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Anticipaciones anarquistas sobre los “nuevos patrones” Nico Berti Transcripción: @rebeldealegre En este texto publicado en Interrogante (No. 2, Marzo de 1975), Giampietro “Nico” Berti revisa el análisis anarquista del advenimiento de la "nueva clase," la tecno-burocracia, relacionando dicho análisis con la crítica anarquista del rol de la ciencia en la sociedad, y la crítica anarquista clásica más general de la jerarquía y la dominación, o "el poder en cuanto tal." La interpretación del marxismo como ideología de clase de la intelligentsia fue propuesta por primera vez por los anarquistas, sobre todo por Bakunin y Makhajski. Este último nos ha dejado un correcto análisis sociológico del movimiento socialista, en la cual observó dos clases distintas: la de los obreros industriales y la de los trabajadores intelectuales, cuyos intereses no coincidían para nada. Estas dos clases no podían asimilarse puesto que la primera estaba constituida por la masa inculta de los trabajadores manuales, y la segunda por una minoría de individuos en posesión de un verdadero y adecuado “capital oculto” (la cultura superior que los situaba por encima de los obreros y los destinaba casi naturalmente a desempeñar papeles directivos). Los segundos, que dentro del conjunto constituían una intelligentsia desclasada, tendían a utilizar a la clase obrera como un trampolín para lanzarse a la conquista del Poder. De haber tenido éxito, habría quedado edificada, no la “sociedad sin clases” — en la cual Makhajski no veía otra cosa que una fórmula propagandística —, pero sí una nueva jerarquía social basada no ya sobre la distinción entre los haves y los have-nots, sino entre los knows y los know-nots. Dicho de otro modo: la inteligentsia desclasada tendía, a través de un doble movimiento — “oposición” a la sociedad capitalista, de la cual se sentía injustamente excluida, y “colonización” de la clase obrera — a crear una sociedad en la cual el dominio de la aristocracia de la riqueza sería sustituido por el dominio de la aristocracia de la cultura. De este modo Luciano Pellicani, un joven estudioso italiano, ha resumido desde un ángulo exclusivamente sociológico las anticipaciones y las intuiciones anarquistas — que tienen más de un siglo — sobre el complejo fenómeno aún hoy observado y comprendido con trabajo: el ascenso en todo el mundo industrialmente avanzado de la nueva clase dominante: la tecnoburocracia.

[Berti, Nico] Anticipaciones Anarquistas

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Anticipaciones Anarquistas por Nico Berti

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  • Anticipaciones anarquistas sobre los nuevos patrones

    Nico Berti

    Transcripcin: @rebeldealegre

    En este texto publicado en Interrogante (No. 2, Marzo de 1975), Giampietro Nico Berti revisa el anlisis anarquista del advenimiento de la "nueva clase," la tecno-burocracia, relacionando dicho anlisis con la crtica anarquista del rol de la ciencia en la sociedad, y la crtica anarquista clsica ms general de la jerarqua y la dominacin, o "el poder en cuanto tal."

    La interpretacin del marxismo como ideologa de clase de la intelligentsia fue propuesta por primera vez por los anarquistas, sobre todo por Bakunin y Makhajski. Este ltimo nos ha dejado un correcto anlisis sociolgico del movimiento socialista, en la cual observ dos clases distintas: la de los obreros industriales y la de los trabajadores intelectuales, cuyos intereses no coincidan para nada. Estas dos clases no podan asimilarse puesto que la primera estaba constituida por la masa inculta de los trabajadores manuales, y la segunda por una minora de individuos en posesin de un verdadero y adecuado capital oculto (la cultura superior que los situaba por encima de los obreros y los destinaba casi naturalmente a desempear papeles directivos). Los segundos, que dentro del conjunto constituan una intelligentsia desclasada, tendan a utilizar a la clase obrera como un trampoln para lanzarse a la conquista del Poder. De haber tenido xito, habra quedado edificada, no la sociedad sin clases en la cual Makhajski no vea otra cosa que una frmula propagandstica , pero s una nueva jerarqua social basada no ya sobre la distincin entre los haves y los have-nots, sino entre los knows y los know-nots. Dicho de otro modo: la inteligentsia desclasada tenda, a travs de un doble movimiento oposicin a la sociedad capitalista, de la cual se senta injustamente excluida, y colonizacin de la clase obrera a crear una sociedad en la cual el dominio de la aristocracia de la riqueza sera sustituido por el dominio de la aristocracia de la cultura. De este modo Luciano Pellicani, un joven estudioso italiano, ha resumido desde un ngulo exclusivamente sociolgico las anticipaciones y las intuiciones anarquistas que tienen ms de un siglo sobre el complejo fenmeno an hoy observado y comprendido con trabajo: el ascenso en todo el mundo industrialmente avanzado de la nueva clase dominante: la tecnoburocracia.

  • Puntos de partida y anlisis anticipadores, a veces profticos, que trataremos de presentar y desarrollar aqu teniendo en cuenta un arco de tiempo que abraza las primeras formulaciones tericas a este respecto y el advenimiento de la Revolucin rusa, con la consiguiente edificacin de la primera sociedad tecnobrucrtica de la historia: un arco que va, a grandes rasgos, de 1840 a 1920. Luego de 1920-25, en los hechos, no se puede hablar de anticipacin desde el momento en que el dominio de clase tecnoburocrtico es una realidad en la U.R.S.S. (una realidad que pronto ser descubierta, aunque con diversas interpretaciones, por otras fuerzas polticas). Por lo dems, incluso en el rea capitalista, las estructuras socioeconmicas van cambiando progresiva y rpidamente a partir de los aos 20, y en ese cambio la nueva clase va reforzando y extendiendo sus privilegios y su dominacin. Ambos sistemas (el nuevo sedicente socialista y el capitalista tardo) expresan en una progresiva convergencia aquella nueva relacin de dominacin y disfrute anticipado, intuida por los anarquistas. Los nuevos patrones fundan su poder sobre una suerte de propiedad intelectual de los medios de produccin, es decir, sobre la posesin de los conocimientos inherentes a las funciones directivas de los grandes conglomerados econmicos y polticos. Su forma de explotacin no es ejercida de modo individual (como la burguesa) sino colectivamente, por la clase, pudindose hablar de propiedad de clase. Esta propiedad define por lo tanto la naturaleza de la nueva clase dominante, dedicada sobre todo a aquella actividad de la esfera del trabajo intelectual que corresponde a las funciones directivas en la divisin jerrquica del trabajo social. Por lo tanto la forma socioproductiva de la divisin vertical del trabajo divisin entre actividad intelectual y actividad manual constituye la estructura de sostn del mecanismo de la nueva explotacin, es decir, del dominio tecnoburocrtico. En la forma ms cabal de este dominio, o sea, en los estados que se proclamen a s mismos socialistas, la nueva clase dominante, en virtud de esta propiedad intelectual, puede administrar monopolsticamente los medios de produccin y explotar, por lo tanto, la fuerza de trabajo. Esta no se apodera de una cuota privilegiada de bienes y servicios de modo directo, como hacan los capitalistas, sino de modo indirecto, a travs del Estado que se apropia de esta cuota de clase y luego la reparte entre sus propios funcionarios tecnoburcratas, diferencindolos segn su grado y posicin jerrquica, es decir, segn la importancia jerrquica de la funcin intelectual desarrollada. Hemos trazado anticipadamente en sus lneas generales y de modo muy esquemtico este fenmeno socioeconmico, observado y definido de diversas maneras por muchos estudiosos, tecnoestructura y nuevo estado industrial, nueva clase, colectivismo burocrtico, capitalismo de empresa, capitalismo monoltico, revolucin de los empresarios, capitalismo paternalista, capitalismo burocrtico, feudalismo industrial porque teniendo muy presente este cuadro general de referencias podemos preguntarnos ahora en qu medida y de qu modo el pensamiento anarquista ha previsto este cambio radical o histrico del mecanismo

