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LOS GRANDES TEMAS COMUNES DE HORACIO Y RONSARD La esencial asimilación de Ronsard con respecto a Horacio, la he agrupado, dentro de lo convencional de cualquier clasificación, en cinco apartados para tener desde ahí acceso a la imitación y a la originalidad del poeta renacenticta. Ya hemos visto, al filo de otras consideraciones, el tema de la edad o el de la confesión de los empréstitos, temas menores en comparación con la importancia y extensión concedidas a los que a continuación nombro y enumero: 1. Terra amata. 2. Tempus transit. 3. Carpe diem. 4. Ipsa mors,semper eadem. 5. Immortalis poesis. 1. Terra amata. El tema del amor a la tierra y más concretamente al terruño natal es hondamente sentido por el poeta que

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LOS GRANDES TEMAS COMUNES DE HORACIO Y RONSARD

La esencial asimilación de Ronsard con respecto a Horacio, la he agrupado, dentro de lo convencional de cualquier clasificación, en cinco apartados para tener desde ahí acceso a la imitación y a la originalidad del poeta renacenticta.

Ya hemos visto, al filo de otras consideraciones, el tema de la edad o el de la confesión de los empréstitos, temas menores en comparación con la importancia y extensión concedidas a los que a continuación nombro y enumero:

1. Terra amata. 2. Tempus transit. 3. Carpe diem. 4. Ipsa mors,semper eadem. 5. Immortalis poesis.

1. Terra amata.

El tema del amor a la tierra y más concretamente al terruño natal es hondamente sentido por el poeta que

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nunca olvidará su Vend6rnois natal, en dos ocasiones citado:

Mon terroir Vendomois. O terre fortunée, Des Muses le sejour, Que le cours de 1' année Serene d'un beau j ~ u r . ~ ~

Tierra en la que desea le sorprenda la hora postrera:

La, je veux que la Parque Tranche mon fatal fil, Et m'envoye en la barque Du perdurable exil.

(11,13,~~.4-8 y 57-60).70

Cuando aparezca otra vez el nombre de su amado país natal lo asociará a la añoranza, a la "saudade" o "morriña" que le produce la prolongada ausencia:

Quand je suis vingt ou trente mois Sans retourner en Vandomois, Plein de pensées vagabondes, Plein d'un remors et d'un souci, Aux rochers je me plains ainsi, Aux bois,aux antres et aux ondes.

(IV, 1 0 , ~ ~ . 1-6).71

69 Trad. Terruño mío de Vend6mois.l iOh tierra afortunada,/ de las Musas estancia1 que el curso del año/ serena con un hermoso día.

70 Trad. Allí quiero yo que la Parca/ corte mi fatal hilo,/ y me envíe en la barcal del perdurable exilio.

71 Trad. Cuando estoy veinte o treinta meses/ sin volver a Vend6mois.l lleno de pensamiento vagabundos,/ lleno de remordimiento y de preocupaci6n,l a las peñas me quejo así,/ a los bosques, a los antros y a las ondas.

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Bien podemos rastrear en Horacio un amor hacia su heredad y una estima apreciable hacia la campiña:

di me tuentur, dis pietas mea et musa cordi est. hic tibi copia manabit ad plenum benigno

ruris honorum opulenta cornu: hic in reducta valle Caniculae vitabis aestus et fide Teia

dices laborantis in uno Penelopen vitreamque Circen.

(C. /,17, VV. 13-20).72

E igualmente en las odas XVlll de los libros II y III se deleita con su finca de Sabina o habla así a Fauno:

Faune, Nympharum fugentium amator, per meos finis et aprica rura

lenis incedas abeasque parvis aequus alumnis,

(C.///, 1 8 , ~ ~ . 1-4).73

Lo más importante es ver cómo Horacio y Ronsard son dos poetas con e lementos comunes, mas cómo también e l poeta francés se inspira en la naturaleza conocida, en los parajes que bellísima composición A la

le son caros, así el caso de la forest Gastine (oda XV del

72 Trad. Los dioses me guardan y gustan de m i piedad y m i canto. Aquí, la Abundancia derramará para t í de su fecundo cuerno hasta la saciedad la riqueza de los frutos con que nos honra el campo. Aquí, en este valle apartado, evitarás los ardores de la Canícula y, acompañándote con la lira de Teos, cantarás a Pen6lope y a la marina Circe.

73 Trad. Fauno, enamorado de las ninfas que te huyen, ven a pasear, propicio, por mis fincas y mis campos soleados; y márchate otorgando tu protección a mis crías pequeñas.

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l i b r o I I ) d o n d e en t remezc la a lus iones m i t o l ó g i c a s y topográficas de la Grecia clásica con el verdor refrescante d e l s u e l o d e Franc ia . D e e l la h a n d i c h o B o g a e r t e t Passeron:

Des echos atténués dlHomere, d'Horace, de Virgile et des neo-latins se devinent a peine a travers la sincérité de I'émotion."

Pero la oda justamente más célebre en el dominio de la inf luencia horaciana sobre la insp i rac ión natura l e n Ronsard es la primera de las dos (11, 9 y 111, 8) dedicadas A la fontaine Bellerie, por el eco amplificado que suponen con relación al Carmen horaciano a la Fons Bandusiae, alejadas de todo plagio, muy en la línea de la imitación que transmiten las poéticas renacentistas, y la primera de ellas de una gracia y lozanía típicamente ronsardianas. Háblase en ella de u n cabrito, decorativo, y del refugio que ofrece ante los ardores caniculares:

Voy ton Poete qui t'orne D'un petit chevreau de lait, A qui I'une et I'autre corne Sortent du front nouvelet. L..) L'ardeur de la Canicule Ton verd rivage ne brule, Tellement qu'en toutes pars Ton ombre est espaisse et drue Aux pasteurs venans des parcs, Aux boeufs las de la charrue,

74 BOGAERT, J. et PASSERON, J., Les Lettres Francaises. Seizieme sihcle. Editions Magnard. Paris, 1958. Cit. p. 158.

Trad. Ecos atenuados de Hornero, de Horacio, de Virgilio y de los neolatinos apenas se adivinan a través de la sinceridad de la emoción.

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Et au bestial espars. ///,~,vv. 11- 14 y 22-28).75

El cordero había sido sacrificial en el modelo latino y la inevitable referencia al tópico del "locus amoenus" era presentada también bajo las especies umbrosas durante el estío:

cras donaberis haedo, cui frons turgida cornibus primis et venerem et proelia destinat; L..) te flagrantis atrox hora Caniculae nescit tangere,tu frigus amabile fessis vomere tauris praebes et pecori vago.

