EN EL JUBILEO EXTRAORDINARIO DE LA MISERICORDIAarzobispadodeguatemala.com/sharing/pdf/cep2016.pdf · 1 hacia el congreso eucarÍstico arquidiÓcesano en el jubileo extraordinario

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  • EN EL JUBILEO EXTRAORDINARIO DE LA MISERICORDIA

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    INDICE

    Presentacin

    Vivencia de la Eucarista en la parroquia

    Decoro de la celebracin eucaristca

    La Eucarista, fuente de unidad y de vida en la parroquia

    La Eucarista, fuente de misin y de caridad

    Mara, primer sagrario del Seor

    Eucarista, fuente de comunin

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    HACIA EL CONGRESO EUCARSTICO ARQUIDICESANO

    EN EL JUBILEO EXTRAORDINARIO DE LA MISERICORDIA

    LA EUCARISTA, MANANTIAL Y CUMBRE DE TODA LA VIDA

    DE LA IGLESIA ARQUIDIOCESA

    Presentacin

    El Papa Francisco con motivo de los 50 aos de la clausura del Concilio Vaticano II nos ha convocado para celebrar en este ao el Jubileo Extraordinario de la Misericordia, que celebraremos del 8 de diciembre del 2015 al 20 de noviembre del 2016 culminando con la fiesta de Cristo Rey.

    El Seor Arzobispo monseor Oscar Julio Vian Morales sdb ha decidido por ese motivo celebrar un Congreso Eucarstico Arquidiocesano de la Misericordia y adems, para dar gracias por los 200 aos de la bendicin de la Santa Iglesia Catedral Metropolitana de la Arquidicesis de Santiago de Guatemala. Jesucristo Eucarista es el rostro misericordioso del Padre en medio de nosotros, y es quien nos acompaa en nuestro Peregrinar.

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    El Padre Misericordioso prepara un plan de salvacin para los hombres, y en la plenitud de los tiempos enva a su propio Hijo nuestro Seor Jesucristo para que por amor misericordioso se ofreciese por todos nosotros como expiacin por nuestros pecados y muriese en la cruz para salvarnos.

    El momento culminante de esta accin misericordiosa del Padre ha quedado plasmado en la Institucin de la Santa Eucarista donde Jesucristo mismo se ofrece al Padre como expiacin por nuestros pecados. De manera que cada vez que celebramos la Santa Eucarista, renovamos el sacrificio misericordioso de Jesucristo que se ofrece al Padre y se hace presente en la celebracin Eucarstica y en la Hostia consagrada.

    Por todos es conocido, nuestro profundo amor a Jess Eucarista y las manifestaciones de fe y devocin, de nuestras comunidades como son la Santa misa, las Horas Santas y las Jornadas de Adoracin Eucarstica los jueves, las Capillas de Adoracin Perpetua que han surgido en distintas parroquias, como verdaderos santuarios de fe, oracin y adoracin.

    La Comisin del ao de la Misericordia, les presenta esta gua con 6 temas como apoyo para los Congresos Eucarsticos a nivel parroquial que se celebrarn del jueves 26 al domingo 29 de mayo, como preparacin al Congreso Eucarstico Arquidiocesano, que se celebrar del martes 31 Mayo, al sbado 4 de Junio del presente ao.

    Estas guas estn organizadas de la siguiente manera, un objetivo, oracin, lneas de presentacin del tema, y sugerencia de preguntas para talleres.

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    La jornada de cada da puede desarrollarse de la siguiente manera: -Celebracin Eucarstica adoracin al Santsimo. -Bienvenida y cantos eucarsticos. -Exposicin del tema -Talleres en grupos -Plenaria de las conclusiones -Oracin final -gape fraterno

    De los seis temas pueden escoger uno para cada da o bien si disponen de tiempo, pueden elegir dos para cada da. Esto a discrecin del prroco y su comisin organizadora. Esperamos este aporte les sea de utilidad.

    Guatemala de la Asuncin, Marzo del ao de la Misericordia del 2016.

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    ORACIN INICIAL

    Padre Misericordioso que por el misterio pascual de tu Hijo realizaste

    la redencin de los hombres, concdenos avanzar por el camino de la salvacin a quienes, celebrando los sacramentos, proclamamos con fe la muerte y resurreccin misericordiosa

    de Jesucristo, l que vive y reina contigo en la unidad del Espritu

    Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amn.

    OBJETIVO

    Proponer actitudes, formas de comportamientos adecuados para vivir la celebracin eucarstica de

    una forma que nos permita participar del gozo que supone asistir a ella y la necesaria comprensin de

    tan gozoso tiempo de vivencia espiritual.

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    VIVENCIA DE LA EUCARISTA EN LA PARROQUIA

    Relacin entre Eucarista y fieles

    Los fieles laicos, parte esencial de la Iglesia comunin, son convocados a la santa asamblea para participar en la celebracin eucarstica.

    La encarnacin del Verbo, en el cual Dios Padre Misericordioso se ha hecho visible, ha inaugurado el culto espiritual, conforme a la accin, que cumple en el Espritu Santo; el culto ya no puede ser una serie de preceptos enseados por los hombres (Is 29,13).

    El culto cristiano nos relaciona profundamente con Cristo y repercute positivamente en nuestra vida: por ello, la participacin de los fieles en la liturgia, sobre todo en la celebracin eucarstica, consiste esencialmente en entrar en este culto, en el cual Dios viene hacia el hombre y ste va hacia Dios. La Eucarista misma, memorial del Hijo, es el culto de adoracin que en el Espritu se eleva al Padre: este es el fundamento de la renovacin litrgica propiciada por el Concilio Vaticano II.

    La participacin nace de la fe en Jess, es el acto principal de la vida de la Iglesia, comunin con la vida trinitaria, con el Padre que es fuente de todo don, con

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    el Hijo encarnado y resucitado, con el Espritu Santo que realiza la transformacin y divinizacin de la vida humana.

