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Subjetividad y Cultura Revista Subjetividad y Cultura http://subjetividadycultura.org.mx El psicoanálisis y el malestar en la cultura neoliberal. "Esta sociedad burguesa moderna, que ha hecho surgir tan potentes medios de producción y de cambio, se asemeja al mago que ya no es capaz de dominar las potencias infernales que ha desencadenado con sus conjuros" (...) "Por un lado ha despertado a la vida unas fuerzas industriales y científicas de cuya existencia no hubiera podido sospechar siquiera ninguna de las épocas históricas precedentes. Por otro lado, existen síntomas de decadencia que superan en mucho a los horrores que registra la historia de los últimos tiempos del Imperio Romano. KARL MARX 3 "En estos puntos cruciales de la historia aparecen -yuxtapuestos y a menudo entrelazados- una especie de tempo tropical rivalizando en desarrollo, magnífico, múltiple, de fuerza y crecimiento similares al de la jungla, y una enorme destrucción y autodes-trucclón, debida a los egoísmos violentamente enfrentados, que explotan y se combaten en busca del sol y la luz, incapaces de encontrar algún fímite, algún control, alguna consideración dentro de la moralidad de que disponen". NIETZSCHE 4 En un trabajo anterior publicado en esta misma revista 5 se formulaban un conjunto de ideas que constituyen las bases de este nuevo artículo. Fundamentalmente, y como su título indica, que la relación hombre-cultura -planteada por Freud sobre todo y más claramente en sus obras llamadas "sociológicas" que comienzan en la década de los veinte-, es el eje del psicoanálisis y bajo cuya lectura debe leerse toda la obra freudiana, lo que hace imperioso el estudio de cómo cada marco social e histórico concreto determina y/o influye en las características también concretas de los modelos de subjetividad predominantes. 1 / 26

El Psicoanalisis y El Malestar en La Cultura Neoliberal

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el psicoanálisis y el malestar en la cultura neoliberal.

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    El psicoanlisis y el malestar en la cultura neoliberal. "Esta sociedad burguesa moderna, que ha hecho surgir tan potentes medios de produccin yde cambio, se asemeja al mago que ya no es capaz de dominar las potencias infernales que hadesencadenado con sus conjuros" (...) "Por un lado ha despertado a la vida unas fuerzasindustriales y cientficas de cuya existencia no hubiera podido sospechar siquiera ninguna delas pocas histricas precedentes. Por otro lado, existen sntomas de decadencia que superanen mucho a los horrores que registra la historia de los ltimos tiempos del Imperio Romano.

    KARL MARX3

    "En estos puntos cruciales de la historia aparecen -yuxtapuestos y a menudo entrelazados- unaespecie de tempo tropical rivalizando en desarrollo, magnfico, mltiple, de fuerza y crecimientosimilares al de la jungla, y una enorme destruccin y autodes-truccln, debida a los egosmosviolentamente enfrentados, que explotan y se combaten en busca del sol y la luz, incapaces deencontrar algn fmite, algn control, alguna consideracin dentro de la moralidad de quedisponen".

    NIETZSCHE4

    En un trabajo anterior publicado en esta misma revista5 se formulaban un conjunto de ideasque constituyen las bases de este nuevo artculo. Fundamentalmente, y como su ttulo indica,que la relacin hombre-cultura -planteada por Freud sobre todo y ms claramente en sus obrasllamadas "sociolgicas" que comienzan en la dcada de los veinte-, es el eje del psicoanlisis ybajo cuya lectura debe leerse toda la obra freudiana, lo que hace imperioso el estudio de cmocada marco social e histrico concreto determina y/o influye en las caractersticas tambinconcretas de los modelos de subjetividad predominantes.

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    Se planteaba tambin que el campo psicoanaltico tradicional, institucional y ortodoxo haperdido toda perspectiva crtica dejado de ser la "peste" que sealara Freud, para convertirse-al menos en su gran mayora-, en claro exponente del statu-quo y de importantes grados deconformismo y de adaptacin6. Por ello se consideraba que la forma actual de recuperacin delcarcter "subversivo" del psicoanlisis ya no es slo repitiendo los en su momentorevolucionarios conceptos sobre la sexualidad y el inconciente -que siguen vlidos peroactualmente son aceptados e integrados-, sino desarrollando, y sin miedo de verlas en surealidad crtica, las sealadas incidencias de las formas culturales concretas sobre lasubjetividad.

    En este artculo la pretensin es slo pensar un poco tal Incidencia en nuestra situacinpresente, donde las polticas neoliberales son hoy dominantes en la mayor parte del mundo. Yposteriormente ver el papel que cumplen frente a tal problemtica, terica y prcticamente, lasprincipales escuelas psicoanalticas actuales.

    Acotemos de entrada el campo de estudio. Salvo puntualizaciones mnimas no se expondrnlas caractersticas de este modelo econmico-social ni algunos de sus efectos: entre ellos la nodesaparicin sino aumento de miseria y pobreza en la mayor parte de los llamados pases delTercer Mundo (o subdesarrollados), el aumento en prcticamente todo el mundo de la brechaentre ricos y pobres, el (relativo) xito del modelo en trminos macroeconmicos y su fracasoen la justicia social, etc. No porque no importen, sino por estar ya suficientemente desarrolladoen una hoy bastante extensa bibliografa.

    Lo que se pretende estudiar son los efectos de este modelo en el psiquismo. En sntesis, yentre tantos otros ejemplos posibles, si el perodo de trnsito del feudalismo al capitalismonecesit (y lo logr mediante la tica protestante) una estructura neurtica obsesiva7, y la moralVictoriano de la poca de Freud tuvo a la histeria como su cuadro tpico, cules son lasestructuras, tendencias y/o caractersticas del hombre del mundo neoliberal? El crecientedesarrollo tecnolgico y productivo trae aparejado un aumento en lo que muy genricamentepuede denominarse bienestar en general y psquico en particular?

    Por supuesto que es imposible una respuesta nica ante las diferencias conocidas ysealadas, por lo que resulta interesante observar que ocurre no en los sectores que estnlejos de las ventajas de la modernidad y el desarrollo, sino en quienes s acceden a las mismastanto en las naciones desarrolladas como de los sectores privilegiados de lassubdesarrolladas. Interesa entonces saber si es vlido el deseo de acceder al Primer Mundo,objetivo explcito de mltiples dirigentes y polticos que hoy implementan las polticasneoliberales, as como comprender la pregunta (y buscar respuestas) de un connotadointelectual que no sabe "cmo explicar un siglo que termina maquilado de electrnica peroinvadido de fundamentalismos'8.

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    Es posible imaginar que ms de algn lector de este trabajo se estar preguntando si no seconfundi y est frente a un anlisis poltico y social ms que psicoanaltico. Y la respuestasera afirmativa de entenderse al psiquismo como categora autnoma o independiente-postura psicologista nada extraa en no pocos profesionales en los hechos, aunque nadie loacepte conceptualmente-, pero no de acuerdo a los planteamientos destacados en el trabajocitado al comienzo, idea que podra resumirse en la afirmacin de Marcuse de que "lascategoras psicolgicas han llegado a ser categoras polticas hasta el grado en que la psiqueprivada, individual, llega a ser el receptculo ms o menos voluntario de las aspiraciones,sentimientos, impulsos y satisfacciones socialmente deseables y necesarios9.

    Respecto a esto una vez ms hay que reiterar la imperiosa necesidad de terminar con lasvisiones unilaterales y aisladas, absurdas en una realidad que no lo es. Sobre esto Cerroni escategrico: "Justamente la condensacin y oclusin interdisciplinar que los problemas ofrecenen nuestra poca son las que inclinan a acoger la exhortacin de Russel Ackoff: 'debemosdejar de actuar como si la naturaleza estuviese organizada en disciplinas del mismo modocomo lo estn las universidades'. En efecto, frente a la complicacin de nuestro tiempo, esimportante intentar alcanzar a algn nivel -en el curso de las investigaciones- la conciencia,aunque slo sea elemental, de que nuestros problemas de especialistas constituyenarticulaciones de un problema general y comn, como nuestros destinos"10.

    Pese a ello, y salvo excepciones que confirman la regla, desde hace mucho tiempo el campopsicoanaltico ha dejado de lado el estudio de estas problemticas -abandonando al Freud delas ltimas dcadas y sus trabajos llamados "sociales", as como a otros tericos que siguierontal inters -, por lo que son muy escasas las aportaciones de este campo terico (como se veral final de este trabajo), respecto al hombre de esta poca concreta. Estudios que son msabundantes en otros campos como las ciencias sociales en general, la filosofa, la literatura,etc., aunque con las carencias y limitaciones sobre la especificidad psquica.

    Tendiente a ello el plan de este trabajo es ver en principio algunas caractersticas del modeloneoliberal, destacar luego algunas de las caractersticas psicosociales que requiere y promueveen los sujetos, para terminar con una breve referencia sobre la praxis de algunas corrientespsicoanalticas respecto a todo lo anterior.

    EL CONTEXTO: EL MUNDO DE LA MODERNIDAD Y DEL NEOLIBERALISMO

    El modernismo que se viene proponiendo desde ya hace mucho tiempo parece alcanzar suapogeo en una poca que, luego del inesperado y estrepitoso derrumbe del "socialismo real",parece estar signada casi sin excepciones por modelos econmicos neoliberales que afloran yse desarrollan en todos los pases del definido como Primer Mundo, pero tambin en unamayora de los del Tercero que aspiran a llegar a aquel (incluidos los del hoy ex-Segundo).