(C.///, 13,vv.3-5 y 9- 12).76

2. Tempus transit.

La idea y el sentimiento íntimo, profundo, de la brevedad de la vida, del instante fugitivo son inherentes prácticamente a todo ser humano, al menos desde que se

75 Trad. Mira a tu poeta que te adorna/ con un cabritillo de leche/ al que uno y otro cuerno/ salen de su frente nuevecita. L..) El ardor de la canícula/ a tu verde ribera no quema,/ así que en todas partes/ tu sombra es espesa y tupida/ a los pastores que vienen de los parques,/ a los bueyes cansados del arado,/ y a las reses esparcidas.

76 Trad. Mañana tendrhs la oblación de un cabrito, al que su frente abultada, con los cuernos que ya le apuntan, al amor y a los combates lo destina; L..) A tí la hora implacable de la bochornosa Canícula no sabe tocarte; tú ofreces el frescor placentero a los toros, fatigados del arado, y al ganado errante.

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rebasa la frontera, pronto alcanzada, de la pr imera juventud. En el centro del pensamiento humano ha estado presente desde siempre el tiempo, esa ((forma a priori de nuestra sensibilidad)) junto al espacio, en la acertada definición kantiana, en el sentido de que nada podemos pensar fuera de las coordenadas tempo- espaciales.

Desde luego que en el siglo XX, a raiz de la filosofía de Bergson (con sus fundamentales aportes sobre la intuición y la duración) y de la novelística de Marcel Proust, esta preocupación, consubstancial al hombre, por el problema de la temporalidad ha adquirido una relevancia inusitada así como un replanteamiento fundamental que se ha visto influido desde supuestos teoréticos -la obra Sein und Zeit de Heidegger- hasta las investigaciones físico- matemáticas de Einstein sobre la relatividad, y que ha repercutido no poco incluso en la propia estructuración de la novela y sus aledaños estudios críticos.

Este tema, pues,o mnipresente en tantos escritores a través de lo ancho y lo largo de la Historia, va a ser quizá y s in quizá e l más frecuente en las odas ronsardianas. Se va a mostrar bajo las imágenes más diversas para dejar traslucir mejor esa fluencia incesante, abismal, inexorable de la temporalidad infinita en la que la vida del hombre se inserta como un destello luminoso, cual chispa centelleante que pronto conoce el apagón súbito de aquel fulgor primero que nos resistíamos a creer extinguible.

Nos puede aparecer en las odas presagiando el gusto barroco, digamos que sub specie vanitatis:

Homme chetif et miserable, Pauvre abuse, ne sqais-tu pas, Que la jeunesse est peu durable, Et que la mort guide nos pas,

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Et que nostre fangeuse masse Si tost s'esvanouit en rien?

(11,12, ~~.25-30)."

O bien muestra el t i empo asociado a la imagen marina del incesante flujo y reflujo de las olas:

L'incertaine vie de I'homme De jour en jour se roule, comme Aux rives se roulent les flos, Puis apres nostre heure derniere Rien de nous ne reste en la biere Qu'une vieille carcasse d'os.

(11,17, VV. 7- 12).78

Tal símil viene repetido en la tercera oda del último libro (V, 3, VV. 57-64).

Tampoco está ausente el lugar común del ubi sunt

Villes et forts royaumes perissent Par le temps tout expres,

Et donnent Iieu aux nouveaux qui fleurissent Pour remourir apres.

(111,20,~~. 13- 16).79

77 Cf. en este sentido 11, 27. Y además de los textos a continuación citados se puede rastrear la idea de este epígrafe en 111, 13; IV, 39; V, 16.

Trad. Hombre enfermizo y desdichado,/ pobre engañado, jno sabes,/ que la juventud es poco duradera,/ y que la muerte guía nuestros pasos,/ y que nuestra fangosa masa/ tan pronto se desvanece en nada?

78 Trad. La incierta vida del hombre/ de día en día rueda, como/ en las orillas ruedan las olas/ luego tras nuestra hora Última/ nada de nosotros queda en el ataúd/ más que un viejo armazón de huesos.

79 Trad. Ciudades y fuertes reinos perecen/ por el t iempo expresamente,/ y dan lugar a los nuevos que florecen/ para volver a morir después.

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No podía estar exento en este tema el motivo, tan manriqueño, del fluir del agua:

Ouy, noz meilleurs ans coulent Comme les eaux qui roulent D'un cours sempiternel;

(IV,S,vv. 1-3).'O

Cuantos ejemplos pudiese agregar sólo abundarían en lo anteriormente expuesto. Por ello prefiero concitar la lectura de un texto tan intel igente como bel lo de San Agustín en que contrapone la inmutabil idad del t iempo d i v i no f ren te a l carácter hu id izo y de leznable de la temporalidad del hombre. Helo aquí:

Tus años n i van n i vienen, al contrario de estos nuestros, que van y vienen, para que todos puedan ser. Tus años existen todos juntos, porque son estables; y n o son excluidos los que van por los que vienen, porque no pasan; en cambio, los nuestros llegan a ser todos cuando ninguno de ellos ex is te ya. l . . . ) Yo, en cambio, me he desvanecido en el suceder de un tiempo cuyo orden ignoro, y mis pensamientos -las entrañas ínt imas de m i alma- son despedazados por tumultuosas mudanzas, hasta que, purificado y derretido en el fuego de t u amor, sea fundido en tí.''

80 Trad. Sí, nuestros mejores aiios fluyen/ como las aguas que ruedan/ en un curso sempiterno.

81 SAN AGUST~N, Confesiones. E.D.A.F., Ediciones-Distribuciones, S.A. Madrid, 1969.

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Por supuesto la vivencia del tiempo en el llamado "saber vulgar" es bastante menos conceptualizada, como alude en su obra L ' i m a g i n a i r e d e l a Rena issance Claude-Gilbert Dubois:

Dans la vie quotidienne, le temps n'est pas pergu en termes quantitatifs abstraits, il est vécu en termes qualitatifs concrets. La metaphore qui en vitalise la représentation est celle du corps charnel, de sa vie biologique, interférant avec les rythmes de la vegétation, suivant une fotte ponctuation marquee par les fetes. (...) Le cycle annuel des saisons est mis en rappott avec les «&ges» de la vie: enfance, jeunesse, maturite, ~ ie i l lesse.~~

Forzando esta máquina del tiempo a un nuevo efecto retrospectivo, nos podemos situar directamente en Horacio.

