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2 de agosto de 2015 Cultural La corrupción de Petrobras, la caída del precio del crudo y el costo medioambiental han dinamitado el sueño de millones de brasileños. PÁGINAS 6 A 9 ® Brasil, la quimera del oro negro

Domingo Cultural 2015/08/02

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2 de agosto de 2015

Cultural

la corrupción de Petrobras, la caída del precio del crudo y el costo medioambiental han dinamitado el sueño de

millones de brasileños. Páginas 6 a 9

®

Brasil, la quimera del oro negro

Domingo es un magazine semanal. Impreso en los talleres de Editora DEMAR, S.A. de C.V., ubicados en la calle Matías Canales No. 504, Código Postal No. 88620, Col. Ribereña, Apartado Postal No. 14, Cd. Reynosa, Tam. [email protected]

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DISEÑO Mariela Olvera

apartado postaL 14

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2Domingo \ el mañana \ 2 de agosto de 2015 PSicoLogÍa

Por Miriam SubiranaeL PaÍS

Los espacios y tiempos configuran nuestra vida. Vivimos cambiando de velocidad. En casa habitamos en nues-tro territorio a nuestro ritmo, y de ahí salimos a otros: el trabajo, la calle, los bares, los centros comerciales, pla-yas, montañas, coches, aeropuertos… Estamos también en zonas de ruido, de conversación, de silencio, de sole-dad. Vivimos tiempos apresurados, estresados, presionados, tranquilos, aburridos, de competición, de ocio. A menudo ni siquiera podemos deci-dir cuáles son esos espacios por los que transitamos ni somos dueños de nuestros tiempos. ¿Cómo configuran nuestra vida?Estamos adaptándonos constante-mente a ellos. La dispersión, el estrés y la angustia aparecen a menudo en estos intervalos de adaptación. ¿Sabemos aprovechar lo que estos

cambios nos facilitan? ¿Los buscamos o vivimos atrapados en nuestros hábi-tos y rutinas?El estrés del tiempo libre. El tránsito del trabajo al ocio puede provocar ansiedad y estrés. Llevamos meses de actividad intensa y de un día para otro estamos de vacaciones. Ahora el tiempo es más nuestro. Sin embargo, nos encontramos con el impulso de hacer, planificar y estar ocupados. El hábito puede estar tan arraigado que llenamos nuestra agenda de visitas, viajes, encuentros y planes. Vamos a un lugar distinto, y la preparación anticipada nos produce a veces más gozo que cuando estamos allí porque queremos asegurarnos de no per-dernos nada. Es bueno estar abierto al aprendizaje que supone viajar y ver; sin embargo, ¿cuánto gozamos del momento? ¿Hasta qué punto cal-mamos nuestro hábito de tener que planificar y estar siempre en acción?La sensación de agobio puede deberse

Cuando nos agobia el tiempo libre

-Ser capaces de disfrutar de lo que hacemos, aquí y ahora, desarrolla la atención. -Cambiar el ritmo puede aburrir al principio, pero debemos tener paciencia para conseguirlo

32 de agosto de 2015 / el mañana / DomingoPSicoLogÍa

Para saber másLiBroS

◗Flow Mihály Csíkszentmihályi (Kairós)

◗La felicidad según Spinoza Maite Larrauri-Max (Tandem)

◗Ocio: La felicidad de no hacer nada Ulrich Schnabel (Plataforma Editorial)

“La información se come la atención de sus receptores”. HERBERT A. SIMON

caDa once MinutoS...

Cada once minutos, demuestra la experta informática Gloria Mark, somos interrumpidos por teléfono, correo, información o colegas. Estas interrupciones se convierten en un estímulo al que nos volvemos adic-tos. Acabamos dependiendo de estos chutes de información que activan la adrenalina. Cada vez más nuestras fases de atención y concentración disminuyen y nos es difícil tener pen-samientos profundos, creativos y que aporten soluciones a las situaciones complejas en las que nos vemos invo-

lucrados.Dosifiquemos conectarnos por las redes para estar presentes donde esta-mos, con quienes estamos, y sentir el sabor del instante sin tener que hacer nada ni responder a ningún aliciente que irrumpa en nuestra intimidad. En el tiempo de ocio, creemos estrategias de desaceleración. Una situación que acabará siendo altamente productiva si la aplicamos bien porque nos brin-dará mayor bienestar y nos permitirá desarrollar concentración, estar más atentos y tener pensamientos más

profundos.

a nuestra necesidad de buscar siempre cosas mejores y novedosas, y a nuestra incapacidad de encontrarnos cómo-dos y bien donde estamos y con lo que tenemos. El neurólogo Emrah Düzel lo explica: “Con la percepción de lo nuevo el cerebro libera mucha dopa-mina, vincula ese descubrimiento a la sensación de que ahí encontrará una recompensa. De no ser esto así, el hombre nunca se habría aventurado a salir del agujero. Colón nunca habría buscado una nueva vía marítima y el vuelo a Marte no sería un objeto de reflexión para nosotros”.En otros casos, pasamos de estar muy activos a ser espectadores pasivos. Internet, los smartphones, los inter-cambios constantes por Facebook, Twitter, correos electrónicos y otros medios suponen una multiplicidad de estímulos que influyen en nuestra fuerza de voluntad y capacidad de autocontrol. Incluso en nuestro tiem-po libre nos vemos invadidos por las noticias y datos que llegan por nues-tros teléfonos. Se convierte en una adicción. Observamos la aventura de una película o un acontecimiento deportivo en vez de vivir nosotros una o practicar un deporte. Estamos siendo espectadores pasivos, y esto al final no nos proporciona plenitud. En vez de disfrutar del descanso nos aburrimos por falta de vivencias y nos sobreviene el estrés del tiempo libre. Pasar de un tiempo ocupado y activo a otro más libre implica a veces saber aburrirse para ir desacelerando el ritmo. Domine sus circunstancias. El tiempo libre es deses tructurado y más difícil de configurar. Uno quiere regresar rápido a casa después de un día intenso de trabajo y luego, cuando llega, al cabo de un rato, no sabe qué hacer y enchufa la televisión o se dis-trae con Internet. Son distracciones que no nos nutren ni nos producen verdadero descanso. Quizá nos brin-dan una pausa en los pensamientos y preocupaciones, pero seguimos abier-tos a estímulos externos que no per-miten un pensamiento creativo, sino que quedamos atontados ante lo que vemos acontecer frente a nosotros.El “no hacer” nos angustia, provocan-do la sensación de estar “perdiendo” el tiempo, y el no querer sufrir esa ansiedad junto al deseo de sentirnos activos nos impulsan a la acción. Es

positivo no dejarse dominar por la ten-tación de buscar siempre cosas nue-vas para colmar deseos y necesidades que probablemente sean superfluos. Se trata de desarrollar el arte de no ser marionetas de nuestros anhelos sin autocontrol, ya que muchos de ellos son inculcados por lo que se supone que uno debe tener, consumir y hacer y no por lo que realmente se quiere. Sepamos decir basta.Unas verdaderas vacaciones consis-tirían en conseguir que nada tire de nosotros, en que nuestra atención esté centrada en gozar del instante presen-te sin que busquemos estímulos, sien-do capaces de pasarlo bien sin hacer nada. Aprendamos el arte de potenciar la atención cuando nos falten metas, estímulos y retos externos. Para ello necesitamos paciencia. Tomarnos con calma los días de transición de un tiempo apresurado a otro más nues-tro. Al principio, quizá nos aburrimos o nos sentimos “descolocados”, pero poco a poco aprendemos a disfrutar de la chispa de cada momento. No permitiendo que la mente ya esté en otro lugar, planificando lo que tendría que venir luego y cuál es el siguiente deseo a cumplir. Se trata de dominar el propio tiempo. Para ello disfrute-mos de lo que hagamos. Hacerlo desa-rrolla nuestra atención. Lograr estar concentrados plenamente en nuestro quehacer tiene valor en sí mismo. Un día en la playa observé a una niña jugar con las olas, les hablaba, se reía, estaba totalmente absorta en su juego y asom-bro por el vaivén de las olas, seguía su compás. No se planteaba si ese juego le reportaba algo, más que sentirse feliz en el aquí y ahora. Estaba concentrada y radiante.Pintar, tocar música en grupo, cuidar las plantas con pasión, fotografiar, jugar, bailar, cocinar algo nuevo en familia, una conversación interesante, reír hasta que se nos saltan las lágri-mas son otras formas de disfrutar que contribuyen a desarrollar la concen-tración y la atención. Se trata de buscar retos que exijan toda nuestra concen-tración, actividades que ni nos abru-men ni nos aburran y nos permitan ser

