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Asi fue la defensa de madrid vicente rojo

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El general Vicente Rojo, jefe deEstado Mayor de la Defensa deMadrid durante la Guerra Civil,cuenta los detalles de esta batalla,sin omitir importantes detalles deíndole política, social y militar sobreuno de los episodios más conocidosy estudiados de la contienda.

Vicente Rojo

Así fue la defensade Madrid

Aportación a la historia de laGuerra de España, 1936–1939

ePub r1.0ugesan64 26.09.13

Título original: Así fue la defensa deMadridVicente Rojo, 1967Retoque de portada: ugesan64

Editor digital: ugesan64ePub base r1.0

A la anónima mujerespañola, abnegada,heroica, ejemplarentre todos loshorrores, la angustiay la desesperanza.Porque a cada horade la batalla deMadrid, no hubovirtud de que no dieraejemplo. Y hoy,cuando nadierecuerda lo querecibió de ella, sigueperpetuando,anónima, su vida

sencilla; sigueerguida y en calma,sin rencor por el dañoque le hayan hecho.

A vosotras,mujeres españolas,dedico este libro quenarra unacontecimientonacional, quizá el másgrande en la historiade España.

PRESENTACIÓN

VICENTE ROJO,EL HOMBRE QUE

MUEVE LOS HILOS

La batalla de Madrid torció lahistoria que empezó a escribirse consangre desde que un grupo de militaresse rebeló contra la República en julio de1936. Parecía que la capital tenía losdías contados a principios de

noviembre, incluso el Gobierno habíadecidido trasladarse a Valencia ante lainminente caída de la ciudad. Ocurrió,sin embargo, que las cosas dieron unvuelco y el guión de la contienda varióde registro.

Todavía hoy muchos historiadoresinsisten en atribuir el inesperadoprodigio a la ayuda extranjera querecibió la República poco antes de quese desencadenara el ataque de lasfuerzas rebeldes. El coraje, la entrega,la experiencia y la capacidad decombate de las Brigadas Internacionalesy la decisiva intervención de los avionessoviéticos en la defensa de la ciudad se

destacan, una y otra vez, como lascausas fundamentales que permitieronque la resistencia fuera posible.

Este libro, que el general VicenteRojo escribió años después de quefinalizara la guerra, propone otra lecturade aquellos aciagos días. No es queignore el peso de la ayuda que losdefensores recibieron de fuera,simplemente procura explicar que losprotagonistas de la hazaña fueron lasmujeres y los hombres que vivíanentonces en Madrid y que, por unaconcatenación de circunstancias muydiversas, fundieron sus fuerzas en laempresa de defenderla del embate

enemigo. El argumento puede tomarsecomo una burda estrategia publicitaria,acaso contaminada de pura demagogiapopulista, un cuento demasiado simplepara resultar creíble, cargado de eselirismo épico que tan poco aporta alcabal entendimiento del curso de losacontecimientos.

Y, sin embargo, cuando se recorrensus páginas el discurso del militarrepublicano se hace poco a poco cadavez más creíble, y sus razonamientosempiezan a ser convincentes por unacuestión de puro sentido común. Aldesplazarse el foco de atención, quetantas veces sólo ha tomado en

consideración la destreza de losasesores soviéticos, la pericia de suspilotos y la destreza combativa de losbrigadistas, poco a poco se comprendeque el punto lírico, propagandístico ydemagógico está ahí, en quienes otorganel exclusivo protagonismo a los quevinieron de fuera, a los que acababan dedesembarcar en Madrid procedentes depaíses remotos y que supuestamente todolo sabían de las condiciones geográficasdonde iban a librarse los combates, delas fuerzas reales con las que se contabay de la propia condición de quienes ibana empuñar las armas, entre otrasmúltiples cuestiones.

Con la crisis que produjo el golpemilitar del 17 y 18 de julio de 1936,escribe Rojo, «el Estado había quedadofundamentalmente derribado en latotalidad de su estructura orgánica yespiritual, desde las raíces de sussoportes políticos y sociales hasta lacumbre de la ideas». La República sehabía defendido hasta entonces en esaatmósfera caótica, en el marco de unpaisaje institucional reducido a ruinas, yera precisamente ese caos el que parecíaanunciar que Madrid caería fulminadopor el avance de las columnas enemigasque habían arrollado cuanto se habíapuesto a su paso en su avance desde el

sur. ¿Fueron entonces, como dicen, esepuñado de asesores, de aviones y decombatientes extranjeros los quepusieron orden y concierto en eldesbarajuste?

El sentido común invita a desconfiarde tanta milagrería, y es entonces cuandola narración de Vicente Rojo ofreceotros ángulos de visión. El autor de Asífue la defensa de Madrid tenía entoncespoco más de 40 años y era uno de losoficiales (teniente coronel) quetrabajaban en el Estado Mayor delministro de Defensa. Su trayectoriaacadémica había sido brillante, pero notenía mucha experiencia en el campo de

batalla. Había intervenido en unascuantas escaramuzas durante los añosque estuvo en África (entre 1914 y1918), que fueron de poca actividadmilitar, y desde el inicio de la guerrahabía pasado unas semanas enSomosierra y le tocó mandar unacolumna en los combates de Illescas.Poco más. De un día a otro su vidacambió drásticamente. Cuando elGobierno se trasladó a Valencia,dejando Madrid en manos de la Junta deDefensa que presidía Miaja, fuenombrado «Jefe de Estado Mayor delGeneral Jefe de la defensa de la Plazade Madrid» y se convirtió, por tanto, en

el máximo responsable de las decisionesmilitares que afectaban al desafío decumplir una orden terminante: resistir.

Como era previsible en un hombreque desde los trece años, cuando ingresóen un colegio de huérfanos militares,había estado vinculado a lasinstituciones castrenses, Vicente Rojoprotestó el nombramiento: eran otroscompañeros de mayor jerarquía a losque debería haber correspondido esehonor. Le exigieron que cumpliera laorden. Desde ese instante, sucompromiso con la defensa de Madridfue radical. Reunió primero a suscompañeros de armas. Les explicó la

situación y permitió que aquellos que noquisieran comprometerse noparticiparan en la batalla por la ciudad,sin represalias de ningún tipo. Sólo dosse retiraron. Todos los demás sepusieron a trabajar (y de qué manera) ysiguieron trabajando en la defensa de laRepública hasta el final de la guerra.

Fontán, Matallana, FernándezUrbano, Zabaleta, Pérez Gasolo,Rodríguez Pavón, De la Iglesia, Garijo,Muedra, Suárez Inclán, García Viñals yGüerra fueron los oficiales queformaron parte del Estado Mayor deRojo. Conviene citarlos a todos, aunquesea enojoso, para comprender que la

compleja obligación de defender laciudad era tarea de equipo. Juntos seembarcaron en conocer cuáles eran susfuerzas y la manera mejor decoordinarlas para llevar a buen puertoun esfuerzo titánico. Tuvieron suerte. Enlas primeras horas de la noche del 7 denoviembre llegó al Cuartel General undocumento capturado a un oficial deCarros enemigo que había caído en lasfilas leales por la mañana. Era la Ordende Operaciones dirigida a las tropasfranquistas para tomar Madrid. Así losospechó Rojo. Pidió permiso, selevantó inmediatamente, no tardó enestudiar con sus colaboradores lo que

debía hacerse. Les quedabanescasamente ocho horas para detener elembate.

«Ya muy avanzada la noche, seredactó precipitadamente una Orden deOperaciones», escribe Rojo en Así fuela defensa de Madrid. Y de su cuartelgeneral fueron saliendo entonces losdistintos mensajeros que, una vezdesmenuzadas, llevaron las órdenesparticulares a cada una de las columnasque iban a batirse de madrugada con losatacantes. De nuevo es necesario citaruna ristra de nombres, los de losresponsables de aquellas fuerzas:Barceló, Galán, Clairac, Escobar,

Rovira, Mena, Líster, Bueno, Prada,Enciso, Fernández Cavada. Y de nuevohay que hacerlo, como si fuera unaletanía, para comprender que fueronhombres concretos los que impulsaron aotros y a otras a luchar en los fríos díasde noviembre para salvar Madrid de lasfuerzas fascistas.

Fue una tarea colectiva en la queparticiparon hombres y mujeres, Rojo nose cansa nunca de decirlo. Sin Gobierno,con una Junta que acababa de formarse yun Estado Mayor y sus columnas a lasque se les venían encima unas tropas quellegaban precedidas de una temibleleyenda de terror y de crueldad. Todo

Madrid se puso a trabajar para cumplirla orden de resistir. En un despacho,rodeado de colaboradores, el tenientecoronel Vicente Rojo movía los hilos dela defensa. Con discreción, siempre enun segundo plano, abierto al diálogopero drástico a la hora de que susórdenes se cumplieran, con la entereza yla frialdad necesarias para notambalearse, pero también con unatremenda confianza en los suyos. En esagente que, aunque la mayoría no supieranada de armas y para nada quisiera unaguerra, estaba dispuesta a luchar y amorir para conservar la libertad quetanto le había costado conquistar. No

pasarán, se dijeron, y no pasaron.

JOSÉ ANDRÉS ROJO

ABREVIATURAS

Ac. AnticarroBI Brigada InternacionalBat. BatallónBat. de Vol. Batallón de VoluntariosBrig. BrigadaCE. Cuerpo de EjércitoCG Cuartel GeneralCNT Confederación Nacional del TrabajoCTV Cuerpo de Tropas VoluntariasCol. ColumnaComp. Compañía

Cte. ComandanteCorl. CoronelDCA Defensa Contra AeronavesDiv. DivisiónDoc. DocumentoEM Estado MayorEMC Estado Mayor CentralFAI Federación Anarquista IbéricaGral. GeneralJuv. JuventudesPC Puesto de ComandoSI Servicio de InformaciónSIA Servicio de Información ArtilleroTO/TTOO Teatro(s) de OperacionesTte. TenienteV. Vértice

«Por la verdadserán libres».

SAN JUAN, VIII, 32

«Las letras noembotan lasarmas».

CERVANTES

«Lacomprensióndel errorpasado esesencial paraconstruir laverdad futura».

MARAÑÓN

INTRODUCCIÓN

He consagrado mi vida a la Miliciaporque desde la infancia me he sentidoanimado por una vocación estrictamentemilitar.

Mis aficiones intelectuales han sidoel cultivo de la historia y la enseñanza.

Como militar, en alguna ocasión, ysin proponérmelo, he tenido que hacerhistoria. Después, en las horas de calma,más de una vez me propuse escribirla;pero jamás fui más allá del boceto o dela síntesis. Hoy quiero llegar más lejos.

Viví día a día la Guerra Civil,librada desde julio de 1936 hasta abrilde 1939. La pulsé en una interminableinquietud de treinta y tres meses. Surecuerdo me hace vibrar excitando mihonor de soldado, mi calidad de españoly mi fe de creyente. Y doy gracias aDios por haberme permitido ser actor enun drama de tan alta trascendenciaeducativa como histórica.

La guerra española fue realmenteuna contienda fratricida de Españacontra España, en que lucharon dosgeneraciones de las cuales habíanbrotado agrupaciones que actuaban en lavida nacional para lograr una

regeneración social, contra otrasagrupaciones que se resistían a vermermados sus privilegios.

Y fue, también, una guerra que serevelaría con rango internacional porqueen ella luchó España contra el mundoeuropeo y porque éste acudió a la lizaespañola con sus armas, sus ideologías ysus intereses para debatir sus pugnas ensuelo español; las pugnas que salen aflote en las sociedades que, amuralladasen seculares egoísmos, se vensúbitamente batidas por el tornado delas revoluciones políticas.

En España hubo guerra y revolución;un litigio nacional y otro internacional.

Todo ello tan confusamente enmarañado,que aún no se conoce cabalmente laverdad de lo sucedido.

Después de la guerra pudedesplazarme libremente por el mundo,viviendo en ambientes descargados delas pasiones que nos habían dominado alos españoles y totalmente desvinculadode los bajos apetitos nacionales einternacionales que se debatieron enaquella lucha.

He conocido —disfrutado opadecido— el poder creador que alientaen la ilusión de libertad y redención y enel amor de fraternidad de los oprimidosy los humildes; pero también el poder

envilecedor de las cualidades humanasallí donde se oye restallar el látigo delterror, de la tiranía o de la esclavitud.

He aprendido mucho en eseperegrinar, aunque después, cuando nose extingue el afán de saber, secomprueba que es una modesta brizna detodo lo que hay que aprender en la vida.

Pese a esa ignorancia, llegado hoy alpórtico que anuncia un futuro breve yuna muerte cierta y próxima, me hedetenido a mirar el pasado y a pensarrecordando. Y recuerdo con claridad loque viví confusamente, porque ahorapuedo proyectar esos recuerdos en unaperspectiva de conjunto que les da vida,

que los relaciona y armoniza,realzándolos o difuminándolos según suverdadero valor: algo que pudoparecerme magnífico al vivirlo envueltoen ruidosas circunstancias que teníanmero carácter incidental, comprendoahora el pequeño espacio que lecorresponde en el panorama de lahistoria. Por el contrario, sucesosmenudos, aparentemente pueriles,personas que vi desfilar ante mí sin queme provocaran la menor emoción,cobran ahora un rango sobresaliente,porque por ellos, el acontecer nacionalpudo tener signos de grandeza o demezquindad.

Esa perspectiva histórica esaleccionadora. He leído alguna vez quela historia es una lección inútil (PedroA. de Alarcón), escrita con lágrimas ysangre. La afirmación parece serrigurosamente cierta por la reiteraciónque han podido tener en la vida socialesos sucesos en que las bajas pasiones,exaltadas por motivos ideológicos,políticos, económicos o sociales,impulsan al hombre a la luchadespiadada, ya sea por ambición depoder, por ansia de bienestar o por elafán de alcanzar un ideal. Pero no esmenos cierto que cuando en las obrashumanas hay una fuerza creadora

despojada de egoísmo, el hombre sepuede redimir de esas lacras socialesque se llaman el fanatismo y la miseria.

Cierto es también que, con lucha osin ella, en las mutaciones políticas quealgunas minorías imponen a los estadosse reproducen tales lacras por obra de laconducta del hombre; que pueblos queconocieron y gozaron la libertadvolvieron a caer en la esclavitud; queotros que consiguieron vivir comopoderosos perdieron ese rango hastapadecer la vida de mendigos, y quequienes en algún período históricopudieron verse libres del lastre delfanatismo, sufrieron otra vez la misma

aberración mental al asfixiar sus noblessentimientos y sus ideales.

En todo caso, en el tejer y destejerdel acontecer sin término que es lahistoria de un pueblo, los sucesos que ledan estructura y alma tienen fuerza vitaly aleccionadora. Mas, para que puedaser así, ha de ser veraz. Cuando estacondición no se cumple a la historia sela puede llamar inútil. Entonces, no sóloes inútil, sino que deforma la calidadespiritual del hombre y provoca laestéril repetición de los hechos,cargados y recargados de lágrimas ysangre. Porque falsear la verdad,ocultarla o deformarla, solamente

conduce a que la vida social sedesarrolle sobre ficciones, a que lospueblos vivan engañados y a que susobras resulten infecundas.

La guerra civil ha sido, a mientender, un suceso sin par en la historiade España. Su grandeza me parece tanexcelsa como abrumadoras sus miseriasy ruindades. Desde sus orígenespolíticos y sociales hasta hoy, su tramaes terriblemente enrevesada y de difícilesclarecimiento; sus antecedentesconfusos y complejos; y si se puedeencontrar mucho de reprobable en laconducta de algunos hombres delpopulacho[01], de ciertas minorías

descarriadas, en los altos planossociales, no por eso pierde su grandiososignificado ni su ejemplaridad comohecho histórico–social.

Por entenderlo así, y porquecompruebo que en algunos textos leídosy discursos escuchados, se deforma, conintención o sin ella, la estricta verdad desucesos o episodios de los que fui actoro testigo, es por lo que hoy escribo esterelato aunque mis palabras einterpretaciones no agraden a los amigoso a los adversarios que yo pueda tener.

Jamás me inquietódesmesuradamente lo que personalmentepudiera afectarme. La verdad histórica,

sí; la justicia histórica también, tantoporque la merecen los que, por muertos,no pueden replicar, cuanto porque laverdad y el espíritu de justicia no debenestar ausentes de la historia.

Pero no voy a escribir para lasgeneraciones de hoy, que ya creensaberlo todo y que, por no haberseapagado aún el rescoldo del odio y lainconvivencia ideológica, tal vez nopodrían comprender; sino para la$ demañana, posiblemente las que aún nohan nacido, las de un mañanaindeterminado en su lejanía, cuando lasguerras y las revoluciones que hoy batenal mundo hayan barrido la estupidez y la

hipocresía con que se conduce a lassociedades de nuestro tiempo.

Confío que venideras generaciones,algún día, cuando se haya restauradoinsensiblemente el sentido de lafraternidad, hija legítima del mandatodivino de amor al prójimo, sabrán sinque nadie se lo explique ni se loimponga, que hay que descubrirse antetodos los muertos y rezar por todos losmuertos de aquella magna guerraespañola, en la que todos, engañados ono, se batieron abnegadamente, y porquetodos lucharon por una España mejor,más digna, más culta y más libre. En ese«todos» se cuentan hasta los malvados,

precisamente porque, aunque lo eran,luchaban abnegadamente por el biencomún[02].

Al escribir me ampararé solamenteen el culto que se debe a la verdad comomandato cristiano, respetando la verdadde los demás y exponiendo la mía. «Laverdad os hará libres», dice elEvangelio; y León XIII añadiría: «…respecto a las cosas opinables, dejadaspor Dios a las disputas de los hombres,es permitido, sin que a ello se oponga laNaturaleza, sentir lo que acomoda ylibremente hablar de lo que se siente,porque esta libertad nunca induce alhombre a oprimir la verdad, sino

muchas veces a investigarla ymanifestarla» (Encíclica Libertas).

Ese es mi camino y estoy dispuesto arecorrerlo.

Madrid, febrero de 1962

1.ENCUADRAMIENTO

DEL TEMA

Situémonos en el momento crucial de lalucha, cuando Madrid se convierte enobjetivo de guerra. Va a comenzar labatalla de Madrid, el hecho singular porexcelencia del conflicto que mepropongo estudiar.

Se había planteado ese objetivocomo decisivo en la guerra españoladesde los primeros días del Alzamiento,

cuando el Gobierno decidió hacer frentea la rebelión para intentar abatirla; laprimera crisis favorable a los leales seprodujo al lograr la redención, en lasserranías al norte de la capital, de lascolumnas que venían a atacarla desde elnorte; ahora iba a cristalizar otra crisis.Podía pensarse en la pérdida delobjetivo por cuanto las fuerzas de lascolumnas marroquíes llegaban por el surarrollando a las milicias hasta laspuertas de la capital y ésta, comoobjetivo, cobraba su más altosignificado en los órdenes estratégico ytáctico, tanto nacional comointernacional.

Han transcurrido tres meses y mediode lucha. Esta aún tiene significadomiliciano. Se han hecho presentes en losdos bandos cooperaciones extrañas alámbito español, y el mundo europeo, através de un comité irónicamentetitulado de No Intervención, perointegrado por los gobiernos que ven enla discordia sangrienta en que ha caídoEspaña la posibilidad de un «buennegocio» para sus intereses económicoso para sus ambiciones imperialistas, noduda en dar al problema proyeccionesuniversales, comprometiéndolo con lasideologías que baten el mundo,explotando el hecho de que tales

ideologías ya habían prendido en elsuelo español.

Dejemos planteada clara ycategóricamente esa verdad, no sólopara comprender cabalmente los sucesosque va a desarrollarse a lo largo de loscinco meses que durará la batalla, sinopara que, después de conocido sudesenvolvimiento, queden perfectamenteclaras estas otras dos verdades:

1.ª Que la Segunda Guerra Mundial,iniciada diplomáticamente en Munichseis meses antes de la terminación de laguerra española, y desencadenadamilitarmente cuatro meses después de

ese final por las potencias responsablesde la derrota del pueblo español, seríael testimonio contundente del crimeninternacional cometido contra España; y

2.ª Que fue precisamente en el cursode esta memorable batalla donde loshombres de España y del mundoquedaron divididos en dos tendenciasinconciliables porque, a pesar de lavictoria de Madrid aquel comité hizoposible que con los despojos del puebloespañol quedaran enterrados los idealesuniversales y cristianos de libertad yjusticia, abriendo el campo a laexpansión mundial del totalitarismo.

Por las deformaciones que en ambos

bandos se han hecho de la batalla deMadrid y por la aviesa explotación quealgunos escritores han prestado alsuceso en sus aspectos político, social ymoral, considero que para mí es undeber, porque fui jefe de Estado Mayorde la Defensa, decir lo que sé de eseacontecimiento histórico. Es posible queles interese tenerlo en cuenta a quienesalgún día aborden la empresa deescribir la verdadera historia de nuestraguerra.

Por ello he tratado de plantear eltema con amplitud y desarrollarlo tancompletamente como me ha sidoposible, abarcando todas sus

manifestaciones. Ninguna debe omitirseporque en las causas profundas delsuceso, en la conducta de loscombatientes y en las consecuencias quetuvo su victoria se resume toda lagrandeza de una obra militar yciudadana, así como la justicia y larazón que asistía al pueblo español enaquella lucha suscitada por un acto derebeldía contra el Gobierno; actofinanciado y planteado por fuerzas eintereses públicos, económicos,ideológicos y sociales, y llevado a cabopor una parte de las Fuerzas Armadas.No cuadra al objeto de este libroanalizar tal cuestión, pero sí estimo de

interés dejarla precisada inicialmente,en los términos en que acabo de hacerlo.

El frente de guerra que separaba a losbandos beligerantes ya había quedadodefinido, aunque un tantoinconcretamente en algunos Teatros deOperaciones (TO), al terminar los mesesdel verano de 1936. Su trazo general erael representado en el croquis anexo (n°1). Como núcleo aislado y envuelto porfuerza del gobierno solamente subsistíapor entonces el del Santuario de NuestraSeñora de la Cabeza, al este de Córdoba(Sierra Morena).

El TO del norte ya se hallabatotalmente aislado del resto de laEspaña leal. El saliente de Málaga, en elTO del sur, aún estaba por entonces (alempezar la batalla de Madrid) en poderdel Gobierno; y en el sinuoso trazadocon que se mostraba el resto del frente,presentaba, como particularidades, elgran bolsón de Teruel, que amenazaba lacosta levantina, y el de Ciudad Real, desentido inverso, adversario, enlazaban,pasando por Extremadura, la región deCastilla la Vieja con Andalucía. En esecuadro de conjunto y mientraspermanecían todos los frentes de luchaen tensión hostil se desarrollarían las

operaciones para la conquista y defensade la capital desde los primeros días denoviembre de 1936 hasta los últimos demarzo de 1937.

Así queda encuadrada militarmentela batalla de Madrid en el marco generalde la guerra; pero antes de abordarla, yen razón de los complejos caracteresque va a tener su desarrollo, lacomprensión correcta del suceso obligaa hacer otro encuadramiento; el que lecorresponde como problema nacional yhumano.

Recordemos, para ello, que a labatalla de Madrid se llega después detres meses y medio de una crisis

nacional de significado más querevolucionario, caótico, en la que elEstado había quedado fundamentalmentederrumbado en la totalidad de suestructura orgánica y espiritual, desdelas raíces de sus soportes políticos ysociales hasta la cumbre de las ideas. Lasavia que de éstas podía fluir,envenenada por sectarismos extremistas,había podrido el árbol y de la sociedaddestruida solamente quedaba en pie,envuelto en la turbia polvareda delhundimiento, el hombre: unos hombresdesconcertados e indefensos y, losmenos, contaminados del virus de unarevolución que venía germinando largo

tiempo en la masa social, desde lascrisis monárquicas del siglo XIX y, másagudamente, durante el siglo XX. En eltiempo que precede a la época de esteestudio los desmanes sociales se habíanmultiplicado.

El panorama era el mismo en todaEspaña. El caos todavía estaba dandopor entonces (noviembre) sus últimoscoletazos; pero aún no se habíaterminado, y aquellos hombres seguíansin luz para orientarse hacia una metaque se mantenía oculta en la nebulosa delas pasiones, sin asideros firmes pararesistir los vientos huracanados de esasmismas pasiones y poder verse libres de

la suciedad que, como residuos de unnaufragio, aún seguía a flote.

En las horas difíciles, cuando todose derrumba en torno nuestro, si lavoluntad no se ha abatido, el hombreencuentra en su fe el más firme punto deapoyo, y en su propia conciencia la luzque alumbra su camino. Quizá tenga quecaminar sobre escombros, sorteando ellodazal, aventando la inmundicia, perose puede avanzar y se avanza hacia unameta clara y por una vía justa. Elhombre sólo se deja dominar por lavorágine o arrastrar por el temor cuandosu deber se le aparece confuso,indeterminado, o es convencionalmente

entendido. Pero llegado el punto críticoen el que la lucha nos anuncia la muerteimplacable de lo que nacional yhumanamente es más querido: elpatrimonio y la libertad, la confusión ylos convencionalismos se esfuman y elhombre reaparece en toda su grandeza;con esa grandeza espiritual con la queDios quiso dotar tanto a los sereshumildes y sencillos como a los doctos ysabios.

Ese fenómeno o crisis se produjo enlos hombres que tomaron parte en labatalla de Madrid. Es prematuro, y no escorrecto, discurrir sobre ellos a priori.Ha de ser el lector quien haga la

interpretación que le dicte suconciencia, después de conocer lascircunstancias del desarrollo del suceso.Por eso, las breves consideraciones queacabo de hacer no han tenido otro objetoque realizar esa sobresalienteparticularidad, para que los hechos seanmás comprensibles y fijar el tono delambiente social en que comenzaba alibrarse la batalla de Madrid. Laspalabras de Bruto, pronunciadas en elSenado romano dos mil años antes, ibana cobrar todo su valor:

Perder la libertad es de bestias;dejar que nos la quiten, de cobardes.

Quien por vivir queda esclavo, nosabe que la esclavitud no merecenombre de vida, y se deja morir demiedo a dejarse matar.

Para terminar con el encuadramientodel tema que estoy haciendo, solamenteañadiré que la dirección de la guerra yde las operaciones estaba en manos deljefe de Gobierno, auxiliado por unEstado Mayor manejado, a la sazón, porel general Asensio, quien desempeñabala función de subsecretario de Guerra.

El primer Gobierno presidido por elSr. Largo Caballero, que remplazó aldel Sr. Giral en los primeros días de

septiembre, fue ampliado a fines deoctubre para dar cabida a mayor númerode organismos políticos y sindicales,estando constituido en la época delsuceso que examinamos del siguientemodo:

Presidencia y Guerra: LargoCaballero; Estado (RelacionesExteriores): Sr. Álvarez del Vayo;Marina y Aire: Sr. Prieto; Gobernación:Sr. Galarza; Hacienda: Sr. Negrín;Instrucción Pública: Sr. Hernández;Industria: Sr. Peiró; Comercio: Sr.López; Obras Públicas: Sr. Just;Justicia: Sr. García Oliver; Agricultura:Sr. Uribe; Comunicaciones: Sr. Giner de

los Ríos; Trabajo: Sr. de Gracia;Sanidad: Sra. Montseny; Propaganda yPrensa: Sr. Esplá; Ministros sin Cartera:Sr. Giral, Sr. Ayguadé, Sr. Irujo.

La presidencia de la República laejercía don Manuel Azaña, quien teníacomo jefe de la Casa Militar al generaldon Carlos Masquelet. Eran presidentesdel poder legislativo don DiegoMartínez Barrio; del Tribunal Supremodon Mariano Gómez; del Gobiernoautónomo de Cataluña el Sr. Companysy del Gobierno autónomo de Euskadi elSr. Aguirre.

2.PLANTEAMIENTODE LA BATALLA

El terreno

El teatro de operaciones donde se vaa desarrollar la batalla está enclavadoen la Meseta meridional de las dos queforman la gran terraza de ambasCastillas. Se halla separada de laseptentrional por las grandes sierras deGredos (véase croquis 1) y Guadarrama,

y por el conjunto de serranías queforman el sistema Carpetano hasta losAltos de Medinaceli, donde este sistemaempalma con el Ibérico y dondedesarrolla la comarca en que confluyenlas provincias de Soria, Guadalajara yZaragoza.

Desde esa gran arista orográfica, elterreno desciende hacia el sur,desarrollando sus espolones de formasuave, y apareciendo la región deMadrid como una extensa llanura,levemente accidentada en algunas de suscomarcas. Los obstáculos orográficos noson de sobresaliente importancia paralas operaciones que se van a relatar,

pues a través de todos ellos es posible yrelativamente fácil la maniobra de lasFuerzas Armadas.

Las regiones verdaderamenteaccidentadas de este TO se revelan: enla parte occidental, al sur de la sierra deGredos; en la parte oriental, en lastierras que ocupan el Alto Tajo y laserranía de Cuenca; y en la regióncentral, a ambos lados de la carretera deBurgos a Madrid que cruza el sistemaCarpetano por Somosierra.

En el sur, el TO queda cerrado porlos montes de Toledo y las pequeñasserranías que se inician al norte deCiudad Real y mueren, por el este, en el

valle del Guadiana, a la altura deAlcázar de San Juan.

En verdad, ninguna de las regionesclaramente montañosas interesa demanera directa al cuadro operativo enque va a desenvolverse la batalla. Suinterés se concreta al hecho de fijarcondiciones a los Sistemas de Fuerzasque monten la maniobra en torno a loque será el objetivo esencial de lalucha: Madrid.

En el aspecto hidrográfico, en lazona de maniobras de la batalla, sedesarrolla de norte a sur, descendiendode las serranías en esa direcciónbuscando el cauce del Tajo que cruza la

zona de E a O, después de describir ungran arco en su curso alto, al E deGuadalajara.

Los afluentes del Tajo quedesempeñarán un importante juego comofactores tácticos en la maniobra son: alO de Madrid, el Guadarrama y elManzanares; al E, el Jarama, con susafluentes el Henares y el Tajuña. Elpropio río Tajo corre al S de Madrid.

En orden a las comunicaciones, essabido que Madrid constituye elprincipal nudo de ferrocarriles ycarreteras de España y que el trazado deambos sistemas es radial. La lectura delcroquis nos libera de su descripción.

Oportunamente consignaremos las obrasque se realizaron en el curso de labatalla para perfeccionar lascomunicaciones y garantizar sumantenimiento.

Así como en lo que respecta a la redferroviaria no dispone el TO de ningunaen circunvalación que ligue los ejesradiales, la red de carreteras se hallamuy bien enlazada por transversales yaparece complementada con pequeñosramales que se derivan de ellas, todo locual puede apreciarse en el citadocroquis.

Topográficamente, el contorno deMadrid interesa para conocer el

desarrollo de la batalla. Asentada lacapital en el valle del Manzanares, quelame sus linderos en el frente SO (pordonde se produciría el ataque), no tieneen sus inmediaciones más que pequeñosaccidentes de escaso relieve. La zona demaniobras se desarrolla por el S en loque prácticamente es una extensallanura, sólo perturbada por colinasaisladas, o que forman sistemas dedesarrollo limitado, como las que sealzan sirviendo de divisoria de aguasentre los ríos Guadarrama, Manzanares,Jarama y Tajuña, o de algunasquebradas y barrancas de caucenormalmente seco.

Tanto esa zona sur como la orientalestán despejadas de bosques. Estosexisten en forma de grandes manchonesal O y al N, en un terrenoorograficamente más revuelto; de unmodo general predominan las extensascapas de matorrales, más que el bosquealto y espeso.

Pese a la existencia de esosmatorrales, toda la zona de maniobras sepresta a la observación terrestre y aérea,de las que solamente escapan algunaszonas de alto arbolado y las que sehallan edificadas.

Ambas clases de obstáculos jugaránun papel sobresaliente en la maniobra y

en la batalla, haciendo pesar su valorcomo factores tácticos en las accionesde fuego y movimiento, en elencubrimiento y en la sorpresa, yresultando notablemente favorables parala defensa.

Los medios

Desde el comienzo de la guerra elGobierno se había lanzado a la lucha enlos distintos frentes organizando«Columnas» que puso en su mayor partebajo el mando de jefes profesionales.Los partidos políticos o los dirigentessindicales organizaron otras, siendo

ellos mismos quienes ejercían el mando,con o sin asesoramiento técnico. Tal fueel primer efecto del derrumbamiento delEstado a consecuencia del Alzamiento.

La totalidad de las columnas eranmanejadas desde el Ministerio de laGuerra por el ministro, como jefesupremo, y su EM, pero sin que losdiferentes frentes de lucha tuvieranmandos de conjunto que articulasen lascolumnas que en ellos se empleaban.Esos frentes fueron los del Norte,Aragón, Centro, Andalucía yExtremadura. Los dos primeros semantenían con relativa autonomía.

En el TO del Centro, concretamente,

aparecían: la columna del coronel LaCalle, que cubría la carretera de Aragónal sur de Sigüenza; la columna delgeneral Bernal, sobre el eje que conducea Burgos por Somosierra, y la columnadel general Riquelme, que cerraba lascarreteras que convergen sobre Madridpor el Guadarrama y Navacerrada; en elS la columna del general Asensio, queoperaba sobre la carretera de Talaverade la Reina a Madrid. A esta columna seincorporaron las fuerzas que pudieronreplegarse sobre la capital al caerToledo en poder del adversario. Entrelas dos últimas columnas citadas, otrasecundaria, a las órdenes del coronel

Mangada y reclutada por éste en losprimeros días, cubría la zona de ElEscorial.

En el mes de octubre, cuando lastropas procedentes de África ya estabancerca de Madrid, el general Pozas fuenombrado jefe del Ejército del Centro,con jurisdicción sobre las fuerzas quecubrían la capital, y al atardecer del denoviembre de 1936, cuando la capital yaestaba directamente amenazada, fuedesignado el general Miaja jefe de ladefensa de Madrid (véase doc. 1) y sepusieron a sus órdenes las tropas ymedios dislocados entre el ríoGuadarrama, al O de Boadilla del

Monte, y Vaciamadrid, en la confluenciade los ríos Jarama y Manzanares, alsureste de la capital.

La evaluación de los medios de ladefensa sólo podía hacerseaproximadamente a causa de laconfusión que imperaba en un frente quereiteradamente, desde los combateslibrados en la zona de Talavera de laReina, venía siendo batido y arrollado(el coronel Puigdengolas, que lomandaba, acababa de morir en la líneade fuego).

En dicho frente las unidades serenovaban o reforzaban de maneraprecipitada o sin control, ya fuese por

las dificultades con que se tropezaba enla lucha, por las influencias políticas, opor las interferencias creadas por losjefes de los partidos o sindicatos, quehabían organizado unidades de milicia.Tales injerencias escapaban muchasveces al control del Mando Superior,aunque éste se hallase en manos delMinistro.

Se sabía que existían numerosasunidades incompletas que actuaban entrelas carreteras de Toledo y Extremadura,por las que avanzaba el adversario; perose desconocía su volumen, su ubicacióny las posibilidades con que contaban;tampoco podía precisarse con rigor

dónde se hallaba el frente de combate, niel apoyo artillero de que se disponía, acausa de sus incesantes fluctuaciones.Algo similar podía decirse de lasfuerzas empeñadas desde Carabanchel,por Villaverde, hasta Vaciamadrid, y delas unidades que daban conexión alfrente desde la zona de Campamentohasta las estribaciones de la Sierra.

A tal imprecisión contribuía laproximidad de los combatientes a lacapital y la mayor facilidad que con ellotenían los organismos políticos o susdirigentes para manejar a quienesdesignaban como sus tropas. Esos jefes,políticos o milicianos, continuaban

practicando un vicio que se inició alcomienzo de la guerra: el de desplazarsea Madrid cuando la ausencia de luzatenuaba el combate, so pretexto de«informar», ya fuese al mando militar oal mando político, o bien para recabarórdenes o instrucciones.

En cuanto a la disponibilidad dereservas y medios complementarios enla retaguardia, no era menor laimprecisión o la incertidumbre. Enrealidad, el nuevo comandante de laDefensa, al hacerse cargo de sucometido, sólo pudo reunir elementos dejuicio francamente vagos o inciertos. Sinembargo, en contraste con esa

imprecisión, la realidad era que a dichojefe se le entregaba todo, la ciudad y unamasa imponderable de medios, sumidosen el desorden y en el desconcierto.

Si esto era evidente en el ordenmaterial, lo mismo acontecía en elmoral, ya que al sonar al atardecer del 6de noviembre los primeros aldabonazosdados por la artillería enemiga, unacrisis de tonos morales estabafraguándose en el ambiente ciudadanode la capital, y no se podía intuirsiquiera cómo iba a cristalizar,facilitando o dificultando la resolucióndel problema militar que se estabaplanteando.

Tratemos de precisar algunas de lasposibilidades del momento. En el ordenhumano existía una verdadera polvaredade hombres y de unidades combatientes,agrupados de manera arbitraria,irregular, aunque con la nomenclatura dela organización normal: Secciones,Compañías, Baterías, Batallones…,algunas estaban mandadas por cuadrosprofesionales de jerarquía modesta y lamayor parte por jefes de miliciasdesignados por los partidos políticos opor la Inspección General de Milicias.

En todos los casos se había tenidoen cuenta la conducta que militarmentehabían observado como combatientes

desde los primeros meses de la lucha;circunstancia, ésta, que daba a los jefes,sobre el miliciano elemental, laautoridad proveniente de su antecedentebélico[1].

Como era natural predominaban lasunidades de Infantería equipadas conarmas de acompañamiento;excepcionalmente, algunas de ellasdisponían de escuadras o pelotones dejinetes; otras contaban con algúncarruaje blindado de manerarudimentaria y, muy excepcionalmente,de alguna pieza de artillería.

Para dar una idea de lapulverización orgánica de nuestras

unidades combatientes, me basta señalareste dato: cuando en el curso de loscombates de los primeros días logramosconseguir información sobre lasunidades de que disponía el tenientecoronel Barceló que con su columna[2]

cubría el frente de nuestra ala derecha,apoyándose en Majadahonda–Boadilladel Monte[3] y que actuabaconjuntamente con la 3.ª Brigada y lastropas batidas de Fernández Cavada(Aravaca–Húmera y Pozuelo) contra elflanco izquierdo de los atacantes,supimos que en aquella base habíareunido los restos de diversas pequeñasunidades con efectivos variables entre

40 y 600 hombres. De ellas siete eranrestos de unidades de tropas regulares(Batallón de Instrucción, Guardias deAsalto, Seguridad, Aviación,Compañías de los Regimientos de laprimitiva guarnición de Madrid yCampamento, y Caballería a pie); losdemás eran unidades de milicias(Columna vasca, Compañías del VRegimiento, Batallón Dimitrov, BatallónPestaña, Batallón Acero, JuventudesCampesinas, Columna Libertad,Batallón España y otros) de las cuales,aunque algunas se titulaban Batallones,eran meras agrupaciones de 200 a 300hombres, algunas sin cuadros; de dichos

batallones sólo uno disponía de 600hombres y otro de 400.

De las demás columnas (Cavada,Enciso, Escobar, Mena…) cabe decir lomismo; existían en ellas algunaspequeñas unidades «autónomas», cuyosefectivos eran inferiores a cincuentahombres. Las dificultades que en elorden táctico habían de vencer loscomandantes de columna no necesitanser subrayadas.

El armamento era muy variado entodo el frente y se hallaba profusamentemezclado: en fusiles, disponíamos delos calibres 6.5, 7.0, 7.62 y 7.92, a loscuales se sumarían bien pronto los 7.7,

8.03 y 8.0, al llegar unidadesprocedentes de otros frentes o aladquirir en el extranjero algunaspartidas de armas.

Había cinco calibres distintos deametralladoras, tres de morteros, ochode artillería… incluidas algunas piezasarrumbadas en los parques; su repartoentre las columnas no respondía aningún criterio y, debido a lacircunstancia de que ese armamentohabía sido entregado a los combatientessegún la urgencia de empleo en uno uotro lugar, y al trasiego de éstos de una aotra unidad, era frecuente encontrarunidades armadas con fusiles y

ametralladoras de los más variadoscalibres. Esto crearía enormesdificultades de abastecimiento, hasta queen el proceso de reorganización, de quetrataremos en otro lugar, se lograseunificar el correspondiente a cadaunidad.

Prácticamente no existían armas dedefensa contra aeronaves (DCA) ycontra Carros de combate (Ac). Elapoyo que pudieran prestarnos laAviación o las unidades blindadas no sepodía controlar ni prever, pues ladefensa de Madrid carecía de esosmedios y los que disponía el MandoSuperior eran manejados directamente

por el mismo. Solamente sabíamos quese disponía de algunos aviones llamadosen el argot miliciano «natachas» (parapequeño bombardeo y vuelo rasante, deescasa eficacia) y «katiuskas», debombardeo; muy pronto se recibirían los«chatos», de caza, y posteriormente seadquirieron los llamados «moscas».Aquél era muy maniobrero, y el últimomuy rápido y de mayor potencia defuego.

En lo que respecta a Carros decombate, habían llegado los primerosmodelos T–26 de fabricación rusa, peroninguna unidad fue adscrita a la Defensa,si bien cooperaron con ésta muy

activamente desde finales de noviembre.Al comienzo de la batalla, el pequeñonúmero de carros ligeros de quedisponíamos[4] se adscribieron a lascolumnas del flanco derecho.

En el frente de Madrid, yexpresamente en el sector sur, por dondeamenazaba la maniobra adversaria, sehabían hecho fortificaciones por elEstado Mayor del ministro, y sobre elplano, unos estudios para montar unsistema de obras defensivas que lastropas habrían de ocupar cuando sereplegaran sobre la capital. Formabadicho sistema un conjunto de centros deresistencia de relativa eficacia para

cubrir linealmente la ciudad y, a lavanguardia, algunas obras aisladastratarían de dislocar la maniobraenemiga dando tiempo a la ocupación deaquellos centros.

El conjunto de tales obras estabamuy lejos de poderse considerarterminado cuando el enemigo se acercóa la plaza, y prácticamente, en laconfusión reinante, no se podíapretender su ocupación de una maneraordenada y dirigida. Tal vez las obrasmás retrasadas, situadas en el propiolindero de la ciudad, pudieranguarnecerse en el último repliegue, y nose debía perder la esperanza de que en

ellas llegase a consolidarse laresistencia.

En cualquier caso, parecía frustradala previsión del Mando Supremo defortificar la periferia de Madrid,contribuyendo a ello la falta de conexiónentre la dirección de las obrasdefensivas —a cargo de elementosciviles sin relación con el MandoMilitar— y los comandantes de lasdiversas columnas. Las tropas y susjefes desconocían la localización de lasavanzadas, que ya se habían terminado,y en su repliegue pasaron junto a ellassin ocuparlas.

Es notoriamente exagerada la

referencia de la Enciclopedia Espasa(Suplemento 1936–39), cuando dice que«la capital de España se habíaconvertido en un inmenso reducto con sufoso natural…» y en cuyas barricadas«cada casa era un fortín». Esto pudotener visos de verdad durante el cursode la batalla, en algunos sectores, porimperativos del vigor del ataque y latenacidad de la resistencia, y por elintenso esfuerzo que, día y noche,realizaron las unidades destinadas aesos trabajos, pero distaba mucho de sercierto en el momento de iniciarse elataque.

En otro orden de ideas, y sólo como

ironía, se puede admitir lo que endiversos textos se ha dicho de que elGobierno tenía montado un plan dedefensa a base del empleo de 50 000voluntarios internacionales. Si aquelplan existió lo guardaría algún turista ensu cartera para mostrárselo a nuestrosadversarios. En cuanto a los 50 000combatientes internacionales no losvimos jamás en Madrid ni fuera deMadrid. De los efectivos que llegaron ala plaza para cooperar en la defensatrataremos en el momento oportuno.

El mantenimiento del Sistema deFuerzas de la defensa estabaprácticamente asegurado por los propios

organismos que desde la capital habíanvenido abasteciendo los frentes hastaentonces. Y aunque muchos de suselementos directivos se desplazaron aValencia con el Gobierno, la maquinariao mecanismo de abastecimientos de todoorden quedaba montado en Madrid.

El Estado Mayor

En el obligado análisis que se debehacer de los medios cuando se trata deexponer las condiciones de desarrollode un suceso bélico no es normalconsiderar las posibilidades de accióndel primero y principal auxiliar del

mando, que es el EM, por ser éste unórgano que, bien o mal dotado, siempreestá al lado del jefe y tiene sus funcionesy su deber rigurosamente prescrito.

Tampoco es normal considerar, en lamalla de medios que el jefe ha demanejar para conducir la batalla, ciertosorganismos que en rigor no se bailanencuadrados en la estructura orgánico–militar de las fuerzas. Me refiero a loque entonces se llamó la Junta deDefensa de Madrid.

Sin embargo, en el curso de estabatalla, y particularmente por la formaen que abordaron su función, esnecesario decir algunas palabras sobre

ambos organismos. Se trata en verdad deuna batalla distinta (en su montaje y ensu desarrollo) de las que normalmentese toman como modelo para el estudiodel arte de la guerra.

Estos dos organismos se crearonprecipitadamente, cuando la batalla yaestaba iniciándose: el primero utilizandopersonal sustraído de los EstadosMayores del ministro y del Ejército delCentro, y el segundo con representantesde todos los partidos políticos, cuyospresidentes, o comités ejecutivos, iban adesplazarse a Valencia con el Gobierno,al finalizar la jornada del día 6.

Para dirigir el primero fue

designado jefe el que esto escribe, confacultades para elegir el personal quehabría de integrarlo; y yo, que siemprehe creído que la jerarquía y laantigüedad deben ser rigurosamenterespetadas en la milicia, cuando fuidesignado para aquella función, meconsideré obligado a alegar ante elgeneral Asensio (que fue quien mecomunicó oralmente el nombramientopor orden del ministro, lo que luegoconfirmaría por escrito el comandantede la Defensa (véase doc. 2) que yo erauno de los jefes menos indicado paraasumir aquel cargo, por ser de los demenor jerarquía y antigüedad en

aquellos Estados Mayores, de dondehabían de salir los integrantes del nuevoEstado Mayor. La respuesta que recibífue categórica: «Son órdenes y hay quecumplirlas». No obstante, alpresentarme al general Miaja, nombradocomandante de la Defensa, le hice lamisma alegación, porque era necesarioeliminar previsibles fricciones en elfuncionamiento del nuevo órgano; sinembargo, obtuve una respuesta análoga.Así, mi acceso a un puesto de tan altaresponsabilidad como era la jefatura delEM de las fuerzas que debían realizar ladefensa de la capital se hizo por las víaslegales, disciplinadamente y sin

intromisiones políticas, ya que yo memantenía totalmente al margen de talesactividades.

En el ambiente que presidía nuestracontienda, insistir, por mi parte, para noaceptar la designación me parecióimprocedente, porque desde el comienzode la guerra lo de la jerarquía y laantigüedad eran cosas que en granmedida habían sido barridas por losconvencionalismos políticos. Además,empleando el argot militar, la situaciónera tan «fea» que una actitud deresistencia podía parecer cobardía ofalta de resolución para afrontarla.

¿A quiénes elegir para que me

secundaran en aquella labor? Lo hice sintitubear: a los compañeros que, porconocerles bien, sabía de su abnegación,de su patriotismo, de su sentido deresponsabilidad y, principalmente, queestaban desvinculados de lazos ocompromisos políticos de cualquieríndole, pues, aunque el problema deconjunto era evidentemente político, yolo medía esencialmente en su significadomilitar, nacional y humano.

No sólo es injusta sino calumniosaalguna manifestación, como la queaparece en la página 169 de la obra deZugazagoitia[5] (sobresalienteperiodista, pero no historiador) al

describir el ambiente de Madrid durantelos primeros días de la defensa, quiendice lo siguiente: «En el Ministerio dela Guerra las defecciones eranconstantes. El sesenta por ciento de losjefes de Estado Mayor se pasaron aladversario sin que nadie pudiera hacernada por impedirlo, dado eldesconcierto que se había introducido enaquella casa. Entre los oficialesevadidos los había de filiaciónrepublicana, personas de absolutaconfianza para el régimen, para las quela guerra ya no tenía color… MargaritaNelken, según mis informes, se habíaconvertido en una autoridad en el

Palacio de Buena Vista, dondepermanecía horas y horas, ordenandocon un tono menos insinuante que el desu manera habitual…».

Puedo afirmar rotundamente que losubrayado por mí es falso, aunque losinformantes del periodista y la propiaseñora Nelken creyeran que mandaba;pero no sólo era ella quien así lo creía ylo hacía público entre sus contertulios ypartidarios, persuadiéndoles más omenos alegremente de que si algo salíabien era por obra de sus consejos; enverdad, al comienzo, eran muchos losque se creían mandar: periodistas,jefecillos políticos, comisarios,

agitadores…, mas en realidad sucedíaque su fogosidad, hablada o escrita,contribuía a mantener exaltada la moral,pero que los hombres a quienes habíanvenido manejando más o menosarbitrariamente se les estaban escapandode su control o de sus manos, y desdeaquella noche un órgano nuevo, elComando de la Defensa, comenzaba amandar militarmente, lo que no habíasucedido hasta entonces. Los hechoseran elocuente testimonio.

Y en cuanto a las deserciones de losoficiales del Estado Mayor delMinisterio, al que yo pertenecía, y delEjército del Centro, al que se vinculó la

Defensa indirectamente, como despuésse explicará, es igualmente falsa laafirmación de Zugazagoitia; y no sólo enlo que se refiere al Estado Mayor, sino ala mayoría de los oficiales quepermanecían en Madrid, tildados de«desafectos» (simplemente por no estarafiliados políticamente a ningúnpartido), y sin ejercer cargos de mando,responsabilidad civil o castrense;muchos de ellos acudirían alllamamiento que en la primera jornadaharía el jefe de la Defensa (nos hemosde referir más adelante a él), afrontandoun deber que, por desmoralización,renunciaron a cumplir en el puesto de

peligro, algunos de los que, ejerciendofunciones de mando, o rectoras dealguna actividad, o en cargos civiles,marchaban a Valencia acompañando alGobierno, y a otros que quedaban enMadrid, persuadidos de que ya no habíanada que hacer, pero garantizando susalida oportuna, guardándose en elbolsillo su pasaje en algún avión (entreellos el periodista de referencia).

Más concretamente: de los jefes yoficiales que integraron el Estado Mayorde la Defensa, solamente uno de ellosdeclinó mi llamamiento, por razones queyo estimé justas; los demás marcharon aValencia o continuaron en gran parte en

el EM del Ejército del Centro o enpuestos de responsabilidad, dondeprestaban sus servicios. Siposteriormente se produjo algunadefección no le habría costado muchotrabajo al historiador saber por qué seprodujo, ni quiénes la provocaron con suderrotismo…

Pues bien, los camaradas a quienesme dirigí para formar el EM de laDefensa respondieron resueltamente ysin titubeos; para convencerles les habíahablado sin súplicas ni razonamientos;les planteé la cuestión de maneraconcreta y clara, y en cuanto comprobéque estábamos en completo acuerdo les

rogué una conducta de absoluta lealtaden la colaboración con el comando tantoen la interpretación de la grave situaciónque se ponía en manos del general y enlas nuestras como en el criterio con quedebíamos trabajar sirviendo lealmenteal comandante de la Defensa y al bienpúblico.

Todos los elegidos, menos dos, erande mayor antigüedad que yo y solamenteuno de aquéllos se excusó con razonesdignas de respeto. De su trabajoeficacísimo en los seis largos meses queme cupo la honra de ser jefe del EstadoMayor, y de su espíritu de sacrificiopara sacar del caos a Madrid, para

reorganizar el ejército, para restablecerla disciplina, para resolver lassituaciones gravísimas que se nosplantearon, para despreciar o vencer lasmiserias y las desconfianzas en que senos quiso envolver, y para cumplir laobligación de cada día sin otra ambiciónque la del mejor servicio a nuestrapatria, todo elogio que yo pueda hacerme parecerá siempre pobre.

Comenzamos nuestra tarea sindossiers ni despachos organizados;algunos antecedentes, algunos planos,una balumba de papeles, indescifrablesmuchas veces, y algunas notaspersonales con los datos que cada cual

poseía de su actuación anterior. Setrabajaba en «bloque» más que en«equipo», y a la regular organizacióndel EM no llegamos a través dedirectivas escritas, de órdenes, dedeslinde disciplinario de facultades,encerrándose cada uno en su oficina yentendiéndose rutinariamente con el jefea la hora del despacho o de la firma.

En la primera semana de la defensa,afrontábamos los problemas de cadainstante y de cada día, indistintamente,tal y como surgían. Realizábamosnuestra labor en el mismo local y,durante los primeros días, en la mismamesa de trabajo, una muy amplia, de

mármol, que había en el despacho deayudantes del ministerio, contiguo aldespacho del ministro, donde se habíainstalado el general Miaja[6].

No había turnos para el trabajo;solamente para las comidas; y se dormía—más bien se dormitaba— cuando sepodía. Durante los cuatro primeros díasde labor creo recordar que no durmiónadie.

El lector sabrá disculpar estosdetalles, aparentemente pueriles. Loscito porque revelan cuán distinta es larealidad de las situaciones angustiosasde guerra, de lo que los libros y losreglamentos muestran al hablar del

ambiente técnico en que se fraguan losplanes de las operaciones o de unabatalla.

Me ha parecido también necesariomostrar así, crudamente, aquel ambiente,para desvirtuar ciertas versiones de quela defensa de Madrid la organizaron losjefes soviéticos Gorev y el encubiertobajo el alias de «Martínez», y que ladirigió el Partido Comunista.

Como jefe del EM afirmorotundamente que eso es falso, como esrigurosamente cierto que el agregadomilitar soviético, coronel Gorev,cooperó eficazmente con el comandantede la Defensa, cuya autoridad en ningún

momento dejó de ejercerse; comoigualmente en ningún momentointervinieron las funciones del EM. Sialgunas circunstancias han podidoinducir a emitir aquel juicio, la verdades que ni el comando ni la Junta deDefensa fueron regidos por el PartidoComunista ni por ningún otro partido. Laindependencia política de la mayor partede los jefes del EM, y de las columnas,y la conducta de la Junta son testimonioselocuentes. Si pudo haber algún acto osuceso de su particular iniciativa, comocon ocasión de la llegada de lasprimeras escuadrillas y tanques, y sipudo haber —y las hubo— fricciones en

el empleo de las armas rusas y elpersonal que las manejaba, no fueronotras que las inevitables en horas tanconfusas como las que entoncesvivimos. Oportunamente, y en elogiosuyo, trataré de la personalidad delagregado militar soviético, coronelGorev, como igualmente será realzadaen sus justas proporciones la labordisciplinaria y de organización llevada acabo por el V Regimiento y por loscentros de organización de lassindicales y comités de los partidosrepublicanos, que rivalizaban en susesfuerzos de colaboración, pero quetambién crearon graves situaciones,

cuando alguno de ellos trató deimponerse.

Pero volvamos al tema en sí.Durante esa noche memorable deMadrid, el fantasma del miedo hizo unadrástica depuración, eliminando losuperficial, inservible o maleable, paradejar al descubierto la roca viva; esdecir, barrió lo que había de superfluo oinfecundo a flote, y que llevaba de unlado a otro la marejada de las pasiones,y realzó lo que pudiera haber, yrealmente había, de grandeza en la genteabnegada, que salía a la superficiealumbrando la verdad; y la balanza, paragloria de Madrid, iba a inclinarse

enseguida del lado de la verdad, segúnvamos a ver.

Pocas veces un Estado Mayor, anteuna situación apremiante y gravísima,habrá trabajado con mayoresdificultades, menores medios y menosburocraticamente, pero con mayoreficacia, luchando contra las fuerzasmateriales y espirituales de enemigosvisibles e invisibles, devolviendo bienpor mal y, si vale la metáfora,equipando una cuadriga desvencijadaque había de correr —que ya estabacorriendo— tirada por potros salvajescuyas riendas, nosotros, el EstadoMayor, debíamos poner en manos del

comandante de la Defensa.Y así fue, dejando eliminadas todas

las resistencias, entre las cuales no eranlas peores las que nos proporcionaba lalucha en el frente de combate, sino másbien, y en muchas situaciones, las que senos creaban en el campo propio.

Percibíamos claramente que eldesorden en el frente y en la retaguardiaera tan considerable que era ingenuopretender que con una o algunas«órdenes» pudiera corregirse en unplazo brevísimo como lo exigía lasituación. Pero al fin, con mayor fortunade la que esperábamos, y antes de quetranscurriese un mes, veíamos «entrar en

caja» todo el mecanismo, y nuestro EM,correctamente organizado, trabajaba enorden perfecto, con las funciones biendelimitadas, en un ambiente dehermandad más que de camaradería ycon rigurosa lealtad a nuestro jefe, quiennos honraba con una confianza sinlímites y por quien en ningún momentonos vimos frenados ni intervenidos.

Así se pudo librar a Madrid del caossocial, político y militar del 6 denoviembre y llevar las tropas a unavictoria, bien patente al renunciar eladversario al empeño a que se habíalanzado en aquella fecha: la conquistade la capital de España.

La Junta de Defensa

El segundo de los órganos que aldesplazarse a Valencia el Gobierno dela República dispuso que se organizaraen la plaza de Madrid, para cooperar alMando Militar en la difícil misión quele había señalado, fue la Junta deDefensa (véase doc. 1).

Derívase del texto de dicha ordenministerial que la Junta de Defensa teníauna función auxiliar, debía constituirsec o n representaciones de todos lospartidos políticos que forman parte delGobierno y que tendría, bajo la

presidencia del comandante de laDefens a , facultades delegadas delGobierno, para la coordinación detodos los medios necesarios a ladefensa de Madrid.

Cuando el jefe de la Defensa trató deconstituir el organismo sobre la base delas personalidades más destacadas delos partidos, se encontró con que lamayor parte de esas personalidadeshabían seguido al Gobierno en su éxodohacia Valencia. Por eso tuvo que llamar,junto con alguna personalidad de relievepolítico, a elementos jóvenes de los quevoluntariamente habían decididopermanecer en la ciudad dispuestos a

participar activamente en su defensa, locual fue un buen punto de apoyo deorden moral para la eficacia del nuevoorganismo; pero, además, desbordandola limitación que imponía aquel texto,tuvo dicho jefe el acierto de incorporara representantes de todos los partidos ysindicales, tuvieran o no éstos parte enla responsabilidad gubernamental. Estoiba a ser un buen paso hacia laindispensable unidad de acción, comotambién para liquidar las fricciones queexistían entre los partidos y sindicalespor aquella circunstancia (tener o norepresentación en el Gobierno). Fue asícomo el Comando garantizaría los

primeros frutos beneficiosos,imponiendo un deber común yasegurando la unidad de acción, nacidade la unidad de dirección político–militar y administrativa.

Por ello, no obstante su pomposonombre, la Junta de Defensa no sólo notenía autoridad sobre el ComandoMilitar, sino que le estaba subordinada ycarecía de atribuciones en todo cuantopudiera referirse a lo operativo.

Se trataba realmente de unorganismo político y auxiliar. Conocidaes la intervención que hasta entonceshabía tenido la política, no sólo en ladirección de la guerra, como le

correspondía, sino en la formación decolumnas y ejecución de ciertasoperaciones; el nuevo elemento deacción u órgano que iba a formarse paraparticipar en la defensa de la capitalpodía resultar pernicioso si se persistíaen la conducta interventora de la acciónpolítica sobre la acción militar. Porfortuna no fue así.

La composición de la Junta no laconocimos hasta la tarde del día 7. Laintegraban, como se ha dicho, delegadosde todos los partidos y sindicales, y susprimeros componentes, no obstante teneralgunos de ellos cierto relieve político,no aportaron a la acción de la Junta el

lastre de intervencionismo característicode los primeros meses de la guerra.

Los dirigentes políticos altos omedios que se quedaron en Madrid talvez llegaron a comprender que la guerrahabía tomado un significadoeminentemente nacional y humano; quese trataba de algo más que de ganar elpoder o de conservarlo, y que, a la horade batirse, el Mando Militar necesitabalibertad de acción porque, si éstafaltaba, el fruto que se recogiese nopodría ser otro que el que, tan notoriacomo lamentablemente, se habíaacumulado hasta las jornadas queprecedieron al 7 de noviembre.

Por ello el Mando de la Defensa,para tener una actuación libre de trabas,hizo que se deslindasen concretamentelas actividades que incumbían alComando Militar y a la Junta deDefensa, partiendo de la base de que lasde ambos organismos estuviesenconjugadas. Así se hizo.

En verdad, si interesaba mucho a losdirigentes políticos controlar la buenamarcha de las operaciones, mucho másinteresaba al Mando Militar no sufririnterferencias perniciosas en susdeterminaciones. La Junta de Defensapodía ser un buen elemento rector en lavida ciudadana y un eficaz colaborador

del Comando, pero conduciendo lasactividades de todo orden de laretaguardia y, fundamentalmente, cuantasrepercutían en la potencialidad de lasFuerzas Armadas, a fin de dar eficacia alas actividades civiles involucradas enla lucha, y principalmente y conurgencia: al restablecimiento del orden yla disciplina sociales y al mantenimientode aquella potencialidad con el trabajo yaportaciones de la masa social.

Y sucedió como debía suceder: quedesde el momento de su constitución, ypese a la resistencia que en los primerosdías ofrecieron algunos de sus miembrosy a las torpezas de otros —que pronto

quedaron reemplazados—, lasrelaciones entre dicho organismo y elMando Militar fueron correctas yfecundas.

Inicialmente se acordó que en fin dejornada se celebrara diariamente unareunión para que, a través del jefe deEM, la Junta recibiera información de lamarcha de las operaciones y, al propiotiempo, tuvieran lugar las insinuacioneso peticiones que la acción militarrecababa de la dirección de lasactividades políticas y sociales.

Con tal planteamiento quedómontada una cooperación eficaz quetuvo los mejores resultados durante todo

el tiempo que duró la batalla de Madrid,no obstante haberse prescindido, porrutinaria, de aquella diaria reunióndentro del mismo mes de noviembre.

Los diversos cometidos queasumieron los componentes de la Juntafueron, en realidad, todos los propios deun Gobierno, pero actuando bajo lapresidencia del comandante de laDefensa por delegación de losministerios del Gobierno nacional, yareorganizado en Valencia. Talescometidos fueron: Orden Público,Justicia, Transportes, Industria,Abastecimientos, Información, etc.

En el desempeño de esas funciones,

no sólo ponían en ejecución lasdisposiciones del Gobierno de Valencia,sino las que interesaban específicamentea la defensa de Madrid. Su cooperaciónfue extraordinariamente eficaz en cuantoel mecanismo del mando quedótotalmente montado, y así como elEstado Mayor era completamente ajenoa las cuestiones de índole política oadministrativa que debatía la Junta, enningún caso ejerció ésta presión niintervención alguna sobre el EstadoMayor o sobre los mandos militares. Suactuación contribuyó de manera muynotable a corregir los vicios que sehabían venido cometiendo desde el

comienzo de la guerra.Gracias a esa cooperación algunas

actividades que hubieran tenidoanteriormente una realización difícil, sino imposible, se vieronextraordinariamente impulsadas, ysiempre con notable eficacia, no sólo lasde significado militar, sino las queafectaban al orden, a la moral y a ladignificación que nuestra lucha armadavenía reclamando. Testimonio de susentido de responsabilidad sería el actocon que el más alto Tribunal de Justicia,con sus magistrados y presidente, en suvisita a aquel organismo hicieronpública la adhesión del Tribunal

Supremo a la misión histórica de laJunta de Defensa, ofreciéndose a ellacon toda su significación jurídica ymoral, para colaborar en la obrapatriótica que le había encomendado elGobierno de la República: «Para elTribunal no es solamente un deber, sinoun honor, ponerse a la disposiciónincondicional de la Junta», dijo elpresidente del Tribunal, quien manifestóasimismo que el Pleno de magistradoshabía acordado por unanimidadpermanecer en Madrid, salvo una de lasSalas, que, por disposición delGobierno de la República, se trasladabaa Valencia.

Cuando se escriba la historia de laguerra española, la eficiente labor delos hombres que formaron la Junta deDefensa de Madrid ocupará un lugarsobresaliente y merecerá la gratitud delos españoles. El alcance dado a una desus primeras disposiciones fue ponerdecisivamente coto a los últimosdesmanes del populacho incontrolado,según consta en el siguiente bando:

Por acuerdo de la Junta de Defensade Madrid, y a propuesta de estaConsejería, vengo en disponer losiguiente:

a) A partir de la fecha de lapublicación de esta disposición, la

vigilancia del interior de la capital y susaccesos estará exclusivamente a cargode las fuerzas organizadas que a talefecto disponga esta Consejería.

b) Se autoriza a las organizacionespolíticas y sindicales a establecerpuestos de vigilancia en el interior delos locales que ocupen, pero en ningúncaso en el exterior.

c) Queda prohibido el ejercicio dela vigilancia a las fuerzas que no esténautorizadas especialmente por estaConsejería; sancionándose con arregloal fuero de Guerra toda contravenciónde esta disposición.

Madrid, 9 de noviembre de 1936. Elconsejero de Orden Público. Vistobueno: El presidente.

Por mi parte he creído necesario

exponer los caracteres de esacooperación en este análisis que estoyhaciendo de los medios con que contó elcomandante de la Defensa, porque si nose tuviera en cuenta la labor de esa Juntasería difícil explicar cómo pudoasegurarse la participación de laretaguardia, indispensable para ganaruna batalla, tan difícilmente planteadacomo fue la de Madrid.

Digamos ya, como conclusión, que de larevisión de los medios que pudo hacersecuando se estaba iniciando la batalla sepodía establecer que se disponía de lo

siguiente:

—Un Jefe, el general don José MiajaMenant, auxiliado por tres órganosdel Comando:

a) El Estado Mayor de laDefensa, constituido yorganizado entre las 8 y las 12de la noche del 6 denoviembre, con jefes,oficiales y personal subalternode diversos organismos, queiba a tener a su cargo lasfunciones exigidas por laconducción de las operacionesde guerra.

b) Restos del EM de la 1.ªDivisión Orgánica(desarticulada como taldivisión a raíz del alzamientosubversivo), que asumiría lasfunciones burocráticas derutina, especialmente lasrelativas al entendimiento conel personal civil y lasevacuaciones.

c) Una Junta de Defensa,integrada por representantesde los partidos políticos yorganismos sindicales. Estaríapresidida por el propiocomandante de la plaza y

entendería en los problemasde índole politicosocial, encuantas actividades afectasenal orden y disciplina de laretaguardia y, de modoexpreso, a la cooperación deésta en la acción militar y,especialmente, en lo relativo aabastecimientos y transportes.

— Una s tropas, irregulares en suorganización, con mandosimprovisados, sin otra instrucción yaptitud (salvo algunas pequeñasunidades que subsistían de laantigua organización regular) que laadquirida según el tiempo de su

actividad combatiente; condisciplina defectuosa y designificado más político quemilitar; arbitrariamente armadas yequipadas; de efectivos sóloaproximadamente calculables; demoral muy variable, que iba desdeel apasionamiento ideológicoextremo hasta la linde del fácilderrumbamiento en las situacionescríticas; con dotaciones, recursos,potencia aplicable y movilidadinestimables; dislocadas en elfrente de combate en formadesordenada y confusa; en unestado físico (especialmente el de

quienes sostenían la lucha) deagotamiento por la intensidad de laacción, que sostuvieronininterrumpidamente las seisjornadas precedentes.

—Una red de enlace y transmisionesentre las columnas y con el mandomuy defectuosa, intervenida y dedudosa eficacia en lo operativo.

—Un apoyo artillero precario.— U n apoyo antiaéreo nulo; y un

apoyo blindado y anticarroineficiente e incontrolable enaquellos momentos y difícil deponderar, por escapar a lasatribuciones de la Defensa el

manejo de los escasos medios deesa índole con que el MandoSuperior pudiera contar.

— U n sistema de abastecimientospositivo que podía garantizar, bajoel control del Mando y de la Juntade Defensa, un mantenimientoeficaz, incluso durante acciones delarga duración.

— U n a reserva humana, (en laretaguardia), copiosa,desorganizada y sujeta a laintervención política.

— U n a reserva de armamento yrecursos bélicos desconocida.

—Una moral de guerra en crisis, que

lo mismo podía evolucionar enplazo breve hacia una exaltación deincalculable valor como hacia sucompleto derrumbamiento.

El Sistema de Fuerzas formado porlos combatientes (dislocación deunidades, articulación, misionesespecíficas, ponderación de medios,enlaces, etc.) era simplista, lineal,formando un cordón de agrupacionestácticas con la simple misión, a vecesintuitiva, de contener al atacante. Dichosistema se puede sintetizar en este ordende batalla (véase croquis 3) de oeste aeste:

1 . Columna Barceló: En la zona deBoadilla del Monte–Majadahonda,reorganizándose a base de unidadesque habían sido batidas sobre lacarrera de Extremadura.

2 . Columna Fernández Cavada: Enanálogas condiciones en el espacioPozuelo de Alarcón–Húmera–Estación–Aravaca.

3. 3.ª Brigada: Desembarcando en laregión Aravaca–Estación–Pozuelode Alarcón, procedente de la Basede Organización de Valencia. Sehabía constituido a base deCarabineros y personal movilizado.

Ejercía el mando el capitán deCarabineros José María Galán.

4 . Columnas Enciso y Clairac:Cubriendo la Casa de Campo en lalinde con la carretera deExtremadura.

5 . Columna Escobar: Cubriendo lazona de Carabanchel Bajo ycarretera a Extremadura conefectivos desconocidos y dosbaterías.

6 . Columnas Rovira y Mena:Cubriendo las carreteras a Toledoy Andalucía con las unidades quese habían batido en ese frente.

7 . Columnas Líster y Bueno:

Cubriendo las zonas de Entrevías yVillaverde y amenazando el flancoderecho del adversario. Parte deesas fuerzas estabanreorganizándose en Vallecas.

8 . Reservas: a) De dos a cuatrobatallones en organización en loscentros de reclutamiento de lospartidos políticos y de laInspección de Milicias; b) De dos acinco baterías incompletas, quedesempeñaban la misión de acciónde conjunto; c) Algunas unidadesde Transportes, que se hallabanmanejadas por los Sindicatos; d)Algunas unidades de trabajadores

(empleados principalmente entrabajos de fortificación) queestaban manejadas en su mayorparte por técnicos civiles.

Los efectivos de los batallonesoscilaban entre los 150 y los 700hombres y el total podía evaluarse,arbitrariamente, entre los 15 000 y20 000 combatientes.

El frente asignado a la defensa teníaun desarrollo aproximado oscilanteentre los 32 y los 35 kilómetros.

Prácticamente no se disponía deAviación y las tropas no teníanasignados Carros de combate ni

blindados. Existían los restos de laspequeñas unidades que se habíanempleado en la sierra desde el comienzode la guerra y los que pudiera haber enrazón de las adquisiciones hechas en laUnión Soviética y que tan desafortunadoempleo habían tenido en el mes deoctubre en el combate de Seseña; peroéstos no estaban a disposición delcomandante de la Defensa, sino delministerio, y se desconocía su cuantía.

El adversario

Para dejar completo el cuadro queva a desarrollarse en nuestro suceso

táctico nos queda por considerar estetercer factor de la situación.

Se trata del adversario: ¿Quésabíamos de él? ¿Cuáles eran supotencialidad, sus posibilidades, sueficiencia técnica…? ¿Qué amplitudtenían sus propósitos y sus planes? ¿Quéobjetivos tácticos elegiría paraasegurarse la victoria, en el tiempo másbreve y del modo más decisivo,desarticulando y destruyendo nuestroinconsistente sistema de fuerzas?

Y, al saber algo de eso, siquierafuese por indicios, conjeturas odeducciones, ¿cuál debería ser nuestraconducta para contrarrestar su acción, a

sabiendas de que tenía la iniciativaoperativa, y para afrontar, hasta dondenos fuese posible, el cumplimientovictorioso de nuestra misión?

Desde los combates de Olías eIllescas, sobre la carretera de Toledo, yel de San Martín de Valdeiglesias,donde se había podido frenar su avancepor unos días, aceleró su maniobraactuando rápidamente por su alaizquierda y después por el centro,alcanzando la línea de los Torrejones ydesde ésta, sin solución de continuidad,persistiendo en sus ataques frontales,hasta desembocar en una línea que podíaser su base de partida para el ataque

definitivo a Madrid.El 6 de noviembre conocíamos,

aunque no con precisión, la clase detropas con que operaba:preponderantemente fuerzas moras y delTercio de Extranjeros; conocíamos suelevada moral y su apasionamiento; sutécnica; su combatividad; la calidad desus cuadros de mando, forjados en sumayor parte en el ambiente militar deÁfrica; su capacidad de maniobra encampo abierto y su agresividad en elchoque… Habíamos comprobado en elcombate de Illescas que estabareforzado y apoyado con armasextranjeras (Artillería, Carros de

combate y Aviación), perodesconocíamos el volumen de susmedios y efectivos, aunque losconsiderábamos muy superiores a losnuestros, como juzgábamos también muysuperiores, en todo orden, susposibilidades, debido a la concurrenciade cuantos factores tácticos definen lapotencialidad de una fuerza armada.

Sabíamos que había sido reforzadoespecialmente con Artillería durante losúltimos días de octubre.

Notorio era, en fin, que sus planes ypropósitos concurrían en la finalidad deconquistar rápidamente la capital,considerada por entonces como el

objetivo principal de la actividadbélica.

Desde el día 10 de noviembre habíainiciado una nueva etapa de su maniobraque no había tenido solución decontinuidad, y en su progresión habíaganado sucesivamente (véase croquis3):

—Sevilla la Nueva, Brunete y Pinto,los días 1 y 2;

—Villaviciosa de Odón y Móstoles,el 3;

—Getafe, Alcorcón y Leganés, el 4;—Cerro de los Ángeles, Villaverde,

Carabanchel Alto y Campamento

de Ingenieros, el 5 y el 6.

Considerábamos muy probable que,simultáneamente a su maniobra, llevasea cabo la reorganización y despliegue desus fuerzas, tomando contacto cada unade sus columnas con la parte de nuestrodispositivo que en el ataque general a laciudad debiera ser arrollado, lanzandodicho ataque sin darnos tiempo siquieraa poner orden en nuestro desorden.

En sus alas, otras fuerzas de sudispositivo general estaban bienapoyadas en la sierra y en él río Tajo;pero los flancos de sus sistemas defuerzas tal vez eran demasiado extensos

y ofrecieran espacios mal cubiertos acausa de la rapidez que había tenido sumaniobra. Sin duda había podidoestimar que nuestras guarniciones endichos flancos también eran débiles,cosa probada por el fracaso de nuestroscontraataques; pero, a pesar de esto, eranotorio que ofrecían zonas sensibles anuestras reacciones.

En suma, por la conducta observada,podía preverse que la mayor parte desus medios sería lanzada rápidamentecontra nuestra línea de combate,caracterizada por su inconsistencia,según había podido comprobar el propioadversario.

Madrid estaba ya bajo el fuego desus cañones. Disponía de una buenabase para su actividad aérea y de otraexcelente base de partida para lascolumnas que se lanzaran al asalto de lacapital. Aproximándose a cubierto delos suburbios, siguiendo los mismos ejesde maniobra que venía utilizando, podíaalcanzar los puentes que dan acceso a laciudad, por el sur, desde el de Segovia,que orienta la penetración hacia la Plazade España o la Puerta del Sol, hasta elde la Princesa, que conduce a Atocha yla Castellana. Desde la zona de laChina, por el arroyo Abroñigal, podíadesbordar la ciudad por el este y

alcanzar el barrio de Ventas del EspírituSanto, donde podían ser cortadasnuestras comunicaciones con Alcalá deHenares y Levante y, prácticamente,envolver todo el Sistema de Fuerzas delEjército del Centro.

Para admitir como probable unamaniobra de esa naturalezanecesitábamos más datos, indicios oinformaciones, los cuales, en eldesorden que imperaba, resultaban muydifíciles de obtener.

Interesaba conocer su Sistema deFuerzas. Sin embargo, ni siquiera lalocalización del centro de gravedad desu despliegue dejaría al descubierto la

idea de su maniobra, pues por elpequeño desarrollo de la base departida que ya había ocupado (8 kmdesde el campamento de Ingenieros en lacarretera de Boadilla del Monte hasta elVentorro de los Pájaros, sobre lacarretera de Toledo), podía modificardicho centro de gravedad, así como eldespliegue artillero, en pocas horas. Porotra parte, la forma alternativa comohabía venido operando por sus alas ycentro no consentía prejuzgar ladirección en la que fuera a descargar suesfuerzo principal.

La aceptación excluyente decualquier hipótesis resultaba azarosa.

Era necesario salir de la incertidumbre;pero ¿cómo? En cualquier caso nuestrareacción tenía que ser poco valiosa paracontrarrestar las diversas circunstanciasque el ataque pudiera tener.

Previsible era, como reacción máseficaz de la defensa, el contraataque poruna o ambas caras de la cuña que yaformaba su frente de ataque; yadmitíamos la posibilidad de hacerlo, yafuese por nuestro flanco izquierdo, abase de la Columna Líster (cuyosefectivos eran un misterio), o pornuestro flanco derecho, con las tropasfrescas de la Brigada 3, más la columnaBarceló, probablemente la más

numerosa, pero también la másdesorganizada y desmoralizada.

Las posibilidades de éxito pornuestra izquierda las considerábamosdudosas, porque desde el contraataquede Seseña (29 de octubre) hasta el del 3de noviembre, llevado a cabo sobreParla y los Torrejones, se habíafracasado en esas reacciones, ya fuesepor la escasa potencia que el MandoSuperior pudo darles, o por la enérgicaoposición que el adversario ofreció.

Por nuestra derecha también eraincierto el éxito, porque la Brigada 3aún no había recibido su bautismo defuego, y las columnas de Barceló y

Cavada estaban integradas por unapolvareda de unidades (restos de ellas)que habían sido batidas durante los díasanteriores.

Digamos ahora que, desde el puntode vista de la maniobra, el terrenofavorecía al adversario, por cuanto éstedominaba la zona de maniobras de ladefensa desde posiciones más elevadas,que descendían al valle del Manzanares;aunque del lado de los defensores sedisponía de recursos de valorsobresaliente para una lucha defensiva,como eran: poder apoyar la resistencia,en unos lugares, en las zonas edificadasde los suburbios, a caballo de las

carreteras que penetran en Madridviniendo del S y del SO, y en otros, enzonas cubiertas de bosque, como la Casade Campo.

Teníamos también a nuestro favor laposibilidad de una excelenteobservación, que podíamos efectuarsobre la totalidad del despliegueenemigo, desde la propia capital, y ladisposición envolvente de nuestro frentede maniobra.

Y, en fin, la línea del Manzanares,situada la noche del 6 de noviembre anuestra retaguardia, no podía decirseque fuera un obstáculo para el atacantepor cuanto ese río o riachuelo es

vadeable; pero para la defensaconstituía un apoyo excelente donde eraposible reorganizar en último extremo elfrente, cubriendo las entradas a lacapital, tanto porque en su ribera nortese ofrecía una zona cubierta, apta paraque las tropas se reorganizaran a suamparo, como porque favorecía el fuegode los combatientes, y, en fin, porquepermitía inutilizar la maniobra de loselementos motorizados, entorpeciendosu paso a través de los puentes.

Fijadas las cualidades de las fuerzasque iban a atacar la plaza y lasposibilidades de todo tipo que en ellasconcurrían, sólo nos resta sintetizar su

orden de batalla, que era el siguiente:

Jefe: General don José Varela.Tropas de primer escalón:

Alaizquierda:

Columna 1. Tte. CoronelAsensioColumna 4. Tte. CoronelCastejónColumna 3. Tte. CoronelBarrón

Aladerecha:

Columna 2. Tte. CoronelDelgadoColumna 5. Tte. CoronelTella

Estas cinco columnas ofrecían unacomposición similar, a base de tresunidades de choque cada una (fuerzasmoras o del Tercio), una batería de 75 o105 y una compañía de Zapadores.Estaban a las órdenes del coronelYagüe, jefe del Tercio de Extranjeros.