En Horacio en efecto el tránsito del tiempo suele estar unido a la visión lastimera de los estragos que causa, de los daños irreparables que inflige al cuerpo:

Eheu fugaces, Postume, Postume, labuntur anni nec pietas moram

rugis et instanti senectae

82 DUBOIS, Claude-Gilbert, L'imaginaire de la Renaissance. Coll. "Ecriturel. P.U.F. Paris, 1985. Cit. pp. 126-127.

Trad. En la vida diaria, el tiempo no es percibido en términos cuantitativos abstractos, es vivido en términos cualitativos concretos. La metáfora que vitaliza su representación es la del cuerpo carnal, la de su vida biológica, que se interfiere con los ritmos de la vegetación, siguiendo una fuerte puntuación marcada por las fiestas. L..) El ciclo anual de las estaciones es puesto en relación con las «edades» de la vida: infancia, juventud, madurez, vejez.

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adferet indomitaeque morti. (C.11, 74,vv. 7-4).B3

Llega incluso al efecto escénico, teatral, de considerar la cara reflejada en el espejo. Si el t iempo es un juez inapelable, el espejo hace el oficio de fiscal acusador:

nunc et qui color est puniceae flore prior rosae, mutatus Ligurinum in faciem verterit hispidam, dices "heu" quotiens te speculo videris alterum,

(C.lV,lO,v~.4-6).~~

El elegíaco arcaico Teognis de Mégara se lamenta en más de una ocasión de lo efímero que resulta la edad juvenil del hombre:

pues pasa rauda como una visión la vivaz juventud; Insensatos y necios los hombres que lloran a los

[muertos y no a la flor de la juventud que se va marchitando.

(Vv.985 y 7.069- 7.070).

Hacen referencia al tema tres versos incompletos del epinicio III de Baquíl ides que, pese a su carácter fragmentario, o quizás precisamente por él, resultan enormemente evocadores:

... en otro tiempo ...

... al efímero goce ...

... atiendes. Breve es la vida.

83 Trad. ¡Ay!, fugaces, Póstumo, Póstumo, se deslizan los años y tu piedad no añadirá demora a las arrugas, a la apremiante vejez, n i a la no domeñada muerte.

84 Trad. ... y el color que ahora aventaje a la flor del bermejo rosal, transformándose, haya convertido a Ligurino en un rostro áspero, dirás «¡ay!» -siempre que te veas distinto en el espejo-.

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Desde una perspectiva mucho más moderna Baudelaire ha tratado la fugacidad del tiempo en un poema titulado L'Horloge, donde es capaz de traducir a palabras esa sensación vertiginosa del instante huidizo. Empieza como sigue:

Horloge!, dieu sinistre, effrayant, impassible, Dont le doigt nous menace et nous dit: «Souviens-toi!»

Mas sus mejores estrofas son aquellas en que el poema adquiere un ritmo martilleante, jadeante, escogido por el poeta para acompañar su pensamiento:

Remember! Souviens-toi! prodigue! Esto memor! (Mon gosier de métal parle toutes les langues.) Les minutes, mortel folatre, sont des gangues Qu'il ne faut pas Iacher sans en extraire I'or!

Souviens-toi que le Temps est un joueur avide Qui gagne sans tricher, a tout coup! c'est la lo¡. Le jour décroit; la nuit augmente; souviens-toi! Le gouffre a toujours soif; la clepsydre se vide.85

Un aspecto colateral y vinculado al tema lo constituye el tratamiento de las estaciones del año. Horacio las emplea como marco introductorio a una reflexión inmediata ora sobre la muerte (1, 4), ora sobre la caducidad de los bienes

85 BAUDELAIRE: op. cit. Trad. Reloj, dios sinestro, espantoso, impasible,/ cuyo dedo nos

amenaza y nos dice: Acuérdate. Remember! Souviens-toi! ¡pródigo! Esto menor!/ (Mi gaznate de

metal habla todas las lenguas.) ¡LOS minutos, mortal juguetón, son gangas/ que no hay que soltar sin extraer su oro!

Acuérdate que el Tiempo es un jugador ávido/ que gana sin hacer trampas, ¡en todas las manos!, es la ley./ El día decrece, la noche aumenta; jacuérdate!/ La sima siempre está con sed; la clepsidra se vacía.

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terrenos (IV, 7), ora como u n pretexto para gozar de algún bien (IV, 12). Son siempre pasajes bel l ísimos del mejor l i r i smo y aque l los q u e m á s su t i lmen te emparen tan a Horacio con Virgilio, el Virgilio de Las Geórgicas y de Las Bucólicas, claro está.

Otro tanto sucede al aparecer como ornato inicial la sucesión de días y de estaciones en la oda A Cupidon en Ronsard para quejarse d e ese ardor, q u e le resulta ya molesto, de la llama de amor, según hemos visto de igual modo en Horacio IV, 1, así como en la poetisa de la isla de Lesbos, Safo d e Mit i lene. El poeta renacentista aunará ambos motivos, de modo que las dos primeras estrofas son el marco:

Le jour pousse la nuit, Et la nuit sombre Pousse le jour qui luit D'une obscure ombre. (111,17, VV. 1 -4).86

Marco al que sigue la adversativa con que se inicia la tercera estrofa que comporta el viraje temático:

Mais la fievre d'amours Qui me tourmente, Demeure en moy tousjours, Et ne s'alente. Ce n'estoit pas moy, Dieu, Qu'il fallait poindre, Ta fleche en autre Iieu Se devoit joindre. Poursuy les paresseux

86 Trad. El día empuja a la noche,/ y la noche sombría1 empuja al día que luce/ con una oscura sombra.

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Et les amuse, Mais non pas moy, ne ceux Qu'aime la Muse.

(111,17, ~v.9-20).~'

Pero me interesa resaltar aquí y ahora dos cosas: la p r imera de el las -puesta de man i f ies to po r l os comentaristas- es el paralelismo entre la vida que pasa veloz y ligera y las estaciones que se suceden con no menor vértigo, y la segunda el carácter ambiguo o dual de esa función, pues vamos ahora a leer cómo también el sucederse los días y los años con sus ciclos periódicos y regulares ofrece un contrapunto de estabilidad, de vida que siempre se reinicia, cual ave Fénix vegetal y sideral, frente a la perentor iedad de la v ida an imal , o d i cho más plásticamente: la vida de la Tierra se desarrolla en un tiempo cíclico o circular, mientras que la vida del hombre transcurre en un tiempo lineal y por tanto finito.

