Revista Digital de Gestión Cultural

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Revista Digital de Gestin Cultural Ao 1, nmero 1, junio 1 de 2011

DirectorioMtro. Luis Antonio Monzn Laurencio Editor general. Mtra. Elosa Poot Grajales Asesora tecnolgica. Hugo Paz Zea Contacto con universidades e investigacin. Jessica Ayala Jimnez Diseo, noticias y eventos. Selene Tern Vilchis Investigacin. Miriam Karmele Barragn. Responsable de eventos y Facebook. Dayna Valdez Investigacin y correspondencia. Sandra Flores Flores Investigacin.

La Revista Digital de Gestin Cultura es una publicacin digital cuatrimestral. Revista Digital de Gestin Cultural por Revista Digital de Gestin Cultural se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribucin-No Comercial-No Derivadas 3.0 Unported. This work is licensed under the Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivs 3.0 Unported License. To view a copy of this license, visit http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/3.0/ or send a letter to Creative Commons, 444 Castro Street, Suite 900, Mountain View, California, 94041, USA.

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ContenidoEDITORIAL UNA REVISIN TERICA SOBRE LA GESTIN CULTURALLaura Elena Romn Garca

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PROBLEMAS DE CONSTITUCIONALIDAD EN LA LEY FEDERAL SOBRE MONUMENTOS Y ZONAS ARQUEOLGICOS, ARTSTICOS E HISTRICOS.Miguel Poot Grajales.

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ENTRE GESTORES Y PROMOTORES TE VEAS. NUEVOS CONTEXTOS Y PERSPECTIVAS.Alberto Zrate Rosales

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PROFESIONALIZACIN DE GESTORES Y PROMOTORES CULTURALES COMO CONSTRUCTORES DE PROCESOS MICROLOCALESJorge Linares Ortiz

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GESTIN CULTURAL: UNA PERSPECTIVA HERMENUTICALuis Antonio Monzn Laurencio

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Editorial

La conformacin slida de un campo de conocimiento, llmese ciencia, arte, disciplina o cualquier otro, es un proceso que requiere tiempo que una gran cantidad de condiciones se cumplan. Como nos han sealado ya varios filsofos de la ciencia, entre ellos Kuhn, Feyerabend, Lakatos, entre otros pensadores como Foucault, Gadamer y dems, estos campos de conocimiento son productos sociales y, como tales, se requieren condiciones sociales especficas para su surgimiento, desarrollo y eventual cristalizacin. Entre ellas, podemos mencionar la delimitacin clara de un objeto propio, diferenciable de las otras disciplinas, ya sea por su enfoque, por sus problemas o por sus mtodos; la construccin de un lenguaje propio y la conformacin de una propia tradicin, que, en ambos casos, consiste en apropiarse de otras tradiciones y lenguajes e irlos poco a poco diferenciando hasta lograr la identidad del campo. Se requiere tambin cierto reconocimiento social e institucional que se logra a travs de la aparicin de institutos de investigacin, carreras universitarias, libros de texto, etc. Uno de estos factores que sirve a su vez como aglutinante o catalizador de ellos es el de las revistas especializadas. En ellas se conforma y concretan el lenguaje, las instituciones, los profesionales, los investigadores. Gracias a ellos se establecen vnculos de trabajo, se conoce la produccin intelectual de los colegas, se reconocen las instituciones de donde provienen las lneas temticas y de accin, as como se promueve el reconocimiento social de la existencia de determinada disciplina. La Gestin Cultural es, en ese sentido, un campo nuevo, joven y en proceso de construccin. Todava falta mucho por construir para generar un espacio bien delimitado en una disciplina que, por su propia naturaleza, es ya inter, trans y multidisciplinaria.

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Basados en lo anterior y en la firme conviccin de que ah en donde falte trabajo, hay que empezar a hacerlo, un grupo de personas involucradas con la Gestin Cultural en Mxico descubrimos un pequeo hueco en las publicaciones de corte acadmico dedicadas a este campo.www.gestioncultural.org.mx

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Existen, ciertamente, revistas de arte y de cultura que retoman estos temas; hay tambin revistas de corte alternativo o de difusin de la Gestin Cultural. Sin embargo, no haba muchos espacios para la difusin y publicacin de la investigacin y el trabajo acadmico en esta rea. Los investigadores se vean conducidos a publicar en revistas de disciplinas aledaas: antropologa, filosofa, pedagoga, etc. Es por ello que consideramos una labor indispensable la realizacin de esta Revista Digital de Gestin Cultural. Nuestro objetivo es brindar un espacio a todos aquellos investigadores, profesionales y estudiantes de Gestin Cultural y disciplinas similares para que difundan las ideas y proyectos realizados o por realizar, manteniendo el rigor acadmico y profesional de la misma. No se trata, pues, de una revista de difusin cultural, sino de una revista Acadmica de Gestin Cultural. Esperamos que este proyecto llegue a su plenitud en poco tiempo y se convierta en un referente necesario (que no en el nico) para quien desee dedicarse profesionalmente al campo de la Gestin Cultural.

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Una revisin terica sobre la gestin culturalLaura Elena Romn Garca.

ResumenHacer una pausa y ubicar la diversidad de miradas que hay sobre la gestin cultural puede ser fructfero para dimensionar dnde nos encontramos y dnde divergimos para consolidar los pasos dados. El siguiente texto intenta abordar las diversas miradas que de la gestin cultural se tienen; de su actor principal, el gestor cultural y el espacio donde se mueve; as como plantear algunos retos que valdra la pena comenzar a asumir.

Palabras claveGestin cultural, mediacin cultural, gestor cultural, espacio de accin, retos.

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Una revisin terica sobre la gestin cultural

Una revisin terica sobre la gestin culturalA pesar de que hace algunos aos en nuestro pas era [Acaso] la fuerza tica y teortica prcticamente inexistente el trmino gestin cultural del argumento cultural puede soportar y actualmente parece insertarse cada vez ms en el llamado contribuir a modificar las distorsiones y sector cultura, y con mayor aceptacin en el campo de las sobresimplificaciones del paradigma de gestin pblica de la cultura. artes. Al respecto, Alfons Martinell reflexiona que a pesar de Lacarrieu y lvarez que la cultura siempre ha reclamado algn tipo de organizacin por parte de la comunidad, la gestin cultural, como la entendemos hoy en da, es un campo de actuacin muy reciente. Podramos afirmar que a pesar de su rpido crecimiento en los ltimos aos an est en fase de estructuracin y definicin. (Martinell, 2008: 267). Pero por qu nace la gestin cultural?, cul es el contexto que enmarca la aparicin de esta nueva disciplina en formacin?, a qu se debe su expansin? El siguiente texto intenta abordar las diversas miradas que de la gestin cultural se tienen; de su actor principal, el gestor cultural y el espacio donde se mueve; as como plantear algunos retos que valdra la pena comenzar a asumir. El origen de esta disciplina en ciernes suele ubicarse con el comienzo de la institucionalizacin de la cultura (cfr. Hugues de Varine, 1956) marcada histricamente con la apertura del Ministerio de Cultura francs en 1959, bajo la direccin del tambin primer llamado promotor cultural Andr Malraux, quien a travs de las casas de cultura diseminadas por cada una de las regiones francesas acerc las obras capitales de la humanidad, y en primer lugar de Francia, al mayor nmero posible de franceses. (Urfalino, 2005:16). En Mxico aos atrs con las implementacin de las misiones culturales y educativas puestas en marcha por Jos Vasconcelos a lo largo y ancho del pas, y cuyas figuras claves fueron el maestro, el libro y el artista, se haban sentado las bases de lo que posteriormente para Malraux sera la razn de ser de la promocin cultural. A partir de la experiencia vasconceliana en Mxico comenzaron a abrirse una serie de instituciones que seran el cobijo de muchos de aquellos promotores culturales (Instituto Nacional de Bellas Artes, el Instituto de Antropologa e Historia1), que en estos primeros inicios eran quienes1

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Ms recientemente, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, la Secretara de Cultura del Distrito Federal, refieren la necesidad de capacitar a los promotores y de formar nuevos cuadros de gestores culturales . www.gestioncultural.org.mx

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desde la intuicin y con las herramientas de su propia formacin llevaban, acercaban y fomentaban la identidad de un pas a travs de las bellas artes y de la educacin. Esta etapa de institucionalizacin implic dos elementos fundamentales: primero, la apropiacin por parte del Estado de la codificacin y jerarquizacin de los valores y significados de la cultura; y por el otro, que se asumiera ste tambin como centralizador y unificador de las acciones que competen a la cultura a travs de la creacin de instituciones y agentes. Por su parte, Atzhiri Molina (2011:1) afirma que si bien en algunos pases la Promocin Cultural comienza a principios del siglo XX de la mano de procesos de alfabetizacin, construccin de la idea de nacin y factor para el progreso; la idea de promotora cultural toma forma en las dcadas de los sesentas y setentas como modos de movilizacin social y construccin de las comunidades. Esto llev a la apertura en nuestro pas a principio de los ochentas de una serie de dependencias encaminadas a la profesionalizacin de los promotores culturales, y posteriormente, de los gestores culturales: la Direccin General de Promocin Cultural (DGPC) desde 1983 contaba con cursos modulares para la capacitacin de los promotores culturales; ms tarde la Direccin General de Vinculacin y Ciudadanizacin del CONACULTA tena un programa de capacitacin para estos agentes (Soto, 2006: 273,275); en el 2001 la Direccin de Capacitacin Cultural del CONCACULTA realiza diplomados, seminarios, cursos y un posgrado virtual para posicionar el quehacer y la importancia de la formacin de gestores culturales. Ms recientemente se han ofertado en varios puntos de nuestro pas licenciaturas y maestras cuyo objetivo plantea la formacin de profesionales en la gestin de los diversos campos artsticos y para el desarrollo comunitario. A la par de esta apertura de instituciones especializadas en el quehacer cultural, enfocado en esos aos exclusivamente a las bellas artes y el patrimonio, el mundo hizo patente una realidad muy diferente a la experimentada hasta entonces; una realidad donde lo simblico viaja en segundos por los avances tecnolgicos; un mundo que pide a gritos la paz; donde la aparicin de nuevos actores culturales como las ongs, las comunidades lsbico-gays, los narcos o las tribus urbanas desdibujan las buenas intenciones de las acciones gubernamentales en materia de cultura; donde el turismo cultural se vuelve moda, donde la equidad de gnero se convierte en discurso; donde el otro, el diferente tiene rostro; donde las polticas culturales comienzan a ser el centro de debate ya no slo de los especialistas de antao sino de artistas, de comunidades indgenas, de jvenes; un contexto internacional donde comienza a debatirse la importancia que la cultura y las acciones puestas en marcha por los Estados tienen para el desarrollo, entendido ste ya no solo en trminos econmicos sino sociales y culturales; pero sobre todo, un mundo de mayores diferencias y ms homogeneidades. En este terreno complejo se plantea la necesidad dewww.gestioncultural.org.mx