Tropas de segundo escalón:Columna 6. Comandante Alonso.Columna 7. Teniente coronel

Bartomeu.Tenían igual composición que las

columnas de primer escalón.

Tropas de tercer escalón:

De composición más variada y conmayor dotación de Artillería y deunidades de base política: Falange yRequeté. Sus unidades se hallabandislocadas en forma dispersa, cubriendopuntos sensibles de la retaguardia y enlas líneas del Jarama y del Tajo. Conellas se formarían dos nuevas columnas,las 8 y 9.

Tropas no encuadradas en lasColumnas:

Columna de Caballería. Tenientecoronel Monasterio. Disponía deescuadrones de sables, 2 dearmas de acompañamiento y una

batería.2 Tabores de Regulares.16 Baterías de artillería 65, 105 y

155.Compañías de carros de combate (1

de ligeros y 2 de pesados).2 Compañías de Zapadores.Varias baterías de morteros de 81,

ametralladoras antiaéreas,Mehaznias, compañías demarinería y fuerza de la GC.Aviación de caza y bombardeo(efectivos desconocidos).

Servicios diversos.Podrían concurrir a la maniobra,

además de las fuerzas citadas, las

unidades que se estaban organizando enToledo y Talavera y reservas o unidadesencuadradas en el frente de la serranía.

La totalidad aproximada de susefectivos, teniendo en cuenta los que sonpropios de la organización regular delas pequeñas unidades, y reduciendo eltanto por ciento normal de bajas, en lastropas de primera línea que se veníanbatiendo, puede estimarse alrededor delos 30 000 hombres.

Entre las cooperaciones que en sumaniobra iba a recibir el adversariodebe considerarse la de la QuintaColumna (de efectivos y posibilidades

considerables, pero desconocidos),según hizo público el propio adversario;y en contraposición con nuestro orden debatalla, que acusaba pocos combatientesen la primera línea de la defensa y unaconsiderable masa desorganizada en laretaguardia, el enemigo ofrecía la masaprincipal de combatientes en lascolumnas de ataque y con escasasreservas para alimentar la maniobradesde la retaguardia.

Debe consignarse que en la totalidadde combatientes (unidades) aparecíansimplemente cinco batallones desoldados de reclutamiento regular ovoluntario y, de ellos, solamente uno

(Batallón de Voluntarios de Sevilla), enlas cinco columnas del primer escalón.En general, la masa de dichas unidadesla formaban tropas procedentes delEjército de África: y en el conjunto deesas fuerzas solamente había dosbanderas de Falange (Marruecos yCáceres) encuadradas en la Columna 8.Otras se encontraban dislocadas entrelos organismos de retaguardia. Alreorganizarse el Sistema de Fuerzas eldía 10 se incorporarían las banderas deCastilla y Sevilla.

Los datos que figuran en el orden debatalla expuesto han sido tomados de laspublicaciones hechas por el adversario

con posterioridad a la guerra. En rigor,lo ignorábamos la noche del 6. Sedesconoce si en el ataque inicial aMadrid participaron los voluntariosirlandeses y portugueses (Tercio deViriato); la Legión Cóndor alemana, sinembargo, pudo ser identificada conocasión de la maniobra dedesbordamiento del frente de Madridpor el Jarama, y las Divisiones Italianas,durante el intento de envolvimiento delEjército del Centro por Guadalajara. Esprobable que los extranjeros quecooperaran con el adversario en losprimeros días del ataque estuviesenencuadrados como voluntarios en las

unidades del Tercio.

La Quinta Columna

Así como al hacer la valoración delos medios propios juzgamos necesariodecir algo del Estado Mayor y de laJunta de Defensa, ahora, en este análisisdel factor adversario, nos sentimosobligados a considerar un elementonuevo que aparece por vez primera en lahistoria militar, condicionando lasituación de manera premeditada yorganizada. Tal es la Quinta Columna.

En todas las guerras hubo quintascolumnas; pero su incorporación al arte

de combatir como factor integrante de lamaniobra y de acción encuadrada en losplanes es realmente una innovación queaporta a la belicología la Guerra deEspaña.

Forman la Quinta Columna loselementos que, encubiertos en el campoadversario, se mantienen positivamenteorganizados para participar de maneraactiva en la lucha, en condiciones detiempo y espacio previstas, tan prontocomo suene la hora de la decisión, tantoen las acciones que la preceden como enla rápida explotación del éxito, cuandoéste se alcance.

Actúa esencialmente en el interior

del campo enemigo y principalmente ensu retaguardia, de tal modo que sedesarticulen la organización, lasposibilidades materiales de lucha y elmanejo de los medios, se interfieran lascomunicaciones, se desgaste o abata lamoral, se reduzca la potencialidad ytodo, en fin, quede desbaratado de unamanera acorde con las tropas operantespara hacer más fácil, voluminosa, rápiday decisiva la derrota. Realmente es unacolumna operativa con fuerza y poderpara actuar por la espalda sobre lastropas organizadas que mantienennoblemente la lucha en el frente.

No se trata de simples espías o

saboteadores, de agentesdesmoralizadores, ni de merosagitadores, sino de una mallafuertemente tejida, que se tiende sobretodas las actividades en las cuales sepueda restringir o anular la capacidadde acción, el poderío de las columnascombatientes o el de los comandos.

Esa Quinta Columna, que ya estabamontada en Madrid desde antes delcomienzo de la guerra, según hanrevelado sus propios componentes,había fracasado al iniciarse el conflictoy durante los cuatro primeros meses deactividad bélica; pero ahora, cuando setrataba del asalto a Madrid, podía entrar

en juego de manera decisiva, haciendoimposible que el Gobierno lograra loque aún podía conseguir: laconservación de la capital.

De aquí que, sabiendo la existenciade ese poder oculto, el mando tuvieraque adoptar la decisión de hacerle frentepara anularlo si entraba en acción y, eso,tanto por la ayuda que representaba paralos atacantes como por el caos socialque su actuación pudiera provocar en laciudad: aquello tenía una evidenterepercusión militar; lo segundorepresentaba un gravísimo peligro designificación humana.

No entra en los textos del arte de la

guerra la consideración de este factor enla lucha en campo abierto, porque, eneste caso, la Quinta Columna tiene unaactuación muy limitada; pero cuando setrata de la defensa de una ciudad de másde un millón de almas, su consideraciónes ineludible y tiene ese doblesignificado que ya hemos señalado, pueses sabido que muchas derrotas, lomismo en la acción estratégica que en latáctica, se inician y cristalizan en laretaguardia, y se consuman, a veces, apesar del triunfo de las fuerzas en elfrente de combate. Los guerrilleros,también de raíz española, y losparacaidistas, producto de la última

conflagración, responden igualmente aesa clase de acciones sobre laretaguardia, pero de ningún modo hayque confundir sus actividades bélicas nisu organización con las de las quintascolumnas.

Pues bien, en el caso de la defensade Madrid, el peligro de la QuintaColumna resultaba patente, y no porquelo hubieran descubierto los defensores,sino porque el adversario lo había hechopúblico desde el comienzo de la guerra,a través de su prensa y propaganda;manifiesto y grave error, que provocórepresalias sobre los sospechosos depertenecer a ella.

En lo que se refiere a la batalla deMadrid, los indicios de que dichacolumna estaba alerta se manifestaron elmismo atardecer del 6 de noviembre;pero su actividad quedó rápida yautomáticamente cortada, por iniciativade las tropas de Milicias quepermanecían en los cuarteles de lacapital. Después, durante la batalla, enrazón del curso favorable que tuvo paralos defensores, la actuación de la QuintaColumna careció de eficacia operativa,aunque supo mostrarse muy activa enalgunos períodos, tratando de provocarla desmoralización y las desercionesentre los combatientes, así como

desarrollando actividades informativasal servicio de las tropas atacantes.

De la existencia y presencia de laQuinta Columna tuvo el Comando de laDefensa información abundante yconstante. Se reveló también a través deinnumerables hechos de los que sehablará oportunamente, entre los quedestacan el incidente de la Embajada deFinlandia y la explosión en la estaciónDiego de León del metropolitano.

Era notorio que potencialmente yaunque no estuvieran encasilladas,pertenecían a ellas muchas gentes de lasderechas políticas y sociales residentesen Madrid; mas no por esto fueron

objeto de represalias. Algunos fuerondenunciados con fundamento, o porsimples sospechas; los organismos decontrol los fichaban como «desafectos»y las fuerzas de orden público losvigilaban.

Otros permanecieron encarceladosdurante la guerra o gran parte de ella sinmás consecuencias; algunos, máshábiles, podían circular y actuarlibremente con documentación quelograban a través de los amigos queignoraban aquella circunstancia, o queaviesamente les facilitaban los propiosquintacolumnistas incrustados enorganismos militares y civiles, centros

políticos de izquierdas, sindicatos,industrias, etc.; constituían unaverdadera plaga que habría de salir a lasuperficie en los momentos de crisis.

El denominador común quevinculaba sus acciones era,manifiestamente, el odio de raícespolíticas e ideológicas, el peor quepuede alentar al hombre, para incurrir enlos más graves desmanes, lo mismo enlas derechas que en las izquierdas,abriendo campo a la deshumanizaciónsocial, signo lamentable de nuestrotiempo, lo que en Madrid se revelaríaanticipadamente.

La misión

El Mando Superior fijó al generalMiaja la misión asignada a la defensa enun documento que le fue entregado ensobre cerrado, al despedirse elGobierno para marchar a Valencia alanochecer del 6 de noviembre, cuandose le designó comandante de la plaza(véase doc. 1).

Al propio tiempo se le entregó otrosobre cerrado al general Pozas,comandante del Ejército del Centro,cuyo Cuartel General debía instalarse enla cuenca del Tajuña o del Tajo(Tarancón), precisándosele la conducta

que debía observar dicho ejército.Ambos sobres tenían que ser

abiertos al amanecer del día. Nuncallegué a conocer las razones que podíanaconsejar esta limitación, en unasituación de guerra que evolucionabarapidisimamente.

Según se comprobó en ambosdocumentos, las misiones, atribuciones,responsabilidad y autonomía operativaque se fijaba o concedía a dichos jefesno concordaban bien; y medió lacircunstancia que muy bien pudo serobra del azar, que tales documentosocuparan el sobre que no lescorrespondía, es decir, en el dirigido al

general Miaja se introdujo la orden de lamisión asignada al general Pozas, y en elde este general la que se fijaba a Miaja.

Pero quiso también el azar que porel carácter apremiante de lo sucesos, lagravedad de las circunstancias, que sehacía agobiante aquella noche del 6, ypara evitar que ésta transcurriese sinadoptar las ineludibles disposiciones deprimera urgencia para la defensa de unaciudad que iba a ser atacada en plazo depocas horas, y se con jurase, cuandomenos, la confusión subsiguiente, elgeneral Miaja resolvió no esperar alamanecer del 7, cuando ya estarían lejosde Madrid el CG del Ejército del Centro

y el Gobierno y, con ello se habríanmultiplicado las dificultades para unentendimiento rápido y directo conambos escalones del Comando Superior.

Mediada la noche, el general Miajaabrió el sobre que se le había entregado:contenía la directiva que el jefe delGobierno y comandante supremo de lasfuerzas de la República daba al generalPozas, pero no la misión que a él lecorrespondía y de la que tan sólooralmente se le había adelantado susignificado más sencillo.

Sin duda, se había producido unaconfusión en el curso de tan importantedocumento, pero el efecto mínimo que

tal error burocrático iba a provocarsería que se retrasase el conocimientode la misión concreta que la Defensadebía cumplir, así como las condicionesque el Mando Supremo estimaba quedebían observarse en su desarrollo. Sinembargo, conocer lo esencial erabastante y se sabía: defender la capitalde España; lo demás, las condiciones deesa defensa, en poco podían mermar elalto significado de tal misión.

Por fortuna se pudo encontrar algeneral Pozas antes de que se ausentarade Madrid, deshacer el error en que sehabía incurrido y conocer cuanto debíaconocerse, pues el general Pozas

también resolvió abrir su sobre antes dealejarse de Madrid con su CuartelGeneral, y había sufrido la mismasorpresa, cayendo en igualincertidumbre por ignorar el mandatoexpreso que se dictaba al Ejército delCentro.

Observamos ahora que en el oficioal general Miaja (véase doc. 1) se leordenaba taxativamente:

1. «La defensa de la capital a todacosta».

2. Llevar esa defensa hasta el límite yen el caso de que a pesar de todoslos esfuerzos haya de abandonarse

la capital…3. Si los defensores fuesen

expulsados de Madrid «las fuerzasdeberán replegarse en dirección aCuenca para establecer una líneadefensiva en el lugar que leindique el General Jefe delEjército del Centro».

4. El comandante de la Defensa debíaestar siempre en contacto ysubordinación con el comandantedel Ejército del Centro para losmovimientos militares, y del querecibirá para la defensa.

La idea de abandono del objetivo

que aparece en el inciso 2 contradice elmandato terminante del 1. El abandonoestá militarmente descartado cuando seordena la defensa a toda costa, porqueen caso de cumplirse el mandato seperece en él o se es expulsado de laposición a viva fuerza: el comandante dela Defensa optó por acatar el primerpunto renunciando a toda idea deabandono.

Lo consignado en el inciso 4 hacíainexplicable la servidumbre impuesta deno abrir los sobres hasta el amanecerdel día 7, pues si el general Pozas debíadar las órdenes para la defensa eranatural que lo hiciese antes de partir

(acción prevista por el ComandoSuperior para antes del amanecer) y abase de la misión general de su ejército.También parecía obligado que ambosgenerales considerasen conjuntamente elproblema militar, sin que se aplazasenlas órdenes que hubiera de dictar elgeneral Pozas, pues la pérdida detiempo podía hacerlas inaplicables.

En otro orden, los conceptossubrayados en el 4 fueron motivo deconfusión y provocaron algunasfricciones, por fortuna sintranscendencia, por el buen sentido conque procedieron ambos generales: seinterpretaron tales conceptos en el

sentido de que la idea de subordinación,operativamente sólo se refería a losmovimientos y a la conducta defensivaque pudiera derivarse de un repliegue,mas no en lo que se refería a la estrictadefensa de la ciudad a toda costa, porcuanto las funciones de mando en lacapital, política y militarmente, iba aejercerlas el comandante de la plaza,como presidente nombrado de la Juntade Defensa, y porque, como tal, actuabaen funciones delegadas directamente porel Gobierno, sin interferencia delEjército del Centro.

Resulta por demás evidente que si elcontenido de ambos sobres hubiera

seguido cambiado hasta el amanecer deldía 7 otros efectos inevitables derivadosde aquel error hubieran podido ser:

a) Que ambos generales se habríanencontrado al amanecer del día 7 sinsaber qué mandato expreso recibían, y,en contradicción, el general Miaja, aquien se imponía la defensa «a todacosta», sólo se enteraba de la idea demaniobra hacia el Tajuña o el Tajo quese señalaba al general Pozas para elEjército del Centro, induciéndoles así aadmitir la idea de repliegue[7]. A su vezel general Pozas se enteraba de que susubordinado y él sólo eventualmente —en caso de fracasar la defensa de la

capital— podían pensar en la retirada ala línea del Tajo o del Tajuña, y si talmaniobra la imponía el adversarioapremiantemente (como las deanteriores jornadas), tendría que hacerlodirigiendo la maniobra desde un PCimprovisado y prácticamentedesconectado de todo su frente demaniobra, por carecer de la necesariared de transmisiones desde Tarancón.

b) Que para deshacer el error,pasando el contenido de cada sobre a suverdadero destinatario, y que éstosconocieran con tiempo útil su verdaderamisión (teniendo en cuenta la distanciade Tarancón a Madrid) habrían sido

necesarias de dos a tres horas: o sea,que el general Miaja no habría conocidosu misión de defensa «a toda costa»hasta ese tiempo, después que hubieracomenzado el ataque; y si comoconsecuencia del ataque las milicias,por obra de la desmoralización, sehubieran retirado en desorden, comovino sucediendo en los combates del surde Madrid, las probabilidades dederrota se habrían multiplicado y ni elgeneral Pozas habría podido cumplircon oportunidad y eficacia lo que seindica en el inciso 3, ni el general Miajaorientar su retirada hacia Cuenca, ocoordinar su repliegue con el de las

fuerzas de la serranía, por no existir ental momento un mando que gobernase elconjunto de la acción, ni unas órdenesprecisas para dar articulación a lamaniobra.

c) Cabe añadir a las circunstanciasexpuestas la derivada de los sucesos quese habían producido la noche del 6 enTarancón (detención, por una unidad deMilicias, de algunos ministros yautoridades cuando se desplazabanhacia Valencia, como protesta por susalida de la capital en los momentos depeligro para la ciudad), a virtud de lacual el general Pozas tuvo que quedarprovisionalmente con su CG en el valle

del Tajuña.d) No se puede decir que aquellas

horas de la noche del 6 al 7 el Comandode la Defensa hubiera permanecidopasivo hasta las 6 de la mañana (horaindicada para abrir el sobre), pero sí sepuede afirmar que no se habríaexplotado al minuto el tiempo de que sedisponía antes del ataque y que algunasde las importantes disposiciones que sedictaron habrían quedado diferidas hastaconocer el documento encerrado en elsobre.

Expuesto el hecho comentado y lascircunstancias que en él concurrieron,dejo libre el campo a la especulación,

pero afirmo que aquel error burocrático,o minúsculo, pudo tener repercusionesgravísimas en orden a la defensa de lacapital.

El pensamiento del Mando Superior,conocido oralmente por el general Miajaantes de partir aquél para Valencia, fueinterpretado admitiendo que debíagarantizarse la defensa de la capital porlo menos durante siete días para queaquel Mando Superior montara y llevaraa cabo, bajo su alta dirección, unamaniobra o fuerte contraataque quedebía desembocar desde el valle delJarama (región de La Marañosa) sobrela retaguardia enemiga, a fin de cortar

sus comunicaciones con Toledo yExtremadura.

Se sabía que tal maniobra debía serrealizada por una parte de las Brigadasque estaban organizándose en Levante(1.ª, 2.ª, 3.ª, 4.ª, 5.ª, 6.ª nacionales y XI yXII internacionales), algunas de lascuales ya estaban en la fase detransportes hacia la zona de maniobras.De dicha acción se esperaba por elMando Superior un resultado decisivo,pues se pretendía batir al enemigo o,cuando menos, obligarle a retirarse delfrente de la capital.

Visto el problema de conjunto en elcuadro del Ejército del Centro, resultaba

evidente que la defensa de Madrid nopodía quedar desvinculada de la de lasfuerzas de la sierra dependientes dedicho ejército, como tampoco de la quepudiese llevar a cabo el MandoSuperior al sur de la capital, con tropasfrescas.

Cualesquiera que fuesen losresultados de tal operación, ésta tendríarepercusiones para la defensa de Madridy en la subsiguiente actividad delSistema de Fuerzas de todo el ejército.

En todo caso, a la defensa deMadrid le interesaba saber: 1.º, quéayuda podía recibir para cumplir sumisión, en vista de la penuria de medios

que aquella noche se revelaba, y 2.º,cómo debía coordinarse su maniobracon la de las fuerzas de la sierra, a lasque inexorablemente estábamos ligados,en la buena y en la mala fortuna.

Para estimarlo así basta observarque la totalidad del frente defensivo, enel momento que iba a iniciarse la batalla(véase croquis 1), se apoyaba en laserranía, formando un extensosemicírculo por el norte y el oeste paraentrar en la llanura del sur de Madrid,dejando en nuestro poder Boadilla delMonte, Pozuelo de Alarcón, Húmera yCarabanchel Bajo; quedaba controladapor las fuerzas leales la línea del

Manzanares y el Jarama hastaCiempozuelos y, desde este punto,seguía la ribera del Tajo, paradesprenderse de ella eventualmente enla cabeza de puente de Toledo y, másallá, aguas abajo, después de Talaverade la Reina, donde doblaba hacia el surpara enlazar con lo que después sería elfrente del Ejército de Extremadura.

Por el norte, el frente de combateabandonaba la serranía en Lozoya,cubría Buitrago y el embalse de Lozoya,pasando por el sector de Guadalajara,donde dejaba en nuestro poder Tamajón,Cogolludo, Jadraque, Almadrones yCifuentes, al este de cuyo caserío seguía

el cauce del Alto Tajo hasta los montesque circundan Albarracín por el sur,donde enlazaba con el frente de Aragón.

Todas las fuerzas desplegadas enese extenso frente formaban una granbolsa que iba desde Vaciamadrid hastaCifuentes, y sus comunicacionesgravitaban hacia Levante, donde sehallaba realmente nuestra base deabastecimiento y hacia la cual estabanorientados los ejes carretero yferroviario.

Resultaban así evidentes estas dosconclusiones: que la caída de cualquierporción de dicho frente, en la parte quedependía del Ejército del Centro,

repercutiría peligrosamente en lasposibilidades de conservación de lacapital e, inversamente, que la caída deésta haría extremadamente difícil para elEjército del Centro el repliegue delfrente de la sierra y la conservación desus comunicaciones con Levante. Ambosriesgos cobraban mayor valor, en razónde la penuria de medios y ladesorganización de las fuerzas, y porquea lo largo del frente existían numerososespacios que se hallaban simplementevigilados.

Aunque la responsabilidad defensivadel comando de la capital se contraía,según ya se ha dicho, al espacio

comprendido entre el río Guadarrama(al O de Boadilla del Monte) yVaciamadrid (al SE de la capital), si sehabía de resistir una embestidamedianamente reiterada, era necesarioprever las reservas de que íbamos anecesitar para alimentar nuestra propiamaniobra.

El Ejército del Centro no disponíade ellas, porque las de la serraníahabían acudido a cubrir el frente creadopor el avance de las fuerzas del flancoizquierdo enemigo, desdeNavalagamella hasta el río Guadarrama.

Al reorganizar las fuerzas se hacíaindispensable crear nuestras propias

reservas, fijando su volumen, ubicacióny clase de tropas, según la traza quediéramos a nuestra maniobra defensiva,si era posible darle alguna con aquellapolvareda de combatientes. Mas comola formación de tales reservas no eracuestión que pudiera resolverse en unani en dos jornadas, urgía recabar delMando Superior el envío de unidades ymedios procedentes de la retaguardia.Así se hizo, reclamándolas con urgencia,con apremio, tal y como la situaciónaconsejaba.

El objetivo

El objetivo que se planteabacategóricamente a ambos beligerantesera para uno: conquistar la capital aviva fuerza; para otro: defenderla a todotrance.

Pocas veces el objetivo de unaacción bélica se ha mostrado con tansobresaliente poder como en el caso dela batalla de Madrid, por cuanto era, alpropio tiempo, un objetivo de valorestratégico y táctico, político y social,económico y geográfico. Podía sertambién el objetivo decisivo de lacontienda, si bien, por el significadohumano e ideológico de ésta y por laspasiones colectivas —nobles y bajas

pasiones— que alentaban la lucha nopudiera atribuírsele tal carácter, ya quetantas eran las razones que autorizaban aconsiderarlo con ese poder resolutivocomo las que abonaban la posibilidadde que al cambiar la ciudad de mano lalucha continuara gobernada con mayorcrudeza por obra de aquellas mismaspasiones. Los hechos se encargarían demostrar cuán grande fue aquel poder.

La importancia atribuida al objetivopor ambos contendientes quedó reveladaen el hecho de que los dos Sistemas deFuerzas que se batían absorbieron lamayor parte de las reservas en hombresy materiales que pudieron crear o

adquirir durante cuatro largos meses susrespectivos comandos superiores.Igualmente se reveló en el tesón puestopor los contendientes en su lucha durantetodo aquel tiempo y, del lado de losatacantes, porque no dudaron en recurrira los más diversos tipos de maniobra,según vamos a comprobar en laexposición.

Períodos y fases de la batalla

Para analizar el hecho tácticoconviene observarlo en la totalidad delos sucesos que lo integraron a fin deestablecer un orden, un método de

exposición que nos permita seguir sudesarrollo con un criterio didáctico,desde su origen hasta su terminación.

Interesa también hacerlo así paracomprobar que tales sucesos iban a daral acontecimiento total una expresióndistinta de la que normalmente tiene loque en términos militares se clasificacomo BATALLA[8], cuando dos ejércitos,frente a frente, ordenan sus medios pararealizar un acto de fuerza, impuesto porla misión recibida, en el que uno de loscontendientes, en un espaciodeterminado, ha de quedar vencedorganando un objetivo.

Como todas las batallas, la de

Madrid tenía un antecedente demaniobra, ya conocido hasta la nochedel día 6. Correspondía al tiempo quehabía mediado entre el 6–X–36 y el 6–XI–36, durante el cual el adversario,partiendo de la base Maqueda–Torrijos–Toledo, maniobró paraconsolidar su enlace con el frente decombate ya existente en la serranía, aloeste de Madrid, y ganaba una buenabase de partida, para dar el asalto oataque a su objetivo, dejandopreviamente cubierto su flanco derecho,apoyado en la línea Jarama–Tajo.

De igual modo tendría suconsecuente: formarán éste las

operaciones que se libren en el frentedel Ejército del Centro después de labatalla de Madrid, cooperando a laactividad que se desarrollaba en losdemás frentes que integraban el total dela guerra. Tales operaciones, si bienafectarían a la conservación de lacapital, en realidad, sólo respondían aunos fines de cooperación en el cuadrogeneral de la guerra. De talesoperaciones la primera sería la batallade Brunete, librada en los primeros díasde julio de 1937.

Encuadrada por esos antecedentes yconsecuentes, la batalla de Madrid sedesarrollaría desde los primeros días de

noviembre de 1936 hasta los últimos demarzo de 1937. Tendría manifestacionesmúltiples en cuanto al empleo de losmedios y a las formas y se actuaría en lalucha con todos los recursos y armaspropios de la acción bélica, a excepciónde los gases. La estructura de la batallaen el tiempo y en el espacio puedeprecisarse del siguiente modo (véasecroquis 1).

PRIMER PERÍODO: DEL 4 AL 7 DENOVIEMBRE

ATACANTEAcciones preliminares : Aproximaciónpartiendo de la base Getafe–Alcorcón–Leganés, para la ocupación de la base

de partida elegida para el asalto a laciudad, montando el correspondienteSistema de Fuerzas.

DEFENSORAcciones preliminares : Las derivadasde las circunstancias de la retiradasobre la ciudad. Disposiciones deprimera urgencia impuesta por lasituación. Montaje del Sistema deFuerzas para la defensa.

SEGUNDO PERÍODO: DEL 8 AL 30 DENOVIEMBRE

ATACANTEAtaque directo a la ciudad: Lucha enlos suburbios y en la Casa de Campo.

Penetración en la Ciudad Universitaria.Reiteración de los ataques.

DEFENSORReacciones contra el ataque directo:Contraataques y resistencia a todotrance. Reorganización de las fuerzas.

Este segundo período culminará enel fracaso del ataque directo. Losdefensores podrán consolidar su frentedefensivo. Y la totalidad de accionesque el período abarca se llevarán a caboen las fases siguientes:

1.ª Avance del atacante hasta la líneadel Manzanares, que sólo pudo

alcanzar en la séptima jornada, enun pequeño sector y por una sola desus columnas.

2.ª Ataque de las columnas delesfuerzo principal según el ejeelegido para provocar la decisiónde la batalla por el ala izquierda desu Sistema de Fuerzas (CiudadUniversitaria).

3.ª Esfuerzo decisivo para quebrar laresistencia, penetrando en lacapital desde la base de la CiudadUniversitaria, y

4.ª Reiteración del ataque directo endiversos sectores del frente decombate mantenido en el lindero de

Madrid (suburbios del sur) pararomper la defensa por alguna zonadébilmente mantenida.

TERCER PERÍODO: DEL 30–XI–36 AL 15–I–37

ATACANTEAtaque indirecto: Maniobra contra laderecha para cortar las comunicacionesde Madrid con el frente de la sierra:Ataques en las zonas de Húmera yBoadilla del Monte.

DEFENSORReacciones contra el ataque indirecto:Repliegues locales y consolidación del

nuevo frente, sin pérdida deposibilidades de resistencia ni demaniobra.

Estos ataques se realizaron en dosfases sucesivas separadas por unperíodo de reorganización para darmayor potencia al esfuerzo. En laprimera, el esfuerzo atacante se agotósin alcanzar su objetivo; en la segunda,el plan de maniobra no alcanzó sus finesesenciales.

CUARTO PERÍODO: FEBRERO DE 1937

ATACANTEAtaque indirecto: Maniobra dedesbordamiento del ala izquierda de la

defensa, para cortar la línea decomunicaciones con Levante: Batalladel Jarama. Fracaso del plan demaniobra.

DEFENSORReacción contra el ataque indirecto:Reorganización del mando y del frente.Cesión limitada del terreno sin pérdidade posibilidades de maniobra ni demantenimiento.

Esta maniobra se descompuso en dosesfuerzos sucesivos:

1. El ataque en la región de La

Marañosa para dar seguridad a sudespliegue y preparar una maniobramás profunda en dirección deAlcalá de Henares, desde una baseque dominara el valle del Jarama.El objetivo era limitado y lamaniobra tenía carácter local.

2. Maniobra de paso del Jarama,actuando hacia Arganda y Moratade Tajuña para profundizarulteriormente y cortar lascomunicaciones. Por la importanciade esta maniobra y el volumen demedios puestos en acción se le hadado el nombre de batalla delJarama

QUINTO PERÍODO: MARZO DE 1937

ATACANTEManiobra de envolvimiento de la plazade Madrid y del Ejército del Centro :Batalla de Guadalajara, a cargo delCuerpo Italiano. Fracaso de lamaniobra. El adversario renuncia a laconquista de Madrid.

DEFENSORReacciones contra la maniobra deenvolvimiento: Maniobra por líneasinteriores. Contraataque general.Derrota del Cuerpo Italiano.Conservación de las líneas deoperaciones y comunicaciones.

Esta maniobra, llevada a cabo sobreel eje Sigüenza–Guadalajara, combinadacon la que había fracasado en el períodoanterior en Jarama, y que en esteperíodo se debía reproducir, visaba eltotal envolvimiento del Ejército delCentro y la consiguiente caída de lacapital de España. Su fracaso condujo ala desviación de las actividadesoperativas a otros teatros de la guerra.El conjunto de las maniobras realizadasse ha sintetizado gráficamente en elcroquis 4.

3. ACCIONESPRELIMINARES

La maniobra hasta el lindero de laciudad y sus repercusiones

Fracasado el contraataque deIllescas a primeros de octubre con elcual quiso el mando del Ejército delCentro contener el ataque a Madridbatiendo a la principal columnaadversaria que maniobraba teniendocomo eje la carretera de Toledo, lasfuerzas, replegadas con algún desorden,

se reorganizaron en la línea de losTorrejones, a vanguardia de la carreterade Valdemoro a Griñón.

Los elementos más avanzados nollegaron a apoyarse en lasfortificaciones que, en forma dispersa yprincipalmente a base de nidos deametralladoras, se habían construidoprecipitadamente para que fueranocupados por el primer escalón de ladefensa de la capital.

La desorganización que se habíaproducido en las fuerzas no les permitióafrontar los ataques incesantes ynumerosos que en todo el frente y conmanifiesta superioridad llevaban a cabo

las columnas enemigas.Continuó el repliegue sobre Madrid

en forma ciertamente desordenada y sólose ofrecían resistencias localizadas enalgunos lugares donde actuabanunidades de moral exaltada o queestaban conducidas por jefes audaces yvalerosos.

La confusión fue extraordinariamientras nuestras tropas se hallaron encampo abierto, y sus esfuerzosresultaban baldíos, porque las pequeñasunidades que los realizaban se veíanfácilmente desbordadas y en peligro deser envueltas, en razón de la mayoraptitud maniobrera de las tropas

enemigas y por ser mejor elencuadramiento y la conducción de lasmismas. Nosotros, prácticamente,carecíamos de cuadros subalternos demando.

En tales condiciones ymultiplicándose la confusión prosiguióel repliegue hasta la línea Campamentode Retamares–Carabanchel Alto–Villaverde.

Tan categórico era nuestrodesconcierto en el montaje y manejo delSistema de Fuerzas (si así podíallamarse el enjambre de pequeñasunidades dispersas por el sur deMadrid) que una acción de cuña más

audaz que hubiera realizado eladversario, por su mayor capacidad demaniobra y empleando más potencia enel centro, habría aclarado su situaciónfavoreciendo la resolución del problemaestratégico que se había planteado.

Sin duda le faltó información veraz opesó en sus determinaciones la durezade los combates habidos en la región deTalavera de la Reina; lo cierto fue quedespués de dichos combates, pornuestras dificultades en la conducciónde la maniobra de conjunto y por elarbitrario empleo que se hacía de laspocas fuerzas organizadas de que sedisponía, nuestro Mando Superior tuvo

muy mal cubierto —prácticamentedesguarnecido— el eje del esfuerzoprincipal del atacante (carreteraTalavera–Maqueda–Madrid), apenasdefendido durante toda una larga semanapor unos cuantos centenares de hombressin reservas.

Pasada esa crisis estimábamos pornuestra parte que en la maniobraenemiga presidían las ideas deseguridad, continuidad y articulación,más que las de audacia, sorpresa yrapidez de la acción con un mínimo depausas. No obstante, después de laocupación de Toledo, a medida que sereducía el frente de aplicación de la

cuña de maniobra (quedó reducido a lamitad al pasar de la base de partidaBargas–San Martín de Valdeiglesias a labase Pinto–Brunete) aumentaba lapotencia de sus golpes, sin que nuestroya deshecho frente logrará reconstituirsecon la mínima cohesión.

En síntesis: las unidades de miliciaspodían resistir esporádicamente enalgunos lugares donde se imponía laenergía de algunos jefes, pero esto noimpedía que el conjunto fueseincesantemente arrollado y que elrepliegue careciese de un mínimo deorden, aunque en la lucha semultiplicasen los actos de valor.

Por eso en muy pocos días pudopasar a manos enemigas la importantezona de maniobras que se extendía en elespacio comprendido entre su base departida inicial a primeros de octubre enMaqueda–Bargas y la que alcanzaron eldía 6 para el asalto a la ciudad a laaltura de Carabanchel.

Como ya se ha dicho, en esosmismos días el Gobierno decidió sudesplazamiento a Valencia. Se habíadiscutido en el campo político conopiniones contradictorias (y muy agrias)si procedía efectuarlo. Prevaleció larespuesta afirmativa, y los rápidosprogresos de la maniobra atacante en los

primeros días de noviembre obligaron aque se llevase a cabo con algunaprecipitación.

Tal circunstancia provocó, primero,una crisis que deprimió la moral de lamasa ciudadana y después una reacciónque sería, en el orden militar, favorablea la defensa, por cuanto el pueblomadrileño comprendió la gravedad delpeligro de ver asaltada su ciudad y lanecesidad de consagrarseabnegadamente a su defensa.

Tal crisis se manifestaba en unossectores en forma de exaltaciónpatriótica, vinculada o no a sus idealespolíticos, pero ahora con un significado

profundamente humano; en otros sedescubrían caracteres de negropesimismo, temor, desconcierto,miedo…; los más eran víctimas de laduda, ¿era posible la resistencia oinevitable la caída?; sin embargo, lacrisis era cierta y la ansiedad de saberqué iba a suceder tenía, en los más,signos de angustia.

El resultado de esa crisis dependíarealmente de cómo se revelase lavoluntad de acción de las masashumanas (combatiente y meramenteciudadana), es decir, de cómo seprodujese la revulsión del enfermo queiba a entrar en período de coma, hacia la

muerte o hacia la vida. En período decoma las probabilidades de vida sonmínimas. Iguales eran, en aquellosmomentos, las posibilidades de salvar lacapital.

El doctor (Gobierno), al despedirsedel paciente, le había recetadosimplemente unos paliativos sintrascendencia curativa alguna, dejándoloen manos de Dios para que la fe y lanaturaleza hiciesen lo que la cienciarectora de la política no había sabido opodido hacer. Y fueron esa fe, a travésde la moral de guerra, y esa obra de lanaturaleza, a través de la voluntad (saviainextinguible en el hombre español, en

sus horas difíciles), las que produjeronuna exaltación de la moral, a la quecontribuyeron poderosamente losdirigentes políticos, viejos y jóvenes,que voluntariamente se quedaron enMadrid conservando sin desmoralizar elespíritu de sacrificio, luchando hasta elfin, y gracias a él, y sus arengashabladas o escritas en la prensa y radio,mantuvieron encendida la pasión delucha. Todo eso provocó la revulsiónnecesaria devolviendo al enfermo unavitalidad inusitada, en la que se ponía derelieve que la combatividad del hombreque se batía defendiendo ideales, bien omal comprendidos, pero ideales al fin,

no se había extinguido todavía.Y pudo ser así porque aquellos

fueron momentos en que los factoresnegativos que podían inclinar la balanzahacia el fracaso se mantuvierondiscretamente ocultos. Algunos de ellosse han revelado después, como éste, deun autor ya citado (Zugazagoitia) quemuestra crudamente el pesimismo quedominaba en algunas personas y sectorespolíticos de relieve. Si estos detalles nose conociesen, descritos por quienes lesdieron vida, el lector difícilmentepodría coordinar todos los factores deaquella crisis de moral. Dice así aquelautor:

Prieto, que hizo un rato de tertulia ennuestra redacción, no recataba supesimismo. Estaba afligido por la suertede la capital. La consideraba perdida…

—La noticia de la marcha delGobierno se conocerá mañana y nohabrá quien no crea que se trata de unafuga. El silencio de que se ha rodeado eltraslado le da esa apariencia dedeserción. En la guerra, las previsionesson inexcusables y es equivocadoesperar el último momento, porque enla precipitación se hacen mal las cosasque importa mucho que se hagan bien.¿Usted qué piensa hacer?

—Quedarme —le respondí—.Nuestro periódico no puede dejar depublicarse. Una suspensión en estascircunstancias supondría el acabamientode nuestro partido. Además, que las

cosas que hayan de suceder no irán tanrápidas como para que necesitemossalir esta misma noche a uña de caballo.

—Mañana ni pasado, en efecto, nocreo que suceda nada; pero al siguientedía, no se haga Ud. ilusiones, las tropasde Franco estarán en la Puerta del Sol.

—¿De verdad cree Ud. eso quedice?

—Sí, de verdad. ¿Piensa Ud. otracosa? Lo que le he dicho. Dentro detres días estarán en la Puerta del Sol…

Y poco más adelante perfila el autorel pesimismo que flotaba en el ambientemadrileño, poniendo en boca delcronista de guerra de su diario —que sejustificaba por no poder enviarlematerial publicaba— las siguientes

palabras:

—Aquí no se entiende nadie. Esto esuna casa de orates furiosos. No quierasaber lo que se dice del Gobierno. Damiedo andar por los pasillos (se refiereal Ministerio de la Guerra). Todo elmundo se va y los que se quedan ¡quécaras tienen! No se incomode conmigosi no le mando nada. Es que no puedo.Materialmente no puedo (…). Sitenemos que levantar el campo losabremos los primeros; que eso no ledé cuidado. A cualquier hora del día ode la noche sabrá si tiene que hacer lamaleta. Es bueno que siempre tenga uncoche dispuesto y las pistolas paradefenderlo en la carretera.

La crisis que acabamos de exponerno podía percibirla el adversario, peropor su proceder parece que la intuía. Loque no podía sospechar ni intuir era lamutación que simultánea einsensiblemente se estaba produciendoen la masa combatiente, ajena a aquelderrotismo.

Pensando con la lógica en la mano,nuestros adversarios veían fácil, llana,rápida la culminación de su obraentrando en Madrid, pues era natural queasí lo estimasen después de laexperiencia de un mes de operacionesvictoriosas y, especialmente, por losresultados que habían obtenido los

últimos cuatro días. De aquí que,paralelamente a la elaboración de suOrden de Operaciones para la maniobrade ataque, otros organismos ajenos alMando Militar redactasen el programade festejos con que se había de celebrartan gran acontecimiento, tanto en Madridcomo en toda España.

Esperaban como suceso natural yfulminante el derrumbamiento de lamoral de su adversario. Pero la verdad,al otro lado del Manzanares, era que lamoral se exaltaba de manera pocasveces igualada.

Este hecho, concebido por pocos,provocado no se sabe por quién, pero

alentado por innumerables hombres ymujeres de acción, sin distinción declases ni de matices políticos, yvivificado por la voluntad de cientos demiles de españoles, entre los quenaturalmente no contaban los que sehabían marchado a Valencia, hizo variaren el curso de media jornada elpanorama de la lucha.

Ésta sería una sorpresa para Madrid,para los propios combatientes yespecialmente para el adversario: en elorden técnico, fríamente considerado,resulta de difícil explicación.Trataremos de hallarla en este estudio.Por ahora, para comprender lo que ha de

venir, sí cabe afirmar de maneracategórica que los inmutables principiosdel arte de la guerra, la voluntad devencer, la acción de conjunto y lasorpresa, que hasta el comienzo de labatalla de Madrid, «habían brillado porsu ausencia» (ausencia que explicabalos reveses), iban a mostrarse a ella conla plenitud de su poder y de su eficacia.He ahí cómo la más breve y confusa delas etapas que dan estructura a dichabatalla iba a resultar la de máximatrascendencia tanto en el ordenespiritual como en el material.

Actividades en el Comando de laDefensa

Situémonos en el ambiente delEstado Mayor: desde la misma nochedel 6 de noviembre y de acuerdo con elcomandante de la plaza en lainterpretación del problema,comprendimos la necesidad de noperder una sola hora en la adopción dealgunas medidas de máxima urgencia.Fueron las siguientes:

1. Convocar a los jefes de las fuerzasque operaban cubriendo los ejes de

penetración en Madrid, y a losjefes de organismos de retaguardia(Parque de Artillería,Abastecimientos, Sanidad,Transportes, etc.), para obtenerinformación directa y precisa de lasituación y de la disponibilidad demedios, y darles órdenes (lastransmisiones funcionaban mal y sesospechaba que estabanintervenidas).

2. Informar a los combatientes y a laciudad del cambio de mando y delos propósitos del comandante quese había designado para dirigir ladefensa.

3. Poner orden en el desorden reinanteen el frente y en la retaguardia.

4. Asegurar, con elementos de enlace,la relación con los mandosresponsables y con las unidadesque pudieran localizarse en elfrente de lucha, garantizando lacontinuidad de esa relaciónmediante un sistema detransmisiones directamentecontrolado por el comando.

5. Dar vida a una consigna a la queunánimemente se atribuyó lamáxima importancia: todos loshombres aptos para la lucha ytodas las armas que poseían y se

mantenían en la retaguardia,debían desplazarse al frente,porque allí estaba el deber de losprimeros y el más eficaz empleode las segundas.

6. Citación a los jefes y oficialesdisponibles en Madrid para serempleados dando una nuevaestructura a la red de mandos.

7. Establecer una permanente yestrecha colaboración con cuantosorganismos oficiales o privadospudieran auxiliar al mando osimplificar su libertad dedeterminación en la conducción delas fuerzas.

8. Resistir sin idea de repliegue.Exigir que todos mantuviesen, através de jefes responsables,contacto permanente con elComando de la Defensa. Asegurarenlaces laterales entre las unidadesy columnas del frente de combate.Reaccionar sistemáticamente contralas infiltraciones de pequeñosgrupos. Intensificar las tareas defortificación en todo el frente yesperar nuevas órdenes, quellegarían dentro de la jornada del7, tan pronto se aclarase lasituación y se estableciese unordenamiento táctico de las tropas.

Todo ello sería tema de la ordencategórica que se daría a los jefesde columna que acudieran alllamamiento indicado en el inciso1; a los demás se les comunicaríamediante agentes de enlace antes deamanecer.

9. En razón de la manifiesta penuriade medios, recabar del mandoSuperior las urgentes ayudas que seconsideraban indispensables y quese precisarían tan pronto seconociesen las disponibilidadesreales de la defensa.

Todo lo indicado se hizo

apremiantemente, o quedó prendido conalfileres para su ulterior realización,cuando las circunstancias lo hicieranposible.

Al llamamiento indicado en el inciso6 respondieron sobradamente los jefes yoficiales disponibles, lo que permitiócrear una estructura de mando que teníaestas bases de eficacia: el entendimientorecíproco, la canalización jerárquica dela función de Mando y la restauracióndel sentido de responsabilidad en elcumplimiento del deber militar, quecomenzó a prevalecer sobre cualquierotro tipo de deberes.

La eficacia de las medidas

sintetizadas no se hizo esperar, aunquela plenitud de su eficacia se produjesemás tarde.

Las primeras doce horas de ladefensa fueron tan críticas comofecundas. Desde los primeros cañonazosdel atardecer del 6 a las primeras horasdel ataque del 7 había transcurrido unanoche de verdadera fiebre bélica, paraaquel enfermo que era Madrid, y laespiritualidad del enfermo pasaba delmáximo desaliento a la máximaexaltación. Fueron horas de extremaconfusión y desconcierto; choque deunas voluntades firmes con otrashuidizas, desmoralizadoras. A las 12 de

la noche aún dominaban en el ambientelas ideas de evasión, afanes de eludir loque se estimaba un aplastamientoinevitable, porque las manifestacionesde la lucha durante los días 4, 5 y 6 denoviembre habían atraído el fantasma dela derrota con todos sus implacablesaugurios y mostraban como luzmortecina próxima a extinguirse la deldeber político, militar, nacional,humano…

Mas, si para unos era ya un deberimposible de cumplir, porque todoestaba agotado, para otros la tarea habíade cumplirse hasta el sacrificio total,porque lo que se defendía no era una

entelequia, sino un derecho, el de lasoberanía, y un ideal, el de la libertad,encarnados en una ciudad de un millónde almas, que podía conocer, con lavergüenza de la derrota, el horror de lasrepresalias.

A pesar de ello también era ciertoque en Madrid había una crisis demoral, crisis de posibilidades, crisis deorganización, crisis de disciplina ycrisis de pánico. Este último se habíaproducido en la cumbre, pero se resistíaa descender hacia abajo, al llano. Habíacomenzado políticamente en los planossuperiores afectando a toda la estructuradel Estado y al trascender hacia la masa

social, incomprensiblemente, según losmás elementales tratados de psicologíade muchedumbre, se veía frenado,primero, y rechazado, después. ¿Porqué? Tal vez porque en aquella masaciudadana de Madrid y en aquellasituación vibraban más hondamente lasvirtudes, era más genuino el patriotismo,más claro y firme el sentido del deber; ytal vez porque por obra de su mismaineducación, al sentirse liberado elhombre de convencionalismos, suconciencia le situaba frente a la imagende su hogar, la urbe asaltada y loshorrores con que la imaginaciónenvolvía a esa imagen provocando en el

hombre sencillo la ebullición de lossentimientos nobles que dan laverdadera calidad espiritual.

No caben aquí especulacionesliterarias ni metafísicas. Sólo quieroaportar algo de luz sobre una situación yunos hechos que dejaron al descubiertoesta verdad indiscutible: el gigantescoespíritu de sacrificio del hombreespañol, que se disponía a defenderMadrid con una abnegación que no seríaretórica, sino realidad candente quetestimoniarían los hechos mismos.

No cabe duda alguna de que en esecomplejo psicológico creado por lasmúltiples circunstancias, que se han ido

señalando, pesaban los idealespolíticos, las creencias religiosas ysociales, los intereses de unos y otrosgrupos involucrados en el problema, lasinfluencias de los agitadores, lasconsignas, las arengas, el incesantemartilleo de la prensa y la radio, lasalocadas promesas de los que ofrecíanmucho y nada podían dar, el temor a unmañana dramático…, pero insisto en quetodo eso se vio superado por la crudaimagen de esta realidad: el hombre antesu deber de hombre, de padre, de hijo,de patriota, de ente vinculado a unaempresa, cuyo significado justiciero ydigno intuía hondamente, sin que

apareciese la duda, pero aunque nollegara a comprenderlo ni supieseexplicarlo.

La lucha, el día 7 de noviembre

Se habían dado órdenes imperativas,categóricas: resistir sin ceder un paso.Lo exigía Madrid; y esto no habíaocurrido hasta entonces.

Ese día, cuando se inició el ataque,aún se perdió algún terreno porque eldesequilibrio de poder material y deorganización lo hacía inevitable; pero yano se cedía gratuitamente; sólo en algúnlugar se era arrollado, pero no se dejaba

de combatir y se luchaba con mayorvigor.

Los primeros partes llegados alcomando acusaban que se combatía entodo el frente, desde Villaverde hastaPozuelo y Boadilla. Por los agentes deenlace y los comandantes de unidad y decolumna se nos informaba que laresistencia era más tenaz y que sereplicaba al ataque con el contraataque,aunque no se hiciese con el orden quepodía desearse. Pero se luchaba en todoel frente y aparecía clara la enérgicaresolución de no dejarse aplastar.

La Brigada 3, en nuestro flancoderecho, empeñaba tímidamente sus

elementos avanzados en un frentedemasiado amplio y encontraba en eladversario, más que una réplicaagresiva, una actitud prudente, deprotección, tal vez resultante de lasorpresa motivada por aquella reacción.

Las fuerzas de la Casa de Campohabían sido arrolladas en el lindero,pero contenían la penetración en la zonadel bosque.

En los suburbios el combate parecíamostrarse inicialmente de mayorintensidad, pero allí los defensoresexplotaban el apoyo de edificaciones.

Del conjunto de las precariasinformaciones que llegaban al comando,

y no obstante la confusión que imponíanlas noticias contradictorias, se podíasacar la impresión de que el adversariohacía el ataque rectamente sobre laciudad, frontalmente y por las alas.

La población civil también acusabauna enérgica reacción. En la callevibraba un nuevo espíritu y en losaccesos a Madrid podían apreciarse dosmanifestaciones expresivas: la erecciónespontánea de barricadas y el rechazohacia el frente de los milicianos que,solos o en grupos, trataban de refugiarseen la ciudad. De este modo, al frenteafluía, desde la retaguardia, lacontundente expresión de la voluntad de

resistir que vibraba en la ciudad.Del lado adversario, si bien se

percibía que acentuaba su presión, aúnno dejaba al descubierto el ataque un ejede principal esfuerzo que visase laruptura; parecía más bien que se tratabade derivar hacia el río la totalidad delfrente de contacto.

En suma, se había cedido algúnterreno, pero la resistencia había sidomás enérgica y eficaz. Era indicio ciertode la intensidad de la lucha lamultiplicidad de peticiones, algunasagobiantes, que llegaban de todos lossectores: armas, municiones, reservas,apoyo de Artillería y de Aviación.

A todos los lugares desde donde sereclamaban esas ayudas, especialmenterefuerzos, se envió lo que se ibarecuperando de la retaguardia,combatientes, cuadros y algúnarmamento recogido de aquí y de allá,de los cuarteles, de los centros deorganización, de los pésimos milicianosque veían en la retaguardia el mejorambiente para su guerra. En aquellabúsqueda y depuración colaboró conextraordinaria eficacia la Inspección deMilicias.

Al terminar la jornada subsistía laconfusión, pero se podían apreciar estassatisfactorias realidades: que las riendas

de la conducción estaban en manos delComando de la Defensa, que la moral delucha no era ficticia, que se habíaperdido poco terreno y que los atacantesno habían llegado al Manzanares.

Un suceso crítico

La fortuna quiso que en las primerashoras de la noche llegara a nuestrasmanos, inopinadamente, la OrdenGeneral de Operaciones (véase doc. 3)que el mando de las fuerzas adversariashabía dictado para el ataque a Madrid.La llevaba consigo un oficial de Carrosde combate adversario, que en los

combates preliminares había caído ennuestras líneas.

La importancia del documento nohabía sido apreciada por quien habíahecho la captura, pero —cosa rara enaquella situación— tuvo el acierto deaportarlo, como elemento deinformación, en el momento que noshallábamos cenando los miembros delCuartel General.

Mi sorpresa fue extraordinariacuando me entregaron el documento y ledi la primera ojeada para ver de qué setrataba, mientras continuaba la cena.Aprecié inmediatamente la importanciadel hallazgo, aunque pudiera ser

fraudulento, e informé de ello al generalMiaja.

Éste no pudo disimular su sorpresani su júbilo, del que hizo partícipes asus comensales. En alguno de ellos semanifestó el deseo de conocerlo ydiscutirlo. Pero pensando que no era elmomento de enfrascarnos en laboriosasdiscusiones bizantinas, o que pudiera serdesvirtuado o inutilizado, pedíautorización para marchar a estudiarlocon mis camaradas del Estado Mayor, afin de proponer, si procedía, las órdenesurgentes que fuese indispensable daraquella misma noche, pues si eldocumento era verídico quedaban

escasamente ocho horas para que elpeligro que pesaba sobre Madrid seconvirtiera en acción incontenible.

Leído detenidamente el documentose le atribuyó validez, y para cristalizaren el orden operativo nuestropensamiento en una propuesta, seestudió con la rapidez que los hechosexigían la conducta a seguir paracontrarrestar la maniobra enemiga quehabía quedado al descubierto tancasualmente.

A la reacción moral anteriormenterealzada y notoriamente cierta, sesumaba este afortunado suceso que tanpocas veces se da en la guerra: conocer

en tiempo útil la Orden de Operacionesdictada por el mando adversario. Deello resultaba que la resistencia, que yase había hecho posible por obra deaquella reacción, podía ser eficaz, y elvuelco a nuestro favor de la suerte de labatalla iniciada, y de la misma guerra,dejaba de ser una entelequia.

Sintetizando el documento, cuyaexpresión gráfica he trazado en elcroquis 5, puede decirse lo siguiente:

Las columnas 4, 1 y 3 formarían elala izquierda del ataque, constituyendola masa encargada del esfuerzoprincipal. La 4 cubriría el flancoizquierdo para crear la seguridad en el

curso de la maniobra a las 1 y 3, lascuales realizarían la acción profundaarrollando y batiendo por sorpresa anuestras fuerzas en la zona boscosa de laCasa de Campo. Penetrarían a través delos boquetes abiertos por la Artillería enlas tapias que circundan el bosque y porlas puertas de Roda jos y el Batán.Después, progresarían rápidamentehacia el Manzanares, que pasarían porpuentes y vados, profundizando hastaocupar a viva fuerza una base de partidapara la maniobra dentro de la ciudad,base definida por el frente que va desdeel cuartel de la Montaña hasta la cárcelModelo, dominando el barrio de

Argüelles y teniendo batidas con fuegolas principales avenidas de penetraciónde Madrid: Cea Bermúdez, Fernando elCatólico, Bulevares, Plaza de España,Gran Vía y calle de Bailén.

Tal objetivo era ambicioso y sólopodían confiar alcanzarlo en una jornadaadmitiendo que el adversario estuvieraya derrotado. Tan persuadidos debíanestar de su fácil éxito que se precisabaen la orden de operaciones la ubicaciónque debían tener dentro de Madrid lospuestos de mando de las columnas queiban a penetrar en la ciudad.

Confirmaba también la confianza conque el adversario montaba su maniobra

el hecho de que la seguridad de esaprofunda penetración se encomendase auna columna (la 4) que había de hacer unlargo y curvo recorrido, desde Rodajoshasta el Clínico, y ocupar puntos tansensibles e importantes como eranGarabitas, los puentes y el Clínico.

Las columnas 2 y 5 atacarían haciael Manzanares para alcanzarlo (sinrebasarlo) en el frente que iba desde elpuente de Segovia al de la Princesa(Andalucía), atrayendo y amarrando alrío a las tropas de la defensa, mientraslas tres columnas anteriores lasdesbordaban penetrando en la ciudadpor su flanco.

De las otras cuatro columnas, la 7 yla 8 se mantendrían cubriendo losflancos y la retaguardia (ni a éstas ni ala de Caballería se le asignaba misiónoperativa concreta en la orden), y lasotras dos, la 6 y la 9, se mantendrían enreserva en manos del mando y con lamisión complementaria de dar seguridada la base de partida del ataque (CuatroVientos–Villaverde–Leganés–Alcorcón).

El frente de maniobra del adversarioera de 20 a 22 kilómetros desde la zonade Campamento a la de Villaverde; elfrente de ataque era solamente de 8kilómetros. En este pequeño frente se

iban a empeñar inicialmente 5 columnas,con 15 batallones; de ellos, 9 en elesfuerzo principal y profundo, y 6 en eldemostrativo y frontal.

Una masa artillera de seis Grupos(de 15,5; 10,5 y 6,5) y otra de Aviación(desconocida), que actuaba a lasórdenes directas del comando delataque, así como una masa de Carros(pesados y ligeros) apoyarían elconjunto de la maniobra, reforzando a laArtillería adscrita a las columnas.

Idea de maniobra de la defensa

Admitimos desde el primer momento

que tratar de contener por una reaccióndirecta y frontal, de choque, y con labaja calidad técnica de nuestras tropas,un ataque de la envergadura del que yahabía comenzado, era un empeñoilusorio y burdo. Entendimos que lamejor solución era actuar sobre elatacante con una acción inesperada y enun punto muy sensible, para provocar lacontención por efecto de la sorpresa,tanto o más que por el poder delesfuerzo material, dando lugar a ladesarticulación de su rigorista ydetallado dispositivo de fuerzas ymecanismo de ataque que habíamontado, y, especialmente, en la parte

fundamental del mismo: los medios ymisiones del principal esfuerzo(columnas 4–1–3).

Ese punto sensible quedaba aldescubierto en su Orden deOperaciones. Se revelaba, en ésta, undesprecio del adversario, que hacíafactible la sorpresa.

Ese desprecio es un vicio de guerrarelativamente frecuente, al que nisiquiera escapan los conductores degrandes empresas de trascendenciahistórica: incurrió en él Napoleón enWaterloo, en Rusia y en España; Hitler,después, también cometería el mismoerror en Libia y en la URSS. En nuestro

caso se revelaba ese desprecio en larealidad (que naturalmente no trascendíaa la Orden de Operaciones) de lassolemnidades preparadas para celebrarla conquista de Madrid, y en la propiaOrden de Operaciones por la relacióndesorbitada de algunas misiones y pocosmedios asignados para cumplirlas.Evidentemente, en la Orden deOperaciones se toman medidas deseguridad para contener posiblesreacciones contra los flancos de lasfuerzas del ataque pero se despreciabael vigor y el alcance que esas reaccionespodían tener. En verdad ese vigornosotros mismos lo ignorábamos, pues

ya se ha dicho que la noche del 6 denoviembre desconocíamos el volumende nuestras tropas y medios. Eladversario, sin duda, también andabamal informado.

Pero eran hechos ciertos, queescaparon al control adversario, quehacia su flanco izquierdo se habíanreplegado numerosas pequeñasunidades, que se reorganizaban a lasórdenes de Barceló en la zona Boadilla–Majadahonda (oeste de Pozuelo), y quedesde el día 6 desembarcaba enAravaca–Estación–Pozuelo la Brigada 3de nueva organización. Ambas fuerzas ylas que aún ocupaban Húmera y Pozuelo

constituían, en potencial, una amenazaque debía hacer incierto el éxito de lacolumna 4, obligada a un largo flanqueoy con una gran variedad de objetivosmuy importantes que ocupar y defender.Si tal peligro potencial se convertía enreal la maniobra podía fracasar, alquedar sin la necesaria protección elesfuerzo principal.

Disponíamos de muy poco tiempopara maniobrar y nuestra única tropamedianamente organizada y mandada,equipada con medios adecuados para unesfuerzo intenso, y bien situada parareducir al mínimo el tiempo necesariopara entrar en acción, era la Brigada 3,

que en aquellos momentos ya habíaempeñado parte de sus fuerzas, un tantoal azar, pero útilmente, según luego secomprobó.

La disposición relativa de nuestrosfrentes de combate (envolvente elnuestro) era el único motivo desuperioridad que podíamos explotar; yla elección hecha por el enemigo de laCasa de Campo como zona depenetración favorecía nuestro designio.

Por ello se decidió empeñar esaunidad resueltamente, a fondo y a riesgode todo, desde la zona de Húmera,creando una seria amenaza sobre elflanco y la retaguardia de las fuerzas

enemigas que se aventurasen por la Casade Campo, donde ya se luchaba conintensidad. A dicho ataque cooperaríanlas malparadas columnas de FernándezCavada y Barceló. Si esa acción contrael flanco del esfuerzo principal teníaéxito, nuestra reacción podríageneralizarse.

Evidentemente, la manera cómohabía actuado el adversario el día 7 ensus acciones preliminares confirmabalos propósitos definidos en su Orden deOperaciones; y resultaba tambiénevidente que la penetración en Madridestaba prevista para el día 8. Tal vez el7 había actuado con la intención de

acercarse al Manzanares, para hacermás breve, decisivo y mejor articuladoen las jornadas siguientes el asalto a laciudad. Sin embargo, no habíaconseguido llegar al río y debíamosexplotar ese feliz resultado inicial.

En definitiva, con nuestra idea demaniobra se trataba no sólo de contenery rechazar a la columna 4, sino deprofundizar nuestra amenaza sobre lasotras columnas que, a la derecha deaquélla, estaban destinadas a conquistarla base de partida en el interior de laciudad (Cárcel Modelo–Cuartel de laMontaña), impidiendo que llegaran aella.

Cuando menos, el resultado quepodíamos esperar de nuestra acción erafrenar la penetración, ganar tiempo parareunir mayores medios de defensa yrearticular nuestro dispositivo enmejores condiciones.

En cuanto a nuestra modestaArtillería, sus objetivos quedabanclaramente definidos: acumular todo supoder de detención por el fuego en lazona de maniobras de las columnas quecomponían el esfuerzo principal.

En el resto del frente no cabíaimponer otra conducta que la que ya sehabía prescrito: resistencia a todo trancey exaltación de la moral de los

combatientes, presentándolescrudamente la gravedad del peligro.

El conocido esqueleto de nuestrodespliegue expuesto al analizar losmedios no sufrió otras alteraciones quela incorporación a las columnas de lasarmas y refuerzos recuperados en laciudad durante aquella noche, ladesignación de algunos jefes y laarticulación de aquellas columnas entres agrupaciones, que quedaron bajo elcontrol de los coroneles Álvarez Coque,Alzugaray y Mena. El mando de laArtillería lo asumió el comandanteZamarro, el de los Ingenieros el coronelAldir, el de las Transmisiones el

coronel Montaud y la dirección de losServicios Sanitarios el doctor Planelles.

Dos reservas, formadas conpequeñas unidades de Asalto y Milicias,algunas de las cuales sólo tenían porarmamento granadas de mano, sedispusieron a retaguardia de las alas denuestro sistema, a disposición deÁlvarez Coque y Mena.

¿Qué podían hacer aquellas reservassin armas? Recoger la de algún fugitivoo evacuado; adelantarse hacia donde secombatiese con mayor dificultad, parareemplazar a los caídos sin solución decontinuidad. Así se hizo en algunoslugares. Si así no lo hubieran hecho,

Madrid habría sido asaltado.Ya muy avanzada la noche, se

redactó precipitadamente una Orden deOperaciones. Desmenuzada enporciones, se comunicó en forma deórdenes particulares a las columnas denuestro dispositivo; a algunas unidadessolamente llegó en forma de órdenesbreves e imperativas. No conservoaquella orden. Solamente notaspersonales que me sirvieron para suredacción y el recuerdo vivísimo deaquellos momentos:

—Hoy el enemigo ha seguido susataques, preparando el general

sobre Madrid.—Las columnas del Centro y de la

Casa de Campo deberán mantener atoda costa los frentes que ahoraocupan. Las del flanco derecho(Galán y Barceló) y del flancoizquierdo (Bueno y Líster) atacaránsobre el flanco y la retaguardia delenemigo. Las columnas de reserva,en el extremo del Paseo de Rosalesy en el Puente de Toledo repondránbajas y apoyarán el frente donde seles ordene.

MISIONES A LAS COLUMNAS

—Barceló y Galán: Atacar haciaCampamento y desde Húmera haciael sur.

—Clairac: Cubrir la Casa de Campoen el ángulo sur. Mantendrácontacto con la columna Escobar ysi fuese arrollada cubrirá el Puentede la República, que defenderá atoda costa.

—Escobar: Resistir sobre la carreterade Extremadura y defender elPuente de Segovia.

—Columnas de Rovira y Mena:Defender sus posiciones y elPuente de Toledo a toda costa.

—Columnas Líster y Bueno:

Contraatacar en las direcciones deCarabanchel Bajo y Villaverde.

—Columna Prada (nueva): Cubrir,defender a toda costa el Puente dela Princesa.

—Enciso y Fernández Cavada: Batirlas unidades que penetren en laCasa de Campo.

—Tanques: Afectados a las columnasdel flanco derecho.

—Artillería: Contrabatería ydetención del ataque. Apoyo a lascolumnas a petición de sus jefes.Su PC en la Telefónica.

—PC de la Defensa en el Ministeriode la Guerra.

Desde la misma noche del 6 y durantetoda la jornada del 7 el comandante dela Defensa solicitó reiteradamente elenvío de unidades organizadas; brigadassimilares a la 3, que se estabanformando en Levante, así como brigadasde voluntarios internacionales, quetambién se sabía que se estabanorganizando en la base de Albacete. ElMando Superior prometió el envío dealgunas de esas unidades.

En previsión de que llegasen en elcurso de la lucha decidió el comandantede la plaza situar la primerainternacional, si llegaba, en la zona más

amenazada, la Ciudad Universitaria. Sesupo que dicha unidad se estabadesplazando hacia el valle del Tajuña yse recabó que continuase su marchahasta Madrid.

Las reiteradas peticiones alcomandante del Ejército del Centrotuvieron esta respuesta telefónica (el día8) del jefe de EM de dicha Gran Unidad(Teniente Coronel Bernal): «GeneralKléber (era el comandante de la BI XI,1.ª Internacional) dice que esta tarde nopuede actuar porque necesita para elloorden del Ministro y que mañanatampoco puede actuar por haberleasignado otro cometido el Ministro».

Ese cometido era la ejecución de unfuerte contraataque sobre la retaguardiade las fuerzas adversarias; se proponíanllevarlo a cabo con otras fuerzas en unplazo inferior a siete días. Tiempo deresistencia a todo trance pedido alcomandante de la Defensa para hacerposible el desarrollo de aquella acción,con la cual fiaba el Mando Superiorgarantizar la conservación de la capital.La incorporación de refuerzos a ladefensa se haría más tarde.

La primera brigada que acudió enrefuerzo de los defensores fue la 4,mandada por el comandante Arellano,que se empeñó con oportunidad y

eficacia en el sector de La Bombilla(entre el Puente de la República y el delos Franceses, defendido éste por elbatallón del comandante Romero).Insistiré más adelante sobre estacuestión. Ahora sólo afirmocategóricamente que en los combates delas tres primeras jornadas, en los quequedó frenado y desarticulado el ataquey asalto a Madrid, no participó un solobatallón de voluntarios internacionales.

Los numerosos textos en los que, pormala información o interesadamente, seadelantan en el tiempo la intervenciónde dichas fuerzas deforman la verdad.

Si en realidad el conocimiento que

se tuvo de la Orden de Operacionesadversaria y las disposiciones de mandoque de ese hecho se desprendieroncontribuyeron decisivamente al fracasodel ataque (conviene realzarlo antes deque esto se produzca), la verdadera raízdel éxito de la defensa se halla en lamutación que se había producido en elorden moral en las primeras 24 horas,tanto en la masa combatiente como ensus inmediatos colaboradores deretaguardia.

Se hizo patente precisamente en loscombates del día 7 en los que nuestrocombatiente luchó con una voluntadindomable y con el más alto espíritu de

sacrificio. Nadie puede robarle esemérito. La falta de armas, deorganización, de técnica, defortificaciones, se suplía con verdaderasuperabundancia de fuerzas espirituales,de moral exaltada, de pequeños yvalerosos caudillos y de una masaciudadana, contando en ella a la mujer,dispuesta a cumplir con su deber acualquier precio, a pesar de loscobardes y timoratos (que ciertamenteno se los tragó la tierra) y a pesar de laQuinta Columna.

Quienes en el campo adversario,valiéndose de informacionessuministradas por su Quinta Columna, y

quienes en el campo propio, manejandotópicos y personajes extraídos de losbajos fondos sociales, donde bullen loselementos del populacho que no falta enninguna gran ciudad, han llevado a losrelatos de aquellas jornadas escenas ysituaciones truculentas, no han sabidomedir, ni siquiera comprender, lagrandeza de aquel dramático despertarde la voluntad de un pueblo.

Nada importa la buena o malafortuna de la guerra, ni que 28 mesesdespués de aquellas jornadas entregaranla capital, renunciando a la lucha.Cuando los historiadores de mañanaahonden en la investigación de aquel

suceso, rendirán el tributo que semerecen aquellos hombres, verdaderaexpresión del pueblo español.

Madrid fue por aquellos días unaciudad enclavada en esa frontera quetodo el mundo intuye, pero que nadiesabe dónde está, cuándo se llega a ella,ni cómo se pasa: la frontera que separala vida de la muerte, pues Madridrealmente iba a morir como capital deun Estado dueño de sus destinos, o asalvarse conservando su abolengoheroico. Sin duda, aquellos días nadiepensaba en esto; pero, también sin duda,todos contribuyeron, hasta los malvados,a que la crisis tuviera la solución más

digna.El soldado era el mismo miliciano

del comienzo de la guerra; másaguerrido, pero aún no era soldado; eraun simple combatiente apasionado porun ideal, por una ambición o por unacreencia: en el hombre sencillo bastaque la estime noble, justiciera, fecunda yque sepa transmutar dicha creencia endeber, y se consagre por propia voluntada su cumplimiento hasta el fin. No fueotra la crisis operada en el hombre–soldado que aquellos días se batió en lalinde del Manzanares.

Esta interpretación que estoyhaciendo del ambiente madrileño de los

primeros días del ataque contrastafuertemente con la que he comprobadoque hacen muchos autores. Lasopiniones de éstos me merecen todaclase de respetos, pero es obligadoafirmar que la mayoría de ellas noresponde a la verdad; unas veces por laorientación tendenciosamente partidariao personalista del texto, otras por haberapreciado los hechos a través demirillas de limitado campo deobservación, utilizadas desde laposición política o funcional del autor;por haber desenvuelto la exposición conmiras novelescas, literarias oespeculativas y, en fin, en algunos casos,

incluso en obras recientes que revelanun largo y minucioso estudio, porquemuchos de los textos, documentos oinformaciones utilizados, puedenestimarse originariamente deformados,apócrifos o notoriamente afectados porla propaganda, cuando no dictados porésta.

Si en todas las guerras ha sucedidoesto, en la española se ha reproducidoescandalosamente en algunos casos porobra del apasionamiento de loscontendientes y de sus partidarios,observadores, directos o no, de lossucesos y, de manera especial, por lapresencia en las filas combatientes, de

uno y otro lado, de intelectuales ypolíticos extranjeros, que al dar porterminado su paso por la escenaespañola han escrito mucho, y, enmuchos casos, desorbitando episodiospequeños o grandes, que lescorrespondió vivir.

Se debe tener respeto por la opiniónajena, favorable o adversa, pero tambiénprecaución. Y esto no lo dice el autorpor casualidad: en su exilio pudo toparcon algún ilustre exiliado del mes deseptiembre de 1936 que trató depersuadirle de que no pudo haber mayorangustia ni más hondo sufrimiento moralpor el desarrollo de la lucha en la

capital en el mes de noviembre que lapadecida por «ellos» en aquellaapartada ciudad del nuevo continente.

Ruego al lector que excuse estadigresión. La he estimado oportunaporque, sin exponerla en estoscomienzos (jornada del 7), sería difícilde comprender lo que va a suceder en elcurso de la batalla y, mucho menos, susresultados. Volvamos al tema.

Analizada por el EM aquellasimplísima concepción de la conducta aobservar a que antes nos referimos, yacordes todos en la gravedad de lascircunstancias y en la posibilidad nosólo de dar coherencia a la lucha, sino

de dignificarla, se dio curso a lasórdenes a que nos hemos referido, unavez aprobadas por el General.

Antes de las 6 de la mañana del día8 todas las unidades del frente estabanalertas. No se ocultó ni desfiguró elpeligro a los combatientes ni a lasgentes de la ciudad, a todos los cualesse dirigió el comandante de la plaza, conuna lacónica arenga:

Las fuerzas del enemigo con todos suselementos están atacando Madrid.Espero de todos vosotros que noretrocedáis un solo paso. Quien déorden en tal sentido será consideradofaccioso y como tal debe ser tratado; demí sólo se recibirá la orden de avance.

Os felicita por la brillante actuación dehoy, vuestro General.

MIAJA

Los dirigentes de los partidospolíticos y sindicales, los órganos deprensa, los artistas y escritores que sequedaron en Madrid y que nopertenecían a la Quinta Columna,realizaron con unánime apasionamientouna labor de propaganda y exaltaciónmoral, como no se había conocido hastaentonces, y la consigna de guerra «Nopasarán» vibraba por todo Madrid y a lolargo del frente.

En la ciudad actuaron

aceleradamente todos los organismosque debían contribuir a hacer eficaz laresistencia y asegurar las cooperacionesque fuesen necesarias, entre ellas, laprincipal y que mayor interés teníamosen que se llevara a cabo, por las razonesexpuestas en otro lugar: la reunión delos hombres y las armas de toda índoledispersas por la ciudad y en los centrospolíticos, para encauzarlos a los lugaresdel frente que aconsejara la maniobra,según ésta se desenvolviese y, enprimera urgencia, para la dotación delas reservas sin armas, de las que ya seha hablado.

En el frente dos Sistemas de Fuerzas

iban a chocar y a batirse. En ambosharía efecto la sorpresa: en el atacante,por el vigor y calidad de las reaccionesde un adversario manifiestamente batidoy arrollado durante un mes deoperaciones, y prácticamente derrotadohasta la víspera; en el defensor, alrecoger, desde el miliciano, o soldadoelemental, hasta el jefe superior, un frutotan maravilloso como insospechado, queprovenía de la conducta guerrera de loscombatientes, desenvuelta por la propiavoluntad del hombre en su nuevo caucemilitar. Era una lección que debía serbien aprovechada.

Y lo sería porque desde aquel día 8

de noviembre la lucha de nuestroshombres en el frente de la defensa deMadrid iba a cobrar carácter épico: laguerra sería ennoblecida por elabnegado e inmenso sacrificio deaquellos milicianos anónimos que ya secomportaron el 7 como soldados; y en elproblema bélico español, tan confusacomo arbitrariamente planteado cuatromeses antes, vibraría un nuevo factor: lavoluntad del hombre español de serlibre y dueño de sus destinos. Todo estoera una palpable realidad.

También lo era otra que elmecanismo de mando en aquella primeraprueba del 7 aún acusaba muchas fallas.

¡Cómo no! En el orden material lasmutaciones no pueden ser tanfulminantes y radicales como en elespiritual. Quedaba mucho por hacer,porque el mecanismo material aún eraun leve tinglado que sólo se mantenía enpie por el vigor espiritual del hombre enlucha abierta, no sólo contra eladversario, sino también contra ladesorganización, la deslealtad y laindisciplina.

Muchas explicaciones se han dadodel suceso que estamos considerando,tan elemental como trascendente, ymuchas también no logran salir de laconfusión porque, como dice un autor

del campo adversario, Aznar: «Lamutación había sido tan rápida que nadieconseguía romper el secreto»[9]. Hoy sepuede afirmar que quienes para hacerhistoria traten de romperlo huroneandoen bibliotecas y archivos oficiales oprivados, tratando de hacer luz, lo másprobable es que yerren, porque sólo losactores de aquel drama pudimosconocer, y no cabalmente, el espíritu quedominaba Madrid de punta a punta,levantando en el hombre lo que loscañonazos trataban de demoler.

La explicación que nos dábamosaquellos días en Madrid era simple,pero vigorosa, y por su simplicidad, tal

vez la más cabal. Al marchar elGobierno hacia Levante, ya fuese porquese alejaba del peligro o porque loexigiese la conducción de la guerra, conél se desplazaba el pesimismo, elrecelo, la discordia, el derrotismo dealgunas élites egoístas… y, por qué nodecirlo también, el pánico, el pánico quecientos de personas no logran superar,aunque ejerzan funciones de altaresponsabilidad; en Madrid, con laspresuntas víctimas, aparecía unprincipio de verdadera unidad de fe,junto al pueblo, ese temido y calumniadopueblo; y con él, abnegación de tonoabsoluto, épico y anónimo, y también la

verdad… La noche angustiosa y larga dela derrota parecía escapar con los quese alejaban, y la luz de un amanecercomenzaba a brillar para quienes semerecían el triunfo.

En verdad, la noche del 6 Madrid sehabía purgado de los derrotistas quemarchaban hacia Levante y de lostimoratos que quedaban con el pie en elestribo, o que invadían las embajadasbuscando protección. Y no está de másanotar que los agentes de información dela prensa nacional y extranjera, quepulsaban el ambiente madrileño en loscafés y tertulias donde campaba laQuinta Columna, se debatían en el

edificio de la Telefónica para ganar lainiciativa en la expedición de losdespachos que daban al mundo la noticiade la «caída de Madrid». Alguna radioextranjera (Lisboa, según Thomas[10]) ensu exaltada y prematura euforia, llegó ahacer la descripción de la entradatriunfal de los atacantes. Al propiotiempo, los agentes de información enlas unidades que se batían de maneradesesperada traían al Cuartel General laexpresión de aquella voluntad devencer.

Lo primero motivaría las tremendasequivocaciones de algunos Estados yentidades internacionales, cuyos

telegramas de felicitación llegaban hartoprematuramente al CG de los atacantes.

Así, el del presidente de Guatemalaque decía: «Compláceme saludarcordialmente a VE enviándolecongratulaciones por triunfo reciente yvotos por éxito su gobierno, con el cualel de Guatemala mantendrá lasamistosas relaciones que felizmentevinculan a nuestros países».

Y el del jefe de la UniónMonárquica Austríaca, diciendo: «Losmonárquicos austríacos envían a VE y ala heroica Armada española susentusiastas felicitaciones».

Lo segundo, lo que realmente

sucedía, sería lo que se perpetuaría apesar de todo: en ese todo cabe incluirla funesta —si no traicionera—conducta de las democracias europeas,que ya se habían parapetado en elComité de No Intervención, cuyo aviesoproceder no sólo iba a dar, primero a labatalla de Madrid y luego a la guerratoda, un rango internacional, sino, porañadidura, a sembrar, a través de losconvencionalismos diplomáticos, unaconfusión de la que aún no ha podidosalir el mundo, ni siquiera losespañoles.

Doy aquí por terminado el relato de losucedido en el orden material, técnico yespiritual durante aquella larga jornadaque comenzó al atardecer del día 6 yterminó al amanecer del 8; la másdramática, confusa, desconcertante ygrandiosa que creo haber vivido en mivida; con sus horas de angustiaindescriptible, cuando creemos que elmundo se nos viene encima y vemos quela fortaleza moral comienza aderrumbarse, pero súbitamente seproduce una violenta exaltación porobra del deber, de la vocación

patriótica, del amor a la libertad, delmandato de los más caros sentimientoshumanos.

4. EL ATAQUEDIRECTO

La lucha del día 8

Lanzados ya, el día 8, los atacantes ala conquista de la capital, la lucha sereanudó encarnizadamente en todo elfrente.

En el ala izquierda adversaria lascolumnas 4 y 1 (véase croquis número5), que ya habían penetrado en la Casade Campo por Rodajos y el amplioportillo abierto en el ángulo SE al

derrumbarse la tapia, trataban deavanzar por donde tal vez no esperabanhallar una fuerte oposición.

Al desorden impuesto en losencuentros del 7 y por la irrupción afondo de las columnas, sucedió el delcombate en una zona boscosa, donde eradifícil de evaluar y localizar unadversario inesperadamente activo yagresivo, por lo cual el apoyo artilleroque necesitaban dichas columnas, y suspropios fuegos, carecían de eficacia.Así comenzó a desarticularse su Sistemade Fuerzas, mientras la sorpresa sehacía general en todo el frente.

