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EL PATO SALVAJE De Henrik Ibsen Versión de David Amitín y Mauricio Kartun

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EL PATO SALVAJEDe Henrik Ibsen

Versión de David Amitín y Mauricio Kartun

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 20 pag 1

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Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 20

El pato salvaje se estrenó, durante la tem-porada 1997, en la Sala Casacuberta delTeatro San Martín de Buenos Aires, conla dirección de David Amitín

PERSONAJES

El Director WerleGregorio Werle, su hijoTeniente EkdalHialmar Ekdal, su hijoGina Ekdal, mujer de HialmarEugenia Ekdal, su hijaSra. Soerby, ama de llaves del DirectorWerleDoctor RellingPastor MolvikContador GraabergAsesor KaspersenSenador PaulsenMagistrado GuldstadPettersen, criadoJensen, otro criadoOtros invitados

ACTO PRIMERO

Despacho del senor Werle. Dos criados,Pettersen y Jensen, ordenan el lugar. Ru-mor de conversaciones, y risas que lle-gan desde el comedor. Tintinear de uncuchillo contra un vaso.

PETTERSEN: ?Oiste Jensen? El viejo pideun brindis por la senora Soerby.

JENSEN: ?Lo de ellos, entonces...?

PETTERSEN: Claro como el agua.

Dramática Latinoamericana de

JENSEN: Dicen que en sus tiempos, el di-rector...

PETTERSEN: Mujeriego como el que mas.

JENSEN: No sabia que tuviera un hijo.

PETTERSEN: Es que no ha vuelto ni unasola vez en todos estos anos. Gregoriono se mueve nunca de la fabrica de Hoidalalla en las montanas.

JENSEN: (Por la presencia de Ekdal quegesticula desde la puerta de entrada.)Pettersen... hay un viejo alli que...

PETTERSEN: (Descubriendo a Ekdal.)?Pero se puede saber que viene a haceraqui?

EKDAL: Necesitaria... Necesitaria entrar enla oficina, Pettersen.

PETTERSEN: Hace mas de una hora queha cerrado.

EKDAL: Sí, sí, es lo que me han dicho enla entrada, pero Graaberg está ahí to-davía y necesito... Sea bueno, Petterseny déjeme pasar por aquí. Ya otras ve-ces...

PETTERSEN: Bueno, pase rapido. Para sa-lir use la puerta de atras. Tenemos invi-tados.

EKDAL: Claro, claro. Gracias amigoPettersen. Un millón de gracias... (Apar-te.) Imbécil.

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JENSEN: ?Otro empleado de la oficina?

PETTERSEN: No. El viejo Ekdal. Le dan ahacer copias cuando hay mucho trabajo.

JENSEN: Tiene un aire como de...

PETTERSEN: Fue teniente del ejército ensu época. Ahora ya lo ve. Era socio delviejo en la fábrica de Hoidal. Dicen queterminó jugándole una mala pasada alseñor. Le invito un trago cuando puedo.Cuidado... Ya empiezan a levantarse dela mesa.

Entran los comensales.

SOERBY: Pettersen, sirva el café en el salón.

PETTERSEN: Si senora.

ASESOR: ?Dios, que comida! Esto se lla-ma trabajar.

SENADOR: Es increible lo que se puedecomer en tres horas con un poco de bue-na voluntad.

ASESOR: El problema no es la entrada...es la salida mi amigo... La salida.

SENADOR: Ahh... Ahora un buen café y unpoco de música.

ASESOR: La senora Soerby tocara algo se-guramente.

SENADOR: Con tal de que no nos olvide...Digo, ahora que...

ASESOR: ?Berta? Berta no abandona a losviejos amigos.

SOERBY: Por aqui, senores. (Salen.)

WERLE: Espero que nadie lo haya notado,Gregorio.

GREGORIO: ¿Qué?.

WERLE: Terminamos siendo trece a lamesa.

GREGORIO: ?Trece?.

WERLE: Nada menos. Y en principio ibamosa ser justo doce. (A los comensales.) Poraqui, senores.

Salen todos dejando solos a Gregorio yHialmar.

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HIALMAR: No tendrias que haberme invi-tado, Gregorio.

GREGORIO: ¡Cómo! ¿Una fiesta en mi ho-nor y no voy a invitar a mi mejor amigo?

HIALMAR: Creo que a tu padre no le hagustado. Como no frecuento la casa...

GREGORIO: Lo sabía. Pero vamos a ver...¿Como estás? Hace por lo menos, no se...dieciséis años que no nos vemos. ¡O die-cisiete!.

HIALMAR: ?Tanto?

GREGORIO: Y no has perdido el buen as-pecto. Algo mas... relleno, tal vez.

HIALMAR: Un poco, si.

GREGORIO: El mismo buen aspecto desiempre.

HIALMAR: Bueno, el cuerpo puede ser. Peroel espiritu si que no es el mismo. No esnecesario que te cuente como se ha hun-dido todo para nosotros desde entonces.

GREGORIO: ¿Cómo está tu padre?

HIALMAR: Mejor no hablar de ciertas co-sas. Vive conmigo el pobre. No tiene anadie mas en el mundo. Pero es tan do-loroso para mi tener que hablar de esoque... En fin: ?Como te ha ido alla en lafabrica?

GREGORIO: En fin... Aislado alli, en lasmontanas, tanto tiempo... Digamos quefue una buena oportunidad para medi-tar sobre muchas cosas.

HIALMAR: Gregorio, no se como agradecer-te que me hayas invitado a comer aqui.Eso quiere decir que ya no te queda ren-cor alguno conmigo.

GREGORIO: ?Rencor? ¿A quién se le po-dría ocurrir?.

HIALMAR: Bueno, sería natural. Con el...desastre. Faltó muy poco para que tupadre terminara también comprometi-do en esas historias odiosas. Cuando medijo cómo te sentías, pensé: bueno, eslógico.

GREGORIO: ?El te dijo que yo...? ?Es poreso que no diste senal de vida en estosanos? No me has escrito una linea.

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HIALMAR: A él no le pareció conveniente.

GREGORIO: ¿Y quién es él para...? ¿Por esotu silencio?

HIALMAR: ¿Qué podía hacer? Todo se vol-vió de pronto tan distinto. La desgraciade mi padre, la vergüenza, la cárcel...

GREGORIO: Lo entiendo.

HIALMAR: No podía pensar en seguir conmis estudios; no nos quedaba un centa-vo; llenos de deudas, la mayoría con él.

GREGORIO: Con mi padre.

HIALMAR: (Asiente.) Pensé que lo mejor eraromper con el pasado. El mismo me loaconsejaba cada vez que... Y como habiatenido la bondad de ocuparse de mi.

GREGORIO: ?El...?

HIALMAR: ¿De dónde iba a sacar yo todoese dinero para estudiar fotografía, mon-tar mi estudio, y establecerme? Para miera una fortuna.

GREGORIO: ¿Y él pagó...?

HIALMAR: Hasta el último centavo. Creíentender que te lo había escrito. ¿Cómoes posible que no lo supieras?.

GREGORIO: Lo habra olvidado. Nuestracorrespondencia es puramente comer-cial, y... ?Asi que fue él...?

HIALMAR: Nunca quiso que lo supiese na-die. También gracias a él pude casarme.¿No lo sabías tampoco?

GREGORIO: Tampoco. Pero, bueno, miquerido Hialmar, Me alegra muchisimotodo esto. Y me remuerde al mismo tiem-po. Veo que en algunas cosas he sido in-justo con él. Si ha tenido corazón, si hatenido conciencia para...

HIALMAR: Conciencia.

GREGORIO: O como quieras llamarlo. Noencuentro palabras para expresar laalegria que me das contandome eso demi padre... ?Pero asi que te has casado,Hialmar!. Yo sí que nunca podré decir lomismo. ¿Y ella?.

HIALMAR: Ah... Es una mujer tan honraday trabajadora como podría desearla el

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hombre más exigente. Y tiene su educa-ción también, no vayas a creer. Su tratodiario conmigo... La vida educa. Apartede que nos relacionamos con gente detalento. Seguro que si vieras a Gina aho-ra no la reconocerias.

GREGORIO: (Gregorio lo mira extranado.)Gina...

HIALMAR: ?No recordabas su nombre?.

GREGORIO: Bueno, no...

HIALMAR: Gina Hansen. Trabajó en estacasa algún tiempo.

GREGORIO: ?Gina Hansen?.

HIALMAR: Ella.

GREGORIO: ¿La que administró la casadurante los dos últimos años de la en-fermedad de mi madre?.

HIALMAR: La misma, claro. Pero Gregorio,estoy seguro de que tu padre te escribióque me había casado.

GREGORIO: Bueno, sí me lo anunció, perono me dijo que... Algo recuerdo, claro...Mi padre escribe unas cartas tan cortas.Pero bueno, ¿y cómo fue que...? Es cu-rioso. ¿Dónde la conociste?.

HIALMAR: Había tanta complicación aquícuando la enfermedad de tu madre. Ginano resistió mucho tiempo. Pidió su cuen-ta y se fue. El año antes de la muerte detu madre, o el mismo año si mal no re-cuerdo.

GREGORIO: El mismo ano, si. Yo ya esta-ba alla en la fabrica.

HIALMAR: Bueno, Gina se fue a vivir consu madre, que tenía una especie de fonday disponía de una habitación para alqui-lar; una pieza bonita, y bastante cómoda.

GREGORIO: ?Y alli...?

HIALMAR: Tu padre mismo me sugirióalquilarla. Ahí nos conocimos.

GREGORIO: Y se inició el noviazgo.

HIALMAR: Bueno, un hombre joven, unachica joven...

GREGORIO: ¿Y ahí fue donde mi padre se...

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se ocupo de... quiero decir cuando em-pezaste tus estudios de fotógrafo?

HIALMAR: Justamente. Tu padre insistiócon que la fotografía era lo más adecua-do. Gina opinaba lo mismo; y como ellaya habia hecho tiempo atras algunos es-tudios de retoque...

GREGORIO: Te vino de perilla.

HIALMAR: De perilla. Una casualidad masque oportuna.

GREGORIO: Diríamos que mi padre termi-nó siendo algo providencial en tu vida.

HIALMAR: Bueno: no abandonó en la ad-versidad al hijo de un viejo amigo. A esolo llamo yo un corazón noble.

SOERBY: (Entrando junto al senor Werle.)Ni una palabra mas, querido senor. Us-ted no se queda alli adentro con tantasluces. No le hace nada bien.

WERLE: (Frotandose los ojos.) Creo que tie-ne razón.

Entran Pettersen y Jensen con bandejas.

SOERBY: (A los invitados del salón.) Seño-res... Si gustan una copa... por aquí, porfavor.

ASESOR: ?Pero por amor de Dios! ?Es ver-dad que nos ha derogado el sagrado de-recho de fumar?

SOERBY: Si senor Asesor. Aqui en los do-minios del senor Werle, esta prohibidisi-mo.

SENADOR: ?Y cuando se ha decretado esenuevo articulo en la ley de los puros?

SOERBY: Desde la ultima comida senorSenador. Ciertas personas se abusaronde tal forma...

SENADOR: ?Y un poquito de exceso no estapermitido senora Berta?

SOERBY: De ninguna manera, senor se-nador.

Los criados sirven las copas.

WERLE: (A Hialmar quien permanece jun-to a una mesa.) ¿Qué está mirando,Hialmar?

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HIALMAR: Hojeaba un album, senor director.

SENADOR: Fotografias... Claro, eso debeinteresarle.

ASESOR: ?No trajo ninguna de las suyas?

HIALMAR: No...

ASESOR: Una pena. Con lo bueno que espara la digestión sentarse a mirar fotos.

SENADOR: Y siempre da algún tema deconversación.

SOERBY: Totalmente de acuerdo.

MAGISTRADO: Ya sabe: Si alguna vez vuel-ve a invitarlo el director Werle, recuerdeque lo esperamos con sus fotos. Ese serasu pasaporte.

ASESOR: De muchachas bonitas sobreto-do... ?Se animan hasta su estudio lasmuchachas del vaudeville?

HIALMAR: A... Algunas.

Continua la charla entre risas y bromas.

GREGORIO: (Por lo bajo.) Tendrias queanimarte a participar en la charla,Hialmar.

HIALMAR: ¿Yo? De qué podría hablar...

GREGORIO: Vamos...

ASESOR: Buena idea la del oporto, senorWerle. Un magnifico digestivo.

WERLE: Y por si no se dio cuenta, el que seacaba de servir es de uno de los mejoresanos.

ASESOR: Un bouquet francamente delicio-so.

HIALMAR: (Inseguro.) ?Existe alguna di-ferencia en el vino entre un ano y otro?

ASESOR: (Ríe.) ¿Cómo...?

WERLE: A usted si que no vale la pena ser-virle bebidas nobles.

SENADOR: Con los vinos, senor Ekdal,pasa como con la fotografia: dependenmucho de la luz del sol..

HIALMAR: Si... Claro...

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SOERBY: Algo asi como los funcionarios,digamos: que se arriman siempre al solque mas calienta.

SENADOR: (Rie.) Ese si que es un chisteviejo.

ASESOR: Y como si fuera poco, a costanuestra. ?Senora Berta, senora Berta...!

SOERBY: Lo que si es cierto es que hay unagran diferencia de un ano a otro. A masestacionados, mejor.

MAGISTRADO: ?A mi me contaria entre losanejos?.

SOERBY: ?Senor magistrado...! De ningu-na manera.

ASESOR: ¿Y a nosotros cómo nos clasifi-caría?.

SOERBY: Como vinos dulces, naturalmen-te, caballeros.

Rien.

WERLE: La señora Soerby siempre tieneuna salida. Señores: tomemos una copa.Pettersen, por favor... Gregorio... (Grego-rio no se mueve.) Hialmar, ¿Y usted?Acérquese a brindar.

GRAABERG: (Asomandose por la puerta dela oficina.) Perdone senor director... Esque no puedo salir por otro lado.

WERLE: Otra vez se quedó encerrado.

GRAABERG: Si... Se han llevado las llaves.

WERLE: Pase por aqui.

GRAABERG: Es que... Somos dos.

WERLE: Esta bien. Pasen de una vez.

Graaberg y el viejo Ekdal salen de las ofici-nas. Werle no reprime un gesto de fasti-dio. Cesan las conversaciones y las ri-sas. Hialmar se estremece al ver a supadre, y se vuelve dandole la espalda.

EKDAL: (Sin levantar la vista sale balbu-ceando.) Estaba cerrada... La puerta...Disculpen... (Salen con Graaberg.)

WERLE: Este idiota de Graaberg.

GREGORIO: (A Hialmar.) Pero... ?No era

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tu...?

ASESOR: ¿Qué pasa...? ¿Quién era?.

GREGORIO: Nada. El contador.

MAGISTRADO: (A Hialmar.) ?Lo conocia?.

HIALMAR: No se. No me fijé.

ASESOR: ¿Pero qué es lo que...

Cuchicheos.

SOERBY: (Al criado.) Fijese que le den algopara llevarse.

PETTERSEN: Si senora.

GREGORIO: ¿Era él, no es cierto?

HIALMAR: Si.

GREGORIO: Pero dijiste que no lo conocias.

HIALMAR: En una circunstancia así...Cómo podía yo...

GREGORIO: ?Negaste a tu padre!.

HIALMAR: Gregorio, tendrias que estar enmi lugar.

ASESOR: ?No recuerda alguna poesia bo-nita que pueda recitar, senor Ekdal? Di-cen por aqui que antes lo hacia muybien.

HIALMAR: No... No recuerdo ninguna.

ASESOR: Una lástima. ¿Qué podríamoshacer Senador? (Salen ambos hacia laotra habitación.)

HIALMAR: Gregorio... Me voy. Cuando unhombre se siente asi, golpeado por el des-tino... Quisiera que me despidas de tupadre.

SOERBY: ?Ya se va, Hialmar?

HIALMAR: Si.

SOERBY: Mis saludos a Gina.

HIALMAR: Gracias.

SOERBY: Y dígale que iré a verla un día deestos.

HIALMAR: Como no. (A Gregorio.) No hace

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falta que me acompañes. Prefiero salir sinllamar la atención.

Jensen le entrega a Hialmar su sombrero yabrigo. Sale.

SOERBY: (A Pettersen que regresa.) ?Le dioalgo al viejo Ekdal?

PETTERSEN: (Asiente.) Una botella deaguardiente.

SOERBY: ?Aguardiente, por Dios! ?Nohabia nada mejor?

PETTERSEN: Nada le gusta mas al senorEkdal que su botella de aguardiente,senora.

ASESOR: (Asomandose con unas partitu-ras.) ¿Qué le parece señora Soerby si to-camos algo a cuatro manos?

SOERBY: Con mucho gusto.

LOS INVITADOS: ?Bravo!

Salen todos hacia el salón.

GREGORIO: (Detiene a su padre que salíatambién.) Papá.

WERLE: Si...

GREGORIO: Tenemos que hablar.

WERLE: ?No podrias esperar hasta queestemos solos?

GREGORIO: No. (Pausa.) No, porque nocreo que volvamos a encontrarnos solos.

WERLE: ¿Qué significa eso?

Desde el salón llega la música del piano.

GREGORIO: ¿Cómo dejaste que esa fami-lia se hundiera de esa manera?.

WERLE: Estas hablando de los Ekdal porlo visto.

GREGORIO: Si. Hablo de ellos. Hubo untiempo en que el teniente Ekdal era tuintimo amigo.

WERLE: Sí. Tan íntimo que sus delitos ter-minaron enturbiando mi reputación.

GREGORIO: ¿Y estás seguro que fue elúnico culpable?

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WERLE: ¿Quién otro...?

GREGORIO: La compra de los bosques lahicieron ustedes juntos.

WERLE: Fue Ekdal el que trazó el plano y fal-seó los límites. Y el que dirigió la tala ilegalen los terrenos del estado. Toda la admi-nistración del negocio estaba en sus ma-nos. Yo ignoraba absolutamente todo lo quese hizo allí hasta que estalló el escándalo.

GREGORIO: Es probable que ni él mismosupiese lo que estaba haciendo.

WERLE: Quizá. Pero lo cierto es que a él locondenaron y a mi me absolvieron. Noencontraron una sola prueba en contramio.

GREGORIO: Lo sé.

WERLE: Y una absolución es una absolu-ción. ¿Se puede saber a qué viene estode remover toda esa historia? ¿Esto es loque estuviste rumiando todos estos añosalla? En lo que a mi respecta todo eso seha olvidado aqui hace tiempo.

GREGORIO: Si. ?Y los Ekdal?

WERLE: ¿Y qué querías que hiciese porellos? Cuando el Teniente salió de la cár-cel era un hombre quebrado. Absoluta-mente. Sin remedio. Hay personas queapenas reciben la perdigonada se hun-den hasta el fondo y no vuelven a salir ala superficie. Te aseguro, Gregorio: hicelo humanamente posible. Fui hasta don-de pude. De hacer mas hubiera termina-do comprometido en sospechas, enhabladurias...

GREGORIO: Sospechas. Si, claro.

WERLE: Le doy trabajo de copista a Ekdalen la oficina, y por cierto lo pago bastan-te mas de lo que vale.

GREGORIO: Me lo imagino, si.

WERLE: Te hace reir, por lo visto. ?Te pa-rece que no es verdad? Bueno no podriamostrarte los libros de contabilidad por-que naturalmente no se asientan ciertosgastos, pero...

GREGORIO: No, claro. Mas vale que no seasienten ciertos gastos.

WERLE: ?Que estas queriendo decir?

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GREGORIO: ¿El aprendizaje de fotógrafo deHialmar no figurará, seguramente?.

WERLE: ¿A qué viene...?

GREGORIO: Sé que se lo pagaste, y queterminaste ayudándolo también a esta-blecerse.