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profesionalizacin de los actores involucrados directamente en los mbitos culturales, as como la pertinencia de formacin de profesionistas que asuman los retos que un espacio polismico y cambiante demanda en las sociedades. Esta nueva ebullicin de la cultura se corresponde con la nueva denominacin de poca: la era de la cultura. Un viraje que acaba generando mutaciones en el campo acadmico y de la gestin como en las diferentes dimensiones de la vida social en que se espera que se acte. (Lacarrieu y lvarez, 2008:14) La gestin cultural, a pesar de su corta vida, se acompaa de mltiples acepciones y nombramientos: promocin cultural, gestin cultural, gestin de lo cultural, animacin sociocultural, mediacin cultural, administracin cultural, gestin de la cultura, arts management o gerencia cultural. Al respecto, Rubens Bayardo (2007) apunta que lo que est en el centro del debate no es la gestin, sino los modos y las conceptualizaciones que la orientan en tanto que cultural. Lo imprescindible y central es lo que se entienda por gestin y cmo se le conciba. A pesar de que han sido pocos aos de la existencia de la gestin cultural como profesin ya existen varias definiciones, usos y perspectivas para su abordaje permeadas por el contexto y las disciplinas en el que surgieron. A continuacin presentar algunas de las conceptualizaciones que se le han dado a la gestin cultural, con el objetivo de dar un panorama de aquellas miradas que arropan a una multiplicidad. Comenzar afirmando que estamos ante un terreno complicado ya que el que una palabra sea utilizada de maneras tan distintas testifica su incoherencia fundamental como concepto unitario, pero al mismo tiempo, es aqu donde radica su fuerza y su trampa. (Harvey, 1996; citado por Ochoa, 2008: 158). En un principio la palabra gestin implant una idea que para muchos crticos reduce a la cultura a un producto de mercantilizacin. La definicin que propone Bernrdez Lpez (2003:3) lo confirma: la gestin cultural es la administracin de los recursos de una organizacin cultural, con el objetivo de ofrecer un producto o servicio que llegue al mayor nmero de pblico o consumidores, procurndoles la mxima satisfaccin. Por su parte, Adolfo Colombres apunta que la administracin cultural fue reemplazada por el de gestin cultural ya que la primera fue cuestionada por diversos sectores del mbito cultural, y concluye diciendo: una primera definicin que nos acerca a las posibilidades de la palabra es que si bien sta est relacionada con la administracin, con la obligacin de rendir cuentas tambin implica dar origen, generar, producir hechos, conducir, realizar acciones. (Colombres, 2009: 26). No hay que olvidar que la propia necesidad de esta formacin nace desde las instituciones culturales, ms especficamente desde los museos, espacios especializados en la salvaguardia y difusin del patrimonio cultural. Los museos son un elemento clave en la profesionalizacin de los gestores culturales ya que estas instituciones han tomado elementos de la administracin y la gestin, en su concepcin tradicional, pero traducidas a laswww.gestioncultural.org.mx

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necesidades y perfiles de este tipo de espacios. El caso sobre la Universidad de Barcela, pionera en la formacin en museologa y gestin patrimonial, permite ubicar las necesidades presentes a principios de los noventas en los museos europeos y que dan cuenta del porqu estos espacios fueron el parte aguas en la consolidacin de la gestin cultural: hasta hoy el patrimonio histrico y arqueolgico ha sido gestionado por investigadores y educadores sin una formacin especfica en las tcnicas y mtodos propios de la gestin de organizaciones y servicios...los tiempos presentes piden una preparacin que proporcione conocimientos y experiencias sobre administracin de recursos financieros, gestin del personal, organizacin y marketing de las actividades y los servicios, etc. 2(Barry Lord y Gail Dexter, 2005:52). En la mayora de los museos a nivel mundial la gestin cultural es una herramienta que debe inspirar, comunicar, dirigir, controlar y evaluar (Barry, 2005) al personal de una organizacin, en este caso musestica, para que por medio de la creatividad y liderazgo de su director se facilite la toma de decisiones para lograr la consecucin de la misin y el cumplimiento del mandato. Posteriormente, esta herramienta organizacional perme diversos campos artsticos si bien ampliando sus posibilidades, no alejndose de la esfera administrativa como lo seala Eduardo Delgado: (citado en Ben, 2002: 3) somos los gestores culturales quienes nos encargamos, en primera lnea, de ese fenmeno de la cultura biorregenerable. Nos movemos en contacto directo con esas extraas criaturas que son los creadores. La nuestra es una posicin difcil y compleja: cultura en el mundo administrativo y Administracin en el mundo del arte. En las artes escnicas, la gestin cultural es una herramienta para generar proyectos que emanen de la sociedad como contexto complejo y que se reviertan en ella, tomando en cuenta la diversidad de culturas que coexisten en un mismo espacio social. [...] La produccin ejecutiva consiste en la materializacin de esa gestin, a travs de una metodologa de trabajo como lo apunta Marissa de Len, (2005:30) productora ejecutiva de artes escnicas. Esta definicin, que parece emanada desde una perspectiva sociolgica, plantea al gestor cultural como el artfice en la elaboracin de proyectos, el cual debe dimensionar un proceso constante de evaluacin, creatividad y liderazgo para alcanzar los objetivos y las metas. Esta concepcin coincide con la que Luis Ben aporta: la gestin cultural [se entiende] como el conjunto de herramientas y metodologas empleadas en el diseo, produccin, administracin y evaluacin de proyectos, equipamientos, programas o cualquier otro tipo de intervencin que dentro del mbito de la cultura creativa se realiza [...] con la finalidad de crear pblicos, generar riqueza cultural o potenciar su desarrollo cultural en general. (Ben, citado por De Len, 2005:26). Pgina

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Los puntos suspensivos son parte de la cita. www.gestioncultural.org.mx

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Esta seleccin de definiciones dan cuenta del trnsito de la concepcin de esta herramienta, convertida pocos aos despus en una profesin, que posibilita la administracin de recursos, la conduccin y el liderazgo, la elaboracin de proyectos y la evaluacin que permite la consecucin de misiones y objetivos; es decir, y tal como la asevera David Hernndez Montesinos, la gestin cultural es ponerle rigor a la intuicin. (Hernndez, 2002: 24) Y qu se necesit para convertirla en una profesin? Tres elementos sustanciales: desarrollo, comunidad y riqueza cultural que configurarn otra mirada a la gestin cultural, sus posibilidades y los para qu de su existencia. A principio de los cincuenta el concepto de desarrollo entendido como progreso fue un elemento clave para la formulacin de las polticas mundiales. Para los pases ms poderosos el desarrollo era posible a travs del progreso de un pas, el cual era medido en funcin de la mejora de la calidad de vida desde una perspectiva occidental. Ya para 1980 este concepto cambia de orientacin y de escala, pasando a considerar lo local, lo regional, lo endgeno, lo sostenible y lo local, como elementos fundamentales de sus actuaciones (Pereira, 2006) por lo que aparece el binomio cultura y desarrollo como discurso. En este contexto mundial, sumado a contextos locales cruciales3 se hace necesaria la participacin de los agentes culturales para trabajar por el mismo objetivo como lo afirma Juan Carrillo (2002: 48) La gestin cultural no es un hecho esttico o realizado por una serie de profesionales con un proyecto cerrado; es un evento que se realiza con la participacin de todos, y es esa participacin la que permite que los acontecimientos se sucedan a un determinado ritmo. No es la construccin de una casa, donde ladrillo, cemento y ladrillo siempre pegan; es la bsqueda constante de ingredientes que permitan edificar ese mundo donde los valores de tolerancia, respeto, igualdad, entre otros, sean nuestro mximo exponente. Hoy, si bien seguimos en la bsqueda de consensos que permitan la consolidacin de la gestin cultural como una disciplina, no hay duda de la importancia que sta tiene para la transformacin social, ya que la gestin cultural tiene, o debe tener, como caracterstica el trabajo comunitario, en colectivo que estimule la creatividad y con ello la solucin de problemas pequeos y mayores tanto individuales como colectivos (Maass, 2006: 15); pero quin es el actor que asume tal compromiso?

