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Objetividad, relativismo y verdad
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Paids Bsica
ltimos t tulos publicados:
38. H. M. Feinstein -
La formacin de William James
39. H. Gardner -Arte, men te y cerebro
40. W. H. Newton-Smith -
La racionalidad de la ciencia
41 .
C. Lvi-Strauss -
Antropologa estructural
42 .
L. Festinger y D. Katz -
Los mtodos de investigacin en las ciencias sociales
43 . R. Arrillaga Torrens -La naturaleza del conocer
44. M. Mead -
Experiencias personales y cientficas de una antroplogo
45 . C. Lvi-Strauss -
Tristes trpicos
46 . G. Deleuze -
Lgica del sentido
47 . R. Wuthnow y otros -Anlisis cultural
48 .
G. Deleuze -
El pliegue. Leibniz y el barroco
49 . R. Rorty, J. B. Schnee wind y Q. Skin ner -
La filosofa en la historia
50. J. Le Goff -
Pensar la historia
51 . J. Le Goff -El orden de la mem oria
52. S. Toulmin y J. Goodfield -
El descubrimiento del tiempo
53. P. Bourdieu -
La ontologa p oltica de Martin Heidegger
54. R. Rorty -
Contingencia, irona y solidaridad
55. M. Cruz - Filosofa de la historia
56. M. Blanchot -
El espacio literario
57. T. Todorov -
Crtica de la critica
58. H. White -
El contenido de la forma
59.
F. Relia -
El silencio y las pa labras
60. T. Todorov -
Las morales de la historia
61 .
R. Koselleck -
Futuro pasado
62. A. Gehlen -
Antropologa filosfica
63. R. Rorty -Objetividad, relativismo y verdad
64. R. Rorty -
Ensayos sobre Heidegger y otros pensadores contemporneos
65.
D. Gilmore -
Hacerse hombre
66.
C. Geertz -
Conocim iento local
67. A. Schtz -La construccin significativa del mund o social
68. G. E. Lenski -
Poder y privilegio
69. M. Hammersley y P. Atkinson -
Etnografa. Mtodos de investigacin
70. C. Sols -
Razones e intereses
71 .
H. T. Engelhardt -
Los fundamentos de la biotica
72. E. Rabossi (comp.) -
Filosofa de la mente y ciencia cognitiva
73. J. Derrida -
D ar
(el)
tiempo. I. La moneda falsa
74. R. Nozick -
La naturaleza de la racionalidad
75. B. Morris -Introduccin al estudio antropolgico de la religin
76. D. Dennett -
La conciencia explicada
77. J. L. Nancy -
La experiencia de la libertad
78. C. Geertz -
Tras los hechos
79. R. R. Aramayo, J. Muguerza y A. Valdecantos -
El individuo y la historia
80. M. Auge -
El sentido de los otros
82.
T. Luckmann -
Teora de la accin social
84.
K. J. Gergen -
Realidades y relaciones
86. M. Cruz (comp.) -Tiempo de subjetividad
87. C. Taylor -
Fuentes del yo
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Richard Rorty
Objetividad, relativismo y verdad
Escritos filosficos 1
PAIDOS
Barcelona Buenos Aires Mxico
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Ttulo original:
Ob jectivity, relativism, and truth. Philosoph ical papers.
Volunte I
Publicado en ingls por Cambridge Universi ty Press, Cambridge
Traduccin de Jorge Vigil Rubio
Cubierta de Mario Eskenazi
1.
a
edicin, 1996
Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorizacin escrita de los t i tulares del
Copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproduccin total o parcial de
esta obra por cualquier mtodo o procedimiento, comprendidos la reprografa y el
tratamiento informtico, y la distribucin de ejemplares de ella mediante alquiler o
prstamo pblicos.
1991 by Ca m bridge University Press, Cam bridge
de todas las ediciones en castellano,
Ediciones Paids Ibrica, S.A.,
Mariano Cub, 92 - 08021 Barcelona
y Editorial Paids, SAICF,
Defensa, 599 - Bu enos Aires.
ISBN: 84-493-0274-9
Depsito legal: B-26.313-1996
Impreso en Novagrfik, S.L.,Puigcerd, 127 - 08019 Barcelona
Im preso en Esp aa - Printed in Spain
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A Patricia
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SUMARIO
AGRADECIMIENTOS 11
INTRODUCCIN:Antirrepresentacionalismo, etnoce ntrismo y libe
ral ismo 15
PRIMERA PARTE
1.
So lidarid ad u objetividad? 39
2.
La ciencia com o solida ridad 57
3.
Es la c iencia na tura l un gnero natu ral? 71
4.
Pragm atismo s in mtodo 93
5. Textos y terr on es 113
6. La indaga cin intelectua l com o recontextualizacin: un a ex
plicacin ant idu alista de la interp retac in 131
SEGUNDA PARTE
7. Fisicalismo no reductivo 157
8. Prag m atismo , Davidson y la verda d 173
9. Rep resentacin , pr ctica social y verdad 207
10.
Ruidos poco conocidos: He sse y Davidson sobre la m etfora 223
TERCERA PARTE
11.
La pri or ida d de la dem ocrac ia sobre la filosofa 239
12.
Liberal ismo burg us posm oder no 267
13.
Sobre el e tnocen tr ismo: respu esta a Clifford Geertz . . . . 275
14.
Cosm opol i tismo s in ema ncipacin: respuesta a Jean-Fran-
cois Lyotard 285
NDICE DE NOMBRES 299
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AGRADECIMIENTOS
Solidaridad u objetividad? se present por primera vez como
Howison Lecture en Berkeley. Le una versin revisada en la Univer
sidad de Nanzan, que se public en laNanzan Review of American
Studies. Una versin poster ior, que es la qu e aqu se ofrece, se publi
c en la obr aP ost-analytic philosophy, edicin a carg o de Jo hn Rajch-
man y Cornel West (Nueva York, Columbia University Press, 1985),
pgs. 3-19.
La ciencia como solidaridad se redact para una conferencia
en la Universidad d e Iowa, y apa reci en The rethoric of human scien-
ces, edicin a cargo de John S. Nelson, A. Megill y D.N. McCloskey
(Madison, Un iversity of W isconsin Pre ss, 1987), pg s. 38-52. Algunos
prrafos de la versin original reproducen o se parecen a otros de
S olidaridad u objetividad?. Es tos prr afos se ha n omitido o sus
t i tuido en la presente versin.
Es la ciencia natur al un gnero natural? lo escrib par a un sim
posio celebra do en la Universidad de No tre Dam e en hon or al profe
sor Ernn McMullin, y se public en Construction and constraint:
the shaping ofscientific rationality, edicin a cargo de Er n n McMul
lin (Notre Dame, Ind., No tre D am e University P ress, 1988), pg s. 49-74.
Pragm atismo sin mtodo se public previamente en la obra Sid-
ney
Hook:
philosopher of democracy and humanism, edicin a cargo
de Paul Kurtz (Buffalo, Prometheus Books, 1983), pgs. 259-273.
Textos y terro nes se pu blic e new Literary History,
17
(1985 ),
pgs. 1-15. Se reproduce aqu con autorizacin.
La indagacin intelectual como recontextualizacin: una expli
cacin antidualista de la interpretacin lo escrib para el curso de
verano sobre Interpretacin organizado por Hubert Dreyfus y Da
vid Hoy, un curso celebrado con el patrocinio del Fondo Nacional
pa ra las H um anid ade s, en el verano de 1988 en la Universidad de Ca
lifornia en Santa Cruz. Se publicar en una coleccin de art culos
presentados en ese curso, editada por David Hiley y otros.
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1 2 O B J E T I V I D A D , R E L A T I V I S M O Y V E R D A D
Fisicalismo no reductivo lo escrib para una conferencia en el
Instituto de
Filosofa de la Academia China de Ciencias Sociales. Se
publicorig inalmente en t raduccin china y poster io rm ente (en in
gls) en la o br a
Theorie der Subjectivitat,
en hom enaje a Dieter Hen-rich, edicin a cargo de Konrad Cram er y otros (Frankfurt, Su hrk am p
Verlag, 1987), pgs. 278-296.
Prag ma tismo, Davidson y la verdad se public en Truth and in-
terpretation: perspecives on the philosophy of Donald Davidson, edi
cin a car go de E rn es t LePore (Oxford, Blackw ell,
1986),
pg s. 333-368.
Representacin, prctica social y verdad lo escrib para una
conferencia celebrada en la Universidad de Pit tsburgh en honor de
Wilf rid Sellars con oca sin de su 75 aniversario, y se pub lic en
Phi-
losophical studies, 54 (1988), pg s. 215-228. Se rep rod uc e con au tori
zacin de Kluwer Academic Publishers.
Ruidos poco conocidos: Hesse y Davidson sobre la metfora fue
una contribucin a un simposio sobre la metfora (con Mary Hesse
y Su san H aack) cele brad o en la sesin conjunta de la Mind Associa-
ton y la Aristotelian S ociety en Cam bridg e en el verano de 1987. Se
public en los Proceed ings of the Aristotelian Society, Vol. suplem.
61 (1987), pgs. 283-296.
La pr ior ida d de la dem ocra cia sob re la filosofa lo esc rib p ar a
un a conferencia en la Universidad de Virginia, cele brad a en 1984 en
conme moracin del segundo centena rio del Estatu to de Libertad Re
ligiosa de Virginia. Se public en The Virginia Statute of Religious
Freedom,edicin a cargo de Merrill Peterson y Robert Vaughan (Cam
bridge, Cambridge University Press, 1988), pgs. 257-288.
Liberal ismo burgus posmoderno fue una contr ibucin a un
simposio sobre la responsabil idad social de los intelectuales, ce
leb rad o en la reunin an ua l de 1983 de la divisin orien tal de la Aso
ciacin Am ericana de Filosofa. S e pub lic en The Journal of Philo
sophy, 80 (octubre de 1983), pgs. 583-589. Se reproduce aqu con
autorizacin.
Sobre el etnocentrismo: respuesta a Clifford Geertz lo escrib
com o com enta rio a un a Tanner Lecture del profesor Geertz, The uses
of diversity, ofrecida e n la Un iversidad de Michigan en 1985. Se pu
blic en la
Michigan Quarterly Review,
25 (1986), pgs. 525-534. Se
reproduce aqu con autorizacin.
