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E L E X T R E M O S U R D E L A P A T A G O N I A N O V I E M B R E - D I C I E M B R E D E 2 0 0 8 S E G U N D A E P O C A A Ñ O I N ° 1 4 E D I T O R E S : C R I S T I A N A L I A G A - A N D R E S C U R S A R O 14 confines A R T E Y C U L T U R A D E S D E L A P A T A G O N I A elExtremoSur DE LA PATAGONIA n POR GERARDO BURTON NEUQUEN ESPECIAL PARA EL EXTREMO SUR Los bandoleros de la Patagonia fueron herederos a la fuerza del gaucho matrero bonaerense. Lejos de la imagen justiciera de Isidro Velázquez, Mate Cosido, Antonio Gil y otros bandidos rurales, sólo Vairoleto trascendió la historiografía y se convirtió en leyenda. Para quienes delinquían, la Patagonia era la tierra de nadie por antonomasia: la marginalidad resultaba intolerable y el final era la ley de fugas o la muerte a la intemperie. TIERRA DE NADIE LA PATAGONIA, FUERA DE LA LEY BANDOLEROS EN LA

DE NADIE - Confinesconfinesdigital.com/confines/confines-14.pdf · Recordó la historia –casi una leyenda- que, en el libro, relata el caso de los ... Los dos primeros asaltaron

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E L E X T R E M O S U R D E L A P A T A G O N I A • N O V I E M B R E - D I C I E M B R E D E 2 0 0 8 • S E G U N D A E P O C A • A Ñ O I • N ° 1 4 • E D I T O R E S : C R I S T I A N A L I A G A - A N D R E S C U R S A R O

N°14c o n f i n e s A R T E Y C U L T U R A D E S D E L A P A T A G O N I A

elExtremoSurDE LA PATAGONIA

��PORGERARDO BURTON

NEUQUENESPECIAL PARAEL EXTREMO SUR

Los bandoleros de laPatagonia fueronherederos a la fuerzadel gaucho matrerobonaerense. Lejos dela imagen justicierade Isidro Velázquez,Mate Cosido,Antonio Gil y otrosbandidos rurales,sólo Vairoletotrascendió lahistoriografía y seconvirtió en leyenda.Para quienesdelinquían, laPatagonia era latierra de nadie porantonomasia: lamarginalidadresultaba intolerabley el final era la ley defugas o la muerte a laintemperie.

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��POR GERARDO BURTON | NEUQUEN | ESPECIAL PARA EL EXTREMO SUR

“EL MUNDO POLICIAL Y EL DEL DELITO SON UN MISMO UNIVERSO, TIENEN UNAFRONTERA MUY DIFUSA, ESPECIALMENTE EN EL SIGLO XIX Y EN LA PATAGONIA”,AFIRMA EL INVESTIGADOR GABRIEL RAFART. SU LIBRO “TIEMPO DE VIOLENCIA EN LA PATAGONIA.BANDIDOS, POLICÍAS Y JUECES 1890-1940” ANALIZA 50 AÑOS DE DELITO EN LA REGIÓN

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... “coimero intrigante, bochinchero, pendenciero, provocador, mal llevadopor los vecinos y autoridades, cuatrero, estafador, salteador, empedernidoladrón, asesino, contrabandista, ladrón de profesión”.

Así era calificado, en una carta anónima, el juez de paz Emilio Pessino en laNochebuena de 1930. Aunque seguramente el autor del libelo fuera suenemigo Julio Visillac, un comisario uriburista proveniente del antipersonalis-mo radical que tenía cuentas pendientes con Pessino.

La disputa ocurrió en Chos Malal, y terminó con la muerte de Pessino: undisparo del comisario lo mató durante un forcejeo.

Para Gabriel Rafart, autor de “Tiempo de violencia en la Patagonia.Bandidos, policías y jueces. 1890-1940”, los adjetivos de la carta anónimasintetizan la noción de bandido o bandolero según el imaginario social deentonces. Sin embargo, la realidad es algo más compleja.

El volumen investiga cincuenta años de delito en la región pero a la vezreconstruye el paisaje social desde los márgenes: grupos que se organizabancon escasa logística, apremiados por el hambre y la miseria y que crecían alamparo de la inequidad social. Del otro lado, las partidas policiales apoyadas ynutridas por vecinos más o menos ilustres, atemorizados por la amenazacontra las instituciones que significaba la delincuencia. En la porción inferiorde la base social, ser policía o ser delincuente resultaba aleatorio, y a veces seera uno u otro alternativamente.