Diffugere nives, redeunt iam gramina campis arborisque comae;

mutat terra vices, et decrescentia ripas flumina praetereunt;

L..) frigora mitescunt Zephyns, ver proterit aestas

interitura simul pomifer Autumnus fruges effuderit, et mox

bruma recurrit iners. damna temen celeres reparant caelestia lunae:

nos ubi decidimus

87 Trad. Mas la fiebre de amores1 que me atormenta,/ permanece en mí siempre,/ y no se calma./ No era a mí, Dios,/ a quien había que punzar,/ t u f lecha en o t ro lugar1 debía tocar./ Persigue a los perezosos1 y diviértelos,/ mas no, no a mí, no a los/ que ama la Musa.

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quo pater Aeneas, quo Tullus dives et Ancus, pulvis et umbra sumus.

(C./% ~ , v v . 1-4 y 9- l6)."

Polvo, sombra, sueño, palabras todas con que los poetas han querido en metáfora traducir la evanescencia, la delicuescencia de la vida. El p rop io Ronsard: Nous, l e songe d'une vie; (V,17,v.13) [nosotros, el sueño de una vida]. Y después de él nuestros escritores del Siglo de Oro, desde Ouevedo o Calderón hasta los místicos, y antes y después la oratoria sacra con Bossuet a la cabeza, pero tal vez nunca se haya expresado esta idea de manera más bella, más concisa y precisa que al f inal de la Pítica Vlll de Píndaro:

¡Seres de un día! ¿Qué es uno? ¿Qué no es7 El hombre es el sueño de una sombra.

3. Carpe diem.

Casi como corolar io d e la brevedad d e la v ida se colige este epígrafe.

Es mot ivo éste m u y rastrable e n la poesía gr iega desde los elegíacos arcaicos hasta la lírica monódica.

88 Trad. Licuáronse las nieves, vuelve ya el césped a las llanuras y a los árboles sus cabelleras de hojas; cambia la t ierra de aspecto y, decreciendo los ríos, dejan secas sus riberas; L..)

Los fríos se templan al soplo de los Zéfiros, a la primavera la arrolla el verano, que habrá de sucumbir, a su vez, tan pronto como el pomífero otoíio haya derramado sus frutos, y viene corriendo más tarde el invierno inactivo. aunque las rápidas lunas reparan sus menguas en el cielo, nosotros, cuando descendemos allí donde moran el padre Eneas, donde el rico Tulo y Anco, somos polvo y sombra.

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Con respecto al primer grupo citemos a Semónides de Amorgos cuando termina su poema con estos versos:

... Pero tú apréndelo, y hasta el fin de tu vida atkvete a gozar de los bienes que el vivir te depare.

(29 D,vv. 72- 13).

E igualmente dentro de este mismo apartado incluimos los versos de Teognis de Mégara:

Goza de tu juventud, corazón mío. Roirto serán obr#r los hombres y, ya muerto, yo seré negra tierra.

(Vv.877-878).

En el ámbito de la lírica monódica podemos leer, por ejemplo, en Alceo:

Mientras jóvenes seamos, más que nunca, ahora importa gozar de todo aquello que un dios pueda

[ofrecernos. (73 D,vv. 11-12).

Sin embargo el gran influjo de Horacio durante la Edad Media ha hecho que sea a este poeta a quien debamos el nombre de tal motivo convertido en lugar común de la poesía renacentista y barroca.

Antes de ir a Ronsard, comencemos ahora por el poeta latino y más concretamente por esos versos digamos que «bautismales» del tema:

et spatio brevi spem longam reseces. dum loquimur, fugerit invida aetas: carpe diem, quam minimum credula postero.

(C. 1,11, VV. 6-81.''

89 Trad. Y, siendo breve la vida, corta la esperanza larga. Mientras estamos hablando, habrá escapado envidiosa la edad: aprovecha el día, fiando lo menos posible en el que ha de venir.

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Y esa idea de lo efímero de la existencia que se repite como ritornello en tantísimos versos de Horacio nunca está ausente al tratar este consejo de raigambre epicúrea:

quid sit futurum cras fuge quaerere et quem Fors dierum cumque dabit lucro

appone nec dulcis amores sperne puer neque tu choreas,

donec virenti canities abest morosa. nunc et campus et areae

lenesque sub noctem susurri composita repetantur hora,

(C. /,9, 73-20).90

Pues así como la semilla de Heráclito no fructificó hasta Hegel, así también esta idea no florecería hasta que el ansia de vivir renacentista eclosionara en un estarcido de vivencias. Me parecen oportunas en este sentido las palabras de CI.-G. Dubois:

La richesse polyphonique des sensations, des pensées et des souvenirs, rassemblée et harmonisée dans I'instant, constitue un art de vivre dont la conception et I'élaboration sont une marque distinctive de la Renaissance. Ces variations sur le cccarpe diemn, methode de cueillaison pour vivre le jour, sont ce que les

90 Trad. Huye de preguntarme qué va a ser del mañana, y ten como ganancia el día, cualquiera que sea, que la Fortuna te dé; no desprecies, tú que eres joven, los dulces amores y los bailes en corro, en tanto que la tarda vejez se mantiene lejos de tu vigor.

Ahora debes frecuentar, a la hora prevista, la palestra y las plazas públicas, donde se escuchan callados susurros a la caída de la tarde.

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hommes de la Renaissance nous ont apporte de plus ~riginal.~'

En Ronsard este tema tiene importancia capital desde el doble punto de vista extensivo e intensivo, pues no en vano la más popular de sus poesías, la famosísima "Ode a Cassandre" finaliza con la versión más genuinamente francesa del Collige, virgo, rosas que debe su nombre al poema «De rosisn atr ibuído a Vi rg i l io o con más fundamento a Ausonio, ya que en el catálogo de las obras menores de Virgil io de Suetonio Donato y Servio no aparece. Aunque la hermosura de la composición proviene del encanto de su conjunto, como siempre -y en este caso más que en otros- sucede, a efectos probatorios, me circunscribiré a su final:

Cueillez, cueillez vostre jeunesse: Comme a ceste fleur la vieillesse Fera ternir vostre beauté.

(I,7 ~ , v v . 76- 78).92

De esta oda, la mejor y más estudiada, de Ronsard comenta Vianey:

L'«Ode a Cassandrem a cette importance indéniable qu'elle est le premier chef-d'oeuvre produit dans notre poésie par une association

DUBOIS, C1.-G., op. cit. p. 152. Trad. La riqueza poli fónica de las sensaciones, de los

pensamientos y de los recuerdos, agrupada y armonizada en el instnte, constituye un arte de vivir cuya concepción y elaboración son una marca distintiva del Renacimiento. Estas variaciones sobre el «carpe diem», método de recolección para vivir el día, son lo que de más original los hombres del Renacimiento nos han aportado.

