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ILMO. SR. DIRECTOR, SRAS. Y SRES. ACADÉMICOS, SEÑORAS Y SEÑORES, AMIGOS, Quiero expresar en primer lugar mi agradecimiento a la Institución Tello Téllez de Meneses por la gran deferencia que supo- ne el haberme aceptado entre sus ilustres miembros. Y también deseo manifestar mi gran satisfacción personal y mi propósito de no defraudar a quienes han depositado su con- fianza en mí. A continuación hablaré de un tema que nos lleva al siglo XIII y a la época en que Palencia era foco de cultura, la época en que se escriben las obras del Mester de Clarecía. Y tomando de una de sus obras más importantes como base, El Libro de Alexan- dre, intentaré rastrear sus posibles lazos con la Universidad de Palencia. *Discurso de ingreso como Académica Numeraria, leído el día 17 de mayo de 2018. PITTM, 89, Palencia, 2018, pp. 37-85, ISSN 0210-7317 EL LIBRO DE ALEXANDRE Y LA UNIVERSIDAD DE PALENCIA Beatriz Quintana Jato Doctora en Filología Hispánica RESUMEN: Este trabajo tiene como tema El Libro de Alexandre. Además de un recorrido por la obra y por el ambiente cultural del siglo XIII, se intentan descubrir en él las probables relaciones del poema con el Studium generale de Palencia. También se reflexiona acerca de su posible autor, llegando a conclusiones argumenta- das de que éste podría haber sido un palentino de Naveros de Pisuerga. PALABRAS CLAVE: Libro de Alexandre, Universidad de Palencia. EL LIBRO DE ALEXANDRE AND THE UNIVERSITY OF PALENCIA ABSTRACT: This work has as theme El Libro de Alexandre. In addition to a tour of the work and the cultural environment of the thirteenth century, we try to discover in it the probable relations of the poem with the Stu- dium Generale de Palencia. We also reflects on its possible author, reaching argued conclusions that this could have been a Palentinian of Naveros de Pisuerga. KEY WORDS: El Libro de Alexandre, University of Palencia.

EL LIBRO DE ALEXANDRE Y LA UNIVERSIDAD DE PALENCIA1.- EL MESTER DE CLERECÍA En el siglo XIII surge el llamado Mester de Clerecía, al que pertenece El Libro de Alexandre. La expresión

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Page 1: EL LIBRO DE ALEXANDRE Y LA UNIVERSIDAD DE PALENCIA1.- EL MESTER DE CLERECÍA En el siglo XIII surge el llamado Mester de Clerecía, al que pertenece El Libro de Alexandre. La expresión

ILMO. SR. DIRECTOR, SRAS. Y SRES. ACADÉMICOS,SEÑORAS Y SEÑORES, AMIGOS,

Quiero expresar en primer lugar miagradecimiento a la Institución Tello Téllezde Meneses por la gran deferencia que supo-ne el haberme aceptado entre sus ilustresmiembros.

Y también deseo manifestar mi gransatisfacción personal y mi propósito de nodefraudar a quienes han depositado su con-fianza en mí.

A continuación hablaré de un tema quenos lleva al siglo XIII y a la época en quePalencia era foco de cultura, la época en quese escriben las obras del Mester de Clarecía.

Y tomando de una de sus obras másimportantes como base, El Libro de Alexan-dre, intentaré rastrear sus posibles lazos conla Universidad de Palencia.

*Discurso de ingreso como Académica Numeraria, leído el día 17 de mayo de 2018.

PITTM, 89, Palencia, 2018, pp. 37-85, ISSN 0210-7317

EL LIBRO DE ALEXANDREY LA UNIVERSIDAD DE PALENCIABeatriz Quintana JatoDoctora en Filología Hispánica

RESUMEN: Este trabajo tiene como tema El Libro de Alexandre. Además de un recorrido por la obra y por elambiente cultural del siglo XIII, se intentan descubrir en él las probables relaciones del poema con el Studiumgenerale de Palencia. También se reflexiona acerca de su posible autor, llegando a conclusiones argumenta-das de que éste podría haber sido un palentino de Naveros de Pisuerga.PALABRAS CLAVE: Libro de Alexandre, Universidad de Palencia.

EL LIBRO DE ALEXANDRE AND THE UNIVERSITY OF PALENCIAABSTRACT: This work has as theme El Libro de Alexandre. In addition to a tour of the work and the culturalenvironment of the thirteenth century, we try to discover in it the probable relations of the poem with the Stu-dium Generale de Palencia. We also reflects on its possible author, reaching argued conclusions that this couldhave been a Palentinian of Naveros de Pisuerga.KEY WORDS: El Libro de Alexandre, University of Palencia.

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1.- EL MESTER DE CLERECÍAEn el siglo XIII surge el llamado Mester

de Clerecía, al que pertenece El Libro deAlexandre.

La expresión “mester de clerecía”, queaparece acuñada en palabras dispersas en lasegunda estrofa del Libro, sirve desde hacetiempo para referirse a un subgénero poéti-co diferente de las composiciones de losjuglares españoles medievales:

Señores, si queredes mio serviçio prender, querríavos de grado servir de mi mester, debe lo que sabe home largo seer, si non, podrié en culpa o en yerro caer,

Mester traygo fermoso, non es de joglaría,mester es sin pecado, ca es de clerezía, fablar curso rimado por la cuaderna vía,a sílabas cuntadas, ca es grant maestría.

A lo largo del poema comprobamos quemester y su doblete ministerio, significaban parael autor una especie de deber que tenían todoslos hombres, cada cual según su condición, dedominar su “ciencia” y ponerla al servicio dealgo, haciendo de su vida un trabajo o menester.

La idea que observamos en él de que unmester es una obligación, está bien clara(debe home largo seer) y consiste en divul-gar generosamente lo que sabe.

La mejor aclaración aparece relacionadacon Aristóteles: el poeta presenta al príncipeAlejandro a los doce años, conversando conel filósofo y exclamando:

Maestro, tú me crieste; por ti sé clereçía;mucho me has bien fecho, graçir non tel sabría:a ti me dio mi padre cuand siet´años havía,porque de los maestros haviés grant mejoría.

Assaz sé clerezía cuanto m´es menester,fuera tú non es home que me pudies vençer;

El príncipe especifica su clerecía: Gra-mática, Lógica y Retórica (el Trivium),seguido de la Música y la Astronomía delQuadrivium:

Aprendie de las siet´artes cada dia liçionde todas cada dia fazie disputaçion tanto auie buen engenno e sotil coraçon

(...)Entiendo bien gramática, sé bien toda natura,bien dicto e uersifico, connosco bien figura.

...Bien sé los argumentos de lógica formar,los dobles silogismos bien los sé yo falsar,bien sé yo a la parada al contrario levar.

...Retórico lo fino, sé fermoso hablar,colorar mis palabras, los homes bien pagar.

...Sé por arte de música por natura cantar;sé fer sabrosos puntos, las vozes acordar,los tonos com´empiezan e com deven finar;

...Sé de las siete artes todo su argumento;bien sé las cualidades de cad´un elemento;de los signos del sol, siquier del fundamento,

...Grado a ti, maestro, assaz sé sapïençia1

Estos versos del Libro de Alexandre consu escenificación del encuentro de Alejan-dro con su maestro Aristóteles, exponían la“formación ideal del joven universitario”2.

Alejandro aprendía las siete Artes Libe-rales, escuchando cada día la “liçión” (lalectura o lección del maestro) y participandoen la “disputación” (la disputa o debate queseguía a la lectura), y la clerecía del prota-

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gonista se manifiesta también en la prácticadel “fermoso fablar”: reprendióles fermoso,ca era bien lenguado (v. 2282).

Cuando se redactó El Libro de Alexan-dre, en el primer tercio del siglo XIII, elúnico Studium generale de los reinos hispá-nicos era el de Palencia; en él se desarrollóel Mester de Clerecía, y dado que la obrapertenece a esta escuela poética, podemosconsiderarla con toda probabilidad, portanto, parte de la producción cultural delStudium generale de Palencia3.

“Clerecía” para Alejandro no es, pues,solamente erudición, sino algo íntimamenteidentificado con el Studium de la escuela ouniversidad, y su valor se simboliza aso-ciándolo con Aristóteles, el sabio supremo.

Su conocimiento de la Natura se traduceen ventajas prácticas, ideando estratagemascontra serpientes venenosas, y contra avis-pas y murciélagos monstruosos que amena-zaban a sus tropas:

Sabié de las sirpientes que traién de talmaneraque al home desnudo todas le dan carrera.

...Mandó el rey a todos tollerse los vestidos,paráronse en carnes como fueron naçidos;las sierpes davan silvos, muy malos, per-codidosteniénse por forçadas, fazién grandes ruï-dos4.

Al que una vegada firién los abejones,non serié más cuitado si beviesse poçones;sintién el mal sabor dentro los coraçones,dizién:“¡Malditos sean atales aguijones!”.

Como non eran cosas que pudiessen colpar,nin les podián foïr nin les podián tornar;

ovo un buen consejo el rey a sossacar,con Dios esso les ovo en cabo a prestar.

Mandó a todos muchas de las cañas prender,fazer grandes manojos, cuanto podián erzer;cuand los hovieron preso, mandólos ençender,hovieron con aquello las moscas a vençer.

De viésperas ayuso, las moscas derramadas,cuidáronse las gentes seer aseguradas,vinieron los murçiélagos mucho grandesnuvadas,

...Podién seer tan grandes com´ unosgallarones,alçavan e premién tan bien como falcones,davan grandes feridas, ca havién aguijones,

...Tornaron a las pajas cuando la cueitavieron,ca entendieron que ante provecho lestovieron;quedaron los murçiélagos cuando aques-to vieron,las pajas essa noche ençendidas sovieron.

De muchas otras bestias vos podriamoscontarque ovo Alexandre en India a fallar;mas a esta sazón querémoslas dexar5.

Alejandro construye una caja sumergi-ble de cristal:

Por saber qué fazíen los pescados,cómo bivién los chicos entre los más gra-nados,fizo cuba de vidrio con muzos bien çerra-dos,metióse él dentro con dos de sus crïados6.

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Se las ingenia para que uno de los grifoslo lleve por el aire por veyer tod´el mundo,cómmo yazié o quál era. Concibe el proyec-to de cruzar el océano para buscar algunasgentes de otro semejar, / y saber el sol dónaçe, el Nilo ónde mana7.

Y justifica estos proyectos ante sus hom-bres diciendo:

Quanto auemos uisto ante non lo sabiemosse ál non apresiessemos en balde nósuiuiemos8.

El autor subordina el saber humano auna más alta verdad ética y religiosa, y haceque la catástrofe del poema –el asesinato deAlejandro– se produzca precisamente comoconsecuencia de la incapacidad del héroepara comprender, cegado por su orgullo, quehay una sabiduría popular que trasciende alos conocimientos de este mundo9.

Los escritores del Mester de Clerecíaeran esos scolares quidem sunt clerici, esdecir, “los escolares clérigos” que definióDiego García de Campos, del que más ade-lante trataré, en su obra Planeta.

Eran hombres letrados con una forma-ción adquirida en algunas de las escuelas desu tiempo y algunos de ellos en la reciéncreada universidad.

En las estrofas con que comienza laobra, se la califica de “fermosa” y no dejuglaría, y se dice que utiliza “sílabas cunc-tadas, que es gran maestría”.

Demuestra así el interés por mostrar quesuperan al mester de juglaría al utilizar losversos medidos con precisión. El mester uoficio de clerecía dejaba atrás a los queGonzalo de Berceo llamaba “pobres de cle-recía”, es decir, a los pobres curas iletrados

que eran la mayoría, y a los que se pretendíasacar de la ignorancia y hacerles aprenderlatín, según habían decretado los Conciliosde Letrán III y IV (1179 y 1215)10.

El Mester de Clerecía, socialmente con-siderado, no fue nunca ni la poesía del pue-blo, ni la poesía de la aristocracia militar, nila poesía de las fiestas palaciegas, sino lapoesía de los monasterios y las nacientesuniversidades o Estudios generales11.

Para la parte formal seguían el aprendi-zaje que habían recibido en el Studium gene-rale, y para el fondo, es decir, para la temá-tica, se inspiraban en los autores clásicosque habían estudiado, o en autores coetáne-os que les llegaban más fácilmente a travésdel centro en el que estudiaban.

Otro aspecto destacado del Mester deClerecía es su utilización de la lengua verná-cula, adoptada para acercar a los lectoresalgunas de las obras latinas que de otra formano podrían entenderse bien. El clérigo tuvoque simplificar su lenguaje para ser com-prendido por sus fieles. El más antiguo cléri-go que poetiza en romance español es Gon-zalo de Berceo, y también el autor del Ale-xandre aunque afirmaba ser ajeno a la escue-la juglaresca. Los clérigos van sintiéndosetentados a abandonar su latín escribiendo enlengua vulgar, viéndose a causa de ellomenospeciados por sus colegas, y hasta acu-sados de impiedad por poner al alcance delvulgo delicados temas religiosos12.

El Studium de Palencia fue el centro cul-tural hispano, “foco de la nueva escrituravernácula, por necesidades religiosas y polí-ticas, y en los poemas se utiliza un nuevosistema ortográfico que permitiría pronun-ciar las palabras según los principios prosó-dicos del nuevo sistema de versificación, eldel Mester de Clerecía” 13.

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La relación con las escuelas alfonsíes ycon las composiciones francesas medievalesquizá pudiera explicarse teniendo en cuentala conexión que entre los autores del Mesterde Clerecía y la Universidad de Palencia seestableció en el siglo XIII, como han estu-diado Brian Dutton14 e Isabel Uría15.

Tal vez los clérigos del Mester se forma-ron en Palencia con profesores provenientesde Francia, de la Universidad de París, ytuvieron como compañeros a personas quellegarían a formar parte de las escuelasalfonsíes. Juntos aprenderían técnicas retó-ricas, recursos y sistemas de composiciónque estaban vigentes en la cultura francesa,y las utilizarían para crear obras en España.De ahí las semejanzas.

Quizá los propios clérigos del Mester,educados por profesores españoles perotambién franceses, llegarían a convertirse enmiembros de las propias escuelas alfonsíes.

2.- EL LIBRO DE ALEXANDREEl Libro de Alexandre es un poema

didáctico de finalidad moralizante, que tiene10.700 versos distribuidos en 2.675 estrofas.

Tomando como eje la vida del empera-dor Alejandro, el poema trata temas muydiversos engarzados en su propia historia,interrumpiendo el relato para intercalar epi-sodios variados como el de la guerra deTroya, que ocupa una parte importante dellibro –1688 versos– y cuenta el propio Ale-jandro a sus capitanes al contemplar las rui-nas de la ciudad, o el sermón satírico-moralsobre la corrupción de las costumbres, ladescripción de la bajada a los infiernos, etc.

Son tan extensas estas disertaciones, queha llegado a pensarse que son lo verdadera-mente importante en el poema, y la vida delrey sólo un pretexto para insertarlas.

Estos episodios podrían tomarse cadauno de ellos como una historia independien-te, y se inicia con ellos lo que después seríacomún en la literatura medieval hispana, eluso de exempla.

La conexión del Libro de Alexandre conla Universidad de Palencia se pone de mani-fiesto, como veremos más adelante, al anali-zar el método de trabajo con el que el poemafue compuesto, pues tanto la forma de com-posición como el contenido sugieren la rela-ción del autor con el Estudio palentino, asícomo el conocimiento de la Gramática y laRetórica que se estudiaban en Palencia.

Por ejemplo, el Libro de Alexandreexpone las técnicas de composición de ser-mones:

Pero com´ es costumbre de los predicadoresen cabo del sermón adobar sus razones16,fue aduziendo él unos estraños motes,con que les maduró todos los coraçones

El Libro de Alexandre, como la obra enconjunto del Mester de Clerecía, tuvo uncarácter propagandístico, importante en laconstrucción de la identidad colectiva. Elmodelo a seguir para salvarse era el delgrupo aclamado: “el grupo cristiano, princi-palmente el castellano, que se siente hege-mónico y compite con otras identidadescristianas peninsulares, además de con losmoros y judíos.”

Por otra parte, la introducción de la len-gua vernácula en los textos literarios desdecomienzos del siglo XIII puede interpretar-se como un medio de legitimización delreino dominante, el de Castilla, al que se ledotaba de “textos que fundamentan ideoló-gicamente sus orígenes”17.

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Teniendo en cuenta que la denominaciónde “clérigo” solía aplicarse no sólo a losmiembros de la Iglesia, sino a cualquier per-sona perteneciente a la clase intelectual, yque, al igual que los miembros del Mesterde Juglaría, escribían para el pueblo, es desuponer que, a pesar de su aspiración de seradmirados por el lector culto, no menos lesinteresaba ganarse el favor del gran público.

La versificación del poema en la estrofacuaderna vía es impecable, y la mayor partede las irregularidades métricas que afectanal cómputo silábico hemos de achacarlascon seguridad a errores de los copistas, y noa impericia del autor.

También es necesario tener en cuentaque el uso que hace el autor de la sinalefa yde la sinéresis tenía un valor distinto delactual, y también destaca el uso abundantedel hiato que encontramos en sus páginas.

Aunque es considerado el libro “másculto de la Edad Media”, y a pesar de que sufama no decayó con el paso de los siglos, suconocimiento es, sin embargo, escaso ennuestros días (quizá porque su extensiónasusta todavía a los estudiosos.)

Según Menéndez Pelayo, se trata de laobra poética de más aliento entre las delsiglo XIII, “además de poder considerarsecomo un repertorio de todo el saber de cle-recía, y un alarde de la instrucción verdade-ramente enciclopédica de su autor, que fuesin duda uno de los hombres más doctos desu tiempo”18.