La columna 4 realizaba un

deslizamiento hacia el norte por elinterior de la Casa de Campo donde yaactuaba desde el día 7; pero antes deque pudiera encontrar buenos puntos deapoyo recibió el golpe inesperado, porlo violento y audaz, de nuestra Brigada 3que, desde Húmera, se había lanzadonuevamente al contraataque con todossus medios, ayudada por la ColumnaCavada y, en parte, por la ColumnaBarceló hacia el Ventorro del Cano.

La duda prendió en el atacante; tuvoque desplegar prematuramente latotalidad de sus fuerzas para conteneraquella reacción y no sólo vio frenadasu propia maniobra de penetración, sino

que dejó sin apoyo a la Columna 1, lacual hubo de acudir en su ayuda conparte de sus tropas. Consecuentemente,también esta columna vio frenado suataque.

La Columna 3 se sumaba al esfuerzode penetración por el flanco derecho dela 1, avanzando en la dirección del lagoy apoyando su derecha en la tapia de laCasa de Campo; pero sufrió la mismasorpresa que la 4 y la 1; se empeñó enuna serie de pequeños combates sincoordinación, y pulsaba el peligro en suflanco derecho por la enérgicaresistencia que nuestra columna Escobarofrecía a la Columna 2 adversaria sobre

la carretera de Extremadura, con lo cualse frustraba el apoyo que la 2 debíaproporcionar a la 3.

Tal era la impresión que nos dabannuestros agentes enviados al frente, loscuales, ciertamente, no ocultaban laconfusión que existía en nuestrasunidades y, en general, en todo el frentede combate.

El atacante progresaba muylentamente y con bajas muy superiores alas normales. Se había producido uncombate de encuentro difícil deconducir, por el desconocimiento, paraunos y otros, tanto de la calidad yvolumen de la resistencia, como de la

magnitud del ataque.La Columna 2 era enérgicamente

contenida en el suburbio de CarabanchelBajo y, como se ha dicho, veía su flancoizquierdo muy amenazado por lasreacciones defensivas de la ColumnaEscobar. Aquélla había iniciado suataque con poder e iniciativa bastantespara arrollar a sus opositores; pero noeran sus fuerzas suficientes para abrirsepaso fácilmente en una zona donde eldefensor se batía con tenacidad, alamparo de buenos puntos de apoyo. Porello progresaba lenta y sangrientamente.La infiltración y el desbordamiento delas resistencias, que durante las jornadas

anteriores habían resultado sencillos,este día eran muy difíciles, por laconducta de un adversario que, siendo elmismo, tenía otra voluntad de acción yestaba tácticamente mejor articulado.

Los caseríos de la zona de acción dela Columna 2 fueron pasando a susmanos a costa de muchas pérdidas y dela absorción de todas sus reservas quequedarían agotadas.

La Columna 5, que atacó primero, enterreno libre, desnudo de edificaciones ybosque, encontró menores dificultades;pero su frente de maniobra fue másextenso y además tenía que cubrir suflanco derecho; por ello, por la dureza

de la lucha y por la presión que sobreese flanco ejercían Las fuerzas de Buenoy Líster, sólo pudo progresar lentamente,con precauciones mayores, sufriendomuchas bajas y obligando al mando aconsumir en su apoyo parte de lasreservas que se hallaban en Villaverde(Columna 6). Como las demás columnasde su izquierda, tampoco podría llegaral río Manzanares.

Nuestra escasa Artillería de Acciónde Conjunto, magníficamente manejadapor el comandante Zamarro, semultiplicaba para dirigir sus tiros a losdistintos sectores del frente, mientras lasbaterías o piezas sueltas directamente

empleadas por las columnas llevaban alos infantes la sensación de que estabanapoyados en la difícil misión quecumplían, pese a la pobreza del materialy a las torpezas o errores que son aveces inevitables en combates azarosos,de frentes inciertos, como los que seestaban librando, y de más frecuenteproducción en sistemas de fuerzasimprovisadas, como era el frentedefensivo de aquellos días.

Las noticias que llegan al EM son engran medida contradictorias; pero delconjunto de ellas se puede sacar unaimpresión satisfactoria, cual es la desaber que en todo el frente se combate y

se resiste, que el control que de susfuerzas hacen los mandos, salvo enalgunas, pocas, pequeñas unidades, esefectivo, y que la reacción apuntada enla jornada anterior tiene una expresiónmás real y positiva.

De la calle llega la impresión de queel elemento civil vive la angustia queproviene de una lucha de dudosoresultado; pero no hay signos dedesaliento. No faltan informantes queaprecian sombríamente el suceso; sinembargo, los vence el ambiente desatisfacción general, que es real, aunqueinjustificadamente cargado deoptimismo.

Del frente se multiplican laspeticiones:

—¡Necesitamos más gente!—¡No tenemos reservas!—¡Envíen municiones!—¡Qué nos apoye la Artillería!Pero no hay gente, reservas para

reforzar, municiones que repartir, nihorario para que la Artillería puedadejar satisfechas las innumerablespeticiones de apoyo, porque la batallaestaba en la plenitud de su desarrollo entodo el frente, y de la retaguardia nollegaban refuerzos. Las primerasunidades de la Brigada 4 (Arellano) quese incorporaron a Madrid

desembarcaron en la inmediación de lalínea de fuego en la Casa de Campo, atiempo de cooperar en la detención delas columnas 1 y 3.

A todas aquellas peticiones seresponde alentando esperanzas. Labúsqueda de hombres y de armas en laretaguardia no se puede hacer másintensa. La organización de pequeñasnuevas unidades también se intensificay, dicho sea en homenaje a los gremios yorganizaciones sindicales, no faltanofertas colectivas de unos y otras;constituían un incentivo para la moral,por la resolución con que se hacían.Junto a los muchachos de 18 y 19 años

se fundían los hombres maduros de másde 40; con tales voluntarios, en pocosdías y encuadrados con algunossoldados y clases de los viejosregimientos de guarnición en Madrid, ypor oficiales y jefes profesionales y demilicias que aún había disponibles,pudieron organizarse varios batallones,gracias a la eficaz colaboración de laInspección General de Milicias, que sehabía quedado en Madrid.

Así llegaba la capital de España alfin de su primera jornada defensiva; lajornada en que debía ser asaltada laciudad, con el estupor de saber que elenemigo ni siquiera había podido llegar

a la orilla del Manzanares. Los hombresque lo habían impedido fueron losprimeros sorprendidos.

¿Sería posible vencer? Lasrespuestas afirmativas se multiplicaban.La moral se exaltaba aún más y unapasión noble por defender el patrimoniocomún, con un sentido de unidad, queantes no había existido en el frente ni enla retaguardia, enardecía hasta a los máspusilánimes.

En síntesis, nuestras fuerzas sehabían batido enérgicamente. Dentro dela Casa de Campo el terreno boscoso lasfavorecía de manera extraordinaria, yaun cuando la aptitud maniobrera de los

atacantes era muy superior a la de losdefensores, éstos se habían comportadode manera excelente en la zona delesfuerzo principal, enfrentándose con unadversario cuyas posibilidades eranconsideradas por todos muy superiores;pero no lo fueron en cuanto al espíritude sacrificio que la lucha exigía detodos.

La confusión en que se desenvolvióesa lucha y que en el puesto de mandode la Defensa percibíamos en toda sugravedad, no llegó a producir un efectodeprimente. Éste podía tener sujustificación. Pero a nuestros ojosofrecía mayor seducción saber que en

todas partes se luchaba con resolución,sin que la voluntad se quebrase, aunquepercibiésemos claramente que la acciónde conjunto no estaba aún bienarticulada y que el ataque distaba muchode que pudiera considerarse fracasado.

En verdad, en aquella zona debosque de la Casa de Campo, que porrazones obvias atraía nuestra principalatención, se había producido un enredode fuerzas: infiltraciones,desbordamientos, acciones pequeñaspor los flancos y la retaguardia, tanto delas pequeñas unidades que habíanlogrado penetrar como de los núcleos deresistencia que habían mantenido ésta, a

pesar de verse desbordados. A dichaconfusión se llegaba, no sólo por ladébil e irregular consistencia de nuestroSistema de Fuerzas, sino por la sorpresay desarticulación impuesta al enemigopor nuestro contraataque al flanco de lacolumna 4[11].

Al finalizar el día 8 se percibía en elconjunto de bosque y caseríos lainexistencia de un frente táctico demaniobra organizada, lo mismo del ladodel atacante que del defensor. Por partede aquél, esa falla se tradujo enindecisión e impotencia para llevar mása fondo su esfuerzo, y por parte de ladefensa, en limitación de posibilidades

para coordinar fuegos y resistencia, bajouna acción de mando bien dirigida.

Era probable que los mandossubalternos no hubieran previsto talescircunstancias: el que se defendíaporque en él dominaron dos ideassimples: resistir frontalmente con unaacción de fuego y de choque del máximovigor, y contraatacar de algún modo, decualquier modo; y en el adversarioporque su experiencia de las jornadasprecedentes le inclinó a considerar unhecho simplísimo atravesar por sorpresala Casa de Campo, que consideraba maldefendida, por tropas que ya habían sidoderrotadas.

En realidad no se podía apreciar aúnsi en ese primer resultado obtenido, cualera que los atacantes no hubieran podidol legar, no sólo al objetivo que sehabían propuesto, sino ni siquiera alrío, pudo más la sorpresa del ataque quesufrían por sus flancos (especialmenteen el izquierdo) o la enérgica resistenciaque encontraban en su frente. En todocaso, lo primero pudo contener ydesarticular el Sistema de Fuerzas delesfuerzo principal, y lo segundo frenarla totalidad de la maniobra.

Por ello, en las instrucciones uórdenes que debían darse para lajornada siguiente, no había motivo

alguno para imponer otra norma deconducta; consecuentemente, el mandose limitó durante la noche del 8 areiterar las órdenes dadas, realzando laeficacia que había tenido la lucha, y amontar nuevos contraataques, tanenérgicos como fuera posible, pornuestro flanco izquierdo, con el fin derestar al adversario la posibilidad devariar la dirección de su esfuerzoprincipal, si se decidía a empeñar enotro sector las reservas de que aúndisponía.

Eran éstas las columnas escalonadasen las alas y la de Caballería. Siempleaba esta última pensábamos que lo

haría en campo abierto, y, dondequieraque lo hiciese, podría bastar su entradaen escena para que se produjese unacrisis táctica, por estar comprobado queesa clase de combatientes (Caballeríamora) eran los que más impresionaban anuestros milicianos.

Nos había inquietado, al estudiar laOrden General de Operaciones deladversario la noche anterior, quesolamente se mencionase a la columnade Caballería en los destinatarios y nose le diese ubicación en el Sistema defuerzas, ni misión.

Ciertamente podía continuarcubriendo el flanco derecho desde

Villaverde hacia el sur, por donde habíavenido actuando según comprobamos enel combate de Illescas, y cierto tambiénque esa arma tenía que hacer el ataque aviva fuerza a una ciudad, pero eraevidente que si el ataque del 8 tenía parael adversario el resultado feliz queesperaba, esa columna de Caballeríatenía su empleo, como arma en laexplotación del éxito, y que tanto podíahacerlo maniobrando en profundidad yacción rápida por el espacio libre, aleste del Puente de Vallecas, como en laforma antes indicada por el Abroñigalhacia Ventas, o, de otro modo aún máspeligroso, lanzándose audazmente por el

Puente de la Princesa y el Paseo de lasDelicias, para dominar en tiempo breveel objetivo que en el interior de Madridera más decisivo para elderrumbamiento de la resistencia: laglorieta de Atocha y sus puntos de apoyoperiféricos, Hospital Provincial, SanCarlos, Botánico, Retiro, Cuarteles yParques del Pacífico y estaciones deMZA y Delicias. Pero no tuvooportunidad de actuar de ningún modo,por obra del rigor de la resistencia.

Por fortuna no fue empleada deaquel modo, y la realidad era ésta: queestábamos riñendo una batalla defensivay nos defendíamos bien, y que mientras

conserváramos la capital, la victoriasería nuestra.

La lucha los días 9 y 10

Los días subsiguientes prosiguió enla Casa de Campo una lucha encarnizaday confusa. Nuestro contraataque deHúmera, realizado por una unidadnueva, que había tenido su bautismo defuego los días 7 y 8, era difícil llevarlomás a fondo contra las fuerzas, yasuperiores, con que el enemigo habíaacudido a contenerlo; pero no cesó en supresión y mantuvo su eficacia,reteniendo unidades adversarias

empeñadas en su frente, con lo que selimitaba al enemigo las posibilidades deintensificar —tal vez ni siquieraalimentar— el esfuerzo principal de suataque; esfuerzo que ya se hallaba muydesgastado por la intensidad de la luchaen la zona boscosa.

En nuestra izquierda el contraataquede las columnas Líster y Bueno tambiénseguía con gran eficacia, fijando elfrente de combate en campo abierto,lejos del río y absorbiendo parte de lasreservas de esa zona (Columna 6).

La columna del coronel Clairac, quetan brillantemente había actuadocubriendo el sector del lago en la Casa

de Campo, conservaba sus posiciones.Herido dicho jefe, fue relevado por elcapitán Galán, traído del sector deBuitrago, con tropas que reforzaron lasde aquella columna.

Igualmente habían sido reforzadaslas tropas de Enciso y Cavada, quecombatían en el interior de la Casa deCampo y cedían terreno hacia Garabitas,con milicias mandadas por elcomandante Perea traídas de la sierra.Pero el adversario se veía igualmentereforzado y sus mayores posibilidadestécnicas le daban una superioridad quele permitía seguir ganando terreno, sibien con lentitud y muchas bajas.

Prácticamente en el interior de la Casade Campo el ataque estaba contenido ydesarticulado. Las columnas 4–1–3 nohabían alcanzado siquiera la linde delrío, ni por el oeste la tapia de la Casa deCampo.

Al este, las columnas 2 y 5 tambiénreprodujeron enérgicamente sus ataqueshacia los puentes, pero sus gananciasparciales y el fracaso de conjunto eransimilares.

La Columna 2 en su izquierda, en unespacio más abierto, ganaría la zona delHospital Militar tras duro combate;desde allí podría progresar despuéslentamente hacia Vértice Paquillo, sin

alcanzarlo hasta el día 10, desde cuyomomento ya pudo dar apoyo a laColumna 3[12].

La Columna 5 también tendríapequeñas ganancias locales, peroquedaba prendida en las proximidadesde Carabanchel Bajo y aunque con susreiterados ataques consiguió llegar aVértice Basurero no logró alcanzar lalinde del río.

No obstante, durante esas jornadasdel 9 y 10, el vigor de los ataques deambas columnas (2 y 5) al serreforzadas, creó una grave crisis en estaparte del frente de Madrid: algunas denuestras pequeñas unidades

retrocedieron en desorden. Llegaron alcomando noticias alarmantes de que eladversario había alcanzado los puentesde Segovia y Toledo, pero no seconfirmaron; la reacción de nuestrascolumnas, con los pequeños refuerzosque se les pudieron enviar a base de lasmilicias que se recuperaban en Madrid,había obligado al adversario aretroceder a su base de partida.

En realidad, desde la carretera deExtremadura hasta la de Villaverde, lamaniobra enemiga también estabafrenada, con la misma sorpresa para losatacantes que la sufrida por lascolumnas de su ala izquierda y sin

posibilidad de abrirse camino, en laszonas edificadas ni en los espaciosabiertos.

La razón de tal resultado era lamisma: la elevada moral y el espíritu deresistencia de los combatientes de aquelfrente; tanto por una acción más directay controlada del mando sobre la tropacomo por los incesantes contraataques,por la presión que sufría la Columna 5sobre su flanco derecho y por el hechode que en la mayor parte de ese frentelos defensores pudieron apoyarse enlugares poblados de edificaciones, alamparo de las cuales hallaba el hombreexcelentes puntos de apoyo para resistir,

en ellos tenían las unidades bienprotegidos sus flancos para no serdesbordadas y envueltas, y podíandesarticular el Sistema de Fuerzas delataque, al propio tiempo que hacían másineficaz el apoyo que su artillería podíaprestarles.

En esa parte del frente empezaron alocalizarse entrantes y salientes en loscuales la línea de combate iba quedandoestabilizada por agotamiento; en unossitios la tierra de nadie era simplementeel ancho de una calle; las carreteras ycalles paralelas al eje de ataque eranzonas profundas, rigurosamenteprohibidas a la circulación, y las

pequeñas maniobras de las fuerzastenían que hacerse a través de losedificios.

Había comenzado la terrible luchade casa a casa. La granada de mano sehabía convertido en el arma esencial delcombatiente. La lucha cuerpo a cuerpose volvía frecuente y en ese frente, y enese tipo de combate de máximoapasionamiento, descollaría por susobresaliente actuación el batallón de laFETE (Federación Española deTrabajadores de la Enseñanza,universitarios, profesionales,intelectuales, artistas…), que prontoserviría de solera para proporcionar

cuadros de mando cuando sereorganizaron las fuerzas.

El desgaste y la desorganizaciónproducidos en los combates de los días7–8–9–10, y la absorción hecha por elfrente de las disponibles en los Sistemasde Fuerzas, así como de las primerasunidades llegadas de la retaguardia,impusieron cierto debilitamiento a lalucha y provocaron un lapsus que sededicó al reajuste de los sistemas.

A Madrid habían comenzado a llegarlas primeras fuerzas importantes deretaguardia: primero, como ya se dijo, laBrigada 4, que fue empeñada en la Casade Campo entre el lago y el Puente de

los Franceses; después la XIInternacional y posteriormente laColumna catalana de Durruti y la XIIBrigada Internacional, seguida de otrasespañolas que habían participado en elcontraataque de La Marañosa.

Antes de llevarse a cabo estecontraataque habíamos vivido enMadrid la angustiosa situación decarencia de reservas, sin que latremenda presión del ataque enemigo entodo el frente permitiese sustraer de él aun solo hombre. Esa carencia dehombres y recursos era lo que másapremiantemente presionaba en lasdeterminaciones del mando; el

agotamiento de armas y de hombres,pues el tercer día todo lo que con atisbode organización se pudo hallar enMadrid se había sumado al frente. Elproblema del total agotamiento de losmedios se apuntaba inminente yentretanto el Servicio de Información nocesaba de decirnos que el enemigoseguía reforzándose.

Sabíamos —y ya se dijo— quenuestro Mando Superior preparaba paraantes de que transcurriesen siete días deresistencia una maniobra contra elflanco derecho, en el frenteCiempozuelos–Vaciamadrid, y que ya sehabía iniciado la concentración de

fuerzas en la zona de maniobrasprevista, a la que había llegado laprimera Brigada Internacional.

Reiteradamente, desde el mismo día7, se venía reclamando el envío dereservas y, entre ellas, aquella BrigadaInternacional, pues se temía que,mientras se llevaba a cabo aquellaconcentración de medios para elcontraataque, el adversario se abrierapaso y penetrase en la capital, y si estosucedía aquella maniobra carecería desentido.

No se podía correr el riesgo deperder Madrid por falta de reservas,habiendo unidades intactas en su

inmediación. Si eran o nointernacionales no interesaba (otrastropas nacionales iban a participar enaquella maniobra); bastaba que fuesentropas encuadradas e instruidas, como laBrigada 4 (comandante Arellano),llegada en uno de los momentos máscríticos con providencial oportunidad.

Del frente de la sierra no podíandistraerse más. El Comandante delEjército del Centro había autorizado eldesplazamiento de unidades de miliciasde Galán y Perea a que ya nos hemosreferido, y algún otro batallón; todasfueron empeñadas en los lugares que enel momento de su llegada apuntaban

mayor peligro de ruptura del frente y,sobre todo, en la detención del esfuerzoprincipal.

Se había previsto el empleo de laprimera BI, pero la petición delcomandante de la plaza no fue atendida.Con autorización del general la nochedel 8 me desplacé al CG del Ejércitodel Centro para insistir en la petición,explicando la crisis de mediosexistentes; pero nada se pudo resolveren ese comando porque los jefes deaquellas fuerzas tenían órdenespersonales y directas del ministro y noera posible utilizarlas.

Entonces, con la autorización del

comandante del Ejército del Centro, medesplacé al pueblo donde se estacionabaaquella brigada. A su comandante lehice presente la gravedad de la situaciónen Madrid y la urgente necesidad de queconcurriese a su defensa, pero lasórdenes que había recibido eranterminantes y así me lo comunicó porescrito. Se trataba de un caso de graveresponsabilidad. La llegada de ésa o decualquiera otra brigada a Madrid no eragarantía de que la plaza se salvara decaer en poder del adversario, pero sí deque pudiera defenderse mejor. Alregresar, en las primeras horas de lamañana del 9, informé al comandante de

la Defensa del resultado negativo de migestión. El frente continuaba encendidopor numerosos combates locales.Cualquiera de ellos que tuvieraresultado negativo para nosotros podíadejar abierta la puerta de entrada a laciudad.

La situación era angustiosa; lacopiosa reserva de hombres que en lanoche del 6 creíamos tener a nuestraretaguardia no había resultado tannumerosa por falta de organización y dearmas y lo que habíamos recibido, loque se había podido recuperar en laciudad y lo que se había retirado de lasierra, por imperativo de la violencia

del ataque, y por el enorme desgasteimpuesto por la Artillería y la Aviación,empleadas implacablemente, ya estabaempeñado. Aquella nueva jornada eladversario, lejos de atenuar su presión,la sostenía, por fortuna para nosotrosagotando también sus últimas reservas, ysin haber resuelto su problema.

No teníamos otro recurso quemaniobrar de algún modo para poderdisponer de algunas unidades dereservas sacándolas de las yaempeñadas en el frente, y eso fue lo quehicimos. Entretanto se reiterabanapremiantemente las peticiones, hastaque el Mando Superior modificó sus

planes y autorizó el envío de unidades,lo que hizo con urgencia. Tal vez habíamedido en su verdadera magnitud lo querepresentaba la pérdida de la capital enel orden político y humano, la inutilidaddel contraataque por Ciempozueloscuando ya se hubiera consumado aquellapérdida y el enorme riesgo que tal hechorepresentaba para la totalidad delEjército del Centro.

Ésta es la razón de que entre el 10 yel 14 fueran llegando unidades: la XIBI[13] (mando Kléber, comisario políticoNicoleti), a tiempo para reforzar yrelevar a la Brigada 3 agotada en uncontraataque y posteriormente cubriendo

un sector en el Manzanares, cuandovarios días después se le incorporó laXII BI (mando Luckas, comisariopolítico Longo). Sucesivamente, conposterioridad, llegaron las brigadas 2(Martínez de Aragón), 6 (Gallo) y 5(Sabio). La BI XIII no terminó suorganización en Albacete hasta fines denoviembre y se empeñaría en otro teatrode la guerra.

La crisis de efectivos se habíaresuelto, y gracias a la oportunidad conque aún pudo hacerlo el MandoSuperior, la más dura acometida delatacante para llevar a cabo la decisiónde la batalla, de la que pronto

trataremos, el problema de la defensa deMadrid podría quedar favorablementeresuelto a nuestro favor durante el mesde noviembre, a pesar de que el enemigotambién fue muy reforzado.

Durante esos primeros días de ladefensa de Madrid aun se produjeronfenómenos de pánico, retrocesosinjustificados de algunas unidades,abandono de pequeños sectores delfrente, por quiebra de la moral enalgunos grupos de combatientesabrumados por la violencia del ataque,etc. Pero digamos que todo pudo serrápidamente conjurado y que,paralelamente a ese fenómeno, en la

retaguardia, es decir, en el interior de laciudad, proseguía exaltada la reacciónmoral que, iniciada el 7, se generalizó,acentuó su apasionamiento e hizo de lamujer copartícipe activo y eficaz en lalucha.

Esa reacción y la consigna dada porel Comando de la Defensa, «loshombres y las armas al frente»,mostraron su eficacia en el hecho de quehabiéndose recibido en las primerasjornadas escasos refuerzos del interior,se había podido aumentar en toda lalínea la masa de fuegos y la densidad deocupación del frente de combate, y loque en la noche del 6 al 7 había sido

simplemente una polvareda de unidadesy grupos dispersos, al terminar esasjornadas, algunos batallones ya podíanllamarse Batallones, siquiera fuese porel número de sus efectivos y cuadros, ypor servir de sólido esqueleto a undispositivo de fuerzas, al que la propialucha iba dando articulación.

Tampoco faltaron horas de angustiacuando la intensidad del ataque llegó asu culminación y se multiplicaban laspeticiones de refuerzos. Era difícilenviarlos dada la urgencia con que seempleaban los que se iban recuperando,tanto por la conveniencia de sacarlos deMadrid (ciudad) como por ser

indispensable completar los efectivos delas pequeñas unidades de mássobresaliente actuación (derivada de sumoral o de la calidad de sus cuadros);también era peligroso sustraerlos de laszonas del frente donde en algunosmomentos era más débil la presión deataque, porque por tener, éste, caráctergeneral, podían bruscamente tornarsepeligrosamente activas las zonas depasividad aparente.

A fin de evitar caídas de moral en laretaguardia o en el frente, tampocopodíamos confesar que no disponíamosde reservas; por eso, y para dar lasensación de que aún se tenían tropas

disponibles, se recurrió al expediente desituar en la Plaza de la Cibeles (el lugarmás transitado de Madrid), sobre doscamiones, treinta o cuarenta milicianoscon sus jefes y alguna ametralladora omortero bien visibles. De cuando encuando salían disparados hacia el frente,tan pronto se nos informaba por losorganismos de reclutamiento que se lespodía reponer.

Hasta aquí lo ocurrido durante losprimeros días del ataque. Fueronjornadas de verdadero agobio material yespiritual, porque, a pesar de las

primeras disposiciones dictadas por elcomando, el manejo de aquel mecanismode fuerzas resultaba extraordinariamentedificultoso, mucho más si se tiene encuenta la seguridad con que el atacanteprocedía en la aplicación de susesfuerzos, aunque terminaran frustrados.

Nuestras bajas, como las delatacante, habían sido considerables;sería ingenuo tratar de precisarlas; talvez algún día pueda hacerse el recuentocuando se ponga en orden ladocumentación que se conserva. Por hoysería arbitrario dar cifras. Dirésolamente que las actividades sanitariasde curación, evacuación, hospitalización

e higiene estuvieron muy bien dirigidaspor el doctor Planelles desde losprimeros tiempos de la defensa deMadrid, a pesar de la confusión reinantey del desorden en que cayó laAdministración pública, debido a lamarcha precipitada de los organismossuperiores del Estado a Valencia.

La irregularidad de la conducción delas fuerzas era, en gran medida,inevitable en el maremágnum de losprimeros días; lo mismo ocurría con lade la actuación de las fuerzas que ya seha considerado. En las jornadas a quenos venimos refiriendo, en losorganismos directivos se trabajaba en

bloque y nadie pudo dormir más de doshoras, tanto en el EM como en el CG, oen los frentes, porque el combate eraincesante e implacable y porquepensábamos que en cualquier momentopodía sobrevenir una crisis decisiva.

Cuando, recordando aquelmaremágnum, se leen los disparates quecon posterioridad han venido aenredarlo aún más, los forjadores de lahistoria, como modestamente ha sidouno, es natural que se sientan másdesconcertados y tengan algunacompasión hacia quienes, con el tiempo,hayan de acudir a tales fuentes paraperpetuar la «verdad histórica». Así me

ha sucedido a mí al leer en las páginas268 y 270 de la ya citada obra deThomas, escritas, no lo dudo, con lamejor intención (se refieren a la jornadadel día 8): «Kléber se hizo cargo delmando de todas las fuerzas republicanasde la Ciudad Universitaria y de la Casade Campo (…). La brigada fueextendida de modo que cada uno de susmiembros combatiese al lado de cuatroespañoles, con el fin de levantar lamoral y de dar lecciones de tiro correctoa los obstinados milicianos…».

Tan luminosa idea de acción tácticatal vez fue expuesta o desarrollada poralgún genial periodista extranjero o

español, por cualquier agitador, en lamesa de alguno de los cafés madrileños,que continuaban abiertos al serviciopúblico, o en algún supuesto despachode algún supuesto dirigente de la batalla(ya se ha dicho que había muchospersonajillos que se creían quemandaban), y enseguida pasar a los hilosde los teléfonos o a las ondas de laradio, para terminar posándose en laprensa y en los libros como verdadcaptada en el propio campo de batalla, afin de servir de pasto informativo, o defuente de «incontrovertible veracidad» alos escritores llamados a describir elsuceso 25 años después. Pero lo cierto

es que digan lo que quieran todos loslibros que relaten el suceso en esos osimilares términos, o cualquiera de losflamantes periodistas que desde susparapetos de los hoteles madrileñosanunciaron aquel día la inminencia de lacaída de Madrid, aquel día Kléber y sushombres (que tan valiente comoeficazmente se comportarían varios díasdespués, cooperando con los otros20 000 o 25 000 que ya estabandefendiendo heroicamente la capital)simplemente estaban tomando el sol enalgún pueblo del valle del Tajo o delTajuña, adonde ni siquiera llegaba eleco de la batalla… y que quien esto

escribe, ni el 8, ni el 10, ni el 12 (fechascitadas por Thomas en página 271), niningún otro día, se reunió, según seafirma, con Berzin, Kléber y el generalMiaja para saber por dónde iba arepetirse el ataque a la capital.

La lucha de los días 11, 12 y 13

Entre el 10 y el 11, sin que seinterrumpiesen los combates locales entodo el frente, tuvimos la impresión deque perdía vigor el ataque general. Lalucha parecía tener un carácter máslocalizado y los objetivos eran máslimitados, con cuya ciase de ataques las

columnas 7, 2 y 5 pudieron conquistarpuntos de apoyo, logrando alcanzar V.Paquillo y V. Basurero. Estos serían lospuntos más avanzados ocupados por elatacante en su progresión hacia el río.

En esas jornadas se llevó a cabo lacontraofensiva, más bien elcontraataque, preparado por el MandoSuperior sobre la retaguardia enemigaen el que participaron solamentebrigadas nacionales bisoñas,organizadas apresuradamente enLevante, con pocos y defectuososcuadros, y otra brigada internacional.Los medios que se pudieron reunirfueron inferiores a los previstos, debido

a la ayuda que se había enviado aMadrid durante las jornadasprecedentes.

La maniobra no tuvo éxito, noobstante que en Madrid también seefectuó ofensivamente explotando larelativa falta de vigor del ataque yempleando parte de los refuerzosllegados a la capital, y a los cuales sesumó la incorporación de variasescuadrillas de «chatos» (cazas rusos).Era nuestra primera posibilidad dereacción y el comandante de la Defensadecidió actuar con el propósito deexpulsar al enemigo de la Casa deCampo y de los suburbios situados

sobre las carreteras de acceso a laciudad por el sur.

Tal reacción tampoco tuvo éxito. Eradifícil que lo tuviera. Nuestro milicianosabía resistir, pero no maniobrar.Nuestra reacción fue desorbitada por laprensa y la propaganda, más atenta a lasinformaciones privadas procedentes defuentes políticas que a las realidadesque podían pulsarse en el Comando.

En verdad, fue el día 13 cuando laColumna 1 adversaria consiguió colocarsu primer escalón en el Manzanares,entre el Puente de los Franceses y elHipódromo, ocupando un frenteaproximado de 1000 metros aunque sin

pasar el río. Por su parte, la Columna 4pudo profundizar hacia el O y el N, sinalcanzar la tapia. Fueron tambiénaquellos días de lucha cruentísima porhaber concurrido a la Casa de Campolas reservas de ambos contendientes. Enesa lucha se batió brillantemente la XIBrigada Internacional.

Aquéllos eran los primeros frutospositivos que lograba el adversario,después de seis días de furiososcombates; en cambio, el elocuentetestimonio de nuestra enérgicaresistencia, no sólo se hacía patente porel desgaste que acusaba el atacante, sinoen el categórico resultado de que las

restantes columnas tampoco hubieranalcanzado la línea del Manzanares (losde la Casa de Campo tenían muy pobresresultados en relación con sus enormespérdidas).

Un detalle, aparentementeinsignificante, pero de extraordinariovalor técnico, que contribuyó a frenar elataque y que obligó a las tropas de laColumna 1 a fortificarse, al llegar a lalinde del río, fue que unas pocasametralladoras, hábilmente situadas,enmascaradas y protegidas en el Puentede los Franceses, bastaron para detenercon su fuego e impedir el paso a todauna columna, equipada con Carros de

combate y ampliamente dotada de armasde acompañamiento y de apoyo artillero.

Como veremos, lo pasarían variosdías después, con graves pérdidas; perola posición del Puente de los Francesesse convirtió en el proceso de la batalla,en el pequeño objetivo táctico máscodiciado y más dura e insistentementeatacado por nuestro adversario.

Lo más espectacular de aquellasjornadas fue la lucha aérea librada, consorpresa para el adversario tanto comopara Madrid y sus defensores, en lamañana y en la tarde del día 13, sobre elcielo de la ciudad misma. Primerasacciones aéreas de importancia —

acciones de lucha, pues a resistirindefensos los bombardeos ya se habíanhabituado— que presenciaba el pueblomadrileño. Los victoriosos resultadosque para la defensa tuvieron sirvieronpara reforzar considerablemente lamoral, por la sensación de versedefendidos desde el aire.

La lucha de la primera semana habíasido tan incesante y dura que en verdadlos dos contendientes necesitábamoscierto reposo y tiempo para rearticularlos Sistemas de Fuerzas, desbaratadospor las confusas acciones y reaccionesdel combate de encuentro y por laimprovisada incrustación de las

reservas orientadas a la lucha, tanto porla idea de no cejar en nuestra reacciónsobre los flancos como por la necesidadde evitar una ruptura grave en algúnlugar del frente.

Antes del 15 hubo un momento deeuforia por la llegada de nuevasreservas, las brigadas liberadas delsector de La Marañosa después defracasado el contraataque, y por laambición de explotar el parón quecreíamos haber impuesto al ataque.

Nos consideramos más fuertes que eladversario y probablemente lo éramosen cuanto a número de combatientes, yse pensó otra vez en llevar a cabo una

fuerte reacción contraofensiva,reuniendo en la Ciudad Universitaria,frente a Garabitas, y junto al foso delManzanares, una fuerte concentración deefectivos.

El propósito era forzar el paso delrío por las inmediaciones de la zona queya había conquistado el adversario y, alpropio tiempo que se acentuaba lapresión sobre los flancos, cortar elespacio de maniobra enemiga en la Casade Campo, avanzando rectamente haciala Puerta de Rodajos. Con tal maniobratratábamos de eliminar al enemigo queya era dueño de Garabitas y desbordar oprovocar el repliegue de los que habían

penetrado hacia el lago y el río; siteníamos éxito, con esas fuerzas y conlas del flanco derecho, nuestra cuña demaniobra constituiría una poderosaamenaza sobre el ala izquierda enemiga,o hacer retroceder, al menos, todo sufrente, liberando a la ciudad de lapresión que padecía. El buen resultadodependería, en parte, de los refuerzosque hubieran podido llegar a lascolumnas adversarias que ya estabansituadas dentro de la Casa de Campo.

La lucha de los días 15, 16 y 17

Efectivamente habían sido tan

considerables sus refuerzos o tan audazy rápida la reorganización de su Sistemade Fuerzas, que nos sorprendió laviolenta reanudación de su ataque:nuestro frente fue totalmente roto,precisamente donde era mayor nuestradensidad de ocupación, es decir, en elsector que se había elegido como basede partida para el ataque.

Ya fuese por la excesiva confianzade las tropas y de los jefes allí reunidos,como por la falta de orden al montar eldispositivo de ataque, lo cierto es quenuestra concentración, en vías deejecución, fue dispersada y, lo queresultó más grave, el pánico hizo presa

en algunas unidades.Era el día 15. El enemigo, según se

ha sabido después, había recibidorefuerzos de la sierra y de laretaguardia, y para dar mayor potencia asu ataque en la Casa de Campo sumó alas columnas 1 y 3, la Columna 2, quehabía retirado del sector del suburbio deCarabanchel donde la hemos vistoactuar.

Realmente y en buena lógica, aquelataque debió ser detenido en seco conlos medios que allí teníamos reunidos,muy superiores a los de cualquier otromomento o lugar, durante los anterioresdías de la batalla. Pero en este caso el

atacante había aplicado la máximapotencia en un frente muy estrecho y,además, había tenido la fortuna deprovocar el pánico en una de nuestrasimprovisadas unidades que, por haberllegado desde otros frentes y por nohaber vivido la crisis de reacción moraldel día 7, aún no había captado elambiente de la lucha en Madrid.

Esta unidad retrocedió en desorden,contagiando a otras fuerzas, y elenemigo pudo arrollarlas, penetrar en laCiudad Universitaria y ocupar diversosedificios, hasta llegar al Clínico comolugar más avanzado.

Aquella jornada o la siguiente pudo

ser la decisiva en la suerte de ladefensa; pero no lo fue porque otrasunidades reaccionaron valientementeantes de abandonar la CiudadUniversitaria, mientras que dosbatallones muy bien mandados de lasBrigadas Internacionales, situados en lazona de Puerta de Hierro, y otro español(Romero) en el Puente de los Franceses(sobre el que gravitó el peso del ataque,sin que se quebrase su capacidad deresistencia) y en el Parque del Oestemantuvieron semiestrangulada la cuñade penetración, inflingiendo enormespérdidas a las unidades que realizabanel asalto. Frontalmente, en el Clínico, la

Brigada 2, muy bien conducida por elcomandante Martínez de Aragón, tuvo lamisma enérgica actuación, lograndodetener el ataque.

La ruptura, con la consiguientepenetración, resultó contenida así sinposibilidad de ser explotada por elatacante, quedando la cara oriental de lacuña en el Parque del Oeste desde elmonumento a los Mártires de las guerrascoloniales hasta la entrada principal dela Ciudad Universitaria por la Plaza dela Moncloa, que seguía en nuestropoder, y la cara occidental cubriendo laPuerta de Hierro hasta el río,manteniéndose las Facultades de

Derecho, Letras y Medicina, también ennuestro poder, así como el Palacete dela Moncloa.

El asalto se había montado yrealizado con todos los requisitosexigidos por la técnica para garantizar eléxito; no en balde se trataba del esfuerzodecisivo de penetración en la ciudad porel único portillo o punto de apoyo quehabía logrado conquistar en elManzanares el día 13: era el vértice desu cuña, con un desarrollo aproximadode 1000 metros, como se ha dicho, entreel Puente de los Franceses y elHipódromo.

Aquel éxito lo había logrado el

atacante del siguiente modo:

1. Poniendo la mayor parte del frente,desde la parte oriental de la Casade Campo (carretera deExtremadura) hasta Villaverde, a ladefensiva, con las columnas 7 y 5.

2. Retirando la Columna 2 de esefrente y llevándola a reforzar lasdel esfuerzo principal (columnas 1y 3).

3. Reforzando la Columna 4 con seisunidades más para asegurar laprotección del flanco izquierdo yconservar la base de partida de laCasa de Campo.

4. Apoyando fuertemente el ataquecon su masa artillera, Carros decombate y Aviación. Éstabombardeó reiterada ysañudamente Madrid durante lasjornadas 15, 16 y 17, que pudieronser decisivas, pero no logródestruir la moral de loscombatientes, ni de la retaguardia,no obstante que en el transcurso dedichos bombardeos se produjeronmuchas víctimas inocentes entremujeres y niños y se provocaronnumerosos incendios en lugaresdonde no existían objetivos deguerra. La acción aérea continuó

los días 18 y 19 y fue tan brutal,que motivó la protesta del cuerpodiplomático, cuyas embajadas,sobre todo la de Turquía, sufrierongraves daños.

En suma, el ataque había sido unpoderoso golpe de ariete en un frentereducido, con doce batallonesescalonados en profundidad y formadospor tropas aguerridas y jefes expertos;apoyo muy concentrado de fuegos yblindaje; con reservas a mano paraalimentar el esfuerzo, y restringiendo lamagnitud del objetivo en el interior de laciudad.

Cuando se propusieron alcanzar eseobjetivo el día 8, recordemos queabarcaba desde la Ciudad Universitaria(Clínico) y cárcel Modelo hasta elcuartel de la Montaña, dominando todala barriada de Argüelles paralelamenteal río.

Ahora se limita (véase croquis 6) alespacio comprendido entre la CiudadUniversitaria y los Bulevares,repartiéndose ese frente entre doscolumnas, la 1 y la 3; es decir, lo que enel primitivo plan se atribuía solamente ala Columna i, extendiendo hasta elClínico.

La Columna 2 pasaría el Manzanares

en segundo escalón y, al amparo de labase definida por los objetivos de la 1 yla 3, mediante una acción de flanco,realizada según el eje del esfuerzorepresentado en el croquis, haría caer laresistencia que ofreciese nuestro frentede combate desde el Puente de losFranceses y La Bombilla hasta el Puentede Segovia; zona que prácticamentehabría quedado desbordada, si aquellasdos columnas (1 y 3) alcanzaban suobjetivo.

¿Qué poder de contención seríacapaz de responder a aquel golpe deariete, en un frente tan reducido y malfortificado?

No podía sorprender que el frente sederrumbase y que solamente en loslugares en que fueran muy fuertesnuestras posiciones se resistieran a laembestida. Quiso la buena fortuna queese día tuviésemos en la zona atacadanuestra masa de reserva y, gracias aella, y a la reacción de algunas unidadesbien mandadas, se pudo frenar elimpulso del ataque, conteniéndolo en losflancos del eje de ruptura que siguieronlos atacantes: Escuela de Arquitectura–Casa de Velázquez–Hospital Clínico.

En las jornadas siguientes al 15,sólo gracias a fuertes pérdidas, ymediante acciones estrictamente locales,

pudieron ocupar otras porciones de laCiudad Universitaria hasta que lamaniobra quedase estrangulada ylimitada la conquista a una parte delobjetivo señalado a la Columna 1. Noobstante, en la defensa de Madrid, habíaaparecido un peligro grave ypermanente.

Obligado es confesar que, en elcurso de aquellas jornadas, con todo eltrente en tensión, siendo Madrid día ynoche un infierno de fuego y destrucción,cuando de todos los lugares de la líneade combate llegaban angustiosospedidos de reservas y de apoyo defuegos; cuando no faltaban algunas

frases de alarma peligrosamentedeprimentes:

—No podremos resistir una horamás…

—Si la Artillería no nos apoya estova a derrumbarse…

—…Cuando había que alentar a todos

con algunos maldecir e imponerseutilizando las interjecciones propias delcaso, porque pensábamos que bastabauna grieta para que se crease la brecha,y a ésta, sucediese la caída de un sectory cuando tras esto podía sobrevenir…;cuando en aquel incesante batallar desdeHumera hasta Villaverde había que

administrar los últimos recursos yapoyos, tampoco faltaban en el teléfonorespuestas que revelaban entereza,serenidad, gallardía…

—¿Cómo va eso?—Está duro de pelar, pero va

bien……—¿Cómo va eso?—Mucho «tomate», mi jefe, pero

por aquí no pasan.…—Te felicito C… Apreciamos lo

magníficamente que está resistiendo tugente. Estáis aguantando muy bien lomás duro del ataque. Animo. ¿Necesitas

algo?—Nada, resistiremos con lo que hay;

si a usted le falta gente, dígamelo; creoque aún podría darle alguna Compañía.

Estas, y otras, eran expresioneselementales, sencillas, lo mismo lascargadas de pesimismo o angustia, quelas rebosantes de confianza. Su conjuntomostraba lo que en un frente de batallano debe dejar de estimarsepermanentemente: la sensibilidad, elpoder de aguante del esfuerzo enemigo;la capacidad de resistencia o de réplica;las probabilidades de quiebra, ya seapor el lado de la moral del jefe o de sussoldados, o por el lado del poder militar

en acción. Pulsar esa sensibilidadhumanamente, sin error, abarcar latotalidad del problema en un frente tanextenso, tan inconsistente, y guarnecidocon tropas predispuestas por igual alpánico y al sacrificio extremo —porqueasí son las reacciones del combatienteespañol—, ésa era la cuestión más arduapermanentemente planteada en elComando de la Defensa.

Por ser así la realidad, el suceso dela ocupación por el adversario de unaparte de la Ciudad Universitaria no tuvolas tremendas repercusiones que de élpudieron derivarse. Los creyentespodían pensar que la providencia velaba

por Madrid, tanto o más que elcomando: el frente, en aquella zona, sereconstituyó, y el combate adquiriría elmismo ritmo e intensidad que tenía en elresto del frente de batalla.

Después de varios días de luchadesesperada aún pudimos lanzar unfuerte contraataque, con el cual, aunquesólo pudieran recuperarse pequeñasporciones de terreno frente al Clínico yen el Parque del Oeste, se hizo patenteal adversario que no se había quebradola voluntad y que, tanto como a nosotros,le urgía fortificarse, como así lo hizo.

Si en táctica es cierto que se fracasacuando no se alcanza el objetivo, el

esfuerzo de esas tres jornadas, quepudieron ser decisivas, constituiría unfracaso para nuestros enemigos.Siguieron terribles represalias sobre laciudad, llevadas a cabo por la Artilleríay la Aviación, provocando más de 1000bajas (el día 19), pero no ladesmoralización deseada. Hubo protestadel cuerpo diplomático, incluso dealgunos corresponsales de prensa quehasta entonces nos habían sido hostiles.En verdad, Madrid se convertía duranteaquellas jornadas en una ciudad mártir,olvidada del mundo que se titulabademocrático y cristiano. Uno de losedificios incendiados y en parte

demolido fue el Palacio de Liria,residencia del duque de Alba[14], dondese esforzaron las milicias y lograronsalvar obras artísticas de incalculablevalor.

Renuncio a describir y a juzgar elespantoso espectáculo que ofreció lacapital de España, tomada comoobjetivo de los Junkers y Heinkels paraensayar los posibles efectos (materialesy morales) de un ataque en masasiniestramente reiterado sobre una granciudad, mientras los traficantes de laguerra —políticos, diplomáticos,economistas de la banca y la industria—tejían y destejían bizantinamente en

Londres el enredo del «negocio» de lacontienda española. Me limito atranscribir algunos juicios emitidosentonces, haciendo unánimemente unafácil profecía que se vería cabalmentecumplida cinco años después:

—De Buckley: «Posiblemente en unplazo de cinco años todas lasnaciones estarán soportando latortura que Madrid soportó en1936, porque en este mundo todoslos pecados tienen su castigo».

—Del corresponsal de NewsChronicle: «No había raids cuandoel cielo estaba oscuro a causa de

los aviones, ni ataques con cientosde bombarderos tales como lospodemos esperar en Londres en lapróxima guerra».

—De César Falcón: «Madrid es laprimera ciudad civilizada delmundo que está sometida al ataquede la barbarie fascista. Londres,París y Bruselas deben ver en lascasas destruidas de Madrid, en susmujeres y niños que han sidodestrozados, en sus museos ylibrerías que han sido convertidasen montones de ruinas, en su vastapoblación que ha sido abandonadasin protección…, lo que será su

propio destino cuando el fascismolas ataque».

—Del corresponsal en Madrid deParis Soir: «Oh, vieja Europa,siempre tan ocupada con tuspequeños juegos y tus gravesintrigas. Dios quiera que toda estasangre no te ahogue».

Para nosotros, además del gravepeligro a que antes aludimos, el sucesofue una fuerte campanada, para que nonos forjásemos ilusiones, haciéndonoscomprender cuán precaria era la calidadcombativa de nuestro soldado en lotécnico y cuán grande en lo moral. La

lección no debía caer en el vacío.La urgencia de llevar a cabo la

organización regular, restaurarcabalmente la disciplina y el sentido deresponsabilidad y, en suma, cuantopodía y debía hacer eficaz la actuaciónde nuestras fuerzas en una accióntécnicamente dirigida.

Pero la labor de reorganización y losfrutos que de ella pudieran derivarseeran obras a largo plazo y lo que lasituación exigía era un esfuerzoapremiante para resolver el problemaangustioso que ya estaba planteado.

Porque si en verdad se había frenadoal enemigo en su ataque, no era menos

cierto que no había sido derrotado;simplemente se le había contenido ydesgastado, pero continuabareforzándose y era tan previsible comoinminente que no perdiera tiempo parallevar a fondo la completa ejecución desu inconcluso plan de maniobra: ya eradueño desde el 15 de una puerta deentrada a la capital y resultaba puerilque no tratase de pasar por ella, antes deque se la pudiéramos bloquear.

¿Cómo lo haría? ¿Cuándo?Evidentemente, cuando reforzase susmedios para reparar su desgaste ymontar un esfuerzo más potente que elque había llevado a cabo. La

experiencia de las jornadas de lucha yatranscurridas sin duda le habría hechover que era indispensable esa mayorpotencia, y a nosotros nos correspondíahacer las previsiones necesarias paracontrarrestarla. Había habido en esasjornadas una que, por el daño que nosocasionó, quedaría inscrita como una delas más cruentas de la batalla; pero antesde exponerla juzgo conveniente unadigresión:

La maniobra llevada a cabo en laejecución del ataque directo (aúninconcluso) se mostraba totalmentedistinta de la que al considerar el factoradversario en el planteamiento de la

batalla habíamos considerado como lamás probable, apoyándonos en lo que lanoche del 6 al 7 sabíamos del enemigo.

Quiero realzar esa circunstanciapara hacer patente el error en quepudimos incurrir. En la conducción delas operaciones no es extraño que secometa algún grave error cuando losjefes y sus Estados Mayores estánforzados a considerar las posibilidadesdel enemigo a base de conjeturas o deinformaciones inciertas. Para nosotros,la hipótesis aceptada entonces sólo teníaun valor relativo y confiábamos que através de su propia acción se revelase laidea de la maniobra del atacante.

Así sucedió cuando cayó en nuestrasmanos su Orden de Operaciones. Porella supimos que el adversario,proponiéndoselo o no, remedaba una delas formas clásicas de maniobra: la delala, cuando los dos tercios del frente debatalla se estiran y buscan una línea devalor defensivo o demostrativo, creandodesde ella una amenaza, o bien semuestran aparentemente débiles en esosdos tercios de frente, a los cuales, enambos casos, se trata de atraer la masaprincipal que se quiere batir.

Coordinadamente, otra masa defuerzas, más densa, más potente,dislocada en la prolongación de aquella

línea, y algo adelantada, se aplica conmayor o menor sorpresa contra el ala,desbordada o no, del Sistema de Fuerzasrival, cuando el curso de la acción haceya difícil el refuerzo del lugaramenazado. Tal modo de procederdesarticula el sistema atacado yfavorece su destrucción, aunque losmedios empleados no sean cuantiosos.La primera acción, la demostrativa,correspondía a las columnas 2 y 5; lasegunda, la destructora, a las 4, 1 y 3.

Al desarrollar tal maniobra alatacante le fallaron los factoresesenciales de la misma: no hubo efectode sorpresa, por la forma y el lugar del

ataque principal; no encontródescubiertos nuestros flancos; nodesarticuló nuestro Sistema de Fuerzas,y no hubo indecisión, ni faltó tiempo,para tomar las disposiciones necesariasexigidas por la maniobra; por añadidura,era el atacante el que se veíasorprendido ante la reacción inesperada,que no sólo afectaba el mecanismo defuerzas del ataque principal, sino latotalidad del Sistema creado para labatalla. Por ello su maniobra habíaculminado inicialmente con su graverevés de difícil corrección, al nodisponer de reservas considerables.

Varios años antes de este

acontecimiento militar que fue la batallade Madrid, la Escuela de Guerra deParís había resucitado e ilustradoteóricamente aquella forma clásica demaniobra; pero prácticamente habíadescuidado la consideración de lascircunstancias que pueden hacerlafracasar.

Por descuidarlas, en su tiempo,cualquier lego en cuestiones del arte dela guerra sabe que Federico el Grandehabía sido derrotado en Kollin,fracasando en esa maniobra (supreferida), al verse sorprendido con unainesperada reacción de su adversario,allí donde él se había propuesto

sorprender. Una cosa similar habíasucedido en la Casa de Campo: las leyesde la guerra tienen algo de inexorable,que es independiente de lasproporciones del hecho y de la índole delos hombres y los medios que lorealizan.

El revés, según hemos comprobado,sólo tendría valor relativo, porque elproblema táctico pudo continuar sudesarrollo, aunque las condiciones deejecución resultaran más difíciles ycruentas, por cuanto el panorama deposibilidades había cambiado.

Sin embargo, una decisión a favordel adversario aún era posible, incluso

continuando la acción con la mismaforma de desarrollo, y así hemos vistoque lo intentó, al examinar las últimasjornadas de lucha y con el mismoprecario resultado: un éxito inicial,limitado a la penetración en la CiudadUniversitaria, y la inmediataesterilización del esfuerzo de ataque, sinlograr la ruptura, la penetración en laciudad, ni siquiera la conquista delobjetivo asignado a las Columnas.

La penetración en la CiudadUniversitaria era un hecho contundente yun mal augurio, a pesar de nuestraenérgica resistencia. La había realizadoy consolidado, en la parte que el

atacante logró conquistar, durante lastres jornadas que estamos examinando.Había seguido el eje Escuela deArquitectura–Clínico, corriéndose aambos lados por la Fundación del Amo,Casa de Velázquez, Santa Cristina,Instituto de Higiene, Escuela deAgronomía y quedando frenado en elParque del Oeste, a pesar de lasinfiltraciones que en él logró, totalmenterechazadas, en las Facultades deFilosofía y Letras y Derecho y, en labase de la cuña, junto al río, en elPuente de los Franceses y en el Palacete,puntos que realmente aprisionaban laruptura, la batían con sus fuegos y la

amenazaban de estrangulamiento. Estacircunstancia obligó a los atacantes aprocurarse mayor seguridad, medianteduros combates que le fueron favorablesen el Palacete (pasó a sus manos el 20)y adversos en el Puente de losFranceses.

Precisemos ya cómo terminó estamaniobra del ataque directo:

Estábamos en plena luchaimplacable, de desgaste humano, deagotamiento de medios incesantementeembebidos en el frente, y entrando enuna crisis de laxitud por obra de lapropia lucha.

Un incidente nos permitió a los

miembros superiores del comando, porobra del azar, participar en el propiofrente en el suceso que voy a relatar, unode los más críticos a lo largo de todo elproceso de la batalla.

La mañana del ataque habíaamanecido relativamente tranquila, enaparente calma, sin indicios de que algode inusitada gravedad pudieraproducirse. Era como una invitaciónpara visitar el frente y captar en él larealidad de la situación, en la parte mássensible de la defensa: ladesembocadura de la CiudadUniversitaria en Madrid por la Plaza dela Moncloa.

A las 10 horas, aproximadamente,con el comandante de la plaza y suescolta, partimos hacia aquella zona delfrente para otear desde el observatoriode la parte superior de la cárcel Modelola situación del frente de combate,recibir las impresiones directas de loscombatientes y sus jefes, y pulsar sumoral de guerra.

Por la calle de Fernando el Católicodesembocamos en la Plaza de laMoncloa, y como si esto hubiera sido laseñal de la hora H, súbitamente sedesencadenó una masa de fuegos queparecía tener como principal objetivo,la propia cárcel Modelo, adonde nos

dirigíamos. Realmente lo era, pero aqueldía lo ignorábamos.

Tuvimos tiempo de penetrar en eledificio. Soportamos allí el violentofuego de Artillería, al que sesuperponían reiterados bombardeos dela Aviación. Uno de los coches de laescolta del general Miaja quedódestrozado al pasar del primero alsegundo patio. Intentamos ascender alobservatorio. Trepamos, más quesubimos, por la escalera; pero alobservatorio había que llegar en elúltimo tramo valiéndose de unaescalerilla de mano. Era imposiblemantenerla en equilibrio, apoyada en un

piso y en unas paredes que setambaleaban o derrumbaban.

El fuego artillero y los bombardeosse acentuaban y se percibía la intensidadque iba cobrando de manera creciente elfuego de Infantería que, por momentos,se aproximaba a la plaza. En suma,cuanto podíamos apreciar, sin ver,encerrados entre aquellas paredes queen cualquier instante podían enterrarnos,pregonaba demasiado expresivamente—en razón de la violencia del ataquehacia el punto sensible en que noshallábamos— que tal vez había llegadola hora más crítica del asalto de laciudad, en el lugar elegido por el

adversario para romper el frente, en elvértice de la cuña que pocos días antesse había clavado en el Clínico.

Estimé imprudente que elcomandante de la Defensa se encontraseallí, pues aunque hubiesen quedado en elEM jefes que sabrían tomar lasdecisiones necesarias no debíamosdesconocer lo que estuviese ocurriendoen el resto del frente (las transmisionesdesde el puesto de mando de la cárcelModelo estaban interrumpidas desde elprimer bombardeo, que coincidió connuestra llegada).

Si como cabía admitir vivíamosmomentos que podían ser decisivos para

la defensa, era necesario y urgente quepor el propio jefe se tomasen las riendasde la conducción.

Salimos a la plaza, para observardirectamente el frente de la CiudadUniversitaria, y culminó nuestra alarmaal ver por dicha plaza, retirándose conalgún desorden, tropas que provenían dela zona del Instituto Rubio y del Parquedel Oeste, mientras otros combatientes,más valerosos desde sus ametralladorasemplazadas en la parte alta de lavaguada del parque, y en el cruce de laavenida con la plaza, donde había unabarricada, hacían el fuego característicode las crisis del combate; fuego ciego,

precipitado, en el que más que eficacia ybuena puntería se pide a todos losSantos que el arma no se encasquille.

Nuestra presencia en la Plaza de laMoncloa, he pensado muchas veces,porque creo en Dios, que fueprovidencial: los hombres queretrocedían en tropel se dieron cuenta denuestra presencia, reconocieron algeneral Miaja, lo proclamaron a voces ybastó esto para que, también en tropel,volvieran a la línea de fuego, que aún nohabía ocupado el atacante.

La palabra del general y las vocesde cuantos le acompañábamos bastaronpara que se restableciese el orden en

plena fiebre de lucha y para que todosvolviesen a sus puestos, aunque algunosno se pudieran recobrar; incluso los másligeros, los que ya huían —ésta es lapalabra justa— por las calles deFernando el Católico, Meléndez Valdésy Princesa, no necesitaron para volver asus puestos de otra acción coercitivaque el ejemplo y las incitaciones de suscamaradas y jefes que se habíanquedado atrás.

El combate no cedía en ímpetu, peroel frente daba la sensación de resistir,bajo el control de sus jefes. El incidentehabía tenido rápido desarrollo en sumomento de gravedad. Se dejaron

órdenes terminantes a todos los jefes desector. Entre los Bulevares y la Moncloaestaban desembarcando de trescamiones las tropas que llegaban derefuerzo. Por nuestra parte, sorteando elfuego que batía la plaza al azar, y por lamisma calle por donde habíamosllegado, regresamos al CG de laDefensa, recobrando las riendas delmando de conjunto.

Pulsándolas, comprendimos que talvez estábamos en la jornada decisivapara la defensa; pero se había podidoconjurar la crisis en el lugar mássensible del frente. Otras, no menosgraves, la seguirían, pero su resolución

tendría la misma buena fortuna de esedía D, gracias a la valerosa resistenciade todo el frente, en el que apenas seperdieron pequeñas porciones deterreno, que en nada afectaban a lasolidez de nuestra línea de combate[15].

El miliciano había triunfadonuevamente. Y aquel día, como todoslos que le siguieron hasta que sesuspendiese el ataque por la voluntaddel atacante, el miliciano demostraba demanera evidente que ya no era el mismoque cedía terreno por kilómetros un mesantes sin darle importancia; ni siquieraera igual al que había resistido laprimera acometida de los días 7, 8 y 9.

Era menos político y más soldado; sabíapor qué y para qué luchaba; medía conmás orgullo y con mayor conciencia sucalidad de español, frente al adversarioque tenía delante, cualquiera que fuese,moro, legionario o español; sereconocía menos técnico, peorcapacitado, pero por eso mismocomprendía que para vencer tenía queser muy valiente, y notoriamente lofue[16]. Sus jefes le daban, en esesentido, el mejor ejemplo. Por eso pudocontinuar la lucha sin que se atenuase elvigor de su resistencia, un día y otro día,en la oscuridad de la noche y a la luz delsol, por cuanto el combate no tuvo

interrupción, afrontando la destrucciónque venía del aire y de la tierra, sindeprimirse ante el abrumador poderíoque le acosaba.

Así pudo escribir esas páginasdesconocidas de la defensa de Madridun combatiente rudo, sencillo yeminentemente español, ya que enaquellas trincheras se dieron cita, juntoa los madrileños, todos los hombres deEspaña, a través de las milicias vasco–navarras y catalanas, los batallones degallegos, valencianos, andaluces,extremeños, aragoneses, murcianos,castellanos viejos y nuevos y astures; detodos los niveles sociales y de todas las

profesiones, sin excluir la religiosa.Aparentemente, se batían por un idealpolítico. Realmente, lo hicieron comoexpresión fiel de una sociedad queaspiraba a sobrevivir siendo dueña desus destinos, encuadrada y organizada—diga lo que quiera la propaganda— enlo que era un ejército genuinamenteespañol.

Cabe un momento de reflexión: esto queestoy escribiendo que, ciertamente, esuna exaltada defensa del soldado–miliciano de la Guerra Civil española,¿no será una apostasía castrense, unaterminante negación de la vocación

militar de la que estoy orgulloso, undesbordamiento demagógico delespíritu, hecho rebelde por laadversidad, una descomedida ironía delhombre sensato batido por elinfortunio…? ¿Cómo justificar quecuando ya está creado y aceptado casiuniversalmente el tipo de jefe–técnico,del cerebro electrónico para conduciruna lucha eminentemente científica, y delsoldado–robot para llevarla a cabo, seatreva alguien a situar en el plano de laactualidad al hombre que se bate armadoesencialmente con el poder de suconciencia y de su voluntad, equipadosimplemente con fusiles mohosos, que se

carcomían en los parques arrumbadoscomo desecho? ¿No estaré revelandouna mentalidad propia de la sociedadcavernícola, en la edad de la luchabestial de los hombres primitivos?

No. Creo haberlo pensado bien. Mesiento firme en mis creencias castrenses,religiosas y patrióticas, y me veo en lasociedad a que pertenezco, en lasegunda mitad del siglo XX. Pienso queno he hecho otra cosa que exponer lossucesos como fueron y mostrar a loshombres como se comportaron, dandoalma y vida a un acontecer bélico tancargado de humanismo como deexplosivos y de plomo. Nada de lo

actual, de la técnica de hoy, se niega nicondena; simplemente se afirma ydefiende un hecho, una verdad, y semuestra en su cruda realidad la lucharealizada por unos hombres que tenían eldeber de batirse y que supieron hacerlocon heroísmo; y es por esto, porque nopodían hacerlo de otro modo paratriunfar, y porque tenían que sacrificarlotodo para no ser derrotados, por lo queganaron una gloria —gloria real, aunquepermanezca en el anónimo— que elsoldado–robot mecanizado, insensible,frío, sordo a la voz del sentimiento, y sinalma, no podrá jamás conocer.

Aquel miliciano español, nuestro

soldado elemental de una guerradisparatada, mandado por jefes yoficiales españoles profesionales y demilicias, ni siquiera recibía promesas debandas, de premios ni de cruces; no sele excitaba con el retintín de lascharangas, con arengas altisonantes, nicon desfiles pomposos, y solemnes… Elsólo sabía del plomo, del fuego, de losmuros que se derrumban, de las tierrasque se revuelven, de los raílesretorcidos y erguidos hacia el cielo traslos bombardeos, del dolor, de laangustia, del lodo, del hambre, de laansiedad por la suerte de la mujer y loshijos dejados atrás, en un sótano…; y al

fin de la jornada, con los músculosrelajados y los nervios tensos porque elpeligro continuaba acechando, se sentíacon la conciencia tranquila al haberpodido conservar su puesto de combate;luego, la emoción por la ausenciadefinitiva del compañero caído, y larutina del rancho miserable y frío, quese extrae, cuando se tiene, del fondo delmacuto, del agua sucia que hay que ir abeber del balde oculto en un recodo dela trinchera…; y la noche en que sedormita, mientras otros velan y el cañóno el mortero no dejan de tronar.

Mañana, mientras en la retaguardiaunos hombres de letras ensalzarán esa

obra, otros la difundirán por las ondasradiadas alentando esperanzas, o laenvilecerán deformándola con mentirasy calumnias; pero la vida del miliciano,soldado elemental, se repetirá con losmismos nobles signos al día siguiente, yal otro, y al otro… ¿hasta cuándo? SóloDios podía saberlo. Nosotros, hoy,después de cancelado aquel drama, sólopodemos hacer justicia al miliciano connuestro pensamiento y limpiarlo de labasura con que la calumnia ha queridoenterrar la grandeza de su obra valerosay dignísima, como español y comocombatiente.

Por si alguien protestase de que, a

los 26 años de aquella batalla, mepermita hacer este elogio del soldado–miliciano español, diré que nadie puedeni debe extirpar de su espíritu lasimágenes grabadas por los hechos de lavida, que se sienten y se piensanentrañablemente (valga la metáfora)cuando no son fruto de una obcecación,ni de un afán de vanagloria.

Para justificar el fracaso del ataquedirecto se ha dicho que al llegar lascolumnas africanas a la capital yaactuaban las Brigadas Internacionales,lo cual no es cierto; también se ha dichoque aquellas tropas estaban cansadas,agotadas por el largo esfuerzo que se les

había impuesto, lo cual podía ser cierto,pero evidentemente no se había puestode manifiesto en los enérgicos combatescon que arrollaron a las milicias, desdelos Torrejones hasta Carabanchel.También se ha dicho que estaban tanexhaustas que apenas disponían de 3500hombres para el asalto a la capital, perobasta recordar su orden de batalla paracomprender que no era tal la verdad[17].

Si pocos eran los atacantes conaptitud para combatir, eran menos ymenos aptos los defensores; si gastadospor el esfuerzo estaban unos, másgastados estaban los otros. Tan ciertaera la voluntad de conquista de los

primeros como la de resistir de lossegundos. Por eso no faltó coraje a losatacantes ni heroísmo en la resistencia yya se han realzado las razones que dabana los atacantes las mayoresposibilidades y probabilidades detriunfo. Tales realidades no admitendeformaciones y el hecho es y seránecesario analizarlo y enjuiciarlo en elmarco de esas realidades, muchas decuyas circunstancias no han trascendidoa la documentación escrita en la quehabrán de apoyarse los historiadores demañana; y si los de hoy, a pesar dehaber tenido a su alcance la mejor fuentede información, el hombre–actor, dan

visiones deformadas del suceso, ¡cómoserá la que den los historiadores demañana que carezcan de esa fuente, lamás fecunda en la reconstrucciónhistórica de situaciones caóticas! Perono hay por qué seguir discurriendo poreste camino. Cerremos este apartadodiciendo que aquella batalla defensivaque tan difícil, confusamente, habíacomenzado el día 7, y cuyo primer éxitocomentábamos al terminar la jornada del8, seguía riñéndose de maneradesesperada. Mientras conservásemos lacapital, la victoria sería nuestra, y laconservábamos al terminar el ataquedirecto.

5. EL ATAQUEINDIRECTO

Maniobras contra el ala derecha de ladefensa

Al fracasar, a fines de noviembre, elataque directo a la capital, nuestro frentede combate se apoyaba donde se indicaen el croquis. Más al oeste de la líneadibujada en dicho croquis, el frentecontinuaba por Villa viciosa de Odón,Brunete, Quijorna y Navalagamella.Todos estos lugares se hallaban en

poder del enemigo y estabanguarnecidos con efectivos equivalentes aun batallón, o algo inferiores; pero elfrente, lo mismo del lado propio que deladversario, carecía de continuidad y,como ya se ha dicho, en algunos lugaresse hallaba simplemente vigilado.

Al este de la Casa de Campo seformaban entrantes y salientesarbitrarios, que dejaban unas barriadasen poder del enemigo y otras en nuestrasmanos; corría después hasta V.Basurero, para doblar bruscamente alsur, hacia Villaverde y, desde aquí, aVaciamadrid (en nuestro poder).

Los defensores ignorábamos si el

enemigo había renunciado realmente alataque directo a Madrid; y es lo ciertoque su reiteración en algunos lugares yla frecuencia de los bombardeos noconsentían hacerse ilusiones ya que elataque directo no sólo se hizo por laCiudad Universitaria, como se explicó,sino que lo intentaron en todos lospuntos del frente que estimaron mássensibles, tanteándolos con frecuenciamediante duros ataques locales de día yde noche, sin que ninguno de elloslograse abrir brecha. Así sucedió enBasurero y Usera, y en las direccionesde los puentes de Segovia y Toledo.

Por sus informaciones se ha sabido

posteriormente que hacia fines denoviembre, y aunque ya estaban muydesgastadas sus tropas, el adversariocontaba en el frente de Madrid con 50unidades de efectivos equivalentes aBatallón, 40 Baterías, 15 Escuadrones, 3Baterías anticarro, 4 Baterías antiaéreasy 3 Compañías de Carros de combate.

Con esos medios se iba a mantenerla presión sobre Madrid y, de acuerdocon la realidad, a modificar su idea demaniobra, llevando la acción resolutivaa campo abierto, donde su aptitud yposibilidades eran muy superiores a lasnuestras, y en el que también era máslimitada nuestra capacidad de

resistencia.Las primeras operaciones afectaron

a nuestra ala derecha y se desarrollaronen dos períodos o fases: uno, muy breve,iniciado el 29 de noviembre en lasinmediaciones de la Casa de Campo(croquis 7A), y otro, de mayor duración(un mes aproximadamente), en eltriángulo Boadilla del Monte–LasRozas–Aravaca (véase croquis 7B).

Primera fase: ataques en el frenteHúmera–Pozuelo de Alarcón

Se caracterizó esta fase por susimplicidad, por la crudeza de la lucha y

por su rápido y rotundo fracaso, ya queel ataque se estrelló sin alcanzar elobjetivo que se había propuesto.

Contra el frente V. Valderrubios–Pozuelo–Húmera (véase croquis 7A) elenemigo lanzó a tres columnas, quepartieron de Ventorro del Cano,Campamento de Ingenieros y Casa deCampo, con una masa de maniobrasuperior a 10 Batallones, 12 Baterías, 5Escuadrones, 40 Carros de combate yfuerte apoyo de Aviación. Los atacantesprobablemente se propusieran alcanzarla carretera de La Coruña y penetrarhacia el Pardo, pero sólo consiguieronconquistar el V. Valderrubios.

La maniobra, según López Muñiz,fue decidida en una reunión de losgenerales Franco, Mola y Varela a finesde noviembre. Por la masa de maniobraque la llevó a cabo puede inferirse quela suspensión del ataque directo no lahabía impuesto la penuria de medios niel desgaste, pues operan más de los quese utilizaron en el esfuerzo decisivodesde la Ciudad Universitaria y lo hacensin gastar tiempo en la rehabilitación delas unidades que pudieran estargastadas; más bien se trataba de buscarla decisión sobre otro eje de esfuerzosin dar tiempo a los defensores arehacerse ni a maniobrar con sus

reservas.Mandaba las columnas el coronel

García Escámez, que había sido traídode la sierra para incorporarlo al frentede Madrid.

El ataque lo realizaron, actuandoconvergentemente sobre Humera, lacolumna que partió de Campamento y laque procedía de la Casa de Campo. Ladefensa acudió prontamente a suspuestos de combate, batiéndose en lasposiciones situadas al sur de Humera yPozuelo, organizadas fuertemente pararesistir a todo trance.

La calidad de esas posiciones,naturalmente fuertes, y el ardor con que

se batieron nuestras milicias, que nohabían sido víctimas de la sorpresa,permitió, juntamente con enérgicoscontraataques muy bien apoyados por lamasa artillera de la defensa de Madrid,que el enemigo no lograse pasar delcementerio de Pozuelo, ni ocuparHúmera, sufriendo un gran número debajas.

El ataque no había sorprendido alcomando porque nuestra red deobservación había acusado la llegada defuerzas al sector, los movimientos quese llevaban a cabo en la retaguardiaorientados hacia esa zona y ladislocación de unidades en su

despliegue, incluso de la Artillería.Aunque tales informes eran precisos,

en verdad pensábamos que se iba areiterar el ataque a Madrid y admitíamosque el adversario esta vez lo haríaampliando en esa zona la cuña de laCiudad Universitaria, pero en un radiocorto y a fondo, por Húmera, Aravaca yla Zarzuela, para cortar lascomunicaciones con la sierra a la alturade Las Rozas y El Pardo.Evidentemente, tal ataque debía restarfuerzas, reservas y apoyo artillero anuestras tropas que cercaban la CiudadUniversitaria y, de ese modo, podía sermás factible su penetración en Madrid

con un nuevo esfuerzo.Por ello, en esta ocasión —como en

cualquier otra— la tensión propia de ladisposición de alerta en todo el frente deMadrid no se atenuó; simplemente seacentuaron las precauciones y se previoun apoyo artillero en gran escala a lazona amenazada.

Las tropas que defendían el frente enHúmera–Pozuelo estaban en el procesode reorganización de que oportunamentese tratará, para convertirse en brigadas ydivisiones de organización regulanSegún estaban acoladas de este a oesteeran las siguientes: Columna CNT,mandada por Mera, en el Puente de San

Fernando; XI BI; Columna Perea;Columna Enciso; Columna Barceló. Enreserva se hallaba la Brigada 3reorganizándose del desgaste sufrido elmes anterior, y otra de nueva formación,siendo nuestro centro de gravedad laregión de Aravaca.

Desde las primeras jornadas, lalucha fue durísima por la potencia delataque y el apoyo artillero y aéreo, perosólo en pequeños trozos de frente uobjetivos intrascendentes el asaltantelograba aplastar la defensa que sereconstituía rápidamente. A la Infanteríacorrespondió llevar a cabo unaresistencia tenacísima: resistir de esta

manera y contraatacar sistemáticamente,fueron las ideas matrices con que noscondujimos; y favorecía su realizaciónel terreno ondulado y relativamente bienorganizado en que nos apoyábamos. LaArtillería de la defensa, sólo con levesalteraciones de algunos asentamientospudo apoyarnos muy eficazmente ycontrarrestar a los Carros de combate.

La simplicidad de nuestra maniobra,como acaba de verse, no podía sermayor. Sistemáticamente, habíamosrenunciado a las «segundas posiciones»de que el combatiente pudiera tenerreferencias, para que no le sedujeseinstintivamente la idea de ampararse en

ellas.Tales sistemas de posiciones pueden

ser correctos en campos abiertos: peroen la defensa de Madrid los juzgábamosinadmisibles. Opuestamente, interesabamantener despierto el espíritu dereacción por el contraataque. Gracias aello se realizaron con frecuencia, y enmuchos casos con eficacia.

Si había que retroceder fatalmente lanueva resistencia quedaría montada enla posición en que se hubieran apoyadolas unidades que acudieran en socorro,cuando éstas no podían alcanzar la líneade combate.

La calidad de nuestro soldado era tal

que hacía posible que la idea decontraataque arraigase fácilmente en suvoluntad de vencer y, por eso, cualquierunidad que se retiraba, si lo hacía comoresultado de la superioridad delenemigo en hombres, en fuegos o encapacidad de maniobra, daba a surepliegue un significado intrascendente;en realidad, retrocedía con la firmeresolución de continuar la lucha encualquiera otra posición y con nuevos ymayores bríos, aunque no se lereforzase.

Contribuyó tal modo de proceder aque uno de los rasgos más acusados dela defensa fuese el que antes hemos

señalado: la simplicidad. Otro rasgo, talvez el más meritorio, consistió en elmodo de maniobrar con las fuerzasempeñadas, sin buscar puntos deaplicación de la masa de medios quepudiera reunirse y emplearseofensivamente y lograr resultados(generales o locales) resolutivos graciasa esa masa obtenida a través de laeconomía, sino empeñando las reservastransitoriamente creadas, con el fin, másmodesto, de contraatacar impidiendoque el atacante alcanzase sus objetivos,o para alimentar la resistencia dandocontinuidad al esfuerzo propio.

Maniobrar de este modo con los

medios, cuando todo el frente estaba entensión, no era fácil de realizar; peroresultaba ineludible porque las reservasse habían gastado y la intensidad propiade la lucha exigía su reposición.

Parece ser que al atacante también lefaltaron reservas para alimentar suesfuerzo ofensivo —como le habíasucedido los días del ataque directo— yque, debido a esta circunstancia, nopudo dar continuidad a su acción. Lomismo sucedería más tarde en Boadillay en el Jarama, de acuerdo con susversiones de la lucha.

La escasez o falta de reservas puedeagobiar al conductor, pero no es causa

absoluta de derrota, y permitecomprobar que es rigurosamente falsa laidea sustentada en algunas doctrinastécnicas (italiana, p.e.), cuando se dice«que el jefe que no tiene reservas nomanda», «ni puede mandar, conduciendoel hecho táctico según su voluntad».

En rigor de la verdad, ésas son lassituaciones en las que el conductor seeleva gobernando la batalla, a pesar deno contar con reservas; porque, si estole sucede, su deber elemental escrearlas, sustrayendo medios y hombresdel propio frente de combate, o bienmodificando su disposición sin riesgopara el mismo; con el propósito siempre

de asegurar una acción de conjuntovigorosa, alimentando el esfuerzo hastatriunfar o impedir la derrota.

En fin, ya fuera por falta de reservasdel atacante o por el vigor de la defensa,lo cierto es que los días 1 o 2 dediciembre podía considerarse fracasadoel nuevo ataque enemigo, aunque lalucha continuara algunos días más.

El apoyo de nuestra Artillería y lacooperación de nuestra Aviación sehabían llevado a cabo conextraordinario acierto y al suspenderseel ataque solamente había quedado enpoder del enemigo el V. Valderrubios yuna pequeña faja de terreno en las

proximidades de Humera. Ahora bien, eladversario había podido anular elentrante que nuestro frente formaba en elsuyo al oeste de la Puerta de Rodajos,hacia el cruce de las carreteras deBoadilla y–Extremadura, en cuya zonaun ataque afortunado por nuestra partehubiera podido crear una situacióncrítica a los invasores de la Casa deCampo, si lográbamos estrangular porallí la bolsa que formaba el entranteadversario hacia la CiudadUniversitaria. Ese, y no otro, fue elverdadero beneficio obtenido con elviolento ataque que hemos descrito. Porello podíamos estimar rediviva la

realidad a que nos referimos en las págs.80 y 101; que continuaba su cursoimplacable la batalla defensiva iniciadael 7; que nos defendíamos bien, y que lavictoria seguía siendo nuestra porqueconservábamos la capital.

Segunda fase: maniobra en la regiónBoadilla–Las Rozas–Aravaca

Aunque no hubo sorpresa en elataque anterior, al atenuarse la luchaquedamos en la incertidumbre en elComando de la Defensa. Nos seguíaninquietando las nuevas manifestacionesque pudiera tener la continuación de la

batalla, pues no cejaba la presión entodo el frente y seguían acumulándoseindicios positivos de la llegada derefuerzos por el lado atacante, y, porotra parte, de frecuentes relevos detropas en la línea de combate.

Cualquier trozo de esa línea, porhallarse toda ella en la periferia de laciudad, resultaba sensible, y peligrosa sise producía un ataque de grandesproporciones; nuestras dificultades paraconjurarlo no eran pocas, porque noshallábamos en pleno proceso dereorganización.

Cuando nuestro Servicio deInformación nos advirtió de las nuevas

concentraciones que se llevaban a caboen la región al sur de Boadilla delMonte (entre Alcorcón y Brunete) aúnpensábamos que podía ser una añagazapara desencadenar nuevamente el ataquedirecto a la capital.

Veamos qué proceso tuvo la nueva eimportante maniobra, una de las que conmayor aparato de fuerzas montaronnuestros adversarios durante la batallade Madrid, y cuya ejecución estuvo acargo del general Orgaz.

Bajo la dirección de este general, elreclutamiento de las fuerzas moras en elProtectorado español había tenidoóptimos resultados, y merced a éstos y a

la incorporación de voluntarios alTercio de Extranjeros, los Tabores deRegulares y las Banderas de la Legión,no sólo crecieron incesantemente ennúmero, sino que pudieron reponer elintenso desgaste que, como unidades dechoque, habían padecido en todos losfrentes.