  • de la desigualdad y de la explotacin. A este respecto nos parece que la respuesta puede encontrarse, por un lado, en la secular crtica al poder como tal; por otro, en su tambin secular polmica terica contra el socialismo autoritario y, en especial, contra aquel de inspiracin marxista. En tanto que el anlisis del primer aspecto aparece como un criterio regulador que alienta a la crtica anarquista de cualquier poder, el del segundo, en cambio, se dibuja a travs de la investigacin del orgnico y necesario vnculo que existe entre la ideologa socialista autoritaria y el uso histrico-social de la ciencia en la divisin jerrquica del trabajo entre manual o intelectual. Esta divisin, que ya vimos como una estructura de sostn del mecanismo de la nueva forma de explotacin tecnoburocrtica, favorece un proceso de divinizacin y monopolio de la ciencia, entendida en este caso como saber socialmente significativo, para los fines del dominio poltico. Para el anarquismo los dos momentos, como veremos, estn estrechamente conectados, en el sentido de que slo dentro de un cdigo ideolgico general de referencias como su universal antiautoritarismo es posible centrar el anlisis sobre los concretos aspectos histricos del problema, diversificar y desarrollar las particularidades que le son inherentes. Porque si es verdad que el poder en s no existe sino en cuanto secuencia ininterrumpida de aquellos momentos histricamente particulares, y que incluso esto no puede delinearse sino como enucleacin de los rasgos constantes de estos ltimos, tambin es cierto, sin embargo, que lo que los une a todos, es decir, lo que une a cada poder es, justamente, para el anarquismo, el sencillsimo hecho de serlo, ms all de las variables conformaciones histricas, es decir, de los infinitos y variables poderes. Dejemos ya sealado, pues, lo esencial de la metodologa anarquista: un discurso sobre la naturaleza poltica y social de la nueva clase tecnoburocrtica no puede prescindir de un discurso sobre el poder en cuanto tal; y al revs, no puede llegarse a esta general referencia ideolgica sino partiendo de la comprobacin cientfica de que el nuevo poder particular derivar inevitablemente de la praxis del socialismo marxista y autoritario terminar por asumir un valor sustancial de equivalente respecto a cualquier otro poder histricamente constituido, devolvindonos de ese modo a la nica alternativa revolucionaria digna, para el anarquismo, de ser enteramente asumida: la total e irreparable destruccin del poder en cuanto tal.

    La divinizacin del saber Este primer punto nos dice ante todo que la ciencia, como cualquier otro campo de la actividad humana, es susceptible, a juicio del anarquismo, de posibles desarrollos alienantes. La posibilidad de tal proceso se presenta al instaurarse la vieja y simple relacin autoritaria entre sujeto y objeto, es decir cuando entre

  • ciencia y hombre se invierte la relacin justa, y el hombre, originariamente sujeto-creador, se transforma en objeto-criatura: en vez de estar la ciencia al servicio del hombre, ste se pone al servicio de la ciencia. Este esquema general constituye la trama de fondo, la matriz comn, en torno a la cual las diversas corrientes del anarquismo convergen en una misma crtica sustancial. Es cierto que a veces encontramos posiciones muy diversas, casi opuestas, incluso, pero en conjunto, el anarquismo ha advertido y denunciado el peligro de una idealizacin religiosa de la ciencia. Tratemos entonces de enfocar algunos anlisis relacionados con este punto. Empecemos por el de Stirner que, aunque paradojal en algunos aspectos, ha captado bien, en su significado extremo, el vuelco de la relacin que antes sealbamos. Si la ciencia se presenta como misin, como idealismo, hasta el punto de ser no un medio sino un fin, si la capacidad de control y de dominio sobre ella naufraga en la de un nuevo deber, aunque tal deber tenga ahora caracteres cientficos, la dimensin santa que acompaa cualquier forma de alienacin aparecer bajo una vestidura nueva pero idntica en sustancia. Dimensin santa porque todo lo que est por encima de m, y escapa a mi poder, dice Stirner, tiende inevitablemente a ser divinizado bajo las formas mltiples del mito. No hay contradiccin por lo tanto entre mito y ciencia, entre fe y ciencia: lo que determinar el carcter alienante no deriva tanto del objeto en cuestin, sino de la relacin entre este objeto y el individuo. Si tal relacin sigue siendo autoritaria y jerrquica, como sealbamos, ningn objeto, por mucha capacidad liberadora que tenga, neutralizar la posibilidad de que se produzca una nueva alienacin. Radicalizando esta actitud, Stirner llega a afirmar que hay una oposicin entre el libre pensamiento, expresin del programa cientfico, y el poder del individuo. Este es quien debe ser libre, y no la ciencia, la verdad o el pensamiento. Porque el pensamiento que me es propio, mi pensamiento que no me gua sino que es guiado por m, que lo refreno o estimulo segn me plazca, es totalmente distinto del libre pensamiento. Lo que homologa o distingue no es tanto la fuerza operante de la libertad indeterminada, que en s permanece annima y genrica, sino el uso, en este caso estrictamente individual, que de ella se hace: si la libertad deja de ser de mi propiedad, soy yo, escribe Stirner, el que sucumbe bajo el pensamiento. As, insiste, si los pensamientos son libres, me dominan, y no tengo ningn poder sobre ellos: me convierto en su esclavo. Oprimida por esta perspectiva, la posibilidad creadora del individuo disminuye, la dialctica de la liberacin se vuelve dialctica de la alienacin. Ya no es el individuo el centro irreductible del mundo, sino los valores por l creados; restaurar las relaciones autnticas entre estos dos polos significa por lo tanto reafirmar que El principio de mi pensamiento no es un pensamiento, sino mi individualidad; de suerte que soy el mismo tiempo principio y fin. Bakunin retoma tambin la exigencia stirneriana de la individualidad como hecho concreto e irreductible de la vida, opuesta a la abstraccin cientfica. La

  • ciencia, segn Bakunin, es siempre una abstraccin, y, por eso mismo, de algn modo, una negacin de la vida real. En pro de esta tesis argumenta que la ciencia es incapaz de captar la viviente individualidad de cada ser. Se ocupa de los individuos en general, no de tal o cual individuo. La raz de la alienacin y por lo tanto de la posible divinizacin de la ciencia, est pues, para Bakunin, en su propio lmite intrnseco: la abstraccin. Un lmite insuperable que sita siempre a la ciencia por encima de la vida. Pero precisamente por partir de esta base puede desarrollarse un proceso divinizador, cuando se opera una dicotoma entre cuerpo cientfico y cuerpo social, entre vida real y vida intelectual, entre masa y lite. Es evidente que en este punto el discurso pasa del carcter filosfico del problema, al carcter ms concreto de la dimensin poltica. Por ello Bakunin traslada el discurso al plano histrico, precisando que el juicio sobre la ciencia nos lleva necesariamente a ocuparnos de los cientficos y de su organizacin. Precisamente en virtud de un monopolio efectivo sobre la ciencia, los sabios permanecen en cuanto tales fuera de la vida social (como) una casta aparte que presenta muchas analogas con la de los sacerdotes. La abstraccin cientfica es su dios, las individualidades vivas y reales son sus vctimas y ellos sus inmoladores consagrados y patentados. La analoga que establece Bakunin entre casta religiosa y casta cientfica descansa evidentemente sobre el nico punto que a su juicio las une: el monopolio efectivo de la respectiva profesin, del respectivo saber. Tambin aqu como para Stirner aunque con perspectivas diversas la naturaleza del objeto, por mucha capacidad liberadora que posea, no es suficiente garanta para sostener el proceso de liberacin humana. Lo que decide el destino de esa liberacin es el modo como se ha llevado a cabo, modo que slo puede venir de abajo, es decir a travs de una participacin responsable y popular que rompa y subvierta los papeles autoritarios inherentes a cada monopolio. De ah que el mundo de la ciencia, aunque se refiera al mundo viviente y material, ya que no a la expresin general y abstracta, est limitado respecto a la vida, que es la nica que crea espontneamente todas las cosas y seres reales, lmite que resulta intraspasable. Por que la ciencia no crea nada; comprueba y reconoce tan slo la creacin de la vida. Sobre esta huella en cierto sentido vitalista donde confluyen posteriormente, a pesar de motivaciones tericas diversas, las crticas anarco-comunistas de Malatesta y las anarco-individualistas de Armand, Bakunin desarrolla el tema de la libertad como expresin multiforme y espontnea de la vida social. Los lmites de ste, que resultan inconmensurables para cualquier compresin cientfica, constituyen al mismo tiempo la garanta ante cualquier invasin abstracta y planificante del gobierno de la ciencia. Justamente con respecto a esta posibilidad, que constituye la justificacin ideolgica para un gobierno de los cientficos, futuro equilibrio sociopoltico de la tecnoburocracia, es establecen los nudos tericos del problema que cobra ahora, como habamos sealado, una

