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Gaceta Laboral ISSN: 1315-8597 [email protected] Universidad del Zulia Venezuela Richter, Jacqueline El concepto ampliado de trabajo: los diversos trabajos Gaceta Laboral, vol. 17, núm. 2, mayo-agosto, 2011, pp. 169-189 Universidad del Zulia Maracaibo, Venezuela Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=33619713002 Cómo citar el artículo Número completo Más información del artículo Página de la revista en redalyc.org Sistema de Información Científica Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

Revista Gaceta Laboral · las indemnizaciones por despido injustificado. En cambio, la inobservancia no requiere de trucos para ocultar la verdadera naturaleza de la relación jurídica

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Gaceta Laboral

ISSN: 1315-8597

[email protected]

Universidad del Zulia

Venezuela

Richter, Jacqueline

El concepto ampliado de trabajo: los diversos trabajos

Gaceta Laboral, vol. 17, núm. 2, mayo-agosto, 2011, pp. 169-189

Universidad del Zulia

Maracaibo, Venezuela

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=33619713002

Cómo citar el artículo

Número completo

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Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

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Revista Gaceta LaboralVol. 17, No. 2 (2011): 169 - 189

Universidad del Zulia (LUZ) · ISSN 1315-8597

El concepto ampliado de trabajo:

los diversos trabajos

Jacqueline Richter

Abogada, especialista en Derecho del Trabajo y Doctora en Socio-logía. Profesora de la Universidad Central de Venezuela.E-mail: [email protected]

Resumen

En este artículo se presenta una propuesta para reconstruir los conceptosbásicos que subyacen en los Estudios del Trabajo y en las regulaciones jurí-dicas del fenómeno trabajo. La metodología utilizada fue analizar las pro-puestas teóricas que se han realizado para abarcar las modalidades de pres-tación personal de servicios, y cómo las regulaciones legales se han extendi-do hacia los trabajos no asalariados. La redefinición debe integrar no sólo losdiversos tipos de trabajos remunerados, sino también expandirse hacia lostrabajos no remunerados, alcanzando incluso lo que históricamente se haconsiderado no trabajo, es decir, el trabajo para la reproducción social, deno-minado también trabajo doméstico-familiar, trabajo reproductivo o trabajodel hogar. La principal conclusión a la que se arriba es que los enfoques y losintentos de regular todos los tipos de trabajo, no han valorado suficiente-mente el trabajo no remunerado.

Palabras clave: Trabajo asalariado, trabajo voluntario, trabajo autónomo, tra-bajo doméstico-familiar, bienestar social.

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Recibido: 01-11-2010 . Aceptado: 15-06-2011

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The Broadened Concept of Work: Diverse Jobs

Abstract

This article presents a proposal for reconstructing basic concepts that un-derlie Labor Studies and legal regulations of the labor phenomenon. Themethodology was to analyze the theoretical proposals that have been madeto cover the modalities for personal rendering of services and how legal regu-lations have been extended toward non-salaried jobs. The redefinition oughtto integrate not only diverse types of remunerated jobs, but also expand toinclude non-remunerated jobs, reaching even what has historically beenconsidered not a job, that is, work for social reproduction, also calleddomestic-family work, reproductive work or homemaking. The main conclu-sion reached is that approaches and intents to regulate all types of workhave not sufficiently valued non-remunerated work.

Key words: Salaried work, voluntary work, self-employment, domestic-family work, social well-being.

1. Presentación

El trabajo como relación social ex-presa determinadas relaciones de po-der. En esta investigación se busca po-ner de manifiesto dos de esas relacio-nes: las relaciones entre capital y tra-bajo asalariado, y las sociales entrelos sexos.

La discusión sobre el concepto am-pliado de trabajo, ha pasado por va-rias etapas en los estudios socialesdestinados a analizar las diversas for-mas de prestar servicios personales.Desde la década de los noventa, bajola denominación Estudios del Traba-

jo, se han englobado las reflexiones dedisciplinas como la Sociología del Tra-bajo, los estudios sobre movimientoobrero, la Economía del Trabajo, lasRelaciones Industriales, los estudioshistóricos, la Sociología del Empleo,

los estudios con perspectiva de géne-ro, por mencionar algunas de las dis-ciplinas y enfoques que han pretendi-do ser abarcadas y que estudian el fe-nómeno trabajo, desde diversas pers-pectivas y enfoques (De la Garza,2000). Todas esas disciplinas utilizanlos términos trabajo y empleo, mu-chas veces para referirse a cosas muydiferentes, lo que ha llevado a unaprolífera discusión sobre la necesidadde un concepto ampliado de trabajo ypor tanto de su sujeto: el trabajador(De la Garza, 2006; Miguélez y Prieto,1999).

En los análisis del trabajo con pers-pectiva de género, se ha tratado de di-ferenciar los conceptos trabajo y em-pleo. Así, para este enfoque, el empleoes el trabajo mercantil, es decir, aquelque es efectuado para el mercado.

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Este puede ser trabajo subordinado oautónomo. En cambio, se ha reserva-do la palabra trabajo para referirse atodas las actividades que garantizanla reproducción social, o sea, el trabajodoméstico-familiar, que abarca unsinfín de actividades que no se agotanen el cuidado de la familia sino que seexpanden a la gestión de la vida coti-diana (Benería, 1991; Carrasco, 1991;Carrasquer, 2009). Sin embargo, enesa propuesta el trabajo voluntariopara el mercado no ha sido suficiente-mente analizado. De ahí, que si bienes cierto puede hacerse una dicotomíaentre trabajo y empleo, es preferiblecentrar los esfuerzos en reformular elconcepto trabajo, abarcando todo losposibles tipos de trabajo.

La discusión ha girado sobre la ne-cesidad de abrir el concepto trabajo alas diversas formas de trabajo remu-nerado. Este artículo evalúa los avan-ces en captar el trabajo no remunera-do, ya sea el voluntario o en el hogar.Sin esos trabajos, la construcción de larelación social trabajo es incompleta,y por tanto explica parcialmente lastransformaciones que han ocurrido enlos procesos de trabajo, y en las rela-ciones laborales.

