ARNOLD, Simón Pedro ¿Un Cristianismo Postreligional

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  • 7/25/2019 ARNOLD, Simn Pedro Un Cristianismo Postreligional

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    Un cristianismo postreligional?

    Simn Pedro ARNOLD o.s.b.

    El paradigma postreligional no plantea la desaparicin de las religiones, como solanhacerlo muchas profecas de la Modernidad desde el siglo XIX, sino su metamorfosisfuncional radical. Esto mismo es la novedad y la originalidad de sus hiptesis de trabajo. En

    efecto, una simple observacin histrica nos obliga a reconocer que las mltiplese!presiones del fenmeno religioso, lejos de estar a la agona, nunca han estado tanvigorosas, con sus m"s y menos, para bien o para mal, en nuestro conte!to postmoderno.#a $Muerte de %ios&'() anunciada por *iet+sche es, paradjicamente, m"s a la orden delda que la muerte de las religiones.#a intuicin postreligional nos permite despla+ar el antiguo debate desde una puraconfrontacin bipolar entre religin y *uevos aradigmas, hacia un di"logo dial-ctico entrelos dos t-rminos de la discusin. #a pregunta ya no es la de saber si las religiones van aresistir o desaparecer bajo el embate del ambio de /poca y del movimiento de cris"lidageneral.arto de la valide+, a priori, de las propuestas postreligionales y de las lecturas

    anateistas&0(. on este punto de partida, me parece m"s fecundo interrogarme sobre lacapacidad relativa de las grandes religiones mundiales de emprender esta mutacincopernicana.1al abordaje de la cuestin implica otro, en su mismo dinamismo2 3cu"les son lascondiciones histricas necesarias para que las religiones puedan, juntas o no, dar el virajede '45 grados que e!ige el paradigma postreligional6En otras palabras, mi refle!in implica dos puntos de vistas independientes einterdependientes. or una parte, se trata que cada religin se cuestione por su propiacuenta sobre la interpelacin postreligional. or otro lado 7y qui+"s sea el reto m"s decisivode cara al futuro8, 3en qu- medida las grandes religiones y confesiones ser"n capaces derelativi+ar y recrear su propio discurso, su propia cosmovisin y su propia 1radicin6

    3odr"n abordar mancomunadamente la nueva realidad con una vo+, a la ve+ comn yplural, en el concierto global, a lado de otras muchas voces, no necesariamente religiosas6%e este doble reto depende el despla+amiento del espacio religioso en un conte!to que, apriori, ya no necesita de -l&9(.En este escenario, el presente trabajo trata el caso especfico del ristianismo de cara aestas dos preguntas. En el debate, lo cristiano go+a, por hiptesis 7que intentaremosconfirmar en estas p"ginas8, de dos ventajas. rimero, se trata del sistema religioso m"sdirectamente identificado y confrontado con el :ccidente y, por lo tanto, histricamentem"s familiari+ado con sus e!igencias. ero el ristianismo es tambi-n una enormenebulosa. ;barca tanto las e!presiones m"s seculari+adas de Europa del *orte, comomodalidades orientales prei bien naci enel cora+n del ?udasmo, asumiendo, en un primer tiempo, el discurso y la normatividad desu identidad juda, la religin 7ritualidad, normatividad, discurso doctrinal, institucionalidad8no fue, sin embargo, la preocupacin prioritaria de ?ess.or lo contrario, el anuncio de la cercana del =eino se presenta como la superacin del

    sistema de la religin. #a sutil distincin que hacen los evangelios sinpticos entre $noabolir) y $cumplir) la #ey de Mois-s constituye, de hecho, una verdadera reapropiacin yrecreacin del discurso. #a dial-ctica del sermn de la Monta@a se articula en la tensin

    http://servicioskoinonia.org/relat/439.htm#_ftn1http://servicioskoinonia.org/relat/439.htm#_ftn2http://servicioskoinonia.org/relat/439.htm#_ftn3http://servicioskoinonia.org/relat/439.htm#_ftn1http://servicioskoinonia.org/relat/439.htm#_ftn2http://servicioskoinonia.org/relat/439.htm#_ftn3
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    conflictiva entre un $se les dijo) referido al ?udasmo contempor"neo y un $yo les digo)inaugurando una nueva etapa de la fe, la del =eino.En la perspectiva prof-tica, con la que ?ess se identifica a menudo en su vertientenetamente apocalptica&A(, no est" claro en qu- medida quiso simplemente reformar ypurificar el sistema religioso o, al contrario, superarlo definitivamente. Episodiosfundadores, como son la confrontacin con los mercaderes del templo o la par"bola de lahiguera, tienden a confirmar una amena+a de cancelacin del sistema religioso del 1emplo