El poema está construido como un ver-dadero monumento de erudición, y su asun-to, el tema de Alejandro Magno, representaun notable incremento para la literatura eru-dita en España; el texto está compuesto deacuerdo con los más exigentes cánones deretórica y poética, y los elementos decorati-

vos suponen un derroche de todas las ramasdel saber.

El héroe está moldeado por el autorcomo un arquetipo, no sólo con las tradicio-nales virtudes de justicia y valor atribuidas alos reyes, sino también como un hombreletrado. El Libro de Alexandre relaciona la“sapiencia” con la “fortitudo”. La fortalezacomo virtud imprescindible en un rey esfundamental para conseguir las conquistasque un personaje como Alejandro llevó acabo, pero que también habían realizado oestaban en proceso de realizar los reyes cas-tellanos de esa época: Alfonso VIII con lavictoria de las Navas de Tolosa y FernandoIII con la continuación de la obra conquista-dora de su abuelo.

Esa idea de la realeza culta se plasma enla necesidad de un monarca con ampliosconocimientos, “que funda estudios y sedeja guiar por los sabios, a quienes honra yensalza”19.

El autor expone al principio del libro,insisto en ello, cuál es su intención princi-pal: para él su mester no significa sólo unaparticular habilidad formal, sino toda unaciencia adquirida, y además, la obligaciónde difundirla (debe lo que sabe home largoseer / se non podrié en culpa o en yerrocaer...).

Afirma Menéndez Pelayo que las obrasde clerecía estaban destinadas a la lectura,mientras que las de juglaría se recitaban(aunque esta afirmación no es aceptada portodos).

Isabel Uría, que ha estudiado el Libro enprofundidad y a la que me referiré en másocasiones, afirma que se trata de una obra decolaboración realizada por un equipo deexpertos bajo la dirección de un maestro, yeste trabajo se llevó acabo, en su opinión, en

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el Studium palentino durante el período deapogeo que se extiende de 1220 a 122520.

El Libro tiene como tema fundamentallas aventuras de Alejandro Magno, desde sucoronación hasta su muerte, haciendo espe-cial hincapié en la soberbia que causó sudesgracia final:

Pesó al Criador que crió la natura,hovo de Alexandre saña e grant rencura,dixo: “Este lunático que non cata mesura,yo le tornaré el gozo todo en amargura”21

Alejandro aspiró a dominar no sólo a loshabitantes de la tierra, sino también a pose-er el aire y el mar.

Así pues, como ya adelantaba alcomienzo, el autor subordina el saber huma-no a una más alta verdad religiosa, haciendoque la catástrofe se produzca precisamentecomo consecuencia de la incapacidad delhéroe para comprender que hay una sabidu-ría superior que trasciende los conocimien-tos de este mundo.

El Mester de Clerecía desprecia la litera-tura de evasión, deseando con sus obras, porel contrario, ayudar a la formación de suslectores: el contenido didáctico del Alexan-dre es amplio, y temas como la traición, lasoberbia, el menosprecio del mundo, apare-cen a lo largo de la obra.

Se nos retrata a un personaje que fuecapaz de alcanzar el dominio de la tierra,pero al que sus hazañas, al final, de nada levalieron: murió como el resto de los morta-les y sus glorias solamente le valieron paraquedar en la memoria de los hombres.

El objetivo del Libro de Alexandre esdocere et delectare, es decir, enseñar delei-tando con historias divertidas y dignas de

ser contadas, tal como revela la terceraestrofa de la obra:

Qui oir lo quisier a todo mi creeravrá de mi solaz en cabo grant plazeraprendra buenas gestas que sepa retraerauer-lo-an por ello muchos a conocer.

Las palabras que dice Alejandro al finalrenunciando al mundo, y la moralizaciónfinal, aplicable a toda la narración, sonmedios de que se sirve el autor para lanzarsu mensaje didáctico:

Señores, quien quisiere su alma bien salvar,debe en este siglo asaz poco fiar;debe a Dios servir, dévelo bien pregar,que en poder del mundo non lo quieradexar.

El espíritu cristiano-medieval se reflejaen los consejos que Aristóteles da al jovenpríncipe (v. 51-85), entre los que se incluyenla cultura y la sabiduría, la caballería, laconsulta con los vasallos, el rechazo de lajactancia y de la ira, o el respeto por el saberde los ancianos, ninguno de los cuales estáen el Alexandreis (fuente principal de estepasaje).

Nin seas embrïago ni seas venternero,mas se en tu palabra firme e verdadero;nin ames nin escuches al home lisongero:si aquesto non fazes, non valdrás un dinero.

Fijo, a tus vassallos non les seas irado,nunca comas sin ellos en lugar apartado,e nunca sobre vida les seas denodado;si tú esto fizieres, serás dellos amado22.

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También la cultura de Alejandro esmedieval, pues su clerecía abarca el Triviumy el Quadrivium, como antes mencioné, a losque añade la Filosofía Natural y la Medicina.

De las artes del Trivium destacan, sobretodo, la Retórica y la Didáctica, de las queAlejandro hace buen uso en los discursos yarengas a sus gentes.

Pero se muestra más interesado por lasciencias naturales, quedando patente ese afáncientífico en la expedición submarina (v. 2297-2323), y en el viaje aéreo (v. 2496-2514).

Lo que singulariza al Alexandre frente alos demás textos alejandrinos, es el haberdado a los hechos históricos un sentido tras-cendente de moral cristiana y el introduciren el relato una importante dimensióndidáctica.

La soberbia es el pecado que cometeAlejandro, sancionado como tal por Dios (v.2329) y causa del desgraciado fin del héroe.

Esa intervención de Dios es un elemen-to totalmente original del poema, sin prece-dente en ninguna de las fuentes, y confiereuna motivación cristiana al desenlace,dando a los hechos un sentido moral.

Sin embargo, aunque el tema no estabaen sus fuentes inmediatas, sí lo estaba pro-bablemente en las fuentes alejandrinas pri-mitivas: Alejandro se sobrepasó en su ansiadesmedida de conocerlo y dominarlo todo,lo cual era ya considerado por los griegoscomo un crimen que debía ser castigado.

En tanto actúa como guerrero, político yconquistador, Alejandro es casi un ser per-fecto y en el poema sólo hay elogios para él.

Las críticas a su conducta vienen cuandose pone en acción su faceta de letrado, decientífico que quiere conocerlo todo, inclu-so lo que está fuera del ámbito humano.

Asoman, como decimos, ciertos indiciosde soberbia, que le llevará a la desgraciafinal.

La lección moral que se desprende esclara, y en el poema se expone varias veces,directa e indirectamente:

Alexandre que era rëy de grant poder,que en mares nin tierra non podíe caber,en una foya ovo en cabo a caerque non pudo de término doze piedestener23.

En cuanto a las fuentes del Libro queutiliza el autor, son innumerables (La Biblia,Las Etimologías de San Isidoro, Ovidio,Virgilio, Catón...) Destaca en primer lugarun poema francés, el Alexandreis de Gautierde Châtillon, compuesto entre 1176 y 1182,y que sigue a su vez la historia de QuintoCurzio; el Roman d´Alexandre, de Lambertle Tort y Alejandro de Bernay o de París24.

El Alexandreis era un texto que se estu-diaba en las escuelas en torno al año 1200, yparece lógico pensar que fuese uno de loslibros utilizados en las clases en el Studiumpalentino.

Este libro tuvo probablemente granresonancia, tanto como para que el autor delAlexandre lo considerase digno de adoptar-lo como guía. Algún investigador llegó,incluso, a mantener la tesis de que el poemaespañol tuvo que ser compuesto bien entra-do el siglo XIII, porque era necesario inter-poner un tiempo prudencial entre ambasobras hasta que la francesa pudiera ser cono-cida y estimada en España.

El Alexandreis pudo llegar a Palencia afinales del siglo XII traído por alguno de losmiembros de la corte inglesa de los Planta-

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genet, de la que procedía la reina Leonor, laesposa de Alfonso VIII. Se tiene noticia desu estancia en la ciudad de Palencia, entreotras ocasiones, para dar a luz a su hijaBlanca. Para esa fecha probablemente laobra había llegado ya a Castilla25.

Existen además otras muchas fuentessecundarias de diversa procedencia.

Emilio García Gómez ha estudiado untexto árabe y ha llegado a la conclusión deque hubo elementos arábigos incorporadospor el poeta español, como el invento quehace Alejandro de la máquina voladora.Aparte de esa versión árabe, hubo tambiénuna narración aljamiada sobre el tema deAlejandro26.

Las dos cartas en prosa de Alejandro asu madre que figuran añadidas al final delmanuscrito de Osuna, proceden tambiénprobablemente de colecciones arábigas desentencias o, incluso, de versiones musul-manas de la leyenda alejandrina.

Asombra la riqueza de fuentes en diver-sas lenguas (fuentes latinas, francesas, ára-bes, e incluso un texto griego), pero tambiénla manera en que fueron utilizadas, no deforma acumulativa y manifestando el inten-to por parte del autor de ofrecer a sus lecto-res el relato lo más completo posible. Asípor ejemplo, la estructura del Alexandre seadapta mucho más a la secuencia lógica delos hechos y a la cronología de la historiaque el Alexandreis de Gautier.

La obra tiene una estructura unitaria ycoherente, y aunque trata otros temas ade-más del alejandrino, hay una línea interna depensamiento que los unifica y confiere a laobra unidad de sentido.

Así, de muchos de los textos tomadoscomo fuentes sólo se tomaron noticias com-

plementarias para ampliar una descripción opara detallar un suceso.

En El Libro de Alexandre aparecen des-cripciones originales y exóticas, que mues-tran a su autor como hombre de gran imagi-nación que nos deslumbra al describirnos deforma pintoresca y fascinante las maravillasde Babilonia, los bosques de la India, el viajeaéreo de Alejandro o sus expediciones sub-marinas. Así como sus estratagemas contralas serpientes venenosas, o la descripción dela tienda de Alejandro con la alegoría de losmeses y las estaciones, asuntos fantásticoscomo los hombres sin cabeza, el ave fénix, ola descripción de la reina de las amazonasCalestrix o Talestrix (el primer retrato feme-nino pormenorizado de la poesía medievalespañola, según Menéndez Pelayo. Es pro-bable que, igual que lo ha hecho con el retra-to de Alejandro, el poeta ha recurrido a librosde “Phisiognomia” para pintar el retratoideal de belleza femenina. Y tanto se harecreado en los detalles de la descripción,que advierte al lector, con gran simpatía, queno quiere continuar para no inducirle a pecar.Vemos a la vez sus dotes de erudición, y a lavez de clérigo recatado):

Havíe muy buen cuerpo, era bien estilada,correa de tres palmos la çiñía doblada,nunca fue en est mundo cara tan bientajada,non podrié por nul preçio seer más mejorada.

La fruent´ havié muy blanca, alegre eserena,plus clara que la luna cuando es düodena.

...Havié las sobreçejas como listas deseda,eguales, bien abiertas, de la nariz hereda;

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fazié la sombriella tan mansa e tan quedaque non serié comprada por ningunamoneda

...De la su fermosura non quiero más contar,temo de voluntad fer alguno pecar27.

El autor se nos muestra como un pintorde rica paleta, cuya mayor fuerza reside enel color, presentando ante nosotros anima-dos cuadros de intenso cromatismo. Comoen el canto a la primavera, una de las partesmás líricas del libro:

...Era el mes de mayo, un tiempo glorïoso,cuando fazen las aves un solaz deleitoso,son cubiertos los prados de vestido fer-moso.

Sedié el mes de mayo coronado de flores,afeitando los campos de diversas colores,organando las mayas e cantando d´amores,espigando las miesses que siembranlabradores28.

El canto del Alexandre al mes de mayose fija en las variaciones en la naturaleza ensus días largos y suaves, en la exultación delos campos y de los animales, y especial-mente en las repercusiones que los cambiosoperan en la mujer, joven o madura. La ins-piración del poeta transforma la composi-ción llenándola de amores y adornándolacon detalles costumbristas como los de lasmayas:

Andan moças e viejas embueltas en amores,van coger en la siesta a los prados las flores,dizen unas a otras buenos pronunçiadores,e aquellos más tiernos tiénense por mejo-res (v. 1953).

La vida de Alejandro Magno, comodecíamos, constituye el relato fundamental,la “materia” o el tema del libro.

El conjunto narrativo puede dividirse entres partes:

La 1ª abarca los sucesos inmediatamen-te anteriores a la coronación del protagonis-ta, y la misma coronación.

La 2ª cuenta las grandes conquistaslogradas por el héroe macedonio, y la con-solidación de su hegemonía sobre Grecia.

La 3ª recoge los hechos inmediatamenteanteriores a su muerte, y el relato de lamisma.

La “medietas” es una cualidad ensalzadapor Aristóteles, y aparece en el Libro como“mesura” mediante la cual se llega a la vir-tud.

La verdad es un fin en sí misma paraAristóteles. En el Alexandre leemos:

Mas sé tú en tu palabra verdadero... Por engaño ganar, non ha cosa peor.

La fortuna como sinónimo de azar, no esimportante para ellos: tanto Aristótelescomo El Alexandre predican la idea de quela felicidad es un don de dioses, pero tam-bién del esfuerzo humano.

La fortuna como sinónimo de riquezaayuda al hombre a ser feliz, pero no debe seratesorado sino gastado y dado, siendo mejordar que recibir. En el poema se le recriminaal protagonista su avaricia:

Los çielos e las tierras quieres yus ti meter;lo que Dios non quiere, tú lo cuidas haver...

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La templanza o moderación en el placer,por la cual se debe evitar el exceso de comi-das o bebidas, porque perjudican la salud:

Non llamo glotonía comer home con fartura,en horas convenientes por tener la natura,mas comer sobejano e bever sin mesura,esto dicen los físicos que daña la natura.

La venganza en la Edad Media carecíadel significado peyorativo actual. Para Aris-tóteles, la venganza aplaca la cólera y pro-porciona contento en lugar de tristeza.

Procedente del verbo VINDICARE, sig-nificaba lo que hoy entendemos por “reivin-dicar”.

En El Alexandre la venganza descarga elpeso, y significaba simplemente el restable-cimiento del honor, incluso por medio de lalucha colectiva o individual (v. 2210), y aveces propinando el ajusticiamiento másatroz a los traidores. Y cuando Alejandroperdona a uno de los generales de Darío quele había traicionado, el poeta se lo recrimina.

La amistad es necesaria, ayuda a la feli-cidad (Qui amigos non ha, pobre es, e men-digo).

La necesidad de consultar con los vasa-llos (Siempre faz con consejo cuanto que farovieres, / fabla con tus vasallos cuanto fazerquisieres...).

A lo largo del Libro encontramos nume-rosos anacronismos, de los cuales era cons-ciente el autor sin duda:

Alejandro se convierte en clérigo, esdecir, en un hombre de letras, y Aristóteleses un doctor escolástico; se describe la cere-monia (medieval) en que es investido caba-llero recibiendo la orden de caballeríaacompañado de los Doce Pares, el día del

Papa San Antero, recibe una espada de Vul-cano y se relatan las hazañas que realizapara hacerse digno de dicho título, siendopresentado como un caballero medieval másque como un personaje de la antigüedad, yel ambiente poético y maravilloso que lerodea es el mismo que más tarde viviránLanzarote, el rey Arturo o Amadís.

La madre de Aquiles lo esconde en unconvento de monjas, el conde don Demóste-nes arrastra con su elocuencia a los atenien-ses, etc.

Se trataba de una adaptación al público(de esa forma, hablándole de hechos y luga-res que le eran cercanos, se evitaba el distan-ciamiento con relación a otras épocas quedesconocía, de la misma forma que en uncuadro de la crucifixión, por ejemplo, apare-cen templos góticos... Y así, al llegar másfácilmente al público la narración, tambiénle llegaba la enseñanza transmitida en ella.)

En este aspecto, podría afirmarse que ElLibro de Alexandre es precursor de loslibros de caballería en la literatura española.

Alejandro, en efecto, está pintado en élcomo un perfecto caballero medieval, yemparentado espiritualmente con los héroescarolingios, e incluso con los caballeros dela corte del rey Arturo.

El ambiente poético y maravilloso quele rodea es el mismo del mundo fantásticoen que más tarde habrían de moverse Lan-zarote y Amadís29.

También son destacables los rasgos épi-cos en el poema, claro exponente de lasinterferencias entre los mesteres de juglaríay clerecía, y resultado de su dedicación alrecitado público de ambos.

Se ha dicho, por otra parte, que El Ale-xandre es el primer intento de escribir una

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epopeya en castellano. La existencia denumerosos elementos procedentes de laépica no es de extrañar, dado el tema bélicoque predomina en ella.

A veces las semejanzas lingüísticas sontan grandes, que nos parece estar leyendopasajes del Poema de Mío Cid.

Se aplican fórmulas épicas a los perso-najes:

...El rey Alexandre, de la barva onrrada...El buen emperador, que las sierpesdomava ...El rey Alexandre, corpo tan acabado... Hércules, el buen campeador...

También aparecen expresiones y térmi-nos épicos:

Llorando de los ojos díxoles su rencura;... calçóse las espuelas, pensó de cabalgar...

Encontramos, asimismo, pasajes en queinterviene la voz del narrador (rasgo típicode los poemas épicos):

Sabet, que de dormir nol prendía taliento,en escripto yaz esto, sepades, non vosmiento...

