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Citas de Autores Anarquistas Max Stirner Clasificamos habitualmente los Estados según la forma en que el poder supremo está distribuido: si pertenece a uno solo, es una monarquía; si pertenece a todos, una democracia, etc. Este poder supremo, ¿contra quién se ejerce? Contra el individuo y su voluntad de individuo. El poder del Estado emplea la fuerza, el individuo no debe hacerlo. En manos del Estado la fuerza se llama derecho, en manos del individuo recibirá el nombre de crimen. Un Estado existe independientemente de mi actividad; yo nazco en él, crezco en él, tengo para con él deberes y le debo fe y homenaje. Él me acoge bajo sus alas tutelares y Yo vivo de su gracia. Así, la existencia independiente del Estado es el fundamento de mi dependencia; su vida como organismo exige que Yo carezca de libertad y, según su naturaleza, me aplica las tijeras de la cultura. Me da una educación y una instrucción adecuadas a Él y no a Mí, y me enseña, por ejemplo, a respetar las leyes, a guardarme de atentar a la propiedad del Estado (es decir, a la propiedad privada), a venerar una Alteza divina o terrestre, etc.; en una palabra, me enseña a ser irreprochable, sacrificando mi individualidad sobre el altar de la santidad (santo o sagrado en todo lo que se puede imaginar: propiedad, vida de otros, etc.). Tal es la especie de cultura que el Estado es capaz de darme: me adiestra para ser un buen instrumento, un miembro útil a la Sociedad. Es lo que debe hacer todo Estado, ya sea democrático, absoluto o constitucional. Y lo hará en tanto que no nos hayamos deshecho de la idea errónea de que él es un Yo, y como tal, una persona, moral, mística o política. De esa piel de león del Yo, debo Yo, que soy un verdadero Yo, despojar al vanidoso devorador de cardos. ¡A qué saqueo no he caído Yo desde que el mundo es mundo! Fueron primero el sol, la luna y las estrellas, los gatos y los cocodrilos, los que tuvieron el honor de pasar por Yo; fueron después Jehová, Alá, Nuestro Padre, los que usurparon mi título; luego las familias, las tribus, los pueblos y hasta la humanidad; vinieron al fin el Estado y la Iglesia, siempre con la misma pretensión de ser Yo: y Yo los contemplaba apaciblemente. ¿Qué extraño, pues, que siempre se presentara un Yo real y me haya afirmado en mi cara que no era para mí un , sino buenamente mi propio yo? Si lo hizo el hijo del hombre por excelencia, ¿qué impediría hacer otro tanto a un hijo del hombre? Viendo así a mi Yo siempre por encima y fuera de mí, no he llegado nunca a ser realmente Yo mismo. Yo no he creído nunca en Mí, no he creído en mi actualidad, y no he sabido jamás verme sino en el porvenir. El niño cree que será verdaderamente él, cuando llegue a ser otro, cuando sea grande; el hombre piensa que sólo más allá de esta vida podrá ser verdaderamente alguna cosa; y para poner un ejemplo más cercano a nosotros, los mejores, ¿no pretenden todavía hoy que antes de ser realmente un Yo, se debe ser un ciudadano libre, un ciudadano del Estado, un hombre libre o un verdadero hombre, haberse incorporado de antemano al Estado, a su Pueblo, a la

Citas de Autores Anarquistas

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Citas de Autores Anarquistas

Max StirnerClasificamos habitualmente los Estados segn la forma en que el poder supremo est distribuido: si pertenece a uno solo, es una monarqua; si pertenece a todos, una democracia, etc. Este poder supremo, contra quin se ejerce? Contra el individuo y su voluntad de individuo. El poder del Estado emplea la fuerza, el individuo no debe hacerlo. En manos del Estado la fuerza se llama derecho, en manos del individuo recibir el nombre de crimen.

Un Estado existe independientemente de mi actividad; yo nazco en l, crezco en l, tengo para con l deberes y le debo fe y homenaje. l me acoge bajo sus alas tutelares y Yo vivo de su gracia. As, la existencia independiente del Estado es el fundamento de mi dependencia; su vida como organismo exige que Yo carezca de libertad y, segn su naturaleza, me aplica las tijeras de la cultura. Me da una educacin y una instruccin adecuadas a l y no a M, y me ensea, por ejemplo, a respetar las leyes, a guardarme de atentar a la propiedad del Estado (es decir, a la propiedad privada), a venerar una Alteza divina o terrestre, etc.; en una palabra, me ensea a ser irreprochable, sacrificando mi individualidad sobre el altar de la santidad (santo o sagrado en todo lo que se puede imaginar: propiedad, vida de otros, etc.). Tal es la especie de cultura que el Estado es capaz de darme: me adiestra para ser un buen instrumento, un miembro til a la Sociedad.

Es lo que debe hacer todo Estado, ya sea democrtico, absoluto o constitucional. Y lo har en tanto que no nos hayamos deshecho de la idea errnea de que l es un Yo, y como tal, una persona, moral, mstica o poltica. De esa piel de len del Yo, debo Yo, que soy un verdadero Yo, despojar al vanidoso devorador de cardos. A qu saqueo no he cado Yo desde que el mundo es mundo! Fueron primero el sol, la luna y las estrellas, los gatos y los cocodrilos, los que tuvieron el honor de pasar por Yo; fueron despus Jehov, Al, Nuestro Padre, los que usurparon mi ttulo; luego las familias, las tribus, los pueblos y hasta la humanidad; vinieron al fin el Estado y la Iglesia, siempre con la misma pretensin de ser Yo: y Yo los contemplaba apaciblemente. Qu extrao, pues, que siempre se presentara un Yo real y me haya afirmado en mi cara que no era para m un T, sino buenamente mi propio yo? Si lo hizo el hijo del hombre por excelencia, qu impedira hacer otro tanto a un hijo del hombre? Viendo as a mi Yo siempre por encima y fuera de m, no he llegado nunca a ser realmente Yo mismo.

Yo no he credo nunca en M, no he credo en mi actualidad, y no he sabido jams verme sino en el porvenir. El nio cree que ser verdaderamente l, cuando llegue a ser otro, cuando sea grande; el hombre piensa que slo ms all de esta vida podr ser verdaderamente alguna cosa; y para poner un ejemplo ms cercano a nosotros, los mejores, no pretenden todava hoy que antes de ser realmente un Yo, se debe ser un ciudadano libre, un ciudadano del Estado, un hombre libre o un verdadero hombre, haberse incorporado de antemano al Estado, a su Pueblo, a la Humanidad y muchas cosas ms? Ellos tampoco conciben ni verdad, ni realidad para el Yo, ms que a la aceptacin de un Yo ajeno al que uno se sacrifica. Y qu es ese Yo? Un Yo que no es ni un Yo ni un T; un Yo imaginario, un fantasma. ( ...)

Se habla de la tolerancia y se alaba como una caracterstica de los Estados civilizados la libertad de expresarse que all tienen las tendencias ms opuestas, etc. Es verdad que mientras algunos lanzan sus policas en persecucin de los fumadores en pipa, otros son bastante fuertes para no dejarse conmover por los mtines ms turbulentos. Pero debe observarse que para todo Estado, el juego recproco de las individualidades, los altos y bajos de su vida cotidiana son, en cierto modo, una parte abandonada al azar, una parte que tiene, s, que abandonarles, a falta de poder canalizarla tilmente. Ciertos Estados hacen como el fariseo que se tragaba los camellos y haca remilgos ante una mosca, en tanto que otros son ms tolerantes; en estos ltimos, los individuos son ms libres. Pero libre, no lo soy en ningn Estado. Su famosa tolerancia no se ejerce ms que en favor de lo que es inofensivo y carente de peligro; no es ms que su indiferencia ante las cosas insignificantes; un despotismo ms imponente, ms augusto y ms orgulloso. Cierto Estado ha manifestado durante algn tiempo veleidades de elevarse por encima de las disputas literarias y permitir a todos entregarse a ellas a su pleno agrado. Inglaterra lleva la cabeza demasiado alta para or el rumor de la multitud y oler el humo del tabaco. Pero, ay de la literatura que ataca el Estado mismo, ay de las revueltas populares que ponen al Estado en peligro! En el Estado a que hacamos alusin se suea con una ciencia libre, y en Inglaterra, con una vida popular libre.

El Estado deja jugar libremente todo lo posible a los individuos, con tal que no tomen su juego en serio y no pierdan de vista al Estado. No pueden establecerse de hombre a hombre relaciones que no sean turbadas por la vigilancia e intervencin superior. Yo no puedo hacer todo aquello que sera capaz, sino slo hacer todo aquello que el Estado me permite hacer; no puedo hacer valer ni mis pensamientos, ni mi trabajo, ni, en general, nada de lo que es Mo.

El Estado no persigue ms que un fin: limitar, encadenar, sujetar al individuo, subordinarlo a una generalidad cualquiera. No puede subsistir sino a condicin de que el individuo no sea para s mismo Todo en Todo; implica la limitacin del Yo, mi mutilacin y mi esclavitud. Jams el Estado se propone estimular la libre actividad del individuo, la sola actividad que alienta es la que se refiere al fin que l mismo persigue. Jams es capaz el Estado de producir nada colectivo, no se puede decir que un tejido es la obra colectiva de las diferentes partes de una mquina, es ms bien la obra de toda la mquina, considerada como una unidad; lo mismo ocurre con todo lo que sale de la mquina del Estado, porque el Estado es el resorte que pone en movimiento los rodajes de los espritus individuales, de los que ninguno sigue su propio impulso. El Estado trata de ahogar toda actividad libre mediante su censura, su vigilancia y su polica, y considera su deber estrangularla, porque debe conservarse a s mismo. El Estado quiere hacer del hombre alguna cosa, quiere modelarlo; as el hombre (que viviendo en un Estado no es ms que un hombre ficticio), en cuanto quiere ser l mismo, se convierte en el adversario del Estado y no es nada. No es nada significa: el Estado no lo utiliza, no le concede ningn empleo, ninguna comisin, etc.

E. Bauer, en sus Reivindicaciones liberales, suea con un gobierno que, surgido del pueblo, no pueda nunca encontrarse en oposicin con l. Es verdad que l mismo retira (pg. 69) la palabra gobierno. En una Repblica no puede haber gobierno, no hay lugar ms que para un Poder ejecutivo. Pura y simple emanacin del pueblo, ese Poder no podra oponerse ni a un Poder independiente, ni a principios y funcionarios suyos; no tendra otro fundamento, y su autoridad y sus principios no tendrn otra fuente que el pueblo, nica y suprema potencia del Estado. La nocin de gobierno es incompatible con la del Estado democrtico. Pero eso viene a ser lo mismo. Todo lo que emana, procede o se deriva de una cosa, se hace independiente, y, como el nio salido del seno de la madre, se pone inmediatamente en oposicin con ella. El Gobierno, sin ese carcter de independencia y de oposicin, no sera absolutamente nada.

En el Estado libre no hay gobierno, etc. (pgina 94). Esto quiere simplemente decir que el pueblo, cuando es soberano, no se deja gobernar por un poder superior. Pero sucede de otro modo en la Monarqua absoluta? Existe un gobierno superior al soberano? Ya se llame el soberano prncipe o pueblo, jams puede haber un gobierno por encima de l. Pero en todo Estado absoluto, republicano o libre, habr siempre un gobierno por encima de M, y Yo no estar mejor en uno que en otro.

