77
¿Un nuevo lenguaje arquitectónico? La obra de la Dirección General de Regiones Devastadas durante la reconstrucción española de posguerra Carla Ruesga Ortuño NIA: 120858 Director del Trabajo: Dr. Carlos Reyero Hermosilla Universidad Pompeu Fabra Facultad de Humanidades Trabajo de fin de Grado Curso 2013-2014

¿Un nuevo lenguaje arquitectónico?

  • Upload
    others

  • View
    10

  • Download
    1

Embed Size (px)

Citation preview

Page 1: ¿Un nuevo lenguaje arquitectónico?

¿Un nuevo lenguaje arquitectónico?

La obra de la Dirección General de Regiones Devastadas durante la

reconstrucción española de posguerra

Carla Ruesga Ortuño

NIA: 120858

Director del Trabajo: Dr. Carlos Reyero Hermosilla

Universidad Pompeu Fabra – Facultad de Humanidades

Trabajo de fin de Grado

Curso 2013-2014

Page 2: ¿Un nuevo lenguaje arquitectónico?

2

ÍNDICE

Introducción 3

1. De la guerra total hacia la reconstrucción 3

2. Objetivos e hipótesis 5

Arquitectura durante la posguerra española 7

3. La victoria de 1939: ¿Hacia un Nuevo Orden? 7

4. Reconstrucción: la obra de la Dirección General de Regiones Devastadas 16

4.1. La reconstrucción como política económica y política propagandística 18

4.2. La reconstrucción desde el punto de vista del lenguaje arquitectónico 25

4.2.1. La arquitectura de Regiones Devastadas 26

4.2.2. La vivienda rural 27

4.2.3. El urbanismo de Regiones Devastadas 36

Conclusiones 41

Anexo: Figuras 47

Bibliografía y fuentes 70

*Imagen: Representación de la catedral de Oviedo, en Reconstrucción nº 2, mayo de 1940 (portada).

Page 3: ¿Un nuevo lenguaje arquitectónico?

3

Introducción

1. De la guerra total hacia la reconstrucción

El siglo XX se caracteriza por una nueva manera de entender y de hacer la guerra que hasta

este momento es prácticamente desconocida, e incluso se acepta que dicho siglo “no puede

concebirse disociado de la guerra”1. La principal novedad de este hecho, lo que

comúnmente se denomina “guerra total”2, es que los objetivos de los bandos implicados ya

no se ciñen sólo a centros de comunicación o zonas industriales que proporcionan el

material necesario para la maquinaria de guerra. Todo aquello que fuese esencial para la

supervivencia de un país, incluida la propia población civil, pasa a ser un objetivo básico

usado como método de debilitamiento de la moral del enemigo. “Se da por sentado que la

guerra moderna involucra a todos los ciudadanos, la mayor parte de los cuales además son

movilizados”3 y que, por lo tanto, el legado de los conflictos bélicos del siglo XX, en este

sentido, es la total deshumanización del enemigo civil.

La primera consecuencia de esta nueva manera de hacer la guerra, que determinó el

devenir histórico del siglo XX hasta tal punto, es que después del grado masivo de

destrucción se establece como algo necesario y urgente una reconstrucción material de las

poblaciones diezmadas durante el conflicto. La reconstrucción de posguerra europea de

tales magnitudes es algo que, al igual que el concepto de “guerra total” esbozado hasta

ahora, se nos presenta como un hecho característico del siglo XX. Incluso el nuevo trazado

urbanístico y las nuevas tipologías arquitectónicas que viven muchas de las poblaciones

afectadas pueden verse como una consecuencia misma del progreso y del alto grado de

desarrollo tecnológico que alcanzan su punto álgido en dicho siglo.4

En el conflicto bélico que hubo en España durante el período de entreguerras, la

Guerra Civil Española (1936-1939), también se aplicó la llamada “guerra total” con la

consecuente destrucción, prácticamente masiva, de muchas de sus poblaciones. En este

sentido, España siguió la trayectoria empezada durante la Primera Guerra Mundial; prueba

de ello serían los distintos pueblos y ciudades que quedaron asolados después de la

contienda en muchos de los frentes de batalla, como los pueblos de Brunete o Belchite, los

1 Eric Hobsbawm (2011), Historia del Siglo XX: 1914-1991 (Barcelona: Crítica) p. 30.

2 Hobsbawm usa este mismo concepto como título a todo un apartado, “La época de la guerra total”, en

referencia al periodo que se inicia con el advenimiento de la Primera Guerra Mundial. En Ibid. p. 29. 3 Eric Hobsbawm (2011) p. 29.

4 Olivia Muñoz-Rojas (2011), Ashes and granite: destruction and reconstruction in the Spanish Civil War and

its aftermath (Eastbourne: Sussex Academic Press) p. 5.

Page 4: ¿Un nuevo lenguaje arquitectónico?

4

cuales devinieron hitos históricos de la reconstrucción de posguerra durante el franquismo.5

España también sirvió como campo de entrenamiento para probar la maquinaria de guerra

de lo que sería el bando del eje durante la Segunda Guerra Mundial. Los bombardeos a

poblaciones civiles, como el caso de Guernica en Abril de 1937, tuvieron un gran impacto

en el desarrollo de la tecnología, las doctrinas e incluso las tácticas que pondrían en práctica

las fuerzas italianas y alemanas. Es por ello que, aunque el caso español estuviese en

periodo de entre guerras, se considera que la destrucción y la reconstrucción de España se

englobarían dentro de las destrucciones causadas por la Segunda Guerra Mundial y en su

consecuente reconstrucción. 6

Al ser Alemania, Italia y España las tres naciones más parecidas en cuanto a

aspiraciones totalitarias y autoritarias, se ha puesto a menudo en conexión la reconstrucción

española de posguerra con obras nacionalsocialistas y fascistas. Cuando el estado franquista

se dispone a ejecutar la reconstrucción, “algunos de los más ambiciosos planes nazis y

fascistas estaban siendo diseñados.” 7 Pero, pese a que en los tres casos pudiéramos

encontrar ciertos parecidos en términos arquitectónicos y urbanísticos, es importante

puntualizar que el contexto concreto en el que se dan las ambiciones constructivas de cada

régimen es algo distinto.8 Mientras los regímenes de Alemania e Italia vieron sus

aspiraciones totalitarias frustradas con el fin de la Segunda Guerra Mundial, que más bien

desarrollaron en un ambiente pre-bélico, los vencedores de la Guerra Civil Española

sometieron al país en 1939 a una dictadura militar en la que la reconstrucción se insertaba

en una coyuntura civil y dentro del período post-bélico. Aunque sea un hecho obvio, la

inventiva constructiva que podía iniciar el franquismo se veía todavía más facilitada por el

hecho de encontrarse en un periodo de posguerra. En efecto, es en este contexto, que

podría considerarse como un caso "único", que al bando vencedor se le presenta la

oportunidad de llevar a cabo una reconstrucción del país de un modo que llegaría a

calificarse de "trascendente" por parte del régimen: tenían el poder absoluto para hacer que

una nueva arquitectura renaciese por oposición y detrimento de la cultura representante del

bando perdedor, el republicano.

De este modo, el régimen franquista, de corte militarista y autoritario, con

5 Se considera que el período de posguerra sería mayoritariamente la década de los 40 con una política de

autarquía. En 1951 comenzó un proceso de liberalización y recuperación económica que empezaría a hacerse

patente a partir de 1959 con la aprovación en el mes de julio del mismo año del Plan de Estabilización. Veáse

Carme Molinero y Pere Ysàs (1992), El règim franquista (Valls: Eumo editorial) pp. 37-62. 6 Olivia Muñoz-Rojas (2011) p. 1.

7 Ibid.

8 Benevolo, Leonardo (1974), Historia de la arquitectura moderna (Barcelona: Gustavo Gili) 1987, p. 896.

Page 5: ¿Un nuevo lenguaje arquitectónico?

5

incidencia del nacionalsindicalismo y con el poder pujante de la iglesia así como de otros

grupos de apoyo9, invirtió poder económico y propagandístico para levantar materialmente

aquellas poblaciones que más daños hubiesen sufrido durante el conflicto. Pero no sólo eso,

desde sus inicios, el régimen tuvo la intención de lograr aquel propósito propio de los

regímenes totalitarios: la búsqueda de un nuevo estilo arquitectónico nacional acorde con el

Nuevo Orden establecido, en la línea del "ideario de los fascismos europeos”10

y que mejor

representase el carácter o “naturaleza” del régimen.

La convergencia de estas dos aspiraciones en el campo constructivo equivalía a

emprender una transformación, en todos los ámbitos, de la sociedad española acorde con

su pensamiento. Es decir, acometer todo un proyecto de (re)construcción profunda, por

imposición, en los campos ético, moral, teórico, estético, artístico y material de todo

aquello que supusiera “la naturaleza del ser español” bajo su propia óptica. Era el momento

de hacer renacer a la nación española espiritual y moralmente. Y la arquitectura sería un

bastión esencial como para ello.

2. Objetivos e hipótesis

El presente trabajo se propone como principal objetivo tratar el tema de la arquitectura que

se intentó levantar durante la posguerra española a manos del franquismo, como

consecuencia de sus ambiciones como régimen en las que se incluye la apropiación de toda

forma artística y cultural.

Para ello, en primer lugar, se realizará un acercamiento al lenguaje arquitectónico al

que aspiraban los arquitectos afines al régimen, así como cuáles fueron sus propuestas para

lograr una nueva arquitectura que fuera sólo española y representante de la nueva situación

política, a los designio de la cual su profesión debía servir. Se analizarán dos fuentes

primarias que pueden ser consideradas como el punto de inicio para conseguir un lenguaje

arquitectónico propio del franquismo, el llamado Nuevo Orden. Unido a ello, se conocerá la

historiografía que se ha dedicado a tratar el tema de la arquitectura del franquismo con el

objetivo de acercarnos a ciertas cuestiones que tuvieron incidencia en la arquitectura de

9 Juan Antonio Ramírez (1981), “Imágenes para un pueblo (connotaciones, arquetipos y concordancias en la

iconografía de posguerra)”, en Antonio Bonet, et al. (1981), Arte del franquismo (Madrid: Cátedra) p. 226. 10

Mª Isabel Cabrera (2012), “El pasado como condición: discurso artístico e identidad nacional durante el

primer franquismo”, en Mª Pilar García, et al. (2012), Historia, restauración y reconstrucción monumental en

la posguerra española (Madrid: Abada) p. 47.

Page 6: ¿Un nuevo lenguaje arquitectónico?

6

posguerra.

En segundo lugar, se analizará uno de los organismos oficiales creado por las

mismas fuerzas sublevadas que se alzaron en 1936, el cual tomaría importancia con la

dictadura de 1939: la Dirección General de Regiones Devastadas (DGRD). Se expondrá

cómo se organizaba y cuál fue tanto su papel como su modo de actuación en lo que respecta

a la arquitectura y el urbanismo dentro del contexto de la reconstrucción de posguerra

española. Para ello, se tomarán los artículos de su principal medio de difusión, la revista

Reconstrucción, así como la misma historiografía que se ha dedicado a la investigación de

esta materia. El objetivo es ahondar en distintas cuestiones, pero la principal es la de

conocer qué tipo de arquitectura, en especial el tipo de vivienda, y qué trazados urbanísticos

de pueblos de nueva planta proyectó el poder a través de dicho organismo. Es decir,

veremos cómo se concibieron los distintos espacios arquitectónicos, cómo se relacionan

estos con el medio escogido, cuál era el propósito del régimen de dicho modelo con

respecto al ciudadano que lo habitese, y cuáles fueron sus fuentes de inspiración. En todos

estos puntos se tratará una cuestión ya analizada por cierta historiografia que es esencial

para el acercamiento que se pretende en el presente estudio. El régimen franquista intentó

mostrar mediante el discurso oficial y el uso de la retórica un rechazo constante hacia

construcciones acordes con el Movimiento moderno, con especial repudio hacia el

racionalismo tanto español como europeo. Además, también pretendía mostrar una ruptura

con postulados teóricos anteriores. Se pretende demostrar que dicha argumentación

defendida por el régimen no fue del todo cierta, puesto que en muchos casos se

enmascararon aportaciones constructivas racionalistas bajo un discurso tradicionalista y

ecléctico, como han demostrado diversos autores.

Page 7: ¿Un nuevo lenguaje arquitectónico?

7

Arquitectura durante la posguerra española

3. La victoria de 1939: ¿Hacia un Nuevo Orden?

Para las fuerzas que se levantaron el 18 de Julio de 1936 dando un golpe de estado, la

victoria del mes de abril de 1939 no suponía solo el fin de la contienda, sino que se abría

ante ellos un periodo en el que,“a sabiendas de que la paz que inauguraban no era de

concordia y convivencia con sus antagonistas”11

, tenían la oportunidad de emprender una

transformación absoluta de la cultura española según fueran sus anhelos. Los distintos

grupos políticos y sociales que componían el bando vencedor querían ver legitimados sus

valores ideológicos defendidos durante la guerra, y la arquitectura suponía el arte mediante

el cual podían verse materializados.12

En el mes de junio de 1939 se celebró en Madrid la Asamblea Nacional de

Arquitectos organizada por la Sección de Arquitectura de los Servicios Técnicos de F.E.T. y

de las J.O.N.S. Durante los cuatro días que duró el encuentro se reunieron arquitectos,

técnicos, otros profesionales e incluso hombres que habían pertenecido al bando

republicano, que mostraban ahora una total disposición a someter su profesión al servicio

del régimen. La lectura y el análisis del Texto de las sesiones celebradas en el Teatro

español de Madrid por la Asamblea Nacional de Arquitectos los días 26, 27 y 28 de junio

de 1939 (Fig. 1) junto con el Plan Nacional de Ordenación y Reconstrucción, el cual

resume las aportaciones del primer texto, es esencial para ver las propuestas que algunos de

los arquitectos afines al régimen creían convenientes para la nueva arquitectura de la

década de los cuarenta.13

Pero también sirve para acercarse a la retórica que muchos usaban

en un momento de exaltación patriótica y nacional derivada de su victoria.

La principal cuestión que habían de tratar era la de la reconstrucción material a nivel

nacional. Como se ha dicho al inicio, el paisaje de posguerra español estaba caracterizado

por la ruina, especialmente en los frentes de batalla dónde pueblos y barriadas enteras

habían quedado derruidos. Por ello, uno de los participantes de la Asamblea apelaba de este

modo a sus compañeros, incidiendo en la urgencia de la reconstrucción frente a la

exaltación y la retórica: “descendiendo un poco de las alturas, ¿habéis pensado en el

problema pavoroso de la proximidad del invierno en un Madrid totalmente destruido?”.14

11

Antonio Bonet (1981), “Espacios para un nuevo orden”, en Antonio Bonet, et al. (1981) p. 12. 12

Ibid. p. 11. 13

Ángel Isac (2012), “Un país devastado. Ciudades y arquitecturas ante la reconstrucción (1939-1956)”, en

Mª Pilar García, et al. (2012) pp. 23-24. 14

Gaspar Blein (1939), “Organismos”, en Texto de las sesiones celebradas en el Teatro español en Madrid

Page 8: ¿Un nuevo lenguaje arquitectónico?

8

La idea de la primacía reconstructiva era compartida por todos los ponentes, sin

embargo, y pese al toque de realidad que daba Cantó en la conferencia de Gaspar Blein, el

contenido ideológico que debía conllevar la reconstrucción copó gran parte del debate de la

Asamblea. Pedro Muguruza afirmaba que reconstruir no era levantar lo que ha sido

derruido, sino que, con una revisión previa, “la reconstrucción debe tener un sentido

revolutivo, ese sentido de cambio.”15

Una revolución reprimida por la guerra civil16

pero

que ahora volvía a imperar con la añadidura de tener el control bajo un régimen a todas

luces totalitario. Por lo tanto, aun la urgencia de la reconstrucción, era “imprescindible una

doctrina, una teoría, después un plan, y una organización perfecta para dar forma viva a esa

doctrina y a ese plan.”17

Para llegar a la doctrina que debía esgrimir la nueva arquitectura hubo una cuestión

compartida por todos los participantes que fue indiscutible desde el primer momento y que

debía marcar la nueva arquitectura: la oposición y el rechazo a toda construcción conocida

durante el período republicano. Incluso esto se extendía más allá del sector de los

profesionales de la arquitectura, de modo que consignas proclamadas por políticos, artistas

y teóricos afines al régimen dejaban muy clara su intención de seguir derrocando

culturalmente al bando republicano una vez hubiese terminado la guerra. El racionalismo,

asociado de una manera exageradamente simple al bando republicano18

, a lo que ellos

denominaban “la barbarie inmensa de los rojos"19

, debía ser reducido como forma de

legitimación de su poder:

Para que un país pueda ser grande, para que se pueda realizar esa revolución, esa reconstrucción en ese

proceso, es absolutamente indispensable hacer desaparecer infinidad de cosas y de hechos que son,

entre otras causas fundamentales, los que dieron lugar a que se produjese la guerra.20

por la Asamblea Nacional de Arquitectos los días 26, 27 y 28 de junio de 1939 (Madrid: Servicios Técnicos

de F.E.T. y de las J.O.N.S. Sección de Arquitectura) p. 102. 15

Pedro Muguruza (1939), “Ideas generales sobre Ordenación y Reconstrucción Nacional”, en Ibíd. p. 7. 16

Ibíd. p. 5.

17

Luís Gutiérrez (1939), “Dignificación de la vida (Vivienda, Esparcimiento y Deportes)”, en Ibíd. p. 41. 18

Domènech así lo afirma: “Establecer como premisa previa que la arquitectura representativa de la

República era racionalista es cierto a nivel simbólico, pero inexacto a nivel real, pues, tras una minoría

vanguardista, la base de la profesión y la estructura docente de las Escuelas de Arquitectura, etc., pertenecía a

una formación académica, resultado del poso cultural que desde el siglo XVIII estaba evolucionando”, en

Lluís Domènech (1978), Arquitectura de siempre: Los años 40 en España (Barcelona: Tusquets) pp. 10-11.

