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Asociación de Salesianos Cooperadores Región Ibérica Septiembre 2011

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Septiembre 2011

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2.- Un cristiano

2.1.- La vocación del Hombre.

2.1.1.- En el Bautismo y la Confirmación: Una nueva Dignidad

2.1.2.- Seguir a Cristo hoy

2.1.3.- Eclesiología Conciliar

2.1.4.- La Iglesia: Pueblo de Dios y Cuerpo de Cristo

2.1.5.- Los Sacramentos de la Iglesia

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TEMAS DE FORMACIÓN INICIAL

2.- UN CRISTIANO 2.1.- LA VOCACIÓN DEL HOMBRE

2.1.1.- EN EL BAUTISMO Y LA CONFIRMACIÓN: UNA NUEVA DIGNIDAD

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2.1.1.- En el Bautismo y la Confirmación: Una nueva Dignidad

OBJETIVO

El Bautismo es el sacramento por el pasamos a pertenecer a la Iglesia. Para la mayoría, cuando somos bebés, nuestros padres y padrinos asumen la responsabilidad de acompañarnos en el camino de la fe. A lo largo de nuestra vida nos van educando en la vida cristiana, en cumplimiento de la promesa que hicieron por nosotros. La confirmación es, en nuestra juventud, un buen momento para renovar las promesas bautismales, ya de manera responsable y personal, con la ayuda del Espíritu que es invocado sobre nosotros. Veamos algunos detalles de estos sacramentos llamados de iniciación.

REFERENCIAS

Bíblicas

«Le respondió Jesús: "En verdad, en verdad os digo, si uno no nace del agua y del Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios"»

(Jn. 3, 5).

«Todos los que habéis sido bautizados en Cristo, habéis sido revestidos de Cristo»

(Gal. 3, 27).

"Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado"

(Mt 28,19-20).

Encontró allí a varios creyentes, a quienes preguntó: “¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando os hicisteis creyentes?” Ellos contestaron: “Ni siquiera habíamos oído hablar del Espíritu Santo”. Habiendo oído esto, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús; y cuando Pablo les impuso las manos vino sobre ellos el Espíritu Santo, y hablaban en otras lenguas y comunicaban mensajes proféticos.

(Hech 19,2.5-6)

PVA

Estatuto: Proemio, 27, 32.

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2.- UN CRISTIANO 2.1.- LA VOCACIÓN DEL HOMBRE

2.1.1.- EN EL BAUTISMO Y LA CONFIRMACIÓN: UNA NUEVA DIGNIDAD

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DESARROLLO

Documento para la reflexión

1 Sacramentos de Iniciación Cristiana

Mediante los sacramentos de la Iniciación Cristiana, el Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía, se ponen los fundamentos de toda vida cristiana. La comunión de vida en la Iglesia se obtiene por estos sacramentos. El Bautismo es "la puerta de la vida espiritual: pues por él nos hacemos miembros de Cristo y del cuerpo de la Iglesia".

Los bautizados, al recibir la Confirmación "se vinculan más estrechamente a la Iglesia, se enriquecen con una fuerza especial del Espíritu Santo, y con ello quedan obligados más estrictamente a difundir y defender la fe, como verdaderos testigos de Cristo, por la palabra juntamente con las obras". El proceso de la Iniciación Cristiana se perfecciona y culmina con la recepción de la Eucaristía, por la cual el bautizado se inserta plenamente en el Cuerpo de Cristo.

Los sacramentos del Bautismo, Confirmación y Orden Sacerdotal no solo confieren la gracia, sino también imprimen carácter en la persona, es decir, un cierto signo espiritual e indeleble en virtud del cual el cristiano se distingue del que no lo es, queda habilitado para el culto e incorporado a Cristo y a la Iglesia. Por razón del carácter estos sacramentos no se pueden repetir.

2 Bautismo

El Bautismo es el fundamento de toda la vida cristiana y la puerta que abre el acceso a los otros sacramentos. Por el Bautismo somos liberados del pecado y regenerados como hijos de Dios, llegamos a ser miembros de Cristo y somos incorporados a la Iglesia y hechos partícipes de su misión El rito esencial del Bautismo se realiza por la triple inmersión o infusión del agua bautismal. Este rito significa y realiza la muerte al pecado y la entrada en la vida de la Santísima Trinidad.

El Bautismo hace de la persona "una nueva criatura", un hijo adoptivo de Dios que ha sido hecho "partícipe de la naturaleza divina", miembro de Cristo coheredero con Él y receptor del Espíritu Santo. Así toda la vida trascendente del cristiano tiene su raíz en el Bautismo que le hace capaz de creer en Dios, de esperar en Él y de amarlo, bajo la inspiración del Espíritu Santo.

El bautismo no es un acto que afecta sólo al que lo recibe o a sus familiares: es una celebración de la Iglesia. No es un servicio que la Iglesia presta, sino el acto por el que la comunidad cristiana recibe en su seno a un miembro más de ella. Por esta razón, en el Bautismo, como en todo sacramento intervienen tres partes: quien lo recibe, quien lo administra y la comunidad creyente: ella es la que celebra, presidida por el sacerdote, el momento en el que alguien se compromete en el seguimiento de Jesús.

El motivo último de esta incorporación no es la Iglesia misma, sino el seguimiento de Jesús. La Iglesia se entiende siempre en referencia a Jesús. Según san Pablo, nos bautizamos para vincularnos a Cristo, para vincularnos a su muerte y resurrección, a su destino (Rom 6,3-5).

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2.- UN CRISTIANO 2.1.- LA VOCACIÓN DEL HOMBRE

2.1.1.- EN EL BAUTISMO Y LA CONFIRMACIÓN: UNA NUEVA DIGNIDAD

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Pero no es un acto de nuestra voluntad, sino que es una gracia de Dios. Es decir, Dios interviene en el que se bautiza y lo transforma por dentro. Esta acción eficaz de Dios es otra de las características del Bautismo.

Sobre el bautismo de niños hay que considerar algunos aspectos. En primer lugar, el Bautismo es esencial y primariamente un sacramento de adultos. Si se hace con niños, debe hacerse supliendo lo que les falta para poder considerarse adultos. En segundo lugar, hay que recordar que es una celebración de la Iglesia y no sólo un acto individual. Esto es de gran importancia, pues la Iglesia es aquí la familia en que nace el niño y la comunidad concreta que lo recibe. Si familia y comunidad se responsabilizan de que la fe del infante crezca, entonces bautizar a los niños tiene sentido eclesial.

3 Confirmación

En principio este sacramento estaba unido al del Bautismo, y empiezan a distinguirse y separarse cuando se inicia el Bautismo de los niños. La Confirmación se vincula a la adhesión personal que el bautizado, ya en uso de razón, hace a las promesas que por él hicieron sus padres y padrinos.

Es el sacramento, sigo eficaz de la acción de Dios, por el cual se confiere el Espíritu Santo a los bautizados por la unción del crisma en la frente, que se hace con la imposición de la mano mediante la pronunciación de ciertas palabras sagradas, con el fin de que confiesen su fe con fortaleza constantemente.

La Confirmación confiere la plenitud del Espíritu Santo. Fortalece para actuar en el seguimiento de Cristo en el recorrido de fe, esperanza y caridad que conduce por el camino del Reino de Dios.Este sacramento nos hace más hijos de Dios, nos hace decir «Abba, Padre» (Rom 8,15); nos une más firmemente a Cristo; aumenta en nosotros la inspiración del Espíritu Santo; nos une más estrechamente con la Iglesia.

La fe siempre exigirá una respuesta personal, independientemente del ambiente y los condicionantes personales. Por eso se comprende bien la importancia de la Confirmación hoy. Es preciso que la adhesión a Jesús, algo que el adolescente va descubriendo poco a poco, se haga explícita en algún momento determinado.

Porque además este sacramento es una confirmación para la misión. La fe siempre tiene una dimensión apostólica que nos impulsa a ser testigos de Dios. Es, en definitiva, una pieza esencial en el desarrollo de la fe personal y de la vida de la comunidad toda.

Pautas para la reflexión

- ¿Hemos tomado plena conciencia de lo que el Bautismo y la Confirmación significan para nuestra vida?

- ¿Qué conciencia existe, en los fieles de nuestra comunidad eclesial, respecto a las exigencias que el Bautismo y la Confirmación implican para nuestra vida de fe? ¿Cómo hacer crecer esta conciencia?

- ¿Cómo se cuida en las Parroquias la preparación al Bautismo y a la Confirmación? ¿Podría ser mejor pensada y realizada?

- ¿Por qué tantos jóvenes, después de la Confirmación, en lugar de asistir y de participar más en la vida de la comunidad eclesial, se alejan de ella?

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2.- UN CRISTIANO 2.1.- LA VOCACIÓN DEL HOMBRE

2.1.1.- EN EL BAUTISMO Y LA CONFIRMACIÓN: UNA NUEVA DIGNIDAD

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- El Bautismo y la Confirmación ¿son percibidos y vividos como un hecho eclesial, que interesa a la comunidad cristiana, o mas bien, como un hecho de interés individual y familiar? ¿Qué se podría hacer para que la celebración de estos sacramentos fuera un acontecimiento eclesial, que involucre a toda la comunidad?

PARA DOCUMENTARSE – OTROS RECURSOS

Materiales

- Concilio Vaticano II, Lumen Gentium, n. 11.

- Juan Pablo II, Christifideles Laici, n. 14

- Catecismo de la Iglesia Católica, nn. 1212, 1262-1273; 1302-1305, 1321

- Comentario Oficial al RVA, págs. 46-47.

Bibliografía

- Seguir a Jesús en la Iglesia, Movimiento Familiar Cristiano, Sal Terrae (Pastoral 34), Santander 1987.

- Esta es Nuestra Fe. Teología para Universitarios, Luis González-Carvajal, Sal Terrae (Pastoral 24), Santander 212010.

- Eucaristía, Dionisio Borobio, BAC (Manuales Sapientia Fidei 23), Madrid 22005.

- Bautismo y Confirmación, Ignacio Oñatibia, (Manuales Sapientia Fidei 22), Madrid 2000.

Documentos

¿ESTAMOS APAGANDO EL ESPÍRITU?

Aunque el relato evangélico habla de la inmersión de Jesús en el Jordán, lo decisivo no es este bautismo de agua que recibe de manos del Bautista, sino la acogida del Espíritu que el Padre envía sobre él.