WERLE: Y a pesar de eso debo escucharcómo se me echa en cara el no haber he-cho nada por ellos. Te aseguro que esagente me ha costado realmente caro,Gregorio.

GREGORIO: Insisto: ?estan anotados esosgastos?

WERLE: Sigo sin entender a qué viene eso.

GREGORIO: Yo sí. ¿Este desprendimientotan generoso tuyo, no coincidió justa-mente con su casamiento?

WERLE: ¡¿Como voy a acordarme despuésde tantos anos?!.

GREGORIO: Me escribiste una carta enton-ces -comercial, naturalmente- y en lapostdata me anunciabas el matrimoniode Hialmar con una tal senorita Hansen.

WERLE: Asi se llamaba. Exactamente.

GREGORIO: Pero no parecias recordar queesa senorita Hansen era Gina, nuestraantigua sirvienta.

WERLE: No sabia que te interesaran tantolas criadas.

GREGORIO: Ningún interés particular. (Ba-jando la voz) Pero aquí en la casa habíaalguien que sí lo tenía.

WERLE: ¿De qué estás hablando? ¿Supon-go que no te referiras a mi?

GREGORIO: Precisamente.

WERLE: ¿Pero cómo te...? ¿Cómo se per-mite ese desagradecido... ese fotógrafode... de... insinuar que yo...

GREGORIO: Hialmar no me ha dicho unasola palabra. Ni creo que tenga la menoridea de nada.

WERLE: ?Entonces de donde sacaste eso?¿Quién te ha metido semejante idea enla cabeza?.

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GREGORIO: Mi madre misma me lo dijo laultima vez que la vi.

WERLE: ¡Ella!. Debí habérmelo imaginado.Carne y uña. Fue ella la que te alejó de mí.

GREGORIO: No fue ella. Fue todo lo quesufrió. Lo que tuvo que soportar hastaque murió.

WERLE: No sufrió más que otras mujeres.(Pausa. Evasivo.) Gregorio: creo que yaestás en edad de dedicarte a algo másútil.

GREGORIO: Si. Creo que ya es hora.

WERLE: Pensaba, justamente... ?De quésirve que estés allá encerrado, en la fá-brica, como un vulgar dependiente, sincobrar un centavo más que tu sueldo?.Es una verdadera locura. (A un gesto deGregorio.) No, no, lo entiendo. Ser libre...No deberme nada... Lo entiendo. Peroprecisamente ahora se presenta la opor-tunidad de independizarte de una vez portodas, Gregorio. De ser dueno de tu pro-pio destino.

GREGORIO: ¿Ah sí? ¿Y cómo?

WERLE: Cuando te escribí pidiéndote quevolvieses enseguida a la ciudad, pensa-ba...

GREGORIO: Qué. Estuve esperando todoel dia a que me lo dijeras de una vez.

WERLE: Quiero proponerte que entrescomo socio en el negocio.

GREGORIO: ?En tu negocio? ?Yo, sociotuyo?.

WERLE: Si. No tendriamos necesidad deestar siempre juntos. Dirigirias la casacentral aqui en la ciudad, y yo me trasla-daria a la fabrica.

GREGORIO: ?A la montana?

WERLE: Tengo que cuidar mis ojos, Gre-gorio. Mi vista se ha debilitado bastante.

GREGORIO: Siempre fue delicada.

WERLE: Nunca como ahora. Ademas, porciertas circunstancias creo que me con-viene vivir alli, al menos por un tiempo.

GREGORIO: No entiendo.

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WERLE: Gregorio: hay muchas cosas quenos separan, pero no por eso dejamosde ser padre e hijo. Me parece quepodriamos llegar a un acuerdo.

GREGORIO: Un acuerdo aparente, querrasdecir.

WERLE: Bueno. Algo es algo. ¿Qué te pa-rece?

GREGORIO: Hay algo detras de esto.

WERLE: Nada.

GREGORIO: Algo util para tus planes se-guramente.

WERLE: Entre un padre y un hijo siemprees probable que uno necesite al otro.

GREGORIO: Asi dicen.

WERLE: Me gustaría que te quedases al-gún tiempo en casa. Toda la vida me hesentido muy sólo, pero ahora que meestoy poniendo viejo... Necesito alguiena mi lado.

GREGORIO: Esta la senora Soerby.

WERLE: Si. Esta la senora Soerby. Y ha lle-gado a hacerse indispensable para mi.

GREGORIO: Bien. ¿Para qué más?

WERLE: Bueno... Me temo que las cosas nopuedan seguir así. Una mujer en su situa-ción crea una imagen equívoca en los de-más. No le conviene a un hombre como yo.

GREGORIO: Un hombre que da banquetescomo el de hoy, a gente como la que estaalli, puede permitirse cosas peores.

WERLE: Yo si. Pero esta ella. Aun supo-niendo que por afecto hacia mi estuviesedispuesta a desafiar el escandalo, ?Te pa-rece admisible, Gregorio, con tu sentidotan estricto de la rectitud, que...?

GREGORIO: (Interrumpe.) Digamos, en re-sumen, que has decidido casarte.

WERLE: ¿Y si así fuese, qué?

GREGORIO: Eso digo yo: qué.

WERLE: ?Te seria muy... desagradable?

GREGORIO: ?A mi? De ninguna manera.

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WERLE: Temia que por respeto a la memo-ria de tu madre...

GREGORIO: No soy un fanatico.

WERLE: Bueno, seas lo que seas me hasquitado un peso de encima. Me alegramucho contar con tu aprobación.

GREGORIO: Ahora termino de entenderpara que me necesitabas. El cuadro vivode amor familiar. La escenita hogareñade reconciliación entre padre e hijo parasatisfacción de la señora Soerby.

WERLE: ?No te permito!.

GREGORIO: ?Cuando hubo vida de fami-lia en esta casa?. Nunca, que yo recuer-de. Pero hoy, claro, seria de un efecto ex-traordinario tener algo que se le parez-ca. Poder decir que el hijo, en un arran-que de amor filial ha vuelto volando alhogar paterno para asistir al casamientodel padre anciano. ¿Qué quedaría así delos rumores sobre lo que tuvo que sufrirla pobre difunta? Ni el eco. Su propio hijolos habria desmentido ?no es asi?

WERLE: Gregorio, creo que no hay perso-na en el mundo a la que desprecies masque a mi.

GREGORIO: Te he visto demasiado de cer-ca.

WERLE: Si. Pero con los ojos de tu madre.Y esos ojos vieron turbio muchas veces.

GREGORIO: Es posible. ¿Pero quién tuvo laculpa en todo caso? ¡El Director Werle, ycada una de sus amantes! La última delas cuales fue esa mujer que encajaste aHialmar Ekdal cuando te cansaste de ella.

WERLE: Palabra por palabra: Como si es-tuviera escuchando a tu madre.

GREGORIO: Y ahi queda ese infeliz, esepobre ingenuo rodeado de enganos. Vi-viendo bajo el mismo techo con unamujer de esa clase y sin sospechar si-quiera que eso que llama inocentemente«su hogar» esta edificado sobre una re-verenda mentira. Cuando miro tu vida,tu pasado, me parece ver algo asi comoun inmenso campo de batalla sembradode cadaveres hasta el horizonte.

WERLE: Creo, Gregorio, que el abismo quenos separa es infranqueable.

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GREGORIO: Cada vez lo veo mas claro. Poreso tomo mi sombrero y me voy.

WERLE: ?Vas a abandonar la casa?

GREGORIO: Si. Creo que al fin le encuen-tro un sentido a mi vida.

WERLE: ?Y cual es?, si se puede saber.

GREGORIO: Te reirias si lo dijera.

WERLE: Un solitario como yo no se rie tanfacilmente, Gregorio.

GREGORIO: (Senalando a la sala.) Los in-vitados estan jugando a la gallina ciegacon la senora Soerby, senor Werle. Bue-nas noches, y buena suerte. (Sale.)

WERLE: ?Infeliz...! ?Y dice que no es unfanatico!.

ACTO II

Estudio de Hialmar Ekdal. Enorme techovidriado semicubierto con cortinados. Unsofa y una estufa de hierro. Aparatos einstrumentos fotograficos de toda clase.Frascos y enseres. Sobre la mesa foto-grafias, pinceles, lapices, etc. A foro unaancha puerta corrediza.

Gina Ekdal Cose. Eugenia, su hija, lee unlibro.

GINA: Eugenia... (Eugenia absorta no laescucha.) Eugenia.

EUGENIA: Si mama.

GINA: Ya no es hora para leer.

EUGENIA: Un minuto... un minutito mas.

GINA: A guardar el libro. Vamos... A tu pa-dre tampoco le gusta. Jamas lee de no-che, tu padre.

EUGENIA: Es que a papa no le entusiasmamucho leer.

GINA: Vamos... (Eugenia obedece. Tiempo.)

EUGENIA: ?No estas orgullosa, mama, queel director Werle lo haya invitado a papaa su banquete?.

GINA: Bueno... en realidad no podríamosdecir que lo haya invitado el señor Werlepropiamente. Fue su hijo Gregorio que

Dramática Latinoamericana de

le envió la invitación. (Pausa.) Nosotrosno tenemos nada que ver con el director,Eugenia.

EUGENIA: Estoy deseando que vuelva deuna vez. Me prometió pedirle algo ricopara mi a la senora Soerby.

Por la puerta de calle aparece el viejo Ekdalcon un rollo de papeles bajo el brazo yun paquete en el bolsillo del abrigo.

GINA: Vuelve tarde esta noche, abuelo.

EKDAL: Habian cerrado la oficina. Tuve queesperar a Graaberg y pasar por... (Calla)

EUGENIA: ?Te dieron algo mas para copiar,abuelo?

EKDAL: Todo esto.

GINA: Qué suerte.

EUGENIA: ?Y ese paquete del bolsillo?

EKDAL: ¿Qué...? Nada, nada... Una... Nada.(Transición.) Con esto tengo trabajo pararato, Gina. (Entreabre la puerta de foro.)Chist... (Cierra con precaución.) Ya sedurmieron todos. El se acostó en el ces-to. (Ríe satisfecho)

EUGENIA: ?No pasara frio en el cesto, abue-lo?

EKDAL: ¿Con tanta paja...? Qué ocurren-cia. (A Gina) Tengo mucho que copiar,Gina... Que nadie me moleste en mi cuar-to, ?eh?. Nadie. (Sale.)

EUGENIA: ?Estaran en la mesa todavia,mama?

GINA: Quién sabe... Puede ser.

EUGENIA: Lastima que no se haya alquila-do el cuarto hoy. Seria lindo recibirlo conbuenas noticias, ?no?.

GINA: Te gusta darle buenas noticias a papa.

EUGENIA: Si. Se pone mas alegre la casa,?no?.

Hialmar Ekdal entra desde la calle. Llevaabrigo y sombrero.

GINA: ?Hialmar...! ?Ya de vuelta?.

EUGENIA: ¿Cómo...? ¿Tan temprano?.

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HIALMAR: Si. Casi todos se retiraban, y...

EUGENIA: ?Tan pronto?.

HIALMAR: Bueno... No era mas que unacomida.

GINA: (Lo ayuda con el abrigo.) Dame.

EUGENIA: (Hace lo propio.) Yo también...(Gina cuelga el abrigo.) ¿Había muchagente, papá?

HIALMAR: No, no mucha. Unas doce... ocatorce personas.

GINA: ?Y estuviste charlando con todo elmundo?

HIALMAR: Bueno... Un poco. Un poco concada uno. Gregorio me acaparó por com-pleto. ¿Volvió papá?

EUGENIA: Esta alli en su cuarto, escribien-do.

HIALMAR: ?Dijo algo...?

GINA: No. ¿Qué iba a decir?

HIALMAR: ¿No comentó de...? Voy a entrara verlo.

GINA: Creo que seria mejor no...

HIALMAR: (Desalentado) ?Dijo que noqueria verme?.

GINA: No quiere ver a nadie. (Un gesto.)Entró con su... paquete.

HIALMAR: ?Esta...?

GINA: Parece.

HIALMAR: Mi pobre viejo. Con sus canas ysus... Dejémoslo al menos que disfruteun poco.

Entra el viejo Ekdal vestido de entrecasa yfumando en pipa.

EKDAL: ?Volviste? Me habia parecido re-conocer tu voz.

HIALMAR: Acabo de entrar.

EKDAL: ?No me viste...? Alli cuando pasa-ba, digo...

HIALMAR: No, no... Pero me dijeron que

Dramática Latinoamericana de

acababas de cruzar, y me apuré a ver site alcanzaba, pero...

EKDAL: Claro, claro. Gracias, Hialmar.¿Quién era toda esa gente?

HIALMAR: Bueno, habia de todo. El ma-gistrado Gulstad, el senador Paulsen, elasesor Kaspersen... el no se que, no secuanto...

EKDAL: ?Gina! ?Todos funcionarios!

EUGENIA: ¿Y de qué hablaban, papá?.

HIALMAR: ?Bah!. No hicieron mas que de-cir tonterias. Me pidieron a mi que reci-tara, pero de ninguna manera.

EKDAL: ?Les dijiste que no?

GINA: ?Hialmar, podrias haber...!

HIALMAR: No, no. No va a andar uno ha-ciéndole los gustos a todo el mundo.

EKDAL: Bien, bien...

HIALMAR: Charlamos, tomamos unacopa... Después tuvimos una pequeñadiscusión sobre el oporto...

EKDAL: ?Tomaron oporto? ?Un buen vino!.

HIALMAR: Puede ser. Depende, natural-mente. No todas las cosechas son de ca-lidad pareja. Influye mucho el sol quehaya tenido en el ano.

GINA: Cuantas cosas sabe tu padre,Eugenia.

EKDAL: ?Y te lo discutian?

HIALMAR: Lo intentaron, digamos. Pero secallaron enseguida cuando se les replicóque pasaba lo mismo con el oporto quecon los funcionarios, que también depen-den del sol que más calienta.

EKDAL: ?Y tuvieron que tragarse eso?

HIALMAR: No volvieron a abrir la boca.

GINA: ?Hialmar, Dios mio! Las cosas quese te ocurren.

HIALMAR: Al final todo terminó amistosa-mente, como es natural. Al fin y al caboeran buena gente, no había razón paraherirlos.

Teatro/CELCIT N° 20 pag 11

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EKDAL: ?Pero no te lo callaste!

EUGENIA: ¡Qué elegante estás con esesmoking, papa. Y lo bien que te queda!

HIALMAR: ¿Verdad, no? Como a medida.Un poco ajustado acá en los hombros. Aver Eugenia... (Eugenia lo ayuda.) ¿Dón-de está mi saco, Gina?.

GINA: Aquí. (Lo ayuda a ponérselo. Eugeniacolabora amorosamente.)

HIALMAR: No te olvides de devolver el smo-king a Molvic manana a la manana.

GINA: A primera hora.

HIALMAR: ¡Ah, qué bien se está en casa!.La verdad... Nada más cómodo que laropa de todos los días. ¿No, Eugenia?

EUGENIA: Claro que si, papa.

HIALMAR: La corbata abierta, así... ¿Quétal?

EUGENIA: Te combina con la barbita. Y conlos rulos.

HIALMAR: Bueno, rulos... Algunas ondas,Eugenia.

EUGENIA: Los rulos mas bonitos del mun-do.

HIALMAR: Esta chica...

Tiempo.

EUGENIA: Papa...

HIALMAR: Si mi amor.

EUGENIA: Vamos...

HIALMAR: ¿Qué hay?.

EUGENIA: ?No me hagas sufrir mas!

HIALMAR: ( ... )

EUGENIA: Lo estás haciendo a propósitopara hacerme rabiar. Las cosas ricas queme prometiste...

HIALMAR: ?Las...? Pero claro, las... Bue-no, la verdad es que se me olvidó por com-pleto.

EUGENIA: No es cierto. Están escondidas.

Dramática Latinoamericana de

(Lo registra) Debería darte vergüenza.

HIALMAR: No, no... Se me pasó, y... ¡Perotengo otra cosa que te va a gustar!. (Bus-ca en los bolsillos del smoking.)

EUGENIA: ?Mama... Mama...!

GINA: ?Ves? Hay que saber esperar.

HIALMAR: (Sacando una cartulina.) Aquiesta.

EUGENIA: ?Una hoja de papel!.

HIALMAR: La lista del banquete. El menú.¿Ves? Acá arriba: menú. En francés vie-ne a ser lista de comidas de un...

EUGENIA: (Interrumpe.) ?Nada mas queeso?

HIALMAR: Bueno... Es que no valian grancosa todas esas golosinas. En cambio elmenu... Vamos: no sentamos a la mesa yyo te voy diciendo el gusto que tenia cadaplato. A ver, Eugenia...

EUGENIA: (Tragandose las lagrimas.) Gra-cias. (Se sienta pero no lee. Gina le hacesenas que advierte Hialmar.)

HIALMAR: Pero... Es... ?Es increible la can-tidad absurda de cosas que se pretendeque un padre de familia tenga presenteen la cabeza! ?Increible...! ?Y si se olvidade... del mas minimo detalle enseguida leponen mala cara!. En fin: a todo hay queacostumbrarse. (A su padre.) ?Echaste unvistazo ya?

EKDAL: Se metió en el cesto.

HIALMAR: ?En el cesto! ?Ya empieza a fa-miliarizarse!.

EKDAL: Si senor, si senor. Hialmar... Creoque es hora de hacer esas... refacciones

HIALMAR: Si, claro... ?A ver, vamos al sofa!Hay que charlar bastante todas esas me-joras.

EKDAL: Bueno... Voy primero a cargar lapipa y a limpiarla un poco. (Entra a sucuarto.)

GINA: ?A limpiar la pipa...!

HIALMAR: ?Pobre viejo! (Transición.) Sí,esas refacciones... será mejor terminar-

Teatro/CELCIT N° 20 pag 12

Page 13: EL PATO SALVAJE - celcit.org.ar

las de una buena vez mañana.

GINA: Manana no creo que quede tiempo.

EUGENIA: ?Si que habra tiempo, mama!

GINA: Con todas esas placas que hay queretocar. Ya las han venido a buscar va-rias veces.

HIALMAR: ?Otra vez las benditas fotogra-fias! Ya se haran. ?Hubo algun pedidonuevo?

GINA: No. Para manana estan solo esos dosretratos que ya sabias.

HIALMAR: ?Nada mas?. Bueno, era previ-sible. Cuando uno no se ocupa...

GINA: ¿Qué más puedo hacer? Puse todoslos avisos que he podido.

HIALMAR: ¡Bah, los diarios! Para lo quesirven. ¿Por la habitación ha venido al-guien?

GINA: Hasta ahora...

HIALMAR: Es asi. Si no lo hago yo... ?Hayque moverse un poco, Gina!

EUGENIA: (Toma del mueble la armónicade Hialmar.) ¿La armónica, papá?

HIALMAR: No, no. Nada de armónicas. Estávisto que esto de disfrutar no está hechopara Hialmar Ekdal. Muy bien... Enton-ces, desde mañana trabajaré hasta queno pueda más. Hasta deslomarme, síseñor.

GINA: Hialmar, querido... No era eso lo queyo queria...

EUGENIA: ?Te traigo cerveza...?

HIALMAR: No. No necesito absolutamentenada. ?Nada! (Pausa) Cerveza... ?Hay cer-veza?

EUGENIA: Si. Fresquita.

HIALMAR: Bueno... Con tanta insistencia...?Una sola, eh!

GINA: ?Eso! Pasemos un buen rato juntos.

HIALMAR: (Detiene a Eugenia que sale ha-cia la cocina. La abraza.) Eugenia...Eugenia.

Dramática Latinoamericana de

EUGENIA: Papito querido...

HIALMAR: No, no. No me llames asi. No melo... Me he sentado a la mesa del hombrerico, repleta de platos suculentos,regodeandome... ?Y no fui capaz de...!