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A G R A D E C I M I E N T O S
13
Cosm opolit ismo sin em ancipac in lo escr ib en respu esta a un
artculo de Jean-Francois Lyotard presentado en un simposio en la
Joh n Ho pkins University, en el que pa rticip am os am bos. La versin
original se public en francs en
Critique,
41
(mayo de 1985), pg s. 5 69-
580.
Una versin revisada del original ingls es la que apa rec e aqu
y en Modernity and Identity, edicin a cargo de Scott Lash y Jona-
than Friedman (Oxford, Blackwell, 1990).
Quiero expres ar m i agradecim iento a los organizad ores de las con
ferencias, cu rsos y simposios en los que se prese nta ron varios de es
tos art culos, as como a los editores de las diversas publicaciones
y colecciones en las que aparecieron. Tambin deseara expresar mi
continuado agradecimiento a la John D. y Catherine T. MacArthur
Found ation. La mayora de los artculo s de este volumen y el siguiente
los escrib mientras disfrutaba de una beca MacArthur.
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INTRODUCCIN
ANTIRREPRESENTACIONALISMO, ETNOCENTRISMO
Y LIBERALISMO
ste es el pr im er volum en de un a coleccin de art culo s escri tos
en tre 1980 y 1989. La ma yora de los trabajos de este volumen tra ta
de cuestiones y figuras relacionadas con la filosofa analtica. Los
del segundo volumen tratan, en su mayora, de cuestiones plantea
das a part ir de la obra de Heidegger, Derrida y Foucault .
Los seis art culos que consti tuyen la primera parte de este volu
me n ofrecen u na explicacin antirrep rese ntac iona ista de la relacin
entre la ciencia natural y el resto de la cultura. Entiendo por expli
cacin antirrep resen tacion aista un a explicacin segn la cual el co
nocimiento no consiste en la aprehensin de la verdadera realidad,
sino en la forma de adquirir hbitos para hacer frente a la reali
dad. Estos art culos argumentan que esta explicacin hace innece
sario estab lece r dist incion es al est i lo de Dilthey en tre explicar un os
fenmenos duros e interpretar otros blandos. Ofrecen una ex
plicacin de la indagacin intelectual que reconoce diferencias so
ciolgicas, pe ro no epistemolgicas, entre d isciplinas c om o la fsica
terica y la cr t ica l i teraria.
El antirre pres enta cion alism o que defiendo aqu vuelve a mi l ibro
de 1979 La filosofa y el espejo de la naturaleza. Aunque las figuras
situadas en el trasfondo de aquella obra eran Wittgenstein, Heideg
ger y Dewey, en la poc a en que lo escrib mi de uda intelectua l m s
prxim a e ra con Wilf rid Sellars y Willard van O rm an Quine. En los
diez ao s poster iores he l legado a concebir la obr a de Donald David-
son como una obra que profundiza y extiende las l neas de pensa
m iento traz ad as p or Sellars y Quine. Por ello cada vez es m s lo que
he escri to sobre Davidson, in tentando a clara rm e su s ideas a m mis
mo,
defenderlas contra objeciones reales y posibles y extende rlas has
ta mbitos que no ha examinado an el propio Davidson. Los cuatro
cap tu los que comp onen la Segunda pa rte de es te volumen son u na
mezcla de exposicin de Davidson y comentario sobre l .
Los cuatro captulos restantes del l ibro que componen la Ter
cera parte tratan sobre el l iberalismo pol t ico, ms que sobre el
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16 OB JETIVID AD , RELATIVISM O Y VERDAD
ant i rrepresentacional ismo. La vinculacin entre la Tercera parte y
las dos primeras es la que Dewey vio entre el abandono de lo que
denominaba la teora del conocimiento del espectador y las nece
s idades de una sociedad democrt ica . En mi in terpretacin de De
wey, ste entiend e que lo prop io de un a so ciedad sem ejante e s no te
ner otra nocin de la verdad salvo que es algo ms probable de
conse guir m edian te el miltonian o enc uentro l ibre y abierto de opi
nione s que de cualqu ier otro modo. Es ta idea, car acte rst ica de Peir-
ce^
de Ha be rm as y tamb in de Dewey, es la que intento de sar rolla r
en La prioridad de la democracia sobre la filosofa y en los tres
art culos ms breves que le siguen.
El resto de esta introducc in t iene dos fines. En los dos pr im ero s
tercios de el la in tento aclarar la relacin entre ant i rrepresentacio
nal ism o y ant i rreal ism o. Afirmo que la cuest in representacional is-
m o versas ant i rrepresentacional ismo es d is t in ta de la de real ismo
,versus antirrealismo, porque esta lt ima slo se plantea para los re-
presentacionalistas. En el lt imo tercio uti l izo la idea del etnocen
t r ismo como enlace entre el ant i rrepresentacional ismo y el l ibera
l ismo pol tico. Afirmo que una concepcin antirre pre senta cion alista
de la indagacin intelectual nos deja sin un anclaje con el que huir
del e tnoce ntr ism o prod ucido po r la acul turacin, pero que la cul tu
ra l iberal de la poc a reciente ha en con trad o una estrate gia p ar a evi
tar la desventaja del etnocentrismo. Consiste en estar abierto a los
encu entros con otras cu lturas reales y posibles, y convertir sta aper
tura en un elemento esencial de su autoimagen. Esta cul tura es un
ethnos que se enorgul lece de su sospecha de etnocentr ism o de su
capac idad de aum ent ar la l iberta d y ap ertu ra de encuentros , en vez
de su posesin de la verdad.
1
Los filsofos del m bito anglosajn p arec en con den ado s a termi
nar el s iglo discutiendo el mismo tema el realismo que discu
tan en 1900. Por entonces, lo co ntra rio del rea lismo e ra a n el idea
l ismo. Pero en la actualidad el lenguaje h a su sti tuido a la mente como
aquello que, supuestamente, est frente a la realidad. As, la dis
cusin se ha desplazado de si la realidad material depende de la
mente a preguntas sobre qu t ipo de enunciados verdaderos si
exis ten se enc uen tran en relacin representacio nal con elementos
1.
Vase sobre el par ticu lar m i discusin con Thomas M cCarthy sobre la tesis ha-
berm asian a de que las pretensiones de verdad son pretensiones de val idez universal
e intercultural. La crtica de McCarthy a mi Pragmatism and the quest for truth
aparec i en
Critical Inquiry, 16
(1990), como ta mb in m i Truth and freedom: a reply
to Thom as McCarthy y su Ironist theory as vocation: a respon se to Ro rty's reply.
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INTRODUCCIN
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no l ingst icos. En la actua lidad, la discus in so bre el realism o gira
en torno a si slo los enunciados de la fsica pueden corresponder
a los hechos o si tambin pueden hacerlo los de la matemtica y
la tica. En la actualidad, lo con trario de rea lismo se denom ina, sen
ci l lamente, ant i rreal ismo.
Sin embargo, es te trmino es ambiguo. Se ut i l iza normalmente
pa ra d esignar la tesis , relativa a algunos enunciado s pa rt icula res ver
daderos, de que no existen los hechos que representan. Pero ms
recientemente se ha uti l izado para designar la tesis de que ningn
elemento l ings tico represe nta ningn elemento no l ingst ico. En
el primer sentido se refiere a una toma de posicin contra la comu
nida d de los represen taciona listas aquellos filsofos que cons ideran
provechoso conc ebir qu e la m ente o el lenguaje contiene n represen
taciones de la realidad. En el lt imo sentido se refiere al antirre-
presen tacional ism o el in tento de desca rtar la d iscusin del realis
mo negando que la nocin de representacin, o de hecho, tenga
algn papel til en filosofa. Tpicamente, los representacionalis
tas piensan que las controversias entre idealistas y realistas fueron
como lo son las existentes entre esc pticos y antiescpticos dis
cusiones provechosas e in teresantes . Normalmente, los ant i rrepre-
sentacionalistas consideran absurdos los dos t ipos de controversias.
Segn su diagnst ico , ambos son resul tado de haber sucumbido a
la cautividad de una imagen, una imagen de la que ahora debera
mos l iberarnos .
2
Quien puso en circulacin el trm ino antirrealismo fue Michael
Dummett , que lo uti l iz en el primer sentido. Dummett formul la
oposicin entre real ismo y ant i rre al ism o en los siguientes trm inos:
Entiendo por realismo la creencia en que los enunciados de la cla
se en disputa poseen un valordeverdad objetivo, independientemente
de nuestros medios de conocerlo: son verdaderos o falsos en virtudde una realidad que existe independientemente de nosotros. El anti
realista opone a sta su concepcin de que los enunciados de la clase
2.
Colin McGinn ofrece una bonita m ues tra de la m ane ra en que su prop io repre-
sentacional ismo y el ant i r repre sentacion al ismo de Donald Davidson t ienen sent idos
y objeto diversos. Tras se alar que el principio de carida d de Davidson le per
mite sencillamente pasar del escptico en vez de responderle, aade que tuve la
idea de ut i l izar las consecuenc ias ant iescpt icas del pr incipio de car id ad com o
re -
dueo antes de cono cer que Davidson cons idera esto como una vir tud de su concep
to de interpretacin. McGinn, Radical interpretation and epistemology, en edi
cin a carg o de Erne st LePore,
Truth and interpretation: perspectives on the philosophy
of Donald Davidson
(Oxford, Blackwell, 1986), pg. 359n.
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18
OBJETIVIDAD, RELATIVISMO Y VERDAD
en disputa han de entenderse slo por referencia al tipo de cosa que
consideramos evidencia para un enunciado de dicha clase.
3
Seg n Dum m ett , una g ran pa rt e de la histo ria de la filosofa, in
cluid as las que rellas entr e realistas e idealistas, pue de rein terp retar se
ti lmente mediante esta dist incin. Tambin cree que la fi losofa
del lenguaje es fi losofa primera, pues considera que la diferencia
en tre el realista y el an tirre alis ta es un a diferencia sobre el significa
do de la clase de enu nciad os en disp uta. As pues, consid era funda
mental desde el punto de vista filosfico la teora del significado.