Nos parece, una vez más, estar leyendoEl Poema:

Mandó por toda India pregones andar,las cartas selladas por más las ocultar.(En el Mio Cid: Antes de la noche d´élentró su carta,con grand recabdo e fuertemientre seellada).

O cuando Alejandro entró en Babilonia,nos recuerda la entrada de Rodrigo en Bur-gos:

Al entrar en la villa mugeres e varonesexieron reçebirlo...

Y en el Cid:

Exien lo veer mugieres e varonesburgueses e burguesas por las finiestrassone...

Incluso hay grandes coincidencias en eltema de ambas obras: en el Poema del Cid eltema es la honra recuperada, en el Alexan-dre, el protagonista también parte de cero ensu fama, pero se va remontando hasta con-seguir que todas las naciones se le rindan.

El tono que emplea el autor al final,recuerda claramente al de los juglares. Ellibro finaliza así:

Quiérome vos con tanto, señores, espedir;gradéscovoslo mucho quem quisiestes oïr;si falleçí en algo, devedes me parçir;só de poca çïençia, devedes me sofrir.

Pero pedir vos quiero çerca de la finada,-quiero que de mi serviçio de vos prendersoldada-;dezid el Paternoster por mí una vegada;a mí faredes pro, vos non perdredesnada30.

En cuanto a la fecha del Libro, la con-clusión parece ser que la obra no puede seranterior a 1155, por el hecho de estar escri-ta en versos alejandrinos y de que éstos pro-ceden de Francia, del poema francés medie-

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val que también relata la vida de AlejandroMagno.

Parece haber sido escrito en la primeramitad del siglo XIII, dado que su autor nopodría haber conocido la obra de Gautieranteriormente.

Por otra parte, tendría que haber sidoescrito antes de 1250, fecha aproximada delPoema de Fernán González, obra de Clere-cía sobre la que influyó.

Con toda probabilidad se compuso enesa primera mitad del siglo XIII, como se haapuntado, coincidiendo con el mejormomento del Studium generale de Palencia.

En esta afirmación están de acuerdo MªJesús Fuente31, Francisco Rico32 e IsabelUría33.

Otros estudiosos del tema lo adelantan a1201-1205, como F. Marcos Marín, JoséHernando Pérez o Raymond S. Willis, comotendremos ocasión de analizar.

La unanimidad de criterios, comovemos, está muy lejos de ser alcanzada.

Se conservan dos manuscritos del Libro,y varios fragmentos.

El primero procede de la Biblioteca delDuque de Osuna, fue copiado a finales delsiglo XIII o principios del XIV y se guardaen la Biblioteca Nacional de Madrid.

El segundo fue descubierto a finales delsiglo XIX, y se guarda en la BibliotecaNacional de París.

El primero es el más antiguo, está escri-to en pergamino, y muestra leonesismos ensu lengua. En la última estrofa se afirma quelo “escrevió” Juan Lorenzo de Astorga.

El otro manuscrito está escrito en papel,es del siglo XV, tiene algún aragonesismo, yen su estrofa final es atribuido a Gonzalo deBerceo.

Fue hallado en el siglo XIX y se conser-va en la Biblioteca Nacional de París.

Esta diversa atribución ha planteado elcomplicado problema de la autoría, sobre elque volveré más adelante.

Los fragmentos conservados son tres:El 1º de ellos constituye un principio de

copia del Alexandre no acabado, del sigloXIV. Se cuenta entre las pertenencias delArchivo Ducal de Medinaceli, y contiene lassiete primeras estrofas del Libro.

El 2º lo foman varias estrofas que proce-den de un manuscrito, perdido hoy, y antesconservado en el monasterio de Bujedo(situado en el norte de Burgos pero muycerca de la Rioja).

El 3º es un pasaje que contiene las estro-fas 51-55, 57-58, 61, 66-67, 72, 75-76, 80-82, y 84 del Alexandre, y la incluida en unmanuscrito conservado en la Real Academiade la Historia de Madrid, que inserta lasmismas estrofas, más la 77.

Se plantean numerosos problemas, enprimer lugar el dialecto en que fue original-mente redactado el poema, descartándose enun principio el aragonesismo de la obra.

La disputa se establecía entre los defen-sores del leonesismo del Alexandre, y losque afirmaban, basándose en una serie dedatos, que el poema había sido redactado encastellano34.

En 1972, Dana A. Nelson escribió unartículo en que defendía la idea de que laobra fue compuesta en un dialecto que teníamuchos rasgos comunes con el aragonés; enposteriores trabajos llegaba a la conclusiónde que ese dialecto era el riojano, la lenguade Berceo, a quien atribuye la autoría de laobra35.

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Alarcos afirma que fue escrito en caste-llano originariamente, y que las palabrasque aparecen que no son peculiares de Cas-tilla, deben tomarse como arcaísmos precas-tellanos, arrinconados por aquél en los dia-lectos limítrofes.

3.- LA UNIVERSIDAD DE PALENCIALos requisitos de un lugar para albergar

universidad eran, según las Partidas, decarácter físico y humano: ser lugar central yde fácil acceso, ser sitio fértil y rico al tiem-po “moderado por la templanza de su aire”,y ser ciudad “distinguida por la nobleza desus ciudadanos y adornada por un pueblodecente”36.

Palencia estaba situada a unos kilóme-tros al sur del camino francés a Santiago, yla ciudad era rica y fértil, y también “céntri-ca, segura y bien comunicada”. Próxima a lafrontera del reino de León, Palencia eracomo un mirador castellano ante el territorioleonés.

La posición central de una ciudad erabásica para atraer estudiantes de distintasprocedencias. Sin duda, la existencia deescuelas prestigiosas, que atraían a maestrosy escolares, era una de las razones del esta-blecimiento de un Estudio General en undeterminado lugar. Se podría explicar elcaso palentino mirando a Oxford, la prime-ra universidad inglesa, que aunque no reuníalas condiciones físicas más adecuadas, sinembargo, tenía escuelas de considerableimportancia.

Éste pudo ser el caso de Palencia, dondela escuela episcopal, más que otros aspec-tos, marcó la diferencia entre esta ciudad yotras del reino de Castilla.

Pero hubo sin duda otros aspectos de laciudad que pudieron influir en el impulso

del Estudio General: la importancia dePalencia en el renacer urbano de los siglosXI al XIII, el papel de la escuela catedraliciaen el renacimiento cultural del siglo XII, lainfluencia de las instituciones en relacióncon la ciudad (monarquía, iglesia y munici-pio), y las fuentes de riqueza propias de laeconomía urbana.

El renacer urbano de Palencia, desde larestauración de la diócesis por el rey SanchoIII en el año 1035, y el papel de la escuelacatedralicia especialmente en el siglo XII,serán los dos puntos clave que explican elimportante papel cultural de la ciudad y desu catedral durante los siglos centrales de laEdad Media, base, a su vez, para entenderpor qué pudo ser Palencia el lugar en el quese desarrolló el primer Studium generale delos reinos hispánicos37.

Una de las primeras y más importantesnoticias sobre Palencia tras la reconquistade la ciudad, es la restauración de la sedeepiscopal. La diócesis palentina se convirtióen una de las más importantes de los reinoshispánicos, aunque una vez conquistadaToledo tuvo que aceptar la primacía de lasede toledana en el reino de Castilla. Palen-cia consiguió tener más canónigos que nin-guna otra diócesis, tenía sesenta desde 1151,y don Tello Téllez consiguió aumentar elnúmero a ochenta en 1223, lo que puedeinterpretarse como un interés por aumentarel número de prebendas para quienes querí-an estudiar allí.

Los canónigos tenían el privilegio de serinfanzones, y los obispos, debido a su pres-tigio, intervenían con frecuencia en eventoso reuniones reales, tal como se constatacuando el obispo Pedro (1109-1139) seencuentra junto al arzobispo de Toledo yjunto a los nobles reunidos por Alfonso VI

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para tratar el tema de la sucesión del reino,que finalmente recayó sobre su única hijalegítima, Urraca.

Las relaciones de los obispos palentinoscon la reina fueron especialmente buenas,como luego lo serían también con losmonarcas de los siglos XII y XIII.

Y si obispos y canónigos palentinosacompañaban a la reina Urraca (1109-1126),décadas más tarde, en el reinado de AlfonsoVIII (1158-1214), eran los confirmantesmás asiduos de los documentos reales. Lasfirmas de los confirmantes en diplomas rea-les se han interpretado como signo de “lapertenencia de algunos obispos y nobles alcírculo cortesano”. El obispo que, despuésdel de Toledo, participaba en más diplomasen el reinado de Alfonso VIII era el dePalencia38.

Los obispos de Palencia tuvieron unpapel relevante en la cimentación de laescuela catedralicia y en su ascenso a lacategoría de Studium generale, en especialdon Tello, que acudió al papa para conseguirel apoyo institucional propio de los Studiade aquel tiempo, y la actitud bienhechora delos papas hacia ellos muestra la categoríaque tenía la diócesis de Palencia.

También las relaciones de los monarcascon una ciudad en la que se desarrollaronalgunos capítulos de sus vidas, permitendeducir la importancia de Palencia en eltiempo en el que se estaba gestando el Stu-dium palentino.

Alfonso VIII y su familia residieron enPalencia en algunos momentos de sus vidas.En Palencia estaba su esposa, la reina Leo-nor de Plantagenet, cuando en 1188 nació lainfanta Blanca, la futura reina de Francia ymadre del rey San Luis.

Hablábamos antes del obispo don Tello,pues bien, a través de sus súplicas fue cómolos papas llegaron a conocer el Studium dePalencia y a valorar su prestigio, que seextendió más allá de la vida de don Tello(obispo entre 1212 y 1246), tal como comodejó patente el papa Urbano IV en el docu-mento fechado en 1263:

Un huerto de delicias cultivaba hastaahora la ciudad de Palencia, bajo cuyaspuertas fluía una fuente abundante.Aquel huerto ciertamente producía ricosfrutos, de los que, por la abundancia dela fuente, la suavidad y la dulzura deri-vaban a diversas partes del mundo.Había, pues, en esta ciudad, como mehabéis expuesto personalmente, un estu-dio general de ciencias que instruía alos incultos, volvía virtuosos a los débi-les, y producía varones ricos en unavariedad de virtudes, y su generosariqueza instruía a muchos en los princi-pios de la cultura. Y por esto no soloPalencia sino toda Hispania solía reci-bir una suma de bondad espiritual ytemporal39.

Bajo un clérigo protector como donTello, Palencia fue centro de la geografíacultural hispana del siglo XIII, sustituyendoen cierta manera a Toledo que lo fue duran-te el siglo XII, aunque no dejó de tener unpapel esencial en el XIII por la pervivenciade la Escuela de Traductores.

La importancia de Palencia se inserta enel renacer urbano europeo entre los años1000 y 1300, y el desarrollo de la escuelacatedralicia hay que relacionarla con elmovimiento cultural del siglo XII, al que se

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ha calificado de “renacimiento cultural delsiglo XII”40.

Por otra parte, Palencia era una ciudadcuya economía, basada esencialmente enactividades agrícolas y ganaderas, empeza-ba a despegar. Ese despegue se inició con lallegada de población procedente de Catalu-ña y de Navarra, que se asentó en ella desdeel siglo XI y principalmente en el XII. Entrelos recién llegados había artesanos del textil,que convirtieron a Palencia en una ciudadpróspera por sus paños, con éxito y prestigiofuera del reino de Castilla desde el sigloXIII41.

En cualquier caso, la ciudad era una delas más importantes del reino de Castilla enlos siglos XII y XIII, prueba de ello es quefue una de las primeras ciudades castellanasque atrajo a las órdenes mendicantes, uno delos signos utilizados para medir la importan-cia de una ciudad en la Edad Media. Losdominicos llegaron en 1219 y los francisca-nos en 1230.

Así pues, fue la combinación de ventajaspolíticas y económicas, la que confluyó parahacer de la ciudad lugar idóneo para el esta-blecimiento de un Studium generale.

De “centro de poder”, eclesiástico espe-cialmente, Palencia pasó a ser clave culturalde Castilla.

La historiografía que ha tocado el temano ha dudado en considerar la Universidadde Palencia como una fundación del reyAlfonso VIII. Sirva de ejemplo don PedroFernández de Pulgar en su Historia seculary eclesiástica de la ciudad de Palencia,escribe:

“El Padre Juan de María (sic), en el libroonce capítulo veinte y dos, al año de Chris-to mil ducientos y nueue, dize: Que portener el rey don Alonso el Octavo algunas

treguas en la guerra, a persuasión del Arço-bispo don Rodrigo, constituyo un gymnasiopublico de la Sabiduria, en Palencia, parainstruir la juventud en las Letras, y Policia,que era el unico ornamento, de que careciaentonces España, por estar implicada conlas guerras; para esto llamó profesores detodas las Artes, de Francia, y Italia, y lespropuso grandes premios42.

Lucas de Tuy, en el Chronicon Mundi,escrito en 1236, dice: En aquel tiempo el reyAlfonso llamó a maestros de teología ydemás Artes Liberales, y con la colabora-ción del reverendísimo y noble Tello, obispoen esta ciudad, estableció escuelas enPalencia, porque como la tradición enseñasiempre en ella estuvo viva la sabiduríaescolar y la milicia43.

Rodrigo Jiménez de Rada, en De RebusHispaniae, escrito en 1243, dice: Para queen su reino no faltasen los estudios hizovenir de las Galias e Italia a hombres sabiosy envió a Palencia maestros de todas lasfacultades y los dotó con buenos estipen-dios44.

Tomando la información de estos doscronistas, Alfonso X el Sabio en la PrimeraCrónica General, escrita a mediados delsiglo XIII, afirmaba la fundación real delestudio palentino:

(este muy noble rey don Alffonsso...)...enuio por sabios a Francia et a Lom-bardia por auer en su tierra ensenna-miento de sapiençia que nunqua min-guasse en el su regno, ca por las escue-las de los saberes mucho enderesça Dioset aprovecha en el fecho de la caualleríadel regno do ellas son; et tomó maestrosde todas las sçiençias et ayuntólos enPalençia, logar a abte et plantío pora

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estudio de los saberes et comunal porauenir los clérigos de todas las Espan-nas, et dioles grandes soldadas, porquetod aquel que de los saberes aprenderquisiere, que alli uenga, ca alli fallaraende abondo quel correrá alli comocorrie la magna en el desierto a lasbocas, segund dize el arçobispo Rodrigode Toledo45.

Si estas crónicas atribuyen la fundacióndel Studium generale al rey Alfonso VIII,otra crónica de aquel tiempo, la Chronicalatina regum Castellae atribuida a Juan deOsma, no incluye noticia alguna acerca de lafundación del Studium palentino. Su silen-cio es verdaderamente llamativo, y es unode los primeros indicios que llevan a poneren duda la credibilidad de la información delTudense y de Jiménez de Rada.

Tras muchos años de tomar la palabra delos cronistas al pie de la letra, en la últimadécada se ha desarrollado una línea deinvestigación que ha comenzado a dudar dela presunta veracidad incuestionable de lascrónicas, al sospechar que en ocasionesestaban más interesadas en dibujar una ima-gen idílica de los monarcas, que en transmi-tir la verdad de los hechos46.

Las relaciones entre don Rodrigo y donTello no eran buenas, lo cual lleva a sospe-char que aquél omitiese la mención al obis-po en la fundación de Palencia. Jiménez deRada resalta el papel de Alfonso VIII ysilencia el del obispo palentino, cuando éstefue el verdadero motor del Studium genera-le. La rivalidad entre el arzobispo toledano yel obispo palentino, le llevaría a no incluiralgo que elevaba el prestigio de don Tello.

Los cronistas, desde el principio, formanparte de la tendencia a utilizar la cultura

como medio legitimizador y ensalzador deun monarca o de un reino. Son poco fiablesen la medida en que algunos de sus interesesdesvirtúan la información que facilitan.

La verdad es, en cualquier caso, que noha quedado ningún documento en que apa-rezcan esas “dotaciones” o las donacionescorrespondientes para pagar los salarios delos maestros. En los diplomas de AlfonsoVIII no aparece ni un solo documento, niuna sola cita, dedicada a la participación delrey en la fundación de Studium palentino47.Y teniendo en cuenta que todas las donacio-nes y transacciones del monarca parecenhaberse anotado meticulosamente, es difícilaceptar que no lo hiciera con el Studiumpalentino.

De hecho es muy probable que elmonarca, en los primeros años del sigloXIII, enfrentado al problema almohade ydedicados muchos recursos a la batalla delas Navas de Tolosa, no estuviera en condi-ciones de destinar dinero a la naciente uni-versidad. En documentos de Alfonso VIIIconservados en el Archivo de la Catedral dePalencia se pone de manifiesto la situaciónde penuria económica por la que ha debidode pasar el rey, cuando en 1214 sus albace-as testamentarios ordenaron indemnizar a lasede episcopal palentina por los pechos yderechos usurpados por el monarca, deci-sión ratificada ese mismo año por Enrique I,y tres años después, en 1217, por FernandoIII48. Años más tarde este último rey proba-blemente seguía con necesidad de acaparardinero para su lucha contra los árabes, y lehubiera sido difícil cooperar a la economíadel Estudio; varios documentos del pontífi-ce Gregorio IX así lo ratifican.

Alfonso VIII, como otros monarcas desu tiempo, apoyó, impulsó o protegió el Stu-

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dium generale, pero este centro de enseñan-za no puede considerarse una fundación delrey.

Uno de los especialistas en la historia delas universidades, Mariano Peset, aunqueacepta la fundación real, deja entrever que latarea del rey se había limitado a proteger elStudium, y así afirma que surgió Palencia“por impulso del obispo Tello y del monar-ca Alfonso VIII; sin duda existían estudiosen la catedral, y el rey acogía aquellasescuelas bajo su protección y patrocinio49.

