Un poco de historia: Al-Andalus y los Reinos Cristianos

Francisco Bueno

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Un poco de historia:Al-Andalus y los Reinos Cristianos

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AL-ANDALUS y

LOS REINOS CRISTIANOS

PANORÁMICA GENERAL

Situación inicial tras la conquistaLas tropas musulmanas conquistaron toda la Península Ibérica en menos de

10 años. En 720 ya habían ocupado la zona cantábrica y pirenaica.Aunque algunas ciudades fueron conquistadas por la fuerza militar y fue-

ron espoliadas, la mayor parte de la ocupación islámica de la Penín-sula se realizó mediante capitulaciones en las que la nobleza his-panovisigoda aceptaba una rendición condicional en la que pactaba conservar derechos y propiedades a cambio del pago de una serie de impuestos y aceptar la autoridad musulmana. La mayor parte de esta clase dirigente se convirtió al Islam.

La primera fase de la conquista islámica, se produjo con un talante conciliador pues cristianos y judíos –denominados dhimmíes o “gen-tes del Libro”– compartían con los musulmanes una tradición bíblica FRP~Q�\�±DXQTXH�VH�OHV�FRQVLGHUDED�LQ¿HOHV�TXH�QRV�KDEtDQ�OOHJDGR�D�FRQRFHU�OD�5HYHODFLyQ�GH¿QLWLYD±�VH�UHVSHWDURQ�VXV�SUiFWLFDV�UHOL-giosas. Esa actitud conciliadora estuvo determinada por la situación social inicial: los conquistadores constituían un grupo muy reducido en relación a la población autóctona hispanovisigoda, que era mayo-ritaria e imprescindible para mantener la economía productiva de los territorios conquistados.

I

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Arabización e islamización Dado que la mayor parte de la ocupación fue pactada, la población hispano-

visigoda aceptó el gobierno organizado de los conquistadores pues la re-ligión local –mayoritariamente cristiana, pero también judía– fue respeta-da. La población no estaba obligada a convertirse al Islam, pero como los que practicaban una religión diferente pagaban más impuestos, se produjo un amplio proceso de conversión a la fe musulmana.

Para muchos historiadores el proceso de islamización (abandono de la reli-gión cristiana para convertirse al Islam) se produjo de forma rápida, du-rante el primer siglo de presencia musulmana en la Península Ibérica: a ¿QDOHV�GHO�VLJOR�,;�OD�LQPHQVD�PD\RUtD�GH�OD�SREODFLyQ�KLVSDQRYLVLJRGD�sería musulmana. Para otros, en cambio, el proceso sería más lento pues FRQVLGHUDQ�TXH�KDVWD�¿QDOHV�GHO�VLJOR�;��GXUDQWH�HO�UHLQDGR�GH�$EGHUUDPiQ�III, casi dos siglos y medio después de la invasión islámica, la población musulmana no sería

mayoritaria.

Corán nazarí

Francisco Bueno Francisco Bueno

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Ocurriera de forma más lenta o más rápida, los muladíes –cristianos con-versos al Islam– se constituyeron en la mayor parte de la población an-dalusí. El proceso de conversión era irreversible pues la apostasía llevaba aparejada la pena de muerte; una vez aceptada la religión islámica no era posible dar marcha atrás.La adopción de la religión de Maho-ma permitió a los cristianos salir de forma inmediata de la situación de

discriminación económica y social que padecían pero –aunque los habitantes de al-Andalus eran, mayoritariamente, musulma-nes– perduraron comunidades cristianas y hebreas. La pobla-ción cristiana y judía que convivía con la población musul-mana era minoritaria y, a medida que transcurría el tiempo, disminuía.

$�PHGLGD�TXH�OD�VRFLHGDG�LVOiPLFD�VH�WRUQy�PiV�IXHUWH��UH¿QDGD�y culta, no sólo la población muladí, también la cristiana, ex-perimentó una gran atracción por dicha cultura y un profundo proceso de arabización�TXH�FXOPLQD�HQ�HO�VLJOR�;��/DV�pOLWHV�cristianas –incluyendo el clero– hablaban árabe y escribían textos literarios en esta lengua, adoptaban nombres musulma-nes, imitaban la forma de vestir oriental y, frecuentemente, respetaban las leyes dietéticas del Islam. En estos casos, no parecía haber diferencia aparentes entre musulmanes y cris-tianos.

La conquista islámica de la Península Ibérica conllevó el en-cuentro de dos lenguas cultas –el latín y el árabe– y sus dialec-tos hablados, el árabe vulgar y el latín vulgar romance. Ade-

Corán andalusí, almohade

Tratado de agricultura, Ibn Luyun, Almería 1348

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más del hebreo que hablaba la comunidad judía (especialmente en actos religiosos).

El latín cayó en desuso y se conservó como idioma litúrgico de los mozá-rabes. Se escribieron libros en latín, pero la comunidad cristiana tradujo al árabe el Antiguo y el Nuevo Testamento. El denominado Calendario de Córdoba –almanaque mozárabe con el santoral cristiano dedicado al califa Alhakén II en el que se indicaba el cambio de las estaciones, los ciclos meteorológicos y los ciclos agrícolas– fue escrito el año 961 en dos versiones, una en árabe y otra en latín.

El árabe� VH�FRQVWLWX\y�HQ� OHQJXD�R¿FLDO�\�FXOWD�GH�DO�$QGDOXV��HQ� OD�TXH�VH�HVFULEtDQ� ORV�GRFXPHQWRV�R¿FLDOHV�\� ODV�REUDV� OLWHUDULDV�\�FLHQWt¿FDV��Imprescindible para desempeñar altos cargos administrativos, para leer

Tratado de agricultura, Ibn Luyun, Almería 1348


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o escribir cualquier tipo de libro, el árabe era estudiado por musulmanes, judíos y mozárabes.

La arabización cultural de los mozárabes era tan intensa que Álvaro de Cór-GRED�HVFULELy�HQ�HO�VLJOR�,;�

“Muchos de mis correligionarios leen poesías y cuentos árabes, \�HVWXGLDQ� ODV�REUDV�GH� ORV�¿OyVRIRV�\� WHyORJRV�PDKRPHWDQRV��QR�para rebatirlas sino para aprender a expresarse en el lenguaje ára-be más correcta y elegantemente… Los cristianos han olvidado su propia lengua y casi no queda uno entre mil que pueda escribir a un amigo una salutación decente en latín”.

Junto al árabe culto, coexistían otros dialectos que se hablaban en la vida diaria: el árabe andalusí y el mo-zárabe.El árabe andalusí, vulgar o co-loquial era el dialecto del árabe hablado en al-Andalus, resultado de la interacción lingüística entre los dialectos romances existentes en la Península Ibérica y los dia-lectos que los árabes trajeron con ellos. Mudéjares y moriscos si-

Biblia HispalenseManuscrito de la primera

mitad del siglo X escrito en Sevilla en latín.

Los títulos también aparecen en hebreo y, en los márgenes,

hay notas en árabe. /D�LQÀXHQFLD�LVOiPLFD�HV�QR-table en la ornamentación y en el arco de herradura do-ble que utiliza como elemen-

to decorativo.

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guieron utilizando esta lengua. La expul-sión de estos últimos acabó con la lengua árabe en la Península Ibérica.

El mozárabe o romance andalusí era la lengua hablada por los cristianos que vi-vían en territorio musulmán. A diferencia de otras lenguas románicas, el romance andalusí utilizaba alfabeto árabe en vez de alfabeto latino. Esta variedad lingüís-tica románica la hablaban en al-Andalus no sólo los mozárabes, sino también los muladíes y buena parte de la población conquistadora. El mozárabe, fue desapa-reciendo con el avance de la reconquista cristiana y la implantación de los roman-ces septentrionales (castellano, gallego, catalán) que se habían formado a partir GHO�ODWtQ��GH�PRGR�TXH�HQ�HO�VLJOR�;,,�\D�no quedaban comunidades que hablasen mozárabe.

+DVWD� HO� VLJOR� ;,,� ±HQ� TXH� OD� OOHJDGD� GH�almorávides y almohades provocó una fuerte emigración de los mozárabes hacia los reinos del norte de la Península– el bi-lingüismo era común en al-Andalus, ha-blándose el romance andalusí y el árabe andalusí.

(O�iUDEH� UHSUHVHQWDED� OD� OHQJXD� UH¿QDGD�\�culta, el hebreo persistió en la comunidad

Biblia Hispalense


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judía, el latín en los actos litúrgicos cristianos, pero las lenguas habladas por el pueblo eran el árabe andalusí y el mozárabe.

A diferencia de los estados feudales, en al-Andalus el Emir o Califa detenta-ba el poder absoluto de un estado dividido en coras o provincias, al frente de las cuales se encontraba un gobernador que podía ser miembro de la nobleza árabe o de la nobleza local que se había convertido al Islam.

A principios del siglo VIII, se estima que la población en la Península Ibérica sería de unos 3,5 millones de hispanomusulmanes. Los primeros contin-gentes musulmanes que ocuparon la Península estarían constituidos por unas 60.000 personas; las oleadas posteriores incrementarían esta pobla-ción conquistadora progresivamente, aunque no llegarían a suponer ni el 10% de la población total.

La sociedad de al-Andalus estaba formada por los nuevos conquistadores –una minoría árabe que constituía la nobleza y el grueso de las tropas que eran bereberes procedentes del norte de África– judíos y la gran mayoría de la población que estaba constituida por hispanovisigodos. La mayor parte de estos últimos se convirtió al Islam y asumió la cultura musulmana (muladíes), pero algunos mantuvieron sus raíces religiosas y culturales hispanovisigodas (mozárabes) aunque fuertemente islamizadas.

+LVWRULD�GH�%D\DG�\�5L\DG��DO�$QGDOXV�VLJOR�;,,,

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La comunidad mozárabe'XUDQWH�ORV�SULPHURV�VLJORV�HQ�DO�$QGDOXV�±DXQTXH�VXUJLHURQ�FRQÀLFWRV��D�YHFHV�YLROHQWRV±� MXGtRV�� FULVWLDQRV�\�PXVXOPDQHV� FRH[LVWLHURQ�SDFt¿FD-mente. Los pactos suscritos con las autoridades musulmanas al aceptar su autoridad, les permitió conservar propiedades, costumbres y la practica de su religión.

Mozárabes (cristianos que vivían en territorio islámico) y judíos debían pagar más impuestos por el hecho de no ser musulmanes.

Aunque algunas iglesias fueron expropiadas, se permitió la utilización y re-paración de las ya existentes, pero se prohibió la construcción de nuevas iglesias en el recinto amurallado de la ciudad. Tenían prohibido realizar toda manifestación publica del culto cristiano y hacer apología del mismo.

Desde el primer momento de la conquista islámica, en las principales ciu-dades de al-Andalus (Sevilla, Córdoba, Toledo, Zaragoza) se organizaron QXPHURVDV� FRPXQLGDGHV�PR]iUDEHV�TXH�PHUFHG� D� ORV� DFXHUGRV�¿UPDGRV�con los nuevos conquistadores –estatutos de la dhimma que establecían los derechos y obligaciones de cristianos y judíos– permitieron a los mozára-bes gozar de una administración propia que, por un lado proporcionaba una cierta autonomía a la comunidad cristiana, y, por otro, permitía al poder musulmán controlar el cobro de los nuevos impuestos a la comunidad no islámica. Hebreos y mozárabes habitaban en sus propios barrios y con legis-lación propia. De hecho los cristianos disponían de juez propio que senten-ciaba los pleitos entre mozárabes conforme a la legislación visigoda (pero

,QVFULSFLyQ�HSLJUi¿FD�SDODFLR�QD]DUt


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FXDQGR�HO�FRQÀLFWR�HUD�FRQ�XQ�PXVXOPiQ�SDVDED�D�OD�MXULVGLFFLyQ�LVOiPLFD��Aunque gran parte de los bienes de la Iglesia habían pasado a manos de

los conquistadores, los cristianos de al-Andalus conservaron la vieja or-ganización eclesiástica hispanovisigoda y pu-dieron disponer de igle-sias donde desa r ro l l a r la liturgia m o z á r a b e (heredera de la tradi-ción visi- gótica de San Isidoro de Sevilla) bajo control de las antiguas sedes episcopales princi-pales (Toledo, Sevilla) a la que se sumaba con importancia creciente Cór-doba (donde algunos emires y califas habían convocado la celebración de determinados concilios cristianos).

La profunda arabización cultural que se extendía por toda al-Andalus alcan-zó a los cristianos y a lo miembros del propio clero, que en muchos casos vestían a la manera oriental, hablaban romance y árabe andalusí, introdu-cían expresiones árabes en la liturgia latina y, a veces, adoptaban costum-bres musulmanas. Es más, algunos sacerdotes pensaban que las diferencias HQWUH�&ULVWLDQLVPR�H�,VODP�HUDQ�PtQLPDV�H�±LQFOXVR±�MXVWL¿FDEDQ�ODV�LGHDV�islámicas que negaban divinidad a Cristo.

Esta intensa arabización –que para algunos suponía que la cultura islámica estaba destruyendo las señas de identidad mozárabe– provocó una frac-tura en el seno de la propia comunidad cristiana. Ante la propia crisis de identidad de la cultura mozárabe, surgió una minoría que estaba dispuesta a defender con su vida la ortodoxa cristiana: los mártires voluntarios de Córdoba.

En el periodo 850-859, cuarenta y ocho mozárabes fueron ajusticiados en Córdoba, la mayor parte de ellos mediante decapitación. Entre ellos había sacerdotes cristianos y cristianos laicos, hombres y mujeres, conversos que provenían de familias completamente musulmanas, hijos de matrimonios

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mixtos y antiguos cristianos convertidos al Islam que habían vuelto al seno de la Iglesia. Y entre todo ellos destacaba uno: el sacerdote Eulogio de Córdoba�� TXH� MXVWL¿Fy� H� LPSXOVy� ORV�PDUWLULRV�� QDUUy� ORV� DFRQWHFL-miento y murió ejecutado.

Aunque algunos declararon tras ser denunciados y detenidos, la mayor parte fue a declarar por cuenta propia. Insultaron públicamente al Islam y ofen-GLHURQ�D�0DKRPD�DO� FDOL¿FDUORV�GH� IDOVRV��SURFODPDURQ� OD�GLYLQLGDG�GH�Jesucristo y su práctica del Cristianismo. La Ley era clara: la blasfemia contra Alá y Mahoma y la apostasía (abandono de la fe islámica) estaban penadas con la muerte por decapitación. Era lo que estaban buscando: el martirio, para dar ejemplo al resto de los cristianos de la importancia de conservar la pureza de su fe.

$XQTXH�OD�UHWUDFWDFLyQ�HQ�SULQFLSLR�VyOR�VHUtD�YiOLGD�SDUD�ORV�LQ¿HOHV�SXHV�

Revestimiento de cerámica, palacio nazarí


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la ley islámica condena de forma inmediata a los musulmanes blasfemos o apóstatas, los cadíes cordobeses ofrecieron a los acusados la oportunidad de retractarse antes de ordenar su ejecución. Pero ninguno lo hizo.

Los mártires crearon una situación crítica entre ambas religiones, una situa-FLyQ�TXH�QR�DSUREDEDQ�PXFKRV�PR]iUDEHV��3DUD�DERUGDU�\�SRQHU�¿Q�D�HVWD�situación, Abderramán II convocó un Concilio presidido por el obispo Recafredo en el que el emir consiguió que se desautorizara la búsqueda voluntaria del martirio. Estaba en juego el estatuto legal de toda la comu-nidad mozárabe.

A pesar de los acontecimientos anteriores, durante el Emirato Independiente y durante el Califato de Córdoba, el poder islámico mantuvo buenas rela-ciones con mozárabes y judíos, especialmente con sus élites que presen-taban una intensa arabización y hablaban latín y árabe. De hecho, muchos emires y califas designaron a algunos de sus miembros para desempeñar LPSRUWDQWHV�FDUJRV�R¿FLDOHV�R��GDGD�VX�IRUPDFLyQ��SDUD�DFWXDU�FRPR�Pp-GLFRV�GH�OD�FRUWH�R�UHDOL]DU�HVWXGLRV�FLHQWt¿FRV��)UHFXHQWHPHQWH�RELVSRV�\�responsables de las comunidades cristianas y hebreas colaboraron con la administración islámica.

Así, Al-Hakam I QRPEUy�D�SULQFLSLRV�GHO�VLJOR�;�DO�FULVWLDQR�Rabí ibn Theo-GXOI jefe de la guardia palaciega.

El califa Abderramán III nombró embajador al judío Hasday ibn Saprut

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que visitó en dos ocasiones la corte del Reino de León para establecer un tratado de paz con Ramiro II y Ordoño III. Y también envió al obispo de Sevilla Abbas ben al-Mundir para establecer pactos con Ramiro II de León. De igual modo, Abderramán III le encargó al obispo cordobés Recemundo (también llamado Rabí ibn Zyad) que viajara en misión diplo-mática a la corte del emperador Otón I de Alemania y a Constantinopla.

El califa Hisham II contaba con los servicios del obispo hispalense Ubayd Allah ben Qasim para que ejerciera funciones de intérprete ante las dele-gaciones diplomáticas y reyes que lo visitaban en la ciudad palatina de Medina Azahara (y como tal actuó en la recepción al destronado rey leo-nés Ordoño IV).

A medida que transcurrían los años, la minoría mozárabe fue disminuyendo rápidamente: muchos cristianos se convirtieron al Islam y otros muchos emigraron a los reinos cristianos del norte.

A partir de la desintegración del Califato de Córdoba en reinos de taifas, el cambio de actitud del Islam hacia los cristianos provocará un empeora-miento claro de las condiciones de vida de los mozárabes.

3HUR�HV�D�¿QDO�GHO�VLJOR�;,�±ORV�DOPRUiYLGHV�JRELHUQDQ�DO�$QGDOXV±�FXDQGR�VH�producirá un cambio radical en dicha actitud. La dinastía almorávide –más intransigente con la cultura cristiana– manifestó una clara hostilidad frente a la jerarquía eclesiástica cristina y los mozárabes. Con los almorávides ce-


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sará por completo el empleo de no musulmanes en las funciones publicas y buena parte de la minoría mozárabe emigrará a los reinos cristianos.

Muestras del profundo cambio de actitud que se estaba produciendo frente a los mozárabes son las recomendaciones realizadas en el tratado de Ibn Abdún en el del si-JOR�;,,�

“Un musulmán no debe dar ma-saje a un judío ni a un cristiano, así̗ como tampo-co tirar sus ba-suras ni limpiar sus letrinas, por-que el judío y el cristiano son más indicados para HVWDV� IDHQDV«Un musulmán no debe cuidarse de la caballería de un judío ni de un cristiano… y si se sabe que alguien que lo hace, re-préndasele.No deberá̗ con-sentirse que… lle-ve atuendo de per-sona honorable. Deberán llevar un

Mezquita de CórdobaTras la ocupación islámica de Córdoba en el siglo VIII, la basílica visigótica de San Vicente IXH�FRPSDUWLGD�SRU�FULVWLDQRV�\�PXVXOPDQHV�� Ante la necesidad de disponer de un templo de mayor tamaño, las autoridades islámicas in- demnizaron a la iglesia cristiana y adquirieron

todo el templo para, tras derribarlo, levantar la mezquita de la ciudad.

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signo distintivo en sus vestimentas por el que sean conocidos. Es obligatorio el uso del zunnar o cinturón de cuero por parte de los mozárabes a manera de señal distintiva.1LQJ~Q�MXGtR�GHEH�VDFUL¿FDU�XQD�UHV�SDUD�XQ�PXVXOPiQ��6H�RUGHQD-

rá que los judíos tengan tablas de carnicería espe-ciales para ellos.Debe suprimirse en territorio mu-sulmán el toque de campanas, que solo han de sonar en tierras GH� LQ¿HOHV��'HEH�prohibirse a las mujeres musul-manas que entren en las abomina-bles iglesias.No deben ven-derse a judíos ni cristianos libros de ciencia, salvo los que se traten de su ley, porque luego traducen ORV�OLEURV�FLHQWt¿-cos y se los atri-buyen a los suyos y a sus obispos,

Mezquita de CórdobaTras la ocupación islámica de Córdoba en el siglo VIII, la basílica visigótica de San Vicente IXH�FRPSDUWLGD�SRU�FULVWLDQRV�\�PXVXOPDQHV�� Ante la necesidad de disponer de un templo de mayor tamaño, las autoridades islámicas in- demnizaron a la iglesia cristiana y adquirieron

todo el templo para, tras derribarlo, levantar la mezquita de la ciudad.


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siendo así̗ que se trata de obras de musulmanes. 1R� GHEHQ� RFXSDU� SXHVWRV� GH� SUHIHUHQFLD� HQ� ODV� UHXQLRQHV�� \� WLH-nen que dejar a los musulmanes el mejor lugar en los pasos y ca-minos, cediéndoles los asientos cuando quisiesen sentarse.No podrán ceñir es-padas ni otras ar-PDV�� QL� IDEULFDUODV�ni tenerlas en sus casas. Se les está prohibido montar a caballo, por el carácter noble de este animal; solo podrán hacerlo en mulas y asnos.No deben levantar sus casas por enci-ma de las de los mu-sulmanes, ni tener vistas sobre ellas.No deben tomar musulmanes a su servicio, ni por sa-lario ni por alguna otra recompensa, ni poseer esclavos musulmanes”.

La hostilidad de la nueva administración almorávide frente a la comunidad mozárabe se desataría tras la expedición militar que el monarca aragonés Alfonso I el Batallador realizaría, tras haber conquistado Zaragoza, por tierras de al-Andalus. Desde Aragón, Alfonso I penetró en 1125 por tierras

Alhambra Granada

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musulmanas hasta alcanzar Granada, Córdoba, Almería y Valencia, regre-sando con un cuantioso botín y numerosos mozárabes para repoblar las tierras conquistadas en Aragón.

La implicación de las comunidades cristia-nas de al-Andalus en la gestación de esta ex-pedición y su apoyo al monarca aragonés en el transcurso de la misma, desencadenó una reac-ción inmediata de los almorávides: conside-raron que los mozára-bes habían roto los pac-tos de la dhimma que garantizaba la perma-nencia de los cristianos (y judíos) en territo-rio musulmán desde la época de la conquista.El cadí cordobés Abu l-Walid ben Rush –máxima autoridad de al-Andalus– se trasladó a Marrakech para infor-

mar de lo ocurrido al emir Ali ben Yusuf y proponer la expulsión de la comunidad mozárabe de las tierras de al-Andalus. El emir almorávide or-denó en 1126 la deportación de los cristianos al norte de África: buena parte de los mozárabes de Granada, Córdoba y Sevilla –a los que se per-mitió vender sus propiedades inmuebles– fueron trasladados a regiones

Alhambra Granada


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SUy[LPDV�D�0HTXtQH]��)H]�\�6DOp��D�OD�YH]�TXH�VH�LQFDXWDEDQ�ORV�ELHQHV�GH�la iglesia. Entre los testimonios escritos por los deportados ubicados en el QRUWH�GH�ÈIULFD�¿JXUD�XQ�PDQXVFULWR�GH�ORV�(YDQJHOLRV��HQ�iUDEH��TXH�GLFH��(VWH�OLEUR�IXH�HVFULWR�SRU�HO�RELVSR�0LJXHO��KLMR�GH�$EG�DO�$]L]��VLHU-vo de los siervos del Mesías… para Ali, hijo de Abd al Aziz, hijo de Abderramán. Fue terminado el viernes 23 de julio de Era Hispáni-ca 1175 (1137) en la ciudad de Fez, al otro lado del mar, en el año undécimo después de la deportación de cristianos andalusíes a este lugar (¡Quiera Dios devolverlos a su patria!).

Para evitar la de-portación algunos cristianos se con-virtieron el Islam. Otros –que habían tratado de huir y unirse a las tro-pas de Alfonso I de Aragón pero no lo habían con-seguido– tras ser capturados fueron ajusticiados o en-carcelados.Pero antes de la orden de depor-tación, la mayor parte de los mozá-rabes había emi-grado a los reinos cristianos.Paradójicamente,

%HDWR�GH�%XUJR��VLJOR�;,

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los mozárabes mostraban un aspecto tan arabizado que el propio rey de Portugal Alfonso I los esclavizó durante las incursiones que realizó por las tierras musulmanas de Sevilla, no liberándolos hasta llegar a Coímbra donde el abad Theotonio desaprobó lo ocurrido. Los cristianos fueron li-berados y se establecieron en la ciudad portuguesa.

A pesar de las actitudes y medidas políticas desarrolladas por los almorávi-des, algunos cristianos y judíos permanecieron en las ciudades hispano-musulmanas. Aunque casi desmantelada en su totalidad, perduró pequeña parte de la comunidad eclesial.

La H[WLQFLyQ�GH¿-nitiva de la mi-noría mozára-be (y también de la hebrea) se producirá en la segunda mitad GHO� VLJOR� ;,,�cuando los al-mohades –que manifestaban una mayor in-transigencia re-ligiosa que los almorávides– alcanzan el po-der de al-Anda-lus y decretan la abolición de-¿QLWLYD�GHO�HVWD-tuto jurídico de la dhimma que

%HDWR�GH�8UJHO��VLJOR�;

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había permitido la presencia de cristianos en las tierras del Islam peninsular. Como consecuencia de esta nueva situación social, se produ-jeron una serie de perse-cuciones a mozárabes y judíos.(Q� HO� VLJOR� ;,,� PXFKRV�

cristianos y hebreos emi-graron de al-Andalus, como el

¿OyVRIR�MXGtR�0DLPyQLGHV�TXH�WXYR�TXH�DEDQGRQDU�VX�FLXGDG�QDWDO�±&yU-doba– tras ser tomada por los almohades y establecerse como médico en la corte del sultán de Egipto Saladino. Los obispos de las ciudades musulma-nas, como el arzobispo de Sevilla Clemente, tuvieron que huir: las sedes episcopales fueron abandonadas y la muy mermada comunidad cristiana emigró a tierras castellanas.

&XDQGR�VH�SURGXMHURQ�ODV�JUDQGHV�FRQTXLVWDV�GHO�VLJOR�;,,,��ORV�FRQTXLVWDGR-res no encontraron, salvo excepciones, ninguna comunidad cristiana en las ciudades musulmanas que fueron anexionando. En Sevilla, por ejemplo, algunos historiadores creen que persistió un pequeña comunidad cristiana, SHUR�RWURV�D¿UPDQ�TXH�QR�KDEtD�QL�XQ�VROR�FULVWLDQR�FXDQGR�)HUQDQGR�,,,�conquistó la ciudad.

A lo largo de su existencia, la comunidad mozárabe permitió la transmisión cultural entre el mundo islámico y el cristiano. Por una parte trasmitieron parte del legado romano-visigodo a la comunidad musulmana –de hecho durante largo tiempo muchos muladíes celebraban la Navidad y participa-EDQ�HQ�¿HVWDV�UHOLJLRVDV�FULVWLDQDV�KDVWD�TXH�GLFKDV�SUiFWLFDV�IXHURQ�FRQ-denadas por los alfaquíes– y por otra trasmitieron el arte, las costumbres, ORV�DGHODQWRV� WpFQLFRV�\�FLHQWt¿FRV�GH� OD�FLYLOL]DFLyQ� LVOiPLFD�DO�PXQGR�cristiano.

%HDWR�GHO�VLJOR�;,,,

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,QÀXHQFLD�PR]iUDEH�HQ�ORV�FyGLFHV�FULVWLDQRVBeato de Liébana, monje mozárabe procedente de al-Andalus, convirtió el

scritorium del Monasterio de Santo Toribio de Liébana (Cantabria) en un centro cultural de capital importancia al escribir en el mismo numerosos e importantísimos manuscritos. Su obra más conocida es el Comentario al Apocalipsis de San Juan que –escrito en 776-786, con numerosas mi-QLDWXUDV�DFRPSDxDQGR�DO�WH[WR±�WLHQH�LQÀXHQFLDV�RUQDPHQWDOHV�\�DUWtVWLFDV�bizantinas, islámicas, visigóticas y carolingias.

Las obras de Beato, por su contundente defensa de la divinidad de Cristo frente a las teorías adopcionistas, tuvieron una amplia y rápida difusión por los reinos cristianos.

Aunque los manuscritos originales realizados por Beato de Liébana desa-parecieron, del Apocalipsis se han conservado unas treinta copias –que se denominan beatos±�UHDOL]DGDV�IXQGDPHQWDOPHQWH�HQ�HO�VLJOR�;�\�VLJOR�;,��DXQTXH�WDPELpQ�VH�HVFULELHURQ�DOJXQDV�FRSLDV�HQ�ORV�VLJORV�;,,�\�;,,,��



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%HDWR�(PLOLDQHQVH��VLJOR�;


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(Q�DTXHO�SHULRGR�±¿QDOHV�GHO�VLJOR�,;�\�VLJOR�;±�VH�FUHDURQ�EDMR�SURWHFFLyQ�real numerosos monasterios en los pequeños reinos cristianos que existían en la zona septentrional de la Península Ibérica. Unos fueron fundados por cristianos de las zonas próximas, pero otros los crearon monjes mozára-bes procedentes de al-Andalus que aportaron sus propias bibliotecas para constituir nuevos scriptorium en los que se produjo una gran eclosión de la

Nueve siglos más tarde, en 1937, Pablo Picasso en El Guernica rememora la fuerza de las imágenes del Comentario al Apocalip-sis de San Juan del Beato de Saint Sever realizado en el periodo

1028-1072.

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Miniatura Altomedieval Española. En los scriptorium de los monasterios se escribieron importantísimos manuscritos; sus bibliotecas conservaron gran parte del legado cultural del pasado y recibieron las nuevas ideas eu-ropeas. Los monasterios se constituyeron en centros culturales esenciales del periodo medieval.

La controversia teológica del adopcionismo'XUDQWH�ORV�VLJORV�9,,,�\�,;�VH�SURGXFH�XQD�virulenta controversia teológi-

ca que enfrentó a Beato de Liébana y el obispo Eterio de Osma (Soria) contra el obispo de Toledo Elipando y el obispo Félix de Urgel, que de-IHQGtDQ�HO�DGRSFLRQLVPR��)XH�XQD�JXHUUD�GLDOpFWLFD�VLQ�FRQFHVLRQHV��HQ�OD�que se propone la eliminación del contrario al acusarlo de herejía.

La teoría adopcionista ±GHIHQGLGD�SRU�(OLSDQGR�GH�7ROHGR�\�)pOL[�GH�8U-gel– ponía en duda la naturaleza divina de Jesús pues consideraba que Cristo fue adoptado por Dios, pero no era su hijo; refutaban la consubs-tancialidad entre Dios-Padre y Dios-Hijo.

El enfrentamiento dialéctico se extendió rápidamente por la Cristiandad: el papa Adriano I y el emperador Carlomagno tuvieron que intervenir. Carlo-magno con la aprobación del Papa convocó varios concilios –Concilio de Ratisbona en 792 y &RQFLOLR�GH�)UDQFIRUW�en 794– en los que se condenó el adopcionismo y se catalogó de herejía.

$O�FXHVWLRQDU�OD�QDWXUDOH]D�WULQLWDULD�GH�'LRV��OD�¿ORVRItD�FULVWLDQD�DGRSFLRQLVWD�se encontraba próxima a los fundamentos religiosos del Islam que considera que Alá tiene una única naturaleza y que Jesucristo es un profeta, pero no es Dios.

Así pues, no resulta extraño que el obispo de la ciudad de Toledo, que estaba enclavada en al-Andalus, defendiera las teorías adopcionistas. Por motivo similares, los reinos cristianos preferían que el centro espiritual del cris-tianismo de la Península –cuya sede primada seguía siendo Toledo a pesar de estar situada en territorio musulmán– se trasladara al norte, momento en que surge el mito de Santiago como patrón de España, que promovió el


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desarrollo del Camino de Santiago y todas las implicaciones culturales que conllevó en los siglos siguientes.

Las teorías adopcionistas, que fueron extinguidas dentro de la ortodoxia cris-tiana, surgieron en un mundo cuyas raíces culturales –visigodas– habían sostenido planteamientos muy parecidos.

En efecto, los visigodos eran arrianistas, es decir, cristianos que seguían la doctrina desarrollada por Arrio (256-336) en Alejandría y que sostenía que Jesús era hijo de Dios, pero no Dios mismo. El arrianismo era resultado

de las discusio-nes teológicas que los prime-ros cristianos plantearon so-bre el problema de la relación entre Dios Hijo y Dios Padre.En los Conci-lios de Nicea en 325 y de Cons-tantinopla en 381, el arrianis-mo fue, prime-ro, rechazado y posteriormente declarado heré-tico. Sin embar-go, tras la caída del Imperio Ro-mano de Occi-dente, los godos

%LEOLD�OHRQHVD�GH�VDQ�,VLGRUR��VLJOR�;

Francisco Bueno

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conservaron el arrianismo que, de he-FKR��IXH�OD�UHOLJLyQ�R¿FLDO�GHO�5HLQR�9L-sigodo de Toledo hasta el III Concilio de Toledo celebrado en 589, en el que Recaredo I se convirtió al catolicismo (religión profesada por los hispanorro-manos). Varios obispos arrianos tuvie-ron que adjurar de su herejía.

Inversión en el equilibrio de fuerzas+DVWD� HO� VLJOR� ;,�� HO� SRGHU� PLOLWDU� LVOi-

mico fue muy superior al de los rei-nos cristianos. Durante estos siglos –y muy especialmente con Almanzor– los ejércitos musulmanes realizaron nume-rosas razias o incursiones en territorio cristiano para obtener un importantísi-mo botín.

Pero tras la descomposición del Califato de Córdoba en reinos de taifas a prin-FLSLRV�GHO�VLJOR�;,��VH�SURGXFH�XQ�GUiV-tico cambio en el equilibrio de fuerzas. Los reinos musulmanes sólo pudieron frenar la ocupación cristiana mediante el pago de tributos o parias a los rei-nos cristianos. Las parias evitaban la invasión cristiana –lo que en realidad HUD�LQYLDEOH�GXUDQWH�HO�VLJOR�;,�SXHV�ORV�reinos del norte no tenían ni el poten-cial militar necesario ni la capacidad


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de repoblación de ex-tensos territorios– y comprometían al rey cristiano a prestar ayuda al reino islá-mico tributario si era atacado por otro rei-no, ya fuera cristiano o musulmán. La mo-neda en oro y plata andalusí de las parias entraba en los reinos cristianos y circulaba por los mismos, per-mitiendo pagar mes-nadas, construcción de castillos, iglesias o monasterios, y com-prar diferentes tipos de productos a los reinos musulmanes. Impuestas por la su-perioridad militar que

Códice AlbeldenseEscrito durante 976-978 en el Monasterio de San Martín de Albelda (Rioja), bajo el

reinado del rey Sancho II de Navarra.Recopilación de textos históricos y reli-

giosos, de derecho canónico y civil, con la LQIRUPDFLyQ�GH�ORV�FRQFLOLRV�GH�ORV�UHLQRV�

cristianos.

Francisco Bueno

�29�


tenían sobre al-Anda-lus, las parias cons-tituyeron una de las principales fuentes de ingresos de los reinos cristianos, haciéndo-los progresivamente más poderosos, a la vez que empobrecía a los reinos de taifas. Con estos ingresos los reinos del norte podían mantener ejér-citos más fuertes que, a su vez, les permitían incrementar los tribu-tos a los reinos taifas.

A pesar de ello, se pro-ducían incursiones bélicas en la frontera para saquear las ri-quezas del reino veci-no.

Códice EmilianenseCopia del Códice

Albeldense.Escrito en 992 en el monasterio de San

Millán de la Cogolla.