Al ad op tar es ta acti tud, Du m me tt se sepa r de la concep cin te
raputica de la fi losofa conocida desde las Investigaciones filos
ficas
de Wittgenstein, y desde l ibros anteriores como
Pragmatismo
de Jam es yLa reconstruccin en filosofa de Dewey. En es te sentido ,
Dummett es un exponente t pico de la mayora de los fi lsofos an
glosajones de las dos l t im as dc adas . Estas dc adas ha n conocido
un rech azo gra du al de la concepc in wittgen steinia na de la filosofa
como terapia, y una vuelta gradual a los intentos sistemticos por
resolver los problemas tradicionales. El problema del lt imo Witt
genstein, afirma Dum mett , es que no pued e proporcionarnos un fun
damento para la futura labor en filosofa del lenguaje o en filosofa
en general.
4
Wittgenstein no nos ofreci una teora sistemtica del
significado, y por lo tanto nada sobre lo cual construir . En reali
dad, consider imp osible seme jante teora, pues (en pa lab ras de Dum
mett) rechaz su idea anterior de que los significados de nuestros
enu ncia dos vienen da dos po r las condiciones q ue les vuelven decidi
damente verdaderos o falsos y la sustituy por la de que el signifi
cado ha de explicarse en trminos de lo que se considera justifica
cin de un enunciado.
5
Es ta lt im a concepcin es car acte rst ica de los filsofos antir re-
prese ntacio nalistas, pu es su inters est en elimina r los que conside
ran pseudoproblemas del representacional ismo, en vez de en cons
t ru ir s is temas o resolver problemas.
6
El lt imo Wittgenstein, Hei-
3.
Michael Dummett ,
Truth and other enigmas
(Cambridge, Mass. , Ha rvard Uni-
versity Press, 1978), pg. 146.
4. Ibd., pg. 453.
5. Ibd., pg. 452.
6. Vase el contraste de Robert Brandom entre los tericos representacionalis-
tas y los tericos de la prctica social en su artculo Truth and assertibili ty,
Jour
nal of Philosophy,
LXIII (1976), pg. 137 un contra ste que ex am ino con m s d etalle
en Representacin, prctica social y verdad, en la segunda parte.
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I N T R O D U C C I N
19
degger y Dewey, por ejemplo, tendran tantas dudas sobre la nocin
de verificadores elementos no lingsticos que vuelven deci
didamente verdaderos o falsos los enunciados como sobre la de
representacin. Para los representacionalistas, verificar y re
presentar son relaciones recprocas: el elemento no l ingst ico que
hace verdadero a S es el que representa S. Pero los antirrepresenta-
cional is tas consideran ambas nociones igualmente desafortunadas
y presc indibles no slo en relacin a los enuncia dos de algn t ipo
en disputa, s ino con respecto a todos los enunciados.
Los represen tacional is tas conciben a m enud o el an t i rrepresen ta-
cionalismo simplemente como un idealismo trascendental con disfraz
lingstico como una versin ms del intento de Kant de deducir
la determinacin y estructura del objeto a part ir de la del sujeto.
Es ta sosp echa se refleja bien en el ensayo de B ern ard W illiams Witt-
genstein y el idealismo. Will iams afirma all que una concepcin
wittgensteiniana del lenguaje parece estar comprometida con la si
guiente cadena de inferencia:
(i) S tien e el significado q ue le da m os.
(ii) Qes una cond icin necesaria pa ra qu e demo s un significado a S.
Ergo
(iii) De no ser por
Q, S
carecera de significado,
(iv) Si S no tuviese significado, S no sera verdadero.
Ergo
(v) De no se r po r Q, S no sera verdadero.
Dado que norm alm ente los valores de Q incluyen prc ticas socia
les hu m an as, la conc lusin de este conjunto de inferencias rec ue rda
efect ivamente al ideal ismo t ransc ende ntal . Pero el ant i rrep resen ta-
cionalista respondera que(v)dice simpleme nte que a men os que par
t ic ipem os en determ inada s prct icas sociales , no ha br enun ciados
que po dam os l lam ar verdaderos o falsos. Sin emb argo, W illiams
respo nde q ue no es obvio qu e para la ci tad a concepcin wittgenste-
niana. . . podamos establecer tan fcilmente una l nea entre el enun
ciado "S" qu e expre sa la verdad y lo que suce de si se da S. Segn
l,
normalmente los ant i rrepresentacional is tas no piensan que de
t rs del enunciado verdadero Shaya un fragmento de realidad n o lin
gs t ica configurado p or el enun ciado den om inado el hecho de que
S un conjunto de relacion es entre objetos que valen inde pendien
temente del lenguaje que vuelva verdadera a S.Por ello con
cluye Will iams los antirrepresen taciona listas, y en pa rticu lar el l
t imo Wittgenstein, estn comprometidos con la idea de que J
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OBJETIVIDA D, RELATIVISMO Y VERDAD
determinacin de la realidad proviene de aquello que hemos decidi
do o es tamos dispuestos a considerar determinado.
7
El problem a de esta conclusin es que proviene sugiere una de
pendencia causal . La imagen que evoca la terminologa de Will iams
es la de una pode rosa fuerza inm aterial d enom inada mente o len
guaje o prctica social una fuerza que modela los hechos a par
t ir de una m asa indeterm inada, co nstruye la realidad a pa rt ir de algo
no suficientemente dete rm inad o pa ra se r tenido por real. El pro
blema de los ant i rrepresentacional is tas consis te en hal lar una for
ma de expresar su posicin que no comporte esa idea. Los antirre
pres enta ciona listas t ienen que insist ir en que lo que est en cue stin
no es la determinacin que ni el pensamiento determina la rea
l idad ni , en el sentido del realista, la realidad determina el pensa
miento. Ms concretamente, no es ms verdadero que los tomos
son lo que son porque uti l izamos "tomo" como lo uti l izamos que
utilizamos " tom o" como lo uti lizamos p orque los tomos son como
son.Ambas af i rmaciones asevera el ant i rrepresentacional is ta
son totalmente vacas. Ambas consti tuyen pseudoexplicaciones.
Es especialmente importante el que el ant i rrepresentacional is ta
insiste en que esta ltima explicacin es una pseudoexplicacin: se
t rata de una tes is que podem os espe rar que formular, ta rde o tem
prano, el realista t pico. ste dir que conseguimos una representa
cin
precisa
porque, en ocasiones, los elementos no l ingst icos ha
cen que los elem entos l ing st icos se uti l icen com o se uti l izan no
slo en el caso de enunciados part iculares relativos a prcticas so
ciales (como cuando el movimiento de una pelota de tenis hace que
el arbitro exclame Out ), sino en el caso de prcticas sociales en
su conjunto. S egn es ta explicacin, la razn por la qu e los fsicos
ha n llegado a utilizar tomo com o lo hace m os noso tros es que real
m ente existen tom os ah fuera qu e se ha n hecho repr ese nta r de for
m a m s o menos exacta ^-que han hecho que tengamos pa labras que
se refieren a ellos y que tom em os pa rte en la pr ctica social l la m ada
explicacin fsica m icroestru ctural . La razn por la que esta expli
cacin t iene m s xito que, por ejemplo, la explicacin astrolgica,
es que ah fuera no hay influencias planetarias, mientras que s hay
en realidad tomos ah fuera.
El ant i rrepr esenta ciona l is ta concede de buen grado que nu estro
lenguaje , como nuestro cuerpo, ha es tado modelado por el entorno
7. Es tas citas de W illiams son de su obra
Moral luck
(Cambridge, Cambridge Uni-
versity P ress , 1981), pg s.
162-163.
Para una mu estra del tipo de cosas que ponen ner
vioso a W illiams, vase Ma rtin Heidegger,
Ser y tiempo
(trad . ca st. d e J. Gaos, F.C.E.,
Mxico, 1974, pg s. 247-248): Las leyes de New ton, el pri nc ipio de con trad icci n, Cual
quier verdad slo es verdad mientras el "ser ah" es .
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I N T R O D U C C I N
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en qu e vivimos. En realidad, insiste en esta idea la idea de qu e nues
tra mente o nuestro lenguaje no podra estar (como teme el repre-
senta ciona lista escptico) fuera de con tacto con la realidad , com o
tam poco p odran es tar lo nu estros cuerpos. Lo que niega es que es
ti l desde el punto de vista explicativo elegir entre los contenidos
de nu est ra m ente o nu estr o lenguaje y decir qu e este o ese elem ento
corresponde a o representa el entorno de un modo que no se da
en otros elementos . De acue rdo con nuestr a perspect iva a nt i rrepre -
sentacionalista, una cosa es decir que un dedo prensil , o la capaci
dad de uti l izar el trmino tomo como lo uti l izan los fsicos, es
ti l para hacer frente al entorno. Otra cosa es intentar explicar esta
uti l idad p or referencia a nociones representa cionalistas, co mo la no
cin de que la realidad a que hace referencia el qua rk e stab a de
term inada antes de que surgiese el trm ino quark (mientras qu e
la referida, p or ejemplo, a beca de fundacin slo apa rec i una vez
surgieron las prcticas sociales correspondientes).
Los ant i rrepresen tacional is tas consideran desesperado ese inten
to .
No ven m odo algun o de explicar lo qu e significa determ inado
en es te contexto excepto ar t iculando una palabra igualmente enig
m tica, por lo que conside ran q ue el uso que el realista hac e de de
terminado es meramente una invocacin mgica. Igual que Quine
sugiere que debemos desechar toda la serie de conceptos (por ejem
plo,sinnimo, conceptual) que se invocan pa ra hac ern os pe ns ar
que entendemos lo que significa anal t ico, los antirrepresentacio
nal is tas sugieren que debemos desechar toda la ser ie de conceptos
(por ejemplo, cu estin de hecho, bivalencia) qu e se utiliza n pa ra
hac erno s pens ar que entendem os lo que s ignif ica la de termina cin
de la realidad.
