La creciente informatizacin de la
sociedad est en el corazn de la crisis, puede agravarla o contribuir a resolverla.
[] La reflexin sobre la informtica y la sociedad refuerza la conviccin de
AGON, n. 1 (giugno 2014)
131
que el equilibrio de las civilizaciones modernas reposa sobre una difcil
alquimia: la dosificacin entre un ejercicio cada vez ms vigoroso, incluso si se
debe acotar mejor, de las prerrogativas del Estado y una exuberancia creciente
de la sociedad civil. La informtica, para bien o para mal, ser un ingrediente
bsico de esta dosificacin (Nora & Minc, 1978, pg. 5).
Introduciendo el concepto de telemtica, indicando con este trmino el
proceso de fusin en el campo de las telecomunicaciones y de la informtica, los
dos autores sugirieron la posibilidad de una creacin de un gora informativa,
en la que el consenso social fuese, al mismo tiempo, ms flexible y aleatorio,
puesto que los factores del futuro, es decir, el saber y la memoria, convergeran
en las manos de las elites. Coherentemente con ello, los dos autores tuvieron en
cuenta el riesgo de monopolizacin de los bancos de datos, ya que la
exteriorizacin de la memoria colectiva se vera acelerada por la digitalizacin y
su poseso podra ser objeto de cierto imperativo de soberana econmico-
meditica, a perjuicio de la libertad individual. En opinin de Nora y Minc, el
Estado es el protagonista de una reorientacin positiva de los recursos
tecnolgicos como satlites, bancos de datos y redes para que un nuevo
modelo de crecimiento sea posible y alcanzable.
A mediados de los setenta, el objetivo sociedad de la informacin lleg a la
agenda de varios organismos internacionales. En 1975, la OCDE hizo propia la
conceptualizacin de la sociedad de la informacin, al requerir la aportacin de
AGON, n. 1 (giugno 2014)
132
Marc Porat y otros especialistas del sector para que las polticas en materia de
comunicacin se dirigiesen ms eficazmente hacia el mencionado objetivo. En
1979, el mismo Consejo de Ministros de la Comunidad Europea instituy el
FAST (Forecasting and Assessment in the Field of Science and Technology)
para poner el acento sobre la prioridad de llegar a una sociedad informatizada.
Sin embargo, un proyecto de tal envergadura no fue exente de complicaciones,
por ejemplo en relacin a su impacto sobre la dimensin de la privacidad. A este
propsito, en 1998 entr en vigor la directiva de la Unin Europea sobre
proteccin de datos personales, justamente porque los avances de la informtica
y de las redes de telecomunicacin, y la digitalizacin y el intercambio de datos
personales relacionados, exigan prcticas adecuadas y seguras en materia de
gestin de datos. Adems, exista la necesidad de coordinar una accin a escala
europea que homogeneizara las leyes de los estados miembros sobre la
proteccin de datos hacia un plan de actuacin compartido y, a la vez, que
evitara eventuales obstculos a la libre circulacin de la informacin.
En los aos 1984-1985, el impulso globalizador da un paso ms: se
liberalizaron los movimientos de capitales que ya pueden moverse en el espacio
econmico mundial sin particulares restricciones. Paralelamente, en 1984, ATT
se desmantel generando toda una serie de repercusiones de magnitud mundial
con respecto a la liberalizacin de las telecomunicaciones y a la oleada de
cambio tecnolgico a ello relacionada (entre otros, la creacin de redes de alta
AGON, n. 1 (giugno 2014)
133
velocidad, el desarrollo de la optoelectrnica, la ampliacin de la capacidad de
memorias y una global reduccin de los relativos costes).
La liberalizacin de estos mercados produjo una mayor presin de
competencia tambin para los servicios pblicos de telecomunicaciones que, en
efecto, en los aos a venir abatieron gradualmente las barreras que antes
dificultaban su actuacin sobre un mercado global. Seal innegable, en tal
sentido, fue la entrada en vigor, en enero 1998, del Acuerdo sobre la apertura de
los mercados a la competencia, todo ello a conclusin de una tratativa, en el
marco de la OMC (Organizacin Mundial del Comercio) perdurada tres aos.
Estamos al comienzo de un tumultuoso periodo en el que el peso competitivo en
el mundo de las telecomunicaciones se repercute constantemente sobre los
entonces escasos operadores globales de servicios de telecomunicaciones.
En 1987, se da un ulterior paso hacia la liberalizacin y la plena
competencia en materia de servicios de telecomunicaciones: se redacta el Libro
Verde, documento en el que bsicamente se expres la necesidad de creacin de
un mercado nico basado sobre el desarrollo de una red de informacin comn;
asimismo, se abog por la abolicin de los monopolios nacionales a favor de
una poltica pblica europea comn.
El creciente carcter global del proyecto de una sociedad de la informacin
se reafirm otra vez en 1993, cuando Estados Unidos lanzaron el programa de
National Information Infrastructure, un vademcum sobre cmo entrar y tomar
AGON, n. 1 (giugno 2014)
134
parte en la sociedad (de la informacin) del siglo XXI. Se inaugur, pues, un
proyecto basado sobre las autopistas de la informacin, infraestructuras
imprescindibles para la nueva economa, esto es, una realidad cada vez ms
enlazada a las evoluciones de un mercado en permanente e irreversible
globalizacin. El ao siguiente, durante la conferencia plenaria de la Unin
Internacional de Telecomunicaciones, el mismo Al Gore plante una estrategia
de carcter mundial: la construccin de una infraestructura global de la
informacin, un proyecto de democratizacin global y reduccin de la
desigualdad social mediante la desreglamentacin y, por ende, la difusin global
de los sistemas y los instrumentos de telecomunicaciones. Ese mismo ao
empezar a circular la nocin de nueva economa.
En febrero de 1995, en el contexto del G7 en Bruselas, se ratific el
concepto de sociedad global de la informacin, remarcando la necesidad de
reducir los frenos a la liberalizacin de las telecomunicaciones para que el pleno
acceso a la sociedad de la informacin, con su ms eficiente productividad y el
implicado conjunto de innovaciones tecnolgicas, cobrase finalmente solidez.
En marzo 2000, en el marco de la cumbre econmica y social europea de
Lisboa, la Unin Europea aclar su voluntad de convertirse en la economa del
conocimiento ms competitiva y dinmica, haciendo hincapi particularmente
sobre el sistema educativo que deber adaptarse tanto a las necesidades de la
AGON, n. 1 (giugno 2014)
135
sociedad del conocimiento como a la necesidad de elevar el nivel de empleo y
mejorar su calidad 1.
