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¿FASCISMO O FALANGE? ¿FASCISMO O FALANGE? RAZONES DE UN DISTANCIAMIENTO IDEOLÓGICO Existe un planteamiento moderno de igualarel fascismo al falangismo español, fundamentalmente por razones de coincidencia temporal y oportunidad política. La circunstancia de haber liderado la Falange la oposición callejera al Frente opular, una !ez "ue los grupos iz"uierdistas se hicieran con el control del Estado republicano, el hecho de haber suministrado la Falange miles de combatientes en la #uerra ci!il de $%&'($%&% y, sobre todo, el dato de haber asumido el nue!o Estado los principios falangistas a )n de erigir una estructura org*nica perdurable de poder, han propiciado "ue el subjeti!ismo político haya contaminado, m*s !eces de las deseadas, el an*lisis imparcialdel fenómeno azul desde una perspecti!a político(histórica. +e hecho, los estudios "ue hoy pululan sobre el nacionalsindicalismo adolecen, en gran medida, de !arios elementos imprescindibles para contemplar la materia con rectitud los antecedentes ideológicos del siglo - -, el papel del Ej/rcitoen la crisisde $%&' o, mismamente, la extensa normati!a azul del r/gimen fran"uista. ues bien, el estudio "ue prologamos fue redactado hace una docena de años con una )nalidad eminentemente di!ulgati!a0 pero, como, desde entonces hasta hoy, se han conocido !arios trabajos "ue, sal!o excepciones, persisten en la idea repetida de un fascismo español centrado, exclusi!amente, en la experiencia histórica de la Falange, sin contemplar con rigor los antecedentes ideológicos, la peculiar personalidad de los líderes falangistas ni el largo período "ue !a desde la 1ni)cación hasta la desaparición del 2o!imiento 3acional cuatro d/cadas m*s tarde, parece oportuno añadir al trabajo ya publicado un anexo documental y bibliogr*)co, "ue muestre, con m*s detalle, algunas de las diferencias habidas entre el fascismo y la Falange. El 19 de diciembre de 1934, y a propósito de un congreso que estaba celebrándose en la ciudad suiza de Montreux, se publicaba en la prensa española la siguiente nota La Falange

Falange o Fascismo diferencias

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Estudio histórico sobre las diferencias entre el denominado 'fascismo español' (la Falange) y los movimientos políticos similares, con un anexo documental escogido de un centenar de escritos, acompañado de una bibliografía seleccionada.

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FASCISMO O FALANGE

FASCISMO O FALANGE?RAZONES DE UN DISTANCIAMIENTO IDEOLGICO

Existe un planteamiento moderno de igualar el fascismo al falangismo espaol, fundamentalmente por razones de coincidencia temporal y oportunidad poltica. La circunstancia de haber liderado la Falange la oposicin callejera al Frente Popular, una vez que los grupos izquierdistas se hicieran con el control del Estado republicano, el hecho de haber suministrado la Falange miles de combatientes en la Guerra civil de 1936-1939 y, sobre todo, el dato de haber asumido el nuevo Estado los principios falangistas a fin de erigir una estructura orgnica perdurable de poder, han propiciado que el subjetivismo poltico haya contaminado, ms veces de las deseadas, el anlisis imparcial del fenmeno azul desde una perspectiva poltico-histrica. De hecho, los estudios que hoy pululan sobre el nacionalsindicalismo adolecen, en gran medida, de varios elementos imprescindibles para contemplar la materia con rectitud: los antecedentes ideolgicos del siglo XIX, el papel del Ejrcito en la crisis de 1936 o, mismamente, la extensa normativa azul del rgimen franquista. Pues bien, el estudio que prologamos fue redactado hace una docena de aos con una finalidad eminentemente divulgativa; pero, como, desde entonces hasta hoy, se han conocido varios trabajos que, salvo excepciones, persisten en la idea repetida de un fascismo espaol centrado, exclusivamente, en la experiencia histrica de la Falange, sin contemplar con rigor los antecedentes ideolgicos, la peculiar personalidad de los lderes falangistas ni el largo perodo que va desde la Unificacin hasta la desaparicin del Movimiento Nacional cuatro dcadas ms tarde, parece oportuno aadir al trabajo ya publicado un anexo documental y bibliogrfico, que muestre, con ms detalle, algunas de las diferencias habidas entre el fascismo y la Falange.