Los ant i rrepre sentac ional is tas consideran presc indible es ta l ti
m a ser ie porqu e no ven la m ane ra de form ular una pr ue ba indepen
diente de la exacti tud de la representacin de la referencia o co
rrespondencia a una realidad determinada de forma antecedente,
ningun a pru eba dis t in ta del xito que sup uestam ente se expl ica p or
esta exacti tud. Los representacionalistas no nos ofrecen una mane
ra de decidir si un d eterm inad o trm ino l ingst ico se despliega ti l
mente porque se encuentra en es tas relaciones como la u t i l idad
de un fulcro o de un p ulg ar no t iene na da q ue ver con el que repre
senten o correspondan a los pesos levantados, o a los objetos
manipulados, con su ayuda. As pues, los antirrepresentacionalis
tas p iensan que la expres in ut i l izamos el trmino "tomo" como
lo utilizam os, y la fsica nu clea r funciona por que los tomos son como
son no es ms esclarecedora que el opio hace dormir a la gente
por su fuerza dormitiva.
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OBJETIVIDA D, RELATIVISMO Y VERDAD
Esta idea de que no hay una p rue ba de exact i tud de la correspon
dencia independiente es e l ncleo del argumento de Putnam segn
el cual nociones como referencia nociones semnticas que rela
cionan el lenguaje con el no lenguaje son internas a nuestra con
cepcin general del mundo. Segn Putnam, el intento de los repre-
senta cion alistas de explicar el xito de la astrofsica y el fracaso de
la as t ro loga es t condenado a ser meramente un cumplido vaco a
me nos que alcancem os lo que den om ina la perspectiva de Dios una
perspe ctiva qu e se ha de svincula do de algn m odo del lenguaje y de
nu estr as cre encias y las ha co ntras tado con algo sin su ayuda. Pero
no tenem os idea de lo que sera esta r en semejante perspectiva. Como
dice Davidson, no hay posibil idad de que alguien pued a ad opta r una
perspect iva superior para comparar esquemas conceptuales [por
ejemplo, el del astrlogo y el del astrofsico] desprendindose tem
poralmente del suyo propio.
8
Desde la perspectiva d el represen tacionalista, el hecho d e que no
ciones como representacin, referencia y verdad se despliegan de ma
nera interna a un lenguaje o teora no es razn para desecharlas. El
hecho de que nunca podam os conocer si una teora fsica madura,
que parece no dejar nad a que desear, pueda no es tar to talmente erra
da afirma el representacionalista no es razn para privarnos de
la nocin de estar errada . Y aad en q ue pen sar lo con trar io es ser
un verificacionista, alguien indeseablemente antropocntrico del
mismo modo en que lo fue el idealismo del siglo XIX. Es sucumbir
a la influencia de lo que Thomas Nagel l lama una importante va
ried ad del idealismo de la filosofa con tem por nea, segn la cua l lo
que existe y la forma de ser de las cosas no pueden ir ms all de
lo que en principio pod ram os pe nsa r al respecto.
9
Nagel opina que
privarn os de nociones como representacin y correspondencia
sera dejar de intentar saltar fuera de nuestra mente, un esfuerzo
que a algunos les parecer demente pero que yo considero fi losfi
camente fundamental .
1 0
Los ant i rrep resen tacion al is tas no consideran dem entes es tos es
fuerzos, pero piensan que la historia de la fi losofa demuestra que
ha n sido estri les e indese ables. Piensan q ue estos esfuerzos engen
dra n el t ipo de pseu dop roble m as qu e W ittgenstein quiso evitar aban
donando la imagen que le tuvo cautivo cuando escribi el Tractatus.
Wittgenstein no estaba demente cuando escribi ese l ibro, pero te-
8. Donald Davidson,
Inquines into truth and interpretation
(Oxford, Oxford Uni-
versity Press, 1984), pg. 185.
9. Thomas Nagel,
The view from nowhere
(Nueva York, Oxford University Pr ess,
1986),
pg. 9.
10.
Ibd., pg. 11.
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INTRODUCCIN
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na razn cuando ms tarde se describ i a s mismo como alguien
que haba es tado revoloteando dentro de una botel la . Su huida de
la botella no fue, como su giere Williams, cuesti n de revolotea r en la
direccin del ideal ismo t ranscendental , s ino ms bien de rechazar
cualquier tentacin a responder preguntas como est la real idad
determinada in t r nsecamente o b ien su determinacin es resul tado
de nuestra act iv idad?. No es taba sugir iendo que determinamos la
forma de ser de la realidad. Estab a sugiriendo qu e no debam os plan
tear preg untas pa ra resp ond er a las cuales tuvisemos que saltar fue
ra de nuestra mente. Sugera con ello que tanto el realismo como el
ideal ismo comparten presupuestos representacional is tas que mejor
sera desechar.
Nagel piensa que si seguimos a Wittgenstein hemos de recono
cer que todo pensa m iento es una i lusin, pue s par a el wittgenstei-
niano el a taque a los pensamientos t ranscendentes depende de una
posicin tan rad ical que tambin socava las pretensiones trascenden
tes ms dbiles incluso del pensamiento menos fi losfico.
1 1
Una
concepcin bastante semejante puede encontrarse en la respuesta de
David Lewis a la sugerencia de Putnam de que debemos perm ane cer
den tro de una teora , l imitarno s a no bu sca r un a perspect iva divina,
Lewis concede que si las teoras de la referencia se verifican por
nuestras intenciones referenciales, es irrehuible el interiorismo de
Putn am . Pero afirma qu e lo que dec imos y pensam os n o slo no fija
aquello a que nos referimos, sino que ni siquiera la cuestin previa
decmo ha de fijarse aque llo a qu e nos referimos.
1 2
As pues pro
sigue nec esitam os un a limitacin en las teor as de la referencia qu e
sea algo diferente a nuestras intenciones referenciales, y podemos
conseguirla tomando la fsica.. . en su valor facial. La fsica se
gn Lewis profesa de scu brir las propie dad es d e lite, don de li
te significa aquellas cuyos lmites estn fijados por la identidad
y la diferencia objetivas en la naturaleza.
1 3
Lewis concibe as el represe ntac iona lism o c om o el valor facial
de la fsica.
1 4
Esto es caracterst ico de los representacionalistas que
11.
Ibd., pg. 107.
12.
David Lewis, Pu tnam 's paradox,
Australasian Journal of Philosophy
(1983),
pg. 226.
13. Entre las innum era bles cosa s y clases que existen, la ma yora son diversas,
sesgad as y ma l definidas. Slo hay una mi nor a de lite dispuesta en las articulacio
nes, de forma que sus lmites estn f ijados por la identidad objetiva y la diferencia
en la naturaleza. . . La f sica des cub re qu co sas y clases son la may or lite de todas;
pero hay otras tambin de lite, si bien de inferior grado... (ibd., pgs. 227-228).
14.
No todos los f ilsofos de la f sica comparten la concepcin de Lewis sobreel come tido de la f sica. Ar thur Fine, por ejemplo, atr ibuy e al f sico slo lo que deno
min a la actitud ontolgica n atural, a breviada como NOA. Fine escribe lo siguiente:
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OB JETIVID AD , RELATIVISMO Y VERDAD
son realista s en vez de escpticos. stos co nside ran a la fsica com o
un m bito de la cul tu ra en el que de mane ra m s os tensible recupe
ra terren o el conocimiento de la real idad no hum ana, en contraposi
cin al mbito de las pr ctica s sociales. El represe ntacion alista cree,
en palab ras de W ill iams, que podemos elegir entre nu estra s creen
cias y los rasgo s de nu es tra cosm ovisin alguno s que razonablem en
te podemos af i rmar representan al m undo de una mane ra sumam ente
independiente de nuestra perspect iva y sus pecul iar idades.
1 5
E n
cambio, los ant i rrepresentaciohal is tas no ven un sent ido en que la
f s ica sea ms independiente de nuestras pecul iar idades humanas
que la astrologa o la cr t ica l i teraria. P ara ellos, los diversos m bi
tos de la cul tu ra respon den a d iferentes ne cesidades hu m ana s , pero
no hay forma de s i tuarse fuera de todas las necesidades humanas
y observar que algunas de ellas (por ejemplo, nuestra necesidad de
prediccione s de lo que va a suced er en diversas circunstan cias, nues
tra necesidad de formas sencil las y elegantes de salvar los fenme
nos) se satisfacen dete ctan do la identida d y la diferencia objetivas
en la naturaleza , m ientr as que otras se satisfacen m anejan do lo que
Lewis llama objetos diversos, sesgados y mal definidos.
1 6
La ne
cesidad humana que se satisface por el intento de si tuarse fuera de
todas las necesidades humanas la necesidad de lo que Nagel de
nomina trascendencia es una necesidad que segn los ant i rre-
presentaqional is tas no es cul turalmente deseable exacerbar . Consi
dera n que es ta necesidad es eliminable por m edio de una educacin
moral adecuada una educacin como la recomendada por Nagel ,
qu e eleve a las pe rso nas desd e la posicin de humildad. Esta edu
cacin in tenta subl imar el deseo de es tar en relaciones adecuada
mente humildes con real idades no humanas en el deseo de encuen
t ros l ibres y abier tos entre seres human os, encuentros que culminan
o en el acuerdo intersubjetivo o en la tolerancia recproca.
Si nos sep aram os del con traste que establece Dum me tt entre con
cepcione s realistas y antir rea listas sobre diversas clases de enuncia-
Aspira la ciencia a la verdad, o meramente a la adecuacin emprica? ste es el
trampoln de la controversia realismo/instrumentalismo. NOA desea remontarse algo
ante s de la pre gun ta e interroga r, desde una perspe ctiva m s fundam ental, si la cien
cia "aspira" a algo. Fine resume su ant i r representacional ismo cuando af i rma que
NOA no sup one q ue la verdad sea un co ncepto explicativo, o que haya algo gene ral
que haga verdaderas a las verdades (Fine, Unnatural atti tudes: realist and instru-
mental is t at tachments to science,
Mind
XCV [1986], pgs. 173, 175).
15.
Bernard Williams,
Ethics and the imits ofphilosophy
(Cambridge, Mass., Har
vard University Press, 1985), pgs. 138-139.
16.
Lewis, Putnam's paradox, pg. 227.