GINA: ¡Pero, qué tonterías, Hialmar...!

HIALMAR: Ninguna tonteria. Pero no me loreprochen, ustedes saben que a pesar deeso yo las quiero.

EUGENIA: Y nosotras te adoramos, papa.

HIALMAR: Y si... si... si a veces me ven así,un poco lunático, tengan en cuenta quesoy un hombre que ha tenido que pasarmuchas tormentas. (Pausa) No voy a to-mar cerveza. La armónica, Eugenia.

Hialmar sentado en el sofa. A su lado Ginay Eugenia abrazandolo con gesto amo-roso. Hialmar toma la armónica y co-mienza una melodía lenta y sentimen-tal.

HIALMAR: No importa que bajo este pobretecho vivamos humildemente, ?eh Gina?.No deja de ser nuestro hogar.

Vuelve a su armónica.

Unos golpes a la puerta rompen el clima.

GINA: Hialmar... Alguien llama.

HIALMAR: ?A esta hora!

Gina abre la puerta.

GREGORIO: (Desde el umbral.) Disculpe...

Gina retrocede un paso.

GREGORIO: ¿Vive aquí el fotógrafo Ekdal?

GINA: Si.

HIALMAR: ¡Gregorio! ¿Dejaste la reunión...?

GREGORIO: Sí. La reunión y la casa. Bue-nas noches señora Ekdal. No sé si mereconocerá.

GINA: No hay manera de confundirlo. Elvivo retrato de su padre.

GREGORIO: En realidad me parezco mu-cho mas a mi madre. Usted seguramen-te se acordara de ella.

Teatro/CELCIT N° 20 pag 13

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HIALMAR: ¿Cómo es eso que dejaste la casa?

GREGORIO: Acabo de dejar mis cosas enun hotel.

HIALMAR: ¿Pero cómo...? Bueno, ya queestás aquí dame el abrigo. Sentémonosun poco.

GREGORIO: Gracias.

HIALMAR: En el sofa. Con confianza...

Gregorio se sienta en el sofa algo descon-certado.

GREGORIO: Bueno... Así que ésta es tu casa...

HIALMAR: Bueno, como ves, éste es el es-tudio.

GINA: Acostumbramos a estar aqui. Comoes la pieza mas grande...

HIALMAR: Antes teniamos una casa me-jor, pero esta tiene un desvan enorme.Es una gran ventaja.

GINA: Y nos sobra una pieza ademas, quela podemos alquilar si queremos.

GREGORIO: Ah... ?Tienen inquilinos?.

HIALMAR: Bueno, todavia no. No es tanfacil. Hay que ocuparse mucho, y... A verEugenia, esa cerveza...

Eugenia sale hacia la cocina.

GREGORIO: ?Tu hija? (Hialmar asienteorgulloso.) ?Y es hija unica?

HIALMAR: Sí. Es nuestra mayor alegría eneste mundo. Y también nuestra mayorpena, Gregorio.

GREGORIO: ¿Porqué?

HIALMAR: Sus ojos. Esta en peligro de per-der la vista.

GREGORIO: ?Ciega?

HIALMAR: Por ahora tiene solo los prime-ros síntomas, pero según el médico esirreversible.

GREGORIO: ¿Es posible? ¿Y a qué se debe?.

GINA: La madre de Hialmar sufría de losojos también.

Dramática Latinoamericana de

HIALMAR: Eso dice mi padre, pero yo nome acuerdo.

GREGORIO: ?Y ella?

HIALMAR: No sospecha nada. No nos he-mos atrevido a decirselo. Gorjeando comoun pajarito inconsciente, vuela hacia lanoche eterna. Es una verdadera torturapara mi, Gregorio.

Entra Eugenia con cerveza y vasos.

HIALMAR: (Acariciandola.) Gracias, miamor. (Eugenia le murmura algo al oido.)No, no... Sandwiches ahora no. Salvo queGregorio...

GREGORIO: No, no, gracias.

HIALMAR: Bueno, en todo caso... Solo unpar, con bastante manteca si hay.

Eugenia vuelve a salir.

GREGORIO: Se la ve muy sana, sin em-bargo. (Pausa.) ¿Y qué edad tiene?.

HIALMAR: Catorce. Los cumple pasadomanana.

GREGORIO: Es alta para su edad.

GINA: Pegó el estirón el año pasado.

GREGORIO: Viendo crecer a los ninos unose da cuenta de lo viejo que es. Realmentegrande y hermosa. (Pausa) ?Cuanto haceya que se casaron?

GINA: Pronto van a ser quince anos.

GREGORIO: ?Tanto?.

HIALMAR: Quince menos unos meses.Imagino que estos anos te habran re-sultado largos alla arriba en la fabrica,Gregorio.

GREGORIO: Al principio. Pero ya no. Casino sé en que se me ha ido el tiempo.

El viejo Ekdal sale de su cuarto con unagorra de uniforme. Da unos pasos, vaci-lante.

EKDAL: Bueno Hialmar ya podemos hablarde... de... ¿De qué era...?

HIALMAR: Papá, tenemos visita. GregorioWerle, no sé si recordarás.

Teatro/CELCIT N° 20 pag 14

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EKDAL: (Mirando a Gregorio que se hapuesto de pie) ¿Werle...? ¿El hijo, no? ¿Yqué quiere de mí?

HIALMAR: Nada, papa. Ha venido a verme.

EKDAL: ?Entonces... nada en particular?.

HIALMAR: Nada. En absoluto. (Llenando losvasos.) Cerveza, papa. (Le sirve a Grego-rio.) Gregorio...

GREGORIO: Le traigo saludos de sus anti-guos montes de caceria, teniente Ekdal.

EKDAL: ?Los montes de caza?.

GREGORIO: ?Se acuerda cuando Hialmary yo lo ibamos a visitar alla arriba, en lasvacaciones?

EKDAL: ?Usted y...? Bueno, mucho no re-cuerdo. Pero si es por la caza, me per-mito decirle que si ha habido alla enHoidal un cazador, ese cazador fue elTeniente Ekdal, si senor. ?Osos! Hematado osos senor Werle! ?Nueve! Y debuen tamano.

GREGORIO: ?Y ahora? ?Ya no se dedica ala caza?.

EKDAL: Bueno tanto como no dedicarme...Todavía de cuando en cuando... Claro,ya no como antes, pero... ¿Y cómo estánesos bosques allá arriba?

GREGORIO: No tan frondosos como en sutiempo. Se ha talado mucho ultimamente.

EKDAL: ?Talaron...?. Eso es peligroso. Elbosque se venga.

HIALMAR: (Le llena el vaso.) Vamos papa,un poco mas.

GREGORIO: ¿Y cómo es eso de que un hom-bre amante de la naturaleza como ustedpueda vivir entre cuatro paredes?

EKDAL: (Rie.) Bueno... No se esta tan malaqui, en realidad. No se esta tan mal...

GREGORIO: ?Y no extrana aquello...? ?Losbosques, la vida libre, la montana...?

EKDAL: (Cómplice.) Hialmar... ¿Se lo ense-ñamos?

HIALMAR: (Turbado.) Bueno no creo queesta noche sea...

Dramática Latinoamericana de

GREGORIO: ¿Qué cosa?.

HIALMAR: Nada... Un... Un... Otro dia. Estaoscuro ya.

EKDAL: Tonterias. Hay luna llena. ?Lo tie-ne que ver, si senor! .

EUGENIA: ?Si, papa...!

HIALMAR: En fin...

EKDAL: Una mano aqui, Hialmar, para ayu-darme a abrir.

GREGORIO: ¿De qué se trata?

GINA: Bueno, no vaya a pensar que es nadaextraordinario, tampoco.

Hialmar y su padre van hasta la pared delfondo y empujan las hojas de la puertacorrediza. A través de la puerta se vis-lumbra una buhardilla amplia y profun-da, de dimensiones irregulares. Rinco-nes, vigas, y canos de chimenea que laatraviesan de arriba a abajo. Por las cla-raboyas, una luz lunar ilumina algunosrincones y deja otros entre sombras.

EKDAL: Venga, venga... Acérquese.

GREGORIO: ¿Pero qué es...?

EKDAL: Véalo usted mismo.

HIALMAR: (Algo avergonzado.) Bueno,son... cosas de papa.

GREGORIO: ?Teniente Ekdal! ?Cria galli-nas? ?En medio de la casa?

EKDAL: ¡Y qué gallinas, señor Werle! Aho-ra están echadas naturalmente, pero dedía... Hay que verlas, de día.

EUGENIA: Y ademas hay un...

EKDAL: Chst... Chst... Todavia no.

GREGORIO: ¿Palomas? ¿Tiene palomastambién?

EKDAL: Bajo el alero. Arriba. Les gustaanidar en altura.

HIALMAR: Pero no palomas vulgares...

EKDAL: ?Mensajeras! Pero venga... vengamas cerca. Vea el nicho en el muro. ?Sonconejos, amigo!

Teatro/CELCIT N° 20 pag 15

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GREGORIO: ?Conejos?

EKDAL: ¿Oíste Hialmar?: Que si tenemosconejos. ¿Qué tal? Pero ahora viene loprincipal. Aquí está. Cuidado, Eugenia.Póngase aquí. Desde aquí. Allí abajo. ¿Veel cesto con paja?

GREGORIO: Si. Hay una gallina anidandoen...

EKDAL: ¡Cómo una gallina!

GREGORIO: ?Un pato...?

EKDAL: Pero claro que es un pato, senormio.

HIALMAR: Pero no un pato cualquiera.

GREGORIO: Me temo que yo, de patos...

EKDAL: Senor Werle: es un pato salvaje.

GREGORIO: ?Un pato salvaje?

EKDAL: Es nuestro pato, amigo.

EUGENIA: Mi pato, porque es mio.

GREGORIO: ?Y puede vivir aqui en eldesvan?

EKDAL: Bueno, por supuesto le hemospuesto una tina con agua limpia, paraque chapotee.

HIALMAR: Se la cambiamos dia por medio.

GINA: Hialmar, querido, esta haciendo frioaqui.

EKDAL: Bueno... habra que ir cerrando porhoy. Mas vale no interrumpirles el des-canso. La puerta, Eugenia.

Cierran.

EKDAL: Ya lo verá mejor alguna otra vez.(Se sienta en el sillón junto a la estufa.)Son muy extraños los patos salvajes,?sabe?.

GREGORIO: ¿Y cómo se las arregló paracazarlo vivo?

EKDAL: ?Yo...? En todo caso habria quepreguntarselo a su padre.

GINA: Pero no ha sido el senor Werle mis-mo que nos ha regalado el pato.

Dramática Latinoamericana de

EKDAL: Estaba cazando desde un bote y ledisparó. Pero con su vista... En fin, nohizo más que inutilizarlo.

GREGORIO: ?Unos perdigones en el cuer-po?

EUGENIA: En el ala. Aca. Por eso no pudovolar.

GREGORIO: ?Y se fue al fondo?.

EKDAL: Al fondo, si, como hacen siempre,lo mas abajo que pueden. Se agarran conel pico a las raices de los juncos y novuelven a salir por nada.

GREGORIO: Pero parece que este sí salió.

EKDAL: El perro de su padre. Un diablo deinteligente el perro ese. Se zambulló de-trás del pato y lo sacó a flote.

GREGORIO: ?Y se lo dieron a ustedes?

HIALMAR: Estuvo un tiempo en casa de tupadre pero no se acostumbraba. Le or-denaron a Pettersen que lo mate.

EKDAL: (Adormilado.) Pettersen, sí señor...Imbécil...

HIALMAR: Y como papa lo conoce tanto aPettersen, se arregló para que se lo die-ran.

GREGORIO: ?Y esta contento en el desvan?

HIALMAR: ¡Muy contento! ¡Engordó! Llevatanto tiempo aquí que ya casi se vuelvedoméstico.

GREGORIO: ¿Encerrado?. Tal vez. Te doy unsólo consejo: que no vea nunca ni cielo nimar. (Un tiempo.) Entre paréntesis: Dijisteque tenías una habitación para alquilar...

HIALMAR: Si. ?Se te ocurre alguien que...?

GREGORIO: ?Me la alquilarias?.

GINA: Pero senor Werle...

GREGORIO: ?Puedo alquilarla? Me trasla-daria manana a primera hora.

HIALMAR: Por nosotros encantados...

GINA: Pero es que... Señor Werle esta no esuna habitación digna de una personacomo...como...

Teatro/CELCIT N° 20 pag 16

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HIALMAR: ¡Gina! ¿Por qué?

GINA: Bueno, no es demasiado grande, yes un poco oscura como para...

GREGORIO: No tengo demasiados escru-pulos, no vaya a creer.

HIALMAR: Yo, sin embargo, la encuentrobonita, y esta bastante bien amueblada.

GINA: Con esos... esos dos que viven aba-jo... Esos...

HIALMAR: El licenciado Molvik, y el doctorRelling.

GREGORIO: ?Relling? Hubo un doctorRelling durante un tiempo en Hoidal.

HIALMAR: El mismo.

GINA: Creo que lo mejor es consultarlo conla almohada antes de decidirse.

GREGORIO: No la veo muy dispuesta a te-nerme en su casa, senora Ekdal.

GINA: ¡Dios me libre! ¿Cómo se le ocurre?.

HIALMAR: ?Realmente Gina...! (A Gregorio.)?Vas a quedarte por el momento en laciudad?

GREGORIO: (Poniéndose el abrigo.) Sí.

HIALMAR: ?Y que harias aqui?.

GREGORIO: (Pausa) Bueno, si lo supieraseguramente estaria mas tranquilo. Perocuando uno tiene la desgracia de llamar-se Gregorio Werle.

HIALMAR: (Ríe.) Y si no fueras GregorioWerle, ¿qué te gustaría ser?

GREGORIO: ?Si me dieran a elegir? (Tiem-po.) Un perro.

GINA: ?Un perro?

GREGORIO: Si. Un perro inteligente. Deesos capaces de zambullirse y rescatar aun pato salvaje que se agarra desespera-do a las raices del fondo.

HIALMAR: Francamente, Gregorio, no en-tiendo una palabra.

GREGORIO: No importa. Creo que ni si-quiera tiene sentido. ¿Entonces mañana

Dramática Latinoamericana de

a primera hora...? (A Gina.) Créame queno voy a darle ninguna molestia. Yo mearreglo solo. (A Hialmar.) De lo demas,ya hablaremos manana. (Saluda.) SenoraEkdal... Eugenia...

GINA: Buenas noches senor Werle.

HIALMAR: Cuidado, la escalera esta oscu-ra.

Hialmar lo acompana hasta la puerta. SaleGregorio.

HIALMAR: ?Al fin puede uno comerse unbocado! (Come su sandwich.) ?Lo ves,Gina...? Hay que saber moverse.

GINA: Sí. Hubiese preferido que fuese otroel inquilino. ¿Qué va a decir el director?

HIALMAR: ¿Werle? ¿Y qué le puede impor-tar?

GINA: Es claro que algo no anda bien entreellos.

HIALMAR: Nunca anduvo bien.

GINA: No sea cosa que crea que somos no-sotros los que le hemos llenado la cabe-za.

HIALMAR: Bueno, si lo quiere creer... Eldirector Werle ha hecho mucho por mi,lo reconozco; pero eso no significa queyo tenga que estar a sus órdenes por todala eternidad.

GINA: Mientras no se desquite con el po-bre abuelo, y le saque el trabajo de lascopias.

HIALMAR: Bueno, casi te diria: mejor. Unhombre como yo... Un... un hombre deciencia, tener que ver que a su padreanciano lo tratan como un... paria. Peroya está llegando el día. Sí, señor. (Comeotro sandwich.) Uno tiene una misión enla vida. Una misión, y la voy a cumplir.Como que me llamo Hialmar Ekdal quela voy a cumplir.

EUGENIA: Eso, papa.

HIALMAR: Hemos alquilado el cuarto. Esome da más independencia para mis...investigaciones. Sí señor: el hombre quese impone una misión en la vida tieneque ser independiente. (Por su padre queduerme en el sillón.) Gina: antes que

Teatro/CELCIT N° 20 pag 17

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nada vamos a acostarlo. Pobre viejo. Nopierdas la fe en tu hijo. Tiene hombrosanchos. Y un dia, cuando te despiertes...?No te parece, Gina?

GINA: Si. Cuidado al levantarlo. ?Vamos?

HIALMAR: Si. Vamos.

Se llevan con cuidado al viejo dormido.

ACTO TERCERO

Estudio de Hialmar por la manana. Luz porla claraboya del techo. Esta corrido el cor-tinaje. Hialmar, a la mesa, retoca unasfotografias. Eugenia merodea y fastidia.Entra Gina de la calle.

HIALMAR: ?Echaste una ojeada al cuartode Gregorio?

GINA: Si.

HIALMAR: Lo invité a desayunar. Como esel primer dia. ?Hay algo en casa?

GINA: Habra que buscar algo.

HIALMAR: Creo que Relling y Molvic van asubir también. Me encontré con Rellingen la escalera y tuve que...

GINA: ¿Así que también esa pareja de sin-vergüenzas?

HIALMAR: ¡Dos más, dos menos...!

EKDAL: (Asomando desde su puerta.)Hialmar... (Nota la presencia de Gina.)Ah...

GINA: ?Necesitaba algo, abuelo?

EKDAL: No, no, es igual. (Vuelve a entrar.)

HIALMAR: Gina... un poco de ensalada dearenque no vendria mal. Relling y Molvichan andado de... de copas seguramenteanoche, y...

GINA: Mientras no se me aparezcan ahora.

HIALMAR: Pero si no hay ningun apuro...Tenemos todo el tiempo del mundo.

GINA: Podrias ir trabajando un poco en esasfotos mientras tanto.

HIALMAR: Pero si estoy trabajando, caram-ba. Yo, cuando puedo, ya se sabe...

Dramática Latinoamericana de

Vuelve de mala gana a los retoques.

EKDAL: (Vuelve a asomarse. En voz baja.)?Mucho que hacer?.

HIALMAR: No doy abasto con estas foto-grafias.

EKDAL: Bueno, bueno, nada. Si estas tanocupado... (Vuelve a su cuarto dejandola puerta abierta.)

HIALMAR: (Deja el pincel y va hasta la puer-ta de Ekdal.) ?Estas haciendo algo?

EKDAL: Ya que estas tan atareado, yo tam-bién, caramba.

HIALMAR: Bueno... bueno... (Vuelve al tra-bajo.)

EKDAL: (Unos instantes después vuelve aasomarse a la puerta.) En fin... Ahora,ya, tanto apuro no tengo.

HIALMAR: ?Hacias copias?.

EKDAL: ¡Maldita oficina! ¿No pueden es-perar un día más? No es cuestión de vidao muerte, tampoco.

HIALMAR: Y al fin y al cabo uno tampocoes un esclavo, ?no?

EKDAL: Y con todo lo que hay que hacerahi adentro.

HIALMAR: Eso justamente es lo que iba adecirte. ?Abro?

EKDAL: Y... No estaria mal, ir viendo...

HIALMAR: Asi acabamos de una vez portodas, ?no?

EKDAL: Tendria que estar listo manana ala manana. ?Porque es manana, no?

HIALMAR: (Asiente) Manana.

Hialmar y Ekdal abren las puertas deldesvan. Entra luz por el tragaluz del te-cho. Vuelan algunas palomas de aqui aalla, y otras permanecen en las vigas arru-llando. Las gallinas cacarean en el fondo.

HIALMAR: Cuando quieras.

EKDAL: ?No me vas a ayudar?

HIALMAR: Bueno, después de todo creo

Teatro/CELCIT N° 20 pag 18

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que... (Al ver a Gina en la puerta de lacocina.) ¿Yo?. No, no tengo tiempo... Contodo el trabajo que hay. (Tirando de unacuerda baja una especie de telón ordina-rio que deja invisible la parte baja de labuhardilla. Vuelve a la mesa.) A ver si deuna vez por todas puedo tener un mo-mento de tranquilidad.