Según la mentalidad bíblica, este Espíritu hace vivir a Jesús desde el aliento vital de Dios, lleno de su amor y su fuerza creadora, entregado a liberar, transformar y potenciar la vida. Por eso, los primeros seguidores de Jesús lo recordaban como un Profeta que, "ungido por Dios con el Espíritu Santo..., pasó la vida haciendo el bien". Este es el Espíritu que ha de alentar a quienes siguen sus pasos.

La crisis religiosa de nuestros días se está extendiendo con tal radicalidad que la indiferencia está afectando ya a los mismos creyentes. Los indicios son cada vez más

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2.- UN CRISTIANO 2.1.- LA VOCACIÓN DEL HOMBRE

2.1.1.- EN EL BAUTISMO Y LA CONFIRMACIÓN: UNA NUEVA DIGNIDAD

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inquietantes. Hay analistas que denuncian el "ateísmo interior" que está diluyendo la fe de algunos que se dicen cristianos.

La Iglesia no es un "espacio inmunizado". Hay practicantes que de hecho no cuentan con Dios. Pueden pasar tranquilamente sin él. Dios no estimula su vida ni inspira su comportamiento. Viven una religión vacía de comunicación con Dios. En la práctica, Dios no existe para ellos. Sin advertirlo, se están instalando en la "cultura de la ausencia de Dios".

¿Vamos a permanecer pasivos ante esta extinción progresiva de la verdadera fe incluso dentro de nuestros hogares y comunidades? ¿No nos estamos haciendo cada vez más indiferentes a la indiferencia religiosa que parece invadirlo todo? ¿No ha llegado el momento de reaccionar?

Tal vez, lo primero es tomar conciencia de que somos nosotros mismos los que podemos estar apagando el Espíritu dentro de la Iglesia con nuestra ceguera y pasividad. Movidos por el instinto de conservación, corremos el riesgo de dedicarnos a conservar el pasado quizás porque nos resulta más cómodo que vivir en permanente conversión, abiertos a la creatividad del Espíritu.

Seguramente, hemos de cuidar más nuestro modo de relacionarnos con Dios, evitando formas superficiales y vacías, vividas sólo desde lo exterior, y que pueden ser formas de huir de su Misterio santo más que caminos para situarnos ante él en espíritu y en verdad.

Parece más necesario que nunca promover esa "participación plena, consciente y activa en las celebraciones litúrgicas", que el concilio Vaticano II urge "con deseo ardiente", pues considera que es "la fuente primaria y necesaria de donde han de beber los fieles el espíritu verdaderamente cristiano". Revitalizar la celebración es reavivar la fe.

José Antonio Pagola

Elogio del Bautismo. Siglo IV

El bautismo es el desprendimiento de la carne, la obediencia al Espíritu Santo, la comunión con el Verbo, la restauración de la criatura, la purificación del pecado, la participación de la cruz, la desaparición de las tinieblas.

El bautismo es un vehículo que nos conduce hacia Dios, una muerte con Cristo, el sostén de la fe, la perfección del espíritu, la llave del reino de los cielos, el cambio de la vida, el fin de nuestra esclavitud, la liberación de nuestras cadenas, la transformación de nuestras costumbres. El bautismo es el más bello y el más sublime de los dones de Dios.

Nosotros lo llamamos don, gracia, bautismo, unción, iluminación, vestido de incorruptibilidad, baño de regeneración, sello y todo lo que hay de más precioso. Don, porque se confiere a aquellos que nada aportan; gracia, porque se da incluso a los culpables; bautismo, porque el pecado queda sepultado en el agua; unción, porque es sagrado y real como son los ungidos; iluminación, porque es luz brillante; vestido, porque cubre nuestra vergüenza; baño, porque lava; sello, porque nos guarda y porque es manifestación del señorío de Dios

Gregorio Nacianceno, 329-389 d.C

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2.- UN CRISTIANO 2.1.- LA VOCACIÓN DEL HOMBRE

2.1.1.- EN EL BAUTISMO Y LA CONFIRMACIÓN: UNA NUEVA DIGNIDAD

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Catecismo de la Iglesia Católica

Bautismo

1275

La iniciación cristiana se realiza mediante el conjunto de tres sacramentos: el Bautismo, que es el comienzo de la vida nueva; la Confirmación que es su afianzamiento; y la Eucaristía que alimenta al discípulo con el Cuerpo y la Sangre de Cristo para ser transformado en El.

1277

El Bautismo constituye el nacimiento a la vida nueva en Cristo. Según la voluntad del Señor, es necesario para la salvación, como lo es la Iglesia misma, a la que introduce el Bautismo.

1278

El rito esencial del Bautismo consiste en sumergir en el agua al candidato o derramar agua sobre su cabeza, pronunciando la invocación de la Santísima Trinidad, es decir, del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

1279

El fruto del Bautismo, o gracia bautismal, es una realidad rica que comprende: el perdón del pecado original y de todos los pecados personales; el nacimiento a la vida nueva, por la cual el hombre es hecho hijo adoptivo del Padre, miembro de Cristo, templo del Espíritu Santo. Por la acción misma del bautismo, el bautizado es incorporado a la Iglesia, Cuerpo de Cristo, y hecho partícipe del sacerdocio de Cristo.

1280

El Bautismo imprime en el alma un signo espiritual indeleble, el carácter, que consagra al bautizado al culto de la religión cristiana. Por razón del carácter, el Bautismo no puede ser reiterado (cf DS 1609 y 1624).

1281

Los que padecen la muerte a causa de la fe, los catecúmenos y todos los hombres que, bajo el impulso de la gracia, sin conocer la Iglesia, buscan sinceramente a Dios y se esfuerzan por cumplir su voluntad, pueden salvarse aunque no hayan recibido el Bautismo (cf LG 16).

1282

Desde los tiempos más antiguos, el Bautismo es dado a los niños, porque es una gracia y un don de Dios que no suponen méritos humanos; los niños son bautizados en la fe de la Iglesia. La entrada en la vida cristiana da acceso a la verdadera libertad.

1283

En cuanto a los niños muertos sin bautismo, la liturgia de la Iglesia nos invita a tener confianza en la misericordia divina y a orar por su salvación.

1284

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2.1.1.- EN EL BAUTISMO Y LA CONFIRMACIÓN: UNA NUEVA DIGNIDAD

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En caso de necesidad, toda persona puede bautizar, con tal que tenga la intención de hacer lo que hace la Iglesia, y que derrame agua sobre la cabeza del candidato diciendo: "Yo te bautizo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo".

Confirmación

1285

Con el Bautismo y la Eucaristía, el sacramento de la Confirmación constituye el conjunto de los "sacramentos de la iniciación cristiana", cuya unidad debe ser salvaguardada. Es preciso, pues, explicar a los fieles que la recepción de este sacramento es necesaria para la plenitud de la gracia bautismal (cf OCf, Praenotanda 1). En efecto, a los bautizados "el sacramento de la confirmación los une más íntimamente a la Iglesia y los los enriquece con una fortaleza especial del Espíritu Santo. De esta forma se comprometen mucho más, como auténticos testigos de Cristo, a extender y defender la fe con sus palabras y sus obras" (LG 11; cf OCf, Praenotanda 2):

1288

"Desde aquel tiempo, los Apóstoles, en cumplimiento de la voluntad de Cristo, comunicaban a los neófitos, mediante la imposición de las manos, el don del Espíritu Santo, destinado a completar la gracia del Bautismo (cf Hch 8,15-17; 19,5-6). Esto explica por qué en la Carta a los Hebreos se recuerda, entre los primeros elementos de la formación cristiana, la doctrina del bautismo y de la la imposición de las manos (cf Hb 6,2). Es esta imposición de las manos la ha sido con toda razón considerada por la tradición católica como el primitivo origen del sacramento de la Confirmación, el cual perpetúa, en cierto modo, en la Iglesia, la gracia de Pentecostés" (Pablo VI, const. apost. "Divinae consortium naturae").

1294

Todas estas significaciones de la unción con aceite se encuentran en la vida sacramental. La unción antes del Bautismo con el óleo de los catecúmenos significa purificación y fortaleza; la unción de los enfermos expresa curación y el consuelo. La unción del santo crisma después del Bautismo, en la Confirmación y en la Ordenación, es el signo de una consagración. Por la Confirmación, los cristianos, es decir, los que son ungidos, participan más plenamente en la misión de Jesucristo y en la plenitud del Espíritu Santo que éste posee, a fin de que toda su vida desprenda "el buen olor de Cristo" (cf 2 Co 2,15).

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2.- UN CRISTIANO 2.1.- LA VOCACIÓN DEL HOMBRE

2.1.1.- EN EL BAUTISMO Y LA CONFIRMACIÓN: UNA NUEVA DIGNIDAD

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2.- UN CRISTIANO 2.1.- LA VOCACIÓN DEL HOMBRE

2.1.2.- SEGUIR A CRISTO HOY

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2.1.2.- Seguir a Cristo hoy

OBJETIVO

- El seguimiento es una idea que últimamente se está destacando en el ambiente cristiano. No es un concepto nuevo pues en los evangelios se repite abundantemente. Jesús dice que le sigan, y nos invita a todos a seguirle.

REFERENCIAS

Bíblicas

“Veníos conmigo y os haré pescadores de hombres. Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron”

(Mc 1,17-18)

“Ha resucitado…Y ahora marchaos, decidle a sus discípulos y a Pedro que va delante de ellos a Galilea”

(Mc 16,6-7)

«Os doy un nuevo mandamiento: que os améis los unos a los otros. ¡Amaos como yo os he amado! Por esto, todos os reconocerán como mis discípulos: si os amáis los unos a los otros»

(Jn. 13, 34-35).

«Vosotros sois la sal de la tierra. Pero, si la sal pierde su sabor, con qué se la salará? Ya no sirve para nada más que para ser tirada afuera y pisoteada por los hombres. Vosotros sois la luz del mundo. Una ciudad construida sobre una montaña no puede permanecer escondida»

(Mt. 5, 13-14).

«Después Jesús dijo a sus discípulos: "Si alguien quiere seguirme deje de pensar en si mismo, tome su cruz y me siga. Quien piensa solamente en salvar su vida la perderá; quien, sin embargo, esté dispuesto a sacrificarla por mi, la encontrara»

(Mt. 16,24-25).

«Yo soy el pan de la vida. Vuestros antepasados comieron el maná en el desierto y murieron igualmente; éste es el pan que baja del cielo, para que quien lo come no muera. Yo soy el pan vivo, venido del cielo. Si alguien come de este pan vivirá para siempre. El pan que yo le daré es mi carne para que el mundo tenga vida»

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2.- UN CRISTIANO 2.1.- LA VOCACIÓN DEL HOMBRE

2.1.2.- SEGUIR A CRISTO HOY

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(Jn. 6, 48-51).

