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Rorty Richard Objetividad Relativismo y Verdad OCR

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    Objetividad, relativismo y verdad

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    Paids Bsica

    ltimos t tulos publicados:

    38. H. M. Feinstein -

    La formacin de William James

    39. H. Gardner -Arte, men te y cerebro

    40. W. H. Newton-Smith -

    La racionalidad de la ciencia

    41 .

    C. Lvi-Strauss -

    Antropologa estructural

    42 .

    L. Festinger y D. Katz -

    Los mtodos de investigacin en las ciencias sociales

    43 . R. Arrillaga Torrens -La naturaleza del conocer

    44. M. Mead -

    Experiencias personales y cientficas de una antroplogo

    45 . C. Lvi-Strauss -

    Tristes trpicos

    46 . G. Deleuze -

    Lgica del sentido

    47 . R. Wuthnow y otros -Anlisis cultural

    48 .

    G. Deleuze -

    El pliegue. Leibniz y el barroco

    49 . R. Rorty, J. B. Schnee wind y Q. Skin ner -

    La filosofa en la historia

    50. J. Le Goff -

    Pensar la historia

    51 . J. Le Goff -El orden de la mem oria

    52. S. Toulmin y J. Goodfield -

    El descubrimiento del tiempo

    53. P. Bourdieu -

    La ontologa p oltica de Martin Heidegger

    54. R. Rorty -

    Contingencia, irona y solidaridad

    55. M. Cruz - Filosofa de la historia

    56. M. Blanchot -

    El espacio literario

    57. T. Todorov -

    Crtica de la critica

    58. H. White -

    El contenido de la forma

    59.

    F. Relia -

    El silencio y las pa labras

    60. T. Todorov -

    Las morales de la historia

    61 .

    R. Koselleck -

    Futuro pasado

    62. A. Gehlen -

    Antropologa filosfica

    63. R. Rorty -Objetividad, relativismo y verdad

    64. R. Rorty -

    Ensayos sobre Heidegger y otros pensadores contemporneos

    65.

    D. Gilmore -

    Hacerse hombre

    66.

    C. Geertz -

    Conocim iento local

    67. A. Schtz -La construccin significativa del mund o social

    68. G. E. Lenski -

    Poder y privilegio

    69. M. Hammersley y P. Atkinson -

    Etnografa. Mtodos de investigacin

    70. C. Sols -

    Razones e intereses

    71 .

    H. T. Engelhardt -

    Los fundamentos de la biotica

    72. E. Rabossi (comp.) -

    Filosofa de la mente y ciencia cognitiva

    73. J. Derrida -

    D ar

    (el)

    tiempo. I. La moneda falsa

    74. R. Nozick -

    La naturaleza de la racionalidad

    75. B. Morris -Introduccin al estudio antropolgico de la religin

    76. D. Dennett -

    La conciencia explicada

    77. J. L. Nancy -

    La experiencia de la libertad

    78. C. Geertz -

    Tras los hechos

    79. R. R. Aramayo, J. Muguerza y A. Valdecantos -

    El individuo y la historia

    80. M. Auge -

    El sentido de los otros

    82.

    T. Luckmann -

    Teora de la accin social

    84.

    K. J. Gergen -

    Realidades y relaciones

    86. M. Cruz (comp.) -Tiempo de subjetividad

    87. C. Taylor -

    Fuentes del yo

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    Richard Rorty

    Objetividad, relativismo y verdad

    Escritos filosficos 1

    PAIDOS

    Barcelona Buenos Aires Mxico

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    Ttulo original:

    Ob jectivity, relativism, and truth. Philosoph ical papers.

    Volunte I

    Publicado en ingls por Cambridge Universi ty Press, Cambridge

    Traduccin de Jorge Vigil Rubio

    Cubierta de Mario Eskenazi

    1.

    a

    edicin, 1996

    Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorizacin escrita de los t i tulares del

    Copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproduccin total o parcial de

    esta obra por cualquier mtodo o procedimiento, comprendidos la reprografa y el

    tratamiento informtico, y la distribucin de ejemplares de ella mediante alquiler o

    prstamo pblicos.

    1991 by Ca m bridge University Press, Cam bridge

    de todas las ediciones en castellano,

    Ediciones Paids Ibrica, S.A.,

    Mariano Cub, 92 - 08021 Barcelona

    y Editorial Paids, SAICF,

    Defensa, 599 - Bu enos Aires.

    ISBN: 84-493-0274-9

    Depsito legal: B-26.313-1996

    Impreso en Novagrfik, S.L.,Puigcerd, 127 - 08019 Barcelona

    Im preso en Esp aa - Printed in Spain

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    A Patricia

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    SUMARIO

    AGRADECIMIENTOS 11

    INTRODUCCIN:Antirrepresentacionalismo, etnoce ntrismo y libe

    ral ismo 15

    PRIMERA PARTE

    1.

    So lidarid ad u objetividad? 39

    2.

    La ciencia com o solida ridad 57

    3.

    Es la c iencia na tura l un gnero natu ral? 71

    4.

    Pragm atismo s in mtodo 93

    5. Textos y terr on es 113

    6. La indaga cin intelectua l com o recontextualizacin: un a ex

    plicacin ant idu alista de la interp retac in 131

    SEGUNDA PARTE

    7. Fisicalismo no reductivo 157

    8. Prag m atismo , Davidson y la verda d 173

    9. Rep resentacin , pr ctica social y verdad 207

    10.

    Ruidos poco conocidos: He sse y Davidson sobre la m etfora 223

    TERCERA PARTE

    11.

    La pri or ida d de la dem ocrac ia sobre la filosofa 239

    12.

    Liberal ismo burg us posm oder no 267

    13.

    Sobre el e tnocen tr ismo: respu esta a Clifford Geertz . . . . 275

    14.

    Cosm opol i tismo s in ema ncipacin: respuesta a Jean-Fran-

    cois Lyotard 285

    NDICE DE NOMBRES 299

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    AGRADECIMIENTOS

    Solidaridad u objetividad? se present por primera vez como

    Howison Lecture en Berkeley. Le una versin revisada en la Univer

    sidad de Nanzan, que se public en laNanzan Review of American

    Studies. Una versin poster ior, que es la qu e aqu se ofrece, se publi

    c en la obr aP ost-analytic philosophy, edicin a carg o de Jo hn Rajch-

    man y Cornel West (Nueva York, Columbia University Press, 1985),

    pgs. 3-19.

    La ciencia como solidaridad se redact para una conferencia

    en la Universidad d e Iowa, y apa reci en The rethoric of human scien-

    ces, edicin a cargo de John S. Nelson, A. Megill y D.N. McCloskey

    (Madison, Un iversity of W isconsin Pre ss, 1987), pg s. 38-52. Algunos

    prrafos de la versin original reproducen o se parecen a otros de

    S olidaridad u objetividad?. Es tos prr afos se ha n omitido o sus

    t i tuido en la presente versin.

    Es la ciencia natur al un gnero natural? lo escrib par a un sim

    posio celebra do en la Universidad de No tre Dam e en hon or al profe

    sor Ernn McMullin, y se public en Construction and constraint:

    the shaping ofscientific rationality, edicin a cargo de Er n n McMul

    lin (Notre Dame, Ind., No tre D am e University P ress, 1988), pg s. 49-74.

    Pragm atismo sin mtodo se public previamente en la obra Sid-

    ney

    Hook:

    philosopher of democracy and humanism, edicin a cargo

    de Paul Kurtz (Buffalo, Prometheus Books, 1983), pgs. 259-273.

    Textos y terro nes se pu blic e new Literary History,

    17

    (1985 ),

    pgs. 1-15. Se reproduce aqu con autorizacin.

    La indagacin intelectual como recontextualizacin: una expli

    cacin antidualista de la interpretacin lo escrib para el curso de

    verano sobre Interpretacin organizado por Hubert Dreyfus y Da

    vid Hoy, un curso celebrado con el patrocinio del Fondo Nacional

    pa ra las H um anid ade s, en el verano de 1988 en la Universidad de Ca

    lifornia en Santa Cruz. Se publicar en una coleccin de art culos

    presentados en ese curso, editada por David Hiley y otros.

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    1 2 O B J E T I V I D A D , R E L A T I V I S M O Y V E R D A D

    Fisicalismo no reductivo lo escrib para una conferencia en el

    Instituto de

    Filosofa de la Academia China de Ciencias Sociales. Se

    publicorig inalmente en t raduccin china y poster io rm ente (en in

    gls) en la o br a

    Theorie der Subjectivitat,

    en hom enaje a Dieter Hen-rich, edicin a cargo de Konrad Cram er y otros (Frankfurt, Su hrk am p

    Verlag, 1987), pgs. 278-296.

    Prag ma tismo, Davidson y la verdad se public en Truth and in-

    terpretation: perspecives on the philosophy of Donald Davidson, edi

    cin a car go de E rn es t LePore (Oxford, Blackw ell,

    1986),

    pg s. 333-368.

    Representacin, prctica social y verdad lo escrib para una

    conferencia celebrada en la Universidad de Pit tsburgh en honor de

    Wilf rid Sellars con oca sin de su 75 aniversario, y se pub lic en

    Phi-

    losophical studies, 54 (1988), pg s. 215-228. Se rep rod uc e con au tori

    zacin de Kluwer Academic Publishers.

    Ruidos poco conocidos: Hesse y Davidson sobre la metfora fue

    una contribucin a un simposio sobre la metfora (con Mary Hesse

    y Su san H aack) cele brad o en la sesin conjunta de la Mind Associa-

    ton y la Aristotelian S ociety en Cam bridg e en el verano de 1987. Se

    public en los Proceed ings of the Aristotelian Society, Vol. suplem.

    61 (1987), pgs. 283-296.

    La pr ior ida d de la dem ocra cia sob re la filosofa lo esc rib p ar a

    un a conferencia en la Universidad de Virginia, cele brad a en 1984 en

    conme moracin del segundo centena rio del Estatu to de Libertad Re

    ligiosa de Virginia. Se public en The Virginia Statute of Religious

    Freedom,edicin a cargo de Merrill Peterson y Robert Vaughan (Cam

    bridge, Cambridge University Press, 1988), pgs. 257-288.

    Liberal ismo burgus posmoderno fue una contr ibucin a un

    simposio sobre la responsabil idad social de los intelectuales, ce

    leb rad o en la reunin an ua l de 1983 de la divisin orien tal de la Aso

    ciacin Am ericana de Filosofa. S e pub lic en The Journal of Philo

    sophy, 80 (octubre de 1983), pgs. 583-589. Se reproduce aqu con

    autorizacin.

