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40 CULTURA Revistas que hicieron época | Ariane Díaz Comité de redacción. El grupo editor –compuesto entre otros por Is- mael Viñas, David Viñas, Adolfo Prieto, Noé Ji- trik, Juan José Sebreli, Adelaida Gigli, Carlos Correas, Ramón Alcalde– no tuvo una posición homogénea ni con respecto a la lectura que se ha- ría de las tradiciones culturales, ni en cuanto a los posicionamientos políticos adoptados, que en al- gunos casos llevarían a alejamientos. El balance posterior de la experiencia tampoco es unánime entre ellos. Sin embargo, ésta no solo tiene frutos en lo que de conjunto constituye una renovación de la crítica cultural, que encontraría más tarde expresión en la obra de muchos de sus expartici- pantes, sino que canaliza problemas en cuanto a la relación entre intelectuales y política que en los años posteriores seguirían desarrollándose, y en los que el contornismo dejará huella. Formada por jóvenes intelectuales en su ma- yoría provenientes de la revista Centro de Fi- losofía y Letras de la UBA, Contorno atraviesa hitos de la historia nacional que marcan los po- sicionamientos políticos de la intelectualidad. El período previo a la “Libertadora” era el há- bitat de un frente único que hermanaba, contra Perón, a sectores heterogéneos e incluso tradi- cionalmente opuestos (desde la oligarquía más rancia hasta el PC argentino). La Universidad en la que los miembros de la revista participa- ban estaba marcada por el antiperonismo, pero el golpe de 1955 romperá ese frente único, y la revista puede contarse como una de las prime- ras expresiones que en dichos ámbitos señale la necesidad de diferenciarse. El denuncialismo El trayecto de Contorno en buena medida se dibuja como contraposición a la liberal revis- ta Sur de Victoria Ocampo, referencia cultural importante de aquellos años, en cuya redacción se contaron a Borges, Bioy Casares o Giron- do. Esto no la reduce a ser su mera contraparte: en este camino de diferenciación, Contorno fue sentando una nueva tradición. Uno de los primeros reproches a Sur fue su escasa referencia a la realidad social y política, aquello que el nombre elegido, Contorno, viene a contrarrestar. Para los contornistas, se atrave- saba un tiempo de “desorientación”, donde era difícil “tomar posición”, pero en el que estaba “prohibido guardar silencio” (I. Viñas, 1953). Declarando una falta de referentes previos, se imponía la necesidad de construcción de una nueva genealogía donde encontrar su lugar, pe- ro a su vez se criticaba el planteo generacio- nal de Sur: “Lo que se proponen los jóvenes, más que cambiar la vida como quería Rimbaud o modificar el mundo como decía Marx, es so- bre todo molestar a sus padres burgueses” (Se- breli, 1953). El “denuncialismo”, tonalidad predominante que adoptan ya desde el primer número –el avi- so del segundo número incluso se autodefinía como “denuncialista”–, entendido como volun- tad de ser la voz de los que no tienen voz, no sería una ubicación cómoda para quienes da- rían peso, en sus análisis, al origen de clase de los escritores. Ellos mismos se reconocerán se- gún remarcan, viciados por su procedencia. Allí entra con fuerza el problema de definición del intelectual. La intelectualidad debe ser crítica, pero estará marcada por la culpa. David Viñas dirá, contra quienes buscaban en el “otro” su Con 10 números (entre simples y dobles) y dos Cuadernos, el trayecto de la revista Contorno estuvo marcado por los acontecimientos y discusiones de los años en que fue editada (1953 a 1959), tanto como ella misma marcó posteriormente buena parte de los debates de la intelectualidad argentina. Contorno

2013 Contorno

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  • 40 CULTURARevistas que hicieron poca|

    Ariane DazComit de redaccin.

    El grupo editor compuesto entre otros por Is-mael Vias, David Vias, Adolfo Prieto, No Ji-trik, Juan Jos Sebreli, Adelaida Gigli, Carlos Correas, Ramn Alcalde no tuvo una posicin homognea ni con respecto a la lectura que se ha-ra de las tradiciones culturales, ni en cuanto a los posicionamientos polticos adoptados, que en al-gunos casos llevaran a alejamientos. El balance posterior de la experiencia tampoco es unnime entre ellos. Sin embargo, sta no solo tiene frutos en lo que de conjunto constituye una renovacin de la crtica cultural, que encontrara ms tarde expresin en la obra de muchos de sus expartici-pantes, sino que canaliza problemas en cuanto a la relacin entre intelectuales y poltica que en los aos posteriores seguiran desarrollndose, y en los que el contornismo dejar huella.

