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Vsévolod Meyerhold: el teatro del actor Me permito decirles, a ustedes mis compañeros de lucha y mis alumnos, que la idea de un teatro de director es un absurdo total en el que no hay por qué creer. No hay ningún director – por poco que se trate de un auténtico director – que coloque su arte por encima de los intereses del actor, en calidad de figura principal del teatro V. Meyerhold Cuando Vsévolod Meyerhold inició su carrera, el estilo de actuación imperante era el retoricismo naturalista y artificioso de los actores de los teatros imperiales, un “modo de interpretar puramente técnico y de habilidad”, en palabras de Konstantin Stanislavsky. El “actor-divo” era el eje de las compañías teatrales de fines del siglo XIX, y a su cargo estaba la docencia teatral. El trabajo del actor se basaba en la “improvisación inconsciente” y la declamación. El aprendizaje en el Teatro de Arte de Moscú le suministra a Meyerhold su primera experiencia significativa: conoce allí a Anton Pávlovich Chéjov, en 1898, durante los ensayos de La gaviota. Podemos

Vsévolod Meyerhold

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Vsévolod Meyerhold: el teatro del actor

Me permito decirles, a ustedes mis compañeros de lucha y mis alumnos, que

la idea de un teatro de director es un absurdo total en el que no hay por qué

creer. No hay ningún director – por poco que se trate de un auténtico director – que

coloque su arte por encima de los intereses del actor, en calidad de figura principal del

teatro

 V. Meyerhold

Cuando Vsévolod Meyerhold inició su carrera, el estilo de actuación

imperante era el retoricismo naturalista y artificioso de los actores de los

teatros imperiales, un “modo de interpretar puramente técnico y de

habilidad”, en palabras de Konstantin Stanislavsky. El “actor-divo” era el

eje de las compañías teatrales de fines del siglo XIX, y a su cargo estaba la

docencia teatral. El trabajo del actor se basaba en la “improvisación

inconsciente” y la declamación. El aprendizaje en el Teatro de Arte de

Moscú le suministra a Meyerhold su primera experiencia significativa:

conoce allí a Anton Pávlovich Chéjov, en 1898, durante los ensayos de  La

gaviota. Podemos decir que va a aprender de los desacuerdos entre

Stanislavsky y Chéjov, de los cuales él mismo fue testigo. El Teatro de Arte

estaba muy influido en esa etapa por el naturalismo de los Meininger,

centrado en la concepción psicologista del personaje, cuya “personalidad”

el actor debía recrear fielmente a través dela “vivencia”, y el verismo

minucioso en la puesta en escena: “¿Saben quién fue el primero que hizo

nacer en mí las dudas sobre el camino que seguía el Teatro de Arte? Anton

Pávlovich Chéjov…”, escribiría Meyerhold. Esta experiencia lo impulsa a

buscar una alternativa al naturalismo hegemónico. El mismo Chéjov insistía

en el carácter convencional del teatro, en la ausencia de una cuarta pared,

en la necesidad de lograr una síntesis, de no caer en una multiplicidad de

detalles para construir una puesta en escena verosímil, “fotográfica”.

Meyerhold hallaba en Chéjov la posibilidad de instaurar zonas de sombra,

“lugares de indeterminación”, que movilizaran la participación activa del

espectador en el proceso creativo. Muchos años antes de la emergencia de la

“estética de la recepción”, Meyerhold afirma la interdependencia entre el

escenario y el espectador en un proceso de producción/recepción. Y el eje

de este proceso es, sin lugar a dudas, el arte del actor.

1. El actor según Meyerhold

EL ACTOR TRIBUNO

 

 El arte del actor es un acto consciente  y alegre, un acto de la

voluntad sana y precisa.

 

 Lo más valioso del actor es  su individualidad.  Es necesario que

brille a través de sus encarnaciones, tan hábiles como sean ellas.

 Escribía Meyerhold, "El actor tribuno actúa, no la  situación misma, sino

lo que se esconde detrás de  ella y no que debe ser revelado para  fines

específicamente propagandísticos." A través de las palabras dichas en

escena, a través de las situaciones que él representa,  el actor

tribuno pretende transmitir al  espectador su actitud hacia él, quiere que

comprenda mediante esta forma preciosa y no otra, la acción escénica que

se desarrolla ante sus ojos. El actor tribuno se plantea la obligación de

desarrollar su acción escénica en la dirección donde pueda diseccionar

el interior de la  situación escénica. Representa lo que  hay escondido detrás

de la situación y lo que a él se descubre como un objetivo (de agitación)

bien definido. Hoy día-  sostiene Meyerhold- cuando el teatro   se emplea

cada vez más como una plataforma de agitación, es indispensable que el

actor tribuno cuente con un sistema de actuación que haga hincapié en

la preactuación.

2. Pre-actuación o prejuego o preacción

La pre-actuación consiste en que el actor empleaba el mimo antes de

empezar su parlamento, para transmitir su verdadero estado de ánimo. "Este

es un preparativo para la acción, es la tensión que se acumula, crece y

espera solución." Sostiene Eugenio Barba, en el Congreso Internacional de

Teatro de Cataluña en 1989, que es  "el momento de la duda, de confusión,

antes de dirigirse en la dirección seleccionada". La pre-actuación prepara de

tal manera al espectador a sentir la situación escénica, que este recibe

todos los detalles     bajo   un aspecto tan trabajado que  no necesita gastar

fuerzas inútilmente para captar  el sentido de lo que hay en escena. Es en

estos momentos cuando vuelve el teatro a su vocación de ser tribuna de

agitación: peculiar sistema de juego del actor, donde se da al prejuego un

sentido particular hasta convertirlo en un sistema, al lado del cual no puede

quedarse indiferente el actor-tribuno contemporáneo.