2. Las transformacionesen el trabajo asalariado

Los estudios sociales sobre el tra-bajo tendieron a analizar un tipo detrabajo considerado mayoritario en elmodo de producción capitalista, quepermitía examinar las diversas face-tas del funcionamiento de las relacio-nes entre capital y trabajo asalariado.

La Sociología del Trabajo se ha con-centrado fundamentalmente en las

diversas transformaciones que hanocurrido en los procesos de trabajo,analizando como éstas afectaban laconstrucción de una clase social, deuna identidad, de unas subjetivida-des y culturas particulares, es decir,la relación entre los procesos de tra-bajo y los sujetos que los efectuaban.

Esta centralidad puede observarseen los grandes temas de discusión de ladisciplina. En la revista Sociologie du

Travail, la reflexión hasta los añosochenta del siglo pasado giraba funda-mentalmente sobre la organización delas empresas, las teorías de la organi-zación, industrialización y sociedad(Villavicencio, 2000). En esos estudios,el centro de análisis era las diversasmodalidades del trabajo asalariado,con énfasis en lo que denominó la rela-

ción salarial normal, para referirse aun tipo de contratación laboral establecon único empleador a tiempo comple-to y con salario fijo (Prieto, 2007).

La expansión de las investigacioneshacia la evolución del empleo, la orga-nización y división del trabajo, las polí-ticas industriales, la innovación, cien-cia y tecnología permitió reflexionarsobre las relaciones entre empleo ytrabajo, asumiendo ahora que ambostérminos no son sinónimos, pues se hi-cieron visibles formas de trabajo quese alejaban de la relación salarial, enparticular, el trabajo doméstico-fami-liar y el trabajo autónomo (Pahl, 1991;Prieto, 2007; Villavicencio, 2000). Portanto, la centralidad del trabajo asala-riado en los estudios sociales fue unarealidad hasta finales de los años se-tenta del siglo pasado.

En América Latina, el nacimientode la Sociología del Trabajo como

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campo específico ocurre a finales de ladécada de los cincuenta del siglo XX.En sus orígenes también se centra enlos procesos de trabajo y en la cons-trucción de identidades laborales, de-jando un espacio reducido a la evolu-ción y conformación de los mercadosdel trabajo, los cuales aparecen en losanálisis sobre informalidad y en estu-dios de la Sociología del Empleo(Abramo y Montero, 2000; PérezSainz, 2000; Pries, 1997). Pero las di-versas dificultades para generar em-pleo formal, unidas a las recurrentesprácticas de inobservancia y fraude ala ley laboral1 obligaron siempre a to-mar en cuenta las formas de trabajoque se alejaban del modelo del asala-riado clásico. Así los trabajos preca-rios o atípicos o con poca protección la-boral siempre fueron importantes enla región latinoamericana, ya queeran la forma normal de trabajar paraimportantes sectores de trabajadores,no sólo mujeres, jóvenes y migrantes(De la Garza, 1998, 2006; Rojas yotros, 2007). Los estudios sobre infor-malidad, permitieron ubicar el traba-jo autónomo no profesional como unacategoría ocupacional importante delos mercados de trabajo latinoameri-

canos. Pero, el centro siguió siendo eltrabajo asalariado y el resto de los tra-bajos eran considerados sus satélites,que se dibujaban o desdibujaban conrelación al mismo.

Los cambios en la organización delos procesos de trabajo y la globaliza-ción de las formas capitalistas de pro-ducción, fenómenos que se han acre-centado desde finales de la década delos setenta del Siglo XX, fueron decisi-vos en el recorrido hacia el análisis delas formas de trabajar distintas al tra-bajo asalariado clásico, entre ellas,las diversas modalidades de autoem-pleo, las contrataciones temporales oa través de terceros (Pries, 1997). Es,en esos momentos, que comienzan asurgir los conceptos de trabajos atípi-

cos o precarios o irregulares, para des-cribir las transformaciones que esta-ban ocurriendo.

En la década de los ochenta, lastransformaciones comenzaron a afec-tar las regulaciones laborales dismi-nuyendo o reformulándose las protec-ciones al trabajador asalariado. Elconcepto de flexibilidad laboral fueacuñado para referirse a la recupera-ción de diversas potestades patrona-les, hasta ese momento limitadas,

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1 El fraude a la ley refiere a maniobras, artificios del empleador para dar a la rela-ción de trabajo una forma jurídica distinta al contrato de trabajo, o para dismi-nuir los efectos de la relación de trabajo. Ejemplo de ello, es celebrar con los tra-bajadores contratos civiles o mercantiles, obligar a los trabajadores a crear so-ciedades mercantiles o a inscribirse como comerciantes, o contratarlos sucesiva-mente bajo modalidades temporales, obligarlos a firmar la renuncia para evitarlas indemnizaciones por despido injustificado. En cambio, la inobservancia norequiere de trucos para ocultar la verdadera naturaleza de la relación jurídica.Es sencillamente no acatar la norma jurídica.

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para usar y disponer de la fuerza detrabajo. La posibilidad de utilizar di-versos contratos de trabajo se expresóen un amplio haz de formas de prestarservicios personales bajo subordina-ción. Los estudios han resaltado lasdiversas modalidades de prestar ser-vicios a través de un tercero.

En algunas actividades económicas,como la industria de la construcción ydel calzado, la alta presencia de traba-jadores autónomos llevó a analizar suscondiciones de trabajo, observándose eltránsito entre empleo asalariado y au-tónomo, ya sea como expresión tantodel desempleo y/o de las estrategias em-presariales para adaptarse a los cicloseconómicos. Normalmente, las investi-gaciones han tendido a concluir que seestá en presencia de falsos autónomos,es decir, de situaciones de incumpli-miento de la legislación laboral, ya seapor encubrimiento de la relación de tra-bajo o simple inobservancia de las nor-mas laborales (Bagnasco, 1989; Migué-lez, 1990). En América Latina, a estetipo de empleo se le considera una ma-nifestación de la incapacidad del sectormoderno e incorporar toda la oferta defuerza de trabajo, producto de la hete-rogeneidad estructural de dichas eco-nomías (Pérez Sáinz, 1995; Tokman,2000). Aunque también se han reporta-do situaciones de fraude a la legislaciónlaboral en cadenas de subcontratación,siendo parte de las estrategias empre-sariales para eludir la legislación labo-ral y de la seguridad social (Hernándezy Richter, 2002; Portes y Halles, 2004).De ahí que la expansión hacia el análi-sis de todas las formas de empleo hayasido una línea de investigación presen-

te en las tres últimas décadas en losEstudios del Trabajo.

