54
BENEMÉRITA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE PUEBLA FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS COLEGIO DE LINGÜÍSTICA Y LITERATURA HISPÁNICA LA MEMORIA INDIVIDUAL Y COLECTIVA UN EJE NARRATIVO EN LA NOVELA “LOS RECUERDOS DEL PORVENIR” DE ELENA GARRO TESIS QUE PARA OBTENER LA LICENCIATURA EN LINGÜÍSTICA Y LITERATURA HISPÁNICA PRESENTA ROBERTO APARICIO OLIVARES ASESOR DE TESIS MTRA. SARA DEL VALLE LÓPEZ NOVIEMBRE 2007

Tesis Elena Garro (2007)

Embed Size (px)

Citation preview

Page 1: Tesis Elena Garro (2007)

BENEMÉRITA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE PUEBLA

FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS

COLEGIO DE LINGÜÍSTICA Y LITERATURA HISPÁNICA

LA MEMORIA INDIVIDUAL Y COLECTIVA UN EJE NARRATIVO EN LA NOVELA “LOS RECUERDOS DEL PORVENIR”

DE ELENA GARRO

TESIS

QUE PARA OBTENER LA LICENCIATURA EN LINGÜÍSTICA Y LITERATURA HISPÁNICA

PRESENTA

ROBERTO APARICIO OLIVARES

ASESOR DE TESIS

MTRA. SARA DEL VALLE LÓPEZ

NOVIEMBRE 2007

Page 2: Tesis Elena Garro (2007)

Nadie cae; este presente es mi pasado y mi futuro; soy siempre el mismo instante. Elena Garro, Los recuerdos del porvenir. La historia, como las matemáticas, es un acto de la imaginación. Y la imaginación es el poder del hombre para proyectar la verdad y salir de este mundo de sombras y actos incompletos. Elena Garro, Felipe Ángeles. La memoria es la base de la personalidad individual, la tradición lo es de la personalidad colectiva de un pueblo. Miguel de Unamuno, Del sentimiento trágico de la vida.

Dedico esta tesis a mi madre: Una mujer valiente que me ha enseñado la humildad, el esfuerzo y el coraje para conseguir algo. Gracias por apoyarme desde el inicio de mi carrera. Este trabajo también es tuyo…por tus sueños, por aquellos recuerdos del porvenir.

Page 3: Tesis Elena Garro (2007)

ÍNDICE INTRODUCCIÓN .......................................................................................................... 4 CAPÍTULO I. BIOGRAFÍA Y CONTEXTO .................................................................... 6 A. Presentación de la escritora .................................................................................. 6 B. Escritura de vida .................................................................................................... 8 C. Los recuerdos de Elena Garro ............................................................................ 11 CAPÍTULO II. DINÁMICA DE LA MEMORIA DISCURSIVA ...................................... 16 A. Dinámica de la memoria ...................................................................................... 16 B. Discurso de la memoria ....................................................................................... 18 C. Memoria-imaginación histórica ........................................................................... 22 CAPÍTULO III. TEORÍA DE LA MEMORIA INDIVIDUAL Y COLECTIVA ................... 27 A. La aportación de Maurice Halbwachs ................................................................. 27 B. Los marcos sociales propuestos por Maurice Halbwachs................................ 30 C. La memoria colectiva y la reconstrucción del pasado ...................................... 33 CAPÍTULO IV. LA MEMORIA INDIVIDUAL Y COLECTIVA EN LA NOVELA LOS RECUERDOS DEL PORVENIR ......................................................................... 38 A. Situación del narrador ......................................................................................... 38 B. La memoria individual y colectiva: un eje narrativo en la novela ..................... 40 C. La memoria de Ixtepec y los marcos sociales presentes en la novela............. 44 CONCLUSIONES ....................................................................................................... 51 BIBLIOGRAFÍA .......................................................................................................... 53

Page 4: Tesis Elena Garro (2007)

4

INTRODUCCIÓN

La presente investigación es el fruto de una reflexión sobre el mecanismo de la memoria que opera siguiendo las huellas de la imaginación. En esa dinámica, el lenguaje se convierte en el medio principal para representar un pasado continuamente actualizado en el acto de narrar. De tal forma, el vínculo memoria-imaginación se bifurca en los senderos de la rememoración y rejuvenece al tiempo pretérito otorgándole el ingreso a un nuevo tiempo.

Como se verá en este estudio sobre la novela Los recuerdos del porvenir (1963), la manifestación de la memoria está ligada con un tiempo reanimado, un tiempo revivido gracias a la presencia narrativa del pueblo Ixtepec o memoria instituida. Su autora Elena Garro promueve una reflexión sobre el proceder y las anomalías que causa la memoria; la escritora mexicana pone a la vista los laberintos de los recuerdos, la truculencia del tiempo y la dolencia existencial de aquellos personajes torturados por el poder militar, pero atormentados, principalmente, por su memoria impedida. Sin embargo, en esta lucha contra el olvido y la represión, aparece una memoria colectiva representada por el personaje Ixtepec. Gracias a las imágenes que preserva este sujeto, narrador de la historia, los recuerdos mantienen su aliento y desembocan en el testimonio proferido desde el punto más alto de la comunidad. Así, la memoria es un sujeto narrativo que se apoya en los recuerdos individuales y colectivos para construir su relato, por ello el planteamiento teórico de Maurice Halbwachs no es ajeno al desarrollo analítico de la obra literaria.

En específico, esta investigación retoma la unión de la memoria individual con la colectiva para llevarla directamente a la imagen del narrador. En ese sentido el análisis se ubica, especialmente, en el aspecto intratextual para analizar la situación ambigua del narrador y personaje del relato. Es decir, la voz narrativa de Ixtepec cambia del singular al plural y viceversa; el fenómeno no es extraño, en los pueblos de México, cuando alguien evoca hechos importantes del pasado, por lo general los relata en la forma del plural, es decir, se apoya en una colectividad. En aquel proceso rememorativo se mezclan además una serie de mitos, leyendas, historias fantásticas y acontecimientos importantes que subsisten en una memoria compartida llamada por los investigadores memoria colectiva.

Para resolver la problemática del narrador, la investigación tiene el objetivo de validar la hipótesis de una memoria individual y colectiva que actúa como eje narrativo dentro de la novela. Por lo tanto se analizará la función del narrador-personaje como representante del proceso rememorativo y narrativo. Con ese objetivo se argumentará la dinámica del discurso y su relación directa con el lenguaje de la memoria o fase declarativa. Aquí, las propuestas de San Agustín y Paul Ricoeur sobre la memoria y el lenguaje, constituyen el detonante para hablar de una dinámica del discurso promovida por el narrador de la novela. En este sentido, la investigación se ha delimitado a tres puntos importantes: 1) El discurso de la memoria, 2) La teoría de la memoria y 3) El narrador como representante de la memoria individual y colectiva.

El orden de la investigación está centrado en cuatro capítulos; en el primero se ofrece al lector una biografía no extensa para reconocer quién fue Elena Garro y cómo se consolidó en su labor artística. Luego se expone el rasgo autobiográfico expresado en la escritura para proseguir con el contexto de la novela y descubrir las características que rodean esta obra literaria.

En el segundo capítulo se comienza a esbozar el marco teórico del discurso de la memoria para ir construyendo el objeto de estudio. En esta parte, el pensamiento del filósofo San Agustín es significativo porque permite instaurar a la memoria como una entidad que, en el acto de narrar, encumbra su discurso. Se examina, además, el

Page 5: Tesis Elena Garro (2007)

5

referente extratextual de la novela ligada al género histórico, para ello se toman las ideas de Noé Jitrik y Paul Ricoeur con la intención de argumentar brevemente el vínculo entre ficción e historia.

En el tercer capítulo se extracta la teoría de la memoria individual y colectiva subrayando los puntos importantes del pensamiento de Maurice Halbwachs. En ese apartado se reseñan las ideas principales para llevarlas hacia la construcción teórica del objeto, además, se arguye la participación de la memoria colectiva dentro de la historia y en la reconstrucción del pasado.

En el capítulo cuarto se utiliza la parte teórica trazada anteriormente para elaborar el análisis literario. Aquí se explica la función del narrador como un mediador, entre la historia, el discurso, la rememoración y la narración. A lo largo de este último capítulo se presentan diversos ejemplos textuales con el propósito de ir observando el funcionamiento de la memoria y la participación del narrador como una memoria que involucra un vasto depósito de recuerdos, tanto personales como colectivos.

La tesis es monográfica pues se apoya en diversos temas y autores; los puntos de vista de Patricia Rosas, Margarita León, Luis Enrique Ramírez, Gloria Prado y otros, son de vital importancia para la presentación biográfica. En el estudio de la memoria aparecen sintetizadas las ideas de San Agustín, Paul Ricoeur, Jacques Le Goff y Maurice Halbwachs. En el aspecto teórico resaltan las propuestas de Luz Aurora Pimentel y Helena Beristáin citadas en la bibliografía de consulta.

Un aparte: el uso gramatical del impersonal en la presentación responde al estilo y la forma del trabajo, sin embargo, el tácito “nosotros” se utiliza justificadamente (o quizá de forma inconsciente) en el seguimiento argumentativo dirigido al lector. De igual forma, la intromisión de citas textuales en todos los capítulos pretende seguir un trazo teórico-argumentativo donde la deducción como método sea la principal herramienta para la exposición.

La elaboración de la investigación significó un reto personal porque estaba consciente de no encontrar el hilo negro en la novela. Existe un cuantioso material sobre la novela Los recuerdos del porvenir que hizo más difícil la búsqueda y selección apropiada. Paradójicamente la accesibilidad de las fuentes fue una ventaja pues en la actualidad existen muchos documentos sobre Elena Garro que en el pasado no se hallaban.

Cuando comencé la investigación tenía a dos autores que habían tratado el tema de manera general, en el transcurso fui descubriendo distintos materiales reveladores como El orden de la memoria (1994) de Jacques Le Goff, La memoria, la historia, el olvido (2003) de Paul Ricoeur, Los marcos sociales de la memoria (1994) y La memoria del tiempo (2004), de Margarita León Vega. Estos libros alimentaron mi entusiasmo por el tema elegido y me brindaron una orientación para detallar el trabajo.

La investigación que presento es sencilla y modestamente pretende ser funcional en el campo de los estudios literarios. La experiencia como investigador me dejó una sensación de hablar y profundizar sobre el tema por lo cual el tema queda abierto a futuras investigaciones.

Este trabajo es individual y colectivo, en la armoniosa soledad de la lectura he recibido los pensamientos de los otros, de los allegados y seguidores de la obra y vida de Elena Garro. Es colectivo porque involucra la presencia de numerosas personas, familiares, amigos, profesores e investigadores que, material y sensiblemente, siempre han estado ahí. A todos les agradezco el apoyo recibido.

Page 6: Tesis Elena Garro (2007)

6

CAPÍTULO I. BIOGRAFÍA Y CONTEXTO

A. Presentación de la escritora. Elena Delfina Garro Navarro nace en la ciudad de Puebla el día 11 de diciembre de 1916. Sus padres, José Antonio Garro y Esperanza Navarro regresaban de España e hicieron una escala en la ciudad de los ángeles, lugar que se convierte en la cuna de la talentosa polígrafa mexicana. La sangre mestiza, española y mexicana, queda al manifiesto en la producción literaria donde se unen la cultura europea y las raíces de México. La mayoría de las obras escritas por Garro contienen aquellos elementos híbridos: el surrealismo y las creencias mágicas; el existencialismo y la tragedia griega, la conquista, la moral de siervos, los indígenas; la mirada del absurdo y la tradición de los pueblos mexicanos.

En su escritura también se encuentran aquellas interrogantes humanas sobre la percepción del tiempo y la memoria, el sueño y la realidad; sin embargo, uno de los rasgos más importantes es el autobiográfico, los recuerdos de Elena Garro traspasan las fronteras de la vivencia y se consolidan a través de la escritura. Lo que provoca que la imaginación salga de su cauce hacia otros rumbos, esto es visible en la mayoría de engaños, farsas e invenciones que rodearon la imagen controvertida de la literata. La imaginación desordenada también influye en el acto de contar la historia favoreciendo de esta forma una reinterpretación de los acontecimientos históricos, pues el vínculo historia-individuo es un rasgo presente en la creación literaria y el escritor es un sujeto histórico que refleja en su escritura un lugar y momento determinado, debido a ellos no existe obra literaria que no guarde una estrecha relación con el contexto histórico. En el caso de Elena Garro esta ley se cumple convirtiéndose en un eje importante de su escritura:

En Elena existía un interés no sólo por registra su vida, sino también por dilucidar personajes o acontecimientos históricos que despertaban su curiosidad intelectual […] Le fascinaba sumergirse en los orígenes de las cosas y de los acontecimientos prohibidos u olvidados (Rosas, 2003: 13).

Esta observación de Patricia Rosas Lopátegui puede notarse en las obras Los recuerdos del porvenir (1963), La culpa es de los tlaxcaltecas (1964) y Felipe Ángeles (1978), principalmente. La pasión de Elena Garro por la historia, la lleva a investigar profundamente los registros históricos con el objetivo de exponer las traiciones, la situación de los vencidos y el abuso de poder. Por consiguiente, su labor intelectual estuvo mediada por la rigurosidad de una académica que recogía documentos y recortes de periódico para desplegar los sucesos olvidados por la historia oficial.

En esta reinterpretación, la imaginación y los recuerdos juegan un papel importante porque gracias a ellos se revelan aspectos soslayados por los discursos históricos. La memoria de Elena Garro es la base de su personalidad, pero la memoria colectiva, marcada por la tradición oral, expresa la idiosincrasia e identidad del grupo, en este caso de Iguala. Por ejemplo, a los siete años de edad Elena Garro vive de cerca los acontecimientos suscitados en México entre los defensores de la fe y el gobierno mexicano. La memoria de aquellos eventos queda registrada en la novela Los recuerdos del porvenir en la cual los habitantes de Ixtepec, transmutación de Iguala, luchan contra el poder establecido de la revolución y participan en un movimiento religioso conocido como la guerra de los cristeros.

Page 7: Tesis Elena Garro (2007)

7

La memoria de ese tiempo también se encuentra registrada en la correspondencia que sostiene con Emmanuel Carballo. En aquellas misivas habla de la llegada de Joaquín Amaro, Secretario de Guerra y Marina; de la visita del padre Pro, del sitio de los militares encabezados por Claudio Fox y de la espera del guerrillero Habacuc.

En la tierra de Iguala descubre el pasado indígena con sus creencias y mitos, vive la plenitud de la imaginación y adquiere un bagaje cultural al leer los libros de la biblioteca de su padre José Antonio Garro. De esta forma, su formación intelectual comienza en ese pueblo del sur y continúa en las aulas de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), lugar donde trabaja como coreógrafa de Julio Bracho.

La grandeza intelectual de la novelista se forja desde la infancia y se mantiene a través del carácter autodidacta, en este sentido, ella dijo una vez que no pensaba ser escritora sino lectora de libros olvidados y que su verdadera vocación era ser bailarina o general:

Yo no pensaba ser escritora. La idea de sentarme a escribir en vez de leer me parecía absurda. Abrir un libro era empezar una aventura inesperada. Yo quería ser bailarina o general. Mi padre creía que podía escribir por mi afición a la lectura: en ese caso todos en la casa deberíamos ser escritores (Carballo, 1994: 485).

Estas declaraciones exhiben el eclecticismo cultural manifestado como parte de la naturaleza revoltosa de Elena Garro. Según ella, la propiedad de partícula caótica le permitió tener muchas vocaciones, la autodefinición no es gratuita, nuestra escritora se convierte en coreógrafa de teatro, periodista, poeta, dramaturga y narradora, además, participa como defensora de los derechos de campesinos, estudiantes y mujeres.

La naturaleza de partícula se convierte en un detonante para defender a los grupos marginados criticando los abusos de poder. Elena Garro fue una de las mujeres mexicanas más comprometidas en cuanto a la lucha y defensa de los derechos sociales. Por ello, Elena Poniatowska, gran seguidora de Garro, indicó que “los campesinos de Morelos la vieron como una reencarnación de Emiliano Zapata” (Poniatowska, 2004:118), pues a través de su activismo defensor de la lucha agraria, supo reconocer la voz de la tierra. También la comparó con Juan Rulfo (1918-1986), el escritor mexicano que habló en su narrativa sobre la miseria del campo y la condición deplorable de los campesinos. Sin embargo, la participación social de la escritora no sólo quedó plasmada en su narrativa sino en los reportajes periodísticos.

La denuncia periodística fue una herramienta importante para acometer a los “gobiernistas” de Guerrero y Morelos. Por medio de esta actividad, Elena Garro exhibe las anomalías, los engaños y las muertes de campesinos. A través de ella también critica los comportamientos de algunos intelectuales que “peleaban el hueso” para obtener algún puesto político. Por eso se proclamó “anti-intelectual” y acusó las falsedades de los grupos mexicanos en el poder. Desafortunadamente esta posición crítica, y la confusión en que se ve envuelta a raíz de la matanza de estudiantes en Tlatelolco, provocaron que por un tiempo fuera desterrada de los ambientes literarios.

La controversia del 68 marca su destino y decide exiliarse a otros países, este hecho contribuye al ninguneo y al olvido de su persona y obra. Cuando regresa a México, los fantasmas del pasado regresan para asediarla, en contraparte, los seguidores de su obra emprenden una cruzada de reconocimientos para no dejarla en el olvido.

En general, la obra literaria de Elena Garro puede dividirse en dos etapas, a la primera etapa pertenecen las obras reveladoras Un hogar sólido (1958), Los recuerdos del porvenir (1963), La semana de colores (1964), Felipe Ángeles (1979), Andamos huyendo

Page 8: Tesis Elena Garro (2007)

8

Lola (1980) y Testimonios sobre Elena Garro (1981). La segunda etapa contiene títulos como La casa junto al río (1982), Reencuentro de personajes (1982), Y Matarazo no llamó (1991), en esta última etapa también aparecen publicaciones como Inés (1995), Un traje rojo para un duelo (1996), Un corazón en un bote de basura (1996), El accidente y otros cuentos inéditos (1997) y Mi hermanita Magdalena (1998).

La riqueza literaria de Garro en las letras actualmente es reconocida en los círculos de lectura, en las investigaciones, los congresos organizados, las obras de teatro conmemorativas y, en general, al acercamiento sobre su obra y vida. Debido a ello la escritora se ha convertido en una figura esencial de los estudios y las investigaciones literarias.

Elena Garro muere el 22 de agosto de 1998, el mismo año de la muerte de Octavio Paz, cuando se le preguntó por el fallecimiento del que fuera su esposo, ella musitó que la estaría esperando en aquel lugar misterioso donde serían un mismo espíritu. Sin embargo, la muerte física de Garro es tan sólo un documento archivado. Ella se mantiene viva en sus personajes que deambulan por las páginas de una novela o cuento, en las memorias escritas o en las piezas teatrales. Elena Garro vive en su obra.

B. Escritura de vida El término “escritura de vida” significa el rasgo autobiográfico manifestado en gran parte de la producción literaria de Elena Garro. La escritura libera a la memoria para testimoniar eventos pretéritos ligados a la intimidad de la memoria individual y colectiva. A través de ella, un mundo imaginario de personajes, por lo general mujeres, se desenvuelven en historias dependientes del cultivado ingenio de Garro. Las protagonistas de sus obras poseen rasgos similares, viven circunstancias semejantes en contextos y estratos sociales distintos, por lo cual, la memoria individual se convierte en el epicentro organizador de historias convergentes en la autobiografía.

Al respecto, el periodista Luis Enrique Ramírez considera que: “La obra literaria de Elena Garro no es sino una autobiografía interminable: un retrato de sí misma, o de cómo ella lograba verse” (Ramírez, 2000:29). En esta argumentación, encontramos una clave muy importante para comprender el estrecho vínculo entre mito y realidad. En ocasiones, la imaginación de Garro se vuelve una mitomanía de ella misma, inventa historias, las lleva a la escritura, mezcla sus recuerdos y convence a sus lectores sobre la verdad de los acontecimientos.

