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EL «COMPLEXO» VIRILIO: EL FUTURISMO REHABILITADO EN TEORIA EN LA ERA POST-MODERNA DEL ESPACIO-TIEMPO DE LA REPSENTACION Emidio Rosa de Oliveira «On peut aller plus vite que l'oeil, non par ascétisme, mais par paganisme.» J-F Lyotard 38 D estacar los puntos máximos de la teori- zación de Virilio presupone al comien- zo que nos detengamos lentamente en la constelación temática abierta por su reflexión crítica y que enumeremos or- denadamente los aspectos más destacados de sus escritos. La lógica en la que asienta su traba- jo reflexivo rompe con la alegada ideología de la seguridad que llevó también a crear en el campo del saber nuevas especialidades y nuevas disci- plinas. Virilio intenta descriptivamente hacer vi- sible en teoría el encadenamiento subyacente a la rigidez endurecida de los campos de la tecné del saber y toda una serie prolija del estado de cosas que sigue su rumbo en el interior de las sociedades modernas, ya bajo la rma de mate- ria reservada al abrigo de competencias tecno- cráticas, ya como conflicto ado resultante de la coyuntura estratégico-política del aparato tec- nológico. Virilio se mueve entre las ruinas de la modernidad y los desvaríos desencadenados por los nuevos eventos de la post-modernidad -ex- perimentando reconstruir a través de una lógica singular, aunque un poco repetitiva, las ganan- cias y los costes de un nuevo modelo de repre- sentación a adoptar en política, tecnología y es- tética militar (en el dominio de la percepción). Paul Virilio teoriza y en algunos casos aterroriza el paso brusco de un universo heredado de la ciencia clásica regido por movimientos unir- memente acelerados, a un nuevo universo acén- trico en completa agmentación arrastrado por el tiempo. Lo que constituía el esqueleto y la ar- quitectura del universo se convirtió en un archi- piélago a la deriva en una dispersión sin estruc- tura. A pesar de todo, Virilio no habla del cam- bio en términos de catástro, sino que ponien- do las cosas en su sitio reconstituye nomeno- lógicamente el nexo causal y lógico de la histo- ria reciente de los descubrimientos y de las ideas en una interrelación mutua, en una con- junción prolirante en la que siempre es per- ceptible al lector la lógica precaria de la raciona- lidad. Su trabajo comprueba que no pertenece al científico la exclusividad o legitimidad cuando se trata de meditar acerca de las ciencias. La re- flexión que expone en los libros, nos permite re- lacionar temas, mostrar áreas de trabo y de in- vestigación y elegir a título de ejemplo de alta tecnología como acelerador del cambio y de la aparición/desaparición de los nuevos «paisajes noológicos» en el campo de la epistemología. El ecto retórico de su argumentación es siempre prudente y a veces aclarado mediante una des- cripción detallada e implicante de las relaciones que los «nuevos materiales» entre sí pueden lle- gar a adquirir. Bastaría ahora ordenar cronológi- camente su producción teórica con el fin de que a continuación podamos caracterizar el alcance de sus tesis, sin olvidar las múltiples interven- ciones exactas que hizo en revistas, intentando aclarar la consión de la situación internacio- nal. Sin pretender clasificar rígidamente el pe-

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EL «COMPLEXO»

VIRILIO: EL

FUTURISMO

REHABILITADO EN

TEORIA EN LA ERA

POST-MODERNA DEL

ESPACIO-TIEMPO DE

LA REPRESENTACION

Emidio Rosa de Oliveira

«On peut aller plus vite que l'oeil, non par ascétisme, mais par paganisme.»

J.-F. Lyotard

38

Destacar los puntos máximos de la teori­zación de Virilio presupone al comien­zo que nos detengamos lentamente en la constelación temática abierta por su reflexión crítica y que enumeremos or­

denadamente los aspectos más destacados de sus escritos. La lógica en la que asienta su traba­jo reflexivo rompe con la alegada ideología de la seguridad que llevó también a crear en el campo del saber nuevas especialidades y nuevas disci­plinas. Virilio intenta descriptivamente hacer vi­sible en teoría el encadenamiento subyacente a la rigidez endurecida de los campos de la tecné del saber y toda una serie prolija del estado de cosas que sigue su rumbo en el interior de las sociedades modernas, ya bajo la forma de mate­ria reservada al abrigo de competencias tecno­cráticas, ya como conflicto forjado resultante de la coyuntura estratégico-política del aparato tec­nológico. Virilio se mueve entre las ruinas de la modernidad y los desvaríos desencadenados por los nuevos eventos de la post-modernidad -ex­perimentando reconstruir a través de una lógica singular, aunque un poco repetitiva, las ganan­cias y los costes de un nuevo modelo de repre­sentación a adoptar en política, tecnología y es­tética militar (en el dominio de la percepción). Paul Virilio teoriza y en algunos casos aterroriza el paso brusco de un universo heredado de la ciencia clásica regido por movimientos unifor­memente acelerados, a un nuevo universo acén­trico en completa fragmentación arrastrado por el tiempo. Lo que constituía el esqueleto y la ar­quitectura del universo se convirtió en un archi­piélago a la deriva en una dispersión sin estruc­tura. A pesar de todo, Virilio no habla del cam­bio en términos de catástrofe, sino que ponien­do las cosas en su sitio reconstituye fenomeno­lógicamente el nexo causal y lógico de la histo­ria reciente de los descubrimientos y de las ideas en una interrelación mutua, en una con­junción proliferante en la que siempre es per­ceptible al lector la lógica precaria de la raciona­lidad. Su trabajo comprueba que no pertenece al científico la exclusividad o legitimidad cuando se trata de meditar acerca de las ciencias. La re­flexión que expone en los libros, nos permite re­lacionar temas, mostrar áreas de trabajo y de in­vestigación y elegir a título de ejemplo de alta tecnología como acelerador del cambio y de la aparición/ desaparición de los nuevos «paisajes noológicos» en el campo de la epistemología. El efecto retórico de su argumentación es siempre prudente y a veces aclarado mediante una des­cripción detallada e implicante de las relaciones que los «nuevos materiales» entre sí pueden lle­gar a adquirir. Bastaría ahora ordenar cronológi­camente su producción teórica con el fin de que a continuación podamos caracterizar el alcance de sus tesis, sin olvidar las múltiples interven­ciones exactas que hizo en revistas, intentando aclarar la confusión de la situación internacio­nal. Sin pretender clasificar rígidamente el pe-