La Repblica no es ms que una Monarqua absoluta, porque poco importa que el soberano se llame prncipe o pueblo: uno y otro son una majestad.

El rgimen constitucional demuestra precisamente que nadie quiere ni puede resignarse a no ser ms que un instrumento. Los ministros dominan a un Seor, el prncipe, y los diputados lo hacen a un Seor, el Seor pueblo. El prncipe debe someterse a la voluntad de los ministros y el pueblo debe dejarse llevar cogido de la mano a donde le plazca a las Cmaras. El constitucionalismo va ms lejos que la Repblica, puesto que en l, el Estado se concibe en su disolucin. (...)

Es un poltico, y lo seguir siendo por toda la eternidad, aquel que mete el Estado en su cabeza, en su corazn, o en ambos a la vez; el posedo del Estado o el creyente en el Estado.

El Estado es la condicin indispensable del desarrollo integral de la humanidad. Ciertamente, lo fue tanto tiempo como nos propusimos desarrollar la humanidad; pero ahora que queremos desarrollarnos a Nosotros mismos, no puede sernos ya ms que un estorbo.

Puede proponerse todava hoy reformar y mejorar el Estado y el pueblo? Tanto como a la nobleza, el clero, la iglesia, etc.; se puede superar, destruir, abolir el Estado, pero no reformarlo. No es reformndolo como se convierte un absurdo en una cosa sensata; ms vale desecharlo inmediatamente.

En el futuro no se hablar ya del Estado (constitucin del Estado, etc.), sino de M. Todas las cuestiones relativas al Poder soberano, a la Constitucin, etc., caen de nuevo as en el abismo de que no habra debido salir, su nada. Yo, esta nada, har brotar de m mismo mis creacionesProudhon cree hacer la peor injuria a la propiedad calificndola de robo. Sin querer remover esta cuestin embarazosa, preguntamos simplemente: hay una objecin bien seria que hacer al robo? La idea de robo puede subsistir, si no se deja subsistir la idea de la propiedad? Cmo se podra robar si no hubiese propiedad? Lo que no pertenece a nadie no puede ser robado: el que saca agua del mar no roba. Por consiguiente, la propiedad no es un robo; slo por ella resulta el robo posible

Mijail BakuninExtrado de El Principio del EstadoEn el fondo, la conquista no slo es el origen, es tambin el fin supremo de todos los Estados grandes o pequeos, poderosos o dbiles, despticos o liberales, monrquicos o aristocrticos, democrticos y socialistas tambin, suponiendo que el ideal de los socialistas alemanes, el de un gran Estado comunista, se realice alguna vez.

Que ella fue el punto de partida de todos los Estados, antiguos y modernos, no podr ser puesto en duda por nadie, puesto que cada pgina de la historia universal lo prueba suficientemente. Nadie negar tampoco que los grandes Estados actuales tienen por objeto, ms o menos confesado, la conquista. Pero los Estados medianos y sobre todo los pequeos, se dir, no piensan ms que en defenderse y sera ridculo por su parte soar en la conquista.

Todo lo ridculo que se quiera, pero sin embargo es su sueo, como el sueo del ms pequeo campesino propietario es redondear sus tierras en detrimento del vecino; redondearse, crecer, conquistar a todo precio y siempre, es una tendencia fatalmente inherente a todo Estado, cualquiera que sea su extensin, su debilidad o su fuerza, porque es una necesidad de su naturaleza. Qu es el Estado si no es la organizacin del poder? Pero est en la naturaleza de todo poder la imposibilidad de soportar un superior o un igual, pues el poder no tiene otro objeto que la dominacin, y la dominacin no es real ms que cuando le est sometido todo lo que la obstaculiza; ningn poder tolera otro ms que cuando est obligado a ello, es decir, cuando se siente impotente para destruirlo o derribarlo. El solo hecho de un poder igual es una negacin de su principio y una amenaza perpetua contra su existencia; porque es una manifestacin y una prueba de su impotencia. Por consiguiente, entre todos los Estados que existen uno junto al otro, la guerra es permanente y su paz no es ms que una tregua.

Est en la naturaleza del Estado el presentarse tanto con relacin a s mismo como frente a sus sbditos, como el objeto absoluto. Servir a su prosperidad, a su grandeza, a su poder, esa es la virtud suprema del patriotismo. El Estado no reconoce otra, todo lo que le sirve es bueno, todo lo que es contrario a sus intereses es declarado criminal; tal es la moral de los Estados.

Es por eso que la moral poltica ha sido en todo tiempo, no slo extraa, sino absolutamente contraria a la moral humana. Esa contradiccin es una consecuencia inevitable de su principio: no siendo el Estado ms que una parte, se coloca y se impone como el todo; ignora el derecho de todo lo que, no siendo l mismo, se encuentra fuera de l, y cuando puede, sin peligro, lo viola. El Estado es la negacin de la humanidad.

Extrado de La Mujer, el Matrimonio y la FamiliaDerechos iguales para la mujer. Soy partidario, como el que ms, de la completa emancipacin de la mujer y de su igualdad social con el hombre.

La expresin "igualdad social con el hombre" implica que, junto con la libertad, pedimos iguales derechos y deberes para el hombre y la mujer; es decir, la nivelacin de los derechos de la mujer, tanto polticos como sociales y econmicos, con los del hombre; en consecuencia, deseamos la abolicin de la ley familiar y matrimonial, y de la ley eclesistica tanto como civil, indisolublemente ligadas al derecho de herencia.

Abolicin de la familia jurdica. Al aceptar el programa revolucionario anarquista - nico que ofrece, a nuestro entender, condiciones para una emancipacin real y completa del pueblo comn - y convencidos de que la existencia del Estado en cualquiera de sus formas es incompatible con la libertad del proletariado e impide la unin internacional fraterna de las naciones, expresamos la exigencia de abolicin de todos los Estados.

La abolicin de los Estados y del derecho jurdico implicar necesariamente la abolicin de la propiedad personal hereditaria y de la familia jurdica basada sobre esta propiedad, porque ninguna de estas instituciones es compatible con la justicia humana.

Libre unin matrimonial. [Contra el matrimonio por compulsin hemos levantado la bandera de la unin libre.] Estamos convencidos de que al abolir el matrimonio religioso, civil y jurdico, restauramos la vida, la realidad y la moralidad del matrimonio natural basado exclusivamente sobre el respeto humano y la libertad de dos personas: un hombre y una mujer que se aman. Estamos convencidos de que al reconocer la libertad de ambos cnyuges a separarse cuando lo deseen, sin necesidad de pedir el permiso de nadie para ello - y al negar de la misma forma la necesidad de cualquier permiso para unirse en matrimonio, y rechazar en general la interferencia de cualquier autoridad en esta unin - los unimos ms el uno al otro. Y estamos convencidos tambin, de que cuando ya no exista entre nosotros el poder coercitivo del Estado para forzar a los individuos, asociaciones, comunas, provincias y regiones a convivir en contra de su voluntad, habr entre todos una unin mucho ms estrecha, una unidad ms viva, real y poderosa que la impuesta por el aplastante poder estatal.

La educacin de los nios. Con la abolicin del matrimonio se plantea la cuestin de la educacin de los nios. Su crianza, desde el embarazo de la madre hasta su madurez, y su formacin y educacin, igual para todos -una formacin industrial e intelectual donde se combinen la capacitacin para el trabajo manual y mental- deben corresponder fundamentalmente a la sociedad libre.

La sociedad y los nios. Los nios no son propiedad de nadie: ni de sus padres ni de la sociedad. Slo pertenecen a su propia libertad futura. Pero en los nios esta libertad no es todava real; es slo una libertad en potencia. Porque una libertad real -es decir, la conciencia plena y su realizacin en cada individuo, basada fundamentalmente en el sentimiento de la propia dignidad y en un autntico respeto por la libertad y la dignidad de los otros, o sea basada en la justicia - slo puede desarrollarse en los nios mediante un desarrollo racional de su inteligencia, carcter y voluntad.

De aqu se deduce que la sociedad, cuyo futuro depende por completo de la adecuada educacin e instruccin de los nios y que, por tanto, no slo tiene el derecho sino tambin la obligacin de velar por ellos, es el nico guardin de los nios de ambos sexos. Y como la futura abolicin del derecho a la herencia convertir a la sociedad en el nico heredero, sta tendr que considerar como una de sus primeras obligaciones el suministro de todos los medios necesarios para el mantenimiento, la formacin y la educacin de los nios de ambos sexos, con independencia de su origen o de sus padres.

Los derechos de los padres se limitarn a amar a sus hijos y ejercer sobre ellos la nica autoridad compatible con ese amor, en la medida en que esta autoridad no atente contra su moralidad, su desarrollo mental o su libertad futura. El matrimonio como acto civil y poltico, al igual que cualquier otra intervencin de la sociedad en cuestiones amorosas, est llamado a desaparecer. Los nios sern confiados - por naturaleza, y no por derecho - a sus madres, quedando la prerrogativa de stas bajo la supervisin racional de la sociedad.

Extrado de Patria y NacionalidadPatriotismo y justicia universal. Cada uno de nosotros debera elevarse sobre ese patriotismo estrecho y mezquino para el cual el propio pas es el centro del mundo, y que considera grande a una nacin cuando se hace temer por sus vecinos. Deberamos situar la justicia humana universal sobre todos los intereses nacionales. Y abandonar de una vez por todas el falso principio de la nacionalidad, inventado recientemente por los dspotas de Francia, Prusia y Rusia para aplastar el soberano principio de la libertad. La nacionalidad no es un principio; es un hecho legitimado, como la individualidad. Cada nacin, grande o pequea, tiene el indiscutible derecho a ser ella misma, a vivir de acuerdo con su propia naturaleza. Este derecho es simplemente el corolario del principio general de libertad.

Todo aqul que desee sinceramente la paz y la justicia internacional debera renunciar de una vez y para siempre a lo que se llama la gloria, el poder y la grandeza de la patria, a todos los intereses egostas y vanos del patriotismo.

Extrado de Socialismo sin Estado: AnarquismoEl efecto de los Grandes Principios Proclamados por la Revolucin francesa. Desde aquel tiempo, cuando la Revolucin baj a las masas su Evangelio -no el mstico sino el racional, no el celestial sino el terrenal, no el divino sino el Evangelio humano, el Evangelio de los Derechos del Hombre- desde entonces proclam que todos los hombres son iguales, que todos los hombres tienen derecho a la libertad y la igualdad; las masas de todos pases europeos, de todo el mundo civilizado, despertaron entonces, gradualmente, del sueo que los haba mantenido en la esclavitud desde que la Cristiandad los drog con su opio, y comenzaron a preguntarse si ellos tambin tenan el derecho a la igualdad, a la libertad, y a la humanidad.