    Sobre el etnocentrismo: respuesta a Clifford Geertz lo escrib

    com o com enta rio a un a Tanner Lecture del profesor Geertz, The uses

    of diversity, ofrecida e n la Un iversidad de Michigan en 1985. Se pu

    blic en la

    Michigan Quarterly Review,

    25 (1986), pgs. 525-534. Se

    reproduce aqu con autorizacin.

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    A G R A D E C I M I E N T O S

    13

    Cosm opolit ismo sin em ancipac in lo escr ib en respu esta a un

    artculo de Jean-Francois Lyotard presentado en un simposio en la

    Joh n Ho pkins University, en el que pa rticip am os am bos. La versin

    original se public en francs en

    Critique,

    41

    (mayo de 1985), pg s. 5 69-

    580.

    Una versin revisada del original ingls es la que apa rec e aqu

    y en Modernity and Identity, edicin a cargo de Scott Lash y Jona-

    than Friedman (Oxford, Blackwell, 1990).

    Quiero expres ar m i agradecim iento a los organizad ores de las con

    ferencias, cu rsos y simposios en los que se prese nta ron varios de es

    tos art culos, as como a los editores de las diversas publicaciones

    y colecciones en las que aparecieron. Tambin deseara expresar mi

    continuado agradecimiento a la John D. y Catherine T. MacArthur

    Found ation. La mayora de los artculo s de este volumen y el siguiente

    los escrib mientras disfrutaba de una beca MacArthur.

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    INTRODUCCIN

    ANTIRREPRESENTACIONALISMO, ETNOCENTRISMO

    Y LIBERALISMO

    ste es el pr im er volum en de un a coleccin de art culo s escri tos

    en tre 1980 y 1989. La ma yora de los trabajos de este volumen tra ta

    de cuestiones y figuras relacionadas con la filosofa analtica. Los

    del segundo volumen tratan, en su mayora, de cuestiones plantea

    das a part ir de la obra de Heidegger, Derrida y Foucault .

    Los seis art culos que consti tuyen la primera parte de este volu

    me n ofrecen u na explicacin antirrep rese ntac iona ista de la relacin

    entre la ciencia natural y el resto de la cultura. Entiendo por expli

    cacin antirrep resen tacion aista un a explicacin segn la cual el co

    nocimiento no consiste en la aprehensin de la verdadera realidad,

    sino en la forma de adquirir hbitos para hacer frente a la reali

    dad. Estos art culos argumentan que esta explicacin hace innece

    sario estab lece r dist incion es al est i lo de Dilthey en tre explicar un os

    fenmenos duros e interpretar otros blandos. Ofrecen una ex

    plicacin de la indagacin intelectual que reconoce diferencias so

    ciolgicas, pe ro no epistemolgicas, entre d isciplinas c om o la fsica

    terica y la cr t ica l i teraria.

    El antirre pres enta cion alism o que defiendo aqu vuelve a mi l ibro

    de 1979 La filosofa y el espejo de la naturaleza. Aunque las figuras

    situadas en el trasfondo de aquella obra eran Wittgenstein, Heideg

    ger y Dewey, en la poc a en que lo escrib mi de uda intelectua l m s

    prxim a e ra con Wilf rid Sellars y Willard van O rm an Quine. En los

    diez ao s poster iores he l legado a concebir la obr a de Donald David-

    son como una obra que profundiza y extiende las l neas de pensa

    m iento traz ad as p or Sellars y Quine. Por ello cada vez es m s lo que

    he escri to sobre Davidson, in tentando a clara rm e su s ideas a m mis

    mo,

    defenderlas contra objeciones reales y posibles y extende rlas has

    ta mbitos que no ha examinado an el propio Davidson. Los cuatro

    cap tu los que comp onen la Segunda pa rte de es te volumen son u na

    mezcla de exposicin de Davidson y comentario sobre l .

    Los cuatro captulos restantes del l ibro que componen la Ter

    cera parte tratan sobre el l iberalismo pol t ico, ms que sobre el

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    16 OB JETIVID AD , RELATIVISM O Y VERDAD

    ant i rrepresentacional ismo. La vinculacin entre la Tercera parte y

    las dos primeras es la que Dewey vio entre el abandono de lo que

    denominaba la teora del conocimiento del espectador y las nece

    s idades de una sociedad democrt ica . En mi in terpretacin de De

    wey, ste entiend e que lo prop io de un a so ciedad sem ejante e s no te

    ner otra nocin de la verdad salvo que es algo ms probable de

    conse guir m edian te el miltonian o enc uentro l ibre y abierto de opi

    nione s que de cualqu ier otro modo. Es ta idea, car acte rst ica de Peir-

    ce^

    de Ha be rm as y tamb in de Dewey, es la que intento de sar rolla r

    en La prioridad de la democracia sobre la filosofa y en los tres

    art culos ms breves que le siguen.

    El resto de esta introducc in t iene dos fines. En los dos pr im ero s

    tercios de el la in tento aclarar la relacin entre ant i rrepresentacio

    nal ism o y ant i rreal ism o. Afirmo que la cuest in representacional is-

    m o versas ant i rrepresentacional ismo es d is t in ta de la de real ismo

    ,versus antirrealismo, porque esta lt ima slo se plantea para los re-

    presentacionalistas. En el lt imo tercio uti l izo la idea del etnocen

    t r ismo como enlace entre el ant i rrepresentacional ismo y el l ibera

    l ismo pol tico. Afirmo que una concepcin antirre pre senta cion alista

    de la indagacin intelectual nos deja sin un anclaje con el que huir

    del e tnoce ntr ism o prod ucido po r la acul turacin, pero que la cul tu

    ra l iberal de la poc a reciente ha en con trad o una estrate gia p ar a evi

    tar la desventaja del etnocentrismo. Consiste en estar abierto a los

    encu entros con otras cu lturas reales y posibles, y convertir sta aper

    tura en un elemento esencial de su autoimagen. Esta cul tura es un

    ethnos que se enorgul lece de su sospecha de etnocentr ism o de su

    capac idad de aum ent ar la l iberta d y ap ertu ra de encuentros , en vez

    de su posesin de la verdad.

    1

    Los filsofos del m bito anglosajn p arec en con den ado s a termi

    nar el s iglo discutiendo el mismo tema el realismo que discu

    tan en 1900. Por entonces, lo co ntra rio del rea lismo e ra a n el idea

    l ismo. Pero en la actualidad el lenguaje h a su sti tuido a la mente como

    aquello que, supuestamente, est frente a la realidad. As, la dis

    cusin se ha desplazado de si la realidad material depende de la

    mente a preguntas sobre qu t ipo de enunciados verdaderos si

    exis ten se enc uen tran en relacin representacio nal con elementos

    1.

    Vase sobre el par ticu lar m i discusin con Thomas M cCarthy sobre la tesis ha-

    berm asian a de que las pretensiones de verdad son pretensiones de val idez universal

    e intercultural. La crtica de McCarthy a mi Pragmatism and the quest for truth

    aparec i en

    Critical Inquiry, 16

    (1990), como ta mb in m i Truth and freedom: a reply

    to Thom as McCarthy y su Ironist theory as vocation: a respon se to Ro rty's reply.

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    INTRODUCCIN

    17

    no l ingst icos. En la actua lidad, la discus in so bre el realism o gira

    en torno a si slo los enunciados de la fsica pueden corresponder

    a los hechos o si tambin pueden hacerlo los de la matemtica y

    la tica. En la actualidad, lo con trario de rea lismo se denom ina, sen

    ci l lamente, ant i rreal ismo.

    Sin embargo, es te trmino es ambiguo. Se ut i l iza normalmente

    pa ra d esignar la tesis , relativa a algunos enunciado s pa rt icula res ver

    daderos, de que no existen los hechos que representan. Pero ms

    recientemente se ha uti l izado para designar la tesis de que ningn

    elemento l ings tico represe nta ningn elemento no l ingst ico. En

    el primer sentido se refiere a una toma de posicin contra la comu

    nida d de los represen taciona listas aquellos filsofos que cons ideran

    provechoso conc ebir qu e la m ente o el lenguaje contiene n represen

    taciones de la realidad. En el lt imo sentido se refiere al antirre-

    presen tacional ism o el in tento de desca rtar la d iscusin del realis

    mo negando que la nocin de representacin, o de hecho, tenga

    algn papel til en filosofa. Tpicamente, los representacionalis

    tas piensan que las controversias entre idealistas y realistas fueron

    como lo son las existentes entre esc pticos y antiescpticos dis

    cusiones provechosas e in teresantes . Normalmente, los ant i rrepre-

    sentacionalistas consideran absurdos los dos t ipos de controversias.

    Segn su diagnst ico , ambos son resul tado de haber sucumbido a

    la cautividad de una imagen, una imagen de la que ahora debera

    mos l iberarnos .

    2

    Quien puso en circulacin el trm ino antirrealismo fue Michael

    Dummett , que lo uti l iz en el primer sentido. Dummett formul la

    oposicin entre real ismo y ant i rre al ism o en los siguientes trm inos:

    Entiendo por realismo la creencia en que los enunciados de la cla

    se en disputa poseen un valordeverdad objetivo, independientemente

    de nuestros medios de conocerlo: son verdaderos o falsos en virtudde una realidad que existe independientemente de nosotros. El anti

    realista opone a sta su concepcin de que los enunciados de la clase

    2.

    Colin McGinn ofrece una bonita m ues tra de la m ane ra en que su prop io repre-

    sentacional ismo y el ant i r repre sentacion al ismo de Donald Davidson t ienen sent idos

    y objeto diversos. Tras se alar que el principio de carida d de Davidson le per

    mite sencillamente pasar del escptico en vez de responderle, aade que tuve la

    idea de ut i l izar las consecuenc ias ant iescpt icas del pr incipio de car id ad com o

    re -

    dueo antes de cono cer que Davidson cons idera esto como una vir tud de su concep

    to de interpretacin. McGinn, Radical interpretation and epistemology, en edi

    cin a carg o de Erne st LePore,

    Truth and interpretation: perspectives on the philosophy

    of Donald Davidson

    (Oxford, Blackwell, 1986), pg. 359n.

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    OBJETIVIDAD, RELATIVISMO Y VERDAD

    en disputa han de entenderse slo por referencia al tipo de cosa que

    consideramos evidencia para un enunciado de dicha clase.

    3

    Seg n Dum m ett , una g ran pa rt e de la histo ria de la filosofa, in

    cluid as las que rellas entr e realistas e idealistas, pue de rein terp retar se

    ti lmente mediante esta dist incin. Tambin cree que la fi losofa

    del lenguaje es fi losofa primera, pues considera que la diferencia

    en tre el realista y el an tirre alis ta es un a diferencia sobre el significa

    do de la clase de enu nciad os en disp uta. As pues, consid era funda

    mental desde el punto de vista filosfico la teora del significado.