Policías y delincuentes

Lo cierto es que los propietarios se organizaban, apelaban a las escasasfuerzas institucionales –a las que suministraban recursos- para defender supatrimonio. Eran quienes definían qué era delito y quién era delincuente: así,podían estigmatizar sin problemas de conciencia al pobre, al extranjero –generalmente el chileno, en una población mayoritariamente de ese origen- y

� Resultaba suficiente la mención en un bando de captura para serconsiderado bandido o bandolero, según el lenguaje jurídico heredadode los tiempos de la colonia y del período independentista...

El bandido era el enemigo de la estatalidad, que podía también estarenfrentado a la nacionalidad y a la sociedad, en condiciones de sumaral otro, al bandolero que emergía de la contienda por la distribución yapropiación de los recursos del poder simbólico, en la construcción dela “ciudadanía nacional”...

... suponía en su connotación a aquel que procuraba apropiarse delas buenas voluntades políticas, falseando las virtudes propias y

SER BANDIDO

queriendo corromper las almas ajenas, con el único fin de hacer valer susexclusivos intereses, egoístas y por demás siniestros.

El bandido de la vida política era un sujeto a impugnar y debía serdesprovisto de ciudadanía y también de nacionalidad. Es que la ciudadaníaera entendida como parte de la unidad y no de la división...

... el término bandolero operaba a modo de estigma, muy lejos de la ideade una oposición de adversario...

Rafart explica que el bandidismo y la delincuencia, en la Patagonia, era,para la clase dirigente, la “expresión palpable de un extenso paisaje social por

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al aborigen recientemente derrotado y reducido a la servidumbre.En ningún caso, la historia oficial los reivindicó con esa pátina legendaria

o romántico-anarquista que otros relatos otorgaron a Isidoro Velázquez, aMate Cocido, al gauchito Gil, a Hormiga Negra o a Juan Moreira. Ni siquieraal padre de todos, Martín Fierro. El único que logró superar el rasero delpositivismo reinante fue Vairoleto, pero eso ocurrió mucho después.

La discriminación en los documentos y la sociedad tiene un correlatoestadístico: la mayoría de los reclusos durante más de la mitad del períodobajo análisis, son de origen chileno. Luego se produce una argentinización,debido, según el autor, al arraigo de la población de ese origen y la descenden-cia nacional, y además por el aumento de la migración interna en el país.

Según Rafart “el mundo policial y el del delito son un mismo universo,tienen un frontera muy lábil, especialmente en el siglo XIX y en la Patagonia”.Recordó la historia –casi una leyenda- que, en el libro, relata el caso de loscomerciantes ambulantes de origen sirio-libanés.

Tierra de nadie

Para inicios del siglo XX, un periódico de Bahía Blanca, La NuevaProvincia, pretendía resumir desde sus páginas el estado de violencia en quese encontraba la Patagonia, de acuerdo con los acontecimientos ocurridos enel paraje Sierra Negra, en el territorio nacional de Río negro. Lo hacía frentea la desaparición seguida de muerte de varios mercaderes ambulantes deorigen siriolibanés, así como de sus respectivos ayudantes. El medio deprensa narraba hechos ocurridos entre los años 1905 y 1909. El conjunto deepisodios fue conocido como “la matanza de los turcos”... referían lapaulatina desaparición de varias decenas de comerciantes, durante cincoaños, que habiendo partido de General Roca algunos, otros desde el pobladode Neuquén, y, los menos, provenientes del sur chubutense, se habían

EL CHACAL DE LA LIPELA

� Es la historia de una banda integrada por Roberto Focter (Foster)Rojas, junto con Atanasio Pucci y Nicolás Román cuya actuación sedesarrolla durante apenas tres años. La reseña siguiente es de “LaNueva Era”, periódico de Carmen de Patagones:

El paraje denominado Paso Chacabuco, perteneciente a Paso Flo-res en el que se encuentra diseminada un conjunto de poblaciónlaboriosa, resultó días pasados el nuevo escenario de una de esastragedias misteriosas de que viene siendo víctima el territorio, hon-damente conmovido por la magnitud de los sangrientos sucesos quecon desesperante frecuencia vienen produciéndose en su seno, y enla que el plomo homicida ha conjugado miserablemente su más vil yvergonzante destino, tomando de sorpresa la tranquilidad familiarde felices hogares que hoy vive la odisea fúnebre del más áspero ydoloroso luto sacrificando, a mansalva, preciosas vidas de hombresútiles a la sociedad y dignos de consideración para todos.

En el hecho de Paso Chacabuco rodaron bajo la violencia mor-tal del proyectil siniestro, disparado alevosamente, tres hombres deenjundia cuyas honestas vidas, dedicadas a dar al ambiente en queactuaban mejores perspectivas de progreso, movíanse al calor delos sanos ideales y llenaban un destino benefactor dentro de la es-pera de sus energías.