En cuanto esta pregunta ha sido planteada, la gente, guiada por su admirable sentido comn, as como por sus instintos, se dio cuenta de que la primera condicin para su emancipacin verdadera, o humanization, era, por sobre todo, un cambio radical en su situacin econmica. La primera pregunta, justamente, estaba relacionada con el pan de cada da, pues como ha sido ya notado por Aristteles, el hombre, para pensar, para sentirse libre, para hacerse hombre, debe ser liberado de los cuidados materiales de la vida diaria. En realidad, el burgus, quien est tan vociferante en sus gregueras contra el materialismo de la gente y quien predica a ellos las abstinencias del idealismo, lo sabe muy bien, ya que ellos mismos lo predican slo con la palabra mas no con el ejemplo.

La segunda pregunta que surge entre las personas, la del ocio luego del trabajo, es tambin condicin indispensable de humanidad. Pero pan y ocio nunca pueden obtenerse independientes de una transformacin radical de la sociedad existente, y eso explica por qu la Revolucin, obligada por las implicaciones de sus propios principios, dio a luz al Socialismo.

El socialismo es la Justicia... El socialismo es la justicia. Cuando hablamos de justicia, entendemos por esta no la justicia contenida en los Cdigos y en la jurisprudencia Romana -los cuales se han basado, en gran medida, sobre las verdades de la violencia alcanzada por la fuerza, violencia consagrada por tiempo y las bendiciones de alguna iglesia u otro (cristiano o pagano), y por lo cual se ha aceptado como principio absoluto, que toda ley debe ser deducida por un proceso de razonamiento lgico- no, hablamos de aquella justicia que est basada nicamente sobre la conciencia humana, la justicia que ha de ser encontrada en el conocimiento de cada hombre -hasta en los de nios- y que puede ser expresada en una sola palabra: equidad.

Esta justicia universal que, debido a las conquistas por la fuerza y a las influencias religiosas, an nunca ha prevalecido en los mbitos polticos, jurdicos o econmicos, debera hacerse la base del nuevo mundo. Sin ella no puede haber ni libertad, ni repblica, ni prosperidad, ni paz. Es ella entonces quien debe gobernar nuestras resoluciones para que trabajemos con eficiencia en el establecimiento de la paz. Y es esta justicia, la que nos impulsa a asumir la defensa de los intereses de la gente terriblemente maltratada y a exigir su emancipacin econmica y social con libertad poltica.

El Principio Bsico del Socialismo. No proponemos aqu, caballeros, este u otro sistema socialista. Aquello que ahora exigimos es la proclamacin nuevamente del gran principio de la Revolucin francesa: que cada ser humano pueda poseer los medios materiales y morales para poder desarrollar as su humanidad, un principio que, en nuestra opinin, debe ser traducido en el siguiente problema:

Organizar la sociedad de tal manera que cada individuo, hombre o mujer, pueda hallar, al entrar en la vida, medios aproximadamente equivalentes para el desarrollo de sus diversas facultades y de su ocupacin laboral. Y organizar dicha sociedad de tal forma que haga imposible la explotacin de algn trabajador, lo cual permitir a cada individuo disfrutar de la riqueza social, la cual, en realidad slo se produce por el trabajo colectivo; pero slo para disfrutarla en cuanto l contribuya directamente hacia la creacin de dicha riqueza.

Rechazo al Socialismo Estatatista. La consecucin de esta tarea desde luego tomar cientos de aos de desarrollo. Pero la historia ya la ha trado ante nosotros y de aqu en adelante no podemos hacer caso omiso a ella sin condenarnos a declarar nuestra total impotencia. Nos apresuramos en agregar aqu que enrgicamente rechazamos cualquier tentativa de organizacin social que no admita la libertad ms amplia tanto de los individuos como de las organizaciones, o que requiera la instauracin de cualquier rgimen de poder. En nombre de la libertad, la cual reconocemos como fundamento nico y nico principio creativo de la organizacin, econmica o poltica, protestaremos contra todo aquello que remotamente pueda parecerse al Comunismo Estatatista, o al Socialismo Estatatista.

Abolicin del Derecho de Herencia. La nica cosa que, en nuestra opinin, el Estado puede y debera hacer es modificar poco a poco la ley de herencia para llegar cuanto antes a su completa abolicin. Aquella ley es puramente una creacin del Estado, y una de las condiciones de existencia misma del Estado autoritario y divino, y ella puede y debera ser suprimida por la libertad en el Estado. En otras palabras, el Estado debera disolverse en una sociedad libremente organizada de acuerdo con los principios de justicia. El derecho de herencia, en nuestra opinin, debiera suprimirse, ya que mientras exista perdurar la desigualdad econmica hereditaria, no la desigualdad natural de los individuos, sino la desigualdad artificial de clases -y ello siempre engendrar la desigualdad hereditaria en el desarrollo y la formacin de las mentes, y cuya continuacin sera la fuente y la consagracin de todas las desigualdades polticas y sociales. La tarea de la justicia es establecer la igualdad para cada uno, pues aquella igualdad depender de la organizacin econmica y poltica de la sociedad- una igualdad con la que cada uno va a comenzar su vida, y por la que cada uno, dirigido en su propia naturaleza, ser el producto de sus propios esfuerzos. En nuestra opinin, la propiedad de los difuntos debera acumularse a los fondos sociales para la instruccin y la educacin de los nios de ambos sexos, que incluye la manutencin de ellos desde su nacimiento hasta que alcancen la mayora de edad. Como eslavos y como rusos, queremos agregar lo que consideramos una idea social fundamental, la cual se basa sobre el instinto general y tradicional de nuestros pueblos, y que consiste en que la propiedad de toda la gente, debera ser poseda slo por aquellos que le cultivan con sus propias manos.

Somos unos convencidos, caballeros, de que este principio es justo, que es la condicin esencial e inevitable de toda reforma social seria, y, por consiguiente, Europa Occidental a su turno no dudar en reconocer y aceptar este principio, no obstante las dificultades de su realizacin en pases como Francia, por ejemplo, en donde la mayora de campesinos posee la tierra que ellos cultivan, pero en donde la mayor parte de esos mismos campesinos pronto terminarn por no poseer nada, debido al parcelamiento de la tierra que viene como resultado inevitable del sistema poltico y econmico que ahora prevalece en Francia. Sin embargo, nos abstendremos de ofrecer cualquier oferta contra la pregunta de tierra... Nos limitaremos ahora a proponer la siguiente declaracin:

La Declaracin del Socialismo. "Convencidos de que la realizacin seria de la libertad, la justicia, y la paz ser imposible mientras que la mayora de la poblacin se halle desposeda de las elementales necesidades, mientras estn privados de la educacin y condenados a la insignificancia y a la esclavitud poltica y social -de hecho, si no por la ley, por la pobreza as como por la necesidad de trabajar sin descanso u ocio, produciendo toda la riqueza de la que el mundo ahora est orgulloso, y recibiendo a cambio slo una pequea parte de la torta, la que apenas basta para asegurar su sustento para al da siguiente;

"Convencidos de que para las masas del pueblo, terriblemente maltratadas durante siglos, el problema del pan es el problema de la emancipacin mental, de la libertad y la humanidad;

"Convencidos de que libertad sin Socialismo es privilegio e injusticia y que Socialismo sin libertad es esclavitud y brutalidad;

"La Liga [para la Paz y la Libertad] con fuerza proclama la necesidad de una radical reconstruccin econmica y social, que tenga como objetivo la emancipacin de los trabajadores del yugo del capital y los terratenientes, una reconstruccin basada en la ms estricta justicia - ni justicia jurdica ni teolgica ni metafsica, sino justicia simplemente humana - basada en la ciencia positiva y en la libertad ms amplia."

Organizacin de las Fuerzas productivas en reemplazo del Poder Poltico. Es necesario suprimir completamente, en principio y de hecho, todo aquello que llaman el poder poltico; pues, mientras que el poder poltico exista, habr gobernantes y gobernados, amos y esclavos, explotadores y explotados. Una vez suprimido, el poder poltico debera ser substituido por la organizacin de las fuerzas productivas y el servicio econmico.

No obstante el enorme desarrollo de los estados modernos -un desarrollo que en su fase ltima, de forma bastante lgica, reduce el Estado a una absurdidad-, se hace evidente que los das del Estado y el principio Estatal estn contados. Ya podemos ver el advenimiento de la total emancipacin de las masas trabajadoras y su libre organizacin social, libre de la intervencin gubernamental, formada por la asociacin econmica de las personas y dejando de lado todas las viejas fronteras Estatales y las distinciones nacionales, fundamentado ello slo en el trabajo productivo, el trabajo humanizado; poseyendo un inters comn a pesar de su diversidad.

El Ideal del Pueblo. Desde luego, este ideal aparece ante el pueblo significando el fin de sus necesidades, el fin de la pobreza, y la satisfaccin plena de todos sus requerimientos materiales mediante el trabajo colectivo, igual y obligatorio para todos, y luego, como el final de la dominacin, y como la organizacin libre de las vidas de las personas conforme a sus necesidades -no desde la cima hacia abajo, como lo tenemos en el Estado, sino de abajo a arriba, una organizacin formada por el pueblo mismo, independiente de gobiernos y parlamentos, una unin libre en asociaciones de trabajadores agrcolas y de fbrica, en comunas, regiones, y naciones, y finalmente, en el futuro ms remoto; la hermandad humana universal, que triunfa por sobre las ruinas de todos los Estados.

El Programa de una Sociedad Libre. Fuera del sistema Mazziniano que es el sistema de la repblica en forma de un Estado, no hay ningn otro sistema sino el de la repblica como una comuna, la repblica como una federacin, una repblica genuinamente socialista y popular -el sistema del Anarquismo. Esta es la poltica de la Revolucin Social, que apunta a la abolicin del Estado, y la econmica, que libera totalmente las organizaciones de la gente, una organizacin de abajo hacia arriba, mediante una federacin.

... No habr ninguna posibilidad de la existencia de un gobierno poltico, ya que este gobierno ser transformado en una administracin simple de asuntos comunes.

Nuestro programa puede ser resumido en unas pocas palabras:

Paz, emancipacin, y la felicidad de los oprimidos.

Guerra contra todos los dspotas y opresores.

Restitucin total a los trabajadores: todo el capital, las fbricas, y todos los instrumentos de trabajo y materias primas deben ir a las asociaciones, y la tierra a los que la cultivan con sus propias manos.

Libertad, justicia y fraternidad con respecto a todos los seres humanos sobre la tierra.

Igualdad para todos.

A todos, sin distincin alguna, todos los medios de desarrollo y educacin, e iguales posibilidades de vida mientras trabajan.

La organizacin de una sociedad mediante una federacin libre, desde abajo hacia arriba, de asociaciones de trabajadores, tanto industriales como asociaciones agrcolas, cientficas y literarias - primero en una comuna, luego una federacin de comunas en regiones, de regiones en naciones, y de naciones en la asociacin fraternal internacional

Tctica Correcta Durante una Revolucin. En una revolucin social, en todo opuesta diametralmente a una revolucin poltica, los individuos apenas y cuentan, mientras que la accin espontnea de las masas lo es todo. Todo lo que los individuos pueden hacer es clarificar, propagar, y desarrollar las ideas que corresponden al instinto popular, y, cosa aun ms importante, contribuir con sus esfuerzos incesantes a la organizacin revolucionaria del poder natural de las masas. Pero nada ms que eso; el resto slo podr hacerlo el propio pueblo. Cualquier otro mtodo llevara a la dictadura poltica, al resurgimiento del Estado, de los privilegios, de las desigualdades, y de todas las opresiones estatales; es decir, llevara de una forma indirecta, aunque lgica al restablecimiento de la esclavitud poltica, econmica y social de las masas populares.