Aceptando como verídicos losrelatos publicados posteriormente por eladversario, mientras se producía elfracaso del ataque directo a Madrid,aquel reclutamiento acentuó su ritmo, ycon unidades de esa procedencia, otrassustraídas de unidades o columnasdesplegadas en el frente de la sierra, y

otras procedentes de la retaguardia o defrentes transitoriamente estabilizados, seaplicó a crear una voluminosa GranUnidad (la División Reforzada deMadrid) que «por su cuantía constituíaun verdadero Ejército», según suspropios textos.

La nueva maniobra partió de la baseCampamento de Ingenieros–Villaviciosa–Brunete (véase croquis7B). El eje del principal esfuerzo lodefinió topográficamente el curso del ríoGuadarrama. El objetivo a alcanzar, seha dicho a posteriori, era cortar lascomunicaciones de Madrid con ElEscorial, y su finalidad dar mayor

seguridad a la zona de maniobras en quese apoyaba el Sistema de Fuerzas delatacante, abriendo, por el lado norte,uno de los brazos de la tenaza queformaba el dispositivo que tenía suvértice en la Ciudad Universitaria.

El orden de batalla empleado por eladversario para esa maniobra loformaban cuatro columnas: Izquierda(coronel Iruretagoyena); Centro–izquierda (coronel Barrón); Centro–derecha (coronel Asensio), y Derecha(coronel Sáenz de Buruaga).

Tres de ellas tenían composiciónsimilar, a base de 2 Regimientos a 3Batallones, Tabores o Banderas; 5

Baterías; 2 Secciones de Carros decombate y algunas piezas anticarro. Porsu parte, la cuarta columna disponía de 5Batallones (2 de ellos fuerzas moras) y1 Brigada de Caballería de 2Regimientos, y la misma dotación deArtillería y Carros que las otras tres.

Las cuatro columnas disponían detropas de Zapadores, Transmisiones,piezas antiaéreas y medios deevacuación, más los correspondientesServicios.

La Artillería de Acción de Conjuntoestaba formada por 4 Baterías de 10,5 y4 Baterías de 15,5. Como reserva sedisponía de un Batallón, más las fuerzas

reservadas en el frente de Madrid.A las fuerzas anteriores hay que

sumar las de la Columna GarcíaEscámez que operó en la fase anterior yque, ahora, cooperaría, primero, enBoadilla y, posteriormente, en Aravaca.

En el anterior orden de batalla laproporción de unidades españolas fuemayor que en el ataque directo aMadrid, aunque siempre en número muyinferior al de unidades de fuerzas morasy legionarias, ya que las primeras eran 8y las segundas 16 (sin contar las deGarcía Escámez). Las tropas españolasprocedían en su mayor parte de lasunidades de reclutamiento existentes en

el Protectorado. En conjunto, lapotencialidad de dicho orden de batallaera superior a la del Sistema de Fuerzasque se había empleado cinco semanasantes durante el asalto de Madrid.

Naturalmente, los defensoresdesconocíamos entonces los propósitosdel adversario, la trascendencia quepudieran atribuir a su maniobra y lapotencialidad que iban a aplicar en ella.Fueron las realidades de la propia luchalas que nos harían comprender lamagnitud del peligro que iba a pesarsobre la totalidad del frente defensivo,en el largo mes que tuvo de duración lamaniobra que vamos a examinar.

Entre el 13 y el 15 de diciembre,primeros días de lucha en el nuevofrente activo, se acumularon en elComando de la Defensa indicios quepermitían admitir que el ataque general aMadrid, iniciado a primeros denoviembre, había sido peligrosamenteampliado, llevando la lucha a campoabierto.

Nos sentimos atacados en diversoslugares del frente, desde Húmera hastaBrunete, y decidimos empeñar nuestrasreservas; pero ¿dónde?, ¿cómo?,Húmera y Boadilla eran los puntos quereclamaban ayuda más apremiante yhabía que dársela. Pero se desconocía la

estructura de la maniobra adversaria ysólo apreciábamos su amplitud y latrascendencia que pudiera tener un éxitoenemigo en la zona por dondemanteníamos el enlace con el Ejércitodel Centro, del cual dependían, porentonces, las fuerzas de la sierra.

Aún a sabiendas de que no bastaría,la consigna dada a las guarnicionesatacadas fue la misma que en la faseanterior: resistir y contraatacar. Erasimple. Tal vez rutinaria expresión deque no teníamos una visión clara delproblema táctico que acababa de serplanteado; pero consideramos muypeligroso montar a ciegas una reacción

maniobrando con reservas cuyacapacidad de acción en campo abiertose estimaba muy dudosa.

Solicitamos del Ejército del Centrola cooperación de los Carros decombate y de la Aviación, así como delas reservas del frente de la sierra, conobjeto de apoyar o cubrir nuestra aladerecha, ya amenazada.

Nuestro esfuerzo de resistencia sólopodía hacerse muy localizadamente.Desde el comienzo de la batalla deMadrid, esa porción del frente demaniobra estuvo muy descuidada encuanto a fuerzas y fortificaciones, por elhecho de que todo el esfuerzo del

atacante se había aplicado íntegramentey en forma directa sobre la capital.

Nuestra organización defensiva eraallí defectuosa e incompleta. Se tratabade un sistema de caseríos sin conexión;de algún punto orograficamente fuerte,pero fortificado a la ligera, y de algunasmanchas de bosque, utilizables paraapoyar la resistencia.

Sobre esa zona el esfuerzo de losatacantes no se había hecho notar desdelos comienzos de noviembre y, pornuestra parte, tampoco se había llevadoa cabo actividad bélica de importancia.Grandes espacios que sólo habíanconocido la presencia y el patrullaje de

pequeñas unidades. Las zonas de bosquesólo se explotaban indirectamente,aunque para nosotros fuesen buenospuntos de apoyo, cuando menos pararetardar la progresión del enemigo.

Nuestras tropas en ese frente eranescasas y poco selectas en razón de quehasta entonces lo mejor se habíaempeñado en el frente de la capital, y deque se trataba de una zona relativamentepasiva desde el 6 de noviembre. Lasunidades que allí se habían rehecho enla retirada anterior fueron sucesivamenteempleadas por la Columna Barceló,reforzando el contraataque de la Brigada3, por Humera. Durante todo el mes de

noviembre simplemente se habíanmantenido por ambos bandos, en lospuntos sensibles, compañías obatallones que habían multiplicado sucapacidad de resistencia, recurriendo ala fortificación de campaña.

En el ataque que a fines denoviembre llevó a cabo GarcíaEscámez, las unidades que se habíanenviado quedaron empeñadas entre V.Valderrubios y la Casa de Campo y alcomenzar esta nueva maniobra sólo sedisponía de una parte de la brigada dechoque, en reserva en Majadahonda yotra internacional en la Zarzuela (montede El Pardo). Con los primeros indicios

del ataque, las unidades de línea fueronreforzadas, más que con hombres, conarmas automáticas.

Sin embargo, desde el momento enque una maniobra de gran amplitudtáctica (10 km en la base, hasta la zonade Boadilla, y 17 hasta la de Húmera) seiba a desarrollar por ellos,comprobamos que nuestra red de fuegosno podría tener densidad ni continuidad;solamente las reacciones locales deflanco permitirían contrarrestar lasinfiltraciones si las había, o la maniobratotal del conjunto de las fuerzas.

A nosotros, la resistencia podíadarnos tiempo para que nos llegase la

ayuda esperada. Nos manteníamos en laincertidumbre, y de ella difícilmentepodríamos salir porque éste sería uno delos períodos de lucha en que lainformación directa obtenida por laobservación se haría más precariadurante algunos días a causa del maltiempo, que impidió la actuación de losobservatorios terrestres que dominabanesa zona.

También fue más difícil la accióndel mando para asegurar la cooperacióndel fuego artillero, en razón de hallarsefuera del alcance de los materialesalgunos de los asentamientos y, justo esdecirlo, porque en el Cuartel General de

la Defensa se seguía estimando comoriesgo principal las fisuras que pudieranproducirse en el frente que sedesarrollaba en la linde de la ciudad.

A que esto no dejara de considerarseposible contribuía la información querecibíamos, que seguía advirtiéndonosde la constante llegada de refuerzos, losfrecuentes relevos que se hacían en elfrente de la capital y el hecho de que entodas las jornadas los combates a lolargo del lindero apenas llegaban aconocer algún brevísimo período decalma: para resistir, seguíamos contandocon la exaltación moral que se derivabade la relación hombre–objetivo; pero en

el campo abierto, entre Boadilla yMajadahonda, ¿tendría esa relación elmismo valor?

La cronología de la maniobra queestamos examinando y los episodiostácticos que la integraron fueron lossiguientes:

13–XII–36:Iniciación de la maniobra, desde labase Brunete–Villaviciosa deOdón–Campamento.

14–XII–36:La columna principal atacante llegaal linde de Boadilla. Es reforzada

nuestra guarnición mediantereservas locales.

15–XII–36:Lucha por la posesión de Boadilla.

16–XII–36:Pérdida de Boadilla, sobre cuyoobjetivo habían actuadoconjuntamente tres columnasenemigas. Los defensores se retiranen desorden, derivado de sumanifiesta inferioridad y de laamenaza de envolvimiento. Sereconstituye el frente de combate enel lindero del bosque, al norte delpueblo.

17–XII–36:La columna enemiga de laizquierda ocupa Villanueva de la

Cañada, que se hallaba débilmenteguarnecida.

18–XII–36:Contraataque sobre Boadilla con lacooperación de la XII BrigadaInternacional, creándose unasituación crítica para el adversarioal este del pueblo.

19–XII–36 al 22–XII–36:Combates encarnizados en todo elfrente que abarca la maniobra. Nosson favorables y nos permitenfrenar el ataque, recobrar terreno yprovocar una grave desarticulacióndel Sistema de Fuerzasadversarias. En esta reacción de laDefensa tuvo singular eficacia lacooperación de los Carros de

combate y la XXII BrigadaInternacional.

22–XII–36 al 3–I–37:Pausa en el desarrollo de lamaniobra a iniciativa del atacante.Relevo de unidades. Acumulaciónde refuerzos. Esta pausa fue untestimonio de la eficacia quetuvieron la resistencia y loscontraataques sobre las cuatrocolumnas que se relevaron en elcurso de la maniobra. Contribuyótambién a su larga duración el maltiempo.

3–I–37:Reanudación del ataque, ocupandola columna de la izquierda elCastillo de Villafranca. Los

efectivos del atacante, segúninformaciones del adversario, sehabían elevado a 30 Batallones, 30Baterías, 40 Carros de combate y 8Escuadrones. Se acentuó lacooperación aérea.

4–I–37:Pérdida, por los defensores, deVillanueva del Pardillo–Majadahonda–V. Cristo y LasRozas. La maniobra atacante habíacobrado mayor amplitud y elesfuerzo se desvió hacia suderecha.

5–I–37:Pérdida de El Plantío al este de LasRozas.

6–I–37 al 9–I–37:

Se combate con máxima dureza entodo el frente de maniobra,conservando los defensores ellindero del monte de El Pardo,después de enérgicos contraataquessobre las unidades ya infiltradas enel mismo, las cuales fueronexpulsadas hasta la carretera.

10–I–37:Pérdida de posiciones de ladefensa, en la zona de Aravaca.

11–I–37 al 15–I–37:Los siete días transcurridos desdela reanudación de la ofensivafueron de positivos avances para eladversario, pero provocaron unaenérgica reacción de la defensa consus reservas, aunque éstas se

hallaban mal dotadas de medios.En estas jornadas se pudo recobrartransitoriamente la iniciativa y conlos contraataques llevados a cabopor estas fechas se recuperaronalgunas de las posiciones perdidas.Entre ellas, las de mayorimportancia fueron Villanueva delPardillo y el Puente de SanFernando, en ambos extremos de lazona de maniobras. El esfuerzo quehabía realizado el atacante ynuestra fuerte reacción le habíanocasionado un enorme desgaste y aéste cabe atribuir la definitivaparalización de la maniobraadversaria, pudiendo afirmarseque, a pesar de la pérdida de

terreno (véase croquis 7B) lastropas de la defensa de Madridhabían vuelto a hacer patente sueficacia, especialmente por habertenido que combatir en campoabierto, para impedir que llegarana alcanzarse la totalidad de losfines que perseguía la maniobraenemiga.

Aclaremos ahora, brevemente, lasíntesis anterior.

Desde el primer día del ataque,nuestras unidades se comportaron conheroica resolución y, a pesar de lainferioridad técnica y de su falta deaptitud maniobrera en campo abierto,

lograron hacer lentas y cruentas lasconquistas del adversario, gracias a laoportunidad con que fueron reforzadas orelevadas las unidades desgastadas y alextraordinario poder de detención delfuego de ametralladoras y morteros quese pudo acumular. Fue esto uno de loscaracteres más acusados en estoscombates, por el lado de la defensa.

Los primeros descalabros seprodujeron en Vértice Mosquito yBoadilla. Aquel punto fue el primeroque no pudo resistir la gran potenciaacumulada en el ataque y, al perderse,favoreció al adversario la conquista deBoadilla, sobre cuyo poblado pudo el

atacante hacer concurrir los esfuerzos detres columnas, creándose con ello unaaplastante superioridad sobre losdefensores del pueblo.

Las jornadas más duras fueron lascomprendidas entre los días 15 y 22,que corresponden a la pérdida de esepoblado y a los contraataques que lesiguieron. En éstos, actuaron conextraordinaria eficacia junto a nuestrastropas del frente ofensivo dos BrigadasInternacionales y una de nuestrasbrigadas de choque, provocando enormedesconcierto y confusión entre losatacantes y favoreciendo lareconstitución de un nuevo frente en la

linde del bosque; frente que sólo pudoser arrollado después de durísimasjornadas de lucha y gracias a su mayorpotencia y a su mayor aptitudmaniobrera. Al fin, la lucha, en esaprimera zona, con enormes bajas porambas partes, hizo crisis desfavorable alos defensores, que perdieron susmejores puntos de apoyo.

Desarticulado nuestro Sistema deFuerzas y débil en sí mismo por sulimitado desarrollo en profundidad,pudo el atacante ampliar su maniobrasobre la línea Pozuelo–Romanillos,Villanueva de la Cañada, ocupando esosobjetivos y Humera, al este de la zona

de maniobras.Enseguida, una nueva etapa en la que

hizo gravitar su esfuerzo sobre el alaizquierda de su dispositivo consolidó lacobertura de ese flanco, dominandoeventualmente Villanueva del Pardillo, yganando después Las Rozas, El Plantío,el bosque de Remisa y Aravaca.

Su maniobra pudo ser fuertementeapoyada, no sólo por los Carros decombate y la Aviación, sino también, ycon extraordinaria eficacia, por las dosmasas artilleras que operaban, unaacompañando a las columnas y otradesde los asentamientos de la Casa deCampo.

Cuando el ataque había llegado a unpunto de culminación con la ocupaciónde Las Rozas, se produjo en la defensauna grave crisis, que sin duda no pudoapreciar el atacante por la formaregularizada con que se conducía (untanto a despecho de las variablesposibilidades de la defensa)necesariamente cauteloso.

Prácticamente había quedadodesarticulado nuestro Sistema deFuerzas; en algunos lugares nuestrastropas se replegaban desordenadamentey sólo por la energía de algunos jefes sepudo rehacer eventualmente aquelsistema.

Pero la penetración en el monte deEl Pardo fue para nosotros realmente unrevés grave que, paradójicamente, tuvoderivaciones afortunadas: la deaumentar la cautela de los atacantes y lade reducir la eficacia de su fuego.

¿Pesó en esa cautela la experienciade la lucha del mes anterior en la Casade Campo? Sería aventurado afirmarlo,pero es lo cierto que las infiltracionesque en esa zona se habían llevado acabo fueron de débil profundidad ypudieron ser pronto eliminadas gracias anuestros desesperados contraataques.

También es cierto que en ese tiemponuestra situación llegó a ser angustiosa

en cuanto a posibilidades para alimentarla lucha. No habían transcurrido enbalde dos meses de combate incesante.Nuestras reservas de municiones estabanprácticamente agotadas. Para relevar alas tropas desgastadas aquellos díasalgunas unidades de reserva entraron enlínea con la modesta dotación de veintecartuchos por plaza, y órdenesseverísimas de restringir el consumo almáximo.

Esa penuria de armas y municiones—especialmente de éstas— constituíaun gravísimo problema; hubo que retirarparte de sus dotaciones a otras unidadesdel frente, y dos de los miembros de la

Junta de Defensa, conocedores de lacrisis en toda su gravedad e indignadosde la pobreza y lentitud con que se nosenviaban desde la retaguardia, tuvieronla iniciativa de marchar con varioscamiones al Parque de Albacete y,recurriendo a la violencia verbal,vencieron la resistencia que oponía laburocracia y regresaron con loscamiones cargados, cuando uno de loscombates que ya se libraban dentro delmonte de El Pardo iba a resolversedesfavorablemente. Este golpe despertóa la burocracia. A las municionessiguieron las armas y las reservas.

Sin duda habían escapado a sus

informadores de la Quinta Columna ésey otros detalles indicadores de las horasde crisis que vivimos, al llegar al límitenuestras posibilidades materiales deresistencia, pues todo acusaba unprofundo desgaste y una penuria demedios como hasta entonces nohabíamos conocido. Si realmente lacolumna que defendió el Puente de SanFernando durante las últimas jornadas ylo recobró después de haberío perdidopudo batirse con extrema intensidad, fueporque se trataba de Tropas que no sehabían desgastado durante el primerperíodo de desarrollo de aquellamaniobra.

Tampoco ofrece duda que si elataque general en todo el frente que lamaniobra abarcó hubiera proseguidovarios días más, la suerte de la batallageneral habría sido muy distinta, ya quela flecha que quedó rota en la Ende delmonte de El Pardo hubiera podidoahondar la ruptura hasta el objetivopropuesto y beneficiarse, en el resto delfrente, con las repercusiones de eseresultado.

Por fortuna no fue así, y las ventajasconseguidas carecerían de trascendenciatáctica y estratégica y no guardaríanproporción, ni con el aparato de fuerzascon que se montó la maniobra y luego

fue reforzada, ni con su coste en vidas,pues fueron para el atacante tantas comopara justificar la parada de su maniobra:los defensores de Madrid se habíansacrificado una vez más para conservarsu capital y eso representaba un nuevotriunfo, premio que en justicia recibíanpor aquel sacrificio.

Es probable que el adversario en susplanes tuviera que desarrollar una nuevafase de su maniobra abriéndose caminohacia El Pardo por la Zarzuela y elPuente de San Fernando, pero pareceque no pudo llevarla a cabo debido a suagotamiento.

Su éxito inicial había sido un tanto

espectacular al pasar a sus manosmuestra posición de resistencia, la únicamedianamente organizada en la zona deataque, y luego la rápida ganancia deterreno con puntos de valor táctico, quese derribaron al ser deshecho por lapotencia del ataque nuestro Sistema deFuerzas; pero nuestra desesperada luchase impuso y fue, primero, la enérgicareacción de las propias tropas batidas,en las que no se había quebrado lavoluntad de vencer, y la ayuda de lasreservas que permitió recuperar partedel frente perdido paralelamente a lacarretera de La Coruña y el Puente deSan Fernando, y consolidar otras

posiciones.El episodio de la recuperación del

Puente de San Fernando fue uno de losmás difíciles y sangrientos de esteperíodo. En él algunas de nuestrasunidades que se batieron denodadamenteaún lo hicieron con su primitivaorganización miliciana. Allí quedórealmente terminada la maniobradirigida por el general Orgaz, sin otroresultado práctico que el corte de unacarretera que no era indispensable parala defensa de Madrid, ni del frente de lasierra. Había otras carreteras pero, si nolas hubiera habido las habríamosconstruido.

Un detalle revelador de la evoluciónque la propia lucha imponía a lamentalidad de nuestros hombres y a laconducta de nuestros cuadros de mando,y que permite realzar la explicación quedimos oportunamente sobre la mutaciónoperada la noche del 6 al 7 denoviembre, es el siguiente:

El combate librado en torno a dichoobjetivo (Puente de San Fernando) habíaterminado hacia medianoche. Lagravedad del suceso y la confusión a quese llegó en dicha lucha las comprenderáel lector sabiendo que en su resolucióntuvieron que intervenir, manejandoalgunas fuerzas, los jefes y oficiales del

CG de la Defensa que fueron enviados ala zona de combate para observar eldesarrollo de la acción e informar almando.

Hacia las 2 de la madrugada sepresentó en mi despacho uno de los jefesde las unidades de milicia, que aúnactuaron como tales en aquel combate.Era de la organización sindical másreacia a la reorganización que se estabaoperando. También fue su unidad de lasque más enérgicamente se habían batidoen el choque y de las que habían sufridomayor número de bajas.

Se percibía en él al hombre agotadopor el esfuerzo físico y moral de la

jornada. Pidió permiso para sentarse.Sabía yo que era un hombre enérgico,duro, valiente, de pocas palabras,reflexivo, simple y radical en susdeterminaciones; inspiraba a sussubordinados, como principal«responsable» de la columna,extraordinario respeto, y le teníamosgran estimación en el Cuartel Generalporque conocíamos la recta intenciónque ponía en todos los actos de suconducta.

Me preparé para resistir lasreclamaciones que pudiera hacer, muyfrecuentes en aquel tiempo. Parecíaabrumado. Guardaba silencio. Su actitud

hosca y su mirada incierta, excepcionalen él, no permitían descubrir supensamiento. Le tiré de la lengua:

—Duro lo de esta tarde, ¿eh?… Sélo bien que os habéis portado y lo sabeel general, al que he informado. Por miparte te felicito…

—No he venido a esto, mi tenientecoronel…

—Dime, pues, qué te trae aquí aestas horas, cuando aún pueden ocurrir«cosas» en tu sector.

—Necesitaba verles enseguida. Allíya no pasa nada, ni puede pasar. Se lesha escarmentado. Vengo a que me hagaalgo, a que me dé un grado cualquiera.

Hágame sargento. Póngame unosgalones, una estrella; quiero mandarcomo mandan los militares; mandar yque me obedezcan, así, a rajatabla. Yoya no soy el «responsable» M; quieroser el sargento M, o lo que sea; y si soyel sargento M no volverá a pasar lo dehoy…

—Lo de hoy ha sido un éxito para tiy un triunfo para tu unidad.

—Sí. Pero ¡a costa de qué trabajo,de cuántas bajas! Si yo hubiera sido elsargento M habrían sucedido las cosasde otro modo. No me diga más, mi jefe;hágame sargento, por favor.

—Serás más. Tu columna sólo la

puedes mandar tú, y es mucho más queuna sección, que es lo que mandan lossargentos…

—Mi columna ya no debe sercolumna. Me he convencido hoy y lepido que la convierta en batallón, enbrigada, en lo que sea, como las demás,pero que tenga un jefe, un buen jefe…

El imperativo implacable de lasleyes tácticas le habían quitado la vendade los ojos a aquel luchador, tanapasionado y terco en la defensa de susconvicciones políticas y sindicalescomo valiente y tenaz en su conductamilitar.

La resolución psicológica del

incidente no podía diferirse. Le llevé ala presencia del general, que se retirabaen aquellos momentos a descansar. Y el«responsable» M salió del CuartelGeneral aquella madrugada con elnombramiento de mayor. Los políticoshabían regalado muchos grados, ¡pero lode ahora no era un regalo!

Quince días después, ya recuperada,reorganizada e instruida, tuve lasatisfacción de comprobar que la nuevaunidad militar estaba rehecha ydisciplinadamente montada. Seríaenseguida una de nuestras más brillantesunidades de choque y su jefe —maderade los pequeños caudillos de nuestra

Guerra de la Independencia de 1808—uno de los más sobresalientes en elCuadro de Mandos salido del primitivoejército miliciano.

Excuse el lector esta brevedigresión. Tiene poco que ver con laexposición de orden técnico —como losmaterialistas entienden la técnica— quevengo haciendo de la batalla de Madrid.Pero estimo que tiene humanamentemucho valor para que lleguemos al finalde este estudio pudiendo explicarnos loque para muchas gentes es inexplicable:cómo y por qué triunfó en Madrid unEjército de Milicias, tan sistemáticacomo injustamente denigrado por la

propaganda, cuando ésta la llevan acabo quienes no entienden de losvalores espirituales del hombre sencillo,valeroso y patriota, y desdeñan el papelde esas fuerzas en la lucha.

Como ya se ha dicho, el ciclo deoperaciones quedó suspendido por lavoluntad del atacante; influyóprobablemente en ello el enormedesgaste que se le había impuesto, por lacual la totalidad de una maniobra quetuvo más de un mes de duración no diootro resultado práctico que la mayorseguridad conseguida para su ala

izquierda y el corte de la carretera de LaCoruña, cosa ésta que en muy pocamonta afectó a nuestras comunicacionescon la sierra[18], las cuales pudieronmantenerse por Colmenar y los caminosque cruzan de este a oeste el monte de ElPardo.

A diferencia del ataque directo a laciudad, esta maniobra se caracterizó porel gran aparato de fuerzas con que fuemontada y por el rigor técnico que se lequiso dar. No tuvo el ímpetu quecaracterizó al ataque directo. Sudesarrollo fue lento y parsimonioso, muymetódico, muy escolástico, aunque nocareciese de vigor. Gracias a ello

dispusimos de tiempo para que nuestroServicio de Información actuara(especialmente a través de laobservación directa y de lasdeclaraciones de prisioneros) coneficacia, permitiendo que nuestraaportación de medios (apoyo artillero ycooperación de reservas) se hiciese conoportunidad, aunque no pudiera tener elvigor deseado.

Variable fue la eficacia de nuestroscontraataques. Se produjeronespontáneamente en sus dos formas deexpresión características: elcontraataque automático que sigue sinsolución de continuidad al ataque, como

derivación de la propia lucha, paraconjurar una grave crisis surgida en elcurso del ataque (tal fue el librado en lazona entre el cerro del Águila y elPuente de San Fernando); y elcontraataque preparado con medios derefuerzo, como recurso de la maniobradefensiva, pero que no sigueinmediatamente al ataque. De esta índolefue el que lanzamos desde el bosque deRemisa, empleando la XII BI apoyadapor una fuerte masa de fuegos. Elprimero tuvo éxito; el segundo, no.

En síntesis, es cierto que estamaniobra adversaria había seguidomanteniendo encendida la batalla

defensiva en que nos habíamosempeñado desde el 7 de noviembre, yque nos defendíamos bien; habíamosperdido algún terreno en campo abiertoy algunos objetivos locales, como habíasucedido en la Ciudad Universitariadurante el ataque directo; pero larealidad era la misma: conservábamosla capital, y mientras esto sucediese, lavictoria era nuestra.

6.PARTICULARIDADES

DE LA BATALLADURANTE LOS

ATAQUES DIRECTOE INDIRECTO

Los contraataques

Durante los períodos examinados dela batalla de Madrid se mantuvo enmanos del atacante la iniciativa, sin que

por ello la defensa dejara de mostrarseactiva y agresiva[19].

Nuestra potencialidad, basadasiempre en recursos muy limitados,insuficientes para alimentar cualquierreacción contraofensiva de medianaduración, restringían nuestrasposibilidades de arrebatar al enemigo lainiciativa. Dos veces se intentó: alcomienzo de la batalla, cuando,recibidas las primeras brigadas yunidades de milicias que provenían deotros frentes, se quiso montar unapoderosa réplica por la Casa de Campo,antes de que el enemigo penetrara en laCiudad Universitaria; otra vez cuando el

Ejército del Centro montó una maniobrasobre la retaguardia adversaria,partiendo de la ribera del Jarama en lazona de La Marañosa. En ambos casosquedaron frustrados los propósitos.

No obstante, la defensa de Madridno se resignó a soportar y rechazar losgolpes de ariete del atacante. Semantuvo incesantemente activa, tantopara sostener en tensión, despierto, elespíritu de acometividad como paracondicionar, restringiéndola, lainiciativa enemiga.

Con tal criterio, se llevaron a cabodiversas pequeñas maniobras localesconjugadas con la batalla general y

fueron numerosas las reacciones quevisaron el entorpecimiento o el fracasodel plan operativo adversario. Talesfueron:

a) El contraataque por Húmera, losdías 8, 9 y 10 de noviembre.

b) El contraataque en la regiónVillaverde–Entrevías, los días 9,10 y 11 de noviembre.

c) El contraataque en la región dePozuelo, que puso fin a la primeraetapa de la maniobra contra nuestraala derecha, y dejó en nuestropoder los objetivos que aquellamaniobra se había propuesto:

Pozuelo de Alarcón y Húmera.d) El contraataque de Boadilla del

Monte, que motivó la suspensióntemporal de la segunda etapa de lamaniobra contra nuestra aladerecha y la reorganización y elrefuerzo del Sistema de Fuerzas delatacante, dándonos tiempo paraacumular los medios quenecesitábamos para resistir.

e) El contraataque desde el bosque deRemisa, en el curso de la ofensivacontra nuestra ala derecha, y quefracasó en sus propósitos.

f) El contraataque en la región delPuente de San Fernando,

recobrando dicho objetivo, y concuyo episodio tuvo fin la maniobracontra nuestra ala derecha en enerode 1937, según se acaba deexplicar.

Otros contraataques son dignos demención, aunque sólo aporten a lacalidad de la batalla el testimonio de laactitud agresiva con que se mantuvo ladefensa. Fueron:

g) El contraataque frustrado contra elsaliente del Hospital Clínicollevado a cabo por la Brigada 2reforzada, mandada por el

comandante Martínez de Aragón,que condujo muy valientemente elasalto. Algunas tropas lograronponer pie en el edificio ycombatieron en su interior, pero nopudieron consolidar sus gananciasni expulsar a los ocupantes.

h) El golpe de mano sobre el cerro delos Ángeles llevado a cabo confuerzas considerables del sector deVallecas, que nos dio la posesiónde ese objetivo. Fue una operaciónnotable, por su correctapreparación y ejecución en el ordentécnico. Lo montaron y condujeronde manera sobresaliente el mayor

de Milicias J. Modesto, que porentonces mandaba el sector, y sujefe de EM comandante Federicode la Iglesia.

i) El contraataque en la Casa deCampo, región del Lago y cerro deGarabitas, fracasado, no obstantehaber sido montado con rigor y losmedios considerables de que sedotó a los ejecutantes. En realidadfue ésta la reacción local de mayoramplitud y potencia de cuantasllevó a cabo la defensa. Su montajey ejecución se encomendó alComando del CE II. Los resultadosfueron pobres y costosos. No hubo

sorpresa. Estuvieron a tono elímpetu y la tenacidad puestos enjuego por ambas partes. En lanuestra quedó patente lainsuficiente capacitación denuestros cuadros inferiores para lasacciones ofensivas, en las cuales latécnica y la iniciativa desempeñanlas funciones sobresalientes, y másrigurosamente si, como en estecaso, se dota a los ejecutantes detoda clase de medios de acción.Fue éste, en verdad, un ataque aviva fuerza en frentes organizados yfracasó como tantos otros de laPrimera Guerra Mundial. Tal tipo

de acciones no volverían arepetirse en el curso de la batallade Madrid.

j) Citemos, por último, las incesantesreacciones en el Parque del Oeste,que terminaron devolviendo anuestras manos diversas porcionesde terreno donde ya se habíafortificado el adversario y elsimbólico monumento a losmártires de las guerras coloniales.

El Ejército del Centro cooperó a ladefensa de Madrid reuniendo algunas desus unidades de reserva, otras de nuevaorganización y una brigada de

internacionales, en el sector de laAlcarria, para llevar a cabo unaofensiva de fines limitados en direccióna Sigüenza. Tuvo pocos días deduración; se obtuvieron inicialmentealgunos resultados, batiendo a laspequeñas unidades de contacto yganando terreno, pero sin llegar alobjetivo propuesto. Su eficacia quedócircunscrita a una rectificación delfrente.

Para comprender las dificultadescon que el mando tropezaba en laconducción de la batalla, basta fijar laatención en dos realidades: lapermanente penuria de medios, que sólo

se veía atenuada en breves períodos ypara reacciones locales, o para reponerunidades desgastadas por la lucha; y ellargo desarrollo que necesariamentetuvo el proceso de reorganización, quese llevaba a cabo mientras se combatía(de él se trata en otro lugar).

Añádase a ello el hecho de quedurante el ataque indirecto nuestroadversario no abandonó la idea depenetrar en la capital, por lo que en todoel frente de combate no cesó un solo díasu presión. Tampoco se interrumpieronsus actividades de hostigamiento,posiblemente para mantener amarradasal frente defensivo a nuestra Artillería y

reservas, porque interesaba al atacanteque no maniobraran libremente,acudiendo a los sectores amenazados,particularmente en los flancos.

Tal manera de proceder hizo queMadrid conociera muy pocos días decalma, ni siquiera cuando los ataques seaplicaban lejos del lindero, y que seconvirtiera realmente en una batalla dedesgaste. En cuanto a los defensores, nocabía la posibilidad de descartar laacción directa a fondo, porque encualquier momento podía reanudarse enmuy breve plazo, en razón del pocotiempo del que necesitaban sus reservas,su Artillería, y en general todo su

Sistema de Fuerzas, para hacer concurrirtoda su potencia en la dirección en quese acusara una falla grave de nuestrodispositivo.

La cooperación de las Armas y losServicios en la batalla

Artillería: Los recursos con que eljefe se hace presente en la conducciónde la lucha (empleo de reservas ymaniobra de fuegos de Artillería,Aviación y Carros de combate) tuvieronen la batalla de Madrid difícilexpresión, por la escasez de lasprimeras, la limitada dotación de

materiales artilleros y porque las dosúltimas Armas citadas no estuvieronbajo la directa dependencia delcomando de la Defensa.

En lo que se refiere a la maniobra delos fuegos de Artillería pudo ser y fueextraordinariamente eficaz durante todala defensa, gracias al talento eincansable esfuerzo del Comandante deArtillería de la Defensa don AlejandroZamarro: la coordinación de la masa defuegos con la resistencia, su ponderada yatinada aplicación, según la índole delobjetivo y las exigencias de la situación,la oportuna maniobra de las trayectoriasen un frente de combate de 30

kilómetros y en una profundidad de 10,la observación permanente del campo debatalla, los cambios de objetivo, lasorpresa en la creación de nuevosasentamientos y en eldesencadenamiento del tiro, la eficaciaen la prestación de informacionescontrastadas, captadas por el SIA; ensuma, todo cuanto sirve para realzar labondad de un método de acción delmando artillero al servicio del mando delas tropas con las cuales estánencuadrados los materiales para unaacción común tuvo en Madrid unasmanifestaciones fecundas, dignas deelogio. Se pudo vencer la penuria de

materiales y la pobreza de recursos y selograron resultados magníficos, cuandono decisivos, en lo relativo a laconservación del frente. Quienes conterca obstinación sólo han querido veren Madrid la lucha de unos «milicianos»no pueden comprender aquella realidad.

—Estamos tirando con toda laArtillería para detener el ataque…Nuestra gente se retira en desorden porel arroyo Canaleja…

Este aviso del artillero durante lamaniobra por Las Rozas fue unasalvación para que el frente en el montede El Pardo no quedase roto por nuestraala derecha, en el período crítico de los

primeros días de enero de 1937; laArtillería, por sí sola, pudo contener alenemigo hasta que las reservas llegaronal lugar útil para contraatacar, rechazara los que ya progresaban hacia laZarzuela y fijar el frente en la linde delbosque.

Digamos, resumiendo, que durantetoda la batalla de Madrid la actuaciónartillera fue uno de los mejores soportesde nuestro Sistema de Fuerzas y que ensu actuación pudimos comprobar queesas tres distintas actividades que sellaman cooperación, coordinación ycolaboración, inseparables del principiode acción de conjunto, tuvieron plena

eficacia, gracias a la sabia organizacióny riguroso funcionamiento del puesto demando artillero, a la completísima redde observatorios y asentamientos (de losprimeros, el principal se hallaba en eledificio de la Telefónica) y a la técnicaperfecta que se puso en juego.

De acuerdo con esta técnica sehicieron verdaderos prodigios deeconomía de fuerzas (desgaste demateriales, consumos de municiones,dosificación de los fuegos…), queescapaban a los combatientes, pero queel Mando medía en su extraordinariovalor: los tiros siempre estabancorregidos en el tiempo mínimo. Las

municiones no se derrochaban y siemprese tenían las necesarias para un apuro.No había un solo rincón del frente al queno pudiesen concurrir varias bateríascon sus tiros. Por ello el apoyo artillero,aunque escaso, jamás faltó a nuestroscombatientes. El comandante principalde Artillería fue real y positivamente unfirme puntal para el Comando de laDefensa.

Transmisiones: Correspondió alcoronel Montaud, auxiliado por valiosostécnicos civiles, poner orden en ellaberinto de las transmisiones, dondenos perdíamos la noche del 6 al 7. Setrataba de un Jefe técnico en esa rama de

los conocimientos castrenses. A supersonal esfuerzo y a la eficazcolaboración del personal civil se debióla posibilidad de que nuestro contactopermanente y directo con las columnasse lograse en las primeras 48 horas de labatalla y que la red se mantuviera conplena eficiencia durante todo sudesarrollo, multiplicando lasposibilidades de mando en tiempomínimo dondequiera que lascircunstancias de la lucha lo exigieran.

El teléfono y el teletipo fueron losmedios preferentemente utilizados,haciéndose patente en la batalla deMadrid cuán eficaz es un puesto de

mando bien enlazado telefónicamentecon el frente, con los organismos quetienen que cooperar con el mando entodas las actividades involucradas en lalucha y con todos los nudos de esainmensa malla que es un Sistema deFuerzas que tiene que actuarconjugadamente en espacio y en tiempo.

Las resistencias que hubieron devencerse fueron inmensas; lasdificultades provenientes de personas yorganismos, numerosísimas; la penuriade medios, por inexistencia unas veces,por ocultación, otras, y por actos desabotaje alguna vez, fueron constantes, yla defensa contra el espionaje, a través

de los hilos telefónicos o en los propiospuestos de transmisión, tan frecuentes,que la red de transmisiones parecía unimán que actuaba sobre los agentes de laQuinta Columna.

Sin embargo, todo pudo serconjurado lo suficientemente bien paraque la acción de mando no se vieseinterrumpida, ni dejara de tener eficacia.La conducción de la batalla y de lasactividades de retaguardia son el mejortestimonio.

Ingenieros: Correspondió dirigir laactuación de los Ingenieros al coroneldon Tomás Aldir, ejemplar por suactuación abnegada y por el ímprobo

esfuerzo que hubo de realizar, siempre aremolque de las apremiantes exigenciasde la lucha: para «taponar» con obras,allí donde aparecían fisuras o podíanproducirse peligrosamente; para laerección de barricadas, para excavartrincheras, para construir refugios contrala Aviación y para habilitar edificiosque por su ubicación convenía quedispusieran de dos o tres planos defuego. Por añadidura, asumió dicho jefefunciones de índole estrictamente civil(protección de monumentos,desescombros, etc.), en razón dehallarse centralizada bajo su dirección,con el control del EM y la colaboración

de la Junta de Defensa, el empleo de lamano de obra.

Colaboró con el coronel Aldirnumeroso personal civil obrero ytécnico. Al comienzo, las obras sehicieron donde las reclamaba la lucha,porque no se podía perder terreno y, porconsiguiente, no se disponía de tiempopara elaborar planes de trabajorigurosos y detallados. Realmente eseplan resultaría, o más bien tendría sudesarrollo, tomando como base los quesurgieran espontáneamente, por efectode las particulares iniciativas de lasunidades del frente o de reserva, inclusode las mismas gentes de la calle que, por

iniciativa propia, se lanzaron a la tareade levantar barricadas, órganos deprotección, caminos cubiertos paramoverse, abastecerse y combatir, en lossuburbios donde se apoyaba nuestrosistema de fuerzas.

En verdad, se trataba de unaactividad febril, que llenaba las 24horas de las jornadas de la defensa,primero en forma por demás arbitraria,pero pronto de manera regularizada, encuanto se fue perfeccionando el régimende tantas actividades dispersas,llevando las riendas de los trabajosdicho jefe, con la colaboración del EM,que fijaba la urgencia de las obras y su

finalidad.El coronel Aldir contribuyó también

de manera eficaz a la organización delas unidades de Zapadores de que sedotó a las unidades combatientes, y almontaje de una completa estructuradefensiva de la mitad sur de la plaza deMadrid. Su labor culminó en las obrascon que se restableció el frente en elmonte de El Pardo, en la originalcreación del «Batallón del Subsuelo»(pues también en el subsuelo secombatió en la Ciudad Universitaria) yen la de índole técnica mássobresaliente de cuantas se llevaron acabo: el ferrocarril llamado de los 45

días, al que nos vamos a referir en laspróximas páginas.

Aviación: Se caracterizó suintervención por la autonomía con quepudo proceder durante todo el tiempo dela defensa de la capital. Sóloaccidentalmente en los últimos períodos(aún no examinados) la relaciónmantenida entre los jefes de la Defensa ydel Arma aérea fue más frecuente eíntima, pero sin que la segunda perdieseautonomía.

El Mando Superior, tal vez por lapenuria de medios aéreos con quecontábamos (lo que aconsejaba lacentralización), o por estimar que eran

mayores las posibilidades y elrendimiento que ofrecía en el campo deacción estratégico antes que en eltáctico, o, en fin, para poder aplicar conmayor libertad de acción los mediosdisponibles en el TO que más interesaseal conjunto de la guerra, el caso es queno dio a la defensa de Madrid mediosaéreos propios para manejarlosdirectamente de acuerdo con lo que ladefensa exigiese. Tuvimos, pues, unacooperación indirecta, si bien enalgunos momentos copiosa, absorbiendotodos los materiales de que disponía elMando Superior. En el ComandoSuperior actuaron sucesivamente como

jefes principales de las fuerzas aéreas elcoronel Pastor y el teniente coronelHidalgo de Cisneros.

No obstante, hubo una manifiestadesconexión entre los mandos citados ydificultades de entendimiento en algunasfases de la batalla, lo que motivó que elempleo del Arma aérea no se realizasecon la deseable oportunidad. Tal defectodebíase en gran parte al secreto rigurosocon que el mando aéreo procedía en eldespliegue de sus medios y en lasórdenes para la ejecución de susmisiones tácticas. La intensa actividadque desplegaba la Quinta Columna hacíaineludible aquella precaución que

imponía, también, la manifiestasuperioridad de la masa de bombardeodel adversario.

En los primeros días de la defensa,al recabar insistentemente la prestaciónde servicios de información yprotección aérea, que no se nos daban,se nos confesó la imposibilidad dehacerlo por carencia de medios.

Esta crítica situación se mantuvo losprimeros días de la defensa. Se nos dijoque estaba llegando material adquiridopor el Gobierno y acuciábamos almando para que los emplearainmediatamente, ya que vivíamos lashoras más angustiosas de la resistencia.

La ayuda era necesaria; no sólocomo cooperación en el orden material,sino también en el moral. Al fin entraronen acción los «chatos» empleo laterminología con que fueron bautizadosen el argot castrense de aquellasjornadas), aparatos de caza queprodujeron extraordinaria sorpresa.Teníamos ya alguna protección y tal veztambién pudieran tenerla los «natachas»,aviones de bombardeo ligero, que yahabían actuado anteriormente, aunqueresultaran superados por los Junkersalemanes en número y en posibilidadestécnicas. Bastante tiempo despuésllegarían los «moscas» y los

«katiuskas», de mejores cualidades quelos modelos de que disponíamos, peroigualmente superados en número y encalidad por los nuevos tipos de Junker,Heinkel y Messerschmidt incorporadosa la Aviación de nuestro enemigo.

La primera actuación importante deaquellos «chatos» constituyó un éxito yprovocó una fuerte reacción moral en elfrente de combate y en la retaguardia. Seprodujo hacia el final de la primerasemana de la defensa[20]. Nuestra gentevenía resistiendo la agresión aérea demanera abnegada, pero el efectodeprimente de no verse protegida locaptábamos fácilmente en el Cuartel

General y nos esforzábamos porcontenerlo, asegurando que «pronto»tendríamos nuestro apoyo, pero sin quepudiéramos precisar «cuándo».

Sucedió una mañana de noviembre,entre las 10 y las 11horas, cuando unaformación de Junkers 52 se aproximabaa Madrid por la zona de maniobrasatacante, para llevar a cabo uno de sussistemáticos bombardeos en laimpunidad. En el cielo de la ciudad seprodujo la vibración de una pequeñamasa de aviones, desconocida hastaentonces por su calidad y su número.Los «chatos», pequeños y veloces, selanzaron audazmente contra los Junkers

y contra la caza que los protegía,empeñándose la primera batalla aéreaen el cielo de Madrid.

La caza adversaria aceptó elcombate, pero los Junkers descargaronsus bombas arbitrariamente al retirarsesin penetrar a fondo en la ciudad. Lalucha en el aire fue presenciada por todoMadrid, que pudo apreciar la actuacióneficaz de nuestra aviación, y lo hizo converdadero júbilo, como si despertasedel final de una pesadilla: la de losbombardeos que se habían resistidoresignadamente.

Una ola de optimismo prendió entodos. Hubo bajas por ambas partes.

Triunfaron los nuestros. Pero lo esencialera saber que la resistencia podríacontinuar apoyada en forma másvigorosa, como así sucedió, pasando aser la lucha en el aire una actividad casipermanente.

Pero el adversario no atenuó suagresividad, sino que la hizo más dura.Al aproximarse el día D —aquel en quese intentó el asalto— los atacantesreforzaron sus medios con nuevosmodelos de Junkers y mejores cazas; susbombardeos fueron más frecuentes ydestructores pero no desmoralizaron a lapoblación; y aunque la destrucción y lasbajas fueron considerables, se hizo

patente que no lograría su victoria porlas acciones de fuerza, ni conseguiríaderrumbar la resistencia por la vía de ladesmoralización.

El Alto Mando aéreo de laRepública fue previsor en el desarrollode la Aviación, tanto por la importanciaque concedió a esta Arma (aunque nolograse ganar la superioridad por sermayores los refuerzos que el adversariorecibía) como por el impulso queimprimió a la formación de pilotos enescuelas nacionales y extranjeras. Peroel desequilibrio se mantuvo durante todala batalla de Madrid a favor de nuestrosadversarios, como lo estaría en todo el

curso de la guerra, salvo limitadísimasexcepciones de corta duración.

Defensa contra aeronaves: La DCAtuvo en la defensa de Madrid unaactuación muy limitada. Esto se debió alas pocas armas de que pudimosdisponer y a la tardanza con que seadquirieron las primeras baterías de 67,de dirección automática (que noactuaron en los períodos que hemosexaminado).

Inicialmente no se disponía de unsolo modelo de esta especialidad, y elmando artillero y los jefes de columnasy de la Defensa tuvieron queconformarse con habilitar precariamente

algunas piezas de 65 y ametralladorasHotchkiss, para las cuales se disponíade algún material que les permitía hacerfuego antiaéreo, a sabiendas de suescasa eficacia. Con tales recursos y elfuego individual y colectivo de losinfantes, los combatientes se hacían lailusión de contrarrestar la agresiónaérea.

Se ensayaron los primerosdispositivos lanzacohetes, con la mismaineficacia; más tarde sería ampliada laprotección, primero con las bateríasautomáticas Oerlikon, de 3000 m. dealcance vertical y con un modelo deametralladoras de cañón múltiple, que

posteriormente hallaría mayoraplicación en otros teatros deoperaciones, disponiéndolas sobrecamiones, para realizar la defensaantiaérea móvil en los centros decomunicaciones, sobre los que eladversario realizaba bombardeosnocturnos sistemáticos, en vuelosrasantes.

Los materiales Oerlikon y Bofforseran escasos. Con ellos el MandoSuperior se propuso equipar a lasbrigadas de nueva formación conbaterías o secciones antiaéreas; perosólo pudo hacerse muy limitadamente.

A Madrid llegaban tales baterías con

cuentagotas. Las unidades del frente sedisputaban su asignación, creyendo veren ella un salvavidas contra la acciónaérea. En realidad distaba mucho de serasí. Su verdadera eficacia se hacíapatente algunas veces evitando elametrallamiento de las posiciones quedisponían de tales armas; o bien de losbombardeos con bombas ligerasrealizadas a baja altura, pero en verdadno se percibió que la acción desde elaire hubiera sido contrarrestada.

Mientras la dotación de dichasarmas fue pequeña, se destinaron en lamayor proporción a proteger eldespliegue artillero en los asentamientos

más sensibles al bombardeo, y en ladefensa de los lugares más amenazadosdel frente, según fuese la actividadoperativa que se estuvieradesarrollando, pero sin asignarlasexpresamente a unidades de Tierra.

Carros de combate: En esta clase deArmas la penuria fue tan grande como enDCA Las pocas de que inicialmentedisponía nuestro ejército se gastaron einutilizaron durante los primeros mesesde la guerra. Cuando se llegó a labatalla de Madrid solamente quedabanalgunos ejemplares prácticamenteinservibles como armas deacompañamiento (eran del modelo más

elemental).También eran inservibles como

armas de guerra, algunos ingenios,consistentes en vehículos a motor, que laindustria privada recubriórudimentariamente con planchas. Podíanencontrarse algunos ejemplares en lascolumnas de la CNT y en la que llegó deCataluña en el transcurso de la segundasemana de la defensa.

La primera formación de carros decombate adquirida por el Gobierno en laURSS tuvo su debut antes de la batallade Madrid en un contraataque que montóel Mando Superior (29 de octubre) porla región de Seseña, cuando las

columnas adversarias se acercaban a lacapital, pero su actuación fuedesafortunada en el orden técnico y en eltáctico. Prácticamente, aquella unidadquedó gastada en la protección de laretirada, de modo que al comenzar labatalla de Madrid no podía decirse quetuviéramos apoyo de tal clase de armas.No obstante, las pequeñas unidades queempleamos actuaron eficazmente en loscombates librados en nuestro flancoderecho, desde Boadilla hasta la CiudadUniversitaria. Su verdadera cooperacióncomo arma de guerra y con unidadestácticamente organizadas se haríaposteriormente, y con positivo éxito, en

el Jarama.

La organización de la retaguardia y elmantenimiento

El problema del mantenimiento fuegrave, tanto en orden a la manutencióndel personal como en lo que se refiere alos abastecimientos para el combate. Alcomienzo no se presentaron dificultades.Las reservas disponibles en los parquesde Madrid, almacenes, maestranzas,industrias de diversa índole yorganismos productores y distribuidoresno acusaron la penuria de elementos;pero al quedar la ciudad bajo el fuego

de la Artillería y verse restringidas oanuladas las posibilidades de transporte,y las de trabajo y producción en algunossuburbios industriales, se apuntó lapenuria y comenzaron las restricciones,a lo que contribuyó el desplazamiento dela Dirección de algunos órganos deproducción y de obreros especialistas ala zona levantina.

Para facilitar el mantenimiento, elComando de la Defensa propuso alGobierno la evacuación de parte de lapoblación, especialmente del elementoexclusivamente consumidor, ancianos,mujeres y niños. Pero tal evacuación nose llegó a hacer en la magnitud deseada

por la resistencia de muchas familias aabandonar sus hogares. Preferían elriesgo de la guerra y la eventualidad deperder sus propiedades, aunque sólofuese un modesto ajuar.

Muchas de las personas y familiasevacuadas lograron reintegrarse a laciudad, ocultas en los vehículos deabastecimientos que procedían de laretaguardia, o a través del campo,eludiendo la vigilancia establecida enlos caminos de acceso; y aunque seintensificó el control nocturno y se hizomóvil, el ingenio y la astucia pudieronmás que el rigor de las medidasdictadas. Justo es decir que tal rigor

estaba más en la letra de lasdisposiciones que en su espíritu.

El abastecimiento se realizó en todotiempo desde la base logística deLevante, gracias a la producciónnacional y las adquisiciones delextranjero que desembarcaban en esacosta. Hubo épocas de penuria, pero node hambre, y a remediar los riesgos deque apareciese ésta contribuyeronnotablemente la Junta de Defensa y elServicio de Intendencia.

Puede decirse, en orden almantenimiento, que Madrid fue unejemplo por la forma como se aseguró,venciendo todos los problemas

inherentes a la intensidad con que sellevaba a cabo la lucha en el mismolindero de la ciudad y apoyando lacorriente de abastecimientos medianteuna línea de comunicaciones tanimperfecta como la que nos ligaba a labase.

Se hizo indispensable y urgentemejorar esa línea de comunicaciones yfavorecer los transportes, sacando deMadrid catorce magníficas locomotorasque habían quedado bloqueadas en lacapital, pues las carreteras de quedisponíamos hacia Levante porTarancón y Chinchón, y la penuria detransportes automóviles no daban el

necesario rendimiento, y éste aún seveía reducido cuando las exigenciasoperativas requerían el esfuerzo delparque automóvil del comando.

El ferrocarril a Valencia habíaquedado cortado en Villaverde y sólo sedisponía de la línea secundaria deMadrid a Tarancón. Se adoptó concarácter de urgencia la decisión deconstruir un ferrocarril, que habría deenlazar la línea Madrid–Guadalajaracon la de Madrid–Valencia. Se le llamóel ferrocarril de los 45 días, porque talfue el plazo que se fijó para suconstrucción; la ejecución de la obra seinició y desarrolló durante la batalla y

los técnicos y obreros empleados en ellatrabajaron incansablemente, pero lasdificultades superarían todas lasprevisiones y los trabajos seprolongarían durante un año,inaugurándose al fin el transporte enmarzo de 1938. Posteriormente secompletaría ese esfuerzo con otro tramoferroviario que ligaba los ejes aTarancón y Albacete, desde Santa Cruzde la Zarza a Lillo.

Los transportes se hicieron en todotiempo con dificultad, debido a lapenuria de medios; pero lacentralización que de ellos se hizo y laregularidad que se logró en su empleo

consintieron que la maniobra de lasfuerzas no se viera entorpecida y que losabusos que en dicha actividad se habíancometido durante los primeros mesesquedasen radicalmente eliminados endos de sus peores manifestaciones: elderroche de material rodante y laarbitrariedad en las incautaciones.

Intendencia y sanidad: Estosservicios también actuaron en la defensade Madrid con notable eficacia,corrigiendo abusos y esforzándose porsuperarse en el cumplimiento de susfunciones. Ambos tuvieron que valerseobligatoriamente de las industriasprivadas y manejar técnicos, obreros

especialistas y organismos vinculadosnormalmente a la organización civil.

Aunque en su mayor parte todosquedaron movilizados o bajo el controldel Comando de la Defensa, en razón deque las actividades que les incumbíanafectaban muy directamente a lapoblación, fue necesario coordinar lasactividades de tipo castrense con lasestrictamente ciudadanas; por ellofueron, con el de Transportes, losServicios que más íntimamentecolaboraron con los delegados deAbastecimientos, Sanidad e Industria,que regían las mismas actividades desdela Junta de Defensa.

Tal colaboración produjo frutosexcelentes, garantizando la atenciónsanitaria y alimenticia, logrando que sellevasen a cabo con rigor y orden(incluso en los tiempos de penuria, quefueron algunos) y evitando cualquierpeligrosa paralización de los órganos demantenimiento. Como director de losServicios de Intendencia actuó enMadrid el teniente coronel Alcázar.

El servicio de Sanidad multiplicó laatención hospitalaria y con susprevisiones de vacunación evitó queapareciesen brotes epidémicos decualquier especie —tan frecuentes en laguerra y mucho más cuando ésta tiene un

carácter irregular, como la nuestradurante los primeros meses— ydesplegando iniciativas. De éstas deberealzarse la creación de los equiposquirúrgicos de vanguardia, dirigidos porel doctor D’Harcourt y que tanmagníficos resultados darían más tardeen todos los frentes, reduciendo eltiempo de atención a los heridos graves,gracias al valor e inteligencia de nuestroCuerpo Médico, que no regateó enningún momento sus abnegadosservicios. Cabe también realzar lanotable aportación hecha a la cirugía deguerra por el ilustre doctor Trueta, quesería posteriormente aplicada durante la

Segunda Guerra Mundial.Además de todos los hospitales que

normalmente existían en Madrid fueronhabilitados otros[21]; de ellos fue elprincipal el instalado en el HotelPalace, con capacidad para 1100 camasy en el que se emplearon los equipos ymateriales que pudieron ser evacuadosdel Hospital Militar de Carabanchel,antes de que cayese en poder de losatacantes.

Servicio de orden: En lo que serefiere al orden y disciplina de laretaguardia es necesario partir de lo queera el ambiente de la ciudad al atardecerdel 6 de noviembre cuando el Gobierno

inició su retirada a Valencia y seconstituyó el comando de la Defensa.

Dominaban el ambiente la confusión,el desconcierto y el desorden vinculadosa una crisis de moral negativa; y,simultáneamente, de exaltación, deafanes de lucha, de desesperadavoluntad de resistir y conservar lacapital, que alentaban los más audaces yapasionados. Era un pequeño caos, queno se asemejaba al de julio, porqueaunque en noviembre también vibrara elapasionamiento político, lo querealmente dominaba la situación era elespíritu de sacrificio, afrontando undeber de significado militar, que la

propia lucha había elevado al plano másnoble.

En ese choque de voluntades ysentimientos extremadamentecontradictorios se impusieron lossegundos, provocando la mutación yacomentada en otro lugar, y que por supropia nobleza, lograría poner fin a losúltimos desmanes del populachoirresponsable y de los elementos de laQuinta Columna, para orientar laactividad humana, social y militar porcauces más dignos.

Los resultados obtenidos, por elsentido de responsabilidad con quedesempeñaron sus funciones los

miembros de la Junta de Defensa y porla succión de hombres y armas que seprodujo hacia el frente de combate, alponerse en ejecución las consignasimpuestas por el Comando de laDefensa, fueron extraordinarios y sealcanzaron con un mínimo de fricciones.

La pugna tradicional existente entrealgunos partidos políticos o entre Lassindicales obreras se atenuóconsiderablemente tan pronto comocomprendieron éstos que estabanhermanados por un deber común, cuyatrascendencia desbordaba toda clase deprogramas. Por ello, la mayor para delos males sociales que habíamos

padecido desde el comienzo de laguerra, como secuela delderrumbamiento del Estado, y con él delprincipio de autoridad, se fueroncorrigiendo, y las autoridades yorganismos a los que correspondía elejercicio del mando lo fueronrecobrando de manera cierta en lopersonal y en lo institucional.

La práctica de la justicia en laplenitud de su significado y alcancedesborda o, más bien, no puedecontraerse al campo de una acciónprofesional. Los fines morales ysociales que persigue exigen lacooperación de la sociedad desde el

hombre, cualquiera que sea su función,hasta los altos tribunales consagrados aese fin, pasando por todas lasinstituciones privadas y públicas y, alfin, por el Gobierno. Por ello lainjusticia es más frecuente, arbitraria ycorrosiva en los pueblos ineducados ocorrompidos por deshumanización de lacultura, o del ejercicio del poderpolítico puesto en manos de la fuerzabruta. En el tiempo de la batalla deMadrid el pueblo español se restituía aun cauce justiciero en toda su amplitud,y es curioso anotar que fuese un ministrode Justicia afiliado a la extremaizquierda libertaria (García Oliver)

quien en uno de sus discursosproclamase esta verdad: «Creo que lajusticia es una cosa tan sutil que parainterpretarla basta solamente tenercorazón».

Madrid entró así, sin necesidad depredicaciones, congresos, acuerdossolemnes…, en una vía de orden,seguridad y disciplina, y antes de queterminase el año 1936 el Comando de laDefensa podía dictar y hacer cumplir lasiguiente orden:

1. A partir de las quince horas del díade hoy se retirarán todos lospuestos de control y guardias de

vigilancia que existen, tanto en losaccesos a la capital como en elinterior de la misma. Hasta que secomplete la organización de lasMilicias de la Retaguardia enBrigada, la misión que vienendesempeñando esos puestosquedará, a partir de dicha hora, acargo de las fuerzas de Seguridad yAsalto.

2. La Comandancia Militar deMilicias procederá a completar laorganización de las Milicias deRetaguardia en Brigada, segúnórdenes dadas por la Superioridady de acuerdo con las instrucciones

que reciba del Estado Mayor.3. Queda terminantemente prohibido

circular por el interior de lapoblación con armas largas,haciéndolo solamente las tropasformadas y a las órdenes de jefesresponsables de las unidadescombatientes de que formen parte.

4. No se montarán más guardias decontrol y vigilancia de lascomunicaciones ni de protección deedificios y acuartelamientos que lasque se hallen expresamenteautorizadas por el Estado Mayor delas fuerzas de la Defensa o por laDirección General de Seguridad.

Los demás grupos armados queejerzan funciones de guardia ovigilancia sin tener a su cargo unamisión oficial serán consideradoscomo facciosos y sometidos a lassanciones correspondientes delCódigo de Justicia Militar.

5. Todos los asuntos relativos alorden público serán atendidos porla Delegación de Orden Públicomediante los organismos que deella dependen, los cuales seencargarán de vigilar elcumplimiento de este bando.

6. Las infracciones que se cometanserán juzgadas con carácter

sumarísimo por la Autoridadjudicial.

Madrid, 24 de diciembre de 1936. JOSÉMIAJA MENANT.

Uno de los problemas más inquietantesque ofrecía permanentemente elmantenimiento del orden y la disciplinaen la retaguardia era el relativo a lasembajadas. Casi todas ellas, con mayoro menor discreción, manteníanrelaciones y a veces conexiones con laQuinta Columna, a través de cuantoshabían buscado asilo en ellas; y las que

no tenían asilados, por influencias de losemigrados en sus respectivos países,algunos de extraordinario relieve, y quedesempeñaban funciones oficiosasdelegadas de la Junta de Burgos, aunquesus gobiernos no hubieran reconocido ala Junta.

El Gobierno, desde el comienzo dela guerra, había sidoextraordinariamente tolerante con laampliación de la inmunidad diplomáticahecha en forma arbitraria extendiéndolaa edificios contiguos o no a lasembajadas, y en los que se amparabanlos asilados. Éstos, en algunas de ellas,rebasaban el millar.

Tal problema, mientras Madrid nofue objetivo táctico de la lucha, teníamero significado político y, a sabiendasdel Gobierno, la embajadas eran unaespecie de filtro o de cedazo, que cerníaa las gentes que por cualquier razónquerían marchar a la otra zona. Paraunos, el trámite legal eran los pasaportesdebidamente autorizados y los canjesque el Gobierno controlaba; y que en talactividad no procedía con saña políticael Gobierno lo revelan las numerosaspersonas de la banca, la aristocracia, elclero, la milicia y la política quepudieron salir. Era cuestión de Gobiernoy problema de política. Para otros, los

más, el trámite resultaba más peligroso ybreve: la escapada subrepticia facilitadapor los agentes de la Quinta Columna.

Pero desde el momento en queMadrid se convirtió en objetivo deguerra, el problema se hizo más grave,pues los asilados representabanagrupaciones de fuerzas, pequeñas ograndes, que podían deliberar,organizarse y actuar, incluso por laviolencia, en momentos de crisis,abandonando las embajadas con lamisma facilidad con que habían entradoen ellas.

Tal circunstancia indujo al Comandode la Defensa a señalar el peligro al

Gobierno; y como éste nada resolvió, através de la Delegación de OrdenPúblico de la Junta de Defensa seacentuó el control y la vigilancia de lasembajadas, sin perjuicio de autorizar lasalida en bloque de algunas de ellas,cuando así lo pidieron los diplomáticos.(Creo recordar que fue concretamente lade México, una de las que pudo haceruna expedición de varios camiones,rebosantes de personal, que fuerondebidamente protegidos hasta un puertode Levante, donde serían embarcados.)Hasta donde fue posible se restringió elcontacto de los asilados con lapoblación, pero no se logró la eficacia

buscada.A pesar de esto, se plantearon

situaciones de violencia en los casos enque taxativamente el servicio policíacoy el de Información pudieron comprobarque los edificios amparados en lainmunidad diplomática se habíanconvertido en centros de actividadsubversiva, albergando francotiradoreso centros de espionaje.

Se confirmaría esto plenamente enalgunas, y de manera escandalosa en lade Finlandia, donde se encontró, entrelos documentos incautados al serocupada, un plano de la defensa deMadrid en el que estaban rigurosamente

localizados todos los elementosesenciales de la organización defensiva,industrias y referencias de todas clases,así como los códigos con que losasilados se mantenían en relación con eladversario.

La ocupación del edificio y,posteriormente, sus anexos durante losprimeros días de diciembre no fueempresa fácil, ni mucho menosdiplomática, sino más bien un operaciónde guerra, pues hubo lucha con armas defuego y bajas entre la policía y losdefensores (asilados), siendo necesariosaltar con granadas de mano y derribar agolpes algunas de sus puertas.

No había en el local un solorepresentante de la embajada. Fueroncapturados casi todos los ocupantes. Ladiplomacia hizo ver cuán sorprendida eindignada se sentía, al saber lo que allíhabía estado sucediendo. A losdetenidos se les formó proceso y ahíacabó todo. Hubo muy contadas víctimasa consecuencia de la violencia delasalto. Por disposición de la Autoridadjudicial muchos quedaron en libertad;otros estuvieron presos hasta laterminación de la guerra; algunospodrían pasarse al campo enemigo, yotros, en fin, cambiaron su asilo por elde otra embajada.

Evidentemente, el Gobierno de laRepública hacía gala de sussentimientos democráticos y de sutolerancia ante los delitos graves.Seguro es que en otros países —democráticos o no— no habría sucedidolo mismo.

Desde el comienzo de la Defensa, lasrelaciones entre el comandante de lamisma y el Gobierno fueron pococordiales; conocieron períodos deextrema acritud y pocos de bonanza. Elentendimiento directo era excepcional;normalmente se hacía por

intermediarios, y esto, si atenuaba laacritud, no favorecía el claroentendimiento, que es obligado ensituaciones tan graves como la que seestaba desarrollando.

El primer estallido se produjocuando en las primeras jornadas,después de haber cursado a Valenciaalgunos despachos pidiendo conapremio el envío de fuerzas y recursos,el general Miaja recibió un telegrama deValencia ordenando que se enviase lavajilla del ministerio, que habíanolvidado llevar consigo para el serviciodel CG del Mando Superior.

En la tragedia se incrustaba la

bufonada; pero el incidente pasó a unsegundo plano y quedó enterrado, sinninguna trascendencia, con unas frasesde mal gusto diplomático.

Aquel mal entendimiento, queperduró con altos y bajos, siempre sintrascendencia, ha servido para quealgunos que han escrito sobre este temade Madrid hayan tenido un curiosomotivo para enredar la madeja de ladiscordia, como entretenimientoliterario o político, pero puedeafirmarse que tal discordia careció detrascendencia política y militar. Pudotenerla cuando en las primeras jornadasel jefe del Gobierno se resistía a enviar

a Madrid las unidades ya organizadas.Como jefe que era tenía derecho aconducir la acción de conjunto tal ycomo honradamente entendiera que eramás resolutiva, pero tan prontocomprendió lo que en Madrid sucedía ylo que podía suceder, no sólo las envió,sino que dio todo lo que tenía.

A su vez, la enérgica conducta delgeneral Miaja en el momento de crisisse debía a la inmensa responsabilidadque pesaba sobre él; y es también dejusticia decir que en ningún momento, enla palabra o en la acción, hubo en suconducta una actitud de rebeldía o deindisciplina. Políticamente, era hombre

hábil; esa habilidad de tonos humanosque, conjugada con una fuerte dosis deperseverancia y de noble intención,permite ganar las voluntades ydesenmarañar las situaciones másconfusas.

En la relación de ambos comandoschocaron dos hombres rectos, pero decualidades contrapuestas. Si en verdadpudieron ocurrir «cosas feas» en laconducción de la guerra y de la batalla,la realidad fue que no aconteció nadairreparable, pues cada uno de ambosjefes supo transigir, cuando se vio en eltrance de tener que hacerlo.

Lo comprobé a lo largo de todo el

curso de la Defensa y expresamentecuando, para coordinar los planes delComando Superior y los de la defensade Madrid, se celebró una reuniónsecreta de ambos jefes, a la que asistí,en un parador de La Mancha. Aunquedespués se siguieron zahiriendo, allíestuvieron de perfecto acuerdo. Laguerra no admitía discordias. Por ésta yotras circunstancias, un Memorial quecomenzó a redactar el comandante de laDefensa volcando sus amarguras,desengaños y protestas por la formacomo se desenvolvieron los primerosdías sus relaciones con el ComandoSuperior (y cuyas pruebas de imprenta

conservo) no llegó a ver la luz. Nodebía verla. La guerra era algo másserio que el mal entendimiento entre dosaltos jefes, y el problema de guerra seimpuso al problema personal.

Lo más sospechoso en lo que serefiere a las relaciones entre el jefe deGobierno y el de la Defensa fue que latirantez se produjese precisamentedurante los días en que los adversariosiban a provocar (o pretendían llevar acabo) la decisión de la batallacomenzada el día 6, es decir, entre el 15y el 24 de noviembre. La insidia y elrecelo, tan acentuados en aquel períodode extrema tensión política y moral,

dieron paso a la idea de que se tratabade una maniobra para provocar ofavorecer la crisis de la defensa, nosiendo ajena a tal maniobra la QuintaColumna ni los agentes de ésta,incrustados enmascaradamente en elpropio Gobierno de Valencia y enalgunos de los organismos superiores dela defensa de la capital y otrosinternacionales, que se habían instaladoen Madrid, operando en misiones de«canje».

Pareciome entonces, y me pareceahora, que tan escabrosa cuestión nodebe ser analizada a base de conjeturasde incierto fundamento, y no seré yo

quien la remueva, principalmente porqueaquella tirantez quedó en nada y porestar persuadido de que, aunque el jefede la Defensa hubiera abandonado lacapital unos días para marchar aValencia solo o con su jefe de EstadoMayor, como reiteradamente se le pedía,no se habría alterado el ritmo de laconducción de la batalla, pues entre lascosas que habían cambiadoprofundamente era el sistema de mandoy conducción, rudimentariamenteprecursores, pero precursores ciertos,del que después se revelaría en laGuerra Mundial.

En el nuevo sistema de mando,

aunque el jefe exista y acuse una fuertepersonalidad y elevado prestigio, hadejado de ser el todo, es decir, el jefeabsoluto que hace y deshace coninapelable libertad de acción. Si elmecanismo funciona mal, la batalla y lapropia guerra pueden perderse, como lesucedió a Hitler, a pesar de tener en susmanos el mejor ejército conocido hastaentonces, y a pesar de haber ganado lasbatallas más grandes y espectacularesque en la historia se han relatado. Conanterioridad había sucedido en laGuerra de España (a pesar de haberseganado como veremos más adelante ladifícil y larga batalla de Madrid), por no

haberse podido dar al mecanismo de laconducción de la guerra, por razonesque no son de este lugar, la organizacióny el sistema de mando que cuadraba a laconducción del conflicto.

El proceso orgánico

En este período de la defensa deMadrid se inició la reorganización delEjército de Milicias. Tal actividad sellevó a cabo con simultaneidad aldesarrollo de la batalla. Abarcó tareastan indispensables y urgentes como dedifícil realización, pero era necesarioemprenderlas abordando el problema a

fondo y por completo, porque de otramanera ni siquiera se podían conocerlos medios con que contábamos, niliquidar la intervención política en lascuestiones castrenses y, concretamente,en la ejecución de las operaciones deguerra.

La injerencia de los partidospolíticos, sindicatos y organismos dedistinta naturaleza fue, en algunosaspectos, eficaz, pero, en otros muchos,perniciosa. Se hacía preciso restringirlay encauzarla de manera útil y, dicho seaen honor a la verdad, aunque aquellasinfluencias no cesaron totalmente, con laobra que se llevó a cabo ganaron mucho

la disciplina, las posibilidades deacción del comando y el regulardesarrollo de todas las actividades deguerra.

Llevar a cabo tal obra en plenabatalla costó grandes esfuerzos, pero sevencieron todos los obstáculos y entrediciembre y enero se pudo dar unaestructura de ejército, relativamentearticulado, a lo que a primeros denoviembre no era más que unapolvareda de pequeñas unidades, gruposy columnas de combatientesarbitrariamente organizadas, a las cualessólo se les había dado la fachada de unaorganización regular. No obstante, en

esto, como en todo, había excepciones,pues algunos batallones salidos de loscentros de organización de ciertospartidos se mostraron desde el comienzocomo excelentes unidades; en este casopuede afirmarse que, más que a labondad y a los afanes de losorganizadores, el feliz resultado sedebía a las sobresalientes dotes demando de algunos jefes de Milicias.

Tal vez sea exagerado decir que acomienzos de enero ya teníamos unejército; le faltaba mucho para serlo;simplemente se había encauzado bien elproblema en todos los planos desde elComando Superior; lo demás vendría

progresivamente por efecto de ladisciplina de la instrucción y de lapropia lucha, que depuraba.

La obra se llevaba a caboexplotando las pequeñas pausas que seproducían en la lucha, en unos u otroslugares del frente, y los breves períodosde descanso que se podía dar a loscombatientes retirándoles de la línea decombate cuando éste lo permitía.

Se tomó como base orgánica labrigada, tipo de pequeña gran unidadadoptada oficialmente por el ComandoSuperior. Estaba formada por unpequeño CG con su EM elemental (unjefe y 3 04 auxiliares) y se integraba así:

—4 Batallones con secciones deAmetralladoras y morteros.

—1 Sección de Caballería(excepcionalmente pudo tenerlaalguna brigada).

—1 Batería de Acompañamiento de45 (carecieron de ella muchasbrigadas).

—Unidad de Zapadores.—Unidad de Transmisiones.—Unidad de Transportes (sólo

transitoriamente).—Unidad de Intendencia.—Unidad de Sanidad (Camilleros y

ambulancia).

También se había previsto laasignación de una unidad antiaérea, perono pudo lograrse por la penuriapadecida en esa clase de armamento;penuria que obligó a centralizar el quehabía para utilizarlo en beneficio delconjunto de las fuerzas.

Los efectivos variaban de unas aotras brigadas entre 3500 y 4000hombres, estando más cerca del mínimoque del máximo.

Se había comprobado la eficacia deeste tipo de unidad en el curso de lalucha, por ser muy ligera y maniobrera,fácil de manejar en los transportes, útil

como factor táctico en los combatesdefensivo y ofensivo, muy simple encuanto a los servicios de mantenimientoy, como consecuencia de todo ello,adecuada para ser manejada pornuestros mandos notoriamentedesprovistos, en general, de preparacióntécnica, aunque en el curso de la guerray precisamente en el manejo de esapequeña gran unidad llegaran arevelarse muchos de ellos con dotesnaturales y sobresalientes cualidades demando.

A la creación de las brigadas siguió,sin solución de continuidad, perogradualmente, la creación de Divisiones

y Cuerpos de Ejército, de modo que alterminar la batalla de Guadalajara, de laque voy a tratar después, el Ejército delCentro (que ya se hallaba a las órdenesdel Comando de la Defensa de Madriddesde mediados de febrero), disponíadel CE I (en la sierra), CE II (enMadrid), CE III (en el Jarama y Tajo),CE IV (Guadalajara) y en organizaciónel CE V (de maniobra).

Cada CE tenía su Cuartel Generalcon su correspondiente EM. TresDivisiones de tres brigadas(normalmente) y un grupo de Artilleríade acción de conjunto, que en Madridactuaba encuadrado en la masa artillera

de la Defensa. Era característico de esaorganización que los escalones de losservicios se desarrollabanpreferentemente en las brigadas y CE,para liberar de su servidumbre a lasdivisiones y facilitar la maniobra tácticade las unidades que se empeñabanofensivamente.

Las pobres disponibilidades dematerial artillero y la índole de lasoperaciones aconsejarían en algún casocentralizar la totalidad de las unidadesde Artillería bajo un solo mando. Asísucedió en Madrid, con resultados muysatisfactorios.

En general, el criterio de empleo de

los medios era muy flexible y a esta idearespondía la organización, para hacerposible adaptarla a las condicionesreales en que se planteara la lucha; seeludían rutinas y ninguna Gran Unidad seconsideró indivisible, ni siquiera labrigada.

Con los medios de DCA se creóprácticamente un arma autónoma.También operaba centralizada, en razónde la pobreza de armas de esa índole,con las que era indispensable maniobraren beneficio de grandes frentes yacumulando su poder en determinadossectores. Sólo eventualmente seatribuyeron armas antiaéreas a las

unidades.Los Ingenieros se organizaron en

batallones, abarcando todas lasespecialidades. En Madridpredominaron las destinadas afortificación y minas. Como novedad, yalo dije, se creó el batallón del«subsuelo».

Otras medidas que se adoptaron enel proceso de reorganización fueron: lacreación de cuadros de mando,empleando primero a todos losdisponibles, profesionales de lasescalas activa y de reserva, retirados,reincorporados, oficiales decomplemento movilizados y cuadros de

las unidades de la organización detiempo de paz de las Armas Generales,Carabineros y Asalto.

Como resultaran insuficientes losque al comienzo se dispuso, laInspección General de Milicias habíacreado los cuadros inferiores, unasveces, seleccionando los mejorescombatientes, y otras, por la vía de lapolítica; la batalla de Madrid sirviórealmente de tamiz, a base delcomportamiento de cada clase u oficial.

Otras medidas de índole orgánicaafectaron a las industrias que producíanmateriales bélicos, especialmentegranadas de mano y proyectiles. En este

sentido el control que se ejercía desdeValencia era muy imperfecto, de dondese derivaba que el rendimiento de lasindustrias instaladas en Madrid fuesemuy pobre; por otra parte, el crecienteconsumo exigido por la intensidad de lalucha y el uso particular que se hacía dela producción de algunas fábricas(ciertos jefes de unidad se permitíancontrolar directamente en su provechoalgunas instalaciones industriales)motivaba que unas unidades dispusierande abundantes dotaciones mientras otrascarecían de lo más indispensable. Talesirregularidades fueron radicalmentecorregidas.

En suma, a un ritmo que sorprendióal propio comando, el nuevo mecanismodel ejército reorganizado iba entrandoen funcionamiento regular, anulandofricciones, respondiendo todas lasactividades a las disposiciones delmando y cumpliendo, con verdaderosentido de responsabilidad y sinaparatosas reuniones de técnicos, dediscursos, de asambleas, de sabiosinformes, de largas directivas o decomplicadas tramitaciones burocráticas.Era la lucha la que exigía que lasresoluciones que afectaban a lapotencialidad de las Fuerzas Armadassiguieran el camino más breve y más

libre de fricciones; y así se logró.Como consecuencia de la labor de

reorganización fueron disueltos el VRegimiento, que tan eficazmente habíacontribuido desde el comienzo de laguerra a encuadrar combatientes enunidades tácticas, y otros centros dereclutamiento e instrucción de unidadesde milicias de base política, controladaspor los partidos o los sindicatos.

Digamos, para terminar, que durantela defensa de Madrid se desarrolló, enun marco de legalidad yresponsabilidad, la función de los«Comisarios políticos». Antes de labatalla de Madrid tales elementos ya

habían existido en algunas unidades opara el control de determinadasfunciones. En verdad, no eran unanovedad propia de la guerra de España,según comprueba la historia(Revolución francesa, emancipaciónamericana, revoluciones comunistas yfascistas).

Una vez legalizada su función, éstatuvo un doble significado: decolaboración, en relación con el MandoMilitar, y de educación y control designificado colectivo, especialmente enel orden político. En ambos aspectos seprodujeron algunos abusos y violencias,en el orden militar, por la justificada

resistencia de muchos jefes de unidad(tanto profesionales como de milicias) aver intervenidas sus decisiones; en elsegundo aspecto, por la abusivainterpretación que dieron los comisariosa su función de control. Trataban unasveces de actuar de censores de lasórdenes y disposiciones del MandoMilitar, y otras de suscitar dudas encuanto a la lealtad de algunos cuadros.Todo se fue corrigiendo, porque seimpuso el buen sentido en la recíprocacomprensión de jefes y comisarios.