  • precisa fisonoma histrica y poltica.

    El gobierno de la ciencia como

    ideologa tecnoburocrtica Fiel al principio base de la propia ideologa, el anarquismo rechaza cualquier gobierno, incluso el de la ciencia. Entendmonos, no se trata de un rechazo del aspecto y del uso tcnico de la ciencia. Escribe Bakunin: me inclino delante de la autoridad de los especialistas, pronto a seguir sus indicaciones e incluso sus directivas, porque esta autoridad no me es impuesta por nadie, ni por los hombres ni por Dios (. . .). Reconozcamos la autoridad absoluta de la ciencia, pero rechacemos la infalibilidad y la universalidad de sus representantes. Este rechazo est regulado no slo por la pertinencia metodolgica de la negacin de cualquier poder, sino tambin, en este caso especfico, por la determinacin de su posible carcter engaoso. Precisamente en virtud de su anonimato y universalidad, la ciencia expresa un poder puro que aparece indiscutible e inclasificable. Indiscutible e inclasificable por su carcter objetivo y porque de tal carcter se desprende y se prefigura una imagen democrtica difcilmente discutible. De ah la posibilidad de un uso y abuso del poder de la ciencia que por su extensibilidad no es comparable a ningn otro poder histrico precedente: sus mbitos son los ms altos grados del conocimiento humano. Al abrigo de este poder posible que en la prctica de la planificacin puede precisarse operativamente en todos los campos punto programtico de la ideologa tecnoburocrtica , el anarquismo ha desarrollado en contra, como su alternativa, la teora del pluralismo en todos los niveles, sociales y culturales, como expresin espontnea y libre de las autnticas manifestaciones de la vida colectiva e individual. Llegados a este punto, la contraposicin se plantea entre las dos diversas concepciones ideolgicas que anticipan los desarrollos histricos dominantes en este siglo. Por una parte, la tendencia del poder a una siempre mayor centralizacin, tendencia que desembocar, como ya sealamos, en el paso del dominio capitalista al domino tecnoburocrtico; por otra, la accin subversiva de las masas oprimidas que tiende a contrastar tal tendencia, y que concluir en la riqueza multiforme de las luchas sociales, en la propuesta continua de autogestin y de autoeducacin. En el punto medio de tal encuentro, una ulterior y ms profunda vertiente ideolgica divide las motivaciones tericas de los respectivos campos. Una vez ms se agrega, por una parte, a tales motivaciones (es decir al mito de la eficiencia tcnica a travs de la planificacin, la pretendida neutralidad del uso operativo de la ciencia, la democraticidad de tal ejercicio, etc.) lo relativo a la teorizacin de la desigualdad natural y la consiguiente aristocracia de la inteligencia; mientras que por otra se insiste, opuestamente, no slo en los temas del pluralismo y de la espontaneidad, sino en los ms premiosos y significativos de

  • la igualdad social y de la negacin de toda aristocracia comprendida la del mrito y la inteligencia. Tratemos pues de reconstruir los momentos salientes del anlisis anarquista de este encuentro: para ello es necesario volver a Bakunin. Su anlisis se centra sobre los trminos profticos, pero no necesariamente imaginarios, de una posible sociedad organizada y gobernada segn principios cientficos y racionales. es decir, segn esquemas preconstrudos e impuestos por una academia de eruditos y sabios, guiados sinceramente por la idea del bien y de la verdad. Bakunin, perfilando con exageracin las imgenes, afirma que tal sociedad sera un monstruosidad, ya sea porque al obligar a la vida prctica, colectiva e individual de los hombres a conformarse estrecha y exclusivamente a los ltimos aportes de la ciencia, la sociedad tanto como los individuos se condenara a sufrir martirio sobre el lecho de Procusto, ya porque el cuerpo cientfico, al cual le fuese confiado el gobierno de la ciencia, terminara muy pronto ocupndose no de la ciencia, sino de una tarea muy distinta; y esta tarea, propia de todos los poderes constituidos, sera la de perpetuarse a s mismo, volviendo cada vez ms estpida a la sociedad confiada a su cuidado, y por lo tanto cada vez ms necesitada de su gobierno y de su direccin. Hay que subrayar que aqu la obsesin bakuniana desarrolla dos rumbos que confluyen en una nica crtica; porque si por una parte se denuncia lo absurdo de semejante gobierno, con todas sus implicaciones autoritarias, por otra se comprueba, partiendo de la efectividad de esta ltima, la muerte de la ciencia como campo de continuas hiptesis y bsquedas. De aqu la amonestacin bakuniana tendente a predicar la revuelta de la vida contra la ciencia, o mejor, contra el gobierno de la ciencia. En esta revuelta Bakunin ve la garanta humana como defensa de la libertad contra las implicaciones autoritarias del gobierno de la ciencia; sin embargo, dicha revuelta se realiza no para destruir la ciencia lo que sera un delito de lesa majestad sino para volverla a su lugar, de modo que no pueda volver a remontarse nunca ms; vale decir, para asignarle a la ciencia su verdadera funcin, que no debe ser constitutiva en los enfrentamientos de la vida sino tan slo regulativa. Sin embargo, al lado de estas justificaciones ideolgicas del gobierno de la ciencia, existe otra tesis importante, que ya esbozamos, y que incita al reconocimiento de semejante gobierno como hecho objetivo y necesario; la teorizacin de la desigualdad natural y la consiguiente aristocracia de la inteligencia. La componente intelectual-meritocrtica que sanciona una desigualdad no histrica sino natural, supera no slo cada precedente justificacin ideolgica de la jerarqua social y humana, sino que establece y precisa, en esta jerarqua, caracteres absolutamente inmodificables. Es evidente, en efecto, que mientras los impedimentos de carcter histrico son todos eliminables si se lo desea, los de carcter natural son, por el contrario, inamovibles: an admitiendo que fuese posible violentar a la naturaleza, qu fuerzas histricas, sociales, polticas y humanas asumiran esta responsabilidad? Quin, en otros trminos, pondra su propio orden en anttesis con el orden natural?