Como todos los socialistas sinceros, y en general como todos los trabajadores nacidos y crecidos entre el pueblo, Varlin y sus amigos compartieron en grado sumo este prejuicio perfectamente legtimo contra la iniciativa procedente de individuos aislados, contra el dominio ejercido por individuos superiores; siendo sobre todo coherentes, extendieron el mismo prejuicio y la misma desconfianza a sus propias personas.

La Revolucin por Decretos est Condenada al Fracaso. Frente a las ideas de los comunistas autoritarios -ideas falaces, en mi opinin- de que la Revolucin Social puede ser decretada y organizada por medio de una dictadura o de una Asamblea Constituyente, nuestros amigos, los socialistas parisinos, sostienen que la revolucin slo puede ser emprendida y llevada a su pleno desarrollo a travs de la accin masiva continua y espontnea de grupos y asociaciones populares.Nuestros amigos parisinos tienen mil veces razn. Porque, en realidad, no hay cerebro, por muy genial que sea, o -si hablamos de la dictadura colectiva de algunos centenares de individualidades supremamente dotadas no hay combinacin de intelectos capaz de abarcar toda la infinita multiplicidad y diversidad de intereses, aspiraciones, deseos y necesidades reales que Constituyen en su totalidad la voluntad colectiva del pueblo; no existe intelecto capaz de proyectar una organizacin social que pueda satisfacer a todos y cada uno. Tal organizacin ser siempre un lecho de Procusto en el que la violencia, ms o menos sancionada por el Estado forzara a la desdichada sociedad. Pero este es un viejo sistema de organizacin, basado sobre la fuerza, que la Revolucin Social suprimir para dar plena libertad a las masas, los grupos, Comunas, asociaciones e individualidades, destruyendo de una vez por todas la causa histrica de toda violencia: la misma existencia del Estado cuya cada supondr la destruccin de todas las iniquidades del derecho jurdico y de todas las falsedades de los diversos cultos -derechos y cultos que han sido siempre, los canonizadores complacientes, tanto en el terreno ideal como en el real, de toda la violencia representada, garantizada y autorizada por el Estado. Es evidente que slo cuando el Estado haya dejado de existir, la humanidad obtendr su libertad, y que slo entonces encontrarn su autntica satisfaccin los verdaderos intereses de la sociedad, de todos los grupos, de todas las organizaciones locales y, en consecuencia, de todos los individuos que forman tales organizaciones.

La Libre Organizacin Seguir a la Abolicin del Estado. La abolicin del Estado y de la Iglesia debe ser la condicin primera e indispensable para la emancipacin efectiva de la sociedad. Slo despus la sociedad podr y deber empezar su propia reorganizacin que, sin embargo, no debe efectuarse de arriba abajo, ni de acuerdo con algn plan ideal proyectado por unos pocos sabios o filsofos, ni mediante decretos promulgados por algn poder dictatorial, o incluso por una Asamblea Nacional u elegida por sufragio universal. Tal sistema, como ya se ha dicho, llevara inevitablemente a la formacin de una aristocracia gubernamental, es decir, a una clase de personas que nada tiene en comn con las masas del pueblo; y esta clase volvera con toda certeza a explotar y someter a las masas bajo el pretexto del bienestar comn o de la salvacin del Estado.

La Libertad debe ir de la Mano con la Igualdad. Soy un partidario convencido de la igualdad econmica y social porque s que, sin esta igualdad, la libertad, la justicia, la dignidad humana, la moral y el bienestar de los individuos, como tambin la prosperidad de las naciones, no son sino otras tantas falsedades. Pero como soy al mismo tiempo un partidario de la libertad, primera condicin de la humanidad, creo que la igualdad debera establecerse en el mundo por la organizacin espontnea del trabajo y la propiedad colectiva, por la libre organizacin de las asociaciones de productores en comunas y la libre federacin de las comunas -pero de ningn modo mediante la accin suprema y tutelar del Estado.

La Diferencia entre los Revolucionarios Autoritarios y Libertarios. Este punto separa fundamentalmente a los colectivistas o socialistas revolucionarios de los comunistas autoritarios, partidarios de la absoluta iniciativa del Estado. La meta de ambos partidos es idntica: ambos partidos desean la creacin de un nuevo orden social basado exclusivamente sobre el trabajo colectivo en condiciones econmicas iguales para todos -es decir, en condiciones de propiedad colectiva de los medios de produccin.

Pero los comunistas imaginan que esto puede lograrse mediante el desarrollo y la organizacin del poder poltico de las clases trabajadoras, encabezadas por el proletariado de la ciudad con ayuda del radicalismo burgus; mientras los socialistas revolucionarios, enemigos de toda alianza ambigua, creen que este objetivo comn no puede lograrse a travs de la organizacin poltica sino mediante la organizacin social (y, por tanto, antipoltica) y el poder de las masas trabajadoras de las ciudades y los pueblos, incluyendo adems a todos los que, a pesar de pertenecer por nacimiento a las clases altas, han roto voluntariamente con su pasado y se han unido abiertamente al proletariado aceptando su programa.

Los Mtodos de los Comunistas y los Anarquistas. De ah la existencia de dos mtodos diferentes. Los comunistas creen que es necesario organizar las fuerzas de los trabajadores para tomar posesin del poder poltico estatal. Los socialistas revolucionarios las organizan con vistas a destruir, o si prefers una expresin ms refinada, a liquidar el Estado. Los comunistas son partidarios del principio y la prctica de la autoridad, mientras los socialistas revolucionarios slo ponen su fe en la libertad. Ambos son partidarios por igual de la ciencia, que debe destruir la supersticin y ocupar el lugar de la fe; pero los primeros quieren imponer la ciencia al pueblo, en tanto que los colectivistas revolucionarios intentan difundir la ciencia y el conocimiento entre el pueblo, para que los diversos grupos de la sociedad humana, una vez convencidos por la propaganda, puedan organizarse y combinarse, espontneamente, en federaciones, de acuerdo con sus tendencias naturales y sus intereses reales, pero nunca de acuerdo con un plan trazado previamente e impuesto a las masas ignorantes por algunas inteligencias "superiores".

Los Socialistas revolucionarios creen que existe mucha ms razn prctica e inteligencia en las aspiraciones instintivas y las necesidades reales de las masas populares que en las profundas inteligencias de todos esos instruidos doctores y tutores autodesignados de la humanidad, quienes teniendo ante sus ojos los ejemplos lamentables de tantos intentos abortados de hacer feliz a la humanidad, intentan todava seguir trabajando en la misma direccin. Pero los socialistas revolucionarios creen, al contrario, que la humanidad se ha dejado gobernar durante largo tiempo, demasiado largo, y que la raz de sus desgracias no reside en esta o en aquella forma de gobierno, sino en el principio y en la misma existencia del gobierno, sea cual fuere su naturaleza.

Es esta diferencia de opinin, que ya se ha hecho histrica, la vigente en la actualidad entre el comunismo cientfico, desarrollado por la escuela alemana y aceptado parcialmente por los socialistas americanos e ingleses, y el proudhonismo, desarrollado extensamente y llevado a sus ltimas conclusiones y aceptado hoy por el proletariado de los pases latinos. El socialismo revolucionario ha hecho su primera aparicin brillante y prctica en la Comuna de Pars.

En la bandera pangermnica est escrito: Conservacin y fortalecimiento del Estado a cualquier precio. Por el contrario, en nuestra bandera, la bandera socialista-revolucionaria, est grabada con letras orgullosas y Sangrientas: la destruccin de todos los Estados, la aniquilacin de la civilizacin burguesa, la organizacin libre y espontnea de abajo arriba por medio de las asociaciones libres, la organizacin de la chusma incontrolada de trabajadores, de toda la humanidad emancipada, y la creacin de un nuevo mundo universalmente humano. Antes de crear o ms bien antes de ayudar al pueblo a crear esta nueva organizacin es necesario conseguir una victoria. Es necesario derrocar lo que es para poder establecer lo que debe ser...

Extrado de Federalismo, Socialismo y AntiteologismoNo siendo todas las religiones con sus dioses ms que la creacin de la fantasa creyente y crdula del hombre que no lleg todava a la altura de la reflexin pura y del pensamiento libre apoyado en la ciencia, el cielo religioso no ha sido ms que un milagro en el que el hombre exaltado por la fe hall largo tiempo su propia imagen, pero agrandada y trastornada, es decir, divinizada

El cristianismo es precisamente la religin por excelencia, porque expone y manifiesta la naturaleza misma y la esencia de toda religin, que son: el empobrecimiento, el aniquilamiento, el sometimiento sistemticos, absolutos de la humanidad en beneficio de la divinidad, principio supremo no slo de toda religin, sino tambin de toda metafsica testa o pantesta. Siendo Dios todo, el mundo real y el hombre no son nada. Siendo Dios la verdad, la justicia y la vida infinitas, el hombre es la mentira, la iniquidad y la muerte. Siendo Dios el amo, el hombre es el esclavo. Incapaz de encontrar por s mismo el camino de la justicia y de la verdad, debe recibirlas como una revelacin de lo alto, por intermedio de los enviados y de los elegidos de la gracia divina. Quien dice revelacin dice reveladores, dice profetas, dice sacerdotes, y una vez reconocidos stos como los representantes de la divinidad sobre la Tierra, como los instructores y los iniciadores de la humanidad en la vida eterna, reciben por eso mismo la misin de dirigirlo, de gobernarlo y de mandarlo aqu abajo. Todos los hombres le deben una fe y una obediencia absolutas; esclavos de Dios, deben serlo tambin de la Iglesia y del Estado, en tanto que ste es bendecido por la Iglesia. De todas las religiones que existen o que han existido, el cristianismo es la nica que ha comprendido perfectamente eso y slo el catolicismo romano, entre todas las sectas cristianas, lo ha proclamado y realizado con una consecuencia rigurosa.

He aqu por qu el cristianismo es la religin absoluta, la ltima religin, y por qu la iglesia apostlica y romana es la nica consecuente, legtima y divina.

Que no desagrade, pues, a todos los semifilsofos, a todos los llamados pensadores religiosos que: la existencia de Dios, implique la abdicacin de la razn y de la justicia humanas, es la negacin de la humana libertad y termina necesariamente en una esclavitud no slo terica, sino prctica.

A menos, pues, de querer la esclavitud, no podemos ni debemos hacer la menor concesin a la teologa, porque en ese alfabeto mstico y rigurosamente consecuente, el que comienza por A debe llegar fatalmente a Z, y el que quiere adorar a Dios debe renunciar a su libertad y a su dignidad de hombre:

Dios existe, por tanto el hombre es esclavo.

El hombre es inteligente, justo, libre, por tanto Dios no existe.