Más tarde, cuando una vezreorganizado el ejército se llegó a dar alComisariado una estructura orgánica y

una dirección, que quedaba bajo ladirecta dependencia del ministro deDefensa y no de los partidos, la obra dela institución fue en todos los órdenesmeritoria, especialmente en lo que serefería a la educación política, cultural,deportiva y moral del combatiente, asícomo en la eliminación de abusos,aunque no se puede afirmar que esto selograra totalmente.

7. MADRIDDURANTE LA

BATALLA

Ciertamente, no era Madrid durante labatalla una ciudad dominada por lapesadumbre, la angustia o el dolor.Nada de eso faltaba, y escandalosamentelo han pregonado las gentes de lasderechas políticas que se quedaron enMadrid, sobre todo quienes integrabanla Quinta Columna, que no eran pocos.Pero también bullía la capital con el

afán de trabajo, con la entereza y elsereno valor con que se afronta unadesgracia ineludible e irreparable, y conel orgullo de saber que estabaescribiendo dignamente una página de suhistoria. No dudo en estamparreiteradamente ese adjetivo, porquepuede hacerse en justicia y en verdad.

Sus gentes compartían con lossoldados y oficiales que pasaban alinterior de la ciudad los episodios de lalucha en el frente, relatados a familiaresy amigos, y recibían de éstos las noticiasde los sucesos de la retaguardia, tan ricaen daños y desventuras algunas jornadascomo pudieran ser las del propio frente,

pues no en vano estallabanpersistentemente en sus calles yviviendas los proyectiles y las bombasde Aviación.

Según fuesen esos relatos y lamentalidad de los interlocutores lamoral se deprimía o exaltaba, pero entodo caso el ambiente ciudadanocobraba un aire belicoso y la vida derelación se excitaba con un intercambiode pensamientos, que eran como saviaque vivificaba la calidad espiritual delos que iban y venían.

Así el soldado se convertía en unagente portador, en uno y otro sentido,unas veces de palabras de aliento y

esperanza, otras de angustia y cansancio,para reflejar, atrás, lo que el frente teníade pasión belicosa, y llevan adelante, loque en la retaguardia pudiera haber deansiedad, de fe y de derrotismo, aunqueesto no llegase a surtir efectosmorbosos.

No hubo en todo el tiempo de labatalla motivo para temer que aquellacorriente espiritual produjese estragosen la línea de fuego ni en los hogaresporque, en suma, representaba lavoluntad de sobrevivir a una catástrofe.Por eso, aunque se alteró el ritmo de laciudad, no modificó sus esencialesmatices. No se interrumpieron los

espectáculos públicos, ni siquiera en loslocales que se hallaban próximos alfrente de combate o bajo el fuego de loscañones, en los ejes de tiro preferidospor éstos; a las tiendas de las calles másfrecuentemente visitadas por losproyectiles, las gentes acudían por igualen busca del sedante para sus nervios ypara sus estómagos; y los escolares nodejaron de acudir a las aulas, ni losniños dejaron de jugar al sol, en lasplazas y paseos alejados del frente, porfortuna, sin comprender la trágicaarmonía y el significado de aquellaterrible música que llegaba a sus oídos.

Se celebró la Navidad. Se agotaron

los juguetes. Salían las familias apresenciar desde algún observatorio lalucha en el frente de Tierra o en el Aire;y sin que se abusara del retintín militar,cuando se celebraba alguna solemnidadde ese significado (entrega de banderasa unidades de nueva organización,revista de tropas rehabilitadas) acudíala gente atraída, como en tiempo de paz,por el entusiasmo, bullicio o algazaraque tales actos provocan en lamuchedumbre.

En el ambiente de una ciudad querebasaba el millón de almas y quepadecía los estragos de una guerra civil—guerra de ideologías políticas, de

clases sociales, de creencias religiosas,de derechas e izquierdas y, en suma, dericos y pobres—, en todo Madrid, comoera natural que sucediese, se podíacaptar cuanto se quisiera, desde elegoísmo algo más que ultramontanohasta el sacrificio más abnegado.

Las iglesias estaban cerradas, perose decía misa en algunas casas[22]. Lascárceles retenían reclusos y, en la mismao en mayor proporción, las embajadasalbergaban refugiados. Ya hemos dichola tolerancia y generosidad que desplegóel Gobierno.

La prensa se publicaba connormalidad, perturbada solamente algún

tiempo por la escasez de papel. Nofaltaban en sus páginas discusiones opolémicas y críticas políticas, incluso alGobierno que dirigía la guerra; peropreponderaban los temas que tendían amantener en tensión la moral de guerra,sin perjuicio de incurrir en gravísimoserrores punibles, como aquél de unperiódico de la tarde que anunció parael amanecer del día siguiente el ataqueque el mando había planeado llevar acabo en el sector de la CiudadUniversitaria, y cuyo ataque,naturalmente, se tuvo que suspender. Eraéste uno de los innumerables «detalles»por donde asomaba su rostro la Quinta

Columna.Pero donde más activa se mostraba

ésta era en actos de sabotaje y a travésde algunos corresponsales extranjeros,cuya ira antigubernamental les inducía atransmitir al exterior los reveses de lastropas leales antes de que se produjesen,simplemente porque su lógica (la de loscorresponsales) les decía, a través desus agentes de información de los cafésmadrileños, o de los cenáculosliterario–derrotistas, que eranirremediables.

De tales «errores» (quiero eludiradjetivos más gruesos), uno de los mássignificativos fue el anuncio de la caída

de Madrid, lanzada al mundo el día 8 denoviembre, como un hecho consumado.Recordemos que ésa era la fecha quesegún sus planes los atacantes debíanpenetrar en la ciudad.

Pudo suceder esto aquellos primerosdías de la defensa porque había quedadosemiabandonado el control censor decorresponsales de guerra extranjeros delMinisterio de Estado, al desplazarseéste a Valencia, y porque hubo quienes,en sus alucinaciones, habían visto a lossoldados del Tercio de Extranjeros en laPuerta del Sol y a la caballería moracabalgando por la Plaza de España.

Tal torpeza tuvo por efecto cómico

algunas felicitaciones al Gobierno deBurgos, y por efecto trágico, eldescuidado paso de las líneas del frentede combate de un automóvil repleto deperiodistas facciosos que venían a tomarsu primer café en el Madridconquistado. Lo tomaron, pero no en loscastizos cafés de la Puerta del Sol.

Tampoco faltó ese especimenagregado de embajada que, en laconfusión de los primeros días, sepermitió, con actitud un tanto insolente yotro tanto estúpida, introducirse en unode los despachos del comando diciendo:

—¿Pero por qué no se rinden ya?—¡Porque no nos da la gana! —fue

la réplica.Tan categórica respuesta le dejó

perplejo. Su duda quedó despejada másde prisa de lo que podía esperarse de surango diplomático y de su actitud, seretiró mohíno para llevar la respuesta asu «tertulia». Aquella impertinencia nopodía tener un origen diplomático.

En el personal civil que deambulabayendo de un lado a otro sin saber paraqué, pero en todo caso para husmear,recoger la «última noticia» de «fuenteautorizada» y convertirla —más omenos hábilmente deformada— en bulodestinado a deprimir o a exaltar lamoral, según la índole del sujeto o

público al que se dirigiese, había detodo: los timoratos, los cínicos, lospatrioticamente dominados por el afánde saber la verdad, los osadosestrategas cafeteriles ansiosos deelaborar sagaces iniciativas o maniobrastácticas, para contrarrestar las«torpezas» de los mandos, losinventores de máquinas de guerrainfernales, los que alardeaban de su altosignificado como «conscientesrevolucionarios» para recabar algunaprebenda o permiso de incautación…Esos residuos sociales se mezclabandesdichadamente con los hombres desana moral que iban a buscar un fusil

para incorporarse al frente:—Si vuelvo a mi casa —nos decía

un robusto albañil de más 40 años, undía del mes de noviembre— sin el fusily sin la orden de ir al frente mi mujer me«pela»…

O a ofrecer la colaboración quedeseaba prestar su sindicato paraconstituir una unidad combatiente, comosucedió con los gremios de peluqueros yde vendedores de periódicos.

Así eran las buenas y malasrealidades de un Madrid que, tal vez porinstinto de las gentes sencillas, y poresto mismo virtuosas ejemplares, sebatía a vida o muerte.

Las industrias pequeñas y grandesfuncionaban a ritmo acelerado desde elamanecer al anochecer, algunas de ellaspor la noche. No era difícil encontrarseciertas agrupaciones de religiosas que,vestidas de seglares, siguieron viviendoen comunidad, protegidas, respetadas yconsagradas al servicio de guerraconfeccionando vestuario. Los cánonesreligiosos se habían destruido con elderrumbamiento del Estado, pero lossentimientos humanitarios no se habíanextirpado, sobrevivieron y se hicieronpresentes, donde la piedad supoimponerse.

—¿Las tratan bien…? ¿Estáncontentas?

Preguntaba un día el comandante dela Defensa a las componentes de untaller, donde se tejían géneros de puntopara la tropa en la visita que hizo paracerciorarse de que aquella instituciónlaboral, que amparaba una de lasorganizaciones sindicales, funcionacorrectamente.

La visita les había sorprendido. Laagradecieron, aunque se fuese porquelas liberó de algunos motivos deinquietud. Y a preguntas respondieronalgunas de las «operarias» resuelta,atropelladamente y con expresión de

satisfacción; otras callaron, conmanifiesta timidez; la mayor parte deellas dirigieron su mirada a una másanciana, llamada «responsable», queseguía siendo su superiora y fue ésta laque dio una respuesta satisfactoria:

—Sí, estamos contentas; nos tratanbien.

Cuando, después de comprobar elmecanismo de aquel ensayo de«colectivización», salimos a la calle, medijo el general Miaja:

—No me parece mal esto; pero¿cree usted que han sido sinceras?

—Creo que verdaderamente handicho lo que piensan.

—¿No será el miedo lo que les hadictado la respuesta?

—Tal vez. Evidentemente, tienenmiedo. Está justificado que lo tengan,pero es compatible con que ahora esténsatisfechas de su suerte. Sin duda se hanalegrado de su visita y con ella hanespantado mucho del miedo que podríantener. De todas maneras, algo estánaprendiendo con esta dura experiencia.

Los trabajos para fortalecer ladefensa mediante obras de fortificaciónno se interrumpieron; se multiplicaronlos refugios para protección contra losataques desde el aire; se realizaronalgunas obras maestras para cubrir

museos y monumentos y se custodiarondiversos palacios cuyos propietarios yfamiliares se hallaban ausentes de lacapital; entre ellos, uno de los másnotables, por su abolengo y por lostesoros artísticos que encerraba, elPalacio de Liria, residencia de losduques de Alba, tenía por guardianes aun grupo de milicianos de la extremaizquierda, quienes, dicho sea en elogiode su conducta, no sólo conservaronintacto cuanto en él se guardaba, sinoque cuando en uno de los más terriblesbombardeos de la ciudad resultódemolido e incendiado en parte, seesforzaron por salvar el tesoro artístico

y lo entregaron a las autoridades: nilatrocinio, ni vandalismo, simplementesentido de responsabilidad, quedignificaba a aquellos hombres tanmaltratados por la calumnia.

Madrid se había curado también deldesorden y de la indisciplina en laretaguardia, y antes de que terminase elaño, fatídico por tantas razones, comoheroico por otras, pudo ponerse envigencia la orden del comando (24–XII–36) a que ya nos hemos referido.

Entre las gentes que pululaban en tornoal comando no faltaban los hombres que

se consideraban indispensables paraciertas funciones y quienes a toda costaquerían ser el relevo de los que ejercíandeterminados mandos o desempeñabancargos de responsabilidad; tampocoescaseaban los de aspecto facinerosoque aspiraban (o pretendían) remediarlotodo por la violencia, pero que,invariablemente, no estaban nunca biendispuestos a aplicarla batiéndose en lalínea de fuego; naturalmente eran éstoslos fanfarrones y matones de siempre,esa auténtica élite de truhanes que actúaen la retaguardia de los frentes decombate en todas las guerras,especialmente en las civiles y en las

revoluciones; verdaderos especialistasen el ataque a traición o en pandillacontra los indefensos.

Abundaban también los que seofrecían como hábiles oradores (vicioespañol del que estamos lejos dehabernos curado) y los agitadores que,para hacer «turismo de guerra»solicitaban viajar, bien protegidos, parapredicar allí donde fuera necesario«levantar la moral». Igualmenteaparecían los arribistas altos y bajosque tenían en el bolsillo o en la cabezaremedios para todos los males del frenteo de la retaguardia.

No faltó tampoco el «personaje»,

elevado a este rango por los azares de lasituación, que se permitió explicar en elcomando cómo debía defenderse Madridcasa por casa. Vale la pena añadir quetal personaje era uno de los que habíansalido a uña de caballo de la capital lanoche del 6 de noviembre y que,repuesto del susto, trataba de repararaquel mal paso incitando a la bravura alos demás.

Tampoco pasaron desapercibidosalgunos «audaces» que pretendieronescalar hipócritamente puestos derelieve desde donde abrirse la mejor víapara huir o traicionar; y, por descontado,tuvimos numerosos visitantes

extranjeros, «buenos» y «malos».Venían unos a aprender cómo se

defiende con pocas armas y escasosrecursos la capital de un Estado quequiere vivir según sus leyes y suspropias determinaciones y, cuando lohabían aprendido, marchaban —aparentemente, al menos— cargados desincera admiración; otros venían paraayudarnos con esfuerzo y conductaverdaderamente abnegados; algunospara registrar en su indescifrable libretade notas los rasgos de animalidad quepudiera haber en nuestra desesperadalucha, a fin de pregonar después, enlibros de escándalo bien pagados, que

éramos un pueblo bárbaro; huboquienes, encubiertos también en máscarade «amigos», recolectaban personajillosrufianescos, o mujeres encanalladas, queles sirvieran para empequeñecer la obrade nuestros abnegados combatientes. Y,en fin, añádanse a ese desfile turísticolos políticos extranjeros de talla, peroen decadencia, que haciéndose retratarjunto a nuestros valientes soldadosaspiraban a rehabilitarse de sudescrédito popular elevando, al regresara su país, un bonito pedestal desde elque desparramar sobre su auditorio unaoratoria altisonante, sensiblera ydemagógica, como cuadraba a su

propósito de ganar las elecciones. Y,por cierto, las ganaron.

Pero todo eso, aunque diera ciertotono o rango a la ciudad, llevabaconsigo el riesgo de infectar poco omucho nuestro ambiente, pues nuestrasgentes sencillas aún no se habían curadodel todo del «mamarrachismo». Todoaquello que podía denigrar, era como labasura que, posada a flor de tierra, estásometida al vaivén del viento y se eleva,a veces, con los remolinos. Por fortunaesa basura no llegaba a ensuciar elsoporte y, en la tierra firme, las plantasfecundas, los hombres de buena ley,sabían aventarla, trabajar, hacer, crear,

sacrificarse por un ideal y por un biencolectivo humanitariamente concebido,social y políticamente comprendido, quehacía de ellos el espejo de la verdadque en el frente de Madrid se debatía,verdad aún desconocida en toda sugrandeza.

Ellos eran la solera sustanciosa, elcimiento indestructible; la luz y el vientodifundirían la prodigiosa fecundidad deuna obra que era de la colectividadmadrileña y, por lo tanto, española. Loque flotaba en la superficie era polvo,escorias, nada. Lo que estaba en lohondo y fermentaba en el frente y en laciudad, era la savia, el espíritu, la vida.

Allá estaban los luchadores formando unmuro impenetrable bajo el lema «Nopasarán»; aquí, actuaban lasinstituciones que reparaban los daños,que creaban el orden y la disciplinasocial y que daban a una ciudaddominada por la metralla el tono deserenidad que Madrid acusó durante loscinco meses de una batalla que,comenzada en Carabanchel la tarde del6 de noviembre, proseguiría sin pausashasta hallar su fin el 20 de marzo, alnorte de Guadalajara, con la derrota delas Divisiones Italianas.

Gracias a su labor y a su serenidad,los habitantes de Madrid, pese a todas

las dificultades, se esforzaban por dar asu ciudad un ritmo de vida fraternal ytolerable ya que no podía ser normal nipacífico: eran muchas las familias queno dejaban de salir a paseo losdomingos, de ir al cine con relativafrecuencia, y hasta se permitíanabandonar sus viviendas para situarse enlas bocacalles que desembocan en laGran Vía, a fin de contemplar como unespectáculo el bombardeo que sobre esaarteria de la ciudad hacía normalmenteal atardecer la artillería de Garabitas, loque motivaría que el buen humor delpueblo madrileño la rebautizara con elsobrenombre de la «Avenida del 10.5».

El comandante de la Defensa gozabade popularidad, y el comando seesforzaba por resolver con espíritujusticiero toda clase de peticiones. Sindescuidar su primordial deber deconducir o dirigir la batalla, tenía quebregar con toda clase de visitantes; cadacual llevaba «su caso» y, naturalmente,no todos veían resueltas sus «cosas» taly como deseaban; habían de armonizarseactividades tendentes al mismo fin,como las benéficas en que cooperaban(y se combatían entre sí) institucionestan respetables como la Cruz Roja y elSocorro Rojo, o las educativas de lasorganizaciones juveniles, de tendencias

políticas discrepantes. Había queescuchar consejos, sugerencias,insinuaciones de gentes respetables porsu edad, su honorabilidad, su saber…,situadas, según ellos creían, al margendel drama, pero viviéndoloentrañablemente, con gallardía (algúnaristócrata de rango ducal, algún insigneartista como Benlliure, algún políticodel más alto relieve como Besteiro,algún sobresaliente general monárquico,algún ex ministro). Unos visitaban elCG; otros no, pero todos vieron cómo,con dificultad, pero con realismo, de laciudad sumida en el caos revolucionariodel verano del 1936 nacía la ciudad

mártir que, bajo la metralla, recobrabagradualmente el orden, restablecía ladisciplina social y militar y el respeto ala personalidad humana, despertaba enla conciencia colectiva el sentido deresponsabilidad y, lo que valía más, elculto a la patria, y la unidad y laigualdad ante el deber. Sería burdoafirmar que todo eso se alcanzó demanera cabal, perfecta, pues el procesorevolucionario español no habíaacabado, ni siquiera tendría fin cuandolo tuviese la batalla o la guerra misma;pero se puede decir que el caucequedaba abierto, que por él caminabaMadrid resueltamente y que la capital de

España, al entrar en 1937, a pesar de ladesesperada lucha que se libraba a suspuertas, era moralmente el reverso de lade agosto del año fatídico queterminaba.

Se respetaban la propiedad y lavida. Ese pulpo gigantesco que es elMetro madrileño servía de valiosorefugio contra los bombardeos devivienda supletoria, de parque, demaestranza; los suburbios de frenteopuesto al de la batalla, que por leynatural debieron vitalizarse ocongestionarse recibiendo a quienestrataran de huir del peligro, apenasvieron acentuado el ritmo de su vida,

como si las gente se considerasenobligadas a defender con su presencialas ruinas de las Vistillas, de Argüelles,de las Delicias, de Cuatro Caminos y dela Puerta del Sol, incesantementebatidos.

Y eso se hacía sin alardes de valor,sin jactancia, pero sin que estuvieraausente de los hogares la tristeza.Afirmar lo contrario sería pueril oestúpido, porque la tristeza esinseparable del ser físico abrumado porel daño y el sufrimiento material yespiritual. No importa que algunos laencubriesen con actos bulliciosos, conesa irrefrenable chismografía jocosa o

agresiva que germina en torno a la mesadel café y se teje como tela de araña ypenetra en todos los rincones para servirde excitante del buen humor, hasta en losmelancólicos, o del mal humor de losiracundos. Sí, Madrid esta triste, porquenunca como entonces había recorrido tanescabroso calvario y también porqueuna vez más se mostraba como elcorazón de España, de la España trágicade Galdós y de Unamuno, como espejode la España eterna, de la Españamártir, condenada a ver frustradas susambiciones más justas.

Y es que Madrid luchaba, sufría,trabajaba, pensaba. Tenía fe en la accióny fiebre en el pensamiento para forjaruna historia que escribían todos loshombres, los cobardes como losvalientes, los vivos como los muertos ytodas las instituciones: militares,políticas jurídicas, benéficas, sociales;los ateneos, los clubs, los caféspúblicos, las sociedades secretas…,todo. Madrid vivía atormentadamente,pero vivía. Y esa historia no se lallevaría el viento, porque quedabaescrita con sangre en el corazón de los

viejos que han perdido algún serquerido, en los pechos de los jóvenesdibujados por la metralla y en la mentede los niños que abrían los ojos a lavida en el regazo de la madreangustiada, atentos al rostro del padrevibrante e iluminado por afanes devictoria. No he podido olvidar aquellamirada de mis hijos pequeños,interrogante de espanto aquella presiónde sus bracitos, aferradosdesesperadamente a piernas, la nocheque fui a verles y me sorprendió en midomicilio uno de los más ferocesbombardeos de los Junkers alemanes.

Pero es justo decir, para deshacer

las calumnias vertidas e imágenesdeformadas por los que quisieronconvertirse en mercaderes de laliteratura de propaganda de ambosbandos, que a pesar de todos loshorrores que se nos han achacado, nohubo en Madrid motines, nidemostraciones de rebeldía o deprotesta, como tampoco hubo brotesepidémicos, ni hambres colectivas, yque la capital de España, en la plenitudde su drama, supo curarse de toda clasede desmanes y de vergüenzas.

Ciertamente hubo penuria de algunosalimentos; la padecieron quienes porvivir encubiertamente en razón de sus

actividades pseudobelicosas, osimplemente por temor, se resistieron ainscribirse en el control queproporcionaba las cartillas para elsuministro de los abastecimientos queestuvieron eventualmente racionados; noobstante, a nadie faltó lo necesario parasubsistir, porque todos tenían algúnpunto de apoyo en las familias de loscombatientes, que no dudaban encompartir sus raciones con «los de laotra acera».

La calidad madrileña era así deextremista; en el frente se batían comoleones y en la retaguardia los propiosluchadores o sus familiares albergaban

en sus viviendas, unos, y abastecían,otros, a los que con razón o sin ella seconsideraban perseguidos, cuando noadversarios.

—Cuidado, sor Emilia, muévase conmás desenvoltura… Esa rigidez delcuello… Está usted diciendo a lostranseúntes que se le ha olvidado encasa la toca —le dijo un día una viejaamiga que la reconoció.

Sor Emilia era una monja adoratrizque, vestida de seglar, paseaba por laacera de Menéndez Pelayo llevando enbrazos el niño que cuidaba en calidad deniñera en casa de un combatiente, donderesidía como un familiar más. Se sonrió

ante la advertencia, pero no lograbacorregir la rigidez de su cuello por obradel hábito. Tampoco había sabidomodificar, ni siquiera disimular, sumodo de caminar lento, recatado,manifiestamente monjil. Pero nonecesitaba disimularlo, porque toda lagente del barrio sabía quién era.

Con la escueta síntesis que acabo dehacer del ambiente de Madrid aspiro aque el lector logre captar cuánto habíaen aquella larga batalla de grandeza ensu alcance social y humano, a pesar delos derrotistas y del turbión de bajas

pasiones en que los luchadores,dignamente consagrados a su deber, sevieron envueltos.

No podía ser de otro modo en lascircunstancias en que el drama se habíaplanteado. Vivíamos en un país dondecada hombre, todos los hombres, teníanel derecho a pensar y pensaban,censuraban, discutían y elogiaban cuantolo merecía del problema nacional en queestábamos enmarañados. Nadie temíacambiar con su adversario la prensa, enla tierra de nadie de la CiudadUniversitaria, ni disparar soflamas,chistes o imprecaciones, en las brevespausas de silencio que se permitían las

ametralladoras, los morteros y loscañones.

La vida en Madrid podía estarcargada de sombras y malos auguriospara los timoratos, pero no para loshombres de bien; porque es cierto que elhombre español está instintivamente, porobra del individualismo, inclinado a larebeldía, también es verdad que sunatural es bueno y virtuoso, aunque sea,a la par, tosco y rudo: ¡Cuántos ingenuos«cautivos» han creído que burlaban lavigilancia policíaca, cuando en verdadestaban protegidos por sus adversarios!¡Cuántos cándidos religiosos creyerontener encubierta su personalidad al

amparo de un pañuelo rojo y negro[23]

anudado en el cuello o en la cabeza yengañándose a sí mismos con elzumbido de algunos exabruptos lanzadossin ton ni son! ¡Cuántos tesoros eimágenes estaban custodiados y fuerondevueltos por quienes habrían de pasar ala historia como vulgares ladrones! ¡Ycuántas gentes de que cultivaron el bieny la virtud de la caridad, con riesgo, aveces de su vida, conocerían más tardetodos los horrores de ladeshumanización social!

La verdadera historia de aquelMadrid de la batalla que lleva sunombre aún no está escrita. Si alguien lo

ha hecho desapasionadamente yo no hetenido la suerte de haberlo leído; sólo laleo y la vivo en mi conciencia y en la dealgunos ex combatientes de aquellashoras difíciles, que no la han olvidado.

Algunos de los relatos y de losjuicios emitidos merecen respeto yelogio; otros muchos no se han ganado niuno ni otro; y ninguno de los que yoconozco da una visión cabal, completa eimparcial de aquel magnoacontecimiento.

Junto a los textos escritos con buenaintención, aunque sea equivocada, nopodían faltar las obras de losaventureros de las letras, verdaderos

mercaderes de ideas, que se hanpermitido medir la calidad de aquelpueblo del Madrid de la guerra, a travésde los irresponsables, de la escoriasocial que hay en toda gran ciudad, detruhanes y de los rincones dondefermentan los vicios más asombrosos ylas pasiones criminales y ruines.

Si alguien intentara deshacer losinfundios vertidos por algúnirresponsable, repetidos después porotros, tendría que consumir tal empeñotodos los años de una larga vida y aún lefaltaría tiempo. Esa irresponsabilidad esla que revela, por ejemplo, Mr. Bollotenen El gran engaño[24], que habla de lo

que ignora por referencias contrastadasmientras calla lo que sabe. El cuadroque describe un Madrid que no conocees tan escalofriante y abrumador queresulta difícil explicarse cómo no separalizó totalmente la producción, elcomercio y la industria, produciendo unaverdadera bancarrota económica. Locierto fue que todo siguió funcionando, apesar de las dificultades que hemoscitado en el texto, que se atendieron lasexigencias y necesidades de la guerra yque las arbitrariedades iniciales —inseparables de las revoluciones encualquier país y en todos los tiempos—se fueron corrigiendo gradual y

rápidamente, más rápidamente que enotros más «cultos» que el español, entrances similares.

Pero la vida es así. La historiaaccidental, que sigue inmediata einseparablemente vinculada a la victoriay a la derrota, solamente tiene valor yalcance limitados. Los cuentos nodejarán de ser cuentos. La basura prontoo tarde la barrerá el viento parasiempre. Y a la postre terminarábrillando la verdad indestructible, laverdad verdadera que vibra en laconciencia de las gentes dignas —noimporta su humildad ni su señorío—,que es tanto como decir la verdad de

Dios. Y la verdad que constituye lasíntesis irrebatible de la batalla deMadrid es ésta: que la capital de Españano pudo ser conquistada por un ejércitode soldados acreditados por su valor ybien mandados; y que la ciudad, minadaen su estructura orgánica y en susesencias espirituales por toda clase deespías, agentes saboteadores ydesmoralizadores, y víctima de ladeslealtad política y diplomática de unmundo corrompido, resistió, sinclaudicar de su deber, los gravísimos ycuantiosos daños y sufrimientos que lacrueldad de la guerra le impuso.

8. LA BATALLA DELJARAMA

Constituye ésta un acontecimientotáctico ligado al de la defensa de lacapital, en el cuadro de la maniobra deconjunto y en los fines generalesperseguidos por el adversario al tratarde lograr, indirectamente, la conquistade aquel objetivo. Se libra inicialmenteen una zona de maniobras que escapa ala jurisdicción del Mando de la Defensade Madrid y contra tropas dependientes

directamente del Comando del Ejércitodel Centro; pero por las circunstanciasque concurrirían en su desenvolvimientoen el curso de la batalla se cambia elMando, y la totalidad del Sistema deFuerzas, así como su resolución, quedanbajo la autoridad y dirección delcomandante de la Defensa de Madrid.

Tal acontecimiento táctico seproduce por iniciativa de nuestroadversario, a las tres semanas de verfrustrada su maniobra hacia El Pardo.Ese fracaso no le indujo a restringir susesfuerzos; lejos de ello, una vezrehabilitadas sus unidades, repuestos susmedios y reforzadas sus posibilidades

con la incorporación de la LegiónCóndor, reforzada, da a sus propósitosofensivos mayor trascendencia. Eligeuna nueva zona de maniobras, en unespacio que ya no depende del Comandode la Defensa de la capital, y monta unamaniobra profunda para desbordar el alaizquierda del frente defensivo deMadrid y cortar su línea decomunicaciones con su base logística,penetrando según el eje Arganda–Alcaláde Henares. Tal maniobra podía tenerrealmente alcance resolutivo en elproblema de la defensa de la capital, ysobre todo el sistema de fuerzas delEjército del Centro, que cubría la

serranía al norte de Madrid, el cual severía obligado a efectuar una difícilretirada.

La zona de maniobras (véanse croquis2 y 8)

Como es sabido, el frente decombate de la defensa de Madridapoyaba sus extremos en el ríoGuadarrama (derecha) y en Vaciamadrid(izquierda). El que abarcaría lamaniobra adversaria por el Jarama seextendería desde Vaciamadrid aCiempozuelos, y se desarrollaría enprofundidad hacia el E, en el espacio

comprendido entre los valles del Tajuñay del Henares.

Este nuevo frente de maniobra habíasido transitoriamente activo ennoviembre, al empeñarse en él lasreservas del Comando Superior paraatacar el flanco y la retaguardia de lascolumnas que presionaban sobre lacapital, y es sabido que se fracasó enesa maniobra. Desde entonces,permaneció sensiblemente inactivo.

La zona de referencia está formadapor un valle, orientado de norte a sur,por el que corre el río Jarama; se hallacubierto medianamente de vegetación;sus márgenes son onduladas, ofreciendo

algunos escarpados en pequeños tramos,al oeste del río, en la región de LaMarañosa, particularmente en el recodoque se proyecta hacia Vaciamadrid, y aleste del río, frente a San Martín de laVega.

El río es vadeable en diversoslugares y existen tres puentes enclavadosen la que sería zona de maniobras: el deArganda, sobre la carretera de Madrid aValencia, el de Pindoque, por el quepasa el ferrocarril, y el de San Martín;más al sur, el de la carretera deCiempozuelos a Titulcia no seríautilizado por el atacante.

En aquel tiempo nos pertenecían las

dos laderas del valle. En la parte norte(La Marañosa) un grupo deedificaciones y un bosque relativamentedenso hacían posible desplegar acubierto y, en nuestro caso, eludir elcruce del río si maniobrábamos a travésde esa región. En su parte occidental,nuestras posiciones, débilmenteorganizadas y guarnecidas, se apoyabanen forma discontinua en los vérticesCabeza Grande, Telégrafos yValdecabas. Los flancos eran Perales,Ciempozuelos y Cuesta de la Reina.

Al este del río la zona de maniobrasse hallaba cubierta de arboleda ycultivos, particularidad que haría

enrevesada, difícil y confusa cualquieracción táctica, favoreciendo a ladefensa. Ésta, como se ha dicho, carecíade capacidad de maniobra en campoabierto, según comprobamosanteriormente por Boadilla; incapacidadque ahora se acentuaría debido alcarácter bisoño de las fuerzas queinicialmente iban a actuar.

La línea más fuerte para apoyar ladefensa al E del río en la primera partede la zona de maniobras (la contigua alcauce) estaba jalonada por el espolónque domina el río en la zona de SanMartín de la Vega, los altos dePingarrón al SE de dicho pueblo,

Pajares al O de Arganda, y las alturasque dominan la Azucarera al NE delPuente de Arganda.

Las posibilidades de observaciónnos favorecían antes de comenzar lamaniobra; al desarrollarse la acción enla zona de cultivos, se haría difícil paraambos contendientes. Lascomunicaciones eran defectuosas para elatacante (en razón del volumen de tropasy medios que iba a emplear) en la zonadel río hasta alcanzar la carreterageneral de Valencia; después lepermitían maniobrar en profundidad, silograba arrollar nuestro sistema defuerzas, en el primer período de la

acción.

La situación antes de la batalla

La situación en este pequeño teatro,antes de que se iniciase la batalla, era lasiguiente:

A la margen izquierda del Jaramaestaban llegando las brigadas españolas,organizadas en Levante después de lasque ya se habían incorporado al frentede Madrid. Se trataba de tropasorganizadas con alguna precipitación;carecían de cuadros capacitados y encuanto a medios de acción y armamento,su dotación era incompleta. Algunas de

dichas unidades debían recibir susdotaciones en la propia zona demaniobras.

Tales unidades se estabandislocando escalonadamente con elpropósito de llevar a cabo, por nuestraparte, una nueva ofensiva dirigida por elmando del Ejército del Centro, bajo elcontrol del Comando Superior y con elconcurso de nuevas formaciones deCarros de combate y de Aviación, cuyasdos Armas habían sido reforzadas connuevas adquisiciones, más dos BrigadasInternacionales.

Cooperarían también las tropas de laDefensa, que montarían otra acción

ofensiva conjugada con la del Jarama,actuando en el oeste, por Brunete, haciaSevilla la Nueva y Navalcarnero (véasecroquis 1), mientras las fuerzas del estepenetraban hacia los Torrejones y Parla.

Se trataba, pues, de la operación confines más voluminosos y ofensivos decuantas habíamos montado en la zona alsur de Madrid. Los objetivos, ensíntesis, se reducían a uno solo, dealcance estratégico: cortar lascomunicaciones del ejército que atacabaMadrid y batirlo.

Hallándose el Ejército del Centropreparando su actuación, fueinsistentemente advertido por el

Servicio de Información de Madrid dela actividad que se observaba en laretaguardia adversaria y, expresamente,de la gravitación del tráfico hacia esazona del frente, habitualmente muylimitado.

La seguridad que daba a nuestroEjército del Centro la afluencia de lasnuevas unidades indujo al MandoSuperior a persistir en el propósito demontar y llevar a cabo la maniobra;pero, cuando su Sistema de Fuerzas sehallaba aún incompleto y mal dotado demedios, sobrevino el primer ataqueadversario en las peores condicionespara nuestras fuerzas, porque, aunque ya

había algunos batallones en sus zonas deacción, tanto ellos como las brigadas aque pertenecían carecían de loselementos indispensables para quepudieran ser bien mandados, maniobrar,combatir y estar debidamente apoyados.Incluso el nuevo comando táctico, que sehabía designado para dar articulación aestas fuerzas, se estaba organizando y nodisponía de la adecuada red detransmisiones, ni tenía un sistemaartillero.

Por su parte, el enemigo iba a poneren juego en su maniobra una masa demedios similar a la empleada en ocasiónde la maniobra por Boadilla y Pozuelo,

pero reforzada ahora con la LegiónCóndor alemana, nuevo armamento(piezas 8.8 de Artillería) y nuevosmodelos de aviones. Igualmente iba aejercer el mando del conjunto el generalOrgaz y dirigir la masa de maniobra elgeneral Varela.

Esas y otras circunstancias íbamos aconocerlas tarde y mal, a través de losprisioneros; en verdad, durante los ochoprimeros días de acción sólo se podíaapreciar, desde el Comando de Madrid,que se trataba de una importante masa deataque, que actuaban audazmente laCaballería y los Carros, un tipo deArtillería nuevo y una acometividad en

la Infantería que recordaba los díasdifíciles de Madrid.

Primer período:Ocupación de la base de partida por eladversario

El enemigo inició su maniobra el día6 y en la primera fase de su desarrollo(6–7–8) se limitó a conquistar la riberaoccidental del Jarama, y a apoyarfuertemente sus flancos en Ciempozuelosy Cuesta de la Reina (derecha) y zona alN de La Marañosa (izquierda).

Eso lo logró sin gran esfuerzo,porque sorprendió a nuestras fuerzas

(batallones nuevos desplegados enprimer escalón) y las arrollóobligándolas a pasar el río, aunquealgunas pequeñas unidades trataron deresistir y quedaron envueltas. Lasuperioridad que se revelaba en elataque era abrumadora y la reacción quedesde la zona de Perales llevó a cabouna brigada de la defensa de Madrid, sibien frenó el ataque hacia el espolón deVaciamadrid, no pudo impedir que lamaniobra siguiera su curso.

Al terminar la jornada del día 8, elfrente adversario quedó desplegadodesde la zona de Ciempozuelos a la deLa Marañosa, dominando el valle del

Jarama. Se había hecho dueño de unabase de partida que dominaba todo elcauce del río, a excepción del sector deVaciamadrid, punto topográficamentemuy fuerte.

El nuevo mando designado pornuestro jefe supremo para aquel sector,donde había comenzado una batallacuyas proporciones aún eraninsospechadas, hizo frente con premuraa la situación creada, desplegandodefensivamente las tropas de quedisponía para impedir el paso del río,organizando una primera línea deresistencia en el reborde montañoso yacumulando los medios para una

detención directa en las cuñas deesfuerzo que estimó más peligrosas, quefueron las de Arganda, Morata yChinchón, atendiendo en primeraurgencia a la defensa de los puentes.

Se dio excepcional importancia a laprimera de esas cuñas por ser la máscorta y viable en lo que podíaestrangular nuestras comunicaciones.Pero no se sospechaba cuál era la ideade maniobra del atacante, pues el frenteamenazado definía posibilidadesdiferentes: por nuestra derecha, laamenaza más directa y peligrosa paranuestro aislamiento; por nuestraizquierda, la mejor red de caminos para

dar a la penetración y al desbordamientola mayor amplitud. Todo era necesariocubrirlo; y así se hizo precipitadamente,con el apremio que la situación imponía,pero gravitando en nuestra ala derecha(Arganda) la parte principal de losmedios y las previsiones de reacciónpor el contraataque.

Por fortuna, la parsimonia con queprosiguió la maniobra (no se reanudohasta el día n), tal vez por el mal tiempo,permitió al Ejército del Centro remediarel desorden inicial y prever su reacciónalertando las reservas de Carros yAviación y disponiendo adecuadamenteunidades de choque sacadas del frente

de Madrid.Así, deslabazadamente, con algún

desorden, con resistencias improvisadasy en la ignorancia de la magnitud delgolpe que se iba a descargar sobrenuestro frente, comenzaba lo que en elplazo de muy pocos días iba aconvertirse en una de las batallas másreñidas y sangrientas de toda laguerra…, y también de repercusionesmás decisivas, pues, aunque nosotrosignorásemos la magnitud del peligro, aella había vinculado el adversario lasuerte de la capital y de todo el Ejércitodel Centro, y la suerte de la guerra.

Pero a esto aún no se le atribuía tal

alcance, ya fuese por ignorancia de losmedios que ponía el adversario enacción, porque el Comando Superior sesintiera optimista por efecto de losresultados obtenidos en la defensa deMadrid, o bien porque confiase en losmedios que se estaban recibiendo.Además, se comprobó, en la primeraetapa, que en el Jarama, desde elcomienzo, hubo actos singulares deheroísmo en la defensa de algunospuntos fuertes de la orilla derecha delrío: eran el anuncio de lo que iba asuceder en la margen izquierda, pese ala realidad de la rapidez con que esalínea defensiva pudo ser arrollada; y

dieron aquel alto ejemplo, a pesar de serunidades que aún se hallaban «montadasen el aire», tanto las viejas guarnicionescomo las tropas bisoñas de las nuevasbrigadas, que acababan de llegar deLevante.

Segundo período:La batalla. Paso del río ydesarticulación del Sistema de Fuerzas

Cuando las fuerzas adversariasfueron reorganizadas en la nueva basede partida, iniciaron la segunda etapa dela maniobra, al amanecer del n defebrero: la Caballería, aunque muy

castigada por nuestros fuegos, forzó elpaso del río, por el Puente de Pindoque,y maniobró audazmente, profundizandopor el llano en la margen izquierda,hasta alcanzar puntos de apoyo quefueron rápidamente ocupados yampliados seguidamente por lasunidades de Infantería que siguieron a laCaballería.

El fuego artillero era preciso ypotente; cooperaron también a esamaniobra local los Carros y losbombardeos de Aviación, cuya Arma semostraba muy reforzada en medios. Setrataba, pues, de un ataque fuertementeapoyado. El Comando Supremo

empezaba a percibir la magnitud delpeligro.

La jornada siguiente la columnaadversaria de la derecha forzaba porsorpresa la defensa demasiadodescuidada que había quedado en elpuente de San Martín y escalaba la zonaabrupta, venciendo nuestra resistencia,compuesta de tropas que recibían subautismo de fuego y cuya moralevidentemente no era muy sólida; nocombatieron con enérgica resolución, obien se vieron abrumadas por lasuperioridad del atacante y por carecerdel necesario apoyo de nuestraArtillería, precariamente desplegada y

sin una buena observación. Así lasegunda etapa del ataque comenzaba conla peor fortuna.

No obstante, nuestra agrupación detropas de Arganda, improvisada comoGran Unidad, auxiliada por las reservasque la defensa de Madrid habíadislocado previsoramente en el ejePuente de Vallecas–Vaciamadrid, no seconformó con frenar la embestida sinoque, empleando sus Carros y reservas,contraatacó enérgicamente hacia elPuente de Pindoque, reacción quedesarticuló la maniobra en profundidadde la columna que llevaba la iniciativadel esfuerzo enemigo hacia Arganda. En

tal reacción tuvieron una brillanteactuación los Carros y la BrigadaInternacional dislocada en ese sector.

La penetración de las fuerzas quehabían forzado el río no podía serrápida a causa de la resistencia queencontraban en la zona de cultivos,donde nuestras armas tenían máseficacia, mientras la coordinación de lascolumnas atacantes en su penetración sehacía cada vez más difícil por carecerde caminos.

En la maniobra que se estabadesarrollando, el factor potencia serevelaba de modo extraordinario,haciendo patente al Ejército del Centro

que se hallaba empeñado en un esfuerzotáctico que, por los indicios querevelaba desde el comienzo de la lucha,tal vez iba a ser el más importante de losllevados a cabo en este TO. Añádase aesto que, paralelamente a lo del Jarama,en Madrid subsistía la presión, inclusodesde el aire, y por consiguiente lasituación creada no era solamente local,sino que afectaba a la totalidad delproblema en el teatro del Centro. Por laíndole de tal problema militar sedescubría su trascendencia.

Sin duda, la maniobra que eladversario había iniciado en el Jaramacon tan franco éxito era grave. Se hacía

probable que en pocas jornadas, si no sedetenía el avance de manera terminante,Madrid quedase cortado de Valencia, yaque en la dirección del principalesfuerzo (Arganda–Loeches–Alcalá deHenares) bastaba que el atacanteprogresara 25 km para dejar a la capitalaislada de Levante. Y la posibilidad dellevar a cabo esa acción profunda eramayor que en el caso del ataque hacia ElPardo de la maniobra anterior, por nopoder concurrir a la acción dedetención, de una manera directa, laArtillería de la defensa de Madrid y sermás lenta, difícil y arriesgada lamaniobra de sus reservas si se sacaban

de la capital.Sin embargo, el Comando de la

Defensa de Madrid no dudó en acudir enayuda de la Agrupación de fuerzas deArganda con los medios de que podíadisponer en aquellas jornadas. Antes, alterminar la primera fase de maniobraenemiga (ocupación de la base departida en la margen derecha delJarama, día 8), se desplazó a Alcalá(puesto de mando del Ejército delCentro y donde a la sazón se hallaba elministro [jefe supremo]), el jefe de EMde Madrid, para proponer la ejecuciónpor el flanco derecho de la Defensa delataque previsto en el plan de conjunto

(ataque hacia Navalcarnero del queantes se habló), con vistas a paralizar lamaniobra por el Jarama o, cuandomenos, a restarle potencia y favorecer ladefensa en la nueva zona de maniobras:se emplearían las reservas disponibles yel refuerzo de una brigada que estabaorganizada, instruida y en espera dearmamento.

La propuesta no fue aceptada por elMando Supremo, que optó por realizaraquel plan cuando terminara laconcentración de fuerzas, las cualesestaban llegando de Levante, y quedaranrehabilitadas las cuatro brigadas quehabían sido batidas o desorganizadas

durante los combates de los días 6, 7 y8.

Como consecuencia de esaresolución, la cooperación de laDefensa quedó limitada a reforzar elcontraataque, a que ya hemos aludido,contra el flanco izquierdo de losatacantes, en la zona de La Marañosa yal envío a la zona de maniobras de dosbrigadas más y de varios grupos deArtillería, que sirvieron de base aldespliegue de esa Arma. Otras brigadasquedaron escalonadas entre Madrid y elJarama, para acudir adonde la situaciónlo exigiese.

Los comandos superiores habían

apreciado el problema en toda sugravedad, y ésta se demostró al ver laresolución con que el adversarioreanudó su ofensiva el día 11.

Nuestra inferioridad desde el puntode vista de la maniobra era notoria,tanto por el hecho de ser bisoñas lamayor parte de las unidades empeñadascomo por la desorganización inicial denuestro Sistema de Fuerzas y por lacarencia de un fuerte punto de apoyo enel que se pudiera afianzar el esfuerzodefensivo, como había ocurrido enMadrid.

Ahora bien, si el enemigo podíaacumular en su esfuerzo mayor potencia,

el Mando Supremo de la República nocarecía en esa ocasión de medios. Loshabía adquirido y en ellos confiaba.Aunque el plan de maniobra ofensivaque había querido realizar hubiesequedado frustrado y aunque nuestrasfuerzas fueron batidas al comienzo (sólolas unidades sorprendidas por el ataqueinicial), en verdad no estábamosderrotados.

El Mando Supremo decidió afrontarresueltamente la batalla, empeñando latotalidad de los medios y renunciando atoda idea de repliegue o retirada. Erauna decisión digna de aplauso, en la queno se excluía la idea de batir al

adversario antes de que hubieraalcanzado el objetivo de su maniobra.Ésta quedaba al descubierto por ladirección con que empeñaba sus mediosy por la magnitud de los recursos queponía en juego, superiores a los de lasacometidas anteriores.

El día 12 entraron ya en acción, consorpresa para el enemigo, nuestrasunidades de Carros de combate y nuestraAviación reforzada. Nuestra sorpresadel día 6 la tuvo el adversario el 12.Tales medios frenaron por completo suataque y dieron tiempo a la llegada alcampo de batalla de tropas másavezadas en la lucha, sacadas del frente

de Madrid y reforzadas con Artillería ycon modernas baterías antiaéreas. Labalanza del poderío se equilibraba.

El desgaste

Desde aquella jornada, el avanceenemigo se hizo lento, difícil ycostosísimo, y la lucha, en conjunto,sangrienta y extraordinariamenteconfusa, porque si era vigorosa lavoluntad de atacar no lo era menos la deresistir y contraatacar. En muchoslugares del frente, el adversario tuvoque ceder terreno.

Los refuerzos llegaban

incesantemente a la batalla por ambaspartes, y, al parecer, los doscontendientes los utilizábamos delmismo modo, simplisimamente, como loexigían las eventuales crisis de la lucha;por nuestra parte, con la idea decontrarrestar automáticamente todointento de penetración, de contener atoda costa y de rechazar cualquierfiltración. No había tiempo para reunirunidades y montar con rigorcontraataques, porque el factor tiempotenía un valor angustioso.

El terreno en que se libraba la lucha,muy cubierto de arboleda y cultivos enzonas extensas, favorecía tanto la

contención por el fuego como elcontraataque automático; pero nopermitía determinar la verdaderadisposición del sistema adversario, paraelegir la mejor dirección de nuestraréplica. Lo esencial era detener elataque antes de aplicar la respuesta.

Del mismo modo, el Sistema deFuerzas del adversario, manifiestamentedesarticulado, combatiendo un tanto aciegas y sin poder conjugar susesfuerzos ni recibir un apoyo de fuegospreciso, realizaba de igual manera susrefuerzos, sin dejar traslucir una ideavigorosa de maniobra táctica. Susesfuerzos parecían guiados por el simple

propósito de avanzar o de contener lascrisis locales que nuestras réplicas lecreaban.

El día 13 se acentuó la confusióntáctica, y por el desorden con que serealizaba la lucha y los vaivenes de lalínea de combate, verdaderamenteimprecisa e inconsistente, creíamoshallarnos en el momento crítico de labatalla.

En el ala derecha de la defensa deMadrid aún disponíamos de algunasunidades preparadas para realizar elataque secundario previsto en el plan demaniobra del Comando Superior(penetración hacia Sevilla la Nueva y

Navalcarnero). Eran menos de lasnecesarias, pero podían crear una crisisen la disposición adversaria si enverdad el enemigo había absorbido en elJarama sus principales reservas.

El Comando Superior que, según seindicó, había decidido mantener ensuspenso la ejecución de su plan,comprendió que era ilusorio pretenderllevarlo a cabo en razón de la crudezade la batalla y la absorción por ésta detoda clase de recursos. Era másapremiante asegurar el triunfo táctico enel Jarama, acumulando cuanto fuesenecesario y posible. En consecuencia,resolvió que quedasen en Madrid las

reservas estrictas y se reuniese en elJarama lo necesario para asegurarcuando menos el aplastamiento de lamaniobra, impidiendo una penetraciónmás profunda.

Otro problema se planteó en dichocomando: el de la unidad de direcciónpara la mejor conducción de la batalla.La actuación del comando que habíadirigido este hecho táctico desde el día6, por no estar completamenteconstituido al comenzar la ofensiva, y,después, al verse desbordado por larapidez con que se sucedían los difícilesepisodios de la lucha y, porque lapresencia de otros dos comandos, en la

propia zona de maniobras, confacultades para intervenir en la acción(el del Ejército del Centro y el jefesupremo), manejando los Carros decombate y la Aviación, más la indirectaintervención del jefe de la Defensa deMadrid, hacían muy difícil laconducción de la batalla.

Por otra parte, el Mando de laDefensa de Madrid, alarmado por lasustracción de fuerzas que se hacia delfrente de cuya conservación eraresponsable, y puesto que la presiónsobre Madrid persistía, se resistía adesprenderse de mayores medios,circunstancia ésta que también

dificultaba las decisiones, e incluso lapropia acción de conjunto, ya que losrefuerzos que se precisaban en el Jarama(unidades de tropas y materiales deArtillería) habían de salir de la capital.

El cambio de mando

Por todo ello, comprendió el MandoSuperior que aquel complejo mecanismode mando perjudicaba la unidad deacción. El problema, lo mismo en susfines estratégicos que en los tácticos,tendría su inmediata repercusión en laconservación o pérdida de la capital, ycomo ésta, en última instancia, era el

objetivo substancial de la maniobra,dicho jefe superior decidió reorganizarel Mando centralizándolo en el de ladefensa de Madrid, a cuyas órdenesactuarían los Carros y la Aviación, paracrear un Sistema de Fuerzas máscoherente y eficaz, con miras a ladefensa de la totalidad del frente delEjército del Centro, incluida la capital.

Así pasó a ser dirigida la batalla delJarama por el Comando de la Defensade Madrid y, posteriormente, quedótambién bajo su jurisdicción la partecorrespondiente a las serranías del nortede la capital, por cuanto podía llegarse auna situación en la que fuera necesario

maniobrar con esas fuerzas, siprogresaba la penetración enemiga.

Al propio tiempo que se producíaese relevo en el plano superior, sedesignaba para el mando táctico delfrente de combate, desde Vaciamadridhasta Aranjuez, al teniente coronelBurillo. Volvíamos a hallarnos ante unproblema de organización angustioso,por la urgencia con que había queresolverlo en plena batalla. Más que lacantidad de tropas precisas para la lucha—pues había bastantes— importaban suorden y su calidad; más que el aciertorigorista de las disposiciones tácticasque se adoptasen importaba la reacción

moral de la gente y la firme resoluciónde detener al enemigo. No interesabamucho el detalle de las posiciones enque esto se hubiese de lograr, pero síque se lograse urgentemente, en el llanoo en la zona montuosa, cerrando elacceso del enemigo a la red decarreteras al este de Madrid.

Pero también era de granimportancia discernir algo que aún noestaba claro: si el ataque del enemigoera su acción principal, o si en él habíaempleado solamente las tropas estrictaspara una fuerte demostración de fuerza,mientras se reservaba las másnumerosas y mejores para el ataque a

Madrid, en el caso de que nosotrosllevásemos al Jarama todas las reservas.Y no podía juzgarse que el ataque por elJarama fuese el principal, porque elfrente de Madrid no estaba inactivo yporque la maniobra de las reservas yArtillería adversarias, desde el centrode gravedad de La Marañosa al centrode gravedad de la Casa de Campo oCampamento, era un simple problema demedia jornada. Se reorganizaron yrearticularon rápidamente los mandos ylas tropas, reemplazándose algunos jefesy unidades empeñadas, se reforzó elfrente con algunas unidades selectas, yse dieron órdenes precisas, terminantes,

para asegurar la detención y articular ladefensa. La organización del frente delJarama fue la siguiente:

Cuerpo de Ejército III: Jefe, tenientecoronel Burillo; jefe de EM, Otero.

División A (después 13): Tenientecoronel Arce y después tenientecoronel Castillo, con las brigadas 5–12–14.

División B (después 15): General Gal,con las brigadas 11–15–17.

División 11 : Mayor Líster; con lasbrigadas 1–18–25[25].

División C (después 16): ComandanteGüemes, con las brigadas 66–19 y

24.Sector Aranjuez (después División 49):

Teniente coronel Rubert, con laBrigada 45 y dos en organización.

Comandancia General de Artillería:Teniente coronel Cuesta. Servicios:Destacados del Ejército del Centro,reforzados con los de Madrid.

Frente a estas fuerzas, por lo quedespués se ha sabido, operaban CuatroBrigadas (Rada–Buruaga–Barrón yAsensio). Cada una con dos regimientosde tres batallones, cinco baterías y unacompañía de Zapadores; la tercerabrigada estaba reforzada con dos

regimientos de Caballería y la cuartacon uno de cinco escuadrones. En total,según datos del comandante LópezMuñiz[26], actuaron incluidos losrefuerzos durante la batalla: 35Batallones, 15 Escuadrones, 31Baterías, 2 Compañías de Carros. LaLegión Cóndor, que no consta como talen dicho resumen, también tomó parte enla maniobra.

En cuanto a la calidad técnica, moraly propósitos de los atacantes, dice elmismo autor: «Esta masa de maniobra esla más importante que hasta aquelmomento se ha reunido en el frente deMadrid (…). Si los medios materiales

son verdaderamente considerables enrelación con el momento de la guerra, elfactor moral alcanza el punto culminantede su esplendor (…). Cuantosintervienen en las operaciones delJarama están íntimamente convencidosdel carácter resolutivo que se lograrácon su feliz éxito. La amenaza del totalenvolvimiento de Madrid puedeproducir la caída de la capital, lo quesin duda significará el principio del finde la guerra, ya que sigue aquéllaconservando todo su valor comoobjetivo político y militar porexcelencia (…). Las unidades sonselectas, tropas veteranas que en

incesante combate han impuesto siempresu voluntad al enemigo (…). Estaexaltación del factor moral es lo queexplica la fisonomía esencialmenteheroica, característica de la batalla delJarama».

La lucha continuaba sin interrupción,con el mismo carácter sangriento conque había comenzado, en razón de lamayor potencia material empleada y dela exaltada moral de los contendientes:en bando adversario parecía haberreaparecido la acometividad de los díasmás duros del ataque directo a la

capital, muy superior al que esas mismastropas habían revelado en la maniobrade Boadilla del Monte.

De igual modo, en el campo propio,no sólo se mostraba el mismo tesón deque hasta entonces habían hecho galanuestros combatientes, sino que, porefecto de la reorganización, de la aptitudde resistencia aplicada en campoabierto, y del hecho de haberconservado hasta entonces la capital,triunfando sobre adversarios másfuertes, el hombre se sentía más«soldado», se consideraba mejorconducido y hacía patente su mayorespíritu de sacrificio, para no perder lo

que tan difícilmente había podidoconservar; su capital que era tanto comodecir España y su ideal de libertad.

Los refuerzos de Aviación y Carrosde combate que por entonces recibimosactuaron con una resolución y unaeficacia extraordinarias. Nuestrasprimeras baterías antiaéreas automáticasdebutaron también en el Jarama; tres delas Brigadas Internacionales, lasespañolas de nueva organización y lastropas seleccionadas de la defensa deMadrid, rivalizaban, emulándose ybatiéndose de manera ejemplar; la luchano cesaba día y noche y las tropas no seconformaban con detener al adversario;

contraatacaban sobre cada nuevaporción de terreno conquistado y, deeste modo, las posiciones se perdían yse volvían a ganar, agotándose en talesesfuerzos el ímpetu del ataque.

La mitad de la Artillería de ladefensa de Madrid fue a participar en ladetención y en la batalla; y para no sacarmás tropas de la capital se respondiódesde su frente con otros contraataques,especialmente de la 4.ª División(Vallecas), lo que contribuiría adesarticular el despliegue enemigo y arestar potencia a su ataque por elJarama.

La crisis

Pocas eran las porciones de terrenoque se cedían al adversario, pero ¡acosta de cuántas bajas! De la aristamontañosa que había ocupado paralelaal río, el punto esencial era la posicióndenominada El Pingarrón. Sobre ella seorientaron los esfuerzos de nuestroscontraataques que culminaron hacia eldía 17. Posiblemente, entre todos loscerros que han jalonado nuestro frentegeneral de guerra, el de El Pingarrón, enel Jarama, es el que puede escribir supropia historia con mayor cantidad desangre. Durante tres días fue objeto de

incesantes acometidas con el propósitode dominarlo para luego descenderhacia el río y cortar por San Martín dela Vega el paso a las fuerzas atacantes,que ya se hallaban en nuestra orilla. Conese objeto se dio la máxima amplitud anuestro contraataque del día 21. Todoslos esfuerzos fueron inútiles. La batallaquedó localizada en esa posición, adonde el enemigo acudió con susmejores tropas y contra la que nosotrosempeñamos también nuestras mejoresunidades. Pasó varias veces de unasmanos a otras; en él se estrellaronambos contendientes y cayeron lasgranadas y bombas con mayor profusión.

Se batieron en lucha cuerpo a cuerpoinnumerables batallones, desde latercera jornada de la segunda fase de labatalla hasta la última, quedando, porfin, en manos del adversario, pero sinque pudiera ser utilizado para apoyar enél la maniobra hacia Morata, porque selo impidió el agotamiento de susreservas y el desgaste de sus unidades.

El problema del desgaste fue similarpara los dos adversarios y desde esoscombates, que culminaron los días 21 al23, la batalla hacía crisis lentamente y elfrente se estabilizaba, pues consimultaneidad a la lucha se realizarontrabajos de fortificación en todo el

frente y los nuevos intentos del enemigoirían encontrando a nuestras unidadescada vez más sólidamente aferradas alterreno, del que ya no cederían ni unsolo palmo.

La simple representación gráfica quehemos hecho de la zona donde se libróla batalla, expresando las líneasalcanzadas por el enemigo duranteambas fases y en la que quedódefinitivamente fijado el frente a lostrece días de lucha y dieciocho de habercomenzado la maniobra, muestraclaramente cuánta fue la tenacidad de ladefensa y cuán escaso el fruto delataque, si se recuerdan los ambiciosos

planes de nuestro adversario.

Tres elementos desempeñaron en estabatalla un sobresaliente papel: laAviación, los Carros de combate y laArtillería. La primera,extraordinariamente reforzada connuevos modelos alemanes, en el campoadversario y, en el propio, con unaimportante masa de caza, que se mostrósuperior a la del enemigo. Ello daríaocasión a que se librase en el Jarama loque —si mi información no es errónea—sería la mayor batalla aérea de lahistoria de la guerra llevada a cabo

hasta entonces, pues intervinieron másde cien aviones de caza y bombardeo. Eltriunfo correspondió a la Aviación delGobierno, que quedó dueña del aire.

Dicha Arma colaboró eficazmentecon las tropas de Tierra y, en algúnmomento, de manera decisiva para elcombate empeñado. En algunassituaciones no dudó en afrontar elcombate aéreo en condiciones deinferioridad, con una acometividadnotable, como si también en el aire semidiese la trascendencia de aquellosdías de lucha.

Fueron muchos los bombardeos denuestras líneas que evitó la caza y es de

justicia realzar que en el Jarama laAviación velaba un día y otro pornuestras fuerzas de Tierra. Losresultados que obtenía derribandoaviones adversarios a la vista de loscombatientes de Tierra eran un poderosoestímulo para éstos. El número deservicios prestados algunos días pordeterminados pilotos desbordabancuanto de ellos humana y técnicamenteera correcto exigir. Por ello esa batallafue de extraordinario desgaste para elpersonal y el material. Pero susresultados compensaron a satisfaccióntodos los sacrificios.

Los Carros también se mostraron

superiores en número y en eficacia a losdel adversario, y combatieronigualmente con verdadero espíritu desacrificio contra los enemigos, contralas tropas, y en misiones dereconocimiento, en los momentos deconfusión en que no se podía saberdónde se hallaba la línea de combate,qué terreno se había tenido que ceder, yqué porciones resistíandesesperadamente y esperaban apoyo.Lucharon también en sus dos formastípicas de empleo: con autonomía, yadscritos a algunas de las unidades dechoque, especialmente en losprincipales contraataques.

En cuanto a la Artillería, laadversaria fue manifiestamente superioren número y en calidad. Allí apareció elfamoso 8,8 alemán[27] y se ensayaronnuevos métodos de tiro de sorprendenteprecisión; en esa batalla se acreditaríatambién la eficacia de las baterías dedefensa contra aeronaves de direcciónde tiro automático, las cuales, en algunasde las situaciones críticas de la batalla,tuvieron que hacer sus primeros ensayosde fuego contra objetivos terrestres.

Nuestra Artillería explotaba en elJarama la experiencia de la defensa deMadrid y obtenía frutos magníficos, puesel quinto día de batalla, cuando ésta

cubría implacablemente todo el frente demaniobra, dicha Arma actuaba bajo unsolo mando, como un recio órgano,realizando tiros precisos, correctos ymuy bien dirigidos, que bastaron, enalgunas situaciones, para detener elataque adversario. Una sola limitacióntuvo su empleo: la penuria demuniciones para algunos calibres, lo quealgunos días obligó a tener mudas variasbaterías.

A pesar de esa penuria nuestroscañones, hábilmente dirigidos porZamarro y Cuesta, fueron un vigorosofreno del ataque, un apoyo eficacísimode la resistencia y un valioso factor que,

con la Aviación y los Carros, hicieronfracasar a la flamante Legión Cóndor,que allí actuó con su técnica, sus mandosy sus materiales. (La composición deesa formación germana se detalla en laparte final de este libro).

El nuevo mando conductor de labatalla se aferró a la idea de asegurar laarticulación de las fuerzas y el orden enla conducción, así como la oportunaintervención y la intensidad del esfuerzode los elementos empeñados; paralograrlo transformó adecuadamente laorganización del sistema y veló por laalimentación del esfuerzo de resistenciay por la intensificación de los

contraataques. Por fortuna, lacolaboración y ayuda prestada por elComando del Ejército del Centro, elComando Superior y cuantos órganos yespecialistas intervinieron en este hechotáctico fue sobresalientemente generosay ferviente. Así, tras una lucha detremendo desgaste, vimos fracasar alenemigo en el Jarama y a Madridsalvado del cerco que se le quisoimponer.

Ese desgaste fue considerable paraambos contendientes. Al adversario Jeimpediría participar en la nuevamaniobra —también de fines resolutivos— que iniciaría sobre Guadalajara con

el Cuerpo Italiano pocos días después.En cambio, los defensores de Madrid,no menos extenuados que sus rivales,tendrían que afrontarla, y lo hicieron conmás felices resultados, según vamos aver en el siguiente capítulo. Ahora esobligado cerrar éste con un concisojuicio sobre el suceso tácticoexaminado.

La batalla del Jarama se puedeconsiderar como un hecho tácticosimplísimo, rudo, elemental, sangrientoy de estilo falangista[28], con dos frenteschocando, en una brutal fricción, sin

ningún resultado. Sólo grietas, pequeñosobjetivos que se alcanzan y se pierdenen un espacio limitado y, en fin, relevoincesante de unidades desgastadas, sinotro fruto que ganar unos metros deterreno. La batalla careció de arte en sutotal desarrollo técnico, geométrico,material, pero no en el moral. Se limitóa un bárbaro forcejeo y, durante sudesarrollo, en medio de tan durísimalucha en la que se derrochaba cuanto setenía para lograr la superioridad y sesucedían y reforzaban las unidadesincesantemente, se fue constituyendo unfrente, fuerte por su moral y suorganización. El enemigo no cejaba en

sus propósitos: intentó romper ese frentehacia Morata de Tajuña y Chinchón,como también por el llano y la Mesetacentral, desde la cual podía envolverArganda hacia el norte y Morata hacia elsur, y, finalmente, en dirección recta aArganda, que era su objetivo primario,siguiendo el valle. Todas esas tentativasfracasaron, produciendo enormespérdidas, y la batalla se fue extinguiendopor impotencia humana para romper elmuro infranqueable que se había creado.

En el Jarama se produciría el primercaso de encuentro de voluntariosinternacionales de la mismanacionalidad, enrolados en cada uno de

los bandos españoles. Eran, allí,irlandeses los que se hallabanencuadrados en una de nuestras BrigadasInternacionales, y los viejos opositorespolíticos de De Valera, reclutados porel fascista de aquella nacionalidadO’Duffy, que actuaba con un batallón enel bando de los atacantes. Más tarde (unmes después) un encuentro semejante,pero de mayores proporciones, seproduciría entre fascistas y antifascistasitalianos en la batalla de Guadalajara,en el choque de la XII BI donde se batióel Batallón Garibaldi mandado porPacciardi contra la División Littoriomandada por Bergonzoli. España se

convertía en palestra donde se debatíantendencias políticas que nada tenían deespañolas.

En muchos libros dedicados alrelato de la guerra de España, ya seacon el propósito de hacer historia, obien de hacer literatura, he podidocomprobar que se incurre en laexageración de desorbitar laparticipación de las BrigadasInternacionales tanto en su actuacióncomo en su cuantía, abultando susefectivos (que ciertamente no fueron enningún momento iguales a la mitad delmínimo de las que sumaba el CuerpoItaliano (60 000 a 40 000 según el

período operativo); y la totalidad debajas no llegó a igualar la quepúblicamente se ha dado por losinteresados, a las sufridas por el tercioportugués de Viriato (8000); otras vecesmultiplican su actividad en los diversosfrentes (algunos que ni siquiera pisaron)o, en fin, dan la sensación de que sóloellos luchaban y que los demás eranmeros acólitos.

Así sucede, por ejemplo, en el relatoque hace Hugh Thomas[29] de la batalladel Jarama, donde se realza la acción,batallón por batallón, de las cuatroBrigadas Internacionales y poco o nadase dice de las doce o catorce (incluidas

las de refuerzo, que se enviaron desdeMadrid) que participaron en la lucha,dejando alguna de las últimas enviadasen la fase crítica del Pingarrón (la Brig.70) el 40 por ciento de sus hombressobre el campo de batalla.

El hecho de que se incurra en esos,probablemente, involuntarios errores oexageraciones que deforman la verdadcabe atribuirlo a la superabundancia delibros y folletos escritos por quienesfueron cuadros de mando de aquellasunidades, comisarios o merosperiodistas y turistas internacionales;libros y folletos que después han venidoa ser copiosa fuente de información, no

compensada por otra clase de textos.Sin perjuicio de lo dicho, la batalla

del Jarama puede considerarse como lade más activa cooperación deinternacionales, y al autor de este librole sirvió para estimar la magnitud, laeficacia y también el peligrososignificado que esas fuerzas podíanalcanzar.

Los atacantes tuvieron la superioridaden todos los órdenes durante los sieteprimeros días de la maniobra y por esopudieron ocupar la orilla derecha delrío, forzar el paso de éste y penetrar

levemente en el llano; después, por obrade la acumulación de medios, lasuperioridad fue nuestra y a partir deentonces se estrellaron los ataques.

No puede afirmarse que en el Jaramahubiera sido derrotado nuestroadversario. Tampoco lo habíamos sidonosotros. Pero, pese a laindeterminación en que quedó la lucha,nosotros podíamos afirmar —porque asíera público— que la maniobraadversaria había fracasado, lo mismoque había sucedido cuando el mesanterior operó contra nuestra aladerecha por Las Rozas.

En ambos casos el adversario había

ganado una porción de terreno, pero nohabía derrotado a nuestras fuerzas, nohabía logrado ningún objetivo de valortáctico o estratégico, no había destruidonuestro Sistema de Fuerzas ni cortadonuestras comunicaciones; en cambio, sehabía impuesto un agotamiento que leincapacitaba para lograr culminar susmaniobras.

Por ello, el triunfo eracategóricamente nuestro; y ahora que seconocen con toda amplitud lospropósitos que perseguía en su empresadel Jarama, también se puede afirmarque la victoria fue nuestra, porquenuestro combatiente logró que fracasara

una maniobra táctica que pretendió serdecisiva y no sólo no alcanzó estafinalidad, sino tampoco los objetivostácticos que por su valor compensaran eldaño sufrido.

En otro orden, el Jarama era unaréplica contundente a la conquista deMálaga que los rebeldes habían llevadoa cabo por las mismas fechas en que selibró la batalla.

Características de la batalla del Jarama,que merecen ser realzadas por ofrecerfuerte contraste la actuación de amboscontendientes, fueron las siguientes:

—El significado rigurosamenteplaneado que la maniobra tuvo dellado atacante, mientras en el ladode la defensa todo hubo deimprovisado, pudiendo esaimprovisación tener éxito por laabundancia de medios acumuladosen la lucha.

—El desequilibrio que por estamisma razón se fue produciendofavor de la defensa, de tal modoque una acción iniciada conabsoluta superioridad por parte delatacante se fue transformandosensiblemente, a medida que elsuceso se desarrollaba, para

desequilibrar la balanza a favor delos defensores, que lograronsuperioridad en tierra y en el aireen el curso de la lucha.

—La circunstancia de tratarse de unsuceso en el que se empeñan ambosbandos con información defectuosade las posibilidades del enemigo, osin valorar debidamente lainformación que poseía, y a la queno se dio el crédito que debióotorgársele. Los atacantesignoraron que en el tiempo queprecedió a la batalla el Gobiernoestaba recibiendo una de las máscopiosas exportaciones de medios

(la mayor hasta entonces adquiridaen el exterior, y la más voluminosa,resultante de la labor deorganización que se llevaba a caboen Levante); los defensoresdesoyendo en el plano superior lasllamadas de atención de losinformes suministrados por ladefensa de Madrid y descuidandola capta de informes durante laprimera parte del suceso. Sería lareal de la lucha la que en esteorden ilustraría a los doscontendientes sobre la magnitud delhecho que debían afrontar.

Su explícita lección podía resumirseasí:

1. Que Madrid había podido salvarsedel estrangulamiento que pretendióllevar a cabo en el Jarama por elindomable valor y espíritu desacrificio de unos combatientes querepitieron la gesta heroica de ladefensa directa de la capital.

2. Que nuestras tropas testimoniabannuevamente su mayor capacidad deacción en campo abierto. La luchahabía sido su mejor escuela y elmejor soporte de ésta, su moral, y

3. Que la realidad de que

conservásemos la capital seguíareproduciéndose y era el testimoniode que la larga y difícil batalladefensiva iniciada el 7 denoviembre continuabadesenvolviéndose victoriosamentepara nosotros.

9. LA BATALLA DEGUADALAJARA

Cuando aún no nos habíamos rehecho delos efectos destructores de la batalla delJarama surgió una amenaza de mayorenvergadura en el frente de Guadalajara.

Como en el caso anterior, tampocoestábamos desprevenidos. Nuestro SIactuaba con evidente acierto, si bien,por falta de medios, no podía aportargran precisión a sus informaciones.

Desde la pérdida de Málaga

habíamos seguido los desplazamientosdel Cuerpo Italiano, cuyo poderío talvez estimábamos superior a la realidad,por efecto de los «bulos» que, sin duda,hacía correr la propaganda deladversario a través de su QuintaColumna.

Admitíamos la posibilidad de quetales fuerzas aparecieran en el frente deMadrid y, en razón de su últimaubicación en el valle del Duero,admitíamos también que pudieranhacerlo por la región donde realmenteentraron en escena; pero esto, entonces,sólo era una hipótesis.

El mando adversario probablemente

se había propuesto relacionar lasacciones del Jarama y de Guadalajara y,ante el fracaso de la primera, decidióllevar a cabo su máximo esfuerzo por elnordeste de Madrid de una manerafulminante, para no dar tiempo a quenuestras tropas, realmente agotadasdespués de la batalla que acababan delibrar, pudieran reaccionar de maneraefectiva, con medios suficientes paracontener el nuevo ataque y, sobre todo,impidiendo que interviniesen conoportunidad.

Para lograrlo, preparó un ataqueenérgico y rápido, de gran estilo, contropas mecanizadas y —cosa que debe

tenerse muy en cuenta— con efectivos ymateriales superiores a los utilizados ensus anteriores ofensivas sobre Madridpor Boadilla del Monte y el Jarama,cuyas órdenes de batalla ya hemosconocido.

El flamante Cuerpo Italiano,formado como más adelante se indica,perfectamente organizado y ampliamentedotado de Artillería, Carros de combate,en colaboración con otras tropasespañolas marroquíes, y fuertementeapoyado por las aviaciones alemana eitaliana, iba a realizar el envolvimientode Madrid (véase croquis 9) de lamayor parte del Ejército del Centro,

descendiendo desde Sigüenza y Alcoleadel Pinar sobre Guadalajara y Alcalá deHenares: Dicha operación profundadebía ser secundada probablemente conla reiteración del ataque desde elJarama hacia Alcalá, que acabamos dever fracasar en el mes de febrero.

Lo que no habían podido lograr porel camino más corto y cercano a lacapital, iban a intentarlo ahora conmayor amplitud y con fuerzasmotorizadas, anulando así elinconveniente de la mayor profundidaddel esfuerzo principal, para cortarnuestras comunicaciones con Levante.

A la posibilidad de éxito de tal

maniobra contribuiría el hecho de que elesfuerzo italiano se iba a aplicar entorno a Madrid, en la porción del frentedefensivo que estaba más descuidada ypeor guarnecida desde el comienzo delconflicto: el sector de Guadalajara.

Tal era el nuevo esfuerzo con el quese pretendía otra vez la conquista deMadrid. No le regatearon medios a laempresa. Los italianos, por su parte,aspiraban a alcanzar la gloria de tomarla capital de la República, cuatro mesesheroica, con la misma facilidad con quehabían conseguido ocupar Málaga enfebrero.

Hemos tenido ante la vista el

ambicioso plan del adversario, en el queno faltaba el croquis entregado a susjefes subordinados por el comité de unade las Divisiones Italianas (Coppi), parala ocupación de Guadalajara: la idea demaniobra consistía en romper el frenteen la dirección Sigüenza–Guadalajara;rebasar enseguida la columna de rupturacon otra motorizada, que profundizaríamientras se ocupaban y mantenían losdos flancos de la ruptura, y proseguirinmediatamente sobre Guadalajara, trasuna breve detención para reorganizarse,si era necesario, en la zona de Torija.

Tres jornadas serían suficientes paraocupar aquella ciudad; durante la cuarta,

el atacante caería sobre Alcalá,consumando el corte de lascomunicaciones, porque el espacio ya sehallaría libre para maniobra. Lo demásvendría solo, pues la presencia de lastropas italianas a las puertas de Madridy el cerco a que se sometería al Ejércitodel Centro darían al traste con laembrionaria organización de nuestrastropas y de su frente defensivo,obligándolos a derrumbarse comocastillo de naipes.

A su ambición nada significaban loscuatro meses de combate, en la capital ysus contornos, ni el brillante esfuerzorealizado durante el mes anterior por

nuestros soldados en la batalla delJarama, paralizando la ofensiva de unejército mejor que el italiano, aunquepeor dotado. Los invasores de nuestrosuelo pensaban, sin duda, que elimprovisado soldado republicano noopondría nada frente a la organización,la técnica y la fuerza, y lo considerabancondenado a fracasar ante una maniobrarigurosamente preparada.

¿Rigurosamente? Digamos, mejor,con torpeza, porque en ella se olvidabala calidad del hombre y se cerraban losojos a esta realidad: que en Guadalajaraiban a enfrentarse por primera vez loshombres idealistas, tercos, valientes y

patriotas de la defensa de Madrid conlas tropas extranjeras que invadían lapenínsula.

De tan simple hecho no nació, sinoque se vigorizó hasta lo inextinguible,una fuerza moral cuya solidez se veníademostrando durante cuatro meses delucha incesante y que haría posible quelos hombres que salían de las trincherasdel Jarama, extenuados por veinte díasde lucha espantosamente violenta,pertenecientes a unidades queorgánicamente habían quedadodeshechas, se batiesen en campo abierto,con inferioridad orgánica, de medios ynumérica, a la tropa más numerosa y

mejor equipada materialmente decuantas se habían batido en España,aunque le faltase mucho para ser la demejor calidad.

Particularidades del sector deGuadalajara

Como jefe de EM del Ejército delCentro, cuando empezaron a acentuarseindicios de amenaza en la regióncomprendida entre Alcolea del Pinar yAtienza (véase croquis 2) me desplacéal CG del coronel La Calle, quienejercía el mando de este sector comojefe de la División 12.

En dicha región, después de lasoperaciones de corto alcance que sustropas habían llevado a cabo endirección a Sigüenza durante la defensade Madrid en el mes de diciembre, y quesimplemente habían dado por resultadola conquista de una pequeña porción deterreno, el frente se mantenía tranquilo.Las acciones de hostigamiento porambas partes eran puramenteincidentales. Los contendientescambiaban subrepticiamente prensa ycigarrillos. El comandante del sector noestaba inquieto; se consideraba bieninformado y no creía que la violentatormenta que en realidad se estaba

fraguando llegara a tener la potencia y elvolumen con los que se reveló muypronto.

Mas, como por entonces aún noteníamos motivos para dar por cierta lagravedad de la amenaza nos limitamos areforzarle con algunas unidades, se lerecomendó que multiplicara susactividades de información y quecontrolase la buena organización de susposiciones, la correcta disposición delas unidades en línea y en reserva y quehiciera cuantas previsiones estimábamosindispensables para evitar una acción desorpresa, lo que en tal sector podríaresultar muy peligrosa.

En otro orden, como nuestras fuerzashabían quedado extenuadas en la batalladel Jarama, y nuestra inquietud principaly nuestros afanes se encaminaban aasegurar la reorganización de lasbrigadas, algunas de las cuales habíansufrido el 50% de bajas, no podíamosgarantizar el envío de más tropas alsector de Guadalajara. Simplemente, noslimitamos a situar en Alcalá de Henares,y entre esta ciudad y Madrid, algunas delas que se estaban rehabilitando,manteniéndolas en condiciones deacudir prestamente, ya fuese al frente delJarama, si en él se reanudaba laactividad bélica, o al de Guadalajara, en

caso de que se confirmaran los indiciosde ataque, o a Madrid, si la defensa dela capital lo requería.

Ejercía el mando sobre el sector deGuadalajara desde mediados del mesanterior. No lo conocía con detalle y enla visita a que antes me he referido pudecomprobar su debilidad.

La reorganización de las unidades deeste sector se hallaba muy rezagada acausa del origen político de las tropasallí empeñadas, el de la tendencia másreacia al rigor disciplinario. Las alas dedicho sector estaban prácticamentedesguarnecidas, lo mismo la oriental, enel curso del Alto Tajo, por donde, en el

sector de Albarracín, empalmaba con elfrente de Aragón, como en el occidental,que enlazaba con la 1.ª División delEjército del Centro, que guarnecía elsector de Somosierra (Buitrago);concretamente, en la zona del Pantanodel Vado y la sierra de la Mujer Muerta,solamente algunas patrullas, dislocadaspor los caseríos, mantenían ciertoservicio de vigilancia.

