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Lineamiento Programáticos- Aprobado por el III Congreso Extraordinario (26-28/9/2003) _____________________________________________________________________________ Partido Comunista de Uruguay Pág. 1 de 70 Lineamientos programáticos aprobados por el III Congreso Extraordinario del PCU (26-28/9/2003) Índice La explotación no ha desaparecido de la faz de la tierra, ni tampoco la voluntad de eliminarla 1) Sobre la realidad internacional El carácter de nuestra época y las relaciones internacionales del Uruguay 2) Sobre la realidad nacional A) La estructura de nuestra sociedad o base material de la revolución La viabilidad del Uruguay La contradicción principal de la estructura económico-social del Uruguay El incremento de la dependencia del imperialismo y de la parasitación por el capital financiero-especulativo Modificaciones del latifundio y su papel como relación de producción inhibidora del desarrollo de las fuerzas productivas B) Estructura de clases y fuerzas motrices de la revolución Sobre la construcción e integración del bloque alternativo Sobre el bloque en el poder y sus modificaciones C) Definición del contenido objetivo del proceso liberador y de las tareas fundamentales a resolver (producto del análisis de la propia conformación estructural de la sociedad) Abordaje prioritario del rompimiento de la dependencia del imperialismo, del predominio del capital oligopólico-financiero-especulativo y de la precarización- flexibilización de las condiciones de trabajo asalariado Medidas respecto del Estado D) Sobre el proyecto alternativo Características esenciales del mismo El gobierno de Montevideo en el marco de nuestro proyecto de país

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Documento sobre el Tercer Congreso Extraordinario del Partido Comunista de Uruguay

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    Lineamientos programticos aprobados por el III Congreso Extraordinario del PCU (26-28/9/2003)

    ndice

    La explotacin no ha desaparecido de la faz de la tierra, ni tampoco la voluntad de eliminarla

    1) Sobre la realidad internacional

    El carcter de nuestra poca y las relaciones internacionales del Uruguay

    2) Sobre la realidad nacional

    A) La estructura de nuestra sociedad o base material de la revolucin

    La viabilidad del Uruguay

    La contradiccin principal de la estructura econmico-social del Uruguay

    El incremento de la dependencia del imperialismo y de la parasitacin por el capital financiero-especulativo

    Modificaciones del latifundio y su papel como relacin de produccin inhibidora del desarrollo de las fuerzas productivas

    B) Estructura de clases y fuerzas motrices de la revolucin

    Sobre la construccin e integracin del bloque alternativo Sobre el bloque en el poder y sus modificaciones

    C) Definicin del contenido objetivo del proceso liberador y de las tareas fundamentales a resolver (producto del anlisis de la propia conformacin estructural de la sociedad)

    Abordaje prioritario del rompimiento de la dependencia del imperialismo, del predominio del capital oligoplico-financiero-especulativo y de la precarizacin-flexibilizacin de las condiciones de trabajo asalariado

    Medidas respecto del Estado

    D) Sobre el proyecto alternativo

    Caractersticas esenciales del mismo El gobierno de Montevideo en el marco de nuestro proyecto de pas

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    La explotacin no ha desaparecido de la faz de la tierra, ni tampoco la voluntad de eliminarla

    Como resultado de la aplicacin del mtodo marxista al anlisis de la realidad, nos parece esencial reafirmar que la explotacin no ha desaparecido de la faz de la tierra, ni tampoco lo ha hecho la voluntad de eliminarla. Si el capitalismo funciona sobre la base de la explotacin del trabajo asalariado, la contradiccin primera de la sociedad mundial contempornea sigue siendo la que opone al capital y el trabajo asalariado productor de plusvala. En la actual sociedad capitalista continua plenamente vigente la ley del valor-trabajo y, con ella, la ley de la plusvala, ley que refleja la explotacin del hombre por el hombre en el proceso de trabajo. Y, junto a la explotacin, la lucha de clases que la acompaa como la sombra al cuerpo. Estamos en presencia de hechos econmico-sociales que ocurren ms all de que los conceptualicemos o no. Y que son el producto de las relaciones sociales que establecen objetivamente los individuos en el proceso de produccin. A la vez, la evolucin de este modo de produccin, su dinmica a travs del funcionamiento de la ley de la plusvala relativa y, por ende, del incesante incremento de la productividad del trabajo mediante la aplicacin generalizada de la revolucin cientfico-tcnica (resultado necesario de la doble competencia de los capitalistas con los obreros y con los otros capitalistas), conduce a la ms alta concentracin y centralizacin del capital y a la vigencia, con carcter tendencial, de la ley de la tasa decreciente de ganancia o beneficio. Ley que tiene como corolario la tendencia objetiva a suprimir trabajadores (lo que se llama "trabajo vivo"), por maquinaria (lo que se llama "trabajo muerto"). Esta tendencia es objetiva porque responde a la doble necesidad de, por un lado, atemorizar, vigilar y vencer peridicamente al movimiento obrero, expulsando a los trabajadores ms concientes o simplemente expulsando a un montn de ellos y, por otro lado, mantener la competitividad en el mercado capitalista y si es posible obtener durante un tiempo sobreganancias al haber introducido una tecnologa de punta poco o nada masificada. Ambas razones, que se sintetizan en la necesidad ciega del capital para asegurar su acumulacin y su valoracin, confirman la visin histrica de Marx. La validez de las leyes ms arriba mencionadas provoca, por un lado e inexorablemente, el incremento de la explotacin del trabajo y, por otro, el desarrollo de un capital usurario (financiero) enorme y la divisin del mundo entre un puado de Estados usureros y una mayora gigantesca de Estados deudores y dependientes. La hegemona del capital financiero sobre el conjunto del capitalismo, descrito por Lenin como fenmeno imperialista, parasitario, degenerado, evolucion atravesando catstrofes, depresiones y expansiones hasta llegar a fines del siglo XX y comienzos del XXI en que fren de manera durable el crecimiento econmico, apuntando hacia el estancamiento. Todo ese proceso de decadencia de la civilizacin burguesa ha estado signado por el encumbramiento del parasitismo financiero que finalmente devino hegemnico, atrapando a la totalidad de la economa de mercado, convirtindose en la cabeza de su cultura. Estas contradicciones materiales del capitalismo son el sustrato sobre el que la lucha de clases acta. O sea, su papel como motor de la historia se manifiesta cuando las contradicciones estructurales adquieren un carcter declarado. De aqu, nuestra perspectiva revolucionaria, que no se desprende de un acto meramente voluntarista, sino de un anlisis objetivo de las contradicciones que alcanza el desarrollo capitalista. Por lo anterior, continua vigente con ms fuerza que nunca antes en la historia de la humanidad (tanto desde un punto de vista estructural, como desde el ngulo de la lucha de clases), la necesidad de alumbrar y luego defender y construir exitosamente, todo a la

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    vez, una nueva sociedad sin explotados ni explotadores, la sociedad del pan y de las rosas, la sociedad que cuide simultneamente del hombre y de la naturaleza porque comprendi la ntima interconexin entre naturaleza y sociedad humana. Por eso, porque los procesos sociales juegan un rol determinante cuando las contradicciones han madurado, la clase obrera, la clase de cuyo trabajo y explotacin brotan todos los valores (producto del trabajo humano) de la sociedad capitalista, la clase ms explotada y, entonces, la ms revolucionaria (y que slo puede liberarse terminando con toda forma de explotacin de una clase por otra), necesita organizarse en partido poltico. Y ello para luchar a escala planetaria por el socialismo como fase del modo comunista de produccin, pasando por todas las transiciones y vas de aproximacin y alianzas que cada expresin concreta, nacional, de la formacin econmicosocial capitalista determine y necesite. En nuestro pas, adelantamos desde ahora nuestra concepcin democrtica avanzada como va de aproximacin al socialismo, democracia avanzada que, como resolucin revolucionaria de las tareas populares, nacionales y democrticas -cuyo cumplimiento lo asegura el papel director de la clase obrera y su Partido al frente de las mayoras nacionales-, deriva de la defensa y profundizacin de la democracia, defensa por cualquier forma y/o mtodo que las condiciones objetivas y subjetivas determinen. Por otra parte, es evidente que el agrupamiento, no exento de contradicciones, de las fracciones explotadoras hegemnicas nacionales, tanto al nivel de los pases imperialistas como de los pases dependientes, tiende, a la vez, a unificar social y polticamente al proletariado explotado por encima de sus patrias, dndoles a sus luchas un carcter cada vez ms internacional. Entonces, siendo la lucha de la clase obrera nacional por su forma e internacional por su contenido, se vuelve tambin imprescindible ampliar y consolidar la solidaridad con todos los pueblos y gobiernos que luchan contra el imperialismo y por la paz en cualquier lugar del mundo, y especialmente con el heroico pueblo y gobierno cubano. Y para ello es fundamental consolidar las instancias de reflexin y debate ya existentes, entrelazarlas entre s y con las nuevas que vayan surgiendo. Recordemos que tenemos responsabilidades concretas en tres de ellas: *el Foro de Sao Paulo, en el que impulsamos una revitalizacin en su funcionamiento, *el Foro Social Mundial, donde bregamos por el tendido de puentes que eliminen la falsa contraposicin entre movimientos sociales y partidos polticos, y *los seminarios de PP.CC., en que buscamos asegurar su continuidad y buen funcionamiento para el abordaje sistemtico de temas importantes en los cuales ir definiendo acuerdos y disensos. Abordaje que nos permita, paralelamente, colaborar mejor en todos los mbitos que constituyen el cada vez ms amplio movimiento antiglobalizacin neoliberal. Al tiempo que luchamos por lo anterior, tambin estudiamos a fondo y sin temor las experiencias de transformaciones polticas y econmico-sociales emprendidas por la humanidad explotada para construir sociedades nuevas y socialmente justas. Necesitamos avanzar ms an, sin desconocer lo mucho ya realizado, en el estudio de las causas de las fallas y deformaciones de esas experiencias. Lo necesitamos para aprender de los errores cometidos. Y as poder impulsar en el futuro la mxima participacin organizada de los trabajadores en cualquier proyecto de construccin de la nueva sociedad. Participacin que es esencia de nuestra concepcin democrtica avanzada y nica posibilidad de construir lo nuevo y defenderlo con xito de sus enemigos, pues comprendemos la democracia como un proceso de ampliacin de las capacidades de decisin de la mayor parte de la sociedad. Y esto implica, como punto de partida y punto de llegada (en perpetuo discurrir), una mayor igualdad social y el convencimiento de que las relaciones democrticas son la ms importante de todas las fuerzas productivas.