GINA: ¿Otra vez allí adentro, haciendo vayaa saber qué cosas...?

HIALMAR: Preferirias que ande por ahi to-mando... (Se sienta.) ?Buscabas algo?

GINA: Queria preguntarte si pongo la mesaaqui.

HIALMAR: Si... Supongo que no vendranadie tan temprano.

GINA: No. No espero a nadie. Solo esa pare-ja de novios que tienen que posar juntos.

HIALMAR: ¡Pero caramba, ¿no podían po-sar juntos otro día?!

GINA: Hialmar, mi amor... Los cité paradespués de comer, mientras estés hacien-do la siesta.

HIALMAR: Ah, bueno, bueno. Entonces si,pondremos aqui la mesa.

GINA: Igual no hay ningun apuro. Se lapuede seguir usando, digo.

HIALMAR: Ya ves que estoy usandola todolo que puedo.

Gina vuelve a la cocina. Un tiempo.

Desde la buhardilla Ekdal lo chista.

HIALMAR: ¿Qué...?

EKDAL: Me parece que sea como sea va-mos a tener que mover la tina.

HIALMAR: Si, eso estaba pensando.

EKDAL: En fin... En fin... (Vuelve a entrar.)

Hialmar trabaja un momento, mira de reojola buhardilla, se levanta a medias. Apa-rece Eugenia por la puerta de la cocina.

HIALMAR: (Sentándose apresuradamente.)¿Qué pasa?

EUGENIA: Nada. Queria estar cerca tuyo.

Dramática Latinoamericana de

HIALMAR: (Tras un silencio.) Lo unico quete veo hacer es meter las narices en todo.?Te han encargado que me vigiles?

EUGENIA: ¡Qué idea!

HIALMAR: ¿Qué hace tu madre?

EUGENIA: Esta ocupadisima con la ensa-lada de arenque. ?Te puedo ayudar?

HIALMAR: No, no. Es mejor que haga todoyo sólo. Mientras me queden fuerzas. Alfin y al cabo qué importa que tu padreconsuma su salud...

EUGENIA: ?No digas eso, papa!. (Espiahacia el desvan.)

HIALMAR: Eugenia... ¿Qué hace?

EUGENIA: Parece que quiere abrir un ca-mino nuevo para que el pato llegue has-ta la tina.

HIALMAR: Trabajando así, sólo, no lo va aterminar nunca. Y yo aquí condenado aesta silla.

EUGENIA: Yo lo puedo hacer, papa. Dameel pincel.

HIALMAR: ?Que locura! No harias mas queestropearte la vista.

EUGENIA: Para nada. Dame ese pincel.

HIALMAR: (Duda.) Bueno... (Levantándo-se.) Es sólo un minuto ¿eh?.

EUGENIA: ¿Qué daño me puede hacer?Vamos a ver... Vamos a empezar por ésta.

HIALMAR: Nada de estropearte los ojos,?Esta claro? No quiero hacerme respon-sable de... Es tu propia responsabilidad.

EUGENIA: Si, mia. Solo mia.

HIALMAR: ?Ahi va! ?Muy bien, Eugenia...!Muy bien... Un minuto, eh... Un minuto.O dos. (Se mete apresuradamente en eldesvan.)

Eugenia trabaja. Ekdal y Hialmar discutenadentro. Hialmar se asoma.

HIALMAR: Eugenia, dame las tenazas queestan en el estante. Y el martillo, ya queestas. (Volviendo adentro.) Vamos a ver...A ver si puedo explicarte como es la idea.

Teatro/CELCIT N° 20 pag 19

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(Eugenia le alcanza las herramientas.)Gracias hijita. Menos mal que llegué yo,sino esto... (Vuelve adentro nuevamen-te. Martillazos. Llaman a la puerta, peroEugenia no lo advierte.)

GREGORIO: (Asomandose. De entrecasa.)Buenos dias.

EUGENIA: ?Adelante!

GREGORIO: Permiso... (Por los golpes.)Parece que tienen gente trabajando hoyaqui.

EUGENIA: Papa y el abuelo. Voy a avisarles.

GREGORIO: No, no. Prefiero esperar unrato.

EUGENIA: ?Hay un desorden en esta mesa!(Empieza a sacar las fotos.)

GREGORIO: Por favor, no... ?Son las foto-grafias para retocar?

EUGENIA: Lo estoy ayudando un poco apapa.

GREGORIO: Por mi, no interrumpas tu tra-bajo.

EUGENIA: Voy a seguir otro ratito.

Gregorio la mira en silencio.

GREGORIO: ¿Durmió bien el pato salvajeesta noche?

EUGENIA: Creo que si, gracias.

GREGORIO: (Por el desvan.) Con luz de diase lo ve muy distinto.

EUGENIA: Cambia mucho, si.

GREGORIO: Y... ?Te gusta estar alli? Conel pato salvaje, digo...

EUGENIA: Si. Siempre que puedo.

GREGORIO: Seguramente, mucho tiempode sobra no tendras. Con el colegio y to-das esas cosas.

EUGENIA: No voy al colegio. A papa le damiedo que me estropee la vista.

GREGORIO: ¿Te enseña él mismo?

EUGENIA: Ajá. Bueno... me lo prometió.

Dramática Latinoamericana de

Cuando tenga tiempo. Todavía no ha te-nido, pero cuando tenga...

GREGORIO: ?Y estás todo el día aquí?

EUGENIA: Todo el dia aqui.

GREGORIO: Y ese desvan, me imagino,debe ser como un mundo aparte.

EUGENIA: Hay tantas cosas extraordina-rias ahi.

GREGORIO: ?De veras?

EUGENIA: Si. Unos armarios enormes, lle-nos de libros... Y muchos tienen estam-pas.

GREGORIO: ?Ah...!

EUGENIA: Y un escritorio antiguo con ca-joncitos, y un reloj grande con figurasque salen cuando suena la hora. Pero nofunciona mas.

GREGORIO: De manera que el tiempo seha detenido alli, en los dominios del patosalvaje.

EUGENIA: Ajá. También hay una caja muyvieja, con pinturas; y otras cosas por elestilo. Pero sobre todo: libros.

GREGORIO: ?Y te gusta leer esos libros?

EUGENIA: Siempre que puedo. Lo que pasaes que la mayoría están en inglés; y yono entiendo inglés. Pero miro las figu-ras. Hay uno enorme, así, que se llama«History of London» y tiene muchísimosgrabados. Debe tener, no sé, cien años,por lo menos. Doscientos... En la prime-ra página se ve a la muerte con un relojde arena, y una muchachita. ¡Horrible!Mas adelante, si, hay otras con iglesias ycastillos, y barcos por los mares...

GREGORIO: Y digo yo, Eugenia. cuandoestas ahi metida, mirando las estampas:?No se sienten ganas de salir y ver elmundo de verdad...?

EUGENIA: No senor. Me gusta asi. Quedar-me siempre en casa con papa y mama. Yel abuelo. Y el pato... Mi pato.

GREGORIO: Aja...

EUGENIA: (Aclara) Se lo presto a veces apapá y al abuelo, pero el pato es sólo mío.

Teatro/CELCIT N° 20 pag 20

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GREGORIO: Supongo que alla adentro esepato sera dueno y senor.

EUGENIA: Claro. Es un auténtico pato sal-vaje. Da tanta pena el pobre, sin tenercon quien entretenerse.

GREGORIO: No tiene familia, como los co-nejos.

EUGENIA: No. Las gallinas, a ratos se jun-tan entre ellas. Pero él, pobrecito, sepa-rado de los suyos... Tan extraño... Nadielo conoce. Nadie sabe de donde salió.

GREGORIO: Y, como si fuera poco, vienede la profundidad de los mares.

EUGENIA: (Reprime una sonrisa.) ¿Por quédice «de la profundidad de los mares»?

GREGORIO: ¿Y cómo habría que decirlo?

EUGENIA: Bueno, podria haber dicho... «delfondo del mar».

GREGORIO: ¿Y por qué no «de la profundi-dad de los mares»?

EUGENIA: No sé. Me suena tan... raro quelo diga usted.

GREGORIO: ¿Y por qué será? A ver.

EUGENIA: En realidad... Bueno, no sé. Unatontería.

GREGORIO: No es ninguna tontería segu-ramente. Vamos a ver. ¿Por qué te hizosonreír?

EUGENIA: Es que siempre que pienso enel desván y en todo lo que hay adentro,se me ocurre que eso allí se llama «laprofundidad de los mares». No sé porqué, pero así se me ocurre. Tonterias,bah...

GREGORIO: No me lo parece para nada.

EUGENIA: Al fin y al cabo no es mas queun desvan.

GREGORIO: (La mira fijamente.) ?Estassegura?

EUGENIA: ?Que no es mas que un desvan?

GREGORIO: ?Absolutamente segura?

Eugenia calla asombrada. Gina llega de la

Dramática Latinoamericana de

cocina y pone la mesa. Gregorio hojeaun album.

GREGORIO: Me han dicho que sabe reto-car, senora Ekdal.

GINA: Claro que sé.

GREGORIO: Una feliz coincidencia.

GINA: ¿De qué?

GREGORIO: Que Hialmar se hiciera fotó-grafo, digo.

EUGENIA: Mamá también sabe hacer foto-grafías.

GINA: Bueno. Tuve que aprender, claro.

GREGORIO: ?Asi, que en realidad, es us-ted la que lleva el negocio?.

GINA: Y... Cuando Hialmar no tiene tiem-po...

GREGORIO: Claro, ocupado como esta, consu padre...

GINA: Sí. Se da cuenta que esto de tenerque andar retratando a fulano o a men-gano no es algo justamente para un hom-bre como él.

GREGORIO: Bueno, pero estando en el ofi-cio...

GINA: ¿Oficio? Señor Werle: mi Hialmar noes un... un fotógrafo vulgar y silvestre.

Se escucha un tiro que proviene del altillo.Gregorio se sobresalta.

GREGORIO: ¿Qué es eso?

GINA: ??Sera posible?! ?Ya empiezan otravez con la escopeta!

GREGORIO: ?Disparan?

EUGENIA: Salieron de caza.

GREGORIO: ¡Cómo! (Se acerca a la puer-ta.) ¡Hialmar! ?Estas... Estas disparan-do en el desvan?

HIALMAR: (Desde adentro.) ¿Llegaste, Gre-gorio? Ni me enteré, estaba tan ocupa-do. (A Eugenia.) ¡Si nadie me avisa! (AGregorio, enseñando un pistolón de do-ble caño.) Es con esto nada más.

Teatro/CELCIT N° 20 pag 21

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GINA: Alguno de estos dias va a haber unadesgracia con esa arma.

HIALMAR: No va a haber ninguna desgra-cia, y se dice ese arma, no esa. Veinteveces te lo he dicho ya.

GINA: Ese o esa. Un dia va a haber unadesgracia.

GREGORIO: Asi que el amigo Hialmar seha vuelto cazador, también.

HIALMAR: Bueno... ¡cazador...! Tiro un pocoa los conejos de vez en cuando. (Confi-dencial.) Por papá, Gregorio, no sé si...

GINA: Los hombres son gente rara. Si yotendria que divertirme...

HIALMAR: (Interrumpe.) Tuviese. Si yo «tu-viese».

GINA: (Dolida.) Hialmar...

HIALMAR: Y no hay más que hablar. (AGregorio.) De afuera no se escuchan...Los tiros, digo. (Coloca el arma en el es-tante.) Cuidado con el arma, Eugenia.Uno de los cañones quedó cargado, ¿sí?.

EUGENIA: Ahora que terminó la caceriapuede mirar al pato.

GREGORIO: (Mirando hacia adentro.) Tie-ne un ala caida.

HIALMAR: La de la perdigonada.

GREGORIO: Y arrastra una pata.

HIALMAR: Apenas.

EUGENIA: La que le mordió el perro.

HIALMAR: Pero fuera de eso... Y es asom-broso, pensando en la acantidad de per-digones que lleva en el cuerpo, y queanduvo entre los colmillos de ese perro.

GREGORIO: (Mira a Eugenia.) Y sobretodoque ha estado tanto tiempo «en la pro-fundidad de los mares».

EUGENIA: (Sonrie.) Si.

GINA: El bendito pato. Tanta preocupaciónpor un pato salvaje.

HIALMAR: ?Falta mucho para el almuer-zo?

Dramática Latinoamericana de

GINA: En un momento. Eugenia... Necesi-to que me ayudes.

Gina y Eugenia salen hacia la cocina.

HIALMAR: Seria mejor que no te quedes ahimirando a mi padre. No le gusta.Convendria que cierre la puerta antes quevengan los demas. (Da unas palmadaspara espantar a las aves.) ?Ush! ?Ush!?Vamos, vamos! (Cierra la puerta.) Bue-no... como ves, a Gina no le gusta mu-cho esto de tener animales en el estudio.

GREGORIO: Lógico. Siendo el estudio sulugar de trabajo, ?no?.

HIALMAR: Bueno, las cosas mas sencillasse las confio a ella. Asi puedo refugiarmeen la sala a pensar en cosas mas impor-tantes, en mi... (Indeciso) Gregorio, te hanhablado seguramente de mi invento...?

GREGORIO: ?Un invento.? No.

HIALMAR: Bueno, todavía no está del todoterminado, pero estoy trabajando en él.Te podrás imaginar que cuando decidídedicarme a la fotografía no era parahacer retratos a cualquiera.

GREGORIO: Eso justamente me comenta-ba Gina recién. ¿Y de qué se trata, si sepuede saber?

HIALMAR: Amigo... no me pidas detalles,¿sí?. La cosa precisa tiempo. Y no vayasa creer que lo hago por dinero, por vani-dad, o algo así. No trabajo para mí, Gre-gorio, no, no. Es la misión que me impu-se, y no la abandono de dia ni de noche.

GREGORIO: ¿Y cuál es esa misión, si sepuede saber?

HIALMAR: Hay un anciano de cabellosblancos en esta casa, Gregorio.

GREGORIO: ¿Tu padre...? ¿Y qué podríashacer por él?

HIALMAR: Nada menos que devolverle ladignidad perdida. Recuperar el honor delapellido Ekdal.

GREGORIO: ¿Y esa es tu misión?

HIALMAR: Quiero salvar a ese náufrago,Gregorio. El doctor Relling dice que cuan-do esté listo el invento, cuando venganlos reconocimientos, las honras, le per-

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mitirán a papá volver a vestir el unifor-me. En todo caso, sólo exigiré eso comopremio. La única recompensa del pobreinventor.

GREGORIO: Entonces, es lo del uniformelo que...

HIALMAR: Mi único anhelo. Nadie puedeimaginar lo que sufro por él. Si lo vie-ras... No hay fiesta familiar que no hagasu entrada con el viejo uniforme, el delos días felices. Pero basta que llamen ala puerta, para que corra a su cuarto acambiarse. Asustado de que alguien pue-da verlo. Eso desgarra el corazón de unhijo, Gregorio.

GREGORIO: ?Y cuanto tiempo te llevaraterminar tu invento?

HIALMAR: ¡Bueno, por Dios, no me pidasdetalles así! ¡Cuánto tiempo...! En un des-cubrimiento hay muchas cosas imprevi-sibles. Depende mucho de la inspira-ción... de la... la intuición.

GREGORIO: ?Pero avanza al menos?

HIALMAR: ¡Y ya lo creo!. A su ritmo. Todaslas tardes, después de almorzar, me en-cierro en la sala donde uno puede pen-sar tranquilo, meditar. Sin urgencias, esosí. Si algo no sirve es que me apuren,como dice el doctor Relling.

GREGORIO: ?Y no te parece que toda estacuestión del pato salvaje, y el desván tedistraen del invento...?

HIALMAR: ?Todo lo contrario! No es hu-manamente posible estar eternamenteconcentrado en lo mismo. Es importanteun... un pasatiempo, digamos para re-frescarse un poco las ideas. La inspira-ción, el rayo de luz, cuando llega, llega.Si es que llega.

GREGORIO: Mi querido Hialmar... Te miro,y te veo tanto de pato salvaje.

HIALMAR: ?De pato salvaje?

GREGORIO: Te has hundido hasta el ba-rro del fondo, y te has agarrado a lasraices.

HIALMAR: Gregorio...

GREGORIO: Yo no diria que estas herido,pero si que te metiste en un pantano, que

Dramática Latinoamericana de

te has infectado, y te has ido a lo mashondo para morir en la oscuridad.

HIALMAR: ¿En la oscuridad? ¿Morir...?¿Qué disparates son esos Gregorio?.

GREGORIO: Calma. Yo voy a sacarte a lasuperficie, Hialmar. Yo también tengouna misión en la vida. La encontré ayer.

HIALMAR: Gregorio, te pediría que no memezcles con esa... misión. Aparte de mimelancolía, que es una cosa natural enmí, estoy tan a gusto con mi vida comocualquiera lo podria desear.

GREGORIO: Otro efecto del veneno.

HIALMAR: Gregorio, no me hables de ve-nenos, ni de enfermedades... No... No es-toy acostumbrado. Aqui en casa no ha-blamos de esas cosas. No sera una casarica, bueno, pero soy un inventor, unpadre de familia. Esas cosas lo elevan auno por encima de las pequeñeces detodos los días. ¡Pero qué bien, aquí llegael almuerzo!.

Entran Gina y Eugenia con bandejas. Des-de la puerta de la escalera Relling yMolvik, vestido de riguroso negro.

GINA: Hay dos que si llegan a tiempo.

RELLING: A Molvik se le metió en la cabe-za que olía como ráfagas de arenque, yya no hubo manera de detenerlo. Bue-nos días de nuevo, Hialmar.

HIALMAR: Gregorio, te presento al senorMolvic, licenciado en teologia... y al doc-tor Relling. ?Se conocian ya, verdad?

GREGORIO: Apenas.

RELLING: ¡El señor Werle hijo, cómo no!Nos hemos peleado bastante allá arri-ba en Hoidal. ¿Ha venido a instalarseaquí?

GREGORIO: Desde esta manana.

RELLING: Abajo vivimos Molvik y yo, asíque si necesita médico, y después pas-tor, no tiene que ir demasiado lejos.

GREGORIO: Gracias. Todo puede pasar:ayer fuimos trece a la mesa.

HIALMAR: Basta, Gregorio, de ideas sinies-tras.

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RELLING: Calma, Hialmar Ekdal. El dedode la fatalidad no te toca. Te lo aseguroyo.

HIALMAR: (Por Gina y Eugenia.) Así lo es-pero por ellas. ¡Pero ahora sentémonos,comamos, tomemos, y disfrutemos!

GREGORIO: ?No esperamos a tu padre?

HIALMAR: No. Prefiere comer en su cuartomas tarde.

Comen y beben. Gina y Eugenia van y vie-nen sirviéndolos.

RELLING: ?Que borracho estaba Molvikanoche, senora Ekdal! ?Habia que verlo!

GINA: Ninguna novedad.

RELLING: ¿No lo oyó cuando lo traje?

GINA: No, no escuché nada.

RELLING: Mejor, porque estaba hecho unalástima, realmente.

GINA: ?Si, Molvik?

MOLVIK: Corramos un velo sobre los acon-tecimientos de anoche, senora. Esas co-sas son totalmente ajenas a mi yo supe-rior.

RELLING: El pobre se pone como un poseí-do. Lo domina una especie de sugestión,y no hay más remedio que sacarlo de fa-rra por ahí. No hay nada que hacer. Nosguste o no nos guste el Licenciado Molvikes un auténtico demoníaco.

GREGORIO: ?Demoniaco?

RELLING: Demoniaco.

GREGORIO: Aha.