Meyerhold, que no escribió demasiado acerca de su propia idea de la

interpretación, introdujo el concepto de Biomecánica respecto al

entrenamiento del actor. Partía de las experiencias espaciales y dinámicas

llevadas a cabo en sus “Estudios”, donde formaba a jóvenes actores. Para él,

“todo el cuerpo participa en cada uno de nuestros movimientos”; teniendo

en cuenta que a su parecer el trabajo del actor es la creación de formas

plásticas en el espacio, debe estudiar y ser un perfecto conocedor de la

mecánica de su propio cuerpo, pues cualquier manifestación de fuerza está

sujeta a las mismas leyes del movimiento y la interpretación del actor no es

otra cosa que una manifestación de fuerza del cuerpo humano. El juego

biomecánico para Meyerhold es una combinación de lo circense, del deporte

y del ritmo, de la danza: equilibrio y movimiento, todo conjugado de un

modo ordenado y consciente, con una formulación rigurosa y según leyes

escénicas racionales. Esto sirve al actor como medio de expresión de un

personaje. El actor entrenado en la Biomecánica perfecciona sus reacciones

físicas ante los acontecimientos externos. Su entrenamiento está basado en

la teoría de los reflejos condicionados de Pavlov. El trabajo del actor se

basa en la cultura física, en el deporte, en un sistema puramente técnico,

con un rechazo absoluto del psicologismo en la interpretación. Para ello

crea un método de ejercicios de entrenamiento de actores, que es un medio

tanto para el entrenamiento físico como para el conocimiento de sí mismo.

La naturaleza del actor debe ser especialmente apta para responder a la

excitación de los reflejos, lo que significa reproducir con el movimiento, el

sentimiento y la palabra, una tarea propuesta desde el exterior. Los modos

de expresión se dan para Meyerhold en tres fases:

La intención, que es la fase intelectual de la tarea, propuesta por el

dramaturgo, el director o por el propio actor.

La realización, que comprende un ciclo de reflejos miméticos

(movimientos y desplazamientos en el espacio) y reflejos vocales.

La reacción que sigue a la realización, que atenúa el reflejo anterior y

prepara para una nueva intención, que daría lugar a un nuevo ciclo de

interpretación.

Según Meyerhold, no es necesario vivir el sentimiento en escena, sino

expresarlo mediante una acción física. Por otra parte, el actor forma parte

de un conjunto mucho más amplio de formas plásticas en el escenario.

Meyerhold y el Teatro-Estudio

Vsévolod Emilievich Meyerhold (1874-1940) abandonó el Teatro de Arte de Moscú

en desacuerdo con los principios stanislavskianos. Corría el año 1902, antecedido por la

crisis agraria rusa que desembocó en fuertes manifestaciones de estudiantes y obreros,

brutalmente reprimidas por la policía política del régimen del Zar Nicolás II. Meyerhold, de

madre y padre alemanes, nació en Penza, al suroeste de Moscú. En 1895, se convirtió a la

religión ortodoxa y adoptó la nacionalidad rusa para evitar ir a Alemania e ingresar en el

ejército. Cambió sus tres nombres alemanes Karl Theodor Kasimir por el nombre ruso

Vsévolod y el patronímico Emilievich.

En la primavera de 1905, Meyerhold regresó al Teatro de Arte de Moscú, junto a

Stanislavski, para formar parte como director del recién creado Teatro-Estudio. Espacio

que por tan sólo seis meses colmó de entusiasmo a actores, directores, escenógrafos y

músicos.

Sin embargo, Teatro-Estudio no abrió sus puertas al público. El propio Stanislavski

lo cerraría tras asistir a un ensayo de la obra: La muerte de Tintagiles de Maeterlinck.

Meyerhold, incansable en su búsqueda artística, no se frustró con este intento irrealizado y

reconoció los aportes que Teatro-Estudio hizo a la vanguardia teatral rusa. En uno de sus

textos teóricos leemos:

El Teatro de Arte llega hoy al virtuosismo en cuanto a naturalidad y simplicidad de

la representación; pero han aparecido textos que necesitan nuevos métodos de puesta en

escena y de ejecución. El Teatro-Estudio debe tender a renovar el arte dramático mediante

nuevas formas y nuevos métodos de representación escénica.

A partir de esta afirmación, Meyerhold y sus colaboradores asumieron la

responsabilidad de investigar a fondo las posibilidades que dieran los frutos de un método

de trabajo teatral eficaz y significativo. ¿Por qué remover los cimientos del teatro

naturalista? ¿Qué reposaba en su interior?

El proceso artístico en el teatro naturalista tenía como fin la precisión en la

reproducción de la naturaleza. Todo en la escena tenía que ser verdadero. Debían copiarse

para la escena todos los detalles, según la época en la cual se inscribía la obra representada,

desde los decorados hasta el mínimo detalle en el vestuario. Se trataba en definitiva de

copiar el estilo histórico.

Por tanto, el proceso era concebido primero por el escenógrafo; éste diseñaba

bocetos, construía maquetas y decorados que anticipaban la puesta en escena.

El actor del teatro naturalista era puesto allí en dependencia de los decorados, sujeto

su arte a las complicadas maquetas que condicionaban la vida escénica. Los recursos

expresivos con que contaba el actor naturalista, se limitaban a su habilidad en la

caracterización del personaje, a partir, de condicionamientos externos, que incluían el

maquillaje, la adaptación de la lengua a acentos extranjeros y dialectos, y la utilización de

la voz en la imitación de sonidos. El actor del teatro naturalista ignoraba que la utilización

de recursos como la plasticidad del movimiento y el entrenamiento de su cuerpo, podría

también otorgarle a su expresión aliento y profundidad.

