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Nómadas (Col) ISSN: 0121-7550 [email protected] Universidad Central Colombia Serrano A., José Fernando Entre negación y reconocimiento. Estudios sobre "homosexualidad" en Colombia Nómadas (Col), núm. 6, marzo, 1997 Universidad Central Bogotá, Colombia Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=105118999006 Cómo citar el artículo Número completo Más información del artículo Página de la revista en redalyc.org Sistema de Información Científica Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

Entre negación y reconocimiento. Estudios sobre" homosexualidad

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Page 1: Entre negación y reconocimiento. Estudios sobre" homosexualidad

Nómadas (Col)

ISSN: 0121-7550

[email protected]

Universidad Central

Colombia

Serrano A., José Fernando

Entre negación y reconocimiento. Estudios sobre "homosexualidad" en Colombia

Nómadas (Col), núm. 6, marzo, 1997

Universidad Central

Bogotá, Colombia

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=105118999006

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Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal

Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

Page 2: Entre negación y reconocimiento. Estudios sobre" homosexualidad

ENTRE NEGACIÓN YRECONOCIMIENTO.

ESTUDIOS SOBRE�HOMOSEXUALIDAD�

EN COLOMBIA

* Antropólogo de la Universidad Nacional. Investigador del DIUC.

José Fernando Serrano A.*

A Ebel Botero, pionero de los estudios sobre homosexualidad en Colombia

¿Qué se ha escrito en Colombia sobre la “homosexualidad”? ¿Existen

estudios desde las ciencias sociales y humanas sobre las personas “homosexua-

les” en el país? Con este par de preguntas el autor presenta un recorrido inicial

por algunos textos de autores colombianos al respecto y señala la necesidad de

abordar la construcción de conocimiento especializado que ahonde en la com-

prensión de las diversas formas en que se expresan las sexualidades.

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Introducción

El presente artículo surgiócon la inquietud de hacer un balancede perspectivas en la comprensión dela “homosexualidad” en Colombia, enparticular aquellas susceptibles deenmarcarse en investigaciones hechasdesde las ciencias sociales y humanas.Si bien éstas han tratado poco el tema,eso no quiere decir que en el país noexistan discursos1 al respecto; unos deellos buscan legitimarse en el marcode las ciencias y otros se mueven ha-cia ámbitos diferentes, como la orien-tación familiar, la literatura o la divul-gación. A veces separarlos puede re-

sultar arbitrario, pues sus argumentosse mezclan.

Lo que presentaré a continua-ción es un primer repaso, sin preten-sión totalizante, de diversos abordajesal tema de la “homosexualidad” ca-racterizados porque los autores susten-tan sus afirmaciones en algún tipo deejercicio investigativo2 y/o seenmarcan dentro del espacio de lasciencias sociales y humanas. Para es-coger los textos se tuvo en cuenta quefueran de autores colombianos y quehubieran sido publicados y/o editadosen el país.

Este artículo consta de trespartes: en la primera planteo un con-texto para el análisis del tema; en lasegunda abordo en detalle los textosreferidos; en la tercera propongo lanecesidad de iniciar estudios sobre ladiversidad de la experiencia sexual.

1. Qué queremos decircon �homosexualidad?�

De la “homosexualidad” se hahablado de muchas formas: como una“conducta”, una “orientación sexual”,una “preferencia”, “un modo de ser”,

Paseo Arriola - Gaviria, 1927. Archivo Melitón R.

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una “forma de vida” o “un regalo di-vino”; a veces como un calificativo ya veces como una “condición del su-jeto”; algunos prefieren términoscomo “homofilia” u “homoerotismo”,quitándole la connotación exclusiva-mente sexual al término, mientrasotras y otros hablan de “lesbianas” y“gay” para referirse a grupos socialescon nuevas formas de identidad. Delmismo modo, corrientesconstructivistas de pensamiento socialhan planteado que tanto “homosexua-lidad” como “heterosexualidad” soncategorías hechas histórica yculturalmente para hablar de un modo“científico” -clínico y médico- de lasexualidad (Foucault, 1978). Tal can-tidad de términos corresponde a la di-

versidad de la experiencia sexual ensu dimensión homoerótica, que no esexcluyente de la otra -la heteroerótica-y que no se encasilla en una sola posi-bilidad de expresión -la genital-; porello pongo el término entre comillas,pues no hay una sino muchashomosexualidades (Plummer, 1992).

1.1 La homosexualidad se vivedesde el rol de género

En varias regiones de nuestropaís una de las formas de hablar de lahomosexualidad masculina -comoveremos luego, de la femenina pocose habla-, opone dos categoríasdicotómicas: el cacorro - hombre quepenetra a otro hombre- y el marica -el

penetrado; los diferencia el que mien-tras el primero no pierde su condiciónmasculina el segundo sí, pues la pe-netración lo feminiza y lo hace “elhomosexual”. Del hombre marica seespera que se comporte amanerado,que quiera ser mujer o por lo menosparecerse a ella y que guste de ocuparun papel “pasivo” en las relaciones; elcacorro al mantener los comporta-mientos considerados como masculi-nos no pierde su lugar, más cuando seufana de “comerse” a los maricas.Esta dicotomía entre modos de enten-der lo masculino y lo femenino tam-bién afecta a los propios grupos ho-mosexuales. A su interior, el uso declasificaciones como “activos” y “ pa-sivos” o “machos” y “ locas regias” o

Soldados del Noventa Batallón, 1908. Archivo Melitón R.

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Pero el tema del género vamás allá de los roles e implicaordenamientos sociales que determi-nan modos de “ser, tener, estar y ha-cer en el mundo” (Londoño, 1996),surgidos de los encuentros y las dife-rencias no solo entre hombres y mu-jeres sino también ente ellas y ellosmismos y entre lo que se consideracomo femenino y como masculino.