PVA

Estatuto art. 2, 20, 21, 28, 41

DESARROLLO

Documento para la reflexión

1. Antiguo Testamento

El seguimiento es un tema claro en los evangelios, pero ya lo encontramos antes en el Antiguo Testamento. La primera llamada es la de Abrán “Sal de tu tierra, de tu patria y de la casa de tu padre y vete al país que yo te indicaré. Yo haré de ti un gran pueblo; te bendeciré y te engrandeceré” (Gn 12,1-2) “Cuenta si puedes las estrellas. Así será tu descendencia” (Gn 15,5) “Este es mi pacto contigo: tu llegarás a ser padre de una multitud de pueblos. No te llamarás Abrán sino Abrahán” (Gn17,4). Con esto se sella la promesa de la Tierra y de una descendencia como la de las estrellas.

Moisés es el segundo gran seguidor “Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob. Anda, yo te envío al Faraón para que saques de Egipto a mi pueblo” (Ex 3,6.10). Pese a sus grandes dificultades al hablar y su insignificancia ante los israelitas y ante el Faraón, se pone en marcha.

Los profetas en algunos casos cuentan sus mandatos de envío y como, incluso con grandes resistencias, tienen que seguir y difundir la palabra de Dios. “(Dios dijo) No digas “soy joven”, porque donde yo te envíe, irás, y todo lo que yo te ordene, dirás” (Jer 1,7) “Él me dijo:”Hijo del hombre, yo te envío a los israelitas”” (Ez 2, 3). También tenemos en Jonás un intento de escapar del envío. La fidelidad y la esperanza, son signos del seguimiento, son un constante recordatorio que hacen los profetas al pueblo.

2. El Seguimiento en Marcos.

Marcos es el evangelio en el que el seguimiento a Jesús es una clave principal. También está presente en el resto de los evangelios, pero en éstos hay otros motivos que destacan.

Las escenas suelen tener el siguiente esquema: a)Jesús pasa; b)ve a alguien; c)indica su actividad profesional; d)la llamada; e)dejarlo todo; f)seguirle. Es una invitación, pero también es una orden que compromete a la persona entera. El oyente decide libremente seguirle o no.

¿Para qué seguirle? Para ser “pescadores de hombres” (Mc 1,17). La llamada además del seguimiento implica una misión, una tarea. La misión es trabajar en bien del hombre, liberarlo, la solidaridad en cercanía hasta el extremo.

¿Como hacerlo? “Renegar de sí mismo” (Mc 14, 30ss) y “llevar la cruz” (Mc 8,34). Renegar de sí mismo es dar un giro total en la vida, aceptar una fidelidad exclusiva. Renunciar a toda ambición personal. Ya no es uno mismo el centro, sino que sigue otra voluntad, otro destino.

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2.1.2.- SEGUIR A CRISTO HOY

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La Cruz es el destino de Jesús. Él anticipa a sus oyentes que quien le siga llegará a la Cruz. El seguimiento y la Cruz se relacionan estrechamente. La fidelidad al camino seguido por Jesús hace que la tarea de Jesús tiene que ser nuestra tarea. Y el estilo de Jesús tiene que ser el nuestro. Aunque esto nos acarree la más terrible consecuencias. No es un llamamiento a soportar con paciencia los sufrimientos de la vida, ni a buscarlos. Es una advertencia a sus discípulos de que seguirle en la vida como Él hace incluye la incomprensión, el sufrimiento, el desprecio y el abandono de todos.

Y para todo esto no hay que tener miedo. “Ellos no entendían sus palabras y les daba miedo preguntarle” (Mc 9, 31) No entender el destino causa miedo, y todos no alcanzamos a entender plenamente. Jesús ha venido a liberarnos de nuestros miedos, para que seamos capaces de seguirle.

3.3. Lo que implica el seguimiento.

El seguimiento es vinculación a Cristo. Cristo llama, ofrece y el hombre le sigue. Debe decidirse, y decidirse solo. Pero nadie se queda solo en el seguimiento, pues queda arropado por la comunidad de seguidores, la Iglesia.

Hay dos claves que resaltan: La cercanía y el movimiento. Para seguir a Jesús hay que estar cerca, estar junto a. En la cercanía se puede conocer, se puede ser amigo, se puede amar. Pero esto no basta. Hay que ir donde va Él, hay que estar desinstalados, no tener cargas que nos aten para poder seguirle. Hay seguimiento donde hay relación personal con el propio Jesús. La experiencia de relacionarse con Jesús como persona es la que nos hace capaces de seguirle.

El que quiera colaborar con Jesús tiene que seguirle. Y el seguimiento es un compromiso por la vida de todos, sobre todo los más pequeños y desfavorecidos. Este compromiso lleva a conflictos e incomprensiones con el mundo en que vivimos.

La alegría y el gozo son cosas tan importantes en la vida de los seguidores de Jesús que deben manifestarse siempre. La alegría es central en el Nuevo Testamento, porque su mensaje es la “Buena Noticia” que trae alegría a los hombres.

El sí al seguimiento es personal; pero la vivencia del mismo tiene que hacerse en comunidad. La comunidad de seguidores es un apoyo humano, una guía necesaria que permite a todos vivir junto con otros el mismo proyecto evangélico de seguimiento a Jesús.

4. María, primera seguidora.

María fue llamada a entrar en el silencio de la fe y caminó aceptando su misión de discípula servidora de la voluntad del Maestro. De esta manera se convierte en modelo de todos los creyentes. Así, en Pentecostés, María acompaña a los discípulos y es participe del comienzo de la Iglesia, como primera seguidora.

Este es el papel de la Virgen, perfecta seguidora de Jesús. María, siguió a Cristo de la manera más perfecta. Escucho su palabra. La meditó en la oscuridad. Y fue una fiel seguidora en la virginidad, en la maternidad, en la obediencia, en la pobreza y en el abandono hasta la Cruz.

María es también la mujer de la esperanza. Toda su vida hasta el calvario, se hace modelo de las almas que esperan cuando todo parece imposible y difícil y se espera contra toda esperanza.

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2.1.2.- SEGUIR A CRISTO HOY

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5.- Conclusión.

Cuando la sagrada escritura habla del seguimiento de Cristo predica la liberación del hombre respecto de los preceptos humanos, con respecto lo que oprime y agobia, a todo lo que preocupa y ahoga. En el seguimiento los hombres abandonan el duro yugo de sus propias leyes para tomar el suave yugo de Jesucristo. La liberación plena del hombre es sólo posible donde está el precepto íntegro de Jesús y su llamada a seguirle sin reservas.

El seguimiento es expresión de la conversión constante a Jesucristo. El Cristianismo no es una filosofía ni una doctrina, sino una vida. El Evangelio, más que una doctrina teórica es una acción eficaz de salvación. No se trata de algo, sino más bien de alguien. Todo se concreta en Jesucristo y tiene valor por Él. Algunas características del seguimiento que hemos visto son:

- Ante todo, la libertad del sujeto que quiere seguir a Jesús. “Si alguno quiere…”

- La disponibilidad, la decisión en libertad de orientar la vida tras la de Jesús

- Todo ello con la experiencia personal de Jesús, que nos integra y respalda.

- Con el compromiso al que nos conduce nuestra aceptación de seguimiento

- Sin faltar la audacia, que nos permite sobrepasar el miedo.

- Llenos de la alegría que recorre el mensaje cristiano.

- Y acompañados de María, primera seguidora

Pautas para la reflexión

- Al leer en Marcos las escenas en que Jesús invita al seguimiento ¿Qué hemos sentido?

- ¿Qué significa el seguimiento? ¿Qué implica para mi hoy el Seguimiento?

- ¿Qué espacio tiene Cristo en nuestra vida? ¿El ser cristiano es para nosotros un hecho superficial o una opción de vida?

- ¿La fe en Jesucristo da significado a nuestra experiencia, a nuestras opciones, a nuestros valores?

- ¿Cómo vivimos el mandamiento que Jesús nos ha enseñado? ¿Qué espacio tiene en nuestro proyecto de vida la vocación al amor y al don a los demás?

- ¿Qué dificultades experimentamos en nuestra experiencia de fe? ¿Cómo hacerla crecer y hacerla más viva?

- ¿Qué hacemos para llevar a Cristo a los demás ?

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PARA DOCUMENTARSE – OTROS RECURSOS

Materiales

- Concilio Vaticano II, Gaudium et Spes, nn. 10; 22.

- Concilio Vaticano II, Apostolicam Actuositatem, n. 8.

- Juan Pablo II, Redemptor Hominis, nn. 18-19:22 ;27, 34.

- Juan Pablo II, Veritatis Splendor, 1993.

- Catecismo de la Iglesia Católica, nn. 436-440.

- Comentario Oficial al RVA, págs. 96-97 (7.2).

Bibliografía

- El Seguimiento de Jesús, José María Castillo, Sígueme (Verdad e Imagen 96), Salamanca 82005 (original 1986)

- El Precio de la Gracia. El Seguimiento, Dietrich Bonhoeffer, Sígueme (Verdad e Imagen 95), Salamanca 72007 (original 1937)

- María de Nazareth, la verdadera discípula, Francisco Mª López Menús, PPC (Pastoral Aplicada 162), Madrid 1991.

- Jesús de Nazaret, Fomador de Discípulos, Juan José Bartolomé, CCS (Adultos en Formación 6), Madrid 2007.

- La Llamada de Jesús al Seguimiento, James. D.G. Dunn, Sal Terrae (Alcance 53), Santander 2001 (original 1992)

Documentos

Jesús llama al Seguimiento

Un dato histórico de la vida de Jesús, confirmado por los cuatro evangelistas, es que, desde el comienzo de su actividad evangelizadora (cf. Mc 1,14-15), Jesús llamó a algunos a seguirlo (cf. Mc 1,16-20; Mt 4,18-19; Lc 5,10-11; Jn 1,35-39). Estos primeros discípulos suyos se convirtieron de ese modo en «compañeros todo el tiempo que el Señor Jesús convivió con nosotros, a partir del bautismo de Juan hasta el día en que nos fue llevado» (Hch 1,21-22).

La vocación de estos primeros discípulos según el Evangelio de Juan, es fruto de un encuentro personal que suscita en ellos una atracción, una fascinación que transforma su mente y sobre todo sus corazones, al descubrir en Jesús a Aquel en el que se realizan las esperanzas más profundas, las profecías, el Mesías esperado. Esta experiencia los

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2.1.2.- SEGUIR A CRISTO HOY

Septiembre - 2011 14 de 39

une de tal modo a la persona de Jesús, que le siguen con entusiasmo y comunican a otros su experiencia invitándolos a compartirla encontrándose con Jesús personalmente. El Evangelio de Lucas habla también del grupo de mujeres que acompaña y atiende al Señor (cf. Lc 8,1-3) lo que quiere decir que Jesús tenía mujeres entre sus discípulos, algunas de las cuales serán testigos de su muerte y resurrección (cf. Lc 23,55-24,11.22).