Claro que no había en dichas alasejes profundos de penetración queobligaran a prever un peligroso esfuerzodel adversario; mas no por ello debíandescartarse acciones de desbordamientocon elementos móviles, que podían

desarticular el sistema de conjunto de ladefensa y facilitar la maniobra por losotros ejes orientados sobre Guadalajaray Alcalá, entre los ríos Henares yTajuña, o hacia Torrelaguna por el ejeque descendía de Somosierra.

En la extensa meseta de la Alcarria,recorrida por las principales carreteras(véase croquis 10), no habíaorganizadas verdaderas líneas dedetención que pudieran considerarsefuertes. Era posible una maniobra derápido desarrollo, y si bien la hoyadaque se extiende en el triángulo Hita–Jadraque–Cogolludo podía quedardominada frontal y marginalmente, la

acción de elementos maniobreros poraquella meseta difícilmente podría sercontenida por nuestras tropas,particularmente por las del sector, peorcapacitadas que las de Madrid para lamaniobra en espacios libres.

Estas inquietudes dominaban en elComando del Ejército del Centro, sinque por el momento pudieran atenuarsemás que con la previsión de reunirreservas con las que afrontar losacontecimientos imprevisibles.

Iniciación de la maniobra

En tal estado de cosas el día 8 de

marzo se produjo la ofensiva enemiga.Bastó el primer parte, confirmado por laAviación, para que se encaminasen alnuevo frente los primeros refuerzos.Confiábamos que aquel sector, que yaestaba reforzado y que disponía dealguna reserva, resistiera la embestidainicial y diera tiempo a la llegada de lasunidades que marchaban en aquelladirección, y de otras que pudiéramossustraer del frente de Madrid o delJarama, si la lucha en este último loconsentía.

Pero no fue así. La potencia delataque (aunque en aquellas jornadasignorábamos la masa de medios que se

habían puesto en juego) excedía enmucho a los cálculos, aunquecarecíamos de buena información parapoder valorarlo de manera precisa.

Según nos informaba la Aviación, elataque abarcaba un extenso frente que seextendía hasta la margen derecha delHenares; en el llano podía precisarse elataque en tres direcciones, y sólo en lacentral parecía estar contenido,localizándose la lucha en torno aAlmadrones. Se nos decía que el frenteestaba roto y que nuestras tropas,dispersas y batidas en los flancos, sereplegaban con algún desorden.

La puerta de entrada hacia Madrid

había quedado abierta; las columnasadversarias avanzaban alarmantemente;pero por fortuna para nosotros estabandirigidas tan torpemente que su finalidady su maniobra, ignorada por entonces —aunque pudiera intuirse— quedaríaprontamente descubierta.

Al transcurrir la segunda jornada(día 9) se agravó la situación, pues losescasos grupos que habían resistidosobre el eje principal del esfuerzoenemigo cedieron el terreno, también endesorden, al ver sus flancosdescubiertos y amenazados; más queamenazados, profundamente rebasados.Puede decirse que, al terminar esta

segunda jornada en el extenso frente queabarcaba la maniobra enemiga, losúnicos elementos que no habían sidoafectados por la embestida habían sidolos de vigilancia en las alas, que ningunaeficacia podían tener en nuestrasreacciones, ni siquiera la deinformarnos, ya que al desbaratarse elmecanismo de la defensa sus informes,por tardíos, no podían tener ningunaeficacia.

En el centro del frente de maniobra,unas unidades batidas directamente porel ataque, y otras replegándose por elaislamiento en que se encontraron, seretiraban en dirección a Guadalajara, a

campo traviesa o por caminossecundarios. Tan amplia y rápida habíasido la caída del frente que el propiomando del sector, peor informado quenosotros, por estar desconectado de laAviación, era ajeno a la gravedad de lasituación creada. Su CG se hallaba enBrihuega; los agentes de enlace quehabía destacado al frente aún no habíanpodido regresar con informes; carecíade transmisiones con los subsectores porhaber quedado inutilizada la red, ygracias a que conservaba su enlace connuestro CG pudo retirarse a tiempo parano quedar copado, ya que el día 10pasaría Brihuega a manos del enemigo.

Se había producido elderrumbamiento total del frentedefensivo y sólo pequeños grupos deluchadores, sin orden ni control,dispersos por la zona de maniobras, sebatían a las órdenes de los más audaces,pero sin que su esfuerzo pudiera tener lamenor repercusión sobre la masa dehombres y medios enemigos queprácticamente estaba inundando la zonade maniobras.

Las primeras unidades enviadas alfrente para remediar aquella pésimasituación, que aún era de insospechadamagnitud para el propio comando,fueron orientadas por la carretera

principal y por el de Armuña–Archilla–Brihuega, con la misión de cerrar a todacosta el paso hacia Madrid y buscandoel contacto con el enemigo, cuyaverdadera situación se ignoraba, pueslas informaciones que se recibíancarecían de precisión.

En medio de esa confusa situación seestableció contacto e día 10; se pudieronrecoger algunas unidades dispersas ydesmoralizadas y, hacia mediodía,coordinar la actuación de nuestrasunidades avanzadas y tener una idearelativamente clara de la ubicación deladversario.

Tan grave considerábamos la

situación, que inmediatamente hubieronde reunirse los mayores elementos defortificación disponibles y trabajadorespara llevar a cabo la organización dedos líneas escalonadas de defensa: una ala altura de Taracena–Budia, quecubriese Guadalajara y Sacedón, y otraque protegiera Alcalá de Henares. Setomaron además toda clase deprecauciones para dejar barrenadas lascarreteras, ya que si fallaban lasunidades que estaban tomando contactocon el enemigo, la llegada de éste a laspuertas de Madrid era cuestión de muypocos días.

Además de la idea de parar el

ataque resistiendo, ¿era posible algunaotra reacción? Pensábamos quecualquiera que se intentara llevar a caboresultaría muy difícil de montar conalguna potencia, en razón del desgastede nuestros medios, y porquecarecíamos de bases firmes dondeapoyarla, dada la rapidez y potencia conque se desarrollaba la maniobraenemiga que difícilmente podría darnostiempo, siquiera fuese el mínimo, parareunir en algún lugar lo mínimo que sepudiera acopiar.

Estimamos que lo primero y esencialera detenerlos; detener el avance dealgún modo, de cualquier modo, y

después, reaccionar según lo permitiesela situación y el lugar en que seprodujese.

El conocimiento de la presencia delos italianos en el frente fue un reactivomaravilloso: los jefes y las unidades sedisputaban el honor de ir a batirsecontra ellos; se ofrecían resuelta yespontáneamente; teníamos donde elegir;podía seleccionarse lo mejor, y con lomejor, superpuesto a lo que habíamostenido más a mano, y que ya estabaactuando, comenzó el desarrollo de laprimera acción, inexcusable para poderbatirse: organizar un frente, un Sistemade Fuerzas, una red de mandos, un

complejo de servicios y de trabajosdefensivos; en suma, restaurar todo elmecanismo de fuerzas que habíaquedado pulverizado.

La oleada de entusiasmo que sacudióa nuestros combatientes facilitó lastareas de mando. No hubiera sido nadaextraño que la noticia de la presenciadel Cuerpo Italiano provocase unadepresión moral, en razón de la potenciaque se atribuía a sus divisiones y la fácilvictoria que habían obtenido en Málagael mes anterior; sin embargo, lo que seprodujo fue una extraordinariaexaltación moral que serviría de base auna victoria, y que, por el momento, nos

permitía seleccionar las unidades quemás se habían acreditado en la batalladel Jarama y en la defensa de Madrid.

Reorganización del frente y detencióndel ataque

Los días 10, 11 y 12 fue inusitada laactividad, abordándose todas lasacciones propias de una situación tangrave como la que se nos habíaplanteado: jamás se ha llevado a caboen el curso de nuestra guerra unaconcentración de fuerzas tan rápida yordenadamente. Las tropas se reúnen,despliegan, se organizan y enlazan a

caballo de los ejes de comunicacionesque podían seguir las columnasadversarias, desde el frente Trijueque–Brihuega que ya estaba en su poder.Justo es hacer notar que el mal tiempo—frío–agua–nieve— nos favoreció,imponiendo lentitud a la maniobra delenemigo en el momento más crítico paranosotros.

Comenzaba así, desde la tarde del10, una verdadera batalla de encuentroque les cogió de sorpresa, pues tal vezcreían tener batidas a nuestras fuerzas:batalla deshilvanada, confusa,imperfectamente dirigida, porquefaltaban los medios de transmisión para

poder mandar; pero una batalla eficaz,ya que las unidades y los jefes teníanmisiones concretas que cumplíanrigurosamente y con acierto, y porquetenían la cooperación, con espíritu desacrificio y magnífico acierto, de nuestraAviación, en aquella aspiraciónprimaria que dominaba el pensamientodel comando: detener a toda costa lamaniobra de penetración.

Se había reorganizado el Sistema deFuerzas propio creando el Cuerpo deEjército IV bajo el mando del tenientecoronel Jurado, que se había distinguidoen el mando de la 1.ª División(Somosierra), sirviéndole de jefe de

Estado Mayor el teniente coronelMuedra, que lo había sido de dichadivisión y, posteriormente, de laAgrupación del Jarama. Sus tropasfueron:

—La División 11 (Líster), con lasBrigadas 1 y 11 y una Agrupaciónde unidades de choqueseleccionadas del frente deMadrid. Cubrió el frente de Torijay la carretera principal.

—La División 14 (Mera), con lasBrigadas 12 y 65 y otraprovisional. Se dislocó frente aBrihuega.

—La División 12 (La Calle), anteriorcomandante del sector, con lasbrigadas 49, 50 y 61, que cubrieronel frente del Henares, el menosamenazado y en el cual tenían queultimar su reorganización.

—La Brigada 72, se dislocócubriendo el flanco derecho.

Sucesivamente se fueron sumandootras unidades (Div. 50), entre ellas otraBrigada Internacional. Se formó unamasa artillera a base de grupossustraídos del Jarama y de Madrid. Seincorporaron la casi totalidad de losCarros muy reducidos en efectivos por

las graves pérdidas anteriores. Y actuó,en fin, toda la Aviación disponible, cuyoempleo era esencial para contener lamaniobra motorizada. Los Servicios semontaron con medios sustraídos delJarama y de Madrid.

Frente a tal Sistema de Fuerzas,realmente improvisado en el curso de lalucha y a base de mandos y relacionesorgánicas totalmente nuevas, se hallabael Cuerpo Italiano sobre el eje principalde la maniobra y, a su derecha, lastropas hispano–marroquíes (Div.Marzo) mandadas por el generalMoscardó.

La composición del Cuerpo Italiano

pudimos conocerla en el curso de labatalla. Lo formaban:

—Las Divisiones 1.ª (Coppi); 2.ª(Rossi); 3.ª (Nuvolari), y 4.ª(Littorio), mandada por Bergonzoli.

—Las Brigadas de Flechas azules ynegras.

—Un Batallón de Carros de combate.—Compañías de auto y

motoametralladoras.—Compañía de lanzallamas.—Artillerías divisionarias y de

Cuerpo.—Baterías antiaérea y antitanques.—Servicios de Intendencia,

Transmisiones, Ingenieros, Sanidady Transportes.

—Aviación: tres escuadrillasalemanas y cuatro italianas.

(Según datos concordantes,obtenidos de las declaraciones de losprimeros oficiales hechos prisioneros alser reconquistado Trijueque).

El Cuerpo estaba al mando delgeneral Manzzini.

A su derecha por Jadraque yCogolludo, en la zona entre el Badiel yel Henares, la división mandada por elgeneral Marzo llevaba como eje demaniobra la carretera Miralrío–Hita–

Torre del Burgo–Taracena.El total de efectivos superaba los

60 000 hombres, más de 120 piezas deArtillería, 75 Carros de combate y 90aviones.

A retaguardia de nuestro Sistema deFuerzas se iban recuperando loselementos dispersos, los cuales, una vezreorganizados, se restituíaninmediatamente al combate, por serescasas las tropas necesarias para cubrirel extenso frente que abarcaba lamaniobra, y que, en grandes espacios,había quedado totalmentedesguarnecido.

Cualquier derivación del enemigo

por los flancos habría sido muypeligrosa y de graves consecuencias,pues era necesario y urgente empeñar alas tropas que iban llegando deretaguardia en los ejes principales, enrazón de la superioridad enemiga y de lanecesidad de garantizar la parada parapoder montar después nuestra reacción.

A fin de conjurar el riesgo de losflancos se organizó una amplia red dedestrucciones que quedó en breve plazocon las cargas listas y los equipospreparados para inutilizar, en los puntosmás sensibles, toda la red decomunicaciones que desde la zona demaniobras enemiga desembocan al oeste

del Henares, así como las que en nuestroflanco derecho conducen desde el valledel Tajuña al del Tajo. (No fuenecesario hacer ninguna voladura).

El día 11 se perdió Trijueque, sobrela carretera general, en una nuevaembestida enemiga, mientras otracolumna que partía de Brihuega tratabade progresar hacia Torija; pero, porfortuna, ya tenía el mando en sus manosel frente y se combatía con singularímpetu: todo el mundo se excedía en elcumplimiento del deber, aunque lasunidades no sólo estaban agotadas poranteriores esfuerzos, de los que habíanquedado algunos con la mitad de sus

efectivos normales, sino por el fríointensísimo de aquellos días y laslluvias que había que soportar sin poderguarecerse.

No obstante, ese mal tiempo veníaen nuestra ayuda, pues impidió el libreempleo de los Carros adversarios ylimitó considerablemente la actuaciónde sus aviones. Los nuestros, desdeaeródromos que no estaban afectadospor las lluvias, se superaban atacandoincesantemente el dispositivo enemigo,sobre todo sus columnas de transportes,adelantadas audazmente para dar el saltohasta Guadalajara; y aunque nuestraInfantería era escasa, y hubo que

emplearla para extender el frente por laizquierda, pues la columnahispanomarroquí avanzaba amenazandocon desbordarnos, gracias al arrojo conque se batían nuestros hombres y a laenérgica actuación de nuestra Artillería,Carros y Aviación, el avance enemigoquedó prácticamente contenido esamisma jornada, con pérdida de muypoco terreno.

Era inocente pensar que la maniobraenemiga había fracasado. Sólo habíamoslogrado una parada momentánea de suprogresión, y no dudamos que seavecinaba otro esfuerzo más potente; sinembargo, la acumulación que se iba

logrando de tropas y medios, queseguían acudiendo desde la retaguardia,y el entusiasmo con que el combatienteafrontaba la lucha, nos hacían confiar enel triunfo.

Había una manifiesta voluntad devencer, que no estaba en las proclamas,sino en los corazones, y desde elcombatiente que, en medio de la nieve,luchaba en la línea de contacto, hasta eltrabajador que en la retaguardia ya habíaempezado a erizar el terreno con obras yobstáculos, laborando incansablementedía y noche, todos cooperabanfebrilmente en busca de la victoria.

Mucho se hacía en los comandos por

acopiar fuerzas y recursos, por lograrinformaciones precisas, por combinar yaplicar útilmente los esfuerzos que sellevaban a cabo, por enlazar lasacciones de tierra con las del aire, porasegurar el apoyo recíproco de lasunidades en lucha y por explotar lasfallas que acusaran los movimientos deladversario; pero inquietaba mucho másque no se derrumbase aquella exaltaciónmoral. Fueron pocas las órdenesextensas, complejas, que se dierondesde arriba y probablemente ninguna enlos escalones subordinados; pero lasórdenes breves, imperativas, y muchasde ellas orales, se prodigaron.

Allí pude comprobar estaexperiencia de guerra: se dice que lospueblos que no saben odiar no sabenbatirse, y tal vez yo también he repetidomás de una vez eso que ya me parece unrebuscado aforismo castrense. La vida yla experiencia me han hecho comprenderque no es verdad, aunque a mi lado yenfrente de mí se haya aplicado: nuestropueblo tenía en Guadalajara lacomprobación de que estaba invadido; ynadie necesitó hacer brotar el odio a losinvasores, para hacer posible, primero,la abnegación y el sacrificio en eltrabajo y en la lucha, y después lavictoria. Bastaba el amor a su ideal, a la

libertad que no quería perder a España,que era su patria, su pueblo, su fe y suhistoria. Era el amor a todo eso lo queprestaba abnegación al esfuerzo ycreaba la voluntad de luchar hasta el fin;el odio también podía encender lapasión de lucha, pero dándole unsentido, más que abnegado, cruel. Y enGuadalajara, no hubo crueldad. Sería elmejor testimonio de lo dicho el trato alos prisioneros.

Como en Madrid y en el Jarama,buscábamos la reacción de la gentetratando de que no se conformasen conresistir; era necesario responderofensivamente, y así se hizo. Se

contraatacaba en cuanto se descubría lamenor posibilidad; lo mismo sobre lascomunicaciones que servían de ejes a lamaniobra (y en las cuales la acciónmotorizada había de apoyarseinexcusablemente) como en campoabierto y contra las fuerzas, yaestuvieran en el espacio libre oamparadas en obstáculos u obras.

La Aviación nos informaba conrapidez y oportunidad. Dedujimos de susinformes que la ruptura había sido obradel Cuerpo Italiano, maniobrando en tresescalones de los cuales el primero lointegraban fuerzas superiores a unadivisión. La división más potente,

motomecanizada, seguía detrásexplotando la ruptura. Las restantesfuerzas completaban el dispositivo paradarle seguridad y consolidar elresultado de la maniobra.

Ese Cuerpo Italiano se nospresentaba con todo su poder material ycon la moral exaltada por su triunfo deMálaga; pero, además, con la fatuidadpropia del fascismo, como la de losartistas que salen a escena paraimponerse con su fachada, sus trucos ysus gracias, en lugar de hacer arte,siquiera fuese desempeñando su papelcon acierto. Y tal vez hubieran podidolograrlo fácilmente, porque la

desproporción inicial con respecto anuestra División 12, a cuya tercera partede fuerzas arrollaría la totalidad delCuerpo Italiano, en lucha de 10 contra 1,durante las dos primeras jornadas, era,como se ve, abrumadora; sin embargo,los italianos prefirieron actuarescandalosa y confiadamente, tal vezcon desprecio del rival.

En verdad, era difícil medir en losdos o tres primeros días la magnitud delesfuerzo adversario; lo juzgamos muyvoluminoso y amenazador; los informesde la Aviación parecían —y eran enalgunos detalles— precisos, pero enconjunto confusos, incompletos, como

los de los mandos y soldados fugitivos;éstos, replegados muydesordenadamente, sólo merecían uncrédito relativo, por la natural tendenciaa abultar el poder enemigo cuando sesufre un revés.

Y como cuando hay confusión espeligroso adoptar decisiones complejasy rigoristas, lo primero que se pensó fueintentar reconstituir un frente en la partemeridional de la meseta, donde elterreno volvía a ofrecernos algunospuntos de defensa en el espacio que seapoya en la transversal Brihuega–Torija–Torre del Burgo.

Por fortuna, en la retirada no se

perdió la Artillería. Con ella, más losrestos de unidades deshechas y losprimeros batallones que llegaron derefuerzo, pudieron empezar aconstituirse focos de resistencia losuficientemente sólidos como paralograr una primera detención.

Las primeras unidades que se fueronponiendo a disposición del nuevocomando de aquel frente fueron brigadasmuy incompletas, baterías y grupos deArtillería sustraídos de diversasagrupaciones de Madrid y del Jarama ydos Brigadas Internacionales, tambiénincompletas que, como las demás que sehabían batido en el Jarama, estaban en

proceso de reorganización.A las fuerzas de Jurado se les asignó

como primera misión detener lamaniobra motorizada, que ya habíaquedado al descubierto recurriendo encuanto fuese necesario y con todaamplitud a las destrucciones y a lafortificación de los puntos sensibles.

La consigna general era resistir atoda costa manteniendo las posiciones,aunque fuesen desbordadas, mientras nohubiera peligro de envolvimiento, ydisponiendo todas las fuerzas desostenes o reservas dispuestas acontraatacar por el flanco sobre lasdirecciones de la filtración o ruptura

seguidas por el adversario; y, enprevisión de que se rompiera el nuevofrente, a retaguardia se apoyarían lasfuerzas en centros de resistenciaalambrados, que se iban a organizarcubriendo directamente Taracena,Guadalajara, Alcalá y los puntossensibles de la carretera de Guadalajaraa Cuenca por Sacedón.

Para la ejecución de esas obrasfueron enviados al frente todos losrecursos de fortificación disponibles,así como la mano de obra normalmenteempleada en Madrid y Jarama, y ademásse ordenó la movilización del personalcivil de toda la región de Guadalajara.

El coronel Aldir, comandante general deIngenieros, asumió la responsabilidadde los trabajos y desplegó una actividadextraordinariamente eficaz.

Los transportes funcionaron hasta elagotamiento día y noche y durante variasjornadas se desplegó una actividadfebril por parte de los combatientes enel frente y por los trabajadores en laretaguardia.

En el frente quedaron constituidastres divisiones escalonadas, cada una,en profundidad, y las tres empeñadas enuna lucha tan desproporcionada comosangrienta, pero sin perder más terreno.

En cuanto al adversario, ya fuese por

el mal tiempo o debido al métodoriguroso con que había planeado sumaniobra, se condujo con mayor cautelaque la recomendada en este tipo demaniobra. Fiado en su superioridad oinfluido tal vez por la despreciativapropaganda que de nuestro soldado–miliciano hacía el adversario, permitióincurrir en errores de bulto, tales comodejar al descubierto, en plena carretera,sus profundas columnas de transporte,los emplazamientos de reservas y suArtillería. A los tres órganos quedaríamal recuerdo de ese error.

Brihuega había caído en su poder;pero Brihuega no era un buen punto de

apoyo sino un magnífico nudo decaminos, sumergido en una hoyadadominada desde todas direcciones.

En la parte oeste de la carreterageneral también se había perdidoTrijueque, que desempeñaba unimportante papel en la maniobra depenetración; entre ambos puntos, laextensa zona boscosa del Palacio deIbarra, escenario de la histórica batallade Villaviciosa, bordeaba el camino queconduce de Trijueque a Brihuega. Otravez podíamos explotar el bosque a favornuestro y, efectivamente, nos ayudó afrenar la penetración, pues se combatióen él de manera tenaz y confusa y, como

otras veces, se desarticuló el Sistema delas Fuerzas que se aventuraron en talzona, por la natural desorientación queproduce la lucha en medio del bosque ypor la ineficacia del fuego de apoyo alos atacantes. De este modo no llegarona dominar la carretera de Brihuega aTorija, que tan útil nos sería enseguida.

Nuestros contraataques en tierra y enel aire ya no se interrumpieron. Lasjornadas del 12 y 13 constituyeron unrotundo éxito para nuestra Aviación, quepudo machacar el despliegue motorizadodel adversario y provocar en sus tropasalgunos fenómenos de pánico: era unaverdadera sorpresa lo que les estaba

sucediendo, en lugar de la triunfalentrada en Madrid como se les habíaprometido.

Nuestros partes de Aviación eranveraces y categóricos; el soldado podíacomprobarlo en el campo de batalla y,por esto, también él se superaba en suacometividad. Los hechos demostrabanque la «furia fascista» no era tan terriblecomo pregonaban los discursosaltisonantes, ni las líricas octavillas desu propaganda; por el contrario nosofrecía la posibilidad de infligir unasonada derrota a unas tropas que semostraban carentes del ardor bélico queda la consciente comprensión del

sagrado deber que se cumple… Y nodesaprovecharíamos la oportunidad.

Trijueque volvió a pasar a nuestrasmanos el día 14, gracias a una enérgicareacción de nuestra División 11.También se reconquistó el Palacio deIbarra en la zona de bosque entreTrijueque y Brihuega. Entretanto, elmando italiano, ateniéndose a la rutinade los reglamentos, dispuso un paso delíneas, ya fuese para relevar a lasunidades que habían sufrido los efectosdel pánico o para reanudar su ataque contropas frescas y mayores efectivos; enesas condiciones le sorprendería nuestrocontraataque general.

El contraataque general

Éste se venía preparando a medidaque iban llegando unidades al frente y seaclaraba la situación, y para lanzarlosólo se esperaba disponer de loselementos precisos, que garantizasen unamínima posibilidad de éxito en lomaterial, pues en lo moral nosconsiderábamos muy superiores aladversario.

La situación por el momento nosfavorecía y había que aprovecharla; alefecto se montó aquella acción para losdías 17 o 18, con el propósito de batir a

las fuerzas sobre los dos ejes depenetración y envolver a las que sehallaban en el hoyo de Brihuega. Hastael momento de llevarlo a cabo, laAviación mantendría un intensohostigamiento.

Se reunieron las armas y elementosde todo orden de que se podía disponer;tal vez pocas tropas y medios escasos ydesproporcionados, con respecto a losdel adversario, pero se trataba deexcelentes unidades y de jefes decididosa todo. No obstante, en razón de lasfrecuentes incidencias que alteraban lasituación, los cálculos eranmanifiestamente imprecisos; a ello

contribuía el mal tiempo y eldesconcierto inherente a aquella batallade encuentro. Sin embargo, losresultados que se estaban logrando nospermitían considerar la situaciónfavorable al llegar el día 16: Trijuequehabía sido envuelto y asaltado; laArtillería había actuado con manifiestoacierto, a pesar de su inferioridad; sehabían hecho muchos prisioneros yganado un buen botín; el enemigorevelaba una moral baja; la Aviaciónactuaba en condiciones favorables,dominando el aire durante largosperíodos de la jornada; a los atacantesles faltaban posibilidades o resolución

para atacar, y, sobre todo, había quebatir a los fascistas, tal era el anhelogeneral.

Cuando los medios se consideraronsuficientes, nos hallábamos en un díamuy lluvioso, los campos eranbarrizales y el tiempo muy frío. Lastropas distaban mucho de estar frescas.

Cuando se aproximaba la hora dellevar a cabo aquella reacción, huboindecisión y algunas observaciones pocohalagüeñas de varios jefes ejecutantespresentes en el puesto de mando; pero yaestaba montado el Sistema de Fuerzas,se habían dado las órdenes a lascolumnas, a la Artillería y a las

reservas, estaban precisadas lasdirecciones del esfuerzo, bien conocidaspor los jefes que ya se habían batido enellas, estaban preparados los Carros, endisposición de alerta las unidades delaire, y, en fin, definidos todos losobjetivos con claridad.

Retrasar la acción podía sercontraproducente porque dábamostiempo al adversario para ultimar suspreparativos y reanudar su maniobra,desplegando mayores medios; por otraparte, desencadenar en aquellascircunstancias de tiempo pésimo erapeligroso por la ineficacia que pudieratener la maniobra de algunos materiales

en plena lluvia. No obstante seconsideró que el efecto de sorpresa nosiba a favorecer y, persuadidos todos deque la acción tenía grandesprobabilidades de éxito, quedó decididopor el comandante del CE que sedesencadenaría en las primeras horas deluz, y la sorpresa, por obra de la horaseñalada para la acción, y por el maltiempo, podía ser completa. Teníamosnecesidad de ella para imponernos.

Aproximadamente a las 15 horas, ybajo una lluvia por fortuna menosintensa que durante la mañana, nuestrasunidades de Infantería y los Carros,explotando las mayores posibilidades de

la zona de bosque bajo entre Brihuega yTrijueque, se lanzaron resueltamente alataque, muy bien apoyadas por laArtillería.

La Aviación no pudo actuar en esteprimer momento de la acción, y tal vezesto contribuyó a que el adversario noatribuyese a nuestro ataque toda suimportancia; lo haría poco después ycon gran eficacia. La sorpresa delenemigo fue total en todo el frente. Todala zona de maniobras vibraba bajo elimperio de nuestro fuego y de una pasiónque enardecía a todos, desde el simplecombatiente y los cuadros de mandohasta los mandos superiores; el propio

jefe del CE, personalmente, dirigió elmontaje de una batería escalandopeñascales, que haría estragos entre losdefensores de Brihuega durante su huida.

Pero la lucha acusaba fuertementelas dificultades previstas: los Carrossólo podían actuar en pequeños espaciospor estar el suelo enfangado; algunasbaterías tampoco podían modificar susasentamientos, como requería el ataque,que progresaba a lo largo de todo elfrente, y algunas se verían obligadas asuspender sus tiros, porque la Infanteríahabía rebasado insospechadamente elalcance de las piezas y su avance no seinterrumpía en algunas direcciones,

mientras en otras se hacía difícil prestarapoyo de fuegos por no poderse precisarla posición del frente al infiltrarse lainfantería en el dispositivo enemigo.

En el ala derecha las fuerzas queactuaban sobre Brihuega, en una audazmaniobra de la División 14, habíancopado a la División Coppi en su mayorparte, aunque en las alturas resistíanalgunos núcleos; los que habían podidoescapar al copo huían en desorden,abandonando su Artillería y la sede delCG divisionario, siendo perseguidas pornuestros soldados. En esa ala se inicióla crisis.

En nuestra ala izquierda la masa

artillera y los carros hicieron gravitar suesfuerzo sobre el flanco y la retaguardiade la División Littorio, que se apoyabaen el eje principal de la maniobraitaliana y, pese a la resistencia queintentó oponer, ciertamente muyenérgica, alentada por su propio jefe elgeneral Bergonzoli, fue sangrientamentebatida y se vio, como la de Coppi enBrihuega, forzada a retirarse alanochecer; retirada que pronto seconvertiría en precipitada huida, al veramenazadas sus comunicaciones. Alretirarse dejaron en nuestras manos unaconsiderable masa de bajas ymateriales.

La lucha en combates localizadoslos días precedentes y en aquellajornada con todos los medios y en todoel frente quedaba reducida en aquelatardecer victorioso a un problema deInfantería. El abnegado infante, que nohabía dejado de batirse desde el 11 defebrero, cubierto de fango, extenuadopor el frío y por la fatiga, había salidode sus trincheras improvisadas duranteel combate, bajo la lluvia, y movido porsus ideales y su patriotismo habíaatacado con un arrojo inaudito,despreciando la muerte y sin mirar haciaatrás; había deshecho con su arrojo eldispositivo enemigo y recogía la gloria

ganada con su esfuerzo viendo huir a susadversarios y dominando todos susobjetivos: era la victoria.

Al puesto de mando comenzaron allegar esa noche las noticias concretasque daban idea de la magnitud deltriunfo: se habían conquistado lasposiciones enemigas, tanques, artillería,materiales numerosos prisioneros; losdemás, proseguían su desordenadaretirada. Se dio orden de perseguirlossin descanso. Las unidades continuaronsu avance con precaución, de noche, sinencontrar más que los residuos de unahuida precipitada: posicionesabandonadas, materiales, armas y

algunos hombres perdidos. Se siguióavanzando durante las jornadassiguientes sin que se produjesenreacciones contra las reservas enemigas,hasta que, extenuadas nuestras tropas ydesorganizadas las unidades por ladesordenada persecución, cuando ladefensa enemiga reapareció en unaposición ocupada con tropas deretaguardia, las líneas volvieron aestabilizarse al sur de Almadrones algomás allá de las que ocupábamos aliniciarse la ofensiva italiana.

Carecíamos de reservas para relevara aquellas tropas, pues todas habían sidoempeñadas en el contraataque general;

¿error?, cierto cuando se lucha con elreglamento en la mano, porque unanueva acometida con tropas frescas talvez habría sido imposible de contener.Por ello, urgentemente, las jornadassiguientes hubieron de invertirse enreorganizar nuestras fuerzas y fortificarla nueva línea para afrontar lo quepudiera sobrevenir.

En la parte occidental de la zona demaniobras también se había combatidocon dureza, pero nada anormal habíasucedido. Las fuerzashispanomarroquíes solamente sereplegaron para dar continuidad alnuevo frente, evitando su propio

desbordamiento, hecho posible por laretirada italiana. Sin embargo, la líneade combate quedaría de tal modo queresultaba posible una peligrosa acciónenemiga contra el flanco de nuestrasfuerzas, que ocupaban la zona deAlmadrones. Por fortuna nada sucedió.

Interpretación de este suceso bélico

La maniobra de Guadalajara habíatenido para nosotros tres fases: durantela primera fue batida nuestra División12, roto y pulverizado un extenso frente,los días 8, 9 y 10, perdiéndoseTrijueque el día 11; el último punto de

apoyo de la defensa, que ya había sidoalcanzado por las unidades de refuerzo.

En la segunda fase, desde ese día al12, en el frente de batalla, yareorganizado, se riñen una serie depequeñas acciones, que para nosotrosson de contraataque sistemático, con loque logramos conservar posicionesesenciales en toda la línea, expulsar alas tropas enemigas de algunasporciones del frente, como en la zonaboscosa entre Trijueque y Brihuega, yreconquistar el primero de dichospueblos un combate de la DivisiónLíster en el que se hace patente la mejorcalidad de nuestros jefes y soldados, y

se desgasta a la totalidad de los mediosadversarios gracias a la intensaactuación de nuestra Aviación.

A lo largo de la tercera fase semonta el contraataque general que sedesarrolla entre el 18 y el 21,derrotando al Cuerpo Italiano yvolviendo a reconstituirse el frente algomás al sur de las primitivas posiciones.

Las tropas que habían triunfado eranen las tres fases las mismas; inferioresen número a las adversarias, inferioresen medios y, en su mayor parte,desgastadas por la batalla del Jarama,en la que muchas de ellas habían tomadoparte. El día 21 el adversario estaba

vencido y, por agotamiento de nuestrastropas, terminaba la persecución. El 26,el Cuerpo Italiano sería retirado delfrente para ser reorganizado en elinterior. La batalla había concluido.

Al consumarse esa derrota, sin quehubieran podido cooperar a la maniobrade los italianos las fuerzas del generalOrgaz desde el Jarama[30], la maniobrade estrangulamiento del Ejército delCentro y de la plaza de Madrid estabafracasada[31].

El suceso había sido breve perocategórico, aunque el adversario se haya

esforzado por restarle importancia,incluso eliminándolo como hechobélico, en alguno de los libros dehistoria de la guerra[32] oconsiderándolo desdeñosamente, comoun episodio elemental, «empleado porlos rojos con fines de propaganda»[33].

Sin pasión ni sectarismo alguno,piensa quien esto escribe que el hechode derrotar en campo abierto a la masade tropas mayor y mejor equipada (másde 75 000 hombres, de ellos 60 000italianos) con toda clase de armas ymateriales, que se había lanzado a labatalla en los cuatro meses dedesarrollo que ya tenía la de Madrid (y

en todo el curso de la guerra, hastaentonces 8 meses) no era cosa sinimportancia. Lo prueba la conducta deMussolini, quien, hallándose duranteaquel suceso de paseo por elMediterráneo, tal vez —es,simplemente, una hipótesis del autor—para hacer acto de presencia en Madridcuando sus «camisas negras» leanunciaran la terminación victoriosa deaquella maniobra, suspendió la gira,regresó a Italia y, encolerizado, decidióintensificar la ayuda a nuestrosadversarios[34].

Tal reacción del Duce, dando alsuceso toda la importancia material,

moral y técnica que tenía, era natural,porque su flamante cuerpoexpedicionario en España, que iba a serel artífice de la victoria, veíaruidosamente fracasados sus ambiciososplanes. Dios había querido que nuestroshombres de Guadalajara —aventurerossin fe, según nos calificó Manzzini—,por valientes y abnegados, y también porser justos, triunfaran. La derrota tenía unsignificado histórico porque, porprimera vez, eran vencidas las«invencibles» legiones mussolinianas,cuyos triunfos sobre el desdichadopueblo etíope tanto había exaltado lapropaganda fascista.

Guadalajara representa para lahistoria militar de Italia lo mismo quepara Francia representó la batalla deBailén. Aunque Napoleón y Mussolinino admiten parangón, sí puede hacerseel de Dupont con Bergonzoli; los doseran valientes y torpes. En cuanto a latropa, los «milicianos» que habíantriunfado en la meseta de la Alcarria eratan españoles como los que se batieronen Bailén, y también fueron ayudadoscomo en Bailén por algunas unidades devoluntarios extranjeros.

En nuestro poder quedaba aquelcurioso croquis del general italiano queiba a ocupar Guadalajara y que

marcharía después sobre Alcalá conimpecable corrección técnica; quedabatambién abundante material de guerra ytrofeos de todas clases; se sumaban aese botín millares de prisioneroscapturados en Trijueque y Brihuega,testigos elocuentes de la invasión aEspaña de tropas organizadas por unEstado europeo, con mandos, materiales,emblemas, armas y toda clase derecursos de guerra de la mismanacionalidad. Venían a imponer enEspaña su doctrina política. Así loproclamaba su caudillo, el generalManzzini, en unas instrucciones dadasdespués de la derrota, en las que se

dice, entre otras cosas curiosísimas, losiguiente:

Aquí, en tierra extranjera (al lado y bajola mirada muy cercana de nuestrosaliados, y bajo la mirada lejana, perovigilante, de todo el mundo), somos losrepresentantes de la Italia armada y delFascismo. Por nuestros actos se juzgarála calidad y eficacia —moral y técnica— de la Italia del año XV (mejor aúnque en la guerra etiópica, dado el TO enque nos encontramos) y del juicio queemitan amigos y enemigos se derivaránconsecuencias de valor incalculablepara nuestro país.

El juicio que merecieron a susenemigos por la acción de Guadalajara

no pudo ser más lamentable. Claro esque el general Manzzini no aludía alnuestro, pues para él éramos, como enotro documento veremos, una turba deaventureros sin fe[35], sino que más biense refería el Comité de No Intervención,más benévolo, que no creía«oficialmente» en la existencia delCuerpo Italiano en España; y queseguramente, para que no se produjeraotra derrota similar, cerró con suscontroles las fronteras y puertos deEspaña para impedir la ayuda alGobierno, exactamente un mes después(19 de abril) de nuestra victoria…; unmes que, naturalmente, aprovecharon los

italianos para reponer y multiplicar lapotencia de los que habían sidovencidos, para que, después de aprendera combatir junto a las DivisionesNavarras (que les evitarían otro desastreen Bermeo), pudieran alcanzar un fáciltriunfo en Santander.

Es interesante hacer constar que labatalla de Guadalajara, exaltada por lapropaganda fascista en sus primerosdías victoriosos, tan pronto comenzaronlos reveses fue silenciada, ocultada,negada o deformada. Lo mismo se hahecho más tarde en las historias escritaspor sus simpatizantes.

Al escribir yo, me he valido

escuetamente de documentos que obranen mi poder, de mis recuerdospersonales y de informaciones oralesdebidamente contrastadas y entre ellas—la cito por su extraordinario valor—las de un digno sacerdote que me hizo elhonor de venir a casa a visitarme yconfesar el yerro mental en que habíaincurrido al embarcarse en aquellaempresa, precisamente como sacerdotede las Divisiones Italianas, cargo queabandonó sin esperar a la terminaciónde la guerra.

Internacionalmente, la batalla de

Guadalajara tuvo repercusionesnegativas para nuestro Gobierno por lareacción que suscitó contra laRepública. Nacionalmente, en el ordenhumano, produjo efectos beneficiosos.Estratégicamente, condujo a la decisiónde abandonar el plan de conquistar lacapital de España, llevando la luchaarmada a otros teatros donde pudierahacerse patente la superioridad material.

Para nuestro ejército, las batallasdel Jarama y Guadalajara constituíandos victorias tácticas que, ligadas a lasde Madrid, representaban en conjunto untriunfo estratégico y un triunfo moral: loprimero porque fracasaba, no sólo su

plan de maniobra, sino el de guerra, altener que renunciar al objetivo capitalpropuesto; y lo segundo porque, como seha visto, fueron revulsivos pararegenerar nuestra moral y porque lavoluntad del pueblo español y sucalidad combatiente se imponía enMadrid a las fuerzas moras ylegionarias, en las que se encuadrabanportugueses, irlandeses, alemanes,rumanos e italianos (en el Jarama esosmismos y la Legión Cóndor alemana yen Guadalajara esos mismos y el CuerpoItaliano). Con todo derecho, podíamosestimar aquellos cinco meses de luchaincesante como un airón de gloria en la

historia militar de nuestro pueblo.Digamos por último que, de

renunciar nuestro adversario al objetivoque se había propuesto conquistar el 6de noviembre, culminaba la realidad quehemos venido realzando el terminardiversas etapas de la batalla defensivaen que empeñamos el 7 de noviembre.Esta batalla defensiva había concluidodejando en nuestras manos el objetivo:la capital. Había triunfado aquelmiliciano que en la noche crítica del 6 al7 de noviembre reaccionó contra suderrota con el revulsivo del deber yrecibía el premio a su sacrificio durante4 meses y medio de incesante lucha e

imponiéndose a todos y a todo: a ladesorganización, el derrotismo, a laQuinta Columna y al Comité de NoIntervención. Y no se trataba de unpremio ni de una dádiva, sino de lajusticia que llega a los humildes cuandola merecen.

10. ÚLTIMATENTATIVA DE

CONQUISTA DE LACAPITAL (VÉASE

CROQUIS 11)

Después de haber resuelto el adversario,desde abril a noviembre de 1937 elproblema estratégico de eliminar delcuadro de conjunto de la guerra el TOdel norte de España, conquistandosucesivamente las provincias de

Vizcaya, Santander y Asturias,aplicando allí su principal masa demaniobra, conjuntamente con lasDivisiones Italianas y la Legión Cóndor,y sin que por nuestra parte se les pudierasocorrer más que de una maneraindirecta desde los TTOO del Centro ydel Este, volvió a fijarse al mandoadversario el objetivo de maniobrarsobre la capital de España, para llevar acabo su conquista.

Disponía para ello de unaabrumadora superioridad de medios, porhaber desaparecido aquel frente, queretenía numerosas fuerzas, y por poderlesumar las reservas con los recursos

fabriles y humanos derivados de aquellaconquista.

Nuestro Servicio de Información nosavisó a tiempo de la existencia de eseplan, así como de los desplazamientosde tropas y de la localización de susunidades.

La zona elegida para la reunión delos medios que iban a llevar a cabo lamaniobra fue la de Cogolludo–Alcoleadel Pinar–Ariza–Burgo de Osma, acaballo de la transversal Atienza–Sigüenza–Maranchón, dominando losaltos valles del Henares y del Tajuña,que descienden rectamente hacia el sur ysiguiendo los ejes carreteros que desde

Cogolludo, Jadraque, Almadrones,Alcolea y Anguela conducen a la zonade maniobras que se desarrolla al nortede Madrid, en el espacio comprendidoentre el Tajo y el Jarama.

El volumen de medios del enemigosuponíamos que era abrumador. Segúninformes dados a la publicidadposteriormente, la masa de maniobraconcentrada al NE de Madrid, endiciembre de 1937, para decidir lasuerte de la guerra con la conquista de lacapital, estaba formada por los Cuerposde Ejército de Castilla, Galicia yMarroquí, las Divisiones Navarras y lasDivisiones Italianas, con sus propios

elementos de Cuerpo de Ejército,disponiendo de un total de 15Divisiones de Infantería y una deCaballería, una masa de Carros decombate (número desconocido), laReserva General de Artillería,notablemente aumentada con el botín delNorte, una masa aérea (número deaviones desconocido) y la LegiónCóndor.

Por entonces, en nuestro TO delCentro disponíamos de escasas reservaspara asegurar la detención directa, opara intentar contrarrestar la maniobraactuando contra uno o ambos flancos delsistema adversario.

Para este tipo de reacciones, designificado estratégico más que táctico,no teníamos buenas bases de partida(véase croquis 2) ni líneas deoperaciones y de comunicacionesadecuadas para maniobrar y abastecernuestro Sistema de Fuerzas (el quepudiera montarse para la propiamaniobra), ni líneas de detención desuficiente amplitud y fortaleza en las queapoyar fuertemente una resistencia tenaz.

Si operábamos por el valle delJarama nos exponíamos a un copogigantesco; y para hacerlo por el delTajo, los medios que pudiéramos reunircarecían de tiempo de concentración y

no estaban capacitados para operar encampo abierto, afrontando una maniobrade la envergadura de la que se iba adesencadenar.

Si lográbamos ganar tiempopodíamos esperar la llegada de mayoresmedios y armas (nuestra penuria se haríapatente en la batalla de Teruel, a queconduciría esa situación), para equiparnuevas Grandes Unidades cuyo personalya estaba movilizado y en período deinstrucción (Cuerpo de Ejército XX enLa Mancha). Pero para disponer de esetiempo era indispensable ganar lainiciativa al adversario: tal fue la ideamatriz que orientó la conducta del Alto

Mando.Como otras veces, optamos en esta

ocasión por la acción indirecta dealcance estratégico, a fin de crear unasituación crítica en una región y sobre unobjetivo muy sensible, donde el enemigono pudiera eludir su presencia siteníamos éxito y, consecuentemente,llevar allí su masa de maniobra,sacándola de TO del Centro.

Debíamos proceder conextraordinaria urgencia. Se eligió comoobjetivo de nuestra maniobra la plaza deTeruel. En ocho días se montó nuestraofensiva de diciembre de 1937 parainiciarla antes de que el adversario

desencadenara su maniobra sobreMadrid. Se operaría con tres Cuerpos deEjército, uno de ellos el XX con sólodos divisiones y que aún se hallaba enperíodo de organización. Si operábamosaudazmente y por sorpresa podíamosganar la iniciativa, que era lo esencialen el cuadro de conjunto. Y así sucedió.

Nuestra maniobra (no se expone condetalle por no ser propio de esteestudio) comenzó el 15 de diciembrecon el mayor éxito, pues la plaza quedócercada el primer día de operaciones.La moral enemiga no podía soportar talrevés y, como habíamos previsto, sumasa de maniobra, ya dispuesta para la

ofensiva, se empezó a desplazarurgentemente al TO de Levante,deshaciendo su concentración sobreMadrid, dispuesta a rechazar nuestraofensiva y a impedir la caída de laplaza, cosa que no pudo lograr.

Conseguiría recuperarla en la últimadecena de febrero; pero nuestrafinalidad estratégica estaba alcanzada:la capital de España seguiría en nuestropoder hasta el final de la guerra, ya queel Sistema de Fuerzas del adversario enadelante, no despegaría su centro degravedad de los Teatros de Operacionesde Levante y Cataluña.

11. PROYECCIONESDE LA BATALLA DE

MADRID

Cambio de perspectiva de la guerra

A la terminación de la batalla deGuadalajara, último acontecimientobélico que hemos descrito en este libro,un exagerado optimismo prendió en elcampo republicano: la defensa deMadrid había probado la aptitud delejército para triunfar defensivamente, no

obstante su inferioridad en mediosmateriales. Después, las batallas delJarama y Guadalajara, libradas encampo abierto, daban paso a la ilusiónde poder seguir triunfando en la guerrade maniobra, a pesar de aquellamanifiesta inferioridad y del defectuosoencuadramiento de las ya viejas miliciasy de su capacidad de maniobra, tambiénmenor que la del adversario.

Pero la guerra no podía dejar deimponer sus implacables mandatos: lavictoria cabal requiere imponer lavoluntad al adversario por la acciónofensiva y ésta exige medios superioresa los del enemigo y recursos cuantiosos

para poder mantener esa superioridad,no sólo en el curso de una batalla, sinoen el de toda la guerra.

Tales medios sólo accidentalmentelos había recibido el Ejército de laRepública y éstos se habían gastado enconsiderable proporción en las difícilesacciones antes citadas. No obstante, silas posibilidades económicasautorizaban mayores y continuasadquisiciones, las ofensivas en granescala serían posibles y la victoriaprobable, a condición de que las tropasque se emplearan se hallasen instruidas,y esto, a su vez, requería unapreparación técnica muy intensa y tropas

y cuadros de mando bien seleccionados,así como tiempo para llevar a cabo tallabor.

El Comando del Ejército del Centroadmitió aquella posibilidad. Hizo lacorrespondiente propuesta al ComandoSuperior y, una vez aprobada, seorganizó el primer Cuerpo de Ejércitode Maniobra, el cual, en lasinmediaciones de Madrid, comenzó unperíodo de instrucción intensiva: tal fuela primera derivación militar de labatalla de Madrid en el campo leal.

La que tuvo en el campo adversariofue más radical: al renunciar a la tomade Madrid su Alto Mando decidió llevar

el peso de sus fuerzas a otros Teatros deOperaciones, donde el desequilibrio depotencia garantizase su victoria —comohabía sucedido en Málaga— en mejorescondiciones que en el TO del Centro.

Ambos beligerantes elaborarían susplanes. En el campo leal no sereactivaría la lucha hasta dos meses ymedio después (Brunete), por no tener apunto sus medios. En el adversariocomenzarían a los diez días de la batallade Guadalajara, operando en el Norte.

Por su parte, la diplomacia trabajabasolapadamente —lo comprobaremosenseguida— para estrangular lacorriente de ayuda a la República, que

era básica para alcanzar un medianopoder ofensivo, mientras abría de par enpar las puertas a la colaboraciónitalogermana, según también vamos acomprobar.

Quedaba así dibujada la nuevaperspectiva del conflicto, dando paso aotra etapa de guerra, que tendría porbase de partida esta situación deconjunto:

—Militarmente, propósitos de mayoramplitud y de caracteres másdecisivos, recurriendo a la guerrade maniobra para destruir porpartes y no de un solo golpe al

adversario.—Diplomáticamente, con los puñales

de la No Intervención afiladoscontra la República para acentuarel bloqueo de sus fronteras ycostas.

—Socialmente, con el orden y ladisciplina restaurados en el campode la República, y con launificación de las fuerzas políticasen ambos bandos. En el deladversario se haría público estehecho mediante un decretopublicado en abril (unificación detropas y tendencias políticas); y ennuestro campo gracias al cambio de

gobierno que tuvo lugar en el mesde mayo.

—Moralmente, exaltados losrepublicanos por sus recientestriunfos, siquiera fuese por haberfrustrado la victoria de susenemigos en las sucesivas accionesque habían intentado contraMadrid, y por el orgullo de habervisto estrellarse a las unidadesarmadas destacadas a España portres Estados extranjeros: LegiónCóndor, Divisiones Italianas yTercio de Viriato. Nuestrosenemigos, a pesar de aquellosreveses, tenían su moral, más que

exaltada, sobreexcitada por laambición de vengarlos en otrosteatros, valiéndose de los nuevosmedios que iban a recibir ymovilizar.

—Internacionalmente, dejandoplanteada a los ojos del mundo larealidad de que en España no sólose batían españoles contraespañoles por el imperio de susaspiraciones políticas, sino lastendencias ideológicas quechocaban en el mundo, hijas de lasúltimas revoluciones unas, y otrasheredadas de la sociedaddemocrático–capitalista, cuya

corrupción moral y cuya quiebraacusaban las conductas de losdirigentes de la mayor parte de lospueblos llamados democráticos.

La guerra se ofrecía, pues, connuevos matices militares, políticos,morales y sociales, y, en la nueva etapa,y como beligerante activo, tendríapúblico relieve el aspecto religioso, quese situaría en primer plano al publicarsela Carta colectiva suscrita por la mayorparte del Episcopado español en elverano de 1937.

Un año de retardo en la aparición deese documento, ¿por qué? Si respondía a

una idea de pacificación, ¿por qué setomaba partido contra quienes másnecesitaban el amparo y el consejo de laIglesia? Si se quería mostrar al mundola verdad, ¿por qué se realzaban losdesmanes cometidos a un lado del frentey se silenciaban los del lado opuesto?

No obstante, era en el orden humanoen el que la batalla de Madrid tenía susmás hondas repercusiones en la calidaddel conflicto, y lo mismo en lo nacionalque en lo internacional: a través de mirelato el lector ha podido apreciar queen Madrid hubo una lucha apasionadahasta la exaltación, por la soberanía, porel patrimonio, por la tradición, por la

libertad, por la defensa, contra todos ycontra todo, de los bienes y derechoshumanamente ya alcanzados, arraigadoslos viejos, en proceso de integración losnuevos; una lucha de ideologías más omenos arcaicas contra otras más omenos revolucionarias, y de éstas entresí, y todo entremezclado, confusamenterevuelto, pues no podía ser de otromodo en el caos inicialmente creado,pero enseguida enmarañado y confusopor obra de la intervención extranjera,que ahora voy a examinar sumariamente.

Es inútil tratar de desfigurar tanespantosa verdad, cierta, palpable paracuantos vivimos aquellos meses de

angustia; y he dicho espantosa porque,producida la intervención directa de tresEstados y la indirecta de otros variospaíses e intereses, España, que desde elcomienzo de la lucha se habíaconvertido en un pueblo mártir, encuanto se hizo patente aquellaintervención aparecía como cuerpoelegido para una arbitrariaexperimentación de extremismos detodas clases, desde los inquisitoriales alos libertarios. Por eso digo de todasclases, desde los arcaicos que, como lacarcoma de los viejos mueblesseñoriales, sale a la superficie cuandoalguien los quiebra o desarticula, hasta

los jóvenes que, como lobeznoshambrientos, se lanzan sobre losrebaños para saciarse.

Pero quiero añadir que, a pesar deaquella espantosa realidad, era el idealde los dos contendientes nacionales, loespañol, lo que prevalecía, aunque fueseun ideal contemplado a través deprismas diferentes y perseguido porcaminos divergentes.

Eso, que era el denominador común,pudo servir de base para que losespañoles se entendiesen contra todo loextraño; pero sería «todo lo extraño», esdecir, los intereses creadosdesvinculados de la mayor parte de la

sociedad española, lo que impediríaaquel entendimiento, encauzando másbien la lucha por la vía de laintolerancia hacia el exterminio, porqueel entendimiento de los españoles entorno a lo español era lo peor que podíasuceder para el medro de aquellosintereses e ideologías foráneas: es, ésta,otra verdad contundente queresplandecía a lo largo de la batalla deMadrid, aunque muchos españoles, losque se dejaron vendar los ojos por lapropaganda, no llegaron acomprenderlo.

Esta idea, que estimo básica parapercibir la mutación que se iba a operar

en la perspectiva de la guerra, tal vez lareciban con ira o con desprecio, o conodio, o con desdén, quienes manejanaquellos intereses e ideologías, a pesarde lo cual no he dejado de escribirlaporque soy español y porque sé de lasnobles reacciones de mi pueblo al quecreo conocer: pude estudiarlo ycomprenderlo a lo largo de una vidavulgar, pero fecunda: en los colegiosdonde comencé mi educación, en loscuartos de banderas, en las minas, en lasfábricas, en los clubes aristocráticos yen las mansiones señoriales, en loscenáculos literarios, en las sacristías, enlas logias, en las iglesias y en los

mercados, donde viven, bullendo odormitando, las clases sociales,hombres, mujeres, niños, viejos, artistas,pensadores y labriegos. En todos esoslugares he estado, he hablado con miscompatriotas de tú a tú, los heescuchado y he convivido con ellos y, loque es lo mismo, he podido saborear ycaptar el ambiente y el panorama sinconformarme con observarlo como sepueden contemplar una película o unpaisaje; y todo eso he podido hacerlolibre y dignamente, sin ser amo nisiervo, clérigo ni masón, marxista nifalangista, es decir, sin ser otra cosa quelo que somos muchos españoles, celosos

defensores de la independencianacional, gentes de fe y patriotas sinalharacas. Porque así he conocido a mipueblo, he podido admirarlo y tener feen él y en sus obras.

Por último, en la guerra, ¿cómo noaceptar la realidad del poder creador deese pueblo, desde el señor Quijote alseñor Sancho, si lo he visto salir limpiode culpa de un espantoso caos y en plenalucha armada y en plena discordiapolítica, religiosa y social le he vistoelevar la producción agrícola eindustrial, perfeccionar las actividadessanitarias y benéficas (atenciónhospitalaria, desinfección, vacunación,

protección a la infancia y a la vejez…),coordinar sus esfuerzos bélicos con susafanes culturales y consagrarse porentero al cumplimiento de un debernacional, con auténtico espíritu desacrificio y de justicia?

Pues bien, cuando a lo largo de labatalla de Madrid, cargado con esaexperiencia, modesta, pero fecunda,hube de conjugar en mi labor de jefe delEM, con los graves problemas de labatalla y de la retaguardia, el gravísimode la guerra, cuya suerte podía quedardecidida con la suerte de esa batalla,pude medir cabalmente esa verdad, tal ycomo he venido exponiéndola.

Dije al comienzo de este libro queen España hubo una guerra y unarevolución, un problema nacional y otrointernacional, y creo haber podidoprobarlo en el relato que he hecho de labatalla de Madrid. Así podía apreciarseya (aunque no con la claridad con quepuede hacerse en nuestros días) alterminar el último episodio bélicorelatado, y admitir estas dos realidades:la grandeza del drama que se estabarepresentando con su hondo significadonacional y humano, y su trascendenciapolítica, social e ideológica en el campointernacional.

Eran dos rasgos sobresalientes que

revelaban a nuestra guerra comosuperior a cualquier otra de nuestrahistoria, pese a su minúsculo origen dedisputa por el poder o de discordia entreespañoles. En esa apreciación no habíaerror porque en España se estabaoperando a la luz y al viento de loscuatro cuadrantes una invasión de ideas:que por la vía de la fuerza trataba deimponerse desnaturalizando la librefacultad de pensar en español y haceren español: así se impusieron losbárbaros visigodos asentándose parasiempre en nuestro territorio; así lohicieron los árabes para fecundarnuestra civilización con otros matices

durante ocho siglos; así penetraron lasinfluencias germano–flamencasaplastando los fueros y libertadescastellanas (españolas más bien) denobles y plebeyos a comienzos del sigloXVI, digan lo que quieran los redactoresde la historia, y así se impusieron dossiglos después la organización y lasnormas políticas de los Borbonesfranceses. Dos siglos más bastarían paraque nos batieran los vientos de otramutación, que también tenía su vórticeciclónico fuera de España y quesembraría un desconcierto y unadiscordia ideológica de la que aún nohemos salido.

Sin embargo, el acontecimientobélico de nuestro tiempo, que hemosrevivido en estas páginas, pese a aquellagrandeza y a aquella trascendencia,como suceso histórico era elemental,aunque para sus víctimas y sus mártirestuviera signos de hecatombe, porque asíse lo imprimieron las influenciasforáneas de las que seguidamente vamosa ocuparnos. En realidad, el mundohabía entrado en un procesorevolucionario general y España no eramás que una pieza de su mecanismo.

Considerando tal suceso como unhito histórico hay interesantes puntos desemejanza con aquellos otros a los que

acabamos de referirnos: en el año 711,en 1808, como en ocasión de lasComunidades, también hay una parte delclero y de la nobleza que pacta con losinvasores o se somete fácilmente a lasfuerzas material–espirituales que llegandel exterior para imponerse al mundoespañol; si así no hubiera sucedido,España no habría sido dominada en elbreve tiempo que lo fue; en todos loscasos los derechos patrimoniales y lasleyes y costumbres que rigen la vida dela comunidad son conculcados por temora la anarquía o para remediar unacorrupción, que desdichadamente sehará mayor tan pronto como fuerza, cuyo

ejercicio reemplaza al de la ley, sedesgaste tras un breve período deesplendor.

Tal interpretación histórica no laestimo descabellada, ni siquiera en elperíodo de los Austrias, pues si esciertísimo que Carlos I nos llevó con suimperio al más alto grado de esplendorno es menos cierto que tras él comenzóuna decadencia de la que aún no hemossalido, y, en verdad, si su poderíomaterial fue extraordinario y el rigorintelectual de España pudo forjarnuestro incomparable Siglo de Oro, lasbases firmísimas sobre las que seedificaron ambas realidades se hallaban

en la fecunda obra político–social,educativa y económica de los ReyesCatólicos y sus colaboradores, y en laalta calidad de la comunidad española yde su obra dentro y fuera de España.

En el desarrollo histórico de lospueblos, el más grave error que sepuede incurrir es desviarlos de su caucepor motivos accidentales con elimperativo de la fuerza. Ése ha sido elcamino seguido por pueblos poderososen decadencias seculares; el mismo porel que algunos llegaron al derrumbaderode la historia para no reaparecer en lacomunidad universal.

Y cuando se amplifica la

perspectiva en que la guerra se proyecta,haciendo que cobre rango internacionalun problema nacional minúsculo, eseriesgo se acentúa porque son los paísesinterventores los que empujan alderrumbadero, aunque sólo sea forjandoleyendas falsas, fuente de discordiaintestina durante lustros o durante siglos.En nuestro caso, con el cambio deperspectiva se daría proyeccióninternacional a la falsa Leyenda Roja, lamás lamentable y dañina herencia denuestra guerra.

La intervención extranjera[36]

Se revelan en ella dos etapas decooperación: una inicial y otra diferida.La primera está montada conanterioridad al hecho; se halla planeadaen el campo adversario; se haceimprovisadamente en el del Gobierno, yes el tiempo en que el problema españolse enreda por el cauce político–diplomático.

La segunda surge del mismodesarrollo de los sucesos y cobragradualmente volumen creciente, hastaconvertir el conflicto español enproblema internacional.

De la primera nace el Comité de NoIntervención. Durante la segunda, por

obra de ese Comité y por el poder de lasfuerzas extrañas que concurren en elconflicto, es sacrificado el puebloespañol.

Antecedentes

El Gobierno de la República,apoyándose en el tratado vigente conFrancia desde el año anterior (21 dejulio de 1935), recabó del Gobierno deese país la venta de determinadacantidad de armas. No puede afirmarseque dicho tratado, firmado con elGobierno Laval, respondiese a una idearevolucionaria, ni tampoco a la

contención de una posible rebelióninterna, pues el que lo suscribió fue unGobierno de derecha.

Léon Blum, jefe del Gobiernofrancés, al recibir la petición, duda.Aprovecha la circunstancia de que seestá celebrando en Londres unaConferencia de Ministros de RelacionesExteriores para tratar del problema de laocupación alemana de la zona del Rin,que afectaba a Francia, Bélgica y GranBretaña, y se desplaza a Londres.

En dicha conferencia, al margen delobjetivo de la misma, con su ministro deRelaciones Exteriores Ivon Delvós,plantea la cuestión española.

Su embajador francés en Londres,M. Corbin, había informado a Blumsobre la división de opiniones que habíaen Inglaterra respecto a aquella cuestión,y la inclinación de las fuerzas dederecha y de la mayor parte delGobierno británico a favor de los que enEspaña se habían declarado rebeldes asu gobierno.

La Conferencia discute, no tomaacuerdos y opta por una fórmula deprudencia. Se teme que el suministro dearmas excite una corriente similar de losgobiernos europeos afines a la ideologíaque presidía el Alzamiento y que en vezde facilitar la resolución del problema

lo agrave, provocando una situación dedesequilibrio que afecte a toda Europa.

Regresa Blum a París armado de lafórmula prudencia y neutralidad, y elmismo día (24 de julio) celebra unareunión con los ministros de Guerra,Aviación, Marina y Hacienda afectadospor petición del Gobierno español. Adicha reunión asiste el enviado españolFernando de los Ríos para exponer yjustificar las razones de la petición quese refería al envío de baterías deartillería de campaña, ametralladoras,fusiles y aviones.

En vista de la trascendencia de lacuestión, Blum decide llevarla al

Consejo de Ministros y convoca a éstepara el día 25: hay una minoría deministros que dice que no se haga laventa y una mayor que dice que sí. No sedesvanece la idea de prudencia y, paraconjugarla con la voluntad mayoritaria,se adopta la fórmula de aplazar laentrega por ocho días, aprovechando talplazo para someter a debate la cuestión,a fin de que fuese la representación delpueblo francés en el Parlamento la queprecisase la actitud que había queadoptar ante el problema de España:táctica de acción diferida, dubitativa,hasta traición era, pues no importabaque en esos ocho días (como sucedió) se

acentuase la ayuda alemana, italiana yportuguesa al Alzamiento, cuyo triunfose esperaba que ocurriera en ese plazo.

Los hechos abrirían los ojos a losque se resistían a comprender larealidad, pues antes de que aquel debatepolítico se consumase sobrevendría elincidente de los aviones italianosdespistados que, para no dar lugar aduda, tomaron tierra en territorioafricano sujeto a jurisdicción francesa.

Se designó entonces al generalDenain para que llevase a cabo unarápida información y se envió a Londresal almirante Darla para que hiciese verpor la vía técnica el peligro que podía

sobrevenir si al sur de los Pirineostriunfaba una tendencia política más omenos ligada a Alemania e Italia, con elconsiguiente riesgo de ver entorpecidaslas comunicaciones de la alianzaoccidental con su soporte africano, encaso de guerra. Admitiendo que eldebate parlamentario se produjese aprimeros de agosto, el Alzamientodisponía de quince días para triunfar; yprobablemente eso esperaban quesucediese los partidarios del Alzamientoincrustados en los gobiernos francés,inglés y belga, que temían una probableresolución del Parlamento favorable a laayuda, teniendo en cuenta la

composición de la Cámara francesa.En realidad, no se trataba de una

ayuda, sino del cumplimiento de unaobligación jurídicamente contraída conun Gobierno que tenía derecho adefenderse. Léon Blum, mejor dicho, losfranceses, no podían negarse; pero elpoder de las influencias «extrañas»,superior de los gobernantes, impuso laeterna fórmula político–diplomática dela dilación, que permitía llegar al hechoconsumado favorable a esos intereses.

Darlan no logró nada en Londres. Noconvenció a nadie. Pero el informeDenain fue categórico: se trataba de unaayuda real prestada por el Gobierno de

Italia con el agravante de que erapremeditada y estaba preparada conanterioridad, según la documentaciónhallada en los aviones despistados.

El debate en la Cámara francesa fuefavorable al Gobierno español y el día 2de agosto el Gobierno francés acordó elsuministro del armamento pedido. Perola fórmula de prudencia y neutralidadno fue abandonada.

Por entonces el Alzamiento yaestaba contenido en las principalesciudades (Madrid, Valencia, Barcelona,Bilbao…) y España dividida en doszonas de poderes opuestos, sin que sedejara de luchar en muchos pueblos y en

el campo.Eran también conocidos los envíos

de material, técnicos y voluntarios dePortugal, Italia y Alemania, que tandecisiva actuación tuvieron en lasoperaciones iniciales del levantamiento,así como la ayuda prestada al Gobiernoespañol exclusivamente por parte deFrancia (de ella se trata más adelante).

Fue en esa situación cuando losministros franceses Chauteamps yDelvós hicieron el llamamiento generala los países europeos en favor de la NoIntervención, pues habían transcurridolos quince días previstos para el triunfode Alzamiento y la fórmula de

prudencia y neutralidad no había dadoresultado. Así, el 3 agosto, después dehaber lanzado aquella propuesta elGobierno francés (¡del Frente Popular!),hizo esta declaración:

1. El Gobierno francés ha decididohacer un llamamiento a losprincipales gobiernos para el logrode reglas comunes de nointervención.

2. El Gobierno francés declara que noha enviado arma alguna «nisiquiera en cumplimiento decontratos concluidos conanterioridad al estallido de las

hostilidades».3. Que «el hecho de que lleguen

abastecimientos militares para losrebeldes desde el exterior hace queel Gobierno francés se reserve elderecho de juicio en elcumplimiento de la decisión»[37].

Las armas y aviones francesesfueron enviados a España. Parte de lasorganizaciones y prensa francesa dederechas se lanzaron a una escandalosacampaña de propaganda, oposición ysabotaje de los envíos, en contraste conel riguroso silencio que habíanmantenido en relación con lo que otros

países habían hecho en los primerosquince días del Alzamiento. La conjurainternacional comenzaba a levantar suvelo.

¡Tremenda lección de orden moral ypolítico–social la que ofreció el mundoeuropeo durante el primer mes de laguerra!: de un lado, los paísesdemocráticos, donde se ejerce elderecho a la crítica, a la controversia, ala censura pública, a la discusiónparlamentaria de las cuestiones quepueden tener trascendencia para laseguridad nacional y el rumbo políticodel país, y que, en definitiva, orientan alos gobernantes en el conocimiento de la

opinión pública y de la voluntadmayoritaria de la nación; y, por otraparte, silencio, secreto, nadie sabe nada,nadie discute nada, nadie puede hacerotra cosa que lo que le mandan…, y losdestinos del país están en una sola mano,las decisiones en que se ventila eldestino de millones de hombres partende una sola cabeza, que lo mismo puedeestar bien que mal regida. Es evidenteque ni el pueblo alemán ni el italianoconocían lo que sus gobiernos estabanhaciendo en España, y del problema queen este país se estaba debatiendo sólosabían lo que a sus gobernantesconvenía decir, cierto o falso, pero nada

más.Aquel escándalo de la propaganda

en los países democráticos tendría susresultados: aumento del miedo a laguerra grande, como derivación de la deEspaña, y aumento del miedo a quepudiera sobrevivir el Gobierno de laRepública, en el que veían una positivaamenaza ciertos «intereses europeos»;pero también tendría otra: el despertarde los pueblos del mundo y de los«intereses mundiales» que abrirían losojos al drama que había comenzado,para tomar posiciones o inclinaciones,precisamente en el transcurso de labatalla de Madrid.

El Comité de No Intervención

La nueva situación motivó quedurante el mes de agosto los «turistas» yagitadores de todos los países y de todaslas tendencias ideológicasrevolucionarias o conservadoras que yapululaban por España desde antes delAlzamiento haciendo propagandasolapada, se vieran multiplicados,incrustándose en diversos organismos deambos bandos y en las unidadespolítico–castrenses que se crearondesde los primeros momentos.

Por su parte, Hitler y Mussolini

decidieron unirse al llamamientofrancés; lo mismo hicieron Rusia yPortugal. Se trataba de «intervenir la NoIntervención».

Impulsados por los mismos«intereses» a que antes nos hemosreferido se sumarían los siguientespaíses: Albania, Austria, Bélgica,Bulgaria, Checoslovaquia, Dinamarca,Estonia, Finlandia, Gran Bretaña,Grecia, Irlanda, Yugoslavia, Lituania,Letonia, Luxemburgo, Noruega,Holanda, Polonia, Rumanía, Suecia,Turquía y Hungría. Representantes de 26países estuvieron presentes en laprimera reunión, en la cual no participó

Portugal, aunque también se habíaadherido.

En el transcurso de dicha reuniónquedó constituido el Comité que debíaregular las actividades del organismo,formándolo los representantes de GranBretaña, Francia, Italia, Portugal,Alemania y la URSS, bajo lapresidencia del inglés lord Plymouth,ministro en el Gobierno de GranBretaña.

De los miembros del Comité tres yavenían interviniendo en el conflictoespañol a favor del levantamiento; unosimpatizaba con la República, pero aúnno había enviado un solo fusil, un solo

avión ni un solo técnico; otro la habíaayudado por deber más que por voluntadpropia y el sexto se erigía en árbitrodesde la presidencia del Comité, sinocultar su simpatía hacia el movimientorebelde y con la más firme inclinaciónantirrepublicana, por ser la que tenía enEspaña las más viejas influencias ydesplegados los más vastos intereses.Otros, ajenos al Comité, al quedarmontada la No Intervención empezaríana hacer del drama de España un pingüenegocio con el suministro de materialeso recursos más o menoscontrabandeados.

El 9 de agosto, cuando ya se había

iniciado el envío de las primeras armaspedidas a Francia por el Gobiernoespañol, este país, veinticuatro horasdespués de adherirse al llamamientoItalia y Alemania (día 8) adoptó ladeterminación unilateral de cerrar lafrontera española, y así fue como el 4 deseptiembre, cinco días antes de que elComité celebrase su primera reunión,perdería la ciudad de Irún para laRepública teniendo a la inmediación, enla aduana francesa, detenido durantelargo tiempo uno de los convoyes dearmas y municiones adquiridos porEspaña y que había quedado bloqueadoa causa de aquel cierre. ¿Qué poder

superior al del Gobierno y elParlamento pudo imponerlo?

En la primera reunión del Comité, el9 de septiembre, se tomó el siguienteacuerdo: «Prohibición deexportaciones directas o indirectas,reexportación por España, por lasposesiones españolas o por la zonaespañola de Marruecos, de armas,municiones y material de guerra».(Nada se dijo de la «exportación» dehombres, gasolina, medios de transportey otros abastecimientos de carácterbélico).

El 25 de septiembre el ministro deRelaciones Exteriores español, en la

reunión de la Asamblea de la Sociedadde Naciones de Ginebra, protestaba porel atropello que jurídicamenterepresentaba el acuerdo de NoIntervención, en relación con elGobierno legítimo de España, al negarleel derecho a adquirir los mediosnecesarios para su legítima defensa, yaportaba las pruebas que por entoncesse tenían de la cooperación de tresgobiernos europeos (Italia, Portugal yAlemania). Terminaba su discurso conesta apelación: «Cada español que caeen el frente de combate en defensa de laRepública y de la libertad, bajo el fuegode las armas introducidas en el país de

la manera más cínica, en númerosiempre creciente y a despecho delacuerdo de No Intervención,proporciona la prueba irrefutable delcrimen que se está cometiendo contra elpueblo español».

Los miembros de la Asamblea seencogieron de hombros. Lo mismo quese habían encogido cuando apeló elemperador de Abisinia cuando ocurrióla conquista de su país por lasdivisiones de Mussolini el año anterior:no puede sorprender que desde el bandoadversario, y por pregoneros y satélites,nos llamaran a los españoles quedefendíamos nuestra tierra, nuestra

soberanía y nuestra libertad«abisinios»[38].

Fue también por el mes deseptiembre cuando el Gobierno españolhizo gestiones cerca del Gobiernosoviético sobre la posibilidad de ayuda,en vista de estar prácticamente cerradosa nuestras adquisiciones los mercadoseuropeos. Por entonces, seguía sin llegara España un solo fusil soviético.

Ante las reiteradas violaciones delacuerdo de No Intervención por parte delos países que ayudaban allevantamiento, el 7 de octubre Rusiapresentó al Comité la siguiente nota: «Silas violaciones no se suspenden

inmediatamente la URSS se considerarálibre de toda obligación resultante delacuerdo del Comité».

A dicha nota seguía, el día 12, otraformulada contra Portugal en la que sepedía el control de los puertos yfronteras de ese país y se decía: «Si nose adopta tal medida, mínima, perourgente, el acuerdo de No Intervenciónen los asuntos españoles no sólo carecede objeto, sino que sirve de camuflajecontra el Gobierno español». LordPlymouth, presidente del Comité,respondió lo siguiente:

Todas las quejas formuladas contra elGobierno portugués, acusado de haber

violado el acuerdo de No Intervención,han ido sometidas al Comité ydiscutidas por este organismo en sureunión del 9 de octubre. Después deesa discusión el Comité decidióprocurarse con urgencia lasinformaciones necesarias para elesclarecimiento de los hechos. Puestoque la respuesta del Gobierno portuguésaún no ha llegado al Comité, y como,por otra parte, vuestra nota del 12 deoctubre ningún otro testimonio nuevoaporta para probar que el acuerdo hasido efectivamente violado, no parecenecesario convocar nuevamente alComité para que discuta nuestra nota[39].

Huelga el comentario. El sabiodoctor Marañón evidentemente había

tenido razón al decir en su libro ElConde Duque de Olivares:

Cuando los hombres se entiendan con laverdad desaparecerán los diplomáticos,y ahora podía expresarse diciendo:cuando los diplomáticos encubren laverdad los hombres no podránentenderse.

A partir de la segunda quincena delmes de octubre comenzaría la llegada dearmas, aviones y carros de combateadquiridos legalmente por el Gobiernoespañol en la URSS ejerciendo elderecho a defenderse; y es probable quetuviera que recurrir a esas factorías

porque los «intereses» que inspiraban laconducta de aquel famoso Comité lehabían cerrado los demás mercados deEuropa. Y como los suministros acrédito desde otros países a losadversarios del Gobierno seguían unritmo creciente y a sabiendas delComité, se hacía evidente la parcialidadcon que éste operaba. El Gobierno de laRepública, si alguna partida de armas orecursos podía adquirir tenía quehacerlo clandestinamente, medianteacciones de contrabando; modo deproceder que ha sido utilizado desde lostiempos prehistóricos por los países enguerra, pero que también empleaban

nuestros adversarios.Añadamos que el referido Comité

tenía que ser ciego y sordo para ignorarla actuación de la base logística queoperaba en Portugal y de la quepartieron convoyes de municiones ysanidad durante los días de crisis delperíodo inicial del levantamiento. Elpropio conde de Vallellano haconfirmado en la prensa madrileña quefue el encargado de recibir el segundode dichos convoyes[40].

Hemos dicho que el primer acuerdodel Comité se refería solamente a armas,municiones y material de guerra, pero noa personal combatiente. Sobre este

extremo, a finales de diciembre, losgobiernos francés y británico cursaronuna nota conjunta a Roma y Berlín,relacionada con el envío de voluntariosa España, en la que se indicaban lasmedidas que debían adoptarse en cadapaís para evitarlo.

Mientras se tramitaba la respuesta adicha nota (al margen del Comité y de laS. de N.), Gran Bretaña, temerosa deque Italia explotase la ayuda que veníaprestando para utilizar en su provecholas islas Baleares, buscó unentendimiento expreso con ese país ylogró firmar el 3 de enero unGentleman’s Agreement . Con esto se

apaciguó la inquietud inglesa de queMussolini utilizase bases en Baleares; atal apaciguamiento contribuyó el condeCiano, ministro italiano de AsuntosExteriores, declarando: «La integridadde las actuales posesiones españolespermanece intacta e inalterable»; peroaquel pacto, acogido con júbilo enAlemania, permitió decir a la prensanazi: «Italia tiene ya las manos libres enEspaña»[41]. Así lo confirmaron losdesembarcos de millares de voluntarios(?) italianos, en Cádiz, denunciados porla propia prensa británica.

La respuesta dada por Roma yBerlín a la nota indicada al comienzo

contenía contraproposicionesirrealizables, como éstas: «La nointervención total y completa (laproponía Italia cuyo Gobierno era el quemás voluntarios envió); la retirada detodos los voluntarios; la retirada detodos los agitadores y propagandistaspolíticos extranjeros…». La tácticadilatoria era manifiesta.

En vista de dicha respuesta, del 7 deenero, los ingleses trataron de precisarmás, y basándose en el primitivoacuerdo por el que se creó la NoIntervención, cursaron el día 10 una notaa los cinco países integrantes del Comitédiciendo que en su país prohibían los

enganches en ejércitos extranjeros.Francia contestó ambiguamente el

día 13, pero el 16 su Parlamento aprobóuna ley más concreta, prohibiendo elreclutamiento y la salida de voluntarioshacia España. Esta medidaprobablemente estaba dirigida ainutilizar la actuación de la base queoperaba en ese país, no para reclutarfranceses, sino voluntarios de otrospaíses del mundo a fin de asegurar losrelevos y la reposición de bajas en lascuatro Brigadas Internacionales que porentonces manejaba el Gobierno,contrarrestando pobremente las cuatroDivisiones Italianas, la Legión Cóndor y

el Tercio de Viriato.Roma y Berlín retrasaron su

respuesta hasta el 25 de enero converdadera desfachatez, pues declarabanque «impedirían el reclutamiento,partida y tránsito en su país de todas laspersonas que intentaran tomar parte en elconflicto español». El adjetivo que heempleado ha podido ser más duro, porestar comprobado que durante el tiempode dilación de su respuesta habíanllevado a España todas las armas,materiales, recursos de guerra yhombres necesarios para que pocos díasdespués entraran en actividad la LegiónCóndor, completamente equipada, en el

Jarama y, también abundantementedotadas, las Divisiones Italianas enMálaga. Por si fuera poco, el propiosecretario del partido fascista, Farinaci,decía por aquellas fechas en RégimenFascista: «… recientemente, evadiendola vigilancia del Gobierno, nuestros másardorosos jóvenes han ido a ofrecer alGeneral Franco su fe y su entusiasmo,no s o tr o s no tenemos medios decomprobar esta parte de las noticias,pero, si ello es verdad, no podemoshacer otra cosa que expresarles nuestroorgullo y nuestra satisfacción»[42].

Farinaci no podía ignorar que esos«ardorosos jóvenes» no habían eludido

la vigilancia del Gobierno italiano sinoque habían sido embarcados comosoldados que eran muchos de ellos, consupuesto destino a Etiopía, segúnrevelarían en sus declaraciones los quefueron hechos prisioneros enGuadalajara (consta asídocumentalmente en el Libro Blancoenviado al Comité de No Intervenciónpor el Gobierno español).