El 19 de diciembre de 1934, y a propsito de un congreso que estaba celebrndose en la ciudad suiza de Montreux, se publicaba en la prensa espaola la siguiente nota: La Falange de las J.O.N.S. no es un movimiento fascista; tiene con el fascismo algunas coincidencias en puntos esenciales de valor universal; pero va perfilndose cada da con caracteres peculiares y est segura de encontrar precisamente por ese camino sus posibilidades ms fecundas. Con ello, la Falange, que apenas tena un ao de vida, rompa amarras con lo que todava poda unirle al fascismo italiano y emprenda un viaje ideolgico en solitario. Sorprende, por tanto, que habiendo sido la Falange pieza importante en la sociedad espaola, al menos desde 1936 hasta 1976, quirase an que dicha embarcacin poltica siga anclada en un puerto del que definitivamente parti hace ms de 68 aos. Procede, pues, corregir esa equivocacin, recordando ciertas pginas del libro de ruta de la Falange, as como las razones por las que decidi emprenderse aquel viaje sin retorno; impugnando, por ende, el calificativo de fascista endosado imprudentemente a la Falange. Para que alguien sea considerado fascista es menester, a mi juicio, dos cualidades ineludibles: que el aludido se crea un fascista y que su ideologa concuerde con el pensamiento poltico del partido de Benito Mussolini; es decir, se precisa, de manera insoslayable, que se conjugue tanto un aspecto subjetivo (la intencin de ser) como un aspecto objetivo (la realidad de ser).La Falange, a escala oficial, nunca se consider fascista, sin perjuicio de que algunos falangistas se hayan valorado as a ttulo individual. Y Falange mantuvo esta postura cuando no haba comenzado la 2 Guerra Mundial, y, por ende, cuando se desconoca la derrota de las potencias del Eje, es decir, cuando lo oportuno hubiera sido declararse fascista al objeto de aprovechar, polticamente, el auge del fascismo italiano o el nazismo alemn, habida cuenta, en este ltimo caso, el carcter germanfilo de la sociedad espaola, patente en nuestra manera de ser desde la 1 Guerra Mundial. La Jefatura de Falange, antes de la guerra, no lo hizo as, y por tanto, la caracterstica subjetiva (la denominaremos el nomen) nunca ha existido para atribuir, con fundamento, al falangismo la condicin de fascista. No solamente, me refiero a los famosos congresos de Montreux, a los que Jos Antonio rehus acudir o participar para que no se confundiera su ideario con los movimientos fascistas de Europa (dato harto elocuente), sino tambin al hecho de que la Jefatura de Falange, en las elecciones de 1936, se considerase izquierda nacional; as lo acredita la circular de la Secretara General del partido, remitida, en fecha 16 de enero de 1936, al entonces Jefe Territorial de Galicia, don Fernando Meleiro, y que ste reproduce en su libro, desconocido, pero significativo: Anecdotario de la Falange de Orense (1).A mayor abundamiento, es necesario resaltar que los falangistas de antes de la guerra, as como los que combatieron en ella, enrolados en las banderas de Falange, ninguno que haya conocido, se me ha presentado como fascista o nacionalsocialista, sino, escuetamente, como falangista; y creo que sus opiniones deben tenerse, tambin, en cuenta para conocer las ideas y sentimientos por las que, en su da, se adhirieron a la Falange, y estuvieron, incluso, dispuestos a dar su propia vida: planteamiento que, sinceramente, y por imperativos ticos y psicolgicos, obliga a diferenciar el falangismo de esas corrientes polticas mencionadas. Demostrado, de manera escueta, que Falange carece del elemento subjetivo (el nomen), necesario para ser estimada como movimiento fascista, pasemos a analizar si posee, acaso, el elemento objetivo (la substantia), tambin imprescindible para recibir tal catalogacin.Pues bien, a tal pregunta ya respondi, all por los aos setenta, Salvador de Broc, en su libro Falange y Filosofa, donde estudia, minuciosa y concienzudamente, la ideologa del falangismo, desde el mundo de las ideas, y realiza la comparacin pertinente con las ideologas fascistas y nacionalsocialistas, llegando a la conclusin, que, ideolgica y filosficamente, la Falange no puede considerarse fascista; este estudio cientfico es de los pocos que, desde el punto de vista de la filosofa, se han publicado hasta ahora, sobre tal materia, haciendo constar, por su importancia, que el autor realiz dicho dictamen sin vinculacin conocida con la Falange: coyuntura que refrenda, ms si cabe, la apoyatura de que el nacionalsindicalismo espaol es originario y diferente, por tanto, del movimiento fascista.Aunque sea sintticamente, conviene recordar cules son las fuentes ideolgicas del nacionalsindicalismo espaol; segn Broc, y a ttulo extranjero, las que siguen: Hegel, Krause, Heidegger, Nietzshe, Kant, Sorel, Kelsen, Maurras, Splenger, Santo Toms de Aquino y San Agustn; entre la intelectualidad patria, cabra mencionar, siguiendo al citado autor, los siguientes pensadores: Joaqun Costa, Vzquez de Mella, los miembros de la Generacin del 98, Menndez Pelayo, don Miguel de Unamuno y, sobre todo, Ortega y Gasset. A estos, pienso que deben de aadirse Eugenio dOrs y Ganivet, as como aquellos juristas partidarios del Derecho Natural, teniendo en cuenta la formacin jurdica de Jos Antonio y Onsimo Redondo. El movimiento falangista, pues, tiene su gnesis en una previa maduracin ideolgica y doctrinal que, independientemente de que sea correcta o incorrecta, no aparece ni el fascismo italiano ni tampoco en el nacionalsocialismo germano, ya que ambos nacen, fortuitamente, como respuesta ante el temor del marxismo revolucionario. As, el fascismo carece, en principio, de doctrina poltica, pues en palabras de Mussolini, lo que importaba en 1919 era el hecho, es decir, la accin; otro tanto puede predicarse del nazismo, por las mismas fechas, pues su origen est ms relacionado con las cerveceras de Munich y la necesidad perentoria de aplicacin de mtodos de accin directa que, por ejemplo, con el pensamiento de Nietzshe, Wagner o Bismarck. La diferencia parece apreciable, resultando adems sintomtico el primer nmero de La Conquista del Estado de 1931, que constituyendo el verdadero arranque de lo que, despus, sera la Falange, ni siquiera utiliza el trmino fascismo en su manifiesto poltico, sino el de Estado Nuevo, en clara correspondencia con el Estado Novo de Oliveira Salazar (2).Pero qu es el fascismo? Compleja pregunta a la luz de las acusaciones y campaas propagandsticas proyectadas sobre la sombra de dicho movimiento poltico. En consecuencia parece ms apropiado el preguntarse qu se entiende por fascismo? Esquemticamente lo siguiente: irracionalismo, racismo, antimarxismo, antiliberalismo, divinizacin del Estado y anticapitalismo (slo hasta la conquista del poder).Sin perjuicio de que estos componentes constituyan un totum revolutum de difcil ensamblaje, lo cierto es que Falange carece de algunos de estos aditivos para, en verdad, estimarse fascista. El irracionalismo no puede compaginarse con el pensamiento falangista, debido a que el nacionalsindicalismo arranca de una slida cimentacin intelectual. As, La Gaceta Literaria, la formacin filosfica de Ledesma, la cultura de los redactores de La Conquista del Estado, el bagaje cultural del grupo de Jos Antonio y todos los intelectuales que, durante la guerra y despus, se unieron a la Falange, parecen a priori incompatibles con el irracionalismo y el romanticismo decimonnico, dominados ambos por el instinto humano y sus consecuencias.Tampoco fue la Falange racista; en cambio, s fue decididamente antimarxista y antiliberal, en la medida que estos movimientos polticos haban instrumentalizado al hombre, en beneficio del sistema partitocrtico o del aparato arbitrario del Estado, pues, como es conocido, la Falange considera que la persona fsica es portadora de valores eternos (dignidad, libertad e integridad), inembargables e irrenunciables, que le pertenecen per se, es decir por Derecho Natural, y no por concesin de cualquier convencin o reglamento.El pantesmo estatal fascista tampoco encaja dentro de los linderos de la Falange, pues, para Primo de Rivera, el concepto de Estado debera subordinarse a principios ticos y a la transcendencia del hombre, y, desde sus comienzos, sa fue la tesis adoptada por la Falange: Falange Espaola no quiere (...) ni el Estado indiferente, mero polica, ni el Estado de clase o grupo... (Puntos iniciales, otoo de 1933).Analicemos, por ltimo, el carcter anticapitalista del movimiento falangista. En la Falange, desde el acto fundacional del Teatro de La Comedia hasta el 18 de julio de 1936, se observa, sin ninguna duda, esta caracterstica econmica-social, ms dbil al principio que al final del citado periodo. Dejando constancia que la independencia poltica de la Falange, como tal, desapareci en plena Guerra Civil, con el Decreto de Unificacin de 19 de abril de 1937, en puridad, no puede atribuirse a la Falange responsabilidad alguna en el incumplimiento de parte de su programa poltico, pues careci de vis imperativa para llevarlo a cabo. Ahora bien, por dicho decreto, 26 de los 27 puntos programticos de la Falange preblica pasaron ntegramente al partido nico, FET y de las JONS, transformndose en parte fundamental del Estado, hasta su sustitucin paulatina, a partir de 1958, por los denominados Principios del Movimiento Nacional (3). En consecuencia, debemos preguntarnos si el franquismo respet ese programa, sobre todo los apartados econmicos recogidos en dicha normativa. Frente a lo que vulgarmente se ha credo, el Estado del 18 de julio s ajust su actividad a esas lneas programticas, y, adems, durante varios lustros, pues ah est, para corroborarlo fehacientemente toda la legislacin franquista sobre agricultura, banca o relaciones laborales; otra cosa diferente, es que tales normas se cumplieran con la intensidad y profundidad que los falangistas deseaban o, incluso, demandaban.Sera ocioso el citar toda esta normativa franquista, pero creo que, a ttulo de ejemplo, debera referirme a aquellas normas que, durante los primeros aos del rgimen, se decretaron bajo la tutela y cobijo de varios ministros procedentes de la Falange: Fuero del Trabajo de 1938, Ley de Colocacin Obrera de 1943, Ley de Descanso Dominical de 1940, Decreto de 13 de mayo de 1938 por el que se crea la Magistratura del Trabajo, creacin del Subsidio Familiar en 1938, Seguro Obligatorio de Enfermedad de 1942, Fuero de los Espaoles de 1945, Seguro de Vejez e Invalidez de 1947, Seguro de Accidentes de Trabajo de 1956, Rgimen de Seguridad Social Sectorial de 1954, etc. En suma, se trata de un conjunto legislativo de enorme calado, que hoy puede contemplarse, ciertamente, como una revolucin social para aquella sociedad exhausta por la dureza de una guerra civil y una, nada fcil, posguerra; consecuentemente, no cabe, en absoluto, sostener que la Falange olvid sus preocupaciones sociales y sindicalistas, una vez que lleg al Ministerio del Trabajo (4). Dicho lo anterior, a nadie se le oculta que la Falange originaria, por el contrario, presenta una probada similitud con el partido de Mussolini, como tambin la posee (en algn aspecto puntual) con el movimiento legionario rumano de Codreanu; siendo tal semejanza ms acentuada, quiz, con el Nacional-Sindicalismo portugus de Rolo Preto (5). Es cierto que todos estos movimientos nacieron en el periodo denominado de entreguerras (1918-1939) y ello ha confundido, ciertamente, a determinados historiadores, quienes han pretendido agrupar todos estos grupos polticos, bajo la categora genrica de fascismo. Ahora bien, una cosa es la cronologa, campo en que los profesionales de la historia se desenvuelven perfectamente, y otra cuestin totalmente distinta es el campo de las ideas, es decir el filosfico, as como el de la teora poltica, donde los historiadores no se mueven con la misma maestra. Todos conocemos que, por ejemplo, la doctrina social de la Iglesia, se difunde, sobre todo, en el periodo de entreguerras, y nadie de estos historiadores, que tan alegremente hablan sobre la Falange, se ha atrevido a conceptuar tal doctrina cristiana de fascista. Siendo, conveniente sealar, al respecto, que la encclica Quadragesimo Anno, de 1931, opta, de forma clara, por un estado corporativo, que termine con el salvajismo del sistema capitalista y suponga, a la postre, la eliminacin de la lucha de clases; la encclica Rerum Novarum, desde 1891, se manifiesta del mismo tenor, y, las anteriores condenan, igualmente, tanto el liberalismo como el marxismo, optando por una nueva democracia, la orgnica.En el periodo de entreguerras y merced a los errores del capitalismo financiero se produce una reaccin, lgica y natural, contra los excesos del liberalismo, en su versin econmica, de la cual no solo particip el fascismo, el salazarismo, el falangismo o la Iglesia, sino tambin los propios liberales, al formular, siquiera vagamente, las bases del denominado Estado Democrtico y Social de Derecho, es decir, el que disfrutamos actualmente en la Europa occidental, y que tiene su origen en varias constituciones de la poca, o, incluso el intervencionismo econmico (New Deal), del presidente norteamericano Franklin D. Roosevelt (6); en consecuencia, la pregunta es obligada: acaso, alguien ha osado calificar de fascista a Roosevelt o, mismamente, al sistema poltico-social de la Constitucin espaola de 1978?La conceptuacin de la Falange como fascismo solamente puede sostenerse desde el punto de vista accidental o formal: la subvencin de Mussolini a Falange, el seminario El Fascio, ciertas actitudes del ncleo originario de las J.O.N.S. o, mismamente, el saludo romano; pero tales argumentaciones son, fcilmente, desmontables. En estos supuestos, se dara el nomen, pero faltara lo ms importante: la substantia, es decir, el contenido ideolgico. Adems, existen, en relacin con lo tratado, otras consideraciones que hacen decaer, ciertamente, el pretendido fascismo de Falange. En primer lugar, Mussolini tambin subvencion al carlismo y a los conspiradores monrquicos, resultando un desatino absoluto el catalogar la institucin monrquica y el tradicionalismo como movimientos fascistas, por el simple hecho de recibir unos miles de liras del Gobierno italiano, cuando a todos nos viene a la memoria la irregular financiacin, obviamente escandalosa, de nuestros partidos polticos en estos ltimos aos.Esto expuesto, se me antoja dudoso que Falange recibiera envo alguno por parte de la Italia fascista, habida cuenta que las investigaciones sealan al encargado de prensa de la Embajada italiana en Pars, Amedeo Landini, como el suministrador de tales ayudas. Pero la conducta de Landini resulta bastante confusa para admitir, sin ms, la veracidad o finalidad de tales subvenciones; entre sus documentos se han hallado algunos que consideraban al socialista don Julin Besteiro, como uno de los jefes del fascismo espaol... A mayor extraeza, parece tambin incoherente que la posible financiacin italiana a la Falange, a partir de 1935, se originara en la sede diplomtica de Pars, y no se canalizase a travs de su homnima madrilea (7).En segundo lugar, la colaboracin en El Fascio, la existencia del Movimiento Espaol Sindicalista-F.E., etc. son simplemente indicios o balbuceos parafascistas (quizs imagofascistas), que, en nada contradicen lo anteriormente expuesto, pues ocurren desde marzo hasta principios de octubre de 1933, poco tiempo pienso- para calibrar si la conducta de Primo de Rivera ha de ser catalogada definitivamente como fascista (8), y ms, teniendo en cuenta que, desde 1930, Jos Antonio perteneca al bloque de la derecha tradicional, y se presentaba regularmente a las elecciones. Pero el 29 de octubre de 1933, nace a la vida pblica la Falange, que, como es conocido, viene apadrinada por el catedrtico de Derecho Civil, Alfonso Garca-Valdecasas, quien manifiesta en el Teatro de la Comedia, textualmente, lo que sigue:

Se ha dicho que esto es un acto fascista, y yo digo que, en siendo espaolsimo, que le llamen como quieran. Que con lo fascista, que es una experiencia extranjera, podremos tener todas las afinidades y todas las coincidencias que en un futuro resulten; pero que nosotros, espaoles, no queremos vivir de frmulas extranjeras, y no queremos exponernos a que eso del fascismo sea una frmula ms. No; queremos descubrir la autenticidad de nuestro ser: no existen recetas universales; no existen panaceas de salvacin para los pueblos; los pueblos han de salvarse por s mismos, descubriendo su propia verdad...