Por eso, queridos hermanos y hermanas, os invito a ser para los jóvenes verdaderos guías espirituales, como Juan Bautista que señala a Jesús a sus discípulos diciéndoles: “¡He ahí el Cordero de Dios!” (Jn 1,36). De ese modo ellos le seguirán, de manera que Jesús, dándose cuenta de que algunos lo seguían, se dirigirá a ellos directamente con la pregunta: “¿Qué buscáis?”, y ellos, llenos del deseo de conocer en profundidad quién es este Jesús, le preguntarán: “Rabbí, ¿dónde vives?” (Jn 1,38). Y él los invitará, como a primeros discípulos, a tener una experiencia de convivencia con él: “Venid y veréis”. Algo inmensamente bello habrán experimentado desde el momento en que “fueron, vieron dónde vivía y aquel día se quedaron con él” (Jn 1,39).

Aguinaldo 2011. Don Pascual Chávez

“Un discípulo es por definición alguien que no ha llegado, un aprendiz que trata de comprender extrañas palabras e interpretar experiencias confusas. Ser discípulo es estar bajo la autoridad y la posibilidad de ser corregido. Es estar en camino hacia la conversión… Formar parte de la Iglesia como comunidad de discípulos no puede ser ni una pasiva aceptación de una lista de doctrinas, ni la mera aceptación de un catálogo de preceptos, sino la aventura de seguir a Jesús en nuevas y cambiantes situaciones. La Iglesia puede concebirse como comunidad de seguidores que se apoyan mutuamente en este desafío”

(A. Dulles, A Church to Believe In, 10)

ORACIÓN DEL SEGUIMIENTO

Dichosos aquellos cuya conducta es intachable,

los que caminan en la ley del Señor,

dichosos los que guardan sus decretos,

los que lo buscan de todo corazón;

los que siguen todos tus caminos

quiero meditar en tus preceptos

y tener los ojos fijos en tus sendas.

Soy un caminante por el mundo;

no me ocultes tus mandamientos;

te he contado mis andanzas y tú me has escuchado;

enséñame tus decretos

señálame el camino de tus mandamientos

y yo meditaré en tus maravillas.

Aleja de mí el camino de la mentira

Y dame la gracia de tu ley;

he elegido el camino de la verdad

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2.1.2.- SEGUIR A CRISTO HOY

Septiembre - 2011 15 de 39

y he preferido tus sentencias

corro por el camino de tus mandamientos,

pues tu me agrandas el espíritu.

Enséñame, Señor, el camino de tus decretos,

pues quiero seguirlo hasta el final;

llévame por el camino de tus mandamientos,

pues en él encuentro mi felicidad.

Sal 119,1-4.15.19.26-27.29-30.32-35

“Sígueme”

También a mí me has dicho:

Sígueme.

Es una palabra que yo ya he escuchado,

a la que he respondido sí otras veces ,

pero tú la vuelves a pronunciar como

palabra para hoy,

para indicarme que seguimiento,

qué modo de seguirte,

qué modo de adherirme a tu voluntad,

de imitarte,

ves urgente para mí ahora,

ves urgente para nuestra Iglesia hoy.

Haz que escuche la resonancia envolvente

de esta palabra: Sígueme

que tú dices a todo hombre y a toda mujer

que abre los oídos a tu Evangelio…

Si escucho tu llamada,

¿me darás la fuerza y coraje

de poner el pie fuera de la barca?

Sabes que soy débil, pero sin embargo te amo

Sabes que nosotros, preguntados por el amor,

vacilamos, tenemos miedo,

no sabemos responder nada, andamos titubeantes

Padre Nuestro…

Carlo María Martín, card

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2.- UN CRISTIANO 2.1.- LA VOCACIÓN DEL HOMBRE

2.1.2.- SEGUIR A CRISTO HOY

Septiembre - 2011 16 de 39

Dichosos

Dichosos los que se encuentran ya al final del camino

que nosotros queremos emprender.

Y comprenden, asombrados, lo incomprensible,

que la gracia es cara,

precisamente porque es pura Gracia,

Gracia de Dios en Jesucristo.

Dichosos los que, en el simple seguimiento,

han sido dominados esta Gracia

de manera que, con espíritu humilde,

pueden glorificar la Gracia de Cristo.

Dichosos los que, habiendo reconocido esta gracia

pueden vivir en el mundo sin perderse en él.

Aquellos que en el seguimiento de Jesucristo

se sienten tan seguros de la patria celeste

que se sienten realmente libres para vivir en el mundo

Dichosos aquellos para los que seguir a Jesucristo

no es más que vivir de la Gracia.

Y para los que la Gracia

no consiste más que en el Seguimiento.

Dietrich Bonhoeffer

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2.1.3.- ECLESIOLOGÍA CONCILIAR

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2.1.3.- Eclesiología Conciliar

OBJETIVO

El Concilio Vaticano II supuso una amplia reflexión de la Iglesia sobre si misma y sobre el mundo. A la luz del Espíritu, se abrió a todos los hombres ofreciéndole su saber y su servicio. De la reflexión sobre su propia estructura y misión surgió la constitución dogmática Lumen Gentium, sobre la constitución de la Iglesia. Es importante saber que dijo y que cambió desde aquel momento.

REFERENCIAS

Bíblicas

«Pues del mismo modo que el cuerpo es uno, aunque tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, no obstante su pluralidad, no forman más que un solo cuerpo, así también Cristo. Porque en un solo Espíritu hemos sido bautizados, para no formar más que un cuerpo, judíos y griegos, esclavos y libres».

(1Cor.12,12-13).

«Hay diversidad de carismas, pero el Espíritu es el mismo; diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo; diversidad de operaciones, pero es el mismo Dios que obra todo en todos. A cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para provecho común»

(1Cor.12,4-7).

“Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas; pero el que trabaja solamente por el salario, cuando ve venir al lobo deja las ovejas y huye, porque no es el pastor ni son suyas las ovejas. Entonces el lobo ataca a las ovejas y las dispersa en todas direcciones. Ese hombre huye porque lo único que le importa es el salario, no las ovejas. Yo soy el buen pastor. Como mi Padre me conoce y yo conozco a mi Padre, así conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí. Yo doy mi vida por las ovejas. También tengo otras ovejas que no son de este redil, y también a ellas debo traer. Ellas me obedecerán, y habrá un solo rebaño y un solo pastor”

(Jn 10, 11-16

«Os aseguro también que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, sea lo que fuere, lo conseguirán de mi Padre que está en los cielos, porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos»

(Mt 18, 19-20).

«En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os tenéis amor los unos a los otros» (Jn.13,35).

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2.1.3.- ECLESIOLOGÍA CONCILIAR

Septiembre - 2011 18 de 39

PVA:

Estatuto art. 2, 3, 6, 8, 9, 19, 20, 25, 32

Reglamento art. 1 y 4.

DESARROLLO

Documento para la reflexión

1 Historia de los Modelos de la Iglesia.

La Iglesia tiene una larga historia de casi ya 2000 años. En estos largos siglos, la Iglesia a sufrido toda serie de vicisitudes y transformaciones, de la Iglesia de las catacumbas a religión oficial del Imperio Romano; de maestra de Europa en la Edad Media a ser desafiada por la cultura y los poderes públicos en la Modernidad; de la actitud apologética y defensiva de los siglos XVIII y XIX a la apertura al mundo propugnada por el Concilio Vaticano II.

El teólogo norteamericano Avery Dulles ha propuesto cinco modelos de iglesia que explican las diferentes concepciones acerca de la Iglesia.

- Iglesia como sociedad perfecta. Se subrayan los elementos institucionales. Lo externo prima sobre lo interior. Sentimiento de superioridad frente a las “sociedades mundanas”, que esconde un espíritu defensivo.

- Iglesia como comunión mística Se subrayan los elementos interiores de la Iglesia: la experiencia del Espíritu, y la comunión entre los miembros, que se entiende ante todo como amor y amistad. Ser miembro significa estar en comunión con Dios por su Espíritu.

- Modelo sacramental. En este modelo, la iglesia se entiende a sí misma como sacramento. Un sacramento es la presencia visible de lo invisible. La Iglesia a través de su existencia concreta y visible hace perceptible la comunión invisible entre Dios y la humanidad.

- Modelo heraldo La Iglesia se entiende a sí misa como anunciadora (heraldo) del evangelio. Está en función de una misión, que consiste en el anuncio explícito de la Buena Noticia de Jesucristo. En este modelo, la Iglesia deja de mirarse a sí misma y se abre a la misión, que entiende como dar a conocer a Jesucristo.

- Modelo servidora. La misión de la Iglesia no es solo proclamar a Jesucristo sino servir a los pobres. Este es el aspecto subrayado por este modelo. En situaciones de secularización, el único lenguaje inteligible es el del servicio. Sirviendo a los pobres la Iglesia realiza su ser. Sin embargo, privado de las otras dimensiones, la Iglesia puede convertirse en una ONG más.

2 La Eclesiología del Concilio Vaticano II

La eclesiología dominante antes del Concilio Vaticano II (1961-65) era el del modelo de iglesia como sociedad perfecta. A través seis redacciones y profundas transformaciones, se llegó a un amplio consenso sobre qué es la Iglesia. La Constitución Dogmática “Lumen

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2.1.3.- ECLESIOLOGÍA CONCILIAR

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Gentium” aprobado en 1964 por 2151 votos a favor y 5 en contra se convirtió en el nuevo paradigma de la eclesiología y en la columna vertebral de los documentos conciliares.

Es interesante poner en evidencia algunos factores externos e internos, que han contribuido a determinar la eclesiología del Vaticano II. Me parece que están bien resumidos en esta reflexión teológica:

„En los últimos 25 años se han verificado, en la sociedad y en las Iglesias del Occidente cristiano, transformaciones tales que constituyen problemas muy serios para la cristiandad occidental en la difusión del mensaje cristiano. La expansión económica y científica ha seguido un ritmo vertiginoso. El modelo clásico de sociedad ha entrado en crisis. Con la rebelión del Tercer Mundo contra toda forma de neocolonialismo ha sido puesta en discusión la superioridad del Occidente. A la emancipación de la mujer, a la gran difusión de un nuevo modelo de cultura entre los jóvenes, y a los enormes problemas de orden económico, demográfico y ecológico, no pueden ser sordas las Iglesias. En su interior están más vivas que nunca las esperanzas hacia una mayor participación de todos los miembros en los dos momentos en que se elaboran y se toman las decisiones y hacia un diálogo real con las otras Iglesias y religiones. El compromiso de la Iglesia a favor del hombre la obliga a defender sus derechos donde quiera que fueran violados. En el continente sudamericano el episcopado, los teólogos y los hombres de Iglesia han hecho la opción preferencial por los pobres, entendidos en un sentido más amplio de la sola pobreza económica‟.