En este juego de realidad y ficción, la escritora aclaró que nunca se quejó de haber servido como personaje literario, pues el proceso de escritura está mediado por la libertad y cada quién puede fabricar personajes de ficción con personajes reales:

El acto de escribir es un acto de libertad privada. Nunca me he quejado de haber servido de personaje de poemas, novelas y cuentos. Recuerdo que Carlitos Fuentes escribió un cuento llamado “Las dos Elenas”. Todo México dijo que éramos la Chata [Helena Paz] y yo. Hubo quien trató de azuzarme contra el escritor. Me pareció absurdo. Cada quien puede fabricar personajes de ficción con personajes reales (Carballo, 1994: 495).

La apología de Garro sobre la escritura está sostenida por aquella fantasía desbordante en la que, como lo señala Gloria Prado, “no sabía deslindar lo real de lo imaginario”

Page 9: Tesis Elena Garro (2007)

9

(Prado, 2006:11). Así nuestra escritora dejó que la imaginación corriera libremente en la creación literaria. Por ello en alguna ocasión objetó que los personajes debían llamarse como se llaman en la realidad, sin ninguna restricción, porque dentro de la ficción eran otros personajes actuantes: “Yo estoy porque los personajes se llamen como nos llamamos todos, porque sino no encarnan, como aquel niño Facundo Cielo que conocí en Cholula hace muchos años y que me inspiró mi cuento ‘El mentiroso Facundo Cielo’” (Rosas, 2005: 158).

No obstante aquella libertad creativa revelada en el rasgo autobiográfico se puede observar que los textos de Elena Garro no son una simple calca de la vivencia. Los arquetipos de su escritura universalizan las experiencias exhibiendo los problemas de las mujeres en su contexto social.

Las protagonistas de sus obras comparten características semejantes en circunstancias idénticas. La autora se desdobla en su escritura promoviendo una especie de mitosis borgeana para dar a conocer la situación de la mujer en el sistema social. Por ello el ejército de mujeres, que deambula por las páginas de una novela o cuento, lleva un estandarte que las identifica como mujeres en busca de una identidad.

Los personajes femeninos de sus obras son extranjeras realmente o viven como extranjeras en su propio mundo. En un sentido existencialista los personajes femeninos viven en la no pertenencia o en el abandono. En un mundo familiar ellas son extranjeras y actúan como mujeres de presencia efímera; siempre andan huyendo, principalmente de ellas mismas. La presencia masculina las oprime hasta convertirlas en nada, o bien, las libera para vivir en una ensoñación mágica propia de los cuentos de hadas.

La historia de cada una de ellas, como se ha dicho, deriva del epicentro de recuerdos de la autora. El desdoblamiento que realiza Elena Garro en algunas de sus obras, revela la condición personal y social de la mujer mexicana en diversos estratos y circunstancias. Los modelos de mujeres que no tienen un lugar dentro de la dinámica social se ven expuestos en su narrativa. Baste citar sólo algunas obras donde queda de manifiesto la opresión que padecen los personajes femeninos.

Por ejemplo Mariana es víctima del maltrato psicológico y del ninguneo en la novela Testimonios sobre Mariana (1981), la imposición que sufre por parte de su esposo Augusto provoca la gradual disipación de la protagonista hasta desaparecer como no persona. Es por medio de la memoria de los personajes, y en particular de la memoria individual de cada uno, que se construye la imagen de una mujer viva sólo en la memoria de quienes la conocieron.

Magdalena se fuga con Enrique en la novela Mi hermanita Magdalena (1998), el miedo de la protagonista se genera por la conducta extraña y la amenaza de Enrique. La desaparición de la hermana mayor es el detonante de esta historia que toma como referente extratextual el supuesto rapto que sufrió Elena Garro de parte del poeta Octavio Paz. En esta novela nuevamente se recrea la relación edípica presentada con anterioridad en el cuento La culpa es de los tlaxcaltecas (1964), entre doña Justa y Enrique, parangón de doña Margarita y Pablo o aquella explicita de Los recuerdos del porvenir (1963) entre Lola Goríbar y su hijo Rodolfito Goríbar.

El sentido de la no pertenencia se expone en La casa junto al río (1982), donde Consuelo busca su identidad en un lugar hostil. Los supuestos familiares de Consuelo intentan despojarla de una herencia que le pertenece. La protagonista se refugiará en sus recuerdos, el más recurrente, el recuerdo que tiene de su infancia en la casa que se ubica junto a un río. Los familiares y las personas observan a la extranjera, con un empecinamiento propio de los personajes de Franz Kafka (1883-1924), para esperar el momento del ataque. En esta obra se revela la extranjería de la mujer en un espacio hostil que la obliga a vivir en la desesperanza. Al final ella muere como una extranjera en una tierra que no le pertenece.

Page 10: Tesis Elena Garro (2007)

10

El tópico del abandono aparece en Inés (1995), protagonista de nombre homólogo al título, que es arrojada a un mundo de vicio. Después de abandonar el convento donde permanecía en calidad de huérfana, Inés se presenta a trabajar en la casa de un millonario que tiene por amigos a drogadictos practicantes de rituales. La tragedia de Inés se gesta cuando la obligan a participar en los aquelarres y entra en un estado de pasividad a causa de las drogas. Inés como otros personajes femeninos pierde su voluntad y se somete al control de los poderosos.

Por último, la situación del personaje Isabel Moncada es representativo en cuanto a la búsqueda de identidad en un medio hermético construido por las costumbres, usos y tradiciones del pueblo Ixtepec, la condena de la comunidad hacia Isabel se origina por aquel cambio de actitud de ella hacia el poder instituido por el general Francisco Rosas; la traición y la ingratitud van acompañadas del último gesto del personaje al preferir el amor de un hombre a la fidelidad familiar, la piedra simboliza el castigo, sin embargo, también puede figurar como la redención de Isabel Moncada.

La mayor parte de la escritura de Elena Garro se transforma en una respuesta crítica al sistema. De este modo, la historia de las protagonistas proyecta la situación de la mujer en su proceder, en la búsqueda de una identidad dentro de la dinámica social y en la denuncia de los miedos, angustias, silencios y pensamientos femeninos. Todo ello, como se ha visto, es parte de la escritura de vida ligada al testimonio autobiográfico, a la búsqueda de un “yo” con respecto a la marginación social y cultural.

Al respecto, la investigadora Raquel Estupiñán en Introducción a la teoría literaria feminista, ha señalado que la novela de corte autobiográfico es “una de las principales formas literarias de los grupos oprimidos pues constituye un medio para confrontar problemas del yo y de identidad cultural que llenan importantes necesidades sociales” (2004: 98). Esto ocurre principalmente en el grupo de las mujeres, aunque también en la preocupación del “yo” masculino, frente al anonimato provocado por la sociedad de masas.

Ante este planteamiento, es viable comprender la presencia de la memoria en su lucha contra el olvido, pues a partir de esa premisa, se dilucida que una de las funciones de la memoria es instituir el “yo” contra el peso de la sociedad marcada por el poder. De acuerdo con Raquel Estupiñán esta búsqueda de identidad está sostenida por diversos textos que dan cuenta de la experiencia cotidiana, revela los detalles más íntimos y en ocasiones los hechos traumáticos o violentos.

En la novela Los recuerdos del porvenir (1963) es visible la presencia de la memoria autobiográfica de Elena Garro delegada a un narrador omnisciente, la memoria de Ixtepec, cuya perspectiva es la de un protagonista que participa directamente de los hechos pretéritos reconstruidos, por ende existe un desplazamiento del punto central de la memoria hacia los sentimientos y experiencias de cada personaje, incluso llega a la memoria de los personajes para denunciar la violencia cernida sobre ellos. La memoria del narrador-personaje enfoca los detalles de la vida doméstica, establece reflexiones sobre la historia y unifica los discursos individuales y colectivos.

El aspecto autobiográfico influye en su escritura para dar a conocer un pasado que habla sobre los acontecimientos históricos de Ixtepec-Iguala. Los lectores de la novela pueden encontrar datos, fechas, acontecimientos, lugares, etc. En este sentido, el estudio biográfico puede completarse con la lectura de la obra para comprender, incluso, la psicología de la autora, los comportamientos, las acciones polémicas y todo lo que gira en torno a esta gran escritora mexicana y sus recuerdos llevados al plano de la ficción.

Page 11: Tesis Elena Garro (2007)

11

C. Los recuerdos de Elena Garro

En la novela Los recuerdos del porvenir se hallan los “recuerdos de Elena Garro” haciendo una paráfrasis al título. La obra fue escrita, aproximadamente, en el lapso de 1951-1952; en una suerte de odisea homérica, el texto sufrió el abandono, extravío y mutilación del fuego; en 1963 la editorial Joaquín MortÍz publica la novela, al otro año (1964) gana el Premio de Literatura Xavier Villaurrutia junto con la novela de Juan José Arreola La feria.

La primera novela de Elena Garro es una recreación histórica de los acontecimientos ocurridos en Iguala y México, en la época revolucionaria y el levantamiento cristero de los años 1927 y 1928. Muchas cosas se han comentado sobre esta obra relevante en la literatura mexicana, quizá lo más recurrente es el realismo mágico inherente a ella. Sin embargo, la recursividad promueve nuevos temas de los que se puede hablar como la existencia de una memoria individual y colectiva centrada en la figura del narrador-personaje.

El título es vehemente porque denota una agudeza y un contraste en el pensamiento; los recuerdos pertenecen al pasado y no pueden ser del futuro, pero el enigma se encuentra al interior donde el lector junto a los personajes accede a un eterno retorno de las cosas, el tiempo y la memoria juegan con la percepción del individuo haciéndole creer que todo vuelve a ocurrir porque ya aconteció en otro tiempo; por lo tanto, todo es parte de un ciclo que convierte a la novela en una metáfora descifrada en el proceso de lectura.

El sentido filosófico que guarda el título es además revelador porque denota un hecho importante: se vive del recuerdo y por el recuerdo. Nuestra vida espiritual es en el fondo un esfuerzo por preservar el recuerdo, por hacer de nuestro pasado una justificación existencial; este pasado en ocasiones se transforma subjetivamente en el porvenir. La novela habla de la capacidad de la memoria por representar aquellos eventos del pasado que viven como imágenes o huellas en nuestro espíritu.

También se manifestará en los laberintos desbocados para construir una historia, por ello, aunque se trate de la memoria del narrador o del personaje de Ixtepec, se puede observar un paralelismo con la subjetividad de la memoria individual de la escritora. En la entrevista que María Luisa Mendoza hace a Garro, ésta sostiene lo que se ha venido diciendo sobre los recuerdos desplegados en la escritura:

Todos son recuerdos míos, es la verdad de mi pueblo y sus gentes, los nombres son verdaderos pero cambiados […] Estaba en París enferma, en la cama y para no aburrirme empecé a escribirla. La terminé muy rápido, en mes y medio […] No me costó trabajo hacerla porque en ella relato lo que viví de chica. Toda la gente que sale allí vivía y muchos viven todavía. Los apellidos son de allá. El pueblo es Iguala, en Guerrero. Los pasajes son de verdad (Rosas, 2005: 158).

La novela es una conmemoración de lo ocurrido en Iguala, es un conglomerado de recuerdos de la infancia revividos a través del proceso de escritura. Con esta libertad artística de Elena Garro construye ironías y parodias de las situaciones que vivió con personas reales, en este sentido Elena Poniatowska señaló: “Elena Garro acostumbraba fijar sus odios en sus obras. Así, al poeta español Tomás Segovia lo metió en Los recuerdos del porvenir convirtiéndolo en boticario” (Poniatowska, 2000: 107). Por consiguiente la ficción le permite solazar su estado de ánimo recreando aquellas vivencias con un espíritu inquieto caracterizado por el juego.

Page 12: Tesis Elena Garro (2007)

12

Los recuerdos de Elena Garro nos hablan de la mayoría de personajes reales llevados a la ficción; los tíos, criados, federales y cristeros son entidades transmutadas a personajes; en ocasiones la autora utiliza sus nombres verdaderos como en el caso de Félix, Antonia Paredes o Julia Andrade, en otras, los disimula con nombres inventados, el ejemplo inmediato es el general Francisco Rosas parangón de Claudio Fox, militar del norte asignado a la tierra de Iguala, de este personaje Garro dice:

En realidad fue alguien que existió de veras (sic): era guapísimo, destilaba soledad. Hace ochos años vine a vivir a México y le seguí los pasos, supe que cometió cosas que la historia de México le reclama […] tenía vocación de héroe […] Indagué entre las altas esferas y supe que iba al café Regis —lugar de reunión de asesinos— y allí estaba, siempre solo frente a un café, con un aire trágico que lo envolvía […] (Rosas, 2005: 159).

Este personaje es el más representativo de la novela porque revela la angustia de un hombre condenado por la memoria de una mujer. La fijación de la escritora por la historia del personaje se manifiesta en la acertada descripción realista de la novela. Sobre ello Helena Paz Garro dice: “En general, las mujeres escritoras pintan con más realismo a sus heroínas mujeres […] en cambio, las escenas de los generales en Los recuerdos del porvenir son de un natural extraordinario” (Paz Garro, 2004:67).

La descripción en la novela involucra un acercamiento al aspecto psicológico, Garro explora la mente de cada uno de sus personajes y los hace actuar de acuerdo a las trágicas circunstancias, por ello no es extraño que los personajes vivan al filo del abismo o sobre la cuerda floja, donde cualquier vacilación o paso en falso puede perderlos. A veces los personajes están atrapados entre dos memorias como Martín e Isabel Moncada, en ocasiones viven de recuerdos o su memoria está perdida como la del general Rosas.

Los recuerdos de este personaje se encuentran perdidos por lo cual necesita una memoria representativa. Los otros personajes viven recordando un pasado que los reivindique en el presente. La búsqueda de identidad, incluyendo la del personaje colectivo Ixtepec, es el motivo más significativo para evitar verse borrados por el tiempo y el olvido, así, la memoria combate impetuosamente para ganar la batalla, sin embargo, en esa lucha va provocando estragos en los personajes.

En el aspecto contextual, cuando Elena Garro escribe Los recuerdos del porvenir, el país mexicano sufre cambios trascendentales; los sistemas de producción, la nueva tecnología, el crecimiento demográfico, el centralismo y otros factores, determinan en gran medida el paso de un México rural a uno industrializado.

Los logros del gobierno son exaltados por un discurso político, inclinado a la demagogia, que reverencia a la Revolución Mexicana como parte importante de la consolidación democrática. En contraparte, la escritora construye un entramado discursivo demandante de lo vanagloriado. Los discursos oficiales, hechos por antiguos revolucionarios y políticos, hablan sobre justicia y democracia, sin embargo la realidad en ese tiempo es otra.

Elena Garro tiene una visión pesimista, similar a la de Rulfo o José Revueltas, en cuanto al resultado negativo de la revolución y los efectos que trajo a la sociedad mexicana. La pobreza del campo, la militarización, los problemas sociales y el desconcierto político son reflejos del nuevo orden establecido o de la “revolución triunfante”. Estos hechos aparecen en el realismo de la novela donde se resalta la matanza ocurrida en el atrio de la iglesia, cuando los habitantes de Ixtepec intentan

Page 13: Tesis Elena Garro (2007)

13

defender su fe y evitar el cierre de la iglesia. Este pasaje que nos recuerda los acontecimientos de la incipiente guerra cristera, enmarca a la novela en el realismo descarnado que se vivió en México en el régimen de Plutarco Elías Calles. Los colgados en los árboles, las ejecuciones de agraristas, los fusilamientos, las muertes por la espalda, los venadeos nocturnos y los encarcelamientos injustificados, aparecen señalados en la novela como parte importante de la imposición del poder sobre la sociedad mexicana.

La realidad social que vivió el país mexicano en el tiempo de la revolución y después de ella, cuando diversos grupos armados recorrían el país robando y matando, se ve representada en la novela como el resultado verdadero de la Revolución Mexicana. Estas contradicciones aparecen marcadas en la novela bajo delaciones explicitas como la unión de porfiristas católicos y revolucionarios ateos. El viejo régimen se une al nuevo sistema generando negocios sucios y despojos brutales:

Los pistoleros eran la nueva clase surgida del matrimonio de la Revolución traidora con el porfirismo. Enfundados en trajes caros de gabardina, con los ojos cubiertos por gafas oscuras y las cabezas protegidas por fieltros flexibles, ejercían el macabro trabajo de escamotear hombres y devolver cadáveres mutilados. A este acto de prestidigitación, los generales le llamaban “Hacer patria” y los porfiristas “Justicia divina”. Las dos expresiones significan negocios sucios y despojos brutales (Garro, 2003: 73).

El referente histórico asoma a las páginas de la novela gracias a la memoria social que se tiene de los sucesos políticos y sociales. Los pistoleros en la década de los años cincuenta (s.) acompañan al régimen gubernamental. Como se expone en Los recuerdos del porvenir, estos grupos cuentan con el apoyo de los gobernantes para apagar las insurrecciones de los disidentes. Por consiguiente, el miedo a las instituciones y la represión de Ixtepec es el reflejo de aquella sociedad mexicana, es decir, en la tentativa por construir un gobierno democrático en México ocurre un desgarramiento social que resentirá la apropiación del poder y confirmará, una vez más, el carácter circular de la historia, con su propensión a repetir las mismas acciones y hechos del pasado.

La década de 1950-1960 es el contexto donde encalla la novela de Garro, en ese tiempo ocurren movilizaciones en México como la Huelga de Ferrocarrileros de 1959 y el Movimiento del Magisterio en 1960, sin embargo la gran convulsión de la sociedad mexicana desemboca en el Movimiento Estudiantil de 1968 que culmina con la masacre de estudiantes en la plaza de Tlatelolco.

Por otra parte, en el contexto literario, la publicación de Los recuerdos del porvenir es contemporánea de otras obras como Oficio de tinieblas (1962) y Los convidados de agosto (1964) de Rosario Castellanos; El viento distante y otros relatos (1963) de José Emilio Pacheco; La noche (1963) y Figura de paja (1964) de Juan García Ponce; Inés Arredondo publica La señal (1964) y Carlos Fuentes comienza a florecer en las letras mexicanas con obras como La muerte de Artemio Cruz (1962), Aura (1962), Cantar de ciegos (1964) y Cambio de piel (1967).

En 1963 y 1964, después de doce años de su creación, aparece en la literatura mexicana una novela sorprendente que, desde el punto de vista de Patricia Rosas Lopátegui, instaura una corriente llamada realismo mágico:

Entre 1952 y 1953, Elena no sabía que iba a inmortalizar a ese pueblito del sur de México al escribir una de las novelas más importantes de la literatura universal,

Page 14: Tesis Elena Garro (2007)

14

Los recuerdos del porvenir. No sabía tampoco que estaba iniciando una nueva corriente literaria que los académicos denominarían “realismo mágico” (Rosas, 2003:100).

Es difícil hablar de una taxonomía o corriente literaria que encasille a la novela de Garro, hay que recordar que ella convivió con André Breton (1896-1966) precursor del movimiento surrealista y leyó En busca del tiempo perdido (1913-1927) de Marcel Proust (1871-1922), rasgos que influyeron en su novela. Sin embargo, la escritora se mantuvo al margen negando la posibilidad del realismo mágico:

Mira, ya estoy ¡harta! Que me digan realismo mágico. Porque ha habido tanto realismo mágico en estos años, y es tan horrendo […] Han echado a perder toda la posibilidad de novela en América Latina con tanto realismo y tanta magia. Por eso escribí Y Matarazo no llamó… que es realista, puramente realista. Es el libro que más me gusta de los que he hecho. Escribir realista te exige más disciplina. Ahora, te voy a decir una cosa: en Los recuerdos del porvenir, por ejemplo, Isabel termina convertida en piedra, pero eso es real, porque en Guerrero hay montón de gente que se convierte en piedra. Que fulanita andaba en malos pasos y en una de esas quedó hecha piedra, cuentan y yo lo creo, Pero eso no es magia, es más que magia (Ramírez, 2000: 331).

La novelista rechazó la clasificación de su novela dentro del realismo mágico porque consideró que los hechos mágicos ocurren en la realidad de los pueblos mexicanos. Ella recoge algunos relatos de la tradición oral (la mayoría aparecen en La semana de colores, 1964) y los presenta como parte de las creencias mexicanas en las que cree fervorosamente.