    de ?erusal-n. En el captulo cuarto de >an ?uan, dialogando con la samaritana, smbolo dela hereja religiosa para el judo, ?ess proclama el fin de la ritualidad religiosa e!cluyente7el 1emplo o el monte Bari+m8 y la inauguracin de su m"s all" mstico universal que llamala adoracin $en Espritu y Cerdad).>i adoptamos la teologa de #ucas, tenemos que admitir el nacimiento y la formacinreligiosa del *a+areno en un ambiente judo profundamente practicante. ero, desde estetrasfondo, llama poderosamente la atencin la increble libertad religiosa de ?ess enasuntos no menores del ?udasmo, como son el s"bado, las normas de pure+a, lasestructuras patriarcales, la rique+a, etc. Indudablemente, la predicacin del =eino esescandalosa para las categoras religiosas tradicionales. Este esc"ndalo, muy seguramente,es el que llev a la muerte en cru+. El motivo de esta muerte, de parte del Mundo judo,por lo menos&D(, parece principalmente religioso, como lo profeti+a aif"s en >an ?uan.El Cristianismo como humanismo supra-religioso.El vuelco hermen-utico del Evangelio tiene que ver con lo antropolgico2 la centralidad delser humano y su absoluta primaca en la relacin con %ios. 1odos sus cuestionamientosreligiosos tienen que ver con el sitio del hombre y de la mujer en la istoria de la>alvacin. El absoluto de la persona est" por encima de la observancia del s"bado. #apure+a legal y religiosa es abolida al devolver a la intencin del cora+n su car"ctere!clusivo. #a cancelacin del privilegio patriarcal del divorcio es motivada por lareivindicacin de la dignidad de la mujer.Estos despla+amientos culminan en la gran par"bola del juicio final en Mateo 0D,7considerada como aut-nticamente de ?ess8 donde la sentencia se encuentra en larelacin de solidaridad con el pobre, el sediento, el enfermo, el preso. El propio %iossomete su juicio a la relacin humana de fraternidad efectiva. ;simismo, a la manera deIsaas&F(, Mateo&G(invita a dejar inconcluso el sacrificio ritual para ir a reconciliarse con elhermano.omo lo se@ala tanto la arta a %iogneto como 1ertuliano&4(, la marca distintiva de locristiano no se encuentra en alguna se@al ritual o religiosa particular, sino en el testimoniodel amor fraterno a imagen del Maestro. ?ess no instituye ningn rito especfico nuevo yno propone otra ley que las Hienaventuran+as, presentadas como cumplimiento definitivode la 1ora. #a eucarista, con su trasfondo pascual judo, no es un nuevo ritual sino, comolo comenta la primera carta de ablo a los orintios&(, la sacrali+acin de la vidacomunitaria entendida como cuerpo de risto. ara la carta a los ebreos, incluso, el nuevosacerdocio cristiano ya no se refiere a una mediacin religiosa sino al martirio del propiosumo sacerdote, risto, haciendo as del martirio 7y no del culto8 la marca distintiva de lafe.1odos estos rasgos propios del ristianismo primitivo nos permiten afirmar que se trata,ante todo, de una manera nueva de situar al ser humano ante %ios y ante sus semejantes.or lo tanto, podemos atrevernos a hablar de un umanismo de %ios, donde la religin yano ocupa el sitio del mediador, sino que se vuelve simple e!presin simblica de unarelacin no mediati+ada.La experiencia carismtica e interreligiosa de la comunidad postpascual.#a dimensin supra

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    irrupcin permanente del Espritu en la multiplicidad subjetiva 7cada uno escucha8 ycultural 7en su propio idioma8 de lo humano, en contraste con la rgida uniformidadreligiosa.#a intuicin teolgica paulina del car"cter absoluto y supra

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    religin8, lo que nos haba invitado a superar por el anuncio del =eino, se vuelve realidad.#a institucionali+acin clerical del ristianismo se traduce en un discurso y una ritualidadnuevos y especficos, profundamente influenciados por el entorno cultural tanto helensticocomo judo.Este giro religioso pareca acabar con la novedad prof-tica y el car"cter escatolgico de laIglesia primitiva. ero, muy pronto, un grupo de creyentes convencidos y protestatariosinaugura una nueva dial-ctica en el seno misma de la institucin clerical. #os monjes,