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A finales del siglo XX muchos de los pases Iberoamericanos viven momentos cruciales que permitirn la reconfiguracin de sus formas de ser y hacer. A finales de los setentas Espaa intentaba reconfigurarse como pas despus del franquismo por lo que ech mano de profesionistas que asumieron la animacin sociocultural como herramienta para la reconstruccin de un pas. En Mxico un cambio visible que permiti la profesionalizacin de los agentes culturales fue la apertura del CONACULTA, del FONCA y aos ms tarde, con la eleccin del primer jefe de gobierno en la Ciudad de Mxico, la apertura de un Instituto de Cultura para la Ciudad, hoy Secretara de Cultura del Distrito Federal. www.gestioncultural.org.mx

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Margarita Maass (2006) nos acerca al artfice de la gestin cultural, el gestor. ste es un agente social que trabaja en una comunidad; como tal, tiene un lugar en el espacio donde se mueve y realiza sus prcticas culturales en relacin con los dems agentes. Por otro lado, en tanto que agente especializado debe reflexionar sobre sus capitales pues no hay que olvidar que el discurso de la cultura es elaborado por los agentes especializados: artistas, intelectuales, investigadores, funcionarios culturales quienes elaboran sus propias reglas, estrategias y luchas para moverse dentro de ese espacio de fuerzas (campo). Cuando alguien se reconoce como gestor cultural tiene que mirar, pensar, moverse y luchar dentro de ese campo. Deber conocerlo y dominarlo para saber dnde est parado, pero sobre todo tendr que conseguir un mejor lugar dentro del mismo (Maass, 2006: 39), ya que es necesario capacitar en el mbito cultural, pues slo as se podr entrar al juego cotidiano de la poltica y aumentar el espacio de influencia (Ariel, 2009). Inserto en un espacio complejo, el gestor cultural debe tener todas las herramientas, habilidades, aptitudes y conocimientos indispensables para analizar el campo, sus agentes, sus luchas, sus reglas, sus mecanismos de asenso, etc.; pero sobre todo, debe tener una mirada relacional que, como apunta Jorge Gonzlez (Mass, 2006:10) [...] hace posible que veamos lo que no es visible a la experiencia directa por obra de un metalenguaje, y que solo la teora es capaz de dar. Desde la perspectiva de la sociologa de la cultura, el gestor cultural es aquel que debe trabajar por el desarrollo de una comunidad, (Maass, 2006) esto implica que un gestor cultural debe enriquecer sus capitales lingstico, cultural y social para operar sus proyectos porque ello implica incrementar su capacidad para ver, para escuchar, para reflexionar y para actuar; lo que le permite planear, realizar y evaluar con el fin nico de aportar y caminar junto con la comunidad en la que trabaje para alcanzar el desarrollo humano, social y cultural. Para Luis Carlos y Carlos de la Mora (2010) la misin del gestor de lo cultural es aportar a la invencin de las diversas culturas apoyando y fortaleciendo los procesos significativos de integracin y desarrollo comunitarios pues como lo apunta Maas (2006) el objetivo de la gestin cultural es formar comunidades ms auto determinadas y menos dependientes. Es importante ubicar tambin el espacio de accin de este agente; un espacio fsico y territorial donde existen ms agentes sociales que construyen su historia, su cultura. Entonces el gestor se mueve en un espacio complejo donde se hacen presentes una diversidad de campos que entrevera la cultura en sus tres dimensiones: campo, habitus y las prcticas; y en un proceso de reflexividad el gestor lleva consigo sus propios capitales y hbitos. Tal como lo plantea Maass la posicin de un agente en el espacio social es relacional ya que no hay espacio que no est jerarquizado. Ante este panorama, la gestin cultural no la podemos definir como una ciencia, ni se puede contemplar dentro de un marco epistemolgico propio, sino que es fruto de un encargo socialwww.gestioncultural.org.mx

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que profesionaliza a un nmero considerable de personas en respuesta a unas necesidades de una sociedad compleja. Esto le da una perspectiva pluridisciplinar. (Martinell, 2008: 272). Para terminar esta revisin del origen, transformacin y momento actual de la gestin cultural y con el fin de ampliar una mirada relacional quisiera esbozar las caractersticas de un trmino utilizado con mayor fuerza en Francia y que creo comparte con la gestin cultural un origen, un contexto, un terreno, un profesional y una finalidad, la mediacin cultural. El trmino no es nuevo en el vocabulario de la poltica, sin embargo, en los debates sociales est apareciendo ya como un elemento indispensable. Hoy en da la mediacin ha ganado terreno en las sociedades europeas (Weivioka, 2002: 18) ya que es utilizada sobre todo en conflictos interculturales. Implica hablar de la intervencin de un tercero en una situacin de naturaleza conflictiva. Esto nos remite a la idea de un triangulo en una situacin donde la presencia de un tercero es requerida por las dos partes en dilogo, en conflicto o en tensin; en este sentido, el mediador cultural as como el gestor son visualizados como un nodo que aporta elementos que permiten el dilogo y la toma de decisiones. Entre las mltiples definiciones de la mediacin, encontramos la siguiente: la mediacin es un modo de construccin y de gestin de la vida social gracias a la intermediacin de un tercero (Weivioka, 2002:22). Una intervencin, dice Weivioka, implica la gestin, la mediacin y/o la promocin que aunque no son necesariamente la panacea pueden ayudar al dilogo, a generar procesos de creacin, a lograr objetivos planteados en un contexto y a mejorar las condiciones de una comunidad; todas stas, caractersticas planteadas anteriormente en la gestin cultural. En el campo cultural, la nocin de mediacin nace en los sesentas y se desarrolla con ms fuerza en los museos franceses en los ochentas. En el campo de las artes visuales el trmino permiti generar un dialogo a veces difcil entre los pblicos y los objetos culturales, ya que toda mediacin es una operacin de traduccin, de reformulaciones, de desplazamientos de significados, segn las lgicas que le son propuestas(Latour, 1989, citado por Weivioka, 2002, 23). En este acto de la mediacin, al igual que en la gestin, hay desplazamiento de significados. Asimismo, en la mediacin no hay un tercero neutro, sino que implica una forma particular de traduccin, de construccin de realidad en funcin de la historia y los capitales con los que cuenta ese mediador, tal como lo plantea Maass con el gestor cultural. Los mediadores culturales son los nuevos intermediarios de la cultura que ocupan un lugar en el campo cultural. Al respecto, podemos ubicar dos tipos de mediadores, aquellos quienes se encargan de la concepcin de proyectos y de acciones culturales; y los que tienen a su cargo la puesta en marcha de estos proyectos y de estas acciones. (Ruby, 2001: 400; 401). Catherine Clment (2002, 69) plantea dos niveles en la mediacin,www.gestioncultural.org.mx

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el que se lleva a cabo frente y con una comunidad, y el que se realiza a travs de una organizacin. Hasta aqu algunas caractersticas que se empalman con las expuestas en la gestin cultural ya que no intento extenderme para dar una contexto pormenorizado de la mediacin cultural. Mi objetivo es abrir los horizontes de lo que implica esta profesin pues acaso el gestor cultural no se involucra como mediador desde la perspectiva planteada lneas arriba? Como vemos la diversidad de contextos, los niveles en los que interviene, intermedia o gestiona y los para qu de la accin de este profesional dificultan dar una sola definicin; sin embargo, y a pesar de las disciplinas o reas que la han hecho suya, se puede ubicar una caractersticas en comn: nuevas formas de hacer y mirar para alcanzar un objetivo a travs del trabajo [...] en colectivo, [de] estimular la creatividad y con ello la solucin de los problemas pequeos y mayores tanto individuales y colectivos (Maass, 2006: 15). No olvidemos que la gestin de lo cultural, en tanto concepcin y prctica de la transformacin social, entraa como punto de partida sine qua non una visin crtica de s misma, del mundo, de la vida y de su propio quehacer como prctica profesional o profesionalizada. (De la Mora et al, 2010: 84). En pleno siglo XXI, sin esperanzas de un futuro mejor, los retos para la gestin y el gestor cultural se multiplican. Si los contextos institucionales condicionan la forma de gestin y el posicionamiento estratgico de un proyecto cultural, estn preparados e interesados los organismos estatales, las empresas y agencias del tercer sector para contribuir con fuerza a reanimar el espacio social en el que se reencuentren sentido los intereses colectivos y formas de ciudadana que no se limiten a una mera participacin (inmolacin) consumista?. (Lacarrieu y lvarez 2008: 30). Es necesario apuntalar otros espacios de accin ms all de los institucionales y los artsticos; aquellos que tenemos a un lado, cercanos, locales. Urge comenzar a hacer diagnsticos que corroboren si la gestin o mediacin cultural potencian la responsabilidad y el capital social, la inclusividad democrtica y la equidad, la innovacin social y la experimentacin con nuevos recursos simblicos. Si bien hay una diversidad y complejidad de y en los espacios en lo que se inserta un gestor, son cruciales los consensos que permitan fortalecer las miradas de un campo en construccin. Falta una red activa y real, ms all de los mltiples foros virtuales, espacios de discusin y difusin, de profesionales de la cultura que de manera conjunta y colectiva contribuya a la transformacin de las instituciones culturales, de sus prcticas, de su falta de transparencia y rendicin de cuentas. El reto principal es realmente comenzar a funcionar como comunidad-red que se informe, que se comunique, que se transmita conocimiento, que proponga, que acte, que se critique. El nuevo lugar y el tipo de relaciones que ha tomado la cultura con la economa, la poltica, con lo pblico y lo privado y que involucran nuevos intermediarios culturales vinculados a las reas de auge, como la comunicacin, el entretenimiento, el juego, la publicidad y el marketing, ente otraswww.gestioncultural.org.mx

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(Lacarrieu, 2009: 17), sin dudas se ve reflejada en cierta concepcin general que ha llevado a la emergencia desordenada del rea de la gestin cultural, materializada no slo en el mbito de recientes y numerosos espacios de capacitacin [...] sino adems en una nueva concepcin de desarrollo que ahora incluye la dimensin cultural como coadyuvante al desarrollo econmico social, y coloca en tela de juicio la formulacin e implementacin de polticas de lo cultural.(Lacarrieu, 17). Muchos funcionarios de cultural se asumen como gestores culturales; pocos, a cuenta gotas, gestores culturales se han convertido en funcionarios de la cultura, sin embargo, la mayor parte de ellos, como apunta Hernndez Montesino (2002: 25) se ha quedado en la pura administracin de lo existente o en el recabar y administrar los recursos disponibles en las ya infinitas administraciones, para su personal sostenimiento, pero dnde qued la transformacin social de la comunidad? Finalmente, y como lo reflexionan ampliamente Lacarrieu y lvarez si la cultura ha sido puesta como la herramienta para la resolucin de problemas de diversa ndole en qu lugar cabe a la gestin cultural en tiempos en que la diversin concluye y los recursos escasean como nunca, [pues] son los mismos gestores culturales quienes observan con temor el peso con el que empiezan a cargar y paradojalmente, las imposibilidades con que tambin cuentan para hacerse cargo de todo. (Lacarrieu, 2008: 20; 30).

