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Sesión Inaugural del Curso 1967-1968 (24 de octubre de 1967) SOBRE LA CONTRAINDICACióN NEUROLóGICA EN LA ACTIVIDAD DEPORTIVA B. RoDRÍGUEZ AmAs Celebradas ya las bodas de oro de haber terminado mis estudios uni- versitarios (Licenciatura: Barcelona, 1916; Doctorado: Madrid, 1917), ob- servada sin paréntesis una vasta trayectoria clínica, académica y de en- señanza, llego a disertar en la jornada inaugural de tm nuevo Curso de la antigua y famosa Corporuci6n libre que nos hermana. La ocurrencia representa- creo yo - gloria y suerte. Gloria, en lo to- cante mañana, pasado y un día más lejano a la crónica de los argumentos brindados y explicados en la solemnidad periódica mayor, la del grupo diferenciado, multíplice, de la Academia de Ciencias Médicas de la post- guerra. Suerte, porque me levanto ufano en la notable tribuna de tantos cole- gas, rebasado el momento de la jubilación administrativa en el ejercicio de funciones asistenciales y docentes, a lo largo de tma vida liberal, jamás donde la terapéutica y la higiene, la profilaxis en el campo y público de los quehaceres, fueron sentidas con unción de méd1co por antonomasia y de ciudadano de la bendita tierra que habi- tamos. La vulgar praxis en el consultorio doméstico, la labor cultural que apetezco no ver finita, e igualmente el manejo- como necesidad o como gran vínculo - de una experiencia humana y facultativa, me llevan a esfuerzos gratos y de merced y a defender sin blando positivismo opm10nes )' advertencias de hombre maduro, francamente de abuelo. La y la ingratitud no han dañado jamás mi alma. Se me ha es- o se me ha temido, quizá, por muchos, al considerar o bien menos- p.reclar plenamente que el deber del galeno, la responsabilidad profesional Simple, de un cargo o de una obra, excluyen las transacciones sustanciales. 1 .. ?os de las tres Academias que orientaron mis pisadas de novicio: ;. 1 de Psiquiatría y Neurología de Barcelona" y la "Societat de 10 ogm de Barcelona"; he logrado colaborar -a efectos doctrinales- al protocolariamente las tareas regulares de los Cursos. Faltaba, pues, nu ecclón estatutaria en la última, llamada entonces "Academia i La-

SOBRE LA CONTRAINDICACióN NEUROLóGICA

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Page 1: SOBRE LA CONTRAINDICACióN NEUROLóGICA

Sesión Inaugural del Curso 1967-1968 (24 de octubre de 1967)

SOBRE LA CONTRAINDICACióN NEUROLóGICA EN LA ACTIVIDAD DEPORTIVA

B. RoDRÍGUEZ AmAs

Celebradas ya las bodas de oro de haber terminado mis estudios uni­versitarios (Licenciatura: Barcelona, 1916; Doctorado: Madrid, 1917), ob­servada sin paréntesis una vasta trayectoria clínica, académica y de en­señanza, llego a disertar en la jornada inaugural de tm nuevo Curso de la antigua y famosa Corporuci6n libre que nos hermana.

La ocurrencia representa- creo yo - gloria y suerte. Gloria, en lo to­cante mañana, pasado y un día más lejano a la crónica de los argumentos brindados y explicados en la solemnidad periódica mayor, la del grupo diferenciado, multíplice, de la Academia de Ciencias Médicas de la post­guerra.

Suerte, porque me levanto ufano en la notable tribuna de tantos cole­gas, rebasado el momento de la jubilación administrativa en el ejercicio de funciones asistenciales y docentes, a lo largo de tma vida liberal, jamás ~ap.ri~hosa, donde la terapéutica y la higiene, la profilaxis en el campo mdi~dual y público de los quehaceres, fueron sentidas con unción de méd1co por antonomasia y de ciudadano de la bendita tierra que habi­tamos.

La vulgar praxis en el consultorio doméstico, la labor cultural que apetezco no ver finita, e igualmente el manejo- como necesidad o como gran vínculo - de una experiencia humana y facultativa, me llevan a sos.t~ner esfuerzos gratos y de merced y a defender sin blando positivismo opm10nes )' advertencias de hombre maduro, francamente de abuelo. La ~modidad y la ingratitud no han dañado jamás mi alma. Se me ha es­tima~o o se me ha temido, quizá, por muchos, al considerar o bien menos­p.reclar plenamente que el deber del galeno, la responsabilidad profesional Simple, de un cargo o de una obra, excluyen las transacciones sustanciales.

1 .. ~n ?os de las tres Academias que orientaron mis pisadas de novicio: ;.