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    1) Sobre la realidad internacional

    El carcter de nuestra poca y las relaciones internacionales del Uruguay

    Desde fines del siglo XIX hasta nuestros das vivimos en la fase superior y ltima del sistema capitalista, su fase imperialista, producto necesario de la concentracin y centralizacin del capital. Esta fase imperialista podemos dividirla en dos grandes periodos: a) el del capitalismo monopolista (desde comienzos del siglo XX hasta la primera guerra mundial) y b) el del capitalismo monopolista de Estado (que nace durante la primera guerra mundial y se consolida y generaliza en el sistema capitalista a partir de la segunda guerra mundial) El surgimiento del imperialismo hace que el capitalismo se vuelva un sistema mundial y que los pases atrasados se integren como pases estructuralmente dependientes de los pases imperialistas. En 1917, con el triunfo en Rusia de la Revolucin de Octubre se inici una nueva poca en la historia de la humanidad. Desde 1917 hasta 1992, el sistema capitalista con sus potencias hegemnicas al frente (Reino Unido y EE.UU.), vio debilitado su dominio poltico-militar del mundo, primero, por el accionar solitario de la Unin Sovitica y, despus de la segunda guerra mundial, por el de un conjunto de pases encabezados por aquella. Como consecuencia, en la posguerra, nos encontramos ante: 1) un mundo bipolar, contrabalanceado, con EE.UU como potencia hegemnica de un sistema capitalista con tres polos (EE.UU., Japn y Comunidad Econmica Europea), con la Comisin Trilateral y el Foro de Davos como sus cerebros, y organismos como la OCDE y el G-7 que buscan amortiguar las contradicciones interimperialistas y desarrollar una poltica comn, y por otra parte, 2) con un importante nmero de pases que se liberaban del colonialismo y eran influidos en mayor o menor medida por el marxismo-leninismo. La Declaracin de las Naciones Unidas acerca de la descolonizacin es un testimonio de ello. Esa es la poca de la Declaracin Programtica partidaria, la poca simbolizada en Amrica Latina por la revolucin cubana y a escala mundial por la coexistencia pacfica y la heroica lucha del pueblo vietnamita. Tambin por el encuentro de Bandung, que cuaj luego, en 1962, en el Movimiento de Pases No Alineados, formalizado en la Conferencia de Belgrado (en la que tuvieron destacado papel el hind Nehru, el egipcio Nasser, el indonesio Sukarno, el ghans Nkrumah y el anfitrin Josip Broz Tito)

    En 1992, con la desaparicin de la URSS, desaparece tambin el mundo bipolar y entramos en una nueva poca caracterizada por la hegemona de los EE.UU. sobre el conjunto del planeta. Desde ese momento, aquel pas no slo hegemoniza los pases que integran el sistema capitalista, sino la totalidad de las naciones capitalistas, incluyendo las que retroceden hacia el capitalismo. Como resultado de este proceso, el capitalismo vive en la dcada del 90 un perodo de ofensiva y auge coyunturales, no slo en lo econmico, sino tambin en los planos poltico e ideolgico. Se consolidan la OCDE (surgida en 1961), el G-7 (1970) y, a escala privada, el Foro Econmico Mundial de Davos (1971). Estamos en la llamada globalizacin neoliberal(2), diferente, por otra parte, a otras etapas del siglo XX que

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    mostraron tambin elevados grados de internacionalizacin, pero que no deja de ser una tendencia intrnseca y secular del modo de produccin capitalista. En el nivel econmico: el sistema mundial del capitalismo, buscando contrarrestar su tendencia innata al descenso de la tasa de ganancia, atraves en esos aos un auge meramente circunstancial vinculado a un conjunto de causas, entre las cuales podemos destacar: 1) el auge de los flujos de capital de corto plazo y procesos especulativos en los mercados financieros internacionalizados con centro en el capital financiero, fraccin hegemnica de la clase dominante (recordemos, en relacin a esto, que la imposibilidad del capital de reproducirse a niveles de rentabilidad media produce la situacin prcticamente indita de que el crecimiento de la tasa de ganancia en los ltimos aos no se haya visto acompaada por el aumento de la tasa de acumulacin, sino por el de los negocios de la esfera especulativa de la economa, lo que algunos autores llaman financierizacin, en la que, en lugar de la creacin de valores de uso reales, surge una falsa riqueza que se desplaza alrededor del globo a la velocidad de la luz, produciendo una expansin burstil desvinculada de la realidad material), 2) la ampliacin del mercado capitalista a nuevas regiones del mundo, o sea, la intensificacin de la integracin del mundo dependiente al mercado mundial mediante procesos de liberalizacin, privatizacin y desregulacin (observemos, para ejemplificar, que los EEUU importan vastamente productos manufacturados de las economas de bajos salarios -tres veces ms que de Europa-, por dos caminos: a) va mercado y b) bajo forma de compras intra-empresa en grandes proporciones -40% y ms-, y, por tanto, en condiciones de precios particularmente ventajosas. General Electric es, por ejemplo y de esta manera, el primer empleador de Singapur. Estas importaciones contribuyen a la vez a reducir el costo en adquisiciones de las empresas americanas -parte del capital constante- y a bajar el costo de mantenimiento de su mano de obra -capital variable-. De esta forma constatamos, contrariamente a una argumentacin frecuentemente presentada en favor del desarrollo de los pases rezagados por medio de la estrategia de "los Dragones", que los primeros beneficiarios del precio reducido de los productos asiticos son menos los propios pases de la zona que aquellos que los compran), 3) el aceleramiento de la revolucin cientfico-tcnica, con la aparicin de nuevas tecnologas (bsicamente, las mquinas de la ciberntica y de la informtica), lo que repercuti en la productividad del trabajo y el incremento de la plusvala relativa, o sea, en la intensificacin de la explotacin por la reduccin del tiempo de trabajo necesario, 4) el nuevo tipo de organizacin flexible de la produccin, o sea, cambios en el patrn productivo cuyo mayor objetivo es el incremento de la plusvala absoluta y cuya mayor expresin es la flexibilizacin y desregulacin de las condiciones de trabajo, algo muy unido a la tendencia del capital, sobre todo en los pases ms desarrollados, pero tambin en los dependientes, a convertir al mayor nmero de asalariados en trabajadores independientes con contratos puntuales para liberarse enteramente no slo de las cargas sociales, sino del salario mismo, 5) la creciente penetracin del capital en campos de actividad como la salud, la formacin, la informacin, la investigacin, la cultura, el tiempo libre, o sea, los servicios, aunque vale decir aqu tambin para evitar las exageraciones de los profetas de la era post-industrial- que la creencia en un futuro de puros servicios desmaterializados e informacionales est desquiciada, incluso ante sus partidarios ms acalorados de antao, 6) la racionalizacin, es decir, la norteamericanizacin, de las tcnicas de corrupcin tendentes a reemplazar las prcticas (un poco arcaicas) de los sobornos y las comisiones ocultas (o declaradas) por las actividades de 'lobbying', ms eficaces y

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    presentables. Un sector de servicios en el que los norteamericanos llevan una ventaja considerable a sus competidores, no solamente por sus conocimientos sino, tambin, porque han puesto a disposicin de sus multinacionales los enormes medios de intervencin, financieros y logsticos de que disponen, incluida la movilizacin de los servicios secretos del ms poderoso aparato de Estado mundial, que han pasado de la guerra fra a la guerra econmica, todo bajo la gida de Estados Unidos, primer agente de la criminalidad financiera internacional, 7) y esta refinacin de la "economa criminal" dentro del capitalismo no descarta, sino que se combina con el incremento del accionar de crudos y salvajes grupos poltico-mafiosos conectados con los centros de poder imperial, grupos que han resucitado formas de relaciones econmicas precapitalistas (la esclavitud, por ejemplo, en la forma de esclavitud sexual, la semiservidumbre de nios y adultos, la piratera, etc.; un informe de la OIT del 25 de mayo de 2001 revela que EE.UU. podra ser cada ao el destino de 50.000 nios y mujeres objeto de trfico ilegal, destinados al sector del sexo, al servicio domstico y a las labores de limpieza. Los principales puntos de entrada en el pas son Nueva York y California),

    A su vez, tambin se asiste a: la irrupcin de China como potencia productiva-comercial, al estancamiento deflacionario crnico de Japn, segunda potencia econmica del sistema capitalista, a la cada de la tasa de beneficio de las economas europeas en las dcadas de los setenta y de los ochenta, en un proceso de desindustrializacin, prdida del peso especfico del sector industrial europeo respecto a USA, Japn y los nuevos pases industrializados (NPI), lo que provoc un cambio de estrategia de los centros de poder del capitalismo europeo, y a la aparicin de la moneda nica europea, el euro (que circula desde el 1 de enero de 2002), como moneda de intercambio mundial que amenaza el papel del dlar en el marco de la Unin Europea y su Tratado de Maastrich (1991), continuacin del Tratado de Roma (1957), por el cual se estableci la Comunidad Econmica Europea. (La UE, a finales de 2004, cuando se hayan incorporado los nuevos Estados miembros, adems de Gran Bretaa y los pases escandinavos, conformar un mercado de 450 millones de personas frente a los 280 millones de norteamericanos; el PBI -Producto Bruto Interno- europeo superar con creces el norteamericano. Recordemos que la Europa actual ha surgido de los tratados de Roma (1967), de Maastricht (1991), de Amsterdam (1997) y de Niza (2000), generadores del Consejo de Ministros (Estrasburgo), Comisin parlamentaria (Bruselas) y la Corte europea (Luxemburgo)) Todo lo anterior se quiso hacer pasar falsamente por una supuesta nueva economa, sobre la base de que el desarrollo tecnolgico y en especial Internet, el ms detallado conocimiento de las preferencias del cliente y las posibilidades abiertas por la produccin flexible y la fcil financiacin del mercado global, permita y explicaba el intenso y extenso crecimiento econmico mantenido sobre todo por EEUU en los ltimos aos