92 Trad. Coged, coged vuestra juventud:/ como a esta flor la vejez1 hará empañar vuestra belleza.

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qui combine I'influence des anciens avec les habitudes du génie francab. Car, convenonsen franchement: jusqu'a cette piece il n'y en a pas une seule, ni chez Ronsard ni chez Du Bellay qui mérite vraiment le titre de chefd'oeuvm. Cette fois, le titre s ' imp~se .~~

Sobre ella se han escrito tantas cosas que se podría elaborar u n estudio solamente cotejando comentar ios. Empieza el poeta diciendo a su amiga:

Mignonne, allons voir si la rose Qui ce matin avoit desclose Sa robe de pourpre au Soleil, A point perdu ceste vesprée Les plis de sa robe pourprée, Et son teint au vostre pareil.

(/,I~,VV. 1 -6).g4

iAh, la rosa, siempre la rosa!: f lor inmarcesible de la poesía y l a f l o r e f ímera d e la sensua l idad femínea o metáfora de sus labios, de sus mej i l las ... Su aroma ha evocado el de la fragancia de la mujer, su tacto suave y aterciopelado el de la joven piel femenina.

Rosa de la sabiduría, como la del Roman de l a Rose,

93 VIANEY, J., op. cit. p. 86. Trad. La (coda a Casandra)) tiene la importancia innegable de ser

la primera obra maestra producida en nuestra poesía por una asociación que combina la influencia de los antiguos con los hábitos del genio francés. Pues, convengamos francamente: hasta esta obra no ha habido una sola, ni en Ronsard ni en Du Bellay que merezca verdaderamente el título de obra maestra. Esta vez, el título se impone.

94 Trad. Graciosa, vamos a ver si la rosal que esta mañana había abierto su vestido de púrpura al sol/ no ha perdido esta tarde1 los pliegues de su vestido purpúreo1 y su tez a la vuestra semejante.

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rosa de los vientos, rosa musical de tantas canciones, rosa s ines tés ica d e l a n o v e l a amorosa , rosa bé l i ca d e la Inglaterra medieval, rosa heráldica de innúmeros blasones, o rosas evocadoras de Alejandría, y rosas trepadoras de pitiminí ... L'important, c'est la rose I ' important!

Para m í e l e n c a n t o d e es ta o d a es t r i ba e n esa superposición de planos en los que el poeta habla a la mujer de la rosa, pero al mismo t iempo le habla como si fuera una rosa, y es que sólo es capaz de dirigirse a una mujer como si fuera una rosa quien es capaz de hablar a la rosa cual si se tratase de una mujer.

Henri Weber ha comentado de esta suerte la "odelette":

On peut en effet retrouver chacun des détails, chacune des images évoquées dans I'ode ~Mignonne allons voir si la rosen, dans I'un des multiples poemes consacrés a cette fleur ou a la fuite de la jeunesse, qu'il s'agisse des épigrammmes de I'ccAnthologie grecquen, dlHorace, dlAusone, de Laurent de Médicis, du Politien ou de Serafino. Mais Ronsard a su joindre a la rapidité, a la concentration du symbole, la f ra icheur e t la préc is ion de I'évocation de la rose.

Tout d'abord Ronsard t ransforme le récit, qui est une forme généralement adoptée par les poetes de la Renaissance, en une inv i ta t i on a la promenade; la jeune f i l l e acquiert ainsi une sorte de réalité famil ibe et v i ~ a n t e . ~ ~

95 WEBER, H., op. cit. p. 345. Trad. Se puede encontrar en efecto cada uno de los detalles, cada

una de las imágenes evocadas en la oda ~Mignonne, allons voir su la rase)), en uno de los múltiples poemas consagrados a esta flor o a la huida

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Ahora bien, mientras que en este primer libro, el imperativo del carpe diem se coloca al final, como colofón de todo lo anterior, según la estructura del soneto de este motivo, tan brillantemente puesta al descubierto por los estudios del Profesor García Berrio, en otras composiciones roncardianas es de destacar que no t iene u n carácter exhortativo, s ino de pr imera persona del singular, y además que ocupa posiciones mediales, como sucede en dos odas contiguas del libro 11 (17, 18), o en IV, 23.

Una variante roncardiana radica no sólo en aplicarse la máxima sino en implicarse con la ninfa cuyos favores solicita (uso del imperativo en primera persona del plural) y en colocar una estrofa con el tema a la mitad y otra como envio al final:

Ainsi, ma Maistresse, vivons Tandis que le temps nous avons. L..) Donq ce-pendant que I'age nous convie De nous esbatre esgayons nostre vie: Ne vois-tu le temps qui s'enfuit, Et la vieillesse qui nous suit?

(IV, 7 7, vv.9- 72 y 29-32).''

Como último caso de variatio valga una estrofa en

de la juventud, ya se trate de los epigramas de la "Antología griega", de Horacio, de Ausonio, de Lorenzo de MAdicis, de Policiano o de Serafino. Pero Ronsard ha sabido unir a la rapidez, a la concentración del símbolo, el frescor y la precisión de la evocación de la rosa.

En primer lugar Ronsard transforma el relato, que es una forma generalmente adoptada por los poetas del Renacimiento, en una invitación al paseo; la joven adquiere así una suerte de realidad familiar y viva.

96 Trad. Así, querida mía, vivamos/ mientras que tiempo tengamos. L..) Pues entre tanto que la edad nos convida/ a divertirnos, alegremos nuestra vida:/ jno ves el tiempo que huye,/ y la vejez que nos sigue?

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tercera persona, por tanto de carácter más genérico, donde estación, rosa y fugacidad del t iempo se aúnan:

La belle Rose du Printemps, Aubert, admoneste les hommes Passer joyeusement le temps, Et pendant que jeunes nous sommes, Esbatre la fleur de nos ans.

(IV,38, VV. 6- 1 O).''

Permítaseme conc lu i r este t e m a c o n u n a cita d e Wyndham Lewis q u e sintet iza y expresa c o n pu lc r i tud formal impecable alguna de las ideas que acabamos de sistematizar:

El consabido «carpe diemn de su idolatrado Horacio, es sabia advertencia que forma como la perpetua canción subterránea de toda la poesía amorosa. Parece obsesionado, todavía mas que lo estuviera Horacio con las rosas, su fragancia y belleza, su efímera vida, su rápida e inevitable decadencia, su parecido a la suave carne de la mujer.%

4. lpsa mors, semper eadem.