    Mayora y casi unanimidad producto de la comprensin de una verdad que antes no se quera

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    ver en nombre de utopas y proyectos mesinicos? Parecera ser as segn constantesexpresiones de sus defensores, que abjuran y se autocritican de pasados populistas,"socialistas" y de cualquier otro diferente al camino actual, y reiteran la imposibilidad decualquier otra perspectiva de xito. Pero mientras formulan promesas y seguridades de unfuturo econmico, social y poltico mejor para todas las naciones y sectores sociales hoymarginados, otras voces muestran una realidad y un futuro muy diferentes. Voces en principiosorprendidas por un brusco cambio en el mundo entero, no pocas veces incapaces de ofreceruna alternativa viable al modelo hoy hegemnico, pero categricas y claras al mostrar lascontradicciones y efectos negativos del neoliberalismo tanto a nivel econmico-social como ensus consecuencias sobre el modelo de Sujeto que propone y promueve.

    Pero, qu es el neoliberalismo? En lneas generales sus rasgos econmicos sobresalientes,puestos en prctica en hoy casi todos los pases latinoamericanos (Argentina, Brasil, CostaRica, Ecuador, Mxico, Uruguay, Venezuela, etc), son: "a) abatir la crisis financiera a travs depolticas recesivas y antiinflacionarias; b) fortalecer la libre empresa; c) sujetar a las empresas ala disciplina de mercado; d) disminuir los salarios y el gasto social; e) restringir la ofertamonetaria; f) privatizar las empresas pblicas"11. En definitiva su eje es la hoy tan publicitada economa de mercado -a escalas locales y mundial-, donde se busca disminuir al mximoposible las empresas pblicas y estatales en pro de las privadas, y donde stas buscarn comomnimo sobrevivir y como mximo triunfar a travs de dos principios centrales: el ms alto ren-dimiento posible dentro de una fuerte y constante competencia. Todo esto necesariamenteimplica un incremento del consumo por partexde la poblacin para absorber una produccincada vez mayor.

    Es evidente, y no se oculta sino todo lo contrario, que el mercado se convierte en la piedraangular del funcionamiento global de la sociedad, y todo lo que incrementa la produccin ycomercializacin es visto como vlido y conveniente. El mundo se ha convertido (y lo siguehaciendo en cada vez mayor grado) en un Inmenso mercado, hecho mostrado en mltiplesformas, desde declaraciones pblicas de estadistas y la transformacin macroeconmica debase, hasta expresiones cotidianas en calles de las ciudades e incremento de centroscomerciales, incesantes llamados al consumo en anuncios publicitarios, incitaciones a formasde vida acordes con lo que se entiende como una "modernidad" y "desarrollo" que se seconsigue mediante mercancas que expresan tal situacin, etc.

    La produccin de riqueza es el objetivo fundamental, aunque a veces ocultado tras lo quepsicoanalticamente se conoce como racionalizaciones, lo que obliga a un fuerte trabajo y a unaconstante renovacin en la produccin. Produccin, rendimiento, trabajo, competencia yconsumo son aspectos centrales de un modelo econmico-social -que sin dudas existen desdemucho antes que el neoliberalismo ya que el capitalismo siempre se bas en ellos, pero quehoy se acrecientan de una manera particular-, que deben ser estudiados no slo en sussignificaciones estructurales sino tambin en las consecuencias que provoca en los los sujetospsquicos que asumen, con o sin conciencia de ello, unos parmetros a los que se someten y

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    que determinan su existencia y su subjetividad.

    Es sabido que toda sociedad necesita construir el modelo de "hombre necesario' para sumantenimiento y reproduccin, y el neoliberalismo no es ni puede ser una excepcin. Comoseala Berman, "el dinamismo innato de la economa moderna, y de la cultura que nace deesta economa (...) arrastra a todos los hombres y las mujeres modernos a su rbita, y losobliga a abordar la cuestin de qu es esencial, qu es significativo, qu es real en la vorgineen que vivimos y nos movemos'12. Y, como ocurre no slo en este caso sino siempre, todos losmarcos sociales proponen modelos de "salud" y de "enfermedad" mental, de 'normalidad', deobjetivos a lograr, etc.13.

    Las objeciones que han recibido y reciben el modelo de cierta modernidad y el neoliberalismode alguna manera estn condensadas en las frases que abren este trabajo. No se trata de unaparcial o total oposicin al progreso, al desarrollo y a un mayor bienestar, ni mucho menos a laaoranza de un pasado supuestamente mejor, sino que se apoyan en un cuestionamiento a losvalores implcitos y explcitos de esos modelos, y a las consecuencias destructivas de talesproyectos para el ser humano y la misma naturaleza.

    ALGUNAS CONSECUENCIAS PSQUICAS DEL NEOLIBERALISMO

    Tal el modelo socio-histrico de un sistema hoy aparentemente sin oponentes (aunque connotorias derrotas polticas en curso) y que promete un progreso y modernidad sin lmites,donde existe un desarrollo tecnolgico impresionante que se incrementa da a da, perotambin las carencias ya sealadas (que tambin se incrementan) y, en una sorprendente perono extraa paradoja, con una realidad que muestra sin dudas los ms altos grados hasta ahoraconocidos de drogadiccin, suicidios, neurosis, adhesin a posturas fundamentalistas, etc. Siello si diera exclusiva o preponderantemente en naciones y/o sectores sociales marginados, laexplicacin sera no tan compleja, pero cmo hacerlo cuando todo lo indicado se presentatambin, y a veces en sus mayores niveles, en naciones y sectores sociales que gozan de lasventajas materiales que ofrece la modernidad y el neoliberalismo?

    De entrada debe sealarse que desde el desarrollo del capitalismo -y ahora llevado a susmayores niveles-, la instauracin del mercado, el dinero y las mercancas como centro absolutode la vida social y del hombre reducen la significacin de ste y lo colocan, de manera inversaa lo que se dice pblicamente, al servicio de tales aspectos, convirtindose de dominador endominado, aunque otras de sus caractersticas pone al individuo tambin como centro y loprioriza frente a las relaciones comunitarias. Es imposible pensar que todo esto no tengafundamentales significaciones en su subjetividad y determine en muy alto grado sus deseos,sentido de realidad, ideal de yo, valores del superyo, fantasas, vnculos con los otros y consigomismo, etc., y tambin las consecuencias que todo ello provoca en la estructura psquica

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    (angustias, sus formas de elaboracin, etc).

    El sustancial cambio sealado -el hombre al servicio del dinero, la mercanca y el mercado-,implican a la vez una modificacin en los parmetros polticos y sociales, realidad claramentecaptada por quin destaca que "el modelo neoliberal deja de concebir a la sociedad comoaquella constituida por ciudadanos soberanos para convertirse en una reunin deconsumidores, productores y ahorradores inmersos en el mercado mundial"15.

    Es entonces necesario ver cada uno de los aspectos mencionados para entender elfuncionamiento actual de la sociedad, y buscar sus incidencias sobre la subjetividad del sujetode nuestro tiempo.

    Que hace tiempo no es la comunidad sino el individuo el centro de la vida social es fcilmenteobservable en mltiples expresiones tericas y cotidianas. En realidad hoy las sociedades sonvistas como conjuntos de individuos que estn ms o menos vinculados entre s y quesupuestamente tienen derechos comunes, pero que en definitiva son autnomos eindependientes y por tanto lo que logren ser producto de su esfuerzo y habilidad. Esto porsupuesto implica -y se afirma abiertamente, aunque con subterfugios tranquilizadores ysealando algunos lmites-, que el triunfo individual se logra en una inevitable y constantecompetencia en todos los niveles: ver en definitiva a los otros como potenciales enemigos enlugar del establecimiento de vnculos solidarios entre los hombres, llevando a una dimensinhasta ahora inexistente la postulacin darwiniana del triunfo de los ms 'aptos'. En el modeloneoliberal tienden a desaparecer incluso los antes existentes mbitos (al menossupuestamente) compartidos, para incrementar los espacios privados.

    En este sentido no es nada casual que el narcisisimo -o el egocentrismo, para evitar conflictostericos- sea una de las tendencias predominantes en el hombre de nuestro tiempo, aunque noslo en el sentido claramente patolgico del trmino sino considerado como atributo necesariodel hombre 'normal", en el sealado sentido de egosmo y de prioridad por uno mismo (y susintereses)16 , y otorgando menor o nula importancia a los intereses de otros.

    En este sentido el marco neoliberal apunta hoy, como nunca se hizo hasta ahora, a hacer creerque el individuo no slo es el centro de todo, sino tambin en lo ya sealado de que cada unoconstruye su presente y su futuro. Pero esto se cumple, aunque sea parcialmente?Seguramente s para no muchos, aunque tal "xito" tambin paga un precio que se ver msadelante. Pero por ahora es interesante citar al respecto a Cerroni: "En el seno de esta ticadel enriquecimiento y del goce privado se ocultan ciertamente el mito individualista de Robinsony la concepcin al mismo tiempo ahistrica e instrumental de la sociedad humana: un mito-como es sabido- que no es tan slo literario, sino exquisitamente econmico. De l da fe larepetida crtica de un realista analizador del mundo moderno como Marx, que ve precisamenteen las Robinsonaden las tpicas construcciones que constituyen el punto de partida de laeconoma 'apologtica"17.