RELLING: Y las naturalezas demoniacas nopueden andar por la senda recta. Eso noesta hecho para ellos. Necesitan serpen-tear un poco de vez en cuando. Desviar-se, perderse y volver a encontrarse. ?Enfin...! ?Y usted sigue resistiendo alla arri-ba en esa fabrica espantosa?

GREGORIO: Hasta ahora lo vengo sopor-tando.

RELLING: ¿Y logró por fin convencer a al-guien de esa famosa teoría suya...? Aquel

Dramática Latinoamericana de

compromiso que exigía. ¿Cómo era...?

GREGORIO: (Evasivo.) Ah, si.

RELLING: ?»La exigencia de los ideales.»!Asi era.

GREGORIO: Una tonteria.

RELLING: ?Tonteria? Recorria el pueblo deHoidal reclamando el cumplimiento de«La exigencia de los ideales.»

GREGORIO: Bueno. Era muy joven.

RELLING: Indudablemente era joven, sí. Yque yo recuerde, mientras estuve allí noconsiguió un solo seguidor.

GREGORIO: Ni después tampoco.

RELLING: Presumo que habra tenido lacordura de transigir un poco.

GREGORIO: No transijo nunca cuando tra-to con hombres dignos de ese nombre.

HIALMAR: Eso me parece muy bien, muybien. Gina: un poquito mas de manteca,?podria ser?

RELLING: Y una tajada de panceta paraMolvik.

MOLVIK: ?Por favor, no...! ?Ni la palabra,panceta!

Se escuchan golpes en la puerta del altillo.

HIALMAR: Eugenia... El abuelo quiere sa-lir.

Eugenia abre. Entra el viejo Ekdal con unapiel de conejo recién arrancada, sangrante.

EKDAL: Buenos días señores. Buena cazala de hoy. Maté uno de los grandes.

HIALMAR: Y lo desollaste sin esperarme.

EKDAL: Y lo salé también, ya que estaba.Me gusta la carne de conejo; es blanda ydulzona. Gusto a azúcar. ¡Buen prove-cho, señores!

Entra a su pieza.

MOLVIK: (Levantandose.) Disculpen unsegundo. No... No puedo mas...

RELLING: ?Sal de fruta, tonto!

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Molvik sale apurado.

RELLING: ?Un brindis por el viejo cazador!

HIALMAR: ?Si, por nuestro Buffalo Bill alborde de la tumba!. (Brinda y ríe.)

RELLING: ¡Hialmar Ekdal sí que es un hom-bre feliz! ¡Tiene una misión por la cualluchar...! ¡Y una mujercita que va silen-ciosa de aquí para allá moviendo esascaderas... Haciendo todo confortable, yabrigadito a su alrededor...!

HIALMAR: La verdad, Gina, es una buenacompanera.

GINA: Quieren hacer el favor de dejar decotorrear sobre mi.

RELLING: ?Y la pequena Eugenia, Hialmar!

HIALMAR: ¡Eugenia...! ¡Eugenia sobre todo!(Le acaricia el pelo.) A ver... ¿Qué día esmañana?.

EUGENIA: (Evadiéndose.) Esta bien, ya.

HIALMAR: Se me parte el corazón cuandopienso que no tendrás más que esa hu-milde fiestita en el desván.

EUGENIA: ?Pero si eso es justamente lo quequiero!

RELLING: Un poco mas de pacienciaEugenia. Hasta que tu padre termine eseinvento extraordinario.

HIALMAR: Si señor. ¡Y no pasará mucho!Eugenia, he tomado la decisión de ase-gurar tu porvenir. Serás feliz mientrasvivas. Exigiré algo para mi hija. No se...algo. Va a ser la única recompensa delpobre inventor.

EUGENIA: (Lo abraza.) Papá... Queridopapá.

RELLING: (A Gregorio.) ¡Señor Werle! ¿Quése siente, para variar, compartiendo lamesa bien servida de una familia dicho-sa?.

HIALMAR: ?Para mi, nada mejor que la horade comer!

GREGORIO: Por mi parte, me ahoga el olordel pantano.

RELLING: ?Del pantano?

Dramática Latinoamericana de

HIALMAR: ?Gregorio, otra vez...!

GINA: Dios sabe que en esta casa olor nova a encontrar. Todas las mananas, an-tes que nada se ventila pieza por pieza.

GREGORIO: (Abandonando la mesa.) Créa-me que el hedor al que me refiero no sueleventilarse en esta casa.

HIALMAR: ?Hedor?

GINA: ¿Qué te parece eso, Hialmar?

RELLING: Perdone... ?No sera usted el quetrae el olor de alla, de la fabrica?

GREGORIO: Es propio de usted llamar olora lo que yo traigo a esta casa.

RELLING: Escuche, senor Werle hijo; meparece que usted todavia conserva intac-ta en el bolsillo aquella «exigencia de losideales»

GREGORIO: No en el bolsillo; en el cora-zón.

RELLING: ¡Métasela donde le guste! Peromientras yo esté aquí le aconsejo que nola saque.

GREGORIO: ¿Y si lo hago, qué?

RELLING: Va a bajar las escaleras con lacabeza. Y no diga que no se lo adverti.

HIALMAR: Pero Relling...

GREGORIO: Inténtelo...

GINA: ¡Relling, por favor!, ¡Y usted, señorWerle, no es quién para venir a hablaracá de olor!

Llaman a la puerta.

EUGENIA: Llaman, mama.

HIALMAR: ?Uf, mas fotos!

GINA: (Abre la puerta. Se estremece y re-trocede.) ?Usted...?

El director Werle, con abrigo de piel, entraen el estudio.

WERLE: Disculpen. Tengo entendido quemi hijo vive aqui.

GINA: (Sofocada.) Si.

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HIALMAR: Senor director, por favor, ade-lante...

WERLE: Gracias. Sólo deseo hablar con mihijo.

GREGORIO: Bien, ?que hay? Aqui estoy.

WERLE: Quisiera hablar a solas.

HIALMAR: Por favor, pueden hacerlo aquímismo. Vamos al salón, Relling... Gina...

Salen. Pausa.

GREGORIO: Bueno, ya estamos solos.

WERLE: Por las insinuaciones que hicisteanoche, y viendo que te has venido a vi-vir aqui, presumo que tus intencionespara conmigo no son muy buenas.

GREGORIO: Mi única intención es abrirlelos ojos a Hialmar Ekdal. Que vea la rea-lidad tal como es. Eso es todo.

WERLE: Así que esa es la misión de la quehablabas.

GREGORIO: Si. No me dejaste otra.

WERLE: ?Soy yo quien te ha perturbado elespiritu?

GREGORIO: Me arruinaste la existencia. Yno me refiero a lo de mi madre. Quienotro, si no, seria el culpable de los re-mordimientos de conciencia que me ator-mentan.

WERLE: Aha... Asi que es la conciencia laque esta en juego.

GREGORIO: Tendría que haber reacciona-do cuando se preparó esa trampa para elteniente Ekdal. Tendria que haberloprevenido porque sospechaba comoterminaria todo eso.

WERLE: Siendo asi, en efecto, ese era elmomento de hablar.

GREGORIO: Pero fui tan cobarde que nome atrevi. Siempre te tuve terror.

WERLE: Por lo visto se te ha pasado.

GREGORIO: Afortunadamente. El mal cau-sado al viejo Ekdal por... nosotros, no pue-de remediarlo nadie; pero a Hialmar sipienso salvarlo de la mentira y los enganos

Dramática Latinoamericana de

que lo estan llevando a la ruina.

WERLE: Creyendo, naturalmente, que coneso le estas haciendo un bien.

GREGORIO: Tengo la seguridad absoluta.

WERLE: Y pensando que el fotógrafo Ekdalterminará agradeciéndote semejanteprueba de amistad.

GREGORIO: Si. Asi lo creo.

WERLE: Ya lo veremos.

GREGORIO: Si voy a seguir soportando lavida, tengo que encontrar un remediopara mi conciencia enferma.

WERLE: No se curará nunca. Ha estadoenferma desde tu infancia. Herencia detu madre, Gregorio: La única que te legó.

GREGORIO: Todavía no has podido digerirla desilusión que te llevaste cuando des-cubriste que la fortuna con la que tecreias casar... no era tal.

WERLE: No cambiemos de tema. Entoncesestas decidido a poner a Hialmar sobreuna pista que te parece acertada.

GREGORIO: Esa es mi intención.

WERLE: Creo que podria haberme ahorra-do el paseo hasta aqui. Deduzco que esinutil preguntarte si volveras a casa.

GREGORIO: Inutil, si.

WERLE: ?Tampoco accederias a ser mi so-cio?

GREGORIO: Tampoco.

WERLE: Muy bien. Pero como pienso vol-ver a casarme voy a darte inmediatamen-te tu parte de mis bienes.

GREGORIO: No quiero nada.

WERLE: ?No?

GREGORIO: No. Mi conciencia no me lopermite.

WERLE: ?Vas a volver a la fabrica?

GREGORIO: No. Me considero despedido.

WERLE: ¿Y a qué vas a dedicarte en ade-

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lante, si se puede saber?

GREGORIO: A cumplir mi misión. Exclusi-vamente.

WERLE: ¿Y de qué vas a vivir?

GREGORIO: Algo tengo ahorrado de misueldo.

WERLE: ?Y para cuanto tiempo alcanzara?

GREGORIO: Creo que durara lo que yodure.

WERLE: ¿Qué significa eso?

GREGORIO: No tengo nada que contestar.

WERLE: Entonces adiós, Gregorio.

GREGORIO: Adiós.

Werle se va.

HIALMAR: (Asomando.) ?Se fue?

GREGORIO: Si.

Entran los otros.

RELLING: Y nos estropeó el almuerzo.

GREGORIO: Hialmar: quiero que meacompanes a dar un largo paseo.

HIALMAR: Bueno... Como no. ¿Qué que-ría?. ¿Se trataba de mí?.

GREGORIO: Vamos. Tenemos bastante quehablar. Voy a ponerme el abrigo. (Sale.)

GINA: No deberías ir con él, Hialmar.

RELLING: No vayas. Es mejor quedarseaqui.

HIALMAR: (Toma su abrigo y su sombre-ro.) ¿Cómo voy a...? Cuando un amigode la infancia necesita abrirme su cora-zón?

RELLING: Pero... ?Mierda! No ves que esetipo esta chiflado, tocado de la cabeza,loco.

GINA: ¡Que te decía yo! Su madre tambiéntenía ataques así, a veces.

HIALMAR: Razón de más para necesitar elcuidado de un amigo. Adiós. Hasta luego.

Dramática Latinoamericana de

Sale.

RELLING: Es una verdadera pena que estetipo no se haya desbarrancado en unode esos precipicios de Hoidal.

GINA: ¡Jesús! ¿Por qué dice una cosa así?

RELLING: Yo me entiendo.

GINA: ?Le parece que esta loco de verdad...?

RELLING: No. no se trata de eso. No estamas loco que la mayoria.

GINA: ¿Y qué tiene entonces?

RELLING: Voy a decirselo, Gina: GregorioWerle es nada mas ni nada menos queun extremista de la rectitud.

GINA: ?Y eso es una enfermedad?

RELLING: Hoy por hoy: grave. Por suerte apa-rece sólo de manera esporádica. (Saludan-do a Gina.) Le agradezco el almuerzo.

Sale.

ACTO IV

Estudio de Hialmar, momentos después dehacer una fotografía. En medio de la ha-bitación, la cámara, cubierta con un panonegro, sobre un tripode, un par de sillasy algun accesorio. Anochece. Gina, des-de la puerta, despide a unos clientes.

GINA: Las tomas del sillón veré primerocomo salen antes de copiarlas. Las delvestido de boda, que tienen más luz, selas llevaré yo misma apenas las revele.Cuidado allí los escalones del recodo: sonestrechos, y con la oscuridad se ponenpeligrosos.

Cierra la puerta. Comienza a ordenar losenseres del estudio.

EUGENIA: ¿Cómo es posible que no hayavuelto todavía?

GINA: ?Estas segura que no esta abajo enla pieza de Relling?

EUGENIA: Pregunté hace un momento.

GINA: Se le va a enfriar la cena.

EUGENIA: Con lo puntual que es papa parala comida.

Teatro/CELCIT N° 20 pag 27

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GINA: No te preocupes, Eugenia. No puedetardar. (Descubre a Hialmar que llega.)?Aqui esta!

EUGENIA: ?Papa, cuanto te esperamos!

GINA: (Mirandolo de soslayo.) Tardastemucho, Hialmar.

HIALMAR: (Sin mirarla.) Si. Tardé bastan-te. (Se quita el abrigo. Ellas quieren ayu-darlo pero él las rechaza.)

GINA: ?Comiste con Gregorio?

HIALMAR: No.

GINA: Te traigo la cena entonces

HIALMAR: No. No quiero comer.

EUGENIA: ?Te estas sintiendo mal, papa?

HIALMAR: Regular. Dimos un paseo muylargo Gregorio y yo.

GINA: No tendrias que haber ido. No estasacostumbrado.

HIALMAR: Bah... Hay muchas cosas en estemundo a las que un hombre tiene queacostumbrarse. ?Vino alguien mientrasyo no estuve?

GINA: Los dos novios solamente.

HIALMAR: ?Ningun encargo nuevo?

GINA: No. Hoy tampoco.

EUGENIA: Seguro que manana va a habermuchos.

HIALMAR: Espero. Porque desde mana-na pienso ponerme a trabajar en se-rio.

EUGENIA: ¿Mañana? ¿Qué día es maña-na, papá...?

HIALMAR: Ah... si. Verdad. Pasado mana-na, entonces. En adelante voy a hacer-me cargo yo mismo de todo el trabajo.

GINA: ?Y cual seria la ventaja, Hialmar?Complicarte la vida... Si yo con lafotografia me arreglo bien. Mientras pue-das seguir con el invento...

EUGENIA: Y con el pato salvaje, papa, ycon las gallinas, los conejos...

Dramática Latinoamericana de

HIALMAR: ?Basta de estupideces, Eugenia!Desde manana no piso mas ese desvan

EUGENIA: ?Papa! Me prometiste que ma-nana habria fiesta.

HIALMAR: Bueno... ?Desde pasado mana-na!. Me dan ganas de retorcerle el cogotea ese maldito pato.

EUGENIA: ?Mi pato!

GINA: ?Dios me libre!

EUGENIA: (Sacudiéndolo.) ¡Papá! ¡El patoes mio...!

HIALMAR: Por eso mismo no lo hago. Aun-que en el fondo de mi alma sepa que es-toy haciendo mal. No tengo por qué so-portar bajo mi techo nada que venga deesas manos.

GINA: ¿Pero qué tiene que ver que el idiotade Pettersen se lo haya regalado al abue-lo, para que...?

HIALMAR: Hay ciertas exigencias... la exi-gencia de los ideales, ciertos compromi-sos que un hombre no puede eludir sindanar profundamente su alma.

EUGENIA: Papa... Es solamente un pato...un pato salvaje...

HIALMAR: ?Y por eso te dije que lo perdo-no! Porque es tuyo. Y porque tengo otrosdeberes mas importantes que cumplir.Bueno Eugenia, es hora de tu paseo.

EUGENIA: No tengo ganas de salir, ahora.

HIALMAR: Este aire viciado no te sientabien.

EUGENIA: Papa... Dame tu promesa de queno le vas a hacer nada malo al pato cuan-do yo esté afuera.

HIALMAR: Te dije que no le tocaré ni unapluma. (La abraza.) Eugenia... Nosotros...(Le señala la puerta.) Vamos.

Eugenia sale.

HIALMAR: Gina...

GINA: ¿Qué?

HIALMAR: Desde manana..., o bueno, pa-sado manana, quiero llevar yo mismo las

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cuentas de la casa.

GINA: ?Las cuentas?

HIALMAR: Si. Bueno, o comprobar los in-gresos, por lo menos.

GINA: ?Jesus! ?Los ingresos...! Eso se com-prueba enseguida.

HIALMAR: No parece. Tengo la impresiónde que el dinero dura demasiado aquí.¿Cómo es eso?

GINA: Sencillamente nos arreglamos conpoco.

HIALMAR: ?No sera que a mi padre le estanpagando demasiado generosamente esascopias que hace para Werle?

GINA: No lo sé. No sé cual es el precio quese paga por un trabajo como ese.

HIALMAR: Resumiendo: ?Cuanto cobra,mas o menos?

GINA: Lo que gasta. Y algo mas para algu-na pequenez.

HIALMAR: ?Lo que gasta...? No me habiasdicho nada de eso.

GINA: No. Te hacia tan feliz pensar que contu plata lo mantenías.

HIALMAR: Y resulta que lo mantiene el di-rector Werle.

GINA: A Werle le sobra el dinero.

HIALMAR: (Seco) ?Podrias encender lalampara?

Gina lo hace.

GINA: Además, no fui yo quien le buscó esetrabajo. Fue Berta Soerby, cuando entróen la casa del director.

HIALMAR: Me parece que te tiembla la voz.

GINA: ?La voz?

HIALMAR: Y las manos también. ¿O meequivoco?

GINA: Vamos, Hialmar. ¿Qué te dijo de mí, ése?.

HIALMAR: ?Es verdad..., puede ser verdad,que cuando trabajabas en casa del di-

Dramática Latinoamericana de

rector Werle hayas tenido algo con él?

GINA: No, no es verdad. En ese momento no.El director siempre me anduvo atrás, esosí. Y la señora creyendo que había algo armóun escándalo horrible. Me tiró de los pelos,un día, me pegó. Ahí me fui de la casa.

HIALMAR: Entonces fue después.

GINA: Volvi a casa de mi madre. Ella... noera como creias, Hialmar. No hacia masque insistirme con que si el senor eraviudo... ?Esta claro, no?

HIALMAR: ¿Y qué más?

GINA: Bueno... Supongo que sera mejor quelo sepas de una vez por todas: No paróhasta que consiguió lo que buscaba.

HIALMAR: ¡Y ésta es la madre de mi hija!¡Cómo pudiste ocultarme todo eso!

GINA: Hice mal. Lo reconozco. Tendría quehabértelo contado mucho antes.

HIALMAR: Si. Asi me habria dado cuenta atiempo de quién eras.

GINA: ?Te habrias casado conmigo?

HIALMAR: No.

GINA: Por eso justamente no me animé. Yote quería demasiado, Hialmar. Y nadiebusca su propia desgracia.

HIALMAR: ¡La madre de mi Eugenia! ¡Ypensar que mi casa...,(Patea una silla.)todo ésto que llamo mi hogar, se lo deboal canalla de Werle!

GINA: ?Vas a renegar de los quince anosque vivimos juntos?.

HIALMAR: ?Y no sentias remordimientocada dia, cada hora, por esta red de men-tiras que tejiste como una arana? ?La ver-dad! ?No sentias remordimiento... Angus-tia, al menos!

GINA: ?Hialmar, mi amor! Tenia tanto quehacer. Tanto en que pensar todo el diaen la casa.

HIALMAR: ¿Y nunca se te ocurrió mirarhacia atrás? ¿Examinar tu pasado?

GINA: Bien sabe Dios que casi me habiaolvidado esas viejas historias.

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HIALMAR: ¡Qué insensibilidad! ¡Qué indi-ferencia más monstruosa! Eso es lo quemás me indigna. Ni el menor arrepenti-miento.

GINA: Hialmar: ¿Qué hubiese sido de tuvida si no hubieras encontrado una mu-jer como yo?

HIALMAR: (Con ironia.) ?Una mujer comoella!

GINA: Si. La que fui siempre. La mujer prac-tica de la casa, como quien dice.

HIALMAR: ¿Que qué habría sido de mi?

GINA: En la época en la que nos conoci-mos ya empezabas a descarriarte.

HIALMAR: ?A descarriarme? Nunca vas aentender lo que llega a sentir un hombredesesperado, con un caracter impulsivocomo el mio, encima.

