El Otro Gallo

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  • 7/25/2019 El Otro Gallo

    1/33

    JORGE

    UAREZ

    EL

    OTROGALLO

    Tercera dicin

    H. MUNICIPALIDAD

    DECOCHABAMBA

    LOSAMIGOS

    DELLIBRO

    1990

  • 7/25/2019 El Otro Gallo

    2/33

    1990

    JorgeSuarez

    Registro

    e a Propiedad

    ntelectual

    D.

    L.

    4-1-562-90

    1990

    Editorial

    LOS

    AMIGOS

    DEL LIBRO'

    Todos os

    Derechosesgrvados

    La Paz,Casilla

    241

    Cochabamba,

    asilla

    50

    Estudio

    ritico

    Erase

    na

    vez...

    El

    OtroGallo"

    LuisH. Antezana

    .

    lmpreso

    nBolivia

    Printed

    n Bolivia

    Editores:

    LosAmigos

    elLibro

    H.

    Municipalidad

    eCochabamba

    lmpresores:

    mpresiones

    oligraf

    El

    aiairsIo s

    oar

    y

    Iaexpuenca

    eensea

    que lhombreue ioe uea

    Io que es,

    hastaeI despertar.

    Caldcrn

    de Ia Barca

    )

    )

    )

    )

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    l

    )

    ,)

    CENTRO

    E

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    ---;.-

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    )

    Desde

    u

    ejanos

    iempos

    os aj ibos

    estn

    h,

    uajadose

    lor, lumbrando

    asel-

    va?

    Sin os

    oiosde

    la ilusin,

    os ajibos o

    seran iferentes

    e

    los

    otros

    rboles.

    ues,

    cuando on

    carmes,rasladan

    l cielo,

    ara

    que osantos iren,a sangre e unadon-

    cella

    que

    muri

    bajo sus

    ramas, iolada

    asesinada

    or

    uncarabinero.

    sondorados,

    advierten

    ue

    el

    oro

    de os

    icos

    e escapar

    un da de las

    cachas

    egras onde e es-

    conde,

    otos

    us

    candados

    or

    asmanos

    el

    misterio.

    ajibos ay

    de todos

    os colores,

    segn

    el color

    que

    los macheteros

    an

    soandol abrira senda. i la, omoosbo-

    netes

    e

    losobispos,

    araque

    Dios

    nos ibre

    de ellos. ambin

    ay,

    ijoel

    Bandido,ajibos

    negros:

    on

    as suegras

    ue

    se

    mueren e

    pasmo

    uando eenteranel

    apto e sus

    hi-

    jas.

    Esos

    ajibos

    lo

    pueden

    er

    vistos

    or

    quienes

    ometieron

    aldao.

    lvio

    uno

    uan-

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    oo

    se

    do la

    +^

    la .

    fug

    con a Botn.

    dejde

    verlo

    uan-

    Botn

    e

    ug,ms

    arde, on el dent is-

    Pasa

    o mismo

    on

    a

    tertul ia. usasun-

    tos, omo

    os

    ajibos,

    stn scondidosesde

    tiempos

    in

    ondo

    n

    a maraa

    e

    las

    pala-

    bras.El macheteroueabreunasenda abe

    que

    su macheteo

    est onduciendoun aji-

    bo;

    pero

    gnora n

    qu

    momento

    l azar

    e a

    bsquedae abrira

    puerta

    elmlagro.

    n a

    conversacinaba

    ue

    abrirse

    as

    a travs

    de

    as

    palabras

    omo travs el monte,

    as-

    ta

    que

    de

    la

    rutinaria aleza

    urgiera n te-

    ma,

    comouna agarti ja

    ugaz

    ue

    uego, on

    otraspalabras,odaransformarsen unsi -

    lencioso

    uma

    deslizndosen la

    oscuridad

    de a

    selva en

    una

    ugiente

    oaenroscada

    eneltronco

    eunrbol.

    Porque

    a

    vida,

    i jo l

    Bandido,

    st

    echa

    de

    maginaciones.

    Y las maginaciones,

    echarla.

    Viva

    charla s el entreveroe los ordos,

    los pjarosmschismososel monte. on

    tancharladoresos oros

    ue

    se

    roban,

    in

    pa-

    gar

    derechoe autor,odos

    os

    sonidos e

    a

    selva.

    harlaambin

    l

    parloteo

    e los

    mo-

    nos

    cuando scandalizana fronda l exaltar

    sin

    recato, hasta

    on

    obscenos

    estos,

    a

    inocencia

    e

    los rutos.

    ronca harla l

    es-

    a

    truendo

    e

    los relmpagos,l conjeturar

    os

    horizontes

    a

    oroximidad

    e

    la

    tormenta.

    l

    entremezclado

    olorde

    los

    crepsculos,

    n

    los

    miteselcielo on

    a

    ierra,

    scharla

    n-

    tre

    Dios el

    Diablo.

    de todas

    estas osas,

    dijoel

    Bandido,st

    hecha a vida.Como

    a

    muerte, aba uesentir lossuchas,undi-

    dosen

    a nmensidad,

    estejando

    n

    su

    dio-

    ma,

    on

    gritos uepara

    llos on

    bilo

    para

    nosotros spanto,

    a

    podredumbre

    e

    los

    ca-

    dveres.

    Puestos

    a

    rente la mesa

    escanciada

    sinmayor eremoniaaprimeraonda eculi-

    pi,

    cualquier

    rase

    dicha

    al azar

    serva

    ara

    entretejer

    os

    hilosde

    la

    tarde, nlazarlos

    ri-

    vialmenteon

    a

    nminenciae

    a noche

    ,

    a

    veces,

    rolongar

    u extura

    asta l alba.

    -Al llegar la Cabaa,

    o vide

    a

    su caba-

    llo amoneandoos

    cercos.

    -Pasto

    ingls,

    on

    Carmelo. epausted

    quemicaballosnoble.

    -Ser

    que

    en a oscuranao

    e v la no-

    bleza.

    Y ascomo

    ugando,

    omo

    ntercambian-

    do vejigas e color,

    orque

    a vidaes eso,ba-

    nal

    cotorreouya

    magia o

    estsimplemente

    en las

    palabras,

    ino

    en el modo n

    que

    se

    )

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    )

    )

    las

    dice,y

    cuanto

    ms

    e alejan

    e

    a

    reali-

    dad

    y

    ms

    se

    aproximan

    la

    lusin

    dquie-

    ren ms

    sentido-, comenzabaa

    tertulia.

    Benicia

    e dejaba rrastrarcilmente

    or

    el

    falaz

    mbrujo. on

    Carmelo,

    endular

    bur-

    ln,

    emova

    n osdosmbitos,

    cicateando

    laelocuenciaelBandido. lprofesorauce-

    do,

    uicioso

    ultranza,aminaba

    obreun

    slidoerreno

    e

    realidades,

    ero

    de

    realida-

    des

    mpregnadas

    e

    fantasa;

    al erael

    precio

    que

    deba

    agar

    merecidamente

    or

    su ozu-

    dez azonante.

    -He sabido

    ue

    al

    pasto

    ngls e lo

    debe

    egar

    mucho.

    Acotaba,orejemplo,onsolemnenge-

    nuidad.

    -Con

    whisky,

    rofesor,

    on

    whisky.- Le

    responda

    nel

    acto l

    Bandido.

    El

    secreto

    staba n cmoarribar,asual-

    mente,

    l momento

    n

    que

    el

    Bandido,

    or

    el

    azar e

    a

    pltica,

    evelaba

    usegunda

    denti-

    dad:

    -Palabrade LuisPadilla -Sola xcla-

    mar,

    xtendiendo

    a

    mano erecha.

    -Luis

    Padil la

    ibauti,

    l Bandido e

    la

    Sierra

    egra?

    Preguntaba onCarmelo,

    in-

    giendo

    orpresa.

    -El

    mismo

    ue

    viste

    y

    clza: uisPadilla

    10

    Sibauti,

    l

    Bandido

    e

    la SierraNegra - Le

    respondal

    Bandido.

    Y

    ennumeraba

    continuacin,

    ecitando,

    sus emibles

    tributos:

    Pistoln,

    ara

    os

    atrevidos

    _

    Pual,

    or

    si

    me

    pica

    a

    espalda

    Sombrerito,arasaludar laspeladas

    de

    quince

    Flameador

    auelito,ara

    que

    nadie

    e

    hagalusiones

    onmigo

    Las

    Botas eGiusseppel

    Un

    aballo

    lanco adems

    eViena

    Y

    un

    reloj

    Omega

    para

    saber,

    exacta-

    mente,

    qu

    horamato ncarabinero

    Los

    dos

    hombres,

    uestos

    e

    pie,

    se

    da-

    banuncaluroso

    pretn e

    manos

    el

    Bandi-

    do

    poda

    ontar

    u

    historia.

    Al ventear

    lculipi, eniciaaba

    ecorda-

    do esa

    maana

    l modo

    en

    que

    el

    Bandido

    traa

    a conversacin

    sus errenos;

    a olm-

    picadesfachatezonque,a veces, e toma-

    ba el

    culipi

    del

    profesor

    aucedo

    la

    forma

    sutil on

    que

    ntrodujo,esde l

    primer

    a,

    a

    cuestin

    e

    oscarabineros,

    omo

    quien

    rata

    de un asunto

    amiliar no necesita

    erderse

    en detalles.

    provechando

    na

    pausa

    eldi-

    11

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    logo,

    e

    persign

    isteriosamente

    lanz

    s-

    ta

    pregunta:

    -Ser

    que

    ienen lma?

    -Quines?

    Cay

    en

    la

    trampa

    on

    Carmelo.

    -Los carabineros.

    -Los carabineros?

    -Los

    carabineros

    El

    profesor

    Saucedo, uyas

    sabiduras

    contaban

    asi

    siemore on la credulidad

    e

    Benicia,

    ostuvo

    ue

    s

    que

    odos os mor-

    tales, nclusiveos

    carabineros,

    enan lma

    que

    as

    almas, egn as

    circunstancias

    e

    a

    muerte,

    odan

    rseal

    cielo

    al inf ierno.

    ,

    cuandoos prjimosenan iempo e arre-

    pentirse

    de sus

    pecados.

    Y oo,

    cuando

    moran,

    or

    ejemplo,emalamuerte.

    Yo

    creo

    ue

    ste, retom

    el

    Bandido

    l

    hi lo

    e

    a

    conversacin-

    e uederechinoo

    l

    inf ierno:

    Del ondo elmonte esint ilegar, nun-

    ciado

    por

    el crujimiento

    e sus

    ruedas,

    l ca-

    rretn

    e uncamba.

    e

    pronto,

    ncarabinero,

    que

    se

    haba

    escondidontre os matorrales

    de

    a

    playa

    elPira,

    alt l

    medio

    e asen-

    da,

    pito

    en boca.

    12

    "Soooo... .

    oooo... .".etuvo l camba

    a

    marcha e

    su carretn.

    El carabineroevis

    el

    carretn omo

    si

    se

    huberaratado e un

    eep.

    Tal

    si

    hubieran

    sido

    renos,es mir

    a

    los

    bueyes

    as

    pezu-

    as.Ponder

    on

    distradatencin l carga-

    mentode guineosque repletabaa carroza.

    Tom

    debida uentadel

    yugo

    de

    la

    yunta.