A partir de estos hechos, Focter Rojas fue bautizado como el“Chacal de La Lipela”. Los hechos criminales ocurrieron entre losmeses de marzo y abril de 1928. El primero, un asalto que prometíaser llevado a cabo sin mayores contratiempos; la víctima, el “Turco”Fortunato Creide. Era vecino al comercio el informante de la ban-da. Uno de sus integrantes apenas ingresó al lugar, apuntó a todoslos presentes al grito de “arriba las manos”. Los lugareños fueronsorprendidos mientras almorzaban. Al momento, tanto FortunatoCreide como un parroquiano recibieron varios disparos del armade Rojas, un Winchester. Uno de los hermanos del titular del comer-cio intentó ofrecer resistencia, pero resultó en vano, no pudo evitarque varios balazos dieran en su cuerpo. Antes, otro vecino que seacercaba al boliche había sido baleado y dado por muerto. La mu-jer del propietario logró escapar por una ventana junto a sus cincohijos, salvándose así de una muerte segura. Sin haber podido vio-lentar la caja fuerte, los tres asaltantes se retiraron del lugar resig-nándose a un magro botín: “Tanta violencia, tanto salvajismo, parasesenta pesos, un reloj con cadena de oro en su base, un caballo,algunas armas del negocio y los muertos, ropas y unas ochocientasbalas”.

El grupo siguió su camino: fueron a San Carlos de Bariloche,donde mataron al propietario de una pequeña chacra; continuaronpor la cordillera hasta Esquel. Se separaron, luego de discutir, Pucciy Román continuaron hacia el sur y Rojas volvió a Bariloche. Losdos primeros asaltaron a tres hombres por el camino; en Esquel ro-baron en un comercio, donde mataron a un empleado y a un parro-quiano. Por el camino, balearon a un paisano a quien dieron pormuerto...

... Por eso, retiraron el cuerpo unos cien metros de la senda, y locubrieron con sus propias pilchas. Sin embargo, el atacado no sufrióotra cosa que un desmayo, ya que el disparo, si bien había ingresadopor la boca, no le afectó ninguna parte vital. Repuesto, se dirigió a laoficina policial de El Bolsón, mientras un conocido que había en-contrado en el camino marchó hacia la localidad de Ñorquinco, paradar aviso a la policía.

Pucci y Román obtuvieron refugio en una propiedad, pero unapartida formada por quince hombres –ocho policías y siete vecinos-logró dar con ellos. Inmediatamente fueron rodeados. la crónica de“La Voz del Sud” fue precisa:

Enseguida empezó una verdadera batalla pues los bandidos noescatimaron municiones, haciendo gala de un valor y resistencia queno esperaban. El combate, así furioso y decidido, continuó en diver-sos puntos a los que eran llevado los sujetos por el avance decididode la policía cooperada por los particulares.

Según los testimonios de la comitiva policial, el tiroteo duró seishoras. Si bien Pucci y Román lograron fugarse en más de una oca-sión, esta vez no pudieron eludir el cerco policial que los acosaba.La persecución terminó en el paraje Los Repollos. El poder de fuegode los perseguidores resultó mortífero para uno de los bandidos, entanto que el otro fue herido en ambas piernas. Sólo un vecino quedófuera de combate por una lesión de bala en el hombro. Junto al cuer-po muerto y al herido la partida policial identificó más de seiscien-tas cápsulas servidas de armas de distinto calibre �

demás brutal y muy lejos de la civilización”. Esta idea era abonada porla circunstancia del pasado violento, caracterizado por el “despojo y lamuerte”, heredado de la campaña de Julio A. Roca. Esa herencia era,fundamentalmente, una reducida población aborigen derrotada que sereflejaba como antagónica con la imagen autoinducida de unacivilización progresista alejada del crimen y la supuesta barbarie.

Y expresa que “las sociedades patagónicas se debatían en su manerade vivir y actuar bajo el reconocimiento de la ley, de ‘aceptar’ alfuncionario judicial y también de entender la manera en que se afirmabala presencia policial”... �

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FICHA TECNICA

� “Tiempo de violencia en la Patagonia. Bandidos, policías y jue-ces 1890-1940” fue editado en Buenos Aires por Prometeo Librosen mayo de este año, en la Colección de Estudios Patagónicos, su-pervisada por Leticia Prislei, Susana Bandieri y Enrique Mases. Tiene234 páginas, la tirada fue de mil ejemplares.

Para su autor, Gabriel Rafart, el volumen supone la materializa-ción de un proyecto de recuperación de la historia social del delitotal como ocurrió con “Historias de sangre, locura y amor. Neuquén,1900-1950”, un trabajo del Grupo de Historia Social, Gehiso, de laUNC, publicado hace ocho años.

