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El Azar: un milagro al revés
Paul Virilio
Jorge Echavarría CarvajalUniversidad Nacional de Colombia
François Walter, Catastrophes. Une histoire culturelle XVIe - XXIe siècle, Paris : Éditions du
Seuil, 2008
Terremoto de Lisboa en 1755
Messina en 1783
La peste de Marsella en 1720
Peste en Moscú en 1771
La inundación de Grenoble en 1733…
La balsa de la Medusa (Le Radeau de la Méduse)Théodore Géricault, 1819 Óleo sobre lienzo •491 cm × 717 cm - Museo del Louvre, París
Gérard Rancinan-Le radeau des-illusions-2008
“(…) Nuestras penas, nuestros pesares, y pérdidas, sin número quedan.
Para nosotros el pasado sólo es un triste recuerdo;
El presente es horrendo, si no hay porvenir,
Si la noche de la tumba el ser que piensa, destruye
Un día todo estará bien, he allí nuestra esperanza
Hoy todo está bien, he allí la quimera
Los sabios me engañaban, y sólo Dios tiene razón..”
(Voltaire)
Terror ante la posible falla informática del cambio de milenio
11 de septiembre de 2001 en New York
Tsunami de 2004 en Indonesia
Atentados en Madrid en 2004
Nueva Orleans después del huracán Katrina en 2005
Terremoto en Haití 2010
Supuesta pandemia virus H1N1 a partir de 2006
Desastre nuclear en Japón 2011
Efectos del cambio climático
Fin del mundo según las “profecías mayas” en 2012
François Walter, Catastrophes. Une histoire culturelle XVIe - XXIe siècle,
Paris : Éditions du Seuil, 2008
Continuidad de sensibilidades y reacciones afectivas frente al desastre, al azar: autoincriminación por una falta, en la que los humanos han de asumir la culpa que genera sus calamidades. En el mundo contemporáneo, la falta sería colectiva e inscrita en el modo de vida, desplazando la emergencia del azar a denunciar la irresponsabilidad de las actividades humanas.
En lugar de actos de penitencia, hoy son las cumbres y reuniones el escenario de expiación.
Secularización como mito ilustrado: análisis racional no se muestra superior a lo simbólico, lo afectivo, lo emocional…
Puesta en escena discursiva de la catástrofe, construcción de su paisaje
En 1830, en la cima de su carrera, John Soane hizo una exposición de su obra en la Royal Academy de Londres. Para ella encargó a Joseph Michael Gandy una perspectiva del Banco de Inglaterra en ruinas
1798
1832
La cara lunar de la modernidad: el romanticismo
Caspar David Friedrich Cementerio del monasterio en la nieve
Entada de cementerio ( 1825)
Naufragio en mar helado
Caspar David Friedrich - The Cemetery Gate (The Churchyard)
Monje en la nieve
Modernidad: exorcismos del azar
El progreso como antídoto de la fortuna, la voluntad divina, el destino.
Cálculo de riesgos: cálculo del azar, medida, racionalización, metrización de lo imprevisto, reducción de lo indeterminado
Momento optimista, eufórico
…pero, a más calculo racional, más facetas se despliegan como desconocidas: futuro incierto y riesgoso
El viejo sueño de la modernidad sólida de organizar, controlar y diseñar la realidad (sueño de derecha como de izquierda) ha fracasado rotundamente.
“Si fuera posible representar el conocimiento como una esfera cuyo volumen aumenta sin cesar, la superficie de contacto con lo desconocido crecería de forma desmesurada”
Francesco di Castri, citado por Virilio
“Cuando se dieron a conocer las vías férreas en el siglo XIX, Audibert, el ingeniero de ferrocarriles, decía: ‘Si logramos hacer que los trenes lleguen a la hora en punto, habremos dotado a la humanidad del instrumento más eficaz para la construcción del nuevo mundo’ Y este medio se llama la cronopolítica.