    Acabadaa inspeccin,

    olela

    en mano,

    e

    exigi

    l camba

    a

    placa

    el

    carretn el

    per

    miso

    ara

    onducirlo.

    -{iga,-

    le

    respondi

    achazudamente

    el

    campesino,

    mis

    bueyes

    no funcionan

    con

    gasolina.

    Y comoel carabinerontent ecomisarle

    los

    guineos,

    l

    pobre

    amba

    no

    uvoms

    e-

    medio

    ue

    matarlo.

    -'Y

    quin

    era

    ese

    camba?

    Pregunt

    don

    Carmelo,ntrandoneljuego.

    -Quin

    iba

    a ser, un servidor e usted,

    LuisPadilla

    ibauti,

    l

    Bandido

    e

    la Sierra

    Negra.

    Que se disfraz se da, de carretero,pues a

    ena eferenciase osabusos el

    i-

    nado no

    hizo tra osa

    que

    mponer

    usticia.

    En la i lusin

    abe odo,

    menosesas

    tristes

    erdades

    ue

    arrastramos

    or

    a vida

    l{ l

  • 7/25/2019 El Otro Gallo

    7/33

    como

    mplacables

    ombras.

    s,

    al

    profesor

    Saucedo,

    pesar

    e estar

    h

    vigi lndole

    a

    y

    noche, o

    se lq mencionaba

    a

    soledad e

    su hija.Ni

    a don

    Carmelo

    us

    relaciones

    on

    la

    Palmarea.

    i

    a

    Benicia

    u

    pasado.

    i

    al

    Bandido,

    inalmente,

    os

    desvelos

    esumadre,

    la gelatinerael mercado. , muchomenos,

    la

    cuestin

    e su

    padre.

    -Quin

    pare

    los

    duendes?

    Pregunt,

    ierta oche,

    l

    Bandido.

    El

    profesor

    aucedo,

    ue

    haba

    eredado

    de su ofico

    e maestro

    nasevera

    ujecin

    l

    texto

    muerto

    e los

    ibros,

    eg

    implemente

    su

    existencia,

    ero

    ue

    al el testimonio

    ue

    aport Benicia obre la veracidad e los

    duendes,

    al

    puntoque

    esa misma

    emana

    un duendee

    haba

    olo

    una

    inaja-,

    que

    hubo

    de

    retirar

    us

    reparos.

    Don

    Carmelo,

    que

    esanoche

    eba ontinuar

    iaje

    a su

    es-

    tancia, o

    se

    atrevi

    sembrar

    udas

    obre l

    tema,

    emerosoal

    vez

    de

    que

    en

    esas olita-

    rias

    tenebrosasendas,

    lo ransitadas

    or

    j inetes yuntas,eencontraraonuno.

    -La oscuridad

    are

    a

    los

    duendes-.

    Se

    respondis mismo

    l

    Bandido.

    Al crecer

    a

    alborada,

    ue

    filtrabaulgu-

    rantes

    iles

    or

    el

    entramado

    el

    echo, o-

    14

    brevena

    a fiestacoral,ese

    parlachn

    s-

    truendo

    de

    pjarosque

    anunciaba,

    ada

    maana,

    a reaparicinel

    Bandido. in el

    Bandido,

    a

    Cabaa,

    u cabaa,

    ens

    Beni-

    cia,

    no

    sera iferente

    e cualquiertra

    choza

    de

    motac: n

    punto

    scuro el

    planeta,

    na

    brizna eluniverso.

    Lamujer enteabal culipi.

    Dejaba horrear

    a mezcladesde

    o

    alto

    de un

    cucharn soaba n

    las alasde

    los

    ngeles, ntretejidas

    n el bastidor

    el cielo

    comoun urup

    e oro,

    para

    ernir

    ascatara-

    tas del

    Paraso dejar

    que

    a lluvia escen-

    dieraa

    la

    tierraen

    largos frescos

    ilos

    que

    se reagrupabanespus n la profundidad

    del aljibe.

    La lluvia,

    ue

    venidadel cielo

    y

    trasegada

    l aljibe

    por

    el doblealar

    db

    su

    cabaa,

    ue

    vertida

    n un acho

    y profanada

    con

    alcohol, e

    haba

    convertido

    n culipi.

    Benicia,

    utora el sacrilegio,

    ensaba

    n el

    Bandido en el misterio el culipi,

    onde e

    mezclaban

    or

    gual

    a

    santidad e

    Dios la

    perversidadel Diablo, ue suba u alcohol

    a travs e

    os

    caaverales,

    iempre

    uriosos,

    alzando l cielo

    os agresivosables

    e sus

    hojas alargando,

    or

    as

    profundidades

    e

    la tierra

    hacia

    el

    infierno, edientas

    aicillas

    que

    se empapaban

    e

    la

    saliva

    e Satans.

    Por eso,una

    vez hecha a mezcla,

    mitad

    15

  • 7/25/2019 El Otro Gallo

    8/33

    mitad,

    on

    agua

    alcohol,

    aba

    ue

    ncen-

    diarla

    con un fsforo

    dejar

    que

    el mal

    esprituelDiablo

    e consumiera

    n

    a

    breve

    y

    voraz

    lamarada

    ue

    saltaba

    el

    acho.

    Apagado

    l fuego,Benicia

    ejaba ho-

    rrear

    l culipi

    esde o

    altodelcucharn le

    aada,inalmente,nchorrito eamargo n-

    gostura,

    ara

    que

    se

    le

    borrara

    el odo

    cual-

    quier

    mala eferencia

    ue

    e hubiera

    uedado

    desuantigua

    eputacin.

    Por

    a

    tarde, las

    cuatro, e abra a

    Ca-

    baa.

    A esahora, omo espondiendoun mis-

    mo

    aviso,

    umorosos

    njambres

    e

    mosqui-

    tos,

    que

    se haban eplegado

    l fresco

    mpa-

    ro

    de

    os

    cercos, alan

    tra

    ez

    de

    ronda

    el

    profesor

    aucedo pareca n

    el sombreado

    portn

    e su casa.Benicia,

    lantada

    n medio

    de a calle,miraba

    n direccin

    elcineVic-

    toria

    or

    donde

    e aproximaba,ando uelta

    laesquina,l Bandido.asi l mismoiempoirrumpa,esde l tal ler e la Palmarea,a

    veloz

    mnimaocomotora

    e unamquina

    decoser.

    Y

    empezabaa arsa:

    -Buenas,

    Bandido.

    -Buenas,Benicia.

    tb

    17

    -Yo

    me dije, cuando

    o vea

    venir

    Por

    esos

    orcones,i

    sera sted

    quin

    era.

    -Eso es

    porque

    e anda

    allando

    a visin

    y

    no

    puede

    er

    mis

    pistolones,

    hispeando

    con

    este olazo.

    -Sus

    pistolones

    o,Bandido,

    eropuedo

    escuchar

    usdisparos.

    -Y a cada

    isparo.

    -

    Un

    carabinero

    uerto

    Actoseguido,

    l

    Bandido e acomodaba

    el

    ipijapa,

    onindolo

    e

    lado;a

    la

    paname-

    a, como

    soladecir.

    Luego, on

    estudiado

    gesto,

    acaba

    lucir u

    pauelito.

    e

    un

    rpi-

    do vistazoal sesgode sus botas omaba

    cuenta

    e

    sus

    puales, ues

    de,

    sus

    pisto-

    lones, iempre

    l

    cinto,

    no

    necesitabaui -

    darse:

    ams

    adie e

    hubiera trevido

    to-

    carlos,

    i siquiera

    mirarlos. onsultaba,

    or

    ltlmo,

    u

    nvisible

    eloj

    Omega,

    mientras

    ue

    sucaballo,

    esoplante

    nervioso,aba ontra

    losverdes ercos

    a

    sensacin

    e

    un brocha-

    zo blanco, sbiende unanube uehubiera

    descendido

    obre

    a calle

    y que

    quisiera ar-

    tir,

    ya,

    en

    pos

    de

    ms arabineros.

    Ahestaba

    l

    Bandido,

    untual,

    omo o-

    dos

    los das,

    y

    Beniciacon una

    ingrata

    misin:

    xpresarle

    l enojo

    de don

    Carmelo

    por

    su atrevimiento

    e

    la

    ltima

    oche, uan-

  • 7/25/2019 El Otro Gallo

    9/33

    docontahistoria

    e a

    Palmarea.

    Para

    l Bandido,enicia

    raaquella

    ela-

    dinga

    ue

    conoci,

    e dijera

    ue

    ayer

    mismo,

    en

    a

    Plaza

    e

    SantaCruz.

    Y

    el Bandido

    ara

    Benicia,n su i lusionada emoria e hoy,

    aquel

    emible

    andolero

    ue

    se le

    acerc n

    da

    y

    le dijo:

    Pens

    ue

    eran

    mariposasre-

    sultaroner

    lores",

    efirindose

    l estampado

    de su alda.

    Es

    cierto

    que,

    a

    partir

    de

    algunos atos,

    como

    arolillos

    e

    papel

    obreun

    patio

    lumi-

    nado,

    e

    poda

    econstruir

    n distante sce-nario,uya lave inal, isimuladanel ol laje

    de un

    cupescorpulento,

    staba

    en tres o

    cuatro

    arlantes

    ue

    realzaban

    legremente

    cada

    anochecer.e

    aquel iempo, irase

    ue

    de

    bulliciosoerroche,

    e

    llegaba

    otro,

    de

    taciturna ordidez,

    con esteras

    desenrro-

    llndose

    obre a

    apisonada

    ierra e un cuar-

    to en a Mquina ieja, a sinmsica i sor-,

    presas.

    s

    posible

    ue

    entonces,l

    Bandido

    Benicia,

    omo

    entre

    os

    pasadizos

    e un arra-

    sado aberinto,

    ubieran

    enido

    lgn ncuen-

    tro.Sinembargo,

    ada

    unosigui aminando

    por

    su

    propia

    alle,

    asta

    ue

    undacuaiqui-

    1B

    ra, vencida

    or

    a

    gordura por

    osaos,

    a

    mujer

    lav

    uatro

    alos

    en un

    lotebaldo

    levant

    a

    Cabaa.

    Si a estos

    atos e aaden

    os

    quepudie-

    ran corresponder,

    n agudo ontraste, un

    lujoso

    atio

    e cermica rasileaon

    mesas

    de cristal sillones e mimbre;ms,en otro

    mbilo,una montona

    izarra

    epitindose,

    ao

    rasao,con as mismas

    alabras

    los

    mismos meros,

    e concluye

    ue

    entre on

    Carmelo

    el

    profesor

    aucedo,

    os

    otros os

    contertulios

    e

    a

    Cabaa,ampoco

    uboms

    nexo

    ue

    aquel

    ue

    de

    mproviso

    urge

    n as

    calles e Santa

    Cruz

    y

    hace

    que

    dos

    desco-

    nocidos'se

    aluden

    ortsmente,

    in

    que

    este

    saludo ignifiquetracosaqueqso:un acto

    de la tradicin,navieja

    costumbre

    ue

    em-

    pez

    a

    perderse

    uando

    l

    camino

    sfaltado

    irrumpi

    esdeCochabamba

    comenz

    construirsel

    Ingenio zucareroeGuabir.