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    Tal situacin obliga a la ya citadas competencia y rendimiento para alcanzar el triunfo y el xitofrente a otros que buscan, desean y aspiran a lo mismo, y por tanto se convierten enpotenciales enemigos a los que hay que vencer (y donde el "fair play", el juego limpio, no pocasveces no existe, es limitado o se da en condiciones no igualitarias). Competencia que implicadesde una constante renovacin de todo -aunque sea slo en la forma de las mercancas,fomente cambios innecesarios para no frenar la produccin, o implique la destruccin antescitada para dar paso a lo 'nuevo'-, hasta la exigencia de un mayor rendimiento para no sersuperado por otros. Esto ltimo no slo para los sectores obreros -sobre todo en los pasessubdesarrollados sometidos a condiciones cada vez ms apremiantes por querer sobresalir enel rendimiento y en el mercado-, sino tambin para prcticamente todos los que estn insertosen el mercado (ejecutivos, profesionales, etc).

    Como todo esto es sabido es interesante ver algunas de sus consecuencias en un caso tal vezextremo, pero con base en lo conocido de que es en estas situaciones donde se puede percibircon crudeza lo (en esto no mucho) oculto de lo normal. La declaracin de un instructordeportivo, que aparece como balazo de una noticia de un peridico, es una expresiva metforade algo que excede al deporte: la supercompetencia conduce al doping18.

    En efecto, las premisas del neoliberalismo indican que debe incentivarse el rendimiento yhacerse econmicamente eficiente todo tipo de produccin -del tipo que sea-, desapareciendo(o tendiendo a hacerlo) gran parte o todos los apoyos econmicos anteriormente existentes.Eficiencia en este caso significa como mnimo la subsistencia por los propios medios, y comomximo el mayor rendimiento posible. Resulta claro que en nombre de ello se eliminanempresas o tareas necesarias y no productivas (o no lo suficientemente) -muchas ya clsicasdel mbito cultural y creativo, como tambin que cubren reas sociales-, o bien estas buscancaminos que les permitan su subsistencia en las nuevas condiciones estructurales, donde lacomercializacin de las actividades es casi siempre la ms viable.

    En definitiva todo debe venderse o al menos mostrar su eficiencia y rendimiento, otra forma deventa en ltima instancia]9. Independientemente de lo que implique el rendimiento, aqu interesa ver que colocar bajo la rbita comercial toda actividad inevitablemente lleva aque stas tengan que adecuarse no slo a su funcin sino a las que determinan los interesesque la promueven. Y lo que tal vez pueda ser vlido (aunque tampoco lo es, como se verdespus) dentro de la propia esfera econmico-mercantil, tiene otras connotaciones fuera de lamisma.

    No es ninguna exageracin decir que hoy prcticamente todo se encuentra en tal situacin,aunque por tratarse de algo que viene de lejos muchas veces ha producido en ampliossectores un acostumbramiento que les Impide ver sus consecuencias.

    Si toda estructura social incide de manera importante en las caractersticas de la subjetividadde sus integrantes, canalizando deseos y objetivos, indicando caminos para su realizacin,

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    promoviendo o denegando formas de vida y de pensamiento, se puede acaso dudar que elpsiquismo del hombre de nuestro tiempo estar afectado por esto -en el contexto de lo anteriory de lo siguiente- en sus ideales del yo, valores superyolcos, angustias, celos, envidias yfrustraciones constantes por no lograr objetivos en gran medida fomentados desde afuera y verque otros lo consiguen, diversos grados de depresin ante reales o supuestos fracasos,conflictos en su autoestima, etc?

    El objeto de todo lo hasta ahora sealado alcanza su sntesis -en el sentido hege-liano-marxistadel trmino- en la mercanca, verdadero fetiche de la sociedad contempornea y punto final delproceso productivo20, que para la no detencin de ste requiere de un constante y creciente consumo.

    Todo la estructura de una sociedad con las caractersticas indicadas se rompe si no lo selogra el eslabn final de 'construir' un sujeto interesado y acuciado por obtener mercancas, yrenovarlas constantemente, en un mercado saturado de ofertas. De esta manera el mercado,mediante la publicidad y la mercadotecnia, acompaan siempre a la produccin para el logro detal objetivo a travs de la creacin de nuevas, cambiantes y crecientes 'necesidades" al serviciono del hombre, como se afirma, sino de los Intereses econmicos dominantes.

    No es este el lugar para un anlisis de qu son las "necesidades' del hombre, pero s paraafirmar que la creacin, consolidacin o reprobacin social de las mismas -con base encaractersticas del hombre que no deben negarse y que son conocidas y utilizadas-, seencuentra en funcin de las necesidades (valga el juego de palabras) productivas. Comoseala Marcuse, "las libertades y las gratificaciones actuales estn ligadas a los requerimientosde la dominacin; ellas mismas llegan a ser instrumentos de la dominacin". Y continadiciendo que "mientras ms cercana est la posibilidad de liberar al Individuo de lasrestricciones justificadas en otra poca por la escasez y la falta de madurez, mayor es lanecesidad de mantener y extremar estas restricciones para que no se disuelva el orden dedominacin establecido (...) Si la sociedad no puede usar su creciente productividad parareducir la represin (porque tal cosa destruira la jerarqua del statu quo), la productividad debeser vuelta contra los individuos; llega a ser en s misma un instrumento del control universal (...)La gente tiene que ser mantenida en un permanente estado de movilizacin, interna yexterna"21.

    Es verdaderamente valioso re-leer a este autor despus del xito y apogeo que tuvo a fines delos '60, para comprobar que su observacin y crtica de la que define como Sociedad industrialAvanzada sigue teniendo rigor y validez en la actualidad (esto con independencia de susplanteos, en importante medida utpicos, sobre lo que debe ser el hombre y la sociedad). Yresulta triste -aunque implica todo un diagnstico- ver cmo la mayor parte del mundopsicoanaltico no ha reconocido, absorbido y desarrollado sus fundamentales planteos alrespecto.

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    Porque resulta peligroso aceptar que sta es una sociedad totalitaria, al tratarse "de unacoordinacin tcnico-econmica no-terrorista que opera a travs de la manipulacin de lasnecesidades por intereses creados", y que "impone sus exigencias econmicas sobre el tiempode trabajo y el tiempo libre, sobre la cultura material e intelectual'22. En definitiva, y aunque songrandes los deseos de transcribir mltiples citas de Marcuse al respecto, las limitaciones deespacio obligan a reducirlas a su tesis central de que 'el mecanismo que une al individuo a susociedad ha cambiado , y el control social se ha incrustado en las nuevas necesidades que haproducido23. Se produce entonces una aceptacin por parte de la mayora de la poblacin (y losque no lo hacen se ven obligados a hacerlo), lo que "no hace a esta sociedad menos irracionaly reprobable" ya que 'los esclavos de la sociedad industrial desarrollada son esclavossublimados, pero son esclavos, porque la esclavitud est determinada 'no por la obediencia, nipor la rudeza del trabajo, sino por el status de instrumento y la reduccin del hombre al estadode cosa"24.

    Y ms tarde sintetizar el resultado de lo indicado: 'Tanto las nuevas necesidades ysatisfacciones como las nuevas libertades que ofrece la sociedad tecnolgica, operan contra laautntica liberacin del hombre; son las que vuelven contra el hombre sus facultades fsicas ymentales y aun su energa instintiva. El resultado? Una profunda frustracin, un odiopenetrante bajo la felicidad relativa y la superficie de aparente satisfaccin de la 'sociedadopulenta' y una reaccin en ei sentido de una notable activacin de la agresividad queimpregna a la sociedad tecnolgica"25

    Como ya se dijo estas nuevas necesidades encuentran su "satisfaccin" bsicamente en lasmercancas, a las que se incita a comprar por todos los medios. Ms an. puede verse quetoda modernizacin parece manifestarse en un incremento de centros comerciales (los mal porsu nombre en ingls) que aparecen por doquier, lugares que sin exageracin alguna hoypueden verse como los verdaderos templos laicos de la vida cotidiana para importantessectores sociales (fundamentalmente de clases medias), utilizados para comprar, pasear,comer, encontrarse, desear, etc.26. Incluso se llega a una situacin como la que destacaCerroni citando a Fromm: "(En su origen) el consumo representaba un medio de conseguir unfin: la felicidad. Este se ha convertido hoy en un fin en s mismo"27.

    El ofrecimiento de mayor comodidad, bienestar y una vida ms satisfactoria se lograrealmente a travs del mundo de las mercancas? Tal vez, o seguramente, bastante en unsentido material (al menos para quienes pueden acceder al mismo)28. Pero, entonces cmo seexplica lo antes sealado sobre el notorio y evidente malestar en la cultura del Primer Mundo yde sectores medios y altos del Tercero (creciente drogadiccin, alcoholismo, suicidios,psicopatologa, etc)?

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    Es que la "conciencia feliz" esconde un transfondo muy diferente, claramente perceptible porcualquier agudo observador social o en la prctica clnica, que muestran que el mayor conforttecnolgico de la historia no hace ms felices a los hombres. Es que el mundo de lasmercancas y del exclusivo bienestar material promete mucho pero ofrece bastante menos, conlas inevitables consecuencias que tal diferencia ocasiona.

    Es importante ver esto porque aqu se encuentra el eje de la problemtica del hombre denuestro tiempo, como la causa de algunas de las "salidas" que ste busca. Muchas son losaspectos y explicaciones que se ofrecen, que al no ser excluyentes entre s, dan en conjuntouna primera aproximacin a la comprensin de la problemtica.