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INTRODUCCIN
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dos,
encontramos que el antirrealismo se uti l iza en el segundo de
los dos sentidos qu e dist ingu an terior m ente . En este sentido, el sen
t ido en que es s innim o de lo que he venido denom inando ant i rre-
presentacionalismo, se ha l legado a considerar en los lt imos aos
a Davidson como el ant i rreal is ta por antonomasia .
Originalmente, Dum me tt present a Davidson com o el realistaar-
quetpico, pero ste se ha p ronunciado posteriorm ente a firmando cla
ramente que sta era una definicin errnea de su concepcin. As,
por ejemplo, afirma que:
Las creencias son verdaderas o falsas, pero no representan nada.
Conviene librarse de las representaciones, y con ellas de la teora co-
rrespondentista de la verdad, pues es el pensar que existen represen
taciones lo que suscita pensamientos relativistas.
17
Davidson ha argumentado, en ar t culos que cubren un periodo
de veinte aos, que tan pronto adoptemos la dist incin esquema-
contenido la dis t incin entre re al idades d eterm inad as y un con
junto de palabras o conceptos que puede ser o no adecuados a
el los nos encontraremos innecesariamente enredados en la cues
t in relativismo ver sus abs olutism o es decir, de si nu estr o conoci
miento es meramente relativo a lo que Will iams l lama nuestra
perspectiva y sus peculiaridades o si est en contacto con lo que
Lewis llam a la ide ntid ad y la diferencia objetivas en la naturaleza .
Por ello nos invita a desechar esta distincin, y con ella la idea de
que las creencias representan un contenido segn las convenciones
de un esquema. Davidson no t iene unparti pris en favor de la fsica,
y no piensa q ue esta ciencia, o cua lquie r ciencia natu ral , pu ed a ofre
cer un anclaje en los cielos algo que pu eda elevarnos de sde nue s
tras creencias hasta un punto de vista desde el cual percibimos las
relaciones de esas creencias con la realidad. En cambio considera
que estamos en contacto con la realidad en todos los mbitos de la
cu ltura tanto la t ica como la fsica, tan to la cr t ica l i tera ria com o
la biologa en un sen tido de e star en con tac to con qu e no signifi
ca representacin razonablemente exacta, sino simplemente cau
sado y causante .
En el empeo de obviar es te in tento para cambiar los trminos
de la controversia y elevarse por enc ima de las antiguas disputas , Da
vid Papine au ha ide ado algun as definiciones nuevas del trmin o an-
17.
Donald Davidson, The myth of the subjective, en
Relativism: interpretation
and confrontador ,
edicin a cargo de Michael K rausz (Notre Dame, Ind., University
of Notre Dame Press, 1989), pgs. 165-166.
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26 OBJETIV IDAD, RELATIVISMO Y VERDAD
t i r real is ta , unas defin iciones ad apta das pa ra s in tonizar con David-
son. En cierto lugar, Pap ineau define el trm ino del siguiente mo do:
el an tirre alism o es la tesis segn la cual el anlisis de la represen
tacin ofrece un argu m ento
a
pori
par a m anten er que a algn nivel
el juicio y la realidad deben e ncajar mutuam ente.
1 8
En otra ocasin
lo pre sen ta as: los an tirre alis tas son fi lsofos que niegan que ten
ga sentido concebir la realidad como es en s misma, haciendo abs
traccin de la forma en que se representa en el juicio humano.
1 9
Ninguna de las definiciones de Papineau evita la imputacin err
nea de una creencia en la representacin a fi lsofos que proclaman
su evitacin de una creencia semejante. Con todo, la ltima defini
cin, si no la primera, recoge algo importante de la concepcin de
Davidson, pue s ste afirm a que las creen cias son por su natu ralez a
generalmente verdaderas, y tambin que
el agente no tiene ms que reflexionar sobre qu es una creencia para
apreciar
que
la mayora
de
sus creencias bsicas
son
verdaderas,
y
entre
stas las que mantiene con mayor seguridad
y
que concuerdan con el
cuerpo central de sus creencias son las que ms probabilidades tie
nen de ser verdaderas.
20
Pero par a Davidson, po r supu esto, la reflexin so bre lo qu e es una
creencia no es el anlisis de la representacin. Ms bien es la re
flexin sobre cmo un organismo que uti l iza el lenguaje interacta
con lo que est sucediendo a su alrededor. Al igual que Dewey, Da
vidson parte de Darvvin en vez de Descartes: de las creencias co
m o adap tacio nes al en torn o en vez de com o cua siim ge nes. Al igual
qu e Bain y Peirce, con sidera que las cree ncias son hb itos de a ctu ar
en vez de part es d e un modelo del m undo , co nstr uid as p or el orga
nismo para ayudarle a enfrentarse a s te .
Este enfoque no cartes iano y ant i rrep resen taciona l is ta es , tanto
18. David Papineau,
Reality and representation
(Oxford, Blackwell, 1987) pg. xii.
19. Ibd. , pg. 2. Comprese con Nagel,
The view from nowhere,
pg. 93, quien
define idealismo com o la posicin seg n la cual lo que existe debe pode r ser con
cebido por nosotros , o ser algo de lo cual podr am os ten er pru ebas. Nagel seala
que un argumento en favor de es ta forma general de ideal ismo debe mostrar que
la nocin de lo que
no puede
ser pensado por nosotros o por persona s como nosotros
carece de sent ido, y entonces pre senta su argum entacin contra Davidson, a quien
al parecer considera idealista en el citado sentido.
20.
Donald Davidson, A coherence theory of truth and knowledge, en edicin
a cargo de Ernest LePore,
Truth and interpretation: perspectives on the philosophy
of Donald Davidson (Oxford, Blackwell, 1986), pg. 319.
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I N T R O D U C C I N
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en Dewey como en Davidson, cabalmente holista. Ambos no ven la
necesidad , o posibil idad, de una teo ra que empieza por especificar
qu fragmentos de lenguaje enlazan con qu fragmentos de reali
dad lo que Davidson l lama una teora constructiva
(building-
block). Para Dewey, el pa rad igm a de esta teor a era el e m piris m o
del dato de los sentidos. Para Davidson, son los intentos como los
de Kripke y Field po r volver conceptos co mo el de referencia suscep
tibles de un anlisis o interpretacin independiente en trminos de
concep tos n o lingsticos.
21
Frente a estos intentos, Davidson sugie
re que las palabras, los significados de las palabras, la referencia
y la sat is faccin son postulad os que necesi tam os para imp lem entar
una teora de la verdad,
22
entendiendo por tal no un intento de ex
plica r el s ignificado del trm ino v erdadero ni un inte nto de anali
zar nociones como corresponde a o verifica.
En cam bio, sem ejante teo ra es un a explicacin de cm o las m ar
cas y ru idos emit idos por determinados organismos encajan unos
con otros en una pa uta coherente , una p au ta que pued e encajar a su
vez en nue stra explicacin general de la interaccin entr e estos orga
nismos y su entorno. El argumento de Davidson de que debemos in
terpretar las creencias de semejante organismo (incluidos nosotros)
como verdaderas, y la mayora de los conceptos de cualquier orga
nismo como conceptos que tambin poseemos nosotros , equivale a
la tes is de que no pens arem os ha be r hal lado sem ejante pau ta cohe
rente a menos que podamos ver a es tos organismos hablar mayori-
tar iamente sobre cosas con las cuales se encuentran en relaciones
reales de causa-efecto. Dado que nue stra teora de la forma de corre
lacionar las mar cas y ru idos de otro organism o con los nues tros ha
de encontrar su lugar en una teora general de nuestra relacin y la
suya con los respectivos entornos, no hay lugar en ella para el t ipo
de vinculacin global entre org anism o y ento rno q ue es capaz de ge
ne rar la nocin cartes ian a de representacin in ter io r del entorno.
En trm inos m s generales , no hay lugar en el la para una nocin de
pensamiento o lenguaje capaz de estar mayoritariamente fuera
de sintona con el entorno pues no hay forma de dar sentido a la
nocin de fuera de sintona. As pues, Papineau tiene razn, en
cierto sentido, al decir qu e pa ra Davidson el juicio y la rea lidad de
ben encajar mutuamente. Pero es to no quiere decir que, para Da
vidson, la mayora de nu estra s representacion es tenga n que se r pre
cisas. Pues los juicios hbitos de accin, incluida s las prod uccio nes
habi tuales de determina das m arca s o ru idos no son representacio-
2 1 . D a v i d s o n , Inquines, p g . 219 .
2 2 . Ib d . , pg . 222 .
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OBJETIVIDAD, RELATIVISMO Y VERDAD
nes .
Tambin t iene razn al decir qu e pa ra Davidson no t iene senti
do concebir la realid ad com o es en s , hacien do ab stracc in d e la for
ma en que se representa en el ju icio humano.
En cambio, la teora teleolgica de la representacin de Papi-
neau
t iene precisamente por objeto l levarnos a concebir la realidad
de ese mo do. Su defensa del realismo, co ntra el que co nsid era an
tirrealismo de Davidson, depende de la idea de que podemos uti l i
zar la biologa par a do tarno s del tipo de bloques de construccin que
el holismo davidsoniano estima imposible de obtener. Dado que Pa-
pineau c onsidera los organism os com o modelos constructivos del en
torno,
toma la nocin de condicin de verdad para la atribucin
de un predicado observacional como rbol como aquella si tua
cin que se supone representa desde un punto de vista biolgico el
agente de una funcin causal dada.
2 3
A con t inuac in argum enta
qu e no hay razn pa ra p en sar q ue en los conce ptos no observaciona-
les no exista sem ejante vnculo biolgico firme, y por ello (pues, com o
con razn afirma, todos los conceptos son en algun a m edid a no ob-
servacionales) no hay razn para pe ns ar que los conce ptos de dife
rentes comunidades tengan que responder por igual a referentes ob
jetivamente existentes.
24
As pues concluye no hay razn para
dudar que muchas de nuestras af i rmaciones , quizs la mayora , no
t ienen condiciones de verdad.