Bibliografa Ariel Olmos, H. Capacitar en cultura: una necesidad estratgica en Pensar Iberoamrica. Revista de Cultura. http://www.oei.es/pensariberoamerica/ric07a10.htm. Visitado el 28 de abril de 2009. Bayardo, R. Cultura, artes y gestin. La profesionalizacin de la gestin cultural en www.cepi.us/posgrado/download.php?file=RBayardo.pdf. Visitado el 23 de enero de 2009. Barry Lord y Gail Dexter Lord. (2005). Manual de gestin de museos. Barcelona: Ariel. Ben Andrs, J.L. (2002). Los modelos de la gestin cultural. La poltica en el municipio. El respeto a los derechos de la propiedad intelectual. Madrid, Espaa: Sociedad General de Autores y Editores y Federacin Espaola de Municipios y Provincias. Extrado de http://www.femp.es/files/120-19-CampoFicheEl siguiente texto intenta abordar las diversas miradas que de la gestin cultural se tienen; de su actor principal. el gestor cultural y elwww.gestioncultural.org.mx

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espacio donde se mueve; as como plantear algunos retos que valdra la pena comenzar a asumir. ro/Pol%C3%ADticaCultural.pdf Visitado el 4 de mayo de 2011. Bernrdez Lpez, J. (2003). La profesin de la gestin cultual, definiciones y retos. Portal Iberoamericano de Gestin Cultural. http://www.gestioncultural.org/gc/es/pdf/BGC_AsocGC_JBernardez.pdf. Visitado el 24 de Noviembre 2010. Carrillo Magro, J. (2002). Las universidades populares. Un proyecto de gestin cultural en el municipio. La poltica en el municipio. El respeto a los derechos de la propiedad intelectual. Madrid, Espaa: Sociedad General de Autores y Editores y Federacin Espaola de Municipios y Provincias. Extrado de http://www.femp.es/files/120-19CampoFichero/Pol%C3%ADticaCultural.pdf Visitado el 4 de mayo de 2011. Clment, C. (2002). Communication. La nuit et lt. France: Ministre de la Culture et de la

Colombres, A. (2009). Nuevo manual del promotor cultural I-II. Mxico: CONACULTA. Garca Canclini, N. (2007). Lectores, espectadores e internautas. Barcelona: Gedisa. De Len, M. (2005). Espectculos escnicos. Produccin y difusin. Mxico: CONCAULTA. Dijan, J. (2005). Politique culturelle: la fin dun mythe. France: ditions Gallimard. Gimnez, G. (2005). Teora y anlisis de la cultura. Mxico: CONACULTA/Intersecciones. Hernndez Montesinos, D. (2002). Los otros. Dedicado a quienes nos evidencian la realidad. Perifrica. Revista para el anlisis de la cultura y el territorio. Espaa: Universidad de Cdiz. Figueroa Daz, M. (2006). tica, pluralismo cultural y desarrollo humano. De lo intercultural a lo global. Cultura y desarrollo humano. Visiones humanistas de la dimensin simblica de lo individual y social. Mxico: CONACULTA e Instituto Mexiquense de Cultura/ Intersecciones.

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Weivioka, M. (2002). La mdiation. Une comparaison eurepenne. Les ditions de la DIV. Etudes et recherches.

Sntesis curricularLaura Elena Romn Garca. Productora ejecutiva en artes escnicas, gestora cultural, docente e investigadora. Estudi la licenciatura en Literatura Dramtica y Teatro (UNAM), la especializacin en Polticas Culturales y Gestin Cultural (UAM-CONACULTA-OEI) y la maestra en Promocin y Desarrollo Cultural. Es fundadora y coordinadora del Observatorio de Polticas Culturales de la Universidad Autnoma de la Ciudad de Mxico. Actualmente trabaja en diversos proyectos artsticos, estudia el Doctorado en Ciencias y Humanidades para el Desarrollo Interdisciplinario (CEIICH-UNAM, UadeC) y es profesora-investigadora de la UACM.

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Problemas de constitucionalidad en la ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueolgicos, Artsticos e Histricos.Miguel Poot Grajales.

Planteamiento del problemaLa ley Federal de Monumentos y Zonas Arqueolgicos, Artsticos e Histricos presenta una inconsistencia de orden constitucional al carecer de un procedimiento que desahogue el derecho de audiencia respecto de los actos de autoridad que establece la propia ley, conforme lo seala expresamente el artculo 14 constitucional. Esta circunstancia ha provocado que los actos de autoridad emitidos por el Instituto Nacional de antropologa e Historia y el Instituto nacional de Bellas Artes y Literatura sean fcilmente impugnados en tribunales bajo el argumento de que los particulares no pudieron hacer efectivo el derecho de audiencia. La admisin de los recursos presentados por los particulares ante la Suprema Corte de Justicia de la Nacin han prosperado y sentado precedentes sobre la inconstitucionalidad de la ley, circunstancia que ha provocado que las autoridades, ahora, desistan de continuar el procedimiento que refrende su acto de autoridad. Esta situacin slo puede ser subsanada mediante un acto legislativo.

Naturaleza de la ley

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La Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueolgicos, Artsticos e Histricos, publicada en el Diario Oficial de la Federacin el 6 de mayo de 1972, recoge la experiencia que en materia de proteccin del patrimonio cultural se desarroll en nuestro pas a lo largo del siglo XX, tanto desde la perspectiva cientfica y tcnica como desde el punto de vista jurdico. El espritu normativo de la ley

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sita a la proteccin y conservacin del patrimonio cultural como un asunto de inters social y nacional, y deposita en el orden Federal de gobierno el principio de autoridad para llevar a cabo las acciones que, en representacin del inters pblico, sean necesarias para proteger, conservar, investigar y difundir el legado cultural de la Nacin. La legislacin vigente, sustentada en la fraccin XXV del artculo 73 constitucional, inscribe en un rgimen de proteccin los bienes muebles e inmuebles producto de las civilizaciones que habitaron el territorio nacional antes del establecimiento de la hispnica, los bienes que por determinacin de ley o por la va de declaratoria estn vinculados con la historia de la nacin o, bien, fueron destinados al culto religioso, as como aquellos que por sus cualidades revisten un valor esttico relevante cuya proteccin es de inters nacional. El marco jurdico al que se adscribe el patrimonio cultural bajo las figuras de monumentos y zonas de monumentos le otorga una condicin jurdica que, en el caso de los bienes arqueolgicos, por disposicin expresa de la ley, los hace propiedad de la Nacin, inalienables e imprescriptibles y, en el caso de los bienes artsticos y los bienes histricos, los sujeta a modalidades de uso, conservacin y traslado de dominio con el propsito esencial de garantizar su salvaguarda, con independencia de si se trata de bienes pblicos o de propiedad particular. Esta naturaleza jurdica resume, en gran medida, un debate histrico e ideolgico por mantener libres del comercio y del saqueo a los bienes arqueolgicos y evitar, entre otros fines, la destruccin de los inmuebles arqueolgicos, histricos o artsticos, amenazados por el desarrollo urbano y los intereses inmobiliarios. La Ley sienta las bases de una Poltica de Estado sustentada en el inters social y el orden pblico, privilegiando la accin gubernamental en la defensa de los elementos que se considera son la expresin de la historia, identidad e idiosincrasia nacionales. Adems de la proteccin, la conservacin y la recuperacin del patrimonio cultural, actividades que ya haban sido declaradas de utilidad pblica en el artculo 1 de la Ley Federal del Patrimonio Cultural de la Nacin (la legislacin previa), publicada en el Diario Oficial de la Federacin el 16 de diciembre de 1970, la Ley Federal sobre Monumentos y zonas Arqueolgicos, Artsticos e Histricos de 1972, que abrog a aquella, declara de utilidad pblica, adems, a la investigacin y a la restauracin de los monumentos y zonas de monumentos, reconocimiento que sita a estas actividades como elementos de primer orden en los propsitos de la ley. Desde estawww.gestioncultural.org.mx

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perspectiva, la proteccin, conservacin y recuperacin no pueden ser disociadas de las labores de la investigacin y restauracin. Una caracterstica relevante de la Ley promulgada en 1972, fue la introduccin del concepto de zona de monumentos, para designar el rea especfica en la que se localizan diferentes edificaciones, asociadas entre s, de una misma categora, ya sean arqueolgicas, histricas o artsticas. Esta figura jurdica, sustentada con la Reforma Constitucional a la fraccin XXV del Artculo 73 constitucional publicada en el Diario Oficial de la Federacin el 13 de enero de 1966, involucr al titular del Ejecutivo en el procedimiento de las declaratorias de zonas de monumentos como la nica autoridad facultada para emitirlas. Adems, las zonas de monumentos quedan sujetas a la jurisdiccin Federal en lo que se refiere a la salvaguarda de los inmuebles que las integran.

Las pretensiones de la ley de 1972Uno de los propsitos de la Ley de 1972 fue enmendar imprecisiones y preceptos inconstitucionales del texto de la Ley del Patrimonio Cultural promulgada en 1970, aprobada y promulgada tan slo dos aos antes. Entre ellos, destacan la posibilidad de que particulares comercializaran bienes arqueolgicos o, bien, se aplicara la figura de utilidad pblica a bienes de propiedad particular por el slo hecho de justificar la necesidad de incrementar los acervos pblicos, aspectos que fueron impugnados por organizaciones sociales, acadmicos e, incluso, instituciones pblicas. Asimismo, el mbito de proteccin de la nueva ley qued circunscrito nicamente a monumentos y zonas de monumentos arqueolgicos, artsticos e histricos, cuya conservacin fuera de inters nacional, dejando de lado los dems bienes calificados como de inters cultural de acuerdo a ley federal previa que estaban fuera del marco constitucional aprobado en 1966. Sin duda, la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueolgicos, Artsticos e Histricos

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represent un esfuerzo genuino por alcanzar un instrumento jurdico que garantizara la proteccin y conservacin efectiva del patrimonio cultural, con apego a los principios constitucionales y a las garantas individuales, sin embargo, con el paso de los aos, es necesario hacer una reflexin sobrewww.gestioncultural.org.mx

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diversos aspectos que han estado presentes en la discusin y aplicacin de la ley en relacin con el derecho de audiencia, independientemente de necesaria revisin de las conductas delictivas de que son objeto los monumentos y las zonas de monumentos, adems de otros aspectos de carcter tcnico y administrativo de los bienes a que se refiere la ley.