Como vemos, desde un principio, Falange se decanta por una frmula distinta, enraizada en la esencia de lo hispnico, y deseando tener vida e historia propias, as como ideologa.En tercer lugar, vamos a tratar, detalladamente, la cuestin de La Conquista del Estado y las JONS. Fueron stas, ciertamente, anticomunistas, como lo acredita el nmero tres de dicha revista, al proclamar la siguiente consigna: La Conquista del Estado se reafirma antiliberal y antiburguesa; pero, sobre todo, se reafirma anticomunista; o, incluso, el nmero cinco, al considerar el comunismo como el principal enemigo para La Conquista del Estado, y que slo se le vencera con dos eficacias en conjuncin: Los valores hispnicos y la victoria econmica. Pero de ah al fascismo definitivo hay todava un perceptible trecho, y, aunque existiera una admiracin de los jonsistas por los nacionalismos agresivos (trmino empleado por la revista JONS, en su primer nmero), lo cierto es que tambin profesaban, paradjicamente, igual sentimiento por el bolchevismo ruso, en tanto en cuanto haba confeccionado su propia revolucin nacional, debido a que tanto unos como otros se servan de mtodos de accin directa, nunca descartables por Ramiro Ledesma como eficacia revolucionaria. Y Ledesma fue sin duda un revolucionario, aparte de un correcto nacionalista. Ahora bien, fue un fascista...? Pues, un fascista es siempre un patriota, pero puede ser un revolucionario como puede no serlo, y en el fascismo italiano hay suficientes ejemplos de ello (9). Adems, el fascismo de Ledesma es discutible, pues el jonsista estaba dotado de una poderosa inteligencia, circunstancia que le permitira conocer con detalle el fenmeno mussoliniano, desde 1922, y en esa dcada Ledesma se dedicaba, exclusivamente, a las tareas literarias (10). Si Ledesma fuera un fascista puro se hubiera afiliado o contactado con aquellas manifestaciones italo-fascistas de Albiana o de La Traza, o, incluso, se hubiera incorporado a la Unin Patritica, el partido de la Dictadura del general Primo de Rivera. No lo hizo, pudiendo haberlo hecho, dando a entender que no le seducan aquellas aventuras fascistas o parafascistas; ni tampoco crea, siendo un dato cronolgico significativo (olvidado por bastantes eruditos), un partido poltico, ni cuando Mussolini accede al poder, ni siquiera cuando los nazis hacen lo propio. En cambio, el zamorano, se decide a entrar en poltica, una vez que toma contacto con la filosofa, sobre todo cuando descubre a Ortega y a otros maestros, en la Universidad de Madrid: en consecuencia, es en el mundo de las ideas donde debe buscarse la correcta adscripcin poltica de Ledesma, y no en las formas, pues stas no dejan de ser sino meras coreografas (11).En cambio, si se analiza sosegadamente el Discurso a las juventudes de Espaa, publicado por Ledesma en mayo de 1935, se observa que el autor ubica de modo sistemtico el bolchevismo ruso, el fascismo y el nazismo alemn, dentro de sus propias peculiaridades, considerando que su movimiento, las J.O.N.S., supone un hallazgo ideolgico distinto, al unir las ideas de lo nacional y lo social, en original sntesis, descubriendo para Espaa una nueva perspectiva histrica y poltica, que quiz pudiera ser -en opinin de Ledesma- un referente universal para el futuro; declarando textualmente dentro del mismo item expositivo, que tanto el fascismo como el nacionalsocialismo, e incluso el bolchevismo, son fenmenos restringidos, exclusivamente nacionales, sin envergadura ni profundidad mundialOtros textos posteriores de Ledesma, deben inspeccionarse con suma cautela, pues conociendo su trayectoria poltica, una vez que es expulsado de la Falange, tales documentos podan, perfectamente, perseguir el objetivo de atraerse multitud de adhesiones, a costa de la simpata que generaba el fascismo entre las personas de orden, en su intento de relanzar las J.O.N.S. fuera de la disciplina de la Falange (12).Ya antes de este acontecimiento, concretamente el 1 de febrero de 1934, el mismsimo Primo de Rivera (cuya opinin por lo que respecta al fascismo debe tenerse en cuenta) haba reconocido ante el Parlamento que en Espaa ni siquiera haban existido partidos fascistas antes de abril de 1933; las J.O.N.S., que haban nacido en 1931, no posean, por tanto, tal apellido poltico, para quien se les unira das ms tarde con todas sus huestes. Tal circunstancia tampoco debe olvidarse a la hora de desentraar la verdadera filiacin poltica de las J.O.N.S.La orfandad poltica de Ledesma, as como su peculiar personalidad, han propiciado que sobre su figura se tejan mltiples teoras, la mayora de ellas posiblemente inexactas, y alguna hasta extravagante. El calificativo de fascista es un traje que le cuadra excesivo al zamorano, debido a que su conducta y posicin genuinas no responden a la abstraccin aristotlica de posibilidad-efectividad, determinante de la existencia de algo, en este caso de su presumible ideologa mussoliniana; es posible que estuviera en condiciones de poder ser fascista hacia 1935, pero su posterior fusilamiento impidi que se supiera si algn da llegara a serlo. Pienso, por tanto, que el pensamiento de Ledesma no encaja, definitivamente, en el estricto fascismo. Adems, su proyecto poltico, correctamente estructurado ab initio, tampoco recibe subvencin alguna de los pases considerados fascistas (Alemania o Italia) para que se rubrique, sin ms, esa pretendida etiqueta poltica (13). Y ello s es un dato a tener en cuenta, pues un grupo fascista que iniciara su andadura en la Espaa de 1931 1935, lo lgico es que tratara de conseguir la financiacin idnea para sus fines polticos, a travs de las embajadas italiana y alemana. No existe indicio alguno en este aspecto, y s, parece, en cambio, que la subvencin de las actividades de Ledesma, ya fuere en La Conquista del Estado, ya en las JONS, vino de mano de los fascistados, trmino ramirista que designa la actitud parafascista de la derecha espaola de la poca: en puridad su adversaria poltica, despus del marxismo y el capitalismo financiero (14).Quedan, no obstante, por tratar varias diferencias hasta ahora olvidadas. As, las JONS fueron desde sus inicios, sencillamente, Nacional Sindicalismo, en cambio el fascismo italiano, desde 1921, se titul Partido Nacional Fascista y los nazis, desde 1920, se autodenominaron Partido Nacionalsocialista Alemn. Objetivamente, tales diferencias terminolgicas, esconden, quirase o no, discrepancias ideolgicas an mayores. Notorio resulta, desde la perspectiva que nos ofrece la teora poltica, el desvincular el trmino fascismo tanto del socialismo como del sindicalismo, pero ni siquiera puede ser vlida la ecuacin que pretenda una equivalencia entre el movimiento socialista y el sindicalismo, ya que en numerosas ocasiones sus caminos han sido divergentes. Adems, siguiendo este mismo hilo expositivo, las JONS nunca fueron partido, sino Juntas de Ofensiva, en consecuencia slo podra existir parangn con los antiguos fasci di combattimento (creados por Mussolini en marzo de 1919). Sin embargo, en tal supuesto seguiran existiendo disimetras, a mi juicio insubsanables. Nuestras JONS, aunque partidarias de la accin directa, apenas emplearon la violencia (15) y el origen del movimiento jonsista debiera buscarse en la Universidad espaola; en cambio, los fasci tienen su germen en una escisin, tanto del sindicalismo de izquierdas como del partido socialista italiano, y la violencia que sin duda utilizaron procede del ambiente turbio en que se desenvolvieron, ya fuere motivada por el propio talante revolucionario del socialismo de donde procedan, ya por el clima de subversin que se respiraba en Italia hacia 1918.Teniendo presente lo hasta aqu expuesto, y habida cuenta, adems, las diferencias cronolgicas que existen entre las J.O.N.S. y la irrupcin del nacionalsocialismo y el fascismo (La Conquista del Estado nace en 1931, mientras que el fascismo y el nazismo lo hacen en 1919), tal coyuntura puede permitirnos el preguntar, parafraseando a Ramiro Ledesma, con justificado escepticismo: Fascismo en Espaa con las JONS...? En cuarto lugar, vamos a tratar el punto ms controvertido para la Falange en su pretendida filiacin fascista: el saludo a la romana (16). Como se sabe, dicho saludo adoptado ya en las escuelas estadounidenses y por dAnnunzio en el Fiume- fue incorporado por Mussolini a su movimiento poltico; pero, como su nombre bien indica, no es un saludo creado por los fascistas, sino tomado por ellos del saludo empleado en el imperio romano. En consecuencia, dicho ritual puede, en puridad, ser utilizado por aquellas personas o grupos que de alguna manera se sientan identificados con el mundo romano y su civilizacin. Una ideologa como la que sostiene la Falange, cuyos principios rectores son la defensa de la economa social, la patria y la justicia, est fuertemente influenciada por la cultura heredada de Roma. Espaa, como antigua provincia romana, recibi todo el legado del Imperio (lengua y derecho) y se hizo nacin, segn las directrices del mundo romano: a partir de entonces, el Derecho Romano se convirti en el garante y referente de la sociedad espaola (lo mismo que en la Europa occidental). Y an hoy, dicho derecho contina alumbrando e inspirando la mayora de las instituciones jurdico-privadas de nuestro pas. Resultando por ende comprensible, que a tres conocedores del Derecho Civil o derecho privado, como eran el caso de Garca-Valdecasas (catedrtico), Fernndez-Cuesta (notario) y Jos Antonio (abogado) no les pareciera extrao, ni extico, el saludo con la palma de la mano extendida, en la mayora de actos pblicos de la Falange originaria, pese a sus declaraciones, en contrario, de que la Falange no era un movimiento fascista: ya fuere en el acto de La Comedia, ya en la prensa, ya por la remisin de circulares internas (17).En mrito de lo expuesto, resulta incorrecto el encuadrar a la Falange dentro del fascismo, pues, por un lado, es equivocado que el fascismo constituya una categora genrica, donde se englobara hipotticamente al nacionalsindicalismo (segn algunos), as como tambin es errneo que la Falange sea una especie, pues habida cuenta su trayectoria histrica parece ms bien que nuestra Falange se ha configurado como un gnero independiente. Y me explico: la Falange podra incluirse perfectamente dentro de la plyade de grupos que criticaron el capitalismo, provocador de la Gran Depresin de 1929, pero tambin entre aquellos partidarios de la democracia orgnica, as como en aquellos otros contrarios al marxismo, y todo bajo un sello catlico y tico-revolucionario (de difcil encuadre por su originalidad). Tal variedad de componentes doctrinales es muy complicada de reducir a una pretendida categora universal, y menos de tipo fascista, por ser sta una experiencia italiana, ya que en el fondo tal coyuntura implicara a la postre un evidente error: la confusin del gnero con la especie. Por lo dems, la categora genrica que abrazara todas estas ideologas, tan dispares, nunca podra englobarse en una categora tan cerrada como la del fascismo, es decir debera constituir, necesariamente, un numerus apertus, no un numerus clausus como es el caso del fascismo o el nacionalsocialismo (18). Pero, adems, el servicio desarrollado por la llamada Falange Exterior ha permitido que la Falange pueda ser considerada, desde la poca de nuestra guerra civil, como un autntico gnero independiente, pues si as no fuera parece absolutamente superfluo e intil que la Falange (o su huella ideolgica) perviva an hoy en Chile, Bolivia o en el Lbano, habindose extendido a Mxico, Argentina, Canad, Venezuela, Puerto Rico o EE. UU. Si la Falange fuera el apndice o la especie de algo (como se pretende con el fascismo) correspondera a este pseudo-gnero su expansin, y no a la Falange, y todo ello bajo el rigor del fascismo y no del nacionalsindicalismo, cosa que no ha ocurrido desde el 29 de octubre de 1933 (19).No se olvide, tampoco, que los nacionalismos, o mejor dicho, las corrientes ideolgicas de entreguerras trmino sin duda ms apropiado- nacieron como solucin a los diversos problemas que planteaba aquella poca, bastante lejana, por cierto, de la actual. Algunos de ellos (como el nazismo) se mostraron pronto como autnticos movimientos imperialistas, que en poco se diferenciaba del bonapartismo, del colonialismo britnico o, incluso, del expansionismo sovitico o estadounidense de nuestro tiempo; de ah sus errores y procederes inadmisibles. Otros, en cambio, mantuvieron posturas diferentes; ni siquiera fueron partidarios de conductas execrables; y tampoco llegaron al poder para que sean catalogados, quizs exageradamente, como entidades de naturaleza fascista. Solamente aquellos movimientos que trataron de buscar su propia idiosincrasia, fuera de las modas totalitarias del momento, como fue el caso de la Falange, han podido subsistir hasta hoy; las dems corrientes han desaparecido, quizs, porque nicamente contemplaron el fenmeno del nacionalsocialismo o del fascismo, como culto y admiracin, sin indagar, previamente, en sus confusiones y posibles contradicciones (20).