  • Sobre este punto decisivo para la formulacin prctica y terica de la emancipacin, la sedicente aristocracia de la inteligencia se expresa histricamente, segn Bakunin, como el ltimo refugio de la voluntad de dominio. ltimo refugio porque, confutada y abolida cualquier justificacin histrica de la desigualdad, slo queda aquella natural que, si fuese verdadera, hara objetivamente imposible la construccin social libertaria. Si las caractersticas fundamentales de los hombres, si sus aptitudes y su capacidad son jerrquicamente desiguales con independencia de la suma de todos aquellos factores abarcados por el condicionamiento social; es decir, si tales diferencias se refieren exclusivamente a la naturaleza, no hay ninguna posibilidad, ni la habr, de que se produzca la igualdad. La adecuacin socioeconmica conforme a tal orden resultara jerrquicamente justa y necesaria. Esta es, por ejemplo, la imagen social de la ideologa sansimoniana y, en general, del socialismo autoritario, que Kropotkin examina como modelo terico, paladinamente meritocrtico. El sansimonismo, al predicar una sociedad que tenga a la cabeza un gobierno compuesto por una jerarqua de los mejores hombres mejores en las ciencias, en las artes, en la industria , representa, desde el punto de vista anarquista, un referente ideolgico extremadamente antiigualitario. La individuacin del componente intelectual-meritocrtico representa por lo tanto la bisagra justificadora de la desigualdad natural y de la consiguiente ideologa del gobierno de la ciencia. En esta delimitacin, sin embargo, aparece la individuacin todava exclusivamente terica o, mejor an, general y abstracta, de la potencialidad de este poder que definimos como poder puro. Ahora se trata de pasa de esta delimitacin al anlisis que define los nudos salientes de la traduccin en trminos polticos, econmicos y sociales de ella; vale decir, cumplir el pasaje de la individuacin del gobierno de la ciencia al de los cientficos: remontar del poder puro de la primera al poder histrico de los segundos. Qu fuerzas sociopolticas han recorrido este pasaje, que el anarquismo anticip primero y resumi despus en conjunto como transformacin del dominio capitalista en dominio tcnico-burocrtico? Quines son se preguntaba Eliseo Reclus los que se encaminan hacia el poder, para sustituir a los privilegiados por nacimiento o por fortuna con una nueva casta, que se dice de la inteligencia?, respondiendo de inmediato: (los) que del mismo modo han reivindicado en provecho de los hombres de genio, es decir en su provecho personal, la direccin poltica de la sociedad. La expresin Gobierno de los mandarines ha sido cruelmente pronunciada. La propiedad de la nueva clase es, por lo tanto, propiedad intelectual, en virtud de la cual accede al poder puro de la ciencia, crendolo directamente por los propios privilegios y las propias fortunas. Este es el eslabn que tenemos que insertar para comprender, a esta altura, las anticipaciones que el anarquismo hizo de esta nueva clase definida ahora como tecno-burocrtica; anticipaciones que implican un anlisis preliminar de la relacin entre clases sociales y divisin vertical del trabajo. Esto nos permite de hecho remontar a la estructura que est en la base del

  • mecanismo autoritario, describiendo e identificando sus componentes constantes y sus formas caractersticas, elementos que, por su naturaleza estructural, se representan y se hacen concretos en las diferentes sociedades histricas, asumiendo las formas socio-econmicas inherentes a ellos y por lo tanto el aparato poltico que anima y justifica el poder en cuanto tal.

    Divisin jerrquica del trabajo y clases sociales

    De este modo el anlisis de la divisin vertical del trabajo entre manual o intelectual se presenta como investigacin de la causa constante de la desigualdad social, generadora, por lo tanto, de la escala jerrquica de las clases. As, con respecto a la formacin de la tecnoburocracia, que detenta la nueva forma histrica de la propiedad, es decir la propiedad intelectual de los medios de produccin, tal divisin es vista dentro del ms amplio anlisis de la autoridad segn el modelo metodolgico ya esbozado arriba: un discurso sobre el nuevo poder particular no puede prescindir nunca de un discurso sobre el poder en cuanto tal. El anlisis de la autoridad se presenta, pues, en el doble aspecto de un anlisis histrico-dinmico y en la definicin e individuacin de races estructurales: en otros trminos, una explicacin que nos lleva de su aspecto variable al conste y viceversa. Si sta, por una parte, se especifica a travs de la comprensin histrica y variable de la sociedad burguesa; por otra, individuando la correlacin con la divisin del trabajo, desarrolla un mtodo de comprensin para cada sociedad autoritaria. En otros trminos, se trata de seguir el movimiento evolutivo de estas funciones, de reconocer sus caracteres y sus tendencias para formular sus leyes de modo de constituir la comprensin terica de la sociedad a travs de la explicacin de la organizacin del trabajo. Esta se organiza en una estructura de tipo piramidal en cuyo vrtice se asienta el prncipe, en tanto que la base se apoya en el proletariado. La correlacin funciones-clases sociales viene desde Proudhon en la medida en que el trabajo humano, accin inteligente del hombre sobre la materia, es repartido y adjudicado segn el orden creciente de importancia tcnico-cientfica. De hecho, el trabajo es una idea compleja que, descompuesta en cada uno de sus elementos, y luego vuelta a componer teniendo en cuenta todos los puntos de vista, constituye la ciencia. Las funciones sociales o clases se colocan a travs de una escala jerrquica anloga a la descomposicin de la ciencia segn los elementos, desde el ms simple al ms complejo, de los particulares a los generales. La ecuacin trabajo-ciencia se transforma en un mtodo de comprensin y de anlisis: En la medida en que la funcin gana en generalidad representativo, es decir, en la medida en que ella reabsorbe un nmero mayor de otras, pierde en especialidad efectiva, en materia industrial y en aplicacin cientfica. As, el jefe de oficina produce materialmente menos que el obrero, pero ms que el empresario: el patrn, el gobernador, el ministro, el

  • consejero de estado, el rey, no ejercitan ni un arte, ni una ciencia, ni un oficio; su funcin es la de reagrupar las funciones inferiores, centralizarlas y unificar sus relaciones. El trabajo, en este nivel elevado, supone, como siempre, una actitud, una educacin, y condiciones especiales de elegibilidad; pero en s, no es ni ms ni menos difcil que otros: si hoy parece darse lo contrario, eso proviene nicamente de nuestra organizacin imperfecta, y de la simpleza de los principios que nos gobiernan. . . Por lo tanto la desigualdad de la inteligencia, entre los hombres, es una anomala; la de las funciones, una injusticia. La divisin del trabajo en intelectual y manual se generaliza en divisin social. Este divorcio entre ciencia y trabajo es la matriz en la que se constituyen las clases . . . el trabajo ya no se divide segn sus gneros, aspectos y variedad; ni en sus partes integrantes, como en las operaciones parcelarias; sino en sus elementos constituyentes, la inteligencia y la fuerza. Esta ltima, en la sociedad burguesa se traduce en fuerza-trabajo, en mercanca, en virtud del escaso valor (para el mercado capitalista) presente en la funcin social desarrollada. Esta forma histrica asumida por la desigualdad, se hace presente en la divisin general entre clase capitalista y clase proletaria: la sociedad burguesa constituye, con sus estructuras econmicas y polticas, el aspecto histrico y por lo tanto variable de ella. Tambin bajo este aspecto se afirma la reflexin terica bakuniana. La sociedad burguesa que condujo la revolucin poltica del 89 (la igualdad jurdica de los ciudadanos) no modific la relacin estructural de la desigualdad: la organizacin jerrquica del trabajo. Dado que el origen primero de esta servidumbre escribe Bakunin , para ser ms precisos, el dogma de la desigualdad poltica de los hombres, ha sido suprimido por la gran revolucin, hay que atribuir el actual desprecio por el trabajo al segundo, a aquella separacin que se ha ido creando, y que todava hoy existe con toda su fuerza, entre el trabajo intelectual y el trabajo manual, y que reproduciendo en una forma nueva la vieja desigualdad, an divide al mundo social en dos campos: la minora privilegiada ya no por la fuerza de la ley, sino por la del capital, y la mayora de los trabajadores forzados ya no por el inicuo derecho del privilegio legal sino por el hambre. Para comprender el doble aspecto, estructural e histrico, de la formacin de las clases, el anlisis de Bakunin retoma el mtodo proudhoniano de la ecuacin ciencia-trabajo. Los grados jerrquicos de este divorcio constituyen la trama del tejido social y econmico, que en la sociedad histrica burguesa se traducen una vez ms en capital y fuerza-trabajo, en proletariado y burguesa: Sin embargo, dado que el trabajo humano considerado en su totalidad se divide en dos partes, una totalmente intelectual y declarada exclusivamente noble, que abarca las ciencias, las artes, y en la industria la aplicacin de las ciencias y de las artes, la idea, la concepcin, la invencin, el clculo, el gobierno y la direccin general y jerrquica de las fuerzas obreras; y la otra tan slo manual, reducida a una accin puramente mecnica, sin inteligencia, sin ideas: aprovechndose de esta ley econmica y social de la divisin del trabajo los privilegiados del capital, incluidos aquellos que por la pobreza de su capacidad individual seran los menos autorizados para ello, se apoderan de