    En el plano poltico-ideolgico (especie de segundo frente, silencioso e invisible, cuyo objetivo actual es convencer a la humanidad de que la globalizacin y el 'american way of life' o macdonaldizacin -o sea, algo as como comprar, mirar televisin e ir a Disneylandia despus de asistir a Mac Donald y a la iglesia una vez a la semana-, traern la felicidad universal): es un momento de hegemona de la estrategia neoliberal (3), del llamado pensamiento nico (llegando el profesor Francis Fukuyama a decir, en 1992, que estbamos ante "el punto y final de la evolucin ideolgica del hombre, ante el fin de la historia") y de la corriente terica posmodernista (con su visin que nos dice que estamos inmersos en la era de la informacin, junto a una economa globalizada, sin olvidarse de destacar las transformaciones culturales, ideolgicas y psicolgicas, la

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    desaparicin de las antiguas certidumbres, la desintegracin de los principios morales y polticos, la fluidez de las "identidades", el sujeto "descentrado"), teoras todas en cuyo financiamiento, elaboracin y propagacin juegan un papel protagnico los aparatos ideolgicos de dominacin. En efecto, los difunden al nivel mundial los medios monoplicos de comunicacin y de (des)informacin de masas internacionales (tales como CNN, los miembros de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), Reporteros sin Fronteras, el Financial Times, el Wall Street Journal y The Economist, etc.), que son imitados por un sinfn de publicaciones, periodistas y conferencistas, mientras los elaboran intelectuales orgnicos del imperialismo en un amplio rango de instituciones (universidades de Chicago y de Columbia, Mount Pelrin Society, Instituto Americano de la Empresa -cuya Junta Ejecutiva, incluye a Motorola, American Express y ExxonMobil-, Heritage Foundation -think tank del Partido Republicano estadounidense-, Instituto Cato, Hoover Institution, Centre for Policy Studies, International Institute of Economics -dirigido por el facttum del Consenso de Washington, John Williamson-, Asociacin de Economa de Amrica Latina y el Caribe, Comit Latino Americano de Asuntos Financieros, los centros de estudio de los organismos multilaterales de crdito y los repetidores nacionales, etc.), todas financiadas generosamente por otros tantos patronatos neoliberales pblicos y privados (Administracin Internacional de Cooperacin ICA-, Agencia Internacional de Desarrollo AID-, Fondo William Volker, fundaciones Ford, Fulbrigth, Rockefeller, Bradley, Centro Olin, Fundacin Carolina y Fundacin para el Anlisis y los Estudios Sociales, ambas de Espaa, etc.) Partiendo de que la funcin de la ideologa burguesa en general, y de la neoliberal en particular, es enmascarar las relaciones de produccin dominantes, la operacin ideolgica fundamental en curso consiste en transformar en consecuencias inevitables del progreso tecnolgico los padecimientos causados a las masas como el desempleo, el aumento de la pauperizacin o la precarizacin del trabajo, encubriendo que no son la tcnica y la ciencia quienes sto provocan, sino su utilizacin en los trminos dictados por el puado de transnacionales que dominan la economa mundial. La ideologa neoliberal que acompaa el ataque imperialista sobre las conquistas obreras y populares presenta, comparativamente a otras ideologas burguesas, la peculiaridad de centrarse, ms que en la expectativa de progreso de las masas ms expoliadas, en la resignacin de que no hay ninguna otra alternativa ante ella. La idea de que el capitalismo vive desde principios de los 70 una nueva revolucin cientfico-tcnica en gran escala que habra producido mutaciones fundamentales en el funcionamiento de la sociedad y el modo de produccin est presente tanto en elaboraciones de la academia burguesa, como entre autores que se reivindican marxistas y de izquierda. Con la persistencia en la dcada de los 90 de la situacin de desempleo de masas en numerosos pases, la vieja idea de que estbamos en presencia de una sociedad pos-industrial cobr nuevos bros, presentada en sus ltimas versiones como la emergencia de una nueva forma de capitalismo, el capitalismo cognitivo. El fin del trabajo y la aparicin de un nuevo sujeto acorde a este nuevo estadio fueron temticas recurrentes entre los defensores de estas posturas. Asistimos a una uniformizacin cultural que implica la imposicin o consentida adopcin de valores, estilos culturales, conos e imgenes proyectadas planetariamente a partir de la singularidad de la experiencia norteamericana y de un modelo de consumo completamente standarizado, descontextualizado, fetichsticamente igualitario, barato y de baja calidad, cuya representacin paradigmtica est dada por la cadena de ventas de hamburguesas. Siguiendo las precoces observaciones de Gramsci sobre este asunto, podra pensarse que la macdonaldizacin del mundo viene a rubricar el audaz proyecto de reforma intelectual y moral lanzado por la burguesa norteamericana con el fordismo. El pensamiento nico requiere como contrapartida una opinin pblica igualmente nica. Gramsci subray la importancia de este asunto en repetidas

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    oportunidades al decir que las creencias populares... tienen la validez de las fuerzas materiales.

    Los resultados

    Los resultados de este perodo son: a) el incremento de la concentracin y centralizacin del capital a escala sideral, b) el aumento del desarrollo desigual entre pases y dentro de pases, c) el crecimiento de la explotacin absoluta y relativa de los trabajadores, d) el desarrollo de los fenmenos ms diversos de corrupcin (siendo el caso Enron su paradigma en EE.UU. y Vivendi en Europa) y e) la extensin de la desocupacin y de la ms desoladora pobreza en el planeta, por mencionar slo algunas de las lacras congnitas del sistema capitalista. La evolucin se realiz, como siempre ocurre en el capitalismo huyendo hacia delante, a costa de poner nuevas contradicciones y agrandar enormemente las anteriormente existentes, muchas de las cuales, como bombas de relojera, estn todava por estallar: espectaculares e inmanejables dficits fiscales y comerciales de EE.UU., gastos militares a escala desconocida, fenmenos especulativos del sector inmobiliario y de los fondos de cobertura en EE.UU. y otros pases como Espaa, la cercana bancarrota de los gobiernos estatales por todo Estados Unidos, crisis de los fondos de pensin a raz del desplome burstil, crecimiento imparable del endeudamiento externo de los pases dependientes, problemas del sideral endeudamiento de familias, empresas y Estados en la mayora de las naciones, burbuja del mercado de bonos, etc. Segn el Atlas de Le Monde Diplomatique, entre 1970 y 2001, la deuda externa de los pases dependientes se multiplic por 35, en tanto que la deuda pblica de Estados Unidos y las economas ms avanzadas aument en 10 veces su valor. En 2002, el monto sumado de las deudas de todas las naciones (unos 60 billones de dlares) equivala a casi el doble del producto interior bruto anual mundial y era 10 veces superior al total de las exportaciones de mercancas. Estados Unidos encabeza, holgadamente, la nmina de deudores, con 29 billones (de los cuales 3,4 billones corresponden a deuda externa). A finales de 2002 su deuda pblica era de 7,3 billones, la de las familias estadounidenses alcanzaba los 7,7 billones y la de las empresas privadas llegaba a 14 billones. No nos cabe duda de que los esfuerzos para superar las crisis capitalistas slo preparan el camino a crisis ms destructivas y reducen las posibilidades para prevenirlas. A comienzos del nuevo milenio comienza otra etapa en el sistema capitalista mundial: un interregno de dominio disputado o contrariado de los EE.UU., si lo comparamos con el perodo de su hegemona absoluta en el campo capitalista posterior a la salida de la Segunda Guerra Mundial.

    En el nivel econmico, siempre dentro del periodo del capitalismo monopolista de Estado y con un mundo hegemonizado por los Estados Unidos (la principal potencia imperial), asistimos, luego de estallar la burbuja financiera en el primer trimestre de 2000, a un proceso de enlentecimiento, por decir lo menos, del crecimiento de los principales pases del sistema capitalista mundial, la llamada trada (EE.UU., Japn y Europa). (La tasa de variacin anual del Producto Bruto Mundial promedi el 4,5% en 1970-79, descendi al 3,4% en 1980-89 y al 2,9% en el 1990-99. Despus de 20 aos la tasa de crecimiento de la economa mundial pierde tendencialmente 0,1 puntos por ao -FMI, 1997; The World Bank, 1998-. Ello se debi a la desaceleracin de las economas del G7 -dos tercios de la produccin mundial-, especialmente la de sus tres pases principales, Estados Unidos, Alemania y Japn. Asimismo, la inversin mundial es

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    profundamente inestable. Nunca se ha vuelto a alcanzar su tasa mxima histrica de 1973. Lentamente se va reduciendo con saltos de humor brutales que descubren una inestabilidad creciente. Se acrecienta el contraste entre un aparato tecnolgico con rendimientos tcnicos puntuales sin precedente y resultados econmicos decepcionantes. A pesar de la rpida modernizacin de todos los sectores, en los aos 1980 y 1990 la productividad por persona en activo aumenta dos veces menos que en los aos '60. El motor tecnolgico se acelera, pero la mquina econmica se atasca, cosa inevitable en el contradictorio capitalismo) Se comienzan a dibujar con mayor nitidez las contradicciones internas o estructurales del modo de produccin capitalista, agudizndose la contradiccin fundamental del sistema entre la creciente socializacin de la produccin y la apropiacin privada de los frutos de esa produccin (medios de produccin y medios de consumo), con su secuela de desempleo, desregulacin, flexibilizacin laboral y cada del ingreso en todo el mundo. El modo de produccin capitalista se muestra cada vez ms como barrera del desarrollo de las fuerzas productivas del trabajo humano y es de esperar que la realidad de la recesin, la crisis fiscal y las desigualdades sociales harn sentir sus efectos polticos: impelidos por las necesidades econmicas, las empresas concretas de los tres bloques imperialistas deben proceder ms temprano que tarde si quieren seguir compitiendo con solvencia a reformar sus unidades productivas tradicionales -Japn ya avanza tambin en ese camino- y a la vez endurecer la explotacin laboral y, quiranlo o no, azuzar tarde o temprano el descontento de la fuerza de trabajo social y de las vastas capas medias.

