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NATURALEZA “Hay placer en los bosques sin senderos, hay éxtasis en una costa solitaria. Está la soledad donde nadie se inmiscuye, por el océano profundo y la música con su rugido: No amo menos al hombre pero si más a la naturaleza.” Lord Byron

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NATURALEZA

“Hay placer en los bosques sin senderos, hay éxtasis en una costa solitaria. Está la soledad donde

nadie se inmiscuye, por el océano profundo y la música con su rugido: No amo menos al hombre

pero si más a la naturaleza.” Lord Byron

¿Puede acaso la naturaleza reducirse a una sucesión de adjetivos, podemos decir de ella que su presencia es atroz e inconmensurable, extraña, a veces figurada y como de paso, sin pronunciarse, agazapada, hermosa y temible? Nosotros, sus hijos, vivimos a veces en la ficción de ignorarla. Esta relación de obras nos hace mirarla cara a cara, con todo lo que ello significa. Desde un indómito desierto a su envés el infinito océano, desde el hielo del ártico a los valles pedregosos, desde lo más aparentemente nimio a lo mas devastador y excesivo, todo es naturaleza. Plinio pensaba que en ningún lugar se encuentra la naturaleza en su totalidad tanto como en sus más pequeñas criaturas. Nosotros seremos más que Plinio y nos adentraremos también en su estructura, esa que nos equipara en complejidad a todo ser viviente e imaginaremos el paso de gigante hacia lo orgánico donde empezó a actuar la selección natural, auténtico motor de la existencia.

Uno de los pilares en la incipiente cultura estadounidense del siglo XIX, un clásico que ocupa un lugar preeminente junto a Melville o Mark Twain entre otros, tiene a la naturaleza como refugio o huída. Una huída de la sociedad a la que se enfrentó, con sus exigencias utilitarias, y que busca en la naturaleza su propia libertad. Comprenderla y adaptarse a ella es un ejercicio que sin duda le marcó y marcó posteriormente a sucesivas generaciones. Como él decía, “todo lo bueno es libre y salvaje”

Henry David Thoreau

Walden o la vida en los bosques

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Dan O´Brien

Los búfalos de Broken Heart

El escenario son las Grandes Llanuras norteamericanas, o más bien lo poco que quedaban de ellas de su salvajismo original. La moral utilitaria propia de la sociedad capitalista había hecho presa convirtiendo su diversidad y complejidad en rentabilidad explotable y agotable. El libro nos habla del intento de revertir la situación, de volver a dotar de belleza, misterio y, también, peligro, característica intrínseca de la naturaleza.

JEAN GIONO

El hombre que plantaba árboles

Una fábula que nos habla de esas acciones desinteresadas en un mundo que, por la suma de la búsqueda de la máxima rentabilidad en el menor tiempo posible, había sido transformado en algo estéril y desagradable para la vida. Un solitario pastor decide plantar árboles con la paciencia y perseverancia del que no espera recoger los frutos, trayendo la vida a cauces secos y creando frondosos bosques para, finalmente, hacer posible un renacer que, además de a la vida, alimentaba también el espíritu.

J-N GIO ho

Michael Crichton

Estado de miedo

Una vuelta de tuerca es la que plantea Crichton en este thriller tecnológico que suscitó una ardua polémica. En el, los ecologistas fraguan un maléfico plan a costa de la credibilidad de los ciudadanos del mundo, que sucumben a la manipulación de creer que el planeta está siendo afectado por la actividad humana. La realidad es que un grupo de eco-terroristas, mediante sofisticadas tecnologías, está provocando las catástrofes sobre las que alertan.

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Cormac McCarthy

La carretera

Dos personajes, “el hombre” y “el chico”, a la sazón padre e hijo recorre un Estados Unidos post apocalíptico donde hasta las cosas han perdido su nombre. Muertos de frío recorren espacios inhóspitos en busca del mar, mientras se defienden de hordas de caníbales, pues el alimento, como casi el resto de las cosas, ha desparecido. La única moral es el hambre y la supervivencia.

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José Luis Arzuaga

El reloj de Mr. Darwin

Con un carácter eminentemente didáctico, Arzuaga se adentra en la figura de Darwin y su teoría de la evolución. Como todas las ideas del hombre son producto de su época, veremos las propias de ese intenso siglo XIX y como la gran innovación darwiniana fue buscarle una causa, la selección natural, que es la que provocó el éxito que la lleva hasta nuestros días

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El siglo XIX fue bastante fecundo en libros de viajes, y este fue sin duda uno de los más afamados, tanto por la calidad narrativa de Doughty como por el mundo descripto, lleno de infinitos desiertos que asemejan a mares también infinitos. Atravesar tan inhóspitos parajes le hace pasar toda clase de privaciones y peligros.

Charles Dought

Arabia Deserta

Hans Ruesch

El país de las sombras largas

Nos trasladamos en esta ocasión a uno de los Polos, como tan eficazmente sugiere su título, el Norte, tierra de esquimales donde se narran las peripecias de una serie de “innuits” que se han adaptado a ese desierto de hielo. La aparición del hombre blanco viene a perturbar la relación simétrica que ha logrado este pueblo con la naturaleza, a la que aquel parece estar siempre dispuesto a violentar.

N RUE pai

Walt Whitman

Hojas de hierba

Whitman es considerado universalmente como el poeta de la naturaleza. El mismo definió su obra como la pretensión de llegar al ánima de la naturaleza, en un movimiento que el mismo consideraba como religioso. Autor de un solo libro, al que le dedicó toda su vida creativa con ampliaciones y modificaciones y con esos versos libres que… como las olas del mar en la playa se parecen a los movimientos de una cuna y a lo lejos un pájaro canta a su pareja perdida.

ING WHI

Esta fábula para todos los públicos nos habla de la solidaridad entre dos especies distintas, una gaviota y un gato, para paliar el estropicio que ha creado el hombre esta vez en forma de vertido de petróleo que contamina y mata todo cuanto toca.

Luis Sepúlveda

Historia de una gaviota y del gato que le enseñó a volar

N RUE pai

Annie Dillard

Una temporada en Tinker Creek

Esta obra es la narración de una jovencita Dillard que visita durante un año un bosque cercano a su casa en Virginia, Estados Unidos, con la pausada e intensa misión de observar a la naturaleza. De carácter místico, con una religiosidad sin Dios, llena también su escrito de reflexiones. “Nos despertamos, si es que alguna vez lo hacemos realmente, al misterio, al rumor de la muerte, a la belleza, a la violencia”

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Jay Gould

El pulgar del panda

Si algo coincide la crítica internacional sobre Gould es que fue uno de los grandes divulgadores científicos. Esta especie de cualidad donde, sin perder un ápice de rigor, se logra alcanzar la claridad de una limpia exposición. Este libro es una recopilación de pequeños ensayos originalmente publicados en la revista “Natural History”. De su lectura podremos extraer una perspectiva amplia de la complejidad y belleza de los mecanismos biológicos.

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