Los santos

LOS SANTOS REALIDAD DETRÀS DE LA LEYENDA

LOS SANTOS¿ Còmo se originó la leyenda de los

santos?

Song : “ Himno de la alegria”


• La santidad involucra una relaciòn especial con Dios y lo sagrado, asì como un grado elevado de perfección moral. Aunque es un fenómeno comùn a todas las religiones antiguas y modernas, alcanza su expresión màs amplia y compleja en el catolicismo. A lo largo de dos mil años este ha reconocido como santos a miles de personajes en una extraña mezcla de monoteìsmo y politeìsmo.

Extraìdo de la revista muy interesante Año 23 Nº272.

jfgt REALIDAD DETRÀS DE LA LEYENDA

A grandes rasgos, la religión representa la conexiòn de los se-res humanos con una esfera que, de acuerdo con sus creencias , es sa-grada y superior a la experiencia terrenal. En las diversas confesiones , los santos son personas que por variadas razones tienen una conexión especial, màs cercana o poderosa, con la esfera de lo sagrado y, en su caso con Dios mismo. Son, de esa forma elementos vinculantes entre el cielo y la tierra. Esta conexión va màs allà de la que pueden tener mon-jes, sacerdotes o ministros de culto, y está fincada en aspectos sobre-naturales que reflejan una gracia o distinción de la divinidad.

Esos aspectos sobrenaturales son básicamente facultades sor-prendentes que los santos demuestran tener durante su vida y pueden seguir ejerciendo después de su muerte en bien de las personas.

Tales facultades deben ser reconocidas por una comunidad significativa que dé testimonio de su carácter extraordinario. Este reco-nocimiento popular es un factor clave : desde tiempos inmemorables diversos grupos humanos han creado sus propios santos en un curioso sistema de usos y costumbres.


La relación de los santos y la divinidad se complementa con factores. Uno de los màs importantes es negarse a sì mismos como personas. El ascetismo, o desdén del cuerpo y sus necesidades , está presente en los santos de todas las religiones y alcanza sus extremos màs radicales en la católica, donde hallamos historias de personajes que se amputaron miembros, se quemaron la cara o dejaron de alime-ntarse como una forma de expresar desinterés por lo divino. En el ca-so de los mártires, esa negación tiene un propósito más alto: ofrendar la propia vida como testimonio de fe.


LOS SANTOS CATÒLICOS

Muchas de las grandes religiones orientales y occidentales tie-nen su propia nociòn de santidad y casos concretos para ejemplificar-la. Sin embargo, ninguna ofrece un inventario de personajes y situa-ciones tan amplio como el santoral católico, mezcla de viviendas po-pulares, dispo-siciones oficiales y transformaciones históricas a lo largo de dos mile-nios, Curiosamente, este no surgió de la propia doctrina o sus princi-pios teológicos, sino como la continuación de una tendencia popular que lo precedía.

En el Antiguo Testamento hallamos personajes que podrían ide-ntificarse como santos. El más representativo es Job, quien acepta pasivamente las calamidades de Dios sobre èl, como una forma de mostrarle fidelidad. Sin embargo no hay santos con la caracterización que les hemos dado después, ni la iglesia acepta que hayan existido antes de Cristo.


No obstante, por lo que toca al Nuevo Testamento, Jesús y sus discípulos tampoco los mencionan. Jesús representa el peculiar ejemplo de un Dios humanizado que elimina la necesidad de intercesores. Sus propios discìpulos , que difundieron el evangelio después de la crucifi-xión, tampoco se asumieron como santos ni plantearon la necesidad de figuras así.

La situación fue cambiando durante los años posteriores, cua-ndo los cristianos enfrentaron la brutal persecución de las autoridades romanas, defensoras de las creencias de la antigüedad, sus propias adaptaciones de los dioses del Olimpo. Entre los siglos I y IV, antes de que el emperador Constantino legalizara el cristianismo mediante el Edi-cto de Milán (313), muchos de las que profesaban la nueva fe murieron defendiendo sus creencias . Surgió de esta forma la idea de los “márti-res”. De aquella época datan los casos reales y ficticios de los santos soldados.