Se trat, pues, de alimentar un esfuerzo conjunto para que los sistemas
educativos, junto a sus actores protagonistas, diesen vida al proceso de trnsito
hacia la sociedad del conocimiento. A este propsito, en el informe final sobre la
Sociedad europea de la informacin para todos, encargado por la misma
Comisin Europea, se puede leer: En lo que concierne a la educacin, se
impone un mximo esfuerzo con vistas a unir a las escuelas de Europa,
dotndolas de equipamientos en tecnologas de la informacin y de la
comunicacin y facilitndoles un acceso preferencial, promover el desarrollo y
la fabricacin de software para la educacin y la formacin multimedial, as
como formar (o reciclar) a los docentes y asociarlos al estudio y al desarrollo de
estos programas. Todo esto exigir un esfuerzo concertado, por el cual
instituciones pblicas y privadas proporcionarn recursos y contenidos. A la
vista del riesgo de reforzar la ventaja de alguna regiones, deber implantarse un
proceso europeo de aprendizaje y recuperacin del retraso (Comisin Europea,
1997).
1 Conclusiones del Consejo Europeo de Lisboa, marzo de 2000; epgrafe 5.
AGON, n. 1 (giugno 2014)
136
1.5. Mutacin social y revolucin tecnolgica: un nuevo
paradigma social
El breve recorrido histrico que acabamos de bosquejar sobre el origen y la
evolucin de la sociedad de la informacin nos ayuda a introducir algunas
fundamentales reflexiones sobre sus trasversales implicaciones sociales,
econmicas e incluso culturales.
Cabe afirmar que, a lo largo de prcticamente toda la historia de la
humanidad, el factor tecnologa ha constituido el trampoln para innumerables
saltos sociales, cuyas evoluciones han inevitablemente arrastrado consigo
nuevas configuraciones de las relaciones humanas, conllevando cambios ms o
menos impactantes tambin sobre las dimensiones econmicas y culturales de
las sociedades involucradas. En efecto, en dados momentos histricos, hubo
descubrimientos e innovaciones cientficas que dieron un cambio de marcha a
las sociedades que los hicieron propios. Quizs uno de los ejemplos ms
famosos en tal sentido es la conocida revolucin industrial, cuyos efectos han
marcado indisolublemente los rasgos que en la actualidad ostentan las
sociedades tecnolgicamente ms desarrolladas. Tambin es cierto que algunos
estudiosos han querido escandir el curso de los cambios tecnolgicos
aparejndolos a una segunda e incluso tercera revolucin industrial, todo ello a
partir de dos criterios bsicos, es decir el ritmo tecnolgico y la forma de utilizar
las fuentes energticas. Ms especficamente, en una primera fase histrica,
AGON, n. 1 (giugno 2014)
137
ubicable en el siglo XVIII, las mquinas sustituyeron y amplificaron
parcialmente la fuerza fsica de los hombres (bsicamente mediante la energa a
vapor y la elctrica). Sucesivamente, hasta la segunda guerra mundial, hubo una
segunda revolucin industrial en la que, adems del trabajo puramente fsico, las
mquinas desempearon tambin algunas funciones en cierta medida
comparables a las del cerebro humano. Finalmente, hoy da se asiste a una
tercera revolucin industrial en la que las grandes innovaciones cientficas y
tecnolgicas estn abriendo cambios de gran alcance en las formas de
organizacin de la sociedad, cuyos efectos se van a hacer notar en las maneras
de vida, de trabajo, de ocio, en las costumbres y en las formas de pensar y de
actuar (Tezanos, 2001).
Parece que nos estamos adentrando en lo que se podra definir como un
nuevo modelo de sociedad, cuyos rasgos sin embargo resultan todava en cierta
medida fumosos. En efecto, a lo largo del siglo XX, florecieron variedades de
expresiones como sociedad post-industrial (Bell, Kahn, Wiener), sociedad
tecnotrnica (Brzeninski), sociedad telemtica (Minc) o sociedad-red (Castells),
todas ellas referidas a la nueva configuracin social derivada por el impacto
global de las innovaciones cientficas y tecnolgicas sobre la vida de gran parte
de la poblacin mundial.
En todos casos, hay todava cierta heterogeneidad sobre lo que es o menos
el rasgo distintivo de las emergentes sociedades. Por un lado, algunos estudiosos
AGON, n. 1 (giugno 2014)
138
creen que el sector de servicios sea el elemento ms caracterstico del genoma
social naciente. A este propsito, los datos nos indican que la dimensin de la
estructura de la produccin mundial alcanza ms del 60% del PIB, en el caso de
los pases ms industrializados, y en torno al 50% del PIB en aquellos en va de
desarrollo (OIT, Informe sobre el desarrollo humano, 2000). As pues, si en una
primera fase histrica el rasgo sobresaliente de la estructura productiva ha sido
el predominio del sector agrcola, y en una segunda etapa lo del sector industrial,
cabra individuar en el sector de los servicios el aspecto paradigmtico de la
actual economa.
No obstante, a pesar de la evidencia emprica de ciertos datos estadsticos,
existe todava bastante variedad acerca de lo que puede definirse como sector de
servicios, hasta encontrar quin afirma que el trmino servindustria sea lo que
mejor expresa la actual forma de organizacin productiva, puesto que
prcticamente gran parte de las actividades productivas, a pesar del cajn
econmico de pertenencia, ruedan alrededor del eje de los servicios.
A raz de dicha heterogeneidad conceptual, se ha venido desarrollando otra
definicin del modelo social actual, en realidad ms ampliamente aceptada y
utilizada: el de sociedad de la informacin.
Este paradigma interpretativo define la informacin como la nueva sangre
del moderno sistema social, confluyendo asimismo, si se nos permite la
metfora, en los dems rganos, como por ejemplo aquellos responsables de la
AGON, n. 1 (giugno 2014)
139
poltica o de la cultura. Una de las visiones precursoras acerca del papel de la
informacin en las hodiernas sociedades, es la de Alvin Toffler: en su La tercera
ola (Toffler, 1980), habl de revolucin de la informacin, la tercera en orden
de tiempo, sucesiva respectivamente a la agraria y a la industrial. Veinte aos
despus de esta publicacin, la tecnologa en torno al factor de la informacin ha
ido adquiriendo exponencialmente importancia hasta llegar a generar nuevas
industrias y formas de organizacin econmica e intercambio monetario, nuevas
y cada vez ms impactantes formas de comunicacin y, finalmente, un
entramado tecnolgico prcticamente ineludible que ha conllevado una
configuracin social nunca existida hasta ahora.