    Al ad op tar es ta acti tud, Du m me tt se sepa r de la concep cin te

    raputica de la fi losofa conocida desde las Investigaciones filos

    ficas

    de Wittgenstein, y desde l ibros anteriores como

    Pragmatismo

    de Jam es yLa reconstruccin en filosofa de Dewey. En es te sentido ,

    Dummett es un exponente t pico de la mayora de los fi lsofos an

    glosajones de las dos l t im as dc adas . Estas dc adas ha n conocido

    un rech azo gra du al de la concepc in wittgen steinia na de la filosofa

    como terapia, y una vuelta gradual a los intentos sistemticos por

    resolver los problemas tradicionales. El problema del lt imo Witt

    genstein, afirma Dum mett , es que no pued e proporcionarnos un fun

    damento para la futura labor en filosofa del lenguaje o en filosofa

    en general.

    4

    Wittgenstein no nos ofreci una teora sistemtica del

    significado, y por lo tanto nada sobre lo cual construir . En reali

    dad, consider imp osible seme jante teora, pues (en pa lab ras de Dum

    mett) rechaz su idea anterior de que los significados de nuestros

    enu ncia dos vienen da dos po r las condiciones q ue les vuelven decidi

    damente verdaderos o falsos y la sustituy por la de que el signifi

    cado ha de explicarse en trminos de lo que se considera justifica

    cin de un enunciado.

    5

    Es ta lt im a concepcin es car acte rst ica de los filsofos antir re-

    prese ntacio nalistas, pu es su inters est en elimina r los que conside

    ran pseudoproblemas del representacional ismo, en vez de en cons

    t ru ir s is temas o resolver problemas.

    6

    El lt imo Wittgenstein, Hei-

    3.

    Michael Dummett ,

    Truth and other enigmas

    (Cambridge, Mass. , Ha rvard Uni-

    versity Press, 1978), pg. 146.

    4. Ibd., pg. 453.

    5. Ibd., pg. 452.

    6. Vase el contraste de Robert Brandom entre los tericos representacionalis-

    tas y los tericos de la prctica social en su artculo Truth and assertibili ty,

    Jour

    nal of Philosophy,

    LXIII (1976), pg. 137 un contra ste que ex am ino con m s d etalle

    en Representacin, prctica social y verdad, en la segunda parte.

  • 5/29/2018 Rorty Richard Objetividad Relativismo y Verdad OCR

    18/301

    I N T R O D U C C I N

    19

    degger y Dewey, por ejemplo, tendran tantas dudas sobre la nocin

    de verificadores elementos no lingsticos que vuelven deci

    didamente verdaderos o falsos los enunciados como sobre la de

    representacin. Para los representacionalistas, verificar y re

    presentar son relaciones recprocas: el elemento no l ingst ico que

    hace verdadero a S es el que representa S. Pero los antirrepresenta-

    cional is tas consideran ambas nociones igualmente desafortunadas

    y presc indibles no slo en relacin a los enuncia dos de algn t ipo

    en disputa, s ino con respecto a todos los enunciados.

    Los represen tacional is tas conciben a m enud o el an t i rrepresen ta-

    cionalismo simplemente como un idealismo trascendental con disfraz

    lingstico como una versin ms del intento de Kant de deducir

    la determinacin y estructura del objeto a part ir de la del sujeto.

    Es ta sosp echa se refleja bien en el ensayo de B ern ard W illiams Witt-

    genstein y el idealismo. Will iams afirma all que una concepcin

    wittgensteiniana del lenguaje parece estar comprometida con la si

    guiente cadena de inferencia:

    (i) S tien e el significado q ue le da m os.

    (ii) Qes una cond icin necesaria pa ra qu e demo s un significado a S.

    Ergo

    (iii) De no ser por

    Q, S

    carecera de significado,

    (iv) Si S no tuviese significado, S no sera verdadero.

    Ergo

    (v) De no se r po r Q, S no sera verdadero.

    Dado que norm alm ente los valores de Q incluyen prc ticas socia

    les hu m an as, la conc lusin de este conjunto de inferencias rec ue rda

    efect ivamente al ideal ismo t ransc ende ntal . Pero el ant i rrep resen ta-

    cionalista respondera que(v)dice simpleme nte que a men os que par

    t ic ipem os en determ inada s prct icas sociales , no ha br enun ciados

    que po dam os l lam ar verdaderos o falsos. Sin emb argo, W illiams

    respo nde q ue no es obvio qu e para la ci tad a concepcin wittgenste-

    niana. . . podamos establecer tan fcilmente una l nea entre el enun

    ciado "S" qu e expre sa la verdad y lo que suce de si se da S. Segn

    l,

    normalmente los ant i rrepresentacional is tas no piensan que de

    t rs del enunciado verdadero Shaya un fragmento de realidad n o lin

    gs t ica configurado p or el enun ciado den om inado el hecho de que

    S un conjunto de relacion es entre objetos que valen inde pendien

    temente del lenguaje que vuelva verdadera a S.Por ello con

    cluye Will iams los antirrepresen taciona listas, y en pa rticu lar el l

    t imo Wittgenstein, estn comprometidos con la idea de que J

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    19/301

    2

    OBJETIVIDA D, RELATIVISMO Y VERDAD

    determinacin de la realidad proviene de aquello que hemos decidi

    do o es tamos dispuestos a considerar determinado.

    7

    El problem a de esta conclusin es que proviene sugiere una de

    pendencia causal . La imagen que evoca la terminologa de Will iams

    es la de una pode rosa fuerza inm aterial d enom inada mente o len

    guaje o prctica social una fuerza que modela los hechos a par

    t ir de una m asa indeterm inada, co nstruye la realidad a pa rt ir de algo

    no suficientemente dete rm inad o pa ra se r tenido por real. El pro

    blema de los ant i rrepresentacional is tas consis te en hal lar una for

    ma de expresar su posicin que no comporte esa idea. Los antirre

    pres enta ciona listas t ienen que insist ir en que lo que est en cue stin

    no es la determinacin que ni el pensamiento determina la rea

    l idad ni , en el sentido del realista, la realidad determina el pensa

    miento. Ms concretamente, no es ms verdadero que los tomos

    son lo que son porque uti l izamos "tomo" como lo uti l izamos que

    utilizamos " tom o" como lo uti lizamos p orque los tomos son como

    son.Ambas af i rmaciones asevera el ant i rrepresentacional is ta

    son totalmente vacas. Ambas consti tuyen pseudoexplicaciones.

    Es especialmente importante el que el ant i rrepresentacional is ta

    insiste en que esta ltima explicacin es una pseudoexplicacin: se

    t rata de una tes is que podem os espe rar que formular, ta rde o tem

    prano, el realista t pico. ste dir que conseguimos una representa

    cin

    precisa

    porque, en ocasiones, los elementos no l ingst icos ha

    cen que los elem entos l ing st icos se uti l icen com o se uti l izan no

    slo en el caso de enunciados part iculares relativos a prcticas so

    ciales (como cuando el movimiento de una pelota de tenis hace que

    el arbitro exclame Out ), sino en el caso de prcticas sociales en

    su conjunto. S egn es ta explicacin, la razn por la qu e los fsicos

    ha n llegado a utilizar tomo com o lo hace m os noso tros es que real

    m ente existen tom os ah fuera qu e se ha n hecho repr ese nta r de for

    m a m s o menos exacta ^-que han hecho que tengamos pa labras que

    se refieren a ellos y que tom em os pa rte en la pr ctica social l la m ada

    explicacin fsica m icroestru ctural . La razn por la que esta expli

    cacin t iene m s xito que, por ejemplo, la explicacin astrolgica,

    es que ah fuera no hay influencias planetarias, mientras que s hay

    en realidad tomos ah fuera.

    El ant i rrepr esenta ciona l is ta concede de buen grado que nu estro

    lenguaje , como nuestro cuerpo, ha es tado modelado por el entorno

    7. Es tas citas de W illiams son de su obra

    Moral luck

    (Cambridge, Cambridge Uni-

    versity P ress , 1981), pg s.

    162-163.

    Para una mu estra del tipo de cosas que ponen ner

    vioso a W illiams, vase Ma rtin Heidegger,

    Ser y tiempo

    (trad . ca st. d e J. Gaos, F.C.E.,

    Mxico, 1974, pg s. 247-248): Las leyes de New ton, el pri nc ipio de con trad icci n, Cual

    quier verdad slo es verdad mientras el "ser ah" es .

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    I N T R O D U C C I N

    21

    en qu e vivimos. En realidad, insiste en esta idea la idea de qu e nues

    tra mente o nuestro lenguaje no podra estar (como teme el repre-

    senta ciona lista escptico) fuera de con tacto con la realidad , com o

    tam poco p odran es tar lo nu estros cuerpos. Lo que niega es que es

    ti l desde el punto de vista explicativo elegir entre los contenidos

    de nu est ra m ente o nu estr o lenguaje y decir qu e este o ese elem ento

    corresponde a o representa el entorno de un modo que no se da

    en otros elementos . De acue rdo con nuestr a perspect iva a nt i rrepre -

    sentacionalista, una cosa es decir que un dedo prensil , o la capaci

    dad de uti l izar el trmino tomo como lo uti l izan los fsicos, es

    ti l para hacer frente al entorno. Otra cosa es intentar explicar esta

    uti l idad p or referencia a nociones representa cionalistas, co mo la no

    cin de que la realidad a que hace referencia el qua rk e stab a de

    term inada antes de que surgiese el trm ino quark (mientras qu e

    la referida, p or ejemplo, a beca de fundacin slo apa rec i una vez

    surgieron las prcticas sociales correspondientes).

    Los ant i rrepresen tacional is tas consideran desesperado ese inten

    to .

    No ven m odo algun o de explicar lo qu e significa determ inado

    en es te contexto excepto ar t iculando una palabra igualmente enig

    m tica, por lo que conside ran q ue el uso que el realista hac e de de

    terminado es meramente una invocacin mgica. Igual que Quine

    sugiere que debemos desechar toda la serie de conceptos (por ejem

    plo,sinnimo, conceptual) que se invocan pa ra hac ern os pe ns ar

    que entendemos lo que significa anal t ico, los antirrepresentacio

    nal is tas sugieren que debemos desechar toda la ser ie de conceptos

    (por ejemplo, cu estin de hecho, bivalencia) qu e se utiliza n pa ra

    hac erno s pens ar que entendem os lo que s ignif ica la de termina cin

    de la realidad.