  • la primera, dejndole la segunda al pueblo. El lenguaje bakuniano se vuelve muy general cuando se refiere a la definicin de las clases: stas no son definidas por su aspecto histrico-social, sino por la relacin que se produce entre ellas. Una relacin que acta siempre de abajo a arriba, desde la base al vrtice: la definicin bakuniana es la definicin de la relacin autoritaria entre las clases, es la definicin anrquica de la desigualdad. Estas relaciones de dominacin-dependencia se desarrollan sobre la red de la organizacin jerrquica del trabajo, sobre cuyo dibujo geomtrico piramidal, segn el lenguaje de Proudhon, viven y se influyen las funciones sociales, desde las ms simples hasta las ms complicadas, situadas, digmoslo una vez ms, segn un orden creciente de importancia y funcionalidad, establecido por la sociedad histrica del momento. En tal sentido, contina Bakunin, mientras existan dos o ms grados de instruccin para los diversos estratos de la sociedad, existirn necesariamente clases, es decir privilegios econmicos y polticos para un pequeo nmero de afortunados y esclavitud y miseria para los ms. El modelo general para la reiterada formacin de la autoridad est dado por entero: interdependencia consecuente y necesaria entre monopolio de la ciencia y divisin del trabajo y clases. De este modo resulta que la forma de dominio capitalstico-burguesa constituye una de las secuencias del aspecto histrico y variable de la explotacin, la forma jerrquica de la divisin del trabajo, el aspecto estructural y constante de la desigualdad. A su juicio, en los hechos, una sociedad libre de la opresin capitalista que mantuviese inalterada la separacin vertical entre las funciones intelectuales y las funciones manuales, pronto estara lista para reformar todas las jerarquas sociales porque Quien sepa ms dominar naturalmente a quien sabe menos; y aunque inicialmente slo existiese entre las dos clases esta nica diferencia, en poco tiempo producir todas las dems. Se dibuja as la general polmica anarquista contra el socialismo autoritario, portador de la ideologa del colectivismo estatal. Este ltimo, al propugnar slo la abolicin de la propiedad privada de los medios de produccin, deja inalterada la divisin jerrquica de las funciones sociales, generadora de la propiedad intelectual inherente a ellas. Esta propiedad aparece con la diferencia entre trabajo simple y trabajo compuesto, basada incluso en la definicin marxista del anlisis del valor. Ellos (los socialistas autoritarios) pretenden que la hora de trabajo del ingeniero, del arquitecto o del mdico, debe ser considerada como equivalente a dos o tres horas de trabajo del herrero, del albail o del enfermero (. . .) Y bien, establecer esta distincin (. . .) significa dividir la sociedad en dos clases bien distintas: la aristocracia del saber, por encima de las manos callosas; una, consagrada al servicio de la otra: (y todo esto con) la sancin de la Revolucin Social. El anlisis de Kropotkin a la objecin cientfica de que la fuerza-trabajo del ingeniero cuesta ms a la sociedad que la fuerza-trabajo del excavados (. . .) porque los gastos que son necesarios para formar a un ingeniero son mayores que los que reclama un excavador no ha sido precisado tan slo en la posicin contraria, la del

  • comunismo anrquico, que aqu no interesa analizar, sino en la individuacin de la ideologa mistificadora del colectivismo estatal. Pero tanto los obreros manuales como los ingenieros, los tejedores o los hombres de ciencia, sin todos asalariados del Estado, todos son funcionarios como ltimamente se dice para dorar la pldora. Merlino, siguiendo los mismos pasos, escribe que las caractersticas de la nueva clase dominante surgen en el terreno de la administracin y de la divisin vertical del trabajo entre trabajadores manuales e intelectuales. Los nuevos dirigentes del socialismo estatal organizarn el trabajo, los servicios pblicos, una administracin y una burocracia por lo dems excesiva! logrando introducir, mediante impuestos o por cualquier otro medio, distinciones y desigualdades en la distribucin de los productos del trabajo que correspondan a las que van a producirse entre sus respectivas funciones y las de los humildes trabajadores manuales. La individuacin del aspecto tcnico y cientfico inherente a las funciones intelectuales dominantes, la imposibilidad de dividir o aislar su significado poltico del uso autoritario de su gestin, la lectura poltica o ideolgica del funcionamiento de la organizacin tcnica y cientfica de cada organismo social y, en trminos generales, de la organizacin total de la sociedad, va unida al anlisis de las condiciones histricas que favorecen el ascenso de la nueva clase.

    La definicin dinmica de la

    desigualdad Estas se insertan en un esquema que explica la alternancia dinmica de la clase en el poder. Por oposicin al clebre modelo bipolar marxista, que exalta la contraposicin inconciliable entre burguesa y proletariado, este sistema no se define con relacin a la propiedad jurdica de los medios de produccin, sino con respecto a las relaciones generales de dominacin-dependencia que se dan entre las clases sociales. Eso no deriva directamente de un preciso y especial contexto histrico la sociedad capitalista sino de la relacin general y constante que cada sociedad desigual y explotadora expresa: el nudo universal de la recurrente, milenaria e inagotable fuente antinmica entre la libertad y autoridad, igualdad y jerarqua, es decir la persistente reproduccin del poder en cuanto tal. As, por ejemplo, con respecto a la teorizacin y a la praxis de la dictadura del proletariado, que se presenta como nuevo y a la vez como ltimo poder, justificado en la Rusia revolucionaria por excepcionales circunstancias histricas segn sus tericos y apologistas el anlisis anarquista vuelve una vez ms sobre los rasgos constantes comunes a cualquier otro poder histricamente constituido. Este, en cuanto tal, tiende a autoperpetuarse a travs de una dinmica ya presente en otras revoluciones modernas no slo porque el proletariado interviene en esta dictadura como interviene el pueblo en los regmenes democrticos, sino tambin porque si