Aqu Papineau se si ta en la misma posicin dialctica respecto
a Davidson que Lewis con respecto a Putn am . Papinea u y Lewis com
pa rten la conviccin de que existen relaciones de hecho independien
tes de la teora e independientes del lenguaje, detectables por la
23. Papineau,
Reality and representation,
pg. 92. El problem a que tienen los ho-
lists con nociones como se supone desde un punto de vista biolgico se percibe
tan pron to nos preguntam os s i los s is temas visuales que responden b ien a la sime
tr a bilateral se supone que reconocen esta simetra o se supone que reconocen
que como lo expres a D aniel Dennett alguien te est m irando . (Vase el comen
ta rio de Dennett a este ejemplo en su obra
The intentional stance
[Cambridge, Mass.,
MIT Press, 1987], pgs. 303-304). Es exactamente igual de difcil para el bilogo ave
r iguar qu desea la naturaleza (antropomorf izada) como para el in trprete radical
averiguar qu desea el nativo, y por las mismas razones.
Para un de sarrol lo m s detal lado y elaborado de la nocin de se supone por ra
zones biolgicas que la que ofrece P apinea u, vase Ruth Garrett Millikan,
Langua-
ge, thought and other biological categories
(Cambridge, Mass. , Bradford/MIT Press,
1984). Los antirrepresentacionalistas convenimos con Millikan cuando afirma
(pg. 240) que si el lenguaje tiene su s facultade s porq ue proy ecta el mu ndo, la iden
tidad o autoidentidad de las variables relevantes de los hechos que proyecta debe
ser un a ident idad objet iva o independiente del pensamiento una ident idad que ex
plica en vez de ser explicada po r la actuac in del lenguaje y el pensamiento. Con
ello negamos que sta es la razn por la que el lenguaje tiene esas facultades.
24. Papineau,
Reality and representation,
pg. 93 .
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INTRODUCCIN 29
ciencia natural , y que se dan o no se dan entre fragmentos indivi
dua les del lenguaje y fragm entos individua les de no lenguaje. Cuan
do estas relaciones (por ejemplo, estar cau sad o por, se supo ne q ue
rep rese ntan p or razones biolgicas) se dan, nos hac en re pre sen tarcon exact itud algn eleme nto correspondiente a lo que Putn am de
nom ina un cierto mb ito de entida des [las entida des q ue existen in
dependientemente de lo que hagamos o digamos] de forma tal que
todas las maneras de uti l izar referencialmente las palabras son slo
diferentes maneras de destacar una o ms de aquellas entidades.
2 5
El antirrepre sentac ionalism o com n a Putnam y Davidson insiste,
en cambio, en que la nocin de relaciones de hecho indep end ientes
de la teora e independientes del lenguaje consti tuye una peticin
de principio. Pues esta nocin evoca la misma imagen representa-
cionalista de la que tenemos que huir. Con Will iam James, ambos
filsofos se niegan a co ntr as tar el m un do con aqu ello con lo que se
conoce el mundo, pues semejante contraste sugiere que de alguna
m an era he m os conseguido como dice Nagel saltar fuera de nues
tra propia mente. No aceptan la imagen cartesiano-kantiana que pre
supone la idea de nuestras mentes o nuestro lenguaje como un
interior que pue da c ontr asta rse con algo (quizs algo muy diferente)
exterior. Desde un p un to de vista darw iniano, simp lem ente no hay
m ane ra de da r sent ido a la idea de que nue stra m ente o nue stro len
guaje estn sistemticamente fuera de sintona con lo que est ms
all de nuestra piel .
Los ensayos de la Segu nda y Tercera part e reflejan mi espe ranz a
en que las discusiones sobre realismo y antirrealismo (en el sentido
que Dummett da a estos trminos) se vuelvan obsoletas, igual que
parece es tar lo ahora la d iscusin sobre real ismo versus idealismo.
Me gu star a pe ns ar que la filosofa anglosajona del siglo XX I ha br
supera do la problem t ica rep resentacional is ta , com o ya ha hecho la
mayor parte de la fi losofa de expresin francesa o alemana. En el
segundo volumen de esta recopilacin de art culos
Ensayos sobre
Heidegger y otros pensadores contemporneos examino a algunos
pensadores cont inentales que han dado la espalda a es ta proble
mtica y han intentado abrir nuevos caminos. Pero los ensayos del
presente volumen no abren semejante camino, ni ofrecen argumen-
25.
Pu tnam,
Reality and representation
(Cambridge, Mass., MIT Press, 1988),
pg. 120. Putnam afirma que debemos rechazar la idea de semejante mbito, y con
ella la imagen que sugiere que aquello que es un "objeto" de referencia se f ija de
un a vez por todas al principio, y que a la postre la totalida d de objetos de un a teor a
cientfica u otra coincidir con la totalidad de todos los objetos existentes. Para Put
nam no existe semejante totalidad como Todos los Objetos que Existen, dentro o
fuera de la ciencia.
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3
O B J E T I V I D A D , R E L A T I V I S M O Y V E R D A D
tos nuevos que complementen o refuercen los ofrecidos por David-
son, Putnam y otros. Ms bien responden a algunas objeciones a es
tos argumentos , y consideran de qu manera se enfocan desde una
perspect iva no representacional is ta d iversos mbitos de la cul tura
(en especial la ciencia y la poltica). Mi principal motivo es la creen
cia en que an pod em os da r un adm irable sen t ido a nue stra v ida in
cluso si dejamos de tener lo que Nagel denomina una ambicin de
trascendenc ia. As, intento mos trar por q u sera preferible un a cul
tura s in es ta ambicin una cul tura deweyana a una cul tura de
lo que H eidegger l lam a la tradicin ontoteolgica. Intento m ost rar
cmo podemos arrojar una ser ie de escaleras que, aunque antao
indispensables , se han convert ido actualmente en un es torbo.
El pr im er ensayo de este l ibro S olidaridad u objetividad?
an un cia u n tem a que se repite con variantes en la m ayora de los res
tantes ensayos. En l afirmo que por mucho bien que hayan hecho
las ideas de objetividad y trascendencia en nuestra cultura, el
m ism o resultado pued e alcanzarse con la idea de com unidad q ue per
sigue el consenso intersubjetivo y la novedad una comunidad de
mocrtica, progresista y pluralista del t ipo soado por Dewey. Si
se reinterpreta la objetividad como intersubjetividad, o como soli
daridad, de la manera que sugiero ms adelante, se desechar la cues
t in de cmo entra r en contacto con un a real idad independiente de
la m ente e independ iente del lenguaje . Se sust i tu i r po r pregu ntas
com o Cules son los l mites de nu estr a com unida d?, Son nues
tros encuentros suficientemente l ibres y abiertos?, Lo que hemos
gana do recientemente en sol idaridad, nos ha costado nuestr a capa
cidad de escuchar a los forneos que sufren, a los que t ienen ideas
nuevas?. stas son preguntas pol t icas ms que metafsicas o epis
temolgicas. En m i opinin, Dewey nos ha pu esto en la senda corre cta
al con ceb ir el pra gm atism o no com o el fundam ento, sino com o la for
ma de despejar e l camino para la pol t ica democrt ica .
Si aba ndo nam os el proyecto de hu ir de las peculiaridades y perspectivas humanas, la cuestin importante ser la relativa al t ipo de
ser hu m an o que quer em os l legar a ser. Si se ace pta la distincin en
tre los mbitos pblico y privado que he establecido en Contingen
cia, irona y solidaridad, esta cuestin se subdivide en dos subcues-
t iones . La prime ra es : con qu com unidad debem os ident if icarnos ,
de qu comunidad deberamos concebirnos miembros? La segunda
es (adapta ndo la definicin de religin de W hitehead): qu deb o ha
cer con mi soledad? La primera es una pregunta sobre nuestras obli
gaciones hacia los dem s; la segun da versa sobre nu es tra obligacin
de en palabras de Nietzsche devenir quienes somos.
Los ensayos de este primer volumen son pertinentes para la pri-
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INTRODUCCIN 31
m era cuest in, mien tras que m ucho s de los del segundo volumen lo
son para la lt ima. El primero y el lt imo ensayo de este volumen
tra tan sobre la cues tin del etnocen trism o. Y ello se debe a que u na
consecuencia del ant i rrepresentacional ism o es el reconocimiento de
que ningu na descripcin de la forma de ser de las cosas desd e la pers
pectiva de Dios, ningn anclaje celestial ofrecido por una ciencia ac
tual o por surgir, va a l iberarnos de la contingencia de haber sido
acu lturado s com o lo hem os sido. Nu estra a culturacin es lo que ha ce
cierta s opciones vivas, im porta ntes o forzosas, volviendo otras m uer
tas ,
triviales u opcionales.
2 6
S lo podemos esperar supera r nues t ra
aculturaci n si nue stra cultu ra contiene(o,grac ias a alteracion es pro
ducidas por una revuelta interior o exterior, llega a contener) escisio
nes que pro porc iona n apoyo a iniciativas nueva s. Sin estas e scisiones
sin tensiones que hacen a la gente atender a ideas no conocidas
en la esperanza de hal lar medios para superar esas tensiones no
existe espe ranz a sem ejante. La eliminac in sistem tica de estas ten
siones, o de nu estr a co nsciencia de ellas, es lo que a terr oriz a en Un
mundo feliz o en 1984.As pues , nue stra mejor opo rtunida d p ara su
per ar nue stra acul turac in es edu carn os en una cu l tura que se enor
gullezca de no ser monolt ica de su tolerancia a la pluralidad de
subculturas y de su disposicin a escuchar a las culturas vecinas.
sta es la v inculacin qu e vio Jam es entre el ant i rrepresen taciona
lismo y la dem ocra cia la vinculacin que yo exam ino en los ar t cu
los que componen la tercera parte de este l ibro.
En estos art culos paso de las cr t icas de la nocin de realidad
dete rm ina da indep endie nte del lenguaje a las cr t ica s al uso de no
ciones universalistas como naturaleza del yo o nuestra humani
dad esencial com o fulcros p ar a la cr t ica de las convicciones m ora
les o las insti tuciones sociales actuales. Defiendo que, en vez de
intentar saltar fuera de nuestra mente intentar elevarse por enci
m a de las contingencias h is tr icas que l lenaron nue stra m ente has
ta l legar a las palabras y creencias que contiene actualmente ha
gamos de la necesidad virtud e intentemos y nos contentemos con
26.