La Sociología del Trabajo avanzóhacia el análisis de todo tipo de traba-jo remunerado, haciendo énfasis enque los posibles objetos materiales deestudio eran “todas las formas de tra-bajo y actividad” (…) “pensamos eltrabajo como toda forma de actividadque permite transformar la naturale-za en bienes y servicios útiles o crearrelaciones interpersonales y socialesmás ricas” (Castillo, 2000:58). Perolos estudios seguían centrados en lasdiversas manifestaciones del trabajoasalariado. Así en una evaluación delas revistas europeas de Sociología delTrabajo se resalta que:

“Para todas ellas, el trabajo es consi-derado y analizado como una activi-dad productiva ciertamente realiza-da en condiciones de asalarización,pero siempre preñada de diversidad,riqueza y matices” (Prieto, 2007:6).

La Sociología del Trabajo induda-blemente ha avanzado, ampliando suobjeto de estudio hacia diversas mani-festaciones del trabajo asalariado, in-cluso se ha preocupado del autoem-pleo. Pero para esta disciplina, losotros tipos de trabajo, como el repro-ductivo y el voluntario, aún permane-cían en la sombra. Ha sido necesarioefectuar otro esfuerzo, no sólo teórico,para abrir un campo de reflexión so-bre todos los trabajos.

La centralidad del trabajo asala-riado puede explicarse por diversasrazones. Por estar ubicado en las rela-ciones de producción fundamentalesdel modo de producción capitalista.Por ser considerado la principal fuen-

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te de producción de riqueza social, algenerar un valor superior al precioque se paga por efectuarlo. Por com-partir espacios comunes de experien-cia, lo que potencialmente le otorgaríaa las personas que lo realizan una par-ticular homogeneidad subjetiva. Esasubjetividad permitiría impulsar losprocesos de transformación social, yaque se confronta el poder del capitalen los procesos de trabajo. Así, el tra-bajo asalariado permitió construir unsujeto histórico, la clase obrera, paracrear una sociedad alternativa (De laGarza, 1998). Sin duda, era tambiénuna apuesta ideológica.

Los estudios sobre las condicionesde trabajo de los asalariados, desde ladécada de los años cuarenta hasta lossetenta del siglo pasado, privilegiaronlos análisis sobre las características ytransformaciones del trabajo asala-riado fabril (Leclercq, 1999). El au-mento del sector servicios amplió elcampo de estudio, y el término empleocomienza a aparecer vinculado a lostrabajadores de los servicios y poste-riormente a las formas de trabajo dis-tintas a la relación salarial normal.De hecho se construyeron imágenessimbólicas de cada tipo de trabajador.El trabajador (obrero) era de uniformeazul (cuello azul) y el empleado de tra-je (cuello blanco). Los análisis sobrelas mujeres (cuellos rosas) eran mino-ritarios. Fue el crecimiento del em-pleo público, sobre todo, el aumento dela actividad administrativa estatal, loque comenzó a darle mayor visibili-dad. El empleo público otorgó algunasespecificidades tanto a la organiza-ción del trabajo como a las condiciones

de empleo. Ello fue otro impulso paraefectuar ajustes en los conceptos. Ser-vidor público y trabajador no fuerontérminos que pudiesen asociarse has-ta bien avanzada la década de los se-tenta (Marín, 1978; Freedland, 2007).

Estos diversos tipos de trabajo ytrabajadores se reflejaban en las leyeslaborales. En América Latina fue co-mún que se estableciesen algunas re-gulaciones diferentes para trabajado-res manuales, es decir, los obreros, ypara los trabajadores que se denomi-naban intelectuales, los empleados.En varios países latinoamericanos,los sistemas de seguridad social se or-ganizaron por tipo de trabajador. Losservidores públicos fueron objeto deregulaciones fuera del Derecho delTrabajo, mediante estatutos especia-les que trataban de diferenciarlos deltrabajador asalariado.

Pero además, desde finales de lossetenta, se presenta un aumento deformas de trabajo distintas a lo que seconsideraba la relación salarial nor-

mal. Además, la clase obrera se habíamostrado poco dispuesta a cumplir supapel de sujeto histórico de transfor-mación social y en la mayoría de lospaíses capitalistas, ya sea los desarro-llados o en vías de desarrollo, sus lu-chas y enfrentamientos con el capitaly el Estado culminaron en su integra-ción total o parcial a los pactos socia-les que sustentaron ya sea los Estadosde Bienestar o el modelo del EstadoSocial de Derecho. De ahí que repen-sar las categorías de análisis, se hizoindispensable para comprender losdiversos procesos sociales que hanacaecido en las últimas décadas del

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Siglo XX e inicios de la actual, en par-ticular la globalización en su faceta deflexibilización laboral.

En síntesis, hasta los años setentadel siglo pasado el objeto de estudio ha-bía sufrido transformaciones, pero lascategorías analíticas seguían centra-das en el trabajo asalariado privado yen las diversas expresiones del conflic-to social que se asociaban al conflictode clase y a sus sujetos históricos.

La mayor visibilidad que han ad-quirido actores sociales no vinculadosdirectamente con el trabajo asalaria-do, como lo son los movimientos de lossin tierra, los sin casa, los indígenas,los ecologistas, las organizaciones fe-ministas, de los desempleados por ci-tar algunos de los más conocidos, tam-bién influyó en los cambios en los ejesde análisis.

Los Estudios del Trabajo han mos-trado las diferentes caras del surgi-miento, transformaciones y mutacio-nes del trabajo asalariado en socieda-des capitalistas avanzadas y en lasmenos desarrolladas. Esta disciplinaha hecho énfasis en que el trabajo re-fiere a una actividad humana relacio-nal, siendo el contenido de esa rela-ción lo que otorga su especificidad(Pahl, 1991). Esa relación social se vatransformando en los diversos modosde producción, adquiriendo diferentecontenido, dependiendo del contextohistórico de cada sociedad (Carrasco,

1991). Por tanto, no se puede hablarde un trabajo asalariado.