    Se constata la necesidad de ayudar a los fieles a comprender la naturaleza de la Eucarista y el nexo con la encarnacin del Verbo, para participar en el misterio eucarstico con el corazn y la mente, antes que con actos externos, sobre todo ofrecindose a s mismos.

    Al respecto, se sugiere explicitar la relacin esponsal de la Eucarista y de la Nueva Alianza, como modelo de las vocaciones del cristiano: matrimonio, virginidad, sacerdocio. Todo esto tiene como objetivo formar personas y comunidades eucarsticas, que aman y sirven, como Jess en la Eucarista.

    Adems, sera oportuno potenciar los medios de comunicacin ya existentes, especialmente para facilitar la participacin de los fieles que, por diversos motivos, se encuentran impedidos de asistir personalmente a la iglesia en las celebraciones eucarsticas, como recomienda el Concilio Vaticano II

    Sombras en la celebracin de la Eucarista

    La comunin eclesial es gravemente turbada y herida por las sombras en la celebracin eucarstica. El tema, ya tratado por el Papa Juan Pablo II en la Encclica Ecclesia de Eucharistia, y ms particularmente abordado en la instruccin de la Congregacin para el Culto Divino y la Disciplina de

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    los Sacramentos, Redemptionis Sacramentum, es una invitacin a dirigir una mirada atenta y serena, pero no menos crtica, al modo en el cual la Iglesia celebra este Sacramento, que es la fuente y cumbre de su vida y su misin.

    Dichas observaciones no deberan ser consideradas solamente como meras trasgresiones a las rbricas y a la praxis litrgica, sino ms bien como expresiones de actitudes ms profundas.

    Se nota una disminucin de la participacin en la celebracin del Dies Domini, en los domingos y en los das de precepto, a raz de una falta de conciencia del contenido y del significado del misterio eucarstico, y tambin a causa del indiferentismo, en particular en los pases con relevante proceso de secularizacin, donde a menudo el domingo se transforma tambin en un da de trabajo.

    Se difunde la idea que es la comunidad quien produce la presencia de Cristo, en vez de ser Cristo la fuente y el centro de nuestra comunin, y la Cabeza de su cuerpo que es la Iglesia. Se est alterando el sentido de lo sagrado en relacin a este grande Sacramento, como efecto de un debilitamiento de la oracin, de la contemplacin y de la adoracin del Misterio eucarstico.

    Son escasamente conocidos los documentos de la Iglesia y, en particular, del Concilio Vaticano II, las grandes encclicas sobre la Eucarista, incluso la Ecclesia de Eucharistia, la Carta Apostlica Mane nobiscum Domine, y otros. Falta un justo equilibrio en la celebracin: se va desde un ritualismo pasivo a una creatividad excesiva, que algunas veces

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    alcanza expresiones de protagonismo del celebrante de la Eucarista, caracterizado frecuentemente de locuacidad, de muchos y largos comentarios, sin permitir que hable el misterio a travs del rito y de las frmulas de la liturgia.

    Puntos prcticos que se deben considerar de cara a los fieles: muchas veces la manera en que se participa de la misma: con poca atencin, distrados, sin participar de las respuestas o cantos, ms pendientes del celular, impuntualidad, confesiones rpidas solo para poder comulgar, la falta de cuidado hacia los nios que pueden distraer, posturas litrgicas inadecuadas, buena atencin y acogida de quienes reciben, siempre enlazar con la caridad hacia el prjimo y el compromiso social, etc., son algunos puntos que se pueden evaluar.

    TALLER

    Para compartir en grupos:

    1. Conocen algunos medios de comunicacin que ayudan a la Eucarista? Como, de que manera, y conque fin?

    2. Qu sombras encontramos en la celebracin Eucarstica de nuestra parroquia? Cmo es la participacin de la comunidad, y que podemos mejorar?

    3. Vivimos la actitud misericordiosa del Padre que ha tenido con nosotros al entregarnos a su propio Hijo para salvarnos y dejrnoslo en la Eucarista? Cmo lo vivimos en nuestra Eucarista?

  • Acercaos a Dios y l se acercar a vosotros Santiago 4,8

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    ORACIN

    Padre Misericordioso, tu Hijo nos ha mandado celebrar este sacrificio en conmemoracin suya; haz que, cuantos en l

    participamos, seamos con Cristo ofrenda de eterna alabanza a tu divina majestad. Por Jesucristo

    nuestro Seor.

    OBJETIVO

    Reflexionar sobre la preparacin y la celebracin digna de la Eucarista en todos sus elementos, poniendo nfasis en el amor y dedicacin a todos aquellos elementos que permiten y posibilitan que ponga en relieve

    en gran Misterio que se celebra, a modo de resaltar la belleza de su celebracin y procurar una mejor vivencia del mismo.

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    DECORO DE LA CELEBRACIN EUCARSTICA

    Qu significa la palabra decoro?

    Deriva de la palabra latina decorus, en su acepcin de conveniente. Pero el trmino decorus tambin significa adornado, bello, hermoso, elegante, magnfico.

    Este adjetivo remite al sustantivo decor (el cual, a su vez, hace referencia a deceo, usado en la forma impersonal decet) para indicar lo que es conveniente o decoroso; para indicar ornamento, gracia, belleza, nobleza.

    Analizando el desarrollo semntico del trmino, considerado en sus diversas acepciones, se deducen dos lneas de significado. En primer lugar, el trmino denota una actitud de dignidad que, en el aspecto, en los modales, en el actuar, conviene a la condicin de una o varias personas (vivir, comportarse, vestir...con decoro). En segundo lugar, el trmino alude al sentimiento de la propia dignidad, a la conciencia de lo que conviene y es debido al propio grado, a la propia funcin o condicin.