Desafiamos al que sea capaz de salir de este crculo

Por otra parte, la historia nos demuestra que los sacerdotes de todas las religiones, menos los de las iglesias perseguidas, han sido los aliados de la tirana. Y estos ltimos tambin, aunque combatiesen y maldijesen los poderes que los opriman, no disciplinaban al mismo tiempo a sus propios creyentes y por eso mismo no han preparado siempre los elementos de una tirana nueva? La esclavitud intelectual, de cualquier naturaleza que sea, tendr siempre por consecuencia natural la esclavitud poltica y social. Hoy el cristianismo, bajo todas sus formas diferentes, y con l la metafsica doctrinaria y desta, salida de l, y que no es en el fondo ms que una teologa enmascarada, constituyen sin duda alguna el obstculo ms formidable para la emancipacin de la sociedad; y la prueba es que los gobiernos, todos los estadistas de Europa, que no son ni metafsicos, ni telogos, ni destas, y que en el fondo de sus corazones no creen ni en dios ni en el diablo, protegen con pasin, con encarnizamiento la metafsica y la religin, cualquiera religin que sea, siempre que ensee, como por lo dems lo hacen todas, la paciencia, la resignacin, la sumisin.

Este encarnizamiento que ponen en defenderla nos prueba cun necesario es para nosotros combatirlas y derribarlas.

Es preciso recordaros, seores, hasta qu punto las influencias religiosas desmoralizan y corrompen a los pueblos? Matan en ellos la razn, el principal instrumento de la emancipacin humana, y los reducen a la imbecilidad, fundamento principal de toda esclavitud, llenando su espritu de divinos absurdos. Matan en ellos la energa del trabajo, que es su gloria y su salvacin: pues el trabajo es el acto por el cual el hombre, al convertirse en creador, forma su mundo, las bases y las condiciones de su humana existencia y conquista al mismo tiempo su libertad y su humanidad. La religin mata en ellos ese poder productivo, hacindoles despreciar la vida terrestre, en vista de una celeste beatitud, representndoles el trabajo como una maldicin o como un castigo merecido, y la desocupacin como un divino privilegio. Mata en ellos la justicia, esa guardiana severa de la fraternidad y esa condicin soberana de la paz, haciendo inclinar siempre la balanza en favor de los ms fuertes, objetos privilegiados de la solicitud, de la gracia y de la bendicin divinas. En fin, mata en ellos la humanidad, reemplazndola en sus corazones por la divina crueldad.

Toda religin est fundada en la sangre, porque todas, como se sabe, reposan esencialmente en la idea de sacrificio, es decir en la inmolacin perpetua de la humanidad a la inextinguible venganza de la divinidad. En ese sangriento misterio el hombre es siempre la vctima, y el sacerdote, hombre tambin, pero hombre privilegiado por la gracia, es el divino verdugo. Esto nos explica por qu los sacerdotes de todas las religiones, los mejores, los ms humanos, los ms dulces, tienen casi siempre en el fondo de su corazn, y si no en su corazn al menos en su espritu y en su imaginacin -y se sabe la influencia que uno y otra ejercen sobre el corazn-, algo de crueles y de sanguinarios; y por qu, cuando se agit en todas partes la cuestin de la abolicin de la pena de muerte, sacerdotes catlicos, ortodoxos moscovitas y griegos, protestantes, se declararon todos unnimemente por su mantenimiento.

La religin cristiana ms que ninguna otra, fue fundada en sangre e histricamente bautizada en sangre. Que se cuenten los millones de vctimas que esta religin del amor y del perdn ha inmolado a la venganza cruel de su dios! Que se recuerden las torturas que ha inventado y que ha infligido! Es hoy ms suave y ms humana? No, quebrantada por la indiferencia y por el escepticismo, slo se ha vuelto hoy impotente, o ms bien mucho menos poderosa, porque desgraciadamente la potencia del mal no le falta an hoy mismo. Y ved en el pas en que, galvanizada por las pasiones reaccionarias, parece revivir: su primera palabra, no es siempre la venganza y la sangre, su segunda palabra no es la abdicacin de la razn humana y su conclusin no es la esclavitud? En tanto que el cristianismo y los sacerdotes cristianos, en tanto que una religin divina continen ejerciendo la menor influencia sobre las masas populares, la razn, la libertad, la humanidad, la justicia no triunfarn sobre la Tierra; porque en tanto que las masas populares queden sumergidas en la supersticin religiosa servirn siempre de instrumento a todos los despotismos coaligados contra la emancipacin de la humanidad.

Nos importa mucho pues, libertar a las masas de la supersticin religiosa, no slo por amor a ellas, sino por amor a nosotros mismos, para salvar nuestra libertad y nuestra seguridad. Pero no podemos llegar a este fin ms que por dos caminos: el de la ciencia racional y el de la propaganda del socialismo.Extrado de Escritos de Filosofa Poltica IEl campesinado y los comunistas. En general, los marxistas no pueden pensar de otra manera: siendo como son defensores del Estado, han de condenar cualquier revolucin de un alcance y carcter verdaderamente popular, en especial una revolucin campesina, que es anarquista por naturaleza y avanza en directo hacia la destruccin del Estado. Y en este odio hacia la rebelin campesina, los marxistas entran en una coincidencia llamativa con todos los estratos y partidos de la sociedad burguesa alemana.

Ningn Estado puede satisfacer las aspiraciones del pueblo. Por democrtico que pueda ser en su forma, ningn Estado ni siquiera la repblica poltica ms roja, que es una repblica popular en el mismo sentido que la falsedad definida como representacin popular puede proporcionar al pueblo lo que necesita, es decir, la libre organizacin de sus propios intereses de abajo arriba, sin interferencia, tutela o violencia de los estratos superiores. Porque todo Estado, hasta el ms republicano y democrtico incluyendo el Estado supuestamente popular concebido por el seor Marx es esencialmente una mquina para gobernar a las masas desde arriba, a travs de una minora inteligente y por tanto privilegiada, que supuestamente conoce los verdaderos intereses del pueblo mejor que el propio pueblo.

El inmanente antagonismo hacia el pueblo lleva a la violencia. De este modo, incapaces de satisfacer las exigencias del pueblo o de suprimir la pasin popular, las clases poseedoras y gobernantes slo tienen un medio a su disposicin: la violencia estatal, en una palabra, el Estado, porque el Estado implica violencia, un gobierno basado sobre una violencia disfrazada o, en caso necesario, abierta y sin ceremonias.El Estado, cualquier Estado aunque est vestido del modo ms liberal y democrtico se basa forzosamente sobre la dominacin y la violencia, es decir, sobre un despotismo que no por ser oculto resulta menos peligroso.El instinto del poder. Todos los hombres poseen un instinto natural hacia el poder que tiene su origen en la ley bsica de la vida, donde todo individuo se ve forzado a mantener una lucha incesante para asegurar su existencia o afirmar sus derechos. Esta lucha entre los hombres empez con el canibalismo; continu luego a lo largo de los siglos bajo diversas banderas religiosas, y pas sucesivamente por todas las formas de la esclavitud y la servidumbre, humanizndose muy despacio, poco a poco, y pareciendo recaer a veces en el salvajismo primitivo. Actualmente esa lucha tiene lugar bajo el doble aspecto de la explotacin del trabajo asalariado por parte del capital, y de la opresin poltica, jurdica, civil, militar y policaca por el Estado y la Iglesia, y por la burocracia estatal; y contina brotando dentro de todos los individuos nacidos en la sociedad el deseo, la necesidad y a veces la inevitabilidad de mandar y explotar a otras personas.El instinto del poder es la fuerza ms negativa de la historia. Vemos as que el instinto de mandar a los dems es, en su esencia primitiva, un instinto carnvoro, completamente bestial y salvaje. Bajo la influencia del desarrollo mental de los hombres adopta una forma algo ms ideal, y se ennoblece de alguna manera presentndose como instrumento de la razn y devoto siervo de esa abstraccin o ficcin poltica que se denomina el bien pblico. Pero sigue siendo en su esencia igualmente daino, y se hace todava ms perjudicial cuando, gracias a la aplicacin de la ciencia, extiende su horizonte e intensifica el poder de su accin. Si hay un demonio en la historia es el principio del poder. Este principio, junto con la estupidez y la ignorancia de las masas sobre las cuales se basa siempre y sin las cuales no podra existir es el que ha producido por s solo todas las desgracias, todos los crmenes y los hechos ms vergonzosos de la historia.El ejercicio del poder es una determinacin social negativa. La naturaleza del hombre est constituida de tal manera que si tiene la posibilidad de hacer el mal, es decir, de alimentar su vanidad, su ambicin y su avidez a expensas de otros, har sin duda pleno uso de tal oportunidad. Por supuesto, todos nosotros somos socialistas y revolucionarios sinceros; no obstante, si se nos diese poder, aunque slo fuese por el breve plazo de unos pocos meses, no seramos lo que somos ahora. Estamos convencidos como socialistas, vosotros y yo, de que el medio social, la posicin social y las condiciones de existencia son ms poderosas que la inteligencia y la voluntad del individuo ms fuerte y poderoso; y precisamente por este motivo exigimos una igualdad no natural sino social de los individuos como condicin para la justicia y fundamento de la moralidad. Por eso detestamos el poder, todo poder, al igual que el pueblo lo detesta.

A nadie debe confirsele el poder, pues cualquier individuo investido de autoridad debe, por la fuerza de una ley social inmutable convertirse en un opresor y explotador de la sociedad.

Somos, de hecho, enemigos de toda autoridad, pues comprendemos que el poder y la autoridad corrompen a quienes los ejercen tanto como a quienes se ven forzados a someterse a ellos. Bajo su daina influencia algunos pasan a ser dspotas ambiciosos, vidos de poder y codiciosos de ganancia, explotadores de la sociedad en su propio beneficio o en el de su clase, mientras otros se convierten en esclavos.