GINA: No quiero discutir eso ahora. Lo cier-to es que te volviste una buena personagracias a que tenias un hogar y una fa-milia. Viviamos tranquilos y felices, yahora que nos habiamos instalado bien,que Eugenia y yo ibamos a comprar unpoquito de ropa, a comer un poco me-jor...

HIALMAR: ?Si, en el pantano de la menti-ra!.

GINA: ?Dios mio! ?Ojala ese lunatico nohabria venido nunca a esta casa!

HIALMAR: ?Hubiese venido!

GINA: ?Hialmar...!

HIALMAR: ¡Y yo que estaba tan contentocon mi casa, que creía que el mío era unverdadero hogar! ¿Dónde voy a encon-trar ahora el estado de ánimo necesariopara sacar mi invento a la luz?. Va a morirconmigo, Gina, y el culpable de ese cri-men habra sido tu pasado.

GINA: (A punto de llorar.) Hialmar, yo nohe querido mas que tu bien.

HIALMAR: Cada vez que me recostaba allien el sofa a pensar sobre el invento,sentia el presentimiento claro que la ta-rea me estaba absorbiendo hasta las úl-timas fuerzas; que el día que tuviese lapatente entre mis manos ése sería el de

Dramática Latinoamericana de

mi despedida. Y mi sueño era que mesobrevivieras, acomodada y sin preocu-paciones. Que todo el mundo honrara enGina Ekdal a la viuda del famoso inven-tor desaparecido.

GINA: ?Hialmar, no hables asi! ?El senorno me permita ver el dia en que me que-de viuda!

HIALMAR: ¡Qué importa, ahora que se ter-minó todo!

Gregorio Werle abre cautelosamente lapuerta y mira.

GREGORIO: ?Puedo pasar?

HIALMAR: Adelante.

GREGORIO: (Radiante, tendiéndole lasmanos.) ¡Y bien, queridos amigos...! (AHialmar por lo bajo.) ¿No lo hiciste toda-vía?

HIALMAR: (Sombrio.) Si. Ya lo hice.

GREGORIO: ?Si?

HIALMAR: Y pasé la hora más amarga demi vida.

GREGORIO: Pero también la más pura,¿no?

HIALMAR: Lo cierto es que ya esta todo enclaro.

GINA: Dios lo perdone senor Werle.

GREGORIO: (Sorprendido.) No entiendo.

HIALMAR: ¿Qué cosa?

GREGORIO: La gran explicación que debíaservir de punto de partida a una nuevavida conyugal, Hialmar... basada en laverdad, y sin ninguna reserva.

HIALMAR: Sí, sí, ya sé... Lo sé muy bien.

GREGORIO: Estaba convencido de que alentrar iba a saltarme a la vista la transfi-guración resplandeciente del marido y laesposa. ¡Y qué veo! ¡Sombras y oscuridad!

GINA: (Quitando la pantalla de la lampara.)Si es por eso...

GREGORIO: Bueno, usted no entiende se-ñora Ekdal. Pero, Hialmar: es imposible

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que no sientas todo tu ser vibrar y ele-varse después de la gran crisis.

HIALMAR: Si, naturalmente, es decir, has-ta cierto punto...

GREGORIO: Hialmar: no hay nada masnoble que perdonar a la pecadora y ele-varla hasta uno por amor.

HIALMAR: ?Y te parece tan facil para unhombre digerir un trago amargo asi?

GREGORIO: Para un hombre vulgar tal vezno. Pero para Hialmar Ekdal...

HIALMAR: ¡Dios mío, sí, lo sé! Pero necesi-to que me ayudes, Gregorio. Necesitotiempo.

GREGORIO: ?Cuantas cosas quedantodavia de pato salvaje, Hialmar!

Entra Relling.

RELLING: ?Otra vez el pato salvaje sobre eltapete!

HIALMAR: Si. La presa del senor Werle conel ala rota.

RELLING: ¿El director Werle? ¿Hablabande él?

HIALMAR: De él, y de nosotros.

RELLING: (Por lo bajo a Gregorio.) ?Vayasea la mierda!

HIALMAR: ¿Qué estás diciendo?

RELLING: Expreso el deseo sincero de queeste charlatan vuelva a su lugar de ori-gen. Si sigue aqui es capaz de arruinar-les la vida a los dos.

GREGORIO: Pierda cuidado senor Relling.Aqui nadie va a arruinarse. Ni Hialmar,a quien conocemos bien, ni esa mujer queconserva a pesar de todo un fondo leal yhonrado.

GINA: ?En ese caso, porqué no me aceptócomo soy?

RELLING: (A Gregorio.) Sería indiscretopreguntarle a qué ha venido realmente aesta casa.

GREGORIO: A conseguir una verdaderaunión conyugal.

Dramática Latinoamericana de

RELLING: Usted cree que el matrimonioEkdal no es lo que deberia ser.

GREGORIO: No es un matrimonio muy dis-tinto de tantos otros. Pero todavía no hallegado a ser una verdadera unión con-yugal.

HIALMAR: ?Nunca pensaste en la exigen-cia de los ideales, Relling?

RELLING: ?Basta de sermones, Hialmar!Perdone, senor Werle: Así, en númerosredondos... ¿podría decirme cuantasuniones conyugales verdaderas -comousted dice- ha visto en su vida?

GREGORIO: Si tengo que decir la verdad,ninguna.

RELLING: Yo tampoco.

GREGORIO: Pero he visto muchas del gé-nero opuesto. Y pude comprobar de cer-ca el dano que esa clase de uniones lepuede causar a una pareja.

HIALMAR: Toda la base moral de un hom-bre se puede derrumbar bajo sus pies.Eso es lo terrible.

RELLING: Miren, nunca estuve lo que sedice casado propiamente, con lo que nopuedo hablar mucho de esto. Pero de loque no tengo la menor duda es de que launión incluye también a los hijos. ¡Asíque dejen en paz a Eugenia!

HIALMAR: Eugenia... Mi pobre Eugenia.

RELLING: Hagan el favor, les pido, de nomezclar a Eugenia en nada de esto. Us-tedes son personas mayores. Puedenchapotear en sus existencias y arruinar-las si se les antoja. Pero la de Eugeniano.

HIALMAR: No, Relling, no. Mientras Eugeniame tenga a mi, mientras yo viva...

Llaman a la puerta de la escalera. Callan.

GINA: Adelante.

Entra la senora Soerby.

SOERBY: Buenas noches.

GINA: ?Berta!

SOERBY: Si, yo. ?Estorbo?

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HIALMAR: ?No, por favor! Alguien que vie-ne de parte de esa casa.

SOERBY: (A Gina.) Francamente no espe-raba encontrar a tus hombres a estas ho-ras. Me vine a la disparada para charlarun ratito y despedirme.

GINA: ¿Cómo? ¿Te vas?

SOERBY: Sí. Mañana a la mañana. AHoidal. El director se ha ido esta tarde.(A Gregorio.) Me pidió que le dejara salu-dos de su parte.

HIALMAR: Asi que el senor Werle... ?Y aho-ra se va usted?

SOERBY: Si. ?Que le parece?

HIALMAR: Que tenga cuidado. Eso me pa-rece.

GREGORIO: Hialmar... Mi padre se casacon la senora Soerby.

HIALMAR: ?Se casa...!

GINA: ?Si, Berta? ?Por fin!

RELLING: (Acusando el impacto.) ?Eso nosera en serio, no?

SOERBY: En serio querido Relling. Abso-lutamente en serio.

RELLING: ?Asi que piensa casarse de nue-vo, Berta?

SOERBY: Asi parece. Werle ha arreglado lospapeles, y haremos una boda sencilla allaarriba, en la fabrica.

GREGORIO: Entonces como buen hijastroque cumple con su deber tendré que fe-licitarla.

SOERBY: Muchas gracias.

RELLING: Bueno... Buena excusa para sa-lir esta noche a emborracharme conMolvic.

SOERBY: No lo haga, Relling. No vuelva aeso. Se lo pido yo.

RELLING: Es inevitable. (A Hialmar.) Estasinvitado, por supuesto.

GINA: No gracias. Mi Hialmar no anda enesas cosas.

Dramática Latinoamericana de

HIALMAR: (Por lo bajo.) ?Si te callaras unpoco!

RELLING: Adiós señora... Werle. (Sale.)

GREGORIO: Por lo visto usted y el senorRelling se conocen bastante.

SOERBY: Bastante sí. Hace muchos añoshubo algo entre nosotros. En esa épocaparecía que las cosas irían mucho máslejos.

GREGORIO: Fue una gran suerte para us-ted que no sucediera, ?no?

SOERBY: Tiene razón. Pero siempre mecuidé mucho de actuar impulsivamente.A una mujer no le conviene desperdiciarsus oportunidades.

GREGORIO: ¿Y no le asusta que yo le ha-ble a mi padre de esa vieja relación suya?

SOERBY: ?Usted piensa que no lo he ha-blado yo misma?

GREGORIO: ?Lo hizo?

SOERBY: Su padre esta enterado hasta delmenor detalle de cuanto se pueda decirde mi. Jamas me he valido de mentirasni de enganos. Quiza parezca que he te-nido suerte, y asi es en cierta forma. Perocreo en realidad que no recibo mas de loque doy. Bueno; lo cierto es que puedodecir con seguridad que estaré a su ladosiempre y que me considero capacitadapara cuidarlo y atenderlo cuando no pue-da valerse por sí mismo, como va a ocu-rrirle pronto.

HIALMAR: ?Que no podra valerse...?

GREGORIO: (A Soerby.) Esta bien, estabien. Mas vale que no hable de eso aqui.

SOERBY: Es imposible ocultarlo por mástiempo, por mucho que él lo quiera. Seestá quedando ciego.

HIALMAR: ¿Ciego? ¿El también?

GINA: ?Hay tantos que lo son!

SOERBY: Y ya se imaginan lo que eso sig-nifica para un hombre de negocios. Na-turalmente haré todo lo que esté a mi al-cance para que pueda valerse de mis pro-pios ojos. Bueno, siento mucho, pero yano puedo entretenerme más. Tengo can-

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Page 33: EL PATO SALVAJE - celcit.org.ar

tidad de cosas por hacer antes del viaje.Ah, me encargó decirles el señor Werleque si puede serles útil en algo no tienenmas que comunicarse con Graaberg.

GREGORIO: Estoy seguro de que HialmarEkdal no aceptara esa oferta.

SOERBY: ?No? Bueno, yo tenia entendidoque en otro tiempo...

GINA: No, Berta. Ahora Hialmar no necesi-ta nada del director.

HIALMAR: (Lentamente.) Salude a su futu-ro esposo en mi nombre y dígale por fa-vor que en estos días iré a ver al conta-dor Graaberg...

GREGORIO: ?Serias capaz?.

HIALMAR: ...que iré a ver al contadorGraaberg, repito, para pedirle la cuentade lo que le debo a su patrón. Quieropagar esa... deuda de honor. (Ríe.) ¡Deu-da de honor...! Bien, no hablemos másdel asunto. Estoy dispuesto a devolvertodo lo recibido con el cinco por cientode interés.

GINA: ¡Hialmar...! ¿De dónde vamos a sa-car...?

HIALMAR: Hagame el favor de informar asu prometido que estoy trabajando sindescansar en mi invento. Y que lo quesostiene mi ánimo en este trabajo forza-do es el deseo de librarme de una deudaque me tortura. Sólo ese es el objetivo demi invento. Todas las ganancias se em-plearán en pagar las obligaciones que hecontraído con él.

SOERBY: Algo ha pasado en esta casa.

HIALMAR: Si. Algo ha pasado.

SOERBY: Bueno, adiós. Me hubiera gusta-do que habláramos algunas cosas másGina, pero tendrá que ser en otra opor-tunidad.

Gina acompana a la senora Soerby al um-bral.

HIALMAR: No pases del umbral, Gina.

Sale Soerby. Gina cierra la puerta.

HIALMAR: Muy bien. Aqui me ves, Grego-rio, libre de esa deuda intolerable.

Dramática Latinoamericana de

GREGORIO: O por lo menos, pronto loestaras.

HIALMAR: ?Estuve... bien, verdad?

GREGORIO: Como el hombre que siempreimaginé.

HIALMAR: Hay momentos en la vida en losque uno no puede andar eludiendo la exi-gencia de los ideales. Como sostén de lafamilia sé el esfuerzo que me va a costarconseguirlo. No es broma, ni mucho me-nos que un hombre así, sin fortuna, comoyo, se proponga saldar una deuda...¿cómo es que se dice...? Enterrada...,digámoslo así, en el polvo del olvido.

GREGORIO: Hialmar, ?no estas contentofinalmente de que haya venido?

HIALMAR: Si.

GREGORIO: ?No te alegra de ver como todose ha aclarado?

HIALMAR: Si, claro.

Entra Eugenia, de la calle, alegre y sofocada.

GINA: Volviste.

EUGENIA: Sí. No tenía más ganas de pa-sear. Y fue una suerte, porque volviendome encontré con alguien en la puerta.

GINA: Con la senora Soerby.

EUGENIA: Si.

HIALMAR: Y espero que sea la ultima vez.

EUGENIA: (Acercandose carinosa a su pa-dre.) Papa.

HIALMAR: Si.

EUGENIA: La senora Soerby me trajo algo.

HIALMAR: ?Algo?

EUGENIA: Si. Para manana.

GINA: Berta siempre te ha regalado algunacosita para tu cumpleanos.

HIALMAR: ¿Qué es?

EUGENIA: No, no se puede ver todavia.Mama me lo tiene que traer manana a lamanana a la cama.

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HIALMAR: ?Otra cosa mas que se me oculta?

EUGENIA: Si vas a ponerte de mal humorte lo enseno. Es una carta. (La saca.)

HIALMAR: ?Una carta?

EUGENIA: Sí. Lo otro vendrá después, meimagino. ¡La primera carta que recibo enmi vida! Y pone: «Señorita Eugenia Ekdal»¡Esa soy yo!

HIALMAR: Eugenia... ?Puedo abrir esa carta?

EUGENIA: Bueno... si te pone contento, si.

HIALMAR: (Abre el sobre, saca un papel, lolee y se muestra confundido.) ¿Pero, quées esto?

GINA: ¿Qué dice?

EUGENIA: ¿Qué?

HIALMAR: (Vuelve a leer. Empalidece.) Esuna donación, Eugenia.

EUGENIA: ¿Para mí? ¿Sí...? ¿Y qué me da?

HIALMAR: Ahi esta escrito. (Le da el papela Eugenia, que lo lee junto a la lampara.Hialmar murmura.) Los ojos... Esos ojos,y ahora la carta.

EUGENIA: Pero me parece que es para elabuelo.

HIALMAR: (Le arrebata la carta. Nervioso.)Gina; ¿Qué es esto?

GINA: ¡Pero si ni sé de lo qué se trata!

HIALMAR: El director Werle le comunica aEugenia que su abuelo ya no necesitaracansarse haciendo copias, y que desdeahora podra cobrar cien coronas men-suales en la oficina.

EUGENIA: ?Cien coronas mama, lo diceclarito...!

GINA: ¡Qué suerte para el abuelo!

HIALMAR: Cien coronas mientras viva.

GINA: Bueno, ya esta asegurado el pobre,entonces.

HIALMAR: Hay más. No leíste lo que sigue,Eugenia. (A Gina.) Después la donaciónserá transferida a ella.

Dramática Latinoamericana de

EUGENIA: ?A mi? ¿Todo ese dinero?

HIALMAR: Dice que podras disfrutarlomientras vivas. ?Se entiende, Gina?

GINA: Si. Lo oigo.

EUGENIA: ?Imaginense, toda esa plata parami! ?Papa, no estas contento?

HIALMAR: (Rechazandola.) ?Contento? (Sepasea excitado.) ?Con el panorama queestoy empezando a...? ?Asi que es a lapropia Eugenia a quien dota de estamanera?

GINA: Por el cumpleanos...

EUGENIA:: Papa, yo no necesito... Todosera para ustedes. Para mama, y...

HIALMAR: Para mama, si. Muy oportuno.

GREGORIO: Hialmar, esta es una trampaque te prepara.

HIALMAR: ?Otra?

GREGORIO: Cuando estuvo esta mananame dijo textualmente «Hialmar Ekdal noes el hombre que estas imaginando»

HIALMAR: Qué yo no soy...

GREGORIO: «Lo vas a comprobar ensegui-da», me dijo.

HIALMAR: Y lo que ibas a comprobar esque me desarmaba con dinero.

EUGENIA: ¿Pero mamá, qué pasa?

GINA: Será mejor que vayas a dejar el abri-go en tu habitación.

Eugenia sale a punto de llorar.

GREGORIO: Hialmar: éste es el momentode demostrar quién tenía razón.

HIALMAR: (Rompe lentamente el papel endos pedazos y los deja sobre la mesa.)Esta es mi respuesta.

GREGORIO: Es lo que esperaba.

HIALMAR: (A Gina. Oscuro.) Y ahora bastade mentiras. Si las relaciones entre us-tedes habian acabado cuando... empe-zaste a quererme, como decías, ¿por quénos dio los medios para casarnos?

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GINA: Supongo que creyó que así podríaseguir viniendo a casa.

HIALMAR: ?Nada mas? ?No tendria otromotivo?

GINA: No entiendo.

HIALMAR: Quiero saber si tu hija tiene elderecho de vivir en mi casa.

GINA: (Indignada.) ?Hialmar!

HIALMAR: ??Si o no?! ?Eugenia es hija mia,o...? ?Pronto!

GINA: (Desafiante.) No lo sé.

HIALMAR: ¿Cómo?

GINA: ¡Qué puede saber una mujer igno-rante como yo...!

HIALMAR: Entonces ya no tengo nada quehacer en esta casa.

GREGORIO: Hialmar... Es importante re-flexionar muy bien lo que se hace.

HIALMAR: Para un hombre como yo, aquino hay nada que reflexionar.

GREGORIO: Al contrario. Hay mucho quereflexionar. Para llegar al supremo sacri-ficio, el que lleva a la auténtica purifica-ción, es necesario que sigan viviendo lostres juntos.

HIALMAR: ?Nunca! ?Mi sombrero! (Lo toma.)Se ha derrumbado mi hogar. (Estalla enllanto.) ?Gregorio, ya no tengo hija!

EUGENIA: (Que llega desde la cocina.) ¿Quéestás diciendo? (Corre hacia él.) ¡Papá, papá!

GINA: (A Hialmar.) ?Lo unico que faltaba!

HIALMAR: ¡No te me acerques! ¡Fuera! ¡Nopuedo verte! ¡Ah, esos ojos...! Adiós. (Vahacia la puerta.)

EUGENIA: (Se le cuelga.) ?No, no, papa! ?Nome hagas eso!

HIALMAR: ?No puedo! ?No quiero! ?Tengoque irme lejos de todo esto! (Se despren-de violentamente de Eugenia y sale ha-cia la calle.)

EUGENIA: ?Nos deja mama! ?Se va parasiempre!

Dramática Latinoamericana de

GINA: No llores hija. Va a volver. No llores.

EUGENIA: No, no; no volvera nunca mas.

GREGORIO: Créame señora Ekdal; lo hicecon la mejor intención.

GINA: Tal vez. Pero que Dios lo perdone, detodas maneras.

EUGENIA: (En el sofá.) ¡Me voy a morir!¿Qué le hice yo? ¡Qué vuelva, mamá!

GINA: Si, si, pero no llores mas. Voy a bus-carlo. (Se pone el abrigo.) Debe estar aba-jo, en casa de Relling. Pero no llores mas,?si, Eugenia? ?Prometido?

EUGENIA: (Deshecha en llanto.) No... novoy a llorar mas. Con tal de que vuelvano lloro mas.

GREGORIO: (A Gina.) ¿No sería mejor de-jarlo sólo con su batalla interior?

