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JORGE reseña de La curiosidad infinita de Kircher

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Page 1: JORGE reseña de La curiosidad infinita de Kircher

Constanza Acuña (editora):LA CURIOSIDAD INFINITA DE ATHANASIUS KIRCHER. UNA

LECTURA A SUS LIBROS ENCONTRADOS EN LA BIBLIOTECA NACIONAL DE CHILE

Ocho Libros Editores, Santiago, 2012, 208 pp.Constanza Acuña lidera un equipo de siete investigadores (seis chilenos y un

argentino) que se dedican, en este libro, a desmenuzar diversos aspectos de la obra del sacerdote jesuita Athanasius Kircher. El punto de partida de esta investigación es el descubrimiento de dieciocho obras originales de K. en la Biblioteca Nacional de Chile.

La hipótesis de este trabajo es “que el pensamiento y las imágenes de K. contribuyeron a formar el humus cultural desde donde surgió la originalidad y la proyección intelectual de la obra de los jesuitas chilenos entre los siglos XVII y XVIII” (p. 132).

Kircher (1602-1680) nació en tierras germánicas y estudió bajo el estricto programa educativo jesuita de la ratio studiorum que consistía en el estudio de la cultura clásica, el latín y el griego, ordenándose como sacerdote jesuita en 1628. En 1633 llegó a Roma y se convirtió en académico de múltiples cátedras en el Colegio Romano para después dedicarse a investigar y recopilar todo tipo de objetos para el Museo del Colegio Romano hasta su muerte. Basándose en todo ese material y en las cartas que jesuitas de todo el mundo le hacían llegar pudo recopilar y elaborar una obra enciclopédica monumental sobre aspectos como la música, la geología, el cristianismo en China, la civilización egipcia, etc.

Los libros de K. fueron traídos al Reino de Chile por los jesuitas por lo que cuando ellos fueron expulsados de Chile en 1767, la Biblioteca de los jesuitas pasó a manos de la Universidad Real de San Felipe. En 1818 Bernardo O`Higgins firmó un decreto confirmando el traspaso de la Colección Jesuita a la Biblioteca Nacional.

Según Acuña “el sistema de conocimiento de K. o su Ars combinatoria unía el análisis de todo tipo de fenómenos: lingüísticos, científicos, herméticos, teológicos y místicos” (p. 9). Este análisis se basa en la creencia de K. de “que todo existe y se rige por un principio de armonía universal” (p. 19). Y el profeta más importante de esta armonía universal es Hermes Trismegisto ya que K. y otros autores creían que era el profeta más antiguo de la humanidad y que nos mostraba la unidad de la verdad divina antes de su diversificación en las diversas culturas de la humanidad. Se podría decir que la obra de K. es el canto de cisne del hermetismo antes de su virtual desaparición de la cultura oficial producto del avance del nuevo paradigma científico de la modernidad.

Tal vez el artículo más interesante para nuestra revista sea “El mundo subterráneo y la última carta de Nicolás Mascardi a su maestro Athanasius Kircher” de Constanza Acuña. El jesuita italiano Nicolás Mascardi (1624-1674) fue discípulo de K. En 1642 llegó a Roma el sacerdote jesuita Alonso de Ovalle y por influencia de él, Mascardi decidió partir como misionero a Chile llegando en 1652. Va como misionero a la Araucanía y en 1662 fue nombrado rector del primer colegio jesuita de Chiloé. Fue ahí cuando se encontró con un grupo de prisioneros poyas, indígenas nómades que habitaban al sur del lago Nahuel Huapi y que habían sido capturados por el gobernador de Chiloé. Una prisionera le contó sobre la existencia de la mítica Ciudad de los Césares. En 1665 logró la liberación de los prisioneros y en 1669 partió con los poyas a buscar la Ciudad de los Césares. En 1670 fundó su misión en la orilla septentrional del lago Nahuel Huapi. En total hace cuatro viajes, entre 1670 y 1674, en búsqueda de la añorada Ciudad, pero en 1674 es martirizado por unos indios poyas. M. le escribió siete cartas a su maestro desde el sur de Chile contándole sus peripecias y describiéndole la geografía de los territorios que exploraba pero su proyecto más ambicioso, encontrar la Ciudad de los Césares,

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quedó inconcluso. No es exagerado especular que la búsqueda de la Ciudad de los Césares tuvo un fuerte componente hermético. Queda por dilucidar cuanto de la tradición hermética logró sobrevivir en la América Románica, de una manera subterránea, hasta llegar a nuestros días: es una investigación pendiente.

JORGE FUENTES