Ahora bien. Lo anterior nopuede llevar a la conclusión de que eltema del género engloba el de la “ho-mosexualidad”. La homosexualidadincluye pero no se reduce a la expe-riencia genital/sexual y contiene tam-bién modos de ser -formas de experi-

los cambios de actitudes y nombres -hombres que usan apodos femeninosen los grupos de amigos y viceversa-,así lo expresarían.

Con estas referencias quierointroducir un punto de la cuestión: lahomosexualidad, en sus diversas ex-presiones, se vive en estrecha relacióncon el rol de género3 y con toda la ló-gica que éste implica comocategoría de construcciónsocial. Si entendemos elgénero como la “represen-tación cultural de la dife-rencia sexual” (Lamas,1996), socialmente se es-tablecen desempeños delas formas como se consi-dere dicha representación-rol de género-. En estesentido, los hombres ho-mosexuales se parecenmucho a losheterosexuales, pues com-parten roles y valoracionesque nuestro contextosociocultural ha creadocon respecto a lo que sesuponen somos los hom-bres y las mujeres; una detales valoraciones es la aso-ciación feminidad-pasivi-dad y penetración-hom-bría. Del mismo modo lasmujeres lesbianas o loshombres hipermasculinosque buscan borrar de sí lasreferencias femeninascomo si fueran estigma,repiten el esquema sexistade la sociedad en general; los homo-sexuales -tanto hombres como muje-res-, son socializados en los modelosimperantes basados en la lógica binariadel género.

mentar el mundo, de reconocerse enél, de expresarse y comportarse, decompartirlo (Bech, en Plummer,1992)- que si bien están en estrecharelación con el género, no se resuel-ven en él; lo homoerótico tambiénpuede actuar como un ordenador dela “realidad”.

1.2. Homosexualidad y génerocomo discursos ymovimientos

Desde otro puntode vista, histórica y social-mente las discusiones so-bre género y homosexua-lidad han estado en estre-cha relación. Mientras lasreivindicaciones políticas yacadémicas de grupos demujeres anglosajonas du-rante los años setenta hi-cieron uso de la categoríagénero4 para distinguir elsexo -lo corporal- de loso r d e n a m i e n t o ssocioculturales construi-dos sobre tal referencia(Barbieri, 1996: 51), hom-bres homosexuales reac-cionaron a la represión so-cial a la que se les some-tía, irrumpiendo en el es-cenario público de mane-ra abierta y directa. El tér-mino “gay” se convirtió enel punto de partida para laconstrucción de identida-des homosexuales orgullo-sas de su condición.

A ambos movimientos, femi-nistas y gays, les unía la necesidad deexpresar las desigualdades en que vi-vían y su particularidad como sujetos;entre sus estrategias, ambos recurrie-ron a la academia para sustentar susluchas y la emprendieron contra los

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discursos que hablaban del “ordennatural de las cosas” por ser los quelegitimaban la desigualdad y la discri-minación. Por ello han compartidodiscusiones sobre igualdad y diferen-cia o sobre si sus condiciones corres-ponden a “naturalezas” propias o aconstrucciones culturales: ¿hasta don-de la reivindicación de iguales dere-chos no implica la negación de la par-ticularidad y el seguimiento de las ló-gicas imperantes? ¿Cómo hacer paraque la manifestación de la diferenciano sea una autoexclusión?. Estas pre-guntas no se resuelven fácilmente yhan creado múltiples posiciones endichos movimientos5 .

La tensión entre perspectivasconstructivistas y esencialistas tieneespecial repercusión en los gruposhomosexuales por sus implicacionessociopolíticas: ¿es la “homosexuali-dad” una creación cultural propia alOccidente moderno o por el contrarioes una parte intrínseca al ser humanosiempre presente? ¿Se acabará cuan-do cambien las formas de construir lasexualidad? (Plummer, 1992).

Tanto feministas como gaysdesde su propia condición de exclu-sión, han hecho críticas a la sociedady a ellos mismos hablando de“sexismo” -discriminación por elsexo-, “homofobia” -aversión a la ho-mosexualidad- y heterosexismo -con-junto de prácticas sociales en las cua-les se privilegia la heterosexualidad-(Plummer, 1992). Para Lamas (1996)y Plummer (1992) ambas situacionesson resultado de la reductiva lógicacultural del género, sustentada en unaoposición binaria de pares comple-mentarios; el género, como forma deorganizar la sociedad, también la limi-ta, la normatiza y la hace rígida. Espor ello que algunos autores y movi-

mientos sociales proponen hoy la“deconstrucción” de categorías comogénero y homo-heterosexualidad porlos costos sociales que traen sus lógi-cas polares (Ver Carter y Smith enPlummer, 1992; Fraser, 1995; Lamas,1996).

Movimientos feministas ygays han recorrido caminos diferen-tes y a veces separados, pues no siem-pre es fácil salir del mismo sistema quese critica: parte de los movimientosgay repiten los esquemas machistas dela sociedad, por lo cual algunas veceslas lesbianas se han sentido más cer-canas a los movimientos de liberaciónfemenina (Plummer, 1992); los dis-cursos feministas por lo menos hastalos noventa tenían una fuerte influen-cia de mujeres blancas anglosajonas yheterosexuales (Fraser, 1995) quedesdibujaban las reivindicaciones ho-mosexuales de otras mujeres. Las con-diciones de exclusión y discriminaciónde ambos tampoco son similares y tie-nen implicaciones sociales diferentes.Hoy que vivimos un contextomulticultural, ambos movimientos sehan cruzado con otras reivindicacio-nes sociales -étnicas, de migrantes yde clase-, mostrando que “una” dife-rencia no es suficiente y que algunasde ellas pueden pesar más que otras(Fraser, 1995).