1 °~1edad de Psiquiatría y Neurología de Barcelona" y la "Societat de

10 ogm de Barcelona"; he logrado colaborar -a efectos doctrinales- al e~p1eza: protocolariamente las tareas regulares de los Cursos. Faltaba, pues, nu ecclón estatutaria en la última, llamada entonces "Academia i La-

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388 ANALES. SECC!ÓI\ MEDICINA

boratori de Cic11cies Mediques de Catahmya" . "Leitmotiv" del monólogo

que voy a iniciar. Me conmueve el que haya alcanzado esta fecha (D. m.), por la natural

fuerza de unos lustros. Que se me excuse, así, el introito y la digresión sentimental acerca mi gestión en la carrera y mis costumbres de fiel, dt

puritano, demócrata.

o " ..

El tema doctrinal que voy a plantear me lo sugiere- indiscutible·

mente- el enorme auge de la medicina preventiva. La gran rula de la curación, se menosprecia por bastantes - todavía

hoy- de lanzarla a los dominios neurológicos. El concepto higiénico, la regla profiláctica, en el ámbito restricto del

individuo y en la silueta ubérrima, gigante, de Jos pueblos y de hs na·

ciones, obvia algunos males. He disertado, frecuentemente, acerca de nenrología social, higiene 1'

profilaxis neurológicas, "Check up" neurológico y pienso que es magnífico

el camino viajado. Desde tiempo las actividades deportivas "per se" o bien solidarias del

trabajo u oficio de cada uno, requieren el dictamen, el parecer y la asis· tencia clínica del neurólogo, en su vertiente preventiva más que la tcra·

péutica ''striclo sen su". Por eso quiero hablar de la contraindicación o de la indicación de un

juego, de un solaz, de un ejercicio, de un pasatiempo o de una faenn .~ medias, en el terreno neurológico, basándome de lleno en la experiencia

mi.ll.ia que poseo. No me gusta pronosticar "accidentes neurológicos", mas tampoco sos·

tengo una inhibición muelle. . . Contraindicar- a título de especialista profesional - una actí~1dad

deportiva puede motivar situaciones incómodas, que encadenan ob¡ecJOnes y líos, formales o caprichosos. Pero me atrae y lo ju~go valioso, obligado,

en la etapa vital que nos toca recorrer. El usuario de una actividad depo1tiva se fija - excesiva meo~~- ~n la

invalidez somática, morfológica o funcional, ajena a la calificacwn discre·

cional del perito. . El trastorno paroxístico del sistema nervioso, la distonía vegetativa.

pongamos por caso, se ocultan, se disimulan o se tasan suavemente e·~d~.~ personal. Aunque nuestra mutua gula cotidiana finja - llana Y espo~< 1

camente - un lógico peligro. 1

El uso nada vigilado y atropellado de psicodrogas- que e},~ven e. tono simpático o que nivelen la tensión afectiva - obstaculizan m eres cendo" el deporte fisiológico de competencia y el de recreación asinlísmo:

Muchas reacciones psicopáticas, de las que no solemos temer, fomen '

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RODRÍGUEZ ARIAS. CONTRAINDICACIÓN NEUROLÓGICA 389

tan aún la indisciplina genética de unos pocos y el ansia de desafío de los

restantes. Este panorama de virtud neuropsiquiátrica lo siento harto difuso para

mí. Al igual, un examen- en su totalidad - de la cuestión. He aquí por qué me limitaré a bosquejar las contingencias patológicas

de val'ias actividades deportivas y su más natural ordenación en lo clínico­

neurológico-profiláclico. Establecer un buen censo de actividades deportivas, que plazcan y con­

ciernan al nemólogo en su trayectoria higio-preventiva, la juzgo utópica. Bien que marcar la salvaguarda ofrecida en la clínica ubicua de la es­

pecialidad practicada, sin inadvertencia alguna, nos llevaría y comportaría

un fárrago de tanteos o cuestionarios y de avisos, exhortaciones y nega­tivas.

Además, los médicos generales quedan encargados de solucionar mu­

chas pegas y los psiquiatras también. En una forma que remede la de las diligencias aplicadas a la "exencióu

pnra el servicio de las armas", en una vía del todo civil,. autónoma, liberada

~de prudencia, lo grave, lo gordo, lo visible, lo patente, lo anatómico, no mduce a controversia. Se ve. Y equivalentemente lo funcional, de los apa­

ratos orgánicos y del psiquismo, que quepa inspeccionar o justificar al margen de polémicas lógicas.

Sin embargo, cuando la anamnesis omnicomprensiva y reglada ha de llevarnos legítima u ortodoxamente a una exploración instrumental, las perspectivas no son las mismas.