    Cuando enicia, acheten

    mano,

    leg

    al

    lotedondeerigi u Cabaa

    empez

    desmontarlo;

    uando

    lav, on

    a ayuda e

    un mozo, uatroargos untalesestinadosl

    techo

    y

    trenz encaos

    para

    embarrar a-

    biques;

    uando l motac

    isti

    os ijerales

    del

    doble alar

    y,

    tras

    el vano de

    la

    puerta

    donde

    olg na

    estera,nstal na

    mesa

    on

    dosbancos,

    evant,

    in saberlo, l

    santuaro

    19

  • 7/25/2019 El Otro Gallo

    10/33

    que

    habra e acogerms

    arde l

    Bandido.

    Sin embargo,

    l

    primero

    n

    llegar la

    Cabaa,

    ue

    el

    profesor

    aucedo,

    ue

    viva

    en

    rente,

    n

    a

    nica asa

    ue

    ostentaba,n

    ese ramo e lacalle, nsombreadoorredor

    con

    horcones

    e cuchi. a solteronaija

    del

    profesor,ue

    observos

    afanes e

    Benicia,

    tuvoun mal

    presentimiento.

    Esa

    mujer, e

    dijo,

    puede

    atrapar mi

    padre",

    o

    cual

    en

    efecto, ucedi. o

    atrap,

    ero

    no

    del modo

    quepresumi

    a

    hija,

    ino implemente

    or

    el

    gaznate.

    ada arde,al

    salirde sus ragoro-

    sas siestas, l profesor aucedo e iba de

    gira or

    os

    bares el

    contorno.

    on

    a naugu-

    racin

    e

    a

    Cabaa,lculipi

    leg

    la

    puerta

    oe

    sucasa.

    Cansado e

    correrdadossobre os ta-

    petes

    elClubSocial, onCarmelo

    e

    ba

    de

    regreso su estancia,l lento aso e su ca-

    balgadura.ntesde

    abandonar

    a

    ciudad, e

    detena

    eligiosamente

    n el tal ler e la Pal-

    marea,

    uyamquina e coser

    ejaba n-

    tonces e atronara

    calle.

    Mientras

    onCar-

    melo

    haca

    o

    suyo,su caballo

    merendaba

    con ilosficaranquilidad

    os alos

    astos ue

    20

    crecan

    unto

    a

    los

    cercos.

    l ote

    de

    Benicia

    presentaba

    l ojodelanimal n apetitoso

    er-

    dor.

    Y

    allse

    encamin,e bocado n boca-

    do, raspuso

    lcerco se

    ntern

    n

    a hierba.

    Al

    salir

    del taller,don Carmelo

    e

    encontr

    con

    Benicia

    ue

    o estaba sperando,razos

    en arras, onriente.

    -Tranquilo,

    don

    Este.Ah

    estsu

    caba-

    llo.-

    Seal

    l ote.

    Don

    Carmelo e

    sacelsombrero.

    -Ser

    que

    el

    pasto

    s

    gratis.

    epausted

    que

    a esecaballo

    me o cobr

    or

    deudas e

    uncamba

    caro.

    -Y

    yo que pensabaquedrmelo

    por

    cuenta elculipi uesevaa tomar sted ho-

    ra mismo:

    para

    eponeruezas

    Etltmon

    legar la

    Cabaa

    ue

    el

    Ban-

    dido.

    El

    da

    que

    o hizo,

    segn

    su

    maginaria

    versin el acontecimiento-

    staba n Santa

    Cruzde incgnito,ues oscarabineros,ue

    haban

    lfateado

    u rilla,

    e

    obligaron

    des-

    prenderse

    e sus abigarrados

    tuendos e

    vestir sus efectos e

    matar.

    Redujo,

    simis-

    mo,

    sus

    voladores

    ostachos,

    la

    prudente

    dimensin

    e un bgote omn

    asumi u

    21

  • 7/25/2019 El Otro Gallo

    11/33

    personalidad

    e Luis

    Padil la

    ibauti.

    e fue,

    como rasu costumbre,l cine

    Victoria. ren-

    te a

    la boletera,e asalt l igre

    de

    Ia

    sed.Y

    entredepartir on Jorge

    Negrete,on

    o mu-

    cho

    que

    e

    gustaban

    os

    corridos

    exicanos,

    tomarsenculipi, edecidi

    or

    elculipi.

    Segn

    a estricta

    erdad

    e

    oshechos,

    l

    Bandido,ueviva la vuelta elCineVicto-

    ria,

    en

    la

    calleSucre, ali

    en

    verdad

    e su

    casa ondireccinl cine;consult

    acartele-

    ra

    que

    anunciabafectivamente

    Jorge

    Ne-

    grete,

    e

    acerc la boletera,

    eti a mano

    al bolsillo

    y

    no

    compr l boleto

    etrs

    e

    la

    ventanillastaba l

    Administrador

    elcine,

    u

    mortal

    nemigo esde

    os ejanosmiedos

    ue

    abrogaronu infancia asta a secretaebe-

    l in

    que

    haba

    ramado,

    i lenciosamente,n-

    tre

    pelculapelcula.

    ara

    ue

    el

    guin

    uese

    completo

    su

    vengadorarrupcin

    n

    los

    escenarios

    e la

    vida

    uviera ambin

    lgn

    sentido,

    izodel sujeto

    a representacinel

    mal,

    uesto ue

    l encarnaba,

    egn uscon-

    veniencias,l bien.

    Autntca ulpablede sus malas rela-

    ciones

    onel Administradorelcine

    ue,en a

    realidad e los hechos, na

    mariposa

    octur-

    na

    que

    se col sin

    pagar

    boleto

    or

    as

    co-

    rrodas

    mallas

    de

    alambre

    ue

    rodeaban

    a

    sala se

    pos,

    nelteln,

    obre nojde

    Li-

    22

    modales, vanzara aciael pblicoparaa_

    gradecer

    os

    aplausos:

    Cmo

    saber

    sobre

    mente,

    ul

    era

    el verdaderol

    vencera,

    ino

    porque

    us relaciones

    on

    el

    Administrador

    el

    cine

    estaban

    otas

    desde

    yucho

    tempo

    atrs.

    Merode

    argo

    rato

    frente

    a las

    carteleras,

    izo

    como

    si eituviera

    Debe

    advertirse

    ue

    Benicia

    no

    recibi

    con

    agrado,

    n

    el

    primer

    momento,

    a legada

    )

    ,)

    23

  • 7/25/2019 El Otro Gallo

    12/33

    del

    Bandido.

    io

    dibujarse,l rasluz e a

    es-

    terilla

    ue

    oficiaba e

    puerta,

    n rostro aga-

    mente

    onocido. uando

    l tal

    rostro

    clar

    sus

    rasgos,

    istantes ecuerdos,

    upuesta-

    mente

    epultados

    or

    el iempo,egresaron

    su memoria

    sinti

    ue

    su

    ntimidad

    altaba

    en aicos. anohaba idosu esfuerzoor

    representar,

    nte a ingenua iscrecin

    el

    profesor

    aucedo

    la indiferente

    aballerosi-

    dadde donCarmelo,u nuevo ol

    de

    propie-

    tariade

    un bar: a

    Cabaa, onstruidantre

    Ias

    dos

    opuestas

    egiones

    ue

    conformaron

    su

    existencia.quella,on aroli l lose

    papel

    sobre

    n

    patio

    nladrillado

    parlantes

    scon-

    didosen el areo ollaje e un cupes ue,

    adems,

    gase a verdad,

    ena

    por

    objeto

    disimular

    a

    oresencia

    e los

    cuartos n

    f i la

    del

    burdel,

    esta

    otra,

    espejada

    machete

    erigida n cuatro

    palosque

    sostenan n

    abanico e ijerales

    evestidos

    e

    motac.

    Sin embargo,l bandido,

    l entrar

    n la

    Cabaa, izocomosi

    no a

    conociera. co-

    mosi alguna ezcompaieronlgo, sealgo

    fue

    an

    simole omo n

    rato

    e sol omado n

    el banco

    e una

    plaza.

    -Me

    parece,

    le dijo-

    queyo

    la

    conoz-

    co a usted.

    Me

    parece

    ue

    a vi

    en

    a Plaza

    l

    otrodaconuna

    pollera

    loreada.

    Este, u inslito aludo.

    Benicia,ecor-

    dando

    a

    referencia

    l

    primer

    ncuentro

    ue

    tuvo

    con

    el

    bandido,

    olt

    una

    cristalina

    r-

    cajada.

    -Y cundo

    ue

    eso,

    Bandido?

    -Cuando

    usted

    era

    azalala

    n

    el Arca

    de

    No.

    Cuando

    l

    Banddo

    ala

    de

    su

    casa.

    o

    haca

    omo

    Lus

    Padilla

    ibauti,

    tal

    el

    tes-

    timonio ue

    hubieran

    odido

    ar

    entonces

    os

    resignados

    jos

    de

    su

    madre,

    ero

    algirar

    ha-

    cia

    a

    calle

    Quijarro,

    rente

    las

    cartelras

    el

    CneVictoria,

    e

    ransformaba

    n Bandido,

    tal,asimismo,l asombradoestimonioe os

    ojos

    de Benica.

    u ransformacin

    n

    bando-

    lero,

    ntre

    ste

    punto

    otro

    de a

    calle,

    o

    de-

    jaba

    sin

    embargo,

    ezagada

    n el

    olvido,

    u

    personalidad

    e

    Luis

    padilla.

    No,

    porque

    n

    cualquier

    omento,

    i

    as o

    requeran

    as

    cir-

    cunstancias,

    egresaba

    ser

    en

    el

    acto,

    por

    el

    simple

    mandato

    e

    su voluntad

    oor el

    triste mperio e las realidades,uispadilla

    Sibauti.

    Como

    a vez

    aquella

    n

    que

    se fue

    al Ro

    Grande.

    ali

    de

    Santa

    Cruz,

    Bandido,

    on

    todo

    el

    esplendor

    e sus

    atuendos,

    en la

  • 7/25/2019 El Otro Gallo

    13/33

    primera

    ornada

    e

    fragoroso

    alopar,

    ah

    va ,

    para ue

    se

    defendiera

    e un igre

    ue

    e

    estaba

    mermando

    us

    ganados,

    n

    pistoln

    de obsequio

    su compadre

    Matas.

    Al si-

    guiente

    a,deposit

    u

    segundo

    istoln

    n

    manos e un

    estanciero

    ue

    uvo

    a desgracia

    de casara su hija,por los chismes e la

    gente,

    on

    un oficial

    e

    polica,

    ara

    ue

    arre-

    glara

    honorablemente

    a

    vergenza

    se

    qui-

    tara

    la

    vida.

    Mejor

    n

    tuvieron

    us

    puales

    que

    ueron

    reemplazar

    osviejos

    uchil los

    de una

    pobre

    mujer

    ue

    se

    ganaba

    l

    susten-

    to cocinando

    ocro

    para

    os

    peones

    e una

    barraca.

    isu

    ipijapa

    cuatoriano

    un

    pela-

    dingo ecolectore algodn,

    araque

    se cu-

    briera

    e

    las nsolaciones., para alvarle e

    la

    muerte

    n el

    mismo

    momenton

    que

    e

    haba

    icado

    na

    vbora ascabel,

    e entreg

    sucaballo

    un camba

    machetero,

    l cual

    par-

    tial

    galope

    n

    busca

    e

    antdoto.