También se trata el tema en Roser Amadó y Lluís Domènech (1977), “Barcelona los años 40: arquitectura

para después de una arquitectura”, en VV.AA., Arquitectura para después de una guerra (1939-1949)

(Madrid: Museo de Arte Contemporáneo) p. 1. 19

Fernández Almagro (1940), “Reconstrucción de ciudades”, en La Vanguardia Española 11 de febrero de

1940. 20

Pedro Muguruza (1939) p. 7.

Page 9: ¿Un nuevo lenguaje arquitectónico?

9

Por extensión, la modernidad debía ser obviada y las influencias exteriores sólo

podían provenir de regímenes parecidos. En los discursos pronunciados por personalidades

del momento no solía faltar alguna referencia de desprecio hacia obras de Bauhaus o Le

Corbusier o en general al racionalismo arquitectónico al tratar de dar con el Nuevo Orden

arquitectónico:

El urbanismo […] es materia propicia al genio de la raza eminentemente realista, integrador y

jerárquico, que repugna la unilateralidad racionalista u oportunista francesa o inglesa, e impone

visiones totales.21

Por consiguiente, a España no le quedaba otra, y así lo quería el bando vencedor,

que buscar la inspiración en la tradición y la historia gloriosa de España, puesto que para el

propio Franco “nada que no fuera antiguo era distinguido”22

. La aceptación de los

principios básicos de la arquitectura clásica fue una de las corrientes que influyeron en la

arquitectura de posguerra y fue abiertamente acogida por numerosos falangistas. Hubo un

reconocimiento del Escorial como símbolo de un pasado imperial glorioso en el que España

debía de fijarse para emprender un certero futuro. Otros arquitectos preferían fijarse en un

tradicionalismo popular, como Muguruza, por ejemplo, que entendía que de una concepción

formal del tradicionalismo, basada en la mera imitación de formas regionales, debía irse a

un estilo conceptual.23

Por su parte, Víctor d’Ors creía que “sólo apoyados en nuestra

tradición podremos elevar a fórmulas imperiales, universales, enraizar en nuestra propia

sustancia, para luego, crecidos, volar.”24

La autarquía, por lo tanto, que caracterizaría la

España de posguerra, también se imponía en el ámbito arquitectónico y urbanístico -o al

menos sí en la retórica- del régimen franquista.

Como consecuencia de la destrucción mucha de la población durante la posguerra se

veía sin casa o sin unas condiciones mínimas de salubridad e higiene. No es de extrañar que

una de las principales demandas expuestas en la Asamblea fuera la de encontrar aquel

ejemplo de vivienda mínima que fuera orgánica, higiénica, salubre y funcional tanto para el 21

“Plan Nacional de Ordenación y Reconstrucción”, Servicios Técnicos de F.E.T. y de las J.O.N.S. Sección

de Arquitectura, 1939, en Gabriel Ureña (1979), Arquitectura y urbanística civil y militar en el periodo de la

autarquía (1936-1945): análisis, cronología y textos (Madrid: Istmo) p. 273. 22

Antonio Bonet (1981) p. 42. 23

José Manuel López (1995), Un modelo de arquitectura y urbanismo franquista en Aragón: la Dirección

General de Regiones Devastadas (1939-1957) (Zaragoza: Departamento de Educación y Cultura. Diputación

General de Aragón, 1995) p. 65. 24

Citado en íbid. p. 61.

Page 10: ¿Un nuevo lenguaje arquitectónico?

10

hombre del ámbito rural como el del urbano, a la vez que fuese ejemplo patriótico y

estandarte de la arquitectura oficial. El racionalismo, claro está, no podía reflejarse en

ninguna de las nuevas viviendas proyectadas por el régimen. Pedro Muguruza, en

referencia a Le Corbusier, así lo exponía:

Uno de los puntos fundamentales en el proceso de eliminación es la desaparición del concepto

puramente material de "maquina de vivir" que se iba dando a las viviendas, aniquilando el concepto de

hogar que les corresponde tener.25

La preponderancia de la mejora de la vivienda en el ámbito rural se hacía patente en

el debate, consecuencia de la ideología del régimen, la cual consideraba que “el fundamento

principal de la riqueza de cualquier país lo constituye siempre el suelo, la agricultura”.26

El

hombre que vive del campo era considerado como el ser moral, por oposición al hombre

urbano, el cual había sido corrompido por la industrialización.27

Este binomio tan simple,

basado en la asociación de moralidad, valores familiares, tradicionales y de apoyo al

régimen con el ámbito rural, y de corrupción, tanto social como personal, de individualismo

y de apoyo al bando republicano con la ciudad, fue uno de los baluartes ideológicos que de

forma constante vemos en numerosos escritos de la época. En la misma Asamblea, Pedro

Bigador, en presentación de su “Plan de Ciudades”, alentaba a los participantes a creer que

“nuestras ciudades guardan todavía la representación de un pasado mejor; tenemos en ellas

riquezas inagotables de espiritualidad28

” pese a que “un siglo de importación democrática y

liberal ha causado grandes lesiones.”29

Por consiguiente, era lógico que muchos arquitectos pusieran gran empeño en la

urbanización del campo, en “humanizarlos [...] hasta el fondo de su alma”30

, como afirmaba

Luís Gutiérrez Soto. Pero también en ruralizar la ciudad para traspasar la moral y la

tradición al hombre de la urbe, para “fundir el campo y la ciudad en una unidad superior y

más completa”.31

Como consecuencia a este pensamiento había que modificar también la antinatural

25

Pedro Muguruza (1939) p. 7. 26

Cesar Cort (1939) p. 19. 27

Víctor D’Ors (1937) p. 250. 28

Pedro Bigador (1939), “Plan de Ciudades”, en Texto de las sesiones…op.cit. p. 58. 29

Ibíd. 30

Luís Gutiérrez (1939) p. 43. 31

Víctor D’Ors (1937) p. 250.

Page 11: ¿Un nuevo lenguaje arquitectónico?

11

división administrativa de España basada en 50 provincias.32

César Cort dedicaba casi toda

su intervención en tratar de resolver esta problemática. Proponía un estudio topográfico y

geográfico para el aprovechamiento agrónomo y para conocer el mejor lugar de anclaje de

lo que él denomina los “núcleos vitales”, que no es más que “un elemento de vida dentro

de una comarca o de una población.”33

Y a partir de este previo estudio serían determinadas

qué estructuras son más adecuadas a nivel comarcal. Gutiérrez Soto, por su parte, también

estaba de acuerdo en una nueva división administrativa. Afirmaba que es en el Plan

Nacional donde debía quedar estipulada la clasificación de España en zonas, regiones y

comarcas. Gracias a esta división sería posible conocer la función de cada ciudad y cada

pueblo, ya que la unión de ambos formaría un organismo superior, siempre con un interés

en pro de toda la nación.34

Pero incluso iba más allá. Conocer la función de cada pueblo o

ciudad debía servir para hallar el tipo de vivienda idóneo para cada lugar, para llegar a la

llamada “célula tipo […], como parte integrante de un conjunto orgánico de la ciudad.”35

Con ello se conseguiría hacer desaparecer las características barriadas de obreros,

ensanches, y que la vivienda no fuera la que marcase la desigualdad de clase, sino que

estuviera adaptada a las necesidades que el entorno requería. Eso sí, todas las

especificaciones que debían ser reflejadas en el Plan Nacional al que Soto hacia referencia,

no iban más allá de la simple afirmación que él reiteraba, y es que España debía “apoyarse

necesariamente en la realidad natural geográfica”36

que se define en éste como “integración

de regiones y ésta a su vez de comarcas”37

, dejando que fuera competencia del Estado

definir los programas de estas nuevas realidades divisorias que debían caracterizar el

paisaje español.

El debate sobre el Nuevo Orden constructivo y arquitectónico también implicaba

transformaciones intrínsecas en la profesión de arquitectos. Para el nacionalsindicalismo era

indudable que ésta dejase de ser una práctica liberal e individual para someterse al designio

político y responder al interés colectivo de la nueva nación.38

La inventiva profesional y

artística quedaba así supedita al carácter del nuevo régimen y como parte de un engranaje

32

“Plan Nacional de Ordenación y Reconstrucción”, Servicios Técnicos de F.E.T. y de las J.O.N.S. Sección de

Arquitectura, 1939, en Gabriel Ureña (1979) p. 272. 33

César Cort (1939) p. 20. 34

Luís Gutiérrez (1939) p. 43. 35

Ibíd. p. 44. 36

“Plan Nacional de Ordenación y Reconstrucción”, Servicios Técnicos de F.E.T. y de las J.O.N.S. Sección de

Arquitectura, 1939, en Gabriel Ureña (1979) p. 272. 37

Ibíd. 38

Gaspar Blein (1939) p. 91.

Page 12: ¿Un nuevo lenguaje arquitectónico?

12

propagandístico. De este modo, la figura del arquitecto pasaba a ser entendida como artífice

de un organismo colectivo, como transmisor de una obra trascendental, superior, en la que

su creación no solo era la materia con la que se reconstruiría España, sino la que salvaría

moral y espiritualmente a la población.39

Para esta subordinación del arte a la política, el modo en que estaba organizada a

nivel estatal la arquitectura y el urbanismo también debía someterse a cambio, puesto que,

como se afimaba, “toda organización responde a una idea, a un fin, y éste debe ser

totalitario, dictador, nacional.”40

Se pedía así la unificación de todos los organismos que

previos a la victoria habían ido surgiendo para hacer frente a la destrucción. Gaspar Blein,

en su ponencia, era contundente y muy crítico con el despliegue de tantos organismos y el

peligro que ello conllevaba, afirmando que:

Son ya número apreciable […] los organismos creados por el Gobierno Nacional con miras a distintos

aspectos de la reconstrucción del país: Regiones Devastadas, Fiscalía de la Vivienda, Reconstrucción

de Madrid, Instituto de la Vivienda, que empiezan a funcionar liberalmente. ¿Por qué no decirlo si es

verdad, y verdad fecunda? Pues bien; pedimos aquí el decreto de unificación de esfuerzos para la

reconstrucción nacional, que haga fecundo el otro decreto de unificación política, preciso para la

Victoria de las Armas.41

Lo que se pretendía con ello era que la reconstrucción no pudiera dirigirse hacia

prácticas liberales ni de empresas privadas, principios opuestos al nacionalsindicalismo. Por

añadidura, la unificación permitía la anulación de cualquier posibilidad de variedad en la

arquitectura, lo que hacía de la reconstrucción la puesta en escena de la concepción

totalitaria a partir de sus patrones ideológicos y estéticos. Finalmente, dicha petición

culminaría en la creación de la Dirección General de Arquitectura en 1939 bajo el mando de

Pedro Muguruza. El control de la reconstrucción quedaba bajo la óptica de unificación de

esta nueva creación, de modo que las ensoñaciones utópicas del nacionalsindicalismo

parecían tener un posible medio de acción. Además, el hecho de que ésta perteneciese al

Ministerio de la Gobernación, reafirmaba lo que veníamos apuntando, y es que política y

arquitectura formaban un conjunto necesario para las aspiraciones del nuevo régimen.42

El último paso para completar todo lo que los arquitectos consideraban necesario en

39

José Manuel López (1995) p. 31. 40

Luís Gutiérrez (1939) p. 41. 41

Gaspar Blein (1939) p. 85. 42

Ángel Llorente (1995), Arte e ideología en el franquismo (1936-1953) (Madrid: Visor) p. 68.

Page 13: ¿Un nuevo lenguaje arquitectónico?

13

la Asamblea de 1939 para la nueva realidad de España, era que el designio político se

pronunciase y guiase el camino que debía tomar definitivamente la arquitectura para el

Nuevo Orden, con lo que se creía esencial la figura de un “arquitecto político” o “político

arquitecto”.43

Víctor d'Ors ya en 1938 afirmaba en Vértice lo siguiente:

La urbanización debe ser consecuencia […] de la realidad natural moldeada por la intención política,

que, a su vez, tiene que representar para justificarse la realidad espiritual del mundo al servicio de

intereses superiores. Y, a nueva política, nuevo urbanismo.44

Pero, ¿Cuál era la política a la que debía servir la nueva arquitectura una vez esta

estuviera bajo sus designios? Gaspar Blein, en consonancia con el nacionalsindicalismo,

tenía muy claro el revés que debía hacer la política y como consecuencia se pudiera llevar a

cabo una reconstrucción total a la que aspiraban arquitectos y teóricos:

La característica fundamental del nuevo Estado es la sustitución del concepto democrático, liberal y

materialista, de la vida del individuo y del Estado sin principio ni fin, por el sentido espiritual

corporativo y orgánico, que siempre tuvo la España grande, tradicional, imperial.45

Sin embargo, pese a peticiones tan claras como la de Blein y que, como hemos

visto, la Asamblea de Arquitectos parecía estar de acuerdo en lo relativo a someter su

profesión bajo el designio político, éste no parecía esclarecerse de forma tan contundente. Y

es aquí donde se encuentra el principal problema con el que toparían los arquitectos afines

al régimen que en 1939 se presentaban, con un fervor incondicional, a disposición del

régimen, y que tan acertadamente señala Gabriel Ureña:

Si la práctica arquitectónica y urbanística había de someterse a la Política era preciso saber si el

Régimen pensaba llevar a cabo una política económica corporativista, capitalista grosso modo o

intermedia entre ambas. Este va a ser el gran condicionante con que van a topar los arquitectos al

servicio del nuevo Estado.46

Una de las causas de esta falta de guía política puede derivarse de contradicciones

ideológicas que pudiera haber en el seno del poder, y es que éste no estaba compuesto por

43

Cesar Ccort (1939) p. 32. 44

Víctor D’Ors (1937) p. 251. 45

Gaspar Blein (1939) p. 84. 46

Gabriel Ureña (1979) p. 38.

Page 14: ¿Un nuevo lenguaje arquitectónico?

14

un conjunto homogéneo y unitario, una sola fuerza, sino por distintos grupos político-

sociales que habían apoyado a los sublevados durante la guerra. Como grupo diverso, estos

no siempre tuvieron las mismas ambiciones políticas, y por extensión, estéticas y

arquitectónicas. La comunidad Tradicionalista, las F.E.T. y las J.O.N.S., modelos derivados

del fascismo y el nacionalsocialismo, el Ejército español, la Iglesia Católica, unido a los

“injertos liberales de influencia progresiva, especialmente en lo que atañe a la organización

de la vida económica.”47

Estas eran las fuerzas vivas del franquismo que, según la etapa en

la que se encuentre la dictadura, podían tener más o menos influencia en función de los

intereses del régimen.48

Con un conjunto alejado de la homogeneidad de la falange y pese a

la aparente unidad de ideas de la Asamblea -que no está ausente de divergencias- el fin

político del que debían derivar las bases arquitectónicas y urbanísticas para una

reconstrucción española de posguerra se presentaba como menos poco evidente. Tampoco

hay que olvidar, y no deja de tener su importancia, que el interés artístico de Franco era más

bien limitado y, al fin y al cabo, para él el arte suponía un aditivo del poder, por lo que no lo

consideraba más que una simple ornamentación.49

Pero el franquismo supo aprovechar la divergencia de sus fuerzas en un primer

momento para paliar cierta vaciedad y las contradicciones ideológicas que lo

caracterizaban50

, de modo que se solía hacer referencia a términos como “Nuevo Orden” u

“Estilo Imperial” sin llegar a conocer cuál era el camino exacto para llegar a estas

consignas. Franco supo hacer que el dicho Nuevo Orden “fuese adaptable, se plegase con

facilidad a las diferentes aspiraciones de los distintos grupos sociales […] a la par que

servía de fachada para enmascarar el vacío ideológico de estas clases”.51

De este modo, la

figura del “Caudillo invicto” puede ser entendida como elemento en el que se recogen todos

los sectores que conformaron el Poder, y el incondicional apoyo a su persona les permitía

perpetuarse como fuerzas vencedoras y competir e intentar imponer los deseos de unas

sobre las otras.52

Como hemos dicho, si hubo algo que caracterizó al régimen de Franco, fueron

ciertas contradicciones ideológicas que tendrían un reflejo en las nuevas construcciones. En

47

Juan Antonio Ramírez (1981) p. 226. 48

Ramírez realiza un estudio global de las etapas del franquismo según la escala de poder que Franco permitía

a una u otra de las fuerzas a partir de las imágenes emitidas por el régimen, ya fueran fotografías, revistas,

arquitectura o medios educativos. Para un conocimiento completo de la cuestión, véase Ibíd. pp. 225-260. 49

Antonio Bonet (1981) p. 42. 50

Juan Antonio Ramírez (1981) p. 227. 51

Antonio Bonet (1981) p. 42. 52

José Manuel López (1995) p. 52.

Page 15: ¿Un nuevo lenguaje arquitectónico?

15

relación con ello y con la correspondencia entre los dos textos analizados, con lo que se

hizo y se dejó de hacer por parte del poder, es relevante que finalmente el Plan Nacional de

Ordenación y Reconstrucción derivado de la Asamblea de arquitectos no llegó a

realizarse53

, de modo que mucho de lo que se debatió en ella podía ser obviado por el

Poder.

El revisionismo que empezó a tratar el tema que podemos denominar como

“arquitectura franquista”, una vez terminada la dictadura, ha afirmado de forma unánime

que no puede decirse que se alcanzase una poética constructiva que reflejase unos valores

ideológicos claros del régimen de Franco.54

Pese a ello, hay dos cuestiones que no pueden negarse. La primera, que pese a la

falla antes apuntada por Ureña que supondría para el devenir de la arquitectura franquista la

falta de una política clara en el sentido de búsqueda de un Nuevo Orden unitario, junto con

las contradicciones ideológicas que caracterizarían el seno del propio poder, no faltaron

propuestas de arquitectos, teóricos y artistas que trataron de hallar un Nuevo Estilo

arquitectónico representante del Nuevo Orden. Esta búsqueda implicaba atender a toda la

arquitectura oficial, ya fuera monumental, el tipo de vivienda para nuevas barriadas o las

ideas que debía haber tras un nuevo trazado urbanístico, de un pueblo o de una ciudad.