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ríodo de su publicación es posible por razones de exposición pedagógico destacar en Virilio dos momentos de teorización distintos. Uno que se extiende de 1975 a 1978: L'insécurité du territoi­re, Vitesse et Politique, Defense populaire et luttes écologiques, en el que Virilio pone en duda el poder de absorción de las sociedades civiles por el Estado u organizaciones y define contrapo­niendo a la globalidad del sistema una estrategia puntual de luchas y pequeñas resistencias. Lo que lo lleva durante esta fase a la justa preocu­pación de trazar la genealogía de la estrategia y del Estado, en su estrecha articulación con las técnicas de guerra y con las tácticas de anexión subsiguientes. El Estado surge en el transcurso del espacio-tiempo de su ejercicio como ficción reguladora tendente a crear a través de su di­mensión jurídico-política un campo de percep­ción estratégico. «lCómo explicar que las princi­pales significaciones de la estrategia estén aso­ciadas a cosas tan diversas como la guerra y el conocimiento?» (1). Es a esta cuestión a la que Virilio intenta responder privilegiando ya la ma­triz sicológica que configura el modelo cognos­citivo del discurso estratégico (de la ciencia mili­tar), ya teorizando los avances y los estrangula­mientos que la técnica imprime al tejido social. No apoyándose en procesos normalizados, la es­trategia «está obligada a arreglarse como pueda» (2). Bajo este ángulo la estrategia es altamente ideológica. Sus proyectos presentan una rela­ción particular con la temporalidad. La anticipa­ción o gestión del futuro postula siempre una vi­sión de la experiencia pasada y exige simultá­neamente de la estrategia, por ser coextensiva a la acción, un preciso programa de prioridades que cumplir. De este modo la estrategia es una ciencia de objetos y móviles claros y como tal una ciencia con riesgos.

LA NOCION CENTRAL DEL EDIFICIO

TEORICO DE VIRILIO ES LA

VELOCIDAD Y NO EL MOVIMIENTO

Según Gilles Deleuze, el movimiento es ex­tensivo y la velocidad intensiva. El movimiento designa el carácter relativo de un cuerpo consi­derado como «uno» y que se desplaza de un punto a otro; la velocidad por el contrario cons­tituye el carácter absoluto de un cuerpo cuyas partes irreductibles (átomos) ocupan o rellenan un espacio liso al modo de un torbellino, con la posibilidad de aparecer en cualquier punto. En resumen, aun según Deleuze, se afirmará que solo el nómada está dotado de movimiento ab­soluto, de velocidad; el movimiento de torbelli­no pertenece esencialmente a su máquina de guerra (3). Por otro lado este pasaje de Deleuze nos puede ayudar a aclarar las relaciones que Vi­rilio inaugura en esta primera fase de sus escri­tos, entre el estado, la guerra y la dictadura del movimiento. Hay detrás de su teoría una espe-

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cie tecnológica orgánico-evolucionista, al gusto de Leroi-Gourhan, aunque él nunca lo cite, que le permite leer el cambio de una manera orgáni­ca demasiado ordenada. Los tres ensayos: L'in­sécurité du territoire, Vitesse et Politique, Defense populaire et luttes écologiques, son piezas indis­pensables encargadas de dibujar la arquitectura móvil del espacio, de la política y de la reflexión estratégica. Los Estados, como ya decía Gilles Deleuze, no están solo compuestos de hombres, sino también de bosques, campos, animales y mercancías. Y no tienen todos la misma organi­zación, ni el mismo desarrollo. Mientras que el Estado de Oriente se confronta en el espacio li­so directamente con la máquina de guerra nó­mada, los Estados de Occidente se conservan resguardados por un espacio estriado, utilizando el espacio liso como un medio de comunicación al servicio del espacio estriado, a través del que el nomadismo indirectamente es vencido y es efectuado el control de las emigraciones. El pro­letario en Occidente surge como el heredero del nómada. Marx ya lo había definido como deste-

