Disputas Narrativas- Congreso de Retorica-libre

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    ELITES Y DISPUTAS NARRATIVAS SOBRE LA CUESTIN SOCIAL DURANTE EL DESARROLLISMO ARGENTINO1

    La ponencia abordar los conflictos discursivos alrededor de la cuestin social, entre las elites de gobierno y los grupos de poder durante el desarrollismo argentino post-peronista (1958-1972).

    El corpus se recogi de diarios y revistas que representaban a los grupos de poder La Nacin, La Prensa, Primera Plana, entre otros- partiendo de que es all donde se constituyen los enunciadores2 legtimos de los discursos polticos, sea porque alguna forma de capital torna relevante su discurso, sea porque el propio capital simblico acumulado por estos medios de comunicacin produce actores.

    En ellos relevamos el discurso de los partidos polticos, las corporaciones de la produccin, las elites de gobierno, intelectuales orgnicos y distintas organizaciones de la sociedad civil. El slo hecho de su presencia en estos medios de comunicacin garantiza la relevancia social de sus discursos, su papel como enunciadores legtimos.

    La cuestin social

    Hay distintos acercamientos tericos de lo que ha sido llamado la cuestin social, tambin distintas definiciones ancladas a procesos sociopolticos concretos. Pero, en cualquier perspectiva, la cuestin social su discusin y gestin- afronta la unidad de la sociedad y los derechos de pertenencia a la comunidad poltica; el alcance de la solidaridad nacional y la definicin misma de ciudadana. Este proceso es fundamentalmente un proceso discursivo.

    Por tanto, su definicin no es resultado de una realidad que se impone, ni de un acuerdo comunicativo, sino de procesos de hegemonizacin tendientes a producir un sentido comn sobre el mundo social que legitime una u otra forma de intervencin de la sociedad sobre s 1 Comunicacin presentada al I Coloquio Nacional de Retrica: Retrica y Poltica. Buenos Aires, 17 al 19 de

    marzo de 2010 2 Se prefiere hablar de enunciadores y no emisores, ya que el emisor remite a una persona fsica, el enunciador a

    un lugar del discurso. En todo caso el mismo emisor puede ocupar sitios de enunciacin diferentes y, por tanto, producir enunciados distintos. Toda vez que no nos interesa las trayectorias individuales, sino los efectos performativos del discurso, siguiendo a Vern y Sigal (2004) se opt por usar el concepto de enunciador. En cuanto a la seleccin de las fuentes, vase se Sidicaro (1993), Sigal (1991), entre otros.

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    misma. Es decir, es el resultado de conflictos retricos para constituir legtimamente un problema entre los interesados en su definicin.

    De esa construccin discursiva de los problemas sociales qua problemas, se desprendern las soluciones y la poblacin objeto de intervencin. Esta construccin, si deviene hegemnica, fundamentar las polticas sociales. Tambin quin las disea, ejecuta y paga sus costos.

    En este paper, se abordarn los conflictos discursivos entre los grupos de poder para imponer una definicin legtima de la cuestin social, con el objetivo de mapear el papel que sta jug en la construccin de un proyecto hegemnico de sociedad. Es decir, se tratar la cuestin social como cuestin poltica.

    Elementos tericos

    Tres operadores conceptuales guiaron la construccin del problema y la recoleccin de material emprico, a saber: violencia simblica y, ms especficamente, nominacin (Bourdieu, 1990); articulacin (Laclau, 1996, 2005) y narrativa (Somers, 1994, 1996).

    La cuestin social es, ontolgicamente, una cuestin poltica ya que en ella se definen los derechos asociados a la pertenencia a la comunidad poltica. Pero lo es tambin, porque su tratamiento se da en el campo poltico (Bourdieu, 1999). Es en dicho campo, donde se construye el monopolio de los discursos legtimos sobre el mundo social, i.e. sobre la divisin legtima de la sociedad. Es all, tambin donde los intelectuales orgnicos ponen en juego su capital simblico, proporcionando la eficacia performativa de los discursos sobre lo social.

    A ese poder de constituir desde la enunciacin una visin del mundo social que lleva consigo

    una accin sobre el mundo, Bourdieu lo llama violencia simblica legtima (1999). Poder casi mgico que obtiene lo mismo que la fuerza por efecto de la movilizacin social y que, en cuanto es menos reconocido, ms poderosa es su accin constitutiva sobre el mundo.