En resumen: no cabe una equiparacin plena entre el fascismo y la Falange, sin que se cometa un yerro dialctico-ideolgico, pues ello supondra, irrevocablemente, la confusin del gnero con la especie, de lo sustantivo con lo adjetivo, e, inclusive, el equivocar lo que debe entenderse en plural (como es el hecho de la expansin del nacionalsindicalismo por el mundo) con lo que obligatoriamente debiera apreciarse en singular (el fascismo como fenmeno tpico de la Italia prealpina).

NOTAS:

(1)- Apndice documental de dicha obra (Ediciones del Movimiento, 1957, Madrid). Meleiro fue quien estableci los contactos oportunos para el aprovisionamiento armado de la Falange en Portugal, en vsperas del Alzamiento. Proceda de las Juventudes de Accin Popular, en las que actuaba como agente del grupo de Primo de Rivera, acreditando que ya en el verano del 33 se discuta sobre el nombre, la insignia y otros pormenores del movimiento azul (ibdem, pp. 8-13). La designacin del nombre de Falange Espaola estaba, pues, en el ambiente cuando el 29 de octubre de 1933 se celebra el histrico acto del Teatro de la Comedia; de hecho, el diario La Nacin insertaba en su portada del da 30 la siguiente leyenda: Falanges Espaolas, Arriba!... Pues bien, el trmino es un vocablo militar que alude a la antigua milicia griega (cf. Almirante y Torroella, J. [1869]: Diccionario Militar, Imprenta del Depsito de Guerra, Madrid, pp. 484-492); fue propuesto como nombre para el partido por el comandante Julio Ruiz de Alda y aceptado por las fuerzas que concurrieron a la constitucin de F.E. en otoo de 1933: Movimiento Espaol Sindicalista, Frente Espaol y Hueste Espaola.

(2)- El concepto de Estado Novo, de formato corporativista, fue formulado por Oliveira Salazar en 1930; curiosamente, en el primer nmero de la revista JONS (mayo de 1933) se publicaba un artculo, sin duda spero, sobre el Nacional-Sindicalismo portugus, titulado Los nazis de Portugal, donde se alababa, en cambio, la figura del profesor Oliveira Salazar, con el siguiente comentario: Diremos que posee la virtud extraordinaria entre los peninsulares- de hablar poco mientras hace mucho (...) Por eso, quizs est salvando Portugal. En nuestro pas, la denominacin de Nuevo Estado adquiere carta de naturaleza gracias al decreto de la Junta de Defensa Nacional de 29 de septiembre de 1936, por el que se nombraba al general Franco Jefe del Gobierno y Generalsimo de los Ejrcitos, y a la Ley de 1 de octubre, por la que se institua la organizacin administrativa a la que se ajustara la nueva estructura estatal. Este Estado, que comenzara a desarrollarse institucionalmente en el decreto de Unificacin en 1937 merced a la asuncin del programa de la Falange, nunca se consider fascista a nivel oficial; ms aun, protest cuando tal calificativo se insinuaba en relacin con el pensamiento joseantoniano. As, en diciembre de 1974, y a propsito de un artculo de ngel Vias*, el rgano periodstico del Rgimen catalogaba tal propuesta de dolosa y malintencionada, habida cuenta las declaraciones reiteradas de Jos Antonio (cf. "Una confusin rechazable", editorial de Arriba [05.12.1974], Madrid, p. 2).* Jos Antonio analiza las fuerzas polticas, en Actualidad Econmica, (23.11.1974), n 871, SARPE, Madrid. La rplica, redactada por el camisa vieja alicantino Jos Mara Marco Cecilia, manifestaba lo que sigue: No ha dejado de llamarme, por otra parte, la atencin el uso reiterado de la palabra "fascista" en el documento, pues la Falange Espaola de las JONS no fue fascista nunca! Yo, como falangista, nunca me consider fascista, ni creo que el conjunto de mis restantes camaradas de la Falange de aquella hora incurrieran en tamaa confusin... (cf. "En torno al documento indito de Jos Antonio", en Actualidad Econmica, [30.12.1974], pp. 123-125).

(3)- Los XII Principios del Movimiento Nacional constituyen una sntesis de las leyes aprobadas por referndum en 1947, de raz falangista y tradicionalista; a las que el texto de 17 de mayo del 58 aadira unos postulados ms modernos, en lo tocante a instituciones pblicas y representacin poltico-social, con el propsito de confeccionar una especie de constitucin de carcter abierto. Nada de fascismo se respiraba en dicha norma fundamental de 1958, por lo que la tentacin totalitaria haba quedado definitivamente atrs. Tambin quedaba relegado el histrico decreto n 255, que ya en la primavera del 37 haba prescindido del punto vigesimosptimo de la Norma Programtica (redactada en 1934) cuyo contenido debi considerarse obsoleto pues aluda a los pactos para conquistar el Poder. Mientras tanto, el Rgimen caminaba lentamente hacia la sociedad sindicalista, que apenas Primo de Rivera haba esbozado en su vida pblica. Pese a que la Ley de Bases de Organizacin Sindical (1940) tenda a esa meta, lo cierto es que los sindicatos de la poca franquista fueron ante todo corporaciones de derecho pblico; de ah que se aplazase sine die la articulacin de un sistema crediticio de carcter sindical y gratuito. Por ende, las conclusiones del nico congreso de la Falange (celebrado en 1953) proclamaron la necesidad de desarrollar la Ley de Unidad Sindical del ao 40, el abaratamiento del crdito y una mejor redistribucin de la renta nacional, seal inequvoca de que los congresistas eran conscientes de la inspiracin azul de parte de la normativa estatal. En cualquier caso, aquel sistema sindical, y ms en su ltima poca, represent para el mundo del trabajo una mejor defensa y representatividad institucional que el actualmente existente.