    Los ant i rrepre sentac ional is tas consideran presc indible es ta l ti

    m a ser ie porqu e no ven la m ane ra de form ular una pr ue ba indepen

    diente de la exacti tud de la representacin de la referencia o co

    rrespondencia a una realidad determinada de forma antecedente,

    ningun a pru eba dis t in ta del xito que sup uestam ente se expl ica p or

    esta exacti tud. Los representacionalistas no nos ofrecen una mane

    ra de decidir si un d eterm inad o trm ino l ingst ico se despliega ti l

    mente porque se encuentra en es tas relaciones como la u t i l idad

    de un fulcro o de un p ulg ar no t iene na da q ue ver con el que repre

    senten o correspondan a los pesos levantados, o a los objetos

    manipulados, con su ayuda. As pues, los antirrepresentacionalis

    tas p iensan que la expres in ut i l izamos el trmino "tomo" como

    lo utilizam os, y la fsica nu clea r funciona por que los tomos son como

    son no es ms esclarecedora que el opio hace dormir a la gente

    por su fuerza dormitiva.

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    22

    OBJETIVIDA D, RELATIVISMO Y VERDAD

    Esta idea de que no hay una p rue ba de exact i tud de la correspon

    dencia independiente es e l ncleo del argumento de Putnam segn

    el cual nociones como referencia nociones semnticas que rela

    cionan el lenguaje con el no lenguaje son internas a nuestra con

    cepcin general del mundo. Segn Putnam, el intento de los repre-

    senta cion alistas de explicar el xito de la astrofsica y el fracaso de

    la as t ro loga es t condenado a ser meramente un cumplido vaco a

    me nos que alcancem os lo que den om ina la perspectiva de Dios una

    perspe ctiva qu e se ha de svincula do de algn m odo del lenguaje y de

    nu estr as cre encias y las ha co ntras tado con algo sin su ayuda. Pero

    no tenem os idea de lo que sera esta r en semejante perspectiva. Como

    dice Davidson, no hay posibil idad de que alguien pued a ad opta r una

    perspect iva superior para comparar esquemas conceptuales [por

    ejemplo, el del astrlogo y el del astrofsico] desprendindose tem

    poralmente del suyo propio.

    8

    Desde la perspectiva d el represen tacionalista, el hecho d e que no

    ciones como representacin, referencia y verdad se despliegan de ma

    nera interna a un lenguaje o teora no es razn para desecharlas. El

    hecho de que nunca podam os conocer si una teora fsica madura,

    que parece no dejar nad a que desear, pueda no es tar to talmente erra

    da afirma el representacionalista no es razn para privarnos de

    la nocin de estar errada . Y aad en q ue pen sar lo con trar io es ser

    un verificacionista, alguien indeseablemente antropocntrico del

    mismo modo en que lo fue el idealismo del siglo XIX. Es sucumbir

    a la influencia de lo que Thomas Nagel l lama una importante va

    ried ad del idealismo de la filosofa con tem por nea, segn la cua l lo

    que existe y la forma de ser de las cosas no pueden ir ms all de

    lo que en principio pod ram os pe nsa r al respecto.

    9

    Nagel opina que

    privarn os de nociones como representacin y correspondencia

    sera dejar de intentar saltar fuera de nuestra mente, un esfuerzo

    que a algunos les parecer demente pero que yo considero fi losfi

    camente fundamental .

    1 0

    Los ant i rrep resen tacion al is tas no consideran dem entes es tos es

    fuerzos, pero piensan que la historia de la fi losofa demuestra que

    ha n sido estri les e indese ables. Piensan q ue estos esfuerzos engen

    dra n el t ipo de pseu dop roble m as qu e W ittgenstein quiso evitar aban

    donando la imagen que le tuvo cautivo cuando escribi el Tractatus.

    Wittgenstein no estaba demente cuando escribi ese l ibro, pero te-

    8. Donald Davidson,

    Inquines into truth and interpretation

    (Oxford, Oxford Uni-

    versity Press, 1984), pg. 185.

    9. Thomas Nagel,

    The view from nowhere

    (Nueva York, Oxford University Pr ess,

    1986),

    pg. 9.

    10.

    Ibd., pg. 11.

  • 5/29/2018 Rorty Richard Objetividad Relativismo y Verdad OCR

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    INTRODUCCIN

    23

    na razn cuando ms tarde se describ i a s mismo como alguien

    que haba es tado revoloteando dentro de una botel la . Su huida de

    la botella no fue, como su giere Williams, cuesti n de revolotea r en la

    direccin del ideal ismo t ranscendental , s ino ms bien de rechazar

    cualquier tentacin a responder preguntas como est la real idad

    determinada in t r nsecamente o b ien su determinacin es resul tado

    de nuestra act iv idad?. No es taba sugir iendo que determinamos la

    forma de ser de la realidad. Estab a sugiriendo qu e no debam os plan

    tear preg untas pa ra resp ond er a las cuales tuvisemos que saltar fue

    ra de nuestra mente. Sugera con ello que tanto el realismo como el

    ideal ismo comparten presupuestos representacional is tas que mejor

    sera desechar.

    Nagel piensa que si seguimos a Wittgenstein hemos de recono

    cer que todo pensa m iento es una i lusin, pue s par a el wittgenstei-

    niano el a taque a los pensamientos t ranscendentes depende de una

    posicin tan rad ical que tambin socava las pretensiones trascenden

    tes ms dbiles incluso del pensamiento menos fi losfico.

    1 1

    Una

    concepcin bastante semejante puede encontrarse en la respuesta de

    David Lewis a la sugerencia de Putnam de que debemos perm ane cer

    den tro de una teora , l imitarno s a no bu sca r un a perspect iva divina,

    Lewis concede que si las teoras de la referencia se verifican por

    nuestras intenciones referenciales, es irrehuible el interiorismo de

    Putn am . Pero afirma qu e lo que dec imos y pensam os n o slo no fija

    aquello a que nos referimos, sino que ni siquiera la cuestin previa

    decmo ha de fijarse aque llo a qu e nos referimos.

    1 2

    As pues pro

    sigue nec esitam os un a limitacin en las teor as de la referencia qu e

    sea algo diferente a nuestras intenciones referenciales, y podemos

    conseguirla tomando la fsica.. . en su valor facial. La fsica se

    gn Lewis profesa de scu brir las propie dad es d e lite, don de li

    te significa aquellas cuyos lmites estn fijados por la identidad

    y la diferencia objetivas en la naturaleza.

    1 3

    Lewis concibe as el represe ntac iona lism o c om o el valor facial

    de la fsica.

    1 4

    Esto es caracterst ico de los representacionalistas que

    11.

    Ibd., pg. 107.

    12.

    David Lewis, Pu tnam 's paradox,

    Australasian Journal of Philosophy

    (1983),

    pg. 226.

    13. Entre las innum era bles cosa s y clases que existen, la ma yora son diversas,

    sesgad as y ma l definidas. Slo hay una mi nor a de lite dispuesta en las articulacio

    nes, de forma que sus lmites estn f ijados por la identidad objetiva y la diferencia

    en la naturaleza. . . La f sica des cub re qu co sas y clases son la may or lite de todas;

    pero hay otras tambin de lite, si bien de inferior grado... (ibd., pgs. 227-228).

    14.

    No todos los f ilsofos de la f sica comparten la concepcin de Lewis sobreel come tido de la f sica. Ar thur Fine, por ejemplo, atr ibuy e al f sico slo lo que deno

    min a la actitud ontolgica n atural, a breviada como NOA. Fine escribe lo siguiente:

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    24

    OB JETIVID AD , RELATIVISMO Y VERDAD

    son realista s en vez de escpticos. stos co nside ran a la fsica com o

    un m bito de la cul tu ra en el que de mane ra m s os tensible recupe

    ra terren o el conocimiento de la real idad no hum ana, en contraposi

    cin al mbito de las pr ctica s sociales. El represe ntacion alista cree,

    en palab ras de W ill iams, que podemos elegir entre nu estra s creen

    cias y los rasgo s de nu es tra cosm ovisin alguno s que razonablem en

    te podemos af i rmar representan al m undo de una mane ra sumam ente

    independiente de nuestra perspect iva y sus pecul iar idades.

    1 5

    E n

    cambio, los ant i rrepresentaciohal is tas no ven un sent ido en que la

    f s ica sea ms independiente de nuestras pecul iar idades humanas

    que la astrologa o la cr t ica l i teraria. P ara ellos, los diversos m bi

    tos de la cul tu ra respon den a d iferentes ne cesidades hu m ana s , pero

    no hay forma de s i tuarse fuera de todas las necesidades humanas

    y observar que algunas de ellas (por ejemplo, nuestra necesidad de

    prediccione s de lo que va a suced er en diversas circunstan cias, nues

    tra necesidad de formas sencil las y elegantes de salvar los fenme

    nos) se satisfacen dete ctan do la identida d y la diferencia objetivas

    en la naturaleza , m ientr as que otras se satisfacen m anejan do lo que

    Lewis llama objetos diversos, sesgados y mal definidos.

    1 6

    La ne

    cesidad humana que se satisface por el intento de si tuarse fuera de

    todas las necesidades humanas la necesidad de lo que Nagel de

    nomina trascendencia es una necesidad que segn los ant i rre-

    presentaqional is tas no es cul turalmente deseable exacerbar . Consi

    dera n que es ta necesidad es eliminable por m edio de una educacin

    moral adecuada una educacin como la recomendada por Nagel ,

    qu e eleve a las pe rso nas desd e la posicin de humildad. Esta edu

    cacin in tenta subl imar el deseo de es tar en relaciones adecuada

    mente humildes con real idades no humanas en el deseo de encuen

    t ros l ibres y abier tos entre seres human os, encuentros que culminan

    o en el acuerdo intersubjetivo o en la tolerancia recproca.

    Si nos sep aram os del con traste que establece Dum me tt entre con

    cepcione s realistas y antir rea listas sobre diversas clases de enuncia-

    Aspira la ciencia a la verdad, o meramente a la adecuacin emprica? ste es el

    trampoln de la controversia realismo/instrumentalismo. NOA desea remontarse algo

    ante s de la pre gun ta e interroga r, desde una perspe ctiva m s fundam ental, si la cien

    cia "aspira" a algo. Fine resume su ant i r representacional ismo cuando af i rma que

    NOA no sup one q ue la verdad sea un co ncepto explicativo, o que haya algo gene ral

    que haga verdaderas a las verdades (Fine, Unnatural atti tudes: realist and instru-

    mental is t at tachments to science,

    Mind

    XCV [1986], pgs. 173, 175).

    15.

    Bernard Williams,

    Ethics and the imits ofphilosophy

    (Cambridge, Mass., Har

    vard University Press, 1985), pgs. 138-139.

    16.

    Lewis, Putnam's paradox, pg. 227.

  • 5/29/2018 Rorty Richard Objetividad Relativismo y Verdad OCR

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    INTRODUCCIN

    25

    dos,

    encontramos que el antirrealismo se uti l iza en el segundo de

    los dos sentidos qu e dist ingu an terior m ente . En este sentido, el sen

    t ido en que es s innim o de lo que he venido denom inando ant i rre-

    presentacionalismo, se ha l legado a considerar en los lt imos aos

    a Davidson como el ant i rreal is ta por antonomasia .

