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SANTOS DEVOTOS DE LA INMACULADA El glorioso fundador de la Orden de Predicadores, Santo Domingo, manifestó claramente la creencia en la Inmaculada Concepción de María: 'Así como Adán fue formado de tierra virgen y no maldita, así era conveniente que el segundo Adán, Cristo, naciera también de tierra nunca maldita, es decir, de la Virgen Madre, que nunca fue maldita'. Es tradición constante que Santo Domingo comprobó con milagros esta su doctrina; pues cuando la defendía en Tolosa, disputando con los albigenses, fue arrojado al fuego el libro en que ella se contenía y quedó intacto e incólume. Santa Teresa de Jesús, prodigio y gloria del mundo y de España, mostró siempre su devo- ción a la Inmaculada. Describiendo en el capítulo V de su Vida la conversión de una perso- na, dice de ella que la Santísima Virgen la ayudó, porque era devota de su Concepción y celebraba su fiesta: 'Nuestra Señora le debía ayudar mucho, que era muy devota de su Concepción y en aquel día hacía gran fiesta'. 'San Ignacio fue defensor acérrimo de la Concepción Inmaculada, tanto de palabra como por escrito, según consta de un códice suyo manuscrito, que se conserva en Roma, en el cual, después de describir las singulares ilustraciones que recibió de Dios durante aque- llos cruentos días en que estudiaba la manera de establecer la pobreza en la casa de la Compañía, manifiesta más de una vez su amor a la pura Concepción de María'. Otro santo español, devotísimo de la Inmaculada, fue el glorioso fundador de las Escuelas Pías, San José de Calasanz. Bastará recordar, según un antiguo documento español, que se remonta a la época del Santo mismo, la jaculatoria que a cada toque de campana hacía rezar a los alumnos: 'Alábese el Santísimo Sacramento de la Eucaristía y la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen'. Finalmente, muy devoto también de la Inmaculada Concepción fue San Antonio María Claret, fundador de los Misioneros del Corazón de Mar- ía. Dicen sus biógrafos, que 'la Virgen parecía la celestial protectora de todos sus escritos, los cuales solían honrarse en su primera página con la imagen de la Inmaculada, aun ante- s de que este misterio hubiera sido definido por la Iglesia'. PIROPOS QUE LOS SANTOS LE REGALARON A LA VIRGEN San Juan Pablo II: "A ti, Virgen inmaculada, predestinada por Dios sobre toda otra criatura como abogada de gracia y modelo de santidad para su pueblo, guía tú a sus hijos en la peregrinación de la fe, haciéndolos cada vez más obedientes y fieles a la palabra de Dios." San Juan XXIII: "¡Oh, María Inmaculada, estrella de la mañana que disipas las tinieblas de la noche oscura, a Ti acudimos con gran confianza!" San Luis de Monfort: "María es el camino más seguro, el más corto y el más perfecto para ir a Jesús." Madre Teresa de Calcuta: "A María, nuestra Madre, le demostraremos nuestro amor trabajando por su Hijo Jesús, con Él y para Él." San Ignacio de Loyola: "Por mucho que ames a María Santísima. Ella te amará siempre mucho más de lo que la amas tú." San Juan Vianney: "Claro que Dios podría hacer un mundo más bello que éste; pero no sería más bello si en él faltara María." San Juan Bosco: "Quien confía en María no se sentirá nunca defraudado." BOLETÍN PARROQUIAL SAN PEDRO APÓSTOL Parroquia San Pedro Apóstol Calle: Maza 1420 Tel. 260-4421221 Domingo 10 de Diciembre de 2017 Año II 39 https://pquiasanpedroapostol.wordpress.com/ LAS DOS VENIDAS DE CRISTO CIRILO DE JERUSALÉN Anunciamos la venida de Cristo, pero no una sola, sino también una segunda, mucho más magnífica que la anterior. La primera llevaba consigo un significa- do de sufrimiento; esta otra, en cambio, llevará la diadema del reino divino. Pues casi todas las cosas son dobles en nuestro Señor Jesucristo. Doble es su nacimiento: uno, de Dios, desde toda la eternidad; otro, de la Virgen, en la plenitud de los tiempos. Es doble también su descenso: el primero, silencioso, como la lluvia sobre el vellón; el otro, manifiesto, todavía futuro. En la primera venida fue envuelto con fajas en el pesebre; en la segunda se revestirá de luz como vestidura. En la primera soportó la cruz, sin miedo a la ignominia; en la otra vendrá glorificado, y escoltado por un ejército de ángeles. No pensamos, pues, tan sólo en la venida pasada; esperamos también la futu- ra. Y, habiendo proclamado en la primera: Bendito el que viene en nombre del Señor, diremos eso mis- mo en la segunda; y, saliendo al encuentro del Señor con los ángeles, aclamaremos, adorándolo: Bendito el que viene en nombre del Señor. El Salvador vendrá, no para ser de nuevo juzgado, sino para llamar a su tribunal a aquellos por quienes fue llevado a juicio. Aquel que antes, mientras era juzgado, guardó silencio refrescará la memoria de los malhechores que osaron insultarle cuando estaba en la cruz, y les dirá: Esto hicis- teis y yo callé. Entonces, por razones de su clemente providencia, vino a enseñar a los hombres con suave persua- sión; en esa otra ocasión, futura, lo quieran o no, los hombres tendrán que someterse necesaria- mente a su reinado. De ambas venidas habla el profeta Malaquías: De pronto entrará en el santuario el Señor a quien vosotros buscáis. He ahí la primera venida. Respecto a la otra, dice así: El mensajero de la alianza que vosotros deseáis: miradlo entrar -dice el Señor de los ejércitos-. ¿Quién podrá resistir el día de su venida?, ¿quién quedará en pie cuando aparezca? Será un fuego de fundidor, una lejía de lavandero: se sentará como un fundidor que refi- na la plata. Escribiendo a Tito, también Pablo habla de esas dos venidas en estos términos: Ha aparecido la gracia de Dios que trae la salvación para todos los hombres; enseñándonos a renunciar a la impie- dad y a los deseos mundanos, y a llevar ya desde ahora una vida sobria, honrada y religiosa, aguar- dando la dicha que esperamos: la aparición gloriosa del gran Dios y Salvador nuestro, Jesucristo. Ahí expresa su primera venida, dando gracias por ella; pero también la segunda, la que esperamos. Por esa razón, en nuestra profesión de fe, tal como la hemos recibido por tradición, decimos que creemos en aquel que subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin. Vendrá, pues, desde los cielos, nuestro Señor Jesucristo. Vendrá ciertamente hacia el fin de este mundo, en el último día, con gloria. Se realizará entonces la consumación de este mundo, y este mundo, que fue creado al principio, será otra vez renovado.