    Social y ecolgicamente, la desocupacin crnica de cientos de millones a lo largo y ancho del mundo, la pobreza, la muerte por hambre y enfermedades de millones de seres humanos todos los aos, el trabajo infantil, la esclavitud, el trfico de seres humanos, el ecocidio, los ms diversos delitos y vicios sociales, etc., son ndices elocuentes que, adems de caracterizar el perodo, marcan los lmites infranqueables del capitalismo. Slo en EE.UU., segn los ltimos datos estadsticos, viven en estado de pobreza 33 millones de ciudadanos. Se produjeron en ese pas norteamericano 11.8 millones de delitos en 2001, una subida del 2.1 por ciento frente al ao anterior. En promedio, se cometi un delito cada 2.7 segundos, mientras que se produjeron cada da 44 asesinatos y 248 violaciones (en total, 15.980 personas fueron asesinadas y 90.491 mujeres fueron violadas). La tasa de asesinatos en EE.UU. result ser entre cinco y siete veces mayor que en la mayora de los pases industriales. Debido a los ms de 200 millones de armas privadas que poseen los estadounidenses, fueron frecuentes los tiroteos, que han causado ms de 30.000 muertos o heridos cada ao. Se ha mantenido en EE.UU. una elevada tasa de delincuencia juvenil, y los adolescentes cometieron un 20 por ciento de los crmenes violentos. Las autoridades estadounidenses confirmaron que desde 1973 haban sido errneamente condenados ms de 200 encarcelados, de los que 99 condenados a muerte eran inocentes. Sin embargo, la mayora de ellos no obtuvo compensaciones. EE.UU. es uno de los pocos pases del mundo que impone la pena capital a los delincuentes adolescentes y con enfermedades mentales. En ese pas se produjeron dos tercios de las ejecuciones de criminales adolescentes realizadas en el mundo durante la ltima dcada. A finales de 2001, un total de 6.6 millones de personas cumplan penas en las crceles estadounidenses, que tienen un alto ndice de ocupacin. (Datos sobre EE.UU. de la Oficina de Informacin del Consejo de Estado de China)

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    Respecto de los otros, los supuestos privilegiados del sistema, habitantes por ejemplo del famoso Silicon Valley, se realiz una encuesta que indica que el 80% de la gente est entusiasmada con su trabajo y con su dinero. Pero, a la vez, el 80% de gente dice que no soporta la vida en Silicon Valley, porque tienen que pasarse tres horas y media al da en los atascos del trfico, porque no pueden respirar, porque estn aislados, porque hay un individualismo feroz, porque la familia se hunde. Es decir, una total insatisfaccin con todo lo que no es el trabajo y el dinero. Trabajan cada vez ms y viven encerrados en su trabajo y comiendo comida china que les traen por internet. Pero, fundamentalmente, el deterioro de todo lo que es colectivo acaba impactando sobre la productividad del trabajo.

    Al nivel poltico-militar, el perodo relativamente calmo de los aos 90 y el optimismo burgus de que el mundo, despus de la derrota del comunismo, se encaminaba a un perodo de prosperidad sin lmites y de menores enfrentamientos, ha quedado atrs. Se delinea un escenario de relaciones internacionales muy complicado, en que la hegemona de Estados Unidos aparece cada vez ms y ms desprovista de autoridad tico-poltica, entendiendo por tal el consentimiento espontneo dado por las grandes masas de la poblacin mundial a la orientacin impresa a la vida social por el grupo dominante fundamental, consentimiento que nace histricamente del prestigio y, por lo tanto, de la confianza que el grupo dominante obtiene de su posicin y de su funcin en el mundo de la produccin. Por el contrario, se trata de una hegemona sustentada cada vez ms en su incontrastable superioridad militar y en los conceptos de guerra preventiva, en la nueva nocin estratgica de la llamada guerra de proyeccin y en la concepcin de Estados fracasados y el necesario protectorado del imperio. Programa de aventurerismo militar unilateral que impulsa, por cierto, el sector ms reaccionario y agresivo del bloque en el poder imperial, vinculado al complejo militar-industrial y a los intereses petroleros. Este escenario tambin muestra que otros pases igualmente imperialistas contradicen en grados diversos la hegemona de Estados Unidos, hegemona que, siendo indudable en lo tcnico-militar, es cada vez menor en lo econmico. En otras palabras, sigue desarrollndose la lucha por el reparto de las reas de influencia econmica. Y, por todo ello, se produce la exacerbacin de las crisis, invasiones, guerras de rapia y revoluciones que bajo distintas formas y cambiantes relaciones de fuerzas caracterizan la realidad del capitalismo contemporneo. (Vase al respecto la agresin de la OTAN a Yugoslavia, las invasiones de Afganistn y de Irak, el agravamiento del conflicto palestino-israel, y multitud de conflictos menores en todos los continentes, etc.) Se abre un perodo histrico de agudizacin de la lucha de clases, de confrontaciones entre los Estados y de enfrentamientos econmicos en el mbito mundial, en que la principal fuente de desestabilizacin planetaria es la agresividad intrnseca del imperialismo, llevada hoy a extremos de poner en riesgo la existencia misma de la humanidad. En el caso de los EE.UU, una agresividad expresada en lo militar (y ms all de los ataques directos como en Irak), a travs del desconocimiento al Tribunal Penal Internacional (reclamando impunidad total para los crmenes que cometan sus tropas en cualquier lugar del mundo), al tratado sobre la prohibicin de las pruebas nucleares, al tratado anti-misiles, al tratado sobre minas personales, al tratado contra la inscripcin de nios en el ejrcito. Pero tambin agresividad contra la naturaleza, expuesta en el olmpico rechazo a las metas ambientales del protocolo de Kyoto sobre emisin de gases contaminantes en la atmsfera. Agreguemos que el gobierno de los EEUU (el

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    mayor productor de residuos en el mundo) se ha negado hasta ahora a firmar ninguno de los principales tratados que limitan los embarques al extranjero de desechos txicos. En una conferencia internacional en Ginebra, Suiza (21 al 25 de marzo de 1994), los EEUU con slo un puado de pases exportadores de residuos industriales y hospitalarios, se enfrentaron al resto del mundo y se opusieron a una prohibicin de los embarques de residuos peligrosos a los pases no industrializados. Y agresividad comercial, ya desconociendo las normas sobre comercio que impulsa para otros, mientras l incrementa su proteccionismo en materia siderrgica y del comercio de productos agrcolas, ya usando la relacin comercial como instrumento para el logro de objetivos polticos. Y ello, sin olvidarnos que en el cuadro del nuevo orden imperial designado con el genrico trmino de globalizacin, esa agresividad en las relaciones internacionales se corresponde, en lo interno de cada pas, con un ominoso rebrote del autoritarismo de oligarquas acorazadas con tintes fascistas, especialmente marcado en los pases dotados de instituciones representativas derivadas de la tradicin liberal. Y con el descaecimiento del respeto a los derechos humanos, en especial de los inmigrantes y las minoras tnicas y raciales. Algo muy unido tambin a la feroz ofensiva antiobrera y antisindical lanzada desde Reagan y apenas amortiguada por Clinton, ofensiva que explica el retroceso alarmante de las condiciones de vida y trabajado de los pueblos que habitan en los EEUU, y el endurecimiento de las disciplinas laborales y represivas contra el movimiento obrero: "Por lo menos, uno de cada diez militantes sindicales que intentan formar un sindicato en EEUU es despedido ilegalmente. Una encuesta de 1994 conclua que el 79% de los estadounidenses creen que los trabajadores sern probablemente despedidos si tratan de organizar un sindicato en su centro de trabajo" (Jos Mara Zufiaur: "EEUU y el 'dumping' social". Cinco Das, 9-XI-1999)

    As, asistimos al mayor incremento del que se tenga memoria del control poltico-policial de los estadounidenses. Con la excusa de la lucha contra el terrorismo, toda la superestructura se transforma para intentar asegurar el dominio de clase. Entonces, en el marco de un nuevo documento sobre la seguridad nacional (Estrategia para la Seguridad del Territorio Nacional) son afectadas las estructuras jurdicas (el derecho: Ley Patritica I y II y la designacin de jueces ultra-reaccionarios en la Suprema Corte) y polticas. Las instituciones de represin fsica (el ejrcito, la polica, los aparatos de inteligencia, el sistema judicial) se adecuan a los planes de los sectores ms regresivos del imperialismo (por ejemplo, creacin del Departamento de Seguridad del Territorio Nacional). Como nunca antes, se despliega la red jurdica-policial de control social: centralizacin electrnica de las fichas y de la informacin y prolongacin de la polica oficial en las redes de vigilantes privados. Se establecen gigantescas y sofisticadas redes de espionaje mundial y nacional, las que tienen en Echelon (en manos de la Agencia Nacional de Seguridad, ASN, que depende del Pentgono) o el programa Linterna Mgica del FBI, sus ejemplos ms importantes y descarados. Y ello, sin olvidarnos del peligrossimo proyecto del contralmirante John Poindexter (miembro en su da del equipo de Ronald Reagan, procesado por el conocido escndalo Irn-Contras y actual consejero de Seguridad Nacional del Presidente Bush) que ha organizado la IAO (Oficina para el Conocimiento de la Informacin), una rama de la Agencia de Investigacin de Proyectos Avanzados de Defensa (Darpa: Defense Advanced Research Projects Agency). Este demencial proyecto desea hacer converger todos los bancos de datos del planeta en un solo y gigantesco archivo electrnico, capaz de guardar las reservas de billetes areos, los tickets de la caja del supermercado, las llamadas telefnicas realizadas por mviles o con telfonos pblicos, los boletines escolares, los artculos de los diarios, los itinerarios en las casetas de las autopistas, las recetas

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    mdicas, todas las transacciones privadas o de trabajo. Se llamar Sistema de Conocimiento Total de la Informacin o TIA (segn su sigla en ingls) Lo anterior va unido a la creciente militarizacin de la sociedad estadounidense. Esta puede entenderse como el proceso por el cual la sociedad civil se organiza para la produccin de violencia. Mientras el militarismo sola ser visto como una serie de creencias que se limitaban a grupos sociales especficos o sectores de la clase gobernante, la militarizacin es una serie de mecanismos que involucran todo el edificio social: incursin de reclutadores y enseanzas militares en el sistema escolar pblico, spots publicitarios en la televisin, anuncios impresos, sitios en la red de todas las ramas de las fuerzas armadas, deportes como el paintball (que crecen muy rpidamente) en el que los adolescentes se acechan y se matan mutuamente en campos de batalla; intervenciones presidenciales en el mbito del ritual meditico, hablando con audiencias cautivas en las bases militares, en las plantas de la industria de armamentos y sobre portaaviones. Y, como broche de oro, nos encontramos con una nueva normativa sobre los medios de comunicacin en EE.UU.. sta genera una centralizacin de la propiedad de los medios y, por lo tanto, de las lneas editoriales. La normativa perjudica abiertamente, la subsistencia de medios ms pequeos, independientes o regionales que estn fuera el circuito de los grandes mercados de la publicidad.