3. Consecuencias de ladiversidad de trabajos

asalariados

Para definir qué es el trabajo en lassociedades capitalistas, lo primeroque se debe hacer, es precisar si setrata de una sociedad altamente in-dustrializada o con menor grado deindustrialización o en vías de desarro-llo o en transición. En otras palabras,debe ubicarse el concepto trabajo enlas transformaciones que ocurren enla forma de producir, y en las diversasformas que asumen las relaciones so-ciales que subyacen en esa actividad.

La construcción inicial del concep-to trabajo subrayó las relaciones condeterminados procesos de trabajo ycon sus resultados, es decir, si se esta-ba en presencia de una producciónmaterial o inmaterial2. De ahí quecuando el objeto de trabajo proveníade la naturaleza de manera inmedia-ta o mediata, como resultados de tra-bajos anteriores, el concepto trabajose construía a partir de los procesos decooperación e interacción en esa ela-boración y como expresaban o cons-truían determinadas relaciones socia-les. Existía un producto que podía di-ferenciarse con nitidez de los sujetosque participaban en su elaboración.Por tanto, si la preponderancia la

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2 Términos usados por la literatura sociológica para referirse al resultado del pro-ceso de trabajo. Si el trabajo termina en un producto “físico” es material, en cam-bio, si no es tangible, como es el caso de los servicios sería un bien inmaterial (Dela Garza y otros, 2007).

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constituía la producción material, eralógico que los análisis tuviesen comocentro el obrero fabril y la gran cadenade producción fordista-taylorista (Dela Garza, 1998; García y otros, 2005;Leclercq, 1999).

Los otros tipos de trabajos no apa-recían tan claramente con identidadpropia, aunque no se ignoraba quecoexistían junto al obrero industrialde la gran empresa otros trabajadoresde la propia manufactura, de las em-presas de servicios y de agricultura,incluso algunos ubicados en formas deproducción no asalariadas (García yotros, 2005). Pero se enfatizó en lasposibilidades de que el obrero fabrilpudiese constituirse en un sujeto his-tórico de transformación social. Suforma de organización para la defensade sus intereses, el sindicato, permi-tía enlazar hacia una representaciónpolítica de la clase obrera, el partidopolítico de izquierda (De la Garza,2006). De ahí que la centralidad en untipo de trabajo era también unaapuesta política de transformación dela sociedad capitalista.

Una primera transformación delconcepto trabajo ocurre con el incre-mento del sector servicios. La produc-ción inmaterial integra al consumidoro cliente en el objeto del trabajo, com-primiéndose las fases tradicionales deproducción, circulación y consumo enun solo acto (De la Garza, 1998; 2006).Desde las últimas décadas del SigloXX, este tipo de producción se ha ex-tendido al punto de que la generaciónde empleo se efectúa mayoritaria-mente en las ramas de actividad deservicios. Este trabajador es diferenteal obrero y a la obrera fabril, y trató de

ser subsumido en el término emplea-do o trabajador de cuello blanco por lasupuesta preponderancia de lo inte-lectual en su trabajo.

Esta primera ampliación del térmi-no trabajo llevó a redefinir los objetosque integrarían el trabajo, incorpo-rando a un tercero, el usuario o clien-te. Pero también el sujeto trabajadoradquirió una fisonomía propia y dadoque la presencia de las mujeres ensector servicios ha sido mayor que enel sector industrial, al crecer éste au-mentó la visibilidad de las mujerescomo trabajadoras, pues en el imagi-nario social construido en torno alobrero fabril se diluían.

El trabajo como actividad de la per-sona implica el uso y desgate de suenergía y capacidades, lo que situó ladiscusión en los aspectos subjetivosde la actividad. Las reflexiones gira-ron sobre las interacciones inmedia-tas o mediatas entre los sujetos, lascuales en la producción inmaterialadquieren nuevas representacionessociales y formas de construir lasidentidades y espacios laborales, puesel cliente o usuario convierte la rela-ción en una triada. Pero no implicaque el trabajo se diluya, sino que cam-bia su exteriorización. Por ello, no pa-rece tan real que en los procesos pro-ductivos actuales, sobre todo en los in-materiales, la identidad con el trabajose disuelva tan fuertemente como hapretendido algunas propuestas sobreel fin del trabajo o la fragmentación dela vida social (De la Garza, 2006; Gar-cía y otros, 2005, Pahl, 1991).

La necesidad de repensar el con-cepto trabajo, ya presente como se re-señó anteriormente por la fuerza que

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estaba tomando la producción inma-terial, se profundiza a partir de la dé-cada de los ochenta con los grandescambios que ocurren tanto en los pro-cesos de trabajo como en el modelo deacumulación. Dos términos se hacencomunes en la literatura social: globa-lización y flexibilización laboral, fenó-menos que para un sector de los traba-jadores se tradujo en precariedad la-boral. En América Latina, la flexibili-dad laboral se expande en los noventay varios países reforman sus leyes la-borales, y diversas formas de flexibili-dad laboral comienzan a aparecer enlos contratos colectivos (De la Garza yotros, 2007; Recio, 2007).

El empleo con contrato a tiempo in-determinado, con único empleador,jornada de trabajo ordinaria y salariofijo pasó a convivir y a ceder lugar aotros tipos de prestación personal deservicios, muchas de ellas signadaspor la inestabilidad, varios empleado-res, altas jornadas de trabajo con cam-bios discrecionales en los turnos o díasde trabajo, bajos salarios y malas con-diciones de seguridad laboral. Losotros trabajos comenzaron a tomarperfil propio dentro de los análisis so-ciales sobre las transformaciones queestaban ocurriendo en los mercadosde trabajo y sus efectos sobre la pro-tección social. El tema del trabajo so-

cialmente aceptable comenzó a ser dis-cutido más allá de los problemas queenfrentaban los asalariados paramantener un trabajo estable, con bue-nas remuneraciones y con protecciónlaboral (De la Garza, 2006; Miguélez yPrieto, 1999).