Aqu invoco la terminologa del ensayo de William James La voluntad de
creer, cuya fuerza argum ental es t im o con Putnam se ha sube st imado conside
rablemente. La tes is de Jam es no era que un o puede
querer
creer en algo contra la
evidencia, sino que hay situaciones en las que la nocin de evidencia no est en
juego. Una de estas situaciones es aquella en que no estamos seguros sobre la rele
vancia de aquel lo que anter iormente hemos considerado evidente una s i tuacin
en la que se cuestionan las prcticas anteriores, y en la que no conocemos una su-
perprctica a la que remitir las cuestiones relevantes. Sobre el lugar de La volun
tad de creer en la perspe ctiva gene ral de James , vase Hilary y Ruth Anna P utnam ,
William James' ideas,
Raritan,
VIII (1989), pgs. 2-44, as como su prximo libro
sobre James.
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OBJETIVIDA D, RELATIVISMO Y VERDAD
enfrentar unas partes de nuestra mente contra o tras . Para nosotros
los ant i rrepre sentac ional is tas , es to equivale a decir que no debera
mo s in tentar lo imposible: no deberam os bu sca r anclajes celest ia
les, sino slo un asidero.
Esta forma de conc ebir las prop uesta s de camb io m oral o social
le parece a muchos en especial a quienes se consideran radicales
en pol tica u n consejo a la dese sper ada , un a apologa de los pode
res existen tes. Pero no lo es. Slo es un a form a de dec ir qu e la activi
dad de sal tar fuera de nuestra propia mente que recomienda Na-
gel no es, en el nico sentido en que
es
posible, un pro ceso de dejar
a un lado nuestros vocabularios, creencias y deseos antiguos, sino
ms bien de aumentarlos y modif icar los contraponindolos entre
s.
27
Se trata de un proceso de reforma y ampliacin ms que de re
volucin. As pues, la imagen de saltar fuera de nuestra mente a
algo externo desde donde podemos volvernos y mirar hacia ella
debe susti tuirse. La imagen alternativa es la de una mente que gra
dua lm ente se vuelve may or y m s fuerte y ms inte resante p or la adi
cin de nuevas opciones nuevos candidatos a creencias y deseos,
expres ados en vo cabu larios nuevos. El me dio princip al de este cre
cimiento, como afirmo en Contingencia, irona y solidaridad y tam
bin en el captulo de este l ibro Ruidos poco conocidos, es la am
pliacin gradual de nuestra imaginacin mediante el uso metafrico
de viejas marcas y ruidos.
Parte de la hosti l idad y de las sospechas que han suscitado algu
nos de los ensayos de este l ibro en especial La prio rid ad de la de
m ocrac ia sobre la filosofa y Liberalismo burgu s po smoderno
en personas s i tuadas pol t icamente a mi izquierda puede deberse a
mi uso ambiguo del trmino etnocentr ismo.
2 8
Es ta ambigedad
27.
Considero que ste es el nervio de la tesis de Dewey de que a men os que el
progreso sea reconstruccin del presente, no es nada; si no puede distinguirse por
las cualidades intr nsecas del movimiento de transicin, nunca puede ser juzgado.. .
El progreso signif ica un aumento de sentido en la actualidad, que supone la multi
plicacin de distinciones pertinentes, as como de armona, unif icacin. . . Hasta que
los hom bres aban donen la bsqu eda de una frmula general de progreso no conoce
rn dnde mirar para encontrar la
(Human nature and conduct,
vol.
14
d e
The mda
le works of John Dewey [Carbondale,
111.,
So uthe rn I ll inois University Pre ss, 1988],
pg s. 195-196).
28 . Para algun os ejemplos de seme jante hostilidad y sospecha, vase Richa rd Bern-
stein, One step forward, two steps back,
Political Theory
(noviembre de 1987) (jun
to a mi Thugs and theorists: a reply to Bernstein en el mismo nmero); Christo-
pherJNorris, Philosophy as a kind of writing: Rorty on post-mod ern liberal culture,
en su libro
The contest of the faculties
(Londres, M ethuen, 1986); Rebec ca Comay, In-
ter rup ting th e conversation: notes on Rorty,
Telos,
60 (otoo de 1986); Nanc y Frase r,
Solidarity or singularity: Richard Rorty between romanticism and technocracy,
en su obra
Unruly practices
(Minnepolis, Minnesota University Press, 1989); Frank
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INTRODUCCIN
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ha hecho que parezca que est intenta ndo un a deduccin trascende n
tal de la pol tica democr t ica a pa rt i r de prem isas ant i rrepre senta-
cional is tas . Debera hab er d is t inguido con ms clar id ad e ntre etno-
centr ismo como una condicin i rrehuible ms o menos s innima
de finitud hum ana y com o referencia a un ethnos part icular . En
este lt im o uso, etnoce ntrismo significa lealtad a la cu ltura socio-
pol t ica de lo que los m arx istas solan deno m inar dem ocracias bu r
guesas y de lo que Roberto Unger l lama, en trminos ms neutra
les,
las prsperas democracias del Atlntico Norte.
La mayora de los cr t icos de izquierda estn bastante bien dis
puestos hacia el ant i rrepresentacional ismo que defiendo, pues s ta
es la concepc in ta nto de Nietzsche y de Foucault co m o la de Dewey
y Davidson. Pero se conciben a s m ism os fuera de la cu ltur a socio-
poltica del liberalismo con la que se identific Dewey, una cultura
con la que yo me sigo identificando. As pues, cuando digo cosas et-
nocntricas como nuestra cultura o nosotros los l iberales, su
reaccin es: nosotros, quin?. Sin embargo, me cuesta conside
rar les forneos a es ta cul tura; me parecen personas que desempe
an una funcin una funcin importante en esa cultura. No veo
que hayan creado una cultura alternativa, ni siquiera que la hayan
concebido. Entiend o que la cultura de la democ racia l iberal an pro
porciona una mult i tud de oportunidades de autocr t ica y reforma,
y creo que mis cr t icos de izquierda son conciudadanos que sacan
provecho de estas oportunidades. Sin embargo, el los parecen conce
birse a s mismos viviendo en una casa-prisin, de la que deben es
capar antes de empezar a des t ruir la .
2 9
Lentricchia, Rorty's cultural conversation,
Raritan,
3 (1983), y
suCriticism and so
cial change
(Chicago, University of C hicago P ress, 1983), pgs. 15-19; y Milton Fisk,
The instabili ty of pragmatism,
New Literary History,
17 (1985).
29. Esto no quiere decir que haya alguna razn par t icula r para el opt imism o po r
Norteamrica, o por las prsperas democracias del Atlntico Norte en general, en
el ao en que escrib o (1990). Varias de estas d em ocrac ias, incluidos los Estad os Uni
dos, se encuentran actualmente bajo el control de una clase media cada vez ms co
diciosa y egosta una clase que elige continuamente demagogos cnicos dispues
tos a privar de esperanzas a los dbiles para prom eter recortes f iscales a sus votantes.
Si este proceso sigue durante otra generacin, los pases en que tiene lugar caern
en la barb ar ie . Entonces pued e ser absur do esp erar la reforma, y ju icioso confiar en
la revolucin. Pero en la actualidad, Estados Unidos sigue siendo una sociedad de
mocrtica en funcionamiento una sociedad en la que existe el cambio, y puede
esperarse, a resultas de la persuasin ms que de la fuerza. Cuando Frank Lentric
chia, uno de mis crt icos de izquierda, afirma que nuestra sociedad es sustancial-
mente irracional, no pued o menos que preg unta r: irracional por com paraci n con
qu otra sociedad?. Para las observaciones de Lentricchia acerca del pragmatismo,
vanse las pr imera s pgina s de su Criticism and social change (Chicago,University
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OBJE TIVID AD, RELA TIVISMO Y VERDAD
Me parece que la izquierda posmarxista actual difiere de la mar-
xis ta ante r ior pr incipa lme nte en que es ta l t ima tena en me nte un a
revolucin concre ta una revolucin en la que la susti tuci n selec
t iva de la prop iedad p rivada de cap ital por la prop iedad p blica trae
r a consecuencias sumamente deseables , y en part icular una demo
cracia cad a vez ms participativa . Desde el pu nto de vista de a quella
izquierda anter ior , era p lausible af i rm ar que el ma noseo reformista
de est i lo deweyano se haba convert ido me ram ente en un obstcu lo
para la revolucin necesaria. Pero los radicales actuales no t ienen
esta revolucin especfica que defender. Por ello me resulta difcil
entender su supuesta no pertenencia a la cultura de las democracias
l iberales , y su vehemente a nt iamerican ismo, como algo m s que un
nostlgico deseo de que exista
algn
tipo de revolucin, de
cualquier
t ipo.Quizs este deseo sea resultad o de una co m prensible ra bia ante
la m uy lenta extensin de la espe ranz a y la l ibertad a los gru pos so
ciales marginales, y por las frecuentes traiciones de las prom esas an
teriores. Pero no creo que tenga gran uti l idad la forma hiperterica
e hiperf i losofizada que es t tomando actualmente es ta rabia .
En particu lar, creo que se despe rdicia un a gran cantid ad de ener
ga de los intelectuales izquierdistas de la academia norteamerica
na con temporn ea, en la medida en que espe ran qu e la labor en dis
ciplinas com o la filosofa y la cr t ic a l i terar ia pue da en gra nar se con
la accin pol t ica de ma ne ra d irecta (en vez de ma ne ra ind irecta, atmosfrica y a largo plazo). Un sntoma de esta esperanza es la con
viccin de que es polticam ente til problem atizar o poner en cues
t in los conceptos, dist inciones e insti tuciones trad icionales. E n m i
opinin, carece de uti l idad sealar las contradicciones internas
de una prc tica social, o deconstruirla, a menos que se pueda idear
una prct ica al ternat iva a menos que se pueda esbozar al menos
una utopa en la que el concepto o dist incin quedara obsoleto.