Una organizacin basada en tres cosas detestables, la burocracia, la polica y un ejrcito permanente: esto es lo que constituye ahora el Estado, cuerpo visible de la argumentacin explotadora y doctrinaria de las clases privilegiadas.La ley de la jungla gobierna las relaciones interestatales. Todo Estado, federado o no, debe procurar convertirse en el ms poderoso, bajo el peligro de una ruina total. Debe devorar a otros para no ser devorado, conquistar para no ser conquistado, esclavizar para no ser esclavizado, porque dos poderes similares y al mismo tiempo extraos no pueden coexistir sin destruirse.La Propiedad slo poda surgir en el Estado

Los filsofos doctrinarios, como los juristas y economistas, suponen siempre que la propiedad surgi antes de aparecer el Estado. Pero es evidente que la idea jurdica de la propiedad, como la ley familiar, slo pudo surgir histricamente dentro del Estado, cuyo primer acto inevitable fue el establecimiento de esta ley y de la propiedad.La propiedad es un Dios. Este Dios tiene ya su teologa (denominada poltica y Derecho), y tambin su moralidad, cuya ms adecuada expresin se resume en la frase: Este hombre vale mucho.Slo el trabajo no-productivo desemboca en la propiedad. Por otra parte, vemos que los ms ricos propietarios, por consiguiente los ciudadanos ms valiosos, humanos, morales y respetables, son precisamente los que menos trabajan o los que no trabajan en absoluto. Se suele responder que actualmente un hombre no puede seguir siendo rico, preservar y menos an incrementar sus posesiones sin trabajar. Por eso mismo vale la pena ponerse de acuerdo sobre el uso adecuado de la palabra trabajo: hay trabajo y trabajo. Hay trabajo productivo y trabajo explotador.El primero es el esfuerzo del proletariado; el segundo es el de los propietarios. El que se embolsa el producto de tierras cultivadas por otro, se limita a explotar su trabajo. Y el que incrementa el valor de su capital con la industria y el comercio, explota el trabajo de otros. Los bancos que se enriquecen como resultado de miles de transacciones crediticias, los especuladores de la Bolsa, los tenedores de acciones que obtienen grandes dividendos sin levantar el dedo; Napolen III, que se hizo tan rico que fue capaz de enriquecer a todos sus protegidos; el Kaiser Guillermo I que, orgulloso de sus victorias, se est preparando para confiscar miles de millones a la pobre y desgraciada Francia, y que ya se ha hecho rico y est enriqueciendo a sus soldados con el botn; todas esas personas son trabajadores, pero qu tipos de trabajadores! Salteadores de caminos! Los ladrones y los que se dedican al simple hurto son trabajadores en mucha mayor medida, porque a fin de enriquecerse a su manera, deben trabajar con sus manos. Es evidente para todos los que no estn ciegos en este tema que el trabajo productivo crea riqueza y entrega a los productores slo miseria; mientras que el trabajo no productivo y explotador es el nico capaz de otorgar propiedad. Y como la propiedad es moralidad, se deduce de ello que la moralidad, segn la entienden los burgueses, consiste en explotar el trabajo de otro.La propiedad y el capital son esencialmente explotadores del trabajo. Es necesario repetir aqu los argumentos irrefutables del socialismo, que ningn economista burgus ha conseguido refutar hasta el presente? Qu son la propiedad y el capital en su forma contempornea? Para el capitalista y el propietario significan el poder y el derecho, garantizados por el Estado, de vivir sin trabajar. Y puesto que ni la propiedad ni el capital producen nada cuando no estn fertilizados por el trabajo, esto significa poder y derecho para vivir explotando el trabajo de otro, derecho a explotar el trabajo de quienes no poseen propiedad ni capital y se encuentran, por lo tanto, forzados a vender su fuerza productiva a los afortunados propietarios.La propiedad y el capital son inicuos en su origen histrico y parasitarios en su actual funcionamiento. Obsrvese que he prescindido por completo de la siguiente cuestin: cmo llegaron la propiedad y el capital a caer en manos de sus presentes poseedores? Esta es una pregunta que, concebida desde la perspectiva de 1a historia, la lgica y la justicia, no puede responderse sino de un modo acusatorio para los propietarios actuales. Me limitar por eso a afirmar que los propietarios y capitalistas viven todos a expensas del proletariado mientras no obtengan la subsistencia a partir de su propio trabajo productivo sino de rentas rsticas o urbanas, intereses del capital, o por la especulacin sobre tierras, edificios y capital, o mediante la explotacin comercial e industrial del trabajo manual del proletariado. (La especulacin y la explotacin tambin constituyen sin duda una especie de trabajo, pero enteramente no-productivo.

La prueba crucial de la institucin de la propiedad. S de sobra que este modo de vida es muy estimado en todos los pases civilizados, que resulta expresa y amorosamente protegido por todos los Estados; y que los Estados, las religiones y todas las leyes jurdicas, tanto criminales como civiles, as como todos los gobiernos polticos, monrquicos y republicanos con sus inmensos aparatos judiciales y policacos y sus ejrcitos en pie de guerra no tienen ms misin que consagrar y proteger tales prcticas. En presencia de esas autoridades poderosas y respetables no puedo permitirme siquiera preguntar si este modo de vida es legtimo desde la perspectiva de la justicia, la libertad, la igualdad y la fraternidad humana. Me pregunto simplemente: en tales condiciones, son posibles la fraternidad y la igualdad entre el explotador y el explotado? Son posibles la justicia y la libertad para los explotados?La insuficiencia de la reivindicacin terica del capitalismo. Supongamos incluso, como defienden los economistas burgueses y con ellos todos los abogados, todos los adoradores y creyentes en el derecho jurdico, todos los sacerdotes del cdigo civil y penal que esta relacin econmica entre explotador y explotado es enteramente legtima y constituye la consecuencia inevitable, el producto de una ley social eterna e indestructible. De todas formas, seguir siendo cierto siempre que la explotacin excluye la hermandad y la igualdad.Y no hace falta decir que dicha relacin excluye la igualdad econmica.El monopolio clasista de los medios de produccin es un mal bsico. Puede significar la emancipacin del trabajo algo distinto de su liberacin del yugo de la propiedad y el capital? Y cmo podemos impedir que ambos dominen y exploten el trabajo cuando, separados de l, son el monopolio de una clase que contina oprimiendo al mundo del trabajo cobrando las rentas de la tierra y los intereses del capital sin necesidad de trabajar para vivir, debido precisamente al uso exclusivo de ese capital y esa propiedad? Tal clase, que extrae su fuerza de su propia posicin monopolstica, se apodera de todos los beneficios de las empresas industriales y comerciales, dejando a los obreros oprimidos por la competencia mutua en torno a los empleos a que se ven obligados solo el mnimo necesario para no morir de hambre.Ninguna ley poltica o jurdica, por severa que sea, puede evitar esta dominacin y explotacin; ninguna ley puede enfrentarse al poder de este hecho profundamente enraizado; ninguna puede evitar que esta situacin produzca sus resultados naturales. De aqu se deduce que mientras existan la propiedad y el capital, por una parte, y el trabajo por la otra, constituyendo los primeros la clase burguesa y el segundo el proletariado, el obrero ser el esclavo y el burgus el amo.Abolicin del derecho a la herencia. Pero qu es lo que separa la propiedad y el capital del trabajo? Qu produce las diferencias econmicas y polticas entre las clases? Qu es lo que destruye la igualdad y perpeta la desigualdad, los privilegios de un pequeo nmero de personas y la esclavitud de la gran mayora? Es el derecho a la herencia.Mientras el derecho a la herencia conserve su fuerza, nunca habr igualdad econmica, social y poltica en este mundo; y mientras exista la desigualdad, existirn tambin la opresin y la explotacin.Por consiguiente, desde la perspectiva de la emancipacin integral del trabajo y los trabajadores, hemos de tender a la abolicin del derecho a la herencia.Lo que queremos y lo que debemos abolir es el derecho a heredar, fundado sobre la jurisprudencia y base misma de la familia jurdica y el listado.Estrictamente hablando, la herencia asegura a los herederos, completa o parcialmente, la posibilidad de vivir sin trabajar cobrando un tributo al trabajo colectivo bien como renta de la tierra o como inters del capital. Desde nuestra perspectiva, el capital y la tierra, todos los instrumentos y materiales necesarios para el trabajo, deben convertirse para siempre en propiedad colectiva de todas las asociaciones de productores y dejar de ser transmisibles por la ley de la herencia.Slo a ese precio es posible conseguir la igualdad y, en consecuencia, la emancipacin del trabajo y de los trabajadores.Rudolf Rocker

El Anarquismo es una corriente intelectual bien definida en la vida de nuestro tiempo, cuyos partidarios propugnan la abolicin de los monopolios econmicos y de todas las instituciones coercitivas, tanto polticas como sociales, dentro de la sociedad. En vez del presente orden econmico capitalista, los anarquistas desean el establecimiento de una libre asociacin de todas las fuerzas productivas, fundada en el trabajo cooperativo, cuyo nico mvil sea la satisfaccin de las necesidades de cada miembro de la sociedad, descartando en lo futuro todo inters especial de las minoras privilegiadas en la unidad social. En lugar de las actuales organizaciones del Estado, con su inerte mecanismo de instituciones polticas y burocrticas, los anarquistas aspiran a que se organice una federacin de comunidades libres, que se unan unas a otras por intereses sociales y econmicos comunes y que solventen todos sus asuntos por mutuo acuerdo y libre contrato.

Una de las ms notables expresiones del pensamiento de Bakunin, fue la resolucin Naturaleza de la accin poltica del proletariado del Congreso de Saint-Imier (16 de septiembre de 1872), concluyendo: que la destruccin de todo poder poltico es el primer deber del proletariado; que toda organizacin de un poder poltico llamado provisorio y revolucionario para llevar a esa destruccin (la teora marxista-bolchevista) no puede ser sino un engao ms, y sera tan peligroso para el proletariado como todos los gobiernos que existen hoy; que rechazando todo compromiso para llegar al cumplimiento de la revolucin social, los proletarios de todos los pases deben establecer, fuera de toda poltica burguesa, la solidaridad de la accin revolucionaria.Tal es el motivo porque la historia del Estado es la historia de la esclavitud humana. Solamente por la existencia del Estado es factible la explotacin econmica de los pueblos y su nica tarea, puede decirse en sntesis, es la de defender esa explotacinSe convierte en el enemigo mortal de toda natural solidaridad y libertad -los dos resultados ms nobles de la convivencia social y que evidentemente constituyen una sola y misma cosa- al intentar, por toda clase de artificios legales, restringir o por lo menos paralizar toda iniciativa directa de sus ciudadanos y toda fusin natural de los hombres para la defensa de sus intereses comunes

El anarquismo, el eterno contrario de todos los monopolios, cientficos, polticos y sociales, combate al Estado como protector de monopolios y enemigo feroz de todas las relaciones directas e indirectas de los hombres entre s, pero nunca fue enemigo de la organizacin. Al contrario, una de las acusaciones de ms peso, al aparato estatal de violencia, consiste en que encuentra en el Estado el mayor obstculo para una organizacin efectiva, basada en la igualdad de intereses para todos.

Errico Malatesta

La palabra anarqua proviene del griego y significa sin gobierno; es decir la vida de un pueblo que se rige sin autoridad constituida, sin gobierno.

Antes que toda una verdadera categora de pensadores haya llegado a considerar tal organizacin como posible y como deseable, antes de que fuese adoptada como objetivo por un movimiento que en la actualidad constituye uno de los ms importantes factores en las modernas luchas sociales, la palabra anarqua era considerada, por lo general, como sinnima de desorden, de confusin, y an hoy mismo se toma en este sentido por las masas ignorantes y por los adversarios interesados en ocultar o desfigurar la verdad.

El sentido vulgar de la palabra no desconoce su significado verdadero, desde el punto de vista etimolgico, sino que es un derivado o consecuencia del prejuicio consistente en considerar al gobierno como un rgano indispensable para la vida social, y que, por tanto, una sociedad sin gobierno debe ser presa y vctima del desorden, oscilante entre la omnipotencia de unos y la ciega venganza de otros. (La Anarqua, 1891)

Con todo esto, el gobierno no cambia, sin embargo, de naturaleza; si el gobierno se aplica a regular y a garantizar los derechos y deberes de cada uno, pronto pervierte el sentimiento de justicia, calificando de crimen y castigando todo acto que ofenda o amenace los privilegios de los gobernantes y de los propietarios; as es como declara justa, legal, la ms atroz explotacin de los miserables, el lento y continuo asesinato moral y material perpetrado por los poseedores en detrimento de los desposedos.