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Ante esta situación, los reinos hispanomusulmanes tuvieron que pedir ayuda a los imperios islámicos del norte de África –almorávides y almohades– que frenaron el avance cristiano. Pero tras un cierto tiempo de gobierno IXHUWH�\�FHQWUDOL]DGR��OD�UHXQL¿FDFLyQ�GH�ORV�UHLQRV�PXVXOPDQHV�SHQLQVX-lares, fracasó: al-Andalus, sin apoyo norafricano, quedó a merced de los ejércitos cristianos.

La expansión cristianaCronológicamente, la ocupación cristiana de al-Andalus se produjo en los

siguientes periodos:� Siglo VIII. La zona cristiana está reducida a la cornisa cantábrica donde

se ha formado el Reino de Asturias con Pelayo enfrentado al Emirato de al-Andalus dependiente de Damasco.

� Mitad del siglo IX. El Reino de León con Alfonso II se extiende por Gali-cia (Santiago en 813), Oporto (848) y León (856) frente al Emirato Omeya de Córdoba.En la zona oriental, los núcleos cristianos se reducen a la mitad de la ac-tual de Navarra (Pamplona 824), los condados pirenaicos de Aragón y los condados catalanes (Barcelona 801).

� Principio del siglo X. El Reino de León con Alfonso III extiende sus fron-teras hasta el Duero (Zamora en 893) frente al Emirato Omeya de Córdoba. Los núcleos cristianos orientales conquistan escasos territorios.

� Final del siglo XI. Alfonso VI de Castilla y León llega al Tajo y conquista Toledo (1085) frente a los reinos taifas.

� Primera mitad del siglo XII. Alfonso I el Batallador extiende el Reino de Aragón por el valle del Ebro al conquistar Zaragoza (1118) y Ramón Berenguer IV amplia el Condado de Cataluña al conquistar Lérida (1149) frente a los gobernadores almorávides.Alfonso Enríquez extiende los límites de Portugal hasta el Tajo al con-quistar Lisboa (1147).Castilla-León se extiende por el valle del Tajo.

Francisco Bueno

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� Principios del siglo XIII. La coalición cristiana vence a los almohades en las Navas de Tolosa (1212): los reinos cristianos se extienden por la Man-cha.

� Periodo 1227-1264. En unos 30 años se produce una rapidísima expan-sión de los reinos cristianos frente a los últimos reinos taifas.Alfonso IX amplia el Reino de León al conquistar Extremadura (Cáceres 1227, Badajoz 1229).Fernando III conquista para Castilla gran parte del Valle del Guadalqui-vir (Córdoba 1236, Jaén 1246, Sevilla 1248,) y Alfonso X el Sabio conti-nua la anexión de los reinos próximos (Niebla, 1262).Alfonso III de Portugal�FRQTXLVWD�HO�$OJDUYH��)DUR�HQ��Jaime I conquista para la Corona de Aragón Baleares en 1229 y el Reino de Valencia en 1238.Aragón y Portugal habían conquistado todas las tierras islámicas con las que mantenían límites fronterizos.Pero Castilla mantuvo otros dos siglos de frontera con al-Andalus, que había quedado reducida al Reino Nazarí.

� Periodo 1264-1492. El Reino Nazarí perduró durante más de dos siglos, hasta que los Reyes Católicos tomaron la ciudad de Granada (1492).

Es decir, los reinos cristianos tardaron:� Unos dos siglos en llegar al Duero (que alcanzan en torno al año 900).� Otros dos siglos y medio en ocupar los valles del Tajo y del Ebro (que alcanzan alrededor del año 1150).� Casi un siglo en extenderse por la Mancha (con la victoria de las Navas de Tolosa en 1212).� Sólo treinta y cinco años en conquistar Extremadura, el Valle del Guadalquivir, Valencia, Murcia, Baleares y Argarve (entre los años 1227 y 1264).� Y más de dos siglos en ocupar el Reino Nazarí (que capitularía en 1492).


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La ocupación cristiana de los territorios musulmanes peninsulares se produjo de forma muy diferente a medida que transcurría el tiempo.

/RV�WHUULWRULRV�FRQTXLVWDGRV�SRU�ORV�FULVWLDQRV�KDVWD�HO�VLJOR�;,�HVWDEDQ�SUiF-ticamente despoblados o habían sido abandonados por los musulmanes. La conquista de buena parte del valle del Duero fue sencillamente una ocupación de una zona poco poblada que, por ser fronteriza, mantuvo el carácter de tierra de nadie con un alto grado de peligrosidad por las incur-siones militares que los ejércitos islámicos realizaban en aquel territorio. A medida que aumentaba la seguridad en zonas como éstas, la población FULVWLDQD�RFXSDED�GH�IRUPD�SDFt¿FD�ODV�WLHUUDV�GHVSREODGDV�

Pero a partir de la conquista de Toledo por Alfonso VI de Castilla en 1085 y de la conquista de Zaragoza por Alfonso I de Aragón en 1118, la situación social en las tierras conquistadas cambiará radicalmente pues en ellas per-manecerá una importante población musulmana. Es entonces, en el siglo ;,��FXDQGR�VXUJH�OD�VRFLHGDG�mudéjar, es decir, la vida de la comunidad islámica en reinos cristianos.

Francisco Bueno

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La escasa densidad de población durante los primeros siglos de expansión de los reinos cristianos limitaba la propia expansión. Por este motivo no sólo se facilitó la migración de mozárabes desde los reinos musulmanes, sino que incluso las expediciones bélicas realizadas por algunos reyes (como las de Alfonso I de Aragón) tenían como objetivo, además del expolio de campos y ciudades, permitir a la población mozárabe –ofreciéndoles con-GLFLRQHV�¿VFDOHV�YHQWDMRVDV±�TXH�DFRPSDxDVH�DO�HMpUFLWR�SDUD�HVWDEOHFHUVH�en los nuevos territorios ocupados por los cristianos.

Posteriormente, se produciría una rápida conquista del sur peninsular. La ocupación de grandes extensiones territoriales en muy poco tiempo, con-llevó –al realizarse los repartimientos de las nuevas tierras entre los con-quistadores– la formación de grandes latifundios.

Castillo de Almodóvar del Río (Córdoba). &RPR�RWUDV�PXFKDV�IRUWDOH]DV�GH�OD�3HQtQVXOD�,EpULFD��HO�FDVWL-OOR�GH�$OPRGyYDU�IXH�OHYDQWDGR�SRU�ORV�PXVXOPDQHV�\�UHPRGHOD-do tras ser conquistado por los cristianos. Aquí estuvieron Abd DO�5DKPiQ�,��$EG�DO�5DKPiQ�,,,��)HUQDQGR�,,,�\�3HGUR�,��HQWUH�

otros monarcas.El castillo de Almodóvar, tras un largo proceso de abandono y progresivo deterioro, llegó al siglo XX en un estado de conser-


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vación lamentable. Conserva restos de murallas islámicas y la puerta original, que actualmente es subterránea; las torres mu-sulmanas se han restaurado manteniendo el aspecto que presen-taban en su época. La imagen actual es la del castillo remodela-do por los cristianos –que ampliaron las murallas y construyeron nuevas torres– y la reconstrucción realizada en el siglo XX (que OHYDQWy�GLIHUHQWHV�HVWUXFWXUDV��FRPR�XQD�QXHYD�WRUUH�SDUD�PDQ-

WHQHU�HO�FHUUDPLHQWR�GH�OD�IRUWDOH]D��

Vidal Mayor3ULPHUD�FRPSLODFLyQ�GH�ORV�)XHURV�GH�$UDJyQ��

Fue redactada por el obispo de Huesca Vidal de Canellas entre 1247 y 1252 según se dispuso en las Cortes de la ciudad de Huesca celebradas el día 6 de enero del año

1247 por iniciativa del rey Jaime I de Aragón. Escrito en latín, se hizo una versión en romance.

Francisco Bueno

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La comunidad mudéjarLa mayor parte de las ciudades anexionadas por los reinos cristianos fueron

conquistadas mediante capitulaciones. Aunque en algunos casos –con-quista de Sevilla– se pacta la entrega de la ciudad vacía, sin población musulmana, que se ve obligada a emigrar a otras tierras, generalmente las capitulaciones –Toledo, Zaragoza, Valencia, Granada– permitieron que la población musulmana permaneciera en las ciudades y tierras conquista-das.

Ante la necesidad de evitar que amplias zonas quedaran despobladas, de que los campos perdieran su productividad y las ciudades la actividad comercial, los reyes cristianos ofrecieron una serie de pactos a las pobla-ciones islámicas que aceptasen rendirse sin oponer resistencia. En estas capitulaciones pactadas –a cambio de aceptar la autoridad real y el pago GH�FRQWULEXFLRQHV�¿VFDOHV�HVSHFLDOHV±�VH�JDUDQWL]DED�D�OD�FRPXQLGDG�PX-sulmana que se respetaría el derecho a mantener su lengua, su religión, sus fueros, sus mezquitas, sus costumbres y sus propiedades. Se les permitió que construyeran nuevas mezquitas o que repararan las antiguas, aunque la mezquita mayor generalmente se expropiaba para convertirse en cate-dral o iglesia mayor.

Si bien los gobernadores mudéjares y una minoría nobiliaria y culta emigró a al-Andalus. gran parte de la población islámica permaneció en las ciu-dades y campos de los reinos cristianos. Además de los mudéjares, per-manecieron los nuevos conversos al Cristianismo, la minoría mozárabe y la minoría hebrea que persistió durante la dominación islámica (minorías que prácticamente habían desaparecido de las ciudades hispanomusulma-QDV�HQ�HO�VLJOR�;,,,��

Durante la primera etapa de expansión cristiana, los reyes encargaron el gobierno local de algunas ciudades a cristianos conocedores de la lengua árabe que habían tenido contacto con el mundo andalusíғ, como hizo Fer-nando I al conquistar la ciudad de Coímbra en 1064, que otorgó su go-


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bierno a Sisnando Davídiz que había estado al servicio del rey al-Mutamid en la corte islámica de Sevilla.La religión islámica cohesionó a la co-munidad mudéjar, garantizando la apli-cación de las leyes islámicas y la per-vivencia del modo de vida musulmán. Los mudéjares conservaron sus formas tradicionales de vida y de organización en la nueva sociedad cristiana. Vivían en las morerías o barrios propiamen-

&DPSDQDULR�PXGpMDU�,JOHVLD�0DJGDOHQD��=DUDJR]D��VLJOR�;,9�

Torre mudéjar de Catedral de Teruel levantada a mediados

del siglo XIII (estructura octo-gonal superior del XVII).

Francisco Bueno

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te musulmanes, con un cadí mayor que actuaba como juez de la comu-nidad mudéjar acompa-ñado de otros cargos di-ferentes, y regida por un consejo de musulmanes que la representaba ante las autoridades cristia-nas y permitía gestionar el pago de los cuantiosos impuestos que la comu-nidad islámica tenía que pagar.

En las morerías existían una o varias mezquitas, baños modestos, loca-les comerciales, talleres artesanales y viviendas. La actividad económica de los mudéjares se cen-traba en la artesanía, en la actividad textil y en la construcción pues eran albañiles, alarifes, car-pinteros, yeseros, alfare-ros, azulejeros, vidrieros, herreros, olleros… Ade-más, muchos mudéjares trabajaban como agricul-tores en tierras ajenas.

Portada mudéjar del convento de la 0DGUH�GH�'LRV��7ROHGR��VLJOR�;,9�

,JOHVLD�6DQ�5RPiQ��7ROHGR��VLJOR�;,,�


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En el ámbito de las relaciones laborales se produjo una estrecha relación entre mudéjares y cristianos que permitió la transferencia de las técnicas artesanales –desde la cerámica a la arquitectura o desde la yesería a la agricultura– de la cultura andalusíғ al mundo cristiano. En cualquier caso, la situación económica de los mudéjares era modesta –a diferencia de la de los judíos– por lo que no despertó recelos en la población cristiana.

Aunque las capitulaciones pactadas garantizaban una serie de derechos a la población musulmana, la situación jurídica del mudéjar nunca fue igual a la del cristiano pues se les prohibía practicar públicamente su religión y desempeñar cargos públicos con jurisdicción sobre cualquier cristiano. Estaban obligados a tener carnicerías y panaderías propias, se prohibía las relaciones sexuales entre individuos de ambas religiones, y que las cristia-nas amamantasen a hijos de mudéjares y viceversa.

+DVWD�PLWDG�GHO�VLJOR�;,,,��OD�FRH[LVWHQFLD�HQWUH�OD�QXPHURVD�FRPXQLGDG�PX-GpMDU�\�OD�VRFLHGDG�FULVWLDQD�VH�GHVDUUROOy�GH�IRUPD�SDFt¿FD�HQ�YLUWXG�GH�

,JOHVLD�6DQ�5RPiQ��7ROHGR��VLJOR�;,,�

Francisco Bueno

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las capitulaciones establecidas con los reyes cristianos. Pero a mediados GHO�;,,,�±XQD�YH]�TXH�Alfonso X y Muhammad I rompieron el pacto que existía entre Castilla y el Reino Nazarí desde época de Fernando III y que el rey castellano no respetara los acuerdos establecidos en las capi-tulaciones– se desencadenó la rebelión mudéjar de 1264 en Andalucía y Murcia, que fue apoyada por el sultán Muhammad I de Granada y por los benimerines norafricanos. La fuerza de los rebeldes fue tal que Alfonso X solo pudo controlar la región de Murcia gracias a la ayuda que le prestó Jaime I de Aragón.

Tras apaciguar la revuelta –lo que no ocurrió hasta 1266– los reyes cristia-QRV�FRQVLGHUDURQ�TXH�VH�KDEtDQ�URWR�ORV�SDFWRV�¿UPDGRV�HQ�WLHPSRV�GH�OD�conquista y procedieron a expulsar a buena parte de la población islámica. Al mismo tiempo, se producía la emigración voluntaria de muchos musul-manes hacia el reino nazarita de Granada y hacia al norte de África pues la intolerancia religiosa y el rechazo hacía los mudéjares aumentó (aunque

&DSLOOD�PXGpMDU�GHO�&RUSXV�&KULVWL��7ROHGR��VLJOR�;,9�


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no con la intensidad que se produjo frente a la minoría hebrea que habitaba las juderías de los núcleos urbanos).

La población mudéjar disminuyó drásticamente y desapareció de muchas ciudades. Por ejemplo, la morería de Jerez, que se había formado con mu-sulmanes procedentes de otras regiones andaluzas, había desaparecido por completo en 1295.

(O�Q~PHUR�GH�PXGpMDUHV�±TXH�HQ�HO�VLJOR�;,9�UHSUHVHQWDEDQ�HQWUH�XQ��\�un 25% de la población en la Corona de Aragón y entre un 1 y un 5% en &DVWLOOD±�FRQWLQXy�GLVPLQX\HQGR�KDVWD�TXH�D�SULQFLSLRV�GHO�VLJOR�;9,�OD�3UDJPiWLFD�GH�IHEUHUR�GH��promulgada por los Reyes Católicos los obligaba a convertirse al Cristianismo o abandonar la Península. A partir de ese momento, los mudéjares –musulmanes que vivían en reinos cristia-nos– dejaron de existir como tales pues se tuvieron que bautizar y conver-tirse en moriscos (cristianos nuevos), o emigrar de los reinos cristianos. $�SULQFLSLRV�GHO�;9,,� OD�FRPXQLGDG�PRULVFD�VHUi�H[SXOVDGD�GH�(VSDxD��como había ocurrido un siglo antes con los judíos.

De la reconquista )UHFXHQWHPHQWH�VH�GHVLJQD�HO�SURFHVR�GH�OD�FRQTXLVWD�FULVWLDQD�GH�DO�$QGDOXV�

bajo el término Reconquista. De hecho, a medida que ocupaban las tierras musulmanas, los monarcas y la nobleza de los reinos cristianos plantearon que debían realizar la reconquista de las tierras de sus antepasados que eran cristianas (reino visigodo). Surge así una conciencia de recuperar lo propio, una tierra cristiana que había sido arrebatada en tiempos pretéri-WRV�SRU�LQYDVRUHV�H[WUDQMHURV�LQ¿HOHV�TXH�RFXSDEDQ�GH�IRUPD�LOHJLWLPD�OD�Península Ibérica. De esta manera, la guerra contra al-Andalus adquiría naturaleza religiosa.

Tanto la yihad o guerra santa islámica como la cruzada o guerra santa cristiana –unos en nombre de Alá y otros en nombre de Dios– presentan un elemento aglutinador y motivador de capital importancia: la religión. Y XQ�REMHWLYR�FODUR��OD�OXFKD�FRQWUD�HO�LQ¿HO�\�VX�HOLPLQDFLyQ��8QD�~QLFD�UHOL-

Francisco Bueno

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gión, la única verdadera –Is-lam para unos, Cristianismo para los otros– debía exten-derse por todo el territorio, a todos sus hombres y mu-MHUHV��/RV�LQ¿HOHV�TXHGDEDQ�discriminados económica y socialmente con el objetivo último de conseguir su con-versión a la fe verdadera.

Sin embargo, durante siglos, los acontecimientos se de-sarrollaron de forma muy diferente: las alianzas entre reinos cristianos y musul-manes se establecían antes por intereses económicos o territoriales que atendiendo a la propia religión.

Por ejemplo, el rey de Castilla Fernando I y su hijo San-cho II se aliaron con el rey musulmán de la taifa de Zaragoza al-Muqtadir para enfrentarse al rey de Aragón Ramiro I que –hermano de Fernando I– hallará la muerte en la batalla.

En numerosas ocasiones los monarcas de al-Andalus y de los reinos cristia-nos mantenían estrechos lazos de colaboración. Así la reina Toda de Na-varra pidió ayuda al califa de Córdoba Abderramán III para que su nieto Sancho I el Craso recuperara el trono de León que le había arrebatado Ordoño IV y tratamiento médico para reducir la obesidad que padecía el depuesto monarca. Toda y Sancho fueron recibidos en Córdoba con todos los honores y el califa puso a su disposición al prestigioso medico

Libro de los Privilegios de la Ca-tedral de Santiago (Tumbo)

Manuscritos medievales del Archivo de la Catedral de Santiago de Com-postela realizados durante el XII y

el XIII.


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Hasday ibn Saprut y les proporcionó las tropas solicitadas. La coalición de tropas musulmanas y navarras permitieron que Sancho I recuperara su reino, recibiendo Abderramán III una serie de fortalezas en la zona del Duero como compensación a la ayuda prestada.

También Pedro I de Castilla recibió ayuda musulmana –de Muhammad V del Reino Nazarí de Granada – en la lucha que mantuvo contra su herma-nastro Enrique de Trastámara, que contaba con el apoyo de Pedro IV de Aragón y del Papado.

Por otra parte, algunos acontecimientos que se han descrito como reconquis-ta, en realidad fueron consecuencia de hechos que nada tienen que ver con la conciencia de recuperar las tierras cristianas de los antepasados. Así, la reconquista de la ciudad de Calahorra en 1045 por el rey de Navarra Gar-cía Sánchez III –que le permitió ampliar los dominios del reino de Pam-plona hacia el sur– fue resultado de una guerra entre reinos musulmanes. Todo ocurrió durante el enfrentamiento entre los reyes taifas al-Mustaín de Zaragoza –que contaba por aquel entonces con la ayuda de Fernando I de Castilla– y al-Mamún de Toledo, que contaba con la colaboración de

Libro de los Juegos GHO�UH\�$OIRQVR�;�HO�6DELR��VLJOR�;,,,�

Francisco Bueno

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García Sánchez III de Nava-rra. Así pues, no se enfrentaban cristianos contra musulmanes, sino un ejército formado por musulmanes de Toledo y cris-tianos de Pamplona contra un ejército constituido por musul-manes de Zaragoza y cristianos de Castilla. La coalición de los musulmanes toledanos y cris-tianos pamploneses arrebataron a sus enemigos la población de Calahorra que quedó en manos de García Sánchez de Navarra.

Mucho más tarde, una vez que los reinos cristianos adquirieron gran poder militar incorporarían la ideología de la Reconquista-Cruzada, al igual que habían hecho los reinos islámicos con la Yihad, para sumar todas sus fuer-zas en la conquista territorial de toda la Península Ibérica.

Tres culturas, el mito Por otra parte, se ha extendido la idea de que en la España Medieval se desa-

rrolló una sociedad tolerante, abierta y plural en la que convivían de forma SDFt¿FD�SHUVRQDV� FRQ� FRVWXPEUHV�� OHQJXDV�\� UHOLJLRQHV�PX\�GLIHUHQWHV��Surge así el mito de las tres culturas –hebrea, musulmana y cristiana– que conviven y comparten sus experiencias diarias en la sociedad tolerante que cristalizó en la Península Ibérica.

Sin embargo, dicha convivencia nunca existió.(Q�OD�(GDG�0HGLD�OD�UHOLJLyQ�FRQ¿JXUDED�OD�YLGD�SULYDGD�\�S~EOLFD�GH�FDGD�

persona, su forma de pensar y entender la vida; determinaba las costum-bres y acontecimientos sociales, las leyes y la estructura política de la sociedad. A pesar de derivar del mismo libro sagrado –la Biblia– las dife-rencias entre las tres religiones generaban modelos sociales radicalmente

Cántigas de Santa María de Al-IRQVR�;��VLJOR�;,,,�


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diferentes. Y a todo ello se sumaban los intereses estrictamente territoria-les y económicos de los diferentes estados.

Los reinos islámicos y los reinos cristianos desarrollaran las mismas ac-titudes –aunque en momentos diferentes– frente a las comunidades religiosas minoritarias.

En efecto, al principio de la conquista islámica, cuando los musulmanes cons-tituyen una pequeña parte de la población y requieren la fuerza producti-va de los hispanovisigodos, les ofrecieron unas capitulaciones ventajosas para que permanecieran (mozárabes) dentro de la nueva sociedad islámica. Y lo mismo ocurrió siglos más tarde cuando los cristianos adquieren gran fuerza militar: permitieron a los musulmanes permanecer en los terrenos conquistados (mudéjares) para mantener el comercio y la productividad de las tierras conquistadas.

A medida que se tornaban más fuertes, tanto la administración islámica como

Santa María la Blanca (Toledo)7HPSOR�MXGtR�FRQVWUXLGR�HQ��HQ�HVWLOR�PXGpMDU�SRU�$EUDKDP�LEQ�$OIDMDU��FRQVHMHUR�GHO�UH\�$OIRQVR�9,,,��\�UHFRQVWUXLGR��

WUDV�VXIULU�XQ�LQFHQGLR��En el siglo XV se convirtió en iglesia cristiana.

Francisco Bueno

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posteriormente la administración cristiana, dejaron de respetar los acuer-dos que, establecidos en las capitulaciones, garantizaban los derechos de las minorías religiosas (mozárabes y judíos en al-Andalus, mudéjares y judíos en los reinos cristianos). )LQDOPHQWH��WDQWR�HQ�ORV�HVWDGRV�islámicos como en los cristianos, se suprimieron los acuerdos pac-tados: mozárabes y mudéjares quedaban sin protección hasta TXH� ¿QDOPHQWH� IXHURQ� H[SXOVD-dos (por los reinos musulmanes los primeros, por los reinos cris-tianos los segundos).

Nunca existió una igualdad de de-rechos económicos entre las co-munidades religiosas: los mozá-rabes pagaban más impuestos en al-Andalus y los mozárabes en ORV�UHLQRV�FULVWLDQRV��$O�¿QDO�VH�prohibió en unos y en otros el desempeño de cargos públicos por parte de los miembros de las minorías religiosas.

Existía discriminación legal por cuestiones religiosas: los mozá-rabes no podían manifestar pú-blicamente su culto religioso en al-Andalus, ni los mozárabes en los reinos cristianos.

Así pues, en aquellas sociedades no existió una convivencia con

Sinagoga del Tránsito (Toledo)Sinagoga construida en estilo

mudéjar entre 1357 y 1363 bajo el mecenazgo del judio Samuel KD�/HYL��WHVRUHUR�GH�3HGUR�,�GH�

Castilla. Aunque la construcción de nue-vas sinagogas estaba prohibida, 3HGUR�,�DSUREy�GLFKD�FRQVWUXF-ción para agradecer a la comu-nidad judía su apoyo en la lucha que mantenía contra Enrique de

Trastámara.Tras la expulsión de los judíos

en 1492, la judería se convertirá en iglesia y a mediados del si-JOR�;;�HQ�PXVHR�VHIDUGt�


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igualdad de derechos entre personas que practicaban diferentes religiones, sino una coexistencia entre las mismas, coexistencia con un alto de grado de tolerancia durante varios siglos. Hasta que –a medida que la situación política, social y económica cambiaba– la tolerancia se transformó en hos-tilidad contra las minorías religiosas.

Ahora bien, si tenemos en cuenta que aquella sociedad se desarrolló durante la Edad Media, que existiera una sociedad tolerante en la que el poder esta-blecido respetara el modo de vida de minorías religiosas diferentes y en la TXH�VH�SHUPLWLHUD�HO�FXOWR�HQ�PH]TXLWDV��LJOHVLDV�\�VLQDJRJDV�TXH�FRQ¿JX-raban una misma ciudad, constituyó, sin duda, un modelo social singular. En los reinos islámicos, la comunidad cristiana pudo expresar libremente sus creencias y formas de entender la vida en las iglesias, y lo mismo ocu-rrió con la comunidad musulmana en las mezquitas presentes en los reinos cristianos.

Ninguna sociedad medieval pretendióғ ser igualitaria, ni ninguna minoría re-ligiosa aspiró a tal igualdad. Para que esas nuevas concepciones sociales DÀRUDUDQ�KDEUtDQ�GH�SDVDU�YDULRV�VLJORV�

Aquella coexistencia, por limitada que pueda parecer desde la realidad ac-tual, supuso un enorme avance en las relaciones entre individuos de distin-tas culturas, un importantísimo paso en el campo de las relaciones entre di-ferentes religiones. De hecho, la presencia de musulmanes y de hebreos en los reinos cristianos, causaba sorpresa y rechazo en los estados europeos de la época que, por aquel entonces, estaban decretando la expulsión de los judíos. Es más, aquellas sociedades de las Península Ibérica mostraron un grado de tolerancia que no existe en muchas partes del mundo actual.

$�SHVDU�GH�ORV�FRQÀLFWRV�DFRQWHFLGRV�HQWUH�PXVXOPDQHV�\�FULVWLDQRV�GXUDQWH�este largo periodo histórico, se produjeron fructíferas e importantísimas LQÀXHQFLDV�HQWUH�DPEDV�FXOWXUDV��GHVGH�HO�OHQJXDMH�KDVWD�ODV�WpFQLFDV�DJUt-FRODV��GHVGH�HO�GHVDUUROOR�XUEDQR�D�ORV�DYDQFHV�FLHQWt¿FRV��GHVGH�HO�DUWH�D�la literatura. Un pasado lejano cuyo legado ha permanecido vivo e imbo-rrable en la Península Ibérica.

Francisco Bueno

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II711-756: LA CONQUISTA ISLÁMICA DE LA PENÍNSULA IBÉRICA Y EL PRIMER

REINO CRISTIANO

Situación inicialLa conquista musulmana de la Península Ibérica fue resultado de la expan-

sión que experimenta el Imperio Islámico durante el Califato de Damasco y de la crisis en la que se encontraba el Reino Visigodo.

El territorio ocupado por los musulmanes durante gran parte de la Edad Me-dia –desde el año 711 a 1492– se conocerá con el nombre de al-Andalus \�OOHJDUi�D�H[WHQGHUVH�SRU�WRGD�OD�3HQtQVXOD�,EpULFD�\�HO�VXU�GH�)UDQFLD�

A principios del siglo VIII, el Reino Visigodo ocupa toda la Península Ibéri-FD�\�OD�]RQD�PHULGLRQDO�GH�OD�DFWXDO�)UDQFLD��(Q�HO�DxR��WUDV�OD�PXHUWH�del rey Witiza, Rodrigo (Rodorico) es proclamado nuevo rey en Toledo, capital del reino. Sin embargo, la nobleza que había estado ligada a Witiza apoyó a Agila II, que gobernaba la zona nordeste del reino godo que se H[WHQGtD�SRU�HO�VXU�GH�)UDQFLD��]RQD�FDWDODQD�\�YDOOH�GHO�(EUR�

La Hispania preislámica –Reino Visigodo– se encontraba profundamente dividida entre partidarios de Rodrigo y de Agila.

En esta situación de fractura social y militar, a los pocos meses de haber su-bido Rodrigo al trono, se produce la invasión musulmana.

En 709, el conde don Julián –gobernador de Ceuta, que mantenía actividades comerciales con bizantinos y visi-godos– ofreció al wali del Magreb, Musa ibn Nusayr, ayuda para conquistar la Península Ibérica. Musa envió en 710 a Tarif ibn Malluk quien, al mando de unos pocos


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navíos y tras desembarcar en Tarifa, exploró el terreno con el objetivo de preparar la invasión.Don Julián proporcionó ayuda logística y barcos al ejér-cito musulmán que debían enfrenarse a Rodrigo, posible-mente con la intención de que los partidarios del desapa-recido Witiza y de Agila II recuperaran el poder en toda Hispania. Se desconoce hasta qué punto don Julián des-empeñó un papel importante o anecdótico en la conquista del reino visigodo, y también si era de origen bereber, godo o bizantino. Tras la ocupación musulmana, los hijos Witiza fueron re-compensados con las tierras que había poseído su padre.

711-756 Conquista de la Península y del sur de Francia: el Emirato Dependiente del Califato de DamascoA principios del siglo VIII el califa de Damasco, al-Walid, nombró goberna-

dor magrebí a Musa ibn Nusayr. Su lugarteniente, Tariq ibn Ziyad –cum-pliendo órdenes o por iniciativa propia– desembarcó el año 711 con un ejército bereber de unos 7.000 hombres en la bahía de Algeciras, estable-ciendo su campamento en el Peñón de Gibraltar (al que dio nombre, Jabal Tariq, Montaña de Tariq).

Desde allí realizó varias incursiones para saquear diferentes ciudades. Al rey Rodrigo no le preocuparon estas incursiones pues episodios militares similares se habían producido con anterioridad, en los que los musulmanes eran rechazados por las fuerzas locales o tras conseguir un determinado botín se retiraban.

Pero en esta ocasión no fue así.Y Rodrigo tuvo que abandonar la campaña militar que desarrollaba en el nor-

te peninsular para enfrentarse al ejército musulmán. Tariq, mientras tanto, había obtenido el refuerzo de 5.000 bereberes más.

Francisco Bueno

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La confrontación –batalla de Guadalete– se produjo en julio de 711 cerca del río Guadalete, en Cádiz: el ejército visigodo fue derrotado y el propio rey Rodrigo murió en la contienda o po-cos días después del enfrentamiento.

Tras la batalla, Tariq conquistó las poblaciones próximas, ocupó Córdoba y se dirigió a Toledo. Mientras tanto Musa desembarcaba en Algeciras con un ejército formado por árabes y partió, vía Mérida, hasta Toledo para reunirse con Tariq. Conquistada la capital del reino visigodo, los ejércitos de Tariq y Musa se separaron e iniciaron la conquista del norte de la Península. Los siguientes gobernadores, como Abd al Aziz, hijo y sucesor de Musa, continuaron las campañas militares por los nuevos territorios.

La mayor parte de las ciudades fueron ocupadas mediante capitulaciones pactadas, pero algunas tuvieron que ser conquistadas militarmente. En el caso de Sevilla –aunque algunas fuentes indican que se produjo una capi-WXODFLyQ�SDFt¿FD�HQ�OD�TXH�VH�HQWUHJy�OD�FLXGDG�D�Tariq– las crónicas más ¿GHGLJQDV�FXHQWDQ�TXH�Musa tuvo que enfrentarse a la población autócto-na, parte de la cual pereció en los enfrentamientos y otra huyó de la ciu-dad. Tras dirigirse Musa hacia Mérida y abandonar la ciudad, se produjo una revuelta popular contra la guarnición musulmana que allí quedaba; tuvo que llegar Abd al-Aziz para –tras tomar duras represalias contra la SREODFLyQ±�DVHJXUDU�OD�RFXSDFLyQ�GH¿QLWLYD�GH�6HYLOOD��

En cinco años la mayor parte de la Península Ibérica estaba práctica-mente controlada por los musulmanes. Sólo habían transcurrido diez años del desembarco en las costas de Algeciras y, ya en el año 720, tras conquistar plazas tan importantes como Lugo, Gijón, Pamplona, Zarago-za o Barcelona, los musulmanes se extienden por la costa cantábrica y la zona pirenaica.

En 720 el nuevo gobernador de al-Andalus –al Samh ben Malik– conquista 3HUSLxiQ��1DUERQD�\�RWUDV�]RQDV�GHO�VXU�GH�OD�DFWXDO�)UDQFLD��LQFRUSRUDQ-do al Islam los reductos nororientales del reino visigodo (que regidos por

Tariq


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Agila II y su sucesor Ardo habían resistido el primer empuje musulmán). En 721 al Samh alcanza Toulouse, donde fue vencido y muerto por el duque Eudes de Aquitania.

Pero la conquista islámica continuaba: en el año 725 Anbasa ibn Suhaym al-Kalbi, nuevo gobernador de la Península, conquista algunas ciudades GHO�VXU�GH�)UDQFLD��HQWUH�HOODV�Nimes que –punto extremo del dominio vi-sigodo en el sur de Francia– constituía el último vestigio de lo que había sido el reino visigodo.

Más tarde, el nuevo walí de Córdoba –$EG�DO�5DKPDQ�DO�*D¿TL– avanzó por el interior de la Galia hasta que en 732, entre Tours y Poitiers, fue de-rrotado y muerto por el ejército del franco Carlos Martel. La batalla de

Conquista musulmana por Tariq ibn Ziyad, Musa ibn Nusayr y Abd al Aziz

Francisco Bueno

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Poitiers cortó el avance musulmán por Europa occidental. Desde que se produce el desembarco en las costas de Algeciras hasta el año

756, al-Andalus constituye el Emirato dependiente del Califato Omeya de Damasco, que perdurará 45 años (desde 711 a 756). Es la provincia más occidental del Imperio Omeya y está regida por gobernadores del Magreb designados por el califa de Damasco.

El sucesor de Musa, su hijo Abd al-Aziz ibn Musa (Abdelaziz), sustituyó Toledo, capital visigoda, por Sevilla, ciudad que podía recibir refuerzos del norte de África con mayor rapidez. Posteriormente, en 716, el gober-nador al-Hurr ibn Abd ar-Rahman trasladaría la capital de al-Andalus a Córdoba.

720: La batalla de Covadonga, origen del Reino de Asturias-LeónEl primer núcleo cristiano capaz de mantener un territorio propio frente a

los ejércitos islámicos se forma en Asturias durante el primer cuarto del siglo VIII.

Asturias había sido ocupada por Musa el año 714. Munuza, designado por Musa como jefe de la zona norte peninsular, controla todo este territorio desde Gijón, donde establece el centro de la guarnición. Aunque la mayor parte de la nobleza astur había capitulado, Munuza tiene que sofocar al-gunos núcleos de resistencia que perduraban.

En el año 718 algunos dirigentes astures reunidos en Cangas de Onís, enca-bezados por Pelayo��GHVD¿DURQ�OD�DXWRULGDG�GH�ORV�PXVXOPDQHV�QHJiQGRVH�a pagar los impuestos exigidos. Pelayo –noble hispanovisigodo astur que posiblemente participó en la batalla de Guadalete y que había recorrido gran parte de al-Andalus– fue nombrado jefe militar del reducido grupo astur que se oponía al poder islámico.

