8
Prólogo “Silencio” “Del encanto y la extrañeza” ETSASevilla Memoria n=1 En la ciudad hay un barrio, en él un edificio. Callado. Dentro de ese edificio hay una escalera, al final de ella una azotea y en esa azotea, toda la ciudad. El antiguo edifício, abandonado por las ganas y los años, recicla en sus cristales rotos retales de instantes pasa- dos. Nunca había reparado en su presencia hasta una tarde, en la que paseando guiada por el único impulso de mis pies, me encontré ante su puerta. También allí encon- tré a un anciano, que debía haber visto pasar los mismos años que la fábrica, y que a juzgar por su aspecto también flotaba en un tiempo detenido. Leía un libro, que por lo que pude adivinar en su tapa, versaba sobre física cuánti- ca. Lejos de sorprenderse por la compañía, cuando reparó en mi presencia, comenzó a leerme en voz alta el fragmento que en ese momento le ocupaba: Cap. 1 “Escalera” (...) Técnicamente la belleza es un número cuántico que tienen ciertas partículas elementales. La belleza es efímera y las partículas bellas viven del orden de una mil-millonésima de segundo. Cuando el universo contaba con una fracción muy pequeña de segundo tras el Big Bang, se formó la materia bella para desaparecer rápidamente como conseguencia de un proceso de desintegración, Tras la fugaz existencia de una partícula bella, suele aparecer una partícula encantada. A su vez las partículas encantadas tambien viven brevísimamente pero dando lugar con bastante probabilidad a otro tipo: la extrañeza. Las partículas extrañas siguen siendo inestables, desintegrándose no tan rápidamente pero dando lugar, esta vez sí, a materia ordinaria tal y como la conocemos. (...) Para cuando pude darme cuenta, el anciano había desaprecido. Había una puerta abierta, intuí que el extraño señor había salido por ella. Me adentré en su búsqueda. Al otro lado encontré una escalera, y a mi nuevo amigo, que ya ascendía por el segundo tramo. Era esta una escale- ra hecha de palabras, que por acumulación de frases, nos elevaba hacia un destino que aún no podía distinguir. Cuando logré alcanzar a mi guía, comencé a vislumbrar la puerta hacia la que supuse nos dirigíamos. Llegamos a una azotea Cap. 2 “El Aleph” “…vi una pequeña esfera tornasolada, de casi intolerable fulgor. Al principio la creí giratoria; luego comprendí que ese movimiento era una ilusión producida por los vertigino- sos espectáculos que encerraba. El diámetro del Aleph sería de dos o tres centímetros, pero el espacio cósmico estaba ahí, sin dismi- nución de tamaño. Cada cosa (la luna del espejo, digamos) era infinitas cosas, porque yo claramente la veía desde todos los puntos del universo. Vi el populoso mar, vi el alba y la tarde, vi las muchedumbres de América, vi una plateada telaraña en el centro de una negra pirámide, vi un laberinto roto (era Lon- dres), vi interminables ojos inmediatos escrutándose en mí como en un espejo, vi todos los espejos del planeta…” El Aleph. J.L. Borges Dadme un laboratorio y moveré el mundo. Bruno Latour Vivimos a la altura de nuestros ojos, a medio camino entre las estrellas y los átomos. "Nuestra mente es porosa para el olvido; yo mismo estoy falseando y perdiendo, bajo la trágica erosión de los años, los rasgos de Beatriz." J.L Borges La arquitectura es una música congelada. A. Schopenhauer La azotea tenía dos niveles. El inferior era una suerte de caleidosco- pio que me envolvió, haciéndome confundir el arriba y el abajo, el dentro y el fuera, el aquí o el allí. Donde toda la ciudad se reflejaba y desde el que yo me proyectaba a todos sus rinco- nes. Un Aleph, leí un buen día, lo que otro mejor día Borges escribió. Un punto del espacio en el que confluyen todos los espacios, y de la misma e indisoluble manera, todos los tiempos. Pues bien, es lo que vi, o mejor diría lo que intuí. Esa estancia me indujo a un estado de ple- nitud, que solo fue superado en el momento en que subí al nivel superior, como si de la salida de la caverna de los reflejos de Platón se tratase, sentí que observaba todo desde el punto central, me sentí a la vez grande y diminuta, parte de un todo que observaba desde fuera. -Te estaba esperando, concluyó el señor. -¿A mi?, Debe estar equivocado, no lo conozco. (En mi cabeza continuaba resonando la lectura. Belleza. Encan- to. Extrañeza). -No a ti en concreto, esperaba a alguien a quien revelar mi lugar. La mayor parte del tiempo las personas pasan tan rápido por este rincón que ni reparan en su exis- tencia. Sin tan siquiera darse cuenta de que el escondite de lo que bucan puede ser este. Sígueme, me gustaría ense- ñarte algo. Una vez arriba reparé en la presencia de una especie de teclado, que recordándome al de un órgano, difería mucho de este. En ese instante fugaz, y todos los instantes en él contenidos, fui feliz. “Arquitectura y música son artes cosmológicas [...]. Ellas preparan el camino, ordenando el caos mediante una lógica de cualidades basada en oposiciones simples [...] La arquitectura opera en el orden de las simultaneidades y la música en el de las sucesiones, y en su desarrollo y aprecia- ción, cada una de ellas se remite a la otra” M.C. Escher