    Si realmente en la eucarista estamos celebrando, actualizando, haciendo presente el misterio pascual, con qu respeto y dignidad debemos tratar este misterio, no slo internamente, es decir, trayendo nuestra alma en gracia, sino tambin externamente:

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    cantos, lectores, gua, arte, flores, limpieza, objetos sagrados, manteles, vestimenta, fidelidad a los textos litrgicos, sin quitar ni aadir nada. (Hay que entender que el Misal Romano en s, provee de todos aquellos elementos de diversidad y creatividad para darle esa viveza que necesitamos para la celebracin)

    Decoro del lugar sagrado

    El decoro de todo lo que se refiere a la celebracin de la Eucarstica manifiesta nuestra fe en el misterio y contribuye eficazmente a mantenerla viva, tanto en los ministros sagrados como en los fieles. Esta actitud puede ser expresada tanto en la adecuada ordenacin del espacio sacro, como en una apropiada colocacin del Sagrario y de la Sede, as como tambin en la atencin dispensada a ciertos particulares como lo son la limpieza, los objetos usados en la decoracin, en las flores, etc. En efecto, para la formacin de los fieles en la doctrina eucarstica es importante no slo lo que ellos escuchan sino tambin lo que ven. Por el contrario, el descuido de estas cosas puede mostrar que la fe es dbil.

    La Iglesia nos motiva a mantener siempre un gran cuidado en todo lo relativo al culto litrgico. En todo debemos tener cuidado que se facilite la vivencia y el sentido de lo sagrado, junto a una vivencia personal y comunitaria viva y participativa.

    Si vamos a las indicaciones de la Ordenacin General del Misal Romano descubriremos que han sido tomadas diversas iniciativas para que el espacio sagrado de los templos sea un verdadero lugar de oracin y adoracin, donde el arte y la iconografa sean instrumentos al servicio de la liturgia. Conviene

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    conocer esas indicaciones para tratar siempre de armonizar la cercana del celebrante al pueblo y la sacralidad del misterio de Dios, al mismo tiempo presente y trascendente.

    Decoro antes, durante y despus de la celebracin.

    a. Antes de la celebracin

    Este decoro se demuestra en la preparacin inmediata de la celebracin, en la formacin y en la actitud. Primero en la preparacin, pues nada debe ser improvisado. Segundo, en la formacin, es decir, que nos ayude a comprender el significado de lo que celebramos y cul es el papel de cada uno de los que participan. Y tercero, la actitud interior de recogimiento y atencin antes de comenzar la celebracin.

    b. Durante la celebracin

    Habr decoro si se respeta el orden, la armona, el equilibrio y la proporcin en las partes de dicha celebracin.

    c. Despus de la celebracin

    El despus celebrativo tambin es importante. El misterio celebrado se hace vida en nuestro da a da, mediante el ofrecimiento a Dios de nuestro que hacer y mediante el servicio a nuestros hermanos, especialmente a los ms pobres.

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    Algunas precisiones sobre el decoro en la celebracin eucarstica

    Conviene que consideremos algunos aspectos ms actuales que nos pueden servir para nuestras celebraciones.

    Es verdad, la Eucarista es convite: indudablemente que este convite nos inspira familiaridad y alegra, pero la Iglesia nos pide estar atentos a nunca caer en la tentacin de banalizar esta cordialidad con su Esposo, olvidando que l tambin es su Dios y que el banquete sigue siendo siempre, despus de todo, un banquete sacrificial, marcado por la sangre derramada en el Glgota. Por tanto, debemos ayudar todos a que haya la necesaria contencin, equilibrio y moderacin en las manifestaciones de alegra en este banquete, pues es un banquete sagrado.

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    En cuanto a otras culturas, cmo celebrar con decoro el misterio de la Eucarista, respetando las formas, estilos y sensibilidades de esos pueblos? San Juan Pablo II sugera: El tesoro es demasiado grande y precioso como para arriesgarse a que se empobrezca o hipoteque por experimentos o prcticas llevadas a cabo sin una atenta aprobacin por parte de las autoridades eclesisticas competentes.

    Pidamos y exhortemos siempre a nuestros sacerdotes, a pesar de su cansancio y mltiples tareas pastorales, a que cuiden este decoro y dignidad, sin permitir abusos y reformas arbitrarias, innovaciones innecesarias y fuera del tono sagrado, e invitar a que todos conozcan y procuren vivir las diversas normas litrgicas de la celebracin eucarstica.

    TALLER

    Para compartir en grupos:

    1. Cunto se conocen en nuestra comunidad las indicaciones del Ordenamiento General del Misal Romano? Sugerencia: llevar un Misal Romano y leer en grupo las rubricas de la Misa.

    2. Cmo podemos contribuir de manera prctica en nuestra parroquia al decoro de la Celebracin Eucarstica? Cosas que debemos revisar, que debemos mejorar, que debemos quitar

    3. En el contexto del Ao de la Misericordia: Qu estamos haciendo para que el decoro externo de nuestros templos ayuden a vivir la celebracin del

    mismo?

  • El verdadero efecto de la Eucarista es la

    transformacin del hombre en Dios

    Santo Toms de Aquino

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    ORACINDios todopoderoso y eterno,

    que renes lo que est disperso y conservas lo que has unido, mira con amor al pueblo de tu

    Hijo, para que, cuantos han recibido un mismo bautismo y participan de un mismo pan, vivan unidos en una misma fe y por el mismo amor. Por

    Jesucristo nuestro Seor.

    OBJETIVO

    Concientizar como la participacin eucarstica debe ser fuente de unidad,

    comunin afectiva y efectiva entre todos los que participamos de un nico pan y que ste es quien verdaderamente nos comunica

    su vida, pero que debe experimentarse en su dimensin comunitaria para ir

    construyendo la parroquia como comunin de comunidades, carismas y personas.

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    LA EUCARISTA, FUENTE DE UNIDAD Y DE VIDA

    EN LA PARROQUIALa Eucarista, fuente y culmen de la

    vida eclesial

    La Eucarista es "fuente y culmen de toda la vida cristiana" (LG 11). "Los dems sacramentos, como tambin todos los ministerios eclesiales y las obras de apostolado, estn unidos a la Eucarista y a ella se ordenan. La sagrada Eucarista, en efecto, contiene todo el bien espiritual de la Iglesia, es decir, Cristo mismo, nuestra Pascua" (PO 5).

