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LA VERDAD SOBRE
LA MENTIRA
Texto: Walter Riso / Diseño: Cristina Jiménez G.
Para algunos, mentir se ha convertido en un estilo de vida.
Sin advertirlo, han creado una red tan compleja de informaci n ófalsa,
que ya no saben como escapar del enredo y hallar la verdad.
Es probable que la mentira produzca cierta fascinaci n óen los ni os. Adem s de aprender a evitar los rega os, ñ á ñ
pueden construir un mundo fant stico a su tama o á ñy engatusar a los dem s. á
Y de all puede surgir un íinocente "jugar a
enga ar" que, al ver las ñganancias potenciales, se
convierte en h bito. Con ála mentira podemos
llamar la atenci n óy producir admiraci n.ó
Poder ficticio, pero poder al fin. Los mentirosos sostienen
que aunque el deslumbramiento no es leg timo, de todas ímaneras lo disfrutan bastante. Su posici n es clara e ó
implacable: la mentira como
un instrumento para obtener ganancias secundarias.
Tambi n mentimos para huir de las obligaciones asumidas. éPodemos enfermarnos, o inventar una calamidad dom stica o éhallar un chivo expiatorio en nuestra imaginaci n. Otra vez el ó
provecho, a trav sé de una falsificaci n que no siempre es delito y que produce ó
alivio.
A veces, pareciera no existir antdoto contra esta tentaci n. í óQui n no ha mentido alguna vez? Aunque se trate de ¿ émentiras piadosas (justificadas en la intenci n de no ó
producir un da o innecesario), Qui n tira la primera piedra? ñ ¿ é
Las mentiras frecuentes
pueden originar, al
menos,
dos problemas
de consideraci n. óEl primero, cuando se
vuelve costumbre y se
repite mec nica y ásistem ticamente, sin á
mucho sentido:
embaucar por embaucar.
Ya ni sabemos por qu élo hacemos.: mentirosos
cr nicos, megaloman a ó ícomporta-mental pura.
Y el segundo, cuando
llegamos a creernos
el cuento y a confundir
verdad con embeleco.
Adoptamos una forma
de autoenga o donde ñla existencia real y
fantaseada se
entremezcla
peligrosamente.
No s lo terminamos ósiendo vctimas de í
nuestro propio invento,
sino que adem s ásomos vctimas felices.í
Esta farsa continua y auto-dirigida, obra como una p ldora íde " xtasis", una megaloman a existencial que nos hace é í
sentir, irracionalmente, m s ligeros del equipaje. á
Qu pasara si desde ¿ é íhoy,
sin excusas ni amagues,
decidi ramos mostrarnos écomo en verdad somos
y asumi ramos el riesgo éde hacernos p blicamente úresponsables de nuestras
acciones, pensamientos
y afectos?
Generaramos tanto ¿ írechazo como creemos?
Dejar de mentir es un
alivio. Sin m scaras, áel rostro se ve mejor,
m s relajado.á
Ya dejaremos de vernos
tan perfectos como
hemos querido aparentar,
pero al menos
aut nticos. é
Deben ser muy pocos los
que nunca han mentido,
si los hay.
De todos modos, puedes
al menos ser veraz sobre
los rasgos que te definen
en esencia, y que no podr s ádisimular o enmascarar,
sin sentirte traidor
de tus propias causas.
FIN