(4)- Aparte de la creacin del Servicio Nacional del Trigo (1937) y del Instituto Nacional de Colonizacin (1939), se decretaron las siguientes normas agroeconmicas en aquella poca: Ley de bases de 1939 para colonizacin de grandes zonas, Ley de 1940 de colonizaciones de inters local, leyes de 1940, 1941, 1942, 1944, 1948 y 1949 sobre arrendamientos rsticos, Reglamento de 1941 sobre Grupos Sindicales de Colonizacin, Ley de 1946 sobre expropiacin forzosa de fincas rsticas por inters social, Ley de 1949 sobre colonizacin y distribucin de la propiedad de zonas regables, Ley de 1952 sobre Patrimonios Familiares, Ley de 1952 sobre concentracin parcelaria, Ley de 1952 de Explotaciones agrarias ejemplares, Ley de 1953 sobre declaracin de fincas manifiestamente mejorables, Ley de 1954 sobre unidades mnimas de cultivo, etc. Recuerda Gonzalo Fernndez de la Mora, en un trabajo reciente publicado en la revista Razn Espaola (Revisin de la economa espaola en los aos cuarenta, nm. 111, enero-febrero de 2002, Fundacin Balmes, Madrid, pp. 37-70), que la esperanza de vida de los espaoles creci, entre 1940-1950, desde los 50 hasta los 62 aos; los estudiantes universitarios aumentaron hasta un 37%, los de Bachillerato en un 41% y la utilizacin de la energa elctrica se elev en un 91%. Objetivamente, tena que existir detrs de estas cifras econmicas y de bienestar fsico (el ms alto del siglo) una nueva poltica social de carcter innovador. Y es que dejando a un lado las formulaciones revolucionarias plasmadas en la normativa, las medidassociales adoptadas en aquella poca han de ser valoradas en sus justos trminos: basta referir las adjudicaciones de nuevasviviendas a familias humildes (ideadas por el general Queipo de Llano) en plena contienda o la entrega, en la inmediata posguerra, de parcelas agrcolas a numerosos campesinos para dar una idea fehaciente sobre aquella justicia distributiva; de hecho, en la primavera de 1947, dos mil de estos ttulos de colonizacin agrariafueron entregados personalmente por Eva Pern.

(5)- El Movimiento Nacional-Sindicalista portugus se cre en febrero de 1932; aunque catalogado como un partido fascista ms, lo cierto es que su origen se halla en el Integralismo Lusitano, ideologa autctona en la que militaron Sardinha, Pequito Rebello, Raposo y que fue confeccionada en 1914, cuando ni siquiera haba nacido el fascismo. El ala de Preto era de corte netamente revolucionaria, y otras corrientes del movimiento -sin olvidar sus preocupaciones sociales- preferan, incluso, que se dejara de lado la coreografa de tipo fascista. Los Camisas Azuis (fueron los primeros en vestir la camisa azul proletaria) se contaron por miles mas brillaron poco tiempo, pues el movimiento fue fraccionndose, desapareciendo hacia 1935. Jams se ha intentado reconstruir este curioso nacional sindicalismo, salvo algn tmido intento. Su lder, Rolo Preto (1893-1977), fue abandonando sus antiguas creencias, para refugiarse en su monarquismo tradicional, y una vez terminada la Segunda Guerra Mundial formaba ya parte de la oposicin al rgimen de Salazar. Por lo dems, el Movimiento Nacional-Sindicalista portugus tampoco acudi al mentado congreso fascista de Montreux en 1934. (6)- Vanse la Constitucin alemana de la Repblica de Weimar de 1919 y la espaola de la Segunda Repblica de 1931; igualmente la carta constitucional mejicana de 1917. Curiosamente, las demandas laborales de los Fasci di combattimento italianos de 1919 han sido asumidas, en gran parte, por las leyes y constituciones de las democracias occidentales de hoy en da. De hecho, en los Estados Unidos, la National Industrial Recovery Act reconoca ya en 1933 la fijacin del salario mnimo, la reduccin de la jornada laboral, los contractos colectivos, la proteccin de la infancia, el control de la produccin, la libertad de asociacin y el derecho de asistencia y previsin social, siguiendo as la estela social iniciada por la Carta del Laboro en 1927. Precisamente, el norteamericano John L. Lewis lograra concertar ms tarde el primer convenio colectivo de trabajo entre la Carnegie-Illinois Steel Company y el sindicato que diriga. Consltese: Llorente de, C. (1938): La Carta Fascista del Lavoro y la expansin mundial de la idea corporativa, en Gaceta de Tenerife, (16.03.38), Santa Cruz de Tenerife, p. 3.

(7)- Concretamente, Landini encargara a Jos Antonio un informe sobre la coyuntura espaola, cuya transcripcin presenta tambin algn punto oscuro (cf. Vias, A., Jos Antonio analiza las fuerzas polticas, en Actualidad Econmica, 23 de noviembre de 1974, pp. 70-74). La posible financiacin fascista de la Falange despierta, si cabe, ms incongruencias, pues la cantidad que la tesorera romana deba remitir peridicamente a Primo de Rivera resultaba pequea para la intensa actividad que desarrollaba el partido en el perodo 1935-1936: la correspondencia cruzada entre Onsimo Redondo y Jos Antonio, antes del alzamiento de julio, nos revela que una cantidad parecida a la librada en Italia para Francia -unas 15 000 pesetas mensuales- era consumida ntegramente por la Falange clandestina de Valladolid. Adems, tal sistema de financiacin exiga que Primo se desplazase todos los meses a Pars, y no consta que viajase tan a menudo a la capital francesa mientras goz de libertad; lo que mueve a pensar que los fondos depositados no se necesitaban con urgencia. Por consiguiente, las remesas pudieran representar un mero proyecto publicitario para paliar los costes elevados de las nuevas publicaciones falangistas (Arriba y Haz), sometidas por entonces a frecuentes prohibiciones y suspensiones; de ah que la polmica ayuda fuera gestionada por el Ministerio de Prensa y Propaganda, y sin perjuicio de que, en la hipottica financiacin, tuviera alguna participacin La Nacin (diario ligado a la familia Primo de Rivera)*. De hecho, la subvencin fue concedida por el Sottosegretariato di Stato per la Stampa e per la Propaganda, secretariado instituido legalmente en 1934 y que dependa directamente del jefe del Gobierno italiano, crendose al efecto tres direcciones generales que se ocupaban de la prensa nacional y extranjera, el prestigio del rgimen y el fomento de aspectos culturales y tursticos, no siendo infrecuentes los subsidios en metlico. No obstante, tambin cabe conjeturar que tales subvenciones fueran una simple renovacin, por parte del gobierno italiano, del auxilio prestado un ao antes a las actividades conspirativas contra la II Repblica, cambiando nicamente la frmula de recepcin; en tal caso Primo habra viajado a Roma en mayo de 1935 para agilizar las referidas transferencias, tras haber contactado con la cpula de la UME del comandante Barba. Sea lo que fuere, lo que resulta incoherente es que una subvencin monetaria, no utilizada puntualmente por el destinatario y ni siquiera reclamada por su organizacin poltica en clara rebelda desde haca meses, pueda conciliarse con los informes reservados que la embajada alemana enviaba a Berln antes del alzamiento militar, en el sentido de que el movimiento azul estaba eliminado y fuera del juego poltico por falta de fondos (Cf. Vias. A. [1974]: La Alemania nazi y el 18 de Julio, Alianza Editorial, Madrid, pp. 339-346).* El presupuesto inicial para editar un diario propio rondaba las 200 000 pesetas en la primavera de 1934, segn los clculos efectuados por el periodista Manuel Aznar a peticin de Primo de Rivera (cf. Jos Antonio, biografa apasionada p.180). Con todo, antes del otoo de 1935, Mussolini ofreci al Ausente la posibilidad de lanzar un peridico nacional, y a fondo perdido, sin necesidad de ninguna contraprestacin ni documentacin acreditativa; la oferta fue rechazada (cf. La Falange en la Guerra de Espaa: la Unificacin y Hedilla pp. 266-268). (8)- Jos Antonio, incluso, parece reconocer tales balbuceos en su artculo El ruido y el estilo, redactado en abril de 1936; dicho escrito fue prohibido por la censura y definitivamente publicado en el peridico Baleares, el 6 de enero de 1940. Se olvida con frecuencia que Primo de Rivera entr en la poltica para defender la obra y memoria de su padre; y nadie parece haber advertido la coincidencia del pensamiento de Don Miguel con algunas ideas que su hijo desarrollara despus (ajenas tanto a los partidos de derechas como de izquierdas y siempre de carcter conciliador). Opino que Jos Antonio sostuvo, transitoria y errneamente, que una vez muerto su progenitor, el sistema poltico ms parecido al de la Dictadura poda ser el del fascismo italiano. Pero an en el verano de 1933, Jos Antonio, se hallaba estudiando el fenmeno del fascismo, como ha desvelado el profesor Juan Velarde Fuertes en El Nacionalsindicalismo cuarenta aos despus; anlisis crtico (Editora Nacional, 1972, pp. 39-79), y por ello creo que no deja de ser aventurado el considerar a Primo de Rivera, por aquel tiempo, como un fascista ms, pues su pensamiento poltico todava no estaba maduro. Por lo dems, la conceptuacin que los idelogos de la Falange tuvieron sobre el nacionalsindicalismo peninsular, su credo claramente hispanista y su particular quehacer histrico, desde la poca de la unificacin hasta la disolucin de la Secretara General del Movimiento por Real decreto-ley en abril de 1977, nos muestran un peculiar movimiento poltico de carcter nacionalista que, pese a los tanteos iniciales y bendiciones ideolgicas interesadas, optara, desde marzo de 1934, por una lnea poltica que lo diferenciara del fascismo; y con mayor nfasis a partir de la primavera de 1943. El mismo Torcuato Fernndez Miranda, ministro-secretario del Movimiento y uno de los artfices de la transicin hacia la democracia parlamentaria, proclamaba en un acto oficial celebrado en la ciudad de Valladolid en 1971 que la Falange no era el Movimiento, pero s la semilla y savia del mismo (cf. La Voz de Espaa, 5 de marzo, p. 7). Y, un ao ms tarde en la misma capital, el consejero del Reino Jos Antonio Girn (ex ministro y antiguo jonsista) trasladara a la opinin pblica las siguientes reflexiones: Nos han calumniado desde todos los puntos cardinales; nos han ofendido; nos han levantado falsos testimonios; han pretendido humillarnos sin conseguirlo, y han intentado confundirnos sin lograr su propsito. Todos los actos humanos tienen su parte negativa, sus detractores. Nosotros hemos de contar los enemigos tradicionales de Espaa. Estos tejieron, a escala mundial, toda clase de calumnias, insidias y difamaciones contra el Movimiento Nacional. Todo ello puede resumirse, tan burdamente como ellos lo urdieron, en la siguiente cantinela: la Falange es una doctrina poltica totalitaria, de origen e inspiracin fascistas, Franco un dictador, y el Estado espaol, el rgimen del Caudillo, un producto del nazi-fascismo, derrotado en la segunda guerra mundial (ABC, 06.05.1972, p. 37).