El clásico paroxismo nervioso, los intrincados síndromes de distonía

vegetativa auténtica, bastantes trastornos neurol6gicos de estirpe farma­

t~dinámica, pe1judican a menudo a los individuos y a los semejantes en la Vida social o del deporte. Y eso es lo que hay que escudriñar y calificar en el feudo de la profilaxis.

Miremos ponderadamente cómo. Son 19 los deportes olímpicos admitidos a la sazón. Unos, se valen de

la f~erza y de la benedictina labor de adiestramiento. Otros, exigen cons­tancm en. sus diversas operaciones, prácticas gimnásticas, ascensiones, etc.,

~ hesoluoión o temple en la lucha. Otros más, ingenio, habilidad, pericia ) ~en arte en las golpeaduras. Finalmente, algunos pocos simple cariño, afiCión, energía y tenacidad.

1 A r~s~n·a de que la fuerza, la pericia, el temple, etc., lleven apareja­

~~ t¡wza~, .un lance ~' un peHgro, en el espacio individual o colectivo las actividades deportivas.

d'll La legislación fija normas de cumplimiento vital o ineludible en el mun-

1 ° ~; los deportes, tanto los más expuestos como los menos expuestos ~ aec¡ entes y ordena revisiones médicas para librar un permiso o un

1 ocumento de usuario v voh'er a testimoniarlo posiblemente o a través de os años. ·

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390 ANALES. SECCIÓN ::\lEDICINA

La observancia cabal de las normas públicas y de lo sugerido o prohi­bido en el gabinete de consulta de los facultativos salvaría de más de una catástrofe o tormento. No es así por desgracia.

La humanidad instintiva, rebelde, satírica y provocadora bulle de sobra y agita o enoja a los médicos.

Vía deseable de la higiene y de la prevención de tales accidentes: el "check up" austero y pruriespecializado.

Al examen neurológico correcto de un solicitante de permisos de con­ducción de vehículos o de naves y de autorizaciones oficiales o privadas

1

para escalar montañas o nadar bajo el agua, etc., se va "motu proprio" o por nota clínica u opinión de un técnico, al servicio de compañías, federa­ciones y grupos o bien libre.

En dicho examen no tenemos que abstenernos de: a) el interrogato­rio; b) lo tradicional o rutinario para descubrir signos (objetivos) neuroló­gicos; y e) lo complementario, quirúrgico y maquinal-autónomo o no, que parezca más tempestivo y motive difícilmente efectos secundarios, yatró­genos.

El manejo de formularios o cuestionarios acaso resulte pertinente. So­bre todo para ver de evacuar el trámite - latoso y desleal- de las dudas y de la mixtificación de hechos de las interpelaciones.

Una anamnesis familiar y personal completa y obstinada seda necesaria establemente. Lo constitucional o somático, lo temperamental o de ca­rácter y Jo patológico habrían de mostrarse y de justipreciarse sin distingos y sin subterfugios.

Los elementos predisposicionaJes de la constelación paroxística (epi­léptica, migrañosa, neurálgica, vertiginosa, asmática, etc.), la neurodist~ nía vegetativa no adquirida (el estigma), las reacciones psicopáticas ordi­narias, los antecedentes de distmbios metabólicos, etc., pueden y deben ínquirirse y tenerse en cuenta.

Pauta que lUXJns,efamos.- Dilucidación minuciosa del "status prae· sens". Los fenómenos subjetivos del estado de gracia (higidez psicofísica). Los llamados indicios o síntomas fugaces o transitorios. Lo recurrente.

Búsqueda de antecedentes de los deudos y del propio individuo. Lo ~e­reditario. El árbol genealógico. Enfermedades infecciosas o de otro tipo sufridas. Paroxismos cerebrales o viscerales. Las auras.

Datos de naturaleza epidemiológica y geográfico-médica. El ambiente en la casa y en los lugares de trabajo. Dieta alimenticia y abusos de toda clase. Vida sexual. Cultura. Viajes, etc.

Sentido y alcance de la ocupación y de la actividad deportiva o de l~s dos oficios y placeres y su corolario- áureo y espiritual- en el patrí-monio de la raza, de las agrupaciones y del linaje. d

El anhelo de laborar, el sustento de la parentela o el sencillo ideal _e­portivo conducen -equívocamente- a negar y a disimular referencias útiles y fundamentales.