Por fin, el 15 de febrero, el Comitéde No Intervención acordó laprohibición de los voluntarios a partirdel 20 de febrero y la aplicación de uncontrol para garantizar esa prohibición,que no comenzaría hasta el 7 de marzo:

¿hacían falta quince días paraestablecerlo?; los mismos que requeríaItalia para acumular lo que necesitabapara montar su espectacular ofensiva deGuadalajara.

Antes de que ésta se produjese, losintereses que se movían en Londres entorno a la No Intervención ya creían quepor obra de los vencedores en Málagase produciría el principio del fin enGuadalajara.

Tremenda equivocación, que obligóal Comité a tomar otras gravesdeterminaciones, antes de que terminarael mes de marzo como consecuencia dela derrota italiana. Y se adoptaron, a

pesar de la urgencia con que el ministrode Relaciones Exteriores español,recopilando documentos obtenidos en elbotín de esa batalla, envió el LibroBlanco del que nos hemos referido, y enel que quedaba demostrada la hipócritay criminal agresión que sufría por tropasregulares de un Estado europeo conpersonal, armamento y mandos delmismo.

Las medidas adoptadas por elComité disponían la multiplicación delcontrol de las costas españolas y de lafrontera francesa, y no sólo con medios,personal y recursos de Francia eInglaterra, sino de Alemania e Italia,

mientras las costas y fronterasportuguesas quedaban solamente bajo labenigna supervisión de Inglaterra.

La injusticia era flagrante. Lostriunfos de la República, aunque fueranmodestos, resultaban intolerables. Porañadidura, el control quedaría diferidohasta el 20 de abril: tiempo necesariopara que italianos y alemanes repusieransu desgaste del Jarama y Guadalajara ypudieran empeñarse en mejorescondiciones en otras empresas másfáciles.

Lo que vendría después desborda ellímite impuesto a este estudio, contraídoal período de la contienda en torno a

Madrid.

Particularidades de la cooperaciónarmada

Alemania. El escritor inglés LiddleHart pone en los labios del general VonThoma (que sería sucesor de Rommel enel mando del «Afrikakorps») lassiguientes palabras: «Yo estaba almando de todas las tropas alemanas enEspaña durante la guerra. Nuestraprincipal ayuda consistía en armas,aviación y tanques. El primer grupo detanques llegó en septiembre seguido deotro mayor en octubre. Seguramente le

interesará conocer que mi opositor en ellado republicano era el General Gorev».

Aclaro, por mi parte, que en el mesde septiembre a España no habíallegado armamento, ni aviones, ni carrossoviéticos y que el coronel Gorevdesempeñaba por entonces el cargo deagregado militar en la embajada de supaís. Gorev no tenía, pues, en España,un cargo semejante al de Thoma,sencillamente porque no mandabaninguna tropa, ni suministrabaarmamentos de ninguna especie.

Según datos que figuran en elinforme del general Karl Varlmont alServicio de Información americano

después de la guerra, y que fue hechopúblico en el Report of theSubcommittee on the Spanish Question,los envíos alemanes en julio de 1936fueron: 30 transportes Junker–52 a lospuertos y bases del ejército de Francoen África el 18 de julio. Esos medios,así como Savoias S–81 italianos yvarios millares de combatientes, quetambién participaron en las operacionesiniciales de fines de julio y primeros deagosto en el Estrecho y el sur de España,abriendo camino a las columnasmarroquíes que alcanzarían la zona demaniobras de Madrid a finales deoctubre.

En septiembre desembarcaron enVigo 12 cazas Fiat y 11 RO–37, 10carros de combate, 39 piezas deArtillería de 65 y otros materiales,municiones y voluntarios que igualmenteparticiparon en el ataque a la capital. Ydesde los primeros días de diciembre,con independencia de los voluntarios yaalistados en el Tercio de Extranjeros,comenzarían a formarse los regimientosque servirían de base a las GrandesUnidades denominadas Flechas azules yFlechas negras.

El 11 de enero apareció en el diariofrancés Le Temps una nota en la que sedecía que Von Fauppel, consejero

alemán, como públicamente es sabido,en el Cuartel General del levantamiento(recuérdese que era la fecha en queestaba fracasando la ofensiva delgeneral Orgaz sobre Madrid por el aladerecha de la defensa) marchó aBerchtesgaden para elevar a Hitler lapetición de un cuerpo de 60 000hombres que asegurase la victoria sobreMadrid. Hitler, que había encomendadoa Fauppel «una victoria a cualquierprecio», pasó la petición a susconsejeros militares. La petición sinduda no tuvo éxito, pues ese cuerpoalemán de 60 000 hombres jamás fuelocalizado en España. Simplemente

aparecería muy reforzada en el Jarama,a primeros de febrero, la Legión Cóndorcon su notable Artillería de 8,8 y otrosmateriales, además de la Aviación. Encambio, sí quedaría constituido elCuerpo Italiano.

La prensa inglesa (ManchesterGuardian) informaba el 20 denoviembre (sin indicar fecha), que habíasalido para España desde Bobklingenuna expedición de aviones.Probablemente fueron los que llevaron acabo los terribles bombardeos de losdías 17, 18, 19 y 20 sobre Madrid, a quese hizo referencia anteriormente.

La cooperación alemana no se limitó

al Ejército de Tierra y a la FuerzaAérea, sino que también actuóintensamente en el mar desde la base dePalma de Mallorca, participandonumerosos barcos de guerra, entre ellose l Admiral Scheer y el Deutschland,culminando su irresponsable acciónagresiva, sin respeto alguno a lasnormas del derecho internacional, en elinhumano ataque a la indefensa ciudadde Almería durante la primavera de1937.

Jaenecke, uno de los jefes en el EMde las fuerzas alemanas, que dirigió laintervención desde octubre de 1936, hasuministrado los siguientes datos sobre

la composición de la Legión Cóndor:

—Un Grupo de batalla de cuatroEscuadrones de bombarderos, cadauno con 12 aviones.

—Un Grupo de cazas de la mismacomposición.

—Un Grupo de hidroaviones depotencia variable.

—Un Escuadrón de reconocimiento de12 aviones.

—Un Escuadrón experimental con unnúmero de aviones variable.

—Una unidad antiaérea de cuatrobaterías 8,8 con otras auxiliares decalibre 20.

—Dos destacamentos de enlace.—Una unidad de Sanidad aérea.—Un Grupo de cuatro Compañías de

tanques de 12 tanques cada una[43].—Una Compañía de iluminación.

El total de los expedicionarios quellegaron a Sevilla, desde el 6 denoviembre, fue de 6500 hombres[44].

El mando de la Legión lo ejercía elgeneral Von Sperrle. El coronelRichthofen, que formaba parte de laLuftwaffe, desempeñó la función de jefede EM. Este militar confirmaríaampliamente la intervención alemana ensu libro Por qué fuimos a España.

El citado Jaenecke dice que de laspeticiones que se hacían desde Españasólo se cubrían las más urgentes portener que atender la industria alemana asu propio país, sabiéndose que entre19367 1938 se hicieron diversos envíosde 20 000.fusiles y que el másconsiderable que recuerda fue de60 000, con ametralladoras, municionesy 10 baterías de 4 piezas de artilleríaantiaérea de 7,8[45].

Italia. Se pudo comprobarcategóricamente que la ayuda de Italiaestaba preparada con anterioridad alconflicto, según se reveló en el informeDenain a que ya nos referimos al relatar

los enredos diplomáticos con que setejió la No Intervención. Lo acusaba ladocumentación hallada en los avionesque tomaron tierra en zona francesa,según la cual esos aviones«despistados» estaban dispuestos parael vuelo desde el día 15 de julio.

Según Pietro Nenni, sería el propioMussolini quien lo confirmaría,diciendo que no podían dejar de volar«en socorro de un movimiento deinsurrección…». «Sin renegar denosotros mismos…». «Así partió laprimera escuadrilla, el 27 de julio de1936; el mismo día tuvimos nuestrosprimeros muertos en el campo del

honor»[46].Esa ayuda italiana fue copiosa y

pródiga en hombres, armamentos detodas clases, material de guerra,transportes e instructores, que tuvieron asu cargo la formación de cuadros conmentalidad fascista[47], pero era deinferior calidad a la alemana, en orden alos medios. Culminó con la formacióndel Cuerpo Italiano reclutado, armado,equipado y mandado totalmente conpersonal y medios del ejército de esepaís.

En el mar, la cooperación italianatambién fue más voluminosa que laalemana, aunque se acusase menos

activa militarmente que en el aire y entierra, sobresaliendo su actuacióndurante la conquista de Málaga, en cuyamaniobra entorpeció la de la Escuadraespañola y, en general, al tener elcontrol de las rutas de navegación delMediterráneo.

Lo mismo puede decirse del aspectopolicíaco, en el cual ambos gobiernostrasplantaron al ambiente español lossistemas de represión de la Gestapo y laOVRA[48]. Y también en el orden social.El escritor católico Georges Bernanos,en su obra Los grandes cementeriosbajo la luna, y los fugitivos de Mallorcarevelarían los crímenes y represalias del

condottiero italiano alias «CondeRossi».

La ayuda italiana duraría a lo largode toda la guerra con abundancia yregularidad, y la organización que se diosu CTV según datos minuciosos queobran en el EM de la República, desdela salida de su metrópoli hasta sullegada al campo de batalla, losconocimos, pues la simplicidad de susclaves de transmisión de despachos erade tal ingenuidad que alguna vez, a lasdos o tres horas de haberlos cambiado,como suele hacerse normalmente en laguerra, eran descifradas por los técnicosespañoles de nuestra Sección II.

Para terminar, digamos que lacomposición del CTV a que se llegó fuela siguiente:

—Cuartel General, completo con todaclase de personal y mediostécnicos, propios de esa GranUnidad.

—Cuatro Divisiones, dos de ellas,por lo menos, mecanizadas, cuyacomposición se dio al exponer labatalla de Guadalajara, etc.

—Unidades especialistas de aviación,antiaéreas, iluminación, carros decombate, unidades anticarro,lanzallamas, etc.

—Masa artillera de Cuerpo deEjército, con materiales pesados.

—Servicios de todas clases.—Organización policíaca, de

Información y de Instrucciónautónomos.

Los efectivos se mantuvieronnormalmente por encima de los 60 000hombres.

Portugal. La cooperaciónportuguesa pudo eludir nuestro Serviciode Información más fácilmente que la delos dos países citados, porque lasrelaciones, contactos y envíos derecursos materiales y humanos podían

escapar en mejores condiciones alcontrol exterior y al de los puertos; peroesa cooperación fue permanente yextraordinaria desde el comienzo.Perduraría durante toda la guerra: fueronlos voluntarios portugueses los primerosque se incorporaron al levantamiento,sin duda, por estar montada por razonespolíticas su cooperación conanterioridad al conflicto; su propagandafue la primera que se puso al serviciodel levantamiento de maneraincondicional; sus puertos los primerosen prestar sus diques para dar paso a laayuda material y humana de otros países(no sólo de Alemania e Italia), y sus

autoridades, las primeras en conculcarla moral y el derecho internacionalamparando el montaje de subversionesdel orden en país extraño. En esteaspecto su proceder se asemeja bastanteal de su fiel aliada Inglaterra, dondecuajaron actividades conocidasprecursoras del Alzamiento.

El 28 de agosto se lanzó en Lisboala idea de crear una Unidad Armada (envez del envío irregular de voluntarios) yel 15 de septiembre el Gobierno dePortugal aprobaba la creación de laLegión Portuguesa que se denominaría«Viriato» cuando aquel Gobierno aúnmantenía relaciones diplomáticas con el

español y se hallaba adherido alacuerdo de No Intervención. Lasrelaciones diplomáticas con el Gobiernode España no las rompió Portugal hastafinales de octubre.

Los barcos españoles que navegabandesde África al norte de la Península seabastecían en Lisboa. Los bancosportugueses participaron en lafinanciación de la guerra. Para éstatrabajaron las fábricas de municionesportuguesas. Sus aeropuertos fueronutilizados por los aviones extranjeros ynacionales que nos atacaban en el sur.Las comunicaciones entre los Teatros deOperaciones del norte y sur se

mantuvieron a través de Portugal. Taleshechos, y muchos más, se hicieronpúblicos a su tiempo (News Chronicle,de Londres, 25 de agosto de 1936), endiversas obras sobre la guerra, y se hanconfirmado después por la prensahispano–portuguesa, con ocasión de laconcesión de recompensas apersonalidades militares lusitanas quecooperaron en la lucha.

Juzgo innecesario insistir sobrehechos y sucesos harto conocidos, quesituaron a Portugal en el primer plano delos adversarios de la Repúblicaespañola.

La URSS. No quiere el autor pecar

de parcial incurriendo en el mismo errorque se comete en algunos librosmostrando solamente la ayuda(deformada o no) que recibió uno de losbandos. Por el contrario, trataré de dar aeste apartado de la ayuda recibida de laURSS por el Gobierno español laextensión que merece.

Pero comenzaré sentando tresverdades: la primera, que el Gobiernorepublicano no tuvo relacionesdiplomáticas con la URSS hasta 1936; lasegunda, que aquella ayuda no cristalizóhasta la segunda mitad del mes deoctubre, mucho después que la de lostres países ya citados; y la tercera, que

fue menos voluminosa y variada que larecibida por nuestros adversarios de susamigos y mucho más irregular, tantoporque, como en el caso de Alemania, laURSS tenía que abastecerse a sí misma,como porque las adquisiciones delGobierno español no se hacían a créditoy, naturalmente, sólo compraba cuandopodía pagar.

La táctica real de asfixia de laRepública que seguía solapadamente elComité de No Intervención cerrandomercados y fronteras a losabastecimientos que pudieran darnos lasuperioridad contribuyóconsiderablemente a que el Gobierno se

orientase hacia los mercados de paísesque escapaban al control de dichoComité: México y la URSS, y algún otropequeño país que —como negocio o no— auxiliaba en empresas decontrabando. México vendió lo pocoque podía vender: 20 000 fusiles; elvolumen mayor de recursos se adquirióen Rusia y solamente algunos saldos dearmas de fábricas suizas, checoslovacasy suecas, o de parques europeos dondearmas viejas —a veces descalibradas,según pude comprobar personalmente—se enmohecían, fue lo suministrado porEuropa (después de los primerossuministros de Francia) a la España

republicana.Es posible que la conexión España–

URSS existiese antes de estallar elconflicto, a través de organismospolíticos de ideología similar, de igualmodo que existía entre los hombres dellevantamiento y los países nazifascistaso de régimen político conservador otradicionalista; pero es notorio que nohabía acuerdos de cooperación de tipomilitar o revolucionario, porque, dehaberlos habido, la ayuda habría surgidoeficazmente desde el mismo mes dejulio, como ocurrió en el campo de losadversarios del gobierno.

Por ello si la República se desvió

más de lo que pudiera desearse hacia laizquierda (sin elogiar ni condenar lasrazones políticas que para hacerlopudiera tener el Gobierno), se debió engran parte a la conducta poco gallarda ysobradamente inmoral de lasdemocracias occidentales.

Es probable que la política seguidaen el Comité de No Intervención norespondiera fielmente al pensamiento delos «gobernantes», ni, por descontado,de los pueblos que regían, sino más biende los «intereses» que manejan a losgobiernos. Al decir esto no trato dedescubrir el Mediterráneo: Moltke,sesenta y cinco años antes, pudo decir

algo similar al referirse al conflictofranco–alemán de 1870.

La ayuda soviética tuvo su gestacióndiplomática durante el Gobierno deLargo Caballero, constituido el 3 deseptiembre de 1936, cuando ya estabacomprobada la que se prestaba anuestros adversarios, y elincumplimiento del tratado de 1935 porparte de Francia. Las condiciones en queesa ayuda quedase acordada lasdesconozco totalmente a causa de mivoluntario y absoluto apartamiento delas cuestiones de índole política yeconómica, a pesar de las altasfunciones que en el plano militar hube

de desempeñar desde mayo de 1937 yde mi actuación como jefe de EM en ladefensa de Madrid.

Por ello los hechos e informacionesde que me voy a valer tienen el mismoorigen que las dadas sobre el otrocampo, o sea las que ya se han hechopúblicas con visos de verosimilitud;pero ahora he podido añadir miexperiencia y mis observacionespersonales, más prolijas que en aquelcaso, y tenidas por mí comorigurosamente ciertas, como totalmentedesapasionadas políticamente en lainterpretación que de algunas hago.

Según referencias de Golodny,

parece ser que los primeros contactoscon el embajador ruso Rosemberg seestablecieron con ocasión de la batallade Talavera (primeros días deseptiembre), participando el doctorNegrín como intérprete y un tal mayorRamler, presentado como profesor de laAcademia de Guerra de Moscú.

Los técnicos soviéticos, en calidadde Misión, llegaron el mes de octubre,antes que el primer envío de armas.Hasta entonces había actuado unagregado militar y, posiblemente, fuereforzado el personal de la embajada.

Existían también, desde antes delAlzamiento, dispersa por España y con

carácter turístico, comercial, cultural,etc., una red de personas seguramentevinculadas a actividades de propaganda,como las había de los países totalitariosnazifascistas.

Esas redes habían venido actuandosobre la sociedad española, en la cual,del mismo modo que se habíanincrustado en ella, en calidad derefugiados, gentes disidentes de derecha,más o menos perseguidas por algunosgobiernos democráticos de Europa oAmérica, lo habían hecho otras deizquierda, también refugiados, quehabían huido de la persecución de losregímenes de fuerza que actuaban en sus

países. En todo caso, el hecho nada tienede extraño, porque ha sucedido siemprey en todos los pueblos.

Tampoco es extraño que algunas deesas gentes fueran utilizadas oficial,oficiosa o privadamente como agentesde información, propaganda, espionaje ocontraespionaje, porque también esosucedió en todo tiempo en todos lospueblos, y sucede ahora en la época dela Interpol.

Aquella primera misión soviéticacomprendía personal de diversasprofesiones y técnicos y especialistas dediversa índole; pero de ningún modollegaron jefes ni cuadros para regir

unidades armadas, si bien algunospartidos y sindicatos, entre ellos elcomunista, emplearon en su auxiliocomo asesores privados en los primerostiempos, cuando las unidades estabanorganizadas con raíces eminentementepolíticas, algunos elementos procedentesde diversos países.

Conocidos son los nombres deDeutsch (socialista austríaco), Nenni yDa Rosa (socialistas italianos), Malraux(francés), el llamado «MiguelMartínez», comunista, que, con elllamado Comandante Carlos, hicieronuna labor notable en la organización deunidades del V Regimiento, hasta su

disolución en el curso de la batalla deMadrid. Marty y otros organizadores delas Brigadas Internacionales enAlbacete, bajo el control de la Comisiónespañola que presidía el Sr. MartínezBarrio (presidente de las Cortes) y eltitulado general Kléber, dado a conocercomo canadiense cuando pululaba por elministerio a fines de septiembre.

Este militar, que comenzó a actuarcomo tal al mando de la XI BrigadaInternacional en noviembre, y Pablo,propagandista con quien topé enSomosierra a fines de julio, fueron losinternacionales cuyas actividades pudeapreciar antes de la batalla de Madrid.

En cuanto a la misión militarsoviética, actuaba como tal junto alMando Superior; mis relaciones conalgunos de sus miembros comenzaroncuando asumí las funciones de jefe deEM de la Defensa de Madrid, siempre através del agregado militar Gorev, o delcomandante de la Defensa, y puedoafirmar rotundamente, reiterando lo yadicho en otro lugar, que sonabsolutamente falsas y calumniosas lasespecies vertidas irresponsablemente deque las funciones de Mando y EstadoMayor de la batalla (su dirección)estuvieran a cargo de ese personal, ni deningún otro extranjero, pues éstos en

ningún caso ni situación formaron partedel Comando. La total responsabilidadde las órdenes, al darse y al cumplirse,recayó sobre los mandos nacionales.

El coronel Gorev, que seríaascendido a general en su país o porjefes legítimos antes de ausentarse deMadrid, merece mención especial yquiero hacerla, por la estrecha relaciónque tuvo conmigo gran parte del tiempodel suceso que se relata en este libro.

Se trataba de un jefeextraordinariamente inteligente,correctísimo, discreto, y activo, sinceroy leal. Fue un valiosísimo auxiliar en lashoras difíciles de la batalla de Madrid,

cuando empezaban a llegar con algunaintensidad los medios de guerrasoviéticos, así como durante las batallasdel Jarama y Guadalajara, en las queactuaron las unidades de tanques yAviación de manera sobresaliente.

Por ser ése el tiempo en que laMisión desarrollaba sus primerasactividades, podían ser frecuentes, y lofueron, los motivos de fricción, pues enverdad su presencia era resistida porbastantes cuadros nacionales. Fue lahabilidad diplomática y la correctaconducta castrense de ese militar ruso loque evitó cualquier clase de excesos,aconsejando a los miembros de la

Misión, incluso a su jefe, una línea deconducta que cuadrase con el respetoque se debía a los cuadros y al puebloespañol. Personalmente, lo comprobé enel incidente relativo al general Kléber alque me refiero en otro lugar.

Creo que llegué a apreciarcabalmente las altas dotes de Gorev, elhondo sentimiento de fraternidad ycomprensión que ponía en su trabajo y elclaro criterio militar con que enfocabatodas las cuestiones y, pese a nuestraamistad, que llegó a ser muy cordial, niuna sola vez abusó de la confianza conque llegué a tratarle. A pesar de misruegos de que prescindiese de

formulismos, jamás se permitió venir ami despacho sin pedir autorizaciónprevia para hacerlo.

Aunque discrepásemos en lainterpretación de algunas cuestiones osituaciones, en ningún caso trató dehacer prevalecer su criterio, ni muchomenos de lograrlo indirectamente, cosaque cualquier otro hubiera podido hacerpor el fácil camino de la intriga política(en razón del ascendiente que pudieratener en el Partido Comunista español) ocerca del jefe de la Defensa, a quien enrealidad asistía en sus funciones.

Cuando tuve que enfrentarme conalgunos miembros de la Misión, tuviera

o no dicho jefe una comprensión clarade mis puntos de vista, éstos eran losque hacía prevalecer.

Se trataba de un militar de puracepa, devoto de su profesión; proveníade la vieja guardia del zar, según meinformaron, pero estaba totalmenteidentificado con la obra de laRevolución rusa por el inmenso amorque sentía hacia su pueblo; también lodemostraba por el español, y gracias aeso se pudo ganar nuestro afecto. Supermanente preocupación era evitarbajas y llegar al triunfo con el mínimode ellas; lo cual no quiere decir quefuese un jefe sentimental ni timorato;

más bien pecaba de audaz y valiente.Con frecuencia, solo o con algún oficialdel EM, que discretamente solicitabapara evitar recelos de interferencias,visitaba el frente, y sus informes, quedaba invariablemente al regresar, eransiempre categóricos y veraces, cosa quecontrastaba con la conducta de lospersonajillos políticos que iban y veníana la zona de combate.

No sé qué habrá sido del coronelGorev en la guerra librada por su país,pero desde estas páginas me honrorindiéndole un testimonio de gratitud,que bien merece por la abnegada y lealcolaboración que prestó a nuestro

pueblo. Quiero, por último, añadir queGorev jamás desempeñó el cargo de jefede la Misión: fueron otros jefes, y todosellos actuaron al lado del jefe supremo(ministro) y en relación con el EMC sinque absorbieran sus funciones; de ellodoy fe como jefe que fui de eseorganismo desde mayo de 1937.

En el tiempo de guerra a que serefiere este libro, la Misión estabaasentada en Valencia, donde tenía susede el Gobierno presidido por LargoCaballero. Era éste hombreextraordinariamente celoso de que nadiele usurpara sus atribuciones. Si de algopecaba era de minucioso y absorbente, y

él era quien asumía resueltamente laresponsabilidad de las operaciones deguerra que se llevaban a cabo, ayudadopor jefes militares españoles,manteniéndose al lado de éstos encuantas ocasiones entendió que laactividad que se emprendía podía teneralguna trascendencia.

Así sucedió en la ofensiva que seiba a efectuar por La Marañosa y quedófrustrada por haber tomado la iniciativanuestro adversario con su maniobra delJarama, según indicamos oportunamente;y lo hizo así porque en aquel tiempo,cuando había culminado la organizaciónde varias brigadas nacionales nuevas, y

estaban actuando dos internacionales yen vías de poder hacerlo otras dos, elasesoramiento de la Misión soviética aljefe supremo en orden a la adquisición yempleo de medios y armas era muyintenso, y peligrosas las interferenciasque se pudieran crear en el Alto Mando.

Doy estas referencias, que puedenparecer pueriles, porque en razón dehaber sido el Gobierno de LargoCaballero el que gestionó la ayudasoviética ha sido uno de los hombresmás fustigados por la propagandaadversaria. Yo no era amigo suyo nitenía la menor conexión con él comojefe supremo que era y mucho menos en

el orden político. Apenas cruzamos lapalabra dos o tres veces y por pocosminutos, pero le veía actuar y conocíasus reacciones; por añadidura, me ganésu enemistad cuando en plena batalla deGuadalajara me resistí a aceptar uncargo superior para el que quisodesignarme.

Sin embargo, por haber sido el jefesupremo que asumía la máximaresponsabilidad de la guerra durante eldesarrollo de la batalla que se relata eneste libro, considero obligado hablar deél, ahora que trato de la intervenciónextranjera, para decir con firmeza quefue un hombre austero y honorable, y su

conducta apareció en todo momentoespañolísima y humanitaria; pudo tenerdesvíos o errores, como cualquier otropolítico, pero luchó con entereza ytenacidad (dotes que en él superaban ala inteligencia) contra intrigas ymalquerencias inseparables de lapolítica, pero sin dejarse dominar, nodudando en modificar la composición desu Gobierno cuando lo juzgó necesario ysegún entendió que convenía a la mejordirección de la guerra.

La entereza y la dignidad con quedespués de ésta afrontó los horrores delexilio y, entre ellos, la permanencia enuno de los infiernos que fueron los

campos de exterminio alemanes(Dachau) y, en fin, la muerte que le llegósin otro apoyo que la caridad de algunosamigos que no le abandonaron, bienmerecen que se le tribute este merecidohomenaje, tanto por ser el jefe supremodurante el período de guerra que aquí seha relatado como por haber tenido conanterioridad el valor de asumir aquellajefatura en el período caótico delconflicto, y no para dirigirlo como el«Lenin español» según le titulaban losadversarios y algunos de suscorreligionarios, sino para corregirlocon verdadero espíritu español ycristiano, aunque ignoro si era o no

creyente. Y no hago gratuitamenteaquella afirmación, sino quepersonalmente pude apreciar los hechosque lo realzaban. La propaganda puededecir lo que se le antoje, pero es dejusticia afirmar que Largo Caballero sesacrificó abnegadamente por su puebloy, estuviera o no políticamenteequivocado, por haber sabido vivir ymorir por un alto ideal español,evitando la hipoteca de su patria,merece este tributo de respeto.

En cuanto a los medios materialesque llegaron de la URSS, seríaarbitrario dar cifras no disponiendo delarchivo. Sí puedo afirmar que recibimos

aviones de cuatro tipos: Natachas,Katiuskas, Chatos y Moscas, todos deeficaz actuación cuando entraron enacción por sorpresa contra la aviaciónitalogermana, pero prontamentecontrarrestados por la inferioridad desus cualidades de vuelo y de potenciacon respecto a los tipos alemanes[49], noasí de los italianos[50]. Artillería(calibre principal fue el 11,43),artillería antitanque y antiaérea desobresaliente eficacia y calidad en susmateriales automáticos, ametralladoras ymorteros, carros de combate ligeros ysemipesados (en aquel tiempo), materialde transporte y de transmisiones y, en

general, los diversos materialescomplementarios necesarios para laguerra.

Pero, muy lejos de lo que lapropaganda ha difundido, en ningúnmomento dispuso el ejército republicanodel equipo y armamento necesarios parapoder tener cubiertas las modestasplantillas de su organización, porque lospedidos de material y armas sólo podíanhacerse a base de las posibilidadeseconómicas y los que se hacían jamás selogró que fueran entregados porcompleto, porque el Estado soviéticoalegaba que sus propias necesidades loimpedían. Además, la llegada a España

de las expediciones de armas constituyósiempre una verdadera carrera deobstáculos (navegación, transportes através de Francia y paso de fronteras ypuertos) que creaban los intermediarios,incluso los que se titulaban amigos[51].

Nuestra industria de guerra, noobstante la intensidad con que trabajaba,ni siquiera dejaba cubierto el desgasteque imponía la lucha. Por ello sólo seoperaba en los períodos de llegada dematerial, o cuando lo exigía el enemigo;y en los casos en que la situación nosobligó a actuar ofensivamente, siemprehubo de hacerse con objetivo limitado ycon recursos medidos con cuentagotas.

Frecuentemente, hubo unidadesorganizadas sin poderse equipar(concretamente al comenzar la maniobradel Jarama); nuestra dotación artillerafue siempre pobre, y escasa la reservade municiones (recuérdese lo que sedijo al tratar la ofensiva de Orgaz porLas Rozas). Si en verdad la ayuda querecibió el Gobierno procedente de laURSS fue la más copiosa, jamás llegó acubrir las necesidades mínimas denuestra organización y mucho menosasegurar el desequilibrio de poder entierra y en el aire a nuestro favor.

En cuanto a los transportes dematerial y abastecimientos, tanto en

barcos soviéticos o españoles como enlos contratados de otras nacionalidades,fatalmente no sólo estábamos bajo elpermanente control de Almirantazgoinglés en los mares, sino del Comité deNo Intervención y las flotas germana eitaliana apoyadas en Mallorca, por loque fueron muchos los navíos hundidoso apresados. Hasta las nacionesaparentemente más neutrales, comoEstados Unidos, participaban en esedrama, y no a nuestro favor.

La propaganda de ambos bandosexplotó desorbitadamente el tema de laayuda extranjera y, en este caso, de laURSS, siendo uno de los fundamentos de

la «Leyenda Roja». Era natural, porquecorrespondía a su función; pero la denuestros adversarios fue mucho másvoluminosa y extensa, ya que la mayorparte de las grandes agencias deinformación simpatizaban con nuestrosadversarios, no sólo en razón de losintereses a que servían, sino porque lostentáculos de esos intereses cubrían consus capitales todo el mundo, disponíande mayores recursos y no se deteníanante las más grandes truculencias yfalsedades, como la de que al frente delMando Militar de Madrid había unmilitar soviético que actuaba comodictador.

Es mucha la gente que ha creído, yaún cree, que la URSS hizo desembocaren España un verdadero río de armas yhombres, cuando la escueta realidad eraque simplemente nos enviaba lo quelimitadamente se les podía comprar —no prestar—; y, en cuanto a loscombatientes, nadie pudo ver, porque nolas hubo, divisiones, brigadas, nisiquiera batallones soviéticos, y latotalidad de los internacionalesencuadrados en las brigadas de esenombre, en ningún momento rebasó lacifra de 25 000 combatientes. Así hapodido ser totalmente deformada laverdad.

No había envío soviético que pasaradesapercibido. Decían el 24 de octubre:«El Gobierno británico puede ofrecerhoy la evidencia de que el vaporBoelshevik atracó en Cartagena con 18aviones, 15 tanques, 300 cajas demuniciones y bombas. El barco españolCampeche desembarcó en Cartagenaametralladoras, rifles y morteros deorigen español. El vapor ruso Kusherdesembarcó en Alicante…».

Esto se informaba desde Estambul yTánger por los SI que operaban a favorde nuestros adversarios y sus noticias,ciertas o no, se difundían por la prensaque era leída en todo el mundo, mientras

la misma prensa silenciaba losdesembarcos de armas en los puertosdel adversario, especialmente en suscuatro bases de Palma, Cádiz, Vigo ySevilla, como sucedía con los envíos, node voluntarios, sino de tropasorganizadas. Así se pudo dar,precisamente durante el período deoperaciones que se ha tratado en estelibro, una información unilateral,amplificada, a veces arbitraria y enalgunas ocasiones falsa, de la realidadde la ayuda soviética.

Añadamos, por último, que fue otroslogan persistentemente explotado por lapropaganda —y arraigado en muchos

papanatas internacionales de alto relieveque aún lo repiten hoy— que en lacorriente de voluntarios internacionalesque venían a combatir al lado de laRepública se alistaba solamente la «hezsocial», la «escoria social», etc. Ciertoes que podía haber esos aventureros quesalen a flote en empresas de esta índole,libradas en todos los pueblos, incluso enlas más nobles, como fueron las deAmérica, en las cuales se unían a losmejores hombres de España los quehuían de la Justicia del Rey y de la delSanto Oficio; pero en su inmensamayoría pude comprobar personalmente,en el caso de nuestra guerra, que lejos

de pertenecer a la «escoria social» eranidealistas que se batían abnegadamentepor su ideal, equivocado o no, y que eravariada su ideología, aunquepredominaba la comunista. De ello hansido el mejor testimonio losinmumerables hombres de letras,políticos, profesionales de diversaíndole, gentes de alto relieve intelectualy social que han desempeñado y aúndesempeñan en los países cuyosgobiernos eran entonces nuestrosadversarios, francos o encubiertos, lasmás altas funciones políticas, sociales,profesionales y universitarias; y que hoybrillan en Italia, Yugoslavia, Polonia,

Francia, Inglaterra, Estados Unidos, etc.Cooperación de las Brigadas

Internacionales. En este período de labatalla de Madrid aparecieron en elescenario de la guerra de España lasBrigadas Internacionales. La URSS, sinduda, auspició su organización, pero deningún modo las dotó con cuadros demando de su ejército regular, ni se lesdio otro armamento que el adquirido porel Gobierno español.

Su organización era similar a la delas brigadas mixtas españolas, con lasque diferían en: la mayor dotación dearmamentos, materiales y transportes,así como de artillería de campaña

(eventualmente); los mejores cuadros(algunos, ex combatientes de la PrimeraGuerra Mundial); la mejor capacitaciónde muchos de sus soldados y suvocación política, que en gran medidaservía de base a su elevada moral comocombatientes.

Los hombres —soldados y cuadros— recibían normalmente su mesada, lomismo que se hace en cualquier país delmundo con las tropas de esa naturaleza.Se aprovisionaban, como las demásunidades, en los Servicios del EjércitoNacional, si bien en ellas actuabanalgunos equipos técnicos (sanitarios,transportes, también voluntarios) y

disponían de envíos especiales que seles hacían desde el exterior.

Ciertamente tenían, por razón deorigen (dificultades derivadas de susdiferentes idiomas), normas deinstrucción y encuadramiento y centrosde reclutamiento especiales. Seintegraron con personal de todas lasprocedencias, existiendo alemanes,checos, polacos, yugoslavos, italianos,ingleses, franceses, belgas,norteamericanos y, en menor cuantía, deotras nacionalidades. Se agruparon enbatallones, normalmente de la mismanacionalidad, y entre sus cuadros demando solamente tuvieron asignado el

grado de general: Walter, polaco;Luckas, húngaro, muerto en acción deguerra; Gal, y Kléber.

Es evidente que las BI contribuyerona la defensa de Madrid; pero también escierto que no jugaron el papel decisivo,ni en la detención del ataque inicial, nien la resolución de la batalla.Concretamente fueron una pieza más ennuestro Sistema de Fuerzas. Cuandoencuadrados en éste jugaron un papelsobresaliente no fue distinto, ni enmuchos casos superior, al quedesempeñaron en otros lugares delfrente de Madrid y con diferentesmisiones otras notables unidades de

nuestro ejército.Al decir esto no trato de restar

mérito a su actuación, que fue deexcelente calidad técnica, abnegada,disciplinada y valiente. Sus propiosadversarios las han elogiado diciendode ellas lo siguiente: «A pesar de suorigen político, las BrigadasInternacionales eran, al principio,unidades esencialmente militares: laforma de efectuar los distintos serviciosde guerra, el comportamiento de suscomponentes, tanto oficiales como tropa,la disciplina y, en general, el ambienteque en ellas se respiraba, era elcorriente de cualquier unidad en

campaña»[52].Por mi parte, y por ser de justicia,

quiero añadir que por su abnegadocomportamiento como combatientesmerecen respeto y gratitud: si alguna vezpudieron actuar de modo sobresalienteen situaciones críticas fue porque suscuadros tenían mayor preparacióntécnica, porque estaban mejor equipadasy porque, como tropas de choque queeran (también las había nacionales), porrazones de economía de hombres ymejor explotación de los medios deacción, el mando las utilizó másintensamente.

Envenenando la cuestión se ha

difundido como artículo de fe que esasunidades de voluntarios internacionaleseran exclusivamente comunistas, parajustificar que nuestros adversariosluchaban contra el comunismo. No niegoque fuera éste uno de sus credospolíticos, o el principal, pero sí afirmoque entre aquellos combatientes loshabía de todas las ideologíasdemocráticas, desde republicanosmoderados hasta comunistas, pasandopor los diversos tipos de socialismo. Sudenominador común era el antifascismo,por ser gentes en su mayor parteperseguidas por el fascismo de su paísrespectivo.

Sirven de testimonio a estaafirmación los numerosos combatientes—incluidos latinoamericanos,estadounidenses, canadienses, ingleses,franceses, alemanes, italianos, polacos,etc.— que antes de alistarse dentro ofuera de España (los hubo inclusoreligiosos) y después de la guerra yahabían sido o serían personajes derelieve político, social e intelectual.Muchos de ellos son conocidos. Algunoshan tenido la sinceridad y el valor deproclamarlo con énfasis. Yo no tengopor qué prodigar aquí sus nombres.Solamente citaré a Pacciardi, ilustrehombre público italiano, varias veces

ministro de su país; Pietro Nenni, de lamisma nacionalidad y uno de lospolíticos actuales de mayor relievenacional e internacional; el jefe delEstado yugoslavo, el republicanofrancés Malraux, también ministro; elgeneral Walter, quien siéndolo tambiénen su país murió en ejercicio de susfunciones… Tal vez, más bienseguramente, preponderó entre aquelloscombatientes la tendencia comunista,pero de ningún modo se embarcaronesas unidades militares en la empresa deimplantar en España el comunismo; encambio no ofrece duda que todosluchaban contra el fascismo y el nazismo

y por la libertad, y que en España lohacían generosamente, auxiliando alpueblo español.

Tampoco está en mi propósitodiscutir en este capítulo las fechasiniciales de participación en ambosbandos de combatientes extranjeros paraestablecer de quién partió tal iniciativa,una de las causas de envenenamiento dela cuestión española. Podrán hacerlo losdoctos que escriban la historia teniendoa la vista (y usándola imparcialmente) ladocumentación de ambas partes.Entiendo que en esa cuestión el factortiempo no importa poco ni mucho; elhecho de haber importado mercenarios

extranjeros y unidades armadas de otrospaíses, sí.

Los políticos directores de nuestraguerra tienen la responsabilidad deaclararlo y justificarlo, precisando nosólo quiénes suministraban los medios,sino quienes los pagaban. En el lado delGobierno puede afirmarse que lospagaba el Estado, con los fondos de quedisponía para defenderse, como tambiénque tuvo la iniciativa de renunciartotalmente a la colaboración de losinternacionales, cuando se hallaba enuna fase crítica de la contienda (labatalla del Ebro).

Ciñéndome ahora a la función que en

el período de operaciones que se harelatado en este libro cumplieron esasfuerzas, puedo afirmar de maneraexpresa lo siguiente:

1. Al iniciarse la batalla no había ennuestro frente de Madrid una solaBrigada Internacional, ni siquierabatallones sueltos[53].

2. La primera de esas unidades que sepuso a disposición del Comando dela Defensa entró en línea el 10 yprecisamente en la inmediación delsector donde se empeñó, noobstante su enérgica actuación, eldía 13 alcanzaría el Manzanares la

Columna 1 adversaria (zona delHipódromo) y dos días después serompería el frente para penetrar enla Ciudad Universitaria.

3. Durante la batalla, en el frente deMadrid propiamente dicho, losmayores efectivos empeñadosnormalmente fueron los de unabrigada; excepcionalmente dos, ysolamente se emplearon otras doscon ocasión del Jarama yGuadalajara. En Madrid solíanturnarse la XI y XII colocadas ensectores del ala derecha, desde laCiudad Universitaria hastaBoadilla, donde les correspondía, y

encuadradas con otras brigadasespañolas. Sólo eventualmente seemplearon algunos batallonessueltos en otros lugares.

4. En ningún caso ni situaciónoperaron con autonomía,desvinculadas de los jefesespañoles, quienes dirigíanjerárquicamente las operaciones.En el orden orgánico tampocollegaron a formar por sí solas unaGran Unidad, tipo División oCuerpo de Ejército, aunque enalgunos casos y para ciertasoperaciones quedaran agrupadasdos de ellas bajo un solo Comando.

5. Sus jefes, como los de cualquierotra unidad, cuando por su irregularconducta lo merecieron, fueronsancionados. Así le sucedió algeneral Kléber, comandante de laXI BI en el frente de la CiudadUniversitaria, por dar a suactuación un significado máspolítico que militar.

Ofrece particular interés precisareste incidente diciendo que, no obstanteel leal entendimiento con que quedóencauzada la obra común, yprecisamente por el equilibrio con quese desenvolvía, resultaba intolerable

que alguien pretendiese explotar losproblemas o las actividades de loscombatientes para crearse pedestales, yparticularmente si quien se proponíahacerlo era un jefe de las BI. Éste fue elcaso del general Kléber quien, pese a sudisciplinada y correcta conducta militar,cuando desviaba sus miras al campopolítico perdía los estribos, al extremode descuidar, en ocasiones, susfunciones militares.

Tal proceder motivó mi protestacomo jefe de EM de la Defensa yredacté un documento (véase doc. 4),que presenté al general Miaja pidiendosu destitución.

El hecho tuvo repercusiones deorden político, y quienes podían hacerlotrataron de que se retirase mi peticiónbajo la formal promesa de rectificaciónde la conducta del general; pero lasrazones en que se fundamentaba mipetición debieron apreciarse justas hastapor sus propios partidarios. Kléber fuedestituido y alejado del Mando Militar yde la propaganda política, hasta elverano de 1937, en que con ocasión dela muerte en el TO del Este delcomandante de la XII BI se le volvió adar mando de fuerzas, para serdestituido nuevamente poco después.

He querido traer a estas páginas tan

vulgares incidentes militares comotestimonio de que, pese a lasinnumerables simplezas y mentiras quese han difundido, el Mando Militarespañol no actuaba sometido avoluntades políticas extranjeras, aunqueestuviese intervenido por las nacionales,como sucede en todas las guerrasciviles.

Cualquier lector ha podido saber através de otros relatos hechos apropósito de la participación deaquellas fuerzas (lo mismo escritores deun bando que de otro) el afán dedeformar la verdad, unas vecesadelantando la fecha de intervención de

las BI o atribuyéndoles el mérito de losbuenos resultados de la defensa, y otras,acentuando la amplitud o volumen quetuvo su cooperación. En este sentido,algún autor del bando adversario hadado la cifra de 100 000internacionales, lo que es absolutamentefalso: basta recordar que la plantilla delas brigadas no llegaba a 5000 hombres,que sólo excepcionalmente estuvieron alcompleto y que en alguna de ellas,especialmente en la XIV y en la XV, eltanto por ciento de personal español eramuy elevado.

Para terminar, dejando diafanamenteaclarada la participación de las fuerzas

internacionales en el bando delGobierno, añadiré que la totalidad denuestro frente de combate en Madrid erade 30 a 35 km, que el sector ofensivo ode maniobra en que se empeñaron esasunidades no fue superior a 3 km y que ensu función de guerra alternaban con lasdemás brigadas que integraban elejército de la defensa.

Con todo lo expuesto no trato, comoya he dicho, de restar importancia a lacooperación que nos prestaron. Supeapreciarla en todo su valor y aquí mecorresponde elogiarla por ser justo. Esindispensable hablar en estas delicadascuestiones con el lenguaje de la verdad,

sin sectarismos de ninguna especie; y eneste caso concreto con mayor razón porhaber sido este tema objeto dedisparatadas calumnias, exageraciones ydeformaciones odiosas, políticamenteintencionadas y que nada tienen que vercon la información estrictamente militar.Esta es la única que me ha interesadohacer según mis datos veraces.

Otras cooperaciones. Hubo otrascooperaciones en la Guerra de España.Más calladas o menos espectaculares oescandalosas que las de los armamentosy los hombres, pero tan indispensables yeficaces como éstas: las de las finanzasy los abastecimientos. Llegaron a ambos

bandos por la vía de las suscripcionespúblicas o privadas, y además, al denuestros adversarios, por quienes veíanen la supervivencia de la Repúblicaespañola un grave riesgo por haber sidotildada de peligrosamente izquierdistadesde que triunfara en las elecciones de1936 el Frente Popular (cosa que habíasucedido ya en otros países, sin que seprodujese tal resultado) y a pesar de quelos gobiernos que se sucedieron despuésde las elecciones se integraron conpersonalidades ajenas a las doctrinasextremistas y marxistas.

Esa ayuda en un sentido, y oposiciónen otro, se acentuó desde que en

septiembre asumiera el poder LargoCaballero, socialista y antiguocolaborador, en el campo social, de ladictadura de Primo de Rivera, pero quehabía sido presentado al mundo por lapropaganda como el «Lenin español».Tal prédica no podía ser más arbitrariay mendaz. Los propios hechos locomprobaron en el tiempo quecorresponde al período bélico quehemos relatado cuando llevó alGobierno a la CNT opositora delcomunismo. Igualmente lo probaron a laterminación de ese período, cuando tuvoque dejar el poder por obra de laoposición comunista.

Las finanzas y los abastecimientosfueron en todas las guerras factores tandecisivos como las armas y loshombres; y si es cierto que sin éstos nohay conflicto militar propiamente dicho,no es menos cierto que tampoco lo hay—o tiene brevísima duración— cuandofaltan aquellos dos elementos.

En nuestro siglo, aquello que dijeraNapoleón de que para hacer la guerrahacen falta tres cosas: «dinero, dinero ydinero», ya se había convertido encuento, porque en un mundo estructuradosobre el soporte de la usurainternacional y el «negocio», el dinerose reemplaza con el «crédito», pero éste

no maniobra según las ideologías demás sana moral, ni de las causas máshumanitarias o justas que se debatan enel conflicto, sino según las cartasmarcadas de la baraja de interesesindicadores de la ruta que deba seguir eltriunfo. A la hora de producirse éste,sólo puede pagar quien ha obtenido lavictoria. Y merece anotarse que lascartas no las marcan los militares quenoblemente van a la contienda a jugarsela vida por un ideal bien o malcomprendido, sino las finanzas y lasdiplomacias que, vinculadas a los«intereses» en litigio, encubiertos en elconflicto político, conocen, por

adelantado, los entretelones delverdadero problema que se dirime, ydeciden, también por adelantado, quiénha de ganar, a fin de poner en sus manosaquellas cartas marcadas que debenproporcionar la victoria final.

Tal problema estaba planteado en laGuerra de España, como en cualesquierade las otras guerras habidas, tal vez másacentuadamente que en muchas de ellas,por el agrio significado que tuvo lanuestra en los órdenes ideológico ysocial, desde su gestación. Nosotros lopercibíamos en el período bélico quehemos examinado en forma elemental,pero indudable, a través de las

conductas que con nuestro Gobiernodesplegaban los gobiernos llamadosdemocráticos, la Asamblea de laSociedad de Naciones y el Comité deNo Intervención, y, más concretamente,a través de los medios y recursos conque el adversario nos combatía, pues semultiplicaban cuando por ley naturaldebían ir decreciendo, mientras anosotros se nos estrangulabagradualmente desde el exterior, en loscampos político, económico, religioso ymilitar, cuando el curso de la lucha nosera favorable.

No está en mi propósito descubrirnada nuevo ni acusar a nadie; tampoco

sería propio de este libro. Del relato delacontecimiento militar objeto de esteestudio, y de las circunstanciasconcurrentes en su desarrollo, el lectorpuede poner en juego su propio juiciopara aceptar o rechazar las noticias quesobre finanzas y abastecimiento hayanllegado hasta él. Por mi parte me limitoa lo siguiente:

En orden a las finanzas es delconocimiento público, por losnumerosos estudios que se han hechomuy bien documentados, que la guerra,desde antes del Alzamiento, estuvofinanciada por el propio Mussolini y queparte de la banca española y de la banca

internacional con intereses en Españarespaldaron la cotización de la peseta deBurgos y le abrieron créditos. HughThomas dice: «Su peseta (la de Burgos)se cotizaba internacionalmente al dobleque la peseta republicana. Poseían todoslos alimentos que necesitaban, y ademásse encontraban apoyados por todos losantiguos financieros y banquerosespañoles. Seguían teniendo créditopara la adquisición de materialesindispensables, sobre todo gasolina dela Texas Oil Company»[54].

En cuanto a los abastecimientosgenerales, me referiré solamente a unode ellos, esencialísimo en las guerras

modernas: el petróleo. Era éste factoresencial, no sólo para poder operarmilitarmente, sino para no interrumpirlas actividades del Estado y, de modoexpreso, las referentes al trabajo, laproducción industrial y los transportes.

España carecía de fuentes propiasde petróleo en la metrópoli, en sus islasy en sus posesiones y protectorado.Todo el petróleo que consumía seimportaba y las mayores acumulacionesque poseía se hallaban en manos delGobierno. Las existencias en el campoadversario podían permitir unamaniobra de fuerzas y actividadesvoluminosa, pero de escasa duración,

sin posibilidad de asegurar laalimentación del esfuerzo de guerra, y siel problema no se resolvía en el plazode días, todas las actividades, inclusolas de guerra, quedarían paralizadas.Esto es tan elemental y cierto que huelgagastar tinta, papel y tiempo enaclaraciones.

Italia, Alemania y Portugal tampocopodían contar como posiblesabastecedores de nuestro adversario porescapar a su control o dominio lasgrandes fuentes de producción. De aquíque esa cooperación tuvieran quebuscarla los adversarios en otroscampos públicamente más

desvinculados del conflicto, aunquedurante el verano de 1936 quedara ya aldescubierto de dónde provenía ese tipode ayuda, que naturalmente tenía quellegar directamente de las grandesempresas petrolíferas o sus testaferros.Y llegó porque naturalmente era un buen«negocio», por supuesto a «crédito».Así entraban en la escena bélicaespañola, no para adueñarseindirectamente de fuentes de eseproducto, como en la Guerra del Chacotres años antes, sino simplemente paranegociar.

Herbert Feis, que fue el consejero deasuntos económicos internacionales

desde I931 a 1934 en el Departamentode Estado norteamericano, en su libroThe Spanish Story dice: «La mayoría delas exportaciones de petróleo desdeEstados Unidos a España se hacían porla Compañía Texaco. Esta Compañíahabía hecho un contrato parasuministrar petróleo al Gobiernoespañol en 1935. Cuando un añodespués empezó la rebelión contra elGobierno, tenía seis tanques de petróleoen alta mar con destino a España. Rieber(capitán Thorkild Rieber, jefe de lacompañía) ordenó que se enviara esepetróleo al general Franco, a crédito.Siguieron otros envíos, algunos de ellos

con manifiestos que declarabanfalsamente que iban destinados aFrancia —manifiestos por los que lacompañía fue multada con 22 000dólares por el Tesoro americano—.Bajo el mando de Rieber, la compañíacontinuó el abastecimiento arriesgandocasi cerca de seis millones de dólaresdurante el curso de la Guerra Civil.Después de ganar la guerra la deuda fuesaldada y el contrato renovado»[55]. Almismo tiempo, en Gibraltar, lasempresas inglesas abastecedoras depetróleo se negaban a suministrar elnecesario a los barcos del Gobiernoespañol. Era un detalle manifiesto de

que ya estaban en juego las cartasmarcadas a que anteriormente nosreferimos. El total de los envíos hechospor la Texaco fue de 334 000 toneladasen 1936; 420 000 en 1937; 478 000 en1938, y 624 000 en 1939.

El autor de este libro, en ese asuntocomo en otros muchos, donde ha creídohallar basura, ha eludido pisarla. Talesinformaciones las considera ciertas, sino en el rigor de las cifras, sí en cuantoal hecho escueto, y por su parte se limitaa dejar planteada esta pregunta: ¿quiénpagaba el valor de ese río de gasolina, oquién lo pagaría después de la guerra enun país arruinado por 33 meses de

lucha? También admite que se pagó,como igualmente que, para que pudieraser pagado, era indispensable lavictoria; lo que explica por qué sucedíalo que en el relato del período bélicoexaminado en este libro se revela: quecada éxito, minúsculo o grande, de lasarmas leales servía para que los«intereses» que manejaban las clavijasdel Comité de No Intervenciónacentuaran el estrangulamiento de laRepública hasta llegar al colapso. Asíse hizo de la Guerra de España por lausura internacional un inmoral eindecente «negocio»; y, así también, laepopeya heroica, llevada a cabo por los

defensores de Madrid y el Ejército delCentro desde el 6 de noviembre hasta el26 de marzo, entraría en la historiacubierta por el manto del silencio o lacondenación, tendido por los mismos«intereses», sobre los cadáveres detantos españoles que se batieron connobleza, ignorando que eran víctimas deuna monstruosidad.

12. CONCLUSIÓN

Caracteres, deducciones y enseñanzasde la batalla de Madrid

Por haber sido actor del suceso quenarro en este libro no me correspondemostrar los aciertos o errores que labatalla de Madrid pueda ofrecer dellado propio ni, mucho menos, deladversario. Más bien es el lector quienha de estimarlos basándose en loselementos de juicio que del período enque se desarrolló haya podido reunir, a

través de este y de otros libros, y deinformaciones diversas.

He querido que los elementos dejuicio que yo he suministrado fuesenveraces y precisos, y cuando no hepodido lograr esa segunda condición lohice presente, dejando expuesta la causade mi indeterminación.

Lo único que, como expositor, mequeda por hacer es sintetizar lo queentiendo que son caracteres propios deeste suceso histórico, realzar lascuestiones que hayan podido quedarborrosamente dibujadas en el bocetohecho y establecer algunas deduccionesque puedan servir de enseñanza o de

interés a la crítica histórica para lacabal interpretación de dicho suceso.

Comenzaré por decir que no hedudado en asignar a la lucha librada entorno a Madrid el rango de BATALLA,pese a la realidad de que algunosescritores, que se han ocupado de laGuerra de España, no la clasifican comotal, viendo en ella simplemente el finalde una maniobra ofensiva victoriosa,que se cancela voluntariamente alconsolidarse la posesión de una parte dela Ciudad Universitaria por losatacantes.

Personalmente, estimo que el sucesoconstituye una verdadera batalla,

compleja y vasta: porque chocan losSistemas de Fuerzas de doscontendientes que se disputan laposesión de un objetivo de sobresalientevaloración; porque cuantos esfuerzostácticos se realizan sobre Madrid y entorno a Madrid responden a la mismafinalidad y se llevan a cabo por elmismo Comando y con el mismo Sistemade Fuerzas (reforzado o no); porquepara asegurar la victoria se empeñan enaquel choque la masa principal de losrespectivos ejércitos; porque éstos sebaten empleando las armas, medios yrecursos de toda índole que la técnica envigor en el tiempo en que se llevó cabo

aquel encuentro podía poner al serviciodel hombre para batirse; porque en elsuceso se muestran rigurosamenteenlazados en el tiempo y en el espaciolas etapas, períodos, fases y episodiosque caracterizan una batalla, se aplicandiversas formas de maniobra y juegan,con acierto o error, los principios quegobiernan la lucha, y que son lasustancia de la ciencia militar y del artede la guerra.

Como tal batalla es, además,compleja, porque la integran hechostácticos muy diversos, que comienzancon el ataque directo por la Casa deCampo, la Ciudad Universitaria y los

suburbios, se continúan con lasmaniobras desbordantes de Pozuelo yBoadilla, y se amplifican en el Jarama yGuadalajara visando el envolvimiento,las cuales, por su peculiaridad,conducen a las batallas del mismonombre; pero teniendo todo ello porobjetivo permanente la conquista de lacapital de España. Y, en fin, es tambiénbatalla por la magnitud de los medios ypor la duración (cinco meses).

Por todo eso el choque que seproduce en Madrid y en torno Madrid esuna BATALLA, y, como todas las habidasen el curso de la historia, tiene loscaracteres propios de ese suceso táctico,

y otros, más notables, que le sonespecíficos, es decir, no comunes, y quepermiten individualizarla presentándolacomo un hecho singular.

A todo esto vamos a referirnos ahorasumariamente, como conclusión,diciendo:

1.La batalla de Madrid tuvo un

objetivo preciso, categórico, muy biendefinido y el mismo para amboscontendientes: La ciudad. Conservarla,para unos; conquistarla, para otros; sinque en el transcurso de la acciónapareciese la intención de cambiarlo, ni

siquiera cuando el ataque adoptó laforma de acción indirecta. Los hechosrelatados así lo atestiguan.

En relación con tal objetivo,confirma esta batalla que en lavaloración de una tropa comocombatiente tiene extraordinariosignificado la estimación que, en losórdenes sentimental y moral, haga elsoldado del objetivo que ha de defendero conquistar.

Esa circunstancia, de tonopsicológico, pese a su simplicidad, setraduce en una capacidad de acción muydistinta en el hombre y en unapotencialidad, también muy diferente, en

el conjunto de la masa combatiente.En el caso de Madrid, y en el lado

de la defensa, el soldado elemental denuestra guerra, es decir, el «miliciano»,hasta el 6 de noviembre no habíaluchado vinculado a la capital comoobjeto de su lucha; se batía por deber,por mandato político, por idealessociales mejor o peor comprendidos…,y sólo el 6 de noviembre, al atardecer,supo por sí mismo, sin que nadie se lodijese, que luchaba para conservarMadrid; y Madrid era algo muy suyo, lomismo para el miliciano letrado quepara el miliciano analfabeto, para unoque para otro partido político, para esta

que para aquella clase social.Ciertamente, aparecieron consignas,

agitadores, arengas…, pero todo eso nohizo otra cosa que ayudar a que seconvirtiese en torrente de accionesmúltiples de poderosa fecundidad, loque se venía mostrando comoinconsistente polvareda de voluntades.

Por eso, una derrota que al atardecerdel 6 de noviembre podía considerarseinminente, cierta y completa, se vio,primero, conjurada y enseguida setrocaría en el lado de la defensa enposibilidad de victoria, porque en elcuadro operativo había variadoradicalmente el poder de los factores

que definen la potencialidad y lacapacidad de acción en su significadoespiritual; y el desequilibrio quemediada la tarde del 6 de noviembre serevelaba a favor de uno de losbeligerantes, al llegar la tarde del 7, talvez al amanecer de ese día, se habíavolcado del lado opuesto, por virtud delobjetivo.

Esta relación hombre–objetivo quehay en toda batalla, y que en algunas deellas no se acusa su trascendencia, en lade Madrid imprimió a la lucha unextraordinario apasionamiento.

Las ideas y los sentimientos dieronen todos los tiempos a la lucha un

carácter apasionado; en Madrid secumpliría una vez más esa ley, cuandolas ideas y los sentimientos noblesvibraron en la mente y en el corazón delcombatiente, mostrándole el deber en sumás alto significado: allí, en Madrid,tenía el hombre, sin convencionalismosde ninguna especie, su presente, supasado y la luz que alumbraba su futuro;la tierra querida donde había asentadosu hogar, y el sol que lo vivificaba; teníatambién su mujer y sus hijos; sus padres,vivos o muertos; su patrimonio; sus jefesnaturales o legales, y sus camaradas detrabajo…, cuanto había sido y seguiríasiendo el soporte de una vida. Había que

cederlo, huyendo vergonzosamente, si sesentía incapaz de afrontar unasuperioridad que le abrumaba, odefenderlo a costa de cualquiersacrificio: y se decidió a defenderlo.

Así se produjo por la índole delobjetivo y por un proceso muy elementaly rápido, pero muy humano, la apariciónde la nueva moral de guerra quepresidiría la lucha. Esa moral se veríapronto exaltada merced a los primerosfelices resultados de las operaciones deguerra en el lindero de la capital, yenseguida se extendería y arraigaría enlos demás frentes de guerra de la nación,haciendo de la batalla de Madrid la de

más trascendental repercusión en eltranscurso de la guerra.

El mismo trágico despertar que tuvola conciencia nacional el 2 de mayo de1808 se produjo el 7 de noviembre de1936. En el siglo XIX el hombre españolalcanzaría la victoria, no sólo por suinsuperable heroísmo, sino porque losdemás pueblos de Europa cumplirían sudeber combatiendo a quienes aspirabana convertirse en amos del ViejoContinente. En el siglo XX no pudoalcanzarla porque los demás pueblos deEuropa, por su cobardía o su egoísmo,no sólo no lo cumplieron, sino que sehicieron cómplices de quienes pronto,

inmediatamente después de la Guerra deEspaña, dejaron al descubierto susapetitos de dominación en Europa.

2.Como derivación del carácter

anterior, la batalla de Madrid eseminentemente ofensiva por parte de unode los contendientes, y exclusivamentedefensiva para el otro. El primero seservirá, al comienzo, del ataque directopara derribar el frente defensivo ypenetrar en la ciudad mediante unamaniobra de ala. Fracasada ésta,recurrirá al ataque indirecto,maniobrando contra las comunicaciones

mediante acciones de ruptura ydesbordamiento, primero sobre el aladerecha de la defensa, después por elala izquierda, y, al no alcanzar elresultado perseguido, montará unaamplia maniobra de envolvimiento conlos medios y tropas italianasmotomecanizadas, visando, con el de laciudad, el cerco de la totalidad delEjército del Centro. En tal empeño veríatambién fracasado su plan de maniobra.

El segundo, el defensor, se contrae aaplicar las formas clásicas de la accióndefensiva: resistencia a todo trance,contraataque y defensa activa. Pero noreproduce las formas o fórmulas

heredadas de la Primera GuerraMundial, con las dos líneas teóricamenteineludibles de seguridad y deresistencia, o con el sistema deposiciones sucesivas.

Normalmente no empleaba más queuna línea o posición de combate, la queocupaban las fuerzas del primer escalón,aunque su organización fuese profundacon sostenes y reservas dispuestas aalimentar la defensa y contraatacar. Asíse luchó defensivamente en la batalla deMadrid y se triunfó, siendo el rasgo mássobresaliente de esa batalla lasimplicidad.

Pero simultáneamente a este rasgo se

ofrece este otro contradictorio: el de lacomplejidad, motivado por lamultiplicidad de acciones que elComando hubo de afrontar durante lalucha.

Muchas de esas acciones son ajenasa un hecho táctico de esa naturaleza (labatalla), librado por sus caucesregulares o normales, cuando se batendos ejércitos organizados.

Al decir esto me refiero a losproblemas de organización oreorganización de tropas, mandos,encuadramiento, instrucción,mantenimiento, conexiones con lasactividades civiles, etc. Estos

problemas se resuelven normalmente enla retaguardia o por organismos noinvolucrados en el Comandopropiamente dicho; tampoco es normalhacerlo mientras se sostieneintensamente la lucha en el frente decombate.

Pero en Madrid no sucedió así. Sesuperpusieron al suceso táctico de talmodo, que éste vio condicionado sudesarrollo por aquellas actividades, queno se podían eludir ni delegar, y que,según se ha visto en el texto, requeríanla íntima e intensa cooperación de losorganismos civiles con los militares queregían la batalla. De aquí que resultase

más compleja la dirección de lasfuerzas, que se veían sometidas,mientras se batían, a un profundoproceso de reorganización e instrucciónen todos los aspectos que abarcan lasleyes orgánicas y técnicas.

3.Como otros muchos sucesos tácticos

en los que pesa, tanto o más que losfactores tácticos, la calidad espiritual dela masa combatiente, tiene la batalla deMa d r i d manifestaciones de difícilexplicación que le dan significado deejemplaridad desde el punto de vistahumano.

Una de aquellas manifestaciones fue,en efecto, el resultado obtenido en elchoque de tropas milicianas,defectuosamente equipadas y mandadas,con tropas aguerridas y mandadas porjefes expertos.

Nunca quedarán suficientementeanalizadas las razones que expliquen talresultado; la dificultad de hacerlojustifica la confusión creada en torno aese hecho y las deformaciones que hasufrido para empequeñecerlo. Por miparte no pretendo dar una interpretaciónclara y completa, pero sí unainterpretación.

A lo indicado en el texto cabe añadir

otra consideración, mostrando a loscuadros de mandos de Milicias y a loshombres que ellos y los cuadrosprofesionales manejaban, en susacciones contradictorias, positivas ynegativas, pero repercutiendo todas enlas cualidades del hecho y en lasposibilidades de llegar a aquel triunfoinesperado.

Desde el comienzo de la batalla serealza la eficacia del ejemplo que dan yde la confianza que inspiran algunosjefes improvisados. De igual modo, elrespeto que empiezan a merecer loscuadros civiles y militares que cumplencon su deber, al margen de la política.

Tal verdad cobra mayor relieve en elcaso de aquellos jefes con dotesnaturales de mando, pues, cuando esasdotes se acusan manifiestamente, lossoldados, ya sea instintiva oconscientemente, les someten su propiavoluntad: Su moral se excita; brota elespíritu de imitación por contagio; eltímido se muestra audaz y el pusilánimevaliente; y el deber se cumple conabnegación, cuando en el ejemplo quede aquellos jefes se recibe no hay esavulgar aspiración de buscar la gloriamilitar derivada de vencer en una luchacruenta, sino la satisfacción de un debercumplido en defensa de un ideal o del

bien colectivo.La «firme resolución de morir con

gloria» de que hablara Napoleón, en esaclase de jefes (llámeseles como sequiera, accidental, provisional,profesional o miliciano) no cuenta,porque no piensan qué es eso de morircon gloria; muchos de ellos, cuandomás, saben que quieren vencer paravivir, ganando un bien, tanto para élcomo para los demás.

Eso sucedió en Madrid. No es cosanueva. Simplemente perpetúa unalección histórica castrense; lección que,en nuestro tiempo, tan recargado detecnicismo, realza el poder espiritual

del hombre, mientras siga siendo él, elsujeto y el objeto fundamental de laacción de guerra.

En contraste con aquella realidad dela atracción o sumisión de lossubordinados por efecto del ejemplo,encontramos esta otra: la frecuencia conque esos subordinados «se escapan delas manos» (de manera expresa en lassituaciones críticas de la lucha),produciéndose inopinadamenteretrocesos, cuando no desbandadas yfenómenos de pánico (en el argotmiliciano, heredado de la Guerra deCuba, se les llamaba «chaqueteo» a esasdesbandadas). En general se producen

porque los cuadros improvisados,instintivamente se consagran por enteroa la función de lucha, descuidando lasde conducción y mando que lescompeten en el manejo del agolpamientode hombres, cuya conducta en la luchaes su deber gobernar permanentemente.

Tal fenómeno implica técnicamentela ausencia del sentido deresponsabilidad. Generalmente, éstefalta en el jefe milicianoincompletamente formado.

También suele faltarles el espíritude iniciativa; naturalmente de unainiciativa encuadrada técnicamente en elpropósito del mando; y falta porque en

ellos no ha hecho presa, por educación einstrucción, el principio de la acción deconjunto, ni el concepto de la jerarquía,por lo cual aquel sentido deresponsabilidad se contrae a responderante sus jefes si ganaron o no ganaron enla pelea, si combatieron bien o lohicieron mal.

Por último, inherente a esa clase demando es su falta de capacitacióntécnica, que en la guerra moderna,especialmente para combatir en campoabierto o con los nuevos armamentos, esindispensable.

En cuanto a los combatienteselementales, en el caso de la batalla de

Madrid, no debe sorprender el hecho deque los hombres que venían luchando enuna agotadora e incesante retirada hastalas puertas de la capital se convirtieraninopinadamente en los enérgicosdefensores del lindero de la ciudad.

La lucha desafortunada había sido uncedazo que eliminó a muchos de losmejores, que cayeron con una gloria tanbien ganada como anónima; eliminótambién a los peores, a los que huían; elmal ejemplo se iba con éstos; el buenejemplo de aquéllos retenía en el frentea los luchadores más valientes y, entorno de ellos, como cuadros, cuando seprodujo la revulsión moral de que se

habló antes, y el sentido deresponsabilidad se hizo más claro eimperativo, se produjo la crisis queoportunamente señalamos. Sin ellos, talvez no se hubiera podido producir,porque el combatiente elemental de filasnecesitará siempre ese punto de apoyo:el jefe que le mande dándole un buenejemplo.

Por eso se pudo, primero, detener alas tropas aguerridas y bien mandadasque trataron de asaltar Madrid, y luego,defender Humera, Pozuelo, Boadilla, elPingarrón, Trijueque…, llevando hastael límite el espíritu de sacrificio, aunquese perdieran porciones de terreno

transitoria o definitivamente.Otras veces, cuando, sacados de sus

trincheras por efecto de la lucha, se lesveía nuevamente arrollados, secomprueba que sólo retrocedían hastaque otras unidades, situadas ya enposición, dueñas de sus fuegos ybatiéndose también enérgicamente, lesservían de amparo para reorganizarse yvolver al combate, sin necesidad deórdenes ni de disposicionesdraconianas.

Por eso también, en aquella lucha,tan incomprendida por algunos, eranigualmente frecuentes y explicables los«chaqueteos» y la rápida reorganización

de las unidades, los actos heroicos y losde pánico, así como los ejemplos degrandeza y pequeñez de nuestrossoldados y jefes milicianos. No fueronmejores ni peores que nuestrosantepasados dignificados por la historia,y se comportaron como ellos cuando sevieron en el trance de afrontar el deberhistórico que en estas páginas se realza.

Vale la pena que nos detengamos enla consideración de esta cuestión, porcuanto entiendo que es en el ordenhumano —y por derivación en el social— donde se producen lasmanifestaciones más sobresalientes queconsienten sacar de la batalla de Madrid

enseñanzas más positivas y dar a lalucha, en lo espiritual, su mayortrascendencia, por cuanto se dignificabay ennoblecía en su significado nacional.

En efecto, en ella se revela la altacalidad espiritual de un pueblo quequiere ser, que quiere pensar, producir,crear…; de una sociedad de hombresque quiere seguir siendo dueña de susdestinos, de su soberanía y de suhistoria, y que estaba animada de un afánde superación y ennoblecimiento.

Esta verdad podía ser común a losdos beligerantes y bullir en la batalla deMadrid a ambos lados del Manzanares;pero ha sido miserablemente deformada

y ocultada por la propaganda, en lo quese refiere a los defensores de Madrid,porque han prevalecido las mentirassistemáticas, los convencionalismosimpuestos por intereses en pugna, ajenosal ámbito nacional, los cuentos demiedo, y, en suma, cuanto impulsa alhombre hacia los extremismos, o leenvuelve, unas veces, en la ceguera delfanatismo intolerante y cruel y otras, enlas sombras del terror y del miedo:todos ésos, son, evidentemente, caminosque conducen a la destrucción de lacalidad humana y que obligan a lasociedad a dar un salto atrás, tan grande,que puede hacerla retroceder

históricamente miles de años, y situarla,por la voluntad de una minoría, en unmundo absolutamente inactual.

Aunque así no suceda, cabe observarque en nuestros tiempos esos caminosesterilizan los dos grandes poderes queimpulsan el progreso humano: elcientífico y el social, tanto porque seasfixia el germen del saber al anular orestringir en el hombre la facultad depensar y de hacer, como porque agostanla savia llamada a fecundar en la masasocial creaciones nuevas, convirtiéndolaen un rebaño; y es sabido que el rebañobala y da lana y carne; pero cuando elhombre se arrebaña fatalmente se

embrutece.Los hombres que se batieron para

defender Madrid encarnabangeográficamente la mitad de España,pero humanamente a toda España. Alescribir estas páginas tengo el deber dereivindicar la grandeza de su obra, porla nobleza con que supieron llevarla acabo y porque fueron realmente laencarnación del soldado español,aunque no opinen así los pensadorescuya mente está cegada por el fanatismo,y los escritores que tienen la plumacargada de veneno.

El «miliciano» de Madrid fue elsoldado español de todos los tiempos;

sobrio, sencillo, que lucha anónima yabnegadamente sacrificándose, más quepor su propia gloria, para el triunfo dela causa por la que se bate, desde que hapodido ver en ella un deber patrióticoque ha de cumplir ineludiblemente, o elbien colectivo que pueda derivarse de laempresa bélica. ¿Quién puede dudar quenuestro miliciano se batió con unciónpatriótica y que le alentaba un ideal detipo nacional? Por eso no actuó enMadrid como soldado de oficio omercenario, sino como soldadonacional, empeñado en una causa justa,defendiendo una ley justamenteestablecida y salvaguardando unos

derechos legítimamente ganados, por elmismo cauce que los habían ganado losdemás pueblos.

Por ser esto verdad incontrovertible,puede afirmarse que en ningún casocomo en nuestra guerra civil,comenzando por la batalla de Madrid, sebatió el soldado español tanapasionadamente, afrontando un deberen el que se conjugaban significados deíndole política, social, ideológica yhumana.

Los credos de quienes le inspiraronpara forjar su moral de guerra podíancontener acierto o error y,consecuentemente, suscitar la duda; pero

nuestro hombre–soldado tenía libertadpara aceptarlos o rechazarlos, y así lohizo, anteponiendo lo nacional y humanoa lo partidario y sectario. En lo que nollegó a tener la menor duda, a pesar delambiente caótico en el que se forjó, fueen el significado militar que tenía sudeber y en la disciplina con que debíacumplirlo. El ejemplo, si era necesario,pudieron captarlo en sus jefes,comenzando por el de la Defensa.

Esa revulsión radical, que no podráncomprender quienes no vivieronentrañablemente aquellas gloriosasjornadas, ha escapado también a lasfrías especulaciones de los escritores de

la posguerra, consagrados muchos deellos a la historia novelada más que a lahistoria a secas.

Ciertamente, hubo luchadores que asu conducta abnegada hermanaron elfanatismo de sus creencias políticas,religiosas o sociales; pero otros,muchísimos más, supieron batirse con lamisma abnegación y guiados por suspropias creencias libres de fanatismo yatentos esencialmente a su deber militar.

Lo expuesto explica que los éxitosminúsculos e incoherentes, aunquetambién eficaces, de los primeros mesesde la guerra, pudieran culminar demanera grandiosa tanto más grandiosa

cuanto inesperada.Es probable, seguro más bien, que el

hombre sencillo no llegara a percibir elproceso de sus propias reaccionespsicológicas; también es probable queno supiera dirigirlas; pero es evidenteque logró darles vida. Si así no lohubiera hecho no habría cosechado eltriunfo.

Cuantos estábamos dentro deMadrid, dentro de España, y asistíamosal drama español sin contemplarlo através de prismas políticos, ni juzgarlopor los desmanes de los irresponsables,así lo podíamos estimar; sólo quienescerraron los ojos por temor o egoísmo

no pudieron verlo ni comprenderlo.El combatiente puede tener su deber

escrito y expresado secamente en uncódigo nacional, en una fórmula políticao vibrando en una creencia religiosa;pero en todo caso lo cumple impulsadopor una voluntad, que puede ser lapropia o la de su jefe. Sin embargo, elhecho de dar vida a su espíritu desacrificio es solamente obra de lapropia conciencia. Y en Madrid era laconciencia nacional la que estabapresente en el hombre y en la masa,dominando sus acciones y reacciones,no se trataba de una pasiónsectariamente ciega, ni de una

obediencia servil, sino de la voluntad deacción, la de un pueblo cargado dehistoria y apasionado por su amor a laindependencia y a la libertad.

Porque era esa conciencia la que seimponía y alumbraba el deber, éste nopodía tener interpretacionesconvencionalistas, personalistas,partidarias, o de casta: la conciencia,ciertamente, iluminaba el deber;eliminaba las sombras; daba vigor a laacción, y enclavaba todas las voluntadessolidariamente. Porque así loapreciábamos entonces, hoy podemosafirmar que Madrid no lo defendió unacasta, ni una secta, ni una clase, ni un

partido, sino el hombre español, comoespañol y como hombre.

Por esas mismas circunstancias lalarga batalla de Madrid serviría paraque se revelasen hombres salidos de lamasa miliciana, acusando sobresalientesdotes naturales de mando; algunos yahabían llegado a Madrid con ese sellograbado en la lucha irregular de losprimeros cuatro meses de guerra; otrosse descubrirían en Madrid y algunosmerecerían escalar el mando de grandesunidades en el curso de la contienda.

Esas dotes les hacían iguales omejores que otros que han sidoensalzados por poetas e historiadores de

otras guerras civiles, revolucionarias,religiosas, nacionales o extranjeras. ¿Notuvieron ese mismo origen algunos delos caudillos de las guerras deemancipación americanas a las que seviene rindiendo merecido homenaje, ymuchos de nuestros gloriosos caudillosguerrilleros de la independencia quehonran nuestra historia militar? ¿Acasose ha podido olvidar que más del 50%de los mariscales de Napoleónprocedían de las clases de tropa ohabían sido simples milicianos durantelas guerras de la Revolución francesa?

En otro orden yo no me atrevo adecir que el inesperado (e inexplicable

para algunos) resultado de la batalla deMadrid fuese un milagro. Tal vez lo digaalgún día la Iglesia que está con loshumildes, los justos y los mártires; perosí puedo afirmar que puede tener unaclara explicación, basándola en laconducta del combatiente, en el procesode su moral y en la calidad del hombreespañol y del deber que tuvo quecumplir en Madrid. Mañana opinaránlos técnicos, filósofos, sociólogos,políticos, artistas y pensadores decualquier índole que sobre el sucesoinvestiguen y discurran…, y cada cualdará su explicación desde su particularpunto de vista, ya sea para atribuir a su

propio clan o partido el mérito deltriunfo, para negar que lo hubo, paradesdeñar la obra realizada, o paraincrepar a quienes se empeñan enrealzar la grandeza del hecho. Comoquiera que sea, los hechos mismos semantendrían luminosos, aleccionadores,ardientes, desenmarañados por unproceso natural de eliminación, de losartificios que los hayan desnaturalizado,porque esto es la obra implacable deltiempo y de la verdad. Y quedará en pie,erguido, lo esencial del resultado: eltriunfo durante cinco meses, de unsoldado elemental que por la justicia dela causa que defendía mereció triunfar

cualquiera que fuese la calidad de susadversarios. Y triunfó.

4.La batalla de Madrid fue de larga

duración. Este carácter no concuerdacon lo que podía intuirse al montarla, enconsideración al desequilibrio deposibilidades materiales y técnicas delos contendientes.

Esa larga duración provocaría labatalla de desgaste y haría patente esaverdad, tan eterna como el arte de laguerra, que afirma la preeminencia delas fuerzas espirituales sobre lasmateriales y técnicas, pues, incluso en el

caso de que las guerras o las batallas seganen aplastando al adversario por elpoder material, el problema bélico noqueda totalmente resuelto si sobreviveen el vencido el poder de aquellasfuerzas. Así sucedió en España yposteriormente en la Segunda GuerraMundial.

Se llegó a ese tipo de batalla dedesgaste sin proponérselo ninguno delos adversarios. Nuestro enemigo,sobrado de audacia y coraje para atacar,no pudo superar la tenaz resistencia dela defensa, ni dar a su esfuerzo lacreciente potencia que necesitaba paraprovocar la crisis táctica y conseguir la

victoria, pues sus limitadas reservas nole permitieron alimentar debidamentesus ataques.

En cuanto a nosotros, ya era muchopedir a nuestras tropas que absorbieranla violencia de una ofensiva superior acuanto se había conocido hasta la batallade Madrid; pero se pudo absorber elesfuerzo y se obligó al adversario allevar sus medios a otros puntossensibles del frente puestos en crisis pornuestras reacciones, obligándole adesviar de su objetivo el esfuerzoprincipal, y a restar a éste capacidad deacción por la maniobra y de potenciapara la ruptura de nuestro frente.

