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Profa. Hilda Cajigas Echevarría 26 de abril de 2013 La Antropología Forense en la Investigación Criminal Mariely Quiñones Santiago Universidad Interamericana de Puerto Rico Recinto de Ponce

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P r o f a . H i l d a C a j i g a s E c h e v a r r í a

26 de abril de 2013

La Antropología Forense

en la Investigación Criminal

Mariely Quiñones Santiago

Universidad Interamericana de Puerto Rico

Recinto de Ponce

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Índice

Introducción…………………………………………………………………………………...…1

Capítulo I: Antropología Forense……………………………………………………………...…2

Capítulo II: Su Utilidad……………………………………………………………………...…...3

Capítulo III: Técnicas y Métodos……………………………………………………………...…5

Capítulo IV: Investigación Criminal………………………………………………………...…..8

Capítulo V: Investigación de la Escena del Crimen…………………………………………....10

Conclusión…………………………………………………………………………………..…..11

Apéndices: Fotos Relacionadas………………………………………………………………....12

Bibliografía………………………………………………………………………………….….15

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Introducción:

Esta investigación es realizada como requisito del Curso: Introducción a las Ciencias Forenses. Se

escogió el tema de la Antropología Forense ya que es un campo el cual me llama mucho la atención. Mi meta es

continuar mis estudios en el área de Ciencias Forenses a nivel doctoral. Este estudio se realizó mediante la

búsqueda bibliográfica a través de la lectura y análisis de libros, artículos de internet y fotos. Agradezco la

aportación, ayuda y apoyo de mi hermana mayor Miriam A. Quiñones Santiago, quien culminó sus estudios en

Ciencias Sociales con concentración en Criminología y Justicia Criminal a nivel de Maestría y me ayudó a

comprender y asimilar mucha de la terminología utilizada dentro del campo de la Investigación Criminal, el

cual es mi campo de estudio, pero del cual aún no estoy totalmente familiarizada. La antropología forense es

aún una ciencia todavía joven, aunque se está extendiendo cada vez más por todo el mundo por su enorme

utilidad a la justicia a la hora de resolver muchos casos criminales en los que los investigadores no encuentran

una solución evidente. Esta ciencia tiene como finalidad el estudio de los restos óseos esqueléticos, con el

objeto de llegar a la identificación personal y averiguar la causa de la muerte, la data de la muerte, la edad, sexo,

raza, estatura, posibles marcas profesionales, antiguas lesiones óseas, así como el estudio de la cavidad bucal la

cual se le llama la verdadera caja negra del cuerpo humano y todo cuanto sea posible para proporcionar

información a los investigadores del caso para que puedan llegar a la identificación de una víctima.

La labor del antropólogo forense comienza cuando la policía se encuentra ante un cadáver que no puede

identificar; por ejemplo, si éste está en avanzado estado de putrefacción, esqueletizado, o inclusive ante cuerpos

a los que criminales han hecho desaparecer las huellas dactilares y partes del cuerpo como la cabeza y las

extremidades, que son elementos fundamentales para la identificación policial, y aquellos casos en los que el

forense de campo, generalmente, con pocos medios para hacer la autopsia, no es capaz de ver los pequeños

detalles. El antropólogo observa los huesos los que estudia como un papel de calcar en el que han quedado

registrados cuantos acontecimientos han tenido lugar a lo largo de la vida de un individuo, y especialmente los

traumatismos que han llevado a la muerte de la víctima.

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Capítulo I: Antropología Forense

La antropología nace como ciencia a finales del siglo XVIII y se consolida como disciplina científica en

el siguiente encuadrándose dentro de las ciencias sociales. Su objeto es el estudio del hombre desde una postura

integradora pues a la vez que organismo que se desarrolla como especie, crea, consolida y transmite cultura. la

antropología se divide en cuatro áreas, según la Asociación Antropológica Americana: antropología biológica

(que estudia el hombre en su origen), la capacidad de adaptación, filogenia (historia evolutiva, ontogenia y

desarrollo del organismo); antropología cultural (que describe los rasgos universales de la naturaleza humana y

sus particularidades); arqueología (destinada a la recuperación de elementos arquitectónicos y enseres de

culturas precedentes); y antropología lingüística (que estudia las lenguas de las distintas sociedades y entre

ellas).