1.3. Género, cuerpo, poder

Otra de las cosas que hancompartido movimientos de mujeresy homosexuales ha sido su “campo debatalla” similar: el cuerpo. Es en elcuerpo y en sus usos donde se expre-san de manera evidente las luchas en-tre el esquema masculino heterosexualque pugna por la hegemonía y las otrasformas de vivir la sexualidad, no mar-cadas por la determinante reproductiva

ni por la lógica sexista; y es con elmismo cuerpo que dichos movimien-tos reaccionan.

El concepto género está muyligado a la relación cuerpo-sexualidad,por lo que a veces se habla del “siste-ma sexo-género” para referirse a ladinámica relación entre la constituciónsexual biológica y las calificacionesculturales que se hacen de ella; seríadesde dicha relación que se abarcanlas dimensiones psíquicas, sociales yculturales de los sujetos (Barragán,1996).

Sin embargo, la categoría gé-nero y el sistema sexo-género no sonsólo una forma de describir la socie-dad: como categorías analíticas tienenfuerte relación con el tema del poder.Para el objetivo de este artículo, meinteresa referirme al poder como pro-ducción de discurso, como construc-ción de saber sobre el otro y no comodominación vertical (Foucault, 1992).Dicho autor considera que el poder searraiga en el cuerpo mismo; de esteenraizamiento nace la “sexualidad”como fenómeno histórico y culturalligada a lo médico. Origen que hacede ella “(...) una zona de fragilidadpatológica particular en la existenciahumana” (Ibid. p.160), y por tantosusceptible de ser tratada como corres-ponde. El discurso que hace de lasexualidad asunto de la ciencia médi-ca es un discurso de poder6 .

De algún modo los textos quereferiré “juegan este juego” de produc-ción discursiva con respecto a la ho-mosexualidad pues la convierten enobjeto, la miden, la cuentan, la defien-den y la critican, aceptan reglas deotros poderes y hablan de “normali-dad” o “anormalidad”...

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2. Los textos

“Invertidos” y “enfermos”. De lapatología a...

Si entre saber y poder hay unaestrecha relación como lo refiereFoucault (1992), habría que pregun-tarse para qué sirve el saber que seproduce; una posible respuesta es parareproducirse a sí mismo y al orden quelo sustenta. Con esta idea voy presen-tar un primer conjunto de textos queejemplifican una forma del pensa-miento social con respecto a la homo-sexualidad. Están basados en dos jue-gos de dicotomías que veremos a lolargo de este balance varias veces: na-tural/antinatural y normalidad/patolo-gía.

El primero de ellos se llama“Homosexualismo en el arte actual”y fue publicado en 1969 por PedroRestrepo; el texto cuestiona el impac-to que tenían en las artes plásticas con-temporáneas los movimientos femi-nistas y homosexuales. Partiendo dela premisa según la cual las artes se-rían “dominio reservado al hombre,mientras la mujer, por su naturalezase inclinaría a la decoración y la orna-mentación” (p. 8, negrilla mía), el au-tor considera que los homosexuales deuno y otro sexo han introducido en elarte un elemento femenino “perturba-dor”; esto hace que el arte derive ha-cia lo “frívolo” y falto de valor ético,humanístico y nacionalista (p.17).

Jorge Enrique Gómez publi-ca en 1977 “Uno bajo el signo de es-corpión”, supuesto relato basado en laconfesión hecha por un homosexualal autor, quien dice haber confirmadola historia antes de publicarla y dadasu veracidad advierte al lector del im-pacto que puede causarle la lectura.

El texto muestra la vida trágica de unhombre “pederasta, incestuoso, alca-huete, pornógrafo y pícaro”, seduci-do desde joven en el internado y quienvive una vida de frustraciones, violen-cia y engaños.

El tercer libro que quiero re-ferir fue publicado entre 1980 y 1985por Humberto Bronx en Medellín ysu título da buena idea del contenido:“Bazuco Homosexualidad Enferme-dades Malditas”. El autor dedica eltexto a hablar de lo que considera losactuales peligros para la sociedad: lasdrogas, la guerrilla, el sexo “recreati-vo”, la planificación familiar, la homo-sexualidad y las enfermedades vené-reas o “malditas”. Para él, el homo-sexual no es culpable por lo que sien-te pero “El pecado es la aceptación li-bre y voluntaria de las prácticas ho-mosexuales y lesbianas” (p.86), antelo cual debe buscar tratamiento psico-lógico o por lo menos renunciar a lasexualidad; “Hoy cuando hasta guíasreligiosos se contaminan con este vi-cio abominable (...) no podemos ca-llar, cobardemente, quienes luchamospor el bien de la sociedad. Por culpade esos miserables y corruptores, lajuventud se encuentra confusa y aveces desmoralizada” (p.90, negrillamía).

El último texto señalado sellama “Gran enigma revelado. La in-versión sexual a la luz del esoterismo”y fue publicado también en Medellín(1995) por Arthur Ramson. Conside-rando que con ello hace un servicio ala humanidad, el autor se propone“desentrañar el misterio de la homo-sexualidad congénita” con miras a darla pauta en su corrección (p.2); dicebasarse en un interrogatorio a 206hombres homosexuales, hecho duran-te cerca de cuatro años, algunos de

cuyos relatos transcribe en el texto.Según él, quienes practican la homo-sexualidad alteran la polaridad “natu-ral” de su cuerpo y con ello afectansus próximas reencarnaciones, lo cualexplicaría el porqué nacen personascon tales características, sin que seencuentren condiciones motivantes ensu medio (p.38-39).