    Yendo de lo ms simple a lo ms complejo habra que sealar en primer trmino cmo losintereses de la produccin -asumidos por los sujetos (y nunca mejor usado este termino queimplica sujetacin)-, hacen girar a los hombres sobre aspectos ms o menos intrascendentes yfrivolos, lo que Octavio Paz entiende como "hedonismo epidrmico"29 y que hace hace queCerroni, citando a Marx, afirme que "en nuestra poca es ms fcil producir lo superfluo que lonecesario"30. Resulta entonces evidente que "la superficialidad domina la cultura mercantilcapitalista"31, y esto no se afirma desde una postura elitista y de superioridad -muchas vecesexpresiones culturales populares, incluso sin mayor elaboracin, tienen un carcter cualitativomucho mayor, del que carecen formas que buscan ms la (muchas veces supuesta) eleganciay la aparencia que un real valor-, sino para destacar un aspecto del que se ver su sentido deinmediato.

    Lo que aqu est en juego es nada menos que la ausencia de sentido de gran parte de losartculos de consumo -desde mecancas en general hasta espectculos, gran parte de la vidacotidiana, etc-, que no trascienden del goce momentneo por su vaco de significaciones. Enun artculo publicado hace poco tiempo, quien fuera claro crtico de los "socialismos reales" loes tambin del mundo capitalista liberal, "en las que reina un vaco total de significaciones(donde) el nico valor es el dinero, la notoriedad en los medios masivos de comunicacin o elpoder, en el sentido ms vulgar e irrisorio del trmino (...) En el Occidente contemporneo, el'individuo' libre, soberano, autrquico, sustancial, en la gran mayora de los casos ya no es sinouna marioneta que realiza espasmdicamente los gestos que le Impone el campo soclal-histrico: hacer dinero, consumir y 'gozar' (si lo logra...). Supuestamente 'libre' de darle a suvida el sentido que quiera, en la aplastante mayora de los casos no le da sino el 'sentido' queimpera, es decir el sinsentido del aumento Indefinido del consumo'32.

    Se podran dar casi infinitas apreciaciones similares, provenientes de diversos campos tericose ideolgicos, pero resulta particularmente interesantes de de Octavio Paz, tambin muy crticode los "socialismos reales* y por tanto insospechado en su crtica lapidaria a la sociedad actualque vale la pena transcribir: "A medida que se eleva el nivel material de la vida, desciende elnivel de la verdadera vida. La gente vive ms aos pero sus vidas son ms vacas, suspasiones ms dbiles y sus vicios ms fuertes. La marca del conformismo es la sonrisa

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    impersonal que sella todos los rostros (...) La publicidad no postula valor alguno; es una funcincomercial y reduce todos los valores a nmero y utilidad. Ante cada cosa, idea o persona, sepregunta: sirve?, cunto vale?. El hedonismo fue, en la Antigedad, una filosofa; hoy es unatcnica comercial". Y contina reconociendo que, junto al peligro del monopolio estatal, seencuentra el hoy dominante monopolio privado, "cuyos efectos son particularmente perversosen las conciencias"33.

    Esta ausencia de significaciones (pero no de significantes) alcanza posiblemente su puntomximo cuando se colocan grandes esperanzas y expectativas en lo novedoso o moderno delas mercancas -el caso de un automvil ltimo modelo por ejemplo, deseo y esperanza demuchos-, que pierde tal carcter en muy corto tiempo, cuando aparece (real o formalmente)algo ms novedoso y moderno, y as constantemente.

    Si a esta carencia/vaciedad de significaciones y sentidos, mundo mercantilista, lucha en y porla competencia/rendimiento, y todo lo antes sealado, se agrega que pese a los adelantostcnicos el hombre sigue dedicando la mayor parte de su tiempo cotidiano a un trabajo que sibien le permite vivir le quita la mayor parte del tiempo de vida -trabajo que slo minoras gozanpor satisfacer sus intereses creativos-34, comienza a ser comprensible el por qu del malestaren nuestra cultura concreta, las causas de ciertas 'salidas", y la visin de un futuro donde no seperciben cambios sustanciales (pero s un agravamiento) respecto al presente.

    Hay por tanto un muy importante grado de insatisfaccin en el hombre moderno con base,aunque no exclusivamente, en las causas apuntadas. Existen por supuesto muchas otras,imposibles de presentar en un artculo, pero entre ellas merecen citarse la rapidez de loscambios en el mundo moderno y la dificultad de adecuarse a los mismos, la cada vez mayorpequenez del hombre frente a sus propias construcciones y al crecimiento del podertecnolgico, el desaforado aumento en el carcter alienante de la relacin del hombre con losobjetos, los otros hombres, muchas veces el Estado35, etc. Y de manera muy importante,incluso en sectores de un respetable nivel cultural, una gran Incomprensin -pese a que se viveen el mundo de la informacin y la comunicacin- tanto sobre lo que sucede como sobre su porqu36.

    Aqu es pertinente recordar dos planteos de Freud fundamentales para lo aqu tratado. Elprimero cuando destaca que "toda la historia de la cultura no hace sino mostrar los caminosque los seres humanos han emprendido para la ligazn de sus deseos insatisfechos, bajo lascondiciones cambiantes, y alteradas por el progreso tcnico, de permisin y denegacin por larealidad'37. El segundo expresa: "La vida, como nos es impuesta, resulta gravosa: nos traehartos dolores, desengaos, tareas insolubles. Para soportarla, no podemos prescindir decalmantes'3'6.

    Los tres que menciona -poderosas distracciones, satisfacciones sustitutivas y sustanciasembriagadoras-, siguen siendo fuertemente utilizadas en la actualidad sea para sobrellevar las

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    miserias y dificultades de la vida o para llenar los vacos existentes (aunque acordes con el"progreso tcnico" que sealaba Freud)39: el alcoholismo sigue en aumento y ni que decir delconsumo de drogas (no exclusivamente pero s de manera especial en los pases del PrimerMundo, es decir los que gozan del mayor bienestar material), debiendo agregarse otras formas,todas en mltiples variantes que seran de por s tema de un largo trabajo40.

    Pero entre ellas hoy deben destacarse las llamadas posturas 'fundamentalistas' comobsqueda de sentidos y significaciones para una vida que no los tiene. No importa si es parasoportar carencias materiales, situaciones a las que no se les ve salidas o llenar vacos desentido, ni tampoco si esas posturas son adecuadas para enfrentar el problema, pero esincuestionable que quienes las adoptan encuentran en ellas un fuerte apoyo y un conjunto designificaciones que le dan contenido, sentido, gua e incluso espiritualidad a sus vidas. Aqu seencuentra en definitiva la respuesta a quien preguntaba cmo se comprende la existencia defundamentalismo en una poca de electrnica.

    De esta manera se explican esos fenmenos, sean de tipo religioso (el desarrollo delislamismo, el auge y crecimiento de multitud de lo que las iglesias establecidas llaman "sectas-ms de 3.000 en Argentina, hoy con mayora de la poblacin en Guatemala-, el tambinincremento de grupos de meditacin y orientalistas, etc); nacionalistas (no slo los conflictos deYugoslavia, Checoeslovaquia y la ex-URSS); polticos (con cubertura nacionalista -caso de losgrupos neonazis en general-, o con apariencia democrtica como la mostrada en EstadosUnidos en la ltima convencin del Partido Republicano, etc.

    Es interesante y significativo como muchos de estos fundamentalismos -o tal vez todos- tienencaractersticas claramente irracionales en una sociedad cada vez ms racional, lo que porsupuesto no es algo casual y de alguna manera implica un rechazo -generalmente noconciente y muy contradictorio- con una racionalidad como la occidental que hoy tiene lascaractersticas y efectos antes apuntados41 del modelo neoliberal.

    Y LOS PSICOANLISIS, QUE DICEN Y HACEN?

    Los psicoanlisis comprenden, estudian y toman en cuentas las caractersticas del hombre delnuestra poca para ajusfar su conocimiento y prctica? Corresponde aplicar a ellos, demanera parcial o total, el sealamiento de que el error ms ruinoso que se podra cometer"sera el de entrar en la nueva poca con el bagaje terico tradicional, aplicando a los nuevosproblemas soluciones que se han ido madurando en una fase histrica diversa"?42O la yaconocida y reiterada crtica de que hace tiempo perdi su carcter crtico para adaptarse a unmundo que hoy lo acepta y no lo rechaza, hace que prefiera no tocar aspectos que puedenentenderse como revulsivos y cuestionantes?

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    En gran medida las respuestas a estas preguntas han sido contestadas en las pginasanteriores, y sobre todo en un artculo anterior43. En efecto, en la produccin analtica presentees muy extrao encontrar referencias a la realidad del hombre actual, y esto hace que laabsoluta mayora de su prctica se mantenga en los cauces tradicionales desde hace muchasdcadas, o sea con sentido aerifico y adaptativo.

    Veamos muy someramente que ocurre en las principales tendencias actuales del campopsicoanaltico.

    En la que puede definirse como institucional, ortodoxa y tradicional, es decir la oficial y clsica,prcticamente nada de lo sealado entra en sus parmetros. Jams va a negar la incidencia dela realidad social en la subjetividad, pero tal aceptacin no se traduce en un anlisis concretode la cultura global, y en los hechos no pasa de hacer conciente al sujeto del impacto de sufamilia y relaciones microsociales, de la dinmica de su psiquismo, etc., dejando ms o menosintocadas problemticas como las mostradas (mundo del consumo, la competencia, el papelsubordinado de la mujer, etc).