El Teatro-Estudio nació rechazando las maquetas naturalistas, y en ese hervidero

experimental surgiría el gusto por los planos impresionistas, que resolverán la

simbolización de los lugares donde se representaba la escena. Meyerhold llamó a este

hallazgo el método de la estilización:

Por estilización no entiendo la reproducción precisa del estilo de una época o de un

acontecimiento determinado, propio de la fotografía. Al concepto de estilización, en mi

opinión, está indisolublemente unida la idea del convencionalismo, de la generalización, del

símbolo. Estilizar una época o un acontecimiento significa poner de relieve, con todos los

medios expresivos la síntesis de una época o de un acontecimiento determinado; significa

reproducir los rasgos característicos escondidos, como resultan en el estilo velado de ciertas

obras de arte

Otra de las valoraciones que Meyerhold hizo desde el Teatro-Estudio focalizan la

relación: Actor-Espectador. Le inquietaba que el arte escénico del actor naturalista no

dejara espacio al espectador para completar con su imaginación la propuesta artística. El

actor naturalista lo dice todo y por tanto no deja espacio para el misterio, para la

interpretación alusiva que posibilite la mirada plural y diversa de los espectadores:

El espectador que va al teatro desea ardientemente, aunque de forma inconsciente,

este trabajo de la fantasía, que a veces se transforma dentro de él en un trabajo de creación.

Si no fuese así, ¿Cómo podrían existir, por ejemplo, las exposiciones de cuadros?

El teatro naturalista, evidentemente, niega al espectador la capacidad de completar

el cuadro y de soñar como cuando se escucha música

El Teatro de la convención consciente meyerholdiano

Meyerhold todavía esclarecería un punto más, la necesidad de formar actores para el

nuevo método. La mayoría de los actores participantes en el Teatro-Estudio eran

estudiantes de los cursos del Teatro de Arte, formados en los principios del teatro

naturalista. Estaban, como hemos visto, impedidos de asumir las exigencias del nuevo

método.

Esta experiencia del Teatro-Estudio (que llegó también a ser conocido como el�

estudio de la calle Jaroslavl, por estar ubicado en esa vía de Moscú), ocurrida entre la

primavera y el otoño de 1905, suscitó el interés por encontrar esos nuevos lineamientos,

con el propósito de afrontar un variado repertorio de obras teatrales. A partir de aquí ganó

espacio en la búsqueda meyerholdiana el método del teatro de síntesis que él llamará Teatro

de la Convención Consciente.

En San Petersburgo en el año 1913, Meyerhold publicó una serie de artículos con el

nombre: Sobre el Teatro, testimonio de su producción teórica desde 1905, período en el

cual todo vínculo con Stanislavski, el Teatro de Arte y el Teatro-Estudio habían

desaparecido. En este período dirigió varias obras de teatro, viajó a Paris e hizo contacto

con los artistas del circo Medrano.

Las reflexiones meyerholdianas en torno a la preparación del actor, al papel del

espectador, al carácter social del teatro, se intensificaron a partir de este momento. La

propuesta del Teatro de la Convención Consciente profundiza el alejamiento de Meyerhold

de la técnica naturalista, representando la transición hacia la Biomecánica, período

definitorio de su investigación teatral.

El método del Teatro de la Convención Consciente propuso un acercamiento a las

formas convencionales del teatro antiguo, surgidas en las manifestaciones rituales al dios

Dionisio, donde lo estático, presente en el rito sacramental, se transforma en el ditirambo

dionisíaco en una energía extática, proveniente precisamente del éxtasis, del estar fuera de

sí mismo: dinámica, explosiva y festiva. El coro narraba las peripecias del héroe trágico, el

espectador reconocía en el destino del héroe su propio destino, y en esa comunión se

inscribía el yo universal. Avivado por este reconocimiento, el espectador del teatro antiguo

experimentaba la sensación de traspasar la escena en cualquier momento, invitado al

acontecimiento de la fiesta.

La función artística del Método de la Convención Consciente meyerholdiano, va a

demandar del actor el cumplimiento de una acción catártica y sanadora, emulando la acción

purificadora y sacra de la tragedia. Para lograr este propósito, el actor renuncia a todo lo

exterior y asume la tarea de adentrarse en la interioridad del alma humana, penetrando en su

profundidad:

La acción exterior en el nuevo drama, la manifestación de los caracteres, se hace

inútil. “Queremos penetrar detrás de la máscara, detrás de la acción en el carácter

inteligible de la persona, y distinguir su máscara interior”.

La función del espectador no será reconocida desde la pasividad contemplativa, sino

por el contrario, en el reconocimiento de la alteridad. Meyerhold le confió a ese nuevo

espectador el rango del cuarto creador en el Teatro de la Convención Consciente, después

del autor, del director y del actor:

El método convencional, finalmente, presupone en el teatro un cuarto creador,

después del autor, el director y el actor: el espectador. El teatro de la convención crea una

puesta en escena cuyas alusiones debe completar el espectador creadoramente, con su

propia imaginación.

La técnica del Teatro de la Convención Consciente asumió como riesgo artístico

simplificar la escena, liberar al actor de la escenografía, y hundir la maquinaria teatral. De

esta manera al nuevo teatro se incorpora un variado repertorio de obras teatrales, que

incluye la comedia, la tragedia, el mito y el misterio. El proceso artístico del actor en

el Teatro de la Convención Consciente se apoyó en el trabajo sobre la dicción, (que

Meyerhold, define como el grito melódico de la palabra) y en el movimiento sobre el ritmo,

activador del renacimiento de la danza. Por su parte, la función del director de este método

será la de orientar al actor en su búsqueda artística, sirviendo de puente, entre el espíritu del

autor y del intérprete. El actor, liberado de todo lo superfluo, orientado por el director,

alcanza su autonomía creadora:

Si el teatro de la convención quiere que se eliminen los decorados puestos sobre un

único plano con el actor y con los accesorios de escena, si rechaza las candilejas y somete

la interpretación del actor al ritmo de la dicción y de los movimientos plásticos, si favorece

el renacimiento de la danza– y obliga al espectador a una participación activa en la acción–

¿no lleva eso quizá a la resurrección del arte antiguo?