He citado en extenso estostextos para tener un buen panoramade lo que este conjunto de saberes pro-pone: escritos de una manera didácti-ca y clara, ofrecen a un público am-plio una explicación de lo que “es” lahomosexualidad masculina. Sin dudala forma como se construye el géneroen nuestra sociedad -con primacía delo masculino- persigue con más fuer-za la homosexualidad masculina y dejala femenina en un plano tal vez máslibre al permitir a algunas mujeres unaexpresión más amplia de su afectivi-dad pero de la que poco se habla. Enrealidad, en los citados libros podemosleer más de quienes escriben que delos sujetos referidos: existe un “orden”“natural” de las cosas el cual bien seapor causa divina (Bronx), cósmica(Ramson y Gómez) o humana(Restrepo) determina unos “domi-nios” propios al hombre = lo masculi-no y a la mujer = lo femenino. El ho-mosexual, nacido con dicha condi-ción, como lo refieren Gómez, Bronxy Ramson, es lo contrario a todo ello:en el arte es “perturbador” por su fe-minidad, en la vida se opone conscien-temente a todos los “valores” socialesy hasta altera la Ley Universal de laPolaridad. Por eso lo mejor es alejar-lo, curarlo o compadecerlo. Cuandoen una sociedad “normalidad” y “na-turalidad” se igualan a“normatividad”, se justifica la perma-nencia de cierto orden social y, enton-ces, el discurso se repite y se auto-re-

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excepcional’, nada más que una va-riedad de las muchas posibles mani-festaciones de la sexualidad?” (p.273).

Ambos investigadores teníanen común también la inquietud por laetiología de la homosexualidad y lle-garon a la conclusión de que ésta esuna “conducta aprendida”, variante(Alzate) o muestra de las posibilida-des de expresión de la sexualidad hu-mana (Giraldo); si se la persigue es porcausa de la “cultura erotófoba” (Alza-

te) o de enfoques clínicos que al serprolongaciones de puntos de vistamoralísticos, consideran que hay enel ser humano una determinación bio-lógica hacia la heterosexualidad(Giraldo, 1971: 290); por eso para esteúltimo, la “homosexualidad no es unacondición sino un papel” que se apren-de como otras manifestaciones de lasexualidad (Ibid.).

produce usando para ello la lógica delgénero.

... La “normalidad”. Discursos mé-dicos y clínicos I

El siguiente grupo de discur-sos proviene de investigaciones origi-nadas en los años setenta sobre el com-portamiento sexual de los colombia-nos; unas de ellas han preguntado porla homosexualidad como parte delconjunto de actividades sexuales de laspoblaciones estu-diadas y buscadoinformación sobresu incidencia yedad de inicio (Al-zate 1977, 1981;citado porGonzález, 1985).

Otras tra-taron de maneramás específica eltema. Los textosque referiré enesta perspectiva,se basan en la dis-cusión “normali-dad/anormalidad”en su versión “sa-lud/enfermedad”,y fueron publica-dos en revistas es-pecializadas enpsicología y medicina; sus autores,pioneros de la sexología en el país,partían de investigaciones psicológi-cas y sexológicas internacionales re-cientes para cuestionar la considera-ción de la homosexualidad como pa-tología. Giraldo (1971) inicia su textocon una pregunta básica y permanen-te: “¿Es la homosexualidad una enfer-medad tal como ha sido consideradapor la mayoría de los psicólogos clíni-cos o es simplemente una ‘conducta

El discurso que se perfilabacon estos autores respondía desde unpunto de vista “científico” al debatenormalidad/anormalidad afirmando la“normalidad” de la homosexualidad yse oponía a las miradas que veían enella una “condición” inherente a lossujetos; además introducía la nociónde aprendizaje como un nuevo factoren la discusión sobre sus causas: nose “nace” homosexual, sino que se“hace” homosexual. Claro que dichosautores no descartaban de plano el

papel de lo bio-lógico en suetiología. Al-zate considera-ba que la ho-mosexualidad“... tiene unsubstrato bio-lógico y se ad-quiere me-diante proce-sos de aprendi-zaje ycondicionamiento”(1975: a14).En 1979Giraldo publi-có una revi-sión de lasconclusiones alas que llegóen 19717 , he-cha a la luz de

nuevas investigaciones internaciona-les; en ella mantiene sus conclusionesiniciales, refuerza el argumento en fa-vor de los determinantes biológicos yendocrinos en la etiología de la homo-sexualidad masculina8 y reitera su crí-tica a la postura psicoanálitica quepatologiza la homosexualidad. De estemodo, si en lo dicho antes sobre ellosla dicotomía salud/enfermedad la re-suelven hacia la no patología, mantie-nen su relación con las ciencias clíni-

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situacionales, personales y socialesdepende que el homosexual se “ajus-te psicológicamente”; cuando la ho-mosexualidad causa “desajustes” enel sujeto se justifica proponer su mo-dificación. El texto no deja de desper-tar varias preguntas: ¿cómo se “mide”el ajuste psicológico”? ¿Ajuste a qué?

¿A un tipo de sociedad, de cultura, demodo de sexualidad? ¿No es esta no-ción de “ajuste” una continuación delos discurso de “normalidad/naturali-dad”?

cas y prefieren una postura más mo-derada con respecto a la otra dicoto-mía importante: natura/cultura.

Discursos clínicos II

El siguiente grupo de textoslos separo del anterior por razones depresentación del artí-culo, pero en buenamedida correspondena los mismos postula-dos señalados ya y enalgunos casos los ela-boran y hacen máscomplejos.