SANTOS DEVOTOS DE LA INMACULADA BOLETÍN PARROQUIAL …€¦ · de tierra nunca maldita, es decir, de la Virgen Madre, que nunca fue maldita'. Es tradición constante que Santo Domingo

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Page 1: SANTOS DEVOTOS DE LA INMACULADA BOLETÍN PARROQUIAL …€¦ · de tierra nunca maldita, es decir, de la Virgen Madre, que nunca fue maldita'. Es tradición constante que Santo Domingo

SANTOS DEVOTOS DE LA INMACULADA

El glorioso fundador de la Orden de Predicadores, Santo Domingo,

manifestó claramente la creencia en la Inmaculada Concepción de

María: 'Así como Adán fue formado de tierra virgen y no maldita,

así era conveniente que el segundo Adán, Cristo, naciera también

de tierra nunca maldita, es decir, de la Virgen Madre, que nunca fue

maldita'.

Es tradición constante que Santo Domingo comprobó con milagros esta su doctrina; pues

cuando la defendía en Tolosa, disputando con los albigenses, fue arrojado al fuego el libro

en que ella se contenía y quedó intacto e incólume.

Santa Teresa de Jesús, prodigio y gloria del mundo y de España, mostró siempre su devo-

ción a la Inmaculada. Describiendo en el capítulo V de su Vida la conversión de una perso-

na, dice de ella que la Santísima Virgen la ayudó, porque era devota de su Concepción y

celebraba su fiesta: 'Nuestra Señora le debía ayudar mucho, que era muy devota de su

Concepción y en aquel día hacía gran fiesta'.