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________________ CULTURAMAQUINA _______________ _

rritorializado (4). La importancia de las tesis de Virilio reside en la manera de demostrar que «le pouvoir politique de l'Etat est polis, police, c'est-a-dire voirie» y que «les portes de la cité, ses octrois et ses douanes sont des barrages, des filtres, a la fluidité des masses, a la pulissance de pénétration des meutes migratrices» ( 4). Cierta­mente el Estado sólo podrá capturar toda clase de flujos, poblaciones, mercancías, comercio de dinero o de capitales, si estratégicamente detu­viese el control sobre el tráfico; esto no podría ser realizado sin trayectos fijos y sin direcciones estipuladas que limiten la velocidad y regulen la circulación de personas, animales y bienes. La «ciudad» no es pensable sin tener en cuenta los flujos exteriores que se abaten sobre ella y los conjuntos arquitectónicos precisos (la fortaleza) mediante los que analiza, transforma y controla el movimiento. El Estado no ignora la veloci­dad, pero exigirá que incluso el movimiento más veloz deje de ser el Estado absoluto de un «móvil» que ocupe un espacio liso, para trans­formarse en el carácter relativo de un «movido»

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trasladándose de un punto a otro en el espacio estriado. Es en este sentido en el que el Estado no para de recomponer/descomponer y trans­formar el movimiento (5), o de regular y regla­mentar la velocidad. En todas estas operaciones el Estado se comporta como una entidad «voyeuse».

EFECTOS DE LA GUERRA-MOVIMIENTO:

LA DESAPARICION

Manifestando una vez más el programa de la obra, Virilio considera que los que persiguen necesitan abolir el espacio, rellenar el intersticio y que el armamento de los fugitivos es un me­dio de distanciación: ocultarse es por tanto sus­traerse a la obscenidad de la mirada enemiga. La protección del guerrillero es la continuidad to­pográfica: modifica el regreso, usa maña con el espacio (evitando contactos), con el tiempo (trasladándose rápidamente).

El principio de la destrucción es entonces la creación de la ocultación, el arte de la guerra participa de una estética de la ocultación, en la que se militariza lo escondido y se circunscribe lo desconocido. Observamos aquí la dialéctica del arma y de la coraza, en la que lo invisible es requerido y lo visible está perdido, en la que lo que se desvela se desmoviliza, pues la «pres­ciencia» es la regla del juego de guerra y el com­bate es juego antes de ser espectáculo (6).

El «Imperial War Museum» de Londres, ex­poniendo los vehículos y las representaciones de diferentes teatros de operación, y el «Musée de l' Armée», en París, exponiendo vestuario, uniformes, banderas y armas, permiten consta­tar cómo el arte de la guerra no es sólo destruc­tivo, sino que también practica la ocultación. Vi­rilio muestra aquí una historia de los equipa­mientos, de los cuerpos animal y territorial. En la época clásica surge el uniforme, medio de in­tegración, disimulación del cuerpo, medio de es­cenificación y «mise en cible» en la batalla, en donde los colores y la disposición en cuadro muestran el blanco del adversario; sin embargo el escudo desapareció ya integrado cada vez más en el cuerpo, hasta llegar al chaleco anti-bala. Más allá de los medios de destrucción, del arma­mento y del estilo de las maniobras, el cambio del equipo de los soldados está precisamente unido a una determinada política del cuerpo combatiente. El uniforme comienza como un signo social, de pertenencia a un grupo, pero lle­vará más tarde al final de los privilegios aristo­cráticos, a la uniformización. Las masacres de las tropas francesas en el 14-18, debidas también al color rojizo de los uniformes, les obliga a re­nunciar a los colores vistosos y a buscar un colorinvisible, encontrándola en una mezcla de los tres colores de la bandera francesa, «de l'unifor­mité on passe a l'invisibilité, les ravages causés par le nouvel armement nécessitent la dispari-

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tion a vue du corps combattant, sa dissimulation dans l'environnement» (7). La dificultad de los colores neutros en distinguirse de los del ene­migo es resuelta mediante un número, el mismo que abolirá las diferencias en el interior del cuerpo combatiente, pero el proceso de unifor­mización exigirá una ocultación aún mayor: en la uniformidad de la simulación total de los cuerpos, después del uniforme clásico, cada na­ción tiene su color invisible (azul, caqui, verde agrisado ... ), significando en general una volun­tad de desintegración, y el cuerpo combatiente deja de ser uno, se hace número, cadáver utiliza­do para construir trincheras. El guerrero moder­no es desocializado y se convierte en un fantas­ma, privado del reconocimiento del cuerpo, fe­nómeno continuado en el «trompe-l'oeil», en el camuflaje de los carros de asalto durante la Gran Guerra. Pero en la II Guerra Mundial se intenta ya confundir totalmente, de la invisibili­dad nacional se pasa a la fusión y a la confusión: en el cuerpo combatiente desapareció el cuerpo animal, se adoptan componentes del medio am­biente y componentes militares (la apariencia de los adversarios, nadie sabe quién es quién), comprobamos que la desmaterialización del cuerpo combatiente avanza a la vez que su des­territorialización. El soldado es un fantasma de transformaciones y el fenómeno de su desani­malización se une a la mecanización del ejército. La guerra moderna deja de ser el arte del cuerpo combatiente, para convertirse repentinamente en el arte del motor combatiente.