Los cambios en la organización deltrabajo tuvieron la particularidad de

que fueron procesos casi simultáneos,a partir de la década de los ochenta,en varios países desarrollados y lati-noamericanos (De la Garza, 2006).Ello se explica porque los procesos deapertura económica y de reestructu-ración de las empresas para adaptar-se a los requerimientos de un mercadoglobal se efectuaban pensando en esemercado mundial. Esta situación hapermitido evaluar las similitudes ylas diferencias que están produciendoesas transformaciones y como se ex-presan las peculiaridades en cadaconformación social, en particular, elgrado previo de industrialización conempleo asalariado bajo contrataciónestable y las diferencias en cuanto a lamagnitud de las formas precarias deprestación personal de servicios, yasea asalariado o autoempleo. En otraspalabras, se han podido confrontarlas similitudes y diferencias entre lasdiversas formas de empleo protegidoy precario. De ahí que la propuesta deun concepto ampliado de trabajo seacomún tanto en la literatura españolacomo en la latinoamericana (Castillo,2000; De la Garza y otros, 2007; De laGarza, 2006; Miguélez y Prieto,1999).

Pero la reflexión sobre la necesidadde repensar el concepto trabajo siguióotorgando un lugar relevante a lastransformaciones acaecidas en el tra-bajo remunerado, sea asalariado o au-tónomo.

La redefinición del objeto trabajotambién alcanzó a sus sujetos. Dosacotaciones son relevantes. Primero,las mujeres han tenido siempre unapresencia importante en algunos sec-tores como salud, educación y el co-

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mercio, los cuales valoraban sus habi-lidades de madres y esposas, aprendi-das del proceso de socialización dife-rencial por género. En estos sectores,las destrezas para cuidar y gestionarlo emocional, son claves para el buenservicio, aunque, tradicionalmentehan gozado de menor reconocimientoy prestigio social Segundo, las muje-res se empleaban más en los trabajosque se alejaban de la relación salarial

normal. En otras palabras, lo normalpara ellas eran los trabajos inesta-bles, con bajos salarios y limitado ac-ceso a la protección laboral (Torns,1999). Por tanto, cuando la discusiónsobre la precariedad laboral tomó re-lieve fue porque comenzó a afectar alos trabajadores masculinos, sobretodo los que habían conseguido tenerempleos estables con alta presenciasindical (Carrasquer y Torns, 2007).

En América Latina, el empleo debaja calidad ha sido -desde inicios de laindustrialización- una realidad parauna parte importante de los trabajado-res. Por ello, la relación salarial nor-

mal tendió a ser la excepción y los cum-plimientos parciales de la legislaciónlaboral, las rotaciones en la jornada detrabajo, los bajos salarios eran la regla.De particular importancia en la bajacalidad de los empleos ha sido la cober-tura limitada de la seguridad social yla fuerza de la informalidad (De laGarza, 1998, Rojas y Salas, 2007; To-kman, 2000, 2001). Por ello, la relación

salarial normal fue casi sinónimo de la“aristocracia obrera”.

La discusión sobre las transforma-ciones que estaban ocurriendo en eltrabajo, ya sea asalariado o autóno-

mo, obviaba el otro trabajo que mayo-ritariamente efectuaban las mujeres:el trabajo para la reproducción social.Por tanto, la redefinición de qué se vaentender por trabajo requirió otro es-fuerzo teórico que ha puesto el foco nosólo en la relación entre trabajo repro-ductivo y productivo, sino también enel aporte del trabajo doméstico no re-munerado al bienestar social, focosque transformaron la discusión.

4. Las interrelaciones entretodos los trabajos

La reflexión sobre las múltiples re-laciones entre trabajo para la repro-ducción social y productivo, se iniciaen momentos en los cuales ya se vis-lumbraba la crisis del modelo de bie-nestar social, basado en el pleno em-pleo masculino y las mujeres dedica-das principalmente a labores en el ho-gar. Este modelo de bienestar social sesustentaba en la relación salarial nor-

mal, es decir, suponía que la mayoríade los trabajadores accedían a un em-pleo asalariado con protección social.

Dos discusiones que pueden situar-se casi como la continuidad de una conla otra permitieron comprender mejorel carácter relacional del trabajo. Enun primer momento, la discusión tuvodos ejes. Desde finales de los años se-senta, se profundizan las investiga-ciones sobre las interrelaciones entretrabajo productivo o mercantil y re-productivo o doméstico-familiar, enparticular, las posibles articulacioneso contradicciones entre capitalismo ypatriarcado. Dicha discusión se con-catena con otra de carácter más políti-co sobre la posición de clase de las mu-

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jeres y su relación con el movimientosocialista (Astelarra, 1982; Benería,1991; Borderías, 2003; Borderías yCarrasco, 1994; Carrasco, 2009).

En un segundo momento, la discu-sión gira hacia los aportes del trabajono remunerado al bienestar social.Esta discusión tuvo un impulso impor-tante con la propuesta de Esping-An-dersen desarrollada inicialmente enLos tres mundos del Estado de Bienes-

tar (1993), cuya tipología sobre las re-laciones entre el Estado, la familia y eltrabajo asalariado en la construcciónde los Estados de Bienestar Social Eu-ropeos permitió discutir el lugar que sele otorgaba al trabajo no remuneradoen el hogar en la generación de bienes-tar social (Carrasco, 2009; O’ Connor,1996; Gardiner, 2000; Lewis, 1997).Tanto la primera reflexión teóricacomo la segunda pusieron de relievelas diversas consecuencias de la divi-sión sexual del trabajo.

La división sexual del trabajo pasaasí a ser un elemento central para en-tender el concepto trabajo, pues confi-gura uno de los sistemas de relacionesde poder más longevo en la historia dela humanidad.

“La diferenciación basada en el sexoes una de las formas más extendidasde explotación humana, arraigadaen la interacción personal entre se-xos, en instituciones sociales bási-cas como la familia, y enraizada enestructuras económicas y políticas.Sus manifestaciones son múltiples yse extienden por todo los niveles dela sociedad. Estas manifestacionesconstituyen en su totalidad un com-plejo sistema de relaciones de poderentre los sexos que tipifica la subor-

dinación de la mujer a diferentes ni-veles sociales” (Benería, 1991:50).