La biomecánica de Meyerhold

En el tránsito que va de las formulaciones

del Teatro de la Convención Consciente (1913) hacia la formulación de la teoría de

la Biomecánica, diversos acontecimientos tuvieron lugar en Rusia. El Zar Nicolás II, abdicó

en 1917. Hubo durante unos meses un gobierno provisional dirigido por Kerenski, pero en

noviembre de ese año, el congreso de comisarios del pueblo, presidido por Lenin, tomó el

poder. Meyerhold se unió al poder soviético. En 1920, regresó a Moscú, al finalizar la

guerra civil entre blancos y rojos. Al año siguiente comenzó su investigación sobre

la Biomecánica. Las formulaciones del Teatro dela Convención Consciente, están en la raíz

de la teoría Biomecánica. Sin embargo, el carácter incansable de las investigaciones de

Meyerhold va a insistir, una vez más, en la necesidad de innovar en el método de la

creación artística. Su inspiración socialista influye en la re-definición del teatro en una

nueva situación histórica:

El arte debe ser utilizado por la nueva clase como algo sustancialmente

indispensable, capaz de ayudar los procesos productivos del obrero, dejando de entenderse

como simple diversión: habrá que modificar no sólo las formas de nuestra creación, sino

también el método.

La Biomecánica es concebida por Meyerhold como vinculada a los procesos

productivos, que permiten organizar y aprovechar al máximo el tiempo de trabajo útil. La

técnica Biomecánica examina la utilización del movimiento que el obrero realiza con su

cuerpo:

1) Ausencia de desplazamientos superfluos, improductivos; 2) ritmo; 3) determinación del

centro justo de gravedad del propio cuerpo; 4) resistencia 5); el trabajo de un obrero

experto recuerda siempre la danza, y en este punto bordea los límites del arte. Esto sirve

también igualmente para el trabajo del actor del teatro del futuro.

Meyerhold, definió la Biomecánica como un sistema de adiestramiento para el actor,

previo a la realización del espectáculo teatral. El objetivo del entrenamiento biomecánico

consistió en posibilitarle al actor el desarrollo de los medios expresivos a su alcance: la

dicción y el canto; la impostación de la voz; la respiración; el tratamiento de las emociones

y el control corporal, a través de la mecánica del cuerpo y de las precisiones físicas. En la

coordinación de estos elementos, el actor biomecánico fundó la técnica de su interpretación

escénica basada en dos características esenciales: la rápida realización de la idea artística,

vinculada a la eficacia del trabajo de un obrero experto y la conducción de las ideas

fundamentales del espectáculo a los espectadores, propiciando en ellos la reflexión, la toma

de conciencia, y el reconocimiento. Meyerhold llamó al actor biomecánico, actor tribuno:

Puesto que la creación del actor es creación de formas plásticas en el espacio, debe

estudiar la mecánica del propio cuerpo. Le es indispensable, porque cualquier

manifestación de fuerza (también en un organismo vivo), está sujeta a las leyes de la

mecánica (y, naturalmente, la creación de formas plásticas en el espacio escénico por parte

del actor es una manifestación de fuerza del organismo humano). 

El actor de la Biomecánica dedicó su aprendizaje escénico a la organización de su

material productivo: su cuerpo. Trabaja y crea economizando los medios expresivos a su

alcance, dirigiendo y coordinando su actuación:

El actor debe ser el director, el incitador, el organizador del material y, al mismo

tiempo, el material que debe ser organizado. Quien dispone del material y el material

mismo se encuentra en la misma persona. Este constante desdoblamiento lleva consigo

graves dificultades. Tomemos, por ejemplo, el Otelo.

Otelo estrangula a Desdémona, y la habilidad del actor consiste en que, al llegar al

extremo, al máximo de la tensión, debe, sin embargo, seguir siendo durante todo el tiempo

su propio guía, debe conservar el dominio de sí mismo, para no estrangular realmente a

Desdémona. Aquí se encuentra uno frente a grandes dificultades de dirección, debe

organizar al hombre, y de aquí deriva todo lo demás. La biomecánica muestra al actor la

forma de dirigir su propia actuación, para coordinarla tanto con el público como con sus

compañeros, y así sucesivamente. 

El resultado práctico de la teoría Biomecánica, pareciera concretarse en un

procedimiento empleado por el actor durante su interpretación. Meyerhold consideró

esencial hacer algunas precisiones en torno al trabajo de interpretación psicológica del actor

en auge en estos momentos. Visceralidad y reviviscencia fueron los dos polos componentes

de la actuación psicológica. Según Meyerhold ambos procedimientos significan lo mismo,

diferenciados solamente por la forma en que se alcanzaban; el primero mediante la narcosis

y el segundo mediante la hipnosis.

El efecto producido en el actor en cualquiera de los dos casos representó para

Meyerhold la visión del derrumbamiento de una casa construida sobre la arena; la metáfora

meyerholdiana describió en estos términos la finalidad de un procedimiento que ofrecía al

actor la suerte de sobrepasar su emocionalidad, garantizando por esta vía el éxito en su

interpretación. La consecuencia que Meyerhold evidenció pondría al descubierto el carácter

transitorio y momentáneo del efecto, dejando al actor impedido de tener el control sobre la

coordinación de sus movimientos, de su voz y de su actuación.

Meyerhold planteó entonces el procedimiento de la excitabilidad reflexiva en

contraposición a la visceralidad y a la reviviscencia. La técnica de la excitabilidad

reflexiva está vinculada a toda la concepción teórica de la Biomecánica, constituyendo

parte fundamental de su metodología. Meyerhold definiría la excitabilidad reflexiva como

el carácter que muestra el actor cuando actúa, descrita por lo que conocemos como garra o

temperamento del actor. Según este procedimiento biomecánico el actor lograría coordinar

todas las perspectivas de su interpretación, sin ceder el impulso solamente a la

emocionalidad. Meyerhold creó el método de la excitabilidad reflexiva partiendo de la

observación de la relación de condicionamiento que existe entre los estados de ánimo

psicológicos y los procesos de tipo fisiológico.

El actor encuentra a través de los estados físicos por los que va pasando en el

tránsito de su interpretación puntos de excitabilidad (garra, temperamento) que expresados

por diferentes y diversos sentimientos revelan la máscara interior del actor, contagiando al

mismo tiempo al espectador e impulsándolo a que revele la suya propia.