Tras producirse diferentes enfrentamientos, Munuza solicitó refuerzos a Córdoba. La llegada de Alqama al frente de un ejército de varios miles de hombres presagiaba una victoria musulmana fácil frente al reducto astur.

Francisco Bueno

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L a contienda –batalla de Covadonga– se produjo en torno al año 720 (en 718 según algunas crónicas, en 722 se-gún otras) y el resultado fue muy diferente al esperado.Pelayo preparó una emboscada en los Picos de Europa asturianos, cerca de la Cueva de Covadonga, en una angosta garganta por la que debía pasar el ejército is-lámico. Con tan sólo 300 hombres situados en las zo-QDV�DOWDV�GHO�GHV¿ODGHUR��Pelayo derrotó al ejército musulmán formado por varios miles de soldados a las ordenes de Alqama, que perdió la vida en la contienda.

Tras la batalla de Covadonga, Munuza huye de Gijón, logrando escapar según algunas crónicas, muerto durante la huida según otras. Abandonada

por las tropas musulmanas, la ciudad más importante de Asturias cae en manos de Pelayo que, sin embargo, establece la sede del incipiente reino en Cangas de Onís, más protegida de posibles ataques musulmanes por el escarpado territorio montañoso en que se encuentra.

La batalla de Covadonga, en la que el ejército de don Pelayo venció a las tropas musulmanas de al-Andalus, se constituyó en acontecimiento emble-mático de los cristianos, en el momento inicial de lo que mucho después se llamaría Reconquista.

Tras la batalla de Covadonga, se formó el Reino de Asturias, que –con in-ÀXHQFLD�GH�FLHUWRV�SULQFLSLRV�GHO�UHLQR�YLVLJRGR±�VH�H[WHQGtD�SRU�OD�SDU-te central y oriental de la actual comunidad asturiana. El primer rey de Asturias, don Pelayo –fundador del reino– gobernará hasta su muerte en 737.

A Pelayo le sucedió su hijo Favila y, a éste, Alfonso I de Asturias cuyo rei-nado se extendió durante el periodo 739-757.

3HOD\R

Francisco Bueno

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El Emirato dependiente de Damasco se extiende por la casi la tota-OLGDG�GH�OD�3HQtQVXOD�,EpULFD�\�HO�VXU�GH�)UDQFLD�

Sólo existe una zona cristiana: el Reino de Asturias, reducido a la Cordillera Cantábrica.

Francisco Bueno

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III756-800: AL-ANDALUS INDEPENDIENTE Y

LA MARCA HISPÁNICA

Abd al-Rahman I funda en 756 el Emirato ome-ya de Córdoba independiente del Califato de DamascoEn el año 750, el último califa omeya de Damasco, Marwan II, tras ser asesina-

do junto a toda su descendencia, fue sustituido por Abu al-Abbas al-Saffah, fundador de la dinastía abasí, que trasladará la capital del califato a Bagdad.

Un miembro de la dinastía de los omeyas, que había gobernado el Califato de Damasco durante casi un siglo, conseguirá escapar: Abd al-Rahman I al-Dajil, Abderramán I (el que llega o el In-migrado).

Abd al-Rahman alcanza la Península Ibérica a través del norte de África, desembraca en Almuñecar, forma un ejército con el que derrota al visir de al-Andalus Yu-suf al-Fihri, conquista Córdoba y se proclama emir de al-Andalus.

Durante 173 años –desde 756 hasta el año 929– el Emirato omeya de Córdoba fun-dado por Abd al-Rahmán I será política y administrativamente independiente del Califato de Damasco y del de Bagdad. Abde-rramán prohibirá que se nombren a los califas de oriente en la oración del viernes y maldecirá el estandarte negro de la dinastía abasida. Abd al-Rahmán I

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Abderramán I vencerá a los diferentes grupos étnicos que detentaban el po-der en determinados zonas de al-Andalus y a Ala ibn Mugit, jefe militar árabe enviado por el califa abasí Abu Yafar al-Mansur para derrocarle.

Tras poco más de 45 años de dominio musulmán, al-Andalus se constituye en el primer territorio secesionista del imperio islámico. La dinastía de Abd al-Rahmán I gobernará al-Andalus hasta 1031 (año en que se desin-tegra el califato de Córdoba).

La Marca Hispánica, frontera entre el Imperio Carolingio y al-AndalusMientras que Abd al-Rahman I libra diferentes contiendas internas para

obtener el poder en al-Andalus, los francos ocupan el sur de Francia en torno al año 767.

A ¿QDOHV�GHO�VLJOR�9,,,�\�SULQFLSLRV�GHO�,;, el territorio ganado a los mu-VXOPDQHV�VH�FRQ¿JXUy�FRPR�OD�OODPDGD�Marca Hispánica. Se trataba de una serie de condados dependientes de los monarcas carolingios, que designaban a gobernadores francos en cada condado. Desde Pamplona hasta Barcelona, la Marca Hispánica constituía la frontera del Imperio carolingio con al-Andalus.

Y sin embargo, esta frontera nunca aisló a dos mundos política, social y re-ligiosamente tan diferentes. De hecho, muchos gobernadores musulmanes del noreste de la España islámica se sublevaban con frecuencia contra las autoridades cordobesas y, a menudo, pedían ayuda a los francos, que ex-pandían su frontera lentamente.

En 777, los valíes de Barcelona (Sulayman Ibn al-Arabi), de Huesca (Abu Taur) y de Zaragoza (Husayn Ibn Yahiya) pidieron ayuda militar a Car-lomagno para enfrentarse a Abd al-Rahmán I y frenar la expansión del Emirato de Córdoba: reconocerían la autoridad del monarca franco sobre los territorios conquistados, pero ellos mismos los seguirían gobernando.

Carlomagno aceptó el pacto y en 778 cruzó los Pirineos, ocupó Pamplona y se dirigió a Zaragoza. Pero la ciudad no se entregó. Carlomagno, acuciado


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por problemas internos de su reino, decide retirarse y apresar a Sulaymán al considerar que le había engañado. Tras arrasar Pamplona (aliada de ORV�%DQX�4DVL��\�GLULJLUVH�D�)UDQFLD��HQ�ODV�SUR[LPLGDGHV�GHO�GHV¿ODGHUR�de Roncesvalles del Pirineo navarro, la retaguardia del ejército de Carlo-magno dirigida por su sobrino Roldán fue atacada y destruida en una em-boscada efectuada por vascones, o quizás por vascones y musulmanes. En esta contienda –batalla de Roncesvalles que posiblemente aconteció en 778– Sulaymán fue liberado y Roldán perdió la vida.

A pesar de esta derrota, el ejército de Carlomagno extendió el control franco al sur de los Pirineos, conquistando Gerona en 785, Barcelona en 801 y, temporalmente, Tarragona en 809.

Tras la muerte de Carlomagno en 814, el imperio carolingio se debilita y a PHGLDGRV� GHO� VLJOR� ,;� VH� GLVJUHJDUi�� SHUPLWLHQGR�TXH� los condados de la Marca Hispánica inicien su independencia del poder carolingio. A ¿QDOHV�GHO�VLJOR�,;, los reyes francos perdieron la facultad de nombrar y destituir a los condes, que se constituyeron en reyes de sus condados: la monarquía franca perdía el control de la Marca Hispánica.

Estos núcleos cristianos establecidos en los valles pirenaicos –poco poblados, de escasa extensión y militarmente muy débiles– se encontraban acosados

Batalla de Roncesvalles en Vidal Mayor

Francisco Bueno

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por la expansión tanto de al-Andalus como por la monarquía franca que pretendía extenderse al sur de los Pirineos.

A partir de estos condados –los más débiles serán absorbidos por los más fuertes– se formarán el reino de Navarra (a partir del Condado de Pamplo-na), el Reino de Aragón (por unión de los condados de Aragón, Sobrarbe \�5LEDJRU]D�GXUDQWH�HO�VLJOR�;,��\�HO�FRQGDGR�GH�%DUFHORQD��TXH�DEVRU-berá los condados de Gerona, Besalú, Cerdaña y Rosellón, entre otros). El Condado de Urgel mantuvo una dinastía condal independiente desde FRPLHQ]RV�GHO�VLJOR�,;�KDVWD��DxR�HQ�TXH�HO�~OWLPR�FRQGH�GH�8UJHO��Jaime II HO�'HVDIRUWXQDGR, fue derrotado por el rey de Aragón Fernando de Antequera.

El Emirato de Córdoba se extiende por la mayor parte de la Penín-sula Ibérica.

Los reinos cristianos ocupan dos zonas: el reino de Asturias en la cordillera cantábrica, y los condados de la Marca Hispánica (que posteriormente originarán los reinos de Navarra y de Aragón, y el

condado de Barcelona) en la zona pirenaica.


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IV800-929: FORMACIÓN DE REINOS

CRISTIANOS DURANTE EL EMIRATO OMEYA

Abd al-Rahman II gobierna al-AndalusDurante el reinado de Abd al-Rahman II ibn al-Hakam (822-852) se reali-

zan numerosas razias contra los reinos cristianos del norte peninsular, se sofocan insurrecciones internas y se hace frente a los vikingos (norman-dos) que procedentes de Escandinavia expoliaban la costa atlántica euro-pea, la de la Península Ibérica y el Mediterráneo.

En el año 844 los vikingos, tras saquear la costa norte de la Península, Lisboa y Cádiz, remontan el Guadalquivir, entran en Sevilla, la saquean e incen-dian la ciudad. El pánico se extiende por al-Andalus y Abd al-Rahman II tiene que enviar un ejército que derrota a la horda vikinga en Tablada, provocando la huida de los normandos supervivientes (aunque un pequeño grupo solicitó la paz, adoptó la religión islámica y se asentó en algunas poblaciones cercanas a Sevilla).

(QWUH�ORV�FRQÀLFWRV�LQWHUQRV�\�OXFKDV�GH�SRGHU�TXH�VH�SURGXFHQ�HQ�DO�$QGD-lus, el emir tiene que hacer frente a la insurrección encabezada por el jefe de la familia de los Banu Qasi, Musa ibn Musa.

En una de las primeras sublevaciones, Abderramán II tuvo que vencer al ejército de Musa ibn Musa que contaba con el apoyo de las tropas cristia-nas del rey de Pamplona García Íñiguez. Tras diferentes levantamientos y capitulaciones, Musa conservó el control de la zona del valle del Ebro próxima a Navarra. Tras la muerte de Abderramán II el valle del Ebro, en poder de los Banu Qasi, era una taifa que aseguraba las fronteras de al-An-

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dalus y participaba en las campañas contra los reinos cristianos, pero solo PDQWHQtD�VX�¿GHOLGDG�D�&yUGRED�VL�VH�UHVSHWDED�VX�SURSLD�VREHUDQtD��

Los hijos de Musa, en cambio, se aliaron, de nuevo, con los cristianos. Abd al-Rahman III reaccionó: en el año 924 realiza una incursión por el nor-WH�SHQLQVXODU��GHVWUX\H�3DPSORQD�\�GHVWLWX\H�GH¿QLWLYDPHQWH�D�ORV�%DQX�4DVL��VXVWLWX\pQGRORV�SRU�JREHUQDGRUHV�¿HOHV�DO�HPLUDWR�

Íñigo Arista funda el Reino de Navarra Antes de la conquista islámica, el valle medio del Ebro se encontraba go-

bernado por el noble visigodo Casio. Cuando en 713 los ejércitos musul-manes ocupan la zona, Casio se convierte al Islam y se somete al califa Omeya a cambio de mantener su poder en la región. De esta manera funda

La Mezquita de Córdoba se cosntruye entre los años 780 y 788 por mandato del primer emir omeya de Córdoba Abd al-Rah-

man I. Abd al-Rahman II realizará la primera ampliación en el perio-

do 833-855.Posteriormente sufrirá dos ampliaciones más.

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la estirpe de los Banu Qasi (“hijos de Casio”) que gobernarán la zona del valle del Ebro, al sur de Navarra, durante varias generaciones.

$�¿QDOHV�GHO�VLJOR�9,,,��HQ�Pamplona –población fundada en época romana y ocupada por el ejército islámico en 718– existía un fuer-

te enfrentamiento entre la facción liderada por los Arista –que contaba con el apoyo de los musulmanes de la familia Banu Qasi con la que estaba emparentada– y la encabezada por los Velasco, que tenía el apoyo de los francos carolingios. En el 799 los partidarios carolingios asesinan al gobernador

de Pamplona Mutarrif Ibn Musa, miembro de la familia Banu Qasi. La tregua que pactan en 812 el emir al Hakam I y Ludovico Pío, hijo de Carlomagno, permite que la ciu-dad se incorpore al Imperio Carolingio, delegando el go-bierno en la familia Velasco. Acabada la tregua, al Hakam

se enfrenta a los francos y recupera Pamplona el año 816.En torno a 824 Íñigo Arista (Íñigo Íñiguez,) con el apoyo de los Banu Qasi, WRPy�HO�FRQWURO�GH¿QLWLYR�GH�OD�FLXGDG�IXQGDQGR�OD�GLQDVWtD�UHDO�\�HO�Reino de Pamplona. Íñigo Arista, será designado primer rey de Pamplona y gobernará hasta el año 851.

Los vínculos familiares entre los Íñiguez y los Banu Qasi seguirán fortale-ciéndose: la hija de Íñigo Arista, Assona, se casa con Musa ibn Musa.

Y por ello, García I Íñiguez, hijo de Íñigo Arista, educado en Córdoba, ayudó en 843 a su tío Musa ibn Musa en su insurrección contra el emir de Córdoba. Abd al-Rahman II respondió atacando las tierras de Pamplona e LQÀLJLHQGR�XQD�URWXQGD�GHUURWD�D�García Íñiguez y Musa.

3RVWHULRUPHQWH��WUDV�UHPRQWDU�HO�(EUR�\�VXV�DÀXHQWHV��ORV�YLNLQJRV�QRUPDQ-dos llegaron en 859 hasta Pamplona, la saquearon y raptaron al rey na-varro. Tras pagar un fuerte rescate regresará a Pamplona, pero a partir de entonces la alianza entre los Íñiguez y los Banu Qasi se rompe: García Íñiguez se aliará con el rey asturiano Ordoño I.

El nuevo rey –su hijo Fortún Garcés– fue hecho prisionero por los musul-

Íñigo Arista

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manes cuando invadieron el reino de Pamplona en 860 (siendo retenido HQ�&yUGRED��HQ�XQ�H[LOLR�GRUDGR��GXUDQWH�PiV�GH��DxRV��)XH�GHVWURQDGR�por Sancho Garcés I el año 905.

Sancho Garcés I, casado con Toda, ampliará el reino al incorporar tierras fronterizas ocupadas por al-Andalus o por los señoríos cristianos vecinos.

García Galíndez se proclama conde de AragónDurante el dominio de la monarquía franca de la zona pirenaica, Aureolo

de Aragón –gobernador vinculado al poder carolingio– ejerce en 802 una cierta autoridad que controla el condado de Aragón. Su sucesor, Aznar I Galíndez, también bajo el control franco, gobernará el condado de Ara-gón a partir de 809 e instaurará una dinastía que, mediante compromisos matrimoniales, establecerá estrechos vínculos con los reyes de Navarra.

De hecho, García I Galíndez –conde de Aragón desde 820– se casó con Nu-nila, hija del rey de Pamplona Íñigo Arista, con el que establece distintos pactos. Íñigo Arista le proporcionó ayuda para derrocar a su predecesor y García Galíndez colaboró con el monarca navarro para –con ayuda de los Banu Qasi– enfrentarse y vencer al ejército carolingio.

Cuando en 922 murió el conde de Aragón Galindo II Aznárez –que había participado en las intrigas que provocaron cambios dinásticos en el reino de Pamplona– el rey navarro Sancho Garcés I invadió Aragón, lo que provocó el enfrentamiento con el gobernador musulmán de Huesca, Mu-hammad al-Tawil, que tenía derechos sucesorios sobre el territorio por estar casado con Sancha Aznárez, hermana de Galindo II.

(O�FRQÀLFWR�VH�VROXFLRQy�DO�FDVDUVH�OD�KLMD�GH�Galindo II, Andregoto, con el rey de Pamplona García Sánchez I.

Wifredo el Velloso establece la independencia del Condado de BarcelonaEn 797, el wali de Barcelona, Sadun al-Ruayni, se entrevistó con Carlo-

magno en Aquisgrán para ofrecerle el vasallaje de la ciudad a cambio de


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que le ayudara a mantener el gobierno de Barcelona frente a la autoridad de Córdoba. Carlomagno envió sus tropas, pero Sadun se negó a entregar la ciudad, que fue conquistada en 801 por las tropas carolingias al man-do de Luis el Piadoso, hijo del emperador. El noble franco Bera, que había participado en la toma de la ciudad, fue designado Conde de Barcelona y, como tal, con ayuda de Luis el Piadoso, se enfrentó a las tropas musulmanas al intentar extender sus límites territoriales.

Tras la muerte de Car- ORPDJQR�� ORV� FRQÀLFWRV�por el poder que se establecen entre Carlos el Calvo y Pipino II en el Imperio Carolingio, pro-vocan la sustitución del conde de Barcelona Guillermo de Septimania, que apoyaba a Pipino II, por el conde Ale-rán. Guillermo, con la ayuda del ejército musulmán de Abd al-Karim ben Mugith, sitia Gerona, pero no puede ocupar la ciudad. El monarca franco Carlos el Calvo envía refuerzos que derrotan y ejecutan a Guillermo de Septimania. La respuesta musulmana fue la ocupación y saqueo de Bar-celona en 852, aunque los musulmanes se retiraron poco después.

Los condes de Barcelona –como Bernardo de Gothia– eran elegidos por los reyes carolingios.

Wifredo el Velloso en 878 fue el último conde de Barcelona designado por la monarquía franca y el primero que legó sus condados a sus hi-jos. A partir de entonces, los condados se transmitieron por herencia y los reyes francos simplemente sancionaron la transmisión. Wifredo no realizó ningún acto de acatamiento al monarca carolingio y este no respondió de ninguna forma, actitud inconcebible en tiempos de sus predecesores que habrían actuado enérgicamente enviando sus tropas. Wifredo el Velloso estableció, de facto, la independencia de los condados catalanes del reino franco. Además se enfrentó al poderoso ejército musulmán para am-pliar los límites de su territorio, pero fue derrotado cuando intentaba con-

:LIUHGR�HO�9HOORVR

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quistar Lérida. Murió al enfrentarse a las tropas islámicas que pretendían ocupar Barcelona.

Wifredo legaría los condados catalanes a sus hijos, y a partir de entonces, se transmitirían hereditariamente al modo de una monarquía independiente.

Alfonso III extiende las fronteras del Reino de León hasta el Duero $�¿QDOHV�GHO�VLJOR�9,,,�\�GXUDQWH�OD�SULPHUD�SDUWH�GHO�VLJOR�,;��OD�&RURQD�GHO�

Reino de León es ostentada por Alfonso II. Aunque en 795 el rey sufre una dura derrota –batalla de Babias– frente a las tropas del Emirato de Córdoba que ocuparon temporalmente la nueva capital del reino (Ovie-do), las posteriores victorias sobre el ejército islámico, permitieron que durante el reinado de Alfonso II se ampliaran las fronteras del reino que ocupaba Galicia, León, zona norte de la actual Castilla y Vizcaya. Incluso, en 798 realiza una incursión hasta Lisboa y saquea la ciudad.

En 814 se descubre la mítica tumba del Apóstol Santiago en Compostela que, al constituirse en importantísimo centro de peregrinación de toda la cristiandad, permitirá que lleguen las corrientes culturales europeas. El reino empezaría a recibir a numerosos cristianos (mozárabes) que huían del territorio musulmán.

Santa María del Naranco

Salón real de la residencia subur-bana de Ramiro

I.Construida junto a Oviedo el año 842, el Aula Re-JLD�IXH�WUDQVIRU-mada en iglesia en el siglo XII.


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Durante el reinado de Ordo-ño I (850-866) el territorio cristiano empieza a exten-derse por la Meseta.Con Alfonso III (rey desde 866 hasta 910) las fronteras

del reino cristiano se extienden hasta el Duero: Oporto se conquista en ��\�=DPRUD�HQ��)XQGD�XQD�SREODFLyQ�TXH�GDUtD�OXJDU�D�%XUJRV��TXH�\D�HQ�HO�VLJOR�;�VH�FRQVWLWX\H�HQ�XQD�LPSRUWDQWH�FLXGDG�

La capital se traslada a León y el reino, formado por Asturias, Galicia, León, zona norte de Portugal y zona norte de la actual Castilla, empezará a deno-minarse Asturleonés o Reino de León.

Ramiro II de León, tras sofocar la rebelión dirigida por su hermano Alfon-so y sus primos, reunió una coalición navarra, leonesa y aragonesa que venció en la batalla de Simancas –939– al poderoso ejército dirigido por

San Miguel de LilloIglesia prerrománica PDQGDGD�D�HGL¿FDU�KD-cia el 842 por el rey Ra-miro I en los alrededores

de Oviedo, junto a sus palacios.

Iglesia de San Miguel de Escalada (León), siglo X

Francisco Bueno

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Abderramán III que se aden-traba en el reino de León para destruirlo. La victoria permitió avanzar la frontera leonesa del Duero a las proximidades del Tajo, pero no pudo ocupar la emblemática ciudad de Toledo.

Iglesia de San Miguel de Escalada (León)

Construcción mozárabe del año 913 dirigida por el abad $OIRQVR��TXH�KDEtD�OOHJDGR�a León junto a otros monjes

desde Córdoba.

El Emirato Omeya de Córdoba domina la mayor parte de la 3HQtQVXOD�

Los cristianos constituyen el Reino de León, el Reino de Nava-rra, el Condado de Aragón y el Condado de Barcelona.


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V929-1031: EL CALIFATO DE CÓRDOBA Y

LOS REINOS CRISTIANOS

Año 929: Abd al-Rahman III establece el Califato de Córdoba En el año 929, Abd al-Rahman III estableció el Califato de Córdoba, que

perdurará durante un siglo, hasta 1031. Se declara, así, la independencia religiosa, y por tanto total, de al-Andalus del Califato Abasí de Bagdad.

Abd al-Rahman III cohesionó el califato, enfrentándose a la nobleza an-dalusí que mantenía núcleos de poder prácticamente independientes del poder califal.

(VSHFLDO� VLJQL¿FDGR� WXYR� VX�YLFWRULD� IUHQWH� DO�PXODGt� ±PXVXOPiQ�GHVFHQ-

La Mezquita de Córdoba, construida en el siglo VIII en época de Abd al-Rahman I, alcanza su máxima extensión en el siglo

X durante el mandato de Almanzor.&RQ�FDSDFLGDG�SDUD�DOEHUJDU�D��¿HOHV�HQ�XQD�VXSHU¿-FLH�GH��PHWURV�FXDGUDGRV��VH�FRQVWLWX\y�HQ�XQD�GH�ODV�

mezquitas más grande del mundo.

Francisco Bueno

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diente de cristianos convertidos al Islam– Omar Ibn Hafsun, que domi-naba gran parte de Andalucía oriental. Ibn Hafsun –que gobernaba las tie-rras de Málaga, Serranía de Ronda y Jaén, e incluso poblaciones cercanas a Sevilla y Córdoba– se había enfrentado en varias ocasiones a los ejérci-tos del emirato, hasta que las tropas de Abd al-Rahman III lo derrotaron, aunque no pudieron conquistar la fortaleza malagueña de Bobastro donde

Abd al-Rahman III ordena el derribo del primer almi-nar de la Mezquita de Córdoba y la construcción de uno

nuevo, modelo para los alminares que se levantarían posteriormente.

Durante el reinado de al-Hakam II se produce –entre 961 y 966– una segunda ampliación en la que se construye el mi-

hrab que ha llegado a la actualidad. En 987 al-Mansur, visir de Hisham II, realiza la tercera

ampliación.


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se refugió hasta su muer-te. El califa, tras ocupar Bobastro, ya en poder de sus hijos, ordenó destruir la fortaleza y desenterrar los restos de Ibn Hafsun para exponerlos pública-mente en Córdoba. Pocos años antes de su muerte, Omar Ibn Hafsun se ha-bía convertido al Cris-tianismo, lo que le pro-porcionó el apoyo de los mozárabes de la región y OD� SpUGLGD� GH� FRQ¿DQ]D�de importantes nobles y gobernadores muladíes. Durante el reinado de Ab-derramán III (912-961) se estableció un cierto equilibrio territorial con los reinos del norte. Las derrotas contra los cris-tianos –como la sufrida en la batalla de Siman-cas, 939, frente a la coa-lición cristiana formada por los ejércitos leoneses de Ramiro II, castella-nos del conde Fernán González y los navarros

Mezquita de Córdoba, mihrabMezquita de Córdoba, exterior

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García Sánchez I– le disua-dieron de conquistar las tie-rras del Duero; sus victorias, frenaron el avance territorial de los reinos cristianos hacia el sur.

En el norte de África Abderra-mán III limitó el avance del califato fatimí. Conquistó Ceuta, Melilla y Tánger, las IRUWL¿Fy� \� HVWDEOHFLy� DOLDQ-zas con los jefes trivales de OD�UHJLyQ��6LQ�HPEDUJR��DO�¿-nal de su reinado, el califato

0DGLQDW�DO�=DKUD��0HGLQD�$]DKDUD��OD�&LXGDG�%ULOODQWH��IXH�HGL¿FDGD�SRU�$EG�DO�5DKPDQ�,,,�HQWUH�ORV�DxRV��\��D�XQRV�

pocos kilómetros de la capital de al-Andalus, Córdoba.

Madinat al-Zahra


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fatimí se había extendido por todo el Magreb y controlaba toda esta región, excepto las plazas hispanomusulmanas.

Durante el reinado de al-Hakam II (961-976), al igual que durante el reinado de su padre Abderramán III, al-Andalus alcanza un extraordinario esplen-dor político, cultural y comercial. Al morir, le sucede su hijo Hisham que ±PHQRU�GH�HGDG±�SHUPLWLUi�HO�DVFHQVR�GH�XQD�¿JXUD�VLQJXODU�TXH�FRQFHQ-trará y ejercerá todo el poder del califato: Abu Amir Muhammad Ibn Abi Amir, al-Mansur, “el Victorioso”, Almanzor.

Tras la proclamación a los diez años de edad del califa Hisham II (976-1009), un triunvirato gobernaba el califato: el primer ministro DO�0XVKD¿, el visir Almanzor y el general Galib.

Almanzor al casarse con la hija de Galib, Asmá –evitando que se desposase con un hijo de DO�0XVKD¿ como inicialmente estaba previsto– estableció una alianza con el general que desencadenó la pérdida de poder del primer PLQLVWUR�\��¿QDOPHQWH��VX�GHVWLWXFLyQ�\�HQFDUFHODPLHQWR�

Madinat al-Zahra, ciudad palatina, residencia real de la corte y del gobierno desde el año 945, con palacios, mezquita, viviendas y MDUGLQHV��IRUWL¿FDGD�\�SURWHJLGD�SRU�OD�JXDUGLD�SHUVRQDO�GHO�FDOLID��FRQ�FDSDFLGDG�SDUD�XQDV��SHUVRQDV��PRVWUDED�WRGR�HO�HV-

SOHQGRU�GHO�FDOLIDWR��

Francisco Bueno

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Posteriormente, Almanzor se enfrentó al prestigioso general Galib que tuvo que refugiarse en los reinos cristianos. Corría el año 981 cuando Galib –aliado con el conde castellano García Fernández y con Ramiro de Nava-rra– estaba a punto de derrotar a Almanzor, pero falleció de forma natural en el campo de batalla. Las tropas de Galib quedaron desconcertadas y Almanzor logró una clara victoria.

Tras la eliminación de DO�0XVKD¿ y de Galib, Almanzor concentró todo el poder del califato en su persona. El califa quedaba recluido y convertido HQ�XQD�¿JXUD�H[FOXVLYDPHQWH�VLPEyOLFD�

El prestigio de Almanzor aumentaba extraordinariamente en el campo de batalla frente a los ejércitos cristianos, que fueron incapaces de vencer-le. Realizó más de 55 incursiones militares –razias o campaña de ve-rano– en las que, partiendo desde Córdoba, alcan-zó prácticamente todos los territo-rios de los reinos cristianos de la Península: des-truyó y saqueó Santiago, Sala-manca, Zamora, León, Pamplona, Barcelona y otras muchas plazas.

Con estas razias los ejércitos musul-

Durante la guerra civil que acabó con el ca-OLIDWR�±��±�0DGLQDW�DO�=DKUD�HV�VDTXHDGD�

y destruida.Abandonada a su propia suerte y utilizada

como cantera para la construcción de otras HGL¿FDFLRQHV�SRVWHULRUHV��XQD�GH�ODV�FLXGD-des más hermosas de al-Andalus cayó en el

olvido.

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manes conseguían no sólo la riqueza que representaban los tesoros locales, el ganado o los alimentos, sino tam-bién cautivos y esclavos, especialmente niños para islami-zarlos y mujeres para los harenes. Además generaban tal grado de inseguridad en los reinos cristianos que impedía D�VXV�KDELWDQWHV�HVWDEOHFHUVH�IXHUD�GH�ORV�Q~FOHRV�IRUWL¿FD-dos y colonizar las zonas deshabitadas de la frontera con el califato.Pero las fronteras cambiaron poco porque Almanzor rara vez ocupaba permanentemente los territorios que saquea-ba. Tras el expolio aseguraba que los reinos cristianos si-guiesen pagando un tributo pactado desde 950 cuyo impa-go conllevaba una campaña de represalia. De esta forma, los reinos cristianos reconocían el poder del Califato so-bre los territorios de la Península Ibérica.De hecho, en una muestra de dominio sobre los cristia-nos forzó a los monarcas de Navarra y León a entregarle a alguna de sus hijas. De la unión de Almanzor y la hija del rey Sancho II de Navarra, Urraca (que adoptará el nombre de Abda), nacerá uno de sus sucesores, el visir Abderramán Sanchuelo.Almanzor logró imponer su autoridad en el norte de Áfri-ca, en el Magreb occidental. El Magreb era zona estratégi-ca y de especial importancia para el califato andalusí pues proporcionaba seguridad a las costas peninsulares, asegu-raba el comercio marítimo, permitía el funcionamiento de las rutas comerciales que desde el sur de África proporcio-naban oro y, además, suministraba fuerzas bereberes a los HMpUFLWRV�GHO�FDOLIDWR��3DUD�PDQWHQHU�ODV�SOD]DV�H�LQÀXHQFLD�andalusí, Almanzor tuvo que enviar desde Algeciras, en diferentes momentos, tropas a Ceuta para frenar el avance

Francisco Bueno

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GH�ORV�HMpUFLWRV�¿HOHV�DO�&DOLIDWR�)DWLPt��/DV�YLFWRULDV�GHO�HMpUFLWR�DQGDOXVt�permitieron salvaguardar las plazas conquistadas por Abd al-Rahmán III \�PDQWHQHU�XQD�]RQD�GH�LQÀXHQFLD�FRQ�ORV�FDXGLOORV�EHUHEHUHV�ORFDOHV��TXH�DFHSWDEDQ�FRPR�DXWRULGDG�UHOLJLRVD�DO�&DOLIDWR�GH�&yUGRED�\�QR�DO�)DWLPt�ni al de Bagdad.

El 3 de julio del año 997 Almanzor salió de Córdoba, y tras UHFLELU�HQ�2SRUWR�ORV�UHIXHU]RV�GH�LQIDQWHUtD�TXH�KDEtD�HQ-YLDGR�HQ�EDUFR�SRU�OD�FRVWD�RFFLGHQWDO�GH�OD�3HQtQVXOD��OOH-gó a Santiago de Compostela. El rey leonés Bermudo II nada pudo hacer para IUHQDU�DO�SR- deroso ejér-cito musul- mán.(UD� �� GH� agosto. Al-manzor ocu- pó, saqueó y destru- yó la ciudad emblemáti- ca del cristia-nismo euro- peo, excepto la tumba del Apóstol Santiago.Entre el botín ex-poliado se en- c o n t r a b a n las campanas de bronce del templo cristiano que se utilizarían, en posición invertida y llenas de aceite, para alumbrar la mezquita de Córdoba. &XHQWD�OD�OH\HQGD�TXH�ODV�FDPSDQDV�IXHURQ�WUDQVSRUWDGDV�por prisioneros cristianos desde Santiago hasta Córdoba. Dos siglos y medio después, tras la conquista de Córdoba por Fernando III el Santo, dichas campanas regresaron a Santiago, pero esta vez a manos de prisioneros musulmanes.

Tras la muerte de Almanzor en 1002, le suceden en el cargo de visir sus dos

al-Mansur


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hijos, primero Abd al-Malik al-Muzaffar y, al morir éste, Abd al-Rahman Ibn Sanchul, que mantuvieron en la sombra al califa omeya Hisam II. Abderramán Sanchuelo�JHQHUy�JUDYHV�FRQÀLFWRV�HQWUH�ODV�GLIHUHQWHV�HW-nias del califato y cuando arrancó al califa su designación como heredero al califato, una sublevación en Córdoba obligó a Hishan a abdicar en Mu-hammad II; Sanchuelo fue ejecutado.

Conspiraciones y enfrentamientos bélicos se sucedieron entre las diferentes etnias. Nueve califas diferentes son incapaces de frenar la guerra civil en-tre las distintas facciones. La estructura califal se derrumba, el califato se descompone y muchos territorios se independizan. En 1031, es destituido el último califa, Hisham III, y se declara la abolición del califato. Al-An-dalus se convierte en un conjunto de pequeños reinos independientes que tendrán que afrontar de diferentes maneras la amenaza de los reinos cris-tianos del norte.

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El Reino de León es saqueado por AlmanzorSancho I de León, el Craso (rey en el periodo 956–966) fue depuesto por

la nobleza a causa de su extrema gordura, ocupando el trono Ordoño IV.Sancho acudió a su abuela Toda, reina de Pamplona, a quien pidió ayuda

para recuperar el poder. Toda realizó una serie de pactos con Abderramán III para conseguir tratamiento médico para Sancho y ayuda militar para la recuperación del trono de León, a cambio de unas plazas en las riberas del Duero. La reina Toda, su hijo el rey García Sánchez de Pamplona y Sancho I viajaron a Córdoba y, allí, Hasday ibn Shaprut, médico del cali-fa, trató a Sancho de su obesidad. Posteriormente la coalición de tropas musulmanas y navarras conquistaron Zamora y León y restauraron a Sancho I como rey. El reino de León se había convertido en vasallo de Córdoba, en un singular protectorado del califato de al-Andalus.

Razias realizadas por al-Mansur


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Hasday ibn Shaprut, médico, consejero y diplomático judío de al-Andalus, hablaba hebreo, árabe, latín y romance.Abderramán III lo envió en 941 al Reino de León para pac-tar la paz con Ramiro II, misión diplomática que se prolongó durante más de medio año y a la que se unió el obispo de Se-YLOOD��$EEDV�DO�0XQGKLU��3RVWHULRUPHQWH�+DVGD\�LEQ�6KDSUXW�volvió al Reino de León para establecer nuevos tratados con el rey Ordoño III.En 949 recibió a los embajadores que el emperador bizan-tino Constantino VII envió a Córdoba con la valiosa obra botánica de Dioscórides, que el propio Hasday tradujo al árabe con ayuda de un monje bizantino Nicolás (que llegó a Córdoba para traducir el valioso tratado escrito en griego). 'H�HVWD�IRUPD�HO�PpGLFR�MXGtR�IXH�HO�SULPHUR�HQ�SUHSDUDU�GH-WHUPLQDGRV�SUHSDUDGRV�IDUPDFROyJLFRV�D�SDUWLU�GH�ODV�SUR-piedades de las plantas descritas por Dioscórides.$GHPiV�VX�DFWLYLGDG�GLSORPiWLFD�IXH�HVHQFLDO�FRQ�OD�HPED-jada enviada a Córdoba en 956 por el emperador germánico Otón I. 3RU�RWUD�SDUWH��LQWHUYLQR�DQWH�OD�HPSHUDWUL]�(OHQD�/HFDSH-na, hija del emperador bizantino Romano I y esposa de su VXFHVRU�&RQVWDQWLQR�9,,��HQ�GHIHQVD�GH�OD�FRPXQLGDG�MXGtD�del sur de Italia que el emperador quería obligar a conver-tirse al cristianismo.