Aunque muchas de ellas se vieron relegadas al orden de las ideas, en su conjunto muestran

una voluntad de expresar los valores del régimen según sus gustos, influencias y teorías, las

cuales debían ser asumidas como corpus teórico para la nueva arquitectura nacional que las

fuerzas sublevadas se habían propuesto desde el Alzamiento de 1936. Se llevasen a cabo o

no, lo cierto es que muchos autores se dedicaron a dicha búsqueda. Ernesto Giménez

Caballero, Luis Moya Blanco, Diego de Reina de Muela, Pedro Muguruza, Víctor D'Ors,

incluso muchos que habían proyectado importantes obras racionalistas, como César Cort,

53

Ángel Isac (2012) p. 25. 54

Algunos ejemplos son los siguientes. Carlos Sambricio afirma que la arquitectura del régimen no es “capaz

de proponer un nuevo paso, una síntesis de lenguaje que trasciende el nivel de la aportación individual y

queda institucionalizada al nivel de las ideas o de los símbolos.”, en Carlos Sambricio (1977) p. 2.; Lluís

Domènech afirmaba que “La posguerra […] no genera una arquitectura directamente e intimamente solidaria

con el Régimen vencedor y desgaja del tronco que podríamos llamar tradición moderna de la arquitectura”, en

Lluís Domènech (1978) p.9; Antonio Bonet remite a las contradicciones del propio régimen para entender este

hecho, “la realidad y el deseo son dos cosas distintas, y el fracaso de la arquitectura de posguerra, sea

falangista oficial, hay que juzgarlo desde sus afanes y ambiciones, desde la concreción de su economía y

desde su incidencia en la realidad social”, en Antonio Bonet (1981) p.19; José Manuel López, en la misma

línea, afirma que “la pretendida y nunca lograda arquitectura imperial española no pretendía ser otra cosa que

la manifestación grandilocuente de la capacidad del Estado Nacionalsindicalista de poder emprender grandes

empresas (…). La arquitectura deberá readaptarse al momento histórico que ha elegido el franquismo como

punto de referencia” y su “incapacidad política por determinar un esquema exclusivo, conllevaba al Estado a

aceptar todo, siempre que hubiera una alusión al carácter tradicionalista del mismo,” en José Manuel López

(1995) p. 52.

Page 16: ¿Un nuevo lenguaje arquitectónico?

16

son sólo algunos de los nombres destacados. Como igual de importantes fueron todos

aquellos oyentes de la Asamblea de Arquitectos de 1939 que mostraban una voluntad de

ejercer su profesión bajo nuevas directrices. Como resultado, tenemos una serie de obras

teóricas que, aunque en algunos casos son dispares y más bien parecen responder a las

influencias de cada autor, durante los primeros años del régimen y el periodo autárquico

“adquirieron un cuerpo teórico y lograron, institucionalmente, la hegemonía como

ideología constructiva.” 55

La segunda cuestión es que, como se ha apuntado ya, la ruina asolaba el país. Por lo

tanto, la reconstrucción de zonas diezmadas es un hecho que debían asumir los arquitectos

de forma incuestionable. Personas de ambos bandos, hubiesen apoyado una u otra causa o

simplemente se hubiesen visto bajo un contexto de guerra, necesitaban de nuevas obras. En

la misma Asamblea, aquel participante que apelaba a la urgencia de dicha cuestión,

mostraba su interés particular en ello, pues su propia casa estaba medio derruida. Se

consiguieran o no los objetivos que el bando se propuso mediante la reconstrucción, lo

cierto es que afrontar el problema de la ruina dejó marcado el paisaje español y su estudio

debe ser realizado para entender la arquitectura española de posguerra.

4. Reconstrucción: la obra de la Dirección General de Regiones Devastadas

Para llevar a cabo la reconstrucción del país, cuestión de más primacía según lo expuesto en

la Asamblea, se creó la Dirección General de Regiones Devastadas56

, aunque su fundación

debe remontarse a Enero de 1938, momento en el que el Gobierno de Burgos dictó la Ley

Orgánica de la Administración Central del Estado. En ella se incluía el denominado

Servicio de Regiones Devastadas y Reparaciones, dependiente del Ministerio del Interior57

y futura DGRD, que tenía como objetivo emprender los primeros pasos hacia una

unificación de tareas reconstructivas que tanto servicios municipales como estatales

empezaban ya a realizar en estas fechas de una forma inconexa.58

Su temprana creación se

debe a que, después de un año y medio de iniciarse la guerra civil española, a principios de

55

Gabriel Ureña (1979) p. 14. 56

A partir de aquí se usará en el presente trabajo las siglas DGRD como diminutivo de “Dirección General de

Regiones Devastadas”. 57

“Organismos del Nuevo Estado: La Dirección General de Regiones Devastadas y Reparaciones.”

Reconstrucción 1, 1940, p. 2. 58

Carlos Forcadell y Alberto Sabio Alcutén (ed.) (2008), Paisajes para después de una guerra: el Aragón

devastado y la reconstrucción bajo el franquismo (1936-1957) (Zaragoza: Institución Fernando el Católico.

Diputación de Zaragoza) p. 151.

Page 17: ¿Un nuevo lenguaje arquitectónico?

17

1938, el país mostraba un paisaje desolado tras la desaparición del frente del norte y con los

frentes estabilizados de Madrid, Aragón, Extremadura y Andalucía59

, por lo que se hacía

patente que de algún modo había que realizar una obra de desescombro y reconstrucción.

Su invención no era novedosa, puesto que ya existían organismos de esta índole como

resultado de la destrucción causada por la Primera Guerra Mundial. De hecho, su nombre

proviene del llamado Service des Régions Dévastées que se estableció en Bélgica en

1919.60

Finalmente, en septiembre de 1939 se creó la Dirección General de Arquitectura

que concretaría, en agosto del mismo año, las funciones de Regiones Devastadas al elevar

el organismo a Dirección General.61

El último paso para completar el funcionamiento del

servicio se realizó en marzo del mismo año cuando se creó el llamado Instituto de Crédito

para la Reconstrucción Nacional, el cual tenía como función la concesión de créditos para

las obras.62

Es a partir de entonces, cuando el marco legal de actuación de la DGRD estuvo

determinado, que su función quedaba acotada a la “reconstrucción de aquellas poblaciones

que, dado su alto grado de destrucción, no disponen de medios materiales, humanos

económicos ni técnicos como para hacerlo por sí mismas.” 63

Para realizar dicha tarea su organización estaba basada en un esquema jerarquizado

y complejo, donde la Dirección General suponía el primer eslabón. Por debajo, se

organizaban una Técnica, encargada de temas que tuvieran relación con la construcción, y

una Secretaría General, más bien vinculada con temas administrativos, de personal, etc. Lo

esencial es conocer que su organización interna se regía mediante secciones y negociados y

su funcionamiento se articulaba a nivel estatal a partir de oficinas comarcales.64

(Fig. 2)

En cuanto a su modo de actuación, no todas las realizaciones fueron iguales.

Tomando como referencia la clasificación hecha por Manuel Blanco en Arquitectura en

Regiones Devastadas65

, las intervenciones de la DGRD pueden diferenciarse por la

incidencia de obra realizada según el grado de destrucción que la población hubiera sufrido.

De este modo, se aprecian intervenciones que fueron “parciales” u otras denominadas de

“nueva ordenación”, o lo que es lo mismo, de nueva planta.66

59

Ibíd. 60

Javier García-Gutiérrez (2003), “El regionalismo y la Dirección General de Regiones Devastadas”, en

Carlos Sambricio, Un siglo de vivienda social: 1903-2003 (Madrid: Nerea) p. 255. 61

“Organismos del Nuevo Estado…”, op. cit. p. 2. 62

Ibíd. 63

José Manuel López (1995), 28. 64

Organismos del Nuevo Estado…”, op. cit. p. 2. 65

Manuel Blanco (1987), “España Una”, en VV.AA. Arquitectura en regiones devastadas (Madrid: Centro de

Publicaciones. Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo) 1987, pp. 17-20. 66

Ibíd. p. 17.

Page 18: ¿Un nuevo lenguaje arquitectónico?

18

Las construcciones parciales pueden diferenciarse entre aquellas obras en las que se

hubo de modificar o añadir un grupo de viviendas, y entre aquellas en las que sólo se

construían ciertos elementos considerados como básicos para el régimen, como serían una

iglesia o un ayuntamiento.67

En cuanto al segundo caso, se consideraban necesarias obras

de nueva ordenación cuando el pueblo o ciudad presentaba un 75% de su volumen total de

habitabilidad, como se indica en el decreto fundacional de la DGRD.68

La población,

entonces, era adoptada por el Caudillo según la Ley dictada en Septiembre de 1939 69

; el

procedimiento empezaba con el desescombro y después se levantaba el nuevo trazado,

siempre y cuando no fueran pueblos construidos a pocos metros del tradicional en los que

se potenciaba un elemento que, como veremos, fue esencial para la propaganda del

régimen: la ruina.

4.1. La reconstrucción como política económica y política propagandística

Detrás del indudable cometido que la DGRD debía ejecutar, la reconstrucción, cabe

preguntarse si hubo otros objetivos que debían ser abordados por el organismo en beneficio

de cuestiones que no necesariamente tenían que ser constructivas en un sentido material del

término. Es por este motivo que, previamente, es necesario conocer la idea que tenía el

régimen de reconstrucción en general y desde qué perspectivas la abordaría, conociéndola

más allá de un sentido arquitectónico y urbanístico. Algo también importante es saber hasta

qué punto en esta reconstrucción se llegó a materializar lo demandado por los arquitectos

de la Asamblea de 1939 y lo expuesto en Plan Nacional de Ordenación y Reconstrucción.

El primer hecho a tener en cuenta es que, en contraposición a la falta de guía

política a la que antes apuntábamos en relación con un Nuevo Orden -entendido éste como

base para una nueva arquitectura que rija cualquier tipo de construcción del régimen- en la

reconstrucción de zonas en ruina sí se aprecia un cierto designio político. La diferencia

estriba en que en este caso la política aplicada no partía de supuestos arquitectónicos, de

manera que se pudiera establecer un lenguaje constructivo acorde con los supuestos

ideológicos del régimen, sino de principios económicos, de tal modo que la reconstrucción

fue entendida como aquella que debía “sentar las bases de una estructura económica

67

Ibíd. 68

“Organismos del Nuevo Estado…”, op. cit. p. 2. 69

Ibíd.

Page 19: ¿Un nuevo lenguaje arquitectónico?

19

nueva”70

, reorganizándose tanto las relaciones de producción como los medios.

Por consiguiente, se admite que el estudio de la reconstrucción española de

posguerra no debe ser abordado desde un punto de vista puramente arquitectónico, es decir,

sólo intentando comprender cuáles fueron las fuentes de inspiración para los arquitectos del

momento y si hubo ruptura, continuidad o enmascaramiento respecto al Movimiento

moderno que había en Europa y con respecto a periodos anteriores a la guerra civil–

cuestiones así mismo fundamentales–, sino que también debe ser entendida como aquel

mecanismo capaz de redirigir los medios de producción siendo estos los que debían

sustentar la economía durante los primeros años de dictadura.71

Cabe apuntar que el debate

sobre la arquitectura de posguerra cobra este giro en su estudio a partir de la publicación de

Ignasi Solá Morales en la revista Arquitectura el año 1976.72

Aceptando todo lo expuesto hasta ahora, ¿Cuál era aquella estructura económica que

se esperaba imponer mediante el aprovechamiento de la incuestionable reconstrucción del

país? La respuesta, en consonancia con lo que suponía la divergencia de elites mandatarias

que componían el poder franquista, no estuvo ausente de confrontación. Como ocurriría en

muchas otras cuestiones, el interés de una clase proveniente de la alta burguesía por

perpetuar un poder económico a partir de la industrialización y la exportación, se oponía a

uno de los pilares básicos de la ideología nacionalsindicalista basado en que la agricultura

fuese el sostén del país73

, retomando el debate suscitado en la Asamblea en favorecer el

campo en detrimento de la urbe. Como apunta de forma explícita Carlos Sambricio, prueba

de dicha confrontación sería la petición de París Eguilaz, secretario del Consejo Económico

Nacional, de tratar con urgencia la cuestión de la industria para una nueva infraestructura,

ya que los principios económicos expuestos por la Falange sólo ponían el acento en el

problema de la agricultura al considerarla el único motor de la economía española del

Nuevo Estado.74

Finalmente, tal y como señala Javier García-Gutiérrez, la opción de escoger una u

otra vía para inferir una nueva estructura económica del régimen no tenía por qué ser

70

Carlos Sambricio (1977), “<<... ¡Qué coman república!>>: Introducción a un estudio sobre la

reconstrucción en la España de la Postguerra”, en VV.AA. Arquitectura para después de una guerra (1939-

1949) (Madrid: Museo de Arte Contemporáneo) 1977, p. 21. 71

Lluis Domènech (1987), “Corrientes de la arquitectura española contemporánea”, en VV.AA. Arquitectura

en regiones…op.cit. p. 62. 72

Ignasi Solá (1976), “La arquitectura de la vivienda en los años de la autarquía”, Arquitectura 199, pp. 1-23. 73

Carlos Sambricio, et al., (1980), “Arquitectura”, en Historia del arte hispánico. VI. El siglo XX. (Madrid:

Alhambra) p. 82. 74

Ibíd.

Page 20: ¿Un nuevo lenguaje arquitectónico?

20

disyuntiva. 75

“El desarrollo agrario […] como paso previo al industrial”76

sería como

finalmente se desarrollaría la política reconstructiva de posguerra durante los años de

autarquía.77

Las causas de este enfoque económico serían variadas, como pudieran ser

“reorganización del capital, imposibilidad de exportación, utilización de mano de obra

barata, castigo ejemplar a las ciudades”78

, etc. Lo que es evidente es que, además de la

idealización del campo por parte del nacionalsindicalismo aceptado por el régimen, el

contexto tanto nacional como internacional pudo jugar un papel determinante en la

definición que se toma de la economía para los años de autarquía. El país estaba asolado

por la ruina, y la hambruna de los años cuarenta sería uno de los dramas de la década;

Europa estaba en la coyuntura bélica de la Segunda Guerra Mundial, con el agravante que

aunque Franco se presentaba como neutral mostraba su simpatía hacía el bando del eje que

perdería la guerra en 1945. Frente a tal panorama, puede considerarse que la economía de

autarquía que hemos definido, vendría impuesta por un contexto global.79

Sin embargo, una

historiografía más actual apunta a que, si bien no deja de ser cierta una influencia del

contexto en la economía del régimen en sus primeros años, también hubo una voluntad

intencionada por parte de Franco hacia el aislacionismo frente a un panorama internacional

que ha cambiado radicalmente.80

Sea como fuere, la realidad es que la actuación de la DGRD iría dirigida hacia una

política agrícola entendida como sostén del proceso industrializador de la economía

española, y es en este punto, que se ha considerado una diferencia esencial entre el

franquismo y el nacionalsocialismo en la concepción económica de ambos regímenes en

relación con la arquitectura:

La idea […] de la ciudad de la autarquía en España debe entenderse más como la definición de un

núcleo agrícola dependiente de la gran ciudad que como el bloque industrial que caracterizó a la ciudad

alemana, suficiente por sí misma y con una vinculación distinta por cuanto que su misión no era

facilitar bienes de consumo a la gran ciudad, sino producir unos bienes industriales coordinados por la

política exportadora del estado.81

75

Javier García-Gutiérrez (2003) p. 257. 76

Ibíd. 77

Para conocer en profundidad la cuestión de la economía durante la autarquía véase Manuel Tuñón de Lara,

et al. (1898), El primer franquismo. España durante la segunda guerra mundial. V Coloquio sobre Historia

Contemporánea de España dirigido por Manuel Tuñón de Lara (Madrid: Siglo XXI de España Editores) pp. 3-

207. 78

Lluis Domènech (1987) p. 62. 79

Carlos Sambricio (1977) p. 21. 80

Carme Molinero y Pere Ysàs (1992) p. 40. 81

Carlos Sambricio (1977) p. 22.

Page 21: ¿Un nuevo lenguaje arquitectónico?

21

Entender, por lo tanto, la arquitectura bajo supuestos económicos permite la

comprensión de cómo la concebía el régimen como medio para inundir una nueva

estructura. Solá Morales lo expone de la siguiente forma:

Esclarecer las relaciones entre la reorganización de base que se opera desde 1939 en el capitalismo

español y la arquitectura […] da la posibilidad de entender la capacidad que los instrumentos de la

arquitectura poseen y las virtualidades que de los mismos se desprenden.82

Otra de las ópticas bajo las que se definiría la reconstrucción de la DGRD sería la de

propaganda. En este hecho es significativo apuntar que dentro de la organización interna de

la Dirección hubo una sección denominada Negociado de Prensa y Propaganda que se

ocupaba de las ceremonias de inauguración de obras y de darlas a conocer a través de

distintos medios de difusión, como pudieran ser las exposiciones nacionales, carteles,

folletos, etc.83

, los cuales apuntan ya al carácter propagandístico que recibirían las nuevas

construcciones.

El principal y más destacado de entre sus medios fue la revista titulada

Reconstrucción (Fig. 3, 4, 5, y 6) publicada por primera en marzo de 1940 y que duraría

hasta 1959, de carácter mensual y con el objetivo de “que se conozca, con la precisión de la

realidad, la importancia de los daños sufridos y pueda seguirse paso a paso la

reconstrucción de las mismas.”84

Como veníamos apuntando, pese a la claridad de este

enunciado, al analizar las páginas de Reconstrucción se advierte que más allá de una

función informativa uno de sus objetivos era puramente propagandístico, de modo que el

contenido de sus artículos presentan un marcado carácter ideológico y de adoctrinamiento.