    Sali

    e

    Santa

    Cruz,

    Bandido,

    llega

    la

    ori l la

    el

    RoGrande,

    uis

    Padil la,ambrien-

    to, descalzo

    con

    el

    tigre

    de

    la

    sed

    encara-

    madoen su garganta. oscarabineros,eti-

    dos

    en

    zanjas,

    prestos os

    ndices

    en

    los

    gatillos

    e sus

    metralletas,

    o

    estaban

    spe-

    rando.

    nte

    a fatal

    encrucijada,

    ue pareca

    anunciar

    l

    fin

    de

    sus

    malandanzas,

    ens

    n

    su

    madre.

    Madre",

    omo

    ola

    nombrarla,

    e

    o

    un modo

    universal,

    en

    su

    padre;

    'padre"

    que

    desdeas

    roneras

    el

    cielo

    a

    desenfun-

    daba

    un rifle

    ara

    acudir

    n

    su auxilio,

    uando

    descubri

    Madre

    anta

    que

    habra

    rezaoo

    por

    l )

    un rondoso

    rboln.

    Era

    esearboln,

    ijo

    el Bandido

    n su re-

    lato, omo elporte e aCatedral. eunsal-

    to,con a vertiginosa

    apidez

    e

    un

    puma,

    e-

    sapareci

    ntre

    sus ramas.

    Se

    preguntaban

    despus

    os

    desconcertados

    erdes,

    ando

    vueltas

    l rbol,

    ue

    dnde

    e habra

    metido.

    Y 1,

    n

    silencio,

    olgado

    e una rama

    omo

    un

    perezoso,

    ontemplaba

    a

    escena.

    El Ban-

    dido

    gan,

    sntmetro

    centmetro,

    a

    punta

    del

    rbl

    y

    escrut

    l

    cieto.Vi'pasar, is-tante, n avin hundirsel solen un marde

    fuego.

    Los

    carabineros

    o

    tenan

    prisa.

    Levanta-

    ron

    al

    pie

    del

    rbol

    un campamento

    se

    pu-

    sieron

    esperar.

    Qu

    noche,

    on

    un cielo

    que

    engastaba,

    entre

    utilantes

    strellas,

    a romntica

    una

    el

    vals,

    el Bandido

    in

    guitarra

    e

    acord

    e

    la Botn. Eratan linda, {eca de ella,-

    que

    pareca

    n

    botn

    de rosa".

    Pens

    en la

    Botn

    y

    se durmi

    plcidamente

    obre

    una

    ram,

    hasta

    que

    a

    claridad

    el alba

    rajo,so-

    bresus

    oscuridades,

    a

    triste uz

    de a

    verdad;

    pues

    os

    carabineros

    eguan

    l

    pie

    del

    rbol.

  • 7/25/2019 El Otro Gallo

    14/33

    Al medioda,

    l

    solcolgabaobre ucabe-

    za

    comouna mparanfernal.anguidecido

    oor

    la

    sed. el Bandido e sint icomo

    el

    pendn

    e un navo

    orsario tado

    la

    punta

    de

    un

    msti l . a

    calaverael

    pendn,

    e ma-

    gin,

    staba n su rostro.

    Prfidos pcaros,osastutos erdes, ue

    saban e su irrefrenable

    ficin

    la

    patasca

    y

    lacervezan

    esos edientos

    hambrientos

    amaneceres

    ue

    sobrevenanlas

    ertul ias

    de

    la

    Cabaa,

    lavaron n el tronco ecode

    un rbol n letrero

    on el siguientenuncio:

    PATASCAY CERVEZAHELADA.

    Madre

    santa

    ueya

    no rez

    por

    l

    porque

    l Bandido

    nopudo esistira entacinl e bajdelrbol

    y,

    como

    quien

    esten una

    patasquera,

    e

    sent n una

    piedra ue

    a

    crecienteel Bo

    Grande

    aba

    levado

    asta

    l lugar, i ouna

    sonora

    almada

    orden

    ue

    e

    sirvierann

    plato

    e

    patasca

    onunacerveza.

    -Patasca e

    voy

    a darl

    le dijo un ca-

    rabinerole orden archaracia l ro.lban fusilarlo.

    Se encomend

    Dios

    y

    mir

    de

    reojo

    Mandinga.

    Antes e

    la

    ejecucin,l oficial

    ue

    man-

    daba

    la

    patrulla

    e

    pregunt

    ormalmente:

    "Sus

    lt imos

    eseos?".

    28

    -Patasca

    y

    ceNeza

    eladal

    El Bandido

    provech

    l desconcierto

    ue

    produjo

    ntre

    os

    carabineros

    u desfachata-

    da respuesta

    se intern

    n

    el ro.

    Se in-

    tern,

    ijo,

    como

    Cristo

    obre as

    aguas,

    a-

    minando

    obre

    as

    piedras,

    se alej

    fi-

    nalmente nado. oscarabineros,epuestos

    de su

    sorpresa

    con

    as

    botas

    metdas

    n

    el

    lodo,

    escargaron

    ontra

    l ro

    oda a uria

    e

    sus

    ar:mas.

    -Vaya

    carabineros

    ue

    no

    se

    metieron

    tambin

    l agua -exclam

    on

    Carmelo.

    -Es

    que

    los

    carabineros,

    concluy

    el

    Bandido,-

    e

    tionen l

    agua

    msmiedo

    ue

    alt igre.

    Tal

    el

    juego

    que

    deba

    onducir,

    egn

    cada elato,

    un

    sorpresivo

    esenlace,

    ue

    poda

    estar

    unasveces

    detrs

    e

    una

    pala-

    bra,

    y

    otrasresonando

    n

    todo

    el mbito,

    como

    el sonsonete

    el

    gr i l lo:

    amao

    el

    escndalo tan insignificantel bicho.La

    cuestin

    ra levar

    as

    cosas

    un callejn

    in

    salida.

    Si en

    ese momento

    a

    suerteno

    la

    acompaaba,

    adre

    a

    rezara

    or

    1,

    o

    pa-

    dre vendra

    n su auxilio

    esde as

    roneras

    del

    cielo.

    Sin embargo,

    o

    eran

    ni Padre

    ni

    Madre

    uienes

    erdaderamente

    o

    ibraban

    e

  • 7/25/2019 El Otro Gallo

    15/33

    aprietos.

    ran

    sus

    palabras,

    las

    palabras

    que

    haba

    prendido

    musitar

    n

    lossoli lo-

    quios

    e

    su nfancia,

    que

    se ransformaban

    de

    pronto

    nafi lados

    uchil los,

    n

    ulgurantes

    pistolones

    en sorpresivas

    utacionesel

    paisaje.

    Comoaquel a enque leg las ierras

    delGran

    Moxos, onde ay,dijo,pampasan

    grandes

    ue

    nose esve

    monte

    n el contor-

    no. bael

    Bandido

    or

    esos

    umbos e

    Dios,

    perseguido

    omo iempre

    or

    os arabineros,

    cuando

    leg

    e

    pronto

    una

    pampa

    zul.

    No

    sevayan

    creer

    ue

    esa

    pampa

    raazul

    por

    esas

    lorecingas

    elestes

    ue

    cran

    os

    pasti-

    zales. o.

    Erade un azul

    iso, omo

    el azul

    del cielocuandose refleja obreun lago.

    Pero

    ampoco

    ra

    as.Erade

    un

    azulbrillante

    y

    aterciopelado,

    omo

    lde

    una

    lfombra".

    Nosupo

    u

    hacer. ase

    senta

    nel

    aire

    la nminente

    paricin

    e

    oscarabineros

    om-

    piendo

    a

    maleza, uando

    a

    pampa

    evant l

    vuelo. ue

    un

    vuelo i lencioso

    ue

    se disol-

    vi,como

    una

    luvia

    l

    revs,

    n

    un artificioso

    desordene oinceladaszules. esconcerta-

    dos

    y

    aterrados,

    oscarabineros

    e echaron

    correr,

    ues

    no

    podan

    maginar,

    on

    su orpe

    sentido,

    ue

    existieran

    ampas

    e

    color zul

    mucho

    menos

    ue

    se

    levantaran

    e

    la

    tierra

    en

    vuelo

    nsono

    n cuantolpresentan,'con

    30

    su milln

    e mnimas

    ntenas,

    ualquier

    a-

    ligna

    vecindad.

    ues

    eso

    era:

    una

    alfombra

    de

    mariposas.

    e

    mariposas

    zules

    ue

    slo

    existen

    ll.

    Y

    ahora

    Benicia,

    ntre las reverbera-ciones elsolsobre l arenal e la

    calzada,

    trataba

    de

    escapa

    ambin

    el

    maldito

    em-

    brujo

    ue

    e

    haca

    er,

    en el

    perfil

    e Lus

    pa-

    dilla

    Sibaut,

    l legendarioerfil

    det Bandido

    de la

    Sierra

    Negra.

    Necesitaba,

    iquiera

    sta

    vez,

    despojarlo

    e

    sus

    ilusorios

    tuendos

    someterlo

    la

    realidad

    e

    susmiserias,

    ara

    contarle

    ue

    don

    Carmelo

    e

    haba

    dicho a

    noche nterior ueya estaba ien,queesto

    do

    matar

    arabineros

    a

    le

    tena

    cansado

    que

    e

    pidiera

    l Bandido

    ue

    se

    cambie

    l

    disco.

    Detuvo

    us

    ojos

    en

    el

    percudido

    ienzo

    e

    una

    camisa

    ue

    delataba,

    n as

    costuras

    el

    bofsilfo,

    a

    vejez

    del uso.

    Someti

    un fro

    examen

    l rado

    vuelo

    de

    unos

    pantalones

    qugapenasograbanisimular,l rasde la

    arena,

    as

    ondulantes

    uellas

    e neumtico

    que

    haban

    mpreso

    n

    la

    calle

    dos

    toscas

    abarcas.

    Despojads

    e sus

    maginariasis-

    tolas,

    escubri

    nas

    manos

    grietadas

    la-

    cias.

    Vi,

    por

    ltimo,

    na

    abeza acha;

    omo

    al

  • 7/25/2019 El Otro Gallo

    16/33

    si la atalidad,se

    ntangible

    jaro ue

    onda

    en

    a

    profundidad

    elcielo,

    ubiera

    escendi-

    do

    ya

    sobre us

    hombros.oobstante,uan-

    do LuisPadil la ibauti

    rgui l cuello

    ara

    sostener esafiante

    os ojos

    que

    lo

    escu-

    driaban,

    enicia

    islumbr

    n

    sumirada,ras

    laptina elalcohol,ospuales.

    Y

    con

    os

    puales,

    asdesgreadas

    lar-

    gas

    renchasel

    Bandidoolvieroncubrirse

    de un

    jipijapa

    aln

    abricado specialmente

    para

    l de

    la ms ina

    palma

    cuatoriana.

    os

    destellantes

    istolones

    ue

    e

    mand

    l

    Rey

    de

    Prusia

    egresaron

    pender

    elcaimn

    e-

    pujado

    de

    su cinto. Creci

    de entre

    los

    ornamentose su habanera l rojopauelito

    que

    le regal,

    entre arrullos,

    lguiencuyo

    nombre

    ams

    deba evelar,

    orque

    no era

    digno e un

    varn omo l

    mentar ldesliz

    e

    unadama.