Los dos temas anteriores, la fugacidad de la vida y su consiguiente disfrute eran c o m o las emergencias de la realidad última que les subyace: la muerte.

97 Trad. La hermosa Rosa de la Primavera,/ Aubert, amonesta a los hombres/ a pasar alegremente el tiempo,/ y mientras que jóvenes somos,/ a distraer la flor de nuestros años.

98 WYNDHAM LEWIS, D. B., op. cit. p. 50.

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Actitud epicúrea ante la vida, estoicismo frente a la muerte: ésa es la lección de Horacio pronto aprendida por su discípulo lejano en el tiempo, Ronsard.

El in terés p o r el t i empo es eminen temente especulativo, la preocupación por la muerte será de índole esencialmente moral.

Estación final del breve viaje de la vida, la muerte es tema donde resulta poco menos que imposible aplicar el escalpelo de la separación temática, debido a la implicación recíproca entre ambas realidades, la brevedad de la vida y la inminencia de su f in o, si se quiere, al nexo de causalidad que las imbrica.

Una de las ópticas favoritas con que se contempla a la muerte suele ser la de igualadora de las clases sociales. Recordemos el allegados son iguales los que viven por sus manos y los ricos de Jorge Manrique, que una vez más Horacio con su amplísimo saber poético y honda exper iencia humana p lasmó e n la conoc ida f rase o fórmula:

pallida Mors aequo pulsat pede paupemm tabernas regumque tums. o beate Sesti, vitae summa brevis spem nos vetat incdrate longam.

(C. 1,4, VV. 73- 15)."

Una vez más es preciso que hablemos de l gran temple poético horaciano, mas no de su originalidad, dado que en la lírica coral griega, y en concreto en Simónides de Ceos está escrito y descrito con mayor concisión el mismo pensamiento:

99 Trad. La pAlida Muerte golpea con pie igualitario las cabañas de los pobres y las torres de los ricos, iOh Sestio afortunado! La breve suma de la vida nos prohíbe poner cimientos a una esperanza larga.

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Porque todo llega a la misma devoradora Caribdis. las grandes excelencias y la riqueza.

( 8 D, VV. 1-2).

Muy probablemente debido a su humilde extracción social, incluso a una vida humillante de sus antepasados por ser hijo de un liberto, Horacio nunca abandonó esta perspectiva:

divesne prisco natus ab lnacho ni1 interest an pauper et infima de gente sub vino moreris.

victima ni1 miserantis Orci. omnes eodem cogimur. omnium versatur urna serius ocius sors exitura et nos in aeternum exsilium impositura cumbae.

(C. 11,3, V V . ~ 7-28) . ' O 0

Y en esta trilogía de ejemplos horacianos acabemos por uno breve:

sed omnis una manet nox et calcanda semel via leti.

(C. 1 , 2 8 , ~ ~ . 15- 16).'01

El prisma de una muerte inapelable, inexorable, ante la que nada valen los valores que el mundo tanto aprecia y

100 Trad. Nada importa si rico, descendiente del antiguo Inaco, o pobre y del linaje más humilde, te demoras bajo el cielo, víctima del Orco que no tiene compasión ninguna: todos somos empujados al mismo sitio, y de todos en la urna se agita la suerte que más tarde o más temprano ha de salir y embarcarnos para el destierro perpetuo.

lol Trad. Pero a todos nos espera una noche única y el camino de la muerte que sólo una vez habremos de pisar.

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a los que se apega f i g u r a i gua lmen te e n las odas d e Ronsard, aunque sea estadísticamente irrelevante:

Ne flechiront la croche ne I'audace Du nautonnier. si bien qu'il nous repasse Du nautonnier qui n'a souci De pauvre. ne de riche aussi.

(IV,Xl, vv.25-28).lo2

En t o d o caso la un i ve rsa l i dad d e la m u e r t e s i n alusiones a la estratificación social es más frecuente:

Et soin dessus soin accroistre A nous. qui serons peut estre Ou ce matin ou ce soir Victime de I'Orque noir? De I'Orque qui ne pardonne. Tant il est fier.a personne.

(11,78,7 7- I6).'O3

Está ahí Ronsard próximo al espíritu y a la letra del aludido Simónides, cuando se expresa de esta suerte:

En la breve vida hay pena tras pena. Y la muerte ineluctable siempre espera.

(9 D,vv.~-4).

Trad. No doblegarán el bichero ni la audacia/ del barquero, de modo que nos vuelva a pasar,*/ del barquero que no tiene cuidado1 del pobre ni del rico tampoco.

Scilicet a la otra orilla.

103 Trad. ¿Y cuita tras cuita aumentar1 en nosotros, que seremos tal vez, o esta mañana o esta tarde/ víctimas del Orco negro?/ del Orco que no perdona,/ tan orgulloso es, a nadie.

En todo caso el verso 14 está muy cercano al ya citado 24 (11, 3) de Horacio: victima ni1 miserantis Orci.

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Así y todo la novedad ronsardiana radica en un tratamiento de la muerte que presagia el sentimiento barroco; sería ese elemento "pre-" a que alude Elliot por el que hablamos de autores protorrománticos o prerro- mánticos y prerrenacentistas, valga el ejemplo. Es una consideración acerca de la mortalidad del cuerpo frente a la inmortalidad del alma, y un detenerse en el aspecto más macabro de la descomposición corporal. Leámoslo en dos odas seguidas del libro 111:

Or I'ame, selon le bien-fait Qu'hostesse du corps elle a fait, Monte au Ciei, sa maison natale; Mais le corps nourriture a vers, Dissoult de veines et de nerfs, N'est plus qu'une ombre sepulcrale.

(111,25, VV. 73- 78) .'O4

Nos es lícito recordar esos cuadros de Valdés Leal en que se presentan los míseros despojos de quien fue en vida importante y vivió con fasto, y leyendas como F i n i s gloriae rnundi o In i c t u oculi, aunque nos encontremos lejos de la recreación en lo macabro de un Espronceda, pongamos por caso. Pienso más bien en Quevedo cuando cito los siguientes versos:

L'ame volant d'un plein saut, A Dieu s'en-ira la haut Avecque luy se resoudre; Mais ce mien corps enterré,

104 Trad. Ahora bien, el alma segun la buena acción/ que, hu6sped del cuerpo, haya hecho,/ sube al cielo, su casa natal;/ pero el cuerpo, alimento de gusanos,/ disueltas venas y nervios,/ ya no es sino sombra sepulcral.