La investigadora Gloria Prado nos ofrece la clave para encontrar en la obra de Garro diversas tendencias donde se mezclan elementos surrealistas, fantásticos y del real maravilloso, dice Prado: “Si bien su obra no puede ser calificada como surrealista de manera absoluta, es innegable que en ella ocupan un lugar central la búsqueda de lo maravilloso, la creencia de que no hay fracturas entre realidad e irrealidad […]” (Prado, 2006: 14).

Recuérdese que en el prólogo a El reino de este mundo, Alejo Carpentier propone lo siguiente: “¿Qué es la historia de América toda sino una crónica de lo real maravilloso?” (1997:97). En este sentido, la historia mexicana se halla plagada de historias mágicas marcadas en la colectividad y en la tradición de los pueblos. Por lo tanto, al interior de la novela de Garro existen relatos maravillosos posibles en la creencia de los pueblos. La narradora trae a colación estas historias para mantener viva la memoria colectiva, en esta labor intelectual, el lenguaje poético realza la presencia de diversos elementos literarios convergentes en el baúl mundo de la novela.

La exquisita prosa, expresada en la suntuosidad del lenguaje, provoca un dinamismo donde los objetos, lugares y cosas se mueven a través de la poética; el alma romántica, el mundo onírico, la gracia apolínea y la imaginación se confabulan, aunque siempre está latente el desencanto de la vida adulta y los tormentos existenciales.

La arquitectura de las estructuras edifica un “todo discursivo” donde el realismo más crudo se mezcla con una realidad mágica que trastoca lo cotidiano. Por ejemplo, en el asedio de los militares y la desesperanza, existen manifestaciones como la fijeza del tiempo que permite la huida de los amantes Julia y Felipe Hurtado o el final revelador de la metamorfosis de Isabel Moncada.

Page 15: Tesis Elena Garro (2007)

15

La voz del narrador, memoria del pueblo, tiene rasgos de cualquier narrador mexicano que relata una historia de la tradición oral. El acento marcado en la voz impersonal (dicen, cuentan) se mezcla con lo colectivo (íbamos, veníamos) para referir recuerdos tanto individuales como colectivos. Algunos escritores mexicanos como José Guadalupe de Anda, Juan Rulfo, Juan José Arreola o Agustín Yáñez, utilizan en sus novelas este tipo de narrador con la intención de acercar a sus lectores a un mundo ficticio no distante de las narraciones hechas en los pueblos de México. Elena Garro no es la excepción y pone al frente de su novela a un narrador en primera persona que cambia constantemente al plural.

De esta forma, Los recuerdos del porvenir, la primera novela de Garro que es desdeñada por la crítica, amplía los horizontes de la creación literaria para configurar una estética del tiempo, la memoria y el lenguaje. Aquí la memoria se muestra en su funcionamiento pero en la dinámica de una memoria individual y colectiva. La memoria del narrador va a trabajar como una entidad discursiva que organiza la narración manifestando el binomio individual-colectivo. Por tanto el narrador se convierte en la parte principal del relato al tiempo que lleva su acto narrativo; el narrador también funcionará como un sujeto histórico que cuenta la historia de él mismo, del Ixtepec abandonado. Sin embargo, en estos juegos narrativos es posible reconocer la expansión de la memoria autobiográfica de Elena Garro, es decir, el narrador se convierte en un portavoz o relevo de la autora y sus recuerdos sobre Iguala llevados al plano de la ficción.

Page 16: Tesis Elena Garro (2007)

16

CAPÍTULO II. DINÁMICA DE LA MEMORIA DISCURSIVA

La memoria de Elena Garro participa en la colectividad acudiendo a la memoria de Iguala, a los mitos y realidades históricas. Los recuerdos de ese lugar, transmutación en el pueblo de Ixtepec, configuran una historia donde la entidad narrativa es el mismo pueblo. Aunque es perceptible la presencia de la memoria autobiográfica de Garro, en el plano intratextual la memoria de Ixtepec y su relato se instituyen como el eje principal de la rememoración y narración.

En este capítulo, antes de pasar al tema de la memoria individual y colectiva, se hablará de la dinámica de la memoria y su discurso. Para ello se utilizarán las reflexiones de san Agustín, las ideas de Paul Ricoeur y las consideraciones sobre el vínculo historia-ficción. Aquí el binomio memoria-narración estará ligado al concepto de fase o declaración de la memoria, es decir, cuando la memoria expresa el recuerdo, de forma oral o escrita, construye un discurso donde se mezcla lo colectivo. La exposición pretende descifrar la dinámica discursiva de la memoria representada por el sujeto que tiene a su cargo la narración.

A. Dinámica de la memoria

El mecanismo de la memoria es parte de un proceso que involucra diversas actividades como la enseñanza, aprendizaje, desarrollo de lenguaje, conocimientos, etc., A través de ésta los sentidos coordinan y promueven la sensibilidad cognoscitiva, es decir, la dinámica de la memoria es un complejo de funciones psíquicas con el auxilio de las cuales el hombre actualiza impresiones, informaciones pasadas o que imagina como pasadas. Por lo tanto, la importancia de la memoria estriba en la reconstrucción de un pasado que se mantiene vivo a través de una dinámica efectuada en el presente.

En la actualidad, los estudios científicos han enfocado su objeto en los procesos sinápticos a nivel cerebral en el área del hipocampo. Las redes neuronales conectan la información de un evento archivado a otros registros, de tal forma, en la no-conexión se producen errores o fallas de la memoria. Sin embargo, la percepción subjetiva de la memoria es una problemática no resuelta totalmente pues la memoria del hombre también es parte del exterior, es decir, proviene de la cultura y el medio social.

El individuo, junto con el grupo al que pertenece, construye puntos de encuentro accesibles a la rememoración porque ésta se mantiene gracias a la existencia de los hitos o marcos colectivos socialmente instituidos, por consiguiente, no existe un olvido absoluto pues hay una memoria colectiva que podría ayudarnos a reconstruir aquellos eventos olvidados.

En este trabajo el tema de la memoria individual que se integra a una colectividad es el punto de partida para argumentar la situación del narrador de la novela Los recuerdos del porvenir. Esta alianza se manifiesta en el discurso de la memoria principal configurada como una memoria narrativa que testimonia y reconstruye un pasado histórico. Sin embargo, esta memoria es subversiva pues en el plano de la ficción trastoca el orden del tiempo, desequilibra a los personajes y promueve un caos en ellos.

La escritora Elena Garro promueve en su novela una reflexión que ha sido una constante en la historia del hombre. En este sentido, desde los pensadores griegos Platón y Aristóteles, hasta los modernos como Bergson, Durkheim y Maurice Halbwachs, sin soslayar a san Agustín, el estudio y fenómeno de la memoria ha sido parte de un

Page 17: Tesis Elena Garro (2007)

17

cuestionamiento importante. Además el conocimiento histórico está mediado por aquella memoria instituida en la escritura, los documentos, monumentos, huellas y relatos que la civilización ha dejado como parte importante de su historia.

Los griegos encontraron en la memoria dos manifestaciones implícitas en el acto de recordar, la afección y la rememoración. La primera era causa de una patología, es decir, un recuerdo que llegaba a la mente sin necesidad de evocarlo, de forma involuntaria. La segunda fue el objeto de una búsqueda, de una llamada intencional motivada por la recreación explícita. Para nuestro estudio haremos mención de estos términos, sin embargo, la importancia del pensamiento subjetivo de san Agustín nos permitirá comprender la dinámica de la memoria discursiva ejercida por el narrador de Los recuerdos del porvenir.

La manifestación de la memoria para San Agustín es parte de un misterio espantable revelado en el espíritu del hombre:

Grande es el poder de la memoria Es yo no sé qué misterio espantable, Dios mío, qué profunda e infinita multiplicidad. Y esto es el espíritu, y esto soy yo mismo ¿Qué soy yo, pues, Dios mío? ¿Qué naturaleza soy? Una vida varia, multiforme, y de una potente inmensidad (San Agustín, 1984: 26).

La preocupación del filósofo se origina del cuestionamiento íntimo sobre el ser; el espíritu y la vida se distienden en una inmensidad donde habitan los recuerdos, por ende, la memoria es múltiple y de potente inmensidad, como sucede con aquella memoria de Ixtepec. En ese lugar, similar al hipocampo cerebral, existe un amplio depósito de recuerdos que San Agustín llamará el palacio de la memoria:

En ese palacio, separadas y clasificadas por especies, encuéntrense guardadas todas las sensaciones que han penetrado, cada una por su propia entrada; así, la luz y todos los colores y las formas de los cuerpos, por los ojos, por los oídos, los sonidos de todo género; los olores todos, por el conducto de la nariz; el conjunto de los sabores, por la puerta de la boca, y por la sensibilidad difusa por todo el cuerpo […] Todas estas cosas las recoge la memoria, para evocarlas de nuevo cuando sea menester y volver sobre ellas en sus vastos depósitos (San Agustín, 1984:13).

En el depósito o palacio de la memoria se encuentran una reserva de imágenes susceptibles a ser utilizadas: “Allí están todas las cosas que me acuerdo haber experimentado y creído […] Las cotejo yo mismo con la trama del pasado y voy, de ahí, tejiendo la del porvenir, hechos, acontecimientos, esperanzas” (San Agustín, 1984: 14). Observa el filósofo que los recuerdos pueden entrelazarse con los hechos del porvenir, lo que ocurre con aquella instancia narrativa que presenta los acontecimientos pretéritos actualizados en su narración y condiciona los sucesos al futuro donde ocurrirán de nuevo.

Aquí la evocación voluntaria o rememoración se encuentra ligada a la narración porque cuando se cuentan cosas pasadas se sacan de la memoria no las cosas acontecidas en sí, sino las imágenes grabadas en el espíritu que al ser narradas se contemplan en el tiempo presente:

Por lo demás, cuando se cuentan cosas verdaderas como pasadas, sáquense de

Page 18: Tesis Elena Garro (2007)

18

la memoria, no las cosas mismas que pasaron, sino las palabras concebidas partiendo de las imágenes que ellas grabaron en el espíritu, como huellas al pasar por los sentidos. Así mi infancia que ya no existe, está en el tiempo pasado, que ya no existe; pero su imagen cuando la evoco y la cuento, la contemplo en el tiempo presente, porque está todavía en mi memoria (San Agustín, 1984: 23).

En el pensamiento de San Agustín, la memoria (pasado) pasa por la previsión (presente) y espera (futuro) mientras el espíritu se distiende, después llega la rememoración consolidada en el acto de narrar. Siguiendo las ideas de San Agustín el teórico Paul Ricoeur en Tiempo y narración I se cuestiona: “Narración diremos implica memoria, previsión y espera. Pero ¿Qué es recordar? Es tener una imagen del pasado. ¿Cómo es esto posible? Porque esta imagen es una huella que dejan los acontecimientos y permanece marcada en el espíritu” (2004:49).

En este caso, en el acto de narrar existe una intención presente o un instante narrativo, pues existen unos acontecimientos del pasado en espera a ser relatados, por consiguiente, la combinación del lenguaje con las imágenes guardadas en la memoria permiten construir un discurso del pasado expresado en el acto narrativo.

Ante el planteamiento de San Agustín, tomado por Ricoeur, se puede edificar un estudio sobre el discurso de la memoria que libera las imágenes por medio de la narración. Este fenómeno ha sido analizado por Ricoeur, en su obra Memoria, historia, olvido, como la fase declarativa de la memoria, es decir, cuando la memoria entra al ámbito del lenguaje el recuerdo se convierte en un discurso que el sujeto mantiene consigo mismo y a la vez con la colectividad pues el discurso es construido por medio de la lengua materna o colectiva:

En su fase declarativa, la memoria entra en el ámbito del lenguaje: una vez expresado, pronunciado, el recuerdo es ya una especie de discurso que el sujeto mantiene consigo mismo. Ahora bien, el pronunciamiento de este discurso se hace en la lengua común, lo más a menudo en la lengua materna que es la lengua de otros (Ricoeur, 2003: 169).

La memoria llevada al lenguaje cobra importancia en la novela pues se transforma en

un testimonio oral mediado por la rememoración del sujeto narrativo; en esta declaración de la memoria, parangonable a la que hace el paciente frente al psicoanalista, se revela un discurso abierto, sincero, sin ataduras; la memoria del narrador exterioriza sus miedos, angustias, deseos y todo un caudal de recuerdos tanto individuales como colectivos.

B. Discurso de la memoria

En Los recuerdos del porvenir la memoria es un centro donde convergen el pasado, el presente y el futuro. Es un depósito de recuerdos o palacio de la memoria susceptible a la rememoración que es motivada por el influjo de la piedra aparente. De esta forma, los recuerdos de la memoria principal constituyen la parte esencial del relato o el eje narrativo que organiza la narración.

En la novela, la memoria rememora un pasado actualizado en el aquí y ahora de la narración, en su calidad testimonial relata los acontecimientos ocurridos en Ixtepec, comunidad que se refleja a sí misma. Es decir, Ixtepec se observa en su reflejo como

Page 19: Tesis Elena Garro (2007)

19

memoria y viceversa, la memoria se refleja en Ixtepec. Este efecto ocurre en el horizonte, en el espacio entre las dos entidades: un yo (ego) y otro (alter). Ver cuadro 1 en anexo.

La memoria de Ixtepec, equiparable a la “tragedia cíclica” de Prometeo o Sísifo, está condenada a la continuidad al observarse, una y otra vez, en el espejo de la memoria de sí mismo, lo que provoca la narración permanente: “Hay días como hoy, en los que recordarme me da pena, quisiera no tener memoria o convertirme en el piadoso polvo para escapar a la condena de mirarme” (Garro, 2003: 11).

La memoria o entidad organizadora del discurso y su alteridad, el personaje colectivo Ixtepec, se significan como una otredad en el decurso narrativo; el desdoblamiento los condiciona a formar dos imágenes, una real y otra virtual producto del reflejo. Para nuestro estudio es importante diferenciar al narrador que cuenta la historia y por otro al personaje de quien se cuenta la historia. El primero es una entidad que relata los hechos motivado por la cercanía de la piedra aparente, el segundo es un personaje participante en la historia que él mismo narra.

Ixtepec se contempla en el horizonte del espejo para reconocerse, su narcisismo lo lleva a recordar y testimoniar los sucesos ocurridos en la comunidad:

Desde esta altura me contemplo: grande, tendido en un valle seco. Me rodean unas montañas espinosas y unas llanuras amarillas pobladas de coyotes. Mis casas son bajas, pintadas de blanco, y sus tejados aparecen resecos por el sol o brillantes por el agua según sea el tiempo de lluvias o de secas (Garro, 2003: 11).

La investigadora Sara del Valle en su estudio La literatura fantástica en Elena Garro, observa con atención la función de los espejos como elementos fantásticos; éstos son umbrales o puertas de entrada hacia otros mundos como en el caso de Alicia en el país de las maravillas. También argumenta la notable idea de que en los espejos se dan evocaciones e invocaciones:

Las evocaciones son las que se encuentran en uno, como en el momento de verse en el espejo y las facciones del que mira se van deformando. Las invocaciones se dan cuando se llaman a seres de otro mundo que se han visto en ese espejo, luego salen para observarnos desde la otra dimensión (Del Valle, 2002: 78).

En el caso de Los recuerdos del porvenir la evocación frente al espejo ocurre cuando la memoria narrativa se observa en la distancia para reconocerse y encontrar una identidad representativa. Pero aquí ocurre algo extraordinario, cuando la memoria confronta al espejo del horizonte se transforma en un reflejo múltiple de recuerdos lo que configura una memoria heterogénea. Ver cuadro 2 en anexo.

Además la memoria está cimentada por una base o soporte: el cuerpo petrificado de Isabel Moncada. Anna Reid en su trabajo La piedra como metáfora de la historia propone que la piedra es “una metáfora de la historia escrita” (2000: 119), es decir, la piedra aparente es un medio para la transmisión del pasado. En este sentido, la investigación formula que la mujer convertida en piedra es literalmente el asiento de la memoria narrativa, recordemos que la narración comienza así: “Aquí estoy, sentado sobre esta piedra aparente” (Garro, 2003:11).

Page 20: Tesis Elena Garro (2007)

20

La piedra es el asiento de la memoria y funciona como detonante de los recuerdos, sin embargo es algo más: la piedra es un monumento. Al decir esto, la piedra se encuentra cercana a dos sentidos explicados por Jacques Le Goff sobre el monumento: “Es una obra escultórica que conmemora al recuerdo y es una efigie funeraria que otorga valor y tributo a la muerte.” (1991:227).

El teórico explica que la etimología latina “monumentum” está ligada a la raíz indoeuropea “men” que denota una de las funciones principales de la mente: la memoria o “memiri”. También asocia a la palabra el verbo “monere” que significa hacer recordar, por consiguiente, el monumento es todo aquello que nos hace recordar, que permanece en la memoria o perpetúa el recuerdo.

En las observaciones de Jacques Le Goff podemos encontrar el simbolismo que guarda la piedra aparente. El cuerpo pétreo de Isabel Moncada es un monumento conmemorativo que habla de la historia de Ixtepec: “Aquí sigue la piedra, memoria de mis duelos y final de la fiesta de Carmen B. de Arrieta” (Garro, 2003: 292). También es un monumento fúnebre, una lápida escrita por Gregoria para preservar la memoria de Isabel Moncada.

El simbolismo de la piedra, como espacio y monumento, evidencia la permanencia de los recuerdos de la comunidad. A este monumento acude la memoria narrativa para dar a conocer un testimonio importante del pasado y se convierte en un intérprete que descifra el monumento conmemorativo-fúnebre, de acuerdo con esto, propaga los recuerdos colectivos de un pueblo, de sus días y duelos.

La memoria hace una evocación de ella misma al tiempo que elabora una rememoración del pasado. En ese momento se convierte en un prisma de refracción creando una multitud de colores y tiempos, además, su orden es caótico e imprevisible y se concentra en un punto geométrico sobrepuesto al momento de la piedra, en este espacio ella recrea los acontecimientos del pasado iniciando con una introspección de la infancia de los personajes Nicolás e Isabel Moncada:

[…]Y como la memoria contiene todos los tiempos y su orden es imprevisible, ahora estoy frente a la geometría de luces que inventó a esta ilusoria colina como una premonición de mi nacimiento. Un punto luminoso determina un valle. Ese instante geométrico se une al momento de esta piedra y de la superposición de espacios que forman el mundo imaginario, la memoria me devuelve intactos aquellos días; y ahora Isabel está otra vez ahí, bailando con su hermano Nicolás, en el corredor iluminado por linternas anaranjadas, girando sobre sus tacones, con los rizos en desorden y una sonrisa encandilada en los labios. Un coro de jóvenes vestidas de claro los rodea. Su madre la mira con reproche. Los criados están bebiendo alcohol en la cocina (Garro, 2003: 14).

En esta parte inicial de la narración, la escena de los personajes que bailan es una premonición o indicio del fatídico baile organizado para los militares. A la postre, en el relato Isabel Moncada bailará con el general Francisco Rosas y en este hecho se vislumbra la existencia de un antecedente comentado por los criados sobre la conducta de Isabel, ella baila tomándose atributos de una mujer adulta, por tanto, su destino está marcado por la observación de la gente de Ixtepec y el destino que le depara al personaje: no va a acabar bien.

Después de esta vuelta al pasado, el relato de la memoria del narrador continúa con la llegada del general al pueblo, esto es transforma en una situación trágica pues el orden se

Page 21: Tesis Elena Garro (2007)

21

ve quebrantado nuevamente y el miedo instituido ocasiona el olvido de las fiestas, la pesadumbre y lo terrible:

Cuando el general Francisco Rosas llegó a poner orden me vi invadido por el miedo y olvidé el arte de las fiestas. Mis gentes no bailaron más delante de aquellos militares extranjeros y taciturnos. Los quinqués se apagaron a las diez de la noche y ésta se volvió sombría y terrible (Garro, 2003: 14).