    El contenido de la poca

    Sin embargo, lo ms importante del nuevo perodo histrico est en otro lado. Est en que el viejo topo de la historia sigue trabajando sin pausa: la lucha de clases se profundiza y alcanza formas nuevas. Lucha de clases que se entremezcla dialctica y originalmente con la lucha por la paz en el mundo (que adquiere mayor relevancia y amplitud que nunca) y con las luchas fortalecidas contra las diversas formas de discriminacin tnica, racial, de sexo, generacionales, en defensa del medio ambiente, de la diversidad cultural, etc. Se trata de movimientos como el feminismo, el ecologismo, los de defensa y afirmacin de las minoras sexuales, tnicas y religiosas, y muchos ms. A esto se suma un abigarrado conjunto de organizaciones y movimientos de tipo ms social, como los de campesinos sin tierra, de desocupados, de inmigrantes y otros. Naturalmente, existen tambin muchos tipos mixtos, porque las identidades no son unvocas: la pertenencia de clase se solapa con la de etnia, la de gnero, etc. Esto es particularmente visible en los movimientos indigenistas de Amrica Latina La irrupcin sin precedentes de la ciencia en la produccin, los avances de la tcnica cientfica, hacen a la sociedad ms orgnica en el sentido de incrementar la interdependencia de sus diversas partes. En la esfera de la produccin, ello adquiere dos formas: primero, encontramos la muy ntima interconexin entre los individuos comprometidos en una empresa comn, p.e. en un establecimiento singular y, segundo, est la relacin, menos ntima pero an esencial, entre una empresa y otra. Cada una de ellas deviene ms importante con cada avance de la tcnica cientfica. Pero, al mismo tiempo que vislumbramos la completa automatizacin del sistema productivo, determinada por la constante revolucin tecnolgica que se ejerce sobre el capital fijo, el capitalismo ha llegado a lmites extremos de putrefaccin. Gran paradoja: la maquinaria ms desarrollada compele actualmente al obrero a trabajar ms tiempo que el que trabaja el salvaje o que el que trabajara el mismo obrero con las herramientas ms sencillas y toscas, mientras condena a la desocupacin permanente a cientos de millones. Observemos ahora brevemente a los individuos "normales" y con "sentido comn" que nos presenta el sistema capitalista maduro como paradigma: se tratara de aquellas personas que todava trabajan el tiempo integral. Y qu se ve? : una

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    neurotizacin e insatisfacin creciente de seres enfermos de soledad anmica en medio de grandes ciudades superpobladas. El 33% de los trabajadores europeos estn enfermos de stress y en Japn, el karoshi, el mal del exceso de trabajo, hace estragos. Y no es para menos cuando la enajenacin llega al mximo, tanto respeto de los productos del trabajo como de los mismos procesos laborales, y cuando se pretende transformar a los trabajadores a la condicin de "gorilas amaestrados" (Gramsci) As, es imposible que encuentren la menor satisfaccin inmediata en su trabajo. Pero tambin les aterra y enferma la posibilidad de perder la ocupacin por el avance tecnolgico. Entonces, no es de extraar que la orientacin hacia el consumo sea el contenido propiamente dicho de su vida, consumo donde buscan compensaciones o consuelo por los padecimientos Es un modo de produccin que, mreselo por donde se lo mire, ya cumpli su misin histrica. No tiene perspectivas, camina raudamente hacia su agotamiento y no admite recambios como los que intentaron los impulsores de la llamada Tercera Va, hoy ms desprestigiados que nunca. Es posible y necesario sustituirlo por un modo de produccin superior, que asegure un desarrollo durablemente sostenido antes de que desaparezca el propio planeta, pues estamos tropezando con umbrales de viabilidad econmicos, ecolgicos y antropolgicos. La sociedad humana esta produciendo anualmente 30 billones de dlares en bienes y servicios, una enorme riqueza totalmente mal distribuida. Pero la base cientfico-tcnica que posibilita la produccin de esa inmensa masa de bienes y servicios, con ser necesaria para una nueva sociedad, no es condicin suficiente. No habr un cambio automtico -ningn determinismo- por el slo expediente del crecimiento de las fuerzas productivas. Al contrario, dichas fuerzas productivas "desenvolvindose" en el marco de las relaciones capitalistas de produccin se convierten en fuerzas destructivas, generando una profundizacin de la moderna barbarie a escala social. De lo que se trata, entonces, es de elevar la conciencia, la organizacin y la iniciativa poltica como elementos decisivos para la salida de la crisis estructural capitalista hacia la emancipacin social. De lo contrario estaremos resignndonos a sobrevivir (si es que sobrevivimos) como "gorilas amaestrados". Nuestra consigna sera aqu, prever al futuro, s, pero tambin y fundamentalmente, forjarlo, transitando hacia el deber ser (entendido no en un sentido moral). O sea, el tener perspectivas de creacin de nuevas relaciones de fuerza. Y ello, sin perder de vista, a la vez, que las formaciones sociales actuales se han convertido en estructuras muy complejas y resistentes, donde las superestructuras polticas creadas por el superior desarrollo del capitalismo son factores claves de esa resistencia (equivalentes al sistema de trincheras de la llamada guerra de posiciones), casamatas y fortines que frenan y dificultan los procesos revolucionarios -entre los cuales cabe mencionar la gravitacin reformista-, todo lo que hace ms lenta y ms prudente la accin de las masas y exige, por tanto, a los partidos revolucionarios una estrategia y una tctica ms complicada y de ms respiro. Junto a lo anterior, la clase obrera sigue encontrndose en el centro de los acontecimientos y determina, ms all de todos los provisionales retrocesos y evaluaciones subjetivas, la tendencia de desarrollo bsica y global de carcter histrico-universal. Por todo ello, el contenido de la poca sigue siendo en trminos generales, o sea, no particulares o concretos o inmediatos, de transicin del capitalismo al socialismo. Y esto es vlido aunque, a raz de su misma extenuacin como sistema econmico-social, el imperialismo acreciente como nunca antes su peligrosidad, apelando descarnada y crudamente al recurso de la fuerza militar para sostenerse y dominar a los pueblos del mundo. A lo expuesto, debe agregrsele nuestro atento seguimiento, a partir de que lo econmico es determinante en ltima instancia, de la influencia de la creciente

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    debilidad econmica del imperialismo yanqui sobre los aspectos poltico-militares e ideolgicos de su accionar (prdida de la hegemona, del prestigio como modelo econmico, cada del valor del dlar, incremento del costo del mantenimiento de sus bases militares en todo el mundo, etc.)

    En Amrica Latina

    En Amrica Latina, la estrategia neoliberal, tan claramente expresada en su faz econmica por el Consenso de Washington y tan minuciosamente impuesta sobre la regin durante las ltimas tres dcadas, muestra sus terribles resultados para los pueblos del continente. Estrategia que naci chorreando sangre, nunca lo olvidemos, mediante las muertes, torturas y desapariciones del terrorismo de Estado de las dictaduras fascistas y su aciago Plan Cndor, como lo reconocen oficialmente las conclusiones de la Comisin por la Paz en Uruguay.

    En su implementacin han intervenido en mayor o menor medida organismos pblicos y privados: el Departamento de Estado, el Pentgono, la Organizacin de Estados Americanos (OEA), la Organizacin de Estados Iberoamericanos (OEI), las elites transnacionales del FMI y el Banco Mundial, la Trilateral, el Grupo de los 30, la Americas Society, el Consejo de las Amricas, la National Endowment for Democracy (NED), organismo mediante el cual, como afirmara el New York Times en 1997, los Estados Unidos se han entrometido desde hace mucho tiempo en los asuntos internos de otras naciones: el Congreso asigna decenas de millones de dlares de un modo encubierto y pblico con el objetivo de influir en polticas internas en el extranjero , el Instituto de Cooperacin Iberoamericana -ICI, rgano catalizador de la poltica latinoamericana de Espaa-, un variado grupo de universidades y centros de estudio privados de EE.UU., la Fundacin Carolina (Espaa), el Opus Dei, los Legionarios de Cristo, la nueva Fundacin Internacional para la Libertad (presidida por Vargas Llosa), diversas logias y las oligarquas locales.