El primer libroque quiero referir, re-presenta a mi modo dever el discurso queFoucault (1978) pro-pone ha resultado de lacreación de la “homo-sexualidad” como ca-tegoría: esta se con-vierte en una entidadsusceptible de identifi-carse, analizarse y, porello, tratarse. En 1982Pedronel Manriquepublica “Homosexua-lidad: modificación deconducta”; en dichotexto el autor conside-ra que la homosexua-lidad es un aprendiza-je producto de estímu-los del entorno en elcual la influenciagenética es limitada.Manrique (1982)mantiene la pregunta por la “normali-dad”, pero plantea considerarla desdecuatro perspectivas: como salud, comoutopía, como promedio y como pro-ceso de ajuste9 . Con base en esto pro-pone que de ciertas condiciones

La pregunta por el “ajuste” serepite posteriormente. Ardila (1985),presenta los resultados de una investi-gación psicológica basada en unamuestra de 100 hombres homosexua-les entre 18 y 52 años de clase mediay alta, con “buen nivel de educación”,a quienes se les aplicó un cuestiona-

rio con preguntas refe-ridas a aspectospsicosociales. Conbase en los resultadosde las 150 preguntasde la encuesta, Ardilaafirma que “En apa-riencia los homo-sexuales colombianosson bastante ajustadosy llevan vidas armóni-cas y equilibradas (porlo cual) no es correctoel estereotipo adjudica-do a los homosexualesque considera que sondepresivos, afemina-dos, con grandes difi-c u l t a d e sinterpersonales, (... lossujetos del estudio)eran hombres sanos,que vivían su vida y ladejaban vivir a los de-más” (p.208-209).

El artículo encuestión tiene un valorespecial ya que se sus-tenta en una investiga-ción experimental ybusca sin duda mos-trar una imagen “posi-tiva” de la homosexua-

lidad masculina en una tradición denegación como la nuestra. Para ello,toma como punto de referencia la so-ciedad en general: los homosexualesno tienen problemas psicosociales queles impidan “adaptarse” bien a ella.

Sara Mejía, 1900. Archivo Melitón R.

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Tanto Manrique (1982), como Ardila(1985), mantienen en estos textos lalógica “normalidad/anormalidad” y laresuelven inclinándose hacia la prime-ra opción; entre sus argumentos paramostrar lo poco excepcional que esdicha conducta se refieren a la cons-tatación de comportamientos “homo-sexuales” en otras especies, su largapresencia en la historia y en otras cul-turas. Sin embargo, la “normalidad”con la que califican es la de la socie-dad masculina heterosexual que seexpresa a través del discurso de la cien-cia “objetiva” capaz de “observar,medir y contar” la conducta sexual: “...la Historia Clínica Sexológica es laúnica que nos dice objetivamente si elsujeto tiene comportamiento homo-sexual o no y si se debe hacer trata-miento para modificar la conductahomosexual por la heterosexual”(Manrique, 1982: 51). Si bien dichoinvestigador (Ibid: 75) enfatiza quesólo se puede cambiar la conductahomosexual cuando causa “angustiay ansiedad” al sujeto, esto lo que hacees reafirmar el argumento que veni-mos criticando: la homosexualidad“existe” como entidad y como dice lacita, puede reconocerse fuera de lo queel sujeto manifieste, pues son el diag-nóstico y el examen expertos los quedeterminan si se merece el tratamien-to.

En 1986 Ardila publica en elpaís otro artículo en el cual señala al-gunos aspectos en el aprendizaje de lahomosexualidad; propone entender elaprendizaje “... como un cambio rela-tivamente permanente de comporta-miento que ocurre como resultado dela práctica que casi siempre es prácti-ca reforzada” (p.46). El autor consi-dera que tanto la heterosexualidadcomo la homosexualidad son apren-didas y multicausadas y que en esta

segunda se aprenden, por lo menos,cuatro cosas: la pertenencia a un gru-po minoritario, la pertenencia a la cul-tura gay, un estilo de vida y ciertoscomportamientos específicos.

Los otros autores citados an-tes (Giraldo, 1971, 1977; Alzate,1975) también habían afirmado pun-tos de vista similares con respecto la“condición” homosexual como apren-dizaje y condicionamiento; si bien en-tre ellos existen diferencias en losmodos de entender el aprendizaje, di-cha afirmación nos muestra una nue-va inclinación en el juego de discur-sos dicotómicos que venimos regis-trando: “natura” pesa menos que “cul-tura”, o por lo menos que “contextoreforzante”; lo biológico es el susten-to para el aprendizaje de la sexualidad,incluida la homoerótica, que pasa a sercalificada como “conducta”-compor-tamiento-10.

En 1986 Alvaro Villar Gavíriapublica “Freud, la mujer y los ‘homo-sexuales’”, libro en el cual hace unarelectura y confrontación de los pos-tulados de Freud con respecto a lasmujeres. Sus observaciones reúnenalgunas de las discusiones sobre lacondición de la mujer y la sexualidadfemenina, incluida la homosexual, queél considera prácticamente ignorada;dicha situación la mira a la luz del psi-coanálisis y muestra como éste se haaliado con la religión y la medicinapara la prolongación de la ideologíadominante.

Uno de sus aportes está en si-tuar la discusión del tema homosexualen relación con el género: “(...) lasnociones de masculinidad y feminidadno son ni universales ni eternas, y (...)se encuentran, por tanto, en estrecharelación con la costumbre y la educa-

ción. (...) La ideología dominante enla sociedad hace creer en algún gra-do, no se sabe cuál, que el homose-xualismo en el hombre perturba siem-pre, o por lo menos altera y dificultasu papel en la procreación. Se presu-me que en el caso de la mujer no ocu-rre necesariamente lo mismo.”(p.115).

De cierto modo ninguno delos autores citados hasta el momentohabía presentado en sus textos la pre-gunta por el género -tal vez en sumomento aun no se hacía-, aunquelógicamente estaban hablando desdeél: algunas de sus críticas eran contrael estereotipo que veía a los hombreshomosexuales como afeminados,como si dicha condición fuera una ta-cha, con lo cual seguían el juego a lasociedad machista y no cuestionabanlas bases mismas de la discriminaciónque denunciaban. La lógica sexistaestá tan impregnada en la construccióndel conocimiento que se reproduce ensu propia crítica.