Necesidad de “politizar” la velocidad
Ulrich Beck: modernización reflexiva, que sucede a su etapa “simple”: autoconfrontación de la modernidad consigo misma, al hacer el tránsito de sociedad industrial a sociedad de riesgo: consecuencias colaterales latentes: expansión de opciones no disociada de la atribución de riesgos. Decisiones despliegan riesgos
Los riesgos son la secularización de la fortuna, y como ella, han devenido mitológicos: el destino producido metasocialmente ( Dios, la naturaleza…) a un destino producido socialmente
De la sociedad industrial a la de riesgo
Sociedad industrial de clases se basa en la producción y distribución de riqueza, la de riesgo en la producción, el reparto y división de estos
*Beriain, Josetxo. “El doble ‘sentido’ de las consecuencias perversas de la modernidad” en Beriain, J. (comp.) Las consecuencias perversas de la modernidad. Barcelona: Anthropos, 1996
Paul Virilio: estatuto central del accidente en nuestro imaginario colectivo: necesidad de un nuevo modo de inteligencia, no basado en el orgullo tecnocientífico sino en la responsabilidad
Jean-Pierre Dupuy: “catastrofismo ilustrado”: considerar el desastre inevitable y ponerlo en el futuro, planificando para el postdesastre
Jean-Pierre Dupuy, Pour un catastrophisme éclairé. Quand l'impossible est certain, Paris : Seuil, 2002, 216 p.
Petite métaphysique des tsunamis
Economía de la tecnología/accidente
La teoría del accidente de Paul Virilio sugiere que cuando se crea la tecnología, al tiempo se engendran las fallas, accidentes y errores que infectan la máquina. Tecnología y accidente están en una relación dinámica: en tanto más compleja es la tecnología, más evasivos son los fallos que se presentan y crean un mal funcionamiento. Así, cada nueva tecnología es el intento por ordenar el desorden del sistema, y expulsar la influencia caótica del accidente.
“El accidente es un milagro invertido, un milagro secular, una revelación. Cuando se inventa el barco, se inventa también el naufragio; al inventar el aeroplano, se inventa el accidente aéreo; cuando se inventa la electricidad, se inventa la electrocución…cada tecnología implica su propia negatividad, inventada al mismo tiempo que el progreso tecnológico (1999: 89).
« …la ciencia ha devenido el arsenal de los accidentes mayores, la gran fábrica de las catástrofes, mientras llegan los cataclismos del hiperterrorismo”.
Para Aristóteles, el accidente es lo contingente, aquello que puede variar sin que se altere la sustancia. En nuestro tiempo, en cambio, la aceleración propia de la mundialización “globalizada” ha hecho que lo invariable sea el accidente mientras que la sustancia se ha tornado contingente.
Cada nueva producción científica es, al mismo tiempo, la invención de un nuevo accidente específico. No como algo “colateral”, sino como un componente propio que revela esa nueva sustancia.
Si la técnica se adelanta y sorprende a los usuarios, también está delante de la mentalidad de sus realizadores: los científicos y tecnólogos no ven los accidentes que sus innovaciones conllevan
Velocidad y accidente
“Una característica, especial entre todas, contrapone la civilización contemporánea a aquellas que le han precedido: la velocidad.”
Marc Bloch
“Esta circunstancia determina, a su vez, una segunda característica: el accidente, generalización progresiva de acontecimientos catastróficos que no sólo afectan la realidad actual, sino que también son causa de ansiedad y angustia para las generaciones venideras”
Paul Virilio
Dromología es resposable del desarrolllo exponencial de accidentes
Industrialización de la catástrofe: Freud: “la acumulación pone fin a la sensación de azar”
Una sociedad que privilegia la velocidad del presente - en tiempo real - en detrimento tanto del pasado y del futuro, también privilegia el accidente.
“Progreso y catástrofe son las dos caras de la misma moneda” H. Arendt
J.G.Ballard
Rascacielos
"La espectacular vista de la terraza siempre recordaba a Laing los sentimientos ambivalentes que el paisaje de cemento despertaba en él. Era obvio que parte de esta seducción había que atribuirla al hecho de que éste era un ambiente construido no para el hombre sino para la ausencia del hombre“
"Los habitantes del edificio parecían criaturas de un zoológico en penumbras, conviviendo en una calma hostil y atacándose de vez en cuando en fugaces estallidos de ferocidad“
"El aspecto decadente del rascacielos era un modelo del mundo que los esperaba en el futuro, un paisaje más allá de la tecnología donde todo estaba en ruinas".
Catástrofe aérea
La noticia de que el avión más grande del mundo se había hundido en el mar cerca de Mesina, con mil pasajeros a bordo, me llegó a Nápoles, donde estaba cubriendo el festival de cine. Apenas unos pocos minutos más tarde de que las primeras informaciones de la catástrofe fueran transmitidas por la radio (el mayor desastre de la historia de la aviación mundial, una tragedia similar a la aniquilación de toda una ciudad), mi redactor jefe me telefoneó al hotel.