    Un papel particular y poco conocido le ha correspondido al Tesoro de Estados Unidos. En el seno de ste existe la Oficina de Asistencia Tcnica del Tesoro, que supervisa el subsecretario para Asuntos Internacionales y fue creada a principios de la dcada del 90, cuando la Unin Sovitica se desmembraba en pases independientes. Dicha oficina provee asesoramiento sobre cmo los pases en vas de desarrollo o destruidos por la guerra deben dirigir una economa moderna; trabajan economistas reclutados por el Tesoro, que vienen del Gobierno federal, las oficinas de presupuesto de los estados, y, a veces, de Wall Street; se han metido en ms de 50 pases; prepararon un presupuesto para el nuevo gobierno de Afganistn, ayudaron a Indonesia a reestructurar bonos por US$19.000 millones para evitar un default, ayudaron a mejorar la supervisin bancaria en Uganda y Etiopa, colaboraron en la revisin del sistema fiscal de Honduras y aconsejaron al banco central de Argentina sobre cmo influir ms eficazmente en la poltica econmica: "Los asesores estn disponibles no slo para dar consejos, sino para movilizar recursos de fuentes en el Gobierno y en el sector financiero", dijo Daniel Zelikow, que fund la oficina y es ahora uno de los directores de J.P. Morgan Securities. Por los resultados de hambre, miseria, destruccin de fuerzas productivas y produccin monocultural, las crisis rebrotan una tras otra con una rapidez que super cualquier prediccin. La revuelta en Argentina, la insurreccin campesina en Bolivia, la movilizacin campesina e indgena en Ecuador, la lucha popular venezolana que malogr el golpe de estado, levantamientos callejeros en Paraguay y Per, los avances

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    en Brasil, una guerra civil cada vez ms fuerte en Colombia, los sucesos de Hait, son expresiones de la lucha de los pueblos del continente. Somos un continente agobiado por mltiples formas de explotacin imperialista. A ttulo de ejemplo, recordemos que en el ao 2003, la regin registr un ingreso de capitales en el orden de los 25,8 mil millones de dlares, pero tuvo que remitir al exterior ms del doble, 54,8 mil millones, produciendo una Transferencia Lquida de Recursos (TLR)1 de 29 mil millones negativos. En el 2002, esta balanza desfavorable lleg a ser mucho mayor, con una diferencia negativa de 40,2 mil millones de dlares. Somos un continente sobre todo aplastado por una impagable deuda externa. (La misma subi a un ritmo constante a lo largo de los ltimos aos de la dcada de los 80 y durante los 90: de U$S 230 mil millones en 1980 lleg a U$S 533 mil millones en 1994, ms de U$S 714 mil millones en 1997, U$S 793 mil millones en 1999, y luego ms de U$S 1 billn para el siglo XXI.) El pago de esta deuda gigantesca exige un doloroso tributo a los sectores populares de Amrica Latina y para en seco cualquier posibilidad de una recuperacin duradera. (Los datos de los informes anuales de la Comisin Econmica de las Naciones Unidas para Amrica Latina (CEPAL) muestran que el ingreso per cpita disminuy en un promedio de 0.9 por ciento en cada ao de la dcada de los ochenta, conocido en Amrica Latina como la "dcada perdida". Y luego declin en un promedio de 1.5 por ciento cada ao durante los noventa, la supuesta "dcada de recuperacin". Los indicadores de pobreza e indigencia tambin se dispararon en la mayora de los pases en los ltimos 20 aos. La pobreza afect en 2002 a 220 millones de personas; eso significa que el 43,4% de los habitantes son pobres, 9 dcimas ms que en el ao anterior (segn la definicin de la CEPAL, ser pobre es tener apenas lo mnimo necesario para cubrir las necesidades bsicas). El porcentaje de indigentes tambin aument: en 2001 fue de 18,2% mientras que el ao pasado creci a 18,8%. Qu significa dicho porcentaje? Que 95 millones de latinoamericanos no puede, ni siquiera, cubrir lo bsico para vivir) A la vez que se desarrolla la crisis econmicosocial o de estructura, en diversos pases latinoamericanos presenciamos una progresiva crisis de mando y de direccin del gobierno poltico del Estado. En otras palabras, se producen casos de desorganizacin poltica particular de la clase dominante crisis de representatividad de los partidos tradicionales o partidos orgnicos de la burguesa en la escena poltica-. Nos encontramos as, por la unin de la crisis de estructura y la crisis poltica o de dominacin del imperialismo y de las clases dominantes latinoamericanas, con lo que Rodney Arismendi llamaba la crisis global de las sociedades latinoamericanas. En efecto, atravesamos un perodo en el cual se va disipando progresivamente el consentimiento espontneo dado por las grandes masas de la poblacin a la orientacin impresa a la vida social por el grupo dominante fundamental del bloque en el poder, consentimiento que tambin se lograba por polticas estatales desarrollistas que realizaban una relativa distribucin del ingreso (sobre todo a los sectores medios urbanos), con lo que atemperaban la percepcin de la poltica institucional como exclusivo botn de una lite, como hoy se le percibe crecientemente. La crisis de representacin la padecen inicialmente los partidos que representan los intereses burgueses, porque en las condiciones actuales de reproduccin del capitalismo ellos son antagnicos con la satisfaccin subordinada de los intereses populares. Se trata de un momento en que la clase dominante va perdiendo el consentimiento, o sea, en que cada vez es menos dirigente, para transformarse cada vez ms en slo dominante, detentadora de la mera fuerza coactiva. Ello significa que las grandes masas se han ido desprendiendo de las ideologas tradicionales y que ya no creen en aquello en lo que antes crean. (Vanse, al respecto, los casos de desplome de los

    1 Transferencia Lquida de Recursos (TLR) de Amrica Latina y el Caribe, ndice resultante de la

    diferencia entre lo que el pas recibe de inversiones, tanto de inversores autnomos como de instituciones como el FMI y el Banco Mundial, y lo que pagan de lucros e intereses al exterior. Boletn tcnico del Instituto de Estudios Socioeconmicos (Inesc) sobre la transferencia de recursos en la regin.

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    partidos polticos tradicionales en Venezuela y Ecuador -profundas crisis de hegemona de las oligarquas venezolana y ecuatoriana y fracaso de los partidos tradicionales-, que perdieron toda credibilidad y representacin). La historia de estos partidos tradicionales en Amrica Latina ha sido la de la manipulacin clientelista, los acuerdos cupulares entre las fracciones dominantes y la demagogia y, con escasas excepciones, la del enriquecimiento personal o empresarial a partir de los cargos pblicos. Vivimos una crisis regional que amenaza implicar en su vrtice al continente entero, desde el Ro Bravo hasta Tierra del Fuego y que se ata, a su vez, a la espiral de la crisis econmica global. Pero la revolucin nacional-liberadora en Amrica Latina no tendr un desarrollo lineal ni idlico. A la luz de documentos como el de Santa F IV y el Proyecto para el Nuevo Siglo Americano, que se oficializan en la Estrategia de Seguridad de Estados Unidos (ESEU), (4) debemos esperar, con toda seguridad, una nueva ronda de intervenciones polticas y militares estadounidenses en la regin bajo la excusa de guerras contra el "terrorismo" y las drogas, o la posesin de armas defensivas a las que todo Estado tiene derecho. La remilitarizacin ya estuvo bien encaminada a finales del siglo 20, impulsada por el fuerte auspicio estadounidense: * los U$S 1.3 mil millones del Plan Colombia, * la venta por parte de Washington de aviones de combate avanzados a las fuerzas armadas de Chile, * la instalacin de cuatro bases militares en el continente (una en Manta-Ecuador, donde instal un denominado Centro de Operaciones de Avanzada -FOL-, el cual ya se encuentra operativo al 100% y ha registrado en el ltimo ao 1.028 vuelos hacia la regin -el Convenio est denunciado por haber sido suscrito sin observar las normas constitucionales del Ecuador y por su violacin por EE.UU. al entregar su manejo logstico a la cuestionada empresa Dyn Corp, acusada de actividades criminales en Yugoslavia y de narcotrfico en Colombia-; las otras bases son las de Curazao, El Salvador y Aruba; adems, existe la propuesta de crear dos bases ms: una en Alcntara, en el estado de Maranho, Brasil, y otra en Tierra de Fuego, Argentina), * la provisin a gran escala de armas, equipos de contra insurgencia, y programas de entrenamiento "antiterrorismo" a Mxico, * flamantes mecanismos de intervencin multilaterales, * y una nueva ronda de ejercicios militares conjuntos a lo largo del continente entre los ejrcitos de Estados Unidos y los pases latinoamericanos. Tambin sealemos que: a) el 9 de setiembre de 2001, el Consejo de Delegados de la Junta Interamericana de Defensa aprob un informe titulado Hacia un Nuevo Sistema de Seguridad Hemisfrica (que haca hincapi en las nuevas amenazas) y b) en noviembre de 2002, el Secretario de Defensa de los EE.UU., Donald Rumsfeld, encabez en Santiago de Chile una Conferencia Interamericana de Ministros de Defensa orientada a consolidar los programas del Pentgono para la realizacin de "ejercicios" conjuntos de tropas sudamericanas en la perspectiva de futuras e inminentes "guerras" contra el "narcoterrorismo andino". Estos planes, repetimos, estn relacionados con el Plan Colombia y su extensin como Iniciativa Andina, el plan Puebla-Panam, el establecimiento de bases en distintos pases del hemisferio y el entrenamiento de tropas militares y policiales en Argentina, en Mxico y en todos los pases de este continente, con excepcin, obviamente, de Cuba. Recordemos, asimismo, que uno u otro de los gobiernos del hemisferio ha tachado de "terrorista" al MST de Brasil, a los Zapatistas de Mxico, las FARC y el ELN de Colombia, al movimiento indgena del Ecuador, al Farabundo Marti, el Frente de Liberacin Nacional en El Salvador, a los Sandinistas de Nicaragua, y a otros legtimos movimientos revolucionarios. La CIA ha identificado como "un nuevo desafo para la

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    seguridad interna" al movimiento indgena, que - 510 aos despus del inici de la conquista - se ha extendido a lo largo del hemisferio.