No obstante, es opinin de quien escribe que el criterio de la informacin, a
pesar de la enorme complejidad de potencialidades que encierra, no explica, ni
podra por s mismo, las dinmicas del cambio que hoy da el reloj social est
experimentando. En efecto, no se quiere negar o reducir la importancia de la
dimensin de la informacin y de la comunicacin, sino ms bien tratar de
mantener una perspectiva analtica multidimensional, para que el proceso de
mutacin social analizado devuelva una imagen s integrada pero no reductiva
de la complejidad de los lazos que ligan las distintas variables en juego.
Por ello, a continuacin entraremos ms en detalle en el proceso de
estructuracin de la moderna sociedad a partir del factor cientfico-tecnolgico
en ella implicado.
AGON, n. 1 (giugno 2014)
140
1.5.1 La tecnologa como motor estructurante de la sociedad
Cabe afirmar que la tecnologa ha asumido hoy da un papel clave en
numerossimos mbitos de la vida humana. Formas y tipologas de produccin
se han evolucionado, medios de comunicaciones desarrollados y difundidos a
ritmos cada vez ms frenticos, todo ello compenetrando no slo las formas de
relacionarnos con el medio ambiental, sino involucrando y modificando
profundamente nuestra forma de trabajar, de actuar y hasta incluso pensar. La
revolucin tecnolgica actual est dando origen a un nuevo proceso de
evolucin social nunca experimentado hasta ahora, puesto que las propias
variables cientficas y tecnolgicas y hasta las maneras de organizar, difundir y
aplicar los conocimientos se han convertido en uno de los ejes centrales de la
sociedad (Tezanos, 2001).
Un interesante e importante anlisis sobre la incidencia multidimensional
del elemento tecnolgico-cientfico en el proceso de estructuracin social est
representado por El advenimiento de la sociedad post-industrial, de Daniel Bell
(Bell, 1999).
Ms especficamente, Bell identific cinco aspectos protagonistas del
proceso transformador por parte del medio tecnolgico: en primer lugar, el rasgo
ms inmanentemente ligado a la tecnologa es el aumento de productividad que
AGON, n. 1 (giugno 2014)
141
ella supuestamente conlleva, creando as las circunstancias para que los niveles
medios de vida se eleven, en su complejo por lo menos.
En segundo lugar, la integracin del medio tecnolgico en el sistema
econmico y de produccin ha provocado una reformulacin del principio de
racionalidad precedentemente operante, por lo que dicha economa asume
rasgos ms funcionalistas y se inspira a criterios de eficiencia y optimizacin,
cuyas exigencias han comportado adecuadas modificaciones del sistema
educativo y formativo.
En tercer lugar, el avance del protagonismo tecnolgico ha sido escandido
por el constituirse de una moderna pltora de profesionales, formada por
ingenieros, tcnicos, cientficos, etc., que en muchos casos ha sido calificada
como la nueva clase emergente, a raz de su rol dinamizador en el contexto
socio-econmico de referencia.
En cuarto lugar, la revolucin tecnolgica ha generado los que, a la postre,
han sido dos ejes fundamentales para el desarrollo del actual modelo econmico,
es decir, el de los transportes y el de las comunicaciones. A raz de ello, se han
venido desarrollando nuevas interdependencias econmicas y nuevas redes de
interacciones y relaciones sociales, todo ello contribuyendo a renovar tanto las
formas organizativas de la economa y del trabajo como unas innovadoras
formas de ocio y entretenimiento.
AGON, n. 1 (giugno 2014)
142
En ltimo lugar, aunque no por importancia, Bell evidenci la influencia
contempornea de la dimensin tecnolgica sobre dos coordenadas humanas
primordiales: el espacio y el tiempo. De hecho, uno de los efectos ms
impactantes del medio tecnolgico sobre la vida social consiste en una renovada
nocin de las distancias y de las velocidades, modificando como nunca hasta
ahora las formas de entrelazar relaciones informales como la del trabajo
intelectual y, en ltima instancia, la percepcin misma de la dimensin espacio-
temporal, que caracteriza nuestras existencias en el mundo.
Sin embargo, el elemento tecnolgico no corresponde a un manantial de
estructuracin social, puesto que en su esencia no deja de ser un mero
instrumento y, como tal, no encierra automticamente algo positivo o negativo
para los seres humanos, sino que ello depende del uso que se le da y del
contexto de actuacin e influencia en el que se utiliza. En efecto, existe un
entramado, tal vez menos evidente pero igualmente impactante, de relaciones e
influencias entre el medio tecnolgico y otros aspectos determinantes de la
dimensin humana, que se deben tener en cuenta para no caer en un demaggico
reduccionismo tecnolgico y en una excesiva distorsin de las percepciones
sobre el actual panorama global. Es ms, un atento anlisis del influjo propulsor
de cambio social, tpicamente asociado al medio tecnolgico, entraa en s una
cuestin de organizacin social y, por ende, de configuracin del poder, cuyo
origen es indisolublemente ligado a la tipicidad humana y no al instrumento
AGON, n. 1 (giugno 2014)
143
tecnolgico mediante el que esto se puede vehicular, si bien dicho instrumento
se presta fcilmente al poder del adoctrinamiento, esto es, el introducir nuevas
creencias en la mente de la persona que se quiere dominar (Marina J. A., 2008).
En definitiva, siempre teniendo en cuenta el riesgo del reduccionismo
tecnolgico, en las sociedades del siglo XXI la tecnologa est desempeando
un papel central en la produccin de bienes y servicios, en los flujos de
informacin y comunicacin y en las formas de comportamiento y de
organizacin social y poltica. Consecuentemente, la habilidad tcnica pasa a
ser la base del poder, y la educacin el modo de acceso a l (Bell, 1999, p.
412).
No obstante, el tema de fondo no deja de ser el profundo proceso de
mutacin social al que asistimos, ms que un mero ejercicio de fuerza del
aparato tcnico-cientfico. Dicho con otras palabras, el ritmo de los cambios
cientficos y tecnolgicos ha ido aumentando tan vertiginosamente que incluso
resultara arduo congelar ese avance y las relativas dinmicas sociales que ello
desencadena. Pero habra que fijar la atencin en algo ms: lo que realmente ha
cambiado con respecto a los tiempos pasados no es slo el ritmo de creacin de
conocimiento sino la capacidad, enormemente aumentada, de impregnacin
social de los avances tcnico-cientficos antes mencionados.