Muy interesante es también la forma deexpresarlo Francisco Rico para quien “DonTello Téllez de Meneses, en alianza conAlfonso VIII de Castilla, logró convertir enStudium generale la vieja escuela episcopalpalentina”50.

Tello Téllez pudo considerar que le dabamás enjundia al Studium el tenerlo por unafundación real, dado que el respaldo del reyera considerado primordial en aquel tiempo.De haber sido Alfonso VIII quien hubierafundado el Studium palentino, habría sido elprimer monarca europeo en fundar una uni-versidad.

Alfonso VIII estuvo muy lejos de tenerel perfil de rey sabio. Más próximo a la ideade rey guerrero, es difícil imaginar que“abrigara tal género de inquietudes intelec-tuales como para que de su mente partiera lainiciativa de fundar un Studium generale”51.

En cuanto a la fecha de su fundación, seha difundido el año 1212 como fecha defundación de su Estudio52, sin embargo,numerosos estudiosos de la historia culturaleuropea, de las universidades medievales yde la Universidad de Palencia, señalanfechas diversas para esta fundación.

La Silva Palentina no apunta fecha con-creta, se limita a indicar que fue fundada por

el rey Alfonso VIII. Pedro Fernández dePulgar en su Historia secular cita al padreJuan de Maria53 (sic) que dice que en 1209,el rey Alfonso VIII “constituyó un gymnasiopublico de la Sabiduria, en Palencia, parainstruir la juventud en las Letras, y Policia”.

Cita también Pulgar al cronista Jiménezde Rada, que había afirmado que el Studiumpalentino “le erigió el rey don Alonso elOctavo, por los años de 1208 poco más omenos”, y a Lucas de Tuy que registra 1211,comentando Pulgar que “no se oponen losdos Historiadores, que bien se tardaría tresaños en componer todo lo necesario, paraque estuviesse la Vniversidad con toda per-fección54.

Rodríguez Salcedo suscribe que se suelesituar la fecha entre los años 1208 y 1214, yél se inclina por 1213, una vez ya asentadoTello Téllez de Meneses en la sede episco-pal palentina.

Sin embargo, la primera universidad delos reinos hispánicos no pudo mantenersemás de unas décadas por circunstancias des-favorables de diversa índole, que hicierondifícil su desarrollo y continuación. Puedeexplicarse la decadencia de la universidad,aparte de otros problemas que luego apunta-ré, a los errores cometidos durante la regen-cia del rey niño Enrique I y el desinteréshacia el Studium por parte de los sucesoresde Alfonso VIII y de Tello Téllez.

Los sucesores de Alfonso VIII, losregentes de su hijo Enrique entre 1214 y1217, no se ocuparon del Studium en lamedida en que no entregaban las tercias parasu mantenimiento.

Desde 1217, cuando subió al trono cas-tellano Fernando III, su objetivo prioritariofue la lucha contra Al-Andalus, lo que resul-ta explicable y tampoco puede achacarse

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como desinterés hacia la cultura o hacia elStudium.

¿Qué era un Studium generale? A princi-pios del siglo XIII comienza a utilizarse ladenominación Studium generale para desig-nar a los centros de estudio a los que llega-ban estudiantes de todos los lugares, escola-res que solían agruparse en naciones o uni-versitates.

Un Studium para merecer el título degenerale tenía que reunir tres requisitosimportantes: El primero era atraer o invitar aestudiantes de todas partes, no meramente alos de un país o distrito particular. El segun-do era ser un centro de alta educación, loque implicaba que una al menos de las tresgrandes disciplinas (Teología, Leyes, oMedicina) se enseñaba allí. El tercero, quetales temas fueran enseñados por una plura-lidad de maestros55.

El Studium generale palentino acogíaestudiantes de diversos lugares, y cumplía elrequisito de los Studia generalia de reunirescolares de diversas procedencias.

Estudiar en terra aliena era síntoma deeducación esmerada, y prueba de ello es quelos estudiantes que podían frecuentaban doso tres universidades a lo largo de su carrera.

Al Studium generale de Palencia llega-ban escolares de otros reinos hispanos, yescolares del reino de Castilla salían a uni-versidades europeas; pero al no conservarselas listas de alumnos de esos primeros tiem-pos, no podemos afirmar con seguridad laprocedencia de los escolares palentinos.

Por otra parte, es necesario recordar queel término laico o seglar designaba en elsiglo XII a quienes no sabían leer, pero estaidea cambió, pues poco a poco los laicosentraron en las escuelas catedralicias yluego en los Studia generalia.

En realidad el nombre que agrupaba atodos los que estudiaban y se instruían era elde clerici, pues el término clericus definía aun hombre instruido, no sólo a un miembrodel clero.

Diego García de Campos, canciller deAlfonso VIII ya mencionado anteriormente,en su obra Planeta (1218) afirmaba: “Scho-lares quidem sunt clerici” (“aquellos escola-res que son clérigos”), es decir, escolareseran los letrados de formación, no necesa-riamente sacerdotes. Así en Planeta los elo-gia diciendo de ellos que tienen “el pie en elsuelo y el ojo en el cielo, que no comen lasopa boba, antes andan a vueltas con loslibros, los traducen, comentan, exponen,viven para ellos y mueren con ellos en lasmanos56.

Un posible escolar del Studium palenti-no fue Gonzalo de Berceo, quien tras pasarsu niñez en el monasterio de San Millán enla segunda década del siglo XIII, fue envia-do a estudiar a Palencia, a donde tambiénencaminaron a algunos jóvenes escolares deotros monasterios importantes. Dos de lasobras de Berceo, los Milagros de NuestraSeñora y la Vida de San Millán, tienen men-ciones que llevan a pensar que conocía laciudad y la zona. Así lo revela en algunosversos de la Vida de San Millán:

Como taja el río que corre por Palencia,Carrión es so nomne, secundo mi creencia,

...Melgar e Astudiello puesto fue e jurado,que un pozal de vino diesse cada casado;deve Santa María que dizen del Pelayocada casa un cobdo de sayal en el año.

Valdesalz, Valdolmiellos, Rinoso con Quintana,...con Villalaïnvistia, a vueltas Torquemada,

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de Tariego asuso do es la derruñada,Monzón e Baltanás deven cada posadacon todas sus alfozes arienços en soldada.

Civico de la Torre e Civico Naperostres meajas deven en cera de pecheros;Valbuena, Palençuela, Agosín, Escuderos,Muñón que es bien rica de viñas e de eros,deven seze casados envïar dos carneros.

Los nomnes son revueltos, graves de acordar,no los podemos todos en rimas acoplar,más vos quiero la cosa planamientre contar,que prender grand trabajo e el corsodamnar57.

No se sabe el nivel de estudios que pudorealizar Gonzalo de Berceo, pero, comodecía anteriormente, se conoce que, tras edu-carse de niño en la escuela de San Millán,estuvo fuera de ese monasterio entre los años1223 y 123658. Probablemente buena partede esos trece años los pasó en el Studiumgenerale de Palencia, pues su amplia culturahumanística, sus conocimientos de Derecho,de Teología y de Música sólo podría haber-los adquirido tras seguir el curso de estudiospropio de los Studia generalia.

Si tenía más de veinte años cuando llegóa Palencia, probablemente no necesitó cur-sar el Trivium y el Quadivium, sino que seconcentró en Teología y pudo obtener eltítulo de magister o la licentia docendi.

Él mismo se presenta así en la introduc-ción de los Milagros de Nuestra Señora:“Yo maestro Gonzalo, de Berceo nomnado”.

Un tema relacionado con el Studiumpalentino que plantea numerosos interro-gantes, es la probable existencia de herejesen Palencia.

Dos cartas del papa Gregorio IX, fecha-das en 1236, dan cuenta de un grupo deherejes en la ciudad de Palencia. La primerade ellas, fechada el 21 de marzo, estaba diri-gida al rey Fernando III, a quien el papaordena restituir a la sede palentina los bienesque el monarca había usurpado a algunosvecinos de Palencia por herejes.

En el mes de agosto de ese año, Grego-rio IX enviaba otra carta sobre el mismoasunto, ésta dirigida a don Tello Téllez, en laque le ordenaba conceder la absolución a losherejes que mostraran deseos sinceros deconvertirse al cristianismo y prometieran novolver a caer en el error. Apuntaba el casti-go que les había aplicado el rey, San Fer-nando, que les hizo marcar la cara a fuego yconfiscar los bienes; a este castigo teníanque añadir la sanción general por la que des-terraba a todos los herejes de las tierras deCastilla y León59.

¿Quiénes eran estos herejes que estabanen Palencia y en los reinos de Castilla yLeón? Fernández de Pulgar los señala comoalbigenses: “Auian quedado en Palenciareliquias de los Albigenses, que auian salidode Leon fugitivos, y executó el Rey, averi-guada su causa por el Obispo D. Tello, elcastigo referido”.

Fernández de Pulgar seguía a Juan deMariana (1536-1624), que fue el primeroque estudió la obra por la que se conoce lapresencia de los albigenses o cátaros en losreinos de León y Castilla, en concreto en laciudad de León.

Sin embargo, llegó un momento en quese empezó a poner en tela de juicio la ideade que los denominados herejes que teníansu sede en León, y se expandían a otras ciu-dades de Castilla como Palencia, fueran

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realmente herejes, aunque los documentoslos denominen como tales.

El propio Menéndez Pelayo señala queLucas de Tuy pone a los albigenses en rela-ción con las doctrinas filosóficas naturales,es decir, la filosofía de los seguidores deAristóteles, sospechosos de desviacionespeligrosas para la fe cristiana60.

Este hecho es de gran trascendencia,pues en el Studium palentino se estudiabaprecisamente la Filosofía Natural, disciplinaque será muy valorada por el protagonistadel Libro de Alexandre.

Y uno de los posibles autores del Libro,traductor de Aristóteles, Hispano DiegoGarcía, tuvo problemas cuando en la Uni-versidad de París se prohibieron los textosque él había traducido...

El cultivo del naturalismo aristotélicotuvo a los ambientes intelectuales comolugares idóneos para su desarrollo, y en elStudium de Palencia pudo haber especialinterés por mantenerlo. El conocimiento einterés por Aristóteles se muestra precisa-mente en una obra que sale del Studiumpalentino, el Libro de Alexandre.

En esta obra, como vimos, Aristótelesjuega el papel esencial de ser el maestro delhéroe Alejandro, y el discípulo pone en prác-tica fundamentalmente dos materias, laRetórica y la Filosofía natural, ambas proba-blemente esenciales en el Studium palentinocuando se redactó el Libro de Alexandre.

Es muy probable que en la ciudad delreino de Castilla y León donde se desarro-llaba la actividad cultural e intelectual másimportante en la primera mitad del sigloXIII hubiera grupos de escolares o maestrosque siguieran a los filósofos naturales, puesla Filosofía natural era considerada un avan-ce en el camino de la renovación intelectual.

¿Eran, pues, filósofos naturales los here-jes de Palencia?

La documentación se limita a revelar loscastigos, físicos y económicos, a los quefueron sometidos por el rey, y la interven-ción del obispo y el papa en el problema.Aunque parece difícil pensar que a los quese llama herejes no lo fueran realmente, nosería arriesgado suponer que se trata de unamanera de desacreditar a quienes seguíandoctrinas prohibidas y no eran proclives alestancamiento propugnado por la autoridadeclesiástica. Calificarlos de herejes era unabuena táctica para acabar con ellos. Por otraparte, la presencia de herejes, fueran o nofilósofos naturales, y el impulso de la Filo-sofía natural por parte de maestros y escola-res palentinos no eran incompatibles.

Tanto si se trataba de herejes cátaroscomo si eran filósofos naturales, su presen-cia y actuación en el ámbito del Studiumpudo contribuir a su estancamiento si no asu paralización. Se frenaba la posible evolu-ción de la Teología para mantenerla dentrode los límites de la ortodoxia, se aumenta-ban los problemas económicos del obispo ycrecían las complicaciones sociales con elgrupo de ciudadanos que apoyaban a losherejes. Sin olvidar que el golpe final para elStudium palentino fue la aparición de laUniversidad de Salamanca, con estudiosmás modernos que los entonces existentesen Palencia (sobre todo el de Derecho).

4.- RELACIÓN ENTRE EL STUDIUMDE PALENCIA Y EL LIBRO DE ALE-XANDRE

Isabel Uría se plantea cómo pudo llevar-se a cabo una obra de tal envergadura ycomplejidad en la Castilla del primer terciodel siglo XIII.

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El primer paso sería el acopio de fuentessobre Alejandro y la guerra de Troya. Unavez estudiadas esas fuentes, se trazaría unesquema de composición de la nueva obraque con esas fuentes se quería componer.

Teniendo en cuenta que en las fuentesdel Alexandre hay varias lenguas, parecelógico que los textos utilizados en su redac-ción fuesen previamente traducidos alromance castellano por expertos en latín,francés, árabe y griego.

Una vez decididos los materiales quedebían entrar en cada parte y en cada episo-dio, se haría una redacción en prosa, estruc-turada conforme al esquema de composi-ción que se había proyectado, y finalmente,se procedería a versificar ese largo relato.

Así pues, el proceso de creación delLibro de Alexandre tuvo que ser largo ycomplejo, exigiendo la colaboración devarios expertos y la dirección de un maestro.

Y ciertamente es muy difícil, si no impo-sible, que un poeta pudiera realizar por sísolo todo ese trabajo.

Esa manera de componer el libro eratotalmente nueva, no había precedente. Sólomucho más tarde, hacia 1270, en el escrito-rio alfonsí encontramos un paralelismoclaro en los procedimientos usados pararedactar las nuevas obras romances.

En cuanto al lugar, es necesario pensaren un centro escolar importante del primercuarto del siglo XIII de la Castilla del Norte,condiciones que vienen impuestas por laépoca de composición del Libro (entre 1219y 1228, fechas en las que casi todos los estu-diosos coinciden), por la lengua original desu texto, y por el carácter y envergadura dela obra.

Una revisión de los centros monásticosmás importantes de esa época y zona nos llevaa la conclusión de que en ninguno de ellospudo planearse y redactarse el Alexandre.

Su escolasticismo y su espíritu abierto atodas las corrientes culturales de la épocaapuntan al ámbito de las crecientes Univer-sidades o Estudios Generales (el carácteruniversitario del libro se manifiesta espe-cialmente en la educación culta del protago-nista, que es semejante a la que se impartíaen las universidades de la época, por lo queresulta más propia de un maestro universita-rio que de un rey), y no al de una comunidadmonástica, con las que también entra encontradicción el énfasis en el valor guerreroy las conquistas militares, la exaltación de lafama y la gloria terrenas, los elementosmágicos y fantásticos, la cortesía y maneraspalaciegas, etc.

Por otra parte, la riqueza y diversidad defuentes, los aspectos innovadores como laversificación “a sillavas cuntadas”, deascendencia francesa, y sobre todo elempleo del romance castellano, lengua dereciente incorporación a la escritura y sinembargo relativamente madura, con un léxi-co, una morfología y una sintaxis aptos paraexpresar toda clase de pensamientos y rela-ciones, exigen que la planificación y redac-ción del Alexandre se haya hecho en un cen-tro académico, provisto de una importantebiblioteca, y de maestros expertos en Gra-mática.

Y el único centro escolar, y en la épocay zona señalados, que reúne todas las condi-ciones necesarias para poder llevar a cabo laplanificación, redacción y versificación delLibro de Alexandre es la Universidad dePalencia61.

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En sus cortos años de actividad acadé-mica tuvo un período de esplendor bajo elreinado de Fernando III, que se extiende de1220 a 1225. Y durante él, debió de sercuando se realizó la gran obra del Libro deAlexandre, concebido probablemente comoun libro de texto en el Studium palentino.

Dado el gran interés suscitado por laobra de Gautier, y suponiendo como seguroque el libro francés se estudiase en la uni-versidad palentina, es muy probable que laUniversidad de Palencia quisiera tener supropio libro sobre Alejandro Magno másactualizado.

El hecho de utilizar el romance y no ellatín, prueba que lo que se pretendía eraactualizar las materias alejandrina y troyana,no sólo en el nivel del contenido sino tam-bién en el expresivo, en la lengua.

También se desarrollaría en Palencia,como venimos diciendo, la técnica de versi-ficación “a sillavas cuntadas” utilizada en ElLibro de Alexandre, sin duda el primerpoema romance que se escribió con esta téc-nica, y a la vez, el más importante y ambi-cioso del “mester de clerecía” del siglo XIII.

5.- AUTOR DEL LIBRO DE ALEXAN-DRE

El Libro de Alexandre ha sido atribuidoa Alfonso X el Sabio, a Juan Lorenzo deAstorga y a Gonzalo de Berceo.

La primera atribución no ha vuelto a sermencionada desde el Siglo de Oro, y sebasaba en el conocimiento erudito quedemuestra su autor, algo que entonces podíalograrse en pocos lugares, y uno de ellos erala Escuela de Traductores de Toledo al fren-te de la cual estuvo Alfonso X el Sabio.

También se ha atribuido a Juan Lorenzode Astorga: en la última estrofa del textoaparece ese nombre como autor del Libro:

Se quisiéredes saber quién escrevió esteditado,Johan Lorenço bon clérigo e ondrado,Segura de Astorga, de mannas bien temprado,el día del iuycio Dios sea loado.