La tesis de maestría de Rafart, defendida en 2003, abordó “Lalucha contra el crimen y la construcción de poder en los territoriosnacionales: el caso de Neuquén, 1890-1930” �

internado en la meseta rionegrina.Resultó que más de medio centenar de mercaderes ambulantes árabes,

junto con sus ayudantes, algunos criollos y otros del mismo origen que suspatrones, además del dinero que portaban, las mercaderías y sus medios detransporte, se perdió el rastro por meses y durante años. Pasado el tiempo,debido a que muchos de esos comerciantes habían tomado en concesiónmercaderías y hasta recibido préstamos en dinero para poder afrontar suactividad itinerante, allegados y acreedores comenzaron a preocuparse porlas prolongadas ausencias. Según la denuncia de un consignatario residenteen la ciudad de General Roca, fueron cincuenta y tres los mercaderesdesaparecidos. Para el gobernador rionegrino Ángel Gallardo, fueronochenta los asesinados. El trabajo policial dejó a la vista datos alarmantesque fueron utilizados para destacar el estado de “civilización” de los gruposindígenas, incluyendo algunos qu habían sido parte del grupo de vencidos enlos tiempos de la campaña militar de Roca.

Dicha investigación reveló que por medio del engaño habían sidosorprendidos los desprevenidos comerciantes y asesinados con armas defuego, cuchillos y palos, sus cuerpos descuartizados y, a fin de evitar dejarvestigio de esos crímenes, incinerados. Fueron muy pocos los que ofrecieronalgún tipo de resistencia al momento en que advirtieron la proximidad de losataques. Entre los detenidos, identificados como responsables de esoscrímenes, se hallaba una figura difícil de encasillar, que según los testigos,había servido en las filas del Ejército Nacional. Se trataba de una “hechiceray curandera”, conocida como Macagua, que vestía de hombre, aunque todossabían mujer. De acuerdo con las declaraciones que obran en el expedientede la investigación, fue la mayor instigadora de los homicidios y responsablede dar la orden de descuartizar cada uno de los cuerpos de los infortunadosmercaderes para, seguidamente, cometer actos de canibalismo. El objetivoera “distinguir el sabor” de la carne de los “turcos”, que entendía de distintaespecie de la de los “huincas”.

“No todos eran de origen árabe”, indicó Rafart, había “otros comerciantes,empleados, que no lo eran. Ni tampoco se puede determinar la cantidad”. Esun hecho que contribuyó, afirmó, a “forjar la imagen de Far West donde eldelito y la civilización conviven”.

Represión e injusticia

La transición hacia la institucionalidad, según el historiador, tiene fecha.Es en la década de 1940 cuando fue creada la Gendarmería, cuya función fueel resguardo fronterizo y ser la policía territoriana hacia el interior. En esaépoca también se creó el Servicio Penitenciario Federal; ambas institucionesconfiguraron un contexto institucional que garantizaba “el resguardo de lospresos”.

Luego, en ese mismo decenio, la llegada del peronismo al poder “implicóun proyecto de unificación del país que generó una mayor institucionalidad”.Hasta entonces, las participación de privados en la represión del delito “estuvopresente en la medida que se concebía la protección de la vida” en esa época,pero no existe la policía privada.

Sin embargo, hubo “colaboración estrecha” de los damnificados con laspolicías oficiales. Aunque “no había agentes pagos, sí había suministros envituallas, armas, caballada, medios, información”. Resulta que el dinero paralos sueldos era enviado desde Buenos Aires a los boliches “y sus dueños losdistribuían. Cuando no llegaba, había adelantos, préstamos, mercadería alfiado”. Generalmente, en la represión del delito, prosiguió Rafart, “hay unaalianza entre el comisario, el juez de paz y el empresario para reprimir el

delito”.Ante las injusticias, “hay voces de queja, pero el poder es muy débil ante

la discrecionalidad por parte de la justicia de menor rango”.

Doble vida

Por lo general, alternaban su vida entre la formal y establecida, con familiay trabajo –agrario o minero, fundamentalmente- y el delito. “No eran delin-cuentes de tiempo completo”, expresó Rafart. Un ejemplo es Juan Balderramaque en Chile era agricultor y pirquinero en Neuquén. “Es parecido”, razonóRafart, “a lo que ocurre en el conurbano bonaerense, por ejemplo, donde loschicos alternan el trabajo formal con robos menores”.

Esa misma estacionalidad caracterizaba el trabajo policial en los territo-rios: por caso, en invierno estaban en la fuerza, y en el verano se dedicaban aotro trabajo. Entre uno y otroempleo, “pierden el arma, o lavenden. Eso garantizaba unaprovisión constante de armamen-to” en el mercado negro,engrosado por los soldados quesalían de franco y tambiénperdían sus armas o lasvendían.

El de la Patagonia en elmedio siglo investigado “eraun mundo de delito muyprecario; las empresasdelictivas surgen de lamisma acción, losprotagonistas noplanifican, estudian elcaso 48 horas antes decometerlo” �