    seguidos por muchos otros y otras a trav-s de los siglos, al reivindicar el car"cter laico,carism"tico y mstico fundacional del ristianismo, mantienen vigente a lo largo de laistoria de la Iglesia, la afirmacin prof-tica primitiva. ; trav-s del tiempo, dicha intuicintomar" formas y rostros diversos, segn las circunstancias. ero no dejar" nunca de ser elaguijn en la carne de la Iglesia.;l desentra@ar, una ve+ m"s, esta veta subterr"nea, mstica y prof-tica, dentro de la grancrisis clerical del sistema religioso cristiano contempor"neo, podremos abordar de manerafecunda la pregunta de la postreligionalidad.II Reinterpretar el primer discurso cristiano a la lu del paradi!ma postreli!ional.artiendo de la hiptesis e!puesta en el primer apartado, me propongo argumentar miafirmacin en cuanto al germen de una e!periencia postreligional presente ya en elristianismo primitivo. ara tal efecto, trabajar- cinco aspectos, particularmente relevantesal respecto, en la e!periencia de la primera comunidad.rimero abordar- la fe comunitariaconfrontada con el reto de la cru+. ablar- enseguidadel Reinocomo clave hermen-utica de lo cristiano. %espu-s, trabajaremos la simblicaeucarsticacomo superacin del culto. Estudiaremos el nuevo estatuto delsbadoen elristianismo, de cara a la religin. Kinalmente, nos detendremos en el ttulo cristolgicodel Hijo del Hombrecomo vuelco mesi"nico.La fe comunitaria y la cruz.Indudablemente, los primeros pasos, tanto del *a+areno como de sus discpulos, se ubicanen un terru@o profundamente religioso, marcado por la efervescencia mesi"nica y lasescatologas apocalpticas. #os evangelios de la infancia, como la articulacin de lapredicacin de ?ess con la de ?uan el Hautista, apuntan hacia una continuidad religiosacon el profetismo mesi"nico del rimer 1estamento en su ltimo desenvolvimiento.ero, este anclaje en las creencias religiosas de su tiempo choca, muy pronto, con lo queLieregaard llama $el esc"ndalo cristiano). #ejos de ser la simple continuacin de lae!periencia religiosa polifnica de Israel, el Evangelio se presenta, en particular en eldiscurso en la monta@a de Mateo D y ss., a la ve+ como reapropiacin y como ruptura paracon lo anterior. Esta paradoja dial-ctica se e!presa en el concepto de $cumplimiento) de la#ey y en su formulacin lacnica del2 $>e les dijo, pero No les digo).#a crisis cristiana se agudi+a en la medida en que se vislumbra progresivamente lae!igencia de la cru+, fracaso de todas las e!pectativas religiosas e hito fundador de lae!periencia de la fe. El esc"ndalo evang-lico coincide con una metamorfosis de lascreencias hacia un verdadero desierto religioso, metamorfosis revelada en su plenitud enel Blgota. Este proceso hacia una fe suprain ser propiamente $arreligioso), el Evangelio denuncia prof-ticamente los abusos delsistema religioso e inaugura una comunidad utpica alternativa cuyas opciones,claramente anticlericales, no est"n centradas en el culto, la norma de la #ey o la doctrina,sino en la reforma de las relaciones a todo nivel. Eso mismo es lo que caracteri+a el =einodel que trataremos m"s all".En esta perspectiva, podemos afirmar, o mejor reafirmar, con tantos otros, como %ietrich

    HonhoOffer por ejemplo, que la fe, en s, no es una e!periencia propiamente religiosa. ;uncuando se vale de la simblica religiosa para e!presarse, -sta no le es constitutiva ni

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    indispensable, como se demostrar" en la etapa postpascual del ristianismo primitivo. 1alafirmacin es fundamental en nuestra argumentacin de cara al paradigma postreligional.La clave hermenutica del Reino.#a pol-mica desatada por la paradoja de ;lfred #oisy&''(, al comien+o del siglo pasado, aloponer =eino e Iglesia, est" superada desde mucho tiempo. #a cuestin ya no es si ?essfund la Iglesia o no, sino qu- Iglesia fund y, sobre todo, cu"l es su relacin con el =eino.

    1odos est"n de acuerdo, hoy da, para reconocer que el =eino es el cora+n y la ra+n deser de la predicacin del *a+areno. >u mensaje, por lo tanto, no es el anuncio de unanueva institucin religiosa, sino una nueva propuesta de Mundo, de car"cter escatolgico,desde nuevas relaciones.En este conte!to, la Iglesia que ?ess, efectivamente, fund, no tiene nada que ver conuna religin antagnica al ?udasmo. #a comunidad reunida por el *a+areno se presentacomo un verdadero laboratorio, el ensayo histrico de las nuevas relaciones de =eino. #aclave hermen-utica del ristianismo no es la Iglesia sino el =eino.or otra parte, el $hoy) del =eino, tal como lo afirma el ?ess de #ucas en su discursoinaugural en *a+aret 7#c A8, slo puede visuali+arse y anticiparse en la pr"ctica de unacomunidad como la que forj. *o hay Iglesia sin =eino pero tampoco hay =eino sin Iglesia,como espacio