    Es cierto que el rol de la sexualidad fue un aspecto nuevo y molesto para la poca de Freud,pero hoy el mismo se encuentra absorbido por la cultura de nuestro tiempo y, salvo en sectoresretardatarios, no slo ya no perturba sino se ha convertido en un uso cotidiano e incluso enartculo de consumo. Tambin la sexualidad de nuestra poca es diferente, y pese a que larepresin de la misma es mucho menor -lo que no significa que haya desaparecido, comotampoco todo lo referente a la represin de la sexualidad infantil-, es evidente, como semostr anteriormente, que el malestar psquico general no slo no ha disminuido sino que seha acrecentado.

    Es que tambin la sexualidad debe ubicarse en el contexto de las relaciones sociales y vercomo stas prohiben, permiten, toleran y canalizan las pulsiones. Mucho se podra escribir alrespecto y de cmo muchas veces la liberacin sexual no lo es tanto, pero resulta fundamentaldestacar como hoy las formas de represin pasan no slo por el campo de la sexualidad sinopor muchos otros, y limitarse a aqul no es otra cosa que una trampa para no analizar a stos ysus significaciones.

    Como ya mucho se ha escrito crticamente sobre los sentidos de la institucionalidad analtica,no resulta necesario repetirlo ni destacar como las novedades que se producen dentro delmismo no pasan de detalles, tcnicas, etc -que incluso pueden ser vlidas e interesantes-, perosiempre dentro de un contexto donde lo central de la relacin hombre-cultura y el sentido crticoy cuestionante ha sido desvalorizado o abandonado.

    Es muy valiosa una observacin de la primera poca de Fromm (los '30), que Marcuserecupera y aqu se cita por entenderse que describe de manera muy clara la ubicacin delpsicoanlisis tradicional (aunque no slo de este). Escribe Marcuse, en un captulo que critica

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    al "revisionismo neofreudiano' y dentro de este al mismo Fromm: "Fromm ha dedicado unadmirable ensayo a 'Las condiciones sociales de la terapia psicoanaltica' en el que muestraque la situacin psicoanaltica (entre el analista y el paciente) es una expresin especfica de'tolerancia burguesa-liberal' y como tal depende de esa tolerancia en la sociedad. Pero detrsde la tolerante actitud del analista 'neutral' se esconde "el respeto por los tabs sociales de laburguesa"44. Lo ya perceptible en ese momento es mucho ms evidente casi medio siglodespus, y es lo que explica el desinters en el estudio de la incidencia de la cultura en lasubjetividad y sus conflictos -con lo que es evitan riesgos y posturas realmente crticas a nivelglobal-, el no develamiento de los 'filtros sociales" (existentes en los propios analistas), el"xito" con pacientes/analizandos de sectores altos y del poder no problematizados en susformas de existencia al no tocarse "puntos ciegos", etc.45. Es sin dudas un psicoanlisisdomesticado.

    El marco lacaniano/lacanista46 sin duda alguna tiene en cuenta la importancia central de larelacin hombre-cultura, pero tambin aqu es imposible o muy difcil encontrar, dentro de suprofusa produccin bibliogrfica, estudios sobre la incidencia de una cultura concreta de unmomento concreto, reducindose al sealamiento estructural de las limitaciones que todacultura produce en los deseos de los individuos y los conflictos consiguientes. Adems esto lohacen a travs de formulaciones muy generales, buscando las ms de las veces frasesimpactantes y altisonantes as como juegos de palabras ms que comprensin y elaboracinde la problemtica.

    No es este el lugar para un anlisis y discusin sobre las causas del auge lacaniano/lacanista(mucho ms de este) en los ltimos aos47, pero s resulta importante destacar -sin negar elvalor de muchos de los aportes de Lacan y de la apertura que propone al marco analtico-,como su desarrollo (ms cuantitativo que cualitativo) tiene todas los caracteres de las "modasintelectuales", y al ser stas siempre expresiones del "espritu de una poca" resulta imperiosoanalizar qu (y/o a quienes representan). Ya en otro momento propona pensar que si, paramuchos, "la posmodernidad parece ser algo muy similar al desencanto", esta "nueva lectura deFreud" resulta de alguna manera la versin psicolgico-psicoanaltica de la posmodernidad, enla que es perceptible un siempre presente estado de malestar, angustia, desencanto,desilusin, etc, as como la prctica ausencia de respuestas y una especie de espritu deresignacin.

    Casi una coleccin de materiales sobre "el malestar en la cultura neoliberal" pero destacandosntomas, estados y vivencias presentados de manera ahistrica y universal. No estar aqu almenos una parte de la explicacin del por qu de tal auge: el permitir que los sectoresintelectuales ilustrados (no solo psicoanalistas) se identifiquen con un conjunto de vivenciasque comparten y viven, pero sin que se entienda a stas como expresiones de una pocaconcreta -lo que permite aprovechar sus supuestas ventajas- y vindolas cmo consecuenciadel insoluble conflicto hombre-cultura, y que por ser insoluble no tiene ninguna salida?48

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    Una lcida crtica al respecto sintetiza claramente tal postura: "He aqu la promocin delinmovilismo llevada hasta sus ltimas consecuencias' -podra argir Mar-cuse- en donde nisiquiera la crtica ambigua de los neofreudianos se encuentrq presente, sino slo una asceslsque empieza y termina en el individuo, quien parece no tener mejor cosa que hacer en la vida,ms que ajusfar cuentas con un orden simblico desprovisto de historicidad y con objeto quenicamente puede, cuando bien la va, medio decir: vaya programa!'49.

    Un tercer comentario debe hacerse sobre los profesionales e instituciones que -sobre tododesde fines de los '60 hasta comienzos de los '80-, hicieron eje en la importancia de tener muyen cuenta a la cultura en la produccin de la subjetividad, criticando a la institucin analticaoficial por no hacerlo. Tambin ellos -por supuesto no todos pero s la mayora-, ya hace tiempoque perdieron esa preocupqcin e inters, muy acordes con las condiciones ideolgicas de lapoca: as como fueron sensibles a lo que se vivi en una poca de rebelda y convulsionespolticas y sociales -y cayendo no pocas veces en radicalismos y posturas ms panfletarias quecientficas-, hoy tambin lo son, casi como veletas empujadas por el tipo de viento, y de hechoabandonan no slo tales exageraciones sino todo lo antes visto como necesario y vlido. No lohacen en las palabras -en las que, aunque no siempre, siguen reconociendo su necesidad-,pero s en los hechos, o sea en los trabajos concretos que desarrollan.

    En Mxico es el caso del Crculo Pslcoanaltico, que surge con base a los planteos de Caruso.La crisis que vive hace un tiempo no es sino el estallamiento de contradicciones anteriores,donde la prdida del camino incial50fue sin el encuentro de otro que posibilitara un caminocomn y una continuacin. Hoy la mayor parte de sus miembros -lo que quedaron y los quesalieron-, siempre sensibles al nuevo tipo de "realidad" del mundo, intentan bucear sobre todoen distintas perspectivas con prctico abandono (salvo, y a veces, en el discurso de algunos desus miembros) de los problemas que antes les preocupaban y hoy llegan a considerar "detiempos superados".

    HACIA UN FUTURO IMPREDECIBLE

    Pese a que este trabajo ya tiene una considerable extensin, mucho ms es lo que tuvo quedejarse de lado -conceptos, ideas y citas que aportaran y fundamentaran lo escrito-, peromuchsimo ms es lo que falta estudiar, desarrollar y construir sobre el tema.

    El futuro impredecible del subttulo es vlido tanto para el porvenir del hombre como para elcamino del campo psicoanaltico. Respecto a lo primero, y frente al optimismo del modernismoy de las tecnocracias neoliberales -que ven slo el adelanto material, pensando (o haciendo

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    creer) que tambin llegar para las mayoras-, sobresale una perspectiva crtica y pesimista dequienes observan los riesgos tanto para el contexto natural como las caractersticas de la vidaque se ofrece: aqu el pesimismo e incluso la desesperacin (perspectiva de alguna manerapresente en este texto) priman sobre el optimismo. No faltan tampoco quienes creen que esimposible que pueda continuar el actual camino, y suponen que algo -no saben qu- obligar aun cambio aunque slo sea por la necesidad de sobrevivencia51.

    Respecto al psicoanlisis, -sin duda alguna, y pese incluso a muchos sus seguidores, el marcoterico que ms aporta al conocimiento de la subjetividad-, se sabe que sus vicisitudesdependen de las condiciones sociales e histricas, y sus practicantes responden a los interesesde stas (aunque generalmente sin saberlo, lo que para un analista es grave). No debeentonces sorprender que, hoy y desde hace ya mucho tiempo, sus posturas sean congruentescon las del poder y hayan perdido el sentido crtico de sus inicios (o, como se dijo antes, lomantenga en cierto discurso pero no en la realidad: una especie de "doble vnculo' o "doblediscurso").