    Originalmente, Dum me tt present a Davidson com o el realistaar-

    quetpico, pero ste se ha p ronunciado posteriorm ente a firmando cla

    ramente que sta era una definicin errnea de su concepcin. As,

    por ejemplo, afirma que:

    Las creencias son verdaderas o falsas, pero no representan nada.

    Conviene librarse de las representaciones, y con ellas de la teora co-

    rrespondentista de la verdad, pues es el pensar que existen represen

    taciones lo que suscita pensamientos relativistas.

    17

    Davidson ha argumentado, en ar t culos que cubren un periodo

    de veinte aos, que tan pronto adoptemos la dist incin esquema-

    contenido la dis t incin entre re al idades d eterm inad as y un con

    junto de palabras o conceptos que puede ser o no adecuados a

    el los nos encontraremos innecesariamente enredados en la cues

    t in relativismo ver sus abs olutism o es decir, de si nu estr o conoci

    miento es meramente relativo a lo que Will iams l lama nuestra

    perspectiva y sus peculiaridades o si est en contacto con lo que

    Lewis llam a la ide ntid ad y la diferencia objetivas en la naturaleza .

    Por ello nos invita a desechar esta distincin, y con ella la idea de

    que las creencias representan un contenido segn las convenciones

    de un esquema. Davidson no t iene unparti pris en favor de la fsica,

    y no piensa q ue esta ciencia, o cua lquie r ciencia natu ral , pu ed a ofre

    cer un anclaje en los cielos algo que pu eda elevarnos de sde nue s

    tras creencias hasta un punto de vista desde el cual percibimos las

    relaciones de esas creencias con la realidad. En cambio considera

    que estamos en contacto con la realidad en todos los mbitos de la

    cu ltura tanto la t ica como la fsica, tan to la cr t ica l i tera ria com o

    la biologa en un sen tido de e star en con tac to con qu e no signifi

    ca representacin razonablemente exacta, sino simplemente cau

    sado y causante .

    En el empeo de obviar es te in tento para cambiar los trminos

    de la controversia y elevarse por enc ima de las antiguas disputas , Da

    vid Papine au ha ide ado algun as definiciones nuevas del trmin o an-

    17.

    Donald Davidson, The myth of the subjective, en

    Relativism: interpretation

    and confrontador ,

    edicin a cargo de Michael K rausz (Notre Dame, Ind., University

    of Notre Dame Press, 1989), pgs. 165-166.

  • 5/29/2018 Rorty Richard Objetividad Relativismo y Verdad OCR

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    26 OBJETIV IDAD, RELATIVISMO Y VERDAD

    t i r real is ta , unas defin iciones ad apta das pa ra s in tonizar con David-

    son. En cierto lugar, Pap ineau define el trm ino del siguiente mo do:

    el an tirre alism o es la tesis segn la cual el anlisis de la represen

    tacin ofrece un argu m ento

    a

    pori

    par a m anten er que a algn nivel

    el juicio y la realidad deben e ncajar mutuam ente.

    1 8

    En otra ocasin

    lo pre sen ta as: los an tirre alis tas son fi lsofos que niegan que ten

    ga sentido concebir la realidad como es en s misma, haciendo abs

    traccin de la forma en que se representa en el juicio humano.

    1 9

    Ninguna de las definiciones de Papineau evita la imputacin err

    nea de una creencia en la representacin a fi lsofos que proclaman

    su evitacin de una creencia semejante. Con todo, la ltima defini

    cin, si no la primera, recoge algo importante de la concepcin de

    Davidson, pue s ste afirm a que las creen cias son por su natu ralez a

    generalmente verdaderas, y tambin que

    el agente no tiene ms que reflexionar sobre qu es una creencia para

    apreciar

    que

    la mayora

    de

    sus creencias bsicas

    son

    verdaderas,

    y

    entre

    stas las que mantiene con mayor seguridad

    y

    que concuerdan con el

    cuerpo central de sus creencias son las que ms probabilidades tie

    nen de ser verdaderas.

    20

    Pero par a Davidson, po r supu esto, la reflexin so bre lo qu e es una

    creencia no es el anlisis de la representacin. Ms bien es la re

    flexin sobre cmo un organismo que uti l iza el lenguaje interacta

    con lo que est sucediendo a su alrededor. Al igual que Dewey, Da

    vidson parte de Darvvin en vez de Descartes: de las creencias co

    m o adap tacio nes al en torn o en vez de com o cua siim ge nes. Al igual

    qu e Bain y Peirce, con sidera que las cree ncias son hb itos de a ctu ar

    en vez de part es d e un modelo del m undo , co nstr uid as p or el orga

    nismo para ayudarle a enfrentarse a s te .

    Este enfoque no cartes iano y ant i rrep resen taciona l is ta es , tanto

    18. David Papineau,

    Reality and representation

    (Oxford, Blackwell, 1987) pg. xii.

    19. Ibd. , pg. 2. Comprese con Nagel,

    The view from nowhere,

    pg. 93, quien

    define idealismo com o la posicin seg n la cual lo que existe debe pode r ser con

    cebido por nosotros , o ser algo de lo cual podr am os ten er pru ebas. Nagel seala

    que un argumento en favor de es ta forma general de ideal ismo debe mostrar que

    la nocin de lo que

    no puede

    ser pensado por nosotros o por persona s como nosotros

    carece de sent ido, y entonces pre senta su argum entacin contra Davidson, a quien

    al parecer considera idealista en el citado sentido.

    20.

    Donald Davidson, A coherence theory of truth and knowledge, en edicin

    a cargo de Ernest LePore,

    Truth and interpretation: perspectives on the philosophy

    of Donald Davidson (Oxford, Blackwell, 1986), pg. 319.

  • 5/29/2018 Rorty Richard Objetividad Relativismo y Verdad OCR

    26/301

    I N T R O D U C C I N

    27

    en Dewey como en Davidson, cabalmente holista. Ambos no ven la

    necesidad , o posibil idad, de una teo ra que empieza por especificar

    qu fragmentos de lenguaje enlazan con qu fragmentos de reali

    dad lo que Davidson l lama una teora constructiva

    (building-

    block). Para Dewey, el pa rad igm a de esta teor a era el e m piris m o

    del dato de los sentidos. Para Davidson, son los intentos como los

    de Kripke y Field po r volver conceptos co mo el de referencia suscep

    tibles de un anlisis o interpretacin independiente en trminos de

    concep tos n o lingsticos.

    21

    Frente a estos intentos, Davidson sugie

    re que las palabras, los significados de las palabras, la referencia

    y la sat is faccin son postulad os que necesi tam os para imp lem entar

    una teora de la verdad,

    22

    entendiendo por tal no un intento de ex

    plica r el s ignificado del trm ino v erdadero ni un inte nto de anali

    zar nociones como corresponde a o verifica.

    En cam bio, sem ejante teo ra es un a explicacin de cm o las m ar

    cas y ru idos emit idos por determinados organismos encajan unos

    con otros en una pa uta coherente , una p au ta que pued e encajar a su

    vez en nue stra explicacin general de la interaccin entr e estos orga

    nismos y su entorno. El argumento de Davidson de que debemos in

    terpretar las creencias de semejante organismo (incluidos nosotros)

    como verdaderas, y la mayora de los conceptos de cualquier orga

    nismo como conceptos que tambin poseemos nosotros , equivale a

    la tes is de que no pens arem os ha be r hal lado sem ejante pau ta cohe

    rente a menos que podamos ver a es tos organismos hablar mayori-

    tar iamente sobre cosas con las cuales se encuentran en relaciones

    reales de causa-efecto. Dado que nue stra teora de la forma de corre

    lacionar las mar cas y ru idos de otro organism o con los nues tros ha

    de encontrar su lugar en una teora general de nuestra relacin y la

    suya con los respectivos entornos, no hay lugar en ella para el t ipo

    de vinculacin global entre org anism o y ento rno q ue es capaz de ge

    ne rar la nocin cartes ian a de representacin in ter io r del entorno.

    En trm inos m s generales , no hay lugar en el la para una nocin de

    pensamiento o lenguaje capaz de estar mayoritariamente fuera

    de sintona con el entorno pues no hay forma de dar sentido a la

    nocin de fuera de sintona. As pues, Papineau tiene razn, en

    cierto sentido, al decir qu e pa ra Davidson el juicio y la rea lidad de

    ben encajar mutuamente. Pero es to no quiere decir que, para Da

    vidson, la mayora de nu estra s representacion es tenga n que se r pre

    cisas. Pues los juicios hbitos de accin, incluida s las prod uccio nes

    habi tuales de determina das m arca s o ru idos no son representacio-

    2 1 . D a v i d s o n , Inquines, p g . 219 .

    2 2 . Ib d . , pg . 222 .

  • 5/29/2018 Rorty Richard Objetividad Relativismo y Verdad OCR

    27/301

    28

    OBJETIVIDAD, RELATIVISMO Y VERDAD

    nes .

    Tambin t iene razn al decir qu e pa ra Davidson no t iene senti

    do concebir la realid ad com o es en s , hacien do ab stracc in d e la for

    ma en que se representa en el ju icio humano.

    En cambio, la teora teleolgica de la representacin de Papi-

    neau

    t iene precisamente por objeto l levarnos a concebir la realidad

    de ese mo do. Su defensa del realismo, co ntra el que co nsid era an

    tirrealismo de Davidson, depende de la idea de que podemos uti l i

    zar la biologa par a do tarno s del tipo de bloques de construccin que

    el holismo davidsoniano estima imposible de obtener. Dado que Pa-

    pineau c onsidera los organism os com o modelos constructivos del en

    torno,

    toma la nocin de condicin de verdad para la atribucin

    de un predicado observacional como rbol como aquella si tua

    cin que se supone representa desde un punto de vista biolgico el

    agente de una funcin causal dada.

    2 3

    A con t inuac in argum enta

    qu e no hay razn pa ra p en sar q ue en los conce ptos no observaciona-

    les no exista sem ejante vnculo biolgico firme, y por ello (pues, com o

    con razn afirma, todos los conceptos son en algun a m edid a no ob-

    servacionales) no hay razn para pe ns ar que los conce ptos de dife

    rentes comunidades tengan que responder por igual a referentes ob

    jetivamente existentes.

    24

    As pues concluye no hay razn para

    dudar que muchas de nuestras af i rmaciones , quizs la mayora , no

    t ienen condiciones de verdad.