LA DESAPARICION DEL CUERPO

TERRITORIAL

Cuando se dice que la guerra exige el mime­tismo, «il s'agit non seulement de se rendre soi­meme invisible pendant un instant comme dans un jeu, mais encare de dissimuler pour de lon­gues durées des objects gigantesques, de vastes étendues» (8), designa la extensión del principio de disimulación y del camuflaje, y el aumento de las dimensiones estratégica y logística de la guerra total. Desde este momento, el dominio estratégico se extiende al ritmo de las diferentes ocultaciones (vehiculares, materiales, urbanas, fronterizas ... ), estrategia de la velocidad en don­de no hay señal, en donde todo se juega en el instante (guerra-relámpago) y donde el frente de la batalla desaparece, se encuentre donde se en­cuentre la máquina de guerra disimulada, gue­rrilla motorizada y total en la que la guerra es li­berada de cualquier convención: «l'inconnu de l'arme répete l'inconnu du soldat, le pen;u, le vi­sible sont des tactiques subsidiaires, le secret voila la puissance, la délocalisation, voila la pa­rade». Los trazados de la vía del tren y de las vías rápidas son trazados de camuflaje en la mo­vilización general, disimulan la unicidad en fa­vor de la conformidad, los mapas están en lugar

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del territorio y las estadísticas en lugar de los hechos. Esta estética de la ocultación que los conflictos revelan muestra al jefe de la gue­rra como un semi-conductor de un proceso abs­tracto.

Virilio a través de su ensayo sobre la inseguri­dad del territorio pretende hacer notar que todo el espacio fue atacado y que la inseguridad im­pera hoy por un exceso de vigilancia. «La guerra absorbió completamente su dialéctica en una defensa absoluta» (9). La historia es en primer lugar geografía. El mar que estaba considerado como uno de los principales espacios lisos es lo que aparece más dibujado, transformándose en una dependencia de la tierra, señalado mediante rutas fijas, direcciones constantes y por una cuenta-hidráulica de canales y tubos conducto­res. Según Virilio el mar sería el lugar del «fleet in being» (10), un espacio ocupado por un vec­tor de desterritorialización en movimiento per­petuo. El submarino estratégico no tendrá nece­sidad de dirigirse en dirección a un blanco preci­so, sino que se limitará a permanecer invisible

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en el mar, realizando un viaje circular, absoluto e ininterrumpido, ya que no tiene ni partida ni llegada. Semejante concepción quita todo valor estratégico a la localización geográfica para atri­buirlo en este contexto a la DESLOCALIZA­CION de un vector en continuo movimiento. Por otro lado la guerra total inaugurada por Hi­tler, implica el dominio completo del espacio aé­reo. Este se encuentra completamente obstacu­lizado por geometrías ortogonales gubernamen­tales y saturado de aviones de caza, cohetes, mi­siles y aviones de transporte. El modelo militar se tecnologiza. Las ciencias experimentales in­crementan el desarrollo de un arte de guerra que cada vez se autonomiza más a medida que el Estado político perece. El proletario militar surge cada vez más como un «relais technique hasardeux» que urge corregir mediante prótesis creadas por el «ingeniero militar». La «guerra pura» parece que constituye el escenario posible de este equilibrio del terror y de esta coalición nuclear en la dimensión del planeta. No es ni la paz ni la guerra «total»: «c'est l'instance militai-

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re elle-méme dans sa perennité ordinaire» (11). La guerra no será identificable a un conflicto de­clarado. Subsistirá no obstante la ilusión de que el estado de paz es la ausencia de la guerra de­clarada y que el militar que dejó de combatir y que «está presente» en la sociedad es pacífico y que hasta la institución militar puede ser benéfi­ca. Herencias que acabamos manejando en la teoría y en la práctica.

A LA DEFENSA UNANIME DE LOS CUERPOS DEL EJERCITO SUCEDIO UNA RESISTENCIA SIN CUERPOS

Se piensa en una resistencia sin territorio, en una tierra hecha inhabitable por el depredador militar. La unidad del tiempo y del lugar se rom­pe, constatamos el fin de la defensa civil «sur place» y la guerra popular se convierte en una guerra del tiempo, o sea en una guerra de «ren­dez-vous» horarios. Es aclaratorio que Virilio ejemplifique con situaciones de guerra específi­cas, para ilustrar dos formas de lucha. La resis­tencia del pueblo vietnamita al asalto tecnológi­co americano es aún una guerra del tiempo, pe­ro dejó ya de ser una guerra de «rendez-vous» militares. El éxito vietnamita se debió a la dura­ción de la resistencia filosófica de las poblacio­nes y de su grado de adaptación y de aclimata­ción a un medio convertido en inhóspito y mo­ral. De cualquier forma, aún según Virilio, fue la adopción de métodos de guerra clásicos lo que posibilitará el final de los conflictos y que se lle­gase por etapas a un difícil acuerdo.