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RODRÍGUEZ ARIAS. CONTRAIJ'\'DICACIÓN NEUBOLÓGICA 391

Se alcanza, pues, un riesgo obviable por ser cazurro y porfiado y velar

0 contradecir ev&ntualidades y detalles. No basta con hacer firmar testimonios o certillcados y series de pre­

guntas en formularios "ad hoc". El neurólogo se ve impulsado a estable­

cer sendos interrogatorios "a presión", casi policiales, y a emplear trucos

rardides. La cautela y la terquedad, entreveradas, tendrían que dirigir a ul­

tranza nuestra gestión suprema en la anamnesis.

La tan legendaria exploración clínica inicial habría de repetirse o de

especificarse más, ulteriormente, de ser conveniente.

Nosotros proponemos el modelo siguiente:

Inspección. - Lo morfológico. Talla. Figura. Cráneo, raquis y extl'emidades: anormalidades o defor­

midades óseas, distróficas y de otra índole; y rigideces. Hidrocefalia, ar­

tropatías y fracturas espontáneas. Los genitales externos. Atrofias e hiper­

trofias musculares. Adiposidad y emaciación. El trofismo y la vasomotricidacl de la piel: edemas, úlceras, erupcio­

nes, pigmentaciones, tumores, cicatrices, ele. Secreción sudoral, pelo y uñas.

El sistema motor. -Paresias y parálisis del tronco y de las extremida­

des. Postura. Fuerza muscular segmentaría. Movimientos activos y pasi­

vos. Tono muscular. Palpación. Rigideces, contracturas y flacidez. Sinci­

nesias. Topografía del déficit motor. Los movimientos involuntarios: fas­

ciculacioues y fibrilaciones, temblores, corea, atetosis, rnioclonias, convul­

sio?es, espasmos, tics, etc. Topografía de los mismos. Coordinación segmen­

tana de movimientos. La función cerebelosa.

La seMibilidad. - Algias y sensaciones parestésicas. Apreciación de sus

caracterlsticas, especialmente las focales. Palpación, presión, esfuerzos,

posturas, etc., dolorosos. Desórdenes de la sensibilidad táctil, dolorosa y

térmica. Calidad discriminativa. Los sentidos- profundos- vibratorio,

de los movimientos y de la posición de los miembros y estereognóstico. Sus

trastornos. El nivel metamérico. La distribución periférica. El signo hemi­

lateral, de caprichosidad anatómica, etc., del déficit.

6niLos reflejos.- Cutáneos o super.6.ciales, tendinosos u osteoperiósticos,

1 cos o pastorales, de automatismo medular y viscerales u orgánicos

(sobre todo los esflnterianos). Sitio de la alteración. Fórmula refleja.

t Los ne1~os craneales.- La olfación, la visión (agudeza, campo y

tndo de o¡o), la audición y ]a gustación. Pupilas. Motilidad ocular ex­

nnseca. Diplopía. Motilidad de la cara. Sensibilidad de la cara. Reflejo

~rneal; Vértigos. El velo del paladar, la faringe, In laringe y la lengua.

s m~culos trapecio y esternocleidomastoicleo. Actitud y marcha.

A El. lenguaje. - Articulat'i6n. Afasio, A grafía. A~lculia , Amusia, etc. prax1a )' ag . E • nosm. squema corporal.

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392 A.'\ALF.S. SECCIÓN ~IEDICL'\A

El sueño. Las funciones psíquicas.- Atención, memoria, raciocinio, emotividad,

cte. Alucinaciones, delirio, fobias, etc. Las funciones viscerales o de los órganos internos: digestivas, circula-

torias, respiratorias, renales, etc. Vagotonía y simpaticotonia. El aspecto general de la persona. En la lista de factibles u ocasionales exámenes complementarios de

signo humoral, debería pensarse que resuelven vacilaciones los de sangre y orina. Y de ningún modo los de líquido céfalo-raquídeo.

Jnterésa saber de la sangre, la citología, la química común )' los gru­pos. Y de la orina, el sedimento y los elementos anormales.

De los métodos bioeléctricos de la hora actual, que enriquecen nues­tros conocimientos neuro6siol6gicos, de registro de potenciales, la electro­encefalografía (EEG) es muy redituable. La electromiografía (EMG), no tanto.

El trazado espontáneo y las activaciones provocadas del mismo (lúperp­nea, estimulación luminosa intermitente, sueño inducido, etc.) gozan de gran fuerza sintomatológica en los paroxismos cerebrales y viscerales. Y el registro de las unidades motrices (si se trata de neuropatías periféricas), coadyuva a diagnosticar nacientes inutilidades.

De la nemonadiología moderna, hace bastante al caso valerse de la imagen "patrón" de los huesos del cráneo: base, convexjclad, suturas, agu­jeros, silla tuica, senos paranasales, calcificaciones, etc.; y de las vértebras: cuerpo, apófisis, agujeros, discos, etc.