Hace una o dos dcadas los tiempos de difusin tanto de la noticia de una
nueva tecnologa como de su eventual comercializacin eran marcadamente ms
AGON, n. 1 (giugno 2014)
144
lentos en comparacin con cunto ocurre ahora, y consecuentemente el impacto
sobre el metabolismo social era bastante diferente con respecto a la actualidad.
Al da de hoy, por el contrario, la distancia entre la creacin de nuevas
tecnologas y su efectiva difusin y aplicacin al magma social se ha reducido al
punto que el concepto de ritmo de cambio social se acerca ms a la idea de un
continuum, dificultando los esfuerzos de su delimitacin y su previsin ya que
dichos esfuerzos chocan con la rapidez con la que las variables en juego se
perturban y evolucionan.
Ejemplos patentes de este fenmeno pueden observarse cada da: nuevos
artefactos tecnolgicos se incorporan constantemente a nuestra cotidianidad y a
menudo se benefician de poco ms que una fugaz mirada a un escaparate o a un
peridico on-line. Esta dieta nociva, tan generalizada a nivel social, ha
bombardeado nuestro metabolismo cognitivo limitando la capacidad de
discernimiento y anlisis generada por un acumulo tan rpido y
desreglamentado de transformaciones tecno-cientficas y socio-econmicas. Es
posible que una tan intensa introduccin de medios tecnolgicos en la vida
social haya viajado paralelamente a una progresiva insensibilizacin de las
conciencias sociales, hecho lgicamente necesario para que el cerebro social no
derrumbara bajo las avalanchas de informacin que dicho proceso conllevara.
De todos modos, saliendo del campo de las elucubraciones, cabe afirmar
sin duda que el actual proceso de cambio social, en el que la hodierna revolucin
AGON, n. 1 (giugno 2014)
145
tecnolgica juega un rol esencial, est asumiendo rasgos muy distintos de los
que se han delineado en los precedentes grandes cambios sociales, como por
ejemplo el del trnsito desde las sociedades tradicionales hacia las industriales.
En efecto, hoy da las formas y las dinmicas de transformacin social ocurren
de manera an ms peculiar respecto al pasado, puesto que frecuentemente la
vivencia del cambio se experimenta prcticamente desde dentro, reducindose a
la vez las reacciones de alerta y de previsin para rectificar o para preparar las
necesarias adaptaciones y los ajustes a los nuevos modelos de sociedad
(Tezanos, 2001).
Resumiendo, existe una parte importante de estudiosos, no solo de ciencias
sociales sino pertenecientes a una amplia variedad de campos de investigacin,
que se preocupan de analizar las consecuencias de la actual revolucin
cientfico-tecnolgica sobre la vida y la organizacin de las sociedades
contemporneas, orientando su anlisis hacia un polo temporal futuro.
Reiterando cuanto dicho hasta ahora, esta tendencia resulta an ms
comprensible si se tiene en cuenta que el cambio que el factor tecnolgico
actualmente genera se caracteriza por un impacto realmente holstico y, por ello,
cabe suponer que los riesgos intrnsecos a las revoluciones de cierta
envergadura, como aquella aqu investigada, sean al menos de proporcional
repercusin.
AGON, n. 1 (giugno 2014)
146
De ello deriva la precipua necesidad de concentrarse sobre lo que puede
definirse el control del riesgo entrpico, esto es, el aumento (intencional o
accidental) de las variables, en un dado sistema, que finalmente resulta no
proporcional al grado de control buscado sobre el sistema mismo.
Por tanto, y por lo que viene a nuestro caso, es necesario formular unas
valoraciones precisas sobre los principales impactos y consecuencias sociales de
ciertas innovaciones tecnolgicas justamente a raz de los posibles, e
indeseados, impactos desigualitarios a gran escala que de ello derivaran. El
intento de fondo, en definitiva, consiste en tratar de armonizar el sin duda
deseable progreso cientfico al igualmente deseable, pero sobre todo necesario,
paralelo progreso tico-social.
1.5.2 El paradigma de la sociedad tecnolgica avanzada
Teniendo en cuenta los criterios de clasificacin precedentemente
adoptados, si nos centrramos en las grandes trasformaciones histricas,
observaramos como cada poca tuvo una combinacin de innovaciones tcnico-
cientficas entrelazada a cierta organizacin social, cada una representante
idealmente el nivel mximo en una hipottica evolucin de estados de las
sociedades. Las sociedades agrarias antes y las industriales despus representan
ejemplos paradigmticos en tal sentido.
AGON, n. 1 (giugno 2014)
147
Hipotticamente hablando, la tercera oleada de procesos de evolucin
social, aqu objeto de anlisis, configura las sociedades futuras como
aglutinados complejos y heterogneos, a raz de un grado de sofisticacin de las
estructuras sociales de suporto sensiblemente ms alto con respecto a los
estadios sociales precedentes.
En segundo lugar, sin duda sobresale la intensidad del ritmo de los cambios
en las sociedades tecnolgicas actuales. Por ejemplo, en la literatura socio-
cientfica se habla de la revolucin neoltica como ms bien de una evolucin,
ya que su progreso ha sido ms paulatino y, en cierto sentido, ms natural, en
una ptica de mutuos procesos de adaptacin entre el ser humano y su contexto
fsico. Por el contrario, la industrializacin cont con binarios de difusin ms
rpidos y efectivos, aunque su expansin de carcter global tard dos siglos en
concretizarse.
Finalmente, en relacin al proceso de desarrollo del nuevo modelo de
sociedad en el que estamos sumergidos, cabe afirmar que estamos asistiendo a
un impactante, si bien en cierta medida progresivo, proceso de sustitucin de los
modelos de trabajo tpicos de las sociedades industriales, cuyas implicaciones
van ms all de la mera mejora tecnolgica.
Como sabemos, la mecanizacin, a raz de la sociedad industrial, tuvo un
papel bien preciso tanto a nivel econmico y laboral como ms generalmente
social.
AGON, n. 1 (giugno 2014)
148
Con el trnsito desde la mecanizacin hacia la automatizacin, se han
generado dinmicas similares, pero de eco ms profundo y duradero, sobre los
sistemas econmicos y sociales, con evidentes repercusiones sobre los perfiles
ocupacionales demandados y ofrecidos.
Con el advenimiento de la robotizacin, la lgica productiva dio un ulterior
salto hacia diferentes sistemas de produccin, en los que se ha venido generando
una cadena de cambios no solamente en la organizacin de las actividades
econmicas sino tambin en la propia nocin de trabajo humano, tan
asombrosos resultan los panoramas de posibilidades introducidos por el
concitado desarrollo de la tecnologa y de la ciencia.