La confusión vino cuando en el segundomanuscrito conservado en la BibliotecaNacional de París, y con algunos aragone-sismos léxicos, figuraba el nombre de Gon-zalo de Berceo:

Si queredes saber quien fiz´ este ditado,Gonçalo de Berçeo es por nombre clamado,natural de Madrid, en San Millán crïado,del abat Johan Sánchez notario por nom-brado.

La atribución a Berceo parece insosteni-ble, dadas las profundas diferencias entre elAlexandre y las obras del autor riojano: Ber-ceo olvida con frecuencia los nombres lati-nos o griegos, así como los datos históricoso geográficos, mientras que el autor delpoema hace gala una y otra vez de su condi-ción de clérigo y de su extenso saber, decuya exhibición se enorgullece (frente a lamodestia y campechanía de Berceo).

Nada más alejado del carácter, temas yestilo de Berceo, que este largo relato profa-no, militar y pseudoclásico de la vida yhazañas de Alejandro Magno.

Por otra parte, la finalidad que Berceopersigue en todas sus obras es sencilla: con-mover al público para que sea más devoto, ycontrasta con la arrogancia de quien se sabe

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dueño de la lengua y del tema que maneja, yquiere dejarlo patente.

Tal vez a algún copista despierto, cono-cedor de la fama y las obras del escritor rio-jano y deseoso de establecer una relaciónentre el Alexandre y sus obras, se le ocurrióla idea de atribuirle el poema. (Recordemosque en la Edad Media se daba la mismaimportancia a copiar obras que a escribirlas,ya que no existía en los autores la concien-cia de estar haciendo obras de arte indivi-duales).

En cuanto a Juan Lorenzo de Astorga,parece tratarse de un simple copista, y elverbo “escrevir” se usa como sinónimo de“copiar” (lo mismo que ocurría con Per Abaten el caso del Poema del Cid).

Desde luego, por las fuentes utilizadaspara la composición del Libro (latinas, fran-cesas...), por el enorme caudal de citas,menciones y alusiones culturales, podemossaber que el autor era un hombre culto, un“letrado” que se hallaba en posesión de grancantidad de conocimientos, que posible-mente era uno de los escritores de mayornivel cultural que dentro de la Edad Mediaespañola dedicaron sus esfuerzos a realizaruna auténtica creación literaria.

Aunque a través de compendios y refun-diciones, conocía a Homero, a Ovidio, aQuinto Curzio (cuya obra Historiarum Ale-xandri Magnis Libri X sirvió sin duda comofuente en la composición del Alexandre), y anumerosos autores arábigos y cristianosrepresentativos de la cultura de su época.

De su actitud ante la cultura y el saber,de los recursos prosódicos empleados (acen-tuación latina, mantenimiento de la pronun-ciación de la lengua docta (“cïencia”,“sapïencia”, “devocïón”, “visïón”), laausencia de sinalefas, etc, concluye Francis-

co Rico que el autor pertenecía al grupo delos “scholares clerici”, “clérigos que no seaíslan, que estudian y enseñan y trabajan enel mundo”, “que tienen la querencia deaprender y de comunicar lo aprendido, fre-cuentando el Studium generale, las escuelascatedralicias y las primitivas universida-des62.

No hay suficientes razones, pues, paraafirmar quién fue el autor, aunque parecefuera de duda su relación con el Studiumgenerale de Palencia. Así pues, hay unacuerdo bastante generalizado en esa idea(así lo han defendido especialistas del temacomo Brian Dutton, Francisco Rico, JesúsMenéndez Peláez y la citada Isabel Uríaentre otros.)

Sin embargo, el profesor José HernandoPérez ha trabajado exhaustivamente sobreEl Libro de Alexandre, llegando a la conclu-sión de que su autor fue Hispano DiegoGarcía, un palentino nacido en Naveros dePisuerga, y cuya pista rastreó el profesorHernando en el trabajo de investigación quefue su tesis doctoral.

En ella aporta numerosos argumentoslógicos y convincentes, así como pruebasdocumentales irrefutables (dentro de lorefutable que es todo en este período histó-rico).

Nos adentraremos con él en la fascinan-te vida y en la personalidad de este autor,cuya pista se pierde en la bruma de los tiem-pos y en el silencio voluntariamente busca-do por él mismo, como veremos, y que endeterminados momentos logra confundirnosen nuestras deducciones de investigación.

Pues bien, nuestro autor fue bautizadocon el nombre de Diego, pero él prefirió serllamado con el patronímico de Español oHispano antepuesto. Parece que Hispano era

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verdadero nombre propio, y no adjetivo denacionalidad. También usó el nombre deJuan Hispano63.

Una de las posibles razones podría ser elhecho de que tenía sangre mozárabe porparte de su madre, motivo por el cual prefi-rió, sin duda, ocultar su linaje y su nombre,o desviarlo entre varias denominaciones.Parece que no tenía demasiado interés endar a conocer su linaje, observándose en él,por el contrario, una táctica de ocultamientoindudable, que usará a lo largo de toda suvida.

Es muy probable que aprendiese la len-gua árabe por vía materna, lo cual le sería deinestimable ayuda en su futura faceta de tra-ductor.

Fernán Pérez de Guzmán, en su obraGeneraciones y Semblazas escribió:

En el año del Señor de mill e dozientos esesenta, rreynando en Castilla el noblerrey don Alfonso, el que bençio la bata-lla de las Navas de Tolosa, et seyendoarçobispo de Toledo, el sabio e nobledon Rodrigo, fue un doctor llamadoDiego de Campos, çhançiller del susodicho rrey, del qual se falla un noble edevoto libro en latin que el enbio aldicho arçobispo, en el qual tracta demuchas e notables e santas materias ; ede las muchas cosas que el ally dixo,escrivense aquí estas pocas para edifi-caçion de los devotos christianos eespeçialmente a demostrar la virtud eeficaçia de aquellas santas e devotaspalabras. Ihesus christus vincit. ihesuschristus regnat. ihesus christus impe-rat64.

Hijo de Garci Díaz, su abuelo paternohabía sido casi con seguridad aquel condeGarci Fernández, héroe en la batalla deUclés que, siendo ayo del infante Sancho,hijo de Alfonso VI, murió con él en la bata-lla de Uclés al intentar sacarle de la refriegacuando estaba gravemente herido; fue lla-mado también Garci Fernández el Bueno,como lo recuerda el Romancero.

El abuelo materno se llamó don Espa-ñol, su nombre era Pedro Domínguez y fueconocido como Pedro Rubio. Entre sus des-cendientes, sólo Diego usó el apellido Espa-ñol (que se encuentra con distintas variantesque revelan las diferencias fonéticas de lalengua popular: Español, Espannol, Espa-niol, Espalón, Ispano, Yspanol, Yspaniol,Espinel, Espiniel, Ospinel, Hispan,Ispan...).

Se sabe que sus familiares por partematerna ocuparon cargos de responsabilidaden la casa de Alfonso VIII (mensajeros,nodrizas, etc.)

Nacido hacia 1150 en Naveros dePisuerga, un pequeño pueblo palentino cer-cano a Herrera de Pisuerga, Hispano Diegopasó algunos años en las milicias de Cala-trava, se hizo monje y marchó a París a estu-diar Teología. No contamos con muchosdetalles sobre sus estudios y profesores.Pero el hecho de que estuviera en Francia noparece ser obstáculo para que pueda encon-trarse alguna vez su firma en España en esteperíodo.

Su pertenencia al estado clerical pareceestar declarada en el primer verso de laestrofa 1824 (somos los simples clérigos...).Al comienzo de su obra “Planeta”, en ladedicatoria a don Rodrigo, leemos: suusdevotus clericus regis Castellae Cancella-rius.

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Diego García escribió una obra religio-sa, “Planeta”, que fue editada en 1943 por elP. Juan Alonso. En el estudio preliminarsobre el autor, prefiere denominarlo DiegoGarcía, porque con ese nombre firmó multi-tud de documentos en los reinados de Alfon-so VIII y Enrique I. Alonso identifica alautor de “Planeta”, Diego de Campos, conel Diego García, canciller de Alfonso VIII yEnrique I65.

En “Planeta”, en cambio, nunca empleael apellido García. Don Rodrigo Jiménez deRada, a quien está dedicado, lo llama sim-plemente Diego, y él se autodenomina His-pano Diego (Hyspanus episcopus meus on),dando a entender sus preferencias por estenombre compuesto. Conjuntaba así el nom-bre que usó normalmente en el mundo ecle-sial y el que usó en el mundo civil.

Ha habido escritores que hablaron deHispano y otros que lo han hecho de Diegocomo dos personas diferentes; probable-mente se había omitido Hispanus por juzgarque era un adjetivo de nacionalidad.

Él mismo cuenta que había dedicadoaños al estudio de poetas y filósofos de laAntigüedad (se refiere probablemente aaquellos años en que estudió en Palencia), yes también probable que fuese uno de losprincipales traductores toledanos de los ára-bes, que pasó a la historia con alguno de losnombres que usó: Juan Hispano, Juan His-palense, Juan de Sevilla...

Tradujo a Aristóteles, a Avicena, y aotros muchos escritores, astrónomos, filóso-fos, médicos y juristas.

Entre las obras de Aristóteles que tradu-jo, figura la carta de Aristóteles a AlejandroMagno llamada el Secretum secretorum,conjunto de sabios consejos para gobernar,que estarán presentes en el Alexandre, y que

fue considerado de dudosa ortodoxia por laIglesia en algunos momentos históricos,hasta el punto de ser retirados por un ciertotiempo de la lectura pública. También tradu-jo los ocho primeros libros de la “Metafísi-ca”, así como los cuatro primeros libros dela “Filosofía Natural”.

Fue nombrado deán de la Catedral deToledo con el nombre de Hispano, arcedia-no de Cuéllar, y canciller de Castilla con elnombre de Diego García, hasta 1217. Sinembargo, en su obra “Planeta” fechada en1218, firma todavía como tal (¿lo escribió elaño anterior, cuando aún era canciller, y nose corrigieron los datos?).

Contó con la protección del papa, que loacogió bajo la protección de la Santa Sede,y le animó a acudir a Roma en el supuestode tener problemas (los tuvo durante untiempo con el arzobispo de Toledo).

Los historiadores de la diócesis deSegorbe señalan el año de 1212 como el dela llegada de Hispano como obispo.

Cuando ya se preparaba la gran cruzadade Occidente, que iba a culminar al añosiguiente con la victoria de las Navas deTolosa, Hispano fue llevado por don Rodri-go a la sede episcopal de Segorbe-Albarra-cín, pensando sin duda en la predicación yleva de gentes por las tierras aragonesas y elsur de Francia.

Por esos años tuvo lugar un episodio departicular interés histórico: el conde deMontfort retenía en Carcasona al joven prín-cipe, el futuro Jaime I el Conquistador, queentonces tenía solamente seis años, con elpretexto de educarlo (En realidad, el niñohabía sido utilizado como rehén, para queMontfort no invadiera los territorios de supadre, Pedro II).

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Pues bien, desde la obra De rebus hispa-niae de don Rodrigo Jiménez de Rada,siempre se ha ponderado la mediación deHispano ante Inocencio III solicitándole queinterviniera para que el conde dejase enlibertad al joven príncipe. Todos los intentosanteriores habían fracasado. Hispano acudióa Roma a negociar el rescate, sufragando losgastos del viaje de su propio bolsillo. Pocodespués el infante fue depositado en manosdel legado pontificio, del obispo Hispano,del maestre del Temple y de unos pocoscaballeros más.

No olvidan los historiadores tampoco eldetalle de que Hispano acompañó en todomomento al legado pontificio. Ambos pre-senciaron, en mayo de 1214, la abjuraciónen masa de la herejía albigense que realiza-ron en la plaza pública los vecinos de Nar-bona, y se encargaron de traer al príncipe ala península. El obispo de Segorbe estuvoencargado de la educación del niño Jaime.Las crónicas alaban la sabiduría, el celo ypiedad del educador.

Se sabe que había tenido problemas conel arzobispo de Toledo hasta que en 1209ocupa el cargo don Rodrigo Jiménez deRada, con el que mantendrá estrechos lazosde amistad y admiración.

En 1198 firmaba como abad del monas-terio burgalés de Bujedo66. Probablementeno conociesen allí su condición de cancillerde Castilla y tampoco sus problemas con elarzobispo de Toledo.

La causa de esto parece haber sido pre-cisamente su enfrentamiento con él, que ledisputaba la cancillería. En el tiempo quepermaneció en ese retiro, podría haber escri-to un primer boceto del Libro de Alexandre.

Tanto el papa Inocencio III como el reyAlfonso VIII intervinieron a su favor, con loque fue confirmado en su cargo.

Diego García asistió con don Rodrigo alIV Concilio de Letrán, celebrado en lasegunda mitad de 1215. Resulta fácilmenteexplicable dicha asistencia, dada su condi-ción de clérigo y de sabio, pues era de loshombres que mejor podían representar en elConcilio al clero castellano67.

Pero hacia 1215 tuvo lugar un lamenta-ble suceso para él: las traducciones de losárabes habían sido interpretadas errónea-mente, y también algunas obras de Aristóte-les, llegando a producirse importantes des-viaciones en la Universidad de París comoconsecuencia de una lectura equivocada delos textos, ante lo cual se prohibió la lecturaen sus aulas de la Física y la Metafísica deAristóteles, así como la Filosofía natural yciertos comentarios, traducidas al latín engran parte por Hispano. La prohibiciónalcanzó también a otras obras del palentino,entre ellas las de los filósofos árabes.

Dado que su nombre aparecía junto al deAristóteles y Avicena, y dado que en Parísse produjeron persecuciones y matanzas,llegando incluso a ser quemados algunosherejes, puede puede comprenderse fácil-mente la tragedia de aquel hombre cuyoúnico delito había sido contribuir con plenadedicación a la cultura europea, exponiendosiempre doctrinas teológicamente correctas.

También podemos también comprenderfácilmente su afán por transformar su nom-bre en los textos, camuflando todo aquelloque pudiera delatarlo, y que de ahí en ade-lante no vuelva a mencionar jamás sus acti-vidades como traductor.

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Por eso, a pesar de los esfuerzos de loshistoriadores por descubrir su verdaderaidentidad, casi ha resultado imposible.

Fue un duro golpe para él, que se vioperseguido e incomprendido; cuando se pro-dujo dicha prohibición abandonó Segorbe yla Cancillería, acogiéndose a la compasiónde don Rodrigo Jiménez de Rada, a quiendedicará su obra Planeta con un prólogomuy elogioso.

En esos momentos de postración, escri-bió una obra teológica, “Planeta”, en la querevelará sus auténticos nombres reunidos:Hispano y Diego García de Campos, Diegode Campos, Diego García, y también se des-cubre como el obispo Hispano.

Desde ese año 1215 dejó de ejercer deobispo como Hispano, y de canciller comoDiego García, hasta el punto de que algunoshistoriadores le dan por fallecido.

A partir de aquí, se pueden resolveralgunas incógnitas aunque no todas, pues nolo hace abiertamente sino con cierta tácticade confusión.

Su obra “Planeta”, de tema teológico,escrita en latín y dedicada a don Rodrigo,también es un alegato de su inocencia yortodoxia, así como un intento de lograr lalibertad y la paz interior. Dice sentirse “des-poseído de todo oficio, dignidad y reveren-cia”, y afirma buscar solamente la fama y elpremio más alládeesta vida.

En el Prólogo se lamenta de que no lehan perdonado los malos tiempos, y los dien-tes de la envidia se han clavado en él (“Maci-lenta invidia rodit inmaniter innocentes”).

Fustiga duramentea los obispos; el rocedel escritor con ellos en las pretensiones quellevaban a la corte, debió de herir muchasveces al severo canciller, a quien ciertamen-

te no ganaban en cuestiones teológicas nicanónicas.

También expresa su desilusión con losreligiosos, en los que tampoco encontróDiego García aquella perfección cuyo idealbullía en su mente.

Sólo conociendo los avatares de su vidapodemos comprender en profundidad elsentido último del prólogo y de la obramisma.

Conservando la serenidad histórica, laobra resulta muy útil para un sondeo de lasociedad de aquellos tiempos. Era Diego unhombre de mundo, y sus alusiones son demucha estima. Por ejemplo, cuando hablade los efectos lamentables que las guerrastienen en las naciones que las padecen, pues“error es creer que una cruzada, aunquefuese la de las Navas, ha de dejar a los bue-nos sin las persecuciones que todos los díasde la vida nos anuncian Jesucristo y susapóstoles”.

Cuando lo escribe se encuentra en eldeclive de su vida y de su influencia, pero esun libro de gran valor literario que por susaber enciclopédico nos recuerda al Alexan-dre. Las semejanzas de esta obra con ElLibro de Alexandre son innegables, comoveremos, y la base fundamental de la atribu-ción del poema a Hispano. Por otra parte,Diego García cuando escribe la obra, diceconocer las leyes del mester de clerecía. Élera un poeta, “no un personaje indiferente alas obras poéticas y rimadas. Algo sabía deversos de sílabas contadas”68.

Todavía llegó a ocupar la sede episcopalde Salamanca entre 1226 y 1227. No se sabepor cuánto tiempo, pero parece posible quela dejase cuando Fernando III le encargó laeducación de su primogénito Alfonso, queiba a cumplir 7 años.

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El Rey Sabio tuvo en gran estima anuestro autor, basándose en muchas de sustraducciones para sus obras, y adoptando elmodelo de rey diseñado en el Alexandrepara su vida y su reinado.

Hispano pasó sus últimos años en Tole-do, siendo con toda probabilidad uno deaquellos ancianos encargados de la educa-ción del príncipe (Se habla de un Juan deSevilla, y de un Juan Hispano, santo varón,no presbítero sino obispo, y que había sidoantes importante traductor).