Un punto de partida

Volvamos atrás. En junio de1980 aparece en Medellín un libro deautor colombiano dedicado exclusiva-mente al tema de la homosexualidad.A mi modo de ver representa un hitoen la bibliografía existente pues reúneun volumen importante de la misma,toca los “temas álgidos”, y se refierede manera directa a la condición delos homosexuales en el país, incluidala lista de nuestros “homosexuales fa-mosos”; además, usa argumentos dedisciplinas clínicas y humanísticascomo la teología y la filosofía, crean-do un “ensayo de divulgación cientí-fica” interdisciplinario, no médico ni“experto”, y sobre todoautoreferenciado: su propia experien-cia la integra con la “ciencia” para

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hablar de la homosexualidad. El au-tor, Ebel Botero, había publicado an-teriormente artículos sobre el tema enrevistas de divulgación sexual y pre-senta en “Homofilia y homofobia” unamirada positiva de la homo ybisexualidad, mostrando su “realidad”numérica, histórica, social y cultural.Su crítica más fuerte es contra lahomofobia pues: “No es la homofiliala que necesita curación sino lahomofobia: aquella es amor, seainterpersonal o meramente sensualpero amor, y esta es odio ymiedo.”(p.112).

Los temas que le inquietancorresponden a los que ya hemos re-ferido: la búsqueda de argumentospara mostrar la “normalidad” de lahomofilia y despatologizarla y lo im-puesto de la noción de “naturalidad”;además se pregunta por las causas dela homofobia, las que encuentra en eldesprecio por lo femenino; pero agre-ga un elemento especial que otros au-tores no habían asumido: la “defen-sa” de la homosexualidad: “En todoel trabajo me ha animado el deseo dehacer el bien, de pedir justicia, de com-batir el error y los prejuicios. No bus-co destruir sino construir, ayudar alprogreso y mejoramiento de la huma-nidad. Esta tiene que asimilar a loshomosexuales finalmente, no seguirignorándolos.”(p.11).

El considerar el comporta-miento sexual como un aprendizaje,le permite al autor argumentar variascosas: el sujeto no es responsable deél (p.87) y no existe una tendencia in-nata hacia ninguna de sus expresio-nes, lo cual se oponía a los postuladosde la “naturalidad” de laheterosexualidad esgrimidos por cien-tíficos y moralistas; además, dice, esdifícil “desaprenderla” o que sea cau-

sada por la seducción (p.88). Sin em-bargo, también se muestra cauto antedicho argumento y se pregunta “¿porqué ciertas personas aprenden mejorque otras una conducta sexual?, ¿porqué algunos individuos, en igualdadde circunstancias, aprenden determi-nada conducta y no otra?” (p. 88), paradejar espacio a la posible comproba-ción de alguna causa biológica de lahomosexualidad.

Este libro hace parte del ini-cio de discursos construidos por lasmismas comunidades homosexualespara hablar de su situación y en ellose relaciona con procesos que se ve-nían dando paralelos a través de pu-blicaciones como “Ventana Gay” o “ElOtro”, las cuales tuvieron durante losochenta un carácter político,organizativo y divulgativo importanteen algunos sectores de la poblaciónhomosexual nacional. Los límites es-paciales me impiden ampliar este com-plejo tema.

Contemporáneos:¿hacia dónde?

El último grupo de textos quequiero reseñar es diferente de los has-ta el momento presentados, pues losmotivos que he venido reseñandocomo fundamentales en los discursos-normalidad/anormalidad, natura/cul-tura, natural/antinatural-, son dejadosde lado; más bien los caracteriza unainquietud por estudios de caso, por darcuenta de algunas formas de vivir lahomosexualidad y su relación con elcontexto social actual.

El primer conjunto que refie-ro corresponde a monografías de gra-do que parten del estudio de comuni-dades homosexuales y/o de aspectosde éstas, aportando información de

primera mano sobre sus formas deser11. Carlos Alberto Pión presentó en1991 una investigación sobre una pe-queña muestra de homosexualestravestis que habitan una zona de pros-titución de Bogotá, en la cual indagapor aspectos de sus vidas; Carlos IvánGarcía elaboró en 1994 una tesis enla cual hace un estudio sociolingüísticode un grupo de jóvenes dedicados aesta actividad en el centro de la ciu-dad, algunos de ellos homosexuales;en 1995 Alexander Salazar presentóuna monografía sociológica sobre loslugares de encuentro para hombresgay en Cali y el tipo de relaciones queallí se generan.12.

El otro grupo de textos querefiero corresponde a investigacionesrelacionadas con en el impacto causa-do por el tema VIH/SIDA en la socie-dad en general. El Proyecto Lambda,relacionado con la Liga Colombianade Lucha contra el Sida, llevó a cabouna encuesta a “hombres que tienenrelaciones sexuales con otros hom-bres” con el fin de determinar actitu-des y comportamientos sexuales quepuedan incidir en el impacto del SIDAen dicha población y proponer estra-tegias de acción específicas a ellos.Manuel Velandia13 (1996) publica untexto en el cual presenta los aspectosdel proyecto “En la Jugada”, llevadoa cabo por la Fundación Apoyémonospara proponer nuevos modos de cons-trucción de identidad y corporeidad enmenores dedicados a la prostitución,como una forma de prevenir en ellosla drogadicción y las enfermedades detransmisión sexual. El tercer texto re-ferido corresponde a los desarrollosconceptuales del proyecto de investi-gación “Razón y Sexualidad” realiza-do por el grupo de trabajo “Salud ySexualidad” de la Universidad del Va-lle y publicados por Elías Sevilla

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nocimiento desde las disciplinas cien-tíficas. El ejercicio investigativo noestá separado de las relaciones de po-der y hegemonía que viven las socie-dades y tanto los objetos de la investi-gación como los modos de hacerlaestán relacionados con aquellas; lo quese dice y lo que se deja de decir afectaa los grupos implicados en ello y tienea veces costos sociales altos15. La pro-ducción de conocimiento especializa-

do para las reivindicaciones políticasy culturales de grupos consideradoscomo “minorías” -la calificación mis-ma tiene ya implicaciones-, ha entra-do a cobrar lugar significativo en lasdiscusiones y escenarios académicosy científicos contemporáneos (Fraser,1995; Plummer, 1992; Williams,1995 ).