Durante los reinados de Ramiro III (966–985) y Bermudo II de León (985-999), Almanzor ocupa todo el reino y saquea sus ciudades (Zamora, León, Santiago).

Durante el reinado de Bermudo III (1028–1037), el rey de Navarra Sancho Garcés III el Mayor invade y se anexiona gran parte del Reino de León. Tras la toma de León en 1034, el reino de León queda reducido a práctica-mente Galicia, a la vez que el reino de Navarra alcanza su mayor esplendor.

Francisco Bueno

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www.jardinesdesevilla.es Monasterio de San Juan de la Peña (Huesca).

Claustro y capiteles de las columnas del siglo XI y XII.&RQVWUXLGR�SRU�LQLFLDWLYD�GH�6DQFKR�HO�0D\RU�D�SDUWLU�GH��


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Monasterio de Leyre (Navarra).Cripta e iglesia del siglo XI, pórtico del XII.

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El Reino de Navarra alcanza la máxima extensión con Sancho III el MayorEl rey García Sánchez I, hijo de Sancho Garcés I y de la reina Toda,

formó en 939 una coalición cristiana con tropas asturianas, leonesas, cas-tellanas y gallegas para enfrentarse y vencer al ejército de Abderramán III (batalla de Simancas). Posteriormente sería derrotado por las tropas musulmanas de Alhakén II.

Durante el reinado de su hijo Sancho Garcés II –conde aragonés consorte– Navarra y Aragón�XQL¿FDQ�VXV�WHUULWRULRV�

Aunque contó con el apoyo de las tropas del rey leonés Ramiro III, Sancho Garcés sufrió repetidas derrotas ante las tropas de Almanzor, en una de las cuales tuvo que entregarle a su hija Urraca. La infanta, que adoptaría el nombre de Abda, tendría un hijo con Almanzor: Abd al-Rahman San-chuelo, heredero al Califato de Córdoba.

Durante el reinado de Sancho Garcés III el Mayor (1005-1035), herede-ro del Reino de Navarra y del Condado de Aragón, se incorporan extensos territorios a sus domi-nios. Bajo su mandato el Reino de Na-varra alcanza la mayor extensión territorial de toda su historia, abarcando casi todo el tercio norte peninsular, desde la costa atlántica a las tierras de la margen derecha del río Ebro, ocupando el territorio de lo que actualmente es León, Canta-bria, Castilla, País Vas- co, La Rioja, Aragón, Sobrarbe, Ribagorza y regiones francesas pire-naicas. Sancho III el Mayor, casado con Mu-niadona de Castilla (hija del conde castellano Sancho García), no sólo se anexionó Castilla, sino que en 1034 ocupó la ciudad de León.

Sancho el Mayor


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Monasterio de Santo Domingo de Silos (Burgos). &RQVWUXLGR�HQ�HO�VLJOR�;��OD�SODQWD�LQIHULRU�GHO�FODXVWUR�URPiQL-co debió levantarse en la segunda mitad del siglo XI y primera del XII. El claustro superior se construyó en los últimos años

del siglo XII.

Francisco Bueno

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Su reinado coincidió con la cri-sis del mundo califal, iniciado a la muerte de Almanzor y el principio de los Reino de Tai-fas.

A la muerte de Sancho III el Mayor, el reino se divide en-tre sus hijos: García Sánchez III hereda Navarra, Ramiro I recibe Aragón y Fernando I hereda el Condado de Cas-tilla (que se constituirá en nuevo reino).

El Condado de Aragón se une al Reino de NavarraSancho Garcés II –hijo del rey de Pamplona García Sánchez I– con su es-

posa Andregoto –hija del conde de Aragón Galindo II– se constituye en 938 en rey de Pamplona y conde de Aragón. 1DYDUUD�\�$UDJyQ�XQL¿FDQ�sus territorios.

Permanecerán unidas hasta la muerte de Sancho III el Mayor en 1035. Navarra y Aragón habían permanecido unidas dinásticamente durante trein-

ta y cinco años: desde el año 1000 al 1035. Volverán a unirse cuarenta años más tarde (de 1076 a 1134).

El Condado de Barcelona también sufre las razias de AlmanzorEl conde de Barcelona Borrell II desarrolló importante esfuerzos diplomáti-

cos para mantener la paz con al-Andalus: envió embajadores a Córdoba en FXDWUR�RFDVLRQHV��HQWUH�ORV�DxRV��\��SDUD�¿UPDU�XQ�WUDWDGR�GH�SD]�con los califas Abd al-Rahman III y al-Hakam II a cambio del vasallaje del condado al Califato de Córdoba.

Santo Domingo de Silos


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Cuando Almanzor alcanza el poder, el periodo de paz concluye. En 984 un ejército al mando del caudillo musulmán partió de Córdoba y realizó una razia por el Condado de Barcelona, llegando a ocupar y saquear la ciudad.

Castillo de Loarre (Huesca).Castillo románico del siglo XI construido por Sancho Garcés

,,,��6DQFKR�HO�0D\RU�GH�3DPSORQD�

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Tarragona tuvo que ser abandonada y no volvería a ser ocupada de forma GH¿QLWLYD�KDVWD��

Borrell II solicitó ayuda al rey carolingio pero, ante la descomposición del reino franco, no recibió respuesta alguna. La propia monarquía franca –débil y lejana– no podía acudir en ayuda de los condados catalanes, dejan-do patente el carácter independiente de esos condados.

Los condados catalanes sufrieron varias incursiones más de Almanzor. Pero en 1010, aprovechando la debilidad que mostraba el Califato de Córdoba, el conde de Barcelona Ramón Borrell –en colaboración con el conde de Urgel, Ermengol I, y fuerzas musulmanas partidarias de Muhammad al-Mahdi que querían tomar el poder del Califato– dirigió una incursión militar que derrotó al califa Sulayman cerca de Córdoba.

(O�&DOLIDWR�GH�&yUGRED�GRPLQD�OD�PD\RU�SDUWH�GH�OD�3HQtQVXOD�/D�]RQD�FULVWLDQD�HVWi�IRUPDGD�SRU�HO�5HLQR�GH�/HyQ��HO�5HLQR�

de Navarra (que ha absorbido al Condado de Aragón) y el Con-dado de Barcelona.


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VI1031-1086: EL CALIFATO SE DESCOMPONE, CASTILLA Y ARAGÓN SE CONSTITUYEN

EN REINOS

El Califato se descompone en reinos taifasEn 1031 la unidad de al-Andalus se ha roto y el Califato se descompone en

una treintena de pequeños reinos taifas, algunos de los cuales se habían independizado antes de que se produjera la abolición del Califato.

Unas taifas se alían con otras o con los reinos cristianos para enfrentarse al enemigo, islámico o cristiano. Los intereses territoriales priman sobre las diferencias de culto. Las taifas más poderosas –Sevilla, Badajoz, Toledo, Zaragoza– absorben a las más pequeñas ampliando su territorio.

$�SHVDU�GH�ORV�QXPHURVRV�FRQÀLFWRV�LQWHUQRV�\�GH�ODV�FRQIURQWDFLRQHV�FRQ�ORV�reinos cristianos, en este periodo de reinos independientes –que durará medio siglo– se produce un gran esplendor de la cultura andalusí.

La taifa de Badajoz, gobernada por la dinastía aftasí, se extendía por Ex-tremadura y gran parte de Portugal (incluida Lisboa).

La taifa de Toledo incorporó la taifa de Valencia cuando su rey al-Mamúm destronó al rey de Valencia al-Muzaffar.

La taifa de Valencia, que proclamó su independencia en 1011, absorbida por la taifa de Toledo desde 1064 a 1075, en 1075 será obligada a rendir vasallaje a la Taifa de Zaragoza regida por al-Muqtadir, hasta que en 1086 Alfonso VI –tras conquistar Toledo– pone como rey a al-Qádir, anterior rey de la taifa de Toledo. Éste fue destronado y asesinado en 1092 por Ben Yahhaf, último rey antes de la conquista de Valencia por parte de

Francisco Bueno

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el Cid en 1094, ocupación cristiana que duró hasta que, poco después de su muerte, fue ocupada por los almorávides en 1102.

La taifa de Zaragoza, que había sido el primer territorio taifa en indepen-dizarse del Califato –año 1018– mantuvo su independencia hasta que fue conquistada por los almorávides en 1110.

Experimentó un extraordinario auge político y cultural en la segunda PLWDG�GH�GLFKR� VLJOR�;,�GXUDQWH� HO� JRELHUQR�GH� ORV� UH\HV�al-Muqtadir, al-Mutamán y al-Mustaín II (dinastía de los Banu Hud, dinastía hudí). En este periodo se construye el Palacio de la Aljafería, sede de una corte FRQ�SURIXQGDV�LQTXLHWXGHV�DUWtVWLFDV��OLWHUDULDV��FLHQWt¿FDV�\�¿ORVy¿FDV�

Al-Muqtadir –que tras la muerte del rey al-Mustaín en 1047, había conse-guido imponerse militarmente a sus hermanos y mantener la integridad territorial de la taifa de Zaragoza– en 1076 obligó al rey taifa de Valencia Abú Bakr –que estaba controlado por Toledo– a declararle vasallaje (has-ta 1085): la taifa de Zaragoza conseguía extenderse por gran parte de la costa mediterránea.

Al morir al-Muqtadir, el reino fue repartido entre sus dos hijos: Zaragoza para al-Mutamán y Lérida para al-Mundir, lo que desencadenó un guerra entre ambos. El primero contaba con los servicios de Rodrigo Díaz de Vi-var, el Cid; el segun-do con las tropas del conde de Barcelona Ramón Berenguer II y del rey aragonés Sancho Ramírez. La victoria fue para el rey de Zaragoza, aunque las fronteras se mantuvieron.

La taifa de Murcia fue anexionada por la del

%DxRV�iUDEHV��*UDQDGD�VLJOR�;,


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Almería, se independizó, fue anexionada por Valencia y –al caer esta últi-ma en poder de la taifa de Toledo– se constituyó en reino independiente. En ese momento fue conquistada por las tropas del rey de Sevilla al-Mu-tamid, aunque los gobernadores de al-Mutamid llegaron a declararse so-beranos independientes.

La poderosa taifa de Sevilla, gobernada por la dinastía abbadí, se constitu-ye en uno de los centros culturales más importantes de la Península, en uno de los reinos más poderosos de al-Andalus.

Al-Mutadid, segundo rey taifa de Sevilla, impulsará un gran desarrollo cul-tural y territorial del reino pues la fuerza militar de Sevilla era muy supe-rior a la de la mayor parte de reinos taifas. Sin embargo no pudo evitar la incursiones de saqueo de Fernando I y la taifa de Sevilla tuvo que hacerse tributaria de Castilla.

Sevilla alcanzará máximo esplendor durante el reinado de su hijo: al-Mu-tamid ��0HFHQDV�GH�HVFULWRUHV�\�GH�FLHQWt¿FRV��al-Mutamid protege e impulsa las letras, las matemáticas, la música, la historia, la geo-grafía, la botánica y las escuelas de jurisprudencia. Crea en Sevilla una FRUWH�UH¿QDGD�HQ�OD�TXH�RUJDQL]D�WHUWXOLDV�OLWHUDULDV�H�LQYLWD�D�ORV�PiV�SUHV-tigiosos poetas de la época.

Palacio de la Aljafería 3DODFLR�IRUWL¿FDGR�FRQVWUXLGR�H[WUDPXURV�GH�OD�FLXGDG�GH�=DUDJR]D�HQ�la segunda mitad del siglo XI por al-Muqtadir, segundo monarca de la

dinastía de los Banu Hud, durante el periodo de máximo apogeo político \�FXOWXUDO�GHO�UHLQR�WDLID�GH�=DUDJR]D��

Francisco Bueno

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Palacio de la Aljafería (O�HQWRQFHV�OODPDGR�4DVU�DO�6XUXU��3DODFLR�GH�OD�$OHJUtD��HV�HO�~QL-

FR�SDODFLR�FRQVHUYDGR�GH�OD�pSRFD�WDLID��7UDV�OD�UHFRQTXLVWD�GH�=DUDJR]D�HQ��SRU�$OIRQVR�,�HO�%DWDOOD-dor pasó a ser residencia de los reyes cristianos. Llegó a la actua-lidad en un estado de conservación lamentable por lo que tuvo que VHU�SURIXQGDPHQWH�UHVWDXUDGR�HQ�OD�VHJXQGD�PLWDG�GHO�VLJOR�;;�

para acoger a las Cortes de Aragón.


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Al-Mutamid continua la expansión territorial de Sevilla emprendida por su padre y conquista Murcia y Córdoba. El reino de Sevilla alcanza su máxi-ma extensión pues ocupa las tierras del Algarbe, Cádiz, Sevilla, Córdoba, Jaén y Murcia.

Las tropas del rey taifa de Sevilla entraron en la ciudad de Córdoba en 1070. El rey de la taifa de Toledo, al-Mamún, al sentirse amenazado por el poder que adquiría la dinastía abbasí, se apoderó de la ciudad en 1075. Varios años más tarde, el rey de Sevilla recuperó Córdoba y nombró gobernador a su hijo Fath al-Mamún, esposo de la princesa Zaida.

Las relaciones del reino abbadí con Castilla cambiaron de signo con el tiem-po. Alfonso VI prestó ayuda militar a al-Mutamid para vencer al reino tai-fa de Granada, pero muy pronto se volvió en su contra y, exigiendo fuertes parias, amenazó al reino de Sevilla.

A Ibn Ammar –visir, poeta y ami-go de al-Mutamid, aunque terminó siendo ejecutado por traicionar al rey de Sevilla– se atribuye la ne-gociación con Alfonso VI para que levantara el asedio a Sevilla. La le-yenda cuenta que Ibn Ammar, que tenía reputación de ser invencible al ajedrez, jugó una partida con Al-fonso VI durante el asedio de Sevi-lla con una fuerte apuesta: el gana-dor decidiría el destino de la ciudad de Sevilla. Ibn Ammar ganó la par-tida y Alfonso VI no atacó Sevilla. La realidad parece que fue otra bien distinta: el sitio se levantó tras acor-dar el pago de un cuantioso tributo a Alfonso VI.

Libro de los Juegos del rey Alfonso ;�HO�6DELR��VLJOR�;,,,�

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Hubo un momento en que Al-Mutamid se negó a seguir pagando los tributos establecidos y encarceló a los emisarios que Alfonso VI había enviado a Sevilla para cobrar las parias. La respuesta del rey castellano fue contun-dente: envió sus tropas para que sitiaran Sevilla y saquearan las tierras próximas a la ciudad.

Acosado por el poder de los ejércitos de Castilla, al-Mutamid solicitará ayuda al ejército almorávide que, procedente del norte de África, termina-rá por derrocarle.

Castilla se constituye en reinoTras la muerte de Sancho III el Mayor, el reino se divide entre sus hijos:

Fernando I hereda el Condado de Castilla, García Sánchez recibe Nava-rra y Ramiro I hereda Aragón.

Tras controlar el Condado de Cas-tilla, Fernando I de León, el Grande (que reinó en el perio-do 1037-1065), se proclama rey de León al derrotar y dar muerte a Bermudo III en la batalla de Tamarón (1037). Posteriormen-te conquista algunas zonas fron-terizas del reino de Navarra al vencer y dar muerte a su herma-no García III de Pamplona en la batalla de Atapuerca (1054).

Amplió los límites de su reino a partir de territorios musulma-nes, debilitados tras la división de al-Andalus en reinos de tai-fas. Ocupó temporalmente To-ledo (1062) y Zaragoza (1063),

)HUQDQGR�,�GH�/HyQ��Miniatura medieval, Catedral de

León


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Francisco Bueno

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Colegiata de San Isidoro de León(GL¿FLR�URPiQLFR�FRQVWUXLGR�GXUDQWH�HO�UHLQDGR�GH�)HUQDQGR�,�

y Sancha, consagrado en 1063 (con los restos del cuerpo de San Isidoro que fueron transportados desde Sevilla).

La iglesia románica adquiere su estructura actual durante en 1149, aunque el conjunto experimentará diferentes transforma-

ciones posteriormente. El panteón real tiene sus bóvedas decoradas con pintura mura-

OHV�DO�IUHVFR�UHDOL]DGDV�HQ�HO�VLJOR�;,�


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conquistó Coímbra (1064) y sometió a numerosos reinos taifas el pago de parias (impuestos abonados por los reyes musulmanes para no ser ataca-dos por el rey cristiano y recibir su protección militar), como las taifas de Toledo, Sevilla, Zaragoza o Badajoz.

Puede considerarse a Fernando I primer rey de Castilla y fundador de la monarquía castellana, aunque el origen de Castilla se encuentra tras la muerte del monarca, al dividir el reino entre sus tres hijos.

En efecto, al primogénito Sancho, con título real, le legó el condado de

Conquista de Toledo por Alfonso VI, representada en cerámica de la Plaza de España de Sevilla

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Castilla, elevado a categoría de reino. A Alfonso le correspondió el Rei-no de León y a García el Reino de Galicia, creado a tal efecto.

Pero Sancho II de Castilla, primer rey de Castilla (1065-1072) no aceptó el reparto realizado por su padre y, considerándose único heredero legitimo, se enfrentó a sus hermanos a los que derrotó: García es desterrado a la corte del rey taifa de Sevilla, al-Mutamid y Alfonso escapa para exiliarse en la taifa del rey al-Mamún de Toledo. Al conquistar Galicia y León, XQL¿FD�HO�UHLQR�TXH�KDEtD�GLYLGLGR�VX�SDGUH.

En 1067 –Guerra de los tres Sanchos– se enfrentó a sus primos Sancho Garcés IV de Pamplona y Sancho Ramírez de Aragón para recuperar algunos territorios fronterizos que habían sido conquistados por los nava-rros.

Tras la muerte de Sancho II, Alfonso VI, su hermano, toma el poder y se convierte en rey de Galicia, León y Castilla. Durante su reinado –de 1072 a 1109– Alfonso se anexiona parte del reino de Navarra y en 1085 con-quista Toledo, simbólica ciudad del poder hispanomusulmán. El reino de Castilla se extiende hasta el Tajo.

Guerra entre Navarra, Castilla y Aragón: la gue-rra de los tres SanchosGarcía Sánchez III, rey de Pamplona en el periodo 1012-1054, extendió

sus dominios por el sur aprovechando la debilidad de los reinos de taifas, y por el este al vencer a su hermano Ramiro I de Aragón.

En el año 1037, ayuda militarmente a su hermano Fernando I para derrotar al rey de León Bermudo III��3HUR�SRVWHULRUPHQWH��ORV�FRQÀLFWLYRV�HQ�HO�reparto de las tierras castellanas desencadenó la guerra entre los dos her-manos, Fernando y García, muriendo este último en la batalla.

/RV�FRQÀLFWRV�WHUULWRULDOHV�FRQWLQXDURQ�GXUDQWH�HO�UHLQDGR�GH�VX�VXFHVRU�San-cho Garcés IV, desencadenando la Guerra de los Tres Sanchos (1067) entre los tres nietos de Sancho III el Mayor de Navarra: Sancho Garcés de Pamplona con la ayuda de su primo Sancho Ramírez de Aragón se


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enfrentaron a su, también primo, Sancho II de Castilla.Tras la muerte de Sancho Garcés IV en 1076, el nuevo rey de Castilla y

León –Alfonso VI–invade Navarra y ocupa las tierras que se extienden de Álava al Atlántico y La Rioja.

El rey de Aragón Sancho Ramírez se proclama rey de Navarra: Navarra y Aragón vuelven a unirse.

Con Ramiro I surge el Reino de Aragón y con Sancho Ramírez Aragón y Navarra se unenTras el reparto del reino de Sancho III de Navarra, el Mayor, nace en 1035 el

Reino de Aragón. Ramiro I –hijo de Sancho III de Navarra– se convier-te en primer rey de Aragón. Tras la muerte de su hermanastro Gonzalo en 1045 aña- dió al reino los condados de Sobrarbe y Ri- bagorza, quedando los tres condados XQLGRV� GH¿QLWLYD-mente en un solo reino.

El nuevo monarca –para fre-nar el empuje de Ramón B e re n g u e r I de Barcelo-na– estable- ció una sólida alianza con el Condado de Urgel y acordó el matrimonio de su hijo Sancho Ramírez –herede-ro al trono de Ara- gón– con Isabel, hija del Conde de Urgel Ermengol III.

Ramiro I intentó conquistar algunas fortale-zas de la taifa de Zara- goza que fue defendida por su rey al-Muqtadir con ayuda de las cristianas tropas de Castilla. Ra-mito I murió en la contienda, año 1063.

Sancho Ramírez I de Aragón convirtió a Jaca en la primera capital del rei-no, hasta que en 1096 es conquistada Huesca.

Ramiro I

Francisco Bueno

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Tras el asesinato de su primo el rey navarro Sancho Garcés, Sancho Ra-mírez I de Aragón fue elegido en 1076 rey de Navarra: Navarra y Ara-gón se unen nuevamente bajo el reinado de Sancho Ramírez (1076-1094), I de Aragón y V de Pamplona. Permanecerán unidas hasta 1134.

Sancho Ramírez –que amplió la extensión de su reino al conquistar tierras en poder musulmán– apoyó a Alfonso VI de León en la batalla de Sagra-jas y en la defensa de Toledo.

Posteriormente, en 1096, Pedro I de Aragón conquistó Huesca al derrotar a al-Mustasín II de Zaragoza y, junto a Rodrigo Díaz el Cid, venció a los ejércitos almorávides que intentaban recuperar Valencia, previamente conquistada por el propio Cid.

Al-Mutamán con Rodrigo de Vivar derrota a la coalición de Ramón Berenguer II, Sancho Ra-mírez y al-MundirLas tensiones entre reinos taifas y reinos cristianos se resolvían mediante

alianzas y agresiones que estaban determinadas –antes que por factores religiosos– por los intereses políticos y territoriales de sus gobernantes.

Así, a la muerte del rey taifa de Zaragoza al-Muqtadir, su reino fue repartido entre sus dos hijos: Zaragoza para al-Mutamán y Lérida para al-Mundir, OR�TXH�GHVHQFDGHQy�FRQÀLFWRV�WHUULWRULDOHV�HQWUH�DPERV�

El rey de Lérida contaba con las tropas del conde de Barcelona Ramón Berenguer II y del rey aragonés Sancho Ramírez; el rey de Zaragoza contaba con Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid, quien, tras ser desterrado de Castilla, se puso al servicio de al-Muqtadir y de su hijo al-Mutamán. La contienda –batalla de Almenar, 1082– entre las tropas de al-Mutamán comandadas por Rodrigo Díaz de Vivar, contra el ejército de al-Mun-dir y las tropas catalanoaragonesas, concluyó con la victoria del rey de Zaragoza. Ramón Berenguer fue capturado por el Cid que lo entregó al rey al-Mutamán, siendo liberado posteriormente tras pagar un fuerte rescate.


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$O�$QGDOXV�HVWi�GLYLGLGD�HQ�UHLQRV�GH�WDLIDV�/D�]RQD�FULVWLDQD�HVWi�IRUPDGD�SRU�HO�5HLQR�GH�/HyQ��HO�5HLQR�de Navarra (que ha absorbido al Condado de Castilla y Ara-

gón) y el Condado de Barcelona.

$O�$QGDOXV�HVWi�GLYLGLGD�HQ�UHLQRV�GH�WDLIDV�El reino de Sancho III el Mayor origina los reinos de Castilla,

Navarra y Aragón.

Francisco Bueno

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$O�$QGDOXV�HVWi�GLYLGLGD�HQ�UHLQRV�GH�WDLIDV�Los reinos de Aragón y Navarra se unen.

$O�$QGDOXV�HVWi�GLYLGLGD�HQ�UHLQRV�GH�WDLIDV�El Reino de Castilla se extiende hasta el Tajo.


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VII1086-1144: LOS ALMORÁVIDES CONQUISTAN AL-ANDALUS,

ARAGÓN Y CATALUÑA SE UNEN EN LA CORONA DE ARAGÓN

Y PORTUGAL SE INDEPENDIZA

Los Almorávides restablecen la unidad de al-Andalus La disgregación del califato en múltiples taifas hizo evidente que era nece-VDULR�XQ�SRGHU�SROtWLFR�FHQWUDOL]DGR�\�XQL¿FDGR�SDUD�UHVLVWLU�HO�DYDQFH�GH�los reinos cristianos del norte. La conquista de la emblemática ciudad de Toledo en 1085 por Alfonso VI�SUHVDJLDED�HO�¿QDO�GHO�PXQGR�LVOiPLFR�en la Península Ibérica.

Ante la presión militar y económica que ejercen los reinos cristianos, los reyes taifas de Sevilla (al-Mutamid), Granada (Abd Allah) y Badajoz (al-Mutawakkil) enviaron emisarios a Marruecos para solicitar ayuda a los almorávides. En 1086 el propio emir <XVXI�LEQ�7DVX¿Q, al mando de su ejército, cruza el estrecho de Gibraltar y desembarca en Algeciras.

En Sevilla, el ejército almorávide y las tropas de los reinos taifas se unen y se dirigen a tierras extremeñas donde –batalla de Zalaca o Sagrajas, 1086– se enfrentan y derrotan a las tropas de Alfonso VI. El ejército de Yusuf ibn Ta-VX¿Q�recupera casi todos los territorios que Alfonso había conquistado, pero no Toledo, ciudad en la que el rey Alfonso se hacía fuerte. Los reinos taifas, libres de las incursiones de Alfonso VI, dejan de pagar parias a Castilla.

Pero el emir almorávide tuvo que volver a la Península para proporcionar, no sólo tropas, sino un mando único capaz de aglutinar a los ejércitos taifas

Francisco Bueno

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que eran incapaces de presentar un frente común a los ejércitos cristianos.Cansados de estas situación, en 1090 los almorávides –que aspiraban a una

renovación del Islam y contaban con el apoyo de los alfaquíes y cadíes de al-Andalus– destituyen al rey de Granada, ocupan Córdoba, entran en Se-villa, derrocan a su rey al-Mutamid –1091– enviándolo preso a una cárcel marroquí, y conquistan Badajoz tres años más tarde.

Tras haber derrotado a Alfonso VI y deponer a los reyes taifas, los almo-rávides restablecen la unidad de al-Andalus, incorporándola como una provincia más al reino de Marruecos. Sevilla se constituye en la capital de al-Andalus y Marrakech en la del Imperio Almorávide que desde 1062 se extendía por Marruecos. La ocupación almorávide en la Península se extenderá durante poco más de medio siglo, desde el año 1086 al 1144.

Los almorávides destituyeron a todos los reyes de taifas excepto a al-Mus-taín II de Zaragoza que pudo conservar su reinado al establecer un pacto de sumisión con los nuevos gobernan-tes de al-Andalus y su compromiso de defender las fronteras frente a los estados cristianos. Tras su muerte, en 1110 los almorávides, bien acogidos por la mayoría de la población, con-quistarán Zaragoza (aunque la per-derán ocho años más tarde frente al rey de Aragón).

Alfonso VI no pudo frenar al ejército almorávide. De hecho, su ejército no pudo evitar que las tropas islámicas ocuparan en 1102 Valencia, ciudad que había sido conquistada en 1094 por El Cid y que desde su muerte, en 1099, estaba gobernada por su viuda Jimena.

Alfonso VI/LEUR� GH� ORV� 3ULYLOHJLRV� GH�la catedral de Santiago de

Compostela (Tumbo)


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Sin embargo, Alfonso I de Aragón ocupará Zaragoza en 1118. Y a partir de ese momento el rey aragonés conquista gran parte de la taifa

zaragozana. En respuesta, el emir almorávide Alí ibn Yusuf encarga a su hermano Ibrahim ibn Yusuf –que era gobernador de Sevilla– la forma-ción de un poderoso ejército que parte hacia el norte para enfrentarse a ORV�FULVWLDQRV��)XH�FHUFD�GH�7HUXHO�±batalla de Cutanda, 1119– donde se enfrentaron las tropas de Alfonso I el Batallador y las de Ibrahim ibn Yusuf. La contundente victoria cristiana marcaba el declive del imperio almorávide en la Península Ibérica.

Las tensiones internas de al-Andalus, las rebeliones de grupos andalusíes contra el poder almorávide y la presión almohade en el norte de África –la capital Marraquech fue conquistada por los almohades en 1147– determi-nó que al-Andalus se volviera a descomponer en un conjunto de reinos taifas independientes.

Rodrigo Díaz de Vivar crea el Principado de Valencia (1094 a 1102)El mítico Rodrigo Díaz de Vivar recibió el sobrenombre de Cid Campeador

(de sidi, señor en árabe y campi doctor, experto en el campo de batalla) por sus numerosas victorias militares. Caballero castellano –probablemen-te nacido en Vivar, Burgos, en una familia nobiliaria– estuvo al servicio de los reyes de Castilla Sancho II y su sucesor Alfonso VI, hasta que éste lo desterró.

El Campeador fue comisionado de Alfonso VI para el cobro de parias a los reinos taifas vasallos. Cuando, con esa misión, visitó en 1079 al rey de Se-villa al-Mutamid que iba a ser atacado por el rey de Granada y su aliado el noble castellano García Ordóñez, el Cid se enfrentó a ellos, los venció e hizo prisionero a García Ordóñez. El Cantar Primero del 3RHPD�GH�0tR�Cid describe el suceso histórico de la siguiente manera:(QYLy�HO� UH\�GRQ�$OIRQVR�D�5X\�'tD]�PtR�&LG�SRU� ODV�SDULDV�TXH�le tenían que dar los reyes de Córdoba y de Sevilla, cada año. Al-

Francisco Bueno

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PXWDPL]�� UH\�GH�6HYLOOD��\�$OPXGiIDU��UH\�GH�*UDQDGD��HUDQ�D� OD�sazón tan enemigos que se odiaban a muerte. Y estaban entonces FRQ�$OPXGiIDU��UH\�GH�*UDQDGD��XQRV�ULFRV�KRPEUHV�TXH�OH�D\XGD-ban: el conde García Ordóñez y Fortún Sánchez, el yerno del rey don García de Navarra y Lope Sánchez...y cada uno de estos ricos KRPEUHV�D\XGDED�FRQ�VX�SRGHU�D�$OPXGiIDU��\�WRGRV�IXHURQ�FRQWUD�Almutamiz, rey de Sevilla.Ruy Díaz el Cid Campeador, cuando supo que así venían contra HO�UH\�GH�6HYLOOD��TXH�HUD�YDVDOOR�\�SHFKHUR�GHO�UH\�GRQ�$OIRQVR��VX�señor, túvolo a mal y mucho le pesó, y envió a todos cartas de ruego SDUD�TXH�QR�IXHVHQ�FRQWUD�HO�UH\�GH�6HYLOOD�QL�OH�GHVWUX\HUDQ�VXV�WLHUUDV�SRU�OD�REOLJDFLyQ�TXH�WHQtDQ�FRQ�HO�UH\�GRQ�$OIRQVR��\�VL��D�pesar de todo, así lo quisieran hacer, supiesen que no podía estar el UH\�GRQ�$OIRQVR�VLQ�D\XGDU�D�VX�YDVDOOR��SXHV�TXH�VX�SHFKHUR�HUD��El rey de Granada y los ricos hombres no hicieran caso alguno a ODV�FDUWDV�GHO�&LG��\�IXHURQ�WRGRV�HVIRU]DGDPHQWH�\�GHVWUX\HURQ�DO�rey de Sevilla todas sus tierras hasta el castillo de Cabra.&XDQGR�DTXHOOR�YLR�5X\�'tD]�HO�&LG��UHXQLy�WRGDV�ODV�IXHU]DV�TXH�SXGR� HQFRQWUDU� GH� FULVWLDQRV� \� GH�PRURV�� \� IXH� FRQWUD� HO� UH\� GH�Granada para expulsarle de las tierras del de Sevilla. Y el rey de Granada y los ricos hombres que con él estaban, cuando supieron que de tal manera iba, enviáronle a decir que no saldrían de la tierra porque él lo mandase. Ruy Díaz, cuando aque-llo vio, estimó que no estaría bien el no ir D�DFRPHWHUORV��\� IXH�FRQWUD�HOORV��\� OXFKy�con ellos en el campo, durando la bata-lla desde la hora de tercia hasta el me-GLRGtD��\�IXH�JUDQGH�OD�PRUWDQGDG�TXH�hubo de moros y cristianos de la parte del rey de Granada, y venciólos el Cid y los hizo huir del campo. Y en esta batalla


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apresó el Cid al conde don García Ordóñez, a quien arrancó un mechón de la barba...y a otros muchos caballeros y a tanta gente que no podría contarse; y túvolos el Cid presos tres días y luego los soltó a todos. Cuando los hubo presos mandó a los suyos recoger los bienes y las riquezas que quedaran en le campo, y luego tornóse el Cid con toda su compaña y con todas sus riquezas en busca de Almutamiz, rey de Sevilla, para darle a él y a todos sus moros cuan-to reconocieron que era suyo, y aun cuanto quisieran tomar de lo demás. Y desde allí en adelante llamaron moros y cristianos a este Ruy Díaz de Vivar el Cid Campeador, que quiere decir batallador.

Rodrigo Díaz había conseguido varias victorias para el rey de Castilla. Sin embargo, tras perseguir a un contingente musulmán que pretendía expoliar algunas poblaciones castellanas y adentrarse en el reino de taifa de Toledo –que estaba bajo protección de Alfonso VI por ser tributario del mismo– el rey consideró tal acción como prueba de traición y lo desterró en 1081. Tuvo que abandonar Castilla.

El Cid, junto con su mesnada, prestó servicios militares –de 1081 a 1086– al rey de Zaragoza, al-Muqtadir, y a su sucesor al-Mutamán. Rodrigo Díaz dirigió el ejército musulmán de Zaragoza contra la coalición formada por el gobernador de Lérida al-Mundir, el conde Berenguer Ramón II de Barcelona y el rey de Aragón Sancho Ramírez. El Cid derrotó a las tropas de dicha coalición e hizo prisionero el conde Ramón Berenguer II.

Posteriormente, en 1087, Alfonso VI perdona a Rodrigo Díaz y vuelve a contar con sus servicios, hasta que un año más tarde –al no acudir el Cid a un requerimiento del monarca para la defensa de Aledo– lo destierra de nuevo, pero en esta ocasión procediendo a la expropiación de sus bienes.

A partir de este momento el Cid comenzó a actuar como un caudillo inde-pendiente. Tras realizar varias expediciones de saqueo por la Rioja cas-tellana y el levante peninsular, donde consiguió el pago de tributos de las taifas de la zona, decidió conquistar Valencia.

Rodrigo Díaz conquista la taifa de Valencia en 1094, adoptando el título

Francisco Bueno

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de 3UtQFLSH�5RGULJR�HO�&DPSHDGRU� Su fortaleza militar le permitió esta-blecer un señorío hereditario, independiente, que no estaba sometido a ningún rey cristiano pues fue capaz de derrotar en varias ocasiones a los ejércitos almorávides que acudieron a recuperar la ciudad.