9)- Federzoni, Bottai o Ciano, verbigracia. El mismo nacionalismo de la pennsula itlica, alumbrador del fascismo, ha sido un pensamiento peculiar; en 1920, Enrico Corradini contestaba a R. Preto de la siguiente guisa: el nacionalismo no es transitorio sino inmanente. Es el conocimiento de las leyes por las cuales las naciones viven y se engrandecen () Creo mucho en las naciones, Italia, Francia, Espaa, Portugal, etc. No creo en el orden latino de tales naciones (cf. A Monarquia a restaurao da inteligencia pp. 3-5).

(10)- Ledesma culmina su prematura labor literaria en la primavera de 1924, con la publicacin de la novela El Sello de la Muerte. En enero de 1925, publicara el artculo de viajes El lago Castaeda y sus alrededores, en el que anotar la marginacin social que sufran los habitantes de la montaa zamorana. Curiosamente, este intelectual haba crecido en la comarca fronteriza del Sayago, donde an imperaban costumbres colectivistas en el uso y cultivo de la tierra, como bien haba constatado Joaqun Costa en sus estudios de arqueologa jurdica sobre la propiedad y economa popular. Por ende, el corporativismo o colectivismo que se respira en los escritos de Ledesma tiene poco que ver con un presumible fascismo de izquierdas, y s, ms bien, con la miseria del agricultor ibrico y su forma ancestral de entender la propiedad comunal y privada. En este aspecto, parece oportuno citar el punto 22 del programa de la Falange (redactado cuando Ledesma conformaba su triunvirato presidencial), habida cuenta del inters mostrado en la recuperacin de los patrimonios comunales.

(11)- De hecho, Ledesma, al inicio de su carrera poltica manifestaba, en carta remitida contra Fernndez Almagro y publicada en El Heraldo de Madrid, que actuaba dentro de un grupo de jvenes; que no somos fascistas; y que la raz del movimiento que encabezaba se hallaba en los libros de Ortega y Gasset. La carta viene transcrita en el libro Ramiro Ledesma, obra de Toms Borrs, y publicado en 1971 por Editora Nacional (pp. 128-129). Estos jvenes a que se refiere Ledesma profesaban entonces diferentes ideologas y tuvieron, posteriormente, una evolucin poltica dispar, lo que me inclina a catalogar al grupo de La Conquista del Estado, como un movimiento poltico-cultural de tipo regeneracionista, mas no fascista. La posterior fusin de este grupo intelectual con el colectivo castellanista de Onsimo Redondo no altera esa sensacin, sino que la robustece; e, incluso, el hermanamiento en marzo de 1934 con la primigenia Falange, la ratifica, al transmitirle el nimo en la bsqueda de un camino novedoso e hispanista que la orillase de los modelos forneos. De hecho, el recopilador Agustn del Ro Cisneros agrupa bajo el ttulo de autenticidad espaola hasta una veintena de referencias joseantonianas posteriores a dicha fecha, en las que el Ausente defiende la originalidad de su movimiento poltico, mientras que las posturas diferenciadoras, previas a la unin con las JONS, slo alcanzan tres pequeas menciones (cf. Obras. 1964, pp. 974 y 975). No existi, pues, un fascismo terico espaol, sino un fascismo social, generado por las Internacionales obreras, como bien anotaba Ledesma Ramos en noviembre de 1935, y por el temor de la burguesa al proletariado organizado en sindicatos de clase, segn apuntara Miguel Maura en junio de 1936. Este ministro de las Cortes Constituyentes de la II Repblica incluso llegaba ms lejos, afirmando que ese fascismo slo tena de tal el nombre y quizs algn principio mussoliniano secundario, pero que en el fondo constitua una reaccin lgica de la poblacin contra los comits jacobinos del Frente Popular, alentada por una juventud patriota irreductible*. Una vez calmados los nimos, Corts y Grau retomara las reflexiones de Maura de la primavera trgica del 36, en el sentido de perfilar an mejor las diferencias habidas entre ese fascismo lingstico y el derrotado en la primavera de 1945. En definitiva, el caso espaol fue distinto del europeo; si se quiere un fascismo de nueva planta, pero con muy poco totalitarismo en su haber. Hasta podra hablarse de un fascismo en clave de irona, teniendo en cuenta el contexto cmico que envolva la ignorancia conceptual de los partidos y sindicatos marxistas**, bastante mediatizados por las proclamas del Komintern; sobre todo desde el congreso internacional moscovita de 1935.* Cf. "Los Comits jacobinos del Frente Popular, el fascismo espaol y la gravedad de los problemas nacionales", El Sol, (21.06.1936), pp. 1 y 12.** Ese fascismo de bromas arranca, en gran parte, de Manuel Delgado Barreto (1879-1936), director de diversas publicaciones periodsticas de la poca, entre ellas las humorsticas El Mentidero, Gracia y Justicia o Bromas y Veras. Precisamente, el postrero nmero de esta ltima publicacin anunciaba su transformacin en El Fascio, haz hispano, en cuyo nico nmero colaboraron el marqus de Estella, Ledesma Ramos y Gimnez Caballero. Sorprendentemente, este peculiar 'hazismo' fue tomado en serio por personajes instruidos como Casares Quiroga, quien lo proscribira cuando ocup el Ministerio de la Gobernacin y la Presidencia del Consejo de Ministros en la primavera de 1936; lo que no impedira que los chistes y chanzas, en torno a ese atpico fascismo, prosiguieran (cf. Jato Miranda, D. [1974]: "La Falange y el fascismo", en Arriba, [22.12.1974], Madrid, p. 2).

(12)- Por ejemplo, su libro Fascismo en Espaa?, publicado, bajo seudnimo, en otoo de 1935. Si bien tiene que reconocer Ledesma, en el primer captulo del mismo, lo que sigue: Fcilmente se comprender que cuantas veces utilicemos aqu la palabra Fascismo lo hacemos como una concesin al vocabulario polmico mundial, pero sin gran fe en la exactitud expresiva, ya que, por nuestra parte, nos inclinamos a negar al fascismo propiamente dicho caractersticas universales (p. 9). Al final de la obra, Ledesma incluso asegura que a los jonsistas les cuadraba mejor la camisa roja de Garibaldi que la negra de Mussolini (p. 226). Y es que la dicotoma fascismo/antifascismo haba sugestionado a una parte considerable de la sociedad de entonces, contaminando el sano debate ideolgico y convirtindose en un fenmeno poltico-social de trascendencia meditica. No en vano el peridico conservador ABC haba aludido a las peripecias iniciales de la Falange con expresiones poco meditadas de cariz mussoliniano: martirologio fascista, el fascismo y la violencia, fascismo platnico espaol, etc. Y en el mismo sentido se manifestaba la Direccin General de Seguridad, con ocasin de un desfile falangista en las proximidades de Carabanchel, imponiendo a Ruiz de Alda, Fernndez-Cuesta, Ledesma y Ansaldo fuertes multas pecuniarias, como animadores y significados miembros de la organizacin fascista (Gaceta de Madrid, 12/VIII/1934, p. 1446). Lo que no era bice para que el mismo Ledesma se tomase a broma la denominacin de fascismo espaol, de hecho fue quien facilit la informacin de dicha concentracin al peridico republicano Luz, cuyas pginas titularon el acto de movilizacin fascista y en pleno estado de alarma (cf. Jos Antonio biografa apasionada pp. 198 a 205).