Verlos morir de modo tan cruel bien pudo desalentar a las per-sonas de convertirse a la nueva fe. Y para evitar el desaliento se involu-craron otros factores . Por un lado, estaba el ejemplo de Jesús mismo, fundador de la nueva religiòn y “ màrtir del calvario”. Enfrentar el suplicio


era la mejor manera de emularlo y engrandecer su misión. Por otra par-te se difundió la creencia de que quienes morían de esa manera ingre-saban directamente al cielo y adquirían un estatus privilegiado. Desde allì podrían convertirse en protectores e intercesores de los vivos. Dios escucharía sus palabras porque, de acuerdo con esta creencia , estaría complacido con sus méritos. Esta perspectiva no reñía con la posibilidad de santificar la vida común y cotidiana a través de la buenas acciones . En el 325 , el el credo de Nicea, el conjunto de la Iglesia y sus fieles se de-nominaba la “ comunión de los santos”, otra manera de llamar al con-junto de los creyentes.

Una vez que cesó la persecución de Roma contra los cristia-nos, la figura de los mártires se mantendría viva en los proyectos de evangelización realizados en otras latitudes, como América y el Oriente. Al mis-mo tiempo, se multiplicaban las historias ejemplares sobre cris-tianos que, en consonancia con las enseñanzas de Jesús, daban mues-tras de abnegaciòn y amor al prójimo. Ya desde entonces la función de los santos empieza a diversificarse.


Estos nuevos propósitos se combinaron con viejas prácticas paganas. Las religiones politeístas que antecedieron al Judaísmo y al catolicismo contaban con dioses particulares para casos, lugares y situa-ciones. De alguna manera la expansión del santoral católico fue la reno-vaciòn de esa pràctica. Surgieron santos muy específicos con capacida-des tan diversificadas como curar el dolor de muelas, producir lluvias para impedir la sequía y la hambruna, o ayudar a las parejas de recién casados a tener descendencia. Esa visión se convino con la creencia tradicional en la magia para producir fenómenos sobrenaturales .

Para el siglo X, la iglesia ya se había consolidado como el gran poder político de su tiempo y se dispuso a poner un limité a esas cree-ncias paganas. El primer paso fue sentar las bases para los procesos de la canonización , es decir, la inclusión en un canon o catálogo de santos. De continuar permitiendo cultos populares tan contradictorios y diversi-ficados, la Iglesia correría el riesgo de perder su hegemonía. Correspon-dió a Juan XV dar los primeros pasos en ese sentido. En un sínodo cele-brado emn la basílica romana de Letràn, el 31 de enero 993, fue el pri-mer sumo pontífice en emitir un decreto formal de canonización.de esa


manera, Ulrico de Ausburgo se convirtió en el primer santo oficial de la historia.

Al menos en teoría, la Iglesia católica se convirtió en la única entidad autorizada para declarar quièn era santo y quien no, Màs allà de cuestiones teológicas, esta facultad fue una ùtil herramienta de control político y social.

Podía vetarse al culto de un personaje contrario a sus intereses ( por ejemplo, los lideres de las viejas doctrinas heréticas). Al mismo tiempo, podrían crearse leyendas de personajes adecuados a sus fines.

En muchos territorios donde se hacían tareas de evangelización, se multiplicaron las leyendas de santos, vírgenes y apariciones para con-vencer a los nativos de la presencia y la voluntad divina y orillarlos a la conversión. De esa época proceden las historias màs delirantes sobre los santos, sus hazañas y facultades. Eran capaces de matar dragones , ele-varse y volar sobre la tierra, cerrar, con un roce de la mano, las llagas de los leprosos.

LOS SANTOS

Como la compilación biográfica de casi doscientos santos, presentan imágenes vívidas y muy impresionantes de combate de Jorge, el de-suello del apóstol Bartolomé o la muerte a flechazos de Sebastián. Se convirtió en un medio útil para difundir la fe entre la gente sencilla que tenìa dificultades para comprender las parábolas bíblicas. Al mismo tiempo, sentò las bases para la iconografía católica y la adoración de las imágenes.

En las diferentes comunidades el culto a los santos se forta-leció y tuvo un efecto paradójico sobre los intereses de la Iglesia. Las figuras de Jesús y la Virgen perdían popularidad y era necesario poner remedio a esa situación . Tocó a los teólogos establecer limites a la veneración. Los primeros esfuerzos en ese sentido correspondieron a Jerónimo y Agustín , pero quien lo formalizó plenamente fue Tomás de Aquino en Summa Teológica.