    Ese fenmeno, resultado del ejercicio de la violencia simblica y que Gramsci llam hegemona- es claramente perceptible en el poder de nominar. Es decir, en el acto poltico que, por efecto de la definicin, permite constituir lo social como resultado de la lucha de clases por imponer clasificaciones tiles desde la perspectiva de los enunciadores.

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    Aplicando un tours de force gramsciano a las ideas de Bourdieu, asociar a esa imposicin de una nominacin oficial tendiente a construir el sentido comn sobre el mundo social, a la idea de hegemona propuesta por Ernesto Laclau.

    La advertencia de Bourdieu sobre el carcter performativo de la nominacin como resultado de la violencia simblica ejercida por el poder poltico en la definicin del mundo social, permiti identificar los temas que, durante el desarrollismo argentino, se asociaron a la cuestin social.

    Pero por otro lado, redefinir lo que Bourdieu llam la nominacin como una operacin hegemnica, nos lleva a complejizar esa definicin inicial. La violencia simblica no es el resultado de asignar un significado a un significante, no es una operacin descriptiva. Lo que podemos llamar la operacin nominativa, cumple su funcin hegemnica por la articulacin retrica de varios significantes.

    El concepto de articulacin permite establecer las cadenas significantes entre elementos cuya identidad se modifica en la prctica retrica, construyendo puntos nodales que fijan el sentido de los significantes evitando su flotacin. Esos puntos nodales dan sentido, retrospectivamente, a los distintos significantes articulados en la cadena cuya identidad se modifica en la prctica articulatoria. Fijar diferentes significantes a travs de una serie de desplazamientos retricos, significa imponer como lgicas y necesarias una serie de articulaciones, cumpliendo as la operacin hegemnica por excelencia.

    Metodolgicamente, si a travs del concepto de nominacin se identificaron los temas considerados relevantes para la construccin de la cuestin social en el desarrollismo argentino, la idea de articulacin en puntos nodales permiti reconstruir las cadenas equivalenciales tejidas alrededor de dichos temas, posibilitando desentraar la construccin retrica tendiente a imponer un discurso hegemnico.

    Por otra parte, las articulaciones discursivas sobre la cuestin social, se insertan en relatos de mayor alcance y nivel de elaboracin que, partiendo de una explicacin histrica de la formacin del pas, se proyectan hacia horizontes futuros. Es decir, se inscriben en estructuras narrativas que, apropindose del prestigio de la historicidad, proponen un discurso elaborado donde las definiciones de la cuestin social surgen como consecuencia lgica de la narrativizacin de la historia del pas (Somers, 1996).

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    Una estructura narrativa, parte del diagnstico de una crisis presente fundamental en toda narrativa- de la cual se extraen ciertas conclusiones normativas, para explicarla por el pasado y extrapolarla hacia el futuro. La crisis-diagnstico toma as toda su fuerza normativa constituyndose en el centro de una trama causal donde los tres momentos inicio, crisis, solucin- son narrativizados, recurriendo al prestigio otorgado por una supuesta explicacin cientfica.

    El diagnstico la crisis- se torna as el eje de la narrativa permitiendo la construccin del problema la cuestin social- y derivando de ste, las alternativas de solucin. La imposicin de una narrativa ser el ltimo paso del proceso de hegemonizacin de la cuestin social al incorporarla en discursos con pretensiones explicativas de ms largo alcance temporal y socio-espacial.

    Con estos tres operadores conceptuales se abord la pregunta por la definicin que hizo el desarrollismo de la cuestin social, los elementos que se articularon en su definicin y las narrativas en pugna en que se inscribieron.

    El discurso liberal durante el desarrollismo

    Cuando se abre el perodo desarrollista en Argentina, la cuestin social estaba fuertemente colonizada por la narrativa nacional popular, articulada alrededor del significante justicia social.

    El desarrollismo de Frondizi trat de proponer articulaciones diferentes. El significante desarrollo ocupar ese lugar. Pero desarrollo estuvo fuertemente disputado por los grupos de poder que recogan la narrativa liberal, mientras las elites de gobierno trataron sin xito de imponer una narrativa diferente a la liberal y a la justicialista.

    Varios temas condensaron ese desacuerdo. La cuestin social fue uno de ellos que, a su vez, estuvo atravesado por los lmites de la intervencin estatal y la democracia.