(13)- No era difcil para quien lo quisiera, el contactar con el gobierno italiano o alemn durante 1931-1936. Los monrquicos y los carlistas as lo hicieron con el primero y la C.E.D.A. parece que tambin lo consigui con el segundo (Gil-Robles acudi al Congreso nazi de Nuremberg en 1933); por su parte, el grupo conspirador del general Mola tambin tuvo contactos en Alemania. Si Ledesma se hubiera sentido fascista no hubiera tenido ningn problema en relacionarse con la Alemania o la Italia oficial; los anteriores no eran ni fascistas y lo hicieron sin dificultad: de hecho, ngel Vias ha revelado que las JONS eran valoradas positivamente por los servicios alemanes oficiales (cf. La Alemania nazi, pp. 496-499). A mayor abundamiento, ha de saberse que varios periodistas de renombre y ciertas publicaciones conservadoras recibieron parabienes y ayudas monetarias de la Alemania hitleriana en dicho perodo, y otro tanto puede decirse de Italia. Sin embargo, el crecimiento que la Falange experimentara a partir de 1935 no iba a depender de ninguna cuestin ideolgica apriorstica, ni siquiera de la etiqueta de fascismo que pudiera atribuirse a la novel organizacin primorriverista, sino de otros factores ms relevantes, como las reiteradas equivocaciones cometidas por la accin gubernamental y el frenes frentepopulista tratando de perseguir un fascismo imaginario; pues tras clausurar la prensa del partido azul, declarar el mismo fuera de la ley y reducir a prisin su dirigencia territorial, auxilindose de la normativa represiva sobre orden pblico, la Falange debiera haberse extinguido si se hubiera obrado con rectitud y ponderacin. Por el contrario, el movimiento creca por todas partes, como bien corroboraran las elecciones de Cuenca de mayo de 1936; pretendindose justificar la persecucin en sede parlamentaria: Jurdicamente tienen razn los Sres. Diputados que impugnan que sta sea una segunda eleccin; pero ticamente tenemos razn los que opinamos lo contrario () D. Jos Antonio Primo de Rivera se ha declarado enemigo del rgimen parlamentario. En esta forma de proceder hay una delicada cuestin de tica, y es la siguiente: que quienes se denominan parlamentarios no pueden apoyar a un candidato que saben que es antiparlamentario. Es decir se debaten ahora fascismo y antifascismo, y resulta que hasta aqullos que en sus propagandas combaten al fascismo, pretenden con sus votos traer a la Cmara a un fascista. sta es la cuestin de tica poltica que deberan tener en cuenta los parlamentarios y que no deberan olvidar los partidos (ngel Pestaa, 30/IV/1936, Diario de Sesiones de Cortes, nm. 23).

(14)- Recordaba el hermano de Ledesma, Jos Manuel, que, unos meses antes del fusilamiento del jonsista, le haba reconocido que si ganaban las izquierdas tena un noventa y nueve por ciento de posibilidades de que me vuelen la cabeza; pero si triunfaban las derechas tendra que marcharse de Espaa para vivir con dignidad (cf. Bolaos, A. [1996]: Ramiro Ledesma Ramos: ayer, hoy y siempre, en Tribuna de Europa, nm. 7, octubre-noviembre, Barcelona, pp. 34-39). Poco antes de morir, la Direccin General de Seguridad frentepopulista redactara una ficha del zamorano, llena de inexactitudes, en la que se le calificaba de fascista muy peligroso, recomendando su inmediato traslado a un Penal alejado de Madrid (Causa General de Madrid, pieza n 3, Crceles y sacas, ramo separado n 1 [Crcel de Ventas-tomo 2], folios 419 y 420, Archivo Histrico Nacional [en adelante AHN]). Un mes antes, Ledesma haba declarado ante el juez instructor que, despus de haber abandonado Falange, no haba pertenecido a ninguna organizacin poltica ni sindical, y que La Conquista del Estado haba sido un semanario de carcter poltico independiente (Juzgado Especial, diligencias nm. 203 Jurado de Urgencia [expediente n 348, instruido contra Ultano Kindeln Durn y otros], Causa General, caja 310, exp. 1, folios 60 y 61, AHN).

(15)- Ms bien fueron vctimas de ella. El primer herido grave del jonsismo reseado como tal en la prensa- por antagonismos ideolgicos fue el estudiante Manuel Mendoza, tiroteado en la Universidad madrilea el 10 de marzo de 1933 (La Voz, 10/III/33, p. 1; El Fascio [haz hispano], 16/III/33, p. 15). Igualmente, el primer cado oficial de la Falange sera otro joven jonsista: Jos Ruiz de la Hermosa, acuchillado en Daimiel el 2 de noviembre de 1933 durante un mitin socialista; el lance trgico pudo haber sido fruto de una ria, sin embargo no deben desdearse las consignas aprobadas a raz de los congresos de la Internacional Obrera Socialista de 1929-1933: lucha contra el fascismo, empleando, si necesario fuere, mtodos violentos (cf. Historia universal, tomo XIII, Eunsa, 1984, Pamplona, pp. 310 y 311). Con todo, la primera baja afn a la organizacin ramirista haba sido el menor Cipriano Luis Zarzuelo, muerto por la Guardia de Asalto el 11 de mayo de 1932 en la capital vallisoletana, con ocasin de una protesta callejera dirigida por la JONS local contra el Estatuto cataln.

(16)- Al hilo de lo expuesto, debemos manifestar que en Primo de Rivera puede observarse una clara evolucin desde las posturas iniciales, para-fascistas o pseudo-fascistas, hasta el da de su fusilamiento en Alicante. En relacin con el saludo, esa caracterstica se advierte de la siguiente manera: cuando se entrevista con Mussolini en octubre de 1933, el saludo, es saludo romano, pero cuando se dirige a la Primera Lnea de Madrid, a finales de junio de 1936, en vsperas del Alzamiento del 18 de julio, el saludo ya es nacionalsindicalista. Objetivamente, el Fundador pasa de una admiracin por el fenmeno mussoliniano a la elaboracin ideolgica de una lnea independiente y original; y ello sin perjuicio de que, en alguna ocasin, Primo de Rivera (al igual que Ledesma) permitiera interesadamente que el trmino fascismo se confundiera con su movimiento, al objeto de granjearse las simpatas de aquellas personas que suspiraban -y no slo en Espaa- por un orden de corte fascista, pues constituan un colectivo numeroso que acceda a los medios escritos y radiofnicos*. Concretamente, Dionisio Ridruejo, le reconoci a Payne en 1958 que Primo de Rivera pensaba de ese modo: el aprovechar el tirn del fascismo en beneficio de la Falange (cf. Falange, p. 65). Tambin, es obligado citar a estas alturas lo revelado por el que fuera jefe de las fuerzas de choque falangistas, Ansaldo, en el sentido de que Primo de Rivera pareca ms bien un caudillo antifascista, detestando tanto a nazis como a alemanes (cf. Para qu...?..., pp. 78 y 82). * Como botn de muestra transcribo el testimonio de Ramiro Ledesma de otoo de 1935: La idea de la fundacin de El Fascio corresponde ntegra a Delgado Barreto, entonces, y creo que todava ahora, director de La Nacin (...) Era un hombre que no tena, posiblemente, del fascismo, ms que ideas muy elementales, y hasta incluso falsas; pero saba a la perfeccin el arte de hacer un peridico (...) Se form un consejo de redaccin, para el que fueron requeridos los jonsistas. Estos se prestaron de malsima gana, porque les horrorizaba verdaderamente el ttulo del peridico y porque no vean garantas de que aquello no se convirtiese en una madriguera reaccionaria. Pero el afn de destacar su labor y de popularizar en lo posible al movimiento jonsista, pudo ms que todo (...) Por primera vez conocieron entonces a Primo de Rivera, del que justo es decir no se mostraba tampoco muy conforme con aquella virgolancia de El Fascio**... (Cf. Fascismo en Espaa?... pp. 86, 87 y 90).** El Fascio, haz hispano (Madrid, Avenida Pi y Margall, 18, apartado de Correos 546). El editorial del nico nmero de esta revista precisaba, no obstante, lo que sigue: Hemos querido dejar por el primer momento este nombre que, an siendo extranjero en sus orgenes, hoy se ha universalizado y constituye un punto de referencia internacional. Al fin y al cabo, el "Fascio" es el haz de vergas con el hacha lictoria, de que se serva Roma para ir fundando y consolidando su "Pax romana", el "orbis romanus", la primera Europa unida y civilizada de nuestra historia (...) El "Fascio" en espaol significa "Haz", que es una palabra popular, campesina e histrica. Pues va desde la gavilla de espigas -nuestro pan nuestro de cada da- hasta el "haz" simblico de "flechas" con que nuestros Reyes Catlicos hicieron la unidad de Espaa en el Renacimiento. Cuando nuestros lectores se hayan familiarizado con el contenido de EL FASCIO no habr inconveniente en nacionalizar esta palabra y en emplear la nuestra castiza de "Haz". "Haz" significar no slo el agruparse los genuinos espaoles en Juntas de ofensa y defensa contra los enemigos de Espaa. Significar tambin el imperativo que ms necesita el espaol: el imperativo de "hacer". "Haz!"

(17)- Las similitudes que pudieran existir entre la Falange y el fascismo como consecuencia de organizacin de desfiles, entonacin de canciones o empleo de uniformes, objetivamente, tampoco pueden servir de argumento vlido para considerar que exista un determinado mimetismo fascista, habida cuenta que ello supondra calificar, tambin, de fascismo multitud de actividades, instituciones, organizaciones o, incluso, partidos polticos, que desde tiempos inmemoriales vienen empleando esas formas de expresin o comunicacin; algunos de ellos notoriamente antifascistas. Mismamente, en la poca de entreguerras ha de mencionarse la organizacin de boyscouts, ideada por el general britnico sir Robert Baden Powell y declarada oficial en Espaa en 1920 (Real decreto de 26 de febrero). No se olvide, adems, que siempre ha existido una admiracin por Italia y su cultura y que en aquella poca tal rasgo no era solamente comn de los intelectuales falangistas, sino tambin de otras personas que se hallaban en las antpodas del falangismo: el ejemplo de Rafael Alberti parece el ms evidente; tambin se podra citar posteriormente el caso de Neruda o del mismsimo Jorge Guilln, todos prximos al marxismo. Con todo, un admirador de dicha cultura, Gimnez Caballero, afirmara la importancia que tendra en el futuro colectivo azul la obra de Menndez Pidal, Unamuno, Ortega, Maran, Gmez de la Serna o Luzuriaga antes que la de los Annunzio, Malaparte, Gentile, Corradini, Marinetti, etc. (cf. La Gaceta Literaria, 15 de febrero de 1929, p. 1).