La Antropología Forense es una de las subdivisiones dentro de la antropología física. Se divide en tres

áreas importantes, relacionadas con otras tantas áreas de las ciencias antropológicas: La antropología forense, la

arqueología forense y la antropología cultural forense. La antropología física forense se encarga de la

identificación de restos humanos esqueletizados dado su amplia relación con la biología y variabilidad del

esqueleto humano. También puede determinar, en el caso de que hayan dejado marcas sobre los huesos, las

causas de la muerte, para tratar de reconstruir la mecánica de hechos y la mecánica de lesiones, conjuntamente

con el arqueólogo forense, el criminalista de campo y médico forense, así como aportar, de ser posible,

elementos sobre la conducta del victimario por medio de indicios dejados en el lugar de los hechos y el

tratamiento perimortem (en o cerca del momento de la muerte) y posmortem (después de la muerte) dado a la

víctima.

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Capítulo II: Su Utilidad

A los laboratorios forenses son enviados constantemente restos cadavéricos que pueden llegar en muy

diversos estados de descomposición, de momificación adipocira (es el proceso donde un cuerpo se convierte en

momia), de putrefacción o simplemente ya esqueletizados. Es precisamente en estos casos, en que la autopsia

propiamente forense, poco o nada puede deducir de las partes blandas y en los que la policía no ha encontrado

huellas dactilares u objetos que permitan la identificación en tales situaciones comienza el trabajo del

antropólogo forense. Lo primero que se hace en estos laboratorios es esqueletizar los restos. De este modo, en

cuarenta y ocho horas, al disponer de unos restos esqueléticos limpios, desodorados y esterilizados, se puede

comenzar el estudio minucioso de cada centímetro de ellos.

En ocasiones los restos son hallados momificados. En estos casos se pueden obtener muchas veces las

huellas dactilares por medio de la revitalización de los tejidos, de las partes blandas, bien por impresión directa

o por medio de fotografía con iluminación especial, consiguiéndose huellas aceptables que permitan la

identificación de la víctima. El cráneo es una parte indispensable para llegar a deducir cómo era el rostro del

sujeto. Esto se logra con diversos métodos. Los laboratorios de antropología forense disponen de un moderno

equipo electrónico, una computadora-analizador de formas con circuito cerrado de televisión que permite

obtener la silueta de frente y de perfil del cráneo que se muestra al ordenador, añadiéndole las partes blandas

probables que tuvo el individuo.

En otros casos, y siguiendo distintos métodos, se recurre a la reconstrucción de las partes blandas por

medio de plastilina o arcilla aplicadas sobre la cara, conservando los espesores medios según tablas

milimétricas. En todo caso estas técnicas permiten obtener una imagen tridimensional de cómo debió ser la cara

o rostro del sujeto. Otras veces, sobre todo cuanto el cráneo presenta rasgos muy característicos, con la ayuda de

un buen dibujante especializado en criminalística se plasma gráficamente el probable rostro de la víctima. Esta

técnica se basa en observaciones anatómicas muy precisas y otros rasgos subjetivos. Las ayudas técnicas, como

la fotografía y la radiografía, son fundamentales para estos estudios, así como las técnicas histológicas y

microscópicas.