Desde el momento en que se situóla división sexual del trabajo en las re-laciones de poder entre los hombres ylas mujeres, se pudo avanzar en laconstrucción de una perspectiva, ba-sada en esas relaciones sociales entrelos sexos, en los estudios sobre el tra-bajo. Desde esta óptica, la relación depoder entre los sexos es un elementoconstitutivo de las relaciones socialesy es además una forma básica de otor-gar significado a las relaciones de po-der (Benería, 2005).

Así, situar la discusión sobre la di-visión sexual del trabajo en las rela-ciones de poder, lo que era obvio parael trabajo asalariado, pasó a ser unelemento constitutivo del trabajo do-méstico no remunerado. Ello fue otraarista que permitió ver las relacionesentre ambos tipos de trabajo. Desdeese momento, la discusión sobre elconcepto ampliado de trabajo requirióincorporar no sólo las transformacio-nes que ocurrían en el trabajo para elmercado sino como el trabajo domésti-co-familiar ya no sólo era funcional altrabajo remunerado, sino que era im-prescindible para el sostenimiento delmodelo social (Carrasco, 2009).

La distinción entre la reproducciónsocial, la reproducción de la fuerza detrabajo y la reproducción biológicatomó una relevancia diferente, puesesas diferenciaciones pensadas ini-cialmente para explicar las relacionesentre el trabajo mercantil y domésti-co-familiar permitían también anali-zar el aporte del trabajo doméstico noremunerado en la generación de bie-

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nestar social y a la vez entrelazar lasdiferentes esferas de la subordinaciónde las mujeres. De ahí que el conceptotrabajo para la reproducción social semostró más adecuado para analizarlas diversas facetas y funciones deltrabajo reproductivo (Picchio, 2001).

El concepto de reproducción socialrefiere a las condiciones que sostienenun sistema social. En cambio, la repro-ducción biológica consiste esencialmen-te en la crianza de los hijos, elementoimportante de la conversión de los sereshumanos en trabajadores, es decir, dela reproducción de la fuerza de trabajo,pero diferenciable de ésta, pues la re-producción de la fuerza de trabajo in-cluye la asignación de roles en el siste-ma productivo. La reproducción socialdebe asegurar que ciertas estructurasse mantengan, lo que permite dar conti-nuidad al sistema social en su conjunto.Esta reproducción significa, entre otrascosas, la transmisión del acceso y elcontrol de los recursos económicos deuna generación a otra (Benería, 1991).Son justamente las estructuras de lareproducción social a las que les corres-ponde garantizar un mínimo de bienes-tar social, para lograr el mantenimien-to del sistema social y ahí el trabajo noremunerado en el hogar cumple un rolfundamental.

¿Cómo se efectúa la reproducciónsocial?, ¿cuál es la función de las mu-jeres en ella y sus efectos sobre su si-tuación en el trabajo remunerado?, és-tos fueron temas centrales en la discu-sión sobre trabajo reproductivo y tra-bajo productivo, pues ya no era tan fá-cil seguir sosteniendo que ambas esfe-ras eran independientes. Pero ade-

más la reproducción social permitióevaluar la construcción de los siste-mas de protección social, posibilitan-do repensar la relación entre trabajomercantil y bienestar social. En estanueva lectura aparece con claridad laopción estatal de asumir que el bie-nestar social se canaliza a través deprestaciones y servicios vinculados altrabajo asalariado, asumiendo comoalgo natural y dado el aporte del tra-bajo no remunerado. Esta opción se vaa expresar con claridad en los códigosdel trabajo y en las leyes de la seguri-dad social.

La discusión académica destaca, laceguera que implicaba no reconoceradecuadamente que el trabajo de lareproducción social era una pieza fun-damental para que las políticas debienestar social pudiesen funcionar.El tema del cuidado y el trabajo queimplica efectuarlo, surge con claridaden momentos que las prestaciones es-tatales de servicios sociales tienden adisminuir o se hace más evidente ladebilidad de esos servicios en los paí-ses con regímenes de bienestar preca-rios (Torns, 2009). Acá es importanterescatar varios aspectos del debateque incorporaron elementos nuevospara construir un concepto ampliadode trabajo, mirando ahora también elacceso a la ciudadanía.

5. El rol de los diversos tiposde trabajo en el acceso

al bienestar social

Las malas condiciones de empleode muchos tipos de trabajo, pusieronen el tapete la manera cómo se cons-truyó el acceso al bienestar social y la

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noción de creación de riqueza socialque la sustentaba. De manera parale-la, el avance en la consagración de losderechos humanos universales, situóla discusión en el acceso para todas laspersonas a la protección social y en losdiversos déficits de ciudadanía, que sepresentaban en las sociedades desa-rrolladas y la casi carencia de la mis-ma para amplias capas sociales enAmérica Latina. Desde diversos án-gulos, comienza a cuestionarse el rolotorgado al trabajo asalariado comomecanismo para acceder al bienestarsocial y a la vez garantizar la paz so-cial (Abromovich y Courtis, 2006; Es-ping-Andersen, 1993; 2000; Procacci,1999).

La discusión abarcó la estrechavinculación entre trabajo asalariado yciudadanía social, concepto construi-do para explicar cómo los derechos so-ciales otorgaban un tipo particular deciudadanía (Marshall [1950] 1998).De ahí que trabajo asalariado, bienes-tar social y ciudadanía situaron la re-flexión en la construcción del modelode protección social.

Las interrogantes giraron en tornoa los efectos de otorgar ciudadanía através del trabajo asalariado, y cómose había consolidado un modelo deprotección social, donde el resto de lostrabajos aportaban a la generación deriqueza y bienestar social, pero noeran suficientemente valorados. Sur-ge con claridad la discusión sobre loslímites del modelo hombre principalsustento del hogar (trabajo) y mujerama de casa (no trabajo), más conoci-do actualmente por su expresión eninglés Male Breadwinner. Dos aristasde esta discusión son rescatadas para

este artículo. Por un lado, los proble-mas que enfrenta el modelo basado enel hombre principal proveedor y, porotro, el carácter insustituible del tra-bajo de cuidado. No se trata solamen-te que el modelo Male Breadwinnerdecrezca considerablemente en las so-ciedades capitalistas avanzadas(Lewis, 2001) o que nunca hubiesesido mayoritario en las menos desa-rrolladas (Draibe y Riesco, 2006) oque el peso de las diversas estructu-ras familiares, tanto en las sociedadeslatinoamericanas, como en las de lospaíses del sur de la Unión Europea,otorgaron un lugar central a la fami-lia en la generación de bienestar so-cial (Arriagada, 2007; Moreno Min-guez; 2007; Pautassi, 2007; Torns,2009), sino que no es posible transfe-rir todo el trabajo de la reproducciónsocial, en específico el de cuidado, ha-cia el mercado (Carrasco, 2009). Portanto, su redistribución se convierteen una necesidad no sólo para la so-brevivencia de los Estados de Bienes-tar o los Sociales, sino para que lasmujeres puedan disfrutar ciudadaníaplena, pues mientras sigan siendo lasresponsables del cuidado de las perso-nas sus posibilidades de vida autóno-ma son limitadas.