    Aqu Papineau se si ta en la misma posicin dialctica respecto

    a Davidson que Lewis con respecto a Putn am . Papinea u y Lewis com

    pa rten la conviccin de que existen relaciones de hecho independien

    tes de la teora e independientes del lenguaje, detectables por la

    23. Papineau,

    Reality and representation,

    pg. 92. El problem a que tienen los ho-

    lists con nociones como se supone desde un punto de vista biolgico se percibe

    tan pron to nos preguntam os s i los s is temas visuales que responden b ien a la sime

    tr a bilateral se supone que reconocen esta simetra o se supone que reconocen

    que como lo expres a D aniel Dennett alguien te est m irando . (Vase el comen

    ta rio de Dennett a este ejemplo en su obra

    The intentional stance

    [Cambridge, Mass.,

    MIT Press, 1987], pgs. 303-304). Es exactamente igual de difcil para el bilogo ave

    r iguar qu desea la naturaleza (antropomorf izada) como para el in trprete radical

    averiguar qu desea el nativo, y por las mismas razones.

    Para un de sarrol lo m s detal lado y elaborado de la nocin de se supone por ra

    zones biolgicas que la que ofrece P apinea u, vase Ruth Garrett Millikan,

    Langua-

    ge, thought and other biological categories

    (Cambridge, Mass. , Bradford/MIT Press,

    1984). Los antirrepresentacionalistas convenimos con Millikan cuando afirma

    (pg. 240) que si el lenguaje tiene su s facultade s porq ue proy ecta el mu ndo, la iden

    tidad o autoidentidad de las variables relevantes de los hechos que proyecta debe

    ser un a ident idad objet iva o independiente del pensamiento una ident idad que ex

    plica en vez de ser explicada po r la actuac in del lenguaje y el pensamiento. Con

    ello negamos que sta es la razn por la que el lenguaje tiene esas facultades.

    24. Papineau,

    Reality and representation,

    pg. 93 .

  • 5/29/2018 Rorty Richard Objetividad Relativismo y Verdad OCR

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    INTRODUCCIN 29

    ciencia natural , y que se dan o no se dan entre fragmentos indivi

    dua les del lenguaje y fragm entos individua les de no lenguaje. Cuan

    do estas relaciones (por ejemplo, estar cau sad o por, se supo ne q ue

    rep rese ntan p or razones biolgicas) se dan, nos hac en re pre sen tarcon exact itud algn eleme nto correspondiente a lo que Putn am de

    nom ina un cierto mb ito de entida des [las entida des q ue existen in

    dependientemente de lo que hagamos o digamos] de forma tal que

    todas las maneras de uti l izar referencialmente las palabras son slo

    diferentes maneras de destacar una o ms de aquellas entidades.

    2 5

    El antirrepre sentac ionalism o com n a Putnam y Davidson insiste,

    en cambio, en que la nocin de relaciones de hecho indep end ientes

    de la teora e independientes del lenguaje consti tuye una peticin

    de principio. Pues esta nocin evoca la misma imagen representa-

    cionalista de la que tenemos que huir. Con Will iam James, ambos

    filsofos se niegan a co ntr as tar el m un do con aqu ello con lo que se

    conoce el mundo, pues semejante contraste sugiere que de alguna

    m an era he m os conseguido como dice Nagel saltar fuera de nues

    tra propia mente. No aceptan la imagen cartesiano-kantiana que pre

    supone la idea de nuestras mentes o nuestro lenguaje como un

    interior que pue da c ontr asta rse con algo (quizs algo muy diferente)

    exterior. Desde un p un to de vista darw iniano, simp lem ente no hay

    m ane ra de da r sent ido a la idea de que nue stra m ente o nue stro len

    guaje estn sistemticamente fuera de sintona con lo que est ms

    all de nuestra piel .

    Los ensayos de la Segu nda y Tercera part e reflejan mi espe ranz a

    en que las discusiones sobre realismo y antirrealismo (en el sentido

    que Dummett da a estos trminos) se vuelvan obsoletas, igual que

    parece es tar lo ahora la d iscusin sobre real ismo versus idealismo.

    Me gu star a pe ns ar que la filosofa anglosajona del siglo XX I ha br

    supera do la problem t ica rep resentacional is ta , com o ya ha hecho la

    mayor parte de la fi losofa de expresin francesa o alemana. En el

    segundo volumen de esta recopilacin de art culos

    Ensayos sobre

    Heidegger y otros pensadores contemporneos examino a algunos

    pensadores cont inentales que han dado la espalda a es ta proble

    mtica y han intentado abrir nuevos caminos. Pero los ensayos del

    presente volumen no abren semejante camino, ni ofrecen argumen-

    25.

    Pu tnam,

    Reality and representation

    (Cambridge, Mass., MIT Press, 1988),

    pg. 120. Putnam afirma que debemos rechazar la idea de semejante mbito, y con

    ella la imagen que sugiere que aquello que es un "objeto" de referencia se f ija de

    un a vez por todas al principio, y que a la postre la totalida d de objetos de un a teor a

    cientfica u otra coincidir con la totalidad de todos los objetos existentes. Para Put

    nam no existe semejante totalidad como Todos los Objetos que Existen, dentro o

    fuera de la ciencia.

  • 5/29/2018 Rorty Richard Objetividad Relativismo y Verdad OCR

    29/301

    3

    O B J E T I V I D A D , R E L A T I V I S M O Y V E R D A D

    tos nuevos que complementen o refuercen los ofrecidos por David-

    son, Putnam y otros. Ms bien responden a algunas objeciones a es

    tos argumentos , y consideran de qu manera se enfocan desde una

    perspect iva no representacional is ta d iversos mbitos de la cul tura

    (en especial la ciencia y la poltica). Mi principal motivo es la creen

    cia en que an pod em os da r un adm irable sen t ido a nue stra v ida in

    cluso si dejamos de tener lo que Nagel denomina una ambicin de

    trascendenc ia. As, intento mos trar por q u sera preferible un a cul

    tura s in es ta ambicin una cul tura deweyana a una cul tura de

    lo que H eidegger l lam a la tradicin ontoteolgica. Intento m ost rar

    cmo podemos arrojar una ser ie de escaleras que, aunque antao

    indispensables , se han convert ido actualmente en un es torbo.

    El pr im er ensayo de este l ibro S olidaridad u objetividad?

    an un cia u n tem a que se repite con variantes en la m ayora de los res

    tantes ensayos. En l afirmo que por mucho bien que hayan hecho

    las ideas de objetividad y trascendencia en nuestra cultura, el

    m ism o resultado pued e alcanzarse con la idea de com unidad q ue per

    sigue el consenso intersubjetivo y la novedad una comunidad de

    mocrtica, progresista y pluralista del t ipo soado por Dewey. Si

    se reinterpreta la objetividad como intersubjetividad, o como soli

    daridad, de la manera que sugiero ms adelante, se desechar la cues

    t in de cmo entra r en contacto con un a real idad independiente de

    la m ente e independ iente del lenguaje . Se sust i tu i r po r pregu ntas

    com o Cules son los l mites de nu estr a com unida d?, Son nues

    tros encuentros suficientemente l ibres y abiertos?, Lo que hemos

    gana do recientemente en sol idaridad, nos ha costado nuestr a capa

    cidad de escuchar a los forneos que sufren, a los que t ienen ideas

    nuevas?. stas son preguntas pol t icas ms que metafsicas o epis

    temolgicas. En m i opinin, Dewey nos ha pu esto en la senda corre cta

    al con ceb ir el pra gm atism o no com o el fundam ento, sino com o la for

    ma de despejar e l camino para la pol t ica democrt ica .

    Si aba ndo nam os el proyecto de hu ir de las peculiaridades y perspectivas humanas, la cuestin importante ser la relativa al t ipo de

    ser hu m an o que quer em os l legar a ser. Si se ace pta la distincin en

    tre los mbitos pblico y privado que he establecido en Contingen

    cia, irona y solidaridad, esta cuestin se subdivide en dos subcues-

    t iones . La prime ra es : con qu com unidad debem os ident if icarnos ,

    de qu comunidad deberamos concebirnos miembros? La segunda

    es (adapta ndo la definicin de religin de W hitehead): qu deb o ha

    cer con mi soledad? La primera es una pregunta sobre nuestras obli

    gaciones hacia los dem s; la segun da versa sobre nu es tra obligacin

    de en palabras de Nietzsche devenir quienes somos.

    Los ensayos de este primer volumen son pertinentes para la pri-

  • 5/29/2018 Rorty Richard Objetividad Relativismo y Verdad OCR

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    INTRODUCCIN 31

    m era cuest in, mien tras que m ucho s de los del segundo volumen lo

    son para la lt ima. El primero y el lt imo ensayo de este volumen

    tra tan sobre la cues tin del etnocen trism o. Y ello se debe a que u na

    consecuencia del ant i rrepresentacional ism o es el reconocimiento de

    que ningu na descripcin de la forma de ser de las cosas desd e la pers

    pectiva de Dios, ningn anclaje celestial ofrecido por una ciencia ac

    tual o por surgir, va a l iberarnos de la contingencia de haber sido

    acu lturado s com o lo hem os sido. Nu estra a culturacin es lo que ha ce

    cierta s opciones vivas, im porta ntes o forzosas, volviendo otras m uer

    tas ,

    triviales u opcionales.

    2 6

    S lo podemos esperar supera r nues t ra

    aculturaci n si nue stra cultu ra contiene(o,grac ias a alteracion es pro

    ducidas por una revuelta interior o exterior, llega a contener) escisio

    nes que pro porc iona n apoyo a iniciativas nueva s. Sin estas e scisiones

    sin tensiones que hacen a la gente atender a ideas no conocidas

    en la esperanza de hal lar medios para superar esas tensiones no

    existe espe ranz a sem ejante. La eliminac in sistem tica de estas ten

    siones, o de nu estr a co nsciencia de ellas, es lo que a terr oriz a en Un

    mundo feliz o en 1984.As pues , nue stra mejor opo rtunida d p ara su

    per ar nue stra acul turac in es edu carn os en una cu l tura que se enor

    gullezca de no ser monolt ica de su tolerancia a la pluralidad de

    subculturas y de su disposicin a escuchar a las culturas vecinas.

    sta es la v inculacin qu e vio Jam es entre el ant i rrepresen taciona

    lismo y la dem ocra cia la vinculacin que yo exam ino en los ar t cu

    los que componen la tercera parte de este l ibro.

    En estos art culos paso de las cr t icas de la nocin de realidad

    dete rm ina da indep endie nte del lenguaje a las cr t ica s al uso de no

    ciones universalistas como naturaleza del yo o nuestra humani

    dad esencial com o fulcros p ar a la cr t ica de las convicciones m ora

    les o las insti tuciones sociales actuales. Defiendo que, en vez de

    intentar saltar fuera de nuestra mente intentar elevarse por enci

    m a de las contingencias h is tr icas que l lenaron nue stra m ente has

    ta l legar a las palabras y creencias que contiene actualmente ha

    gamos de la necesidad virtud e intentemos y nos contentemos con

    26.