    Formada por jvenes intelectuales en su ma-yora provenientes de la revista Centro de Fi-losofa y Letras de la UBA, Contorno atraviesa hitos de la historia nacional que marcan los po-sicionamientos polticos de la intelectualidad.

    El perodo previo a la Libertadora era el h-bitat de un frente nico que hermanaba, contra Pern, a sectores heterogneos e incluso tradi-cionalmente opuestos (desde la oligarqua ms rancia hasta el PC argentino). La Universidad en la que los miembros de la revista participa-ban estaba marcada por el antiperonismo, pero el golpe de 1955 romper ese frente nico, y la revista puede contarse como una de las prime-ras expresiones que en dichos mbitos seale la necesidad de diferenciarse.

    El denuncialismoEl trayecto de Contorno en buena medida se

    dibuja como contraposicin a la liberal revis-ta Sur de Victoria Ocampo, referencia cultural importante de aquellos aos, en cuya redaccin se contaron a Borges, Bioy Casares o Giron-do. Esto no la reduce a ser su mera contraparte: en este camino de diferenciacin, Contorno fue sentando una nueva tradicin.

    Uno de los primeros reproches a Sur fue su escasa referencia a la realidad social y poltica, aquello que el nombre elegido, Contorno, viene a contrarrestar. Para los contornistas, se atrave-

    saba un tiempo de desorientacin, donde era difcil tomar posicin, pero en el que estaba prohibido guardar silencio (I. Vias, 1953). Declarando una falta de referentes previos, se impona la necesidad de construccin de una nueva genealoga donde encontrar su lugar, pe-ro a su vez se criticaba el planteo generacio-nal de Sur: Lo que se proponen los jvenes, ms que cambiar la vida como quera Rimbaud o modificar el mundo como deca Marx, es so-bre todo molestar a sus padres burgueses (Se-breli, 1953).

    El denuncialismo, tonalidad predominante que adoptan ya desde el primer nmero el avi-so del segundo nmero incluso se autodefina como denuncialista, entendido como volun-tad de ser la voz de los que no tienen voz, no sera una ubicacin cmoda para quienes da-ran peso, en sus anlisis, al origen de clase de los escritores. Ellos mismos se reconocern se-gn remarcan, viciados por su procedencia. All entra con fuerza el problema de definicin del intelectual. La intelectualidad debe ser crtica, pero estar marcada por la culpa. David Vias dir, contra quienes buscaban en el otro su

    Con 10 nmeros (entre simples y dobles) y dos Cuadernos, el trayecto de la revista Contorno estuvo marcado por los acontecimientos y discusiones de los aos en que fue editada (1953 a 1959), tanto como ella misma marc posteriormente buena parte de los debates de la intelectualidad argentina.

    Contorno

  • 41|IdZOctubre

    chivo expiatorio: Hoy la culpa es de todos, y es necesario escribir y vivir como culpables [...] Los otros somos nosotros mismos (D. Vias, 1954). El lugar del intelectual, preocupacin que se encontraba desde el primer nmero en artculos como La traicin de los hombres ho-nestos de Ismael Vias, se ubicar as bajo el signo de Sartre, a quien remite la adopcin de esta versin del intelectual comprometido, vo-cero de los oprimidos o excluidos, situado so-cialmente, interpelado a actuar, y por tanto, una figura que tiene las manos sucias: individuos que escriben mojados despus de la lluvia, no como aquellos que se pretenden secos, intac-tos, y seores de todo el Universo (Contorno, 1956). Tambin en este espritu sartreano, pero adoptando un sesgo propio, podemos ubicar la apelacin en su literatura a poner el cuerpo de David Vias.

    Un eje que se mantendra a lo largo de sus ti-radas es que el panorama nacional se mostraba mucho ms problemtico que las dicotomas ma-nejadas en Sur, que no acertaba a ver los mati-ces y novedades de la historia nacional, donde todo lo bueno se ubicaba del bando elegido y lo otro era observado como el Mal Absoluto. Ro-zitchner en el ltimo nmero resume las diferen-cias con la generacin anterior: el infierno son los otros es el postulado literal con que los inte-lectuales de la generacin previa se manejaban, pero en Contorno se asumir (como en la obra A puerta cerrada, de Sartre), que lo son porque nos muestran las propias miserias. Adems de al-gunas herramientas de anlisis, la matriz sartrea-na les servira para sustentar los cargos con que se enjuiciaba la intelectualidad que los preceda.