Si se asigna el papel de administrador de los servicios pblicos, no Olvida ni desatiende en ningn caso los intereses de los gobernantes ni de los propietarios, y tan slo se ocupa de los de la clase trabajadora en tanto que esto puede ser indispensable para obtener como resultado final el que la masa consienta en pagar. Cuando ejerce el papel de maestro impide la propaganda de la verdad y tiende a preparar el espritu y el corazn de la juventud para que de ella salgan los tiranos implacables o esclavos dciles, segn sea la clase a que pertenezcan. Todo en manos del gobierno se convierte en medio de explotacin, todo se reduce a instituciones de polica para tener encadenado al pueblo.

Y en verdad que no puede ser de otro modo. Si la vida humana es lucha entre hombres, tiene que haber naturalmente vencedores y vencidos, y el gobierno -que es el premio de la lucha o un medio para asegurar a los vencedores los resultados de la victoria y perpetuarlos- no estar jams, esto es evidente, en manos de los vencidos, bien que la lucha haya tenido efecto en el terreno de la fuerza fsica o intelectual, bien que se haya realizado en el terreno econmico. Los que han luchado para vencer, para asegurarse mejores condiciones, para conquistar privilegios, mando o poder, una vez obtenido el triunfo, no habrn de servirse de l, ciertamente, para defender los derechos de los vencidos, s para poner trabas y limitaciones a su propia voluntad y a la de sus amigos y partidarios.

El gobierno, o como se llama, el Estado justiciero, moderador de las luchas sociales, administrador imparcial de los intereses pblicos, es una mentira, una ilusin, una utopa jams realizada y jams realizable.

Si los intereses de los hombres debieran ser contrarios unos a otros, si la lucha entre los hombres fuese una ley necesaria de las sociedades humanas, si la libertad de unos hubiera de constituir un lmite a la libertad de los otros, entonces, cada uno tratara siempre de hacer triunfar sus propios intereses sobre los de los dems; cada uno procurara aumentar su libertad en perjuicio de la libertad ajena. Si fuera cierto que debe existir un gobierno, no porque sea ms o menos til a la totalidad de los miembros de una sociedad, sino porque los vencedores quieren asegurar los frutos de la victoria sometiendo fuertemente a los vencidos, eximindose de la carga de estar continuamente a la defensiva, encomendando su defensa a hombres que de ello hagan su profesin habitual, entonces la humanidad estara destinada a perecer o a debatirse eternamente entre la tirana de los vencedores y la rebelin de los vencidos.

Felizmente, el porvenir de la humanidad es mas sonriente, porque la norma que la orienta es ms saludable. Esta norma es la de la solidaridad.

Felizmente, el porvenir de la humanidad es mas sonriente, porque la norma que la orienta es ms saludable. Esta norma es la de la solidaridad.

El hombre posee, a manera de propiedad fundamental, necesaria, el instinto de su propia conservacin, sin el cual ningn ser viviente podra existir, y el instinto de conservacin de la especie, sin el cual ninguna especie hubiera podido formarse ni persistir. El hombre se ve, pues, naturalmente forzado a defender su existencia y su bienestar, as como la existencia y el bienestar de su descendencia contra todo y contra todos. (La Anarqua, 1891)La solidaridad, es decir, la armona de intereses y de sentimientos, el concurso de cada uno al bien de todos y todos al bien de cada uno, es la nica posicin por la cual el hombre puede explicar su naturaleza y lograr el ms alto grado de desarrollo y el mayor bienestar posible. Tal es el fin hacia el que marcha sin cesar la humanidad en sus sucesivas evoluciones, constituyendo el principio superior capaz de resolver todos los actuales antagonismos, de otro modo insolubles, y de producir como resultado el que la libertad de cada uno no encuentre lmite, sino el complemento y las condiciones necesarias a su existencia, en la libertad de los dems.

Nadie -deca Miguel Bakunin- puede reconocer su propia humanidad, ni por consiguiente realizarla en su vida, si no reconocindola en los dems y cooperando a la realizacin por los otros emprendida. Ningn hombre puede emanciparse, si no emancipa con l, a su vez, a todos los hombres que tenga a su alrededor. Mi libertad es la libertad de todos, puesto que yo no soy realmente libre -libre no slo en potencia, sino en acto- ms que cuando mi libertad y mi derecho hallan su conformacin y su sancin en la libertad y en el derecho de todos los hombres, mis iguales.

La situacin de los otros hombres me importa mucho, porque, por independiente que me parezca mi posicin social, sea yo papa, zar, emperador o primer ministro, soy siempre el producto de lo que sean los ltimos de estos hombres; si son ignorantes, miserables, esclavos, mi existencia estar determinada por su ignorancia, por su miseria o por su esclavitud. Yo, hombre inteligente y avisado, por ejemplo, ser estpido por estupidez; yo, valeroso, ser esclavo por su esclavitud; yo, rico, temblar ante su miseria; yo, privilegiado, palidecer ante su injusticia. Yo, que deseo ser libre, no puedo serlo, porque a mi alrededor todos los hombres no quieren ser libres todava, y al no quererlo resultan, para m, instrumentos de opresin.

La solidaridad es, pues, la condicin en cuyo seno alcanza el hombre el ms alto grado de seguridad y de bienestar; por consecuencia, el egosmo mismo, o sea la consideracin exclusiva de su propio inters, conduce al hombre y a la sociedad hacia la solidaridad, o, dicho de otro modo, egosmo y altruismo Consideracin de los intereses de los otros- se confunden en un solo sentimiento, de igual modo que un solo inters se confunden el del individuo y el de la sociedad.

Una vez abolida la propiedad individual, el gobierno, que es su defensor, debera desaparecer, y si sobreviviese verase continuamente obligado a reconstruir, bajo una forma cualquiera, una clase privilegiada y opresiva.

La abolicin del gobierno no significa ni puede significar destruccin de la cohesin social, sino que, por el contrario, la cooperacin que actualmente resulta forzada, que actualmente existe tan solo en provecho de unos cuantos, ser libre, voluntaria y directa, existir en beneficio de todos y resultara para ellos intensa y eficaz en grado SUMO.

El instinto social, el sentimiento de solidaridad, se desarrollar en el ms alto grado; cada hombre har todo cuanto pueda en el bien de sus semejantes, no solo para dar satisfaccin a sus sentimientos efectivos, sino por inters propio bien comprendido.

Del libre concurso de todos, merced a la agrupacin espontnea de los hombres, segn sus necesidades y sus simpatas, de abajo arriba, de lo simple a los compuesto, partiendo de los intereses ms inmediatos para llegar a los ms generales, surgir una organizacin social cuyo objeto sea el mayor bienestar y la mayor libertad de todos, que reunirn toda la humanidad en fraternal comunidad; que se modificar y se mejorar segn las circunstancias y las enseanzas de la experiencia.

Esta sociedad de hombres libres, esta sociedad de personas solidarias y fraternas, esta sociedad de amigos, es lo que representa la Anarqua.

Rocker, 1938 anarcosindicalismo

El anarquismo tuvo un campen viril, de robusta energa revolucionaria, en Miguel Bakunin, que tom pie en las enseanzas de Proudhon, pero que las extendi al terreno econmico, cuando, con el ala izquierda, colectivista, de la Primera Internacional, sali en defensa de la propiedad colectiva de la tierra y de todos. los medios de produccin, propugnando quedarse reducida la propiedad privada al producto ntegro del trabajo individual. Bakunin era tambin un contrincante del comunismo, que en su tiempo tena un carcter netamente autoritario, como el que ha tomado en la actualidad el bolchevismo. En uno de sus cuatro discursos pronunciados en el Congreso de la Liga para la Paz y la Libertad, en Berna (1868), dijo as:

No soy comunista porque el comunismo concentra y hace absorber todas las potencias de la sociedad en el Estado, porque llega necesariamente a la centralizacin de la propiedad en -manos del Estado, mientras que yo quiero la abolicin del Estado, la extirpacin radical de ese principio de la autoridad y de la tutela del Estado, que, con el pretexto de moralizar y de civilizar a los hombres, los ha sometido hasta este da, explotado y depravado.

Bakunin era un revolucionario decidido y no crea en amigables reajustes del conflicto de clases planteado. Vea que las clases gobernantes se oponan ciega y tercamente a la ms ligera reforma social, por consiguiente no crea posible la salvacin, a no ser por medio de una revolucin social internacional que aboliese todas las instituciones eclesisticas, polticas, militares y burocrticas del vigente sistema social y que las sustituyese por una federacin de asociaciones libres de trabajadores que proveeran a las exigencias de la vida cotidiana. Y puesto que crea, como tantos otros contemporneos suyos, que la revolucin no sera a largo plazo, consagr toda su vasta energa a combinar el mayor nmero posible de elementos genuinamente revolucionarios y libertarios, dentro y fuera de la Internacional, a salvaguardar la revolucin inminente contra toda dictadura, contra toda regresin a las antiguas condiciones sociales. As es cmo vino a ser, en un sentido muy especial, el creador del moderno movimiento anarquista.

Alguna cita de pag 11 y ss.

El Estado, el aparato poltico de violencia de la minora privilegiada de la sociedad, cuya misin es la de uncir a la gran masa al yugo de la explotacin patronal y al tutelaje espiritual, es el enemigo ms encarnizado de todas las relaciones naturales de los hombres y el que siempre tratar de que tales relaciones se verifiquen solamente con la intervencin de sus representantes oficiales. Se considera dueo de la humanidad y no puede permitir que elementos extraos se entrometan en su profesin. Tal es el motivo porque la historia del Estado es la historia de la esclavitud humana. Solamente por la existencia del Estado es factible la explotacin econmica de los pueblos y su nica tarea, puede decirse en sntesis, es la de defender esa explotacin.

Se convierte en el enemigo mortal de toda natural solidaridad y libertad -los dos resultados ms nobles de la convivencia social y que evidentemente constituyen una sola y misma cosa- al intentar, por toda clase de artificios legales, restringir o por lo menos paralizar toda iniciativa directa de sus ciudadanos y toda fusin natural de los hombres para la defensa de sus intereses comunes.

Proudhon ya lo haba concebido exactamente y en su Confession d'un Rvolutionnaire hace la siguiente aguda observacin:

Consideradas desde el punto de vista social, libertad y solidaridad son dos conceptos idnticos. Encontrando la libertad de cada uno, no un impedimento en la libertad de los dems, como dice la Declaracin de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1793, sino un apoyo, el hombre ms libre es el que mayores relaciones tiene con sus semejantes.

El anarquismo, el eterno contrario de todos los monopolios, cientficos, polticos y sociales, combate al Estado como protector de monopolios y enemigo feroz de todas las relaciones directas e indirectas de los hombres entre s, pero nunca fue enemigo de la organizacin. Al contrario, una de las acusaciones de ms peso, al aparato estatal de violencia, consiste en que encuentra en el Estado el mayor obstculo para una organizacin efectiva, basada en la igualdad de intereses para todos.