GINA: Eso lo resolverá después. Ahora loimportante es tranquilizar a la criatura.(Sale.)

EUGENIA: Ahora digame qué es lo quepasa. ¿Por qué papá no me quiere más?

GREGORIO: Mejor no preguntar eso hastaque seas mayor, Eugenia.

EUGENIA: ?Pero no puedo seguir así has-ta que sea grande...! Yo sé lo que pasa.Me lo imagino. ¿Es que no soy hija depapá, no?

GREGORIO: (Inquieto.) ¿Y cómo sería po-sible...?

EUGENIA: A lo mejor mamá me encontróen alguna parte y papá no sabía. En loslibros leí una vez una cosa asi.

GREGORIO: Sin embargo, aunque fueseasi...

EUGENIA: Igual podría quererme. ¡Sí, másque antes todavía ! El pato salvaje tam-bién nos lo dieron de regalo y yo igual loquiero muchísimo.

GREGORIO: (Tratando de cambiar detema.) Ahi esta: el pato salvaje... Vamosa hablar del pato salvaje, Eugenia.

EUGENIA: Pobre pato. Ya ni a él lo quierever más. Le quería retorcer el pescuezo.

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GREGORIO: No lo hara, Eugenia.

EUGENIA: No, pero lo dijo. Y eso no estabien. Porque yo rezo todas las noches porel pato, para que Dios lo proteja de lamuerte y de cualquier dano.

GREGORIO: ?Y eso te dijo? ?Que leretorceria el pescuezo al pobre pato?

EUGENIA: Dijo que era lo que debía hacer.Pero después lo perdonó por mí. ¿En esosí fue bueno, no?

GREGORIO: Eugenia... ?Y si por tu volun-tad... Por tu propia voluntad... Por amora papa, sacrificaras el pato?

EUGENIA: ?El pato salvaje?

GREGORIO: Si le ofrecieras aquello que tees mas precioso en el mundo, como un...como un supremo sacrificio... Una ofren-da para que vuelva.

EUGENIA: ?Y usted cree que serviria de algo?

GREGORIO: Yo haria la prueba.

Un tiempo. Se miran.

EUGENIA: Sí. Probaré.

GREGORIO: ?Tendras el valor que hacefalta?

EUGENIA: Le puedo pedir al abuelo que lohaga.

GREGORIO: Muy bien. Pero ni una pala-bra sobre esto a tu madre.

EUGENIA: ¿Por qué no?

GREGORIO: Bueno... Ella no nos compren-de.

EUGENIA: El pato salvaje, si... Manana a lamanana... (Entra Gina.) ??Lo encontraste?!

GINA: No. Salió con Relling.

GREGORIO: ?Seguro?

GINA: Me lo dijo la portera. Molvic iba conellos.

GREGORIO: ?Justo cuando su alma nece-sitaba tanto la soledad!

GINA: Los hombres son tan raros. Tan ra-

Dramática Latinoamericana de

ros... Miré en el café de la señora Eriksen,pero no estaban.

EUGENIA: ?Mama, ?y si no vuelve?!

GREGORIO: Volvera. Yo lo buscaré maña-na. Vas a ver como vuelve, Eugenia. Aho-ra a dormir. Buenas noches.

Sale Gregorio.

EUGENIA: (Salta llorando al cuello de sumadre.) ?Mama, mama!

ACTO V

Estudio de Hialmar. Por las vidrieras incli-nadas y cubiertas de nieve penetra unafria luz matinal.

En escena Gina, barriendo, y Eugenia.

El viejo Ekdal se asoma a la puerta de suhabitación.

EKDAL: Hialmar, queria decirte... ?No estaHialmar...?

GINA: Salió.

EKDAL: ¿Tan temprano? ¿Y con esta neva-da? Bueno, bueno... daré el paseo solo,entonces. (Se dirige al desván al que en-tra ayudado por Eugenia, quien cierra lapuerta tras él.)

EUGENIA: (En voz baja.) Mamá... ¿Qué vaa hacer el abuelo cuando se entere quepapá nos va a dejar?

GINA: No, Eugenia. El abuelo no tiene quesaber nada. Fue una bendición del cieloque no estuviera aquí durante el disgus-to de ayer.

EUGENIA: Si, pero...

Entra Gregorio desde la puerta de la escalera.

GREGORIO: ?Alguna novedad?

GINA: Dicen que esta abajo en casa deRelling.

GREGORIO: ?Pero es posible que haya sa-lido con esos individuos...!

GINA: Si.

GREGORIO: Ahora, precisamente que ne-cesitaba tanto de la soledad.

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GINA: Ya ve.

Entra Relling.

EUGENIA: ?Papa esta en su casa...?

GINA: (Al mismo tiempo.) ?Esta alli?

RELLING: Si, claro, ¿dónde va a estar?

EUGENIA: ¡Y no nos avisó!

RELLING: Es verdad. Soy un animal. Lo quepasa es que primero tuve que ocuparmedel otro animal; del demoníaco. Y des-pués me dormí como un tronco.

GINA: ¿Y él... qué dice?

RELLING: No dice nada en absoluto.

EUGENIA: ?No habla?

RELLING: Ni una palabra.

GREGORIO: Lo comprendo bien.

GINA: ¿Y qué hace, entonces?.

RELLING: Tirado sobre el sofa. Ronca.

GINA: ?Si? ?Y cuando mi Hialmar ronca...!

EUGENIA: ?Duerme? ?Puede dormir?

RELLING: Por lo visto.

GREGORIO: Es comprensible. Después dela lucha interior que ha sostenido.

GINA: Ademas de que no esta acostumbra-do a callejear por ahi de noche.

EUGENIA: A lo mejor es bueno que duer-ma un poco, mama.

GINA: Puede ser. Seria mejor no despertarlodemasiado temprano. Gracias Relling.Ahora voy a arreglar un poquito la casa, ydespués... Podrías ayudarme, Eugenia.

Entran las dos en el salón.

GREGORIO: (A Relling.) ¿Y cómo me expli-caría usted este tumulto que está vivien-do el alma de Hialmar?

RELLING: ?Que me caiga muerto aqui mis-mo si le he visto algun «tumulto del alma»!

GREGORIO: ¡Qué dice! ¡Con semejante cri-

Dramática Latinoamericana de

sis, cuando toda su vida va a reconstruir-se sobre una base nueva. Cómo puededecir que un carácter como el de Hial-mar...

RELLING: ¿Carácter, él? No me haga reír. Sies que alguna vez -de chico- tuvo predis-posición para esas anormalidades mor-bosas que usted llama carácter, le puedoasegurar que le fueron extirpadas de raíz

GREGORIO: No recibió otra cosa en su in-fancia que educación y afecto.

RELLING: ?Usted se refiere a las dos solte-ronas histéricas de sus tías?

GREGORIO: ?Le informo, para su dominio,que eran mujeres que jamas soslayaron elcumplimiento de sus deberes! Por supues-to... A usted estas cosas le causan gracia.

RELLING: No. Ni siquiera estoy de humorpara eso. Conozco bien a esas damas.Hialmar ha vomitado abundante retóri-ca sobre sus dos madres espirituales. Laverdad, no creo que tenga gran cosa queagradecerles. La desgracia de Hialmar esla de haber pasado siempre por talento-so entre los que lo rodeaban.

GREGORIO: ?Y no lo es? ?En el fondo desu alma, por lo menos?

RELLING: Ni alli. Nunca le he notado nadaque pueda ser llamado asi. No me sor-prende que su padre lo creyera un pro-digio, porque el teniente, al fin y al cabo,ha sido un idiota toda su vida.

GREGORIO: Lo que ha sido Hialmar es unhombre con corazón de niño. Y eso esalgo que usted no puede entender.

RELLING: ¡Bueno, bueno...! Mire Werle:cuando nuestro pequeño Hialmar fue es-tudiante también terminó convenciendoa sus compañeros de que él era el autén-tico genio del futuro. Como era amable,buen mozo, blanquito y sonrosado... elideal de las muchachitas; sentimental,con ese timbre seductor en la voz... ¡Ycon ese talento para recitar los versos, ylas ideas, de los demás!

GREGORIO: (Indignado.) ?Y usted se per-mite hablar asi de Hialmar Ekdal?

RELLING: Bueno, si... con su permiso. Asies por adentro el idolo ese ante el cualusted se arrodilla.

Teatro/CELCIT N° 20 pag 37

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GREGORIO: No creo haber estado ciegohasta ese punto.

RELLING: Sin embargo no me extranaria.Usted también es un enfermo como él.

GREGORIO: En eso tiene razón.

RELLING: ¡Y cuánta! Pero el suyo es un casocomplicado. Primero esa molesta fiebrede rectitud extremista y después, lo quees peor, esos delirios de adoración que lohacen admirar aturdido cualquier cosade las tantas que usted no tiene.

GREGORIO: Es verdad. Siempre he nece-sitado buscar fuera de mi.

RELLING: Es que usted sufre unas aluci-naciones espantosas, Gregorio, con esasfantásticas moscas gigantes que cree veralrededor. Entró de nuevo, como enHoidal, a la casa de una pobre gente areclamar que se pague «la exigencia delos ideales». Pero en esta casa, Werle, nohay nadie solvente.

GREGORIO: ¿Y cómo es que con esa opi-nión sobre Hialmar igual le guste estaren su compañía?

RELLING: Bueno, sea como sea, al fin y alcabo soy médico. ¿Quién se ocuparía sinode los enfermos de su propia casa?

GREGORIO: ?Aja...! ?Asi que Hialmar Ekdales un enfermo?

RELLING: Uno mas. En realidad todo hom-bre es un enfermo.

GREGORIO: ¿Y qué tratamiento le aplica?,si se puede saber.

RELLING: El de costumbre. Trato de man-tenerle viva la mentira salvadora.

GREGORIO: ¿Mentira... salvadora? ¿Escu-ché bien?

RELLING: Sí. Mentira salvadora. Algunasalmas más cursis la llaman ilusión.

GREGORIO: ?Y puede decirme que clasede mentiras quiere inocularle a Hialmar?

RELLING: ¡Jamás! Nunca revelo secretosprofesionales a curanderos. Sería capazde arruinar a mi paciente más de lo queestá. Pero el método es infalible. Se loapliqué a Molvic también, y gracias a mí

Dramática Latinoamericana de

hoy es un auténtico «demoníaco». Unasinhalaciones de fe que le he recetado yque le han hecho extraordinariamentebien.

GREGORIO: Entonces, ?no es realmente un«demoniaco»?

RELLING: ¿Y qué quiere decir eso de «de-moníaco»? Una ocurrencia cualquiera.Una estupidez que inventé para salvarlela vida. Si no lo hubiera hecho, ese po-bre cerdo bonachón se hubiera dejadodestruir por su complejo de inferioridadhace ya mucho tiempo. ¡Y ni hablar delteniente! ¡Aunque ese encontró el reme-dio solo!

GREGORIO: ¿Ekdal? ¿Cómo?

RELLING: ¡Qué me cuenta del viejo terrorde los osos que se dedica ahora a cazarconejos en un desván...! No hay en elmundo un tirador más feliz que el pobrehombre merodeando ahí adentro entretodos esos cachivaches viejos. Los cua-tro árboles de navidad apolillados queconserva como oro, son para él el fron-doso bosque de Hoidal en primavera. Elgallo, y cinco gallinas viejas son las gran-des aves, posadas en la copa de los pi-nos. Y los conejos que le cagan sin pararel piso de la buhardilla son los osos queel indómito cazador de las montañasaniquila sin piedad.

GREGORIO: Pobre viejo. El si que tuvo queabandonar el ideal de juventud.

RELLING: Oiga, Werle... No use esa espan-tosa palabra extranjera de «ideal». Aquiusamos otra mas apropiada: «mentira».

GREGORIO: ?Y usted cree que significanlo mismo?

RELLING: Son tan distintas como tifus yfiebre tifoidea.

GREGORIO: ¡Doctor Relling, no pararé hastahaber salvado de sus garras a Hialmar!.

RELLING: Peor para él. Si le quita la men-tira salvadora a un hombre vulgar, susquimeras, le estirpa también la felicidad.(Vuelve Eugenia.) Y bien, mi querida ma-drecita de patos salvajes, voy a bajar ami cuarto a ver si tu padre está todavíadespatarrado en mi cama meditando so-bre su maravilloso invento. (Sale por lapuerta de la escalera.)

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GREGORIO: (A Eugenia.) Veo por esa caraque todavia no lo has hecho.

EUGENIA: ¿Qué? ¿Lo del pato...? No. Ano-che cuando conversábamos me parecíauna idea extraordinaria, pero hoy al des-pertarme ya no me parecía tan buena.

GREGORIO: Tiene su precio haberse criadoen esta casa. Algunas cualidades tuyastenian forzosamente que malograrse.

EUGENIA: No me importa. Lo unico quequiero es que mi papa vuelva.

GREGORIO: Bueno... Si tuvieras verdade-ro espiritu de sacrificio, decidido y ale-gre, ya verías como regresaba él a casa.En fin... No pierdo la fe, Eugenia. (Salepor la puerta de la escalera.)

Eugenia se pasea inquieta. Se dirige haciala cocina. Llaman a la puerta del desvan.Eugenia abre a medias. Sale Ekdal.

EKDAL: Humm... No es nada divertido darel paseito de la manana solo.

EUGENIA: ?No te gustaria salir de caza,abuelo?

EKDAL: No hace buen tiempo hoy. Muynublado.

EUGENIA: Y... ?no te gustaria cazar algomas que conejos?

EKDAL: ?Te parecen poca cosa los conejos?

EUGENIA: Un pato salvaje...

EKDAL: Aja... Aja... ?Te ha dado miedo quemate a tu pato...? No lo haria por nadaen el mundo.

EUGENIA: Bueno, supongo que no te serianada facil; dicen que es muy dificil ma-tar a un pato salvaje.

EKDAL: ??Difícil para mí?!

EUGENIA: ¿Y cómo harías? Bueno, no conmi pato, con un pato cualquiera.

EKDAL: Una perdigonada en la pechuga.Lo mas directo. Y siempre a contrapelo;nunca en el sentido de las plumas.

EUGENIA: ?Y se mueren?

EKDAL: ?Por Dios, claro que se mueren si

Dramática Latinoamericana de

se les acierta! Bueno, voy a vestirme. (En-tra a su cuarto.)

Eugenia se acerca a la estantería. Toma elpistolón de dos caños y lo examina. En-tra Gina con la escoba. Eugenia deja elarma sin que su madre lo note.

GINA: No revuelvas las cosas de papa,Eugenia.

EUGENIA: Estaba quitandoles un poco elpolvo.

GINA: Más vale que vayas a la cocina a verel café. Quiero llevarle la bandeja cuan-do baje a verlo.

Sale Eugenia. Gina barre. Se abre la puertacon timidez y asoma Hialmar con el abri-go puesto, pero sin sombrero. El cabellodesgrenado y la mirada somnolienta.

GINA: ?Hialmar...! De vuelta...

HIALMAR: Sólo... solo un minuto. Vuelvopara irme enseguida.

GINA: Sí... Claro... ¡Pero cómo estás, Diosmío...!

HIALMAR: ¿Cómo?

HIALMAR: Cómo te has puesto el abrigonuevo... Arruinado.

EUGENIA: (Asomandose.) ?Mama, no se-ria mejor...? (Ve a Hialmar.) ?Papa,papa...!

HIALMAR: (Volviéndose y rechazándola conun gesto.) ¡Fuera, fuera! (A Gina.) ¡Quese vaya de aquí, Gina, vamos!

GINA: Eugenia. Es mejor que esperes en elsalón.

Eugenia se va silenciosamente.

HIALMAR: (Saca nervioso el cajón de lamesa.) Tengo que llevarme mis libros.¿Donde están mis libros?

GINA: ¿Qué libros, Hialmar?

HIALMAR: Los libros cientificos, por su-puesto. Y las revistas técnicas que usopara el invento.

GINA: (Busca en la biblioteca.) ?Estas queestan sin encuadernar?

Teatro/CELCIT N° 20 pag 39

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HIALMAR: Si.

GINA: ?Le digo a Eugenia que te corte laspaginas?

HIALMAR: No. ?No necesito que nadie cor-te las paginas!

GINA: Entonces... ?Estas decidido a aban-donarnos, Hialmar?

HIALMAR: ?Hay alguna duda?

GINA: Bueno, bueno...

HIALMAR: ¿Cómo puedo seguir viviendo enesta casa donde me clavan un puñal enel corazón a cada hora?

GINA: Dios te perdone por pensar de miesas cosas tan injustas.

HIALMAR: ?Pruebas! ?A ver... Pruebas! ?Megustaria que pudieras probar algo!

GINA: No soy yo la que tiene que probarnada.

HIALMAR: ?Con un pasado como el tuyo?Hay ciertas exigencias, que yo llamarialas exigencias de los ideales...

GINA: ¿Y el abuelo? ¿Qué va a ser del po-bre viejo?

HIALMAR: Conozco muy bien mis deberes.Se vendrá conmigo. Ahora mismo me voya hacer los trámites necesarios, y... (Du-dando.) ¿No encontró nadie mi sombre-ro en la escalera?

GINA: ?Lo perdiste?

HIALMAR: Estoy seguro de que anoche alvolver lo traia puesto; pero hoy no lo en-cuentro por ninguna parte.

GINA: ¡Válgame Dios! ¿Adónde te habránarrastrado ese par de calaveras?

HIALMAR: ?No me vengas ahora conpavadas! ?Como si tuviera humor pararecordar detalles!

GINA: Menos mal que no tomaste frio. (Pasaa la cocina.)

HIALMAR: (Vaciando el cajón. Para sí.)¡Relling, miserable...! ¡Instigador sinver-güenza! ¡Maldita sea la...! (Encuentra elpapel que rompiera la víspera. Se queda

Dramática Latinoamericana de

mirando los dos pedazos. Los suelta rá-pidamente al entrar Gina.)

GINA: (Coloca una bandeja sobre la mesa.)Un poquito de café. Y unas tostadas, porsi quisieras... Y un poco de arenque ahu-mado.

HIALMAR: (Mira de reojo.) ¿Arenque...?¡Bajo este techo, nunca más! No probéun solo bocado desde hace casi veinti-cuatro horas, pero no importa. ¡Misapuntes! ¡El comienzo de mi autobiogra-fía! A ver ¿Dónde está mi diario íntimo,y todos mis documentos importantes?(Abre la puerta del salón. Es evidenteque vuelve a encontrar a Eugenia. Re-trocede.) ¡¿Aquí también me la encuen-tro?!

GINA: ?Por Dios! ?En alguna parte tieneque estar la criatura!

HIALMAR: ¡Fuera! ¡Qué salga de ahí! (Seaparta para dejar pasar a Eugenia quevuelve atemorizada al estudio. A Gina.)Preferiría que durante los últimos mo-mentos que paso en mi antiguo hogar seme evitara la presencia de intrusos. (Pasaal salón.)

EUGENIA: (A Gina. En voz baja y temblo-rosa.) ?Habla... de mi?

GINA: Vamos Eugenia... será mejor que tequedes en la cocina. (Hacia el salón.)¡Hialmar, no revuelvas los cajones de esamanera!. Yo sé donde están guardadaslas cosas. (Entra al salón también ella)

EUGENIA: (Permanece un tiempo inmóvil.Conteniendo el llanto.) ¡El pato salvaje!(Se acerca a la estantería y toma el arma.Entreabre la puerta del altillo, entra ycierra.

HIALMAR: (Entra seguido por Gina. Ponesobre la mesa unos papeles y cuadernosdeshojados.) ¿Qué voy a hacer con esavalijita...? Con todo lo que tengo para lle-var.

GINA: Podrias dejar esto aca por ahora yllevarte una camisa y unos calzoncillosde frisa.

HIALMAR: ?Todos estos preparativosagotadores! (Se quita el abrigo y lo dejasobre el sofa.)

