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El Corresposal de Huanta La Comisión de la Verdad revive el caso de Hugo Bustíos, un ejemplo de los periodistas que cayeron en cumplimiento de su deber. DURANTE la feroz década de 1980 fueron asesinados 19 periodistas peruanos en el cumplimiento de su deber, tanto por la subversión como por la Fuerza Armada. Uno de ellos, Hugo Bustíos Saavedra, corresponsal de CARETAS en Huanta, director de las emisoras Radio Amauta y Huanta 2000 y presidente de la filial en Huanta de la Asociación Nacional de Periodistas (ANP), fue cruelmente asesinado el 24 de noviembre de 1988. Su caso fue revivido la semana pasada por la Comisión de la Verdad desde Huanta. El periodista Eduardo Rojas, sobreviviente de la emboscada, contó que sus atacantes, tras haberlos acribillado con una ráfaga de metralleta, arrojaron una granada sobre el cuerpo caído de Bustíos, que lo despedazó. Rojas falleció un año después. Menos de veinticuatro horas después una delegación presidida por Enrique Zileri, director de esta revista, viajó al lugar para impulsar las primeras investigaciones. Las pesquisas señalaron como presuntos asesinos a miembros del Ejército Peruano: el comandante EP en Huanta, Víctor La Vera Hernández (a) "Javier Landa Dupont" y el capitán EP Amador Vidal Sambento (a) "Ojos de gato". Hugo Bustíos Patiño (22) después de 14 años vuelve a Erapata, lugar en el que asesinaron a su padre.

El Corresposal de Huanta: Hugo Bustios

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El Corresposal de Huanta: Hugo BustiosFuente: Revista Caretas

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El Corresposal de Huanta La Comisión de la Verdad revive el caso de Hugo Bustíos, un ejemplo de los periodistas que cayeron en cumplimiento de su deber.

DURANTE la feroz década de 1980 fueron asesinados 19 periodistas peruanos en el cumplimiento de su deber, tanto por la subversión como por la Fuerza Armada. Uno de ellos, Hugo Bustíos Saavedra, corresponsal de CARETAS en Huanta, director de las emisoras Radio Amauta y Huanta 2000 y presidente de la filial en Huanta de la Asociación Nacional de Periodistas (ANP), fue cruelmente asesinado el 24 de noviembre de 1988. Su caso fue revivido la semana pasada por la Comisión de la Verdad desde Huanta.

El periodista Eduardo Rojas, sobreviviente de la emboscada, contó que sus atacantes, tras haberlos acribillado con una ráfaga de metralleta, arrojaron una granada sobre el cuerpo caído de Bustíos, que lo despedazó. Rojas falleció un año después.

Menos de veinticuatro horas después una delegación presidida por Enrique Zileri, director de esta revista, viajó al lugar para impulsar las primeras investigaciones. Las pesquisas señalaron como presuntos asesinos a miembros del Ejército Peruano: el comandante EP en Huanta, Víctor La Vera Hernández (a) "Javier Landa Dupont" y el capitán EP Amador Vidal Sambento (a) "Ojos de gato".

En menos de dos años el fuero civil archivó el caso debido a un supuesto fallo previo de la justicia militar que determinaba la inocencia de los sospechosos. Ese veredicto nunca existió. Más tarde, la Ley de Amnistía de 1995 liberaba de toda responsabilidad a personal militar implicado en casos de violación de DD.HH. y prohibió, además, cualquier investigación sobre esos temas en el periodo de 1980 a 1995. El pleito llegó hasta la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que sancionó en 1997 al Estado peruano por haber permitido la prescripción del crimen sin haber profundizado en las pistas. En el colmo de la impunidad, La Vera Hernández y Vidal Sambento están libres. El primero pasó al retiro luego de ser ascendido a coronel y Vidal llegó a ser comandante de caballería.

El jefe político militar de Ayacucho, en ese tiempo el general Howard Rodríguez Málaga, se negó a entregar a la fiscalía el cuadro de servicios del día del asesinato. Como señaló su esposa, Margarita Patiño, frente a la Comisión de la Verdad el pasado viernes, "el lío que compraba el Ejército con

Hugo Bustíos Patiño (22) después de 14 años vuelve a Erapata, lugar en el que asesinaron a su padre.

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la muerte de mi esposo era grueso y tuvo que ser una orden de arriba". Bustíos denunció casos de abuso de las fuerzas armadas y se habría convertido en un estorbo para el Ejército.