La defensa popular en el Vietnam se afirmaba como una entidad no militar dotada de medios y estratagemas específicamente civiles y no vio­lentos. Los civiles habían concebido su guerra como una especie de revolución agraria, cuyo objetivo se centraba en la conquista topológica de su propio subsuelo (12). Sin embargo esta forma de lucha o de defensa de grupos que se identifican con su hábitat legal parece que ha ul­trapasado el problemático caso palestino. La re­flexión sobre el pueblo palestino lleva a Virilio a pensar sobre la DESLOCALIZACION nacional, ya que para los palestinos el terreno legal, el te­rritorio político, acabarán desapareciendo com­pletamente «pour devenir les enjeux mémes de la lutte» (13). Para el palestino el enemigo no es nacional, sino mundial. Los que sostienen que el combate palestino no es una «defensa» popu­lar tienen razón, «il est un assaut populaire de­venu suicidaire parce qu'ils n'ont pas eu le choix» (14). Después de haber sido eliminados geográficamente, su último objetivo es que el pueblo palestino no desaparezca de las memo­rias como desapareció del mapa. Al dejar de ser legalmente habitantes de la Tierra en cuanto emigrantes, aún les queda el territorio específico de los media, de la vía aérea, de la vía férrea, de la imprenta y de la televisión. La guerra, como

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ya afirmaba en el siglo XIX Ratzel, consiste en deslizar sus fronteras sobre el territorio de otros. En ese mismo sentido se puede afirmar que los palestinos trasladan las suyas, bajo la forma de informaciones por todo el mundo. Desde este momento los Palestinos son maestros de un im­perio audiovisual existiendo en alguna parte, con una edad precaria y fantasmagórica en el fondo de la memoria de 4 a 500 mil millones de telespectadores de un Estado fundado sobre ca­rreteras, aglomeraciones e imágenes. No obstan­te no nos precipitemos en consideraciones alta­mente imaginarias. La supresión de las fronteras nacionales, la hipercomunicabilidad del mundo no amplió el espacio de la libertad, pero marcó al contrario su desaparición, frente a la expan­sión de un poder totalitario. La división hoy no se sitúa, como bien señala Virilio, entre la iz­quierda y la derecha como afirman los grandes líderes, sino a escala mundial entre las poblacio­nes civiles y los representantes de la tecno-es­tructura militar. No hay necesidad de que haya cuerpos del ejército para atacar a los civiles, bas­ta que estos estén lo suficiente entrenados para pulsar el botón de sus puestos de radio y televi­sión: el sonido, la imagen espectral, la rapidez informativa hará el resto. A partir de ahora «c'est l'assaut militaire qui est déformé dans l'espace et le temps» (15), la adhesión irracional de las poblaciones a una supranacionalidad tec­nológica constituye el estado último de la deslo­calización civil y su sujeción. La dictadura de Hitler, como señalaba Albert Speer, fue la pri­mera dictadura de un Estado industrial que para dominar al propio pueblo recurrió a todos los medios ofrecidos por la técnica. Hoy los media están al servicio de un poder que intenta «gobernar más mediante la administración del tiempo que me­diante la administración del territorio» (16).

LA ACELERACION TECNICA DE LOS

MODOS DE TRANSPORTE/EMISION Y LA

NUEVA PERCEPCION

La segunda fase de Virilio está constituida por cuatro libros que continúan el análisis inaugura­do en 1980 en la Esthétique de la disparition. Vi­rilio comienza analizando el nuevo espacio de la representación creada por las tecnologías de hoy. En la Logistique de la perception, muestra las influencias de la guerra moderna sobre las técnicas cinematográficas. En el Espace critique y en L 'horizon négatif, Virilio demuestra que el desenvolvimiento acelerado de la información y de las nuevas tecnologías (la difusión de las su­perficies de las pantallas, procedimiento de si­mulación, imágenes sintéticas) pusieron en en­tredicho las jerarquías y oposiciones tradiciona­les entre lo real y lo simulado, lo real y la ima­gen. El efecto de lo real suplantó a la realidad inmediata. Pasamos, bajo el signo de la veloci­dad y de la luz, de una estética moderna de la

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aparición a una estética de la desaparición. Los dos conceptos-llave en esta obra de Virilio, y por eso podría llamarse de nuevo, «Vitesse et politi­que», son la dromoscopia y la transpolítica; los universos del viaje y de la ciudad están ahora re­feridos a la violencia de la velocidad, universos en los que se pueden leer los efectos culturales de la aceleración. El tiempo para Virilio no es sólo un factor histórico unido a la usura/ ero­sión, o a la sucesión de estilos, es lo que escapa a la percepción. Hasta el siglo XIX los fenóme­nos estéticos surgieron de soportes cálidos, ya se tratase de tela pintada, ya del mármol del es­cultor. La persistencia de la imagen estaba de­terminada por la fijeza, materialidad y dureza de un soporte. A partir de la linterna mágica, de la película de dibujos, de la fotografía y del foto­grama cinematográfico, la persistencia de las imágenes es la de la retina. El espacio-velocidad deja de ser cronofotográfico para ser dromográ­fico: «les images cinématographiques existent d'autant plus qu'elles défilent, c'est-a dire qu'e­lles disparaissent... l'image n'existe qu'en fuite»