Al encontrarnos todava en plena fase de despegue de esta tercera
revolucin social, una comparacin suficientemente equilibrada entre ella y el
modelo social tpico de las sociedades industriales resulta todava bastante
arriesgada. Sin embargo, es sin duda posible identificar algunos importantes
paralelismos entre el paradigma de las sociedades tecnolgicas y aquellas
industriales, refirindonos particularmente tanto a aspectos econmicos como
sociales y polticos.
En el cuadro siguiente se propone una esquematizacin de las principales
diferencias entre las sociedades industriales y tecnolgicas (Tezanos, 2001, p.
79-80).
AGON, n. 1 (giugno 2014)
149
Tabla 1 Principales diferencias entre las Sociedades Industriales y Tecnolgicas - Economa y Sociedad
Sist
ema
econ
mic
o
Sociedades Industriales Sociedades tecnolgicas Fuerza
productiva aplicable
Trabajo (como esfuerzo fsico bsicamente) Conocimientos
Carcter del esfuerzo
productivo
Repetitivo Fijo, regular y localizado (fbrica)
Creativo Adaptivo y sometido a exigencias de movilidad geogrfica y funcional Flexible y deslocalizado (teletrabajo, ejecutivos con ordenador porttil y telfono mvil, etc.)
Recursos productivos bsicos (o centrales)
Tierra Capital
Bienes intangibles (por ejemplo, software)
Dinero (elemento de intercambio y circulacin)
Oro, papel moneda Dinero plstico o digital
Locus productivo Fbrica Empresa red
Escala Grandes y medianas empresas nacionales Multinacionales y pequeos negocios
Base del intercambio y la
distribucin
Carreteras, puertos Autopistas, aeropuertos, centros de venta
Bandas anchas, redes inteligentes, etc. Mensajeras, distribucin puerta a puerta, etc.
Enfoques en la produccin de
mercancas Masificacin Particularizacin, a la medida
Sist
ema
soci
al
Referencias Referencias nacionales (costumbres y modos de ser nacionales)
Universalizacin y transnacionalizacin de las costumbres
Contenidos culturales Homogneos
Heterogneos y pluriculturales
Modelo familiar Nuclear/patriarcal/simtrico Diversidad de modelos y referencias sociales
Tendencias en mbitos
residenciales
Concentracin en grandes ncleos urbano-industriales
Centrifugacin hacia reas residenciales suburbanas y dispersin del hbitat (ciudades pequeas, etc.)
Modos de vida Estilos tradicionales Estilos imaginativos, alternativos y rupturistas
AGON, n. 1 (giugno 2014)
150
Tabla 2 Principales diferencias entre las Sociedades Industriales y Tecnolgicas
Sist
ema
polt
ico
Sociedades Industriales Sociedades Tecnolgicas
Modo de Estado Estado/Mercado/Nacin Burocrtico Parlamentario
Espacios polticos supranacionales Transnacionalizacin de las esferas polticas efectivas (donde se toman las decisiones relevantes) Descontrol poltico de la actividad econmica Posburocrtico, nuevos modelos de eficiencia y de calidad de los servicios pblicos
Evolucin del papel de los gobiernos
Regulador/ o librecambista Papeles ascendentes
Orientador/supervisor Papeles declinantes
Grandes poderes subyacentes
Tradicionales (Ejrcito, Iglesia, etc.) Emergentes (grandes grupos econmicos y financieros)
Comunicacionales (industrias de la informacin y la cultura)
Modelo de p. polticos De cuadros partidos de masas
Partidos recogelotodo, partidos cartel
Papel de los partidos Fuerte y ascendente Mediatizado y declinante
Formas de organizacin social movilizadora en ascenso
Sindicatos, organizaciones socio-econmicas ONGs, movimientos sociales
mbitos simblicos de integracin y referencia bsica
La nacin (bandera, himno, smbolos, etc.), la religin, la clase social, la ideologa
La regin, la comunidad territorial (identidades culturales, races bsicas simblicas inmediatas, etc.)
Prestacin de servicios Pblicos y en ascenso
Privatizados, semipblicos y en regresin (matizada)
Principales fracturas sociales
Depauperacin de los asalariados Desigualdades personales, sociales e interregionales
Exclusin social, precarizacin laboral Desigualdades internacionales y por grandes grupos sectoriales
Ahora bien, sintetizando el contenido de las susodichas tablas, podemos
definir algunos elementos que contribuyen a vislumbrar la sgoma de la
sociedad tecnolgica:
a) El eje industrial desplaza una parte importante de su peso hacia los
pilares de la informacin, comunicacin y cultura. Paralelamente, la
globalizacin de los mercados empuja hacia la creacin de nuevas dinmicas
econmicas, cuyos actores principales sern cada vez ms las empresas y
AGON, n. 1 (giugno 2014)
151
corporaciones multinacionales y donde predominaran grandes compaas por
acciones y conglomerados financieros.
b) Las grandes organizaciones y entidades, aparato estatal incluido,
actuarn de forma sensiblemente distinta a la actual, puesto que los previsibles
avances de la ciencia y tecnologa y su institucionalizacin convergern hacia
proyectos de grande envergadura, cuyos altos costes requerirn un mayor grado
de integracin entre actores de distinto peso econmico.
c) El aparentemente imparable progreso tcnico-cientfico modificar
sensiblemente formas, dinmicas e incluso la misma naturaleza del trabajo. Por
ejemplo, la robtica requerir un ncleo bien distinto de competencias y
conocimientos adems de sustituir un cada vez ms creciente nmero de trabajos
precedentemente realizados por seres humanos. Por consecuencia, la misma
organizacin del trabajo adquirir mayor flexibilidad y dinmicas similares a las
de la empresa-red.
d) La susodicha evolucin previsiblemente modificar la estructura
social y ocupacional as como la conocemos, a detrimento del sector agrcola e
industrial y firmemente a favor del sector de los servicios.
e) Las nuevas necesidades en la estructura ocupacional, y la
consecuente distancia entre los perfiles laborales requeridos en la era industrial y
aquellos propios de la era tecnolgica, podrn causar cierta disfuncin laboral
AGON, n. 1 (giugno 2014)
152
(subempleo y desempleo, nuevas o aumentadas desigualdades sociales, nuevos
excluidos, etc.).
f) El precedentemente slido implante del estado-nacin resultar
progresivamente incompatible con la nueva estructura socio-econmica
planetaria, cuyos confines, progresivamente ms globales y cada vez menos
definidos, requerirn una bien distinta lgica de funcionamiento tanto sobre el
plano econmico como sobre el poltico y el institucional (un ejemplo obvio de
ello es la Unin Europea).
g) La susodicha propulsin globalizadora, junto al constante
crecimiento del flujo de informacin a la que se podr acceder, podra llevar a
una negligencia hacia los aspectos ms microscpicos de la continua
reformulacin social, es decir, el brotar de grupos sociales cada uno con su
propia peculiaridad cultural e identidad especfica. Dicho con otras palabras,
existe el riesgo de que las fuerzas de la mundializacin tecnolgica y de la
informacin, bajo su misma inercia aplanadora, se realicen de forma hetero-
dirigida y oligrquica ms bien que concertadamente con el tejido social en su
complejo, conllevando as una indeseable fragmentacin, exclusin y
polarizacin social.