En el momento que la voz narrativa centra su relato en la llegada de los militares a Ixtepec, conmemora un pasado histórico sobre el asedio militar y el enfrentamiento entre soldados y pobladores; la conspiración del pueblo se vuelve parte importante en la trama, de esta forma, en el relato de la memoria, las palabras irán construyendo un nuevo mundo y con ello acciones, tiempos y espacios cobrarán vida estableciendo una dinámica discursiva.

Al respecto Margarita León considera que la memoria de Ixtepec “celebra simbólicamente un rito de reconstrucción de los discursos anteriores” (León, 2004:16). A través de este ritual la memoria rescata y ordena los recuerdos y experiencias mediante su propio discurso y a través de los discursos ajenos.

En el territorio de los recuerdos, la memoria se desplaza por lugares, tiempos y espacios conjuntando distintas épocas, por ello la rememoración parte de un proceso histórico plagado de paralelismos que provocan la repetición de lo mismo en contextos distintos. A causa de ello, los personajes perciben una historia que se repite, el caso más representativo es el de Ana Moncada que piensa estar viviendo nuevamente un pasado que retorna.

En el terreno de la memoria también ocurre la injerencia de los recuerdos de cada personaje, es decir, en la narración de los hechos se entrecruzan otras memorias, las opiniones de los personajes y los discursos individuales. La memoria narrativa estiliza un discurso indirecto en la narración, no obstante, cuando los personajes hablan desde su perspectiva, se crea un discurso directo marcado por el dialogismo y las voces.

Por lo tanto, puede observarse que la memoria pretende abarcar las voces y pensamientos de los personajes, no obstante, a veces la memoria individual de los personajes expresa, de forma independiente, su particularidad. Sea ejemplo la voz de Luisa, personaje de la novela, que se independiza constituyéndose en un monólogo interno: “Nadie cae; este presente es mi pasado y mi futuro; es yo misma; soy siempre el mismo instante” (Garro, 2003:280).

Cuando la memoria narrativa relata su versión de los hechos, su versión se encuentra alimentada por el caudal de recuerdos individuales, propios y ajenos; así, el punto de vista de la instancia narrativa se halla rodeado por las opiniones de los personajes que matizan la narración y la convierten en un cuadro de voces, memorias y pensamientos íntimos.

La memoria del narrador en su calidad de voz principal retoma los distintos discursos de los personajes y al mismo tiempo instaura un acontecimiento de habla, por lo cual, si seguimos la propuesta teórica de Paul Ricoeur formulada en Teoría de la interpretación, se puede argumentar que la significación del relato está mediada por la intención o sentido que tiene el hablante:

El que alguien se refiera a algo en un cierto momento es un acontecimiento, un acontecimiento de habla. Pero este acontecimiento recibe su estructura del sentido como significado. El hablante se refiere a algo con base en, o por medio

Page 22: Tesis Elena Garro (2007)

22

de, la estructura ideal del significado. El significado, por así decirlo, es atravesado por la intención referente del hablante (Ricoeur, 2003: 34).

Ricoeur ve en la función del discurso un acontecimiento importante que dota de significación a la referencialidad, es decir, existe una proposición dependiente del acontecimiento y su significado, aquello que sucedió y cómo el narrador lo relata. Además el teórico expone que la importancia del discurso radica principalmente en la dirección pues hay un destinatario que lo recibe. Por consiguiente, en el acto de comunicación verbal, la memoria, como entidad discursiva, otorga al lenguaje una realidad importante pues existen implícitamente un hablante que narra y un oyente que escucha, sea narrador y narratario.

La propuesta teórica de Ricoeur nos sirve para edificar el concepto de una memoria discursiva manifestada en las dos formas básicas el “qué” y el “sobre qué” del discurso; el “qué” constituye su significado y el “sobre qué” su referencia. Así, la memoria narrativa, construye su significado en la rememoración tomando como referente el conocimiento de la historia, los objetos, situaciones y lugares.

De tal forma se puede argumentar que la memoria del narrador se apoya en la referencialidad otorgándole un fuerte efecto de sentido. Los rasgos de verosimilitud ofrecidos por el narrador buscan apegarse al referente extratextual para validar la historia que se narra, sin embargo, en esta ratificación hay aspectos mágicos que sólo pueden comprenderse en el universo narrado pues la memoria narrativa los utiliza para dar cuenta de otras realidades posibles.

C. Memoria-imaginación histórica El discurso de la memoria refiere un saber histórico actualizado en el presente narrativo, de esta forma, la memoria narrativa es por antonomasia el saber histórico de Ixtepec. La importancia de su discurso radica en el develamiento de la historia no dicha o registrada, es decir, su discurso es social y se opone al discurso de la historia oficial justificado por el grupo en el poder.

La memoria narrativa ofrece los discursos de los que no habla la historia concentrándose en revelar la microhistoria o historia en minúscula de los grupos marginados, por lo tanto, en la narración es frecuente hallar mitos, refranes, crónicas, leyendas, canciones, etc., pertenecientes a la comunidad y a los diversos grupos de Ixtepec. Además, la memoria toma los discursos de grupos como los campesinos, indígenas y prostitutas para reestablecer el lazo individual y colectivo de los sujetos participantes.

Los hechos históricos, que sobreviven en el imaginario social de Ixtepec, son recreados por la memoria narrativa para dar a conocer los rescoldos de la revolución, el abandono, la llegada de los militares, el enfrentamiento y la disidencia frente al nuevo orden. Por lo tanto en el imaginario de la comunidad existe un caudal de recuerdos, personajes mitificados y leyendas que pertenecen a la memoria colectiva de Ixtepec.

Este pueblo es víctima de las campañas militares, que de acuerdo con el narrador, no reducían sus atribuciones y tomaban al poder para cometer excesos contra la comunidad. La memoria del narrador relata estos hechos valiéndose de una voz en plural que le permite denunciar directamente los abusos de poder y el dominio de los militares:

Page 23: Tesis Elena Garro (2007)

23

Temprano en la mañana aparecían algunos colgados en los árboles de las trancas de Cocula. Los veíamos al pasar haciendo como si no los viéramos, con su trozo de lengua al aire, la cabeza colgante y las piernas largas y flacas. Eran abigeos o rebeldes, según decían las partes militares (Garro, 2003: 16).

La presencia del nuevo orden trastoca el ritmo de la población y por ende los militares son vistos como el enemigo a vencer; el poder de ellos se manifiesta en la aparición de colgados en las trancas de Cocula, en los venadeos nocturnos, las muertes por la espalda y los crímenes sin solución. Estos eventos de Ixtepec guardan una estrecha relación con la historia mexicana; como se había comentado anteriormente, los recuerdos de Elena Garro toman presencia en el narrador relevo que figura como delegado para promover un discurso social confrontado al discurso oficial nacido de la revolución triunfante.

En el contexto histórico la Revolución Mexicana implicó la participación de diversos sectores como los obreros, campesinos, maestros y periodistas. En este lapso, la sociedad se encuentra susceptible y se origina una larga reflexión sobre quién es y ha sido. En la historia de México, la Revolución Mexicana fue el acontecimiento nacional más importante del siglo XX, en tanto que se produjo un nuevo estado dominado por las clases medias y los grupos populares que habían participado en la lucha revolucionaria.

En consecuencia, el nuevo estado no resultó democrático, en cambio tuvo una identidad nacionalista que contó con grandes apoyos populares y con la conducción de un grupo político-militar procedente de la clase media. Así, en cierta forma, el pueblo de Ixtepec puede ser el reflejo del país mexicano ante la necesidad de buscar una identidad; la autora de la novela pone en evidencia estos hechos, sin embargo, el tema revolucionario aparece dentro de un pasado latente en la memoria del narrador y de los personajes. Por ejemplo, la memoria de Ana Moncada interviene junto a la del narrador para significar los acontecimientos pretéritos:

La Revolución estalló una mañana y las puertas del tiempo se abrieron para nosotros. En ese instante de esplendor sus hermanos se fueron a la Sierra de Chihuahua y más tarde entraron ruidosos en su casa, con botas y sombreros militares. Venían seguidos de oficiales y en la calle los soldados cantaban la Adelita.[…]Después, las batallas ganadas por la Revolución se deshicieron entre las manos traidoras de Carranza y vinieron los asesinos a disputarse las ganancias, jugando al dominó en los burdeles abiertos por ellos. Un silencio sombrío se extendió del Norte al Sur y el tiempo se volvió otra vez de piedra. “¡Ah, si pudiéramos cantar otra vez La Adelita!”, se dijo la señora, y le dio gusto que hubieran volado el tren de México. “Esas cosas dan ganas de vivir”. Quizá aún podía suceder el milagro que cambiara la suerte de sangre que pesaba sobre nosotros (Garro, 2003: 37).

En el ejemplo citado la memoria de Ixtepec está motivada por el recuerdo íntimo de Ana Moncada que al final añora cantar otra vez “La Adelita”, el corrido de los revolucionarios. También es evidente el estado de alerta que viven los pobladores y el mismo pueblo de Ixtepec. Por ello la mayor esperanza es que ocurra el milagro que los redima del destino de sangre que pesa sobre ellos. En esta parte del relato se observa la rememoración abierta en el tiempo y después la desesperanza cerrada en la inmovilidad. Es curioso notar en el vaivén de éste en un dinamismo frente a la ilusión y una inmovilidad ante el

Page 24: Tesis Elena Garro (2007)

24

desaliento. Los habitantes de la comunidad sienten la inercia cuando son acechados por la situación presente, no obstante, cuando sucede algo inusual, el tiempo vuelve a correr provocando un estado de ilusión, aunque la mayor parte del tiempo los personajes se encuentran esperando la manifestación del milagro.

Como se ha visto los personajes y el narrador vuelven al pasado para sentar las bases de un tiempo vivo en el presente o para convocar aquellos recuerdos ligados al porvenir. De esta forma la historia es una continuidad de sucesos repetidos, el nuevo movimiento cristero siembra la confusión en los personajes de la novela pues establece la reproducción de la violencia, por lo tanto, la revolución está hermanada con el movimiento religioso que se ha ido gestando a raíz de las cosas no resueltas en el pasado.

El movimiento cristero aparece representado en la segunda parte de la novela como una continuación de la primera parte. Según la narración, y en opinión de Elena Garro, estos hechos ofrecieron la ventaja de distraer al pueblo del punto por oscurecer, el reparto de tierras no consolidado después de la revolución:

En aquellos días empezaba una nueva calamidad política; las relaciones entre el Gobierno y la Iglesia se habían vuelto tirantes. Había intereses encontrados y las dos facciones en el poder se disponían a lanzarse en una lucha que ofrecía la ventaja de distraer al pueblo del único punto que había que oscurecer: la repartición de tierras (Garro, 2003: 153).

En la historia de México el movimiento cristero comienza en el año de 1926 y es causa del enfrentamiento ideológico entre la Iglesia Católica Mexicana y el gobierno de Plutarco Elías Calles. Como se dijo anteriormente, la autora objetó en su novela que el nuevo movimiento era parte de un asunto sin resolver. Es decir, el poder triunfante olvidó la lucha inicial y se concentró en mantener su autoridad frente a las continuas acechanzas de los grupos inconformes.

En Los recuerdos del porvenir la representación de estos acontecimientos está centrada en 1927, en ese año se anuncia la suspensión de cultos lo que provoca una confusión en los creyentes que salen a defender su fe. En la narración la noticia de la suspensión de cultos pone en alerta a los habitantes de Ixtepec que se apostan en el atrio de la iglesia para evitar su cierre:

Caía la tarde. El grito de los voceadores de los diarios que anunciaba la suspensión de los cultos religiosos atravesó mis calles, se introdujo en los comercios, penetró en las casas y puso en movimiento al pueblo. La gente salió a la calle, formó grupos y se dirigió al atrio de la Iglesia. […] A las siete de la noche aparecieron los primeros soldados: llevaban el rifle al hombro con la bayoneta calada. Impasibles, tomaron posiciones para cerrar la posible retirada de los invasores del atrio. Se extendió un gran murmullo; los soldados oyeron llegar hasta ellos la marejada del rencor y permanecieron inmóviles (Garro, 2003: 158).

La dinámica de la memoria narrativa, una vez que ha contemplado de cerca la historia de su pueblo y de sí mismo, pretende atenuar los acontecimientos trágicos echando mano de algunas historias fantásticas que forman parte de la memoria del grupo. Así, en

Page 25: Tesis Elena Garro (2007)

25

el relato aparecen una recreación de mitos, leyendas y relatos de la tradición oral; además existen personajes mitificados como Abacuc el antiguo revolucionario esperado por Ixtepec o Emiliano Zapata, defensor de la tierra y figura del agrarismo.

Los relatos recogidos por la memoria de Ixtepec guardan historias fantásticas o hechos inexplicables como la del viajero incansable que regresaba cada año al lugar donde Marta le dio un bebedizo; la historia de Felipe Hurtado que caminaba bajo la lluvia sin mojarse; la inmovilidad del tiempo en la fuga de los dos amantes y la metamorfosis de Isabel Moncada.

El efecto de verosimilitud de los sucesos trágicos, pendientes de un referente histórico, y las historias fantásticas, entremezcladas en el desarrollo narrativo, permiten entender la configuración de la novela en dos tipos de discurso: el realista y el mágico. Dentro del discurso realista existe la desesperanza y un cuadro violento constituido por los abusos del poder; en el discurso mágico encontramos un artificio donde las realidades alternas o juegos de lo posible pueden quebrantar la realidad misma.

Estos rasgos de la novela provienen de la historia y la ficción juntas, de tal forma, la objetividad de la historia, en el ordenamiento de los hechos, va a entrar en la novela como su fundamento mezclándose con las situaciones ficcionales, es decir, la verdad histórica encauzada a la ficción formará parte de ese género literario, que a consideración de Paul Ricoeur, se distingue por un pacto implícito entre el escritor y el lector, pues al abrir una novela, este último se dispone a entrar a un universo irreal respecto a lo cual “es incongruente la cuestión de saber dónde y cuándo ocurrieron esas cosas” (Ricoeur, La memoria, la historia, el olvido, 2003: 348).

Por otra parte, la ficción va a establecer mecanismos de semejanza con la realidad histórica complementando el saber histórico. En este sentido el teórico Noé Jitrik argumenta que la novela histórica es “la novela por excelencia pues complementa el saber histórico” (Jitrik, 1995:16), por lo tanto, en la novela de corte histórico el lector puede expandir su conocimiento de la historia, sin embargo, lo hace en un espacio ficcional propuesto por el universo diegético.

Todo ello está mediado por los mecanismos de semejanza y los efectos de sentido que juegan un papel muy importante pues intentan ser fieles a la realidad que se va construyendo en el relato. Así, vista como una realidad autónoma, la novela Los recuerdos del porvenir se apoya en los datos de una cultura para construir con esa información una realidad que parezca verdadera aunque la ficción sea la insignia de esta obra literaria.

En el caso de esta novela, la autora propone una manera de interpretar la historia mediante la invención de un pueblo ficticio llamado Ixtepec. En ese lugar la memoria juega un papel importante porque es el registro del pasado, a través de ella se puede descubrir un discurso que subvierte al discurso oficial, por lo tanto, en la medida en que la reconstrucción del pasado se hace desde el presente, se halla la clave para moverse en un género literario donde el peso de las ficción descansa en la invención de personajes que piensan, sienten y actúan y que son el origen de los pensamientos, sentimientos y acciones de la historia.

Como se ha visto en este capítulo, la dinámica de la memoria narrativa trabaja en el aspecto testimonial o fase declarativa ligada al lenguaje, por medio de este hecho construye un discurso donde intervienen otros discursos, tanto de los personajes como del propio narrador que mezcla las facciones realistas con las situaciones sorprendentes.

En la rememoración, la memoria acude a las imágenes grabadas en su espíritu, si atendemos al pensamiento de San Agustín. A través de la narración estas huellas encuentran un cauce desbordante en los recuerdos personales y colectivos. Por ello

Page 26: Tesis Elena Garro (2007)

26

este trabajo propone contemplar la actancia de una memoria individual vinculada a una memoria colectiva que ayuda a recordar los eventos de una comunidad llamada Ixtepec.

Page 27: Tesis Elena Garro (2007)

27

CAPÍTULO III.TEORÍA DE LA MEMORIA INDIVIDUAL Y COLECTIVA

En el capítulo anterior se habló sobre la dinámica de la memoria y su discurso promovido a través del lenguaje. Este fenómeno, reconocido como la fase declarativa de la memoria, está ligado a la rememoración y narración de los acontecimientos pretéritos. De tal forma, en la reconstrucción del pasado, la memoria narrativa acude al caudal de recuerdos personales inscritos como huellas o imágenes que habitan en su espíritu. Sin embargo, el sujeto que recuerda se desdobla en la comunidad de Ixtepec lo que propicia una alternancia de recuerdos individuales y colectivos.

Con la intención de dilucidar esta problemática, la investigación propone la existencia de una memoria individual y colectiva concentrada en el narrador-personaje de la novela. En esta parte de nuestro estudio enfocaremos el análisis de la memoria a una nueva dinámica: la manifestación de la memoria personal vinculada a la memoria del grupo. Para ello se utilizarán los postulados de la teoría planteada por Maurice Halbwachs y las aportaciones de Jacques Le Goff y Paul Ricoeur sobre la memoria colectiva.

El propósito del capítulo es recorrer los puntos más importantes de esta teoría que en la actualidad ha cobrado auge en el estudio de las ciencias sociales y humanidades. Las ideas que se presentan forman parte de un extracto realizado a la obra del autor Maurice Halbwachs, de esta forma, el trabajo estará limitado a la importancia que tiene la memoria individual y colectiva en la reconstrucción del pasado. Como se verá en este apartado, la memoria individual y la rememoración del sujeto se hallan vinculadas a los marcos sociales de la colectividad.

A. La aportación de Maurice Halbwachs

El sociólogo francés Maurice Halbwachs (1877-1945) argumentó que la memoria de cada individuo se apoya en una memoria social construida por la familia, los grupos y las clases sociales. En el proceso rememorativo el sujeto acude a un sistema social donde se encuentran los marcos que la colectividad ha construido y en la cual se halla la historia de la comunidad o grupo.

La aportación del teórico consiste en llevar a la memoria individual a participar dentro de un proceso colectivo. Por consiguiente, distanciado de la mirada subjetiva, propone la injerencia de una memoria colectiva dentro de la individualidad y viceversa, la unión de la memoria personal con la memoria del grupo. Objeta Halbwachs que así puede conservarse un recuerdo más duradero en cuanto a la unión con otros pensamientos:

La memoria individual no es más que una parte de la memoria del grupo […] inclusive en lo que es aparentemente más íntimo, se conserva un recuerdo duradero en la medida en que se ha reflexionado sobre ello, es decir, se le ha vinculado con los pensamientos provenientes del medio social (Halbwachs, 1994: 174).

En la búsqueda del recuerdo el individuo entra a un territorio colectivo donde ha desarrollado su existencia, sin embargo, la memoria individual no se pierde, simplemente se expande en un espacio o tapiz de recuerdos colectivos. Además, esta memoria

Page 28: Tesis Elena Garro (2007)

28

personal se integra a un conjunto de nociones, objetos, lugares y formas del lenguaje; incluso se relaciona con ideologías, leyes y estatutos éticos y morales que la sociedad ha edificado a lo largo de su historia. En consecuencia, la memoria es una percepción colectiva que impulsa al individuo a concursar en el pensamiento de su grupo:

Desde el momento que un recuerdo reproduce una percepción colectiva no puede ser sino colectivo, y sería imposible al individuo representar aquello que sólo ha podido ser representado con el concurso del pensamiento de su grupo. Si el recuerdo se conservarse bajo forma individual en la memoria, si el individuo pudiese acordarse sólo olvidando la sociedad de sus semejantes y yendo, totalmente solo […] se confundiría con ellos, es decir, tendría la ilusión de revivirlos (Halbwachs, 1994: 319).