Murió en Toledo, hacia 1235, y desdeentonces la confusión y el desconocimientohan ocultado hasta nuestros días a una per-sonalidad literaria y política de talla univer-sal. Sería bueno que empezase a nombrárse-le en los libros de texto y a restituirle, enparte al menos, la gloria que merece.

Sus restos reposaron durante siglos en laiglesia mozárabe de San Lucas. Una lápidasepulcral con la inscripción de su nombre ysus títulos de deán y de obispo, adosada a lapared y escrita en árabe, a pesar de pertene-cer al siglo XIII, tampoco sirvió para reco-nocer en ella a nuestro personaje. Hoy ya noresulta posible encontrarla.

Recapitulando sus datos personales,sabemos que era castellano y tenía ascen-dencia mozárabe; que fue estudiante en lasaulas de la Universidad de París y probable-mente en la de Palencia –aunque no existeconstancia documental–; que era un escritorde saber enciclopédico, traductor de obrasde Aristóteles y de autores árabes como Avi-cena, Avencebrón y otros muchos pensado-res, médicos, físicos, astrónomos, naturalis-tas, etc, del mundo árabe, griego y latino;soñador de las glorias de Alejandro Magnodesde que tradujo la Carta de Aristóteles aAlejandro Magno (Secretum).

Tampoco hay que olvidar, como ya men-cionamos anteriormente, que un documentode rango pontificio proscribió sus obras ylas retiró de la lectura pública en la univer-sidad parisina.

Las grandes semejanzas entre Planeta yEl Libro de Alexandre constituyen una delas razones fundamentales de la atribución aHispano Diego del poema.

En primer lugar, en Planeta aparecennumerosas referencias a Alejandro Magno,y además de ser una obra teológica, tambiénaparecen en ella elementos bélicos, jurídi-cos, filosóficos y poéticos.

Tanto Planeta como el Alexandre reve-lan a un escritor sumamente erudito; ambosse caracterizan por su enciclopedismo y porla consulta de numerosas fuentes, comoveremos.

También en el Prólogo epistolar, fol.4.º, tras una breve introducción se habla yade Alejandro Magno de manera relativa-mente extensa. Y en el Folio 4 se defiende elautor de las acusaciones que se le hacían porhaber escrito una obra en alabanza de unhéroe pagano...

Comienza el libro diciendo que el Artífi-ce supremo construyó el mundo asentándo-lo sobre la cuadratura y la redondez.

El Alexandre y Planeta inciden una yotra vez en la cuadratura y en la redondez.Dios asentó el mundo para la estabilidad enlos cuatro elementos, y lo encuadró en loscuatro puntos cardinales. Perfeccionó laobra con la redondez.

La tienda hecha para Alejandro era“redonda e bien tajada” (v. 2540), “Bienpareçíe la tienda cuando era alçada, / susoera redonda, a derredor cuadrada” (v.2449).

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En Planeta, la ciudad celeste que vioSan Juan era cuadrada (pág.179), “quattuormundi partes” (pág. 441).

Existen otras afinidades en los materia-les de que estaban hechos los muros de lacapital asiria “las otras son de mármol,redondas e cuadradas” (v. 2121).

En Planeta, en los buenos edificios secombinan “las piedras cuadradas, rectan-gulares y redondas” (p. 191).

En cuanto a la ubicación del infierno seopta por la idea de que el infierno se halla enel fondo de la tierra, el lugar opuesto al cieloempíreo (pp. 193, 255). El relato del Ale-xandre centra el infierno en las más inferio-res cavernas de la tierra. Por eso, todos sushabitantes se alborotan cuando se enteran deque Alejandro ha concebido el propósito deviajar hasta las antípodas para conquistarlos(v. 2293, 2425, 2240) y, siguiendo su cami-no, penetrar en los infiernos para meter encadenas a sus habitantes.

En Planeta se afirma que los perfectoscomienzan a caer dejándose superar por lavanagloria (p. 235). El Alexandre dice lomismo (recordemos que será la soberbia delprotagonista la que lo hará caer).

Las estrofas del Alexandre nos presentanal protagonista como impulsado sólo por elimperativo racional del honor y por la obli-gación de desagraviar la deshonra de su pue-blo oprimido. Sin embargo, en muchas par-tes del poemas vemos a un Alejandro que darienda suelta a la ira o a la ambición, por locual es reprendido. Su ambición y soberbiasobrepasan el imperativo de la razón.

Cuando el emperador triunfante, por sused de saber y de dominio, concibe el pro-pósito no sólo de saber “el sol dó naçe, elagua onde mana”, de ascender a los aires ydescender al profundo mar para escudriñar

las secretas naturas, sino también de bajaral infierno (v. 2328), e imponer su ley, laNatura, vigilante, comprende que esto desa-grada al Creador, puesto que él mismo sehabía reservado rescatar del infierno a losjustos en el día de su muerte. Así pues, nopuede consentir que los humanos, dejándo-se dominar por la soberbia, vuelvan a levan-tarse contra Dios como lo hizo Lucifer. Elmundo, al escaparse de las manos de laNatura, escaparía también de las leyes deDios y retornaría al desorden total. Así, laNatura se dirige al infierno para acabar conAlejandro. La sentencia de Dios se cumpleinapelable. (“Pesó al Criador que crió laNatura...” v. 2329)

En otras partes, lo vemos venciendotanto la una como la otra, tanto el amorcomo el temor.

Aristóteles le recomienda que, cuandotenga que actuar de juez, procure no dejarsevencer por ninguno de estos impulsos:“Cuando fueres alcal siempre judga dere-cho, / non te vença cobdiçia, nin amor nindespecho” (p. 59). Sin embargo, le aconsejacon insistencia que procure que los demás leamen y teman a la vez. Jamás debe perdonara desleales y traidores. Con los conquistadosdebe mostrarse dominante hasta que lleguena someterse y hacerse unos con los griegos.En cambio con los suyos debe procurar queimpere el amor.

“Sine declinatione justus” dice Planeta(pág.166), y emplea el mismo verbo, ven-cer.... ”Quem non capit cupiditas vincittimor” (p. 176).

El final del hombre enaltece o denigratoda una vida (v. 1665 Alexandre). En esterasgo, tanto el Alexandre como Planeta imi-tan y perfeccionan la Ética de Aristóteles.

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Los poemas nos presentan a sus prota-gonistas seguros de la consecución del para-íso celeste tras la muerte (Fol. 555).

El Alexandre ha procurado coronar lavida de su héroe con un final religioso ple-tórico de triunfo:

“Seré del rey del çiel altament reçibido,seré en la su corte honrado e servido,todos me laudarán porque non fui vençi-do” (v. 2631).

El fin ennoblece la vida, aun la del per-dedor. Éste es el estribillo de todo el poema,expresado de maneras diferentes (Alexandrev. 1753, Planeta 225).

Que en la fin yaz todo, el prez o males-tançavayamos a la fin do yaze la ganançia (v.1413).

Este tipo de proclamas tenía dos cometi-dos: uno, animar a los soldados en la empre-sa hasta el final, y otro, mantener pendienteal lector del final de la vida del protagonis-ta, moralizando a la vez.

El autor del Alexandre se ha comprome-tido tanto con este final santo, probablemen-te por su deseo de ponerlo como ejemplopara los príncipes medievales.

Y lo mismo hace el autor de Planeta enel retrato lleno casi de veneración, que hacede don Rodrigo a lo largo de sus páginas,presentándolo como “señor” y “prelado”;tan distinto de los “prelados que no sonseñores, y de los señores que no son prela-dos”, a los que critica duramente.

El Alexandre y Planeta recurren a lasmismas virtudes o vicios y a parecidas for-

mas cuando disertan sobre la administraciónde justicia y del mando. Deben darse juntasla piedad y la justicia (Planeta 166: “Sinedeclinatione iustus”, 162: “Dominus cumpietate”, 167: “Iustus cum pietate”.

Y en el Alexandre: “El justo de los falsoshavía grant crueldat, / al home pïadosofalleçiél pïedat, / en lugar de justiçia regna-va falsedat” (v. 1716); “El rey era homecomplido de bondat, ledo e de justiía edegrant piedat”.

Por otra parte, el poeta del Alexandreofrece fórmulas de saber popular, siendoalgunas de Planeta un calco de las de aquél.Podríamos afirmar que hay versos en elpoema que se repiten en el latín de Planetacon pequeñas variantes.

Ejemplos como aquél en que el poetaafirma no querer hablar mucho, porque “nonquiero detener en palavra el día”, y Planetadice a su interlocutor anónimo que no reco-rra la larga lista de profetas ya que “diem premultitudine detinerent”; o aquel otro, “Si a tial semeja que has mejor sentido”; y Plane-ta: ”Nisi tu melius sentias”, etc.

Resulta realmente sorprendente que elautor de una obra de tan elevada espirituali-dad venga a coincidir en tantos detalles conel poema sobre Alejandro Magno, escrito enverso, en lengua vernácula, si no existíaentre ellos algún tipo de vínculo.

Aunque tanto el autor de Planeta comoel del Alexandre propugnan que cada unoviva conforme a su grado, hacen resaltar sinembargo, la condición de igualdad existenteentre todo hombre por el mero hecho deserlo. Planeta: Qui superiores aliis esseputant” (345); “Superbia facit hominem sesupra hominem estimare” (p. 404).

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En el Alexandre: “Qui más ha más quïe-re, muere por ganar al; / non verié de sugrado ninuno su egual” (v. 2319).

Ambos se lamentan de que a veces se démayor importancia a los malos que a losbuenos:

En el Alexandre: “ca muchos faziénpoco que eran más nombrados / que otrosque fazién los fechos muy granados” (v.1552), en Planeta: “Licet maioribus dimit-tam et comittam reliqua” (p. 340).

Muy influidos por la Ética de Aristóte-les, para quien “la honra es premio de la vir-tud, y a los buenos se les debe por justicia”,

En el Alexandre leemos: “Los juiçios deDios assí suelen correr, / quiere dar a losmalos e a los buenos toller” (v. 1718).

Y en Planeta: “Quando universaliteromne bonum deprimitur et omne malu meri-gitur et inflatur” (p 182).

Recogen igualmente el pensamiento deque el peor enemigo es el más cercano, el dela propia casa: En Planeta: “Quia nulla pes-tis efficatior ad nocendum quam familiarisinimicus” (p. 405), y en el Alexandre: “Ensu casa traié los falsos traïdores” (v. 1648),“Çerca traié de sí qui l´havié de matar” (v.1647).

El tema de Babel y la confusión de len-guas es uno de los temas destacados en elAlexandre. Y aunque la ciudad de Babiloniaadquiere en el poema un sentido afín al queobtiene en Planeta, el “senaar babilonis”(pág. 255), en ambas obras es llamada con-fusión: (“por la confusïón que fue en ellosdada, / es toda essa tierra Babilonia llama-da”, 1511; “por tanto es de nombre de con-fusión honrada, / ca Babilón confusio.... esen latín llamada” (v. 1522).

Según Planeta, ha sido Dios quien hacreado todo, incluso al hombre (p. 419), y elalma humana (p. 399). Lo hizo sine materiapreiacenti, llamando a las cosas del non esseal esse.

Cuando Hispano comenta el fiat lux,afirma que Dios “simul fecit omnia vel inmateria vel in forma” (p. 218). Podemospercibir que nuestro autor cuida mucho pun-tualizar que es Dios quien lo hace. No entraen más asuntos, intentando esquivar loserrores de Platón, Aristóteles y Epicurosobre este tema.

El Alexandre atribuye a Dios la creacióninmediata de todas las creaturas en cuanto ala individualidad, incluso del hombre encuanto a la forma (v. 1814, 2302).

Pero también dice:

La Natura que cría todas las crïaturas,las que son paladinas e las que son

oscuras” (v. 2325).

Pero la Natura ha sido creada por Dios:Pero el Crïador que crio la Natura....(v.

2329).Aunque en uno y otro caso, para Dios y

la Natura ha empleado el mismo verbo criar,quizá podría especularse con la diferenciasemántica entre crear y criar...

Hispano plantea la cuestión de si el cieloy el infierno son lugares o estados. Siguien-do a San Jerónimo, considera que el infier-no está situado “in infimis receptaculis etcavernis terre” y el paraíso se localiza “incelo empíreo”. Abundan expresiones sobrela espiritualidad o inespacialidad del cielo ydel infierno, y también lo contrario. Sueleafirmar, como ya hemos mencionado, que el

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paraíso está en el cielo empíreo y el infiernoen el centro de la tierra o debajo de ella.

Con esta última idea conecta el Alexan-dre: ofreçién muchas almas al infierno yusa-no (v. 631), ...los infiernos que yazen sofon-dados (v. 1920).

Parece mentira que dos poetas contem-poráneos, el del Alexandre y el de Planeta,hayan coincidido en los mismos puntos deatracción y hayan fijado su interés en tantosdetalles concretos, variados y diferentes,expresados además con palabras cercanas,muchas veces idénticas, y apoyados en lasmismas fuentes... Más parece tratarse der unmismo poeta.

Caminando tras las huellas del autor delAlexandre, han aparecido en el trayecto lasde un gran escritor y poeta, erudito y enci-clopédico, y se ha comprobado la importan-cia de su obra Planeta para entender pasajesdel Alexandre. Desde joven su autor teníaafición al héroe por haber traducido la cartade Aristóteles a su discípulo. Acabada la tra-ducción, acudió a París a estudiar Teología;por aquellos años Gautier de Châtillon ela-boraba su Alexandreis, obra que se conside-ra fuente importante del Alexandre y de laque ciertas señales indican que ha recibidoalguna influencia Planeta.

El Alexandre no nació anónimo. Lasrazones de la pérdida de su autor se entien-den, al menos en parte, por las circunstan-cias que tuvo que vivir.

Para acabar con la anonimia, necesitarí-amos encontrar otro poeta castellano quereuniera tantos puntos de vista vitales y lite-rarios que coinciden, y descubrir además undocumento de la época que nos dijese explí-cita y categóricamente que él escribió laobra.

Todavía encontramos más elementosque ponen en común al Alexandre y a Pla-neta, y son las fuentes empleadas por elautor o autores de ambas obras.

El número de fuentes del Alexandre secorresponde con la gran erudición de suautor. Por otra parte, los libros que configu-raron la mente de Juan Hispano están enconsonancia con un gran número de los queél mismo ha dejado consignados en Planeta.Entre los libros recordados en Planetaencontramos fuentes del poema que hasta lafecha apenas habían sido señaladas, y llega-mos a la conclusión de que el autor tuvo queconocer y consultar un gran número deobras para escribir el poema.

En uno y otro caso, se descubre que suautor, para cualquier tema, ha consultadovarias lecturas; yuxtapone y mezcla senten-cias ajenas, pocas veces tomadas al pie de laletra.

Es necesario recordar que estamos enlos tiempos en que muchos de los estudiosconsistían precisamente en comentarios desentencias, y éstas se van acumulando unatras otra a fin de ilustrar las anteriores.

Entre las fuentes más antiguas, los nom-bres más repetidos como fuentes son: LaBiblia, Quinto Curzio, el Alexandreis, elRoman d´Alexandre, las Etimologías de SanIsidoro, Antigüedades judías de Flavio Jose-fo, Epítome. de Julio Valerio, Epistola Aristo-telis ad Alexandrum, Virgilio, Ovidio (Meta-morfosis), Catón (Dísticos), algún libro dePhisiognomia, algunos autores dramáticos otrágicos griegos, algunos árabes, etc.

Valerio Máximo es considerado por elautor de Planeta como el historiador porexcelencia de Alejandro Magno (p. 169), yaunque en el Alexandre no acertemos a verun seguimiento claro de este autor, sin

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Page 34: EL LIBRO DE ALEXANDRE Y LA UNIVERSIDAD DE PALENCIA1.- EL MESTER DE CLERECÍA En el siglo XIII surge el llamado Mester de Clerecía, al que pertenece El Libro de Alexandre. La expresión

embargo podemos decir que fue muy esti-mado en la Edad Media, y su material, nomuy abundante sobre Alejandro Magno,posiblemente lo conociese el poeta y lotomase directamente de otros autores, a losque se aproxima más en la letra.

Séneca es uno de los autores más cele-brados en Planeta. Por otra parte, en El Ale-xandre el protagonista es la muestra máspalpable de que todas las riquezas de la tie-rra no son suficientes para llenar el alma;mas aún, la dejan vacía. En la obra se recri-mina la avaricia, el afán de atesorar, sehacen observaciones sobre la sed crecienteque va produciendo la acumulación deriquezas, y a la vez se alaba a Alejandro porsu gran corazón, su largueza, su desprendi-miento y su tendencia hacia la consecuciónde fines superiores.

Flavio Josefo influye sobre ambas obrascon su De bello judeorum, pudiendo obser-varse un cierto paralelismo entre los moti-vos que impulsaron a los judíos a rebelarsecontra los romanos y los de los griegos con-tra los persas.

Las Etimologías de San Isidoro tienenun gran peso en Planeta y en el Alexandre.Además del tema de las propiedades de laspiedras, aflora la presencia isidoriana en elAlexandre en los temas astronómicos.

Planeta, con palabras de Isidoro, recha-za la magia, es decir, la creencia de que lasfuerzas del mal influyen necesariamente enlos acontecimientos humanos.

Hablando de los Reyes Magos, porejemplo, asegura que no eran llamadomagos por sus saberes mágicos o matemáti-cos, sino eran “quasi magni, a magnitudinesapientie nuncupati” (p. 290).