Tras su muerte en 1099, el 3ULQFLSDGR�GH�9DOHQFLD fue heredado por su espo-sa Jimena, que lo mantuvo hasta 1102: ni su yerno Ramón Berenguer III de Barcelona (que se había casado con su hija María), ni Alfonso VI de Castilla pudieron evitar que la ciudad cayera en poder de los almorávides. Jimena retornó a Castilla.

/D�¿JXUD�KLVWyULFD�GH�5RGULJR�'tD]�GH�9LYDU�LQVSLUy�HO�PiV�LPSRUWDQWH�FDQ-tar de gesta de la literatura española –El Cantar de mío Cid– transformán-dose con el devenir de los años en el mítico héroe medieval del Reino de Castilla, en legendario caudillo de la Reconquista, aunque la realidad his-tórica muestra que prestó sus servicios a reyes cristianos pero también a reyes musulmanes, creando un principado en Valencia que –aunque frenó el avance almorávide– respondía a sus propios intereses.

Tras la muerte de Alfonso VI, Portugal se inde-pendiza de CastillaAlfonso VI, rey de Castilla y León desde 1072 a 1109, se anexiona los

territorios de Álava, Vizcaya, Guipúzcoa y la Rioja del reino de Na-varra y en 1085 conquista Toledo, extendiendo las fronteras del reino hasta el Tajo.

El rey castellano realizó numerosas expediciones de castigo para asegurarse el pago de parias de las taifas de Badajoz, Zaragoza, Granada, Sevilla y Toledo (antes de conquistarla).

Alfonso VI proporcionó ayuda a al-Mamún de Toledo cuando atacó Cór-doba, defendió a su sucesor al-Qadir cuando al-Mutawakkil de Badajoz invadió la taifa toledana y proporcionó tropas a al-Mutamid de Sevilla cuando fue atacado por la taifa de Granada.

La campaña que emprendió para conquistar Toledo concluyó con la entrega


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de la ciudad por el rey taifa al-Qadir, al que Alfonso VI entregó el gobier-no de la taifa de Valencia (que pasaba a rendir vasallaje a Castilla y, de esta forma, era controlada indirectamente por el rey castellano). Aunque se re-quisaba el patrimonio del rey taifa y las mezquitas (excepto la mayor), las capitulaciones de Toledo garantizaban a los musulmanes la conservación GH�VXV�ELHQHV��HO�HMHUFLFLR�GH�VX�UHOLJLyQ��VX�UpJLPHQ�¿VFDO�\�VXV�SURSLDV�leyes, de modo que la ciudad y los campos no quedasen abandonados y mantuvieran su productividad.

Zaida, princesa musulmana de al-Andalus, casada con el rey de la taifa de Córdoba al-Mamún, hijo del rey sevillano al-Muta-mid, fue madre del heredero del Reino de León.Tras las primeras victorias almorávides, Yusuf pretende destituir a todos los reyes taifas y conquistar al-Andalus. Cuando los al-morávides se aproximan a Córdoba, al-Mamún envía a Zaida al castillo de Almodóvar del Río. Mientras tanto, al-Mutamid pide ayuda en 1091 a Alfonso VI de León que, en contraprestación a las parias que pagaba la taifa de Sevilla, envía ayuda militar. Aun-que el ejército cristiano fue derrotado por el almorávide, Zaida fue acogida en la hueste cristiana y llegó a la corte de Toledo de Alfonso VI.Alfonso VI y Zaida –cuarta esposa del rey según unas fuentes, concubina según otras– tuvieron un hijo varón: Sancho Alfónsez. Era su único hijo varón y Alfonso VI lo designó príncipe here-dero del reino cristiano. Sancho Alfónsez, hijo de una princesa musulmana, nieto de al-Mutamid, gobernaría el Reino de Casti-lla, pero su prematura muerte en la batalla de Uclés lo impidió. Y ello provocó la independencia del Condado de Portugal al repartir Alfonso VI el reino entre sus hijas. Zaida se convirtió al cristianismo y adoptó el nombre de Isabel. Según algunas crónicas conservó sus costumbres y difundió los aires culturales de la sociedad musulmana en la corte cristiana.

Francisco Bueno

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Las exigencias económicas y territoriales de Alfonso VI, cada vez mayores, provocaron que algunos reyes taifas, como los de Sevilla y Granada, se negaran a pagar más tributos y solicitasen ayuda a los musulmanes del norte de África frente a los reyes cristianos.

La llegada de los almorávides en 1086 supuso un cambio radical en el juego de fuerzas bélicas existentes en la Península, hasta aquel momento cla-ramente favorables a los ejércitos cristianos. Ese mismo año, en tierras extremeñas –batalla de Zalaca o Sagrajas– las tropas almorávides se enfrentan y derrotan a las de Alfonso VI. Tras la derrota de Zalaca, el ejér-cito de Alfonso VI se enfrenta a las tropas almorávides dirigidas por Alí

Puerta de las Platerías de la Catedral de Santiago de Compostela FRQVWUXLGD�HQ�HO�VLJOR�;,,��

Es la única fachada románica que queda de la Catedral que, le-YDQWDGD�GXUDQWH�HO�VLJOR�;,�\�;,,��IXH�UHPRGHODGD�H[WHUQDPHQWH�HQ�HO�VLJOR�;9,,,�HQ�HVWLOR�EDUURFR�DO�FRQVWUXLUVH�OD�)DFKDGD�GHO�

Obradoiro.


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ibn Yusuf –hijo y sucesor de <XVXI� LEQ�7DVX¿Q– y vuel-ve a ser derrotado en Cuen-ca (batalla de Uclés, 1108), muriendo en la contienda el infante Sancho Alfónsez, heredero del Reino de Cas-tilla. Alfonso VI –incapaz de im-pedir que los almorávides conquistaran los reinos de Valencia y Zaragoza– tuvo que adoptar una posición defensiva que le permitiera conservar Toledo.

Pórtico de la Gloria, Catedral de Santiago de

Compostela. Construido en el siglo ;,,��HVWLOR�URPiQLFR�Estilo esencialmente

religioso y representati-vo del mundo feudal que penetra en la Península ,EpULFD�GHVGH�)UDQFLD�

a través del Camino de Santiago y por Cataluña, GXUDQWH�ORV�VLJORV�;,�\�;,,��SURORQJiQGRVH�HQ�muchas zonas también GXUDQWH�HO�VLJOR�;,,,��

Catedral de Santiago de Compostela

Francisco Bueno

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A la muerte de Alfonso VI, le sucede en el trono de Castilla su hija Urraca I, pero el Condado Portucalense de León es cedido a su otra hija, Teresa Alfónsez.

Alfonso VI había impuesto el matrimonio de su heredera Urraca con Alfon-so I de Aragón para que ambos reinos pudieran presentar un frente común contra el nuevo y poderoso enemigo musulmán: el ejército almorávide. Sin embargo, los acontecimientos se desarrollarían de forma bien diferen-te pues el matrimonio entre ambos quedaría legalmente anulado.

El heredero de Urraca I, Alfonso VII de Castilla y León, ampliará su reino al ocupar tierras de la Rioja.

En 1143 Alfonso VII reconoce –tratado de Zamora– la independencia de Portugal ante el hijo de Teresa Alfónsez: Alfonso Enríquez se constituye en Alfonso I, primer rey de Portugal (que conquistará Lisboa en 1147). A partir de ese momento, Portugal mantendrá su independencia, excepto HQ�HO�SHULRGR��DO�VHU�DQH[LRQDGD�SRU�)HOLSH�,,��

Aragón amplia sus territorios con Alfonso I el BatalladorNavarra y Aragón permanecieron unidas durante los reinados de los suceso-

res de Sancho Ramírez: Pedro I y, posteriormente, Alfonso I.A la muerte de Pedro I de Aragón, dado que sus hijos habían fallecido, le

sucedió su hermanastro Alfonso I, el Batallador. Alfonso I el Batallador –gracias a su matrimonio en 1109 con Urraca, hija

del rey de castellano Alfonso VI– también gobernó temporalmente Cas-tilla, haciéndose llamar Emperador de León y Rey de toda España. La nobleza castellana se opuso y exigió la anulación de su matrimonio con Urraca, desencadenándose una guerra civil entre los partidarios de Urra-ca y los que apoyaban a Alfonso. El rey declaró a su esposa incapaz de gobernar, ordenó que la encerraran e invadió Castilla con tropas navarras y aragonesas con el apoyo de Portugal. Pero la oposición nobiliaria con-siguió la nulidad del matrimonio con Urraca: Alfonso perdía legitimidad


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para gobernar Castilla y Urraca conseguía el poder en 1114.Alfonso I el Batallador aumentó extensamente el territorio del reino de Ara-

gón al vencer a los ejércitos islámicos –con ayuda de su aliado el vizconde franco Gastón de Bearne y sus tropas– y muy especialmente tras la con-quista en 1118 de Zaragoza, ciudad emblemática de al-Andalus, capital de uno de los principales reinos taifas musulmanes.

En la conquista de Zaragoza, el rey Alfonso pretendió que la ciu-dad no quedara deshabitada, que artesanos y comerciantes per-manecieran en la misma. Para ello reconoció en las capitulacio-nes el derecho de los musulmanes a permanecer en Zaragoza, con la condición de trasladarse a los arrabales en el plazo de un año (liberando la medina para ser ocupada por los cristianos), respetando sus prácticas religiosas, costumbres, propiedades ru-rales y el derecho a ser juzgados por sus propias leyes. Por estos motivos, aunque se permitía que los musulmanes abandonasen la ciudad, muchos permanecieron en la misma. Por ello, con la llegada de los nuevos habitantes, la ciudad experimentó una gran expansión.

Sus campañas militares por tierras musulmanas lo llevaron hasta Valencia, Córdoba y Granada, a la que mantuvo cercada un cierto tiempo, enfrentán-dose y derrotando a las tropas musulmanas procedentes de Sevilla en 1126.

Además de saquear las tierras islámicas, uno de sus objetivos era atraer a pobladores mozárabes –muchos de ellos descontentos ante el fanatismo religioso almorávide– para repoblar los campos y villas de los nuevos te-rritorios incorporados al Reino de Aragón. Y, en efecto, retornó a Aragón –perseguido por las fuerzas almorávides– cargado de un rico botín y acom-pañado de numerosos mozárabes a los que aseguró una serie de privilegios para que se asentaran en las tierras conquistadas.

/D� H[SDQVLyQ� WHUULWRULDO� TXH� GHVDUUROODED� GHVHQFDGHQy� GLIHUHQWHV� FRQÀLFWRV�bélicos con Alfonso VII de Castilla y con el conde de Barcelona Ramón Berenguer III��(Q��VH�GLULJLy�D�)UDQFLD��D�WUDYpV�GHO�9DOOH�GH�$UiQ��SDUD�

Francisco Bueno

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ayudar militarmente a los aliados de Gastón de Bearn, ocupando algunas plazas al norte de los Pirineos.

Al morir Alfonso I en 1134, el reino vuelve a dividirse: Aragón eligió como rey a Ramiro II el Monje, hermano de Alfonso I, y Navarra a García Ramírez. De nuevo, Nava-rra y Aragón se separan.

Ramiro II el Monje, rey de Aragón, tras desposar a su única hija Petro-nila con el conde Ramón Beren-guer IV de Barcelona en 1137, se retira a la vida eclesiástica y delega el ejercicio del poder en el conde de Barcelona.

El matrimonio del conde de Barcelona con la princesa aragonesa supuso la unión del Condado de Cataluña con el Reino de Aragón para constituir la Corona de Aragón en 1137.

Tras la muerte de Alfonso I el Batallador, Navarra y Aragón se separanNavarra y Aragón, que habían permanecido unidas durante los reinados de

los sucesores de Sancho Ramírez (Pedro I y Alfonso I), se separan tras la muerte sin descendencia de Alfonso I el Batallador (1134). La nobleza aragonesa eligió a su hermano Ramiro II y la navarra a García Ramírez: el reino quedaba dividido, Navarra y Aragón se separaban después de 50 años de unión.

El Reino de Navarra, enclavado entre Castilla y Aragón, sin fronteras con los territorios musulmanes, quedaba sin posibilidad de expansión. Su territorio fue progresivamente reduciéndose.

$OIRQVR�,�HO�%DWDOODGRU


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El Reino de Aragón y el Condado de Barcelona se unen para formar la Corona de AragónRamón Berenguer III,� HQ� FRODERUDFLyQ� FRQ� ODV�ÀRWDV� GH� YDULDV� FLXGDGHV�

italianas, conquistó Ibiza y Mallorca en 1115, aunque un año más tarde los almorávides recuperaron el gobierno de las islas.

Pantocrátor de la Iglesia de San Clemente de Tahull

Francisco Bueno

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Iglesia de San Clemen-te de Tahull (Lérida).Iglesia románica con-sagrada en 1123 y or-

namentada con pinturas murales que fueron tras-ladadas al Museo de arte

de Cataluña.

Majestad BatllóTalla en madera policro-mada de ciprés realizada HQ�HO�VLJOR�;,�R�;,,�HQ�OD�región de Olot (Girona).


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(O�FRQGH�GH�%DUFHORQD�RFXSy�GH¿QLWLYDPHQWH�7DUUDJRQD�HQ��VH�DQH[LR-nó algunos condados catalanes próximos y –casado con Dulce de Proven-za– incorporó Provenza a sus territorios. Se estaba constituyendo un esta-do catalán a ambos lados de los Pirineos, con los estados transpirenaicos FRPR�YDVDOORV��SURFHVR�TXH�LPSHGLUtD��HQWUH�RWURV��HO�5HLQR�GH�)UDQFLD��

Tras su muerte, el Condado de Barcelona fue heredado por Ramón Beren-guer IV.

El matrimonio en 1137 del conde de Barcelona Ramón Berenguer IV con Petronila, hija del rey de Aragón Ramiro II el Monje, supuso la unión del Condado de Barcelona con el Reino de Aragón para constituir la Corona de Aragón. Ramiro II se retiro a la vida eclesiástica tras delegar el ejercicio del poder en su yerno, el conde de Barcelona.

Petronila de Aragón y Ramón Berenguer IV.&RSLD�UHDOL]DGD�HQ�HO�VLJOR�;9,,�GHO�RULJLQDO�UHDOL]DGR�

SRU�)LOLSSR�$ULRVWR�HQ��

Francisco Bueno

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Al-Andalus es gobernada por los almorávidesLos reinos de Navarra y Aragón permanecen unidos.

Al-Andalus es gobernada por los almorávidesLos reinos de Navarra y Aragón se separan3RUWXJDO�VH�FRQVWLWX\H�HQ�UHLQR�LQGHSHQGLHQWH


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VIII1144-1158: AL-ANDALUS VUELVE A

DESCOMPONERSE EN REINOS TAIFAS Y CASTILLA SE FRAGMENTA EN DOS

REINOS

Los segundos reinos de taifas tuvieron una exis-tencia efímeraTras la desintegración del Estado almorávide, al-Andalus se descompone, de

nuevo, en reinos independientes.Los segundos reinos de taifas –una veintena de reinos– tuvieron una exis-

tencia muy corta (1144-1172). La mayor parte de ellos sucumbieron ante el poder almohade en menos de un lustro pues algunas taifas que se habían constituido en 1144 perdían su independencia en 1147 al ser ocupadas por los nuevos conquistadores.

Sólo Murcia y Mallorca fueron capaces de mantener su independencia du-rante un periodo más largo, la primera hasta 1172 y la segunda hasta 1203.

En esta época –1147– los ejércitos cristianos de Alfonso I de Portugal con-quistan Lisboa.

En la taifa de Murcia se alza con el poder Muhammad ibn Mardanis, cono-cido por los cristianos como Rey Lobo. Procedente de una familia muladí (cristianos convertidos al Islam en el siglo VIII), Mardanis formó un po-deroso reino que comprendía toda la zona oriental del al-Andalus durante el periodo 1147-1172. Extendió ampliamente el Reino de Murcia que se anexionó la taifa de Valencia, Almería, Albacete, Granada, Jaén, pueblos de las taifas de Córdoba y de Sevilla. Ocupó temporalmente Granada y realizó expediciones para anexionarse las ciudades de Córdoba y Sevilla.

Francisco Bueno

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Ibn Mardanis�HGL¿Fy�XQ�HVWDGR�IXHUWH��FRQ�XQD�SRGHURVD�HFRQRPtD�EDVDGD�en una excelente red de riego que generaba una agricultura muy produc-tiva; mantenía un comercio muy activo con Italia, a la que exportaba la afamada cerámica que producía. Durante su reinado, se levantaron esplén-didos palacios poblados de jardines. Murcia se convirtió en la capital de al-Andalus durante los segundos reinos de Taifas.

Mardanis consiguió resistir el empuje de los almohades hasta su muerte y frenar los intentos cristianos por conquistar Valencia, gracias a los tributos que pagó a Ramón Berenguer IV y posteriormente a Alfonso VII.

Pero sus campañas para conquistar Córdoba y Sevilla desencadenaron una respuesta almohade contundente que le infringieron una aplastante derro-ta. Perdió gran parte de sus territorios y sus palacios fueron destruidos, pero Mardanis consiguió resistir tras las murallas de Murcia hasta que, a su muerte, todo el reino se entregó en 1172 a los almohades. Era la última ciudad musulmana que quedaba por conquistar a los almohades.

El Reino de Castilla se divide en dos: León y CastillaAlfonso VII de Castilla y León, con ayuda del rey de Aragón Ramón Be-

renguer IV, con la del monarca navarro García Ramírez, el apoyo de la ÀRWD�JHQRYHVD�\�FRQ�FUX]DGRV�IUDQFHVHV�TXH�UHVSRQGLHURQ�DO�OODPDPLHQWR�del papa Eugenio III, conquista Almería en 1147, aunque la ciudad será recuperada por los almohades diez años más tarde.

Tras la muerte del rey navarro García Ramírez, Alfonso VII y Ramón Be-renguer IV acuerdan –tratado de Tudilén, 1151– el reparto del reino de Navarra y los derechos de conquista de Ramón Berenguer (sobre Valen-cia y Murcia) y de Alfonso VII (sobre la Mancha y Andalucía).

A la muerte de Alfonso VII en 1157 el reino quedará dividido entre sus dos hijos: Fernando recibe León y Sancho Castilla. El reino volverá a XQL¿FDUVH��\D�GH�IRUPD�GH¿QLWLYD��HQ��FRQ�Fernando III el Santo. Pero antes se producirán graves tensiones entre los reyes cristianos.


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Navarra mantiene un difícil equilibrio entre Castilla y AragónEn esta época, el reino de Navarra esta regido por Sancho VI, sucesor del rey

García Ramírez.Antes de alcanzar el poder, el rey castellano Alfonso VII y el conde de Bar-

celona Ramón Berenguer IV habían acordado –1151– repartirse el Reino de Navarra.

Sancho VI mantuvo numerosos enfrentamientos con Castilla y Aragón por no respetar los límites fronterizos de su reino. De hecho, aprovechó la mi-

$O�$QGDOXV�IUDJPHQWDGD�HQ�UHLQRV�WDLIDVAragón y Cataluña unidas en la Corona de Aragón

Francisco Bueno

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noría de edad del rey castellano Alfonso VIII para anexionarse parte de la Rioja, territorio que el rey de Castilla recuperaría años más tarde.

Durante su reinado se fundan las ciudades vascas de Vitoria y San Sebastián.

Aragón extiende su territorioDurante el reinado de Ramón Berenguer y Petronila, Aragón conquistó la

ciudad de Lérida.Mediante el tratado de Tudilén de 1151, Ramón Berenguer IV y Alfonso

VII pactaron que Aragón tendría derecho de conquista sobre Valencia y Murcia, y Castilla sobre la Mancha y Andalucía.

$O�$QGDOXV�IUDJPHQWDGD�HQ�UHLQRV�WDLIDVCastilla dividida en dos reinos


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IX1158-1212: LOS ALMOHADES

RESTABLECEN LA UNIDAD DE AL-ANDALUS, Y LOS REINOS CRISTIANOS

SE ENFRENTAN POR SUS LÍMITES TERRITORIALES

El Imperio Almohade se extiende por la Península IbéricaEn 1147, la dinastía bereber de los almohades derrota a los almorávides y

forma un nuevo imperio que se extiende por Marruecos, Argelia, Túnez y al-Andalus.

Patio del Yeso, Alcázar de Sevilla. 3DWLR�GHO�SDODFLR�DOPRKDGH�FRQVWUXLGR�HQ�HO�VLJOR�;,,�HQ�HO�UHFLQWR�

del alcázar islámico.

Francisco Bueno

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En 1147, el ejército almohade del califa Abd al-Mumin des-embarca en la Península y conquista una gran parte del sur de España, incluidas las ciudades de Cádiz, Málaga y Sevilla. En unos pocos años prácticamente toda al-Andalus será ocupada, excepto la taifa de Murcia que no será tomada hasta 1172 por su hijo y sucesor Abu Yaqub Yusuf. En 1195 –batalla de Alarcos, Ciudad Real– Abu Yaqub Yusuf derrotará a las tro-pas cristianas.

El gobierno almohade restablece la unidad de al-An-dalus. Entre Sevilla –capital de al-Andalus– y Marrakech –capital del imperio– se establece un estrecho contacto pues gran parte de los califas al-mohades y sus ejércitos se establecieron durante un cierto tiempo en Sevilla, ciudad desde la que gobernaban y desde la que partían sus incursiones bélicas contra los reinos cristianos. Así el califa almohade Abd al-Mumín designó gobernador de

Giralda, Sevilla.Primitivo alminar de la mezquita almohade FRQVWUXLGD�HQ�HO�~OWLPR�WHUFLR�GHO�VLJOR�;,,��Tras la conquista cristiana se convirtió en

campanario de la catedral de Sevilla, levan-tada en el lugar que ocupaba la mezquita

musulmana.(Q�HO�VLJOR�;9,�VH�FRQVWUX\H�HO�WHUFLR�VXSH-rior, el campanario renacentista, coronado

por el Giraldillo, escultura en bronce a modo GH�YHOHWD�SDUD�UHSUHVHQWDU�HO�WULXQIR�GH�OD�)H�cristiana. Con sus 104,1 m de altura (inclui-do el remate superior), fue durante siglos la torre más alta de España y una de las cons-trucciones más elevadas de toda Europa.

Francisco Bueno

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Sevilla a su hijo Abu Yaqub Yusuf que, posteriormente, como califa, rea-lizaría numerosos viajes con sus tropas desde Marrakech. De hecho murió tras enfrentarse a los cristianos en tierras de al-Andalus

(O�¿QDO�GHO�SRGHU� DOPRKDGH�HQ� OD�3HQtQVXOD� OR�PDUFD� OD�YLFWRULD� FULVWLDQD�en la batalla de Las Navas de Tolosa (1212). A partir de aquel momento, las luchas internas desencadenaron un enorme caos político en el califato, que se desintegró en una serie de reinos taifas independientes. En 1269 la dinastía desaparece en el Magreb al ser derrotada por los benimerines, que toman Marrakech, la capital del imperio.

La presencia del Imperio Almohade en la Península se extiende durante 65 años, desde el año 1147 al 1212.

Torre del Oro, Sevilla.Construcción almohade rea-OL]DGD�HQ�HO�VLJOR�;,,,�TXH�

formaba parte de la muralla de la ciudad de Sevilla para

defender el acceso por el Gua-dalquivir.

Sobre el primer cuerpo al-mohade, dodecagonal, Pedro ,�OHYDQWy�HQ�HO�VLJOR�;,9�XQ�segundo cuerpo también do-decagonal. El tercer cuerpo, cilíndrico, fue añadido en el VLJOR�;9,,,�SRU�6HEDVWLiQ�9DQ�

der Borcht.Su brillo dorado –responsable del nombre que recibió des-de época musulmana– estaba provocado por la mezcla de mortero de cal y paja que re-

YHVWtD�VX�VXSHU¿FLH�

Francisco Bueno

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El Reino de León es hostigado por Castilla y por PortugalEl reino de Alfonso VII se repartió entre sus dos hijos a la muerte del mo-

narca en 1157: Fernando se corona rey de León y Sancho se constituye en rey de Castilla.

Pero las tensiones entre ambos reinos, y con otros reinos cristianos, desen-cadenaron diferentes guerras territoriales entre los mismos.

Fernando II de León y su sucesor Alfonso IX de León, se enfrentan a Al-fonso VIII de Castilla, sucesor del rey castellano Sancho III.

El Reino de León era hostigado por los castellanos desde el este y por los portugueses desde el oeste, a la vez que los almohades representaban una seria amenaza por el sur. De hecho, Alfonso VIII de Castilla entró con sus tropas en territorio leonés y se apoderó de varias plazas y Sancho I de Portugal hacía lo propio desde la frontera oriental.

En esta situación, Alfonso IX ¿UPy�HQ��XQD�tregua de cinco años con los almohades para enfrentarse a los reinos cristianos que lo acosaban.

En Castilla, Alfonso VIII se alía con Alfonso II de Aragón para arrebatar al rey navarro Sancho VI los territorios apropiados durante su minoría de edad.

Tras conquistar Cuenca en 1177, establece una alianza con los reinos pe-ninsulares cristianos para enfrentarse al ejército almohade de Abu Yaqub Yusuf. Sin embargo inicia la contienda –batalla de Alarcos, Ciudad Real 1195– sin esperar a las tropas aliadas: sufrió una dura derrota, que supuso una importante pérdida del territorio que había conquistado.

Ante la posibilidad de perder Toledo, Alfonso VIII solicitó el apoyo del papa Inocencio III y consiguió la participación de las tropas de Pedro II de Aragón, de Sancho VII de Navarra, de las órdenes militares y de los caballeros cruzados de la cristiandad. Pero no del rey leones Alfonso IX FRQ�HO�TXH�KDEtD�PDQWHQLGR�YDULRV�FRQÀLFWRV�DUPDGRV��QL�GH�Alfonso II de Portugal, si bien algunos caballeros leoneses y portugueses se unieron voluntariamente al ejército cristiano.


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)XH�HQ� OD�SURYLQFLD�GH�-DpQ��FHUFD�GH�'HVSHxDSHUURV��GRQGH�VH�SURGXMR� OD�confrontación –batalla de las Navas de Tolosa, 1212– en la que las tro-pas cristianas derrotaron al poderoso ejército almohade de Muhammad an-Nasir Amir al-Muminin (conocido por los cristianos con el nombre de Miramamolín). La victoria permitió a los cristianos controlar toda la llanura manchega; el territorio musulmán quedaba restringido al valle del Guadalquivir.

Navarra pierde el territorio noroccidentalDurante el reinado de Sancho VII, Alfonso VIII invade Navarra: Castilla

conquista en 1200 Álava, Guipúzcoa y Vizcaya, cuyos habitantes estaban divididos entre los que apoyaban la integración con Castilla (oñacinos) y los partidarios de la unión con Navarra (gamboinos).

A pesar de todo, Sancho VII colaboró con Alfonso VIII en la batalla de Las Navas de Tolosa.

Alfonso II, primer rey de la Corona de AragónEn 1164, el hijo de Ramón Berenguer y Petronila, Alfonso II de Aragón,

se convertiría en el primer rey de la Corona de Aragón y ostentaría el tí-tulo, al igual que sus sucesores, de rey de Aragón y conde de Barcelona.

La unión de Aragón y Cataluña fue, esencial-mente, dinástica, pues ambos territorios man-tuvieron fueros e instituciones políticas pro-pias. Incluía Provenza, herencia del Condado de Barcelona, y Rosellón, heredado posterior-mente por Alfonso II.Alfonso II extendió su reino hasta Teruel y suscribió con Alfonso VIII de Castilla –con cuya hermana, Sancha, se había casado– un nuevo pacto de reparto de las tierras musulma-nas –tratado de Cazola, 1179– en que el que se

$OIRQVR�,,

Francisco Bueno

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Al-Andalus gobernada por los almohades1DYDUUD�VH�DQH[LRQD�HO�3DtV�9DVFR

Claustro del Monasterio de Santa María de Ripoll (Girona).)XQGDGR�SRU�:LIUHGR�HO�9HOORVR�HQ��HO�FODXVWUR�FRQVWD�GH�GRV�SLVRV��HO�SULPHUR�VH�LQLFLy�DOUHGHGRU�GHO��DXQTXH�QR�VH�WHUPLQy�KDVWD�SULQFLSLRV�GHO�VLJOR�;9��(O�SLVR�VXSHULRU�VH�HGL¿-

có entre los siglos XV y XVI.


�124�


UDWL¿FDED�OR�HVWLSXODGR�HQ�Tulidén��SHUR�PRGL¿FDQGR�HO�GHUHFKR�GH�DQH[LyQ�GHO�5HLQR�GH�0XUFLD��TXH�SDVDED�D�&DVWLOOD��3RVWHULRUPHQWH�SUH¿ULy�DOLDUVH�con los monarcas de León, Portugal y Navarra para frenar la hegemonía castellana.

Tras la muerte de Alfonso II, la Corona –excepto Provenza que pasaría a su otro hijo Alfonso y quedaría desligada de Aragón– es heredada por su hijo Pedro II de Aragón, que participaría junto a Alfonso VIII de Castilla y Sancho VII de Navarra en la batalla de Las Navas de Tolosa en 1212.

Órdenes militaresLas primeras órdenes militares –que dependían directamen-te del Papa– se fundaron después de la Primera Cruzada de 1099, en Palestina, con el objetivo de proteger el reino de Jerusalén y a los cristianos que llegaban a Tierra Santa. Creadas en el contexto de las Cruzadas, formaron una fuer-za militar y religiosa que, en defensa de la fe cristiana, se extendieron por Europa.Las órdenes militares es-pañolas fueron institucio-nes religioso-mili tares creadas a instancias del rey y aprobadas por el Papa durante la Edad Media, en el contexto singular de la Re-conquista peninsular.Las más importantes eran la Orden de Calatrava (funda-da el año 1158 a instancias del rey Sancho III de Castilla y autorizada por el papa Alejandro III), la Orden de San-tiago��FUHDGD�HQ��SRU�)HUQDQGR�,,�GH�/HyQ�\�DSURED-da por Alejandro III), la Orden de Alcántara (fundada en ��SRU�$OIRQVR�,;�GH�/HyQ�\�$OHMDQGUR�,,,��\�OD�Orden

O. Calatrava

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de Montesa (creada por Jaime II de Aragón y aprobada SRU�HO�SDSD�-XDQ�;;,,�HQ��$�HOODV�KD\�TXH�DxDGLU�OD�Orden del Temple que –fundada en Jerusalén en 1118– era una de las órdenes inter-nacionales más antiguas, que se extendía por buena parte de Europa, incluida la Península Ibérica (hasta que fue disuelta en 1312 por el papa Clemente V a petición del UH\� GH� )UDQFLD�)HOLSH�,9��Las tropas per- manentes de ca-balleros monjes de las órdenes militares des- empeñaron un importante papel en las guerras que los reyes cristianos mantuvieron contra los reinos islámicos, participando de forma esencial en el sitio de muchas ciudades y en las más importantes batallas (Alarcos y Navas de Tolosa, por ejemplo). Recibieron por ello numerosos privilegios y do-naciones.

Las órdenes poseían grandes extensiones territoriales, cas-tillos y monasterios, ejerciendo un poder feudal sobre la población asentada en sus territorios (que habían repobla-

O. Santiago

O. Alcántara O. Montesa


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GR�FRQ�FULVWLDQRV�SURFHGHQWHV�GHO�QRUWH�SHQLQVXODU��)RU-madas por monjes-soldados y caballeros asociados, las ór-denes estaban regidas por el gran maestre –cargo vitalicio elegido por el consejo de los trece monjes– que convocaba anualmente la asamblea representativa para reunirse en el convento.Exentas de toda jurisdicción –pues al ser fundadas por el papado no se consideraban bajo la autoridad del obispado– y conscientes de su importancia en el campo de batalla, adquirieron una gran fuerza política, económica y social, que ejercían según sus propios criterios.D u r a n t e los prime-ros años de ex is tenc ia –dada su importancia militar– los m o n a r c a s impulsaron su desarro-llo y las recompensa-ron generosamente. Pero a medida que su poder aumentaba y participaban en las luchas nobiliarias del reino, los reyes tomaron consciencia del peligro que suponía tenerlas en FRQWUD�H�LQWHQWDURQ�KDFHUVH�FRQ�VX�FRQWURO��)XH�)HUQDQGR�el Católico el que consiguió dicho control al obtener del papado su nombramiento como maestre mayor de todas las órdenes –incorporando todos sus bienes a la Corona de Castilla– y que este maestrazgo se transmitiera y fuera os-WHQWDGR�SRU�HO�KHUHGHUR�GHO�UHLQR��OR�TXH�IXH�UDWL¿FDGR�SRU�el papa Adriano VI con el emperador Carlos V).A partir de ese momento su poder e importancia fue dis-minuyendo rápidamente. Las órdenes perduraron por su SDSHO�KRQRUt¿FR��FRPR�VtPEROR�GH�FRQGLFLyQ�QRELOLDULD�R�

O. Temple

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de homenaje a personajes que ostentaban altos cargos po-líticos del estado.En 1931 el gobierno de la II República disolvió las ór-GHQHV�PLOLWDUHV��7UDV� OD�GLFWDGXUD�GHO�JHQHUDO�)UDQFR�� VH�reinstauraron –en el marco de la nueva monarquía demo-FUiWLFD±�FRPR�DVRFLDFLRQHV�FLYLOHV�QRELOLDULDV�KRQRUt¿FDV�y religiosas.

$OIRQVR�9,,,�GH�&DVWLOOD�\�/HRQRU�GH�3ODQWD-genet entregan en 1174 el castillo de Uclés al Maestre de la Orden de Santiago (Tumbo

menor de Castilla, obra del XII-XIII).


�128�


X1212-1250: AL-ANDALUS SE DESCOMPONE

EN TAIFAS QUE SON CONQUISTADAS RÁPIDAMENTE POR LAS TROPAS

CRISTIANAS

$O�$QGDOXV� VH� GHVLQWHJUD� GH¿QLWLYDPHQWH� HQ�reinos taifasTras la pérdida de poder de los almohades, al-Andalus inicia a partir de

1212 un tercer período de reinos taifas que tendrá una existencia muy corta pues los ejércitos cristianos los irán conquistando rápidamente: Alfonso IX de León ocupa Badajoz en 1229, Jaime I de Aragón con-quista Mallorca y Valencia en 1229 y 1238, Fernando III de Castilla conquista Córdoba en 1236, Jaén en 1246 y Sevilla en 1248, y Murcia en 1243, los portugueses ocupan todo el Algarve en 1249 y Alfonso X de Castilla conquista Niebla en 1262.

Soló persistió el Reino Nazarí de Granada, constituido en 1238.

Castilla y León se unen en un sólo reinoUna vez controlada la amenaza que los propios cristianos castellanos y por-

tugueses ejercían sobre su reino, Alfonso IX de León realiza una incur-sión en 1219 hasta Sevilla donde derrota a los musulmanes, y en 1229 conquista Cáceres, Mérida y Badajoz.

Alfonso IX tuvo con Berenguela –hija del rey Alfonso VIII de Castilla– un hijo: el infante Fernando que –tras anularse el matrimonio de sus padres– partió con su madre a Castilla.

Tras la muerte de su abuelo Alfonso VIII de Castilla y de su padre Alfonso

Francisco Bueno

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IX de León, Fernando III El Santo se convierte en rey de Castilla (1217) y de León (1230), XQL¿FDQGR�GH¿QL-tivamente las coronas de Castilla y León, que habían permanecido divididas desde que Alfonso VII re-partió el reino entre sus hijos.