La reconstrucción nacional es presentada en muchos de ellos como un proceso “de

salvación” gracias a las obras del estado franquista. La temprana creación del servicio,

catorce meses antes de que acabase la guerra85

, es decir, cuando todavía no había sido

nombrado Dirección General, fue uno de los postulados propagandísticos aprovechados por

el régimen que iban unidos a la idea de reconstrucción. Se afirmaba que la primacía con la

que se había intentado paliar el problema de la destrucción demostraba que:

82

Ignasi Solá (1976) p. 4. 83

José Manuel López (1995) p. 41. 84

“Organismos del Nuevo Estado…”, op. cit. p. 5. 85

Ibíd. p. 2.

Page 22: ¿Un nuevo lenguaje arquitectónico?

22

Una vez más [demuestra] nuestro Caudillo no sólo su fe inquebrantable en el triunfo definitivo de la

Causa, sino también la clara visión con que ya entonces preveía los problemas que el final victorioso

de la guerra iba a dejarnos planteados.86

Por el contrario, la destrucción era presentada como la acción opuesta a la

reconstrucción franquista y, por tanto, causada sólo por el bando enemigo. De oposiciones

tan simples como esta, destrucción marxista versus reconstrucción franquista, se servirá el

régimen para calar en la conciencia y el pensamiento del que lo leyera, y para transmitir una

de las tácticas políticas más características del franquismo: el paternalismo, hecho que ya

veíamos en la Asamblea de 1939.

Para la transmisión de los valores ideológicos del régimen en la revista, toma

especial importancia la imagen como complementariedad del texto. Es a través de ella que

se justifica la tarea enmendada y es la que da sentido al contenido. A menudo, se muestran

pueblos totalmente derruidos o en proceso de restauración; en otros casos se comparan

fotografías de poblaciones de antes y después de la contienda; y en algunos artículos la

imagen es casi más importante que el texto, llegando incluso a que lo escrito se limite a

aparecer como un gran titular que se sobrepone a la fotografía, más como un motivo

decorativo y propagandístico que como una simple referencia de localización.87

Un claro

ejemplo de ello son dos estampas publicadas en el mes de abril de 1940, en el primer

número, en el que se muestran imágenes del Alcázar de Toledo derruido (Fig. 7), dónde el

texto refuerza la idea de que la destrucción ha sido generada por el bando republicano, a la

vez que se ven fotografías del Santuario de Nuestra Señora de la Cabeza en la que ya se han

empezado las obras de reconstrucción asociadas al heroísmo del bando vencedor. (Fig. 8).

Un hecho a tener en cuenta, y que vemos a lo largo de toda la revista, es que en muy

pocas fotografía aparece la figura humana, evitando así que ésta fuera tomada como

referencia a escala y acentuando el carácter sobrecogedor y grandilocuente del edificio

fotografiado de modo que “se conseguía engañar al ojo del lector, quien,

inconscientemente, realizaba de las fotografías sólo la lectura que el régimen deseaba que

se hiciera.”88

La rendición de culto a la figura del Caudillo y su exaltación es otra de las claves

propagandísticas de la revista, observable tanto en los textos como a través de la fotografía.

86

Ibíd. 87

Silvia García (2010), “La revista Reconstrucción: un instrumento de propaganda el servicio del régimen”,

en María Pilar García, et al. (2010) p. 198. 88

Ibíd. p. 199.

Page 23: ¿Un nuevo lenguaje arquitectónico?

23

Su figura es presentada como artífice y máximo responsable de la transformación

reconstructiva de todo el país, a nivel arquitectónico y urbanístico, pero también moral y

espiritual, en consonancia con ideas expuestas en la Asamblea. En el mismo número que en

el caso anterior, un artículo dedicado a la reconstrucción del pueblo de Belchite muestra la

figura de Franco frente a las ruinas del pueblo devastado, jurando por una nueva

reconstrucción como homenaje al heroísmo de los caídos. (Fig. 9).

El caso de Belchite sirve también para ejemplificar otra idea que definirá muchas de

las actuaciones de la DGRD: el simbolismo de la ruina. La figura de Albert Speer,

arquitecto predilecto de Hitler y su “Teoría de los valores de las ruinas de una obra”89

son

cruciales para entender la propaganda que se realizó de la ruina en Regiones Devastadas, ya

que es quién principalmente la entendió y la potenció como elemento romántico capaz de

cristalizar la grandeza de un tiempo. En Megalomanía edificada90

, cuenta cómo para Hitler

las obras dejadas por un imperio atestiguaban la grandeza espiritual de éste a la vez que

podían despertar de nuevo la conciencia nacional del pueblo futuro. Y tal y como afirma, fue

al observar las instalaciones férreas de Nuremberg derruidas por la guerra, que advirtió que

“las obras de construcción moderna [...] no eran muy apropiadas para formar el puente de

tradiciones”91

de las que hablaba Hitler, de modo que vio en la ruina la posibilidad de

encarnar, de forma eterna, el espíritu nacional asociado a un pueblo.

La idea de Speer, por lo tanto, tuvo cabida en la reconstrucción española de

posguerra y hubo pueblos levantados por la DGRD en los que las obras no se realizaron

sobre el trazado del pueblo tradicional, sino a pocos metros de éste, resaltando la

importancia del pueblo derruido. La ruina fue entendida, al modo de Speer, como la

materialización de la heroicidad franquista, recordando lo ocurrido durante la guerra civil y

reforzando la yuxtaposición entre destrucción y reconstrucción a la que ya hemos apuntado.

Las ruinas de Belchite, como ocurrió en muchas otras ocasiones, serán recordadas en

artículos de la revista de forma recurrente como baluarte de la reconstrucción franquista,

apuntando al valor simbólico del pueblo derruido.92

(Fig. 10, 11, 12 y 13).

Cabe puntualizar que, aunque la influencia del nacionalsocialismo en este caso fue

decisiva para la reconstrucción franquista, el aprovechamiento de la ruina como recuerdo de

una guerra y como conmemoración a los caídos ya estuvo presente en la posguerra de la

89

Albert Speer, Memorias. Traducción de Ángel Sabrido. (Barcelona: Círculo de Lectores) 1970, p. 63. 90

Ibíd. 91

Ibíd. 92

Manuel Blanco (1987) p. 21.

Page 24: ¿Un nuevo lenguaje arquitectónico?

24

Primera Guerra Mundial. Casos como el de Ypres, Bélgica, plantearon “después de la

primera Gran Guerra el dejar como remanente elementos destruidos durante las contiendas

para recordar a los vivos el horror de la guerra.”93

Con todo, podemos ver cómo en la política reconstructiva no sólo se tuvieron en

cuenta postulados constructivos, en el sentido de cómo debía ser el lenguaje común de las

construcciones, sino también económicos y propagandísticos, principios asumidos por la

DGRD como parte de su legado. Pese a que es indudable, hay que tener en cuenta que

ambas funciones no fueron fácticas desde el nacimiento del organismo, como tampoco se

mantuvieron con igual primacía a lo largo de la obra reconstructiva. En este hecho, se ha

considerado determinante la influencia que ejercieron ciertos cargos que formaron parte del

organismo, quienes, al fin de cuentas, tenían una incidencia directa en la concepción de la

reconstrucción que debía definir las pautas de la obra de la DGRD.

En cuanto a la necesidad de asentar las bases políticas en relación con una nueva

forma económica, fue destacada la figura de Joaquín Benjumea94

, nombrado director

general cuando el organismo todavía se encontraba en una fase inicial, es decir, siendo aún

Servicio de Regiones Devastadas. En esta primera etapa reconstructiva lo que debía ofrecer

el servicio era, principalmente y como hemos visto, “sentar las bases de la nueva economía

planificando la colonización.”95

Ésta tarea, no obstante, pasó principalmente a manos del

Instituto Nacional de Colonización a partir de la elevación de Regiones a Dirección General

en 1939, aunque ésta también incidió en ella. Por el contrario, su enfoque hacia la

propaganda llegó con el nombramiento de Moreno Torres que fue director general hasta el

año 1950,96

quien afirmaba que “lo primero que hay que reconstruir es la idiosincrasia. No

basta con devolver hogares y sanear los medios rurales de España. Es necesario que

cambien las costumbres.”97

Estas dos líneas de actuación, representadas por Benjumea y por Torres, se

mantuvieron a lo largo de la existencia de Regiones Devastadas y, de hecho, si algo la

caracterizó, fue una pluralidad de alternativas, por lo que no todos sus técnicos estuvieron

siempre de acuerdo con los criterios de Torres. 98

93

Ibíd. 94

Carlos Sambricio (1977) p. 23. 95

Ibíd. 96

Javier Pérez y Manuel García (1994), El siglo XX. Persistencias y rupturas (Madrid: Silez) p. 166. 97

Citado en Carlos Sambricio (1977) p. 23. 98

Ibíd.

Page 25: ¿Un nuevo lenguaje arquitectónico?

25

4.2. La reconstrucción desde el punto de vista del lenguaje arquitectónico

Para conocer la idea de reconstrucción de la DGRD es indudable que, además de lo

expuesto hasta ahora, debe ser abordado un estudio de toda su obra desde un punto de vista

artístico, puesto que un lenguaje arquitectónico determinado es, en definitiva, lo que

intrínsecamente permitirá materializar tanto los supuestos de una reconstrucción económica

para el asentamiento de una nueva infraestructura, así como los más puramente

propagandísticos. Para acercarnos a dicha cuestión se usará como fuente principal la ya

nombrada Reconstrucción, así como todas las fuentes historiográficas dedicas a estudiar la

obra de Regiones Devastadas, pero previo a este estudio hay que tener en cuenta las

siguientes consideraciones.

En primer lugar, que la revista Reconstrucción no es un mero muestrario de planos y

fotografías de las obras realizadas, sino que la teorización y la reflexión sobre temas

relacionas con el urbanismo y la arquitectura en general es una de las partes importantes de

su contenido. Hay numerosos artículos dedicados a tratar temas como el estilo

arquitectónico nacional, la teorización de la vivienda, su aspecto, los materiales

constructivos de posguerra, etc. Todos ellos componen las orientaciones principales que,

supuestamente, debían ser asumidas por los técnicos de la DGRD. Además, en

determinados aspectos constructivos que se desprenden de los artículos de Reconstrucción

se aprecia la influencia de los principales teóricos que ya marcaban unas posibles pautas

para el Nuevo Orden en la Asamblea de 1939, como Víctor D’Ors o César Cort, pero

también otros como Gabriel Alomar.99

En segundo lugar, que pese a que cada obra tiene una aportación individual del

arquitecto encargado del proyecto, en términos generales las principales influencias en la

DGRD fueron la concepción urbanística de Pedro Bigador en los trazados de los pueblos y

la de Gonzalo de Cárdenas, fundador de Reconstrucción, en las tipologías de viviendas.100

Bigador dejó su obra en numerosos escritos, e incluso en Reconstrucción aparecen artículos

escritos por él, lo que facilita la labor de contrastar su concepción urbanística con los

pueblos de la DGRD; por su parte, Cárdenas, aunque es considerado el “responsable

máximo del enfoque conceptual y estilístico dado a los trabajos”101

, no plasmó su

concepción en una obra escrita de peso como haría aquél, aunque se afirma que buena parte

de su teoría puede verse en el discurso que realizó en la II Asamblea Nacional de

99

Para conocer los postulados de cada uno en concreto, véase José Manuel López (1995) pp. 5537-550. 100

Carlos Sambricio (1977) p. 25. 101

Lluís Domènech (1987) p. 55.

Page 26: ¿Un nuevo lenguaje arquitectónico?

26

Arquitectos celebrada en 1940 en Madrid bajo el nombre de La reconstrucción nacional

vista desde la Dirección General de Regiones Devastadas.102

Ambas figuras serán tratadas

con más atención en los siguientes apartados en relación con la obra del organismo.

En tercer lugar, que tanto en arquitectura como en urbanismo, del mismo modo que

ocurría en las ponencias de la Asamblea de 1939, se aprecian numerosos escritos en la

revista que toman como punto de partida, o como hecho incuestionable, la oposición al

Movimiento moderno europeo nacido a principios del siglo XX. El racionalismo es de

nuevo asociado al periodo republicano y las construcciones de la Dirección son siempre

vendidas como un proyecto de mejora insuperable de todo lo edificado hasta el momento.

En relación con esta cuestión, la historiografía surgida poco después de la dictadura fue la

que empezó a poner en duda que el régimen rompiera con un lenguaje característico de

distintas manifestaciones de un lenguaje moderno, así como con concepciones gestadas en

España durante los decenios anteriores a la guerra civil. Autores como Carlos Sambricio,

Ignasi Solá Molales, Lluís Domènech o Antón Capitel, entre otros, fueron los que abrieron

el debate de la arquitectura franquista proponiendo esta posible continuidad.103

Algo que

ayuda a respaldar esta idea es que debe tenerse en cuenta que los poblados proyectados por

la DGRD no deben ser entendidos como obras realizadas por nuevos arquitectos o técnicos

adeptos al régimen que trasladan en sus construcciones una nueva concepción teórica, sino

que muchos de ellos se formaron durante el periodo anterior a la guerra civil, e

independientemente de si fueron simpatizantes del bando nacional o el bando republicano,

su obra quedaría contextualizada dentro del franquismo pero su formación no se dio durante

este período.

4.2.1. La arquitectura de Regiones Devastadas

La arquitectura de la DGRD puede estudiarse de forma global por presentar unas

características comunes en todas sus actuaciones, siempre teniendo en cuenta aportaciones

formales singulares como resultado de la formación y el gusto del arquitecto que estaba a

cargo de cada programa. De la obra arquitectónica en general podemos observar dos tipos

102

José Manuel López (1995) p. 551. 103

Para conocer algunos de los escritos en los que se defiende esta hipótesis véase Carlos Sambricio (1977)

pp. 21-33, Carlos Sambricio, et al. (1980) pp. 3-124, Ignasi Solá (1976) pp. 1-23, Antón Capitel (1977), Lluís

Domènech (1978). Frente a ellos, se oponían autores como Tomás Llorens y Helio Piñón. Para conocer los

textos originarios que dieron lugar a la confrontación entre estos últimos con Carlos Sambricio y Ignasi Solá,

véase Ángel Urrutia (2002) pp. 249-280.

Page 27: ¿Un nuevo lenguaje arquitectónico?

27

de actuaciones básicas que se concibieron bajo ópticas distintas, cada uno con un lenguaje

arquitectónico singular: el grupo de edificios representante de los poderes del Estado y los

arquetipos de la vivienda rural, a la que dedicaremos todo un apartado.

En el primer caso, se incluyen la iglesia, el ayuntamiento y el cuartel de la guardia

civil.104

La apariencia de cada uno de estos edificios venía impuesta por su función y, en

efecto, fueron los edificios del poder los que muestran un lenguaje común a nivel nacional

por ser considerados como elementos básicos en todo poblado según el ideario

nacionalsindicalista. Los elementos compositivos de estos edificios fueron tomados por la

DGRD y redefinidos bajo su propio estilo, no en base a cómo fueron originariamente sino a

cómo debían haber sido según su criterio.105

Esta deliberada repetición de formas

arquitectónicas para mostrar estamentos de poder comunes en todo el régimen, es lo que

llevó a Manuel Blanco, quien describió tal actuación, a afirmar que dichas tipologías eran

elementos intercambiables entre los nuevos pueblos de la DGRD, creando así una

“verdadera imagen de estado político-religioso-militar”106

y suscitando la idea de “España

Una”107

en cuanto a arquitectura oficial y representante del poder se refiere. De este modo,

vemos repetidos ayuntamientos, cuarteles de la guardia civil, iglesias –tanto la planta como

sus elementos configurativos– a lo largo del paisaje de posguerra español con el sello

característico de Regiones Devastadas (Fig.14, 15, 16, 17, 18 y 19).

El segundo caso, la vivienda rural, merece un estudio mucho más detallado que se

realiza a continuación al ser sin duda uno de las actuaciones definitorias de la DGRD.

Conocer cómo fue concebida esta tipología por el organismo y qué papel jugó en la

sociedad en cuanto a arquitectura del régimen es una de las cuestiones fundamentales para

ahondar en el tema de la arquitectura de posguerra española. Además, lo tratado en este

apartado servirá también para una mayor comprensión de la concepción teórica de los

trazados urbanos de la Dirección.

4.2.2. La vivienda rural

La concepción de vivienda rural proyectada por la DGRD no está al margen de la tesis de

continuidad que hemos señalado con anterioridad por cuanto no es concebida desde

104

Manuel Blanco (1987) p. 29. 105

Ibíd. p. 28. 106

Ibíd. p. 31. 107

Ibíd. pp. 17-40.

Page 28: ¿Un nuevo lenguaje arquitectónico?

28

concepciones nuevas; como principal fuente de comprobación sirven de nuevo numerosos

artículos de Reconstrucción. Para ahondar en dicha idea, además, se toman en especial los

ya nombrados estudios de Solá Morales, Sambricio y Domènech108

, pero también las

aportaciones de Francisco Javier Monclús y José luis Oyón.109

El motivo de esta elección se

debe a que estos se oponen a la idea de un total estancamiento en las concepciones de la

arquitectura franquista afirmando un “continuismo” no sólo en las formas que se retoman

de los años anteriores al régimen110

, sino -y aquí está la importancia de la cuestión de la

vivienda rural- por considerar que, en el campo de las técnicas de proyección de esta

tipología, “la experiencia de Regiones Devastadas constituye un hito fundamental en el que

culminan, y a la vez se matizan, numerosas bases técnicas maduradas en el proyecto de la

vivienda rural en años anteriores.”111

Técnicas que, como veremos, efectivamente, son

visibles en las proyecciones de viviendas y conforman una línea de continuidad con los

correspondientes antecedes históricos durante la etapa anterior a la guerra civil.