    Sus botas,

    ue

    eran

    as mismas

    que

    usara

    Giusseppe

    aribaldi

    nsusandan-

    zas

    por

    el Brasil,

    staban

    e nuevo

    istiendo

    sus

    ventiladas

    antorrillas

    de su

    evebigote,

    atusado saliva,habannacido, omo as

    alas

    de una

    golondrina,

    os

    retintos osta-

    cnos.

    Y

    Benicia

    e

    qued

    n

    el sit io,

    in saber

    qu

    hacer:

    i

    transmitirle

    l

    mensaje e

    don

    Carmelo,

    dejar

    ara

    tro

    a,

    l cumplimien-

    to

    de an

    ngrata isin.

    ra

    omo i,

    de,

    ron-

    32

    to,

    elt iempo,

    l

    maldito

    iempo,

    e hubiera

    n-

    movilizado.

    Lo

    primero

    ue

    se

    debehacer

    uando

    e

    llega

    a una uente

    e agua

    es

    buscarle

    l

    i-

    chi,esdecir avida.Y explic l Bandidoue

    a un

    pantano,

    or

    ejemplo,

    e o

    conoce

    es-

    de lejos,

    esde

    antes

    ds

    llegar

    1,en las

    dijo,

    hay

    caminos

    caminos.

    aminos

    ue

    conducen

    la

    musrte

    esdea

    engaosa

    en-

    tacinde un frutoqus estah parael luci-

    miento

    e la ramay

    no

    para

    saciar

    a

    avidez

    de los

    hombres.

    caminos

    ue

    ndican,

    on

    el

    airoso

    batr

    de

    las

    hojas

    de

    un motac

    vueln,

    a recndita

    ulzura

    ue

    se

    esconde

    en

    su cogollo,

    urtado

    la vista

    de

    los

    hom-

    bres

    or

    Dios

    mismo.

    Hay

    aminos

    caminos.

    Sloqueesos aminos opueden ervis-

    tos

    p0r

    quienes

    o

    creen,

    or

    ejemplo,

    ue

    el

    canto

    e un

    guajoj,

    do

    en

    a

    soledad

    e

    la

    medianoche,

    s

    el fatal

    anuncio

    e unamala

    notica

    ue

    se

    conocer

    umplidamente

    uan-

    do

    se llege

    l fin

    de

    la ruta.

    Trepidan

    se al-

    borotan

    as

    cucarachas

    ntes

    e

    que

    legue

    a

  • 7/25/2019 El Otro Gallo

    17/33

    tormenta.

    Por

    u?

    Por o mismo

    ue

    canta

    el

    guajoj.

    si

    las cucarachas

    resienten

    a

    tormenta,

    aben ambin

    lfatear n

    a letrina

    los

    emibles esignios

    ue

    estn

    escritos n

    la

    obra

    elhombre.

    sos

    esignios

    ue

    estn

    ah,

    rente

    nosotros,

    que

    sinembargo

    o

    queremos

    ceptar.

    -A susalud, onBlas

    Dijo,

    de

    pronto,

    l Bandido,

    omo

    si un

    mal ecuerdo,

    omo

    el alade un cuervo,

    u-

    biera nsombrecidou

    rente.

    Agotado l culipi,

    ue

    se bebi n

    memo-

    ria de

    su

    padre,

    lav

    el vasoen la mesa

    cont

    ue

    en San gnacio, ierla ez

    que

    an-

    duvoasaltandoontrabandistasn a fronteracon Brasil, os carabineroso sorprendieron

    dormido n una

    hamaca

    le

    hicieron

    reso.

    lba el Bandido, scoltado

    or

    cien

    nmeros,

    bajo sosmontes

    ue

    all,en San

    gnacio,e

    entrelazan

    or

    arriba omoel artesonado

    e

    una

    glesia no dejan

    er

    el sol,cuando

    e

    dio

    cuenta

    que

    la estruendosalgaraba

    e

    los

    pjaros

    ba

    tambin

    esando

    aulatina-

    mente creca, n su ugar, nvasto ilencio.

    Era

    un silencio xtrao,omo

    l oscuro i-

    lencio e

    las

    norias n tiempos e seca.

    Un

    silencio

    ue

    slose

    rompa

    or

    el

    rocedel

    viento n el follaje e

    os

    rboles,

    ue

    se

    ban

    34

    haciendo s

    y

    msralos

    ya

    dejaban

    n-

    lrever, omoun

    anuncio e lo

    que

    allsuce-

    dera, a

    terriblesoledad

    de un

    cielo

    sin

    pjaros.

    aba a

    sensacine

    quepor

    esas

    lierras

    ams

    se

    haba mpreso

    huella

    de

    hombre

    de animal.

    De

    pronto,

    n

    un claro

    del monte,

    obre

    un terrapln

    ocoso,

    pare-

    ci una aguna.Msqueuna aguna areca

    un diamante

    ngarzado

    n la roca,

    pues,

    e

    tan ransparente

    ue

    era, eflejaba

    se

    beba

    toda a uz

    delsol.

    Larga

    tediosa aba

    ido a

    marcha

    e a

    caravanaasta ncontrar

    a

    uente.

    Menosargo ue

    elalborozo

    e

    os

    carabi-

    neros

    ue

    se

    lanzaron

    beber

    e

    susaguas

    y la alrozmuerte ue essobrevino,lospo-

    cosminutos,

    ntrehorrendos

    mitos

    arca-

    das

    pestilentes.

    El

    Bandido

    e acerc

    l

    laguito

    le

    busc

    el

    ichi:

    Nada, i

    un

    simple

    usanil lo

    ena

    l

    manantial.

    i

    verde

    spuma

    n os

    contornos.

    S.e ea

    que

    el agua,

    ersa

    y

    limpia,

    o

    era

    distinta el agua

    d

    un

    vaso.

    Se

    poda

    scu-

    driar, omoa travs e un vidrio, u fondo

    estril.Antes

    de

    irartir,

    arroj

    al agua los

    cadveres,on a

    eSperanza

    e

    que

    su

    "pu-

    dricin,

    or

    venir

    e

    carabneros,eutralizara

    consu

    maldad

    a

    maldad

    e a fuente".

    Se

    persign

    se bebihasta a

    ltima

    35

  • 7/25/2019 El Otro Gallo

    18/33

    gota

    el culipi

    ue

    an

    quedaba

    n

    su vaso,

    acto

    ue,por

    odems,epeta

    ada

    ez

    que,

    por

    una

    u otra ircunstancia,e

    vea

    n

    a ne-

    cesidad

    e

    matar

    un

    verde".

    De aquellos

    rimeros

    as

    en

    que

    estrensushistorias, eniciaecordaba,onrecndi-

    ta

    grat itud,

    na,

    que

    el Bandidoont n

    un

    melanclicolluvioso

    tardecer.

    -Mala

    lluvia.-

    Mascull

    onCarmelo.

    -Viene

    del adode

    Porongo.-Coment

    el

    orofesoraucedo.

    -Si

    esa

    luvia iene

    e

    Porongo,- en-

    tenci l Bandidoes ouese ha muerto l-guien oresos umbos.

    Precis e

    inmediato

    ue

    en Porongo

    esos

    hilchis,

    enaces vaporosos

    omo

    na-

    cabables

    uselinaseagua, aan

    olamente

    cuando

    lguien

    mora. cuanto

    ms mpor-

    tante

    erael muertoanto

    ms

    oersistente

    ra

    el chilchi.

    i moraun

    campesino,punt,

    l lova adams

    que

    unas

    horas,

    ero

    si el

    que moraera el telegrafista el oficial e

    RegistroCivil chilcheaba

    asta

    res das.

    Segn

    l

    muerto rael chilchi.

    uandomuri

    el cura de

    la

    parroquia

    loviuna

    semana.

    Pero

    a mayor

    luvia

    ue

    se

    recordabae de-

    sat cuando

    muridoa

    Engracia. ucede

    36

    que

    un da

    cualquierampez

    chilchear.

    Apeningas

    e vio

    el chilchi,

    a

    gente

    mpez

    con asaveriguaciones,

    ero

    nadie

    n el

    pue-

    blo,

    ms

    o menos

    onocido,abamuerto.

    -Ha

    de serun

    pen,-

    conjetur

    navie-

    ja,-

    y ya

    va

    a escampar.

    Peronoescamp. l da siguiente,l cie-

    lo

    presentaba

    l mismo specto

    e

    gris

    um-

    bado.

    -Ser

    que

    alguien el

    pueblo

    a muerto

    en a

    ciudad.-Opin

    n

    viejo.

    La opinin

    elviejo ayen el descrdito

    porque

    el misteriosomecanismo

    luvial,

    segn

    tros

    ecinos

    s iejos

    ue

    1,uncio-

    naba

    estrictamenteuando lguienmora nPorongo, s sea un forastero. ra,en cierta

    forma,

    na

    gracia ue

    Dios e

    haba oncedi-

    do slo

    a

    Porongo.

    l segundo manecer,

    segua l

    chilchi.

    la

    semana, o haba

    el

    menorndicio

    e

    que

    aquello

    endra n

    pron-

    to

    inal.

    -Ser

    que

    alguien

    a

    a

    morir.- Pronos-

    ticuncambaetrado,

    on

    predicamento

    n el

    pueblo.

    Jams aba

    ucedido

    ue

    loviese ntes

    de morir

    n vecino.Despus,

    .

    Antes, un-

    ca.Pero

    l camba e

    puso

    n sus

    rece.

    -Po...

    ser

    ue

    esta s

    a

    primera

    ez.

    Y

    desat l

    miedo

    en el

    vecindario.os

  • 7/25/2019 El Otro Gallo

    19/33

    )

    l

    )

    )

    )

    )

    ms atemorizados

    ran

    los

    principales

    el

    pueblo,

    ntre l los

    l Comisario,

    ncolla

    eni-

    do de

    La Paz

    que ya

    se

    habahecho

    las

    creenciasel

    ugar. l

    dcimo

    a,

    y

    como

    no

    haba ignos

    e

    que

    la

    lluvia mainara,l

    miedo e

    ransform

    n

    pnico

    el

    pnico

    n

    un cabildo

    onvocado,

    recisamente,

    or

    el

    Comisario.n eso,cundo os vecinos e

    aprestaban

    realizar u

    cabildo,

    pareci

    n

    camba

    eador on a noticia:

    Doa

    ngracia

    ha

    mueo

    -Y

    quin

    era doa

    Engracia?-Pre-

    gunt

    onCarmelo.

    -Eso

    mismo,

    onCarmelo,

    e

    pregunta-

    ban

    en

    Porongo.

    orque

    oaEngracia

    ra

    nomscomo era. Ms bien que Engracia

    debi

    lamarse esgracia,

    orque

    iva

    sola,

    en un

    pahuichi

    nmontao

    de

    unos

    horros

    que,

    izqu,

    ena.