De este modo, el antropólogo forense con experiencia en arqueología tiene más oportunidades de sacar

partido al caso si estudia “in situ” el material sobre el que ha de informar, aunque sean después indispensables

una serie de pruebas que sólo se pueden realizar en el laboratorio. No siempre es posible que el propio

antropólogo pueda apersonarse en el lugar del hallazgo de los restos óseos, lo cual sería realmente lo ideal. En

la mayor parte de los casos los restos son hallados en alguna playa, en un bosque, en una cueva, bajo el piso de

una vivienda o flotando en el mar. El levantamiento de los restos se lleva a cabo, y el juez juntamente con el

médico forense, deciden el envío al laboratorio de antropología forense.

En estos casos es precio señalar que la fotografía del hallazgo de los restos tendrá un valor documental

de extrema importancia. Estas fotografías no sólo son de gran interés para el sumario, sino que también tienen

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gran importancia para el antropólogo, quien más tarde hará el estudio de estos restos óseos. La recolección de

los restos por parte de los investigadores ha de ser completa, por pequeños que ellos sean. Si son enviados

todos los fragmentos para su posterior estudio, en alguno de ellos pueden hallarse las huellas de una arma

blanca causante de la muerte, o bien el roce del proyectil responsable de la misma o, tal vez, el responsable de la

fractura que sufrió en vida el sujeto, cicatrizando posteriormente, pero que puede ser reveladora para la

identificación de la víctima, es preferible que se disponga de todo el material esqueletizado y no sólo de una

parte de él.

Es el caso de los descuartizamientos, que dejan huellas del instrumento utilizado en las articulaciones o

en las extremidades de los huesos desarticulados, por cuyas huellas se puede deducir la habilidad o

inexperiencia del homicida, su posible práctica como médico-cirujano o simplemente como carnicero, o su

desconocimiento total de anatomía, lo que aporta una pista importante al investigador sobre la identidad del

criminal. El color de los huesos nos indica a veces si el cadáver estuvo enterrado o bien se esqueletizó a la

intemperie, que es un dato igualmente importante. Además de los propios restos óseos, para el antropólogo tiene

gran valor, por ejemplo, el número y la variedad de larvas o pupas de los insectos de la fauna cadavérica, así

como los residuos de polvo y micropartículas contenidas en las ropas del cadáver o las uñas de éste.

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Capítulo III: Técnicas y Métodos

Se apoya con las técnicas de la tafonomía (estudio de los procesos de fosilización) forense, estrategia de

investigación de reciente aplicación a casos forenses. Engloba las técnicas de la arqueología y la antropología

física forense en la investigación sobre el proceso tanatológico (tanatología es una disciplina integral que

estudia el fenómeno de la muerte en los seres humanos). El uso de modelos tafonómicos en el análisis de

contextos forenses permite estimar el tiempo transcurrido desde la muerte, reconstruir las circunstancias antes y

después del depósito del cadáver y discrimina los factores en los restos humanos que son producto de la

conducta humana, de aquellos producidos por los sistemas biológicos, físicos, químicos y geológicos.

Las técnicas tafonómicas indican cuando los cadáveres fueron atacados por carnívoros, roedores o

asesinados por seres humanos. Las diferentes formas en las que actualmente los criminales disponen de los

cadáveres y segmentos de los mismos. La conducta de los homicidas puede introducir variaciones extremas de

transporte, desmembramiento y otras alteraciones en los restos humanos.

La arqueología forense aplica técnicas arqueológicas establecidas, ligeramente modificadas por los

requerimientos del registro del lugar de hechos o lugar del hallazgo, en donde un esqueleto o esqueletos o un

cuerpo o cuerpos están presentes. No sólo se han utilizado estas técnicas de la arqueología tradicional al estudio

de presuntos hechos delictivos, sino también en la investigación de batallas del pasado y exhumación de figuras

históricas.