    "La comunin de vida divina y la unidad del Pueblo de Dios, sobre los que la propia Iglesia subsiste, se significan adecuadamente y se realizan de manera admirable en la Eucarista. En ella se encuentra a la vez la cumbre de la accin por la que, en Cristo, Dios santifica al mundo, y del culto que en el Espritu Santo los hombres dan a Cristo y por l al Padre" (Instr. Eucharisticum mysterium, 6).

    Finalmente, por la celebracin eucarstica nos unimos ya a la liturgia del cielo y anticipamos la vida eterna cuando Dios ser todo en todos (cf 1 Co 15,28).

    En resumen, la Eucarista es el compendio y la suma de nuestra fe: "Nuestra manera de pensar armoniza con la Eucarista, y a su vez la Eucarista confirma nuestra manera de pensar" (San Ireneo de Lyon, Adversus haereses 4, 18, 5).

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    Misterio eucarstico, expresin de unidad eclesial

    Al exhortar a los fieles a huir de la idolatra, evitando comer carne inmolada a los dolos, San Pablo demuestra el estrecho vnculo existente entre la comunin de los cristianos y la Sangre y el Cuerpo de Cristo, que tienen la capacidad de formar, de la multitud de los fieles, una sola comunidad, una sola Iglesia (cf. 1 Co 8, 1-10).

    Las Eucaristas presididas por el Santo Padre y concelebradas por los Pastores de las Iglesias particulares en celebraciones litrgicas vividas en Roma y en sus visitas pastorales , expresan en modo excelso la unidad de la Iglesia, tal concelebracin permite ver que en cada Eucarista se celebra en comunin con el propio Obispo de Roma y con el Colegio Episcopal, y a travs de ellos, con los fieles de cada Iglesia particular de toda la Iglesia; de modo que la Iglesia universal est presente tambin en la Iglesia particular, y sta se inserta, junto con las dems Iglesias particulares, en la comunin de la Iglesia universal. Eucarista y unidad.

    En la plegaria eucarstica, la Iglesia pide a Dios omnipotente el don de la unidad. Dicho don se relaciona con la naturaleza misma de la Iglesia, segn la voluntad de Jesucristo que, precisamente, se define en sus atributos esenciales como una, santa, catlica y apostlica.

    El Seor Jess, antes de aceptar el sacrificio de la cruz, ha rezado por la unidad de sus discpulos: Padre

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    santo, cuida en tu nombre a los que me has dado, para que sean uno como nosotros (Jn 17,11). En esta oracin sacerdotal estn presentes los cristianos de todos los tiempos. En efecto, Jesucristo ha orado tanto por la unidad de los apstoles, como por la unidad de aquellos que por la palabra de ellos habran credo en l (cf. Jn 17,20). La unidad de los discpulos del Seor Jesucristo nace de la misma naturaleza de la Iglesia. La unidad es, adems, uno de los motivos de su credibilidad: Como t, Padre, en m y yo en ti, que ellos tambin sean uno en nosotros, para que el mundo crea que t me has enviado (Jn 17,21).

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    Lamentablemente, los pecados contra la unidad han acompaado la vida terrestre de la Iglesia. Adems del hijo de la perdicin (cf. Jn 17,12), la comunidad primitiva ha debido confrontarse con falsos profetas (cf. 1 Jn 4,4) y con aquellos que salieron de la comunidad porque, en realidad, no le pertenecan sinceramente (cf. 1 Jn 2,19). San Pablo ha debido alertar contra los que suscitan divisiones y escndalos contra la doctrina (Rm 16,17). l mismo ha debido intervenir claramente en la comunidad de Corinto, para sanear en ella las divisiones (cf. 1 Co 1,12), provocadas por gente materialista, que no tenan el Espritu (S. Judas 19).

    Desgraciadamente, tambin en la Iglesia actual no falta el escndalo de las divisiones a diversos niveles. La Eucarista debera representar para todos un fuerte llamado a custodiar la unidad dentro de las familias, de las comunidades parroquiales, de los movimientos eclesiales, de las rdenes religiosas, de las Dicesis. La Eucarista, adems, ofrece la gracia para restablecer la unidad de los cristianos, miembros de cuerpo de Cristo: Porque aun siendo muchos, un solo pan y un solo cuerpo somos, pues todos participamos de un solo pan (1 Co 10,17).

    La oracin sacerdotal de Jesucristo se extiende a todos aquellos que creen en l (cf. Jn 17,20). Lamentablemente, a travs de la historia, el cristianismo ha conocido dolorosas divisiones en varias iglesias y comunidades eclesiales. Ante ese pecado, que es fuente de escndalo para el mundo, es necesario rezar y actuar para que sea reconstituida la nica tnica sin costuras de Jess (cf. Jn 19, 23-24) y sea mantenida ntegra la red de los pescadores de

  • Dios nos habra dado algo mayor, si hubiera tenido

    algo mayor que l mismo San Juan Mara Vianney

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    hombres (Cf. Mt 4,19; Jn 21,11). Se trata de la obra de Dios, a cuya realizacin estn llamados todos los cristianos, segn la propia vocacin y responsabilidad. Todos, sin embargo, tienen el deber de rezar para que se cumpla la palabra de Jesucristo: Tengo otras ovejas que no son de este redil; tambin a sas las tengo que conducir y escucharn mi voz; y habr un solo rebao, un solo pastor (Jn 10,16). A esta Palabra del Seor se une la oracin de toda la Iglesia, que por boca de su Pastor Universal eleva la splica: Seor, acurdate de lo que prometiste: Haz que seamos un solo pastor y un solo rebao! No permitas que se rompa tu red y aydanos a ser servidores de la unidad!.

    Lamentablemente, los pecados contra la unidad han acompaado la vida terrestre de la Iglesia. Adems del hijo de la perdicin (cf. Jn 17,12), la comunidad primitiva ha debido confrontarse con falsos profetas (cf. 1 Jn 4,4) y con aquellos que salieron de la comunidad porque, en realidad, no le pertenecan sinceramente (cf. 1 Jn 2,19). San Pablo ha debido alertar contra los que suscitan divisiones y escndalos contra la doctrina (Rm 16,17). l mismo ha debido intervenir claramente en la comunidad de Corinto, para sanear en ella las divisiones (cf. 1 Co 1,12), provocadas por gente materialista, que no tenan el Espritu (cf. Judas 19).