EL EQUIPO DE LA IMPUNIDAD

El expediente 043-91 quedó definitivamente archivado en 1993 por la Sala Suprema de Lima, concluyendo en la inocencia de los militares mencionados. Los vocales, responsables del archivamiento, fueron, luego, reconocidos miembros de la mafia fujimontesinista: Moisés Pantoja Rodulfo, profesor de cívica de Alberto Fujimori, quien lo ascendió en 1994 como presidente de la Corte Suprema. Fue el promotor de la Ley de Amnistía que terminó en la impunidad para el caso de Barrios Altos y La Cantuta. Alipio Montes de Oca, vocal supremo por designación ejecutiva luego del golpe del 5 de abril, como magistrado de la Corte Suprema falló a favor de Vladimiro Montesinos en el juicio seguido por éste, contra CARETAS. Como presidente del JNE permitió la fraudulenta inscripción del frente fujimorista Perú 2000 y más tarde se confirmaron sus vínculos con montesinistas al ser un protagonista más de los vladivideos. Carlos Hermoza Moya, ministro de Justicia del régimen fujimorista de enero de 1996 a julio de 1997, tiempo en el que ningún funcionario vinculado al manejo judicial dejaba de pasar sin el filtro de Montesinos.

Los otros dos vocales fueron Pedro Iberico Mas, que votó para que el caso La Cantuta pasara al fuero militar. Integró una sala penal como vocal supremo hace tres años, cuando las papas quemaban. Julián Jerí Durand, vocal provisional de la 2a Sala Superior en lo penal.

Es obvio que durante el fujimorato redimir a la fuerza armada de los abusos que cometió durante la lucha antisubversiva fue una de las tareas primordiales de un poder judicial corrupto.

IMPORTANTE RECORDAR

Siete testigos presenciaron el asesinato de Bustíos. Uno de ellos, Antonio Pacheco Aguado, confirma en su declaración ante la fiscalía de Huanta que antes de escuchar los disparos observó varios soldados apostados en la zona. Alejandro Ortiz Serna, oculto tras los matorrales mientras acribillaban a Bustíos,

identificó entre los asesinos al capitán EP Amador Vidal Sambento, "Ojos de gato", y lo señaló como el que lanzó la granada. Ortiz murió cuatro meses después de haber prestado su declaración frente al fiscal supremo en lo penal,

 Víctor La Vera Hernández, 14 años después, sospechoso por el asesinato de Bustíos.

La búsqueda de la verdad no tiene descanso para los familiares de los periodistas asesinados.

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Pedro Méndez Jurado, y ante el entonces senador aprista Javier Valle Riestra. El resto de los testigos fueron amedrentados. Alejandrina Gálvez estuvo detenida en el cuartel Castropampa durante 48 horas al día siguiente de haber dado su testimonio. Después de eso, nadie quiso hablar más del asunto.

El pasado jueves 11 CARETAS contactó a Aurelia Anaya, una de las testigos del caso. Bustíos, le dijimos, ella vaciló, cerró su puerta y minutos más tarde se volvió a abrir. Un hombre que confesó ser su esposo dijo: no queremos saber nada de ese asunto, tenemos familia, no estamos para revivir muertos.

EL LEGADO PERIODISTICO

La huella que dejó Bustíos permanecerá imborrable para los que vivimos el periodismo como una pasión. Como presidente de la ANP en Huanta gestionó cursos a distancia para que los futuros periodistas no fueran marginados "ante los de la capital", como decía él. Estudió derecho, y como bachiller se encargó de redactar recursos de amparo para los campesinos que sufrían el abandono de las autoridades locales. Cuando ya se venía la represión de las fuerzas del orden sobre los periodistas, un compadre suyo le ofreció financiarle un estudio de abogados en Huamanga, pero Bustíos se negó. Formó la empresa Proetsa, que comercializaba los principales productos alimenticios de la región. Le apodaron "el docto" y entre los fiscales y jueces era conocido como "el leguleyo del campo".

En la audiencia pública del día viernes, Margarita Patiño leyó un texto muy sentido que Bustíos escribió días antes de su muerte. Estaba dirigido a la mayor de sus hijas, Charmelí Bustíos Patiño, que reporteaba desde pequeña en las radios que dirigía su padre. Ahora trabaja en la cadena televisiva Venevisión, de la hoy convulsionada Venezuela.

Otro de los que se inició en las lides de la cámara, el papel y el lápiz fue el hermano menor del también desaparecido periodista Jaime Ayala. El corresponsal de La República entró en 1984 al cuartel de la Marina ubicado en el Estadio Nacional de Huanta y nunca más volvió. Yuri Ayala Sulca, su hermano menor, y ahora catedrático de la Facultad de Biología de la Universidad Nacional San Cristóbal de Huamanga, tenía 18 años cuando Jaime desapareció. Lo envolvió un sentimiento de revancha y no encontró mejor aliado que el periodismo. Así, trabajó con Hugo Bustíos y fue uno de los primeros en llegar a la fosa de Pucayacu. "Cuando llegué", recuerda Yuri, "llamé a Hugo para avisarle y me mandó a la mierda, le preocupó que fuese sólo, le dije que teníamos la exclusiva y eso lo tranquilizó. Ese era Bustíos".

El testimonio de la viuda de Bustíos fue quizás el más conmovedor durante la Audiencia Pública.

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