creativos. Una amiga me confiesa que un solo sábado le cunde mucho más que tres días entre semana. Y ocurre así porque cambia de espacio y de ritmo y eso hace que su concentración y su creatividad florezcan.¿Variamos de ritmo en vacaciones y en nuestros periodos de ocio? Para que en nuestro tiempo libre logremos romper con la fuerza de la costum-bre, con ciertos hábitos y rutinas, es importante que nos planteemos: ¿qué considero esencial en mi vida? Y no perdamos de vista nuestras preferen-cias. Posiblemente la prioridad está en lo que sugiere Walter Benjamin: “La felicidad es volver a uno mismo y no asustarse”.Metafóricamente diríamos que volver a uno mismo es llegar a casa, dejar de correr. No me refiero a un lugar físi-co concreto, sino al espacio interno en el que uno se encuentra. Estar en casa consiste en estar bien con uno mismo. Con lo que piensa y siente, con su cuerpo, con su entorno. Por ejem-plo, cuando se inicia el Camino de Santiago, la mente va más rápido que el cuerpo. Poco a poco, caminando, se va habituando hasta que armoni-za cabeza y cuerpo, entonces está en casa. Se trata de valorar la sencillez, salir de la dispersión y encontrar la serenidad interior. Es posible vivir esta placentera sensación cuando dejamos de querer controlar las situaciones y a las personas, cuando aceptamos la incertidumbre y la no permanencia como estados naturales del cambio constante que implica vivir, y cuan-do estamos en paz con nuestros actos.Si en vez de entrar en sí mismo, lo que hace es huir, no aprenderá a domi-nar ni su tiempo, ni sus pensamien-tos ni su energía. Seguirá disperso. Mantenerse distraído para evitar las propias preocupaciones es distinto a encontrarse a sí mismo e ir al lugar en donde experimenta ser, la casa propia. Se trata de estar bien con uno mismo, incluso en estados de inacti-vidad como el sueño, la meditación o el simple acto de mirar por una ven-tana. Así favorecemos el bienestar, la creatividad y el propio rendimiento.

4Domingo \ el mañana \ 2 de agosto de 2015 eL PuLSo

Por Pablo de LlanoeL PaÍS

El subcomandante Marcos estaba sentado en los peldaños de la entrada trasera del auditorio Emiliano Zapata de la comunidad zapatista de Oventic, en las montañas de Chiapas, de espal-das a la mesa de conferenciantes en la que iba a participar en unos minu-tos como apertura del seminario El Pensamiento Crítico frente a la Hidra Capitalista, Pensamiento Crítico e Hidra Capitalista en mayúsculas. Llevaba un parche pirata en el ojo y fumaba en pipa. Lo rodeaba un círculo apretado de indígenas que lo miraban y se reían en el momento en que lle-gué, como si les acabase de hacer un chiste. El tamaño del Subcomandante, en mayúsculas, como Hidra o Pensamiento o Capitalista, es mucho mayor que el del indígena chiapane-co medio. Marcos es un mestizo de

más de metro ochenta y con volumen: fuerte, grande, ya con una cierta barri-ga de bien pasados los cincuenta años de edad. Debe de pesar al menos noventa kilos. Me senté a su lado, en un peldaño inferior, y le pregunté si me daría una entrevista. Él ha concedido bastantes en su vida de guerrillero célebre, pero desde hace unos años, en los que ha descendido su presencia mediática en particular y la del movimiento zapatista en general, solo se pronun-cia en comunicados o en actos del zapatismo. En estos años de pérdida de protagonismo ha cundido el rumor de que el subcomandante estaba enfermo de cáncer y se trataba en la Ciudad de México. Por su aspecto no parece enfermo. Por su voz tampoco. La cara no se le ve, la lleva encapu-chada, pero por sus ojos –sus célebres ojos– tampoco parece enfermo. “Yo ya no mando”, respondió, y alegó que

él no es quién en la jerarquía para decidir si habla o no con un perio-dista: “Eso tiene que decirlo Moisés”. Moisés, el Subcomandante Moisés, antes Teniente Coronel Insurgente Moisés –todo en mayúsculas, como Crítico–, es el nuevo número uno del EZLN desde que Marcos anunció en un acto de la primavera de 2014 que ya no era el líder. Luego empezó la conferencia de inauguración del seminario. Entre el público había un hombre con una banda amarilla en la frente y un montón de carpetas a su lado sobre una silla. En la tapa de la primera se leía: “Una piececita para armar el rompecabezas. Sabiduría solar maya”. Mientras hablaba el historiador marxista Adolfo Gilly, el hombre de la banda amarilla en la frente se quedó dormido. Cuando despertó, pregunté qué había en las carpetas: “Un documento que le quie-ro entregar a la comandancia”, dijo.

Al terminar la inauguración salí al cruce al subcomandante Moisés y le pregunté si le daba permiso al sub-comandante Marcos para hablar con-migo. Moisés es un indígena de etnia tojolabal de constitución robusta y bajo de estatura, como un tronco, tam-bién encapuchado. “No hay tiempo”, dijo sin dejar de caminar a paso firme. Marcos llegó detrás y, ante la insisten-cia de que tratase de convencer a su jefe, se formó un bloqueo –como esos que se hacen en baloncesto para librar a un compañero de su defensor– de una pequeña zapatista encapuchada: solo quedó la resignación de ver cómo se alejaban los dos subcomandantes. Serían las dos de la tarde. Cuando mi grupo ya iba de vuelta en furgoneta a la ciudad de San Cristóbal de las Casas, vi a una persona caminando sola por el arcén. Era el hombre de la sabiduría solar maya, e iba tocando unas maracas.

La sombra del subcomandantemarcos, guerriLLero céLebre, ya no es protagonista. ahora manda eL subcomandante moisés

52 de agosto de 2015 / el mañana / DomingoLa iMagen

Por Juan José MilláseL PaÍS

Hay retratos que funcionan indepen-dientemente de la persona retrata-da, que en el caso de hoy es Arthur Miller, autor de Muerte de un viajante o Todos eran mis hijos, además de marido aleatorio de Marilyn Monroe. Pero funcionaría igual si se tratara de un tipo cualquiera. Usted abre el periódico, tropieza con esta imagen y se detiene unos segundos. Quizá, después de pasar la página, vuelva sobre sus pasos para leer el pie de foto, que podría decir algo así: “Un tipo cualquiera, en su casa, anotando los gastos del mes (quizá haciendo la lista de la compra) con su hijo en brazos”. En los periódicos hay una ausencia escandalosa de cualquieras, por eso se agradece cuando sacan a uno.Arthur Miller, aquí, es cualquiera porque su jersey es el de cualquie-ra, su camisa es la de cualquiera, sus gafas son las de cualquiera, su actitud es la de cualquiera, su hijo es el de cualquiera. El talento de la fotógrafa (Inge Morath) no ha sido sacar a Miller, sino al cualquiera que llevaba dentro. Significa que el escri-tor atravesaba por momentos en los que no era nadie, que es lo normal, no ser nadie. No somos nadie, nada, pero pocas veces lo vemos refleja-do con la calidad que se aprecia en esta instantánea. Ya ven, hoy no se ha afeitado, tal vez ayer tampoco, el pelo de la cabeza comienza a ralear, a dispersarse. Envejece. De no saber que el niño es su hijo, lo habríamos tomado por su nieto. Lo bueno de las fotografías inteligentes es que fingiendo mostrarnos una cosa nos muestran otra. Este Miller podríamos ser usted o yo. Incluso podríamos ser el niño. O sea, nadie, nada.