(18)- El mismo Mussolini expres repetidas veces que el fascismo era un fenmeno tpicamente italiano, sin posible aplicacin a otros pases; comprubese, a propsito, el mensaje dirigido por el Duce, en ese sentido, a los directorios federales congregados en el Palacio de Venecia, el 27 de octubre de 1930 (noticia recopilada por Jos Mara Gil-Robles en la pgina 208 [nota 12] de su libro No fue posible la Paz [Ediciones Ariel, Espluges de Llobregat, 1968]). Tiempo despus variara de estrategia con los denominados Comits de Accin para la Universalidad de Roma (CAUR); aunque la ereccin de los mismos haba sido iniciativa del letrado florentino y antiguo combatiente, Eugenio Coselschi, quien poesa una idea historicista del nacionalismo contemporneo, como fenmeno fascista de carcter universal, pero enraizada en las tradiciones de la vieja Roma y sin perjuicio de las particularidades de cada nacin. Es sabido que el desarrollo de los CAUR propici la celebracin de los congresos fascistizantes de Montreux de 1934 y 1935, en los que Primo de Rivera no particip, aunque en el ltimo rindiera visita protocolaria. Con todo, en nuestro pas, la planificacin de los CAUR tuvo una significacin predominantemente cultural; prueba de ello es que el premio Nobel Jacinto Benavente fue propuesto en 1935 para ser presidente del comit nacional, cuando dos aos antes haba sido socio fundador de la Asociacin de Amigos de la Unin Sovitica, una seccin de la III Internacional Cuatro aos ms tarde, esta idea de fascismo transfronterizo fue abandonada.

(19)- Karl Dietrich Bracher, en 1976, situaba la cuestin de la pretendida universalidad del fascismo en sus correctas coordenadas: Conviene, asimismo, tener en cuenta que incluso en el momento de su mayor despliegue de poder imperialista, el nacional-socialismo, al contrario que el comunismo, nunca trat de imponer a los Estados que conquistaba su doctrina nacionalista, no fue un artculo de exportacin, como tampoco lo fue el fascismo italiano (Victoria y fracaso de Hitler, nazismo: claves de una locura trgica, Historia 16, septiembre de 1976, nm. 5, Informacin y Publicaciones, S. A. Madrid, pp. 102-109). En nuestro caso particular, la normativa de la Falange para el exterior prescriba que, por regla general, ningn extranjero poda tener la condicin de militante falangista salvo en casos excepcionales; la Delegacin Nacional del Servicio Exterior de F.E.T. y de las JONS estara operativa desde el esto de 1937 hasta despus de la derrota del Eje, cesando sus actividades el 20 de diciembre de 1945, tras desplegar una notable actividad en los pases de habla hispana*. Tampoco ha de preterirse el mimetismo poltico-subjetivo surgido a raz de la conflagracin blica de 1939: Estall la guerra mundial y la situacin se complic porque, mientras la guerra se fue desenvolviendo en un signo determinado, hubo muchas gentes que, ya no con simpata, sino incluso con orgullo, aceptaron un cierto encasillamiento poltico, que se nos hizo tan solamente por interpretaciones de tipo personal; pero cuando la guerra cambi de signo -o creen que ha cambiado- esas mismas gentes que parecan tener necesidad de un amo () encuentran nefanda nuestra doctrina (Raimundo Fernndez-Cuesta, XI aniversario de la proclamacin de FE de las JONS, Valladolid, 4 de marzo de 1945).* Frente a las atribuciones paganas y totalitarias que han querido atribuirse al falangismo con ms o menos fortuna, la verdad que poco de eso se advierte en la Norma programtica de 1934. Slo existe una mencin al futuro Estado nacionalsindicalista como un instrumento totalitario en beneficio de la integridad patria; es decir como medio transitorio e instrumental, no propiamente como un fin poltico. Tampoco se halla referencia alguna a ningn pas europeo; ni siquiera a la ciudad histrica de Roma. En cambio s la hay a los pases hispanoamericanos en su artculo tercero; peculiaridad lgica, habida cuenta la denominacin del grupo precursor de Redondo en 1931 (Juntas Castellanas de Actuacin Hispnica), el flujo migratorio hacia Amrica en el noroeste peninsular (tierra natal de Ledesma Ramos) o, mismamente, la relacin lejana de parentesco de los Primo de Rivera con el general San Martn, el Libertador de Argentina, Chile y Per (cf. Martnez Glvez, M. A. (1976): "Antepasados y parientes americanos de Jos Antonio Primo de Rivera", en Jos Antonio, biografa apasionada... pp. 559 y 560). El nuevo Estado se encarg muy pronto de llevar a efecto aquel punto de la Falange que pretenda la comunidad de cultura, relaciones econmicas y de poder con los pases hispanoamericanos: en 1940 se creaba por ley el Consejo de la Hispanidad y en 1945 el Instituto de Cultura Hispnica. Ms tarde, se concertaran convenios de doble nacionalidad con diversos pases de Amrica: en 1958 con Chile; en 1959 con Per y Paraguay; en 1961 con Nicaragua, Guatemala y Bolivia; en 1964 con Ecuador y Costa Rica; en 1966 con Honduras; en 1968 con la Repblica Dominicana, y en 1969 con Argentina. Con esta ltima repblica se tuvo una relacin especial, sobre todo en la poca en la que el general Pern ocup la Casa Rosada. As, en la primavera de 1973, se firmaba en la capital de Espaa una declaracin bilateral por la que ambas naciones acordaban hermanar "aspectos polticos, culturales, sociales, econmicos y tcnicos, mediante frmulas nuevas y ms amplias de cooperacin", a la par que se reconoca internacionalmente a Pern como el "conductor del Movimiento Nacional y Popular Justicialista" (cf. "Declaracin de Madrid", en ABC [20.06.1973], p. 33).

(20)- Ni la Falange ni siquiera el tradicionalismo pueden considerarse, en la poca turbia de la 2 Repblica y la Guerra Civil, como movimientos totalitarios, sino ms bien como verdaderos partidos populistas, segn la opinin de Martin Blinkhorn (cf. Carlism and Crisis in Spain 1931-1939, Cambridge University Press, Cambridge-London,1975, pp. 163-182). De hecho, ambas fuerzas polticas, junto con otras ajenas a la poca de entreguerras (pero afines), consiguieron un diputado en las elecciones generales de 1979 y un centenar largo de ediles en los comicios locales del mismo ao; creo que ninguna fuerza nacionalista europea, nacida en el periodo de 1918-1939, ha alcanzado logro semejante despus de la derrota blica del fascismo. La coalicin electoral estaba formada por Falange Espaola de las JONS, Crculos de Jos Antonio, Fuerza Nueva, Comunin Tradicionalista, Confederacin Nacional de Combatientes y la Agrupacin de Juventudes Tradicionalistas. No obstante, es importante sealar que la simpata popular de la que disfrutaron, realmente, hacia 1980, dichas fuerzas polticas fue incluso superior, habida cuenta los actos pblicos y manifestaciones multitudinarias que organizaron con notable xito.

Abstract: There is not full equality between fascism and the Falange, without an obvious dialectical ideological ignorance, since this would irrevocably the gender confusion with the species, the same that substantive with the adjective, and even the wrong what is meant in the plural (as it is the fact expansion national-syndicalism by the world) with what must necessarily be seen in singular (fascism as a typical Italian phenomenon).Therefore, the study reviews the differences that existed between the fascism, properly said, and the Hispanic falangism, showing the philosophical differences, ideological and temporary more remarkable, apart from the contextual and formal coincidences existents. In addition, in a wide annexed documentary is exposed several references testimonials, legal and factual in relation to the Falange in the higher period of the European fascism, what corroborate, partly, the thesis kept in the article.Keywords: Falange, fascism, nationalism, national-syndicalism, liberalism, philosophy, law.

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P. Pieiro.- Julio de 2003

APNDICE DOCUMENTAL (1923-1943)

Hacia lo desconocido. La guarnicin de Barcelona se subleva contra el Gobierno. Es secundada por las de Zaragoza y Bilbao. Se dice que las dems, incluso la de Madrid, se suman al Movimiento. Cundo llegara el Rey? Un manifiesto del general Primo de Rivera. Los sublevados declaran que abren proceso contra los seores marqus de Alhucemas y Alba.(La Voz, Madrid, 13 de septiembre de 1923, p. 1)

Ni ha habido que imitar al fascio ni a la gran figura de Mussolini, aunque sus actuaciones han sido enseanza de provecho para todos. Pero en Espaa tenemos el Somatn, y hemos tenido a Prim, admirable figura militar y poltica(General Primo de Rivera, La Accin, Madrid, 14 de septiembre de 1923, p. 2)

Excelencia: vuestra figura ya no es italiana solamente, sino mundial. Sois el apstol de la campaa dirigida contra la disolucin y la anarqua que iba a iniciarse en Europa. Habis sabido hablar al corazn del pueblo, de ese pueblo que se quera encaminar fraudulentamente hacia el mal, y con vuestra elocuencia arrebatadora