'San Ignacio fue defensor acérrimo de la Concepción Inmaculada, tanto de palabra como

por escrito, según consta de un códice suyo manuscrito, que se conserva en Roma, en el

cual, después de describir las singulares ilustraciones que recibió de Dios durante aque-

llos cruentos días en que estudiaba la manera de establecer la pobreza en la casa de la

Compañía, manifiesta más de una vez su amor a la pura Concepción de María'.

Otro santo español, devotísimo de la Inmaculada, fue el glorioso fundador de las Escuelas

Pías, San José de Calasanz. Bastará recordar, según un antiguo documento español, que

se remonta a la época del Santo mismo, la jaculatoria que a cada toque de campana hacía

rezar a los alumnos: 'Alábese el Santísimo Sacramento de la Eucaristía y la Inmaculada

Concepción de la Santísima Virgen'. Finalmente, muy devoto también de la Inmaculada

Concepción fue San Antonio María Claret, fundador de los Misioneros del Corazón de Mar-

ía. Dicen sus biógrafos, que 'la Virgen parecía la celestial protectora de todos sus escritos,

los cuales solían honrarse en su primera página con la imagen de la Inmaculada, aun ante-

s de que este misterio hubiera sido definido por la Iglesia'.

PIROPOS QUE LOS SANTOS LE REGALARON A LA VIRGEN

San Juan Pablo II: "A ti, Virgen inmaculada, predestinada por Dios sobre toda otra criatura como

abogada de gracia y modelo de santidad para su pueblo, guía tú a sus hijos en la peregrinación

de la fe, haciéndolos cada vez más obedientes y fieles a la palabra de Dios."

San Juan XXIII: "¡Oh, María Inmaculada, estrella de la mañana que disipas las tinieblas de la

noche oscura, a Ti acudimos con gran confianza!"

San Luis de Monfort: "María es el camino más seguro, el más corto y el más perfecto para ir a

Jesús."

Madre Teresa de Calcuta: "A María, nuestra Madre, le demostraremos nuestro amor trabajando

por su Hijo Jesús, con Él y para Él."

San Ignacio de Loyola: "Por mucho que ames a María Santísima. Ella te amará siempre mucho más de lo que la amas tú."

San Juan Vianney: "Claro que Dios podría hacer un mundo más bello que éste; pero no sería

más bello si en él faltara María."

San Juan Bosco: "Quien confía en María no se sentirá nunca defraudado."

BOLETÍN PARROQUIAL

SAN PEDRO APÓSTOL Parroquia San Pedro Apóstol – Calle: Maza 1420 – Tel. 260-4421221

Domingo 10 de Diciembre de 2017 – Año II 39

https://pquiasanpedroapostol.wordpress.com/

LAS DOS VENIDAS DE CRISTO CIRILO DE JERUSALÉN

Anunciamos la venida de Cristo, pero no una sola, sino también una segunda, mucho más magnífica que la anterior. La primera llevaba consigo un significa-do de sufrimiento; esta otra, en cambio, llevará la diadema del reino divino. Pues casi todas las cosas son dobles en nuestro Señor Jesucristo. Doble es su nacimiento: uno, de Dios, desde toda la eternidad; otro, de la Virgen, en la plenitud de los tiempos. Es doble también su descenso: el primero, silencioso, como la lluvia sobre el vellón; el otro, manifiesto, todavía futuro. En la primera venida fue envuelto con fajas en el pesebre; en la segunda se revestirá de luz como vestidura. En la primera soportó la cruz, sin miedo a la ignominia; en la otra vendrá glorificado, y escoltado por un ejército de ángeles. No pensamos, pues, tan sólo en la venida pasada; esperamos también la futu-ra. Y, habiendo proclamado en la primera: Bendito el que viene en nombre del Señor, diremos eso mis-mo en la segunda; y, saliendo al encuentro del Señor con los ángeles, aclamaremos, adorándolo: Bendito el que viene en nombre del Señor. El Salvador vendrá, no para ser de nuevo juzgado, sino para llamar a su tribunal a aquellos por quienes fue llevado a juicio. Aquel que antes, mientras era juzgado, guardó silencio refrescará la memoria de los malhechores que osaron insultarle cuando estaba en la cruz, y les dirá: Esto hicis-teis y yo callé. Entonces, por razones de su clemente providencia, vino a enseñar a los hombres con suave persua-sión; en esa otra ocasión, futura, lo quieran o no, los hombres tendrán que someterse necesaria-mente a su reinado. De ambas venidas habla el profeta Malaquías: De pronto entrará en el santuario el Señor a quien vosotros buscáis. He ahí la primera venida. Respecto a la otra, dice así: El mensajero de la alianza que vosotros deseáis: miradlo entrar -dice el Señor de los ejércitos-. ¿Quién podrá resistir el día de su venida?, ¿quién quedará en pie cuando aparezca? Será un fuego de fundidor, una lejía de lavandero: se sentará como un fundidor que refi-na la plata. Escribiendo a Tito, también Pablo habla de esas dos venidas en estos términos: Ha aparecido la gracia de Dios que trae la salvación para todos los hombres; enseñándonos a renunciar a la impie-dad y a los deseos mundanos, y a llevar ya desde ahora una vida sobria, honrada y religiosa, aguar-dando la dicha que esperamos: la aparición gloriosa del gran Dios y Salvador nuestro, Jesucristo. Ahí expresa su primera venida, dando gracias por ella; pero también la segunda, la que esperamos. Por esa razón, en nuestra profesión de fe, tal como la hemos recibido por tradición, decimos que creemos en aquel que subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin. Vendrá, pues, desde los cielos, nuestro Señor Jesucristo. Vendrá ciertamente hacia el fin de este mundo, en el último día, con gloria. Se realizará entonces la consumación de este mundo, y este mundo, que fue creado al principio, será otra vez renovado.