No somos nadaeL taLento de La fotó-grafa no ha sido sacar

a miLLer, sino aL cuaLquiera que LLevaba

dentro

6Domingo \ el mañana \ 2 de agosto de 2015 rePortaJe

Por Heriberto araújo / anna vecianaeL PaÍS

El aspecto desértico que presentan el aparcamiento y los pasillos del único centro comercial de Itaboraí es una perfecta metáfora del des-moronamiento que padece esta localidad a 50 kilómetros de Río de Janeiro. Apenas medio centenar de automóviles se reparten un parking con capacidad para 1.000 vehículos, mientras un hotel, una facultad, 160 espacios comerciales, 10 salas de cine y una zona de restaurantes que puede albergar un millar de personas com-pletan un área prácticamente vacía.“Apenas llegamos al 60% de la cifra de negocio planeada”, explica Sharline Oliveira, dueña de un salón de trata-

miento de uñas situado en el centro comercial. Durante la media hora que dura la entrevista, sus seis trabajadoras aguardan sentadas la llegada de unos clientes que, vaticina João, empleado de una franquicia de comida rápida, difícilmente aparecerán. “¿Cómo va a venir gente a consumir si todo Itaboraí ha perdido su empleo?”, arguye.Para una urbe de apenas 200.000 per-sonas que no pasaba de ser una ciudad dormitorio más de Río, la inversión de 72 millones de dólares destinada a levantar el centro comercial fue nota-ble. Pero, hasta que se vino todo abajo, los ambiciosos planes petroleros que el gobierno brasileño y su empresa punta de lanza, la estatal Petrobras, tenía para la localidad invitaban a ser optimistas. Muchos pensaron

que la historia de Itaboraí daría un giro en 2006, cuando a raíz del des-cubrimiento de las mayores reservas petroleras de la historia de Brasil (el llamado presal, mar adentro), el entonces presidente Luiz Inácio Lula da Silva anunció en el municipio “la mayor inversión hecha en el país”: el Complejo Petroquímico de Río de Janeiro, conocido comúnmente por los brasileños por sus siglas, Comperj.El proyecto era extraordinariamente ambicioso en su impacto socio-eco-nómico. Una unidad de tratamiento de gas natural, dos refinerías y una zona de procesamiento petroquímico debían ser erigidas en un área de 45 kilómetros cuadrados, mientras los empleos generados directa o indirec-tamente superarían los 200.000. “No

conozco en América Latina una inver-sión de la magnitud de la que estamos lanzando aquí”, dijo Lula en 2010, al inaugurar las obras con un discurso marcadamente nacionalista. “El siglo XXI es el siglo de Brasil. Ya perdimos alguna oportunidad, pero no perde-remos esta”, remató el exsindicalis-ta, junto a su mano derecha, Dilma Rousseff, quien lideró el consejo de administración de Petrobras entre 2003 y 2010, antes de convertirse en presidenta del país.Al evocar ese episodio, Helil Cardozo, alcalde de Itaboraí, siente una irre-frenable indignación. “Se rieron de la población y de los inversores que creyeron en esas palabras. Dijeron que íbamos a ser la segunda renta más alta del Estado de Río de Janeiro. Fue una

Brasil despierta del sueño petrolero

en 2006, eL haLLazgo de Las mayores reservas petroLeras LLevó a Los habitantes de itaboraí, en eL estado de río de janeiro, a visLumbrar un futuro radiante

una década después, La ciudad Languidece. La corrupción de petrobras, La caída deL precio deL crudo y eL coste medioambientaL han dinamitado eL sueño de miLLones de brasiLeños

refinería Parada.Vista aérea de la localidad de Itaboraí, con la refinería de Petrobras al fondo.

12Domingo \ el mañana \ 2 de agosto de 2015 entreviSta

Por elsa Fernández-SantoseL PaÍS

Jessica Lange esconde con frecuencia su cara con las manos y el pelo, un gesto entre retraído e inquieto que resulta familiar para cualquiera que haya seguido los pasos de esta actriz que debutó en 1976 con King Kong. ¿Quién no se enamoró de aquella chica rubia que hacía sensuales equilibrios entre los dedos del gorila gigante? ¿Qué mujer no quiso parecerse a ella? Su King Kong, la más denosta-da, pero también la más sexual de las tres versiones, fue solo el principio de una carrera que explotó sobre la mesa de una cocina en el remake de Bob Rafelson de El cartero siempre llama dos veces (1981), en la que Jack Nicholson y ella interpretaron un coito que marcó época.Han pasado muchos años, muchas películas y personajes, una carrera reconocida por la industria y la crítica, tres parejas de larga duración, otros tantos hijos y varios nietos. La actriz acaba de cumplir 66 años, pero el gesto de las manos y el pelo sobre la cara es el mismo. Una serie, American Horror Story, la ha convertido en un rostro familiar –y adorado– por jóvenes que saben poco de su trayectoria, pero que han descubierto en ella a una actriz poderosa, capaz de mudar de piel cada temporada. Firmó por un año, pero se quedó cuatro. Como ha apuntado la crítica de televisión de The New York Times Alessandra Stanley, las estrellas de cine que se encaminan a las series lo hacen como los aristócratas euro-peos que emigraban a Estados Unidos tras la II Guerra Mundial: “Hay tantas

La mirada de Jessica Langedebutó en eL cine hace casi cuarenta años.

incendió La pantaLLa en ‘eL cartero siempre LLama dos veces’ y se convirtió en eL exponente de La

bohemia deL nuevo hoLLywood

ganó eL oscar en dos ocasiones, y fue tomando fotografías que mantenía en secreto. una expo-

sición en barceLona ha sacado a La Luz 134 de esas imágenes íntimas y costumbristas

oportunidades en el nuevo mundo y quedan tan pocas en casa”. Sin embar-go, Lange (Cloquet, Minnesota, 1949) vive esta renovada popularidad con incomodidad. En diciembre decidió abandonar –en pleno éxito– el barco. No le gusta la fama, y mucho menos en estos tiempos, cuando las nuevas tecnologías han derribado las barre-ras de la privacidad. Ella querría ser invisible. Y, con la terquedad propia del Medio Oeste estadounidense en el que creció, no renuncia a conseguirlo.En abril pasó tres días en Barcelona para promocionar su trabajo como fotógrafa, 134 imágenes en blanco y negro que se han expuesto hasta el 28 de junio en el Centro de Arte Santa Mónica bajo el título de Unseen (no visto). Durante tres largas jornadas, la actriz demostró su fobia por cualquier cámara que no sea la suya. Accedió a una sesión de fotos, aunque estuvo a punto de cancelarla, y no le impor-tó que una periodista la acompañase en sus ratos libres. Se mostró como alguien amable y familiar, sin darse demasiada importancia ni mostrar especial desconfianza, siempre obser-vadora.Trabajó duro junto a la comisaria de la exposición, Anne Morin, directo-ra de diChroma Photography y su valedora en el mundo de la fotogra-fía. Una conferencia de prensa, una hora de firma de libros, un paseo por la feria Arts Libris, una tarde dedi-cada a breves entrevistas, una mesa redonda. Estaba cansada la mañana de la sesión con Manuel Outumuro, quien la noche anterior había ofrecido un cóctel en su estudio al que la actriz asistió cumplidora, pero con ciertoa Jessica Lange no le gusta posar.

132 de agosto de 2015 / el mañana / DomingoentreviSta

“Al principio solo quería retratar a mis hijos, pero no para un álbum familiar”.