Una de sus cuestiones distingue la actitud que se debe tener ante Dios, la Virgen y los santos. Cada una se identifica con un término especial en griego. La latrìa es la adoración , la forma más alta de reve-rencia para una figura religiosa. Sòlo corresponde a Dios y a la Trinidad, y manifiesta la disposiciòn a hacer cualquier tipo de sacrificio.


Los santos no pueden ser objeto de ella, sino simplemente de veneración, cuya palabra correspondiente es dulìa. Se les debe honrar hasta un punto limitado, pues aunque están hechos a la imagen de Dios, no son Dios mismo. El caso de la virgen es especial y se sitúa en la frontera entre la adoración y la veneración , por tratarse de la madre de Dios.

En la experiencia de los creyentes , sin embargo, esa distinción nunca fue tan clara y la devoción por los santos siguiò un curso inde- pendiente de las disputas teológicas. Tan importante fue que millones de personas recibieron el nombre del santo correspon-diente al dìa que nacieron. El fanatismo condujo a exceso, como el culto a las reliquias ( vestigios del cuerpo de algún santo ), la adora-ción de figuras que sólo existieron en la imaginación o la creencia en san Perro.

Cuenta la leyenda que un buen hombre, padre de una peque-ña, saliò de casa y la dejó al cuidado del perro doméstico. Unos ladro-nes quisieron entrar para apoderarse de la niña y el can la defendió con fiereza. Al volver a casa, el hombre halló un completo desastre y a


la pequeña tirada en el piso. Creyendo que el perro la había atacado, lo mató. Cuando supo la verdad, la figura del perro trascendió como un mártir, con su santuario y sus propios adeptos.

Se calcula que desde los inicios del cristianismo se han recono-cido como santos a unas diez mil personas. La lista oficial de la Iglesia es más reducida. Sin embargo, durante el pontificado de Juan Pablo II creció a mayor ritmo que en todos los siglos precedentes, canonizó a casi quinie-ntas personas y beatificó a más de mil. Para hacerlo posible modificò los procedimientos necesarios, eliminó la figura de promotor de fe o “ aboga-do del diablo” y fue sensible al interès de los santos para fortalecer a la Iglesia católica en el mundo.



Modos de reconocimiento de un santo

El motivo esencial para venerar a un santo ( más allá de las disposiciones eclesiásticas) que las personas lo consideren como tal, que vean en èl un aura de santidad . Puede tratarse de un poder sagrado o espiritual que se extiende a sus restos corporales o los objetos que usó en vida. Se cree que esas facultades , como hemos visto, proceden de Dios, se incrementan con la disciplina moral y alcanzan su máxima expresión con los milagros.

Su reconocimiento popular se deriva de la predilección de los practicantes de una religión por considerar que todo aquello que parece poco común se explica por razones sobrenaturales.



EL PROCESO DE CANONIZACIÒN

El proceso clàsico de canonizaciòn ( vigente entre los siglos XVI y XX ) se caracteriza por nueve pasos fundamentales. Algunos se mantienen vigentes en la època actual despuès de la reforma de Juan Pablo II.

1. Fase Jurìdica.- hasta 1917 tenìan que pasar cincuenta años des-puès de la muerte de la persona para que su caso pudiera llevarse a Roma.El propòsito era asegurar que su fama no fuera pasajera. En ese lapso, sin embargo, se permitìan las campañas de difusiòn y apoyo a la causa.

2. Fase informativa .- Si a consideraciòn del obispo local el candidato reùne los mèritos suficientes , da inicio el proceso ordinario. Para ello convoca a un tribunal de investigaciòn que escucha testimonios a favor o en contra del candidato, llamado “ siervo de dios”; y reùne una serie de pruebas.


3. Juicio de ortodoxia.- Con el se busca comprobar el apego del can-didato a la doctrina de la Iglesia católica. Si ha dejado escritos, se les somete a escrutinio. Desde 1940 se hace indagación de antece-dentes en el Vaticano . Cuando no hay problema , este emite el documento nihil obstat ( “no hay obstáculo”).