La presencia de la Iglesia en el mundo es preciosa. Es luz que ayuda a encontrar el designio de Dios sobre la humanidad y guía la inteligencia hacia soluciones plenamente humanas. Es fermento que colabora en la transformación profunda de la humanidad, inyectando en ella energías de bien. Es fuerza solidaria en el compromiso de edificación de la sociedad actual. Si es verdad que la Iglesia tiene necesidad de la humanidad, de la que forma parte y con la que comparte gozos y esperanzas, angustias y sufrimientos, es igualmente cierto que la humanidad tiene necesidad de la Iglesia, llamada a ser en ella `sal de la tierra, `luz del mundo, `ciudad sobre el monte.

La Iglesia existe para ser signo del Reino de Dios. Para hacer visible y creíble este signo, la Iglesia debe renovarse y convertirse, rejuvenecerse y purificarse. Para ello debe profundizar sus opciones fundamentales: la pasión por Dios, que la libere de cualquier conformación con el mundo en sus criterios, valores, actitudes, comportamientos; la fraternidad y comunión eclesial, de modo que pueda ser punto de referencia para el mundo y ser atrayente y convincente; el impulso misionero, que la ayude a vencer el miedo o la timidez de los discípulos reunidos con las puertas cerradas en el Cenáculo, y la lleve a anunciar el Evangelio a todos; el compromiso de servir, desarrollando simpatía y solidaridad hacia todos; la opción por los pobres, que son su marchamo de identidad, calidad y fecundidad

3 La nueva conciencia eclesial

Hay dos nuevas actitudes de la Iglesia de hoy, presentadas por la Gaudium et Spes, que evidencian su conciencia de no ser ya señora, sino sierva del mundo: la actitud de diálogo y el mensaje de optimismo.

La actitud de diálogo nace del reconocimiento de la unión fundamental entre el orden de la creación y el de la redención. La Iglesia reconoce plenamente la dignidad de la naturaleza humana y los derechos del hombre, defiende los valores auténticamente humanos y coopera con todos los hombres y mujeres de buena voluntad en la construcción de un mundo más humano. Con esta actitud de diálogo, la Iglesia participa

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2.1.3.- ECLESIOLOGÍA CONCILIAR

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en la búsqueda común de soluciones a los graves problemas, que hoy angustian a la humanidad. En esta colaboración la Iglesia no se propone como objetivo sacralizar, ni mucho menos eclesializar la sociedad civil, puesto que reconoce la autonomía que, por voluntad del Creador, tiene la realidad temporal. Con su acción la Iglesia aporta el don inestimable de la luz del Evangelio, con que es capaz de pronunciar palabras de valor eterno, allí donde acaba la sabiduría humana.

Hoy la Iglesia sabe que el diálogo le es absolutamente necesario, como expresión de su misterio de comunión y de unidad en la diversidad, como signo legible de su compromiso de crear sinergia con las demás religiones, con las otras Iglesias cristianas, con todos los hombres y las mujeres de buena voluntad, para colaborar en la construcción de la `civilización de la justicia, de la paz y del amor.

Esto lleva consigo el deber de repensar el contenido y el estilo del servicio pastoral. Su contenido es anunciar a Jesucristo, ser signo de la nueva humanidad, colaborar en la transformación social con todos los promotores del bien, denunciar cuanto atenta a la dignidad de la persona humana. Su estilo es el del respeto de la diversidad sin pretensión de querer imponer nada a nadie, del diálogo abierto y honesto con todos, de la voluntad de servicio sin ceder a componendas.

El mensaje de optimismo, a su vez, parece encarnar el evangelio, tal como lo sintetiza magníficamente Juan: `Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo nico, para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna (Jn 3,16). Amar al mundo. Amar a la humanidad. Éste es, en efecto, el mensaje de optimismo que la Gaudium et Spes ha difundido en la Iglesia postconciliar y al que no ha permanecido indiferente la eclesiología postconciliar. La Iglesia ha optado por la solidaridad total con la humanidad y con sus conquistas, ofreciendo el sentido último que éstas tienen en el plan divino del Creador.

- Más sacramental que institucional

- Más comunión de comunidades que sociedad perfecta

- Más misionera y dinámica

- Más corresponsable e igualitaria

- Pueblo de Dios en cuyo interior y a cuyo servicio está la jerarquía

- Peregrina y provisional, dinámica más que estática

- Concreta en cada comunidad local

- Acogedora y humanista frente a los valores del mundo

- Abierta al diálogo ecuménico

Pautas para la reflexión

- ¿Tenemos noticia de como era la Iglesia antes del Vaticano II?

- ¿Qué supuso el Vaticano II? ¿Cual fue el cambio principal?

- ¿Que retos afronta la Iglesia como institución hoy?

- ¿Nos sentimos implicados en el rejuvenecimiento de la Iglesia?

- ¿Qué visión de la Iglesia existe en nuestras comunidades eclesiales?

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2.- UN CRISTIANO 2.1.- LA VOCACIÓN DEL HOMBRE

2.1.3.- ECLESIOLOGÍA CONCILIAR

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- ¿Qué idea se tiene, en general, de la santidad?. ¿Cómo presentar a los fieles, y particularmente a los jóvenes, la belleza de la santidad?

- -¿Cómo hacer crecer entre los fieles la conciencia de la misionariedad de todo el pueblo de Dios?

PARA DOCUMENTARSE – OTROS RECURSOS

Materiales

- Concilio Vaticano II, Lumen Gentium, nn.7; 40.

- Concilio Vaticano II, Gaudium et Spes, nn. Proemio, 1-4, 11, 21, 23, 40-45, 76, 91.

- Concilio Vaticano II, Apostolicam Actuositatem, nn.2-3.

- Juan Pablo II, Christifideles Laici, nn.16; 19.

- Catecismo de la Iglesia Católica, nn.770-776; 781-795.

- A.C.S., Comentario Oficial del R.V.A., pág.301 (27.4).

- Aguinaldo 2005, Don Pascual Chávez SDB, Rector Mayor.

Bibliografía

- La Iglesia, misterio, comunión y misión, Antonio María Calero, CCS (Claves Cristianas), Madrid 2001.

- Somos Iglesia, Antonio María Calero, CCS (Claves Cristianas minor), Madrid 22002.

- Vaticano II, remembranza y actualización, Santiago Madrigal, Sal Terrae (Presencia Teológica 120), Santander 2002.

Documentos

Gaudium et Spes. Constitución Conciliar sobre el Mundo Actual

“Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón. La comunidad cristiana está integrada por hombres que, reunidos en Cristo, son guiados por el Espíritu Santo en su peregrinar hacia el reino del Padre y han recibido la buena nueva de la salvación para comunicarla a todos. La Iglesia por ello se siente íntima y realmente solidaria del género humano y de su historia”

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2.1.3.- ECLESIOLOGÍA CONCILIAR

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`Por ello, el Concilio Vaticano II, tras haber profundizado en el misterio de la Iglesia, se dirige ahora no sólo a los hijos de la Iglesia católica y a cuantos invocan a Cristo, sino a todos los hombres, con el deseo de anunciar a todos cómo entiende la presencia y la acción de la Iglesia en el mundo actual. Tiene, pues, ante sí la Iglesia al mundo, esto es, la entera familia humana con el conjunto universal de las realidades entre las que ésta vive; el mundo, teatro de la historia humana, con sus afanes, fracasos y victorias; el mundo, que los cristianos creen fundado y conservado por el amor del Creador, esclavizado bajo la servidumbre del pecado, pero liberado por Cristo, crucificado y resucitado, roto el poder del demonio, para que el mundo se transforme según el propósito divino y llegue a su consumación [13].

En nuestros días, el género humano, admirado de sus propios descubrimientos y de su propio poder, se formula con frecuencia preguntas angustiosas sobre la evolución presente del mundo, sobre el puesto y la misión del hombre en el universo, sobre el sentido de sus esfuerzos individuales y colectivos, sobre el destino último de las cosas y de la humanidad. El Concilio, testigo y expositor de la fe de todo el Pueblo de Dios congregado por Cristo, no puede dar prueba mayor de solidaridad, respeto y amor a toda la familia humana que la de dialogar con ella acerca de todos estos problemas, aclarárselos a la luz del Evangelio y poner a disposición del género humano el poder salvador que la Iglesia, conducida por el Espíritu Santo, ha recibido de su Fundador. Es la persona del hombre la que hay que salvar. Es la sociedad humana la que hay que renovar. Es, por consiguiente, el hombre todo entero, cuerpo y alma, corazón y conciencia, inteligencia y voluntad, quien centrará las explicaciones que van a seguir

Al proclamar el Concilio la altísima vocación del hombre y la divina semilla que en éste se oculta, ofrece al género humano la sincera colaboración de la Iglesia para lograr la fraternidad universal que responda a esa vocación. No impulsa a la Iglesia ambición terrena alguna. Sólo desea una cosa: continuar, bajo la guía del Espíritu, la obra misma de Cristo, quien vino al mundo para dar testimonio de la verdad, para salvar y no para juzgar, para servir y no para ser servido

Gaudium et Spes, num 1 a 3

Hacia una imagen joven de Iglesia

Especialmente en los Hechos de los Apóstoles, que nos presentan el origen de la Iglesia, podemos lograr inspiración, voluntad y dinamismo, para comprometernos en la tarea inaplazable de rejuvenecer la Iglesia. En los Hechos están presentes los rasgos específicos y constantes de una Iglesia, que quiere mantenerse fiel a su Señor y ser fecunda en su labor en el mundo

Una Iglesia martirial, litúrgica, evangelizadora y diaconal

Ante todo, la Iglesia manifiesta una naturaleza martirial, es decir, sabe dar razón de su fe, porque está llamada a ser testigo del Señor Crucificado y Resucitado. Por esto, con frecuencia la Iglesia es una realidad contracultural, en el sentido de ser portadora de un Evangelio que no coincide con la mentalidad del mundo. En este su carácter paradójico, que aparece muy claro en el sermón de la montaña del evangelio de Mateo y en el sermón de la llanura del evangelio de Lucas, reside precisamente su fuerza profética y su significatividad

En segundo lugar, la Iglesia es una comunidad litúrgica, que celebra su fe, hace crecer nuevos hijos por medio de la iniciación cristiana, lleva al creyente a la plena configuración

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2.1.3.- ECLESIOLOGÍA CONCILIAR

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con Cristo. La liturgia es una verdadera escuela de santidad, porque transforma la existencia personal y comunitaria en oración. Aunque la desafección para con la Iglesia parece provenir muchas veces de la falta de atracción de tantas liturgias, no se puede negar ni el valor ni la necesidad de una auténtica vida celebrativa. Esto, además de la necesidad de una catequesis litúrgica que nos introduzca en los misterios y nos ayude a madurar en la fe, implica el cuidar la calidad de las celebraciones, de modo que sean sencillas y hermosas, dignas y fecundas.