En definitiva, el panorama proyecta, con lneas bastante evidentes aunque
no tan netas, el avance de la que se ha llamado sociedad tecnolgica avanzada,
as definida principalmente por su motor interno en continua evolucin, esto es,
AGON, n. 1 (giugno 2014)
153
el medio tcnico-cientfico, cuyo potencial est requiriendo un cambio
sustancial de aquella cinta de transmisin que es la sociedad humana
contempornea, pero que, a su vez, no deja de ser un instrumento, desde luego
cada vez ms complejo, de organizacin de lo que ms o menos
conscientemente se considera bienestar humano.
Queda todava por decidir (aunque pueda parecer irnico) en qu consiste
el concepto de bienestar en la sociedad global que se est perfilando, adems de
cmo alcanzar la conciencia suficiente para que la relacin de subordinacin
hombre-instrumento (tecno-cientfico) no se invierta de polos.
1.6. La exclusin social: antiguas y nuevas formas de
disgregacin
Definir el concepto de exclusin social es una operacin bastante
dificultosa, ya que se presta a diferentes significaciones segn el contexto en el
que se utiliza. Adems, su colocacin y conceptualizacin histrica es bastante
reciente, puesto que pudo desarrollarse a partir de la evolucin de los derechos
civiles, polticos y sociales. En efecto, aunque se suele pensar en la polis
ateniense como la cuna de la democracia, esta ltima ha requerido un camino
mucho ms largo y sufrido para que su esencia se acercara a la portada de su
misma etimologa.
AGON, n. 1 (giugno 2014)
154
Menciones sobre el concepto de exclusin social
Resulta casi pleonstico decir que la nocin de exclusin social implica la
existencia de su polo negativo (o positivo), esto es, la inclusin social, y que
dicho concepto asume rasgos diferentes segn el sistema social de referencia.
Por lo tanto, resulta comprensible la necesidad de colocar su anlisis en un dado
tiempo y en un dado espacio histrico, cultural y econmico.
Entrando ms detalladamente en la conceptualizacin sociolgica de la
exclusin y, asimismo, tratando de diferenciarla de nociones parientes pero
esencialmente distintas, podemos individuar tres bloques tericos que servirn
de coordenadas para su formulacin conceptual.
En primer lugar, encontramos el bloque relativo a las vivencias sociales o
ms bien, de aislamiento, voluntario o no, de las vivencias sociales
predominantes en una dada sociedad. Normalmente, los aspectos que
principalmente concurren en determinar este tipo de exclusin/inclusin
conciernen a la dimensin cultural y a la tnica-racial. Sociolgicamente
hablando, la desviacin social se refiere a pautas de comportamientos disonantes
respecto a las normas y valores predominantes en un dado organismo social.
Usualmente se asocia tambin al concepto de marginacin social y al de
segregacin social, segn el grado de rechazo que cierta mayora social acta
hacia uno o ms individuos o grupos minoritarios que, de alguna forma, hacen
parte de su tejido social.
AGON, n. 1 (giugno 2014)
155
En segundo lugar, hallamos el bloque relacionado con factores de carcter
econmico, referido a quien sufre carencia de recursos cuantificables y
econmicamente connotados. Evidentemente, el susodicho grado de necesidad
se mide en funcin del ncleo social objeto de comparacin, adems de
relacionarse inevitablemente a parmetros histricos-contextuales. En 1990, la
organizacin de las Naciones Unidas ha adoptado el ndice de desarrollo
humano y el de pobreza, a partir de la cuantificacin de aspectos como las
condiciones de salud y acceso a los servicios sanitarios, la educacin, el trabajo,
la vivienda, etc. Sin embargo, los intentos de universalizar el concepto de
pobreza se desarticulan conforme se alejan de trminos de referencia
especficos, ya que su definicin detiene cierta vocacin relativista.
En tercer lugar, vemos el bloque que concierne a la problemtica de la
alienacin (Marx, 1982), cuya formulacin interesante para nuestro caso aunque
clsica en su matiz, se ha dado gracias a Marx. La particular utilidad de dicha
definicin deriva del hacer referencia a procesos histricos especficos que
hacen que los hombres se sientan ajenos y extraos con respecto al producto de
su trabajo, a sus propias capacidades productivas, a su esencia social y,
finalmente, con respecto a los dems hombres en su conjunto, es decir, la
sociedad establecida (Tezanos, 2001). Como se puede ver, la dimensin laboral
resulta una encrucijada que rene distintas dimensiones de las posibilidades del
ser social del individuo.
AGON, n. 1 (giugno 2014)
156
Resumiendo, aunque se subraya el hecho de que la conceptualizacin de la
exclusin social queda todava lejana de una sistematizacin univoca, cabe
afirmar que su esencia descansa sobre cierta idea de regresin social o de
sustraccin de algo que se haba legtimamente (siempre en trminos relativos)
alcanzado. Por lo tanto, al actualizar y contextualizar su definicin, la
exclusin/inclusin social se puede medir en relacin al modo de vida
tpicamente alcanzado por los pases civilizados occidentales los cuales, con la
creacin del estado del bienestar, han desarrollado un conjunto legitimado de
derechos civiles, polticos y sociales, a partir de los cuales se puede medir ms
especficamente el grado de exclusin/inclusin social de un dado individuo o
grupo.
Dicho con otras palabras, la historia occidental de los ltimos dos siglos ha
representado el teln de fondo del camino hacia la ciudadana, concepto crucial
en nuestro discurso y, de la misma manera, necesario trmino de comparacin
de los procesos de inclusin y exclusin social aqu objeto de anlisis.