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    transfigurada por el amor, y, de cierta manera, acaba con el car"cter hier"ticamentereligioso del ritual pascual judo.*o es casualidad que, al volverse culto religioso, se haya omitido este gesto,religiosamente incmodo, en el rito eucarstico de la Iglesia, reduci-ndolo a una an-cdotafollrica para el jueves santo.En este sentido, la eucarista no es, en s, un rito religioso aislado y separado, sino elregalo de una nueva simblica inspiradora de todas las relaciones humanas, tanto polticas

    como econmicas, pasando por lo afectivo. Es una nueva repblica de amigos&'A(que nosregala ?ess en un acto profundamente revolucionario. El humilde servicio pone fin a ladial-ctica econmicoe@or y el Maestro, cancela definitivamente todaambicin de poder competitivo o de jerarqua sagrada. Inaugura una era de reciprocidadentre iguales. ero esta reciprocidad no es simplemente la creacin de un sistema dedemocracia directa ideal. ;dquiere un sentido profundamente afectivo. El conjunto de lapropuesta eucarstica se presenta como espacio de amistad. $*o les llamo ya esclavos, sinoamigos).N como si el *a+areo temiera que se tergiverse su intuicin y se la transforme en un ritoreligioso m"s, fuera de todo compromiso -ticoe@or hasta su regreso)&'D(. N ante las desviaciones rituales de la comunidadde orinto, advierte que quien no reconoce el cuerpo en la comunidad que celebra, secondena a s mismo&'F(.;l constatar, especialmente en el atolicismo latino americano, que la eucarista se havuelto el ritual casi e!clusivo de una religin eminentemente clerical, visuali+amos,entristecidos, la fatal deriva religiosa de la ristiandad.El estatuto evanglico del s!ado" una nueva lectura del discurso religioso.?ess no rompe con la =eligin. #a trasciende. Esta afirmacin paradjica esparticularmente e!plcita en todo lo que concierne el cumplimiento de las normas legales.areciera, incluso, que esta $transgresin) permanente es consciente y voluntaria de partedel *a+areno. Jn jefe de sinagoga, fastidiado por las sanaciones reali+adassistem"ticamente en s"bado, increpa a la gente para que venga a sanarse en cualquierotro da menos el s"bado. ero, con toda evidencia, la queja se dirige al sanador muchom"s que a los sanados&'G(.Esta transgresin sistem"tica del s"bado, no slo para sanar sino en toda circunstancia enque la humanidad est" necesit"ndolo, no es anecdtica&'4(. Inaugura una nueva jerarquade valores no preestablecida por la =eligin. #a frmula $el s"bado ha sido creado para loshumanos y no los humanos para el s"bado) pone el humanismo cristiano como nuevareferencia absoluta por encima de todo principio religioso.%el mismo modo, la meticulosidad con la que la ley prev- los casos de impure+a y surecuperacin ritual se ve barrida por una burla casi vulgar. =educe la importancia de lo queentra en el cuerpo a un problema de digestin&'(. >in suprimir e!plcitamente el discurso,la transgresin evang-lica lo voltea hasta quitarle toda otra legitimidad que el servicio de laCida.La nueva significacin del t#tulo $%i&o del %om!re'.odemos resumir todo el proceso de metamorfosis religiosa del Evangelio por una nicaprioridad de parte de ?ess2 el ser humano en todas sus variantes, especialmente las m"svulneradas. Es lo que hemos afirmado ya en nuestra primera parte al hablar del$umanismo de %ios).

    ero, al escoger para s mismo el enigm"tico ttulo de $ijo del umano)&05(, ?ess nosincita a hacer un paso m"s en la desarticulacin del discurso religioso. *o se trata slo de

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    cuestionar la mediacin religiosa entre %ios y los humanos, sino de proponer una nueva ein-dita met"fora del %ios humanado.;l pedido de Kelipe de que les muestre al adre&0'(, ?ess no deja dudas2 en adelante slosu umanidad entregada ser" la verdadera y definitiva imagen de %ios. #a encarnacin noes, por lo tanto, un simple episodio de la teodicea cristiana. Es su ra+, su fuente y suesperan+a definitivas. *o se trata slo del umanismo de %ios sino de la umanidad de%ios como lugar definitivo de adoracin y de culto $en Espritu y Cerdad), como dice ?ess a