Anlisis metodolgicoSin duda, nos enfrentamos ante un problema para la autoridad en materia de proteccin del patrimonio que no puede ser resuelto en tribunales recurriendo a una argumentacin basada en el mtodo analgico, precisamente el que se usa para efectos de lagunas jurdicas, pues la materia de monumentos y zonas arqueolgicos, artsticos e histricos es muy especfica y, aunque se trata de acciones similares a la accin de utilidad pblica, los efectos jurdicos son muy diferentes: no implica la expropiacin de los bienes sino la imposicin de modalidades de uso a los bienes declarados como monumentos por la autoridad. Las consecuencias jurdicas a que dan lugar los actos previstos en la ley y la naturaleza jurdica de los bienes muebles e inmuebles declarados monumentos, los hace de suyo un universo totalmente independiente a otras materias. De hecho, la autoridad ha llegado a considerar que las resoluciones de la Suprema Corte de Justicia de la Nacin en relacin con la omisin del derecho de audiencia, pueden subsanarse de hacer valer, de manera extensiva, por simple analoga, las disposiciones de la Ley de Procedimiento Administrativo al analizar los recursos interpuestos por particulares, ya que el reglamento de la ley lo prev en alguna forma. Sin embargo, existen diversas resoluciones en sentido contrario emitidas por el Poder Judicial. Ahora bien, si la ley de 1970 contena un procedimiento previsto en el texto normativo, queda la inquietud respecto de por qu no se traslad dicho contenido a la ley de 1972. Conforme a

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los fines teleolgicos expresados en la discusin de la nueva ley, el Congreso se enfoc en la necesidad de establecer un nuevo orden jurdico en materia de patrimonio cultural debido a que, la ley que se promulg en la era del Presidente Gustavo Daz Ordaz, por una parte, permita elwww.gestioncultural.org.mx

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coleccionismo y, por la otra, posibilitaba la expropiacin de bienes culturales de propiedad particular, lo que en nuestra opinin expresaba una inconsistencia en cuanto a la integralidad de la norma desde un punto de vista sistemtico y de coherencia; sin caer en antinomias daba pie a contrasentidos en el mismo cuerpo normativo. Tambin hay que destacar la fuerte carga ideolgica que, desde el siglo XIX, ha caracterizado la defensa de los bienes culturales en nuestro pas; la percepcin de que Mxico ha sido culturalmente saqueado. Esta tendencia radicaliz a los partidarios de que los bienes culturales estuvieran sujetos a controles rigurosos, entre ellos, a travs de registros pblicos. Sin embargo, este fin que se le ha querido conferir a la salvaguarda de los bienes culturales, fundado en principios nacionalistas de la cultura, ha resultado ineficaz ante la bastedad de bienes inmuebles y muebles que cumplen con las hiptesis jurdicas de los monumentos: se ha estimado en ms de 200 mil los sitios con vestigios prehispnicos (desde campamentos de cazadores hasta ciudades monumentales), adems de 14 mil edificaciones religiosas de carcter histrico con todo y sus bienes muebles. Lo anterior, con independencia de los bienes artsticos creados a partir del siglo XX. Tal vez, por razones de ndole operativa la legislacin slo consider el derecho de audiencia respecto de la obligacin de los particulares de inscribir los monumentos de su propiedad en el Registro Pblico de Monumentos y Zonas Arqueolgicos e Histricos y el correspondiente de bienes artsticos, no respecto de las declaratorias de monumentos. Esta circunstancia facilitara la operacin de los institutos responsables de la proteccin del patrimonio en virtud de que, por ejemplo, en las declaratorias de zonas de monumentos de carcter histrico, generalmente de centros urbanos, el nmero de notificaciones y procedimientos hubiese sido muy elevado y no siempre se conoce con certeza al propietario o poseedor de cada uno de los inmuebles. Esta situacin podra constituirse en un problema de aplicacin de la ley y, probablemente, por ello, se opt por dejar fuera el procedimiento, con la expectativa de que nicamente algunos propietarios o poseedores se inconformaran y, de manera individualizada, se resolviera el conflicto entre el particular y la autoridad dado los efectos de carcter individual de los juicios de amparo. El razonamiento es que un litigio controlado e identificado es mejor que la notificacin a los, por ejemplo, 14 mil propietarios de inmuebles en la zona declarada de monumentos histricos del Centrowww.gestioncultural.org.mx

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Histrico de la Ciudad de Mxico. Pero ms all de esta especulacin, desde una perspectiva del enfoque legislativo no existen evidencias para afirmar la hiptesis descrita. Lo que es un hecho, es que desde el punto de vista de la legalidad, los propietarios o poseedores de bienes muebles o inmuebles con calidad de monumentos quedan impedidos para ejercer su derecho de audiencia con base en la ley y deben recurrirlo a partir de la Constitucin.

Estado actual de las cosasLa omisin del derecho de audiencia en la ley ha propiciado la promocin de distintos juicios de garantas en el seno del Poder Judicial de la Nacin, rgano que en dos ocasiones ha fallado sobre la inconstitucionalidad de algunos preceptos de la ley, precisamente por carecer de un procedimiento adecuado, dejando sin efectos actuaciones de la autoridad tomadas al amparo de la ley. Bajo esos argumentos, el Tribunal en Pleno de la Suprema Corte concedi el amparo y proteccin de la Justicia Federal a Elda J. Cantn Campos Viuda de Csares y otros, en sesin celebrada el veintids de mayo de mil novecientos ochenta y cuatro. Al fallar el amparo en revisin 3153/78 emiti la siguiente tesis aislada: MONUMENTOS Y ZONAS ARQUEOLOGICOS, "ARTISTICOS E HISTORICOS, LEY FEDERAL "SOBRE. ES VIOLATORIA DE LA GARANTIA DE "AUDIENCIA CONSAGRADA EN EL ARTCULO 14 "CONSTITUCIONAL. Es inconstitucional la Ley "Federal sobre Monumentos y Zonas "Arqueolgicos, Artsticos e Histricos, porque no "prev un procedimiento para que los afectados "impugnen la declaratoria de que un bien es "monumento histrico, que emitan las autoridades "administrativas; pues como dice la jurisprudencia "de este Alto Tribunal, el Poder Legislativo est "obligado, segn el artculo 14 constitucional, a "establecer en las leyes un procedimiento para que "los afectados puedan impugnar los actos de "aplicacin. No obsta a lo anterior el hecho de que, "en los artculos 23 y 24, la Ley en cita prevea un "recurso de oposicin contra la inscripcin de la "declaratoria en el Registro Pblico de "Monumentos y Zonas Arqueolgicos e Histricos, "dependiente del Instituto Nacional de Antropologa "e Historia, pues la oposicin de referencia opera "contra la inscripcin en el registro, pero no contra "la declaratoria de que un bien es monumento "histrico, que es la que causa perjuicio, por la "serie de obligaciones que impone. Por tanto, si "independientemente de la inscripcin en el "registro, la solawww.gestioncultural.org.mx

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declaratoria impone obligaciones "a los afectados (artculos 6o, 7o, 10, 11 y 12, entre "otros, de la Ley reclamada) y si la ley no "contempla procedimiento o recurso alguno para "que los propios afectados impugnen dicho acto de "aplicacin, ese ordenamiento es violatorio del "artculo 14 constitucional. (Tesis: P. XXIX/2000; Novena poca; Instancia: Pleno; Fuente: Semanario Judicial de la Federacin y su Gaceta XI; Marzo de 2000; pgina: 96) Asimismo, el Tribunal Colegiado del Noveno Circuito emiti la siguiente tesis aislada: MONUMENTO HISTRICO. EL DECRETO A TRAVS DEL CUAL SE DECLARA COMO TAL DETERMINADO BIEN INMUEBLE, SIN QUE PREVIAMENTE SE HAYAN OBSERVADO LAS FORMALIDADES ESENCIALES DEL PROCEDIMIENTO, NI SE ESTABLEZCA RECURSO O PROCEDIMIENTO ALGUNO PARA IMPUGNAR DICHA DECLARATORIA, INFRINGE LA GARANTA DE AUDIENCIA. El artculo 14 constitucional consagra la garanta de audiencia, consistente en el principal instrumento de defensa que tiene el gobernado frente a actos de cualquier autoridad que pretenda privarlo de la vida, de la libertad, de sus propiedades, posesiones y, en general, de sus derechos. As, el decreto a travs del cual se declara monumento histrico determinado inmueble, sin que previamente se hayan observado las formalidades esenciales del procedimiento, ni se establezca recurso o procedimiento alguno para que el afectado pueda impugnar dicha declaratoria, infringe la garanta de audiencia. Adems, la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueolgicos, Artsticos e Histricos no prev un procedimiento para que el afectado impugne esa declaratoria, pues los artculos 23 y 24 de la ley en cita contemplan un recurso de oposicin contra la inscripcin en el Registro Pblico de Monumentos y Zonas Arqueolgicos e Histricos, pero no contra la declaratoria de un bien inmueble como monumento histrico. (Tesis: IX.2o.18 A; Novena poca. Instancia: Tribunales Colegiados de Circuito. Fuente: Semanario Judicial de la Federacin y su Gaceta, XIX, Mayo de 2004; pgina 1794). Sumado a lo anterior, debe tenerse presente la jurisprudencia nmero 45/95 emitida por el Tribunal Supremo en la cual se establece la obligacin de garantizar el cumplimiento de las formalidades del procedimiento a los gobernados cuando los actos de autoridad afecten vida, libertad, propiedad, posesiones o derechos (publicada en el tomo II del Semanario Judicial de la Federacin de diciembre de 1995, Novena poca, foja 59):