El tercer elemento característico de la Iglesia se refiere a su fuerza evangelizadora y a la capacidad de anunciar a Cristo y su Evangelio. Tertuliano decía que `Cristiano no se nace, se llega a serlo. Ésta `es una afirmación particularmente actual, porque hoy estamos en medio de persuasivos procesos de descristianización, que generan indiferencia y agnosticismo. Los caminos acostumbrados de transmisión de la fe resultan en no pocos casos impracticables. No se puede dar por descontado que se sepa quién es Jesucristo, que se conozca el Evangelio, que se tenga una cierta experiencia de Iglesia. Vale para niños, muchachos, jóvenes y adultos; vale para nuestra gente y, obviamente, para tantos inmigrados, provenientes de otras culturas y religiones. Hay, pues, necesidad de un renovado primer anuncio de la fe.

Finalmente, la Iglesia tiene una característica diaconal; sabe que su misión es servir al pueblo de Dios y al mundo. Esta misión no es exclusiva del Papa, de los obispos, sacerdotes, religiosos o seglares comprometidos, sino de todos los bautizados que, en razón de su Bautismo, comparten la misión de su Señor y Maestro. Esto requiere aprender a servir, estar atentos a las necesidades de los demás, dar siempre el primer paso para ir a su encuentro, asumir compromisos generosos, ser apóstoles.

Los cristianos están llamados a ayudar a los hombres a superar la desilusión y la apatía, a gozar de las realidades hermosas de la vida, a activar la capacidad de soñar un futuro a medida de hombre, a inventar nuevas relaciones entre personas y entre Estados, a respetar la naturaleza, a poner fin para siempre a la guerra. Tal vez también entre los creyentes se viva el escepticismo de quien no cree que un mundo alternativo al actual sea posible.

Aguinaldo 2005, Don Pascual Chávez

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2.- UN CRISTIANO 2.1.- LA VOCACIÓN DEL HOMBRE

2.1.3.- ECLESIOLOGÍA CONCILIAR

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2.- UN CRISTIANO 2.1.- LA VOCACIÓN DEL HOMBRE

2.1.4.- LA IGLESIA: PUEBLO DE DIOS Y CUERPO DE CRISTO

Septiembre - 2011 25 de 39

2.1.4.- La Iglesia: Pueblo de Dios y Cuerpo de Cristo

OBJETIVO

- La Iglesia es el Pueblo de Dios la congregación de todos los fieles que siguen a Cristo, y por tanto, también es el Cuerpo de Cristo, todos los miembros, unidos y articulados en torno a la cabeza que es Cristo. Vamos a profundizar un poco en estos conceptos.

REFERENCIAS

Bíblicas

«Pues del mismo modo que el cuerpo es uno, aunque tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, no obstante su pluralidad, no forman más que un solo cuerpo, así también Cristo. Porque en un solo Espíritu hemos sido bautizados, para no formar más que un cuerpo, judíos y griegos, esclavos y libres».

(1Cor.12,12-13).

«Hay diversidad de carismas, pero el Espíritu es el mismo; diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo; diversidad de operaciones, pero es el mismo Dios que obra todo en todos. A cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para provecho común»

(1Cor.12,4-7).

«Como hijos obedientes, no os amoldéis a las apetencias de antes, del tiempo de vuestra ignorancia, más bien, así como el que os ha llamado es santo, así también vosotros sed santos en toda vuestra conducta»

1Pt.1,14-15).

«Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos»

(Mt.16,18-19).

Eclesiales

«Así como al pueblo de Israel, según la carne, peregrinando por el desierto, se le designa ya como Iglesia, así el nuevo Israel, que caminando en el tiempo presente busca la ciudad futura y perenne, también es designado como Iglesia de Cristo porque fue él quien la adquirió con su sangre, la llenó de su Espíritu y la dotó de los medios apropiados de unión visible y social»

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2.1.4.- LA IGLESIA: PUEBLO DE DIOS Y CUERPO DE CRISTO

Septiembre - 2011 26 de 39

(LG, 9)

PVA

Estatuto art. 2, 3, 6, 8, 9, 19, 20, 25, 32

Reglamento art. 1 y 4.

DESARROLLO

Documento para la reflexión

1 Iglesia, Cuerpo de Cristo

Si Dios, en otro tiempo, se dio a conocer a través de un cuerpo humano con la finalidad de hacerse visible y tangible (1 Jn 1,1-3), aquel cuerpo, realizador de la presencia divina entre nosotros, debe seguir estando presente entre los hombres para conseguir efectos similares a los entonces logrados.

Estamos diciendo con toda la claridad posible que, cuando hablamos de la Iglesia como cuerpo de Cristo, no entendemos la palabra «cuerpo» como habitualmente es utilizada entre nosotros. Entendemos por cuerpo la plena realidad humana, destacando su aspecto y capacidad de relación; entendemos por cuerpo la totalidad del «yo» en cuanto se relaciona, o es capaz de hacerlo, consigo mismo, con los otros, con el totalmente Otro y con lo otro, con las cosas que le rodean. La palabra «cuerpo» aplicada a Cristo, en la expresión «cuerpo de Cristo», debe ser entendida en el marco de las dimensiones aludidas. El cuerpo de Cristo es todo aquello que Cristo manifestó ser para el hombre y el mundo.

Si consideramos a la Iglesia como el cuerpo de Cristo es porque pensamos que tenemos en ella su presencia salvadora; porque creemos que ella continúa ofreciendo al hombre de todos los tiempos el acontecimiento salvífico con su eficacia liberadora; porque estamos convencidos de que ella tiene y cumple una esencial tarea reconciliadora a todos los niveles y con múltiples recursos; porque, en su irrenunciable tarea evangelizadora, entra el colocar al hombre, en cualquiera de las fases en que su existencia se encuentre, por encima de toda ley reguladora y por encima de cualquier tipo de conveniencias sociopolíticas; porque, desde la finalidad claramente encomendada por su fundador, es sembradora de esperanza en el callejón sin salida de la existencia humana; porque, como continuadora de quien se autopresentó como la «luz del mundo», ella tiene por misión proyectar luz vivificadora sobre la pantalla negra en que se sumerge nuestra vida en su etapa final. La Iglesia es el cuerpo de Cristo, Cristo mismo a lo largo de todos los tiempos y en las más diversas geografías, sin limitación alguna impuesta por fronteras excluyentes de cualquier tipo.

Y este espacio abierto por Dios en un tiempo ya lejano continúa siendo eficaz a través de los tiempos gracias a la acción incesante del Espíritu. Es el Paráclito, el Espíritu Santo, el Espíritu de Dios o el Espíritu de Cristo -términos o expresiones que indican la misma realidad- quien únicamente puede descubrirnos esta dimensión abierta, que es una

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2.- UN CRISTIANO 2.1.- LA VOCACIÓN DEL HOMBRE

2.1.4.- LA IGLESIA: PUEBLO DE DIOS Y CUERPO DE CRISTO

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dimensión salvífica o salvadora, que continúa en oferta permanente para el hombre de todos los tiempos.

La Iglesia se identifica con Cristo, es el cuerpo de Cristo, ya que ella es dicha dimensión o espacio abierto e ilimitado puesto a disposición de todo hombre; es el Cristo continuado y presente gracias a la acción operante del Espíritu.

2 Iglesia, Pueblo de Dios

Según los datos que nos proporciona el NT, las primeras comunidades cristianas se sentían íntimamente ligadas a la historia del pueblo de Israel. La comunidad de los primeros discípulos de Jesús se siente plenamente inserta en esta historia. Desde un principio aparece íntimamente ligado a la vida del pueblo judío. Pero poco a poco, con la experiencia personal de Cristo resucitado, va descubriendo que su vida tiene un sentido nuevo. Y llega al convencimiento de que en la muerte y la resurrección de Jesús se ha realizado el acontecimiento decisivo de la salvación en el que se habían cumplido las profecías del Antiguo Testamento.

La comunidad cristiana tiene conciencia de ser el pueblo de «la nueva alianza». Jesús, con su muerte en la cruz, es el mediador de una alianza nueva. La del Sinaí fue sellada con la sangre de animales (Ex 24,8). La del Calvario fue sellada con la sangre de Cristo, cuyo sacrificio realiza la unión definitiva entre Dios y los hombres.

La palabra «Iglesia» designa en el AT la asamblea del pueblo convocado por Dios. En el NT se pone en labios del mismo Jesús para designar el nuevo pueblo de Dios reunido por él. Los discípulos de Jesús siguen utilizando el nombre de «Iglesia» para designar a las comunidades cristianas, tanto a las comunidades locales como a la comunidad universal. Y para expresar su origen y pertenencia, con frecuencia se especifica: «la Iglesia de Dios», «la Iglesia de Cristo».

El Concilio Vaticano II recoge muy bien este significado y sentido de Iglesia, en continuidad y en novedad con el Antiguo Testamento (LG, 9). Y a continuación el mismo Concilio nos ofrece una bellísima definición de la Iglesia como pueblo de Dios: «Es la comunidad de los creyentes que ven en Jesús al autor de la salvación y el principio de la unidad y de la paz». Este «pueblo mesiánico tiene por cabeza a Cristo..., su condición es la dignidad y la libertad de los hijos de Dios... Tiene por ley el nuevo mandamiento de amar como él mismo nos amó. Y tiene como fin el dilatar más y más el reino de Dios, incoado por el mismo Dios en la tierra, hasta que, al final de los tiempos, él mismo también lo consume, cuando se manifieste Cristo, vida nuestra» (LG, 9).