    Y

    se meti

    l Bandido n

    pcaras

    eflexio-

    nes sobre

    a

    duracin

    el chilchi;

    ues

    si

    haba

    lovido na

    semana

    or

    a muerte el

    cura,

    inco

    as

    por

    a de

    donHoracio ullar,

    que

    era el estanciero

    s ricachn e

    la

    zona, uatro ordoaEulalia,a msbeata

    de

    asbeatas

    el

    ugar,

    dos

    por

    un

    peluque-

    roafuerino

    ue

    se

    desplom

    n

    a

    plaza

    uan-

    do estaba

    racticando

    u oficio,

    iezdas

    de

    chilchi ignificaba

    ue

    doa

    Engracia

    ala

    QA

    ms

    que

    odos

    ellos.

    Tanto,

    ijo

    el Bandido,

    como

    el

    mismo

    Monseor

    ostas

    i

    muriera

    en

    Porongo.

    Ahora

    bien,

    haba

    ue

    ecordar ue

    doa

    Engracia

    o

    era

    rica.

    Tampoco

    ra

    beata.

    hasta

    e

    meta,

    e vez

    en

    cuando,

    us

    culipis,

    segn

    e

    mentaba

    n

    el

    sitio.Ni

    ena

    autori-

    dad.A msde elloeravieja; unque o tan

    fea,

    que

    se le

    notaba

    a

    gracia

    obre

    odo

    el

    neros

    se

    la

    llev

    a la

    ciudad.

    reinta

    os

    ms arde egres l mismo ahuichi onde

    naci,

    desguaangada

    sin hjos.

    euin

    sabe

    qu

    nfortunios

    ivi

    en a

    ciudadi.

    ero

    Benicia

    omprendiue

    el Bandido

    aba

    contado

    sa historia araponerle

    emedio

    la

    risteza

    e

    ese

    da Ese

    daen

    que

    ella,

    a

    sea

    por

    el

    trago,

    a

    sea

    por

    a

    lluvia,

    staa

  • 7/25/2019 El Otro Gallo

    20/33

    meditando

    ustamente

    n

    su

    pobre

    estino.

    -Y supongo-

    nquiri

    l

    profesor

    auce-

    do-

    que

    a

    esa buenamujere

    habrn

    ado

    cristiana

    epultura.

    -Qu entierro h

    noms

    e acuotaron

    para

    omprar

    a

    caja.Cuando

    aparona

    osa,

    se ueelchilchi sali nsolnuevingo.

    Amainaba

    ambinnSanta

    ruz.

    -Cuente,Bandido,

    lcaso e avbora.

    -Fue en

    Las

    Cruces

    sahistoria. ll e-

    jos,

    donde

    mi

    compadre ntelo. o

    estaba

    tendidon

    una

    hamaca

    seme

    aparecina

    cascabel,uavita, or as ramas e un flam-

    boyn.

    a

    cara del

    perfidio

    staba

    a

    a un

    cuarto e

    mi

    cara,buscndomea mordida.

    Qu

    hice

    yo?

    Pues o

    mismo

    ue

    la

    ser-

    piente.

    e

    cruc

    a mirada:

    l ojo zquierdol

    derecho el derecho l izquierdo,

    orque

    s

    as comose

    hipnotiza las vboras. as

    po-

    bres ienen

    os aroles

    orcidos

    no

    pueden

    mirar e rente. sees odoel secreto.

    -Cuente.

    Bandidolcaso elanta.

    -De un

    manazoue esamuerte. o

    me

    saluda muydesatenta

    le

    d su

    merecido.

    Esa

    xperiencia

    a uve

    nLaMiel e daa un.

    manantial.

    o

    estabade ida

    y

    el anta

    de

    regreso. o me

    quit

    l

    ipijapa

    orque

    med

    cuenta

    ue

    erauna

    hembra.

    ella,

    ms nfla-

    da

    que

    una

    Reina

    e Carnaval,o me

    con-

    test l saludo.

    or

    eso a mat.

    -Cuente Bandido.lcaso e a noria.

    -No

    hay

    tal. Era simplemente

    l eco.

    Slo

    que

    esta

    noria,

    ansada e

    repetir

    iem-

    pre

    as

    mismas

    alabras,

    e

    puso

    un

    daa ha-

    blar

    por

    su

    propia

    uenta. a cosa empez

    por

    un racimo e tota

    que

    e

    cayal

    fondo,

    ensucindolel agua.

    Noria

    ochina

    e

    gri t

    yo

    cuando

    e v a

    suciedad,

    ustingo

    l medio-

    da. Cochinaer u hermanal e respondi

    la noria. No le

    contestal atrevimiento

    porque,

    Dios

    gracias, o

    no

    tengo

    herma-

    nas.

    Cuente,

    andido,lcaso

    e

    avbora

    Cuente,

    andido,

    lcaso elanta

    Cuente,andido,lcaso e a noria

    De la repeticinace a mana

    y

    de la

    mana a

    monotona. gase

    n cambio, n

    defensa

    el

    Bandido,

    ue

    el

    responsable

    e

    esas

    epeticiones

    ran

    don

    Carmelo,

    uien

    e

    obligaba

    contar, na

    y

    otra

    ez,

    sus

    mismas

    41

  • 7/25/2019 El Otro Gallo

    21/33

    viejas

    istorias.

    erael mismo on

    Carmelo

    quien,

    consumada

    a reiteracin,o

    inte-

    rrumpa eoordndole

    ue

    a

    "ese

    carabinero

    ya

    lo haba

    matado

    l

    lunes",

    nte o

    cualel

    Bandido,

    como

    si

    hubierantuidoa nterrup-

    cin,o,

    lo

    que

    es

    peor,

    a hubiera

    rovocado

    deliberadamente,-

    e

    contestaba

    ue

    s,

    que

    l mismopersonalmenteaba sistido su

    entierro,

    ero

    que

    el da anterior, l dejarle

    unas

    lores

    ara

    l

    perdn

    e sualma,o

    pil l

    al muy

    pcaro

    repartiendo ultas

    en las

    lpidas.

    Tuvo,

    ues,

    ue

    matarlo

    e

    nuevo.

    El profesor aucedopinabauematar l

    mismo

    arabinero

    o

    era

    necesariamente

    lgo

    censurable,iempre ue

    o

    hiciera,

    ada

    vez,

    de un

    modo

    istinto.

    Vayael ejemplo

    elcarabinero

    ue

    mult

    a don

    Plcido uez:

    se

    a,Domingo,

    por

    aadidura,

    e Ramos,

    on

    Plcido

    ali

    a

    caminar

    or

    a

    Plaza

    e

    Trinidad,

    e

    punta

    n

    blanco,uciendonelchalecona eontinaeoro, perosin zapatos, retexto el que se

    vali

    el astuto

    arabinero

    ara

    mponerlea

    multa.

    El

    Bandido

    o mat, egn u

    primera

    versin,

    e un zapalazo,

    orque

    a su

    juicio

    vestir

    de fiesta

    y

    andardescalzo

    o

    era un

    42

    atentado

    ontra

    a ley

    sino

    simplemente

    n

    acto

    de a

    costumbre.

    Slo

    Dios

    abe

    unto

    haba

    rabajado

    on

    Plcido,

    ue

    naci

    pobre,

    para

    ganarse

    l respeto

    e la

    gente

    Cuando

    intent

    alzarse,

    or

    vez

    primera

    n

    su vida,

    un

    par

    de zapatos,

    a

    no

    pudo

    hacerlo:

    os

    trajines

    el

    monte

    e

    haban

    puesto

    os

    pies

    como acimosepltano. nsusegundaer-

    sin,

    l carabinero

    uri

    la

    rancesa,

    bliga-

    do

    por

    el Bandido

    oler us

    propias

    otas.

    Sea

    como

    uere,

    o

    cierto

    s

    que

    Benicia,

    que

    dispensaba

    l

    culipi

    ajoel

    precario

    lar

    de

    su

    Cabaa,

    e

    senta

    preocupadaor

    as

    repeticionesel Bandido. eradonCarmelo

    quien

    auspiciaba, or

    no

    decir sufragaba,

    a

    tertulia.

    Verdad,

    pens

    la mujer-

    verdad

    que

    el Bandido

    izo

    a

    noche nterior

    o

    que

    jams

    debi

    hacer:

    ocar

    la

    intimidad

    el

    prjimo".

    enicia

    omprendi

    ue

    haba

    ons-

    hija.

    "No

    me

    casarmientras

    l viva",

    deca

    el

    esperpento,

    ara

    ustificar

    s su nunca e-

    querida

    oledad

    on a viudez

    e su

    padre.

    "Bien

    poda

    encerrarlo

    hasta

    castrarlo,

    )

  • 7/25/2019 El Otro Gallo

    22/33

    porque

    l

    pobre

    iejo,

    ms

    de mostrar

    us

    sabiduras,

    lo serva

    para

    hacer

    el coro",

    pensaba

    enicia,

    lvidando

    ue

    el

    profesor

    Saucedo

    ra,en

    usticia,

    l

    parroquiano

    s

    f ie lde

    u

    Cabaa.

    Quin ino

    l

    para

    acompaarla

    n esas

    tristes igilias nquedonCarmelo,orcosas

    de su

    estancia,

    el Bandido,or

    susmalan-

    danzas,

    esaparecan

    e la

    ciudad.El

    tran-

    quilo

    rofesor

    elebraba

    ntonces

    onBenicia

    largas

    apacibles

    ertulias

    ue

    amortiguaban

    la intensidad

    el

    crepsculo

    suavizabana

    noche,

    mientras

    ue

    su hija,

    esde l mismo

    corredor

    e

    su casadonde

    e

    instalaba

    n

    una mecedora,

    scrutaba

    in

    piedad

    esostemibles ilogos. erosin el Bandido ue

    aportaba

    a

    gracia,

    don

    Carmelo,

    ue

    paga-

    ba

    las

    cuentas,

    a

    Cabaa,

    u

    cabaa,no

    sera a

    misma.

    u

    propia

    ida,

    e

    pie

    rente

    al

    atardecer,

    arecera

    e

    sentido.

    Al

    principio,

    laro,cuando

    el Bandido

    mat l primer arabineroori l las elPiraa

    cosa radistinta:

    on

    Carmelo

    e

    puso

    e

    pie

    y

    le

    endi

    a

    mano.

    ero hora,

    uandomat

    al lt imo arabinero,

    n

    el tal lerde la Pal-

    marea,e

    pas

    de a raya.De

    nada e haba

    servido uavizar

    l incidente

    dvirtiendo

    ue

    44

    el carabinero

    abantentado

    educir on

    ma-

    las

    artes

    la

    Palmarea,

    i

    aquella

    orpe

    ela-

    cin

    que

    hizode

    "haberlo

    ilvanado

    bala-

    zos,

    paraque

    a mujer o zurciera

    espus

    su

    gusto, uepara

    eso

    erasastre,

    ara

    errar

    costuras

    no

    dejar

    ue

    nadie, alvo on

    Car-

    melo,e abrieraasuya". lprofesor aucedo

    celebr e

    buen

    grado

    el desenlace,obre

    todo

    por

    os

    procederes

    el carabinero

    ue

    entr l aller ordenar

    a hechura

    e un

    oan-

    taln

    y

    cuando

    a Palmarea,entmetro

    n

    mano,

    e

    omaba

    a altura

    el

    alna

    lasveri-

    jas,

    el

    Bandido,

    ue

    estaba e

    pura

    casuali-

    dad

    merodeando

    or

    el

    lugar,

    cudi n su

    auxilio l

    escuchar us

    grtos; ues

    a mujer

    se dio cuenta, n esemismonstante,e las

    verdaderas

    ntenciones

    el

    varn.