GINA: Se te va a enfriar el café.

Teatro/CELCIT N° 20 pag 40

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HIALMAR: Si. (Toma maquinalmente untrago y otro.)

GINA: Lo dificil va a ser encontrar otra bu-hardilla asi de grande como para los co-nejos.

HIALMAR: ¿Qué...? ¿Voy a tener que lle-varme también los conejos...?

GINA: El abuelo no podria vivir un dia sinsus conejos.

HIALMAR: Tendra que acostumbrarse. Yovoy a hacer sacrificios mas grandes queesos conejos.

GINA: ?Te guardo la armónica en la valija?

HIALMAR: ¡Como para armónica estoy yo!¡La escopeta quiero! ¡Cargada!

GINA: (Buscandola.) No esta. La debe ha-ber agarrado el abuelo.

HIALMAR: Estara en el desvan.

GINA: Si. Seguramente.

HIALMAR: Mi pobre viejo... Tan sólo y...(Toma una tostada, la come, y terminasu taza de café.)

GINA: Si no habrias alquilado el cuarto...

HIALMAR: (Corrige mecanicamente.) Hu-bieses.

GINA: Hubieses... Si no hubieses alquila-do el cuarto te podrias haber mudado ahi.

HIALMAR: ?Yo? ?En la misma casa que...??Jamas!

GINA: Podrías instalarte en el salón un parde días. Estarías completamente sólo,con tus cosas.

HIALMAR: Nunca entre estas paredes.

GINA: ?Y abajo, con Relling...?

HIALMAR: ?No me nombres a esa gentuza,te lo pido!. Me da nauseas de solo pen-sarlo. No; esta visto que no hay mas re-medio que salir en medio de la nieve y elviento a buscar de casa en casa un refu-gio para mi padre y para mi.

GINA: ?Pero sin sombrero, Hialmar...? Loperdiste.

Dramática Latinoamericana de

HIALMAR: ?Esos dos esclavos del vicio!Necesito un sombrero como sea. (Comeotro bocadillo.) De alguna manera voy atener que conseguirlo. No estoy dispues-to a andar arriesgando la salud tampo-co. (Busca algo en la bandeja.)

GINA: ¿Qué estás buscando?

HIALMAR: Manteca.

GINA: Ahora mismo te la traigo. (Sale ha-cia la cocina.)

HIALMAR: ?No hace falta! Me arreglo conun pedazo de pan seco.

GINA: (Trae la manteca.) Aquí está. Reciénbatida. Fresquita. (Vuelve a llenarle lataza de café. El se sienta en el sofá, untamanteca en el pan. Come y bebe en si-lencio.)

HIALMAR: ¿Te... Te parece que podría vivirun par de días en el salón sin que nadieme molestara, nadie en absoluto?

GINA: Por supuesto que si.

HIALMAR: Porque, la verdad, no veo comovoy a poder sacar todas esas cosas depapa en tan poco tiempo.

GINA: Y ademas, primero tendrias que de-cirle que no vas a vivir mas con noso-tras.

HIALMAR: Sí, claro, sí. No tendré más re-medio que revelarle toda esta historiasórdida. Tengo que ver cómo... Necesitounas horas de respiro. Pensar un poco.No puedo cargar con todo esto en un solodia.

GINA: No... Y menos con este tiempo horri-ble...

HIALMAR: (Repara en el papel del directorWerle.) Veo que ese papel anda por aqui,todavia.

GINA: Si. Yo no le he tocado.

HIALMAR: Por lo que me importa.

GINA: Si, claro... Yo tampoco pienso utili-zarlo.

HIALMAR: De todos modos ésto no es ra-zón para dejar que se pierda. Entre tan-to papelerío podría pasar que...

Teatro/CELCIT N° 20 pag 41

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GINA: Yo lo guardo, Hialmar.

HIALMAR: La donación es para papá, y a élle corresponde aceptarla o rechazarla.

GINA: (Suspira.) ?Pobre abuelo!

HIALMAR: Para mayor seguridad... ?Nohabra por ahi un poco de engrudo?

GINA: (En el estante.) Aqui esta el frasco.

HIALMAR: ?Pincelito, habra?

GINA: Y el pincel. (Le trae ambas cosas.)

HIALMAR: (Toma la tijera.) Con una tirade papel pegada atras... (Corta la tira yla pega uniendo los dos pedazos.) Si hayalgo que no va con mis principios mo-rales es apropiarme de lo que no mepertenece. Menos tratandose de un vie-jo sin medios. En fin, ni de un viejo nide nadie, ?no...? Ya está. Hay que de-jarlo secar. Cuando esté seco lo sacande mi vista ¡No quiero volver a verlo ja-más!

GREGORIO: (Entra por la puerta de la es-calera.) ??Hialmar, estabas aqui?!

HIALMAR: (Se levanta disimulando.) Esta-ba muerto de cansancio.

GREGORIO: Veo que ya te desayunaste.

HIALMAR: El cuerpo también tiene sus exi-gencias.

GREGORIO: ?Decidiste algo?

HIALMAR: Para un hombre como yo hayun solo camino posible. Estoy recogien-do mis cosas. Pero... lleva su tiempo,?no?.

GINA: (Algo impaciente.) ?Entonces, prepa-ro la habitación o la valija?

HIALMAR: (Enojado. Mirando de reojo aGregorio.) ¡La valija, por supuesto...! ¡Yla habitación!

GINA: (Toma la valija.) Te pongo la cami-sa... Y los calzoncillos. (Sale hacia el sa-lón.)

GREGORIO: (Tras un silencio.) Nunca hu-biera pensado que esto terminaria asi.?Te parece verdaderamente necesarioabandonar el hogar?

Dramática Latinoamericana de

HIALMAR: ¿Y qué voy a hacer? No nací paraser desgraciado, Gregorio. Necesito tran-quilidad alrededor mío.

GREGORIO: ¿Y por qué no aquí? ¿No val-dría la pena intentarlo? Ahora estás pi-sando terreno firme, Hialmar. Ahora síse puede construir. Está tu invento, ade-más, que es un ideal que le da sentido ala vida de un hombre.

HIALMAR: No me hables de ese invento.Vaya a saber si alguna vez estara termi-nado.

GREGORIO: ¡¿Por qué?!

HIALMAR: ¿Qué puedo inventar yo?. Ya hayotros que inventaron casi todo. Cada vezse hace más difícil encontrar algo que noesté inventado.

GREGORIO: ?Y todo el esfuerzo que haspuesto en esto?.

HIALMAR: Culpa de ese libertino de Rellingque me insistió, y me insistió...

GREGORIO: ?Relling?

HIALMAR: El me dio el empujón. Me con-venció de que tenía talento como paradescubrir algo en el arte de la fotografía.

GREGORIO: Así que fue él...

HIALMAR: ?Y lo feliz que me hizo, metermeen todo eso...! No tanto por el invento ensi... Por Eugenia, que estaba tan entusias-mada, que confiaba en el invento con esa feingenua que tiene los chicos. Bah... por lomenos asi me lo hacia creer. Tonto de mi.

GREGORIO: ?Podrias creer que fue falsa?

HIALMAR: ¿Qué importa lo que crea o no?.Lo cierto es que se me cruza en el cami-no. Va a ensombrecer mi existencia siem-pre.

GREGORIO: ?Eugenia? ?Es posible quepienses asi?

HIALMAR: ¡Con el cariño que he sentidopor esa criatura!. ¡Qué felicidad volvercada vez a esta casa humilde y verla co-rrer hacia mí con sus hermosos ojos en-fermos! ¡Cuánto amor!. Y me hacía la ilu-sión que ella me correspondía.

GREGORIO: ¡¿Hialmar, por qué ilusión?!

Teatro/CELCIT N° 20 pag 42

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HIALMAR: ¿Y cómo se puede saber la ver-dad? Es una duda horrible. Pensar quequizá Eugenia jamás sintió por mí un ca-riño verdadero.

GREGORIO: (Escucha algo.) Tal vez hayauna manera de probártelo. ¿Qué es eso?¿No es ese el graznido del pato salvaje?

HIALMAR: (Escucha.) Debe estar papa enel desvan.

GREGORIO: (Se ilumina.) ?En el desvan...?Creo que vas a tener una prueba delcarino de la pobre Eugenia.

HIALMAR: ¿Qué prueba me puede dar?¿Por que tendría que creerle?

GREGORIO: Eugenia no conoce la falsedad,Hialmar.

HIALMAR: Eso es lo que no sé. Vaya a sa-ber lo que Gina y esa señora Soerby hanandado cuchicheando por aquí tantas ve-ces. Y Eugenia que anda siempre con losoídos alerta. No sé si lo del donativo noes simplemente el comienzo. La señoraSoerby siempre tuvo debilidad porEugenia. Ahora tiene la posibilidad dehacer lo que se le ocurra con ella. En elmomento que quieran, me la quitan.

GREGORIO: Eugenia no te abandonaranunca.

HIALMAR: Yo no estaría tan seguro. Si lallaman con las manos llenas... Ahora veoclaro que este oscuro fotógrafo de buhar-dilla nunca significó nada para ella. Quetodo fue ni más ni menos que una arti-maña para llevarse lo mejor posible conél hasta el momento oportuno.

GREGORIO: Es una locura lo que estasdiciendo, Hialmar. Nadie podria creer algoasi.

HIALMAR: Eso es justamente lo terrible.Que no sé lo que tengo que creer. Que nolo sabré nunca. Mi buen Gregorio: estásconfiando demasiado en la exigencia delos ideales. Si vinieran los otros, los delas manos llenas, y le dijeran «VamosEugenia, aquí te espera la buena vida...»

GREGORIO: ?Y entonces?

HIALMAR: Y yo le dijera: «?Estas dispuestaa renunciar a esa vida por mi?» Ya veriaslo que me contestaba.

Dramática Latinoamericana de

Suena un disparo en el altillo.

GREGORIO: (Jubiloso.) ?Hialmar!

HIALMAR: ¡Bueno. Ya salió de caza otravez...!

GINA: (Apareciendo.) Hialmar... Seria me-jor que veas al abuelo. Esta cazando solo.

HIALMAR: Voy a verlo.

GREGORIO: (Emocionado.) Hialmar, nopodrias imaginar lo que esta pasando.

HIALMAR: ¿Qué...?

GREGORIO: La prueba.

HIALMAR: ?Cual prueba?

GREGORIO: El sacrificio infantil de su te-soro más preciado. Eugenia convenció atu padre para que mate al pato salvaje.

HIALMAR: ?Al pato...?

GINA: ¡¿Dios mío, y por qué...?!

GREGORIO: Decidió sacrificarte lo másvalioso que tenía en este mundo porquepiensa que de esta manera volveras aquererla.

HIALMAR: (Conmovido.) Esta criatura...

GINA: Las cosas que se le ocurren.

GREGORIO: Quería reconquistar tu cari-ño, eso es todo. Se le hacía imposible vi-vir sin él.

GINA: (Conteniendo el llanto.) Yo lo ves,Hialmar.

HIALMAR: ¡Gina, ¿dónde está?!

GINA: Pobre, seguramente esta sentaditaen la cocina.

HIALMAR: (Abre la puerta de la cocina.)?Eugenia, hijita de mi amor...! (Mira.) No,aqui no esta.

GINA: Estara en su cuarto...

HIALMAR: (Desde adentro.) No, tampoco.(Regresa.) Debe haber salido.

GINA: Seguramente. Como no la querias enninguna parte.

Teatro/CELCIT N° 20 pag 43

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HIALMAR: ?Dios mio, si volviera prontopara poder decirle... Para poder... ?Gre-gorio, creo que ahora si puedo empezaruna nueva vida!

GREGORIO: Lo sabia. Por la nina debíainiciarse la redención.

El viejo Ekdal se asoma a la puerta de sucuarto, vestido de uniforme, muy ocu-pado en cenirse el sable.

HIALMAR: (Estupefacto) Papa...

EKDAL: (Fastidiado.) ?Desde cuando vasde caza sin mi?

HIALMAR: ?No estabas en el desvan?.

EKDAL: No.

HIALMAR: Y ese disparo entonces...

GREGORIO: ?Hialmar, ella misma ha ma-tado al pato!

HIALMAR: ¡¿Qué ha pasado aquí...?! (Abrede par en par la puerta del altillo. Lla-ma.) ¡Eugenia! (Entra en el desván.)

GINA: ¡Jesús, ¿qué pasó?!

HIALMAR: ?Esta tirada en el suelo!

GREGORIO: Tirada...

GINA: (Simultáneamente.) ¡Eugenia! (Entratambién en el altillo.) ¡No, no, no!

EKDAL: ¿Así que también la criaturita sededica a cazar?

Hialmar, Gina y Gregorio traen a Eugenia.En su mano crispada trae el arma.

HIALMAR: (Trastornado.) ¡Se disparó...! ¡Elarma se disparó...! ¡Se hirió sin querer!¡Pidan auxilio! ¡Auxilio!

Entre Hialmar y Gregorio acomodan aEugenia en el sofa.

GINA: (Por la puerta del pasillo.) ?Relling!?Doctor Relling! ?Venga rapido por fa-vor!

EKDAL: (Por lo bajo.) Yo lo decia yo. El bos-que se venga.

HIALMAR: ?Ahora va a reaccionar! ?Ya estarecobrando el conocimiento! ?Si, si...!

Dramática Latinoamericana de

GINA: ?Donde esta herida? No veo...

RELLING: (Entra seguido de Molvic.) ¿Quépasa?

GINA: Dicen que Eugenia se pegó un tiro.

HIALMAR: (Le indica que se acerque)?Relling, por favor...!

RELLING: ?Un tiro? (Revisa a Eugenia.)

HIALMAR: ?No es nada grave, no...?Relling... Sangra apenas... ?No es nada,no?

RELLING: ¿Cómo fue?

HIALMAR: ?No sabemos!

GINA: Quiso matar al pato salvaje.

HIALMAR: Se le debe haber escapado el tiro.

EKDAL: El bosque se venga... Pero no ten-go miedo. (Se mete en el desvan y cierratras de si.)

HIALMAR: ¡Relling...! ¡¿Qué pasa...?!

RELLING: El disparo penetró en el pecho.

HIALMAR: ?Si, pero esta reaccionando, no?

RELLING: Ya murió, Hialmar.

GINA: (Deshecha en llanto.) ?Hija de mialma!

GREGORIO: (Oscuro.) En lo profundo delos mares...

HIALMAR: ?No senor, no senor! ?Tiene quevivir! ?Por el amor de Dios, Relling...!?Aunque sea un momento! ¡Para quepueda decirle que no la dejé de querer...!

RELLING: La bala le atravesó el corazón.Hemorragia interna. Murió instantánea-mente.

HIALMAR: ¡Yo, yo...! ¡Yo la rechacé como aun perro! ¡Se mató por mí! ¡Y ya no lopodré reparar! ¡Ya no le podré decir...!(Los puños al cielo.) ¿Por qué me hicisteesto, Dios...? Si es verdad que estás ahíarriba, ¿por qué me hiciste esto? ¡Por qué!

GINA: Por lo que mas quieras, no cometasese pecado, Hialmar. Sera que noteniamos derecho a conservarla.

Teatro/CELCIT N° 20 pag 44

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MOLVIC: La nina no ha muerto... Esta solodormida en el sueno eterno...

RELLING: ¡Imbécil!

HIALMAR: (Observa a Eugenia como quienno entiende.) Qué tranquila se la ve.

GINA: Habria que llevarla a su cuarto.

HIALMAR: (Mientras la llevan.) ?Gina,Gina...! ?Vas a poder soportarlo...?

GINA: Tendremos que ayudarnos entre losdos, Hialmar. Porque ahora si que es hijade los dos.

MOLVIC: (Con los brazos abiertos.) ?Ala-bado sea el senor! ?Polvo eres y en polvote convertiras!

RELLING: ?Basta animal...! ?Estas borracho!

Hialmar y Gina se llevan el cuerpo deEugenia por la puerta de la cocina.Relling la cierra tras ellos. Molvic se es-cabulle por la escalera.

RELLING: (A Gregorio.) Nadie me va a ha-cer tragar lo del accidente.

GREGORIO: (Aterrado.) ?Quién puede sa-berlo?

RELLING: El disparo quemó la blusa. Dis-paró apoyando el caño contra el pecho.

GREGORIO: Al menos no murió en vano.¿Ha visto cómo el dolor despertó en éltoda su grandeza de espíritu?

RELLING: La mayoria de la gente se enno-blece ante la sola presencia de la muer-te. ?Pero cuanto calcula que le durara el

Dramática Latinoamericana de

esplendor?

GREGORIO: ?No cree que lo conservaratoda la vida...? ?Que ira aumentando diaa dia?

RELLING: Antes de un año la pequeñaEugenia no será para él más que un bo-nito tema de declamación.

GREGORIO: ¿Cómo se atreve a decir esode Hialmar Ekdal?

RELLING: Ya hablaremos cuando se hayansecado las primeras flores sobre la tum-ba. Entonces lo escuchará recitar a cho-rros sobre «la niña arrebatada prematu-ramente del corazón de su desconsoladopadre...» Luego verá como se empapa enun jarabe de sentimentalismo y autocom-pasión. Ya lo verá.

GREGORIO: Si usted tiene razón, y yo soyel equivocado, entonces sí que la vida nomerece ser soportada.

RELLING: La vida podria ser bastante so-portable si nos dejaran en paz esos mal-ditos acreedores que vienen a golpear-nos la puerta, en medio de nuestras mi-serias, exigiendo que se les pague ennombre de no se que ideales.

GREGORIO: (Con la mirada perdida.) Enese caso estoy satisfecho de la resolu-ción que he tomado.

RELLING: ?Y seria indiscreto preguntarlecual es?

GREGORIO: (Marchandose.) Ser el nume-ro trece a la mesa.

Sale.

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Toda representación de esta versión deberá contar la debida autorización de ARGENTORES. J.A. Pachde Melo 1820 (1126) Capital Federal. Rep. Argentina

Dramaturgo y Maestro de Dramaturgia, MauricioKartun ha escrito desde 1973 hasta la fecha mas dequince obras teatrales entre originales y adaptacionesChau Misterix, La casita de los viejos, Pericones, Sacco yVanzetti, El partener, Desde la lona, y Rapido Nocturno,aire de foxtrot, son sus producciones mas representaday publicadas, en la Argentina y en el extranjero.

Sus obras han ganado en el país algunos de lospremios más importantes: Asociación de Cronistas dEspectáculo, Nacional, Municipal, Konex, ArgentoresPrensario, Fondo Nacional de las Artes, LéonidasBarletta, María Guerrero, Pepino el 88, y TrinidadGuevara.

Creador de la Carrera de Dramaturgia de la E.A.D.,Escuela de Arte Dramatico de la Ciudad de BuenosAires, es responsable allí actualmente de su CátedraTaller. Es docente de la Universidad Nacional delCentro en cuya Escuela Superior de Teatro es titular

Dramática Latinoamericana de

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las cátedras Creación Colectiva, y Dramaturgia; y dicen la Escuela de Titiriteros del Teatro San Martín lamateria Dramaturgia para títeres y objetos. Decontinuada actividad pedagógica en su país y en elexterior, ha dictado talleres y seminarios en España,México, Cuba, Colombia, Venezuela y Puerto Rico.

Alumnos formados en sus talleres se han hechoacreedores a la fecha a mas de setenta premiosnacionales e internacionales en la materia.

Mauricio Kartun. Correo electrónico:[email protected]

Todos los derechos reservadosBuenos Aires, Argentina. Abril de 2000

CELCIT. Centro Latinoamericano de Creación eInvestigación TeatralDirector: Carlos IanniBolivar 825. (1066) Buenos Aires. ArgentinaTeléfono/fax: (5411) 4361-8348. e-mail:[email protected]: http://argen-guia.com/celcit

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