    Para los grupos de poder la sublevacin contra Pern era una revolucin contra la intervencin estatal y su intento de regular la sociedad; incluyendo claro est, las polticas sociales. En su lugar propusieron una narrativa que mantena las articulaciones clsicas

    producidas por el liberalismo decimonnico: principalmente la separacin entre economa y

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    poltica, donde la primera, por ser natural, tendra una primaca sobre el mundo artificial de la segunda. En su discurso, el Estado perteneca a este universo de lo inventado, y por tanto debera evitar intervenir en el natural desenvolvimiento de la economa. En ese marco, la cuestin social deba reproducir las diferencias introducidas por el mercado, y por tanto, la intervencin estatal tambin ah deba limitarse al mnimo.

    El relato liberal era lineal. Parta de la poca del centenario como edad dorada (cuando la sociedad civil se desenvolva libremente), la crisis se asociaba a la intervencin estatal (llamada la dictadura); y el horizonte estaba dado por la recuperacin de la libertad que se articulaba con desarrollo a travs del libre comercio, desenvolvimiento de la iniciativa privada e incremento de la productividad.

    La cuestin social atrapada en esa narrativa- fue planteada principalmente en negativo. En ese discurso, donde la racionalizacin-liberalizacin de la economa jugaba un papel central, se definieron los temas que hacan a ella:

    -el problema del trabajo fue reenviado al sindicalismo y, a su vez, articulado con dos temas caros al discurso liberal: racionalizacin econmica y libertad. El sindicalismo se constitua en problema qua enemigo de la libertad de asociacin y del contrato libre; de la productividad por la indisciplina que generaba entre los trabajadores,

    -en previsin social, el significante racionalizacin se articulaba con la capitalizacin y el seguro privado en un discurso tendiente a remercantilizar la cuestin social. En la misma cadena discursiva se destacaba la ilegitimidad del Estado para intervenir los fondos de jubilaciones, o la injusticia de la imposicin de topes a los haberes altos,

    -en salud, otra vez junto al significante racionalizacin, se construyeron dos cadenas de equivalencias: la articulacin en clave negativa- de obras sociales, sindicalismo e ineficiencia; y la de hospitales pblicos con desmesura del gasto pblico, falta de racionalizacin e ineficiencia,

    -slo en el tema vivienda existe cierta dispersin en el discurso liberal. Fue el llamado problema de las villas miseria, espacios de concentracin de individuos peligrosos que se definan por sus carencias: de salud, de propiedad, de civilizacin, de racionalidad, que les impeda or los cantos de sirena del tirano depuesto.

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    La manera en que se definieron los temas relativos a la cuestin social y las articulaciones con que se construy- la convirtieron en un campo de batalla contra la regulacin estatal. A sta se opona el significante libertad. El particular diagnstico de la crisis estuvo en el centro de esta narrativa.

    La crisis fue definida como inflacin, estancamiento econmico (prdida de destino de grandeza de la Repblica), baja productividad e indisciplina obrera. O, en trminos similares, por su lado negativo, la negacin del desarrollo, del reencuentro con la plena argentinidad cercenada por la espuria intervencin de la poltica en la economa, es decir, de la demagogia. A esa demagogia se reenva la intervencin del Estado en la cuestin social.

    Al tratar los grupos de poder la cuestin social en negativo freno al desarrollo, demagogia- renunciaban a interpelar al pueblo y, por tanto, a construir un discurso hegemnico alternativo que, por otra parte, tampoco contaba con un contexto de plausibilidad ante la reciente experiencia peronista.

    La narrativa desarrollista

    Tambin subsumi la cuestin social a lo econmico pero de manera diferente. Sin articularla a un discurso de derechos, la cuestin social fue puesta como precondicin para el desarrollo. En la prctica signific que las demandas populares podan ser suspendidas en aras del desarrollo.

    La retrica de la modernizacin que construy el desarrollismo, supedit la cuestin social a un problema tcnico, con lo cual tambin dej poco espacio para la interpelacin al pueblo; sin embargo esa retrica defendi la legitimidad de la intervencin del Estado. Pero, relegando la cuestin social a una precondicin del desarrollo, permiti que la narrativa liberal impusiera los temas.

    Sin embargo, aunque todos los gobiernos articularon desarrollo con energa, industrializacin y regulacin estatal, cada uno de ellos lo hizo de manera diferente, lo que marc las caractersticas de cada administracin.