PareJa fotografiada en México por Jessica Lange.

antes de ser actriz, Lange se apuntó a clases de fotografía. Se enamoró de su profesor, Francisco Grande, con quien recorrió España en las postri-merías del franquismo.

desgano. Había dormido poco y mal. Un burro de ropa provocó el momento de mayor tensión. Fuera estampados, fuera tendencias, “esto no es un edi-torial de moda”, zanjó.Al final se relajó, pero nada, explicó luego, le cuesta tanto trabajo como posar. ¿Fue siempre así? “Casi siempre. Aunque al principio era divertido, era una novedad y me gustaba más. Hace ya mucho tiempo que mi cara dejó de interesarme. No me cuesta posar si estoy caracterizada de un personaje. Pero si soy yo la que está delante de la cámara no disfruto. Y ahora, con los móviles, es todo una locura, me resulta invasivo y violento, y no puedo entender que no se respete algo tan fundamental. Tampoco comparto la relación que se ha establecido con la moda, los Oscar se han vuelto un disparate que nada tiene que ver con las películas. Antes era tan diferente… Te las apañabas como podías. A veces te llamaban y te ofrecían un vestido, y, bueno, con tal de no ir de compras, parecía una buena idea. Pero en 10 años se ha llegado a unos extremos delirantes. ¿Qué sentido tiene lucir unas joyas que no son tuyas y que enci-ma, como valen millones, te obligan a pasar la noche pegada a un vigilante? Me resulta ridículo e indecente. Me niego a ser un anuncio de nadie, que es de lo que ahora se trata”.Frente a la legión de clónicos sol-dados de la alfombra roja, Jessica Lange representa un mundo perdi-do, el del bohemio e independiente Nuevo Hollywood que retrató Peter Biskind en Moteros tranquilos, toros salvajes. Después de su debut con King Kong (rodaje del que no guarda buen recuerdo) pasó sus horas más bajas. Combatió las dudas con clases de interpretación, hasta que en 1979 volvió tímidamente a la pantalla con All That Jazz. Ella era el ángel de la muerte en el autodestructivo imagi-nario del cineasta y coreógrafo Bob Fosse. A partir de entonces no dejaría de rodar. Ganó el Oscar dos veces: en 1982, como mejor intérprete de repar-to por Tootsie, de Sydney Pollack, y en 1995, como mejor actriz por Las

cosas que nunca mueren. Y entre una y otra dejó trabajos tan excepcionales como el de La caja de música (1989), drama político de Costa Gavras donde Lange, en la piel de una abogada que se enfrenta al oscuro pasado político de su adorado padre, estaba a la altura de su progenitor en la pantalla, el enorme Armin Mueller-Stahl.Aquellos también fueron los mejores tiempos al lado de su tercer compa-ñero, el escritor Sam Shepard, al que había conocido durante el rodaje de Frances (1982), biopic sobre uno de los casos más oscuros de la historia de Hollywood: el linchamiento de la rebelde (e izquierdista) estrella de cine Frances Farmer. Shepard y Lange causaban admiración a su paso. Tanta belleza, amor y talento quedó sellado en la famosa sesión que el fotógrafo Bruce Weber les hizo en los años noventa en su granja de Minnesota, una imagen idílica, rodeada de caba-llos y niños, que marcó un hito en el canon de la pareja perfecta. A los dos pequeños de la pareja se sumaban un hijo más de un matrimonio anterior de Shepard y la hija nacida de la relación de Lange con el bailarín ruso Mijaíl Barishnikov. Pero antes del cine, del legendario Misha, del cowboy-escri-tor, de los niños rubios y de la granja, fue un errante profesor de fotografía español quien puso del revés la vida de la actriz.“Francisco Grande ha sido una figura muy importante en su vida, un guía y un amigo”, explica Anne Morin. Hija de un maestro y vendedor ambulante y de un ama de casa, Lange empeza-ba sus estudios universitarios cuando decidió apuntarse a clases de pintura. Al no quedar plazas, acabó en el aula de la entonces hermana pobre de las bellas artes. Allí estaba Grande. La alumna y el joven profesor se ena-moraron y decidieron viajar jun-tos a España, de norte a sur. En ese momento, Lange se convirtió en una observadora de la realidad sin cáma-ra. “Las cámaras entonces las llevaba yo”, recuerda Francisco Grande desde su casa de Wisconsin. “Fue un viaje inolvidable, era el final de la España

14Domingo \ el mañana \ 2 de agosto de 2015 entreviSta

Jessica Lange: “Ojalá llegue el día en que encuentre un lugar del que no quiera moverme”.

de pandereta, pero para una pareja enamorada era un país maravilloso. Vivíamos con unos hippies amigos míos que estaban rodando una pelí-cula sobre los gitanos de Morón de la Frontera (Sevilla). Allí descubrimos el flamenco. Luego subimos en moto hasta Barcelona, donde nos quedamos en la Casa Güell. Vivimos unas histo-rias muy románticas. Fuimos a ver a mis tías, yo mentí a mi familia y les dije que estábamos casados. Mentiras piadosas de aquellos tiempos”.En 1968 acaban en París, y allí coin-ciden con más amigos de él, nada menos que los fotógrafos Robert Frank, Danny Lyon y Larry Clark. Un tiempo que la actriz recuerda con nostalgia. “Fuimos desde Ronda hasta Asturias, parando en muchos lugares a los que me gustaría volver”, relata ella. “Había vuelto a España, pero no a

todos los sitios que conocimos enton-ces; a Barcelona, por ejemplo, no había regresado. Paco y yo vivíamos en la carretera. En Estados Unidos nuestra casa era una furgoneta. Era una vida muy plena y feliz”.La actriz y el fotógrafo se casaron poco después de volver de Europa. “Supongo que fui un beatnik tardío”, asegura Grande. “Esa es la vida que he llevado hasta que mi ceguera me impi-dió seguir siendo independiente”. Un accidente de juventud cuando hacía el servicio militar en Alemania para el Ejército estadounidense le provocó una lesión en los ojos que, poco a poco, le ha dejado ciego. “Jessica me mandó sus fotos cuando yo ya no podía ver-las. Ella nunca hacía fotos al princi-pio, alguna vez cogía mis cámaras y recuerdo algún autorretrato precioso que se hizo. Ahora hablamos mucho,

me cuenta que está muy interesada en los registros de muy poca luz”.Para la actriz, la nueva vida detrás de una cámara empezó gracias a un rega-lo “maravilloso” que Sam Shepard le compró en Alemania: una Leica M6. “Al principio solo quería fotografiar a mis hijos, pero no para un álbum fami-liar de fiestas y cumpleaños; quería capturar otra cosa, algo que se escapa-ba y que quería regalarles en un futuro. Los niños pertenecen a la naturaleza, no cambian ante una cámara, siguen presentes, y eso me gustaba mucho. Les fotografiaba en blanco y negro, muy pocas veces posando. Un día me di cuenta de que la fotografía era algo absolutamente independiente, íntimo, que no dependía de nadie más para hacerlo. Me construí un cuarto oscuro y empecé a viajar sola. Jamás con la pretensión de hacer libros o exposi-ciones, eso vino después”.En 2008, Anne Morin entró en contac-to con la actriz. “La primera vez que nos vimos me enseñó todo su mate-rial, años de trabajo reunido en cajas y que solo conocían sus amigos. Me pareció disperso, miradas de ojos muy diferentes, pero le pedí una segunda cita, con más calma. Había una cualidad extraordinaria en su manera de captar lo ordinario que me interesó mucho, una cualidad poética y misteriosa”. Casi irreal, foto-grafías robadas de la vida de sus nietas o de la gente común de comunidades remotas de México o Finlandia, donde luces y sombras entablan su particu-lar duelo. Patti Smith, pareja de Sam Shepard en su juventud, ha escrito que, como corresponde a una actriz de su categoría, Lange conoce bien la luz que ella ahora refleja en los demás. “Tiene una compresión única de cómo basta conocer la luz para sugerir el drama. Ella ha estudiado el movimiento, esa capacidad del mimo para entrar con sigilo en las situaciones, con discre-ción, sin que nadie repare en su pre-sencia”.Para Lange, la cámara es un arma que le permite vivir a la sombra. Una manera de ver sin ser vista y una forma de volver a la carretera. Sola, recupera el anonimato y se acerca al milagro que sería poder desaparecer. La fotografía, explica, es fruto de una afición, pero también ha sido un camino hacia su madurez. “Es un misterio para mí, por