    En este trabajo se busca recuperar tal sentido crtico, as como la imperiosa necesidad delanlisis de la relacin hombre-cultura de cada poca concreta. Reforzando lo escritopreviamente, se entiende, como recalca Marcuse, que "en contraste con los revisionistas, creoque la teora de Freud es en su misma sustancia 'sociolgica'C) El principio de la realidadsustenta al organismo en el mundo exterior. En el caso del organismo humano, ste es unmundo histrico. El mundo exterior enfrentado por el ego en crecimiento es en todo nivel unaespecfica organizacin sociohistrica de la realidad, que afecta la estructura mental a travsde agencias o agentes sociales especficos". As, "la realidad que da forma a los Instintos, ascomo a sus necesidades y satisfacciones, es un mundo socio-histrico"52.

    Pero, cmo realizar esa propuesta? Sin ser excluyentes al menos de dos maneras: la primeraen relacin a todo lo sealado en este artculo, es decir al estudio crtico (en el sentido msabsoluto de este trmino) de los efectos de las relaciones sociales en la subjetividad, y lasegunda vinculando lo anterior a la prctica clnica.

    Respecto a lo primero, en definitiva se trata de ver lo que de una manera muy valiosa y precisaFromm llama el "carcter social'53 de cada marco concreto, viendo las interrelaciones entrehombre y cultura pero ya no de manera abstracta y genrica sino concreta y especfica.

    Mltiples son las cosas que deben verse, estudiarse y analizarse. Entre ellas, junto a laspreviamente sealadas y dentro del contexto enunciado, las siguientes (Indicadas con plenaconciencia de que faltan muchas ms)54, algunas Incluso hace tiempo expuestas por Marcuse yotros autores:

    *La problemtica del poder en la subjetividad, aspecto donde las aportaciones psicoanalticasson pobres, escasas y con una causalidad que no pasa de lo microsocial, no dando respuestas

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    a las complejidades actuales tanto del sometimientocomo de la bsqueda de predominio.

    *La problemtica del dinero, con carencias similares a las enunciadas en el punto anterior (alque est muy ligado), y sobre un problema cuya importancia es obvia55.

    *La relacin trabajo-sublimacin, una de las reas ms descuidadas de la teora analtica ypunto donde los psicoanlisis han sucumbido a la ideologa oficial sobre las ventajas de laproductividad y el rendimiento.

    *La correlacin que segn Freud se establece entre el progreso y el aumento de culpa56. Entorno a esto, y sabiendo la magnitud de los distintos niveles de depresin en los tiemposactuales, debe verse cunto de ello responde a factores culturales, incluyendo aqu lafrustracin por el no acceso a bienes "necesarios" por status o por exigencias del mercadointernalizadas, la culpa por la no congruencia interna entre lo que se hace y lo que se piensay/o siente, etc.

    *El aumento en las tendencias esquizoides por un marcado "doble vnculo" en la mayor partede los discursos presentes57, la disociacin intelectual y afectiva, etc.

    *La "automatizacin' del superyo que segn Marcuse "seala los mecanismos de defensa pormedio de los cuales la sociedad se enfrenta a la amenaza (de reduccin de la produccin); ladefensa consiste principalmente en un fortalecimiento de los controles no tanto sobre losinstintos como sobre la conciencia, que, si es dejada en libertad, puede reconocer la obra de larepresin en la ms amplia y mejor satisfaccin de las necesidades"58.

    *Prdida de peso de la institucin familiar frente a otras instituciones, con todo lo que estoimplica para las nociones clsicas de construccin de la subjetividad69.

    *Aspectos reprimidos del hombre que, para Fromm no son ya los de la sexualidad (aunque estodebe relativizarse), sino "su ansiedad, su falta de identidad, su abu-rrinmiento y su graninseguridad de la que trata de salvarse unindose a la multitud, no siendo diferente de lo quetodo el mundo es, piensa y siente"60.

    *Las consecuencias de la "liberacin", pero no de la liberalizacin sexual, dentro de las formassociales constructivas.

    *Sentido, consecuencias y manipulacin de las comodidades en las sociedadesmodernas. Para Otto Rank cada "comodidad" que consigue el desarrollo tecnolgico buscarestaurar el estado intrauterino, por supuesto sin lograrlo; aqu no se trata de cuestionar unavida ms cmoda en tanto ello produzca una mayor satisfaccin, pero s ver las limitacionesque en mltiples sentidos impone al hombre cuando la coloca en primer lugar.

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    En cuanto al segundo aspecto, incuestionablemente es muy complejo cmo traducir todo loaqu escrito en la prctica clnica, pero tampoco caben dudas de que no hacer conciente loinconciente en todos los sentidos conduce a lo que se critica del psicoanlisis domesticado yaerifico. Se trata en definitiva tambin de hacer conciente lo que el individuo tiene obturado porla maquinaria del statu-quo, que 'lo une a los dems en un estado de anestesia en el que todaslas ideas perjudiciales tienden a ser excluidas"61. Se trata, asimismo, de comprender laperturbacin no slo como producto individual y/o familiar, sino tambin del tipo de lasrelaciones sociales existentes, es decir que "el malestar en la cultura" no slo proviene de laslimitaciones que sta impone a los deseos -sin, claro, negar las ventajas que permiten llegar aser humanos y no otros seres biolgicos-, sino tambin de las caractersticas especficas deesa cultura, que ser entonces ms o menos patologizante o neurotizante. Como seala el yamulticitado Marcuse, en el mundo neoliberal todo esto implica una revaluacin de lasnecesidades e incluso una importante modificacin de ellas.

    Queda perfectamente reconocida la dificultad de lo planteado e incluso sus peligros,concretamente los de manipulacin ideolgica o de llevar una "verdad" mediante lainterpretacin con visos de cientificidad. Pero una advertencia de este tipo tendr distintossentidos segn de quin venga, porque proviniendo de analistas institucionales y acrticos corresponde reiterar que el psicoanlisis "domesticado' (como la mayor parte de las psicologasactuales) hace exactamente eso, pero dentro de los valores establecidos y dominantes.

    Y de tratarse de estudiosos preocupados por la bsqueda de caminos como los aqupropuestos u otros pero con sentidos similares, pero concientes de los peligros que puedantener, slo es til recordar que toda nueva perspectiva conlleva peligros, lo que no debesignificar la renuncia a lo que se considera no slo necesario sino tambin indispensable. Peroacaso no se dijo algo parecido cuando Freud comenz a interpretar una sexualidad en esemomento prohibida, desconocida y molesta para los valores de ese momento, situacin de laque podran darse mltiples ejemplos para el mismo Freud y tantos otros creadores de lahistoria? De cualquier manera, si un juicio crtico sobre los actuales psicoanlisis "realmenteexistentes' es vlido, no queda otra salida que intentar construir uno ms adecuado si seacepta que su marco terico mantiene premisas indispensables para el conocimiento de lasubjetividad. O dejar ese campo a sus actuales propietarios y, en nombre de los peligros,repetir que el psicoanlisis es una tarea imposible, renunciando a l o adaptndose al "real yposible" actual.

    Para terminar, son de imaginar muchas de las crticas que recibir este trabajo, sobretodo lasprovenientes de los campos tericos cuestionados ('Esto no es anlisis', etc). Pero habr otraprototpica de estos tiempos y que es utilizada como paradigma estigmatizador de cualquieroposicin al modelo neoliberal: si a lo largo de los tiempo las etiquetas acusatorias eran estar alservicio de Satans para la Iglesia, ser judo para el nazismo, de la KGV para la CA y de la CApara la KGV, y por supuesto infinitos ms, hoy el pecado mayor es el ser pre-moderno. condensndose en l todas las maldades y prejuicios aniquiladores de una cultura

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    que arrogantemente cree haber llegado al fin de la historia.

    Por supuesto que no es as ya que resulta absurdo negar el progreso y un mayor bienestar(aunque pueda discutirse si las actuales ideas al respecto permiten o impiden un mejordesarrollo del hombre). Tan absurdo como negarse a ver y reconocer las consecuencias quesobre el hombre y el mundo tiene el modelo neoliberal. ?

    [3] MARX, Karl, Manifiesto Comunista y Discurso pronunciado en la fiesta de aniversario delPeoples's War. Citados por BERMAN, Marshall, Todo lo slido se desvanece en el aire. SigloXXI. Mxico,3a. ed.. 1991. p. 28y 6.

    [4] NIETZSCHE. Friedrich, Ms all del bien y del mal. Citado por BERMAN, M., ob. cit., ob. cit.,p. 8.

    [5] GUINSBERG, Enrique. "La relacin hombre-cultura: eje del psicoanlisis", enrevista Subjetividad y Cultura. Mxico, No. 2, marzo 1992. Tambin en Revista de Psicologade El Salvador. Departamento de Psicologa y Educacin de la Universidad Centroamericana"Jos Siimen Canas", San Salvador, No. 41, julio-septiembre 1992, y en Giros de ASPAS. SanJos de Costa Rica, No. 2, 1992.

    [6] De all que el titulo original de ese trabajo, tal como fuera presentado en unas Jornadas dela UAM-X, era ms explcito al respecto: De pestes, pesticidas y autovacunas: el 'presente' deuna ilusin. Con este ttulo fue publicado en la Revista de El Salvador antes citada.

    [7] SCHNEIDER, Michael. Neurosis y lucha de clases, Siglo XXI, Mxico. 1979.

    [8] REYES HEROLES. Federico, "El nuevo abecedario", en La Jornada Semanal. Mxico, No.156, 7 de junio de 1992, p.40

    [9] MARCUSE, Herbert. Eros y civilizacin. Editorial Joagun Mortiz, Mxico, 10a. edicin, 1986,p. 10. Recurdese al respecto la muy citada frase de Freud introductoria a Psicologa de masasy anlisis del yo donde expresa aue "desde el comienzo mismo la psicologa individual essimultneamente psicologa social" (tomo XVIII de Amorrortu Editores, Buenos Aires, p. 67).