1.7. Ciudadana: nocin y sus evoluciones
Hemos visto como la nocin de exclusin social nazca siempre
conjuntamente a la de inclusin y, por ende, implique una referencia a cierto
grado de integracin social. Ahora bien, esta ltima no es una condicin de
referencia dada a priori sino que es establecida por el converger de factores
AGON, n. 1 (giugno 2014)
157
socio-polticos e histricos. La resultante de ellos determina un mnimo
referencial que, en la fase histrica contempornea, se conoce como ciudadana,
un concepto jurdico que resume una configuracin de derechos civiles, polticos
y sociales que, en un dado momento, un individuo adquiere en el marco de su
contexto socio-institucional de pertenencia.
Tratando el tema de la ciudadana, nos resultara casi imposible no
mencionar uno de los textos que ms han aportado a la definicin y
sistematizacin de sus bases conceptuales, es decir, Ciudadana y clase social,
escrito por Thomas Humphrey Marshall (1950), en el que se recogen varias
conferencias tenidas sobre el argumento en la universidad de Cambridge,
durante el ao 1949.
El tema de fondo de la formulacin terica en Marshall se basa en su
divisin tripartita de la ciudadana, a la cual corresponden tres clases de
derechos:
- los civiles, necesarios para la libertad individual (expresin, pensamiento,
propiedad);
- los polticos, es decir el derecho a participar en el ejercicio del poder
poltico tanto como representante que como elector;
- los sociales, que comprenden el derecho a la seguridad, a la participacin
al patrimonio social y, por ende, tienen una relacin privilegiada con la nocin
de estado de bienestar.
AGON, n. 1 (giugno 2014)
158
Ahora bien, antiguamente este conjunto de derechos eran entre ellos
entremezclados a nivel institucional, en buenas cuentas porque la relativa
configuracin social se caracterizaba por cierto inmovilismo horizontal y sobre
todo vertical, lo cual impeda el dinamismo social necesario para que esos tres
ncleos de derechos tomaran formas ms modernas y dinmicas.
Sucesivamente, la sociedad empez a quitarse de encima cierta herrumbre
y comenz a desarrollar su movimiento evolutivo, lo que llev a un doble
proceso: por un lado, hubo una fusin geogrfica que hizo pasar el alcance
potencial de los derechos desde una dimensin local a una nacional y, por otro
lado, se actu una separacin funcional con la que se crearon instituciones cada
una con su propia funcin jurdico-administrativa.
Por lo tanto, Marshall teoriza un camino asncrono de los derechos hasta el
siglo XX, ubicando idealmente el desarrollo de los derechos civiles en el siglo
XVIII, el de los derechos polticos en el siglo XIX y, finalmente, el de los
derechos sociales en el siglo XX.
El estudioso, adems, se focaliza sobre la relacin de influencia entre la
ciudadana y la clase social. Si definimos la ciudadana como uno status que se
otorga a los que son miembros de pleno derecho de una comunidad que, en
virtud de ese status, son considerados iguales en lo que se refiere a los derechos
y deberes que implica (Marshall, 1950, p. 313), debera resultar evidente su
AGON, n. 1 (giugno 2014)
159
contraste con el concepto de clase social, oposicin que de hecho caracteriz
especialmente el siglo XX.
En efecto, cabe afirmar que el concepto de clase social proclive al
mantenimiento de cierta estratificacin de desigualdades al igual que el de
ciudadana impulsa hacia la igualdad de derechos-deberes. Sin embargo, en
lnea con cuanto precedentemente afirmado, es preciso tener en cuenta de que no
hay un principio universal que determine cules deben ser estos derechos y
deberes y, pues, ello supone cierto proceso de metabolizacin social que, en
efecto, atravesar una fase importante durante el siglo XX.
Al principio de 1900 nos encontramos con la que podemos definir como la
doble cara de la ciudadana. Ms especficamente, a la moneda de los derechos
civiles corresponden, por un lado, ciertos poderes legales y, por otro, persisten
prejuicios de clase afectados tambin por una falta de oportunidades
econmicas. Por lo que concierne a los derechos polticos, si es verdad que
conceden poderes de actuacin, por otra parte esos poderes son slo potenciales
puesto que requieren cierta experiencia y organizacin social para su efectivo
ejercicio. Finalmente, los derechos sociales, al menos en su origen, se proclaman
en forma mnima, es decir, cuanto basta para reducir el entonces muy alto nivel
de pobreza, pero tratando de mantener cierta estructura de desigualdad social.
Al avanzar del siglo, tambin las condiciones para los derechos sociales
maduran: la renta monetaria aumenta y, por ende, crece la propensin al ahorro.
AGON, n. 1 (giugno 2014)
160
Paralelamente, disminuye la distancia econmica entre clases sociales. En
relacin a los impuestos, se desarrolla un sistema ms escalonado al igual que el
rango de rentas disponibles se comprime. En tercer lugar, el sistema de
produccin se orienta hacia la masificacin, con lo cual disminuye la
desigualdad de acceso a privilegios materiales.
Todos estos acontecimientos confluyen en lo que se puede definir principio
del mnimo garantizado (Marshall, 1950): el estado social acta a partir de dos
de sus pilares bsicos, la renta monetaria mnima junto a los bienes y servicios
sociales considerados esenciales. En el primo campo caben, por ejemplo, el
sistema pensionista y los subsidios sociales, mientras que en el segundo cabe
mencionar la asistencia mdica, el derecho a la educacin y a una vivienda
digna. En definitiva, con palabras del mismo Marshall, Lo que importa es que
se produzca un enriquecimiento general [], una reduccin generalizada del
riesgo y la inseguridad, una igualacin a todos los niveles entre los menos y los
ms afortunados []. La igualacin no se produce tanto entre las clases como
entre los individuos dentro de una poblacin que, a este propsito, consideramos
ya una clase. (Marshall, 1950, p. 328). Por lo tanto, la extensin de los
servicios sociales, junto a su integracin al ncleo de la ciudadana, conlleva un
potencial de gran efecto en los aspectos cualitativos de la diferenciacin social,
reduciendo consecuentemente la importancia de la distincin justamente porque
su extensin cruza significativas barreras sociales.
AGON, n. 1 (giugno 2014)
161
Ahora bien, la nocin de ciudadana, as como descrita por Marshall,
presenta un aspecto de fundamental importancia, esto es, el hecho de que
representa un estatus legalmente legitimado por la sociedad que, en efecto, lo
declara como tomo y base de su misma existencia social. Como tal, es
justamente a partir de ese conjunto de derechos y deberes, de libertades
adquiridas en el marco de unas responsabilidades sociales, que es posible medir
el grado de exclusin padecido por una o ms partes de un dado sistema social.
Es ms, el mismo Marshall abogaba a favor de un concepto de ciudadana
entendido como consolidacin de un rea de cultura comn y de experiencias
compartidas, con lo cual se marcaba de modo suficientemente claro la actitud
del buen ciudadano y, por contraste, la del ciudadano malo o incluso del no-
ciudadano.