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Formalidades esenciales del procedimiento. Son las que garantizan una adecuada y oportuna defensa previa al acto privativoLa garanta de audiencia establecida por el artculo 14 constitucional consiste en otorgar al gobernado la oportunidad de defensa previamente al acto privativo de la vida, libertad, propiedad, posesiones o derechos, y su debido respeto impone a las autoridades, entre otras obligaciones, la de que en el juicio que se siga "se cumplan las formalidades esenciales del procedimiento". Estas son las que resultan necesarias para garantizar la defensa adecuada antes del acto de privacin y que, de manera genrica, se traducen en los siguientes requisitos: 1) La notificacin del inicio del procedimiento y sus consecuencias; 2) La oportunidad de ofrecer y desahogar las pruebas en que se finque la defensa; 3) La oportunidad de alegar; y 4) El dictado de una resolucin que dirima las cuestiones debatidas. De no respetarse estos requisitos, se dejara de cumplir con el fin de la garanta de audiencia, que es evitar la indefensin del afectado. Asimismo, de acuerdo a resoluciones de la Suprema Corte de Justicia de la Nacin, el establecimiento del procedimiento para garantizar el derecho de audiencia de los ciudadanos constituye una obligacin no slo para las autoridades administrativas sino tambin, a decir de la Corte, para el Poder Legislativo: AUDIENCIA, GARANTIA DE. OBLIGACIONES DEL PODER LEGISLATIVO FRENTE A LOS PARTICULARES.- La garanta de audiencia debe constituir un derecho de los particulares, no slo frente a las autoridades administrativas y judiciales, sino tambin frente a la autoridad legislativa, que queda obligada a consignar en sus leyes los procedimientos necesarios para que se oiga a los interesados y se les d oportunidad de defensa en aquellos casos en que resulten afectados sus derechos. Tal obligacin constitucional se circunscribe a sealar el procedimiento aludido; pero no debe ampliarse el criterio hasta el extremo de que los rganos legislativos estn obligados a or a los posibles afectados por una ley antes de que sta se expida, ya que resulta imposible saber de antemano cules son todas aquellas personas que en concreto sern afectados por la ley y, por otra parte, el proceso de formacin de las leyes corresponde exclusivamente a rganoswww.gestioncultural.org.mx

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pblicos. (Tesis de jurisprudencia ochenta, publicada en la pgina noventa y cuatro, Tomo I, Pleno, Sptima poca, Apndice al Semanario Judicial de la Federacin de mil novecientos noventa y cinco). AUDIENCIA, GARANTIA DE, MATERIA ADMINISTRATIVA.- Si algn valor tiene la garanta del artculo 14 constitucional, debe ser, no solamente obligando a las autoridades administrativas a que se sujeten a la ley, sino obligando al Poder Legislativo para que en sus leyes establezca un procedimiento adecuado en que se oiga a las partes. Claro que esto no quiere decir que el procedimiento que establezca la ley, tratndose de procedimientos de autoridad administrativa, sea exactamente igual al procedimiento judicial, pero s debe estimarse que en un procedimiento administrativo puede caber la posibilidad de que se oiga al interesado y que se le d oportunidad de defenderse. (Tesis publicada en la pgina cuatrocientos noventa y cuatro, Tomo CII, Quinta poca, Segunda Sala, Semanario Judicial de la Federacin). AUDIENCIA, GARANTIA DE. OBLIGACIONES DEL PODER LEGISLATIVO FRENTE A LOS PARTICULARES.- La autoridad legislativa respeta la garanta de audiencia al establecer en la ley respectiva un recurso, mediante el cual los particulares afectados puedan impugnar los actos de las autoridades aplicadoras. (Tesis publicada en la pgina veintitrs, Volumen 157-162, Primera Parte, Pleno, Sptima poca, Semanario Judicial de la Federacin). ARTICULO 14 CONSTITUCIONAL, GARANTIA DEL.- La garanta de audiencia que establece el artculo 14 constitucional, no slo es obligatorio para las autoridades judiciales y administrativas sino que rige tambin para el Poder Legislativo, el cual est obligado a decretar leyes en las que respete la citada garanta a favor de los particulares, para que estos puedan hacer valer sus derechos. (Tesis publicada en la pgina novecientos sesenta y cuatro, Tomo CVII, Segunda Sala, Quinta poca, Semanario Judicial de la Federacin).

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ConclusinNo obstante que la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueolgicos, Artsticos e Histricos constituye un instrumento que recoge la tradicin de la defensa del patrimonio cultural del pas heredada desde el siglo XIX, al carecer de un procedimiento para el desahogo del derecho de audiencia, los actos de la autoridad pierden eficacia, situacin que pone en riesgo la proteccin del legado cultural del pas. Esta circunstancia en tribunales no puede ser subsanada a partir de ningn mtodo de argumentacin jurdica, ni por analoga ni por el uso de los principios generales del derecho, ni haciendo extensivas las disposiciones omitidas en la ley a la Ley de Procedimiento Administrativo; ningn argumento vale ante la violacin de las garantas individuales, en este caso, las relativas al procedimiento sealado en el artculo 14 constitucional. Slo mediante un acto de orden legislativo que adicione o reforme la Ley Federal de Monumentos y Zonas Arqueolgicos, Artsticos e Histricos, puede subsanarse la omisin que permita a los gobernados ejercer el derecho de audiencia, no nicamente con el propsito de garantizar una adecuada defensa del particular ante los actos de la autoridad respeto de sus bienes, sino tambin con la finalidad de que las decisiones de la autoridad en relacin con el rgimen de proteccin que la ley propone, no queden sin efecto mediante juicios de garantas por el slo hecho de que la ley es omisa en cuanto al procedimiento. Es previsible que la autoridad, en este caso la Secretara de Educacin Pblica, el Instituto Nacional de Antropologa e Historia y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, vean limitada su actuacin en cuanto a la integracin de los expedientes y la emisin de declaratorias de monumentos y zonas de monumentos por el slo hecho de la probable oposicin de los particulares, quienes podrn promover siempre exitosamente juicios de amparo por la inexistencia de un procedimiento en tanto la ley permanezca como a la fecha, tal como recientemente ocurri con la declaratoria de Monumento Artstico de la obra pictrica de la artista mexicana Mara Izquierdo. Pgina

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Sntesis curricularMiguel Poot Grajales. Licenciado en Sociologa por la Universidad Nacional Autnoma de Mxico y actualmente miembro del servicio civil de carrera del Senado de la Repblica asignado como secretario tcnico de la Comisin de Reforma del Estado. Se ha desempeado en la misma posicin en las comisiones de Educacin, Jurisdiccional, de Reglamentos y Prcticas Parlamentarias y de Cultura de la Cmara de Senadores. Antes realiz diversas actividades en el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura y el Festival Internacional Cervantino, entre otras instituciones del sector cultural. Actualmente cursa la maestra de Derecho Constitucional por la UNAM.

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Entre gestores y promotores te veas: Nuevos contextos y perspectivas.Alberto Zrate Rosales

ResumenLa diferencia entre la gestin y la promocin cultural nos genera ms dudas que certezas. Los aportes de distintos profesionales al respecto, sirven para analizar el devenir de su actividad en las ltimas dcadas, as como los contextos en que la gestin, la promocin y la difusin han tenido. Se analiza su proceso de profesionalizacin para atender de manera cada vez ms compleja, el campo cultural, en un pas donde las desigualdades para acceder a los productos culturales, son cada vez ms notorias y sus posibles expectativas de atencin.

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Gestin y promocin cultural; arte y patrimonio cultural; tica y democracia cultural.

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Alberto Zrate R.

Entre gestores y promotores te veas

IntroduccinEn primer lugar, quiero agradecerle al Mtro. Luis Antonio Monzn, la invitacin para participar en la Revista Red Digital de Gestin Cultural. Espero que esta pequea aportacin, sirva para motivar a las/os estudiantes y docentes de Arte y Patrimonio Cultural y de otras carreras afines, a enriquecer este espacio. En segundo lugar, considero y creo que es probable que ms de un estudiante de la Licenciatura de Arte y Patrimonio Cultural, se haya cuestionado la diferencia entre la promocin y la gestin cultural. Debo confesar que yo mismo me he hecho la misma pregunta, al final de cuentas, me he quedado con ms dudas que certezas. Por lo tanto, en este ensayo describir algunos matices que distintos profesionales han hecho al respecto, para posteriormente, destacar algunos ejemplos relevantes y que nos obligan a repensar las perspectivas que tenemos y nuestro deber hacia la sociedad que nos apoya de distintas formas.

A propsito, qu se entiende por Promocin Cultural y Gestin Cultural?Para quienes estudiamos los temas de promocin y gestin cultural, seguramente habremos revisado al menos lo que dice el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Espaola, en la cual nos menciona que la palabra promocin proviene del latn promoto, -nis, es decir, que hace referencia a una accin y efecto de dar a conocer algo, as como la accin y efecto de promover (Real Academia Espaola, 2001); cabe mencionar que se hace referencia al desarrollo o promocin de un conjunto de actividades o acciones realizadas por personas. Hace algunos aos, a principios de la dcada de los aos noventa (del siglo pasado), algunos autores ubicaban a quien realizaba actividades de promocin cultural como una especie de agente encargado de exhortar, alentar y tambin organizar todo tipo de proceso social que pudiese considerarse como una actividad artstica o cultural, es decir, era una especie de sujeto detonador del desarrollo cultural de la misma localidad. Inclusive, Marn (s/f), lo asoci con lo que entonces se denominaba agente de desarrollo local, el cual estaba a disposicin de la comunidad, atendiendo actividades artsticas y culturales, analizando los medios, recursos y fines para poder potenciar su posible promocin a travs de acciones de intervencin comunitaria.