    Desgraciadamente, tambin en la Iglesia actual no falta el escndalo de las divisiones a diversos niveles. La Eucarista debera representar para todos un fuerte llamado a custodiar la unidad dentro de las familias, de las comunidades parroquiales, de los movimientos eclesiales, de las Ordenes religiosas, de las Dicesis. La Eucarista, adems, ofrece la gracia para restablecer la unidad de los cristianos, miembros de cuerpo de

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    Cristo: Porque aun siendo muchos, un solo pan y un solo cuerpo somos, pues todos participamos de un solo pan (1 Co 10,17).

    La oracin sacerdotal de Jesucristo se extiende a todos aquellos que creen en l (cf. Jn 17,20). Lamentablemente, a travs de la historia, el cristianismo ha conocido dolorosas divisiones en varias iglesias y comunidades eclesiales. Ante ese pecado, que es fuente de escndalo para el mundo, es necesario rezar y actuar para que sea reconstituida la nica tnica sin costuras de Jess (cf. Jn 19, 23-24) y sea mantenida ntegra la red de los pescadores de hombres (Cf. Mt 4,19; Jn 21,11) .

    Se trata de la obra de Dios, a cuya realizacin estn llamados todos los cristianos, segn la propia vocacin y responsabilidad.

    Todos, sin embargo, tienen el deber de rezar para que se cumpla la palabra de Jesucristo: Tengo otras ovejas que no son de este redil; tambin a sas las tengo que conducir y escucharn mi voz; y habr un solo rebao, un solo pastor (Jn 10,16). A esta Palabra del Seor se une la oracin de toda la Iglesia, que por boca de su Pastor Universal eleva la splica: Seor, acurdate de lo que prometiste. (Haz que seamos un solo pastor y un solo rebao! (No permitas que se rompa tu red y aydanos a ser servidores de la unidad!.

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    TALLER

    1. Conoces las causas de la divisin que han existido en la Iglesia Universal? y en la local?

    2. En este ao de la misericordia, qu tendremos que hacer para dar pasos a la unidad?

    3. Qu es lo que nos pide el Papa Francisco para mantener la unidad en nuestras comunidades y con los hermanos separados? (EG 224-258).

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    Tomad y recibid todo mi haber y mi poseer

    San Ignacio de Loyola

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    ORACIN

    Oh Dios, que quieres que todos los hombres y mujeres se salven y lleguen

    al conocimiento de la verdad, mira tu inmensa mies y envale operarios, para que sea predicado el Evangelio a toda criatura, y tu grey, congregada

    por la palabra de vida y sostenida por la fuerza de los sacramentos, camine por las sendas de la salvacin y del amor. Por Jesucristo nuestro Seor.

    OBJETIVO

    Llevar a la comprensin de los fieles que la Eucarista no se limita a la celebracin de la misma, sino que

    tiene implicaciones eminentemente misioneras y de caridad, haciendo de nuestra iglesia, una comunidad en permanente estado de salida y

    con corazn solidario, samaritana de todos los que sufren.

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    LA EUCARISTA, FUENTE DE MISIN Y DE CARIDAD

    La Eucarista, fuente del compromiso misionero de la Iglesia.

    Sacramento de la caridad, la Santsima Eucarista es el don que Jesucristo hace de s mismo, revelndonos el amor infinito de Dios por cada hombre. En este admirable Sacramento se manifiesta el amor ms grande, aqul que impulsa a dar la vida por los propios amigos (cf. Jn 15,13). En efecto, Jess los am hasta el extremo (Jn 13,1). Con esta expresin, el evangelista presenta el gesto de infinita humildad y misericordia de Jess: antes de morir por nosotros en la cruz, cindose una toalla, lava los pies a sus discpulos. Del mismo modo, en el Sacramento Eucarstico Jess sigue amndonos hasta el extremo, hasta el don de su cuerpo y de su sangre!(ESC 1)

    Fuente de Misin

    La Eucarista se hace misin como encargo de comunicarla a toda la humanidad. Bebed de ella todos, porque esta es mi sangre de la alianza, que es derramada por muchos, para perdn de los pecados (Mt 26,28). Por esto, los trabajos apostlicos se ordenan a que, una vez hechos hijos de Dios por la fe y el bautismo, todos se renan, alaben a Dios en medio de la Iglesia, participen en el sacrificio y coman la cena del Seor (SC 10).

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    Por la celebracin de la Eucarista, se evangeliza a la comunidad eclesial y se la hace evangelizadora No se edifica ninguna comunidad cristiana si no tiene como raz y quicio la celebracin de la santsima eucarista... Esta celebracin, para que sea sincera y cabal, debe conducir lo mismo a las obras de caridad y de mutua ayuda que a la accin misional y a las varias formas del testimonio cristianos (PO 6). (Mons. Juan Esquerda Biffet)

    Por qu es fuente de misin?

    1. La Iglesia y todos los creyentes encuentran en la Eucarista la fuerza indispensable para anunciar y testimoniar a todos el Evangelio de la salvacin. La celebracin de la Eucarista, sacramento de la Pascua del Seor, es en s misma un acontecimiento misionero, que introduce en el mundo el germen fecundo de la vida nueva.

    San Pablo, en la primera carta a los Corintios, recuerda explcitamente esta caracterstica misionera de la Eucarista: Cada vez que comis este pan y bebis este cliz, anunciis la muerte del Seor, hasta que venga (1 Co 11, 26).

    2. La Iglesia recoge esas palabras de San Pablo en la doxologa despus de la consagracin. La Eucarista es sacramento misionero, no slo porque de ella brota la gracia de la misin, sino tambin porque encierra en s misma el principio y la fuente perenne de la salvacin para todos los hombres. Por tanto, la celebracin del sacrificio eucarstico es el acto misionero ms eficaz que la comunidad eclesial puede realizar en la historia del mundo.