Tales manifestaciones fueronsiempre formas elementales deconducción y, en muchos casos,motivaron que la acción táctica quedaseinconclusa. Por ello, la batalla deMadrid, larga en el tiempo, localizadasucesivamente en el espacio (aunqueencendida siempre en todo el frente),simplísima en sus expresiones tácticas yde desgaste, pudo ser no ese tipo debatalla espectacular en que se bate aladversario en una acción de choque dela totalidad de dos Sistemas de Fuerzas,sino otro más simple, en el que seproduce la sucesiva anulación de losesfuerzos de ataque hasta tener que

renunciar al objetivo.El desgaste es el carácter más

sombrío y cruel que puede tener unabatalla para el que resiste al ataque.Porque, a través de la implacabledestrucción diaria, sistemática, sindiscriminación de daños y objetivos, sebusca el agotamiento, el renunciamiento,la muerte lenta del rival por el incesantedecrecimiento de sus fuerzas morales,psíquicas, materiales y orgánicas, esdecir, de todas las fuentes de fuerza.Nuestro adversario no pudo lograr enMadrid ese desgaste de manera cabal, apesar de los inmensos daños quesufrimos a lo largo de cinco meses. Por

el contrario, provocaría su propiodesgaste viendo esterilizarse todos susesfuerzos sin alcanzar sus objetivos.

5.Es la de Madrid batalla en la que se

muestra la variabilidad del frente demaniobra táctica y de la dirección delesfuerzo principal, sin que el atacantelogre hallar ni el sector verdaderamenteútil para encauzar aquel esfuerzo, ni elpunto de aplicación verdaderamenteeficaz para imprimirle carácterdecisivo.

De igual modo, ninguna de lasreacciones locales nuestras consiguió

provocar la total desarticulación delSistema de Fuerzas del atacante, y sísólo, localizadamente, perturbar yparalizar su maniobra. Consecuencia deello sería que la batalla, no obstante lasimplicidad a que en otra observaciónaludimos, pudiera desarrollarse segúnlas diversas formas de maniobra.

Por nuestra parte, en ese sentido, fuelo más característico y permanente, entodas las situaciones, la posibilidad demaniobrar por líneas interiores, sacandoel mayor rendimiento a nuestras tropas yhaciéndolas intervenir con oportunidad;de otro modo nuestro triunfo habría sidomucho más difícil o imposible. A pesar

de ello, ya nos referimos en lugaroportuno a las horas de angustia vividas,cuando en la defensa directa sólodisponíamos de un camión con cuarentahombres por toda reserva en la Cibeles,y cuando, al producirse la crisis deGuadalajara, sólo teníamos dosbatallones en Alcalá para acudir a tresfrentes.

6.En la batalla de Madrid se enfrentan:

a) Dos tipos de moral diferentes.b) Dos ideales distintos.c) Dos posibilidades de acción

materiales y técnicas rigurosamente

desiguales.d) Dos masas de combatientes de

cualidades bien diferenciadas en lohumano: una nacional, la deMadrid, en la que sólo aparecieronvoluntarios internacionales cuandoya se había detenido y desgastadoel ataque, y otra la del ladoadversario, integrada en más del50% de sus efectivos por soldadosmercenarios.

Los contrastes que se produjeron enese cuadro de conjunto fueron:

1. La técnica frente a la

improvisación.2. El ímpetu frente a la tenacidad.3. La acción de élite contra la acción

de masa.4. Acciones en que se simultaneaban

la simplicidad y la complejidad.5. El choque de las fuerzas

espirituales y las materiales.

Fueron manifestaciones singulares,nuevas:

A. La primera gran batalla aérea en lahistoria de la guerra, la librada enel cielo del Jarama.

B. La cooperación de la QuintaColumna en operaciones de guerra.

C. El empleo de la Defensa contraAeronaves, como arma autónoma ycontra objetivos terrestres.

D. La experimentación de nuevasarmas y nuevas técnicas enArtillería, Transmisiones yAviación e Ingenieros, y en elServicio de Sanidad.

En fin, se acusó como hechosobresaliente la pugna de ideales o deideologías diferentes, de significadoanímico, volitivo y sentimental, queprovocaron en ambos campos pasiones

igualmente exaltadas y que trascendieronal exterior, haciendo cristalizar aquellapugna en el campo internacional.

En efecto, aquellas pasionesalentaron en las masas sociales querespaldaban a los contendientes, porobra de los extremismos que impulsaronel conflicto y de sus respectivaspropagandas; después se agudizaron porobra de la propia lucha y, porañadidura, quedaron prendidos en ladiscordia otros ideales de alcanceuniversal: la fe, la libertad, la justicia,la soberanía nacional, los derechoshumanos individuales y colectivos… Latrascendencia de esta realidad hizo que

las pasiones de guerra que bullían enMadrid se extendieran, primero a todaEspaña, y enseguida al mundo todo,desde el momento que las fuerzasforáneas que impulsaban, como ya sedijo, aquel encuentro, se hicieranpresentes con sus armas y sus hombresen el conflicto español.

Así adquirió nuestra discordia rangode guerra internacional haciendofermentar con signo belicoso, en todoslos pueblos, las tendencias políticas eideológicas que dividirían en dos a lasociedad universal y conducirían a laSegunda Guerra Mundial, exactamentecon la misma confusión e idénticos

convencionalismos con que chocaron enEspaña los dos extremismos queiniciaron el conflicto, queriendo enterrarlos ideales eternos de libertad y justicia.

Ese encuentro aún no ha terminadoen nuestros días, en razón de su hondosignificado humano y de la falaz moralcon que la paz se predica y se practica.Y no está terminado porque aquellaenseñanza de orden espiritual quevibraba en la batalla de Madrid prendióen todos los hombres ajenos a lacomunidad española: está comprobadoque en todo el mundo se vivieron coninquietud, y hasta con angustia, lasvicisitudes de la lucha; unos hombres,

con el anhelo de que Madridsobreviviese en manos de quienesdignamente lo defendían; otros, porquenecesitaban que se hundiese para quepor el mundo se pudieran extender susideologías. De ese modo iba a triunfar oser estrangulado en Madrid el naciente«Poder Social», que había venido almundo en otros países conmanifestaciones contradictorias.

Fue ese poder el que en Madrid seimpuso al de la fuerza armada; y pudoimponerse por la mayor razón, la mayorjusticia, la mayor pasión y el más altoideal que presidían la causa que sedefendía. Si después pudo ser abatido,

cúlpese del hecho a la realidad de quequienes política, social eideológicamente manejaban ese podersocial lo desarmaron, unos restándolelas ayudas que debía recibir, y otroscorrompiéndolo al envenenar con ladiscordia intestina la grandeza humanaque lo alentaba.

7.La batalla de Madrid fue una

implacable necesidad nacional ehistórica: necesidad creada, más quepor la voluntad de los españoles, porfuerzas esencialmente ideológicas,extrañas al ambiente español.

Alguien me preguntó cierto día, en elexilio: ¿Por qué se defendió Madrid tandesesperadamente cuando todo elmundo esperaba su caída?

Mi respuesta fue breve y categórica:Madrid se defendió porque debíadefenderse, por imperativo nacional ypor mandato histórico.

La propaganda amiga o adversariaha podido y puede despacharse a suantojo; yo simplemente digo que elpueblo que se batió en el Manzanares, aldefenderse, cumplía su deber, y encontra de cuanto se ha dicho, no erarojo, ni siervo o esclavo de nadie, y nosólo no fue cobarde transfiriendo aquel

deber a gentes extrañas sino que se batiócon heroísmo ejemplar.

Ahora, después de haber descrito labatalla de Madrid, es posible ampliaraquella respuesta.

La pérdida de la capital de España,cediéndola fácilmente, con lucha o sinella, como se habían perdido otrasciudades y territorios, hubiera sidollevar el drama de una guerra civil, queya estaba totalmente planteado a unasituación caótica, de trazas másinhumanas que la de los tres primerosmeses de la lucha.

La resistencia y la defensa deMadrid no sólo podrían evitar aquel

nuevo caos, sino servir de soporte,como así sucedió, a un cambio radical,encauzando la moral de guerra por underrotero digno, y extirpando cuantopudiera haber de vergonzoso en lairresponsable conducta de algunoselementos del populacho, que no delpueblo, o de algunos de sus dirigentes,no menos irresponsables.

Defender Madrid y conservarlo eratambién la esperanza de no ver perdidoslos derechos y libertades de losespañoles; de garantizar la posibilidadde que la soberanía nacional semantuviera en manos de los podereslegítimamente instaurados por la

voluntad de la nación; de restaurar elorden y la disciplina sociales; de llevara los frentes, donde se luchabanoblemente, los hombres y las armas quetan lamentable empleo habían tenido yaún tenían en la retaguardia: y todo esotambién se logró.

Además, se defendió, porque habíaque rehabilitar una causa justa ynacional y mostrar esa justicia al mundoexterior, conjurado, según se haríadespués patente con la conducta delComité de No Intervención y con lapérdida de la guerra, para estrangular elcauce por el que nuestra sociedaddiscurría legalmente.

Sólo con una defensa a todo trancepodían alcanzarse tales fines curándonosde la maldad y el desconcierto con quela lucha había comenzado en julio, yhaciendo presente a aquel mundoexterior que no estábamos vencidos nihumillados, que éramos un pueblo dignoa pesar de cuanto se dijese, que aún nosquedaba voluntad para sobrevivir, paraser y para actuar según nuestras propiasdeterminaciones, con nuestro ejemplarpoder creador (que no era patrimonioexclusivo de nuestros adversarios) yliquidando para siempre nuestra calidadde feudo o colonia de fuerzas, intereseso poderes foráneos, a cuyo lamentable

destino nos empujaban nuevamente lasoligarquías externas e internas,interventoras inveteradas de nuestrapolítica y de nuestra economía, en lointernacional, y de nuestra calidadsocial e ideológica en lo nacional.

El Gobierno español ejercíalegítimamente el poder, era miembro dela Sociedad de Naciones, y, como tal,estaba reconocido por todos los paísesdel mundo. Dignamente no podíaclaudicar ni rendirse, porque hubierasido una deslealtad y una traición alpueblo cuyo poder encarnaba y unprecedente más entre los muchosnefastos que niegan el principio de

autoridad para justificar eladueñamiento del poder por laviolencia.

Por todo eso se defendió Madrid. Sudeber era defenderse. Al hacerlodefendía no un ideario políticopartidario, sino la continuidad de unacomunidad histórica que se habíaproyectado en el mundo con signos deejemplaridad y grandeza no superadospor nadie. Como mandato estaba escritoen sus leyes, y espiritualmente era unimperativo de la voluntad y de laconciencia nacionales, aunque algunasminorías, interesadamente, no loentendiesen así.

No debía ser de otro modo: laconservación de la capital de la naciónera indispensable para dar tiempo a laorganización de las fuerzas quenecesitaba manejar el Gobierno pararestaurar la legalidad constitucional;también lo era para dar tiempo a lallegada de los abastecimientos y ayudasque pudieran venir del exterior donde,simultáneamente, se nos admiraba porlos pueblos y se nos condenaba poralgunas de sus élites rectoras; y, en fin,también lo era para ganar lasuperioridad sobre un adversario que yase sabía que estaba resueltamenteapoyado, desde el comienzo de la

guerra, por hombres y armas de otrosEstados, que ni siquiera habían roto susrelaciones diplomáticas con el Gobiernoespañol.

La conservación de la capital deEspaña en manos del Gobierno tendríacomo mínima repercusión internacionalque se observase el respeto que se debíaa un Gobierno que formaba parte de laSociedad de Naciones[56] y, además, sedaría a ese mundo exterior esta lecciónde orden castrense: que el deber dedefender la sociedad a que se perteneceno sólo se cumple cuando se tienenmedios poderosos, sino cuando no setienen; y esto, que sin duda es más

arriesgado, es también más digno.Por último, socialmente aquella

defensa serviría para vivificar unamoral de guerra que hasta entonces sólohabía sido exaltada en sus caracterespolíticos, no obstante el significadonacional y humano que ya tenía elconflicto.

Digamos ahora que en Madrid luchó,más que un ejército, una voluntadnacional en la que pesaban toda clase defactores, de fuerzas, de influencias, devirtudes…[57]; cuanto en el ser humanorepresenta una fuente de energíaespiritual gobernando una conductacolectiva y de tal modo que, no obstante

su significado bélico, lo político y lomilitar se habían mantenido en unsegundo plano hasta entonces, parapasar en el momento de la defensa elaspecto militar al plano preeminente.

Por ello, si en el terreno militar esdifícil hallar una explicación delsorprendente resultado de la lucha entorno a Madrid, en cuanto se considerenesos factores sociales, humanos yespirituales, la explicación viene sola,espontánea, expresiva, contundente yclara, para justificar que la batalla deMadrid pudiera ser considerada comouna batalla absoluta, de todo o nada.

8.No quiero pecar de exaltado ni

deformar el suceso. Simplemente piensoque las razones acumuladas en el texto yen estas deducciones sonsuficientemente explícitas para poderafirmar que, en lo humano y en lotécnico, fue la batalla de Madridejemplar, y que en ella se revivió todoel arte de la guerra, desde susexpresiones más simples a las másbellas.

Esa ejemplaridad ya ha sidorealzada en anteriores conclusiones.Añado ahora que en ella, como hecho de

guerra, hay una expresiva manifestacióndel juego de los principiosfundamentales del arte militar, loscuales, en última síntesis, son los quedefinen las mayores posibilidades detriunfo para uno u otro beligerante. Talcircunstancia se muestrasobresalientemente del lado de ladefensa.

Basta considerar el conjunto de lamaniobra, y más concretamente la queprecedió al encuentro a las puertas de lacapital, para percibir que ninguno deaquellos principios había jugado aún enla plenitud de su significado del lado denuestras fuerzas; mucho menos los tres

principios fundamentales de una maneraconjugada: el de la voluntad de vencer,porque se veía viciado por lascuestiones políticas llevadas alproblema militar, empequeñeciéndolo;el de acción de conjunto, por ladefectuosa organización de las fuerzas yconducción de las operaciones, y lasorpresa, porque las injerencias queexistían en la actividad operativa, laintemperante y arbitraria actuación delos caudillos políticos en los frentes deguerra o sobre los jefes de algunascolumnas y las infiltraciones de laQuinta Columna en todos los organismosla hacían prácticamente imposible.

En cambio, cuando se produce lamutación del día 7 de noviembre,aquella voluntad aparece exaltada conun puro significado técnico y humano, ycon el más alto rango espiritual, y afectaa todos, desde el comandante de laDefensa al último miliciano. La acciónde conjunto se hace patente tan pronto elhecho de batirse toma su estrictosignificado militar, y el sentido deresponsabilidad y el espíritu desacrificio se revelan al restaurarse ladisciplina, la jerarquía, el sentido deldeber y las leyes orgánicas; y todo, tantoen el plano de los conductores civiles ymilitares como en los hombres llamados

a obedecer. Así el mando podríaconjugar los elementos básicos de laacción armada para dar vida y cauce auna conducta que tendría trazastotalmente nuevas y que, por la extensiónde sus insospechadas manifestaciones,provocaría una completa sorpresa.

Se confirmaba de ese modo que enel maremágnum propio de una situacióncaótica podía producirse, lo mismo en elfrente de combate que en la retaguardia,un hecho de positiva trascendencia, porcuanto modificaría de manera radical lasposibilidades de acción.

El hecho no era nuevohistóricamente, aunque no fuera de los

que con mayor frecuencia se reproducen.Pero es, sin duda, de los que dan mayorbelleza a los cuadros de guerra porqueen él se muestra al soldado comocombatiente y como hombre, sin que talbelleza quede vinculada a la genialidadde un conductor, jefe o caudillo, sinomás bien a la voluntad irreductible de lamasa, la cual, dejándose conducir, sebate y sacrifica por imperativo de suconciencia, y lucha por el logro de unbien común en el que todos y cada unoven representado su propio bien: en elsacrificio de los espartanos de lasTermopilas pudo haber un jefe,Leónidas, enérgico y patriota, pero

había también una masa, animada porobra de su educación moral y social y desu conciencia política, que hizo posibleque el hecho se perpetuase con altaejemplaridad en la historia; losespañoles de Sagunto y Numanciatambién tuvieron jefes que gobernaronsu conducta, pero es ésta la que lahistoria ha perpetuado. Lo mismosucedió en Zaragoza y Gerona. Talmodo de comprender la belleza y lagrandeza del sacrificio a que conduce lareligión castrense no sólo no restamérito alguno al jefe, que siempre seránecesario, sino que lo realza: Palafox yÁlvarez de Castro tienen un prestigio

heroico que nada ni nadie podrádesvirtuar; pero es obligado no olvidara quienes hicieron posible tanta gloria.Así sucede siempre que jefes y soldadoscomulgan con el mismo deber, es decir,cuando el deber y la técnica se hermananen el común servicio a la patria y es éstala razón capital de que los cuadros demando comenzaran a actuar dominandogradualmente la situación y restituyendoa la masa social al cauce de ladisciplina y el sacrificio ante un deberineludible.

9.Cerremos ya estas conclusiones: ha

faltado en el estudio de la batalla deMadrid un aspecto que parece ineludibleen esta clase de trabajos de fondoanalítico: la estadística rigurosa de losmedios empleados, y la estadísticaminuciosa de las bajas habidas, muertos,heridos, prisioneros, pérdidas dematerial, cuantía de daños… Poseemosalgunos datos y hemos dado algunascifras; pero no tenemos a nuestroalcance todo lo necesario para que elbalance pueda ser riguroso, laexposición seguiría siendo incompleta.Los datos que hemos podido reunir delas publicaciones del adversario y delas propias notas también lo son y

muestran contradicciones. Por todo ello,al objeto de este estudio no heconsiderado indispensable ese aspecto.

Interesa principalmente el resultado,el hecho en sí, como suceso bélico; susmanifestaciones contradictorias; laejemplaridad que pueda ofrecer comoproblema humano en el desarrollo deuna contienda, tanto militar como civil;cuanto en él pueda haber de choque devoluntades, de anhelos patrióticos, desentimientos nobles, de aspiracionesdignas…, pues de todo podía haber enambos bandos. Porque lo hubo, labatalla fue cruentísima, larga, original,irresuelta, de desgaste, apasionada y

simple. Lo demás, si se batieron 15contra 23 o 63 contra 37 importa muchomenos. Eso es todo, en lo material. En loespiritual: un hecho cargado de maticesde significado nacional y humano deabnegado sacrificio; expresiónrestallante y fecunda del poder anímicode un pueblo, venero fiel de las másaltas virtudes en la muchedumbre y en elhombre, anónimos ambos, y cuyaejemplaridad —aún no realzada nicomprendida cabalmente— será algúndía lección irrefutable y, como tal,perenne para las generaciones españolasque sucedan a la de 1936, libres decerriles divisiones políticas, de

encasillamientos sectarios, deintervenciones arbitrarias y deconvencionalismos ideológicos en losque se conjugan absurdamente lointolerante y lo accidental.

En lo internacional, en cuyo campoya hemos subrayado su trascendencia, labatalla de Madrid también seríaelocuente, porque en lo técnico seestrellarían en un categórico fracaso laLegión Cóndor, en el Jarama, y lasdivisiones motomecanizadas italianas,en Guadalajara; pero aún más por lasinrazón que presidía el desafuero deuna contienda que cualquier otro pueblo,como el español, también hubiera

podido padecer, pero no como elnuestro privado de ayudas que eranhumana y políticamente obligadas.

No obstante, sucedería que loscredos que habían provocado crisisrevolucionarias en el este, el centro y elsur de Europa, sin que los dirigentespolíticos del Estado español ni ningunade las instituciones sociales españolasestuvieran involucradas en los procesosde aquellas revoluciones, se haríantrágicamente presentes en el sueloespañol de la mano de minoríasaudaces; a ellas corresponderíadeformar la verdad y la grandeza delproblema, eminentemente nacional, con

que fue planteada la batalla de Madrid.Y por eso mismo, pese a la victoriaalcanzada por el hombre español, contrala voluntad de los españoles, quedaríaamarrada a aquellas convulsiones:ninguno de esos idearios puede serajeno a la mentalidad de los españoles,porque Dios ha dado al hombre lacabeza para pensar; pero lo que no tienees derecho a imponerse a cañonazos.

Digamos, en fin, por ser de justiciacerrar de este modo la exposición, queen el lado de la defensa, la batalla deMadrid, como acontecimiento militar,tuvo un jefe, un conductor que, como tal,gobernó el suceso afrontando con

entereza una responsabilidad inmensa, yuna masa que, como ejecutante, lo llevóa cabo con abnegación: el conductor fueel general don José Miaja Menant; lamasa, el pueblo español. A elloscorresponde la gloria que del sucesonarrado pueda desprenderse.

ANEXOS

CROQUIS

DOCUMENTOS

DOCUMENTO 1

Copia literal del oficio recibido porel general Miaja el día 6 denoviembre de 1936 a las 20 horas,en sobre cerrado con lainscripción: «para abrir a las seishoras del día 7».

El Gobierno ha resuelto, para podercontinuar cumpliendo su primordialcometido de defensa de la causarepublicana, trasladarse fuera deMadrid, encarga a VE de la defensa dela capital a toda costa.

A fin de que lo auxilien en tantrascendental cometido, aparte de losorganismos administrativos quecontinuarán actuando como hasta ahora,se constituye en Madrid una Junta deDefensa de Madrid, conrepresentaciones de todos los partidospolíticos que forman parte del Gobiernoy en la misma proporcionalidad que enéste tienen dichos partidos. Junta cuyapresidencia ostentará VE.

Esa Junta tendrá facultadesdelegadas del Gobierno para lacoordinación de todos los mediosnecesarios para la defensa de Madridque deberá ser llevada al límite y, en el

caso de que a pesar de todos losesfuerzos haya de abandonarse lacapital, ese organismo quedaráencargado de salvar todo el material yelementos de guerra, así como todocuanto considere de primordial interéspara el enemigo.

En tal caso las fuerzas deberánreplegarse en dirección a Cuenca, paraestablecer una línea defensiva en ellugar que le indique el general jefe delEjército del Centro, con el cual estarásiempre VE en contacto y subordinaciónpara los movimientos militares y del querecibirá órdenes para la defensa, y elmaterial de guerra y abastecimientos que

se les puedan enviar.El Cuartel General y la Junta de

Defensa de Madrid se establecerán en elMinisterio de la Guerra, actuando comoEstado Mayor de este organismo el delMinistro de la Guerra, excepto aquelloselementos que el Gobierno juzgueindispensables llevarse consigo.

Madrid, 6 de noviembre de 1936.Francisco Largo Caballero.

Al pie: Excmo. Sr. General jefe de laPrimera División Orgánica ycomandante de la Plaza de Madrid.

DOCUMENTO 2

Copia literal del oficio designandojefe de Estado Mayor

El Excmo. Sr. Ministro de la Guerra seha servido designar a V. para el cargode Jefe de Estado Mayor del generaljefe de la defensa de la Plaza deMadrid. Para la organización del EstadoMayor de dicho general podrá V. utilizarel personal disponible del Estado Mayordel Ministerio.

Madrid, 6 de noviembre de 1936. Elgeneral jefe de la Defensa, Miaja.

Al pie: Señor Comandante deInfantería don Vicente Rojo Lluch.

DOCUMENTO 3

Orden de Operaciones para elataque a Madrid

Sector Toledo–MadridAgrupación Columnas y Tropas, generalVarela.Estado Mayor. Secciones 3.ª y 4.ª

ORDEN GENERAL DE OPERACIONESNÚMERO 15

En mi Cuartel General, a las 10horas (diez) del día seis (6) denoviembre de mil novecientos treinta y

seis.

PRIMERA PARTE. OPERACIONES

1. Noticias del enemigo. Ver «Boletínde Información» adjunto.

2. Situación propia. Nuestras fuerzashan alcanzado los objetivosseñalados en la Orden deOperaciones núm. 14 y seencuentran situadas sobre la línea:Campamento de Ingenieros–Campamento de Carabanchel–Carabanchel Alto–Villaverde.

3. Misión para el día D. Ocupar unabase de partida para el ataque yasalto a Madrid. Ocupar y sostener

una línea que proteja nuestro flancoizquierdo.

4. Idea de maniobra. Atacar parafijar al enemigo en el frentecomprendido entre el Puente deSegovia y el Puente de Andalucía,desplazando el núcleo de maniobrahacia el noroeste (NO) para ocuparla zona comprendida entre laCiudad Universitaria y la Plaza deEspaña, que constituirá la base departida para avances sucesivos enel interior de Madrid.

5. Desarrollo de la maniobra.Ala izquierda: A las órdenes del

coronel del Tercio.

A ) Columna número cuatro , a)Misión: Garantizar laseguridad del flanco izquierdodel grupo de columnas,ocupando una línea queproteja contra posiblesincursiones o ataques defuerzas rojas procedentes delnorte y noroeste. b) Eje demarcha: Campamento deIngenieros–Puerta deRodajos–V. Garabitas–km 3del ferrocarril–Puerta desalida de la Casa de Campode la carretera nueva–Puentenuevo (inmediato al del

ferrocarril)—Plaza circular–Hospital Clínico (CiudadUniversitaria). c) Hora deemprender el avance: Lasseis horas. d) Ejecución delmovimiento: La columnaavanzará rápidamente paraentrar en la Casa de Campopor la Puerta de Rodajos ybrechas abiertas. Una unidadde Infantería seguirá por lasproximidades de la tapia queforma la linde oeste (O) de laCasa de Campo, hastaalcanzar el paso delferrocarril, las puertas de

Aravaca y Medianil, cuyaposesión se asegurará a todacosta. Ocupará el VérticeGarabitas, que ha de ser laposición artillera. El paso delManzanares por el puentenuevo y vadeando al norte delmismo, haciéndolorápidamente para dejar elpaso libre a la Columnanúmero uno. El resto de lacolumna constituirá laposición defensiva queapoyándose en el kilómetro 3del ferrocarril de Madrid aIrún, Fundación Del Amo y

Asilo de Santa Cristina,terminará en el HospitalClínico de la CiudadUniversitaria.

B ) Columna número uno: a)Misión: Ocupar la base departida para el ataque aMadrid, definida por elconjunto de edificioscomprendidos por el Paseo deMoret, Paseo de Rosales,calle del Marqués de Urquijoy calle de la Princesa. b) Ejede marcha: Camino delSotillo, Casa de Cobatillas,puente al sur del ferrocarril,

linde noroeste (NO) delParque del Oeste, calle deMartín de los Heros. c) Horade emprender el avance: Lassiete (7) horas. d) Ejecucióndel movimiento: Entrará en laCasa de Campo por lasbrechas abiertas. Avanzará,protegido su flanco izquierdopor la Columna númerocuatro, y cuando ésta hayaasegurado el paso del río, lofranqueará utilizando PuenteNuevo y vadeándolo tambiénal norte (N) del puente al surdel ferrocarril, continuando el

avance por el Parque delOeste (O), para ocupar enprimer término la cárcelModelo y el cuartel del InfanteDon Jaime. Proseguirá luegosu avance hasta llegar a lacalle del Marqués de Urquijo,asegurando desde la cárcelModelo el enlace por el fuegocon las fuerzas de la CuartaColumna situadas en elHospital Clínico. Cubrirá suflanco izquierdo en la calle dela Princesa, situandoametralladoras que batan consu fuego todas las calles que

desde el este desembocan enella.

C ) Columna número tres . a)Misión: Ocupar la base departida para el ataque aMadrid limitada por calles delMarqués de Urquijo, Paseo deRosales, calle de Ferraz(incluido el cuartel de laMontaña), Plaza de España ycalle de la Princesa. b) Eje demarcha: Carretera a Madridpuerta de Batán, Fuente delPríncipe, Iglesia, linde oeste(O) del Estanque, puentesobre el Manzanares al sur del

ferrocarril, avenida queconduce al Monumento a losmuertos en las guerrascoloniales, siguiendo por elpaseo de Rosales adesembocar al quiosco de lamúsica, paseo de Rosales ycalle de Ferraz. c) Hora deemprender el avance: Lasseis (6) horas treinta (30)minutos. d) Ejecución delmovimiento: En la noche lacolumna se trasladará contodos sus elementos alAeródromo de Cuatro Vientos.Entrará en la Casa de Campo

por la Puerta del Batán,protegiendo el desfile de lasfuerzas con un destacamentoque fije el frente enemigo,cuyo destacamento se unirá ala Columna, relevándose porelementos de las unidadesafectas a las Columnas.Seguirá con el grueso el eje demarcha señalado y destacaráuna Compañía con unaSección de Ametralladoras, laque en unión de fuerzasauxiliares reconocerá la zonacomprendida entre las tapiasal sur, asegurando la posesión

de las puertas del Ángel y ladel Puente del Rey. Pasará elrío Manzanares utilizando elpuente inmediato y al sur delferrocarril y los ejes quetienda Ingenieros. Alcanzadoel Paseo de Rosales montaráel ataque al cuartel de laMontaña, ocupando éste y lazona que se le asigna. Seinstalará sólidamente en laiglesia de las Carmelitas de laPlaza de España y casas de laacera nordeste (NE) a fin dedominar con fuegos deametralladoras y cañón el

Palacio Real y explanada delas antiguas Caballerizas yGran Vía.

D ) Columna número dos. a)Misión: Atacar CarabanchelBajo para atraer la atencióndel enemigo. b) Eje demarcha: Carretera de Madrida Fuenlabrada, camino a lasCharcas de la Morata, Puentede Segovia. c) Hora deemprender el avance: Lasseis (6) horas treinta (30)minutos. d) Ejecución delmovimiento: OcuparáCarabanchel Bajo,

manteniendo enlace con laColumna número tres paracubrir su flanco derecho.Logrado Carabanchel Bajocontinuará la progresión endirección al Puente deSegovia, sin pasarlo sinprevia orden. Tendrá encuenta que su misión, comoantes se Indica, es atraer laatención del enemigo parafacilitar el avance de las trescolumnas anteriores, pero sinempeñarse en un combate afondo que pudiera producirleun gran desgaste.

E ) Columna número cinco. a)Misión: Atacar en direcciónal Puente de Toledo paraatraer la atención del enemigo,desbordando CarabanchelBajo por el nordeste (NE). b)Eje de marcha: Camino deMadrid a Villaverde. c) Horade emprender el avance: Lasseis (6) horas. d) Ejecucióndel movimiento: Avanzará,cubriendo su flanco derechopara protegerse de los ataquesque procedan del Puente deAndalucía. Cooperará alavance de la Columna número

dos y tendrá en cuenta que sumisión es análoga a la de lareferida columna sin que sepase el Manzanares sin previaorden.

F ) Columna número nueve (denueva organización). a)Organización: Un Tabor deTiradores de Ifni con PlanaMayor y Sección deAmetralladoras, y Requetés.b ) Misión: Constituir lareserva del ala izquierda.Estará a mis inmediatasórdenes, c) Eje de marcha:Carretera de Madrid a

Portugal. d) Situación inicial:Alcorcón. e) Ejecución de laMisión: A las seis (6) horasdel día siete (7) se encontraráel Tabor de Ifni en elCampamento Militar paraguarnecer la base de partidade la Columna uno. El resto dela columna en Alcorcón. Suactuación posterior, segúnorden.

G ) Columna número seis. a)Misión: Reserva a misinmediatas órdenes. b)Situación inicial: Batallón deVoluntarios de Sevilla, en

Villaverde. Tabor de laMehalla, en Getafe. Batallónde Voluntarios de Canarias, enLeganés. Batería de 7,5, enVillaverde. Su actuaciónposterior, según orden. c)Cobertura del flanco izquierdoen Ventorro del Cano yCampamento de Ingenieros.Según orden particular.

6. Artillería.A ) Acompañamiento inmediato:

Con arreglo a instruccionesparticulares.

B ) Apoyo directo: La artilleríaafecta a cada una de las

columnas.C ) Acción de Conjunto: a)

Organización: Ver OrdenGeneral de Operacionesnúmero catorce. El primerGrupo de 10,5 se constituirácon tres baterías. b) Misiones:Contrabatería. Prohibiciónsobre el cruce de la carreterade Madrid a La Coruña enproximidades del kilómetronueve–Cruce de la carreterade Madrid–La Coruña con lade Madrid a El Pardo. Crucede la carretera de Madrid a ElPardo con la de Huerta del

Obispo —sobre la salida deMadrid por la carretera deCastellón. Salida del Puentede Andalucía. Refuerzo delapoyo directo y protección delataque de las cuatro columnas.Tiro contra objetivosi mp r e v i s t o s . Zona deasentamientos: PrimeraAgrupación Región al sur (S)de Villaverde. SegundaAgrupación Segundo Grupo de10,5, zona del VérticeGarabitas. Segundo Grupo de10,5 proximidades de CuatroVientos. Ruptura de fuerzas: A

partir de las seis (6) horas.Las baterías de 10,5 a peticióndirecta de los jefes decolumnas o a mi orden. Elprimer grupo de 15,5 a laorden del coronel Yagüe. Losgrupos podrán romper el fuegopor iniciativa propia sobre losobjetivos importantes quedescubran, regulándose elconsumo de municiones por elcomandante principal deArtillería.

7. Aeronáutica: Según ordenparticular.

8. Zapadores: Una sección con cada

una de las columnas números dos ycinco. Dos secciones con cada unade las columnas números uno, tresy cuatro.

9. Unidades de Carros. Segúninstrucciones particulares.

10. Unidades de Carros blindados.Con la distribución actual.

11. Ametralladoras antiaéreas. Unasección con cada Agrupación deAcción de Conjunto.

12. Enlace. a) Puestos de Mando: MiCuartel General en Leganés, apartir de las seis (6) horas. Coronelde El Tercio. InicialmenteAlcorcón. Columnas 1, 2, 3, 4 y 5

sobre sus ejes de marcha. Columnanúmero nueve en Cuatro Vientos. b)Agentes de Enlace: Un oficial decada una de las columnas númerosdos y cinco y uno por laAgrupación de Columnas del alaizquierda en mi Cuartel General alas seis (6) horas. c) Eje deTransmisiones: Fuenlabrada–Leganés–Carabanchel Alto–VérticeGarabitas–Cuartel de Moret. d]Transmisiones: Ver Orden deOperaciones número catorce.

13. Puesto de Mando a fin de jornada:Coronel de El Tercio: P.CCampamento Militar. Columna

número uno: P.C. Cuartel delInfante Don Jaime. Columnanúmero dos: Casas en lasproximidades del kilómetro cuatrode la carretera de Extremadura.Columna número tres: P.C. Cuartelde la Montaña. Columna númerocuatro: P.C. Fundación Del Amo.Columna cinco: P.C. Casas en lasproximidades del kilómetro cuatrode la carretera de Madrid aToledo.

SEGUNDA PARTE. SERVICIOS

Destinatarios

Para Conocimiento: General 7.ªDivisión Orgánica.

Para Cumplimiento:—Coronel Jefe de El Tercio.—Columnas números 1, 2, 3, 4, 5, 6,

7, 8, 9 y de Caballería.—Batallón Tiradores de Ifni.—Primer Grupo de 10,5.—Primer Grupo de 15,5.—Segundo Grupo de 15,5.—Primer Grupo de 6,5.—Segundo Grupo de 6,5.—Compañía de Carros ligeros.—Primera y Segunda Compañía de

Carros pesados.

—Ametralladoras antiaéreas.—Jefes de los Servicios de

Artillería, Ingenieros, Intendencia ySanidad.

Para Cooperación: Aviación.

DOCUMENTO 4

Copia literal del documentoelevado al comandante de laDefensa por el jefe de EstadoMayor denunciando anomalías detipo político-militar para susancionamiento.

Fuerzas de la Defensa de Madrid.Estado Mayor.Jefe.

Excmo. Señor:

La actitud y la conducta que viene

observando el general Kléber obliga aljefe que suscribe a llamar la atención deVE sobre determinados hechos quepueden tener trascendencia.

El expresado jefe, no obstante suaparente y subordinada dependencia delMando, manifiesta en la acción unaindependencia notoria que hasta ahorase ha manifestado de manerafrancamente perjudicial en el conjunto:

1. Cuando en los primeros días de laDefensa se recabó, ante la situaciónangustiosa, su concurso, se negó aprestarlo, alegando que sóloobedecía órdenes del Ministro.

2. Concedida por éste la participaciónde la Brigada Internacional en laDefensa, se le asignó un sector yuna misión que cumplió tarde eincompletamente y con engaños,pues manifestó que tenía susfuerzas entre la Escuela de Tiro yCampamento cuando la realidad fueque apenas rebasó un kilómetro lasposiciones en que relevó a laBrigada Galán.

3. Al desplazarle del sector deHúmera al de la CiudadUniversitaria para cerrar elboquete, la acción preparada parael amanecer por sorpresa no la

inició hasta las diez horas, retrasoque sin duda benefició al enemigo,que tuvo tiempo de reforzar yorganizar sus posiciones.

4. En su actuación en la CiudadUniversitaria no ha sido verídicoen sus informes, no confesando lapérdida del Palacete yatribuyéndose la ocupación de laCasa de Velázquez, con perjuiciodel exacto conocimiento que elMando debía tener de la situación.

5. Al encomendársele la dirección delas fuerzas que habían de realizarla ocupación de Garabitas,operación que fue preparada de

acuerdo con todos los jefes decolumna, frustró el plan trazado porhaber manifestado que no disponíade fuerzas (lo que no era cierto,pues pudo el siguiente día relevardos de sus batallones de primerescalón), y luego el desarrollo dela operación porque retrasó elataque preparado para las ochohoras hasta las diez horas, con locual hizo totalmente ineficaz laacción de preparación artillera.

6. Sin facultades para ello se haafectado a la Brigada Internacionalel Batallón Cavada.

7. En la acción de ayer, no obstante

tener asignada una misión concretahizo lo contrario, empeñando susfuerzas a las siete horas en unataque innecesario ycontraproducente, pues chocó conun numeroso y bien organizadoenemigo y sufriendo un númerocrecido de bajas que pudieronevitarse. Además, después de habermanifestado que carecía dereservas y que apenas podría ponerdonde se le indicaba unos 400 a500 hombres desarticulados,resultó que disponía en Fuencarral,a las catorce horas, por lo menosde unos dos batallones.

8. No ha conseguido aún el EstadoMayor tener conocimiento de losefectivos y medios de que disponenlas brigadas, ni de la incorporaciónde nuevos contingentes.

9. Paralelamente a este proceder, laprensa está haciendo una labor deexaltación de este general a todasluces exagerada y falsa. Sushombres es cierto que se batenbien, pero nada más, y esto lohacen muchos que no estánmandados por Kléber. Y en cuantoa sus dotes de mando, por el solohecho de que quieren apoyarse enuna popularidad artificiosa, son

también falsas.

El expresado general tiene unatendencia absorbente, en lo militar y enlo político: se le está presentando comoel caudillo capaz de dirigir a buenpuerto la revolución. Resulta, alparecer, el ídolo militar de algunos denuestros partidos políticos, y esto, comolo anterior, si siempre esextraordinariamente nocivo porque sefomenta el caudillismo que tantos dañosha hecho en nuestra patria, lo es más sien la persona que trata de elevarse noconcurren verdaderas dotes de caudillo.

El jefe que suscribe estima un deber

de conciencia exponer a VE cuantoantecede, no sólo para dejar los hechosexpuestos con absoluta claridad, sinopara que, como jefe nato que es de laDefensa de Madrid y de la lucha en quetodos estamos empeñados de corazón,no pueda verse envuelto en una bajamaniobra que pueda desplazarle de lafunción que todos sus subordinadosvemos que realiza con entusiasmo y asatisfacción de cuantos colaboraron conVE en estos difíciles momentos.

Madrid, 26 de noviembre de 1936.Firmado, Vicente Rojo.

DOCUMENTO 5

Protesta del Cuerpo Diplomáticode Madrid por los bombardeos

El Cuerpo Diplomático se ha reunidohoy bajo la presidencia del embajadorde Chile, decano del mismo, paradiscutir acerca de los trágicos sucesosque ensangrientan la capital de España.

Se ha llegado, por unanimidad, a laconclusión de que la lucha fratricida haalcanzado tal grado de encono ytragedia, que hace creer que sedesprecian las prácticas de humanidad

que deben observarse aun en las másenconadas contiendas y, por lo tanto,desea hacer una expresión clara yenérgica del rechazo con que ve que noatienden aquellos imperativos y normasuniversalmente adoptados para evitarcasos como el de los bombardeosaéreos, que causan numerosas víctimasindefensas en la población civil, entreellas tantas mujeres y niños.

Consecuente con estos conceptos seha tomado el acuerdo de enviar a laprensa esta nota deplorando que elCuerpo Diplomático no tenga al alcanceotros medios más eficaces con loscuales pudiera remediar estas

lamentables contingencias; pero nocesará, sin embargo, en su empeño deorden moral y humanitario, en bien de lapoblación civil de Madrid.

Madrid, 18 de noviembre de 1936.

DOCUMENTO 6

Propaganda calumniosa emitidapor las radios adversarias durantela batalla. (Un ejemplo).

«En Madrid, los anarquistas, se estándedicando a quemar, incendiar losedificios que estiman oportunos y avolar con dinamita otros, los másimportantes. En Madrid, al divulgarse lanoticia del avance arrollador de lastropas nacionales y de las derrotas delos rojos, se ha producido entre lapoblación civil una reacción

nacionalista y de protesta. Talessentimientos motivaron la formación deuna manifestación que recorrió lascalles de la capital pidiendo larendición. Una comisión de hombres ymujeres se adelantó, al llegar ésta alnuevo Ministerio de la Guerra, rojo,para hablar con el general Miaja. Enaquel momento sonaron las sirenas, y lagente acudió presurosa a refugiarse. Coneste motivo la manifestación quedódisuelta; pero la aparición deaeroplanos no era cierta. Fue unaestratagema de la escolta de Miaja parano hablar con la comisión que subía avisitarle. A pesar de esas tretas que usan

los dirigentes rojos, las manifestacionessolicitando la rendición son numerosas».

DOCUMENTO 7

Creación de unidades armadas condestino a España. Documentoitaliano. (Uno de muestra, de loscogidos en Guadalajara).

Jefatura del Cuerpo de Estado Mayor.Sección de Servicios. Número 641.Secreto.

Roma, 15 de enero de 1937 (XV año dela era fascista).

A las Jefaturas de los Cuerpos deEjército de Florencia, Nápoles y

Caggliari; a la Dirección General de losServicios de Logística; a la DirecciónGeneral de Artillería; a la Inspección deMotorización, y, para su conocimiento,al Consejo, al Ministerio de Marina, a laJefatura General de las MiliciasVoluntarias de Seguridad Nacional, a laDirección General de Sanidad Militar, ala Dirección General de Ingeniería, a laDirección General de ServiciosAdministrativos, a la Dirección delServicio Químico Militar, a lasJefaturas de los Cuerpos del Ejército deMilán, Roma y Bari; a los servicios dePersonal de los varios Ministerios; alServicio de Información Militar; a la

Contabilidad Central; a los Servicios deOrden, Movilización y Transporte; a laJefatura de Etapas OL[58].

Objeto: Constitución de unidadespara exigencias de las tropas queoperan en España. En confirmaciónde los acuerdos verbales.

1. Las dotaciones individuales y deunidad, exceptuada la serie VE[59],son, por regla general, las previstasen el tomo segundo, fascículoprimero, en relación con lasformaciones anejas, al mencionadofolio. La serie VE es la prescrita enel folio 8926 del 21 de noviembre

del pasado año de esta Jefatura,con gorro de cuartel y uniforme depaño kaki, si bien con el sacoalpino en sustitución del morralordinario; se completará, además,con plato de aluminio ycantimplora.

2. Las Jefaturas de los Cuerpos deEjército a los cuales nos dirigimosproporcionarán las dotacionesindividuales y de grupo de lasunidades que se constituyan en surespectiva circunscripción, queson: Cuerpo de Ejército deFlorencia, quinto pelotón demorteros; Cuerpo de Ejército de

Cagliari, tercera y cuarta bateríasde acompañamiento; Cuerpo deEjército de Nápoles, las restantesunidades.

3. Las series VE se harán afluir a sudebido tiempo, por medio de laDirección General de los ServiciosLogísticos a las localidades deconstitución de las unidades.

4. La Jefatura del Cuerpo de Ejércitode Cerdeña, para la constitución delas dos baterías de 65, 17 emplearálas piezas existentes en laDirección de Artillería; las cartascorrespondientes se tomarán de lasdotaciones existentes en el Cuerpo

de Ejército.Las ametralladoras que se

consignarán a las citadas baterías serándel tipo Fiat 614.5. La Jefatura del Cuerpo de Ejército

de Nápoles asignará a cadaBatallón 30,27 y 3 de Reserva,fusiles ametralladoras modelo 30 y10,9 y 1 de Reserva,ametralladoras Fiat 914.

6. Municiones de repuesto: Proveerála Dirección General de Artilleríaen la siguiente medida: Cartuchosen cargador 2 880 000; cartuchospara fusil ametralladora,2 106 000; cartuchos para

ametralladora Fiat, 1 080 000;bombas de mano 120 000, etc., etc.Las municiones arriba referidasdeben afluir a Nápoles antes del 21del corriente.

7. Autovehículos, bicicletas:disposiciones aparte.

8. Los materiales que eventualmentepuedan faltar se pedirán con lamáxima urgencia a los órganoscentrales competentes, informandoa esta Jefatura.

9. La Jefatura del Cuerpo de Ejércitode Nápoles, en cuyo territorio seconstituirán dentro de breve tiemponuevas unidades, requerirán con la

máxima urgencia el reintegro de lasdotaciones empleadas a losservicios componentes delMinisterio, los cuales proveeráninmediatamente, dando seguridadesde su cumplimiento a esta Jefatura.Las Jefaturas de los otros Cuerposde Ejército pedirán el reintegro delos materiales, aun de losextraídos, de las dotacionesacumuladas I.V.

El Subjefe de Estado Mayor,Intendente Rossi.

El Coronel de EM de Servicios, A.Ferrare

DOCUMENTO 8

De los generales italianos enGuadalajara.(De los documentos hallados enel CG del general Coppi,abandonados en Brihuega alretirarse, sintetizamos lassiguientes interesantesreferencias):

Orden del Gral. Coppi, el 15 demarzo. Cuando había sidodetenido el ataque, pararehabilitar la Gran Unidad,

disponía:

Para reforzar psicológicamente lasunidades:Hablar a los oficiales y a todos loshombres usando los siguientes temas:Resaltar mucho nuestras operacionesvictoriosas. Hoy estamos descansandovictoriosamente después de haberalcanzado nuestros objetivos parafortalecernos antes de continuar nuestroavance. Decir a los hombres que elDuce está muy complacido del trabajode sus «camisas negras». Explicarles lasenormes pérdidas que ha sufrido elenemigo, material, aviones derribados y

ciudades destruidas por nuestraArtillería y Aviación. Hablar de la bajamoral del enemigo, que se sienteestrangulado, y que se defiendedesesperadamente para no ser rodeado ydestruido por nuestras operaciones. Nosobrevalorar al enemigo: Son una turbade aventureros sin fe.

El día 11, el general Manzzini,cuando empieza a temer, por laparada de la ofensiva, una crisis demoral, da una orden generalexaltando la calidad de las«Camisas Negras» y dice:

Las Camisas Negras, que son soldadostípicamente políticos, saben lo que estáncombatiendo y por qué estáncombatiendo, lo sienten en su sangre.

De acuerdo con esto, el deber de susjefes es mantenerlos en un estado degran exaltación para que se puedaobtener de ellos el mejor provecho.

Esta es una tarea fácil si se les hablaconstantemente con alusiones políticas yse les recuerda en todo momento alDuce; el Duce que ha luchado y estáluchando por la exterminación delcomunismo; el Duce que ha deseado esteconflicto y que mantiene atenciónespecial, atención sobre la conducta que

observen en él.Yo sé que todos los jefes hacen esto,

pero pese a ello pienso que es oportunoapremiar a todos los oficiales que estánbajo mi mando para que actúen deacuerdo con este principio.

Pocos días después, el 16 de marzo,cuando empezaba a recoger losprimeros frutos del fracaso de sumaniobra, daba otra orden tajante,imponiendo sanciones drásticaspara los automutilados que seproducían alarmantemente y decíaen su párrafo «Disciplina» esto:

Hasta las mejores y más valientes tropastienen algún cobarde entre ellos. Por lotanto no debemos sorprendernos si haytambién algunos entre nosotros. Pero noslibraremos de ellos.

(Los documentos originales ofotocopias fueron enviados por elGobierno al Comité de No Intervenciónen un Libro Blanco donde se puedenconsultar, con otros innumerablesrelativos a la organización, transporte yconducta de dichas fuerzas).

El general Bergonzoli, comandantede la División Littorio (4.º)

motomecanizada; dislocadainicialmente en segundo escalón yque debía explotar la rupturallevada a cabo por las divisiones deprimer escalón, dictaba en Alcoleadel Pinar; el 9 de marzo, lasiguiente orden:

La segunda División de Voluntarios,venciendo la defensa enemiga, haalcanzado, en fin de jornada de ayer, lalínea este de Almadrones a caballo de lacarretera de Algora a Guadalajara en elcruce de Mandallona y Masegoso.

El adversario ha replegado todo elfrente como consecuencia de nuestro

ataque, no siendo reconocidas susfuerzas, con pocas piezas y algunoscarros de asalto, se mantienen algunasposiciones en Almadrones y a caballode la carretera. Algunos refuerzos vandesde Guadalajara hacia Almadrones.

La acción de nuestras fuerzas se hadesarrollado como estaba previsto.

Dispongo:

a) Toda la tropa debe estar preparada,y la oficialidad dispuesta a salirenseguida.

b) Los militares aislados que debanmarchar por cuestiones de serviciodeben llevar una autorización

especial, firmada por elcomandante del reparto.

c) Unidad de automóviles en perfectofuncionamiento de bencina alcompleto pronta a marchar a laprimera orden. Deben ponerse losmotores en marcha de vez encuando para impedir que se hiele elagua de los radiadores tapándosecon cubiertas.

d) Cuando la columna se halle enmarcha, los automóviles debenllevar de 20 a 24 unidades comomáximo intervaladas de 200 en 200metros para evitar paralizacionesdel tráfico en los dos sentidos.

Todos los autocarros que no tenganque moverse precisamente debenquedar fuera de la carretera.Ninguna variación para laretaguardia.

Firmado: Bergonzoli.

(La anterior orden estaba dirigida atodas las unidades y serviciosdivisonarios).

DOCUMENTO 9

Propaganda adversariadeformando la verdad deGuadalajara. Para ocultar ydesvirtuar el favorable desarrolloque para nosotros tenían lasoperaciones del sector deGuadalajara todas las emisoras delbando adversario difundieron lasiguiente nota oficial:

Las radios rojas, para ocultar susderrotas y reanimar a sus tropas,engañándolas una vez más sobre la

situación en los frentes, obedeciendo ala consigna de Valencia dan la noticiade la toma de Trijueque, de un fantásticorevés de las fuerzas españolas, a las quepara alarmar a Europa llaman unidadesitalianas. Estas noticias son en absolutofalsas y ocultan las derrotas sufridas porlos «rojos» en este frente, en el que hanretrocedido 34 kilómetros desde Algorahasta Trijueque y alturas que losdominan por el oeste. Falsos son loséxitos que se apuntan después deretroceder tantos kilómetros. Falsosigualmente los éxitos de loscontraataques que propalan, pues losque llevaron a cabo se rechazaron,

causándoles grandísimas pérdidas yderrotas también. Sépalo España toda;las operaciones en Guadalajara siguensu marcha victoriosa y nuestras tropasobtienen constantes triunfos sobre elenemigo, cuyas pérdidas son espantosas.La moral de nuestras tropas supera atodo elogio y soldados y legionariosrivalizan en entusiasmo y en valor. EnEspaña no existen unidades de ningúnpaís; existen sólo gloriosas unidadeslegionarias, formadas por algunosextranjeros que se encuadraron ennuestras filas y que de todo el mundopidieron un puesto de honor en la luchapor la civilización, admitidos

precisamente después de la aparición enel campo «rojo» de miles de hombresextranjeros, que son los que sostienen enMadrid la lucha. En nuestros campos deconcentración existen numerososprisioneros ingleses, franceses,checoslovacos y de otras naciones queno demuestra sino lo que hubiesenpropalado al mundo ya las fotografías dela prensa «roja», los «desfiles» y«paradas». (La emisora de Salamancaañadía): «Trasmítase esto con todarapidez».

DOCUMENTO 10

Hombres de la Defensa

COMANDO

General Don José Miaja Menant,comandante de la Defensa.Teniente coronel Don Vicente RojoLluch, jefe de Estado Mayor de laDefensa.

ESTADO MAYOR

Teniente coronel Fontán.Teniente coronel Matallana.

Teniente coronel Fernández Urbano.Teniente coronel Zabaleta.Teniente coronel Pérez Gazolo.Teniente coronel Rodríguez Pavón.Teniente coronel De la Iglesia.Teniente coronel Garijo.Teniente coronel Muedra.Comandante Suárez Inclán.Comandante García Viñals.Capitán Guerra.

AYUDANTES DE CAMPO

Teniente coronel Pérez Martínez, delcomandante de la Defensa.Teniente coronel Páramo, delcomandante de la Defensa.

Capitán Fernández, secretario.Capitán Fernández Pacheco, del jefe deEM.

JUNTA DE DEFENSA (actuaron en ellarelevándose)

Sr. Mije, Milicias.Sr. Carrillo, Orden Público.Sr. Frade, Secretariado.Sr. Yagüe, Abastecimientos.Sr. Jiménez, Evacuación.Sr. Carreño, Prensa y Propaganda.Sr. Ñuño, Información.Sr. González Marín, Transportes.Sr. Diéguez, Milicias.Sr. Cazorla, Orden Público.

Sr. Caminero, Servicios del frente.Sr. De Dios, Secretariado.Sr. Íñigo, Industrias.Sr. La Fuente, Abastecimientos.

COMANDANTES DE ARMA Y DIRECTORESDE SERVICIO

Comandante Zamarro, de Artillería.Coronel Aldir, de Ingenieros.Coronel Montaud, de Transmisiones.Teniente coronel Alcázar, deIntendencia.Mayor Planelles, de Sanidad.Comandante Cuesta, de Artillería(Jarama).Comandante Ripoll, de Artillería

(Guadalajara).Comandante Marenco, inspector generalde Milicias.Coronel Gil, Parque y Servicios deArtillería.Coronel Redondo, EM auxiliar:Evacuaciones.Comandante Fernández Castañeda, EMid.

COMANDANTES DE COLUMNA O GRANUNIDAD

Teniente coronel Barceló, Boadilla, jefede Columna.Teniente coronel Fernández Cavada,Húmera, jefe de Columna.

Capitán Galán, Húmera (Estación), 3.ªBrigada.Teniente coronel Enciso, Casa deCampo, jefe de Columna.Coronel Clairac, Casa de Campo, y C.Extremadura, jefe de Columna.Coronel Escobar, Carabanchel, jefe deColumna.Comandante Rovira, Puente de Toledo,jefe de Columna.Coronel Prada, Usera, jefe de Columna.Comandante Palacios, jefe de ColumnaNT.Teniente coronel Arce, Puente Princesa,jefe de Columna.Teniente coronel Bueno, Vallecas, jefe

de Columna.Mayor Líster, Entrevías, jefe deColumna.Comandante Romero, Puente de losFranceses, jefe de Columna.Capitán Galán, Casa de Campo, jefe deColumna de refuerzo.Mayor Perea, Cerro del Águila, jefe deColumna de refuerzo.Mayor Mera, Puente San Fernando.General Kléber, Ciudad Universitaria,comandante XI BI.General Luckas, Ciudad Universitaria,comandante XII BI.Durruti, Ciudad Universitaria, jefe deColumna de refuerzo.

Comandante Martínez de Aragón,Clínico, comandante 2.ª Brigada.Comandante Ortega, Parque del Oeste,jefe de Columna de refuerzo.Mayor Castillo, Parque del Oeste,comandante de Bat. (Madrid) y deBrigada (Jarama).Comandante Arellano, Bombilla,comandante 4.ª Brigada.Comandante Sabio, Monte del Pardo,comandante, 5.ª Brigada.Comandante Galle, CiudadUniversitaria, Columna 6.ª Brigada.Mayor Modesto, Vallecas, jefe deColumna de refuerzo.Teniente coronel Burillo, Jarama,

comandante Agrupación Jarama, 2.ªetapa.General Gal, comandante XV BI.General Walter, comandante XIV BI.

OTROS MANDOS DEPENDIENTES DELEJÉRCITO DEL CENTRO

General don Sebastián Pozas,comandante del Ejército.Teniente coronel Bernal, jefe del EstadoMayor.Teniente coronel Jurado, 1.ª División.Teniente coronel Fernández Heredia, 3.ªDivisión.Teniente coronel Moriones, 2.ª División.Mayor Tagüeña, 3.ª División (marzo).

Coronel Mangada, jefe de Columna.Teniente coronel La Calle, jefe deSector Guadalajara y Div. 12.Teniente coronel Rodríguez Cueto, 1.ªDivisión (Marzo).Comandante Güemes, comandante Div.Jarama.Comandante Rubert, comandante Div.Aranjuez.Teniente coronel López Otero, EstadoMayor.Teniente coronel Domínguez Otero,Estado Mayor.

COMANDO SUPERIOR

Jefe Supremo, Sr. Largo Caballero.

Jefe EMC, general Martínez Cabrera.Jefe Operaciones, teniente coronelCasado.Comandante de Aviación, coronelPastor.Comandante de Aviación, tenientecoronel Hidalgo de Cisneros.Comandante Blindados y CC, tenientecoronel Sánchez Paredes.Teniente coronel Cerón, doctorServicios Retaguardias y Transportes.Coronel Fuentes, doctor ServiciosArtillería.Coronel Azcárate, doctor ServiciosIngenieros.General José Asensio, subsecretario

Guerra.

BIBLIOGRAFÍAUTILIZADA PARA

«ASÍ FUE LADEFENSA DE

MADRID»

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VICENTE ROJO LLUCH. Fuente laHiguera, 1894–Madrid, 15/06/1966.

Hijo póstumo de un militar,combatiente en las guerras carlistas y lascampañas de Cuba, de donde volvióenfermo muriendo poco después de suregreso. Esta muerte sumiría a la familiaen una situación trágica, por lo que el

joven Vicente hubo de ingresar en elinternado para huérfanos militares deToledo, donde proseguiría con susestudios y donde hubo de reponerse deuna larga enfermedad que le haríaperder tres años de estudios, y le dejaríauna ceguera en el ojo izquierdo, al pocode ingresar en el colegio, fallecerá sumadre, por lo que dependió de lospequeños envíos de dinero que lerealizaban sus hermanos parasobrevivir.

En 1911 consigue el ingreso en laAcademia de Infantería de Toledo,donde destacaría como un alumnoaplicado tal como lo recordó su coronel

José Villalba Riquelme, saldrá de lamisma con el grado de subteniente en1914 tras haber obtenido el número 4 enuna promoción de 390 cadetes. Tras sugraduación, es destinado a Barcelona,de donde pasó al Grupo de Regulares deCeuta (de donde dejara bastantescríticas hacia la política de las unidadesy mandos calificados en la época comoafricanistas) en donde se hará cargo delas Academia de formación de Cabos,en junio de 1919 sería destinado denuevo a Barcelona y posteriormente aVic. El 13 de marzo de 1920, contraematrimonio en Madrid con teresaFernández, hija de un militar

conservador, a la que había conocidocuando estuvo destinado en Ceuta.

En 1922, asciende a capitán, yvuelve a la Academia de Infantería, paraocupar diversos puestos docentes y deadministración. Fue nombrado como unode los redactores de los planes deestudio de las asignaturas de Táctica,Armamento y Tiro para la nueva etapade la Academia de Zaragoza. En 1928pone en práctica su vocaciónpedagógica al colaborar en la fundacióny dirección (junto con el también capitánEmilio Alamán) de la ColecciónBibliográfica Militar, esta colecciónversaba sobre temas militares (tácticos,

armamento, fortificación etc.), en ellaparticipaban militares tanto nacionalescomo extranjeros y trataba de informarde las novedades operacionalesocurridas en otros países, alcanzó unaamplia difusión en España y en elextranjero. Tras diez años de enseñanzaen la Academia Toledana, en 1932decide presentarse a las pruebas deingreso para cursar estudios de EstadoMayor en la Escuela Superior deGuerra, influirán en esta decisión susansias de conocimiento, y un incidenteen el que se ve envuelto en la academia.El incidente se produce al reprochar aldirector de la misma el no haber

concedido permiso para ausentarse a unalumno cuya madre se encontrabaenferma, pero si se lo concedieron a unconocido del coronel director parapasar un fin de semana de diversión enMadrid.

EL 25 de febrero de 1936 y estandocercano a terminar sus estudios,asciende a comandante por antigüedad,en abril de 1936 consigue el anheladodiploma de Estado Mayor, y esdestinado como Jefe de Estado Mayor ala 16.ª Brigada de Infantería en León, alpoco tiempo en junio de 1936, esdestinado a Madrid al Estado MayorCentral como ayudante del General

Avilés, puesto que ocupaba al estallar laguerra civil, en julio de 1936,manteniéndose leal al gobierno de laRepública, y siendo uno de los militaresprofesionales que participó en lareorganización de las fuerzasrepublicanas.

Sus primeras actuaciones seproducen sin pena ni gloria entre lasfuerzas destacadas en la sierramadrileña, posteriormente es requeridopara una misión delicada: entregar undocumento con las condiciones derendición del Alcázar. Dentro de éste seencuentra con varios compañeros yamigos entre ellos Emilio Alamán que le

incitan a quedarse con ellos, a lo queRojo se opone. Tras fracasar su misiónregresa a Madrid donde acoge en sucasa a las esposas e hijos de varios desus compañeros.

Asciende a teniente coronel enoctubre de 1936 siendo designado Jefedel Estado Mayor de las Fuerzas deDefensa, mandadas por el generalMiaja, jefe de la Junta de Defensa deMadrid, organismo creado para ladefensa y gobierno de la ciudad deMadrid tras el precipitado abandono dela capital por parte del gobierno y todoel aparato ministerial. Fue elresponsable de la elaboración del plan

de defensa de Madrid, la cual contratodo pronóstico no fue ocupada por lastropas franquistas, la citada defensa dela Capital le sacó del anonimato, y sureputación como organizador no hizosino aumentar. Nombrado Jefe delEstado Mayor del Ejército del Centro,fue el principal planificador de lasprincipales operaciones desarrolladaspor el citado Ejército, en el Jarama,Guadalajara, Brunete y Belchite. Con uncada vez más acrecentado prestigio, esnombrado coronel en marzo de 1937 y,tras la formación del gobierno Negrín,es nombrado Jefe del Estado MayorCentral de las Fuerzas Armadas y jefe

del Estado Mayor del Ejército deTierra. En este puesto, se dedica adirigir la consolidación del EjércitoPopular de la República, y a la creacióndel denominado Ejército de Maniobra,que debía servir de avanzadilla ofensivadel Ejército Republicano. Durante elaño 1937 proyecta las distintasofensivas Republicanas de Huesca,Brunete, Belchite, Zaragoza y la primeraparte de la batalla de Teruel, queterminó con la conquista de dichaciudad, siendo la única en la que Rojotomo el mando directo de las unidades,valiéndole la concesión de la PlacaLaureada de Madrid, máxima

condecoración del EjércitoRepublicano, y equivalente a laLaureada de San Fernando.

Ascendido a general en octubre de1937 siendo uno de los militares másprestigiosos de la República. Suoperación más ambiciosa fue la quellevó a cabo a lo largo de 1938 laofensiva del Ebro, que daría lugar a labatalla del Ebro una de las más largas ysangrientas de la contienda, desarrolladadesde el 25 de julio al 16 de noviembrede 1938, última baza de la Repúblicadonde gastaría su potencial militar paratratar de forzar una salida negociada alconflicto.

En febrero de 1939, y tras la caídade Cataluña pasó a Francia donde,después de una breve estancia, elServicio de Emigración de losRepublicanos Españoles (SERE) leabonó el pasaje para trasladarse aBuenos Aires (Argentina). Poco despuésrecibe una oferta del gobierno deBolivia, se le ofrece la posibilidad deorganizar y dirigir la cátedra de HistoriaMilitar y Arte de la Guerra en suEscuela de Estado Mayor, desarrollóésta tarea entre 1943 y 1945, siéndolereconocido su empleo de general delEjército español y condecorado con elmáximo galardón de las fuerzas armadas

bolivianas.Consigue regresar a España en

febrero de 1957, gracias entre otrascosas a las gestiones de un jesuita queconoció en Bolivia y avalado tambiénpor el obispo de Cochabamba, antiguocapellán castrense a las órdenes deRojo, así como a sus incansablesgestiones ante órganos ministerialesfranquistas. En un principio no fuemolestado por las autoridadesfranquistas, pero el 16 de julio de 1957fue requerido por el Juzgado Especialpara los Delitos de Espionaje yComunismo con la excusa de unaevaluación de rutina, una vez en el

juzgado se le comunica que seráprocesado por el delito de rebeliónmilitar, aunque finalmente lo seria por«Rebelión Militar» en calidad de ex–comandante del Ejército, algo cuandomenos paradójico por el hecho de nohaberse rebelado contra el gobiernolegítimo de la República curiosamentequien firma la orden para la celebracióndel juicio es el General ManuelCarrasco, a quien Rojo había protegidodurante la guerra. Según parece suvuelta no gustó a determinados sectoresmilitares, entre ellos al propio Francoque según ciertos testimonios que dicenhaber visto personalmente el expediente,

Franco escribiría de su puño y letra enel mismo «negar el pan y la sal», fuedefendido por el Teniente delRegimiento de Carros de Combate(situado en el Campamento militar,Madrid) D. Juan Besteiro, quienconfesaría al acusado tras estudiar sucaso que no entendía el porque delproceso, su juicio fue celebrado el 5 dediciembre de 1957 y Rojo seríacondenado a cadena perpetua (una penasuperior a la pedida por el fiscal) por«Auxilio a la Rebelión», en 1958recibiría el indulto para su cadenaperpetua, pero no para las penasaccesorias de interdicción civil e

inhabilitación absoluta, como declara elmismo Rojo «me han convertido en unmuerto en vida».

Fue autor de varios libros, ¡Alertalos pueblos! (1939), ¡España heroica!(1961) y Así fue la defensa de Madrid(1967), donde se recogen susexperiencias militares en la guerra civil,así como diversos artículos en la prensaargentina sobre la Guerra Civil y laSegunda Guerra Mundial.

Falleció en Madrid el 15 de junio de1966. La noticia de su muerte apenas fuecomentada por las distintas agencias deprensa, los diarios ABC y Ya recordaronsu grado de general en el ejercito

republicano, el único en destacar elprestigio de que gozaba entre losmilitares de ambos bandos por sucapacidad profesional, fue el diario ElAlcázar, órgano de los ex–combatientesfranquistas.

Notas

[01] Al aplicar este vocablo me refiero ala parte del pueblo más baja por suineducación e ignorancia y por surelajada moral, sin confundirlo enningún caso con el término pueblo, queestimo, en todo caso, en su acepción másamplia, como conjunto de habitantes deun país sin distinción de rango social,jerarquía o nivel cultural. <<

[02] Los presos comunes arbitrariamentesacados de la Cárcel Modelo de Madridel mes de julio, fueron recuperados ensu mayor parte por el Gobierno yenviados al frente, donde valientementedefendieron el embalse del Lozoya queabastecía de agua a la Capital. <<

[1] En el capítulo I de mi libro Españaheroica (Ediciones Era, México), seexpone cómo se genera, desarrolla,actúa, se transforma y desaparece el tipode ejército llamado «popular». <<

[2] Los efectivos de esta columna,probablemente la más numerosa, seríanunos 4000 hombres (en el frente y enMadrid). Véase croquis 3. <<

[3] Ver croquis 3. <<

[4] La unidad de Carros de que sedisponía en julio en Campamento fuegastada en los combates de la sierra enjulio–agosto–septiembre. <<

[5] Zugazagoitia, Julián, Guerra yvicisitudes de los españoles. BuenosAires, 1940. <<

[6] El EM trabajó después en un sótanodel 2.º patio del ministerio y más tardeen el sótano del Ministerio de Hacienda,donde fue instalado el cuartel generalcompleto. <<

[7] La idea de ese repliegue a la línea delTajo pudo estar en la mente del AltoMando con anterioridad a la batalla deMadrid, pero había sido radicalmentedescartada. <<

[8] Mayúsculas del autor (Nota deleditor). <<

[9] Aznar, Manuel, Historia Militar dela Guerra de España (1936-1939).Madrid, 1940, pág. 283. <<

[10] Thomas, Hugh, La guerra civilespañola. París, 1961, pág. 263. <<

[11] Por publicaciones del adversario seha sabido que el contraataque de laBrigada 3 no sólo absorbió gran partede la Columna 4 adversaria y otrasunidades de la reserva de conjunto, sinotambién parte de la Columna 1, por loque a esta columna le faltarían esasfuerzas para abrirse camino sobre supropio eje de avance. <<

[12] Según datos de un autor adversario(teniente coronel López Muñiz, LaBatalla de Madrid. Madrid, 1943) talpenetración sólo se logró después dehaberse incrustado en el frente de laColumna 2 la Columna 7 de reserva, queaseguró el enlace entre la 2 y la 3,además de proporcionar mayor potenciaal esfuerzo de ataque. <<

[13] Si algún lector, extranjero o español,influido por los relatos que se han hechoadjudicando a las BrigadasInternacionales «el mérito de habersalvado a Madrid», admite que miinterpretación es tendenciosa ointeresada al afirmar lo contrario pororgullo nacional, le remito al siguientejuicio emitido por una sobresalientefigura internacional que actuó en dichasbrigadas, y vivió muchos episodios dela batalla y de la guerra, Pietro Nenni,quien dice: «En fin, el aporteestrictamente militar de las dos Brigadasque ya están empeñadas en la acción —

la once y la doce— ha sido muyimportante. Pero no debemos dejar quese acredite la leyenda de que lasBrigadas han salvado Madrid. LasBrigadas han sido uno de los pilares deMadrid; y cuentan con ser uno de lospivotes de la contraofensiva. Pero es elpueblo español quien salva a España».Nenni, Pietro, La Guerra de España.México, 1964, pág. 139. <<

[14] Por entonces en funciones deembajador oficioso de nuestrosadversarios en Londres. <<

[15] El episodio que acabo de relatar yque he considerado, tal vezarbitrariamente como el esfuerzodecisivo para penetrar en Madrid,corresponde probablemente a lo que uncalificado autor del bando adversario(López Muñiz, op. cit. pág. 42) relatasin concederle gran importancia como«reconocimiento ofensivo» que lessirvió para comprobar la«extraordinaria fortaleza de laorganización defensiva», pese al hechode que lo llevaron a cabo numerosasfuerzas que acumularon en la CiudadUniversitaria y a la realidad de que,

según el propio autor, provocó ladecisión de suspender el ataque aMadrid, en los últimos días denoviembre. Sin embargo la luchacontinuaría hasta fines de marzo. <<

[16] El mismo López Muñiz dice: «Nocabe desfigurar la realidad, y la realidades que los rojos pusieron en la defensade Madrid una tenacidad igual a la quelos nacionales hubiéramos demostradoen la de Valladolid o Zaragoza».Cuando ciertas gentes se asombran o seindignan por el resultado que tuvo elasalto a Madrid, dejando el triunfo en lamano de un soldado elemental, bastaríapreguntarles ¿qué tiene de extraño queasí ocurriese, si eran españoles ydefendían la capital de su país, a susmujeres, y sus hijos, su patrimonio, susderechos y libertades? Por ser esto una

verdad implacable, yo he queridorealzar el hecho, desconocido pormuchos y desfigurado por gentesinteresadas, de que la detención delataque a Madrid se logró en verdaderorigor los cuatro primeros días, y,consiguientemente, que no lo hicieronlas BI, sino los españoles; lo cual noresta mérito a la vigorosa actuación y alabnegado proceder que despuésrevelaron dichas tropas, para las cualesconservamos un sentimiento de gratitud.Si el hombre español no lo hubierahecho viendo a los moros al otro ladodel Manzanares, habría incurrido en unaindignidad sin precedentes. <<

[17] El lector puede corroborar esascifras o referencias, no en un libro oautor, sino en varios de la amplísimabibliografía de la guerra española. <<

[18] El rápido y secreto montaje quepudo tener nuestra maniobra de Brunetelo comprobarían seis meses después. <<

[19] Lojendio ha dicho que nosotrosteníamos «la iniciativa de ladestrucción». La destrucción, ¿de qué?Esa frase es un puro desahogo literario.El balance de las destrucciones sufridaspor Madrid, de las cuales aún subsistencrudos testimonios de la obra de laArtillería y de la Aviación, son la másrotunda réplica a aquel desahogo.(Lojendio, Luis María de, Operacionesmilitares de la guerra de España.1936-1939. Madrid, 1940). <<

[20] No puedo precisar exactamente lafecha, ni quiero fijarla de modoarbitrario. <<

[21] Algunos, como el doctor Barsky,atendidos por técnicos internacionalesen gran parte y la cooperación deentidades venidas del exterior(Inglaterra–EE.UU.). <<

[22] Testimonio oral recibido de algunode los sacerdotes que las decían. <<

[23] Usado por la FAI y la CNT. <<

[24] Bolloten, Burnett, El gran engaño.Barcelona, 1961. <<

[25] Hasta aquí las empleadas en el frentede maniobra; de ellas, las Brigadas 14 y15 eran internacionales y debutaban enesta batalla. La 18 había sido batida enCiempozuelos, en la primera fase deesta maniobra, y fue rápidamentereorganizada. <<

[26] López Muñiz, op. cit. <<

[27] Su presencia en los campos debatalla de Libia seis años después seríauna sorpresa para los ingleses; sorpresaciertamente injustificada, porque pudomuy bien informar a sus jefes de laaparición de esta arma su agregadomilitar en Madrid, excesivamente atentoa otros menesteres más políticos quetécnicos y más impertinentes quediscretos. <<

[28] Me refiero, naturalmente, a lafalange griega. <<

[29] Thomas, Hugh, op. cit., págs. 312-17. <<

[30] Estuviera o no planeada esacooperación, según dice Lojendio, fue arecabarla del Generalísimo a Salamancael general Manzzini, sorprendiendo allía dicho general la crisis del día 18, op.cit., pág. 214. <<

[31] Díaz de Villegas, José, Guerra deliberación, Barcelona, 1957, pág. 159.Este autor la considera simplementecomo «rectificación del frente» y«ampliación del cerco», y como batallade «objetivo limitado», pero niega lafinalidad, que es pública y cierta,diciendo «no ambicionó nunca lanzarsea la conquista de la ciudad». <<

[32] López Muñiz, en su libro ya citado,elude este acontecimiento bélico. <<

[33] Lojendio, Luis María de, op. cit.,pág. 217. <<

[34] Díaz Villegas, José, op. cit., pág.159. <<

[35] Alguna fe debían tener los valientesgaribaldinos que en la XII BI se batieronjunto a nuestros soldados contra Coppi,Manzzini, Bergonzoli (concretamente elBatallón Pacciardi), cuando después dela Segunda Guerra Mundial han podidoser y son artífices del actualrenacimiento de Italia, desde diversossectores políticos y sociales. <<

[36] Así como para la descripción de lossucesos militares me he apoyado en laexperiencia propia, ahora he tenido quevalerme en gran parte de documentos einformaciones dadas ya a la publicidadautorizadamente. Aunque no me agradeha sido necesario seguir este caminoporque tan importante cuestión no debíaser eludida en el análisis del suceso quesirve de tema a este libro. No obstante,aunque se ha podido desarrollar estacuestión con extensión y detallesmayores que los que le doy, he optadopor contraerme a reseñar loestrictamente preciso para puntualizar el

asunto sin dar lugar a dudas. <<

[37] La cita y las ideas principales deeste apartado en lo relativo a laactuación del Gobierno francés, estántomadas de la obra del ex ministroPierre Cot, que fue dada a la publicidaden parte en el semanario de BuenosAires España Republicana. <<

[38] Lojendio, Luis María de, op. cit.,pág. 135. <<

[39] Subraya el autor. <<

[40] Pueblo. Madrid, 17 de junio de1961. <<

[41] Dzelepy, E.-N., Espejo de Alevosías.México, 1940, pág. 31. <<

[42] Dzelepy, E.-N., op. cit., pág. 48. <<

[43] Según Thomas, op. cit., pág. 262,«estaban mandados por Von Thoma, queya llevaba tres meses en España, dandocursos de instrucción y asesoramientomilitar». Añade que la Legión Cóndor sehallaba organizada en Sevilla el 6 denoviembre y que «en el momento en queRusia comenzaba a ayudar a laRepública, Alemania ya se encontrabareforzando y reorganizando su ayuda».Tal afirmación puede aceptarse comocierta por ser sabido que la cooperaciónalemana comenzó el mismo mes delAlzamiento. Además está confirmadapor otros documentos hechos públicos

por los propios alemanes después de laguerra y por la documentación alemanapublicada en el proceso de Nuremberg.<<

[44] Según las manifestaciones delmariscal Goering y las declaraciones aque se refiere la nota anterior, la mayorparte de los cuadros y pilotos de laAviación germana pasaron para suentrenamiento por las formacionesaéreas destacadas en España. <<

[45] Datos tomados de Sonderhelft derWehrmacht, publicación oficial del AltoMando del ejército alemán. Berlín,mayo de 1939. En Colodny, TheStruggle for Madrid, Nueva York,1958. <<

[46] Nenni, Pietro, op. cit., pág. 58,epígrafe. <<

[47] Sobre este asunto son interesanteslos datos que facilita el general italianoFrancisco Belforte en La guerra civileen Spagna, Milán, 1938-39. <<

[48] La Gestapo y la OVRA eran laspolicías políticas alemana e italianadurante el nazismo y el fascismo. <<

[49] Messerschmidtt 109, Heinkel 51 y112, Heinkel 111, Junker 52 y otros. <<

[50] Fiat C.R. 32, Romeo 37, Savoias 79y 89, Dornier 17, Brenda 61 y otros. <<

[51] Alguna vez al recabar la adquisiciónde armas y medios para hacer la guerrame hizo presente el jefe del Gobierno laimposibilidad económica de llevarlas acabo, porque el dinero que había queinvertir en impuestos, transportes,justificaciones y toda clase de gabelasresultaba muy superior al costo dedichos materiales. ¡La guerra nuestra sehabía convertido en un fácil «negocio»para muchas gentes interpuestas entrelos lugares de embarque de material ylos puntos de destino! <<

[52] Enciclopedia Espasa, Suplemento.1936-39. <<

[53] Se ha dicho por Aznar, op. cit., pág.267, que «durante la última decena deoctubre se encontraban ya en lascercanías del campo de operaciones…».Lo cierto es que las primeras unidadesde la 1.ª Brigada no salieron deAlbacete hasta el día 5 de noviembre ysegún se ha indicado en el texto nopudieron intervenir en Madrid durantelos días 6, 7, 8 y 9. <<

[54] Thomas, Hugh, op. cit., pág. 297. <<

[55] En Colodny, op. cit. <<

[56] Uno de los diplomáticos más aviesosde aquel tiempo, cuando nuestrosministros exponían en la Asamblea deGinebra la realidad española con lapresencia de las Divisiones Italianas, serecreaba golpeando con la pluma sucuaderno de notas, y sonreía. Nohablaba. Sin duda, carecía de razonespara argumentar en contra. Perosistemáticamente votaba en contra deEspaña. <<

[57] Las virtudes, y entre ellas elpatriotismo, no son patrimonio exclusivode un partido, de una religión o de unacasta; tienen muy poco que ver con latécnica materialista y tampoco son unaconsecuencia de la superioridad, sinomás bien un factor para conseguirla, apesar de la inferioridad de poderíomaterial. Por eso es virtud que puedemostrarse igualmente vigorosa en lospoderosos como en los humildes, y aúnmás en éstos, porque su acción no sueleestar vinculada a intereses materiales deninguna especie. <<

[58] El número y la jerarquía de losdestinatarios es elocuente testimonio deque la intervención armada en Españaestaba rigurosamente planeada y sellevaba a cabo con regularidad a pesardel Comité de No Intervención, quehipócritamente trataba de ignorar estaverdad. <<

[59] ¿Voluntarios a España? <<