Además, las ciencias socialesy humanas se han visto hoyimpactadas porque aquellos que siem-pre fueron los “objetos” de estudioempezaron a hablar de sí mismos sinnecesidad de la mediación de especia-listas e irrumpieron en la academia en

(Ed.)., el cual tuvo como antecedenteinmediato una investigación sobre elcomportamiento sexual de los colom-bianos y su relación con el VIH/SIDA.Una de las líneas que toma el proyec-to es el estudio del “mercado gay delorgasmo” la cual parte del trabajo yaseñalado de Salazar (1995).

Estos textos tratan de iniciarexploraciones empíricas en el campode la sexualidad, ydentro de ella la ho-mosexualidad, des-de miradas diferen-tes a la sexológicay clínica mostradasantes. Como losanteriores, el temadel género no esabordado de mane-ra directa, exceptoen Velandia (1996)quien lo relacionacon la construc-ción de la identi-dad. Pareciera queal no existir ya laprioridad de legiti-mar la “normali-dad/naturalidad”de la homosexualidad, el panorama delas investigaciones se ampliara haciala relación de ésta con otras áreas dela vida: con el erotismo y el afecto(Salazar, 1995; Sevilla, 1996); con elimpacto de las enfermedades de trans-misión sexual (Velandia, 1996; LCLS,1996); o con la marginalización social(Pión, 1991; García, 1994)14.

3. ¿Conocimiento paraqué?

Mucho se ha discutido en laactualidad sobre las implicaciones po-líticas, sociales, culturales e inclusoeconómicas de la producción de co-

aquellas disciplinas de las que fueronactores pasivos. Es así como han sur-gido campos de trabajointerdisciplinarios motivados por lasparticularidades de los grupos en cues-tión y en estrecha relación con susnecesidades. Junto con los blackstudies y women´s studies aparecentambién trabajos sobre la diversidadsexual: gay, lesbian, bisexual,transgender and “queer” studies

(Plummer, 1992;Williams, 1995).Para Plummer(1992: 12) loslesbian and gaystudies cumplenuna función de“autocomprensión”y son necesariospues permitenavanzar intelectual-mente al crear nue-vas áreas de estu-d i o ;organizativamentedisminuyen lascondiciones de ais-lamiento y hostili-dad que se viven ypolíticamente de-

muestran a la academia la existenciade los homosexuales como sujetossociales. Del mismo modo, se handado compromisos explícitos e inclu-so activismos políticos de sectores dela academia simpatizantes y/o parte delos grupos en cuestión, lo cual ha con-tribuido a afirmar la importancia so-cial de tales áreas de estudio (Williams,1995).

En este balance no fue posi-ble investigar el impacto de los textosreseñados en su época; sabemos quealgunos de ellos buscaban ofrecer unamirada positiva sobre la homosexua-lidad en un medio discriminador y

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excluyente como el colombiano. Sinembargo, es posible suponer que surango de acción fue limitado, entreotras razones porque no se han desa-rrollado líneas de reflexión que conti-núen y discutan dichos planteamien-tos; tampoco existe una “comunidadacadémica” que trabaje estos temas,como sí sucede con los estudios sobremujeres o sobre grupos étnicos16. Di-cha situación se debe en parte tambiéna que las formas que han tenido lasorganizaciones homosexuales en Co-lombia -atomizadas, regionales, deescasa duración- no han consolidadoun movimiento social de base queafecte a la academia; los grupos deapoyo en formación ahora en las uni-versidades tienen un papel en la cons-trucción de conocimiento especializa-do. El texto de Botero (1980) siguesiendo pionero y único.

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Citas

1 Entiendo por “discurso” un conjunto de saberesconstruidos social e históricamente para dar razónde una situación; los discursos actúan como for-mas de pensar la “realidad”, de organizarla y darlesentido.

2 No se incluyeron textos de tipo divulgativo o in-formativo presentes en publicaciones periódicaspor ser difícil determinar las metodologías yconceptualizaciones usadas por los autores.

3 De ningún modo pretendo establecercategorizaciones de importancia. Con respecto ala construcción de la identidad de los sujetos elrol de género es parte de otros aspectos como laidentidad sexual, la orientación erótica, las condi-ciones biológicas y su identidad con ellas y la con-ducta sexual. Velandia (1996) presenta un estudiode caso de cómo se construye la identidad en jó-venes vinculados a la prostitución donde se obser-van los aspectos señalados.

4 Es por este origen que el término género terminasiendo sinónimo de “discursos de/sobre mujeres”;“Se dice ‘perspectiva’ de género cuando se refierea perspectiva de las mujeres y, por lo general, deun grupo de mujeres determinadas; o a la posiciónde feministas o a una vertiente dentro del movi-miento. En años recientes, en el análisis social yen los ordenamientos burocráticos cotidianos sus-tituye a la variable sexo.” (Barbieri, 1996: 55).