Concluyendo, cabe subrayar como para entender adecuadamente la
aportacin del texto de Marshall antes mencionado, es preciso tener en cuenta su
corolario histrico: en efecto, este se ubica bajo todo el peso de la herencia de la
crisis del 1929 junto a los conflictos de carcter mundial que marcaron la dcada
de los aos treinta y la mitad de los cuarenta. A esa tan cruenta y desmembrada
fase histrica sigui una nueva etapa en la que se desarroll un salto en la forma
de entender la democracia. Estamos en los albores del llamado estado del
bienestar, en el que la conquista de nuevos niveles de calidad de vida cre los
presupuestos para el desarrollo de un camino hacia un clima de paz y,
AGON, n. 1 (giugno 2014)
162
paralelamente, hacia una creciente cohesin social. Dicha aspiracin precisaba
ser conscientes de la necesidad de dar cuerpo jurdico a los derechos sociales
hasta entonces madurados y, en efecto, fue justamente en esa fase histrica
cuando se institucionalizaron, de manera casi irreversible, derechos hoy da
ampliamente reconocidos y tutelados, como el derecho a una educacin valida,
el derecho a trabajar, el derecho a la asistencia sanitaria y a beneficiar del estado
del bienestar al que se contribuye ms o menos directamente.
A pesar de los indudables xitos que han escandido la evolucin de la
ciudadana a lo largo de siglo XX, hoy da sigue existiendo cierta distancia entre
la fuerza y consistencia terica de los derechos intrnsecos a la ciudadana y su
real y efectiva concretizacin. Dicho con otras palabras, la necesaria dialctica
entre ciudadana terica y prctica se ha ido disgregando a causa de un desfase
de fuerzas endmicas de la sociedad contempornea. Es opinin difusa que la
raz de estas dinmicas desequilibrantes derive de la que se ha definido como la
crisis del estado del bienestar. A continuacin definiremos sus contornos y sus
principales implicaciones tanto con la misma ciudadana como con la sociedad
tecnolgica avanzada, precedentemente mencionada.
1.8. El estado del bienestar y la ciudadana: auge y crisis
El paradigma social que cada da observamos tambalearse guarda
relaciones ntimas con la que hemos precedentemente definido como era de las
AGON, n. 1 (giugno 2014)
163
sociedades industriales o de los estados industriales nacionales, modelo que
gravita en torno a los conceptos de ciudadana y de estado del bienestar.
La institucin del estado-nacin se sostena con el modelo capitalista del
bienestar y actuaba por tanto como elemento homeosttico que, por un lado,
articulaba cierto sistema de garantas a sostn del bienestar nacional y, por otro
lado, trataba de absorber las naturales oscilaciones del propio mercado al fin de
salvaguardar las condiciones misma del modelo de capitalismo implantado.
Adems, en ese periodo histrico existan s empresas de carcter multinacional
operantes en el marco de un mercado internacional, pero seguan manteniendo
una implantacin de tipo nacional y, por tanto, actuaban con tales limitaciones
en el susodicho mercado.
Por ello, cabra afirmar que el tradicional modelo de sociedad industrial
occidental se basaba en un modo de regulacin social, establecido por el modelo
del estado-nacin, que propenda a inscribir la produccin industrial en un
marco jurdico, social e institucional (Alonso, 1999) en el que, a su vez, el
keynesianismo representaba la referencia terica para la poltica econmica de
los pases occidentales. Sustancialmente, esa peculiar estrategia econmica
operaba bajo forma de regulacin social sobre escala nacional, esto es, trataba
de armonizar los rasgos propios del estado-nacin con las condiciones
econmicas y sociales necesarias para su reproduccin.
AGON, n. 1 (giugno 2014)
164
El perfil estatal que acabamos de bosquejar es lo que se conoce con el
nombre de estado del bienestar, que caracteriz en buena parte la economa
occidental a partir del segundo posguerra. El estado del bienestar naci
bsicamente como respuesta a la famosa crisis del 1929 y al sistema de
subconsumo social que se haba solidificado en mbito nacional a partir de una
errnea consolidacin de consumos improductivos junto a polticas sociales que
afectaban directamente la reproduccin de la fuerza trabajo de entonces. En
efecto, este tipo de configuracin estatal termin progresivamente por
transformarse en catalizador de las contradicciones econmicas, sociales y
territoriales que se venan generando tanto en el marco nacional como en los
igualmente influyentes mbitos extra-nacionales. Como rbitro superpartes e
institucionalizado, esa tipologa de estado bsicamente pretenda mediar las
partes involucradas en el llamado conflicto industrial, mediacin que
sustancialmente se traduca en tratar de conciliar las reivindicaciones sindicales
con un reajuste del sistema productivo junto a una nueva estimulacin de la
demanda (ambos factores a la base del enfoque poltico-econmico keynesiano).
Finalmente, el mencionado conflicto se contuvo mediante la realizacin de
una estructura poltica capaz de integrar tanto los lderes del avance capitalista
como los grupos socio-econmicos asociados al sistema productivo en sentido
estricto, llegando a constituir lo que se llam capitalismo corporativista, esto es,
la introduccin de una cooperacin programada y negociada entre la dimensin
AGON, n. 1 (giugno 2014)
165
del capital y la del trabajo (el llamado pacto keynesiano), protagonizado por la
lgica de la ganancia y del mercado que, a su vez, servan de referencia para la
asignacin de recursos en el mbito micro, a cambio de participar en la
negociacin de la distribucin del excedente social en el mbito macro (Alonso,
1999).
Por ende, esta curvatura keynesiana del estado del bienestar se sostena
gracias a una organizacin poltico-econmica que, de manera calculada,
utilizaba recursos econmicos para instaurar un registro comunicativo apto a
orientar los ciudadanos hacia determinados fines econmicos, polticos y
sociales. Democracia competitiva, crecimiento econmico, polticas de pleno
empleo, institucionalizacin de los conflictos sociales, todos ellos representan
algunos de los principales rasgos de las sociedades nacionales protagonistas del
boom econmico sucesivo a la segunda guerra mundial.
Ciertamente todo esto ha sido posible en modo particular gracias a la
evolucin de la tcnica, ms especficamente a la introduccin de sistemas de
produccin semi-automatizados y de la rutina fordista. Este cambio de marcha,
dirigido bsicamente a la mejora de la productividad mediante la
implementacin de mquinas ms rpidas y de mejor precisin, no caa
evidentemente en un mercado vaco sino que actuaba en relacin con el