Cuando se encuentra un cadáver esqueletizado o en avanzado estado de putrefacción, el arqueólogo

forense puede auxiliar al perito criminalista de campo. Se robustece así una estrategia de investigación

interdisciplinaria en donde trabajan conjuntamente el perito criminalista de campo, fotógrafo forense,

arqueólogo forense, antropólogo físico forense, los distintos científicos forenses del laboratorio de criminalística

que procesan los indicios recuperados que se objetivan en dictámenes los cuales constituyen un medio de

prueba. La arqueología trata de recuperar la conducta cultural del pasado. El enfoque de la arqueología forense

es reconstruir la conducta criminal y recuperar evidencia asociada en su contexto que permita reconstruir los

eventos finales de los hechos presuntamente delictivos. Los antropólogos forenses utilizan técnicas y métodos

de la arqueología en la recuperación de restos óseos; el uso de estas técnicas permite recuperar componentes

óseos que conforman la estructura esqueletal y los elementos asociados, como vestimenta, artefactos varios y/o

proyectiles, entre otros. Para evitar la negligencia en la exhumación de cadáveres y optimizar las tareas para su

posterior investigación, se aplican técnicas arqueológicas a interrogantes médico-legales, con los siguientes

objetivos: obtener una recuperación completa de los restos esqueléticos y evidencias asociadas, evitar daños

posmortem, recuperación del contexto inhumatorio, como la dimensión real de la fosa, perturbaciones

posinhumatorias, modificación del lugar, posición de los restos, etc.

En el transcurso de una excavación, lo importante es recuperar toda la evidencia y los vestigios

disponibles. Se debe fotografiar con absoluta precisión desde las primeras etapas de la excavación, y registrar

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por escrito todos los aspectos de la misma en forma pormenorizada, acerca de la forma en que fueron

encontrados, así como de sus asociaciones y contexto. Estos restos no son meros objetos con valor descriptivos,

sino que por el contrario, son portadores de información que dan cuenta de un hecho histórico concreto.

El lugar de la inhumación puede localizarse de dos maneras: forma accidental, cuando la búsqueda no

tiene por finalidad el hallazgo, y éste se produce en forma totalmente casual (construcciones, derrumbes, labores

agrícolas, etc.) la otra se denomina intencional, y tiene lugar cuando el objetivo es específicamente hallar el

sitio, basándose tanto en testigos oculares, como en relatos de los mismos, o informes de irregularidades. Las

técnicas de excavación se basan principalmente en que una vez perturbados y/o removidos los restos de un sitio

no se podrá nunca reconstruir la condición original, y en ello reside la importancia de las técnicas y de los

procedimientos utilizados.

Las dimensiones y la estructura del terreno se encuentran relacionadas; la técnica más utilizada es la de

cuadricular la totalidad del área; estando aquellas relacionadas en cuanto a la estabilidad del terreno, densidad

de los restos y evidencias. Se utilizaran estacas de madera y/o metal en las cuales debe correr un cordel y nivel

de base. Al desconocerse en todos los casos, se efectúa un sondeo en la zona que se supone están ubicados los

huesos de los pies; una vez hallados los primeros restos se toman las mediciones correspondientes y se procede

a la extensión de la excavación en forma horizontal. Por otra parte, la demarcación es la división de la

cuadrícula en cuatro sectores A, B, C y D; se debe ser muy meticuloso; cada hueso que va quedando al

descubierto se debe dejar in situ, sin remover hasta haber tomado todas las mediciones y registrado todos los

datos.

No se debe perder ningún tipo de información en lo que respecta al contexto, puesto que es de vital

importancia recoger toda la evidencia hallada. Todos los pasos y tareas realizados deber ser fotografiados y

registrados en la libreta de campo. A su vez, cada fotografía debe estar rotulada con la mayoría de datos

posibles (lugar, fecha, número de esqueleto y orientación), y con escala en centímetros; la tierra resultante debe

ser zarandeada para poder rescatar los fragmentos más pequeños. La remoción del esqueleto es el paso final de

la excavación; al extraerlo se debe liberar cada hueso de la matriz, no se debe utilizar la fuerza y se debe

levantar desde los pies al cráneo. Tanto los pies como las manos se embolsarán separadamente, se procederá de

forma igual con las costillas, vértebras, miembros inferiores, superiores y cráneo. Las bolsas serán de papel no

ácido y serán rotuladas con marcador de tinta indeleble. Tanto los dientes como los proyectiles serán guardados

en frascos especiales. Luego de estos pasos, el esqueleto debe ordenarse anatómicamente, de acuerdo con los

ítems que se desarrollan someramente a continuación, y se debe comenzar a analizar.