Del encanto y la extrañeza - fundacion.arquia.com

  • Upload
    others

  • View
    4

  • Download
    0

Embed Size (px)

Citation preview

Page 1: Del encanto y la extrañeza - fundacion.arquia.com

Prólogo “Silencio”

“Del encanto y la extrañeza” ETSASevillaMe

moria

n=1

En la ciudad hay un barrio, en él un edificio. Callado. Dentro de ese edificio hay una escalera, al final de ella una azotea y en esa azotea, toda la ciudad.El antiguo edifício, abandonado por las ganas y los años, recicla en sus cristales rotos retales de instantes pasa-dos. Nunca había reparado en su presencia hasta una tarde, en la que paseando guiada por el único impulso de mis pies, me encontré ante su puerta. También allí encon-tré a un anciano, que debía haber visto pasar los mismos años que la fábrica, y que a juzgar por su aspecto también flotaba en un tiempo detenido. Leía un libro, que por lo que pude adivinar en su tapa, versaba sobre física cuánti-ca. Lejos de sorprenderse por la compañía, cuando reparó en mi presencia, comenzó a leerme en voz alta el fragmento que en ese momento le ocupaba:

Cap. 1 “Escalera”

(...) Técnicamente la belleza es un número cuántico que tienen ciertas partículas elementales. La belleza es efímera y las partículas bellas viven del orden de una mil-millonésima de segundo. Cuando el universo contaba con una fracción muy pequeña de segundo tras el Big Bang, se formó la materia bella para desaparecer rápidamente como conseguencia de un proceso de desintegración, Tras la fugaz existencia de una partícula bella, suele aparecer una partícula encantada. A su vez las partículas encantadas tambien viven brevísimamente pero dando lugar con bastante probabilidad a otro tipo: la extrañeza.Las partículas extrañas siguen siendo inestables, desintegrándose no tan rápidamente pero dando lugar, esta vez sí, a materia ordinaria tal y como la conocemos.

(...)

Para cuando pude darme cuenta, el anciano había desaprecido.

Había una puerta abierta, intuí que el extraño señor había salido por ella. Me adentré en su búsqueda. Al otro lado encontré una escalera, y a mi nuevo amigo, que ya ascendía por el segundo tramo. Era esta una escale-ra hecha de palabras, que por acumulación de frases, nos elevaba hacia un destino que aún no podía distinguir. Cuando logré alcanzar a mi guía, comencé a vislumbrar la puerta hacia la que supuse nos dirigíamos. Llegamos a una azotea

Cap. 2 “El Aleph”

“…vi una pequeña esfera tornasolada, de casi intolerable fulgor. Al principio la creí giratoria; luego comprendí que ese movimiento era una ilusión producida por los vertigino-sos espectáculos que encerraba. El diámetro del Aleph sería de dos o tres centímetros, pero el espacio cósmico estaba ahí, sin dismi-nución de tamaño. Cada cosa (la luna del espejo, digamos) era infinitas cosas, porque yo claramente la veía desde todos los puntos del universo. Vi el populoso mar, vi el alba y la tarde, vi las muchedumbres de América, vi una plateada telaraña en el centro de una negra pirámide, vi un laberinto roto (era Lon-dres), vi interminables ojos inmediatos escrutándose en mí como en un espejo, vi todos los espejos del planeta…” El Aleph. J.L. Borges

Dadme

un

labora

torio

y move

ré el

mundo.

