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8 Bilbao lbert Camus hubiera cum- plido 100 años el próximo 7 de noviembre. Sin em- bargo, en 1960, el coche que con- ducía el editor Michel Gallimard sufrió un reventón en uno de sus neumáticos y acabó incrustado en un árbol. Camus murió de forma instantánea. Este accidente truncó prematuramente su vida, su pro- yecto literario y sus compromisos. Porque siempre fue un hombre comprometido, aunque a él le pa- recía más preciso decir “embarca- do”. Consideraba que todo artista se hallaba obligatoriamente em- barcado en la galera de su tiempo. Por ello, y para recordar el cen- tenario de su nacimiento, vamos a mantener una entrevista imagina- ria con Albert Camus, teniendo en cuenta el eco de sus textos, las hue- llas de su escritura, sus ideas dis- persas entre novelas, relatos, car- tas, artículos periodísticos, ensayos y obras de teatro (1). Uno de los pri- meros biógrafos de Camus citaba una confidencia de algún lector y decía que al leer a Camus uno sien- te ganas de estrecharle la mano. Creo en efecto que hoy sigue sien- do una referencia esencial en el ámbito del pensamiento, del arte y del humanismo. En su escritura se mezclan una explicación cartesia- na y lúcida de la existencia y una adhesión sensual a la realidad del presente. –Cuando recibió el dinero por el premio Nobel decidió comprar una maravillosa casa en Lourma- rin, entre olivos, cipreses, vides y lavanda. Es un espacio idóneo pa- ra realizar esta entrevista. Las vis- tas son magníficas y se respira la belleza. ¿Por qué esta casa? –He tenido una gran amistad con el poeta francés René Char y él me hizo descubrir la región de la Provenza. Me gustó tanto que en setiembre de 1958 compré esta ca- sa. Para mí existe una relación en- tre Lourmarin y mi Argelia natal porque aunque el mediterráneo está ausente, yo sé que detrás de es- tas montañas está el mar, está Arge- lia. Estos paisajes del sur, llenos de luz, me proporcionan una sensibi- lidad y un humanismo optimistas. Es lo que he denominado el pensa- miento del mediterráneo, símbo- lo de la vida, del instante, de un equilibrio que organiza una dia- léctica entre el sentimiento trágico del absurdo, representado por la Historia y la búsqueda intelectual de cierta luz, evocada en el pensa- miento solar del sur. –Su padre era francés, y su ma- dre de origen menorquín, aunque usted nace en Mondovi, una pe- queña ciudad argelina. Cuando us- ted tiene sólo ocho meses, su pa- dre muere en la guerra, y vivirá en- tonces con su hermano, su madre y la abuela materna. Siempre he te- nido una curiosidad, ¿en qué len- gua se comunicaban? –Vivíamos al borde de la pobre- za y de hecho siempre estudié gra- cias a becas escolares. Mi abuela hablaba más que el español el dia- lecto de Menorca. Cuando nos obligaba a hacer la siesta, nos decía “¡A beni dorm!”. Pero mi madre, analfabeta y callada, tenía un voca- bulario muy pobre. Sin embargo, recuerdo haber oído algunas pala- bras y expresiones menorquinas en muchas reuniones con amigos del barrio. Quizás por ello no me resultó complicado, sin conocer la lengua española, adaptar y tradu- cir varias obras de teatro españo- las, como La Devoción de la cruz de Calderón o El Caballero de Olmedo de Lope de Vega. Para estas adap- taciones, solía trabajar con amigos españoles, que leían en voz alta el texto original. Esta lectura me daba una primera orientación. Luego me proporcionaban una traduc- ción del texto palabra por palabra. Y entonces manipulaba esta prime- ra versión que mis amigos revisa- ban, e incluso a veces, en el trans- curso del ensayo, volvía a corregir- la. El imaginario hispánico siempre ha estado muy próximo a mí. Indu- dablemente por la sangre, España es mi segunda patria. Pero además, los hombres de mi generación lle- vamos a España en el corazón. Volviendo a la cuestión de la len- gua, de pequeño utilizábamos el pataouète, la forma de hablar de los franceses de Argelia, que tiene préstamos del árabe, del español y del italiano. Era la lengua de la calle en Belcourt, ese pueblecito de Ar- gelia donde pasé mi infancia, po- bre pero feliz. Pero, indudable- mente, la lengua francesa ha sido para mí un elemento clave, un ele- mento de conquista personal. Siempre me ha preocupado la exi- gencia en la utilización de la len- gua, la perfección formal. Por ello dediqué a mi maestro, Louis Ger- main, el premio Nobel. Fue para mí un iniciador en la aventura litera- ria. Gracias e él conocí a Gide y a Malraux. A Tolstoi y a Dostoievski. A Faulkner, a Kafka y Moby Dick. –Me gustaría hablar un poco del fútbol, una de sus pasiones. Usted fue un excelente portero en el equi- po del Racing Universitario de Ar- gel. Por desgracia tuvo que dejar de jugar cuando empezaron sus ata- ques de tuberculosis. ¿Qué signifi- ca el fútbol para usted? –Durante mi juventud, sólo he conocido esa impresionante sensa- ción de esperanza y de solidaridad, durante las largas jornadas de en- trenamiento e incluso el día del partido, se ganara o se perdiera. Mi- re creo que todo lo que sé con cer- teza a propósito de la moralidad y de las obligaciones de los hombres, se lo debo al fútbol. Los pases que se efectúan en cada partido por parte de los jugadores de un equi- po, creo que son una excelente me- táfora que ilustra a la perfección la solidaridad en la que creo. –¿Por qué el teatro es tan impor- tante para usted? –Me lo he preguntado muchas veces y la única respuesta que tengo le va a defraudar por banal: porque una escena de teatro es uno de esos lugares en los que me siento feliz. Y he escrito obras de teatro porque también me ha gustado siempre in- terpretar y dirigir. El teatro, en to- das sus facetas, me apasiona e indis- cutiblemente me ha instruido. Luego he comprendido que el tea- tro es un género literario extraordi- nario, el más universal. La vida es una tragedia o una comedia, y el hombre, un personaje en busca de autor. El teatro es un modo de ex- presión natural de la vida, del con- flicto, de la acción. Es el espacio de la ilusión que posibilita la sinceri- dad. Un modo de que el arte sea ap- to para todos los públicos. Creo que es un espacio sagrado donde en- contrar refugio. A El día 7 de noviembre el escritor francés de origen argelino hubiera cumplido 100 años, un accidente automovilístico truncó prematuramente su vida y proyecto literario Una conversación imaginaria con Albert Camus Adaptación teatral de Réquiem para una monjade Faulkner Camus en la terraza de Gallimard