La utilización de las técnicas de identificación basadas en el ADN y recientemente las pruebas

citogenéticas han revolucionado la paleontología tradicional al posibilitar la extracción de ADN de tejidos

antiguos incluyendo especímenes de varios de centenares de años. Se han logrado recuperar secuencias de ADN

nuclear de la piel de una antigua momia egipcia y ADN mitocondrial de un cerebro humano de siete mil años

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de antigüedad, analizados mediante el Polymerase Chain Reaction (PCR) o reacción en cadena de la

polimerasa, y gracias a la estabilidad del ADN mitocondrial (heredado sólo de la madre que tiene una tasa de

mutación estable) se han podido reconstruir líneas maternas hasta llegar a la llamada EVA mitocondrial.

Las posibilidades que abre la investigación del ADN con fines de identidad personal son extraordinarias

y vislumbran a los métodos basados en la biología molecular como los sucesores a corto plazo de la

dactiloscopia. Es por ello que los estudios desarrollarán ampliamente en capítulo aparte. El análisis de restos

óseos provee menos información sobre las víctimas y las circunstancias de su muerte que el cuerpo completo y

preservado; la correcta recolección de la mayor cantidad de evidencias de la escena del crimen sobre las

condiciones antemortem y posmortem de la inhumación, y su relación con elementos asociados al cuerpo,

constituyen el primer paso en el proceso de identificación.

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Capítulo IV: Investigación Criminal

La antropología forense se encarga del estudio de restos humanos esqueletizados total o parcialmente

para su identificación y análisis. No sólo tiene su campo de aplicación como auxiliar de peritos médicos,

expertos en medicina legal y forense, sino también en desastres naturales, accidentes o violación de derechos

humanos. Normalmente, ante la comisión de un hecho delictivo con resultado de muerte, el forense determina la

muerte del individuo con la autopsia. Pero en ocasiones la medicina legal no puede dar respuestas inmediatas:

cuando se tiene restos óseos y se carece de identificación. Es aquí donde entra en acción la antropología, no sólo

en cuanto al estudio de los restos para la identificación de la víctima, sino también interpretación de la conducta

del victimario (homicida) y reconstrucción de los hechos, especialmente el tratamiento dado a la víctima ante y

después de la muerte.

En el estudio de restos óseos, es primordial datarlos con precisión, siendo de gran utilidad para el

antropólogo el estudio tafonómico, mediante el cual analiza la descomposición, desgaste, conservación y estado

de los huesos desde la muerte hasta su fosilización. Las ciencias biológicas no son exactas, nunca se darán dos

procesos de fosilización iguales en virtud de variables como el tipo de tierra, profundidad del enterramiento,

exposición a humedad, animales carroñeros que han podido desenterrar y roer los huesos. Tampoco hay dos

esqueletos iguales; los huesos tienen en su interior la historia de cada persona y la información de cómo murió.

Es muy frecuente que los agentes se encuentren con cadáveres cuyo avanzado estado de descomposición

les impide extraer datos fiables sobre el momento y causa de la muerte, cuando no, con algunos miembros

descuartizados o con un fémur o cráneo solitarios. Los antropólogos forenses entran en acción, limpiando el

cuerpo de todo tejido blando para comenzar a indagar pacientemente sobre cualquier posible marca dejada en el

hueso: un cuchillazo, un traumatismo, una perforación. Es el instante en el que los muertos comienzan a hablar

con una voz limpia y alta, y en el que los expertos deben escuchar, interpretando lo que sus ojos tienen ante sí.