Para que esta calidad de relación que el actor establece con el espectador no derive

en complacencias recíprocas, Meyerhold insistió en la exigencia actoral de conservar las

precisiones físicas, coordinadas y dirigidas por el actor, mientras que la exigencia a los

espectadores fue demandada por la conservación de la atención, estrategia que permitirá al

público (definido por Meyerhold como la necesidad de sentirse numeroso y tenso)

completar con su imaginación la obra:

Todo estado de ánimo psicológico está condicionado por determinados procesos

fisiológicos. Una vez encontrada la solución justa del propio estado físico, el actor llega al

punto en que aparece la excitabilidad, que contagia al público y le hace participar en la� �

interpretación del actor (lo que antes llamábamos zachvat (garra) y que constituye la

esencia de su interpretación).

De toda una serie de posiciones y estados físicos nacen los puntos de excitabilidad,

que después se colorean de este o aquel sentimiento.

Con este sistema de suscitar el sentimiento, el actor conserva siempre un

fundamento muy sólido: las premisas físicas.

Igor Ilinski y Meyerhold

En un pequeño escrito publicado en el periódico El arte soviético, el 26 de febrero

de 1933, titulado Igor Ilinski apareció la primera referencia de Meyerhold a este actor

soviético.

El interés por referir el texto publicado por Meyerhold sobre Igor Ilinski, fue tarea

exigida por la investigación. En la amplia obra teórica de Meyerhold producida a lo largo

de su vida, no habíamos constatado en la labor artística de sus colaboradores actores y

actrices, la personificación de las ideas del teórico y director ruso. No es sino hasta la etapa

de producción Biomecánica, donde surgió la posibilidad de verificar si las concepciones

teóricas acerca del trabajo del actor elaboradas por Meyerhold en el período biomecánico se

manifestaron en la escena teatral.

¿Fue posible para el actor representar en la práctica escénica los principios de la

teoría Biomecánica? El 12 de diciembre de 1933, Meyerhold participó en una conversación

con directores de las compañías de teatro de aficionados. El texto que recogió su

intervención en este encuentro aparece en el compendio de su obra teórica con el

título: Ideología y tecnología en el teatro.

En un fragmento de la entrevista realizada a Meyerhold al finalizar su intervención leemos:

P. ¿Cuál de sus actores considera como el mejor representante de sus ideas? 

R. Igor Ilinski, porque si se le sigue, comenzando por el Cornudo magnífico para terminar

con su Raspliuev, se observará que no es un admirador incondicional del formalismo. 

P. Sin embargo, ¿no hay quizá en él una tendencia de este tipo? 

R. Él trata siempre de evitarlo y de dominarse, a pesar de su enorme popularidad, y a pesar

de que el público le impulsa a interpretar para el triunfo personal. Él no cede y trata

continuamente de salvar la integridad de su personaje.

Igor Ilinski estimuló en Meyerhold el recuerdo de Chéjov. Meyerhold en su artículo

sobre el actor revela que el escritor tenía una frase para describir el modo en que observaba

los detalles de la vida cotidiana: ¡Pensar con imágenes! Era la frase que Chéjov puso en

práctica a modo de procedimiento para observar los detalles de la vida cotidiana.

Meyerhold evocó en su artículo que este pensar con imágenes en la observación chejoviana

provocaba en el escritor un estallido de risa incontenible.

La analogía que Meyerhold propuso entre el dramaturgo y el actor se descubre en su

artículo a través del entusiasmo que provocaba en él la memoria de Chéjov y en la vivencia

que le permitió presenciar el carácter humano y artístico de Igor Ilinski:

Yo creía que «pensar con imágenes» era un rasgo exclusivo del escritor. Jamás

pensé que un actor tuviera esa particularidad; si bien en la labor del escritor y del actor hay

muchos puntos de coincidencia, también hay diferencia en los recursos técnicos, en la

forma de trabajar de uno y de otro.

Sólo un actor contemporáneo ofrece esa curiosa característica de Chejov.

Me refiero a Igor Ilinski. En el trabajo siempre es el mismo. Le haces una

observación y siempre te asombras al ver su risa sana. Da la impresión de quedar

«aturullado». 

Por lo visto, su labor artística es indivisible de su personalidad.

Este carácter de comicidad presente en el actor, permite que Meyerhold, en el

artículo citado, considere la risa aturullada de Igor Ilinski, como la prueba de que para el

actor, la frontera entre la interpretación cómica y trágica estaba desdibujada. El

procedimiento de pensar con imágenes, permitió al actor, atesorar las observaciones hechas

a la realidad, convirtiéndolas en el recurso que pondría a disposición de los personajes que

interpretó, borrando así la división entre lo cómico y lo trágico e integrando todos los

elementos expresivos en sus interpretaciones. La comicidad y humanidad del actor,

admirado por Meyerhold, le instó a describirlo como un actor que jamás se dejaba arrastrar�

por la sala, distinguiendo una de las características más apreciada por el director ruso, quien

le confería a las precisiones físicas la responsabilidad de suscitar los sentimientos en el

actor. Estrategia artística utilizada para contagiar a los espectadores con las ideas esenciales

del espectáculo, sin que esto significará actuar para el éxito personal.

Meyerhold es distinto y en él la insatisfacción constante dio como resultado una

práctica viva, escrupulosa, enormemente productiva. Actor con Stanislavsky, director de

escena en la compañía de Vera Komissarjevskaya, es llamado a dirigir en el teatro

Aleksandrov, con gran escándalo del mundo teatral ruso que ve en él un joven rebelde,

innovador, realizador de espectáculos que, desde el punto de vista formal, nada tienen que

ver con la empolvada tradición de los teatros imperiales. En esta época desarrolla los

principios del «teatro de la convención consciente», en los que propone un tipo de

interpretación convencional, rítmica, salmodiada – antítesis total del naturalismo – y una

disposición espacial del espectáculo por la que el proscenio – zona de juego equivalente a

la del teatro grecolatino – se convierte en el área fundamental de la acción con desprecio

casi total del resto del escenario. Estos principios: antinaturalismo, juego frontal,

valoración del proscenio y concepción del escenario como utensilio – no como «caja de

misterios en la que el misterio se recrea – presidirán en lo sucesivo su trabajo, su práctica

teatral.