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    Toda misa concluye con el mandato misionero id, ite, missa est, que invita a los fieles a llevar el anuncio del Seor resucitado a las familias, a los ambientes de trabajo y de la sociedad, y al mundo entero. Precisamente por eso la carta Dies Domini invita a los fieles a imitar el ejemplo de los discpulos de Emas, los cuales, despus de reconocer en la fraccin del pan a Cristo resucitado (cf. Lc 24, 30-32), sienten la exigencia de ir inmediatamente a compartir con todos sus hermanos la alegra de su encuentro con l (cf. n. 45). El pan partido abre la vida del cristiano y de toda la comunidad a la comunin y a la entrega de s por la vida del mundo (cf. ]n 6, 51). Es precisamente la Eucarista la que realiza ese vnculo inseparable entre comunin y misin, que hace de la Iglesia el sacramento de la unidad de todo el gnero humano (cf. Lumen Gentium, 1).

  • 32

    Hoy es particularmente necesario que, mediante la celebracin de la Eucarista, todas las comunidades cristianas adquieran la conviccin interior y la fuerza espiritual para salir de s mismas y abrirse a otras comunidades ms pobres y necesitadas de apoyo en el campo de la evangelizacin y de la cooperacin misionera, favoreciendo el fecundo intercambio de dones recprocos que enriquece a toda la iglesia.

    Tambin es muy importante discernir, a partir de la Eucarista, las vocaciones y los ministerios misioneros. Siguiendo el ejemplo de la primitiva comunidad de Antioqua, reunida en la celebracin del culto del Seor, toda comunidad cristiana esta llamada a escuchar al Espritu y aceptar sus inspiraciones, reservando para la misin universal las mejores fuerzas de sus hijos, enviados con alegra al mundo y acompaados por la oracin y el apoyo espiritual y material que necesitan (cf. Hch 13, 1 -3).

    La Eucarista es, adems, una escuela permanente de misericordia, de caridad, de justicia y de paz, para renovar en Cristo al mundo que nos rodea.. La presencia del Resucitado proporciona a los creyentes la valenta para ser promotores de misericordia, de solidaridad y de renovacin, contribuyendo a cambiar las estructuras de pecado en las que las personas, las comunidades y, a veces, pueblos enteros, estn sumergidos (cf. Dies Domini, 73). (S.S. JUAN PABLO II)

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    Fuente de Caridad

    El cuerpo de Cristo en la Eucarista se identifica con el cuerpo necesitado de nuestros hermanos. La Eucarista tiene que ser fuente de caridad y misericordia para con nuestros hermanos. Es decir, la Eucarista nos tiene que lanzar a todos a ser misericordiosos, cuyo rostro es Jesucristo, y a practicar la caridad con nuestros hermanos, con las obras de misericordia materiales y espirituales. Y esto por varios motivos.

    Cundo nos mand Jess amaos los unos a los otros, es decir, cundo nos dej su mandamiento nuevo, en qu contexto? En la ltima Cena, cuando nos estaba dejando la Eucarista. Por tanto, tiene que haber una estrecha relacin entre Eucarista y el compromiso de misericordia y caridad.

    En ese mbito clido del Cenculo, mientras estaban cenando en intimidad, Jess sac de su corazn este hermoso regalo de la Eucarista, en ese ambiente fue cuando Jess nos pidi amarnos. Esto quiere decir que la Eucarista nos une en fraternidad, nos congrega en una misma familia donde tiene que reinar la caridad.

    Hay otro motivo de unin entre Eucarista y caridad. Qu nos pide Jess antes de poner nuestra ofrenda sobre el altar, es decir, antes de venir a la eucarista y comulgar el Cuerpo del Seor? Si te acuerdas all mismo que tu hermano tiene una queja contra ti, deja all tu ofrenda, ante el altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y despus vuelve y presenta tu ofrenda (Mt 5, 23-24).

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    Esto nos habla de la seriedad y la disposicin interior con que tenemos que acercarnos a la Eucarista. Con un corazn limpio, perdonador, lleno de misericordia y caridad. Aqu entra todo el campo de las injusticias, atropellos, calumnias, maltratos, rencores, malquerencias, resquemores, odios, murmuraciones. Antes de acercarnos a la Eucarista tenemos que limpiarnos interiormente en la confesin. Asegurarnos que nuestro corazn no debe nada a nadie en todos los sentidos.

    En este motivo hay algo ms que llama la atencin. Jess nos dice que an en el caso en que el otro tuviera toda la culpa del desacuerdo, soy yo quien debo emprender el proceso de reconciliacin. Es decir, soy yo quien debo acercarme para ofrecerle mi perdn.

    Por qu este motivo?

    Mi ofrenda, la ofrenda que cada uno de nosotros debe presentar en cada misa (peticiones, intenciones, problemas, preocupaciones, etc.) no tendra valor a los ojos de Dios, y no la escuchara Dios si fuese presentada con un corazn torcido, impuro, resentido, lleno de odio.

    Ahora bien, si presentamos la ofrenda teniendo en el corazn esta voluntad de armona, ser bien aceptada por Dios.

    Hay otro motivo de unin entre Eucarista y compromiso de caridad. En el discurso escatolgico, habl muy claro de nuestro compromiso con los ms pobres.

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    Jess en la Eucarista nos dice Esto es mi Cuerpo que ser entregado por vosotros. Y aqu, en este discurso solemne, nos pide que ese cuerpo se iguale con el prjimo ms pobre, y por eso mismo es un cuerpo de Jess necesitado que tenemos que alimentar, saciar, vestir, cuidar, respetar, socorrer, proteger, instruir, aconsejar, perdonar, limpiar, atender.

    San Juan Crisstomo tiene unas palabras impresionantes: Quieres honrar el cuerpo de Cristo? No permitas que l est desnudo y no lo honres slo en la Iglesia con telas de seda, para despus tolerar, fuera de aqu, que ese mismo cuerpo muera de fro y de desnudez.

    l que ha dicho Esto es mi cuerpo, ha dicho tambin me habis visto con hambre y no me habis dado de comer y lo que no habis hecho a uno de estos mis pequeos, no me lo habis hecho a M.