  • es verdad que sirve hoy tambin para defender a la revolucin de sus enemigos externos (. . .) servir maana para imponer a los trabajadores la voluntad de los dictadores, detener la revolucin, consolidar los nuevos intereses que se constituyen y defender en contra de la masa a una nueva clase privilegiada. El mismo general Bonaparte sirvi para defender la revolucin francesa de la reaccin europea, pero al defenderla la destroz. Lenin, Trotski y sus compaeros son sin duda revolucionarios sinceros (. . .) pero preparan cuadros gobernantes que servirn a quienes vendrn despus para aprovecharse de la revolucin y destruirla. Ellos sern las primeras vctimas de su mtodo, y con ellos, me temo, caer la revolucin. La historia se repita: mutatis mutandis, la dictadura de Robespierre lleva a Robespierre a la guillotina y prepara el camino a Napolen. Todas las consideraciones polticas, ideolgicas y estratgicas sobre la diversidad histrica de este o de aquel poder, aunque importantes, estn subordinadas, en la proftica consideracin malatestiana, a la irreductible urgencia antiautoritaria del discurso anrquico que, al alargar y trascender los trminos histricos del anlisis de la autoridad, termina cumpliendo una continua interaccin entre el anlisis cientfico de este particular poder presente y el anlisis de la reproduccin del poder en cuanto tal. En el examen terico de las clases sociales previo a una definicin socioeconmica, burguesa-proletariado, clase obrera-masas ciudadanas, etc., se da pues una definicin formal que se sintetiza proudhonianamente en clase superior, inferior y media. Este esquema, trasladado al terreno histrico, por ejemplo, en el anlisis de la revolucin francesa permite a Kropotkin individuar la composicin histrico-social de las dos ltimas. Dos grandes corrientes prepararon e hicieron la Revolucin. Una, la corriente de las ideas es decir, el complejo de las nuevas ideas sobre la reorganizacin poltica de los Estados provena de la burguesa. La otra, la de la accin, provena de las masas populares, de los ciudadanos y de los proletarios de la ciudad que queran obtener inmediatas y tangibles mejoras en sus condiciones econmicas. Y cuando estas dos corrientes coincidieron ante un mismo fin, en un principio comn, y se ayudaron recprocamente durante algn tiempo, la Revolucin estall. La corriente de ideas, es decir la burguesa, acta aqu como clase media en ascenso hacia el poder detentado polticamente por la nobleza; mientras que la otra, la de la accin, es decir la clase de los campesinos y de los proletarios de la ciudad, acta como clase inferior. Los elementos fundamentales, por ser constantes en este anlisis, desde el punto de vista anarquista, se definen con respecto a la clase media como corriente de accin. Elementos constantes porque son generalmente transferibles en cada situacin histrica revolucionaria moderna. En cuanto obreros y campesinos han sido la fuerza principal de toda gran revolucin (. . .), los dirigentes, los idelogos, los organizadores de las formas y de las miras de la revolucin fueron, invariablemente, no obreros y campesinos, sino un elemento lateral, extrao, comnmente un elemento medio, inserto entre la clase dominante de la poca moribunda y el proletariado de la ciudad y del campo.

  • Tal elemento medio, que crece sobre la superficie de descomposicin del viejo sistema de gobierno, asume, con respecto a este ltimo, una posicin revolucionaria y as puede convertirse fcilmente en gua de los trabajadores sometidos. Esta dinmica, en sus rasgos generales descubre a grandes lneas la naturaleza de la clase media en ascenso hacia el poder. Con respecto a la clase inferior definida como corriente de accin o fuerza principal, la intermedia, admitiendo el complejo de las nuevas ideas se define por el patrimonio intelectual y cultural que la sostiene permitindole de ese modo expresar a los dirigentes, a los idelogos, a los organizadores de las formas y de las miras de la revolucin. Esta, sin embargo, se caracteriza por su inteligencia, que se torna fundamental si la funcin de clase media en ascenso hacia el poder la desarrollan los doctos o clase tecnoburocrtica. En la revolucin rusa se dio este fenmeno y en los hechos esta clase se identifica con la as llamada inteligencia de la democracia socialista. Con esta ltima proposicin se aclara y afirma tanto la naturaleza de la clase tecnoburocrtica, la inteligencia, como la naturaleza de su ideologa, la democracia socialista.

    El poder tecnoburocrtico Esta clase y esta ideologa integran nuevamente aquel complejo de fuerzas sociales y polticas que ya desde el siglo diecinueve comenzaron a lanzarse hacia la construccin de una sociedad con todas aquellas caractersticas que ya sealamos: explotacin por el Estado de los medios de produccin, concentracin en los vrtices directivos del Estado de las funciones econmicas, tcnicas y cientficas, premios sociales al mrito, y por lo tanto, implcita teorizacin de la desigualdad natural, mitizacin de la eficiencia tcnica y cientfica, planificacin de la produccin y del consumo. Tratemos ahora de construir este discurso siguiente el rastro histrico de algunos puntos significativos del pensamiento anarquista, y, antes que nada, la nueva valoracin del carcter neutro asignado por la ideologa tecnoburocrtica al uso, a la administracin de las cosas; siguiendo la pista de cuanto hemos dicho hasta ahora no hay solucin de continuidad entre hombres y cosas, entre individuo y ambiente. A este respecto es oportuna la precisin de Malatesta: Cuando Federico Engels, quizs para detener la crtica anarquista, deca que, desaparecidas las clases, el Estado propiamente dicho ya no tiene razn de ser y se transforma de gobierno de los hombres en administracin de las cosas, slo hacia un vacuo juego de palabras. Quien tiene el dominio sobre las cosas, tiene el dominio sobre los hombres; el que gobierna la produccin gobierna al productor; el que mide el consumo es el seor del consumidor. No existen formas libertarias del gobierno de las cosas: proporcionalmente al modo por el cual stas son administradas se dan otras tantas maneras de administracin de los hombres. La ciencia de la administracin, que es una de las formas de saber que caracteriza a la propiedad intelectual de los tecnoburcratas, est sometida tambin a las leyes del

  • monopolio, como el progreso cientfico en general lo est a las leyes del capitalismo monopolista. Monopolio de la administracin de las cosas quiere decir en trminos polticos dominio sobre ellas; Estado administrativo y ciencia de la administracin son por lo tanto una nueva forma engaosa del poder porque, como recuerda Saverio Merlino, entre administracin y dominacin no hay oposicin, de modo que si la primera se concentra en manos de una casta especializada la consecuencia es de seguro un despotismo espantoso. Destaquemos sin embargo en seguida la ambigedad terica, de fondo, que sostiene la justificacin ideolgica del gobierno de los doctos. Sobre este aspecto particular del dominio tecnoburocrtico, es decir el que marca el poder sobre los hombres a travs de la vigilancia annima sobre las cosas, surge patente una contradiccin incurable. La divisin impuesta y operada entre los dos objetos del dominio, sobre los hombres y las cosas, precisamente, se refleja de modo indirecto en la vocacin totalitaria que se expresa operativamente en la prctica de la planificacin, la cual se hace la ilusin de reglamentar el mundo material de los individuos con su propio consentimiento. Dimensin utpica y fatua del mando tecnoburocrtico, etrea e ilusoria valoracin del hombre escindido de las condiciones mismas de su existencia. hay que observar, una vez ms, una manifestacin paradojal de la ptica del poder tecnoburocrtico: la divisin que sealamos significa implcitamente autonoma del individuo ante el mundo material, autonoma de la que carece. Poniendo al hombre en una dimensin material impuesta y preconstituida, se favorecen las condiciones para su rebelin, o por lo menos para su desapego del poder. La ambigedad terica implica entonces una debilidad operativa: cuando el consentimiento disminuye, resulta inevitable recurrir a la vigilancia directa: la ciencia de la administracin se hace una con la ciencia militar. La fatua pretensin tecnoburocrtica de una planificacin y de una administracin neutra de las cosas, la inevitable centralizacin poltica, econmica, cientfica de las funciones del mando y por lo tanto del poder sobre los hombres a travs de la administracin annima de las cosas, la despersonalizacin impuesta por este opresivo mecanismo social, estn tambin extraordinariamente resumidas por Cafiero: el despotismo de los patrones del Estado (los tecnoburcratas) sera igual al despotismo poltico del Estado actual, ms la suma del despotismo econmico de todos los capitalistas, cuyo capital pasara a manos del Estado popular: todo multiplicado por el aumento de concentracin reclamado necesariamente por el nuevo Estado poltico y econmico a la vez. (Despotismo del Estado popular) = (Despotismo poltico presente) + (Despotismo econmico de todos los capitalistas) x (grados de concentracin). Para satisfacer las necesidades de este nuevo y terrible monstruo, qu nuevo y monstruoso mecanismo burocrtico habra que crear?Qu ejrcito de empleados iniciados en complicadsimos misterios de gobierno? Clase distinta y superior al pueblo y por eso mismo tirnica y odiosa. El sistema poltico que expresa este consentimiento descansa por lo tanto en