Meyerhold, como tantos otros, ve en la Revolución el proceso de transformación

que va a permitirle poner en práctica sus ideas y potenciar su capacidad creadora. En

efecto, el trabajo que realizó durante quince años, por su cantidad y calidad, por sus

experiencias y hallazgos, va a suponer por sí solo uno de los momentos más brillantes de

la historia del teatro. Acorde con los nuevos tiempos, empapado – quizá con rapidez

excesiva – de los principios fundamentales sobre los que se apoya el nuevo orden social;

día a día elabora, en la práctica cotidiana, los principios de la interpretación biomecánica»,

según los cuales el actor debe ser un elemento productivo que elabora un juego

convencional, externo, apoyado en la profunda y casi acrobática utilización del cuerpo

sobre una construcción escenográfica elevada en el espacio tridimensional. Supone la

concepción del actor como proletario, en posesión de la técnica depurada de su oficio, todo

ello en la idea de la productividad», clave de los nuevos tiempos. En el terreno que nos

ocupa las innovaciones de Meyerhold, amplias y radicales, van desde su tajante reforma

del principio escenográfico hasta las nuevas concepciones del edificio teatral, que si no

vieron la luz, estuvieron muy cerca de realizarse en su teatro de Moscú. El

constructivismo, aliado artístico de la Revolución en sus primeros años, desarrolla desde

muy pronto los principios del «arte productivo»: «No faltaban ya por eso en nuestra

práctica indicaciones de tipo productivista. Ello se resumía en un 'material real' en un

'espacio real', y debía seguir las leyes de la construcción, el arte objetual iba asumiendo de

este modo un sentido de mayor concreción. A los materiales emblemáticos de la edad del

hierro sublimados finalmente en lenguaje (Sklovskij), sucedían los materiales de la vida,

envueltos no sólo en el espacio físico, atmosférico, sino en el vivo del hombre que actúa,

que construye».

Estas ideas no sólo iban a influir sobre las artes plásticas, sino también sobre la

literatura y la dramaturgia. El nexo de unión de los creadores plásticos con la práctica

dramatúrgica meyerholdiana se establece agracias a la contribución determinante que

algunos pintores dieron a la escena primero, y a que una parte de sus conceptos fue

después reelaborada por Meyerhold en su teoría biomecánica. Como afirma Ripellino,

para los constructivistas la tierra prometida fue el teatro». L. Popova, por ejemplo,

encontró en él al realizador que hacía mucho tiempo había abandonado la escenografía

tradicional y renovado sus concepciones sobre el espacio, volúmenes y luz. Era, pues, el

terreno propicio para incorporar el objeto construido» como utensilio escenográfico que

potencie y soporte el juego del actor, aislado en la totalidad del espacio neutro de la

escena. «Abolida la estructura escenográfica tradicional, cuya misión era crear la ilusión

de un espacio naturalista, los escenógrafos constructivistas la sustituyen por estructuras de

andamios, soportes, escaleras y planos inclinados, de artificios móviles, que en la

economía del espectáculo pretenden cumplir una doble misión: conceder al actor un

espacio estrictamente funcional para la acción y, al mismo tiempo, sugerir por medio de

las cualidades formales (abstracto-geométricas) de este tipo de construcción, la tensión

futurista de la idea tecnológica».

 

Meyerhold no conoció la "Escuela Oficial" (anterior a Stanislavski), su formación

se desarrolló en el "Teatro de Arte de Moscú". En un principio se declaró a favor de la

minuciosidad de detalles del Naturalismo, que buscaba la semejanza con la realidad; pero

pronto comenzó a seguir otro rumbo: la búsqueda de un estilo no ligado al Naturalismo.

Antón Chejov fue el primero en hacerle ver una posición fuera del Naturalismo: "La

escena exige cierta convencionalidad. No existe una cuarta pared, no es necesario

introducir en la escena detalles superfluos". (A. Chejov)

Meyerhold centra su trabajo en el actor como la base de la puesta en escena: "El

teatro Naturalista no conoce la belleza de la plasticidad, no obliga a sus actores a adiestrar

su propio cuerpo, no comprende que la Educación Física debe ser la materia principal si se

aspira a poner en escena "Antígona" y "Julio Cesar", obras que por su musicalidad

pertenecen a otro teatro...El teatro Naturalista no admite nunca una interpretación por

indicios, una interpretación que deje conscientemente zonas de sombra en el personaje".

Afirmaba que las zonas oscuras son la oportunidad para que el espectador se transforme en

creador, con su imaginación, al completar el sentido que el actor no debía terminar de

cerrar. Surgía así la idea de la Convención Consciente, como posibilidad de una

dramaturgia antinaturalista, que puede rastrearse en su aproximación a los simbolistas,

invitando a sustituir la "inútil verdad" por una "consciente convencionalidad". En las

puestas de esta época, los actores aparecen como sobrerrelieves parlantes en la

escenografía. En su época de director y actor en los Teatros Imperiales, desarrolló una

labor paralela realizando un trabajo experimental bajo el seudónimo de Dr. Dapertutto. Va

dejando de lado algunos aspectos de la Convención Consciente, de la que queda su base

fundamental y comienza una serie de trabajos por el Tradicionalismo. Por esta línea,

recupera la Comedia dell'arte. De esta manera el actor pierde su rigidez estatuaria, su

hieratismo, propio de su primer época, para ser un actor rítmico, consciente y sometido a

una temporalidad teatral propia, que nada tiene que ver con la cotidiana. Por el camino del

Tradicionalismo, llega a otro punto clave de su poética: el grotesco. A partir de su estudio

de la Comedia dell'arte estudiará, por un lado, lo grotesco, como la base que ya no

abandonará, y por otro, una reflexión sobre la Comedia dell'arte como una técnica de

interpretación propia del actor rítmico, inicio de un trabajo que lo llevará a su formulación

de la "Biomecánica". Hacia el tiempo de la revolución, Meyerhold ha madurado su

técnica, encuentra un racionalismo que lo fundamenta, una profunda preparación técnica

del actor y una concepción del espectáculo. Esta palanca racional posibilitará la aparición

de una formulación más coherente de la Biomecánica, en donde se podrán encontrar

puntos de contacto con el paradigma de la Física, aplicada al trabajo del actor. La adhesión

al Futurismo aporta un dato más a esa posibilidad:

"Nosotros afirmamos que la magnificencia del mundo se ha enriquecido de una

nueva belleza, la belleza de la velocidad. Un automóvil de carrera, con su radiador

adornado de gruesos tubos parecidos a serpientes de aliento explosivo..., un automóvil que

ruge, que parece correr sobre la metralla, es más bello que la Victoria de Samotracia."