    Aqu invoco la terminologa del ensayo de William James La voluntad de

    creer, cuya fuerza argum ental es t im o con Putnam se ha sube st imado conside

    rablemente. La tes is de Jam es no era que un o puede

    querer

    creer en algo contra la

    evidencia, sino que hay situaciones en las que la nocin de evidencia no est en

    juego. Una de estas situaciones es aquella en que no estamos seguros sobre la rele

    vancia de aquel lo que anter iormente hemos considerado evidente una s i tuacin

    en la que se cuestionan las prcticas anteriores, y en la que no conocemos una su-

    perprctica a la que remitir las cuestiones relevantes. Sobre el lugar de La volun

    tad de creer en la perspe ctiva gene ral de James , vase Hilary y Ruth Anna P utnam ,

    William James' ideas,

    Raritan,

    VIII (1989), pgs. 2-44, as como su prximo libro

    sobre James.

  • 5/29/2018 Rorty Richard Objetividad Relativismo y Verdad OCR

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    32

    OBJETIVIDA D, RELATIVISMO Y VERDAD

    enfrentar unas partes de nuestra mente contra o tras . Para nosotros

    los ant i rrepre sentac ional is tas , es to equivale a decir que no debera

    mo s in tentar lo imposible: no deberam os bu sca r anclajes celest ia

    les, sino slo un asidero.

    Esta forma de conc ebir las prop uesta s de camb io m oral o social

    le parece a muchos en especial a quienes se consideran radicales

    en pol tica u n consejo a la dese sper ada , un a apologa de los pode

    res existen tes. Pero no lo es. Slo es un a form a de dec ir qu e la activi

    dad de sal tar fuera de nuestra propia mente que recomienda Na-

    gel no es, en el nico sentido en que

    es

    posible, un pro ceso de dejar

    a un lado nuestros vocabularios, creencias y deseos antiguos, sino

    ms bien de aumentarlos y modif icar los contraponindolos entre

    s.

    27

    Se trata de un proceso de reforma y ampliacin ms que de re

    volucin. As pues, la imagen de saltar fuera de nuestra mente a

    algo externo desde donde podemos volvernos y mirar hacia ella

    debe susti tuirse. La imagen alternativa es la de una mente que gra

    dua lm ente se vuelve may or y m s fuerte y ms inte resante p or la adi

    cin de nuevas opciones nuevos candidatos a creencias y deseos,

    expres ados en vo cabu larios nuevos. El me dio princip al de este cre

    cimiento, como afirmo en Contingencia, irona y solidaridad y tam

    bin en el captulo de este l ibro Ruidos poco conocidos, es la am

    pliacin gradual de nuestra imaginacin mediante el uso metafrico

    de viejas marcas y ruidos.

    Parte de la hosti l idad y de las sospechas que han suscitado algu

    nos de los ensayos de este l ibro en especial La prio rid ad de la de

    m ocrac ia sobre la filosofa y Liberalismo burgu s po smoderno

    en personas s i tuadas pol t icamente a mi izquierda puede deberse a

    mi uso ambiguo del trmino etnocentr ismo.

    2 8

    Es ta ambigedad

    27.

    Considero que ste es el nervio de la tesis de Dewey de que a men os que el

    progreso sea reconstruccin del presente, no es nada; si no puede distinguirse por

    las cualidades intr nsecas del movimiento de transicin, nunca puede ser juzgado.. .

    El progreso signif ica un aumento de sentido en la actualidad, que supone la multi

    plicacin de distinciones pertinentes, as como de armona, unif icacin. . . Hasta que

    los hom bres aban donen la bsqu eda de una frmula general de progreso no conoce

    rn dnde mirar para encontrar la

    (Human nature and conduct,

    vol.

    14

    d e

    The mda

    le works of John Dewey [Carbondale,

    111.,

    So uthe rn I ll inois University Pre ss, 1988],

    pg s. 195-196).

    28 . Para algun os ejemplos de seme jante hostilidad y sospecha, vase Richa rd Bern-

    stein, One step forward, two steps back,

    Political Theory

    (noviembre de 1987) (jun

    to a mi Thugs and theorists: a reply to Bernstein en el mismo nmero); Christo-

    pherJNorris, Philosophy as a kind of writing: Rorty on post-mod ern liberal culture,

    en su libro

    The contest of the faculties

    (Londres, M ethuen, 1986); Rebec ca Comay, In-

    ter rup ting th e conversation: notes on Rorty,

    Telos,

    60 (otoo de 1986); Nanc y Frase r,

    Solidarity or singularity: Richard Rorty between romanticism and technocracy,

    en su obra

    Unruly practices

    (Minnepolis, Minnesota University Press, 1989); Frank

  • 5/29/2018 Rorty Richard Objetividad Relativismo y Verdad OCR

    32/301

    INTRODUCCIN

    33

    ha hecho que parezca que est intenta ndo un a deduccin trascende n

    tal de la pol tica democr t ica a pa rt i r de prem isas ant i rrepre senta-

    cional is tas . Debera hab er d is t inguido con ms clar id ad e ntre etno-

    centr ismo como una condicin i rrehuible ms o menos s innima

    de finitud hum ana y com o referencia a un ethnos part icular . En

    este lt im o uso, etnoce ntrismo significa lealtad a la cu ltura socio-

    pol t ica de lo que los m arx istas solan deno m inar dem ocracias bu r

    guesas y de lo que Roberto Unger l lama, en trminos ms neutra

    les,

    las prsperas democracias del Atlntico Norte.

    La mayora de los cr t icos de izquierda estn bastante bien dis

    puestos hacia el ant i rrepresentacional ismo que defiendo, pues s ta

    es la concepc in ta nto de Nietzsche y de Foucault co m o la de Dewey

    y Davidson. Pero se conciben a s m ism os fuera de la cu ltur a socio-

    poltica del liberalismo con la que se identific Dewey, una cultura

    con la que yo me sigo identificando. As pues, cuando digo cosas et-

    nocntricas como nuestra cultura o nosotros los l iberales, su

    reaccin es: nosotros, quin?. Sin embargo, me cuesta conside

    rar les forneos a es ta cul tura; me parecen personas que desempe

    an una funcin una funcin importante en esa cultura. No veo

    que hayan creado una cultura alternativa, ni siquiera que la hayan

    concebido. Entiend o que la cultura de la democ racia l iberal an pro

    porciona una mult i tud de oportunidades de autocr t ica y reforma,

    y creo que mis cr t icos de izquierda son conciudadanos que sacan

    provecho de estas oportunidades. Sin embargo, el los parecen conce

    birse a s mismos viviendo en una casa-prisin, de la que deben es

    capar antes de empezar a des t ruir la .

    2 9

    Lentricchia, Rorty's cultural conversation,

    Raritan,

    3 (1983), y

    suCriticism and so

    cial change

    (Chicago, University of C hicago P ress, 1983), pgs. 15-19; y Milton Fisk,

    The instabili ty of pragmatism,

    New Literary History,

    17 (1985).

    29. Esto no quiere decir que haya alguna razn par t icula r para el opt imism o po r

    Norteamrica, o por las prsperas democracias del Atlntico Norte en general, en

    el ao en que escrib o (1990). Varias de estas d em ocrac ias, incluidos los Estad os Uni

    dos, se encuentran actualmente bajo el control de una clase media cada vez ms co

    diciosa y egosta una clase que elige continuamente demagogos cnicos dispues

    tos a privar de esperanzas a los dbiles para prom eter recortes f iscales a sus votantes.

    Si este proceso sigue durante otra generacin, los pases en que tiene lugar caern

    en la barb ar ie . Entonces pued e ser absur do esp erar la reforma, y ju icioso confiar en

    la revolucin. Pero en la actualidad, Estados Unidos sigue siendo una sociedad de

    mocrtica en funcionamiento una sociedad en la que existe el cambio, y puede

    esperarse, a resultas de la persuasin ms que de la fuerza. Cuando Frank Lentric

    chia, uno de mis crt icos de izquierda, afirma que nuestra sociedad es sustancial-

    mente irracional, no pued o menos que preg unta r: irracional por com paraci n con

    qu otra sociedad?. Para las observaciones de Lentricchia acerca del pragmatismo,

    vanse las pr imera s pgina s de su Criticism and social change (Chicago,University

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    OBJE TIVID AD, RELA TIVISMO Y VERDAD

    Me parece que la izquierda posmarxista actual difiere de la mar-

    xis ta ante r ior pr incipa lme nte en que es ta l t ima tena en me nte un a

    revolucin concre ta una revolucin en la que la susti tuci n selec

    t iva de la prop iedad p rivada de cap ital por la prop iedad p blica trae

    r a consecuencias sumamente deseables , y en part icular una demo

    cracia cad a vez ms participativa . Desde el pu nto de vista de a quella

    izquierda anter ior , era p lausible af i rm ar que el ma noseo reformista

    de est i lo deweyano se haba convert ido me ram ente en un obstcu lo

    para la revolucin necesaria. Pero los radicales actuales no t ienen

    esta revolucin especfica que defender. Por ello me resulta difcil

    entender su supuesta no pertenencia a la cultura de las democracias

    l iberales , y su vehemente a nt iamerican ismo, como algo m s que un

    nostlgico deseo de que exista

    algn

    tipo de revolucin, de

    cualquier

    t ipo.Quizs este deseo sea resultad o de una co m prensible ra bia ante

    la m uy lenta extensin de la espe ranz a y la l ibertad a los gru pos so

    ciales marginales, y por las frecuentes traiciones de las prom esas an

    teriores. Pero no creo que tenga gran uti l idad la forma hiperterica

    e hiperf i losofizada que es t tomando actualmente es ta rabia .

    En particu lar, creo que se despe rdicia un a gran cantid ad de ener

    ga de los intelectuales izquierdistas de la academia norteamerica

    na con temporn ea, en la medida en que espe ran qu e la labor en dis

    ciplinas com o la filosofa y la cr t ic a l i terar ia pue da en gra nar se con

    la accin pol t ica de ma ne ra d irecta (en vez de ma ne ra ind irecta, atmosfrica y a largo plazo). Un sntoma de esta esperanza es la con

    viccin de que es polticam ente til problem atizar o poner en cues

    t in los conceptos, dist inciones e insti tuciones trad icionales. E n m i

    opinin, carece de uti l idad sealar las contradicciones internas

    de una prc tica social, o deconstruirla, a menos que se pueda idear

    una prct ica al ternat iva a menos que se pueda esbozar al menos

    una utopa en la que el concepto o dist incin quedara obsoleto.