Una conversación imaginaria con Albert Camus

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Page 1: Una conversación imaginaria con Albert Camus

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lbert Camus hubiera cum-plido 100 años el próximo7 de noviembre. Sin em-

bargo, en 1960, el coche que con-ducía el editor Michel Gallimardsufrió un reventón en uno de susneumáticos y acabó incrustado enun árbol. Camus murió de formainstantánea. Este accidente truncóprematuramente su vida, su pro-yecto literario y sus compromisos.Porque siempre fue un hombrecomprometido, aunque a él le pa-recía más preciso decir “embarca-do”. Consideraba que todo artistase hallaba obligatoriamente em-barcado en la galera de su tiempo.

Por ello, y para recordar el cen-tenario de su nacimiento, vamos amantener una entrevista imagina-ria con Albert Camus, teniendo encuenta el eco de sus textos, las hue-llas de su escritura, sus ideas dis-persas entre novelas, relatos, car-tas, artículos periodísticos, ensayosy obras de teatro (1). Uno de los pri-meros biógrafos de Camus citabauna confidencia de algún lector ydecía que al leer a Camus uno sien-te ganas de estrecharle la mano.Creo en efecto que hoy sigue sien-do una referencia esencial en elámbito del pensamiento, del arte ydel humanismo. En su escritura semezclan una explicación cartesia-na y lúcida de la existencia y unaadhesión sensual a la realidad delpresente.

–Cuando recibió el dinero por elpremio Nobel decidió compraruna maravillosa casa en Lourma-rin, entre olivos, cipreses, vides ylavanda. Es un espacio idóneo pa-ra realizar esta entrevista. Las vis-tas son magníficas y se respira labelleza. ¿Por qué esta casa?