-Si aún no lo has hecho, alquila un coche. Baja hasta allí y ve lo que puedes conseguir. Y, esta vez, no olvides tu cámara.
-No habrá nada fotografiable -hice notar-. Un montón de maletas flotando en el agua.
-No importa. Es el primer avión de este tipo que se estrella. ¡Pobres diablos! Eso tenía que ocurrir algún día.
"El edificio de apartamentos estaba creando un nuevo tipo social, una personalidad fría y cerebral impermeable a las presiones psicológicas de la vida en el rascacielos, con necesidades mínimas de intimidad, y que proliferaban como una avanzada especie mecánica en esa atmósfera neutra. Era el tipo de gente que se contentaba con no hacer otra cosa que estar sentada en el costoso apartamento, mirar la televisión con el sonido apagado, y esperar a que los vecinos cometieran algún error"
Museo del Accidente: «Exponer el accidente, todos los accidentes, desde el más banal al más trágico, de las catástrofes naturales a los accidentes industriales y científicos, pero además exponer también el accidente feliz, del golpe de suerte al flechazo amoroso, ¡ y hasta el golpe de gracia ! Exponer el accidente para no estar sólo expuestos al accidente.»
"Ce qui arrive" exhibición de Paul Virilio 2003
(Cartier Foundation for Contemporary Art)
Svetlana Alexievitch, Dominic Angereme, Jem Cohen, Bruce Conner, Cai Guo-Qiang, Peter Hutton, Jonas Mekas, Aernout Mik, Tony Ourler, Artavazd A. Pelechian, Nancy Rubins, Wolfang Staehle, Moira Tierney, Andrei Ujica, Stephen Vitiello, Lebbeus Woods y Alexis Rochas.
De “philosophie” a “philofolie”
Incidente, accidente, catástrofe, cataclismo: lo que surge de modo imprevisto, ex abrupto…
Accidente como “aparición de una cualidad de la cosa que se hallaba enmascarada por otra de sus cualidades”, P. Valéry
Confusión atentado y accidente ( 9-11): cualidad del accidente usada como arma. En este sentido, una invención.
De la filosofía a la filolocura (philofolie): amor a lo impensado radical, donde el carácter insensato de nuestros actos no sólo dejaría de alarmarnos conscientemente, sino que nos embelesaría, nos seduciría…
Del accidente de la sustancia al de la información
Accidente y política
Democracia liberal y totalitarismos, frente al accidente, no son tan diferentes: ambas tratan de domesticar el accidente, ahogando lo real: represión y censura, escamoteo de información, mecanismos de la tiranía, o saturación de información catastrófica hasta el acostumbramiento, el de las democracias.
El pánico anula el lugar de la reflexión y los medios se hacen cargo, no ya de la demanda de reflexión colectiva, sino de una demanda de emoción colectiva, estrategia que también conocen y usan los terroristas.
Museo del accidente expone la imposible erradicación y evitación del accidente, descubriendo su ocultamiento mediático y advirtiendo de la posibilidad de una catástrofe universal
Emociones y miedo colectivos
La “sincronización de las emociones colectivas” ( democracia de emoción, no de opinión, favorecida por las tecnologías de información masiva)y la “administración del miedo público” (El pánico es el argumento central de la política) son instrumentos letales, que favorecen la manipulación masiva, en detrimento de las posibilidades de acción política eficaces.
“Siempre se infunde miedo en nombre del bien”
Virilio propone un antídoto irónico: crear un “Ministerio del Tempo” para, como en la música, regular los ritmos de la vida.
El terror es la concretización de la ley del movimiento. El terror es indisociable de la velocidad. La temática de la velocidad es también la cuestión de la sorpresa, y la sorpresa es el miedo.
La crisis financiera mundial que estalló en 2008 no es sólo un problema financiero, sino un derivado de la velocidad. Las cotizaciones automatizadas entre bancos, realizadas por plataformas automáticas, jugaron un papel central en la crisis.
Hoy vivimos bajo el régimen de una comunidad de emoción, estamos en lo que he llamado un comunismo de los afectos: resentir la misma emoción, en el mismo instante. El 11 de septiembre de 2001, delante de una catástrofe telúrica equivalente a un terremoto o un tsunami, el planeta estuvo en la misma sintonía de emoción.