Estudiando a San Isidoro, en ambasobras se diferencia astronomía de astrología.

Hispano comenta que quienes practican lamagia, astrólogos o matemáticos (no“astrónomos”), son reprobados porque eldemonio presta fuerza a sus palabras. Elautor de Planeta, por consiguiente, cree quepor magia se pueden realizar obras maravi-llosas, pero las atribuye a las fuerzas delmal.

El Alexandre aborda el asunto y sedecanta en contra de toda superstición, encontra de su influencia determinante en losacontecimientos humanos y reaccionan conenergía contra el poder del diablo.

En cuanto al poder de las piedras, el Ale-xandre refrenda las afirmaciones de Las Eti-mologías. Señalan ambos los propiedadescurativas de cada piedra, y las relacionadascon los astros.

Planeta hace una lista de piedras muybreve, (pp. 169, 408), de ellas, varias entranen el catálogo del Alexandre:

“Galactites es blanca como leched´oveja,faze a las nodrizas haver leche sobeja,faze purgar la fleuma maguer sea añeja,regalas´en la boca, que açúcar semeja”(v. 1479)

En Planeta: “Galacties lactea est, quaeattrita reddit succum album et leuco graphi-tim appelant et synechitim, in attrito lactissuco ac zapore notabilem, in educationenutricibus lactisfecundam” (575)

“Solgema echa rayos, faze lumbre sobejo,podrié a la su lumbre çenar un grantconçejo” (Alexandre,1481)

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“Solis gemma candida est, ad speciemsideris in orbem fulgentis spargensradios” (181, Planeta).

“Creo que selenites val menos un poquejo,creo que mengua como luna e creçe enparejo” (Alexandre 1482).

“Selennites ex candido transclucet exmaleo fulgore immaginem lunae conti-nens, redditque ea in singulos crescentisminuentisque sideris speciem, si verumest” (p. 181).

Vegecio es reconocido en Planeta comoel escritor de temas militares.

En el Alexandre éstos ocupan un lugarimportante. Se habla de la disposición delejército en el campo de batalla, dividido, porejemplo, en tres o cuatro bloques.

Se ensalza el ala derecha, el jefe que laconduce, la delantera en la que va el rey(Esta disposición aparece ya en Quinto Cur-zio y en Gautier).

Vegecio dio normas detalladas acerca deestos aspectos, e insiste en que las batallaslas ganan los poco fuertes, disciplinados ybien preparados, y no las multitudes. Lasmuchedumbres desordenadas casi siemprehan servido de estorbo. También pone derelieve la importancia de la entrega de losmandos a gente experimentada, a jefes deedad, porque no abandonan fácilmente suspuestos sino que luchan hasta el agotamien-to de sus fuerzas.

En el Alexandre:

“Fijo, cuando hovieres tus huestes a sacar,los viejos por los niños non dexes de lle-var, (v.1373)

...Que más valen los pocos que han la fir-medumbree les vien por natura de cuer la fortedum-bre (v. 249).

En Planeta: “milites timor et poena insedibus corrigit, in speditionibus spes etpraemia faciunt meliores” (73, 76).

Paulo Orosio sin duda aportó materialesal Alexandre, y Planeta hace mención de él(pp. 169, 181, 220).

En su Historiarum Liber se reseñanalgunos hechos prodigiosos, por ejemplo,hace resaltar que la reina de las Amazonasvino de manera procaz con trescientas de lassuyas, y resulta curioso que el autor del Ale-xandre se haya deleitado describiendo losatractivos de Talestris (v. 1875-1878).

La Ética a Nicómaco de Aristóteles,influye decisivamente en las dos obras. Hayque recordar que uno de los aciertos del Ale-xandre consiste precisamente en actualizarla gran empresa griega con la moral aristo-télica. Los maestros del siglo XII intentabanaprovechar lo bueno del mundo precristianoen todos los campos. Pero como esta laborestaba en sus inicios, no faltaron problemasde ajuste, y en este aspecto, el intento prin-cipal del poema está puesto en continuar eseensamblaje sin falsear la historia. Constan-temente llama la atención del lector u oyen-te hacia lo bíblico-cristiano. Por una parte,exalta al héroe hasta la cima y, por otra, cri-tica su soberbia y vanidad, llevando al lectora poner los ojos en Dios. Logra con susrecriminaciones humanizar el ejemplo paraque pueda servir a los dirigentes cristianos.Al final, hace que el protagonista renuncieal mundo y aspire a los bienes de arriba y ala unión eterna con Dios; es decir, que el finsupremo de Aristóteles, la felicidad supre-

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ma, aunque surja del ejercicio de la virtud,no es correcta. Debe colocarse por encimaotro fin superior, hay que mirar al final deesta vida.

El primer principio consiste en que lavirtud se encuentra en el lugar medio entredos extremos opuestos y viciosos, y va seña-lando cuál es ese lugar medio o medietaspara cada una de las virtudes morales y cuá-les los extremos para cada uno de los vicios.“Sedere in medio”, dice Hispano, refiriéndo-se al lugar de la virtud y a la felicidad de losbienaventurados en el cielo.

Aristóteles estudia cada una de las virtu-des morales viéndola siempre entre dosextremos viciosos. Es la razón recta la quedescubre el medio virtuoso. La medietas esla palabra clave de la Ética, porque de sudescubrimiento depende el conocimiento dela virtud. El hombre de sentido o de seso, enletra del poema, es el que lo encuentra, prac-tica y comunica.

Hispano en Planeta llama moderatus alvirtuoso (p.177), discretus (p.162), y exigeal que manda la serenitas gratiosa (p.174).

Precisamente el interés por la Ética fueel motivo por el que el castellano de la pri-mera época utilizase tanto en la palabramesura, que se corresponde con la medietasde Aristóteles. Mesura, de mensura, signifi-ca el hábito o actitud del hombre de seso quesabe encontrar, practicar y transmitir la vir-tud. Es el hombre bien mensurado (v. 120).En Planeta, p. 348, 273).

También en la obra de Aristóteles desta-ca la verdad como uno de los temas nuclea-res de moral, así como los valores que laacompañan y los defectos contrarios: lahipocresía, el engaño, la traición, la jactan-cia o fanfarronería, etc.

El Alexandre repite: “mas sé en tu pala-bra firme e verdadero”. Planeta reitera estaidea: “per constantiam verbi” (=firme en lapalabra).

¿Es pura coincidencia que el autor dePlaneta explique en latín las palabras de unverso del Alexandre?

Alejandro ni siquiera admite el engañoen las guerras: “Nunca pora rey fue ninengaño nin çelada” (v. 1323), “Por engañoganar, non ha cosa peor”.

También la jactancia o fanfarronería seopone a la verdad, y el Alexandre suele alu-dir a ella con palabras como gabar, gabarseo bafar.

La Ética acumula sentencias como ésta:“Todos los lisonjeros son gentes bajas y ser-viles y los hombres bajos de ordinario sonlisonjeros”. El Alexandre recoge este conse-jo del maestro a su discípulo: “Nin ames ninescuches al home lisongero” (v. 58).

El tema de la fortuna viene tratado a lavez como sinónimo de azar y de riquezas enla obra de Aristóteles.

La felicidad, dice Aristóteles, no es undon de la fortuna o del azar. La felicidad esun don de los dioses y del esfuerzo humano.

El Alexandre predica lo mismo de lacordura o seso: el hombre de seso es el quepractica la virtud, y la fortaleza de ánimo,que se prueba en las dificultades, “les vienepor natura de cuer la fortedumbre” (v. 249).

La fortuna, como sinónimo de riquezas,ayuda al hombre a ser feliz. Sin embargo, eldinero no debe ser atesorado, sino empleadoo dado. También en el Alexandre:

“Cuando nos de riqueza nos facemosloçanos,

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metémoslo so tierra, ençerramos lasmanos” (v. 1815).

Y en Planeta: “Ne in terram fodiensabscondam pecuniam celestis Domini”(pág. 198).

Es mejor dar que recibir, dice el filóso-fo. La avaricia consiste en el exceso de reci-bir y en el defecto de dar.

Si bien quisieres dar, Dios te dará que des;si non hovieres hoy, havrás d´hoy en unmes (v. 64).

Es posible que el autor del poema hayaencontrado apoyo en la Ética para describircon cierto agrado costumbres que estaban ysiguen estandoen uso al menos en una granparte de la sociedad.

El Scretum Secretorum de Aristótelesfigura entre las obras traducidas por Hispano.

En la Biblioteca Nacional de Madrid seconserva el manuscrito 9.428, en romancecastellano y con letra del siglo XV. Contie-ne una Carta de Aristóteles a Alejandro (ff.1 al 20), otra al rey don Pedro (21 al 27),otra de San Bernardo (29 al 32) y finalmen-te el Secretum (32 al 51).

Existen numerosos ecos del Secretum enel Alexandre, pudiendo apreciarse que elautor ha trasladado a sus versos el tono pon-derado del Secretum:

En el f. 33v del manuscrito, Alejandrorecibe nuestros consejos del maestro paraque gane el favor de los vencidos por elamor y no por la fuerza: “E assí por el amorque ternán acerca de ti enseñorearte hassobre ellos pacifica mente e honrrada mentecon honrra”.

En el Alexandre:

“Los que se rindieron por derecho temor,si entre nos e ellos non hoviesse amor,cuando nos traspongamos havrán otro señor,seremos nos caídos en tan mala error” (v.1848).

El rey, dice el Secretum, no es uno másentre los combatientes sino el que alienta atodos hasta morir. Debe el rey procurar quesus tropas estén situadas en lugar más eleva-do que las del enemigo y, ante todo, que nohuyan como traidores.

El Secretum insta con encarecimiento alrey a que se mantenga fiel a los pactos. Delo contrario, se vuelve al estado de las bes-tias.

Carta del rey Alfonso VIII al papa Ino-cencio III

Merece especial mención esta carta, por-que en ella el monarca da cuenta al papa delgran triunfo de los cristianos en las Navas deTolosa, así como de la preparación y desa-rrollo de la batalla.

Aunque no haya quedado constancia desu redactor, parece acertado pensar en laspersonas más relevantes de la curia regia, acuyo frente se encontraba precisamenteDiego García como canciller (él mismo, conel nombre de Hispano, gobernaba entoncesla diócesis de Segorbe-Albarracín. DonRodrigo Jiménez de Rada, arzobispo deToledo, predicó aquella Cruzada de Occi-dente por el reino aragonés, Francia e Italia,y no debemos olvidar los vínculos existen-tes entre ambos).

Y si la carta nos lleva a Diego García, sulectura detenida nos acerca al Alexandre. Sedan muchas coincidencias en cuanto a temasy formas, e incluso se da el caso de que

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algunos errores de transcripción puedencorregirse gracias al poema.

En primer lugar, al referir al papa cómofue distribuido el botín de la conquista deCalatrava, pone el acento en el desinterésdel rey y de los castellanos.

Volvamos al Alexandre y a algunos delos consejos que Aristóteles daba a su discí-pulo:

“Cuando ¡que Dios quisier! La lid fuerarrancada,non te prenda cobdiçia a ti de prender nada;parte bien la ganançia a la tu gent lazrada:tú llevarás el prez, que val raçión dobla-da” (v. 82).

El alto concepto medieval de la realezarechazaba que el rey se mezclase en asuntoscrematísticos, y en concreto, en cualquiertipo de mercadería. El rey debe ser libre detomar cuanto necesite (“Nobleza nuncaquiso entender de mercado” , v. 1286).

El redactor de la carta tiene interés, tam-bién, en proclamar otra de las virtudes delrey: su costumbre de consultar en losmomentos difíciles, práctica que se ajusta alos reiterados consejos de Aristóteles:

“Siempre faz con consejo cuanto que farhovieres,fabla con tus vassallos cuanto fazer qui-sieres” (v. 53).

“Allí prendió consejo cómo havié de far,si irién adelant o querrién esperar” (v.821).

Cuando el ejército cristiano luchaba enla conquista de Calatrava, tras unas negocia-

ciones con los que estaban dentro, permitie-ron que éstos salieran libres, pero se apode-raron de las armas y abundantes vituallas“que ibi erant, que intus habebantur” (p.511), “Rindióle la çibdat con cuanto yhavié” (v. 1459).

Alejandro Magno no sólo ha de lucharcontra el enemigo, sino también ha de hacerfrente al cansancio y la cobardía de lossuyos. El desaliento es el peor enemigo.

Alfonso VIII se lamenta en su carta deque no ha sido capaz de retener a muchos delos suyos, y también de que el abandonosupone para él una traición a la cruz de Cris-to.

Tras la derrota sarracena, los cristianospermanecieron dos días en el campo debatalla. El rey cuenta que en este tiempoquemaron saetas y lanzas del botín paracocer los alimentos, y afirma que no llega-ron a consumir ni la mitad.

En el Alexandre:

“Dioles de su haver quant quisieron lle-var” ,...”de oro e plata cuanto levarpudiessen” (v. 1639).

Prosigue la carta dando cuenta de lasconquistas llevadas a cabo en el día tercerotras la batalla principal, y acto seguido, de lamarcha sobre Baeza y Úbeda.

Dice que encontraron Baeza destruida;Úbeda en cambio, se había convertido enrefugio de “una multitud infinita de hom-bres de las villas adyacentes”.

El rey justifica la conquista y destruc-ción de Úbeda desde los cimientos alegandorazones similares a las que aparecen en elpoema.

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El Alexandre alega razones paralelaspara la destrucción de Persépolis:

“Mandóla por çimiento destroïr e quemar,nunca más la pudieron bastir nin restau-rar” (v. 1601).“Assí fue destroída e tod´ ida a malque non pareçe della una sola señal”(v.1602).

Los reyes del medievo sentían el poblary repoblar como un deber.

“Señor, las tierras yermas he todas bienpobladas” (v. 1706)“poblara por ventura Troya la destroída”(v. 2468).

Los acompañantes de Alejandro en laconquista soñaban con las tierras que pensa-ban poblar:

“Señor, ¿a cuáles tierras iremos nospoblar?” (v. 893).

Alfonso VIII asegura a Inocencio III quehubiera poblado de nuevo las ciudades deÚbeda y Baeza, pero no lo hizo “quia nonpossemus habere tantam multitudinem gen-tium, que ad illas populandas sufficere pos-sent” (514).

Al final, afirma que dieron muerte aalgunos, pero a otros los llevaron cautivospara el servicio de los cristianos y para lareparación de monasterios.

En el poema:

“Los unos destroídos, los otros captiva-dos” (v. 2109).

La carta y Planeta, y también el Alexan-dre al concluir la narración (v. 2669), termi-nan con una plegaria inspirada en la liturgia.En ella se rinden gracias y loas a Dios por-que ayudó en los comienzos y ha concedi-do llegar al final con éxito.

En conclusión, antes cuando se hablabadel autor del Libro de Alexandre se pensabaen un clérigo o monje, sabio y piadoso, perotambién se observaban otros elementos en ellibro que despistaban a los investigadores:elementos militares, jurídicos, profanos,filosóficos, etc.

En Hispano se armoniza todo: clérigo,traductor de los árabes, conocedor del Dere-cho y la Teología, poeta consumado, estu-diante universitario en París, deán, abad,probable caballero de la Orden de Calatravaen su juventud, obispo, canciller...

Y si bien todo lo que llevamos dicho deHispano Diego García como posible autordel Libro de Alexandre resulta convincente,también es verdad que nos obliga a ciertosreplanteamientos: si él fue su autor, resultaimposible localizar la composición del libroen la época de apogeo del Studium palentinosino ¿antes, tal vez en sus inicios...?

Y en caso de aceptar su autoría ¿escribióantes el Alexandre que Planeta? ¿podría talvez haberlos simultaneado?

Dada la envergadura del poema, yahemos dicho que era tarea imposible de aco-meter por una sola persona. ¿Quizá pudoplanificarlo e incluso comenzarlo en susaños jóvenes y luego continuarlo, ya con-tando con la colaboración del Studium y deun equipo dotado intelectualmente paraello? Es necesario recordar, una vez más,que esta obra se fue gestando a lo largo demuchos años.

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Tampoco debemos olvidar que noshallamos sumergidos en plena Edad Media,en aquellos tiempos oscuros en los que todointento de aseverar algo con certeza sueleresultar difícil.

Falta, efectivamente, el descubrimientodefinitivo de su firma en algún documento,algún detalle concreto e irrefutable, para quesu nombre pase a los libros de literatura yocupe el lugar que merece.

Quizá entonces, Gonzalo de Berceodeberá cederle el puesto de “primer poetaespañol de nombre conocido” que todoshemos estudiado, y podrá demostrarse queEl Libro de Alexandre, considerado como laprimera y la mejor obra del Mester de Cle-recía y tal vez una de las más perfectas yuniversales de toda la Edad Media, fueescrita en Palencia y que su autor fue unpalentino de Naveros de Pisuerga.

NOTAS

1 Libro de Alexandre, v. 38-46.2 Jacques VERGER, “À propos de la naissance de la

université de Paris: contexte social, enjeu politique,portée intellectuelle”, Schulen and Studium, 34,1986, pp. 69-96, p.76.

3 María Jesús FUENTE PÉREZ, El Estudio Generalde Palencia. La primera universidad hispana.Palencia, Ed. Cálamo, 2012. p. 164.

4 Libro de Alexandre, v. 2161-2162 .5 Libro de Alexandre, v. 2173-21796 Libro de Alexandre, v. 23067 Libro de Alexandre, v. 2270, 2496.8 Libro de Alexandre, v. 22909 Raymond S. WILLIS, “Mester de Clerecía”.