    la >amaritana en ?uan A.Eli+abeth E. ?ohnson en su libro $Ask the Beasts&00(, refiri-ndose a la afirmacin de Larl=ahner sobre la centralidad de la encarnacin, arriesga una novedosa visin de laencarnacin que llama $%eep incarnation). onstatando que el prlogo de ?uan no hablade encarnacin en la umanidad ni menos en la $masculinidad), sino, m"s ampliamente, enla $carne), propone comprender todo el proceso de la redencin desde all, incorporando enesta visin el cosmos entero. El Emmanuel, en este sentido, no sera solamente el que$viene) a morar entre nosotros, sino aquella revelacin universal de lo divino.Esta umanidad smica de %ios Emmanuel en la carne, adem"s, no se encuentrasimplemente en el recuerdo de la umanidad de ?ess. Estamos llamados a encontrarla endirecto y permanentemente en el hermano, la hermana, los humanos, especialmente en elsufriente y la vctima&09(, y m"s all", como lo dir" san ablo, en el $gemido de la creacinentera)&0A(. En esta nueva imagen de %ios, tanto el que da el vaso de agua como aquelque lo recibe se vuelve revelacin en la relacin de humana compasin.En el conte!to de efervescencia mesi"nica en el que viva ?ess, el ttulo de ijo delombre se refiere tambi-n a la enigm"tica figura del profeta %aniel que reencontraremosen el ;pocalipsis&0D(. Esta segunda interpretacin, lejos de desmentir la primera, m"sdirectamente antropolgica, la transfigura en una portentosa figura de umanidad enproceso de deificacin, como lo dicen los ortodo!os. Es como si la umanidad rsticainvadiera progresivamente toda realidad, a la ve+ csmica e histrica 7en particular con lasimblica de la ?erusal-n celestial y mesi"nica8.on esta ltima revelacin de una umanidad trascendida, culmina la desarticulacincristiana del discurso religioso, desde donde podremos abordar el debate postreligional quenos ocupa.III %l &ristianismo postpascual reinterpretado a la lu del paradi!mapostreli!ional.Es en ;ntioqua que naci el $ristianismo) como movimiento especfico distinto del?udasmo&0F(. Esta metrpolis helenstica fue el semillero de una nueva generacin entre lacual, probablemente, se encontraba #ucas, el evangelista. Kue tierra de inspiracin de abloy el nuevo punto de partida de la misin hacia los gentiles.El car"cter suprareligioso de la comunidad de ?ess iba a entrar as en una nueva etapa,por la presin y la e!periencia comunitaria del Mundo griego. on la intuicin paulina de lafe por encima de la #ey, el umanismo ristiano se presenta, en adelante, como un espacioplural, tanto a nivel de las e!presiones religiosas como del discurso filosfico y teolgico.El ristianismo echa races en la nueva cultura helenstica dominante y, con asombrosalibertad y adaptabilidad, logra e!presarse como alternativa de la esperan+a sin unamediacin religiosa e!clusiva. En este sentido, se trata de un fenmeno transcultural ytransir"cides8 y de una invitacin a acercarse

    progresivamente de una religin juda referencial.

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    http://servicioskoinonia.org/relat/439.htm#_ftn21http://servicioskoinonia.org/relat/439.htm#_ftn22http://servicioskoinonia.org/relat/439.htm#_ftn23http://servicioskoinonia.org/relat/439.htm#_ftn24http://servicioskoinonia.org/relat/439.htm#_ftn25http://servicioskoinonia.org/relat/439.htm#_ftn26http://servicioskoinonia.org/relat/439.htm#_ftn21http://servicioskoinonia.org/relat/439.htm#_ftn22http://servicioskoinonia.org/relat/439.htm#_ftn23http://servicioskoinonia.org/relat/439.htm#_ftn24http://servicioskoinonia.org/relat/439.htm#_ftn25http://servicioskoinonia.org/relat/439.htm#_ftn26
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    El ristianismo, al contrario, es una verdadera recreacin original de un discurso queintenta hacer dialogar los dos Mundos, precisamente porque su fundamento universalistase sita m"s all" de toda referencia religiosa y cultural particular.Reino y cosmovisiones.Jna de las objeciones mayores de los creadores del paradigma postreligional al discursoreligioso prein embargo, el ristianismo nacido en conte!to helenstico es esencialmente urbano. 1odala misin de ablo se desenvuelve entre ciudades importantes del imperio. #a segundageneracin de creyentes es netamente urbana y de ciudades helensticas cultural, religiosa,comercial y polticamente de primer orden.En este sentido, los debates -ticos y msticos de la comunidad postpascual tienen que vercon cuestiones propias de la ciudad. or cierto, no se puede comparar el Mundo antiguocon nuestra sociedad urbani+ada. >in embargo, en el *uevo 1estamento postpascual, ladimensin mitolgica agraria del discurso religioso tradicional es minoritaria. #os desafosse sitan en el plan filosfico 7cuestin del preon cada ve+ m"s numerososlos autores que abordan el mensaje de ?ess desde la perspectiva apocalptica, y me inclino

    a compartir este punto de vista.El -!ito r"pido de un predicador galileo, religiosa y socialmente marginal, no se e!plicafuera de la efervescencia mesi"nica alrededor de un discurso popular sobre el fin de los(