    Una literatura nacionalCentrada en sus inicios en temas literarios, la

    poltica ira cobrando peso hasta superar los te-mas culturales. Pero en ese trecho, y lo que sera uno de sus legados distintivos, hay una recons-truccin de la historia de la literatura nacional, que se ir organizando a travs de los fenme-nos polticos y de las respectivas posiciones de clase y polticas de los autores.

    La relectura de Arlt del nmero 2, o de Mar-tnez Estrada en el 4, desafan las definiciones cannicas sobre estas figuras, tanto de la Aca-demia como de otras instituciones culturales sean la misma Sur o aquellas promovidas por el PC. El nmero 5/6, dedicado a la novela argen-tina, refuerza los ataques a estos blancos a la vez que traza una nueva matriz crtica que se nu-tre de referencias sociales y polticas. Jitrik por ejemplo discute con los comunistas tanto como con la lectura hecha en Sur sobre Adn Bueno-sayres de Marechal revista a la que no se privan de atacar tambin Adelaida Gigli y Rozitchner, quien la emprende contra las mistificaciones de Mallea. David Vias (con el apodo de Raquel Weinbaum) esboza la crtica al canon literario liberal que luego desarrollara en su influyente Literatura argentina y realidad poltica, redefi-niendo el lugar del romanticismo. Ramn Alcal-de resear crticamente la lectura populista que la izquierda nacional, por boca de Jorge Abe-lardo Ramos, realizara sobre la tradicin liberal en un simplismo asimilable al de Sur invertido,

    que Alcalde no considera digno de quien se con-sidera parte de la tradicin de Literatura y re-volucin, de Trotsky, pero reconocer que el imperialismo busca reforzar su dominio econ-mico y social en el terreno cultural, as como la falta de una conciencia nacional en las clases al-tas y medias del pas.

    Aunque los abordajes no son, como dijimos, ho-mogneos, en ellos se configura la problematiza-cin de la figura de lo nacional en relacin a la tradicin europea y americana, y se propone co-mo clave de lectura, tanto contra los que prefieren evitarla como contra quienes hacen de ello una lectura mecnica, la condicin de clase del nove-lista y de su pblico, aunque en anlisis concre-tos que no caigan en dicotomas simplificadoras.

    La perspectiva adoptada no solo se delimita de las generaciones previas. El nmero tambin inclu-ye el repaso de escritores jvenes y delimitacio-nes como las del artculo de Osiris Troiani con el surrealismo de un Aldo Pellegrini, que considera, a contramano del original francs, despolitizado.

    El divorcio con las masas

    La relectura de la ubicacin poltica de los in-telectuales ir tomando valores ms concretos al momento de evaluar la postura frente al peronis-mo. Los contornistas estaban alejados de unas masas que intervenan en la vida nacional y apa-recan como un factor poltico de peso, defen-diendo una ideologa que ellos combatan por paternalista y autoritaria. Dando cuenta de este problema, la estrategia elegida por la revista, y lo que hace predominar a partir de aqu la discusin poltica, ser separar en el anlisis a las masas de Pern, en la bsqueda de una tercera posicin.

    La discusin estuvo marcada por la apelacin de Sur de noviembre de 1955, donde Victoria Ocampo llama a la unidad antiperonista para reconstruir la nacin, elogiando a los hom-bres que se jugaron la vida dando el golpe. La apelacin abrir dentro de la revista respuestas que, aunque ninguna favorable a Sur, muestran diferentes visiones del peronismo. En el N 7/8 estallar esta discusin en la revista: mientras Rozitchner llamar a Pern titiritero y Gran utilizador (Rozitchner, 1956), Troiani afirma-r que las revoluciones que no se hacen con el pueblo no son revoluciones en respuesta a la persistencia del discurso peronista ampliamente difundido entre las masas (Troiani, 1956). El Edi-torial se ubica una vez ms contra las dicotomas cuyo esquema viene a romper el peronismo, reconociendo a la vez la falta de herramientas para analizar el fenmeno que arrastran. Los en-foques adoptados son diversos. Se incluyen des-de perspectivas como la de Halpern Donghi, analizando sociolgicamente por qu el peronis-mo no sera una vertiente del fascismo; hasta una ficcionalizacin de David Vias donde se carac-teriza a Pern como un experto demagogo al que responden unas masas casi animalizadas y la in-cmoda posicin de un espectador fcilmente identificable con los contornistas.