Lo que plantea Halbwachs en el fondo guarda un sentido de comunión profunda, pues al sugerir que los recuerdos pertenecen a una dimensión colectiva, involucra la existencia de los “otros”, de aquellos allegados que llevamos en nuestros recuerdos:

[…]Nuestras memorias permanecen colectivas y nos son recordadas por otros, al mismo tiempo que se trata de acontecimientos a los cuales sólo nosotros tuvimos y por objetos que nosotros vimos. El caso es que en realidad jamás estamos solos […] porque llevamos siempre con nosotros y en nosotros una cantidad de personas que no se confunden. La traducción es mía.1

Esta idea confronta al pensamiento de san Agustín pues aquí las imágenes de la memoria permanecen a través de los allegados, es decir, se mantienen en la conciencia de un pasado común. Esto provoca que cada sujeto asegure sus recuerdos porque los demás forman parte de ellos; el resultado es un olvido vulnerable y susceptible a la presencia de una memoria colectiva que recuerda.

El ejemplo al que acude Halbwachs es el encuentro con un viejo amigo, en ese momento señala que los hechos del pasado resaltan y se reviven con más fuerza pues en el acto de recordar juntos un pasado distante ocurre una comunión de la conciencia colectiva:

Cuando encontramos a un amigo de quien la vida nos separó, nos cuesta un poco, de entrada, repetir contacto con él. Pero pronto, cuando nosotros evocamos juntos diversas circunstancias entre las que cada uno de nosotros se acuerda, y las que no son bien las mismas que se remiten a los mismos acontecimientos no llegamos en absoluto a pensar y a acordarnos en común y los hechos pasados no toman más relieve, no creemos que nosotros los revivimos con más fuerza, porque no estamos más solos, en nosotros los representamos, y porque, no los vemos ahora, como los vimos en otro tiempo, cuando los mirábamos, al mismo tiempo que con nuestros ojos, con los de otro. La traducción es mía2

1 […] Nos souvenirs demeurent collectifs, et ils nous sont rappelés par les autres, alors même qu'il s'agit d'événements auxquels nous seuls avons été mêlés, et d'objets que nous seuls avons vus. C'est qu'en réalité nous ne sommes jamais seuls […] car nous portons toujours avec nous et en nous une quantité de personnes qui ne se confondent pas1 (Halbwachs, 2001: 7). 2 Lorsque nous rencontrons un ami dont la vie nous a séparé, nous avons quelque peine, d'abord, à reprendre contact avec lui. Mais bientôt, lorsque nous avons évoqué ensamble diverges circunstancies dont Chacón de nous se souvient, et qui ne sont pas les mêmes bien qu'elles se rapportent aux mêmes événements, ne parvenons-nous point à penser et à nous souvenir en commun, et les faits passés ne prennent-ils pas plus de relief, ne croyons-nous pas les revivre avec plus de force, parce que nous ne sommes plus seuls à

Page 29: Tesis Elena Garro (2007)

29

La reflexión de Maurice Halbwachs tiene un sentido peculiar que permite comprender la dinámica de la memoria en su aspecto individual y colectivo. Aquí los testigos ayudan a reconstruir las partes de la conciencia del pasado operándose en ella datos y nociones comunes encontradas en la bifurcación sujeto-grupo.

El mejor ejemplo al que acude el autor son los recuerdos del liceo, el sociólogo argumenta que existió un día en el cual entró en tal clase, en tercero, cuarto o quinto grado, sin embargo, aunque ese hecho pueda ser localizado en el tiempo y espacio, se encuentra ante un dato abstraído al cual les es imposible hacer correspondencia con la remembranza viva. El recuerdo se halla perdido, no obstante, los testigos permanecen y podrían ayudar a reconstruirlo.

El dato abstraído es una laguna de la memoria, un efecto del olvido que se consolida como el principal antagonista, por ello los testigos o allegados a la conciencia del pasado se convierten en la parte vital del rescate del pasado, además, consiguen fortificar a la memoria colectiva pues, como se ha visto, participan alimentándola con diferentes puntos de vista.

Ante esta idea, Halbwachs explica que la memoria colectiva obtiene su fuerza y duración al tener como soporte a un conjunto de hombres, a pesar de ello, los individuos llevan a cabo el acto exclusivo de recordar y su memoria permanece inconfundible a las otras memorias, así, cada memoria personal es un punto de vista sobre la memoria colectiva y cambia de forma de acuerdo al sistema:

La memoria colectiva, por otra parte, envuelve las memorias individuales pero no se confunde con ellas. Evoluciona según sus leyes y si ciertas memorias individuales penetran tan algunas veces en ella, cambian de figura tan pronto como son repuestos en un conjunto que no es más una conciencia personal. La traducción es mía.3

La memoria colectiva es un conglomerado de recuerdos comunes estructurados unos sobre otros; la memoria individual es un punto de vista sobre la colectiva; ese enfoque cambia de acuerdo con el lugar que se ocupa y también se transforma según las relaciones que se mantienen con otros contextos.

De esta forma puede hablarse de memoria colectiva cuando evocamos un acontecimiento que ocupa un lugar importante en la vida de nuestro grupo y que lo hemos traído a la memoria haciéndolo presente en el momento que nos situamos en el punto de vista de ese grupo al que pertenecemos. Por lo tanto, tenemos el derecho de pedir la concesión de un recuerdo desde la perspectiva colectiva pues es una actitud de nuestra naturaleza social.

Esta naturaleza de la memoria colectiva, con independencia de las connotaciones que tome, pertenece al ámbito de un pensamiento general, un campo ocupado en descifrar la dinámica de la información grupal, su historia íntima de la sociedad y la representación de los individuos. Además, como lo ha planteado Halbwachs, el sujeto recurre a marcos

nous les représenter, et que nous les voyons maintenant, comme nous les avons vus autrefois, quand nous les regardions, en même temps qu'avec nos yeux, avec ceux d'un autre2 (Halbwachs, 2001: 7 ). 3 La mémoire collective, d'autre part, enveloppe les mémoires individuelles, mais ne se confond pas avec elles. Elle évolue suivant ses lois, et si certains souvenirs individuels pénètrent aussi quelquefois en elle, ils changent de figure dès qu'ils sont replacés dans un ensemble qui n'est plus une conscience personnelle (Halbwachs, 2001:30).

Page 30: Tesis Elena Garro (2007)

30

específicos donde se encuentran configurados la comunicación y el pensamiento del grupo; estos marcos funcionan como una red dinámica estableciendo hitos o puntos de referencia que le permiten al hombre consolidar sus recuerdos en la memoria grupal.

B. Los marcos sociales propuestos por Maurice Halbwachs

Maurice Halbwachs propone la existencia de unos marcos sociales integrados a la memoria colectiva. En la rememoración el individuo se apoya en ellos para reconstruir su pasado; también los diversos grupos integrantes de la sociedad son capaces de rehacer su memoria gracias a la existencia de estos marcos. El autor lo refiere de la siguiente manera:

Podemos recordar solamente con la condición de encontrar, en los marcos de la memoria colectiva, el lugar de los acontecimientos pasados que nos interesan. Un recuerdo es tanto más fecundo cuando reaparece en el punto de encuentro de un gran número de esos marcos que se entretejen y se disimulan entre ellos […] El individuo evoca sus recuerdos apoyándose en los marcos de la memoria social. En otras palabras, los diversos grupos integrantes de la sociedad son capaces a cada momento de reconstruir su pasado (Halbwachs, 1994: 323).

Al llevar la memoria a un ámbito colectivo, los recuerdos individuales se vuelven colectivos y viceversa; en esta correspondencia recíproca los marcos sociales, inherentes a la colectividad, se transforman en los marcos de la memoria individual. Como vimos anteriormente, esto se debe a la participación del sujeto dentro de una memoria colectiva que se vuelve parte de él, aunque no se confunde con su memoria propia. Ver cuadro 3 en anexo.

Las características de estos cuadros permiten la construcción de la memoria individual y colectiva, además implican la configuración del pensamiento grupal como un sistema estructurado por los recuerdos colectivos. Consecuentemente, en el proceso rememorativo se utilizan estos marcos que determinan distintas configuraciones presentes en la colectividad.

Según el pensamiento de Halbwachs, los marcos sociales pueden ser específicos y generales, los primeros se hallan definidos por la familia, la religión y la clase social, los segundos están conformados por el espacio, el tiempo y el lenguaje. Así, el acto de recordar se forja a través de claves concretas correspondientes a grupos específicos. Ver cuadro 4 en anexo.

Asimismo existe una aceptación implícita de marcos extensos determinados por las configuraciones del tiempo, espacio y lenguaje, es decir, se involucra una noción sobre la temporalidad (cuándo), otra de espacialidad (dónde) y una de lenguaje (cómo). Este último marco social es primordial porque gracias a él se admite la existencia de una memoria operante a través de constructos sociales, además, el lenguaje no pude concebirse sin la presencia social. Recordemos que la memoria testimonia un pasado y construye su discurso haciendo uso de la lengua materna, es decir, se vale del lenguaje como herramienta social.

En el caso familiar, la memoria se organiza de acuerdo con la genealogía en la cual está incluido el individuo. El nombre de pila de cada miembro lo significa e instala en la imagen de una persona particular perteneciente a un grupo. Así lo ejemplifica Halbwachs:

Page 31: Tesis Elena Garro (2007)

31

Cuando pienso, por ejemplo, en el nombre de mi hermano, uso un signo material que , por sí mismo, es significativo […] El signo material en tanto que tal juega un papel accesorio: lo esencial es que mi pensamiento concuerda entonces con los que, en el espíritu de mis padres, representan a mi hermano: el nombre no es sino el símbolo de esta concordancia […] Es decir que mi pensamiento es entonces singularmente rico y complejo, ya que es el pensamiento de un grupo en cuyas dimensiones, por un momento, se prolonga mi conciencia (Halbwachs, 1994:165).

Por otro lado, el dogma de cada religión constituye otro marco social estructurado por una serie de pensamientos del grupo, así los miembros acuden a una memoria colectiva que preserva un sistema de rituales, ceremonias y celebraciones con la intención de conmemorar al pasado y establecer el vínculo divino, a través de este pensamiento teológico se han construido las verdades religiosas y los preceptos de cada religión.

Respecto a la clase social, Halbwachs piensa que en el principio las clases dominantes impusieron una memoria colectiva a los dominados. La memoria de los grupos en el poder se convirtió en una memoria impuesta a toda la sociedad. El caso más representativo es el de la nobleza francesa y los cambios que ocurrieron cuando las clases burguesas tomaron el control social. Para el estudioso, este hecho social derivó de la división del trabajo, es decir, los burgueses y artesanos cobraron fuerza gracias a sus labores y al poder adquisitivo. Una vez que la burguesía tomó el poder la configuración de la memoria colectiva cambió o se ajustó al nuevo régimen, sin embargo, las costumbres y las tradiciones permanecieron un tiempo más, gracias a la consolidación de la memoria de los grupos.

El teórico también considera que el tiempo y el espacio son marcos importantes en la colectividad pues a través de ellos los recuerdos se ubican en objetos, lugares y sitios comunes. Aclara que el marco espacial tiene una ventaja sobre el temporal debido a su estabilidad y duración, es decir, el espacio dura sin envejecer y no pierde alguna de sus partes, por consiguiente, lo asocia a la piedra como un elemento que permanece infranqueable.

En contraparte a los marcos espaciales, los cuadros temporales se hallan fragmentados en las diversas fechas como festividades, conmemoraciones, nacimientos, defunciones, aniversarios, cambios de estación, etc. En ellos se encuentran los recuerdos significativos de una sociedad y funcionan como puntos o referencias a los cuales asisten los sujetos para asegurar su memoria.

La propuesta de Halbwachs básicamente es la división del tiempo en el ámbito social; pues la sociedad se organiza según las actividades realizadas o convenidas por los miembros del grupo, así hay distintos tiempos: un tiempo de la casa, del trabajo, de la reunión, de la calle, etc., y por tanto, no puede medirse el tiempo con la misma exactitud para cada caso pues en cada una de las acciones el tiempo es variable y se ajusta al ritmo de la sociedad.

Por lo general, piensa el teórico, todos dividen al tiempo de la misma forma porque son herederos de una misma tradición. Es decir, el tiempo se instituye en las costumbres y rutinas de la comunidad y es un factor importante dentro del fenómeno temporal según el orden de la naturaleza. Es decir, los cambios de estación, el movimiento traslativo, las temporadas de lluvia y otros factores, determinan en gran medida el ritmo temporal ajustado a las actividades sociales. El teórico propone que el tiempo está dividido de la

Page 32: Tesis Elena Garro (2007)

32

misma forma para todos los miembros de la comunidad, para ello utiliza la imagen de los frutos de un árbol que se presentan cada año en la misma temporada.

Halbwachs ha observado en la percepción del tiempo un desconcierto, pues promueve la idea de una duración prolongable de éste, pero, como lo hace notar el teórico, los hombres han llegado a establecer una convención o acuerdo para reglamentar sus actividades:

[…]Bien hace falta que llegue a la hora, si quiero asistir a un concierto, a una pieza de teatro, no hacer esperar a los convidados de la cena donde soy invitado, no perder mi tren. Estoy obligado a reglamentar mis actividades según la marcha de las agujas de un reloj […]. La traducción es mía.4

Sobre los marcos espaciales, el autor ha contemplado que el espacio figura como una piedra que permanece más estable y que mantiene a la memoria por más tiempo. En este sentido, el espacio es la permanencia de los objetos y las cosas a través del deterioro producido por el tiempo.

Los marcos sociales del espacio tienen duración en los objetos, las edificaciones, los caminos, las calles, los monumentos, etc., el espacio se solidifica en los lugares donde la sociedad ha construido su vida, por consiguiente, el espacio configura la identidad y el sentimiento de unidad de los grupos, las sociedades y sus ritmos.

El sociólogo lo ejemplifica con las prosopografías que usaron Balzac y Dickens en sus obras, aquí la descripción de lugares o espacios permite reconocer a los personajes que vivieron ahí: “Cuando Balzac describe una casa de huéspedes, la casa de un avaro, y Dickens, el estudio de un notario, estos marcos ya nos permiten presentir a cual especie o categoría social pertenecen los hombres que vivieron en tal marco. “La traducción es mía.5

En el ejemplo anterior, la descripción establece una correspondencia entre el aspecto de la forma social y los objetos que guardan una significación de orden material, por ello, el sociólogo, plantea que en gran medida nuestra cultura depende de esos objetos que nos ligan a los grupos. De esta manera, nuestra cultura y nuestros gustos aparentes en la elección explican los lazos que nos relacionan con un grupo social. No se puede decir que las cosas formen a la sociedad, sin embargo, los muebles, ornamentos, cuadros, utensilios, etc., circulan al interior del grupo y son el objeto de apreciaciones, comparaciones y distinciones. Además, abren a cada instante los bosquejos de las direcciones sobre la moda y el gusto, las costumbres y tradiciones y el pensamiento social en general.

En los marcos sociales el individuo se traslada a través de los puntos de referencia, adecuándose o estableciendo una reciprocidad con ellos. Así, el sujeto entra a los marcos temporales y espaciales y se somete a la inercia de las cosas, en otras palabras, se encierra en el marco que ha construido junto con la sociedad. La imagen del medio exterior y las relaciones que mantiene con las cosas penetran en su conciencia, es decir, la imagen de las cosas participa en la inercia de éstas, por lo tanto, el grupo subsiste sometido a la naturaleza material de las cosas y a su equilibrio.

4 Il faut bien que j'arrive à l'heure, si je veux assister à un concert, à une pièce de théâtre, ne pas faire attendre les convives du dîner où

je suis invité, ne pas manquer mon train. Je suis donc obligé de régler mes activités d'après la marche des aiguilles d'une montre4[…]

(Halbwachs, 2001: 63).

5 Lorsque Balzac décrit une pension de famille, la maison d'un avare, et Dickens, l'étude d'un notaire, ces tableaux nous permettent déjà

de pressentir à quelle espèce ou catégorie sociale appartiennent les hommes qui vivent dans un tel cadre (Halbwachs, 2001: 96).

Page 33: Tesis Elena Garro (2007)

33

En el pensamiento de Maurice Halbwachs, los marcos de la memoria social aparecen como nociones, se forman a causa de las combinaciones entre conceptos, ideas o imágenes. En el grupo funcionan como representaciones donde interviene una parte sensible y otra racional. Por ejemplo, la figura del padre es una imagen conceptual específica en la sociedad, sin embargo, el lenguaje parte de una racionalidad significante, debido a que la dimensión de éste, posee diversas virtualidades como el lenguaje matemático, el musical, informático, etc., de esta manera, existe la propensión a confundir el lenguaje general con el lenguaje articulado y los eventos del acto comunicativo.

Como puede observarse la teoría de la memoria individual y colectiva ha jugado un papel importante en cuanto al estudio y reflexión sobre la memoria. En la reconstrucción del pasado el hombre apela a los recuerdos individuales y colectivos, además asiste a los distintos puntos de referencia o marcos existentes determinados por la sociedad o grupo al que pertenece. Por consiguiente, el funcionamiento de la memoria se consolida con la presencia de marcos colectivos como el lenguaje, el tiempo y el espacio, así como la cultura, la religión, la clase social y la familia.

Dentro de esta experiencia de mundo compartida, la sucesión de recuerdos se explica por los cambios producidos al interior del sistema social configurado por la memoria. En este sentido Halbwachs expresó que aunque la memoria colectiva agrupe diversas memorias individuales no se confunde con ellas, es decir, evoluciona siguiendo sus propias leyes, y si los recuerdos individuales penetran en este sistema, éstos cambian de figura a partir de que son orientados en un conjunto colectivo.

Al contemplar la dinámica social de la memoria se ha deseado encontrar la clave para ubicar al narrador-personaje como un delegado que condensa las dos memorias en su acto rememorativo- narrativo, antes de pasar a ello, se revisarán las aportaciones de Jaqcues Le Goff y Paul Ricoeur que basan sus ideas en la memoria colectiva, la historia y la reconstrucción del pasado.

C. La memoria colectiva y la reconstrucción del pasado En la reconstrucción del pasado la historia y la memoria colectiva han jugado un papel importante. Sin embargo para Maurice Halbwachs éstas son dos registros del pasado que suelen oponerse según sus características. La memoria colectiva fluye a través de un pensamiento social que se mantiene vivo en la conciencia del grupo, mientras que la historia se mantiene fuera, debajo o por encima de éste, apelando a una necesidad de esquematización.

La historia como disciplina científica pretende dar cuenta de las transformaciones en la sociedad, la memoria colectiva intenta asegurar la permanencia del tiempo y la homogeneidad de la vida, como un ensayo para mostrar que el pasado permanece, que nada ha cambiado y que junto al pasado, la identidad del grupo subsiste.

La historia cumple una función informativa, la memoria colectiva es comunicativa; por lo que los datos verídicos no le interesan, sino que le importan las experiencias por medio de las cuales la memoria se permite trastocar e inventar el pasado cuando haya necesidad de convocarlo.

Al respecto, el teórico Jacques Le Goff piensa que, con la formación de las ciencias sociales y las humanidades, el estudio de la memoria colectiva ha experimentado grandes transformaciones y se ha vuelto interdisciplinario, es decir, diversas ramas como la psicología, la historia, la economía, la lingüística, etc., se han apoyado en la memoria colectiva para profundizar en sus respectivas investigaciones.

Page 34: Tesis Elena Garro (2007)

34

Centrado en la disciplina histórica, Le Goff arguye que la historia y la memoria habían estado confundidas hasta nuestros días, por lo tanto, propone que la primera parece haberse basado sobre fenómenos colectivos:

Hasta nuestros días, historia y memoria, habían estado sustancialmente confundidas, y la historia parece haberse desarrollado sobre el modelo de la recordación, de la amnanesis y de la memorización. Los historiadores brindan la fórmula de las grandes mitologías colectivas, yendo de la historia a la memoria colectiva (Le Goff, 1991:178).

La “historia nueva”, adjetivo que usa el teórico para diferenciarla de la historia tradicional, es la que utiliza a la memoria colectiva para llegar a la historia científica:

La llamada historia nueva, que se emplea para crear una historia científica derivándola de la memoria colectiva, puede interpretarse como una revolución de la memoria que hace cumplir a la memoria una rotación en torno de algunos ejes fundamentales: Una problemática abiertamente contemporánea […]y un procedimiento decisivamente retrospectivo, la renuncia a una temporalidad lineal además de múltiples tiempos vividos, a aquellos niveles a los cuales lo individual se arraiga en lo social y lo colectivo (Le Goff, 1991:179).