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_________________ CUIJ �.�, ...... QlITNA ________________ _ MAQlITNACULTIJRA

(17). Si pasamos más de 17, 24 ó 60 imágenes por segundo, velocidad límite de la percepción, entramos automáticamente en lo sublime, en lo no visto, no porque el objeto deje de estar, sino porque pasa demasiado deprisa, es la situación que Virilio llama espacio-velocidad (18). La es­tética de la ocultación es el final de un espacio de representación organizado por el punto de fuga. La velocidad transforma no sólo el espacio, sino también el tiempo -lo que hace que Virilio escriba sobre la llamada arquitectura vectorial. Como él escribe -el mundo con dimensiones procedente del Renacimiento está a punto de desaparecer; lo sustituye la inconmensurabilidad, el parecer en lugar del ser. Estamos ante la crisis de un espacio sustancial, homogéneo, heredado de la geo­metría griega, en favor de un espacio accidental, he­terogéneo, en el que las partes, las fracciones se ha­cen nuevamente esenciales. La atomización y la de­sintegración de las figuras y de las referencias visi­bles favorece todas las transmigraciones y toda espe­cie de transfiguraciones (19). El presente está hecho de imágenes móviles (de puntos) que colocan de-

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lante de los ojos los destrozos resucitados del pasa­do (y preparan los destrozos del futuro ... ). El siglo XIX al inventar el automóvil, el tren y el avión, desa­rrolló la estética de la ocultación a la vez que ésta se une al cinematismo de la visión vehicular, o sea a las visiones de velocidad que los vehículos a cada mo­mento nos proporcionan. Cada objeto técnico es portador de un determinado régimen de temporali­dad. Antiguamente el régimen de temporalidad era biológico y climático, con la llegada de las altas tec­nologías el régimen natural de la temporalidad desa­parece. Nos movemos hoy en una cosmogonía elec­trónica. Virilio repite frecuentemente que la percep­ción está unida a una pérdida «sans perte, pas de perception» (20).

Lo más importante para él, en la técnica, son las interrupciones, es el montaje: «c'est juste­ment la fragmentation qui fait que je ne peux pas voir ce qui est derriere moi» (21). Es porque hay interrupción de la visión directa por lo que hay percepción del tiempo propio, o identidad del tiempo vivido. Si sólo hubiese continuidad, sin ausencia, acabaríamos durmiéndonos. Todo ob­jeto tecnológico interrumpe el sistema biorrítmico. La técnica, parasitando el sistema de interrupción, crea uno nuevo, a través del montaje cinematográfi­co y de las secuencias videográficas.

Virilio mezcla siempre los dos media automó­vil/ audio-visual, practicando la fusión del vehículo automóvil y del vehículo audio-visual. Para él habrá siempre dos efectos de velocidad y dos efectos visión: el efecto videográfico y el efecto dromográfico. Hay por tanto siempre «un couplage et un parasitage» (22): a las percepcio­nes biológicas, fisiológicas de la percepción se unen las interrupciones electrónicas y técnicas. La técnica se caracteriza no sólo por proporcio­narnos más, sino especialmente porque nos in­terrumpe de manera diferente. Al contrario de Wittgenstein, que afirma que no hay imágenes mentales, Virilio considera que las imágenes óp­ticas son imágenes mentales ya que toda la re­presentación se ve por medio del siquismo. Constatación que Virilio evoca al comienzo de la Esthétique de la disparition cuando habla de las «ausencias» del picnoléctico (23). Frecuente­mente los picnolépticos están obligados a relle­nar mediante una invención permanente los tiempos blancos que se volatilizarán de la me­moria. La luz que hace las cosas visibles no es solo la luz solar, lunar o electrónica, hay tam­bién una luz síquica (24). Virilio en lugar de ha­blar de velocidad de la luz, prefiere hablar de la luz de la velocidad. Toda realidad está a punto de pasar y las cosas no son siempre las mismas. Un paisaje visto desde lo alto de una colina que es posteriormente analizado con el telescopio o con la ayuda de un instrumento electrónico no es necesariamente el mismo, ya que la velocidad de observación cambió. En el primer caso se tra­ta de una velocidad metabólica del individuo. En el segundo es la prótesis que pone en movi­miento, en velocidad, el paisaje.

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________________ CULTURAMAQUINA _______________ _ MAQ