Fernando III conquista de forma rápida gran parte del sur de la Península Ibérica. Ocu-pa las taifas de Córdoba en 1236, Murcia en 1243, Jaén en 1244, Sevilla en 1248 y sur de Extremadura (Cáceres y Badajoz, ya habían sido anexionadas por su padre Al-fonso IX en 1227 y 1229 respectivamente). Tras la conquista de Sevilla, gran parte de las ciudades situadas al sur aceptaron inmediata-mente el vasallaje mediante el pago de parias.

El reino de Murcia se convirtió en protectorado castellano pues el rey de Murcia, Ibn Hud al-Dawla, aceptó el vasallaje a Castilla ante la amenaza que suponía la alianza de Jaime I de Aragón –que había conquistado Valencia– con el rey de Jaén y Granada, al-Ahmar.

Al-Ahmar, fundador de la dinastía nazarí, tuvo que entregar Jaén y aceptar HO�GRPLQLR�GH�)HUQDQGR�,,,�HQ�VXV�WLHUUDV�PHGLDQWH�YDVDOODMH�\�HO�SDJR�GH�una enorme cantidad de impuestos.

La caída de Córdoba fue un duro golpe para el mundo islámico por el gran valor simbólico que la ciudad había tenido durante la ocupación musul-mana; la conquista de Sevilla constituía HO�¿QDO�GHO�SRGHU�LVOiPLFR�HQ�OD�Península (que quedaría reducido al reino nazarí de Granada).

No fue fácil conquistar Sevilla. Su amurallamiento prácticamente inexpugnable, los castillos que la prote-

gían en Alcalá de Guadaira (que pronto cayó en manos castellanas), Tria-

Fernando III


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QD�\�6DQ�-XDQ�GHO�$]QDOIDUDFKH��\�VX�ÀRWD�HQ�HO�*XDGDOTXLYLU��OH�SHUPLWtDQ�resistir los ataques cristianos.

)XHURQ�QHFHVDULRV�GRV�DxRV�GH�DVHGLR�DO�UHLQR�\�XQR�GH�FHUFR�D�OD�FLXGDG�SDUD�ocupar la emblemática plaza. Varios campamentos al mando de Fernando III, con nobles tan destacados como su hijo Alfonso�R�HO�LQIDQWH�GRQ�)DGUL-que –e incluso el rey nazarí al-Ahmar con sus tropas– sitiaban Sevilla que, sin embargo, resistía gracias a los abastecimientos que recibía del Aljarafe a través del puente de barcas que unía el arrabal de Triana con la ciudad.

El rey Fernando tuvo que encargar a Ramón de Bonifaz la organización y GLUHFFLyQ�GH�XQD�ÀRWD�TXH��GHVGH�&DQWDEULD��VH�GLULJLy�DO�*XDGDOTXLYLU��HQ�FX\D�HPERFDGXUD��DO�PDQGR�GH��QDYtRV��VH�HQIUHQWy�\�YHQFLy�D�OD�ÀRWD�musulmana. Tras remontar el río, a la altura de la ciudad, el almirante Bo-nifaz lanzó sus naves contra el puente de barcas, rompiendo las cadenas que lo sostenían.

La suerte estaba echada.Sevilla fue tomada por Fernando III, rey de Castilla y León, el 23 de no-

viembre de 1248��(VH�GtD�VH�¿UPDEDQ� ODV�FDSLWXODFLRQHV�\�XQ�PHV�PiV�tarde entraba el monarca castellano en la ciudad.

Aunque el rey de Sevilla –Abul Hasan al Xataf– ofreció rendirse a cambio de que se respetasen las propiedades de los sitia-dos, el santo rey se negó y exigió la rendición incon-GLFLRQDO�� )XH� XQD� FDSLWX-lación sin condiciones, en la que Fernando III re-quirió que se le entregase la ciudad libre de habitan-tes. Todos ellos tuvieron

)HUQDQGR�,,,�Tumbo de la catedral de Santiago de

Compostela.

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que abandonar Sevilla y emigrar a las reinos musulmanes de la Península (Jerez, Málaga, Granada) o a Marruecos.

6HYLOOD��XQD�FLXGDG�GHVKDELWDGD��SREODGD�GH�XQ�VLOHQFLR�IDQWDVPDO��(O�¿Q�GH�una ciudad… Y el comienzo de otra nueva.

Sevilla no albergaría nunca una comunidad mudéjar importante. Sólo unas SRFDV�IDPLOLDV�OOHJDURQ�GH�7ROHGR�\�*UDQDGD�GXUDQWH�ORV�VLJORV�;,9�\�;9��mudéjares que desarrollaban actividades constructivas y artísticas, pero que carecían de peso social (a diferencia de la comunidad judía que llegó tras la conquista cristiana).

Fernando III�±TXH�VHUtD�FDQRQL]DGR�HQ��SRU�HO�SDSD�&OHPHQWH�;±�SUH-paraba, cuando falleció en 1252, una expedición contra el norte de África para evitar la llegada de cualquier tipo refuerzo islámico a la Península. $O�¿QDOL]DU�VX�UHLQDGR�VyOR�SHUVLVWtDQ�ORV�UHLQRV�PXVXOPDQHV�GH�*UDQDGD�y Niebla, ambos vasallos de Castilla.

En esta época Portugal ocupaba el Algarve y terminaba la conquista en 1249.

Navarra es gobernada por dinastías francesasLa muerte sin descendencia de Sancho VII, supuso la entronización en

Navarra durante casi dos siglos de dinastías francesas, que también GLVSRQGUiQ�GH�WHUULWRULRV�HQ�)UDQFLD�

La dinastía que gobernaba en la Champaña francesa comenzó a reinar en Navarra en 1234 al subir al trono Teobaldo I, sobrino del difunto San-cho VII.

Jaime I conquista Mallorca y ValenciaEn 1213 –batalla de Muret– Pedro II de Aragón se enfrentó cerca de Tou-ORXVH�D�)HOLSH�,,�GH�)UDQFLD��/D�YLFWRULD�GH�ODV�WURSDV�IUDQFHVDV�±Pedro II PXULy�HQ�OD�EDWDOOD±�DFDEy�FRQ�OD�H[SDQVLyQ�DUDJRQHVD�HQ�HO�VXU�GH�)UDQFLD�

Durante el reinado de su hijo, Jaime I de Aragón, el Conquistador, tuvo lugar la conquista de Mallorca 1229 al vencer al gobernador almohade

Francisco Bueno

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de la isla Abú Yahya��\�SRVWHULRUPHQWH�GH�,EL]D�\�GH�)RU-mentera. En 1238 conquistó el Reino de Valencia.

Jaime I –que recibe la ciudad de Zayyan ibn Mar-danish, último rey musulmán de Valencia en el

tercer período de taifas, nieto del Rey Lobo– permitió la permanencia de la población mu-sulmana valenciana en sus tierras, conser-vando sus propiedades, costumbres y leyes, a la vez que se producía una repoblación cristiana del nuevo reino.Jaime I FRQ¿HUH�D�OD�&RURQD�GH�$UDJyQ�carácter federal pues las tierras levantinas conquistadas no fueron repartidas entre la

nobleza aragonesa y catalana, sino que cons-tituyeron un nuevo reino, el de Valencia, que adquiriría Cortes y fueros propios. La Corona de Aragón comprendía el Reino de Aragón, el Condado de Barcelona, el Reino de Valencia, Mallorca, Rosellón y Cerdaña.

La Corona de Aragón, que surgió por unión dinástica entre el Reino de Ara-gón y el Condado de Barcelona, al anexionarse los reinos de Mallorca

y Valencia, se organiza como una fede-ración de estados (Cataluña-Mallorca, Aragón y Valencia). Aunque regidos por un mismo monarca (que solía residir en

Jaime I

Miniatura del Vidal Mayor que representa la reunión de las

Cortes celebradas en Huesca en 1247, presidida por el rey Jaime I de Aragón, con asistencia de dis-tinguidos miembros de la iglesia

y de la nobleza aragonesas, y con la presencia del obispo de Hues-

ca-Jaca, Vidal de Canellas.

Francisco Bueno

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Barcelona), cada estado mantendrá sus propios fueros e instituciones políticas.

Jaime I –en respuesta a la ayuda solicitada por Alfonso X de Casti-lla– conquistaba parte del Reino de Murcia y se lo cedía a Castilla en cumplimiento del tratado de Almizra��SUHYLDPHQWH�¿UPDGR�con el monarca castellano.

(Q��¿UPy�FRQ�/XLV�,;�HO� tratado de Corbeil, mediante el cual el rey francés, como heredero de Car- lomagno, renunciaba a los derechos sobre el Condado de Bar-celona, condados catalanes, a Cerdaña y Rosellón; el Rey de Aragón renunciaba al resto de territorios del mediodía fran-cés (mantenía el Rosellón y Montpellier TXH�VH�SHUGHUtD�HQ�HO�;,9��

Catedral de León, construcción gótica del

siglo XIII.El estilo gótico, que se extiende del siglo XIII DO�;9,��HQWUD�HQ�OD�3H-nínsula Ibérica por Ca-taluña y por el Camino

de Santiago.


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Mezquita cordobaTras conquistar Fernando III –1236– Córdoba, la mezquita es consagrada y se adapta al culto cristiano sin que experimente

JUDQGHV�PRGL¿FDFLRQHV��En los años 1523-1599 se levantó la catedral en el centro del HGL¿FLR�PXVXOPiQ��URPSLHQGR�OD�HVWUXFWXUD�LQWHJUDO�GHO�PLVPR��El campanario cristiano dejaba, en principio, ver la torre mu-

sulmana sobre la que se asentaba, pero su inestabilidad provocó TXH�HQ��WXYLHUD�TXH�VHU�UHIRU]DGR�FXEULHQGR�VX�VXSHU¿FLH�externa con nuevos materiales que le proporcionan su aspecto actual: el alminar de Abd al-Rahman III quedó embutido en el

campanario cristiano de la catedral.La construcción de la nave catedralicia dentro de la propia

mezquita desencadenó una auténtica guerra entre el obispo y las autoridades municipales: el ayuntamiento dictó un bando

para condenar a pena de muerte a los albañiles que trabajasen en la nueva obra y el obispo respondió excomulgando al consis-

torio municipal. El pleito llegó a la Corte: el emperador Car-los V aprobó la construcción del nuevo templo cristiano. Años más tarde, al visitar Córdoba, lamentó haber tomado aquella GHFLVLyQ��PDQLIHVWDQGR��KDEpLV�GHVWUXLGR�OR�TXH�HUD�~QLFR�HQ�HO�mundo, y habéis puesto en su lugar lo que se puede ver en todas

partes.

Francisco Bueno

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Al-Andalus reducida al Reino Nazarí y Reino de Niebla&DVWLOOD�\�/HyQ�VH�UHXQL¿FDQ�GH¿QLWLYDPHQWH

$O�$QGDOXV�GLVJUHJDGD�HQ�UHLQRV�WDLIDV


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XI1250-1400: EL REINO NAZARÍ Y LOS

REINOS CRISTIANOS

El Reino Nazarí, último reino islámico de la Península$�PHGLDGRV�GHO�VLJOR�;,,,�DO�$QGDOXV�TXHGy�UHGXFLGD�DO�UHLQR�QD]DUt�GH�*UD-

nada, que perduró dos siglos y medio, desde 1238 a 1492.En el año 1238, Muhammad I Ibn Nasr, al-Ahmar el Rojo –que ya domi-

naba parte de Málaga y Almería– entra en Granada, constituye el Reino de Granada y establece la dinastía nazarí (formada por 20 sultanes que gobernarían sucesivamente el último reino islámico de la Península).

Alhambra.Los primeros edi-¿FLRV�GHO�FRPSOHMR�palatino los levantó en el siglo XIII Mu-hammad ibn Nasr, Al-Ahmar, primer

monarca del Reino Nazarí.

Su esplendor lo alcanzará en el si-JOR�;,9�FRQ�<XVXI�,�(1333-1354) y Mu-hammad V (1353-

1391).

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6X�XELFDFLyQ�JHRJUi¿FD�SHUPLWLy�DO� UHLQR�QD]DUt�PDQWHQHU�XQD� VyOLGD�GH-fensa del territorio y establecer intercambios comerciales con los reinos cristianos peninsulares y, a través del Mediterráneo, con los musulmanes QRUDIULFDQRV�\�FRQ�ORV�JHQRYHVHV��&RQ�XQD�HFRQRPtD�GLYHUVL¿FDGD��OD�FD-pital granadina se convirtió en refugio de los musulmanes huidos de otros reinos; la ciudad crecía en población y en actividad económica.

(Q�HO�VLJOR�;,9�HO�5HLQR�1D]DUt�WHQtD�XQRV��KDELWDQWHV��IUHQWH�D�ORV�5,5 millones que habitaban el resto de la Península Ibérica.

/D�FDSLWDO�QD]DUt��*UDQDGD��VH�FRQYHUWLUtD�GXUDQWH�ORV�VLJORV�;,9�\�;9�HQ�una de las ciudades más prósperas de Europa, en importantísimo centro FRPHUFLDO� \� FXOWXUDO�� (Q�*UDQDGD� VH� SURGXFH� XQ� H[WUDRUGLQDULR� ÀRUHFL-miento de la cultura islámica que permitirá la creación de una de las obras más importantes de la historia de la Humanidad, un universo de palacios, jardines, fuentes y estanques: la Alhambra y el Generalife.

Patio de los Leones, Alhambra.(GL¿FDGR�SRU�0XKDPPDG�9�


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El reino de Grana-da se extendía, en sus orígenes, por Granada, Almería, Málaga y parte de las provincias de Jaén, Murcia y Cá-diz. Progresivamente fue perdiendo ex-tensión frente a los ejércitos cristianos hasta que, en 1492,

el reino nazarí de Granada, el último estado musulmán de la Península Ibérica, es conquistado por los Reyes Católicos.

Durante toda su existencia, el reino islámico mantuvo relaciones diplomáti-cas con Castilla y con la dinastía de los benimerines de Marruecos, relacio-nes amistosas, inestables, que cambiaban y se tornaban hostiles según los intereses de unos y otros.

Desde sus inicios, el Reino de Granada fue vasallo de Castilla y tuvo que pagar cuantiosos tributos por mantener la paz. Los pactos que aseguraban la tregua se renovaban periódicamente, aunque los incidentes fronterizos HUDQ�IUHFXHQWHV��$�YHFHV�ORV�SDFWRV�QR�VH�UHVSHWDEDQ�R�DO�¿QDOL]DU�ORV�PLV-mos se producían incursiones militares para anexionarse determinados te-rritorios.

La alianza con los benimerines del Magreb también estuvo llena de traicio-nes y pactos que se cumplían, o no, según los intereses políticos dominan-tes en cada momento.

Además, las luchas dinásticas dentro del propio reino de Granada creaban gran inestabilidad en su gobierno. Las conspiraciones internas entre dis-tintas facciones y los enfrentamientos fratricidas entre miembros de la fa-

Alhambra, Granada

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milia real provocaron el asesinato, abdicación o exilio de gran parte de los sultanes, debilitando al reino islámico.

Ya el primer sultán de la dinastía nazarí, al-Ahmar, tuvo que pactar en 1246 FRQ�HO�PRQDUFD� FDVWHOODQR�)HUQDQGR� ,,,� ±TXH�KDEtD� VLWLDGR� LQIUXFWXRVD-mente Granada– la entrega de la ciudad de Jaén y el pago de parias para PDQWHQHU�OD�WUHJXD��(V�PiV��HO�SDFWR�¿UPDGR�OH�REOLJy�D�SURSRUFLRQDU�WUR-pas en 1248 a Fernando III para conquistar Sevilla.

Poco después, Alfonso X intentará sitiar Granada, pero será derrotado. Sin embargo, los gobernadores de Málaga, sublevados contra al-Ahmar, se declaran en 1266 vasallos de Alfonso X y aunque Muhammad I sitió Má-laga no logró conquistarla.

Ante la amenaza del reino de Castilla, Muhammad II busca en 1275 el apoyo de la dinastía de los benimerines, que gobernaban en el Magreb occidental.

Alhambra.&RQMXQWR�GH�SDODFLRV��UHVLGHQFLDV��SDWLRV��MDUGLQHV�\�IRUWDOH]DV�en los que residían los sultanes nazaríes, con su corte, servido-

UHV��IXQFLRQDULRV�\�JXDUGLDQHV�Constituía una compleja ciudadela dentro de la propia ciudad

de Granada.


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Su emir, Abu Yusuf Yacub, desembarca al frente de su ejér-cito y se asienta en las plazas de Alge-ciras y Tarifa, que les cede el rey na-zarí. Los benime-rines, con el apoyo de Muhammad II, se enfrentan a las tropas castellanas en 1275, logrando una importante victoria en Écija.

En 1278, tras ceder los gobernadores de Málaga la ciudad a los benimerines, se produce un cambio de alianzas: Muhammad II se alía de nuevo con Alfonso X y�WRPD�0iODJD�HQ��(Q��¿UPD�XQ�SDFWR�con Sancho IV para expulsar a los benimerines de las tres plazas que aún conservan en la Península: Algeciras, Tarifa y Ronda. La primera quedaría en manos castellanas; la segunda pasaría a manos nazaríes

Sin embrago, tras colaborar en la toma de Tarifa en 1292, Muhammad II no obtiene la soberanía de la plaza y decide buscar, de nuevo, el apoyo de los benimerines. Se desplaza a Tánger para acordar con el sultán benime-rín que, tras la conquista, Tarifa quedaría en poder benimerín y Algeciras y Ronda se anexionarán al reino nazarí.

Pero Tarifa –al mando de Alonso Pérez de Guzmán, Guzmán el Bueno– re-sistirá las acometidas islámicas y permanecerá en el reino castellano.

Durante el asedio de Tarifa en 1294, el encargado de la defensa de la ciudad fue el alcaide Alfonso Pérez de Guzmán, conocido como Guzmán el Bueno.

Alhambra, Granada

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Poco antes, el infante don Juan, que había sido expulsado de la corte castellana por rebelarse contra su hermano Sancho IV, cru-zó el Estrecho con Pedro Alonso, hijo mayor de Alonso Pérez GH�*X]PiQ�\�HQ�)H]�VROLFLWy�D\XGD�D�Abu Yacub, prometiéndole Tarifa. El sultán benimerín aceptó y le proporcionó las tropas necesarias. El infante Juan, ante la imposibilidad de conquistar la plaza por la fuerza, lo intentó de otra forma: mostró a Pedro Alonso atado frente a las murallas de la plaza y amenazó con degollarlo en ese mismo lugar si su padre, el alcaide, no entregaba la ciudad. Alon-so Pérez de Guzmán se negó a entregar Tarifa a cambio de la vida

Patio de los Arrayanes, Alhambra.&RQVWUXFFLyQ�LQLFLDGD�SRU�,VPDLO�,��FRQWLQXDGD�SRU�<XVXI�,�\�

concluida por Muhammad V.


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de su propio hijo. Cuentan las crónicas que arrojó su daga para que con ella, si era preciso, acabar con la vida de su hijo:³(�GRQ�$ORQVR�3pUH]�OH�GLMR�TXH�OD�YLOOD�TXH�JHOD�QRQ�GDULH��TXH�FXDQWR�SRU�OD�PXHUWH�GH�VX�¿MR��TXH�pO�OH�GDULD�HO�FXFKLOOR�con que lo matase; é alazólez de encima del adarve un cu-FKLOOR��p�GLMR�TXH�DQWH�TXHUtD�TXH�OH�PDWDVH�DTXHO�¿MR�p�RWURV�cinco si los toviese, que non darle la villa del Rey su señor, GH�TXH�pO�¿FLHUD�RPHQDMH�´El infante Juan degolló a Pedro y catapultó su cabeza al interior del castillo.

$QWH�OD�OOHJDGD�GH�OD�ÀRWD�FULVWLDQD�\�GH�ODV�WURSDV�FDVWHOODQDV�WHUUHVWUHV��HO�ejército islámico con el cristiano infante don Juan a la cabeza levantaron el asedio y desistieron de su intento de conquistar Tarifa.

Tras la fracasada toma de Tarifa Abu Yaqub cederá en 1295 a Muhammad II las plazas de Algeciras y Ronda que aún mantenía en su poder.

En 1309 Muhammad Nasr resiste el asedio que las tropas aragonesas reali-zan sobre Almería.

El sultán nazarí –Yusuf I±�WUDV�¿QDOL]DU�HO�SHULRGR�GH�SD]�SDFWDGR�FRQ�Al-fonso XI, se alía de nuevo con los benimerines de Abu al-Hasan para en-frentarse a los castellanos. El sultán Abu al-Hasan, tras sus victorias en el 1RUWH�GH�ÈIULFD��FRQ¿DED�HQ�VX�HMpUFLWR�SDUD�RFXSDU�WHUULWRULDOPHQWH�HO�VXU�de la Península. Sin embargo el enfrentamiento entre la coalición cristiana

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de castellanos y portugueses frente a la coalición musulmana de nazaríes y benimerines, se decantó a favor de los primeros. La derrota –batalla del Salado, cerca de Tarifa, 1340±�VXSXVR�HO�¿Q�GH�OD�LQWHUYHQFLyQ�GH�ORV�benimerines en la Península Ibérica. /RV�UH\HV�QD]DUtHV�SHUGtDQ�GH¿QL-tivamente la ayuda militar del Norte de África. Y la importante plaza de Algeciras.

Granada, con Yusuf I, vive una época de gran esplendor cultural que se ma-QL¿HVWD�HQ�OD�DPSOLDFLyQ�GH�OD�$OKDPEUD��3HUR�ODV�FRQVSLUDFLRQHV�LQWHUQDV�persistían: Yusuf I –tal y como había anteriormente con otros sultanes– fue asesinado, mientras oraba en una mezquita de Granada.

A Yusuf I le sucedió su hijo Muhammad V. Tras alcanzar el trono, una cons-piración encabezada por Muhammad VI, el rey Bermejo, le obligaron a KXLU�\�UHIXJLDUVH�HQ�)H]�

Pero Muhammad V regresó del norte de África y, con el apoyo de Pedro I y de los benimerines, conquista la zona oriental del reino nazarí hasta ocupar Granada. Muhammad VI, con gran parte del tesoro real, huye a Sevilla para pedir asilo a Pedro I. El rey castellano, sin embargo, tras acogerlo en su Alcázar, lo lanceó en los campos de Tablada y le envió la cabeza a su aliado Muhammad V.

Una vez recuperado el trono en 1362, Muhammad V ocupó Gibraltar y Ceu-ta, y realizó una de las aportaciones más extraordinarias al arte nazarí con la construcción del Patio de los Leones.

Durante los reinados de Muhammad VII y Yusuf III, Fernando de Ante-quera, infante de Castilla y rey de Aragón, conquista Zahara de la Sierra en 1407 y Antequera en 1410.


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Alfonso X el Sabio y Pedro I el Justiciero gobiernan CastillaEn el periodo 1253-1264 Alfonso X El Sabio, hijo de Fernando III, ocupó

Jerez, Cádiz y Niebla./D�FRQTXLVWD�GH¿QLWLYD�GH�0XUFLD�IXH�UHVXOWDGR�GH�ORV�SDFWRV�HVWDEOHFLGRV�

con el Reino de Aragón. En efecto, antes de su coronación, Alfonso, como infante heredero de Cas-

tilla, ¿UPy�HQ��FRQ�Jaime I de Aragón el tratado de Almizra para establecer qué territorios musulmanes podía anexionarse Aragón y cuáles pertenecerían a Castilla, delimitando por tanto las fronteras entre ambos reinos. En el tratado se acordó la boda de Alfonso de Castilla con Violante de Aragón, hija de Jaime I.

En 1243 Mur- cia se había convertido en protectora-do castellano al aceptar el vasallaje a Castilla. En 1264, los re- petidos incum-plimientos de los cristianos de los pactos establecidos con los musulmanes murcianos desencadenaron la suble-vación de estos últimos, que al mando de al-Watiq, con el apoyo de las tropas del reino de Granada y del Norte de África, obligó a la Corona de Castilla a solici-tar la ayuda de las tropas aragonesas que, comandadas por Jaime I y su heredero Pedro de Aragón, sofocaron la revuelta en 1266. Cumpliendo lo pactado en Almizra, Murcia fue entregada a Castilla.

Años más tarde, tras el desembarco de los benimerines en Algeciras en 1272, Alfonso X se enfrenta y vence a los norafricanos en las tierras de Jerez,

$OIRQVR�;�HO�6DELR

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SHUR�VX�ÀRWD�VXIUH�XQD�FODUD�GHUURWD�HQ�ODV�DJXDV�GH�*LEUDOWDU��1R�SXGR�conquistar Algeciras.

El reinado de Alfonso X tuvo una extraordinaria importancia por el desarro-OOR�FLHQWt¿FR�\�FXOWXUDO�TXH�LPSXOVy�GHVGH�VX�FRUWH�

El Rey Sabio creó un amplio grupo intelectual, dirigido por el propio monar-ca, conocido como Escuela de Traductores de Toledo por ser esa ciudad el principal centro de referencia del trabajo realizado, aunque gran parte de la actividad cultural se hacía en la corte itinerante que acompañaba al rey de una ciudad a otra. Alfonso X agrupó a intelectuales castellanos, judíos y musulmanes para que pudieran trabajar en latín, en hebreo, en árabe y en romance. La labor realizada por el escritorio real fue gigantesca, tanto en su dimensión FLHQWt¿FD� \�literaria, como en la histórica y jurídica.

Alfonso X decide que los tex-tos y documen- tos aparez-can escritos en el nuevo idioma –el castellano– que aunque se hablaba en el reino, todavía no se escribía. Constituía un hecho singu-lar en Europa que los textos legales pudieran a p a r e c e r redactados en r o m a n c e , pero en Castilla coexistían tres culturas diferentes –cristiana, islámica y judía– que precisaban un idioma común, un nexo de unión y cohesión entre ellas. Con la obra de Al-IRQVR�;��HO�FDVWHOODQR�±TXH�KDEtD�VLGR�GHFODUDGR�OHQJXD�R¿FLDO�GH�&DVWLOOD�durante el reinado de Fernando III– se convierte en autentico idioma al GH¿QLUVH�ODV�QRUPDV�RUWRJUi¿FDV�\�DPSOLDUVH�HO�YRFDEXODULR�D�ORV�iPELWRV�WpFQLFRV�\�FLHQWt¿FRV��(O�FDVWHOODQR�VH�XWLOL]DED�FRPR�OHQJXD�LQWHUPHGLD�

$OIRQVR�;��WXPER�GH�OD�FDWHGUDO�de Santiago de Compostela.


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entre el árabe y el latín para per-mitir la traducción por expertos lingüistas que tenían en común la lengua castellana. Los tex-tos islámicos y las traducciones realizadas del griego y clásicos latinos que estaban escritas en árabe se traducían al latín, con el castellano como lengua inter-media.En aquella época, los textos griegos y latinos eran desco-nocidos en Europa pues habían

desaparecido con la destrucción de la biblioteca de Alejandría. Pero se habían conservado y traducido al árabe en las escuelas de Persia. Todo el legado cultural clásico e islámico –en lengua árabe– llegó a la España mu-sulmana y, gracias a las traducciones efectuadas, se incorporó a los reinos cristianos. Desde Castilla, los conocimientos de la cultura grecolatina y musulmana –entonces muy superior a la cristina en matemáticas, en me-dicina y otras muchas parcelas del conocimiento– llegaron a las universi-dades europeas donde, obras como las del hispanomusulmán Averroes, conmocionaran los cimientos de la cultura cristiana al trasmitir la obra de Aristóteles.

Además de promover todas estas traducciones, Alfonso X el Sabio organiza el plan general de muchas obras, participa en las ilustraciones que deben aparecer y escribe gran parte de las mismas. Entre ellas, el Libro de Aje-drez, Dados y Tablas�TXH��FRQ�LOXVWUDFLRQHV�TXH�UHÀHMDQ�ODV�YHVWLPHQWDV�y costumbres de la época, describe el ajedrez que –juego creado por los musulmanes a partir de un juego hindúғ– fue introducido en la Península Ibérica por la cultura islámica.

Entre las obras realizadas por el escritorio real destaca /DV�6LHWH�3DUWLGDV,

Cántigas de Santa María de $OIRQVR�;

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uno de los tratados jurídicos más importantes de la Edad Media y de la historia del De-recho, escrito en castellano.

Alfonso X, además de afrontar ORV� FRQÀLFWRV� H[LVWHQWHV� FRQ�los reinos musulmanes de la Península, tuvo que sofocar la rebelión encabezada por parte de la nobleza y por su hijo Sancho.

Tras Sancho IV –rey que pro-pició la defensa de Tarifa por Guzmán El Bueno– alcanza el trono su hijo Fernando IV.

Durante su reinado se produjeron enfrentamientos armados con su tío Juan de Castilla –que, con el apoyo del rey de Portugal, se apropió de varios VHxRUtRV�\�VH�SURFODPy�UH\�GH�/HyQ±�FRQÀLFWRV�EpOLFRV�FRQ�VX�SULPR�Al-fonso de la Cerda –que se autoproclamó rey de Castilla– y pronuncia-mientos de otros nobles que declaraban sus señoríos independientes del poder real. Además, Jaime II de Aragón declaró la guerra al reino de Castilla y ocupó Murcia, a la vez que Dionisio I de Portugal atravesaba las fronteras e invadía Castilla.

La coalición de los propios nobles castellanos –Juan de Castilla y Alfonso de la Cerda, entre otros– con Jaime II y Dionisio I pretendía derrocar a Fer-nando IV con el objetivo de que el infante Juan gobernara León, Alfonso de la Cerda rigiera Castilla, Jaime II se anexionara Murcia y Dionisio I se apropiara de varias ciudades próximas a la frontera portuguesa.

El reino de Castilla estuvo a punto de fragmentarse.Sin embargo, varios tratados diplomáticos permitieron que Castilla, acosa-

da por luchas fratricidas internas y por los ejércitos cristianos de Portu-gal y Aragón, alcanzara la estabilidad necesaria para conservar su inte-



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gridad territorial. En 1297 –tratado de Alcañices– Dionisio I retira sus tropas de Castilla a cambio de una serie de plazas y villas castellanas, se establecen las fronteras entre Portugal y Castilla (que a partir de aquel momento poco cambia-rían a lo largo de la historia) y se acuerda la boda de Fernando

IV con la infanta Constanza de Portugal, hija del Dionisio I de Portugal. El rey portugués –antiguo enemigo– se convierte en nuevo aliado.

En 1304 y 1305 –tratados de Torrellas y de Elche– Fernando IV y Jaime II establecen las fronteras entre los reinos de Castilla y Aragón: el reino de Murcia, que entonces se hallaba en manos de Jaime II, sería repartido entre el reino de Aragón (que conservaría Alicante) y el reino de Castilla (que ocuparía la ciudad de Murcia).

En 1308 –tratado de Alcalá de Henares– el rey castellano y el rey aragonés pactaron realizar un ataque conjunto al reino de Granada, que estaba go-bernado por Muhammad III. Además se acordaba el matrimonio entre la infanta Leonor de Castilla, hija de Fernando IV, con el heredero de Jaime II de Aragón.

Los intereses comunes en ocupar y repartir nuevos territorios y los enlaces matrimoniales entre las familias reales permitía que Jaime II –antiguo enemigo de Fernando IV– se convirtiera en aliado.

En cambio Muhammad III, que había alcanzado un pacto de paz con Fer-nando IV mediante el correspondiente pago de parias, se constituía en el nuevo enemigo. Los intereses políticos y económicos primaban sobre los religiosos: los benimerines del norte de África apoyaron a los ejércitos FDVWHOODQRV�SXHV�±FRQ�DQWHULRULGDG±�OD�ÀRWD�GH�Muhammad III los había expulsado de Ceuta.


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Los reyes cristianos convinie-ron que las tropas del reino de Castilla, provistas de diez galeras, atacarían Algeciras y Gibraltar; las tropas arago-nesas, que también aportaban diez navíos, conquistarían la ciudad de Almería. Pero la campaña fue un fracaso: ni Jaime II pudo conquistar Al-mería, ni Fernando IV pudo ocupar Algeciras.

A la muerte de Fernando IV, le sucede en el trono de Castilla su hijo Al-fonso XI que, tras la importante victoria en la batalla del Salado contra los benimerines en 1340, conquista Algeciras en 1344 y deja aislado al Reino Nazarí, desprovisto de la ayuda norafricana.

Su hijo Pedro I de Castilla, el Cruel, el Justiciero, se enfrentó a la nobleza, al clero y a la Historia. Durante su reinado (1350-1369) quiso transformar el conjunto de dominios señoriales que constituían Castilla en un estado moderno. El clero y los nobles, auténticos reyes en sus dominios, señores que imponían y recaudaban impuestos, que administraban justicia según sus propios criterios, se enfrentaron a él.

Pedro I, hijo del rey Alfonso XI y de la reina María de Portugal, era el le-gítimo heredero de la Corona de Castilla y León. Pero Alfonso XI había tenido con Leonor Núñez de Guzmán, miembro de la poderosísima no-EOH]D�GH�&DVWLOOD��RFKR�KLMRV�EDVWDUGRV��HQWUH�HOORV�)DGULTXH��0DHVWUH�GH�OD�Orden de Santiago, y Enrique de Trastámara.

La nobleza promovió los deseos de Enrique de ocupar el trono de Castilla.)XH�XQ�SUHWH[WR�GH�DPRUHV�HO�TXH�GHVHQFDGHQy�ORV�DFRQWHFLPLHQWRV��3HGUR�,��WUDV�FDVDUVH�FRQ�%ODQFD�GH�%RUEyQ��ELVQLHWD�GHO�UH\�GH�)UDQFLD��OD�DEDQ-dona a los pocos días de la ceremonia y la manda encerrar, para seguir con la que ya era su amante, María de Padilla.

Libro de los Juegos de $OIRQVR�;


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Palacio de Pedro I, Alcázar de Sevilla. 3DODFLR�0XGpMDU�HGL¿FDGR�SRU�DODULIHV�SURFHGHQWHV�GH�7ROHGR��6H-villa, Córdoba y Granada entre 1356 y 1366 por expreso deseo de

3HGUR�,�GH�&DVWLOOD�

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Los partidarios de Blanca de Borbón y de Leonor de Guz-PiQ��VXV�KHUPDQDVWURV�(QULTXH�\�)DGULTXH��\�RWURV�QREOHV��con el apoyo del Papa Inocencio VI, exigieron a Pedro I TXH�WUDWDUD�D�GRxD�%ODQFD�FRPR�UHLQD�FRQVRUWH��(O�FRQÀLF-to se internacionalizó.

Pedro I consigue el apoyo de Carlos II de Navarra, de Eduardo III de Inglaterra y del Reino Na-zarí de Granada. Enrique de Trastámara cuen-ta con la ayuda de Francia, de Pedro IV de Aragón y del Papado.

La guerra se transformó en cruzada: los enemigos de Pedro I, alegando que éste mantenía excelentes relaciones con los musulmanes de Granada y con los ju-díos, consiguen que el Papa apoye y ¿QDQFLH�OD�FDPSDxD�FRQWUD�HO� OHJtWL-mo rey. Estaba en juego el futuro de Castilla: Pedro I representaba OD�XQL¿FDFLyQ�SROtWLFD��PLOLWDU��judicial y tributaria del estado, la abolición de los privilegios de los nobles y el triunfo de una econo-mía industrial y mercantil sobre la política agrícola y ganadera feudal.