La Iglesia como pueblo de Dios tiene una serie de valores:

- Valor teológico - Hay que destacar, en primer lugar, su relación con Dios. La Iglesia es, ante todo, el pueblo de Dios. Dios es su origen, su sostén, su fin. Sin esta relación vertical con Dios, la Iglesia no tiene sentido. La Iglesia procede de la iniciativa de Dios, de su elección. Es obra de su sabiduría y de su amor. Es un regalo, un don. Y como esta elección de Dios se ha realizado en su Hijo Jesucristo, el nuevo pueblo de Dios es la Iglesia de Jesucristo.

- Valor antropológico - Pero la Iglesia como pueblo de Dios encierra también una referencia al hombre. Es Dios el que elige y llama, pero es el hombre el que ha de dar respuesta. No hay Iglesia sin la llamada de Dios, pero tampoco hay Iglesia sin la respuesta del hombre. La Iglesia es pueblo, pero no en un sentido inorgánico de multitud, masa o población, sino en el sentido de una comunidad de hombres, de hombres creyentes, de discípulos de Jesús, que han dado su respuesta libre y

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2.1.4.- LA IGLESIA: PUEBLO DE DIOS Y CUERPO DE CRISTO

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personal a la llamada de Dios en su Hijo Jesucristo. La Iglesia de Dios, por ser pueblo, es también la Iglesia de los hombres.

- Valor histórico - La Iglesia como pueblo de Dios se inserta en la historia de la salvación. Como todo pueblo, la Iglesia tiene un pasado (el pueblo de Israel), un presente (la nueva comunidad de los discípulos de Jesús) y un futuro (un proyecto de comunión para todos los hombres). Por su naturaleza histórica, la Iglesia es un pueblo en marcha. Por su carácter histórico, la Iglesia como pueblo de Dios no puede sustraerse tampoco a la erosión e imperfección de lo terreno, a la transitoriedad de lo temporal, ni a la debilidad humana, ni al pecado. Es, a la vez, santa y pecadora y necesita de conversión y de perdón (cf. LG, 8). La Iglesia, en cada momento histórico, está llamada a ser fermento de la sociedad, dando sentido a todos los acontecimientos de la vida humana y ofreciendo, desde la fe, respuestas a los problemas, inquietudes y aspiraciones concretas de los hombres.

De acuerdo con LG capítulos 2 y 3, el misterio de la Iglesia es el misterio del pueblo congregado por Dios, de la comunión entre todos los miembros de ese pueblo donde ya no hay judío o griego, ni señor o esclavo, ni varón o mujer. Ese pueblo necesitará unos servicios, los pastores, que existen para eso: para que viva el pueblo de Dios. Si la Iglesia somos todos, de la Iglesia somos responsables TODOS en algún sentido. Igual que (en otro sentido y por otras razones) todos los ciudadanos tienen alguna responsabilidad en la marcha de su país. Todos y no sólo el gobierno o el parlamento, aunque éstos tengan en un momento dado mayor responsabilidad.

Es evidente que en todo cuerpo social ha de haber unos servicios que asuman de manera más intensa y con más dedicación la responsabilidad por el cuerpo. Así lo piden las leyes de la convivencia humana que Dios respeta. Pero el hecho de que existan esos servicios no dispensa a los fieles de la responsabilidad que impone el simple hecho de ser creyentes en el Dios de Jesucristo. Responsabilidad para lo bueno y para lo malo, para la edificación del pueblo, y para que no vivamos nuestra fe como nuestra causa particular.

Pautas para la reflexión

- ¿Qué es para nosotros la Iglesia? ¿Nos sentimos Iglesia, miembros vivos de ella? ¿Nos sentimos corresponsables de la vida y de la misión de la Iglesia?

- ¿Qué exige la fidelidad al Papa y a su Magisterio?

- ¿Nos interesamos por la vida de nuestra diócesis? ¿Conocemos las directivas pastorales de nuestro Obispo y nos esforzamos por seguirlas?

- ¿Queremos crecer en la unidad? ¿Tratamos de saber cuántos y cuáles grupos, asociaciones y movimientos existen en nuestra diócesis y cuál es su identidad espiritual y apostólica?

- ¿Está difundida, en nuestro ambiente, la convicción de que la Iglesia es cosa de sacerdotes? ¿Cómo podemos ayudar a corregir esta convicción, si existe?

- ¿Qué nivel de comunión del Pueblo de Dios existe en nuestra comunidad parroquial? ¿Qué se puede proponer para hacer crecer esta comunión?

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2.1.4.- LA IGLESIA: PUEBLO DE DIOS Y CUERPO DE CRISTO

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PARA DOCUMENTARSE – OTROS RECURSOS

Materiales

- Concilio Vaticano II, Lumen Gentium, nn.7; 40.

- Concilio Vaticano II, Gaudium et Spes, nn. Proemio, 1-4, 11, 21, 23, 40-45, 76, 91.

- Concilio Vaticano II, Apostolicam Actuositatem, nn.2-3.

- Juan Pablo II, Christifideles Laici, nn.16; 19.

- Catecismo de la Iglesia Católica, nn.770-776; 781-795.

- A.C.S., Comentario Oficial del R.V.A., pág.301 (27.4).

- Aguinaldo 2005, Don Pascual Chávez SDB, Rector Mayor.

Bibliografía

- Esta es Nuestra Fe. Teología para Universitarios, Luis González-Carvajal, Sal Terrae (Pastoral 24), Santander 212010.

- La Iglesia, misterio, comunión y misión, Antonio María Calero, CCS (Claves Cristianas), Madrid 2001.

- Somos Iglesia, Antonio María Calero, CCS (Claves Cristianas minor), Madrid 22002.

- La Liturgia de la Iglesia, Julián López, BAC (Manuales Sapientia Fidei 6), Madrid 32002.

Documentos

La Tradición no es Inmovilismo

“La Tradición nunca es mera nostalgia de las cosas o formas pasadas, o añoranza de privilegios perdidos, sino la memoria viva de las esposa conservada eternamente joven por el amor que habita en ella (...) Cuando los usos y las costumbres propios de cada Iglesia se entienden meramente como puro inmovilismo, la Tradición corre el peligro de perder su carácter de realidad viva que crece y se desarrolla, y garantizada precisamente por el Espíritu para que hable a los hombres de todo tiempo”

(Juan Pablo II, Orientale lumen, 1995, n. 8)

Creo en la Iglesia

Me vais a permitir que concluya con mi profesión de fe en la Iglesia como pueblo de Dios: que os quisiera transmitir con el calor y el gozo de un verdadero creyente:

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2.1.4.- LA IGLESIA: PUEBLO DE DIOS Y CUERPO DE CRISTO

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1. Creo que la Iglesia tiene su origen en la voluntad amorosa de Dios, que ha querido salvar a los hombres no aisladamente, sino constituyendo un pueblo.

2. Creo que la Iglesia es la realización histórica de ese designio eterno de Dios en su Hijo Jesucristo, en quien todos los hombres están llamados a encontrar su unidad.

3. Creo que la Iglesia es la comunidad de discípulos de Jesús que forman el pueblo de la nueva alianza.

4. Creo que dentro del pueblo de Dios todos los miembros participamos de la misma dignidad de hijos de Dios y sobre todos descansa una común responsabilidad, que nos hace solidarios.

5. Creo que la Iglesia de Cristo está al servicio del reino de Dios, cuyo germen representa en medio del mundo.

6. Creo que la Iglesia de Cristo está llamada a ser fermento de la historia humana y signo de salvación y de esperanza para todos los hombres.

7. Creo que la Iglesia está presente en cada una de las comunidades cristianas reunidas en torno a sus obispos, sucesores de los apóstoles, y que estas comunidades cristianas están integradas en la única Iglesia de Cristo, reunida en torno al Papa, sucesor de Pedro y representante de Cristo en la tierra, signo visible de la verdad y vínculo de unidad.

8. Creo que la Iglesia de Cristo en León está llamada a revitalizar su fe, fortalecer su esperanza y edificarse más profundamente en la caridad y, superando toda tentación de división, indiferencia y particularismo, ser un testimonio de unidad y de eficacia pastoral.

9. Creo que nuestra pertenencia a la Iglesia nos exige una sincera y constante actitud de conversión, personal y comunitaria, para purificar nuestro corazón de todo egoísmo, liberar nuestra vida de toda esclavitud y, con la libertad de los hijos de Dios, vivir la dimensión misionera de nuestra fe, con un talante de generosidad, servicio y alegría.

10. Creo que la Iglesia de Jesucristo es, a la vez, divina y humana, terrena y celestial, santa y pecadora, necesitada de purificación y de perdón; que «va peregrinando entre las persecuciones del mundo y los consuelos de Dios hasta manifestarse en todo su esplendor, al final de los tiempos» (LG, 8).

P. Domínguez

Carta a Diogneto, siglo II

«Los cristianos no se distinguen de los demás hombres ni por su tierra, ni por su lengua, ni por sus costumbres. Porque ni habitan ciudades exclusivamente suyas, ni hablan una lengua extraña, ni llevan un género de vida aparte de los demás..., sino que, habitando ciudades griegas y bárbaras, según la suerte que a cada uno le cupo, y adaptándose en vestido, comida y demás género de vida a los usos y costumbres de cada país, dan muestras de un tenor de peculiar conducta, admirable y, por confesión de todos, sorprendente. Habitan sus propias patrias, pero como forasteros; toman parte en todo como ciudadanos y todo lo soportan como extranjeros; toda tierra extraña es para ellos patria, y toda patria, tierra extraña. Se casan como todos, como todos engendran hijos, pero no abandonan a los que nacen. Ponen mesa común, pero no lecho. Están en la carne, pero no viven según la carne. Pasan el tiempo en la tierra, pero tienen su ciudadanía en el cielo. Obedecen a las leyes establecidas; pero con su vida sobrepasan las leyes. A todos aman y por todos son perseguidos. Se los desconoce y se los condena. Se los mata y en ello se les da la vida. Son pobres y enriquecen a muchos.

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2.1.4.- LA IGLESIA: PUEBLO DE DIOS Y CUERPO DE CRISTO

Septiembre - 2011 31 de 39

Carecen de todo y abundan en todo. Son deshonrados y en las mismas deshonras son glorificados. Se los maldice y se los declara justos. Los vituperan y ellos bendicen. Se los injuria y ellos dan honra. Hacen bien y se los castiga como malhechores; castigados de muerte, se alegran como si se les diera la vida. Por los judíos se los combate como a extranjeros; por los griegos son perseguidos y, sin embargo, los mismos que los aborrecen no saben decir el motivo de su odio».