La carne se descompone; los huesos perduran, es una de las frases que más gusta pronunciar a estos

especialistas. Y no está carente de sabiduría, ya que como también afirman: La carne olvida y perdona las

antiguas heridas; el hueso se suelda, pero siempre recuerda.

El criminal casi siempre deja su sello personal, su tarjeta de visita sobre la víctima o dentro de ella y en

las cercanías del lugar donde la depositó, la inspección ocular es tan importante para el investigador policial

como para el antropólogo forense, y lo ideal es que se inspeccione el lugar del hallazgo. Así, el antropólogo

forense con experiencia en arqueología tiene más oportunidades de sacar partido al caso si estudia in situ el

material sobre el que ha de informar aunque sean después indispensables una serie de pruebas que sólo se

pueden realizar en el laboratorio.

Lamentablemente no siempre es posible que el propio antropólogo pueda personarse en el lugar del

hallazgo de los restos óseos, que sería realmente lo ideal. En la mayoría de los casos los restos son hallados en

alguna playa, en un bosque, en una cueva, bajo el piso de una vivienda o flotando en el mar. La policía es

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notificada, así como las autoridades judiciales. El levantamiento de los restos se lleva a cabo y el juez con el

médico forense deciden el envío al laboratorio de antropología forense. En estos casos es preciso señalar que la

fotografía del hallazgo de los restos in situ tendrá un valor documental de primera magnitud. Estas fotografías

no sólo son de gran interés para el sumario, sino que también tienen gran importancia para el antropólogo que

más tarde hará el estudio de estos restos óseos.

La recogida de los restos por parte de los investigadores ha de ser completa, por pequeños que sean estos

restos. Si son enviados todos los fragmentos para su posterior estudio, en alguno de ellos puede hallarse quizás

las huellas del cuchillo causante de la muerte o el roce de la bala o el proyectil responsable de la misma o la

fractura que sufrió en vida el sujeto cicatrizando posteriormente y que puede ser reveladora para la

identificación del cuerpo. También es posible que no se encuentre nada, pero ante la posibilidad de hallar algún

detalle que contribuya al esclarecimiento del caso, a la identificación de la víctima, es preferible que se

disponga de todo el material esqueletizado y no sólo parte de él. Por ejemplo, los descuartizamientos dejan

huellas del instrumento utilizado en las articulaciones o en las extremidades de los huesos desarticulados por

cuyas huellas se puede deducir la habilidad o inexperiencia del homicida, su posible práctica como médico-

cirujano o simplemente como carnicero o su desconocimiento total de la Anatomía, lo que aporta una pista

importante al investigador sobre la identidad del criminal.

El color de los huesos nos indica a veces si el cadáver estuvo enterrado o bien se esqueletizó a la

intemperie, que es un dato igualmente importante. Además de los propios restos óseos, para el antropólogo

tienen gran valor por ejemplo, el número y variedad de larvas o pupas de los insectos de la fauna cadavérica, así

como los residuos de polvo y micropartículas contenidas en las ropas del cadáver o las uñas de éste. El estudio

de la fauna cadavérica permite llegar a averiguar la data de la muerte a veces con bastante aproximación, la

época del año en que tuvo lugar, los lugares dónde estuvo la víctima o algunos de sus hábitos, todo lo que es

parte de la solución final. De la misma forma que otros peritos como el biólogo interesan las manchas de sangre

y al investigador las huellas sobre el terreno, las manchas o presencia de esperma, al toxicólogo las substancias

tóxicas, etc., para los antropólogos la presencia de un simple cabello adherido al cráneo puede ser fundamental

para determinar edad, sexo, raza, prácticas de tintes o tratamientos de pelo, etc.