Bruno

Latour

Vivimos a la altura de nuestros ojos,

a medio camino entre las estrellas y los átomos.

"Nuest

ra men

te es

porosa

para

el

olvido

; yo m

ismo

estoy

falsea

ndo y

perdie

ndo, b

ajo la

trágic

a eros

ión de

los añ

os, lo

s rasg

os

de Bea

triz."

J.L Bo

rges

La arquitectura

es una música

congelada.

A. Schopenhauer

La azotea tenía dos niveles. El inferior era una suerte de caleidosco-pio que me envolvió, haciéndome confundir el arriba y el abajo, el dentro y el fuera, el aquí o el allí. Donde toda la ciudad se reflejaba y desde el que yo me proyectaba a todos sus rinco-nes. Un Aleph, leí un buen día, lo que otro mejor día Borges escribió. Un punto del espacio en el que confluyen todos los espacios, y de la misma e indisoluble manera, todos los tiempos. Pues bien, es lo que vi, o mejor diría lo que intuí. Esa estancia me indujo a un estado de ple-nitud, que solo fue superado en el momento en que subí al nivel superior, como si de la salida de la caverna de los reflejos de Platón se tratase, sentí que observaba todo desde el punto central, me sentí a la vez grande y diminuta, parte de un todo que observaba desde fuera.

-Te estaba esperando, concluyó el señor. -¿A mi?, Debe estar equivocado, no lo conozco. (En mi cabeza continuaba resonando la lectura. Belleza. Encan-to. Extrañeza). -No a ti en concreto, esperaba a alguien a quien revelar mi lugar. La mayor parte del tiempo las personas pasan tan rápido por este rincón que ni reparan en su exis-tencia. Sin tan siquiera darse cuenta de que el escondite de lo que bucan puede ser este. Sígueme, me gustaría ense-ñarte algo.

Una vez arriba reparé en la presencia de una especie de teclado, que recordándome al de un órgano, difería mucho de este.

En ese instante fugaz, y todos los instantes en él contenidos, fui feliz.

“Arquitectura

y música

son

artes cosmológicas [...].

Ellas

preparan

el

camino,

ordenando el caos mediante una

lógica de cualidades basada en

oposiciones

simples

[...]

La

arquitectura opera en el orden

de las

simultaneidades

y la

música en el de las sucesiones,

y en su desarrollo y aprecia-

ción,

cada una

de ellas

se

remite a la otra”

M.C. Escher

Page 2: Del encanto y la extrañeza - fundacion.arquia.com
Page 3: Del encanto y la extrañeza - fundacion.arquia.com

(1)

(5)

(4)

(3)

(2)

(3)

Tubo más grande de aproximada-mente 3 m

Tubo más pequeño de aproximada-mente 20 cm

La caja de sonido

“Del encanto y la extrañeza” ETSASevillaCr

oquis

n=2

“Arquitectura y música son artes cosmológicas [...].Ellas preparan el camino, ordenando el caos mediante una lógica de cualidades basada en oposicio-nes simples [...] La arquitectura opera en el orden de las simultaneidades y la música en el de las sucesiones, y en su desarrollo y apreciación, cada una de ellas se remite a la otra”.

En estos momentos soy brillante. Siento que resplandezco, la gruesa capa que suele separar mi interior de la realidad, queda converti-da en apenas una fina piel sensible capaz de catalizar hasta el más vago de los estímulos, capaz de distorsionar y retorcer cada pedacito de rea-lidad hasta convertirlo en belleza. Son lapsos de tiempo cortos, a veces instantes. Cuando consigo que permanezcan un poco más siento ser capaz de volar, de contemplar todo el universo que me rodea. Me siento parte del más ínfimo átomo y a la vez irremediablemente fuera de contexto, emo-cionada espectadora que disfruta de una ópera milimétricamente des-sin-cronizada.