    [10] CERRONI, Umberto, Tcnica y libertad. Editorial Fontanella. Barcelona, 1973, p. 10.

    [11] CARMONA VILLAGOMEZ. Francisco Javier, "Neoliberalismo: hacia un nuevo modelo dedesarrollo", en Mxico Internacional, Mxico, No. 36, agosto 1992, p. 22.

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    [12] BERMAN. Marshall. ob. c/'f.,p.302.

    [13] Como es sabido no existen definiciones ni criterios compartidos sobre "salud mental", y nopocos estudiosos cuestionan la propia pertinencia de este concepto, que no pocas veces esequiparado al de "normalidad" y convertido en instrumento (pseudo) "cientfico" de controlsocial. Sobre esto vase mi libro Normalidad, conflicto psquico, control social. Plaza yValds/Universidad Autnoma Metropolitana-Xochimilco, Mxico, 1990.

    [14] La destruccin es una caracterstica evidente de la modernidad y del neoliberalismo. Contal de obtener ganancias no importa si se produce y fomenta la destruccin del habitat,riquezas arqueolgicas, etc.

    [15] LICHTENSZEJN. Samuel, "De las polticas de estabilizacin a las polticas de ajuste",en Revista de Economa de Amrica Latina, CIDE, Mxico, No. 11. 1984, p. 21. Citado porCARMONA VILLAGOMEZ. F.J.. Ob. cit. Algo semejante plantea un autor mexicano con suconocido sarcasmo: "Premoderno es aquel que usa el trmino 'ciudadano' en vez decuentahabiente" (MONSIVAIS, Carlos, en su columna "Por mi madre, bohemios", en eldiario La Jornada. Mxico, 5 de marzo de 1992, p. 14).

    [16] Toda "normalidad" no es otra cosa aue una concepcin estadstica, aue nada tiene aue vercon "salud", aun-aue a veces se la identifiaue (vase al respecto la anterior nota 13). Con estesealamiento de "normalidad patolgica" no se hace referencia al narcisismo imprescindiblepara la constitucin psauica de todo ser humano (como destaca Freud en Tiposlibidinales. Tomo XXI). sino en el sentido del contexto del trabajo.

    [17] CERRONI. Umberto, ob. Cit.. p. 20.

    [18] Declaracin del instructor de ftbol yugoeslavo Miljan Miljanic, en diario LaJornada. Mxico, 3 de marzo de 1992. p. 46.

    [19] En los mismos centros universitarios hoy se busca compensar los bajos sueldos conestmulos otorgados con esta ptica, lo que fomenta la "puntitis" (acumulacin de puntos) que.si en algunos casos ayuda a aumentar la produccin y la creatividad, en otros acrecienta slola cantidad y no la calidad.

    [20] Es imposible dejar de recordar aqu cmo Marx inicia El capital, su obra central: "Lariqueza de las sociedades en las que domina el modo de produccin capitalista se presentacomo un "enorme cmulo de mercancas', y la mercanca individual como la forma elemental deesa riqueza. Nuestra investigacin, por consiguiente, se inicia con el anlisis de la mercanca"(Tomo I. Vol. 1. Siglo XXI, Mxico, 5a. ed., 1977, p. 43). Cuando la obra de Marx se encuentramuy criticada e incluso desprestigiada como consecuencia de la cada de los pases del"socialismo real y represivo", y no pocos sealan su invalidez general, tampoco son escasos

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    los que destacan la necesidad de recuperacin y recreacin de la misma, destacando que susparmetros centrales se mantienen vigentes. Se marca as una importante diferencia entre lacreatividad de Marx, y la esterilidad y dogmatismo de la mayor parte de sus seguidores tericosy prcticos (con excepciones que no deben descartarse, aunque escasas). Vale entonces paras mismo la afirmacin de Marx de que "no hay que tirar al nio junto con el agua sucia de labaera". En mi caso personal no vacilo en decir que. ms all de crticas que no deben nuncaabandonarse, sigo apreciando la obra de Marx de la misma manera que despreciando la inu-tilidad y estereotipia de mltiples "marxistas".

    [21] MARCUSE, Herbert. Eros y civilizacin, ob. cit., p. 105-106.

    [22] MARCUSE, Herbert, El hombre unidimensional, ob. cit., p. 33.

    [23] MARCUSE, Herbert. El hombre unidimensional, ob. cit., p. 39.

    [24] MARCUSE, Herbert, dem. p. 24 y 63. En la ltima frase entrecomillada el autor cita aFrancois Perroux.

    [25] MARCUSE, Herbert, "Libertad y agresin en la sociedad tecnolgica", en el libro deAutores Varios. La sociedad industrial contempornea, Siglo XXI, Mxico, 15a. ed., 1987, p. 54.

    [26] "Si hay algo que hace del mal un fenmeno nico es el hecho que la transaccin venta-compra es completamente eclipsada por la actividad de ir de compras' que, en muchsimasocasiones, no requiere comprar nada. Ir de compras es tomar helados, probarse vestidos, mirargente, ver pelculas, escuchar msica, caminar los recintos... Los segmentos sociales desfilanante uno, los subgrupos se aglutinan y se celebran en los recintos del mal. El mal, el lugarhiperblico de la transaccin comercial, es tambin la feria, el juego, negociacin, ritual, stira,reacomodacin, celebracin y produccin de sentido" (LOZANO, Elizabeth, "Del sujeto cautivoa los consumidores nomdicos". en Dia-logos de la Comunicacin, revista de FELAFACS,Lima, No. 30, junio 1991, p. 20. Subrayado final mo: EG). En una reciente pelcula con rolprotagnico de Woody Alien. Escenas en un centro comercial, puede verse todo eso, y es muysignificativa la escena donde luego del inicio del drama y que su esposa le dice que vayan aotro lado a conversar tranauilos. W. Alien le seala, en medio de una multitud que circula, que"all no los escuchar nadie".

    [27] CERRONI, Umberto, ob. cit.. p. 22. La cita de Fromm la toma de la versin italianade Psicoanlisis de la sociedad contempornea. Es interesante la frase que unq qguda ysatrica observadora de las clases altas de la sociedad mexicana pone en labios de una de susprotagonistas: "Si no compro, me angustio. Y si compro tambin" (LOAEZA, Guadalupe. "Lasnuevas mexicanas", en diario La Jornada, 20 de junio de 1992, p. 49.

    [28] Aunque con efectos secundarios que no pueden soslayarse, y que muchas vecesdeterminan una calidad de vida. Entre ellos merece citarse que en la ciudad de Mxico, al nopoder usarse el automvil un da a la semana para disminuir la muy alta contaminacin, por

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    comodidad y status se compra un segundo, sin conciencia de que con ello se respira mal todoslos das (el mimetismo hombre-automvil se percibe claramente en el cambio que se hace delplan Hoy no circula por Hoy no circulo). Tambin debe sealarse la prdida de calidad ali-menticia por el uso de productos artificiales y rpidos (cafs solubles, consoms, jugos de frutaen polvo, etc.). mxime cuando se consiguen productos naturales de no difcil elaboracin.

    [29] PAZ, Octavio, "Un escritor mexicano ante la URSS", entrevista de Eugenio Umerenkovpara Konsomolskaya Prav-da, reproducido en diario La Jornada. Mxico, 11 de octubre de1991, p. 15.

    [30] CERRONI, Umberto, ob. cit., p. 21.

    [31] VERAZA, Jorge, "Lyotard en el Museo Bataille (O el origen y fundamento capitalistas de la'posmodernidad'), en el libro de Autores Varios, Seminario La posmodernidad. UniversidadAutnoma Metropolitana-Xochimilco, Mxico, 1991, p. 48. Segn un informativo radialHonneger habra sealado "la ausencia de cultura en este mundo de recreaciones" (no fueposible conseguir el dato bibliogrfico exacto).

    [32] CASTORIADIS. Comelius, "El deterioro de Occidente", en revista Vuelta. Mxico. No. 184,marzo de 1992, p. 17.

    [33] PAZ, Octavio, "La democracia: lo absoluto y lo relativo", en revista Vuelta. Mxico, No. 184,marzo de 1992, p. 9. El mismo autor, en otro momento formula una fuerte crtica almercantilismo, destacando que 'en el siglo XX la palabra fue amenazada por las ideologastotalitarias, un peligro que ha desaparecido: sin embargo, tambin lo ha sido por elmercantilismo de la sociedad capitalista, que tiende a transformar la informacin en publicidad ya uniformar todas las obras y todas las deas en funcin del valor comercial: el precio. Hoy lasdos cosas no valen: cuestan. Y son siempre las mismas cosas: la televisin y las editorialesofrecen los mismos productos bajo la misma piel" ("El porvenir de las palabras", entrevista aOctavio Paz, en Galeras del Fondo de Cultura Econmica. Mxico, No. 61, julio de 1992). Esinteresante resaltar que esta crtica, ms la hecha al mercantilismo, a los medios y a lapublicidad en la conferencia de la conferencia antes citada, no le impide a Octavio Paz serconnotado colaborador de Televisa, que representa como nadie los valores que critica.