    Despus de todo,todaprctica social de cualqu ier com plejidad, y todo

    elemento de semejante prctica, contiene tensiones internas. Desde

    Hegel, los intelectuales hem os estado atare ado s en expu rgarlas. Pero

    carece de objeto mostrar estas tensiones a menos que se tenga algu

    na sugerencia para resolverlas. La izquierda l iberal deweyana y la

    izquierda ma rxista radical de mi juven tud intentaron pe rge ar visio

    nes u tpicas sugeri r prct icas que minimizasen las tensiones en

    cuestin. Mis dud as so bre la actu al izquierda foucault iana concier

    nen a su fracaso en ofrecer semejantes visiones y sugerencias.

    of Chicago Press, 1983); el pasa ge de susta ncialm ente irracion al est en la pg ina

    2.

    Para el comentar io a la l nea de pensamiento que representa Lentr icchia, vase

    mi artculo Two cheers for the cultural lef t,

    South Atlantic Quarterly,

    89 (1990),

    pgs . 227-234.

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    INTRODUCCIN

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    En es tas l t im as p ginas he in tentado esbo zar la v inculacin en

    t re e l ant i rrepresentac ional ism o, e l e tnocentr ism o y las v i r tudes de

    la cu ltura sociopol t ica de las dem ocra cias l iberales. Como he suge

    rido varia s veces, cons idero la posicin despleg ada en estos ensayoscon tinua con la de Dewey la figura que, en la dc ada tra ns cu rri da

    desde que escrib La filosofa y el espejo de la naturaleza ha eclipsa

    do gradualmente, en mi imaginacin, a Wittgenstein y Heidegger.

    Mi posicin difiere de la de Dewey principalmente en ofrecer una

    explicacin algo diferente de la relacin de la ciencia natural con el

    resto de la cultura, y en formular la problemtica representaciona-

    lismo versus ant i rrepresentacional ismo en trminos de palabras y

    oraciones en vez de en trm inos de ideas y experiencias. Pero no con

    sidero demasiado grandes estas diferencias.

    30

    Lo que m e parece m s valioso de conse rvar en la ob ra d e Dewey

    es su sent ido de cambio gradual en la autoimagen del ser humano

    que ha tenido lugar en la historia conocida el cambio desde una

    sensacin de su dependencia de algo anter iormente presente o

    un a sensacin d e posib il idades ut picas de futuro, el crecim iento de

    su capacidad de mit igar su f in i tud mediante el ta lento para la

    autocreacin. Dewey consider episodios centrales de esta histo

    ria la toleranc ia religiosa, Galileo, Da rwin y (sobre todo) el surgim ien

    to de los estad os dem ocr ticos y de electorados inform ados. S u pro

    pio esfuerzo por refutar las doctrinas representacionalistas, un

    esfuerzo que le sumi en interminables controversias sobre la obje

    t ividad, la verdad y el relativismo, lo em pren di por que p ensa ba que

    estas doctrinas se haban convertido en un obstculo para la sensa

    cin de confianza en s m ism o del ser hum ano . Creo que tena razn

    en esto, y que vale la pena continuar su esfuerzo. Los art culos de

    este volumen representan el intento de contribuir a el lo; estn dedi

    cados sustnc ialmen te a argum entar , con tra Heidegger y o tros , que

    semejante sentido de confianza en s mismo es algo bueno.

    30.

    Otros las han considerado mayores en especial Sidney Hook, un hombre

    sobre cuyas rod illas me me c tanto en calidad de nio como de f ilsofo y que olvid

    m s sobre Dewey de lo que yo apr end er nunca. En los me ses previos a su falleci

    miento, Hook y yo establecimos una animada correspondencia sobre la que Hook

    denominaba mi versin nacionalizada y nietzscheanizada de Dewey.

    Yo

    adopt

    la posicin de que el lado cientif ista y cultivador del mtodo d e Dewey, su c ons tante

    exaltacin de algo llamado el mtodo cientf ico, era un legado desafortunado de

    su juventud, una juventud marcada por la preocupacin acerca de la guerra entre

    ciencia y teologa. Es mucho lo que hab r a queda do por decir por a m bas par tes , y

    s iento que Hook y yo no pudiram os d ebat i r m s la cuest in. Para algunas escara

    muzas prel iminares , vase Pragmatismo s in mtodo en la pr imera par te de es te

    volumen y tambin mi in troduccin a

    John Dewey: The latter works, vol. 8: 1933,

    edicin a cargo de Jo Ann Boydston (Carbondale,

    111.,

    So uthe rn I lj inois University

    Press ,

    1986), p gs . ix-xviii.

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    PRIMERA PARTE

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    CAPTULO 1

    SOLIDARIDAD U OBJETIVIDAD?

    Los seres humanos reflexivos intentan dar un sentido a su vida,

    s i tuan do s ta en un contexto m s amplio , de dos m ane ras principa

    les.La prim era es na rra nd o el re lato de su aportacin a una comuni

    dad. Esta comunidad puede ser la histrica y real en que viven, u

    otra real , alejada en el t iempo o el espacio, o bien una imaginaria,

    quizs compuesta de una docena de hroes y heronas elegidos de

    la historia, de la ficcin o de ambas. La segunda manera es descri

    birse a s mismos como seres que estn en relacin inmediata con

    una real idad no humana. Esta relacin es inmediata en el sent ido

    de que no deriva de una relacin entre esta realidad y su tribu, o su

    nacin, o su grup o de cam ara das imaginario . Afirmo q ue el pr im er

    tipo de relatos ilus tran el deseo de solidarida d, y los del segu ndo tipo

    ilustran el deseo de objetividad. Cuando una persona busca la soli

    dar idad no se preg unta por la relacin entre las prc t icas de una co

    munidad elegida y algo que es t fuera de esa comunidad. Cuando

    busca la objetividad, se distancia de las personas reales que le ro

    dean no concibindosela s m isma c omo m iem bro de otro grupo real

    o imaginario, sino vinculndose a algo que puede describirse sin re

    ferencia a seres humanos part iculares .

    La tradicin de la cultura occidental centrada en torno a la no

    cin de bsqueda de la Verdad, una tradicin que va desde los fi l

    sofos griego s a la Ilustraci n, es el m s c laro ejemplo del intento de

    enc ontr ar un sent ido a la propia exis tencia aband ona ndo la comuni

    dad e n pos de la objetiv idad. La idea d e la Verdad com o algo a alcan

    zar por s mismo, y no porque sea bueno para uno, o para la propia

    comunidad real o imaginaria , es e l tema central de es ta t radicin.

    Quizs lo qu e estim ul la apa rici n de este ideal fue la cada vez ma

    yor consciencia de los griegos de la grandiyrsiiaLde las comuni

    dades humanas . El temor a la es t rechez de miras , a es tar l imitado

    en los horizontes del grup o en el que un o ha nacido, la necesidad de

    verlo con los ojos de un extrao, contribuye a producir el tono es-

    cptico e irnico caracterst ico de Eurpides y Scrates. La disposi*

    cin e Herodoto a tomarse a los brbaros tan en ser io como pr-

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    O B J E T I V I D A D , R E L A T I V I S M O Y V E R D A D

    describ ir detal ladamente sus costumbres puede haber s ido un pre

    ludio nec esa rio a la afirm acin de Platn de qu e la m an era de supe

    rar e l escept icismo es concebir una meta comn de la humanidad

    una meta f i jada ms por la naturaleza humana que por la cul tura

    griega. La combinacin de la al ienacin socrtica y la esperanza

    platnica da lugar a la idea del intelectual como alguien que est en

    contacto con la verdad era n aturalez a de las cosas , no por m edio de

    las opiniones de su comunidad, s ino de manera ms inmediata .

    Platn formul la idea de un intelectual semejante por medio de

    las dist inciones entre conocimiento y opinin y entre apariencia y

    real idad. Estas d is t inciones se com binan para dar lugar a la idea de

    que la indagacin racional debe hacer visible un mbito al que los

    no intelectua les t ienen po co acceso, y de cuya existencia m ism a pue

    den tener duda. En la Ilustracin, esta idea se concret en la adop

    cin del fsico newtoniano como modelo de intelectual . La mayora

    de los pen sad ore s del siglo XVIII tenan c laro qu e el acce so a la Na

    turaleza que haba proporcionado la ciencia fsica deba ir seguido

    de la creacin de insti tuciones sociales, pol t icas y econmicas en

    consonancia con la naturaleza. Desde entonces, el pensamiento so

    cial l iberal se ha centrado en torno a la reforma social posibil i tada

    po r el conocim iento objetivo de la forma de ser de los seres h um ano s

    no el cono cim iento de cm o son los griegos, los france ses o los chi

    nos,s ino la hu m an ida d como tal. Som os los here dero s de es ta t ra

    dicin objet iv is ta , ce ntrada a l reded or del supuesto de que debem os

    sa lta r fuera de nu est ra com unida d lo suficientemente lejos pa ra exa

    m ina rla a la luz de algo que va m s all de ella, a saber, lo qu e t iene

    en com n con todas las dem s comu nidad es hu m an as reales y posi

    bles .

    Esta t radicin suea con una comunidad defin i t iva que haya

    superado la d is t incin entre lo natural y lo social , y que mostrar

    una sol idaridad n o es t recha de m iras porq ue es la expres in de una

    naturaleza humana ahis trica . Gran parte de la retrica de la v ida

    intelectual contempornea da por supuesto que la meta de la

    invest igacin cient f ica del hom bre es com pren der las es t ru ctura s

    subyacentes, o los factores cultu ralm en te invariables, o las pau

    tas determinadas biolgicamente.

    Quienes desean fundar la solidaridad en la objetividad llam

    mosles realistas tienen que concebir la verdad como corres

    pondencia con la realidad. As, deben concebir una metafsica que

    diferencie las creencias verdaderas de las falsas. Tambin deben ar

    gumentar que existen procedimientos de justificacin de las creen

    cias naturale s y no mer am ente locales . De es te modo, han de cons

    truir una epistemologa que d cabida a algn t ipo de justificacin

    no mera m ente social s ino natural , que derive de la propia naturale-

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    SOLIDARIDAD U OBJETIVIDAD?

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    za hum ana , y posibi l i tada p or un vnculo entre esa pa rte de la natu

    raleza y el resto de la mism a. Se gn su con cepcin, los diversos pro

    cedim ientos que proporc ionan la justificacin racional de un a u otra

    cultura pu eden o no

    ser

    realmente racionales. Para ser verdaderamen

    te racionales, los procedimientos de justificacin deben conducir a

    la verdad, a la correspondencia con la realidad, a la naturaleza in

    trnseca de las cosas.

    En cambio, quienes desean reducir la objetividad a la solidari

    dad llammosles pragmatis tas no precisan una metafs ica o

    una epistemologa. Conciben la verdad como aquello en palabras

    de W il liam Jam es en que noses bu en o creer. Por ello, no nec esitan