    Carcter comn de la revolucin latinoamericana: sobre la base de que los problemas de Amrica Latina son esencialmente comunes pese a la multiplicidad de situaciones nacionales, de que todos nuestros pases tienen un opresor fundamental y estructuras en crisis bastante anlogas, sigue siendo vlida en lo esencial la afirmacin de nuestro Partido acerca del carcter comn de la revolucin latinoamericana. Y esa comunidad esencial de los problemas y enemigos que debemos afrontar hace que comience a abrirse paso en el continente - objetivamente y por encima de nombres- un programa democrtico avanzado, plataforma que construyen y detrs de la cual se alinean en el corto plazo nuestros pueblos para oponerse organizadamente al imperialismo y a sus cmplices nativos. Programa que implica, entonces, la creacin de espacios de debilitamiento y quebrantamiento de la dependencia en el mbito continental, hoy simbolizados en la lucha contra el proyecto imperialista del ALCA, el plan Colombia-Iniciativa Regional Andina y el plan Puebla-Panam. Programa que incluye el avance en los procesos de autonomizacin de diversos gobiernos, ms all de sus contradicciones y desniveles. Programa que significa combinar la mxima unidad y convergencia de pueblos y gobiernos que se manifiesten por la paz, el respeto a la ley internacional y la defensa de los principios de no intervencin y autodeterminacin. Programa que nace de las luchas populares y que para concretarse en triunfos requiere del papel de vanguardia de la clase obrera, una de las condiciones bsicas, a su vez, de la mayor organizacin y movilizacin de las amplias masas continentales. Y de aqu, de esta concepcin, surge el papel y las tareas que defendemos, tanto en el Foro de San Pablo, como en el Foro Social Mundial y otros mbitos en que nos toque actuar. En todos ellos intentamos actuar en primera fila, colaborando en la construccin de la unidad de accin del multifactico movimiento antiglobalizacin neoliberal, superando falsas antinomias, prejuicios y contradicciones (por ejemplo, entre partidos polticos y movimientos sociales o respecto del sujeto social de los cambios), todas las cuales, consciente o inconscientemente, conducen a reducir el papel de la clase obrera en la lucha liberadora. Nuestra concepcin implica aceptar la heterogeneidad y amplitud del movimiento y, con ello, la existencia de contradicciones no antagnicas entre sus participantes. La proliferacin de antagonismos y puntos de ruptura con el sistema plantea la cuestin de cmo articular la accin colectiva de modo tal que, a partir de esa pluralidad, un sujeto emancipatorio global logre constituirse. Y esto, sin dejar de trabajar un instante en la necesaria profundizacin del mismo, tanto con los Partidos Comunistas y otras fuerzas revolucionarias del mundo, como acentuando la necesidad de una coordinacin de las centrales sindicales para actuar decisivamente en el Foro Social Mundial, o en las definiciones programticas del propio movimiento y sus formas de lucha. Y, finalmente, esa actuacin nuestra en los mbitos internacionales se opone expresamente a aquellas corrientes (cuyo paradigma terico es Imperio, de Negri y Hardt), que expresan desdn por el momento poltico de la articulacin de fuerzas sociales inicialmente heterogneas y que sostienen una creencia semimtica en procesos inmanentes que llevaran a las luchas parciales a una unificacin utpica.

    La importancia del anlisis y seguimiento de los procesos internacionales A la vez, los comunistas, participantes de las transformaciones y no meros espectadores, necesitamos seguir ms atentamente que nunca todas las luchas, datos e investigaciones

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    provenientes de los niveles econmicosociales, polticos e ideolgicos a escala internacional, pues ah se refleja la descomposicin objetiva del sistema, los lmites histricos del capitalismo monopolista de Estado y de la globalizacin. Y hace a la perspectiva revolucionaria global y a la maduracin de condiciones subjetivas para alumbrar los cambios y vas de aproximacin hacia el socialismo como fase primera del comunismo. Tambin creemos que debemos continuar con los procesos de anlisis de lo ocurrido en la URSS y otros pases eurocentrales, tanto en lo econmico como en los niveles poltico e ideolgico, a los efectos de continuar extrayendo ms enseanzas (nunca recetas), que nos sirvan para nuestro desarrollo en el necesario y permanente proceso de la crtica y la autocrtica y, con ello, para la construccin de la nueva sociedad.

    2) Sobre la realidad nacional

    A) La base econmica o estructura de nuestra sociedad

    La viabilidad del Uruguay

    Por sus caractersticas geogrficas y pese a su pequeez territorial, el Uruguay posee condiciones propicias para un desarrollo econmico prspero. Su clima es benigno y la casi totalidad de sus praderas naturales son aptas para la ganadera o la agricultura. Sus ros y costas martimas cran abundantes riquezas pesqueras, son el sustento del turismo y permiten la concrecin de la hidrova, uno de los medios ms econmicos de transporte. El subsuelo posee yacimientos de materiales nobles de construccin y otros minerales y es el lugar de uno de los ms importantes reservorios de agua dulce del mundo, un recurso estratgico en un planeta que se desertifica. Nuestra capacidad de producir productos sanos y orgnicos a partir de recursos naturales ya es valorada hoy da y lo ser cada vez ms en este mundo que, lamentablemente, incrementa sus niveles de contaminacin ambiental a niveles de ecocidio. Junto a estas riquezas naturales el pas tiene en la capacitacin de sus trabajadores y el desarrollo cultural de la poblacin otra riqueza acumulada fundamental, sobre todo hoy en que el conocimiento es el eje del desarrollo cientfico y tecnolgico. Con estas fuerzas productivas, el Uruguay podra construir una economa independiente (que no autrquica) y desarrollada y asegurar una vida feliz, de bienestar material y cultural, incluso a una poblacin varias veces mayor que la que actualmente lo habita. Contrastan esas posibilidades con el atraso de la economa, la continuidad de la produccin monocultural, el retroceso en el desarrollo social y cultural y los sufrimientos de los de los trabajadores y el pueblo. El apoderamiento de los frutos del trabajo nacional por el imperialismo y sus socios locales, dueos de los principales medios de produccin y de cambio, es la causa bsica de este estado de cosas. Esa concentracin y centralizacin del capital y el acrecentamiento de la explotacin por el imperialismo se vio impulsada durante la dictadura fascista instaurada en 1973, que fue la culminacin de los procesos iniciados con la reforma cambiaria y monetaria de 1959 y el pachecato. Y no se ha detenido durante los gobiernos posteriores, llegando a su clmax en este perodo de gobierno. Nuestro pueblo enfrent al pachecato y al fascismo (histrica huelga general de 15 das y resistencia durante toda su duracin, marcada por torturas, asesinatos y desapariciones, entre las cuales, las de 26 comunistas), y a todos los intentos de

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    aumentar su explotacin. Y en ese camino acumulativo de luchas heroicas ha madurado su conciencia poltica, lo que nos pone a las puertas de una gran transformacin. Proceder a un cambio radical del actual rgimen econmico-social es la condicin fundamental para que las potencialidades nacionales se expresen en beneficio del pueblo trabajador y permitan la viabilidad del Uruguay junto a la de los dems pueblos de Amrica Latina.

    La contradiccin principal de la estructura econmico-social del Uruguay

    El Uruguay como formacin social se caracteriza por el predominio del modo de produccin capitalista y por su dependencia del imperialismo. En dicha formacin social constatamos un estancamiento a largo plazo de las fuerzas productivas. (Uruguay presenta las tasas de inversin ms bajas de Latinoamrica: desde 1998 la inversin ha cado en ms del 34%. La tasa de inversin se situaba en 13.2% del PBI en el ao 2000, cuando se necesita no menos del 20%. En promedio, en la ltima dcada la tasa de inversin uruguaya fue de 11.6%. Esa cifra representa la mitad de lo que se invierte en Chile, o ms de 6 puntos porcentuales por debajo de las cifras de Argentina. A mediados de la dcada del ochenta la inversin en EE.UU. se ubicaba en 18% del PBI, y conste que se consideraba baja) La causa bsica de este estancamiento a largo plazo de las fuerzas productivas es su contradiccin con las relaciones de produccin basadas en la dependencia del imperialismo, el predominio del capital financiero-especulativo y monoplico y el latifundio capitalista, que frenan ese desarrollo. Esta contradiccin entre las fuerzas productivas que pugnan por desarrollarse y aquellas relaciones de produccin determina la crisis de estructura de la formacin social uruguaya. Se trata de una crisis a largo plazo que no descarta periodos de relativo crecimiento vinculados a la propia economa uruguaya y a los ciclos de la economa mundial y regional. La crisis estructural se manifiesta, al igual que en otras naciones latinoamericanas, luego del agotamiento y ruptura del modo de regulacin monopolista-estatal en vigor desde la posguerra. En el caso latinoamericano, dicho modo de regulacin coincidi con el auge y consolidacin del modelo de sustitucin de importaciones.

    Los factores anteriores provocan que el capitalismo sea un capitalismo deformado, en estrecha relacin con la reproduccin dependiente que lo caracteriza.

    El incremento de la dependencia del imperialismo y de la parasitacin por el capital financiero-especulativo

    La aplicacin de la estrategia neoliberal en Uruguay tiene larga data: recordemos simplemente que el Plan de Desarrollo que aplic la dictadura fue pergeado en 1972 por Zerbino y Davrieux, durante el gobierno de Bordaberry. Pero los cambios producidos en los pases imperialistas, sobre todo la predominancia de lo financiero en el modo de acumulacin actual y, a la par, los cambios ocurridos en la base material de la sociedad uruguaya siguiendo en lo esencial las directivas (no oficiales) del Consenso de Washington, que significaron la realizacin de las llamadas reformas estructurales (acordadas ya en 1991 con el Banco Mundial), acrecentaron la importancia de la dependencia del imperialismo (5) como relacin de produccin causante del estancamiento de las fuerzas productivas. A la vez y en estrecha vinculacin con dicha dependencia y con la aplicacin de los mandamientos neoliberales del Consenso de Washington, ha pasado a tener una importancia fundamental en el entorpecimiento del desarrollo de las fuerzas productivas la parasitacin extrema por el capital oligoplico-financiero-especulativo de toda la base o estructura econmica-social.