–He tenido una gran amistadcon el poeta francés René Char y élme hizo descubrir la región de laProvenza. Me gustó tanto que ensetiembre de 1958 compré esta ca-sa. Para mí existe una relación en-tre Lourmarin y mi Argelia natalporque aunque el mediterráneoestá ausente, yo sé que detrás de es-tas montañas está el mar, está Arge-lia. Estos paisajes del sur, llenos deluz, me proporcionan una sensibi-lidad y un humanismo optimistas.Es lo que he denominado el pensa-miento del mediterráneo, símbo-lo de la vida, del instante, de unequilibrio que organiza una dia-léctica entre el sentimiento trágicodel absurdo, representado por laHistoria y la búsqueda intelectualde cierta luz, evocada en el pensa-miento solar del sur.

–Su padre era francés, y su ma-dre de origen menorquín, aunqueusted nace en Mondovi, una pe-queña ciudad argelina. Cuando us-ted tiene sólo ocho meses, su pa-dre muere en la guerra, y vivirá en-tonces con su hermano, su madre yla abuela materna. Siempre he te-nido una curiosidad, ¿en qué len-gua se comunicaban?

–Vivíamos al borde de la pobre-za y de hecho siempre estudié gra-cias a becas escolares. Mi abuelahablaba más que el español el dia-lecto de Menorca. Cuando nosobligaba a hacer la siesta, nos decía“¡A beni dorm!”. Pero mi madre,analfabeta y callada, tenía un voca-bulario muy pobre. Sin embargo,recuerdo haber oído algunas pala-bras y expresiones menorquinasen muchas reuniones con amigosdel barrio. Quizás por ello no meresultó complicado, sin conocer lalengua española, adaptar y tradu-cir varias obras de teatro españo-las, como La Devoción de la cruz deCalderón o El Caballero de Olmedode Lope de Vega. Para estas adap-taciones, solía trabajar con amigos

españoles, que leían en voz alta eltexto original. Esta lectura me dabauna primera orientación. Luegome proporcionaban una traduc-ción del texto palabra por palabra.Y entonces manipulaba esta prime-ra versión que mis amigos revisa-ban, e incluso a veces, en el trans-curso del ensayo, volvía a corregir-la. El imaginario hispánico siempreha estado muy próximo a mí. Indu-dablemente por la sangre, Españaes mi segunda patria. Pero además,los hombres de mi generación lle-

vamos a España en el corazón. Volviendo a la cuestión de la len-

gua, de pequeño utilizábamos elpataouète, la forma de hablar de losfranceses de Argelia, que tienepréstamos del árabe, del español ydel italiano. Era la lengua de la calleen Belcourt, ese pueblecito de Ar-gelia donde pasé mi infancia, po-bre pero feliz. Pero, indudable-mente, la lengua francesa ha sidopara mí un elemento clave, un ele-mento de conquista personal.Siempre me ha preocupado la exi-

gencia en la utilización de la len-gua, la perfección formal. Por ellodediqué a mi maestro, Louis Ger-main, el premio Nobel. Fue para míun iniciador en la aventura litera-ria. Gracias e él conocí a Gide y aMalraux. A Tolstoi y a Dostoievski.A Faulkner, a Kafka y Moby Dick.

–Me gustaría hablar un poco delfútbol, una de sus pasiones. Ustedfue un excelente portero en el equi-po del Racing Universitario de Ar-gel. Por desgracia tuvo que dejar dejugar cuando empezaron sus ata-

ques de tuberculosis. ¿Qué signifi-ca el fútbol para usted?

–Durante mi juventud, sólo heconocido esa impresionante sensa-ción de esperanza y de solidaridad,durante las largas jornadas de en-trenamiento e incluso el día delpartido, se ganara o se perdiera. Mi-re creo que todo lo que sé con cer-teza a propósito de la moralidad yde las obligaciones de los hombres,se lo debo al fútbol. Los pases quese efectúan en cada partido porparte de los jugadores de un equi-po, creo que son una excelente me-táfora que ilustra a la perfección lasolidaridad en la que creo.

–¿Por qué el teatro es tan impor-tante para usted?

–Me lo he preguntado muchasveces y la única respuesta que tengole va a defraudar por banal: porqueuna escena de teatro es uno de esoslugares en los que me siento feliz. Yhe escrito obras de teatro porquetambién me ha gustado siempre in-terpretar y dirigir. El teatro, en to-das sus facetas, me apasiona e indis-cutiblemente me ha instruido.Luego he comprendido que el tea-tro es un género literario extraordi-nario, el más universal. La vida esuna tragedia o una comedia, y elhombre, un personaje en busca deautor. El teatro es un modo de ex-presión natural de la vida, del con-flicto, de la acción. Es el espacio dela ilusión que posibilita la sinceri-dad. Un modo de que el arte sea ap-to para todos los públicos. Creo quees un espacio sagrado donde en-contrar refugio.