La peligrosjdad de todas las sustancias de contraste, desde el aire a las tjuÍmico-farmacéuticas, jamás ínfima, nos mueve a eludir la práctica de neumoencefalografías, ang.ioencefalografías, m ielografías, epidurografias, neurografías, etc., y hasla de la gammaencefalografía. Quizá no, en cam· hio, de la ecoencefalografía y de In palencefalografía.

Lo-s ensayos o pruebas f armacodinámicas que demuestran la armo­nía o la inestabilidad del tono neurovegetativo (adrenalina, atropina, ese­rina y pilocarpina), merecen que no se pospongan por costumbre.

Tampoco el narcoexameo o el requerimiento clínico bajo Jos efectos de la anfetamina, previo el visto bueno justo de los sujetos. .

En los inclinados a reacciones psicopáticas, muy fleJes al deporte VI­

sible o al sibilino y que se "drogan" de paso, la inyección con un aJc¡~ce exploratorio psicológico y neurofisiológico de barbitúricos o de sú11pahCO·

mimético·s, suaviza la anamnesis necesaria y evita mnjsiones Y bulo~-1

Las maniobras peculiares q11e "objetivan" una tendencia a ~a sunut ción, carecen realmente de impmtancia en la profilaxis neurológ¡ca de as actividades deportivas.

Y la inducción química (cardiazol) o eléctrica ("shock") de ataques C'OJl\ ulsivos epilépticos )' neuróticos, de ]a misma manera.

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ROD!IlGUE'Z ARIAS. CONTRAINDICACIÓN NEtJROLÓGICA 393

Para terminar lo de los exámenes, los "tests" psicométricos que andan

más en boga convendría que los verificaran los especialistas respectivos,

así como suscribir los informes oftalmoscópicos, acumétricos y de dis­

hmción laberíntica o bien del fisiologismo visceral. La sintesis de la doc~tmentación fisiológica o por azar patológica reuni­

da, impone que bordeemos el espíxitu discrecional o tacto de los antiguos

y la no opugnación neta del juicio profiláctico sustentado. La ciudad de México, a 2.240 metros de altitud, restringe lo tradicio­

nalmente fisiológico, por ejemplo. La conb·aindicación, en la ancha zona neurológica, de una actividad

deportiva, de forma absoluta o relativa y esporádica, tiene que parecer o ser un laudo inapeluble, en razón de la anamnesis, de las exploraciones, de]

diagnóstico, del curso de los trastornos y del sentir profiláctico aplicado,

que se aleguen, se mantengan y se valúen. Separada "d'emblée" la invalidación motriz, sensotial, psíquica o de

los aparatos viscerales, concluir al pronto que nos hallamos frente a un

epiléptico, un vertiginoso a lo Méniere, tm afecto ele jaqueca grave, un

narcoléptico o catapléxico, w1 asmático idiopático, un formal vagot6nico

estigmatizado, un toxicómano latente o el que tiende a drogarse crítica­

mente y el sometido a medicación regular con hipnóticos, sedantes, anal­

gésicos, estimulantes vegetativos o cerebroespinales, neurolépticos, tirno­lépticos, tranquilizantes "minor", etc., no se reputa una obra diagnóstica

expedita ante el presunto sano. . Lns epilepsias- genuina o lesionales y focales- pueden originar una mdecisi6n clínica en la mayoría de enfermos.

Las correlaciones de síntomas o hallazgos intimes y EEG, que rubri­can más furnemente a diario los pródromos y las natTaciones de ataques o

de trastornos breves y repentinos de las funciones cerebrales, con menos­

cabo de la consciencia, satisfacen de veras. Pero en. otras edades y dolien­

tes, es lo motor, lo sensorial, lo psíquico, de forma "positiva" (espasmo

mus:uJ~r, parestesia o una rareza sensorial) y de forma "negativa" (crisis aqumética en una extremidad), igualmente breves y repentinos, lo que tie­ne tnn sólo virtualidad cierta.

La naturaleza. sintomática de una epilepsia acostumbra a deducirse de los resultados obtenidos en los exámenes de cualquier tendencia practica­

dos Y al compulsar sobriamente los datos anamnésicos (familiares y per­sonales).

, ~1 tipo herediturio de más de una epilepsia no se ha disociado aún. Lo

t!m.lco, l~ EEG y lo anatómico, simbolizan tenues o quebradizas caracte­llshcas diferenciales.

1 1 1: pesar de lo que, 1ma mención ecuánime de la vieja idea de la "cons­

e aCJon comiéial" (de paroxismos nerviosos entre los deudos o de dis­

posición temperamental v cara<:tPrológicn Slllil rarn o en masa), no inte-lcsaría olvidarla, lli tener)¡¡ a mono;: ' '

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394 ANALES. SECClÓN MEDICINA

Algunos epilépticos ignoran fidedignamente que lo son y otros disi· mulan el mal o quieren encubrirlo y refutarlo.