En Reconstrucción se apunta en diversas ocasiones que, en efecto, es la vivienda

rural la que más atención va a recibir por parte del equipo técnico de la Dirección112

precisamente por la economía del régimen basada en una industria agrícola. Asimismo, su

valorización no está ausente del tono propagandístico de las publicaciones, de modo que se

la considera como la que debiera ser la gran obra del régimen por dar hogar a toda familia

desamparada por la guerra. Con ello, se habría conseguido dar “el paso más firme en la

restauración económica y social de la Patria.”113

Pese a tales afirmaciones, el alcance real

de la magna obra de reconstrucción de viviendas rurales fue algo limitado en comparación a

cómo era vendida por parte del poder114

y al rico debate que suscitó su concepción durante

la autarquía.115

En este sentido, sí fue Regiones Devastadas el organismo que más realizó

un tratamiento teórico de la vivienda rural116

, motivo por el cual se le dedican numerosas

artículos en Reconstrucción. Aun así, se debe tener en cuenta que el debate acerca de la

tipología de la vivienda, ya no sólo rural sino en general, no es un tema novedoso del

109

Francisco Javier Monclús y José Luis Oyón (1987), “Vivienda rural, regionalismo y tradición agrarista en

la obra de Regiones Devastadas”, en VV.AA. Arquitectura en regiones…op.cit. pp. 103-120. 110

Ibíd. p. 103. 111

Ibíd. 112

Luis Prieto (1941), “El proyecto y el buen uso de la vivienda”, Reconstrucción 17, pp. 23-24. 113

Ibíd. p. 26. 114

Francisco Javier Monclús y José Luis Oyón (1987) p. 103. 115

Gabriel Ureña (1979) p. 66. 116

Francisco Javier Monclús y José Luis Oyón (1987) p. 103.

Page 29: ¿Un nuevo lenguaje arquitectónico?

29

régimen.117

Su tratamiento por parte de los arquitectos, si bien empieza a tener cabida a del

siglo XX, no es hasta los años veinte que, para la mejora de vida del campesinado, empieza

a considerarse la cuestión de la vivienda rural como punto de reforma necesario.118

En

efecto, en Reconstrucción se afirma que la falta de atención de la vivienda rural no se debe

a los desastres de la guerra, sino que es una realidad remota.119

Remontando, por otra parte, a lo que llamaríamos los antecedentes históricos que

servirían de base para la maduración de la obra de la DGRD, el artículo denominado

Contribución al estudio de la casa rural, publicado en 1929120

, se ha considerado como el

primer documento relevante para acotar los antecedes teóricos que usaría la DGRD años

más tarde. La idea principal que se desprende es la de considerar la mejora de la vivienda

unida a un entorno también favorable y reformado bajo supuestos de higiene y

modernización.121

Lo que conlleva el cambio hacia esta consideración de una mejora global

de todo lo que va unido a la cuestión particular de la vivienda, es la introducción en este

campo del estudio de técnicas que hasta el momento sólo estaban bajo trabajo de

agrónomos, como pudieran ser arquitectos o médicos, tal y como apuntan Monclús y

Oyón.122

De las obras concretas influyentes en la obra del régimen, destacar la trascendencia

que se ha considerado que tienen los proyectos presentados en el concurso de poblados en

las zonas regables de Guadalquivir y Guadalmellato.123

Por otro lado, también fundamental

el concurso que ganó Fonseca, junto con otros dos arquitectos participantes, en 1935

convocado por el ministerio de Trabajo sobre la vivienda rural en 1935.124

La figura de

Fonseca, quien estuvo a cargo del INV (Instituto Nacional de Vivienda), debe ser tenida

muy en cuenta para entender la concepción que tuvo la DGRD sobre la vivienda rural, al

considerar que el programa de la vivienda dependía directamente de la economía agrícola

117

Para tener una visión panorámica y clara de la evolución de la cuestión, conociendo los avances y

retrocesos que se realizan en la tipología de la vivienda social desde principios del siglo XX hasta nuestros

días, véase Carlos Sambricio (ed.) (2003), Un siglo de vivienda social: 1903-2003, Tomo I (Madrid: Nerea)

pp. 25-27. 118

Francisco Javier Monclús y José Luis Oyón (1987) p. 104. 119

Luis Prieto (1941) p. 24. 119

Ibíd. 120

Francisco Javier Monclús y José Luis Oyón (1987) p. 104. 121

Ibíd. 122

Ibíd. 123

José Manuel López (1995) p. 54; Javier García-Gutiérrez (2003), p. 257. 124

Fonseca, José (1936), “La vivienda rural en España: estudio técnico y jurídico para una actuación del

Estado en la materia”, Arquitectura, pp. 12 -24, según se afirma en Francisco Javier Monclús y José Luis

Oyón (1987), p. 106.

Page 30: ¿Un nuevo lenguaje arquitectónico?

30

que se desarrolla en cada región.125

El regionalismo fue otro de los temas tratados anteriores al franquismo que tuvieron

influencia en sus nuevas construcciones, si bien, como veremos, con enfoques diversos.

Paralelo a un regionalismo historicista con la finalidad propia del romanticismo de buscar y

representar una arquitectura propia de una nación, región o un territorio concreto126

, a

principios de siglo hubo un enfoque arquitectónico regionalista distinto de esta línea que

tendría especial incidencia en la concepción de la vivienda rural. Éste, iba dirigido al

estudio de las viviendas regionales por comprender su funcionalidad según su disposición

en una zona y un terreno concretos.127

Es decir, teniendo siempre en cuenta qué tipología

era más útil en cada región, al ser considerada entendida como parte de todo aquello que

debía permitir un mayor rendimiento del trabajador que la habitaba. Torres Balbás128

y

García Mercadal129

fueron en España dos de los firmes representantes de la oposición a un

regionalismo historicista en favor de un estudio de la vivienda tradicional para conseguir,

de proyecciones venideras, el máximo rendimiento posible del campesinado. El resultado

pues de proyecciones funcionales y racionales, vendría impuesto por cuestiones económicas

y geográficas, de modo que se tendría en cuenta todos estos factores de una región natural

concreta. En estas dos líneas, se ha afirmado que fue decisiva la influencia tanto de

geógrafos franceses, como Albert Damangeon y Vidal de la Blache, así como de españoles

tales como Dantín Cereceda y Carreras Candi. 130

Conociendo por tanto unos antecedentes claros, el primer hecho que se advierte al

estudiar las viviendas rurales de la DGRD mediante los numerosas artículos dedicados al

tema en Reconstrucción, es una diferencia conceptual entre lo que es la tipología de fachada

de las viviendas y la tipología de plantas. En el primero caso, la fachada de las viviendas, se

impone una exaltación de lo regional en consonancia con aquel regionalismo historicista al

que se oponían Balbás y Mercadal. En Reconstrucción puede verse una exaltación continua

de lo folklórico, lo popular y lo tradicional como parte de una glorificación de lo regional.

El fin último era el siguiente:

125

Francisco Javier Monclús y José Luis Oyón (1987) p. 107. 126

Ibíd. 127

Ibíd. 128

Leopoldo Torres, “La vivienda popular en España”, en Francisco Carreras (1988), Folklore y costumbres

de España (Madrid: Merino) pp. 145-662. 129

García, Fernando (1930), La Casa popular en España (Barcelona: Gustavo Gili), 1981. 130

Para información detallada de cada una de sus aportaciones véase Francisco Javier Monclús y José Luis

Oyón (1987) pp. 107-108.

Page 31: ¿Un nuevo lenguaje arquitectónico?

31

El aspecto externo de las edificaciones ha de contribuir a realzar el estilo local mantenido a través de

muchas generaciones; unas veces para que el pueblo no pierda su carácter, y otras para desterrar el mal

gusto que ha llevado al campo la imitación banal de lo que se hace en la ciudad.131

Esta exaltación de una decoración tradicional o popular se ve reforzada

principalmente por una serie de artículos reiterativos que se publican en muchas de los

números de la revista, llamados de forma genérica como “Detalles arquitectónicos”. (Fig.

20, 21 y 22). En ellos, se presentan detalles y elementos arquitectónicos, como podían ser

barandillas, campanarios, torreones, fachadas de ayuntamientos y un largo etcétera. Estas

secciones no eran un mero muestrario, sino que en ellas se hacía un recopilatorio de

modelos regionales llevado a cabo por las oficinas comarcales de la DGRD. Así “se

repetían aspectos formales y se conseguía una perfecta imbricación entre la arquitectura

anterior a la guerra y la generada después de ésta”132

, por lo menos en lo que a tipología de

fachada se refiere. De todos modos, en la revista, se insiste en que “lo popular” no supone

un estilo arquitectónico en sí, sino que es aquél que le da “carácter, manifestación

espontánea”133

a los pueblos de nueva planta, es aquello que permite que sean ajenos a “las

mutaciones caprichosas que el tiempo y la moda imponen a la arquitectura académica de

todos los países.”134

(Fig. 23, 24, 25 y 26).

Señalar que, si bien es cierto que la retórica de la mayoría de los artículos apunta en

esa dirección, podemos encontrar opiniones de arquitectos que arremeten contra la

abundancia de considerar válidos aspectos pintorescos y populares para las nuevas

construcciones, reafirmando el buen sentido de los principios racionalistas, lo cual

demuestra cierta contradicción entre los técnicos de la DGRD. Joaquín Vaquero, por

ejemplo, se posicionaba en contra del uso pintoresco del estilo arquitectónico, ya que si

bien un uso plausible puede resultar simpático, “cuando se produce en gran cantidad no es,

al fin y al cabo, sino un mal síntoma.135

Aun así, la opción de valorar lo popular en las fachas de las nuevas viviendas tenía

el sentido de proyectar conforme al valor ideal del nacionalsindicalismo de considerar el

campo como la utopía de lo tradicional y lo conservador.136

De este modo, se impone una

131

Luis Prieto (1941) p. 24. 132

García, Silvia (2010) p.198. 133

Luis Prieto (1941) p. 28. 134

Ibíd. 135

Joaquín Vaquero, “Arquitectura popular española. Pintoresquismo en la reconstrucción”, Reconstrucción

17, p. 13. 136

Luis Prieto (1941) p. 26.

Page 32: ¿Un nuevo lenguaje arquitectónico?

32

concepción tradicionalista del hogar español137

, concibiendo la vivienda de forma simbólica

como aquel reducto de educación cristiano y familiar,138

“centro espiritual y material de la

familia, núcleo primordial del Estado.”139

La casa deja de ser una simple máquina de

vivir140

-concepción a la que ya se oponían los ponentes de la Asamblea de 1939- y pasaba a

tener alma al ser considerada como “un organismo vivo.”141

La cocina, sería concebida

como el núcleo central representante de un hogar tradicional. (Fig. 27 y 28)

Si nos fijamos en la tipología de plantas, la concepción teórica es totalmente

distinta. Si bien es cierto que también se aboga un regionalismo para las nuevas

proyecciones, éste se encuentra más en la línea de un regionalismo funcional que del

historicista, contribuyendo a una continuidad entre las técnicas antes apuntadas.142

En

Reconstrucción hay continuos estudios de tipologías de viviendas típicas y tradicionales de

cada región española143

, pero no hay que caer en el error de creer que estos estudios tienen

el mismo sentido que en la búsqueda del estilo popular para las tipologías de fachada, sino

que en la línea de Fonseca, se pretende realizar un estudio de lo tradicional para que la

funcionalidad defina las proyecciones nueva, “pensando sólo en el propio bienestar.”144

Lo

tradicional es valorado para la tipología de planta como aquello que muestra el mejor

método arquitectónico para un mayor rendimiento y provecho de la dedicación

campesina.145

De este modo, en la tipología de planta “el carácter fundamental” de la casa

“radica en su disposición más que en los detalles decorativos.146

Además, el estudio

tipológico tradicional tiene como fin usar “los medios más sencillos y económicos”147

para

cada zona con tal de suplir la falta de materiales causados por un estado autárquico y la

economía de subsistencia propia de la posguerra. (Fig. 29, 30 y 31).

Con todo, cabe señalar una opinión positiva acerca de la revalorización que hace la

DGRD de un uso de lo tradicional. García-Gutiérrez opina que, a través de “Detalles

137

Gabriel Ureña (1979) p. 75. 138

Luis Prieto (1941) p. 24. 139

“Brunete. Reconstrucción del hogar”, Reconstrucción 13, p. 14. 140

Ibíd. p. 12. 141

Castillo de Lucas (1944). “La materialidad y el espíritu de la casa a través del refranero castellano”.

Reconstrucción 42, p. 155. 142

Francisco Javier Monclús y José Luis Oyón (1987) p. 111. 143

Algunos ejemplos serían Gonzalo Cárdenas (1941), “Arquitectura popular española: Las Cuevas”,

Reconstrucción 9, p. 30; José Rodríguez (1944), “Arquitectura popular en Ibiza”, Reconstrucción 40 p. 53;

Francisco Prieto (1943), “La vivienda en Andalucía Oriental”, Reconstrucción 30, p.39; Francisco Herández

(1943), “La vivienda en Andalucía Occidental y Extremadura”, Reconstrucción 30, 1943, p. 49. 144

Luis Prieto (1941) p. 23. 145

Francisco Javier Monclús y José Luis Oyón (1987) p. 115. 146

Luis Prieto (1941) p. 23. 147

Antonio Cámara (1941), “Construcción de la vivienda rural”, Reconstrucción 18, p. 20.

Page 33: ¿Un nuevo lenguaje arquitectónico?

33

arquitectónicos”, vistos con anterioridad, se logra de nuevo poner la atención en la

arquitectura popular como lo hicieron Torres Balbás y García Mercadal en lo que sería la

cultura arquitectónica previa a la guerra civil.148

Así, respecto a la obra de Regiones

Devastadas, afirma lo siguiente:

Si bien en ocasiones –y ahí la autoría de cada arquitecto- no rechaza un superficial pintoresquismo,

mira a la tradición desde el sólido argumento de la razón constructiva y es por completo ajena a los

eclecticismos regionalistas, que habían proliferado en las primeras décadas del siglo y habían llegado a

un callejón sin salida en los últimos años 20 con las grandes exposiciones de Barcelona y Sevilla.149

En relación con el próspero desarrollo de la vida rural, partes consideradas como

básicas para cualquier nueva vivienda de la DGRD eran la cuadra, el establo y el cobertizo

para el carro.150

Algo que también las caracterizaría sería que, en la mayoría de los casos,

todas las dependencias tuvieran acomodo al corral151

y que las medidas del carro y de los

animales se tendrían en cuenta para las proyecciones de plantas.152

(Fig. 32).

Pero, precisamente por presentar dichos elementos como parte de la casa, en la

vivienda rural de la DGRD se imponía un problema que por fuerza diferenciaba su

concepción tipológica con la de la vivienda de la ciudad, expuesto con claridad en

Reconstrucción: “el de la proximidad más o menos acusada entre personas y bestias; es

decir, el de la complicación que introduce en la salubridad de las viviendas el cuidado de

los animales domésticos.”153

Frente a esta problemática, se considerarían unos principios

comunes de higiene y salubridad en todas las tipologías de planta de las viviendas agrícolas

de la DGRD, introduciendo principios racionalizadores a las construcciones. En este punto,

retomamos de nuevo los ejemplos de las viviendas agrícolas para los pueblos de

Guadalquivir y Guadalmellato, considerados, como veíamos, como el referente directo en

que se basar las actuaciones de la DGRD en lo relativo a estas cuestiones. En dichos

anteproyectos se aportaron soluciones variadas por parte de diferentes arquitectos para la

problemática de la circulación y convivencia entre personas y animales. Algunas de ellas

serían las que señala López Gómez, como la de adaptar las tipologías de las viviendas de

148

Ibíd. p. 255. 149

Ibíd. p. 258. 150

Luis Prieto (1941) p. 25. 151

Ibíd. 152

Alejandro Allánegui (1943), “Divagaciones sobre arquitectura rural. La vivienda”, Reconstrucción 31, p.

94. 153

Luis Prieto (1941) p. 32.

Page 34: ¿Un nuevo lenguaje arquitectónico?

34

modo que hubiera distintas entradas ya fueran para animales o ganado, conectando estas

últimas de forma directa con las del corral.154

Consideraciones más novedosas serian, por

ejemplo, las de considerar la posibilidad de tener vías exclusivas para carros y animales y

otras sólo para personas, o la de contar con un poblado exclusivo de animales adherido al

de las personas.155

La solución formal a este problema dada por Regiones fue variada según cada caso

concreto, pero en todos los proyectos se optó por realizar una vivienda adecuada a tales

necesidades sin tener que inferir en una distinción en el trazado urbano. Así, en todas las

tipologías se acoplan las dependencias dedicadas a animales a la del bloque principal, en

vez de establecerse de forma separada156

, apuntando a criterios populares para esta elección

por ser más parecido a un prototipo tradicional157

, con lo que se descartaba la construcción

de un poblado animal apartado del de las personas.

Por último, si bien es cierto que se observa la misma solución formal al problema de

la higiene de los poblados en todas las comarcales de Regiones Devastadas -aunque con

pequeños cambios entre regiones debido al principio de seguir una estética acorde con la

arquitectura popular de la zona-, existen una serie de diferencias en tipologías de plantas

que apuntan a un principio que podría extrapolarse a las viviendas construidas por todos los

organismos del régimen: la diferenciación y estratificación social a través de la arquitectura.