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Sille d'un somme ferré, Ne sera plus rien que poudre.

(111,26,~~. 19-24).lo5

Es muy de destacar que Ronsard no sólo pulió su obra sino que siguió escribiendo hasta el fin de sus días, llegando incluso a dejarnos el verdadero documento de valor literario, autobiográfico y testimonial de los días que precedieron a su muerte en sus Derniers Vers de 1586, en cuyos versos iniciales del soneto VI confiesa:

C'est fait! j'ai devidé le cours de mes destins. J'ai vecu. j'ai rendu mon nom assez insigne.lffi

En los dos primeros versos de los tercetos finales cae en un nihilismo, como el que invadió el espíritu de Teognis de Mégara empujándole a escribir tales versos:

De todas las cosas la mejor es no haber nacido ni ver como humano los rayos fugaces del sol. y una vez nacido cruzar cuanto antes las puertas del Hades. y yacer bajo una espesa capa de tierram tumbado.

(VV. 425-428).

En Ronsard no obstante este instante de nihilismo pesimista se resuelve a renglón seguido en una esperanza y deseo de la bienaventuranza:

Heureux qui ne fut onc, plus heureux qui retoume

'O5 Trad. El alma volando en gran salto,/ con Dios se irá allá a lo alto1 a venir a parar en El;/ mas este cuerpo mío enterrado,/ con sueño férreo surcado,/ polvo será nada más.

lo6 Trad. ¡Hecho está! he vaciado el curso de m i destino,/ he vivido, a m i nombre lo he hecho muy insigne.

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En rien comme il était,plus heureux qui séjourne, D'homme fait nouvel ange, aupres de Jésus-

[Christ 'O7

5. lmmortalis poesis.

Parecería que la muerte fuera con su absolutez y universalidad u n f in destructivo, corrosivo e irreversible. S i n embargo , u n h e c h o d e e x p e r i e n c i a a t e s t i g u a y corrobora que la cadena de la vida sigue subsistiendo por generaciones y generaciones que en su continua sucesión se t ransmi ten n o só lo la v i d a s ino t a m b i é n e l acervo c u l t u r a l d e q u e s o n depos i ta r i as , c o m o p r e c i o s o legado.Después de todo, ya Homero se pronunció bella y poét icamente e n aque l s ím i l del can to VI de la l l i a d a (w.146 y SS.):

Cual la generación de las hojas, así la de los hombres. Esparce el viento las hojas por el suelo, y la selva, reverdeciendo, produce otras al llegar la primavera: de igual suerte, una generación humana nace y otra perece.lo8

N o hay medio de escapar a la muerte, pero sí de hacerlo al olvido de los hombres: es mediante la obra bien hecha, mediante e l arte, las ciencias o las letras. Es una infinitud concedida a unos pocos -pauci sed electi-, pero

lo7 Trad. Feliz quien nunca fue, más feliz quien retorna/ a la nada como era, más feliz quien permanece,/ de hombre hecho nuevo ángel, junto a Jesucristo.

lo* Traducción de Luis Segalá Estalella en Editorial Bruguera, 1967.

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al mismo tiempo una oportunidad que pocos (entre ellos son excepciones eminentes Sócrates y Saussure) quieren perderse.

Tanto Horacio como Ronsard han repetido hasta la saciedad que pervivirán en la memoria de los hombres por su poesía. En mi opinión tales asertos no responden a un narcisismo o una egolatría, sino al ansia de eternidad inscrita en el corazón del hombre; es la conciencia del valor transcendente y religioso de los versos.

Afirma Dassonville a este respecto:

Unique moyen offert a I'homme qui veut vaincre la mort, la gloire sera désormais la raison d'6tre de I'oeuvre de Ronsard e t le principe fondamental de sa poétique: Aucun poi3te francais n'avait encore avoué un te1 souci;aucun du moins ne l 'avai t éprouv6 comme une révolte de la chair, une fii3vre du sang. L'immortalité chrétienne leur suffisait, et la vision béatifique.Lui voulait vivre,survivre sur cette terre, dans la mémoire des hommes, a I'exemple d'Horace.log

Por tanto procedamos cronológicamente en el orden expositivo.

Ya Teognis de Mégara se dirige a Cirno en términos

lo9 DASSONVILLE, Michel, op. cit. p. 158. Trad. Unico medio ofrecido al hombre que quiere vencer a la

muerte, la gloria serh en lo sucesivo la razón de ser de la obra de Ronsard y el principio fundamental de su po6tica: ningún poeta francés había confesado hasta entonces tal preocupación; ninguno al menos la había experimentado como una revuelta de la carne, una fiebre de la sangre. La inmortalidad cristiana les bastaba, y la visión beatifica. El quería vivir, sobrevivir en esta tierra, en la memoria de los hombres, a ejemplo de Horacio.

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parecidos a los que escogen Horacio y Ronsard para hablar de sí mismos y del destino inmarcesible de la poesía de ambos:

... Y cuando a las cavernas de la oscura tierra desciendas. a las lamentables mansiones del Hades. ni siquiera entonces. muriendo. te ha de faltar

[tu gloria. sino que conservarás entre la gente t u nombre

[inmortal. Cimo; ... Y para todos aquellos. incluso del mañana. que

[aprecien el canto. tú vivirás por igual. en tanto existan la tierra y el sol.

(Vv.243-246 y 251-252).

Horacio va a concluir los libros II y III de sus Carmina con composiciones que tienen como tema precisamente el de la inmortal idad de su poesía. Dejaremos para más adelante la oda final del tercer l ibro y veamos ahora el arranque inicial de la última oda del segundo libro:

Non usitata nec tenui ferar penna biformis per liquidum aethera

vates. neque in terris morabor longius. invidiaque maior

urbis relinquam. non ego pauperum sanguis parentum, non ego quem vocas,

dilecte Maecenas, obibo nec Stygia cohibebor unda.

(C. 11,20, VV. 1-8).'1°

11° Trad. Con ala no estrenada n i endeble seré llevado por el aire limpido, poeta de forma doble; no detendré por más tiempo en la tierra y, superior a la envidia, dejaré atrás las ciudades.

Yo, sangre de padres pobres, yo, a qu ien tú, m i quer ido Mecenas, invitas, no moriré, no; n i la corriente estigia me tendrá cercado.

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Y luego va a proseguir con su metamorfosis post mortem en un cisne.