Pedro I fue asesinado en Montiel en 1369, mientras negociaba la rendi-ción. El reinado de Enrique de Trastámara, Enrique II, supone la claudicación del poder real, el triunfo de la nobleza y de los intereses tradicionales frente a las nuevas ideas mercantiles que cristalizaban en Inglaterra.

Tras alcanzar el poder, Enrique II negó a Pedro de Aragón los territorios que le había prometido. En cambio, sí ayudó –al igual que su hijo Juan I– a sus aliados franceses en la confrontación que mantenían contra los

3HGUR�,�HO�-XVWLFLHUR


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LQJOHVHV�±*XHUUD�GH�ORV�&LHQ�$xRV±�HQYLDQGR�XQD�ÀRWD�TXH�GHUURWy�D� OD�escuadra inglesa y saqueó numerosos puertos de sus costas.

Por otra parte, Enrique II se enfrentó y derrotó al rey Fernando I de Portu-gal, bisnieto de Sancho IV, que con el apoyo de algunos nobles castella-nos, invadió Castilla al considerarse heredero legitimo del trono castellano. $PERV�UH\HV�¿UPDURQ�XQ�WUDWDGR�GH�SD]�HQ�HO�TXH�DFRUGDEDQ�TXH�Beatriz, heredera de Fernando I de Portugal, se casaría con Juan, heredero de Enrique II de Castilla. Ello suponía la anexión de Portugal por la corona de Castilla; gran parte de la nobleza portuguesa no compartía dicho acuerdo.

Las capitulaciones matrimoniales realizadas un año más tarde estipulaban que a la muerte de Fernando I, que carecía de hijos varones, la corona pasaría a Beatriz y que su marido Juan I ostentaría el título de rey de Portugal. Pero los reinos de Castilla y Portugal seguirían siendo indepen-dientes hasta que Beatriz tuviera un hijo que pudiera proclamarse rey de Portugal. Mientras tanto, Leonor, viuda del rey Fernando, reinaría en nombre de su hija.

3DODFLR�GH�3HGUR�,��$OFi]DU�GH�6HYLOOD��

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)XH�OR�TXH�RFXUULy��%HDWUL]�\�Juan fueron proclamados reyes de Portugal, y Leonor regente del reino. Sin embargo, un levantamiento popular y de la nobleza contra los nuevos monarcas expulsó a la reina regente de Lisboa y Juan de Avis –hermanastro de Fernando I– fue proclamado rey, Juan I de Portugal. Aunque Juan I de Castilla entró en Portugal para defender los derechos dinásticos de su esposa, las derrotas que sufrió su ejército decantaron la balanza a favor de Juan de Avis.

Por otra parte, Constanza de Castilla –hija de Pedro I El Justiciero– y su marido Juan de Gante –hijo de Eduardo III de Inglaterra– aspiraban a la corona de Castilla con apoyo de Portugal e Inglaterra. Tras obtener varias victorias y ocupar algunas ciudades de Galicia, llegaron a un acuerdo con Juan I de Castilla: renunciaban a los derechos sucesorios castellanos en favor del futuro hijo de su hija Catalina con el primogénito de Juan I de Castilla, Enrique, a quienes se les otorgó la condición de Príncipes de Asturias. El enlace matrimonial unía las dos ramas sucesorias de Alfon-so XI y se creaba el título de Príncipe de Asturias, que desde entonces acompañará al heredero de la corona de Castilla y, posteriormente, de Es-paña. Enrique III fue, pues, el primer príncipe en poseer este título, junto con las rentas inherentes al territorio asturiano que le pertenecía como patrimonio.

Los hijos de Juan I de Castilla con su primera esposa, Leonor de Aragón, se coronaron reyes: Enrique, el primogénito, se convertiría en rey de Casti-lla, y Fernando fue elegido rey de Aragón. Juan I no tuvo descendencia en su segundo matrimonio con Beatriz de Portugal.

Durante el reinado de Enrique III comenzó la colonización de las Is-las Canarias. El caballero normando Jean de Bethencourt obtuvo de Enrique III el apoyo y el derecho de conquista de las islas Canarias a cambio de convertirse en vasallo del rey castellano. La expedición partió de la costa atlántica francesa y, tras hacer escala en Galicia y Cádiz, conquistó entre los años 1402 y 1405 las islas de Lanzarote, El +LHUUR�\�)XHUWHYHQWXUD�


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Las tensiones en Navarra desencadenan la guerra de la navarrería El heredero de Teobaldo I, Enrique I de Navarra, muere en 1274. Dado

que la heredera –su hija Juana I– tenía poco más de un año, asumió la regencia hasta 1284 su madre Blanca de Artois, esposa de Enrique I y SULPD�GH�)HOLSH�,,,�GH�)UDQFLD��

En esa época, Pamplona estaba dividida en dos facciones irreconciliables: el núcleo autóctono navarro y la nueva población de origen francés. La población original habitaba el centro urbano mientras que los francos ocu-SDEDQ� ORV�QXHYRV�EDUULRV�� FRQ¿JXUDQGR�DXWHQWLFDV� FLXGDGHV� VHSDUDGDV�\�enfrentadas entre sí. La nobleza navarra consideraba que la dinastía franca no respetaba las costumbres tradicionales de la tierra y que favorecía a los nuevos pobladores franceses.

Las tensiones desencadenaron la confrontación bélica en 1276 (Guerra de la Navarrería). La guerra se extendería por toda Navarra y los reinos penin-sulares se movilizarían para expulsar a los reyes de la casa Champaña y conseguir el trono navarro.

Alfonso X de Castilla inició una serie de incursiones en el interior de Nava-rra y Jaime I de Aragón consiguió que los navarros aprobaran su proyecto de unión con Aragón. Parte de la nobleza navarra se inclinaba por Castilla y otra parte por Aragón. Pero Blanca de Artois y sus cortesanos, franceses HQ�VX�PD\RUtD��SUHIHUtDQ�GHSHQGHU�GH�)HOLSH�,,,�GH�)UDQFLD��TXH�DSR\DED�D�su prima Blanca de Artois.

Las tropas francas penetraron en Pamplona en 1276, destruyeron en su tota-lidad el barrio navarro y ejecutaron a buena parte de sus habitantes, en una VDQJULHQWD�EDWDOOD�FDPSDO�TXH�GXUy�YDULRV�GtDV��)HOLSH�,,,�VH�GLULJLy�D�1D-varra para enfrentarse a Alfonso X, pero al enterarse de la victoria francesa en Pamplona retornó a Paris, habida cuenta de que los principales cargos del Reino de Navarra serían ocupados por personas del entorno francés.

Juana I actuaria como reina de Navarra a partir de 1284 y como reina con-

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VRUWH�GH�)UDQFLD�HQWUH��\��DO�FDVDUVH�FRQ�Felipe IV. /RV�KLMRV�GH�-XDQD�,�\�)HOLSH�,9�±Luis X de Francia y I de Navarra, Felipe

V de Francia y II de Navarra y Carlos IV de Francia y I de Navarra– se suceden como reyes de ambos reinos.

A la muerte de Carlos IV��)HOLSH�9,�HV�HOHJLGR�UH\�GH�)UDQFLD�\�HQ��Juana II� �KLMD� GH�/XLV�;�� HV� QRPEUDGD� reina de Navarra, pero tiene que renunciar a los derechos dinásticos de la monarquía francesa (aunque PDQWHQtD�WHUULWRULRV�\�UHVLGHQFLD�HQ�)UDQFLD��

En 1349 le sucede su hijo Carlos II de Navarra TXH��QLHWR�GHO�UH\�GH�)UDQFLD��participó activa- mente en la política francesa, alimen- tando la inestabili-dad de la monar- quía para acceder al trono francés.

A la cabeza de tropas anglo-navarras, Carlos de Na- varra –aliado con Eduardo III de Inglaterra– tomó el control de gran parte de Normandía y del valle del Sena, zonas en la que encontraba el apoyo de la nobleza y la población. Las derrotas mili-tares que sufrió le obligaron a ceder las plazas francesas que controlaba SDUD��¿QDOPHQWH��TXHGDU�H[FOXLGR�GH�ORV�DVXQWRV�GH�)UDQFLD�

Aunque con una política dubitativa, Carlos II apoyó a Pedro I de Castilla y las tropas inglesas en su lucha contra Enrique II de Trastámara y los ejércitos franceses. Tras la victoria de Enrique II, el nuevo rey de Castilla lanzó un ataque contra Navarra y el monarca francés hizo lo propio contra las posesiones francesas de Carlos de Navarra, que tuvo que ceder sus posesiones al norte de los Pirineos para obtener la paz.

A Carlos II le sucedió su primogénito Carlos III que centraría su reinado exclusivamente en Navarra. Posteriormente la corona fue ostentada por su hija Blanca I de Navarra.

Juana I


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La Corona de Aragón expande sus territorios por todo el MediterráneoEn la Corona de Aragón, a Jaime I le sucedió su hijo Pedro el Grande, con

los títulos de Pedro III rey de Aragón, Pedro II conde de Barcelona y Pedro I rey de Valencia. Pero el Reino de Mallorca y los condados trans-pirenaicos franceses fueron heredados por su hermano Jaime.

Pedro III – casado con Constanza II de Sicilia, hija y heredera del derrocado M a n f r e d o I de Sicilia– conquista Si- cilia con el be-neplácito de sus habitantes en 1282. Tres años antes ha-bía estableci- do la soberanía de Aragón sobre Túnez para garanti- zar el comercio por el Medi- terráneo.

El papa Martín IV se opuso a la corona- ción siciliana de Pedro III, lo excomulgó, lo repudió como rey de Aragón, ofreció la corona de Ara-gón a la Casa de Anjou de la monarquía francesa y proclamó el derecho de Carlos de Anjou al Reino de Sicilia. Los franceses, al mando del propio UH\�)HOLSH�,,,�� WRPDURQ�HQ��OD�FLXGDG�GH�*HURQD��SHUR� WXYLHURQ�TXH�UHWLUDUVH�DQWH�OD�GHUURWD�QDYDO�TXH�VXIULHURQ�IUHQWH�D�OD�ÀRWD�GH�Pedro III.

A la muerte de Pedro III, Alfonso III heredó los territorios de la Corona de Aragón, mientras que su hermano Jaime II heredó el Reino de Sicilia.

Alfonso III conquistaría Menorca al derrotar a Abu Umar en 1287 que, aunque tributario de la Corona de Aragón, prestaba apoyo a sus enemi-

3HGUR�,,,

Francisco Bueno

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gos. Además arrebató las islas de Ibiza y de Mallorca a su tío Jai-me II, quedando el rei-no de Mallorca como tributario del de Ara-gón. Además anexiona el Rosellón que tras la muerte de Jaime I se había constituido en te-rritorio independiente.

Impidió la invasión fran-cesa de sus territorios SRU�SDUWH� GH�)HOLSH� ,,,�

GH� )UDQFLD��al derrotar-lo en el campo de batalla.

T r a s morir sin descenden-cia, la Corona de Aragón fue h e - redada en 1291 por su hermano Jaime

II, rey de Sicilia desde 1285.Tras su enfrentamiento con Castilla, Jaime II pacta con Fernando IV el UHSDUWR�GH¿QLWLYR�GHO�5HLQR�GH�0XU-cia, devolviendo al monarca caste-

llano parte de los territorios ane-xionados.

Torre del Miguelete o Torre del Micalet, campanario de la ca-

tedral de Valencia.Torre de estilo gótico de planta octogonal que alcanza los 63 m de altura, construida en el periodo 1381-

1429.La espadaña se aña-dió mucho más tarde, D�¿QDOHV�GHO�;9,,�\�

principios del XVIII).

Catedral de Burgos.Construcción gótica inicia-da en el XIII y terminada en

el XVI.

Francisco Bueno

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$QWH�ORV�FRQÀLFWRV�FRQ�HO�3DSDGR�\�ORV�$QMRX��D�FDP-bio de los derechos sobre Córcega y Cerdeña, les ce-

GLy�HO�5HLQR�GH�6LFLOLD��3HUR�VX�KHUPDQR�)HGHULFR��DO�TXH�KDEtD�QRPEUDGR�gobernador de Sicilia, se negó y fue proclamado rey de Sicilia. El Reino de Sicilia quedaba en la familia de los reyes de Aragón y se transmitiría KHUHGLWDULDPHQWH�±FRQ�VXFHVLYRV�FRQÀLFWRV�\�HQIUHQWDPLHQWRV�FRQ�OD�&DVD�de Anjou y con el Reino de Nápoles– hasta que volvió a formar parte de la Corona de Aragón en 1409 al ser heredado por Martín I de Aragón.

En 1344, Pedro IV de Aragón, el Ceremonioso invadió Mallorca, derrotó y destronó al gobernador de la isla Jaime III para –tras 70 años de inde-pendencia– LQFRUSRUDU�HO�5HLQR�GH�0DOORUFD�GH�IRUPD�GH¿QLWLYD�D�OD�Corona de Aragón. Posteriormente reconquistó el Rosellón.

Durante su reinado, en torno a 1377, se conquistaron los ducados griegos de Atenas y Neopatria.Colaboró con Alfonso XI de Castilla en la conquista de Algeciras (1344). En el enfrentamiento castellano entre Pedro I el Justicie-

ro y Enrique de Trastámara, se enfrentó al primero –que había invadido Aragón y Valencia– y apoyó al segundo.Su hijo Juan I de Aragón fue rey de Aragón, Valen-cia, Mallorca, Cerdeña y Córcega, y conde de Barce-

lona y Rosellón. Le sucedió su hermano Martín I de Aragón el Humano, el Viejo, que heredó el Reino de Sicilia

Catedral de Barcelona.Construcción gótica realizada durante

los siglos XIV y XV.

Torre de la iglesia de Santo Tomé, Toledo.Torre campanario de estilo mudéjar construida a principios del siglo XIV sustituyendo al almi-QDU�HQ�HVWDGR�UXLQRVR�TXH�IRUPDED�SDUWH�GH�OD�primitiva mezquita que dio lugar a la iglesia de

Santo Tomé.

Francisco Bueno

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Al-Andalus reducida al Reino Nazarí /D�]RQD�FULVWLDQD�IRUPDGD�SRU�ORV�UHLQRV�GH�&DVWLOOD��$UDJyQ�\�

y León


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XII1400-1500: LA CAIDA DEL REINO NAZARÍ

Y LOS REYES CATÓLICOS

Final del estado islámico en la Península IbéricaEn 1464 Abu al-Hasan Ali ben Saad (conocido como Mulay Hasan, Muley

Hacén) derrocó y encarceló a su padre Saad para conseguir el trono del reino nazarí.

En las intrigas palaciegas que se produjeron en el harén de Muley Hacén, crónicas y leyendas se entremezclan para describir las luchas entre la sultana Aixa, madre de Boabdil, y la cristiana Isabel de Solis que, capturada en una incursión nazarí, llegó como esclava a la Alhambra. Isabel aceptó el Is-lam, adoptó el nombre de Zoraida (Zoraya) y se convirtió en favorita del sultán, con el que tuvo dos hijos que tras la toma de la ciudad se incorporarían a la nobleza castellana con los QRPEUHV�GH�)HUQDQGR�GH�*UDQDGD�\�-XDQ�GH�*UDQDGD�Una de las leyendas que envuelve al sultán granadino, cuenta que tras su fallecimiento ordenó que fuese enterrado en la cum-bre más alta de Sierra Nevada, que por ello recibió el nombre de Mulhacén, la máxima altura de la Península Ibérica. Nin-guna tumba se ha encontrado en la emblemática montaña.

Tras la toma en 1481 de la fortaleza de Zahara por Mulay Hasan, los cris-tianos deciden conquistar el reino nazarí. Se desencadena la Guerra de Granada (1482-1492), que comienza en 1482 con la toma cristiana de Alhama. En las siguientes contiendas –Loja 1482– se producen varias de-rrotas de los ejércitos cristianos frente a las tropas musulmanas.

Francisco Bueno

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Las luchas internas dentro del reino nazarí facilitarían la conquista.En 1482 el hijo de Muley Hacén, Abu Abd Allah Muhammad ben Ali, Mu-

hammad XII, llamado por los cristianos Boabdil, se subleva y le arrebata el trono. Muley Hacén tiene que abandonar Granada y huir a Málaga para, con apoyo de su hermano el Zagal, combatir a su hijo.

En 1483, Boabdil al intentar tomar Lucena (Córdoba) es derrotado y apre-sado. Los Reyes Católicos lo liberaron tras realizar una serie de pactos que incluían: juramento de vasallaje al Reino de Castilla, pago de tributos del reino nazarí, apoyo cristiano a Boabdil para derrotar a los ejércitos de Muley Hacén-el Zagal y poder recuperar Granada. Y también, garantías para la seguridad personal y económica de Boabdil en caso de derrota.

En 1485 fallece Muley Hacén y su hermano Abu Abd Allah Muhammad, Muhammad XIII, llamado por los cristianos el Zagal (valiente), se con-vierte en sultán de Granada, en penúltimo rey de la dinastía nazarí. El

3DWLR�GH�ORV�/HRQHV��$OKDPEUD�GH�*UDQDGD


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Zagal gobierna en Granada, pero no puede impedir que ese mismo año los cristianos ocupen Ronda.

En 1486 Boabdil regresa a Granada y, poco después, el Zagal tiene que huir y refugiarse en la zona oriental. En ese momento el Zagal controla Alme-ría, Málaga, Guadix y Baza.

En 1487 Boabdil emprende una nueva ofensiva contra los cristianos y vuelve D�FDHU�SULVLRQHUR��'H�QXHYR�¿UPD�XQ�DFXHUGR�FRQ�ORV�Reyes Católicos para luchar conjuntamente contra el Zagal y para, tras la victoria, cederles la soberanía del reino nazarí a cambio de una serie de privilegios y la conce-sión de determinados señoríos.

Ese año de 1487 se produce la conquista de Málaga. El rey Fernando deci-dió aplicar un castigo excepcional por no aceptar los musulmanes la rendi-ción cuando se la ofrecieron: se negó a una capitulación pactada y exigió

Alhambra de Granada

Francisco Bueno

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una rendición incondicional. Todos los musulmanes fueron convertidos en esclavos (adjudicados a diferentes nobles en pago a sus servicios durante la guerra, donados como regalo al papa Inocencio VIII o destinados a los mercados de esclavos). Sólo unas pocos familias que habían colaborado con los cristianos pudieron permanecer en Málaga, como mudéjares.

Tras un largo y durísimo asedio, Isabel y Fernando toman Baza en 1489. Ese mismo año el Zagal se ve obligado a capitular y entregar las plazas que gobernaba: Almería, Guadix, Almuñécar y Salobreña. El pacto de ca-pitulación establecía que el Zagal, tras declarase vasallo de los Reyes Ca-tólicos, conservaría el título real, recibiría una serie de rentas y el señorío de Andarax. Sin embargo, ante la presión que genera el poder cristiano, el Zagal vende en 1490 sus posesiones al Rey Católico y se traslada al norte GH�ÈIULFD�GRQGH�HO�VXOWiQ�GH�)H]��DOLDGR�GH�Boabdil, ordenó que le cegasen.

Con la conquista de Almería el reino Nazarí quedaba sin puertos, sin cone-xión con el mar. Granada estaba totalmente aislada. No existía posibilidad alguna de recibir ayuda de África ni de ninguna otra parte de la Península.

7RGR�SDUHFtD�UHVXHOWR��/D�JXHUUD�KDEtD�OOHJDGR�D�VX�¿Q��Fernando e Isabel enviaron embajadores a Boabdil�SDUD�TXH�HQWUHJDUD�SDFt¿FDPHQWH�*UDQD-da conforme a los acuerdos pactados.

Pero no fue así.Boabdil se negó. La guerra se prolongaría dos años más. Granada solo seria

tomada por las armas.En 1491 el campamento de Santa Fe se transforma en poblado permanente

desde el cual los Reyes Católicos dirigen las operaciones de asedio a la ciudad de Granada.

Quedaba claro que Granada no podía subsistir por mucho tiempo. Se pro-dujeron negociaciones secretas dentro de los muros de Granada y en te-rritorio cristiano por medio del visir Abul Kasi el-Muleh en nombre de Boabdil y de Hernando de Zafra en representación de los Reyes Católi-cos��6H�HVWDEOHFLHURQ�ODV�FRQGLFLRQHV�GH�OD�FDSLWXODFLyQ��UDWL¿FDGDV�SRU�ORV�respectivos monarcas el 25 de noviembre de 1491.


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El 2 de enero de 1492, tras ocho meses de sitio, Boabdil entregaba Granada a los Reyes de Castilla y Aragón. Terminaban más de 250 años de exis-tencia del reino nazarí, que era anexionado a la Corona de Castilla.

Los Reyes Católicos ponían ¿Q�D�RFKR�VLJORV�GH�GRPLQLR�PXVXOPiQ�HQ�OD�Península, concluyendo un proceso histórico –conocido tradicionalmente con el nombre de Reconquista– que tuvo sus orígenes en el siglo VIII con el noble don Pelayo y la batalla de Covadonga.

Los acuerdos establecidos en las capitulaciones de Granada fueron espe-cialmente respetuosos con la población musulmana.

$�FDPELR�GH�JXDUGDU�ÀGHOLGDG�D�ORV�Reyes Católicos��Ve garantizaba a los musulmanes el libre ejercicio de su religión, lengua y costumbres. Se res-petaban sus mezquitas, sus propiedades y derechos, el libre comercio sin pago de más tributos, su libertad de movimientos o, si lo preferían, su mi-gración a África. Se mantenía el derecho islámico en los pleitos granadi-nos entre musulmanes, se establecía el nombramiento de tribunales mixtos HQ�ORV�FRQÀLFWRV�HQWUH�FULVWLDQRV�\�PXVXOPDQHV��\�VH�QRPEUDED�XQ�FRQVHMR�musulmán para participar en la gestión de la ciudad.

Boabdil y colaboradores fueron compensados con generosas pensiones y el sultán nazarí recibió el señorío de Andarax en la Alpujarra almeriense, donde estableció su residencia. En 1493, tras vender sus posesiones a los reyes cristianos, Boabdil –el último sultán de Granada– abandona la Pe-QtQVXOD�SDUD��DFRPSDxDGR�GH�PiV�VHLV�PLO�PXVXOPDQHV��OOHJDU�D�)H]�

8QD�OH\HQGD�HVSDxROD�±TXH�VXUJH�HQ�HO�VLJOR�;9,,,�D�SDUWLU�de los escritos novelados de Juan Velázquez de Echevarría HQ�ORV�TXH�VH�PHQRVSUHFLD�OD�¿JXUD�GH�Boabdil– cuenta que el último monarca del último reino musulmán de la Penínsu-la Ibérica, al abandonar Granada, camino del exilio, lloró al contemplar por última vez su ciudad desde un cerro cercano (hoy conocido como Suspiro del Moro) y escuchó a su madre la sultana Aixa decir: Llora como mujer lo que no supiste GHIHQGHU�FRPR�KRPEUH.

Francisco Bueno

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Aunque las capitulaciones establecían con claridad que se respetaría la cul-tura y patrimonio de los musulmanes, gran parte de los dirigentes y de la nobleza nazarí –convencida de que la realidad sería muy distinta– emigró. Para los musulmanes que permanecieron en Granada comenzó una dura y GLItFLO�HWDSD�GH�FRH[LVWHQFLD��TXH�WHQGUtD�XQ�WUiJLFR�¿QDO�

Durante los primeros años las relaciones entre vencedores y vencidos no fue-URQ�QDGD�IiFLOHV��HVWDEDQ�LPSUHJQDGDV�GH�GHVFRQ¿DQ]D��GH�IUXVWUDFLRQHV�\�de tensiones. La cultura islámica impregnaba Granada, pero el poder estaba en manos cristianas. La llegada del cardenal Cisne-ros y su política de forzar rápidamente las conversiones de los musulmanes gra-nadinos cons- tituía, de facto, un in-cumplimiento de las capitulaciones pactadas en la entrega de la ciudad. La DV¿[LDQWH� SUH- sión a la que se encon-traba sometida la población islámica –con p r i v i l e g i o s para los que abrazaran el cristianismo y amenazas para los que conserva- ran sus creencias– se pusieron de PDQL¿HVWR� HQ� ��cuando Cisneros re- quisó todos los libros escritos en árabe que existían en la ciudad, tanto en los domicilios par-ticulares como en la biblioteca pública nazarí. Excepto las obras de Medi-cina y Botánica, Cisneros ordenó la quema pública de todos los libros en árabe, cuatro o cinco mil volúmenes entre los que se encontraban coranes, obras históricas, poesía y literatura, con encuadernaciones e ilustraciones que, en sí mismas, eran auténticas obras de arte. La hoguera simbolizaba HO�¿Q�GH�OD�FLYLOL]DFLyQ�KLVSDQRPXVXOPDQD��OD�H[WLUSDFLyQ�GH�OD�PHPRULD�e historia del reino nazarí.

La situación, insostenible, desencadenó la insurrección de los mudéjares de

Boabdil


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*UDQDGD�D�¿QDOHV�GH��OD�GH�ORV�PXVXOPDQHV�GH�OD�$OSXMDUUD�D�SULQFL-pios de 1500 y la de los mudéjares de las sierra de Ronda y Marbella, quie-nes obtuvieron una importante victoria sobre las tropas cristianas, en 1501.

La respuesta de los Reyes Católicos no se hizo esperar: suspenden los pac-tos establecidos en las capitulaciones al considerar que los mudéjares las habían roto al sublevarse. Tras realizar varias intervenciones militares y apaciguar la situación, le ofrecen a los mudéjares la alternativa de aceptar el bautismo o pagar una cuantiosa indemnización de guerra si persistían en sus creencias. Las conversiones –en la práctica forzosas– se producen en gran número.

Los reyes dictaron la 3UDJPiWLFD�GH�IHEUHUR�GH��, que ordenaba la con-versión de todos los musulmanes del reino de Granada o, si se negaban, VX�H[SXOVLyQ�GHO�PLVPR��'H¿QLWLYDPHQWH�TXHGDEDQ�URWRV�ORV�FRPSURPLVRV�¿UPDGRV�SRU� ORV�Reyes Católicos con el rey Boabdil para la entrega de Granada, según los cuales los cristianos garantizaban a los musulmanes granadinos la preservación de su lengua, religión y costumbres. Quedaba eliminada la teórica dualidad administrativa y judicial hasta entonces vi-gente en la ciudad.

Obligados a elegir entre la conversión o el exilio, la mayoría de los musulma-QHV�WXYLHURQ�TXH�LU�D�ODV�LJOHVLDV�D�EDXWL]DUVH��2¿FLDOPHQWH��VH�KDEtD�FRQVH-guido la unidad religiosa del reino. Pero la realidad era bien distinta pues, siguiendo los argumentos del teólogo magrebíғ Ahmed ben Yunaa, los mu-sulmanes aceptaron la taqiyya, R�¿QJLPLHQWR��SDUD�SRGHU�SHUPDQHFHU�HQ�VX�tierra bajo el poder cristiano, que desarrollaba toda una serie de medidas SROtWLFDV��HFRQyPLFDV�\�VRFLDOHV�SDUD�HUUDGLFDU�GH¿QLWLYDPHQWH�OD�FXOWXUD�islámica de las tierras granadinas. Persistían dos culturas enfrentadas entre sí, la de los vencedores cristianos y la de los musulmanes vencidos.

A partir de esta conversión forzada, los mudéjares –musulmanes que vivían HQ�UHLQRV�FULVWLDQRV±�GHMDURQ�R¿FLDOPHQWH�GH�VHUOR��\D�TXH�HVWDEDQ�EDXWL]D-dos y se les denominó moriscos o cristianos nuevos.

Aunque durante el reinado de Carlos V los moriscos pudieron conservar

Francisco Bueno

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sus costumbres, en 1567 Felipe II –3UDJPiWLFD�6DQFLyQ promulgada en 1567– prohibió el uso de la lengua árabe, de los baños públicos, de la uti-lización de nombres musulmanes, de la vestimenta y de las ceremonias de origen islámico. La contundencia de la 3UDJPiWLFD en la eliminación de la cultura morisca y sus formas de vida provocó una nueva rebelión en las Alpujarras. La insurrección de más de veinticinco mil moriscos en las Alpujarras fue encabezada por Abén Humeya, morisco perteneciente a una familia musulmana convertida al Cristianismo durante la conquista de Granada. Tras renunciar a la fe católica y su nombre cristiano –Hernando R�)HUQDQGR�GH�9iORU�\�&yUGRED±�VH�FRQYLUWLy�DO�,VODP�\�DGRSWy�HO�QRPEUH�musulmán de Muhammad ibn Umayya, Abén Humeya�HQ�FDVWHOODQR��)XH�asesinado por su propio primo, el morisco Abén Aboo.

En 1570��)HOLSH�,,�RUGHQy�OD�expulsión de todos los moriscos de Granada; fueron trasladados y dispersados bajo vigilancia a Andalucía occidental, a Extremadura y a Castilla. En 1609��)HOLSH�,,,�GHFUHWD�OD�H[SXOVLyQ�GH¿QL-tiva de los moriscos de España.

Fernando de Antequera es elegido rey de la Coro-na de Aragón y Alfonso V conquista NápolesEn 1410 el rey Martín I de Aragón falleció. Carecía de herederos pues sus

hijos habían muerto antes que él.)XH�HOHJLGR�QXHYR�UH\�Fernando I de Aragón –conocido como Fernando

de Antequera– hijo del rey de Castilla Juan I y su esposa Leonor de Ara-gón, hermana de Martín I. Era, pues, nieto de los reyes de Aragón y de Castilla: de Pedro IV el Ceremonioso por vía materna y de Enrique II de Castilla, por la rama paterna.

Antes de ser elegido rey de la Corona de Aragón, ocupó la regencia de Cas-tilla durante la minoría de edad de Juan II de Castilla.

Alfonso V de Aragón, el Magnánimo, al igual que su padre Fernando I, ostentará los títulos de rey de Aragón, de Valencia, de Mallorca, de Sicilia, de Cerdeña y de Córcega, conde de Barcelona, de Rosellón y de Cerda-


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ña. Y, además, el de rey de Nápoles, territorio en el que –conquistado en 1443, tras librar diferentes batallas con los Anjou– establecerá su corte durante buena parte de su vida.

Alfonso V�PDQWXYR�GLIHUHQWHV�FRQÀLFWRV�EpOLFRV�FRQWUD�VX�SULPR�Juan II de Castilla.

Al morir, le sucedió su hermano Juan II en la Corona de Aragón. El reino de Nápoles fue heredado SRU� VX� KLMR� EDVWDUGR� )HU-nando y sus descendientes hasta que Luis ;,,� GH� )UDQFLD� lo ocupó y, pocos años más tarde, fue recuperado por Fernan- do el Católico.

Juan II de Aragón y su esposa Blan- ca de Navarra se constituyeron en reyes de Navarra en 1425 tras la muerte del rey navarro Carlos III, padre de Blanca.

Durante el reinado de Juan II se producirán sublevaciones de los campesinos en Cataluña que desencadenarán FRQÀLFWRV� DUPDGRV�–guerra de remensa– contra el propio rey que tendrá que recurrir al ejérci-to para controlar todo el condado.

A la muerte de Juan II, su hijo Fernando II heredaría la Corona de Aragón y su hija Leonor I –fruto de su matrimonio con Blanca– heredaría el reino de Navarra.

1DYDUUD�GLYLGLGD�HQWUH� OD� LQÀXHQFLD� IUDQFD�\� OD�hispánicaBlanca I de Navarra –reina consorte de Sicilia por su matrimonio con el

rey Martín el Joven– tras enviudar abandona Sicilia que queda en poder

Fernando de Antequera

Francisco Bueno

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de Martín el Humano de Aragón. Tras la muerte de su padre, Blanca I se constituye en 1425 en reina de Navarra y se casa con el infante Juan, heredero de la Corona de Aragón.

De esta manera, Juan II de Aragón se convierte en rey de Navarra (1425) y en rey de la Corona de Aragón (1458). Juan II intentó anexionarse par-te de Castilla, pero fue derrotado en todas las incursiones que emprendió.

El hijo de Blanca I y Juan II –Carlos, Príncipe de Viana– debía heredar el reino de Navarra a la muerte de su madre. Sin embargo, tras el falleci-miento de la reina, Juan II continuó como rey consorte de Navarra provo-FDQGR�XQ�FRQÀLFWR�FLYLO��Carlos de Viana declaró la guerra a su padre en 1451.

(O�FRQÀLFWR�VH�H[WHQGLy�KDVWD�HO�UHLQR�GH�$UDJyQ�SXHV�Carlos de Viana tenía importantes aliados catalanes. De hecho, tras ordenar Juan II la detención de Carlos, se produce una rebelión en Cataluña que exige su liberación y proclama la deslegitimación de Juan II. Todo ello desencadena una con-

Lamento sobre Cristo muerto, Lluís Borrassà.Pintura gótica catalana realizada en 1411.


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tienda armada que requirió la participación del ejército francés –aliado de Juan II– para aplastar la sublevación en Cataluña, a la vez que Enrique IV de Castilla prestaba ayuda a los catalanes en contra del rey aragonés.

A la muerte de Juan II en 1479, su hijo con Juana Enríquez –Fernando II– heredaría la Corona de Aragón. Y su hija con Blanca de Navarra –Leonor I, hermana del difunto Carlos de Viana– heredaría el Reino de Navarra.

(O�KLMR�GH�/HRQRU�,�FRQ�HO�FRQGH�IUDQFR�*DVWyQ�GH�)RL[�FRQWUDH�PDWULPRQLR�FRQ�OD�SULQFHVD�0DJGDOHQD��KLMD�GHO�UH\�GH�)UDQFLD�&DUORV�9,,��FRQ�OD�TXH�WLHQH�GRV�KLMRV��)UDQFLVFR�\�&DWDOLQD��/D�PXHUWH�SUHPDWXUD�GH�/HRQRU�,��GH�VX�KLMR�\�GH�VX�QLHWR�)UDQFLVFR��FRQYLUWLy�HQ�1483 a Catalina –casada con Juan de Albret– en reina de Navarra.

Navarra estaba radicalmente dividida entre beamonteses, partidarios de los castellanos, y agramonteses, aliados de franceses y aragoneses. La in-ÀXHQFLD�GH�OD�PRQDUTXtD�IUDQFHVD�HUD�HYLGHQWH��/RV�FRQÀLFWRV�HQWUH�EHD-monteses y agramonteses se tornaron más violentos; los primeros busca-ban el apoyo de Castilla frente a los segundos que contaban con las fuerzas francas.

Fernando II, el Católico, conquistará el Reino de Navarra.

Fernando e Isabel unen los reinos de Aragón y Castilla, conquistan el Reino Nazarí y promueven el descubrimiento de AméricaAl morir Enrique III de Castilla, dado que su hijo Juan II era menor de

edad, se nombró regente al infante Fernando, hermano de Enrique III. Durante la regencia se reanudó la guerra contra el reino nazarí de Granada, obteniéndose conquistas tan importantes como la toma de Antequera en 1410, por la que el infante recibió el nombre de Fernando de Antequera.

Fernando de Antequera –sobrino de Martín I de Aragón muerto sin des-cendencia legitima– fue elegido rey de la Corona de Aragón en 1412. Abandonó Castilla para convertirse en Fernando I de Aragón. Su sucesor, Alfonso V de Aragón, mantuvo diferentes enfrentamientos con los reyes

Francisco Bueno

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castellanos, tanto con Juan II como con su hijo Enrique IV de Castilla.Con Juan II, el +RQUDGR�&RQFHMR�GH�OD�0HVWD�GH�3DVWRUHV creado por Al-

fonso X en 1273 para agrupar a los propietarios de ovejas de Castilla, ad-quiere nuevos privilegios que se sumaban a la concesión de cañadas reales que conferían derecho de paso y de pastoreo al ganado ovino.