Luis Rojo de Castro señala de forma particular cómo el régimen hace una diferenciación

social a partir de un criterio económico en construcciones realizadas en Madrid durante la

posguerra, ya fueran del Instituto Nacional de la Vivienda, la Dirección General de

Arquitectura o la misma DGRD.158

De este modo, el régimen dividía las tipologías según

fuesen para clases bajas, medias, suburbios, pero también viviendas para militares,

funcionarios, etc.159

La arquitectura estaría sirviendo entonces:

Para dar forma y estructura a este ambicioso plan sociológico, en el que cada uno ocupa la vivienda

que le corresponde según el papel que desempeña el funcionamiento del Estado, de acuerdo con los

particulares valores del régimen.160

Este hecho puede verse también en la actuación general de la DGRD, sin dejar de

154

José Manuel López (1995) p. 555. 155

Ibíd. 156

Alejandro Allánegui (1943) p. 94. 157

Gabriel Ureña (1979) p. 76. 158

Luis Rojo de Castro (2003), “La vivienda en Madrid durante la posguerra. De 1939 a 1949”, en Carlos

Sambricio (ed.) (2003) pp. 226-240. 159

Ibíd. p. 234. 160

Ibíd.

Page 35: ¿Un nuevo lenguaje arquitectónico?

35

haber una nueva contraposición en relación con este tema en Reconstrucción entre retórica

y actuación real. Mientras se afirmaba que no se hacía distinción económica en la

proyección de hogares ante las distintas familias desamparadas de hogar161

, la realidad es

que en lo relativo a vivienda rural puede extrapolarse tales diferenciaciones arquitectónicas

en las tipologías de plantas según una ordenación social bajo criterios de segregación del

régimen. En la vivienda rural de Regiones, esta diferenciación estamental no se traduciría

en un aumento de costes ni en un encarecimiento por usar materiales de mayor calidad162

,

sino que se vería reflejado formalmente en la proyección de plantas a través de dos

características principales: el número de corrales y el número de plantas presentes en la

vivienda. (Fig.33 y 34). Según estas características, se hacían casas de jornalero, labrador

modesto y labrador medio.163

Tomando el caso de Los Blázquez como ejemplo164

, mientras que las viviendas de

jornales construidos por la DGRD en 1940 muestran una tipología mucho más sencilla

basada en el uso de una solo planta, con la entrada del corral de forma lateral y compuestas

como casas aparejadas, las correspondientes a labradores son viviendas más elaboradas ya

que se componen de una doble planta, tienen una mayor entrada de luz y un múltiple uso de

bóvedas, que le dan un aspecto más sofisticado.165

Este ejemplo puede extenderse a todas

las poblaciones y también entre las viviendas para labrador medio o labrador modesto. (Fig.

35 y 36).

Con todo, podemos ver como en lo que a arquitectura de vivienda se refiera, se

tuvieron en cuenta principios racionalistas. Pese a ello, cabe puntualizar que aunque sé hay

esta influencia de principios tomados y diversificados en las expresiones del Movimiento

moderno, el caso español genera sus propias reglas en cuanto a dónde y cómo aplica estos

principios. Solá Morales así lo expone:

Estaríamos, pues, ante una situación –en cierto sentido invertida– de la ideología del movimiento

moderno en el campo de la arquitectura de la vivienda. Los modelos codificados, los métodos de

análisis y estratificación de los procesos de diseño serían afrontados con exigencia en un contexto

distinto de aquel en el que trabajó toda la vanguardia: en unos asentamientos rurales donde se trata de

161

Luis Prieto (1941) p. 22. 162

Gabriel Ureña (1979) pp.78-79. 163

Javier García-Gutiérrez (2003) p. 113. 164

Se toma el ejemplo expuesto por Ureña extrapolable a los demás casos de tipologías de plantas, en Gabriel

Ureña (1979) p. 77. 165

Gabriel Ureña (1979) p. 78.

Page 36: ¿Un nuevo lenguaje arquitectónico?

36

potenciar esta ruralidad y no cualquier concepción de la “granja fábrica” etc., pero también en una

ciudad sin urgencia de su crecimiento, sin la exigencia de la repetición y la cantidad.166

4.2.3. El urbanismo de Regiones Devastadas

Al analizar los trazados urbanos de la DGRD se observa que en su proyección se tomaron

como punto de partida las concepciones de Pedro Bigador. Éste entró en contacto con la

teoría urbana que imperaba en Europa durante los años treinta al trabajar como ayudante de

Secundiano Zuazo, figura clave del racionalismo español con obras como la prolongación

del paseo de la Castellana de Madrid, lo cual influenciaría de forma decisiva tanto en la

obra teórica como en las proyecciones de su discípulo.167

No sería el único caso, pero sirve

para mostrar que la tesis antes expuesta que respalda la influencia racionalista en los

poblados de la DGRD puede sustentarse con tales argumentaciones, que tienen más que ver

con la formación teórica de los implicados en las nuevas construcciones que con la mera

observación de estas. En las nuevas construcciones, postulados cercanos al Movimiento

moderno eran aceptados siempre y cuando la concepción de la proyecciones “no sirva a la

moda y se plantee, por el contrario, como una <<obra social>> en la medida en que

manifieste su relación con las masas.168

Para analizar de forma más detenida los trazados de la Dirección, es esencial tener

en cuenta los artículos titulados de forma genérica como “Reconstrucción” seguidos de la

población tratada. En ellos se suelen rememorar construcciones anteriores o exponer el

avance de las obras de un caso específico, normalmente, parciales. Pero si en ellos puede

seguirse una obra de la DGRD, en los llamados “Estudio de un pueblo adoptado” son

tratadas las reconstrucciones de nueva planta, lo que permite ver la concepción teórica

global que tenía la DGRD en sus proyecciones. Todos estos, presentan un mismo esquema

basado en una explicación histórica del lugar, la causas de la destrucción, seguido de un

análisis del entorno y una exposición de las características formales que debía contener la

nueva ordenación.

Si nos fijamos en el estudio preliminar del entorno para la posterior realización

constructiva, encontramos el primer contacto con prácticas presentes dos décadas anteriores

al régimen que, como veíamos, introdujeron otras técnicas, como la geografía, en la

166

Ignasi Solá (1978), p. 14. 167

Sambricio, Carlos, et al. (1980) p. 76. 168

Carlos Sambricio (1977) p. 25.

Page 37: ¿Un nuevo lenguaje arquitectónico?

37

importancia de la proyección de trazados urbanos. En el caso de los trazados, como afirma

López Gómez, este tema tuvo especial incidencia en el XI Congreso Nacional de

Arquitectos de Urbanismo de 1926 celebrado en Madrid169

, en el que las nuevas

construcciones debían ser determinadas por estudios de tipo social, económico, geográfico,

histórico, etc.170

En Regiones Devastadas fue Gonzalo Cárdenas quien expondría la

importancia de determinar el lugar idóneo de la nueva proyección:

El emplazamiento de una población nunca es arbitrario, sino que obedece a una serie de circunstancias

de carácter histórico, estratégico, geográfico o agrícola. Estudiado convenientemente el actual

emplazamiento desde todos los puntos de vista, se ve que, efectivamente, es acertado, y no hay

ninguna circunstancia que obligue a su modificación.171

Como ocurriría en este artículo dedicado a la reconstrucción de Guernica, la

mayoría de los poblados no fueron desplazados a otras zonas y el acertado emplazamiento

al que apunta Cárdenas venía impuesto por un motivo básico: evitar un flujo migratorio

hacia las ciudades mediante la fijación de los habitantes en su misma población,

potenciando las zonas rurales, tal y como se exponía en la Asamblea de 1939, para una

reconstrucción económica de autarquía basada en la “capitalización agraria.”172

Hubo, sin

embargo, poblaciones que sí fueron desplazadas, pero en estos casos no sólo se tuvo en

cuenta conservar las ruinas del pueblo tradicional como símbolo, sino que se intentó un

mayor aprovechamiento y rendimiento de la producción agraria de la zona.173

Bigador fue

quien reclamó de forma reiterada que a través del Plan Nacional de Reconstrucción se

evitase el éxodo rural, hecho que realizaría Regiones Devastadas. Así lo exponía:

Consecuencia natural de esta catástrofe es la huída de los vecinos en busca de la hospitalidad de los

pueblos de la comarca, dejando las tierras sin labrar, ya que su casa, el ganado de labor y los aperos se

perdieron en la lucha; y con esta emigración del vecindario la vida económica municipal languidece, y

por esta catástrofe, que supone la desaparición de la vida agrícola, se hace necesario acometer obras

que permitan mitigar el mal, pensándose en un principio en la construcción de tipo permanente dentro

169

José Manuel López (1995) p. 556. 170

Ibíd. 171

Gonzalo Cárdenas (1940), “Estudio de un pueblo adoptado: Guernica”, Reconstrucción 1, p. 25. 172

Luis Domènech (1987) p. 61. 173

Un ejemplo sería el caso de El Campillo al que apunta Jose Muanuel López Gómez que, a falta del número

original perteneciente a la fuente primaria, no se ha podido consultar de forma directa. En este caso, se

propuso la reconstrucción del pueblo a 150 km. de la población original para un mejor aprovechamiento de

los recursos agrícolas, aunque finalmente la propuesta fue rechazada. Véase José Manuel López (1995) p.

556.

Page 38: ¿Un nuevo lenguaje arquitectónico?

38

del plan de conjunto, con lo que se obtiene notoria economía.174

Este principio asumido por la DGRD como base para las nuevas reconstrucciones,

planteaba el problema de cuál debía ser la mejor configuración constructiva de los trazados.

En la Asamblea de 1939 ya se hacía patente atender a este problema y de hecho, aunque

hubo criterios compartidos por la mayoría de ponentes tal y como veíamos, esta fue una de

las cuestiones que tuvo un claro enfrentamiento. César Cort, en clara minoría, defendía en

su ponencia los criterios de ciudad liberal citando como ejemplo el caso de Cerdá, a lo que

se oponía de forma explícita Bigador en su “Plan de ciudades,” ya que el ensanche propio

de la ciudad industrial permitía la expansión territorial y la explotación del suelo, lo que

llevaría a la DGRD a aceptar esta teoría urbanística por parte de la Dirección.175

Así, vemos

como Bigador presenta su clara oposición a la idea de Cort en su Plan de Reconstrucción de

Madrid publicado en 1940 en la revista:

Lo típico del urbanismo socialista es a la división en grandes zonas, que, como la división de clases,

secciona la ciudad en partes simplistas y uniformes. La residencia industrial, la comercial, los espacios

libres; toda la población debe acudir en masa a estas zonas para cualquier uso. Y frente a este

extremismo, el opuesto de la libertad individual amplísima para disponer del suelo según la

conveniencia exclusiva de la iniciativa privada. 176

El resultado de querer mantener la población original en los mismos

emplazamientos, se traduciría formalmente en la construcción de pueblos cerrados hechos a

partir de la combinación de ejes direccionales177

que condicionaban el crecimiento

poblacional178

y hacían que fueran establecidas unas fronteras fijadas des del inicio de la

concepción de las proyecciones.179

Un prototipo claro de pueblo cerrado sería aquel que

presenta forma de T en su trazado, de modo que se evitarían perspectivas abiertas y las

distintas vías convergerían en un mismo punto central. Por el contrario, Manuel Blanco ya

observó que para una mayor adaptación topográfica, hay otro tipo de trazados en los que se

combinarían vías con forma de L, formato que les permitía tener una mayor obertura.180

(Fig. 37, 38 y 39).

174

J. Menéndez y J. Quijada (1940), “Estudio de un pueblo adoptado: Brunete”, Reconstrucción 2, p. 28. 175

Carlos Sambricio (1977) p. 23. 176

Pedro Bigador (1940), “Primeros problemas de la Reconstrucción de Madrid”, Reconstrucción 1, p. 19. 177

Para un estudio detallado de estos ejes direccionales véase Manuel Blanco (1987) pp. 21-26. 178

Carlos Sambricio (1977) p. 24. 179

Manuel Blanco (1987) p. 21 180

Ibíd. p. 24.

Page 39: ¿Un nuevo lenguaje arquitectónico?

39

A partir de esta concepción de trazados urbanos se desprende otra característica de

los poblados de Regiones que también fue tomada de las ideas de Bigador: la ordenación

del trazado mediante una jerarquización de los espacios, principio que diferenciaría a

Bigador de Zuazo.181

Siguiendo el patrón organicista defendido por Bigador182

, los nuevos

poblados quedan definidos por zonas según su función e incluso por su importancia dentro

de una jerarquía social.183

En el núcleo de la población encontramos el centro cívico,

revalorizado por el régimen como espacio sacralizado184

, en el que se encuentran los

edificios representantes de los distintos poderes a imagen del pensamiento del régimen,

como la iglesia, la casa del Partido, el Ayuntamiento o la Guardia Civil.185

Este núcleo

central se encuentra rodeado, o acompañado de forma paralela en el caso de los trazados

que no presentan la forma de T, por una retícula que conforma los distintos barrios. Como

reitera López Gómez, el centro cívico estaría presente del mismo modo en poblados

realizados por el Comité de Reforma, Reconstrucción y Saneamiento del periodo

republicano.186

Otra característica sería la asunción de principios de salubridad e higiene, en

consonancia con el Movimiento moderno, como cuestiones de primer orden en las nuevas

proyecciones. Estas son defendidas ampliamente en la revista por diferentes autores, pero

con Bigador como máxime representante, apuntando en estos casos a la importancia de la

pavimentación, ya que “el espíritu individualista de la raza se manifiesta en la ausencia de

cuidados al pavimento”187

, y el alcantarillado188

, como claves del urbanismo para obtener

una ciudad salubre e higiénica. Con esta importancia de principios higienistas que se da a

los trazados, se ha relacionado una vez más la influencia que tuvieron los anteproyectos

para los pueblos de Guadalquivir y Guadalmellato, en los que se soluciona el problema de

la higiene en las calles de los poblados dedicados a la agricultura y la ganadería adpantando

los trazados y las viviendas de manera que pueda darse una convivencia salubre e higiénica

entre animales y personas, del mismo modo que lo hará Regiones Devastadas.189

Por último, señalar que el abastecimiento de agua potable a pueblos nuevos fue la

181

Sambricio, Carlos, et al. (1980) p. 76. 182

Pedro Bigador (1940), p. 19. 183

José Manuel López (1995) p. 552. 184

Carlos Sambricio (1977) p. 24. 185

Ibíd. 186

José Manuel López (1995) p. 552. 187

Luis Caballero (1943), “La pavimentación en los pueblos adoptados”, Reconstrucción 29, p. 8. 188

Pedro Bigador (1940), p. 19. 189

José Manuel López (1995) p. 554.

Page 40: ¿Un nuevo lenguaje arquitectónico?

40

obra de ingeniería principal de la Dirección, buscando siempre formas y materiales más

económicos por la condición de la escasez que definió la autarquía a la que antes

apuntábamos.190

(Fig. 40, 41 y 42). De este modo, pueblos como Agramunt, Vilanova de la

Barca191

o Granadella192

, además de ver transformado el paisaje urbano de sus pueblos,

acaecieron la llegada de este tipo de obras, consideradas como “una de las máximas

aspiraciones de todo núcleo urbano […] ya que con ello no sólo se mejora la higiene y la

salubridad de sus moradores, sino que en general se eleva notablemente sus condiciones de

vida.”193

Con todo, podemos ver que, siendo consideradas las actuaciones de la DGRD como

obras intermedias entre el poblado tradicional agrícola y los racionalistas194

, en

Reconstrucción puede verse justificada su premeditada utilización de los postulados

modernos en los trazados urbanos, ya que se insiste que para las nuevas construcciones “se

tiene muy en cuenta que no pierdan los pueblos su carácter típico, tanto en su ubicación

como en su arquitectura”195

, obviando cualquier referencia explícita al hecho de tomar

como referencia ideas propias de la arquitectura moderna en la concepción urbanística

definitoria de los nuevos trazados. Si bien todos los proyectos presentaron dichos principios

y pueden guardar una imagen formal parecida, cada trazado dependerá en parte del gusto de

cada arquitecto y de la importancia de la adaptación al medio, por lo que presentan formas

varias. (Fig. 43-54).

Finalmente, si consideramos en global la arquitectura oficial, la vivienda rural y los

trazados urbanos, podríamos decir que el resultado de las consideraciones expuestas acerca

de la arquitectura agrícola darán lugar a una gran variedad de tipologías arquitectónicas de

vivienda desarrolladas durante el periodo autárquico196

, diferenciadas por el tipo de fachada

con un sentido popular, y por distintas tipologías de planta según consideraciones

geográficas y económicas. Sin embargo, todas ellas, junto a la arquitectura del poder y los

190

Ramón Escartín 81951), “Formas más económicas de los depósitos reguladores para abastecimientos de

agua”, Reconstrucción 109, pp. 143-152. 191

Ramón Escartín (1945), “Abastecimiento de agua en los pueblos adoptados en la provincia de Lérida”,

Reconstrucción 52, pp. 115-124. 192

Ramón Escartín (1947), “Abastecimiento de aguas en Granadella, Lérida”, Reconstrucción 75, pp. 285-

294. 193

Ramón Escartín (1945) p. 115. 194

Carlos Sambricio (1977) p. 24. 195

“Organismos del Nuevo Estado…”, op. cit. p. 2. 196

Gabriel Ureña (1979) p. 75.

Page 41: ¿Un nuevo lenguaje arquitectónico?

41

trazados urbanos, son considerados como “párrafos de un discurso unitario del Poder”197

,

contribuyendo a dar un lenguaje constructivo y arquitectónico propio de la DGRD.

Conclusiones

En el presente estudio se ha tratado de comprender cómo fue el lenguaje arquitectónico del

régimen franquista y qué papel jugó durante la posguerra a través de tres fuentes

principales: el Texto de las sesiones celebradas en el Teatro español de Madrid por la

Asamblea Nacional de Arquitectos los días 26, 27 y 28 de junio de 1939, el Plan Nacional

de Ordenación y Reconstrucción, el cual resume las ponencias del primero, y varios

artículos de la revista Reconstrucción, medio de difusión de la obra de la DGRD,

publicados entre 1940 y 1953. Tras el análisis de todas ellas, junto con la historiografía

dedicada al estudio de la arquitectura del franquismo, hay una primera conclusión que se

hace evidente: la contraposición entre una retórica exaltada a la que recurre el poder, y la

realidad constructiva que se acaba imponiendo durante el periodo tratado, la autarquía, en

las proyecciones reconstructivas de la DGRD.