  • apariencia sobre la dictadura de las masas, pero de tal modo que las masas en realidad no tienen otro poder que el necesario para asegurarse la servidumbre universal segn los principios tomados en prstamo del viejo rgimen: Indivisin del poder; Centralizacin absorbente; Destruccin sistemtica de todo pensamiento individual, corporativo y local considerado separatista; Polica inquisidora. Esta contradiccin del poder tecnoburocrtico revela y hacer surgir el otro aspecto justificador del mando, aspecto ms poltico que cientfico. Pluralismo contra planificacin, habamos dicho. Estas son las lneas sociales sobre las cuales transcurren los dos opuestos proyectos polticos Pero qu significa este discurso en trminos estratgicos? En este punto es necesario volver a Bakunin y a su polmica contra el marxismo, polmica que tomaremos como modelo general comprensivo de este contexto. Dice Bakunin que los desarrollos histricos del marxismo se resolvern en un dominio por parte de una aristocracia nueva y muy restringida de los verdaderos o de los pseudodoctos. El pueblo, dado que no es instruido, estar completamente exonerado de las preocupaciones del gobierno y estar incluido en bloque en el hato de los gobernantes. Valiente liberacin! Los marxianos se dan cuenta de esta contradiccin y conscientes de que un gobierno de doctos, el ms ofensivo y el ms despreciable del mundo, sera a pesar de todas las formas democrticas una verdadera dictadura, se consuelan con la idea de que esta dictadura ser provisoria y de breve duracin. Dicen que su nico intento ser el de educar y elevar al pueblo tanto econmica como polticamente hasta un nivel en el que cualquier gobierno se volvera muy pronto intil. Notemos ahora los dos momentos de esta polmica en contra del carcter paralogstico de la tesis marxiana. Primero, el poder se da por una desigualdad social de instruccin; segundo, el poder se da para educar a los no instruidos. Las dos instancias estn estrechamente ligadas por cuanto se justifican una a la otra. En efecto, la educacin debe aparecer cuando hay carencia de instruccin. Pero la educacin, para el anarquismo, tiene una dimensin mucho ms vasta que la instruccin. Es el proceso de crecimiento unido social, civil, poltico y cultural del hombre: la instruccin, en cambio, es la acumulacin de un saber, ms o menos profundo, en ltimo anlisis, siempre parcial, o, si se quiere, especializado. Ahora, a partir de la carencia, por parte de las clases inferiores, de este saber, sus propietarios, los especialistas, trascienden sus tareas: de instructores se hacen educadores; de doctos, polticos; de tcnicos, gobernantes. Se da aqu la invasin de la ciencia que de regulativa se vuelve constitutiva con relacin a la vida social, invasin que tiene como vehculo peculiar la formacin histrica del partido poltico del proletariado.

  • Los intelectuales como clase A los ojos de Bakunin tal partido, al constituirse inevitablemente en organismo productor y monopolizador de la ciencia revolucionaria, por ser dirigido en ltimo anlisis por una lite de intelectuales, vuelve a proponer, en la prctica efectiva del trabajo revolucionario, aquella divisin entre esfera intelectual directiva y esfera manual ejecutiva, que se quera enmendar en el objetivo final del comunismo. Es decir que los medios, dentro del esquema marxiano, resultaban de una naturaleza distinta con respecto a los fines perseguidos. La contradiccin es recogida por Bakunin en estos trminos: Dicen (los marxistas) que ese yugo del Estado, esta dictadura es una medida transitoria necesaria para poder alcanzar la emancipacin integral del pueblo: la anarqua y la libertad son el fin, el Estado o la dictadura son el medio. Por lo tanto, para emancipar a las masas populares antes que nada habr que sojuzgarlas. Conclua que la superacin de la propiedad intelectual de los medios de produccin tena que destruir primero la propiedad intelectual del proceso revolucionario. El partido, de hecho, en virtud de la funcin intelectual-directiva desarrollada, habra tenido en la prctica el dominio sobre las clases populares, a las cuales estaba signada la funcin manual-ejecutiva de masa de maniobra. Las consecuencias sociopolticas de una prctica semejante habran sido, para Bakunin, extremadamente nefastas: habituadas a obedecer durante el proceso revolucionario se habran encontrado sometidas a una nueva clase, despus de la revolucin. El camino abierto por Bakunin sera retomado cerca de treinta aos despus por el libertario polaco Walclav Makhajski. En un pequeo opsculo aparecido en 1898, titulado La evolucin de la socialdemocracia, resuma las generales intuiciones bakunianas dentro de un esquema ms preciso y pormenorizado. El socialismo no es la ideologa de los trabajadores manuales, sino la de una nueva clase media que asciende al poder, compuesta por intelectuales, miembros de las profesiones liberales, tcnicos y empleados. Los partidos socialistas occidentales, sea cual sea su verbo revolucionario oficial son, en efecto, escriba el revolucionario polaco, partidos progresistas conservadores que preconizan reformas polticas y sociales, habiendo dejado de ser autnticas organizaciones revolucionarias tendentes a la destruccin de cualquier forma de privilegio. Esta evolucin hacia la respetabilidad resultaba a su juicio del siguiente hecho: la poltica de estos partidos, lejos de estar determinada por la base obrera, se conformaba a los intereses de la nueva clase media compuesta por trabajadores intelectuales, estrato social que acceda al privilegio, que busca un puesto bajo el sol a expensas de las viejas clases poseedoras de los propietarios de inmuebles y de los capitalistas. Una educacin superior constituye su capital especfico, fuente del nuevo privilegio. La primera etapa de su dominio ser la democracia poltica; la segunda, la