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CATECISMO: ¿Qué es el pecado original? El pecado original, en el que todos los hombres nacen, es el estado de privación de la santi-dad y de la justicia originales. Es un pecado «contraído» no «cometido» por nosotros; es una condición de nacimiento y no un acto personal. A causa de la unidad de origen de todos los hombres, el pecado original se transmite a los descendientes de Adán con la misma naturaleza humana, «no por imitación sino por propagación». Esta transmisión es un miste-rio que no podemos comprender plenamente. ¿Qué otras consecuencias provoca el pecado original? Como consecuencia del pecado original, la naturaleza humana, aun sin estar totalmente corrompida, se halla herida en sus propias fuerzas naturales, sometida a la ignorancia, al sufrimiento y al poder de la muerte, e inclinada al pecado. Esta inclinación al mal se llama concupiscencia. ¿Qué ha hecho Dios después del primer pecado del hombre? Después del primer pecado, el mundo ha sido inundado de pecados, pero Dios no ha aban-donado al hombre al poder de la muerte, antes al contrario, le predijo de modo misterioso que el mal sería vencido y el hombre levantado de la caída. Se trata del primer anuncio del Mesías Redentor. Por ello, la caída será incluso llamada feliz culpa, porque «ha merecido tal y tan grande Redentor»

CREO EN JESUCRISTO, HIJO ÚNICO DE DIOS ¿Cuál es la Buena Noticia para el hombre? La Buena Noticia es el anuncio de Jesucristo, «el Hijo de Dios vivo», muerto y resucitado. En tiempos del rey Herodes y del emperador César Augusto, Dios cumplió las promesas hechas a Abraham y a su descendencia, enviando «a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la Ley, para rescatar a los que se hallaban bajo la Ley, y para que reci-biéramos la filiación adoptiva». ¿Cómo se difunde esta Buena Noticia? Desde el primer momento, los discípulos desearon ardientemente anunciar a Cristo, a fin de llevar a todos los hombres a la fe en Él. También hoy, el deseo de evangelizar y catequizar, es decir, de revelar en la persona de Cristo todo el designio de Dios, y de poner a la humanidad en comunión con Jesús, nace de este conocimiento amoro-so de Cristo.