    [34] Hace muy poco Radio Universidad Nacional Autnoma de Mxico anunciaba un programadedicado al escritor Charles Bukovsky con una frase del mismo en la que se preguntaba culera el sentido de estar de 8 a 10 horas al da en el trabajo para poder vivir slo 1 2.

    [35] El campo psicolgico en general, y el psicoanaltico en particular, no ha abordado todavael concepto de alienacin con la importancia que tiene, con mltiples significaciones, en elsujeto psquico. Y esta ausencia tambin es muy significativa.

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    [36] Fromm postula el Interesante concepto de filtro social, considerando que 'cada sociedadcrea tambin una especie particular de represin; crea una especie particular de inconscienciasocial Que es necesaria para el funcionamiento y la supervivencia de esa sociedad (...) As,nuestra conciencia comprende solamente aquellas experiencias seleccionadas que pasan atravs del filtro social, adems de la masa de ficcin que una cierta sociedad elige comocondicin necesaria para que la conducta de sus miembros sea apropiada" (FROMM, Erich,"Conciencia y sociedad industrial", en La sociedad industrial contempornea, ob. cit., p. 7 y 10.

    [37] FREUD, Sigmund, El inters por el psicoanlisis. Tomo XIII, p. 188.

    [38] FREUD, Sigmund, El malestar en la cultura. Tomo XXI, p. 75 (Subrayado mo: EG).

    [39] En este sentido esos tres calmantes en gran medida explican el alto consumo actual de losmedios masivos de difusin. Al respecto vase el captulo "La obra parte del problema: lasnecesidades de los receptores", de mi libro Control de los medios, control del hombre, ob. cit.

    [40] Entre ellas deben considerarse la bsqueda de fuertes percepciones (a ms de las drogaspueden incluirse aqu el "ruido", que es pasajero pero ayuda a tapar el silencio interior, lavelocidad, etc.), el culto a la tecnologa, etc.

    [41] Por supuesto todo esto se ubica como parte de la comprensin que Freud hace de lasideas religiosas en El porvenir de una ilusin y otras obras.

    [42] CERRONI. Umberto. ob. cit..p. 16.

    [43] Ver nota 5. En su comentario sobre el presente trabajo la colega y amiga rsula Hauserdice que debe verse al etnopsicoanlisis -escuela no institucionalizada de Zrich. conprofesionales como Paul Parin, Goldin Parin-Mattehy. Fritz Morgenthaler, Mario Erdheim. etc.-como una corriente que analiza psicoanalticamente los procesos culturales, la produccin deideologa, etc. y acota que lamentablemente casi nada de ello se ha traducido al espaol.

    [44] MARCUSE, Herbert. Eros y civilizacin, ob. cit.. p. 249. La cita que hace de Fromm la tomade Zeitschrift fQr So-zialforschung, IV, 1935. 375-375. (Subrayado mo: EG). Si bien, como yafuera dicho, muchas de las observaciones de Fromm son discutibles, plantea muchasaltamente interesantes para el estudio psicoanaltico de la relacin hombre-cultura (entre ellossu valiossima nocin de carcter social que se mencionar luego).

    [45] Un claro ejemplo al respecto lo muestra una analista de la muy institucional AsociacinPsicoanaltica Argentina que observ cmo la problemtica del Terrorismo de Estado erallevado por algunos de los miembros de un grupo teraputico a una relacin padre-hijo,reconociendo que este "es el tema al cual estn acostumbrados a pensar en psicoanlisisporque, n realidad, no saben cmo pensar la dimensin social" como producto de todauna ideologa teraputica (PUGET, Janine, "Violencia social y psicoanlisis. De lo ajenoestructurante a lo ajeno-ajenizante", en PUGET, Janine y KAES, Rene (comp.). Violencia de

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    Estado y psicoanlisis. Centro Editor de Amrica Latina, Buenos Aires, 1991, p. 41). Uncomentario crtico de este libro lo hago en "Reaparicin y continuacin de una problemticacentral", en revista Subjetividad y Cultura. Mxico, No. 2, marzo 1992, p. 79.

    [46] Como ya hiciera en otros lugares, diferencio ambos trminos de manera semejante al quehace Castel entre psicoanlisis y psicoanalismo. y considerando como "lacaniano" a quienprocesa y conoce seriamente las aportaciones de Lacan, y como "lacanista" a los que siguenuna moda, repiten trminos que no siempre manejan adecuadamente, etc.

    [47] Algo se dice sobre ello en el artculo de nota 5 y en el libro Normalidad, conflicto psquico,control social (p. 283 y sig.).

    [48] Vase cmo este "clima" es claramente perceptible en las obras que, desde esa ptica,pretenden estudiar el"malestar en la cultura", por ejemplo en el libro de BRAUNSTEIN, Nstor(comp.), A medio siglo de El malestar en la cultura. Mxico, Siglo XXI, 5a. ed., 1988, y en elarticulo de GERBER, Daniel, "El psicoanlisis en el malestar en la cultura", enrevista Anamorfosis. Mxico, No. 1, 1992. En este ltimo resulta muy clara la causa por la quela mayor parte de los seguidores lacaniano/lacanistas abandonan, rechazan y denigran todaprctica social o poltica a travs de un discurso confuso pero para muchos atrayente yjustificante, que en mltiples momentos cae en un verdadero psicologismo explicativo detodo (y que en definitiva explica poco o -sobre todo cuando est mal hecho, como en unimportante nmero de casos- nada). En sntesis parece decir que si toda cultura es represivapara qu buscar otra?

    [49] GONZLEZ, Fernando M.. "Marcuse: ms all de la anank", en BORJA SARMIENTO,Graciela, y GARCA CANAL, Mara Ins (comp.), Marcuse y la cultura del 68, UniversidadAutnoma Metropolitana-Xochimilco, Mxico, 1991, p. 141.

    [50] El simposio Psicoanlisis y realidad de 1986 fue el ltimo donde tuvieron cabida esaspreocupaciones. Todos los siguientes tuvieron temas y ponencias muy diferentes, alejados delinters anterior. Con esto de manera alguna se quiere decir que profesionales e institucionespsicoanal.ticas no deben estudiar aspectos tericos y tcnicos especficos, sino slo sealartal abandono.

    [51] En este sentido algunos sealan que luego de la sorpresa y la quietud provocadas por lacada del "socialismo real" y presunta victoria del actual modelo, ya comienzan reaccionesseguramente no claras ni definidas, pero indicativas de la bsqueda de un camino y de unaalternativa que no ser ni el capitalismo neoliberal ni los socialismos autoritarios y represivos.Es interesante observar que el rechazo al neoliberalismo comienza a darse incluso eninstituciones antes por lo menos acrticas frente al mismo: es el caso de la Iglesia catlica-desde El Vaticano hasta la cspide de la nada progresista de Mxico- que han emitido clarasdeclaraciones al respecto.

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    [52] MARCUSE. Herbert. Eros y civilizacin, ob. cit., p. 21.49 y 27.

    [53] "Ncleo esencial de la estructura del carcter de los miembros de un grupo; ncleo que seha desarrollado como resultado de las experiencias bsicas y los modos de vida comunes delgrupo mismo" (...) Su funcin es "que las tendencias dominantes de la personalidad individuallo conduzcan a obrar de conformidad con aquello que es necesario y deseable en lascondiciones sociales especficas de la cultura en que vive" (...) "En otras palabras, el carctersocial internaliza las necesidades externas, enfocando de este modo la energa humana hacialas tareas requeridas por un sistema econmico y social determinado" (FROMM, Erich, Elmiedo a la libertad. Paids, Buenos Aires, 1962). Este concepto de Fromm debera serrecuperado y desarrollado por todo psicoanlisis, y no desechado por provenir de una de suscorrientes.

    [54] En un comentario sobre este texto rsula Hauser -integrante de la Asociacin dePsicoanlisis y Psicologa Social (ASPAS) de Costa Rica- critica la ausencia de sealamientode la problemtica de gnero. Si bien esto es cierto, no se debe a desinters o negacin de laimportancia de tal problemtica, sino porque el centro de este trabajo es otro. Pero sin dudaalguna tal tema debe ser incorporado a los que un psicoanlisis no domesticado debe estudiar,desarrollar y revisar crticamente.

    [55] Sobre el tema vase PARAMO ORTEGA, Ral, "Dinero y adiccin", en CuadernosPsicoanalticos. publicacin del Grupo de Estudios Sigmund Freud, Guadalajara, No. 10, mayo1991.

    [56] Marcuse cita a Freud de El malestar en la cultura, donde expone su intencin de"representar el sentido de culpa como el problema ms importante en la evolucin de la cultura,y comunicar que el precio del progreso en la civilizacin se paga perdiendo la felicidadmediante la elevacin del sentido de culpa".

    [57] Esto ha sido analizado con respecto a los mensajes de los medios masivos de difusin enel captulo 9. "Los medios como productores de 'locura'-, de mi libro Control de los medios,control del hombre, ob. cit.

    [58] MARCUSE. Herbert. Eros y civilizacin, ob. cit.. p. 106.

    [59] Una discusin al respecto -vinculada a la nocin de hegemona de las institucionessociales- puede verse en mi libro Control de los medios, control del hombre, donde tambin seanaliza la aportacin de los medios a la construccin del aparato psquico en general (encuanto a presentacin de modelos de identificacin, sentido de realidad, etc.).

    [60] FROMM. Erich. Conciencia y sociedad industrial, en ob. cit., p. 14.

    [61] MARCUSE. Herbert. Eros y civilizaci@n, ob. cit.. p. 116.

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