  • nacionalizacin de la economa. Para obtener estos objetivos buscan el sostn de los trabajadores manuales, que figuran slo como masa de maniobra. Habiendo ganado la confianza de los obreros por la ayuda que les prest al comienzo de la era industrial en la lucha por mejores condiciones de vida, pueden hacer relampaguear a sus ojos el ideal socialista de la igualdad. En realidad la sociedad sin clases, promesa de los intelectuales dclasss, slo es un tema de propaganda, una especie de religin proletaria que esconde la finalidad real de la vanguardia socialista. Lo cierto es que se trata de un socialismo que se dibuja como un sistema jerrquico de franqueamiento estatal sobre las industrias. La clase de los capitalistas burgueses ceder el puesto a los funcionarios, a los directores, a los ingenieros cuyo tratamiento salarial, muy superior al salario de los trabajadores manuales, constituir la marca de la nueva clase dirigente privilegiada. La introduccin de este sistema se presenta inicialmente como fase de transicin gradual: sin embargo se convertir en permanente porque la superacin del capitalismo no significa, de por s, la puesta en marcha automtica de la construccin socialista entendida como desarrollo de la libertad y de la igualdad. A juicio del anarquismo, en efecto, lo que decide ante todo la funcin histrica (hacia o contra la libertad y la igualdad) de una clase o de un movimiento social es la adopcin y la prctica de una serie de medios que son, en cierto sentido, indiferentes respecto al sujeto histrico que los personifica. En otros trminos, para el anarquismo, antes que una consideracin histrica, existe una consideracin estructural en el sentido que, si bien la lite que gua al movimiento obrero es directamente expresada por la fuerza histrica de este ltimo, y por lo tanto, segn la concepcin marxista, es expresin de un punto de vista total y universal, ella es siempre, en cuanto tal, lite, es decir una clase formalmente distinta y superior con relacin al proletariado. En tal sentido se convierte en un vehculo de reproduccin de las generales y constantes relaciones de dominacin-dependencia que se dan entre las clases y, por lo tanto, en expresin histrica y particular de la total y universal alternancia del poder en cuanto tal. Por lo dems escribe Merlino incluso si la clase obrera se apoderase del poder, lo ejercera verdaderamente en su nombre en un pequeo nmero de personas que tenderan a convertirse de nuevo en clase dirigente y poseedora, con lo que se volvera al estado actual. Y esto sucede porque los gobernantes constituyen ellos mismos una clase. Si se reproducen las relaciones de dominacin-dependencia se vuelve a la sustancial equivalencia de todas las formas de autoridad o poder. Ellas son tales y existen (si subsisten las estructuras jerrquicas: partido, Estado, etc.) a despecho de cualquier sujeto histrico que las emplee: el Estado socialista o la dictadura revolucionaria del proletariado son, para el anarquismo, antes que nada un Estado y una dictadura, o bien los primeros trminos son estructuralmente independientes respecto de la superposicin histrica de los segundos. En consecuencia, para Bakunin el as llamado Estado popular no ser sino el gobierno desptico de la masa del pueblo por parte de una aristocracia nueva y

  • muy restringida de los verdaderos o de los pseudodoctos (. . .) que (concentrarn) en sus propias mano todo el comercio y la industria, la agricultura e incluso la produccin cientfica y dividirn la masa del pueblo en dos ejrcitos: uno industrial y otro agrcola bajo las rdenes directas de los ingenieros del Estado que formarn una nueva casta privilegiada poltico-cientfica.

    El feudalismo industrial De este modo se esboza para Merlino la imagen de un socialismo burocrticoque expresa la idea y la prctica de una vasta administracin gubernamental, dicho ms pronto, de una vasta burocracia. Ella tiende a sustituir a la administracin pblica, a la burocracia, a los empresarios privados, transformando a los propietarios y a los capitalistas en administradores, directores y otras especies de funcionarios pblicos. La masa de los trabajadores manuales se encuentra as sometida a las condiciones impuestas por el Estado, nico amo y nico regulador de su vida: imposibilitados de emplearse fuera de las fbricas del gobierno, nicas existentes, terminan por constituir muy pronto un verdadero ejrcito disciplinado, dirigido, alojado y nutrido por el Estado. Las relaciones entre Estado y fuerza-trabajo, entre clase tecnoburocrtica y clase de trabajadores manuales se define y se explicita, en el lenguaje de Kropotkin, en una forma llamada servidumbre de Estado. La explotacin del trabajo, en los hechos, en vez de estar limitada, es puesta bajo la proteccin permanente de la ley. Esta se transforma en una institucin, a igual ttulo que el Estado. Llega a ser parte de la Constitucin, como lo era, ni ms ni menos, la servidumbre en Francia hasta la Gran Revolucin. La funcin entre poder poltico y poder econmico se vuelve as inevitable; la construccin social se funda sobre un plano totalitario y monstico, dotado de un nico centro directivo autnomo que se aboca a s todas las decisiones de inters pblico y privado. A diferencia del sistema burgus que sanciona la divisin de los poderes, ste no ha separado la poltica y la economa poltica, no ha hecho de ellas dos rdenes distintos y contrarios, sino que ha afirmado en ellas la identidad de los principios, intentando su sntesis. Desde el punto de vista de los trabajadores manuales esto significa un sistema adicional de explotacin: las masas se encontrarn econmicamente y a la vez polticamente sujetas. Este cuartel industrial se configura en un proceso de planificacin de la economa dentro de la cual toda la produccin y el consumo estn organizados por medio de leyes y de reglamentos. El crepsculo inexorable del capitalismo se desprende de esta lenta pero inexorable y progresiva muerte del mercado. La sociedad desarrollada a partir de dicho crepsculo no es la sociedad socialista sino, como observa el anarco-sindicalista Christiaan Cornelissen, una especie de capitalismo de Estado que tiene profundas analogas con un rgimen social ya visto: la Edad Media.

  • Tal rgimen deriva, segn Proudhon, del desarrollo inevitable de las contradicciones econmicas y, paralelamente, del desarrollo sin vigilancia del capitalismo irracional e inestable. Este capitalismo, ideal de la economa librecambista, desemboca fatalmente en una concentracin que se resuelve en formaciones corporativas, en un feudalismo industrial, precisado y caracterizado por un sistema de concesiones gubernativas y de monopolio de Estado, (y por) un sistema de corporaciones que une a patrones y representantes de los trabajadores. Esta feudalidad, a juicio de Proudhon, no resuelve ninguna contradiccin, as como la unin entre patrones y obreros, desemboca a su vez en un imperio industrial que resuelve no slo las antinomias econmicas, sino tambin las poltico-nacionales. La distincin proudhoniana entre feudalidad e imperio industrial aclara directamente que la feudalidad, aqu ntidamente anticipadora del rgimen econmico fascista (el sistema de las corporaciones), no resuelve todas las contradicciones del capitalismo (como suceder incluso en el fascismo), mientras que el imperio, en este aspecto, es mejor medio de concentracin y est por lo tanto ms perfeccionado. La analoga entre fascismo y socialismo estatal en cuanto al perfil puramente econmico, es entrevista por l en la distincin operada entre Feudalidad, anticipadora del primero y forma imperfecta de planificacin, e Imperio, anticipador del comunismo autoritario como forma perfecta de planificacin. La conversin progresiva de la feudalidad industrial en imperio industrial escribe es la realizacin del programa comunista (autoritario). La completa realizacin de ste se da en Rusia con el golpe de estado bolchevique del 24 de octubre de 1917. En el transcurso de un par de aos el inicial carcter libertario e igualitario de la Revolucin social producto espontneo de la fuerza creadora popular , es rpidamente regimentado con la progresiva desautorizacin de los contenidos anti-jerrquicos y asamblesticos de los Soviets, que se transforman en rganos de la vigilancia estatal comunista sobre la fuerza-trabajo, ahora sierva del Estado como haba previsto Kropotkin. El vehculo de esta evolucin es la nueva mquina estatal, generadora ella misma de las clases, porque la burguesa es sustituidas, bajo la bandera de la sedicente dictadura del proletariado, por la nueva clase, la de los miembros de esta comisariocracia o, ms sencillamente, burocracia de Estado. Desde 1918, escribe Paul Avrich, los anarquistas rusos comprendieron que la direccin bolchevique estaba creando un monstruoso capitalismo de Estado; una colosal mquina burocrtica. El anlisis anarquista, como se ha observado con justicia, se coloca en la perspectiva de ver de qu modo se reproducen las clases incluso habiendo llegado la ocasin de terminar con ellas. As se explica la imprecisin de la equivalencia terminolgica entre capitalismo de Estado y Socialismo de Estado que la mayor parte de los anarquistas emplea al definir el rgimen tecnoburocrtico que se est esbozando en Rusia en aquellos aos. Y la individuacin de la naturaleza social del partido de la intelligentsia revolucionaria, que en realidad decide el sucesivo examen de los caracteres

  • socioeconmicos propios del rgimen bolchevique. De aquel rgimen del cual habra de nacer, como ha escrito Rocker, la ms temible burocracia que el mundo haya conocido.