eso siempre me ha fascinado. Posee un factor sorpresa que me resulta mara-villoso. Y me ha ayudado a crecer, en muchos sentidos me ha salvado”.En una entrevista con este periódico, la legendaria fotógrafa Mary Ellen Mark, fallecida hace unas semanas, exponía su propia teoría sobre los actores y su afición a las cámaras. Mark observa-ba que muchos intérpretes, de Dennis Hopper a Jeff Bridges, aburridos de ser el objetivo y familiarizados con la téc-nica, se refugiaban en un arte para el que poseen una especial sensibilidad. “Es una dicotomía interesante”, cree Lange. “En algunos aspectos, fotogra-fiar se parece mucho a actuar, requiere estar presente y alerta, pero a la vez te permite escapar, casi te exige perder el control, y eso también tiene mucho que ver con actuar. Para mí es maravilloso caminar por las calles de México de una manera anónima, observando a los demás sin que nadie me observe a mí”. ¿Y si la descubren? “Me basta un gesto para saber si puedo seguir o no”.Pese a todo, la fotografía no ha sustitui-do su pasión por actuar. Acaba de anun-ciar que regresa a Broadway después de casi una década y con un personaje cumbre: la madre yonqui de El largo viaje hacia la noche, de Eugene O’Neill. Intérprete intuitiva e imaginativa, la falta de buenas historias le ha alejado de su medio natural: la gran pantalla. “Las películas de hoy son muy dife-rentes a las de los ochenta y noventa. No veo historias como las de enton-ces”. Reclamar, como hacen otras actrices, una mayor cuota femenina entre guionistas y directores le parece una buena idea, pero tampoco cree que sea una solución. “Bienvenidas sean, pero la realidad es otra. Los estudios conocen perfectamente la audiencia a la que quieren dirigirse, y a esa audiencia lo que le interesa son las películas de superhéroes de Marvel. Una película cuesta mucho dinero, muchísimo. Como en cualquier nego-cio, todo es cuestión de resultados. Antes los estudios tenían divisiones más preocupadas en un cine artísti-co, pero la industria ha cambiado”. Durante estos años en American Horror Story ha disfrutado de la libertad de un medio emergente, que no conoce límites, abierto a la experimentación. “Trabajar en la

152 de agosto de 2015 / el mañana / DomingoentreviSta

con dos oscar y 40 años de carrera como actriz, Jessica Lange ha guardado casi en secreto su otra pasión: la fotografía. “Al principio solo quería retra-tar a mis hijos, pero no para un álbum familiar”, afirma.

“Los Oscar se han vuelto un disparate

que nada tiene que ver con las

películas”.

serie ha sido increíble, no había mucho tiempo para preparar los personajes, a veces casi llegaba en blanco a los capítulos, nos daban el guion por la mañana, y eso requería relajarse y dejarse llevar. He disfrutado mucho en ese caos, como intérprete ha sido muy placentero”.Nunca había unido su faceta de actriz con la fotografía hasta la última tem-porada de la serie, Freak Show, en la que interpreta a Elsa Mars, la dueña de un circo de criaturas singulares y deformes. “Sé que Jeff [Bridges] hace un trabajo maravilloso en los sets en los que trabaja, pero a mí no me gusta mezclar. Solo esta vez lo he hecho porque surgió un ambiente excep-cional con los personajes, actores naturales en su mayoría, que crearon una magia muy especial, muy poéti-ca”. Lamentablemente, los negativos podrían haberse perdido en un labo-ratorio de Nueva Orleans, ciudad en la que Lange ha encontrado su último refugio para vivir y trabajar.Lejos de casa, sentada en el bar de su hotel barcelonés, bebiendo y charlan-do, se siente más protegida que en la calle, donde un incidente ha acelerado su pulso. Un joven corpulento con un cuaderno gigante ha logrado impor-tunarla. No quiere parar en plena calle a firmarle una foto para, según dice, su novia, y el chico insiste hasta ponerse desagradable. Interviene el guardaespaldas, lo que enfurece aún más al joven. “¡Para mi novia es muy importante!”, grita ofuscado en plena Rambla. “¿De verdad este chaval está haciendo todo esto por su novia?”, pregunta la actriz sin dar su brazo a torcer. “Cuando nadie sabe que estás en un lugar pero te descubren, suelen tardar en reaccionar y te respetan. El problema es cuando saben que estás y te buscan. No entiendo cómo lo hacen: siempre te acaban encontrando”.La conversación revolotea por la agencia Magnum, sus fundadores, el rodaje de Vidas rebeldes, los secretos que Arthur Miller se llevó a la tumba, Marilyn (“lo que me sorprende es que nadie recuerde que era una actriz increíble, llena de matices”), o la trá-gica muerte en la batalla de Brunete de la fotógrafa Gerda Taro y la leyen-da urbana de que quizá fue ella (y no su pareja, Robert Capa) la autora de la conocida foto del miliciano. “Sí,

igual que Zelda escribió las obras de Fitzgerald. ¡Cómo nos gustan a las mujeres esas leyendas!”, exclama entre risas. También sobre las rela-ciones madre-hija y las casas. Ella interpretó junto a Drew Barrymore una ficción inspirada en el docu-mental Grey Gardens, la historia de decadencia de Edith Ewing Bouvier Beale y su hija Little Edie Bouvier Beale. Abandonadas en su mansión de East Hampton, su vida fue filmada en 1973 por Albert y David Maysles, una obra maestra que acaba de ser reestrenada en Nueva York. “Para mí no es una historia enfermiza, sino de amor, vivían felices en su mundo. De una manera rara, estaban fascinadas la una con la otra”.Jessica Lange cree que hay un momen-to en la vida de cualquier mujer en el que los padres, los hijos y las parejas dejan de reclamar la atención que durante años exigieron. La carrete-ra se ensancha y se siente un nuevo vacío. “Un día, casi sin preverlo, ya no están para que te ocupes de ellos”. Las parejas, los hijos y los padres des-aparecen y no es fácil. Es el momento perfecto para sacar del garaje la vieja furgoneta. Su nuevo proyecto se cen-tra precisamente en una carretera, la Highway 61 que inspiró a Bob Dylan y que, en el mapa interior de esta mujer, une su Minnessota natal con su nuevo hogar en Nueva Orleans. Le gusta pararse ante las viejas gasoli-neras, las casas abandonadas y el desierto. “Ojalá llegue el día en que encuentre un lugar del que no quiera moverme. La realidad es que al poco tiempo de estar en cualquier sitio me entran ganas de irme. También tengo mi apartamento en Nueva York, cerca de mis hijos, pero no lo veo como un hogar definitivo. Supongo que la granja de Minnesota es lo más pare-cido a una casa que he tenido, allí nos reunimos todos en vacaciones y allí he hecho muchas de mis fotos, pero lo cierto es que incluso allí me acaban entrado ganas de irme”. Quizá por eso asocia la felicidad con cualquier camino, sin miedo a lo des-conocido ni a la soledad. Y tal vez no resulte tan extraño en una mujer que demostró hace ya mucho tiempo, en aquel lejano debut cinematográ-fico, que ella sola podía doblegar a la bestia.

Cuando nos agobia el tiempo libre

16Domingo \ el mañana \ 2 de agosto de 2015 ciencia

Por Manuel ansedeeL PaÍS

“El amor hacia el perro es voluntario, nadie lo fuerza (…). Y lo principal: nin-guna persona puede otorgarle a otra el don del idilio. Eso sólo lo sabe hacer el animal (…). El amor entre un hombre y un perro es un idilio. En él no hay conflictos, no hay escenas desgarrado-ras, no hay evolución”, escribía Milan Kundera en La insoportable levedad del ser. En la novela, la protagonista, Teresa, llega a pensar que el amor que siente por su perra Karenin es mucho mejor que el que siente por su marido.Este sentimiento se repite en un sinfín de obras artísticas y se condensa en

una frase, “Cuánto más conozco a las personas, más quiero a mi perro”, que ha sido atribuida a decenas de autores, aunque posiblemente podría ser fir-mada por decenas de millones. Hoy, un equipo de científicos ilumina este proceso de enamoramiento entre los perros y sus dueños: retroalimentan su felicidad mirándose a los ojos.Los investigadores, encabezados por el veterinario japonés Takefumi Kikusui, metieron a 30 perros con sus dueños en una misma habitación, durante 30 minutos, y observaron lo que ocurría: miradas, caricias, voces mimosas. Y, antes y después del expe-rimento, midieron la cantidad de la llamada hormona del amor, la oxito-