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En la historia de la promocin cultural podemos saber que en sus inicios fue una actividad que se realiz en las denominadas misiones culturales, actividades realizadas durante el vasconcelismo. Dichas misiones, estaban constituidas por un grupo de profesionales (regularmente incluan en el equipo a un mdico, un docente, una enfermera y un ingeniero, entre otros ms), quienes realizaban labores asistencialistas y de animacin cultural, deviniendo en proyectos encaminados a rescatar y difundir la cultura de esos grupos rurales, indgenas y mestizos del interior del pas (Tinajero Berrueta s/f). Con esta perspectiva, en la actualidad, qu actividades debe realizar este personaje? Est encargado de planear, programar, promover, pero tambin de investigar, organizar y planear, adems de transmitir, proyectar o desarrollar todo tipo de actividad a manera de proyectos que permitan difundir o promover una oferta artstica y cultural, buscando siempre, la participacin de la comunidad. En mi experiencia con grupos informales, los promotores culturales terminan realizando un sin fin de actividades, una especie de todlogos cuyas actividades versan entre la gestin, la interpretacin, diseo, publicista, administrador del proyecto, consultor; si esto no fuera suficiente, debe tener como prioridad, el desarrollo de prcticas culturales y artsticas que estn dirigidas al desarrollo y el bienestar social. En ese sentido, no es raro que participen en actividades de dudoso porvenir y consolidacin (Zrate, 2010: 236). Si a esto le aadimos la visin histrica que el concepto de cultura ha tenido en nuestro pas, asocindole con la dicotoma culto versus inculto, el asunto se vuelve ms complejo al establecer la asociacin entre lo propio y lo extrao, entre las culturas centrales y las perifricas. Actualmente, contina permeando en amplios sectores de la sociedad, una visin buclica del esplendor de la cultura indgena mexica (que no de todos los grupos tnicos), de la grandeza de los distintos momentos de la historia mexicana a partir de la Independencia, de la Revolucin Mexicana, la Nacionalizacin del Petrleo y algunos otros eventos histrico-poltico ms. Esta visin tan frecuente tuvo su devenir a partir de la pos revolucin, empezando su declive hacia la dcada de los aos setenta del siglo pasado. Era comn y frecuente que la cultura se asociara con aquello que se cultiva; esta expresin dio pie a lo culto: se poda hacer referencia a la alta cultura, a la msica culta, a las bellas artes, a las personas cultas, excluyendo en contraparte a todo aquello que no entrara en esa categora. De esta manera, lo inculto estaba asociado a un conjunto de adjetivos. Citaremos slo dos: ignorante y naco, este ltimo asociado con lo indgena, con lo indio expresado de forma despectiva. A partir del desarrollo de distintas polticas culturales derivadas del populismo de los aos setenta, se impuls la visin de un conjunto de referentes romnticos de un pasado grandioso,www.gestioncultural.org.mx

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donde los discursos conservacionistas hacan referencia al rescate, promocin y difusin de la cultura popular. Se buscaba rescatar lo autntico, lo original, lo verdadero. Implcitamente se descalificaba todo efecto aculturador que contaminara la pulcritud de las culturas tnicas. En sntesis, se descalificaba el carcter dinmico de las mismas, ubicando a las culturas populares y tnicas como las depositarias de la cultura ancestral, pero vistas como instancias inmviles, estticas, dignas de una vitrina de museo, donde palabras como hbrido o fusin, eran abordadas con recelo. Todos estos aspectos vienen a colacin, pues histricamente la gestin de proyectos estuvo ligada con acciones de ndole social y militar, buscando a travs de metodologas cada vez ms especializadas el logro de objetivos, la determinacin de recursos humanos, materiales y financieros, pero tambin otros aspectos inherentes a la operacin e ingeniera de proyectos (organigramas, rutas crticas, anlisis de costos y riesgos, planeacin, desarrollo de funciogramas, etctera), buscando cumplir las metas propuestas a travs de especificaciones, tcnicas y plazos de terminacin. Considerando todo lo anterior, el gestor sera un agente especializado, un profesional que realiza labores dirigidas a disear, planificar, monitorear, controlar, organizar, un conjunto de labores alrededor del arte y patrimonio cultural; as mientras autores como Mass (2006: 41 y ss.) y Marn (op. Cit.), ubican espacios ex profeso, otros autores sealan que la profesionalizacin del gestor es una cuestin pendiente de resolver, debido a que todava no estn definidas y acotadas sus funciones, as como su formacin acadmica (Cuadrado, 2005). Resulta relevante la visin que en Europa y Norteamrica, se est generando alrededor de la gestin cultural y de su profesional, el gestor cultural. Para Ariel y Santilln (2005), este personaje es un profesional que debe conocer las caractersticas de la obra (ntese la acotacin), producto o bien a promover o divulgar. Hace dos dcadas, en los aos noventa, las labores de este profesional se asociaron con tareas vinculadas con la animacin cultural, la promocin, la mediacin, la administracin, la gerencia cultural, los agentes culturales e inclusive en un sentido horizontal, se les conoci como trabajadores culturales. Quizs a diferencia del promotor cultural, en el caso del gestor, se ubicaron nuevas vertientes, la incorporacin de un modelo econmico-empresarial basado en la visin gerencial y administradora de la cultura; sin embargo, conviene resaltar que para Amrica Latina, hasta hace unos pocos aos, ese tipo de sealamientos empez a tener presencia relativa en algunas instituciones (Zubiria, 1998). Reducir las actividades de los promotores y los gestores a esta aparente separacin, dejara de lado formas cada vez ms complejas y modificables de los nuevos escenarios emergentes quewww.gestioncultural.org.mx

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los profesionales de la gestin cultural se estn enfrentando da con da en los contextos latinoamericanos. Por ejemplo, actualmente existe una corriente de gestores culturales que observan en la legislacin cultural una veta laboral por llevar a cabo; otros ms han visto en la gestin cultural un vnculo con la economa cultural, por slo citar un par de ejemplos emergentes. A pesar de tener mis dudas, plantear una hiptesis que no desarrollar en este documento. Simplemente la anoto para una nueva posible aportacin: la posible diferencia entre la gestin cultural y la promocin cultural estara asociada a que la primera incorpora la atencin de formas cada vez ms complejas para atender el campo de la cultura; en contraparte, la promocin cultural estara asociada con la percepcin asociada al rescate romntico de la cultura; de antemano, creo que el asunto no es as, pero nos permite transitar por el momento a la segunda parte de este artculo.

Perspectivas gestionables o promocionablesSi nuestra actividad principal es la atencin del patrimonio cultural, sta actividad es inherente a tres referentes vinculados. Ellos son: la identidad, la historia y la memoria. Todos ellos interactan en el plano individual o en el colectivo. La identidad considerando al sujeto individual o sujeto social, ha sido abordada por distintas/os autores. Para este artculo recuperamos los sealamientos de un clsico de la antropologa Frederik Barth (1979: 11 y ss.); pero de igual manera, nos interesa los comentarios de Estela Serret, y que hacen mencin a la conformacin de identidades, destacando el carcter subjetivo de las mismas. En este sentido, ambos autores hacen referencia al sentido de pertenencia, de identidad y diferencia, de otredad; Serret va ms all al resaltar el carcter subjetivo y posicional que tiene, sobre todo por la especificidad de su investigacin, los estudios de gnero (2001: 14 y ss.) El siguiente aspecto, hace referencia a la asociacin entre la historia y el patrimonio cultural. Prcticamente cualquier institucin universitaria y de atencin a la promocin y gestin cultural, con base en el desarrollo de metodologas y proyectos, buscan conocer los antecedentes y el devenir histrico del tema que atienden. Las temticas pueden ser variadas y tambin, la forma de interpretarlas. Bajo esa perspectiva, se observa a la historia, como el referente necesario que permita contribuir a la cohesin social; ya sea a travs de los testimonios materiales, pero tambin a travs de su interpretacin. El bien histrico no se reduce a su aspecto tangible, sino que por el contrario,www.gestioncultural.org.mx

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conserva caractersticas que transitan entre ambas interpretaciones, sobre todo cuando se tienen referencias de tipo oral. De esta manera, la historia adopta un papel dinmico y no se concibe de manera esttica, permitiendo que la identidad cobre vnculo dinmico y de continuidad, logrando que las comunidades la recreen, la readecuen, la actualicen, pero sobre todo, que recuperen el sentido de apropiacin correspondiente. A manera de ejemplo, podramos considerar la recuperacin de la memoria que las reservas indias de Norteamrica han desarrollado, incorporando distintas estrategias que abarcan la recuperacin de archivos histricos, su digitalizacin, as como la conformacin de archivos orales en lnea, incluyendo adems una amplia variedad de estrategias de difusin, como la literatura de los migrantes a ese pas (Lahari, 2010: 15 y ss.), con miras a exponer estos proyectos. Otro ejemplo, pudiera ser la recuperacin de determinados elementos culturales que son fundamentales en la historia de determinada sociedad, sera el caso de distintas sociedades que apelan a la escritura, a la oralidad y a la memoria (Bengoa, 2005). Al hacer referencia al patrimonio cultural, se asocia su relevancia con aspectos como la identidad y la historia. El asunto va ms all, nos obliga a repensar ya no desde esa mirada buclica del pasado esttico que se refiere a un inventario cultural como sinnimo de una vitara musestica detenida en el tiempo y el espacio. Nos obliga, recuperando los planteamientos de Lombardi Sartriani (1978: 25 y ss.) y de Antonio Gramsci (1978), a observar la cultura como una forma de ver el mundo y la vida; es decir, buscamos explorar las mltiples formas en que las formas presentes se han nutrido del pasado. Aspectos como la conciencia histrica adquieren relevancia al observarse desde distintos puntos de vista y no slo desde el punto de vista hegemnico. De esta manera, la historia se vincula con la memoria colectiva, lo que nos permite ubicar un conjunto de imaginarios contemporneos y sus distintas representaciones. Pero quizs lo ms importante de este asunto, es que se tiene la posibilidad de conformar un ejercicio hermenutico en el cual no slo se incorporen los puntos de vista derivados de las instituciones o si se quiere, de la visin oficial; en contraparte, es necesario recuperar y dimensionar la relevancia de la historia oral y sus relatos personales, eso que la UNESCO ha denominado como patrimonio cultural vivo (UNESCO, s/f). Cul es el papel tico y moral del promotor o gestor cultural? Este aspecto nos lleva a repensar acerca de la importancia que los sucesos sociales asociados a prcticas culturales tienen. Recuerdo el caso de un promotor cultural de Rosario, Argentina, quien en julio de 2005 me comentaba la importancia de recuperar la memoria histrica de su pueblo, de su sociedad para que las nuevas generaciones tomaran conciencia del hecho que signific el golpe militar en ese pas, donde amplios sectores sociales rechazaron dicha accin, pero sobre todo, su incredulidad al observar que otros sectores estaban convencidos de la relevancia de la accin militar, aun y cuandowww.gestioncultural.org.mx