Otrosí encontramos dos odas a continuación una de la otra en el IV l ibro donde se expresa en parecidos términos:

Dignum laude virum Musa vetat mori: caelo Musa beat.

(C.IK8, vv.Z8-Z9)."'

Y la oda novena comienza:

Ne forte credas interitura, quae longe sonantem natus ad Aufidum

non ante vulgatas per artis verba loquor socianda chordis.

(C.IK9,vv. 1-4)."'

Al leer a Ronsard nos encontramos con que,con la salvedad de una oda, en las demás el tema está esparcido en versos de distintas poesías y libros sin que constituya en sí un tema. Pero es muy de destacar el que aparezca en dos versos de 1,1:

Mais les beaux vers tousjours demeurent Opiniastres sur les ans.

(Vv.366-367).'13

El espíritu siempre muy apasionado de Ronsard nos

I l 1 Trad. La Musa impide que muera el varón digno de alabanza, y lo premia con el cielo.

l2 Trad. No vayas a creer perecederas las palabras que, en ritmos no divulgados todavía, dignas de ser acompañadas con las cuerdas, pregono yo, el nacido junto al Aufido que resueña de lejos.

l I 3 Trad. Mas los bellos versos siempre permanecen1 pertinaces sobre los años.

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dirá por dos veces que la poesía lírica lo coloca en una categoría próxima a los dioses:

Voila pourquoy Euterpe la sacrée M'a de mortel fait compagnon des Dieux.

(111,19, VV. 5 1 -!Z).ll'

Y en términos similares se pronuncia en lugar tan significado como la estrofa final de una pieza:

La Muse I'Enfer desfie Seule nous eleve aux Cieux, Seule nous donne la vie Et nous met au rang des Dieux.

(1 V, 1 7, vv.6 1 -64J.l l5

La inmortalidad de la Iírica también aparece en un pareado del libro V:

Mais les beaux vers ne changent pas qui durent contre le trespas.

f V,32, vv.2526)."'

No es un fenómeno de influencia sino una analogía pura y simple el hecho de que Horacio escribiese sus tres primeros libros de odas y al cabo de los años el cuarto, así como Ronsard publica sus cuatro primeros libros en 1550 y el quinto lo añade en 1552. Lo que sí podemos tipificar como una intencionada concomitancia es la manera en que ambos terminan sus libros de odas.

1 1 4 Trad. He aquí por qué la sagrada Euterpel de mortal me ha hecho compariero de los dioses.

1 1 5 Trad. La Musa al infierno desafía1 sola nos eleva a los cielos,/ sola nos da la vida1 y nos pone en el rango de los dioses.

l6 Mas los bellos versos no cambian1 duran mas allá del óbito.

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Horacio elige para cadenciar el l ibro III el carmen cuyos pr imeros versos m e permi to reproducir , har to significativos para el aspecto que estamos desarrollando:

Exegi monumentum aere perennius regalique situ pyramidum altius, quod non imber edax, non Aquilo impotens possit diruere aut innumerabilis annorum series et fuga temporum. non omnis moriar, multaque pars me¡ vitabit Libitinam.

(C.111,30, W. 1-7).'17

Creo percibir el eco lejano en el tiempo, proximo en la forma, del siguiente canto coral de Simónides de Ceos:

De quienes en las Termópilas murieron, gloriosa fue la suerte, hermoso su final. Un altar es su tumba, su planto es alabanza, y en lugar de los llantos les rodea la fama. Semejante epitafio n i el viento del Este n i el tiempo que todo lo doma a borrarlo van. Este recinto sagrado el buen renombre en Grecia adquirió por tales guerreros. También lo atestigua

[Leónidas, rey de Esparta, que ha dejado aquí de su valor un gran monumento y una gloria inmortal

(5 DI.

l7 Trad. He levantado un monumento más perenne que el bronce y más alto que la regia construcción de las pirámides, que n i la lluvia voraz, n i el Aquilón desenfrenado podrán derruir, n i la innumerable sucesión de años y la fuga de las generaciones.

No morir6 por completo y mucha parte de m í se librará de Libitina.

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Por su parte Ronsard había colocado al final del libro IV una oda, la cual dispondrá como broche de oro del libro V, cuando andando el t iempo revise y se ocupe de la edicion completa de su obra. No diré ya la imitación, sino el remedo del modelo horaciano es tan manifiesto que salta a la vista a su sola lectura:

Plus dur que fer j'ay finy cest ouvrage, Que I'an dispos a demener les pas, Que I'eau rongearde, ou des freres la rage, Qui rompent tout, ne ru'ront point a bas. Le mesme jour que le dernier trespas M'assoupira d'un somme dur, a I'heure Sous le tombeau tout Ronsard n'ira pas, Restant de luy la part qui est meilleure. Tousjours, tousjours, sans que jamais je

[meure, (V,36, VV. 1 -9).l18

Hoy en día es frecuente que el orden de sucesión de las poesías de un poemar io se corresponda con la cronología de su composición, pero Ronsard cuidó grandemente de la sucesividad en el ordenamiento de las odas, según criterios temáticos o de variedad. Ni en el caso de Horacio ni en el de Ronsard se le ocurriría a cualquier crítico o persona mínimamente entendida pensar que era debido a un azar fortuito el lugar estratégico que ocupaban estas odas al final de los libros.

118 Trad. Más dura que el hierro he terminado esta obra,/ que el año dispuesto a mudar sus pasos,/ que el agua roedora, o de los hermanos la rabia,/ que todo lo rompen no echarán a bajo./ El mismo día en que la muerte última/ me adormezca en duro sueño, en esa hora/ bajo la tumba todo Ronsard no irá; quedando de él la mejor parte./ Siempre, siempre, sin que jamás yo muera.

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Ambos poetas han hablado de la inmortalidad de su obra lírica, y por ende de algo íntimo de su ser, a través del tiempo y a tal efecto han dado una ubicación epilogal al tema, peraltado por la calidad que el lector podía ya haber apreciado a lo largo del conjunto de odas.

En el edificio de la memoria las ultima verba de una composición literaria ocupan su frontispicio, es como la cadencia en la frase musical, siempre bien cuidada porque determina la tonalidad y el fraseo.

La fugacidad del tiempo, la brevedad de la vida, la ineludible muerte, elementos éstos todos de una armonía conclusiva, por arte y gracia de las plumas de ambos poetas podrán ser trocados en una armonía suspensiva y todo ello sin conculcar el orden universal, sino añadiendo a las múltiples bellezas y armonías del mundo y de la vida la armonía y belleza que ellos mismos fueron capaces de generar.