Tal y como se ha apuntado en numerosas ocasiones, la ruina asolaba el país y se

imponía como principal elemento del paisaje de posguerra, presente en pueblos y ciudades

de los frentes de batalla. Tras su victoria, el bando nacional aprovechó esta coyuntura para

insistir en que uno de los objetivos claves que acometería el nuevo estado sería una

reconstrucción tanto material como moral, y en definitiva, de todos los ámbitos de la

sociedad española, en contraposición con la realidad del período anterior: la Segunda

República. La retórica exaltada basada en seguir derrocando culturalmente al bando

republicano, se extendió hasta el ámbito de la arquitectura, ya que ésta fue tomada por el

poder al ser entendida como aquella manifestación artística capaz de materializar los

supuestos ideológicos del imperante Nuevo Orden. Como se ha mostrado a lo largo del

trabajo, numerosas consignas afirmaban que el punto de partida que debía guiar la

búsqueda de una nueva arquitectura era el rechazo absoluto a la arquitectura moderna, en

especial al racionalismo, al ser considerada como vacua y falta de un sentido trascendental,

ya que su concepción era reducida a su mera función. Dicha corriente era asociada de forma

197

Ibíd.

Page 42: ¿Un nuevo lenguaje arquitectónico?

42

simpe a la cultura y la arquitectura que tuvo lugar durante la república, sin puntualizar que

ésta era sólo una realidad entre muchas otras. En consonancia con las ideas

nacionalsindicalistas de la Falange y de la F.E.T. y las J.O.N.S. de las que se servirá el

régimen en su primer estadio para su aparato ideológico, de las nuevas construcciones debía

emanar “el alma” que por tradición era eminentemente española, y la casa entendida como

la máquina para vivir, debía ser substituida por el “hogar” tradicional español. Es por todo

ello que la idea de una nueva arquitectura representante del Nuevo Orden tomaba fuerza

entre las consignas vitoreadas por parte de los arquitectos que desproveían de liberal su

profesión dejándola al servicio de la política. En este sentido, la intención inicial del

régimen es la de una revolución cultural por imposición de nuevos lenguajes formales que

debían responder al naciente Nuevo Orden.

Sin embargo, y aquí se ecncuentra la contradicción, las construcciones de la DGRD

demuestran que en la práctica se realizó todo lo contrario, o al menos sí se observa una

influencia de postulados propios de la arquitectura moderna. Si bien es cierto que muchas

de las ideas expuestas por los principales arquitectos del régimen, que hoy podemos recoger

en las fuentes nombradas, cristalizaron en una parte de la obra de la DGRD –como pudiera

ser el organicismo de Bigador en los trazados urbanos o la jerarquización de los espacios–

la idea de una nueva arquitectura representante del Nuevo Orden sin influencia racionalista

quedaría relegada al campo de la retórica. Aunque hay una serie de tipologías constructivas

representantes de los poderes estatales –iglesia, ayuntamiento, cuartel de la guardia civil–

que repiten sus formas a lo largo de las intervenciones con una reinterpretación por parte

del organismo, la realidad es que postulados teóricos del racionalismo se imponen en la

proyección de los nuevos trazados creados por la Dirección y en las viviendas rurales.

Como se ha mostrado en ambos casos de forma particular, esta contraposición

reiteraría la hipótesis defendida en un primer momento por Ignasi Solá Morales, Carlos

Sambricio y Lluís Domènech, así como posteriormente por Antonio Bonet Correa, López

Gomez, entre otros, basada en una imposibilidad de ruptura entre una arquitectura anterior

al régimen y otra creada por éste. Del mismo modo, comparto con ellos las posibles causas

que explicarían dicha imposibilidad. En primer lugar, que la formación de los arquitectos

del régimen fue durante el periodo anterior, como veíamos con el caso de Bigador, con lo

que sus influencias no eran ajenas al Movimiento moderno imperante en Europa y sus

distintas manifestaciones. En segundo lugar, que el contexto de miseria con el que se inicia

la posguerra no permite disponer de medios para que haya un rico debate acerca de la

Page 43: ¿Un nuevo lenguaje arquitectónico?

43

arquitectura, ni que exista un ambiente que propicie una circulación e intercambio de ideas.

Por lo tanto, podríamos concluir que en la obra de la DGRD no se produjo una ruptura

teórica y práctica con una arquitectura anterior al régimen, de modo que se haría patente

que no se consiguió una arquitectura uniforme representante del Nuevo Orden y

considerada eminentemente como franquista.

Cabe decir que, pese a que este ideal soñado no se consiguiera, la obra de la DGRD

es, desde mi punto de vista, un intento por parte del servicio técnico del organismo por

acometer objetivos variados que dan como resultado una serie de construcciones que no

deben ser desvirtuadas ni infravaloradas por estar inseridas en un contexto dictatorial. En

los trazados urbanos de pueblos de nueva planta y en las viviendas rurales se observa un

intento por traer a la población campesina principios de salubridad e higiene que mejorarían

de forma notable sus condiciones de vida. Además, como veíamos especialmente con las

viviendas rurales, hay una total disposición por parte de estos técnicos por realizar estudios

previos a las proyecciones, ya fueran topográficos, económicos, etc. para dar a las nuevas

construcciones un sentido funcional, siendo entendidas como herramientas capaces de

potenciar una economía agrícola y de subsistencia que defendía el régimen en un contexto

de autarquía. En este punto, subrayar que, en total acuerdo con Ignasi Solá Morales, el

enfoque constructivo que le da el régimen a los poblados de las zonas rurales a través de la

DGRD no debe ser estudiado sólo desde un análisis formal, sino que, precisamente, sus

proyecciones cobran sentido al entender que la arquitectura fue concebida, en este caso en

zonas rurales, como medio para desarrollar un modelo económico basado en la

acumulación del capital a partir del desarrollo agrario como forma previa a un posterior

desarrollo industrial. Por lo tanto, los estudios rigurosos que se realizan desde

Reconstrucción basados en la observación de la topografía, la economía de la zona, etc.

cobran especial importancia si se tiene en cuenta este hecho como objetivo del régimen que

este intentaría acometer a través de la arquitectura. Para ello, como hemos tratado, se

recuperaron técnicas que tomaron importancia a principios de siglo, así como

consideraciones constructivas como las de Fonseca, con el objetivo de conseguir una

máxima funcionalidad y rendimiento de las nuevas construcciones. De este modo,

volveríamos a apuntar que se hace patente el uso de un regionalismo funcional alejado de

un regionalismo tradicionalista ecléctico en el que se prima la forma en detrimento de la

función, aunque, como veíamos, se usasen elementos decorativos en la línea de un estilo

popular como forma de enmascaramiento de construcciones simples y funcionales.

Page 44: ¿Un nuevo lenguaje arquitectónico?

44

Precisamente por la patente continuidad con una arquitectura anterior a la dictadura

franquista, como ha afirmado parte de la historiografía tratada, la obra de la DGRD ha sido

considerada como aquella actuación que permite una continuidad entre un incipiente

racionalismo español nacido a principios del siglo XX con otros autores que lo retomarían

hacia los años cincuenta sin la presión de que ideología y arquitectura deviniesen una

misma realidad. Esta “falta de apariencia” que se hacía necesaria en la década de los

cuarenta, vendría impuesta por el contexto tanto internacional como nacional. Al

aislamiento autárquico y al intervencionismo del Estado, siguió una etapa de aperturismo

iniciada hacia la década de los cincuenta debido a que se produjo cierta aceptación de

dictaduras como la española por parte de los antiguos aliados, debido a un interés

geoestratégico para el desarrollo de la coyuntura bélica mundial. La etapa que empieza a

despuntar en esta fecha se ha podido comprobar que coincide con el fin de las publicaciones

de Reconstrucción (1953), hecho que no es casual. Con la progresiva llegada de un turismo

masivo que caracterizará la España de los años sesenta y los setenta, tanto las

reconstrucciones de zonas agrícolas, así como la difusión de sus proyectos como medio de

propaganda del régimen por mostrar un paternalismo con el campesinado, perdían sentido.

Esta consideración abriría la posibilidad de seguir profundizando en el tema de la

arquitectura franquista desde distintas líneas de investigación, en este caso, la corroboración

de cómo las construcciones de la DGRD influenciaron en un racionalismo español que se

abriría camino con el fin de la posguerra y del modelo autarquico.

Aun así, en acuerdo con los autores tratados, si bien no hay una ruptura, la

arquitectura en zonas rurales acometida por la DGRD durante el franquismo no puede ser

concebida como una manifestación más del Movimiento moderno. Como hemos visto,

principios racionales son proyectados por el régimen bajo su propia óptica, con sus propios

medios, técnicas, análisis –aunque no fueran novedosas– y, sobretodo, con un contexto

totalmente distinto: el campo. Por lo tanto, las construcciones de la DGRD no pueden ser

concebidas como un caso más, sino como una remodelación de principios racionales con

una clara intención de encubrir lo que, por oposición, se dibujaba desde obras teóricas o

desde la propia retórica de los mismos arquitectos.

Dicho todo esto, y llegando a unas conclusiones que están estrictamente en relación

con la idea principal del trabajo, es decir, la demostración de que no se produce una ruptura

arquitectónica, hay además una serie de consideraciones de carácter más general en relación

Page 45: ¿Un nuevo lenguaje arquitectónico?

45

con el régimen que, aunque muchas puedan ser obvias y conocidas, han ido cobrando

fuerza a lo largo del estudio.

En primer lugar, no puede decirse que el régimen franquista mostrase una

intromisión absoluta en las proyecciones de la DGRD. Ya fuera por una carencia de medios

y materiales que se hacía patente durante la autarquía, o por la falta de interés del propio

Franco en la arquitectura –del que cabe recordar que no era un ideólogo, sino un militar,

hecho al que apunta a menudo Bonet Correa como posible causa de una falta de guía

política para el Nuevo Orden– la realidad es que en lo que atañe a las construcciones de la

DGRD no pueda decirse que fuera totalitario, puesto que, de algún modo, hay una

aceptación de formas racionales mediante el uso de un enmascaramiento historicista o

ecléctico.

En segundo lugar, que el nuevo poder no estaba formado por un grupo uniforme,

sino por un amplio espectro de varios grupos unidos por el apoyo a la causa del

Movimiento. Este variado abanico fue aprovechado por el régimen dando más o menos

protagonismo a cada uno de ellos según cuales fueran los intereses del propio Franco o para

una mejor adecuación económica tanto al contexto nacional como internacional. Por

ejemplo, en la primera etapa del régimen a la que se ha ceñido el presente trabajo, la

autarquía, éste se sirvió de la ideología utópica y totalitaria de una de sus facciones

mandatarias, la del nacionalsindicalismo de la Falange y de la FET y las JONS, como

hemos apuntado. Se impuso entonces lo que podríamos denominar como la utopía

nacionalsindicalista basada en la potenciación de las zonas agrícolas para arropar y dar

fuerza al campesinado en detrimento de las ciudades representantes de la industrialización y

la revolución del proletariado, según se exponía en los propios escritos del régimen. Sin

embargo, como hemos dicho con anterioridad, cuando el contexto cambió el régimen tuvo

que remodelar tanto su retórica como su actuación para adecuarse a una nueva realidad. Es

por ello que, aunque sea evidente, la arquitectura y las manifestaciones artísticas reflejan

esta adecuación por parte del régimen y es a través de ellas que pueden entenderse los

cambios de ruta que se produjeron durante los años del franquismo.

Por último, que en definitiva la reflexión sobre arquitectura y poder, en este caso el

del franquismo, permite afirmar que no puede entenderse una manifestación artística propia

de una época determinada sin ahondar en otro tipo de cuestiones, como pudieran ser la

sociología, la economía o la política, siempre teniendo en cuenta fuentes elaboradas durante

el contexto estudiado por los propios protagonistas del periodo. En efecto, si bien es

Page 46: ¿Un nuevo lenguaje arquitectónico?

46

necesario un análisis de aquella arquitectura que proyecta el franquismo desde un punto de

vista del lenguaje, el entendimiento de su forma o de su medio no puede desligarse ni de un

porqué ni de un para quién, es decir, del significado que esta tiene tanto para aquellos que

la piensan como para aquellos que la habitan.

Page 47: ¿Un nuevo lenguaje arquitectónico?

47

Anexo: figuras

Fig. 2. Esquema Organizativo de la

Dirección General de Regiones

Devastadas. Reconstrucción 1, abril

1940, p. 2.

Fig. 1. Portada. Texto de las sesiones celebradas en el

Teatro español de Madrid por la Asamblea Nacional

de Arquitectos los días 26, 27 y 28 de junio de 1939.

Servicios Técnicos de F.E.T. y de las J.O.N.S. Sección

de Arquitectura, 1939.

Page 48: ¿Un nuevo lenguaje arquitectónico?

48

Fig. 3. Portada. Reconstrucción 2, mayo

1940.

Fig. 4. Portada. Reconstrucción 8,

enero 1941.

Fig. 4. Portada. Reconstrucción 8, enero

1941.

Fig. 6. Portada. Reconstrucción 48,

diciembre 1944.

Fig. 5. Portada. Reconstrucción 13, junio

1941.

Page 49: ¿Un nuevo lenguaje arquitectónico?

49

Fig. 7. “Toledo: El Alcázar”, Reconstrucción 1,

abril 1940, p. 16.

Fig. 8. “Santuario de Nuestra señora de la

Cabeza”, Reconstrucción 1, abril 1940, p. 17.

Fig. 9. “La Reconstrucción de Belchite”,

Reconstrucción 1, abril 1940, p. 10.

Page 50: ¿Un nuevo lenguaje arquitectónico?

50

Fig. 13. “Orientaciones sobre la

reconstrucción de Toledo”,

Reconstrucción 9, febrero 1941, p. 14.

Fig. 10. “El símbolo de las dos

Belchites”, Reconstrucción 1, abril

1940, p. 6.

Fig. 11. “La Reconstrucción de Belchite”,

Reconstrucción 1, abril 1940, p. 11.

Fig. 12. “Estudio de un pueblo adoptado.

Guernica”, Reconstrucción 1, abril 1940, p. 22.

Page 51: ¿Un nuevo lenguaje arquitectónico?

51

Fig. 14. Propuesta de la Plaza del Barrio del Tercio.

“La ordenación de las zonas adoptadas de Madrid”,

Reconstrucción 7, diciembre 1940, p. 43.

Fig. 15. Iglesia parroquial: perspectiva.

“Estudio de un pueblo adoptado: Seseña”,

Reconstrucción 9, febrero 1941, p. 24.

Fig. 16. Perfiles y perspectiva de la plaza del núcleo número 2.

“Ordenación del barrio de la carretera de Extremadura”, Reconstrucción

2, mayo 1940, p. 39.

Page 52: ¿Un nuevo lenguaje arquitectónico?

52

Fig. 17. Ayuntamiento. “Reconstrucción Amorebieta”,

Reconstrucción 17, noviembre 1941, p. 12.

Page 53: ¿Un nuevo lenguaje arquitectónico?

53

Fig. 18. Torres de Segre: Ayuntamiento. “Labor en la comarcal de

Lérida”, Reconstrucción 69, enero 1947, p. 25.

Fig. 19. Fachadas. “Casa cuartel de la guardia civil en las Rozas de

Madrid”, Reconstrucción 30, febrero 1943, p. 56.

Page 54: ¿Un nuevo lenguaje arquitectónico?

54

Fig. 20. “Detalles arquitectónicos”,

Reconstrucción 34, junio-julio 1943, p.

253.

Fig. 21. “Detalles arquitectónicos”,

Reconstrucción 40, febrero 1944, p. 85.

Fig. 22. “Detalles arquitectónicos”,

Reconstrucción 57, noviembre 1945,

p. 349.

Page 55: ¿Un nuevo lenguaje arquitectónico?

55

Fig. 23. Nuevas casas en Castilla, concebidas en el estilo sobrio de la meseta. “El proyecto y

el bueno uso de la vivienda”, Reconstrucción 17, noviembre 1941, p. 23.

Fig. 24. Primeras viviendas construidas. “Reconstrucción de Boadilla del Monte”,

Reconstrucción 33, mayo 1943, p. 201.

Page 56: ¿Un nuevo lenguaje arquitectónico?

56

Fig. 26. Viviendas. “El nuevo pueblo de Tablones (Granada)”,

Reconstrucción 53, mayo 1945, p. 148.

Fig. 25. Valsequillo. Chinero de una típica cocina “La vivienda en Andalucía

Occidental y Extremadura”, Reconstrucción 30, febrero 1943, p. 50.

Page 57: ¿Un nuevo lenguaje arquitectónico?

57

Fig. 27. Interior de la nueva

morada. Respeto a la tradición

y a las costumbres rurales.

“Brunete. Reconstrucción del

hogar”, Reconstrucción 13,

junio 1941, p. 17.

Fig. 28. Interior de la nueva

morada. “El proyecto y el

bueno uso de la vivienda”,

Reconstrucción 17, noviembre

1941, p. 27.

Page 58: ¿Un nuevo lenguaje arquitectónico?

58

Fig. 29. Purullena.

Casa característica, en

cuya distribución se

observa un gran sentido

arquitectónico.

“Arquitectura popular

española. Las cuevas”,

Reconstrucción 9,

febrero 1941, p. 31.

Fig. 30. Casa y sección de una vivienda en Purullena (izquierda);

Vivienda sencilla de bracero, Titulcia, Madrid (derecha).

Arquitectura popular española. Las cuevas” Reconstrucción 9,

febrero 1942, p. 35.

Page 59: ¿Un nuevo lenguaje arquitectónico?