    http://servicioskoinonia.org/relat/439.htm#_ftn27http://servicioskoinonia.org/relat/439.htm#_ftn28http://servicioskoinonia.org/relat/439.htm#_ftn29http://servicioskoinonia.org/relat/439.htm#_ftn27http://servicioskoinonia.org/relat/439.htm#_ftn28http://servicioskoinonia.org/relat/439.htm#_ftn29
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    tiempos. Es esencial, en este sentido, resituar la conciencia cristiana primitiva en suconte!to escatolgico&95(.or definicin, el discurso escatolgico es supra religional porque anuncia una creacinnueva. En la apocalptica cristiana, que se trate de los sinpticos o del ;pocalipsis de ?uan,la destruccin o simplemente la obsolescencia del templo coincide con la inauguracin delos nuevos tiempos, en particular en la simblica de una futura ?erusal-n sin templo.&9'(

    La reivindicacin carismtica y los po!res.Kinalmente, quiero resaltar dos rasgos del ristianismo postpascual esenciales en nuestrabsqueda de una fisionoma reconfigurada del ristianismo en nuestro conte!to. Estos dosaspectos me parecen estrechamente unidos2 el fundamento mstico

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    artas astorales, que por este motivo pueden difcilmente atribuirse al ;pstol, locarism"tico y su justificacin mstica pasan a un segundo plano. rivilegian, por elcontrario, la organi+acin y las normas, tanto religiosas como morales, en un grupo en vade institucionali+acin.Esta evolucin histrica inaugura, por otra parte, la nueva dial-ctica en el seno de laIglesia, entre carisma e institucin, tensin que se prolonga hasta nuestros das&9F(. #areconfiguracin postreligional de la fisionoma eclesial pasa necesariamente por un retorno

    a la centralidad msticoe trata de la propia autocrtica, no slo moral o teolgica, sinohistrica, del propio sistema.;lgunos reclaman un tercer oncilio. on su car"cter algo utpico e irreali+able, estademanda, adem"s, no va lo suficientemente lejos. El reto hoy es emprender los caminos deretorno al ristianismo suprareligioso previo a la ristiandad, para abordar laostmodernidad y sus condiciones postreligionales.%esde el alba del tercer milenio, la Iglesia catlica emiti algunas tmidas se@ales quepodramos llamar precursoras. ienso, entre muchos otros gestos, en los dos encuentros de;ss convocados por ?uan ablo II. >ignificativos tambi-n los solemnes pedidos de perdn ala umanidad y el consentimiento de ?uan pablo II a nuevas cosmovisiones, en particular lateora evolucionista&9G(.enero y sexualidad" punto de uie!re de la Cristiandad.#os debates sobre la se!ualidad y, m"s ampliamente el g-nero, no son simplementecoyunturales. #a verdadera revolucin, el cambio de civili+acin en el que hemos entrado,afecta esencialmente la antropologa, muy especficamente el lugar de la identidad, de lavivencia y de la orientacin se!uales. #a nueva imagen de lo masculino y de lo femenino,de la familia, de la persona ser" en adelante la prueba de fuego para los discursosreligiosos.El episodio dram"tico inaugurado por la encclica umanae Citae de ablo CI marca, a miparecer, el verdadero quiebre de la fortale+a de ristiandad. a pasado m"s de medio siglodesde que estall la crisis y sus consecuencias no acaban de sacudir la Iglesia.#os dos pr!imos snodos e!traordinarios de obispos sobre la familia ser"n, de hecho,snodos sobre la se!ualidad, an si no se dice pblicamente. %e la capacidad de emitir unapalabra nueva sobre esta tem"tica depende, en buena parte, el futuro postreligional o la

    muerte del discurso cristiano. #as cuestiones de los divorciados vueltos a casar, del celibatosacerdotal, de la homose!ualidad, del empoderamiento de la mujer en la Iglesia etc. son