En otras palabras, puede distinguirse a la memoria colectiva como aquella que se concentra en la duración, en lo que permanece, y por otro a lado, a la historia, que se ubica afuera, distante y aspirando a una línea temporal de hechos históricos.

Jacques Le Goff también ha planteado que la memoria colectiva es un elemento asociado a la identidad tanto individual como colectiva, es decir, la búsqueda de ésta es una de las actividades fundamentales tanto de los individuos como de las sociedades que les permite saber quiénes son y quiénes han sido: “La memoria es un elemento esencial de lo que hoy se estila llamar la “identidad”, individual o colectiva cuya búsqueda es una de las actividades fundamentales de los individuos y de las sociedades de hoy, en la fiebre y en la angustia (Le Goff, 1991:182).

A veces la memoria colectiva se vuelve un instrumento o una mira de poder, por lo tanto, apropiarse de la memoria colectiva es una de las preocupaciones fundamentales de las clases, los grupos o los individuos que han dominado las sociedades históricas. Esto, a consideración del teórico, es característico de las sociedades en las que la memoria social es principalmente oral o de aquellas que están construyendo su memoria colectiva y que luchan por el dominio del recuerdo.

También argumenta que esa apropiación de la memoria es una característica de las sociedades y clases sociales en su lucha por el poder o la vida:

[…]La memoria colectiva es uno de los elementos más importantes de las sociedades desarrolladas y de las sociedades en vías de desarrollo, de las clases dominantes y de las clases dominadas, todas en lucha por el poder o por la vida, por sobrevivir o por avanzar (Le Goff, 1991:181).

Por otra parte Paul Ricoeur en La memoria, la historia, el olvido, considera que memoria colectiva e historia se encuentran ligadas “en la medida en que la historia no puede pretender, apoyar, corregir, criticar, incluso incluir la memoria más que bajo la forma de la memoria colectiva. Ésta constituye la contrapartida apropiada de la historia” (Ricoeur,

Page 35: Tesis Elena Garro (2007)

35

2003:158). Así, la ventaja que tiene la memoria colectiva es que no sigue líneas temporales del presente y pasado, como se distinguen los periodos históricos en el estudio de la historia, simplemente se desplaza en la tradición de cada grupo.

En la misma dirección que Halbwachs, Ricoeur argumenta que la memoria individual toma posesión de sí misma a partir del análisis sutil de la experiencia íntima y colectiva, es decir, sobre la enseñanza recibida de los otros, de los allegados. Infiere Ricoeur:

Atravesamos la memoria de los otros, esencialmente, en el camino de la rememoración y del reconocimiento, esos dos fenómenos mnemónicos principales de nuestra tipología del recuerdo. En este contexto, no se considera el testimonio en cuanto proferido por alguien con vistas a ser recogido por otro, sino como recibido por mí de otro en cuanto información sobre el pasado. En este aspecto, los primeros recuerdos encontrados en el camino son los recuerdos compartidos, los recuerdos comunes (Ricoeur, 2003: 159).

Al examinar el pensamiento de Maurice Halbwachs, el teórico ratifica que en realidad no estamos solos, siempre existen testigos de los hechos. Aunque un recuerdo parezca perdido la participación de los otros podrían ayudarnos a reconstruir un pasado común. Ricoeur profundiza que lo más considerable de los recuerdos son aquellos lugares visitados en común, pues ofrecen la ocasión privilegiada de situarse en tal o cual pensamiento del grupo. En consecuencia, del rol del testimonio que tienen los otros, se pasa gradualmente a los recuerdos que se tienen en cuanto grupo:

Lo más notable de entre esos recuerdos son los de lugares visitados en común. Ofrecen la ocasión privilegiada de situarse en tal pensamiento o tal grupo. Del rol de testimonio de los otros en la rememoración del recuerdo se pasa así gradualmente a los de los recuerdos que tenemos en cuanto miembros de un grupo; exigen de nosotros un desplazamiento de punto de vista del que somos eminentemente capaces. Accedemos así a acontecimientos reconstruidos para nosotros por otros distintos de nosotros. Por tanto, los otros se definen por su lugar privilegiado en un conjunto (Ricoeur, 2003:159).

Un ejemplo apropiado es el paso por la escuela, recuérdese que Halbwachs había señalado que un allegado suyo podría ayudarle a reconstruir su conciencia del pasado en cuanto a su paso por el Liceo. De la misma forma Ricoeur expresa que la escuela es un lugar privilegiado de desplazamientos de la memoria: “La clase de escuela es, a este respecto, un lugar privilegiado de desplazamiento de puntos de vista de la memoria. De modo general, todo grupo asigna lugares. De éstos precisamente uno guarda o hace memoria” (Ricoeur, 2003:159).

En estos desplazamientos, indica el teórico, existen dos argumentos que pueden contemplarse, uno negativo y otro positivo, el primero tiene que ver con aquello que trató Halbwachs sobre la memoria perdida cuando el sujeto no pertenece a su grupo, el segundo es un condensado de la memoria individual que se vincula a una colectiva:

Argumento negativo: cuando ya no formamos parte del grupo en cuya memoria se conservaba tal recuerdo, nuestra propia memoria se debilita por falta de apoyos exteriores. Argumento positivo: <<Para acordarse, uno debe colocarse en el punto

Page 36: Tesis Elena Garro (2007)

36

de vista de uno o varios grupos y situarse en una o varias corrientes de pensamiento (Ricoeur, 2003: 159).

Explica Ricoeur que con la teoría de la memoria individual y colectiva, Halbwachs ataca la tesis sensualista del origen del recuerdo en una intuición sensible conservada tal cual y recordada en lo idéntico. Por lo tanto es irrealizable encontrar un recuerdo exacto, siempre se acude a los lugares socialmente instituidos.

Los recuerdos de la infancia considera el teórico son una excelente referencia pues transitan en lugares marcados socialmente como el jardín, la casa, el sótano, la iglesia, la escuela, etc. Estos espacios significan en gran medida los lugares inherentes a la familia, la comunidad, la religión y la clase social.

Debido a ello, el hermeneuta enfatiza que la noción de marco social deja de ser objetiva para transformarse en una dimensión perteneciente al trabajo de rememoración y argumenta que los recuerdos de un adulto no difieren de los de la infancia, sino que provocan un desplazamiento de grupo en grupo, de ambiente en ambiente, es decir, se mueven en diversos marcos tanto espaciales como temporales.

En este acto de ubicarse, desplazarse y adoptar el punto de vista de cada grupo, Ricoeur sugiere que ocurre dentro de una espontaneidad colectiva capaz de sucederse a sí misma y que viene dada por el orden de la naturaleza que penetra en el espíritu y regula el desempeño de sus estados:

El acto mismo de <<situarse>> de nuevo en un grupo y de <<desplazarse>> de grupo en grupo y, más generalmente, de adoptar el <<punto de vista>> del grupo, ¿no supone una espontaneidad capaz de sucederse a sí misma? En otro caso, la sociedad carecería de actores sociales. Sí, en último análisis, la idea de la espontaneidad de un sujeto individual de rememoración puede denunciarse como una ilusión, es porque <<nuestras percepciones del mundo exterior se suceden según el orden mismo de sucesión de los hechos y fenómenos materiales. Es el orden de la naturaleza el que penetra entonces en nuestro espíritu y regula el curso de sus estados (Ricoeur, 2003: 161).

En los marcos del pensamiento colectivo pueden encontrarse los medios para evocar la serie y encadenamiento de los objetos, vivencias, tiempos y espacios. Todo ello depende en gran medida de la conciencia, es decir, del sentimiento de unidad del “yo” anclada a una conciencia de la colectividad. Aquí, Ricoeur expresa que ésta se manifiesta en el presente: “Por medio de la conciencia sabemos en cada momento que pertenecemos a la vez a diversos medios; pero esta conciencia sólo existe en el presente” (Ricoeur, 2003: 162).

La cohesión de estos estados de conciencia, la individual y colectiva, responde en gran medida al campo lingüístico donde los dos discursos pueden ser colocados en un punto de intersección, de tal forma, en la conciencia del pasado existen diversos discursos que la entidad individual, en un presente rescata. Esto puede entenderse, como se vio en la capítulo II, en la fase declarativa de la memoria que al entrar al ámbito del lenguaje construye un discurso que el sujeto mantiene consigo mismo y también con la colectividad.

Como se ha expuesto en este apartado, la memoria colectiva es un medio importante para la reconstrucción del pasado, a través de ella el sujeto social puede entrar a un sistema donde se hallan los recuerdos condensados en la colectividad. El desplazamiento

Page 37: Tesis Elena Garro (2007)

37

por diversos lugares, grupos y recuerdos conforma la base de la rememoración. Para esta investigación cobra importancia el hecho de reconocer la actancia del narrador-personaje como una entidad representativa de la memoria individual-colectiva que, por medio del lenguaje y el discurso, se transforma en un eje esencial del relato. Sin embargo, como se verá en el próximo capítulo, la imagen narrativa también funciona como un mediador entre la historia que narra y la forma como lo hace, además, en esta mediación, el desplazamiento se origina a causa de dos niveles básicos: la rememoración y la narración.

Page 38: Tesis Elena Garro (2007)

38

CAPÍTULO IV. LA MEMORIA INDIVIDUAL Y COLECTIVA EN LA NOVELA

LOS RECUERDOS DEL PORVENIR

En esta parte de la investigación se partirá de lo anteriormente expuesto para puntualizar la tesis de una memoria individual y colectiva como eje narrativo de la novela Los recuerdos del porvenir. Para ello se comenzará planteando la situación del narrador indeterminado en su papel como personaje y entidad narrativa. Después se analizará el binomio de la memoria individual- colectiva presente en la narración para continuar con la función de los marcos sociales de la memoria y la organización de la memoria colectiva de Ixtepec.

En el capítulo anterior se dijo que la memoria individual era un punto de vista sobre un campo mayor nombrado memoria colectiva. Ese punto cambiaba según el desplazamiento por los distintos grupos y lugares ajustándose a las relaciones contextuales marcadas socialmente. Por ello la noción de los marcos sociales es importante porque permiten encasillar los recuerdos a diversos puntos de referencia, físicos y sensibles, encontrados en la vida comunitaria donde el individuo ha desarrollado su existencia.

A partir de esas ideas, en el siguiente apartado se estudiará la función de la memoria narrativa, integrada por el narrador y personaje, para dirimir la ambigüedad de su enunciación comprendida entre la voz singular y plural. De esta forma, se pretende comprender la situación del narrador y el desplazamiento del punto de vista narrativo ofrecido como una manifestación dinámica de la memoria en sus dos mecanismos: individual y colectiva.

A. Situación del narrador

Uno de los primeros estudiosos que se acercó a la novela Los recuerdos del porvenir fue el escritor Emmanuel Carballo. El intelectual observó que, sin que la autora y el lector se den cuenta, el punto de vista se desplaza del pueblo a los personajes individuales:

Referida en primera persona, Los recuerdos del porvenir llega a los lectores a través de un personaje-narrador inanimado: el propio pueblo de Ixtepec […] En ocasiones el pueblo parece una persona, en otras un coro que aprueba o desaprueba; en ocasiones Ixtepec narra, en otras juzga. A veces parece que participa en la acción y a veces es un espectador displicente. Sin que la autora y el lector se den cuenta, y en forma tácita, el punto de vista narrativo se desplaza del pueblo a los personajes individuales (Carballo, 1994: 489).

Es probable que este desplazamiento del punto de vista narrativo y la indeterminación del narrador-personaje provengan de la pasión de Elena Garro por el teatro. Es decir, los vestigios del drama griego aparecen en la estructura de la novela revelando la sensibilidad artística de Garro por la dramaturgia. En este sentido, debe recordarse que ella primero escribe obras de teatro, por lo cual, su primera novela contiene algunos rasgos del género dramático. Por lo tanto, como lo hizo notar Carballo, el narrador de la

Page 39: Tesis Elena Garro (2007)

39

novela a veces se presenta como una persona y en otras como un coro que aprueba o desaprueba las acciones de los personajes. Esta idea puede confrontarse con la naturaleza musical del coro griego representado en la imagen individual y colectiva: “[…] aún cuando sea un grupo de personajes, musicalmente el coro no representa, sin embargo una masa, sino sólo un enorme individuo, dotado de unos pulmones mayores que los naturales” (Nietzsche, 2003: 17).

Debido a esta ambigüedad, el punto de vista narrativo cambia del singular al plural y viceversa, lo que provoca la monotonía y la inverosimilitud de acciones y personajes, inconvenientes que, a consideración de Carballo, son franqueados con la habilidad y el talento de la autora Elena Garro.

Por otra parte Patricia Rosas Lopátegui señala que el narrador es un personaje abstracto caracterizado como el “pueblo de Ixtepec”, y explica que, mientras avanza la narración: “[…] nos olvidamos del pueblo como narrador y nos posesionamos de ese personaje pasando a formar parte de la novela” (Rosas, 2005: 150). Esta observación de la escritora guarda una relación con la pretendida alianza entre el espectador ideal y el coro trágico de los griegos. Por consiguiente, el espectador perfecto sería el que deja que el mundo de la escena actúe en él pasando a formar parte de la representación.

Si bien lo que propone Rosas Lopátegui depende en gran medida de la posición de cada lector y la apropiación que hace del texto, en la novela este espectador ideal aparece en la dualidad del narrador-personaje que se desplaza del punto más alto de Ixtepec para entrar directamente a los hechos dramáticos y participar en ellos, es decir, sigue los parámetros del drama antiguo.

Para resolver este conflicto, además de lo anteriormente argumentado, se propone considerar el desdoblamiento de las dos entidades; entonces, la figura de la entidad narrativa podría ser el reflejo del “yo que narra” al “yo narrado”, es decir, el narrador evoca su figura en el horizonte y encuentra su alteridad en la lejanía lo que provoca el fenómeno inicial de la rememoración ligada al hecho de comenzar la narración. Este efecto, como se expuso en el capítulo II, tiene que ver con la evocación en el espejo panorámico, el narrador acude a la contemplación de sí mismo y en el camino encuentra la imagen de un pueblo desolado, sin embargo, en su memoria subsisten aquellas imágenes del pasado susceptibles a la rememoración.

No obstante, en ese proceso rememorativo- narrativo, la situación del narrador-personaje se vuelve inestable pues en su calidad de personaje colectivo (Ixtepec) constantemente invade al narrador imponiéndole su lógica y su discurso. En contraparte, en su papel de narrador (memoria) la instancia se transforma en una entidad omnisciente que conoce las memorias individuales de los habitantes de Ixtepec, es decir, se sitúa como la memoria de la comunidad. Por ello, en esta dialéctica, es mejor hablar de narrador-personaje para respetar esa alianza de las dos entidades, aunque la escisión puede notarse en el presente de la narración que frecuentemente actualiza el relato.

Sobre este hecho del presente narrativo, Margarita León ha planteado la función de un narrador que trastoca el orden del tiempo llevándolo a un pasado para inmediatamente traerlo a un presente de la narración. Así, ella establece la clave del acto narrativo al considerar que, durante el proceso de enunciación, las voces se personalizan, se vuelven opiniones sobre conocimientos y experiencias anteriores y actuales, por ello, el presente de la enunciación dice: “[…] funciona como un instante del recuerdo, como un punto de la memoria y como un lenguaje consagrado llevado al acto” (León, 2004: 53).

La opinión de la investigadora Margarita León es importante porque nos permite comprender la función de la memoria en el instante del recuerdo, recordemos que San Agustín arguyó que las imágenes o huellas de la memoria permanecían marcadas en el espíritu y que éste volvía sobre ella al evocar el pasado. De tal forma, a través de la

Page 40: Tesis Elena Garro (2007)

40

rememoración y narración, la memoria se actualiza en el presente o “instante del recuerdo” y a partir de ese hecho va tejiendo los hechos pretéritos con los sucesos del porvenir presentados en la trama de la historia. Este rasgo de subjetividad lo hallamos desde el inicio de la narración al contemplarse el narrador como la memoria principal y ofrecer, en su calidad testimonial, el motivo de la piedra aparente.

Cuando el narrador se autonombra “memoria” se muestra la fuerza de un relato dependiente totalmente del recuerdo, es decir, de una memoria individual que pronto se convierte en colectiva. También la elección vocal para narrar la historia es importante pues la primera persona, el “yo” instituido, enfoca el relato a la individualidad, mientras el plural le permite al narrador acceder a las conciencias, pensamientos y memorias individuales de cada personaje. Entonces, el punto de vista narrativo es un desplazamiento de la identidad personal a la colectiva, por consiguiente, en esta investigación cobra importancia la propuesta de una memoria individual integrada a la colectividad manifestada en la mediación que difumina las distancias entre el “yo” que narra y el “yo” narrado.

En esta mediación, comprendida entre el discurso y la historia o el “yo que narra” y el “yo narrado”, la memoria va construyendo un universo diegético de acciones, situaciones y motivos que alimentan la historia (Ver cuadro 5 en Anexo). Además la mediación está centrada en el acto de la rememoración y narración, es decir, existe una historia y unos hechos ocurridos en el pasado que el narrador trae al presente para construir su relato (Ver cuadro 6 en Anexo). Por lo tanto, el narrador se vuelve un intermediario entre la historia y la memoria condensada en una memoria colectiva. A través de ésta se establece un mundo narrado que sirve de marco para el universo diegético donde la historia narrada mantiene sus límites en el conocimiento de la memoria heterogénea.

En la memoria narrativa, proyectada en el relato, se halla un grado de subjetividad justificado por el rasgo de “memoria instituida” que le permite viajar de un lado hacia otro, esto es, la memoria principal toma posesión de sí misma a partir del análisis sutil de la experiencia íntima y colectiva, debido a ello evidencia la enseñanza recibida por los otros, los allegados a su recuerdo. De esta manera, atraviesa el camino de la rememoración y el reconocimiento sobre la conciencia común de un pasado que se mantiene a través de los lugares o espacios socialmente instituidos. En este sentido, existe otro alegato más a favor de nuestro narrador porque éste puede figurar como el delegado de un testimonio preservado en el grupo, es decir, su oralidad individual y colectiva testifica un período importante en la vida de Ixtepec.

Esta situación no es ajena al estudio porque en la tradición oral de las comunidades mexicanas se aprecia que, cuando alguien relata una historia acontecida y de importancia para su grupo, se apoya en la colectividad y usa la forma plural. De igual forma cuando este narrador mexicano retoma su relato o lo actualiza en el presente regresa a su individualidad narrativa, por lo tanto, a expensas de ese fenómeno social, puede sugerirse que el narrador de la novela conoce la historia de su pueblo que es la de él mismo y utiliza la misma forma del punto de vista narrativo. En este proceso de rememoración y narración además retoma una serie de mitos, leyendas y relatos mágicos que subsisten en una memoria común estructurada como la memoria colectiva de la comunidad de Ixtepec.

B. La memoria individual y colectiva: un eje narrativo en la novela La memoria del narrador-personaje, en su calidad de entidad narrativa, frecuentemente se ubica y desplaza por distintos grupos adoptando el punto de vista de cada uno, esto le

Page 41: Tesis Elena Garro (2007)

41

permite llegar al pensamiento colectivo y evocar una serie de vivencias, tiempos y espacios encadenados a la historia que relata. En otras palabras, los recuerdos de la instancia principal se preservan gracias a la existencia de una conciencia común del pasado y al pensamiento colectivo expresado a través de la narración.

En este proceso rememorativo de la memoria funcional, la entidad narrativa estructura su historia a través de la evocación de hechos pertenecientes a la comunidad de Ixtepec, es decir, el sujeto que recuerda acude o se apoya en un sistema social donde se hallan los recuerdos y el pensamiento de su grupo al cual pertenece.