Los interrogatorios y las exploraciones, más que nada las complemen. tarías, autorizan a formular diagnósticos, sí bien en parte objetables. Certifi­co yo, pese a todo, que t111 narcoexamen ligado a la anamnesis de rigor y un EEG duplicado o triplicado no suelen pe1mitir mentiras.

El aliciente óptimo del neurólogo estriba en conseguir, sin reproches, temores y desconfianzas, que el futuro usuario de conducción de vehículos o de navegación y piragüísmD individual, de alpinismo y de buceo con

escafandra autónoma o a pulmón libre, v. gr., acepte un "check up" ecléc­

tico. Las manifestaciones nerviosas, tan proteiformes o tan variables, del

"morbus sacer" y lo indeterminado de los factores etiológicos, nos cons­triñen a pedir normas diagnósticas lucubradas.

El pronóstico neto y el tratamiento vigilado de los epilépticos "dccla·

rados", además, no conviene callarlo. Si un epiléptico es larga' y subrepticiamente peligroso para él y para

los que le rodean, la inmensa mayoría tantearía una fuerte asistencia

social. El contraindicar, asi pues, un oficio expuesto y una taxativa actividad (

deportiva, supone una ingrata responsabilidad. Proteger al epiléptico, ampararle, en medio del género humano y qui­

tarle, luego, ventajas y derechos ciudadanos, solivianta, fastidia y hace

titubear al más estoico. Generalmente, los epilépticos discretos, medicados con tacto y unifor·

midad, no desobedientes, suelen alcanzar con escasas trabas, permisos de

conducción de vehículos y naves, de inmersión, etc. Voces opuestas, en reuniones internacionales de epileptólogos, censu­

ran o propugnan que se les otorguen liberalmente tales permisos.

¿Qué hacer "ínter nos", dada la sih1ación mundial? Yo me colocaría entre los que, por definición, de raíz, vedarían el auto­

movilismo, el ciclismo, la uavegación y el piragilismo a solas y Rl bureo

a los epilépticos "reconocidos" sin lugar a polémicas indulgentes. Sé bien que los paroxismos epilépticos controlados, el mal sagrado que

da síntomas con ritmo vaticinable, "alorrítmicamente", no lesionan. El porcentaje nacional de comiciales y la etiopatogenia de muchas des­

gracias del tránsito rodado o del marítimo, fluvial y aéreo, de la esca~ada y de la natación (significativamente del todo la inmersión), nos atemom~111

de continuo. ¡ Denegaría, por ende, la autorización clínico-neurológica-profilác~ca, ~

obligatoria, a automovilistas, ciclistas, navegantes solitarios, montaneros)

amantes de las zambullidas. Los accidentes espinales por descompresión reglada o las convulsione>

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RODIÚGUEZ ARIAS. CONTRAINDICACIÓN NEUROLÓCICA 395

metabólicas de los que nadan en los lagos, en los ríos y en el mar, bajo el agua, me horripilan todavía más.

La hemicránea (jaqueca o migraña), con cadencia violenta, fenómenos sensoriales, dolor de cabeza intenso y malestar total, sigue la misma vía de pensamiento que las epilepsias.

El aura- frecuente- no basta para calificarlas de benignas, a las mi­gr.Uias, en el "dintorno" social. El escotoma es más bien corto e inopi­

nado o grave. Por lo demás, la herencia familiar, usualmente materna, homóloga o

, de la pura constelación referida, los EEG positivos (trazados epileptoideos) )' la inhabilitación absoluta durante horas, no se callan básicamente.

Los vértigos laberínticos tipo Méniere, periódicamente ligados a crisis, significan -entiendo yo - otra contraindicación de las actividades de­portivas mencionadas.

El acúfeno de preludio de la falta de equilibrio, no evita la caída, las náuseas y el horroroso mareo de las víctimas de tamaño infortunio. Se Hran al suelo (domicilio, rúas, ferroca rriles, barcos, etc.) y guardan quie­tud ilimitada.

El aire tremendamente subitáneo de la narcolepsia (con cabezada) y de la cataplexia (flexión articular y deslizamiento) y su periodicidad no adivi­nable, representa una nueva contraindicación de las mismas actividades deportivas.

Un asma cruel a destiempo, las algias o tics epileptiformes de la cara ! de los terri torios viscerales y un episodio alérgico (cutáneo o respiratorio) ~~~!mente subitáneo, contraindican por pareja génesis de los hechos sinto­maticos más de una actividad deportiva de las nombradas.