    TALLER:

    1. Al acercarme a la Eucarista, percibo que en ella encuentro la fuente que llena mi vida para la misin?

    2. Encuentro en la Eucarista el amor caridad de Jess, que me empuja hacia la misin?

    3. Busco trasmitir, en lo cotidiano de la vida, la alegra de encontrarme con Jess en la Eucarista?

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    Habiendo amado a los suyos... Los am hasta el

    extremo Juan 13, 1

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    ORACIN

    Oh Dios, Padre de nuestro Seor Jesucristo, nuestro Salvador,

    que en Santa Mara, Virgen y Madre, nos has dado la imagen de la Iglesia, enva tu Espritu

    en ayuda de nuestra debilidad, para que, perseverando en

    la fe, crezcamos en el amor y caminemos juntos hasta la meta de la bienaventurada esperanza.

    Por Jesucristo nuestro Seor.

    OBJETIVOPresentar a la Virgen Mara como mujer eucarstica, destacando las

    caractersticas de entrega, servicio, siendo quien llev al Seor en su

    seno, se convirti en primer sagrario del Seor.

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    MARA PRIMER SAGRARIO DEL SEOR

    Mara, mujer eucarstica

    Entre todos los santos sobresale la Santsima Virgen Mara, modelo de santidad y de espiritualidad eucarstica. Segn la viva tradicin de la iglesia, su nombre es recordado con veneracin en todos los cnones de la Santa Misa y con particular nfasis en las Iglesias orientales catlicas.

    Mara est tan unida al misterio eucarstico que ha merecido ser justamente denominada Mujer eucarstica en la Encclica Ecclesia de Eucharistia. En la existencia de Mara de Nazaret se manifiesta en modo sublime no solo la exclusiva relacin entre la Madre y el Hijo de Dios, el cual ha tomado Cuerpo y Sangre de su cuerpo y de su sangre, sino tambin la ntima relacin que vincula la Iglesia a la Eucarista, puesto que la Santsima Virgen es modelo y figura de la Iglesia, cuya vida y misin tienen la fuente y la cumbre en el Cuerpo y Sangre del Seor Jesucristo.

    La orientacin eucarstica de Mara madre de misericordia deriva de una actitud interna que determina toda su vida, ms que de participacin activa al momento de la institucin del sacramento. Su existencia, que tiene un profundo sentido eclesial, asume tambin esta nota eucarstica. Mara ha vivido con espritu eucarstico an antes que este sacramento fuera instituido, por el hecho de haber ofrecido su

  • En la sagrada Eucarista nos hacemos uno con Dios como el

    alimento con el cuerpo San Francisco de Sales

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    seno virginal para la encarnacin del Verbo de Dios. Durante nueve meses ella ha sido el tabernculo viviente de Dios. Despus ella realiz un gesto eucarstico, y al mismo tiempo eclesial, cuando present al Nio Jess a los pastores, a los Magos y al Sumo Sacerdote en el templo, en cuanto ofreci el Fruto bendito de su seno al Pueblo de Dios y tambin a los gentiles para que lo adoraran y lo reconocieran como el Mesas. Anlogo acto fue su presencia y su solcita intercesin en Can, en la hora del primer signo que el Hijo realiz ofrecindose a travs de un milagro. Otro gesto similar cumpli la Virgen Madre a los pies de la cruz, participando en los sufrimientos de su Hijo y acogiendo entre sus brazos el cuerpo y deponindolo en la tumba como una semilla escondida de resurreccin y de vida nueva para la salvacin del mundo. Fue an un ofrecimiento de ndole eucarstica y eclesial su presencia durante la efusin del Espritu Santo, primer don del Seor resucitado a la Iglesia naciente.

    Por otra parte la Virgen Mara tuvo conciencia de haber concebido a su Hijo para la salvacin de todos los hombres. Tal conciencia se hace ms evidente en su participacin en el misterio pascual misericordioso de su hijo, cuando le dice estas palabras Mujer, ah tienes a tu hijo (Jn 19,26) le confa a travs del apstol Juan a todos los fieles, pero adems la hace madre de la misericordia, para que contine con la misin misericordiosa que en ese preciso momento tenia Jess al morir misericordiosamente por todos nosotros en la cruz para salvarnos.

    Al pie de la cruz, Mara junto con Juan, el discpulo del amor, es testigo de las palabras de perdn que salen de la boca de Jess. El perdn supremo ofrecido

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    a quien lo ha crucificado nos muestra hasta dnde puede llegar la misericordia de Dios. Mara atestigua que la misericordia del Hijo de Dios no conoce lmites y alcanza a todos sin excluir ninguno. La Iglesia hacindose Como la Virgen Mara, tambin hace presente al Seor Jess a travs de la celebracin de la Eucarista y lo ofrece misericordiosamente a todos para que tengan vida en abundancia (cf. Jn 10,10). .(M.V. 24)

    Ninguno como Mara ha conocido la profundidad del misterio de Dios hecho hombre. Todo en su vida fue plasmado por la presencia de la misericordia hecha carne. La Madre del Crucificado Resucitado entr en el santuario de la misericordia divina porque particip ntimamente en el misterio de su amor.(M.V. 24)

    Elegida para ser la Madre del Hijo de Dios, Mara estuvo preparada desde siempre para ser Arca de la Alianza entre Dios y los hombres. Custodi en su corazn la divina misericordia en perfecta sintona con su Hijo Jess. Su canto de alabanza, en el umbral de la casa de Isabel, estuvo dedicado a la misericordia que se extiende de generacin en generacin (Lc 1,50).

    Tambin nosotros estbamos presentes en aquellas palabras profticas de la Virgen MaraDirijamos a ella la antigua y siempre nueva oracin del Salve Regina, para que nunca se canse de volver a nosotros sus ojos misericordiosos y nos haga dignos de contemplar el rostro de la misericordia, su Hijo Jess en la Eucarista.