Libro de Alexandre y la tradición de la cuaderna vía(Historia Crítica de la Literatura Española, Ed. Crí-tica, Barcelona, 1979, pp. 141-145.)

10 María Jesús FUENTE PÉREZ, op. cit., p. 198.

11 Marcelino MENÉNDEZ PELAYO, Historia de lapoesía castellana en la Edad Media, 3 vols. Madrid,1911-1915, p. 159.

12 Ramón MENÉNDEZ PIDAL, “Los juglares y losorígenes de la literatura española”, en Hª y Crítica dela Literatura Española, op. cit., pp. 15-19.

13 María Jesús FUENTE PÉREZ, op. cit., p. 200.14 Brian DUTTON, “French influences in the Spa-

nish Mester de Clerecía”, in Medieval Studies inhonor of Robert White Linker, Valencia, Ed. Casta-lia, 1973, pp. 73-93.

15 Isabel URÍA MAQUA, “Sobre la unidad del Mes-ter de Clerecía del siglo XIII. Hacia un replantea-miento de la cuestión, en Actas de las III Jornadasde Estudios Berceanos, Ed. C. Gª Turza, Logroño,Diputación Provincial, 1981, pp. 179-188.

16 Libro de Alexandre, v. 763.17 Peter LINEHAN, La Iglesia española y el papa-

do, p.155 y ss.18 Marcelino MENÉNDEZ PELAYO, Antología de

poetas líricos castellanos, Vol I, cap III, Santander,1944, p. 191.

19 María JESÚS FUENTE PÉREZ, op. cit., p. 82.20 Isabel URÍA MAQUA, “El Libro de Alexandre y

la Universidad de Palencia”, en Actas del I Congre-so de Hª de Palencia IV, Diputación de Palencia,1987. pp. 431-442.

21 Libro de Alexandre, v. 2329.22 Libro de Alexandre, v. 58, 60.23 Libro de Alexandre, v. 2672.24 Alfred MOREL FATIO, Recherches sur le texte et

les sources du Libro de Alexandre, en Romania, IV,1875, p. 7-90.

25 María Jesús FUENTE PÉREZ, op. cit., p. 202.26 Emilio GARCÍA GÓMEZ, Un texto árabe occi-

dental de la leyenda de Alejandro, según el manus-crito árabe XXVII de la Biblioteca para la Amplia-ción de Estudios, Madrid, 1929.

27 Libro de Alexandre, v. 1873-1879.28 Libro de Alexandre, v. 2559.29 Manuel de MONTOLÍU, Literatura castellana,

Barcelona, 197, p. 54.30 Libro de Alexandre, v. 2674, 2675. 31 Mª Jesús FUENTE, op. cit., p. 205.32 Francisco RICO, “La clerecía del mester: sílabas

contadas y nueva cultura”, Historia y Crítica de la

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Literatura Española. Edad Media, Primer Suple-mento. Ed. Crítica, Barcelona, 1991, pp. 109-113.

33 Isabel URÍA MAQUA, op. cit., p. 431.34 Emilio ALARCOS LLORACH, Investigaciones

sobre el Libro de Alexandre, CSIC (Anejo XLV de“Revista de Filología Española”), Madrid, 1948, pp.17-46.

35 Dana ARTHUR NELSON, Gonzalo de Berceo,Libro de Alexandre, reconstrucción crítica. Madrid,Ed. Gredos, 1979.

36 Salvador CLARAMUNT, Estudios sobre los oríge-nes de las universidades españolas, p. 98. “La trans-misión del saber en las Universidades”, La Enseñan-za en la Edad Media, X Semana de Estudios Medie-vales de Nájera, Logroño, 2000, pp. 129-150.

37 Mª Jesús FUENTE, op. cit., p. 32-35.38 Carlos ESTEPA DÍEZ, Ignacio ÁLVAREZ BORGE y

José Mª SANTAMARÍA LUENGOS, Poder real y socie-dad. Estudios sobre el reinado de Alfonso VIII(1158-1214), León, Universidad de León, 2011.

39 Documento del papa Urbano IV al obispopalentino don Fernando (1256-1265).

40 Por bula de Honorio III, dada en Segni el 25 dejunio de 1230. Archivo de la Catedral de Palencia,armario II, legajo I, doc. 38. Jesús San Martín,“Catálogo Catedral de Palencia”, PITTM, 50 (1983),p. 45.

41 César GONZÁLEZ MÍNGUEZ, “Los tejedores dePalencia durante la Edad Media”, PITTM, 63,(1992), pp. 93-123.

42 Pedro FERNÁNDEZ DE PULGAR, Historia seculary eclesiástica de la ciudad de Palencia, II, Ed. Fac-símil, 3 vols. Merino Artes Gráficas, Palencia, 1981,p. 278.

43 Lucas DE TUY, Chronicon Mundi, Emma Falque(ed), 2.003, IV, 84, pp. 324-325.

44 Rodrigo JIMÉNEZ DE RADA, Historia de rebusHispaniae, Juan Fernández Valverde (ed), 1987, cap.XXXIV, p. 256.

45 Primera Crónica General, Ramón MENÉNDEZPIDAL, (ed), Madrid, Gredos, 1977, cap.1007, p. 686.

46 Georges MARTIN, “Dans l´ atelier des faussai-res. Luc de Tuy, Rodriguez de Tolède, Alphonse X,Sanche IV: trois exemples de manipulations histori-ques (León- Castille, XIIIª siècle)”, Cahiers de lin-guistique et de civilisation hispaniques médiévales,24, 2001, pp. 19-38).

47 Carlos ESTEPA DÍEZ, Ignacio ÁLVAREZ BORGE yJosé Mª SANTAMARÍA LUENGOS, Poder real y socie-dad, (aportan 975 diplomas).

48 Archivo de la Catedral de Palencia (ACP), arm.3, leg. 2, doc. 6, 9, J. San Martín , “Catálogo”, p. 87.María Teresa ABAJO MARTÍN, Documentación de laCatedral de Palencia, pp. 272-280.

49 Mariano PESET, “La corporación en sus prime-ros siglos, XIII-XV”, Historia de la Universidad deSalamanca: II, Estructuras y flujos, Luis EnriqueRodríguez –San Pedro Bezares (ed), Salamanca,Ediciones de la Universidad de Salamanca, 2004, p.19.

50 Un ejemplo es la mención de Francisco Rico ensu trabajo “La clerecía del Mester”, que apuntacómo el obispo Tello junto con el rey Alfonso VIII“logró convertir en Studium generale la vieja escue-la episcopal palentina, hacia el mismo año 1212 enque fue consagrado obispo”, op. cit., p. 14.

51 Manuel Alejandro RODRÍGUEZ DE LA PEÑA,“Rex institutor scholarum: la dimensión sapiencialde la realeza en la cronística de León-Castilla y losorígenes de la Universidad de Palencia”, HispaniaSacra, 62, 2010, pp. 491-512, p. 499.

52 María Jesús FUENTE, op. cit., p. 87.53 Juan DE MARIANA, Historia de España, Vol 3,

edición de Madrid, 1828, imprenta de los hijos dedoña Catalina Piñuela, p. 102 (la primera edición esde 1592).

54 Pedro FERNÁNDEZ DE PULGAR, Historia ecle-siástica y secular de la ciudad de Palencia, II, pp.278-279.

55 Hastings RASHDALL, The Universities of Europein the Middle Ages, I, 3 vols, ed. F. M. Powicke andA. B, p. 7 (de 1909 a 2013, 49 ediciones).

56 Francisco RICO, “La clerecía del mester”, p. 7.57 Gonzalo DE BERCEO, Vida de San Millán, estro-

fas 462- 475.58 Isabel URÍA MAQUA, Gonzalo de Berceo estu-

diante de Palencia y colaborador en el Libro de Ale-xandre, Berceo, 155, 2008, p. 36.

59 Documentos de Gregorio IX referentes a Espa-ña, documentos 539 y 580, Registro Vaticano, pp.441 y 470.

60 Francisco Javier FERNÁNDEZ CONDE, “Albigen-ses en León y Castilla a comienzos del siglo XIII”.León medieval: doce estudios, ponencias y comuni-caciones presentadas al coloquio “El reino de León

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en la Edad Media”, León, Colegio Universitario,1978, pp. 95-114.

61 Isabel URÍA MAQUA, “El Libro de Alexandre yla Universidad de Palencia”, en Actas del I Congre-so de Hª de Palencia, Tomo IV, p. 440, DiputaciónProvincial de Palencia, Palencia, 1987.

62 Francisco RICO, “La clerecía del mester”, en H.R., 53, 1, 1985, pp. 1-23.

63 José HERNANDO PÉREZ, Hispano Diego García–escritor y poeta medieval–, y El Libro de Alexan-dre, Burgos, 1992, p. 70.

64 Fernán PÉREZ DE GUZMÁN, ”Mar de Historias”,capítulo referido a Diego de Campos, en Generacio-nes y Semblanzas, ed. y notas de J. Domínguez Bor-dona, Madrid, 1924, pp. 193-194.

65 Diego GARCÍA DE CAMPOS, Planeta, Edición,introducción y notas del P. Manuel Alonso, S.I, pro-fesor de la Universidad Pontificia de Comillas,CSIC. Madrid, 1943, pp. 44-47.

66 José HERNANDO PÉREZ, op. cit., p. 39.67 Planeta, op. cit., Introduccion, P. Manuel Alon-

so, p.76.68 Planeta, op. cit., p. 140.

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PITTM, 89, Palencia, 2018, pp. 37-85, ISSN 0210-7317

Segunda estrofa del “Libro de Alexandre”.

Primera página del “Libro de Alexandre”.

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El Libro de Alexandre y la Universidad de Palencia 81

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Edificio antiguo de la Universidad de Palencia. Dibujo a plumilla.

Casa de Santo Domingo de Guzmán, probable sede de la primera universidad española.

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Señor Presidente de la Academia,compañeros Académicos,representaciones oficiales,y amigos todos en este solemne acto:

Me es muy particularmente grato el darla bienvenida a Beatriz Quintana Jato comonueva académica de esta ya veterana, ilustree histórica Institución Tello Téllez de Mene-ses, hoy también denominada oficialmenteAcademia Palentina de Historia, Letras yBellas Artes. Y digo que me es muy particu-larmente grato porque Beatriz lleva yamucho tiempo acumulando méritos pararecibir esta investidura y porque personal-mente he seguido y apoyado sus afanes deinvestigación y divulgación de nuestra len-gua y nuestra Literatura, muy especialmentelos dedicados a Palencia, sus historia y sushijos ilustres.

Pero, en fin, todo llega, todo ha llegadodespués de unos años en los que el nombrede Beatriz saltó de lista en lista de aspiran-tes, a sabiendas y a paciencias de que habíaque respetar preferencias y prioridades. Perosiempre también con la esperanza de que,por sus méritos y por el afecto de los com-ponentes de la Academia, llegaría a tiemposu recepción.

Beatriz Quintana nació en Lugo y claroestá que su tierra gallega no se ha ido nunca

de su corazón, pero para nosotros cuentaque desde sus primeros pasos profesionalesse vinculó a Palencia, ciudad con la que seha identificado ya para siempre. EstudióFilología Románica en la Universidad deSalamanca y ha ejercido durante muchosaños como catedrática de Lengua y Literatu-ra en nuestro Instituto Jorge Manrique.

Fue precisamente su afán por acumulary extender saberes sobre su especialidaduniversitaria la que llamó la atención dequienes supimos de sus comunicaciones encongresos, de sus conferencias y seminariosy de sus frecuentes colaboraciones en pren-sa y revistas especializadas. Esta intensaactividad extradocente hizo que desde elClub de Amigos de Alemania se la requirie-ra para participar en aquellas Semanas Cul-turales que, de la mano del doctor JulioAguado Matorras y con mi colaboración,organizaba el Club cada primavera y cadaotoño.

Y hay que decir que Beatriz siempre res-pondió solícita a nuestras invitaciones,incluso cuando, no teniendo ella previstoningún tema, accedía a hacerse cargo denuestras orientaciones. Tal ocurrió con eltema de Sinesio Delgado, el ilustre palenti-no, nacido en Támara de Campos en 1859, ydel que sabíamos de una rica biografía, perodel que apenas se apuntaba su nombre en los

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CONTESTACIÓN AL DISCURSO DE D.ª BEATRIZ QUINTANA JATOGonzalo Ortega AragónAcadémico Numerario

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manuales de la Literatura como creador dela Sociedad General de Autores. Animamosa Beatriz a preparar una charla sobre tal per-sonaje del que confesó conocer unos some-ros datos. Pero del empeño puesto por Bea-triz por aclararnos algo de la vida y milagrosde aquel Sinesio Delgado casi desconocidosalió un magnífico resultado.

Y a fe que la intervención de Beatriz nossorprendió a todos, porque en no muchotiempo había conseguido una amplia, minu-ciosa semblanza de quien, además de habercreado la Sociedad General de Autores,había sido un agitador de la vida literaria ypolítica en el Madrid de la Restauración yfue autor de una amplísima producción lite-raria, empezando por sus numerosas obrasde teatro, siguiendo con sus libretos de zar-zuela y terminando con sus abundantes ver-sos de ocasión, de siempre inspirada impro-visación.

Tras escuchar la bien documentada con-ferencia sobre Sinesio Delgado, entendimosque aquella investigación no podía quedarseen una simple charla de la que luego sueleolvidarse casi todo. Y desde el Club de Ami-gos de Alemania animamos y ayudamos aBeatriz a conseguir la manera de que aque-llos conocimientos sobre Sinesio Delgadotuvirean el soporte imperecedero de unlibro. Y Beatriz lo consiguió con creces, enuna buena edición de Cálamo, en que a losdatos expuestos en la conferencia del Clubhabía añadido mucho material gracias a suinfatigable y eficaz afán investigador, que lallevó incluso a contactar con los descen-dientes del ilustre hijo de Támara.

Gracias, pues, a Beatriz, tenemos lospalentinos y todos los estudioso de la Lite-ratura una cumplida semblanza de un ilus-tres paisano que dejó aquí sus tierras, sus

proyectos académicos y sus entrañablesvivencias pueblerinas para marcharse aMadrid, donde luchó hasta la extenuaciónpor triunfar; y lo consiguió a pesar de intri-gas y sinsabores. Y es que:

Adiós de las casas viejaslos verdosos murallones; y adiós a las sucias callejas con sus historias añejas de fantasmas y dragones. Aquí se arruga la piel y se duerme el corazón. Yo amo el barullo, el tropel y quiero morir en él de fiebre y de consunción.

Pero, sin duda, donde Beatriz se armócaballero de la Orden de la Literatura y laLingüística fue en su trabajo de la TesisDoctoral, presentado en 1997, 21 años hace,y hace dos años publicado en parte por laInstitución Tello Téllez de Meneses, Acade-mia Palentina de Historia, Letras y BellasArtes, con la colaboración de la DiputaciónProvincial. La tesis trata sobre “don PedroFernández de Pulgar y su obra americanista:Una aportación al estudio de la Lengua delsiglo XVII”. Fue sin duda don Pedro Fer-nández de Pulgar una figura descollante nosolo en el Cabildo de Palencia, sino tambiéncon peso en el mundo político e intelectualdel siglo XVII.

Don Pedro Fernández de Pulgar nacióen diciembre de 1620 en Medina de Rio-seco, localidad que entonces pertenecía ala diócesis de Palencia. Formado en elSeminario Diocesano de Palencia, mástarde logró el grado de Doctor en Teologíaen la Universidad de Salamanca. En enerode 1662, recién cumplidos los 41 años,consiguió por oposición la canonjía de

Gonzalo Ortega Aragón84

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Penitencial en la catedral de Palencia ydesde entonces desempeñó muy diversoscargos dentro del Cabildo palentino.

Entregado a los estudios y con unagran biblioteca propia, fue nombrado His-toriador de Indias y más tarde CronistaMayor de Indias. Aparte de sus obrasamericanistas y otras muchas obras detema muy variado, destaca entre su pro-ducción la “Historia Secular y Eclesiásti-ca de la Ciudad de Palencia”, uno de losclásicos más importantes para conocer lahistoria palentina.

En la tesis de Beatriz, se dedican unoscapítulos a la biografía de don Pedro Fer-nández de Pulgar, la Historia de Américay la descripción del manuscrito estudiado,que consta de 405 folios de 48 líneas cadauno. Y a partir de ahí, entra la autora en elestudio lingüístico de la obra de Fernán-dez de Pulgar, trabajo que podemos califi-car absolutamente singular por su exten-sión y minuciosidad. Pues en él se va de laacentuación y puntuación al análisis fono-lógico y la sintaxis, al exhaustivo estudiodel léxico. Finalmente, se detallan los cul-tismos de la obra, la incorporación deextranjerismos, la formación de nuevaspalabras y los rasgos barrocos del estilode don Pedro.

Por último, todos hemos podido com-probar la erudición acumulada por Beatrizen torno a un tema apenas conocido, apesar de sus concomitancias con la geo-grafía palentina. Un tema en la que ella hallegado más lejos que nadie, según yahemos comentado sobre los frutos de susafanes. Y es que da la impresión de quecada obra suya de ceración supone unenamoramiento del tema, al que Beatriztoma como suyo y, por tanto del que debeser la mayor poseedora.

Baste este sucinto repaso sobre la pro-fesora Beatriz Quintana Jato, que estatarde ha ejercido magistralmente. Y comode ella esperamos más magistraturas, puesvaya en nombre de todos mis compañerosacadémicos mi bienvenida, y mi enhora-buena. Y a ustedes les pido un nuevoaplauso, ya de amiga y maestra.

Contestación al discurso de D.ª Beatriz Quintana Jato 85

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