A

El día 7 de noviembre el escritor francés de origen argelino hubiera cumplido 100 años, unaccidente automovilístico truncó prematuramente su vida y proyecto literario

Una conversación imaginariacon Albert Camus

Adaptación

teatral de

Réquiem

para una

monjade

Faulkner

Camus en la terraza de Gallimard

Page 2: Una conversación imaginaria con Albert Camus

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–He podido ojear el manuscritodel Primer hombre, una obra aún in-conclusa, aunque creo que se tratade un texto fundamental para lacomprensión de su obra, y para co-nocer al verdadero Camus.

–El objetivo de este libro es alejara mi familia pobre del destino de lospobres, que es desaparecer en lahistoria sin dejar huellas. Voy a dedi-car el libro a mi madre, que nuncapodrá leer el libro, porque no sabeleer. Al principió pensé en otro títu-lo, Adán, quizás. Hubiera sido un tí-tulo mítico. En cualquier caso minovela quiere contar una historiasencilla. La historia de una familia yde un hombre a principios del sigloXX. Porque todo hombre es el pri-mer hombre, y a la vez ninguno es elprimero. Podríamos resumirlo así:cuarenta años de la vida de un hom-bre. Retorno a ese mundo de la po-breza y de la luz donde he vivido to-da mi infancia y juventud y cuyo re-cuerdo aún me protege de los dosgrandes peligros que amenazan atodo creador, el resentimiento y lasatisfacción. Con esta novela, quie-ro escribir la historia de una parejaunida por una sangre común perocon múltiples diferencias. Él sumer-gido en todas las locuras de nuestrahistoria y ella similar a lo mejor quetiene la naturaleza. Ella silenciosa yél hablando sin cesar e incapaz dedecir con miles de palabras y escri-tos lo que ella podía expresar enuno de sus silencios… La madre y elhijo.

–Creo que usted es uno de los in-telectuales más importantes y tam-bién influyentes del siglo XX, unhombre que ha desafiado a los gran-des sistemas ideológicos afianza-dos, por considerarlos espacios de-masiado constreñidos para el hom-bre, lo que le creó animadversionesde muchos intelectuales. Se ha defi-nido como un individuo fraternal,solitario y solidario. ¿Se siente solo?

–Muchas veces me he sentido so-lo. Me ha preocupado buscar lo jus-to, lo ético, lo humano, y en ocasio-nes me he encontrado terriblemen-te alejado de la lógica ideológica demi época, por ejemplo de la guerrafría o de algunos maniqueísmos. Es-toy solo junto al Hombre. Junto a to-dos los hombres. Sobre todo los queno tienen la palabra. Mis dos gran-des objetivos como escritor han si-do el servicio a la libertad y a la ver-dad. En este sentido hay que com-

prender esta solidaridad en el he-cho de que algunas de mis obras, ensu búsqueda de reflejar la condi-ción del hombre, se oponen a laideología de mi época. La izquier-da, por ejemplo, me consideró co-mo un proscrito cuando abando-né, tras dos años de militancia, elPartido Comunista. Desde el prin-cipio había dejado claro que iba aser un practicante, aunque no ne-cesariamente un creyente. Pero ladoctrina marxista me pareció po-bre, poco atractiva. Cuando yo de-fendía a los árabes de Argelia, Mos-

cú posponía cualquier reivindica-ción anticolonial a la prioritaria lu-cha de clases.

–Vamos a recordar la polémicaque suscitó la publicación de su en-sayo El hombre rebelde. Todos los in-telectuales franceses se enfadaroncon usted, y le atacaron. Pero elmás virulento fue Sartre. La revistaLes Temps modernes reprodujo ladisputa, publicando su intercam-bio epistolar. Ha pasado ya muchotiempo, ¿cómo recuerda aquel epi-sodio?