    Para

    el

    Bandido, o. Parael

    Bandidoa

    cuestin

    e a Palmarea

    o

    erasinoun

    pre-

    texto.

    La verdad ra otra:

    que

    don Carmelo,

    desde

    ue

    comenz construirse

    l Ingenio

    Azucarero e Guabir e iba pasando e

    lado,

    lo

    porque

    us ierras, ebido l azar,

    quedaron

    erca el

    ngenio subierone

    pre-

    cio.

    No

    ue

    ambin

    na

    mera

    coincidencia

    que

    el

    Bandido orprendiera don Carmelo

    conversando

    n a

    Plaza

    onun oficial

    e ca-

  • 7/25/2019 El Otro Gallo

    23/33

    l

    )

    )

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    l

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    l

    l

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    )

    )

    )

    )

    )

    )

    )

    )

    nautilidad.-OpinBenicia.

    46

    rabineros?

    a

    vida

    est hechade casuali-

    dades. carabineros

    os hay

    por

    miles, em-

    brados

    or

    odoel

    planeta.

    -Son

    comoel caaveral-

    decael

    Ban-

    dido. efirindose los

    carabineros-

    e

    los

    cortaal

    ras

    y

    crecende nuevo.En fila

    y

    verdes.

    Esta emejanzae loscarabineroson a

    ordenada

    magen

    e un

    caaveralena tras

    explicaciones.e la

    caa sale el

    bagazo.

    Qu

    tra osa

    puede

    alir e a rituracin

    e

    uncarabinero?l

    olor e

    a molienda

    el olor

    de

    un carabineroon

    dnticos;

    s

    o

    atesti-

    guaba

    u

    fino

    olfatode

    cazador.

    ashojas

    e

    la

    caa

    las

    bayonetasienen l mismo

    oder

    daino cortante. onde receun caaveral

    no renace

    l monte.Pordonde

    pasa

    un

    ca-

    rabinero o

    deja

    ms

    que

    un

    rastro

    e tierra

    arrasada sin vida.

    Si

    hasta

    u

    nombre

    ra

    parecido:

    n vez

    de carabineroseban

    er

    caabineros,

    orque

    u nico ficio ra

    guar-

    dar

    a hacienda

    e

    os icos.

    Un da se apareci on el cuento e

    que

    enRusiaenanngeniosaramoler arabine-

    ros.

    -Ser

    que

    es

    sobra.- OpinCarmelo.

    -O

    ser

    queya

    les hanencontradolgu-

    El

    profesor

    aucedo,

    ue pag

    una

    vez

    ms

    el

    precio

    de su

    tozudez

    azonante,

    record

    ue

    en

    Rusia

    ohabian

    aaverales.

    -Y

    cmo recenos

    carabineros?

    Le

    pregunt

    l

    Bandido.

    -Supongo

    que

    bajo

    ierra- Dijo

    el

    profe-

    sor, reyendo

    ue

    se refera

    la remolacha.

    Pero si los

    carabineros

    ran

    como el

    caaveral,

    on

    Carmelo

    racomo

    el

    penoco.

    No

    hayrbolque e

    e

    compare

    uandoeina

    el buen iempo: xtiende

    argas

    anchas a-

    mas

    que

    clausurana hiriente

    uz

    del

    sol.Uno

    templa na

    hamaca

    ajo

    su

    follaje

    ,

    actose-

    guido, e suea n colores. ero i durante l

    sueo

    uelca

    l sur,

    ese

    viento

    fuerino

    ue

    vienede

    la

    Antrtida,

    no

    se

    despierta no

    hay

    penoco:

    lo

    una

    amentable

    scualidez

    de

    ramassin hojas,

    xager

    l Bandido.

    ciertos

    ombres,

    ijo,

    on

    as,como

    el

    peno-

  • 7/25/2019 El Otro Gallo

    24/33

    cada econcilacin,

    e

    regalaba

    tra,

    ue

    esta

    vez

    hilvanaba,

    ue

    esta vez

    bordaba,

    ue

    estavez

    trenzaba

    jales

    se saba

    de

    me-

    moria

    odos os

    puntos.

    Un da le

    compr

    l

    lote

    donde

    e levantaba

    l taller.

    pero

    nadie

    poda

    star

    eguro,

    i

    siquieraa

    misma

    al-

    marea, e cunto iempoms durara u

    generosidad.

    on

    Carmelo

    racomo

    l

    peno-

    co,mientras

    ovuelque

    l

    Sur.

    Y

    ahora,

    enicia,

    n

    el nuevo

    tardecer,

    tenia

    ue

    apagar

    as uces

    el

    podio.

    escal-

    za

    y

    enfundada

    n un viejo

    batn

    de lienzo,

    deba

    rasmitirle

    l Bandido

    l mensaje

    e

    DonCarmelo. l sol,ya oblcuo, royectaba

    hacia

    rs su voluminosa

    ombra,

    omo

    un

    charco

    que

    hubiera

    mpezado

    escurrirse

    definitivamente

    n a

    arena.

    Ah

    estaba

    l

    profesor

    aucedo,

    punto

    de

    cruzar a calle

    desde

    el sombreado

    orre-

    dorde

    su casa. h

    estaba

    onCarmelo.

    a-

    l iendo

    del tal ler

    de la Palmarea,

    uya

    mquinaecoser iajabatra ezporel blan-

    co erritorioe sus ienzos.

    ahestaba

    lla

    misma, rente

    al Bandido,

    sistiendo

    la

    transformacin

    e

    su

    pobre

    camisaen

    una

    bordada abanera

    e seda;

    emerosa e

    que

    el

    lalaz

    espejismo

    udiera

    de

    pronto

    om-

    48

    perse,

    ransparentarse

    l

    jipijapa

    ln

    dejan-

    do al descubiertous

    alas renchas

    volar,

    sin

    egreso,

    a

    espesa

    olondrina

    e sus

    mos-

    tachos

    esde

    a

    doble

    hilera e unos

    dentes

    marchitos.eesfozaba

    ntilmente

    or

    mpe-

    dir

    que

    el Bandido,omouna

    dbil

    pompa

    e

    jabn, e esfumaraelcandenterenal e a

    calle

    regresarasu condicin

    e

    Luis

    Padi-

    lla,

    el

    hijode a viejita

    ue

    venda

    elatina

    e

    patas

    e

    resen a

    puerta

    el

    Mercado.

    Por

    lt imo, n

    el breve

    nterludio

    n

    que

    don Carmelo

    el

    profesor

    aucedo

    vanza-

    ban

    hacia a Cabaa,

    enicia

    e

    pidi

    al Ban-

    dido

    que

    se cambie l disco,

    ue

    esto

    de ma-

    tar carabinerosa estaba e buen amao

    que

    se

    nventarauevas

    istorias.

    Nada e respondil

    Bandido.

    ada.La

    mirnoms on el doble

    pual

    de

    sus ojos.

    La mir desdeatrs,

    desde

    a encrucijada

    donde

    o mataron su

    padre,

    n

    el

    camino

    Cotoca.

    esde ussueos

    cuchillados

    or

    el

    alba.

    Desde l crculo

    egro e

    la letrina el

    canchn,onelsiniestro otor e

    ascucara-

    chasal fondo.Desde l caliente edor e as

    patas

    e

    resentregandous

    utanos

    l cal-

    do

    de la

    gelatina.

    esde

    a fugade

    la

    Botn,

    la solitaria

    laca

    en

    la

    pared

    la duea

    de

    casa

    que

    e cont

    a triste

    verdad

    de su

    uga.

    La mir

    le dioa entender,

    in

    pronunciar

    a-

    I

    t \\

    j . : :l

    : ' . .1

    rl

    l

    ': l

    49

    labra,

    ue

    esa

    noche

    e

    acabaraodo.

    Y la

  • 7/25/2019 El Otro Gallo

    25/33

    )

    )

    )

    )

    )

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    )

    )

    )

    l

    ,)

    )

    )

    )

    l

    l

    ' )

    mujer omprendi,n

    ese

    preciso

    omento,

    que

    a

    comedia

    abalegado su

    acto

    inal.

    Frente

    la

    primera

    onda

    de

    culipi, l

    Bandidoe

    puso

    e

    piey

    anunci

    isa l lana-

    mente l f in de sus andanzas. l profesor

    Saucedo,

    usente

    omo iempre n

    la ines-

    crutable

    orrede sussabiduras,

    o e dio

    m-

    portancia

    l asunto. muchomenos on

    Car-

    melo, de

    mal

    talante

    y

    alerta contra el

    Bandido.

    ntendi

    l anuncio

    omounasim-

    ple

    estratagemaestinada

    captar

    u aten-

    cin.

    -Esta noche, ijoel Bandido-

    yo

    serelmueo.

    Y

    como u rgica

    dvertencia

    o

    produjo

    el efecto

    ue

    esperaba,

    inti e

    pronto ue

    habahechoel

    ridculo. se

    mismo

    idculo

    que pulveriz

    us

    actancias

    uando

    leg

    al

    consultorioel

    dentista

    e la Botn

    lo,en-

    contr

    errado: e

    haba

    do

    a

    La Paz esa

    misma arde

    levndose

    odossus brtulos.

    La solaplacadejel taimado n la fachada

    del

    edificio

    se

    ue

    de

    SantaCruz, on

    muela

    y

    camba.

    La rememoracin

    e este

    hecho

    agrav

    u desasosiego

    retom

    on

    peor

    or-

    tuna

    el

    hijo

    de su

    relato.

    ;:

    50

    -Ustedes

    saben;Madre

    ierra

    u

    portn

    a

    las

    diez.

    A

    quin

    poda

    nteresarle

    ue

    su madre,

    la

    gelatinera

    el mercado

    cefiata

    us

    puenas

    a

    las

    diezde la noche?

    De a

    que

    uera,

    n

    otro iempo,egendaria

    ujer

    edonBlasPa-

    dilla.Riquelme,

    u

    padre,

    , cadauno

    de sus

    actos rannotica. ms, uando erraba u

    portn, orque

    e saba

    ue

    el

    viejo

    Bandido

    estaba

    ah,

    refrescndose

    n

    sus brazos.

    Benicia

    omprendi

    ue

    el

    dilogo aba

    m-

    pezado

    on

    malos

    auspicios.

    o

    se haba

    cumplido

    l

    previo

    ritual

    brindis

    ue

    deba

    conducir la

    celebracin

    el dilogo.

    tal

    descuido,

    su

    uicio,

    o

    poda

    raer

    ms

    que

    un maldesenlace.onCarmelo ejabaras-

    lucir,

    lasvistas,

    n

    psimo

    umor.

    -Madre

    cierra

    su

    portn

    a las

    diez

    y

    no

    hay.gallo

    ue

    a

    despierte.

    Intent

    l

    Bandido

    omenzar

    u historia.

    I

    Tampoco

    ste

    ltimo spec;to,

    elgallo,e

    dijonada

    a

    la

    audieniia.

    uizo ludir l Ban-

    didoa los

    gallos

    e

    pelea ue.su

    madre ria-

    ba en memoriae supadre, ficionadoomo

    pocos

    las ias

    e estos

    nimales.eronin-

    guno

    de

    os

    presentes

    staba

    l tanto

    de esa

    tradicin e su

    casa

    y

    la mencin

    el

    gallo

    cayenelvaco. l

    contrario,

    aus nefecto

    inesperado,

    orque

    a

    palabra

    gallo

    tena

    salv e ese

    modo a

    situacinel

    Bandido-

  • 7/25/2019 El Otro Gallo

    26/33

    otras onnotaciones.