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hubiesen sido afectados colateralmente. Al momento de la entrevista con este personaje, pude comprobar el contraste de su propuesta de recuperacin de la memoria con las acciones institucionales oficiales que buscaban recuperar la identidad barrial a travs de artes y oficios o de aspectos culturales como el cuento infantil o el desarrollo de talleres sobre determinadas habilidades artsticas. Al respecto, creo que cada estudiante debe de generar los procesos de discusin necesarios para que en el mbito universitario podamos darle el peso especfico a cada una de las expresiones y que al mismo tiempo les permita jerarquizar la importancia de sus proyectos y sus repercusiones en la sociedad. Durante mi estancia sabtica en la Ciudad de Bogot, Colombia, en el mes de abril de 2011, tuve la oportunidad de platicar con una egresada de la Universidad de Externado, ella me comentaba su inters por continuar sus estudios de posgrado y desarrollar una tesis distinta a la que hizo en el pregrado (equivalente a la licenciatura en Mxico). Me coment que su trabajo haba versado sobre el Carnaval de Bogot, una prctica cultural que un gobernador haba implementado apenas unos aos atrs. Yo le coment que haba referencias de la participacin de un grupo de antroplogos encargados de registrar las distintas identidades barriales; sin embargo, el proyecto qued truncado y quienes relevaron al equipo original implementaron un evento en el cual se recuperaron las expresiones culturales del interior del pas y prcticamente excluyeron las prcticas culturales urbanas. El asunto devino en otro aspecto: cules eran las prcticas culturales inherentes a la cultura urbana que deban considerarse. De manera recurrente, se observ que haba un conjunto de referentes de la cultura popular que se expresaban en forma de prcticas culturales, algunas consideradas nocivas, como fue el caso de la corrupcin. Lo importante no es el dicho popular bogotano a papaya dada, papaya partida!, sino las interpretaciones expresadas en actitudes, acciones y comportamientos, as como el carcter tico que se manifiesta en la cultura popular a travs de prcticas culturales que el bogotano las conoce y las reconoce. Las tolera en tanto no le afecten; las reclama cuando le tocan a l, pero se desentiende y mira con conmiseracin e inclusive con burla, al afectado. Por lo tanto, el quid del asunto se resume a definir los temas selectos que como estudiantes de arte y patrimonio cultural puedan desarrollar. La Universidad, como espacio de reflexin de las ideas, es generosa para albergar las propuestas ms diversas; sin embargo, desde mi parecer, nuestro compromiso debe ser inherente a la responsabilidad social que implica ser integrante de una comunidad universitaria cuyo espacio inicial de atencin es la Ciudad de Mxico. Quiero finalizar este documento, destacando la importancia que tiene el desarrollo de investigaciones que nos presenten un parmetro de hacia donde podemos incidir, ya como gestores,www.gestioncultural.org.mx

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ya como promotores de la cultura: un ejemplo lo recupero de las dos Encuestas Nacionales de Prcticas y Consumos Culturales, la de 2004 y la de 2010 (CONACULTA, 2004 y 2010, respectivamente). La justificacin oficial acerca de evaluar y orientar los programas, as como aprovechar los recursos pblicos, suena por decirlo de la forma ms diplomtica de forma ingenua, sobre todo cuando se observa que los recursos pblicos se asignan a distintas partidas presupuestales. En el sexenio de la actual administracin federal, se le ha dado prioridad a la fuerza pblica, el Ejrcito y la Marina. 4Pese al consuelo de tontos expresado en las declaraciones de los polticos en turno, los recursos asignados a la educacin y la cultura, siguen siendo insuficientes de acuerdo a los sealamientos internacionales al respecto. 5 Bajo esta perspectiva, no nos extrae que los datos sealen que a ms de la mitad de la poblacin mexicana no les interesa la cultura; que la lectura de libros, peridicos y revistas, sea escaso, una forma eufemstica de mostrar que de cada 100 mexicanos, 40 nunca ha entrado a una biblioteca; 63 no ha ledo ni siquiera un libro al ao; que 43 personas no han entrado nunca a un local especializado en venta de libros, que casi 40 no leen nunca peridicos, que casi 50 nunca lee revistas, 66 nunca ha ido a una funcin de danza; 53 no conoce una zona arqueolgica, 43 nunca han ido a un museo, 86 nunca ha ido a una exposicin de artes plsticas. En contraparte, se pueden considerar como alentadores los siguientes datos: 75 de esos 100, ha ido al menos una vez al cine; 76 escuchan la radio y 90 ve la televisin. Pero de igual manera, otros datos muestran la visin que la sociedad tiene alrededor de sus consumos culturales: 73 de 100 no han comprado artesanas; 67 no gastaron en entradas a centros culturales, 46 no compraron discos; 72 no compraron libros, y 58 no gastaron en pelculas. Con este panorama nacional, suponemos y al margen de lo que sealen las estadsticas correspondientes, en la Ciudad de Mxico tenemos un campo frtil para la investigacin de las prcticas y consumos culturales, no slo en los aspectos cuantitativos, sino especialmente, en los cualitativos.

Se pueden consultar en internet, las partidas presupuestales asignadas anualmente. En 2006, por ejemplo, los apoyos se centraron en las fuerzas pblicas, la marina y el ejrcito, situacin que se ha repetido de entonces a la fecha. Consultese la Jornada, del da 7 de diciembre, cuya noticia deca: Felipe Caldern plantea drstico recorte presupuestal a la cultura. La reduccin de $2 mil millones se asignar al Ejrcito, denuncia diputado. Informacin disponible en internet: http://www.jornada.unam.mx/2006/12/07/index.php?section=cultura&article=a04n1cul; fecha de consulta: 7 de diciembre de 2010. 5 El Observatorio de Cultura, destac que el presupuesto para cultura en 2004, ascendi a 0.07% del Producto Interno Bruto, cuando la recomendacin de la UNESCO, es que sea del 1%; informacin disponible en internet: http://observatoriocultura.blogspot.com/2004/05/genera-la-cultura-el-67-del-pib.html; fecha de consulta: 7 de diciembre de 2010.4

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Este aspecto me parece sustantivo. Al observar las temticas de titulacin de algunas/os egresadas/os de la Licenciatura de Arte y Patrimonio Cultural, nos damos cuentas de su inters por atender problemas inherentes a la gestin o promocin cultural. Por razones de espacio, sealo slo algunas de ellas. En primer lugar, Liliana Paz Flores, quien el pasado 6 de mayo logr ser la primera titulada de nuestra Licenciatura, con la presentacin del trabajo recepcional: Las prcticas religiosas afrocubanas como parte del patrimonio cultural intangible de la ciudad de Mxico; en proceso de elaboracin se tienen dos aportaciones, la de Ana Luz Minera, con un Anlisis comparativo entre la promocin cultural en dos comunidades teenek de la Huasteca potosina: Tamaletom y Tanjasnec. El caso de la msica y la danza tradicionales; y de Carolina Eslava Cervantes: rganos musicales femeninos en instituciones virreinales: sus problemticas de Gestin Cultural. En ese sentido, slo quedan por plantear lo que a grandes rasgos se han establecido como lneas de investigacin alrededor de la gestin y promocin cultural: a) investigaciones sobre el perfil y el proceso de profesionalizacin de los gestores culturales (Navarro, s/f; Bonet, 2005); b) investigaciones acerca del diseo, planeacin, intervencin, evaluacin y difusin de programas culturales (Martinell, 2001; Bermdez, et al. 2004). Destaca la experiencia del Portal Iberoamericano de Gestin Cultural, el cual abri nuevos paradigmas del quehacer cultural a partir de la tecnologa de la digitalizacin y comunicacin (Bonet y Melba, 2007); c) publicaciones acerca de la incipiente teorizacin y educacin sobre gestin cultural (Trilla, 1998; Tourian, 2002); d) las experiencias de gestin de proyectos culturales(Ballart y Tresserras, 2001; Bonet, Castaar y Font, 2001); e) Los estudios de caso(Gonzlez, 2003; Colombo y Rosell, 2008).

Comentarios finalesEl reto para quienes participamos en la Universidad y en particular en esta Licenciatura y Academia, es la de reflexionar y llevar a la prctica aquello que ticamente nos satisfaga y que signifique en mayor o menor medida, un beneficio para la sociedad. Una institucin como la nuestra, que se ha visto envuelta en notas periodsticas recientes, debe demostrar a la sociedad que puede y debe salir fortalecida de dichas crisis, aportando estrategias de solucin a los distintos problemas. Considero que nuestra aportacin debe enmarcarse en la construccin de una universidad, una ciudad y un pas ms democrtico. Con nuestras aportaciones y reflexiones, seguramente contribuiremos a enriquecer estos campos de formacin, tan necesarios de la participacin de la comunidad universitaria. Al observar los datos de CONACULTA, me parece que ah