En estas últimas clases de paroxismos nerviosos - directos o indirec­tos- habríamos de mostrarnos más condescendientes a efectos profilácti­cos, en lo peculiar del neuroeje, de los deportes . . El diagnóstico diferencial de los paroxismos idiopáticos que venimos

filando)' ele los sencillamente nerviosos (psico u organoneuróticos) es, a menudo, fluctuante, sinuoso o móvil de perplejidad .

. ~o so enfrentan jamás, los neuróticos, desde uu ángulo clúúco, con ach':dades de solaz o de ocupación tranquilas.

S1 la excelsa calidad de psicópatas constitucionales que manifiesten, si

~tendencia original a abusar de las drogas estimulantes v sedantes, si su mest bilid 1 · · . 3 ac afectiva les vence de lleno entonces la peliaros1dad de una caract rí · ' "' e stica actividad deportiva resulta notoria. t Pero rehúyo b.·atar a los net11·6ticos deportistas cuyo instinto versátil v estarudo o fuerte les sojuzga de lo lindo.' ·

" Acostumbro a ofrecerlos a la consideración sur)erior de los psinuiatras vera er· . " ' ' ' 1

su d 1gies Y de los psicoterapeutas, en los "check up" ortodoxos y me-e~ 0f que conformo. Tanto más cuanto que el llamado "doping" y la

l u ación farmacológica ilícita ensombrecen la moral de los deportes.

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396 AXAI.ES. SECCIÓN MEDICINA

El organoneurótico riguroso, el visceral, presenta una dºble sintomalo·

logía: la funcional de Jos aparatos orgánicos, de línea vegetativa o autó­

noma y la emotividad desenfrenada del blando o feble de cogitación.

Ahora bien, la vagotonía idiopt\tica de crecida legión de neuróticos me·

rece otro párrafo. El síncope vaso-vaga!, el desmayo a modo de ataque, inesperado }' an- \

gustioso, se suele confundir con un fenómeno epiléptico. r

Quienes lamentan desde jóvenes ser "estigmatizados" neurovegetati·

vos, de tono más inclinadamente vagal, no se hallan en situación de pro· 1

mover- como norma- una actividad deportiva de mucha emergencia.

Las sustancias atropínicas, las anfetaminas, les regularizan su funcio­

Jlamiento nervioso autónomo, aunque a costa de una dependencia quimi·

ca, de una extralimitación de dosis terapéuticas o de un permanente albur.

El usaje de parasimpaticolíticos y de simpaticomiméticos inspira a la

larga un consumo taimado o arrogante, salvaje, de neurolépticos, de ti·

molépticos y más que nada ele psicoclislépticos, de proclive o anárquica

eficacia. Ese total o cuerpo abigarrado de pacientes funcionales, machacones y

porfiados, díscolos, que se bmlan ele un <;lictamen y de la palabra o del

Jenguaje más serenos, de la flema de los neurólogos, no son indulgentes

candidatos, usufructuarios plácidos. ele una merced cívica, de una facultad (

o de una sana libertad deportiva. Anclamos, nos trasladamos, vemos mundo y procedemos colectiva, re·

cíproca y solidariamente. El prójimo merece una atención igual o seme·

jante a la nuestra, íntima o de ególatra.

La psicopatia que conlleva alardes toxicománicos, no sensible o dura·

blemente a la vista, entorpece latamen te nuestra feliz gesti6n clinico-pro·

filáctica de honrados especialistas. La seria y habitual tragedia de los deportes de placer, de regalo Y de

vacación o los de empleo, de competición y ministerio u olímpicos, ar~an·

ca más de una vez de l consumo ilegal, extemporáneo o fiero de medica·

mentos que r¡uebrantan la 6siologia cerebroespinal y autónoma, natural,

del sujeto. El anhelo de triunfo y de lucimiento, de presunción y de fatuidad ]mera,

desconcierta o revuelve a ciertos seres lábiles en el orden afectivo. 1

Un bajo nivel intelectual. tener recursos y malgastarlos estúpidam~nte

y no desear o no saber aplicarse al tajo, recarga el nefando factor pS!CO'

pático de orden constitucional. El sensacionalismo de la prensa diaria e ilustrada moderna, los nUille­

TOSÍsimos concursos y a~·udas y las ganancias en metálico, llanas Y exor•

bitantes, jmpulsHn nuestro d iscurrir real. .