CREO EN JESUCRISTO, SU ÚNICO HIJO, NUESTRO SEÑOR ¿Qué significa el nombre de Jesús? El nombre de Jesús, dado por el ángel en el momento de la Anunciación, significa «Dios salva». Expresa, a la vez, su identidad y su misión, «porque él salvará al pueblo de sus pe-cados». Pedro afirma que «bajo el cielo no se nos ha dado otro nombre que pueda salvar-nos». ¿Por qué Jesús es llamado Cristo? «Cristo», en griego, y «Mesías», en hebreo, significan «ungido». Jesús es el Cristo porque ha sido consagrado por Dios, ungido por el Espíritu Santo para la misión redentora. Él es el Mesías esperado por Israel y enviado al mundo por el Padre. Jesús ha aceptado el título de Mesías, precisando, sin embargo, su sentido: «bajado del cielo», crucificado y después re-sucitado, Él es el siervo sufriente «que da su vida en rescate por muchos» . Del nombre de Cristo nos viene el nombre de cristianos. ¿En qué sentido Jesús es el «Hijo unigénito de Dios»? Jesús es el Hijo unigénito de Dios en un sentido único y perfecto. En el momento del Bautis-mo y de la Transfiguración, la voz del Padre señala a Jesús como su «Hijo predilecto». Al presentarse a sí mismo como el Hijo, que «conoce al Padre», Jesús afirma su relación única y eterna con Dios su Padre. Él es «el Hijo unigénito de Dios», la segunda Persona de la Trinidad. Es el centro de la predicación apostólica: los Apóstoles han visto su gloria, «que recibe del Padre como Hijo único».

VALORES QUE DEBES ENSEÑAR A TUS HIJOS EN ESTA

NAVIDAD

Hagamos que nuestros hijos vivan esta época como debe ser: una

celebración de fe y de valores, de familia y de alegría. De esta mane-

ra les enseñamos el verdadero significado y evitamos que se con-

vierta en una fecha “consumista” en la que sólo importan los rega-

los.

EL VALOR DE LA FE Lo primero que debemos hacer es contextualizar a los hijos en la auténti-

ca festividad. Debemos explicarles que celebramos con enorme alegría el nacimiento de Jesús,

quien nació entre nosotros en un humilde establo acompañado de sus padres, la Santísima Virgen

y San José, y junto a ellos, los pastores y animales que les brindaron compañía y calor. La elabo-

ración del pesebre o Belén es una magnifica actividad para enseñarles a los hijos esta historia

sagrada y el significado especial que cobra cada figura.

Hay que enfatizar que de este hecho es donde nace toda la felicidad característica de esta fiesta,

es por ello que nos reunimos en familia para esperar la llegada del Niño Jesús y por eso es un

gran acontecimiento que ansiamos durante todo el año.

EL VALOR DE LA GENEROSIDAD En Navidad damos regalos para expresar nuestro cariño y así

como recibimos también debemos dar. Invitemos a nuestros hijos a buscar entre sus juguetes

algunos que ya no usen para regalárselos a otros niños. También podemos compartir nuestro

tiempo, nuestro cariño, nuestras sonrisas… Para ello podemos visitar un ancianato o algún hogar

de niños y llevarles un poco de felicidad y compañía.

EL VALOR DE LA GRATITUD Debido a que en Navidad se acostumbra regalar, también es im-

portante agradecer. Es una estupenda ocasión para enseñar a los hijos a valorar los obsequios

que reciben, no sólo de otras personas, sino también del Niño Jesús, por ejemplo: la familia, la

salud, la educación, los alimentos, los amigos, etc.

EL VALOR DE LA AUSTERIDAD Hay veces que los niños reciben muchos regalos en Navidad y

se hacen fiestas ostentosas, sin embargo, el Niño Jesús nació en la humildad de un pesebre, de-

mostrándonos que la felicidad se hace posible en medio de la austeridad. Así que evitemos los

excesos en estas fechas, no gastemos más de lo necesario en los aguinaldos, puesto que los

mejores regalos que les podemos dar a los hijos no se compran en las tiendas! Nuestro amor,

nuestro acompañamiento, nuestra entrega y nuestro tiempo valen más que cualquier juguete.

EL VALOR DE LA FAMILIA Navidad es una fiesta de familia; el Niño Jesús, San José y la Santí-

sima Virgen son el mejor ejemplo de ello. De ahí que en este tiempo de Navidad nos pregunte-

mos: ¿cómo está nuestro propio círculo familiar: vivimos en armonía, nos preocupamos por el otro,

ayudamos a mantener el hogar en orden, toleramos a los demás en casa, nos dedicamos el tiem-

po necesario, nos escuchamos, nos apoyamos...?

Es la oportunidad para reflexionar sobre ese papel que cada quien tiene dentro del núcleo familiar

y el lugar que le damos a nuestras realidades familiares, pues sin darnos cuenta, utilizamos mu-

cho tiempo para otros asuntos y muy poco para aquellos con quienes compartimos nuestra vida y

son los que le dan sentido a nuestra existencia.