Por qué se quiere a un perro

Las mascotas y sus amos retroaLimentan su feLicidad mirándose a Los ojos, un fenómeno que dispara La producción de La hormona deL afecto

en Los cerebros de ambos

amor subía en paralelo en los niños, fueran chicos o chicas. “Es fascinante ver que la oxitocina se disparó sólo entre los propietarios de las perras”, opina el principal autor de aquel estu-dio, el médico Omri Weisman, de la Universidad de Yale (EU).Para el equipo de Kikusui, es posible que las perras sean más sensibles a la administración intranasal de oxitoci-na o, incluso, que la hormona aplicada artificialmente a los machos desenca-denara un mecanismo de agresividad ante la presencia de extraños.En 2009, el húngaro József Topál, experto en comportamiento animal, publicó otro estudio en la revista Science que mostraba que los perros y los bebés de 10 meses de edad bus-caban un objeto en su escondite inicial aunque hubieran visto que se había cambiado de lugar, en parte debido a la mirada engañosa de la perso-na que lo escondía, que señalaba al escondrijo original. En el trabajo de Kikusui, Topál echa de menos expe-rimentos con lobos más socializados, entrenados para mirar a los ojos de sus dueños.El investigador, de la Academia de Ciencias Húngara, recuerda que incluso los lobos criados con biberón evitan la mirada de sus amos, porque para ellos este comportamiento está asociado a la amenaza. Pero los lobos pueden aprender a comunicarse de manera amable con la mirada, según demostró un estudio en 2011. A jui-cio de Topál, incluir estos lobos en los experimentos de Kikusui habría servido para discernir si esa mirada lobuna genera también la hormona del amor en el cerebro de sus dueños o si se trata de un rasgo únicamente perruno.“El estudio de Kikusui es impresio-nante, pero cualquier conclusión sobre la coevolución de este proceso es prematura”, afirma. “No se puede excluir la hipótesis de que este bucle de oxitocina que se autoperpetúa pueda existir entre las personas y cualquier otro animal, siempre que el animal presente comportamien-tos afiliativos socialmente relevan-tes, como la tendencia de mirar a los humanos”, sentencia. El perro es el mejor amigo del ser humano, pero podría serlo cualquier otro bien entre-nado, sugiere.

cina, en la orina tanto de las mascotas como de los amos.Las conclusiones de Kikusui, de la Universidad de Azabu (Japón), son sorprendentes: cuanto más se mira-ban a los ojos los perros y sus dueños, más oxitocina producían sus cerebros. A continuación repitieron el experi-mento con lobos criados a biberón. La hormona, ingrediente químico fun-damental del cariño que sentimos en nuestro cerebro, no aumentaba.El equipo de científicos fue todavía más allá. En un tercer experimento, rociaron oxitocina en el hocico de algunos perros y los volvieron a meter en una habitación con su dueño y dos personas desconocidas. En los vídeos, puede verse cómo algunas mascotas se quedaban congeladas mirando a los ojos de sus dueños, que a su vez pro-ducían más oxitocina, en una cantidad correlacionada con la de sus animales.“Estos resultados respaldan la exis-tencia de un bucle de oxitocina que se autoperpetúa en la relación entre humanos y perros, de una manera similar a como ocurre con una madre humana y su hijo”, sostiene el equipo de Kikusui, que publica sus conclu-siones en la portada de la prestigiosa revista científica Science. Durante el proceso de domesticación, a lo largo de miles de años, los perros habrían evolucionado para imitar un compor-tamiento, la mirada de los niños, que provocaba recompensas y mimos. “El alma que hablar puede con los ojos también puede besar con la mirada”, recitaba el poeta Gustavo Adolfo Bécquer. Kikusui dice lo mismo, pero de los perros y sus dueños.Las implicaciones del estudio son importantes desde el punto de vista médico. Los resultados apoyan las terapias con perros para personas con autismo o trastorno de estrés postrau-mático, dos patologías en las que, de hecho, se está empleando la oxitocina como tratamiento experimental.El trabajo de Kikusui, sin embargo, tiene puntos débiles. Los perros rocia-dos con oxitocina que se quedaban congelados mirando a sus dueños eran todos hembras. Un estudio similar en humanos, llevado a cabo en 2012 con 35 padres y sus hijos de cinco meses en Israel, no halló estas diferencias por género. Los adultos eran rocia-dos con oxitocina y la hormona del

7rePortaJe 2 de agosto de 2015 / el mañana / Domingo

desarroLLo varado. En Macaé, publicitada como “la capital brasileña del petróleo”, la economía creció un 600% entre 2003 y 2013. Pero los carteles situados a la entrada de la urbe no reflejan su realidad actual, en la que tam-bién ha tenido que ver el impacto de la caída de los precios del crudo.

broma de mal gusto”, recuerda este hombre, cuyo partido político –el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB, conservador)– es paradójicamente el mayor aliado del gobierno de Rousseff.Casi una década después de su anun-cio, el Comperj es acaso la mejor ilustración de la corrupción, las inefi-ciencias y el intervencionismo políti-co que gangrenan Petrobras, la mayor empresa de Brasil, guardiana de las reservas de crudo y hasta poco moti-vo de orgullo nacional. Como punto fuerte de un largo decálogo de malas prácticas sobresale la reducción drástica y súbita del Comperj origi-nal –inicialmente se quería generar un polo petroquímico, y ahora todo quedará en una refinería con capaci-dad diaria para 165.000 barriles–, sin que esa degradación haya evitado, sin embargo, que se triplique el costo pre-supuestado hasta los actuales 19.000 millones de dólares. Una cifra colo-sal a la que habrá que sumar algunos miles más para rematar las obras, hoy detenidas al 85% de su conclusión.Lejos de convertirse en el nuevo El Dorado del Brasil moderno, el fraca-so del proyecto ha provocado “una situación de caos en el municipio”, explica el alcalde. Un escenario que es consecuencia de la llegada de más de 30.000 trabajadores, con sus familias, en busca de oportunidades y que motivaron un aumento de la demanda de servicios, lo que dispa-ró un gasto público hoy insostenible. “Se abrieron escuelas y guarderías, se inauguraron nuevos puestos de salud, se mejoró el hospital y se hicieron infraestructuras. ¿Cómo íbamos a dejar a los niños recién llegados sin clases o a los enfermos morir sin aten-ción médica?”, reflexiona Cardozo, que nos recibe en mangas de camisa y con las luces y el aire acondiciona-do de su oficina apagados para ser coherente con los recortes presu-puestarios que está acometiendo. “He reducido mi salario y el de los funcio-narios un 20%, y estamos cancelando contratos de suministro”, asegura. La recaudación municipal ha caído a la mitad. Cardozo recurre a un símil automovilístico para definir el actual estado de cosas en Itaboraí. “Antes del Comperj éramos un Escarabajo con combustible y pasamos a disponer de

un Ferrari que iba a toda velocidad, pero que ahora no tiene ni gasolina ni ruedas”.El fracaso del macroproyecto tiene una visible cicatriz social. Al deso-lado panorama del centro comercial se suman decenas de carteles de “se vende” que cuelgan en comer-cios cerrados y viviendas privadas que nadie quiere alquilar. Grandes proyectos inmobiliarios –como las ambiciosas torres comerciales Van Gogh Corporate o Hellix Business Center– que fueron levantados para responder a la eventual demanda de servicios sofisticados son hoy elefan-tes blancos con acabados de prime-ra y piscinas en azoteas todavía por estrenar. Pequeños emprendedores que montaron hostales han cerrado y venden, a la desesperada, las literas y el resto del mobiliario para recu-perar una parte de sus inversiones fracasadas.El ambiente de decepción y pesimis-mo impregna las conversaciones en la ciudad, donde el paro sigue cre-ciendo con fuerza, como explica