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2.1.4.- LA IGLESIA: PUEBLO DE DIOS Y CUERPO DE CRISTO

Septiembre - 2011 32 de 39

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2.- UN CRISTIANO 2.1.- LA VOCACIÓN DEL HOMBRE

2.1.5.- LOS SACRAMENTOS DE LA IGLESIA

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2.1.5.- Los Sacramentos de la Iglesia

OBJETIVO

- Los sacramentos son signos, símbolos que la Iglesia nos ofrece en el camino de nuestra vida cristiana. Desde que nacemos hasta que morimos en los distintos momentos importantes de nuestra vida, la Iglesia nos ofrece a Cristo y a su Espíritu para que con su ayuda continuemos nuestro camino de seguimiento y aproximación al Reino de Dios. Veamos como.

REFERENCIAS

Bíblicas

Jesús les contestó: “No os toca a vosotros saber en qué día o en qué ocasión hará el Padre las cosas que solamente él tiene autoridad para hacer; pero cuando el Espíritu Santo venga sobre vosotros, recibiréis poder y saldréis a dar testimonio de mí en Jerusalén, en toda la región de Judea, en Samaria y hasta en las partes más lejanas de la tierra”.

(Hech 1, 7-8)

Cuando llegó la fiesta de Pentecostés, todos los creyentes se encontraban reunidos en un mismo lugar. De pronto, un gran ruido que venía del cielo, como de un viento fuerte, resonó en toda la casa donde estaban. Y se les aparecieron lenguas como de fuego, repartidas sobre cada uno de ellos. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas según el Espíritu les daba que hablasen.

(Hech 2, 1-4)

Porque yo recibí del Señor esta enseñanza que os he transmitido: que el Señor Jesús, la noche en que fue traicionado, tomó pan en sus manos, y después de dar gracias a Dios lo partió y dijo: “Esto es mi cuerpo, entregado a muerte en favor vuestro. Haced esto en memoria de mí.” Así también, después de la cena tomó en sus manos la copa y dijo: “Esta copa es el nuevo pacto confirmado con mi sangre. Cada vez que bebáis, hacedlo en memoria de mí.” De manera que, hasta que venga el Señor, proclamáis su muerte cada vez que coméis de este pan y bebéis de esta copa.

(1 Cor 23-26)

«Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo; en su gran misericordia nos ha regenerado mediante la Resurrección de Jesucristo de entre los muertos, para una esperanza viva, para una herencia que no se corrompe, no se marchita, ni perece»

(1Pe 1, 3-4).

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2.1.5.- LOS SACRAMENTOS DE LA IGLESIA

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PVA

Referencias al PVA: Estatuto: Proemio, 9, 25, 27, 32.

Reglamento: 12

DESARROLLO

Documento para la reflexión

1 ¿Que son los Sacramentos?

Los sacramentos son signos eficaces de la presencia y de la acción de Dios, que recuerdan la Pasión de Cristo, el Espíritu que nos envió y avanzan la gloria futura. Todo ello tiene íntima relación con la vida, pues la muerte y resurrección de Cristo constituye la victoria sobre el poder del pecado y de la muerte, el Espíritu es la vida verdadera ya en este mundo, y la gloria es la plenitud definitiva de la vida.

2 Los Sacramentos

Los tres sacramentos de la iniciación cristiana, "el Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía" vienen a ser el inicio, la madurez y el alimento de la vida nueva. Son, por así decirlo, el re-nacimiento del hombre, el don de la adopción divina, el inicio en la tierra de la vocación a la santidad. Estos tres sacramentos apuntan ya al destino final y total del hombre íntegro, destino que es de vida eterna. Bautismo y confirmación se tratan en otro tema (2.1.1)

La Eucaristía verdaderamente es el centro de la vida Cristiana. De la Eucaristía nace y en la Eucaristía culmina toda la vida de la Iglesia. Es Cristo quien se dona a sí mismo para hacer una comunidad nueva principio de una nueva humanidad.

El origen de la Eucaristía es la última cena de Jesús con sus discípulos. El marco de la celebración es una cena compartida en comunidad, de amistad y fraternidad. Pero además era una comida simbólica, pues Jesús invita a tomar aquel pan y aquel vino, que son su cuerpo y su sangre, y al hacerlo se está entregando Él en persona: está expresando su voluntad de entregar su vida por el bien y la salvación de todos los hombres.

La celebración de la Eucaristía no tardó en convertirse en el acto central de la vida de las primeras comunidades, de acuerdo con el encargo de Jesús “haced esto en memoria mía”. La comunidad celebra el memorial de la muerte y resurrección de Jesús, la fuerza de Jesús resucitado, que es presencia salvadora en medio de los suyos.

Los sacramentos de la Reconciliación o Penitencia y de la Unción de los Enfermos constituyen el grupo de los así llamados "sacramentos de la salud, sanación o curación".

La Penitencia mira a la reconciliación con Dios y con la Comunidad Eclesial. Es un encuentro con Cristo, un acontecimiento de salvación, donde el hombre se examina y se reconoce pecador, y el sacerdote, en nombre de la comunidad, le reconcilia con ella. No es el único sacramento que perdona los pecados. El Bautismo borra todos los pecados en la incorporación a la comunidad y la Eucaristía también es un sacramento de conversión y reconciliación, de manera diversa. La penitencia queda como el más alto

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2.- UN CRISTIANO 2.1.- LA VOCACIÓN DEL HOMBRE

2.1.5.- LOS SACRAMENTOS DE LA IGLESIA

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grado de celebración de la conversión y reconciliación con la comunidad del cristiano pecador.

La Unción de los enfermos presupone que se trata de un cristiano afectado por una enfermedad que pone en peligro su vida, aunque no sea en forma inminente. No es un sacramento para preparar la muerte, sino un sacramento para confortar al enfermo en su enfermedad, es un sacramento de vida.

El Orden comunica la sucesión en el ministerio apostólico, el cual asegura una cierta forma de presencia de Cristo en la comunidad a través del ejercicio de la presidencia del culto litúrgico, y de la conducción' en nombre de Cristo, de la comunidad eclesial. Ahora bien, como la Iglesia peregrina hacia el Reino de los cielos y como esa peregrinación consiste en el seguimiento de Cristo y en su crecimiento en cada cristiano, el ministerio ordenado es un ministerio de vida y de salvación.

El sacramento del Matrimonio tiene el sentido de que la comunidad conyugal refleja la relación esponsal entre Cristo y su Iglesia. El matrimonio cristiano es un sacramento, es decir una realidad del amor de Dios en los esposos y por lo tanto de vida en Cristo. Tarea principal de los esposos cristianos es la de prestarse mutua ayuda en su peregrinación hacia el Señor, en la búsqueda de la santidad. El papel de los esposos cristianos incluye su responsabilidad, que es propiamente "apostólica", hacia los hijos.

Ningún sacramento entra tan de lleno en la existencia humana como el del matrimonio. La ventaja es que Dios se sirve de una realidad profundamente humana para hacerse presente entre nosotros. Pero esto se complica por la multiplicidad de formas en que el matrimonio se muestra en la historia y en el mundo. El matrimonio cristiano se presenta sobre el fundamento de un amor totalizante y de un compromiso único y definitivo. El motivo por el que el Matrimonio es un sacramento es porque los cristianos creemos que Dios ha escogido el hecho humano del amor de pareja para expresar su amor a la humanidad y el amor de Cristo a su Iglesia.

Pautas para la reflexión en grupo

- ¿Que aspectos te parceren positivos y cuales negativos en la preparación y celebración de los sacramentos en tu parroquia?

- ¿Qué debemos hacer para mejorar nuestras celebraciones?

- ¿Cómo podemos favorecer la participación en las celebraciones de jóvenes y adultos?

PARA DOCUMENTARSE – OTROS RECURSOS

Materiales

- Concilio Vaticano II, Lumen Gentium, n. 11.

- Juan Pablo II, Christifideles Laici, n. 14

- Catecismo de la Iglesia Católica, nn. 1212 - 1321

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2.1.5.- LOS SACRAMENTOS DE LA IGLESIA

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- Comentario Oficial al RVA, págs. 46-47.

Bibliografía

- Esta es Nuestra Fe. Teología para Universitarios, Luis González-Carvajal, Sal Terrae (Pastoral 24), Santander 212010.

- Eucaristía, Dionisio Borobio, BAC (Manuales Sapientia Fidei 23), Madrid 22005.

- Bautismo y Confirmación, Ignacio Oñatibia, (Manuales Sapientia Fidei 22), Madrid 2000.

Documentos

La crisis de la idea sacramental en la conciencia moderna

En una época en la que nos hemos acostumbrado a ver en la materia de las cosas solamente el material del trabajo humano, en la que, dicho brevemente, sólo consideramos al mundo como materia y a la materia como material, no le queda a ésta espacio libre para transparentar simbólicamente la realidad de lo eterno, que es donde se apoya el principio sacramental. Podríamos decir, simplificando y resumiendo, que la idea sacramental presupone una interpretación simbólica del mundo, mientras que nuestra visión actual de él es funcional: consideramos las cosas puramente como cosas, como función del trabajo y la tarea humanos; con este punto de partida es imposible comprender cómo una «cosa» se convierte en un «sacramento». Digámoslo de forma más práctica: el hombre de hoy se interesa plenamente por el problema de la existencia de Dios; también por el de Cristo.

Joseph Ratzinger

El domingo en el año 150.

El día llamado del sol (el domingo) se tiene una reunión de todos los que viven en las ciudades o en los campos, y en ella se leen, según el tiempo lo permite, los Recuerdos de los apóstoles o las Escrituras de los profetas. Luego, cuando el lector ha terminado, el presidente toma la palabra ara exhortar e invitar a que imitemos aquellos bellos ejemplos. Seguidamente nos levantamos todos a la vez, y elevamos nuestras preces; y terminadas éstas, como ya dije, se ofrece pan y vino y agua, y el presidente dirige a Dios sus oraciones y su acción de gracias de la mejor manera que puede, haciendo todo el pueblo la aclamación del Amén. Luego se hace la distribución y participación de los dones consagrados a cada uno, y se envían asimismo por medio de los diáconos a los ausentes. Los que tienen y quieren, cada uno según su libre determinación, dan lo que les parece, y lo que así se recoge se entrega al presidente, el cual socorre con ello a los huérfanos y viudas, a los que padecen necesidad por enfermedad o por otra causa, a los que están en las cárceles, a los forasteros y transeúntes, siendo así él simplemente provisor de todos los necesitados. Y celebramos esta reunión común de todos en el día del sol, por ser el día primero en el que Dios, transformando las tinieblas y la materia,

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2.1.5.- LOS SACRAMENTOS DE LA IGLESIA

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hizo el mundo, y también el día en el que nuestro salvador Jesucristo resucitó de entre los muertos.San Justino, 150 d.C.