    Ya cmo candidato, Arturo Frondizi haba instaurado una narrativa donde asociaba la crisis con retardo en la industrializacin que, en ltima instancia, se resolvera en el horizonte del

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    desarrollo. En este discurso la definicin de la cuestin social busc reemplazar el significante justicia social que haba impuesto el peronismo, por el de integracin.

    Integracin implicaba la tramitacin de las demandas sociales durante el proceso de desarrollo. Supona el presidente que la institucionalizacin de los reclamos populares i.e. su tratamiento diferenciado segn las posibilidades que ofreciera el proceso mismo- evitara la conformacin de discursos fuertemente adversativos que cristalizarn en una propuesta contrahegemnica.

    Pero, el contexto post-peronistas neg toda plausibilidad a este discurso. Ni los sectores subalternos que haban elegido a Frondizi en nombre de Pern estaban dispuestos a aplazar sus demandas, ni los grupos de poder a compartir su triunfo contra la intervencin estatal.

    Ya en el gobierno, el discurso de Frondizi se centr an ms en el desarrollo, dejando de lado la integracin. En este movimiento la cuestin social pas a ser tratada como un epifenmeno del desarrollo, al tiempo que retomaba el significante crisis en los trminos en que los planteaba la narrativa liberal, quien termin imponiendo sus articulaciones alrededor de la cuestin social. Aunque la crisis sigui siendo diagnosticada como estancamiento del desarrollo, su nuevo discurso la articulaba con inflacin y descenso de la productividad. La cuestin social pas a ser definida el problema de la vivienda y el sindical.

    Aunque Frondizi no renunci al papel del Estado como motor del desarrollo, su concepcin de la cuestin social lo enajen del movimiento sindical, dejando su discurso sin destinatario.

    El gobierno de Arturo Illia fue el menos tpicamente desarrollista. A diferencia de Frondizi, aunque sin abandonar el significante desarrollo, en l trat de articular lo econmico y lo

    social. Para ese fin acuo el significante democracia social.

    En democracia social se articulaban, adems de los temas tpicos del desarrollismo como la intervencin del Estado para promover la industrializacin, otras demandas como la mayor participacin del trabajo en el PIB.

    El significante democracia social fue propuesto por Illia para reemplazar a justicia social. Dos significantes tuvieron centralidad alrededor de democracia social: el igualitarismo (asociado

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    al incremento del poder adquisitivo de los salarios3) y el bien social4, que justific una mayor regulacin del Estado en los insumos bsicos para la reproduccin de la vida.

    La narrativa de la UCRP fue acerbamente desafiada por los liberales que rechazaban el recrudecimiento de la intervencin estatal, por Frondizi que no aceptaba que el desarrollo en los trminos en los que l lo haba definido- perdiera centralidad, y por los justicialistas que, dirigidos por la CGT desde la oposicin, autonomizaban lo poltico de lo social.

    Todos los discursos que se opusieron a la narrativa de Illia, se ampararon en una definicin de

    la crisis donde se articulaban inflacin, demagogia (o politiquera) e ineficiencia. El nfasis en la eficiencia prepar el camino para el gobierno decisionista de Ongana.

    Entre tanto, el punto nodal que quiso construir Illia democracia social, con nfasis en los procesos institucionales que implicaba la democracia- nunca lleg a consolidarse. La profunda desvalorizacin del significante democracia en el perodo, no puede haber sido ajena a este fracaso.

    En sus inicios, el gobierno de Ongana recogi el discurso liberal sobre la cuestin social, tanto en los temas que propuso disciplinamiento sindical, racionalizacin pensional, villas miseria-, como en la manera de articularlos: desarrollo con modernizacin, racionalizacin, reduccin del gasto pblico, privatizacin, estabilidad monetaria.

    Estas articulaciones se reenvan en negativo a travs del diagnstico de la crisis. A ste significantes se asociaban trminos como demagogia, inflacin, indisciplina obrera, vaco de autoridad y estancamiento, constituyendo todos ellos una larga cadena de equivalencias que explicaba la crisis. Pero, a medida que la Revolucin Argentina defini su narrativa, introdujo nuevas articulaciones en el discurso del desarrollo.

    Esta narrativa se materializ en su propuesta de los tres tiempos de la Revolucin: econmico, social y poltico. El tiempo social, el verdadero objetivo de la revolucin, se articul alrededor de dos significantes principales: el cambio de estructuras y la participacin de la comunidad.