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    El capital financiero transnacional y sus socios locales han utilizado el aparato de Estado para el logro de sus objetivos (globales) de dominio y explotacin. Al contrario de lo que pregonan los neoliberales acerca del Estado y la economa como entes separados, sosteniendo que el capital acta por sobre el Estado, en realidad, el capital opera a travs del Estado: lejos de ser pasivo o neutral, el Estado continu siendo activo y funcional al modelo neoliberal. Existen, entonces, rasgos crecientes de capitalismo monopolista de Estado (CME) en Uruguay, aunque con caractersticas diferentes al observado en los pases imperialistas. Y ello en el marco general del papel del Estado como factor de unidad poltica del bloque en el poder bajo la gida de la fraccin hegemnica. Sin embargo, al tiempo que se sealan las peculiaridades del CME en los pases dependientes, tambin debe anotarse su similitud esencial con el de los pases imperiales: la presencia del Estado en el proceso de extraccin, apropiacin, circulacin y uso de la plusvala se vuelve imprescindible para hacer posible la reproduccin del capital y asegurar de esta manera la reproduccin de las relaciones capitalistas de produccin. La suma de instrumentos utilizados permite un reforzamiento de las posiciones del capital financiero mucho ms acelerado del que hubiera resultado del simple juego de las leyes econmicas, al agregar a la siempre mayor eficiencia de las grandes empresas sobre la pequea produccin, el empleo del potencial econmico y organizativo del Estado en beneficio de los grupos y conglomerados financieros. El dominio del aparato de Estado por los gestores del capital financiero transnacional, regional y estatal ha generado polticas econmicas favorables a sus intereses sobre la base de la apertura de la cuenta de capitales iniciada en los aos noventa y la apertura econmica. Mediante procedimientos de adopcin de decisiones altamente elitistas, agentes externos y funcionarios no electos (perfectamente intercambiables, por otra parte), definen la forma de las decisiones macroeconmicas y macrosociales que tienen efecto en las estructuras bsicas de la economa y en el standard de vida. Funcionarios nombrados por la Secretara del Tesoro de EE.UU., del Banco Mundial y el FMI deciden sobre el gasto del gobierno, relaciones de propiedad (propiedad privada contra pblica), estrategias de desarrollo (mercados de exportacin o domsticos) y muchos otros aspectos decisivos de la existencia social uruguaya, evitando el sistema electoral. La burguesa ganadera, la fraccin de los industriales, la de los exportadores y la de los importadores y grandes superficies comerciales, fueron especialmente favorecidos en algunos subperodos, para ser relativamente perjudicados en otros, por parte de las medidas del Estado en materia econmica. La nica fraccin permanentemente apoyada fue la del capital bancario privado. En los momentos crticos, donde se pone de manifiesto la esencia de un rgimen, el Estado salv al capital financiero-especulativo-parasitario, particularmente al internacional. Ese capital financiero (o sea, la integracin del capital bancario con los grandes capitales de los ganaderos, las empresas oligoplicas industriales, exportadores e importadores, organizando Grandes Grupos Econmicos), constituye el segmento hegemnico de la clase capitalista. Lo que se afirma es que ese segmento hegemnico se estructura alrededor de los propietarios de los bancos.

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    Algunos de los rasgos ms destacables del capitalismo monopolista de Estado son la intervencin descarada del aparato de Estado en la poltica cambiaria, en la poltica fiscal y la orientacin del Presupuesto Nacional hacia la especulacin financiera y en la poltica monetaria, es decir, en la poltica econmica del Estado En acuerdo con el FMI, han instrumentado polticas ortodoxas de restriccin monetaria y fiscal, con las siguientes consecuencias en nuestra economa: a) reduccin de la demanda efectiva, b) aumento del desempleo, c) estrangulamiento del crdito que pone en riesgo de quiebra a empresas y bancos, d) deflacin, recesin y restriccin crediticia. Estos gestores tambin implementan ciclos sucesivos y complementarios: importadores-terciarios-financieros y exportadores-secundarios-financieros. Se trata de regmenes de crecimiento con dominancia financiera que provocan una tendencia hacia el estancamiento que se podra caracterizar como ondulatoria (Quizs hubieran querido aplicar un modelo econmico de exportacin-importacin en que los pases latinoamericanos, por un lado, deban estimular el desarrollo de ciertas industrias de exportacin no tradicionales y, por otro, importar masivamente artculos manufacturados, aunque ello significara la quiebra de su industria liviana. Pero les es imposible estimular las importaciones y exportaciones al mismo tiempo) En los primeros, ciclos importadores-terciarios-financieros, caracterizados por la apreciacin cambiaria, el auge de las importaciones, el freno de las exportaciones y el impulso del endeudamiento externo de bancos y corporaciones, se produce una alianza objetiva entre los capitales volcados a la importacin, el comercio minorista supermercadista, los servicios y grupos econmicos del transporte intermodal, etc. y el capital financiero (eje de la llamada plaza financiera del Cono Sur, la de Mundell y Bsqueda, que recibe capitales regionales, la mayora negros y los vuelca con altas ganancias a actividades especulativas, al crdito al consumo y a las actividades productivas que necesitaban aumentar la productividad para compensar la cada de la rentabilidad debida al atraso cambiario). En los ciclos exportadores-secundarios-financieros, los acreedores externos e internos nos pasan la factura y quieren cobrar una deuda que previamente mediante la titularizacin de la deuda externa pblica- pas al anonimato, liberando a los bancos transnacionales acreedores del riesgo de una declaracin de nulidad, no pago, o moratoria indefinida de la deuda. Ahora se presentan nuevas alianzas objetivas entre los capitales agroexportadores (complejo crnico, complejo lcteo, complejo oleaginoso, complejo forestal, etc.) y el capital financiero. Y ello, tanto por los vnculos del capital financiero con el sector agroexportador a travs de los grupos econmicos que comanda o por la avidez de inversiones rentables de los conglomerados financieros que ha constituido (vase las AFAPs y otros inversores financieros interesados en los fideicomisos y otras formas jurdicas que les permitan entrar con seguridades en el negocio de exportacin), como por el papel global de las exportaciones en el sistema, como generadoras de divisas para el pago de la deuda pblica y privada en dlares. Es en esta etapa en que la oligarqua financiera y el FMI, basados en su control sobre el aparato estatal, proceden a socializar las prdidas, haciendo que el Estado asuma un increble endeudamiento con los organismos multilaterales de crdito para sostener su sistema financiero y condicionar ms fuertemente an la poltica econmica mediante los programas de ajuste estructural del FMI. El proyecto en curso supone la consolidacin del Uruguay como una factora exportadora (como ayer lo fue importadora), dedicada a malvender recursos naturales y mano de obra barata, luego de haber pulverizado los ingresos de una sociedad y de haber resuelto la crisis financiera esquilmando a los ahorristas e incrementando la deuda pblica para preservar el patrimonio de los bancos.

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    Esta poltica, ha travs de llevarnos hasta el lmite del endeudamiento, situacin en la que no podemos pagar ni siquiera los intereses de la deuda (y de facilitar la fuga de los capitales prestados), desemboca en un estado de renegociacin financiera perpetua, con la intervencin del sheriff financiero del FMI. Intervencin que ha sido explotada para obligarnos a organizarnos y funcionar no en funcin de nuestros intereses y ventajas comparativas, sino de los de los pases centrales acreedores; o sea, como economa accesoria de stos, con todas las consecuencias polticas y sociales que ello conlleva, que quedan cada vez ms en evidencia, tanto en Uruguay y Latinoamrica, como en otras regiones del mundo. En resumida sntesis, prescindiendo de los vericuetos macroeconmicos y financieros, se puede decir que el FMI, con el acuerdo que impuso a Uruguay en la Carta de Intencin, intenta, por un lado, expandir a cualquier costo el supervit presupuestario primario del Estado uruguayo; y, por el otro lado, mantener bajo control la recesin, prolongando la hibernacin de la economa (salvo las actividades de exportacin que originen divisas), para que Uruguay genere un supervit en su cuenta corriente internacional. De esta manera, el fisco podr contar con los pesos suficientes para adquirir los dlares de la cuenta corriente, para girrselos a los acreedores financieros, comenzndose a restaurarse as el "sistema de la deuda". (La ltima Carta Intencin y sus anexos, el Memorndum de Polticas Econmicas y Financieras y el Memorndum Tcnico de Entendimiento, cuyos contenidos fueron dictados por los tcnicos del FMI, firmados por el ministro de Economa y el presidente del Banco Central, y elevados al directorio del FMI, es de fecha 24 de febrero de 2003, con un complemento del 10 de marzo)

    Sin embargo, existen otras deudas que son las que a nosotros nos interesan:

    La deuda laboral, la deuda social, la deuda productiva y la deuda financiera son el resultado concreto de la aplicacin en Uruguay de la estrategia neoliberal. Aplicacin que se produjo en el contexto de un pronunciado deterioro del mercado interno y de la privatizacin del sistema pblico de economa mixta y de la Reforma del Estado (que en muchos casos significa desmantelamiento del Estado) a travs de la modificacin de la legislacin del pas, con el objetivo explcito de hacer funcional el nuevo ordenamiento del sistema, tanto en el plano nacional, como en el internacional y regional.

    Respecto a la deuda laboral, existen clculos que estiman, slo entre 1967 y 1980, la transferencia de ingresos del trabajo al capital en U$S 4.000 millones, equivalente a casi 800 dlares por trabajador. Ms tarde, mientras que el ingreso nacional entre 1990 y 1998 creci 40%, el salario real slo lo hizo en 5%. Y a poco ms de seis meses de la devaluacin de junio de 2002, los salarios medidos en dlares se ubicaban en el 45% de los niveles que exhiban en 1998. A principios de 2003, las personas con problemas de empleo ya llegan a 800 mil (300 mil desocupados, 420 mil trabajadores precarios, es decir, asalariados privados sin la cobertura de la seguridad social y 60 mil subempleados, o sea, ocupados menos de 40 horas semanales, pero que declaran su deseo de trabajar ms). Los niveles de personas con problemas de empleo no son ms elevados por la gran emigracin de la fuerza de trabajo. Por otra parte, y slo en el ao 2002, como resultado de los 125 mil puestos de trabajo perdidos y la reduccin del salario real en 20%, los trabajadores perdieron US$ 700 millones, todo en el marco de la transformacin de la fuerza de trabajo en flexible (just in time, polivalencia, rotacin, desreglamentacin de los contratos de trabajo y prdida de derechos) y precaria (por medio de la reingeniera, toyotismo, neotaylorismo, neofordismo, as como por el hecho de ser asalariados privados sin la

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    cobertura de la seguridad social, etctera).(6) Se trata, en suma, del brutal incremento de la extraccin de plusv