Con las «imágenes subliminales» vamos en dirección a un cine en el que el individuo que­dará sobreexpuesto a las imágenes-velocidad (vértigo) de las que no podrá tener consciencia. Las imágenes del cine no serán imágenes ópti­cas, sino imágenes mentales o virtuales que rea­lizan una «mise en abíme» de lo real. Virilio ob­serva e interroga la ciencia como enigma. Los que están contra la técnica, la guerra nuclear, lo son en la mayor parte de los casos de manera moral y no especulativa. Virilio examina el obje­to técnico no para ver cómo funciona, sino para descubrir lo que en él está escondido. Todos sa­bemos por ejemplo que la revolución industrial permitió no sólo producir, sino multiplicar obje­tos iguales en serie que pretendemos conocer, mediante su empleo. Sin embargo Virilio al in­terrogarse concretamente sobre el automóvil, piensa que el más importante fue que con él se creó un medio de producción de velocidad, será en ella pues en la que reside lo desconocido. Al mismo tiempo que la técnica es un modo de ha­cer utilizable y funcional el saber, y de hacerse instrumental en el sentido restricto, es también un medio de aumentar y desarrollar lo descono­cido. Entramos ya en una nueva era de la visibi­lidad en la que la temporalidad sufrió un cambio importante. Al tiempo que pasa de la cronología y de la historia se constituye un tiempo que se expone a la velocidad absoluta de la luz. Esta derivación del absolutismo científico del espa­cio/tiempo newtoniano al del einstenismo de la velocidad de la luz es «reveladora», en la acep­ción fotográfica del término. El tiempo, orden de sucesión según Leibniz, se convirtió con Einstein en orden de exposición, sistema de re­presentación de un mundo físico en el que el fu­turo, presente y pasado se convierten en figuras contiguas de la sub-exposición, exposición y so­bre-exposición. A partir de la luz ordinaria de los aparatos ópticos habituales (microscopio, te­lescopio) hasta a la luz «extraordinaria de la óp­tica relativista y probabilista de los microscopios electrónicos, de los radiotelescopios y otros ace­leradores de partículas, asistimos a un cambio de la representación física que se debe a la «mi­se en oeuvre» de un tiempo de exposición cada vez más corto ( de orden del segundo a la frac­ción millonésima del segundo), que nos lleva más allá del tiempo de sucesión cronológica en un orden de visibilidad cronoscópica o más exactamente dromoscópica (25). La tesis de Kant según la que el tiempo es imposible de ob­servar directamente se viene abajo, debido a que la relatividad, «teoría del punto de vista» de Einstein, corresponde a una especie de «mise au point» fotográfica o fotónica del mundo físico atómico y sub-atómico. Al tiempo que pasa co­rrespondía antes un tiempo extensivo, el de las efemérides y del calendario que justificaba ple­namente la tesis kantiana de la invisibilidad del tiempo. Al tiempo que se expone instantánea­mente corresponde ahora un tiempo intensivo,

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el de la cronoscopia del «eterno presente relati­vista», óptica integral que se asemeja a la ubicui­dad y a la simultaneidad de la mirada divina. Se­gún Virilio, y en eso por lo menos tendrá razón, los físicos al estar obligados a atribuir al acciden­te la importancia primera que era atribuida a la sustancia, cayeron en la trampa tejida por su ló­gica cosmológica, acabando por transformar el accidente en la forma laica del milagro.

CRISIS DE LAS DIMENSIONES O LA

PERDIDA DE LA ESCALA DE

LAS COSAS

Las tecnologías nuclear, electrónica, espacial de origen militar, constituyen hoy gran parte del sustrato tecnológico de las sociedades desarro­lladas. Estas nuevas formas de la tecnología se caracterizan por la deslocalización y por la abs­tracción. Los objetos manipulados perdieron consecutivamente su carácter empírico y real. Después de unos cuarenta años, la cuestión del

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gigantismo y de su correlato, la miniaturización, habitan en el universo militar. El paso del arma clásica al arma nuclear introduce un cambio completamente nuevo que está fuera de la des­cripción de la mecánica clásica (26). La bomba atómica constituye una de las figuras emblemá­ticas de la ruptura dimensional introducida por la física moderna. El cuadro epistemológico de la física cuántica, rompiendo con las representa­ciones de la mecánica clásica unidas a la percep­ción visual y táctica de los objetos de nuestro medio cotidiano, permitirá tratar objetos imper­ceptibles a nuestros sentidos por la vía indirecta de una formalización y la constitución de obje­tos manipulables y reales, no perceptibles en una experiencia de aprensión sensorial inmedia­ta. Virilio pretende ser claro en este punto. Por un lado, lo infinitamente «grande» desde el punto del espacio-tiempo relativista parece acce­sible a nuestros instrumentos de medida (radio­telescopio, espectroscopio), por otro, lo infinita­mente «pequeño» del espacio-velocidad ultra­relativista permanece para siempre inaccesible,