    Pero tambin se encuentran diferencias en la evaluacin de las propias posiciones asumidas frente al golpe. Mientras entre otros resalta que Ismael Vias no deja de tener alguna esperan-za puesta en la Libertadora, Troiani plantea la

    necesidad de autocrtica de sus propias posicio-nes. Concluir que: a) no pudimos aceptar la mistificacin peronista; ni b) la restauracin oli-grquica, su nica alternativa; y que c) fuimos incapaces de organizar una posicin revolucio-naria [...] No hemos legado nada. Ni un partido de izquierda, ni una hoja peridica audaz e inte-ligente, ni un libro encendido (Troiani, 1956). Masotta agregar un disenso ms tajante, consi-derando que en su caracterizacin del peronis-mo, no distaban mucho de la visin de la que queran separarse: donde hay vctimas y ver-dugos, como se ha dicho, no se puede estar con los primeros sin hacerse cmplice de los segun-dos. Concluir, en lo que parece una respuesta a Ismael Vias que en el mismo nmero habla-ba del miedo vivido durante el rgimen pero-nista, que el miedo es la contraparte o la otra cara del conservadurismo (Masotta, 1956).

    Matrimonios mal avenidosLa discusin sobre la posibilidad de una ter-

    cera posicin llevara tambin a la discusin, ya existente en el terreno cultural, con la izquierda. A pesar de las referencias a categoras y autores marxistas que existan en la revista, la izquierda que les era contempornea no les parecera una alternativa por ser deudora de ideas liberales. En el N 9/10 la discusin ya ser en netos trminos polticos, pero en los primeros nmeros, la re-ferencia sartreana cobraba otra ventaja para los contornistas en este aspecto: su lugar diferencia-do del PC francs les permita jugar con una fi-gura de intelectual que se ajustaba a su propio lugar. En el ltimo nmero algunos planteos re-mitiran a una teorizacin sobre la intelectuali-dad con reminiscencias gramscianas, pero en la amplia mayora de los escritos de la revista, los planteos sartreanos seguiran siendo el eje.

    En esta situacin, el surgimiento del frondicis-mo apareci como la posibilidad de un proyecto no alejado de las masas, sin necesidad de hacerse peronistas. Apoyaron su campaa desde la revis-ta. En el Cuaderno de Contorno N 1, el anli-sis del peronismo est ligado a la esperanza en

    Uno de los primeros reproches a Sur fue su escasa referencia a la realidad social y poltica, aquello que el nombre elegido, Contorno, viene a contrarrestar.

  • 42 CULTURARevistas que hicieron poca|el frondicismo. En Resollando por la herida (Contorno, 1957), donde se relata los conflictos abiertos con el ala derecha del mismo, puede ver-se cmo se figuraban su propia ubicacin: pelear por ser una presin de izquierda a su interior.

    Pero la ilusin dur poco. Con la llamada trai-cin de Frondizi, esto es, su corrimiento abierto a la derecha, cuyos ejes fueron la discusin con la Iglesia por la poltica educativa (conocida como laica o libre) y los acuerdos con empresas im-perialistas en que se convirti la promesa desa-rrollista, las divisiones se profundizan en el seno de la revista. El Cuaderno N 2 tratar aspectos de la poltica econmica con un artculo de Is-mael Vias y otro de Liceaga ms crtico, pero ser en el N 9/10 donde Ismael Vias dedica-r un anlisis detallado a la situacin nacional en Orden y progreso. En el artculo se carac-terizaba cada una de las fuerzas polticas desde la izquierda a la derecha, junto con un anlisis de la estructura econmica y social del pas, cu-ya conclusin intentaba demostrar que la llama-da traicin estaba incluida en lo contradictorio del frondicismo como expresin de estas tenden-cias, y donde sin embargo ellos podan ser un po-lo que presionara a esas fuerzas hacia izquierda. Pero por los escasos artculos del ltimo nmero 9/10, donde slo escriben Ismael Vias, Halpe-rn Donghi y Rozitchner, para la mayora de los intelectuales relacionados con la revista una vez ms parece pesar la dificultad de hablar por una clase a la que no se pertenece, y los consecuentes desvos hacia polticas que terminan en desenga-o, a lo que se le agregaba ahora haber apoyado al gobierno explcitamente.