Soy un caleidoscopio, un pequeño caleidoscopio capaz de distorsio-nar la realidad y convertirla en un sublime baile de luces y colores, capaz de arrancar la belleza de un instante y dejar sin aliento al espec-tador que contempla embelesado mi interior. Pero no es más que eso, un instante. Durante la mayor parte del tiempo muestro al mundo mi coraza, un exterior amable que esconde tras un sinfín de espejos y cristales su afilada esencia.

La caja de luz.

reflexión.(Del lat. reflexĭo, -ōnis).1. f. Acción y efecto de reflexionar.2. f. Advertencia o consejo con que alguien intenta persuadir o convencer a otra persona.3. f. Fís. Acción y efecto de reflejar o reflejarse.

Cap. 3 “La caja de sueños”

1) Todo rayo que incide paralelo al eje principal se refleja pasando por el foco.2) Todo rayo que incide pasando por el foco se refleja paralelo al eje principal.3) Todo rayo que incide por el centro de curvatura se refleja sobre el mismo.

(1)

(2)

(3)

FO

Espejo Cóncavo

F= FocoO= Centro de curvatura

Eje

Luz

Sonido

Energía OndasAire

Espacio

Tiempo

Arquitectura

Música

Por la noche, al llegar a casa, cansada tras la experiencia, me fuí directamente a la cama. Lo que después de ese momento sucedió, hasta hoy no he podido discernir si fue realidad o sueño.

Volví a aquel edificio, esta vez no había rastro del anciano. Me costó decidir cual de las puertas era la que esa misma mañana había atra-vesado, subí una escalera que también se me antojó diferente, ya no levi-taba sobre afirmaciones y pablabras, se lebantaba sobre pesadas piedras cuyo peso pude sentir arrastrándome hacia las entrañas de la tierra.

Cuando llegué arriba mis sospechas se confirmaron; el Aleph había desaparecido. No había ni rastro de los espejos, La luz se había ido, tam-bién el sonido. La ciudad volvía a callar,

Lo que sigue es un intento de re-componer la realidad/sueño que creí vivir.

A C

D B

rii r

i r

N N

Caos El orden dentro del caos

(1)

(2)

(3)

(4)

(5)

Captador de viento/genera-dor de aire

El aire llena los fuelles, donde se le da la presión adecuada.

Mediante un conducto se canaliza el aire a una sección llamada secreto

Esquema de funcionamiento Órgano tubular.

Cuando el orga-nista interpreta una pieza, selecciona un registro que le dé la “voz” adecuada al instrumento y presiona manua-les y pedales.

Mecanismo de tonos

Mecanismo de registros

Mediante un mecanismo mecáni-co que incluye finos cables y varillas, el aire sale del secreto, pasa por los tubos y se produ-ce el sonido

Page 4: Del encanto y la extrañeza - fundacion.arquia.com
Page 5: Del encanto y la extrañeza - fundacion.arquia.com
Page 6: Del encanto y la extrañeza - fundacion.arquia.com

“Del encanto y la extrañeza” ETSASevillaPl

anos n=3

Cap. 4 “De cómo afinar el instrumento”

E. 1:75

Page 7: Del encanto y la extrañeza - fundacion.arquia.com

“Del encanto y la extrañeza” ETSASevillaMa

queta

n=4

Capítulo 5 “Del encanto y la extrañeza” Encontrar el orden dentro del caos, la música subyacente al ruído, y al silencio.o “De cómo atrapar un sueño”

El fin vuelve a encontrar al comienzo.

:

:

A la hora de construir una maqueta del espacio soñado, no he encontrado mejor mate-rial que el del sonido. No he encontrado len-guaje más cercano que el de la música con la que creí formar parte del todo. En su relación con la arquitectura, en el mismo juego de llenos y vacíos, tensiones y distensiones, es a escala temporal, lo que espacialmente podría asimilarse al espacio que soñé. Al fin y al cabo en el Aleph, no encontré diferencia entre el espacio y el tiempo. De esta forma, he tratado de extender y congelar, a escala temporal 100:1, lo que fue un instante.

Page 8: Del encanto y la extrañeza - fundacion.arquia.com