Despus de todo,todaprctica social de cualqu ier com plejidad, y todo
elemento de semejante prctica, contiene tensiones internas. Desde
Hegel, los intelectuales hem os estado atare ado s en expu rgarlas. Pero
carece de objeto mostrar estas tensiones a menos que se tenga algu
na sugerencia para resolverlas. La izquierda l iberal deweyana y la
izquierda ma rxista radical de mi juven tud intentaron pe rge ar visio
nes u tpicas sugeri r prct icas que minimizasen las tensiones en
cuestin. Mis dud as so bre la actu al izquierda foucault iana concier
nen a su fracaso en ofrecer semejantes visiones y sugerencias.
of Chicago Press, 1983); el pasa ge de susta ncialm ente irracion al est en la pg ina
2.
Para el comentar io a la l nea de pensamiento que representa Lentr icchia, vase
mi artculo Two cheers for the cultural lef t,
South Atlantic Quarterly,
89 (1990),
pgs . 227-234.
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INTRODUCCIN
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En es tas l t im as p ginas he in tentado esbo zar la v inculacin en
t re e l ant i rrepresentac ional ism o, e l e tnocentr ism o y las v i r tudes de
la cu ltura sociopol t ica de las dem ocra cias l iberales. Como he suge
rido varia s veces, cons idero la posicin despleg ada en estos ensayoscon tinua con la de Dewey la figura que, en la dc ada tra ns cu rri da
desde que escrib La filosofa y el espejo de la naturaleza ha eclipsa
do gradualmente, en mi imaginacin, a Wittgenstein y Heidegger.
Mi posicin difiere de la de Dewey principalmente en ofrecer una
explicacin algo diferente de la relacin de la ciencia natural con el
resto de la cultura, y en formular la problemtica representaciona-
lismo versus ant i rrepresentacional ismo en trminos de palabras y
oraciones en vez de en trm inos de ideas y experiencias. Pero no con
sidero demasiado grandes estas diferencias.
30
Lo que m e parece m s valioso de conse rvar en la ob ra d e Dewey
es su sent ido de cambio gradual en la autoimagen del ser humano
que ha tenido lugar en la historia conocida el cambio desde una
sensacin de su dependencia de algo anter iormente presente o
un a sensacin d e posib il idades ut picas de futuro, el crecim iento de
su capacidad de mit igar su f in i tud mediante el ta lento para la
autocreacin. Dewey consider episodios centrales de esta histo
ria la toleranc ia religiosa, Galileo, Da rwin y (sobre todo) el surgim ien
to de los estad os dem ocr ticos y de electorados inform ados. S u pro
pio esfuerzo por refutar las doctrinas representacionalistas, un
esfuerzo que le sumi en interminables controversias sobre la obje
t ividad, la verdad y el relativismo, lo em pren di por que p ensa ba que
estas doctrinas se haban convertido en un obstculo para la sensa
cin de confianza en s m ism o del ser hum ano . Creo que tena razn
en esto, y que vale la pena continuar su esfuerzo. Los art culos de
este volumen representan el intento de contribuir a el lo; estn dedi
cados sustnc ialmen te a argum entar , con tra Heidegger y o tros , que
semejante sentido de confianza en s mismo es algo bueno.
30.
Otros las han considerado mayores en especial Sidney Hook, un hombre
sobre cuyas rod illas me me c tanto en calidad de nio como de f ilsofo y que olvid
m s sobre Dewey de lo que yo apr end er nunca. En los me ses previos a su falleci
miento, Hook y yo establecimos una animada correspondencia sobre la que Hook
denominaba mi versin nacionalizada y nietzscheanizada de Dewey.
Yo
adopt
la posicin de que el lado cientif ista y cultivador del mtodo d e Dewey, su c ons tante
exaltacin de algo llamado el mtodo cientf ico, era un legado desafortunado de
su juventud, una juventud marcada por la preocupacin acerca de la guerra entre
ciencia y teologa. Es mucho lo que hab r a queda do por decir por a m bas par tes , y
s iento que Hook y yo no pudiram os d ebat i r m s la cuest in. Para algunas escara
muzas prel iminares , vase Pragmatismo s in mtodo en la pr imera par te de es te
volumen y tambin mi in troduccin a
John Dewey: The latter works, vol. 8: 1933,
edicin a cargo de Jo Ann Boydston (Carbondale,
111.,
So uthe rn I lj inois University
Press ,
1986), p gs . ix-xviii.
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PRIMERA PARTE
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CAPTULO 1
SOLIDARIDAD U OBJETIVIDAD?
Los seres humanos reflexivos intentan dar un sentido a su vida,
s i tuan do s ta en un contexto m s amplio , de dos m ane ras principa
les.La prim era es na rra nd o el re lato de su aportacin a una comuni
dad. Esta comunidad puede ser la histrica y real en que viven, u
otra real , alejada en el t iempo o el espacio, o bien una imaginaria,
quizs compuesta de una docena de hroes y heronas elegidos de
la historia, de la ficcin o de ambas. La segunda manera es descri
birse a s mismos como seres que estn en relacin inmediata con
una real idad no humana. Esta relacin es inmediata en el sent ido
de que no deriva de una relacin entre esta realidad y su tribu, o su
nacin, o su grup o de cam ara das imaginario . Afirmo q ue el pr im er
tipo de relatos ilus tran el deseo de solidarida d, y los del segu ndo tipo
ilustran el deseo de objetividad. Cuando una persona busca la soli
dar idad no se preg unta por la relacin entre las prc t icas de una co
munidad elegida y algo que es t fuera de esa comunidad. Cuando
busca la objetividad, se distancia de las personas reales que le ro
dean no concibindosela s m isma c omo m iem bro de otro grupo real
o imaginario, sino vinculndose a algo que puede describirse sin re
ferencia a seres humanos part iculares .
La tradicin de la cultura occidental centrada en torno a la no
cin de bsqueda de la Verdad, una tradicin que va desde los fi l
sofos griego s a la Ilustraci n, es el m s c laro ejemplo del intento de
enc ontr ar un sent ido a la propia exis tencia aband ona ndo la comuni
dad e n pos de la objetiv idad. La idea d e la Verdad com o algo a alcan
zar por s mismo, y no porque sea bueno para uno, o para la propia
comunidad real o imaginaria , es e l tema central de es ta t radicin.
Quizs lo qu e estim ul la apa rici n de este ideal fue la cada vez ma
yor consciencia de los griegos de la grandiyrsiiaLde las comuni
dades humanas . El temor a la es t rechez de miras , a es tar l imitado
en los horizontes del grup o en el que un o ha nacido, la necesidad de
verlo con los ojos de un extrao, contribuye a producir el tono es-
cptico e irnico caracterst ico de Eurpides y Scrates. La disposi*
cin e Herodoto a tomarse a los brbaros tan en ser io como pr-
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describ ir detal ladamente sus costumbres puede haber s ido un pre
ludio nec esa rio a la afirm acin de Platn de qu e la m an era de supe
rar e l escept icismo es concebir una meta comn de la humanidad
una meta f i jada ms por la naturaleza humana que por la cul tura
griega. La combinacin de la al ienacin socrtica y la esperanza
platnica da lugar a la idea del intelectual como alguien que est en
contacto con la verdad era n aturalez a de las cosas , no por m edio de
las opiniones de su comunidad, s ino de manera ms inmediata .
Platn formul la idea de un intelectual semejante por medio de
las dist inciones entre conocimiento y opinin y entre apariencia y
real idad. Estas d is t inciones se com binan para dar lugar a la idea de
que la indagacin racional debe hacer visible un mbito al que los
no intelectua les t ienen po co acceso, y de cuya existencia m ism a pue
den tener duda. En la Ilustracin, esta idea se concret en la adop
cin del fsico newtoniano como modelo de intelectual . La mayora
de los pen sad ore s del siglo XVIII tenan c laro qu e el acce so a la Na
turaleza que haba proporcionado la ciencia fsica deba ir seguido
de la creacin de insti tuciones sociales, pol t icas y econmicas en
consonancia con la naturaleza. Desde entonces, el pensamiento so
cial l iberal se ha centrado en torno a la reforma social posibil i tada
po r el conocim iento objetivo de la forma de ser de los seres h um ano s
no el cono cim iento de cm o son los griegos, los france ses o los chi
nos,s ino la hu m an ida d como tal. Som os los here dero s de es ta t ra
dicin objet iv is ta , ce ntrada a l reded or del supuesto de que debem os
sa lta r fuera de nu est ra com unida d lo suficientemente lejos pa ra exa
m ina rla a la luz de algo que va m s all de ella, a saber, lo qu e t iene
en com n con todas las dem s comu nidad es hu m an as reales y posi
bles .
Esta t radicin suea con una comunidad defin i t iva que haya
superado la d is t incin entre lo natural y lo social , y que mostrar
una sol idaridad n o es t recha de m iras porq ue es la expres in de una
naturaleza humana ahis trica . Gran parte de la retrica de la v ida
intelectual contempornea da por supuesto que la meta de la
invest igacin cient f ica del hom bre es com pren der las es t ru ctura s
subyacentes, o los factores cultu ralm en te invariables, o las pau
tas determinadas biolgicamente.
Quienes desean fundar la solidaridad en la objetividad llam
mosles realistas tienen que concebir la verdad como corres
pondencia con la realidad. As, deben concebir una metafsica que
diferencie las creencias verdaderas de las falsas. Tambin deben ar
gumentar que existen procedimientos de justificacin de las creen
cias naturale s y no mer am ente locales . De es te modo, han de cons
truir una epistemologa que d cabida a algn t ipo de justificacin
no mera m ente social s ino natural , que derive de la propia naturale-
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SOLIDARIDAD U OBJETIVIDAD?
4 1
za hum ana , y posibi l i tada p or un vnculo entre esa pa rte de la natu
raleza y el resto de la mism a. Se gn su con cepcin, los diversos pro
cedim ientos que proporc ionan la justificacin racional de un a u otra
cultura pu eden o no
ser
realmente racionales. Para ser verdaderamen
te racionales, los procedimientos de justificacin deben conducir a
la verdad, a la correspondencia con la realidad, a la naturaleza in
trnseca de las cosas.
En cambio, quienes desean reducir la objetividad a la solidari
dad llammosles pragmatis tas no precisan una metafs ica o
una epistemologa. Conciben la verdad como aquello en palabras
de W il liam Jam es en que noses bu en o creer. Por ello, no nec esitan