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    http://servicioskoinonia.org/relat/439.htm#_ftn36http://servicioskoinonia.org/relat/439.htm#_ftn37http://servicioskoinonia.org/relat/439.htm#_ftn36http://servicioskoinonia.org/relat/439.htm#_ftn37
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    todos vinculados con la se!ualidad, an si se quiere minimi+ar su impacto al hablarpdicamente de la $familia).;l tema de la se!ualidad y del g-nero se acopla la urgentsima cuestin de la relacin entrepensamiento democr"tico e Iglesia. #a crisis y las reformas de la uria =omana anuncian,en realidad, el final de una lgica de poder absolutista, teocr"tico y el reclamo por latransparencia, la interocial de la Iglesia sobre medioambiente y ecologa, es la met"fora de lo divino en cuanto creador y de lo humano comodue@o 7cfr B-nesis '8 o cuidador 7B-nesis 08 del universo la que e!ige una urgente yradical revisin.#os telogos 7y, muy especialmente hoy, las telogas8 han sido siempre los pionerosarriesgados y muchas veces condenados de lo que, m"s adelante, se considera como biencomn de la 1radicin cristiana. ;s con el oncilio, gestado por las grandes figuras deongar, de #ubac y otros. ;simismo con la opcin preferencial por los pobres preparada porla tan combatida 1eologa de la #iberacin y proclamada por ?uan ablo II como la opcinde toda la Iglesia.=etomando la obra premonitoria de ierre 1eilhard de hardin, la teologa asume, una ve+m"s, este reto de se@al anticipada. ;l proponernos una nueva comprensin del $acto) y del%ios creador, a la lu+ de las nuevas teoras del nacimiento, evolucin, seleccin y e!pansindel universo y del misterio de la vida&94(, ensaya admirablemente esas nuevas met"forasque necesitamos de cara a los *uevos aradigmas.>in discontinuidad con el reto cosmolgico asumido por la teologa evolucionista, larevolucin antropolgica de la teologa cristiana pasa por la confrontacin sincera con lasteoras del g-nero, en todas sus variantes actuales.*o es casual que estas e!ploraciones sean creaciones desde las mujeres y desde el *orte.#a crisis de las sociedades capitalistas y del esquema patriarcal de ristiandad revela elfracaso del modelo masculino de conquista, depredacin y dominio universal. #a denuncia yla propuesta alternativa no podan surgir sino de los sectores e!cluidos de este esquema.omo los pobres fueron los portavoces de sus propios derechos negados y losdenunciadores del pecado social que los aqueja, as las mujeres asumen la mismaresponsabilidad en cuanto al deterioro del cosmos y la opresin se!ual.El fracaso moral/ intelectual y espiritual de los intentos recientes de 0eoCristiandad.ero estos intentos salen a penas de un largo y penoso ostracismo. #os a@ospostconciliares est"n caracteri+ados a la ve+ por audacias, como las que acabamos dese@alar, y por temores. ;nte las inevitables p-rdidas de espacios y poder que el anateismopostreligional en germen deja augurar, el atolicismo de ristiandad intent, durante los 9Dltimos a@os, salvarse a s mismo como sistema global. Es lo que el papa Krancisco llamuna Iglesia auto

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    reinventar una Iglesia basada en los presupuestos del Caticano I y de o XII. El resultadode esta tentativa fue catastrfico.; pesar de la popularidad medi"tica de ?uan ablo II y del respeto inspirado por la figurade Henedicto XCI, fueron a@os dram"ticos, tanto a nivel moral como intelectual y espiritual.#os esc"ndalos se!uales y financieros, mayormente relacionados con los sectores muyconservadores privilegiados por los dos papas en su operacin restauradora, acabaron en elm"s total desprestigio.

    El af"n de imponer el monopolio de un discurso doctrinal preconciliar ha mantenido en laIglesia un ambiente de sospecha, de arribismo y de ca+a de brujas muy poco propicio aldinamismo intelectual e!igido por la coyuntura de cambio de -poca. *o pocos mir"bamosesta muerte lamentable por auto ceguera y suicidio histrico, como la frustracin de unaalabra cristiana oportuna para estos tiempos.na autoimagen ms all de lo confesional.El advenimiento del papa Krancisco constituye una sorpresa y un reto en muchos aspectos.Suisiera aqu detenerme en slo dos aspectos de esta nueva manera de ejercer el primadopetrino que se relacionan con nuestra problem"tica.El primero tiene que ver con el $estilo). Indudablemente asistimos a un ejercicio pastoral ymagisterial de corte postmoderno. #as fronteras entre los diferentes niveles dogm"ticos deeste ministerio se hacen cada ve+ m"s borrosas por el uso sobreabundante de unacomunicacin directa, mltiple y personali+ada. El papa privilegia sin ninguna duda unapr"ctica de afinidades y de redes y deja en la sombra las lgicas institucionalestradicionales. Jna nueva manera de hablar, de relacionarse est" en forja.ero, sobre todo, asistimos a una e!tensin del discurso eclesial m"s all" de lo confesional.#a Iglesia de Krancisco no se ve a s misma principalmente como testigo de su propiomensaje, ni siquiera como Madre y Maestra, sino como simple actor en la masa humana,una $Iglesia pobre para los pobres). rivilegia m"s bien los aspectos no religiosos en laresponsabilidad eclesial, y en su propio ministerio. riori+a la misericordia universal yminimi+a sistem"ticamente los aspectos internos del discurso&9(.>in embargo, a la diferencia de ?uan ablo II que dej la institucin a su propia derivacorrupta para investir el espacio medi"tico mundial a solas, Krancisco compromete laIglesia entera a salir al encuentro y a ponerse del lado de la pluralidad cultural, religiosa,poltica en favor de una transformacin del Mundo&A5(.* &ultura occidental /radicin &ristiana 0 1uturo postreli!ional.El paradigma postreligional, por ser uno de los *uevos aradigmas en ostmodernidad,surge en directo de la cultura occidental y de la occidentali+acin de la cultura global.;unque Europa :ccidental y ;m-rica del *orte no sean ya los actores hegemnicose!clusivos en el escenario mundial 7otras potencias, testigos de otros milenarios hori+ontesculturales, como la hina o India, est"n amena+ando apoderarse de la batuta imperial8, sinembargo la globali+acin