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pues según los especialistas sería necesario construir un acelerador de partículas del tamaño de nuestra galaxia para esperar a contemplar el lado de más allá del tiempo (27). Para Virilio es­tamos a punto de perder el sentido de la medi­da, entramos ya en el mundo de lo inconmensu­rable. Ya no nos podemos situar en las dimen­siones enteras, sino sólo en dimensiones frac­cionadas. Virilio acepta el punto de vista de Mandelbrot sobre la dimensión física (28). Para Benoit Mandelbrot, el teorizador de los objetos, la dimensión física es «affaire de degré de réso­lution» y el resultado numérico (de cero a varias dimensiones) depende de las relaciones entre el objeto y el observador, o sea, del desvío entre lo observado y el observante. Las dimensiones es­paciales no serán más que mensajes fragmenta­rios que la geometría no ha cesado de interpre­tar mal. Si se debe a Haussdorf la introducción desde 1919 de la noción de dimensión generali­zada capaz de abarcar todos los valores posibles (fraccionarios, irracionales ... ), es Mandelbrot el que desarrolla el principio de la fragmentación infinita de las dimensiones. La velocidad contri­buyendo a «mettre en lumiere» los fenómenos espacio-temporales, aparecerá como lo que nun­ca dejó de ser, una grandeza primitiva, o sea, el instrumento de medida preferido de extensión y duración. La crisis de la noción de la dimensión de la física entera nos conduce a abandonar la «découpage» del espacio en dimensiones sucesi­vas. Al viejo sistema del desfile cronológico y cronográfico del pasado, presente, futuro deberá entonces legítimamente suceder el sistema del desfile cronoscópico y cromofotográfico, sub­expuesto, expuesto, sobrexpuesto. Lo que per­mitirá aclarar y «mettre en lumiere» la noción de temporalidad y consecuentemente examinar la naturaleza de las diferentes medidas del espa­cio-tiempo, no sólo únicamente la hora, el mes, la alternancia de la luz y su ausencia diurna-noc­turna del día solar y de la noche, sino también el conjunto de procesos de exposición y de oculta­ción fisiológicas (sueño, vigilia picnolepsia y co­ma prolongado y ceguera) y tecnológicas que fraccionan la intensidad y la duración del día químico de las velas, el día eléctrico de las lám­paras, de las pantallas y de los monitores, sin ol­vidar la luminosidad de este fotograma filmográ­fico que no es más que la proyección en secuen­cias rápidas y continuas (24 imágenes por segun­do) de la cronofotografía de Marey y Muybridge (29). Al «día del tiempo» astronómico sucederá lógicamente, según afirma Paul Virilio, el «día de la velocidad» técnica, este «falso-día» de la luz de la velocidad de la luz que propagan la electrónica y mañana la fotónica y estos moto­res/ emisores y otros generadores de visiones y de duraciones específicas que son el cine, el vídeo, y la informática, sin olvidar la ..a..«automovilidad» y la respectiva cine- •� mática generalizada» (30). �

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NOTAS

(1) Gil, Fernando, Mimésis e Negariío, Imprenta Nacio­nal, Lisboa, 1984, pp. 336-337.

(2) lbid.(3) Deleuze, Gilles, Mil/e Plateaux, Minuit, Paris, p.

473: «el nómada es vector de desterritorialización. El une el desierto al desierto, la estepa a la estepa, a través de una se­rie de operaciones locales cuya orientación y dirección no paran de cambiar».

(4) Virilio, Paul, Vitesse et politique, Galilée, Paris, pp.21-22.

(5) Deleuze, op. cit., p. 480.(6) Virilio, Paul, L 'horizon négatif, Gailée, Paris, p. 99.(7) lbid.(8) lbid.(9) Virilio, Paul, Déjense populaire et luttes écologiques,

Galilée, Paris, 1978. (10) Virilio, Paul, Vitesse du politique; «le feet in being,

c'est la présence permanente en mer d'une flotte invisible pouvant frapper l'adversaire n'importe ou et n'importe quand ( ... ), c'est une nouvelle idée de la violence qui ne nait plus de l'affrontement direct, mais des propriétés iné­gales des corps, de l'évaluation des quantités de mouve­ments qui leur sont permis dans un élément choisi, de la verification permanente de leur efficience dynamique. Le fleet in being invente la notion d'un déplacement qui serait sans destination dans l'espace et le temps».

(11) Virilio, Paul, Défense populaire et luttes écologi-ques, p. 11.

(12) lbid.(13) lbid.(14) lbid.(15) lbid.(16) lbid.(17) Virilio, Paul, in Art/Press, n.0 82, Paris, juin 1984, p.

39. (18) Virilio, Paul, in Hors cadre, n.º 4, Paris, 1986.(19) Virilio, Paul, L'espace critique, Ch. Bourgois, Paris,

1984. (20) Virilio, Paul, in Hors cadre, op. cit.(21) Virilio, Paul, in Cahiers du cinéma, n.º 322, Paris,

1981, pp. 35 y SS. (22) lbid.(23) Virilio, Paul, Esthétique de la disparition, Balland,

Paris, 1980, p. 9: «les absences peuvent etre tres nombreu­ses, plusieurs centaines par jour qui le plus souvent passent completement inapen;ues de l'entourage, on emploie alors de terme de picnolepsie (du grec. picnos, fréquent). Pour le picnoleptique, le temps absent n'a pas existé, a chaque cri­se, sans qu'il s'en doute, un peu de durée lui a simplement échappé».

(24) Consultar a propósito de esto el libro de Henri Ale­kan, Des lumiéres et des ombres, Paris, s.d.

(25) Virilio, Paul, in Traverses n.º 35, Centre G. Pompi­dou, Paris, 1985.

(26) Pignon, Dominique, in Communications, n.0 42 (Legigantesque), Seuil, p. 87.

(27) Virilio, Paul, ibid.(28) Mandelbrot, Benoit, Les objects fractais, Flamma­

rion, Paris, 1975. (29) Virilio, Paul, in L'Art et le Temps, regards sur la

Quatriéme dimension, Société des Expositions du Palais des Beaux-Arts, Bruxelles, 1985, pp. 55-57.

(30) lbid.

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