    Los argumentos sern parecidos a aquellos es-grimidos en la relectura de la literatura nacional. Segn Ismael Vias, de entre los tradicionales re-presentantes de la izquierda, el PS y el PC, el pri-mero estaba en un claro viraje derechista, y el segundo se subordinaba al liberalismo con ideas fatalistas de progreso histrico, trastocando su ventaja de tener una perspectiva internacio-nalista en una embotada referencia a la URSS como modelo, es decir, tambin aplicando mo-delos externos a la historia nacional. Es cier-to que adems de sus desviaciones tericas, sin mencionar que el internacionalismo proleta-rio no era para l ms que un eco del pasado, el PC haba sido parte del bloque gorila. Pero a pe-sar de lo exhaustivo del anlisis, Ismael Vias no logra hacer ms concretas las crticas al PC por una poltica que lo llev a perder el peso gana-do en sectores del movimiento obrero en la d-cada de 1930 momento de ascenso de un nuevo proletariado industrial y de consolidacin de los sindicatos por rama, que el PC dilapid con la aplicacin del la poltica de Frentes populares votada por la Internacional estalinizada, que im-plic en el pas una poltica de seguimiento a sec-tores de oposicin patronales. La continuidad de esta poltica los llev a traicionar las huelgas de principios de la dcada de 1940, dejando el terreno libre para el avance del peronismo. Pe-ro Contorno no puede realizar estas crticas con mucha autoridad, no tanto por su pertenencia de clase, sino por sus erradas ubicaciones polticas frente al peronismo y el frondicismo1.

    La revista dejara de editarse por estos aos. Sin embargo, las discusiones alrededor del posi-cionamiento de la intelectualidad seran un rasgo que la posicionara como predecesora de las dis-cusiones de la Nueva Izquierda: la crtica a la aplicacin de modelos externos y la subordina-cin al liberalismo del PC seran retomadas en la dcada posterior. Se acercaba la revolucin cu-bana que le dara un nuevo cariz a la discusin sobre lo nacional: la perspectiva latinoameri-canista, que ser la marca seguida por varios de sus representantes. Este proceso tensionara al mximo la relacin intelectuales-poltica, con la discusin del intelectual revolucionario ledo en claves gramscianas o tercermundistas y ya no comprometido. Los intelectuales reunidos en Contorno ya no intervendran como grupo, pero sus planteos en buena medida empalmaran como antecedentes de aquello que en una nue-va escala se planteara para todo el continente, y que encarnara tambin otras experiencias de re-vistas poltico-culturales.

    Bibliografa:- Las referencias a la revista corresponden a la edicin digital del CEDINCI y la New York University, Buenos Aires, s/f.- Contorno, 1956: editorial de Contorno 7/8.- Contorno, 1957: Resollando por la herida en Cuadernos de Contorno 1. - Masotta, Oscar, 1956: Sur o el antiperonis-mo colonialista en Contorno 7/8.- Rozitchner, Len, 1956: Experiencia prole-taria y experiencia burguesa en Contorno 7/8.- Sebreli, Juan Jos, 1953: Los martinfierris-tas: su tiempo y el nuestro en Contorno 1.- Troiani, Osiris 1956: Examen de conciencia en Contorno 7/8.- Vias, David, 1954: La historia excluida: ubi-cacin de Martnez Estrada en Contorno 4.- Vias, Ismael, 1953: La traicin de los hom-bres honestos en Contorno 1.- Vias Ismael, 1959: Orden y progreso en Contorno 9/10.

    1 Ismael Vias tambin incluye en su paneo al trots-kismo. De hecho, da cierta verosimilitud, aunque exagerada, en las acusaciones reiteradas de trots-kismo a posiciones radicalizadas que se expresaban en la realidad: es difcil determinar con exactitud cul es la influencia real de estos grupos, pero pare-ce indudable que las vacilaciones del peronismo en la conduccin del proletariado industrial y la desilu-sin causada a parte de los cuadros juveniles de cla-se media por el actual gobierno, ha provocado entre ellos una corriente de acercamiento hacia aquellos (I. Vias, 1959). Sin embargo, aunque parece conocer de primera mano las ideas que agrupa dentro de es-te sector, lo desdea por sus constantes divisiones.

    Aunque los abordajes no son homogneos, en ellos se configura la problematizacin de la figura de lo nacional en relacin a la tradicin europea y americana, y se propone como clave de lectura () la condicin de clase del novelista y de su pblico, aunque en anlisis concretos que no caigan en dicotomas simplificadoras.