Anderson Santana, coordinador del único centro de desempleados. “Cada mes atendemos a unas 5.000 personas que quieren inscribirse a las listas. Muchos hacen cola incluso a las tres de la madrugada”, asegura.A vista de pájaro, el Comperj es apenas un botón de muestra –entre muchos otros, como la refinería Abreu Lima, también de costos disparatados– del impacto que ha tenido, en el sueño petrolero brasileño, la mayor trama de corrupción de la historia del país. Esa es la definición que usó el fiscal general Rodrigo Janot para describir la Operación Lava Jato, que investiga los desvíos en el seno de Petrobras.Desde que fuera destapado a media-dos de 2014, el país –fervoroso aman-te de las telenovelas– asiste atónito a este culebrón que gira en torno a la estatal, y que tiene a ejecutivos, políticos, intermediarios y compa-ñías suministradoras de la talla de Odebrecht –la mayor constructora de América Latina– como elenco de primera categoría, todos coludidos para cometer un multimillonario

desfalco por medio de obras sobre-facturadas en licitaciones de cartas marcadas. Los fiscales estiman que el 3% del valor de los contratos suscri-tos por la petrolera con prestadores de servicio fue desviado durante al menos una década para lucro de sus directivos y, sobre todo, de los parti-dos políticos, entre ellos el Partido de los Trabajadores, que gobierna Brasil desde hace 12 años, cuyo extesorero está en el banquillo de los acusados. El escándalo ha dañado la imagen del país y ensombrece el mandato de Dilma Rousseff.A la debacle petrolera ha contribuido, junto a la corrupción y la ineficiencia, el desplome de los precios del crudo, que acumula una caída del 40% en apenas un año. Una dinámica que afecta a todas las compañías ener-géticas del planeta, pero más aún a Petrobras, cuyas valiosas reservas se encuentran a kilómetros de pro-fundidad marina, bajo una capa de sal que alcanza espesores de hasta 2.000 metros. Extraer oro negro en estas condiciones no solo exige un

8Domingo \ el mañana \ 2 de agosto de 2015 rePortaJe

“Somos un Ferrari sin gasolina ni ruedas”, dice el alcalde Cardozo.

encLave estratégico. En Magé, un pueblo de pescadores a orillas de la bahía de Guanabara, los derrames no declarados de petróleo, las plantas de tra-tamiento de hidrocarburos y los cargueros amenazan la forma tradicional de vida.

Piezas de dominó. Toda la economía, tanto en Itaboraí como en Macaé, la capital petrolera de Brasil, se mueve al calor del crudo.

desafío técnico del que Brasil es van-guardista, sino también inversiones anuales por valor de miles de millo-nes de dólares que Petrobras –obligada por ley a ser operadora en los gran-des yacimientos– parece no estar en disposición de acometer. En especial, si se tiene en cuenta que su colosal deuda –que pasa de 100.000 millones de dólares y supera, por ejemplo, al PIB de Eslovaquia– es la mayor del mundo para una petrolera.“Para conseguir que el presal tenga efectivamente un impacto en el desa-rrollo social y económico brasileño, como se pensó que iba a pasar cuando se descubrieron las reservas en 2006, hay que realizar cambios legislativos y una reformulación”, opina José Mauro de Morais, miembro del Instituto de Investigación Económica Aplicada (IPEA) y autor de un reciente libro sobre la historia de Petrobras.El impacto de la caída de los precios del crudo es palpable en Macaé, la “capital brasileña del petróleo”, como rezan los carteles a la entrada de esta urbe situa-da a 250 kilómetros al noreste de Río. Carreteras de un carril hienden valles de espectaculares colinas de tierra roja y naturaleza tropical. Las águilas se recortan sobre el cielo azul, ajenas al desesperante ritmo que imponen los camiones en un país que adolece de un clamoroso déficit de infraestructuras.La economía de Macaé, base de ope-raciones de exploración y producción de crudo en la Cuenca de Campos, cre-ció un 600% entre 2003 y 2013. En el puerto pesquero, el trajín de buques y barcos de gran porte es visible a cual-quier hora. Pero la imagen puede ser engañosa. “Las cosas no van bien. La crisis se está notando mucho”, comen-ta Mike, capitán estadounidense de un navío que llevará en las próximas siete semanas víveres y repuestos hasta las plataformas petrolíferas. A pocos metros de allí, en una playa de baño imposible por los tanques de dié-sel que abastecen desde el muelle a pequeñas embarcaciones, un grupo de transportistas juega al fútbol. “Nos han reducido las horas extras y muchos han perdido el trabajo”, dice João en un receso del partido. Los sindicatos cifran en 20.000 los empleos perdidos el último año, un tercio de la fuerza laboral que vive del petróleo en la ciudad.

En la principal área de compras, la avenida Rui Barbosa, el grado de incertidumbre es también alto. Los comerciantes –desde dependientes de tiendas de electrodomésticos a ven-dedores de tejidos o accesorios para móviles– calculan la caída de la activi-dad en torno al 30%. “Está todo para-do. No hay trabajo”, se queja Francisco José de Holanda, un pintor industrial desempleado que va cargado de currí-culos. Jorge Gomes, de 34 años, vende-dor de colchones, sí está activo, pero apenas gana para vivir. “Como vamos a comisión por ventas, he pasado de cobrar 4.000 reales (1.100 dólares) a 2.000 (550 dólares)”, explica, ataviado con una vistosa bata blanca.La crisis afecta también a la recauda-ción municipal, y la previsión es que algunas localidades del Estado de Río de Janeiro –donde se extrae el 80% del petróleo brasileño– pierdan hasta el 40% de los ingresos por derechos de explotación. En total, el Estado flumi-nense ingresará este año entre 2.000 y 3.000 millones de dólares menos. Unos números que imponen irreme-diablemente contener el gasto social.En el barrio de Lagomar, ese argumen-to suena a excusa. En esta favela de construcciones sin acicalar, falta el agua corriente y las calles están sin pavimentar, pese a que, a una veintena de metros de la comunidad, se abre paso un gasoducto, perceptible por la cresta de arena que levanta la tubería enterrada. “Los políticos solo se acuerdan de nosotros cuando hay elecciones”, dice María Luisa Santos, dueña de un visto-so colmado. “Nos quieren ignorantes para que no les pidamos educación y sanidad. Cuanto más burros, más fáci-les de manipular somos”, concuerda Cintia, una vecina.Con todo, quizá la mayor desilusión por el choque de realidad petrolero no se da en tierra, sino en el mar. Magé es un modesto pueblo a ori-llas del Atlántico. Ahí, en la bahía de Guanabara, pescan Alexandre Anderson y su compañero de bata-llas, Maicon de Carvalho, alias O Pelé. Ese mismo lugar, epicentro natural de Río, es un enclave estra-tégico para Petrobras, puesto que la compañía gestiona allí una planta de regasificación y dos terminales que, por medio de oleoductos, envían a

92 de agosto de 2015 / el mañana / DomingorePortaJe

PetroBraS, en eL oJo DeL HuracÁn

La Operación Lava Jato ha destapado una trama de corrupción “enorme y descomunal” en Petrobras, según la fiscalía general, y el caso amenaza con tener repercusiones interna-cionales, en especial en Estados Unidos, donde la petrolera enfrenta una acción judicial impulsada por

inversores.La empresa reconoció en su último balance anual unas pérdidas por sobrefacturación y pago de propinas evaluadas en unos 2.000 millones de dólares, pero la policía federal mane-ja estimaciones que apuntan a que el desfalco podría superar los 6.000 millones entre 2004 y 2012, ya que los contratos de suministro han sido

inflados hasta en un 20%.La lista de implicados no cesa de cre-cer y erosiona la poca credibilidad de la clase gobernante. Son ya 49 los políticos imputados: entre ellos, 13 senadores y 22 diputados. Los pre-sidentes del Congreso y del Senado también están siendo investigados. En la lista de involucrados ilustres figura también João Vaccari, teso-rero del Partido de los Trabajadores hasta que fue expulsado en abril de la formación gubernamental tras ser

encarcelado preventivamente.Brasil debate ahora una reforma del modelo de explotación del pre-sal y una mejora de la gestión de Petrobras, cuyos beneficios caye-ron un 30% en el primer trimestre. Además de la corrupción, se suman inefi ciencias y un uso político de la petrolera para contener la inflación, ya que la estatal vende refinados de crudo por debajo del valor al que los

adquiere en el exterior. “El control de los precios de los car-burantes por parte del gobierno ha hecho perder a Petrobras 20.000 millones entre 2011 y 2014”, seña-la José Mauro de Morais, miem-bro del Instituto de Investigación Económica Aplicada (IPEA) y exper-

to en Petrobras.