Los espectáculos calmosos y los juegos formales han sido poco re~: <1ue barridos por ht luc·ha ultrajante, b fogosidad necia y los abun an

emolumentos, botines, obsequios y medallas. 1

Page 11: SOBRE LA CONTRAINDICACióN NEUROLóGICA

1,

:e )'

.RODRÍGUEZ MUAS. CO:-:TIIA.D.TDICACIÓN l'o"EUROLÓGlCA 397

El viejo trofeo y la satisfacción o la clist1 acción integrales, apena~ le­vantan gestas de esparL'imtcn lo y mitigan o lisonjean los períodos de repo­so v de éxodo de las capi tales.

·La propaganda administrativa (samtaria y deportiva) más ideal, la de los grupos sociales, familias y clinicos, no sosiegan todavía lo necesario. Oprimen la dulce pirueta de la anécdota, de las fotografías y de las visitas o los noviazgos que se conciben tra~ el deporte.

El valladar de sinnúmero de riesgos, la profilaxis de elección, lo en­carna en nuestro sector neurológico - hago bü1capié- el "check u p" .

La contraindicación más absoluta o la discrecionalmen te relativa de Jos .leporles no tiene q ue esconderse o impugnnrsc.

Pero muchos peritos y expertos o jefes de clínica distan de ser radi­cales (11 sus conclusiones aplicadas a la profilaxis neurológica. Los yerros nosológicos y de curso e1·olutho en bastantes males que h·atamos suelen chasquear nuesb·a acción. Y la lenidad por temperamento o por compla­cencia, en los vEtes o entred ic.: bos, asimismo.

Tribunales y más b'ibunales no alivi arían las situaciones de irresolución o de clnbitacíón. Perseveramos en cambio lo del despliegue de reconoci­mientos seriados. Cooperan mucho al éxito final.

Y, por encima de todo, garanticemos una máxima severidad en las dili­gencias obligadas del Estado, de las Federaciones o de los Clubs.

Los Ministerios de la Gobernación y de Trabajo, la D elegación Nacio­nal d: Deportes, los Juzgados, las Reales Academias de Medicina )' los ~oleg10s provinciales de Médicos (sobremanera los que cuentan con sec­c1o~cs .deportivas) reglamentan y estiman o llevan a cabo las formalidades samtanas de todas las actividades deportivas.

Si se mixtifica una certificación del individuo o del médico, sí se omiten graves antecedentes pat ológicos, si se disimulan otros (de ln suerte o del hombre) de marcada trase:endcncia, la responsabilidad penal debería ser enfadosa y de alevosía.

. Y los seguros sociales, eu el accidente, habrían ele proteger y de fa­'?recer mayúsculamente a las inocentes víctimas y a los qtte no eludieron nmgún requisito clínico-profiláctico. ·

11 El gran público solicita más iterativas noticias - a través de cmti­.nts-:- cte la utilidad y fruto o de las afortunadas estadísticas de 11na me­n ona profilaxis clínica .

. Los nellrólogos tendríamos que comprometernos a am:iliar válida v he-roJca~nente al médico general. ·

1 81

los Clubs acordaran la baja como miembro- en forma pevorativa-a os traviesos · 1 , •

e msurrectos ogranamos una esencial ventaja.

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398 ANALES. SECCIÓN MEDICINA

Si la Justicia persiguiera draconianamente a los eternos recalcitrantes

y agitadores de la comunidad silente adelantaríamos poderosamente.

Y si los organismos culturales y profesionales de la medicina dedicaran

fehaciente y estable atención a la clínica profiláctica de las actividades de·

portivas, secundaríamos mejor la égida de los gobernantes.

En la Real Academia de Medicina de Barcelona hemos planteado el

análisis de los Certificados Médicos, hemos descrito accidentes nerviosos

del buceo con escafandra autónoma, hemos meditado sobre los percances

del tránsito rodado, etc., para guiar la clínica profiláctica y las reglas de

información de lo adverado o hecho constar.

Quisiera valerme de la coyuntura de esta festividad académica- en el

interior del tan exhortado Casal del Médico -para dirigir un llamamien·

to de urgencia a los que contribuyen a la viabilidad mejor de la profilaxis

clínica de todas las actividades deportivas. Y sumarme a la meritoria

ocupación de los que publican "Apuntes de Medicina Deportiva".

La tranquilidad del ciudadano lo pide. Al neurólogo le toca un destacado papel. Si bien nada obtendría de

encontrarse aislado o pensar en lo utópico. La dicha de vivir, un espíritu cristiano y nuestro inefable progreso,

el del hoy de cada día, apuran a que nos excedamos en el movimiento 1l

higio-pro.Sláctico delineado. Esperamos haber glosado una noción de fortuna médica y haber co· 1

rrespondido devotamente a la beatitud, escrupulosidad, reflexión y asi·

miento, de los que siguen mis puntos de mira. 1