La memoria personal del narrador pronto se ve inmersa en un gran sistema colectivo de recuerdos configurados como la memoria del pueblo olvidado en un lugar desértico. Esto puede notarse desde el comienzo de la narración donde la memoria individual se integra a una colectividad propiciando que los recuerdos se extiendan a diversos cauces en donde todo participa convirtiéndose en una multitud de colores y tiempos:

Aquí estoy, sentado sobre esta piedra aparente. Sólo mi memoria sabe lo que encierra. La veo y me recuerdo, y como el agua va a el agua, así yo, melancólico, vengo a encontrarme en su imagen cubierta por el polvo […] La veo, me veo y me transfiguro en multitud de colores y de tiempos. Estoy y estuve en muchos ojos. Yo sólo soy memoria y la memoria que de mí se tenga (Garro, 2003: 11).

Es importante notar que la memoria narrativa aclara su situación temporal “estoy” en el presente y “estuve” en el pasado, por lo cual su existencia se preserva ante los avatares del tiempo. Además, en el testimonio ofrecido mediante el acto narrativo, se vislumbra un hecho importante pues la memoria se mantendrá en la continuidad debido a la recurrente observación de sí misma, y en el desplegado discursivo, ella combatirá el fenómeno de una memoria perdida o desgastada por el olvido.

En la obertura de la narración es visible la integración de la memoria individual con una memoria múltiple manifestada por la multitud de colores y de tiempos. A partir de ese momento aparecen los recuerdos colectivos traídos a la conciencia del narrador por otros personajes que participaron en la vida de la comunidad de Ixtepec. En otras palabras, en la búsqueda del recuerdo, el narrador-personaje entra a un territorio donde ha desarrollado su existencia. La importancia de su relato estriba en el conjunto de nociones, objetos, lugares y formas que se preservan en su memoria y que se relacionan con la percepción que tiene como sujeto histórico y colectivo.

Esto puede asociarse al pensamiento de Halbwachs cuando argumenta que el individuo no está solo, pues aunque se trate de hechos particulares, siempre lleva consigo a un cierto número de personas que no se confunden con él, es decir, en la reconstrucción de sus recuerdos este narrador-personaje se apoya en la memoria del grupo o en los allegados que se presentan como una conciencia de su pasado, de tal forma, los recuerdos de Ixtepec se encuentran protegidos porque existe una memoria colectiva que recuerda.

Además, en la novela la conciencia del pasado está ligada a diversos episodios históricos que vivieron los habitantes de Ixtepec. El narrador-personaje, en su función dual, refiere sus orígenes de la siguiente manera:

Yo supe de otros tiempos: fui fundado, sitiado, conquistado y engalanado para recibir ejércitos. Supe del goce indecible de la guerra, creadora del desorden y la aventura imprevisible […] Cuando la Revolución agonizaba, un último ejército,

Page 42: Tesis Elena Garro (2007)

42

envuelto en la derrota, me dejó abandonado en este lugar sediento. Muchas de mis casas fueron quemadas y sus dueños fusilados antes del incendio (Garro, 2003: 11).

En este marco narrativo se pueden apreciar los orígenes de Ixtepec, como un pueblo errante, víctima de los poderosos y de las circunstancias, abatido y abandonado en un lugar desolado. Por ello la comunidad vive una opresión que la encierra y la condiciona a la sensación de haber perdido su destino. La tragedia de Ixtepec es un dolor manifestado en las actitudes de los personajes y en la voz del pueblo que siente la inmovilidad del tiempo y la imposibilidad de romper esa inercia. Sobre aquella tragedia del dolor colectivo, Maurice Halbwachs ha observado que provoca “un sentimiento de angustia e impotencia que se confunde con nosotros mismos” (Halbwachs, 1994:127), de tal forma, en la novela, el dolor colectivo se transforma en un miedo y en una tristeza institucional: “Había miedo. El paso del general nos producía temor […] Quizá la opresión se debiera al abandono y a la extraña sensación de haber perdido mi destino” (Garro, 2003: 15). Así, el semblante colectivo de la comunidad parece reflejarse como una angustia ocasionada por los eventos históricos que la llevaron a ser víctima del poder revolucionario.

Para contrarrestar esa situación opresiva la imaginación de la memoria del narrador, investida de la colectividad, va a jugar un papel importante pues se encargará de cubrir aquellas lagunas de la memoria echando mano de relatos mágicos. Esto, como se argumentó en el capítulo II, tiene que ver con un discurso mágico dependiente de las historias fantásticas que operan como realidades alternas dentro de ese mundo posible.

Los mitos, leyendas e historias fantásticas se encargaran de ofrecer una salida viable a la opresión y destacaran la memoria colectiva de los pobladores de Ixtepec. De esta manera, la llegada del forastero Felipe Hurtado será un hecho grabado en la memoria de los habitantes que lo recordaran como un mago o hechicero capaz de quebrantar el orden de la realidad: “El joven sacó dos cigarrillos y ofreció uno al patrón. Según se supo mucho después, don Pepe notó que los había extraído del aire. Simplemente había extendido el brazo y los cigarrillos ya encendidos aparecieron” (Garro, 2003: 40). La presencia fantasmagórica del extranjero también es apreciada por Tefa la criada que lo ve alejarse en la lluvia sin dejar huella y sin mojarse: “Tefa lo vio irse y tuvo la impresión de que iba pisando las plantas sin dejar huella”. (Garro, 2003: 58).

De esta forma se puede hablar de memoria colectiva cuando se evoca un acontecimiento importante que ocupa un lugar en la vida del grupo y que se hace presente cuando se adopta el punto de vista de ese grupo. En el caso de la novela, hemos visto que la entidad narrativa adquiere el punto de vista de la comunidad de Ixtepec para traer, a través de su rememoración y narración, un pasado que viene acompañado de rituales y simbologías, historias fantásticas, leyendas y relatos de la tradición oral.

El primer ejemplo es la inmovilidad del tiempo como un registro que permanece en la memoria de Ixtepec: “[…] el tiempo se detuvo en seco. No sé si se detuvo o si se fue y sólo cayó el sueño: un sueño que no me había visitado nunca” (Garro, 2003: 145). En consecuencia la historia de la fuga de los dos amantes ocasiona diversas opiniones donde se involucra lo fantástico: “Otros más creían en su muerte y oían por las noches la risa de Julia rondando por las calles como un fantasma” (Garro, 2003: 152). La historia de las ánimas en pena se transforma en una creencia latente en la memoria del pueblo, también, la muerte de Emiliano Zapata, la figura de la lucha agrarista, permanece viva en la memoria de los aristócratas: “Durante muchas noches les pareció oír el ruido de su cuerpo al caer en el patio de la Hacienda de Chinameca […]” (Garro, 2003:73).

Page 43: Tesis Elena Garro (2007)

43

La creencia en la magia se muestra en la figura de Nieves la bruja que llegó a darle mala fama al pueblo: “[…] Desde muy lejos venían a verla, le traían pedazos de trajes, mechas de pelo y fotografías de los futuros embrujados” (Garro, 2003: 127). De ese hecho parte la leyenda de Juan Urquizo, el embrujado que cumplía con un ritual y también se desprende la idea de los bebedizos capaces de enamorar o quitar el amor: “¿Cuántos años hará desde el día en que la costeña Marta llegó a Ixtepec con Juan Urquizo? Hasta acá lo trajo para que Nieves le diera su bebedizo” (Garro, 2003: 128).

Sin embargo, el caso más representativo y el motivo de la narración se desprenden del hecho misterioso de la metamorfosis de Isabel Moncada convertida en piedra. Este acontecimiento es relatado por la memoria narrativa en un aspecto testimonial. El narrador-personaje se posa sobre la piedra, se levanta, observa, se sienta, entra al pueblo, regresa, es parte de una entidad dinámica que entra a la historia. La imagen que guarda es la del testigo que acude a la cima más alta para recodar. La imaginación permitiría personificarlo como un ser nostálgico, quizá un viejo reflexivo despeinado por la suave brisa, que trasmite una leyenda de la mujer que se convirtió en piedra a causa del amor que le tenía a un hombre.

La metamorfosis de Isabel Moncada puede responder a un estado de individuación que llega a la unidad primordial. La tranquilidad que consigue ella se debe principalmente a la sublimación que alcanza después de enfrentar un mundo adverso. Todo el pueblo de Ixtepec condena a Isabel por su traición, sin embargo, ella permanece impasible, en la bella apariencia individual, como el tranquilo navegante que se encuentra en una barca en medio de la tormenta.

Isabel Moncada entra en un pan determinismo, es decir, el límite entre lo físico y lo real, entre la materia y el espíritu, deja de ser cerrado. En este sentido, la metamorfosis se vuelve parte de una trasgresión entre materia y espíritu. Es curioso observar que, previo al hecho de la conversión en piedra, existe un indicio dentro de la narración que funciona como un oráculo délfico:

Vuelvo al pabellón y escucho todavía flotantes las palabras dichas por Isabel que provocaron su interrupción: ¡Mírame antes de quedar convertida en piedra! […] Las palabras de Isabel abrieron una bahía oscura e irremediable. Aún resuenan en el pabellón y ese momento de asombro allí sigue como la premonición de un destino inesperado (Garro, 2003:120).

En el ensayo de la obra de teatro, las palabras de Isabel provocan un encantamiento que trastoca el orden de los hechos configurando una visión del porvenir. Más adelante, la metamorfosis de Isabel ocurre como un hecho aislado y en esa ruptura del orden de las cosas la proyección corporal de Isabel altera a la naturaleza: “[…] De sus ojos salieron rayos y una tempestad de rizos negros le cubrió el cuerpo y se levantó un remolino de polvo que volvió invisible la mata de pelo” (Garro, 2003: 291). La limitación de su ser individual provoca la metamorfosis en una piedra milenaria. Este vestigio pétreo sirve, como se vio en el capítulo II, funciona como un detonante de la memoria y monumento que conmemora a la muerte y al recuerdo de Ixtepec:

Aquí sigue la piedra, memoria de mis duelos y final de la fiesta de Carmen B. de Arrieta. Gregoria le puso una inscripción que ahora leo. Sus palabras son cohetes apagados. “Soy Isabel Moncada, nacida de Martín Moncada y de Ana Cuétara de Moncada, en el pueblo de Ixtepec el primero de diciembre de 1907. En piedra me

Page 44: Tesis Elena Garro (2007)

44

convertí el cinco de octubre de 1927 delante de los ojos espantados de Gregoria Juárez. Causé la desdicha de mis padres y la muerte de mis hermanos Juan y Nicolás. Cuando venía a pedirle a la Virgen que me curara del amor que tengo por el general Francisco Rosas que mató a mis hermanos, me arrepentí y preferí el amor de un hombre que me perdió y perdió a mi familia. Aquí estaré con mi amor a solas como recuerdo del porvenir por los siglos de los siglos” (Garro, 2003: 292).

C. La memoria de Ixtepec y los marcos sociales presentes en la novela La memoria de Ixtepec es un tapiz de memorias individuales que hablan sobre los acontecimientos históricos, es decir, la memoria de la comunidad envuelve diversas memorias personales pero no se confunde con ellas sino evoluciona a partir de sus leyes, entonces, cada memoria se convierte en un punto de vista de la memoria de la comunidad.

Halbwachs también expuso que cuando el sujeto no forma parte del grupo o se ha desligado de él, existiría una ilusión sobre sus recuerdos, se confundiría con ellos o tendría la ilusión de revivirlos, así, en aquella memoria desgastada el olvido jugaría un papel antagónico. Al respecto Paul Ricoeur planteó la existencia de dos argumentos, uno negativo y otro positivo. Cuando ya no formamos parte del grupo en cuya memoria se encontraba tal recuerdo, nuestra memoria se debilita por la falta de apoyos exteriores, en contraparte, para acordarnos debemos situarnos en el punto de vista de uno o varios grupos.

Este fenómeno de la memoria impedida por el olvido se encuentra en la novela cuando la memoria no recuerda lo que pasó después de la entrada de los militares a la fiesta de Carmen Arrieta, al parecer, la instancia narrativa no lo recuerda pues en el presente de la narración el pueblo de Ixtepec no existe y por ende la memoria se debilita por falta de un soporte exterior que le ayude a recordar ese momento:

La memoria es traidora y a veces nos invierte el orden de los hechos o nos lleva a una bahía oscura en donde no sucede nada. No recuerdo lo que ocurrió después de la entrada de los militares. Sólo veo al general de pie, apoyado sobre una pierna; lo oigo dando las gracias en voz baja, luego lo veo bailar tres veces: una con cada una de las señoritas que habían ido a buscarle (Garro, 2003: 197).

Sin embargo, en la batalla contra el olvido la memoria narrativa frecuentemente se desplaza por los diversos puntos de vista de la comunidad y recurre a los marcos sociales creados por el grupo. Además se fusiona con el pensamiento del grupo para tomar una identidad representativa. En este sentido, como lo objetó Jacques Le Goff, una de las actividades fundamentales de los individuos es buscar en la memoria de grupo una identidad que los represente en la fiebre y angustia, en la lucha y el dominio de las sociedades históricas.

Esta idea puede llevarse a la novela para deducir que, mediante los procesos rememorativos individuales y colectivos de la memoria del narrador, ésta pretende encontrar una identidad representativa. Primero, como se vio en el capítulo II, el narrador, sentado en lo alto del cerro, se observa en un espejo para reconocerse en la

Page 45: Tesis Elena Garro (2007)

45

lejanía y buscar una identidad que lo represente. Los personajes también se encuentran buscando su identidad, el caso más representativo es el de Isabel Moncada. Esta búsqueda está sostenida por la espera, Ixtepec y los personajes viven en una interminable espera, donde el tiempo y la memoria se conjuntan: “[…] ¿Qué esperábamos? No lo sé, sólo sé que mi memoria es siempre una interminable espera” (Garro, 2003: 58).

El torrente de recuerdos declarado por la memoria cobra importancia para dar testimonio de quién es y fue Ixtepec. En este proceso rememorativo los marcos o cuadros de la memoria juegan un papel importante porque son la base esencial de los recuerdos y promueven la reconstrucción del pasado.

En el capítulo anterior se nombraron los específicos como la familia, la religión y el grupo social, y los generales basados en el lenguaje, el tiempo y el espacio. En este trabajo recurriremos a éstos últimos para ubicar la preeminencia de los marcos sociales en la construcción del pasado. Aquí, el marco social del lenguaje es el más importante porque permite preservar a la memoria colectiva. Por medio de él, el individuo expresa diversas opiniones y puntos de vista fundamentales, a través del lenguaje el sujeto adquiere su ideología y su cultura.

En la evocación del pasado y al narrar acontecimientos importantes, el lenguaje se transforma en el medio principal para testimoniar y reconstruir una conciencia que, como se vio anteriormente, se lleva de forma colectiva. Al respecto, Paul Ricoeur atribuyó a la memoria una fase declarativa observable en el psicoanálisis, aquí el sujeto recuerda aspectos inherentes ayudado por un tercero que es el psicoanalista. Además observó que al entrar en el ámbito del lenguaje la memoria configura un discurso realizado en la lengua común, en este caso en la lengua materna que ha adquirido el individuo.

En la novela, la memoria narrativa cumple con la fase declarativa al relatar los acontecimientos pretéritos. Al parecer la cercanía de la “piedra aparente” determina un instante reflexivo sobre el pasado, sin la ayuda de un psicoanalista, la memoria se distiende para proferir un cúmulo de recuerdos y voces que habitan en ella. En este sentido, San Agustín expuso que los recuerdos son del pasado pero al subsistir como imágenes de la memoria y al narrarlos se actualizan en un presente. Así, el vínculo narración-memoria se encuentra en aquella distensión del espíritu que se ejercita en la constante narración en presente que realiza el narrador-personaje. Esta situación es observable en la enunciación de una fecha importante que abre un espacio para que el narrador-personaje entre directamente a la historia:

Basta decir la magia de una cifra para entrar en un espacio inmediato que habíamos olvidado. El primero de octubre es para siempre en mi memoria el día que empezó el juicio de los invitados. Al decirlo ya no estoy sentado en esta aparente piedra, estoy abajo, entrando despacio en la plaza, en los pasos de mis gentes que desde muy temprano se encaminaron allí para seguir la suerte de los acusados (Garro, 2003: 260).

La vigencia de la memoria individual y colectiva cobra una identidad narrativa sobre el testimonio oral, es decir, por medio del lenguaje ésta memoria dual reconstruye los aspectos íntimos de la comunidad que vive gracias al recuerdo actualizado, por ende, el lenguaje se convierte en la principal herramienta para la reconstrucción del pasado y funciona como un eje narrativo que estructura los discursos.

Como se ha visto, los marcos de la memoria social pertenecen al mundo de significación compartida como el lenguaje, la cultura o la ideología. Sin embargo,

Page 46: Tesis Elena Garro (2007)

46

también se encuentran en los lugares consagrados para el recuerdo o en la convención del tiempo, es decir, en la división del tiempo social que comparten los integrantes del grupo.

En Los recuerdos del porvenir el tiempo es un factor importante en el desarrollo de las acciones y en la historia. De entrada, el narrador-personaje, al hablar de sí mismo, espacializa al tiempo, pues logra abrir un campo de imágenes comunes del tiempo vivido, así, el tiempo colectivo de Ixtepec es aquel que se queda y acomoda según la topografía de su ritmo. Sirva de ejemplo el relato de la memoria narrativa que habla sobre aquello que pasa cada sábado en Ixtepec:

Los sábados el atrio de la iglesia, sembrado de almendros, se llena de compradores y mercaderes. Brillan al sol los refrescos pintados, las cintas de colores, las cuentas de oro y las telas rosas y azules. El aire se impregna de vapores de fritangas, de sacos de carbón oloroso todavía a madera, de bocas babeando alcohol y de majadas de burros. Por las noches estallan los cohetes y las riñas: relucen los machetes junto a las pilas de maíz y los mecheros de petróleo. Los lunes, muy de mañana, se retiran los ruidosos invasores dejándome algunos muertos que el Ayuntamiento recoge. Y esto pasa desde que yo tengo memoria (Garro, 2003: 12).

La festividad del día de plaza es un hito que ha quedado constituido en la memoria colectiva de Ixtepec. En este caso, el narrador-personaje acude a esa tradición para ofrecer la significación compartida del tiempo social y la integración de las conciencias individuales de los habitantes, esto, a consideración de Halbwachs, ocasiona que un pensamiento o sentimiento pueda mantener un sentido de unidad.

Como se vio en el capítulo III, la representación social del tiempo, las festividades, los aniversarios, los cambios de estación, etc., funcionan como puntos de referencia a los cuales acude la comunidad para conmemorar su pasado. Es decir, en la tradición colectiva existen fechas que se presentan año con año como los frutos de un árbol, por lo tanto, el tiempo está dividido de la misma manera para todos los miembros de la sociedad.

En la novela la manifestación de este tiempo social se encuentra en algunas fechas evocadas por la memoria narrativa, de esta manera, el 14 de noviembre marca el regreso de Juan Urquizo, el 1 de octubre es la fecha del juicio de los conspiradores y el 5 del mismo mes es el día del fusilamiento y metamorfosis de Isabel Moncada.

La memoria de Ixtepec también guarda aquellos recuerdos colectivos sobre las fiestas del Centenario y las compara a los días que se vivieron antes de la fiesta organizada por Carmen Arrieta. De esta forma el tiempo social y la memoria nuevamente se entrecruzan en un punto de referencia marcado por la conmemoración histórica:

El miedo mágicamente disipado con la palabra fiesta se convirtió en un frenesí que sólo encuentra paralelo en mi memoria con la locura que me poseyó durante las fiestas del Centenario. Recuerdo aquellos días vertiginosos y en mi memoria se confunden con los días anteriores a la fiesta de doña Carmen B. de Arrieta. […]¡Éramos los desterrados de la dicha! Y aunque también celebramos el primer siglo de la Independencia, mis fuegos de artificio y mis trajes de gala se hundieron en el polvo levantado por las carretelas desbordantes de embajadores

Page 47: Tesis Elena Garro (2007)

47

extranjeros, las cabalgatas brillantes y los cohetes de Pekín que incendiaron la capital (Garro, 2003:194).

Por otra parte indica Halbwachs que el individuo puede ignorar que el tiempo fluye o creer que su duración está sujeta a una percepción íntima, sin embargo, esto es parte de la sensibilidad, pues el medio social ofrece convenciones y acuerdos sobre la temporalidad, por lo tanto, las actividades de los grupos y el desplazamiento del tiempo pertenecen a una dinámica social.