El movimiento, como una nueva ley que gobierna al mundo.

Lo dinámico supera a lo estático, el hieratismo es superado por el juego escénico,

el movimiento preciso; es la asimilación de la Tecnología al arte, o un arte de la

Tecnología, entendiendo a la Tecnología como la aplicación de una herencia científica. La

Biomecánica utiliza los tres Principios de la Dinámica, establecida por Newton en el siglo

XVI. Los Principios de Inercia, de Acción y Reacción y de Masa, que aunque no se han

hallado hasta ahora textos en los que se haga referencia directa a la utilización manifiesta

de estos Principios en su técnica, se los puede inferir de la reconstrucción de la técnica que

proponía a sus actores. Su dramaturgia es profundamente racional. La Metafísica, el

psicologismo, son rechazados como bases para la génesis del arte. Esta base racionalista,

tiene su raíz en el pensamiento científico. Éste comenzó como lo conocemos hoy, a fines

de la Edad Media, cuando se cuestionó el sistema Ptoloméico como concepción del

Universo y algunos hombres apreciaron que el mundo se movía. La ciencia moderna

comenzó a rodar, la concepción del Universo cambió y con ella, la del Hombre. El hombre

que desarrolló las fórmulas de este movimiento fue Isaac Newton, quien habló de fuerzas,

de gravedad, de luz y espectros; y sin quedarse en la observación, como otros que ya

habían acertado con algunas de las mismas, llevó estas a fórmulas matemáticas, y ubicó al

hombre en la mecánica de un Universo dinámico, en donde el Todo no sería como antes.

Meyerhold recibe esta herencia, a la que se le sumaron muchas más experiencias y

fórmulas, y sobre el andamiaje de una mecánica newtoniana, elabora leyes para la

mecánica del cuerpo del actor, que son la llegada del pensamiento racionalista a un trabajo

que era considerado el resultado de la inspiración, y en el mejor de los casos, de una

introspección. Meyerhold recibe la herencia de Newton a través de las vanguardias

artísticas del siglo XX: del Futurismo y del Constructivismo, en donde ya se cruza un eje

social de un momento político muy fuerte. Mayakovski, un poeta con el cual había entrado

al frente revolucionario, le da un nuevo sentido a la dramaturgia de Meyerhold. Incorpora

el elemento ideológico y político. Este aporte trae como consecuencia inmediata la

valoración de la palabra. Con la revolución, Meyerhold pasa a ser Director de la sección

teatral y desde allí pretenderá hacer un paralelismo entre revolución social y teatral, para lo

cual será clave su unión con Mayakovki. Con el Constructivismo, se desarrolla el concepto

de artista-proletario. Una estética Materialista para un nuevo mundo, en donde se esperaba

del trabajo un sinónimo de "nueva vida", un arte Productivista. El actor Biomecánico sería

el artista proletario hecho hombre de teatro.

 

El juego biomecánico es en principio, una combinación de toda la gama mecánica

circense, del ritmo y la dislocación del movimiento deportivo, de la danza, del music-hall,

del salto, del equilibrio, que se conjugan en base a una formulación rigurosa, obedeciendo

a leyes escénicas racionales, y sirviendo de medio de expresión de un personaje, que

participa en un proceso dinámico. El actor biomecánico perfecciona su capacidad de

reacción ante los fenómenos exteriores.

Hoy puede leerse esta definición de la Biomecánica:

"La Biomecánica es la parte de la Física que estudia los fenómenos estáticos y

dinámicos del sistema osteo-artro-muscular de los organismos humano y animal, con el

objeto de obtener el máximo rendimiento al ejecutar los movimientos. Los movimientos

humanos son extremadamente complejos y están controlados por un sistema de

retroalimentación cerebral-motora, adquiriendo tal grado de complejidad por la asociación

de factores mecánicos y biológicos en la reproducción de los mismos. Esta ciencia

interdisciplinaria trata esta conjunción, y las leyes que la gobiernan". (Apuntes de

Biomecánica. Cátedra de Biomecánica. Lic. en Educ. Física. U. de Luján.) Esta definición,

que pertenece a la Educación Física, en cierto punto podría ser de Meyerhold, lo cual no es

nada casual, por el trabajo de entrenamiento que realizaba con sus actores. La diferencia,

tal vez estribe en que la E. Física la utilice como método de estudio, y Meyerhold, como

método de creación; y aquí llegamos, sino al aspecto más difícil de reconstruir, quizá al

más vago de su "método", ¿qué lugar tienen las emociones en la Biomecánica?:

"De toda una serie de posiciones y estados físicos, nacen los puntos de excitabilidad, que

después se colorean con este o aquel sentimiento. Con este sistema de suscitar

sentimientos, el actor conserva siempre un fundamento muy sólido: las premisas físicas".

(Meyerhold)

Esta es la respuesta que da Meyerhold a aquella pregunta. Éste, no sólo busca el

máximo rendimiento en el actor sino también posee una poética, por la que su búsqueda se

orienta hacia un trabajo expresivo: "Los movimientos fundados en esta base, se distinguen

por su carácter de "danza"; el trabajo de un obrero experto recuerda siempre la danza, y en

este punto bordea los límites del arte. El espectáculo de un individuo dedicado a trabajar

de modo preciso, proporciona siempre un cierto placer". (Meyerhold)

En esta frase se condensan los conceptos y las expectativas que había sobre el

trabajo, el arte y la política en un momento histórico determinado, y cómo la búsqueda de

las emociones estaba orientada hacia un lugar político.