La gestión del miedo –a la bomba, al desastre ecológico, al terrorismo, al de-sempleo, al inmigrante, a la inseguridad– se ha vuelto el principal instrumento de gestión política. De esa estrategia nació otra amenaza: la vigilancia, el seguimiento, la trazabilidad de los individuos.
Hasta podemos pensar que, mañana, la noción de identidad, de documento de identidad, será remplazada por la trazabilidad de las personas. Una vez que se controlan todos los movimientos de un individuo, la cuestión de su identidad pierde todo interés. Basta con recabar informaciones sobre sus movimientos y la velocidad para localizar la persona o el producto.
La democracia es la reflexión común y no el reflejo condicionado. No existe opinión política sin una reflexión común. Pero hoy lo que domina no es la reflexión sino el reflejo. Lo propio de la instantaneidad consiste en anular la reflexión en provecho del reflejo.
Debemos reflexionar sobre el ritmo. Como en la música, nuestra sociedad debe reencontrarse con el ritmo. La música encarna perfectamente una política de la velocidad. A través de los tempos, el ritmo, la música es la encarnación misma de la política de la velocidad. Debemos elaborar una musicología de la vida. El problema no consiste tanto en aminorar la velocidad, sino en inventar ritmos sociales, políticos o económicos que funcionen. De lo contrario terminaremos en la inercia, es decir, en la lentitud y la parálisis más grandes que las de las sociedades del pasado, las sociedades sedentarias, rurales. De hecho, no necesitamos una visión revolucionaria sino una suerte de fuerza de revelación.
Nos falta el ritmo. Todas las sociedades antiguas eran rítmicas: estaban la liturgia, las fiestas, las estaciones, la alternancia del día y de la noche, el calendario, etc., etc. Pero con la aceleración de lo real hemos perdido esta organización rítmica. Vivimos en una sociedad caótica. La velocidad redujo el mundo a nada. El mundo es demasiado pequeño para el progreso, demasiado pequeño para la instantaneidad, la ubicuidad
De la euforia tecnológica a la inteligencia preventiva
Lo que Virilio propone es “tomar el accidente en serio, pero de ningún modo a lo trágico, pues esto implicaría caer en el nihilismo y pasar, sin transición, de la euforia de la sociedad de consumo a la neurastenia de esa sociedad del desamparo”. Tomarlo en serio sería trabajar en favor de una inteligencia preventiva, que tuviera en cuenta los accidentes implícitos en cada innovación. También sería fundamental abrir un espacio para un movimiento “escatológico” que, desde una perspectiva de profundo respeto por la finitud del horizonte humano, pudiera “hacer frente a lo imprevisible, a esa Medusa de un progreso técnico que extermina literalmente al mundo entero”.
En esta tarea se puede entrever lo que el alemán Hans Jonas denominó "la heurística del miedo", la convicción de que la acción política consiste en tomar nota de los peligros
Necesidad de un ateísmo tecnológico
Deseo de catástrofe contemporáneo*Miedo y angustia como fundadores contemporáneos de mitologías e imaginarios
Deseo de conciliar lo previsible (orden) con lo imprevisible (accidente)
Escenificación permanente del desastre…hasta que se produce realmente y se toma como destino: consagración, normalización de la catástrofe.
Mass media: refuerzo a la inminencia del riesgo, haciéndolo como representación no tanto como contenido.
Hacer ver y hacer creer Fascinación por el accidente, lo anómico
*Yves Citton, "La passion des catastrophes", Acta Fabula, Essais critiques, URL : http://www.fabula.org/revue/document4926.php
Jeudy, Henry-Pierre. Le Désir du catastrophe. Paris: Aubier, 1990
¿ Cómo admitir que sólo del desastre puede provenir la metamorfosis? : deseo de catástrofe como tabú
Catástrofe produce un efecto de espejo social: interrogación y reflexión
El desastre es, principalmente, una parte fundamental de las culturas y mitologías. Este cuestiona los esquemas organización de la protección y de la seguridad por la aparición de un colapso de nuestras representaciones habituales
Vivimos en medio de una obsesión colectiva por la catástrofe. Y esta obsesión es permanente, debido a la idealización de la gestión de riesgos en todo el mundo. No nos percatamos de que estamos rodeados por un discurso de precaución. Pero no podemos prever ni controlar todo lo que hay. Y cuanto más creemos que los riesgos están controlados, más vivimos obsesionados con las catástrofes. Es un círculo vicioso.
Gérard Rancinan