–Hasta la polémica suscitada porla publicación de este ensayo, Elhombre rebelde, había compartidocon Sartre el elogio de muchos crí-ticos, que nos habían relacionadopor ser coetáneos y en base al exis-tencialismo. Pero yo nunca fui exis-tencialista. Sartre era en aquel mo-mento referencia incontestable pa-ra la izquierda y mandarín supremo

y no toleraba ese pensamiento in-cómodo que yo proponía. Las rela-ciones con Sartre se fueron tensan-do por nuestra divergencia en rela-ción con el comunismo. Sartre fuecorrosivo y le escribí entonces unacarta en los siguientes términos:“Señor director, empiezo a estarcansado de ver cómo yo, y sobre to-do antiguos militantes, que nuncaeludieron la responsabilidad en losproblemas de su tiempo, recibenclases de eficacia por parte de cen-sores que nunca colocaron másque su sillón en el sentido de la his-

toria”. Sartre oficializó la ruptura yme acusó de incompetencia filosó-fica. El libro hizo mucho ruido,provocó un gran escándalo mediá-tico y me proporcionó muchos másenemigos que amigos, o al menoslos primeros han gritado más altoque los segundos. Sin embargo, en-tre todos mis libros, es el que pre-fiero.

–Seguiría charlando con ustedmucho tiempo, se lo aseguro. Susafirmaciones me siguen impactan-do. Su pensamiento y su obra tie-nen una gran coherencia. En sus

novelas, ensayos y obras de teatronos encontramos con el absurdo,luego con la rebeldía, y ya nosanuncia el lirismo.

–Sí, mi primera toma de con-ciencia fue la del absurdo de la con-dición humana y de la imposibili-dad de ser feliz. Pero el hombreabsurdo corría el riesgo de conver-tirse en un individuo desesperado ynihilista. Por ello, el absurdo ha deser únicamente un punto de parti-da y no una conclusión. Así que ladenuncia de lo absurdo se hacerebelde, activa, reivindicativa. Loimportante es no rendirse, rebelar-se. Porque carecer de esperanzano es desesperar. Por eso afirméyo me rebelo, luego existimos. Pero trasla duda, vendrá la esperanza deuna nueva armonía, la necesidadde regresar a los orígenes, a lasfuentes primeras del lirismo. Porello estoy ahora escribiendo El pri-mer hombre. Y para concluir quierotransmitirle en estos momentos misatisfacción porque para todo es-critor, una obra vive porque le sirvea un lector.

1. He publicado un estudio sobre lavida, la obra y el pensamiento del au-tor titulado Albert Camus, en la edito-rial síntesis, en 2006. Ideas, palabras,referencias y detalles proceden deaquel estudio. Evidentemente ha sidonecesario renunciar a muchos aspec-tos fundamentales de un autor que si-gue siendo inclasificable, complejo ysingular. Por supuesto la novela auto-biográfica, inacabada y póstuma, quepublica en 1994 su hija Catherine, Elprimer hombre, donde cuenta, en terce-ra persona, su infancia, me ha servidopara muchas de estas afirmacionesimaginarias.

Rosa de Diego

“Mi primera toma de conciencia fue ladel absurdo de la condición humana y

de la imposibilidad de ser feliz”

Su madre

Catherine

Sintés,

a quien le

dedicó

El primer

hombre

Camus se inscribe en el Racing Club de ArgelMichel Gallimard y Albert Camus fueron amigos íntimos

Gracias al Premio Nobel, Camus compró la casa de Lourmarin, en VaucluseEl profesor Louis Germain

Algunas frases de Camus

Todo mi reino es de este mundo. Sin mi tierra, yo no sería nada. La justicia absoluta es imposible, como son imposibles el odio o el amor eternos.La mentira nunca es inocente. El infierno es el paraíso más la muerte. El mundo tal y como está concebido resulta insoportable. Amar a una persona significa aceptar envejecer con ella.Quizás era más duro pensar en un hombre culpable que en un hombre muerto. Que nadie espere el Juicio final. Tiene lugar todos los días. Odio este mundo en el que nos sentimos sometidos a Dios. Estar carente de esperanza, no significa desesperar. ¡Qué duro!, ¡qué amargo es hacerse un hombre! Lo que me interesa es sobre todo ser un hombre. La rebeldía metafísica es el movimiento por el que un hombre se enfrenta a su con-dición y a toda la creación. La tentación más peligrosa: no parecerse a nadie. La verdadera generosidad con respecto al futuro consiste en dar todo en el presente. El mundo es bello y fuera de él no hay salvación. Un hombre es más un hombre por aquello que calla que por lo que dice. Crear, es vivir dos veces.Hay en los hombres más cosas para admirar que para despreciar. Es fácil, es mucho más fácil, morir por las propias contradicciones que vivirlas. Hay quienes han nacido para amar y quienes han nacido para vivir.