El fracaso del macroproyecto de Itaboraí

ha dejado una visible cicatriz social.

cUestionados. Fachada de las oficinas de Petrobras en Río de Janeiro.

refinerías los hidrocarburos transpor-tados por buques desde alta mar.Esos barcos, dice Anderson, han “expulsado paulatinamente a miles de pescadores” que viven de la captura de especies como el rodaballo, la gamba o la sardina. “En 1990 podíamos pescar en el 78% de la bahía, pero hoy esa zona se ha reducido al 12%”, denuncia. La asociación que preside, Ahomar, representa a 9.000 familias pesque-ras. En su expediente de logros figura haber evitado por medio de una cam-paña ecologista que Petrobras usara en 2010 el exuberante río Macacú –cuya desembocadura genera un manglar que acoge bellas aves como el rabi-horcado o el cucharero rosa– para transportar grandes equipamientos destinados al Comperj.Cuatro hombres cargan la barca hasta la orilla y Anderson suda. “Ya no estoy acostumbrado”, dice este activista, bajito, recio y elocuente, en referencia al forzado cambio en su modo de vida –fin de la pesca e imposición de una

residencia itinerante– desde que entró en 2009 en un programa de protección de defensores de derechos humanos. Había sufrido seis ataques con bala perpetrados por las llamadas milicias, compuestas por criminales e incluso expolicías. “Durante dos años y medio el gobierno brasileño me puso un poli-cía militar de escolta las 24 horas del día, pero ni siquiera así lograron evi-tar los atentados”, recuerda con una rígida mueca. “Una investigación pos-terior reveló que los mismos policías que me protegían trabajaban para la milicia en sus días festivos. En Brasil el mayor violador de derechos humanos es el Gobierno”, dice, mientras guía la barca por las inmediaciones de un enorme petrolero. “Somos vulnera-bles porque el Estado de derecho es vulnerable. No estamos en contra de Petrobras, sino contra la forma en la que se administra”, afirma, antes de evocar la muerte o desaparición en el último lustro de siete pescadores. Homicidios cargados de violencia –a

uno lo subieron a su barca y la hundie-ron con él maniatado– para erosionar la resistencia. Una crueldad frecuente en Brasil, que lidera el índice mundial de países en número de asesinatos de activistas medioambientales, con 29 muertes en 2014, según la ONG bri-tánica Global Witness.Los pescadores no solo reclaman que las actividades petroleras en la bahía les han provocado un perjuicio econó-mico que tiene consecuencias sociales como el aumento del alcoholismo, la depresión o el éxodo de población de los pueblos pesqueros. “Están acaban-do con un proceso histórico, con una pesca heredada durante generaciones que ahora no podremos transmitirles a nuestros nietos”, critica Anderson, quien en plena travesía muestra un corral de mar, un vivero artesanal de varas de bambú erigidas sobre el fondo arenoso. “Se está poniendo en riesgo un modo de vida que perdura desde hace siglos”, concuerda el bió-logo Breno Herrera.

10Domingo \ el mañana \ 2 de agosto de 2015 cuLtura

Por carlos BoyeroeL PaÍS

Francis Ford Coppola (no delire-mos, no nos pongamos líricos, lo de Ford se lo pusieron sus padres en homenaje al millonario funda-dor de la marca automovilística y no previendo que su criatu-ra, a la que imaginas barbuda y voluminosa desde su nacimiento, crearía películas tan imperdura-

¿Quién no ama ‘El Padrino’?Las úLtimas peLícuLas de coppoLa no están a La aLtura de su genio

obras maestras como ‘apocaLypse now’ Le acreditaron hace tiempo como una Leyenda

bles y hermosas como las de un tal Sean Aloysius O’Fearna, alias John Ford) fue considerado prema-turamente como un niño prodigio de Hollywood, destinado a poseer un trono en el sol. Lo de prema-turamente es mi opinión, pero no pretende ser caprichosa ni injusta. De acuerdo, Coppola tiene 23 años cuando rueda la embarullada y experimental Dementia 13, y pocos más cuando dirige la solo simpáti-

ca Ya eres un gran chico, el lujoso musical El valle del arcoiris y reco-nozco una atmósfera inquietante a ratos en su roadmovie Llueve sobre mi corazón (así tradujeron imper-donablemente Rain people, o sea Gente de lluvia, el título más bello, aromático, poético y triste para mi enfermizo gusto que ha recibido una película), pero esta curiosa filmografía no ofrecía evidencias incontestables para asegurar que

entre 1972 y 1974 este director crearía dos inmarchitables obras de arte tituladas El Padrino y El Padrino. Parte II. Ya sé que 18 años más tarde, e imagino que su econo-mía recibió una oferta que no podía rechazar, nos ofreció el ocaso sin retorno de Michael Corleone, y que estaba bien narrado (las secuencias finales en la ópera de Palermo son memorables) pero palidece al lado de sus geniales antecesoras, a las

112 de agosto de 2015 / el mañana / DomingocuLtura

eL director Francis Ford Coppola, en 2007, en Roma.

Su adicción a crear cine, como autor y productor, es a perpetuidad.

que copia excesivamente, con sen-sación de encargo y de fatiga.Y admites que tu bula será eterna después de haber logrado lo inme-jorable, dos obras maestras que están más allá del elogio, puedes haber disfrutado docenas de veces a lo largo del tiempo y que te siguen provocando idéntica admiración, sensaciones muy poderosas, el retrato más profundo, complejo y opiáceo de la toma del poder y las trágicas renuncias que le pueden acompañar, la defensa de la fami-lia como supremo motor vital y su progresiva descomposición, la violencia institucionalizada como lógica continuación de los grandes negocios, el innegociable ritual de la venganza, pero a precio trágico cuando debes ejercerla contra tu propio hermano o los amigos de siempre, la complicidad de inte-reses entre la política, el crimen organizado y las grandes corpo-raciones, la forzada emigración al Nuevo Mundo y la falta de escrú-pulos para sobrevivir o triunfar en él, las zonas de luz y de sombra de la condición humana, la fide-lidad a principios tan ancestrales como bárbaros. Hay todo tipo de sentimientos en la crónica sobre la familia Corleone y están descri-tos con un lenguaje magistral. Sus personajes, sus contradicciones, lo que sabemos de ellos y lo que nos sugieren, la violencia física y men-tal, las situaciones intimistas y las de acción, los diálogos, los rituales costumbristas, las interpretaciones (tanto las estelares como las de reparto) se han convertido en algo justificadamente mitológico, en referencia inagotable y con causa para los espectadores de cualquier época y de cualquier parte.Después de esta saga en estado de gracia, sería más que problemático volver a alcanzar semejante cali-dad. Al hacerse rico y haber toca-do el cielo con su genio, Coppola podía haber dedicado el resto de su existencia a la contemplación o a beberse sus exquisitos viñedos.

No lo hizo. Su adicción a crear cine, como autor y produciendo a los demás, era a perpetuidad. Y sufrió naufragios, se embarcó en sueños que acabaron convirtiéndose en pesadillas, se arruinó y resucitó, se equivocó y expió la penitencia. Dirigió películas tan ambiciosas como olvidables. Casi siempre con momentos aislados que revelaban su excepcional talento, su perso-nalidad proteica. Experimentó con el lenguaje y las nuevas tecnolo-gías (el hombre que fue bendeci-do por el clasicismo en sus padri-nos), decepcionó a muchos de sus espectadores incondicionales. Y mejor olvidar piadosamente la obra que ha realizado en el Siglo XXI. Conviene proteger con mimo el viejo recuerdo de tantos esplen-dores en la hierba.Y también existen películas fasci-nantes en la obra de Coppola a partir de sus tragedias mafiosas. Es impo-sible olvidarte de Gene Hackman en La conversación, aquel retrato tortuoso de aquel solitario patéti-co que se gana la vida espiando al prójimo, vendiendo sus secretos más íntimos hasta que desenca-dena el horror y él se desmorona por dentro y por fuera, paranoico con causa, tocando el saxo mien-tras que su cerebro enloquece. Y Apocalypse now es más que una de las mejores películas sobre la gue-rra, es el temible colocón que pro-voca viajar al corazón de las tinie-blas, sabiendo que puede no haber retorno, que el vértigo, la fiebre y la desesperación de Kurtz es conta-gioso no solo para los que le rodean o pretenden matarle sino también para el hipnotizado espectador. ¿Y cómo olvidar en La ley de la calle al legendario El chico de la moto y su espera desolada y resignada del final, vagando como un fantas-ma por un mundo que ya no es el suyo? Puede haber desacuerdos en la cinefilia sobre las grandezas y las miserias de Coppola. Pero hay que ser ciegos o necios para no amar su prodigiosa saga sobre los Corleone.