Por tanto, entender qué es el traba-jo, se sitúa en un entramado de rela-ciones que van construyendo el conte-nido de la actividad humana y susconsecuencias. Incluso habría que re-pensar qué se entiende por ser pro-veedor, qué provee a los demás cadamiembro de la especie humana, cómose trabaja y para qué.

El debate teórico ahora gira en tor-no a qué se debe entender por trabajo,

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ya no vinculado sólo a su construcciónteórica interna (objetos y sujetos) sinoa los efectos de los diversos trabajossobre el bienestar social y, por ende,para el disfrute de la ciudadanía. Estaes otra arista de la discusión que esrescatada para este artículo, pues si-túa el concepto ampliado de trabajo enel acceso a los derechos laborales paratodos los trabajadores y todas las tra-bajadoras.

La idea de desvincular el disfrute dederechos sociales de la situación en eltrabajo asalariado, ha sido aducidacomo criterio clave para identificar alos Estados de Bienestar y analizar losdiversos regímenes de bienestar so-cial. Ese proceso se ha denominado ladesmercantilización del acceso al bie-nestar social (Esping-Ardersen, 1993,2000; Adelantado y otros, 2000). Simi-lar asociación se hace con la consagra-ción de amplios derechos sociales uni-versales y el Estado Social de Derecho.Desde los estudios jurídicos, se propo-ne la universalización de la ciudada-

nía y ello supone que los derechos seposeen sólo por el hecho de ser persona(Abramovich y Courtis, 2006; Añon,2000; Carmona Cuenca, 2000; Procac-ci, 1999). Pero ello, es decir, la desmer-

cantilización o la universalización delos derechos, se ha considerado insufi-ciente para garantizar el disfrute delos derechos por parte de las mujeres.

La desfamiliarización ha sido se-ñalada como imprescindible para elejercicio de la ciudadanía femenina.En la medida que existan amplios ser-vicios públicos destinados a la aten-ción de la familia, se facilita la partici-pación de las mujeres en el trabajo re-

munerado y con ello se le da mayor ac-ceso a la ciudadanía social (MorenoMinguez, 2007; O’Connor, 1996;Lewis, 1997; Daune–Richard, 2004;Laufer, 2004; Repo, 2003). Como pue-de observarse, el eje clave de la des-

mercantilización apunta hacia el tra-bajo remunerado, en cambio la desfa-

miliarización promueve la liberaciónde un trabajo para poder efectuar elotro. Pero ambas propuestas no valo-ran suficientemente las dificultadesque implica tratar de transformar eltrabajo de cuidado, cuya redistribu-ción requiere cambiar la lógica de ladisponibilidad plena para el empleoremunerado, ya sea asalariado o au-toempleo (Carrasquer, 2009; Torns,2009). Además, la desvinculación delbienestar social de la situación en eltrabajo remunerado no rompe con elconcepto clásico de trabajo, al contra-rio asume que ese es el trabajo. En esteartículo se parte del reconocimientodel aporte del trabajo doméstico-fami-liar en el bienestar social. Es decir, sereconstruye el concepto trabajo en vezde desvincularlo del bienestar social.

6. La redefinición de la relaciónsocial de trabajo y el concepto

ampliado de trabajo

Los diversos tipos de trabajo y lasfunciones sociales que cada uno cum-ple, permiten evaluar las diversas in-terconexiones que van construyendola relación social trabajo en diversosmomentos y qué es lo que la va confi-gurando. La centralidad del trabajoasalariado permitió estudiar unas re-laciones de poder y sus transformacio-nes. Así, se pudieron evaluar los luga-

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res que se asignaban a cada tipo detrabajador asalariado en una confor-mación social dada, y cómo se cons-truían las particularidades de esas re-laciones sociales, en la medida que seiba transformando el trabajo asala-riado y con ello, el lugar de los trabaja-dores en esa sociedad.

Por tanto, la evolución histórica delconcepto trabajo ya no puede ser de-terminado por “el tipo de actividad ode objeto, sino por su articulación enciertas relaciones sociales de subordi-nación, cooperación, explotación o au-tonomía. Esta ubicación permite, jun-to a otros niveles de la cultura y el po-der, conferir además significación so-cial al Trabajo, definir que es Trabajofrente a lo que no es, valorar el trabajoen términos morales y también valo-rarlo en términos económicos, porejemplo frente al capital” (De la Gar-za, 2006: 16).

Los aportes de los Estudios del

Trabajo han sido centrales para in-terpretar esas relaciones sociales. Nocabe ya la posibilidad de una defini-ción abstracta y menos aún neutra.Los significados del trabajo son“construcciones sociales que impli-can determinadas relaciones de po-der y dominación, relaciones de fuer-za que pueden hacer variar los signi-ficados de los conceptos” (De la Gar-za, 2006: 16). Pero la discusión inicialsobre el concepto ampliado de trabajono valoró suficientemente la divisiónsexual del trabajo. Situar en el centrodel debate el desigual reparto del tra-bajo reproductivo o doméstico-fami-liar ha requerido un esfuerzo aúnmayor, pues requiere asir los diferen-tes trabajos para integrarlos. Ello

significa girar el enfoque hacia la vidacotidiana de las personas. Vida coti-diana que se analiza desde el trabajo yno desde afuera, pues el trabajo esparte de ella (Torns, 1999; 2005; Ca-rrasquer, 2009).