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    En su calidad de religin del :ccidente, la ristiandad, por otro lado, fue el primer sistemareligioso 7y uno de los pocos hasta hoy8 en haber tenido que afrontar la crtica moderna eintentado responder, an si esas respuestas fueron contradictorias y muchas vecesinoportunas.ropongo, por lo tanto, una primera hiptesis, bas"ndome en dos presupuestos. El primeroconcierne el car"cter de umanismo del ristianismo primitivo como discurso supraigue vigente la discusin de los e!-getas sobre el punto de vista romano en cuanto a?ess. arece que la preocupacin religiosa juda tom prete!to del peligro polticovislumbrado por ilato para llegar a sus fines.&F(Isaas D4.&G(Mateo D, 0A.&4(#a carta a %iogneto, un te!to de la antigVedad cristiana, habla de los cristianos como$el alma del Mundo), mientras 1ertuliano hace del amor fraterno el signo por e!celencia desu fe2 $Cean como se aman).&(' or. '', 'G

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    una perversin religiosa del sentido profundo y fundador de un martirio como graciasuprema de la fe.&95(Cer Hart %. Ehrman2 Ho' )esus became (od$ *he e+altation of a )e'ish ,reacher from(alilee$*eU Nor, 05'A.&9'(Cer ;p. 00, 00. Mat. 0' y 00.&90(echos '5 y ''.&99(echos 'D, 04 y ss.

    &9A(B"latas 0, '5.&9D(Cer en particular ' orintios 0&9F(Cer la obra c-lebre de #eonardo Hoff2 -arisma ! ,oder$&9G(?uan ablo II hablando en la ;cademia ontificia de iencias el 09 de octubre'F2 La verdad no "uede contradecir la verdad$ Cer en particular la afirmacin de que $lateora de la evolucin es m"s que una hiptesis) en referencia a la postura de io XII,consider"ndola como mera $hiptesis).&94(Cer Elia %elio y Eli+abeth ?ohnson.&9(Cer por ejemplo las consideraciones de Krancisco sobre el celibato ministerial en suentrevista a #a >tampa. rimero considera que no se trata de un dogma sino de unatradicin de los ltimos 55 a@os. Enseguida afirma que no es una cuestin difcil ni tanimportante y que la va a resolver en su tiempo.&A5(Cer su e!hortacin apostlica $Baudium Evangelii) y sus abundantes referencias aldocumento conclusiva de la conferencia de los obispos latinoamericanos en ;parecida en055G.&A'(Cer los debates alrededor de la frustrada arta Magna europea.

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    http://servicioskoinonia.org/relat/439.htm#_ftnref30http://servicioskoinonia.org/relat/439.htm#_ftnref31http://servicioskoinonia.org/relat/439.htm#_ftnref32http://servicioskoinonia.org/relat/439.htm#_ftnref33http://servicioskoinonia.org/relat/439.htm#_ftnref34http://servicioskoinonia.org/relat/439.htm#_ftnref35http://servicioskoinonia.org/relat/439.htm#_ftnref36http://servicioskoinonia.org/relat/439.htm#_ftnref37http://servicioskoinonia.org/relat/439.htm#_ftnref38http://servicioskoinonia.org/relat/439.htm#_ftnref39http://servicioskoinonia.org/relat/439.htm#_ftnref40http://servicioskoinonia.org/relat/439.htm#_ftnref41http://servicioskoinonia.org/relat/439.htm#_ftnref30http://servicioskoinonia.org/relat/439.htm#_ftnref31http://servicioskoinonia.org/relat/439.htm#_ftnref32http://servicioskoinonia.org/relat/439.htm#_ftnref33http://servicioskoinonia.org/relat/439.htm#_ftnref34http://servicioskoinonia.org/relat/439.htm#_ftnref35http://servicioskoinonia.org/relat/439.htm#_ftnref36http://servicioskoinonia.org/relat/439.htm#_ftnref37http://servicioskoinonia.org/relat/439.htm#_ftnref38http://servicioskoinonia.org/relat/439.htm#_ftnref39http://servicioskoinonia.org/relat/439.htm#_ftnref40http://servicioskoinonia.org/relat/439.htm#_ftnref41