La industria de la lana –que conllevaba la trashumancia del ganado desde el norte al sur de la Península– se constituyó en una fuente económica HVHQFLDO�SDUD�OD�PRQDUTXtD�GXUDQWH�ORV�VLJORV�;,9�\�;9��(Q�HVWD�pSRFD��el mercado de la lana se centralizaba en Burgos y desde allí se enviaba la producción a los puertos del Cantábrico –Bilbao se fundó el año 1300– SDUD�H[SRUWDUOD�D�)ODQGHV��0LHQWUDV�TXH�$UDJyQ�FUHDED�XQ�LPSHULR�HFRQy-mico en el Mediterráneo, Castilla mantenía el comercio lanar con el norte de Europa. Los Reyes Católicos reestructurarían los fueros de la Mesta, decretarían el libre el paso de rebaños entre Aragón y Castilla (Cortes de Toledo de 1480) y le conferirían mayor poder pues el comercio la lana PHULQD�HUD�HVHQFLDO�SDUD�PDQWHQHU�ODV�¿QDQ]DV�GHO�HVWDGR��OD�FDEDxD�RYLQD�SDVR�GH��PLOORQHV�GH�FDEH]DV�D�SULQFLSLRV�GHO�VLJOR�;,9�D�XQRV��PLOOR-QHV�D�¿QDOHV�GHO�;9��

Antes, durante el reinado del heredero de Juan II –Enrique IV– se produje-ron numerosas conspiraciones y enfrentamientos armados entre diferentes grupos nobiliarios que defendían sus propios intereses. Castilla se con-YHUWtD�HQ�XQ�UHLQR�LQJREHUQDEOH�FRQ�JUDYHV�FRQÀLFWRV�HQ�OD�VXFHVLyQ�GHO�monarca.

En efecto, aunque el rey nombró heredera de la corona de Castilla a su única hija Juana –fruto de su matrimonio con Juana de Portugal, hermana del rey portugués Alfonso V– la nobleza enfrentada al monarca no lo aceptó y puso en duda la paternidad de la heredera, a la que –por considerar hija de Beltrán de la Cueva, asesor del rey– denominaban Juana, la Beltraneja. Dado que Enrique IV no tenía más hijos, nombraron sucesor a su herma-nastro Alfonso de Castilla.

Los enfrentamientos armados y negociaciones se sucedían entre los partida-


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rios de Enrique IV y los que apoyaban a Alfonso. Ante la difícil situación en la que se encontraba el reino, Enrique IV acepta designar heredero de Castilla a su hermanastro Alfonso��(O�FRQÀLFWR�SDUHFtD�UHVXHOWR��SHUR�DQWH�la repentina muerte de Alfonso, los nobles que lo apoyaban deciden que la heredera debe ser la hermanastra de Enrique IV: Isabel.

En 1468, Enrique IV e Isabel�¿UPDURQ�XQ�DFXHUGR�HQ�HO�TXH�HO�UH\�GHFODUD-ba heredera de Castilla a su hermanastra Isabel, reservándose el derecho de acordar su matrimonio. De hecho, En- rique IV consi-deraba que la heredera debe-ría esposarse con Alfonso V, rey de Portu- gal. Pero Isabel se casó en se- creto en 1469 con Fernan- do II de Ara-gón, hijo del rey de Aragón. Enrique IV consideró que Isabel había roto el pacto y proclamó a su hija Juana como heredera al trono, jurando pú- blicamente que era su hija legítima.

Tras la muerte de Enrique IV –cuyo testamento desapareció– Isabel fue proclamada reina en 1474 por sus partidarios. Y Juana, por los suyos, con el apoyo de su prometido el rey Alfonso V de Portugal.

La proclamación de Juana como reina de Castilla en 1475, desencadenó la JXHUUD�HQWUH�HO�EDQGR�LVDEHOLQR�\�HO�EDQGR�MXDQLVWD��(O�FRQÀLFWR�EpOLFR�HQ-tre los partidarios de Juana, hija del difunto Enrique IV que contaba con HO�DSR\R�GH�3RUWXJDO�\�)UDQFLD��\�ORV�GH�Isabel, hermanastra de Enrique IV que contaba con al apoyo de Aragón, se extendió, por tierra y por mar, hasta 1479.

Isabel I

Francisco Bueno

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El ejército portugués al mando de Alfonso V entra en Castilla y, tras conse-guir varias victorias, es derrotado por las tropas isabelinas, que le obligan, junto a la reina Juana, a retirarse a Portugal. Pero la confrontación no había terminado.

(Q� ODV� FRVWDV� DIULFDQDV� GHO�$WOiQWLFR� VH� HQIUHQWDURQ� OD� ÀRWD� SRUWXJXH-VD�\� OD�ÀRWD� FDVWHOODQD�� TXH�KDEtD� LQLFLDGR� OD� FRORQL]DFLyQ�GH� ODV� LV-las Canarias. La batalla naval para conseguir el oro y los esclavos de Guinea concluyó con victoria portuguesa. Tras esta victoria, las tropas portuguesas y juanistas pe-netraron en Extremadura, r e a c t i v á n - dose la guerra en la propia Península. Las fuerzas isabelinas cons igu i e - ron la retirada del ejérci- to portugués, aunque éste conservó al-gunas plazas castellanas próximas a la frontera.

La guerra con- cluyó en 1479 FRQ� OD� ¿UPD� del tratado de Alcáçovas, que reconocía a Isabel y Fernando como reyes de Castilla y otorgaba a Portugal el control de la mayor parte de los territorios del Atlántico con la excepción de las islas Canarias (de las que aún faltaban por conquistar Tenerife, Gran Canaria y La Palma). Juana perdía su dere-cho al trono, se deslegitimizaba su unión con Alfonso V y se le ofrecía la posibilidad de casarse con el heredero de los Católicos, el príncipe Juan, o recluirse en un convento, opción por la que optó. Portugal recibió una sustanciosa indemnización de guerra y el derecho de conquista en el norte de África.

Fernando II


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También se acordó la boda de la infanta Isabel de Aragón, hija primogénita de los reyes Isabel y Fernando, con el heredero de Juan II de Portugal, el príncipe Alfonso. Un hijo varón de Isabel y Alfonso lo convertiría en rey de los reinos de Portugal, Castilla y Aragón en caso de que los Reyes Católicos murieran sin descendiente masculino. Tras la prematura muerte del príncipe Alfonso, Isabel se casaría con el nuevo heredero Manuel I de Portugal, del que tuvo un hijo –Miguel, nieto y heredero de los Reyes Católicos– que murió antes de cumplir los dos años de edad.

En 1479 Fernando heredó el trono de Aragón al morir su padre, el rey Juan II de Aragón.

Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón, soberanos de la Corona de Castilla (1474-1504) y de la Corona de Aragón (1479-1516), reinaron juntos hasta la muerte de la reina en 1504. Recibieron el título de Reyes Católicos por el papa Alejandro VI mediante bula de 1494.

La unión de la Corona de Castilla (4,5 millones de habitantes) y la Coro-na de Aragón (500.000 habitantes) era sólo dinástica, es decir, fruto del matrimonio de los reyes de dos reinos independientes.

Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón acordaron –concordia de Segovia, 1475– que Isabel era la única heredera del reino de Castilla, de modo que a su muerte, sus títulos pasarían a sus descendientes directos. Fernando recibió el título de rey, pero no quedó relegado a consorte: los GRFXPHQWRV�R¿FLDOHV��OD�PRQHGD��HO�VHOOR�\�ORV�SUHJRQHV�VHUtDQ�UHGDFWDGRV�HQ�QRPEUH�GHO�UH\�\�GH�OD�UHLQD��¿JXUDQGR�HO�QRPEUH�GH�Fernando antes que el de Isabel, pero con las armas de Castilla precediendo a las de Aragón. El nombramiento de cargos públicos propios de Castilla sería realizado por la reina, pero la gestión administrativa, económica y el nombramiento de cargos generales se regularían de común acuerdo por ambos monarcas. La Concordia garantizaba la independencia de Castilla y Aragón en sus asun-tos internos, pero proporcionaba una gran cohesión política al gobierno de Fernando e Isabel que, de hecho, acordaron utilizar los mismos títulos y una sola heráldica perteneciente por igual a ambos reinos. Se constituía así

Francisco Bueno

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un gobierno de monarquía compartida, único en su época. Posterior-mente Isabel otorgó a Fernando un documento por el que le autorizaba y le reconocía la capacidad para ejercer todas las funciones de gobierno que ella estaba legitimada para hacer, lo que convertía a Fernando en rey efectivo de Castilla. Fernando en las Cortes de Aragón –concordia de Calatayud, 1481– otorgó a su esposa Isabel los mismos poderes que él había recibido, designándola como corregente, gobernadora y administra-dora en los reinos de la Corona de Aragón.

Escudo de los Reyes CatólicosEl escudo de los Reyes Católicos representa en el pri-mer y cuarto cuartel al reino de Castilla y León, y en el segundo y tercero a los reinos de Aragón y Dos Sicilias, añadiéndose en 1492 el símbolo correspondiente al reino de Granada en la parte inferior. El conjunto es sostenido por el águila que simboliza a San Juan Evangelista, que ya había sido utilizado por Isabel siendo princesa y fue incorporada a las armas combinadas de ambos mo-narcas. El águila de San Juan también fue utilizado por algunos monarcas de Inglaterra, pero no por Carlos V que incorporó el águila bicéfala de origen bizantino.Isabel tomó como emblema HO�KD]�GH�ÀHFKDV, para incor-SRUDU�OD�LQLFLDO�GH�VX�PDULGR��©)ª�GH�Fernando��)HUQDQ-do hizo lo propio al incorporar el yugo, para incorporar OD�©<ª�GH�OD�UHLQD��Ysabel, con la grafía de la época).(O�HPEOHPD�SHUVRQDO�GHO�UH\�)HUQDQGR�HUD�un yugo, con una cuerda suelta y el lema heráldico «tanto montaª��HQ�referencia al nudo gordiano. Según una leyenda griega, un labrador llamado Gordias, que tenía por toda riqueza una carreta con sus bueyes, fue elegido rey en Anatolia y, en señal de agradecimiento, ofreció a Zeus su carro,


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atando el yugo con un nudo cuyos cabos se escondían en el interior, tan complicado que nadie lo podía soltar, anunciando que el que lo consiguiese conquistaría toda Asia. Cuando Alejandro Magno emprendió la conquista de Asia, se enfrentó al reto de desatar el nudo. Solucionó el problema cortándolo con su espada: “tanto monta cor-tar como desatar”, “da lo mismo cortarlo que desatarlo”, dando a entender que lo fundamental es resolver el pro-blema./DV�LQWHUSUHWDFLRQHV�SRSXODUHV�PRGL¿FDURQ�HO�VLJQL¿FDGR�del lema que, ante el carácter dual de la monarquía, quedó trasformado en “Tanto monta, monta tanto, Isabel como Fernando”.(O�HVFXGR�GH�ORV�5H\HV�&DWyOLFRV��FRQ�DOJXQDV�PRGL¿FD-ciones, fue utilizado como símbolo representativo del ré-JLPHQ�GLFWDWRULDO�GHO�JHQHUDO�)UDQFR��<�SRU�HVWH�PRWLYR��HO�iJXLOD�GH�6DQ�-XDQ��HO�\XJR�\�ODV�ÀHFKDV�GHVDSDUHFtDQ�GHO�nuevo escudo de la España democrática.

Francisco Bueno

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Al alcanzar el poder, el reino se encontraba en manos de una poderosa no-EOH]D�TXH�VyOR�SUHWHQGtD�LQFUHPHQWDU�VX�SURSLR�SDWULPRQLR�H�LQÀXHQFLD��los enfrentamientos continuos en defensa de sus intereses creaban una situación anárquica en todo el territorio. Así, gran parte del antiguo Reino de Sevilla se encontraba dominado por dos linajes enfrentados que con-trolaban muchas de sus ciudades y fortalezas: el dirigido por Enrique de Guzmán, duque de Medina Sidonia, que gobernaba la ciudad de Sevilla y las fortalezas de Aroche, Aracena, Lebrija, y el dirigido por Rodrigo Pon-ce de León��PDUTXHV�GH�&iGL]��TXH�JREHUQDED�-HUH]�GH�OD�)URQWHUD��$OFDOiғ de Guadaira y la fortaleza de Constantina. Los enfrentamientos entre el duque de Medina Sidonia y Ponce de León provocaron que el primero expulsara al segundo de la ciudad de Sevilla.

Al llegar en 1477 los reyes a Sevilla, una de las ciudades más importantes del reino, ordenaron al duque de Medina Sidonia que les entregara los alcázares, atarazanas, puerta de Jerez y el castillo de Triana, y del mismo modo actua-ron con el marqués de Cádiz, del que recibieron sus ciudades y fortalezas.

No fueron los únicos obligados a hacer estas restituciones de castillos, pla-zas fuertes, torres y fortalezas. Los reyes estaban dispuestos a imponer el poder de la corona sobre las grandes familias nobiliarias del reino. A cambio, dichas familias fueron generosamente recompensadas, econó-micamente y con la concesión de amplios privilegios. Los que se habían enfrentado a los reyes, tras aceptar el poder real, fueron perdonados. El objetivo era claro: cohesionar sus reinos.

Pero a los que mantuvieron su oposición, los reyes mostraron su clara de-FLVLyQ�GH�LPSRQHU�HO�SRGHU�GH� OD�PRQDUTXtD��$Vt��RFXUULy�FRQ�)HUQDQGR�Arias de Saavedra, que ocupaba las plazas de Utrera, Tarifa y Zahara. Ante la negativa de ceder la primera plaza, los reyes la sitiaron durante cuatro meses hasta que consiguieron entrar en la misma, dando muerte a VX�DOFDLGH�\�D�ODV�WURSDV�TXH�OD�GHIHQGtDQ��)HUQDQGR�GH�$ULDV�UHVLVWtD�HQ�OD�IRUWDOH]D�GH�=DKDUD��SHUR�¿QDOPHQWH�VROLFLWy�HO�SHUGyQ�GH�ORV�UH\HV�TXH�VH�lo concedieron al rendir la plaza.


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Los Reyes Católicos imponen su autoridad a la nobleza, clero, burguesía y Órdenes Militares, forman un ejército permanente y crean audiencias de justicia para controlar un poder judicial caótico, parcial, localista y frag-mentado. Es decir, están transformando el antiguo Estado feudal en una monarquía autoritaria capaz de modernizar dicho estado.

Tras conseguir el control interno de sus reinos, los Reyes Católicos em-prendieron la conquista del reino nazarí: el 2 de enero de 1492 tomaban Granada.

Ese mismo año, tras la conquista de Granada, dictaminan –decreto de expul-sión de los judíos, 31 de marzo de 1492– que los judíos deben abandonar sus reinos o convertirse al cristianismo. Aunque una minoría económi-ca y políticamente poderosa aceptó la conversión, la mayor parte de la población judía –ante las torturas y ejecuciones practicadas por la Santa Inquisición en su lucha contra la herejía y contra las prácticas de los judeo-conversos que persistían en su antigua fe- tuvo que abandonar sus casas y propiedades para dirigirse a otras tierras.

La coexistencia del judaísmo y del islamismo con el cristianismo en los rei-nos de Castilla y de Aragón era una situación singular dentro de los reinos cristianos, pues los judíos habían sido expulsados con anterioridad de gran SDUWH�GH�(XURSD��GH�,QJODWHUUD�HQ��\�GH�)UDQFLD�HQ��SRU�HMHPSOR��De hecho, unos años más tarde de la expulsión de los judíos, los reyes actuaron de forma similar con los musulmanes al decretar la conversión forzosa de los mismos o la expulsión del reino.

La unidad religiosa se constituía en elemento fundamental para conse-guir la unidad política en un estado único y centralista, capaz de defender unos intereses generales frente a los privilegios de la nobleza y del clero medieval.

Tras la conquista del reino nazarí, los Reyes Católicos acometen la expan-sión fuera de la Península, hacia el Atlántico impulsada por los castellanos y hacia el Mediterráneo prosiguiendo la política aragonesa.

Seis años antes de la conquista de Granada, Cristóbal Colón había ofrecido

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a los Reyes Católicos trazar una nueva ruta para, por el Atlántico, llegar a ODV�,QGLDV�SRU�HO�RHVWH��(O��GH�DEULO�GH��VH�¿UPDQ�ODV�&DSLWXODFLRQHV�GH�6DQWD�)H�HQ�ODV�TXH�ORV�UH\HV�Isabel y Fernando nombran a Colón al-mirante, virrey y gobernador de los territorios por descubrir, asignándole la décima parte de todos los bienes obtenidos, tras una dura negociación en la que el descubridor poco o nada cedió.

El 3 de agosto de 1492 Colón partió con un centenar de tripulantes del puer-to de Palos con la nao Santa María y las carabelas OD�3LQWD y la Niña. El 12 de octubre llegaron a la pequeña isla caribeña de Guanahaní, desde la TXH�SDVDURQ�D�&XED�\�6DQWR�'RPLQJR��)XH�HO�SULPHU�YLDMH�GH�ORV�FXDWUR�realizado por el almirante, que murió sin saber que había descubierto un nuevo continente. El Descubrimiento de América cambiaría la historia de los reinos de la Península Ibérica.

5HQGLFLyQ�GH�*UDQDGD��UHSUHVHQWDGD�SRU�)UDQFLVFR�3UDGLOOD�HQ�1882.

Boabdil entrega las llaves de Granada a los Reyes Católicos.


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(Q�OD�3HQtQVXOD��VH�FRQVLJXH�TXH�)UDQFLD�FHGD�HQ��el Rosellón y la Cer-daña (que Juan II�KDEtD�FHGLGR�DO�UH\�IUDQFpV�/XLV�;,��HQ�HO�$WOiQWLFR�se conquistan las Islas Canarias (Gran Canaria en 1478, La Palma en 1492 y Tenerife en 1496), y en el norte de África se toman diferentes plazas litorales que proporcionan seguridad a la navegación en el Mediterráneo (Melilla en 1497, Orán 1509, Argel y Trípoli en 1510).

Tras derrotar a las tropas francesas, las tropas de los Reyes Católicos dirigi-das por Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán, conquistan en 1504 el reino de Nápoles, que permanecerá unido a la Corona de España KDVWD�SULQFLSLRV�GHO�VLJOR�;9,,,�

Los Reyes Católicos establecieron una política exterior de alianzas con diferentes estados de Europa mediante los enla-ces matrimoniales de sus cinco hijos con las familias reales europeas:- Isabel de Castilla y Aragón se convirtió en reina de Portu-gal al casarse con Manuel I de Portugal, pero murió duran-te su primer parto, del infante Miguel que –heredero de los reinos de Portugal, Castilla y Aragón– murió a los dos años de edad.- María de Aragón se casó con su cuñado Manuel I de Por-tugal��XQD�YH]�TXH�pVWH�KDEtD�HQYLXGDGR��)XH�PDGUH�GHO�KH-redero de Portugal Juan III y de la emperatriz Isabel, esposa de Carlos V.- Catalina de Aragón contrajo matrimonio con el príncipe Arturo de Gales y, tras la muerte de éste, se desposó con su hermano, Enrique VIII, convirtiéndose en reina de Ingla-terra, madre de la reina María I de Inglaterra, María Tudor, HVSRVD�GH�)HOLSH�,,�- Juana I contrajo matrimonio en 1496 con Felipe de Aus-tria, hijo del emperador Maximiliano I de Habsburgo.- El príncipe Juan, heredero de los reinos de Aragón y Cas-

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tilla, se casó con Margarita de Austria, hija del emperador Maximiliano I de Habsburgo.

Tras la muerte del único hijo varón de los Reyes Católicos en 1497 –el prín-cipe Juan, un heredero común para los dos reinos que aseguraba la unión territorial en una dinastía propia– la sucesión en la corona de Castilla y Aragón no estaba decidida. Dado que un año antes del fallecimiento del príncipe, la primogénita Isabel había muerto durante el parto del infante Miguel y éste murió a los dos años de edad, la princesa Juana se conver-tía en heredera de los reinos de Castilla y Aragón.

Tras la muerte de la reina Isabel en 1504, se plantea la sucesión en el reino de Castilla. Isabel había previsto la regencia de Fernando, pero parte de la nobleza castellana no apoyaba esta decisión. Las diferentes partes al-canzaron un acuerdo –concordia de Salamanca, 1505– mediante el cual Castilla sería gobernada conjuntamente por Juana, su esposo Felipe y el propio Fernando, nombrándose a la primera reina de Castilla y a su espo-so rey consorte.

Pero las tensiones entre Felipe I, conocido como Felipe el Hermoso, y Fer-nando�VH�SXVLHURQ�GH�PDQL¿HVWR�GH�IRUPD�LQPHGLDWD�SXHV�D�SULQFLSLRV�GH�1505 Felipe�SDFWD�FRQ�HO�UH\�IUDQFpV�/XLV�;,,�OD�GHYROXFLyQ�GH�1iSROHV�y Fernando se opone al considerar que Nápoles no pertenece a Castilla, VLQR� D�$UDJyQ��\�GHFLGH� FDVDUVH� FRQ�*HUPDQD�GH�)RL[�� VREULQD�GHO� UH\�francés, que aporta como dote los derechos franceses sobre Nápoles. En 1506 –&RQFRUGLD�GH�9LOODIi¿OD– Fernando cederá el gobierno de Castilla a Felipe I y regresará a Aragón.

La situación fue efímera: a los pocos meses murió Felipe el Hermoso y Fernando regresó haciéndose cargo de la regencia de Castilla (conjunta-mente con el cardenal Cisneros). Su hija, la reina Juana I de Castilla –co-nocida como Juana la Loca por presentar signos de incapacidad mental, quizás provocada por años de celos enfermizos– había aceptado recluirse en Tordesillas.

En esta situación, Fernando II –para frenar la amenaza de la monarquía


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francesa– impone la presencia de tropas castellanas en Navarra, hasta que en 1512 decide ocupar Pamplona y conquistar el Reino de Navarra. La IDPLOLD�UHDO�IUDQFR�QDYDUUD��WXYR�TXH�KXLU�D�)UDQFLD��/DV�&RUWHV�GH�1DYD-rra, a la que sólo fueron beamonteses, proclamaron rey de Navarra a Fer-nando II y las Cortes de Castilla aprobaron la incorporación de Navarra a la Corona de Castilla.

(UD�HO�¿Q�GH�OD�LQGHSHQGHQFLD�GHO�5HLQR�GH�1DYDUUD�$XQTXH�WHQtDQ�HO�DSR\R�GH�)UDQFLD��WRGRV�ORV�LQWHQWRV�GH�ORV�UH\HV�QDYDUURV�

–Catalina y Juan de Albret– por recuperar su reino fueron inútiles. Su ejército de navarros agramonteses, franceses y mercenarios fue derrotado por las tropas castellanas, antes y después de la muerte de Fernando el Católico. Incluso en 1521 en que se produce un alzamiento generalizado

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en toda Navarra, el ejército franco-navarro fue derrotado por las tropas de &DUORV�,��6LQ�HPEDUJR��GDGD�OD�FRQÀLFWLYLGDG�HQ�OD�Navarra continental �VLWXDGD�DO�QRUWH�GH�ORV�3LULQHRV��HQ�OD�DFWXDO�)UDQFLD��Carlos I se retiró de la misma en 1528. Enrique II –hijo de Catalina de Navarra y Juan de Albret– se coronó rey de la Navarra continental, reino independiente que VH�XQLy�GLQiVWLFDPHQWH�D�OD�&RURQD�GH�)UDQFLD�HQ��FRQVHUYDQGR�VXV�IXHURV�\�HO�WtWXOR�GH�5HLQR��KDVWD�TXH�OD�5HYROXFLyQ�)UDQFHVD�DEROLy�WRGR�tipo de monarquía.

/D�1DYDUUD�SHQLQVXODU�TXHGDUtD�GH¿QLWLYDPHQWH�XQLGD�D�OD�&RURQD�GH�&DVWL-lla, y como prometió Fernando el Católico, mantuvo sus fueros e institu-FLRQHV«�KDVWD�HO�VLJOR�;9,,,�


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XIIILA UNIÓN DE LAS ESPAÑAS TRAS LOS

REYES CATÓLICOSLa unión de las coronas de Aragón y de Castilla fue resultado del enlace

matrimonial de dos monarcas. Los Reyes Católicos querían desarrollar XQ�HVWDGR�IXHUWH��FRQ�XQD�PRQDUTXtD�FDSD]�GH�XQL¿FDU�SROtWLFD��HFRQyPLFD�y socialmente todos sus reinos, una monarquía con un poder mayor al de los nobles que defendían sus intereses particulares e imponían sus propias normas en las ciudades y tierras que poseían.

Aunque Isabel y Fernando levantaron los cimientos de esta unidad, Ara-gón y Navarra, mantenían leyes e instituciones propias de cada reino, diferentes a las de Castilla.

De hecho las Cortes de Castilla tenían escasa capacidad para controlar el poder real, desempeñando un papel meramente consultivo que refrendaba los privilegios y fueros impuestos por el rey. En cambio, las Cortes de la Corona de Aragón –Cortes de Aragón, Cortes de Cataluña y Cortes de Va-lencia, que podían reunirse deforma conjunta o con carácter local– tenían la capacidad de desarrollar fueros que los reyes debían respetar y prometer antes de su investidura. En cualquier caso, dado que durante la Edad Me-GLD�OD�&RUWH�QR�WXYR�UHVLGHQFLD�¿MD��VLQR�TXH�VH�WUDVODGDED�FRQ�ORV�UH\HV�D�las ciudades más importantes del reino, las Cortes se convocaban en dife-rentes ciudades según indicaran las circunstancias del momento.

Una de las pocas instituciones que se implantaron en los tres reinos fue la Inquisición. La Santa Inquisición, fundada en 1184 y controlada directa-mente por el Papado desde 1231, se extendió por parte de Europa y se ins-tauró en el reino de Aragón en 1249, pero no en Castilla. En la Corona de Castilla –por bula del papa Sixto IV– se creó en 1478 una Inquisición Real

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que dependía directamente de los Reyes Católicos. En 1483, la Inqui-VLFLyQ�VH�H[WHQGLy�D�OD�&RURQD�GH�$UDJyQ��SURYRFDQGR�JUDYHV�FRQÀLFWRV�con el Papado, insurrecciones y represalias armadas que obligaron a los reyes a proporcionar protección a los nuevos inquisidores de Aragón. La Inquisición se constituía en instrumento del poder real, pues a diferencia de los agentes ordinarios de la Corona que no podían rebasar los límites jurisdiccionales de sus respectivos reinos, podía actuar tanto en Castilla como en Aragón, y en Navarra tras ser anexionada.

Al concluir el reinado de los Reyes Católicos, los reinos hispanomusulmanes habían sido eliminados, los judíos expulsados, Castilla, Aragón y Navarra XQL¿FDGDV�EDMR�XQD�PRQDUTXtD�GXDO��ODV�,VODV�&DQDULDV�DQH[LRQDGDV�\�XQ�nuevo continente incorporado a la monarquía. Pero Las Españas –nombre que utiliza Cristóbal Colón en sus escritos– tendrían que recorrer todavía un largo camino hasta cristalizar en un estado único, pues el estado creado por los Reyes Católicos era una federación de reinos que sólo tenían en común a los propios monarcas y unas pocas instituciones (como la Inqui-sición). Aragón y Navarra mantuvieron sus propios fueros e instituciones KDVWD�SULQFLSLRV�GHO�VLJOR�;9,,,�HQ�TXH�IXHURQ�DEROLGRV�±Decretos de Nue-YD�3ODQWD– por Felipe V al desarrollar una nueva administración territorial TXH�SHUPLWLHUD�FHQWUDOL]DU�\�XQL¿FDU�HO�SRGHU�SROtWLFR�

Fernando gobernó Castilla y Aragón hasta su muerte en 1516, sucediéndole –tal y como había previsto la reina Isabel– el infante Carlos, primogénito de Juana I de Castilla y Felipe I el Hermoso, nieto de los Reyes Cató-licos, nieto del Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico Maxi-miliano I de Habsburgo.

Carlos I fue el primer rey común de Castilla, Aragón y Navarra. Carlos I de España, emperador Carlos V del Sacro Imperio Romano

Germánico, creó un poderoso imperio con los territorios recibidos por he-rencia materna (Castilla, Aragón, Navarra, Nápoles, Sicilia y las Indias), ORV�TXH�OH�SURSRUFLRQy�VX�KHUHQFLD�SDWHUQD��%RUJRxD��)ODQGHV�\�$XVWULD��los adquiridos como emperador germánico (Alemania) y sus propias con-


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quistas (que se extendían ampliamente por América). Con él se consolida la nueva dinastía –la de los Habsburgo, Casa de Austria– que entró en Es-paña con su padre Felipe el Hermoso.

La unión de los distintos reinos en un solo Estado se producirá con serias GL¿FXOWDGHV�

De hecho, durante el siglo XVII, las tensiones alcanzaron tal grado de inten-sidad que desencadenaron la Guerra de los Segadores en 1640, la pro-clamación de independencia de Cataluña y su proclamación de adhesión al reino de Francia en 1641. Todo comenzó –en principio– por una cues-WLyQ�HFRQyPLFD��ODV�QHFHVLGDGHV�¿QDQFLHUDV�GHO�(VWDGR�LPSRQtDQ�DXPHQWDU�OD�SUHVLyQ�¿VFDO�VREUH�ORV�WHUULWRULRV�GH�OD�&RURQD�GH�$UDJyQ��FX\RV�IXHURV�restringían radicalmente su aportación a la hacienda real de España. Y por ello, durante el reinado de Felipe IV, el Conde-Duque de Olivares impuso en 1626 el proyecto de Unión de Armas, según el cual todos los Reinos de la Monarquía Hispánica contribuirían en proporción a su población y a su riqueza con hombres y dinero a la defensa de la Corona (lo que rompía la DXWRQRPtD�¿QDQFLHUD�GH�OD�TXH�JR]DEDQ�ORV�GLIHUHQWHV�UHLQRV�KDVWD�OD�IHFKD��En este contexto, Luis XIII de Francia declara la guerra a Felipe IV de España en 1635. Los tercios reales entran en Cataluña para enfrentarse a los IUDQFHVHV��SHUR�ORV�FRQÀLFWRV�TXH�JHQHUDQ�FRQ�OD�SREODFLyQ�ORFDO�SURYRFDQ�que campesinos y segadores se subleven y ataquen al propio ejército real, se apropien de Barcelona y asesinen al virrey representante de la Corona (Gue-rra de los Segadores, 1640). La Generalidad proclama la República Inde-pendiente de Cataluña, pero la oligarquía catalana que había promovido una sublevación frente a la autoridad del rey, ahora se enfrentaba a una auténtica revolución social. Incapaces de controlar la revuelta de los campesinos, los gobernantes catalanes se aliaron con el enemigo de Felipe IV: Luis XIII (y su astuto cardenal Richelieu). La Generalitat –en contra de lo que hasta ese momento había defendido– pagó un ejército foráneo, le permitió ocupar su territorio para enfrentarse al ejército de Felipe IV��DFHSWy�HO�YDVDOODMH�D�)UDQ-cia y nombró conde de Barcelona a Luis XIII de Borbón, que de esta forma

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se convertía en Luis I de Barcelona, rey de Cataluña. Luis XIII nombró un virrey francés, nombró a sus propios partidarios, concedió importantes pri-vilegios a los mercaderes franceses; el ejército francés pagado por Cataluña se comportaba como un ejército de ocupación. El descontento de la nobleza, GH�OD�ROLJDUTXtD�\�GHO�SXHEOR�FRQ�/XLV�;,,,�SHUPLWLy�TXH�Felipe IV derrotara al ejército francés en 1652 y recupera Cataluña, aunque tuvo que ceder a Luis XIII el Rosellón (3D]�GH�ORV�3LULQHRV, 1659).

Las tensiones no desaparecieron.<�DVt��FXDQGR�D�SULQFLSLRV�GHO�VLJOR�;9,,,��WUDV�OD�PXHUWH�GH�&DUORV�,,��Felipe

V es designado heredero de la Corona de España, las cortes catalanas y aragonesas proclamaron rey a Carlos de Austria tal y como proponían al-gunas monarquías europeas. Tras ser derrotado y expulsado del reino por Felipe V��HO�UH\�¿UPD�ORV�Decretos de Nueva Planta (1705-1716) con los que suprime los fueros, instituciones y fronteras arancelarias de los reinos tradicionales que conformaban la Corona. Ello supuso una remodelación radical del sistema político de los reinos de la Corona para homogenizar la administración y constituir un Estado centralizado y fuerte, aunque se conservaron algunas particularidades forales. Era HO�¿QDO�GHO�PRGHOR�LQV-titucional que había caracterizado a la Corona de España desde la Edad Media.

Aquellas tensiones internas llegarán en un contexto sociopolítico muy dife-UHQWH�KDVWD�HO�VLJOR�;;,��<�HQ�HVDV�HVWDPRV�


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Francisco Bueno

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700

900

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1100

1200

1300

1400

1500

SigloVIII

SigloIX

SigloX

SigloXI

SigloXII

SigloXIII

SigloXV

SigloXIV

SigloXVI

1450

1350

1250

1150

1050

950

850

750

800

AL-ANDALUS ASTURIAS CASTILLA NAVARRA ARAGÓN CATALUÑA

756

929

1031

1090

Musa

1144

1158

12501230

1157

1492

1516

REINONAZARÍ

TAIFAS 31212

TAIFAS 2

TAIFAS 1

ALMORÁVIDES

ALMOHADES

CALIFATO

MARCA HISPÁNICA

EMIRATOINDEPENDIENTE

EMIRATODEPENDIENTE711

720

820800

878

1134

1076

1137

1425

1458

1512

10051035

Abderramán I

Abderramán II

Abderramán III

Al-Ahmar

Boabdil

Pelayo

Alfonso II

Ordoño IAlfonso IIIRamiro II

Borrell II

RamónBorrell

RamónBorrell II

RamónBerenguer

IV

Sancho IRamiro III

)HUQDQGR�,Sancho II

SanchoGarcés IV

SanchoRamírez

GarcíaRamírez

Sancho Garcés II

GarcíaSánchezSanchoGarcés I

Sancho Garcés III

Alfonso VI

Alfonso VIIUrraca I

Ramiro I

Carlos IIICarlos III

Juana IICarlos I

Luis I

Teobaldo I

)HOLSH�,,

Sancho VI

Pedro IAlfonso I

Ramiro II

$OIRQVR�,;

Isabel I

Carlos I de España

Enrique IVJuan II

Enrique IIIJuan I

CatalinaLeonor

Blanca I Juan II

Fernando II

Alfonso II

Pedro II

Pedro IIIJaime I

Alfonso VFernando I

Martín IJuan I

Pedro IVJaime II

Alfonso III

Enrique IIPedro I

$OIRQVR�;,)HUQDQGR�,9Sancho IV

ÍñigoArista

GalindoAznaraez II

GarcíaGalíndez

Wifredoel Velloso

$OIRQVR�;)HUQDQGR�,,,

)HUQDQGR�,, Sancho IIIAlfonso VIII

Bermudo II

Bermudo III

Mulay Hasan

Yusuf III

Muhammad V

Yusuf I

Almanzor

Hisham III

Yaqub Yusuf

Al-Mutamid Al-Mutamán

Francisco Bueno

�193�


Borrell II

RamónBorrell

RamónBorrell II

RamónBerenguer

IV

Wifredoel Velloso

Francisco Bueno Manso


Documents

Un poco de historia: Al-Andalus y los Reinos Cristianos