5 La primera etapa del feminismo se llamó “de laigualdad” pues su prioridad fue que la mujer acce-diera a los espacios que antes les eran vedados, loque sin embargo tuvo el costo de asimilar sus rei-vindicaciones con el mundo del hombre; a estoreaccionaron las “feministas de la diferencia” quie-nes al contrario, resaltaron la importancia de suparticularidad e incluso superioridad con respec-to al hombre (Fraser, 1995). Al mismo tiempo losmovimientos homosexuales proclamaban su dife-rencia y creaban una subcultura que les daba nue-vos territorios, lenguajes y modos de vivir diferen-ciados del mundo heterosexual. Pero ninguno delos dos movimientos podía mantenerse al margendel contexto social cada vez más multicultural ysus reivindicaciones se abrieron hacia nuevas ex-presiones: la diferencia de género se convirtió enlas “diferencias entre mujeres” ante la apariciónde mujeres negras lesbianas y de mujeresinmigrantes que no se identificaban con otras fe-ministas -por lo general anglosajonas, blancas yheterosexuales-. Del mismo modo los movimien-tos gay se han abierto hacia tendencias múltiples,desde las más “asimiladas al sistema” monogámicoheterosexual blanco de clase media y que buscanlos derechos civiles, hasta las Drag Queens, lascomunas lesbianas sin presencia de machos y losgrupos espirituales.

6 El poder al que me refiero no es una instanciasólida y homogénea de la sociedad como el Poder

Soberano de la censura y el No; más bien, es dis-perso, múltiple y multiforme, inunda el escenariode lo social hasta las instancias más íntimas, vamás allá del esquema dominador-dominado e im-plica complicidades y consentimientos, es útil ytambién causa sus propias resistencias.

7 La homosexualidad, como la experiencia sexual,es aprendida; existen muchos tipos de homosexua-lidad; no es patológica; el papel de la relaciónpadre-hijo parece ser muy importante en muchoscasos de homosexualidad; el problema de norma-lidad vs. anormalidad depende de la teoría de per-sonalidad que se maneje (Giraldo, 1977).

8 Esta discusión sobre la importancia de los facto-res biológicos en la etiología de la homosexuali-dad ha estado presente a lo largo de las últimasdécadas y ha tenido cierto resurgimiento en añosrecientes, con investigaciones endocrinas ygenéticas. Más allá de los desarrollos investigativosreferidos, la raíz biológica de la homosexualidadha sido uno de los argumentos con más celo de-fendidos por parte de los movimientos gayanglosajones a diferencia de los franceses, los cua-les se muestran reservados ante dichas investiga-ciones, entre otras razones por las implicacioneséticas que suponen (Ver al respecto un artículopublicado en Le Point, 1993).

9 En el primer caso la normalidad sería la “ausen-cia de síntomas desfavorables”, desde la cual se-ñala Manrique que algunos psiquiatras y psicoa-nalistas consideran la homosexualidad como en-fermedad; como utopía la “normalidad” es un idealde plenitud; como promedio la “normalidad” se-ría lo que las mayorías hacen, dicen o piensan,desde lo cual la homosexualidad sería una contra-dicción a las normas imperantes; como proceso la“normalidad” tendría que ver con el ajuste del in-dividuo al medio y a sí mismo, perspectiva hacia lacual el autor se identifica.

10 Este punto es importante resaltarlo pues con-trasta con corrientes gay esencialistas que encuen-tran en la homosexualidad algo más que un modode acción, bien sea porque le dan una condiciónespiritual propia imposible de limitar a un com-portamiento (Thompson, 1987) o porque suponemodos de ser y no sólo de hacer (“es más que loque se hace en la cama”, Clarck, 1988).

11 Un antecedente al respecto es la Tesis presenta-da en 1979 por Sierra y Rueda al Magister en Psi-cología de la Universidad Santo Tomás y sobre lacual se basa el artículo de Ardila (1985). Este mis-mo autor realiza en el momento una investigaciónsobre parejas de hombres homosexuales.

12 En este momento existen algunos trabajos en cur-so: siguiendo con la etnografía, Betty Sánchez,estudiante de antropología de la Universidad Na-

cional está realizando su tesis de grado sobre eltransformismo y su relación con el ritual y OscarBravo, de psicología en la misma universidad, es-tudia aspectos psicosociales de lesbianas en la ciu-dad de Santafé de Bogotá.

13 Manuel Velandia tiene una amplia trayectoria enel país en el estudio de la homosexualidad, inclu-yendo una investigación inédita sobre hombres enprostitución hecha en 1977. Además ha participa-do en actividades en defensa y divulgación de losderechos de los homosexuales.

14 Existen dos textos más que no quisiera dejar delado, pero que no puedo ubicar aún en el materialque tengo hasta el momento: Pablo Rodríguez pu-blica (1995) un breve caso de lesbianismo durantela época de la Colonia; Lucena (1966) describeun caso de “bardaje” entre un grupo indígena delTomo, en la entonces comisaría del Vichada, Co-lombia; hay muy pocas descripciones históricas yetnológicas de la “homosexualidad” en el país.

15 En nuestro caso puede citarse el papel de la an-tropología colombiana en relación con las reivin-dicaciones de los grupos étnicos. Mientras se cuen-ta con un bagaje de conocimientos sobre gruposindígenas, el tema de los grupos negros apenas seempieza a tocar, lo cual en parte afectó la formacomo cada uno de ellos accedió a los cambios po-líticos de la nueva Constitución de Colombia en1991. Para ampliar este caso de la creación deconocimiento especializado se puede consultar aArocha, 1996.

16 Lo anterior no quiere decir que no hayan existi-do en el país discursos en los cuales se expresen“voces” homosexuales; ha sido por el lado de laliteratura -textos recientes como Un beso de Dick,de Fernando Molano-, el ensayo “Las dos vidasde Claudio”-, la poesía y en algunos momentos enpublicaciones especializadas como las menciona-das, por donde se ha construido, aún de maneratímida, un proceso de autonombramiento.