4. Fase romana.- La congregación de las Causas de los santos , con sede en el Vaticano, recibe del obispo local el expediente y lo en-comienda a un “ postulador residente” . Su papel es representar a quienes solicitan la causa, este prepara un resumen y enfrenta las posibles objeciones. Luego compila un volumen, llamado Positio, que incluye todos los argumentos a favor y en contra. Los carde-nales, los prelados y un grupo de teólogos lo estudian y dan su jui-cio. Si es positivo, lo envìan al papa, quien lo valida administrativa-mente. Comienza entonces el proceso apostólico. Más estricto que el ordinario.

5. Secciòn Històrica.- Por disposición del papa Pìo XII, en 1930 se instituyó una sección histórica que examina los detalles de las cau-sas para verificar la veracidad de los hechos que se reportan y la


continuidad del culto al “ ciervo de Dios” . En la época actual este paso se ha vuelto mucho màs importante pues el caso es analizado en su con-texto.

6. Examen del cadaver.- Si esposible, el cuerpo del candidato es exhu-mado para una revisiòn del obispo local. A veces se ha comprobado que no corresponde a la persona mencionada y el culto popular debe suspe-nderse de inmediato. En otras ocasiones se han hallado cuerpos, al pa-recer corruptos, que fortalecen la causa, Algunos despiden un agradable aroma: el “olor de santidad”.

7. Procesos de milagros.- Después de una serie de trámites e indaga-ciones se espera una señal divina que confirme la validez del juicio hu-mano. Esta señal es un milagro de Dios , obrado por intercesión del san-to. Dado el caso, el obispo del lugar donde ocurrió el supuesto milagro reúne las pruebas y testimonios para enviarlos al vaticano. Como por lo general se trata de curaciones , un grupo de médicos examina el caso para comprobar si estas no pudieron haber ocurrido por causas naturales. En el proceso antiguo se requerían dos milagros. Actualmente basta con uno.


8. Beatificaciòn .- Si todo ha avanzado bien, se realiza una reuni-ón para discutir la beatificación. Si los cardenales de la Congrega-ción y el Papa resuelven que es oportuna, entonces se emite un decreto de beatificación . La veneración del beato sólo se permite en las diócesis locales donde estuvo activo. En tanto, hay un pro-ceso de espera en el que debe presentarse , por lo menos, otro milagro.

9. Canonización .- cuando se ha examinado en todos sus aspec-tos y se acepta el ùltimo de los milagros exigidos, el Papa emite una bula de canonización . En ella se indica que el santo puede ser ve-nerado por toda la iglesia, ya no sòlo por las diócesis loca-les. El Papà respalda la bula con su infalibilidad y lleva a cabo una ceremonia solemne de canonización en la Basílica de San Pedro..


santos seculares

Con esta definición se conoce a los personajes que, sin identificarse con una religión, lucharon por una causa noble y dieron origen a la admira-ción o veneración popular. En el siglo XX se les ha relacionado con una nueva tendencia religiosa: el culto a las celebridades. Entre los santos seculares mas notables, estan:

1. Mahatma Gandhi ( 1869-1948). Con su doctrina de la no violencia y la resistencia pacìfica logrò conquistar la independencia de la India.

2. Albert Schweitzer( 1875-1965). Merecedor del premio Nobel de la Paz, ayudò a combatir los males y las injusticias del colonialismo.

3. Nelson Mandela ( 1918- ). Tras sufrir en carne propia la segregaciòn racial, su esfuerzo permitiò que, al menos oficialmente , esta desapa- reciera de sudàfrica.

4. John F.Kennedy ( 1917-1963). Màs allà de sus acciones polìticas, su agradable aspecto personal y la forma como muriò le han dado un estatus especial en la preferencia de la gente..


4. Martin Luther King ( 1929-1968). Su lucha por la equidad racial de los negros en estados Unidos y el haber muerto asesinado a consecuencia de ella le dan un caràcter privilegiado.

5. Diana de Gales (1961-1997). Involucrada en obras de caridad como ayuda a pequeños con sida y la lucha por erradicar las minas an-tipersonales, le ganaron simpatias a veces se sumaron su tràgica vida personal y su muerte en un accidente, que impulsaron un genuino fanatismo moderno.


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