En Los recuerdos del porvenir la duración del tiempo se mantiene en las variaciones que tiene la memoria colectiva, es decir, el cruce de conciencias individuales, figuradas por la memoria de cada habitante, construye una variedad de tiempos colectivos que viven en esta memoria principal. En apariencia los habitantes de Ixtepec creen vivir un tiempo inmóvil, sin embargo, en el plano narrativo el narrador-personaje consigue una dinámica al convertir, en un punto de encuentro, a todas aquellas memorias individuales y recrear diversos tiempos colectivos.

La memoria de Ixtepec vive un tiempo en el cual se apoyan y recomponen todos los recuerdos. Esta es una de las formas para establecer la realidad íntima entre tiempo y memoria colectiva, pues a partir de aquí queda claro que la experiencia del tiempo es un espacio donde se ha manifestado una inercia que los inmoviliza. En otras palabras, desde la perspectiva de la memoria de cada habitante, el tiempo es lo que se queda, lo que se hace lento y se llega a paralizar, aunque paradójicamente también se dinamiza en el momento del acto narrativo y la rememoración.

La experiencia de este tiempo estático aparece en la historia cuando el narrador-personaje señala que vivían en un tiempo quieto:

En esos días era yo tan desdichado que mis horas se acumulaban informes y mi memoria se había convertido en sensaciones. La desdicha como el dolor físico iguala los minutos. Los días se convierten en el mismo día, los actos en el mismo acto y las personas en un solo personaje inútil. El mundo pierde su variedad, la luz se aniquila y los milagros quedan abolidos. La inercia de esos días repetidos me guardaba quieto, contemplando la fuga inútil de mis horas y esperando el milagro que se obstinaba en no producirse. El porvenir era la repetición del pasado […] Como en las tragedias, vivíamos dentro de un tiempo quieto y los personajes sucumbían presos en ese instante detenido. Era en vano que hicieran gestos cada vez más sangrientos. Habíamos abolido al tiempo (Garro, 2003: 64).

Sin embargo, hay hechos o acciones que narra la memoria que rompen la quietud del tiempo y lo vuelven una entidad dinámica, como la llegada imprevista del forastero Felipe Hurtado:

El tiempo, por primera vez en muchos años, giró por mis calles levantando luces y reflejos en las piedras y en las hojas de los árboles; los almendros se llenaron de pájaros, el sol subió con delicia por los montes y en las cocinas las criadas comentaron ruidosas su llegada (Garro, 2003: 65).

Page 48: Tesis Elena Garro (2007)

48

La experiencia de un tiempo que retorna trayendo acontecimientos semejantes, representa una tragedia personal en la vida de cada uno de los personajes. Los días circulares que viven los protagonistas, los conmina a vivir entre dos memorias o dos tiempos. La tesis de la existencia de dos memorias la plantea Isabel Moncada en el momento más dramático de la historia que se narra: “—Francisco, tenemos dos memorias […] Yo antes vivía en las dos y ahora sólo vivo en la que me recuerda lo que va a suceder. También Nicolás está adentro de la memoria del futuro” (Garro, 2003: 252). La memoria del pasado y la del futuro se manifiestan dentro del presente; el devenir de las dos memorias es inherente al transcurrir del tiempo; la percepción que se tiene de la repetición de los acontecimientos construye una ambigüedad entre la inmovilidad y la continuidad cíclica.

El tiempo cíclico, como percepción, viene reforzado con la consagración manifestada en los rituales que llevan a cabo algunos personajes. Es el caso de Félix, el criado de los Moncada, que todos los días a las nueve de la noche desprende el péndulo del reloj ocasionando un mutismo de graves consecuencias. El ritmo del tiempo queda suspendido, provocando que la percepción que se tiene del tiempo cambie. El silencio total del reloj de los Moncada representa la quietud, la calma. Sin alguna medida de por medio, el tiempo se desboca en laberintos que fluyen por diversos cauces. La memoria individual de los personajes también sigue esta manifestación rizomática y los convierte en víctimas de la memoria:

Son las nueve—respondió Félix desde su rincón; obedeciendo a una vieja costumbre de la casa, se dirigió al reloj, abrió la puertecilla de vidrio y desprendió el péndulo […] Sin el tic tac, la habitación y sus ocupantes entraron en un tiempo nuevo y melancólico donde los gestos y las voces se movían en el pasado. Doña Ana, su marido, los jóvenes se movían en el pasado […] se convirtieron en recuerdos de ellos mismos, sin futuro, perdidos en una luz amarilla e individual que los separaba de la realidad para volverlos personajes de la memoria (Garro, 2003: 20).

Félix cumple con el ritual como un sacerdote azteca. Establece un vínculo entre el

cosmos y la tierra. Tributa al tiempo deteniéndolo en su ritmo. El tiempo del cosmos y de los dioses es eterno. El tiempo de los hombres es efímero y profano. De este sentir se produce la tristeza que sufren los habitantes de Ixtepec, la mayor tragedia de Ixtepec es vivir el tiempo profano, el que no trasciende, el tiempo detenido.

Otro ritual es el de Juan Urquizo, el viajero incansable que hacía seis meses de ida y seis meses de regreso a Ixtepec; el relato del narrador-personaje que suspende la historia, para intercalar otra, tiene como objetivo inmediato establecer una diferencia entre Nieves y Gregoria; sin embargo, esta única interpretación resultaría ingenua. La finalidad de relatar esta historia de Juan Urquizo, es advertir el carácter circular de una historia individual que existe en la memoria colectiva que tiene los habitantes de Ixtepec:

Desde entonces se presentó en mis calles dos veces por año: una cuando iba para México y otra cuando regresaba […] Hacía seis meses de ida y seis meses de vuelta, siempre a pie. Cuando lo veíamos de regreso sabíamos que había pasado un año justo […] Hace quince años que dejó de hacer su viaje circular. Hay quien dice que murió en unos llanos cerca de Tixtla. Ya era tan viejo que apenas le quedaban unos cuantos pelos blancos, y de seguro ese día el sol pegó muy fuerte (Garro, 2003: 128).

Page 49: Tesis Elena Garro (2007)

49

Como se observó, el tiempo en la memoria colectiva de Ixtepec se manifiesta en la diversidad de las memorias individuales, cuando los personajes recuerdan, la memoria del narrador tiende a regresar al pasado acompañando a los personajes, esto ocasiona la frecuente intermitencia de tiempos pretéritos. Por otra parte, el pesimismo y la desilusión se originan de aquel tiempo lento que se va petrificando y de la percepción que tienen los personajes de volver a un pasado que se proyecta como el porvenir.

En estos marcos de la memoria el espacio juega un papel importante, pues como lo expone Maurice Halbwachs, los marcos espaciales permiten presentir a qué especie o categoría social pertenecen los individuos que habitan en él. Por consiguiente, existe una correspondencia física entre los lugares y la gente que vivió en ellos, los objetos materiales y los lugares mantienen una significación colectiva que explica su naturaleza material.

Los marcos espaciales perduran en los objetos, las edificaciones, las calles, etc., es decir, se solidifican en los lugares visitados en común y salvaguardan la identidad y el sentimiento de unidad de los grupos. La naturaleza de estos marcos puede figurar como la piedra inerte instituida en el tiempo.

En el capítulo II se habló de la base o soporte que figuraba como la memoria petrificada de Ixtepec, también se vio que era el asiento de la memoria narrativa y los recuerdos eran motivados por el contacto directo del narrador-personaje establecido como la memoria colectiva de Ixtepec. Aquí la piedra, como espacio sinérgico, se convertía en el monumento funerario y en la conmemoración del pasado de Ixtepec.

La función que lleva a cabo el narrador-personaje es recordar sobre la piedra o detonante de la memoria. Es interesante notar que el nombre Ixtepec significa, en la lengua náhuatl, “en lo alto del cerro” (ixtli = en lo alto de y tepetl = cerro), esto simboliza en gran medida el campo espacial donde se ubica el personaje que narra la historia desde la parte más alta del poblado.

La transición de la memoria narrativa a la memoria de los lugares está garantizada por el desplazamiento, la orientación y la experiencia de vida de ese lugar, en este sentido, los lugares permanecen como inscripciones, monumentos y sitios potencialmente significativos. Todo ello recrea el sentido de espacialidad de acuerdo al espacio geométrico trazado desde el pasado. Así, los lugares habitados son memorables y la memoria narrativa se complace en contarlos pues el recuerdo está muy unido a ellos.

En la novela, a medida que avanza la narración, Ixtepec se desplaza a los diferentes lugares donde transcurrieron los hechos. En este caso pueden conocerse aquellos espacios como las calles principales, las casas, el pabellón de los animalitos, la iglesia, el cuartel, etc., incluso se llegan a conocer lugares recónditos como la carbonera de luz o los pliegues de las paredes que funcionan como puntos específicos en los cuales se concentra el tiempo y la memoria.

Por otra parte, los espacios de la memoria heterogénea consolidan las marcas de una vida concentrada en los objetos inertes que pertenecieron al pasado y que son animados por medio de la narración actualizada en el presente. Al respecto, Maurice Halbwachs planteó que los muebles, ornamentos, utensilios y cosas circulan al interior del grupo y abren, a cada instante, el panorama de las costumbres y las distinciones sociales antiguas. Como ejemplo puede recurrirse a la casa de los Moncada, un lugar abandonado que mantiene la vida orgánica latente pero que además denota las marcas de una casa de aristócratas condenada al olvido y al silencio:

Page 50: Tesis Elena Garro (2007)

50

En esta casa hay una casa grande, de piedra, con un corredor en forma de escuadra y un jardín lleno de plantas y de polvo. Allí no corre el tiempo: el aire quedó inmóvil después de tantas lágrimas […] Desde entonces las magnolias florecen sin que nadie las mire y las hierbas feroces cubren las losas del patio; hay arañas que dan largos paseos a través de los cuadros y del piano. Hace ya mucho tiempo que murieron las palmas de sombra y que ninguna voz irrumpe en las arcadas del corredor. Los murciélagos anidan en las guirnaldas doradas de los espejos, y “Roma” y “Cartago”, frente a frente, siguen cargados de frutos que se caen de maduros. Sólo olvido y silencio. Y sin embargo en la memoria hay un jardín iluminado por el sol, radiante de pájaros, poblado de carreras, y de gritos. Una cocina humeante y tendida a la sombra morada de las jacarandas, una mesa en la que desayunan los criados de los Moncada (Garro, 2003: 13).

La memoria narrativa dinamiza los espacios como una entidad organizadora de los lugares y objetos que subsisten en el pasado. La construcción espacial, además, sigue los puntos que se unen al tiempo y lugar de la piedra “aparente” y a la estratificación de los espacios marcados: “[…] Un punto luminoso determina un valle. Ese instante geométrico se une al momento de esta piedra y de la superposición de espacios que forman el mundo imaginario (Garro, 2003:14).

La colectividad de Ixtepec se pliega a las cosas materiales y se encierra en los marcos espaciales existentes. La memoria del narrador-personaje penetra todos los elementos de su conciencia individual y colectiva para sistematizar los lugares en donde vivieron los personajes y recrear las imágenes de las cosas inertes. Por lo tanto, como lo señaló Halbwachs, no es el individuo aislado sino el individuo como miembro de la colectividad el que permanece sometido a la naturaleza material de las cosas. En este sentido, la memoria individual y colectiva del narrador, sometida a la materialidad, acude a los espacios con la intención de reanimar la integridad física de los objetos que permanecen instituidos en Ixtepec, el caso más notable es la piedra que conmemora la eternidad donde reposa Isabel Moncada y que a su vez es el monumento de los recuerdos de la comunidad, en sus duelos y alegrías del pasado.

Page 51: Tesis Elena Garro (2007)

51

CONCLUSIONES La investigación intitulada: “La memoria individual y colectiva: un eje narrativo en la novela Los recuerdos del porvenir de Elena Garro” culmina en este apartado donde se expondrán las conclusiones extraídas del cuerpo de estudio. La primera de ellas es la verificación y afirmación de la hipótesis planteada sobre la existencia de una memoria individual y colectiva como eje narrativo representado por el narrador de la novela. Además, en el transcurso de la investigación, surgieron algunas variables centradas en la imagen de la entidad narrativa, estas variables son las siguientes:

1. El narrador es un relevo o portavoz de la memoria individual (autobiográfica) de Elena Garro.

2. El narrador establece una dinámica discursiva o fase declarativa de su memoria individual y colectiva.

3. El narrador cumple en el acto narrativo dos funciones de mediación, es mediador entre la historia y el discurso y también entre la rememoración y narración.

Las secuelas del trabajo de investigación propuesto proyectaron otras conclusiones que complementan el estudio sobre la dinámica de la memoria en la obra literaria analizada, estas conclusiones son las siguientes:

1. La memoria individual o autobiográfica de Elena Garro es una herramienta utilizada en su producción literaria; con el término “escritura de vida” se mostró la injerencia de lo autobiográfico en la obra de la escritora.

2. Por consecuencia, en la novela Los recuerdos del porvenir se halla la manifestación de la memoria autobiográfica o los recuerdos de Elena Garro, además, la memoria individual participa de un contexto histórico-social lo que favorece la entrada al medio colectivo.

3. Esta vinculación de lo individual y colectivo funciona en los planos intratextual y extratextual, en la novela es el eje narrativo y en el referente es el vínculo individuo-historia. A través de estos planos la configuración del relato se convierte en la historia y panorámica de lo ocurrido en el país mexicano.

4. El binomio individual-colectivo centrado en la memoria es parte de un narrador relevo y narrador colectivo. A través de él se presenta la microhistoria y el discurso disidente, acercando a la novela al género histórico.

5. El narrador establece una dinámica del discurso o fase declarativa de su memoria, por medio de este rasgo testimonial se establece un vínculo entre memoria y narración. Por consiguiente existe un proceso rememorativo-narrativo que configura la novela.

6. El narrador es una memoria heterogénea que guarda las imágenes para después evocarlas, a través del acto narrativo despliega un caudal de recuerdos individuales y colectivos.

7. El narrador cumple una función de mediación, es un mediador entre la historia o lo acontecido y el discurso o la forma que toma. Además es un mediador entre la rememoración y la narración pues existen unos recuerdos del pasado y una actualización en el presente narrativo.

Este trabajo de investigación, tesis, ha propuesto una lectura de la novela Los recuerdos del porvenir a partir de la teoría de la memoria, los procesos rememorativos y el vínculo memoria-lenguaje. En el camino se hallaron diversos entrecruzamientos con temas

Page 52: Tesis Elena Garro (2007)

52

relacionados, sin embargo, la delimitación se basó en el caso específico: memoria individual y memoria colectiva.

El binomio reunido en la figura dual permitió solucionar el problema del narrador indeterminado por lo cual puede concluirse que la memoria del narrador, en su doble dinámica, es un eje narrativo que estructura la novela al tiempo que representa el modelo teórico propuesto por Maurice Halbwachs. También puede concluirse que la memoria individual de la escritora y la memoria colectiva de la comunidad de Iguala ficcionalizada en Ixtepec son mecanismos extratextuales que configuran la novela.

Estudiar la manifestación de la memoria colectiva en los relatos es un detonante científico para entender las tradiciones, creencias y costumbres de una comunidad, este sentir humanista puede llevarnos a un puerto seguro donde se halle la personalidad y radiografía de una colectividad y dentro de ella nosotros mismos, en lo individual y social.

Page 53: Tesis Elena Garro (2007)

53

BIBLIOGRAFÍA

Baena Paz, Guillermina (2004). Instrumentos de investigación. México: Editores Mexicanos Unidos. Bajtín, Mijail (2003). Estética de la creación verbal. México: Siglo XXI. Barthes, Roland et al. (2004). Análisis estructural del relato. México: Ediciones Coyoacán. Beristáin, Helena (2000). Diccionario de retórica y poética. México: Porrúa. Beristáin, Helena (2003). Análisis estructural del relato literario. México: Limusa UNAM. Carballo, Emmanuel (1994). Protagonistas de la literatura mexicana. México: Porrúa. Carpentier, Alejo (1997). El reino de este mundo. Barcelona: Editorial Andrés Bello. Certeau de, Michel (1985). La escritura de la historia. México: Universidad Iberoamericana. Del Valle, Sara (2002). La literatura fantástica en Elena Garro. En “Memoria y liberación en Carlos Fuentes, Octavio Paz, Rosario Castellanos y Elena Garro”, Coordinadora María Teresa Colchero Garrido, Puebla: Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Eco, Umberto (2004). Cómo se hace una tesis. Barcelona: Gedisa Editorial. Escalante Pablo et al. (2004). Nueva historia mínima de México. México: El Colegio de México. Franco, Jean (2002). Historia de la literatura hispanoamericana. Barcelona: Ariel. Garro, Elena (2003). Los recuerdos del porvenir. México: Joaquín Mortiz. Garza Mercado, Ario (1988). Manual de técnicas de investigación para estudiantes de ciencias sociales. México: El Colegio de México. Gutiérrez, E. Raquel (2004). Una introducción a la teoría literaria feminista. Puebla: Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades /Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Halbwachs, Maurice (1994). Los marcos sociales de la memoria. Barcelona: Anthropos Editorial. Halbwachs, Maurice (2001). La memoire collective. Pdf. Extraído el día 3 de enero de 2006 http://classiques.uqac.ca/classiques/Halbwachs_maurice/memoire_collective/memoire_collective.pdf Jitrik, Noé (1995). Historia e imaginación literaria. Las posibilidades de un género. Buenos Aires: Editorial Biblos. Le Goff, Jacques (1991). El orden de la memoria. El tiempo como imaginario. Barcelona: Ediciones Paidós. León, Margarita (2004). La memoria del tiempo. La experiencia del tiempo y del espacio en Los recuerdos del porvenir de Elena Garro. México: UNAM/Ediciones Coyoacán. Nietzsche, Friedrich (2003). El nacimiento de la tragedia. España: Alianza Editorial. Paz Garro, Helena (2004). Memorias. México: Editorial Océano. Pimentel, Luz Aurora (2005). El relato en perspectiva. México: Siglo XXI/UNAM Poniatowska, Elena (2000). Las siete cabritas. México: Ediciones Era. Prado, Gloria (2006). Avatares revolucionarios: Elena Garro y su re-cuento de la historia. En Elena Garro: Recuerdo y porvenir de una escritura. Luzelena Gutiérrez de Velasco y Gloria Prado (Editoras), México: Tecnológico de Monterrey/UIA/CONACULTA/FONCA. Ramírez, Luis Enrique (2000). La ingobernable. Encuentros y desencuentros con Elena Garro. México: Hoja Casa Editorial.

Page 54: Tesis Elena Garro (2007)

54

Reid, Ana (2000). La piedra como metáfora de la historia. En Imagen, signo y símbolo. Segundo Coloquio Internacional de Estética. Agosto 1999, Compiladora María Noel Lapoujade, Puebla: Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Ricoeur, Paul (2003). La memoria, la historia, el olvido. Madrid: Editorial Trotta. Ricoeur, Paul (2004). Tiempo y narración II. Configuración del tiempo en el relato de ficción. México: Siglo XXI. Ricoeur, Paul (2004).Tiempo y narración I. Configuración del tiempo en el relato histórico. México: Siglo XXI. Rosas Lopátegui, Patricia (2000). Yo sólo soy memoria. Biografía visual de Elena Garro. México: Ediciones Castillo. Rosas Lopátegui, Patricia (2003). Testimonios sobre Elena Garro. México: Ediciones Castillo. Rosas Lopátegui, Patricia (2005). El asesinato de Elena Garro. Periodismo a través de una perspectiva biográfica. México: UAEM/Porrúa. Rosas Lopátegui, Paul (2003). Teoría de la interpretación. Discurso y excedente de sentido. México: Siglo XXI/Universidad Iberoamericana. Ruelas V. Carlos (1989). Principios de investigación científica. México: Consorcio Editorial Mac. San Agustín, (1984). Confesiones. México: Editorial Porrúa. Todorov, Tzvetan (2005). Introducción a la literatura fantástica. México: Ediciones Coyoacán. Van Dijk, A. Teun (2001). Estructura y funciones del discurso. México: Siglo XXI