Además de la intervención en casos policiales, sin duda una de las funciones más importantes de esta

ciencia, otros aspectos de la antropología forense son los estudios y peritaciones realizadas en exhumaciones de

personajes famosos de la Historia, las identificaciones en grandes catástrofes aéreas, ferroviarias, incendios,

terremotos, etc.

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Capítulo V: Investigación de la Escena del Crimen

Más que de investigación científica propiamente dicha, el término se corresponde al protocolo de

actuación a seguir cuando se realiza la recogida de restos e indicios. Normalmente los esqueletos o restos óseos

suelen estar enterrados y su localización se produce bien accidentalmente fruto de trabajos de excavación por

obras o bien por la declaración de testigos o autores. En cualquier caso, la actuación debe ser metódica y

efectuada por personal especializado. En el momento de iniciar la recuperación de un cuerpo enterrado, se parte

de la premisa que siempre se va a perder información y se contaminará el lugar. Seguir el protocolo persigue

minimizar ambas.

Al llegar al escenario de un enterramiento, lo primero que realizará el antropólogo forense será

acordonar el espacio y delimitar la zona de excavación con un sobre ancho. Se siguen técnicas arqueológicas

procurando no pasar por alto evidencias que se hayan depositado en distintas capas. La zona de enterramiento

presenta diferencias morfológicas respecto a los niveles de estratificación del terreno adyacente fruto de la

manipulación, más visibles cuanto menor sea el tiempo transcurrido desde el enterramiento hasta su excavación.

Si no se tiene constancia precisa de la profundidad, el nivel de enterramiento suele deducirse de la

estratificación del sobre ancho cuando no se diferencia morfológicamente del terreno adyacente: las capas

serían homogéneas, señal de que no han sido manipuladas. Se procede seguidamente a realizar una excavación

lateral para dejar la zona donde está el cuerpo a mayor altura a modo de peana. Se divide el terreno en

cuadrículas y con materiales no agresivos (palas de madera, brochas, pinceles, cepillos) se va descubriendo los

restos. La tierra procedente de esta última fase de excavación se pasa por un cedazo para no pasar por alto

evidencias de menor tamaño, tomándose muestras de tierra para su posterior análisis.

Cada hueso o fragmento óseo se documenta fotográficamente junto con una escala métrica. Esto es

especialmente importante con huesos que por su estado corren riesgo de fracturarse. Extraídos, se guardan de

forma individual en recipientes apropiados que lo preserven de la humedad y no transfieran ningún compuesto

que contamine la muestra, anotando la cuadrícula de localización e identificándolo numéricamente.

Si en el enterramiento hay más de un cuerpo -enterramiento múltiple-, se debe extraer los cuerpos por separado

y consecutivamente para no propiciar identificaciones incorrectas o informes erróneos. Tomados todos los

restos e indicios, termina la investigación de campo. Con el transporte de todas las pruebas al laboratorio se

iniciará el proceso de identificación (si no hay documentación), de ahí la importancia de los registros dentales a

disposición de la odontología forense, y análisis que ayude a aclarar la naturaleza de la muerte del individuo o

individuos.

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Conclusión:

En conclusión, en la Investigación Criminal en donde las agencias encargadas de la investigación y

esclarecimiento de un hecho delictivo que ha culminado con la muerte de uno o más individuos en donde la

simple recolección de evidencia, documentación e interrogación de testigos o sospechosos no ofrece todos los

datos necesarios tanto para la identificación de la víctima como del victimario es sumamente importante la

inclusión de la Antropología Forense. Aunque es una ciencia muy joven ha llegado a ser de gran utilidad e

inclusive en muchos casos determinante para la búsqueda de la verdad y el esclarecimiento de un caso. Es una

rama investigativa muy interesante la cual pienso fielmente que está solo en sus comienzos, pero que su

evolución e inclusión dentro de la Investigación Criminal será de gran beneficio en un futuro cercano.

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Apéndices: Fotos Relacionadas

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Bibliografía:

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