    -Me imagino,-

    coment

    urlonamente

    don

    Carmelo,que

    ya

    no

    est

    ara allos

    u

    maore.

    El Bandido

    oslay

    l banderillazo

    onsul-

    tando,

    on

    alsa

    ndiferencia,

    u

    nvisible

    eloi

    Omega.

    -Qu hora

    iene,Bandido?

    Le

    pre-

    gunt

    onCarmelo.

    La

    sorpresiva

    regunta

    e

    don

    Carmelo

    reemplazaba,

    n

    ciertamedida,

    l

    habitual

    prlogo

    ue

    se haba

    mitido

    l comienzo

    e

    la

    tertulia. enicia io

    en los

    dos

    gestos:

    a

    consulta

    el

    reloj la

    reaccin

    e don

    Carme-

    lo,un amistoso iroy llenosvasos, eroel

    Bandido,

    ue

    deba esponder

    la

    pregunta

    conel ritual stribillo

    e

    "la

    hora

    de

    matar

    n

    carabinero",ambia respuesta

    contest:

    -La

    hora ematar

    n

    pursista

    Porque

    on Carmelo

    ra de ese

    partido

    poltco,

    el

    PURS,

    la alusin o

    poda

    er

    -

    ^ ^t^.^

    ctJ tJ 6lt ct .

    -Un dentista, irusted.- Lereplic on

    Carmelo.

    No hubo isas,

    pesar

    e

    que

    a rima

    lo

    mereca,

    e daderamente.

    52

    -Srvanse usculipis.

    Terci

    Benicia,

    ue

    Ya

    es

    hora

    e

    que

    Luis

    uente u

    historia.

    -Madre

    cierra u oortn lasdiez.-

    Re-

    inici

    l

    Bandido

    u

    elato.

    Que

    su

    madre

    erraba us

    ouertas

    las

    diezera algo

    queya

    estaba icho.

    Y no

    era

    extraordinario

    ue

    el

    Bandido,

    negado n

    culipi,uviera uepernoctaruera e su casa.

    Se

    ba

    de

    ronda

    or

    cuanto olicheepechaba

    la soledad

    octurna

    on su alegre

    uldo

    de

    vasoshasta

    ue

    el amanecer,on sus intes

    dorados,

    e

    obligaba

    volver.

    Al fin,

    ras

    argos

    itubeos, ont

    que

    esa

    noche,a noche

    e sult ima

    istoria,

    al i e

    la

    Cabaa

    pasadas

    as diez,

    pero

    l no

    lo

    saba.Se fuederechingo su casa,cuando

    sinti,

    obre

    l

    enladrillado

    e

    la

    acera, nos

    pasos ue

    o seguan. e dio cuenta n se-

    guidaque

    eran

    pasos

    e carabineros.pur

    el tranco.

    Meterse n su casa

    y

    aldabonarl

    portn

    on

    una

    prtiga

    e hierro, omo

    o

    haca

    u

    padre,

    ra

    o

    nico

    ue poda

    acer

    en tales circunstancias.

    ero

    su

    madre

    ya

    haba errado l portn. omprendiueesta

    vez,

    s,

    haba legado

    l

    fin

    de sus

    malandan-

    zas...

    Don

    Carmelo,

    ue

    bostezabastensible-

    mente

    idi

    a

    cuenta; l

    profesor

    aucedo

    e

    vino

    un extrao

    olorde cabeza

    Benicia

  • 7/25/2019 El Otro Gallo

    27/33

    recogiasos

    botellas,

    lausurandoa

    tertu-

    l ia.

    Solo,

    rente

    a su culipi,

    l Bandido

    e

    cont,

    or

    ensimaez, a historia

    e su

    pa-

    ro

    No

    se

    poda

    ocar

    se ema.

    Era,

    en

    cierto

    modo, omo charleombra n acopa.Pura

    sombra

    e

    monte. emonte

    in

    una. ombra

    de corredores

    nladrillados

    ue

    se alargaban

    hacia

    a

    oscuridad,

    ntre

    puntuales

    orcones

    de

    cuchi.

    Secretas

    venidas

    ue

    o

    regresa-

    ban

    al

    recuerdoe su

    padre,

    onBlasPadilla

    Riquelme,

    legando

    anta

    Cruz esdeCotoca,

    con a

    primera

    uzdelda.El blanco

    isco e

    susombreroe sa,nacindolen asespal-

    das,era

    un

    sol.Un

    diminuto

    ol

    viajerorente

    al

    nmvil

    crdeno

    oldelalba

    ueproyecta-

    ba

    haciaadelante

    a

    sombra e su caballo,

    marchandol

    paso,

    esatandol alborozo e

    loscambas,

    e

    pie

    en

    a

    puerta

    e suscasitas

    de

    motac, uando, cadasaludo, on

    Blas

    respondarrojandol aire

    puados

    e

    libras

    esterlinas. 1,en las ancasdel caballo,prendidosu cintura,eshechon risas:

    As,

    adelantndose

    l sol,don

    BlasPadilla

    Riquelmee aproximabaSanta

    Cruz. enta-

    mente;

    scoltado

    or

    un

    gento ue

    se acre-

    centaba

    n la medida n

    que

    as

    chozas e

    54

    los

    cambas,

    on

    su-pelambre

    e

    motac

    l

    viento,

    e hacan

    ambin

    ms

    numerosas

    de su

    sombreado

    nterior,

    achete

    n mano,

    salan

    al

    camino

    ms

    y

    ms

    hombres,

    is-

    puestos

    morir

    por

    l si

    era

    preciso.

    a

    se

    vea,

    en

    direccin

    e la

    ciudad,

    l recto

    erfil

    de os

    primeros

    ejados.

    a

    se vea

    a

    amari-

    llenta engua e la calle.Delcaminorans-

    formndose

    n

    calle.De

    las

    primeras

    lam-

    bradas.

    e

    os

    primeros

    uros.

    ,

    por

    in,

    ve-

    redas

    e ladrillo;

    ltas,ms

    altas

    cuantoms

    importante

    ra

    el casa

    que

    defendan

    e los

    acosos

    e

    iempo.

    sobre

    as

    veredas,

    e-

    cioshorcones

    e

    cuchi

    que

    se

    entrelazaban

    en

    farga

    erspectva

    asta

    a

    plazade

    Armas.

    Esa Plazaa la cual no llegara on Blas

    porque

    u mperio

    erminaba

    lldondea

    ciu-

    dad

    se

    converta

    n

    erritorio

    nemigo.

    Propagada

    n

    el viento

    or

    el latir

    de los

    perros,

    a noticia

    e su

    arribo

    e le haba

    n-

    ticipado,

    e manera

    ue

    bajo

    el

    portn

    e su

    casa,

    bierto

    e

    par

    en

    par,

    o

    estaba

    spe-

    rando

    u

    mujer,

    a legendaria

    ora

    Sibauti,

    fresca omounparo. estocbasentoncesde su gran

    sombrero

    e

    sa

    y

    anojaba

    al

    aire,

    ara

    que

    el azar

    eligiera

    susdestinata-

    rios,

    un

    puado

    inal

    de

    ibras

    sterlinas.

    e-

    rrado

    el

    portn

    con

    llave

    y-

    aldabonado

    or

    detrs on

    una

    prtiga

    e hierro,

    egresaba

    l

    )

    suburbio,

    pblico,

  • 7/25/2019 El Otro Gallo

    28/33

    omo respondendo

    un tcito

    acuerdo

    e hombres,

    jaros perros,

    un

    vasto

    si lencio.

    adie,

    en esas

    horas,

    deba

    turbar u descanso.

    l

    anochecer,esde e-

    cretas

    y

    mltiples

    rondas,

    fagas e

    carna-

    val i tos

    taquirar is

    aban uenta el

    alborozo

    general

    e os

    buris.

    Trocada ntoncesa bull ic iosaienvenida

    en si lentemurmuracin,

    a not icia e

    la

    lega-

    da

    del

    gran

    Bandido

    egua

    u

    rutahasta a

    Plaza

    y

    de

    la Plaza,

    por

    boca

    de algn

    pue-

    blero hablador, los

    carabineros. o

    obs-

    tante,habra

    sido

    ntil astrear

    u

    presencia

    en

    el laberinto

    e bardas cercos

    del barrio

    dondeviva.

    Se saba

    oue

    don

    Blas

    estaba

    ah;que haba legado SantaCruz,porque

    los

    ganchos

    el mesn e DoraSibauti , n el

    Mercado

    uevo,

    onde xhiba in

    ecatosos

    cuartosde

    res

    oue su marido obaba oara

    ella, estaban

    acos.

    Cuandoalguna

    vez

    se

    acercaba,

    merodeadora,

    or

    los

    entornos

    e

    la

    casa,

    a

    sl lueta e un carabinero,i lencio-

    sos

    cambas,

    aciendo

    ri l lar us machetes,

    brotaban e la vecindad. locuandoel por-

    tn

    volva

    abrirse, e saba

    on

    odaseguri-

    dad

    oue el clebre andoleroa no estaba n

    Santa

    Cruz.

    -Por

    su cuenta, on

    Blas

    Luis

    Padil la

    ibaut i , l hi jo, e bebi l cu-

    l ip ide un rago. olo, in e cont

    s

    mismoa historiae su

    padre.

    nahistoria

    en

    la

    cual su

    irrefrenable

    antasa

    ntrodujo,

    sin embargo,n

    dato maginario.uando

    u

    padre

    legaba SantaCruz,

    epartiendo

    s-

    terlinas, l

    no

    estaba n

    as

    ancas elcaballo,

    prendido

    su

    cintura, eshechon risas.No.

    Pero uandooveaentrar orel portn e la

    casasenta

    nacer

    entresus dedosun largo

    cuchil lo. ncuchil loonel

    que,

    espus,

    a-

    taraa todos

    os

    carabinerose

    la

    tierra.Un

    cuchillo

    que

    irrevocablementeegresaba

    susmanos, uando,

    aciada

    e

    recuerdos

    u

    copa,

    o vio ngresar

    or

    el

    portn

    supo, n

    losvelados josde su madre,

    ue

    staera a

    ltimavez que lo vea. Don Blas os mir

    adentro,omoescarbandon sus emores,

    les

    orden

    uitarse

    a

    pena, ero

    a mujer

    e

    parapet

    n

    un hosco ilencio.

    Ms arde, e odijo.

    Se

    o

    dijocon

    voz

    prxima

    l

    lanto.

    Que

    su

    principal

    apanga, n

    Durn

    de

    Vallegrande,staba n ratos on oscarabi-

    neros.DonBlas,

    por

    oda espuesta,enta

    la mujer

    n sus

    rodillas

    le acarici l

    pelo,

    largo

    omo

    un

    ro

    de sombras.

    Se o dijodespus n

    el almuerzo,uando

    saca

    lucir us

    manteles

    el

    Paraguay.

    ue

    )

    )

    )

    )

    I

    se

    lo haba

    dichosu comadre

    asta,mujer

    se descolgaba

    n

    reg