    La cuestin social ser reenviada a este discurso de lo social, lo que implicar que dejar de ser planteada como pura negatividad del desarrollo. Este giro justificar, tambin, iniciativas

    3 El igualitarismo fue utilizado para defender medidas como el salario mnimo vital y mvil, las convenciones colectivas, etc. 4 La ley de medicamentos y la de abastecimiento se asociaron a este significante.

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    tendientes a cooptar al movimiento obrero. Las ms destacadas sern: la ley de obras sociales, la creacin de un Ministerio de Bienestar Social con una poderosa Subsecretara de Participacin Comunitaria, y el control de precios. Los grupos de poder rpidamente se opusieron a ese nuevo discurso.

    Con este giro discursivo de la Revolucin, Ongana sumaba al significante desarrollo las innovaciones propuestas por su peculiar concepcin de la Doctrina de Seguridad Nacional y el Desarrollo, que en su lucha contra la amenaza comunista pretenda un amplio encuadramiento de la poblacin a travs de la participacin comunitaria. En este discurso, lo social qued reducido a la participacin tcnica de la comunidad a travs de sus organizaciones intermedias en los Consejos de Comunidad. Vano esfuerzo de la Revolucin Argentina por resolver la fractura de la sociedad al mismo tiempo que, como dice De Riz, congelaba la poltica. La participacin tcnica de la comunidad permitira, afirmaba Ongana, tratar las demandas en su origen, garantizando la unidad de la Nacin por encima de intereses particulares. Extraa institucionalizacin del conflicto por un gobierno surgido de un pronunciamiento militar que arras con las instituciones existentes. La historia inmediata del movimiento social y la lucha popular dejaran al descubierto la poca plausibilidad de este discurso.

    Respecto a la cuestin social, el nfasis en la racionalizacin justific medidas remercantillizadoras y represivas5, mientras el tiempo social introduca un movimiento contrario destinado a cooptar al sindicalismo por el fortalecimiento de sus instituciones y de su poder6 sin abandonar, sin embargo, el discurso tcnico y eficientista que lo caracteriz.

    En conclusin El discurso del desarrollo trat de construir la cuestin social de forma alternativa al peronismo, desplazando la centralidad del significante justicia social por el de integracin, democracia social o tiempo social. Pero, en ltima instancia, toda interpelacin popular ya

    5 Desplazamiento compulsivo de habitantes de las villas miseria, el arancelamiento en los hospitales de la comunidad, etc. 6 La ms conocida fue la ley de Obras Sociales que daba a los sindicatos el control del sistema de salud. Junto a esas medidas que no se condecan con el nfasis en la racionalidad, tambin tom otras que desafiaron el discurso liberal como el control de precios.

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    de por s difcil a causa de la proscripcin de las mayoras- qued supeditada al horizonte del desarrollo.

    El desarrollismo eligi tratar la cuestin social desde un discurso tcnico que trat de soslayar sus aspectos polticos rehuyendo la construccin de un nosotros que incluyera a los sectores populares. El rechazo a instrumentar una estrategia agonista que interpelara a los sectores

    populares alrededor de la cuestin social, dej el campo libre para que los grupos de poder definieran los trminos de su abordaje. En ltima instancia, esto hace parte de la peculiar configuracin de la poca que se manifest en la dificultad del desarrollismo para lograr exitosas interpelaciones populares y construir un discurso hegemnico a su alrededor.

    En resumen, por distinto motivos que no alcanzamos a explorar ac- las elites de gobierno no construyeron sujetos populares que las respaldaran ante la ofensiva de las corporaciones de la produccin y sus intelectuales orgnicos expresados en los medios de comunicacin.

    Pero, si el discurso de desarrollo tal se instaur en la Argentina de los 60- no supo construir en torno de la cuestin social una narrativa donde se articulara un discurso hegemnico sobre lo social. En cambio, los grupos de poder con su definicin de lo social en negativo- articularon a su alrededor una poderosa narrativa que perdur en el tiempo, aunque sus pretensiones de integrar a los sectores populares en ella, eran nulas.

    Las corporaciones de propietarios y los grandes medios de comunicacin, a travs del debate de la cuestin social se opusieron a la intervencin del Estado y las conquistas sociales peronistas. Su rechazo a la interpelacin popular por la cuestin social demuestra una mayor confianza en la coercin que en la cooptacin. Quizs la sanguinaria dictadura militar de 1976 ya tena sus promotores.

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