59

Fig. 31. Lopera, Jaén. “Arquitectura popular española. Las cuevas”

Reconstrucción 9, febrero 1942, p. 36.

Fig. 32. Pequeña diferenciación de gálibo entre un carro (cargado no llega

a los dos metros de ancho) y a un jumento cargado. “Divagaciones sobre

arquitectura rural: La vivienda”, Reconstrucción 31, marzo 1943, p. 94.

Page 60: ¿Un nuevo lenguaje arquitectónico?

60

Fig. 33. Viviendas de campesino. Plantas.

“Reconstrucción del pueblo de

Guadarrama”, Reconstrucción 23, mayo

1942, p. 205.

Fig. 34. Viviendas de ganadero.

“Reconstrucción del pueblo de

Guadarrama”, Reconstrucción 23, mayo

1942, p. 204.

Page 61: ¿Un nuevo lenguaje arquitectónico?

61

Fig. 35. “Nuevas Viviendas para labrador (medio) en Corbera” Reconstrucción 37,

noviembre 1943, p. 385.

Fig. 36. “Viviendas para labrador modesto”, Reconstrucción 37, noviembre

1943, p. 385.

Page 62: ¿Un nuevo lenguaje arquitectónico?

62

Fig. 37. Pueblo cerrado en T. “Estudio de un pueblo adoptado.

Brunete”, Reconstrucción 2, mayo 1940, p. 27.

Fig. 38. Pueblo en L. “Número extraordinario

dedicado a la Exposición de la Reconstrucción

de España. Las Rozas”, Reconstrucción 3, Junio-

Julio 1940, p. 46.

Fig. 39. Pueblo en L. “Reconstrucción de

Belchite”, Reconstrucción 1, abril 1940, p. 13.

Page 63: ¿Un nuevo lenguaje arquitectónico?

63

Fig. 40. Depósito. “Abastecimiento de aguas en Granadella, Lérida”,

Reconstrucción 75, agosto-septiembre 1947, p. 285.

Fig. 41. Alzado Depósito regulador

en Agramunt. “Abastecimiento de

agua en los pueblos adoptados en la

provincia de Lleida.”Reconstrucción

52, abril 1945, p. 117.

Fig. 42. Depósito de Reserva en Agramunt.

“Abastecimiento de agua en los pueblos adoptados en la

provincia de Lérida.”, Reconstrucción 52, abril 1945, p.

115.

Page 64: ¿Un nuevo lenguaje arquitectónico?

64

Fig. 43. “Reconstrucción de Belchite”, Reconstrucción 1, abril 1940,

p. 12.

Fig. 44. “Estudio de un pueblo adoptado: Montarrón”, Reconstrucción 14,

agosto 1941, p. 9.

Page 65: ¿Un nuevo lenguaje arquitectónico?

65

Fig. 45. “Proyecto de

reconstrucción del

pueblo adoptado de

Boadilla del Monte”,

Reconstrucción 11, abril

1941, p. 30.

Fig. 46. “Proyecto de

reconstrucción del pueblo

adoptado de Boadilla del

Monte”, Reconstrucción

11, abril 1941, p. 31.

Page 66: ¿Un nuevo lenguaje arquitectónico?

66

Fig. 47. “Estudio de un pueblo adoptado: Piltres”, Reconstrucción 15,

septiembre 1941, p. 31.

Fig. 48. “Estudio de un pueblo adoptado: Piltres”, Reconstrucción 15,

Septiembre 1941, p. 32.

Page 67: ¿Un nuevo lenguaje arquitectónico?

67

Fig. 49. “Estudio de un pueblo adoptado. Brunete”,

Reconstrucción 2, mayo 1940, p. 26.

Fig. 50. “Número extraordinario dedicado a la Exposición de la

Reconstrucción de España: Brunete”, Reconstrucción 3, junio-

julio 1940, p. 34.

Page 68: ¿Un nuevo lenguaje arquitectónico?

68

Fig. 51. “Estudio de un pueblo adoptado. Guernica”, Reconstrucción 1,

abril 1940, p. 26.

Fig. 52. “Estudio de un pueblo adoptado. Guernica”, Reconstrucción 1,

abril 1940, p. 27.

Page 69: ¿Un nuevo lenguaje arquitectónico?

69

Fig. 53. Seseña. Término municipal y comunicaciones. “Estudio

de un pueblo adoptado: Seseña”, Reconstrucción 9, febrero 1941,

p. 20.

Fig. 54. “Estudio de un pueblo adoptado: Seseña”, Reconstrucción 9, febrero 1941, p. 21.

Page 70: ¿Un nuevo lenguaje arquitectónico?

70

Bibliografía

Álvarez, Ana Isabel (1999). Bibliografía artística del franquismo: publicaciones periódicas

entre 1936 y 1948. Madrid: Fundación Universitaria Española.

Baldellou, Miguel Ángel y Antón Capitel (1995). Arquitectura española del siglo XX.

Madrid: Espasa-Calpe.

Bayerri, Josep (1992). La reconstrucció de Tortosa: 1940-1957: actuació de l’organisme

estatal Direcció General de Regiones Devastadas en la reconstrucció de Tortosa i altres

pobles riberencs afectats per la Batalla de l’Ebre. Tortosa: Orde de la Cucafera.

Benevolo, Leonardo (1974). Historia de la arquitectura moderna. Barcelona: Gustavo Gili,

1987. Título original: Storia dell’architettura moderna.

Bohigas, Oriol (1978). Arquitectura i urbanisme durante la República. Barcelona: Dopesa.

_____ (1998). Modernidad en la arquitectura de la España republicana. Barcelona:

Tusquets.

Bonet, Antonio, et al. (1981). Arte del franquismo. Madrid: Cátedra.

Casar, José Ignacio y Julián Esteban (ed.) (2008). Bajo el signo de la victoria:

la conservación del patrimonio durante el primer franquismo (1936-1958). Valencia:

Pentagraf.

Cirici, Alexandre (1977). La estética del franquismo. Barcelona: Gustavo Gili.

Domènech, Lluís (1978). Arquitectura de siempre: los años 40 en España. Barcelona:

Tusquets.

Page 71: ¿Un nuevo lenguaje arquitectónico?

71

Forcadell, Carlos y Alberto Sabio (ed.) (2008). Paisajes para después de una guerra: el

Aragón devastado y la reconstrucción bajo el franquismo (1936-1957). Zaragoza:

Institución Fernando el Católico.

García, Mª Pilar, et al. (2010). Restaurando la memoria: España e Italia ante la

recuperación monumental de posguerra. Gijón: Trea.

_____, et al. (2012). Historia, restauración y reconstrucción monumental en la posguerra

española, Madrid: Abada.

Hobsbawm, Eric (2011). Historia del Siglo XX: 1914-1991. Barcelona: Crítica.

Llorente, Ángel (1995). Arte e ideología en el franquismo (1936-1951). Madrid: Visor.

López, José Manuel (1995). Un modelo de arquitectura y urbanismo franquista en Aragón:

la Dirección General de Regiones Devastadas (1939-1957). Zaragoza: Gobierno de

Aragón, Departamento de Educación y Cultura.

Molinero, Carme y Pere Ysàs (1992). El règim franquista. Feixisme, modernització i

consens. Valls: Eumo editorial.

Muñoz-Rojas, Olivia (2011). Ashes and granite: destruction and reconstruction in the

Spanish Civil War and its aftermath. Eastbourne: Sussex Academic Press.

Norberg-Schulz, Christian (1973). La arquitectura occidental. Traducción de Alícia

González. Barcelona: Gustavo Gili, 1999. Título original: Architettura occidentale.

Architettura come storia di forme significativa. 170-222.

Pérez, Javier y Manuel García (1994). El siglo XX. Persistencias y rupturas. Madrid: Silez.

Sambricio, Carlos (1977). “<<... ¡Qué coman república!>>: Introducción a un estudio sobre

la reconstrucción en la España de la Postguerra”. Arquitectura para después de una guerra

(1939-1949). Bajo la dirección de la Comisión de Cultura del Colegio de Arquitectos de

Page 72: ¿Un nuevo lenguaje arquitectónico?

72

Cataluña y Baleares. Madrid: Museo de Arte Contemporáneo. 21-33.

_____, et al. (1980). “Arquitectura”. Historia del arte hispánico. VI. El siglo XX. Madrid:

Alhambra. 3-124.

_____ (ed.) (2003). Un siglo de vivienda social: 1903-2003. Tomo I. Madrid: Nerea.

Solá, Ignasi (1976). “La arquitectura de la vivienda en los años de la autarquía”.

Arquitectura 199: 1-23.

Tuñón, Manuel, et al. (1898). El primer franquismo. España durante la segunda guerra

mundial. V Coloquio sobre Historia Contemporánea de España dirigido por Manuel Tuñón

de Lara. Madrid: Siglo XXI de España Editores.

Tusell, Javier (2005). Dictadura franquista y democracia, 1939-2004. Barcelona: Crítica.

Ureña, Gabriel (1979). Arquitectura y urbanística civil y militar en el periodo de la

autarquía (1936-1945): análisis, cronología y textos. Madrid: Istmo.

Urrutia, Ángel (2002). Arquitectura española contemporánea: documentos, escritos,

testimonios inéditos. Madrid: Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid, Ediciones

Universidad Autónoma de Madrid. 249-280.

VV.AA. Arquitectura en regiones devastadas. Madrid: Centro de Publicaciones. Ministerio

de Obras Públicas y Urbanismo, 1987.

VV.AA. Arquitectura para después de una guerra (1939-1949). Madrid: Museo de Arte

Contemporáneo, 1977.

VV.AA. Art i poder: l' Europa dels dictadors: 1930-1945. Barcelona: Centre de Cultura

Contemporània de Barcelona, 1996.

Page 73: ¿Un nuevo lenguaje arquitectónico?

73

Fuentes

Allánegui, Alejandro (1943). “Divagaciones sobre arquitectura rural. La vivienda”.

Reconstrucción 31: 93-100.

Almagro, Fernández (1940). “Reconstrucción de ciudades”. La Vanguardia Española 11 de

febrero de 1940.

Bermúdez, Luis (1943). “El estilo es el hombre. La arquitectura es el País”. Reconstrucción

37: 355-362.

Bigador, Pedro (1939). “Plan de Ciudades”. Texto de las sesiones celebradas en el Teatro

español en Madrid por la Asamblea Nacional de Arquitectos los días 26, 27 y 28 de junio

de 1939. Madrid: Servicios Técnicos de F.E.T. y de las J.O.N.S. Sección de Arquitectura.

57-72.

_____ (1940). “Primeros problemas de la Reconstrucción de Madrid”. Reconstrucción 1:

17-21.

Blein, Gaspar (1939). “Organismos”. Texto de las sesiones celebradas en el Teatro español

en Madrid por la Asamblea Nacional de Arquitectos los días 26, 27 y 28 de junio de 1939.

Madrid: Servicios Técnicos de F.E.T. y de las J.O.N.S. Sección de Arquitectura. 84-111.

“Brunete. Reconstrucción del hogar”. Reconstrucción 13, 1941: 14.

Caballero, Luis (1943). “La pavimentación en los pueblos adoptados”. Reconstrucción 29:

7-8.

Cámara, Antonio (1940). “La reconstrucción de Belchite”. Reconstrucción 1: 10-16.

_____ (1941). “Construcción de la vivienda rural”. Reconstrucción 18: 19-40.

_____ (1943). “Nuevas viviendas en Almería”. Reconstrucción 34: 221-228.

Page 74: ¿Un nuevo lenguaje arquitectónico?

74

_____ (1947). “Reconstrucción de Alcaudete de la Jara”. Reconstrucción 77: 369-372.

Cárdenas, Gonzalo (1940). “Estudio de un pueblo adoptado: Guernica”. Reconstrucción 1:

22-27.

_____ (1941). “Arquitectura popular española: Las Cuevas”. Reconstrucción 9.

Cort, Cesar (1939). “División de España en Regiones y Comarcas naturales”. Texto de las

sesiones celebradas en el Teatro español en Madrid por la Asamblea Nacional de

Arquitectos los días 26, 27 y 28 de junio de 1939. Madrid: Servicios Técnicos de F.E.T. y

de las J.O.N.S. Sección de Arquitectura. 14-38.

Echevanique, Francisco (1941). “Estudio de un pueblo adoptado: Montarrón”.

Reconstrucción 14: 8-22.

Echevanique, Francisco (1941). “Villanueva del Pardillo”. Reconstrucción 14: 8-22.

Escartín, Ramón (1945). “Abastecimiento de agua en los pueblos adoptados en la provincia

de Lérida”. Reconstrucción 52: 115-124.

_____ (1947). “Abastecimiento de aguas en Granadella, Lérida”. Reconstrucción 75: 285-

294.

_____ (1951). “Formas más económicas de los depósitos reguladores para abastecimientos

de agua”. Reconstrucción 109: 143-152.

Faci, Federico (1943). “Resurrección de Boadilla del Monte”. Reconstrucción 33: 201-214.

Fonseca, José (1936). “La vivienda rural en España: estudio técnico y jurídico para una

actuación del Estado en la materia”. Arquitectura 1: 12 -24.

García, Fernando (1930). La Casa popular en España. Barcelona: Gustavo Gili, 1981.

Page 75: ¿Un nuevo lenguaje arquitectónico?

75

Gómez, Pedro (1940). “El Símbolo de las dos Belchites”. Reconstrucción 1: 6-9.

Gutiérrez, Luís (1939). “Dignificación de la vida (Vivienda, Esparcimiento y Deportes)”.

Texto de las sesiones celebradas en el Teatro español en Madrid por la Asamblea Nacional

de Arquitectos los días 26, 27 y 28 de junio de 1939. Madrid: Servicios Técnicos de F.E.T. y

de las J.O.N.S. Sección de Arquitectura. 39-56.

Hernández, Francisco (1943). “La vivienda en Andalucía Occidental y Extremadura”.

Reconstrucción 30: 49-56.

“Labor en la comarcal de Lérida”. Reconstrucción 69, 1947: 9-32.

Lucas, Castillo de (1944). “La materialidad y el espíritu de la casa a través del refranero

castellano”. Reconstrucción 42: 155-158.

_____ (1948). “La arquitectura y su folklore. La topografía y el terreno”. Reconstrucción

80: 71-76.

Menéndez, J. y J. Quijada (1940). “Estudio de un pueblo adoptado: Brunete”.

Reconstrucción 2: 25-33.

Muguruza, Pedro (1939). “Ideas generales sobre Ordenación y Reconstrucción Nacional”.

Texto de las sesiones celebradas en el Teatro español en Madrid por la Asamblea Nacional

de Arquitectos los días 26, 27 y 28 de junio de 1939. Madrid: Servicios Técnicos de F.E.T. y

de las J.O.N.S. Sección de Arquitectura. 3-13.

“Noticiario: Nuevas viviendas para labrador en Corbera”. Reconstrucción 37, 1943: 384-

386.

“Número extraordinario dedicado a la Exposición de la Reconstrucción de España” (1940).

Reconstrucción 3.

Page 76: ¿Un nuevo lenguaje arquitectónico?

76

“Organismos del Nuevo Estado: La Dirección General de Regiones Devastadas y

Reparaciones.” Reconstrucción 1, 1940: 2-5.

Ors, Víctor d’ (1937). “Hacia la reconstrucción de las ciudades de España”. Vértice, en

Gabriel Ureña, Arquitectura y urbanística civil y militar en el periodo de la autarquía

(1936-1939). Madrid: Istmo, 1979. 249-253.

Plan Nacional de Ordenación y Reconstrucción. Servicios Técnicos de F.E.T. y de las

J.O.N.S. Sección de Arquitectura (1939), en Gabriel Ureña, Arquitectura y urbanística civil

y militar en el periodo de la autarquía (1936-1939), Madrid: Istmo, 1979. 271-273.

Prieto, Francisco (1943). “La vivienda en Andalucía Oriental”. Reconstrucción 30: 39-48.

_____ (1941). “El proyecto y el buen uso de la vivienda”. Reconstrucción 17: 21-32.

“Proyecto de reconstrucción del pueblo adoptado de Boadilla del Monte”. Reconstrucción

11: 29-40.

“Reconstrucción: Las Rozas de Madrid”. Reconstrucción 15, 1941: 3-9.

“Reconstrucción Amorebieta”. Reconstrucción 11: 12.

“Reconstrucción del pueblo de Guadarrama”. Reconstrucción 23, 1942: 195-210.

Reina, Diego de (1944). “Nota bibliográfica: Ensayo sobre las directrices arquitectónicas de

un estilo imperial”. Reconstrucción 46: 300.

Robles, Francisco (1941). “Estudio de un pueblo adoptado: Piltres”. Reconstrucción 15: 30-

40.

_____(1945). “El nuevo pueblo de Tablones (Granada)”. Reconstrucción 53: 145-150.

Rodríguez, José (1944). “Arquitectura popular en Ibiza”. Reconstrucción 40: 53-60.

Page 77: ¿Un nuevo lenguaje arquitectónico?

77

Speer, Albert. Memorias. Traducción de Ángel Sabrido. Barcelona: Círculo de Lectores,

1970. Título original: Erinnerungen.

Texto de las sesiones celebradas en el Teatro español de Madrid por la Asamblea

Nacional de Arquitectos los días 26, 27 y 28 de junio de 1939. Servicios Técnicos de

F.E.T. y de las J.O.N.S. Sección de Arquitectura, 1939.

Torres, Leopoldo. “La vivienda popular en España”. Folklore y costumbres de España.

Bajo la dirección de Francisco Carreras. Madrid: Merino, 1988. 145-662.

“Una obra sanitaria de trascendencia nacional. Nuevos centros rurales de higiene, con

vivienda para el médico”. Reconstrucción 113, 1952: 279-298.

Vaquero, Joaquín (1941). “Arquitectura popular española. Pintoresquismo en la

reconstrucción”. Reconstrucción 17: 13-20.