Los estudios del trabajo con pers-pectiva de género han apostado en esalínea, rescatando el trabajo domésti-co-familiar para entender tanto laconformación de un mercado de tra-bajo determinado como sus aportes ala generación de bienestar social. Eltrabajo de cuidado debe ser analizadomás allá de la necesaria reproducciónsocial, lo que sitúa la discusión en elmodelo de sociedad que aspiramos avivir. Esta perspectiva aún está enconstrucción.

Las redefiniciones han abierto elconcepto a algunos tipos de trabajo, yel trabajo doméstico-familiar ha co-menzado a ser analizado, pero otrosaún permanecen más en la sombra.Un trabajo no remunerado que no hasido objeto de grandes reflexiones,aunque es efectuado fundamental-mente por mujeres, jóvenes u hom-bres, algunos ya mayores y por tantoretirados del mercado de trabajo, es elvoluntario. Bajo el concepto volunta-

riado social se abarca hoy no sólo unaserie de actividades tradicionales deapoyo a la labor social de las iglesias ode entidades privadas, sino que tam-bién una amplia gama de servicios ha-cia la comunidad que efectúa el tercer

sector, denominación ésta para refe-rirse al sinfín y heterogéneo mundode las organizaciones sin fines de lu-cro. Diversos servicios de proximidad,de atención a los migrantes, a las mu-jeres en situación de violencia fami-

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liar son los más visibles y los que me-nores cuestionamientos generan so-bre las condiciones laborales de esevoluntariado. Pero esa punta del ice-berg esconde otras formas de trabajovoluntario, efectuado por jóvenes enbusca de formarse un currículo labo-ral, hombres desempleados en “reci-claje ocupacional” y mujeres que ob-tienen ventajas económicas y socialespara ellas y su grupo familiar.

En Venezuela, el trabajo volunta-rio ha sido el soporte del principal pro-grama de atención a niños menores deseis años provenientes de familiasubicadas en sectores populares. La fi-gura de la madre cuidadora3 es el cen-tro de un programa estatal denomina-do Hogares y Multihogares de Cuida-do Diario4. La madre integral atiendeun promedio de 30 niños diariamentedurante 10 horas y recibe como com-pensación un ingreso inferior al sala-rio mínimo y no goza de ninguna pro-tección laboral. Las ventajas de las re-modelaciones que recibe la viviendade la madre cuidadora y la posibilidadde incluir como beneficiarios del Pro-grama a hijos, nietos o sobrinos sonlos otros incentivos para efectuar esetrabajo voluntario5. Pero el trabajovoluntario se ha expandido a las di-versas Misiones Sociales, nombre deuna serie de programas estatales des-tinados a la educación, a la salud, a lapoblación indígena, a la formaciónpara el trabajo, a las personas con de-

pendencia de drogas. Estos trabajosvoluntarios se están convirtiendo ennichos de empleo que reformulan eltrabajo como relación social.

El trabajo autónomo o autoempleoes otro tipo de trabajo que requiere serincorporado por sus múltiples inter-conexiones con el trabajo asalariado ytrabajo doméstico-familiar. Su altapresencia en las ramas de actividadde la construcción y de servicios, lasposibles expresiones de fraude a la leylaboral y la dependencia de un clientehan mostrado que no se puede seguirobviando la situación laboral de di-chos trabajadores. En varias legisla-ciones del trabajo han comenzado aaparecer regulaciones para los traba-jadores autónomos.

Por tanto, rescatar los otros traba-jos, situarlos adecuadamente y poderver todas sus posibles relaciones, esimprescindible para analizar el tra-bajo como una relación social. Esostrabajos expresan no solo los cambiosen las categorías ocupacionales y enlos procesos de trabajo sino que eranecesario ubicarlos en los procesossociales de creación de riqueza y ge-neración de bienestar social. Por ello,se insiste que son las formas que ad-quiere la relación social en torno a laactividad lo que define que es trabajo(Pahl, 1991). En consecuencia, inte-grar es una tarea aún a medio cami-no, pero que permite construir lentesmás adecuados para analizar la rea-

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3 Ahora denominada madre integral.4 Ahora denominado Programa Simoncito Comunitario.5 Programa social que también ha sido implantado en Colombia.

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lidad que se esconde bajo el polisémicoconcepto trabajo.

A modo de Cierre

El concepto ampliado de trabajo seha referido fundamentalmente a lasespecificidades de cada tipo de trabajoremunerado, ya sea asalariado priva-do o público y los trabajos autónomosprofesionales y no profesionales. Loscuestionamientos a esa forma de ana-lizar las transformaciones en la pres-tación personal de servicio, han per-mitido incorporar los trabajos no re-munerados. Pero aún no se logra com-prender que ello implica redefinir nosólo el concepto trabajo, sino tambiénnociones tan preciadas como ciudada-nía y bienestar social.

El trabajo voluntario se ha conside-rado parte de la responsabilidad so-cial ciudadana y nunca se le ha nega-do su condición de trabajo. En cambio,al trabajo doméstico-familiar se le haconsiderado casi el antónimo de tra-bajo, y ha sido más difícil visibilizar suaporte a la generación de riqueza y ala construcción de bienestar social.

Por ello, es necesario analizar laspeculiaridades de cada uno de esostrabajos, pues sólo así se puede enten-der cómo se van articulando. De ahíque es imprescindible aprehender lostrabajos no remunerados para enten-der la dinámica y evolución de las re-laciones laborales en Venezuela, y suaporte al bienestar social. Ello requie-re situar la discusión en el entramadode esas dos relaciones de poder que seanalizan en este trabajo, entre capitaly trabajo asalariado y la entre loshombres y las mujeres, pues sólo asíse puede avanzar en la compresión de

ese inaprensible y escurridizo concep-to de trabajo.

El concepto ampliado de trabajo per-mite analizar las especificidades pro-pias de cada tipo de trabajo, pero asu-miendo que no son neutras ni autóno-mas. Desde ahí pueden comprenderselas diversas configuraciones de un mer-cado de trabajo y las características delos sistemas de protección social. Soloasí se puede entender mejor los diver-sos tipos de trabajo remunerado queconviven en una conformación social,las funciones de los diversos tipos detrabajo voluntario, las opciones que ex-presan las regulaciones legales y las es-pecificidades que va tomando la cons-trucción de protección laboral.

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