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    TALLER

    1. Que has comprendido sobre Mara como mujer Eucarstica o Sagrario del Seor?

    2. Qu actitudes nos hered la Virgen Mara como madre de la Misericordia?

    3. De qu manera podemos imitar a Mara en su devocin a la Santa Eucarista y como madre de misericordia en nuestra parroquia capilla o sector?

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    ORACIN

    Seor, Dios nuestro, que amas a los hombres y mujeres, te

    rogamos que derrames sobre nosotros la gracia abundante

    de tu Espritu, para que, caminando en santidad segn la vocacin a que nos llamas,

    demos a todos testimonio de la verdad y busquemos la unidad

    de todos los creyentes en el vnculo de la paz verdadera. Por Jesucristo nuestro Seor.

    OBJETIVO

    Reflexionar cmo el misterio eucarstico es fuente de comunin con Dios, con la Iglesia, con todos los hermanos bautizados, es desde

    ella que se da y se construye este don que nos har testigos crebles del

    Resucitado.

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    EUCARISTA, FUENTE DE COMUNIN

    Comunin con Dios.

    La Iglesia, mientras peregrina aqu en la tierra, est llamada a mantener y promover tanto la comunin con Dios trinitario como la comunin entre los fieles. Para ello, cuenta con la Palabra y los Sacramentos, sobre todo la Eucarista, de la cual "vive y se desarrolla sin cesar", y en la cual, al mismo tiempo, se expresa a s misma. No es casualidad que el trmino comunin se haya convertido en uno de los nombres especficos de este sublime Sacramento.

    La Eucarista se manifiesta, pues, como culminacin de todos los Sacramentos, en cuanto lleva a perfeccin la comunin con Dios Padre, mediante la identificacin con el Hijo Unignito, por obra del Espritu Santo. La celebracin de la Eucarista, presupone previamente la comunin, para consolidarla y llevarla a perfeccin. El Sacramento expresa este vnculo de comunin, sea en la dimensin invisible que, en Cristo y por la accin del Espritu Santo, nos une al Padre y entre nosotros, sea en la dimensin visible, que implica la comunin en la doctrina de los Apstoles, en los Sacramentos y en el orden jerrquico.

    La comunin invisible, aun siendo por naturaleza un crecimiento, supone la vida de gracia, por medio de la cual se nos hace "partcipes de la naturaleza divina" (2 Pe 1, 4), as como la prctica de las virtudes de la fe, de la esperanza y de la caridad. En efecto, slo de este modo se obtiene verdadera comunin con el Padre,

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    el Hijo y el Espritu Santo. No basta la fe, sino que es preciso perseverar en la gracia santificante y en la caridad, permaneciendo en el seno de la Iglesia con el "cuerpo" y con el "corazn"; es decir, hace falta, por decirlo con palabras de san Pablo, "la fe que acta por la caridad" (Ga 5, 6).

    El mismo Apstol llama la atencin sobre este deber con la advertencia: "Examnese, pues, cada cual, y coma as el pan y beba de la copa" (1 Co 11, 28). San Juan Crisstomo, con la fuerza de su elocuencia, exhortaba a los fieles: "Tambin yo alzo la voz, suplico, ruego y exhorto encarecidamente a no sentarse a esta sagrada Mesa con una conciencia manchada y corrompida. Hacer esto, en efecto, nunca jams podr llamarse comunin, por ms que toquemos mil veces el cuerpo del Seor, sino condena, tormento y mayor castigo".

    Precisamente en este sentido, el Catecismo de la Iglesia Catlica establece: "Quien tiene conciencia de estar en pecado grave debe recibir el sacramento de la Reconciliacin antes de acercarse a comulgar". Deseo, por tanto, reiterar que est vigente, y lo estar siempre en la Iglesia, la norma con la cual el Concilio de Trento ha concretado la severa exhortacin del apstol Pablo, al afirmar que, para recibir dignamente la Eucarista, "debe preceder la confesin de los pecados, cuando uno es consciente de pecado mortal".

  • No comulgar es como cuando alguien muere de sed junto a una fuenteSan Juan Mara Vianney

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    La Eucarista crea comunin y educa a la comunin.

    San Pablo escriba a los fieles de Corinto manifestando el gran contraste de sus divisiones en las asambleas eucarsticas con lo que estaban celebrando, la Cena del Seor. Consecuentemente, el Apstol les invitaba a reflexionar sobre la verdadera realidad de la Eucarista con el fin de hacerlos volver al espritu de comunin fraterna (cf. 1 Co 11, 17-34).

    San Agustn se hizo eco de esta exigencia de manera elocuente cuando, al recordar las palabras del Apstol: "vosotros sois el cuerpo de Cristo, y sus miembros cada uno por su parte" (1 Co 12, 27), observaba: "Si vosotros sois el cuerpo y los miembros de Cristo, sobre la mesa del Seor est el misterio que sois vosotros mismos y recibs el misterio que sois vosotros". Y, de esta constatacin, conclua: "Cristo el Seor [...] consagr en su mesa el misterio de nuestra paz y unidad. El que recibe el misterio de la unidad y no posee el vnculo de la paz, no recibe un misterio para provecho propio, sino un testimonio contra s".

    Si en ningn caso es legtima la concelebracin si falta la plena comunin, no ocurre lo mismo con respecto a la administracin de la Eucarista, en circunstancias especiales, a personas pertenecientes a Iglesias o a Comunidades eclesiales que no estn en plena comunin con la Iglesia catlica. En efecto, en este caso el objetivo es satisfacer una grave necesidad espiritual para la salvacin eterna de los fieles, singularmente considerados, pero no realizar una intercomunin, que no es posible mientras no se hayan restablecido del todo los vnculos visibles de la comunin eclesial.

  • Oh Dios, crea en m un corazn puro, renuvame

    por dentro con espritu firme

    Salmo 51, 12

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    Fotografas internasCatequesis por: Mario A. Lpez

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    Fotografas Portada y contraportada de CD por:

    Nelo Mijangos

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