Newton y La Biomecánica

Trataré de aplicar los tres principios fundamentales de la Dinámica establecida por

Newton al trabajo del actor, teniendo en cuenta a éste como un Ser mecánico, haciendo

una lectura de cómo, tal vez, pudieron haber sido empleados por Meyerhold en su

Biomecánica. Si bien no he hallado, hasta ahora, textos en los que se haga referencia

directa a la utilización de estos principios, aventuro una inferencia, al realizar la

reconstrucción de la técnica que proponía a los actores, a partir de la lectura de sus textos.

Principio de inercia

"Todo cuerpo tiende a permanecer en su estado de reposo o movimiento rectilíneo

uniforme, si una fuerza no lo modifica". (Newton)

El actor, como masa o grupo de masas, posee una Inercia que lo hace permanecer en su

estado actual si una fuerza no lo modifica. Si, por ejemplo, se encuentra de pie, detenido,

deberá aplicar fuerzas de distintas intensidades y en distintos puntos de su cuerpo para que

éste rompa su Inercia, o bien, aplicar una en un lugar preciso que provoque una serie de

desequilibrios en un efecto dominó, realizándose la ruptura del estado en el que se

encuentra. El actor debe saber cuales son los puntos exactos donde aplicar esas fuerzas, y

cuáles deben ser las intensidades de las mismas para que el movimiento sea preciso y

económico, es decir, que por un lado no se produzcan movimientos superfluos, y por otro,

el tono muscular sea tal que con el mínimo esfuerzo se logre el fin buscado.

Principio de acción y reacción

"A toda fuerza, que llamaremos Acción, se le opone otra fuerza igual y en sentido

contrario, que llamaremos Reacción." (Newton)

Al querer romper la Inercia de su propio cuerpo, el actor, aplica las fuerzas

(Acción) en los puntos exactos de su propia masa. Sabiendo que la Masa tiene un peso

dado por la acción de la Fuerza de Gravedad, y que el Peso es una fuerza, esta será la

Reacción, por lo tanto, la Acción debe ser mayor a la intensidad de la fuerza Peso para que

la Masa-actor logre romper su Inercia. Nuevamente volvemos a notar el papel que juega la

tensión muscular en la masa a la que se le aplica la fuerza, ya que de aquella (la tensión)

dependerá la Reacción que la Acción (la fuerza) deberá superar. Casi se podría afirmar,

que la tensión muscular es una fuerza que hace variar el Peso del cuerpo del actor, es decir,

hace variar la Reacción que mantiene la Inercia de su masa.

Principio de masa

"La masa de un cuerpo es directamente proporcional a la fuerza aplicada, e

inversamente proporcional a la aceleración adquirida." (Newton)

Debido a que la Masa del cuerpo del actor, como toda masa, es constante (cte.) en

todo el Universo, el cociente entre la fuerza aplicada y la Aceleración adquirida debe ser

cte... Por lo tanto, el actor, al romper su Inercia del reposo al aplicar una fuerza (Acción)

mayor al Peso de su propia Masa (Reacción), adquiere una aceleración. La condición de

constancia de la masa es la que provoca que haya una relación entre la aceleración y la

fuerza aplicada, es decir, al aumentar la fuerza necesariamente debe aumentar la

aceleración; o dicho de otra manera, es esta masa cte. la que determina que al aplicar una

mayor fuerza, aquella adquiera una mayor aceleración. A partir de aquí se podría abrir otro

capítulo, el del cálculo de las velocidades que adquiriría la Masa. Podríamos llegar a saber

si éste ingresa en un movimiento uniforme, con velocidad cte., es decir que ingresaría en

otra Inercia, o su velocidad variaría al aplicársele continuamente fuerzas en los puntos

exactos, o una combinación de estas posibilidades, como sucede en lo cotidiano donde los

tres principios actúan casi sin diferenciación y continuamente.

Este estudio, incompleto, sólo pretende ser una puerta de entrada. La investigación

continúa hacia una profundización de la relación planteada por el paradigma físico en la

Biomecánica. Por una cuestión de espacio, no puedo desenvolverme con mayor amplitud

en las explicaciones de la Física propiamente dicha, sólo traté de exponerlo en forma

simple y condensada; tal vez, en otra oportunidad, haya más posibilidades de desarrollar el

tema y llegar a descubrir si con la Biomecánica, Meyerhold trataba de hallar alguna Ley

física que rigiera los sentimientos del actor, utilizando la mecánica universal de su época.

Hoy en día, Newton ha sido complementado y la Energía, en todas sus formas, abrió otras

posibilidades de una formación actoral científica.

La Biomecánica

La Biomecánica fue desarrollada por Meyerhold a lo largo de su historia, y llegó a

ser un cuerpo acabado de estudio. Iniciándose casi intuitivamente y llegando a una

formulación racional; es un cruce de paradigmas donde se puede ver el desarrollo de la

ciencia y de la concepción del Hombre en el Universo en conjunción con las vanguardias

artísticas por las que Meyerhold transitó. La Biomecánica parte de las experiencias con el

movimiento y el espacio en los "Estudios" pre-revolucionarios que aquel llevaba adelante

en su época de director de los teatros imperiales. A partir de los principios Simbolistas,

Futuristas, Constructivistas y luego Productivistas, y de todo el recorrido de su poética,

llega a formular su "Ley fundamental de la Biomecánica":

"Todo el cuerpo participa en cada uno de nuestros movimientos... puesto que la

creación del actor es creación de formas plásticas en el espacio, el actor debe estudiar la

mecánica de su propio cuerpo. Ello le es indispensable, porque cualquier manifestación de

fuerza está sujeta a las leyes de la mecánica (y la creación por parte del actor de formas

plásticas en el espacio escénico es, naturalmente, una manifestación de fuerzas del

organismo humano)". (Meyerhold)