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Y bien, sea -se dice- la anarqua puede ser una forma perfecta de vida social, pero no queremos dar el salto a las tinieblas. Explquesenos, pues, en detalle, cmo habr de organizarse la sociedad futura. Sigue despus una serie de preguntas por dems interesantes, si se trata de estudiar los problemas que han de imponerse a la sociedad emancipada, pero que son intiles, absurdas o ridculas si se pretende obtener de nosotros una solucin definitiva. Por qu mtodos se llevar a cabo la educacin de los nios? Cmo se organizarn la produccin y la distribucin? Existirn, entonces, grandes ciudades, o bien la poblacin se distribuir de una manera igual sobre la redondez de la tierra? Y si todos los habitantes de Siberia quisieran pasar el invierno en Niza? Y si todos quisieran comer perdices o beber vinos de primera calidad? Qu harn los mineros y los marinos? Quin limpiar las letrinas y las alcantarillas? Los enfermos, sern asistidos a domicilio o en el hospital? Quin establecer el horario de ferrocarriles? Qu se har si el mecnico o maquinista le da un clico estando el tren en marcha?... Y as, por el estilo, hasta llegar a pretender que poseamos toda la ciencia y la experiencia del porvenir, y que en nombre de la anarqua hayamos de prescribir a los hombres futuros la hora a que deban acostarse y los das en que deban cortarse las uas de los piesEn verdad que si nuestros lectores esperan ver a continuacin una respuesta a tales preguntas o a lo menos a aqullas ms serias o ms importantes distinta de nuestra opinin personal del momento- tal cosa significara que no hemos logrado explicar en las anteriores pginas lo que por anarqua debe entenderse. Nosotros nos somos ms profetas que el resto de la humanidad; si nosotros pretendiramos dar solucin definitiva a todos los problemas que se presentarn seguramente en la sociedad futura, entenderamos la abolicin del gobierno de una manera bien extrema, como que nos constituiramos sin querer, en gobernantes y prescribiramos, a manera de los legisladores religiosos, un cdigo universal para el presente y para el porvenir!

Nosotros nos preocupamos mucho de todos los problemas de la vida social, sea en inters de la ciencia, sea que contemos con ver realizarse la anarqua y concurrir en la medida de nuestras fuerzas a la organizacin de la nueva sociedad - Tenemos, pues soluciones propias y originales, que, segn los casos, aplicaramos de modo definitivo o de modo transitorio, y expondramos aqu algo acerca de ellas si la carencia de espacio no nos lo impidiera.

La polica? La justicia? Muchos se imaginan que si no hubiera gendarmes, policas y jueces, cada uno sera libre de matar, de violar y de vejar a su prjimo; que los anarquistas, en nombre de sus principios, desearan el respeto para esta especial libertad que viola y destruye la libertad y la vida ajenas; estn casi persuadidos de que, despus de haber destruido al gobierno y a la propiedad privada, consentiramos impasibles la reconstitucin de uno y de otra por respeto a la libertad de quienes experimentaran la necesidad de ser gobernantes y propietarios. Extraa manera, en verdad, de comprender nuestros ideales! Es cierto que discurriendo de este modo se llega ms fcilmente a desentenderse, merced a un encogimiento de hombros, del trabajo de refutarlos seriamente.

Errico Malatesta Amor y Anarqua (Extrado del Libro Socialismo y Anarqua)Al principio puede parecer extrao que la cuestin del amor y todas las que le son conexas preocupen mucho a un gran numero de hombres y de mujeres mientras hay otros problemas ms urgentes, si no ms importantes, que debieran acaparar toda la atencin y toda la actividad de los que buscan el modo de remediar los males que sufre la humanidad.

Encontramos diariamente gentes aplastadas bajo el peso de las instituciones actuales; gentes obligadas a alimentarse malamente y amenazadas a cada instante de caer en la miseria ms profunda por falta de trabajo o a consecuencia de una enfermedad; gentes que se hallan en la imposibilidad de criar convenientemente a sus hijos, que mueren a menudo careciendo de los cuidados necesarios; gentes condenadas a pasar su vida sin ser un solo da dueas de si mismas, siempre a merced de los patronos o de la polica; gentes para las cuales el derecho de tener una familia y el derecho de amar es una irona sangrienta y que, sin embargo, no aceptan los medios que les proponemos para sustraerse a la esclavitud poltica y econmica si antes no sabemos explicarles de que modo, en una sociedad libertaria, la necesidad de amar hallara su satisfaccin y de que modo comprendemos la organizacin de la familia. Y, naturalmente, esta preocupacin se agranda y hace descuidar y hasta despreciar los dems problemas en personas que tienen resuelto, particularmente, el problema del hambre y que se hallan en situacin normal de poder satisfacer las necesidades ms imperiosas porque viven en un ambiente de bienestar relativo.

Este hecho se explica dado el lugar inmenso que ocupa el amor en la vida moral y material del hombre, puesto que en el hogar, en la familia, es donde el hombre gasta la mayor y mejor parte de su vida. Y se explica tambin por una tendencia hacia el ideal que arrebata al humano espritu tan pronto como se abre a la conciencia.

Mientras el hombre sufre sin darse cuenta los sufrimientos, sin buscar el remedio y sin rebelarse, vive semejante a los brutos, aceptando la vida tal como la encuentra.

Pero desde que comienza a pensar y a comprender que sus males no se deben a insuperables fatalidades naturales, sino a causas humanas que los hombres pueden destruir, experimenta en seguida una necesidad de perfeccin y quiere, idealmente al menos, gozar de una sociedad en que reine la armona absoluta y en que el dolor haya desaparecido por completo y para siempre.

Esta tendencia es muy til, ya que impulsa a marchar adelante, pero tambin se vuelve nociva si, con el pretexto de que no se puede alcanzar la perfeccin y que es imposible suprimir todos los peligros y defectos, nos aconseja descuidar las realizaciones posibles para continuar en el estado actual.

Ahora bien, y digmoslo en seguida, no tenemos ninguna solucin para remediar los males que provienen del amor, pues no se pueden destruir con reformas sociales, ni siquiera con un cambio de costumbres. Estn determinados por sentimientos profundos, podramos decir fisiolgicos, del hombre y no son modificables, cuando lo son, sino por una lenta evolucin y de un modo que no podemos prever.

Queremos la libertad; queremos que los hombres y las mujeres puedan amarse y unirse libremente sin otro motivo que el amor, sin ninguna violencia legal, econmica o fsica.

Pero la libertad, aun siendo la nica solucin que podemos y debemos ofrecer, no resuelve radicalmente el problema, dado que el amor, para ser satisfecho, tiene necesidad de dos libertades que concuerden y que a menudo no concuerdan de modo alguno; y dado tambin que la libertad de hacer lo que se quiere es una frase desprovista de sentido cuando no se sabe querer alguna cosa.

Es muy fcil decir: "Cuando un hombre y una mujer se aman, se unen, y cuando dejan de amarse, se separan". Pero sera necesario, para que este principio se convirtiese en regla general y segura de felicidad, que se amaren y cesaren de amarse ambos al mismo tiempo. Y si uno ama y no es amado? Y si uno an ama y el otro ya no le ama y trata de satisfacer una nueva pasin? Y si uno ama a un mismo tiempo varias personas que no pueden adaptarse a esta promiscuidad?

"Yo soy feo - nos deca una vez un amigo - Qu har si nadie quiere amarme?" La pregunta mueve a risa, pero tambin nos deja entrever verdaderas tragedias.

Y otro, preocupado por el mismo problema, decanos: "Actualmente, si no encuentro el amor, lo compro, aunque tenga que economizar mi pan. Qu har cuando no haya mujeres que se vendan?" La pregunta es horrible, pues muestra el deseo de que haya seres humanos obligados por el hambre a prostituirse; pero es tambin terrible... y terriblemente humano.

Algunos dicen que el remedio podra hallarse en la abolicin radical de la familia; la abolicin de la pareja sexual ms o menos estable, reduciendo el amor al solo acto fsico, o por mejor decir, transformndolo, con la unin sexual por aadidura, en un sentimiento parecido a la amistad, que reconozca la multiplicidad, la variedad, la contemporaneidad de afectos.

Y los hijos?... Hijos de todos.

Puede ser abolida la familia? Es de desear que lo sea?

Hagamos observar antes que nada, que, a pesar del rgimen de opresin y de mentira que ha prevalecido y prevalece aun en la familia, sta ha sido y contina siendo el ms grande factor de desarrollo humano, pues en la familia es donde el hombre normal se sacrifica por el hombre y cumple el bien por el bien, sin desear otra compensacin que el amor de la compaera y de los hijos.

Pero, se nos dice, una vez eliminadas las cuestiones de intereses, todos los hombres sern hermanos y se amarn mutuamente.

Ciertamente, no se odiarn; cierto que el sentimiento de simpata y de solidaridad se desarrollara mucho y que el inters general de los hombres se convertira en un factor importante en la determinacin de la conducta de cada uno.

Pero esto no es aun el amor. Amar a todo el mundo se parece mucho a no amar a nadie.

Podemos, tal vez socorrer, pero no podemos llorar todas las desgracias, pues nuestra vida se deslizara entera entre lgrimas y, sin embargo, el llanto de la simpata es el consuelo ms dulce para un corazn que sufre. La estadstica de las defunciones y de los nacimientos puede ofrecernos datos interesantes para conocer las necesidades de la sociedad; pero no dice nada a nuestros corazones. Nos es materialmente imposible entristecernos a cada hombre que muere y regocijarnos a cada nacimiento.

Y si no amamos a alguien ms vivamente que a los dems; si no hay un solo ser por el cual no estemos particularmente dispuestos a sacrificarnos; si no conocemos otro amor que este amor moderado, vago, casi terico, que podemos sentir por todos, no resultara la vida menos rica, menos fecunda, menos bella? No se vera disminuida la naturaleza humana en sus ms bellos impulsos? Acaso no nos veramos privados de los goces ms profundos? No seramos ms desgraciados?

Por lo dems, el amor es lo que es. Cuando se ama fuertemente se siente la necesidad del contacto, de la posesin exclusiva del ser amado.

Los celos, comprendidos en el mejor sentido de la palabra, parecen formar y forman generalmente una sola cosa con el amor. El hecho podr ser lamentable, pero no puede cambiarse a voluntad, ni siquiera a voluntad del que personalmente los sufre.

Para nosotros el amor es una pasin que engendra por s misma tragedias. Estas tragedias no se traduciran ms, ciertamente, en actos violentos y brutales si el hombre tuviese el sentimiento de respeto a la libertad ajena, si tuviese bastante imperio sobre s mismo para comprender que no se remedia un mal con otro mayor, y si la opinin pblica no fuese, como hoy, tan indulgente con los crmenes pasionales; pero las tragedias no seran por esto menos dolorosas.

Mientras los hombres tengan los sentimientos que tienen - y un cambio en el rgimen econmico y poltico de la sociedad no nos parece suficiente para modificarlos por entero - el amor producir al mismo tiempo que grandes alegras, grandes dolores. Se podr disminuirlos o atenuarlos, con la eliminacin de todas las causas que pueden ser eliminadas, pero su destruccin completa es imposible.

Es esta una razn para no aceptar nuestras ideas y querer permanecer en el estado actual? As se obrara como aquel que no pudiendo comprarse vestidos lujosos prefiriese ir desnudo, o que no pudiendo comer perdices todos los idas renunciase al pan, o como un mdico que, dada la impotenci